Felisberto Hernandez El Caballo Perdido

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  • 5/11/2018 Felisberto Hernandez El Caballo Perdido

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    obras completas defelisberto hernandez

    slolo velntiuno editores, saCE~R'6 DELAGUA 1.S. MJ.'XICO20. D.f~!9L~ .Y !~~U .~~~e espana editores, saslglo veintiuno argentina editores, sa

    volumen 2

    *EL CABALLO PERDIDO

    NADIE ENCENDIA LAS LAMPARASLAS HORTENSIAS

    edici6n al cui dado de maria luisa pugaportada de arihelo hernandezprirnera ed i rion, 1983 siglo xxi edirores, s. a.ISIlN96s23-1255-B (obras cornpleras)ISBN-968-131257-4 (volurnen 2)derechos reservados can forme a la leyirnpreso y hecho en mexico I printed and made in mexico siglo veintiuno editores

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    EL CABALLO PERDIDO

    Primero se vela redo 10 blanco; las fundas grandes delpiano y del sofa y otras, mas chicas, en los sillones y lassillas, Y debajo esraban todos los rnuebles; se sabia queeran negros porque a1 terrninar las polleras se veian lasparas. Una vez que yo estaba solo en la sala le levante lapoll era a una silla; y supe que aunque toda la maderaera negra el asiento era de un genera verde y lustroso.Como fueron muchas las tardes en que ni mi abuelani rni madre me acompafiaron a la leccion y COmocasisiernpre Celina -mi maestra de piano cuando yo teniadiez afios-e-- tardaba en llegar, yo tuve bastante tiempopara entrar en relacion intima con todo 10 que habia enla sala. Claro que cuando venia Celina los muebles y yonos portabarnos como si nada hubiera pasado,Antes de llegar a la casa de Celina habia renido quedoblar, todavia, por una calle mas bien silenciosa. Y ya ve-nia pensando en cruzar la calle hacia unos grandes arboles.Casi siernpre inter rumpia bruscamente este pensamienropara ver si venia algun vehiculo, En seguida miraba las

    copas de los arboles sabiendo, antes de entrar en su sorn-bra, como eran sus troncos, como salian de unos gran descuadrados de tierra a los que rimidamenre se acercabanalgunas losas, Al empezar, los troneos eran muy gruesos,ellos ya habrian calculado hasta d6nde iban a subir y elpeso que tendrian que aguantar, pues las copas estabancargadisimas de hojas oscuras y grandes flares blancasque llenaban todo de un olor rnuy fuerte porque eranmagnolias,En el insrante de llegar a la casa de Celina tenia los

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    ojos llenos de todo 10 que habian juntado par la calle.Ai enrrar en la sala y echarles encirna de golpe las casasblancas y negras que al li habia parecia que todo 10 quelos ojos rraian se apagaria, Pew cuando me sentaba adescansar -ycomo en los prirneros mementos no mernetia con los rnuebles porque tenia ternor a 10 inesperado,en una casa ajena- enronces me volvian a los oj as lascosas de la calle y tenia que pasar un rato hasta queellas se acosraran en el olvido,La que nunca se dorrnia del todo, era una cierta idea de

    magnolias. Aunque los arboles donde ellas vivian hubie-ran quedado en el camino, ellas estaban cerca, escondi-das detras de los ojos. Y yo de pronto sentia que un capri-choso aire que venia del pensamiento las habia ernpuja-do, las habia hecho presentes de alguna manera y aharalas esparcia entre 10$ muebles de la sala y quedaban COn-fundidas con ellos.Par eso mas adelante -y a pesar de los instantes an-

    gustiosos que pase en aquella sala- nunca deje de mirarlos rnuebles y las cosas blancas y negras con algun res-plandor de magnolias.Todavla no se habian dorrnido las casas que traia de

    la calle cuando ya me encontraba caminando en puntasde pie -para que Celina no me sintiera- y dispuesroa violar algun secreta de 1asala.Al principia iba hacia una mujer de marmot y le pasa-

    ba los dedos par la garganta. El busto estaba colocado enuna mesita de patas largas y debiles; las prirneras veces setarnbaleaba. Yo habia tomado a la mujer del pelo conuna mana para acariciarla can la orra, Se sobreentendiaque el pelo no era de pel 0 sino de marrnol. Pew la prime-ra vez que le puse la "'mana encima para asegurarme queno se moveria se produjo algun instance de confusion yolvido. Sin querer, al encontrarla parecida a una mujerde la realidad, habfa pensado en el respeto que Ie debla,12

    en los actos que correspondian a1 trato can una mujerreal. Fue enronces que tuve el instance de confusion. Perodespues sentia el placer de violar una cosa seria, En aque-lla rnujer se confundia alga conoddo -eparecido a unade carne y hueso, 1 0 de saber que era de rnarmol y casasde menor inreres-e-; y alga desconocido -10 que tenia dediferente a las otras, su historia (suponia vagamente quela habrian rraido de Europa y mas vagamente suponia aEuropa, en que lugar estaria cuando la cornpraron, losque la habrian toeado, etc.) - y sabre todo 10 que teniaque ver can Celina. Pero en el placer que yo tenia alacariciar su cuello se confundfan muchas cosas mas. Medesilusionaban los ojos. Para imitar el iris y la nina habianagujereado el marrnol y parecian los de un pescado. Dabafast idio que no se hubieran tomado el trabajo de irnitar lasrayitas del pelo: aquello era una rnasa de marmot que en"friaba las rnanos. Cuando ya iba a empezar el seno, seterrninaba el busro y ernpezaba un cuba en el que se apo-yaba toda la figura. Ademas, en el lugar donde ib a a em-pezar el seno habia una flor tan dura que si uno pasabalos dedos apurados podia cortarse. (Tampoco le encon-traba gracia irnitar una de esas flares: habfa a montonesen cualquiera de los cercos del carnino.)Al rato de rnirar y tocar la mujer tambien se me pro-

    duda como una memoria triste de saber c6mo eran los pe-dazos de marrnol que imitaban los pedazos de ella; y yase habian deshecho bast ante las confusiones entre 10 queera ella y 1 0 que seria una rnujer real. Sin embargo, a 1aprimer a oportunidad de encontrarnos solos, ya los dedosse me iban hacia su garganta, Y hasta habia llegado asentir, en mementos que nos acompafiaban otras personas-cuando mama y Celina hablaban de cosas aburridisi-mas- cierta complicidad can ella. Al mirada de m as le-jos y como de paso, 1a volvia aver entera y a tenet uninstante de confusion.

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    Denrro de un cuadra habia dos ovalos can las fotogra-fias de un matrimonio pariente de Celina. La rnujer teniauna cabeza bondadosamenre inclinada, pero la garganta,abulrada, me hacia pensar en un sapo. Una de las vecesque la rniraba, fui Hamado, no se como, par 1am irada delmarido. Par mas que yo 10 observaba de reojo, el siernpreme rniraba de frente y en media de los ojos. Hasta cuandoyo caminaba de un lugar a otro de la sala y t ropezaba canuna silla, sus ojos se diriglan a1 centro de mis pupilas. Yera fatalmente yo, quien debia bajar 1a mirada. La esposa.expresaba dulzura no s610 en 1a inclinaci6n sino en rodaslas partes de su cabeza: hasta can e1 peinado alto y 1agarganta de sapo. Dejaba que todas sus partes fueranbuenas: era como un gran postre que par cualquier parteque se pro bar a tuviera rico gusto. Pero habia alga que nosolarnenre dejaba que fuera bueno, sino que se dirigia arni: eso estaba en los ojos. Cuando yo tenia 1a preocupa-cion de no poder mirada a gusto porque a1 lado estaba elrnarido, los ojos de ella tenian una expresion y una rnanerade entrar en los mfos que equivalia a aconsejarme: "nole hagas case yo te comprendo, mi querido", Yaqui em-pezaba otra de rnis preocupaciones, Siempre pense quelas personas buenas, las que mas me querian, nunea mecomprendieron; nunea se dieron cuenta que yo las traicio-naba, que tenia para ellas malos pensamientos. Si aquellarnujer hubiera estado presente, si todavia se hubiera con-servado [oven, S 1 hubiera tenido esa enferrnedad del suefioen que las personas estan vivas perc no se dan cuentacuando las tocan y si hubiera estado soia conmigo enaquella sala, con seguridad que yo hubiera tenido curio-sidades indiscretas.Cuando yo sin querer caia bajo 1a mirada del maridoy bajaba rapidamente L a vista, send a contrariedad y fas-ridio, Y Como esto se produjo varias veces, me qued6 enlos parpados 1a memoria de bajarlos y la angustia de14

    sentir hurnillacion. De manera (_luecuando me encontra-ba con los ojos de el, ya sabia 10 que me esperaba, A vecesaguantaba un raw Ia mirada para darme tiernpo a pensarcomo haria para sacar rapidarnenre la rnia sin sentir hu-rnillacion: ensayaba sacarla para un 1ado y rnirar de pron-to el marco del cuadra, como si estuviera interesado en suforma. Perc aunque los ojos rniraban el marco, la aten-cion y la memoria inmediara que me habfa dejado sumirada, me humillaban mas; y adernas pensaba que teniaque hacerme trarnpa a mi rnismo. Sin embargo, una vezconsegui olvidarrne un poco de su mirada de mi humi-llacion. Habia saeado rapidamenre la mirada de los ojosde el y la habla colocado dgidamente en sus bigotes. Des-pues del engorde negro que ten ia encirna de la boca salianpara los costados en linea recta y seguian asi un buentrecho. Entonces pense en los dedos de mi abuela: erangordos, rechonehos -una vez se pineh6 y le salt6 unchorro de sangre hasta el tech{)--- y aquellos bigotes pa-redan haber sido retorcidos par ella. (Ella se pasaba rnu-eho rata retorciendo con sus dedos transpirados el hilonegro para que pasara la aguja; y como veia poco y paraver mejor echaba la cabeza hacia arras y separaba derna-siado el hilo y la aguja de los ojos, aquello no terrninabanunca.) Aquel hombre rambien debio haberse pas adomucho rato retorciendose el bigote; y mientras hacia esoy miraba fijo, quien sabe que clase de ideas tendrfa.Aunque los secretes de las personas mayo res pudieranencontrarse en media de sus conversaciones 0 de sus aetas,yo tenia rni manera predilecta de hurgar en eilos: eracuando esas personas no estaban presentes y cuando podiaencontrar algo que hubieran dejado a1 pasar; podrian serrastros, objetos olvidados, 0 sencillamente objetos que hu-bieran dejado acomodados mienrras se ausentaban -ysabre todo los que hubieran dejado desacomodados por

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    apresurarniento. Perc siempre objetos que hubieran sidousados en un riernpo anterior al que yo observaba. Elloshabrian entrado en la vida de esas personas, ya fuera porazar, por secreta e1ecci6n, 0 par cualquier otra causa des-conocida; 1 0 importante era que habrian ernpezado a des-ernpefiar alguna rnision 0 significarian algo para quienlos urilizaba y que yo aprovecharia el instante en que esosobjetos no acompafiaran a esas personas, para descubrirsus secretos 0 los rastros de sus secretes.En la sala de Celina habia muchas casas que me provo-

    caban el deseo de buscar secretes. Yael hecho de estarsolo en un lugar desconocido, era una de ellas, Adernas ,el saber que todo 10 que habia alli pertenecia a Celina,que ella era tao severa y que apretaria tan fuerternentesus secretes me aee1eraba can una extrafia ernocion, eldeseo de deseubrir a violar secretes.

    Ai principia habia mirada los objeros disrraidarnente;despues me habfa interesado por los secretes que tuvieranlos objeros en S 1 mismos; y de pronto ellos me sugerianla posibilidad de ser intermediaries de personas mayores;ellos -0 tal vez otros que yo no miraba en ese momenta-podrian ser encubridores 0 estar cornplicados en aetasmisteriosos. Entonces me pareda que alguno me haciauna secreta sen a para otro, que otro se quedaba quietahaciendose el disimulado, que otro Ie devolvia 1a sefia a1que 10 habia acusado primero, hasta que por fin me can-saban, se burlaban, jugaban entendimientos entre elIas yyo quedaba desairado. Debe de haber sido en uno de esosmomentos que me rozaron la atencion, como de paso, lasinsinuanres ondulaciones de las curvas de las mujeres. YaS1me debo de haber sentido navegarido eo algunas ondas,para ser interferido despues, par la mirada de aquel rnari-do. Pero cuando ya habia sido llamado varias veces y dedistintos lugares de 1a sala par los distintos persoriajes queal rata me desairaban, me encontraba con que el principia16

    habra estado orientado hacia un secreta que me interesabamas, y despues habia sido interrumpido y entretenido porotro secreta inferior. Tal vez anduviera mejor encaminadocuando le levantaba las polleras a las sillas,Una vez las manos se me iban para las polleras de unasilla y me las detuvo el ruido fuerre que hizo la puerta quedaba a1 zaguan, por donde entraba, apurada Celina cuandovenia de 1a c alle. Yo no tuve mas tiempo que el de recogerlas manos, cuando lleg6 hasta mi, como de costumbre y medio un beso. Esta costumbre fue despiadadamenre supri-mida una tarde a 1a hora de despedirnos; le dijo a mi ma-dre algo aS1: "Este caballero ya va siendo grande y habraque darle la mana." Celina traia severarnente ajustado denegro su cuerpo alto y delgado como si se hubiese pasadolas manos muchas veees par encima de las curvas quehada el corse para que no quedara la menor arruga enel patio grueso del vestido. Y as! habia seguido hasta arri-ba ahogandose can un cuello que le llegaba hasta las ore-jas, Despues venia la cara muy blanca, los ojos muy ne-gras, Ia frenre muy blanca y el pelo muy negro, formandoun peinado redondo como el de una reina que habfa vis toen unas monedas y que pareda un gran budin quemado.Yo recien ernpezaba a digerir la sorpresa de Ia puerta,de 1a entrada de Celina y del beso, cuando ella volvia aapareeer en la sala. Pero en vez de venir severarnenteajusrada de negro, se habia puesto encirna un baton blancode tela ligera y a1midonada, de man gas corras, aeampa-nadas y con volados. Del volado salia el brazo con el pafionegro del vestido que trafa de la calle, ajustado basta lasrnufiecas. Esto ocurria en invierno; pero en verano, deaquel mismo baton salia el brazo completamenre desnudo.Al aparecer de entre los volados endurecidos par el alrni-don, ya pensaba en unas flores arrificiales que hada una

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    senora a la vuelta de casa. (Una vez mama se par6 a (on-versar con ella. Tenia un cuerpo muy grande, de una gor-dura alegre; y visto desde la vereda cuando ella estabaparada en el umbral de su puerta, parecia inmenso. Mimadre le dijo que me lIevaba a la lecci6n de piano; enton-ces ella, un poco agirada, Ie contest6 : "Yo tambien ernpecea estudiar el piano; y estudiaba y estudiaba y nunca veia'el adelanto, no veia el resultado. En cambia ahara quehago flares y frutas de cera, la s yeo . .. las toea ... es alga,usted cornprende." Las frutas eran grandes bananas ama -rillas y grandes manzanas coloradas. Ella era hija de un car-bonero, muy blanca, rubia, con unos cachetes naturalrnen-te rojos y las frutas de cera parecian como hijas de ella. )Un dia de invierno me habfa acompafiado a la lecci6n

    rni abuela; el la habia vista sobre las teclas blancas y ne-gras mis manos de nino de diez afios, moradas por el frio,y se le ocurri6 calentarrnelas can las de ella. (El dfa dela lecci6n se las perfumaba con agua Colonia -mezdadacan agua simple, que quedaba de un color lechoso, comola horchata. Can esa misma agua hada buches para disi-rnular el olor a unos cigarros de hoja que venian en pa-quetes de veinticinco y par los que tanto rabiaba si mipadre no se los consegufa exaetamente de la rn i sma marea,tarnafio y gusto.)Como esrabarnos en invierno, pronto era la noche. Perolas ventanas no Ia habian vista entrar: se habian quedadodistraidas conternplando hasta ultimo momenta, la clari-dad del cielo. La neche subia del piso y de entre los mue-bles, donde se esparcian las almas negras de las sillas, Y.enronces ernpezaban a flotar tranquilas, como pequeriosfantasmas inofensivos, las fundas blancas. De prontoCelina se ponia de pie, encendia una pequefia lampara yla engarzaba par media de un resorte, en un candelabradel piano. Mi abuela y yo al acercarnos nos llenabamos de18

    luz como si nos hubieran echado encima un manton depaja transparence. En seguida Celina ponia la pantal la y yano era tan blanca su cara cargad de polvos, como una ap,l-ricion, ni eran tan crudos sus ojos, ni su pelo negrfsimo.Cuando Celina estaba senrada a mi lado yo nunca meatrevia a mirada. Endurecia el euerpo COmo si estuvierasentada en un carricoche, can el frena trancado y ante uncaballo. (Si era lerdo 1 0 castigarian para que se apurara;y S 1 era brioso, tal vez disparara desboeado y entonces lasconsecuencias sedan peores.) Unicamente cuando dbhablaba can mi abuela y apoyaba el anrebrazo en unamadera del piano, yo aprovechaba a miracle una mana.Y al rnismo tiernpo ya los oj os se habian fijado en el parionegro de la manga que le llegaba hasta 1a rnufieca.los tres nos habiamos aeercado a la Iuz y a los soriidos(mas bien a esperar sonidos, porque yo los hacia can an-gust iosos espacios de tiernpo y siernpre se esperaban masy casi nunca se satisfacia del todo la espera y eramos tree;cabezas que trabajabamos lentarnente, como en los suefios,y pendientes de mis pobres dedos, Mi abuela habia que'dado rezagada en la penumbra porque no habia arrimadobastante su si ll6n y pareda suspendida en el aire, Can SLlgordura -forrada con un eterno bat6n gris de cuellito deterciopelo negro-- cubrfa todas las partes del sillon: 50-lamente sobraba un poco de respaldo a los eostados de lacabeza, La penumbra disimulaba sus arrugas -las de lasrnejillas eran redondas y separadas como las que haec unapiedra a1c aer en una laguna; las de la frente eran derechasy afiadidas como las que haec un poco de viento cuandopasa sabre agua dorrnida, La cara redonda y buena, veniamuy bien para Ia palabra "abuela"; fue ella la que mehizo pensar en la redondez de esa palabra. (Si algLll1amigo tenia una abuela de cara Ilaca, el nombre de "abue-

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    la" no le venia bien y tal vez no fuera tan buena comoIa mia.)En muchos rates de Ia leccion mi abuela quedaba acoma-dada y como guardada en 1a penumbra. Era mas rnia queCelina; pero en aquellos momentos ocupaba el espaciooscuro de alga demasiado sabido y olvidado. Otras vecesella intervenia espontaneamente movida por pensarnien-to s que yo nunca podia prever pero que reconoda comosuyos apenas los decia, Algunos de e sos pensamientos eranabstrusos y para comunicarlos elegla palabras ridlculas--sabre todo S 1 se traraba de rmisica, Cuando ya habrareperido rnuchas veces esas mismas palabras, yo no lasarendia y me eran tan indiferentes como objeros que hu -biera puesto en rni pieza mucho tiernpo antes: de pronto,a1 encontrarlos en un sirio mas importante, me irritaba,pues creia descubrir el engafio de que ellos pretendieranaparecer como nuevos siendo viejos, y porque me moles-taba su insisrencia, Ia intencion de volver a rnostrarrnelospata que los viera mejor, para que me convenciera de suvalor y me arrepinriera de la injusticia de no haberlos con-siderado desde un principio, Sin embargo es posible queella pen sara cosas distinras y que a pesar del esfuerzo potdecirme alga nuevo, esos pensamientos vinieran a sinreti-zarse, al final, en las misrnas palabras, como 5 1 me rnos-rrara s ie rn pre u n rnisrno jarron y yo no supiera que aden-tro hubiera puesro casas distintas, Algunas veees paredaque ella se daba cuenta, despues de haber dicho una rnismacasa, que no solo no decia 10 que queria sino que repetiasiernpre 10 rnisrno, Enronces era ella que se irri taba y dedaa tropezones y queriendo ser ironica: "hace caso a 1 0 quete dice In maestra: 2no yes que sabe mas que vos?"En cas a de Celina -yaunque ella no estuviera pre-

    sente- los arrebatos de mi abuela no eran peligrosos,Algo habia en aquella sala que se los enfriaba a tiernpo,20

    Ademas, aquel era un lugar en que no 5610 yo debia mos-rrar educacion, sino tarnbien ella. Tenia un corazon bidla la' bondad y muchas actitudes rnias le hacian gracia,Aunque el estilo de mis actitudes fuera el mismo, a ellaIe parecian nuevas si yo las produda en situaciones dis-tintas y en disrintas formas: le gustaba reconocer en rnialgo ya sabido y algo diferente al mismo tiernpo. Todaviala veo reirse salrandole la barriga debajo de un delantal,saltandole entre los dedos un papel verde untado de en-grudo que iba envolviendo en un alambre mientras haciacabos a flores artificiales -aquellos cabos le quedabandernasiado gruesos, grotescos, abulrados por pelorones deengrudo y desproporcionados con las flores. Adernas Iesaltaba un pafiuelo que tenia en la cabeza y un pueho decigarro de hoja que siempre tenia en 1a boca. Pero su co-raz6n rarnbien era facil a la ira. Entonces se le Ilenaba lacara de fuego; de palabrotas y de gestos; tambien se Iellenaba el cuerpo de movimientos torpes y enderezaba aun lugar donde estaba colgado un rebenque fiUY lindacon unas anillas de plata que habia sido del esposo.En casa de Celina, apenas si se Ie escapaba 1a insinua-

    cion de una arnenaza. Y rnucho menos un rnanoton: yopodia sentarrne rranquilarnente al Iado de ella. A{m mas:cuando Celina era muy severa 0 se olvidaba que yo nohabia podido estudiar por alguna causa ajena a rni volun-tad, yo buscaba a mi abuela can los ojos; y si no me atre-via a mirarla, la llamaba can la arencion, pensando fuerte-mente en ella y endureciendo rni silencio, Ella tardaba enacudir; al fin 1a sentia venir en mi direccion, como unvehiculo que avanza con lentitud, con esfuerzo, echandohumo y hacienda una cantidad de ruidos raros provocadospar un camino pedregoso. En aquellos instantes, cuandoaparecian en Ia superficie severn de Celina rugosidadesasperas, cuando yo trancaba mi carricoche y mi abuelaacudia afanosa como una aplanadora antigua, parecia

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    que habiamos sido invirados a una pequefia pesadilla.Colocado a traves de las reclas, como un riel sobre

    durrnientes, habia un largo lapiz raja. Yo no 10 perdlade vista porque queria que me compraran otro igual.Cuando Celina 10 tornaba para apuntar en el libra de rnu-sica, los rnirneros que correspondfan a los dedos, el lapizesraba deseando que 1 0 dcjaran escribir. Como Celina no10 soltaba, el Se rnovia ansiaso entre los dedos que 10 su-jeraban, y con su ojo unico y puntiagudo miraba indecisoy oscilante de un lado para otto. Cuanelo 10 dejaban acer-carse al papel, la punta parec'ia un hocico que husmeabaalga, con instinro de hi piz , desconocido para nosotros, yregistraba entre las paras de las notas buscando un lugarbianco donde morder. Par fin Celina 10 soltaba y el, canmovimienros cortes, como un chanchito cuando mama se,prendia vorazmenre del blanco del papel, iba dejando laspequefias huellas firrnes y acentuadas de su corta pezufianegra y rnovia alegremente su larga cola raja.Celina me hacia poner las manos abierras sobre las

    teclas y can los dedos de ella Ievanraba los mios como siensefiara a una arafia a mover las patas. Ella se enrendlacan mis manes mejor que yo rnismo. Cuando las haciaandar can lentitud de cangrejos entre pedruzcos blancosy negros, de pronto las rnanos encontraban sonidos queencantaban todo 10 que habia alrededor de 1alarnpara y losobjetos quedaban cubierros por una nueva simpatia.Una vez ella me repetia una cosa que mi cabeza entendiapero las rnanos no. Llego un momento en que Celina seenoj6 y vi aumentar su ira mas d..idamente que de cos-tumbre. Me torno tan distraido como S 1 me hubiera olvi-dado alga en el fuego y de pronto 10 sintiera derramarse.En el apuro ya ella habia tornado aquel lapiz raja tan lin-, , dGO Y yo senna sonar 5U ma era contra los huesos de misdedas, sin darme tiempo a saber que me pegaba. Tenia22

    que atender muchas casas que me asaltaban a la vez; per aya me habia ernpezado a erecer un dolor que no tenia masrernedio que atender en primer terrnino, Se me hinchabanunas inaguantables ganas de llorar. Las apreraba can todasmis fuerzas rnientras me iba cayendo en los aid as, en lacara, en la cabeza y par todo el cuerpo un silencio de pesa-dilla. De todo aquello que era el piano, la Iampara y Celi-na can el lapiz todavfa en 1 a mano, me llegaba un calorextrafio. En aquel memento los objeros tcnian mas vidaque nosotros, Celina y mi abuela se habian quedado quie-tas y forradas con el silencio que parecia venir de 1 0 oseu-to de la sala junto con la mirada de los muebles, En elinstante de sorpresa se me habia producida un vacio queen seguida empez6 a llenarse can much as angustias, Des-pues habla hecho un gran esfuerzo por salir del vacio y de-jar que se Henara solo. Di alga asi como un salta haciaarras retrocediendo en el tiempo de aquel silencio y penseque tam bien ellas los estarian rellenando con algo. Meparecio sentir que se habian mirada y que esas rniradasme habian rozado las espaldas y querian decir: "Fue ne-cesario castigarlo; pero la falta no es grave; adernas, 61sufre rnucho." Pero esta desdichada suposicion fue la sefialpara que alguien rornpiera las represas de un rio. Fueentonces cuando se Ilene el vacio de mi silencio. Por lacorrienre del do habia vista venir -yno 1 0 hahia cono-cido-- un pensarniento retrasado, Habia llegado sigilosa-mente, se habia colocado cerca y despues habia hecho ex-plosi6n. (Como era que Celina me pegaba y me domina-ba, cuando era yo el que me habra hecho la secreta pro-mesa de dorninarla? Hacia mucho que yo tenia la esperan-za de que ella se enamorara de mi -si es que no 1 0 estabaya. y aquella suposicion de hacfa un in stante -1a de queme tend ria Iastirna-e- fue la que atrajo y apresuro este pen- .sarnienro antagonico: rni proposiro intima de dorninarla.Saque las manos del teclado y aprete los pufios contra

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    mis panralones. Ella quiso, sin duda, evitar que yo llorara-recuerdo muy bien que no 10 hice- y me rnando quesiguiera la lecci6n. Yo me quede mucho rata sin levan-tar la cabeza ni las rnanos, hasra que ella volvio a eno-jarse y dijo: "Si no quiere dar la lecci6n, se ira." Sigui6hablandole a mi abuela y yo me puse de pie. Apenas es-ruvimos eo la puerra de calle la despedida fue corta y miabuela y yo empezamos a cruzar la noche. Eo seguida depasar bajo llOOS grandes arboles -las magnolias estabanapagadas- mi abuela me arnenazo para cuando llegara-mos a casa: habia dado lugar a que Celina me castigara yadernas no habra querido seguir la Ieccion. A mi no seme .importaba y~ las palizas. que me dieran. Pensaba queCelina y yo hablamos termmado. Nuestra historia habiasido bien rriste. Y no s610 porque ella fuera mayor que yo-me 1 1evaria treinta afios- .Nuestras relaciones hablan ernpezado .-como ocurre

    t an r as veces- po r una vieja vinculacion familiar. (Celinahabra estudiado el piano con mi madre en las faldas. Mamatend ria entonces cuatro arios.) Esta vingulacion ya se ha-bia suspendido antes que yo naciera. Y cuando las fami-lias se volvieron a encontrar, entre las novedades que sehabian producido, estaba yo. Pero Celina me habia inspi-rado el deseo de que yo fuera para ella una novedad inre-resanre. A pesar de su actitud severa y de que su cara nose le rela, me .miraba y me atendia de una manera que mereriraba a regisrrarla: era imposible que no tuviera ternu-ra. Al hablarIe a mama se vela que la queria, Una vezEn l~s primeras lecciones, habla dicho que yo me pareclaa 1111 madre. En~onces, en los mornenros que nos compa-mba, cuando rniraba algunos rasgos de rni madre y des-pues.los ~os, parecia que sus ojos negros sacaran un pocode srrnpana de los rasgos de rni madre y la pusieran en105mios. Pero de pronto se quedaba mirando los mios unrariro mas y seria entonces cuando encontraba alga dis-24

    tinto, cuando descubria 1 0 nuevo que habia en rni personay cuando yo empezaba a sentir deseos de que ella siguierapreocupiindose de rni, Ademas, yo no 5 6 1 0 seria distinto ami madre en algunos rasgos sino tambien en algunas rna-neras de ser. Yo tenia una manera de estar parada al ladode una s i ll a , con un braze recostado en el respaldo yeanuna pie r na cruz ada, que no in tenia mi madre,Como siernpre tenia dificultad para engafiar a las perso-nas rnayores -me refiero a uno de los engarios que seprolorigan basta que se hace dilfcil que las personas mayo-res los descubran- por eso no crei haber engafiado aCelina con rnis poses hasta despues de mucho tiernpo ycuando ella le habia llarnado la arencion a mi madre sa-bre la condicion natural rnia de quedar siernpre en unabuena postura. Y sabre todo crei, porque tarnbien habiancomentado las poses, en que quedaban algunas personascuando dorrnian. Y eso era cierto. Cas! diria que esa ver-dad habia acogido y envuelto carifiosarnente mi mentira ,Al principia la observacion de Celina me produjo extra-fieza y emocion. Ella no sabia que sentirnientos mios ha-bia sacudido. Primero yo esraba tan rranquilo como unvase de agua encima de una mesa; despues ella habiapasado rnuy cerca y sin darse cuenta habia tropezado conla mesa y habia agitado el agua del vasa.

    A rni me parecia mentira que h ub ie ra l og ra d o enga~arla.En seguida empece a mirada queriendo saber si se reb de1 1 1 1 ; despues pense si yo real mente no podria hacer lasposes si n guerer. Y par ultimo recorde que cuando Celiname habia inspirado la idea de que yo debia gustarle, cuan-do me daba tanto placer suponer 10 que ella pensaria derni y cuando ernpece a creer que yo tend ria algo, un no seque inreresanre, eritonces decidi cuidar rnis poses y tuve elproposito de tratar conrinuarnente de Ilarnarle 1a atencion

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    con una manera de ser original y l lena de novedades, Estesrecuerdos me fueron tranquilizando, como si el agua delvasa que estaba en la mesa clonde Celina habra tropezadosin querer , hubiera vuelto a quedarse quieta. Ahara queyo habra logrado engafiarla -como podria engafiar a cual-quier persona mayor y sabre rodo estando de visita-s- mesentia mas independienre, mas personal: y hasra podriaencontrar la manera de que Celina se enarnorara de mi.Pero claro, esro era muy dificil; adem as, como yo eramuy timido no me hubiera atrevido a preguntar a nadiecomo se hacia, Tendria que conformarme con seguir sien-do interesante, novedoso y esperar que ella me hiciera al-gunas manifestaciones, Mientras tanto yo iria bus cando suternura y escondiendorne entre los arbustos que habria aIborde de uno de los caminos que me llevarian hacia ella.Adernas, si ella tuviera la ternura que yo creia, entradaen mi silencio y adivinarla mi deseo, Yo no podia dejarde suponer como seria una persona severa en el momentade ablandarse, de ser rierna can alguien a quien quisiera.Tal vez aquella mana nudosa, que tenia una cicatriz, seablandara para hacer una caricia y no importara nada e1grueso pafio negro que le llegaba hasta las mufiecas, Talvez todo eso fuera linda y ruviera gracia, como tertiantodos los objetos, cuando recibian los sonidos que se levan-taban del piano. A 1 0 mejor, rnientras me hada una ca-ricia, inclinaria la cabeza, como en el momenta de prenderla larnpara, y mientras al piano, como a un viejo somno-Iiente, GO Ie importaba que Ie pusieran aquella luz en elcostado.Ahara Celina habia rota en pedazos todos los caminos; yhabia rota secretes antes de saber como eran sus conte-nidos. Claro que de cualquier manera toclas las personasrnayores esraban llenas de secretes. Aunque hablaran canpalabras fuerres, esas palabras estaban rodeadas por orras26

    que no se oian, A veces se ponian de acuerdo a p es ~[ ..dedecir casas diferentes y era tan sorprendente como S1 ere-yendo estar de Irenre se dleran la espalda 0creyend? ~staren presencia uno de otto anduvieran por lugares chstIDtosy alejados. Como yo era nino renia Iibertad de andar alre-dedor de los muebles donde esas personas estaban senta-das; y 1 0 r nis rn o m e dejaban andar alrededor de la: pal~-bras que ellas utilizaban. Perc-ahara yo no. rerna mascanas de buscar secretes. Despues de la lecC10n en qu:Celina me pego con el lapiz, nos tratabamos con el CUl-dado de los que al caminar esquivan pedazos de :osasrotas. En adelante tuve el pesar de que nuestra c~nftan~afuera clara pero desoladora, porque 1a viole~C1a habiahecho volar las ilusiones. La claridad era tan mopor.tuna

    . el cine y en media de un drama hubierancomo S1 enencendido 1a luz. Ella tenia rni inocencia en sus rnanos,como tuvo enotro riernpo la de rni madre.Cuando Ilegarnos a casa -aquella neche qu~ Celina me

    , mi abuela me arnenazo por la calle-> no rne. pego y que < r b 1, El camino era oscuro: mi abuela desClIra a oscast1g

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    sonas Como rnuebles que cambiaran de posicion, Eso 10pense!m.uchas naches. Eran muebles que ademas de poderestar qureros se rnovian, y se rnovian par voluntad propia.I\. los muebles que esraban quieros yo los queria y ellosno me exiglan nada; pero lo s muebles que se movian no5610 exigian que se les quisiera y se Ies diera un beso sinoque tenian exigencias peores; y adernas, de pronto, abriansus puertas y Ie echaban a uno todo encima. Pero no siern-pre las sorpresas eran violentas y desagradables; habiaalgunas que sorprendian can lentirud y silencio Como sipar debajo se Ies fuera abriendo un cajon y empezaran amostrar objetos deseonoeidos. (Celina tenia sus cajonescerrados can Have.) Habia orras personas que tam bieneran muebles (errados pero tan agradables, que si uno ha-cia silencio scnria que adentro ten i an muska, como ins"rrumenros que tccaran solos. Tenian una tia que era comoun !Opero de espejos col acado en una esquina frente a laspue:tas: no habia nada que no cayera en sus espejos yhabta que consultarla hasta para vestirse, E1 piano erauna buena persona. Yo me sentaba cerca de el: can unos1 , ,P?COs dedos rnros apretaba muchos de los suyos, yo . fueranblancos. 0 negros; en seguida le salian gotas de sonidos;y :ombmando los dedos y los sonidos, los dos nos poniamostrisres.

    Una noche tuve un suefio extrafio. Estaba en eI comedotde Celina. Babia una familia de muebles rubios: el apara-dor. y una ,mesa con rodas sus sillas alrededoL DespuesCelina corrra alrededor de la mesa; eta un poco distinta,daba b~incos como UDa nina y yo la corria con un palitoque tenia un papel envuelto en la punta..Ha ocurrid~ algo imprevisto y he tenido que interrumpiresta narraClOn. Ya hace dias que estoy detenido. No s610no puedo escribir, sino qne tengo que hacer un gran es-28

    fuerzo para poder VIVlr en este neIllpv de ahora, parapoder viv i r hacia adelante. Sin querer habfa em_pe~ad.o avivir hacia arras Y lleg6 un momenta en que m siquierapodia vivir muchos acontecirneintos de aquel riernpo, sinoque me detuve en UDOS pocos, tal vez en uno solo; y ~re-feria pasar el dia y la noche sentado 0 acostado. Ai f1l1~1habia perdido hasta el deseo de escribir. Y esta era preel"samente, la ultima arnarra can el, presente. Pew antes qu:esta amarra se soltara, ocurrio 10siguienre: yo estaba V1"viendo tranquilamente en una de las neches de aqueHostiernpos. A pesar de andar can pasos lentos, de sonarnbulo,de pronto tropece can una pequefia idea que me hizo caeren un insrante lleno de acontecirnientos. Cat en un lugarque era como un centro de rara atraccion y en el que meesperaban 1100S cuantos secretes embozados. Ellos asal ta-ron mis pensarnientos, los ataron y desde ese momentaestoy Iorcejeando. Al principia, despues de pasada in so~-oresa tuve ei impulse de denunciar los secretes. Despues~mp;ce a senrir cierta laxitud, un ~ier~o pl~cer tibia eoseguir mirando, atendiendo el trabajo s11enclOs~ de aque"1105 secretes y me fui hundienclo en el placer srn preocu-parme par desatar mis pensamientos, Fue entonces cuan-do se fueron soltando, lentarnente, las ultimas arnarrasque me sujetaban al presente, Pero al rnismo tiernpo oeu-rri6 otra cosa. Entre los pensarnienros que los secretes em"bozados habian atado, hubo uno que a los pecos dias se

    b "C d 1esato solo. Entonces yo pensa a: ,-,1me que 0 mUC10riernpo recordando esos instanres del pasado, nunca maspadre salir de ellos y me volvere loco: sere como uno deesos desdichados que se quedaron con un secrete del pasa-do para toda la vida. Tengo que rernar can todas mis fuer-zas hacia el presente.""Hasta haee pecos dias yo escribia y por eso estaba en

    el presente. Ahora hare 10 mismo, aunque la unica tierrafirrne que tenga cerca sea la isla donde esra la casa de

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    Celina y tenga que vol vet a 10 mismo. La revisare denuevo: tal vez no haya buseado bien." Entonces, cuandome dispuse a volver sobre aquellos mismos recuerdos meencontre con muchas cosas extrafias. La mayor parte dee~las no habian ocurrido en aquellos riernpos de Celina,smo ahora, hace poco, rnientras reeordaba mientras escri-bi a y rnientras me llegaban relaciones oscuras 0 no com-prendidas del todo, entre los hechos que ocurrieron enaquellos tiempos y los que ocurrieron despues, en todoslos afios que segui viviendo. No aeertaba a reconocermedel rodo a mi misrno, no sabia bien que movimientos tern-peramentales parecidos habia en aquellos hechos y losque se produjeron despues; si entre unos y otros habiaalgo equivalence; si unos y otros no sedan disrinros disfra-ces de un rnismo misterio.Por eso es que ahora intentare relatar 10 que me ocu-

    rr i a haee poco tiempo, mientras reeordaba aque1 pasado.Una neche de verano yo iba caminando hacia mi pieza,cansado y deprimido. Me entregaba a la inercia que tomanlos pensarnienros cuando uno siente Ia maligna necesidadd~ amontonarlos porque si, para sentirse uno mas desgra-ciado y convencerse de que la vida no tiene encanto. Talvez la decepci6n se manifestaba en no imporrarseme jugarcan el peligro y que las cosas pudieran llegar a ser real-mente aS1;0 quiza me preparaba para que a1 otro dfa em-pe~ara todo de nuevo, y sacara mas encanto de una pobrezamas profunda. Tal vez, rnientras me entregaba a la desi-lusion, tuvieran bien agarradas en e1 fondo del bolsillolas ulr imas monedas.Cuando Ilegue a cas a todavia se veian bajo los arbolestorcidos y sin podar, las camisas blancas de vecinos quetornaban el fres.co. Despues de acostado y apagada 1a luz,daba gusto quejarse y ser pesimista, estirando Ientamente30

    el cuerpo entre saban as m as b1ancas que las carnrsas delos vecinos.Fue en una de esas noches, en que hacia el recuento delos afios pasados como de monedas que hubiera dejadoresbalar de los dedos sin mucho cuidado, cuando me visi-t o el recuerdo de Celina. Eso no me extrafio como no meextrafi_aria 1avisita de 1 .108. vie]a amistad que recibiera callamucho riempo, Par mas cansado que estuviera, siernprepodria hacer una sonrisa para e1 recien llegado. El recuer-do de Celina volvio al otto dia y a los siguientes. Ya erade confianza y yo podia dejarlo solo, atender ottas cosasy despues volver a el, Pero rnientras 1 0 dejaba solo, el ha-cia en mi casa alga que yo no sabla. No se que pequeflascasas cambiaba y si entraba en relaci6n con otras personasque ahara vivian cerca. Hasta me parecio que una vez quelleg6 y me salud6, miro mas alla de rni y debe haberseentendido con a1guien que estaba err el fonda. Pero nosolo ese y otros recuerdos m.iraban mas alla de mi; tam-bien me atravesaban y se alejaban algunos pensamientosdespues de haber estado poco riernpo en mi tristeza.Y [ue una noche en que me despertc angustiado cuan-

    do me di menta de que no estaba solo en mi pieza: elotro ser ia un amigo. Tal vez no Iuera exactamente unamigo: bien podia set un socio, Yo senti a la angustia delque descubre que sin saberlo ha estado trabajando a me-dias COD otro y que ha sido el otrO quien se ha encargadode todo. No tenia necesidad de ir a buscar las pruebas:estas venian escondidas derras de la sospecha como bultosderris de un pafio; invadian el presente, rornaban todas susposiciones y yo pensaba que habia sido el, mi socio, .quiense habia entendido par encirna de mi hombre con rnis pro-pios recuerdos y pretend fa especular can ellos: rue el quietiesrribio la narraci6n. iCon razon yo desconfiaba de [aprecision que habia en el relata cuando apareda Celina!

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    Ami, realrnente a rni, me ocurria otra cosa. Entonces trare lla maestra", mi madre: "va a tocar Celina", y yo: "vade estar solo, de ser yo solo, de saber como reeordaba yo. : a rocar ella". Seguramente que. es verano porgue la luzY as! espere que las cosas y los recuerdos volvieran a OCu- 'de la larnpara hace transparenClas en las campanas blan-rrir de nuevo.cas de sus mangus y en sus brazos desnudos: ellos se mue-En La u ltima velada de mi teatro del recuerdo hay unven haciendo ondas que van a rerrninar en las rnanos, las

    instante en que Celina entra y yo no se que la estoy re-'teclas y los sonidos, En verano siento mas el gusto a lacordando. Ella entra, sencillamente; y en ese momenta yonoche, a las sombras con reflejos de plantas, a las no~icia$esroy ocupado en senrirla. En algun in stante fugaz tengo :sorprendeotes, a esperar que ocut!a algo, a los miedosriernpo de darrne cuenta de que me ha pasado un aire de jequivoeados, a los entre-suefios, a las pesadillas y a las co-placer porgue ella ha venido. E1 alma se acomoda para lrnidas ricas, Y rarnbien siento mas el gusto a Celina. Ellarecordar, como se acomoda el cuerpo en la banqueta derno s6lo tiene gusto como si la probara en la boca. Todosun cine. No puedo pensar si la proyecci6n es nftida, si ! sus movimientos tienen gusto a ella: y sus ropas y las for-estoy sentado muy arras, quienes son rnis vecinos 0 si; mas de su cuerpo. En aquel tiempo su voz tambien debiaalguien me observa. No se 5 1 yo mismo soy el operador; : tener gusto a ella; pero ahora yo no recuerdo directarnenre0 1 siquiera se si yo vine 0 alguien me prepare y me trajo nada que sea de oir; ni su voz, ni el piano ni el ruido depara el memento del recuerdo. No me extrafiaria que hu- . la calle: recuerdo otras cosas que ocurrfan cuando en elbiera sido la misma Celina: desde aquellos tiempos yo po- aire habia sonido. El cine de mis recuerdos es mudo. Sidia haber salida de su lado con hilos que se alargan hacia para recordar me puedo poner los ojos viejos, mis oidosel futuro y ella todavia los manejara. son sordos a los reeuerdos.Celina no siempre entra en el recuerdo como entraba porL a puerta de su sala: a veces entra estando ya sentada alcostaclo del piano 0 en el memento de encender la him-para. Yo mismo, con mis ojos de ahara no la reeuerdo:yo recuerdo los ojos que en aquel tiernpo la miraban;aquellos ojos Ie transmiren a estes sus imagenes, y tarn-bien transmiten el sentimiento en que se mueven lasimageries. En Ese sentirniento hay una rernura original.Lo s oj os del nino estan asombrados pero no miran confijeza, Celina tan pronto traza un rnovirnienro como ter-rnina de hacerlo; pero esos rnovimientos no rozan ningunaire en ningun espacio: son movirnienros de ojos querecuerdan.Mi madre 0 mi abuela le han pedido que toque y ella

    se sienta ante e1 piano. Mi abuela pensara: "Va a tocar32

    Ahora han pas ado unos instantes en que la imagioaci6n,como un insecto de 1a noche, ha salido de la sala pararecordar los gustos del verano y ha volado distancias queni el vertigo ni la noche conocen, Pero la irnaginaciontam poco sabe quien es la noche, quien elige dentro deella lugares del paisaje, donde un eavador da vue It a latierra de La memoria y la siembra de nuevo. Ai rnisrnotiernpo alguien echa a los pies de la imaginaci6n pedazosde pas ado y la imaginaci6n elige apresurada can un pe-quefio faro 1 gue rnueve, agita y entrevera los pedazos ylas sornbras. De promo se le cae el pequefio farol en latierra de 1a memoria y todo se apaga. Entonees la imagi-nacion vuelve a ser insecto que vuela olvidando las dis-tancias y se posa en el borde del presente. Ahora, el pre-sente en que ha caido es otra vez la sala de Celina y err

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    este mornenro Celina no toea el piano. El insecto que!vucla en e1 recuerdo ha retrocedido en el tiernpo y h a lllegado un poco antes que Celina se sie nre al piano. j\Ii!abuela y m i madre le vuelven a pedir que toque y 10 1hacen de una rnanera distinta a la primera vez, En esta Iotra vision Celina dice que no recuerda. Se pone nervio-]sa y al dirigirse a1 piano tropieza con una sill a -que!debe de haeer algtlll ruido-; nosotro~ no .debemos dar~osl.cuenta de esto. Ella ha tornado una mercia de fuerte 1m-Ipulso y sobrepasa el accidente olvidandolo en el acto.]Se sienta al piano, nosotros deseamos que no le ocurra]nada desagradable. Ya va a empezar y apenas tenernos Itiempo de suponer que sera alga muy irnportante y que!despues 10 contarernos a nuestras relaciones. Como Celina!esta nerviosa y ella tambien cornprende que es Ia maestra Iquien va a tocar, mi abuela y mi madre tratan de alcan- izarle un poco de exiro adelantado; haeen desbordar sus fmejores suposiciones y e sr an e sp er an do a ns io sam en te que tCelina ernpiece a tocar, para poner y acomodar en la rea-]Iidad 1 0 que habian pens ado antes. iLas cosas que yo tengo que imaginar son muy perezosas y ttardan mucho en arreglarse para venir. Es como cuando ILespero el suefio. Hay ruidos a los que me acostumbro tpromo y puedo imaginar 0 dorrnir como s i e llo s no exis- rtieran. Perc el ruido y los pequefios acontecimientos con tlos que aquellas tres mujeres llenaban 1a sala me sacudfan fI1a cabeza para todos lados. Cuando Celina empezo a tocar !me entretuve en recibir 1 0 que me llegaba a los ojos y a ~ .,.10 3 oidos; me iba acostumbrando demasiado pronto a 10 !que ocurria sin estar muy sorprendido y sin dar mucho rmerito a 10 que ella hacia, rMi madre y rni abuela se habian quedado como en un r

    suspire empezado y tal vez tuvieran miedo de que en el [instante precise, cuando tuvieran que realizar el supremo}34 i

    esfuerzo para comprender, SllS alas fueran tan pobres yde tan cerro alcance como las de las gallinus.

    E s posible que pasados los prim eros rnom entos, m e ha-ya aburrido mucho, .Me he detenido de nuevo. E s to y r nu y cansado. He tern-

    do que hacer 1a guardia alrededor de rni rnisrno para q~eeI , mi socio, no entre en el instance de los recuerdos. Yahe dicho que quiero ser yo solo. Sin embargo, para evitarque el venga tengo que pensar siernpre en el ; con unpedazo de rni mismo he formado el centinela que haceIa guardia a rnis recuerdos y a rnis pensamientos; perc almismo tiempo yo debo vigilar al centinela para que nose entrerenga can el relato de los recuerdos y se duenna.Y rodavla tengo que prestarle mis propios ojos, rnis ojosde ahara.Mis ojos ahara son insistentes, crueles, exigen un granesfuerzo a los ojos de aquel nino que debe estar cansa~oy ya debe set viejo. Ademas tiene que vet todo a~ rc:cs;a el no se le p erm ite que recuerde s1.1pasado: e1 ueneque hacer el milagro de reeordar haeia el futuro. Pero'por que es que yo sintiendome yo mismo, veo de pron-(. ',.. . . . )to todo distinto? ~Sera que mi SOCIO se pone nus O)OS-iSeni que tenemos o~os comul1;s? c :Mi ccn.tin~l~)se. habraquedado dormido yelle habra robado mrs OJO~. (Acas,ono le es suficiente ver 10 que ocurre en la calle a travesde las venranas de rni habitaci6n sino que rambien quierever a traves de rnis ojos? El es capa;:; de abrir~ los 0)05 deun muerro para registrar Sll contenido: El acosa. _ypersigue los ojos de aquel nino; mira fijo y escudrHl~cada pieza delrecuerdo como si desarmara_ un 1'(10).El nino se detiene asustado y a (ada momento mterrumpesu vision, Todavia el nino no sabe -yes posible que yano 10 sePa nunca mas- que sus im{tgenes 5011 incornpletase incongruentes; no riene idea del tiempo y debe haber

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    fuocliclo muchas horas y muchas noches eo una sola. Haconfundido movimientos de much as personas; ha creidoencootrar sentirnientos parecidos en seres distintos y harenido equivocaciones llenas de encanto. los ojos de aharasaben esas cosas, pero ignoran muchas otras; ignoran quelas imageries se alimentan de rnovimiento y que tienenque vivir en un sentimiento dormido. Mi socio detiene lasimageries y el sentimiento se despierta. Clava su miradaen las imageries como S 1 pinchara mariposas en un album.Aungue las imageries del nino parezcan estar quieras, 10rnismo se alimentan de movimiento: hay alguien quehace latir y sonar a los movimientos. Es a ese a quien trai-cionan rnis oj as de ahara. Cuando los oj os del nino tomanuna parte de las cosas, el supone que estan enteras. (Ycomo a los suefios, a1 nino no se Ie importa si sus ima-genes son parecidas a las de Ia vida real 0 si son cornple-tas: el precede como si 10 fueran y nada rnas.) Cuandoel nino rniraba e1 brazo desnudo de Celina sentfa quetoda ella estaba en aquel braze, los ojos de ahara quietenfijarse en la boca de Celina y se encuentran can que nopueden saber como era la forma de sus labios en relaciona las dernas cosas de la cara; quieten tornar una cosa y sequedan sin ninguna; las partes han perdido la rnisteriosarelacion que las nne; pierden su equilibria, se separan yse deriene el espontaneo juego de sus proporciones: pare-cen hechos por un mal dibujante. Si se Ie antoja articularlos labios para ver S 1 encuentra palabras, los movimieotosson tan falsos como los de una terpe rnufieca de cuerda.Hay un solo instante en que los ojos de ahora ven bien:es el instante fugaz en que se encuentran can los ojos del

    nifio. Entonces los ojos de ahara se precipitan vorazrnentcsobre las imageries creyenda que el encuentro sera largoy que Ilegaran a tiernpo, Pero los oj os del nino estandefendidos por una inocencia que vive invisible en e1aire del mundo. Sin embargo los oj os de ahara persisten36

    hasta cansarse. Todavla antes de dormirse, mi socio, inten-ta recordar 1a cara de Celina y a1 mover el agua del re-cuerdo las irnagenes que estan debajo se deorman comovistas en espejos ordinaries donde se movieran los nudesdel vidrio.Recien me doy cuenra de que el recuerdo ha pasado

    cuando sienro en los ojos una molestia ffsica presente,como un escozor de lagrimas que se han secado en losparpados,Hace pocos dias al anochecer, ~e produjo un aconreci-rniento extrafio y sin precedentes en mi persona. Antes,par m as rare que fuera 1 0 que ocurria, siernpre le encon-rraba antecedentes: en algun Ingar del alma habia estadoescondido un principio de aquel acontecirniento, algunaotra vez ya se habia ernpezado a ensayar, en rni existencia,un pasaje -acaso el argurnento-e- de aquella ultima re-presenracion. Pero haec paces elias, al anochecer, se inau-gl1ro en rni UDa funci6n sin anuncio previo. No se si 1acornpafiia teatral se habia equivocado de teatro, 0 send-llamente 1 0 habia asaltado. 8i a mi estado de aquel ano-checer le llamara enferrnedad, diria que yo no sabia queestaba predispuesto a renerla; y si esa enfermedad heraun castigo, diria que habian equivocado 1a persona deldelito. No era el caso que yo sinriera cerca de mill n socia:durante unas horns, yo, cornpletarnente yo, fui otra perso-na: 1 8 . enfermedad traia cansigo le t condicion de cambiar-me. Yo estaba en la situaci6n de alguien que toda la vidaha supuesto que la locura es de una manera; y un buendia, cuando se siente at acado par ella se da menta de quel a l ocur a no s610 no es como el se imaginaba, sino que elque 1a sufre, es orro, se ha vuelto otro, y a ese otro no leinteresa saber como es la locura: el se encuentra metidoen ella 0 ella se ha puesto en el y nada mas.

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    Mienrras yo no habia dejado de set del todo quien eray rnienrras no era quien estaba Ilamado a ser, tuve tiempode sufrir angustias muy particulates. Entre la personaque yo fui y el tipo que yo iba a set, quedada una cosacornua: los recuerdos. Pero los recuerdos, a medida queiban siendo del tipo que yo seria, a pesar de conservar losrnismos Iimites visuales y parecida organizaci6n de losdatos, iban teniendo un alma distinta, Al tipo que yo serfase le ernpezaba a insinuar una sonrisa de prestamista, ante1a valoraci6n que haee de los reeuerdos quien los lleva aempefiar, Las manos del presrarnista de los recuerdos pesa-ban otra cualidad de ellos: no el pasado personal, cargadode sentirnientos intimos y particulates, sino el peso delvalor intrinseco.Despues venia otra etapa: la sonrisa se amargaba y el

    prestarnista de los recuerdos ya no pesaba nada en susrnanos: se encontraba can recuerdos de arena, recuerdosque seiialaban, simplemente, un tiernpo que habia pasado:el presrarnista habia robado recuerdos y tiernpos sin valor.Pero todavia vine una etapa pear. Cuando al prestamistaIe apareda una sonrisa amarga par haber robado inutil-mente, todavia le quedaba alma. Despues lleg6 la etapade la indiferencia. La sonrisa se barr6 y el lleg6 a serquien estaba Hamada a ser: un desinteresado, un vag6ndesenganchado de 1a vida.Al principio, cuando en aquel anochecer ernpece a recor-dar y a ser otro, veta mi vida pasada, como en una habi-tacion contigua. Antes yo habia estado y habia vivido enesa habitacion; aun mas, esa habitacion habia sido rnia.Y ahara la veia desde otra, desde mi habiracion de ahara,y sin darme cuenta bien que distancia de espacio 01 deriernpo habia entre las dos. En esa habitacion contigua,vela a rni pobre yo de antes, cuando yo era inocente. Yno s610 1 0 veia sentado a1 piano con Celina y 1a larnpara38

    a un lado y rodeado de 1a abuela y la m ad re , tan ignoran-res del arnor fraeasado. Tambien veia otros arnores. Detodos los lugares y de todos los tiernpos llegabfU1 perso-nas, rnuebles y sentimientos, para una cerernonia que ha-bran iniciado los "habitantes" de La sala de Celina. Peroaunque en el momenta de llegar se mezclaran 0 se con-fundieran --como si se entreveraran pedazos de viejaspeliculas-c- ensegnida quedaban aislados y se reconociany se juntaban los que habian pertenecido a una misrnasala; se elegian con un instinro llcno de seguridad -aun-que reflexiones paste riores demostraran 10 conrrario-c-.(Algunos, aun despues de estas reflexiones, se negabana separarse y al final no tenian mas remedio que confer-marse. Otros insist ian y lograban apabullar 0 confundirlas reflexiones. Y habia otros que desaparecian con la ra-pidez can que el viento saca un papel de nuestra mesa.(Algunos, aun despues de estas ref l exiones, se negabanindecisos, nos llevaban los ojos tras su vuelo y veiamosque iban a caer en otro Lugar conocido.) Hechas estassalvedades puedo decir que todos los lugares, tiernpos yrecuerdos que sirnparizaban y conrurrinn en aquel la cere-mania, por mas unidos que estuvieran por hilos y smilesrelaciones, tenian la virtud de ignorar absolutamente laexistencia de otros que no fueran de su misma esrirpe.Cuando una esrirpe ensayaba el recuerdo de su historia,solia quedarse mucho rata en el lugar contiguo al queestaba yo cuando observaba. De pronto se derenian, ernpe-zaban una escena de nuevo 0 ensayaban otra que habiasido muy anterior. Pero las detenciones y los cambiosbruscos, eran amorriguados como si los traspies fueran he-chos par pasos de seda. No se avergonzaban jarnas de ha-berse equivocado y rardaba rnucho en cansarse 0 defor-rnarse la sonrisa, que se repetia mil veces. Siempre, unsentimiento anhelante que buscaba algun detalle perdidoen Ia acci6n animaba todo de nuevo. Cuando un detalle

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    ajeno traia la estirpe que correspondia al intruso, la ante-rior se desvanecia; y si al rato apareda de nuevo aparedasin resentimiento,

    La simpatia que unia a estas estirpes desconocidas entre5 1 y no dispuesras jamas ni a mirarse, estaba por encirnade sus cabezas; era un cielo de inocencia y un mismo aireque todos respiraban. Todavia y ademas de reunirse enun mismo lugar y en un cercano tiernpo para Ia cererno-nia y los ensayos del recuerdo, ternan orra cosa comun:era C01110 una rnisrna orquesta que tocara para distintos"ballets"; todos recibian el compas que les marcaba la res-piracion del que los miraba. Pero el que los rniraba -esdecir, yo, cuando me faltaba mLly poco para ernpezar aser ouo-- sentia que los habitantes de aquellos recuerdos,a peScHd e ser dirigidos par quien los miraba y de seguircon tao rnagica docilidad sus caprichos, teo Ian escondida,al mismo tiernpo, una voluntad propia llena de orgullo.En el camino del riernpo que paso desde que ellos actua-ron por primera vez --cuando no eran recuerdos-, hastaahora, pareda que se hnbieran encontrado con alguienque les hablo mal de mi y que desde entonces tuvieroncierta independencia; y ahora, aunque no tuvieran masremedio que estar bajo rnis ordenes, cumplian su rnisionen medio de un silencio sospechoso; yo me daba euentade que no me querian, de que 00 me rniraban, de quecumplian resignadameote un destine impuesto par 011,pew sin recordar siquiera la forma de mi persona: si yohubiera entrada en el ambito de eilos, con seguridad queno me hubieran conocido. Ademas, vivian una cualidadde exisrencia que no me perrnitia tocarlos, hablar1os, ni serescuchado; yo estaba eondenado a ser alguien de ahora;y si quisiera repetir aquellos heehos, jamas sedan los rnis-mos. Aquellos heehos eran de otro mundo y seria imitilcorrer tras ellos. Pero (por que yo no podia ser feliz vien-40

    do vivir aquellos habitantes en su mundo? (Seria que mialiento los ernpanaba 0 les hacia dafio porque yo aharatenia alguna enferrnedad? c:Aquellos recuerdos sedancomo nifios que de pronto sentian alguna instintiva repul-sion a sus padres 0 pensa ban mal de ellos? (Yo rendriaque renunciar a esos recuerdos como un mal padre renun-cia a sus hijos? Desgraciadarnenre, algo de eso ocurria.En la habitacion que yo ocupaba ahora, tam bien habiarecuerdos. Pero estes no respiraban el aire de ninguncielo de inocencia ni ternan el orgullo de pertenecer aninguna estirpe. Estaban Iaralmente ligados a un hombreque tenia "cola de paja" y entre ellos exist ia el entendi-miento de la cornplicidad. Estos no venian de lugares le-janos 01 traian pasos de danza; estes venian de abajo de in .tierra, estaban cargados de rernordimientos y reptaban enun ambiente pesado, aun en las horas mas luminosasdel dia,Es angustiosa y confusa la historia que se hizo en mivida, des de que fui el nino de Celina hasta que llegue IIser el hombre de "cola de paja",Algunas mujeres veian al nino de Celina, mientras (on-

    versaban con el hombre. Yo no sabia que ese nino eravisible eo el hombre. Pero fne el rnismo nino quien obser-vo y quien me dijo que el estaba visible en rni, que aque-Has rnujeres 1 0 rniraban a el y no a rni, Y sobre todo Iueel quien las atrajo y las engan6 prirnero. Despues las en-gafi6 el hombre valiendose del nifio. El hombre aprendioa engafiar como engafian los nifios; y tuvo mucho queaprender y que copiarse. Pero no com6 con los rernordi-mientos y con que los engafios, si bien fueron aplicadosa poea s personas, esras se rnultiplicaban en los hechos yen los recuerdos de muchos instantes del dia y de la noche.Par eso es que el hombre pretendia huir de los rernordi-mientos y queria enrrar en la habitaci6n que habia tenido

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    antes, donde ahora los habirantes de Ia sala de Celinahabfan iniciado la ceremonia. Pero la tristeza de que enaquellas esrirpes no 10 quisieran y que ni siquiera 10 mira-ran se agrandaba cada vez mas, a1 recordar algunas perso-nas engafiadas. El hombre la s habia engafiado con las arti-mafias del nino; pero despues el nino habia engafiado a1rnismo hombre que 10 utilizaba, porque el hombre se ha-bia enamorado de aIgunas de sus victimas. Eran amorestardios, como de lejana a legend aria perversidad. Y estono fue 10 mas grave. La pear fue que el nifio, can su fuerzay su atraccion lagro sedueir al mismo hombre que el fuedespues; porque los encantos del nino fueron mas gran-des que los del hombre y porque al nino Ie encantabamas la vida que al hombre.Y fue en las horas de aquel anochecer, al darrne cuencade que ya no podia tener aceeso a la ceremonia de las es-tirpes que vivian bajo el rnismo cielo de inocencia, cuan-do empece a ser otro,Prirnero habia cornprendido que los represenrantes de

    aquellas estirpes no me rniraban porque yo esraba del otrolado de los recuerdos, de los que tenian el lorna eargadode remordimientos; y la carga estaba tan bien pegadacomo la joroba de los camellos. Despues cornprendia quelos dos lades de los recuerdos eran como los dos lados demi euerpo: me apoyaba en uno a en otto, eambiaba deposici6n como el que no se puede dormir y no sabia sobrecual de los dos caeria la suerte del suefio. Pero antes dedormir estaba a expensas de los recuerdos como un espec-tad or obligado a presenciar el trabajo de dos compafiiasde cualidades muy distintas y sin saber que escenario y querecuerdos se encenderian prirnero, c6mo seria su alterna-tiva y las relaciones que tendrian los que actuaban, pueslas cornpafiias tenian un local y un ernpresario cornun,participaba casi siernpre un rnisrno autor y trabajabansiernpre un nino y un hombre.42

    Entonees, cuando supe que no podria prescindir de aClue-Ilos espectaculos y de que a pesar de set tan imprecisosy actuar en un tiern p o tan mezclado, tenian tan fuerreinfluencia en la vida que se dirig'ia hacia el futuro, eaton-ees, ernpece a ser otro, a cambiar el presente y el caminodel futuro, a ser el presrarnista que ya no pesaba nada ensus manos y a tratar de suprimir el espacio donde se pro-ducian todos los espectaculos delrecuerdo. Tenia unagran pereza de sentir; no queria tenet sentimientos 1 1 isufrir con recuerdos que eran entre S 1 como enernigosirreconciliables. Y como no tenia sentimientos habia per-dido hasta la tristeza de Ill! mismo: ni siquiera tenia tris-teza de que los recuerdos ocuparan Ull Ingar inutil. Yotambien me volvia tan inutil como si quedara para hacer1a guardia alrededor de una fortaleza que no tenia solda-dos, armas ni viveres.Solamenre me habia quedado 1a costumbre de dar

    pasos y de rnirar como lIegaban los pensarnientos: erancomo animales que tenia a la costurnbre de venir a bebera un lugar donde ya no habia mas agua. Ningun pensa-rnienro cargaba sentirnientos: podia pensar, rranquilarnen-re en casas rrisres: solamente eran pensadas. Ahara se meaeercaban los recuerdos como si yo estuviera tirado bajoun arbol y me cayetan hojas encirna: las veria y las recor-dada porque me habian caido y porque las tenia encima.Los nuevas recuerdos sedan como arados de ropa que mepusieran en la cabeza: al seguir carninando los sentiria pe -sa r en ella y nada mas. Yo era como aquel caballo per-dido de la infancia: ahora llevaba un carro detras y cual-quiera podia cargarle cosas: no las llevaria a ningun ladoy me cans aria pronto.Aquella noche, al rato de estar acostado, abri los par-

    pados y Ia oscuridad me dejo los ojos vados. Pero allirnisrno ernpezaron a levantarse esqueletos de pensarnien-

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    tos -no se que gusanos les habrian cornido 1a rernura-e-.Y rnientras tanto, a rni me parecia que yo iba abriendo,con 1a mas perezosa lentitud, un paraguas sin genera.Asi pase las horas que fui otro. Despues me dorrni ysane que esraba en una inmensa jaula acornpanado depersonas que habia conocido en mi nifiez; adem as habiamuchas terrieras que salian par una puerta para ir al rna-tadero. Entre las rerrieras habia una nina que rarnbien 11e-varian a matar, La nina deda que no queria ir porgueesraba cansada y todas aquellas gentes se reian par lamanera can que la inocente queria evirar la rnuerte; peropara ellos ir a la muerte era una cosa gue tenia que serasi y no habia por que afligirse.Cuando me desperre me di cuenra de que en el suefio,

    1a nina era consideracla como tern era par r n i r arnbi en ; yotenia el senrimienro de que era una ternera; no senria 1aclifereneia mas que como una mera variante de formay era muy natural gue se le diera trato de ternera. Sinembargo me habia conmovido que hubiera dicho que noqueria ir porque estaba cansada; y yo estaba bafiado enl3.grimas.Durante el suefio la marea de las angusrias habia subidohasta easi ahogarrne. Perc ahora me eneantraba como arrojado sobre una playa y con un gran alivio. Iba siendo masfeliz a medida que mis pensarnientos palpaban todos missentirnientos y me encontraba a mi mismo. Ya no s610 noera otro, sino que esraba mas sensible que nunca: mal-quiet pensamiento, hasta Ia idea de una jarra con agua,venia Ilene de rernura. Amaha mis zapatos, que estabansolos, desabrochados y siernpre tan cornpafieros uno al la-do del 0[[0. Me sentia eapaz de perdonar eualquier cas a,hasta los rernordimientos -mas bien serian ellos los quetenian que perdonar a rni,44

    Todavia no era la manana. En mi todo estaba aclarandoun poco antes que el dia. Habia pensado escribir. Enton-ces reaparecio mi socio: el tarnbien se habia salvado:habfa sido arrojad o a otro Ingar de In playa. Y apenas yopensara escribir mis recuerdos, ya sabia que e i aparecia,Al principio, mi socio apareci6 como de costurnbre: es-

    quivando su presencia fisica, pero amenazando entrar enla realidad bajo la forma vulgar que, trae cualquier per-sona que viene del rnundo, Forgue antes de aquella rnadrugada, yo estaba en un lugar y el mundo en otro. Entreel mundo y yo habia un aire muy espeso; eo los dias muyclaros yo podia vet el mundo a craves de ese aire y tam-bien sufrir el ruido de la calle y el murmullo gue hacenlas personas cuando hablan. Mi socio era el representantede las personas que habitaban eI mundo. Pero no siernpreme era hostil y venia a robar rnis recuerdos y a especularcon ellos: a veces se preseritaba casi a punta de ser unamadre que me previniera contra un peligro y me desper-taba el instinto de conservaci6n; otras veces me repren-dia porgue yo no salia a1 rnundo; -ycomo si me repren-diera mi madre, y o " bajaba los ojos y no 1 0 veia-; tam-bien aparecia como un amigo que me aconsejaba escribirm is recuerdos y despertaba mi vanidad. Cuando m as 1 0apreciaba era cuando me sugeria la presencia de arnigosque yo habia querido mucho y que me ayudaban a escribirdandorne sabios consejos, Hasta habra sentido algunasveces, que me ponia una mana en un hom bro. Perc otrasveces yo no queria los consejos ni la presencia de mi sociobajo ninguna forma. Era en algunas eta pas de la enferme-dad del reeuerdo: cuando se abdan las representacionesdel elrama de los rernordimienros y cuando que ria cam-prender algo de mi destine a traves de las relaciones quehnbia en distintos recuerdos de distintas epocas. Si sufrialos rernordimienros en una gran soledad, despues me sen-ria can derecho a un periodo mas 0 men os largo de alivio;

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    ba a las Iieras del remordimiento. Y el placer mas grandeesraba en registrar distintos recuerdos para ver si encon-traba un secrete que les fuera cornun, S 1 los distintos he-chos eran expresiones equivalentes de un misrno sentidode mi desrino. Enronces, volvia a encontrarme can unolvidado sentimiento de curiosidad infantil, como si fueraa una casa que habia en un rincon de un bosque dondeyo habia vivido rodeado de personas y ahora revolvieralos muebles y descubriera secretes que en aquel tiempoyo no habia sabido -tal vez los hubieran sabido las otras. personas-. Bsta era la tarea que mas deseaba hacer solo,porque mi socio entrada en esa casa haciendo mueho rui-do y espantaria el silencio que se habfa posado sabre losobjetos. Adernas rni socio traeria muchas ideas de Ia ciu-dad, se llevada muchos objetos, les cambiarla su vida y lospondrfa de sirvientes de aquellas ideas; los pintariadenuevo y ellos perderian su alma y sus trajes. Pero mi te-rror mas grande era por las cosas que suprirniria, por lacrueldad con que Iirnpiarla sus secretes, y porque los des-pojada de su real imprecision, como S 1 quitara 1 0 absurdoy 1 0 fantastico a un suefio,Era entonces cuando yo disparaba de rni socio; corriacomo un ladron al centro de un bosque a revisar solo rnisrecuerdos y cuanda erda estar aislado empezaba a revisarlos objetos y a tratar de rodearlos de un aire y un tiempopasado para que pudieran vivir de nuevo. Entonces ernpu-jaba mi conciencia en sentido contrario al que habia ve-nido corriendo hasta ahara; que ria volver a llevar saviaa plantas, rakes 0 tejidos que ya debian estar rnuertos 0disgregados. los dedos de 11concieneia no s610 encontra-ban rakes de antes sino que descubdan nuevas conexiones;eneontrahan nuevos musgos y trataban de seguir las rarna-zones; pero los dedos de la conciencia entraban en un46

    agua. en ~ue estaban sumergidas las puntas; y como esasrerrrunaciones eran muy sutiles y los dedos no ten Ian unasensibilidad bastante fin a, e1 agua confundia 1a direccionde las rakes y los dedos perdfan la pista. Por ultimo losdedos se desprendfan de mi conciencia y buscaban solos.Yo no sabia que vieja relacion habfa entre mis dedos deahara y a7 uellas rakes; si aquellas rakes dispusieron ena~uell03 nernpos que estos dedos de ahora llegaran a serasi y tornaran estas actitudes y estes caminos de vueltapara encontrarse de nuevo con eIIas. No podia pensa;mucho en esto, porque sentia pisadas, Mi socio cstaria de-tras de aIgun tronco 0 escondido en Ia copa de un arbol.~o volvia a emprender la fuga como si disparara mas ha-Cia el / centro de mf mismo; me hacia mas pcquefio, meencogia y me apretaba hasra que fuera como un microbiaperseguido por un sabio; pero bien sabia yo que 111isociome seguiria, que d tarnbien se transforrnaria en orrocuerpo miscroscopico y giraria a 1 1 1 i alredeclor arraido ha-cia mi centro.

    Y .mienrras me rodeaba, yo tam bien sabla que cosas pen~saba, como conrestaba a 1 1 1 i 5 pensarnientos y a 1 1 1 i s actos;casi diria que mrs propias ideas llarnaban las de e1 ; a vecesyo pensaba en el con 1a fatalidad con que se piensa enun enemigo y las ideas de 61 me invadian incxorablemeu-te, Ademas ten ran 1a fuerza que tienen las costumbres delrnundo. Y hahia costurnbres que me daban una gran va-riedad de trisrezas. Sin embargo aquella madrugada yome reconcilie con mi socio. Yo tarnbien tenia varied ad decosturnbres tristes; y aunque las 1111asno venian bien COlllas del mundo, yo debra tratar de mezclarlas. Como yoqucria entrar en el mundo, me propuse arreglarrne can ely deje que un poco de rni ternura se dcrramara por enci-rna de todas las cosas y las personas. Emonees descubrique 1 1 1 i socio era el rnundo. De nada valia que quisiera se-

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    pararme de el, De el habia recibido las cornidas y las palabras. Ademas cuando mi socio no era mas que el representante de alguna persona -ahara eI representaba almundo entero~, mientras yo escribia los recuerdos deCelina, el fue un camarada in fatigable y me ayud6 a con-vertir los recuerdos -sin suprirnir los que cargaban re-mordimientos-e-, en una cosa esc rita. Y eso me hizo mu-cho bien. Le perdono las sonrisas que hacia wando yo mef1egaba a poner mis recuerdos en un cuadriculado de espacio y de tiernpo. Le perdono su manera de golpear con elpie cuando le impacientaba mi escrupulosa blisqueda delos ultimos filarnenros del tejido del recuerdo; hasta quelas puntas se surnergian y se perdian en el agua; hasta quelos ultirnos movimientos no rozaban ningun aire en nin-gun espacio,En cambia debo agradecerle gue me siguiera cuando

    en la noche yo iba a la orilla de un r10 aver correr elaglla del recuerdo. Cuando yo sacaba un poco de aguaen una vasija y estaba triste porgue esa agua era poca yno corria, el me habia ayudado a inventar recipientes enque conrener la y me habfa consolado contemplando elagua en las variadas formas de los cacharros. Despueshabiamos invenrado una embarcacion para cruzar el rioy llegar a 1< 1isla donde estaba la casa de Celina. Habiamos[levado pensarnientos que luchaban cuerpo a cuerpo canlos recuerdos; en su lucha habfan derribado y carnbiado deposicion much as cosas; y es posible que haya habido obje-tos que se perdieran bajo los muebles. Tarnbien debemosde haber perdido otros por el camino; porque cuandoabriamos el saco del botin, todo se habia cambiado potmea os, quedaban unos poquiros huesos y se nos caia elpequerio farol en la tierra de la memoria.Sin embargo, a la manana siguiente volviarnos a con-

    vertir en cosa escrita 1 0 poco que habiamos junrado en laneche.48

    Pero yo se que 1a lampara que Celina encendia aquellas naches, no es 1a misma que ahora se enciende en elrecuerdo. La cara de ella y las dernas casas gue recibieronaquella luz, tarnbien estan cegadas par un tiempo inrnen-so que se him grande por encima del rnundo. Y escondidoen el aire de aquel cielo, hubo tarnbien un cielo de tiernpo:fue el quien Ie quito la memoria a los objetos. Por eso esque ell as no se acuerdan de mi. Perc yo los recuerdo atodos y con ellos he crecido y he cruzado el aire de mu-chos tiernpos, caminos y ciudades. Ahora, wando los re-cuerdos se esconden en el aire oscuro de la noche y s6lose enciende aquella lam para, vuelvo a darrne cuenta deque ellos no me reconocen y que 1a ternura, adernas dehaberse vuelto lejana tarnbien se ha vuelto ajena. Celinay todos aquellos habitantes de su sala me miran de lado:,y si me rniran de frente, sus miradas pasan a traves demi, como 5 1 hubiera alguien detras, 0 como 5 1 en aquellasneches yo no hubiera estado presente. Son como rostrosde locos que hace mucho se olvidaron del mundo. Aque-llos espectros no me pertenecen, iSera que la lam para v- ..Celina y las sillas y su piano estan enojados conmigo por-que yo no fui nunca mas a aguella casa? Sin embargo yocreo que aquel nino se fue con enos y todos juntos vivencon otras personas y es a ellos a quienes los muebles re-cuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel ninoy no puedo. No se como es el mirado desde mi. 1Ie hequedaJo con algo de el y guardo rnuchos de los objetos .que estuvieron en sus ojos; pero no puedo encontrar lasmiradas que aquellos "habitantes" pusieron en el.

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