faltas. oril sea ygredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/29227/3/THVIII~N91~P18-25.pdf · y añade:...

8
[l MIUO Castelar es sin ' a dudas el polí- tico español de su época que prestó mayor interés a la figura de José Garibaldi. cuyo centenario de su muerte (2 junio 1882) se está celebrando en todos los países libres con gran solemnidad. En un artículo titulado La Unidad de l/olio, publicado el 19 de mayo de 1860 en el periódi- co madrileño que dirigía Nicolás María Rivero. La Discusión, define a Garibaldi como «el au- daz guerrillero, el Viriato italiano, protegido por el genio de la civilización que lo escuda pa- ra que pelee por la libertad de Jos pueblos». Garibaldi - dirá Castelar- «gran general. gran marino , tan hábil para defender una ciu- dad, como para burlar una escuadra, héroe de esos qu e produce de tarde en laide un pueblo cuando necesita salvarse. sin más auxilio que el numen inagotable de su patria. sin más espe- ranza que la justicia y el derecho de los pue- blos, pasa a Sicilia y la tierra de los volcanes. la antigua magna Grecia, la que suspiró tantos cánticos de libertad y enseñó tantas ideas hu- manitarias, estalla como el Etna. y los resplan- dores de su insurrección que se reflejan en el golfo de Pausilipo, dicen que ya es hora de que concluya para siempre la esclavitud y el tor- mento en italia». Biografía íntima Unos meses más tarde. el 18 de septiembte. encontramos en el periódico un amplio 18 editorial titulado La Revolución de Ncípoles en el que, al final. Castelar traza los rasgos de una escueta biografía espiritual de Garibaldi. con esos tonos entre íntimos y recios. no desprovis- tos de esa retórica que le convertiría en uno de los mejores oradores de las Cortes constituyen- tes de 1869. Garibaldi -dice- ha nacido en el humilde hogar del pueblo: sus padres fueron gente oscura y desconocida; su infancia. la del pescador y la del ma- rinero: su vida. la vida errante del desterrado: su patrimonio. su brazo y su espada; su único amparo. el que tiene la flor del campo, los seres más desvalidos de la naturaleza. la Providencia que viste el lirio del valle; toda su educación y toda su enseñanza. su desgracia y la desgracia de su patria: pero el genio del siglo. el espíritu de su tiempo. la li- " bertad. se han apoderado dc su espíritu y lo han hecho su hijo predilecto y le han dado la re que remueve los montes. la esperanza que faci- lita la más arduas e imposibles empresas. la ar- diente compasión por las desgracias de los pue- blos. el menosprecio de la felicidad y de la vi- da. la sed ardiente del sacriricio: y con estas grandes cualidades. el oscuro. el despreciable guerrillero ha herido en la frente los imperios: ha sacado del árido suelo ejércitos. de las de- siertas playas naves guerreras; hé,l reinado don- de es Olá. .. difícil reinar. en el corazón de los pueblos; ha hecho suya la victoria. ha arranca- do coronas. y se ha desderiado dc ceñírselas en su frente . reservada para la corona del herois-

Transcript of faltas. oril sea ygredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/29227/3/THVIII~N91~P18-25.pdf · y añade:...

[lMIUO Castelar es sin ' a dudas el polí­tico español de su época que prestó mayor interés a la figura de José Garibaldi. cuyo

centenario de su muerte (2 junio 1882) se está celebrando en todos los países libres con gran solemnidad.

En un artículo titulado La Unidad de l/olio, publicado el 19 de mayo de 1860 en el periódi­co madrileño que dirigía Nicolás María Rivero. La Discusión, define a Garibaldi como «el au­daz guerrillero, el Viriato italiano, protegido por el genio de la civilización que lo escuda pa­ra que pelee por la libertad de Jos pueblos». Garibaldi - dirá Castelar- «gran general. gran marino, tan hábil para defender una ciu­dad, como para burlar una escuadra, héroe de esos que produce de tarde en laide un pueblo cuando necesita salvarse. sin más auxilio que el numen inagotable de su patria. sin más espe­ranza que la justicia y el derecho de los pue­blos, pasa a Sicilia y la tierra de los volcanes. la antigua magna Grecia, la que suspiró tantos cánticos de libertad y enseñó tantas ideas hu­manitarias, estalla como el Etna. y los resplan­dores de su insurrección que se reflejan en el golfo de Pausilipo, dicen que ya es hora de que concluya para siempre la esclavitud y el tor­mento en italia».

Biografía íntima

Unos meses más tarde. el 18 de septiembte. encontramos en el ll1i~mo periódico un amplio

18

editorial titulado La Revolución de Ncípoles en el que, al final. Castelar traza los rasgos de una escueta biografía espiritual de Garibaldi. con esos tonos entre íntimos y recios. no desprovis­tos de esa retórica que le convertiría en uno de los mejores oradores de las Cortes constituyen­tes de 1869. Garibaldi -dice- ha nacido en el humilde hogar del pueblo: sus padres fueron gente oscura y desconocida; su infancia. la del pescador y la del ma-rinero: su vida. la vida errante del desterrado: su patrimonio. su brazo y su espada; su único amparo. el que tiene la flor del campo, los seres más desvalidos de la naturaleza. la Providencia que viste el lirio del valle; toda su educación y toda su enseñanza. su desgracia y la desgracia de su patria: pero el genio del siglo. el espíritu de su tiempo. la li- " bertad. se han apoderado dc su espíritu y lo han hecho su hijo predilecto y le han dado la re que remueve los montes. la esperanza que faci-lita la más arduas e imposibles empresas. la ar­diente compasión por las desgracias de los pue­blos. el menosprecio de la felicidad y de la vi-da. la sed ardiente del sacriricio: y con estas grandes cualidades. el oscuro. el despreciable guerrillero ha herido en la frente los imperios: ha sacado del árido suelo ejércitos. de las de­siertas playas naves guerreras; hé,l reinado don-de es Olá. .. difícil reinar. en el corazón de los pueblos; ha hecho suya la victoria. ha arranca-do coronas. y se ha desderiado dc ceñírselas en su frente . reservada para la corona del herois-

mu: sigue en su camino. sembrado de triunfos. para ver desde los muros de Venecia cómo se pierden a lo lejos las rotas naves austríacas. le­gando a la posteridad la Italia libre y un nom­bre inmaculado que las generaciones repetinín como uno de los milagros que la fe en la liber­tad ha hecho en nuestro maravilloso siglo.

Una vida extraordinaria

De las muchas obras escritas por Emilio Ca!oo­telar, se ocupa de Garibaldi en no menos de una decena. Así en la Historia del movimiento republicano en Europa alude a Garibaldi al ha­blar del carácter general de las escuelas socia­listas. Allí ataca a Proudhon, de quien dice que fue enemigo tic la democracia. entre otras cosas porque se había reído. como cualquier gacetero legitimista. de la heridil de Garibaldi y había dicho con brutal ironía «que los demó­cratas hadamos una reliquia de su pierna: ac­ción villana que le haní eternamente odioso a la democracia europea».

Pero es más adelante. hablando de lIalia . donde encontnlmos múl[iple~ alusiones a Gari­baldí. representante de la agitación por la li­bertad y la unidad de Italia. En medio de las dificultades europeas -dirá Castelar- destacH la gran figura de Garibald¡:

Sea cualquiera el juicio que mis lectores hayan podido form<.tr del guerrero ¡taliuno .

a la verdad. no puede ninguno de ellos du­dar. que ora sea una serie de faltas. oril sea una serie de virtudes. la vida de Garibaldi es siempre una vida extraordinaria.

y tra" una sentida referencia a las cualidades marineras de Garibaldi, C~lslelar habla de la experiencia americana que enlaza con el carác­ter italiano del personaje dando como resulta­do una extraña mezcla mítico-legendaria.

Garibaldi pasó los días más floridos de la vida en las selvas de America. en el seno de sus ríos que me parecen mares. en aquella especie de exaltación de la vida en infinitos seres que tanto contribuye a exal­tar el espíritu y arrojarlo en el seno de infi­nitas ideas. Es además italiano. de la tierra del arte. y ha hecho de su patria como Mi­guel Angel, como Savonarola, como el Dan· te, una especie de religión para su alma. uml fuente de inspiraciones para todas las obras de su vida. Esto es tan cierto. que ese mismo hombre que hoy declara muerto el catolicismo y caído el Pontific¡¡do. se confesó como un penilente cuando creyó que Pío IX, convertido al liberalismo. sal­varía su Italia (1).

(1) CA'iELAR. Emilio. /-li!.lonu tld mOl'i",;('I/(O n"ptl­blicwlo r:'1/ t.UfO/JlI. vnl. 1. p;i!!. 1.!5 : "01. 111. pág . .l5L Ma­drid. 1')7-1.

19

-- -­~. - . - - -- --, •

Batalla de Mentan. (imagen de Eplnal).

Retrato de Garibaldi

Este es el retrato que Castclar hace de Gari­baldi desde una óptica entre romántica. cultu­ral y política: «1 lay que mirar a Garibaldi para comprenderlo. Su frente c::. .meha: la bóveda de su caheza indica la benevolencia: de .!.u~ ojo~ destella una luz tan suave. que no es el centellear de la mirada de ave nocturna que tienen los implacables guerreros . sino la dulce.: resignación de lo~ mártires: :-;u rubia melena y su ';-0 menos rubia barba. stlrC<td~l por algllna~'i blancas canas. le rodea de una especie de i.ll ­mósfera luminosa como la que dahan por fon­do los pintores de la Edad Media a sus místicas figuras.»

y más adelante <uiadc Ca~tt'lar: Si hay quien crea, si hay quicn ame. si hay quien espere en el mundo. tendrá siempre un culto al hombre que combatió por la libertad a la:-. orillas del Plata. que vino en alas de <;u <lmor patrio a lu ­char en el sitio de Roma, que emprendió la 111-

mortal retirada <l Venecia, digna de comparar­se a la retirada de los diez mil: que volvió a reaparecer en los desfiladeros dc lo~ Alpc!-', cuando Italia peleaba por su independencia : que fue de Caprera a Palermo y de Palcrmo a Napoles, ahuyentando los Borbones )' su~ cor­tesanos; que después de haber levantado con los conjuros de su genio y con el brillo de su t.:'spada, un trono, se volvió humiklemenlc i.I ... tI

20

¡siC!: que fue herido por el mismo a quien le había dado la corona de Italia: que do ve un puehlo en peligro. allí está. inspirado por ~u

.tAjustendo le bote a la pierne ... Garibaldi calzando la bota de ttalia al rey Victot Menuel U. ¡Caricature de "Punch .. , 1860.1

E"trlldll de Gllribaldi e" Nápoles. !Litogrllfill. Milá". Coh,o:;c:ió" prIvada.)

ideal. a dar su vida por todo~ los oprimido ... y a pelear contra todos los oprc:-.ore:-. (2).

Cuando se proclamó la 1 República e!o.paiio­la. Garibaldi escribió a Castt:lar el 24 de agostu de IR73. desde el reti ro de :-.u pequeii.<l isla de Caprera para justificar su actitud y <11 mismo tiempo brindar por la República c:-.pailola : «Mis amigos y yo no ofrecimos Ilut::-.tro~ servi­cios a ustedes porque no 10:-' ncce~itaban. Pero nuestros corazones est;:Ín siempre haciendo vo­tos por el triunfo de la bella República españo­la que hace la admiración del mundo .» (3) .

Campeón de la libertad

Castelar manifestó tal entllsia:-.mo por Gahi­raldi. que acabó elevitndolo a categoría de mi­to. LOdavía en vida del general italiano. Caste­lar tiene muchas páginas de recuerdo para su campeón de la libertad. en las que. con retóri­ca más O menos poética. mezcla el cariño hacia quien es rememorado como héroe. cometa errante. mártir. poeta. cenobita. sacerdote del pueblo ... y comparado con Andrea Doria. Cri~tóbal Colón. Arnoldo de Brescia. Masanie-110. Savonarola, Washington ...

(2) ¡/)id/'III. vol. 111. p;íg~ . . 1::;(I·J(III. y el1 Re/ralO!. hi.\·16ri· cos; Gflri~!tJ¡. Iholr;¡dón E!ip:.ñ"la y Americana. pilgs. K!­XJ . Madrid. 1XX4 .

(3) Corrl'spomlt'ncill ti.' CIl.we/1IT (/868·1898). SUC o de R,­vadcncir;1. p¡ig.3S0. Madrid . ]\)()K

Garibaldi es del temperamento de los héroes -dirá- y el temperamento de los héroes se sobrcexcita con la contradicción y con la lu­cha ... Héroe de otros tiempos se destaca del fondo de nuestra prosa diaria y de nuestraS convicciones sociales como una sombra gigan­tesca o como una sublime discordancia ... Su ser ha nacido impregnado de llna idea como 105 astros de luz. Su vida se ha consagrado a e~a idea con la fe de un mártir. con la constancia de un héroe. con el sentimiento de un poeta. con la franqueza de un orador. con la rigidez de un cenobita.

y añade: Es marino como Andrea Doria. viajero soñador e inquieto como Cristóbal Co­lón, tribuno del pensamiento libre como Ar­noldo de Brescia, plebeyo como Masaniello, severo como Cincinato, místico como Savona­rola. sacerdote del pueblo como los Gracos. poeta en acción como todos los italianos; un Washington legendario. maravilloso, sin el sen­tido práctico de este gran ciudadano. pero con ese poético sentido que brota del sueño sagra­do de las ruinas doblemcnte esmaltadas por los rayos del sol y los sueños de la poesía.

Esta visión mítica que Castelar hace de Gari­baldi en el tomo tercero de su Historia del mo­vi'miellfo republicano en Europa (4) concluye con una referencia a esos locos sublimes que se

(4) CASTELAR. o". dI. Hisloriu del movimiellIu .. .. vo· l. 111. págs. 3t!5·3.!i7: 40()·401.

21

llaman redentores ... : E\ mar le ha dado digo de la libertad de sus vientos: la~ ~cl ... a ... de América algo de la exuberancia de ... u vida: La Ilalia al­go de la armonía de sus In ... piracloncs: la relt­gión algo de ~u desprecIo por 1m, intereses de un día: el aTle algo de su extraña grandcl<l: la guerra algo de su audacia: y la fe el don de 10\ milagros reservado a esos locos sublimes que se llaman redentores y que s~lc:'ln de ~u locura el sentido común para mucha~ generaciones y de sus sacrificios y de ~u muerte la vida pina mu­chos siglos.

M{IS adelante. recordando I¡] derrota y cauti­verio de Garibaldi . en 1867. Castelar añadiría. siguiendo con su técnica de comparar a Gari­baldi con los grandes hombres de la historia: «Yo creo que Garibaldi ha crecido en su derro­ta como Sócrates en su muerte. Yo creo que ese hombre. ese gran hombre. de la madera de los héroes. que después de haher tantas vcccs Visto la fortuna sonreír a su causct. es capaz de sacrificar hasta su reputación militar. de arries­gar haMa su corona de glorie!. por devolver a

EmHio c..te'" (1832-18991

22

Itall<! su c<lpitalidad y por .... Ih,;:" ¿I' mundo de la teocracia. ese homhre merece que su dc ... gracla ~ca contada entre lo ...... acrificio ... sublime ... y ... u nombre regi:-.trado entre I.I~ legione~ de los m<irtires. Yo lo veo tan gr.¡ndc hoy en ... u C<lutl­vcrio como en ... u victoria ... Garib¡¡ldi prc~o en esa tierra de It¡:d .... que el h¡1 emancipado. que él h'l creado. me recuerd;.¡ Colón volviendo en el fondo de un buque. por los mares antes de él lIlt!xplorados. pre ... o en la misma tierra ~alid;'1 ca~1 del fondo de ... u alma. y preso por los reyes a quienes habia regalado un mundo.)) Es la eterna triste hl~toria del genio. concluye Ca~te­lar.

Elogio fúnebre

Unos años más tarde. en 1884. volvía Caste­lar sobre estas metáforas. en sus Retratos histó­ricos, recordando a un Garibaldi muerto hacía dos años: Creedlo. el hombre que acaba de morir tenía mucho del héroe Cincinato en sus gustos. y mucho del monje Arnaldo y del monje Savonarola en sus sacrificios y en sus austeridades. Una voz sobrenatural y a todas horas oída en los aires. decía le. por medio de vocaciones pertinaces. que aquel antiguo pen­samiento de Dante. de Maquiavelo. de Miguel Angel, expuesto al mundo con todos tos presti­gios del genio. iba en ... u tiempo a cumplirse por su esfuerzo y tenía el solemne acento de un profeta. la figura de un Mesías. semejante a esos semipenitentes y semiguerreros que la fe religiosa de los pueblos semitas finge allá en las reverberaciones del sol sobre las fecundas are­nas del desierto, uniendo a lodo esto el seBo característico de su raza heleno-latina. la mpi­dez y la claridad de los conceptos. el senti­miento artístico. la palabra nítida. la inspira­ción pronta. el amor a la libertad ya la Natura­leza. los rasgos característicos de aquellos hom­bres Ilustres nacido!>. en la Grecia antigua e 111-

mortalizados por las sencillas narraciones de Plutarco (5).

En otro contexto y obra. la Historia de Euro­pa el! el siglo XIX. Castelar vuleve a ocuparse de Garibaldi para decirnos que «para el pue­blo. supersticioso y dado a lo maravilloso». Garibaldi se transformaba en personaje so­brehumano, especie de mágico. «Su camisa es­tii hechizada -decían las gentes-; después de la batalla, la sacude y las balas caen.» «Los án­geles la protegen con sus alas -repetían las mUJeres-; es invulnerable. porque fue vacuna­do con una ho!>.tia consagrada.» (6).

Hasta su traje ha pasctdo a ser legendario. nos dir.á Castclar en el retrato histórico de Ga­ribaldi: «Cuando 10:-. pueblos de Sicllia veían su

(~) CAS'rELAR. (JI'. 11/ Rt'lffllO_\ III_I·/(jrirm. p'IE!~ 1"· ,,,. (6) ("ASTELAR l:. . 1I'5/or/(l,f(' I" ,ro/IU ('11 ('f !1f.':11I XIX .

r-d1rx' Gnn¿¡ih.'l 19111),1'1(11 ¡ VI. p;i~ :!UO M.ldlld

camisa roja. su manto gris, su sombrero tirolés , creían ver la imagen de la victoria. » (7).

Garibaldi es para Castelar el talü,mán de los pueblos libres. el amigo leal en la desgracia, el soldado de la humanidad ... Su num~n es el de­recho, su ejército el pueblo, su alma la idea.

Ultimos recuerdos

El recuerdo de los últimos años de Garibal­di, los recoge Castelar en una serie de entrevis­tas que tuvo con el general italiano. Una de ellas en Tours, en 1871, cuando Garibaldi acu­dió a Francia durante la guerra franco­prusiana:

«Garibaldi -escribe Castelar- apareció en la puerta del salón de la Prefectura. apoyado en una muletilla, pues el tiro dado al pie (en Aspromonte) le hacía cojear un poco. No re­cuerdo figura humana que tanto se acercara en el mundo al concepto que tenemos de una figu­ra divina. Pareciome un Cristo de Juanes , cir­cuido por su atmósfera etérea. Las facciones presentaban el dibujo escultórico de las faccio­nes del Mediodía; y la color el blanco y sonro­sado de las encarnaduras del Norte . Caíale so­bre la espalda el cabello como un torrente de luz y en las retinas claras se reflejaba, corno en lago serenísimo. un cielo de armonía y de paz. Más que a un guerrero se asemejaba por com­pleto a un redentor, o cuando menos, a un pro­feta.» (8).

Cinco años más tarde. Castelar volvía a en­contrar a Garibaldi en Roma. acompañado de varios españoles. entre ellos el gran pintor Ca­sado, cerca de la Puerta Pía. en una quinta «desde cuyo retiro enviaba gigantescos planes al Gobierno italiano y a los Cuerpos Colegislado­res. para el saneamiento de la campiña roma­na». Postrado ya por sus enfermedades. no pu­do asistir al banquete que el partido liberal ofreció en honor de Castelar. pero envió como representante suyo a Menotti. quien le señaló el día y la hora de ver a su padre.

Esta es la descripción que Castelar hace de Garibaldi en aquella ocasión:

«Hallábase tendido en un sillón-cama. y al frente de una gran mesa cubierta toda ella de libros. mapas y apuntes. A pocas personas he oído hablar español -añade Castelar- con tanta gracia como lo hablaba Garibaldi. cuyo acento, entre nicense y americano. tenía un dejo semicalalán y semiandaluz muy extraño y por su extrañeza y variedad muy agradable.» (9).

(7) ("AS I l:.LAK 0,1. ("1/ Hnn//(H (¡IJ/rmÚJJ. ¡x'lg ... IJU· ., (X) Ihúlt'lPI. pá!!". 1'7-9". Unalo. línca" mas :¡o:OJ<l. am.dc

Ca,,¡ct<lr que .. Garihaldi cjcrda innuJO '>()hrCnatural «In ~u Vlrlud magnclIC¡1 whrc la voluntad y el cnr;¡~ón I.k lo;, puc­hlOl>".

(9) (hidl'm. p;'i~~ W·IUI

Un retreto et'I minl8ture d. Anit8. eutentñH;:lldo pc:lf fi hijo d. Ric· ciottl. (Archivo. Arnorio Mell •. ,

y a continuación señala Castelar: «Comenzó por preguntarme noticias de la política españo­la. que no podían ser muy gratas. reciente co­mo estaba el triste fin de la República y el tris­tísimo advenimiento de la Restauración. Califi­có. lo recuerdo muy bien -escribe Castelar-, muy duramente las resistencias puestas por el escrúpulo de los sectarios al restablecimiento de la pena capital en las ordenanzas del ejérci­to y deploró la votación del tres de enero (10), si bien añadIéndome que yo debía olvidarla, siempre que olvidara el antiguo federal sus exageraciones doctrinales: cosa que califiqué de imposible ... n

La campiña romana

A continuación Garibaldi pasó a explicar sus planes relativos a la campiña romana. con tal copia de datos estadísticos y «de refranes nues­tros, todos traídos a pelo. que estábamos como embobados oyéndolen.

Me recordó al gran Lesseps -escribe Caste­lar- cuando explica su historia del istmo de Suez o sus proyectos del istlllo de Panamá , a ese Lesscps, hijo de Barcelona y de Marsella, como Garibaldi es hijo de los Alpes marítimos, milagro tino y otro de la naturaleza, lustre y omamento uno y otro del Mediterráneo ...

(10) Se rcfil..'n .tI votu dc Clmfi;lO/:l rcdido pUl ('~!>tcl;Jr. o;;onUl prc"lIkiltc de 111 I H.~·pl¡IlIrCil c~p.lIlu l:l . ¡I la~ ('orlt:~ en la madnl!,adil del 1 d(' \'nl;W de 1!{74. quc perdió PI)r 120 VOIt"ll> cn contnl y ""lo 111[1 ¡¡ r<l\ur. Ulla~ htlril~ m{ls \¡udc el (!.olrc dc r,taoo dd (!.cncrill "a\"i;l. qll\' ;¡';IIt ... h¡¡ CllO el cjér­citn d P;lrI'lmc nlu . tcrmin;to¡¡ con t<1 I t~cpühhca ('~p .. nllla

23

••

#.-- •

Vislb de G.,ibaldi • V.ctor Manuel 11 . ¡Cu.dro dI Gerolemo Induno.)

En estas disertaciones se consumió una tarde que ---<Jice Castelar- «no olvidaré jamás. por­que al irme y verlo tan demacrado, presentí la puesta de ese sol inmortal, a cuya lumbre se han avivado y han crecido cien pueblos)~ (11).

Esto lo escribía Castelar en 1884. después de la muerte de Garibaldi. Pero esta misma esce­na la reprodujo en vida de Garibaldi, en 1876 , con unos tonos y detalles distintos, más retóri­cos y no menos expresivos:

«Garibaldi está resentido con el Parlamento a causa de haberse prorrogado sin tomar las disposiciones preliminares necesarias al cauce del Tiber y al saneamiento de la campiña ro­mana ... Garibaldi quiere volver al campo ro­mano a tiempo en que producía con los frutos más sabrosos de Italia, los ciudadanos más ap­tos a la República. Y para producir estos bie­nes, quiere desinfectarlo, a fin de erigir sobre una tierra sin miasmas un pueblo sin supersti­ciones.» (12).

Retrato histórico

Castelar describe su última entrevista con Garibaldi. seis años antes de la muerte del ge­ne ral, con unos rasgos que vienen a completar

(11) CASTELAR . 0/1. cit. Re/ratos históricos, págs. 100-101.

(12) CASTELAR. E. Cartta sobre politica europea. Libr. de A. S. Martill . págs. 149-152. Madrid. 1876.

24

la visión que hemos visto refleja en sus Retra­tos hist6ricos:

«Nunca olvidaré el día de mi última visita al ilustre general en su retiro de Roma ... Todas las puertas se abrieron a nuestro paso, y todos los habitantes de la casa se esmeraron en acompañarnos y dirigirnos . Garibaldi está muy atenazado del reuma que ha adquirido en sus largas navegaciones. Tiene las manos retorci­das por el dolor y apenas puede sostenerse de pie. No obstante esto, su cabeza de león guar­da la fiera majestad antigua, sus rizos caen se­dosos y áureos sobre los hombros anchísimos; la frente no ofrece ninguna arruga; la mirada de sus ojos azules destella aquella lumbre mís­tica que penetra y conmueve; su figura de hé­roe , enérgica y robusta. se dulcifica por el es­plendor religioso de su fisonomía y por la ino­cente sonrisa de sus labios. que parecen perfu­mados con e l candor de la infancia. Mirad ese guerrero del Nuevo Mundo, ese auxiliar de Ve­necia expirante, ese tribuno de los pueblos opresos, ese dictador que ha alcanzado con sus manos la corona del más bello de los reinos y se la ha cedido a un rey. ese guerrillero legen­dario, ese racionalista que va a misa cuando el Papa va a la libertad. ese revolucionario que habla de Dios en el lenguaje de los santos mientras persigue a los sacerdotes con las befas de los clubs, y decid me si puede haber en el mundo una representación más propia del pue-

blo italiano con sus contrastes clásicos y católi­cos. con su heroismo antiguo y su espíritu mo­derno. con ~us dioses latinos todavía vivos y su Pontífice romano; alma ~cmeJante a las almas de Francbco de Asís y de Jerónimo Savonaro­la. con algo de Brescia. de Ricnzi y de Masa­niclJo; lleno de contradicciones. en las cuales toma la universalidad de su genio y la grandeza de su carácter: luminoso como la gloria. arre­batado como la inspiración . teórico y práctico a la manera de los antiguos griegos. imagen ver­dadera de su gente y de su patria (13).»

Recuerdo de España

Tras este agl\l:1.fuertc hecho a ba~e de con­trastes y claroscuros. en lo~ que Castelar IlOS deja. una vez mas. su retrato de un Garibaldi guernllero, héroe. tribuno. dictador. revolucio­nario ... y «racionalista que va a misa cuando el Papa va a la libertad». pasa a referir la justifi­cación del propio Garibaldi ausente siempre de Espaila en su lucha por la democracia:

Antes de sentarme -refiere Castelar-. dijo que constara cómo había ofrecido en todos los trances amargos su presencia y su espada a la libertad espailola. y cómo había dejado de ir i.l

nucstra~ tierras. no a los golpes de su corazón. pronto siempre a la defensa de la democracia en todos los pueblos. sino a los consejos de nuestra prudencia.

Después -prosigue Castelar- nos mostró el mapa de las mejoras de Roma. que tenía de­lante de su vista y bajo sus manos. Encendié­ron se sus mejillas. animáronsc su~ ojos. vibra­ron ~us labios con una gran elocuencia al decir­nos en lengu'l española, hablad:'1 con una gracia sin igual y con una armonía indecible. que con~ sagraba el resto de <.;u vida a devolver la salud. ya que había devuelto la libertad a Roma (14).

Muerte y olvido

La muerte de Garibaldi es recordada con tin­tes no menos retóricos y míticos. por su fiel amigo Castelar. Ganb<tldi aC¡¡b.l de morir -thrá- para la Naturaleza. pero no morirá nun­ca para la humanid'ld y pilla la 11I~tori<J . Y é.IJia­de:

En los últimos tlempo~ ya estaba completa­mente paralizado y apemls vivía. El descuido sistemático de su salud y de .. u cuerpo. la porfia perpetua con lo", tlrano~. la guerra en los do", mundos, la lucha con lo~ vientos y las ola ... la ... hcrida~ de Mentana traJcronlc reuma .... gota y otms e nfermedadl!s an<"lIogas. las cuales han postrado su cuerpo en tales térmJl1cs que no padla. no. valerse hace ya tiempo de su ... mus­culos y de sus miembro .. , aqueJildo como e~ta­ba en una irremedi.able parálisis. Su viaje últi-

(13) IfmJcom. P¡¡g~_ 15.t-1'i'i (14) Ibull'ln. pág. l'i;'\.

mo a Sicilia, emancipada por su poderoso es­fuerzo, parecía como el entierro de aquellos generales y emperadores antiguos. a quienes llevaban. reproducidos en parecida estatua de cera sobre una cama mortuoria desde el lugin de su muerte a la pira, donde se disipaba en humo su cadáver.

Apenas conocida la noticia de su trance últi~ mo --concluye Castelar- ha mostrado Europa entera intensísimo dolor. Las Cámaras italianas han suspendido por ocho días sus sesiones. Y coros de alabanza han resonado en las dos ori­lIa~ del Plata, donde su nombre inmortal y su rostro legendario, consagrados por una grande apoteósi~ sin término. representan recuerdos tan heroicos y epopeyas tan sublimcs que pare­cerán como la poesía de los gcnios y no como la realidad de los anales a las venideras generaciones (15).

Sin embargo. a pesar del cariño y entusiasmo de Castelar, hoy. a cien años de distancia. las nuevas generaciones españolas están muy lejos de aquel «nombre inmortal.) y de su «rostro le­gendario». Sus recuerdos y epopeyas han sido prácticamente olvidados, a pesar de que hoy, como ayer, existen lOdavía tanlOs puntos de re­ferencia. y tantas empresas comunes en esa lu­cha por la libertad a la que el general Garibaldi consagró toda su vida. _ J. A. F. B.

(15) CASTELAR Op. rll Rl'frCllOS /Ji.l·tarreos. pag~. 11}-94

--._--t==. :"':.. ---.-::-:-:.=-

• I.rMNCC '". ; 41 ..

25