fABIÁN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

download fABIÁN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

of 32

Transcript of fABIÁN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    1/32

    13- Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    Ley y orden.Buenos Aires, hacia nes de 18201

    Fabin Herrero2

    Que la ley sea siempre ms poderosaque los hombres3.

    En el centro de toda la empresa poltica de los directoriales de Bue-nos Aires sobresale un discurso proclive a la ley y al orden. Quiz

    sea sta una de las razones que explica en buena medida por qu den-tro de ese esquema argumental, los otros, los que se maniestan ensu contra, fueron juzgados como los brutales y verdaderos anarquistasde la revolucin, como aquellos obstinados e intratables sujetos queslo se empean con su intervencin pblica en producir los focos delos desordenes y de las rebeliones, con el n de de atentar y quebrar el

    espacio legal. Por supuesto, ese conjunto de hombres es heterogneoy remite a muy diferentes escenarios y tiempos. Entre ellos guran losfederales artiguistas y los confederacionistas porteos, pero tambinlos espaoles (aquellos viejos mandones) y los odiados portuguesesque no dejan de amenazar e incursionar blicamente en las largasorillas del Ro de la Plata. En estas pginas quiero examinar uno delos puntos ms altos de ese discurso, el que se reproduce y se difundeen Buenos Aires justamente sobre los escombros de los sucesos de

    octubre de 1820.El fracaso de la revolucin federal consolida en el poder al aman-

    te gobernador directorial Martn Rodrguez. En dos estudios anteriores(Herrero 2003 y 2007) intent denir el acontecimiento determinan-do, al mismo tiempo, el perl de los protagonistas y sus formas deorganizacin. En esta lnea tambin analic cules fueron las causas

    1 Esta investigacin forma parte de un volumen indito, Fabin Herrero,Movimiento de Pueblo.

    La poltica en Buenos Aires luego de 1810, 2006. Agradezco las tiles y amables observacio-nes formuladas por los dos comentaristas de la revista.

    2 Conicet-Instituto Ravignani (UBA).

    3 Prospecto,Legin del Orden o Voz del Pueblo, sin fecha.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    2/32

    14

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    que los llevaron a la accin armada y cules eran, adems, las creen-cias que los guiaban, particularmente la imagen que dibujaron de suadversario y su propuesta poltica provincial.

    En el presente trabajo, mi principal centro de inters est dirigidoa entender algunas cuestiones ocurridas en los das posteriores al gol-pe de estado. En una primera parte, examino cules son las actitudesque el grupo vencedor adopt con relacin al contingente polticovencido. Exploro, adems, las lneas discursivas proclives al orden y ala reconciliacin que pueden detectarse en la prensa portea.

    En una segunda seccin, me interesa observar cmo perciben lallamada revolucin federal. Esto es, qu relacin tienen por ejemplo

    las irrupciones polticas con el marco legal porteo. Quisiera sealar,en este sentido, cules son los problemas que esa emergencia polticaproduce. Antes de comenzar, conviene sealar algunas cuestiones re-lacionadas con el cuadro poltico posrevolucionario.

    E mrco potico inici despus de gope miitr de octubre

    Luego de haber sofocado el conicto federal, Martn Rodrguez

    camina, al parecer indefectiblemente, hacia la construccin de unanueva etapa de poder directorial. Inmediatamente decide imponer al-gunas medidas extradas de su propio arsenal poltico. Esto es, aquellasmedidas que con otra suerte trata de implementar en los meses previosIldefonso Ramos Meja. Cules? Evoquemos algunas de ellas.

    La primera remite a la idea de reforzar el poder del ejecutivo pro-vincial. Como es habitual durante los das de crisis y desorden, la Juntade Representantes otorga al primer mandatario amplias facultades es-

    peciales4. Solo algunos das ms tarde, exactamente, el 16 de octubre,ese mismo poder crea, a instancias de aqul, un Consejo Consultivo

    4 El gobernador tuvo dudas sobre el alcance de las amplias facultades que se le concedan y despus

    de escuchar la opinin del Secretario de Gobierno, Presidente de la Cmara de Apelaciones y Ase-

    sor general, resolvi consultar a la Junta si ellas eran extensivas a rebelar al gobernador de los

    trmites que prescriben las leyes para la formacin de causas () y discutida esta grave materia

    con presencia de lo que antes se resolvi en acuerdo de ayer 6 y circunstancia en que se halla el

    pas, se acord por unanimidad de votos se le contestasediciendo que podr proceder al juicio

    de los reos, e imposicin de las penas por los medios que lo cercioren del delito y delincuentessin detenerse en la lentitud y trabas de las frmulas ordinarias por exigirlo as la suprema ley de

    la salud pblica de esta benemrita Ciudad y Provincia. Acuerdos de la Honorable Junta de

    Representantes de la provincia de Buenos Aires (1820-1821), Publicaciones del Archivo Histrico

    de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 1932, vol. 1. Vase, sesin, 7 de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    3/32

    15

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    compuesto de tres personas que renan a sus talentos la honradezy juiciocidad que demanda tal cargo5. Es de notar que ste amantecuerpo poltico no tiene ningn poder de control. Por este motivo, el

    gobernador se reserva para l: la libertad de seguir o no el dictamende dicho Consejo en los asuntos que quiera consultarlo durante eltiempo de las amplias facultades que se le tienen concedidas6. Estetipo de espacio institucional fue adoptado durante el decenio revolu-cionario, aunque con diferentes atribuciones, y tiene como principalnalidad ofrecer una mayor dosis de legitimidad al nuevo gobierno.

    El conicto abierto con la provincia de Santa Fe constituye el temade la tercera medida adoptada por el gobernador. La cuestin nal-

    mente se resuelve en los trminos que, desde hace un tiempo atrs,sostienen tanto Rodrguez como Rosas, es decir, a partir del marco queofrece el mtodo de la negociacin y el dilogo7. Este acontecimientoes bastante conocido. Juan Baustista Bustos, gobernador de Crdo-ba, comienza las gestiones de mediacin entre ambos gobiernos. Eltratado se realiza en la estancia de Benegas, en el lmite de las dosprovincias, el da 24 de noviembre de 1820. Este documento compro-mete a Lpez a abandonar la provincia y a ambos gobiernos, a enviaroportunamente representantes a un Congreso que debe reunirse en laciudad mediterrnea. Por una clusula secreta, se establece la entregaal gobierno de Santa Fe de 25.000 cabezas de ganado. Este ltimo re-quisito es cumplido por Rosas, quien con ayuda de otros hacendadosconcreta dicha promesa en el trmino de tres aos8.

    La tercera medida est asociada a la relacin del cuerpo capitularcon su brazo armado. Como es sabido, las brigadas cvicas (como ve-remos de inmediato), dejaron de pertenecer al rea de inuencia del

    5 Acuerdos de la Honorable Junta ob. cit., sesin 16 de octubre 1820.

    6 Acuerdos de la Honorable Junta ob. cit., sesin 16 de octubre 1820.

    7 Distintos testimonios muestran esa intencin de las autoridades de Buenos Aires. La Junta de

    Representantes acepta la comisin mediadora de la provincia de Crdoba a fn de conseguir

    la paz entre esta provincia y la ciudad y gobierno de Santa Fe, que facilite la organizacin de

    un Congreso general que constituya el pas y le d carcter de Nacin Acuerdos de la Ho-

    norable Junta ob. cit., sesin 23 de octubre de 1820. Aprob, tambin, una nota compuesta de

    16 artculos para arreglar sus diferencias con la ciudad y el gobierno de Santa Fe.Acuerdos de

    la Honorable Junta ob. cit, sesin 24 de octubre de 1820. Pueden consultarse adems Pro-

    vincias interiores. Crdoba,La Gaceta, 1 de noviembre de 1820 y Ocio del excelentsimo

    seor gobernador y capitn general en campaa al seor gobernador sustituto,La Gaceta, 8

    de noviembre de 1820.

    8 Vase Saldas 1988: 88-90, Busaniche 1984: 422-424, Halperin Donghi 1972: 349.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    4/32

    16

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    Cabildo de Buenos Aires. A partir de octubre, su nueva dependenciaes la del mbito del poder ejecutivo provincial9. Uno de los herma-nos Anchorena, como diputado de orientacin centralista en la Junta

    de Representantes, haba presentado unos antes un proyecto similar.De esta forma la cuestin retorna otra vez a escena, pero ahora es unpoder directorial consolidado el que puede darle forma legal a la refor-ma. La cuarta se relaciona con la revolucin de octubre. Se inicia un

    juicio a los sospechosos de haber participado en ella. De este ltimopunto me ocupo en las pginas que siguen.

    Como ya habr advertido el lector, la maquinaria poltica directo-rial comienza as a ponerse en marcha, en la medida que logra concre-

    tar, una a una, algunas de sus iniciativas previamente frustradas

    10

    .Ahora bien, hay algn tipo de resistencia dentro de los parti-darios del grupo vencedor? S, esa resistencia efectivamente existe.Es promovida justamente por ese inquieto cura y periodista, de claraorientacin antifederal y antimontonero, llamado Francisco Castae-da11 Qu cuestiones de la poltica ocial rechaza? De manera categ-rica cuestiona, en primer lugar, esa sealada poltica de reconciliacinsostenida y difundida por los principales lderes que vencieron en oc-tubre. El conocido maniesto publicado por Juan Manuel de Rosas, en

    donde claramente hace un llamado a la unidad de los porteos, ofrecela ocasin y la oportunidad al padre franciscano para sealar su decep-cin por el curso que estn tomando las cosas pblicas. A sus ojos

    lo intolerable en el maniesto es aquello de, me despido

    compatriotas: el quinto regimiento del Sud de todos es amigo,de todos es hermano, primero, segundo y tercero cvicos, ciuda-danos todos, y cada uno recibid los votos que os hago presentes

    a nombre de la divisin que mando Por Dios, por Dios! Ohjoven comandante del 5to regimiento!, no seas tan encantador,tan dspota y tan tirano! bastantes lgrimas ha derramado el pue-

    9 El Cabildo, por su parte, haba manifestado la absoluta falta de fondos para sostener los gastos de

    los cuerpos cvicos. Ocio de la Junta al Gobernador, en acta del cabildo,Acuerdo del Extinguido

    Cabildo de Buenos Aires, ao 1820. Vase sesin, 20 de octubre de 1820 y publicado enLa Gace-

    ta, 25 de octubre 1820. Sobre esta cuestin vase adems,Acuerdos de la Honorable Junta ob.cit, sesiones, 6, 12 y 19 de octubre de 1820.

    10 Vase al respecto Herrero 1999:122-125.

    11 Una primera aproximacin sobre este tema en Herrero 2002.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    5/32

    17

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    blo y la provincia en que naciste: Joven cruel! Basta ya de lutos,basta ya de llantos!12.

    La otra impugnacin se asocia de algn modo con la primera, en

    cuanto Castaeda no desea ningn tipo de dilogo con nadie que,hasta ayer (o antes de ayer), hubiera estado del otro lado de la trin-chera poltica y militar. As, tambin niega cualquier trato de ordenpacco con los federales del litoral, impulsando y promoviendo, encambio, una poltica enteramente guerrera contra esos caudillos queinvadieron Buenos Aires por el simple motivo de querer las vaquitasde Buenos Aires y de estar permanentemente enamorados de lascosas ajenas 13.

    Sobre esta base, tambin cuestiona a la prensa que apoya al go-bierno provincial. Desde las columnas de El Despertadorle contesta,justamente, a La Legin del Orden: U.D. pregunt en su prospecto,podr asomar otra vez el monstruo de la anarqua? Y yo debo res-ponderla que s y que asomar sin duda14. Con esta conviccin,sostiene que los focos de desordenes y de caos continuarn formandoparte del paisaje nacional sino se elimina completamente de l a losfederales de adentro y de afuera; es decir, a los partidarios de este

    signo tanto de origen porteo como provinciano15

    .Castaeda, por consiguiente, decide seguir participando del com-bate de orden simblico librado en el dominio pblico provincial.Ese spero enfrentamiento seala, con entera claridad por otra parte,que hay resistencias dentro del abanico de propuestas ofrecidas desdeel bando que acaba de derrotar a los federalistas porteos. No hay,

    12 Prosigue la relacin de lo acaecido el da 5 de octubre contra los montoneros de adentro,El

    Despertador Teoflantrpico Mstico-Poltico, 14 de octubre de 1820.

    13 Carta de Doa para nosotras nadie mejor que nosotras mismas,El Despertador Teoflntro-

    pico Mstico-Poltico, 16 de noviembre de 1820.

    14 Mi Sra. Doa Legin del Orden,Despertador Teoflantrpico, 27 de noviembre de 1820.

    15 Es de destacar, asimismo, que los diarios de Castaeda no tienen una misma estrategia sobre

    estos temas.El Desengaador, por ejemplo, preere moderar su tono antifederal, distancin-

    dose, de esa manera, de la postura intransigente y hostil que ha asumidoEl Despertador. En

    un tono racista se sostiene que El Gauchi-Poltico se ha retirado a cuarteles de invierno,

    creyendo que ya Dios nos ha librado de fedefragos. El suplementista no piensa ms que en sus

    cosas, creyendo que en este momento ya no hay enamorados de las cosas ajenas. El Paralip-

    menon slo aborrece a los judios, y no habiendo judios, ya le parece que en Buenos Aires, nohay un solo judio, siendo asi que hay tantos y los peor es que ni por el pensamiento les pasa

    el ahorcarse de algn rbol, porque no estan desesperados de volver a enfederarnos Carta

    de Doa para nosotras nadie mejor que nosotras mismas, El Despertador Teoflntropico

    Mstico-Poltico, 16 de noviembre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    6/32

    18

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    en efecto, un discurso monoltico proclive a la ley y al orden. Sinembargo, dichas lneas discursivas tienen una vida breve y quedanrpidamente aisladas, ya que en poco tiempo (y por otras razones) su

    mximo promotor es expulsado de la provincia.Quisiera detenerme ahora en una de las propuestas. La que tieneque ver con la actitud tomada frente a los responsables de esa revo-lucin. En este sentido, la lnea de accin desplegada por el sector

    directorial puede cifrarse en lo siguiente: exclusin de los federalesrebeldes y reconciliacin con aquellos que estn dispuestos a reinte-grarse al nuevo orden.

    I. Pensr otro

    Exclusin

    Luego que los porteos atravesaran la sangre y el polvo que dejan(casi siempre) los intentos revolucionarios, no puede resultar extraoque se produzca, fatalmente, la exclusin de todos aqullos que noestn dispuestos a dar precisas y claras seales de respecto y confor-midad de las nuevas condiciones polticas. En lnea con este razona-miento, bien puede sospecharse que los primeros federales excluidos(o autoexcluidos) son todos aquellos que pensaban que sus vidas noseran respetadas por los jefes triunfantes, o bien entendan que novala la pena intentar una probable reinsercin dentro del nuevo pano-rama poltico que se aproximaba. stos son justamente los casos quepueden detectarse en medio de las ltimas batallas. En los momentosde declinacin y oscuridad nal, un grupo de federales consigue es-capar por los techos de los edicios cercanos a la plaza. Los relatosde varios testigos hablan de ms de 50 hombres. Entre los ejemplosms notables de los que deciden tomar ese rpido e incierto camino,guran los nombres de Jos Agrelo y Manuel Pagola16.

    Qu ocurri con los revolucionarios que decidieron moverse porotro andarivel? Los federales que nalmente fueron tomados prisio-neros debieron someterse a los dictados de las leyes provinciales. La

    Junta, en la sesin del 6 de octubre, a pedido de Rodrguez, separa de

    16 Vase por ejemplo, Carta de Jos Mara Roxas a Manuel Jos Garca, Buenos Aires, 15 de oc-

    tubre de 1820, en Saldas 1988. Carta de Miguel Zaartu a Toms Godoy y Cruz, 17 de octubre

    de 1820, Archivo Nacional 1949: 303 y 304 y De La Madrid 1947.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    7/32

    19

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    sus cargos a los cabildantes que haban rmado el bando del da 2,designando en su reemplazo a individuos que estuvieran en perfectasintona con el nuevo orden. As, se les inici un proceso17 a los ca-

    pitulares Dolz, Isasi, Zavaleta, Villanueva y Videla.18

    Paralelamente,comenzaron los procesos a los ociales de los distintos regimientosque tomaron parte de la aventura callejera.

    Los resultados fueron bastante positivos para los federalistas. Sus-tancialmente, porque en general aqullos a quienes se les inici unproceso resultaron absueltos. Tal situacin, sin embargo, no fue lamisma para todos, ya que luego de recibir el dictamen del juez, losmilitares Salomn y Felipe Gutierrez, fueron rpidamente fusilados19.

    Segn Carlos Heras, se trat de una medida ejemplar contra quienesse mostraron ms violentos e intolerantes. Nuestros datos conrmanesta armacin. Salomn, por ejemplo, fue uno de los cabecillas de

    una de las tantas guerrillas urbanas presentes en los das del conictoarmado. Varios testigos lo identicaron como uno de los principalespromotores del hecho revolucionario, pero tambin lo sealan dentrode aquellos que nunca abandonan el duro hbito de la hostilidad y laintransigencia. El agua de la exclusin parece mojar de este modo lospies de los federales ms exaltados.

    Los intentos de inclusin parecen ser ms importantes. Tal situa-cin puede advertirse mejor si nos detenemos a examinar qu sucedicon otros individuos que de un modo u otro participaron en esos dasde revolucin. Conviene analizar ahora, entonces, cules son losrequisitos de la sealada retrica de conciliacin lanzada por los me-dios ociales.

    Un solo partido: la retrica de la conciliacin

    Unmonos, compatriotas, hagamos una sola familia, seamos vir-tuosos, y procuremos que otros lo sean a la fuerza, sino no loquieren por bien, hagamos respetable y duradero el gobiernoyentonces serenarn las borrascas que han agitado la nave poltica

    17 Para ello se nombr una comisin compuesta por Manuel Antonio Castro, Jos Cayetano Pico y

    Miguel Irigoyen, que deba formar causa y sentenciar en el trmino de veinte das. Al da siguiente,

    la Junta ampli las facultades de esta comisin para que iniciara una pesquisa, con el propsito deaveriguar quines fueron los verdaderos promotores del tumulto del 1 al 5.

    18 Acuerdos del Extinguido Cabildo ob. cit., sesin del 7 de octubre de 1820.

    19 Vase Vindicta Pblica,La Gaceta, 18 de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    8/32

    20

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    del estado. Mas si entre nosotros hay alguno, como ha habido entiempos anteriores, que quiera erigirse en tribuno de la plebe yacomodar la anarqua y el desorden a su nes particularesque

    tiemble20

    .Estas palabras, escritas en un diario proclive al poder restaurado,

    sealan con entera certeza como rpidamente se dibuj una lnea declara separacin entre radicales (o anarquistas) y moderados (o aman-tes del orden). Se trata, en denitiva, de excluir a los que perturban el

    ordenamiento legal y de unirse a los fragmentos polticos que no estnincluidos dentro del nuevo tiempo poltico. Este tipo de argumentodebe necesariamente asociarse con los vocablos y los gestos de recon-

    ciliacin promovido por los responsables del poder provincial.A decir verdad, dicha trama discursiva no dej de desplegarse por

    esos das. Atraves no slo las columnas de los diarios que apoyaron alas autoridades restituidas, sino tambin los documentos escritos tantopor el jefe militar de mayor signicacin como del propio gobernador.Veamos algunos testimonios. El ocho de octubre, a travs de un en-cendido maniesto, Martn Rodrguez se dirigi a los habitantes de laprovincia. En este papel sobresalen varias cuestiones. Como es habi-

    tual en esta clase de escritos, sus primeras expresiones fueron de agra-decimiento por los servicios prestados por todos los vecinos a quienesno por casualidad llamaban los amigos del orden. Seguidamentecontesta los cuestionamientos que provenan del sector federal. Esascrticas de signo negativo apuntaban directamente a sealar que elgobernador actuaba detrs de las las polticas de los directoriales. Dehecho, en menor medida tambin se lo acusaba de pertenecer a otrosagrupamientos polticos de corte federalista.

    En ese marco de cuestionamiento e impugnacin, tampoco es ca-sual entonces que el primer mandatario provincial se apresure a de-nirse como un hombre ajeno a cualquier faccin. Yo no pertenezcoa faccin alguna, sostiene el primer mandatario, y, luego, tratando deaclarar un poco ms las cosas arma en tono enrgico y contundente:soy partidario del bien de mi patria, soy enemigo de los que tratan dearruinarla 21.

    20 Prospecto.,Legin del Orden o Voz del Pueblo, sin fecha. Sobre esta lnea temtica vase, In-

    terior, El Imparcial, 19 de diciembre de 1820. Era Nueva, El Imparcial, nmero 1, 19 de

    diciembre de 1820.

    21 El gobierno al Pueblo,La Gaceta, 11 de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    9/32

    21

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    En el mismo sentido, desmiente cualquier tipo de adhesin osimpata por los contingentes de Lpez, Carrera y Alvear, y, especial-mente, de la faccin directorial. Ellos se reere a los vencidos me

    incluyen en la que llaman faccin de Pueyrredn. Son muchos loshombres que han servido diversos destinos en la anterior administra-cin directorial del Estado y solamente el atrevimiento de la inquietud

    puede calicarlos a todos delincuentes22.Como puede apreciarse, tanto federales como centralistas perci-

    ben a los partidos y a las facciones como vocablos intercambiables,constituyen un mal forzosamente, en la medida que como seala Sar-tori perturban el bien comn (Sartori 1992:17-23). No obstante, mien-

    tras los primeros no hacen ningn tipo de diferencias, respecto a lossegundos, en este caso a partir de la defensa de Rodrguez, se puedeobservar cmo distingue a los que han actuado de modo faccioso deaquellos a los que no puede colocarles el rotulo de simples delincuen-tes. En este sentido, es posible sealar dos cuestiones: Rodrguez nopuede desvincularse del Directorio cado, el cual se encuentra total-mente desacreditado, as, su intencin es mostrar que no todos actua-ron de un modo incorrecto y reprochable. En segundo lugar, apuntaa rescatar a los hombres que lo apoyan y que tambin tuvieron unpasado de adhesin y simpata por aquel gobierno. Los que se preten-de incluir en la nueva poltica de reconciliacin son hombres que hanprestado buenos servicios en el pasado.

    Estos son los planteos bsicos del primer mandatario provincial.Su maniesto, como es habitual en este tipo de escritos que pretendenprecisar las lneas de la poltica a seguir y buscan encender la chispade la pasin patritica, se cierra con un enrgico llamado a la uninmoral y fsica de todos los habitantes para restituir la patria a su pasa-

    do esplendor (Sartori 1992:17-23).Con este mismo espritu, Juan Manuel de Rosas, dos das despus,

    y con el permiso del gobernador, public una larga proclama que comoadvertimos disgust al padre Castaeda. En ella explica al pueblo suconducta, narra su actuacin pblica y termina haciendo un fervientellamado al orden: Odio eterno a los tumultos! Amor al orden! Fideli-dad a los juramentos! Obediencia a las autoridades constituidas!23.

    22 El gobierno al Pueblo,La Gaceta, 11 de octubre de 1820.

    23 Maniesto del coronel de caballera, comandante del 5to regimiento de campaa, al muy be-

    nemrito pueblo de Buenos Aires. Buenos Aires, 10 octubre de 1820. Juan Manuel de Rosas

    (Bilbao 1919:121-125).

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    10/32

    22

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    Sobre esta base, promociona abiertamente la unidad de todos losciudadanos y especialmente de todas las brigadas cvicas. De esta formareconoca a los que en la ms reciente aventura revolucionaria lucharon

    a favor del Gobernador pero tambin a quienes lo haban hecho en sucontra. Su actitud bien poda leerse como una suerte de apuesta queindicaba que ms all de los enfrentamientos y las perdidas humanas,an lo sostena la esperanza de que los gestos y las acciones de concilia-cin podan ofrecer, por cierto, un dique y un cauce a los males de losconictos armados.

    Qu tienen en comn todos estos escritos? Los tres testimoniosdescriptos hasta aqu proponen una misma idea: en el horizonte poltico

    bonaerense no debe haber facciones, por el contrario, la unin de todoslos porteos debe permitir la emergencia de un nico partido del orden:el del gobierno y el de las leyes de la provincia. Se trata de una retricade conciliacin que tiene como una de sus intenciones dar tranquilidada los distintos sectores polticos y al mismo tiempo, ofrece seales pre-cisas de cules son las mnimas reglas que son necesarias respetar paraefectivamente integrar la nueva realidad poltica.

    Ahora bien, una de las formas de comprender las actitudes delgobierno proclives a la reconciliacin, es analizando cmo las nuevasautoridades porteas reorganizan las fuerzas de la provincia, en cuan-to resulta una buena manera de entender su alcance y sus lmites.

    La reorganizacin de las fuerzas armadas

    y los intentos de reconciliacin

    Pues bien, luego de la irrupcin federalista qu regimientos sesuprimen y cules se crean?24 A travs del llamado Departamento deGuerra qued ordenado el siguiente plan25: el Regimiento de Dra-gones de lnea y cuerpo de blandengues de esta frontera, a partir deahora queda extinguido 26. Sus individuos, de sargento inclusive

    24 Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820.,La Gaceta, 8 de noviem-

    bre de 1820.

    25 Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820.,La Gaceta, 8 de noviem-

    bre de 1820.

    26 Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820.,La Gaceta, 8 de noviem-

    bre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    11/32

    23

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    que se hallen en esta capital, sern incorporados desde hoy, al cuerpode hsares de Buenos Aires27.

    La Brigada de Artillera desaparece y por el momento nicamente

    tendrn funciones activas en un solo batalln28

    . El Fijo, se dice tambinen un tono terminante, queda borrado de la lista del ejrcito,29enadelante se reconocer por el 1 de Infantera de lnea. Por su lado,el 1, 2 y 3 tercios cvicos formarn un Regimiento de Infantera de tresbatallones con la planta que est detallada a los de lnea. Su nombrede ahora en ms ser el de la Legin Patricia30.

    En esta verdadera reestructuracin de las fuerzas, saltan a la vis-ta rpidamente varias cuestiones que revelan claramente los cambios

    que se producen en el rea del ejrcito al trmino de la lucha de fac-ciones. Es en primer trmino una de las medidas iniciales tendientesa adecuar el ejrcito a la nueva situacin de autonoma provincial,la cual se inscribe en un marco obviamente mayor, en donde comoseala Carlos Cansanello se anul la estructura de mandos hereda-da del Directorio y se la reemplaz con la Inspeccin General de laProvincia, la que con la eliminacin de los cabildos, recibi tambinla jefatura de milicias(Cansanello 2003:75-76). Esa institucin pro-vincial tuvo la capacidad de movilizar todas las tropas, fueran stas delnea o de milicias. As, pudo obtener el monopolio del poder militar,que complet con el mando sobre la polica, en manos del Ministrode Gobierno (Cansanello 2003:75-76). La reforma sealada, de este

    27 Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820.,La Gaceta, 8 de noviem-

    bre de 1820.

    28 La plana mayor constar de un comandante, un sargento mayor, un primer ayudante, uno

    segundo, un subteniente de bandera, un capelln, un cirujano, un tambor mayor, y otro de

    ordenes. En la prxima revista de comisario se presentara este cuerpo bajo el plan que quedaordenado. Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820., La Gaceta, 8

    de noviembre de 1820.

    29 Slo debe recordarse la denominacin, que tenia, en los cargos, que se hagan a los ociales,

    que se estn causando por su complicidad en el tumulto desde la noche del 1 al 5 del pasado.

    Departamento de la Guerra. Buenos Aires, noviembre 1 de 1820., La Gaceta, 8 de noviem-

    bre de 1820.

    30 Las plazas de sueldo y plana mayor, sern las siguientes. Un coronel veterano, un teniente

    coronel idem, comandante del 1er batalln, dos tenientes coroneles sin sueldo, comandantes

    del 2 y 3 batalln, un sargento mayor veterano con sueldo, un porta bandera por batalln, sin

    sueldo, un sargento 1, un cabo 1, dos 2, y un tambor por compaa con sueldo y un tambormayor y otro de ordenes con sueldo. La fuerza en el 1 y 2 batalln no exceder de cien plazas

    El coronel Blas Jos de Pico es el nombrado para el arreglo y mando de este regimiento y para

    que llegue a noticia de todos, publquese por bando. Departamento de la Guerra. Buenos

    Aires, noviembre 1 de 1820.,La Gaceta, 8 de noviembre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    12/32

    24

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    modo, es una de tantas reformas que permitieron la centralizacin delpoder de las fuerzas armadas de la provincia.

    Se trata, en segundo lugar, de desmovilizar o bien de achicar el

    conjunto de hombres que la forman. Esta es una de las opciones quesiempre aparece en los momentos posteriores a la superacin de unacrisis poltica. En das intensos, la fuerza militar crece de manera des-proporcionada debido a que su actuacin resulta necesaria para en-frentar conictos exteriores, como los enfrentamientos con otras pro-vincias, o bien para dirimir las colisiones producidas en el contorno dela poltica local. Terminado el periodo de confrontacin y crisis, surgeuna nueva necesidad: la de desmovilizar precisamente esas fuerzas

    que exceden en demasa los gastos del estado. La cuestin no siempreresulta sencilla, ya que se intenta dar de baja a una parte de los suje-tos que ayudaron a la consolidacin del nuevo orden. Tulio HalperinDonghi ha planteado la complejidad de esa escena poltica en BuenosAires. Las dicultades que tuvo, por ejemplo, Juan Manuel de Rosas,hacia nes de los aos veinte para desmontar un contingente militarque le haba permitido a la vez vencer a las fuerzas de Juan Lavalle yacceder al poder provincial31.

    Una tercera cuestin es la que alude particularmente a la desapa-ricin de algunas secciones militares, en cuanto no se suprime al azarcualquiera rea, sino que se eliminan bsicamente los cuerpos milita-res que adhirieron a la revolucin: los tercios cvicos y el jo.

    Justamente en este preciso sentido, tales modicaciones, comoes de esperar en este tipo de reformas, plantearon dudas y ciertamen-te abrieron nuevos problemas. Qu actitud tomar el gobierno, sepreguntan algunos porteos, con aquellos hombres que pertenecanal ejrcito y ahora quedan excluidos? La respuesta a este interroganteaparece, concretamente, en un ocio dirigido al coronel de la LeginPatricia. En l se arma que sobre la falta de destinos para variosociales de los extinguidos tercios cvico de esta ciudad, ha tenido a

    bien el gobierno proveer hoy lo que sigue:

    Habiendo resultado sin acomodo en el nuevo arreglo de La Le-gin Patricia varios benemritos ociales de los extinguidos Ter-cios Cvicos de la ciudad, por haber sido reducidas en aquella a

    seis las catorce compaas de que estos constaban en su antigua31 Sobre esta temtica vase en particular, Halperin Donghi 1982:169-170. Sobre el peso de las

    fuerzas armadas en el estado porteo en un perodo posterior puede consultarse Ratto 2003 y

    Garavaglia 2003.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    13/32

    25

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    formacin, teniendo presentes los importantsimos servicios quedichos ociales han prestado al pas, y los sacricios que constan-temente han consagrado a la felicidad comn de nuestros conciu-

    dadanosdndoseles por el coronel de la citada Legin Patriciagracias expresivas a nombre de este gobiernodeber asegurar-les como se le recomienda, se les haga entender por el mismohabrseles agraciado con el goce de fuero personal de guerra yuso de uniforme en sus respectivas clases militares, en las quedebern presentarse y ser agregados a la guardia de Buenos Ai-res, compuesta de ociales retirados a los objetos del instituto dedicha guardia32.

    Como puede apreciarse, quienes hicieron sacricios y se consa-graron a la felicidad comn fueron efectivamente los que participaronde la revolucin. Concretamente, entonces, se reincorporaron a variosociales sospechados de sedicin y los que no fueron incluidos enellas, se les concedi el privilegio y las ventajas de justamente dispo-ner de fuero personal de guerra y uso de uniforme en sus respectivasclases militares33. El goce de fuero militar los alejaba de estar someti-dos a la justicia ordinaria, y les permita seguir movindose dentro del

    entramado legal de su propia institucin. En este sentido, lograr esegoce y el uso de uniforme no constitua un gesto simblico o una sim-ple retrica, sino que como lo ha sealado Sara Mata para el caso sal-teo, en ese otorgamiento est en juego un espacio de negociacinimportante en la conguracin del poder34. Tenerlo o no tenerlo,signica moverse dentro un terreno distinto al de los dems habitantesde la provincia, y su obtencin, no se da obviamente por que s, sinoque se debe a un reconocimiento especial y concreto.

    Pero ste no es el nico benecio obtenido por algunos de ellos.Por esos mismos das se reemplazan las compaas que mencionamosms arriba, y en la lista de los convocados aparecen los nombres deociales implicados en la intentona revolucionaria. Pero hay ms an.

    32 Departamento de Guerra,La Gaceta, 15 de noviembre de 1820.

    33 Departamento de Guerra,La Gaceta, 15 de noviembre de 1820. Batalln de Artillera del

    Estado de Buenos Aires. Propuestas de los nuevos ociales que deben servir los empleos de

    Plaza Mayor y compaa que hoy tiene expresado.Archivo General de la Nacin, Sala X, 11,

    8,4. Guerra. Comisario de Artillera, 1820.

    34 En el caso de Salta, continua sosteniendo la autora, quienes ocuparon los puestos ms des-

    tacados en la milicias fueron importantes propietarios de tierras que a travs del fuero militar

    extendieron su poder sobre la poblacin rural. Vase Mata de Lpez en Herrero 2004:128.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    14/32

    26

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    Varios de ellos, a su vez, aparecen con un grado militar superior alque tenan.

    Los datos sobre el regimiento de la ciudad con relacin a las rein-

    corporaciones y bajas brindan al respecto precisos y valiosos indicios35

    .El 11 de noviembre de 1820, el coronel Dn. Manuel Ramrez, pide algobernador sustituto que se aprueben los nombramientos de nuevosefectivos para la creacin de un nuevo batalln a su cargo. Tales des-pachos son aprobados el 15 de noviembre. En ellos hemos detectadodos casos de ociales que fueron revolucionarios en octubre y ahorason reincorporados y ascendidos en su grado militar: al SubtenienteDn. Cayetano Cortinas lo reincorporan como Teniente 2do de la 3era.

    compaa y, al subteniente Dn. Francisco Machado, como Teniente2do de la 4ta. Otros ociales, asimismo, son reincorporados con elmismo grado militar: para Subteniente, al subteniente Dn Baltazar Bor-ges y para Capitn de la 4ta., al capitn Dn Mariano Guinta36.

    En esta misma lnea, por otra parte, hallamos casos de revolucio-narios que luego de ese conicto siguen en funciones en las las delejrcito y ahora, junto con otros hombres que estuvieron en el gobier-no, se les concede la licencia de su servicio por una enfermedad queno les permite continuar en sus cargos37.

    Finalmente, como ya se ha advertido, otra forma de reconciliacines el puntual benecio otorgado a uno de los jefes militares subleva-dos: Hilarin de la Quintana. En qu consiste? En el otorgamiento deun pasaporte dado por el gobernador para que pase a retiro en Colo-nia. Asediado por las crticas que el hecho provoc, Rodrguez debiexplicar inmediatamente su conducta sosteniendo que tal actitud tenacomo principal fundamento el cumplimiento de una promesa que,

    35 Hay otros casos que aparecen mencionados, sin embargo, no podemos conrmar si en verdad

    participaron en la revolucin. Para 2do Ayudante Mayor. A Dn. Juan Antonio Vazques que

    ha servido igual empleo en la extinguida brigada. Para Capelln, al presbtero Dn. Manuel

    Delgado que ha servido igual empleo en el regimiento. Batalln de Artillera del Estado de

    Buenos Aires. Propuestas de los nuevos ociales que deben servir los empleos de Plaza Mayor

    y compaa que hoy tiene expresado. AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11,

    8, 4.

    36 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4.

    37 As, el 13 de noviembre de 1820, el citado Coronel Manuel Ramrez pide que se de licenciaabsoluta a los individuos que se encuentran mutilados: 2da Arts, Manuel Balaguer. Arroja

    sangre por la boca. 3era Arts, Jos Torres, una cicatriz en el hueso de la frente.AGN, Guerra.

    Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11-8-4. 13 de noviembre de 1820. Coronel Manuel Ra-

    mrezob. cit.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    15/32

    27

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    precisamente, le haba formulado a dicho jefe militar en los das agita-dos del conicto armado38.

    La reestructuracin de las fuerzas de la ciudad es un muy buen

    indicador de que la retrica de conciliacin fue acompaada por algu-nas medidas polticas concretas de inclusin de aquellos que partici-paron en la revolucin. De este modo, debe matizarse la idea de queestos cambios tuvieron como uno de sus nes la marginacin poltica

    y militar de grupos polticos opositores.Resulta oportuno examinar ahora, cules son los argumentos de

    la defensa de aquellos que son acusados de haber participado en elgolpe y qu destino tuvieron.

    El principio de subordinacin y la absolucinde los sospechosos de haber sido revolucionarios

    Hay un argumento que, en el proceso iniciado a los sospechososde haber participado en la intentona revolucionaria de octubre, es uti-lizado de manera casi unnime por los miembros de las las militares:todos invocan en su defensa el principio de subordinacin. Signicaque el acusado conesa por un lado que ha participado en la revolu-cin y sin embargo maniesta, por otro lado, que no actu de acuerdoa su forma de sentir y pensar sino que lo hizo obedeciendo estrictas ydirectas ordenes.

    Fue el caso de Silvestre Milln, quien precisamente reconoci quetoc el tambor para la generala porque as se lo mand su jefe, elcapitn Dn Genaro Salomn39. Y ste ltimo, segn el mismo testigo,arm por su parte que no obraba por su propia voluntad sino que lohaca obedeciendo exactas ordenes del Cabildo40. En sintona con esterazonamiento, Felipe Gutirrez, por su lado, declar que fue a la plazae hizo fuego por orden del capitn Don Juan Balaguer y seguidamenteaclar que debi hacerlo por el simple hecho de que estaba impuestoal servicio 41. Luego reforz su argumento, al armar que en la plaza

    38 El gobierno al pueblo,La Gaceta, 11 de octubre de 1820.

    39 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4. Declaracin de Silvestre Mi-

    llnob. cit.

    40 Ibid.

    41 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4. Criminal. Contra el capitn del

    2do tercio cvico D. Genero Gonzlez Salomnob. cit. Declaracin de Felipe Gutirrez, 10

    de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    16/32

    28

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    tampoco se movi de acuerdo a su criterio y de modo individual, yaque en todo momento recibi rdenes del capitn Salomn y (de)Pagola42.

    En esta misma lnea otro sumario, iniciado a varios ociales, ofre-ce ms evidencias al respecto. Se trata de un hecho un poco ms con-fuso, debido a que son individuos que se cambian de bando en mediodel combate. Son algunos sujetos que dependen en los primeros dasde la revolucin del Sargento Mayor Bonifacio Ramos. Sin embargo,cuando los representantes de ambos sectores enfrentados se hallabanparlamentando, dichos ociales se unen a las fuerzas del gobernador,ponindose a las rdenes del Capitn Torres43.

    Ahora bien, la cuestin que se plantea es dirimir si realmente par-ticiparon porque estaban de acuerdo con la causa de la revolucin, obien lo hacan porque reciban rdenes superiores por las cuales sesentan obligados a participar44.

    Como se ha visto ya, los acusados sostenan la idea de que partici-paron siguiendo la natural cadena de mandos, sin embargo, el tribunalmilitar no encontr en un primer momento una respuesta precisa. Susmiembros, por este motivo, le envan una nota al gobernador sustituto,Marcos Balcarce, en la que sealan que luego de or las declaracionesde los ociales supuestamente implicados, no pueden aun sugerir undictamen para que el gobernador nalmente dictamine. No obstante,sostienen que teniendo en cuenta que han participado de distintas for-mas en esos das, aunque no de manera decisiva, ya que lo hacen porun principio de subordinacin; y considerando que aun cumplenservicios y hacen falta, le solicitan al gobernador que los sospecho-sos sigan en sus puestos de trabajo, sosteniendo, que no hay todavacargos concretos contra ellos45.

    Qu sucedi posteriormente? Los acusados vuelven a sus uni-dades militares, ya que poco tiempo despus el juez de la causa los

    42 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4.

    43 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4. Sumario contra los ociales de

    la extinguida Brigada de artillera, sargento mayor Dn Bonifacio Ramosob. cit., 17 de octu-

    bre de 1820, informe de Comandante General Matas Irigoyen al gobernador sustituto MarcosBalcarce, sobre la conducta de ociales en las ocurrencias del primero de octubre de 1820.

    44 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4.

    45 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4. 9 de noviembre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    17/32

    29

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    absuelve46. Como se ve, la utilizacin del principio de subordinacinresult un argumento relativamente ecaz. Pues bien, a qu respondeesta poltica de reconciliacin? Es probable que en parte responda a

    la necesidad de lograr una base de mayor apoyo y adhesin, la cualresulta muy necesaria en un marco de crisis poltica. Los que protestanen octubre no es un grupo absolutamente minoritario, su integracinal nuevo orden posibilitara de algn modo el fortalecimiento del nue-vo poder provincial. Por otra parte, no habra que olvidar las palabrasde quienes que intervinieron en el juicio, me reero a aquellos quealertaban al gobernador de que esos sospechados de revolucionarioshacan falta en el servicio de armas. Dicho elemento se tom en consi-

    deracin a la hora de dar una sentencia y de ningn modo parece serextrao al mundo poltico rioplatense.La necesidad de hombres para el ejrcito, ha sealado Juan Carlos

    Garavaglia, ya era sensible desde las invasiones inglesas de 1806 y 1807y se acentu desde 1810 cuando comenzaron a formarse los primerosejrcitos expedicionarios revolucionarios (Garavaglia 2003:161). En lamisma lnea, trabajos recientes han ido probando cmo los gobiernosprovinciales, como el de Entre Ros, tuvieron que elaborar diferentesestrategias para lograr constituir una fuerza militar, las cuales presentaninstancias de negociacin y consenso47. Una de ellas era el montajede un mecanismo de funcionamiento que, frente a la imposibilidad deorganizar un ejrcito regular y pago, combinaba tropas milicianas conotras provenientes de los cvicos (Schmit 2004:174). Tambin se pudoconstatar que en caso de delitos de militares poco graves, se tuvo encuenta la necesidad de esos hombres tanto para la produccin comopara la guerra. En ese marco parece haber operado una lgica queprivilegi el apercibimiento y el disciplinamiento, sobre todo a travs

    de aumentar las penas con recargo de ms aos de servicio al estadoen las tropas de lnea y no en la aplicacin sistemtica de castigoscapitales (Schmit 2004:174).

    46 AGN, Guerra. Comisara de Artillera. 1820. Sala X, 11, 8, 4. El juez Manuel Del Mrmol de

    la causa los absuelve de todo cargo, el 21 de julio de 1821. Se trata de los cinco ociales de la

    extinguida brigada de artillera, capitanes Dn Mariano Giunta, Dn Jos Daz, y los subtenientes

    Dn Cayetano Cortinas, Dn Baltazar Borges y don Francisco Machado. Asimismo, el 15 de

    octubre de 1821, Doa Angela Caree, la mujer legitima de Surlin pide que le de una gracia a

    su marido, pas un ao de su detencin, est cansado y debido a los xitos de la patria en Lima,

    pide que se le de la libertad. Posteriormente, el gobierno le da la libertad por decreto.

    47 Vase el excelente libro de Schmit 2004:153-201, especialmente el captulo 6, Consenso y

    negociacin en torno al cotidiano servicio de la guerra.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    18/32

    30

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    II. Pensr revoucin dentro de ey

    Concluidos los enfrentamientos armados, a los muy pocos das,

    surgen numerosas voces que intentan reexionar sobre las recurren-tes y odiadas revoluciones. El n es claro: tratar de ofrecer algn tipode respuesta que tenga el sabor de las cosas duraderas y denitivas.En las columnas de los diarios porteos tres cuestiones sustantivas seimponen a simple vista. En primer trmino, cul es la naturaleza delacontecimiento, esto es, cmo puede denirse. En segundo lugar, seintenta mostrar que la falta de conocimientos de los porteos sobre elfuncionamiento de las asambleas populares es uno de los elementos

    que contribuyen a la promocin de estallidos polticos como los re-cientemente vividos. La tercera cuestin se reere a las atribucionesdel Cabildo y a la falta de conocimientos que se tienen de ellos. Poreste motivo, se considera oportuno informar sobre los requisitos esen-ciales de funcionamiento, ya que la sala capitular se ha visto compro-metida en acciones violentas y polticas que no le competen.

    La primera de ellas remite, por consiguiente, a la caracterizacinde la llamada revolucin federal. Desde La Gaceta, se dene alacontecimiento como una sedicin, ya que segn las instituciones vi-gentes esas irrupciones violan precisamente las llamadas leyes funda-mentales, en cuanto usurpan y atropellan la soberana del pueblo48.Esos alterados sujetos, entonces, no slo con su accin ofenden lavida sino que adems atentan directamente contra la conservacindel estado49.

    Visto de esta manera, el concepto de sedicin es utilizado para ca-licar la aventura federalista, la cual resulta doblemente cuestionada.No es, en primer lugar, una accin legtima, debido a que fue provoca-

    da por un nmero reducido de individuos que actuaron de modo vio-lento y sin respetar las leyes de la provincia. No es, en segundo lugar,un acto representativo del pueblo de Buenos Aires, ya que su escasaadhesin invalida una consideracin en esos trminos. Para decirlocon otras palabras: pareciera que, en el instante de esas movilizacio-nes, un fragmento de la sociedad quiere, ella misma, ser la expresinexcluyente de lo que es el pueblo. En ese marco de emergencia de ungrupo que pretende apropiarse de la voz popular, la fuerza que puede

    48 Buenos Aires,La Gaceta, 11 de octubre de 1820.

    49 Buenos Aires,La Gaceta, 11 de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    19/32

    31

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    quebrar esa resistencia es el respeto de las leyes de la provincia, elabo-radas y sancionadas por sus propios y legtimos representantes.

    Otra cuestin que se plantea es distinguir cundo precisamente

    una reunin popular debe ser incluida dentro del marco legal y cun-do, por el contrario, se transforma en un acto ilegal, es decir, en unasedicin o en un tumulto. Aqu el discurso directorial se dirige demodo particular a los ciudadanos menos ilustrados. En la falta de ilus-tracin de una franja muy importante de porteos, encuentran, justa-mente, una de las causas de todos los alzamientos polticos ocurridosluego de 1810. A ese vasto pblico, entonces, tratan de explicarles (loms detalladamente posible) las diferencias existentes entre las asam-

    bleas populares y los tumultos.La instruccin, de esta forma, es una pieza clave que regula cual-quier tipo de tensin democrtica (Rosanvallon 1999:163). Cual-quier mal entendido debe ser respondido bajo las premisas de unailustracin bsica sobre los temas de inters colectivo. Los hombres nose mueven por cualquier lugar del modo que mejor les parezca sinoque deben actuar de acuerdo a determinados y precisos criterios co-munes. El ciudadano acta bajo ciertas reglas. En este sentido, comoseala con certeza Pierre Rosanvallon debe identicarse al ciudada-no como un actor racional (1999:163).

    Desde este supuesto, la prensa justamente juega un papel didcti-co fundamental. En las pginas de las publicaciones peridicas, comoha sealado precisamente Francois-Xavier Guerra, se trata de poner enobra una estrategia gradual (Guerra 2000:234) con el n de ir im-poniendo lentamente las ideas que se consideran justas y adecuadas.Pues bien, cules son esas ideas que los directoriales pretenden quesean justas y adecuadas para todos? Sustancialmente, debe compren-

    derse cul es el espacio pblico en el que cada uno puede expresarse,esto es, cuando puede convocarse a una asamblea popular y quienpuede hacerlo. Habra que diferenciar aqu las asambleas legales delas asambleas ilegales. En la primera, se convoca y se rene a los ciu-dadanos en el tiempo y en el lugar que marcan las leyes, con el claropropsito de tratar o deliberar sobre algunos de los negocios de laRepblica 50. Por el contrario, en la segundo, los ciudadanos, o losque no lo son (la aclaracin resulta importante), se congregan clandes-

    tinamente sin una convocatoria legal y lo hacen en horas y sitios que

    50 Tumultos,La Gaceta, 18 de octubre de 1820. Vase tambin, Administracin de justicia, La

    Gaceta, 15 de noviembre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    20/32

    32

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    la ley no les seala, con la pretensin de resolver estrepitosamenteen los negocios pblicos51. Este ltimo aspecto es repetido casi demanera machacona. El pueblo soberano slo debe deliberar en las

    formas legtimas que el marco legal de la provincia determina. Esadeliberacin, por consiguiente, debe realizarse sin recurrir a ningntipo de violencia. Toda otra reunin, concluye el escritor del diarioocial, es sediciosa y tumultuaria52. Quienes participan en esas re-uniones transforman ese espacio pblico en una arena de gladiadoresdonde todo vale. En estas circunstancias, los hombres hacen un ex-trao y peligroso pasaje al lado oscuro de la confusin y el caos. Poreste motivo, las asambleas de carcter popular no deben hacerse de

    cualquier forma, slo puede permitirse la realizacin de aquellas quelas leyes determinan y admiten.En la visin directorial, las sediciones son percibidas como un

    delito de extrema gravedad por cuanto el Estado se pone en guerracon los mismos que deben sostenerlo53. Esos odiados movimientos,una vez que se ponen en marcha, no hacen otra cosa que producir elchoque entre dos o ms poderes del Estado. ste es precisamente eltercer punto en el que quisiera detenerme y reexionar.

    Cules son esas autoridades que se enfrentan poltica y militar-mente? Son aquellas que se enfrentaron en octubre. Es claro que sobreesta base debe entenderse tambin el ocio que el gobernador dirige

    a la Junta de Representantes, en el que arma que sera muy del casoque estos cuerpos (el Cabildo) no reconociesen otra autoridad que ladel gobierno, para que cesase el choque a que alienta la divisin delpoder54.

    51 Tumultos,La Gaceta, 18 de octubre de 1820.

    52 Tumultos,La Gaceta, 18 de octubre de 1820.

    53 Tumultos,La Gaceta, 18 de octubre de 1820.

    54 Acuerdos de la Honorable Junta de Representantes ob. cit., Sesin 6 de octubre de 1820.

    Veamos otros ejemplos. En las sesiones de la Junta de Representantes en los momentos de la

    revolucin se muestra a dos bandos enfrentados, por un lado, los jefes de oposicin y por

    otro al gobernador.Acuerdos de la Honorable Junta de Representantes ob. cit., Sesin 4

    de octubre de 1820. Luego de la revolucin, aun se menciona a los bandos enfrentados como

    dos autoridades diferentes, aunque, ahora se sostiene que los alzados tienen menos represen-

    tacin. As, comienza la sesin aclarndose que la junta sigue ahora en sus funciones luegoque el gobernador reconquistara el orden, enfrentndose contra los que han practicado un

    Partido revolucionario apoyado en la autoridad y representacin de una parte pequea del

    Cabildo que han turbado la tranquilidad pblica desde el domingo 1 del corriente hasta el

    da de ayer a las seis.Acuerdos de la Honorable Junta de Representantes ob. cit.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    21/32

    33

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    Esta idea aparece tambin en la prensa ocial. El problema radicaen que las autoridades de Buenos Aires no parecen tener en claro cu-les son sus verdaderas funciones.

    Para ilustrar esta particular situacin, es til mencionar una comu-nicacin publicada en ese diario y rmada por El patriota reexivoy consternado. En ella se intenta diferenciar las funciones del Cabil-do y de la Junta de Representantes55. El incgnito autor comienza suplanteo destacando a la altamente respetable Autoridad del Cabildopor su representacin, por las nobles funciones de administracin, dejusticia ordinaria, polica, defensora de menores, la de pobres, entreotras. Pero luego se pregunta

    Cmo puede compararsesta Autoridad subalterna (se reereal Cabildo) con la soberana representacin de la Junta destinadaa dar la ley y la regla, a que deben ajustarse no solamente lasfunciones de toda otra Autoridad, ms aun su misma eleccin ynombramiento, y por consiguiente a ser respetada y obedecidapor todas como la primera y la fuente de donde emanan?56.

    El Cabildo, en efecto, no puede encaminarse hacia ninguna re-volucin, debido a que concretamente no tiene una misin polticaespecca que cumplir. Por este motivo, una de las dicultades ms

    graves radica en que cada tanto se presentan violentando las calles y laplaza de la ciudad una clase de hombres armados que no estn bajola absoluta dependencia del poder ejecutivo57.

    Reforzando su argumento, en esta precisa lnea, considera que larespuesta para evitar

    el despotismo no conoce el derecho ni la poltica otra fuerza

    que la moral con que arma los poderes intermedios y el pueblo

    55 el objeto de la prensa libre es restituir al pueblo y rectifcar sus opiniones: parece que la

    que tienen algunos ciudadanos sobre la autoridad y funciones de la Junta y la del Cabildo, es

    equivocada. Esta equivocacin ha tenido sin duda gran parte en las frecuentes revoluciones

    que nos han conducido hasta el deplorable estado presente que los aspirantes, los desconten-

    tos y lo que aparecen ro revuelto a toda costa, han sabido aprovecharse de ella por derribar

    las autoridades y dar en tierra con nuestras instituciones. Seor editor de la Gaceta Minis-

    terial,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    56 Seor editor de la Gaceta Ministerial,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    57 Para cortar en seco con la irrupcin tumultuosa, con el choque de autoridades, como es el caso

    del Cabildo y el Gobernador, los poderes subalternos (se reere al primero) deben depender

    del poder ejecutivo. Seor editor de la Gaceta Ministerial, La Gaceta, 25 de octubre de

    1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    22/32

    34

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    mismo, porque no hay cosa ms temible ni origen ms fecundode convulsiones y de espantosa anarqua que dos poderes de ten-dencia contraria armados de fuerza fsica cuyo conicto y choque

    es tan fcil en cada momento58

    .Como se ve, llega a la misma conclusin que el gobernador. En

    lnea con esta idea, en el diario ocial se arma que el ayuntamiento,no es un poder, ni puede ejercer actos potestativos, sino econmicosy municipales59. Un Cabildo, contina, representa a una ciudad, auna villa, pero no a un estado60. El de Buenos Aires, de este modo,representa al pueblo de este lugar pero no a la provincia, y los repre-senta como sbdito y no como soberano61. Cabildo Gobernador,

    concluye, es la implicancia ms absurda62. El problema entoncesde las revoluciones radica en que se confunden las atribuciones delcuerpo capitular, adjudicndole, concretamente, una dimensin pol-tica que no tiene63. Esa equivocada funcin poltica del Cabildo haceque sus miembros se crean con derecho a irrumpir por la fuerza porencima de cualquier otra autoridad provincial.

    Llegados a este punto, conviene que examinemos un instante doscuestiones particulares. La primera, si la actitud centralista con rela-

    cin al ayuntamiento es nueva o tiene su historia en la provincia yla segunda, determinar si realmente el Cabildo tuvo una dimensinpoltica de tanta signicacin como se le adjudica aqu.

    58 Seor editor de la Gaceta Ministerial,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    59 Reexiones. Sobre la exactitud de los principios sociales y sobre los vicios que pueden alte -

    rarlos,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    60 Reexiones. Sobre la exactitud de los principios sociales y sobre los vicios que pueden alte -

    rarlos,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    61 Reexiones. Sobre la exactitud de los principios sociales y sobre los vicios que pueden alte -

    rarlos,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    62 En este sentido, aclara, regstrense las leyes antiguas de su establecimiento: examnense las

    leyes y reglamentos patrios desde el ao 1810: lanse sus especiales ordenanzas y no se se-

    alara una sola, que le atribuya la sucesin del gobierno que tantas veces se ha abrogado.

    Reexiones. Sobre la exactitud de los principios sociales y sobre los vicios que pueden alte -

    rarlos,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

    63 Reexiones. Sobre la exactitud de los principios sociales y sobre los vicios que pueden alte -

    rarlos,La Gaceta, 25 de octubre de 1820.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    23/32

    35

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    La dimensin poltica del Cabildo y la actitud previa

    de los centralistas

    Despus de la revolucin, el Cabildo de Buenos Aires conserv elejercicio de las funciones polticas que le eran propias. La trayectoriade esa actuacin la conocemos bien a partir del clsico trabajo deJos Mara Senz Valiente64. En trmino generales, el cuerpo capitularmantuvo su carcter de rgano representativo del pueblo, y en estepreciso sentido, conserv las dos prerrogativas o funciones extraordi-narias que ejerca durante el perodo de dominio espaol: convocaral pueblo en Cabildo abierto y asumir el gobierno en caso de acefala.

    A estas atribuciones tpicamente polticas, agreg otras que tenan ca-ractersticas similares que, pese a su carcter de organismo local, loconvirtieron en factor preponderante o decisivo en el desarrollo de losacontecimientos polticos y en la organizacin de los poderes de laNacin o de la provincia65.

    Para comprender mejor dicha dimensin poltica resulta conve-niente conocer algunos aspectos relacionados con los episodios endonde se producen acefalas pero tambin cuando se convocan e ins-talan las reuniones populares. Empiezo por sta ltima.

    Los Cabildos abiertos de la poca colonial eran asambleas delibe-rantes, las cuales deban ser convocadas con autorizacin gubernativapor el Cabildo ordinario quien adems las presida. Los habitantes deBuenos Aires no fueron, por cierto, sus principales asistentes, ya que porlo general solo podan concurrir aquellos que eran invitados de modoparticular. Esos vecinos eran los denominados vecinos calicados.

    A decir verdad, su maquinaria organizativa no era uniforme. Du-rante la primera mitad del siglo XVII fueron verdaderas asambleas po-pulares a las cuales concurran los vecinos y donde no faltaban los

    64 En la redaccin de la parte correspondiente a las atribuciones polticas del Cabildo de Buenos

    Aires he consultado el detallado trabajo de Senz Valiente (1952:163-189).

    65 Hasta el ao 1820, Buenos Aires fue de hecho la capital de las Provincias Unidas del Ro de la

    Plata y recin a raz de los sucesos de comienzo de ese ao, vino a quedar reducida a un simple

    gobierno de Provincia. Por su carcter de ciudad iniciadora y orientadora del movimiento revo-

    lucionario, Buenos Aires tuvo en su Cabildo, no solamente el punto de apoyo de las aspiracio-

    nes populares, legtimas o no, sino tambin las primeras manifestaciones de gobierno propio,

    porque a partir del ao 1816, la corporacin se renov popularmente mediante el sistema desegundo grado, con intervencin de la poblacin rural, primero, sin participacin de ella, ms

    tarde. El Cabildo adquiri as el carcter de una verdadera legislatura local y fue el precursor

    de la Junta de Representantes que lo extinguira como institucin incompatible con ella (Senz

    Valiente 1952:164).

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    24/32

    36

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    tribunos del pueblo. Con el paso del tiempo, sin embargo, la llama-da gente decente fue su nico y exclusivo protagonista. Los Cabildosabiertos del siglo XVIII revistieron este ltimo carcter. Los celebrados

    en los aos nales del rgimen colonial fueron restringidos en cuanto ala calidad de los componentes: el realizado el 14 de agosto de 1806 severic con asistencia de las corporaciones y personas condecoradasdel estado militar y civil, y el efectuado el 22 de mayo de 1810 tuvoanlogo carcter; el permiso solicitado por el Ayuntamiento se referaa la principal y ms sana parte del vecindario, y el Virrey Cisneros alautorizarlo destac que la invitacin deba comprender tan slo a losvecinos de distincin (Senz Valiente 1952:163-189).

    Los Cabildos abiertos posteriores a la Revolucin presentan ca-ractersticas propias que los diferencian de los realizados durante lapoca colonial. Unos fueron simples reuniones de funcionarios; otros,actos electorales, a los cuales no resulta apropiado aplicarles la clsi-ca denominacin. Por lo general, fueron reuniones o asambleas delpueblo, impuestas por ste sin previa convocatoria, o las convocaronlas autoridades. La convocatoria fue extraa, en ocasiones, al Cabildoy parti directamente del Superior Gobierno. La presidencia, que tra-dicionalmente corresponda al Ayuntamiento, no siempre fue ejercidapor ste, sustituido en ella, unas veces por el gobernador intendente,otras por uno de los alcaldes. En la mayora de los casos los asistentesconcurran de modo voluntario, pero en algn caso tuvo carcter deobligatorio. Ahora bien, cul fue el lugar de reunin? Las cosas no semodicaron demasiado. Se conserv la costumbre de reunirlos en elrecinto del Cabildo o en el interior de una iglesia, tal cual ocurra enla poca colonial.

    Como se ve, el Cabildo fue una pieza clave para la consulta del

    pueblo en caso de crisis polticas y su actuacin fue igualmente im-portante en caso de acefala. En este ltimo sentido, no debera causarsorpresa que el Cabildo de la etapa colonial, al atribuirse a s mismo larepresentacin popular, se sintiera facultado para asumir el gobiernopoltico cuando se producan casos de acefala. De hecho, la ley nodeterminaba cul era el reemplazante legal de la autoridad faltante,ausente o impedida.

    Ms tarde, durante los aos posrevolucionarios, el Cabildo de

    Buenos Aires puso en ejercicio esta facultad extraordinaria en variasocasiones. Es lo que ocurri justamente en el Cabildo abierto o Con-greso General del 22 de mayo de 1810. Los ciento cincuenta y cinco

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    25/32

    37

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    votos pronunciados por la cesanta del Virrey se inclinaron tambinen el sentido de que el Cabildo asumiese el mando, pero no hubouniformidad en cuanto al tiempo en que lo ejercera, ni a las atribu-

    ciones que se le conferan y si tendra o no voto el Sndico ProcuradorGeneral. Lo cierto es que, proclamado el escrutinio practicado por elayuntamiento, ste asumi el gobierno con el ttulo de ExcelentsimoCabildo Gobernador66.

    En esta oportunidad, la asuncin del gobierno respondi a la vo-luntad del Cabildo abierto. En otras ocasiones, se hizo a partir delrequerimiento popular. La primera de ellas tuvo lugar el 12 de octubrede 1812, en el marco de un estallido revolucionario, el Cabildo, como

    ocurri con anterioridad, actu al solo efecto de constituir el gobierno.Todo volvi a repetirse con la revolucin del 15 de abril de 1815; elayuntamiento, bajo la presin de los acontecimientos, se hizo cargodel gobierno de la provincia, y los acuerdos celebrados entre el 18de abril y el 6 de mayo, excepcin hecha del realizado el 25 de abril,aparecen encabezados con el nombre de Excmo. Cabildo gobernadoro Exmo ayuntamiento gobernador.

    Durante el ao 1820, esta situacin se repiti en cinco oportu-nidades. El Cabildo, convertido en poder poltico de extraordinariagravitacin, comenz por asumir el mando de la provincia desde el11 al 12 de febrero, con motivo del requerimiento formulado por losjefes y ociales del Ejrcito Exterior, de la disolucin del Congreso yde la renuncia del Director Rondeau. El 11 de marzo, el 20 de junio,el 30 del mismo mes y nalmente el 2 de octubre, el Cabildo ejercitransitoriamente el gobierno prestndose, en ocasiones, a servir deinstrumento a intereses personales o a las facciones en lucha.

    Llegados a este punto resulta oportuno hacer una ltima pregunta.

    El Cabildo tuvo adems otras formas de intervencin pblica? A decirverdad, muchas de ellas estuvieron ligadas a la sancin del estatutoprovisional de 1815, entre otras, la formacin del Registro cvico, elRegistro de las cartas de ciudadana y otorgamiento de las mismas, elrelevamiento de la condicin de prisioneros, la autorizacin de ex-pediciones militares y medidas scales o la suspensin de garantas

    66 En este sentido, Senz Valiente aclara que la actuacin del Cabildo en esta emergencia no res-

    pondi, por cierto, a la expectativa popular, pues excedindose en sus atribuciones no vacil enconstituir una Junta bajo la presidencia del Virrey depuesto. Esta actitud le vali la repulsa del

    pueblo y la imposicin por ste de las personas que constituiran el nuevo gobierno, sin perjui-

    cio de las atribuciones de vigilancia y contralor que el Ayuntamiento se reserv y provocaron

    la destitucin de su miembros electivos.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    26/32

    38

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    constitucionales67. A modo ilustrativo destaco particularmente una deellas: el veto de las leyes dictadas.

    El Estatuto Provisional confera al Cabildo el derecho de enervar

    las sanciones legislativas en unin con el Directo. Segn el artculoVIII, toda adicin o correccin de las leyes vigentes, como igualmentetodo nuevo reglamento que se dictara, no poda publicarse, y por con-siguiente no entraba en vigencia sin la previa consulta al Gobierno yal Cabildo, que disponan de ocho das, a ms tardar, para manifestarsu consentimiento o disenso, debiendo expresar, en este ltimo caso,las razones fundamentales de la oposicin. La consulta deba hacerseen primer trmino al Gobierno y, formulado el disentimiento, la Junta

    pasaba la ley a estudio del Cabildo. Si ste se manifestaba conformecon ella, su conformidad anulaba el disentimiento del Poder Ejecutivoy la ley deba publicarse. En caso contrario, es decir, si el Cabildo esta-ba de acuerdo con el disentimiento manifestado por el Poder Ejecutivoy disconforme, por lo tanto, con la ley sancionada, sta quedaba sinefecto. La coincidencia de ambas autoridades en contra de la ley im-portaba el ejercicio de un veto absoluto. En este marco, sealado enel artculo IX, si Gobierno y Cabildo aprobaban la ley o la consentan,dejando vencer el trmino para oponerse a ella, la publicacin se rea-lizaba de inmediato.

    En suma, el Cabildo tuvo atribuciones polticas de verdadera sig-nicacin, las cuales no son producto directo del hecho revolucio-nario sino que tienen un pasado ms largo que remite a la etapa dedominio colonial espaol. No obstante, esas intervenciones pblicasse profundizaron enormemente luego de los cambios producidos apartir del ao 1810. Por todo lo dicho hasta aqu puede comprender-se mejor porqu los centralistas no se equivocaban cuando sostenan

    que uno de los factores que contribuan a la gestacin de los estallidospolticos radicaba en que el ayuntamiento haca valer iniciativas pol-ticas que en realidad no le correspondan, sino que se concretaban ymaterializaban como cuestiones de puro hecho.

    Ahora bien, esta actitud adoptada por los centralistas es a mi jui-cio relativamente reciente, ya que durante el decenio revolucionariofueron precisamente grupos ligados a esas creencias los que dispusie-ron de los resortes polticos del Cabildo local. Y si bien es correcto

    67 Los detalles de estas atribuciones son detalladamente explicadas por Senz Valiente 1952:180-

    185.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    27/32

    39

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    que antes de esa fecha hubo crticas, las mismas nunca fueron tan ter-minantes como lo son ahora68.

    El Cabildo de Buenos Aires jug polticamente del lado de los

    sectores que manifestaban una orientacin de poder centralista entrelos aos 1810 y 1819. En ese cuadro, anoto dos ejemplos puntua-les. La cada del Directorio de Carlos Alvear cont con el apoyo delayuntamiento porteo, que, por esos das, frente ese clima de cambioy desorientacin, guraba como Cabildo gobernador. Un mes mstarde, de ese Cabildo surge una nueva estrategia de poder de centrali-zacin de poder. Conrman ese nuevo camino, tanto las instruccionesotorgadas a los diputados que insistan en la construccin de un estado

    de caractersticas nacionales nico e indivisible como la designacinde un nuevo Directorio.Debe recordarse, en segundo trmino, que una de las causas que

    produjo la tendencia confederacionista de junio de 1816 fue el cho-que producido entre diferentes autoridades de poder en Buenos Aires.Dentro del contingente confederal, guraban el Director Interino y elgobernador intendente, mientras que el Cabildo y la Junta de Observa-cin adheran a la propuesta centralista. No es casualidad que los fede-rales comienzan a tener mayor ingerencia en el Cabildo cuando ste, acomienzos de 1820 luego del derrumbe del rgimen directorial, dejade tener importancia en los negocios nacionales y debe encerrarse enel contorno provincial. Los planes de centralizacin del pas parecenderrumbarse tambin y los centralistas parecen refugiarse no ya en elCabildo local sino en la Junta de Representantes.

    Como se ve, durante el decenio revolucionario, el tan problem-tico Cabildo juega su papel del lado de estos ltimos. De este modo,el poder poltico de la autoridad municipal y su dominio centralista,

    hacen de esta institucin un elemento clave en la dcada revolucio-naria. Sin embargo, en 1820, cuando pierden su control aparece laidea de reformarlo. Ciertamente, es posible suponer que una actitudoportunista domin el clima reformista de ese ao.

    a modo de concusin

    1. Concluidos los enfrentamientos armados, cmo piensan loscentralistas al otro confederacionista? A grandes rasgos, no parece

    68 Sobre este aspecto vase especialmente Ternavasio 2000.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    28/32

    40

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    haber demasiadas diferencias entre las actitudes moderadas y conci-liadoras adoptadas luego de octubre de 1820 y la asumida en los dasposteriores a la tendencia confederacionista de 1816. Por un lado,

    se excluye a los segmentos ms radicalizados, aqullos que en losltimos momentos del conicto deciden huir antes de rendirse, perotambin se debe mencionar a los dos federales sentenciados a muertepor el tribunal militar. Carlos Heras seal que esta ltima resolucinno debera exagerarse, por cuanto las medidas ejemplicadoras no seextendieron a otros revolucionarios. No fue, por cierto, el destino queles toc en suerte a los principales lderes federalistas. Todo pareceindicar que se trat de dar una clara seal a la sociedad sobre lo que

    podra ocurrirle a los individuos que participaran en futuras tormentaspolticas.Por otro lado, se intent unir a las fuerzas ganadoras y a las per-

    dedoras. Para comprobar esta idea, fue necesario mostrar cmo en elcorazn de la prensa peridica pero tambin en los mensajes emitidospor los hombres de poder poltico y militar de la provincia, se des-pleg una amplia y machacona retrica de conciliacin. Esa retricafue acompaada adems por medidas muy concretas que tendan acumplir esas promesas: la reincorporacin de militares en las nuevasunidades reformadas, el uso de uniforme y fueros para aquellos quequedan afuera de la reorganizacin de las fuerzas o el pasaporte queel gobernador le da a uno de los principales ociales que particip enla revolucin, Hilarin de la Quintana.

    2. Una sedicin. sta es la nocin que emplea el grupo vence-dor para denir los sucesos revolucionarios de octubre. Esta visinde las cosas los lleva a marcar en la arena pblica provincial variascuestiones puntuales: los conictos polticos violentos ms recientesson el resultado del choque producido entre las distintas autoridadesresidentes en la ciudad en cuanto son poderes armados: por una parteel Cabildo sublevado y por otra, las fuerzas de la ley y del orden querodean la gura legtima del gobernador propietario.

    En ese marco de alteracin y confusin, la emergencia de asam-bleas no permitidas por la ley fue una de sus salidas polticas msfrecuentes, la cual deriva en un atentado contra el Estado, en una se-

    dicin. Las repuestas que se ofrecen son bsicamente dos, una mayorsubordinacin de los poderes subalternos (como el Cabildo) bajo elmbito del poder ejecutivo, y una suerte de poltica moral que ilustre

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    29/32

    41

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    a los ciudadanos sobre cmo deben actuar de acuerdo a las leyes vi-gentes. Desde este supuesto, se considera necesario que los porteostomen conciencia de los atributos de cada autoridad.

    La respuesta del grupo directorial de 1820 es bastante similar a laque ofrece el mismo sector luego de la tendencia confederacionistade 1816. Sin embargo, hay un aspecto novedoso. Es la idea de quey no temamos insistir en esto estas sediciones son el producto deun choque de autoridades y, en ese marco, se subraya que el Cabildono tiene una dimensin poltica para intervenir en la escena. Comoimaginar el lector, el argumento sirve no slo para cuestionar a lossediciosos sino tambin para cortar en seco con la vida pblica de

    esta institucin. Poco tiempo despus, se suprime ese reducto querefugiaba en los ltimos tiempos a los grupos antidirectoriales. La des-cripcin del itinerario del Cabildo nos permiti mostrar por un ladoque efectivamente el Cabildo tuvo atribuciones polticas de primeraimportancia, en cuanto poda asumir la jefatura de la provincia encasos de crisis especialmente, pero por otro lado, la comprobacin deque esa institucin fue conducida por los sectores directoriales duran-te la dcada revolucionaria nos hizo comprender que se trat de unacto en verdad oportunista.

    A partir de lo dicho hasta aqu, resulta por lo menos probablepensar que la reforma del estado de Buenos Aires realizada luego de1820 no fue solamente para congurar un aparato estatal acorde a losnuevos tiempos de la expansin ganadera, un Estado que, como loha analizado Tulio Halperin Donghi en un verdadero trabajo clsicosobre el tema, proteja los intereses de la elite econmica. Es del todoprobable pensar que, adems, algunos de tales cambios tienen por ob-jetivo tambin la construccin de un estado que elimine el problema

    de las intentonas revolucionarias: un poder ejecutivo ms centraliza-do que logre tener ms poder, es decir, no un estado que pueda serdividido en varios poderes o autoridades que escondan detrs de sfuturas facciones, las cuales, una y otra vez, se enfrentan blicamentecon recursos humanos y materiales del estado.

    Referencias bibliogrcas

    AROZ DE LA MADRID, Gregorio (1947) Memorias, Tomo I, BuenosAires, Biblioteca del subocial.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    30/32

    42

    Fabin Herrero

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    ARCHIVO NACIONAL, ARCHIVO DE DON BERNARDO O HIGGINS(1949), Tomo VI, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria.

    BILBAO, Manuel (1919) Historia de Rosas, Buenos Aires, Ediciones

    Vaccaro.BUSANICHE, Jos Luis (1984) Historia Argentina, Buenos Aires,

    Ediciones Solar.

    CANSANELLO, Carlos (2003) De sbditos a ciudadanos. Ensayo sobrelas libertades en los orgenes republicanos. Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Imago Mundi.

    GARAVAGLIA, Juan Carlos (2003) Ejrcito y milicia: los campesinos

    bonaerenses y el peso de las exigencias militares (1810-1860), en:Anuario IEHS, n. 18, pp. 153-187.

    GUERRA, Francois-Xavier (2000) Modernidad e independencias.Ensayos sobre las revoluciones hispnicas, Mxico, FCE.

    HALPERIN DONGHI, Tulio (1972) Revolucin y Guerra. Formacinde una lite dirigente en la argentina criolla, Mxico, Siglo XXI.

    HALPERIN DONGHI, Tulio (1982) Guerra y nanza en los orgenes

    del Estado Argentino (1791-1850), Buenos Aires, Editorial deBelgrano.

    HERRERO, Fabin (1995) Buenos Aires, ao 1816. Una tendenciaconfederacionista, en: Boletn del Instituto de Historia Argentinay Americana Dr. Emilio Ravignani, tercera serie, n.12.

    HERRERO, Fabin (1999) Indicios y estrategias. Lucha por el poder

    en Buenos Aires durante el critico ao de 1820, Prohistoria, n. 3.

    HERRERO, Fabin (2002) Francisco de Paula Castaeda, (1776-1832). Sobre algunas lneas brbaras en su discurso pblico, enNancy Calvo, Roberto Di Stefano y Klaus Gallo, Los curas de larevolucin. Vidas de eclesisticos en los orgenes de la Nacin,Buenos Aires, Emec.

    HERRERO, Fabin (2003)Un golpe de estado en Buenos Aires duranteoctubre de 1820, en:Anuario IEHS, n. 18, pp. 67-85.

    HERRERO, Fabin (2004) Revolucin. Poltica e ideas en el Ro

    de la Plata durante la dcada de 1810, Buenos Aires, EdicionesCooperativas.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    31/32

    43

    Quinto Sol, N 12, 2008, ISSN 0329-2665, pp. 13-44

    - Instituto de Estudios Socio-Histricos - Facultad de Ciencias Humanas - Universidad de La Pampa -

    HERRERO, Fabin (2007) Escuchando la voz de los vencidos. Sobrela revolucin federal de octubre de 1820, en: Revista Andes, n 18,pp. 13- 48.

    RATTO, Silvia (2003) Soldados, Milicianos e indios de lanza y bola.La defensa de la frontera bonaerense a mediados de la dcada de1830, en:Anuario IEHS, n 18, pp. 123-152.

    ROSANVALLON, Pierre (1999) La consagracin del ciudadano.Historia del sufragio universal en Francia, Mxico, Instituto Mora.

    SENZ VALIENTE, Jos Mara (1952) Bajo la campana del Cabildo,Buenos Aires, Guillermo Kraft.

    SALDIAS, Adolfo (1988) Buenos Aires en el centenario, volumen I,Buenos Aires, Hyspamrica.

    SARTORI, Giovanni (1992) Partidos y sistemas de partidos, BuenosAires, Alianza Universidad.

    SCHMIT, Roberto (2004) Ruina y resurreccin en tiempos deguerra. Sociedad, economa y poder en el oriente entrerrianoposrevolucionario, 1810-1852, Buenos Aires, Prometeo.

    TERNAVASIO, Marcela (2000) La supresin del Cabildo de BuenosAires: Crnica de una muerte anunciada?, en: Boletn del Institutode Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, terceraserie, n 21, 1er. Semestre, pp. 33-73.

    Resumen

    Este trabajo se ocupa de algunas creencias y actitudes producidas

    por los grupos vencedores del golpe de estado de octubre de 1820. Seintenta demostrar que los sectores centralistas desplegaron luego deesos violentos episodios polticos, una lnea retrica de conciliacinque puede detectarse en las publicaciones peridicas y en los mensa-jes emitidos por los hombres de poder poltico y militar de la provin-cia. Dicha retrica fue acompaada de medidas adoptadas desde lasesferas del poder ejecutivo provincial y que tenan como nalidad laintegracin de algunos sectores federales recientemente derrotados.Esta comprobacin permite matizar la idea de que los vencedores deoctubre iniciaron una intensa venganza sobre los grupos derrotados,la cual poda advertirse en las nuevas reformas militares en donde nogurara ningn ex revolucionario.

  • 7/29/2019 fABIN HERRERO BS AS HACIA FINES DE 1820

    32/32

    Fabin Herrero

    Pbrs cve: Golpe de estado, federalismo, centralismo, polti-ca, Buenos Aires.

    lw nd order. Buenos aires by the te 1920sSummry

    This paper deals with some beliefs and attitudes produced by thevictorious groups of the coup dtat that took place in October 1820.We attempt to show that after these violent political episodes, centralistsectors displayed a conciliatory rhetoric that can be traced in periodi-cals and in the messages announced by men with political and military

    power in the province. Such a rhetoric was accompanied by measurestaken by the provincial executive power and they were intended to in-tegrate some federal sectors recently defeated. This statement allows toquestion the idea that October winners started an intense revenge overdefeated groups, which could be noticed in the new military reformswhere no former revolutionary would be included.

    Key Words: coup dtat, federalism, centralism, politics, BuenosAires.

    Recibido: 15/08/06; aceptado: 03/06/07.