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TEMA 9. ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE FERNANDO VII. 1. Introducción 2. La restauración del absolutismo (1814-1820). (140). 3. El trienio liberal (1820-1823). 4. La década ominosa (1823-1833). 5. El conflicto dinástico. 6. Conclusión. 1. Introducción. Durante el reinado de Fernando VII (1814-1833) España, como toda Europa, se debate entre el absolutismo y el liberalismo. Durante la Guerra de Independencia las Cortes de Cádiz habían redactado la Constitución de 1812 y aprobado una serie de decretos para sentar las bases de una sociedad liberal. El regreso de Fernando VII supone la supresión de la Constitución y la vuelta al absolutismo; así, la primera etapa del reinado fue absolutista (1814-1820), la segunda liberal (1820-1823) y la última absolutista. España sufrió, además, una grave crisis económica y la pérdida de las colonias americanas excepto Cuba y Filipinas. 6. Conclusión. El final del reinado Fernando VII supone el principio de la construcción del Estado liberal burgués. La consolidación de este sistema político no estuvo exento de problemas puesto que las guerras carlistas fueron un importante factor de desestabilización durante el siglo XIX. Actividades. 1. Documentos de las páginas 140,141 y 142. Responder a las preguntas. 2. Comentario de texto. Documento 2 (textos de selectividad). 3. Resumen del tema.

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TEMA 9. ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL

REINADO DE FERNANDO VII.

1. Introducción2. La restauración del absolutismo (1814-1820). (140).3. El trienio liberal (1820-1823).4. La década ominosa (1823-1833).5. El conflicto dinástico. 6. Conclusión.

1. Introducción.

Durante el reinado de Fernando VII (1814-1833) España, como toda Europa, se debate entre el absolutismo y el liberalismo. Durante la Guerra de Independencia las Cortes de Cádiz habían redactado la Constitución de 1812 y aprobado una serie de decretos para sentar las bases de una sociedad liberal. El regreso de Fernando VII supone la supresión de la Constitución y la vuelta al absolutismo; así, la primera etapa del reinado fue absolutista (1814-1820), la segunda liberal (1820-1823) y la última absolutista. España sufrió, además, una grave crisis económica y la pérdida de las colonias americanas excepto Cuba y Filipinas.

6. Conclusión.

El final del reinado Fernando VII supone el principio de la construcción del Estado liberal burgués. La consolidación de este sistema político no estuvo exento de problemas puesto que las guerras carlistas fueron un importante factor de desestabilización durante el siglo XIX.

Actividades.

1. Documentos de las páginas 140,141 y 142. Responder a las preguntas. 2. Comentario de texto. Documento 2 (textos de selectividad).3. Resumen del tema.

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TEMA 10. REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO

Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL.

1. Introducción. 2. Carlismo y guerra civil. ( Libro de texto, página154). 2.1. Identidad ideológica del carlismo: dos opciones enfrentadas. 2.2. Desarrollo de la 1ª guerra carlista. (155) 2.3. Cronología y consecuencias del carlismo. (Apuntes).3. Construcción y evolución del Estado liberal. (Apuntes). 3.1. El periodo de regencias: María Cristina y Espartero (1833-1843). 3.2. La mayoría de edad de Isabel II (1843-1868). a) Década moderada (1844-1854) b) Bienio progresista (1854-1856). c) Últimos años del reinado de Isabel II (1856-1868).4. Conclusión.

1. Introducción. En el periodo que transcurrió entre 1833 (muerte de Fernando VII) y 1868 (revolución gloriosa), se produjo en España, al igual que en gran parte de Europa occidental, la implantación del liberalismo. Durante esta etapa (en la que tuvieron lugar dos, de las tres guerras carlistas), se transformó la estructura del Estado, dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria, se transformó la propiedad feudal en propiedad privada capitalista y se asentó la libertad de industria y de comercio. Una nueva clase dirigente, la burguesía agraria (consecuencia de la desamortización) controló el sistema político y estableció un orden jurídico y económico que hizo posible el desarrollo del capitalismo. La evolución política de este periodo pasó por las siguientes etapas:

- Periodo de regencias, 1833-1843- Reinado de Isabel II, (1843-1868)

a) Década moderada (1844-1854)b) Bienio progresista (1854-1856)c) Últimos años (1856-1868)

(Sin embargo los principios del liberalismo se implantaron en España de forma limitada. Las constituciones duraban poco tiempo porque cada partido que gobernaba intentaba elaborarlas a su medida. Los partidos políticos eran débiles y frecuentemente estaban dirigidos por un militar. Sólo disfrutaba del derecho de voto una minoría y se alteraban los resultados de las elecciones. Con estos fallos fue frecuente el recurso al militar victorioso, el espadón, para la formación de los gobiernos, y al pronunciamiento militar, el golpe de fuerza de un grupo de generales.)(Esta introducción es el contexto histórico para cualquier documento fechado entre 1833 y 1868).

2.3. Cronología y consecuencias del carlismo. El fin de la 1ª guerra carlista en 1839 no supuso el fin del conflicto ideológico. Don Carlos se exilió pero muchos de sus partidarios mantuvieron encendida su hostilidad contra el régimen liberal que se traduciría en otras dos guerras civiles: la segunda guerra carlista entre 1846 y 1849 (siendo entonces candidato al trono “Carlos VI”, hijo de Carlos María

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Isidro) y la tercera guerra carlista entre 1872 y 1876 con “Carlos VII” (sobrino del anterior). Esta situación de guerra civil intermitente a lo largo del siglo XIX tuvo importantes consecuencias: inestabilidad política en el conjunto del país, especialmente en Cataluña, Navarra, País Vasco y el Maestrazgo. Encumbramiento del ejército como protagonista de la vida política, con generales que alcanzan gran renombre por su participación en la Guerra y se convertirán en líderes de los principales partidos políticos (Espartero, Narváez...) y gran movilización de recursos económicos al servicio del conflicto militar, lo que agravó la situación de la Hacienda española que tuvo que tomar medidas excepcionales para superarla, como la ampliación de la deuda pública y la desamortización.

3. Construcción y evolución del Estado liberal. 3.1. El periodo de regencias: María Cristina y Espartero (1833-1843). Nacida Isabel II en 1830, las responsabilidades regias fueron encomendadas a una regente, su madre María Cristina de Borbón. Los liberales se dividieron, entonces, en dos partidos: moderados y progresistas. Los moderados se inclinaban por reconocer al monarca atribuciones amplias, por un parlamento con dos cámaras, un Estado confesional, que reconociera la importancia del catolicismo en España, y por la limitación del derecho de voto a un número restringido de ciudadanos (sufragio censitario). Estos principios eran gratos a la Regente, que se apoyó en el partido moderado, ya que los progresistas se mostraban más reacios a la acumulación de poder real y al mantenimiento de los privilegios del Iglesia Católica. El inicio de la regencia fue protagonizado por un líder liberal-moderado, Martínez de la Rosa, que llevó cabo las primeras reformas, aunque muy limitadas. Su propuesta fue la promulgación del Estatuto Real de 1834, que era un conjunto de reglas para convocar unas Cortes, muy similares a las del Antiguo Régimen. Los graves problemas que generó la guerra carlista obligaron a la regente, bajo la presión de algunos pronunciamientos militares y revueltas populares (La Sargentada de La Granja, agosto de 1836) a llamar a los progresistas a formar gobierno. Era la hora de Mendizábal, quien llevó a cabo la desamortización o venta de los bienes eclesiásticos con el propósito de reunir fondos para continuar la guerra. Muchos grupos pedían el retorno a la constitución de Cádiz, pero ésta resulta excesivamente avanzada para otros sectores. Así se llevó la elaboración de la nueva Constitución de 1837, que recogía las tesis del partido progresista muy matizadas, y un compromiso entre los dos partidos liberales, unidos frente al enemigo común: el carlismo. La constitución de 1837 proclamaba algunos de algunos de los principios básicos del progresismo: la soberanía nacional, una amplia declaración de derechos ciudadanos (de prensa, de opinión, de asociación... ), la división de poderes y la confesionalidad del estado. También recogía algunos elementos moderados: establecía dos cámaras colegisladoras, el Congreso y el Senado (esta última no electiva y designada directamente por el rey) y concedía amplios poderes a la Corona (veto de leyes, disolución del Parlamento, facultad para nombrar y destituir a los ministros...). Como la desamortización y la supresión del diezmo habían dejado al clero sin su patrimonio y sin sus fuentes de recursos tradicionales, la Constitución recogía el compromiso de financiación del culto católico. Otras leyes completaron en entramado jurídico constitucional: la Ley de Imprenta hizo desaparecer la censura previa y la Ley Electoral fijó un sistema de sufragio censitario y extraordinariamente restringido (2,4%). Al acabar la guerra carlista en 1839, con el encumbramiento Espartero, los progresistas, fuertes en ese momento, consiguieron la renuncia de María Cristina y su sustitución por Espartero, primero en lo que se denominó el Ministerio-regencia y, en 1841, como regente.

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Durante su regencia actuó con un marcado autoritarismo: fue incapaz de cooperar con las Cortes y gobernó sin más colaboradores que su camarilla de militares afines, conocidos como los ayacuchos. De este modo se aisló cada vez más del entorno progresista y perdió la popularidad que le había llevado al poder. El bombardeo de Barcelona para someter las revueltas de la burguesía y de las clases populares colocaron a Cataluña y a buena parte de sus antiguos partidarios en su contra. El siguiente cambio de situación política en este periodo de alternancias, tendría una vez más propiciado por un pronunciamiento militar, que derrocaría a Espartero 1843 para dar paso al gobierno de otro general, Narváez, líder de los moderados.

3.2. La mayoría de edad de Isabel II. En noviembre de 1843, cuando contaba trece años, Isabel II fue declarada mayor de edad, con lo que se puso fin a la etapa de las regencias. Entre 1844 y 1868 la evolución política pasó por tres etapas: la década moderada, el bienio progresista, y los últimos años del reinado de Isabel.

a) La década moderada (1844-1854). En 1844 formaba gobierno el general Narváez y empezaba la década moderada. El hombre fuerte del régimen Isabel disfrutaba de fama de enérgico. El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente y la Corona y gran parte del ejército se convirtieron en los garantes más fieles de un sistema liberal-moderado que no dudó en falsear las elecciones para garantizar el triunfo del partido del gobierno, dejando a los opositores sin otra alternativa que la conspiración como único camino para alcanzar el poder. El gobierno redactó la Constitución de 1845, que recogía las ideas básicas del moderantismo: soberanía conjunta entre el Rey las Cortes, ampliación de los poderes del ejecutivo y disminución de las atribuciones del legislativo; restricción del derecho de voto e institución de un Senado no electivo. Los ayuntamientos y diputaciones quedaron sometidos a la administración central y se suprimió la Milicia Nacional. Además, se otorgó exclusividad a la religión católica, que fue declarada la oficial del Estado, y se acordó el mantenimiento del culto y del clero. Se mantuvo la declaración de derechos de 1837, pero su regulación se remitía a leyes posteriores que fueron enormemente restrictivas. También concedía enormes atribuciones a la Corona, ya que, además de la facultad de nombrar ministros, disolver las Cortes y vetar sus decisiones, le otorgaba la facultad de designar el Senado entre personalidades de su confianza. Salvo en el bienio progresista en que se aprobó otra carta magna la constitución de 1845 estuvo vigente hasta el final del reinado y podría considerarse un retrato del modelo político isabelino. El moderantismo pretendió consolidar la estructura del nuevo estado liberal bajo los principios del centralismo, la uniformidad y la jerarquización. Una serie de leyes y reformas administrativas pusieron en marcha dicho proceso El gobierno controló la prensa y se estableció un sufragio censitario muy restringido (1%). Se firmó un Concordato con la Santa Sede, en el que se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos amortizados y a cambio la Santa Sede reconocía a Isabel II y aceptaba la obra desamortizadora. Se realizó la reforma de la Hacienda, que el ministro Mon protagonizó en 1845. Los ingresos del estado eran mínimos. Mon introdujo un impuesto territorial para que cotizasen los grandes propietarios y otro impuesto llamado de industria y comercio, que obligaba a cotizar a los industriales y comerciantes. Fue, en cambio, impopular el impuesto de

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consumos, que gravaba los alimentos y el carbón. También se realizó la reforma de la Administración: Bravo Murillo introdujo la figura del funcionario de carrera, y en obras públicas impulsó los ferrocarriles y el abastecimiento de agua las ciudades. Para poner fin a la dispersión de leyes del Antiguo Régimen, se abordó la unificación de códigos, se aprobó el Código Penal y se elaboró un proyecto de Código Civil. Se estableció un sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza y elaborada los planes de estudio. Esta legislación se completó con la Ley Moyano, que fue la primera gran ley educación del país. También se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal. Por último, siguiendo el principio uniformidad, se disolvió la antigua Milicia Nacional, ligada a las diferentes ciudades y provincias y se creó la guardia civil (1844), un cuerpo armado con finalidades civiles pero con estructura militar, que se encargaría del mantenimiento del orden público. Esta actividad tan intensa quedó empañada por las propuestas reaccionarias en política, al patrocinar una reforma constitucional, según la cual el derecho de voto quedaría reducido los 150 mayores contribuyentes de cada distrito y las sesiones de las Cortes se celebrarían a puerta cerrada. Ante la posibilidad de un dictador civil, los moderados y progresistas se coaligaron para derribarlo.

b) Bienio progresista (1854-1856). Un alzamiento militar en junio de 1854, dirigido por el general O´Donnell (la Vicalvarada), cerró la década moderada y dio paso a los progresistas. El cambio de situación permitió el regreso del destierro de Espartero, que se convirtió de nuevo en protagonista. Los dos años de régimen progresista, el bienio 1854-1856, destacaron por una actividad intensa: la desamortización vivió su segundo impulso con Madoz y se aprobó una Ley General de Ferrocarriles que contribuyó a la construcción de la red. Una Ley de Banca favoreció la entrada de capital extranjero y el crecimiento de empresas por acciones. Los progresistas no dudaron en suspender la vigencia de la Constitución de 1845 y redactar un texto nuevo. Sería la Constitución de 1856, llamada “nonnata” porque no llegó a entrar en vigor. A pesar de ello el texto reflejó el ideario del partido progresista:- La constitución de 1856 recupera la doctrina de la soberanía nacional.- El Senado dejaba de ser la cámara de los próceres; los senadores no serían elegidos por la reina sino por el cuerpo electoral mediante el mismo procedimiento que los diputados.-Tolerancia religiosa. Éste fue el principio más debatido. Los sectores más radicales solicitaban la libertad de culto, pero fue aprobada una readaptación más suave, de simple tolerancia. El Estado apoyaba el culto católico, oficial del Estado, pero se prohibía cualquier discriminación de los españoles por razones religiosas y se autorizada el culto privado de otras religiones. Sin embargo la crisis de subsistencias provocó nuevas revueltas sociales. Campesinos y obreros protagonizaron revueltas pidiendo la abolición de los consumos y las quintas, la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. Además, las discrepancias dentro de la coalición gubernamental entre el progresismo más moderado, que acabaría formando el partido de la Unión Liberal, y el más radical, que lo haría en el Partido Demócrata se agudizaron. En julio de 1856, la Reina encargó la formación del gobierno a O´Donnell, quien daría otro corte de golpe de timón hacia posiciones más conservadoras. Era el fin de la etapa progresista.

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c) Últimos años del reinado de Isabel II (1856-1868). Al final del reinado de Isabel II (1856-1868) se alternaron en el gobierno los moderados de Narváez y los unionistas de O´Donnel, cuerpo. Fueron años de intervención en conflictos exteriores: guerra de Marruecos, expedición a México y años de problemas internos. En el campo estallaron revueltas violentas y el cólera extendió su azote por la nación, provocando más de 120.000 muertos. En 1866 se produjo la mayor crisis financiera del reinado, con quiebras bancarias y cierres de empresas. También el sector textil sufrió una época de dificultades por la escasez de algodón, provocada la guerra de Secesión en Estados Unidos, y las compañías ferroviarias con el descenso del tráfico, vivieron una coyuntura difícil. Los progresistas pasaron decididamente a la oposición, unidos a los demócratas. Un intento de golpe militar, el levantamiento de los sargentos del cuartel de San Gil (Madrid, 1866) fracasó y se cerró con muchas sentencias de muerte. Cuando a los dos partidos antiisabelinos (progresistas y demócratas) se sumaron los unionistas en el Pacto de Ostende en 1866, los días del reinado estaban contados. Los fallecimientos de O´Donnell y Narváez dejaron a Isabel II sin apoyos.

4. Conclusión. Durante el reinado de Isabel II se consolida en España el sistema político liberal, pero el agotamiento e impopularidad del moderantismo y de la propia monarquía y la grave crisis económica dieron lugar a la revolución Gloriosa. El exilio de la reina inaugura otro periodo de nuestra Historia: el Sexenio revolucionario.

Actividades.

1. Comentario de texto: el Convenio de Vergara. (Documento 3).2. Resumen del tema.

TEMA 11. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DEL SIGLO XIX:

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LAS DESAMORTIZACIONES.

1. Introducción 2. La Desamortización.3. La Desamortización de Mendizábal.4. La Desamortización de Madoz.5. Consecuencias de la Desamortización. 6. Conclusión.

1. Introducción.

En el periodo que transcurrió entre 1833 (muerte de Fernando VII) y 1868 (revolución gloriosa), se produjo en España, al igual que en gran parte de Europa occidental, la implantación del liberalismo. Durante esta etapa (en la que tuvieron lugar dos, de las tres guerras carlistas), se transformó la estructura del Estado, dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria, se transformó la propiedad feudal en propiedad privada capitalista y se asentó la libertad de industria y de comercio. Una nueva clase dirigente, la burguesía agraria (consecuencia de la desamortización) controló el sistema político y estableció un orden jurídico y económico que hizo posible el desarrollo del capitalismo.

2. La Desamortización.

La desamortización es el acto jurídico por el cual las tierras en “manos muertas” (no se pueden comprar ni vender) pasan a ser de propiedad particular. La desamortización fue propuesta por ministros ilustrados como Jovellanos (“Informe sobre la ley agraria”), iniciada por Godoy, ministro de Carlos IV y legislada por las Cortes de Cádiz durante la guerra de Independencia. Sin embargo no se llevaría a efecto hasta el siglo XIX en dos fases: durante los años treinta y a partir del bienio progresista. 3. La Desamortización de Mendizábal .

Entre 1835 y 1837, durante la regencia de María Cristina, los progresistas con Mendizábal a la cabeza asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal. La acción del progresismo fue esencial en la concepción jurídica de los derechos de propiedad, especialmente de la propiedad agraria. Abordaron, por tanto, una reforma agraria que incluía tres ámbitos esenciales:- La disolución del régimen señorial, según la cual los señores perdían sus atribuciones jurisdiccionales pero se convertían en propietarios de las tierras.- La desvinculación (supresión de mayorazgos). Los propietarios pueden vender las tierras sin trabas.- La desamortización había sido un elemento recurrente desde el gobierno de Godoy (1798), como medio de conseguir recursos para el Estado. Así, Mendizábal, decretó la disolución de las órdenes religiosas en 1836, (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y la incautación por parte del Estado del patrimonio de las comunidades afectadas. Con los bienes desamortizados se constituyeron lotes de propiedades que fueron reprivatizados mediante subasta pública a la que podían acceder los particulares interesados en su compra. Se establecía también la venta de los bienes del clero regular (frailes y monjas). Eso incluye no sólo tierras, sino casas, conventos, y monasterios con todos sus enseres. Posteriormente también se venderían los bienes del

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clero secular. Estos bienes habían sido previamente incautados por el Estado, a cambio de lo cual la Iglesia recibió compensaciones y, desde entonces, el Estado incluyó en sus presupuestos una partida para mantener al clero. El pago de las tierras podía hacerse con Títulos de deuda pública o dinero en efectivo lo que no permitió a los campesinos acceder a la propiedad de la tierra, pero sí a numerosos funcionarios, comerciantes, militares y nobles. Con este mecanismo el Estado amortizaba la deuda y disponía de ingresos para hacer frente a sus necesidades. Uno de los objetivos de la desamortización era disminuir la deuda pública. La hacienda española tenía un déficit crónico. A la incapacidad del Estado para recaudar impuestos eficazmente y la negativa de los estamentos privilegiados a pagarlos se sumaban los cuantiosos gastos para hacer frente a la primera guerra carlista (1833-1839). María Cristina se vio obligada a buscar apoyos políticos entre los progresistas así como a conseguir los fondos necesarios para combatir a los partidarios de Don Carlos que amenazaban con la vuelta al absolutismo monárquico en contra del liberalismo que representaban la regente y su hija Isabel II. La desamortización permitió obtener dinero en efectivo así como disminuir la deuda pública consolidada por la sucesiva emisión de vales que el estado no estaba en situación de pagar. Otro de los objetivos de la desamortización era “entregar al interés individual”, es decir, a la propiedad privada, bienes que secularmente habían estado “amortizados” (no se podían comprar ni vender). Esto supuso una radical transformación en la regulación de la propiedad: aumentó el número de propietarios, consolidó el sistema capitalista así como una clase burguesa fiel al régimen liberal. Sin embargo no se vieron beneficiados los más interesados en poseer las tierras, los campesinos, más de dos tercios de la población española que carecía de la capacidad adquisitiva necesaria para acceder a la propiedad. 4. La desamortización de Madoz.

La llamada desamortización civil fue impulsada por Pascual Madoz ministro de Hacienda con Espartero durante el bienio progresista del reinado de Isabel II. La nueva ley desamortizadora (1855), afectó a los bienes del Estado, de la Iglesia, de las órdenes militares, de las cofradías, del ex infante don Carlos, de las instituciones benéficas y sobre todo de los ayuntamientos. Igualmente se permitía la desamortización de los censos pertenecientes a las mismas organizaciones. Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores, sin embargo los historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal. Su importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española. Después de haber sido motivo de enfrentamiento entre moderados y progresistas , ahora todos los partidos políticos reconocen la necesidad de acabar con las manos muertas para alcanzar un mayor desarrollo económico del país. Se suspendió la aplicación de la ley el 14 de octubre de 1856, reanudándose de nuevo dos años después, el 2 de octubre de 1858, siendo presidente del Consejo de Ministros O'Donnell, no cesando las ventas hasta fin de siglo, continuando a pesar de los diferentes cambios de gobierno. En 1867 se habían vendido en total 198.523 fincas rústicas y 27.442 urbanas. El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la desamortización de Mendizábal. Este dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del presupuesto del Estado, amortización de Deuda pública y obras publicas, reservándose 30 millones de reales anuales para la reedificación y reparación de las iglesias de España.

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Tradicionalmente se le ha llamado desamortización civil, nombre inexacto, pues si bien es cierto que se subastaron gran número de fincas que habían sido propiedad comunal de los pueblos, lo cual constituía una novedad, también se vendieron muchos bienes hasta entonces pertenecientes a la iglesia, sobre todo las que estaban en posesión del clero secular.En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. El Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización de los bienes de los pueblos y con ello la desamortización

5. Consecuencias de la desamortización.

Las consecuencias de la desamortización fueron muchas:- Políticas. La masa de compradores, burgueses y aristócratas, conformaron una clase social dispuesta a apoyar el trono de Isabel II, lo que reforzó el régimen liberal.-Económicas. El Estado recaudó en las dos fases entre 11 y12 mil millones de reales, con lo que puedo hacer frente a los gastos de guerra y rescatar parte de la Deuda, equilibrando los presupuestos públicos. Además la agricultura experimentó un impulso decisivo con la ampliación de la superficie cultivada. No se solucionaron, sin embargo, los problemas de latifundismo-minifundismo. - Sociales. Aunque la nobleza y sobre todo la burguesía se vieron beneficiadas, los campesinos no tuvieron acceso a la propiedad de la tierra.-Urbanas. Con los inmuebles y huertos de los monasterios de las ciudades se pudieron habilitar edificios para la administración o la enseñanza y trazar plazas, que modificaron el aspecto de los cascos antiguos.-Artísticas. El del arte fue el capítulo más negativo. Al abandonar los monjes los monasterios, se perdieron retablos y, con ellos, pinturas y esculturas de gran valor, mientras se deterioraban los edificios.

6. Conclusión. La mayor parte de los pensadores sociales lamentaron la oportunidad perdida para efectuar una auténtica reforma agraria, pues se podría haber convertido en propietarios a los braceros y haber terminado con la existencia de tantos latifundios. Aún con sus limitaciones la desamortización constituyó una reforma trascendental, que supuso el triunfo de la propiedad privada capitalista y se aplicó en paralelo con desamortizaciones realizadas en otros países europeos.

Actividades

1. Comentario de texto: Decreto de desamortización de Mendizábal (Documento 4)2. Comentario de texto: Decreto de desamortización de Madoz (Documento 5).3. Resumen del tema

TEMA 12. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL . MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL

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1. Introducción.2. Los inicios de la industrialización. (205). 2.1. La industria textil catalana. 2.2. La industria siderúrgica. 2.3. La producción minera. (108).3. Ferrocarril y mercado. (210). 3.1. La construcción del ferrocarril. 3.2. Las dificultades del mercado interior. 3.3. El aumento del comercio exterior. 3.4. Librecambismo y proteccionismo.4. Los obstáculos de la industrialización. (Apuntes).5. Conclusión.

1. Introducción. La economía de algunos países de Europa (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica) se transformó profundamente el siglo XIX. Por un lado, la industria desplazó a la agricultura como principal actividad económica, al mismo tiempo que la producción y el intercambio de bienes crecían en unas proporciones hasta entonces desconocidas. Por otro, la mecanización y el uso de energía cambiaron radicalmente las formas de producción, mientras se consolidaba la propiedad privada. Todo ello transformó radicalmente la estructura económica de la organización de la sociedad, inaugurando la era del capitalismo. España, como gran parte de los países del sur de Europa, conoció importantes transformaciones en su economía, pero no se industrializó plenamente. Nuestra industrialización fue tardía, incompleta y desequilibrada. A finales del siglo XIX, España mantenía una economía predominantemente agraria, con un sector industrial limitado y poco capaz de competir en el mercado exterior.

4. Los obstáculos de la industrialización.(Libro)

5. Conclusión.

A finales del siglo XIX, España mantenía una economía predominantemente agraria, con un sector industrial limitado y poco capaz de competir en el mercado exterior. Sin embargo la sociedad española presentaba los rasgos característicos de una sociedad capitalista, aunque el nivel de riqueza por habitante era notablemente inferior al de los países industrializados, en especial al de Gran Bretaña, convertida en “la fábrica del mundo”.

Actividades.

1. Resumen del tema.

TEMA 13. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874).

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1. Introducción. 2. La revolución de 1868. (178). 2.1. Las causas de la revolución. (*) 2.2. La revolución del 68 y el Gobierno provisional. (180). 2.3. La Constitución de 1869 y la regencia. 2.4. La frustración de las aspiraciones populares. (*)3. La monarquía de Amadeo de Saboya (1870-1873). (188). 3.1. Un monarca para un régimen democrático. 3.2. Las dificultades de la nueva dinastía. 3.3. Una permanente inestabilidad.4. La Primera República española. (190). 4.1. La proclamación de la República. 4.2. El intento de instaurar una República federal. 4.3. La sublevación cantonal. 4.5. El fin de la experiencia republicana.5. Conclusión.

1. Introducción.

La revolución de septiembre de 1868, significó el final de la monarquía de Isabel II. Se sucedieron después seis años de gran inestabilidad, en los que hubo varios regímenes políticos: un gobierno provisional, el reinado de Amadeo I de Saboya y la proclamación de la I República. La característica común a todo el periodo fue la búsqueda de un nuevo orden político y social, en el que tuvo un protagonismo fundamental la pequeña burguesía y el naciente movimiento obrero. Pero estos años estuvieron llenos de conflictos de diversa índole: políticos, con la aparición del federalismo, la tercera guerra carlista y el estallido de la guerra de independencia de Cuba; sociales, con las reivindicaciones de las clases populares y los primeros pasos del obrerismo socialista y anarquista; y económicos, derivados de un contexto de crisis y de lucha entre proteccionistas y librecambistas.

5. Conclusión.

El sexenio democrático fue la última etapa de la revolución liberal en España y representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia, pero la burguesía democrática no consiguió estabilizar un régimen político definido. El sexenio fracasó en su intento de modernización política del país y se impuso de nuevo la solución monárquica, que condujo al periodo de la Restauración de los Borbones, en la persona de Alfonso XII, el hijo de Isabel II.

Actividades.

1. Comentarios de texto: documentos 6, 7 , 8 y 9. (Textos de Selectividad)2. Resumen del tema.

TEMA 14. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y

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FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.

1. Introducción.2. El sistema político de la Restauración. (246). 2.1. Un nuevo sistema político. 2.2. El fin de los conflictos bélicos.3. La vida política y la alternancia en el poder (249). 3.1. Los partidos dinásticos. 3.2. Falseamiento electoral y caciquismo. 3.3. El desarrollo del turno de partidos.4. Conclusión.

1. Introducción.

La Restauración es un largo período de la historia de España comprendido entre el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, con una importante inflexión en 1898. Durante este largo período, que abarca los reinados de Alfonso XII (1875-1885), la regencia de María Cristina (1885-1902) y el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), se consolidó un régimen monárquico, constitucional y parlamentario. El sistema político de la Restauración, ideado por Cánovas del Castillo, se fundamentó en la alternancia en el poder de dos grandes partidos, el conservador y el liberal. Pero el régimen político de la Restauración nunca llegó a ser democrático y estuvo dominado por una burguesía oligárquica apoyada en un capitalismo de base agraria.

4. Conclusión.

Con el paso del tiempo los dos partidos políticos hegemónicos se fueron descomponiendo y no fueron capaces de dar entrada a las nuevas fuerzas emergentes como el obrerismo y el republicanismo, para ensanchar la base social del régimen y darle estabilidad. En 1898, la pérdida de las últimas colonias españolas, Cuba y Filipinas, sumió a la Restauración en una gran crisis política y moral, conocida como el “desastre”, que resquebrajó los fundamentos del sistema y planteó la necesidad de iniciar un proceso de reformas que modernizarse la vida social y política del país (regeneracionismo).

Actividades.

1. Comentarios de texto: documentos 9,10, 11 y 12 (Textos de Selectividad)2. Resumen del tema.

TEMA 15. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN.

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EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS.

1. Introducción.2. El republicanismo. 2.1. El republicanismo entre 1875 y 1898. 2.2. El republicanismo tras la crisis del 98.3. El nacimiento de los nacionalismos periféricos. 3.1. El nacionalismo catalán. 3.2. El nacionalismo vasco. 3.3. El nacionalismo gallego. 3.4. Valencianismo, aragonesismo y andalucismo.4. El movimiento obrero. 4.1. Anarquistas y socialistas entre 1875 y 1898. 4.2. Anarquistas y socialistas tras la crisis del 98.5. Conclusión.

1. Introducción.

El sistema político de la Restauración tuvo que hacer frente a la expansión de los movimientos sociales (anarquismo y socialismo), a la emergencia de propuestas nacionalistas y a la reorganización de las fuerzas republicanas. La crisis del 98, el llamado “desastre” fue un aldabonazo que hizo resquebrajar las bases del sistema y planteó la necesidad de adoptar políticas regeneracionistas. La “España oficial”, la de los partidos dinásticos, intentaría, sin éxito, aproximarse a la “España real” la de los partidos que quedaban fuera del sistema. Socialistas, nacionalistas y republicanos fueron ganando apoyo popular en los primeros años del siglo XX, pero quedaron relegados a la oposición y nunca consiguieron obtener un número suficiente de diputados para formar gobierno o constituir una mayoría parlamentaria suficiente.

2. El Republicanismo .

2.1. El republicanismo entre 1875 y 1898.

Tras el fracaso de la experiencia del Sexenio Democrático, el republicanismo tuvo que hacer frente al desencanto de sus seguidores, a una fuerte represión por parte de los gobiernos monárquicos y a las divergencias en su seno. Emilio Castelar fundó el Partido Posibilista y optó por entrar en el juego político de la Restauración, aceptando un papel meramente testimonial. Los núcleos más radicales fundaron el Partido Republicano Progresista, encabezado por Ruiz Zorrilla, quién desde el exilio organizó pronunciamientos, pero sin contar con un apoyo popular significativo. Las prácticas insurreccionales provocaron la ruptura de Salmerón con el partido de Ruiz Zorrilla y la creación del Partido Republicano Centralista (1887). El republicanismo con más adeptos fue el Partido Republicano Federal, que seguía teniendo como líder a Pi i Margall y contaba con el apoyo de una parte importante de las clases populares. El republicanismo federal de Pi i Margall se transformará a finales de siglo, en los movimientos nacionalistas. En resumen, el republicanismo no supuso un serio peligro para la monarquía alfonsina hasta las primeras décadas del siglo XX.

2.2. El republicanismo tras la crisis de 1898.

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El sentimiento de no haber sabido aprovechar la crisis del 98 para poner fin a la hegemonía de los partidos dinásticos colocó a las fuerzas de la oposición ante la necesidad de renovar profundamente tanto sus idearios y sus formas organizativas como a sus propios dirigentes. Nicolás Salmerón revitalizó el republicanismo con la Unión Republicana (1893) que agrupaba a distintas familias republicanas. El republicanismo fue la principal fuerza de la oposición política y constituyó de modo permanente la minoría parlamentaria de oposición más numerosa. La Unión Republicana de Salmerón consiguió un éxito notorio en las elecciones de 1903, sin embargo, las disidencias en su interior llevaron al declive a esta formación política. Las mayores discrepancias dentro del partido las planteó Alejandro Lerroux, quien en 1908 fundó el Partido Radical, y con un discurso profundamente demagógico, anticlerical y supuestamente revolucionario, logró influir en amplios sectores de las clases populares barcelonesas. Hacia 1910, después de la Semana Trágica, perdió buena parte de su influencia, moderó su discurso y su ideario y se trasladó a Madrid. En Valencia, Vicente Blasco Ibáñez impulsó el blasquismo, parecido al lerrouxismo y consiguió controlar el ayuntamiento de Valencia. A partir de 1918 el republicanismo se debilita de nuevo. Habrá que esperar a los años finales de la dictadura para que el republicanismo se renueve y se convierta en una clara alternativa política.

3. El nacimiento de los nacionalismos periféricos. Uno de los fenómenos más relevantes de la Restauración fue la emergencia de los movimientos de carácter nacionalista y regionalista en diversas zonas de España, como Cataluña, País Vasco, Galicia... La gestación de estos nacionalismos debe comprenderse como una reacción frente a las pretensiones uniformizadoras del sistema político y administrativo adoptado por el liberalismo y su pretensión de imponer una cultura castellanizada, que ignoraba la existencia de otras lenguas y culturas.

3.1. El nacionalismo catalán. La región pionera en desarrollar un movimiento regionalista fue Cataluña, donde lo largo del siglo XIX había tenido lugar un crecimiento económico superior al de cualquier otra región española. La industrialización había hecho de Barcelona y su entorno la primera zona industrial de España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía de empresarios industriales. Este nuevo grupo social sentía que sus intereses económicos estaban poco representados en los diferentes gobiernos e hizo de la defensa del proteccionismo un elemento aglutinador. El desarrollo socioeconómico de Cataluña coincidió con un notable renacimiento de la cultura catalana y la expansión del uso de su lengua vernácula, el catalán. En este contexto, y a mediados del siglo XIX, nació un movimiento conocido con la Reinaxensa, cuyo objetivo era la recuperación de la lengua y las señas de identidad catalanas. De este modo, el catalanismo surgió de la conjunción de progreso económico y el renacimiento cultural o, como se dijo en aquel tiempo, de la unión del arancel y la poesía. Por otro lado, en la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político, que tuvo varias corrientes. Una de ellas estuvo basada en el tradicionalismo y tuvo en el obispo Torras y Bajes su máximo representante. Otra era de carácter progresista, base popular y principios federalistas y estuvo alentada por Valentí Almirall, considerado como el padre del

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catalanismo político. Almirall fundó en 1882 el Centre Catalá, que empezó a defender la autonomía de Cataluña. Un paso muy importante en la consolidación del federalismo político fue la elaboración de las Bases de Manresa en 1892, un documento producido por la Unió Catalanista, que proponía la consecución de un poder catalán como resultado de un pacto con la corona y, por tanto, la consideración de Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. El regionalismo pasó entonces a convertirse en verdadero nacionalismo. El impacto de la crisis del 98 fue decisivo para la expansión social del catalanismo. La convergencia de intereses entre los sectores catalanistas favorables a la intervención electoral y la burguesía industrial y comercial, cada vez más alejada de los partidos dinásticos, cuajó en la creación en 1901 de un nuevo partido, la Lliga Regionalista, que contó en sus principales líderes con Prat de la Riba y Francesc Cambó. La Lliga representaba un proyecto político conservador y se difunde como gran movimiento nacionalista al crearse en 1905 Solidaridad Catalana, coalición que triunfa en las elecciones de 1907. Mostraba a Madrid la necesidad de conceder algún tipo de autonomía, lo que se hará en 1914 con el gobierno de la Mancomunidad catalana. Entre 1901 y 1917 la Lliga de Cambó ejerció casi el monopolio del catalanismo burgués y practicó el pactismo con el gobierno central, mientras que el proletariado no catalanista, se integraba en el partido radical de Lerroux o en los sindicatos obreros (CNT, UGT). El catalanismo de izquierdas y republicano empieza a organizarse en 1917 dando lugar a la creación de Esquerra Republicana de Cataluña, que desplazará a la Lliga en 1931.

3.2 El nacionalismo vasco. El nacionalismo vasco surgió la década de 1890. En sus orígenes hay que considerar la reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo; pero también el desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera, que dio lugar a la creación del movimiento de los euskaros, con importante componente religioso y defensa de las tradiciones. Su gran propulsor fue Sabido de Arana, que sentía una gran pasión por la cultura autóctona de Euskalerría (nombre vasco del territorio donde se habla el euskera ). Arana creyó ver un gran peligro para la subsistencia la cultura vasca en la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona minera industrial de Bilbao, como resultado de la enorme expansión de la minería y la siderurgia vascas en el último tercio del siglo XIX. Pensaba que esta población de maketos (nombre dado los inmigrantes no vascos) ponía en peligro el euskera -cuyo uso se reducía a pequeños territorios rurales-, las tradiciones y la etnia vasca. Las propuestas de Arana prendieron en diversos sectores, sobre todo en la pequeña burguesía, y 1895 se creó el partido nacionalista vasco en Bilbao. Arana popularizó un nuevo nombre para su patria, Euskadi, una bandera propia y propuso un lema para el partido, " Dios y ley antigua". El movimiento estaba impregnado de un gran sentimiento católico y de defensa de la tradición, pretendía impulsar la lengua y las costumbres vascas y defendía la pureza racial del pueblo vasco, por lo cual adquirió un cierto sentido xenófobo. En un principio, el PNV se declaró de inmediato independentista con respecto a España, pero esta posición fue evolucionando hacia el autonomismo. Aunque a la muerte de Arana aparecieron disensiones dentro del nacionalismo vasco, su progreso electoral fue constante en las primeras décadas del siglo XX. Su principal rival en la defensa de identidad vasca fue el carlismo, que también reclamaba la vuelta de los fueros, y que en Navarra tenía mucha más fuerza.

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3.3. El nacionalismo gallego.

Además del catalán y el vasco, otro nacionalismo con cierto relieve fue el galleguismo, que tuvo un carácter estrictamente cultural hasta bien entrado el siglo XX. La lengua gallega se usaba sobre todo en el medio rural, y a mediados del siglo XIX, intelectuales y literatos gallegos emprendieron el camino de convertirla en lengua literaria. Ello dio lugar el nacimiento de la corriente llamada Rexurdimiento, cuya figura literaria de mayor influencia fue la poetisa Rosalía de Castro.

3.4. Valencianismo, aragonesismo y andalucismo.

Los movimientos de resurgimiento cultural que más tarde pasaron a la esfera política se dieron también de manera incipiente en otras regiones como Valencia, Aragón, Andalucía e incluso Castilla. Pero su expansión no se produjo hasta bien entrado el siglo XX y especialmente, durante la Segunda República, cuya Constitución preveía la creación de autonomías regionales. El nacimiento del valencianismo político hay que situarlo principios del siglo XX, con la creación de la organización Valencia Nova en 1904. El aragonesismo surgió en la segunda mitad del siglo XIX pero hasta la Segunda República no aparecieron las primeras formulaciones políticas autonomistas de distintos signos. El apóstol del andalucismo fue el notario Blas Infante, cuyo ideario político, recogido en su obra Ideal andaluz, fue heredero de los movimientos republicanos y federalistas del siglo XIX. Durante la segunda república el movimiento andalucista abordó la redacción de un proyecto de estatuto de autonomía, que fue elaborado por una asamblea de municipios sevillanos. Sin embargo esta iniciativa logró escaso respaldo popular y tuvo que esperar hasta el fin del franquismo para encontrar un sentimiento andalucista con arraigo popular que defendiera la autonomía.

4. El movimiento obrero.

4.1. Anarquistas y socialistas entre 1875 y 1898. Durante los primeros años de la Restauración los conservadores practicaron una política de represión frente a las organizaciones obreras nacidas durante el Sexenio y terminaron con la única organización obrera de importancia. La represión y la clandestinidad produjeron una radicalización revolucionaria. Los trabajadores veían al gobierno como el defensor de los patronos y los terratenientes. Por otra parte, la violencia en el campo y los atentados terroristas (contra Alfonso XII en 1878 y 1879) se iniciaron en España, igual que ocurría con los anarquistas en el resto de Europa. Distinta fue la situación durante los años ochenta, pues con los gobiernos de Sagasta se adoptaron medidas liberalizadoras que consolidaron las organizaciones obreras, legalizadas por la ley de Asociaciones de 1887. Los anarquistas (principalmente obreros catalanes y campesinos andaluces) se unen en la F.T.R.E. (Federación de trabajadores de la región española) para organizar un sindicato y defender por medios legales al proletariado y sus ideas anarcosindicalistas. Por su parte, los anarquistas andaluces de la provincia de Cádiz, partidarios de la acción directa y de la violencia, no se integraron en la FTRE y organizaron revueltas, robos, incendios y asaltos que fueron reprimidas por el gobierno con cárcel y penas de muerte.

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Los socialistas, bajo la dirección de Pablo Iglesias, fundaron en Madrid en 1879, el P.S.O.E. (Partido Socialista Obrero Español). El PSOE se definía como un partido marxista, de orientación netamente obrerista y partidario de la revolución social. Su programa de reformas incluía el derecho de asociación, reunión y manifestación, el sufragio universal, la reducción de horas de trabajo, la prohibición del trabajo infantil y otras medidas de carácter social. En 1888 nació en Barcelona el sindicato UGT (Unión General de Trabajadores). La UGT respondía al modelo de sindicato de masas que englobaba a todos los sectores de producción y se organizaba en secciones de oficios en cada localidad. Aunque teóricamente el sindicato era independiente del PSOE, de hecho la vinculación entre ambos fue muy estrecha. La UGT elaboró un programa reivindicativo de mejoras en las condiciones laborales de los obreros y para ello defendió la negociación colectiva entre obreros y patronos así como el recurso a la huelga. Tanto el partido como el sindicato fueron ganando adeptos en las grandes ciudades y en los núcleos industriales del País Vasco, Madrid, Asturias y Cataluña, sin sufrir los altibajos que tenían las organizaciones anarquistas. En los años noventa la FRTE se había disuelto y los atentados terroristas se multiplicaban. Las leyes represivas contra estos actos no impidieron el asesinato de Canovas por el italiano Angiolillo en 1897. Distinta fue la evolución del PSOE y la UGT bajo la dirección de Pablo Iglesias, quien combinó huelgas y manifestaciones pacíficas con su participación en las elecciones municipales y al Congreso de los diputados. Las huelgas de 1890 obligaron a los empresarios catalanes a rebajar la jornada laboral a 9-10 horas y a aumentar los salarios, lo que fue el primer éxito de las organizaciones obreras. Los socialistas pactarán con los republicanos y lograrán la aprobación de las primeras leyes sociales en 1899: responsabilidad empresarial en los accidentes de trabajo y protección al trabajo infantil y femenino.

4.2. Anarquismo y socialismo tras la crisis del 98.

El anarquismo renació en 1907 con la creación de Solidaridad Obrera que daría lugar a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1910. Las regiones de Andalucía, Valencia, Aragón y Cataluña son las que tuvieron mayor número de afiliados y de acciones anarquistas. Se definieron dos posturas: el anarcosindicalismo, que propuso la defensa de los intereses obreros a través de los sindicatos (fórmula legal) y tuvo más seguidores en las ciudades. Los libertarios o socialrevolucionarios que deseaban la destrucción del capitalismo con todas las armas posibles, incluidos los atentados terroristas, que tuvieron más seguidores en las zonas rurales. El socialismo tenía más adeptos en Castilla, País Vasco y Asturias y, en menor grado, Extremadura. La UGT en los primeros años del siglo XX triplicó el número de afiliados. El PSOE participaba en las elecciones en coalición con los republicanos. El año 1920 fue difícil, pues tuvieron que decidir si se integraban o no en la III Internacional comunista, con sede en Moscú. Tras fuertes discusiones, la minoría partidaria de incorporarse a la Internacional se separó del PSOE y creó un nuevo partido, el Partido Comunista de España (PCE).

Actividades.

1. Resumen del tema. 2. Comentarios de texto: documentos 13 y 14. (Textos para Selectividad)

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TEMA 16. PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII.

INTENTOS DE MODERNIZACIÓN: EL REGENERACIONISMO

Y CRISIS SOCIOECONÓMICAS.

1. Introducción. (294) 2. Las consecuencias del desastre del 98. (262). 2.1. Una crisis política y moral (*) 2.2. El regeneracionismo. 2.3. El fin de una época. (*).3. El reformismo dinástico. (296) 3.1. Las reformas de Maura y Canalejas.4. De la Semana Trágica a la huelga revolucionaria (1909-19017) (302) 4.1. El conflicto colonial de Marruecos. 4.2. La Semana Trágica de Barcelona. 4.3. El impacto de la Gran Guerra (*) 4.4. La crisis de 1917. 5. La descomposición del sistema (1918-1923). (306- 307).*5. Conclusión.

1. Introducción.

El reinado de Alfonso XIII (1902-1931), se abrió bajo el pesimismo del “desastre de 98”. La monarquía trató de revitalizar el sistema canovista ante la nueva realidad política y social, y al no conseguirlo, el régimen entró en una continua y prolongada crisis en la que sus pilares fundamentales se fueron derrumbando uno a uno. La economía en este periodo experimentó una fuerte expansión, debido, fundamentalmente, al incremento de las exportaciones que se produjo como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Pero, como ya ocurrió en otras épocas, la burguesía se preocupó más del negocio inmediato que de las inversiones para mejorar el futuro. Como consecuencia del desarrollo industrial el Movimiento Obrero se fortaleció notablemente, entrando en conflicto con una burguesía que se resistía a perder sus privilegios.

5. Conclusión.

La incapacidad del sistema de la Restauración para renovarse y democratizarse acabó propiciando la solución militar y, en 1923, el golpe de Estado de Primo de Rivera dio origen a una dictadura hasta 1930. El compromiso de la monarquía con el nuevo régimen desembocó en su caída en abril de 1931.

Actividades.

1. Comentario de texto. Documentos 16 y 17. (Textos de Selectividad) 2. Resumen del tema.