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EXTRACTO
Algunos períodos de la historia musical gallega están estudiados en profundidad y
delimitados en fases según su evolución e influencias. No podemos decir lo mismo del
momento que, a caballo entre los siglos XIX y XX, marca una etapa decisiva en la
historia social y política de Galicia. Este trabajo se acerca a la riqueza cambiante de
aquel próspero ambiente musical teniendo como centro el repertorio para violín,
abordando las figuras clave de la música gallega de esa época y las múltiples
influencias, importadas y exportadas que la caracterizaron.
Hi ha uns períodes de la història musical gallega que estan estudiats amb
profunditat i subdividits en fases, segons la seva evolució i influències. Però no podem
dir el mateix de les dècades de final del segle XIX i inicis del XX, que marquen una
etapa decisiva en la història social i política de Galícia. El present treball s'acosta a la
riquesa canviant d'aquell pròsper ambient musical. El seu objectiu és donar a conèixer
les figures clau de la música gallega d'aquesta època, i les múltiples influències,
importades i exportades, que la van caracteritzar, tenint com a centre de la seva recerca
el repertori per a violí.
Some periods of Galician musical history are studied in depth and delimited in
stages according to their evolution and influences. We can not say the same for the
period straddling the nineteenth and twentieth centuries, which marks a turning point in
the social and political history of Galicia. This final project deals with the great wealth
of that thriving musical scene centring upon the violin repertoire, tackling the key
figures of Galician music at that time and the multiple influences, both imported and
exported, which characterized it.
2
ÍNDICE Páginas
INTRODUCCIÓN 3-5
1. Un panorama de la música en Galicia entre 1850 y 1900 6-7
1.1. Cambio de influencias en la producción musical gallega 7-10
1.2. Rexurdimento. Un panorama de música en Galicia entre 1850 y 1900 10-11
1.2.1 Marcial del Adalid: el piano romántico afrancesado 12-13
1.2.2 Canuto Berea y la importancia de la edición: semillas 14-16
del activismo musical en Galicia
2. Pablo Sarasate en Galicia 17
2.1. Galicia y la vida del joven Sarasate 17-18
2.2. La unión del folklore y la influencia exterior en sus giras 18-21
3. La música para violín en Galicia entre 1900 y 1950 22-24
3.1 Identidad gallega 24-25
3.2 Edad Contemporánea. Música para violín entre dos siglos 25-29
3.2.1 Andrés Gaos y la herencia de Sarasate 29-32
3.2.2 Manuel Quiroga: éxito en Norteamérica 32-34
CONCLUSIÓN 35-36
BIBLIOGRAFÍA 37-38
ANEXOS
I Muiñeira para violín y orquesta op. 32 de Pablo Sarasate, parte de violín.
II Sonata para violín y piano op. 37 de Andrés Gaos.
III Capricho número 6 para violín solo de Manuel Quiroga.
IV Emigrantes celtas (Lonxe d’a terriña…!, lonxe d’ò meu lar…!) de Manuel Quiroga.
V 2ª Guajira (Danza cubana dentro de Danzas Españolas, nº3) de Manuel Quiroga.
3
INTRODUCCIÓN
Músicos y melómanos suelen ver muy natural la asociación entre Galicia y la Edad
Media (cómo no pensar en las Cantigas de Santa María, o en el Codex Calixtinus) y, en
menor medida, con el Barroco. No es fácil, en cambio, encontrar menciones a lo que
sucedió en la música gallega en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX: hay
escasas publicaciones sobre el tema y varias de las que existen ofrecen una visión
parcial y poco consistente sobre el gran desarrollo musical llevado a cabo en Galicia
durante esta época, que en cambio fue para la sociedad galega muy rica en eventos y
cambios decisivos.
A lo largo de este trabajo de investigación repaso algunos de los hechos y
músicos que conformaron el ambiente musical gallego entre los años 1850 y 1950. En
esta época Galicia no sólo se convierte en receptora de múltiples influencias y eventos
musicales, sino que aporta al panorama musical internacional novedades en forma de
nuevas melodías e incluso una incipiente zarzuela gallega.
Dentro de esta etapa he intentado centrarme en la música escénica, orquestal e
instrumental, especialmente para violín debido a mi especialidad, por lo que he obviado
en determinados aspectos la música vocal y coral pese a ser uno de los grandes activos a
la hora de promulgar la música gallega dentro y fuera de la comunidad.
En el primer capítulo abordo el contexto musical gallego del siglo XIX,
caracterizado por la diversificación de espacios donde interpretar música, la búsqueda
de nuevas ideas y formas de difusión, junto con el auge del consumo de espectáculos
líricos. En este apartado me centro en el pianista y compositor Marcial del Adalid y el
editor Canuto José Berea, ambos figuras trascendentales para la evolución de la música
en Galicia durante esta etapa.
Dedico el segundo capítulo a la figura de Pablo Sarasate y su paso por esta
comunidad, que a pesar de no ser propiamente gallego, también su figura es un factor
clave en la dinamización del ambiente cultural gallego.
Finalmente, en el tercer capítulo trato la primera mitad del siglo XX, en la cual
se vislumbra un panorama de continuidad y focalización nacional. Durante esta media
centuria vemos triunfar a nivel internacional a violinistas gallegos virtuosos como
Andrés Gaos y Manuel Quiroga, figuras en las que me centro a lo largo de este
apartado.
La escasa circulación de la música de los principales compositores gallegos de
4
esta época me ha llevado a incluir como anexos las partituras de cinco obras
especialmente significativas, desde mi punto de vista como violinista, y que ilustran la
evolución de la composición para violín en Galicia durante estos cien años.
La primera partitura anexada es la aclamada Muiñeira compuesta por Pablo
Sarasate, una virtuosa pieza fruto sus memorias de la cultura musical popular gallega
que compuso en San Sebastián el año 1886, poco antes de su primera gira por Galicia
como intérprete internacional; gira en la cual sería estrenada la obra. La partitura fue
escrita originalmente para violín y piano; el manuscrito original se conserva en el
Museo de Pontevedra1.
El segundo anexo lo compone la primera sonata para violín y piano op.37 del
violinista y compositor, Andrés Gaos. Obra interpretada en mi recital de fin de carrera y
con la que pretendo llevar a la práctica la información recogida en este trabajo. Esta
sonata fue compuesta el año 1917 y estrenada el 4 de julio de ese mismo año en el salón
“La Argentina” de la ciudad de Buenos Aires por Juan José Castro en el piano y Zelmo
Vela al violín.
Los anexos tercero, cuarto y quinto, los forman tres partituras manuscritas del
violinista y compositor Manuel Quiroga. La primera de ellas (anexo III) es el último de
sus caprichos para violín, compuestos en París el año 1941 (igual que los caprichos
cuarto y quinto) con intención pedagógica para trabajar determinadas cuestiones
técnicas del instrumento . El anexo IV es un ejemplo de la canción gallega, Emigrantes
celtas. Partitura para violín solo que insinúa un pensamiento de morriña al ser inspirada
por la canción popular Lonxe d’a terriña, lonxe d’ò meu lar; fue estrenada por su autor
el 29 de Marzo de 1925. Por último el anexo V es también un manuscrito de su segunda
Guajira, con el significativo subtítulo de Danza cubana, fruto de las influencias
cosechadas a lo largo de sus giras y estancias en América y reflejo también de la
numerosa emigración gallega en el continente.2
Pocas de las investigaciones realizadas hasta el momento aportan una idea
general de este período, por lo que a lo largo de estas páginas profundizo en las grandes
influencias del ambiente cultural y musical gallego, desde editores, pasando por
compositores, musicólogos y violinistas. Para guiar mi investigación he utilizado la
recopilación de la historia musical gallega en el libro de la musicóloga Lorena López 1 Cecilia Martínez: <http://diariodepontevedra.galiciae.com/noticia/204268/una-muineira-de-sarasate-en-el-masso> [Última consulta: mayo 2015]. 2 Antonio Iglesias, “Manuel Quiroga 1892-1961, su obra para violín”, en Cuadernos de Música en Compostela, vol. VI (Madrid: impreso por Prudencio Ibáñez Campos, 1992)
5
Cobas, Historia da Música en Galicia, un libro fundamental que recoge y comenta las
características y transformaciones más importantes en la música de cada siglo.
Como violinista gallega que soy, siempre me ha sorprendido el desconocimiento
que todos nosotros compartimos acerca de la música de nuestra tierra, en comparación
con la música de la misma época en el resto de Europa. Ése fue el motivo que me animó
a emprender este trabajo y el aliciente que me ha acompañado a lo largo de su
desarrollo.
6
CAPÍTULO 1
UN PANORAMA DE MÚSICA EN GALICIA ENTRE 1850 Y 1900.
Ofrecer una panorámica de las investigaciones sobre la música en Galicia en el siglo
XIX es complicado, debido a que la mayoría de ellas todavía están en curso a la par que
existe un abundante número de publicaciones de diferente calado sobre esta materia.
Estas publicaciones ofrecen una visión parcial, por lo que trataré de aportar una idea de
conjunto de esta etapa.
A pesar de la disparidad de datos, comenzaré enmarcando el contexto que
envolvía la música en Galicia del siglo XIX y profundizaré en los diferentes nombres
sobresalientes, vitales para la creación y divulgación de la música gallega, con especial
atención a compositores e intérpretes enfocados en la música e instrumentos
orquestales.
El resurgimiento musical en Galicia, que se enmarca en el Rexurdimento cultural
gallego, toma forma paulatinamente a lo largo de todo el siglo XIX. Para comprender su
alcance, conviene repasar brevemente la época que lo precede, los llamados séculos
escuros, que se han juzgado siempre como un período decadente. Durante estos siglos,
que abarcan el XVI, el XVII y todo el XVIII, la lengua, cultura, la personalidad
histórica y jurídica gallega son casi suprimidas y puestas en un segundo plano por el
imperio y la corona española. Al mismo tiempo que Galicia sufría tal supresión de
identidad y aislamiento, esta época incluye los siglos de oro para la evolución musical
europea.
A lo largo de estos siglos oscuros, la alta nobleza y monarquía gallega (en otro
tiempo consumidores y mecenas de la diferente música culta disponible) son expulsados
de sus cargos por reyes de Castilla, principalmente los Reyes Católicos, y reemplazados
por nobles castellanos con el fin de restringir el poder de las instituciones y clases
sociales más poderosas de Galicia (monolingües en gallego durante prácticamente toda
la Edad Media) e igualar así la cultura en el imperio español.
A raíz de esta situación política de imposición cultural, la música erudita creada
en Galicia durante esta etapa se desenvuelve únicamente bajo el mecenazgo de la iglesia
católica, interpretada con especial habilidad y talento en la catedral de Santiago de
Compostela. Fruto de la conservación de algunos misales y otros documentos que hacen
referencia a esta cultura musical, observamos pocas diferencias con las músicas de otros
lugares en el reino hispánico.
7
Desde el barroco, sobre todo a mediados del siglo XVII con el afán constructor
eclesiástico, asistimos a la gran renovación de la catedral compostelana desde la
construcción del Pórtico de la Gloria (1188): en 1649 comienza la renovación barroca
de la catedral impulsada por su cabildo don José de Vega y Verdugo. Dicho esplendor
también se refleja en la música creada en este tiempo. El maestro de capilla del templo
en la época, José de Vaquedano, trajo a Compostela influencias de maestros foráneos
que introdujeron las novedades que se producían en el panorama musical europeo3.
1.1 Cambio de influencias en la producción musical gallega del siglo XIX.
Pese a la exclusividad eclesiástica que predomina en la música culta gallega durante
estos siglos, observamos que esta tendencia comienza a cambiar en el siglo XVIII con la
desamortización, la representación de las primeras óperas en Galicia y la creación en
1768 del primer teatro de ópera en la ciudad de A Coruña, seguido un año más tarde de
la construcción del siguiente teatro de ópera en la cercana ciudad de Ferrol, donde se
representaban composiciones de inspiración italiana 4 . Con estas representaciones
comienza a desmoronarse el monopolio de la Iglesia creado entorno a la producción e
interpretación de música culta.
Para resumir la etapa que precede a la segunda mitad del siglo XIX, podemos
decir que entre 1808 (año en que comienza la Guerra de Independencia) y 1861 hubo
una etapa de cierta continuidad respecto a la época precedente. Esta continuidad la
encontramos en el tipo de espacios en los que más música se interpreta (iglesias y
teatros), pese a lo cual comenzarán a producirse a lo largo del primer tercio de siglo los
primeros síntomas de renovación que se acentuarán hacia el segundo tercio, en el cual
se intensifican las actividades musicales profanas. Esta época de continuidad también se
caracteriza por una inestabilidad política a lo largo de las primeras décadas (invasión
napoleónica, etapa absolutista de Fernando VII 1814-1820, Trienio Constitucional
1820-1823 y vuelta al absolutismo 1823-1833), características que tuvieron
consecuencias directas sobre el devenir cultural gallego.
3 José López-Calo, “Catedrales”, en Casares Rodicio, Emilio (coord.), Diccionario de la música Española e Hispanoamericana, vol. 3 (Madrid: S.G.A.E., 1999), pp. 434-447. 4 José Castro: <http://anosacultura2.blogspot.com.es/2011/04/musica-galega-traves-da-historia.html> [Ultima consulta: abril 2015].
8
Dos hechos significativos, previos al siglo XIX, desencadenarán cambios en el
panorama musical gallego: el declive de las capillas catedralicias y el establecimiento
de las primeras compañías de ópera italianas en Galicia. En 1768 llega a Galicia el
empresario bresciano Nicola Settaro (el cual encontramos como Setaro en algunos
papeles acuñados en Galicia); Pasquale Carriles, violinista italiano, se asienta en 1798
en A Coruña tras haber vivido temporalmente en Santiago y en Pontevedra5. El nuevo
escenario de la música escénica acaparará cada vez más protagonismo a lo largo de este
siglo.
En parte gracias al establecimiento de compañías de opera italianas, los hábitos
sociales de la época cambian y, con ellos, el interés que suscitaba la música. Este
cambio social deriva en que cada vez más personas poseían deseos de una mínima
formación musical, y, a la par que aparece este interés, surgen iniciativas filarmónicas
bajo el amparo de sociedades e instituciones donde la música tiene un papel destacado.
Los músicos de las compañías italianas trajeron consigo una técnica vocal e
instrumental bien diferente a la ya conocida. Especialmente gracias a la ópera cambia el
ambiente musical de las ciudades, sobre todo porque no sólo se representaba en teatros
si no que se adaptaba a una enorme variedad de formatos (para escenarios burgueses y
artesanos): reducciones para piano, banda, masas corales…
Con la subida al trono de la hija de Fernando VII, Isabel II en 1833, se inaugura
una fase de cierto equilibrio no sólo a nivel político si no también cultural. Pese a esto,
tenemos que tener presente que la etapa de prosperidad económica de principios del
siglo XIX se ve truncada entre los años 1820 y 1856 por un derrumbamiento de la
economía gallega debido a múltiples factores6. Dicha recesión, sin embargo, no impidió
la construcción de una notable infraestructura teatral en Galicia, siendo en la década de
los 40 en la que se proyectan la mayoría de teatros inaugurados hacia mitad-finales de
siglo, comenzando por el de A Coruña. En 1841 se inaugura el Teatro Principal de A
Coruña, conocido más tarde como Coliseo de San Jorge y finalmente como Teatro
Rosalía de Castro; desde mitad de siglo también se construyen teatros en las ciudades de
Ferrol (Teatro Jofre, inaugurado en 1892 después de tres décadas de construcción
gracias al apoyo del empresario ferrolano afincado en Buenos Aires, Joaquín Jofre
Maristany, el máximo benefactor de la obra), en Santiago se proyecta el Teatro
5 M. Pilar Alén, “Reflexiones sobre un siglo de música gallega”. Revista de Musicología, vol. 30, nº 1 (junio de 2007), pp. 53, 58-60. 6 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 218.
9
Principal (1840), el Principal de Pontevedra (1842, inaugurado en 1878), los de Orense
y Tui (antes de 1849), el de Lugo (inaugurado en 1845), el teatro Alfonsetti de Betanzos
(1865), el teatro de Ortigueira (1864), y el teatro Rosalía de Castro en Vigo (proyectado
por Rodríguez Sesmero en 1882).7
Gracias a su creciente popularidad y demanda, a finales de la década de 1840,
Galicia ya contaba con una infraestructura idónea para mantener una actividad
operística destacada, donde los autores más representados eran Rossini, Donizetti o
Bellini. Dicha demanda solicita también de la ópera chica o la incipiente zarzuela
gallega.
En medio de este nuevo clima social, donde la música profana cobra
protagonismo, observamos un cambio en el modo de acceder a la formación musical. En
una primera etapa (primer tercio de siglo), la instrucción de futuros músicos recaía en
maestros de capilla y organistas que se convertían en profesores particulares para
familias pudientes. Esta formación ya no se centra única y exclusivamente en saber
solfear o cantar, si no que se demanda la enseñanza de la práctica instrumental, en
especial instrumentos como el piano, violín, guitarra, flauta… En una segunda fase, la
didáctica musical pasa a estar a cargo de intérpretes retirados y como hecho excepcional
vemos casos de músicos pertenecientes a familias acaudaladas que se instruyen en el
extranjero. Son pocos pero significativos, como los casos de Marcial del Adalid y
Gurrea (1826-1881) y su primo Marcial Torres del Adalid (1816-1890), los cuales
estudiaron en Londres y París. A través de ellos llega a Galicia el estilo de moda en la
música europea del momento, el Romanticismo.
Por último es importante mencionar diversas Sociedades Recreativas, Casinos,
Sociedades Filarmónicas (más tardías, de principios del siglo XX, pero enormemente
enriquecedoras) y entidades de carácter similar que surgieron, a la par que en otras
ciudades de la península, dando respuesta al nuevo clima social-musical de la época y
creando un ambiente propicio para la composición de música de diversos estilos. En A
Coruña, el Círculo de Artesanos surge en 1847. En Lugo, el Circo-Recreo de Artistas,
Comerciantes y Curiales (más tarde conocido como Círculo de las Artes) surge en 1855.
7 José Ramón Soraluce Blond, “El espacio del espectáculo: los primeros teatros de Galicia”. Boletín Académico. Escola Técnica Superior de Arquitectura da Coruña, nº 9 (1988), p. 11.
10
El Liceo de Santiago data de 1847-1848, precedido de la Real Sociedad de Amigos del
País de Santiago (1784), que no se establece definitivamente hasta 1834.
1.2. Rexurdimento. Un panorama de música en Galicia entre 1850 y 1900.
La introducción en Galicia de música dirigida a las altas esferas de la sociedad civil
marca el fin de una época y el principio de otra. Pasamos de una etapa secular marcada
por el peso de la música sacra y, en consecuencia, por la práctica inexistencia de música
profana, a una de las etapas de mayor efervescencia de la historia musical gallega, pese
a que a lo largo del siglo XIX y principios del XX todavía se estaba lejos de crear
música dramática, coral o sinfónica propiamente dicha.
A partir de 1856, con el sexenio revolucionario, comienza una recuperación
económica en Galicia que favorece la eclosión de las actividades musicales civiles
mediante la proliferación de sociedades de carácter instructivo y recreativo, que a
menudo poseían una sección de música dedicada a amenizar sus actos y brindar
educación musical, de las cuales surgen también proyectos filarmónicos8. Este avance
económico (con repercusión en el ámbito musical) se produce por una parte gracias a la
mejora de las infraestructuras viarias, hecho que amplía el intercambio comercial entre
diversas regiones gallegas y españolas, pero sobre todo y en gran medida gracias a la
masiva emigración hacia América. Este abandono de la patria que alivia la presión
poblacional, en aumento especialmente en el ámbito rural, es un evento importante ya
que comienza en América un desenvolvimiento paralelo de la música gallega gracias a
los músicos emigrados. Este movimiento migratorio se encarece sobre todo en el último
tercio del siglo XIX y a comienzos del XX.
En esta mitad de siglo comenzamos a ver las primeras manifestaciones del
anteriormente citado Rexurdimento. Con la llegada a la península del pensamiento
romántico, se reaviva el espíritu regional y la identidad subjetiva de las regiones
españolas. La consideración de las lenguas no oficiales cambia y se revalorizan, contra
la idea universal de la Ilustración, las tradiciones, lenguas y dialectos autóctonos.
8 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 218.
11
Vemos muestras de ello especialmente en el ámbito literario pero también en el
musical9.
Para hablar del desarrollo musical llevado a cabo en Galicia en esta segunda
mitad del siglo XIX debemos citar algunas figuras importantes en el ambiente musical
de la época. Figuras como la del compositor y pianista Marcial del Adalid, quien junto a
su primo, también compositor, trae hasta Galicia el estilo Romántico en boga en Europa
(París y Londres); o la del empresario, melómano, director de orquesta, violinista,
pianista, profesor y compositor Canuto José Berea Rodríguez, importantísimo editor y
promotor de la música de su época. Debido a la extensión limitada de este trabajo no me
es posible profundizar en todos los músicos influyentes de esta etapa, pero hubo varios
nombres propios, en estas décadas.
Xoán Montes, por ejemplo, fue autor de la Alborada que ganó el primer premio
del certamen musical celebrado con motivo de los primeros Juegos Florales; también
consigue premios por su Sonata Gallega Descriptiva para cuarteto de cuerda, una obra
programática que describe en cuatro movimientos una jornada de trabajo en el campo.
Gana premios también con sus conocidas canciones Doce sono y Negra Sombra, ambas
melodías recopiladas por Montes de la tradición popular lucense y con texto de Rosalía
de Castro.
Pascual Veiga fue también otro importante compositor, creador junto con el
escritor y poeta Eduardo Pondal del actual himno de Galicia y de la popular Alborada
Gallega o también conocida como Alborada de Veiga.
José Courtier, segunda generación de una importante saga de músicos de
Santiago, fue tutor durante algunos años (1846-1849) del niño Pablo Sarasate a la vez
que ostentaba los cargos de primer violín de la Catedral de Santiago de Compostela y
profesor de la Escuela de Música de la misma ciudad.
Otro compositor de relieve, José Castro González, apodado “Chané”, fue
director del Orfeón Coruñés y más tarde de la coral “El Eco”, con la que conseguiría
fama fuera de las fronteras gallegas. Emigrado a Cuba, dirige en la Habana el orfeón
“Ecos de Galicia” y traba una fuerte amistad con Curros Enríquez, por lo cual puso
música a varios textos del poeta, entre ellos el más conocido sería Unha noite na eira do
trigo.
9 En 1853 se publica A gaita gallega de Juan Manuel Pintos, libro escrito en prosa y verso, donde el autor reconstruye la vida campesina de la región de Pontevedra intentando reflejar las variantes del habla popular gallega. También, en 1861, se celebran los primeros Juegos Florales en A Coruña.
12
1.2.1 MARCIAL DEL ADALID: EL PIANO ROMÁNTICO AFRANCESADO.
Hijo y nieto de importantes comerciantes coruñeses, Marcial del Adalid y Gurrea nace
en 1826 en la ciudad portuaria de A Coruña en una familia con una larga tradición
musical comenzada por su abuelo, Adalid y Ramírez de Arellano. Realiza sus primeros
estudios musicales a corta edad y se interesa por la composición. Estudia violín y piano
con Antonio Martí, y se convierte en un intérprete entusiasta del piano y adulador de
Chopin, que practicaba con partituras llegadas de París gracias a la mediación de
amigos y clientes de la familia. El contacto en la infancia con la imagen de una Europa
romántica mediante libros y relatos de actores o cantantes de paso por Coruña, que
despiertan su ilusión por la música y por descubrir mundo. A los dieciocho años,
cuando su padre le envía a París y Londres en viaje de negocios, parte con la ilusión de
estudiar piano y composición con su idolatrado Chopin pero finalmente se dirige de
París hacia Londres sin conseguirlo. Una vez en Londres (1840-1844), estudia con uno
de los mejores pedagogos de la época, el también gran compositor y pianista, Ignaz
Moscheles. Allí comienza su actividad compositiva, de esta época data la edición del
vals brillante Souvenir dedicado a miss Louisa J. Huth10.
En 1844 vuelve a casa obligado por su padre para atender los negocios
familiares, pero mantiene los constantes viajes a las capitales europeas y a Madrid,
donde entra en contacto con el ambiente musical de la ciudad. En 1855 al morir su
padre, Adalid queda como heredero universal por lo que se ve obligado a atender el
negocio familiar en Coruña y a viajar repetidamente a París, donde editará gran parte de
su obra para piano. Debido a la muerte de Chopin en 1849, compone su Improvisación
fantástica, op. 17.
Marcial del Adalid compuso piezas de diversos estilos entre las que podemos
encontrar obras instrumentales inspiradas en la literatura de José de Espronceda, Lord
Byron y Alphonse de Lamartine. Dichas obras contienen en su comienzo una cita de
alguno de estos escritores, que alude al título y al carácter de la pieza. También dedicó
algunos de sus trabajos a Martín Sánchez-Allú, Emilio Arrieta, Jesús de Monasterio y
José Inzenga.
Debido a que fue un compositor prolífico en diversos géneros, podemos resumir
la obra de Marcial del Adalid en tres vertientes o etapas. La primera es la etapa más 10 Margarita Soto Viso, “Adalid Gurrea, Marcial del”, en Casares Rodicio, Emilio (coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol.1 (Madrid: S.G.A.E., 1999), pp. 60-70.
13
romántica donde priman las composiciones para piano solo, encontramos su punto
culminante con la Sonata fantástica op. 30 de 1853. Un segundo período más clásico,
de aparente crisis compositiva coincidiendo con su matrimonio con la escritora Fanny
Garrido, donde encontramos sonatas para piano, cuartetos de cuerda, marchas, motetes
y pequeñas piezas para violín y piano. Por último, una tercera y última etapa más
nacionalista, la más importante dentro de la historia cultural gallega. El primer
testimonio del nacionalismo de Adalid en la Marcha triunfal “Galicia” que data de
1859. Asimismo forma parte de los Juegos Florales celebrados en 1861 en A Coruña,
considerados como el punto de partida del Rexurdimento o movimiento galleguista.
Su acercamiento nacionalista no lo aleja de sus relaciones en Madrid, ya que en
el año 1863 se convierte en uno de los promotores de la “Sociedad de Cuartetos”,
fundada en Madrid con el propósito de dar a conocer las obras de los grandes
compositores de música de cámara europeos.
Encontramos muchos otros ejemplos nacionalistas como su ópera Inés e Bianca
y sus pequeñas canciones o melodías gallegas, recopiladas en su mayoría en sus
Cantares viejos y nuevos de Galicia publicados entre 1877 y 1882. Esta recopilación
fue vital para la revitalización histórica de la canción gallega y ayudó a crear un estilo
compositivo propio de esta región.
En su obra Melodías para canto con acompañamiento de piano, publicadas por
Romero en 1875, encontramos rasgos compartidos con la música de Charles Gounod,
Franz Liszt y la escuela francesa11. Las armonías refinadas, líneas vocales elegantes y
difíciles acompañamientos para piano, son rasgos típicos en estas melodías.
Esta última etapa (1860-1880), de la cual tenemos constancia gracias a sus
composiciones y correspondencia, fue la más prolífica y nos deja como muestra de la
diversidad de su obra la zarzuela gallega inacabada de Pedro Madruga.
Gracias al este compositor, Galicia comenzó una etapa de apertura hacia nuevas
influencias (Chopin, Mendelssohn, Schumann, Liszt), especialmente francesas, en una
época en la que se rechazaba sistemáticamente cualquier aporte cultural galo. A su vez,
comienza la reivindicación musical gallega, paralela al Rexurdimento.
11 Suzanne Rhodes Draayer, Art songs composers of Spain (U.S.A.: Scarecrow Press ed., 2009) capítulo 25: “Marcial del Adalid Gurrea”, pp. 207-209.
14
1.2.2 CANUTO BEREA Y LA IMPORTANCIA DE LA EDICIÓN: SEMILLAS DEL
ACTIVISMO MUSICAL EN GALICIA.
Sebastián Canuto Berea Ximeno, padre de Canuto José Berea Rodríguez (1836-1891),
fue un director, pianista y comerciante nacido en Zaragoza el año 1810, consta en la
matrícula de comercio de A Coruña como “comerciante por mayor y menor” entre 1835
y 1845 al frente del primer almacén de instrumentos de la ciudad. Padre e hijo
comparten el mérito de haber sido pioneros del activismo musical ya que dicho almacén
se convertiría en un próspero negocio (permaneció abierto hasta 1987) y un verdadero
foco de la cultura musical gracias a ambos, pero especialmente a Canuto Berea hijo.
Cartel publicitario de trazos modernistas del almacén coruñés de CanutoBerea y Cía. "Gran almacén. Música, pianos, órganos
expresivos e instrumentos para orquestas de cuerda y banda militar, de Don Canuto Berea, Real, núm, 38. Coruña", "Pianos
verticales y oblicuos españoles y extranjeros de Erard, Playel Bond y de otras acreditadas fábricas, desde 2.400 reales en adelante",
anuncios del periódico del establecimiento de Canuto Berea que aparecían junto al cartel. El primer anuncio aparece el 30 de julio
de 1831 en el periódico El Telegrama [Ilustración: Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia. Lugo: Ouvirmos, 2013, p.
261]
Canuto Berea padre actuó como solista en el Teatro de Zaragoza en 1830 y fue
director de la orquesta del Teatro de Murcia entre 1833 y 1834. Poco después, a su
llegada a Coruña en 1835, se convierte en uno de los principales empresarios teatrales
de la ciudad, trabajando en los teatros Coliseo y Principal. Como especial influencia
citar que el 13 de Enero de 1852 dirige a la orquesta que acompaña el debut como
solista a los siete años del violinista Pablo Sarasate y fue él quien aconsejó a sus padres
que el niño debía estudiar con Blas Álvarez, concertino de la Orquesta del Teatro
15
Principal con el que Sarasate daría clases poco después. Muere en 1853 a los 42 años
dejando a cargo del negocio a sus hijos.
Sin embargo fue el primogénito, Canuto José Berea Rodríguez, quien tomó
verdaderamente las riendas del negocio paterno y le dio un gran impulso. Cambió la
ubicación de la tienda al número 38 de la calle Real, aumentó la oferta con la edición de
libros y partituras (en diez años llegó a editar 30.000 títulos), creó un taller donde se
construían y reparaban otros instrumentos y se valió de la publicidad para anunciarse en
periódicos y revistas.
Además de ofrecer la venta de pianos a plazos y con tres años de garantía, se
anunciaba como "único depósito de pianos construidos expresamente para el clima de
Galicia y Asturias de la sin rival fábrica de Bernareggi Gassó y Compañía", premiada
en la Exposición Universal de París de 1878.
Canuto Berea Rodríguez fue director de orquesta, violinista, profesor y
compositor. Entre sus piezas destaca la muñeira sinfónica La Alfonsina, dedicada al
príncipe don Alfonso y distinguida con la Cruz de Carlos III; la zarzuela La Luna de
Hiel, una serie de melodías gallegas como la titulada Un Suspiro; composiciones con
motivo de la visita a la ciudad de Isabel II y Alfonso XII y un himno de Galicia.
Gran amigo del compositor Marcial del Adalid, está considerado como uno de
los precursores del orfeonismo en Galicia, junto a los músicos Juan Castro Chané y
Pascual Veiga. Gracias a ellos y Juan Montes se propagó el folclore de Galicia por
España, Portugal y América, en cuyos países dio conciertos como pianista, violinista o
director de orquesta. Convirtiéndose así en un apasionante personaje que promociona y
protege la música gallega durante medio siglo.
Presidió también la Academia de Bellas Artes de A Coruña y su labor allí fue
reconocida fuera de Galicia con el nombramiento de académico de Bellas Artes de San
Fernando, institución artística de más larga trayectoria y mayor vigencia cultural en
España.
Su ambición y compromiso le llevó además a ser alcalde y concejal de A Coruña
y a ocupar también muchos otros cargos: presidente de la Reunión Recreativa e
Instructiva de Artesanos, administrador y consejero del Banco de España y del Crédito
Gallego, vocal de la Junta de Obras del Puerto, director de la sección mercantil de la
16
Cámara de comercio y miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y
Artísticos.12
Canuto Berea ha contribuido de manera fundamental a la música gallega, como
demuestra su legado, adquirido y depositado actualmente en la Diputación de A Coruña:
miles de partituras impresas, un importante número de libros y manuscritos musicales,
correspondencia, catálogos, carteles, programas y documentación comercial del
establecimiento, desde la fundación hasta 1987, año en el que, después de pasar por
distintos propietarios vinculados a la familia, cerró para siempre sus puertas en la
esquina de la calle Real con la estrecha calle que lleva su nombre y se prolonga hasta la
Galera.
12 Bugallal, Isabel: <http://www.laopinioncoruna.es/contraportada/2013/09/08/pionero-activismo-
musical/760092.html> [Última consulta: mayo 2015].
17
CAPÍTULO 2
PABLO SARASATE EN GALICIA.
Aunque asociamos de forma inmediata a Pablo de Sarasate con Navarra, y no con
Galicia, la realidad es que la relación de este gran violinista y compositor con Galicia
fue importante en ambas direcciones. Galicia, donde Sarasate vivió durante parte de su
infancia, fue importante para su formación y para que despegara su carrera; y tiempo
después las giras de un Sarasate ya convertido en célebre concertista dejaron una huella
decisiva en el mundo musical de finales del siglo XIX. En esta comunidad el joven
prodigio comienza a dar los primeros pasos necesarios para convertirse en un gran
artista (algunos de los cuales serían seguidos años más tarde por Manuel Quiroga) y
más tarde sería uno de los encargados en introducir nuevas tendencias europeas a la vez
que encumbró la música gallega en sus composiciones, según describen testigos de los
múltiples conciertos ofrecidos durante sus estancias en Coruña, Ferrol, Santiago,
Pontevedra, Vigo y Orense.13
2.1 Galicia y la vida del joven Sarasate.
Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués, más conocido como Pablo Sarasate,
nace el 10 de marzo de 1844 en Pamplona. Comienza a recibir las primeras clases de
violín teniendo a su propio padre como profesor en Pamplona, cuando apenas contaba
con dos años de edad. Debido a la profesión como militar del padre del joven Pablo, su
familia se traslada de una ciudad a otra de la geografía española por motivos laborales a
lo largo de la infancia de este. Cuando el joven violinista contaba con tres años, la
familia Sarasate se traslada a Valladolid y poco después a Santiago de Compostela,
donde sus padres fijan su nueva residencia en un inmueble propiedad del gobierno. El
famoso violinista gallego José Courtier acepta la tutela musical del niño prodigio
durante el período de tiempo que este permanece en Santiago, a la vez que ejerce como
primer violín de la Catedral de Santiago de Compostela y como profesor de la Escuela
de Música de la misma ciudad. Más tarde por motivos laborales y enfermedad de
Courtier, la familia Sarasate se traslada a Coruña, donde el joven violinista debuta el 13 13 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), cap. 5º: “Galicia y Asturias”, pp. 261-271.
18
de enero de 1852 de la mano del director de orquesta y empresario Sebastián Canuto
Berea frente un gran público en el que se incluían personalidades como los Duques de
Montpensier y un par años más tarde la reina Isabel II, que le ayudarían a estudiar en el
extranjero mediante becas y ayudas. Poco después, recomendado por Canuto Berea
padre, comienza a recibir clases de violín de uno de sus primeros profesores, Blas
Álvarez, concertino de la Orquesta del Teatro Principal de A Coruña.
2.2 La unión del folklore y la influencia exterior en sus giras.
Introducidos los primeros pasos de Pablo Sarasate en Galicia, me gustaría centrarme en
la importancia para el ambiente musical y cultural gallego de sus visitas tras convertirse
en un consolidado solista a lo largo de Europa y América. Dichas visitas fueron bien
detalladas en la biografía del violinista escrita por Julio Altadill, Memorias de
Sarasate14.
La primera visita del renombrado artista se produce en septiembre de 1886 con
motivo de los conciertos los días 11, 12, 14 y 15 del mismo mes en el teatro Principal de
la ciudad de A Coruña; los días 16 y 17 celebra en Ferrol dos conciertos y continúa su
gira con conciertos en las ciudades de Santiago, Pontevedra y Vigo, desde donde
partiría hacia París. A lo largo de estos conciertos, Sarasate contó con la colaboración
de sus pianistas habituales, por una parte su secretario, Mr. Otto Goldschmidt (1829-
1907), pianista alemán y esposo en segundas nupcias de la reconocida pianista Berta
Marx a la par que secretario y agente personal de Pablo Sarasate (ambos se conocen y
comienzan una relación amistosa y laboral el año 1877; gracias a él, el violinista
navarro se libera del yugo de las empresas y con su ayuda, se organizan de forma
independiente para afrontar los gastos y retribuciones de sus propios conciertos sin
necesidad de intermediarios). En otras obras también contó con la colaboración del
pianista y compositor granadino Manuel Guervós y Mira (1863-1902), además de haber
contado con un sexteto dirigido por el maestro Arche y como no con la ayuda de su
excelente violín Stradivarius.
En estos conciertos, el violinista interpretó múltiples obras contemporáneas
como la Balada y Polonesa de Vieuxtemps, pero tocó con especial cariño obras propias 14 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), cap. 5º: “Galicia y Asturias”, pp. 261-271.
19
como el Canto del Ruiseñor, la Transcripción para violín y orquesta del Nocturno Op.
9 de F. Chopin, un Tango, una Jota, su Romanza, sus Aires populares o la tan aclamada
por el pueblo gallego, Muiñeira15 de Sarasate. Obra estrenada precisamente al comienzo
de esta gira gallega, en su primer concierto en Coruña. Sobre esta última obra y los
conciertos realizados en la ciudad portuaria, se escribe un crítica en el periódico La Voz
de Galicia de la que cito algunas partes a continuación:16
“Lo más prodigioso, lo más admirable y lo más divino en la esfera del arte, es aquello que
Sarasate produce con el arco y las cuerdas de su violín […]
El público que llenaba todas las localidades del teatro, tributó a Sarasate una ovación tan grande
como merecida; aquello fue un delirio del que nadie será capaz de dar idea solo con palabras.”
El periódico coruñés El Anunciador también escribió unas memorables crónicas
sobre el evento:17
“Cuando el genial artista nos dejaba oír las alegres y retozonas notas de la Muiñeira, parecíanos
que ese hermoso aire regional adquiría mayor relieve y alcanzaba a nuestra vista más sólidos
méritos. Sarasate todo lo diviniza y todo lo agranda con su primorosa ejecución no igualada. […]
Oyendo a Sarasate tocar la Muiñeira, compréndese todo el valor de nuestra música popular,
juguetona a veces como niño travieso, y a veces lánguida y melancólica como si quisiese
sintetizar en sus combinaciones la morriña que ataraza a nuestros paisanos lejos de esta tierra.
[…] Todo eso que es característico de nuestro país, hízolo oír el gran artista en nuestro teatro
principal en los dos conciertos últimos que ha celebrado. No fue una Muiñeira adulterada . De su
célebre violín solo salía música gallega, legítima, enxebre18, genuinamente nuestra… ¿Cómo no
habría de producir entusiasmo y delirio en la concurrencia? […] No cabría exigirle mayor
perfección ni más exquisita propiedad en la interpretación de los aires gallegos […]
Cerrando los ojos y oyendo al ejecutante, figurámonos estar en plena romería. Voces humanas,
instrumentos rústicos, los dobles acentos de la gaita obtenidos en dos cuerdas heridas a la vez, el
frotar de las conchas, el sonar de las zanfoñas, ya cerca, ya lejos; y todo ello exornado de
riquísimas variaciones […] No recuerdo entusiasmo más grande en ningún público […]”
15 El término correcto actualmente para este tipo de canto popular sería muñeira en vez de muiñeira, los cambios en el término se deben a que en esta época no había un gallego estándar o normalizado (la Real Academia Galega no se fundaría hasta la primera década del siglo XX) por lo que podemos encontramos indistintamente con ambas palabras según la edición de la partitura. 16 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), cap. 5º: “Galicia y Asturias”, p. 262. 17 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), cap. 5º: “Galicia y Asturias”, pp. 263-266. 18 Palabra en gallego definida por la Real Academia Galega como: “1. Sin más nada, sin mezclar. 2. Que es característico o propio de un país o región y que no está falseado, deformado o mezclado con nada ajeno.”
20
Los mismos periódicos relatan un aplauso colosal, “aplauso de titanes”, ante la
Muiñeira de Sarasate que a la salida del concierto se tradujo en ovaciones y salidas al
balcón del protagonista en el hotel en que se hospedaba en Coruña; a la vez que
rememoran con gran cariño recuerdos de la infancia de Sarasate en Coruña, la ciudad
que le escuchó debutar como solista y que le recibe cada vez como “coruñés de
adopción.
Julio Altadill, militar, historiador y divulgador de la cultura y arte navarras,
explica en sus Memorias de Sarasate el éxito cosechado por el violinista en los
conciertos de Coruña comentando la anécdota de cómo la célebre escritora gallega
Emilia Pardo Bazán “trituró guantes, gemelos, abanico y pañuelo con sus frenéticos
aplausos” 19.
La segunda visita de Sarasate a Galicia comienza con su llegada a la ciudad el
25 de enero de 1896, recibido por una calurosa acogida de la que también tenemos
constancia gracias al periódico de La Voz de Galicia. En el mismo periódico
encontramos, diez años después de su primera visita, la mismas idolatradoras crónicas
sobre la calurosa y entusiasta acogida del pueblo gallego a la música del violinista. En
esta ocasión ofreció recitales conjuntamente con la pianista Berta Marx, mujer de su
secretario y también pianista Otto Goldschmidt, que también colaboró en la gira. Los
conciertos se celebraron en las ciudades de A Coruña, Ferrol (30 y 31 de enero),
Santiago (4,5 y 6 de febrero), Vigo (8 y 9 de febrero), Pontevedra (11 y 12 de febrero) y
Ourense (14 y 15 de febrero).
Los concertistas interpretaron obras como el Andante y variaciones de la Sonata
para violín y piano op. 47 (más conocida como “Sonata a Kreutzer”), la adaptación para
violín y piano del concierto de Mendelssohn en mi menor, Impromptu, Vals y Nocturno
de Chopin, Fantasía sobre motivos de Otello, obras de Mozart, Schubert, Rubinstein,
Wagner, Zarezyky, la Danza de las Brujas de Bazzini, la Suite de Raff, la Invitación al
vals de Weber, la Leyenda y Aires rusos de Wieniawski, siempre incluyendo obras
compuestas por el navarro como su Romanza o Aires bohemios, terminando todos los
conciertos con aires populares entre los cuales no podía faltar la popular y tan
19 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), p. 263.
21
ovacionada Muiñeira del propio Sarasate. De esta última tenemos un relato recogido en
un extenso artículo escrito por Antonio Costón20:
“Pues, ¿y dónde dejamos la Muiñeira? No tengo el honor de ser gallego; pero declaro
sinceramente que esta obra hubo de causarme siempre una emoción profundísima. Yo se la he
oído a Sarasate, no sólo en Madrid, si no también en la misma Coruña, y puedo asegurar que
nunca he presenciado una ovación tan imponente. […] Si alguna vez, ¡oh, gran violinista!, me
encuentro enfermo y pobre, solo y triste, y odiado, de todos, en extraña tierra, tragando la hiel de
la nostalgia, […] si algún día, ¡oh, Sarasate!, me encuentras así, saca entonces de la caja tu
Stradivarius, ejecuta los primeros compases de la arrebatadora Muiñeira, recuérdame la gaita de
las romerías gallegas, […] y al recibir yo en mi atormentado espíritu esa limosna de arte, como
la Magdalena limpiaba los piés de Cristo, tu limpiarás mi alma de las impurezas del mundo
miserable, y volverán a ella, con el eco de tu instrumento mágico, las remembranzas de la edad
florida, las canciones alegres y os sueños azules…”
20 Julio Altadill, Memorias de Sarasate (Pamplona: imprenta de Aramendía y Onsalo, 1909), pp. 269-270.
22
CAPÍTULO 3
UN PANORAMA DE MÚSICA EN GALICIA ENTRE 1900 Y 1950
Con el comienzo de un nuevo siglo en Galicia no asistimos a cambios drásticos, si no
que observamos un proceso de desarrollo de los hábitos musicales y culturales
implantados durante la pasada centuria. No podemos hablar de una ruptura drástica en
el terreno musical ya que se mantuvieron tendencias compositivas, géneros e iniciativas
musicales, pero sí vemos la apertura hacia nuevas vanguardias y puntos de vista
musicológicos. Complementando esta tendencia, encontramos un gran punto de
inflexión en el ideario gallego debido a la creación de las “Irmandades da Fala”21 en
1916, la cual abrirá las puertas a un nueva idea sobre el papel de la lengua gallega.
Contexto por el cual durante el primer tercio de siglo se comienza a crear música
escénica “nacionalista”.
El ímpetu galleguista potenció el discurso de las élites intelectuales que
defendían la tarea de la construcción nacional desde el eje de la tradición, tanto histórica
como folclórica. Debido a esto, se continúa fomentando la creación de cancioneros que
recogen colecciones de melodías populares. Sin embargo, cambia el cariz de las
investigaciones ya que a lo largo del siglo XX los musicólogos, se centran más en
propuestas de recogida científicas y sistemáticas como las de Santiago Tafall, Alfredo
Brañas o Jesús Bal y Gay. Finalmente, el enfoque más tradicionalista se materializa en
sociedades como la Real Academia Gallega, fundada en 1906 con Manuel Murguía de
presidente, que defienden la recuperación del modo de vida tradicional anclado en el
ruralismo. El anhelo de lo enxebre, genuino, llevó a la búsqueda de las versiones
musicales más puras extraídas del repertorio de tradición oral que podemos encontrar
gracias a músicos y personalidades como José Inzenga o Perfecto Feijóo Poncet.
Ambas líneas de pensamiento evolucionan a lo largo del primer tercio de siglo
convirtiéndose en dos corrientes: una más tradicionalista, liderada por Leandro Carré
Alvarellos en defensa del costumbrismo gallego (con ejemplos de estampas corales,
zarzuelas y óperas en gallego o con temática gallega), y otra más revisionista, liderada
por el Conservatorio Nazonal do Arte Galego (1919) y el compositor y musicólogo
Jesús Bal y Gay, que abogaba más por la anexión de propuestas vanguardistas en el
21 Organización nacionalista gallega que desarrolló actividades políticas y culturales a favor de Galicia, activa entre 1916 y 1931, y que daría lugar a la creación durante la segunda República Española del Partido Galeguista.
23
paradigma popular (tradición y modernidad). Pese a esta intención renovadora, la línea
revisionista no tuvo gran materialización en la música, pero sí en otros artes como la
literatura y finalmente fue la que prevaleció como tendencia musicológica.22
Gracias a la inversión y construcción de teatros realizada en la segunda mitad
del siglo XIX, el primer tercio de este nuevo siglo sigue con el auge cultural en cuanto a
la música escénica, pero como toda actividad cultural en España, se ve frenado por la
guerra civil y más tarde por la dictadura franquista.
Entre finales de siglo y primer tercio de siglo XX se representan sobre todo
obras de compositores franceses como Spontini, Meyerbeer, Gounod, Saint-Saëns,
Massenet y Bizet. Pero también triunfan entre el público obras de compositores
relativamente contemporáneos como Wagner, Verdi o Puccini; a la vez que se siguen
interpretando a autores “clásicos” más consolidados como Mozart o Weber. Las óperas
recién estrenadas en Europa se difundirán rápidamente por los teatros gallegos, en parte
gracias al especial interés de algunas personas por este repertorio.
No menos importantes en la divulgación de la cultura musical fueron los
orfeones y, sobre todo, los coros que, a partir de estos últimos, fueron creándose a
principios del siglo XX23. A pesar de las marcadas diferencias musicales que los
separaban, los orfeones continuaron funcionando, desde una perspectiva más “cultista”,
siguiendo los parámetros marcados por el cecilianismo, como en el caso de la Sociedad
Coral Polifónica de Pontevedra (1925), la Coral Polifónica de Ourense o Toxos e Froles
en Ferrol, a partir del cambio de director en 1922. Reveriano Soutullo dijo esto sobre el
tema, hablando en una entrevista sobre el referente folclórico gallego: 24
“[…] Es preciso ante todo, como labor previa para esta revisión estética que estimo
indispensable, acabar con la lastimosa confusión de valores que existe respecto a los cantos
populares, debido, sin duda, al influjo nefasto de los antiguos orfeones, que lejos de ser
contrarrestado, como pudiera creerse, por los coros, se acentuó más y más con éstos. De aquí
resulta que como cuestión previa para la rectificación de esta orientación equivocada, se ofrece
la necesidad de acometer una revisión seleccionadora del folklore musical gallego, en forma
análoga a la que se efectuó por la crítica literaria respecto al romancero. […]”
22 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 332. 23 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 323-230. 24 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 336.
24
Este ambiente musical de las corales y orfeones (pese a que pierde peso con el
avanzar del siglo XX) fue el que propició las giras por el Atlántico de numerosos coros
de Galicia (abriendo paso a solistas y otras formaciones gallegas), lo que sirvió para que
muchos emigrantes gallegos tuvieran la posibilidad de rememorar su tierra natal
mediante música familiar y la recreación ambiental realizada por algunas
organizaciones. Dichas giras, también propiciaron la creación de múltiples agrupaciones
similares en los centros gallegos de las principales capitales americanas. La “Galicia
exterior” se focaliza principalmente en Argentina y Cuba hacia finales del siglo XIX y
primer tercio del siglo XX, apertura que contribuye de forma decisiva en la creación y
afirmación de la identidad gallega mediante la música.
La música gallega interpretada por estas agrupaciones en el nuevo continente se
basaba en un concepto tradicionalista, ya que su intención era despertar la morriña o ese
anhelo idílico hacia el pasado. Dichas asociaciones culturales formadas en América,
creaban auténticos centros de sociabilidad y educación que configuraron un contorno
musical rico y dinámico entre la sociedad gallega emigrada. Ejemplo de ello la “Semana
Gallega” de 1927 que se celebró en Buenos Aires.
Como dato social importante, cabe resaltar en esta primera mitad de siglo que en
la sociedad gallega se sigue produciendo el fenómeno de la emigración; este éxodo
comienza ya a principios del siglo XIX, fruto del aumento de la población que no puede
asimilar un sistema económico poco (y muy lentamente) industrializado y que queda
aislado de las pujantes redes ferroviarias peninsulares. Todo ello dará paso, a mediados
del siglo XIX, a una emigración masiva a América que se prolongará durante gran parte
del siglo XX. La emigración a lo largo del siglo XX, se vio encarecida sobre todo por
las políticas fascistas, la guerra civil y posterior dictadura franquista, dramas que
generarían múltiples exilios políticos y artísticos como veremos más adelante.
3.1 Identidad gallega
En relación a las orientaciones políticas galleguistas anteriormente citadas, a lo largo de
este nuevo siglo toman diferentes caminos; entre las últimas décadas del siglo XIX y el
año 1916 triunfa la idea del rexionalismo25, cuyos ideales estéticos defienden la
25 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 322.
25
identidad nacional mediante una regeneración de la vida social en la que se suma la
importancia de la “raza”, la música y el paisaje. La aplicación del regionalismo en la
música da lugar al enfoque poético, que ve el folklore como fuente de inspiración. Entre
1916 y 1936, la idea político-cultural del regionalismo dio paso a lo largo de este
tiempo al nacionalismo, idea que todavía observamos hoy en día en las corrientes
políticas y culturales gallegas actuales. En cuanto a los ideales estéticos nacionalistas,
observamos orientaciones neotradicionalistas como el auge de la importancia histórica
de la época medieval (considerada la edad de oro de la música gallega) o la importancia
del folklore. También se ponen de relieve orientaciones liberal-demócratas como el
krausismo y el regeneracionismo. En cuanto a la aplicación del nacionalismo en la
música, se siguen las mismas orientaciones neotradicionalistas mediante dos enfoques:
el de la tradición histórica (auge de la música medieval) y el del folklore (recopilación
de canciones tradicionales, entre las que triunfa el enfoque científico).
Vemos mucho del ideario nacionalista en la música escénica creada por
emigrantes gallegos fuera de su tierra natal; obras en las que se recreaba el nacionalismo
mediante la temática y la importancia del idioma. Como primer ejemplo tenemos al
compositor Felisindo Rego que, vinculado al Centro Gallego de La Habana, escribe la
significativa obra “Non máis emigración”, zarzuela gallega con libreto del escritor
Ramón Armada Teixeiro. Esta fue la primera obra en gallego representada fuera de
Galicia, estrenada el 10 de Agosto de 1886 en el Teatro Tacón (actualmente Gran
Teatro de la Habana).26
3.2 Edad Contemporánea. Música entre dos siglos
El panorama de la música escénica en Galicia a principios del siglo XX se presentaba,
al igual que ocurrió con el caso de los coros y orfeones, como una oportunidad para la
afirmación de la identidad gallega por parte de la élite cultural.
Podemos apreciar dos corrientes, como ya comentaba al principio de este
segundo capítulo: una más tradicionalista y otra revisionista. Pese al éxito del
revisionismo en el ámbito cultural, la escena gallega de finales del siglo XIX estaba
dominada por la primera vertiente. El teatro rexionalista tan popular entre el público, se
26 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 333.
26
basaba en costumbres gallegas de corte anecdótico, que evidenciaban una mezcla de
ruralismo, enxebrismo y una tímida crítica social. Esta tendencia fue defendida por
escritores como Leandro Carré Alvarellos, quien proponía un modelo basado en la
defensa del genuino gallego. Por el contrario, la línea revisionista pretendía romper con
el estancamiento del costumbrismo rural. Al frente de esta línea de pensamiento
encontrábamos al Conservatorio Nazonal do Arte Galego, impulsado por los escritores
Antón Vilar Ponte y Fernando Osorio Docampo. Esta filosofía era compartida también
por el compositor y musicólogo Jesús Bal y Gay, quien pretendía alcanzar la “esencia
gallega” mediante espectáculos de base popular, pero con un toque de esquematismo y
sencillez, gracias a lo cual, mezclaba tradición y modernidad en sus propuestas
dramáticas. Por desgracia, en parte quizás por su emigración hacia Méjico, sus ideas no
calaron en la escena cultural-musical gallega hasta finales de los años setenta, casi diez
años después de su vuelta a Galicia en los años sesenta.
En cuanto a la música dramática, como ya comentaba en el apartado anterior, se
utilizó como medio de protesta social y reivindicación de Galicia como nación. En estas
óperas y zarzuelas, el argumento solía desarrollarse entorno a personajes populares que
protagonizaban amores aldeanos, en los que la religión y la emigración interactúan con
la trama principal. Como ejemplo de ello tenemos las óperas del compositor, discípulo
de Marcial del Adalid, Xosé Baldomir: A Virxe do Cristal y Santos e Meigas; o la obra
del compositor Egidio Paz Hermo (1863-1933), Para a Virxe dos Milagros. En Cuba
fueron presentadas obras como las de Joaquín Zon (1872-1982), O zume de tres melós y
Máis zume (estrenadas consecutivamente los años 1917-1918), o las de José Fernández
Vide (1893-1981), Miñatos de vran y Proba de amor.
Observamos cómo la divulgación de la identidad gallega es un punto clave para
todos los compositores de música escénica a principios del siglo XX, y que se defiende
sobre todo desde dos perspectivas: la de la música folklórica y la música de creación.
Pese a esta tendencia galleguista, también hubo compositores como Francisco Piñeiro,
Andrés Gaos, los hermanos Paz o Isidro Puga, que optaron por escribir obras en
castellano pero que en su temática y música divulgaban las mismas señas de identidad
gallega.
Por otro lado, la música instrumental de principios del siglo XX en Galicia sigue
un camino de diversificación, comenzado en el siglo XIX, por el cual las influencias
foráneas convivían con iniciativas galleguistas. Sobresalen nombres de intérpretes como
el del pianista José Rodríguez Carballeira (1895-1954), más conocido como Pepito
27
Arriola, las cantantes Carolina Otero y Ofelia Nieto o el violinista José Outumuro, pero
cabe mencionar con mayor relevancia a los intérpretes más destacados: Andrés Gaos,
Manuel Quiroga y Jesús Bal y Gay. Carreras musicales auspiciadas por el papel que las
orquestas, en ocasiones sociedades filarmónicas, jugaban en los circuitos musicales y
culturales de la época. Las bandas, tunas, rondallas, orquestinas y estudiantinas que
extendieron su trabajo desde el siglo anterior hasta principios del siglo XX,
contribuyeron a dinamizar la oferta musical para el público gallego.
Los espacios de conexión de la música con la sociedad durante esta época
siguieron siendo los teatros, teatros circo, liceos, casinos y en especial las sociedades
recreativas, los cafés cantante y los espacios abiertos (parques, paseos, calles); donde la
oferta de espectáculos comprendía la música escénica, variedades y música
instrumental. Sobresalen el Teatro-circo Emilia Pardo Bazán en Coruña y el Teatro
Tamberlick de Vigo; donde empresarios como Isaac Fraga organizaban diversos
espectáculos como ballets rusos, teatro, conciertos, circo, etc.
Encontramos como, especialmente en la sociedad urbana, se comienza a crear a
lo largo de este nuevo siglo una atmósfera de tradición “culta” occidental en cuanto a la
música instrumental; fruto de esta corriente, surgen las Sociedades Filarmónicas de
Coruña (1904) y Vigo (1915), iniciativas que favorecieron la subida a los escenarios de
múltiples solistas, grupos de cámara y orquestas (nacionales y extranjeros), como la
Orquesta Sinfónica de Madrid. Las obras más interpretadas a comienzos de siglo eran
las de compositores románticos como Schubert o Wagner, junto con compositores
europeos contemporáneos como Stravinsky, Prokofiev, Rachmaninov o Shostakovich;
pero también compartían cartel con obras clásicas o barrocas, a la par que obras y
estrenos de compositores gallegos.
El auge del ambiente sinfónico durante las primeras décadas del siglo XX
fomentó la creación de diferentes agrupaciones como la Orquesta de Arcos de la Coruña
(1917), dirigida por Canuto Berea Rodrigo (hijo del comerciante coruñés), la
Agrupación de Instrumentos de Arco (1933) en la misma ciudad o la Orquesta
Filarmónica de Vigo (1935). Al margen de las orquestas, los grupos reducidos de
instrumentistas, junto con tunas y rondallas, siguieron ayudando a dinamizar y matizar
el ambiente musical de pueblos y ciudades gallegos; serán las familias aburguesadas y
con más poder económico las que formen conjuntos de cámara de instrumentos de
cuerda, siguiendo la tradición “culta” occidental tan en boga en las urbes gallegas.
28
Pese a la continuación del ambiente musical gallego del siglo XIX y sus
influencias externas, la Guerra Civil supuso un gran atraso en la creación de una
identidad gallega, que se vio obligada a una lenta recuperación cultural durante y
después de la posguerra. Debido a estas circunstancias fascistas, los modelos
conservadores y del pasado dominaron y homogeneizaron el paisaje artístico; mientras
que el panorama musical tendía hacia el folclorismo, el uso de la tonalidad y el empleo
de géneros tradicionales. Esta situación provocó el exilio de muchos artistas e
intelectuales gallegos, que contra el régimen cultivaron la identidad gallega desde otros
países y continentes, en especial América latina.
Observamos como la mirada hacia el pasado como época dorada y símbolo de la
identidad, reflejo de la colectividad gallega, el concepto creado antes de la Guerra Civil
sufre varios ataques; irrumpen con fuerza los ritmos y melodías de los países destino de
la emigración gallega (especialmente en verbenas, veladas…) y el gobierno central guía
de forma oficializada el uso del folclore, por lo que se retrasa la composición de música
de autor y se estandariza la panorámica compositiva e interpretativa hasta finales de la
década de los setenta.
Debido a su importancia en cuanto a la producción musical gallega en la primera
mitad del siglo XX, su éxito en occidente y mi especial interés en intérpretes de violín,
posteriormente me centraré en las figuras de Andrés Gaos y Manuel Quiroga como
ejemplo del ambiente musical vivido en Galicia a comienzos del siglo XX; pero cabe
destacar algunos nombres de músicos gallegos de la época.
Xosé Baldomir (1867-1947), compositor y director gallego del que destacan sus
dos óperas anteriormente citadas y también dos de sus obras instrumentales, Oratorio y
Poema Sinfónico, a la par que su extenso catálogo de canciones sobre poemas de
Rosalía de Castro, Eduardo Pondal, Ramón Cabanillas, Curros Enríquez y otros poemas
castellanos. También desarrolló una labor musicológica en su recopilación de temas
tradicionales gallegos para el Cancionero Musical Popular Español de Felipe Pedrell y
Cantos y bailes populares de España, de José Irizanga.
Otros destacados compositores que aportaron a la música gallega como el
madrileño Gregorio Baudot (1884-1938), músico militar destacado en Ferrol y
compositor de la “ópera folklórica galega” Cantuxa.
Eduardo Rodríguez-Losada Rebellón (1886-1973), arquitecto y finalmente
músico, autor de la música para la famosa obra literaria O Mariscal, de Antón Villar
29
Ponte y Ramón Cabanillas, conocido también por sus cuatro sinfonías y su concierto
para piano y orquesta.
Reveriano Soutullo Otero (1880-1932), compositor del internacionalmente
interpretado pasodoble Puenteareas, las zarzuelas de marcada identidad gallega como
por ejemplo La leyenda del beso o El último romántico (creadas en colaboración con el
valenciano Juan Vert), y un cúmulo de obras para banda, orquesta, música sacra, coral y
piezas para piano.
3.2.1 ANDRÉS GAOS Y LA HERENCIA DE SARASATE.
Andrés Gaos Berea (1874-1959) es el máximo exponente de las sucesivas generaciones
de músicos gallegos desde el siglo XVIII con apellido Berea; sobrino por parte de
madre del conocido editor Canuto Berea, del que aprovecharía el ambiente musical
creado en la familia para convertirse en uno de los más importantes intérpretes
españoles de su época.
Andrés Gaos nace en la Coruña el 31 de marzo del año 1874. Su padre Andrés
Gaos Espiro, nacido en Santiago de Compostela, se establece en Vigo en 1880, cuando
el violinista tiene seis años, para administrar un establecimiento musical instalado en
Vigo, el cual funcionaba como sucursal del importante Almacén de Música Canuto
Berea y Cía. La sucursal de Vigo a penas cambió el nombre añadiendo: “Sucesores de
Canuto Berea”27. En 1881 comienza el estudio del solfeo, dedicándose más tarde al del
violín bajo la dirección de profesores de música de su ciudad hasta que estos observaron
el gran potencial del niño prodigio y fue pasando por las manos de diferentes violinistas
que visitaban la ciudad con motivo de actuaciones o giras. Algunos de estos violinistas
serían: el andaluz Regino Martínez Basso, el coruñés (profesor en el Centro de
Enseñanza Musical de Coruña) Eduardo Dorado o el concertino del teatro Real Pedro
Urrutia.
A los 11 años obtiene gracias a su talento una beca por la Diputación de A
Coruña, con la cual prosigue su aprendizaje en el Conservatorio de Madrid teniendo
como tutor al violinista Jesús Monasterio entre 1885-1888; en la capital también cursa
27 Biografía redactada a base de anécdotas por el hijo del violinista en la página web oficial de Andrés Gaos: <http://www.andresgaos.com/spanish/bio.htm#1> [Última consulta: mayo de 2015].
30
estudios de piano, composición y contrapunto, lo que le ayudaría en sus giras y en sus
años como pedagogo a acompañar al piano con facilidad cualquier obra.
En Galicia la personalidad de Gaos estuvo ligada a la del virtuoso Pablo
Sarasate, pamplonés pero gallego de adopción tras su infancia en Coruña, debido a que
su carrera compartió algunos pasos que los lanzaron como intérpretes internacionales.
El primer contacto de Sarasate con el niño virtuoso Andrés Gaos, se produce durante la
visita a Galicia de 1886 con motivo de su gira. El conocido solista termina su gira en
Vigo, donde reside nuestro protagonista; se conocerán en un encuentro concertado por
su padre entre felicitaciones y la salida de uno de los conciertos de Sarasate en la
ciudad. Este primer encuentro aparece muy bien narrado en la biografía escrita por el
hijo de Gaos en la página web oficial del compositor y violinista:28
Andresito asistió con sus padres al primer concierto ofrecido por Sarasate en Vigo y quedó
profundamente impresionado. Al término del recital y entre las tradicionales felicitaciones, fue
presentado a Sarasate, circunstancia que aprovechó Don Andrés para solicitar al consagrado
intérprete, un posible encuentro para escuchar al pequeño. Quedó entonces convenido que
Sarasate y su secretario y pianista acompañante Otto Goldschmidt se apersonaran al "Salón de
conciertos” de la citada casa de música para apreciar al niño violinista. A la mañana siguiente,
mientras se dirigían al “Almacén de música”, Sarasate comentaba con su secretario:
Sarasate - Y bien Otto, una vez más tendremos que soportar a un niño prodigio, pero como
contaba mi maestro Delfín Alard, y lo hemos comprobado en ocasiones, estos chicos poseen
algunos defectos tan notorios que lo más conveniente es hacerles olvidar lo que saben y
encaminar nuevamente sus estudios desde cero.
Otto - (Asintiendo con la cabeza.) Muy cierto Pablo, recuerdo muy bien nuestras experiencias
con niños prodigio.
Una vez en el Salón de conciertos, Andresito comenzó a ejecutar algunas piezas de la época,
entre ellas el célebre minué de Bocherini y “Adiós a la Alhambra” de su maestro Jesús
Monasterio, mientras Sarasate escuchaba impávido sin hacer ningún comentario. Una vez
terminado el improvisado concierto del pequeño y ante la mirada inquisidora de Don Andrés,
Sarasate esbozó despreocupado:
Sarasate - (Sin entusiasmo.) Bueno... no está mal... y que planes tiene Ud. para su hijo.
Don Andrés. —(Un poco desilusionado.) Aprovechando una beca de la Diputación Coruñesa,
Andresito acaba de cursar su 6° año de violín en el Conservatorio Nacional de Música en
Madrid. […] Anhela regresar cuanto antes a Madrid para continuar con Monasterio los 2 años de
estudio que le faltan.
28 Andrés Gaos (hijo): <http://www.andresgaos.com/spanish/bio.htm#1> [Última consulta: mayo de 2015].
31
Sarasate - (Siempre imperturbable.) Me parece excelente, Monasterio es un notable violinista y
muy buen profesor, pero se me ocurre alguna variante Sr. Gaos, le haré una sugerencia que tal
vez le parezca interesante para el porvenir del niño.
Don Andrés - (Ya completamente resignado.) Ud. dirá maestro.
Sarasate - (Con una firmeza y decisión que contrastaba con su anterior indiferencia.) Este fin de
semana daré mi último concierto en Vigo y luego regreso a mi residencia de París, me encantaría
llevarme al pequeño conmigo por algunas semanas, juntos actuaríamos a 2 violines en mis
conciertos y además de orientarlo en sus estudios, lo presentaré a importantes personalidades del
ambiente musical parisiense, quienes se asombrarán de escuchar a un auténtico niño prodigio.
Don Andrés - (Sorprendido y meditando su respuesta)... Le agradezco enormemente su
proposición... lo consultaré con mi esposa... y le daremos una respuesta cuando nos veamos
durante su último recital aquí en Vigo.
Finalmente la respuesta del padre de Andrés Gaos fue negativa debido a la
temprana edad del joven violinista, que apenas alcanzaba los doce años de edad. Una
anécdota que ilustra el gran talento de Gaos a tan temprana edad, junto con su pasión
por la música.
Sin embargo, años más tarde, en 1889 la Diputación coruñesa extiende la beca
del joven para permitirle estudiar en el Conservatorio de París con Charles Danclá ese
mismo año, y al año siguiente, en 1890 en el Conservatorio de Bruselas, donde pasa a
estudiar violín con Eugène Ysaÿe a la par que cursaba estudios de composición con
Auguste Gevaert. En este conservatorio termina sus estudios musicales con primeros
premios en el año 1891, a los diecisiete años. Posteriormente ese mismo año, comienza
una gira en Parías que le llevará a dar conciertos por Francia, Bélgica, Portugal y
algunas ciudades de España.
En 1894, tras publicar algunas de sus primeras obras como la Jota aragonesa,
viaja a la Habana y a Méjico, donde actuó como solista y formando parte de grupos de
cámara recibiendo muy buenas críticas. Curiosamente es en Méjico donde Gaos
participa en el espectáculo del Circo Teatro Orrin con su número titulado: “El Sarasate
del porvenir, Don Andrés Gaos Berea” donde compartía escena junto a mímicos,
contorsionistas, equilibristas y pantomimas acuáticas. En ese mismo país compone sus
obras Polonesa y Romanza para piano, por las que ganaría premios en diferentes
certámenes.
Se traslada definitivamente a Argentina el año 1895, aunque a partir de entonces
seguirá realizando largos viajes a Europa estableciéndose en Francia por algunos años
con motivo de sus giras. A su estancia en Buenos Aires para ganarse la vida ejerce de
32
profesor en conservatorios propios (Conservatorio Gaos, inaugurado en la capital
argentina), escuelas del estado y prestigiosos conservatorios privados como el Williams.
Sigue ejerciendo de solista en conciertos de violín, a lo largo de Buenos Aires y
Montevideo, a la vez que compagina giras por Europa junto a su primer esposa y tras su
divorcio, giras individuales. En su faceta de director, dirige en diversas ocasiones las
orquestras sinfónicas de Berlín, París, Roma y Milán.
Como compositor, su legado fue poco valorado en su momento, pero algunas de
sus obras se comienzan a sacar a la luz gracias a la gran labor de edición de su obra por
parte del musicólogo, compositor y director Joám Trillo, gracias también a los estrenos
y grabaciones de múltiples obras orquestales y corales de Gaos interpretadas por la
Orquesta Sinfónica de Galicia, a la batuta de Víctor Pablo Pérez.
Cabe mencionar algunas de sus obras más relevantes como piezas para canto y
piano, como su romanza Rosa de Abril sobre un poema de Rosalía de Castro; sonatas
para violín, como la número uno anexada al final de este trabajo; sinfonías, como la
segunda compuesta entre 1917-1919 En las montañas de Galicia; piezas sinfónicas
como su poema sinfónico Impresión nocturna (1937) o su ópera Amor vedado. Dentro
de su repertorio de obras gallegas encontramos su temprana Muiñeira, descatalogada
actualmente, para violín y piano o sus múltiples piezas para piano como Aires gallegos
(1905).
Su obra la forma, como podemos ver, un repertorio variado y de múltiples
influencias gracias a su visión internacional.
3.2.2 MANUEL QUIROGA: ÉXITO EN NORTEAMÉRICA.
Manuel Quiroga Losada (1892-1961) fue un gran violinista gallego que alcanzó una
fama mayor si cabe que la de Andrés Gaos a nivel internacional, como ejemplo de ella,
la dedicatoria de la 6ª sonata del compositor belga Eugène Ysaÿe al pontevedrés.
Este gran violinista nace el 15 de abril de 1892 en la pequeña ciudad de
Pontevedra, donde comienza sus estudios musicales que más tarde complementaría en
el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (ingresa en 1904) y culminaría con
el primer premio del Conservatorio de París en 1911. En la capital francesa se ve muy
influido por los compositores y violinistas de la escuela francesa de la época: George
Enescu, Fritz Kreisler, Eugène Ysaÿe, Darius Milhaud o Gabriel Fauré, a la vez que
33
coincide en el ambiente musical con sus paisanos españoles Manuel de Falla, Joaquín
Turina y Pau Casals.29
Visita Nueva York por primera vez en 1914 para ofrecer conciertos con su
mujer, ganadora del premio de piano del mismo conservatorio de París, Martha Lehman
y con la colaboración de otros grandes instrumentistas como José Cubiles, Juan Ruiz
Casaux o José Iturbi. Junto con su mujer, cosechan éxitos a lo largo y ancho de Europa
y América ofreciendo conciertos en las principales ciudades y certámenes.
Después de triunfar internacionalmente, con especial éxito en Norteamérica, un
fatal accidente en Nueva York el año 1937 le obliga a abandonar su carrera de
concertista internacional. A partir de aquí, Quiroga se vio afectado física y
psicológicamente por lo que vuelca su pasión artística en la composición, la pintura y la
caricatura hasta su fallecimiento en su ciudad natal el año 1961.
Autocaricatura y firma de Manuel Quiroga [Ilustración: Antonio Iglesias, “Manuel Quiroga 1892-1961, su obra para
violín”, en Cuadernos de Música en Compostela, vol. VI (Madrid: impreso por Prudencio Ibáñez Campos, 1992), p. 8.].
Al igual que ocurrió con Gaos, su faceta como compositor quedó de lado hasta
hace unas décadas, al igual que su amplia faceta como pintor, cuando musicólogos de la
talla del ourensano Antonio Iglesias comenzaron a recopilar su legado gracias a cursos
como el de “Música en Compostela”, actualmente “Curso universitario internacional de
música española, interpretación e información”, que busca dar a conocer la riqueza de
diversos compositores españoles desconocidos a nivel internacional actualmente.
29 Lorena López Cobas, Historia da música en Galicia (Lugo: Ouvirmos, 2013), p. 342.
34
Encontramos el resultado de este trabajo en el Cuaderno de “Música en Compostela”
que recopila algunas de las mejores obras para violín de Manuel Quiroga, recopiladas
del museo pontevedrés donde se guardan algunos de sus manuscritos.
Como violinista me gustaría resaltar algunas de sus obras como: sus cadencias
para conciertos de Beethoven, Mozart, Paganini, Brahms… además de su diversas
series: seis Caprichos, doce Danzas, Apuntes y algunas de sus obras de esencia gallega
como su Alborada, Muiñeira, Ao lonxe…
En cuanto a su faceta como pintor, siempre estuvo rodeado de grandes figuras
como Sorolla, los Campo, Zuloaga, Benlliure… y cultivó el óleo, la pintura y la
caricatura. Muestra de ello son su autorretrato a la encáustica o sus retratos en breves
trazos de personajes como: Alfonso XIII, Joffe, Falla, Kreisler, Toscanini, Casals…
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CONCLUSIÓN
Tal como hemos podido comprobar, el mundo musical gallego del cambio de siglo fue
rico y variado, lleno de influencias exteriores pero falto de ideas capaces de aglutinar las
energías de los protagonistas en torno a un proyecto común. Y a medida de que se entró
en el siglo XX se fue gestando un ambiente cultural con matices folclóricos llenos de
formas clásicas provenientes del auge lírico del siglo anterior.
Es imposible comprender el rol que tuvo el violín en este contexto sin abordar
los diferentes aspectos de este heterogéneo y cambiante ambiente musical, así como las
diferentes personalidades que lo conformaron. Piénsese en una figura como la de
Canuto Berea, que pese a no ser un excelente compositor ni instrumentista en
comparación a los grandes de su época, fue un eje esencial para la vida musical
coruñesa y gallega del siglo XIX. Personajes que ayudarían a asentar una cultura
musical de la que hoy en día disfrutamos; ejemplo de ello podría ser la excepcional
Orquesta Sinfónica de Galicia, fruto del ambiente musical creado por las sociedades
filarmónicas coruñesas del siglo XX.
Asimismo, ha sido necesario acercarnos en este trabajo a pianistas, compositores
y agrupaciones (como es el caso de los orfeones y los coros) que, sin estar directamente
ligados a la cultura violinística, conformaron el marco cultural que alberga el repertorio
compuesto por figuras fundamentales del violín gallego como Gaos y Quiroga, así
como el legado de intérpretes autóctonos como los Courtier o el gran Sarasate, que
como se ha visto, dejó una huella imborrable en las siguientes generaciones de
intérpretes y compositores.
El propio lenguaje compositivo acabó por incorporar las influencias exteriores a
las tradiciones académicas, con una creciente presencia de elementos locales. Es un
buen ejemplo de ello el que debería ser el género autóctono por excelencia, la melodía o
canción galega, que nace como variante de la mélodie francesa y que se desarrolló
incorporando influencias italianas30. Marcial del Adalid, padre de este género, fue autor
de melodías francesas al estilo de Gounod, pero tras él otros compositores que se
dedicaron a este género, como Baldomir, Chané o Juan Montes, que acabaron
incorporando más elementos populares y dando a este género un sello distintivo. Un
30 Xoán Manuel Carreira: <http://www.mundoclasico.com/ed/documentos/doc-ver.aspx?tipo=D&id=0008359> [Última consulta: mayo 2015]
36
ejemplo clásico es Negra sombra, sobre el poema homónimo poema de Rosalía de
Castro y música de Juan Montes, hoy convertido en “segundo himno” de Galicia.
Si Negra sombra es una melodía hoy muy conocida, no podemos decir lo mismo
de tanto repertorio compuesto en Galicia para todo tipo de formaciones. Recuperar este
repertorio, publicarlo, grabarlo e interpretarlo en público es una tarea que se ha
emprendido sólo en parte y todavía queda mucho por hacer. Y el repertorio violinístico
es un muy buen ejemplo de ello. Las dificultades con las que me he topado a la hora de
la realización de este trabajo para acceder a obras e información a la que no se ha
dedicado hasta el momento la atención necesaria es la demostración de la necesidad de
seguir trabajando en esta dirección. Ojalá este trabajo pueda ser una pequeña
contribución para dar a conocer la música que acompañó el resurgir de la identidad
gallega.
37
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