Explora Edición Mayo

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Les comparto la edicion de la revista explora de mayo, en la cual se aborda el Mundo Maya y las costumbres del pueblo Campechano. Como siempre es un placer colaborar en esta revista.

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El ser humano en su búsqueda constante, se ha visto en la necesidad de relacionar lo inexplicable con fuerzas superiores y deidades que dadas su naturaleza y cualidades son capaces de dar sentido al más entrañable mis-terio o al fenómeno natural más asombroso, obteniendo de esta manera

una visión muy particular del universo que dicta su estilo de vida y costumbres. La cultura maya es ejemplo aún tangible de cómo una particular percepción del mundo sobrevive generación tras generación, y como ésta sigue siendo eje de muchas de las tradiciones y creencias que hoy en día se manifiestan en las comu-nidades de nuestro Estado. En la edición de Mayo, Explora Campeche desea com-partir con sus lectores una pequeña parte de la maravillosa cosmovisión maya que en gran medida tiene influencia en nuestro día a día, aunque a veces no nos percatemos de ello. Lejos de la polémica o interpretaciones expertas, con éste número pretendemos mostrar una perspectiva ráfaga de las raíces de la gente de Campeche, de eso que nos mueve y que en los rincones menos esperados, todavía se encuentra pacientemente esperando a que alguien lo reviva.

Editor en Jefe Laet. Hugo R. Del Río Richaud Editores AdjuntosLic. Aarón Enrique DuránLic.Alicia Elidé Gómez Montejo

Editor Comercial y PublicitarioJorge Richaud Gómez de Silva

Director de Arte y DiseñoLdg. Pedro Ricardo Durán Chablé

Editor Gráfico y FotografíaLdg. Carlos Cáceres Cervera

Auxiliar de DiseñoErick Daniel Urdapilleta

Autor y Editor CulinarioChef Ricardo López Avilez

Colaboración Especial Jorge Tzeek Suárez

Contáctanos:Calle 63 Núm. 36 entre 14 y 16 Ciudad Amurallada San Francisco de Campeche, Campeche.Teléfono: [email protected]

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TÍTULOS DE REGISTRO DE MARCA ANTE LA SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

Número 1428355, clase 16. Se aplica a revista (publicaciones periódicas).

Número 1428356, clase 41. Se aplica a publicaciones electrónicas de revista en línea.

Número 1426196, clase 35. Se aplica a publicidad, gestión de negocios comerciales, administración comercial.

El registro de referencia se otorgó con fundamento en los artículos 1°, 2° fracción V, 6° fracción III, 125 y 126 de la Ley de la Propiedad Industrial.

De conformidad con el artículo 95 de la Ley de la Propiedad Industrial, los presentes registros tienen una vigen-

cia de 10 años contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud y los mismos podrán renovarse por perío-

dos de la misma duración, en los términos establecidos en los artículos 133 y 134 del mismo ordenamiento legal.

La suscripción de los presentes títulos se hace con fundamentos en los artículos 6° fracción III y 7° BIS 2° de la Ley de la Propiedad Industri-

al; 1°, 3° fracción V inciso b), subíndice ii) y iii) primero y segundo guión respectivamente, 4°, 5°, 11, fracción II y último párrafo y 13 fracción

III del Reglamente del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial; 1°, 3°, 4° y 5° fracción V inciso b, subíndices ii) y iii) 1° y 2° guión respecti-

vamente, 17 fracción III, 28 y 31 del Estatuto Orgánico de este Instituto; 1°, 3° y 6° inciso a) párrafos antepenúltimo, penúltimo y último del

acuerdo que delega facultades en los DIrectores Generales Adjuntos, Coordinador, Directores Divisionales, Titulares de las oficinas regio-

nales, Subdirectores Divisionales, Coordinadores Departamentales y otros subalternos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.

Ordenamientos legales cuyas reformas, adicones y modificaciones se encuentran vigentes a la fecha de emisión de los presentes títulos.

México, DF a 14 de Enero del 2014

COLABORADORES

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Todas las creaciones culturales de los ma-yas se fundamentaron en una concepción re-ligiosa del mundo y de

la vida, según la cual el universo entero proviene y está permea-do de energías sagradas que, manifestándose de múltiples maneras y en diversos seres sobrenaturales, que determinan el acontecer, según el orden del tiempo. Para los mayas, los se-res sobrenaturales crearon el cosmos con una finalidad pre-cisa: el mantenimiento de su propia existencia a cargo de un ser especial, el hombre, que es por ello, motor y eje del cosmos (De la Garza, 1997: 101). Basado en dicha concepción, el pueblo maya hizo de la actividad ritual el centro de su existencia.Para los mayas el tiempo se vin-culaba fundamentalmente al sol y al cielo; el curso del sol era percibido como un movimiento circular alrededor de la tierra y determinaba los cambios del es-pacio, puesto que el tiempo era concebido como un movimiento cíclico. Así, la temporalidad no era un concepto abstracto, sino el evidente y eterno dinamis-mo del espacio, que daba a los seres cualidades múltiples y a veces contradictorias. Para los mayas, el tiempo era orden y, consecuentemente, la intempo-rabilidad era caos.El universo maya era un cua-drado plano delimitado por un

lagarto cuyo cuerpo estaba cu-bierto de símbolos planetarios. Dentro de este cuadrado se ubi-caban los tres niveles cósmicos: el cielo, Caan; la tierra, Cab; y el inframundo, Xibalbá. Del centro de la tierra nacía una gran ceiba , cuyo tronco atravesaba de lado a lado el mundo intermedio; sus raíces se hundían por el nadir en la acuosa región inferior del otro mundo, mientras que sus ramas se remontan al zenit en la capa superior de la región celeste.Cada una de las esquinas del cuadrado representaba un pun-to cardinal, y a cada uno le había sido asignado un color. Al nor-te le correspondía el blanco; al sur, el amarillo; al este, el rojo y al oeste, el negro. Partien-do de esta idea, Linda Schele y David Fridel (1999: 73) afirman que los cuatro puntos cardina-les proveían la red fundamental maya y la superficie de la tierra, que el eje principal del mundo

intermedio era la trayectoria que seguía el sol al desplazarse de Este a Oeste en su viaje cotidiano. Cada punto tenía un árbol y un color especial, dioses asociados a su reino y ritos vinculados a ellos. Además de rojo, el Este era la di-rección más importante, donde había nacido el sol. El norte, a ve-ces llamado “lado del cielo”, era blanco y de ahí procedían las re-frescantes lluvias de invierno. Era también la dirección de la Estrella del norte, pivote a cuyo alrededor

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gira el cielo. El Oeste, lugar por don-de el Sol se iba o moría, era negro. El Sur era amarillo y considerado como la mano derecha o el gran lado del Sol. En cada una de las primeras cuatro direcciones, exactamente en los ángulos, habitaba un Bacab o dios cargador, cuya misión era sostener con las manos en alto una parte del universo. De los bacabes dependía que las estrellas, los planetas y de-más cuerpos celestes permanecie-ran eternamente en su sitio.El cielo, simbolizaba para los mayas

la paz, la bondad y la luz. Se divi-día en trece niveles, representa-do con una piamide de seis esca-lones de cada lado y uno más en la parte superior. En cada uno de estos niveles gobernaban los 13 dioses del mundo superior. Por encima de ellos, habitando el septimo nivel, estaba Hunab Ku el dios uno, el dios supremo, la divinidad creadora. Itzamná, se-ñor de los Cielos, señor Ojo solar del Dragón, e hijo de Hunab Ku, es quien presidía ahora la socie-dad divina. Como deidad celeste

proporcionaba las lluvias; en su carácter terrenal constituyó el suelo fértil para la siembra.Compartiendo el cielo con Itzamná, de menor jerarquía que éste pero muy importantes para los mayas, existían una serie de dio-ses que regían diversos aspectos de la naturaleza. Encabezando a estas deidades estaba Kinich Ahau o Ah Kinchil, el de cara al sol, o el dios Sol, que los antiguos mayas representaban como un joven apuesto o como un anciano de prominente nariz; Ixchel, diosa de la Luna y compañera de Itzamná, considerada deidad de la pro-creación, la medicina, el tejido, el canto y los nacimientos; Noh Ek, nombre maya que significaba gran estrella, y Xaman Ek, estrella del norte, eran dos deidades del cielo que influían, aunque en for-ma menor, en la vida diaria de los mayas. El primero era el dios del planeta Venus, a quien se relacionaba con la buena cacería; el segundo, el dios de la Estrella Polar, deidad benévola a quien se encomendaban los marinos al navegar de noche. El cielo maya era igualmente la morada de Chaac, el dios de la lluvia. Se trataba de una deidad benévola, asociada con la creación y la vida. Finalmen-te, estaba Kukulcán, la Serpiente Emplumada, un dios dual que representaba a la tierra y su deseo por ascender al cielo. Los mayas afirmaban que la superficie de la tierra o Cab, era el lomo rugoso de un gran reptil, representado a veces como caimán, a veces como tortuga, que nadaba en el mar primigenio (Sharer, 1988: 499). Y dado que los reptiles eran considerados animales divinos, la tierra en sí misma constituía una deidad. De acuerdo con esta idea, los mayas habitaban en un dios, quien les proporciona-ba lo necesario para subsistir: el alimento y el agua, así como lo

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indispensable para vestir o construir una vivienda. En la superficie de la tierra vivían los Tzultacah, dioses cuyos nombres significaban montaña-llanura. Su número era indeterminado y cada una de estas divinida-des era dueña de una determinada elevación, en cuyo interior habitaba. Protegían al hombre, cuidaban sus cosechas, vigilaban al ganado y, como dueños de las presas de caza, las soltaban a moderación para que los hombres lograran una buena cacería. A cambio, las montañas en las que habitaban estos dioses eran recipientes de ofrendas y oraciones, y en algunos casos de la sangre de pequeños animales sacrificados.Los antiguos mayas compartieron la misma concepción del universo, en el sentido de que, fuera cual fuera la actividad que se realizara, tenía como objetivo último el agradar a los dioses y de mantener el equilibrio natural del entorno. A cambio, las deidades los protegían y ayudaban a llevar a buen término las actividades comunitarias.Finalmente, temido y respetado entre los mayas, estaba el inframundo, sitio compuesto por nueve nive-les de tinieblas, donde habitaban seres que viajaban constantemente a la tierra sólo para hacerles daño a los humanos. Dentro del contexto del universo, el inframundo se le representaba como una pirámide invertida (De la Garza, 1997: 113) con cuatro escalones que bajaban del lado Oeste hasta un quinto donde se ubicaba la cima del mundo inferior y cuatro escalones más que ascendían por el Este. El territorio de Xibalbá estaba formado por nueve niveles llenos de murciélagos mortíferos y una fauna repugnante, como perros demoníacos devoradores de almas; cada nivel estaba regido por un Señor de la Noche, siendo el nivel más profundo y tenebroso de todos el llamado Mitnal o infierno. En el descenso a Xibalbá se cruzaban varios ríos, entre ellos uno de pus y otro de sangre, y luego se llegaba a una encrucijada de cuatro caminos: uno negro, otro blanco, otro rojo y el último verde; siguiendo el camino negro se llegaba a las Casas del Sufrimiento o Lugares de Tormento: la Casa de la Oscuridad, la Casa del Frío, la Casa del Fuego, la Casa de las Navajas o Cuchillos de Pedernal, la Casa de los Tigres y la Casa de los Murciélagos

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(De la Garza, 1998: 59). Los nueve niveles del inframundo estaban regidos por los Bolontikú, nueve deidades que gobernaban como señores de la oscuridad. En el quinto nivel, el más profundo de todos, reinaba Ah Puch, el dios de la Muerte. Se le representa-ba como una calavera, como un esqueleto o como un cadáver en descomposición, que llevaba las costillas visibles y una parte de la columna vertebral expuesta. En todas sus versiones porta casca-beles. Ayudándolo en las labores malignas estaba el dios Jaguar, animal sagrado y temido por los mayas. El cielo y el inframundo vivían en perpetuo antagonismo. Los tre-ce dioses superiores entraban en combate con los nueve inferiores, y el enfrentamiento entre el bien y el mal producía los fenómenos naturales sobre la tierra. Los dio-

ses benévolos eran responsables del trueno, el rayo y la lluvia; para contrarrestarlos, los dioses ma-lignos, que deseaban la muerte y la destrucción, causaban sequías, huracanes y guerras. La responsabilidad del pueblo maya era mantener el equilibrio entre ambas fuerzas, para lograr la armonía en la tierra. Por ello, las acciones de sus vidas se re-gían por la cosmogonía, que les dictaba rendir culto a los dioses malignos para aplacar su furia, lo mismo que hacer ofrendas y sacrificios a las deidades bonda-dosas para continuar recibiendo sus favores. Sólo así se mante-nía el orden cósmico, objetivo final de cada uno de los actos, avances y logros de esta civiliza-ción milenaria.

BIBLIOGRAFÍADe la Garza, Mercedes (1997) “Las fuerzas sagradas del uni-verso maya” en Los mayas del periodo clásico. Eduardo Matos Moctezuma (Coord). Consejo Na-cional para la Cultura y las Artes, México. Pág. 101-139,

De la Garza, Mercedes (1988) Rostros de lo sagrado en el mun-do maya. Biblioteca Iberoameri-cana de Ensayo. Paidós. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, México.

SCHELE Linda y David Freíde (1999) Una selva de reyes. La asombrosa historia de los anti-guos mayas. FCE, México.

Sharer, Robert J (1988) La Civiliza-ción Maya. FCE. México.

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La impresionante ruta del inframundo en los Chenes. Tohcok, el Tabasqueño,

Dzibilnocac y Hochob.

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A lo largo y ancho de su geografía, el estado de Campeche cuen-ta con sitios inigua-lables que permiten conocer bellezas na-

turales y también conectarnos con el pasado glorioso de los mayas. En la región de los Chenes, es de-cir, la Región de los Pozos (ch’e’en en maya significa pozo), se cuen-ta con varios sitios arqueológi-cos de edificaciones muy parti-culares. Enhiestas edificaciones de elegante acabado con narices salientes por los costados en con-memoración al dios de la lluvia. A la entrada de estas construc-ciones hechas en lo alto, o a ras del suelo, puertas que semejan las fauces abiertas que recuer-dan el inframundo, portales ha-cia las dimensiones desconoci-das del más allá. Muy arriba, ojos esculpidos en cada pórtico que parecen mirar al viajero, for-mas caprichosas zigzagueantes, serpientes bicéfalas, flores que

emergen de la tierra, todos mo-tivos artísticos que hablan de un conocimiento portentoso y de una arquitectura impresionante.De Campeche por la carretera 261 a Hopelchén son noventa ki-lómetros. Por vereda curva la ciudad amurallada queda atrás para dar paso a pintorescos pue-blos: Castamay, Chencolli, Tikin-mul, Pueblo Nuevo, Crucero Oxa, Suctuc, Crucero San Luis, Ich Ek. Por doquier se mira la feracidad de la tierra campechana, ex hacien-das, gente risueña ofreciendo fru-ta en medio de paisajes arbolados.Y justo a seis kilómetros antes de llegar a Hopelchén, tras una ondu-lación en el camino, una palabra formada por un cúmulo de piedras Tohcok. En frente del sitio que se aprecia pequeño, un relleno que sir-ve de estacionamiento. Así se llega a un aposento de muchos siglos donde muy amablemente el cus-todio del lugar José Rafael Acos-ta Baas nos da la bienvenida y nos explica el significado de cada friso, de cada monolito y de cada nivel

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Este sitio es conocido como Tahcoj o Tohcok, que se traduce como “el lugar de la navaja de pedernal” o bien “la preciosa navaja de pedernal”. Nombre que deriva de una pintura mural hoy desaparecida que fue plasmada en la jamba del Edificio 1, pintura de la cual se tiene conocimiento por fotografías y un dibu-jo creado por la antropóloga Tatiana Proskouriakoff.La pintura mostraba a un guerrero sujetando un ha-cha de pedernal con la mano izquierda y sosteniendo una rodela con la otra. A sus pies un incensario, so-bre el que descansaba el cuerpo de un hombre con un atado de cañas y el signo de Ahau o Señor. Debajo de la escena se apreciaban flores de lirio acuático y diversos glifos.

El lugar tiene dos estilos mezclados, estilo Chenes y estilo Puuc. El primero es percibido por la hilera de cuatro habitaciones, tres son frontales y una se en-cuentra en la parte posterior. La arquitectura Puuc se distingue por las columnas monolíticas que hay en el lugar. Es así como se percibe una división entre las cuatro habitaciones que representan a los cuatro vientos. Tahcoj en su plaza principal es la estampa del Universo.En el edificio 2 se distingue una división de tres plan-

tas, un altar con las tres etapas de vida. Vemos un monolito que representa al ceibo o Yax Ché, árbol sagrado, donde se encontraba el centro del univer-so, sus copas representaban el cielo, el tronco o corteza, la tierra donde habitaba el hombre y sus raíces el lugar donde habitan los nueve dioses del inframundo. En cada esquina se aprecia la nariz de Chaac, dios de la lluvia, pero llama la atención que la nariz es cor-tada al parecer por la obsesión del hombre blanco de profanar los santuarios mayas para así imponer una nueva religión. La nariz alargada del dios semeja una serpiente que para el cristianismo es símbolo de pecado, de ahí su mutilación.Aún así, Chaac está representado como protector de los cuatro puntos cardinales, los cuatro vientos. El friso habla de lirios acuáticos, lirios muertos que una vez irrigados emergen a la tierra dando vida. Es-tas representaciones son únicas, toda vez que sólo se habían registrado en vasijas. Los especialistas del INAH que trabajaron arduamente por recuperar estos elementos (encabezados por el Arq. Antonio Benavides), indagaron que esta iconografía es un atributo arquitectónico singular.En la cosmovisión maya estas entidades formaban

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parte del inframundo y estaban asociadas al resur-gimiento de la vida, al ciclo continuo vida-muerte-vi-da, como analogía del proceso amanecer-anoche-cer-amanecer con la salida y puesta del astro rey. De Tohcok entramos a Hopelchén y enfilamos rumbo a Dzibilnocac, para eso debemos pasar por Dzibalchén a 40 kilómetros, pero justo seis kilómetros antes de llegar al poblado, existe una señalización de otro si-tio arqueológico El Tabasqueño.Después de dos kilómetros de camino de terracería, se llega al lugar, llamado así porque se encontraba en las inmediaciones de un rancho llamado precisa-mente “El Tabasqueño”.Los edificios principales están distribuidos en tres grupos, con amplia muestra de arquitectura Chenes. La orientación de estos edificios, tienen una conno-tación astronómica. La arquitectura monumental recuerda el profundo interés de los sacerdotes pre-hispánicos por el cielo nocturno.En el Grupo 1 de las edificaciones, destaca el Palacio- Templo con ocho habitaciones en el primer nivel. En el segundo piso se conserva el aposento del templo que mira al norte, el del sur colapsó debido a los embates sufridos por los huracanes Opal y Roxana, ahí donde se veían dos figuras humanas de estuco.

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Es imponente la fachada norte de este Palacio Templo, con la imagen de un gran mascaron de mosaico de piedra que representa al Monstruo de la Tierra o Itzamná abriendo las fauces. La portentosa imagen que forma la boca de la puerta, tiene replicada en ambas esquinas cascadas de ocho mascarones de nariz gan-chuda. El estudio de la orientación de este aposento ha permitido saber que, durante los solsticios de verano, la luz del amanecer y la del ocaso permiten la iluminación de las paredes interiores. Llama poderosamente la atención que justo enfrente de la boca del mascarón zoomorfo, haya un chultún o cisterna subterránea para depósito de agua de lluvia. También existen dos aguadas localizadas al oriente y este del sitio.Existe la Torre, que de planta rectangular de 150 metros por lado. Abel Morales un investigador, comprobó que esta construcción presenta una desviación de 7º al este del norte. Y que tuvo importancia para registrar solsticios y equinoccios.

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A escasos 100 metros al sur se aprecian plazas y varios inmue-bles en derredor. Algunos como aposentos abovedados. Aún hay visita restringida a algunos luga-res del Tabasqueño porque aún están en proceso de registro. El acceso es gratuito.Nos ponemos en marcha para re-gresar, caminar casi medio kiló-metro y transitar nuevamente por el camino de terracería que nos conduce a la carretera de Dzibal-chen. Una vez ahí, nos dirigimos a un poblado que se llama Iturbide pero que aparece en las señales como Vicente Guerrero, al atrave-sar este último pueblo se encuen-tra Dzibilnocac, nombre que signi-fica Bóveda Pintada.Cuenta con un edificio parcial-mente restaurado, integrado por varias habitaciones dispuestas de manera longitudinal, a las cuales se les agregaron tres torres, una en cada extremo y otra al centro, reminiscencia del estilo arquitec-tónico Puuc.Debido al uso común de los mas-carones de narices ganchudos y el uso de esquinas redondeadas es un sitio también con influen-cia Chenes. Llama la atención las poderosas y visibles mandíbulas del gran Monstruo de la Tierra sobre el que se apoyaba la torre central. La alusión por medio de cartuchos con varios símbolos es-tucados semejan ondas acuáticas y escamas de la deidad.Por medio de pruebas hechas a materiales cerámicos se ha con-cluido que el mayor apogeo del lugar data del período Clásico tar-dío (600-900 d.C.)Hochob (Lugar de las mazorcas de maíz) está cerca de la carrete-ra 283, una vez ubicado el poblado de Chencoh es fácil llegar. Cuenta con un parador turístico donde se cobra la entrada $ 50.00, y ahí se venden publicaciones de varios si-tios arqueológicos. Del parador que semejan casas semicirculares tra-

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dicionales con guano, se suben unas escalinatas hacia Hochob, construi-da en lo alto.El apogeo de Hochob se dio en el Clásico Terminal (800-1000 d.C.) y el Posclásico Temprano (1000-1250 d.C.). Lo primero que llama la atención de Hochob es también que como los anteriores sitios no es gran-de, sin embargo, eso no eclipsa la significativa presencia de sus edificaciones pétreas, entre las que destacan una tripartita: “ar-moniosamente dispuestos en tor-no a una alargada plaza que fue acondicionada en una elevación del terreno, se levantan los edifi-cios de mayor jerarquía, destacan-do al norte-al lado de un ruinoso templo- pirámide de medianas di-mensiones- el edificio 88 o “pala-cio principal” con sus tres cuerpos claramente diferenciados…” (Gen-drop, 1973: 38).Itzamná, dios creador, es repre-

sentado como reptil, la mandíbu-la inferior es lo más prominente porque se prolonga al frente del edificio, tapizada con hileras de colmillos en relieve. Toda la puer-ta es un ejemplo de mascaron zoomorfo muy ornamentado. El ojo en espiral, las formas geomé-tricas y caprichosas del relieve en cuya complejidad se puede palpar lo que quizá fue la mitología del origen y la creación del universo. Todo nos lleva al Monstruo de la Tierra. El impacto visual es toda-vía mayor por la alta crestería ca-lada de la parte superior.En los tres planos cósmicos en los que los mayas concebían su mun-do existen varias representacio-nes de deidades zoomorfas, entre las que tienen mayor importancia es la del cocodrilo que puede ser una deidad dual, tanto celeste como terreste, es decir del infra-mundo. Este es el Monstruo de la tierra, que se remite al dios crea-

dor Itzamná Itzam Cab (Brujo del Agua Tierra Cocodrilo), sobre su cuerpo, la tierra y sus estanques acuíferos se han formado.Thompson menciona que “casi era seguro que los mayas (…) creían que el mundo descansaba sobre el tórax de un enorme caimán o lagarto”. Este tipo de concepción da una visión de qué tan importan-te era el cocodrilo en la cosmovi-sión maya como representación de la creación.También Itzamná es representado como serpiente bicéfala, y como otras divinidades mayas, era una deidad cuádruple ligada a los cua-tro puntos cardinales, que tenían cada uno un color, rojo, blanco, negro y amarillo. Colores que a su vez se ligaban con el maíz cuyas semillas pueden tener esos mis-mos tonos.Todos estos elementos que ha-blan sobre dualidad, los mayas creían que tanto la muerte como

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la vida eran sagrados, politeísmo, por el gran número de dioses, y su naturalismo, todos los dioses liga-dos la fauna de su alrededor, ha-cen que la arquitectura maya sea no sólo admirable en su aspecto artístico, decorativo y majestuoso, sino ante su significación cosmo-gónica, que ligaba la vida humana al universo, y a si mismo al agua y al maíz, donde nacía la vida. Estos elementos pueden verse en los cuatro sitios visitados que confor-man los cuatro sitios arqueológi-cos de los Chenes visitados.

Referencias: Arias Ortiz, Teri E. (2004) El cocodrilo en la cosmovisión maya: un proceso de larga duración. (Tesis). ENAH. Gendrop, Paul. (1984). Quince ciudades mayas. UNAM, México.Thompson, J. Eric (1970), Historia y religión de los mayas. Siglo XXI. México.Ibid. (2003). Grandeza y decadencia de los mayas. Fondo de Cultura Económica. México, D.F.Entrevista al Señor José Rafael Acosta Baas custodio de Tohcok ela-borada el 17 de abril de 2014.

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Los cuyos de X-Kamayamúl: Lugar sagrado de los señores del monte

Aluxes de la noche azul de cuarzo, suspiros de fantásticos enanos;despierten que ya es día y sol de marzo, alégrense del mar y los veranos. El ámbar de la vida les espera, sacúdanse del trono de obsidiana;y vean qué color de primavera, los pájaros, la paz de la mañana.La Ceiba los recibe con agrado, li-bérense de arpones y de redesy sientan el amor del consagrado.(Anónimo)

Arón Enrique Pérez Durán

1.- Licenciado en Historia con Especialidad en Patrimonio Cultural por la Universidad Atonóma de Campeche. Investigador e Historiador.

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Nunkiní es una co-munidad ubicada a 11 kilómetros de la cabecera del mu-nicipio de Calkiní en el Estado de Cam-peche. Su vocablo

proviene del origen maya: Nun: nacer, I: ahí, Kin: sol; significa por lo tanto, “Ahí donde nace el sol”. Aunque se desconoce con exac-titud la fecha de la fundación del pueblo, se conjetura que pudiera haberse efectuado en el Preclá-sico Maya, ya que, después de la desintegración de Mayapán, los siete hermanos Canul fundaron

sus respectivos cacicazgos en el territorio de lo que hoy compren-den varias poblaciones del Estado de Campeche, en el área denomi-nada Camino Real, siendo una de éstas precisamente Nunkiní (Gó-mez, 2002: 45).Desde la caída de las ciudades pre-hispánicas, los antiguos sitios ar-queológicos se han convertido de gran importancia entre los mayas de hoy en día, formando parte de la concepción histórica del tiempo, de la mitología y de la concepción del espacio. Los cuyos son, a simple vista, montículos de piedras de irregular

tamaño y forma, bajo las cuales se esconden restos de las cons-trucciones de los antiguos ma-yas, de antes de la llegada de los españoles. Se trata de los restos donde vivían los antiguos y como tales son peligrosos porque en su interior se aloja todo aquello que fue, y ya dejó de ser, la humani-dad actual. prehispánicos, pues hay más de cincuenta cuyos en el interior de los terrenos ejidales del pueblo (De Ángel, 2007: 142). Para los pobladores son lugares peligrosos con los cuales hay que tener cuidado y respeto reveren-cial, no en vano en su interior mo-

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ran personajes que pueden resul-tar en extremo peligrosos para los humanos. De esta forma se puede entrever, bajo estos restos prehispánicos, un espacio habita-do por seres que tienen su origen en un pasado remoto, en la época de los antepasados mayas, ya que a la llagada de los españoles los pusieron ahí, para que vigilen las casas y los templos de los anti-guos. Los cuyos de X-Kamayamúl se en-cuentran al Sur de la comunidad a una distancia de 5 kilómetros to-mando un camino de terracería a las afueras del pueblo. Don Javier Chi es el guía, es quien da la señal para descender de la camioneta e ingresar al monte. Con su mache-te en mano se adentra a una bre-cha donde va dando de tajos a los arboles para marcar la ruta de re-greso. Se camina aproximadamen-te como seiscientos metros sobre el sendero para después ingresar

al terreno abrupto de maleza y llegar al sitio. Los cuatro cuyos pi-ramidales miden veinte metros de altura y una base de dieciocho por veinte metros aproximadamente, además de una quinta estructura de menor tamaño de quince me-tros de alto y una base de trece metros por lado (Orihuela, 2010): “Éstos cuyos datan de más de 400 años, según algunos investi-gadores que han venido al pueblo, afirman que el lugar era un paso de descanso para aquellos sacer-dotes o reyes mayas que iban de paso a la Isla de Jaina. Aquí está la historia de Nunkiní y de sus an-tepasados. Cuentan que en el año de 1932, llegaron personas a ex-plorar el lugar porque decían que aquí había un tesoro. Mucha gen-te curiosa escarbó y escarbó, y cuando regresaban al otro día ya estaba tapado lo que habían he-cho, así sucedió durante tres días hasta que se rompió el encanto que había sobre ese tesoro que

nunca apareció ”1 .En X-Kamayamúl, el alux es el principal habitante del cuyo, el dueño o señor del terreno y del monte: “Los cuyos están dedi-cados a los dioses mayas, a los cuatro vientos y a los aluxes que son los protectores y guardianes del lugar”3 . De acuerdo con David de Ángel (2007: 142) a los aluxes los crearon los antiguos, no son personas como nosotros, son de puro aire. Respecto a su aspecto físico son como niños, refiriéndo-se al tamaño, pero tienen cara de viejito. Visten de blanco entero, llevan sombrero, huaraches y les gusta silbar, en las noches se les puede oír en los patios, en la mil-pa y en el monte. Son juguetones y traviesos, por lo que les gusta jugar con los niños varones que andan por los terrenos solos. En la narrativa de los pobladores de Nunkiní se menciona que algu-nas personas han sido llevadas

1.-Javier Chí Collí. Entrevista personal, 19 de abril de 2014. 3.-Javier Chí Collí. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

[email protected] 27 1.-Javier Chí Collí. Entrevista personal, 19 de abril de 2014. 3.-Javier Chí Collí. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

por los aluxes a los lugares don-de viven. Dicen que sus casas es-tán en los cerritos y en los cuyos, que son cuartos grandes como de cinco mecates y allí tienen mucha comida, tienen de todo: melones, sandías, pib, y tortillas, pero no lo puedes comer porque si lo haces te quedas para siempre con ellos. Con relación a esto, se dice que los platos que salen de los montícu-los, materiales arqueológicos, son platos con los que comen los mis-mos aluxes porque ahí viven ellos. De esta manera, al ser innumera-bles los montículos arqueológi-cos, en todo el pueblo, se piensa que de igual forma son innume-rables las moradas de los aluxes. Al ser estos seres no humanos, se trasladan de un montículo en horarios establecidos que tienen que ver con la hora en que la co-munidad ha notado que se levan-tan remolinos de viento. El movi-miento de estos remolinos, en la percepción de la comunidad, sigue

una trayectoria entre un montícu-lo y otro, formando caminos que se le conoce como moson beh. De acuerdo con la creencia del pueblo, estos caminos se pueden tornar peligrosos si el ser huma-no tiene contacto con ellos en las horas que se supone correspon-den al traslado que llevan a cabo los aluxes. Si esto ocurriera, la persona presentará síntomas del mal viento. Los síntomas de esta enfermedad consisten en vómito, fiebre y diarrea. De esta manera, la persona afectada tiene que ser presentada ante el j´men o sa-cerdote maya, quien mediante un procedimiento ritual expulsa el mal viento del cuerpo del afecta-do (Orihuela, 2010).Además de ser la residencia de los aluxes, la importancia de los cuyos o restos prehispánicos en la cosmovisión maya es funda-mental, porque en su interior se guarda el poder y el conocimiento para curar que poseían los anti-

guos, por eso la gran importancia simbólica en el discurso ritual que manejan los j´meno´ob.Para evitar ser dañados por los guardianes de los cuyos, las fami-lias de Nunkiní acostumbran hacer cada año, o cada dos años, una ceremonia llamada Hanlicol que tiene como objetivo pedir permiso y solicitar a los aluxes su protec-ción para todos los integrantes de la familia, los animales, plantas y siembras que residen en sus terrenos y casas. A cambio de su protección se les ofrece todo un banquete compuesto de pib, sakaa, k´ool, tuch de pavo, ciga-rros y aguardiente. Así mismo, se contrata los servicios de j´men del pueblo para que dirija la ceremonia y participe en la preparación de los alimentos que se van a ofrendar. En muchos casos las familias se ponen a trabajar desde las cuatro de la ma-ñana para preparar todo y participan padres, hijos, sobrinos, primos, nue-ras, yernos y cuñados, entre otros.

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En los rezos del Hanlicol, el j´men llama a los vientos que habitan en los cuyos ubicados en los cuatro pun-tos cardinales, siempre mirando hacia donde nace el sol. Para el j´men Victoriano Chin Huchim el clímax de la oración es la parte en que se menciona al Sur donde se encuentra X-Kamayamúl: “Primero llamamos a Dios padre de los cielos, después a cada protector de los cuyos empezando por el Este, el Norte, el Oeste y terminamos con el Sur. Pido por la salud de cada integrante de la familia, mencionándolo de uno en uno de mayor a menor, que cuiden de su trabajo que realizan en el terreno del monte, a sus animales y sus siembras”4 . Una vez hecho el llamado se hace la entrega de la ofrenda y todo queda bajo la protección del dueño del terreno, ya no sufrirán daños ni enfermedades de ninguna clase. Si pasado los años que marca el ritual del Hanlicol, el alux se enfadará y comenzará a molestar a la olvi-dadiza familia en reclamo de su comida, le tirará piedras, esconderá los utensilios del hogar y los asustará; así a pesar de las señales continúan olvidando las ofrendas, uno de los integrantes de la unidad familiar enfermará y sólo sanará cuando se lleve a cabo la ceremonia de ofrecimiento (De Ángel, 2007: 143).Finalmente quiero agradecer a Jorge Tzeek Suárez por su apoyo en esta investigación, a don Javier Chi Collí por ser nuestro guía e informante, al j´men Victoriano Chin Huchim por su buena charla y su bendición y a don Reynaldo Collí Haas por su hospitalidad y permitirnos ser parte de los integrantes del ritual del Hanlicol en su casa.

4.-Victoriano Chin Huchim. J´men de Nunkiní. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

[email protected] 294.-Victoriano Chin Huchim. J´men de Nunkiní. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

FUENTES CONSULTADASJavier Chí Collí. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

Victoriano Chin Huchim. J´men de Nunkiní. Entrevista personal, 19 de abril de 2014.

De Ángel García, David (2007) “Espacios y representaciones del mal entre los mayas yucatecos contemporáneos” en Mayab. Sociedad española de estudios mayas. Núm. 19, pp. 139-145.

Gómez Montejo, Alicia Elide (2002) Las H. Juntas municipales del Estado de Campeche. Una breve descripción. H. Congreso del Estado de Campeche, Serie Tomas Aznar Barbachano. Campeche.

Orihuela Gallardo, Maria del Carmen (2010) Actualizando el pasado: los restos arqueológicos en la cosmovisión de la comunidad maya de Nunkiní, Campeche. Recuperado de: http://www.iifl.unam.mx/mitosmayas/index.php?option=com_content&view=article&id=47:actualizando-el-pasado-los-res-tos-arqueologicos-en-la-cosmovision-de-la-comunidad-maya-de-nunkini&catid=38:estudios-de-caso&Itemid=59

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Pollo de patio con chileatole de elote pibinal, frijol tierno (xpelón),Y cilantro en raíz, tallo y brote.

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Los olores en la cocina juegan uno de los pa-peles más importantes en el desarrollo de los platillos y comidas de un restaurante, ya que

a través del sentido del olfato po-demos saber si el producto es el adecuado para servir, al mismo tiempo que nos alerta de algo que ya no está en condiciones para de-gustar y peor aun si algo se está quemando. En este sentido, lo aromas nos hacen recordar mo-mentos, lugares, personas, cosas ya sea muy agradables y felices o desagradables y tristes.

El humo, la tierra mojada, la hu-medad, los vegetales tatemados, la totilla quemada y masa coci-nándose en agua para hacer atole, son algunos de los olores que po-demos percibir en un hogar típico de un poblado maya, de estos que están alejados de la ciudad. Es-tos aromas son en particular los elementos con más carácter que servirían para describir la mística de la gastronomía de nuestro pue-blo.

En las comunidades la gente con-sume el pibinal, elote para cuya elaboración colocan la mazorca de maíz tierno entera en hornos

hechos en la tierra (pib), cocinán-dose con el calor de las piedras calientes y la leña, consiguiendo así que los granos absorban los aromas y gustos a tierra mojada y humo, haciendo que este pro-ducto no tenga otra palabra para describir su sabor que “pueblo”.

La receta de este mes representa al estilo de un servidor la esencia del vasto carácter de nuestros pueblos mayas, plasmando con elementos e ingredientes típicos lo elemental de sus sabores y co-

lores. #ComanRico

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[ INGREDIENTES 1 pax ]• Pollo de patio• Pechuga de pollo 150g• Manteca de cerdo 15g• Epazote 5 hojas• Orégano seco 3 hojas• Sal y pimienta c/n

• Chileatole de Pibinal• Huesos de pollo 500g• Cebolla blanca 50g• Ajo 3 dientes• Zanahoria 50g• Apio 50g• Chile pasilla 2 pzas• Hojas de laurel 3• Granos de elote pibinal 100g• Sal c/n

• Frijol tierno (xpelon)• Xpelon 60g• Cebolla blanca 30g• Ajo 1 diente• Mantequilla 15g• Chile serrano 5g• Sal y pimienta c/n• Cilantro• 1 manojo de cilantro• aceite vegetal• Zanahoria rebanada 5g

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[ PROCEDIMIENTO ]

Pollo de patioPicar finamente el orégano y epa-zote; sazonar el pollo con oréga-no, sal y pimienta. En una sartén bien caliente colocar manteca y dorar el pollo por 4 minutos de ambos lados. Agregar epazote picado después de cocinado y re-servar.

Chileatole de elote pibinalColocar todos los ingredientes a excepción de los granos del elote pibinal en una cacerola con agua y cocinar por 40 min para obtener un fondo (consomé). Procesar en una licuadora el consomé con los granos de elote pibinal hasta obte-ner la textura deseada. Reservar.

Frijol tiernoCocinar en una cacerola el frijol, agregar ajo y cebolla para perfu-mar. Una vez cocidos los frijoles, saltear en una sartén caliente con un poco de mantequilla y chile se-rrano, sazonar y reservar.

CilantroCortar la raíz de cilantro y lavar perfectamente, colocarla en una bandeja y llevar al horno preca-lentado a 145ºC, cocinar durante 1 hora. Tomar la raíz deshidratada y freír en aceite muy caliente 3 se-gundos y reservar. Dividir el resto del cilantro en tallos y brotes.

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[ MONTAJE ]Colocar los granos de frijol tierno en el centro del plato, sobre estos colocar el pollo. Agregar las raí-ces y los tallos alrededor hacien-do las veces de un nido. Decorar con brotes de cilantro y la zana-horia rebanada. En un recipiente colocar el chileatole y servir en la mesa.

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