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El Señorío de Molina compone una comarca de la provincia española de Guadalajara, cuya capital es Molina de Aragón. Esta comarca limita al norte con Soria (comarca de Tierra de Medinaceli) y Zaragoza (comarca de la Comunidad de Calatayud), al este con Zaragoza (comarca del Campo de Daroca) y Teruel (comarca del Jiloca), al sur con Teruel (comarca de la Sierra de Albarracín y al oeste con la provincia de Cuenca y el resto de la provincia de Guadalajara (fig. 1). Los primeros vestigios de asentamientos humanos datan de la época en la que formaba parte del centro de la Celtiberia, de la que quedan numerosos castros repartidos por toda la zona, el más importante de ellos el ubicado en la Peña Moñuz (municipio de Olmeda de Cobeta dentro de Parque Natural del Alto Tajo). Durante los siglos XI y primer cuarto del XII sur- gió una escueta monarquía enmarcada en el reino de Taifas del Al Andalus, confiriéndole cierta inde- pendencia y vida propia muy alejada de su pasado, casi de despoblación, durante la época del Califato. Como dato curioso, el último rey de Molina, Aben- Galbón, fue un personaje muy castellanizado, tole- rante y temeroso, aliado íntimo del Cid Campeador, brindándole asilo en sus viajes de Burgos a Valen- cia, según cuenta el cronista en el Cantar. Pero sería imposible comprender la configuración social, po- lítica y territorial de la zona sin conocer los avata- res para conseguir la unidad de Castilla en la Edad Media. La esencia de la dinámica social de Castilla fue la institucionalización de los antiguos Comunes de Vi- lla y Tierra, que abarcaron la Extremadura castella- na y los territorios de la Transierra, ocupando una amplia franja media entre las Merindades al norte y los territorios manchegos de las Ordenes Militares al sur. Las tierras que poco a poco van siendo reconquis- tadas durante el siglo IX en Castilla y la Extremadura Castellana, llamadas presuras se establecían propie- tarios independientes, de gran iniciativa, base del campesinado libre, que solo reconocía al Rey como magnate único. A su vez se agrupaban en caseríos o pequeñas aldeas, asociándose en pequeñas comarcas o territorios voluntariamente constituidos. Se regían según su Derecho tradicional, de origen germánico. Después de conformarse en Comunes recibieron la Exigencias constructivas en la arquitectura vernácula del Señorío de Molina (Guadalajara) durante los siglos XIX y XX Paz Núñez Martí Figura 1 Mapa del Señorío de Molina Actas del Quinto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Burgos, 7-9 junio 2007, eds. M. Arenillas, C. Segura, F. Bueno, S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, CICCP, CEHOPU, 2007.

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El Señorío de Molina compone una comarca de laprovincia española de Guadalajara, cuya capital esMolina de Aragón. Esta comarca limita al norte conSoria (comarca de Tierra de Medinaceli) y Zaragoza(comarca de la Comunidad de Calatayud), al este conZaragoza (comarca del Campo de Daroca) y Teruel(comarca del Jiloca), al sur con Teruel (comarca dela Sierra de Albarracín y al oeste con la provincia deCuenca y el resto de la provincia de Guadalajara(fig. 1).

Los primeros vestigios de asentamientos humanosdatan de la época en la que formaba parte del centrode la Celtiberia, de la que quedan numerosos castrosrepartidos por toda la zona, el más importante de ellosel ubicado en la Peña Moñuz (municipio de Olmedade Cobeta dentro de Parque Natural del Alto Tajo).

Durante los siglos XI y primer cuarto del XII sur-gió una escueta monarquía enmarcada en el reinode Taifas del Al Andalus, confiriéndole cierta inde-pendencia y vida propia muy alejada de su pasado,casi de despoblación, durante la época del Califato.Como dato curioso, el último rey de Molina, Aben-Galbón, fue un personaje muy castellanizado, tole-rante y temeroso, aliado íntimo del Cid Campeador,brindándole asilo en sus viajes de Burgos a Valen-cia, según cuenta el cronista en el Cantar. Pero seríaimposible comprender la configuración social, po-lítica y territorial de la zona sin conocer los avata-res para conseguir la unidad de Castilla en la EdadMedia.

La esencia de la dinámica social de Castilla fue lainstitucionalización de los antiguos Comunes de Vi-lla y Tierra, que abarcaron la Extremadura castella-na y los territorios de la Transierra, ocupando unaamplia franja media entre las Merindades al norte ylos territorios manchegos de las Ordenes Militaresal sur.

Las tierras que poco a poco van siendo reconquis-tadas durante el siglo IX en Castilla y la ExtremaduraCastellana, llamadas presuras se establecían propie-tarios independientes, de gran iniciativa, base delcampesinado libre, que solo reconocía al Rey comomagnate único. A su vez se agrupaban en caseríos opequeñas aldeas, asociándose en pequeñas comarcaso territorios voluntariamente constituidos. Se regíansegún su Derecho tradicional, de origen germánico.Después de conformarse en Comunes recibieron la

Exigencias constructivas en la arquitectura vernáculadel Señorío de Molina (Guadalajara)

durante los siglos XIX y XX

Paz Núñez Martí

Figura 1Mapa del Señorío de Molina

Actas del Quinto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Burgos, 7-9 junio 2007, eds. M. Arenillas, C. Segura, F. Bueno, S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, CICCP, CEHOPU, 2007.

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confirmación real de su Fuero. Sin embargo en laspresuras de gran extensión, dirigidas por el Rey, seerigía una cabeza de comarca, normalmente una ciu-dad o villa grande, y se iniciaba la repoblación. Laorganización era semejante a las presuras pequeñas yel Rey en Fuero, señalaba los límites dejándoles ypermitiéndoles una salida libre hacia el territorio ára-be. Es así como surgen los Comunes de Villa y Tie-rra. Esta institución estaba constituida por:

– La Villa: dependiente exclusivamente del Rey,gobernada por un Concejo local y normalmen-te rodeada por una muralla que la protegía ypermitía su acceso mediante sendas puertasdistribuidas en su perímetro. Desde la villacomo cabeza se repuebla el territorio de unamanera coordinada.

– La Tierra: dependiente de la Villa, poblada dealdeas y repartida en sexmas o territorios dedimensiones semejante que venía a dividir elespacio en seis partes, en un principio. Dentrode la organización y administración de estaTierra tenemos unos tipos de dominio que sonlos que más nos interesan: Por una parte laTierra de Abadengo, en la que el señorío lo os-tenta un obispo o el abad de un monasterio ypor otra la Tierra solariega, en la que el seño-río es de un noble o de una Orden Militar o latierra de Behetría, un señorío especial en elque los pobladores tenían el derecho de elegira su señor.

Las características sociales de dichas tierras sonsencillas. La Villa y sus aldeas están pobladas porhombres libres, regidos por un Fuero único. Son pro-pietarios de la tierra ya sea como propiedad privadade los campesinos, de cada aldea o propios de la Vi-lla o bienes comunes tales como pastizales, montes,dehesas o ejidos.

Molina de Aragón fue conquistada en 1129 y en-tregada por el Rey de Castilla a su cortesano donManrique de Lara en Señorío, aunque instituidocomo behetría de linaje. En 1154, este señor concedeun Fuero repoblador que da vida al territorio, llegan-do a estar constituido por las correspondientes sex-mas,1 y un total de 100 aldeas dependientes de la ca-pital, la Villa de Molina, dotada de un fuerte castilloy una poderosa muralla. El Común se había desarro-llado como uno de los más potentes de Castilla bajo

la dinastía de los Lara pasando a ser de realengo a fi-nales del siglo XIII.

Los siglos posteriores vienen marcados por la asis-tencia intermitente de los reyes de Castilla que consi-deraban a este Señorío más como moneda de cambioentre acuerdos políticos que como zona de economíaemergente.

La estabilidad política y el inicio de su decadenciavinieron con la Guerra de la Independencia. En 1808se creó en Molina de Aragón una Junta de Defensapresidida por el Corregidor Don Antonio Vilariño,movilizando a todos los hombres útiles del Señorío.El Empecinado, abandona la ciudad el 2 de Noviem-bre de 1810, tras ordenar que le prendiesen fuego atoda ella. La ciudad arde en la noche, presa de las an-torchas francesas.

Durante la Guerra Civil es frontera de ambos ban-dos, siendo enjalonada con trincheras, bunquers y zo-nas protegidas estratégicamente diseminadas por elpaisaje del Alto Tajo. A mediados de los años 60 delsiglo XX, el Señorío de Molina sufre una fuerte mi-gración hacia las grandes ciudades ocasionando unafuerte depresión poblacional y abandonando casi latotalidad de la producción agrícola y ganadera.

LA ARQUITECTURA VERNÁCULA DEL SEÑORÍO DE

MOLINA: LOS PAJARES Y CHOZONES O PARIDERAS

SABINERAS

Caracterización de la Comarca

Podemos citar, al menos, seis puntos singulares quenos dan a conocer la zona de estudio:

1. Clima: La altitud y situación de Señorío deMolina en el Parque Natural del Alto Tajo in-fluye en su clima, mediterráneo continentaliza-do con momentos de clima de montaña, contemperaturas frescas y moderadas precipitacio-nes. Las temperaturas medias de 26º en veranoy –2º en invierno.

2. El paisaje está condicionado por la red hidro-gráfica conformada por el tramo alto del propiorío Tajo con afluentes directos e indirectos.Este accidente configura un paisaje en el quedestacan cañones y hoces fluviales continuas.

3. Flora de dos tipos principales, uno de bosquemediterráneo con sabinas y quejigos de gran

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porte y encinas combinados con matorral bajoy medio de tomillo, retama, jara y romero asen-tados en la parte central del Parque, en las para-meras calizas, y otro de bosque mixto en el quese conjuga este bosque mediterráneo con pina-res de pino silvestre, laricio y resinero prove-nientes de replantaciones ejecutadas a princi-pios del siglo XX en pleno auge de la actividadresinera.

4. La gran variedad de hábitat presentes en el Par-que, junto con las extremadamente bajas densi-dades poblacionales, han permitido la existen-cia de una variedad importante de animales.Fauna autóctona de aves rapaces, mamíferos ytodo tipo de pequeñas aves.

5. Demografía: zona muy condicionada por la au-sencia de actualización de empleos que generenuna economía de subsistencia, cuya consecuen-cia inmediata es la migración hacia capitales deprovincia o pequeñas ciudades: Guadalajara,Sigüenza y Molina de Aragón. Por lo tanto nosencontramos con una densidad de poblaciónmuy baja: 0,5 hab/km.2

6. Economía: La zona del Alto Tajo recoge unatradición ganadera existente mucho antes de laépoca musulmana. De hecho la ubicación dedos vías pecuarias y cercados de muros mam-puestos delimitando los prados adosados aasentamientos celtíberos hace sospechar que elganado bovino era la actividad prioritaria entrelos pobladores, sin olvidar la actividad agrícolacentrada en el cereal.

Contexto económico y social

La huella de la actividad desarrollada está disemina-da por todo el Señorío, encontrando campos modifi-cados por la mano del hombre, generando tierras delabor cuya siembra era, principalmente, la del cereal—condicionado por la climatología y las necesidadesmínimas de las poblaciones— y vías que conectanlos asentamientos rurales para el pastoreo y la trashu-mancia. Así surgen pequeñas construcciones quecumplen con la función propia de acopio de cereal yde refugio del ganado y del pastor: pajares y chozo-nes o parideras sabineras. Los primeros se vinculan anúcleos rurales de población, ubicados relativamentecerca de los mismos (fig. 2).

Según la tradición popular, su ubicación se remon-ta a la época árabe, quienes iniciaron su explotacióny que, más tarde tomaron los Señores de Molina, losLara, que las explotaron directamente.

Siglos más tarde, tal y como hemos visto en lahistoria del Señorío al que pertenece, los Mendozade Molina obtuvieron sendos beneficios de dichaeconomía agraria, como sucede en el municipio deOlmeda de Cobeta y también en todas las pequeñasaldeas contiguas: Villar de Cobeta y Cobeta. La

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Figura 2Planimetría del municipio de La Olmeda de Cobeta. Guada-lajara. Ubicación de las eras

Figura 3Grupo de pajares. Villar de Cobeta. Guadalajara

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huella histórica de estos pajares se pierde hasta queen el siglo XVII, el Estado de la Ilustración las re-construye totalmente como hizo con otras construc-ciones semejantes en la provincia: Imón, Cobeta yEl Villar de Cobeta. Los restos que hoy apreciamosson, con mucha probabilidad de la época de Car-los III (fig. 3).

Los Chozones2 más antiguos que encontramos sonlos de planta circular. No se sabe con certeza cual essu origen. Cabe la teoría de que los pastores reutili-zasen las viviendas ancestrales de sus antepasadosceltas (fig. 4).

Sabemos que ésta zona fue poblada por, al menos,un grupo celtíbero diferenciado alrededor del año500 a.C.:3 creando un asentamiento a modo de castroen la denominada Peña Moñúz (Municipio de Olme-da de Cobeta). ¿Qué nos hace suponer ésta hipótesis?Varios puntos significativos. Si tenemos en cuenta laevolución de las construcciones primitivas o preurba-nas llevadas a cabo por Schoenaurer4 observamosque siempre se parte de un método constructivo ra-dial mediante una estructura flexible de materialesautóctonos con base o zócalo portante y método decubrición de fácil ejecución y mantenimiento y conun grado de estanqueidad óptimo (figs. 5, 6, 7,8 y 9).

Los pueblos celtíberos formaron parte de esta tra-dición constructiva circular. Comparativamente cas-tros circulares gallegos poseen la misma tipologíaconstructiva: grandes sillarejos5 que conforman unmuro perimetral que a su vez soportan una estructura

de madera sobre la que se vierten ramas de sabina amodo de Barda6 (fig. 10).

Otro dato más que nos lleva a sostener esta teo-ría es la ubicación de los chozones. De hecho esmuy raro encontrar estas edificaciones aisladas, ge-neralmente encontramos grupos de 3 a 8 chozonesreunidos en una superficie aproximada de una me-dia hectárea con espacio suficiente entre elloscomo para que puedan moverse sus habitantes in-dependientemente pero lo suficientemente cercacomo para crear comunidad. Alrededor de estosasentamientos se desbrozaba el terreno para favore-

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Figura 4Chozón circular. Cuevas Labradas. Guadalajara

Figura 5Skerm Bosquimano

Figura 6Tienda Tungus

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cer el pasto del ganado y su recogida y posteriorestancia.

Contexto etnológico

Estudiando y analizando los usos y costumbres delos actuales pobladores del Señorío, su memoria his-tórica nos habla de cómo se construía según las nece-sidades. Los pajares servían para almacenar la pajaproveniente de las plantaciones de cereales, princi-palmente trigo y cebada. Mas tarde serían el alimentode ovejas y mulas e incluso eran las camas de mu-chas parideras de la zona y chozones.

El proceso ritual de la siembra y recogida era el si-guiente. En primer lugar se realizaba una única siem-bra al año cuya cosecha se recogía en junio si era ce-bada y en julio si era trigo. El campo de labor habíaque prepararlo bien para evitar que los cardos ahoga-

sen e impidiesen la buena crecida de la semilla. Porello se «peinaban» las tierras con unos utensilios demadera especiales a modo de púas que les librabande tal mal (fig. 11).

Una vez realizada la siega y aprovechando las bri-sas suaves del verano, el agricultor ablentaba —echa-

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Figura 7Hogan Navajo

Figura 8Tienda Air Tuareg

Figura 9Maloca Erigbaagtsa

Figura 10Casto de Baroña. La Coruña

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ba al viento— las espigas haciendo posible la separa-ción entre la paja y el grano. Es entonces cuando lamies se tendía en la era y se quebrantaba medianteun trillo para separar el grano de la paja.7 Los trillosque aún se conservan son un tablón de madera conpedazos de pedernal encajadas en una de sus caras(fig. 12). Este era tirado por un par de mulas forman-do una yunta, realizando movimientos circulares entorno a la era y compaginando distintos sentidos decirculación para asegurarse el buen trabajo de separa-ción y trillado.

El ciclo de trillar la parva duraba aproximadamenteunos veinte días y cada día se recogían unos 80 hacesde trigo. Se afrailaba8 la parva y se guardaba en granoen sacos y la paja iba directamente a los pajares cuyaentrada directa se ubicaba a los pies de la era (fig. 13).

Era en la festividad de San Roque cuando se hacíala acción de Gracias y se daba por finalizado todo eltrabajo. Todo el pueblo se reunía en torno a las eras yse celebraba con fogatas, bailes y cantos la buena co-secha del año.

La propiedad de los pajares era privada, sin embar-go la de los chozones eran propiedad del municipio.Cuando había necesidad de una nueva edificación, elpueblo se reunía y solicitaba suelo para construir. Elencargado de decidir el solar en el Monte Público eraelegido por el pueblo de manera democrática y era ély solo él, el que estudiaba la mejor zona para levantarel Chozón, la mejor comunicada, o la que estaba ro-dea de pastos adecuados para el ganado. Una vez ele-gido el solar, los hombres del pueblo se reunían y le-vantaban la pequeña construcción en apenas unasemana bajo la supervisión de un maestro que, de ma-nera oral, transmitía las técnicas constructivas.

Contexto territorial

La ubicación de los pajares respecto al casco urbanono es casual. Independientemente de las propiedadesheredadas según catastro, las eras eran espacios trata-dos y mimados tanto en sus límites verticales como

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Figura 11Utensilios para cortar la parva encontrados en pajar de laOlmeda de Cobeta, Guadalajara

Figura 12Trillos encontrados en pajar de la Olmeda de Cobeta, Gua-dalajara

Figura 13Puerta baja de pajar

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horizontales. Verticalmente están rodeadas de peque-ños promontorios que permiten que el aire entre ycree corrientes controladas para poder aventar. Dehecho, los propios pajares cierran y consolidan la eraen uno de sus extremos. Horizontalmente porque laseras aprovechan espacios llanos que, manipuladospor el hombre, acrecientan su carácter rudo mediantela introducción de cantos rodados que ayudan a tri-llar a las juntas (fig. 14).

La orientación de las eras era la más apropiadapara el secado de la parva. Si tomamos como ejem-plo el grupo de pajares del Municipio de La Olmedade Cobeta, la era más importante se encuentra en elsureste del pueblo, donde en verano está protegida dela umbría. Por lo general, a pesar de que las eras bus-quen esta orientación, los pajares intentan enmarcar-las con su fachada principal al sur abriéndose caminoentre la protección de las lluvias predominantes delnoroeste y los vientos fuertes del norte.

Cada pajar tiene delante de él su era, espacio di-mensionado para que la yunta pudiese maniobrar có-

modamente. En el caso de que no hubiese espaciosuficiente, la adhesión a la era contigua hacia posibleeste trabajo. Por consiguiente, podemos decir que lageometría predominante era aquella que conseguíamayor superficie para trillar, polígonos cuadrangula-res irregulares, aunque el mayor condicionante era,por supuesto, la delimitación de la propiedad priva-da. Se intentaba explanar lo más posible el terreno.Por lo general no hay más de 3 metros de desnivelentre los puntos más alto y más bajo de una mismaera. De hecho, se aprovechaba la pendiente longitu-dinal (del orden del 4%) como superficie casi llanade la era. Las edificaciones se construían a favor dela pendiente mínima.

Es interesante estudiar los accesos a estas eras.Suele existir un único camino de llegada que se bi-furca absorbiendo la pendiente transversal del terre-no. Una parte lleva a la era y el otro a la parte másbaja del conjunto de pajares como camino de saliday distribución de la mies. Estos caminos concurren-tes no están tratados. Es la propia tierra la que noshabla de la huella del paso de los carros con sus ha-ces de paja.Las eras quedan delimitadas por unosmuretes de piedra caliza colocadas a hueso, es decir,sin ningún tipo de mortero de unión. Estas piedrasprovienen de la cantera de la zona, a 3 km de Olme-da. En algunos casos son las mismas que los agricul-tores retiran tras desbrozar el campo para proceder ala siembra.La altura varía en función del desnivelentre una era y otra. Éste no supera en ningún casoel metro y medio. Por lo tanto cumplen una doble la-bor: cerramiento y contención de tierras. A su vez,la división vertical de las eras no siempre está rela-cionada con la delimitación de la propiedad privada,ya que, si la era de un propietario no es lo suficien-temente amplia para que la yunta pueda maniobrarsin dificultad, el cerramiento desaparece para absor-ber a la era contigua. Cabe destacar el cerramientode algunos de los grupos de pajares que, además deestar cercado por el murete, afianza su límite me-diante unos postes de madera de sabina torpementetratados y enjaretados entre sí con mimbre trenzado.Vestigios de los huecos para enhebrar las sogas sonlos que nos dicen cómo se trabajaba esta técnica(fig. 15).

En el caso de los chozones, buscaban las condicio-nes idóneas habitacionales. Páramos orientados haciael sur y zonas de vientos suaves a favor (muros cie-gos orientados a norte para protegerse de los vientos

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Figura 14Era principal. Cobeta, Guadalajara

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fuertes de ésta dirección) eran condiciones inequívo-cas para los asentamientos. Qué duda cabe, que lasvías de comunicación interrelacionaban los pobladostanto para personas como para el ganado consiguien-do aún hoy en día, que permanezcan con poca pen-diente y bien explanada.

Así pues, tenemos ocho municipios del Señorío deMolina, dentro del Parque Natural y su zona periféri-ca de Protección que recogen estas edificaciones:Ablanque, Cobeta, Cuevas Labradas, Escalera, LaRiba de Saelices, Olmeda de Cobeta, Villar de Cobe-ta, Valhermoso.

Exigencias constructivas

1. Los pajares: La tipología constructiva es siemprela misma con ciertas variaciones. Se trata de peque-ños habitáculos cuyo uso principal era el propio deuna agricultura de cereal. Desde guardar los haces de

paja después del aventamiento y la trillada y a suvez, proteger el material para tales fines: trillos,aventadoras, bandejas, hoces, etc. Pero también haydos de ellos cuyo fin era el de albergar a las bestiasque trabajaban en la era (fig. 16).

Son espacios condicionados por el desnivel delterreno existente entre la cota de la era y la cota 3 o4 metros inferiores. Pendiente que aprovechabanpara que la paja cayese por gravedad y pudiese sersacada por pequeñas puertas en la parte posteriordel pajar para su posterior distribución por los ca-minos (fig. 17).

La necesidad se traducía en espacios arquitectóni-cos. Si nos atenemos a una clasificación según usos te-nemos dos tipos de pajares constructivamente distintos:

– Uso de almacenaje, ya sea de paja o de maqui-naria: Si el pajar guarda exclusivamente hacesde mies el espacio será único sin divisioneshorizontales.

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Figura 15Cerramiento de era. Villar de Cobeta. Guadalajara

Figura 16Pesebres en el interior de pajar. La Olmeda de Cobeta. Gua-dalajara

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– Uso de cuadra: se traduce en un gran habitácu-lo dividido exclusivamente por los pesebres yun muro central conformado por troncos demadera sin tratar arriostrados entre sí. Estemuro separa el ganado bovino de las mulas.

Los materiales empleados son los que la comarcaproporciona: madera de sabina, pino y sabina, piñas,mimbre, sarga,9 piedra caliza, arcilla.10

Cada elemento constructivo se materializa de dis-tinta manera.El muro de cerramiento a su vez sirve deestructura portante. Por ello se ejecuta con piedras demampuesto unidas, según el caso, con mortero de calo a hueso, es decir, sin ningún tipo de argamasa. El es-pesor es variable. Por regla general, no menos de 40cm. Esto es debido a una doble hoja de piedra: una in-terior y otra más ancha al exterior, rellenando el huecocon cascotes y piedras de menor tamaño (fig. 18).

Si el ancho del pajar es superior a 5 metros, se in-troduce una subestructura de pórticos de madera desabina o de pino. Los soportes son unos rollizos sinningún tipo de tratamiento que soportan las cargas delas vigas de madera. El encuentro entre ambos esmuy tosco. Sencillamente se aprovechan los nudos yramas del pilar para sustentar (fig. 19).

A su vez las vigas apoyan directamente sobre losmuros perimetrales de carga.

Hay dos tipos de divisiones interiores. Por unaparte, tenemos una única división vertical de los pa-jares, siempre que éstos tengan unas dimensiones

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Figura 17Pajar longitudinal. Cobeta. Guadalajara

Figura 18Detalle de muro de pajar. La Olmeda de Cobeta. Guadala-jara

Figura 19Detalle del encuentro de la estructura. Cobeta. Guadalajara

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considerables como para repartir su espacio en dospequeños habitáculos de almacén. Esta circunstanciase produce cuando hay una segregación de la propie-dad o cuando sencillamente, se quiere separar dos ti-pos de pajas para dos tipos de uso distinto: el de ali-mento para el ganado bovino y otro para formarcamas parideras para el ganado.

Encontramos dos soluciones constructivas distin-tas que responden a este mismo uso. La primera deellas se materializa creando un tabique de pies dere-chos separados entre si aproximadamente 1,20 me-tros que sostienen una malla continua de mimbretrenzado o de sarga proveniente de la orilla de losríos cercanos (fig. 20). La segunda sustituye el entra-mado por una solución mucho más rápida de ejecu-ción. Hinca en el terreno unos rollizos continuosarriostrándolos exclusivamente en la cabeza y en lospies. Esta solución se adopta cuando el espacio tienedoble uso: el de almacén y el de cuadra. Por otra par-te, al ser una solución menos técnica que la anterior

es la que más se ha utilizado en los pajares de «re-ciente» creación (fig. 21). Por otra parte, una divisiónhorizontal mediante un forjado. Esta división nuncaocupa la superficie total en planta del pajar y siemprese encuentra a la cota de entrada por la era. Su desa-rrollo vendrá condicionado por el uso (fig. 22).

Si es necesario guardar las máquinas (principal-mente aventadoras) protegerlas de la intemperie, elforjado tendrá las dimensiones mínimas necesariaspara tal tarea. Si la pendiente del terreno lo permite,se crea un espacio bajo el forjado de almacenaje consu consiguiente estructura porticada de madera. Sinembargo, esta singularidad se produce muy pocasveces. Por lo general, se construye un muro de con-tención de piedra caliza de medio metro que salva ladiferencia de altura. El pequeño forjado apoya direc-tamente sobre el terreno contenido por este muro y sesirve de una cama de pizorras,11 piñas y corteza paraevitar las humedades. En ambos casos la soluciónconstructiva del forjado se realiza de la misma mane-

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Figura 20Detalle tabiquería de mimbre. La Olmeda de Cobeta. Gua-dalajara

Figura 21Detalle tabiquería de rollizos. La Olmeda de Cobeta. Gua-dalajara

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ra. Sobre el elemento portante se colocan uno ripiosde madera de sabina sin tratar con una separación de50 cm que sostienen unos tablones longitudinales demadera. El trasdós del forjado va recibido con unmortero pobre de yeso. No todos los pajares tienen laposibilidad de albergar maquinaria. La mayor partetiene una pendiente única de caída según el terreno.Como dato curioso encontramos un pajar que, sin te-ner forjado, tiene una escalera de acceso interior quesalva el desnivel entre la cota de la era y el de salida.La cubierta es inclinada a una única agua siempre afavor de la pendiente. No crea ningún alero ni cum-brera (fig. 23).

El tablero de cubrición se construye mediante vi-gas de madera sin tratar sobre las que apoyan tablasripias directamente. Sobre éstas se crea una cámaraaislante de mimbre y ramas de boj con corteza apli-cando por último teja curva proveniente de los hor-nos de la zona.

Todo pajar tiene, al menos, dos accesos. Uno prin-cipal y otro secundario. O lo que es lo mismo, uno deentrada y otro de salida. El de entrada se encuentraen la fachada principal y es por donde se introduce lapaja después de aventarla y también por donde seguarda la maquinaria (fig. 24). La salida está con-frontada con el hueco de entrada en la fachada poste-rior. El hueco del muro lo salva un cardero de made-ra de sabina. Las puertas son de tablones de maderaenjarjada recibidas por cercos –si existen- también demadera (fig. 25). El acceso principal en ambos se re-aliza mediante una entrada que puede ser sencilla odoble en función de división interior de la propiedad.Sin embargo, la salida no es igual en todas las cons-trucciones. La direccionalidad que mantienen los pa-jares centrales no se mantienen en los de esquina. Es-tos aprovechan esta condición para abrir una puertaen el muro lateral. De esta manera sacan el mayorprovecho posible al espacio de almacenamiento.

Las dimensiones de los huecos vienen condiciona-das por el uso. Si la entrada es únicamente para lapaja, no se necesitará más de 1,75 m de alto por0,90 m de ancho.Si por el contrario, se mete la ma-quinaria, estas medidas varían considerablemente. Sealcanza hasta 2,30 m de altura por 2,60 m de anchu-

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Figura 22Interior de pajar. Cobeta. Guadalajara

Figura 23Grupo de pajares. La Riba de Saelices. Guadalajara

Figura 24Entrada principal pajar. Huertahernando. Guadalajara

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ra. El hueco de salida para sacar la paja no siemprees una puerta. Por regla general es un pequeño vanoque además mide la cantidad de paja que se quieresacar para su distribución posterior.

2. Los Chozones o parideras sabineras. Esta se-gunda tipología vernácula utilizaba los principios bá-sicos de la construcción: muros portantes que absor-bían los esfuerzos de la cubierta cuyo espesordependía de la altura de la cumbrera. Pero como estaaltura debía permanecer estable, se precisaba de unelemento estructural auxiliar a modo de pilar o piederecho en el centro del espacio interior de modo queradialmente llegasen a él los cabrios o cabios de cu-bierta enjarjados a hueso (fig. 26).

El tamaño del pilar central varia según los casos,pero un aspecto común a todos lo ejemplos estudia-dos es que los pilares centrales de los chozones cir-culares son sabinas de gran porte que permanecen en

posición de vida, es decir, al encontrar un ejemplarmagnífico se construyó alrededor de él el muro. Pocoa poco se le iba podando, descorchando y cortandosus raíces superficiales para ir calzándolo con piedrascalizas del entorno. De esta manera conseguían irpoco a poco domesticando al árbol y hacerle cumplircon la función estructural encomendada. El diámetrode las sabinas estudiadas oscila entre 80 y 165 cm.Otra pista más para saber la edad de los chozones12

(fig. 27).A medida que iban aumentando el número de ca-

bezas de ganado por pastor, el espacio precisado eramayor. Es el momento en el que surgen unas estruc-turas auxiliares porticadas circulares en derredor delpilar central. Se constituía con troncos de sabina demenor tamaño —& 20 a 40 cm— en posición verti-cal aplomada y evitando siempre el contacto directocon el terreno y así anular el ascenso de humedadesde capilaridad. Se apoyaban sobre una losa de piedracaliza (fig. 28)

El problema de esta solución estriba en la ausenciade rozamiento en el punto de contacto, lo que haríaque la componente horizontal del esfuerzo que trans-mite la estructura de cubierta volcase el pilar. Sinembargo, la utilización de vigas intermedias y el es-pesor del muro hacen que se absorba la totalidad delesfuerzo horizontal (fig. 29).

Colaborando con la estructura porticada y ademássirviendo de cerramiento tenemos los muros perime-trales realizados con mampuestos de piedra calizacolocados a hueso, es decir, sin ningún tipo de mor-tero de unión entre sus piezas.

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Figura 25Detalle entrada. Huertahernando. Guadalajara

Figura 26Interior de Chozón. Valhermoso. Guadalajara

Figura 27Pilar central en posición de vida. Ablanque. Guadalajara

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Los chozones más antiguos presentan unas piedrasde gran tamaño, llegando hasta los 110 ˘ 70 cm, si-tuadas en las jambas del muro hastial de entrada. Lospequeños huecos se rellenaban con ripios. Como he-mos indicado anteriormente, la dimensión de los mu-ros dependía de la altura y la pendiente de la estruc-tura de cubierta. Así pues encontramos un tamañomedio de 120 cm de espesor de muro con altura me-dia de 100 cm, compuesto por dos hojas de unos 50cm cada una y relleno con ripios y sillarejos de me-nor tamaño. Sólo en casos excepcionales se construía

un tercer muro en los espacios recrecidos o de mayorpendiente13 para evitar posibles desplazamientos dela edificación (fig. 30).

El tercer elemento constructivo que entra en juegoes la cubierta, que aún siendo el más débil y más ex-puesto a las posibles patologías, es el que le dota deuna singularidad sin par. Se lograba cubrir todo el es-pacio mediante una serie de cabrios radiales que apo-yaban en el muro y en la estructura intermedia. Se in-tentaba que la separación entre ellos fuese la menorposible para hacer un entramado muy tupido y asíconseguir una mejor estanqueidad. El material de co-bertura era la barda proveniente de la sabina algar.14

Alrededor del chozón podemos observar que las sa-binas han sido utilizadas para bardar la cubierta e in-cluso para su mantenimiento, que se producía unavez al año, en la época seca, donde toda la comuni-dad se reunía y rebardaban el chozón15 (fig. 31).

Por último cabe destacar la carpintería de estas pe-queñas construcciones. El material con el que seconstruyeron fue también madera de sabina. Algunasde ellas constan de una única hoja batiente con bielay rodapié de madera, mientras otras tienen dos hojas,una móvil y otra fija y rodapié construidas tambiénen madera de sabina (fig. 32).

COMENTARIOS Y CONCLUSIONES FINALES

Con todo este trabajo se ha querido mostrar la rique-za constructiva inmersa en una zona hoy, prácti-

Arquitectura vernácula del Señorío de Molina 711

Figura 28Losa de asiento de pilar. La Olmeda de Cobeta. Guadalajara

Figura 29Aparejo de muro mampueso al interior del chozón. Olmedade Cobeta. Guadalajara

Figura 30Aparejo de muro exterior. Detalle de jambas. Villar de Co-beta. Guadalajara

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camente abandonada, en la que los materiales uti-lizados son aquellos que más fácilmente podían con-seguir: madera de sabina y piedra caliza. Con sóloestos dos materiales, y manipulados sabiamente porla mano del hombre, se han creado espacios de granvalor arquitectónico en el que la sencillez no está re-ñida con la belleza. Ha sido imprescindible la laborde recopilación de datos físicos pero no menos im-portante la de recoger los testimonios de los pocoshabitantes, entre ellos los pastores que aún habitanlos pueblos de Cobeta, Ablanque y Buenafuente del

Sistal. Esperamos que este sea solo el comienzo en laapertura de vías de investigación sobre los orígenesde la arquitectura popular y vernácula de zonas tancastigadas como la del Alto Tajo y que aprendamoslos principios básicos de la arquitectura en ejemploscon tanta historia y tan sabios.

NOTAS

1. Sexmas. Así como la Villa se dividía en barrios o cola-ciones, la Tierra venía divida en sexmas y a veces tam-bién en colaciones.

2. «Cabaña formada de estacas y cubierta de ramas o paja,en la cual se recogen los pastores y gente del campo».Diccionario de la Lengua Española. Madrid: RealAcademia Española, 1992.

3. Hacia el año 450 a.C. los celtas penetraron en la penín-sula Ibérica y se instalaron en los valles del Anas (Gua-diana), del Tajo y del Ebro, donde se unieron a las ra-zas indígenas para formar un grupo de lenguaje mixto,los celtíberos. Historia de la Humanidad. Barcelona:UNESCO, 1985.

4. Estudio recogido por Luis Maldonado Ramos y Fer-nando Vela Cossío en su libro De Arquitectura y Ar-queología. Madrid: Munilla Lería, 1998.

5. El gran tamaño de los sillarejos utilizado en los murosperimetrales hacen dudar del uso exclusivo ganadero,de ahí que induzca nuevamente a pensar, a que el es-fuerzo realizado para aparejar el muro con este porte depiedra sea para un uso habitacional.

6. «Cubierta de sarmientos, paja, espinos o broza, que sepone, asegurada con tierra o piedras, sobre las tapias delos corrales, huertas y heredades, para su resguardo».Diccionario de la Lengua Española. Madrid: RealAcademia Española, 1992.

7. A este trabajo de tender la mies en la era para trillarla odespués de trillada, antes de separar el grano se le lla-ma comúnmente «parva».

8. Amontonarla después de trillada para aventarla cuandohubiese viento a propósito.

9. Ramas de sauce peladas y raspadas para su posteriortrenzado.

10. Proveniente de las tierras a medio camino entre Olme-da de Cobeta y su pedanía Buenafuente del Sistal.

11. Pequeñas lajas de pizarra irregulares.12. La sabina es un árbol de crecimiento muy lento. La

densidad de los anillos circulares que se pueden obser-var en el corte del tronco es muy alta, aproximadamen-te 20 por centímetro (un anillo por año de vida) por lotanto estamos hablando de sabinas con cerca de 1.600años.

13. A modo de contrafuerte.

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Figura 31Chozón. Cuevas Labradas. Guadalajara

Figura 32Detalle puerta. Ablanque. Guadalajara

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14. Especie autóctona de madera noble y aromática quecrece en forma de arbusto. Para conseguir que se con-vierta en árbol es preciso efectuar un podado constanteen la parte baja.

15. Según la tradición oral de los pastores de Ablanque.

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