Excavaciones arqueológicas antiguas y modernas en Duratón ...

Excavaciones arqueológicas antigua sy modernas en Duratón (Segovia )

PO R

Antonio Molinero PérezComisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas .

La provincia de Segovia, que tan interesante resulta . cuandose la conoce, para los amantes de la Historia o del Arte, no podí adejar de serlo, y no deja de serlo, para los amantes de la Arqueo-logía .

Ya, a priori, y dada la constitución geológica de parte de s usuelo, así como por su hidrografía y por su orografía, habría d eadmitirse aquella importancia, que los estudios pasados, presen-tes y venideros han de encargarse de valorar en su justa medida .

La constitución geológica de una determinada porción de laprovincia, en efecto,— las calizas y arkosas del cretáceo, con su scortes profundos en las inmediaciones de los ríos, en los parti-dos de Sepúlveda y de Segovia—presagia ya la existencia de ca-vernas y de abrigos y su utilización por el hombre primitivo, so-bre todo en las proximidades de los ríos, donde la pesca y la caz aserían más abundantes .

Así se nos ofrecen en las cuencas de los ríos Duratón, Casli -Ila, San Juan y Eresma, por ejemplo, numerosas cavernas cuy oestudio ha sido hecho aunque no haya sido publicado ; el terrenodiluvial, a su vez, en todos los partidos de la provincia será e lelegido por pueblos sedentarios y por tanto pacíficos, que hace nde la agricultura su mejor medio de vida .

La cordillera carpeto-vetónica por su parte, dividiendo en do sa las llanuras centrales de España y sirviendo de límite meridio-nal a la provincia de Segovia, representa un valladar natural d eimportancia a la expansión de los pueblos que hasta él llegaro ny que sinó infranqueable—ya que tenía sus pasos por Somosie-rra, Navacerrada y Guadarrama entre otros, que serían tan codi-ciados como lo fueron en épocas bien recientes—, sí debió ser -

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vir para fijar o detener por algún tiempo la marcha de aquello spueblos que por el Norte de él, que es la que nos interesa, vinie-ran, dejándonos con ello abundantes muestras de su vida .

Los ríos, por último, de la provincia, afluentes y subafluentesdel Duero son caminos, también, de culturas que en ocasione s—como en el caso del Duratón—adquieren un brillo cautivado ra través de muchos siglos, y que en varias de sus confluencia s—Coca, Segovia, Sepúlveda por ejemplo—presentan condi-ciones magníficas para el emplazamiento de pueblos fortificado s—castras—, condiciones que fueron lógicamente aprovechada spor el hombre de la antigüedad, como nos lo demuestra el exame nde su inmediaciones .

De aquí que la provincia de Segovia nos ofrezca abundante smuestras de un pasado lejano, muestras que no serán Binó un apequeñísima parte de lo que los antiguos reos dejaron y que ho yyacen bajo una amorosa capa de tierra que las protege o queaflorando a la superficie aún no hemos reparado en ellas lo sque al estudio de la Arqueología de la provincia nos dedicamosy que permanecen por ello en el incógnito, o que siéndonos, po rúltimo, conocidas, no hemos podido aún realizar el estudio deellas .

Esos estudios, el afán por leer en nuestras cuevas y en e lsubsuelo de nuestros campos las primeras páginas de nuestra his -toria, tienen una larga lista de servidores, que desde hace much otiempo han venido prestando la atención debida al pueblo de Du -ratón y al río del mismo nombre y de cuyos trabajos vamos a da runa breve referencia ,

Ya en la última década del Siglo xvIII, dos modestos cuantocelosos y laboriosos sacerdotes de pueblo, cuyas cualidades re -conoce y agradece S . M. Carlos IV—Don Cristóbal Rubio, d eaquella villa y D . Santos Martín Sedeño, de Duruelo entonces ymás tarde magistral de la Real Iglesia de San Ildefonso—perca-tándose de la importancia de ciertos restos de construcción (mo-sáicos, basas, capiteles, sillares etc .) (1) y de unas monedas ha-llados en una tierra próxima a la villa citada con motivo de bus-

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car piedra para levantar la casa rectoral «y deseosos de hace ralgún trabajo serio en razón de aclarar e investigar la antigüeda dque indicaban estos monumentos con Ios que la tradición y es-critos de esta villa produjesen», inician una labor meritísima enaquel orden de cosas, aunque el tiempo con sus continuos ava-tares haya venido a borrarla en gran parte .

No es la labor de estos juiciosos sacerdotes—comenzada enseptiembre de 1791 y proseguida, después de ciertas incidencias ,en enero de 1795—(2) la de descubrir tesoros en los que eviden-temente harían pensar aquellos hallazgos, ni ya siquiera la d econseguir objetos interesantes para crear un museo o formar un acolección que ofrecer a la Mitra o a la Corona, por ejemplo, oincluso la de estudiar aquellas ruinas bajo un punto de vista ar-tístico, como venía siendo hasta entonces, y aun muchos año sdespués, lo habitual, sino que es, como ellos mismos manifies-tan, «la de aclarar e investigar la antigüedad que indizaban esto smonumentos», de los que hacen meticulosa descripción, buscan -do el significado de ellos y recuperando, es de creer, los objeto shallados, aunque sólo tengamos ligeras noticias de las primera smonedas halladas—cuya explicación y catálogo acompañabana la carta que dirigían en 17 de marzo de 1795 al Excmo . señorDuque de la Alcudia, D . Manuel de Godoy, informándole deestos hallazgos, para conocimiento del Rey y en solicitud d eautorización para continuar, según su voluntad, dichos descubri-mientos—y la protesta que dichos sacerdotes hacen «como fiele svasallos de S . M . de presentar cualquier cosa preciosa que seencontrase digna de su real atención» .

Es para nosotros digno de verdadera admiración y elogio e lproceder de estos dos sacerdotes, que en época tan lejana, ycuando la Arqueología en su moderno concepto aún no habí anacido, supieron anticiparse al cuádruple objetivo fundamenta ldel arqueólogo actual, que es : determinación cronológica, inter-pretación y juicio de los monumentos, descripción de ellos y re-cuperación y observación científica de los mismos (3) .

La carta del 17 de marzo de 1795, de los señores Rubio yMartín Sedeño, tuvo pronta contestación y eficaz resultado, po rcuanto en 22 del mismo mes el Sr . Duque de la Alcudia les trans -

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mitía en nombre de S . M . las gracias por sus noticias y por la scircunstancias en que éstas han sido comunicadas, y añade qu e«deseoso S . M. de que se continúen los descubrimientos y d eque se conserven las antigüedades y monumentos que pueda nhallarse de esplendor y magnificencia de los romanos, en tod osu mejor estado, ha resuelto que el arquitecto D . Juan de Villa -nueva pase a reconocer y continuar las excavaciones ; y quiereS. M. que a este efecto asistan vms . a su lado y se le comuni-quen todas las luces y noticias que estimasen le pueden ser con-ducentes» .

Pocos días después, según nos dice Somorrostro, «el 1 .° deabril de dicho año de 1795 se presentó D . Juan de Villanuev acon su oficial D. Antonio Febrer, y reconocidos todos los descu-brimientos de que se había dado noticia, los juzgó dignos de pre-sentarse a S . M. y de formarse pintura exacta de ellos y decada uno en particular. A este efecto se dieron todas las dispo-siciones convenientes para extraer los mosaicos, y verificándos een la mayor parte de la sala de la vendimia (4) y de otra en queestaba dibujada la cabeza de Medusa, se remitieron empaqueta -dos en diferentes cajones a Aranjuez ; y todas las piedrecitassueltas, que o bien se desunieron de los cuadros y pavimento so no pareció conveniente llevarlas en obra, se encostalaron, yasí se han dirigido igualmente a S . M., que de todo fué suma -mente complacido» .

El día 10 de abril regresó a Madrid Villanueva en unión d eD. Luis Pougeti, Director del Real Laboratorio de mármoles opiedras duras, que apenas si debió llegar a ver algo de lo halla -do, pues había llegado el día 9, y quedaron encargados de la sexcavaciones el referido D. Antonio Febrer y un oficial del seño rPougeti, llamado D . 'Vicente ; estos trabajos proporcionaron nue -vos hallazgos de monedas de plata, bronce y cobre, «casi toda sdel tiempo de los emperadores hasta Constantino el joven» ,restos de construcción con mosaicos, entre los que destaca un o(con el dibujo de dos tiestos de flores encontrados a lo largo ,dos jarras con asa a lo ancho y bebiendo de ellas pajaritos her-mosos, y dos papagayos con otros adornos bien particulares» ,unas «como cocinas o sótanos, con variedad de hornillos fabri -

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cados de Iadrillo grueso y baldosa ancha, a estilo de los roma-nos, según refiere Vitrubio» ; y entre otras cosas, que denotabanla existencia en aquel paraje de «una grande población», «haci ala parte occidental del pilón—también descubierto entonces —y junto a la sala de la Medusa, se descubrieron dos trozos de -columnas redondas, y una piedra de elección, en la que se regis-tra esculpido un sacrificio con dos figuras varoniles, la una d epie y cuerpo crecido, y la otra menor, con un jabalí en las mano sen actitud de ponerle sobre la piedra sacrifical, o ara que estáen medio= .

Estos son, a grandes rasgos, los resultados de las excava-ciones realizadas en Duratón, al sitio conocido con el nombre d e«Los Mercados», que terminaron en julio de 1795, dentro de lmayor desánimo de sus directores, «por la falta de caudales yauxilios que no se les suministraban, o porque nunca se interna -ron en este género de trabajos, que les -parecieron inútiles ysupérfluos», volviendo a sepultar la mayor parte de los descu-brimientos, según nos cuenta Somorrostro, haciendo un bue nservicio a la Arqueología, «para que no se oscurezca la notici ade estas cosas» .

¿Dónde fueron a parar, nos preguntamos, aquel soberbi omosaico de La Vendimia—«de lo mejor que se hallaba en Españ ay comparable con los de Sagunto y Barcelona », en opinión d eCornide—y el otro de cabeza de Medusa, y las monedas y dibu-jos de aquellas excavaciones? Leyendo a Lecea (5) parece se rque aquellos hermosos mosáicos hallábanse en la casa llamad adel Labrador, en el Real Sitio de Aranjuez, «donde pueden ad -mirarse», cosa que no hubiese sido nada extraña, ya que pocosaños después de ser trasladados los mosáicos a Aranjuez, s eterminaba, en 1803, el palacete conocido por aquel nombre ,construído por Carlos IV con destino al Príncipe heredero (6) ;sin embargo Quadrado, bastante antes que Lecea, señala que e lparadero de todos aquellos mosáicos trasladados a Aranjuez, s eignoraba (7) .

Nuestras gestiones encaminadas a Iocalizar aquellos mosai-cos no han tenido éxito hasta ahora ; en la Casa del Labradorexiste un mosaico con temas alusivos a la vendimia (racimos d e

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uvas, hojas de parra, etc .) en el piso del segundo de los salone sllamados« del platino», conocido también por el salón del retrete ,pero que no parece sea el hallado en Duratón .

Otra referencia, ésta proporcionada por el Excmo . Sr. Mar-qués de Lozoya, nos señaló otra pista de los mosáicos ; al pare-cer habían sido llevados a la Casa del Ermitaño, también d eAranjuez; en una visita nuestra realizada a dicho Real Sitie e l9 de mayo de 1947, gracias a la amabilidad del Sr . Administra-dor del Patrimonio D . Joaquín Miranda, pudimos comprobar l aexistencia a principios del siglo xlx al menos, de una casita rús-tica llamada del Ermitaño,—según un grabado de un cuadro deBrambilIa, el cual falleció en 1842—, y cuyo emplazamientodebió ser, en opinión del Sr . Miranda, en una pequeña isla al siti ode «La Madre», en el jardín del príncipe, cerca de la Casa de lLabrador ; tal vez unas excavaciones en aquel lugar, y aunqu edel reconocimiento que hicimos del terreno no parece que habrí ade obtenerse nada positivo, nos resolverían la duda de si estará no si habrán estado allí dichos mosáicos .

Una, nueva para nosotros, pero ya antigua referencia, origi-nal por cierto de D. Santos Martín Sedeño, nos dice que talesmosáicos fueron trasladados al Real Sitio de Aranjuez, «dond ese van colocando—fecha de la carta : 18 febrero 1797—po rReal Orden en la casa de recreo de S . M ., llamada del Pastor» ,(8). En el Museo Arqueológico Nacional, sabemos por su ilustr eDirector D . Blas Taracena, que existe una cabeza de Medusa, e nmosaico, de la colección Salamanca, que no tiene procedencia ya la que perteneció la cabeza de Vertumno, allí existente, proce-dente de Aranjuez . Una investigación del Archivo del Patrimo-nio Nacional, para la que ya estamos debidamente autorizado spor el Consejo de Administración, veremos si es fructífera par alocalizar aquellos mosáicos y la información que prdbablement eaportaría Villanueva y que habría de ser seguramente interesante .

Después de aquellos trabajos—antes de los cuales e inclus odurante los mismos ya se venía destruyendo el yacimiento roma -no paulatinamente—son recordadas por los actuales vecinos d eDuratón numerosas rebuscas de tesoros llevadas a cabo por veci-nos de la Iocalidad—sin resultados apetecibles—y extracciones

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de piedras de sillería en diversos lugares que en una ocasión cos-taron una vida humana y en otra se perdió todo lo hallado—¡má sde cien sillares! reutilizados en la construcción de un puente e nVellosilIo—arrastrados por las aguas . De aquellas depredacione sexisten abundantes vestigios en numerosas casas de Duratón ,—la Rectoras entre ellas—destacando entre todos un hermos ocapitel corintio en el zócalo del edificio dedicado a escuela yAyuntamiento por la parte de la plaza de la Ermita, y la mayo rparte de los hallazgos, casuales o no, efectuados, o se han per-dido o han ido a parar a manos de anticuarios, perdiéndose conello gran parte de su valor para la ciencia y para conocimient ode aquel pueblo y orgullo de sus moradores, como en otra oca-sión hemos lamentado (9) ; otros muchos objetos, importante salgunos, por el contrario, han sido donados a esta Comisaría d eExcavaciones con Iaudatorio y digno de imitación proceder y y afiguran en el Museo de Bellas Artes, de Segovia .

El deseo, reciente y reiteradas veces expuesto por el seño rMarqués de Lozoya a esta Comisaría de que se excavase co ncierta amplitud el yacimiento romano de Duratón—y a cuy asatisfacción se oponían entre otras razones la exigüidad de lasconsignaciones para trabajos de esta índole; la carencia de tiem-po disponible para ellos ; la necesidad de ocupación durante bas-tante tiempo de las mejores tierras del término dedicadas al cul-tivo de las legumbres y la probabilidad de tropezar con lugare sya removidos y expoliados, frente a cuyos inconvenientes ofre-cíanse las ventajas de pensar en que no todo el terreno habrí asido «tocado> anteriormente, e incluso que, aunque lo hubies esido, podrían sacarse aún consecuencias 'provechosas para l aciencia—aquel interés, repetimos, comenzó a satisfacerse en elverano de 1949, en que el arqueólogo francés M . Louis Dérochey el autor de estas líneas bajo los auspicios de I'Ecole desHautes Etudes Hispaniques, filial de la Universidad de Burdeo sy con la correspondiente autorización de la Comisaría Genera lde Excavaciones Arqueológicas, iniciamos unos trabajos en lo sque hemos puesto al descubierto los restos de tres edificios .

De uno de ellos descubrimos restos de las paredes con pin-turas, bastantes antefixas y el pavimento, de opus spicata en su

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mayor parte, de pequeños ladrillos de barro, cuyo edificio medí a17,05 X 1,70 metros, y en cuyo interior hallamos un ánfora d ebarro, restos de otras vasijas también de barro, y fragmentos deterra sigillata; en sus inmediaciones aparecieron abundante smuestras de terra sigillata, otro ánfora de barro y cerámica dediversos tipos, más algún objeto de hierro mal conservado .

De otro edificio hallarnos sólo restos del estucado de las pa -redes y del pavimento, de mortero de cal, de 7,02 X4,43 m . ; eltercer edificio hallado en aquellos trabajos, de los que se publi-cará en su día la correspondiente memoria, es sin duda much omás interesante; medía su planta 9,25 X 9,20 m ., con cimiento sde 2,50 m . y paredes de 0,60 m . de altas por 1,10 m . de espesor ,de duro hormigón de cal y piedra, salvo en las esquinas y cen-tros de los frentes que llevarían hasta el cimiento imponentesbloques de sillería, teniendo orientada su fachada principal—qu eera toda ella de sillería—al Saliente, con un alcantarillón para -lelo y por dentro y debajo de ella, que atravesaba el edificio, e lcual carecía ya de pavimento, del que hallamos restos de már-moles de la inscripción que indudablemente tuvo y del revesti-miento de sus paredes y al que tal vez perteneció una gran esta-tua de bronce, de la que fueron donados a esta Comisaría resto sde un pie y un dedo de una mano, por los vecinos de Durató nVicente Pilas y Eusebio del Val, ya difunto .

Más restos romanos fueron hallados en Duratón, de los qu eya presentamos algunos en nuestra primera Memoria sobre lasexcavaciones de la necrópolis visigoda—destacándose entr eellos varias estelas sepulcrales, y restos de grandes edificios ,así como una estela honorífica que fué donada a la Comisarí aGeneral de Excavaciones por D . Miguel del Val—y de lo sque presentaremos varios más en Memorias sucesivas, confian-do en que otros muchos poseedores de objetos antiguos hallado sen aquella simpática Villa seguirán el ejemplo de sus convecinosantes mencionados, proporcionándonos objetos con destino a lMuseo de Segovia—y materiales de estudio—con lo que presta-rán un buen servicio a su pueblo, a su provincia y a España .

Pero si importante fué la vida de Duratón en tiempos roma -nos, no menor debió serlo en la época visigoda ; las excavacio -

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nes que a partir de 1942 hemos venido realizando, sin agotar e lyacimiento, hasta 1947 en las fincas de D . Vicente y D. Migueldel Val (por cuenta de la Excma . Diputación Provincial el pri-mero de dichos años ; como parte integrante del Plan Nacionaldel Ministerio de Educación Nacional los años siguientes) en s unecrópolis, nos han proporcionado una de las más numerosa se importantes aportaciones hechas en nuestros tiempos a la ar-queología de la época de las grandes migraciones, de la cua lhabló con elocuencia la exposición «Díez Años de ArqueologíaD ,organizada en la Biblioteca Nacional, en enero último, por l aComisaría General de Excavaciones Arqueológicas .

Las excavaciones de los citados años han permitido, en efec-to, descubrir 666 sepulturas—muchas con inhumaciones doble sy aun triples, lo que, aparte de otras circunstancias, hacen ele-var en bastantes decenas el número de enterramientos—, qu evan de la simple fosa de tierra al sarcófago de piedra con cubier -ta, utilizándose muchas veces ataudes y parihuelas de maderacon o sin clavos, y que si muchas veces no contenían objet oalguno, otras nos han proporcionado magníficos ajuares con u ntotal de 144 broches de cinturón y 227 fíbulas, por no citar másque objetos fundamentales en las necrópolis de este tipo, apart ede numerosos collares, pendientes, anillos, brazaletes, hebillas ,amuletos, cerámicas (no abundantes), etc . etc. ; de monedas ,además de bastantes romanas de bronce y algunas de plata, s ehan encontrado dos sueldos y un tremis, de oro, acuñados anombre del emperador Anastasio, que, en unión de dos broche sde cinturón de tipo bizantino y de un resumen de lo hallad ohasta 1946, ya dimos a conocer en el Congreso Arqueológic ode Murcia de 1947 (10) .

Los broches de cinturón típicamente visigodos—tipo II deMartínez Santa Olalla—, decorados con celdillas operculada scon vidrios, almandines, nácar, etc., siguen manteniendo su pri-macía dentro del conjunto, con un total de 47 ejemplares, siend oseis de ellos notables por su forma y tamaño, distintos de l ocorriente (11), y uno porque aunque es todo de cobre, imita evi-dentemente a los de celdillas aludidos, por lo que no dudamosen incluirle entre los de este tipo .

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De bronce o cobre rígidos, o de igual tipo pero con la hebill ay la placa separadas (de éstos sólo tres), considerados po rZeiss como no peculiares a los visigodos, hemos encontrad o42 broches .

En importancia numérica siguen los llamados de tipo god o-1 de Martínez Santa Olalla—, de placa rectangular, lisa odecorada, a veces con capuchones recubriendo los clavos angu-lares y otras veces con cabujones de pasta vítrea o piedra sduras, con un total de 36 broches, habiendo 10 de transició nentre los de este grupo y los del primero, en los cuales se inici ala decoración con celdillas, bien sea en el borde o en el camp ode la placa o ya incluso mediante perforaciones de la placa, ta-padas luego con vidrios .

Del tipo III de Santa Olalla—bizantinos—hemos encontrad odos y una hebilla de otro .

De influencia ibero-romana, pisciformes, dos ; de placa semi-circular, de plata, o de otras formas, pero también pequeños ,dos ; de placa de bronce, cruciforme, de pequeño tamaño, uno;y de placa de bronce en forma como de tornillo, otro ; así pues ,y dejando a un Iado los broches de bronce rígidos no peculiare sa los visigodos, se sigue manteniendo eI equilibrio entre-los tipo sgodos y visigodos, como señalábamos en nuestra primera Me-moria de las excavaciones 1942/43, con escasas muestras bizan-tinas, centrándose toda la necrópolis en el siglo vi .

De las fíbulas halladas son las más numerosas las de puent eo arco, de bronce fundido, junto con las de tipo análogo, per olaminiformes, que ascienden a 36, y nos dan un total de 143 fíbu-las de este tipo, destacándose entre las primeras un par que en l alámina del sujetador, en la luneta próxima al puente, lleva celdillas .

A este grupo le sigue el de fíbulas discoidales, con un tota lde 42 ejemplares, de los cuales 7 poseen una o varias celdilla s(lo corriente es esto último), tapadas con vidrios ; 27 carecen deceldillas y si acaso poseen un vidrio central, y 8 han perdido l adecoración, por Io cual no se puede precisar con exactitud cuálsería ésta ; similares a algunas de éstas, por cuanto tienen tod asu superficie recubierta de celdillas, pero de forma rectangular ,tenemos dos fíbulas .

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Zoomorfas hay 7, de las cuales son : aquiliformes dos (unamuy estilizada), en forma de paloma otras dos, y en forma d ecaballito, ciervo e insecto, una de cada tipo ; en forma foliáceahay una ; en forma de flecha otra, y cruciformes, también co nceldillas en su superficie, dos .

Por último, de tipo romano, bien sea de arco o de aro, super -vivencia de modelos utilizados mucho antes del siglo vi, hemo sencontrado 29 fíbulas, con las que se completan las 227 de nues-tro inventario .

Actualmente se tienen muy avanzados los trabajos para l apublicación de las campañas de excavaciones a partir de 1944inclusive .

Hubiéramos querido tratar en este artículo de las excavacio-nes y hallazgos visigodos en la próxima y también importantísi-ma necrópolis de Casti!tierra, dada su similitud con esta d eDuratón, pero apremios de espacio y de tiempo nos impiden da runa impresión de conjunto de este yacimiento, del que ya se hanpublicado algunos- trabajos (12) con numerosas piezas, que pró-ximamente serán expuestas en la nueva sala visigoda del Muse oArqueológico Nacional, según nos ha informado amablementeel Sr. Camps Cazorla, primer excavador oficial, en unión de lSr. Navascués, de dicha necrópolis .

Señalábamos antes la importancia del río Duratón—posibl edivisoria entre vacceos y arevacos (13)—como camino de cul-turas (14), y buena prueba de ello es la relación de yacimiento sarqueológicos que publicó el Marqués de Cerralbo en 1918 (15) ,como consecuencia de sus excursiones por toda la región de Se-púlveda y de la intensa colaboración que en este sentido le pres-taron el entonces párroco de Estebanvela, y hoy de Membrillera ,D . Justo Juberías Pérez—que recorrió palmo a palmo los parti-dos de Riaza y Sepúlveda en una labor de investigación arqueo -lógica cuya publicación sería extraordinariamente interesante yde la que generosa y amablemente nos ha proporcionado mucho sdatos el citado señor, y al que reiteramos nuestra gratitud— yD. Juan Cabré, mi inolvidable maestro, el que tenía ofrecida l apublicación de todo el material gráfico—fotografías y calcos di-rectos—de las pinturas rupestres de la región de Sepúlveda (16) ,

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pero que la muerte se encargó de retrasar ¡Dios sabe cuant otiempo !

Por nuestra parte, hemos de añadir a los yacimientos citado spor el Marqués de Cerralbo y por Cabré en sus publicaciones ,otros, que en su día daremos a conocer, en Sepúlveda, Sebúlcor ,Carrascal del Río, San Miguel de Bernúy y Laguna de Contre-ras, que van desde la Edad del Hierro a los visigodos, confir-mando la importancia que atribuimos a aquel río bajo el puntode vista arqueológico.

Una excepción vamos a hacer con Sepúlveda, dada su mayorproximidad a Duratón, y es dar a conocer unos documentos úti-les para su cronología ; su emplazamiento, en la confluencia de lDuratón y el CasliIla, y la configuración del cerro en que asien-ta, estupenda para la defensa, permitía asegurar la existenci aallí de un castro céltico «a priori», la que hemos confirmado co nla abundante cerámica de tipo ibérico, lisa, a torno, pintada (ta lvez se encuentre también de otro tipo) que se encuentra a la de-recha de la carretera de Segovia a Sepúlveda nada más pasar e lrío Castilla, cuando se inicia la subida a la Villa desde el río, yhacia la Puerta de la Fuerza, al menos . Otro documento impor-tante también es una espada de antenas, de hierro, hallada e noctubre de 1947—y de cuyo hallazgo nos informó nuestro com-pañero D . Pedro M. de Miguel—al sitio de «La Picota», co nocasión de la construcción de un hotel propiedad de D . San-tiago Morán San Pedro, al que, aprovechando la ocasión, le ex-presamos públicamente la gratitud de esta Comisaría y la de l aComisaría General de Excavaciones, por la donación que la shizo de la espada, que se conservará en el Museo de Segovia .

Al girar nuestra visita de inspección al lugar del hallazgo ,creímos podríamos localizar fácilmente el emplazamiento de l anecrópolis de la Sepúlveda prerromana, toda vez que la proximi-dad de «La Picota», a donde debió estar la puerta principal de lcastro y el ser visible desde ésta, unido al hallazgo de la espada ,eran circunstancias las más favorables para ello, siguiendo la snormas fijadas por el Maestro Cabré para Ios castros del círcul ode la cultura de las Cogotas (17), comprobadas por nosotros enotros yacimientos célticos de Avila y Segovia (18) ; no logramos,

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sin embargo, nuestro propósito esta vez y es que aquellas nor-mas no rigen, como el mismo arqueólogo señaló, para las ne-crópolis coetáneas de los castros, también célticos, excavada spor el Marqués de Cerralbo y por Morenas de Tejada, en la sprovincias de Guadalajara y Soria, «en los que se hallan las ne-crópolis en los sitios bajos y en las vegas o cañadas más fértiles ,sitas en la base de los montes donde se asientan sus castros res-pectivos) ; la proximidad de Sepúlveda a aquellas provincias, po-dría ser la circunstancia determinativa de que la necrópolis d eSepúlveda se encuentre en lugar distinto al que en un principi osupusimos .

Un tercer dato—tal vez coetáneo de los anteriores—aunqueéste problemático, sería la aparición en unos desmontes, haceaños, de restos de un toro de piedra, según nos informó do nAtilano Fernández, pero que por haber desaparecido no no spermite afirmar si se trataría de una escultura céltica como la stan abundantes en la provincia de Avila y de las que en la de Se-govia son conocidas varias en la capital y en Coca .

Las inscripciones romanas conocidas de esta localidad, el pa -raje de Castrogoda (castra goda), y una aguja de hebilla visi-goda que nos fué proporcionada por D . Antonio Cabrerizo, mé-dico de Sepúlveda, y un grupo de amigos, hallada en aquell aVilla, son jalones que con la cerámica y la espada citadas enlaza no aproximan la Sepúlveda de la Cueva de Tisuco, con la Sepúl-veda del Conde de Castilla Fernán González .

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N O T A S

(1) Ya Ambrosio de Morales había reparado en la importancia de esta sruinas, en el siglo XVI, en las que se habían hallado piedras escritas yestatuas .

(2) Detallada y ámplia información de ella nos proporciona D . ANDRESGOMEZ de SOMORROSTRO en El Acueducto y otras antigüedades d eSegovia, 2 . a edición, Segovia 1861, apéndice de documentos, págs . 229y sigs . ; esta obrita, de la que poseo un ejemplar gracias a la generosidad d emi colega D . Gregorio Fisac Pérez, Veterinario de Cantalejo, es imprescin-dible para quien quiera conocer algo del pasado remoto de Segovia y d evarios pueblos de su provincia ,

(3) ANTONIO BELTRAN MARTINEZ : Introducción al estudio de laArqueología, Cartagena, 1947, pág . 11 .

(4) Bien vale la pella, tanto por la importancia del mosaico como por se runa buena muestra de la metículosidad de la labor de los Srs . Rubio y Mar-tín Sedeño, que reproduzcamos la descripción que éstos hacen del mismo :

«Desde aquí siguiendo el hondeo se descubrió a piso mas elevado otr apieza de treinta y siete pies de Iargo, y treinta y uno de ancho, y en ella u npavimento mucho mas precioso que el anterior, consistente sobre argamas abastante sólida ; y su dibujo de piedras finas, diestramente embetunadas, e sel siguiente : en el centro un cuadro de cinco pies, en el que se figuraba un avendimia, donde formadas en piedrecitas encarnadas, como granos de coral ,y colocadas a estilo mosaico se ven dos figuras de hombres desnudos d ebrazos y piernas, con ropage en el cuerpo de fajas moteadas, agarrados deunos cordeles, en actitud de pisar uvas, las que asimismo se registran co nclaridad, y debajo tres cubas recibiendo el mosto de aquellas . Alrededor deeste cuadro se halla una greca muy delicada con colores encarnado, azul, yblanco, entre dos cintas de azul oscuro ; á este circunda una orla cuatro pie sde ancha, con ocho genios vestidos á la indiana ; pero de colores azul, verde ,blanco y encarnado de estraordinaria brillantez, situados en perfecta sime-tría, los unos con coronas de flores en la cabeza, otros con un racimo en l amano izquierda, y un cuchillo corvo en la derecha, y los demás con canasti-llos de ubas en la cabeza sostenidos de las manos, y en los intermedios un aparra con sus hojas y racimos, y diferentes aves bien parecidas, á las que e neste país llaman avejarucos, y en otros verderones : sigue despues de éstaotra orla dos pies de ancho, con dibujos diferentes en sus costados, que lo sde lo largo son unos cuadros de media vara, y en ellos se figuran con sum adelicadeza hojas romanas, caracoles,°cabezas de gallo, y flores diferentes ,y en los de lo ancho canastillos y jarrones con pájaros en ademán de beber .Continúa otra orla más ancha, y esta por sus costados es de lazos y cadenas ,

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NOTA S

por otro de listas enlazadas, por otro de lunas octágonas de los mismos colo -res, y por otro de sexágonas; por último cierra el pavimento una cenefa en-carnada con varias repisas y recortes de admirable disposición, todo mo-saico según queda referido» .

(5) CARLOS DE LECEA Y GARCIA : Recuerdos de la antigua industri asegoviana . Segovia, 1897, pág. 135 .

(6) JOSE MARIA FLORIT (Conservador de la Real Armería) : Aranjuez,tomo núm . 11 de la colección «El Arte en España», pág . 11 .

(7) JOSE !HARTA QUADRADO : España, sus monumentos y Artes . Sa-lamanca, Avila y Segovia, Barcelona, 1884, pág . 674, nota .

(8) Trátase de un informe enviado por D . Santos Martín Sedeño a do nTomás López, Geógrafo de S. M., sobre los pueblos comprendidos en e lochavo o sexmo de Sierra y Castillejo en la provincia de Segovia ; no contie-ne, salvo el indicado, datos interesantes que no estén recogidos porSomo-rrostro, referentes a Duratón y proporcionados por el mismo sacerdote :Relaciones topográficas por D . TOMAS LOPEZ; Biblioteca Nacional, Sec-ción de Manuscritos ; Signatura 7.037 .

(9) ANTONIO MOLINERO PEREZ : La necrópolis visigoda de Durató n(Segovia). Excavaciones del Plan Nacional 1942 y 1943 . Acta ArqueológicaHispánica, IV, Madrid, 1948, págs . 14 y 134. Una recensión de este estudioha sido publicada en esta misma Revista—Núm. 1, 1949-I—por E(uGENIO)COLORADO) Y L(ACA) .

(10) ANTONIO MOLINERO : La necrópolis visigoda de Duratón (Sego-via) . Materiales de tipo bizantino . Crónica del 1V Congreso Arqueológic odel Sudeste español . Elche 1948.-Cartagena 1949, págs . 497/505, con cua-tro láms.

(11) Uno circular, muy interesante, fué dado a conocer por Don EUGE-NIO COLORADO Y LACA en Orígenes . . . Miscelánea y divagacionessobre algunos temas de interés histórico . Conferencia inaugural del Curso1949-50, en la Universidad Popular Segoviana . Lám . III .

(12) EMILIO CAMPS CAZORLA : Tejidos visigodos de la necrópolis deCastiltierra . Homenaje a Mélida . t . II, pág. 87, Madrid, 1934 .

En el tomo 111— España Visigoda—de la Historia de España dirigida po rRamón Menéndez Pidal, Madrid 1940, publícanse numerosas piezas d eCastiltierra .

(13) CLAUDIO SÁNCHEZ ALBORNOZ: Divisiones tribales y admi-nistrativas del solar del reino de Asturias en la época romana . Bol . de laReal Academia de la Historia, XCV, 1929.

(14) Abundante bibliografía sobre estos aspectos en nuestra memori acitada en la nota 9 .

(15) ENRIQUE DE AGUILERA Y GAMBOA, MARQUES DE CERRAL-BO: El arte rupestre en la Región del Duratón . Boletín de la Real Academi ade la Historia, tomo LXXIII, 1918.

(16) CABRÉ AGUILÓ : Pinturas y grabados rupestres, esquemáticos, de

NOTA S

las provincias de Segovia y Soria, Archivo Español de Arqueología, 1941 ,páginas 316-344.

(17) J. CABRÉ : Las necrópolis de los castras del Bajo Duero y delNorte de Portugal. Archivo Español de Arte y Arqueología, tomo VI, 1930 .

(18) En Avila, en Chamartin de la Sierra y en Segovia, en Cuéllar, e nlas excavaciones que realizamos en 1941, comisionados por la Excma . Dipu -tación Provincial, presidida entonces por D . José Riera y de las que pront opublicaremos sus resultados .

Para Io de Avila puede verse La necrópoli de la Osera, por JUAN CA-BRÉ AGUILÓ, ANTONIO MOLINERO PÉREZ y MARÍA DE LA EN -CARNACIÓN CABRÉ, Actas y Memorias de la Soc . Esp. de Antr ., Et-nogr . y Prehist . Tomo XL Madrid, 1932, y muy pronto y por los mismo sautores El castro y la necrópolis del Hierro céltico de Chamartin de l aSierra (Avila), en Acta Arqueológica Hispánica, Tomo V, en prensa, Comi-saría General de Excavaciones Arqueológicas : unas 240 págs . en folio yCII láms.

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