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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DIAGNÓSTICO EN EDUCACIÓN Trinidad Donoso Universidad de Barcelona

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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DIAGNÓSTICO EN EDUCACIÓN

Trinidad Donoso Universidad de Barcelona

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1. ANTECEDENTES DEL DIAGNÓSTICO Etimológicamente Diagnóstico proviene de los vocablos “distinción” y

“conocimiento” (M. Moliner, 1984). El comienzo ancestral del Diagnóstico lo podríamos situar no en un tiempo, sino en la facultad humana que le lleva a indagar sobre el mundo que le rodea y de una manera específica sobre sus propios semejantes. La “curiosidad” que le lleva a analizar, descubrir, conocer y en definitiva intentar explicar cómo son, por qué se comportan como lo hacen, cuál es el origen de sus diferencias, es la raíz fundamental de donde parte el Diagnóstico.

Aquellos autores que se han preocupado de narrar la historia de esta disciplina

dedican espacio considerable a establecer cuáles son los antecedentes de ella ( Fernández Ballesteros, 1980, 1983a; McReynolds, 1975).

No es nuestro interés volver a repetir los albores del Diagnóstico que han sido ampliamente detallados, pero sí entresacar los aspectos que nos han parecido más relevantes y que merecen especial atención en cuanto a las repercusiones que producirán en el tiempo.

El estudio del ser humano por sus semejantes debe entenderse en cada época de

acuerdo a las posibilidades que ella ofrece y al esquema conceptual que impera en ese momento, nadie puede “abandonar” su tiempo.

Así se explica que el pensamiento mítico (Fernández Ballesteros, 1980) impregnara

los antecedentes del Diagnóstico. Los elementos fundamentales que aparecen en este incipiente diagnóstico son: una forma determinista de entender la naturaleza - una predicción que acompaña al diagnóstico - una incipiente taxonomía - un sujeto evaluador y un evaluado. ( McReynolds, 1975, pp. 484-487).

También hay que destacar los comienzos de una evaluación del sujeto a través de

indicadores conductuales y una especie de selección profesional a través de técnicas diagnósticas.1

1 Ejemplo de ello lo encontramos en: la selección de luchadores en el pueblo judío y la

selección de aspirantes a puestos del gobierno en la dinastía china, situadas temporalmente siglos antes de nuestra era. (Sundberg, 1977; Dubois, 1970).

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Situado en los albores de la historia no pueden parecer “extrañas” ni “anticuadas” estas aportaciones, muchas de ellas siguieron estando vigentes veinte siglos más tardes, y algunos de sus elementos siguen siendo claves en el proceso diagnóstico.

Fuentes del diagnóstico con repercusiones en la actualidad deben considerarse a dos

antiguas escuelas de pensamiento, la fisiognomía y la caracterologia literaria. La fisiognomía pretendía describir la personalidad del sujeto mediante el análisis de

la apariencia corporal, especialmente la facial. Este planteamiento provenía de Aristóteles y llegó a popularizarse en el siglo XIII con el resurgimiento de la filosofía aristotélica. Las fuentes de los signos fisiognómicos son los movimientos, ademanes corporales, color, expresión facial, etc. Los hombres siempre han encontrado alguna ayuda indirecta para sus juicios sobre los demás en la observación de las expresiones físicas.

Las teorías contemporáneas de la constitución y el tipo se encuentran en el siglo XX,

ejemplificadas por Kretschmer que estableció una tipología constitucional (1921) y Sheldon, que al finalizar la segunda guerra mundial, recogió y readaptó la tipología de Kretschmer aunque con nombres distintos.

La caracterología literaria, iniciada por Teofrastro (372-287 A.C.) que perfeccionó

una forma literaria denominada “etopeya”, con la que ejemplificaba el estudio de la personalidad conocido como caracterología. Un carácter es una breve descripción de un tipo común de ser humano. Teofrastro describió por lo menos treinta de esos “caracteres” definiendo e ilustrando con cada uno de ellos un tipo de persona.

Más recientemente dos corrientes de pensamiento han tenido gran influencia en las

concepciones teóricas del diagnóstico, la filosofía asociacionista y la filosofía idealista alemana.

Como señala Fernández Ballesteros (1980), las fuentes filosóficas de esta disciplina

han originado tres grandes alternativas en cuanto al Diagnóstico: 1) El estudio de las manifestaciones corporales de las que se infieren facultades, atributos o características psicológicas. 2) El estudio de la conciencia que ha de ser emprendido a través de la intuición. 3) Los hechos externos, las acciones, sin mediaciones inferenciales son las unidades de análisis sobre las que debe basarse el Diagnóstico (p. 22).

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No queremos apartarnos excesivamente del enmarque cronológico en el que queremos situarnos, por eso pasamos a destacar una obra fundamental dentro de este marco teórico y que se sitúa ya dentro de una historia científica del Diagnóstico. En 1575 aparece la obra “Examen de los ingenios para las ciencias” de Juan Huarte de San Juan. Esta obra representa la primera aportación del empleo del Diagnóstico en Orientación (McReynolds, 1991). El planteamiento del autor es que los hombres difieren por sus ingenios o habilidades, relacionadas estas con las capacidades para desempeñar distintos tipos de tareas. La raíz de esta tipología está en función de su propio temperamento ( colérico, sanguíneo, melancólico o flemático) que a su vez está determinado por el predominio de uno de los cuatro humores (bilis, sangre, bilis negra o flema). El diagnóstico de estas habilidades puede realizarse a través del examen de las características somáticas, y sobre esta base seleccionar a los más aptos para cada tipo de ocupación. Una contribución importante de este autor es haber destacado que aunque las habilidades sean de naturaleza eminentemente biológica, no es reducible a estos componentes hereditarios, sino que la educación y el ambiente pueden influir en ellas (Bowen, 1979), por lo cual aunque en este enfoque prime el interés por la clasificación (Silva, 1982) son ya los albores de lo que conocemos por Orientación.

Durante el siglo XIX, después de un largo período de “oscuridad“, surgen los acontecimientos más significativos en la aparición formal del Diagnóstico. Ha de considerarse que, para que esto tenga lugar, se reúnen los avances que están operándose dentro del campo de la medicina; la entrada en escena de la teoría evolucionista de Darwin; los avances en psicofísica y en matemáticas y los cambios educativos y socioeconómicos del momento.

LOS AVANCES EN MEDICINA En neurología hay que destacar los descubrimientos sobre localizaciones cerebrales

de distintas actividades mentales, área en la que sobresalen los trabajos de Burdach, sobre la localización de las actividades superiores en la sustancia gris y las motrices en la blanca, y los de Marc Dax y Broca, sobre las bases cerebrales del lenguaje. En psiquiatría (Bondy, 1974) se van perfilando dos corrientes, la organicista y la psicologista. La primera mantiene que el origen de los trastornos mentales tiene una base biológica, mientras que la segunda ve la enfermedad mental como producto de las pasiones del alma cuya terapia es la reeducación moral.

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Los avances en neurología, que hemos visto, permitieron a la psiquiatría explicar los trastornos mentales en términos de anatomopatología cerebral, perfeccionando los sistemas de clasificación psiquiátricos y el desarrollo de procedimientos diagnósticos. Los esfuerzos clasificatorios permitieron a Kraepelin (1856-1926) diseñar un elaborado sistema sobre unos principios de clasificación que dieron lugar a las entidades nosológicas que han sido utilizadas tan ampliamente hasta nuestros días y que mantienen su vigencia en los aspectos esenciales. En cuanto a los procedimientos diagnósticos hay que destacar las aportaciones de Pinel (1745-1826) sobre la importancia y el uso de la anamnesis; Guislain (1797-1860) sobre la formalización de la entrevista estructurada y Rieger (1855-1939) sobre la utilización de una batería de tipo omnibus para la exploración en pacientes con lesiones cerebrales.

En esta misma línea médica se encuentran los hallazgos de la fisiognomía y la

frenología, que hacían supuestos sobre las funciones mentales basándose en las características morfológicas corporales, faciales o craneales. Gall (1758-1825) mantiene la teoría de la localización de las funciones psíquicas en áreas determinadas del cerebro, llegando a establecer mapas craneales con 35 zonas donde residen las distintas facultades. Estas teorías aumentaron el interés por las diferencias individuales, así como la utilización de elaborados procedimientos de observación y medición siguiendo un proceso sistemático y objetivo.

LA INCIDENCIA DEL EVOLUCIONISMO La teoría evolucionista de Darwin establecía diferencias en capacidad de

supervivencia no sólo entre especies distintas sino entre sujetos de la misma especie. En todo el pensamiento de la época arraigó el interés por estudiar las características psicológicas que hacen a los seres humanos diferentes en cuanto a su aptitud para adaptase al medio y en su capacidad de supervivencia. El interés por las diferencias individuales fue de enorme importancia para el desarrollo de la Psicología Diferencial y para el Diagnóstico, que debía ser el encargado de suministrar procedimientos para aprehender y cuantificar dichas diferencias. La influencia del evolucionismo llega a repercutir en todas la elaboraciones conceptuales posteriores. Estas diferencias observadas en los tests de inteligencia, fueron explicadas en términos adaptativos, lo que comporta una redefinición del concepto de inteligencia, como la capacidad de adaptación al medio ambiente físico y social (Boring, 1978).

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EL NACIMIENTO DE LA PSICOFÍSICA Sobre todo los trabajos de Weber y Fechner, que tratan del estudio sistemático y

cuantificado de las relaciones entre el cuerpo y la mente. Sus repercusiones en el Diagnóstico se concretan en el establecimiento de relaciones entre estimulaciones objetivas y experiencias subjetivas y la posibilidad de medir estas últimas mediante técnicas de autoinforme, creando para ello sofisticados procedimientos de cuantificación de la gradación de las experiencias verbalizadas.

EL DESARROLLO DE LAS MATEMÁTICAS Los avances en este campo, sobre todo en estadística aplicada a las ciencias humanas

y los estudios de Quetelet vislumbran la posibilidad de emplear los métodos estadísticos en el estudio del comportamiento humano y plantaron las bases de la psicometría.

LOS PROGRESOS EN EDUCACIÓN Comienzan a aparecer cambios fundamentales en el ámbito educativo. Hacia mitad

del siglo XIX se alcanza la escolaridad obligatoria en algunas países europeos. Este hecho va unido al interés por elevar el nivel educativo de los ciudadanos. La preocupación por la igualdad de oportunidades y el crecimiento de los sistemas escolares, llevaron a una preocupación porque la oferta educativa llegara a todos los escolares con el máximo aprovechamiento, lo que exigía conocer la capacidad de los alumnos y potenciar el desarrollo del diagnóstico en el ámbito escolar. En estas circunstancias hubo una serie de aportaciones que dieron lugar a la aparición de la Pedagogía Experimental y que hicieron posible la publicación en 1898 de “La fatigue intellectuelle” de Binet y Henri, o los trabajos de Fisher sobre la aplicación de escalas objetivas para la medición del rendimiento en diversas materias escolares; los de Stanley Hall sobre estudios psicosociológicos con escolares y los de Chadwick sobre la aplicación de los métodos estadísticos al estudio de características y necesidades evolutivas de los estudiantes.

LOS CAMBIOS SOCIOECONÓMICOS No podemos dejar de mencionar las razones de tipo socieconómico, relacionadas con

la imperante necesidad de aumentar la productividad en el trabajo causada por la reciente industrialización de la época. Todo ello demandaba procedimientos diagnósticos capaces de

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seleccionar a los más aptos en función de los puestos que tendrían que desempeñar en las empresas e industrias, hecho que favoreció el desarrollo del Diagnóstico aplicado a la selección y orientación profesional.

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2. CONSTITUCIÓN DEL DIAGNÓSTICO 2.1. Consideraciones La etapa científica del diagnóstico es una historia corta, si consideramos lo que

media desde principios de siglo hasta la actualidad, por lo que en ocasiones los límites temporales que se escogen se superponen unos con otros, pueden existir diferencias en cuanto a situar un punto de corte claro, en el paso de una etapa a otra, e incluso parecer excesivo el número de períodos que se incluyen en el intervalo de años sucedidos. Es cierto que esto puede producir una cierta artificialidad en la división e incluso, esta situación se agrava, cuando al estudiarse los planteamientos teóricos de los diversos autores, dentro del apartado tercero de este trabajo, la longevidad de algunos autores y la evolución de su obra puede hacer que se encuentren situados en períodos distintos, defendiendo posturas distintas, que reflejan su propia evolución científica.

2.2. Desde principios de siglo hasta la Primera Guerra Mundial. Cuando se habla de esta etapa histórica, o desde Binet hasta la aparición de pruebas

proyectivas o colectivas (Anastasi, 1974), es obligada la referencia a tres autores que sentaron las bases para la aparición y el desarrollo del Diagnóstico (Pelechano, 1976; Silva, 1982; Garcia Yagüe, 1987).

APORTACIONES DE GALTON, CATELL Y BINET. Galton, F. (1822-1911) es considerado a la vez el padre de la metodología

correlacional y el padre de la psicología diferencial. Hay que hacer mención de su interés en conocer el índice de correlación entre variables y sus contribuciones estadísticas: el empleo de la mediana para la comparación de grupos, la desviación intercuartil y los procedimientos de correlación y regresión perfeccionados posteriormente por Pearson. Su formación con Darwin le aportó el interés por el estudio de las diferencias individuales. Para ello construyó una serie de pruebas para la medición del tiempo de reacción, la discriminación visual, auditiva y táctil y otra serie de rasgos físicos y mentales. Sus estudios con grandes muestras de sujetos le llevaron a la conclusión de que las diferencias humanas eran de índole cuantitativas, resultado de mecanismos y procesos hereditarios y que se distribuían según la campana de Gauss.

A pesar de sus planteamientos deterministas y genéticos, las aportaciones de Galton

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al estudio de las diferencias individuales va a constituir un punto de partida para aumentar el valor de las características personales frente al valor del origen social. Sus estudios servirán de argumentos para que en la sociedad francesa se reclame que la selección de los alumnos para pasar a la enseñanza secundaria se realice por las aptitudes de éstos y no por la clase social a la que pertenezcan. Podemos establecer que con Galton se constituye el primer fundamento de una tecnología del diagnóstico diferencial que seguirá vigente hasta bien entrado el siglo XX (Rodríguez Espinar, 1986).

Los estudios de Galton fueron continuados por M.K. Catell (1861-1934) a quien se

le debe el mérito de pretender establecer y medir diferencias individuales a través de pruebas sensoriales, perceptivas y psicomotoras, utilizando por primera vez en 1890 la expresión Test mental . En 1896 publicó un trabajo donde a través de una batería de pruebas intenta establecer el peril físico y mental del universitario. Sin embargo, las críticas se dejarán sentir rápidamente relacionadas con la baja correlación entre tests que pretendían medir lo mismo y a su escasa capacidad predictiva del rendimiento escolar.

A algunas de las contestaciones a estas críticas sobre validez intenta dar respuesta el

trabajo de Spearman (1863-1945), quien introdujo los conceptos de error muestral y error de medida, así como los procedimientos matemáticos para su corrección. Sugirió también la teoría de los dos factores para explicar la correlación entre distintos tests de inteligencia.

Binet, A. (1875 - 1911) participaba de los mismos intereses que Galton y Catell en

cuanto a las diferencias individuales, pero difería con ellos en cómo estudiar las funciones mentales superiores. Para Binet los tests mentales de Catell estaban muy saturados de pruebas motrices y sensoriales, sin que necesariamente el estudio de éstas pueda llevar al estudio de aquellas, por lo cual es necesario el estudio directo de estos procesos psíquicos superiores.

Las aportaciones de Binet pueden resumirse en los siguientes puntos : - Su interés básico por las diferencias individuales. - El énfasis en el estudio de las funciones superiores, frente al elementalismo

operante. - Su insistencia en una renovación metodológica que se basa en la defensa de los

tests mentales, una concepción típica del examen piscológico donde la observación tiene un papel central, observación que es definida como “ el acto que consiste en tomar un fenómeno psicológico tal cual es, tal como se presenta, con los caracteres que posee naturalmente y con las condiciones que lo rodean”.

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- La respuesta e interés por los requerimentos prácticos de la ciencia, su utilidad social (Casanovas, 1984, p. 35).

Con estos supuestos y a requerimiento del Ministerio de Instrucción Pública Francés crea la Escala Métrica de la Inteligencia que aparece en 1905, este instrumento tenía como finalidad discriminar entre niños con capacidad o no para seguir sin problemas los programas escolares ordinarios.

La escala, considerada como el primer test de inteligencia (Fernández Ballesteros, 1983a), estaba formada por 30 tareas simples, bastante próximas a las tareas escolares, relacionadas con los rendimientos medios de grupos de edad entre los tres y los once años y con un orden creciente de dificultad. Su aplicación proporcionaría la capacidad intelectual del niño expresada en términos de edad mental, estimada a partir de la comparación de su rendimiento en la escala con los de los grupos de edad normativos.

La objeciones que se le fueron haciendo (Pelechano, 1988) estaban relacionadas con

la representatividad de las conductas muestreadas y de los grupos normativos sobre los que se elaboró, el empleo de la edad cronológica como criterio para graduar la edad mental, la suposición de igualdad de la distribución de las puntuaciones en cada edad y el presupuesto de que todos los niños siguen un ritmo de desarrollo normativo. A pesar de estas objeciones se difunció con rápidez dando lugar a numerosas aplicaciones y estudios. La revisión más conocida fue la realizada por Terman en 1916 en la universidad de Stanford, conocida como la Escala de Stanford-Binet para la medición de la inteligencia, y en la que introduce el concepto de Cociente intelectual, ya sugerido cuatro años antes por Stern.

La escala de Binet supuso un hecho importantísimo porque plantó las bases para

elaborar otras clases de tests con el objeto de clasificar y selecionar a los sujetos de un modo fácil.

No podemos olvidar la aportación de este autor a la orientación al considerarla una parte importante en la educación de los escolares (Avanzini, 1979).

LOS CONDICIONANTES SOCIO-ECONÓMICOS En este momento existen una serie de condicionantes socio-económicos para

favorecer los estudios y la extensión del diagnóstico. El rápido proceso de transformación industrial, con una demanda de personal cada vez más especializado y la necesidad de aumentar la productividad en el trabajo, van a exigir avances en los procesos de diagnóstico y selección:

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- Mustenberg elabora una serie de pruebas para la selección de telefonistas y publica en 1913 “Psychology and Industrial Efficiency”, obra que otorgó sistematización y bases científicas a la selección de personal y que supuso los cimientos de la orientación en las organizaciones.

- Kraepelin, 1892, presenta el primer test de asociación libre para estudiar los efectos del hambre, la fatiga y las drogas sobre la salud mental.

- Lahy, en 1910 presenta el primer test de atención continuada para la selección de conductores en la empresa de tranvías de París.

- Jones, en 1915 construye distintas pruebas diagnósticas dirigidas a la selección de telegrafistas para la Union Telegraph de Nueva York.

EL PUNTO DE ARRANQUE DE LA ORIENTACIÓN Dentro del desarrollo del diagnóstico en orientación hay que citar también a autores

como Ebbinghaus, que construyó los primeros tests de completamiento para medir las habilidades de los escolares para la asociación de elementos verbales en una combinación significativa. Thorndike, que estudió ampliamente la estructura de la inteligencia y la psicología del aprendizaje y por último Claparède (1873-1940). Entre las preocupaciones de este autor estaban las de intentar adecuar la enseñanza a las características de los alumnos, la determinación de estas características debería realizarse mediante el diagnóstico de las mismas.

Claparède crea el Gabinete de Orientación profesional en el Instituto J.J. Rousseau.

Sus obras La orientación profesional: sus problemas y sus métodoss y Cómo diagnosticar las aptitudes de los escolares extienden el empleo del diagnóstico en orientación.

Al mismo tiempo desde una perspectiva distinta de ayuda a la juventud para elegir y

prepararse en el desempeño de una profesión van surgiendo una serie de realizaciones en el terreno de la orientación profesional.

- Davis, que entre 1898 y 1907 implanta el primer programa de orientación para alumnos de enseñanza secundaria.

- Weaber, que en 1904 introduce en Nueva York los servicios de orientación para alumnos de enseñanza secundaria, especialmente para los necesitados de ayuda económica y de colocaciones.

- Whetley, que en 1908 programa el primer curso de información profesional en Connecticut.

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- Cristians y Drecroly abren en 1908 en Bélgica el primer gabinete de orientación profesional.

Entre todas estas aportaciones hay que destacar la fecha de 1909 con la publicación

de la obra de Parsons Choosing a Vocation que es considerada como el primer tratado formal sobre orientación. Dentro de la sistematización de la actividad orientadora que este autor presenta se distinguen tres fases diferenciadas : 1) Estudio del sujeto para conocer sus capacidades, intereses y personalidad; 2) Análisis de las características de los distintos trabajos existentes en el mercado; 3) Comparación entre las características personales y las exigencias de las ocupaciones.

Se le puede considerar el autor que dió lugar a un modelo de orientación directivista o modelo de rasgos y factores; no obstante, tal como Rodriguez Espinar (1986) expone, los principios y fundamentos de Parsons se mutilaron en aras de un tecnicismo-mecanicista debido a la gran diversidad de técnicas puestas al servicio de la orientación que fueron utilizadas sin ser integradas en una adecuada fundamentación teórica y comprensiva del sujeto.

Después de Parsons dos acontecimientos están estrechamente relacionados con el

desarrollo de la orientación: la creación en 1911 de los estudios para la formación de orientadores vocacionales en la Universidad de Harvard y la constitución en 1913 de la National Guidance Association (NVGA), que se encargará de promover la orientación vocacional en los Estados Unidos.

APARICIÓN DEL MODELO DINÁMICO Una publicación, en el año 1900, la Interpretación de los sueños de Freud, hace

aparecer en el panorama histórico el modelo dinámico de diagnóstico y abre las puertas a la evaluación del insconsciente mediante técnicas de asociación.

La publicación en 1908 de la obra de Beers, “The Mind that Found Itself” supone el nacimiento de la psicoterapia. En ella pone de manifiesto la relación existente entre las experiencias vividas por las personas y sus problemas emocionales y de salud mental y propone actuaciones de ayuda para la resolución y la prevención de los desajustes personales (Repetto, 1976).

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OTRAS APORTACIONES DE ESTA ÉPOCA Entre otras aportaciones de esta época se pueden incluir: - Dearborn, en 1897 obtiene la primera serie de manchas de tinta con fines

experimentales. - Guicciardi y Ferrari, que publican en 1896 una obra sobre la aplicación de tareas

mentales para el diagnóstico de alienados. - Whipple en 1910 publica el primer manual práctico de Diagnóstico Manual of

Mental and Phisical Tests . - Porteus, en 1915 presenta sus Test de laberintos, una prueba manipulativa libre de

influencias culturales para evaluar las capacidades intelectuales. - Pintner y Paterson, en 1917 presentan una prueba no verbal para la medición de la

inteligencia. TESTS COLECTIVOS Pero el impulso más importante para el desarrollo y expansión del diagnóstico tiene

lugar como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Este acontecimiento exigió la selección y clasificación de un elevado número de soldados que debían cubrir los distintos puestos requeridos por las necesidades militares. Dirigida por Yerkes, presidente de la American Psychological Association, se crea una comisión para colaborar con el ejército, en ella se encontraban personalidades como Otis, Goddard, Terman y Woodworth. Los frutos de la comisión fué la aparición de los tests de inteligencia de aplicación colectiva: el Army Alpha Test para personas con dominio de la lectura y escritura y el Army Beta Test para los analfabetos. Los Army Alpha sirven de base para la elaboración de pruebas como el Otis, saturadas de conocimientos. Su objetivo no era medir la capacidad intelectual innata, sino por el contrario el aprovechamiento escolar, que se pensaba podía actuar como un buen predictor del rendimiento futuro.

El empleo de estos tests colectivos, capaces de ofrecer datos sobre características psicológicas de un número elevado de sujetos, en poco tiempo y con cierto valor predictivo para el desempeño de diferentes tareas, hizo que la expansión y proliferación de estos instrumentos fuera decisiva a partir de este momento.

Sin embargo ocasionó otras consecuencias que obstaculizaron el avance del diagnóstico en cuanto a sus planteamientos, ya que la selección y clasificación de los sujetos se convirtió en la función principal del quehacer diagnóstico y orientador, con una asimilación prácticamente total de una y otra disciplina.

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3. ETAPA CLÁSICA DEL DIAGNÓSTICO. 3.1. Consideraciones. Fernández Ballesteros (1980), considera que es un período de desarrollo para el

diagnóstico, en parte debido al despliegue de modelos que surgen en esta época. Para Silva (1982) es el período clásico del diagnóstico que presenta como notas

caracteristicas la construcción de pruebas para diagnosticar nuevas tareas y conductas, estableciéndose un divorcio entre teoría clínica y teoría de los test estadísticos.

Para García Yagüe (1987) es el periodo de expansión y universalización del

diagnóstico porque la exploración diagnóstica se amplía a nuevas funciones y áreas del sujeto, se expande por diversos países y se va introduciendo de una manera autónoma en el campo educativo.

3.2. Entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Es en esta época cuando el enfoque actuarial llega a su auge (Silva, 1982), hasta el

punto de que por reacción el modelo clínico, cobra importancia. En el campo de las técnicas o instrumentos también cobran relieve como contrapartida las denominadas proyectivas, de exploración individual, con base perceptiva, verbal, gráfica, etc.

Pero demos un repaso a los acontecimientos, tanto en estudios como trabajos y publicaciones, directamente relacionados con el diagnóstico.

* Aparecen los trabajos de Spearman (1927) y Thurstone (1938) sobre la estructura

de la inteligencia que fundamentaron la construcción de numerosos instrumentos para medir la inteligencia general, las aptitudes primarias o aptitudes específicas según el enfoque seguido. En la medición de aptitudes específicas se ha de destacar el test de Aptitudes Musicales de Seashore, aparecido en 1919, y el de Aptitudes mecánicas de McQuarrie, que data del año 1925.

* El desarrollo del diagnóstico va emparejado con las necesidades que demandaba el

contexto educativo o social. Así vemos que existía una necesidad de procedimientos diagnósticos libres de influencias culturales, que permitieran realizar la evaluación de sujetos privados culturalmente. Esto hizo surgir instrumentos no verbales, y por lo tanto

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con una mínima influencia cultural, como el test de los Cubos de Kohs en 1920, y el test del Dibujo de la Figura Humana de Goodenough en 1926, o la Escala de Ejecución de Grace Arthur y la Batería de Inteligencia técnica de la Universidad de Minnesota, estas dos últimas aparecidas en 1930.

* Otra necesidad se estaba imponiendo y había que cubrirla, la de ampliar el

diagnóstico a otras edades, cosa que los instrumentos del momento no contemplaban. En 1921 aparecen las Escalas de Desarrollo de Gesell para la evaluación del desarrollo infantil en niños de uno a 60 meses; el Inventario de Desarrollo infantil de Buhler para el primer año de vida aparece en 1932 y la Escala de Inteligencia para Adultos de Wechsler en 1939.

* En cuanto al tema de los intereses y la personalidad : En 1924 aparece el Registro de preferencias vocacionales de Kuder y en 1927 el

inventario de Intereses Vocacionales de Strong. En 1936 Doll publica la Escala de Madurez Social de Vineland y un año más tarde

Bell su Inventario de Adaptación. En 1942 aparece el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI) de

Hathaway y Mckinley, con enorme trascedencia en el terreno de la clasificación de los trastornos de personalidad.

* En esta época están confeccionándose y aplicándose nuevos procedimientos

diagnósticos no psicométricos, es una reacción al cuantitativismo de los tests y centrados en el caso individual. Es el caso de la técnica de Rorschach, fué este mismo autor el que publicó en 1921 su obra con el título Psychodiagnostik. La técnica de Rorschach surgió como una prueba perceptiva dentro de los planteamientos de la psicología de la Gestalt pero fué utilizada y difundida por los seguidores del psicoanálisis como una técnica proyectiva dentro de la teoría psicoanalítica.

En esta misma línea psicoanalítica, Murray saca a la luz otra prueba con grandes

repercusiones en el futuro, el Thematic Apperception Test (TAT). En el mismo año, 1938, aparece el Test Guestáltico Visomotor de Bender, que aunque ligado en su nacimiento al estudio de la función guestáltica, pasará a ser utilizado para el diagnóstico de alteraciones neurológicas. En 1939 Mira y López presenta su test Miokenético de medida de la personalidad, y Frank propuso la denominación de métodos proyectivos para referirse a este tipo de procedimientos de evaluación, caracterizados por presentar un material mínimamente estructurado, siendo el sujeto quien, proyectando su propia personalidad,

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establecería la estructura. * Destacamos dos modelos de orientación, por su entronque con el diagnóstico, el de

Koos y Kefauer (1932) y el de Williamson (1939). En el primero la orientación se concibe como ayuda al sujeto para que tome sus decisiones vocacionales y personales sobre la base del conocimiento adquirido sobre sí mismo y el medio. Es fundamental el diagnóstico del sujeto para la obtención de un completo conocimiento de sus aptitudes, intereses y necesidades.

En el modelo de Williamson, sobre el supuesto de que la orientación es un conjunto

de rasgos mensurables, se propone un modelo clínico de orientación como ayuda a sujetos con problemas. Sus estructura consta de seis fases: 1) Análisis, recogida de los datos relevantes sobre el sujeto. 2) Síntesis, selección y organización de la información recogida. 3) Diagnóstico, conclusiones sobre la naturaleza y causas del problema. 4) Pronóstico. 5) Consejo y 6) Seguimiento.

Este modelo sigue básicamente la sistematización de un proceso de diagnóstico que se ha mantenido hasta nuestros días en estrecha relación con el proceso de orientación dirigido a casos individuales. Se dan en este modelo las dos grandes confluencias del período: Un enfoque clínico basado en el modelo médico y un enfoque freudiano en cuanto a la función del orientador: racionalizar los conflictos del sujeto.

Aunque el modelo de Williamson es un modelo directivista hay que hacer resaltar el

marco en el que surge. En estos momentos la orientación no hacía referencia al contenido educativo. No se plantea el cambio de la acción educativa, sino la distribución adecuada y justa de las competencias personales en relación al mundo laboral (Rodriguez Espinar, 1986). Tal como señala Beck (1973) sigue un enfoque eminentemente prescriptivo.

A partir de este momento van a ser distinguibles dos formas diferentes de hacer diagnóstico. Una psicométrica y cuantitativista y otra proyectiva, cualitativa y centrada en el caso individual. Estas dos formas de hacer diagnóstico han mantenido una oposición y una polémica hasta el momento presente.

* El auge del empleo de los tests sigue en aumento. Comienza la creación de

editoriales dedicadas a la publicación de tests, la primera de las cuales fue la Psychological Corporation fundada en 1922 por Catell. También en el mercado aumenta el volumen de tests disponibles y esto hace posible la aparición de compendios técnicos, uno de los más prestigiosos es el Mental Measurement Yearbooks, cuya primera edición apareció en 1938.

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Esta extensión de los tests se hace más acusada durante el transcurso de la segunda

guerra mundial con la finalidad de seleccionar y clasificar al personal del ejército. Con este propósito de elaboraron nuevas pruebas, entre ellas el Army General Classification Test y el test de Matrices progresivas de Raven.

* Hay que destacar los nuevos planteamientos diagnósticos que van teniendo lugar

con la aparición de las técnicas sociométricas para la evaluación de las interacciones sociales. Moreno publica en 1934 su obra Who Shall Survive? que abre un nuevo mundo dentro del diagnóstico de la dimensión social del ser humano.

Al final de esta época nos encontramos ya con los primeros enfrentamientos críticos a los tests que va a ser el planteamiento que caracteriza la siguiente época. En la Unión Soviética fueron prohibidos por el Comité Central del Partido Comunista en 1936 debido a cuestiones ideológicas. También por cuestiones ideológicas y sociopolíticas fueron prohibidos oficialmente en Alemania en 1933.

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4. CRISIS DEL DIAGNÓSTICO. 4.1. Consideraciones. Dos aspectos fundamentales caracterizan este período: 1) Crítica al uso de los tests desde distintos ángulos, a pesar de los intentos de

nuevos criterios de validez y cientificidad experimental. 2) Resurgimiento del sentido del diagnóstico desde nuevas aportaciones teóricas,

metodológicas y técnicas. 4.2. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años sesenta. Las reacciones sociales ante el abuso de los tests tuvieron diversas consecuencias

(Silva 1987) que se concretaron en Estados Unidos en la quema de protocolos (Texas 1959) y en la suspensión de seguir aplicando tests colectivos de inteligencia en las escuelas (Nueva York 1964) y en la selección de empleados federales.

Las reacciones desde planteamientos científicos también tienen lugar como

objeciones a distintos aspectos, ya sea sobre el escaso poder predictivo de muchas pruebas (Ghiselli, 1955), o acerca del efecto sobre la validez de la existencia de sesgos de respuesta como los producidos por el fenómeno de la deseabilidad social (Edwards, 1957).

Shoben (1962) critica el empleo de las técnicas psicométricas en orientación y el

modelo de actuación del orientador que se desprende de ellas, ya que tienden a reducir la autonomía personal. Como alternativa propone que el proceso de exploración de uno mismo y el cultivo de una vida basada en la reflexión se logran exponiendo al sujeto a una amplia gama de modelos humanos.

Será el trabajo de Mischel (1968) el que represente la más dura crítica, y tenga más

trascendencia sobre trabajos posteriores al modelo de diagnóstico basado en rasgos. Este mismo año se inicia la colección de McReynolds de volúmenes compilados dedicados a criticar el modelo de rasgos desde distintos puntos de vista teóricos.

La reacción de los teóricos de la disciplina a estos hechos estuvo señalada por dos

actuaciones fundamentales: 1) Revisar los planteamientos de la metodología experimental y correlacional que

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hizo surgir así nuevos campos de aplicación (Fernández Ballesteros, 1980). En esta línea se sitúan los estudios de Gulliksen (1950) y de Anastasi (1958) sobre la

construcción, desarrollo y elaboración de normas tipificadas y criterios de bondad de los tests, de Cronbach y Meehl (1955) sobre la validez de constructo, de Campbell y Fiske (1959) sobre la validez convergente y discriminante y de Harman (1960) sobre el análisis factorial.

2) Controlar el uso de los instrumentos diagnósticos para que no fuera realizado por

manos inexpertas. Se establecieron requisitos más rigurosos de aplicación y se elaboraron códigos deontológicos en diversos países, entre estos los de gran difusión y repercusión han sido de los de la APGA en 1936.

A lo largo de este período sigue el momento expansionista de la etapa anterior en

cuanto a la utilización de los tests y a la aparición de nuevos procedimientos de evaluación. Los estudios de Brunet y Lezine que en 1948 presentan su Escala de Desarrollo de

la primera infancia. En 1949 Wechsler publica su Escala de inteligencia para niños mayores de seis años (WISC) y en 1960 la escala para niños menores de esa edad (WPPSI). También por estas fechas los trabajos de Piaget van a abrir un nuevo camino para el diagnóstico del comportamiento inteligente, distinto del enfoque tradicional ligado al uso del cociente intelectual y centrados en la exploración del pensamiento conceptual.

Los autores que trabajan desde la perspectiva psicométrica realizan un gran esfuerzo

por abordar el estudio de la personalidad a través de una metodología objetiva. Eysenck desde 1947 (Báguena y Belloch, 1987), comienza a publicar numerosos trabajos dirigidos a evaluar y aislar las dimensiones básicas de la personalidad y a buscar el sustrato fisiológico de las mismas. Este autor ha desarrollado varios instrumentos de evaluación, como el EPI y el EPQ. En Estados Unidos la figura más destacada en este campo ha sido Catell, que en su afán por afrontar científicamente el estudio de la personalidad creó instrumentos como el 16PF y el ESPQ.

El trabajo que se estaba realizando por obtener un acercamiento objetivo al

conocimiento de la personalidad chocaba violentamente con los planteamientos psicoanalíticos y fenomenológicos y abrió una fuerte polémica acerca de la utilidad de uno u otro enfoque en cuanto al poder predictivo de sus pronósticos, polarizándose la cuestión en términos de predicción clínica frente a predicción estadística o actuarial. Esta polémica recogida por Meehl (1954), ha dividido desde entonces la labor de los diagnosticadores y

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sigue en el presente siendo motivo de discusión.2 Enfrentado a los planteamientos psicométricos pero también desde un enfoque

objetivo aparecen en esta época los postulados conductistas. Este nuevo modelo se caracteriza por provocar el cambio del sujeto de una forma programada, sistemática, con el control de las variables y susceptible de análisis objetivo. Denominado evaluación conductual o análisis funcional de la conducta, propició la aparición de técnicas de observación y registro para la aprehensión de las conductas problema y de su causas.

En los primeros trabajos de los autores conductistas (Skinner, 1953), el diagnóstico

se limitó estrictamente a las variables observables, a fín de delimitar del modo más concreto y preciso posible los enlaces funcionales entre estímulos y respuestas. En un segundo momento (Kanfer y Saslow, 1965) se admiten variables intermedias como sistemas de mediación. Finalmente, se incluyen variables cognitivas. Sin embargo, este modelo tendremos ocasión de analizarlo cuando pasemos revista a los planteamientos teóricos que han guiado el quehacer del diagnóstico.

Hay otras aportaciones para el estudio del caso individual que se producen fuera del

ámbito del análisis funcional. La técnica de rejilla propuesta por Kelly (1955), la Técnica Q de Stephenson (1953) y el Diferencial Semántico (Osgood y Luria, 1954).

Las posibilidades del diagnóstico en orientación comienzan a ser tan diversas que un enfoque ecléctico está apareciendo (Traxler, 1965; Thorne, 1968). Es necesario la utilización de una mayor cantidad y variedad de recursos para un mejor conocimiento del sujeto y de sus necesidades, con lo cual todas las técnicas pueden ser apropiadas para diversos objetivos de diagnóstico. Strang (Strang y Morris, 1971), propone el empleo de la observación, tests, entrevistas, registro acumulativo, estudio de casos y autoconocimiento.

2 Para una excelente síntesis de este tema consúltese el artículo de Garanto Alós (1990).

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5. UNA ETAPA COMPLEJA SIN CONCLUIR. 5.1. Consideraciones. Las palabras de Pelechano (1988, p.154) resumen esta época de la siguiente forma:

“En definitiva, la última década ha acrecentado la complejidad de perspectivas. En ella ha aparecido un cierto relativismo respecto a la interpretación y significación de los resultados que se pueden obtener con distintos procedimientos de evaluación, se ha recuperado gran parte del modelo psicométrico clásico a la vez que se están incorporando nuevos procedimientos de análisis, ha desaparecido la posición maniquea y xenófoba entre testólogos y analistas de conducta y las posiciones contextuales de ecopsicología y psicología ambiental están ganando posiciones”.

5.2. De la década de los setenta a la actualidad. El modelo conductual impregna la década de los setenta. En un primer momento este

modelo negaba la existencia de constructos como entidades intrapsíquicas y sus posibilidades de medición, lo que supuso la erradicación de los tests y de las pruebas proyectivas. Posteriormente se aceptó la introducción de variables organísmicas y cognitivas, como se puede comprobar en la obra de Férnandez Ballesteros y Carrobles (1983), que aparece como el primer manual de evaluación conductual en España.

La introducción de variables cognitivas ha resultado fundamental para el quehacer diagnóstico al considerar al sujeto parte integrante y activa del propio proceso.

La psicología cognitiva surge como un cambio en el proceso de análisis de la

conducta, sus presupuestos han acentuado la necesidad de establecer el diagnóstico dentro de un proceso de aprendizaje, por lo cual es ya una intervención al mismo tiempo; el diagnóstico debe ser considerado en relación a la interacción sujeto-ambiente y, por último, considerar tanto las deficiencias como las potencialidades del sujeto (Meyers et. al., 1985)

Por otra parte, comenzaron las críticas contra el situacionismo a ultranza, lo que

favorece la aparición de un enfoque interaccionista y la introducción de variables no situacionales dentro del modelo conductual (Mischel, 1973, 1976; Endler y Magnusson, 1976) en el que la conducta se explica como función de la constante interrelación entre características personales y variables situacionales. (Ver también Fernández Ballesteros y

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Carrobles, 1983). Las variables personales indican los distintos modos en que las personas se enfrentan

a las situaciones y que hacen generar patrones complejos de conducta. Como variables personales tendríamos: 1) La capacidad para construir o generar patrones cognitivos y conductuales y las estrategias de codificación y constructos personales a fín de explicar cómo el sujeto afronta las situaciones que se le plantean; 2) los valores subjetivos y los mecanismos autorreguladores de la persona.

Dentro de las variables situacionales a considerar destacan las variables físicas y

ambientales y la percepción de los sujetos sobre el ambiente, además de la relevancia que adquieren las variables de clima social (Moos, 1973, 1975).

Aparece una nueva dimensión ecológica en el diagnóstico en orientación

estrechamente relacionada con el desarrollo que está adquiriendo la orientación comunitaria a partir de la teoría del campo de Lewin (1951) y de la psicología ecológica de Barker (1968). Destacan los trabajos de Craik (1973), que constituye la primera revisión acerca de la evaluación de ambientes, los de Brofenbrenner (1977), sobre la ecología del desarrollo humano y Krasner (1980) sobre la propuesta de estrategia de análisis de ambientes desde un enfoque comunitario.

El modelo de Morrill, Oetting y Hurts (1974) recoge esta nueva dimensión del

diagnóstico al entrecruzar la población intervenida, el propósito de la intervención y la metodología (Morrill, 1980). Respecto de la población a la que se dirige la intervención señalan tanto los individuos como los ambientes. En cuanto al propósito de la intervención, ésta puede ser de tipo correctivo, preventivo o de desarrollo y respecto al método puede haber intervenciones directas o indirectas.3

Se sigue trabajando dentro del modelo psicométrico para superar deficiencias observadas. Existen importantes aportaciones como la publicación de la obra de Cronbach et al. (1972), en la que se propone la teoría de la generalizabilidad, un modelo unitario de los criterios de bondad de los tests piscológicos en torno a la generalización de los resultados, y que ya fue apuntada unos años antes al replantearse la teoría del error de

3 En esta misma línea hay que colocar el modelo de Menacker (1976) y el de Muro y

Dinkmeyer (1977), que con planteamientos más centrados en el sujeto han tenido una gran influencia sobre el diseño de los programas preventivos.

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medida y de la fiabilidad (Cronbach, 1963) y el trabajo de Wiggins (1973) que contribuyó a la sistematización del diagnóstico de la personalidad desde criterios psicométricos y científicos.

Los últimos años de este período se caracterizan por una ampliación de la evaluación

conductual en cuanto a las variables a tratar (Fernández Ballesteros, 1983a) y por un resurgir del modelo psicométrico, tanto a nivel de utilización de estas técnicas como a nivel de exigencias de cumplimiento del rigor psicométrico en toda evaluación (Fernández Ballesteros y Maciá, 1983; Silva 1989; Casullo y Avila, 1992).

Dentro de las innovaciones en este período hay que citar a la introducción y

expansión de la tecnología informática como soporte del diagnóstico. Entre las aplicaciones de la informatización al diagnóstico hay que citar dos aspectos relevantes, el primero se refiere al uso de ordenadores como ayuda a la corrección de tests y generación de informes psicológicos, el segundo se refiere a la aplicación de los sistemas expertos en tareas de toma de decisión diagnóstica (Forns, 1993).

En un principio las técnicas informáticas fueron usadas para ayudar en la corrección

de pruebas , para el análisis cuantitativo de los datos y posteriormente para la generación de informes diagnósticos, sobre todo procedentes de diagnósticos colectivos. Las ventajas de estos soportes es que han conseguido paliar los errores humanos detectados en la corrección de las pruebas, en las transformación de puntuaciones y en los cálculos necesarios para elaborar índices diagnósticos.

La aplicación de la informática a la toma de decisiones diagnósticas permite una

aproximación al proceso de toma de decisiones en aquellos casos en que los conocimientos son amplios y complejos, evolucionan con rapidez y no están perfectamente estructurados.

Los elementos básicos que componen un sistema experto son: una base de conocimientos y un motor de inferencias o demostrador de teoremas, ambos relacionados a través de un lenguaje común.

Los sistemas expertos aplicados al diagnóstico están más extendidos en el campo de

la medicina. Dentro de la orientación profesional se han elaborado sistemas que ayudan al conocimiento sobre sí mismo y a la búsqueda de ocupaciones según las preferencias

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individuales4 . Lo más destacable de estos sistemas es su aspecto pedagógico o didáctico al ayudar a los alumnos a comprender el proceso de razonamiento del sistema, a destacar y reflexionar sobre los elementos que tal sistema considera relevantes, y a contrastar sus planes profesionales con las indicaciones ofrecidas por el sistema.

4 Caben destacar en este apartado los sistemas SIGI, MICRO-SKILL, DISCOVER, CHOICES o

el ACOR, entre otros. Algunos países desarrollan sus propios programas informáticos (Ver Rodriguez Espinar y col., 1993)

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6. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL DIAGNÓSTICO EN ORIENTACIÓN EN NUESTRO CONTEXTO.

Durante este apartado hemos desarrollado la evolución histórica del diagnóstico en

estrecha relación con la orientación. Nos hemos centrado básicamente en un panorama internacional por lo que creemos necesario hacer mención de la evolución histórica del diagnóstico en orientación dentro de nuestro contexto. En el estado español diagnóstico y orientación han seguido una línea conjunta desde el punto de vista de las dos disciplinas y desde el parangón que pueda establecerse con la realidad anglosajona, que es básicamente la que hemos descrito en los puntos anteriores.

EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL DIAGNÓSTICO EN ORIENTACIÓN EN

ESPAÑA En 1924 se establece en Madrid el “Instituto de Orientación Profesional” que generó

una red de laboratorios de orientación y selección profesional en todo el país (Germain y Rodrigo, 1933; Rodrigo, 1927). En 1935 se produce una revisión de la anterior institución y se crea el “Instituto Nacional de Orientación Profesional” que tratará de cubrir todos los niveles de atención a los alumnos en período de escolaridad desde preescolar hasta la universidad. Podemos mencionar también la oficina de “Orientación Profesional” creada por el ayuntamiento de Madrid en Carabanchel.

Estos servicios funcionaban con el objetivo de ayudar a la preparación profesional

de los jóvenes, en estrecha relación con el mundo del trabajo y la realidad socieconómica. El diagnóstico era fundamental entre sus funciones, tendía a confundirse con la orientación y ésta con la información profesional.

En 1926 la sociedad de estudios vascos organizaba en Vitoria su IV congreso sobre

la “Orientación y enseñanza profesionales” para tratar de cuestiones médicas, pedagógicas y psicológicas aplicadas a la práctica industrial.

En 1928 un innovador “Estatuto de la formación profesional” fundamenta la

aplicación de técnicas diagnósticas -desde un punto de vista totalmente psicométrico- a las necesidades de la formación de los aprendices y futuros trabajadores, sugiriendo procedimientos colectivos de intervención orientadora. Conviene tener en cuenta en estos años la vital política de publicaciones -originales y traducciones- dedicadas al tema del

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diagnóstico y la orientación. Por citar algún ejemplo R. Tomás y Samper (1924) La orientación profesional: determinación de las aptitudes y análisis de las profesiones. Madrid: F. Beltrán; J. Ballester (1928) Colaboración de los maestros en la orientación profesional. Madrid: Magisterio Español; O. Brachfeld (1936) El examen de la inteligencia en los niños. Gerona: Dalmau Carles Pla.

Al finalizar la guerra civil española se crea en el ayuntamiento de Valencia la

“Escuela Especial de Orientación y Aprovechamiento” centrada fundamentalmente en la atención de niños excepcionales.

En 1957 se crean las “Universidades Laborales” en las cuales la orientación tiene un

lugar privilegiado (Estatuto fundacional, 19-VII-57), se señala el carácter cíclico de sus enseñanzas y se puntualiza que “a través de sucesivos estudios y partiendo de un período común de dos años, durante los cuales se explorará, con el concurso de modernas técnicas psicopedagógicas la vocación y capacidad del alumno, base de su orientación futura...”. El modelo que imperaba en estas universidades estaba inspirado en el modelo de Parsons (Rodríguez Espinar, 1986).

Con la Ley General de Educación del 4 de Agosto de 1970 se inicia un período

especialmente sensible a las necesidades socioeducativas del país y se despliegan diversos servicios de orientación escolar, entendiendo ésta como un servicio continuo en el sistema educativo, y en este marco legal, se crea el “Instituto Nacional de Ciencias de la Educación (INCIE).

En 1977 se propone la creación de los servicios provinciales de Orientación Escolar

y Vocacional (SOEV) para la E.G.B., entre cuyas funciones cabe destacar ofrecer cursos y técnicas diagnósticas a los tutores y maestros de las escuelas nacionales para los casos más urgentes.

En 1980 se crean los “Institutos de Orientación Educativa y Profesional" (IOEP)

para las edades de 15 a 19 años. Entre 1978 y 1982, por iniciativa del “Instituto Nacional de Educación Especial" se

constituyeron los “Equipos Multiprofesionales de Educación Especial” que actuaban en estrecha colaboración con los educadores. Es en estos años en los cuales surgen importantes iniciativas de orientación escolar dependientes del ministerio de trabajo y seguridad social

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y, en diversas comunidades autónomas especialmente en aquellas que poseen competencias educativas, surgen múltiples y diversos servicios vinculados con la atención psicopedagógica y social de la infancia y adolescencia (Forns y Rodriguez, 1977; Forns, Rodriguez y Torres, 1990; Rodriguez Moreno, 1988; López García, 1992; Coll, 1994).

EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL DIAGNÓSTICO EN ORIENTACIÓN EN

CATALUNYA En Catalunya en 1908 la Diputació de Barcelona, presidida por E. Prat de la Riba

creó el “Museo Social”, al estilo de los existentes en Berlín o París con la finalidad de mejorar la vida laboral y el aprendizaje de los adolescentes (Rodríguez Moreno, 1987).

En 1915 se crea un organismo más complejo, el “Secretariat d’Aprenentatge” con

objetivos propios de la orientación vocacional del adolescente partiendo de la base del derecho de éste a ser orientado y formado profesionalmente. Se recogían datos relativos al sujeto y datos relativos a las profesiones.

En 1919 esta secretaría se convierte en “L’institut d’Orientació Professional”. Este

instituto llevaba a término una inmensa labor: estudio de los oficios y las ocupaciones en Catalunya; orientación profesional individualizada; protección de los aprendices; investigaciones exhaustivas a partir de datos antropométricos, psicológicos y mentales, etc. El enfoque de la orientación en esta institución era marcadamente psicométrico. Este instituto tenía un contacto permanente con profesionales de reconocida valía internacional, E. Claparède entre otros, que tuvieron una gran influencia en los pioneros del movimiento de orientación en nuestra realidad (Rodríguez Espinar, 1986).

Podemos considerar el intervalo que va entre los años 1931 al 1936 la época dorada

de la orientación profesional en Catalunya, y sus avances eran comentados en numerosas bibliografías extranjeras.

La guerra civil (1936-1939) desarticuló este ingente trabajo, al bloquearse toda iniciativa de renovación psicopedagógica, en parte debido al exilio forzado de muchos intelectuales españoles, y al desmantelamiento de las estructuras anteriores (Forns, Rodríguez y Torres, 1990).

En el año 1953 se crea el “Institut Municipal d”Educació de Barcelona”, un año más

tarde Artur Martorell se hace cargo de su dirección y crea a su amparo el “Servei

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d”Orientació Escolar y Professional”, que tenía como objetivos la información y asesoría psicológica de los alumnos de las escuelas municipales.

En 1973 se crean los Equipos Socio-pedagógicos Municipales para paliar problemas

sociales y escolares con la misión de detectar déficits escolares, de diagnosticar y tratar, reeducar e intervenir en las tareas psicopedagógicas.

En 1977 se crean los “Centres d’Orientació Professional” (COP) del Instituto

Nacional de Empleo dependientes del ministerio de trabajo, entre cuyas funciones básicas están la orientación y la selección profesional.

Algunos años más tarde se crea el “Servei d’Orientació Professional de Batxillerat” dentro del Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya organizado para ofrecer orientación profesional e información sobre estudios, carreras y ocupaciones a los estudiantes de enseñanzas medias.

En 1983 el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya crea los

“Equips d’Asessorament i Orientació Psicopedagogica” (EAP), que integran otros servicios ya existentes: Equipos Multiprofesionales y los SOEVs, que el estado Español había creado con carácter experimental.

El desarrollo histórico que sigue a partir de estos momentos está condicionado por

un nuevo marco legal donde la orientación cambia radicalmente de modelo y por lo tanto de funciones, sobre este modelo y las funciones que existen dentro de él y que engloban a los equipos multiprofesionales trataremos más adelante.

Para finalizar este capítulo entresacamos algunos aspectos que delinean el

planteamiento del diagnóstico que se irá perfilando en los próximos apartados. El diagnóstico reúne en estos momentos todos los elementos que con anterioridad se

aislaron y se tomaron como preponderantes según épocas y modelos: variables internas del sujeto, su comportamiento en el contexto, el estudio del propio contexto y el de las operaciones cognitivas internas.

De hecho, los planteamientos actuales retan al diagnóstico a una visión globalizadora e integradora difícil y ardua, por cuanto el análisis, necesario en toda actividad científica, debe considerarse siempre en combinación con todas las otras unidades presentes a analizar: “A nuestro juicio, la globalidad -totalidad o sistema- y el nivel en el que se sitúan

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las relaciones de medida no pueden olvidarse. Todos los análisis parciales deben cobrar su pleno y correcto sentido en el seno de las relaciones globales en las que se manifiestan” (Forns, 1993, p. 210).

La integración de variables cognitivas y motivacionales como explicación de la conducta es una línea de evolución del diagnóstico que tiende a acabar con la dicotomía motivación - cognición, o con la eliminación de la “intencionalidad” que estuvo presente en el inicio de corriente cognitiva.

Dentro del marco orientador, considerar a ésta como un proceso educativo

incardinada dentro del ambiente escolar y con un carácter marcadamente preventivo (Rodriguez Espinar, 1986, 1993), ha originado nuevos planteamientos en el diagnóstico.

Un enfoque preventivo de la orientación necesita alejar al diagnóstico de los planteamientos clasificatorios tradicionales para abogar principalmente por el desarrollo de las capacidades y el potencial humano5 . Considerarla como un proceso educativo dentro del marco escolar, hace que el diagnóstico deba ocuparse necesariamente de los aspectos pedagógicos que están presentes en los contextos educativos, como son la organización del conocimiento y la estructuración de procesos cognitivos y motivacionales.

Forns y Boada (1985), proponen un sistema interactivo entre el sujeto que

diagnostica y el sujeto diagnosticado, similar a un proceso de enseñanza - aprendizaje, que conduce al estudio de los procesos de interacción social, aprendizaje cooperativo y procesos de instrucción.

5 Con este enfoque se han elaborado programas de orientación como los de Clark (1982),

Morgan (1984) y Wilson (1985).

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