EutiquioEutiquio

El niño que se El niño que se durmió en la Misadurmió en la Misa

Eutiquio era un chico de Tróade, en la actual Turquía, un puerto cercano al estrecho que separa Asia de Europa. Sería el año 57 de nuestra era cristiana y Eutiquio, bautizado, era uno de los primeros cristianos, tanto de Tróade como del mundo.

Ya había estado en otras dos ocasiones, y a aquella primera comunidad cristiana le hacía mucha ilusión acogerlo.

San Pablo, el apóstol de las gentes, uno de los primeros misioneros, estaba de visita en la ciudad de Eutiquio.

San Lucas, que escribe los Hechos de los Apóstoles, el libro del Nuevo Testamento que cuenta lo que le pasó a Eutiquio, era también de Tróade y conocía al chico y a su familia.

celebró “la fracción del pan”, la Misa, y como iba a marcharse al día siguiente estuvo hablándoles hasta medianoche.

El caso es que San Pablo, el domingo -”el primer día de la semana”-

San Pablo debía saber que no volvería, porque, al llegar a Jerusalén tras dejar Tróade,

sería detenido y enviado a Roma para ser juzgado por el César. Ya no volvería a verlos, por lo que aquello era una despedida.

Mientras Pablo hablaba, el chico intentaba mantenerse despierto, pero “le iba entrando un sueño cada vez más pesado”.

Estaban en un tercer piso, y Eutiquio escuchaba sentado en una ventana.

San Lucas estaba allí, era médico y en los Hechos de los Apóstoles dice que lo recogieron muerto.

En fin, que se durmió, con la mala suerte -aunque Eutiquio, significa afortunado- que se cayó por la ventana desde aquel tercer piso.

Volvió a subir terminó la Misa y allí estaba Eutiquio, vivo, “con gran consuelo de todos”, dice San Lucas. Debía ser un buen chico.

San Pablo bajó y abrazándolo les dijo a todos: “No os alarméis, sigue con vida”.

Texto e imágenes

Revista Gesto, Nº 170

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