Europa en Mi Mochila

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Europa en mi mochila Por Rodolfo A. Rico Va dedicado A todos los trotamundos, transhumantes y aventureros. A Maga y a Rodolfo (mi papá y mi mamá) por alcahuetear estas aventuras. A la Pao por meterme en la cabeza que se debía mochilear por el mundo antes de los 25. A mi hermanita Aidana por cómplice. También va dedicado a todos con quiénes me tropecé en el camino. Y a aquellos que me apoyaron cuando lo necesité: a mi tía Greta ,mi primita Chantal y a Maja en Hamburgo, a Yolanda en París, a Carmen y su Familia en Barcelona, a Lola, Ainoa, Albert, Valentí y Eli también en la ciudad Condal y a Irene en el Masnou. A Richard y Mercedes en Madrid, a Francesco en Berlín. A esa hermosa pareja conformada por Juan y Laura nuevamente en la ciudad de Gaudí y allí también a quienes formaron parte del grupo Somaraza (Robert, Arnold, Miguelito y Jim) y a Rocío. A Dagmary por iluminar algunos días de aventura. Asimismo a Susana por leer estos textos en su primera versión ( y revisarlos en su segunda) y a Liseth por intentar un encuentro que no se pudo dar. A Ninoska por entusiasta y por supuesto a Laurita y María sin quienes está aventura no habría llegado a feliz término . Y no se me puede olvidar dedicar estás crónicas a quiénes hayan sido los culpables del cierre de El Diario de Caracas en su segunda etapa, sin cuya liquidación está aventura no habría sido posible. Por eso también va dedicado a todos con quienes compartí esa experiencia periodística de casi 2 años. Ah, y a Manuel que se animó a publicar estas crónicas (un tanto desordenadas viejo) en esa aventura periodística llamada Letras el periódico universitario, de la que formé parte por varios años.

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Crónicas de viaje de un latinoamericano mochilero recorriendo Europa en el año 2000. Un reencuentro con su historia personal y con su ser latinoamericano.

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Europa en mi mochilaPor Rodolfo A. Rico

Va dedicadoA todos los trotamundos, transhumantes y aventureros. A Maga y a Rodolfo (mi papá y mi

mamá) por alcahuetear estas aventuras. A la Pao por meterme en la cabeza que se debía mochilear porel mundo antes de los 25. A mi hermanita Aidana por cómplice. También va dedicado a todos conquiénes me tropecé en el camino. Y a aquellos que me apoyaron cuando lo necesité: a mi tía Greta ,miprimita Chantal y a Maja en Hamburgo, a Yolanda en París, a Carmen y su Familia en Barcelona, aLola, Ainoa, Albert, Valentí y Eli también en la ciudad Condal y a Irene en el Masnou. A Richard yMercedes en Madrid, a Francesco en Berlín. A esa hermosa pareja conformada por Juan y Lauranuevamente en la ciudad de Gaudí y allí también a quienes formaron parte del grupo Somaraza (Robert,Arnold, Miguelito y Jim) y a Rocío. A Dagmary por iluminar algunos días de aventura. Asimismo aSusana por leer estos textos en su primera versión ( y revisarlos en su segunda) y a Liseth por intentarun encuentro que no se pudo dar. A Ninoska por entusiasta y por supuesto a Laurita y María sinquienes está aventura no habría llegado a feliz término .

Y no se me puede olvidar dedicar estás crónicas a quiénes hayan sido los culpables del cierre deEl Diario de Caracas en su segunda etapa, sin cuya liquidación está aventura no habría sido posible.Por eso también va dedicado a todos con quienes compartí esa experiencia periodística de casi 2 años.

Ah, y a Manuel que se animó a publicar estas crónicas (un tanto desordenadas viejo) en esaaventura periodística llamada Letras el periódico universitario, de la que formé parte por varios años.

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Europa en mi mochila Por Rodolfo A. Rico ChávezPreparativos

El sorpresivo cierre de El Diario de Caracas en el año 2000 ( a quienes allí trabajamos nos lonegaron hasta el día anterior) me dejó con la gran incógnita de qué hacer con el dinero recibido por elconcepto de liquidación: juntarme con varios periodistas y montar una publicación fue una posibilidadque no cuajó seriamente, invertir en la inicial de un apartamento en el suroeste de Caracas fue otra.Pero una breve encuesta entre gente querida y la idea instalada por una amiga en mi cabeza (“debeshacer el viaje de tu vida antes de los 25 pues después no será posible”) terminaron por convencerme deque lo que debía hacer era mochilear ¿América Latina o Europa? Europa, para América Latina yahabría tiempo y desde luego dinero: salvo un par de países es más económica.

Primera parada: American BeautyMe tocó madrugar para salir de Venezuela. Para escaparme un rato de la vocinglería del presi-

dente Chávez y los silencios de Arias Cárdenas. Para encontrarme conmigo en otro lado y para descu-brir cosas nuevas. La primera parada de este viaje sería en el aeropuerto de Newark, en Estados Uni-dos, donde 8 horas después de llegar me montaría en otro avión hasta Madrid.

INunca había estado ni cerca de Estados Unidos (bueno estuve en la Habana y de noche se veían lasluces de Miami, pero eso creo que no cuenta). No tenía ni idea dónde quedaba Newark, aunque mehabían dicho que cerca de Nueva York. Pero no sabía que tan cerca. Sólo lo descubriría , luego de pasarpor el aire cerca de numerosas casitas con jardín y muchos campos de béisbol, al acercarme a una granciudad y ver primero el Empire State, las torres gemelas, más allá la verde estatua de la Libertad ypoco más allá un puente que no sé si sería el de Brooklyn. Todo lo que sé de Nueva York, lo sé porWoody Allen, y por otros cineastas. Mi relación con esa ciudad, como con muchas otras es absoluta-mente cinematográfica.II Todo el mundo me decía que para pasar por Estados Unidos hacia falta una visa. Excepto en laagencia de viajes. Yo les creí a estos últimos y la verdad es que no hacia falta pero a cambio uno debíaaceptar el secuestro del pasaporte y el pasaje que la Aerolínea sólo entregaría al llegar al destino final.En mi caso Madrid.Entiéndase bien, quien no tiene visa debe salir acompañado del avión hasta la sala de espera. Y de allísi quiere dar una vueltecita por el pedazo de aeropuerto que les corresponde también debe hacerloacompañado. Digamos que se tiene una libertad condicional... pero el asunto tiene sus ventajas: chu-cherías y refrescos totalmente gratis.

Ella es negra, gorda, con el pelo rojo y trabaja para Continental, en la sala de espera por la quedeben pasar todos aquellos que no tienen la ansiada visa estadounidense .Le corresponde ser una de laschaperonas de los numerosos extranjeros que por allí pasan... ella no para de hablar:»Ellos, los ameri-canos no entienden.Yo entiendo porque soy latina. Uno ve aquí cosas muy feas. Ahora devolvieron aunos que iban a Madrid, porque les faltaba un sello. Pagaron 900 dólares y nadie les devolverá el

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dinero. Aquí en Estados Unidos uno puede demandar, pero allá en América Latina... ayer, otro quedevolvieron quería que yo la aconsejara, que le dijera que decir, pero no puedo .Aquí en inmigraciónhay cámaras por todos lados”.

“Tengo 53 años”, prosigue la letanía, “una tiene que cuidar su trabajo. Mi hija trabaja y paga susestudios. Gana 17 dólares diarios .Antes trabajaba en Panamá , en la zona del canal. Pero hace unosaños me vine para acá”. “El señor ese -señala a un anciano ruso lleno de canas- ayer parecía que mequería pegar. Le había dejado en el avión y se regresó. Ahora sus papales están en Panamá y él estaaquí. No sabía yo, de sus cuadros y los había dejado. Es extraño porque su hija vive en Panamá y hablainglés, pero él no. No habla ni inglés, ni español, es raro.

“Y yo no permito que nadie me pegue. Mi papá me enseño que todo tiene un límite. Mi papá y mimamá se murieron el año pasado. Primero mi papá y luego mi mamá. Cuando una pareja tiene 50 añosjuntos no aguanta la soledad».

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Pongamos que hablo de MadridSolo al entrar al avión de Continental que se dirigía a España se notaba la diferencia entre sajones ylatinos. La algarabía en el avión era total. Un grupo de españoles no hacia sino tomarse fotos y corrie-ron la voz: al parecer Antonio Banderas estaba en primera clase.I Protestas del primer mundoEn el primer mundo también hay protestas, cómo no. Un grupo como de 200 estudiantes se manifiestacon pitos, globos blancos,y sentadas en frente del Ministerio de Educación y Ciencia que queda justoen una de las principales vías de Madrid. Pero el asunto no crea mayor conmoción. Todos juntitos enla acera, unos pocos policías pendientes de que no la sobre pasen y consignas que parecen más bieneslogans publicitarios: « esto es peor que un dolor de muelas», « Ministro escucha lo justo de éstalucha». Todos llevan batas blancas y tapabocas. Se manifiestan porque han abierto nuevas escuelasprivadas para la enseñanza de la odontología. Lo que aseguran en unos años los dejará sin posibilida-des de empleo. Ellos vienen por supuesto de las universidades públicas y se consideran ante la situa-ción «preparados». Lo que es un juego de palabras porque la palabra «parados» se usa aquí para definira los desempleados.

Me cuenta Octavio Chiu, un taiwanés que estudia odontología en España que la mayoría de los queprotestan son estudiantes del primer año de la carrera. Los de los últimos años - según me explica - sonmás individualistas. Y me dice que él a pesar de estar terminando la carrera se encuentra allí porquehay que ser solidario. Dice que eso ya lo aprendieron los estudiantes de su país. Aunque dice finalmen-te que no sabe si ejercerá la carrera en España o en Taiwan.

II Personajes de albergue Por primera vez en mi vida estoy viajando solo y quedándome en albergues. Lo que significacompartir cuarto con otras personas que no conoces de nada. Son baratos, si. En España sólo se paga1200 pesetas - si eres menor de 26 años- por cama y desayuno, lo que significa que por menos de diezdólares tienes derecho también a varios espacios para reunirte, a casilleros para guardar mochila, alavar y secar la ropa y definitivamente a un lugar calentito. Bien importante cuando hace frío como porestos días. El paraíso lamentablemente tiene también su límite y eso lo acabo de aprender: los alber-gues juveniles hospedan a una persona por un máximo de tres días. Pero allí se pueden conocer las másvariadas personas ,como este argentino del que les voy a contar y que ha sido mi compañero de cuarto.El tiene 35 años, es todo rubiecito , hasta con ojos azules. Eso sí con la pancita correspondiente a suedad y dice padecer de dolores de cabeza de tanto fumar. Quizás sea por no fumar. En el albergue no sepuede. Este ché viaja a lo grande, sus cálculos son de unos 300 dólares diarios. Eso, sin incluir trans-porte (que ya lo pagó comprándose el pasaje Eurorail de 1150 dólares ) pensando ser totalmenteahorrativo. Su viaje incluye países como Grecia, Turquía y Egipto. Donde se imagina que ante la

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situación de no comprender el idioma y ni siquiera hablar inglés tendrá que suplicar por una cama.Lleva tres días en Madrid y él esta fastidiado. Dice que se parece demasiado a Buenos Aires. Él es demás al sur, de Córdoba Y vino a Madrid a ver el Santiago Bernabeu, estadio del Real Madrid. Esoprimero, después los museos y los monumentos.

A él le parece que mi viaje en bus durara una eternidad. Mas rápido es el tren. No se lo niego perole digo que es bastante más barato viajar sobre asfalto. Su mundo es un balón de fútbol, eso lo notécuando le comenté que yo había hecho algún largo viaje en bus. Que una vez me fui a Cali desdeCaracas y él respondió: -¿América de Cali? -Cali, en Colombia, repito yo. - América de Cali es elequipo ¿no? La ciudad no sé muy bien dónde queda. - Al sur de Colombia- le digo. El mundo es sinduda un balón de fútbol.III De museos No ando con demasiados ánimos museísticos, sin embargo, no he dejado de visitar el del Prado y elReina Sofía. Es un deber de Ciudadano del mundo. En el primer museo no dejé de ver obras de unmontón de artistas del medioevo españoles e italianos, casi todas con sentido religioso. Tanta pasión ytanta fé crea en mí un estado extraño, que no acabo de definir. En el Santa Sofía, la estrella es elGuernika de Picasso que antes estaba en el Prado. Todo el mundo lo ve, lo quiere entender. Y los guíasse fajan a explicarle a los visitantes el sentido de una obra que grita dolor por todos lados.IVNunca vi a Banderas salir del avión. Pero a los de primera clase los esperaba una camioneta aparte. Losdemás íbamos en bus. Madrid no la he conocido aun de noche. No he disfrutado de la famosa «movidamadrileña». Camine eso si por el Parque del Retiro aunque a diferencia de Fito Paéz, en su canción,no me pareció nada rico el frío.

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Barcelona(s)I-Hola, ya que vamos a pasar la noche juntos, presentémonos. Mi nombre es Guillermo, ¿y el tuyo?-Rodolfo. Guillermo es de la isla de Mallorca y es un señor muy parlanchín. No parara de hablarmetoda la noche, hasta dormirse poco antes de llegar a Barcelona. Me habla de su infancia y que en ellatambién fué periodista, cuando fue elegido por un profesor de su escuela para colaborar con una revistade ciencia. Tiene 82 años. Aprovecha sus ratos de jubilado para viajar. Viene de hacer un viaje aLisboa: “para variar un poco de ambiente” dice. Él es hijo de pescadores y aprendió a nadar a los 12años, me dice que buceaba antes que se inventara el buceo. Sumergiéndose con sus amigos buscandolos restos que tiraban los pescadores. Cuenta que prefiere viajar en autobús pues dice que el no espájaro y no sabe volar. Va a Barcelona porque allí se agarra el ferry que lo lleva a su isla, a su pueblode pescadores Mediterráneo.

Al despertarme y mirar por la ventanilla del bus veo los taxis negriamarillos que me dicen que ya estoyen la Ciudad Condal. La de Gaudí, el Barça y sobre todo la de mi infancia. Esta ciudad y mi historiacon ella es la verdadera razón por la que cruce el charco Atlántico.Me bajo en la parada de Sants. Elviejo Guillermo sigue hasta la parada del terminal principal. Hace frío , aquí también ¿Dónde demo-nios está la primavera?II SilenciosNunca lo había notado pero siento a Barcelona como una ciudad silenciosa. Pero según los catalanes ylas estadísticas españolas sobre contaminación sonora es una de las más ruidosas. Es evidente que aquíno conocen Caracas

.III GaudíHablar de la Barcelona contemporánea es hablar del arquitecto Gaudi y sus construcciones modernistas:el Parc Güell, La Pedrera, La Sagrada Familia entre otras construcciones que se encuentran en estaciudad. Los barceloneses tienen (o parecen tener) sobre la importancia arquitectónica de Gaudi que yaquisiéramos los caraqueños con respecto a Carlos Raúl Villanueva. Pero las comparaciones siempreson odiosas.

IV El chanchullo venezolano En el exterior hay que sobrevivir, y los latinoamericanos está visto que en esto tenemos un postgrado:Conectarse gratuitamente a internet con las claves de una universidad, abrir una cuenta de ahorrosiendo ilegal y mostrar descaradamente la credencial de estudiante internacional aunque acá no seestudie nada. A los jóvenes venezolanos con los que me atravesé acá les parece que los españoles sonun poco achantados, poco espabilados. Mientras que nuestros paisanos tienen claro que lo que quierenes tragarse el mundo. Y al paso que van, seguro que lo van a conseguir.Si se ha conseguido un piso (así le llaman aquí a los apartamentos), hay que llenarlo de cosas. Perocomo de seguro no se tienen muchas pelas (pesetas) hay que ir recogiendo las cosas que otros tiran enlos contenedores de muebles donde siempre algo bueno se podrá encontrar: “Ya ves como hemosamoblado nuestra casa”. Nos comenta un amigo que vive por aquí.

VI La perdida de la inocenciaMis primeros días en Barcelona son grises y lluviosos tan sólo me dedico a pasear, a reconocer la

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ciudad, en la búsqueda de un improbable tropezón casual con algun@s compañer@s de infancia. Conquienes me reencuentro es con mis maestros. Al ver como me miran sus alumnos preguntando quiénsoy, me reconozco en sus miradas de niño. Y me imagino que me ven grande, viejo para sus pocosaños. Mis antiguos maestros ya están casados y hasta tienen hijos. La mayoría de ellos me dieronclases cuando apenas tenían veintipocos años. Pero ahora es que caigo en cuenta de eso.Barcelona meproduce un sentimiento extraño que aún no he definido qué es. Pero eso debe ser contado en otraocasión.

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Barcelona, otra vezI La RamblaLa Rambla ese paseo que conduce al mar, al Colón que apunta a la América que “por ahora” he dejadoatrás. Es una gran Babilón. Todos los acentos y los idiomas posibles se pueden escuchar cuando porahí se camina.Además La Rambla es un gran espectáculo en el que el rubro de las estatuas humanasestá saturado. Menos competido es el de músicos: un violinista,otro pianista y algún saxofonista sedejan ver. He visto magos,titiriteros y malabaristas del fuego que compiten todos por la atención de losviandantes y por algunas monedas .Está llena de quioscos que venden periódicos, revistas o flores. Yal principio de ella está la fuente de Canaletes de la que según dice la tradición hay que beber pararegresar a Barcelona.

II Barcelona de nocheNo soy un tipo muy rumbero, pero aquí en Barcelona he salido con bastante frecuencia y lo mejor detodo: es gratis;gracias a los amigos del grupo musical Somaraza. Así, hasta ahora, he ido a la salaApolo donde vi por primera vez a Somaraza ante un público numeroso y entusiasta. Luego al HarlemJazz Club un pequeño local en la zona del Barrio Gótico donde también tocaron los venezolanos, perodonde diariamente se presentan trovadores de las más diversas especies musicales. Otro punto en elBarrio Gótico es el Sidecar, un local especialmente rockero con dos ambientes: uno para jugar pool yotro en el que se realizan los conciertos. Si se trata sólo de bailar el Woman Caballero es un excelentelugar, al lado de la Estación de França, es una inmensa discoteca con diversos ambientes y en el que elespacio latino pone música Dj Merey (Ernesto) un venezolano que hace viajar a la gente entre el skalatino, el reggae, hip hop, y la buena salsa.

Por todo el puerto de Barcelona hay también lugares (aunque los piensan eliminar) en los que sepuede disfrutar de buen jungle, Drum & Bass y otras sonoridades del ambiente tecno. Uno de ellos esOpen Up en el llamado Moll de la fusta.Tampoco se puede dejar de mencionar las diversas discotecasubicadas en el centro comercial Maremagnum que también son after hours y la rumba no para, aunquela apuesta musical por las donde pasamos era bastante pop. Si lo que se busca es música jamaiquinaParadís es un inmejorble lugar.Y su ubicación es ideal: en la calle que lleva el mismo nombre cerquitade la Plaza San Jaume donde queda el gobierno catalán.Un buen lugar para terminar la rumba en Barcelona es una panadería que queda justo al cruzar por laRambla del Barrio Gótico a la Raval, a la altura de la Plaza Real. Esta panadería esta abierta en lasmadrugadas y allí expenden croissants con crema, chocolate, cabello de ángel, ensaimadas a preciossuper solidarios y lo más importante todo super fresco.

III Compañera de Viaje“En Latinoamérica tienen un acento muy bonito”, me dice una señora de cabellos grises y de ojos deun azul infinito, que se sienta a mi lado en el trenmi primer tren europeo) que me lleva a Figueres dónde esta el Museo Dalí. Ella se llama Pilar, viudadel difunto José María Valverde filosofo de profesión y con quién militaba según dice: “en todas lascausas de los parias del mundo”. Ex país rico al fin y al cabo, de Venezuela dice no saber mucho: “cuando pienso en Venezuela, pienso en una torre petrolera”. Pero de Nicaragua,Guatemala, El Salva-

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dor, México y las dictaduras sudamericanas si que sabe. Pilar me dice que va a un balneario donde hayaguas termales.Para los días que se quedará en el balneario lleva un libro de Vázquez Montalbán, elreportaje-panfleto (así lo llama él) dedicado al Sub Comandante Marcos. “Manolo”, dice con familia-ridad, “escribe muy bien aunque a veces es un poco enrrollado”. Yo, por mi parte, le muestro el libroque me está acompañando en este periplo europeo que apenas se inicia. Se trata del tercer tomo de lasMemorias del Fuego de Eduardo Galeano. “ Ese libro debería ser el libro de texto de historia deAmérica Latina”, dice entusiasmada. “Galeano”-prosigue- “le llevaba a mi esposo los originales paraque los leyera. En casa deben estar”. Al escritor uruguayo lo describe como solidario, como siemprepresente, en los tiempos en que vivía en Barcelona, en los actos de solidaridad pero dice que : “Ahoraen Uruguay tiene que quedarse más quieto desde que hace 2 años tuvo problemas con el corazón”.

V El jueves salgo de Catalunya hacia Francia. Mi primera parada es Marsella, una ciudad puerto, aligual que Barcelona, con fama de mucho mestizaje latino y africano y también de ser puerto de distri-bución de drogas. Mis viajes en lo sucesivo son en bus, mucho más barato que el tren. Viajo con elEuroPass de Eurolines mucho más barato que el Eurorail, sin límite de viajes en un período que puedeser entre uno o dos meses. Marsella y luego Roma me esperan. Au revoir. Arriverderci.

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Al ritmo de la marsellesaIA Marsella me tocó llegar lo suficientemente tarde como para que todo estuviera cerrado. No llevabaefectivo encima sino sólo cheques de viajero. Estaba demasiado cansado y sin dinero como para poderbuscar el albergue juvenil. Así que en pleno centro me tocó ubicar un hotel lo más barato posible y lohallé .Pero tuve que convencer al responsable del hotel que no hablaba castellano ni inglés que meaceptara mis cheques de viajero. Aunque él no terminó de comprender el asunto, otro turista me ayudoa que me dejara dormir esa noche.

IINo pude aguantar la tentación al saber que existía. No pude evitar esa parte de mi personalidad que estoda “fashion” y esteta. Y fue el primer museo que visité. Nada de siglos de historia, de recuerdos defieras batallas. No, Yves Saint Laurent,Jean Paul Gaultier, Christian Dior, Chanel y algunos anónimos,como debe ser. Sus lienzos, telas vaporosas, telas duras. Sus estilos haute couture y pret a porter. Esel museo de la moda de Marsella donde se puede admirar un buen número de vestidos de los masvariados diseñadores del siglo XX.III CarisímaNunca me había dolido tanto un pasaje de bus. Francia es cara, muy cara. En Marsella acabo de pagarmas de un dólar por un autobús. Más de setecientos bolívares «de ahí mismito».

IV El conde de Montecristo Justo al frente de Marsella está el castillo-prisión de If a medio camino entre la ficción y la realidad.Los chismes históricos dicen que aquí paso algún tiempo el hombre de la Máscara de Hierro, pero nohay ningún dato que lo confirme. El más célebre personaje de esta prisión fue sin duda EdmundoDantes, el Conde de Montecristo. Al que Alexander Dumas le hizo pasa aquí 14 años y que sin embar-go fue el único prisionero que logro escapar. Y allí está el hueco para confirmarlo. A pesar de que sóloexistió en la ficción.

V Marsella de noche El sábado lo dediqué a tratar de conocer la noche marsellesa. Me tropecé caminando con la cours deJulien y sus alrededores. Una zona llena de barcitos, taguaras y locales nocturnos. Paredes grafiteadaspor todos lados y restaurantes de comida de todo tipo.Dos de ellos llamaron especialmente mi aten-ción: El Cochino (así en español) y «La Pasarela». El primero es un pequeño local que rinde culto alanimal que le da nombre, además de una buena vinatería. Donde sin poder evitar tuve que tomarmedos copitas de Chateau Boudeaux recomendadas por el mesonero. Haber pedido un refresco habríasido, sin duda, un insulto total. La Pasarela es un local más grande, que es a la vez una libreríaespecializada en comics y queda justo al frente de «El Cochino». Allí no tomé nada, pero si que miréy revisé montones de comics. De todo tipo y estilo. En italiano y francés , eso sí.

VI PartidaMe gusta Marsella. Las ciudades con puerto, como ésta, tienen un aire especial. Pero debo inevitable-mente partir hacia la ciudad eterna: Roma.;mi próxima parada en este periplo por Europa.

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Roma: la ciudad eterna

La llegada a Roma no fue tan traumática como la de Marsella, pero si cansona. En el autobús com-partí con dos argentinos a los que le venía viendo la cara durante todo el último día por Marsella. Ellos(Karina y Carlos se llaman) iban para Florencia y llevaban más de un mes viajando entre bus y bus. Yatenían su particular percepción sobre lo cara que anda Europa. Venecia: «Carisíma, te puedes morir».París: «Mas cara aún». Praga: «Linda y barata sobre todo después de venir de París». Descartan Lon-dres por ser demasiado cara, pero piensan pasar por Hungría donde los albergues están a 5 dólares concomida incluida. Toda una ganga para los mochileros de escasos recursos

.II

Caminar por Roma es, aunque sea un lugar común decirlo, caminar por la historia. Por todos lados hayconstrucciones- o lo que queda de ellas- de todas las épocas y tiempos. Los restos del imperio yderrumbe de los romanos están por todos lados. También quedan los de ese otro gran imperio que es laIglesia cristiana.

III

Los mercaderes del templo Mi primera parada en Roma es en la Basílica de San Pedro, en el Vatica-no. Es la segunda vez en mi vida que entró en esta monumental construcción. lo hice antes con 11 años.Lo hago ahora nuevamente con 25. San Pietro estaba repleta de gente, no cabe por estos días ni unalma más. La celebración del jubileo mantiene llena la basílica durante buena parte del día. Aunquehacia finales de la tarde suele estar un poco mas vacía. Los alrededores de la Plaza San Pedro y laavenida del Vaticano están llenas de tiendas donde se puede comprar las mas variadas estampitas,libros, revistas, estatuillas, videos y todo tipo de mercadería para la salvación personal que me hicieronrecordar todo el tiempo aquel momento en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, ahoraparecen estar totalmente incorporados al sistema eclesiástico. El museo Vaticano, que visite un díadespués, es sencillamente impresionante. Allí es donde esta la Capilla Sixtina de Miguel Angel. Antesde llegar allí se han de recorrer las salas dedicadas al arte Egipcio con momias incluidas que indicanmuy bien como los egipcios sabían morir con estilo y grandeza. Las galerías de estatuas romanas ygriegas son innenarrables pues hay estatuas para todos los gustos y estilos de todos los dioses y ninfashabidos y por haber.Yo, en lo personal, le tome una foto a la diosa de la Fortuna para que una vezcopiada cargarla cual estampita en mi cartera.

La capilla Sixtina es la niña mimada del Vaticano y eso se nota, siendo uno de los pocos lugares endonde no se permite tomar fotos, donde se pide silencio y en el que uno al entrar queda inevitablemen-te sobrecogido no tanto por su tamaño, sino por la tarea hercúlea que debió significar pintarlo todo. Mequedo unos minutos allí y me retiro. Siento que con el Vaticano ya he superado mi dosis eclesiástica

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por el resto de mi vida.

IV

En parte de mi ruta vaticana me ha acompañado Römel, un pakistaní que no habla ni pizca de espa-ñol y con él me entiendo con mi precario inglés. Él me pregunta varias veces sobre cual es mi religión.Se sorprende cuando le digo en varias oportunidades que no tengo. Él, según me dice en varias opor-tunidades es cristiano pero no le convence la ostentación de El Vaticano y recuerda que en su país lasiglesias son mas humildes. Me pregunta si soy comunista (por aquello de no creer en ningún dios) y yopor tremendismo le respondo que no, que más bien anarquista. Aunque la verdad sea dicha no megusta encasillarme en ninguno de los dos extremos. Römel cuenta que es capitán, que ha peleado en laguerra con la India que le ha dejado una marca en los alrededores del ojo izquierdo y un mayor cansan-cio al caminar.

V Decido irme sin Römel a recorrer la ciudad. Pues con él voy muy lento y ya descubrí que no vinea Europa tanto a ver museos como a la gente y sus cosas. Me he convertido en un voyeur y en ese plancamino por todo el centro de la ciudad. Sentado en la plaza del Panteón escucho derrepente un saxoacompañado de una guitarra destilando una melancolía muy profunda que se me contagia cuando medejo llevar por la música y es inevitable para mi llorar. Continúo mi ruta citadina cuando voy hacia laPlaza Novona que esta llena de pintores, caricaturistas y tatuadores de tatuajes semipermanentes unode los cuales me realiza uno que desaparece en pocas horas y me hace perder aquel día el último busque me llevaría al albergue. Las calles que rodean a esta plaza están llenas de cafés, galerías y helade-ría con helados artesanales.

La siguiente plaza, un poco más abajo, se llama Campo de Fiori y se nota que es allí donde se reúnecierta peña juvenil. Restaurancitos alrededor y una librería con el llamativo nombre de Farenheit 451llaman especialmente mi atención. La Plaza tiene en el centro una estatua de Giordano Bruno.

VI

La Fontana de Trevi es solo eso, una fuente. Pero a la que según la tradición se ha de ir y tirar unamoneda de espaldas para regresar de nuevo a la ciudad eterna. Yo lo hice, para regresar en otra oportu-nidad espero con un poco de mas dinero. Próxima parada: Florencia.

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Florencia:Museos, museos y más museos I En Florencia hay montones de monumentos que ver. Pero en todos hay que pagar entre 6 y 10 dólarespara poder entrar. Lo que es algo “very expensive” para Cecilia, Rodrigo y para mi. Otros dos argenti-nos que me consigo en el camino que me lleva al albergue de esta pequeña ciudad italiana; y conquienes haré la ruta florentina.II Lo que hay que verLa Academia es el principal museo de esta ciudad de museos. Allí se encuentra el David de MiguelAngel, un inmenso hombre desnudo tallado perfectamente en mármol. También se encuentran nume-rosos retablos de contenido religioso que me hacen pensar que la gente antes era mucho mas fervorosaen sus manifestaciones a Dios.

La otra gran atracción, y ésta es gratuita, es la iglesia del Duome. Que ha quedado como sitio turísticodonde en realidad nadie va a rezar. Es inmensa, por fuera bicolor y por dentro sencilla pero lo suficien-temente sobrecogedora. Se trata además de la construcción mas alta de la ciudad. Lo que se haceevidente cuando se sube la Plaza Michellangelo desde la que se ve toda Florencia con hermososatardeceres.Tampoco se debe dejar de ir a la casa de Dante Alighieri, él que escribió la Divina Comedia. Allí siquieres verla por dentro tendrás que pagar “12 mille lire”. Pero si no te puedes tomar una foto desdeafuera, al lado de la plaquita que dice “Casa de Dante Alighieri”. Como hice yo, para envidia de misamigas que estudian literatura. Claro que esto es sólo una pequeña parte, pues el plano de Florenciaapunta unos 37 lugares que visitar. Lo mío son sobre todo las plazas donde no para de ver gente y tratode esquivar los contingentes de japoneses recorriendo la ciudad.

III Gracias por el BatiCada quien hace su viaje con alguna particularidad. La de Cecilia y Rodrigo es el fútbol. Ellos se hansalido de su presupuesto aquí en Florencia para ir a ver jugar a el Bati, el argentino Gabriel Batistuta,que juega aquí en el Florentina. Yo no los acompaño, pero a ellos no les ira nada mal, seria un grandio-so juego donde el Batigol haría honor a su sobre nombre marcando dos goles de tres que darían lavictoria al Florentina. Rompiendo además el récord de goleadores de la liga italiana. Los italianoscercanos a Rodrigo no dejarían de agradecerle por el Batistuta: “ como si yo lo hubiese parido”recuerda riendo.IV De Albergues.El albergue de Florencia es relindo. Esta rodeado de un bosque y todas las mañanas tedespiertan lospajaritos. Queda como a dos kilómetros de la parada de autobús pero el lugar vale la pena. Sino fuerapor que hay que irse a la cama a las 12 de la noche o el vigilante te pega unos gritos que te pueden dejarsordo. Ni mas ni menos.Tiene en todo caso 300 camas, se llama Villa Camerata y seria un lugar casiperfecto sinofuera por los que atienden.V De Florencia originalmente me iba para Bologna. Pero a las amigas de un amigo que por allí vivenno las pude contactar. Así que mi próximo destino estará nuevamente en Francia. Lyon es la ciudadescogida para llegar a Hamburgo, Alemania. Donde me esperan una tía y una primita.

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LyonLlego a Lyon a las 3 de la mañana. Luego de 15 horas de viaje. El autobús me deja en el terminal. Notengo ni idea en que dirección desde el terminal queda el albergue juvenil, pero según la guía dealbergues Hostelling, no muy lejos.Le pregunto a un vigilante y me indica mas o menos la dirección. Empiezo a caminar , primeroderecho y luego a la izquierda. Atravieso un puente para llegar a una zona de estrechas y pequeñascalles en donde no hay ni un alma. Llego a una intersección y a una subida que con mis dos mochilasencima me parece interminable, pero que según la guía es el ultimo tramo que me falta para llegar alalbergue.Finalmente abro la puerta. Se enciende una luz que me ilumina y le digo al muchacho quese encuentra: “dime que si tienes una cama” Se me queda mirando con cara de no entender nada y ledigo en mi inglés de Tarzán: “ a bed, please”. Sonríe y me entrega la llave de mi habitación. Me tiro enla cama y trato de dormir aunque sea un poco.

II Le Vieux LyonEl viejo Lyon es, lo descubro luego de pasar por la oficina de turismo, Patrimonio Histórico Mundialde la humanidad decretado por la Unesco. Es, además, la ciudad donde nació Antoine Saint Exupery,el autor de El Principito. Y es también el lugar dónde se invento en títere de Guignol. De Lyon mesorprendió su catedral en la que, como bien dice la guía, se puede ver muybien la transición del Romá-nico al Gótico. Y allí al fondo un antiguo reloj astronómico que desde el siglo XIV calcula con exac-titud la hora astronómica, la posición de los signos, las lunas y hasta el santuario día a día y que estarávigente hasta el 2019 sin equivocarse ni una sola vez Como en Europa no se puede, por más que unoquiera, dejar de ver iglesias visitoinevitablemente la Basílica de la ciudad. Sumamente sencilla porfuera, de puro blanco, pero que al entrar llama la atención todo su colorida y ostentación dorada. Desdeel parque que rodea la basílica también se puede una hermosa vista de la ciudad de Lyon. La particu-laridad que hizo de Lyon un Patrimonio de la Humanidad es que los edificios de su parte antigua datande la época del renacimiento y que buena parte de ellos se comunican entre si a través de pasadizos conlos que se puede cruzar una calle con mayor facilidad. Estos pasadizos son una característica única delas construcciones de esta ciudad francesa que según parece no se hallan en ninguna otra parte delmundo.

III Una de títeresYo además de bombero y periodista, alguna vez quise ser titiritero. De pequeño me construí títeres deguante, también algunos hechos con paletas de helados y algún intento de marioneta. Me recreehistorias que presentaba en la escuela o en m casa delante de mi papa y mi mama y siempre en compli-cidad con mi hermana. Por eso cuando me entere de que en Lyon se había inventado el títere de guignoly que además había un pequeño museo de títeres no pude evitar entrar en el y volver a mi infancia ysonreír ante cada uno de los personajes presentes en este museo. Dos museos más a los que no pudeasistir por falta de tiempo fueron el de autómatas y el del palacio de la miniatura, pues estaban cerra-dos cuando pase por ellos.

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IV Otra de AlberguesEl albergue juvenil de Lyon es una gozada, lejos de cierto aire militar que se respiraba en Roma o enFlorencia. Atendido por gente súper joven, con bar abierto hasta la media noche. donde los responsa-bles se encargan de inventar juegos y eventos para que todos compartan. Durantetodo el día además nose deja de escuchar hip-hop,Rai, Ragga y R&R que diferencian a este albergue de todos por los que hepasado.

V ¡Partida!Me toca otra vez partir, y ahora si en un viaje hasta Alemania que se espera dure 15 horas . Mi próximodestino es Hamburgo, dónde me esperan mi tía Greta y mi primita Chantal.

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Toque en Hamburgo, fuga en BerlínLlegada a HamburgoDe Lyon parto para Hamburgo con un par de choferes alemanes que no hablan ni “p” de español.Nosolamente ellos sino ninguna de las personas que me acompaña en el bus. A medida que nos acercamosal destino final el bus se va quedando solo con tres personas. En las afueras de Hannover a los quequedamos nos dicen en perfecto alemán que pasemos a una camioneta. Yo por supuesto nime entero yel chofer le pide a una chica que me lo diga en francés a ver si entiendo. No lo hago y finalmente apelaal inglés. La chica y el otro muchacho se quedarán en el terminal de Hannover, mientras que yo continuaré conun chófer hasta Hamburgo por la autopista a más de 130 kilómetros por hora y con la sensación de quecada vez que cerraba los ojos el chófer le daba aún más duro a la chola.

Una vez en el terminal miro a todos lados, tratando de descubrir algún lugar que diga: “Change,Exchage, weschel” pues no llevaba encima ni un marco alemán y necesitaba encontrar a mi tía paraque me viniera a buscar. Finalmente cambio 100 dólares, compro una tarjeta telefónica sin la que esimposible poder llamar por teléfono y en los dos números de mi tía (el celular y el de la casa) meaparece la contestadora telefónica. Le dejo dicho que volveré a llamar y que mientras me voy a almor-zar luego de más de 25 horas sin comer.

Cruzo la calle y entro un Mc Donalds donde por primera vez en quince años me como una hambur-guesa. El hambre puede más que cualquier conciencia de clase y ecológica contra los explotadoslocales y los bosques tropicales. Guste o no los fast food son lo mas barato para llenarse el estomago.Otra cosa es alimentarse. Al salir del Mcdo -así le dicen en Francia- me tropiezo con mi tía y miprimita que ya empezaban a darme por perdido al no encontrarme en el terminal y escuchar mi mensajeen el celular.II Fuga a BerlínApenas duro una noche en Hamburgo al día siguiente me voy con mi tía a Berlín. En el camino, en elautobús que nos lleva me empieza a contar: “ Esto antes era tierra de nadie”, me señala mi tía a laderecha de la autopista que nos conduce a Berlín. “Todo esto estaba lleno de lado y lado de torres devigilancia. No podían pasar los carros a mas de 80 kilómetros por hora. Y sólo podías ir derecho hastaBerlín. Era tétrico. Berlín era como una isla en la que había que pedir visa para poder llegar.

III El muroAl llegar a casa del amigo berlinés que vive en las nuevas edificaciones de la ciudad mi tía siguenexplicando: “por ahí pasaba el muro. Aunque ya no queda nada. Es increíble lo que ha cambiadoBerlínen diez años. Ninguno de estos edificios existía; era tierra de nadie”.IV ImágenesCuando pienso en Berlín ¿qué imágenes me vienen a la cabeza? Casi siempre imágenes de las pelícu-las de Wenders: grandes planos generales, tomas aéreas. También recuerdo imágenes de la tele degente cayéndole a mandarriazos a un muro todo grafiteado.

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V InmensaEs mi primera vez en Berlín y no logro de ninguna manera dimensionar esta ciudad, la siento grande,inmensa. Calles anchas y largas. Mi viaje por esta urbe será demasiado rápido como para siquieraempezar a conocerla. Me la pasaré más bien comiendo y descansando de tanto viajar. Desayunaré en“Montevideo”, mi primera mañana. De allí me tomaré un jugo en un lugar llamado “El Milagro”, paraluego dar un vistazo con mi tía y sus amigos a un par de tiendas llenas de cosas “lindas”. De allíiríamos a comer unas tortas a otro lugar del que no me acuerdo el nombre. La mañana siguiente seríaotro desayuno. Esta vez en un hermoso parque al aire libre del que saldríamos corriendo para buscarlas cosas y llegar a tiempo al terminal. Esta fue mi primera visita a Berlín. Sólo comer, hablar ydescansar. Me tocó compartir entre comida y comida con venezolanos, dominicanos que llevan añosviviendo por aquí. Pero me espera un regreso a esta ciudad. El próximo 8 de julio el célebre LoveParade tomará de nuevo Berlín. Y allí pienso estar de nuevo.

VI Retrato de un dominicanoEl se llama Francesco. Y es alemán. Aunque la verdad eso no se nota demasiado cuando habla español,ni cuando pone música en su casa, ni cuando toma ron. La música que pone es bachata y merengue ysu acento es el de un dominicano arrabalero. Defiende la música dominicana a morir -y además la bailamuy bien- y reniega de la moda de la música cubana. El ron Barceló y el Pampero aniversario llenansu despensa.Toma todas las mañanitas un buen café . Café de verdad, dominicano y no una porqueríainstantánea de Nestlé de las que suelen tomar muchos europeos.

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Imprevistos en HamburgoUna de presupuestosLos imprevistos siempre descuadran los presupuestos, más cuando se viaja en plan pobre como yo.Uno de esos imprevistos me acaba de costar unos 120 dólares. Y es que se me rompieron los lentes yno me podía permitir ver Europa en plan “borrador”. Y yo, lamentablemente cuando se trata de mislentes soy muy mal pobre.Tengo que comprarme unos que además de ser útiles sean bonitos. Y eso,claro,se paga. Me los he comprado en Hamburgo, una de las ciudades mas caras de Alemania. Otros gastosfuera de presupuesto que he hecho en el transcurso de este viaje fueron el pasaje de tren Roma-Firenze,el autobús Hamburgo-Berlin, y la noche de un hotel en Roma cuando me quedé fuera del alberguejuvenil. En total, unos 100 dólares pensados originalmente para otras cosas.

Hoy 29 de mayo cuando escribo esta nota y faltando 110 para mi regreso a Venezuela, me quedan en elbolsillo 1100 dólares. Unos 11 dólares diarios.

II Amado solEn Hamburgo el sol es un bien preciado. Los días suelen ser nublados y lluviosos. Por estos díasademás con mucho viento. Cuando sale el astro Rey se ve a los niños corriendo, jugando con pelotas ya los grandes trotando y en bicicleta para las que hay rutas por toda la ciudad. “Siempre hay que salircon un abrigo” me dice mi tía constantemente. Puede que se despeje el cielo por un momento, pero lomás seguro es que volverá a llover: “este es el clima de Hamburgo”, sentencia.III El puertoDe la mano de Maja, una simpática alemana que habla español -y mi excusa para quedarme unasemana más-, he conocido el puerto de Hamburgo. Que es sencillamente inmenso.Lleno de containers,grúas y por supuesto barcos. La guía de la lancha que nos conduce por todo el puerto va explicandoalgunas cosas que Maja me va traduciendo y explicando. Que si por aquí hubo una inundación quecopó todo de agua y por eso esas puertas para proteger esta parte de la ciudad, que si ya no se hace lacarga desde los canales sino por tierra, que si la iglesia de Santa Katharinen, símbolo de la ciudad,lleva una punta de oro reluciente que,dicen, perteneció al tesoro de un famoso pirata y que acullá estánlos containers llenos de bananos (tanto trabajo para comer un cambur) y mas allá el astillero dondehacen el mantenimiento a grandes barcos como el Queen Elisabeth.

Maja me lleva también al túnel del Elbe, que va de un lado a otro del río y tiene un largo de poco másde medio kilometro, esta totalmente bajo el agua y en donde hace mucho frío. Este túnel construido aprincipios de siglo (1907-11) es sobre todo para caminantes y ciclistas, aunque los carros pueden pasaren horario restringido ¿Del otro lado? Una pequeña plaza desde la que se divisa buena parte de laciudad y su puerto, y donde se puede tomar uno, una buena foto.IVYo no soy nada nacionalista, nunca puse en el carro una banderita con aquello de “lo nuestro es lomejor”, pero escuchar un joropo venezolano en plena plaza principal de Hamburgo hace que a uno sele remueva absolutamente todo. Y eso me paso en estos días. El cuatro lo tocaba un chileno que viviómucho tiempo en Venezuela, y el arreglo incluía una flauta transversa, maracas ,y una guitarra.V

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Quiero salir a rumbear. Llamo a Maja nuevamente y me dice que nos veamos en Hautpbahnhof Sud.Esta con unos amigos y seguro se van a un bar a tomarse algo y quizás mas tarde a bailar. Cuando llegóMaja esta ahí esperándome, pese a que llego tarde pues perdí el bus de las nueve menos cinco y nocirculaba otro hasta 20 minutos después. Primero nos encontramos con Thomas y Kyle y luego nosacercamos al resto del grupo. De lejos veo a una rubia con el pelo liso al hombro, saco beige, pantalónidem pero de distinto tono, un cuello de tortuga blanco y botines negros. Ella está de espaldas y cuandose voltea para darme la mano no lo puedo creer. Estoy al frente de Ally Mc Beal.Doy la mano porinercia a los demás y la miro a ella de nuevo. Es idéntica. Se sonríe igual, le brillan los ojos por igual.Quiero pensar que se le cae la lengua al piso al verme. Y maldigo por primera vez en este viaje nohablar nada de inglés y no haber llevado una cámara. Nadie me lo va a creer.

De la plaza en que nos encontramos nos fuimos en busca de un bar en dirección equivocada.Cuando loconseguimos fuimos a otro que estaba hasta los tequeteques y finalmente llegamos a un tercero concierto aire estudiantil y en el que termine por sentirme en un capitulo de Ally Mc Beal. Todos losamigos de Maja rondan los treinta y tantos y parece que el asunto les pesa. Hablan según me dicen denovios. Uno de ellos dice que le gusta la manera en que mi sonrisa se desborda. Cuando se entera quetengo 25, dice que con razón. A falta de saber alemán no me queda más que imaginar y cada vez quepuedo vuelvo la mirada a Carola (la Ally Mc Beal alemana) y me le quedo viendo con todo el descarodel mundo, mientras ella habla con su amiga. Me devuelve alguna mirada, quizás intrigada por tantamiradera. Se van unos primero, luego nos vamos los otros. Solo falta la rubia cantando una canciónmelancólica y los créditos de producción. Me llevan a casa.

VI indecisiónAun no decido si irme a Hannover a la Exposición Universal, si paso por Amsterdam o me voydirectamente a París. Pero los dólares han iniciado su cuenta regresiva de manera inequívoca. Comodecía el sabio de la telenovela “Por Estas Calles”, Eudomar Santos: “como vaya viniendo, vamosviendo”. “Amanecerá y veremos”, digo yo.

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Al Margen Europa y los perros Los europeos no se reproducen (tienen bajisímas tasas de natalidad) pero tienen perros por montón.Los sacan a pasear,varias veces al día los alimentan. Tienen todo tipo de servicios para estos animalesy hasta en los parques tienen lugares reservados para hacer sus necesidades. En algunos casos losperros pueden ir a todos lados incluso a un restaurante para sentarse junto a sus amos.Esta visto que eso de ser un animal por aquí parece no estar nada mal. Y el hombre es sin duda elmejor amigo del perro. Incluso más amigo que de algunos hombres.

II ¡Fútbol! ¡Fútbol! ¡Fútbol! La pasión de los europeos por el fútbol pude resultar para mi francamente insólita tanto o quizás másde lo que me parece la del béisbol en Venezuela. Leo este insólito comentario de Tony Blair el día delnacimiento de su cuarto hijo en el diario español El País: “ es una super mujer”, dice el primerministro británico de su esposa, “se las ha ingeniado para parir antes del chupinazo de final de Copa”.

III Tradiciones En Alemania (en Hamburgo) hay una tradición y es que si una mujer no se ha casado a los 30 añostiene que limpiar las puertas de sus casa (que los amigos suelen ensuciar especialmente para la oca-sión). Si es un hombre el que no se ha casado aún tiene que limpiar el ayuntamiento de la ciudad y sólopodrá dejar de hacerlo cuando lo bese una virgen. Cosa sin duda peliaguda en estos tiempos,IV La culpa la tiene el agua El asunto es así, según me explicó mi tía, resulta que el agua en Alemania es muy calcárea lo cual noes nada bueno para el cuerpo ni para la piel. Por eso los médicos recomiendan no bañarse demasiadoseguido. Y por supuesto los alemanes por eso no lo hacen . He ahí la explicación

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La ExpoI Me perdí la Expo del 92 aun cuando estaba en España. A la de Lisboa no pude ir. Y ahora que estabaen Alemania no podía perderme la exposición universal en Hannover. Esta vez no. Con esa idea en lacabeza me llegué hasta la estación principal de trenes de Hamburgo, en donde paso unos días. Allítienen precios especiales en los trenes para la Expo y tenía la oportunidad de comprar de una vez elboleto de entrada a precio estudiantil, cosa que no venia nada mal. La salida era para el día siguiente aprimera hora: 7:24 de la mañana. El regreso sería ese mismo día pero a última hora: 11:30 de la noche

.II La llegadaLa estación de tren y la Expo sólo están separadas por una larga pasarela eléctrica y unas escalerasmecánicas que conducen a la entrada oeste del recinto ferial. +Una vez allí hay que comprar la guía dela exposición o el mapa, que fue lo que hice, pues sin él es sencillamente imposible ubicarse ante tantainmensidad.

III Se hace camino al andarEmpiezo a caminar y a comprobar que en la Expo todos los países muestran su lado bonito. Lo que noestá nada mal si se considera que generalmente se conoce es su lado feo. Australia reproduce unpedazo de sus arrecifes y explica que son más grandes que Alemania entera y que además se ven desdela Luna, muestra artesanía aborigen y al final una tienda donde es posible comprar algún recuerdo.Varios de los pabellones están cerrados aún. No logro entrar por esta razón ni al de la India, Buthan,Corea o Sri Lanka. Pero si a la gran carpa blanca de Japón. Allí mediante numerosos televisores yproyecciones los japoneses explican que hacen ellos para respetar el medio ambiente y que tecnologíaestán desarrollando a tal efecto. De Japón a Singapur hay un paso y descubro que “Singa” significaleón y “Pura” , ciudad. Le toca el turno al pabellón de Nepal que es una casa abierta, toda de maderaminuciosamente tallada. Preciosa. Al frente hay un inmenso cubo azul del que cae permanentementeagua. Es el pabellón de Islandia ¿ Y qué se yo de Islandia? Que de ahí es Björk, más nada. Entro y meencuentro con una rampa en forma de espiral en cuyo centro hay un espejo de agua sobre el que seproyectan imágenes y cada tanto un inmenso chorro de agua se dispara hasta el techo.Cruzo la calle yme tropiezo con un pedacito de latinoamérica: el pabellón de Colombia que guarda dentro de sí unadiminuta parte del Museo del Oro de Bogotá que deslumbra a todo el que por allí pasa y al salir sepuede tomar, por supuesto, un exquisito Café colombiano.

IV El desencuentro Ya termina esta avenida por la que camino. Estoy a punto de llegar a mi meta, cada vez más cerca dela inmensa “mata” que es el pabellón de Venezuela diseñado por el arquitecto Fruto Vivas. Veo unashermosas mujeres vestidas con un liqui liqui totalmente azul en la entrada. Me acerco, la puerta estácerrada. Y preguntó qué cuándo van a abrir. Me dicen que la semana que viene, que hoy (08-06-00)está cerrado. No lo puedo creer, maldigo a quién haya que maldecir y me voy caminando al pabellón deMéxico, en donde me siento como en casa y que además es una gozada de imágenes y animacionestridimensionales que recuerdan la cultura azteca, la religiosidad española y termina recordándonosque en América todos somos hombres de maíz.

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Luego de México, mi viaje continuaría en el hall 21 donde están el resto de los pabellones latinoame-ricanos. Allí vale la pena destacar al de Brasil cuya propuesta es un exquisito viaje por los sentidos :caminar sobre maíz , escuchar la más variada música local o recostarse sobre paredes de varillas que sevan ajustando al cuerpo. Al de Uruguay donde un chaman guaraní ofrecía sus servicios a quién estu-viera dispuesto y el de Argentina :una plazoleta con un bar en el que dos bailarines mostraban sus dotesen el tango. Centroamérica estaba toda juntita, así como el Caricom. VMe doy cuenta que de continuar escribiendo esta historia así , se me puede volver infinita . Así, que lodigo de una vez no fui al inmenso pabellón de Canadá ; por que había mucha cola, ni al de Alemania allado del cual el de Canadá se quedaba minúsculo. A las 7 de la noche y sólo con un pedazo de pizzaencima mi cuerpo no daba para mucho más . De Europa solo recorrí el de España donde un grupotocaba flamenco, el de Italia donde mostraban un montón de carros, y yo tengo que decirlo esperabamucho más. El de Letonia me dió una sorpresa mayúscula pues en uno de los carteles que explicabanla historia del país decían con todas las letras que ellos habían sido el primer país en separarse: “delimperio del mal”(sic), y evidentemente no se refería a Darth Vader y compañía .

VIMi mirada más que a los países europeos estuvo dedicada a Asia y África continentes de los querealmente sabía muy poco. Por qué en realidad más allá de los clisés y las malas noticias ¿qué sabe unode esos países? El primero con el que me tropecé luego del latinoamericano fue con el salón 26 dondese hallaba buena parte del continente asiático. Y con toda la suerte que en el espacio de Indonesia seestaban realizando a esas horas unos bailes y se tocaba una música que me mantuvieron encantadosdurante largo rato. Pero la caminata continúo tratando de conocer varios países islámicos. En otro pabellón los africanos mostraban lo que tenían que mostrar: sus artesanías, su naturaleza ysu músicas. Con tambores que inevitablemente se me hacían familiares.O viendo el pabellón ruso quemostraba una inmensa maqueta de San Petersburgo (Leningrado, para los nostálgicos) que recordabala gloria perdida y mostraba un pedazo de los últimos vestigios de la URSS: La estación espacial MIR.

VII Lo que me perdí No vi a Santana que tocaba esa noche en la Arena de la Expo, no pude tampoco rumbear en la DiscoFun 2000, ni en el Beat Box. Me perdí de los conciertos matutinos del pabellón de Planet M de lamultinacional Bertelsmann y muchos de los múltiples eventos en los pabellones de cada país. Con unsolo día se puede pasear por toda la Expo, puede uno más o menos ver los pabellones de cada país eincluso los parques temáticos. Pero es casi imposible disfrutar de la mayoría de los espectáculos que seestán sucediendo a lo largo de toda la jornada. Con todo, pude ver parte del espectáculo que con agua,imágenes y luces que cierra cada noche la Exposición Universal. Aunque casi estuvo a punto dedejarme el tren.VIII Una vez de vuelta en Hamburgo, ya estaba decidido, mi próxima parada sería Ámsterdam en plenofuror de la Eurocopa.

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AmsterdamI schüb AlemaniaSalí de Alemania habiendo aprendido algo de alemán. Unas pocas palabras que mi primita se encargóde apuntarme para que luego con el tiempo no se me olvidarán: Danke schön (muchas gracias) ; Ubahn(o sea Metro); Nein (que significa no); Ja (que se traduce como sí); Eingang (entrada); Ausgang(salida, obviamente); Hautptbahnhof (estación central),Von (que se traduce como «de»), und (que es«y»),, la expresión Das gibt’s doch nicht (¡no lo puedo creer!), Kein problem (ningún problema),schüb(adiós) y la más utilizada: Scheibe (que significa mierda).

En el autobús que me llevó a Amsterdam me pidieron por primera vez en todo el viaje el pasaporte.Quiero decir una autoridad. El autobús lo pararon en una frontera, nunca tuve muy claro cuál, y subie-ron unos militares, muy decentes ellos la verdad, pidiéndole el pasaporte a todo el mundo. Nada debajarse, todo ahí sentaditos en el autobús.

II primeras impresiones Se dice Amsterdam y las primeras tres cosas que vienen a la cabeza casi con certeza serán: los coffeShop, el distrito Rojo y el museo de Van Gogh. Alguno también recordará al equipo de fútbol holandésy al movimiento Provo. Cuando salí del Metro luego de haber llegado en autobús a un terminal algoperiférico quedé sorprendido. Agradado más bien. Pequeños edificios, amplias aceras y un sin numerode bicicletas circulando por la ciudad. No me fue difícil hallar el albergue, conté con la colaboraciónde un par de holandeses que amablemente me guiaron. Una vez allí descubrí que aún no había vistonada en materia de albergues juveniles con estilo militar. Me tocó compartir un cuarto con 24 camas. Ya cada uno nos entregaban una llave para nuestro armario particular. Pero para hacerle justicia alalbergue estaba abierto las 24 horas, tenía gente muy simpática atendiendo y el Happy hour de cervezaHeineken era bien agradecido por los visitantes. El Amsterdam al que llegué estaba todo «pintado» deanaranjado, el color de la selección de fútbol holandesa que era aupada por todo el mundo . El naranjaestaba en la ropa de las tiendas, en los banderines de la calle, en el ánimo de la gente. La ciudad, una delas sedes este año de la Copa de Europa, rebosaba también de turistas.

III Las bicicletasHabía visto muchas bicicletas en Hamburgo, o eso creía yo. Nada como la cantidad que circulan porAmsterdam donde todo el mundo parece tener una y la usa. Es hermoso ver a gente de todas las edadesmontar bicicleta a toda hora. Con unos mexicanos con los que recorrí parte de la ciudad llegamos a unaconclusión: las bicicletas son todo un índice de la sociedad en que se vive. Ni ellos en el DF, ni yo enCaracas podríamos montar una bicicleta para uso diario. Mucho menos dejarla por ahí con una simplecadenita. Poderlo hacer habla mucho de la tranquilidad reinante y además tiene un beneficio adicional:todo el mundo tiene unas muy buenas piernas.

IVLos Coffee Shop Están ahí y tienen el denominador común de ser oscuros, con poca luz. El FAQ(Frequently Answer and Questions, Preguntas y respuestas frecuentes) del albergue juvenil lo aclaramuy bien. En Holanda la droga no es legal,sólo es tolerado el consumo y posesión de una pequeñísimacantidad de la que se suele llamar blanda, por añadidura en el albergue no se puede fumar. Los coffe

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shop están por todos lados y a veces me parecen sobre todo un reclamo turístico.

V Los MuseosEn Amsterdam fui a dos museos: el de Van Gogh y el del Sexo. En el primero me enteré de tres cosasque no sabía: que Van Gogh más que un pintor apasionado era muy cerebral, que sus múltiplesautorretratos no se debían a un asunto de egolatría o a que tuvieran una fijación con el mismo sinosencillamente no tenía dinero para pagar modelos y que sus famosos Girasoles los pintó para decorarsu casa. En el Museo del sexo, vi mucho sexo. Y todo el tipo de ocurrencias que a los humanos se noshan ocurrido: cuadros, barajas, afiches, herramientas, juegos, fotos desde los inicios de la fotografíahasta ayer, películas, esculturas fálicas, cabinas, todas las maneras posibles de hacerlo y por supuestouna pequeña historia del Distrito Rojo de Ámsterdam.¿Qué más se puede pedir? Si, claro,pero para esoestá el Distrito Rojo.VI El Distrito RojoTengo que confesar que esperaba más atrevimiento en el Distrito Rojo. Yo pensaba que las mujeres semostraban desnudas en las vitrinas, y resulta que no. Algunas en ropa interior, otras con ropa quepretende ser sensual y hasta en jean. Pero el asunto sigue siendo impresionante porque claro,todo elmundo las ve. Ellas te llaman a veces desde las vitrinas o esperan que alguien se acerque a negociar.Mientras tantos posan para los curiosos y para los que se atreven bajo unas luces siempre rojas. Ah yno se puede tomar fotos, porque el flash las espanta. Como a las vampiresas.

VII Amsterdam fue una ciudad que disfrute caminar, pasearme por sus numerosos puentes fue todo ungusto. Recorrer sus pequeñas calles, su mercado de flores lleno de semillas , de tulipanes de madera yde verdad, su bullicio en la zona mas turística y su pasmosa tranquilidad en otros lados. Y claro, unavez más sus bicicletas. Mi siguiente parada será París.

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Tan linda ParísI En busca de MirandaLo primero que hago al llegar a París es buscar el Arco del Triunfo en los Campos Elíseos. Allí trato dehallar a Francisco de Miranda entre tantas hileras de nombres. Pero no lo logro encontrar. Hace 15años cuando vine por primera vez a la ciudad luz, si que lo ví. Está grabado en mi memoria el recuerdode el dedo de mi papá señalándomelo.II En la ciudad de la modaLos dos primeros museos que visito son los de la moda y la publicidad. Una gozada. El de Marsellaque había visto también sobre el tema es minúsculo cuando se ve este. Toda la ropa del mundo quenunca compraré. Ropa para niños, mujeres, hombres. Llama mi atención también el nombre de unadonante venezolana que se repite a lo largo de la exposición. Se trata según dice la información de lahija de un presidente venezolano apellidado Gómez. A falta de presidentes con ese apellido supongoque se trata del dictador Juan Vicente Gómez. Por lo menos es bueno saber que con los reales del paíspromovía el intercambio cultural.III ...y del amorEn los pasillos del Museo Rodin me encuentro a Ingrid. Una venezolana que hace un postgrado enMéxico y que ha venido a Francia a mejorar su francés con unos cursos que dicta la Alianza Francesa.Ella tiene toda una teoría sobre porque París es la ciudad del amor: « Es que todo es tan lindo» –dice-que cuando ves algo, provoca abrazar a alguien y decir: mira que lindo « Ella no tiene a nadie quienabrazar y yo tampoco.IV París es una fiesta... de la músicaLa Fête de la musique toma París cada 21 de junio. Allí uno puede perseguir los conciertos masivoscomo el de Oasis en la Plaza de la República o el de Raï frente a la Asamblea Nacional. O buscar, comohice yo los toques en las esquinas, en los bares, y en toda la calle. Aquí un Dj mezcla hip hop y unosfanáticos bailan break dance. Más allá, en Notredame, una misa gallica anima a la gente y en plenaPlaza Saint Michel retumban no los gritos de los estudiantes sino los tambores africanos que hacenbailar a unos pocos pues la mayoría se queda en el piso fascinado. En otra esquina un grupo de rocktoca temas propios y acepta solicitudes. En un camión por el bulevar La Trouppe del hip hop le mueveel piso a más de uno mientras cantan desde su camión. Y el tiempo pasa, y la gente se va multiplicandoen este día infinito en que no llega la noche. Yo me dejo llevar.V Entre una Crêpe y la Eiffel Antes deirme a París con lo poco que me queda de los 100 dólares que presupuesté para esta ciudad tengo queelegir entre comer una Crêpe o subir a la Torre Eiffel. Me subo a pie por las escaleras, sólo hasta elsegundo piso. Porque no hay escaleras hasta el tercero, menos mal.

VI Me perdí el museo del Louvre, porque me enfermé. Pero si fuí al Museo de Orsay que no conocía ytambién al de Rodin. Caminé por los jardines de las Tullerías y los del Palacio de Luxemburgo endonde me provocó quedarme por horas. Me eché también en las fuentes de la entrada del Louvre y medi cuenta que París es la ciudad más multietnica y cultural que he pisado en Europa. El asunto se sientepor todos lados. Lástima que el metro no tenga aire acondicionado.VIIMi próxima parada es nuevamente Barcelona. Allí haré lo posible por extender mi estadía de maneralegal en Europa, o por lo menos irme para Marruecos o República Checa con las mismas perspectivas.Me queda poco tiempo. No más de diez días.

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Nueve horas en Zurich (y 34 en bus)I RetornoEstoy de regreso en Barcelona por unos días. Trato de averiguar a que país fuera de la Unión Europeatengo que ir para que me sellen el pasaporte y así volver a entrar como turista 3 meses más hastaseptiembre. De lo contrario seré un ilegal los próximos meses.+

II fortunaDagmary es una venezolana que re-conozco por aquí. Caminamos por la playa de la Barcelonetarumbo a los cines de la Villa Olímpica. Derrepente yo me detengo, miro en el piso unos papelescoloridos que parecen dinero.Miro a los lados, no vaya a ser que alguien esté jugando conmigo. Llamoa Dagmary y recoge los billetes. Son quince mil pesetas, casi 100 dólares allí tirados. Se armaron unoslimpios.Está de más decir que esa noche nos los rumbeamos de bar en bar por el Barrio Gótico. Paramos a las3 de la mañana cuando cerraron todos los bares. Y aún así nos quedó dinero.Al día siguiente a ella le esperaba un día duro: Figueres, Cadaqués y Madrid en un mismo día (todo seapor Dalí). Ahora anda diciendo que es «la mujer de hierro del 2000». Ya lo creo, yo me levanté almediodía.

II El procesoMe fui a la oficina de extranjeros de Barcelona y las colas me parecieron interminables. Nunca conse-guí la misteriosa puerta cinco, donde daban la información y cada vez que llamaba por teléfono repica-ba sin recibir respuesta. El consulado marroquí estaba lleno de marroquíes. Al parecer por estasfechas todos se van a sus tierras de manera masiva. Allí la gente no hablaba sino gritaba. Yo sólorepetía a quién me oyera:»lo único que quiero saber es si los venezolanos necesitamos visado». Nadieme respondió.El consulado de Chequia lo cambiaron de lugar por eso ahora está en otro lado. Pero cuando fui notenían material. Les llegará según me dicen dentro de unos días. Demasiado tarde para mi. Un amigome da una idea «¿por qué no Suiza? Están fuera de la UE y seguro te sellan el pasaporte». Llamo alconsulado y me dicen, ¡Bingo!, que los venezolanos no necesitamos visado hasta por tres meses. Enseguida me voy al terminal de autobuses y reservo mi pasaje para dos días después.

III La reina de la carreteraEl autobús que me ha tocado es de lo más cutre, kitsch o almodovariano, si prefieren. Lo conduceManolillo y él gusta bromear y meterse de buena manera con la clientela. Pone la música como paraque todos la escuchen y cuando le gusta mucho la sube más. Nadie dice nada cuando suena la balada:«corazón, que le has hecho a mi corazón», ni cuando Ana Gabriel y Juan Gabriel cantan rancheras.Llegamos a Zurich escuchando a ABBA. 17 horas después de haber salido de Barcelona.

IV en la calleNada más llegar me voy hasta el albergue que está algo retirado del centro. La chica que me atiende medice que no hay plazas. «Is full?» repregunto yo. «Yes, I’m Sorry» me responde ella. Se me sale decirmierda en alemán y ella repite nuevamente que lo siente. Le pregunto si hay alguno cercano y me diceque vaya nuevamente al centro y pregunte en el Tourist Information Center. Y para allá voy a compro-

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bar que quedarme en Zurich era un suicidio para mis bolsillos y decido regresarme esa misma noche.Y empiezo a caminar por la ciudad.V Su-i-za¿Qué se yo de Suiza? Que allí hacen chocolate, los relojes y todo tipo de sopas en polvo. Sé que de allíera Heidi. Y que en Zurich quedan los principales bancos suizos que son famosos por su secretobancario. Ahora sé también que tienen el reloj más grande de Europa y que Zurich se considera asímisma como una «pequeña gran ciudad». Me pareció que también hay un montón de latinos pues elespañol lo logré escuchar en diversos lugares del centro. Y no me pareció que fueran turistas. Conocíalgunas de sus callecitas y todo su centro que es sumamente comercial. Si por las tiendas se conocenlas ciudades aquí se nota que hay dinero. Me sorprende también encontrarme en cada esquina delcentro con tríos y cuartetos de violinistas, sombrero en mano (o en piso más bien).

VI Clandestino por no llevar papel El regreso a Barcelona lo hice en el mismo bus, con el mismoManolillo que para variar el menú musical, esta vez se dio duro con el flamenco.¿El pasaporte? Enblanco, sin ningún sello de salida o de entrada a la comunidad europea. Desde el próximo miércolesestreno ilegalidad.

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¡A por España!

I Crisis de alojamientoLuego de regresar a Barcelona me he encontrado con una crisis de alojamiento. Por diversas razoneslos amigos con quienes contaba para alojarme no pueden hacerlo. Me quedo una noche en el cuartelgeneral del grupo Somaraza en el Barrio Gótico, y dos más en casa de otra amiga. Tengo que decidirrápidamente que hacer.

IIDecido Contra toda lógica decido largarme de Barcelona. Me quedan, en principio, tres meses enEspaña y por mucho que me guste Barcelona sería un desperdicio pasarlo sólo aquí. ¿Por qué contratoda lógica? Por que me quedan sólo 500 dólares de los cuales pienso gastar 200 para un abono de trenque permite viajar por toda España. Por lo que sólo me quedarían 300 dólares para sobrevivir un mes.Eso, sin contar que al regresar a la ciudad condal me quedarían aún 2 meses por el viejo continente.

III Imprecisiones He descubierto que me gusta la imprecisión caribeño-latinoamericana. La manera como usamos elahora, el ahorita y el ahoritica. Los múltiples significados del adjetivo sabroso. Sabroso es la comida,pero también la música y hasta una mujer o un hombre pueden ser sabrosos. Nuestra imprecisión conel tiempo se me hace necesaria en el mundo en que vivimos esclavizados al reloj. «los hombres grises»diría Ende, nos han robado el tiempo lúdico. Cada vez hay menos tiempo para pensar o para soñar.Vivimos, creo, en una inercia cotidiana.Saber vivir en la incertidumbre es nuestra mejor arma. Laincertidumbre es una idea que no comprenden los europeos. Les es extraña.

IV Barcelonadas La playa de la Barceloneta parece por estos días una gran parrillada. Durante todo el día hay gentetostándose con el sol. El calor agobia en Barcelona. La humedad hace sentir el aire denso y de vez encuando alguna nubecita también es celebrada. Las Ramblas están más llenas que nunca de gente.Sobre todo turistas que caminan de la estatua de Colón a Plaza Catalunya y viceversa. Hay nuevasestatuas humanas y artistas por todo lo largo. Se ve algún que otro artesano que no estaba allí y semultiplican los predictores del futuro: se leen las cartas del tarot, la mano y el iris. También allí mismose puede consultar a un brujo para que «amarre» a la mujer o el hombre de tu vida. En Las Ramblas hayde todo y para todos. Es un largo paseo por la vida misma, por la gente misma.

V BarcelonautasPlaza del tripi (George Orwell, es su nombre oficial) a la 1 y media de la mañana. Un par de italianosy de italianas a los que me conseguí y pasee por el Barrio Gótico llegan a la conclusión que Barcelonaes una de las ciudades más lindas que han conocido. Un gringo, de Iowa para más señas (dónde sólohay vaquitas según él), dice también que sólo puede vivir en dos ciudades del mundo: Nueva York yBarcelona. De momento se ha quedado con Barcelona donde tratará de montar un negocio web. Meconsigo a un amigo venezolano que tiene dos años aquí. Estudiando, haciendo un doctorado. Yo no loveía desde hace tres. El junto con otros venezolanos y catalanes ha montado una plataforma de solida-ridad con Venezuela a raíz de la catástrofe diciembre del 99 Y en eso anda, construyendo lazos entre el

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pueblo catalán y el venezolano. Y claro poniéndole el empeño a su tesina. El dice que es de los que seregresa, que aquí no tiene nada que buscar. Yo, me he perdido el último tren que me llevaba alpueblito donde dormí anoche. Estoy varado en Barcelona. Demasiado tarde para que me aloje alguieny con pocas posibilidades de alquilar una cama: «no vacancy» dicen todas las puertas de los alberguesy pensiones cercanas a la zona.

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Tarraco, Valencia y Sevilla

ICon unas magdalenas y un vaso de leche achocolatado en el estomago tomo el tren que me lleva aTarragona. Mi primer destino en mi recorrido de un mes por España.

II Una de romanosTarragona, llamada originalmente Tarraco fue la capital de la provincia romana de Hispania y porsupuesto tiene un montón de piedras que ver.Salgo de la estación de tren con mal pie. Subiendo unasescaleras que van a parar a la Nova Rambla resbalo y mi dedo índice empieza a sangrar a borbotonesy pregunto por una farmacia. Por varias de las que paso están cerradas a esa hora. Son las 2 de la tarde.Me paseo por la catedral de estilo románico, semiabierta pues está en restauración y por el claustro queestá abierto al público. También veo un pedazo del circo romano. El resto está bajo unos edificios. Noentro al foro romano pues hay que pagar y el bolsillo no anda ahora para esos vaivenes.Al final de la rambla, que termina en un acantilado que da al mar la gente se reúne a tomar heladospara refrescar. La temperatura ronda los 30. Tomo una sola foto. Nada romano ni de iglesias. Sino todauna pared de un edificio pintado con rostros que me recuerdan los títeres de polichinela.

III Valencia sin «fallas»Antes de salir a Valencia que será mi segundo destino compro unos inmensos y jugosos melocotonesque constituirán mi cena. De Valencia yo no sé mucho sólo que de allí es Joanot Martorell quiénescribiera Tirant Lo Blanc, equivalente a El Cid pero para la lengua catalana y de cuyo texto Cervantesdijera que era la mejor obra de caballerías jamás escrita.Llego a Valencia demasiado tarde como paracualquier cosa. Entro en un par de pensiones y están llenas y no tienen camas. Por si fuera poco cargoencima menos dinero del que suponía tan sólo 1 mil 500 pesetas que difícilmente servirán para pagaruna noche.Decido entonces ponerme a caminar para matar el tiempo hasta que llegue el día. Regresoa la estación de trenes cerrada ya, pero a cuyas puertas un grupo de viajeros jóvenes duerme. Me sumoal grupo e intento dormir también.A las 6 de la mañana los vigilantes nos despiertan, van a abrir laestación. Me he ahorrado el pago de una noche de albergue.

Con una muy esculpida fachada, lo que más me impresionó de esta catedral fue que dieron la misa enlatín. Como dato curiosos aquí se conserva un cáliz que según la tradición podría ser el mismo queJesús usó en la última cena. No subí al Miguelete, la inmensa torre que domina la catedral, pero sí auna de las puertas por la que se entraba a la ciudad cuando estaba enmurallada. 40 grados de calor conhumedad paralizan a cualquiera. Me fuí a un parque y me eché en un banco por 2 horas. Para levan-tarme sólo para cambiarme a otro banco. Cuando me levanté de nuevo fue para irme a la estación.Pasaron varias horas más, antes que me tocara irme. Por primera vez en este viaje por España dormí, bastante incómodo y en clase turista, pero todo unlujo comparado con la cama de mi noche anterior. Tenía de vecinos a un señor que no paraba de hablar.Y, además, a todo el vagón le daba por salir al pasillo. Aquello, como bien apuntó alguien, parecía LasRamblas

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.IV Te ví... en Sevilla Mira que cruzar el charco para terminar prendado de una venezolana.Sólo me pasa a mi . Pero así sonlos asuntos del cardíaco: absolutamente impredecibles. Me pasó en Sevilla. A ella, me la tropecé en lacatedral y subimos juntos las rampas de La Giralda. Y nos emborrachamos y comimos tapas. Que alfinal nos salieron gratis. Y en la noche nos bajamos casi solos una botella de ron Gran Reserva. Casisolos porque Beatriz, Raquel y Mathew también hicieron lo suyo. Beatriz y Raquel son uruguayas.Mathew es gringo; y con ellos 3, además de la chica venezolana, compartí un cuarto de hotel. Y larumba de esa luna, cuando caminos por un lado y otro del Guadalquivir buscando flamenco primero ymarcha después. Terminé esa noche borracho y hablando en inglés.

Al día siguiente cada quién tomaría de nuevo su camino. Las minas uruguayas se irían en bus paraGranada. Mathew se quedaría un día más a esperar a un amigo. Y ella, «la niña de mis ojos», se iría aMadrid para tomar un tren que la conduciría a hasta su historia de Lisboa. Se llevaría consigo ademásde su mochila de 60 kilos, un pedazo de mi corazón.Yo, mientras tanto tendría que resolver como pasaruna noche más en Sevilla sin pagar alojamiento. Pues no pude conseguir un tren que me llevara a mipróximo destino. Todos estaban llenos.

Con las chicas uruguayas quedó pendiente tomar un poco de yerba mate. Espero que lo hagamos mástemprano que tarde en Caracas o Montevideo.Los huesos de Colón En la catedral de Sevilla están loshuesos de Cristobal Colón y de su hermano Fernando. Allí hay un inmenso sarcófago en el que sesupone que están sus restos. Se supone, porque aun cuando fueron llevados allí luego de la indepen-dencia de Cuba de España en 1898, nadie lo puede garantizar, pues después del traslado se hallaron enSanto Domingo (República Dominicana) otro ataúd con las iniciales de su nombre y rango. Y claroahora nadie está seguro donde se encuentran de verdad. También me vi el Alcázar, la Torre del Oro yel Guadalquivir.

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España a Todo trenISalgo del centro de conexión a internet en el que pasé mi última noche en Sevilla hacia el terminal detrenes. Mi salida sería a la 8:05 de la mañana hacia Alcázar. Un pueblo en un lugar de La Mancha queme serviría para hacer una conexión hacia Madrid. Y desde la capital Española hasta Santiago deCompostela. Ese día lo pasaría prácticamente entero entre un tren y otro. Unas pocas horas en elparque El Retiro de Madrid servirían para descansar el cuerpo.

II El lado oscuro del CorazónEstoy sentado en un café de El Retiro, tomándome una horchata de Chufa (una especie de Chicha). Seme acerca un tipo, vestido de rayas blancas y azules. Con la barba igualmente toda blanca. Pon unahoja sobre la mesa y dice: «poesía a voluntad». No lo puedo creer. Me está vendiendo poesía, como enla película de Subiela, «El lado oscuro del corazón». Por el atrevimiento le doy 100 pesetas.III Santia-go y la Catedral A Santiago voy en busca del recuerdo de la Catedral. Estuve allí cuando tenía 11años. Por eso lo primero que hago al llegar a la ciudad es buscar esa iglesia. Me pierdo un rato, hastaque por fin doy con la ruta de la parte vieja de la ciudad. Subo unas escaleras y allí está. Inmensa,imponente, la catedral de Santiago de Compostela. Se supone que allí están los restos del apóstol. Soyde los primero en entrar, todavía no está llena de peregrinos. En unas horas será casi imposible entrarcon tranquilidad. Al entrar a la iglesia hay una tradición: la de poner la mano en un columna que estáen la entrada y darse unos golpecitos en la cabeza. Yo la verdad no la cumplo, no soy peregrino, nitampoco creyente. Luego de visitar la Catedral, sólo me queda dar vueltas por el centro hasta que seacerque la hora de irme, para Madrid nuevamente y desde allí a Granada. De nuevo al sur. Destino laAlahambra.

IV Certificado de visita La librería Vetusta en Santiago de Compostela ofrece un par de servicios muy particulares y especia-les: “ante la crisis del libro, a peseta la página. Sólo vendemos libros enteros”. El otro servicio es paraaquellos que necesiten una prueba “certificada” de que se pasó por Santiago y especialmente por lalibrería : una credencial sellada y firmada.

V Compañera de ruta En el tren que me lleva a Madrid conozco una hawaiana, Wendy Miyake es su nombre. Es la mar desimpática, habla español que ha venido a estudiar en Salamanca. En su país ella es profesora de litera-tura inglesa. Pero dice que le gusta más el idioma de Cervantes porque es menos cortante que el inglés.Y entiende más a los latinoamericanos que a los españoles y dice que a los gallegos casi no les enten-día. Promete regresar el año entrante para conocer Andalucía y Barcelona. Me dice que en EE UU loúnico que vale la pena es un pedacito de California donde se puede tomar vino gratis y San Francisco.Me asegura antes de despedirse que Hawaii no es como lo pintan las series gringas. Que lo que menoshay son los rubios tipo Baywatch. Al llegar nos tomamos un café para despertarnos y nos despedimos.Otro día más caminando por Madrid. Me pregunto por que no hay rutas directas entre el norte y el surde España. Porque siempre tengo que pasar por aquí. En el tren hacia Granada me toca el viaje con unpar de holandesas (Sara y Sarannah) que hablan español y con un costarricense (Cesár). Los doshacemos lo imposible por sacarle conversación a las dos chicas. Pero ellas, muy cortésmente, les va

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entrando sueño lentamente. Nosotros seguimos hablando un rato y nos dormimos hasta llegar a Grana-da. Una vez en Granada el tico y yo caminamos con las dos holandesas un rato más. Desayunamos yellas se van a casa de una amiga. Nosotros al albergue juvenil de la ciudad.VI La Alhambra y elGeneralife Vine a Granada a ver La Alhambra, el Generalife, los palacios. Son de entrada los jardinesmás hermosos que he visto en mi vida. La arquitectura también asombra por sus cuidados detalleshechos en yeso. Sí el palacio del Alcázar en Sevilla ya me había impresionado, apenas tengo palabraspar describir lo visto en los palacios Nazaríes. Sólo sé que en lugares así realmente provoca vivir.

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Un Domingo en San Sebastián

I olores nostálgicos El pasaje a San Sebastián salió más caro de lo esperado. Tuve que abonar para la reserva del pasajemás de las 500 pesetas a las que ya estaba acostumbrado; con el problema que para ese momento mequedaban tan sólo cinco mil sin contar los 150 dólares de la reserva.

Llegaba a Donostia en la mañana de un domingo. Y como en todos lados todo estaba cerrado. Antesde las 10 de la mañana no habría la oficina de turismo. Así que empecé a caminar por mi cuenta. Ycuando lo hacía hacia el mar y por el malecón sentí un olor familiar: el de las aguas de la Atlántico quebaña las orillas de esta ciudad vasca. Sonará insólito, pero el mediterráneo al sur de la península es unmar sin olor. El Atlántico me recordaba los olores de nuestro mar Caribe.

La caminata por el malecón, me hace evocar a La Habana. Esa evocación se la debo a una amigacubana de Santiago de Cuba que cuando caminaba por allí se volvía melancólica. Yo de este lado delmundo he empezado a extrañar algunas cosas de casa. De mi Venezuela compleja y querida. Pero estoyen San Sebastián, en el País Vasco y tengo que ver . Y veo: el mercado de la Brecha está cerrado, elbulevar que le sigue generó en su tiempo toda una polémica, según dice la guía que me han suministra-do, entre quienes lo querían y los que no.

Por la calle Narica se entra a la parte vieja de la ciudad con callecitas estrechas llenas de barcitos quepor ser domingo están todos cerrados. Cuando paso por la Plaza de la Constitución por primera vez loúnico abierto será un estanco donde venden también prensa, pero horas después estará llena de gentesentada en sus mesas y sillas al aire libre. Los números de los balcones recuerdan que esa plaza enalgún momento sirvió para las corridas de toros y los sitios eran alquilados. A las iglesias que meencuentro en el camino también entro aunque por poco tiempo. He visto tantas iglesias en todo estetiempo que es raro que alguna me diga algo nuevo.

II Playa la Concha Camino alrededor del ayuntamiento de San Sebastián que tiempo atrás fue la sede de un casino yaún (al menos por fuera ) conserva su esplendor. Más allá en un Tio Vivo niños solos y otros con suspadres montan caballos de fantasía al ritmo de las canciones de los payasos Gaby, Fofo, y Miliky. Unasescaleras y la playa de la Concha . A cuya espalda hay numerosos edificios que recuerdan la época enque San Sebastián era un balneario: Residencias glamorosas, venidas a menos y que por momentos meparecen fantasmales.

III Vía Madrid La próxima parada será Madrid, de allí a Barcelona otra vez y no Córdoba como pensaba en princi-pio. Decido que lo poco que me queda del dinero he de usarlo para agilizar mi regreso a Caracas. Meperderé la Mezquita de Córdoba que quería ver de nuevo. Otra vez será. No está mal que queden cosaspendientes. Porque entonces queda pendiente también volver.

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En el tren que me conduce a Madrid me toca compartir literas con un grupo de mexicanos que apenasinician su viaje por el viejo continente. Ellos han estado viajando con una de las modalidades del Eurorail. Pasamos parte de la noche conversando sobre las diferencias entre los latinoamericanos y loseuropeos. Su próximo destino luego de Madrid por unos días, será también Barcelona.

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Se acabó lo que se dabaI Otro Día en el terminal de Madrid y de allí nuevamente a Barcelona. A la ciudad Condal llego sintener claro donde voy a dormir esa noche. Llamo a una amiga y me dice que sí pero sólo por tres días.Los amigos del grupo venezolano de rock Somaraza también me ofrecen su hogar por unas noches. Hevuelto a Barcelona esta vez con la firme convicción de resolver mi regreso a Caracas. Voy a una de lasdos sedes de la agencia de viajes estudiantil para ver la posibilidad de cambiar la reserva del pasajepara los próximos días. Hago una vez más una espera de varias horas (siempre están llenas) . Cuandome atienden me dicen que si hay fecha disponible pero como son las siete de la noche cuando llamana la línea aérea ya han cerrado por ese día. Tendré que regresar al siguiente bien temprano. Estoy feliz,por fin tengo una fecha más clara de regreso, en los últimos días en Europa sentí ya que estaba sobran-do. Ya no me divertía y para mi las vacaciones son un asunto de placer o no son.

Madrugo bien temprano estoy en la agencia como a las 10 de la mañana. Todavía no han abiertocuando llego así que me toca esperar. Abren las puertas y luego de un ratico mucho menor que el díaanterior me atienden. El panorama al parecer ha cambiado. Hoy ya no hay pasajes por mi línea. Sólotengo según me dicen una opción comprar un nuevo pasaje sólo ida. Pero hay un problema: solo mequedan poco más de cien dólares y el pasaje cuesta unos cuatrocientos más los tramites y los impues-tos. Salgo de la agencia derrotado de ¿dónde saco yo 300 dólares?

De una amiga del alma. La llamo pero cuando me atiende lo primero que me dice es que le hancortado la luz. Le pido que llame a la agencia de viajes venezolana donde compré el pasaje para queallí haga unas preguntas. Luego le envío un correo electrónico donde le detallo mi situación. De todolo que le explico no entiende nada, pero si lo fundamental. Necesito dinero y muy pronto. Ella y otraamiga me envían la plata, lo más rápido que pueden. El viernes en la noche me la paso rumbeando conla gente de Somaraza, me trasnocho y me conecto a las seis de la mañana a la internet. Pego un grito defelicidad al leer que ya mi dinero ha sido enviado. Lo cobro, espero un buen rato nuevamente en laagencia y compro por fin mi pasaje de regreso. Esta vez será por Madrid, con parada en París y de allía Caracas.

Antes del fin El sábado en la noche duermo en la casa de la gente Somaraza. El domingo en la mañana desayunoarepas con diablitos cocinadas por Robert, el baterista de la banda. A eso del mediodia me voy conMiguelito, el percusionista a revisar el correo electrónico.Horas más tarde estaré comiendo mi ultima cena catalana. Me despiden en la estación de tren que mellevará a Madrid para estar el martes en la tarde sintiendo el calor de Maiquetía. Ya habré llegado aCasa. Se acabo lo que se daba.

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Cómo viajar barato

Todo el mundo me pregunta: “¿Cómo hiciste para viajar por Europa 4 meses? La respuesta, la fór-mula para mantenerse en Europa tanto tiempo es en primer lugar tener amigos. No tienen incluso queser amigos de uno, también valen los amigos de amigos: luego viene también muy bien ser menor de26 años para poder contar con numerosos descuentos en pasajes, albergues, entradas a museos y unlarguisímo etcétera. Para certificar tu edad vale bien que te saques los distintos carnets que por pocosdólares te garantizaran generosos descuentos: el ISIC para estudiantes hasta 30 años, el GO<25 parajóvenes de hasta 25 años inclusive, el carnet Hostelling Internacional que te permite el acceso a unaimportante red de albergues con desayuno incluído y a muy buenos precios.

II A Caminar También hay que estar dispuesto a caminar. Hay que llevarse encima unos buenos zapatos de gomay unas sandalias (para los días de mucho calor). El transporte en Europa es sumamente caro si secompara con cuánto nos cuesta un carrito Petare-Carmelitas en Caracas. Ellos no producen petróleo ylas gasolinas tienen todos los impuestos del mundo encima. Además si algo tienen de bueno las ciuda-des europeas es que se pueden caminar a todas horas sin mayor peligro. Mi filosofía durante le viajefue: si una ciudad se puede caminar, no es lo suficientemente grande.Caminar permite además conocer mejor las ciudades, ver a la gente detalladamente.

III La comida Si te estás quedando en casa de un/a amig@ el asunto de la comida lo tendrás generalmente resuelto.Pero tampoco hay que abusar. Si te estás quedando en la red de albergues tendrás garantizado unpequeño desayuno que no viene mal para empezar el día. Pueden que te den pan, mermelada, mante-quilla café, chocolate o sólo cereal con eso deberías poder aguantar hasta pasado el mediodía Digamosque hasta las tres de la tarde ¿te parece mucho tiempo? Compra fruta para ir comiendo a lo largo del díaque siempre es barata. Compra agua para beber en vez de cualquier otra cosa. Es lo más barato que haycuando lo compras por litros. La segunda comida del día será generalmente la última. Si puedes comprar pan , embutidos y enlata-dos es lo mejor. Sino la comida rápida es siempre lo más barato que vas a conseguir a precio de“combo”. Hay una gran variedad de fast food así que no siempre tienes que comer en los mismos. Porsupuesto de vez en cuando no viene mal darse un gustico para romper la monotonía del sabor: unapizza o un helado en Italia, una salchicha en Alemania, un Crêpe en París.

IV De albergues En los albergues se suele dar un ambiente bien particular de camaradería.. Esto se debe a que allí haymucha gente con las mismas intenciones: conocer mundo y conocer personas. Generalmente te encon-trarás que tus compañeros de cuarto dejan sus mochilas, sus paños y parte de su ropa fuera de loscasilleros. A veces porque hay que pagar por los casilleros en otras ocasiones es sencillamente porquees el único lugar para dejar las cosas. Habla conversa con tus compañeros de cuarto de los que siempreaprenderás algo nuevo. Te darás cuenta que muchos estereotipos se caen por su propio peso.

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V Esta es la fórmula básica para el viaje. Estuve en Europa cuatro meses con cerca de 3 mil dólaresmás el pasaje que lo conseguí abierto por un año por sólo 845 billetes verdes estadounidenses. Pero sepuede conseguir incluso algo más barato. Todo lo demás depende de ti. Carpe Diem. Aprovecha cadadía como si fuera el último y cada noche como si fuera la primera. Ah y no te olvides de la “sabrosura”caribeña. Ya sabrás que es.

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