Europa, en la encrucijada - Cristianisme i Justicia · Alfons Calderón trabaja en el ámbito de la...

36

Transcript of Europa, en la encrucijada - Cristianisme i Justicia · Alfons Calderón trabaja en el ámbito de la...

EUROPA, EN LA ENCRUCIJADA

Alfons CalderónLuis Sols

INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................1. LA CRISIS DEL PROYECTO EUROPEO .........................................................................

1.1. Con euro y sin Constitución ................................................................................1.2. De la solidaridad europea a la hegemonía alemana ...........................................1.3. La «crisis del euro»: la imposición de la «Gran Desigualdad» ........................

2. EL SUEÑO DE UNA EUROPA UNIDA ............................................................................2.1. Por qué se hizo la Unión Europea ......................................................................2.2. El Plan Schuman ..................................................................................................2.3. Los «padres fundadores» de Europa ...................................................................2.4. El modelo europeo ...............................................................................................2.5. Una historia de éxito ............................................................................................

3. LA EUROPA QUE QUEREMOS .......................................................................................3.1. Una Europa democrática .....................................................................................3.2. Una Europa solidaria ............................................................................................3.3. Una Europa federal ..............................................................................................3.4. ¿Cómo avanzar hacia esa Europa deseada? .......................................................3.5. Conclusión ............................................................................................................

BIBLIOGRAFÍA .....................................................................................................................NOTAS ...................................................................................................................................

23 23

20

2426

5 5

3

811

151414

1619

2729

30

31

La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos están registrados en un fichero de nombre BDGACIJ, titularidad de laFundación Lluís Espinal. Solo se usan para la gestión del servicio que le ofrecemos y para mantenerlo informado de nuestras acti-vidades. Puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiendose por escrito a c/ Roger deLlúria 13, Barcelona.

Alfons Calderón trabaja en el ámbito de la gestión internacional. Colabora también conESADE donde ha sido profesor de política internacional de empresa. Ha publicado en estacolección: Trabajo y vida: un camino en busca de sentido (Cuaderno extra, 2012). Esmiembro del área social y del grupo de profesionales de Cristianisme i Justícia.

Luis Sols es profesor de historia. Ha sido responsable del área social de Cristianisme iJustícia. Ha publicado en esta colección: El Islam: un diálogo necesario (Cuaderno 82,1998) e Irak, guerra preventiva? (Cuaderno 117, 2003). Es miembro del área social deCristianisme i Justícia.

Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona Tel. 93 317 23 38 - e-mail: [email protected] - www.cristianismeijusticia.netImprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B. 4740-2014 ISBN: 978-84-9730-332-3 - ISSN: 2014-6509 - ISSN (ed. virtual): 2014-6574

Impreso en papel y cartulina ecológicos - Dibujo de la portada: Ignasi Flores Revisión y corrección del texto: Pilar de la Herran - Maquetación: Pilar Rubio Tugas Marzo de 2014

3

INTRODUCCIÓN

Hace algunas décadas, Europa vio nacer una experiencia completa-mente nueva en la historia. Un grupo de países que llevaban siglosdesangrándose en continuas guerras decidieron construir una entidadsupranacional y caminar en adelante juntos. Más de medio siglo después, a pesar de su indiscutible éxito y de haberintegrado ya a veintiocho estados, el proyecto parece encallado. Losintereses particulares de cada país vuelven a primar sobre los intere-ses generales y son muchos los ciudadanos que se muestran indife-rentes, cuando no hostiles, al proyecto europeo. El colapso se inicióbastante antes, pero ha culminado con la durísima crisis económicaque padecemos. Una crisis a la que las instituciones europeas no hansabido hacer frente. ¿Es el final del camino? ¿Quedará ya la UniónEuropea como un simple marco de cooperación entre países o seguiráavanzando hacia una mayor integración? ¿Vale la pena seguir en estaUnión, tal como la han dejado? Este cuaderno pretende contribuir a esta reflexión y es fruto de las dis-cusiones y ponencias del seminario social dedicado a este tema a lolargo de todo un curso en Cristianisme i Justícia. El primer capítulo tratade explicar por qué el proyecto europeo está hoy tan cuestionado yvalorar cómo se ha gestionado la actual crisis económica. El segundocapítulo intenta ahondar en el sentido profundo del proyecto, identificarqué Europa soñaron los padres fundadores y cómo la pusieron en mar-cha. En el tercer capítulo hemos querido explicar cómo es la Europaque queremos, si algún día logra avanzar de nuevo, superando su cri-sis actual.

1.1. Con euro y sin ConstituciónLa llegada de Margaret Thatcher al go-bierno británico en 1979 marcó el co-mienzo de la ofensiva antieuropeísta,que, junto a la retórica populista y na-cionalista, estaba claramente vinculadaal neoliberalismo entonces emergente.Para los defensores de un Estado míni-mo, el proyecto europeo, poderoso fren-te a los mercados y las multinacionales,era el peor de los males. Y como en laconstrucción europea cualquier avanceimportante requiere unanimidad, los su-cesivos vetos británicos fueron frenan-do y descafeinando el proyecto hastapa recer cada vez menos atractivo a losciudadanos, dando alas al antieuropeís-mo.

La caída del Muro en 1989 planteóla necesidad de incorporar al proyectolos países procedentes del antiguo blo-que del Este. Pero una Unión demasia-do grande podría ser muy poco opera -tiva. Por otro lado, los ciudadanos de países recién liberados de cuarenta añosde supremacía soviética estaban relati-vamente poco interesados en potenciaruna nueva hegemonía exterior, la de laUnión Europea. La propia Alemaniareunificada se temía a sí misma –temíasu vuelta a veleidades hegemonistas– yquería reforzar su anclaje en la Unión.Por todo ello, se acordó, pese a las reti-cencias británicas, que había que refor-zar la Unión antes de que se hicieraefectiva la ampliación.

5

1. LA CRISIS DEL PROYECTO EUROPEO

Desde sus inicios, la Unión Europea ha vivido una fuerte tensión entreeuropeístas y antieuropeístas (o federalistas y euroescépticos, comose les suele denominar). De hecho, el Reino Unido orquestó inicial-mente una alternativa meramente comercial (la EFTA)1, pero prontohubo de solicitar el ingreso en el proyecto rival impulsado por Francia yAlemania, al que hoy llamamos Unión Europea.

1.1.1. Maastricht y el fin del keynesianismoAsí, el Tratado de Maastricht de 1992concretó el proyecto de unificación mo -netaria (euro), reforzó las institucioneseuropeas y les dotó de mayores compe-tencias. Pero pronto el neoliberalismorampante parasitó el proyecto europeoponiéndolo al servicio de objetivosopuestos a los deseados por sus funda-dores. En vez de crear un poder ejecuti-vo supranacional fuerte que controlarala economía desde un ámbito europeo,se aseguraron de que ningún poder de-mocráticamente elegido pudiera condi-cionar los mercados financieros. Se otor-gó una absoluta independencia al nuevoBanco Central Europeo, el organismoencargado de controlar la nueva mone-da, y se le encomendó un único objetivoprioritario: controlar los precios. Ya novolverá a haber en el ámbito del eurouna política monetaria primordialmenteorientada al crecimiento o al empleo.Solo a frenar la inflación. Se ha vetadoasí la política monetaria de inspiraciónkeynesiana, la corriente de pensamien-to económico rival del neoliberalismo. De este modo, el keynesianismo,

que había permitido superar la gran cri-sis del 29, una crisis del mismo tipo quela actual, y que condujo luego a los paí -ses desarrollados al mayor crecimientoque han conocido jamás, ha quedado ex-cluido en el ordenamiento jurídico querige el euro. Y lo ha hecho de modo irre-versible, ya que esta prohibición ha que-dado fijada para siempre en el Estatutodel euro, que solo se puede modificarpor unanimidad, y en las Constitucionesde todos los países de la Eurozona.

1.1.2. Una Constitución ininteligible El segundo gran proyecto con el que sepretendió reforzar la Unión antes de laampliación fue la Constitución Europea.Con cierta ingenuidad, se encomendó laredacción a una Convención que tratabade representar a los ciudadanos europe-os, obviando que finalmente debía serobjeto de un tratado internacional querequería unanimidad, lo que iba a per-mitir a los euroescépticos eliminar cual-quier elemento que les pareciera pro piode una Europa demasiado «federal». Pero además se cometió el error de

tratar de fundir en la Constitución todoslos tratados y acuerdos anteriores. Cen -tenares de complejos artículos y dispo-siciones procedentes de acuerdos muydiversos condensadas de golpe en un so-lo documento, algo que necesariamentelo convertía en un texto incomprensiblepara los ciudadanos. Las «políticas de laUnión» –la parte III de la Constitución–aparecían en un larguísimo texto con in-numerables cláusulas bastante discuti-bles y solo comprensibles para expertos.Esas políticas habrían de haberse reco-gido en un tratado diferenciado, subor-dinado a la propia Constitución, que yarecogía claramente el modo de modifi-carlas. Así, los ciudadanos habrían po-dido votar una Constitución entendibley se les habría ahorrado la obligación deavalar con su voto políticas que no apro-baban. Muchas de ellas eran fruto de lasreticencias de los Estados a ceder sobe-ranía y configuraban inicialmente unpoder central particularmente débil. El resultado fue que muchas dispo-

siciones reflejaban una clara descon-fianza hacia el poder político democrá-tico que había de regular ese gran

6

mercado, disposiciones, pues, difícil-mente aceptables para muchos votantes.Atribuir rango «constitucional» a esaspolíticas europeas era un modo de otor-gar aval europeo y legitimidad populara numerosas medidas de corte clara-mente neoliberal.

1.1.3. Una Europa sin símbolosCon todo, el fracaso de la Constitucióneuropea fue lamentable porque su apro-bación hubiera comportado un avancesignificativo en el proceso de construc-ción europea. Prácticamente no conteníaningún retroceso relevante, las políticasque recogía –mejores o peores– eran yaplenamente vigentes a través de acuer-dos anteriores y, en cambio, conteníaavances muy importantes que hubierantenido efectos profundos a largo plazo.Co mo dijo Jacques Delors, «nadie pue-de enamorarse de un tratado». Los ciu-dadanos necesitan símbolos con los queidentificarse. Uno de ellos era la Cons -titución en sí misma, dotada de un mag-nífico Preámbulo y de una relación dederechos bastante atractiva para el ciu-dadano. Además, se aprobaban la ban-dera, el himno y el lema de la Unión(«unidos en la diversidad»). Las institu-ciones y las normas europeas se articu-laban de forma más sencilla y se deno-minaban de manera comprensible paralos ciudadanos. Era pues una Europaque se podía explicar y que podía llegara emocionar. Además, se otorgaban a laUnión nuevas competencias y el Parla -mento Euro peo, la institución europeacon mayor legitimidad democrática,asu mía mayor influencia sobre la elabo-ración de las leyes y la definición de las

políticas. Pero muchos ciudadanos dije-ron «no».El largo debate de la Convención

permitió que se convirtiera en una es-pecie de «carta a los Reyes Magos»donde casi todos los grupos social o políticamente relevantes pedían que seincluyera «lo suyo», lo que obviamenteresultó imposible, por la incompatibili-dad entre los deseos de unos y otros yporque se requería la aprobación uná -nime de quince Estados. Estas frustra-ciones se reflejaron claramente en losreferéndums. Por otro lado, los euroes-cépticos airearon hábilmente los aspec-tos más polémicos de las «políticas dela Unión», de modo que todos podíanencontrar medidas concretas con las queno estaban de acuerdo y que ahora lespedían avalar con su voto.Pero, sobre todo, Europa fue víctima

del mal que pretendía evitar. La Uniónera un conjunto de instituciones ex-traordinariamente complejas, con lasque resultaba muy difícil identificarseemocionalmente, con escasas compe-tencias y muy poca legitimidad demo-crática. Así que los ciudadanos votaronmás pensando en problemas domésticosque en el futuro de Europa. Fueron mu-chos los que manifestaron su disgustocon su gobierno respectivo votando«no» o absteniéndose. Otros, sobre to-do en Francia y Holanda, quisieron ma-nifestar con su voto su desagrado con lainmigración que, según creían, les qui-taba puestos de trabajo, aunque laConstitución no modificase nada relati-vo a este tema. A pesar de la aparenteirracionalidad de estas motivaciones, locierto es que pusieron de manifiesto al-go muy importante: una parte determi-

7

nante de la ciudadanía había dejado decreer en la construcción europea. LaConstitución fue rechazada en algunospaíses clave y fracasó.

1.1.4. El retroceso del Tratado deLisboaLos doce nuevos países que se incorpo-raron a la Unión entre 2004 y 2007, ca-si todos procedentes del antiguo bloquedel Este, se habían comprometido a acep -tar la Constitución europea. Pero comono hubo Constitución, no tuvieron queaceptar nada. Con las reglas antiguas,una Europa a 27 era bastante inoperante,de modo que algo había que hacer. Perocualquier acuerdo requería ahora laaprobación de doce nuevos miembros,la mayoría muy poco europeístas. ElReino Unido dejó de estar aislado en sustradicionales reticencias hacia la Unióny pasó a encontrarse apoyado por nu-merosos países recién ingresados. Ob -viamente, sus exigencias aumentaron yel nuevo acuerdo que se elaboró, elTratado de Lisboa2, supuso un claro re-troceso respecto al proyecto rechazadoaunque mantuvieron los aspectos másinstitucionales y técnicos de la Consti -tución, incluida la imprescindible agili-zación de la toma de decisiones. Este re-troceso fue espectacular en el terreno delos símbolos: ni nombre de «Constitu -ción», ni bandera, ni himno, ni lema, nidenominaciones «comprensibles» paralas instituciones y normas europeas.Definitivamente, Europa iba ser algo le-jano e incomprensible para los ciudada-nos. El sueño de un gobierno europeofuerte, capaz de impulsar políticas y ha-cer frente a los mercados, se ha desva-necido. Desde entonces, se ha disparado

la renacionalización de Euro pa. La ma-yor parte de ciudadanos y gobiernospiensan exclusivamente en los interesesinmediatos de su país y solo aceptan lasolidaridad europea cuando les beneficiaa ellos directamente. Con estas armas sehubo de hacer frente a la peor crisis eco-nómica de los últimos setenta años.

1.2. De la solidaridad europea ala hegemonía alemana

Hacer frente a una crisis como la que sedesató en septiembre de 2008, a partir dela caída del banco Lehman Brothers, era algo muy difícil para todos, pero sobretodo para quienes no contaban con losinstrumentos necesarios para hacerlo.El proyecto europeo se había construi-do sobre la solidaridad y desde ella sehabrían podido tomar medidas eficaces.

1.2.1. Y estalló la crisisComo es sabido, la crisis comenzó fue-ra de Europa, en Estados Unidos. Peroel estallido de la burbuja inmobiliariaamericana afectó a los bancos europeosque habían adquirido numerosas hi -potecas estadounidenses que resultaronfinalmente incobrables. Al principio hu-bo una aceptable coordinación de po -líticas europeas, en el marco de una coordinación mundial. En octubre de2008, con el mercado interbancario eu-ropeo ya totalmente bloqueado, losprincipales países de la Unión acorda-ron otorgar aval público a los nuevospréstamos bancarios, consiguiendo queel dinero volviera a fluir en el sistemaeconómico. Se salvó a Europa del co-lapso financiero, pero a costa de des-

8

cargar los riesgos sobre unas finanzaspúblicas ya fuertemente endeudadas. Unas semanas después, en la reu-

nión del G-20, se apreció que la crisisfinanciera iba a provocar una caídabrusca de la demanda de productos, co-mo ocurrió en 1929, y para frenarla sedecidió incrementar el gasto público entodos los estados. Cuando un país au-menta su gasto público, genera una de-manda que también favorece a todos losdemás. Por eso, un país fuertemente ex-portador puede beneficiarse del esfuer-zo de gasto hecho por los demás paísessin necesidad de comprometer él mismosus finanzas públicas. Es lo que hizoAlemania, lo que le permitió aparecerluego como el gran beneficiado de lacrisis. El déficit público de 2009 fue el12,9 % del PIB en EEUU, el 11,4 % en el Reino Unido, el 11,1 % en Españay el 10,4 % en Japón, pero sólo el 3,1 %en Alemania, o sea, únicamente el défi-cit inevitable en un año de clara recesióneconómica. Si todos los países hubieranfrenado su gasto, probablemente ha -brían caído en una profunda recesión,incluida la propia Alemania.

1.2.2. La «locomotora» alemanaDurante muchas décadas Alemania ha-bía sido la quintaesencia de la solidari-dad europea. Fue siempre, y con muchadiferencia, el mayor contribuyente netoa las finanzas de la Unión y sus posi-ciones fueron siempre claramente euro-peístas. A cambio, su eficiente econo-mía se benefició de la amplitud delmercado europeo y sus ciudadanos fue-ron siempre conscientes de ello. Su for-taleza económica hizo que todas las mo-nedas europeas se organizaran en tono

al marco. Ya en los años 70, se creó la «serpiente monetaria europea», en laque todas las monedas se vinculaban establemente al marco que, a su vez, flo-taba respecto al dólar y el yen. Esta situación se formalizó en 1979 con lacreación del Sistema Monetario Euro -peo, en el que todas las monedas teníanun estrecho margen de flotación entre sí.Si la moneda de un país amenazaba conrebasar ese margen, los bancos centra-les de todos los países apoyaban –com-prando o vendiendo– esa moneda paraque no se superara. En la práctica, Ale -mania perdió cantidades ingentes de dinero comprando monedas que luegose hubieron de devaluar de todos mo-dos. Pero los ciudadanos alemanes eranconscientes de que esto evitaba un mar-co excesivamente revaluado y permitíasus cuantiosas exportaciones a toda laUnión.Pero algo empezó a cambiar a partir

de la caída del Muro en 1989. Hasta entonces, los alemanes necesitaban unaEuropa fuerte frente a la presión sovié-tica. Desaparecida ésta, poco a pocoAlemania comenzó a recuperar su hin-therland tradicional, la Mitteleuropa(Europa Central), y muchos de sus ciu-dadanos empezaron a desinteresarse delproyecto europeo como única opción defuturo para su país. Unificada Alemaniay ampliada la UE hacia el Este, los ale-manes se han orientado cada vez máshacia un área donde crecen sus intere-ses económicos y de donde les llega el gas imprescindible para su actividadproductiva. La Unión Europea ha deja-do de ser una cuestión de supervivenciapara ellos, de modo que han empezado acuestionar las grandes contribuciones

9

que siempre habían realizado a la Unión.Esta actitud ha sido en gran parte indu-cida desde los principales grupos me-diáticos, mayoritariamente adscritos aposiciones neoliberales y reacios portanto a una solidaridad europea que in-crementa el gasto público y los impues-tos3.

1.2.3. ¿Adiós a la Alemania europeísta?Alemania pues, actuó de manera insoli-daria al frenar su gasto público en 2009y aún más en 2010 cuando se planteó lanecesidad de acudir al rescate de Grecia.La economía griega es solo el 2 % de laUnión y el 3 % de la Eurozona. Ayudar -le, ofreciéndole reestructurar su deudacon préstamos abundantes a bajo interésy largo plazo, habría tenido unos costesmínimos y habría confirmado la idea,bien consolidada, de que, llegado el momento, iba a funcionar la solidaridadeuropea, como siempre había ocurridoanteriormente. No hacerlo fue una de-claración de intenciones en toda regla.Ya nada iba a ser como antes. Quizás no fue la canciller Merkel la

principal impulsora del cambio, sinoque actuó presionada por sus compañe-ros de coalición, el Partido Liberal, lossectores más radicales de su propio par-tido y una opinión ciudadana influidapor los grandes grupos mediáticos. Noera fácil explicar a los trabajadores ale-manes, que habían hecho sacrificios im-portantes, que era hora de ejercer la so-lidaridad otorgando aval europeo a ladeuda de países periféricos. Pero ni si-quiera se intentó. Desde entonces, se haimpuesto el relato de la «ama de casa

suaba» austera frente a unos habitantesperiféricos derrochadores. Algo que tie-ne muy poco que ver con la realidad, yaque antes de la crisis, en 2007, la deudapública española equivalía al 36,3 % delPIB, mientras la alemana equivalía al65,2 % del suyo. Pero como los ciuda-danos alemanes han visto que con estapolítica a ellos les iba relativamentebien, mientras algunos países periféricosse hundían, la han seguido respaldando.Además, Alemania volvía a mandar enEuropa.En la historia reciente de Alemania

parecen convivir dos sensibilidadesyuxtapuestas. En cierto modo, hay unaAlemania «prusiana» y una Alemania«renana». Cuando el poder central se hasituado en la zona oriental, Alemania haparecido más disciplinada y hegemo-nista. Y cuando este poder se ha ubica-do en la zona del Rin, se ha visto unaAlemania más policéntrica, más occi-dental y europeísta y también más cer-cana a Francia. Así fue cuando la divi-sión de Alemania cercenó su parteprusiana y obligó a trasladar la capital aBonn, una pequeña ciudad a orillas delRin. Durante medio siglo, Alemania hasido el motor del europeísmo, el más ge-neroso y entusiasta entre los paísesgrandes, el que más ha impulsado la ce-sión de soberanía. Pero el fin de los bloques militares,

la unificación y el traslado de la capitala Berlín han cambiado los equilibrios.Los ciudadanos alemanes, en su mayo-ría, ya no se sienten tan solidarios conel resto de los europeos y ven con sim-patía que Alemania vuelva a mandar enEuropa. El cambio producido es tan no-table que algunos hablan del fin de la

10

cuarta Alemania4 (1945-1990, la Ale ma -nia europeísta de Adenauer y Schmidt)y el comienzo de una quinta Alemania(la de Merkel), más orientada al Centroy al Este de Europa y más próxima al he-gemonismo de la época bismarckiana.Si esto fuera cierto, el proyecto eu-

ropeo tal como lo hemos conocido y co-mo lo soñaron sus fundadores habríallegado a su fin. Se habría de construirotro tipo de Europa. Pero la realidad espoliédrica y fluctuante y no podemosdescartar que, superada la crisis, el pro-yecto europeo se reconduzca por volun-tad de los ciudadanos, cobrando nuevoimpulso.

1.3. La «crisis del euro»: la imposición de la «GranDesigualdad»Lamentablemente, las medidas adopta-das en la Eurozona para hacer frente a la crisis no solo reflejaban la nueva he-gemonía alemana. Suponían la llegadaa Europa continental de la Gran Desi -gualdad que corroe las sociedades desa -rrolladas desde los años 80.

1.3.1. El ataque neoliberal al proyectoeuropeoEn la crisis de los años 70, algunos di-jeron que la solución pasaba por debili-tar a los sindicatos, facilitar el despidoy bajar los salarios reales. La fórmulatriunfó en los países anglosajones, de lamano de Reagan y Thatcher, y de ahí seextendió a otros lugares, especialmentea los países en desarrollo agobiados porla deuda. Se ha venido en llamar la «GranDivergencia» (o también la «Gran De -

si gualdad») porque multiplicó las dife-rencias de renta. La mayor parte de lasrentas del crecimiento van a parar a unareducidísima minoría mientras la abru-madora mayoría de la población ve susrentas estancadas o incluso reducidas.5Los medios próximos a esta minoría enriquecida reclaman sistemáticamenteel desmantelamiento del Estado delBienestar, aduciendo que no se puedesostener. En Europa, particularmente en el

área de influencia franco-alemana, esdonde se resistió mejor esta tendencia,debido al gran arraigo popular del Es -tado del Bienestar. Pero también aquí,en medios académicos y financieros, yen grupos mediáticos particularmenteinfluyentes, el neoliberalismo se impu-so de modo abrumador. Y esto nos lle-va a una de las claves para entender la«crisis del euro». Quien lleva treintaaños predicando que hay que bajar salarios y desmantelar el Estado delBienestar (suelen llamarlo «reformasestructurales»), sin conseguirlo, no va adejar pasar la oportunidad de una crisis,cuando los trabajadores están extrema-damente debilitados por el paro. Y ello,aunque sea a costa de desvirtuar en granmedida el proyecto europeo.

1.3.2. La agenda alemanaTambién aquí ha estado Alemania en elepicentro del terremoto que ha sacudi-do Europa, algo que comenzó bastanteantes del inicio de la llamada «crisis deleuro». Los ciudadanos alemanes tien-den a compartir un recelo ante la infla-ción que suele atribuirse al recuerdo dela hiperinflación que trajo a Hitler. Pero

11

lo cierto es que Hitler alcanzó el podertras años de deflación y paro.6 El miedoactual de los alemanes actuales a la in-flación se debe a algo más tangible: sudeseo de no desvalorizar sus abundan-tes ahorros y el impacto de procesos his-tóricos mucho más recientes.La unificación alemana llegó en

1990. El canciller alemán Helmut Kohldecidió, con bastante temeridad, equi-parar el marco oriental al occidental, apesar de que valía en realidad ocho ve-ces menos. Los precios y salarios delEste perdieron toda competitividad, susistema industrial se desmanteló y suparo se disparó a niveles estratosféricos.Para sostener a los 17 millones de ale-manes del Este, se tuvieron que gastarcerca de 100.000 millones de dólaresanuales durante bastantes años. Eso eramucho, incluso para la poderosa econo-mía alemana, que decayó hasta el pun-to de que en los años 90 algunos mediosanglosajones consideraban a Alemaniael «hombre enfermo» de Europa. Por otro lado, la ampliación de la

Unión supuso un reto formidable paraAlemania que veía como a escasos ki-lómetros de sus fronteras se pagaban salarios varias veces menores. Numero -sas industrias alemanas deslocalizaronsus actividades, creciendo la presión delparo. El miedo al excesivo endeudamien-

to público derivado de la unificación ya la pérdida de competitividad empuja-ron en 2003 a los trabajadores alemanesa aceptar la llamada «Agenda 2010».Esta agenda reducía drásticamente lasprestaciones de desempleo y autorizabalos ínfimos salarios de los «minijobs»,lo que precarizó el mercado de trabajo

y condujo a una amplia congelación sa-larial7. En la práctica, una devaluacióninterior que hacía a los alemanes muchomás competitivos dentro de la eurozo-na, a costa de aumentar la desigualdad.Finalmente la «Gran Desigualdad» ha-bía llegado a Alemania. Durante años el crecimiento alemán se alimentó enbuena parte de las ventas a países peri-féricos, alguno en plena burbuja inmo-biliaria, financiadas por préstamos ale-manes.

1.3.3. Contra la mutualización de ladeudaCuando a comienzos del año 2010 sedesata la «crisis del euro», Alemania esya mucho más competitiva que el restode la eurozona y acreedora de grandescantidades de dinero. Tras la desastrosaexperiencia de la unificación, ciudada-nos y gobernantes alemanes se sintieronincapaces de asumir la protección decentenares de millones de ciudadanosmenos eficientes y se negaron a autori-zar una solidaridad fiscal no prevista enlos tratados. Se disparó la prima de ries-go de Grecia (enorme endeudamientopúblico, ocultado muchos años), deIrlanda (endeudada por el rescate públi-co de sus bancos) y de Portugal (bajo ni-vel productivo). Más tarde, la oleadaafectó a dos países grandes, España(burbuja inmobiliaria y gran endeuda-miento exterior) e Italia (mal dirigida ycon elevado endeudamiento público).Uno detrás de otro cayeron en el temi-do círculo vicioso: tipos de interés ele-vados disparan la recesión y la recesióncomplica las expectativas de devolu-ción, disparando los tipos de interés.Algo que se podía haber cortocircuita-

12

do con el aval europeo a las nuevas emi-siones de deuda o captando dinero coneurobonos y prestándolo a bajo interésa los Estados con problemas. Pero Ale -mania se negó a autorizar cualquier tipode mutualización de la deuda. En 2010-11 el euro estuvo cerca de romperse.

1.3.4. Las políticas al servicio de losmercadosLas políticas orientadas a mayor creci-miento e inflación, políticas keynesia-nas, ofrecían una salida a la crisis conmenor coste humano8, pero no había unaautoridad económica europea capaz deimplementarlas. Como hacía falta una-nimidad, los perdedores de tales polí -ticas, los países acreedores, podían ve-tarlas y lo hicieron. Alemania impuso, acambio de mínimas concesiones, la so-lución contraria: se saldría de la crisisbajando salarios y recortando seriamen-te el Es tado del Bienestar, con un in-menso coste humano en términos deempobrecimiento, paro y pérdida deprestaciones colectivas. Era la recetaneoliberal de siempre (suelen llamarlo«hacer los deberes»): la Gran Desi gual -dad se imponía en Europa9. La Eurozona presenta los peores

resultados de crecimiento del PIB delmundo desarrollado durante los años de crisis10. La mayoría de la poblaciónse ha empobrecido, mientras una mino-ría de grandes poseedores se ha enri-quecido aún más. Se ha acuñado una expresión para esta sumisión de la ma-yoría a los intereses de una minoría: de-mocracia «acorde a los mercados»11. Enconclusión, la desigualdad se ha dispa-rado.

Cuando más hemos necesitado unasinstituciones supranacionales fuertespara responder al vendaval financieroque atenaza las deudas soberanas, másdébiles nos hemos encontrado despuésde diez años de rivalidades de campa-nario que han impedido profundizar enel proceso de construcción europea.Incluso el eje franco-alemán, que ha im-pulsado la UE desde el inicio, está es-corado preso de intereses electoralescortoplacistas. En el combate contra lacrisis se ha priorizado el dinero sobre laspersonas, dando más importancia a lasalvaguardia de intereses de unas mino-rías que a evitar el sufrimiento de granparte de la población. Si Europa hubierasido verdaderamente democrática, estono habría pasado.Paulatinamente, los gobiernos se

han ido impregnando de postulados másliberales, supeditando la política a la eco -nomía, al revés de lo que sucedió al ini-cio del proyecto comunitario en dondelos medios económicos servían a unosfines políticos. Se ha generalizado unmo delo consumista a ultranza en el queto do es objeto de mercado, incluso bie -nes esenciales que deberían ser comunes. Nos hemos despertado abruptamen-

te del sueño, convertido ahora en pesa-dilla. Cifras exorbitantes de parados,aluvión de desahucios en países con uninmenso parque de viviendas desocupa-das, emigrantes muriendo a las puertasde Europa tratando de alcanzar un ine -xistente Eldorado. Es el resultado de unproceso de degradación del proyectoeuropeo en el que se han banalizado lasnormas, se han desprestigiado las insti-tuciones y se ha disparado la mediocri-dad en la clase política.

13

2.1. Por qué se hizo la UniónEuropea

La Unión Europea surgió fundamental-mente para: – Evitar las guerras que tantas veceshabían devastado el continente a lolargo de los siglos y de manera es-pecial durante las dos guerras mun-diales12. Ya antes se había tratado deunir Europa, pero siempre por lafuerza de las armas, ya fueran las le-giones de la antigua Roma o los ejér-citos de Napoleón o Hitler.– Reforzar Europa en el contexto in-ternacional. Los fundadores de laEuropa comunitaria eran conscien-tes de la creciente debilidad conti-nental, especialmente frente a la po-tencia abrumadora de unos EstadosUnidos victoriosos en la Segunda

Guerra Mundial. Sólo una ampliaárea integrada comercial y política-mente permitiría a los europeos com -petir con la nueva superpotencia.–Frenar la expansión del sistema co-munista hacia Europa occidental.Para ello había que ofrecer a la ciu-dadanía europea una sociedad másatractiva, lo que se concretó en eldesarrollo del Estado del Bienestar.Una Europa próspera con un amplioreconocimiento de derechos haríaposible estas mejoras. La vertebración de Europa, finaliza -

da la Segunda Guerra Mundial, comenzóen torno a organismos internacionalesmuy distintos, como la OECE, precur-sora de la actual OCDE, el Con sejo deEuropa –un importantísimo foro de pro -moción de los derechos humanos y lademocracia– o la OTAN, una alianza

14

2. EL SUEÑO DE UNA EUROPA UNIDA

Ante la situación actual de Europa, se hace necesario rememorar lahistoria para recuperar los principios fundacionales sobre los cuales seforjó un proyecto político y económico estimulante que hoy se encuen-tra seriamente amenazado.

militar hegemonizada por los EstadosUnidos. Todas ellas eran organizacionesde carácter interestatal, por lo que re-querían unanimidad para sus acuerdos.Sin cesión de soberanía, cualquier deci-sión implica una larga y tediosa nego-ciación, a menudo sin resultado13. Loque ahora llamamos Unión Europea sefundamenta en un sistema de toma dedecisiones radicalmente distinto, quetuvo su origen en el Plan Schuman.

2.2. El Plan SchumanEl 9 de mayo de 1950, Robert Schuman,Ministro de Asuntos Exteriores de Fran -cia, propuso oficialmente colocar la tota -lidad de la producción franco-alemanade carbón y acero bajo la dependencia deuna Alta Autoridad Común, en el mar-co de una organización abierta a la inte-gración de otros países europeos.Con la perspectiva de más de seis de -

cenios transcurridos, se puede afirmarque la Declaración Schuman14 resume enapenas dos folios el porqué, el para quéy el cómo del proceso de integración eu-ropea. En ella se aprecian tres grandesprincipios:– Preservación de la paz: «La pazmundial no puede salvaguardarse sinunos esfuerzos creadores equipara-bles a los peligros que la amenazan».– Gradualismo: «Europa no se haráde una vez ni en una obra de con-junto: se hará gracias a realizacionesconcretas, que creen en primer lugaruna solidaridad de hecho». – Comunidad no sólo económica, si-no también política: «De este modo,se llevará a cabo la fusión de intere-

ses indispensables para la creaciónde una comunidad económica y seintroducirá el fermento de una co-munidad más amplia y más profun-da entre países que durante tantotiempo se han enfrentado en divisio-nes sangrientas». Esta declaración es considerada el

acta fundacional de la Europa actual ydebe subrayarse su audacia, originalidady perspectiva histórica. Hasta entonces,Francia había exigido mantener debili-tada a Alemania y tutelada por las fuer-zas occidentales de ocupación. Lo queproponía ahora era exactamente lo con-trario, una asociación franco-alemana.Uniéndose en un mismo propósito es-tratégico, Francia alejaba la posibilidadde una resurrección de la amenaza ale-mana y Alemania aseguraba la libertaddemocrática ante el expansionismo so-viético. Pero además, la propuesta deSchuman revolucionaba las formas ju-rídicas utilizadas hasta entonces en lasrelaciones internacionales, al proponerno un simple organismo de cooperacióninternacional, sino una nueva entidadcon poderes supranacionales.Concretamente, el Plan Schuman

pro ponía la creación de la ComunidadEuropea del Carbón y del Acero (CE-CA) que fundaron seis países en 1951:Francia, la República Federal de Ale -mania, Italia, Bélgica, Holanda y Lu -xemburgo. El Reino Unido no quiso en-trar por no comprender el alcancehistórico de la propuesta y por rechazarla idea de que la cooperación económi-ca pudiera rebasar el marco estricta-mente intergubernamental. En otras pa-labras, temía perder su notable, aunquemenguante, influencia internacional,

15

vestigio del antiguo imperio británico.El tratado CECA establecía un mercadocomún con dos materias primas básicas–carbón y acero– que habían constituidoel pilar de la industria militar y habíanalimentado la carrera armamentista deefectos nefastos.Esta Comunidad marcó la pauta para

la creación, seis años después, de la Co -mu nidad Económica Europea15, nacidadel Tratado de Roma en 1957. El avan-ce fue gigantesco pues se creaba unmercado común para la generalidad delos productos, no sólo para dos materiasprimas. Desde entonces, la Comunidadse ha ido expandiendo, incorporandonuevas competencias y miembros hastaformar la Unión Europea que en la ac-tualidad cuenta con 28 estados. En honor a la Declaración Schuman,

cada 9 de mayo se celebra el día deEuropa.

2.3. Los «padres fundadores» deEuropaPara entender la Europa que dejamos, espreciso indagar sobre quiénes eran y quéquisieron hacer los considerados «pa-dres fundadores» del proyecto europeo.

2.3.1. Robert SchumanEl francés Robert Schuman procedía deuna zona fronteriza entre Francia y Ale -mania, que había sido objeto de enfren -tamiento constante entre ambos países.Nació en Luxemburgo, vivió en Lorenay se educó en Alemania. Preso por la Ges -tapo, logró escapar y vivir en la clandes -tinidad. Terminada la contienda, ocupóvarios cargos políticos en Francia y, más

tarde, fue el primer presidente de lo queahora llamamos Parlamento europeo.Hombre de talante prudente, diplo-

mático y conciliador en su dilatada vidapolítica, unos y otros le reconocieronsiempre una alta integridad moral. Supolítica de reconciliación tuvo podero-sos detractores, a pesar de que muchosacabarían asumiendo la mayor parte desus ideas y realizaciones.

2.3.2. Jean MonnetJean Monnet, también francés, empezósu vida profesional promoviendo las ex-portaciones de su pequeña empresa fa-miliar, lo que le llevó a viajar por elmundo desde muy joven. En los años 20fue secretario general adjunto de la So -ciedad de Naciones, precedente de loque sería la ONU después de la guerra.Su larga carrera internacional le fue útilen el momento de diseñar la CECA. Monnet era imaginativo y pragmáti-

co. A pesar de no formar parte de nin-gún partido político, su criterio era muyconsiderado por estadistas de diversoslugares del mundo, por las solucionesprácticas que siempre encontraba a losgraves problemas que tuvo que afrontar.Su espíritu queda patente en sus pala-bras: «Nosotros no coaligamos estados,unimos personas» o «nada se crea sinlos hombres, pero nada permanece sinlas instituciones».

2.3.3. Konrad AdenauerLa salud quebradiza del alemán KonradAdenauer no hacía presagiar su fecundavida posterior. Fue muchos años alcaldede Colonia, su ciudad natal. El régimennazi le destituyó y persiguió, obligán-

16

dole a pasar todo tipo de penalidades,incluida la prisión. Terminada la guerra,con 73 años de edad, fue el primer can-ciller elegido en la República Federal deAlemania. Con el apodo de «el Viejo»,durante catorce años lideró la espectacu -lar recuperación de Alema nia, recons-truyendo el país y fortaleciendo su an-claje en Occidente. Fundó la CDU(Unión Cristiano Demócrata), en la quese integraron tanto católicos como pro-testantes. Su ideología democristiana lefacilitó el acercamiento a Schuman.Con él sentó las bases de la reconcilia-ción histórica entre dos países que ha -bían sido enemigos acérrimos, fundan-do el eje franco-alemán sobre el que hagravitado desde entonces el proceso deintegración europea.

2.3.4. Alcide de GasperiEl italiano Alcide de Gasperi nació enla región de Trento que por aquel en-tonces formaba parte del imperio aus-tro-húngaro e inició su trayectoria polí-tica como diputado al parlamento enViena. Con la incorporación de su regióna Italia, prosiguió su carrera política enRoma, truncada por la persecución a laque le sometió el fascismo de Mu sso -lini. Se refugió en el Vaticano en don depasó largos años como bibliotecario.Fundó luego la democracia cristiana ita-liana, ganó las elecciones terminada laguerra y se convirtió en primer ministrode Italia de 1945 a 1953. Más tarde se-ría presidente de la CECA.

2.3.5. Paul-Henri SpaakEl belga Paul-Henri Spaak huyó de lainvasión nazi de su país en un aventu-

rado viaje a través de Francia y España.Fue el promotor del Benelux, la uniónaduanera entre Bélgica, los Países Bajosy Luxemburgo. Líder socialista, fue pri-mer ministro de su país en repetidas oca -siones y su perfil internacional le valiópuestos de gran responsabilidad en losorganismos nacientes de la postguerra,como presidente de la Asamblea de laONU o secretario general de la OTAN.

2.3.6. Líderes sólidosLos fundadores de la Europa comunita-ria, a pesar de la diversidad de sus orí-genes, tenían una serie de característicascomunes que podríamos resumir en:16

–Pluriculturalidad. Eran personajesde frontera que habían vivido en en-crucijadas geográficas e históricascon influencias culturales diversas ypor ello estaban acostumbrados autilizar varias lenguas y a interactuarcon personas de orígenes varios.–Experiencia.Contaban con una só-lida formación académica, exceptoMonnet, que fue un autodidacta. Suexperiencia se forjó en medio de di-ficultades personales graves, conpersecución, cárcel y exilio en mu-chos casos. Habían conocido a fon-do situaciones complejas, éxitos yfracasos. – Visión y creatividad. Los fundado-res, que compartían robustos valoresdemocráticos y humanistas, lidera-ron un proyecto estimulante a largoplazo,17 pero con metas intermediasque permitían evaluar el avance.Para hacerlo realidad, idearon unsistema institucional y de transfe-

17

rencia de soberanía que no tenía pa-rangón histórico. – Espíritu de conciliación. Su expe-riencia vital les permitió desarrollaruna visión integradora centrada en elbien común. Ello les facilitó ser«constructores de puentes», aunaresfuerzos y converger hacia objeti-vos compartidos, venciendo las re-sistencias de quienes preferían acen-tuar las diferencias y alimentarestereotipos. – Pragmatismo y eficacia. Partiendode los intereses compartidos, no secontentaron con discursos bienin-tencionados sino que trataron siem-pre de lograr acuerdos precisos confuerza vinculante. El pacto sólo esútil si va acompañado de realizacio-nes concretas, calendarios estableci-dos y medios congruentes con lasambiciones.– Habilidad. A una idea tan ambi-ciosa como la Europa comunitariano le faltaban adversarios. Debieronpues tejerse una red de complicida-des, vencer envidias partidistas y re-ticencias de diversa índole. Los fun-dadores hicieron gala de ampliashabilidades diplomáticas y tambiénde una notable discreción, prefirien-do que sus trabajos fueran más co-nocidos por los resultados que porsus méritos. En síntesis, los fundadores de la

Europa comunitaria fueron profesiona-les de una gran honestidad y a menudosobriedad, altamente preparados paraun entorno internacional y con expe-riencias vitales profundas vividas encondiciones de extrema dificultad. Mu -

chos desarrollaron una praxis cristianade la vida y de la vocación política, te-niendo dos de ellos –Schuman y DeGasperi– abiertos sendos procesos debeatificación. Al mismo tiempo, y pesea depender como ahora de los cicloselectorales de sus respectivos países,fueron capaces de inspirar una perspec-tiva más amplia. Nos podríamos pre-guntar si nuestros líderes actuales tienenun currículo y una actitud similar.

2.3.7. Los últimos líderesEn los años siguientes, el período de lapresidencia de la Comisión Europea porJacques Delors (1985-1995) fue de losmás fructíferos. Fue el más emblemáti-co de cuantos dirigentes haya tenido elprincipal motor de la construcción eu-ropea que es la Comisión. Cuarentaaños después de la Declaración Schu -man, encontramos otro francés impul-sor del proyecto común, con una sólidaexperiencia económica, espíritu huma-nista y una visión amplia más allá demeros intereses partidistas o nacionales.El empuje que Delors propició a la in-tegración estuvo respaldado por las di-rectrices de un Consejo Europeo cuyalocomotora era el eje franco-alemán, li-derado a su vez por otros dos estadistasde gran talla –François Mitterrand yHelmut Kohl– que hubieron de afrontarun momento histórico decisivo, con lacaída del muro de Berlín. En los mo-mentos actuales de partidismo extremo,cabe recordar que el profundo avance dela década 1985-95 se basó en la com-plicidad entre el centro-izquierda del lí-der galo y el centro-derecha de su ho-mólogo germánico.

18

2.4. El modelo europeo

Las Comunidades Europeas sientan unprecedente, único hasta ahora, en el queregímenes democráticos soberanos ce-den progresivamente competencias endeterminados ámbitos a una instanciasuperior: es el llamado «federalismo fun -cional». Hasta entonces solo había dosformas de integrar estados: la asimila-ción basada en la coacción y la integra-ción federativa al modo de los EstadosUnidos. A pesar de que el objetivo de los fun-

dadores de la Comunidad europea eraante todo político, se optó por fijar me-tas económicas intermedias, creando unmer cado común que comprendía la li-bre circulación de mercancías, la libreprestación de servicios, la libre circula-ción de capitales y la libre circulaciónde trabajadores. A medida que fueronin corporándose nuevos países, se requi-rieron nuevas políticas de acompaña-miento. Así, después de la entrada deEspaña y Portugal a las Comunidadesen 1986, se ampliaron los fondos estruc -turales que benefician a las regiones máspobres. El proceso de integración econó -mica culminó con la moneda única queentró en circulación el año 2002 para do-ce es ta dos miembros, siendo dieciochoquie nes la han adoptado en la actualidad.Hoy la Unión Europea cubre un aba-

nico muy amplio de políticas. Algunas,como la política comercial común, sonplenamente supranacionales. Otras ma-terias son compartidas entre los estadosmiembros y las instituciones europeas.Y para determinadas esperas, la UniónEuropea sigue requiriendo una difícilunanimidad.

La acción de la UE debe respetar, en-tre otros, el principio de «subsidiariedad»que establece que sólo interviene cuan-do algo no puede ser resuelto de maneramás eficaz a nivel inferior, por los pro-pios estados miembros. Pro puesto ini -cialmente para acercar la política alciuda dano, este principio fue luego uti-lizado por Margaret Thatcher para com-batir las competencias europeas.El modelo económico que rige la

Unión es el de la Economía Social deMercado, recogido explícitamente en elTratado de Lisboa de 200718. Este mo-delo combina el principio de libertadeconómica con la necesidad de inter-vención del Estado en la economía pa-ra conseguir un orden social más justo.Se trata de garantizar la libre iniciativay al mismo tiempo el progreso social.Históricamente surgió en la Alemaniade la postguerra como una alternativatanto a la planificación centralizada dela economía como al liberalismo, y es-tá muy influida por la doctrina social dela Iglesia católica y la ética de las con-fesiones evangélicas.19

La Economía Social de Mercadopersigue limitar los abusos tanto de lasgrandes empresas como de la Admi nis -tración, para que ni unos ni otros se arro-guen un poder excesivo sobre la ciuda-danía. En la práctica, sus principiosfueron ampliamente compartidos porlas principales naciones europeas y per-mitieron desplegar sólidamente en ellosel Estado del Bienestar, lo que permitióel mayor crecimiento económico de lospaíses desarrollados y unos niveles debienestar humano nunca antes alcanza-dos (1945-73).

19

Pero quizás lo más admirable delmodelo europeo es su carácter abierto.Comenzaron sólo seis países y ya somosveintiocho. A título de comparación, lospaíses al sur de los Estados Unidos hansido tratados históricamente como su«patio trasero», sin importar demasiadoni la miseria ni la opresión que había enellos, siendo incluso invadidos cuandoha convenido a los intereses norteame-ricanos. La Unión Europea en cambiose ha preocupado de crear en torno su-yo un espacio de prosperidad y justicia,lo que ha facilitado la paulatina incor-poración al proyecto de muchos esta-dos. También en esto, el sueño y los va-lores de los «padres fundadores» hanllevado por un camino nuevo en la his-toria.Sin embargo, el proyecto europeo

tiene también sus sombras. Turquía lle-va más de veinte años pidiendo su in-corporación y parece que nunca se le admitirá. Por otro lado, el federalismofuncional ha avanzado muy lentamente.Y como hemos visto en el capítulo ante-rior, los Estados miembros han sido in-capaces de acordar en el marco de la UEuna respuesta adecuada a la actual cri-sis económica. No se ha construido unaverdadera Europa social, aspecto que haquedado a la libre voluntad de cada go-bierno nacional, lo cual ha derivado enocasiones en un verdadero dumping so-cial, desnaturalizando el modelo.

2.5. Una historia de éxitoA pesar de sus altibajos, la trayectoriade la Unión Europea ha sido una histo-ria de éxito, al menos hasta el principiode este siglo.

2.5.1. Paz y democraciaEn estos años se ha conseguido mucho,bastante más de lo que los propios ciu-dadanos solemos creer. Se ha logrado elprincipal objetivo que se marcó: la pazentre sus miembros. Nunca había habi-do un período pacífico tan dilatado en-tre las principales potencias europeas.El drama bélico en la Yugoslavia de ladécada de los 90 fue un fracaso europeo,pero nos recuerda que no somos invul-nerables a las guerras. Y si ya no las hayentre nosotros es porque hemos creadolazos que las hacen impensables. Dosantiguos países yugoslavos, Eslovenia yCroacia y otros dos países balcánicos,Rumanía y Bulgaria, se han incorpora-do a la Unión. La UE recibió el premioNobel de la Paz del año 2012.La Unión ha favorecido, extendido

y consolidado la democracia. Ha sido unbaluarte contra totalitarismos de distintosigno. El ingreso de Grecia en 1981 yEspaña y Portugal en 1986, significabael espaldarazo a la voluntad de estos pa-íses de abandonar su pasado dictatorialy avanzar por la senda democrática. Delmismo modo, el ingreso de los paí sesneutrales –Suecia, Austria y Finlandia–en 1995 y a partir de 2004, de la mayorparte de estados que habían conforma-do el bloque comunista, significó el ale-jamiento definitivo de las servidumbresa las que habían estado sometidos por laantigua Unión Soviética y su anclaje de-finitivo en el mundo de las democraciasoccidentales.

2.5.2. Gobernanza de la globalidadDesde el punto de vista geo político, lasinstituciones europeas constituyen una

20

de las respuestas más avanzadas de go-bernanza de la globalidad, aunque seasolamente a escala continental. Algunosde los más graves problemas de nuestraépoca como la pobreza, la contamina-ción, el cambio climático, el terrorismoo las turbulencias financieras exigen ac-ciones globales. Sin embargo, no exis-ten estructuras mundiales eficaces paraabordarlos, ya que en estas materias losorganismos internacionales clásicosfuncionan como simples foros de deba-te, incapaces de implementar solucionesválidas a tiempo. Algunos de los meca-nismos de toma de decisiones estableci-dos por la Unión constituyen un mode-lo adecuado para adoptar decisioneseficaces a escala global. No obstante, almargen de los temas comerciales, la ac-ción exterior de la Unión Europea haavanzado muy poco y apenas ha ido másallá de algunos esfuerzos conjuntos enmateria humanitaria.

2.5.3. Progreso económicoLa Unión Europea ha propiciado el pro-greso económico de sus miembros. Elmercado común europeo, si lo compa-ramos con iniciativas similares en otraspartes del mundo, ha sido un éxito sinprecedentes. Existen bastantes tratadosmultilaterales de libre comercio en dis-tintas regiones del globo, pero ningunode ellos alcanza el nivel de perfecciona-miento del mercado único europeo.Muchos han resultado ineficaces y otroshan caído en el olvido. La UE ha multi-plicado el comercio entre sus paísesmiembros y con ello ha impulsado sucrecimiento y modernización. En ese sentido, España es un para-

digma. La supresión de barreras comer-

ciales ha propulsado las exportacionesespañolas, que en más de un 60 % se dirigen ya hacia los otros socios de laUnión, y ha reducido el coste de lascompras intra-comunitarias. Asimismo,ha facilitado el establecimiento de em-presas extranjeras en España que hanmodernizado el sector industrial, au-mentado sus estándares de calidad ycreado decenas de miles de puestos detrabajo cualificados. Con todo, hay que recordar que el

ingreso español en la UE supuso unacierta desindustrialización y una masivacesión de nuestro sistema industrial amanos extranjeras, algo que ahora esta-mos pagando muy caro, pues carecemosde un modelo productivo claro. Se ha di-cho con cierto sarcasmo que «no entróEspaña en Europa. Europa entró enEspaña». El desmantelamiento de antiguos

monopolios estatales como consecuen-cia de la liberalización de servicios pro-piciada por la UE, presenta resultadoscontradictorios. El transporte aéreo o latelefonía se han renovado profunda-mente y bajado sus precios. Otros, co-mo la distribución de gas o electri cidadse han convertido en poderosos oligo-polios privados que imponen sistemáti-camente sus intereses a los ciudadanos,por lo que sus tarifas se han disparado. A escala europea, sin embargo, la

Unión trata de evitar los abusos de lasgrandes empresas, imponiéndoles cuan-tiosas sanciones en casos de incumpli-miento del derecho de competencia20.En cambio, desde un ámbito meramen-te estatal, resultaría muy difícil oponer-se a las infracciones de estos potentesconglomerados empresariales.

21

2.5.4. Cohesión social y calidad devidaLa Unión ha favorecido iniciativas decohesión económica y social. El fondosocial y los fondos estructurales hantransferido cuantiosos recursos a regio-nes que por su situación geográfica pe-riférica, su declive industrial o su retra-so en el desarrollo, corrían el riesgo dequedar al margen de la prosperidad ge-neral. Estas ayudas se han orientadoprincipalmente a la formación de la ma-no de obra y a la construcción de in-fraestructuras. Aquí también España esun claro ejemplo, pues estas políticashan permitido construir autovías, líneasde alta velocidad ferroviarias, aeropuer-tos, puertos y plantas desalinizadoras.Todo ello ha sido posible por la genero-sidad de los miembros más ricos, parti-cularmente Alemania. Aunque haya ha-bido determinados excesos y algunaobra innecesaria, en general, estas polí-ticas han contribuido a la moderniza-ción económica, a la mejora de las cla-ses trabajadoras y la consolidación delas clases medias en los países y regio-nes beneficiadas.La Unión Europea ha propiciado ini-

ciativas en ámbitos que han mejorado lacalidad de vida de sus ciudadanos, porejemplo en materia medioambiental, dela que es un referente mundial. O en loque se refiere a la movilidad de perso-nas. Es difícil ser consciente del granavance que supone que nos podamosdesplazar de un estado miembro a otrosin necesidad de parar en la frontera, al-go impensable para nuestros abuelos. O

de beneficiarse de asistencia sanitaria en caso de necesidad, en igualdad conlos ciudadanos del país adonde uno seha desplazado. O poder estudiar untiempo en otra universidad de la Unión,gracias a los programas de intercambioacadémico.En definitiva, muchos son los logros

alcanzados en estas más de seis décadasde camino hacia la UE. Como afortuna-damente ya forman parte de nuestra co-tidianeidad, posiblemente no les presta-mos la atención que merecen. Pero nohan surgido por generación espontánea,sino como resultado de un enorme es-fuerzo integrador, en la línea que habíamarcado la generación de los «padresfundadores».Obviamente, la Unión Europea pre-

senta muchas debilidades e imperfec-ciones, sobre todo porque es un proyec-to inacabado. Los intereses nacionaleshan lastrado, y a veces acelerado, losprocesos de integración. Paradójica -mente, las crisis han servido casi siem-pre de acicate para avanzar en los mis-mos. Sin embargo, la crisis actual estásiendo una llamativa excepción. De modo especial, conviene subra-

yar que las reticencias de algunos esta-dos, particularmente del Reino Unido,han hecho que en materia social lascompetencias de las instituciones comu -nitarias sean prácticamente inexistentes.Un mercado sin regulación social algu-na contradice los principios de laEconomía Social de Mercado y desvir-túa en gran medida el modelo europeo.

22

A pesar de los retrocesos de los últimosaños, la UE sigue siendo el espacio quemejor combina democracia política, efi-ciencia económica, equidad social ysostenibilidad medioambiental. Pero,además, ofrece un modelo único –aúnen construcción– en el que sus ciudada-nos, también los de los países pequeños,tienen la posibilidad de escoger los re-presentantes que decidirán sobre losgrandes temas que les afectan. Un mo-delo que es seguido atentamente desdeotras áreas del mundo y que probable-mente será imitado si logra consolidar-se con éxito.Por eso queremos más Europa. No

esta Europa autocomplaciente, perdidaen su propio laberinto e incapaz de sa-carnos de la crisis, sino una Europa don-

de predomine una mirada más amplia(democracia), una actitud más generosa(solidaridad) y una acción más decidida(federación).

3.1. Una Europa democráticaUna Europa democrática debe asumirmayor número de competencias. Pero alreclamar más atribuciones para las ins-tituciones supranacionales, debe exigir-se al tiempo más democracia, garantía ylegitimidad última de ese poder. Cuandolas decisiones provienen de acuerdos intergubernamentales, resultan opacas eimpermeables al control popular. Poreso, las instituciones comunitarias de-ben responder ante los ciudadanos, noante los Estados miembros.

23

3. LA EUROPA QUE QUEREMOS

Los dirigentes de la posguerra circulaban con «los faros largos», lo cualles permitía ver a distancia en el momento de proyectar. Pero la inexis-tencia de este tipo de liderazgos frena actualmente el avance de laUnión, algo imprescindible para que Europa siga teniendo peso en unmundo globalizado y protagonizado cada vez más por los grandes paí-ses emergentes.

Las elecciones europeas no habríande disputarse en clave nacional, porqueello impide atender los temas de com-petencia europea, que afectan enorme-mente a los ciudadanos, como ha podi-do verse en esta crisis. Los principalespartidos deberían contar con estructuraspaneuropeas efectivas, elaborar listaselectorales plurinacionales y presentarun candidato único a la presidencia dela Comisión.Pese a la difícil unanimidad que re-

quieren, los tratados no deben consti-tuirse en barreras para el ejercicio de-mocrático. Por ejemplo, es lamentableque se haya impuesto a todos los paísesde la Eurozona un límite concreto a sudéficit público estructural, porque arre-bata a los ciudadanos el derecho a esco -ger una u otra política fiscal, algo esen-cial para que haya democracia. Por otro lado, se ha de preservar

lo ya conseguido en el ámbito de los derechos civiles y políticos, en el quedisponemos de un excelente texto concarácter vinculante. Se trata de la Con -vención Europea de Derechos Humanosde 1950 que, junto a la Unión Europea,es el otro gran legado de la generaciónde los «padres fundadores». Las senten-cias del tribunal de Estrasburgo, queobligan a todos los Estados firmantes delConvenio, garantizan que Europa seguirásiendo un espacio de libertad. Reciente -mente, la sentencia que ha abolido enEspaña la «doctrina Parot» ha recordadoque, en un país democrático, las leyespenales jamás pueden ser retroactivas.Por último, cabe recordar algo ob-

vio, pero de lamentable actualidad: enuna Europa democrática no caben lashegemonías. Europa no es espacio para

la hegemonía de nadie, por muy grandeque sea el país y por muy eficiente queresulte. Volver a las imposiciones de unasupremacía alemana de resonancias bis-marckianas no es aceptable. Ni corres-ponde a este siglo, ni los ciudadanos eu-ropeos lo desean. Otra cosa es el naturalprotagonismo del eje franco-alemán,por su centralidad en Europa y por supapel en el proceso fundacional. Es ló-gico que muchas iniciativas surjan deeste tándem. Pero la transferencia de soberanía se ha hecho a instituciones su-pranacionales democráticamente con-troladas, no a otro Estado a cuyos diri-gentes no podemos votar.

3.2. Una Europa solidaria

El proyecto europeo requiere unos ciu-dadanos identificados con sus valores ydispuestos a defenderlo. La Unión nacióbajo el signo de la reconciliación, de larenuncia al resentimiento. Y algo de re-sentimiento parece haber en los discur-sos xenófobos, populistas o simplemen-te miopes que comienzan a proliferar.

3.2.1. Solidaridad hacia los propiosciudadanosEsta solidaridad es imprescindible y ha-bría de quedar reflejada en los tratados.En este sentido, la Carta de los DerechosFundamentales de la Unión Europea,proclamada el año 2007 junto al Tratadode Lisboa, es un buen texto, pero sólovincula a los Estados miembros cuandoestán aplicando normativa europea y,además, se han autoexcluido el ReinoUnido, Polonia y, con matices, la Repú -blica Checa. La Europa que queremos

24

habría de garantizar unos derechos so-ciales mínimos para todos los ciudada-nos y por eso creemos que esa Carta ha-bría de mejorarse y tener pleno valorjurídico en toda la Unión.Las políticas solidarias europeas han

de ser efectivas y se han de explicar alos ciudadanos, saliendo al paso de lademagogia fácil practicada por algunospolíticos. Se ha de gobernar desde laresponsabilidad y la pedagogía. En elmismo sentido, se ha de integrar a losciudadanos inmigrados procedentes depaíses extracomunitarios. La Europa dela xenofobia no es nuestro país. El aumento de la desigualdad, acen-

tuada durante la crisis actual, contradi-ce los valores sobre los que se basó eléxito de la Unión. La economía ha deestar al servicio de una mayoría de losciudadanos, no al revés. Un sistemaeconómico que adjudica a una pequeñaminoría todas las rentas del crecimien-to no es aceptable. Tampoco un modeloque genere paro y excluya a una partede la población. Por ello, la política mo-netaria del Banco Central Europeo de-bería orientarse también al crecimientoeconómico que genera empleo y a la es-tabilidad financiera, en pie de igualdadcon el control de los precios, su únicaprioridad actual.

3.2.2. Solidaridad entre países europeosUna unión económica y política tieneque venir acompañada de importantesmecanismos de solidaridad entre terri-torios. Los mercados tienden a benefi-ciar desproporcionadamente a los máseficientes y poderosos. Sin mecanismosde solidaridad, los países menos efi-

cientes corren el riesgo de hundirse enuna creciente marginación. Tal comosucede en el ámbito estatal, la Unión de-be respaldar a sus economías más débi-les, como se ha hecho con los fondos es-tructurales y de cohesión y como sedebería haber hecho en la Eurozona du-rante la crisis. En este sentido, la Unióndebe ser también una «unión de trans-ferencias», capaz de transferir recursosentre países dentro de unos límites ra-zonables, compensando así en parte losdesequilibrios. El Parlamento Europeo debería tener

importantes competencias a la hora dedefinir la política económica general y elmarco en el que deben evolucionar laspolíticas fiscales de los países miem-bros. A cambio, todo país que haya res-petado sus directrices debería contar conpleno respaldo financiero de la Unión.

3.2.3. Solidaridad exteriorLa Unión Europea debe profundizar enla cooperación al desarrollo y en la aper-tura de su mercado, al menos, por tresgrandes motivos: – La inmensa responsabilidad histó-rica que tiene Europa por la espan-tosa agresión colonial que arrasó conlos sistemas económicos y socialesde la mayor parte del mundo, ha-ciéndoles luego mucho más difícil latarea del desarrollo.– El propio interés del continente,que solo podrá alcanzar sus objeti-vos de crecimiento sostenible si laprosperidad se extiende al resto delmundo. Nuevos mercados con in-mensas poblaciones y suficiente ca-pacidad de compra multiplicarían

25

sin duda la demanda de productoseuropeos, aunque también la com-petencia.– Y, sobre todo, por coherencia consus valores sociales y democráticos.Los europeos no podemos aceptaruna Humanidad donde prolifera laopresión, la miseria y la injusticia,mientras vivimos refugiados en unaburbuja más o menos próspera y de-mocrática.

3.2.4. Solidaridad hacia las futurasgeneraciones La presión desmedida que ejerce hoy laactividad humana sobre los recursos delplaneta ha ampliado la noción de soli-daridad más allá de nuestro tiempo.Hemos de ser solidarios también con lasgeneraciones futuras y legarles un mun-do tan habitable, al menos, como el quehemos recibido. La UE ha de seguir liderando las ini-

ciativas medioambientales y ha de hacervaler toda su influencia para que las otraspotencias económicas mundiales siganel mismo camino. Ello entronca, ade-más, con la necesidad de avanzar haciala autonomía energética, superando laescasez de recursos propios. Una apues -ta decidida por las energías renovables ypor el medio ambiente podría tener ade-más un importantísimo efecto impulsorsobre diversos sectores industriales.En este sentido, hay que elogiar la

pro fundidad y visión de futuro de laEnergiewende (transición energética)alemana. Todos los partidos y las princi-pales empresas, con un abrumador res-paldo ciudadano, se han comprometidoen un descomunal esfuerzo investigador

y tecnológico para hacer posible una re-ducción del 80 % en la emisión de gasesde efecto invernadero en el año 2050.

3.3. Una Europa federal

Europa debe poner rumbo hacia una fe-deración democrática compuesta poraquellos que de común acuerdo deseeny estén en condiciones de participar. Elritmo no puede ser impuesto por la mi-noría más reticente, por lo que quizás serequiera una «Europa de dos velocida-des», tal como ha sucedido con la Euro -zona. A la larga, esto conllevará que lospaíses más celosos de su soberanía que-den fuera del proyecto común. El camino hacia la Europa federal

tiene una vertiente económica y otra po-lítica. En el ámbito económico, se de-bería consolidar la Unión Económica yMonetaria (UEM)21. Los Estados miem-bros de la Eurozona comparten ya unaúnica política monetaria, pero en otrasmaterias se limitan a una mera coordi-nación de políticas económicas nacio-nales, no siempre observada con rigor22.Para reforzar la UEM se debería dotar-le de:a) Un presupuesto mayor. Actual -

mente apenas sobrepasa el 1 % del PIBdel conjunto de la Unión, un porcentajeridículo que incluso se ha reducido re-cientemente, lo que ha obligado a reba-jar partidas que habrían sido generado-ras de crecimiento en el futuro. b) Mayores ingresos comunes. Una

Europa federal eficaz requeriría de másingresos directos al presupuesto común,como los procedentes de la implanta-ción de la tasa («Tobin») sobre los mo-

26

vimientos especulativos de capital, loque además mejoraría la estabilidad fi-nanciera.c) Eurobonos. La emisión de bonos

garantizados por el Banco CentralEuropeo facilitaría una financiaciónmenos costosa a los países más endeu-dados. Cabe recordar que no se trataríade subvenciones a fondo perdido, sinode créditos que deberían ser devueltoscon sus correspondientes intereses, queno serían ya desorbitados.d) Unión bancaria. Un proceso que

se ha iniciado demasiado tímidamente yque incluiría la supervisión de los mayo -res bancos por parte del Banco CentralEuropeo, la posibilidad de liqui dar unainstitución con problemas y un fondocomún de garantía de depósitos.e) Armonización fiscal. Se debería

tender igualmente hacia una armoniza-ción de algunos impuestos nacionales ypotenciar los instrumentos necesariospara luchar contra el fraude y los paraí-sos fiscales. En cuanto a la vertiente política, la

claridad democrática en las institucio-nes de la UE se vería reforzada si se im-plantara una estructura netamente fede-ral. El Parlamento habría de ser laCámara baja, representando la legitimi-dad política de los ciudadanos y elConsejo de Ministros sería la Cámaraalta, que garantizaría la legitimidad territorial. La Comisión debería consti-tuirse sin cuotas territoriales, tener po-cos miembros23, mayor capacidad eje-cutiva y estar estrechamente controladapor el Parlamento.Otra generación habrá de redactar

una Constitución europea mejor que la

que no se logró aprobar. Su contenidodebería hacer comprensible el funcio-namiento de la Unión y ser capaz de ins-pirar la identidad europea a través de susvalores y símbolos. Además de servir asus ciudadanos, Europa ha de poderemocionar y ha de poder explicarse.Europa tiene que avanzar también

en el ámbito de la política exterior. Aunreconociendo la dificultad de evolucio-nar en esta materia, la UE –o al menosla Eurozona– debería hablar con una sola voz en el ámbito internacional, porejemplo en el Consejo de Seguridad dela ONU, lo que hasta ahora no ha sidoposible.

3.4. ¿Cómo avanzar hacia esaEuropa deseada?Como hemos visto, el proyecto europeoarrancó en sus orígenes impulsado porunas metas económicas intermediasmuy concretas. En cambio, en la co-yuntura actual, Europa debe incidir so-bre el aspecto humano si quiere ser fiela sus principios y movilizar de nuevo ala sociedad. Desarrollar una afectio so-cietatis hacia Europa implica tambiénque la ciudadanía la perciba como pro-tectora de sus derechos, frente a las de-rivas de poder de los estados y de lasgrandes corporaciones. Cuando unasmedidas que atentan contra el medioambiente o una regulación abusiva delos desahucios son rectificados por lasinstituciones europeas, los ciudadanosse sienten protegidos por la Unión.Ante el deterioro del proyecto euro-

peo agravado por la crisis, muchos pi-den la salida del euro, algo que, en vir-tud de los tratados, implica la salida de

27

la Unión Europea. Tal medida represen-taría un fracaso histórico que podría daralas a derivas ultranacionalistas, simila-res a las que precedieron a ambas gue-rras mundiales. Quizá se pida tan solocomo amenaza o medida de presión pa-ra conseguir condiciones más solida-rias. Pero no hay duda de que hoy el pro-yecto está en riesgo, por el desafecto delos que exigen que haya más solidaridady de los que exigen que haya menos, enuna deriva populista creciente. Otra actitud, que nosotros compar -

timos, se orienta a creer que aún es po-sible reformar Europa y hacerla más eficaz y solidaria, culminando el inaca-bado proyecto europeo. Una Europa ca-paz de canalizar las aspiraciones de lasnuevas generaciones y de los movi-mientos sociales, lo cual implica unaEuropa con más poder. Ello requiere po-líticos con visión a largo plazo y, sobretodo, una ciudadanía más implicada enel proyecto. Para desarrollar las grandes líneas

propuestas en los apartados anteriores,presentamos a continuación algunoscriterios de actuación.

3.4.1. Generar una conciencia denecesidadLa Unión debería continuar siendo sig-no de esperanza. Pero para progresar aveces no basta con la convicción, hacefalta también la presión de la necesidad.Esta presión es ahora acuciante y debe-ría aprovecharse. Como en la fundacióndel proyecto comunitario, hay que re-cordar por qué vale la pena seguir cons-truyendo Europa: para mantener la pazy el progreso. Sin ella, podemos perderambos.

3.4.2. Crear complicidades a favor deuna mayor integración europea La creación de complicidades entre losprincipales dirigentes europeos es esen-cial. Éstos tienen que admitir que elbienestar de los griegos es al final elbienestar de los alemanes, como lo es deEuropa entera, porque en un mundo in-terrelacionado, si unos van mal, tarde otemprano sufrirán los demás. Asumiresta máxima es un paradigma de la fu-sión de intereses a la que se refería elplan Schuman de 1950.24 Sólo así se ace-lerará la transición de soberanía nacio-nal hacia una soberanía compartida,comprendiendo que únicamente podrálograrse desde la premisa «compartirpara ganar». Si no sabemos compartirsoberanía, se irá perdiendo a favor depoderes fácticos exógenos, como haquedado de manifiesto durante la crisis.La sociedad civil debe a su vez cons-

truir puentes transnacionales sin espe-rarlo todo de las instancias políticas. Es -tablecer lazos de complicidad requiereconocimiento interpersonal y relaciónmutua entre asociaciones, empresas,partidos, sindicatos, escuelas, universi-dades y centros de toda índole, que seforjan a base de años. La inclusión dematerias relacionadas con la realidadeuropea en los programas educativosnacionales y la implicación habitual deorganismos culturales y cívicos en losgrandes debates europeos, contribuiría aconcienciar a la ciudadanía de la im-portancia de las decisiones que se tomanen el ámbito europeo. Los medios de co-municación tienen una gran responsabi-lidad, pues según traten la informaciónpueden acentuar o minimizar las desa -venencias entre países. Después de su-

28

frir las consecuencias de políticas ina -decuadas, los ciudadanos deberíamossaber hasta qué punto nos puede llegara afectar lo que se decide en Europa yno caer de nuevo en la inconsciencia deuna elevada abstención en las eleccio-nes europeas.

3.4.3. Favorecer el crecimiento y el empleoPara que Europa vuelva a resultar atrac-tiva debe favorecer el crecimiento sos-tenible y generar empleo, especialmenteempleo juvenil, un drama hoy en nu-merosos países y sobre todo en España.¿Qué es más importante, satisfacer a

los acreedores o levantar la economía?Inmersos en una crisis, se han de poderimplementar políticas orientadas priori-tariamente al crecimiento y el empleo.Necesitamos instituciones europeasfuer tes, capaces de desplegar rápida-mente me didas adecuadas a la coyuntu-ra económica y a los deseos de los ciu-dadanos.Sin postergar la urgencia por volver

a crear empleo, convendría reconocer elvalor a medio y largo plazo de modelosholísticos de crecimiento propios del si-glo XXI que tengan en cuenta factoreseconómicos, culturales, ambientales,sociales y de sostenibilidad. En esa lí-nea, iniciativas como las del Índice parauna vida mejor de la OCDE25 o simila-res deberían ser seriamente exploradas para inspirar políticas más humanas.Debería asimismo desarrollarse un

auténtico espacio laboral europeo, ga-rantizando la protección transnacionalde los derechos de los trabajadores y fa-cilitando la movilidad de la mano de

obra comunitaria, para lo que es preci-so lograr un reconocimiento más ágil dehabilidades profesionales y homologa-ción de diplomas en el espacio educati-vo común.

3.4.4. Combinar las grandes políticascon las iniciativas a nivel microPara avanzar en el proyecto europeo ha-rán falta de nuevo grandes acuerdos,siempre difíciles de alcanzar. Pero esoes sólo una parte. Tan importantes o máspueden ser algunas decisiones aparente-mente menores. El programa Erasmus,por ejemplo, cuesta muy poco para lomucho que aporta, pues ha permitido te-jer vínculos personales, contribuyendopoderosamente a crear un espíritu euro-peo entre los jóvenes universitarios.

3.5. ConclusiónPara concluir, queremos subrayar nues-tro desacuerdo con el rumbo que ha to-mado Europa en los últimos años. Nonos gusta cómo ha encarado la crisis, nitampoco los populismos demagógicos,ni el hegemonismo que algún Estado hacomenzado a practicar. Por ahí no que-remos ir. Pero seguimos creyendo en lagenerosidad y amplitud de miras delproyecto que soñaron los «padres fun-dadores». Unidos, podremos hacer quelos intereses de la mayoría prevalezcansobre los de una reducida minoría.Queremos una Europa útil para sus ciu-dadanos. Una Europa abierta, compro-metida con el desarrollo, la justicia y elmedio ambiente. Una Europa capaz detransformarse y de colaborar en la trans-formación del resto del mundo.

29

30

BIBLIOGRAFÍA

BORCHARDT, Klaus-Dieter. La unificación europea. Nacimiento y desarrollo de la•Unión Europea. Documentación Europea. Luxemburgo, 1995.

COLOMER, Josep M. Europa, como América. Los desafíos de construir una federa-•ción continental. Servicio de Estudios, La Caixa. Barcelona, 2010.

COLL, Antoni. Los Cinco Padres de Europa. Ed. Milenio. Lleida, 2008.•

DURAO BARROSO, José M. Discurso sobre el estado de la Unión. Comisión•Europea, 2012.

EUROPEAN PARLIAMENT. Fact Sheets on the European Union. Luxembourg, 2009.•

FERRERO, Angel; NEGRETE,Carmela; y POCH DE FELIU, Rafael. La quinta Alema nia.•Icària. Barcelona, 2013

FONTAINE, Pascal. Doce lecciones sobre Europa. Luxemburgo, 2011.•

KRUGMAN, Paul. The conscience of a Liberal. W. W. Norton, 2007.•

LEJEUNE, René. Robert Schuman. Padre de Europa. Ed. Palabra. Madrid, 2000.•

MAJÓ, Joan. El món que ve ja el tenim aquí. RBA. Barcelona, 2013.•

MONNET, Jean. Mémoires. Ed. Fayard. Paris, 1976.•

ORTIZ, Daniel (ed.). La construcció de l’Europa Social. Proa. Barcelona, 2001.•

SCHUMAN, Robert. Pour l’Europe. Ed. Nagel (5ª edición), 2010.•

SCHULZ, Martin. Europa: la última oportunidad. RBA. Barcelona, 2013.•

STIGLITZ, Joseph E. El precio de la desigualdad. Taurus. Madrid, 2012.•

TOSO, Mario. Las finanzas al servicio del bien común y de la paz, Cristianisme i•Justícia, Barcelona, Colección Virtual nº 5 (www.cristianismeijusticia.net/virtual).Conferencia pronunciada en Cristianisme i Justícia, Barcelona, 19 abril de 2013.

1. EFTA: European Free Trade Association (Aso -ciación Europea de Libre Comercio).

2. El llamado «Tratado de Lisboa» de 2007 es unalarguísima lista de enmiendas al Tratado fun-dacional de Roma (redenominado «Tratado defuncionamiento de la Unión Europea») y al«Tratado de la Unión Europea» de Maastricht.Estas enmiendas recogen la mayoría de dispo-siciones de carácter funcional de la fallidaConstitución europea.

3. Rafael POCH, «Alemania en la Gran Desi gual -dad», La Vanguardia, 19-6-2012. Con tribu cióna la conferencia sobre «Los derechos socialesen tiempos de crisis» organizada por el Go bier -no Vasco, mayo 2012.

4. La primera sería el Sacro Imperio Romano Ger -mánico (962-1806), la segunda el Imperio fe - de ral bismarckiano (1870-1918) y la tercera el III Reich hitleriano (1933-1945). ÀngelFERRE RO, Carmela NEGRETE y Rafael POCH-DE-FELIU, La Quinta Alemania, Barcelona,Icària, 2013.

5. Paul KRUGMAN, The conscience of a Liberal, W.W. Norton & Company, 2007.

6. La hiperinflación alemana de 1921-23 dio pasoa un fallido intento de golpe de Estado de Hit -ler. Su acceso al poder se produjo diez añosdespués.

7. Holm-Detlev KÖHLER, «Mito y realidad de laAgenda 2010», La Vanguardia, 17-3-2013.

8. Joseph E. STIGLITZ, El precio de la desigualdad,Madrid, Taurus, 2012.

9. Rafael POCH, «El fraude del modelo alemán y elmito de su proyecto político», La Vanguardia,3-2-2012.

10. En el quinquenio 2009-2013 el PIB de EEUUcreció un 7 %, el de Japón un 3 %, el delReino Unido un 0,5 %, y el de la Eurozonadescendió un -2,5 % (Fuentes: Banco Mundialpara el periodo 2009-2012 y diferentes esti-maciones provisionales para el año 2013)

11. Ignacio RAMONET, «Nuevos protectorados», LeMonde Diplomatique en español, marzo 2012:«Angela Merkel acuñó en septiembre pasadoel concepto de ‘marktkonforme demokratie’[...]. Lo definió de la manera siguiente: ‘Laelaboración del presupuesto del Estado es unaprerrogativa fundamental del Parlamento, pe -ro hay que hallar vías para que ese requisitodemocrático esté en conformidad con el mer-cado’».

12. Además de la confrontación bélica en sí, a me -nudo se olvida que la posguerra fue un perío-do de penuria. A nuestra generación le cuestaimaginar que entonces no sólo en España sepasaba hambre sino también en Alemania,Francia o el Reino Unido.

13. Véase si no la dificultad en llegar a un acuerdosobre tantas cuestiones de gravedad en el senodel Consejo de Seguridad de Naciones Uni -das, mucho más reducido y en donde cincomiembros tienen el derecho de veto.

14. Declaración Schuman: http://europa.eu/about-eu/basic-information/symbols/europe-day/schuman-declaration/index_es.htm

15. Junto con el tratado que constituyó la Comuni -dad Europea de la Energía Atómica.

16. Inspirado en Alfons CALDERÓN, «Europa es laempresa», publicado en Cinco Días, Madrid 8de mayo de 2010.

17. Con visión de futuro, Schuman decía en 1953:«Tenemos que construir la Europa no sólo delinterés de los países libres, sino la que integretambién a los países de la Europa Oriental,desde el momento en que se liberen del yugoque los oprime y nos pidan aceptarlos en nues-tra comunidad». Muchos de esos países seincorporaron a la UE 51 años después.

18. «La Unión establecerá un mercado interior.Obrará en pro del desarrollo sostenible deEuropa basado en un crecimiento económicoequilibrado y en la estabilidad de los precios,

31

NOTAS

en una economía social de mercado, altamen-te competitiva, tendente al pleno empleo y alprogreso social, y en un nivel elevado de pro-tección y mejora de la calidad del medioambiente». Título I, artículo 2, párrafo 3 delTratado de Lisboa.

19. Eugenio RECIO, «Reptes de l’economia socialde mercat al segle XXI». Conferencia pronun-ciada en ESADE el 4 de febrero de 2010.

20. La pugna que hay en 2013 y que se arrastra deaños anteriores entre las autoridades europeasy varios operadores de telecomunicacionespara reducir las tarifas de roaming va en esalínea. Sería muy difícil que una sola naciónpudiera ni tan sólo plantear la cuestión.

21. Para ampliar la cuestión se puede ver COMISIÓNEUROPEA, «Plan director para una Unión Eco -nómica y Monetaria profunda y auténtica»,Bruselas, 28 de diciembre de 2012.

22. El hecho de que la parte monetaria sea másfuerte que la económica es fruto de la historia.Mitterrand propuso a Kohl la Unión Moneta -ria y Alemania expuso sus reservas si no habíagrandes avances hacia la unión política. PeroAlemania tuvo que aceptarla, ya que con ellavenía el aval del presidente francés a la reuni-ficación del país.

23. Ahora son veintiocho comisarios, uno por esta-do miembro.

24. Alfons CALDERÓN, «¿Adónde vas Europa?», enLa Vanguardia, 16 de diciembre de 2012.

25. Con motivo de su 50 aniversario en 2011, laOCDE construyó el índice para una vida me -jor, en donde además de los factores clásicospara medir el grado de progreso de un país, sedestaca la cultura, como sistema de valores yla percepción de las personas (www.oecdbetterlifeindex.org).

32