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Eucharis omen Ihs gratias agens benedixit fregit deditque” ENERO A.D. 2021 AÑO I, Número 7

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Eucharis omenIhs

gratias agens benedixit fregit deditque”

ENEROA.D. 2021

AÑO I, Número 7

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Hace 65 años, uno de los sacerdotes que se ordenó conmigo escribió en el recordatorio de su primera misa, además de su nombre y la fecha, una sola palabra en griego: “Eucharistomen” convencido de que esta palabra, en todas sus dimensiones, ya dice todo lo que se puede decir en este momento.

“Eucharistomen” es un gracias humano...gracias a todos! (...) Eucharistomen” en aquel entonces mi amigo Berger no se refería sólo a la dimensión de la gra�tud humana, sino por supuesto a la palabra más profunda que se esconde y aparece en la liturgia, en la escritura, en las palabras “Gra�as agens benedixit fregit deditque” (después de dar Gracias

Papa Emérito Benedicto XVI

65° Aniversario de suOrdenación Sacerdotal

mensaje

Eucharis omenIhs

lo par�ó y se los dio), “Eucharistomen” la acción de gracias evoca la nueva dimensión que Cristo dio. Él transformó en agradecimiento, y por lo tanto en bendición, la cruz, el sufrimiento, todo el mal del m u n d o . Y a s í , f u n d a m e n t a l m e n t e h a transustanciado la vida y el mundo y nos ha dado y nos da cada día el pan de la vida verdadera, que supera al mundo gracias a la fuerza de su amor.

Al final, queremos insertarnos en este “Gracias” del Señor, y así recibir realmente la novedad de la vida y ayudar a la transustanciación del mundo: que sea un mundo, no de muerte sino de vida; un mundo en el que el amor haya vencido a la muerte.

Gracias a todos ustedes. Que el señor nos bendiga a todos.

Papa Emerito Benedicto XVI en el 65° Aniversario de su Ordenación Sacerdotal

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INDICE

Eucharis omenIhs

mensaje papa eméritobenedicto xvi

homilía de san juan pablo iimagno papa en ocasión de lasanta misa en la solemnidadde santa maría, madre de dios, y en la xxxv jornada mundialde la paz

el título theótokos en tornoal concilio de niceap. carlos ignacio gonzález, s.j.

biografía san ambrosiojames loughlin

memorias san juan boscolos años fabulosos

píldoras de santidadsanta clara de asís

vita sacra est:hombre y mujer como realidadpilar bosch

causae et curae:santa hidelgarda von bingen

dra. maría nieto

milagro eucarísticocarlo acutis

sección niños

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Eucharis omenIhs

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA

HOMILIA DE SAN JUAN PABLO II MAGNO PAPA EN OCASIÓN DE LA SANTA MISA EN LA

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, Y EN LA XXXV JORNADA MUNDIAL

DE LA PAZ1 de enero de 2002

1. “¡Salve, Madre santa!, Virgen Madre del Rey que gobierna cielo y �erra por los siglos de los siglos”(cf. An�fona de entrada). Con este an�guo saludo, la Iglesia se dirige hoy, octavo día después de la Navidad y primero del año 2002, a María san�sima, invocándola como Madre de Dios. El Hijo eterno del Padre tomó en ella nuestra misma carne y, a través de ella, se convir�ó en “hijo de David e hijo de Abraham” (Mt 1, 1). Por tanto, María es su verdadera Madre: ¡Theotókos, Madre de Dios! Si Jesús es la vida, María es la Madre de la vida. Si Jesús es la esperanza, María es la Madre de la esperanza. Si Jesús es la paz, María es la Madre de la paz, Madre del Príncipe de la paz. Al entrar en el nuevo año,

pidamos a esta Madre santa que nos bendiga. Pidámosle que nos dé a Jesús, nuestra bendición plena, en quien el Padre ha bendecido de una vez para siempre la historia, transformándola en historia de salvación.2. ¡Salve, Madre santa! Bajo la mirada materna de María se sitúa esta Jornada mundial de la paz. Reflexionamos sobre la paz en un clima de preocupación generalizada a causa de los recientes acontecimientos dramá�cos que han sacudido el mundo. Pero, aunque pueda parecer humanamente di�cil mirar al futuro con op�mismo, no debemos ceder a la tentación del desaliento.Al contrario, debemos trabajar por la paz con valen�a, conscientes de que el mal no prevalecerá.La luz y la esperanza para este compromiso nos vienen de Cristo. El Niño nacido en Belén es la Palabra eterna del Padre hecha carne por nuestra salvación, es el “Dios con nosotros”, que trae consigo el secreto de la verdadera paz. Es el Príncipe de la paz.3. Con estos sen�mientos, saludo con deferencia a los ilustres señores embajadores ante la Santa Sede que han querido par�cipar en esta solemne celebración. Saludo afectuosamente al presidente del Consejo pon�ficio jus�cia y paz, señor cardenal François Xavier Nguyên Van Thuân, y a todos sus colaboradores, y les agradezco el esfuerzo que realizan a fin de difundir mi mensaje anual para la Jornada mundial de la paz, que este año �ene como tema: “No hay paz sin jus�cia, no hay jus�cia sin perdón”. Jus�cia y perdón: estos son los dos “pilares” de la paz, que he querido poner de r e l i e v e . E n t r e j u s � c i a y p e r d ó n n o h a y contraposición, sino complementariedad, porque ambos son esenciales para la promoción de la paz. En efecto, esta, mucho más que un cese temporal de las hos�lidades, es una profunda cicatrización de las heridas abiertas que rasgan los corazones (cf. Mensaje, 3: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de diciembre de 2001, p. 7). Sólo el perdón puede apagar la sed de venganza y abrir el corazón a una reconciliación autén�ca y duradera entre los pueblos.

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4. Dirigimos hoy nuestra mirada al Niño, a quien María estrecha entre sus brazos. En él reconocemos a Aquel en quien la misericordia y la verdad se encuentran, la jus�cia y la paz se besan (cf. Sal 84, 11). En él adoramos al Mesías verdadero, en quien Dios ha conjugado, para nuestra salvación, la verdad y la misericordia, la jus�cia y el perdón.En nombre de Dios renuevo mi llamamiento apremiante a todos, creyentes y no creyentes, para que el binomio “jus�cia y perdón” caracterice siempre las relaciones entre las personas, entre los grupos sociales y entre los pueblos.Este llamamiento se dirige, ante todo, a cuantos creen en Dios, en par�cular a las tres grandes religiones que descienden de Abraham, judaísmo, cris�anismo e islam, llamadas a rechazar siempre con firmeza y decisión la violencia. Nadie, por ningún mo�vo, puede matar en nombre de Dios, único y misericordioso. Dios es vida y fuente de la vida. Creer en Él significa tes�moniar su misericordia y su perdón, evitando instrumentalizar su santo nombre.Desde diversas partes del mundo se eleva una ferviente invocación de paz; se eleva par�-cularmente de la Tierra que Dios bendijo con su A l ianza y su Encarnac ión, y que por eso llamamos Santa. “La voz de la sangre” clama a Dios desde aquella �erra (cf. Gn 4, 10); sangre de hermanos derramada por hermanos, que se remontan al mismo patriarca Abraham; hijos, como todos los hombres, del mismo Padre celes�al.5. ¡Salve, Madre santa! Virgen hija de Sión, ¡cuánto debe sufrir por esta sangre tu corazón de Madre!El Niño que estrechas contra tu pecho lleva un nombre apreciado por los pueblos de religión bíblica: Jesús, que significa “Dios salva”. Así lo llamó el arcángel antes de que fuera concebido en tu seno (cf. Lc 2, 21). En el rostro del Mesías recién nacido reconocemos el rostro de todos tus hi jos v i l ipendiados y explotados. Reconocemos especialmente el rostro de los niños, cualquiera que sea su raza, nación y cultura. Por ellos, oh María, por su futuro, te pedimos que ablandes los corazones endurecidos por el odio, para que se abran al amor, y la venganza ceda finalmente el paso al perdón.

Eucharis omenIhs

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA

Obtennos, oh Madre, que la verdad de esta afirmación - “No hay paz sin jus�cia, no hay jus�cia sin perdón”- se grabe en el corazón de todos. Así la familia humana podrá encontrar la paz verdadera, que brota del encuentro entre la jus�cia y la misericordia.

Madre santa, Madre del Príncipe de la paz, ¡ayúdanos!

Madre de la humanidad y Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!

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el título theótokos

El �tulo Theotokos en tornoal Concilio de Nicea

P. Carlos Ignacio González, S.J.*1. PreliminaresUna cosa es hablar del �tulo Theotókos, otra de la idea teológica de que está preñado. La idea es an�quísima, y aparece ya como confesión de fe puesta en labios de Isabel: "La Madre de mi Señor" (he Méter toü Kyrioumou: Le 1, 43), que, en cuanto de redacción post pascual, con�ene una gravidez teológica que no podía tener en el momento histórico de la visita de María. Tras el reconocimiento como Dios de Jesucristo resucitado, se le confiesa "el

Señor", �tulo exclusivo de Yahvé en el An�guo Testamento (compárese el Kyrios de Lc 1, 43, referido a Cristo, con el de Lc 1,28.38.45.46.58, referido a Yahvé).Esta teología poco a poco se fue aclimatando en la literatura patrís�ca del II siglo, con nuevos ma�ces de enfoque, ya desde San Ignacio de An�oquía, y pasando por San Jus�no y San Ireneo (1) . Pero todos ellos comparten un elemento: ninguno intenta hacer una mariología. María había proclamado sobre su persona no ser sino "la humilde sierva del Señor". Así es la mariología: está enteramente al servicio de la conciencia eclesial creciente sobre quién es Jesucristo, y cuál es su obra liberadora.Estos primeros autores cris�anos, en cuanto nos es dado saber, no conocieron sin embargo el �tulo Theotókos ("Dei genitrix", "Progenitora de Dios"), aún cuando hubiesen confesado en germen su teología. El �tulo como tal es sin duda posterior.Recoge la tradición teológica del s. II, y aparece muy probablemente en el s.III, ya preñado de un significado cristológico con rasgos definidos. La cristología, a través de las tantas crisis de crecimiento, fue como un niño que se desarrolla p o c o a p o c o fo r � fi c a n d o s u s m ú s c u l o s . Acompañando esa adultez progresiva en la doctrina sobre su Hijo, también la reflexión cris�ana sobre la Madre fue robusteciendo sus caracterís�cas de adulta. Y así como los rasgos en la cara de una mujer van marcando los períodos de madurez humana, así los ma�ces cambiantes del �tulo Theotókos fueron como otros tantos mojones que iban paso a paso señalando el camino por el que avanzaba la confesión de fe sobre aquél que ella había concebido en sus entrañas. Quisiéramos en este ar�culo detenernos a contemplar por un instante cada uno de los más defini�vos de entre los primeros mojones de la ruta. Emprendemos nuestro viaje con dos casos en que se usó este �tulo.Ambos navegan un poco en la incer�dumbre: el primero es el de Orígenes. Conocemos con seguridad su época; en cambio la duda puede tornar inseguro el hecho mismo: ¿conoció y usó el alejandrino este �tulo mariano? El segundo es el de

* Profesor de la Pon�ficia Universidad Gregoriana. Roma.

(1). Cf. C.I. GONZALEZ. María. Evangelizada y Evangelizadora. Bogotá. CELAM 1988. pp. 204-207; JADE ALDAMA. María en la patris�ca de los siglos 1/ y 111. Madrid. BAC 1970.

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la oración ''Bajo tu amparo': cierta a su vez en cuanto al uso del �tulo, incierta empero en cuanto a la fecha en que la Iglesia egipcia comenzó a orar con ella. Luego recorreremos el resto del camino en diversas etapas marcadas por los concilios orientales y por los teólogos-arquitectos de los mismos.

1.1 OrígenesEl más grande representante de la teología alejandrina del s. III, en pocas ocasiones, según los datos que han sobrevivido a los incidentes del camino, usó probablemente este �tulo de María. El historiador Sócrates, que escribió su Historia Eclesiás�ca consultando con cuidado las fuentes de la an�güedad de que disponía, escribe sobre la disputa en Constan�nopla acerca del �tulo Theotókos que culminó con la definición de Efeso, unos 10 años después de acontecida (termina en los sucesos de Constan�nopla de 439). En el L. VII, c. 22, habla de la defensa que Nestorio hizo de su presbítero y consejero Anastasio, el cual había predicado que "Nadie ha de llamar a María Theotókos, pues María fue humana, y Dios no puede nacer de un humano". Muchos condenaron esta ac�tud de Nestorio que contradecía la costumbre de los Padres an�guos(2):“Puesto que la humanidad está unida con la divinidad, ya no son dos, sino uno. Por ello, basados en este tes�monio (de San Juan) los an�guos no dudaron en llamar a María la Theotókos. Pues Eusebio Panfilio en su tercer libro de su Vida de Constan�no así dice: 'El Emmanuel, esto es el Dios con nosotros, quiso nacer por nosotros .. .'. También Orígenes, en el primer volumen de su Comentario a la Carta de Pablo a los Romanos, al explicar en qué sen�do se la llama Theotókos, inves�ga amplia pues que Nestorio ignoró por completo los escritos de los an�guos"Por desgracia del comentario original de Orígenes sólo unos cuantos fragmentos en griego han vencido los avatares del �empo. Sus 15 libros han llegado hasta nosotros resumidos en 10, en una versión la�na de Rufino(3). En ellos, por cuanto resulta de los índices origenianos, no aparece la expresión "Dei

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2. SOCRATES. Hisr. Eccl. VII, 22: PG. 67, 808 y 812. 3. Cf. J. QUASTEN. Parrologíavol,l. Madrid, BAC 1969, p. 351. Lo dicen varios comentaristas. entre otros V. SCHWEITZER. "Altes des Titels Theotokos", Karholik 27 (1903): "No conservamos este comentario a los Romanos en el

original, sino sólo en la traducción de Rufino. En ésta se halla precisamente sobre Rom 1, 5 el tratado sobre la encarnación de Cristo. pero no se encuentra ninguna palabra Que fuese equivalente a Theotokos", (p. 108). Sin embargo un poco más adelante el mismo autor hace una sabia

Genitrix" u otra equivalente que pudiese considerarse una traducción del �tulo Theótokos(4) Se puede presuponer con autores como C. Vagaggini (5) , que Orígenes pudo haber usado perfectamente el �tulo Theotókos (que luego no aparece en la versión la�na glosada), en su comentario a Rom 1, 3: "acerca de su Hijo, nacido del linaje de David, según la carne", en cuanto se encuentran en el texto origeniano todos los elementos que favorecerían el uso de tal �tulo. Transcribimos el texto, en cuanto posteriormente nos servirá como referencia para la doctrina de Arrio: "Sin duda fue hecho aquello que no exis�a antes, es decir según la carne. Porque según el espíritu ya exis�a, y no hubo un �empo en que no hubiese exis�do. Observemos que no dice: El cual Hijo fue predes�nado en virtud del espíritu de san�ficación(6), sino: El cual Hijo fue des�nado. Y nadie piense que pretendemos especular sobre el texto más de lo que éste consiente. Porque aún cuando en algunas versiones la�nas puede encontrarse traducido como predes�nado, sin embargo cuando se le interpreta conforme a la verdad se dice des�nado, y no predes�nado. Pues se des�na a uno que es, se predes�na a uno que aún no es ...

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advertencia que asumo para las lineas siguientes (el. pp. 112s): bien pudo usar Orígenes este �tulo, y ser válido el tes�monio de Sócrates, puesto Que ciertamente él tenía ya bastante claro el concepto (aunque aún no el término) de la communicario idiomarum en que se funda teológicamente este �tulo de Maria. Y lo confirma con el siguiente texto de Orígenes: "Si hubiese sido sólo un hombre y no el Hijo de Dios aquél Que estaba en el seno de María, ¿cómo pudo haber sucedido en aquel �empo y aún ahora Que no sólo se curen los cuerpos, sino también tantas enfermedades del alma?" (In Le. Hom. VII, 6; cf. SCh 87, p. 160). De hecho fue un principio teológico muy común poco después en la escuela alejandrina. Sobre la fidelidad mayor o menor de la traducción de Rufino, ha de notarse sin embargo Que al compararla con los fragmentos de la obra original griega de Origenes, Que ha editado J. SCHERER, Le commentaire d' Origéne sur Rom 111, 5, V, 7, El Cairo,lnst. Fran~ais d'Archéologie Orientale, 1957, de ordinario se advierte una afinidad bastante notable.4. Aunque de esto nada puede deducirse, pues no se conservaba ni siquiera entonces la obra íntegra, como lo dice el mismo Rufino en la presentación dedicada a Heraclio: "Super omnes autem difficultates est, Quod interpola� sunt ipsi libri. Desunt enim fere apud omnes bibliothecas (incertum sane QUo casu) aliQuanta ex ipso opere volumina; et haec adimplere, atQue in La�no opere integram conseQuen�am dare, non est miei ingenii", en ORIGENES, Comm. in Ep. adRom., Praef.: PG. 14,831 s. Por otra parte, como muy bien observa C. VAGAGGINI, Maria nelle opere di Origene, Roma (Orientalia Chris�ana Analecta, 131) 1942, pp. 106- 107, no habría razón para dudar de que Sócrates sea en este punto inexacto, ya Que hace referencia juntamente a dos autores, y en cuanto al primero, Eusebio, su cita es perfecta y verificable pues su obra original ha llegado hasta nosotros.5. CI. C. VAGAGGINI, Maria nelle opere di Origene, pp. 106s.6. Por el contrario, la lección de la vulgata sí dice: "Qui praedes�natus est Filius Dei", mientras el griego dice: "toii horisrhéntos hyoii Theoü", es decir "designado", "determinado"; o sea Que Orígenes tenía razón al corregir el texto y comentarlo consecuentemente, aplicándolo a la eternidad del Hijo.7. ORIGENES, Comm. in Ep. adRom.1. 5: PG. 14,848-850. Conviene leer todo el texto, del que hemos extractado sólo aquellos párrafos que tocaban el tema que nos interesa. En el contexto Orígenes estudia también la relación tanto del Hijo eterno como de la carne de Jesús, con su alma. Y termina expresando su opinión de que la descendencia davídica de Jesús, pues José no era su verdadero Padre (y no consta que María fuese davídica, sino más bien aparece en el evangelio como de la casta de Aarón), deba interpretarse en sen�do espiritual o alegórico.8. Este hecho no hace por fuerza el término Theotókos una interpolación. pero al menos se podría poner en duda si quienes citaron a Orígenes pudieron hacerlo "ad sensum", ya que los autores de las "cadenas"suelen resumir muy bien los textos originales, aunque no por fuerza usando los

En cambio aquél que es, y siempre es, no puede ser predes�nado, sino des�nado ... No pudo pues ser predes�nado a ser Hijo, sino siempre lo fue, como el Padre lo fue siempre ... Tocamos ahora algunas cues�ones muy espinosas que suelen disputarse, en qué sen�do se puede afirmar que el Cristo descienda de David, cuando consta que no nació de José, y es la ascendencia de José terminada en David la que se nos ha comunicado(7)"Tenemos también a la mano algunos fragmentos del Comentario a Lucas de Orígenes, que han llegado hasta nosotros a través de citas de otros autores, cadenas áureas, etc(8). Se encuentran varios textos de este �po, por

ejemplo: Sobre Lc 2,51. ¿"Cuáles son las palabras que la Virgen 'conservaba'? Las mismas que el ángel le había dirigido, las de los pastores, las de Simeón y Ana, y aquellas que ahora el mismo Cristo le decía. Aunque no comprendiese completamente las palabras que ahora les dirigía, sin embargo la Theotokos las conservaba como palabras divinas y superiores a las humanas"(9).Sobre Lc 1,43: "Isabel, en consonancia con su hijo, se confiesa indigna de la venida de la Theotókos; así como Juan se dijo también indigno de estar ante Cristo. ¿Por qué mo�vo, dice, me es concedido tan grande don, como es el que la madre de mi Señor venga a mí?(10)" .He notado a varios autores inclinados a estudiar el punto no desde la visión puramente textual (ya que hasta el momento faltarían los documentos originales suficientes), sino desde su posibilidad teológica. Porque si los principios doctrinales en que se funda dicho �tulo y que el mismo quiere expresar existen, en el fondo sería por una parte razonable (y por otra en cierto modo secundario) aceptar que Orígenes lo hubiese de hecho u�lizado(11) .Un punto en favor de la legi�midad del tes�monio de Sócrates, si bien no prueba histórica, es el hecho de que al menos desde principios del s. III los teólogos de Egipto tuvieron que librar la batalla por la verdadera divinidad y humanidad de Cristo, como

mismos vocablos; por eso los autores suelen aceptar su auten�cidad (sobre todo respecto al sen�do), pero sin declararse con seguridad en favor de los términos: "Le mot Theotókos se lit dans des fragments don I'autenthicité n'est pas tout a fait certaine, sinon quanto aux idées, du moins quant aux terms": H. CROUZEL, en ORIGEN E, Homélies sur Luc, Paris, Cerf. 1962 (SCh 87), Intr. p. 21.9. ORIGENES, Homélies sur Luc, Fr. Gr. 49 (Ra 80), SCh 87, p. 498.10. ORIGENES, Scholia in Le, v. 43: PG. 17,321. Adviértase que en este texto Orígenes implícitamente equipara el �tulo evangélico "La Madre mi Señor", con el �tulo Theotókos, ya inculturizado en la Alejandría del s. 111, lo que nos da la medida del significado del �tulo.11. Así por ejemplo G. S611, Handbuch der Dogmengeschichte Band 111/4, Mariologie, Friburgo, Herder, 1978, p. 48: "Para poder juzgar también a los teólogos posteriores no sería más del todo necesario el �tulo Theotókos, cuanto más bien la respuesta a la pregunta si conocieron la premisa teológica para u�lizarlo de modo justo: la comunicación de idiomas".12. ORIGEN ES, In Lev. Hom.I, 1: PG. 12,405. En su introducción a la misma obra editada por SCh 286, p. 15s., comenta M. BORRET sobre este texto: "El Logos de Dios ha venido a este mundo reves�do de carne. Pero si la carne era 'ofrecida a la vista de todos', al alcance de la experiencia humana, su divinidad no lo era. Sólo la comprendían por un favor, concedido a un pequeño número. Había dos grados en el conocimiento de Cristo: como dos planos, de los cuales el primero recubría el otro. La carne que la divinidad revis�ó para manifestarse a los hombres, la man�ene ante todo también oculta. El ves�do encubre. Es el aspecto restric�vo que Orígenes man�ene: es el velo de la carne".13. Cf. ORIGENES, Contra Celsum 11, 70 Y 71: PG. 11, 905 Y 908.

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dis�ntas entre sí y no obstante ín�mamente unidas. Aún no conocían la expresión "unión hipostá�ca", acuñada posteriormente; pero dentro de las estrecheces de su teología expresaban este misterio del mejor modo que podían, con los elementos que les ofrecía su cultura. Orígenes, por ejemplo, explica esta unión usando la metáfora que el Hijo se ha reves�do de nuestra carne (naturalmente evitando la teología doceta): "En los úl�mos días del Verbo de Dios, reves�do de la carne de María, vino a este mundo, y era dis�nto aquello que de él podía verse, y aquello de él podía entenderse; porque la manifestación de la carne era patente para todos, en cambio el conocimiento de su divinidad estaba reservado para pocos elegidos"(12) .

Un argumento semejante opuso Orígenes a las afirmaciones arbitrarias de Celso, cuando éste atacó la realidad de la resurrección de Jesús, porque, decía, éste no se había dejado ver de todos, sino "sólo de una mujerzuela". Además de poner en claro la falsedad evidente, Orígenes responde a Celso que este modo de actuar ha elegido el Señor desde el principio respecto a todo cuanto se refiere a su divinidad: se ha manifestado públicamente en la carne. En cambio sus caracteres propiamente divinos, "no eran comprensibles a todos", es decir, el secreto de su divinidad se ha manifestado en la carne de Jesús, pero está reservado para aquéllos a quienes el Hijo lo ha revelado(13). De enseñar que el Hijo ha reves�do nuestra carne, no le sería di�cil dar teológicamente el salto a afirmar la encarnación divina en el seno de María, porque ya un antecesor suyo alejandrino había escrito claramente, al comentar cómo algunos tenían sólo por metáfora (o "parábola") todo cuanto el cris�anismo afirmaba acerca del Hijo en la carne: "La economía que predicaron los profetas acerca del Señor, les parece una parábola a quienes no conocieron la verdad, cuando el Hijo de Dios que hizo todas las cosas tornó carne y fue concebido en el seno de la Virgen (quiero decir, en cuanto fue engendrada en modo sensible esa pequeña carne) y en consecuencia en cuanto aquél que fue concebido padeció y resucitó(14)" .Orígenes también conoce y usa ya el principio que con el arrastrarse de los �empos llegaría a llamarse la communica�o idiomatum, y del cual es "garan�a" el �tulo mariano(15). Es muy común, en efecto, que lo

14. CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Stromata 1,21: PG. 9, 352. Poco antes (col. 345) había especificado cómo en esta real encarnación estaba puesta la economía salvlfica del hombre: "Las profeclas que precedieron su venida y sobre él predicaron, son signo de que ese mismo Hijo de Dios es nuestro Salvador: y lo que acompañó su venida sensible, da tes�monio del mismo".15. Antes que Orígenes usó este principio Tertuliano, si bien no lo llamó con el nombre técnico que se le dio en fechas posteriores. Así lo reconoce, por ejemplo, A. GRILLMEIR, Gesu i! Cristo nella tede della Chiesa 1/1, Brescia. Paideia, 1982, p. 319: "La unidad que se realiza entre el Hijo y su 'carne' es tan estrecha que podemos presentar al Hijo de Dios como el Encarnado. Según la praxis de la Iglesia primi�va, también Tertuliano recurre a la communica�o idiomatum". Y lo ejemplifica por un texto que cita de TERTULIANO, De Carne Chris� 5, 1-4: CChL 2, 880s. Pero también alrededor del 215 lo habla usado en occidente S. HIPOLlTO ROMANO, en su controversia contra la herejía de Noeto: "Así, pues, aquél que se manifiesta como quien es Dios, no rechaza lo que le es humanamente propio (ta anthropina heautoü); sino come y trabaja, se fa�ga y siente sed; temiendo huye, y se entristece en la oración; aquél mismo que en cuanto Dios �ene una naturaleza insomne, duerme reclinado en un cojín ... "; y termina el párrafo con el mo�vo soteriológico: ''Todo esto dispuso aquél que se hizo, por nosotros, como nosotros": Contra Haeresin Noe�, 18: PG. 10.828.

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el título theótokossubrayen los estudiosos de Orígenes al escribir sobre su cristología por ejemplo H. Crouzel nos dice cómo, , a pesar de que las expresiones origenianas no siempre sean muy precisas o aun defendibles (se refiere a la preexistencia del alma de Jesús y a las doctrinas sobre la persona y sobre la gracia), sin embargo mantenía una firmísima doctrina de la verdadera divinidad y humanidad de Cristo(16), y de su encarnación en el seno de María, de modo que "El no habría comprendido los reproches que un moderno podría hacerle, en cuanto que hubiese at r ibu ido a l Logos encarnado una dob le personalidad, la del Verbo y la del alma. Además, a pesar de ciertas maneras de hablar que podrían inducir a error, pone entre el Verbo y el alma mucho más que una unión moral. No habría tenido dificultad alguna en llamar a María Madre de Dios, en el sen�do del Concilio de Éfeso"(17).La doctrina origeniana de la preexistencia de las almas, en cuanto aplicada a la de Cristo, genera muchas confusiones(18). Pero es clara en él la absoluta san�dad de esa alma unida perfectamente al Logos desde antes de la encarnación, lo que hace del Cristo encarnado un ser santo por naturaleza.

Sobre este punto comenta H. Pietras: "Los dos, o sea el Logos y este ser racional, nunca se han separado, sino han devenido 'un espíritu'. Y a causa de esta unión, que Grillmier llama 'verdaderamente ontológica', todo lo que se dice del Logos se puede decir de esta alma y viceversa"(19). Y unas páginas después, en el n. 3.5.4., tratando de la soteriología de Orígenes, advierte cómo para éste no hubiese sido posible ser nuestro salvador sin esa comunión perfecta entre lo divino y lo humano: "Algunas veces hace la dis�nción y dice que Cristo era víc�ma en cuanto hombre y sacerdote en cuanto Dios en el hombre". Y cita en confirmación el siguiente pasaje:" ... Aquél que en él estuvo sujeto a la muerte fue el hombre, mientras no eran el hombre ni la verdad ni la sabiduría ni la paz ni la jus�cia ni aquél del que se había dicho: 'el Logos era Dios' (Jn 1,10); no murieron ni el Logos, que es Dios, ni la verdad ni la sabiduría ni la jus�cia, porque la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda criatura, no estaba sujeto a la muerte"(20). Es ya clásico a este propósito el capítulo De Íncarna�one Chris� de su libro Sobre los Principios, en el cual Orígenes usa la communica�o idiomatum con la mayor naturalidad. Como ejemplo recordemos las famosas comparaciones del ungüento perfumado y del hierro al fuego: si este úl�mo toca algo, lo quema; pero es el fuego el que quema por el hierro: "Así esta alma que, como el hierro en el fuego, así está puesta siempre en el Verbo, siempre en la Sabiduría, siempre en Dios; de modo que Dios es quien obra todo, quien siente, quien en�ende... Se debe pensar que algún calor del Verbo de Dios llegó hasta los demás santos; pero hemos de creer que el mismo fuego divino reposó substancialmente en esta alma"(21). C. Vagaggini nos llama la atención sobre un par de textos en que, aun en la versión la�na de Rufino y J e r ó n i m o , h a b l a n d e l D i o s - h o m b r e (Theánthropos)(22), lo que sería la columna, desde el

16. Muy semejante es la conclusión a que llega A. GRILLMEIER, Op. cit., p. 355: "En la humanidad de Cristo está presente la plenitud de la divinidad. aunque escondida por la kénosis. Orígenes juzgó está tensión sobre la base del Nuevo Testamento (Fil 2.5-11; Col 2.9), aunque, al mismo �empo, parece que le falta un justo equilibrio, a causa de su platonismo".17. H. CROUZEL, Introd. a ORIGENE, Hom. sur Luc, p. 21. Además, el mismo autor, en su obra básica Origen e, Paris, Lethielleux, 1985, p. 250 ss nos explica cómo usaba Orígenes el principio teológico que se llamaría luego "communica�o idiomatum". He aquí un párrafo significa�vo, en el comentario a Lam 4,20, del De Princ. 11, 6,7: "Para Orígenes se trata de Cristo y su sombra es su alma humana, porque, así como nuestra sombra reproduce todos los movimientos de nuestro cuerpo, la humanidad de Cristo cumple en todo la voluntad del Verbo. Aquí abajo en la vida presente que transcurrimos entre las naciones, el Hijo se nos manifiesta a través de la humanidad que él ha asumido: ella par�cipa plenamente de su mediación y se ofrece a nuestra imitación como el modelo más inmediato. Si recorremos ahora los capítulos que hemos consagrado a la espiritualidad de Orígenes, a propósito de la imagen de Dios, del conocimiento, de los temas espirituales, de la virginidad y del matrimonio, así como su doctrina sobre las virtudes, denominaciones del Hijo, veremos que Cristo en su divinidad y en su humanidad �ene en todo ello el si�o central" (p. 257).18. C. VAGAGGINI, Op. cit., p. 102-103, nos hace notar que Orígenes se siente un tanto incómodo al tratar de explicar cómo se realiza la unión de Dios y el hombre en Cristo, y que supone varias maneras de hacerlo entre los cris�anos; incluso considera legí�mas estas diversas maneras de explicar (lo que él hace por la unión Lógos-alma-cuerpo), "con tal que se admi�ese sin contestación el hecho mismo".19. H. PIETRAS, "Cristología alejandrina en el siglo 111: Clemente y Orígenes", Medellín 15/3 (1989, en elaboración) n. 3.3.20. ORIGEN ES, Como in Jo. XXVIII, 14: PG. 14,719. Abunda este �po de textos cristológicos en la obra origeniana.21. ORIGENES, Peri Archan 11,6,6: PG. 11,214.

22. He aquí, en la versión de San Jerónimo, el texto de ORIGENES,/n Ez. Hom.III, 3: PG. 13,689, sobre Ez 14, 8: "Debet enim Dei Verbum et Deus-homo ea proferre, quae salu� sunt audien�". Vemos así confirmado en otro texto no citado a este propósito por H. Pietras, lo que este autor afirmaba: no sería posible la doctrina soteriológica de Orígenes respecto al sacerdocio de Cristo; ahora sabemos que tampoco tendría sen�do salvífico la predicación de Cristo según Orígenes, si éste no hubiese tenido ya clara la noción de la communica�o idomatum. C. VAGAGGINI, Op. cit., p. 102, nota 16, p.rgumenta en favor de la fidelidad en la traducción (que, según nos dice coincide en Jerónimo y Rufino). del término origeniano Theánthropos.

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punto de vista cristológico, que sos�ene la legi�midad del �tulo Theotókos de María. Y aún suponiendo se llegase a probar que históricamente Orígenes no llamó a Jesucristo Theánthropos, sus obras están rociadas de textos impregnados de la doctrina que este �tulo supone. He aquí un ejemplo del todo claro: "Es verdad que fue engendrado de David (como dice el Apóstol: 'Engendrado del semen de David según la carne': Rom 1,3), si nos referimos a

su cuerpo; pero sería falso si lo entendiésemos que fue del semen de David según su potencia divina. Y sin embargo también se le declara Hijo de Dios con poder (Rom 1,4). Y por ello las profecías hablan de él algunas veces llamándolo siervo, y otras Hijo: siervo por la forma de siervo en cuanto procede de David; Hijo de Dios por su poder en cuanto Primogénito. Así también se le puede reconocer como Hombre y como no-hombre: hombre en cuanto era capaz de morir, no-hombre por lo que había de divino en ese hombre(23)". Observa G. Giamberardini que ya desde el �empo de Orígenes el �tulo Theotókos se considera limitado, en cuanto en modo directo sólo a�ende al aspecto divino de Cristo (de ahí las dificultades para comprenderlo).Aunque Orígenes (y los Alejandrinos posteriores) lo usan en el sen�do no restric�vo de Madre de Dios en cuanto Dios, sino suponiendo que es Madre del Hijo de Dios en cuanto hecho hombre. Hubiese sido teológicamente más significa�vo otro �tulo como Cristotókos o el más complejo Theoanthropotókos sobre todo ya que los Padres debían hacer frente a dos herejías cristológicas que atacaban por diversos flancos: por una parte negando la divinidad de Cristo, pero por otra, y más agudamente, a los docetas de diversos �pos no habría hecho mella el �tulo Theotókos, antes habría parecido favorecerlos, porque simulaba que María habría dado a luz (aparentemente) al que era en realidad sólo Dios.(24) Y podríamos añadir, finalmente, que Orígenes al hablar de María con demasiada frecuencia usa la teología que se quiere enseñar mediante ese �tulo. Son tan comunes los pasajes que a ello se refieren, que es di�cil escoger el más adecuado. He aquí uno por vía de ejemplo, acerca de Lc 1,41: "Apenas María pronunció la palabra que el Hijo de Dios, que, llevaba la madre en su seno, le había sugerido, 'el niño saltó de alegría' (Lc 1,44), y desde este comento Jesús hizo de su predecesor un profeta.

23. ORIGENES, Como in Jo. Ev. X, 4: PG. 14,316, Yaí'lade en seguida que como Marción negó que Cristo hubiese nacido de María "según su naturaleza divina" ("athetoünta autoü ten ex Marías génesin, kata ten theían autoü physin apophénasthai'J, por eso el hereje canceló del evangelio todos los pasajes que lo ates�guaban.

24. "Si no se hubiese tratado de un �tulo ya acuñado y de posiciones apologé�cas, habría más bien prevalecido el �tulo Madre de Cristo, el cual es a la vez Dios y hombre ... Efec�vamente, por no haber comprendido bien el primer �tulo (Theotókos), aunque por razones diversas, tropezarán tanto los arrianos como los nestorianos··: G. GIAMBERARDINI, 1/ culto mariano in Egi�ovol. 1, Jerusalén, Franciscan Press, 1975, p. 121. Así hubiese sido, naturalmente, si desde el principio todos los cris�anos hubiesen tenido una correcta cristología; como tampoco hoy la expresión "Madre de Cristo'· nos produce mayor problema, una vez supuesta la confesión cristológica completa. Por no tenerla, el �tulo Christotókos que usó Nestorio, fue considerado heré�co.

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el título theótokosConvenía que María, tras el coloquio con Dios, subiese a la montaña, con la dignísima prole de Dios, y que habitase en lo más alto"(25). En resumen, podríamos concluir en una doble ver�ente:a) Es del todo razonable atender al tes�monio de Sócrates, sobre el hecho de que Orígenes usó ya comúnmente el �tulo Theotókos para referirse a María.b) Pero además, observando los pocos textos que nos quedan, se advierte fácilmente que el teólogo alejandrino usa el �tulo en forma adje�val, o como sustan�vo adje�vado, de manera que da toda la impresión de llamar así a María, como si fuese un modo natural de hablar de ella, y sin explicación alguna, ni poner en el �tulo algún peso teológico específico. Sería, pues, razonable pensar que ya a mediados del siglo III era una manera conocida de referirse a María(26).1.2 La oración "Bajo tu amparo" Es la primera oración a María que se conozca después del Magníficat. Es imposible poner en duda que en ella los fieles (originalmente los de Egipto) hubiesen aclamado a María bajo el �tulo Theotókos. Lo que es aún incierta es la fecha en que tal oración empezó a usarse. En todo caso habría que ponerla entre el siglo III y el IV, con serias razones como veremos para inclinarnos por la fecha más temprana, y por lo mismo en �empo de Orígenes o apenas poco más tarde. Bien conocido es el hecho de que a principios del siglo XX se descubrió un papiro egipcio en el cual poco después se reconoció la oración Hypó te sen eusplailchnían(27). Muchos estudios del texto se han hecho desde entonces, y pues está incompleto, se han intentado varias reconstrucciones, que en todo lo esencial coinciden (y desde luego en el �tulo Theotókos, ya que se encuentra en la parte bien conservada del papiro), pero difieren en detalles. Esto se debe a que, como nos dice en su erudito y muy completo estudio Giamberardini, quien lo reconstruye también a par�r de la comparación de muchas versiones que se encuentran en las diversas liturgias posteriores28, "Ha de observarse que las

numerosas relaciones presentan algunas veces variantes relevantes, aunque el texto conserva en cada uno de los ritos su concepto esencial y la misma trama de fondo(29)".La reconstrucción no podrá ser pues del todo fiel al original del papiro, aunque sí, por la comparación entre las diversas versiones que conservan lo esencial del texto, lo más cercana. La que Giamberardini ha hecho reza:"Bajo tu / misericordia / nos refugiamos, / Theotókos. Nuestras / súplicas no / descuides en la necesidad, / sino del peligro / líbranos:/ única casta, única bendita"(30). En su bien conocido estudio sobre el papiro de la John Rylands Library, O. Stemgüller, tras exponer las dificultades para señalarle una fecha siquiera aproximadamente cierta, expone las diversas razones por las cuales se han hipo�zado diversas fechas; y termina su ar�culo proponiendo la suya: "Por mi parte no puedo situar esta oración antes de finales del s. IV"(31). Las razones que ofrece pertenecen más bien al análisis interno del contenido de la oración, pues le parece imposible que antes de esa fecha se hubiese podido dirigir una oración en tales términos a María, más que a las caracterís�cas del papiro mismo (32). En cambio

25. ORIGENES, Hom. in Lc. VII: PG. 13,1817.26. Observa G.W. H. LAMPE, A Patris�c Greek Lexicon, Oxford, Clarendon Press, 1961, p. 639, que anteriormente a las controversias del s. V, el �tulo Theotókos era usado comúnmente en calidad de adje�vo.

27. Lo publicó por primera vez M.C.H. ROBERTS. Catalogue of the Greek and La�n Papyri in theJohn Rylands Library Manchester. v. 111. Manchester. 193B. pp. 46s. En su defecto. puede consultarse la fotogra�a del papiro en D. BALBONI. Anécdota Litúrgica l. Ciudad del Va�cano. Ed. Va�cana. 1984. p. 5.28. La oración ha sido recogida en los rituales romano. ambrosiano. bizan�no. siríaco. armeno. e�ópico. copto-arábigo. G. GIANBERARDINI estudia el desarrollo de esta oración en todos estos ritos. remontándose hasta las más an�guas versiones posibles. en op. cit.. pp. 75-92. que es una reproducción del estudio que había publicado anteriormente en "11 Sub tuum praesidium e il �to lo Theotókos nella tradizione egiziana". Mar 31 (1969) 325-362.29. G. GIAMBERARDINI. 11 culto mariano in Egi�o. p. 75.30. G. GIAMBERARDINI. /1 culto mariano in Egi�o. p. 74. J. DELAMARE hace esta transcripción al texto an�guo la�no. en la cual los paréntesis indican las letras que faltan al papiro griego. y las barras las separaciones de las línp.as: AD (tuam) / MISERICOR(diam) / CONFU(gimus) / DEI GENITRIX NOS(tras) / DEPRECATIONES NE DESPICIAS IN NECESSITATIBUS / SEDA PERICULlS / LIBERA NOS / SOLA(virgo)/ BENEDI(cta): en "La plus ancienne prii>re ii. la Sainte Vierge: 'Sub tuum praesidium .. ·. La Vie Spirituelle 95 (1956). p. 150. Se advierta que en la versión original griega, así como en la an�gua la�na, la oración no comienza con la expresión "sub tuum praesidium", que denota más el aspecto regio, y por la cual se acude a la protección (del"poder") de María; sino "ad tuam misericordia m". Es una llamada a las entrañas de Madre que refleja la misericordia del Padre manifestada en la carne de su Hijo. Cf. a este propósito TH. KOEHLER. "Maternité spirituelle. Maternllé mys�que". en H. du MANOIR (ed.). Maria VI. París Beauchesne. 1961. pp. 572-575.31. o. STEGMULLER, "Sub tuum praesidium, Bemerkungen zur altesten Uberlieferung", ZKT74 (1952), p. 82.

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Giamberardini no ve alguna por la cual no haya podido ser usada esa oración ya en el s. III. En efecto, dice, únicamente dos términos aplicados a María podrían haber causado dificultad: Theotókos y casta; pero ni una ni otra expresión pueden admirar el estudioso atento: ya Orígenes afirmó no sólo la san�dad de María, sino defendió su completa virginidad contra los embates de Celso, y en Comentario a Lucas explícitamente su virginidad post partum. Y, respecto a la posibilidad teológica del �tulo, "Pocos autores proponen la palabra Theotókos como argumento de una época posterior. Más son los que juzgan ser éste un sólido fundamento de su an�güedad; pues en la región egipcia mucho tuvo que lucharse desde el principio del s. III por la divinidad de Cristo y la maternidad divina de la Virgen"(33).Añádase el análisis de los an�guos textos de la l i turg ia copta: Giamberardin i l lega en su inves�gación a concluir que ya en el s. III era común invocar a María (al menos popularmente) con ese término, pues incluso antes del cris�anismo se conocía a la diosa Isis como Madre de Dios(34) .Consta además que a fines de ese siglo el Patriarca Teonas de Alejandría (del 281 al 300) construyó un templo que, restaurado y ampliado por el Patriarca Alejandro (de 1313 al 328) llegó a ser la Iglesia Madre de la sede patriarcal. De ella dicen San Sofronio que la construyó Teonas, y que se llamó la Basílica de la Santa Virgen María Madre de Dios(35). Pero dado que ya en �empo de Orígenes (mediados del s. III) era probablemente común llamar a María por el �tulo Theotókos, no parecería haber algún obstáculo para que de ese siglo fuese también la oración "Sub tuum praesidium". Sobre la cas�dad de la Virgen, bien conocida es la posición de Orígenes en el Contra Celsum, de manera que tampoco ofrece dificultad alguna para colocar esta oración en una

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el título theótokosfecha tan temprana: "Este es nuestro parecer personal en esta controversia: El �tulo Theotókos era en Egipto tradicional y popular en el siglo III, y por tanto pudo ser adoptado en la literatura cris�ana antes aún o mientras en teología se discu�a su significado y en qué medida podía ser aceptado. Por tanto nos parece admisible que la composición del Sub tuum praesidium, si no existen otras razones fuera de la que se basa en el �tulo Theotókos, pueda sin dificultad sostenerse como no posterior al siglo III"(36). J. Delamare añade otras razones que refuerzan esta posibilidad:a) L as luc has a le j andr inas por defe nde r teológicamente tanto la divinidad como la verdadera carne de Cristo, lo que lleva a los cris�anos egipcios al corolario inseparable: la maternidad divina de María. b) El modo de orar oriental, tan diverso del la�no: la liturgia occidental, según este autor, se concentró preferentemente en los textos bíblicos sobre la virginidad de María; en cambio "¿no es la confianza total en María lo que caracteriza la piedad oriental? Esta es más viva, más audaz, más exuberante que la nuestra"(37). Y así el "refugiarse en María", el "acogerse a su amparo en la necesidad", bien puede

32. También M. C. Roberts, Op. cit., p. 46, señala como fecha del manuscrito el s. IV, porque supone que San Atanasia habría sido el primero en usar el �tulo Theotókos. Para ello habría que considerar inválidos todos los tes�monios acerca de este punto, sobre Orígenes, San Pedro de Alejandría y San Alejandro de Alejandría.En cambio el papirólogo E. Lobel, que colaboró con Roberts en la edición de los papiros, por el análisis técnico del fragmento donde se encuentra la oración a la Theot6kos, juzga que éste pertenece al s. 111: cf. G. GIAMBERARDINI, 11 culto mariano in Egi�o, p. 95.33. D. BALBONI, Anécdota litúrgica 1, p. 4. del s. V, el �tulo Theotókos era usado comúnmente en calidad de adje�vo.

34. Cf. G. GIAMBERARDINI, 11 culto mariano in Egi�o, pp. 97 Y 119. No que María fuese un subs�tuto de Isis; sino que al pasar de la adoración pagana al culto cris�ano, estaban los egipcios cultural y psicológicamente preparados para acoger con naturalidad el �tulo de "Madre de Dios". El mismo autor en su ar�culo: "Nomi e �toli mariano", Ephemerides Mariologicae 23 (1973) 215s, compara las expresiones de la liturgia griega con la capta, y concluye que ésta es más an�gua, como más ligada a las expresiones jeroglíficas egipcias. Sería pues original de la lengua copta el �tulo Progenitora de Dios, luego traducido al griego como Theotókos. Tal seda el nombre, desde siglos atrás, de la Madre del dios Oro: "En el uso cris�ano del �tulo, tanto en copto como en griego, quiso significar la divina maternidad de María. Naturalmente la transposición del término del ambiente mitológico pagano al teológico cris�ano, exigía precisiones doctrinales. Y Orígenes fue quien solícitamente aporto tales precisiones". Así se entendería, según este autor, el tes�monio de Sócrates de que hemos tratado arriba, sobre que Orígenes "inves�gó (exétase)ampliamente" el �tulo Theotókos. La dificuItad se da probar con certeza que ya en el s.III hay textos litúrgicos cris�anos en capto, y que los conoció Orígenes antes de dejar para siempre Alejandría, alrededor del 230.35. "Los hijos y discípulos alejandrinos de la Iglesia Católica celebran esta celebérrima fiesta en la basflica de la Santa Virgen María y Madre de Dios, conocida como de Teonas": S. SOFRONIO DE JERUSALEN, 8. Cyri et Jo. Mirac. 12: PG. 87, 3459. A él se refiere G. GIAMBERARDINI en 11 culto ... , p. 99, ahi mismo y en las páginas siguientes nos ofrece la historia posterior de este templo, hasta el s. XX; aunque reconoce en p. 103 que se pierde en la penumbra de la historia cuándo comenzó a llamarse esa iglesia por el �tulo de la Madre de Dios, si desde el principio o posteriormente.36. G. GIAMBERARDINI, 11 culto mariano in Egi�o, p. 96.37. J. DELAMARE, Op. cit., p. 152. Y según D. BALBONI, Op. cit., p. 3, no habría mo�vo para considerar algunas de las expresiones usadas en esta oración como algo innovador, ya que las más audaces como katapheúgomen, rúsai hemas, pueden estar tomadas de la versión griega de los LXX, tan común desde el principio entre los Padres Griegos (y cita como ejemplo 8a/17,3; 60, 5; 70, 3-4; 114,2-5; 142,9).

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referirse a las persecuciones que afligieron a la Iglesia de Alejandría, bajo Decio y Valeriano. No sería extraño que tal oración fuese del siglo III. Me parece que la siguiente opinión de Giamberardini resume bien los puntos principales que hasta aquí hemos tratado, y apunta ya a los problemas que posteriormente causó este �tulo, sobre todo al pasar de Alejandría a una región donde predominaba una teología de �mbre an�oqueno: "Bajo el aspecto estrictamente teológico, es de notar que el �tulo Theotókos referido a María, expresaba la verdad sólo parcialmente: como, en sen�do opuesto, lo expresaba parcialmente la frase kata sárka (madre según la carne). Una y otra expresión eran usadas apologé�camente: el Theotókos era eficaz contra los naturalistas que negaban la divina maternidad de María; el kata sárka era eficaz contra los docetas que negaban la real maternidad humana de María. Pero,

por otra parte, ambas implicaban la cara de la verdad, admi�da de los mismos herejes a los que se oponían. Sí, María es Madre de Dios; más también Madre del hombre. El �tulo Theotókos, de por sí, expresa sólo el primer elemento.Para ser adoptado en mariología debía suponerse, por convención, también el otro elemento. N a t u r a l m e n t e , c o n s i d e r a n d o t o d a s l a s circunstancias, también teniendo ante la vista las futuras polémicas nestorianas, habría sido más c o m p l e t o y m e n o s v u l n e r a b l e e l � t u l o T h e a nt h ro p o tó ko s , q u e i nt u yó e l m i s m o Orígenes"(38).1.3 Gérmenes de negación de la Theotókos. Pablo, un na�vo de Samosata que por años sirvió en el gobierno de la reina Zenobia, fue nombrado obispo de An�oquía en 260. Más polí�co que obispo, según se conserva en los documentos de la época y posteriores(39), introdujo en su diócesis una cristología que fue condenada en 268 por el segundo concilio reunido en la misma An�oquía para juzgar su doctrina, en el cual delante de los obispos Pablo debió sostener con el presbítero Malquión una disputa sobre su doctrina. Si le dedicamos un espacio no es porque él hubiese usado el �tulo Theotókos, sino precisamente por la razón opuesta: muchos de entre los Padres posteriores encuentran en su herejía la raíz remota del nestorianismo, que hace imposible este �tulo de María. Afirmación unánime en los Padres a par�r del s. IV es que la herejía de Pablo consiste en afirmar que aquél que nació de María es sólo el hombre Jesús llamado Cristo, el cual no está unido personalmente con el Verbo divino (40). He aquí algunos aspectos de su herejía:

38. G. GIAMBERARDINI. Nomi e �toli mariani. p. 217. Ahí mismo cita el texto de ORIGENES. In Luc. 7. según la edición de RAUER en GCS. Origenes Werke 9. 48: "ma he gennésasa ton theánthropon". Y juzga que hubiese provocado menos equívocos el �tulo Kyriotókos. que usó también SAN ATANASIO. In Lc. Fragm.: PG. 27. 1373. Con la ventaja incluso de ser más apegado a la expresión del evangelio (cf. Lc 1. 43).39. Cf. EUSEBIO. Hisr. Eccl. VII. 27-30: PG. 20. 705-720; S. EPIFANIO. Adv. Haer. (Panarion) 65: PG. 86. 1389-1393; LEONCIO DE BIZANCIO. Adv. Nesr. et Eutych. 111: PG. 86. 1389-1393; SEUDO-LEONCIO. De sec�s 111.3: PG. 86. 1213-1216; JUSTINIANO. Tracr. contra Monoph.: PG. 86.117-1120.40. Cf. S. ATANASIO. De Synodis45: PG. 26. 772; Ep. adEpict. 2: PG. 26. 1053; (SEUDO-ATANASIO) ContraArianos IV. 32: PG. 26. 517; TIMOTEO DE CONSTANTINOPLA. De Recept. Haer.: PG. 86. 24; el concilio de Sirmio condena esta doctrina de Pablo y de otros: texto en SOCRATES. Hisr. Eccl. 11. 30: PG. 67. 281-285.

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el título theótokos“El ungido es el hombre Jesús, no el Logos. Fue ungido el nazareno, que es nuestro Señor. Porque el Logos es más grande que el Cristo... El Logos es de arriba, Jesucristo es un hombre de abajo. María no engendró al Logos, porque María no existe antes de todos los siglos ... Engendró a un hombre igual a nosotros, aunque mejor en todo, porque residía en El la gracia del Espíritu Santo, según los anuncios de la Escritura"(41). Pablo, sin embargo, no negó la concepción virginal de Jesús. Era una tradición tan fuerte y arraigada como doctrina apostólica, que no podría haber andado contra corriente. Pero la usó como confirmación de sus ideas: Jesús sería un hombre excepcional, nacido de María, en el cual habría habitado de un modo especial la Sabiduría divina. Su concepción virginal le habría dado razón al hereje; pues el Logos habría sido engendrado antes de todos los �empos, en cambio Jesús, en el que habitaba la Sabiduría como en su templo, habría sido engendrado en el �empo, en el seno de María, por obra del Espíritu Santo (42). Varios autores han encontrado aquí la semilla del nestorianismo. Pablo de Samosata dis�nguía entre el Verbo de Dios y la persona de Cristo, concebido por una madre: sólo a éste llamaría la Escritura, por apropiación, Hijo de Dios (43). Afirmaciones casi gemelas a las de Nestorio encontramos en varios fragmentos que se conservan de Pablo, si es suya la paternidad que les atribuye Jus�niano (no sería descaminado aceptarla, porque en su contenido coinciden con otros fragmentos suyos que se conocen por diversas fuentes): "El Logos se unió a la descendencia de David, que es Jesucristo, el engendrado por el Espíritu Santo, y éste es el que llevó la Virgen por obra del Espíritu Santo; mientras aquél fue engendrado por Dios sin virgen y sin nadie, porque nadie exis�a fuera de Dios ... El Logos es, pues, mejor que el Cristo. El Cristo llegó a ser grande por la Sabiduría ... uno es el Cristo, otro el Logos"(44).Al leer los fragmentos que se conservan de las obras de Pablo, me ha parecido bastante claro (en cuanto

41 PABLO DE SAMOSATA, Fragmento 26, en G. BARDY, Pau/ de Samosate, Lovaina, "Spicilegium Sacrum Lovaniense", 1929, p. 56-57; el mismo texto en F. LOOFS, Pau/us van Samosata, Leipzig, J.C. Hinrichs, 1924, p. 331.42. Cf. G. BARDY, Op. cir., pp. 456-457.43. Cf. SEUDO-ATANASIO, Sermo contra Omnes Haer. 6: p. 28, 512. Y como muy posteriormente pensaba MARIO MERCATOR, Ep. de Discr. interHaer. Nest. etDogm Pauli1: PL48, 773: '·Con agudez evita decir que el Hijo no existe desde siempre; sino que sólo el Verbo que permanece en la substancia del Padre es a él consubstancial, o como lo llaman los griegos, homooúsios; pero que propiamente debe llamarse el Hijo a aquél que nació de María".

se puede saber de retazos sueltos) que éste trataba a toda costa (como después Nestorio) de salvar la economía salvífica del Padre, que en sus designios inescrutables había querido salvarnos por la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Además la Escritura llama a Jesucristo "Hijo de Dios". Según el samosatense, "el Hijo de Dios es aquel Jesucristo que sufrió, que recibió golpes y azotes, que fue sepultado y descendió a los infiernos y que resucitó de entre los muertos"; porque de otra manera no habríamos sido rescatados. Pero por otra parte se sen�a obligado a salvar la monarquía de Dios, que concebía (influido

44. PABLO DE SAMOSATA, Fragm, 37-38, en G. BARDY, Op. cir., pp. 63-64; original en JUSTINIANO, Tract. contra Monoph. 1: PG. 86, 1117; aquí mismo, Jus�niano está poniendo precisamente en parangón las herejías de Pablo y de Nestorio, y las unifica en lo esencial (si bien tenga cada una sus ma�ces diversos): "dividen las naturalezas en dos personas o hipóstasis, y por lo mismo afirman dos hijos y por tanto dos Cristos, uno que sería de Dios e Hijo del Padre, el otro de María su madre. Por eso no quieren llamarla Madre de Dios, porque llaman un simple hombre a aquél que de ella nació; pero que ella después mereció el �tulo de maternidad divina, por su familiaridad, por su caridad hacia su Hijo según la naturaleza".

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el título theótokosortodoxos consideraron el nestoriano como el depositario de la tradición inaugurada por Pablo de Samosata. Podría haber en ello algo de exageración... (Nestorio) pretendía no ser discípulo de Pablo de Samosata; y sin embargo seguía en una cierta medida el camino que el an�guo hereje había abierto. El enseña que Dios ha habitado en Cristo, que María no es la Madre de Dios, y todo esto basta para que el recuerdo del samosatense salte ante los ojos. Dividiendo a Cristo, al introducir en él una dualidad de personas, el Patriarca de Constan�nopla asesta un fuerte golpe a su divinidad esencial (49)".1.4 San Pedro de AlejandríaPedro sucedió a Teonas en la sede patriarcal de Alejandría, alrededor del año 300. Gobernó con grande celo pastoral, que manifestó sobre todo en el modo como manejó el problema de los lapsos (cris�anos que por debilidad habían flaqueado ante el mar�rio, y pedían ser readmi�dos en el seno de la Iglesia)(50) ; así como por su predicación y sus escritos teológicos, de los que sólo quedan fragmentos.Murió decapitado bajo Maximino en 311(51) . En uno de los pocos escritos que se han conservado, el obispo már�r expone su posición respecto a la celebración de la pascua, asunto espinoso que había zanjado un profundo abismo entre muchos obispos, y que el conci l io de Nicea debió resolver canónicamente. En este fragmento encontramos apenas como de paso el �tulo Theotókos, que no �ene aquí un específico peso teológico directamente analizado. Y sin embargo, como estudiaremos

por la doctrina helénica) como la de un Dios único, indivisible, ingenerado, impasible (concepción de Dios que luego influiría en Arrio). Incluso si podía aceptar que el Logos era la Sabiduría del Padre (no necesariamente en el sen�do de la segunda persona de la Trinidad, sino como una propiedad de Dios y por lo mismo coeterna con Él), no podía admi�r, según su doctrina de Dios, que la Sabiduría pudiese formar una sola persona con una creatura pasible, porque "el Logos no puede entrar en composición sin perder su dignidad"(45). Por ello ese "Hijo de Dios" al que se refieren las Escrituras, no podría ser otro, según Pablo, sino "el Cristo que nació de María unido a la Sabiduría en una unidad, y por ella (por la unión con la Sabiduría) es Hijo y Cristo"(46). Por eso se en�ende qué el sínodo del 268 lo hubiese excomulgado y depuesto de su sede. Como costumbre, los obispos emi�eron un "símbolo" en que exponen los puntos básicos e irrenunciables de la fe, en virtud de la cual han tomado esa decisión (47). En los pocos fragmentos que se conservan de las actas del sínodo se encuentra la única alusión al �tulo Theotókos, en todo el contexto de esta disputa: "Y poco después se muestra que este santo sínodo confiesa que hay un Emmanuel de (ex) dos naturalezas, de divinidad del Verbo y de cuerpo, que es uno y el mismo Dios y hombre, de la virgen progenitora de Dios (ex Dei genitrice virgine) "(48).Es natural que los Padres lo juzgasen luego el antecesor de la herejía nestoriana. Concluimos este apartado con una cita que resume el problema: "A par�r de 429, y por más de un siglo, los medios

45. PABLO DE SAMOSATA. Fragm. 22, en G. BARDY, Op. cit., p. 52.46. PABLO DE SAMOSATA, Fragm. 21, en G. BARDY, Op. cit., p. 51. Este elemento heré�co aparece de modo rela�vamente claro en la disputa entre Malquión V Pablo ante los obispos del sínodo de An�oquía. He aquí algunos fragmentos-clave: "Malquión: De las cosas simples se forma un compuesto, así como en Cristo Jesús, que se hizo uno, del Dios Verbo y del cuerpo humano que es de la simiente de David, y subsiste en la unidad, sin posteriormente separarse. En cambio me parece que tú rechazas aceptar esta composición, de modo esta que no esté en él el Hijo de Dios según la substancia, sino según la par�cipación en la sabiduría. Y afirmaste esto porque de otro modo la sabiduría sufriría mengua, y por eso no puede entrar en composición. Y no piensas que la divina sabiduría, así como permaneció íntegra antes de que se abajase, así también permaneció íntegra e inmutable en el abajamiento que llevó a cabo por misericordia. Por eso afirmas también que la sabiduría habitó en él, como nosotros habitamos en una casa, pero como dos separadas (ut alter in alero). Porque ni nosotros

somos parte de la casa, ni la casa es parte nuestra". "Pablo: Lo que se manifiesta no es la sabiduría. Porque ni (ella) puede encontrarse en una figura exterior, ni en la apariencia de un hombre. Porque es superior a todas las cosas que se ven": PABLO DE SAMOSATA, Fragm. 4 V 7, en G. BARDY, Op. cit., pp. 336-337.47. "Creemos en nuestro Señor Jesucristo, el mismo que fue engendrado por Dios Padre espiritualmente antes de todos los siglos, y al final de los siglos engendrado corporalmente de María virgen, el cual es así una persona compuesta de divinidad celeste y de cuerpo humano": en F. LOOFS, Op. cit., p. 91.48. Texto que ha conservado SEVERO, Contra Gramma�cum 111, 41, citado por G. BARDY, Op. ciL p. 49.49. G. Bardy, Op. cit., p. 517.50. CI. su Ep. Canónica sobre la penitencia de los lapsos arrepen�dos, en PG. 18,468-508.51. CI. EUSEBIO, Hist. Eccl. VII, 32, 31; OX, 6, 2: PG. 20, 736 Y 808.

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enseguida, sus humus apunta ya con firmeza a lo que serían en un futuro las definiciones de Éfeso y Calcedonia. ¿Por qué se celebra la pascua el día 14 del primer mes lunar? La razón que Pedro apunta es doble: la primera, de orden salvífico, porque en ese día en que los judíos celebraban la fiesta pascual murió Cristo nuestra pascua, y él no quiso abolir la Ley y los profetas sino llevarlos a cumplimiento. La segunda, conectada con la primera, es que sólo en Cristo encontramos ahora la verdadera y defini�va salvación pascual; porque su humanidad por la que ha devenido nuestro cordero inmolado, está unida de modo inseparable a su divinidad. Y esa unión se realizó de modo defini�vo en su carne, que es carne de María, la cual por eso es llamada verdaderamente la Theotókos: "Los sagrados profetas, en efecto, así

como todos los santos y los justos que cumplían los mandamientos del Señor, celebraban junto con todo el pueblo una pascua que era �po y sombra. Pero el Señor y Creador de todas las criaturas visibles e invisibles, el Hijo unigénito, Verbo coeterno con el Padre y el Espíritu Santo y consubstancial (homooúsios) con ellos según la divinidad, nuestro Dios y Señor Jesucristo, en la plenitud de los siglos nació según la carne de la santa y gloriosa Señora nuestra Madre de Dios (ek ... Theotókou) y siempre virgen, de María, en verdad Theotókos (kaí kata aJétheian Theotóko y Marías); y así se hizo visible sobre la �erra como un hombre consubstancial con los hombres según su humanidad, en verdad convivió con nosotros; él mismo antes de su predicación celebró la pascua con el pueblo según las costumbres, y durante su predicación celebró la pascua legal que era sombra y �po, y comió el cordero que era una figura"(52).Como se ve por el texto, el Patriarca Pedro ha apuntalado tres verdades garan�zadas por el �tulo Theotókos: 1a. La unidad entre el Hijo unigénito consubstancial con el Padre y con el Espíritu Santo según la divinidad, y él mismo en la carne que ha tomado de María su verdadera humanidad: un diseño de camino que termina en Éfeso. 2a. Por esa carne de María hecha suya, es consubstancial con nosotros en cuanto a su humanidad: he aquí trazada ya la ruta que lleva hacia Calcedonia. 3a. Desde la soteriología, se ve despuntar ya en el horizonte la reflexión teológica sobre Cristo nuestro Cordero Pascual: es apenas en semilla la planta que crecerá robusta, y en cuyas ramas nos posaremos al estudiar la doctrina de Atanasio y de Cirilo. El �tulo Theotókos de María está sirviendo a la elevación de Jesús al rango de sacerdote por su carne, y de eterno por su divinidad: sólo por esa unión puede ser proclamado eterno sacerdote. De otra manera su sacrificio sacerdotal no tendría sen�do de salvación para todos los hombres en todos los �empos; y carecería de base el sacerdocio en la Iglesia, y, añadirá Cirilo, también la Eucaris�a.

52. PEDRO DE ALEJANDRIA. Ex Chron. Pash. 7: PG. 18.517.

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Si bien sólo se conocen hasta ahora pocos fragmentos de la abundante producción teológica en griego del már�r Pedro, ha sido posible rescatar algunos más por las citas que de él hacen algunos autores orientales en lenguas diversas. En una de estas as�l las (que s i no hacen posible la reconstrucción de todo el mueble, sí nos hablan de la calidad de la madera), se encuentra la expresión siríaca correspondiente al �tulo Theotókos.Se trata del libro De Deitate, que el Patriarca de Alejandría escribió para reba�r la doctrina subordinacionista (que había pretendido defender a toda costa la "monarquía" divina a par�r de la absolutez del único principio de origen, al es�lo helénico, y que echaba por �erra la Trinidad).Tales teorías arruinaban la revelación del Dios cris�ano, y reducían la fe al nivel de gnosis. El már�r Pedro dis�ngue con precisión entre un concepto de

Dios al que podemos tener acceso por la filosofia, y aquel Dios personal que se nos ha revelado por Jesucristo como único, pero a la vez como Padre e Hijo, y al que sólo tenemos acceso por la Escritura. En tal contexto resalta en plena luz el brevísimo fragmento siguiente:

"Quapropter, cum Dei genitricem Virginem perfecit, ex ea gloriose incarnatus et ortus".

(Con�nuará)

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biografía san ambrosio

SAN AMBROSIO BIOGRAFIALoughlin, James

Fue obispo de Milán del 374 al 397. Probablemente nació en 340, en Tréveris, Arles, o Lyon. Murió el 4 de abril de 397. Es uno de los más ilustres Padres y Doctores de la Iglesia, y fue escogido, muy apropiadamente, a una con San Agus�n, San Juan Crisóstomo y San Atanasio, para ocupar la venerable Cátedra del Príncipe de los Apóstoles en la tribuna de San Pedro en Roma. Los datos que nos pueden servir para hacer su biogra�a están mayormente dispersos entre sus escritos, dado que su “Vida”, escrita luego de su muerte por su secretario, Paulino, a sugerencia de San Agus�n, es extremadamente frustrante. Ambrosio descendía de una an�gua familia romana

que había abrazado el cris�anismo años antes y que contaba entres sus miembros tanto már�res cris�anos como altos funcionarios del Estado.En la época de su nacimiento, su padre, que también se llamaba Ambrosio, era prefecto en la Galia, y en ese carácter gobernaba los actuales territorios de Francia, Bretaña y España, además de Tingitana, en África. Era una de las grandes prefecturas del Imperio y se trataba del puesto más alto que podía ocupar cualquier súbdito. Las tres principales ciudades de la provincia, Tréveris, Arles y Lyon, se disputan el honor de haber sido el lugar de nacimiento del Santo, quien era el menor de tres hijos. Su hermana, Marcelina, se hizo monja, y su hermano, Sá�ro, al ser electo Ambrosio al episcopado, renunció a la prefectura para vivir con él y relevarlo de las tareas temporales. El padre, Ambrosio, murió alrededor del año 354. A raíz de ello la familia se mudó a Roma. La santa y virtuosa viuda fue grandemente ayudada en la educación religiosa de los hijos por su hija, Marcelina, quien tenía diez años más que Ambrosio. Para ese entonces Marcelina ya había recibido el velo de las vírgenes de manos de Liberio, el Pon�fice Romano, y vivía en casa de su madre en compañía de otras vírgenes. Fue de ella que el Santo aprendió a mostrar ese amor por la virginidad que luego se convir�ó en su caracterís�ca. Su progreso en conocimientos seculares iba a la par de su crecimiento en la piedad. Fue una bendición especial para Ambrosio mismo y para la Iglesia el que él hubiese adquirido tan gran dominio del idioma y literatura griegos, cuya carencia es tan dolorosamente patente en San Agus�n y, en la generación posterior, en San León Magno. Muy probablemente no hubiese acaecido el cisma griego si las iglesias de Oriente y Occidente hubiesen podido con�nuar dialogando tan ín�mamente como lo hacían San Ambrosio y san Basilio. Una vez terminada su educación liberal, el Santo dedicó su atención al estudio y prác�ca del derecho, y muy pronto se

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dis�nguió por la elocuencia y habilidad de sus alegatos en la corte del prefecto pretoriano, Ancius Probus. Fue por ello que este úl�mo lo incorporó a su consejo y más tarde obtuvo para él del emperador Valen�niano el puesto de gobernador consular de Liguria y Emilia, con residencia en Milán. “Ve- le dijo el prefecto, profe�zando involuntariamente- y condúcete no como juez sino como obispo”. No hay forma de saber cuánto �empo gobernó esa provincia. Lo único que sabemos es que su honesta y humanitaria administración le ganó el afecto y la es�mación de todos sus gobernados, pavimentando así el camino para la revolución que iba a tener lugar en su vida poco después. Esto fue algo por demás notable, si tomamos en cuenta que en esa época Milán estaba en medio de un caos religioso causado por las con�nuas maquinaciones de la facción arriana.Obispo de MilánDesde que el heroico obispo Dionisio, en el año 355, había sido arrastrado en cadenas al exilio en el lejano Oriente, la an�quísima sede de San Bernabé había estado ocupada por el intruso capadocio, Auxencio, un arriano lleno de odio hacia la fe católica. Este tal, no sólo no conocía la lengua la�na, sino que era un perseguidor astuto y violento de sus súbditos ortodoxos. Para alivio de los católicos, la muerte le sobrevino al �ranuelo en 347 y con ello terminó una servidumbre que había durado casi 20 años. Los obispos de la región, temiendo que una elección popular diera pie a tumultos populares, solicitaron al emperador Valen�niano que designara al sucesor por medio de un edicto imperial. El Emperador, sin embargo, ordenó que se llevara la elección según se acostumbraba. Le correspondió entonces a Ambrosio la tarea de mantener el orden ciudadano en tan peligrosa coyuntura. Se dirigió a la basílica en la que se encontraban reunidos el desunido clero y el pueblo.

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Ya ahí, inició un discurso que buscaba mo�var a la moderación y la paz, pero fue interrumpido por una voz (la de un niño, según Paulino) que clamaba:“Ambrosio, Obispo”. La mul�tud inmediatamente comenzó a repe�r el grito aquel y, para sorpresa y angus�a de Ambrosio, él resultó electo por unanimidad. Aparte de la intervención sobrenatural, él era el único candidato viable: conocido por los católicos como firme creyente en el Credo de Nicea, aceptable para los arrianos y reconocido por todos como alguien que se había mantenido alejado de las controversias teológicas. Sólo había un problema: convencer al azorado cónsul de que aceptara un puesto para el que no había sido educado. Y, además- aunque nos parezca extraño-, como muchos otros creyentes de esa época, quizás guiados por una reverencia equivocada hacia la san�dad del bau�smo, Ambrosio aún era catecúmeno y, consecuentemente, las sabias providencias de la ley canónica lo hacían inelegible para el episcopado. Los únicos que han dudado acerca de la sinceridad del terror que sin�ó él ante las responsabilidades de ese oficio sagrado son aquellos que quieren juzgar a un

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biografía san ambrosiogran hombre según los criterios de su propia insignificancia. Si Ambrosio hubiese sido una persona como la que dichas personas quieren hacernos ver: mundano, ambicioso y intrigante, le hubiera bastado apoyarse en su reconocida capacidad y en su noble sangre para proseguir esa carrera consular que tan brillante futuro le deparaba. Es muy di�cil aceptar que recurrió a la estratagema de fingir terror, como dicen algunos biógrafos, para minar su propia popularidad entre el pueblo. Mas Valen�niano, orgulloso de que la favorable opinión que él tenía de A m b r o s i o h u b i e r a s i d o a c e p t a d a t a n entusiastamente por el pueblo y por el clero, confirmó la elección y es�puló severas penas para quienes quisieran ayudarlo a evadirse. Finalmente, el Santo aceptó. Recibió el bau�smo de manos de un obispo católico y ocho días después, el 7 de diciembre de 374, día en el que Oriente y Occidente celebran su memoria, habiendo pasado por las etapas preliminares, fue consagrado obispo. Tenía treinta y cinco años de edad. Pero estaba des�nado a e d i fi c a r l a I g l e s i a d u r a n t e e l e s p a c i o compara�vamente prolongado de 23 años. Desde el principio dio tes�monio de ser lo que siempre ha sido a los ojos del mundo cris�ano: el modelo perfecto del obispo cris�ano. Hay algo de verdad en el eulogio de Teodosio, según lo informa Teodoreto (V,18): “No conozco a otro obispo que más merezca tal nombre, sino Ambrosio”. En él la magnanimidad del patricio romano se temperó con la mansedumbre y la caridad del santo cris�ano. Su primer acto como obispo, y que luego imitaron muchos santos sucesores, fue el de deshacerse de todas sus posesiones terrenas. Dio a los pobres su propiedad personal; cedió a la Iglesia las �erras que poseía, dejando aparte una provisión para mantener a su amada hermana. La generosidad de su hermano Sá�ro le quitó el peso de la administración de las cosas temporales y le permi�ó dedicarse totalmente a las espirituales. Para

sobreponerse a su deficiencia de preparación en cues�ones teologales, se dedicó asiduamente al estudio de las Escrituras y de los Padres, mostrando preferencia por Orígenes y San Basilio, cuya influencia se percibe en sus obras. Dotado de un verdadero ingenio romano, Ambrosio, como Cicerón, Virgilio y otros autores clásicos, se dedicó a digerir y a meter en moldes la�nos los mejores frutos del pensamiento griego. Sus estudios tenían una naturaleza eminentemente prác�ca. Aprendió, además, que podía enseñar. En el exordio de su tratado “De officiis”, se queja de que, a causa de su inesperado paso del tribunal al púlpito se vio forzado a enseñar y aprender simultáneamente. Su piedad, su juicio prudente y su genuino ins�nto católico lo protegieron del error. Su fama como elocuente expositor de la doctrina católica pronto llegó a los confines de la �erra. La fuerza de su oratoria está tes�moniada no sólo por las repe�das alabanzas de que era objeto, sino, más aún, por la conversión de un retórico de la talla de Agus�n. Su es�lo es el de una persona que está más atenta a las ideas que a las palabras. No nos lo podemos imaginar gastando su �empo en pronunciar una frase elegante. “Era una de esas personas- dice de él San Agus�n- que dice la verdad, la dice bien, juiciosamente, agudamente, y con belleza y fuerza de expresión” (De doct. christ., IV,21).Su vida diariaPodemos tener una breve visión de su vida diaria si echamos una mirada a través de la puerta de su habitación, abierta todo el día y cruzada sin cita previa por toda clase de personas, cualquiera que tuviera algo que tratar con él. Entre la variada mul�tud de sus visitantes no faltaba algún alto funcionario que buscaba su consejo sobre algún problema de Estado, ni aquél que buscaba una respuesta a alguna duda, ni el pecador arrepen�do que estaba ahí para confesar sus pecados, seguro de

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biografía san ambrosioque el Santo “no revelaría sus pecados a nadie sino solamente a Dios” (Paulinus, Vita, XXXIX). Comía frugalmente y únicamente cenaba los sábados, domingos y las fiestas de los már�res más célebres. Sus largas vigilias nocturnas transcurrían en oración, en atender su vasta correspondencia y en anotar los pensamientos que se le ocurrían durante el día acerca de sus lecturas, tan frecuentemente interrumpidas. Su laboriosidad incansable y sus hábitos disciplinados explican cómo un hombre tan ocupado pudo escribir tantos y tan valiosos libros. Élnos narra que cada día ofrecía el Santo Sacrificio por su pueblo (pro quibus ego quo�die instauro sacrificium). Cada domingo acudían inmensas mul�tudes a la basílica, atraídas por sus elocuentes discursos. Uno de sus temas favoritos era la excelencia de la virginidad, y tuvo tanto éxito en convencer a las doncellas de que adoptaran la vida religiosa que más de una madre prohibió a sus hijas ir a escuchar sus palabras. Ante la acusación de que estaba despoblando el imperio, el Santo se vio forzado a refutarla a base de interrogar amenamente a los jóvenes acerca de si tenían dificultad en encontrar esposas. El afirma, y la experiencia de los siglos sos�ene su afirmación (De Virginibus, VII), que la población aumenta en proporción directa al grado de es�ma en que la población tenga la virginidad. Como es de esperarse, sus sermones eran eminentemente prác�cos, repletos de sentenciosas normas de conducta que han permanecido como palabras de uso corriente entre los cris�anos. En su método de interpretación bíblica, todos los personajes de la Escritura, de Adán en adelante, aparecen como personas vivas, portando cada una un mensaje dis�nto de Dios para instruir a la generación actual. Nunca escribía sus sermones, sino que los pronunciaba a par�r de lo que tenía en el corazón. De las notas que se tomaban durante sus sermones él compiló casi todos los tratados suyos de los que tenemos conocimiento.

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Ambrosio y los arrianosEra natural que un prelado de tan altas miras, tan afable, tan carita�vo con los pobres, tan dispuesto a entregar sus grandes capacidades al servicio de Cristo y de la humanidad, pronto gozara del amor entusiasta de su pueblo. Rara vez ha habido, si es que lo ha habido, un obispo cris�ano tan popular, en el buen sen�do de ese término tan abusado, como Ambrosio de Milán. Y esa misma popularidad, unida a su intrepidez, fue la clave para destronar la iniquidad. La hereje emperatriz Jus�na y sus consejeros bárbaros con frecuencia hubieran querido callarlo con el des�erro o el asesinato, pero como en el caso de Herodes y Juan Bau�sta, ellos “temían a la mul�tud”. Sus heroicas luchas en contra de las agresiones del poder secular lo han inmortalizado

como el modelo y pionero de todos los Hildebrandos, Beckets y otros paladines de la libertad religiosa. El anciano Valen�niano I murió súbitamente en 375, el año siguiente a la consagración de Ambrosio, dejando a su hermano Valente, arriano, para que hiciera de las suyas en el Este, y a su hijo mayor, Graciano, para que se hiciera cargo de los territorios antes gobernados por Ambrosio, pero sin definir nada sobre el gobierno de Italia.En esa circunstancia, el ejército tomó el mando y proclamó emperador al hijo de Valen�niano y su segunda esposa, Jus�na, un niño de cuatro años de edad. Graciano aceptó gustosamente y asignó a su medio hermano la soberanía de Italia, Ilírico (la actual región adriá�ca de Montenegro y Albania, N.T.) y África. Mientras aún vivía su ortodoxo esposo, Jus�na prudentemente le ocultó sus creencias arrianas, pero en ese momento, apoyada en la corte por una poderosa facción gó�ca, hizo pública su decisión de educar a su hijo en la herejía y una vez más intentó arrianizar el Occidente. Esto la colocó en confrontación abierta con el obispo de Milán, quien había ya apagado los úl�mos rescoldos de arrianismo en su diócesis. Esa herejía nunca había sido aceptada por el pueblo ordinario; debía su vitalidad ar�ficial a las intrigas de reyes y cortesanos. Como paso preliminar para la inevitable con�enda, Ambrosio, a solicitud de Graciano, quien estaba por conducir un ejército para auxiliar a Valente y deseaba tener a su lado un an�doto contra los sofismas orientales, escribió su obra “De fide ad Gra�anum Augustum”, que luego sería ampliado y aún subsiste en cinco libros. El primer choque entre Ambrosio y la Emperatriz aconteció con ocasión de la elección episcopal en la sede de Sirmio, capital del Ilírico, que por entonces era la residencia de Jus�na. A pesar de los esfuerzos de la Emperatriz, Ambrosio logró que quedara electo un obispo católico. Esa victoria fue repe�da en el Concilio de Aquilea (381), el cual él

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presidió, cuando logró derrocar a los únicos preladosarrianos que quedaban en el Occidente, Paladio y Secundiano, ambos ilirios. La batalla campal entre Ambrosio y la Emperatriz, en los años 385-386, ha sido gráficamente descrita por el cardenal Newman en sus “Historical Sketches”. El asunto en cues�ón era la cesión de una de las basílicas a los arrianos para que celebrasen allí su culto público. A lo largo de la prolongada batalla Ambrosio demostró en grado eminente las cualidades de un gran líder. Su valor en los momentos de mayor peligro sólo era igualado por su admirable moderación. En ciertos momentos crí�cos del drama una sola palabra suya podría haber derribado del trono a la Emperatriz y a su hijo. Pero nunca fue pronunciada esa palabra. Un resultado perdurable de esa lucha contra el despo�smo fue el rápido desarrollo del canto eclesiás�co, del que Ambrosio había colocado los cimientos. Incapaz de vencer la fortaleza del obispo y el espíritu del pueblo, finalmente la corte desis�ó de su esfuerzo. No sólo eso, sino que debió acudir a Ambrosio para que hiciera lo posible para salvar el trono del peligro.Ya había él enviado una embajada a la corte del usurpador, Máximo, que en el 383 había derrotado y dado muerte a Graciano y ahora reinaba en su lugar.Gracias en gran parte a sus esfuerzos, se había logrado un entendimiento entre Máximo y Teodosio, a quien Graciano había designado como gobernante del Oriente. El acuerdo decía que Máximo debería contentarse con sus posesiones presentes y respetar los territorios de Valen�niano II.Tres años después Máximo decidió cruzar los Alpes. El �rano recibió a Ambrosio desfavorablemente y con la excusa, muy honorable al Santo, de que rechazaba mantener comunión con los obispos que habían apoyado la muerte de Prisciliano (primer caso de pena capital por herejía ordenada por un príncipe cris�ano), lo echó de la corte. Poco después Máximo invadió Italia. Valen�niano y su madre buscaron la

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protección de Teodosio, quien aceptó defenderlos, derrocó al usurpador y ordenó darle muerte. Por ese�empo murió Jus�na y Valen�niano, por consejo de Teodosio, abjuró del arrianismo y se colocó bajo la protección de Ambrosio, con el cual entabló una sincera amistad. Fue durante la prolongada estancia de Teodosio en el Occidente que tuvo lugar el episodio más notable de la Iglesia: la penitencia pública ordenada por el obispo y cumplida por el e m p e ra d o r. L a n a r ra c i ó n t ra d i c i o n a l d e l acontecimiento, transmi�da por Teodoreto a muchos años de distancia, que exalta la firmeza del Santo a costa de su mansedumbre y prudencia, afirma que Ambrosio detuvo al Emperador a la entrada de la Iglesia y lo regañó y humilló públicamente. El cri�cismo moderno demuestra que eso es una grave exageración. La emergencia demandaba que el obispo pusiera en prác�ca todas sus virtudes. Cuando las no�cias de que los sediciosos tesalonicenses habían asesinado a los funcionarios del Emperador, Ambrosio y el colegio episcopal, el cual él presidía en ese momento, hicieron un llamado de clemencia a Teodosio, aparentemente con éxito. ¿Cuál no sería su horror al enterarse poco después que Teodosio, cediendo a los

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consejos de Rufinoso y otros cortesanos, había ordenado una mascare indiscr iminada de ciudadanos en la que perdieron la vida 7,000 personas?.Para evitar encontrarse con el monarca asesino u ofrecer el Santo Sacrificio en su presencia, y, sobre todo, para darle �empo de ponderar la atrocidad de una acción tan ajena a su carácter, el Santo se excusó alegando una enfermedad y, sabiendo que ello propiciaría que lo llamaran cobarde, se re�ró al campo desde donde envió una carta “escrita por mi propia mano, que sólo usted debe leer”, en la que exhortaba al Emperador a reparar su crimen con una penitencia ejemplar. San Agus�n narra (De civitate Dei, V, XXVI), que con “humildad religiosa” Teodosio obedeció y “según la disciplina de la Iglesia, hizo penitencia de tal manera que la vista de su postrada majestad imperial llevó a las personas que intercedían por él a llorar más grandemente que el temor que les había causado la conciencia de la ofensa que él les había infringido cuando ésta los había enojado”. “Despojándose de todos sus

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biografía san ambrosioemblemas de realeza- dice San Ambrosio en su oración fúnebre (c. 34)-, lloró en la Iglesia sus pecados públicamente. No se avergonzó el Emperador de realizar una penitencia pública que muchos individuos evitarían. Ni hubo después día en su vida en que él no llorara su error”. Esta sencilla narración, sin ningún adorno histriónico, tanto honra al obispo como a su soberano.Los úl�mos días de AmbrosioEl asesinato de su joven pupilo, Valen�niano II, que tuvo lugar en la Galia en mayo del 393, mientras Ambrosio cruzaba los Alpes para ir a bau�zarlo, causó al Santo una gran aflicción. La eulogía que pronunció en Milán es singularmente �erna: describe al fallecido rey como un már�r, bau�zado con su propia sangre. En realidad el usurpador, Eugenio, sí era un infiel en lo hondo de su corazón y abiertamente anunció su intención de restablecer el paganismo. Reabrió los templos paganos y determinó que se instalara de nuevo en el Senado Romano el altar de la Victoria, respecto al cual Ambrosio y Símaco habían sostenido un largo y decidido debate literario. Este triunfo del paganismo tuvo una corta vida. En la primavera del 391 Teodosio de nuevo condujo sus legiones al Occidente y, en una breve campaña, derrotó y mató al �rano. El paganismo romano pereció con él. El Emperador reconoció los méritos del gran obispo de Milán anunciando su victoria la misma tarde de la batalla y pidiéndole que celebrara un solemne sacrificio de acción de gracias. No vivió Teodosio mucho �empo después de su triunfo. Murió en Milán pocos meses después (enero del 395) teniendo a Ambrosio junto a su lecho y el nombre de Ambrosio en sus labios. “Incluso cuando la muerte estaba desmoronando su cuerpo- dice el Santo- él estaba más preocupado por el bienestar de las iglesias que por el peligro propio”. “Yo lo amaba y estoy seguro que el Señor escuchará la oración que yo le dirijo a favor de su alma piadosa” (In obitu

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biografía san ambrosioTheodosii, c. 35). Sólo pasaron dos años para que estas dos almas generosas fueran reunidas por la muerte. Ningún cuerpo humano puede soportar por mucho �empo la ac�vidad incansable de un Ambrosio. Es significa�va una escena, narrada por su secretario, de su extraordinaria capacidad de trabajo. Él murió un Viernes Santo. Al día siguiente, cinco obispos tuvieron dificultad para administrar el bau�smo a una mul�tud igual a la que él acostumbraba bau�zar sin ayuda. Cuando se corrió el rumor de que estaba seriamente enfermo, el conde S�lico, “temeroso de que su muerte pudiera significar la destrucción de Italia”, despachó unos emisarios, entre los que estaban los principales ciudadanos, para suplicarle que le rogara a Dios que prolongara sus días. La respuesta del Santo impresionó profundamente a san Agus�n: “No he vivido entre ustedes de modo que me avergüence de vivir, ni temo morir porque tenemos a un Señor de bondad”. Durante horas antes de su muerte él permaneció con los brazos extendidos a imitación de su Maestro al agonizar, quien también se le apareció en persona. El obispo de Vercelli le llevó el Cuerpo de Cristo. “ Terminando de consumirlo, exhaló pacíficamente su úl�mo aliento”. Era el 4 de abril de 397. Fue enterrado en su amada basílica, tal como él había deseado, al lado de los santos már�res Gervasio y Protasio, cuyas reliquias habían sido descubiertas durante su lucha con Jus�na, evento que les proporcionó un gran consuelo a él y a sus seguidores. En el año 835 las reliquias de los tres santos fueron colocadas por uno de sus sucesores, Angilberto II, en un sarcófago bajo el altar, donde fueron descubiertos en 1864. La primera edición de los trabajos de Ambrosio salió de la imprenta de Froben en Basilea, en 1527, bajo la supervisión de Erasmo de Ro�erdam. En el año 1580 comenzó a salir a la luz en Roma una edición más elaborada, que con�nuó apareciendo durante algunos años más.

El editor en jefe fue el Cardenal Montalto hasta que fue elevado al papado como Sixto V. Fueron cinco volúmenes que conservan su valor gracias a la “Vida” del Santo, compuesta por Baronio, con que comienza la obra. Posteriormente apareció la excelente edición de Maurist, publicada en dos volúmenes en Paris, en 1686 y 1690, respec�vamente. Esta fue reimpresa por Migne en cuatro volúmenes. La carrera de San Ambrosio ocupa un lugar prominente en todas las historias, eclesiás�cas y seculares, del siglo IV. Es de par�cular valor la narración de Tillemont, en el cuarto volumen de sus “Memoirs”. Es de menor importancia la discusión sobre la auten�cidad de los así llamados 18 himnos ambrosianos. El gran mérito del Santo en el campo de la himnología consiste en que él puso sus cimientos y mostró a la posteridad hasta dónde habíaoportunidad en el futuro para desarrollarla.Escritos de San AmbrosioEl carácter especial y el valor de los escritos de San Ambrosio quedan patentes ya en el �tulo de Doctor de la Iglesia que, desde �empo inmemorial, ha compar�do en Occidente con San Agus�n, San Jerónimo y San Gregorio. Él es tes�go oficial de la enseñanza de la Iglesia Católica en su propio �empo yen las generaciones precedentes. Como tal, sus escritos siempre han sido citados por papas, concilios y teólogos. Ya desde su época se sabía que pocos podían dar voz tan claramente al verdadero sen�do de las escrituras y a las enseñanzas de la Iglesia (San Agus�n, De Doctrina Chris�ana, IV, 46,48,50).Ambrosio es preeminentemente un maestro eclesiás�co que puso a la luz en forma sólida y edificante, y con consciente regularidad, el depósito de la fe que se le había confiado. No es de modo alguno un filósofo académico que meditaba en el silencio de la soledad sobre las verdades de la fe cris�ana, sino un esforzado administrador, obispo y estadista cuyos escritos cons�tuyen la expresión madura de su vida y trabajo oficiales. La mayor parte

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de sus escritos son en realidad homilías, comentarios orales sobre el An�guo y Nuevo Testamentos, que fueron puestos por escrito por sus oyentes y, posteriormente, redactados en su forma actual. Pocos, claro, de esos discursos nos han llegado tal y como salieron de los labios del gran obispo. En Ambrosio brilla con dis�nto resplandor su na�vo genio romano; es claro, sobrio, prác�co y siempre busca persuadir a sus oyentes de que actúen inmediatamente de acuerdo a los principios y argumentos que él expone y que abarcan prác�camente todas las facetas de la vida religiosa y moral. “Es un verdadero romano en el que siempre domina el acento é�co-prác�co. No tenía ni �empo ni gusto por las especulaciones filosófico-dogmá�cas. En todas sus obras persigue un obje�vo prác�co. Es por ello que con frecuencia repite lo que ya ha sido tratado, preparar para otra cosecha los campos que ya han sido arados. No desprecia aprovechar las ideas de algún escritor anterior,

cris�ano o pagano, con tal de apoyar sus reflexiones, y adapta sus pensamientos con prudencia al público de su �empo y nación. Visto desde el aspecto formalmente literario, su es�lo deja algo que desear, pero no nos debe extrañar, dadas las exigencias de �empo que �enen los hombres públicos como él. Su dicción abunda en remembranzas inconscientes de los escritores clásicos, tanto griegos como romanos. Está par�cularmente familiarizado con los escritos de Virgilio. Pero su es�lo siempre conserva una peculiaridad personal. Nunca le falta cierta reserva digna. Cuando parece que su escrito es más estudiado de lo que acostumbra, sus caracterís�cas son una enérgica brevedad y una audaz originalidad. De entre sus escritos, los que �enen origen y es�lo homilé�co dejan patente las grandes dotes de oratoria de Ambrosio; a veces, incluso, llega a alcanzar elevados niveles de inspiración poé�ca. Sus himnos son prueba suficiente del dominio que tenía de la lengua la�na” (Bardenhewer, Les pères de l’église, París, 1898, 736 -737; cf. Pruner, Die Theologie des heil. Ambrosius, Eichstadt, 1864). Las obras que han llegado a nosotros pueden dividirse, en aras de la conveniencia, en cuatro clases: exegé�cas, dogmá�cas, ascé�co-morales y ocasionales. Las obras exegé�cas, o comentarios a las Sagradas Escrituras, tratan sobre la gloria de la creación, las figuras vetero-testamentarias de Caín y Abel, Noé, Abraham y los patriarcas, Elías, Tobías, David y los salmos y otros temas. De sus discursos sobre el Nuevo Testamento sólo ha sobrevivido el largo comentario sobre San Lucas (Exposi�o in Lucam). Defini�vamente él no es el autor del maravilloso comentario sobre las trece epístolas de San Pablo conocido como “Ambrosiater”. Todos esos comentarios escriturís�cos juntos conforman más de la mitad de los escritos de Ambrosio. Demuestra un gusto especial por las interpretaciones alegórico-mís�cas de la Escritura. O sea, aunque admite un

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significado natural o literal, siempre encuentra un significado más profundo, mís�co, que él convierte en enseñanzas prác�cas para la vida cris�ana. En esto, dice San Jerónimo (Ep. XLI), “él era discípulo de Orígenes, pero bajo las modificaciones que habían hecho del es�lo de ese maestro San Hipólito de Roma y San Basilio Magno”. También recibió influencia en ese sen�do del escritor judío Filón. Dicha influencia fue tal que el texto de este úl�mo, que se encuentra en estado de descomposición, puede a veces ser corregido exitosamente gracias a los ecos y recuerdos que de dicha obra se hayan en las obras de Ambrosio. Debe dejarse en claro, sin embargo, que al citar a los autores no cris�anos, el gran Doctor nunca abandona una ac�tud estrictamente cris�ana (cf. Kellner, Der heilige Ambrosius als Erklärer das Alten Testamentes, Ra�sbona, 1893). La más influyente de sus obras ascé�co-morales es la que escribió acerca de los deberes de los eclesiás�cos cris�anos (De officiis ministrorum). Es un manual de moralidad

cris�ana que sigue de cerca, en su orden y disposición, un trabajo homónimo de Cicerón.“Empero, dice el Doctor Bardenhewer, es muy notable y aguda la an�tesis entre la moralidad filosófica del pagano y la moralidad del eclesiás�co cris�ano”. En sus exhortaciones, par�cularmente, Ambrosio deja ver una irresis�ble fuerza espiritual” (cf. R. Thamin, Saint Ambroise et la morale chré�enne at quatrième siècle, París, 1895). Escribió varios textos sobre la virginidad. O mejor dicho, publicó varios de sus discursos acerca de dicha virtud, de los cuales el más importante es el tratado “Sobre las vírgenes”, dirigido a su hermana Marcelina, consagrada ella misma al servicio divino.San Jerónimo (Ep. XXII) afirma que él es el más elocuente y exhaus�vo de todos los exponentes de la virginidad, y que su juicio coincide totalmente con el de la Iglesia. Su impresionante obrita “Sobre la caída de una virgen consagrada” (De lapsu virginis consecratæ) ha sido deba�da, pero sin razones

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biografía san ambrosiosuficientes. Dom Germain Morin sos�ene que sí se trata de una homilía de Ambrosio que, como muchos otros de sus así llamados “libros”, debe su forma actual a alguno de sus oyentes. La mayor parte de sus trabajos dogmá�cos versan sobre la divinidad de Jesucristo y del Espíritu Santo; también sobre los sacramentos cris�anos. A pe�ción del joven emperador Graciano (375-383) elaboró una defensa, contra los arrianos, de la verdadera divinidad de Jesucristo, y otra sobre la divinidad del Espíritu Santo, contra los macedonios.También, una obra sobre la Encarnación de Nuestro Señor. Escribió su trabajo “Sobre la penitencia” para refutar los postulados rigoristas de los novacianos y en él profundiza sobre las evidencias ú�les del poder de la Iglesia para perdonar los pecados, la necesidad de la confesión y el carácter meritorio de las buenas obras. Ha desaparecido una obra especial sobre el bau�smo (De sacramento regenera�onis) , frecuentemente citada por San Agus�n. Sí poseemos, afortunadamente, el excelente tratado (De mysteriis) sobre el bau�smo, la confirmación y la Sagrada Eucaris�a (P.L. XVI, 417-462), que dirigió a los recién bau�zados. Algunos opositores a la enseñanzacatólica sobre la Eucaris�a han puesto en duda su auten�cidad, pero sin razón alguna. Es altamente probable que la obra sobre los sacramentos (De sacramen�s, ibid) sea idén�ca a la precedente, sólo que, como explica Bardenhewer, “fue publicada indiscretamente por algún oyente de Ambrosio”. Sus evidencias respecto al carácter sacrificial de la Misa, y a la an�güedad del Canon Romano de la Misa son demasiado bien conocidas como para requerir mayores pruebas. Algunas de ellas son fácilmente localizables en cualquier edición del Breviario Romano (cf. Probst, Die Liturgie des vierten Jahrhunderts und deren Reform, Münster, 1893, 232-239). La correspondencia de Ambrosio incluye pocas cartas confidenciales o personales. La mayor

parte son documentos oficiales, registros de asuntospúblicos, reportes sobre los concilios que se realizaron y cosas parecidas. Sin embargo su valor histórico es incalculable, además de mostrarlo como un administrador romano y estadista inigualable en cualquier nación o en la Iglesia. Pero aunque sus cartas fueran materia de poca monta, no se puede decir lo mismo de sus discursos. Su discurso ante la muerte de su hermano Sá�ro (378) (De excessu fratris sui Satyri) con�ene el sermón funerario del mismo y cons�tuye uno de los panegíricos cris�anos más an�guos y un modelo de los discursos de consolación que desde entonces habrían de ocupar el lugar de las declamaciones frías e inefec�vas de los estoicos. Su discurso funerario sobre Valen�niano II (392) y sobre Teodosio el Grande (395) son considerados clásicos de la composición retórica (cf. Villemain, De l’éloquence chré�enne, París, ed. 1891). También deben ser considerados como documentos históricos de gran importancia. Y lo mismo se puede afirmar de su discurso contra el intruso arriano, Auxencio (Contra Auxen�um de basilicis tradendis), y los dos discursos referentes al hallazgo de los cuerpos de los már�res milaneses Gervasio y Protasio.No faltan, claro, obras atribuidas falsamente a Ambrosio. Casi todas ellas se encuentran en la edición benedic�na de sus obras (reimpresas en Migne) y se discuten en los manuales de Patrología (eg. Bardenhewer). También se han extraviado algunas de sus obras autén�cas, como, por ejemplo, la obra citada arriba sobre el bau�smo. San Agus�n (Ep. 31, 8) alaba encarecidamente una obra (actualmente extraviada) de Ambrosio escrita contra aquellos que afirmaban una dependencia intelectual de Jesucristo respecto a Platón. No es improbable que Ambrosio sea el autor de la traducción la�na y paráfrasis de Josefo (De Bello Judaico), conocido en la Edad Media como Hegesippus o Egesippus, una

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biografía san ambrosio

distorsión del nombre griego del autor original (Iosepos). Mommsen (1890) rechaza la autoría ambrosiana del renombrado texto legal conocido como “Lex dei sive Mosaicorum et Romanorum Legum Colla�o”, un intento de presentar la ley de Moisés como la fuente de la que bebió sus principales preceptos la jurisprudencia criminal romana.Ediciones de sus escritosLa historia literaria de las ediciones de sus escritos es una muy larga y puede seguirse en las biogra�as de Ambrosio. Erasmo los editó en cuatro tomos en Basilea (1527). Una edición romana muy valiosa fue

sacada a la luz en 1580, en cinco volúmenes, y fue el resultado del trabajo de muchos años, comenzado por Sixto V cuando éste aún era el monje Felice Pere�. Como prefacio de esa obra está una vida de San Ambrosio compuesta por Baronio para sus Anuarios Eclesiás�cos. La excelente edición benedic�na apareció en París (1686-90) en dos volúmenes en folio. Esa edición fue reimpresa dos veces en Venecia (1748-51 y 1781-82). La úl�ma edición de las obras de San Ambrosio realizada en el siglo XIX fue la P.A.Ballerini (Milán, 1878) en seis volúmenes. Esta no volvió obsoleta la edición benedic�na de du Frische y de Le Nourry. Algunos textos de San Ambrosio han aparecido en la serie vienesa conocida como “Corpus Scriptorum Classicorum La�norum” (Viena, 1897-1907). Existe también una versión inglesa de las obras selectas de San Ambrosio elaborada por H. De Romes�n en el volumen 10 de la segunda serie de la “Select Library of Nicene and Postnicene Fathers” (Nueva York, 1896). Una versión alemana de textos selectos, en dos volúmenes, realizada por el P. X. Schulte, se encuentra en la “Bibliothek der Kirchenväter” (Kempten, 1871-77).Bibliogra�a: Para bibliogra�as exhaus�vas vea Chevalier, Répertoire, etc., Bio-Bibliographie (2da. ed., París, 1905), 186-89; Bardenhewer, Patrologie (2da. ed. Friburgo, 1901), 387-89. Da Broglie, Les Saints, St. Ambroise (París, 1899); Davies in Dict. of Christ. Biogr., s.v., I, 91-99; BUTLER, Lives of the Saints, 7 dic.; Förster, Ambrosius, Bischof von Mailand (Halle, 1884); Imm, Studia Ambrosiana (Le ipz ig , 1890) ; FERRARI , Introduc�on to Ambrosiana, una colección de estudios eruditos p u b l i ca d o ( M i l á n 1 8 9 9 ) co n o ca s i ó n d e l decimoquinto centenario de su muerte. La introducción mencionada es por el CARDENAL FERRARI, Arzobispo de Milán.Fuente: Loughlin, James. “St. Ambrose." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.h�p://www.newadvent.org/cathen/01383c.htm&gtTraducido por Javier Algara Cossío.

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san juan bosco

LOS AÑOS FABULOSOS (1825 – 1835)

1- El pequeño sal�mbanqui. Pequeño de estatura. Me habéis preguntado muchas veces a qué edad comencé a preocuparme de los niños. A los diez años hacía lo que era compa�ble con esa edad: una especie de oratorio fes�vo. Escuchad. Era yo aún muy pequeño y ya estudiaba el carácter de mis compañeros. Miraba a uno a la cara, y ordinariamente descubría los propósitos que tenía en el corazón. Por eso los de mi edad me querían y me respetaban mucho. Todos me elegían para juez o para amigo. Por mi parte, hacía bien a quien podía, y mal a ninguno. Los compañeros me querían a su lado para que, en caso de pelea, me pusiera de su parte. Porque,

aunque era pequeño de estatura, tenía fuerza y coraje para meter miedo a compañeros de mi edad. De tal forma que, si había pelea, disputas, riñas de cualquier género, yo era el árbitro de los contendientes, y todos aceptaban de buen grado la sentencia que dictaba. Narrador de historias y cuentos, pero lo que les reunía junto a mí y les arrebataba hasta la locura eran mis narraciones. Los ejemplos que oía en los sermones o en el catecismo, la lectura de libros, como Los Reales de Francia, Güerrín Mezquino, Bertoldo y Bertoldino, me prestaban argumentos. Tan pronto me veían mis compañeros, corrían en tropel para que les contase algo, yo que apenas entendía lo que leía. A ellos se unían algunas personas mayores, y sucedía que a veces, yendo o viniendo de Castelnuovo, u otras en un campo o en un prado, me veía rodeado de centenares de personas. Acudían a escuchar a un pobre chiquillo que tenía un poquito de memoria. Estaba en ayunas de toda ciencia, por más que entre ellos pasase por un doctor. En el país de los ciegos, el tuerto es rey. Durante el invierno, me reclamaban en los establos para que les contara historietas. Allí (el lugar más caliente de la casa) se reunía gente de toda edad y condición, y todos disfrutaban escuchando inmóviles durante cinco o seis horas al pobre lector de Los Reales de Francia, que hablaba como si fuera un orador, de pie sobre un banco para que todos le vieran y oyesen. Y como se decía que iban a escuchar el sermón, empezaba y terminaba las narraciones con la señal de la cruz y el rezo de la Ave María (1826).«Andaba y bailaba sobre la cuerda» Durante la primavera, en los días fes�vos, sobre todo, se reunían los del vecindario y algunos forasteros. Entonces la cosa iba más en serio. Entretenía a todos con algunos juegos que había aprendido de otros. Había a menudo, en ferias y mercados, charlatanes y vola�neros a quienes yo iba a ver. Observaba atentamente sus más pequeñas proezas y volvía a casa y las repe�a hasta aprenderlas. Imaginaos los golpes, revolcones, caídas y volteretas a que me exponía vez por vez. ¿Lo creeréis? A mis once años hacía juegos de manos, daba el salto mortal, hacía la golondrina, caminaba con las manos, andaba, saltaba y bailaba sobre la cuerda como un profesional. Por lo que se hacía los días de fiesta lo comprenderéis

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fácilmente. Había en I Becchi un prado en donde crecían entonces algunos árboles. Todavía queda un peral que en aquel �empo me sirvió de mucho. Ataba a ese árbol una cuerda que anudaba en otro más distante. Después colocaba al lado una mesita con una bolsa y una alfombra en el suelo para dar los saltos. Cuando todo estaba preparado y el público ansioso por lo que iba a seguir, entonces invitaba a todos a rezar la tercera parte del rosario, tras lo cual se cantaba una letrilla religiosa.Acabado esto, subía a una silla y predicaba o, mejor dicho, repe�a lo que recordaba de la explicación del Evangelio que había oído por la mañana en la iglesia; o también contaba hechos y ejemplos oídos o leídos en algún libro. Terminado el sermón, se rezaba un poco y enseguida, venían las diversiones. En aquel momento hubierais visto al predicador como antes dije, conver�rse en un charlatán de profesión. Hacer la golondrina, ejecutar el salto mortal, caminar con las manos en el suelo y los pies en alto, echarme a con�nuación al hombro las alforjas y tragarme monedas para después sacarlas de la punta de la nariz de este o del otro espectador.Mul�plicar pelotas y huevos, cambiar el agua en vino, matar y despedazar un pollo para hacerlo luego resucitar y cantar mejor que antes, eran los entretenimientos ordinarios. Andaba sobre la cuerda como por un sendero, saltaba, bailaba, me colgaba, ora de un pie, ora de los dos; ya con las dos manos, ya con una sola. Tras algunas horas de diversión, cuando yo estaba bien cansado, cesaban los juegos, se hacía una breve oración y cada cual volvía a su casa. Quedaban fuera de estas reuniones los que hubieran blasfemado, hablado mal o no quisieran tomar parte en las prác�cas religiosas. Al llegar aquí, diréis algunos: «Para ir a las ferias y mercados, para oír a los charlatanes, para preparar cuanto se necesita para tales diversiones, hace falta dinero. ¿De dónde salía?» Yo podía proporcionármelo de mil diversos modos. Las moneditas que mi madre y otros me daban para diver�rme o para golosinas, las propinas, los regalos,

todo lo guardaba para eso.Tenía además una gran pericia para cazar pájaros con la trampa, la jaula, la liga y los lazos; y sabía mucho de nidos. Cuando había recogido unos cuantos, buscaba la manera de venderlos convenientemente. Las setas, las hierbas colorantes y el brezo, cons�tuían para mí otra fuente de ingresos. Vosotros me preguntaréis si mi madre estaba contenta de que yo llevase una vida tan disipada y de que perdiese el �empo haciendo de sal�mbanqui. Habéis de saber que mi madre me quería mucho y yo le tenía una confianza tan ilimitada, que no me hubiera atrevido a mover un pie sin su consen�miento. Ella lo sabía todo, todo lo observaba y me dejaba hacer. Es más, si necesitaba alguna cosa, me la proporcionaba con gusto. Los mismos compañeros y, en general, todos los espectadores, me daban de buena gana cuanto neces i taba para procurar les los ans iados pasa�empos.

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Santa Clara de Asís(1194-1253)

Fundadora de las Clarisas

“A la manera que la gloriosa Virgen de las vírgenes lo llevó materialmente, así también tú, siguiendo sus huellas (1 Pe 2,21), ante todo las de la humildad y pobreza, siempre puedes, sin

duda alguna, llevarlo espiritualmente en tu cuerpo casto y virginal, conteniendo a Aquel que

os con�ene a � y a todas las cosas (cf. Sab 1,7; Col 1,17), poseyendo aquello que,

incluso en comparación con las demás posesiones de este mundo, que son pasajeras, poseerás más fuertemente. En esto se engañan algunos reyes y reinas del mundo, pues aunque su soberbia se eleve hasta el cielo y su cabeza

toque las nubes, al fin se reducen, por así decir, a basura (cf. Job 20,6-7).”

Extracto de la III carta que Santa Clara de Asís (1194-1253) escribió a Santa Inés de Praga.

Seguidora de San Francisco de Asís, Santa Clara fundó la Orden de las Hermanas Pobres de Santa

Clara, más conocida como las Clarisas. Con su devoción a la San�sima Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, nos enseña cómo seguir a

Jesucristo.

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pildoras de santidad

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únete

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vita sacra est: hombre y mujer

HOMBRE Y MUJER COMO REALIDADPilar Bosch

Hoy nos hacemos preguntas que quizá nuestros abuelos nunca necesitaron hacerse, preguntas que se vuelven trascendentales en nuestro diario vivir y convivir: Muchas de esas preguntas se encuentran en el uso del lenguaje. La palabra hombre, hasta hace poco significaba “ser animado racional, sea varón o mujer, que forma parte de la especie humana, o un grupo de la especie humana.... por ejemplo: el hombre primi�vo”.

(h�ps://www.significados.com/hombre/)Hoy se habla cada vez menos de hombre como sinónimo de humanidad y en el discurso se hace una diferenciación explícita entre hombre y mujer. Por otro lado, en la conciencia social, tendiente lograr una visión equita�va entre hombres y mujeres, estamos viviendo el efecto péndulo, no habiendo llegado aún al punto medio. Otro ejemplo es la palabra género: “Género es una palabra que se refiere al �po, clase, es�rpe o linaje al que pertenecen un conjunto de cosas o seres que �enen la misma naturaleza, es

decir, que comparten elementos como génesis, forma y/o caracterís�cas.” y que, en Ciencias Sociales, hoy se en�ende como el comportamiento humano y socialmente asumido, separado del sexo biológico. (h�ps://www.significados.com/genero/). Ante los cambios de significado en el lenguaje, es necesario no perder de vista factores obje�vos y no dejarnos envolver por elementos ideológicos. Es trascendental buscar la verdad y buscar vivir en la verdad, para lo cual es necesario siempre formarnos. Dado que los comportamientos sociales son cambiantes, centrémonos en los que nos dice la ciencia respecto a lo que encierra la palabra hombre como varón, reflexión que no puede separarse de la reflexión sobre lo que es el ser mujer.Diferencias Biológicas entre los dis�ntos sexosPrimeramente observemos al hombre y a la mujer desde el plano de la ciencia, en éste caso la Biología. Existen diferencias cien�ficamente comprobadas entre lo que es un hombre y lo que es una mujer. No es éste el espacio para una exposición detallada, pero es información de fácil acceso en libros de Biología.

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vita sacra est: hombre y mujer El hombre desde su gestación:En el momento mismo de la concepción, cuando el óvulo es fecundado, se define el sexo del bebé, mientras que el desarrollo de las caracterís�cas �sicas se irá desdoblando durante su desarrollo posterior y en toda su vida. Esto ocurre cuando en la transmisión de la información gené�ca, donde la mujer y el hombre aportan cada uno el 50% de la información, el nuevo ser humano recibe en ese momento, ya sea un cromosoma X y uno Y (hombre) o dos cromosomas X (mujer).Ante el nacimiento del nuevo ser humano existe siempre el instante de fascinación donde se descubre el sexo del bebé. Son muchos los factores que habrán contribuido y por ello escapan a nuestro control natural. Los espermatozoides X son más grandes y más fuertes, son lentos y viven más �empo, siendo más resistentes a condiciones adversas. Los espermatozoides Y son más rápidos, pero requieren mejores condiciones. El momento de la relación sexual dos días previos a la ovulación puede influir en el sexo, sin ser determinante, debido a la vida del espermatozoide. También puede influir la alcalinidad en la mucosa de la mujer, siendo la acidez más favorable a los espermatozoides X y la alcalinidad más favorable a los Y. Sin embargo, estos factores no son fácilmente controlables ya que dependen de cosas tan personales y cambiantes como pueden ser: el estrés, es�lo de vida, lo que comemos, y para los que creemos en Dios, en una misión que toma forma masculina o femenina.Diferenciación Biológica:Además de que la mujer está cons�tuida por dos cromosomas X y el hombre por uno X y uno Y, presentes en cada una de las células de su cuerpo y que hoy día es prueba fundamental incluso en estudios forenses, también son dis�ntos los niveles de hormonas en sus cuerpos (mayor can�dad de testosterona en el hombre y mayor can�dad de estrógenos en la mujer). La pubertad inicia en la

mujer a edad más temprana de lo que inicia en el hombre. El hombre �ene la capacidad de fecundar al óvulo de la mujer y la mujer de ser fecundada y proporcionar el ambiente para el crecimiento del nuevo ser. El funcionamiento del cerebro también es dis�nto, más grande en tamaño el de el varón, y con mayor can�dad de sustancia blanca, y menor el de la mujer, con mayor densidad y más materia gris, siendomayor su cuerpo calloso y esplenio, mientras en el hombre es mayor la corteza parietal y el área preóp�ca del hipotálamo así como la amígdala y la corteza parietal. También hay circuitos cerebrales y nerviosos que se conectan de manera diferente en cada sexo.En el ámbito de los genitales y del sistema reproductor, hay caracterís�cas propias en el sexo femenino y en el masculino. En el primer caso, los órganos genitales son internos y en el segundo, son externos y muy dis�ntos en su fisionomía, de acuerdo a su función propia. En el hombre se manifiesta mayor vellosidad en todo el cuerpo, y una piel mas

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gruesa, y presenta mayor sudoración; su desarrollo muscular y óseo hace que tenga mayor peso, fuerza y altura, (también en el corazón y en los pulmones), mientras que la piel de la mujer es más fina y seca , sus dientes más pequeños, y su metabolismo hace que acumule mayor can�dad de grasa corporal. La voz del varón es más grave. La agudeza visual es mayor en el hombre mientras que la olfa�va y audi�va son mayores en la mujer, aunque la visión angular y percepción a oscuras son mayores en la mujer y el hombre capta con mayor facilidad la distancia y la profundidad y capta mejor la fuente de un sonido.El flujo sanguíneo también presenta diferencias en hombres y mujeres pues mientras en el hombre hay una distribución proporcional en todo el cuerpo, en la mujer se concentra más en el torso y abdomen.

Diferencias Psicológicas entre los dis�ntos sexos Tras un recorrido por las caracterís�cas �sicas, es importante considerar también los rasgos en la psicología de la mujer y del hombre, intentando hacerlo de forma paralela, aclarando que cada ser humano �ene ambas, en mayor o menor medida, que la psicología humana es muy compleja y que esto se refiere a generalidades, no a casos individuales, pudiendo variar en cada persona: En la mujer prevalece la inclinación a hacerse cargo de otras personas, mientras en el hombre prevalece el impulsar al otro; la mujer comprende mejor el lenguaje no verbal y el hombre, el lenguaje discursivo y abstracto: e l la maneja naturalmente e l pensamiento en red, mientras él lo realiza en pasos. Ella crea ambientes, él los construye, ella acoge, y él dona, etc.

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vita sacra est: hombre y mujer Unidad Esencial dentro de las DiferenciasMuchas diferencias se encierran dentro del tema de lo humano, en su ma�z femenino y masculino, y en la igual dignidad que cubre a cada uno. Estas diferencias invitan a cues�onarse sobre lo que cada uno puede aportar y lo que cada uno está abierto a recibir, de forma que hombre y mujer funcionen en concordancia y ayuda para el crecimiento mutuo, en toda circunstancia ya sea laboral, social, familiar o conyugal. Ni las diluciones de sexos, ni guerras entre ambos se encuentran en el plan de amor de Dios quien desde el principio nos creo hombre y mujer, a su imagen y semejanza, para que en su relación pudiesen vivir el amor que se vive dentro de la vida Trinitaria, principalmente en la vida de familia.

“...el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede mani-pular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admiteque no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana...”.

(DISCURSO DE SS BENEDICTO XVI EN SU VISITA AL PARLAMENTO FEDERAL DE ALEMANIA 2011)

Bibliogra�a

Las 12 diferencias biológicas entre hombres y mujeres:h�ps://psicologiaymente.com/psicologia/diferencias-biologicas-hombres-mujeresBiología y Feminismo. No se poder elegir ser varón o mujer

h�ps://eldebatedehoy.es/no�cia/ciencia/13/05/2019/biologia-y-feminismo-no-se-puede-elegir-ser-varon-o-mujer/

Varón y Mujer los creó:h�p://www.educa�o.va/content/dam/cec/Documen�/19_0998_SPAGNOLO.pdf

h�ps://www.va�cannews.va/es/va�cano/news/2019-03/mons-auza-santa-sede-ideologia-genero-marcha-atras-papa-onu.html

Deus Caritas Est h�ps://www.humanitas.cl/benedicto-xvi/papa-benedicto-xvi-sobre-la-ideologia-de-genero-cuaderno-35

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causae et curae Santa Hidelgarda Von Bingen

Santa Hidelgarda Von BingenDra. María Nieto

Introducción.Santa Hildegarda de Bingen es una interesan�sima y mul�facé�ca figura, tanto por su vida y por su obra, que incluye aspectos: teológicos, filosóficos, psicológicos, médicos, musicales, pictóricos, eclesiales y pastorales.El 7 de octubre de 2012, nuestro papa emérito Benedicto XVI, procede a la canonización y a la proclamación de la abadesa de Bingen como Doctora de la Iglesia, mes que corresponde al inicio del “Año de la Fe” ins�tuido por el mismo Benedicto XVI. Fue pionera de la medicina natural, tuvo visiones mís�cas y fue la primera mujer en ocupar cargos reservados a los hombres. Sin embargo, santa Hildegarda de Bingen había quedado en el olvido. Ahora es objeto de un renacer eclesial y cultural.Muy pocos santos son doctores de la Iglesia: solo 36. Personajes tan importantes como santo Tomás de Aquino o san Agus�n han sido reconocidos por los Papas como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los �empos.Y de los 36, únicamente cuatro son mujeres: santa Teresa de Ávila, santa Catalina de Siena, santa Teresita de Lisieux y santa Hildegarda de Bingen. El común de los católicos reconoce rápidamente a las tres primeras, pero ¿quién es esta úl�ma mujer, que ha llegado a tan alta dignidad?Nacida en el año 1098, en la pequeña localidad de Bermersheim, al centro-oeste de Alemania, santa

Hildegarda es considerada una de las personalidades más fascinantes y polifacé�cas del medievo europeo, y h o y s u fi g u r a e s o b j e t o d e u n n u e v o redescubrimiento cultural y eclesial.Mujer pioneraA lo largo de su vida fue monja, teóloga, cosmóloga, botánica, médica, música, abadesa y predicadora, estos úl�mos dos cargos hasta entonces reservados a varones. En vida, el Papa Eugenio XXI la definió como “una autén�ca maestra en teología”, y la autorizó con toda solemnidad a escribir, a hablar en público y a hacer viajes apostólicos para dar sermones, algo impensable para una mujer de aquella época.Su profunda espiritualidad, orientada hacia la conversión del corazón, tuvo una gran influencia tanto en los laicos y los consagrados como en las grandes personalidades de su �empo.Comenzó su vida religiosa a los ocho años, en el monasterio de San Disibodo. Con el �empo, llegó a ser priora de la comunidad femenina del mismo, hasta que se separó y trasladó su comunidad a Bingen, donde vivió el resto de su vida. Encarnó a la perfección el ideal benedic�no de san�dad, prac�cando con perseverancia la obediencia, la sencillez, la caridad y la hospitalidad.Su autoridad moral como abadesa fue tan ejemplar que las monjas compe�an, entre ellas y con la santa, en servirse mutuamente. Murió con fama de san�dad a los 81 años.

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Santa Hidelgarda Von Bingen

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Visiones mís�casDesde pequeña, Hildegarda tuvo visiones mís�cas acerca de Dios, la vida religiosa, el cosmos y sobre cómo curar ciertas enfermedades con ayuda de la naturaleza. Recibía sus visiones no por sen�dos externos, sino como inspiraciones interiores. En una carta dirigida al monje Guibert de Gembloux las describió como “una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores; además iban acompañados de una voz que explicaba lo que veía y, en algunos casos, de música”.En otro escrito cuenta que Dios le dio este encargo: “Escribe las cosas que te enseño, no según tu corazón, sino como lo quiere mi tes�monio”. Sus obras traslucen la humildad de quien transcribe una inspiración divina, sin atribuirse mérito alguno.Hildegarda dictaba sus visiones a un monje, mientras ella ilustraba los libros con sus dibujos. Así escribió tres libros de Teología: Scivias, Liber vitae meritorum y Liber divinorum operum, además de un tratado de medicina en nueve tomos, un libro en el que redacta su propio alfabeto y varias biogra�as de santos.Músico, literata y médicaPrimera mujer compositora de la Iglesia, creó 78 obras musicales entre las que destaca una pieza considerada como el primer oratorio de la Historia, género musical que no se inventaría hasta el siglo XVII.En lo que respecta a sus escritos de ciencia y medicina, la santa contempla la naturaleza como criatura y regalo de Dios que hay que apreciar y respetar. Y añade que la naturaleza, solo considerada en sí misma, proporciona informaciones parciales y que, por tanto, hay que estudiarla a la luz de la fe para evitar errores y abusos.Su medicina es “natural” pero es también “sobrenatural” porque, según ella, para que el cuerpo esté sano también �ene que estarlo el alma, lo que solo se consigue mediante la paz de quien lleva una vida de relación amorosa con Dios.

Sus palabras, escritos, música, conceptos médicos e incluso las imágenes de sus visiones se han adelantado a los �empos en originalidad y conocimiento. Por eso, Benedicto XVI la nombró en 2012 Doctora de la Iglesia, y afirmó que su figura santa y valiente es mo�vo de inspiración para las mujeres de hoy, que pueden contribuir, con su peculiar inteligencia y sensibilidad, al crecimiento espiritual de la Iglesia.

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El escenario de este Milagro se desarrolló en la isla de La Réunion ( c o l o n i a f r a n c e s a ) , y m á s precisamente en la iglesia parroquial de la ciudad de Saint-André. Era un 26 de enerode 1902 cuando el abad Henry Lacombe, párroco de la iglesia, fue testigo directo del Milagro que luego él mismo pudo narrar ante miles de personas durante el Congreso Eucarístico de Angoulême, en 1904. Así mismo dio testimonio ante un grupo de sacerdotes reunidos para un retiro espiritual en la pequeña ciudad de Périgueux. En la Hostia apareció el rostro de Jesús durante muchas horas. Esto fue visto por miles de personas, quienes dieron testimonio del hecho.

Veamos, pues, la narración del mismo Abad Lacome: “Era un 26 de enero de 1902. Celebrábamos la fiesta de la adoración perpetua (las Cuarenta horas), y el San�simo Sacramento había sido expuesto en el tabernáculo. Comencé la Misa. Luego de la elevación, en el momento del Padre Nuestro, mis ojos se elevaron hacia la Hos�a y vi una aureola luminosa que circundaba los rayos de la Custodia. Con�nué recitando las oraciones de la Misa llegando a dominarme porque sen�a una fuerte turbación en el alma. En el momento de la Comunión, miré de nuevo la Custodia. Esta vez vi en la Hos�a un rostro humano, con los ojos hacia abajo y una corona de espinas en la frente. Aquello que más me conmovió fue la expresión dolorosa reflejada en el rostro. Las pestañas de los ojos eran largas y delgadas. Traté de disimular ante los presentes la inquietud que se agitaba dentro de mí. Concluida la celebración me dirigí a la sacris�a y mandé llamar a los chicos más grandes

milagro eucarístico SAINT-ANDRÉ DE LA RÉUNION

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milagro eucarístico del coro. Pedí que fueran al altar y observaran atentamente la Custodia. Ellos regresaron corriendo y me dijeron: “Padre mío, vemos la cabeza de un hombre en la Hos�a”. ¡Es nuestro buen Dios que se muestra! Entendí, entonces, que la visión era autén�ca. Llegó un chico de dieciséis años, Adam de Villiers, que había estudiado en un colegio en Francia. Le dije también a él: “entra también tú en la iglesia y mira y observa algo extraordinario en el tabernáculo”. El joven estudiante se dirigió al santuario y regresó inmediatamente. Me dijo: “Padre, es el buen Dios que se ha aparecido en la Hos�a, veo su rostro divino. Desde ese momento han desaparecido todas mis dudas”. Poco a poco, todo el pueblo se volcó a la iglesia para ver el Milagro. Llegaron también periodistas y gente de la capital, Saint Denis. El rostro de la Hos�a se animó de improviso y la corona desapareció. Usé todas las precauciones posibles porque temía el efecto de algún reflejo de luz. Por eso apagué todos los cirios e hice cerrar las ventanas. Entonces, el fenómeno apareció aún más ní�do. Es más, en la oscuridad, los rasgos del rostro emanaban verdaderos destellos. Entre los presentes estaba una joven pintora quien reprodujo fielmente el rostro de la Hos�a. Más tarde, la visión siguió cambiando, apareciendo en la Hos�a un crucifijo que cubría todo el diámetro de la Hos�a. Después de la bendición eucarís�ca y la oración del Tantum Ergo las visiones desaparecieron”.

SAINT-ANDRÉ DE LA RÉUNION

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para niñosQuerido amigo: En este nuevo año que comienza la revista Eucharistomen quiere desearte un año lleno de bendiciones para ti y tu familia, un año que sea una oportunidad para que cada día estés más cerca de Jesús y de la Virgen María, esperamos que en este espacio que es solo para ti sea de ayuda para que conozcas más y más de tu fe Católica. Este mes de Enero tenemos 2 fechas muy importantes que festejar, la primera es el día 1 de enero es la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.María fue la elegida para ser Madre de Cristo y aceptó esta misión al decir “sí” a Dios. Festejamos el tener una Madre en el cielo que nos ayuda y auxilia en nuestras necesidades y nos ama. Este día es día de precepto, hay que ir a misa. La misa está dedicada a honrar a María, Madre de Dios y de la Iglesia. Con su respuesta, María cambió el rumbo de la historia. Dijo “sí” aceptando con alegría la voluntad de Dios, entregándose a sí misma como colaboradora de Dios y de su plan de salvación.

María fue la elegida para ser la Madre de Dios y ella respondió al llamado “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. La Virgen María nos ayuda a vencer la tentación, conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. Si elegimos vivir como hijos de María debemos adoptar varias actitudes:

Abrir nuestro corazón a su amor : Es de jarnos querer , abandonarnos a su cuidado con total

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para niñosConfiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da pasan por las manos de María, y ella mejor que nadie intercede ante su Hijo por nuestras necesidades.

Imitar sus virtudes:Es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.

Debemos aprovechar esta fiesta para ofrecerle a la Virgen el año que comienza, para pedirle su ayuda de Madre para vencer las dificultades y agradecerle su presencia y cuidado maternal en cada momento de nuestras vidas. Al acudir a la Eucaristía, donde está Dios vivo, pedirle que nos ayude a permanecer cerca de María todo el año, porque fue Él quien nos la dio como madre desde el pie de la Cruz.Además, honrar a la Madre es siempre dar gusto al Hijo. A Jesús pues, le agrada cuando decimos cosas bonitas de María, como el “Ave María” del Rosario.

confianza. Ella no se desanima a pesar de nuestros caprichos y debilidades.

Mirarla como nuestra Madre: Hablarle de nuestras alegrías y penas, contarle nuestros problemas y pedirle ayuda para superarlos.

Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que a Ella le gustaría que hicieras, que es lo que Dios quiere de nosotros. Acudir a Ella a lo largo del día nos puede ayudar grandemente.

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para niños

¡¡¡¡La segunda fecha importante que celebramos y que

sabemos que te gusta mucho es La Epifanía del Señor o día

de Reyes!!!! Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos: -Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12) -Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán -Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.

La Epifanía que celebramos en la Navidad es la primera, día de Reyes. La historia de los Reyes Magos se puede encontrar en Mateo 2, 1-12 “Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: ¿dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”Al oír esto, el Rey Herodes se puso muy preocupado; entonces llamó a unos señores que se llamaban Pontífices y Escribas (que eran los que conocían las escrituras) y les preguntó el lugar del nacimiento del Mesías, del Salvador que el pueblo

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para niños judío esperaba hacía mucho tiempo. Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el Profeta:Y tú, Belén tierra de Judá de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá porque de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel Entonces Herodes, llamando aparte a los magos, los envió a la ciudad de Belén y les dijo: Vayan e infórmense muy bien sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.Los Reyes Magos se marcharon y la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que fue a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella, sintieron una gran alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Se hincaron y lo adoraron. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego, habiendo sido avisados en sueños que no volvieran a Herodes, (pues él quería buscar al Niño para matarlo), regresaron a su país por otro camino.”

La feLa fe

La obedienciaLa obediencia

La perseverancia La perseverancia

De este pasaje espero que hayas aprendido muchas cosas que puedes poner en práctica e imitar de los tres Reyes Magos. La fe Ellos creyeron que la estrella los guiaría al lugar donde encontrarían al Mesías La obediencia Algo especial lleva a los reyes magos a Belén. Una estrella aparece en el cielo y algo dentro de su corazón les dice que vayan... y dóciles, obedientes a este llamado, se ponen en camino. La perseverancia Cuando los reyes magos siguieron la estrella, recorrieron un camino largo, difícil, incómodo, cansado. A veces la estrella se les perdía, sin embargo, e l l os nunca dudaron , fueron perseverantes, es decir, que siguieron a pesar de las dificultades.

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La alegríaLa alegría

La generosidad La generosidad

Así a veces sucede en tu vida: lo que Dios te pide es difícil, cuesta sacrificio y trabajo. Recuerda que solo el que persevera, el que es constante, el que lucha, es el que llega y triunfa. La alegría -Dice el evangelio que los reyes magos sintieron una gran alegría. Durante su camino y más cuando vieron al Niño Jesús, estaban muy contentos. Así deberías tratar de vivir alegre todos los días. La generosidad Los reyes magos no llegaron hasta El Niño Jesús con las manos vacías, le llevaron tres regalos: -Oro- que se les da a los reyes -Incienso- que se les da a los sacerdotes para usarlo en el altar. -Mirra- un perfume que se untaba en la frente a los hombres escogidos.

Adorar a DiosAdorar a Dios Adorar a Dios Lo más importante que nos enseñan los Reyes Magos es adorar a Dios, Ellos siendo sabios, ricos, poderosos porque eran reyes, se hacen pequeños, sencillos, humildes y reconocen su nada ante El recién nacido, ante Jesús nuestro Dios y Salvador. Así tu como ellos, ponte en camino, sigue la estrella que es la luz de Dios, ve al Sagrario, ponte de rodillas, adóralo, sabiendo que no somos nada, reconoce su Majestad, su Divinidad, El té llenará de ternura, de amor y de paz. Gracias Jesús por haber bajado a la tierra para redimirnos, gracias María por tu sí. Pequeño lector recuerda seguir este nuevo 2021 armando tu álbum sobre nuestra maravillosa historia de la salvación. Imprime el dibujo y pégalo.

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gratias agens benedixit fregit deditque”

COMO CATÓLICOS, APOSTÓLICOS, ROMANOS TENEMOS LA OBLIGACIÓN

DE DEFENDER LA SANA DOCTRINA DEL MAGISTERIO AUTENTICO, DE LA

SAGRADA ESCRITURA, DE LA SAGRADA TRADICIÓN DE LA SANTA MADRE

IGLESIA, LLEVANDO LA LUZ DE CRISTO, CAMINO, VERDAD Y VIDA, ETERNO SOL,

AL MUNDO ENTERO QUE EN ESTOS “ÚLTIMOS TIEMPOS” VIVE ENVUELTO EN LAS OBSCURAS SUGESTIONES DEL MAL. INVITAMOS TODOS LOS CATÓLICOS A

APOYARNOS EN ESTE PROYECTO QUERIDO Y DESEADO POR DIOS UNO Y

TRINO QUE PONEMOS BAJO LA PROTECCIÓN DE LA INMACULADA

VIRGEN MARÍA, REINA DE LAS VICTORIAS, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA, DE SAN JOSÉ SU CASTÍSIMO ESPOSO, DE TODOS LOS SANTOS Y DE

TODA LA CORTE CELESTIAL.

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