Etnoestética - estética antropológica

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JOSÉ G. CARDOSO ID UB152210 ANTHROPOLOGICAL AESTHETIC ESSAY: Arte y antropología: apuntes sobre la construcción de la imagen occidental FECHA: 30 de septiembre de 2012 LUGAR: Gualeguaychú, Entre Ríos. Rep. Argentina 1

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JOSÉ G. CARDOSOID UB152210

ANTHROPOLOGICAL AESTHETICESSAY:

Arte y antropología: apuntes sobre la construcción de la imagen occidental

FECHA: 30 de septiembre de 2012LUGAR: Gualeguaychú, Entre Ríos. Rep. Argentina

ATLANTIC INTERNATIONAL UNIVERSITY

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ContenidoIntroducción.................................................................................................................... 3Arte y antropología..........................................................................................................31. ¿El arte es un producto individual o social?.............................................................42. ¿El arte evoluciona?.................................................................................................63. ¿El arte expresa la realidad?...................................................................................104. ¿El artista es libre?..................................................................................................115. Conclusiones...........................................................................................................12Anexos........................................................................................................................... 14Bibliografía:....................................................................................................................17

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Introducción

Arte y antropologíaPareciera que las relaciones entre arte y antropología tienen mucho que discutir todavía, y si uno no pensara que la antropología está por demás teñida de ideologías y falsos conceptos, realmente no tendría sentido esta discusión. Es tan obvia la relación (antropológicamente hablando) del arte con la vida y creencias de una sociedad, que parece increíble que aún haya quien piense que es un tema “a considerar”. Ya Sally Price en su artículo “¿Son los antropólogos ciegos frente al arte?” se planteaba estas cuestiones y afortunadamente no ha sido la única, pero parece que es un camino que aún no se termina de recorrer.

Habitualmente, al estudiar la estética o la historia del arte en occidente, éstas se nos presentan como un largo recorrido que se inicia con los rústicos trabajos del arte prehistórico desde el período llamado paleolítico, y que culmina, en cuanto proceso “evolutivo” con los artistas renacentistas, máxima expresión de perfección formal.

Podemos entender este recorrido como una construcción poco desinteresada, por cierto, de la historiografía oficial europea mayormente, que de este modo impone una “mirada” artística, una forma de “ver” que se complementa con su ideología actual.

Lo que intentaremos aquí es hacer un pequeño recorrido para mostrar precisamente esa construcción, que se nos presenta como “dada” y “natural” pero que lejos está de serlo; por otra parte, intentaremos vincular a la producción artística, más específicamente dentro del terreno de las artes visuales clásicas (pintura, grabado, escultura, dibujo) con la realidad de que es reflejo, realidad que por otro lado la produce. Desmentiremos de esta manera la arraigada creencia de que el arte tiene vida propia y se maneja por conceptos y criterios que tienen más que ver con los deseos y aspiraciones de los artistas individuales que con ser una necesidad de la sociedad –o de un sector de ella- para imponer sus ideologías.

Entonces, nuestro recorrido tendrá como fin desmitificar ciertas ideologías propagadas por los textos de los “expertos” que habitualmente son objeto de estudio en academias, institutos y universidades.

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1. ¿El arte es un producto individual o social?Para comenzar, se hará necesario aclarar alguna cuestión acerca de lo que es el arte y quien lo produce. Para no abundar en una discusión sobre palabras, vamos a referirnos como “arte” haciendo referencia a cualquier producto que sea decoración, ornamento y lenguaje basado en el color, la línea, el volumen, etc., esto es, prescindiremos de todo lenguaje ajeno a estos elementos (texto, música, danzas, etc.) y sin importar si su/s productor/es tuvieron o no una intención estética; por extensión, sus productores serán llamados artistas.

Hecha la aclaración y regresando a la pregunta del título, es este un tema un poco espinoso, ya que por lo general se da por sentado que la producción artística es privativa de algún individuo con especiales aptitudes para el manejo de este lenguaje, concepto este que arrastramos desde el renacimiento pero que si lo analizamos apenas en profundidad se cae por su propio peso.

En realidad podríamos decir que el arte tiene dos vertientes, al menos desde fines del Medioevo; una es la comunicación social y la otra es la expresión individual. Ambas van juntas sin importar cuán consciente es el productor o productores de una u otra vertiente. Podemos convenir que en la historia ha primado el aspecto comunicativo sobre el expresivo, el cual se ha visto fortalecido en mayor o menor medida en los últimos quinientos años.

Veamos, para aclarar esto, el arte llamado “primitivo”1, al que podemos situar en diversos estratos del proceso de comunicación social:

1. Entre miembros de un mismo grupo (por ejemplo las pinturas rupestres, ya sean rituales o pedagógicas; los tatuajes y marcas corporales para señalar el paso de niño a adulto o marcar determinados roles, etc.)

2. Entre miembros de diferentes grupos (ejemplos: los tótems que determinan las características del grupo adscripto; las pinturas y máscaras guerreras para amedrentar a los enemigos; determinados peinados o adornos privativos de un clan, tribu o nación, etc.)

3. Entre los miembros de un grupo y determinadas entidades como antepasados, fenómenos meteorológicos, la tierra, el agua, etc. (mascaras rituales, figuras de madera o piedra, pinturas rupestres, etc.).

4. En estos casos y basados en los restos existentes, podemos inferir que la función primordial del arte en estos períodos tenía por finalidad la comunicación, pero hagamos especial hincapié en señalar que, independientemente de si fueron producidos por cualquier integrante del grupo o por individuos especializados, éste reflejaba las necesidades y aspiraciones de todo el grupo, cosa que en períodos sucesivos cambiará notablemente.

Como ejemplo de estos cambios que mencionara, veamos algunas características del arte paleocristiano y medioeval, en que el arte no está ya al servicio de la sociedad, sino al servicio de un sector de ella; en las sociedades de clases, se ha dado, por supuesto, el reflejo a través del arte de las necesidades y aspiraciones de la clase que detenta el poder, y los esfuerzos por “imponer” determinada iconografía demuestran per se la importancia que tienen el arte en la comunicación. Mencionemos entonces algunos rasgos sobresalientes:1 Ver Anexos, 1.

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1. La lucha entre iconólatras e iconoclastas en Bizancio y posteriormente a través del protestantismo.

2. La lucha entre Cartujos y Cistercenses en Europa.3. La destrucción de imágenes paganas por parte de los cristianos en la época

romana.4. La destrucción de imágenes por parte de los cristianos en América, en el

período primero de la colonización.Pasemos ahora rápidamente al concepto de “producción individual” tan arraigado

en nuestra cultura.Como vimos al principio, el arte prehistórico tenía un contenido social, por más que

eventualmente lo realizara un individuo; no podemos aquí encontrar intentos de “estilo” o veleidades personales. Es sin duda un producto que poco tiene de expresión individual. En cuanto al arte paleocristiano o medioeval, el cambio es muy marcado, ya que como sucede desde la etapa superior de la barbarie (siempre siguiendo los estadíos de Lewis Morgan2) al marcarse las diferencias de fortuna y de clase, cada vez más los poderosos se apropian de la producción artística, que va dejando paulatinamente de estar al servicio del grupo para pasar a ser correa de transmisión de los intereses de quienes detentan el poder. Esto no significa ni por asomo que pierda su carácter social por uno más individual, puesto que la ideología dominante (la de quien manda) se transmite a toda la sociedad, convirtiéndose en la representativa de la misma, o sea que continúa siendo social.

Recién a fines del Medioevo comienzan a valorarse los productores individuales como un valor en sí mismos, un valor añadido a la obra, teniendo esto como consecuencia la aparición de características individuales (muy tímidamente al principio) a raíz del progresivo desplazamiento de la producción feudal (para la subsistencia) por la capitalista (para el mercado global) y la consecuente sobrevaloración de lo individual sobre lo colectivo. Aún así, no pierde el arte su carácter social, ya que no debemos olvidar que la obra se realizaba aún por encargo y siguiendo expresas condiciones del contratante y las rígidas reglas del gremio, que poco a poco tenderá a desaparecer, consecuentemente con lo antes dicho (la primacía de lo individual sobre lo colectivo).

Finalmente, esta exacerbación de la expresión individual cristalizará hacia el siglo XIX, donde el artista ya producirá según sus propios criterios y no tanto sobre encargos, pero aún así reflejando las necesidades y aspiraciones de las diversas clases y sectores de clase con cierta relevancia en la vida social; no es casual que post revolución francesa hagan su aparición los románticos reflejando el estado de cierta pequeño burguesía desplazada del poder, los realistas acompañando la voz incipiente del proletariado, los mal llamado “impresionistas” reflejando al sector triunfante de la burguesía, los prerrafaelitas como expresión de cierta aristocracia añorando su glorioso pasado feudal, y así podemos continuar.

En cuanto al arte contemporáneo, si bien existe una extrema sobrevaloración de lo individual (la “firma”), este no pierde un ápice de su carácter social, y los recursos humanos y materiales puestos al servicio de la promoción de determinados individuos o estilos así lo demuestra. Podemos citar a Avelina Lésper3 quien desde otro lugar propone más o menos lo mismo. En síntesis, para nuestra occidental, capitalista y

2 Morgan, L.: 19933 Ver nota del diario Vanguardia en referencias bibliográficas.

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globalizada, se promueve un arte en consecuencia, un arte vacío donde el contenido no está en la obra sino en lo que los “expertos” –al servicio del stablishement- nos dicen de ella, cual si fuera palabra sagrada.

2. ¿El arte evoluciona?¡Ahh! He aquí una de las ideologías más arraigadas en nuestra conciencia, y que de paso justifica el paso del rasero occidental y cristiano por cualquier expresión y sociedad que no se ajuste a los parámetros de la cumbre evolutiva de nuestra “sociedad”, ya sea en el pasado como en el presente; es casi casi nuestro deber andar civilizando a todo el mundo.

Aquí propondremos un botón de muestra de lo que intento decir; vamos a utilizar un infeliz artículo de la prestigiosa enciclopedia Artehistoria, tomado de su página web4

Su autor/a se larga con una posición bastante despectiva con respecto al arte de los llamados pueblos bárbaros:

“Es un arte rústico característico de unas tribus que apenas podían representar la figura humana”.

Las mismas “tribus” que había en Grecia por ejemplo, o en Roma. Pero cuando nos referimos a Grecia o Roma no nos referimos a tribus, no hablamos de las tribus de los Flavios, de los Julios. Hay una cierta manera de hablar que determina ciertas cosas por simple asociación: tribal primitivo menor; contrariando a los propios romanos y griegos5, no hablamos en este caso de tribus, sino de gens o linajes o cualquier otro eufemismo que no denote “primitivismo”, al fin y al cabo, fueron la cuna de la civilización6. Suena mejor, aunque básicamente eran lo mismo, más allá de que los griegos y romanos tenían una más espectacular arquitectura que estos pueblos y además derecho escrito. Esto obedece a unas características materiales bastante obvias, los griegos y sobre todo los romanos, vivían de parasitar a sus tributarios y del esclavismo. Los “incivilizados bárbaros” no. Los bárbaros no tenían nada que imponer y por lo demás eran bastante nómades, por lo tanto no tenía mucho sentido hacer grandes monumentos y para derecho les bastaba con sus costumbres; las de los demás no eran de su interés. De hecho algunas cosas hacían, dejaban sus menhires y sus dólmenes en algunos lugares y tras la conquista de Roma algunos aspectos del derecho germano se filtraron en el romano; pero no avanzaron mucho más de ahí porque no era lo de ellos, su forma de obtener el sustento era radicalmente diferente.

¿Por qué el arte rústico, de tribus que apenas podían representar la figura humana?, el arte que necesita un pueblo es el arte que necesita tener, no otro. Este

4 http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/931.htm5 Los mismos romanos, se diferenciaban “familiarmente” de acuerdo a su tribu de origen: Cicerón (Filípicas; 2, 10) dice:”Quisiera me dijeses, si no te molesta, qué rostro tenía L. Turselio, qué estatura, de qué tribu era y de qué municipio.” Igualmente se luchaba en las guerras agrupados por tribu, costumbre que tenían antes los griegos, como cuenta Homero en la Ilíada (canto II, 337): “Agrupa a los hombres, oh Agamenón, por tribus y familias, para que una tribu ayude a otra tribu y una familia a otra familia.”6 Aquí otro truco con palabras: son la cuna de la civilización. Una, única –nuestra- civilización, todo lo demás no es “civilizado”.

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arte será el reflejo de su vida y de su mundo; y es único. Y es evidente que estos pueblos no necesitaban representar al modo romano o bizantino la figura humana o la realidad. Esto va a contradecir a un imperio que se expande, tenemos que aprehender su arte porque es el que refleja sus necesidades, sus aspiraciones y la forma en que esperan que nosotros nos manejemos. Entonces, si no eran grandes representantes de la figura humana, sería porque no lo necesitaban. En cambio, los romanos, si lo necesitaban porque buena parte de la estrategia del gobierno era el personalismo y la figura del emperador, entonces cuanto más igual salía una estatua al modelo, incluso seria y reflexiva (reflejo de quien haría un buen gobierno), mejor. Los bárbaros no tenían Imperio ni grandes templos, les interesaban más otras cosas, sus trabajos eran más pequeños (no menores, sino pequeños de tamaño) como en la ornamentación de sus armas, sus cuerpos y ropas. Y ese arte, aunque más pequeño, estaba espectacularmente desarrollado, como lo atestiguan las imágenes del mismo artículo7, que por su sola presencia contradicen todo lo que en él se expone.

Estas diferencias, reflejadas en la estética y el arte, nos van a llevar al principal elemento que va a determinar nuestra mirada de la historia del arte y de la estética, que es el arte cristiano, desde el paleo-cristianismo hasta la actualidad. Aquí se combina una cuestión de miradas asociadas al poder. Según el artículo el arte y la estética de estos pueblos eran menores:

“Esta es la razón por la que encontramos un mayor desarrollo de las llamadas artes menores…”

Veamos el porqué de esta afirmación, relacionando las cuestiones económicas y religiosas.

Estos pueblos, al igual que los griegos y romanos antes del cristianismo, tenían sus creencias “religiosas”, que tenían que ver con su manera de vivir, su modo de producir los bienes que necesitaban, la manera de relacionarse con ellos y con los demás. Pero esas religiones tenían un fin práctico, estaban muy vinculadas a la naturaleza, a la tierra y a la forma de organizar la vida para subsistir.

Existieron muchas tribus germánicas, a algunas por lo general ni se las nombra, porque fueron tribus que no tuvieron un desempeño histórico tan importante como los francos o los germanos que fueron los más poderosos. Todas esas pequeñas tribus o pequeñas naciones tenían sus religiones, y el límite de esas religiones era el límite de sus tierras, ni iban ni les interesaba ir más allá; y cuando esos pueblos eran sometidos o eliminados su religión moría con ellos, sus dioses morían con ellos. Hoy nos quedan algunos vestigios, se conoce algo sobre los dioses celtas por ejemplo, o los vikingos, pero al diseminarse no se llevaron su panteón o si se lo llevaron cambió. Para estas “tribus” era una cuestión tan material, tan práctica, la religiosa, que tampoco tenían mucho problema en asimilar nuevos dioses o desechar otros.8

En cambio la instauración del cristianismo como religión oficial en Roma, va a proponer un cambio radical en los conceptos religiosos hasta ese momento: el cristianismo es la primera religión internacional, es una religión que se sale de su fuente (Oriente: Egipto, Siria, Palestina) y se expande por el mundo entero. Podemos

7 Ver sección Anexos, 2.8 A propósito se puede leer Heródoto: Libro I; CLXXII. En este hermoso pasaje nos cuenta como los Caunios expulsaron a los dioses extranjeros –a los que antes habían adoptado- de sus tierras.

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decir que un imperio que es global, se apoya en una religión global para asegurar su dominio. Esto tuvo necesariamente que provocar cambios estructurales fundamentales también en la teología. El judaísmo no servía a tales efectos, de ahí que los judíos cristianos se separaran cada vez más de sus raíces para adaptarse a las necesidades del imperio. Por ejemplo, una de las primeras cosas que modificaron, siguiendo el ejemplo romano, fue la utilización de la imagen como forma de propaganda, la que hasta ese momento les estaba vedada, según los propios dictámenes de Dios:

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visitó la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen.” Éxodo 20: 4-5

Cuando comenzó la expansión del cristianismo como religión del Imperio, Roma ya abarcaba buena parte del mundo conocido para ellos: toda Europa, parte de Asia, todo el norte de África (o sea el Mediterráneo completo y todo su alrededor). En la construcción de ese “Imperio global” está involucrado el tema religioso y también, expresado más tarde, el tema estético, o sea: un Dios, un imperio, una religión, un emperador y una forma de ver, de entender el mundo con los ojos de esa estructura de producción que era el imperio y una estructura de religión, ligada a la de producción, que era la cristiana.

No solo se extiende su poder económico militar, sino que se extiende en todos los ámbitos: en la educación, en la arquitectura, en la administración, en la religión; o sea que empieza de alguna manera a uniformarse la vida en torno al estilo imperial romano. Los romanos en sus conquistas llevaban sus caminos, sus columnas, su forma de ejército, su organización político-administrativa, su idioma, etc. No es casual que todas las lenguas que se hablan en la mayor parte de Europa son latinas, porque al latín lo fueron llevando los romanos, y luego al chocar con las lenguas autóctonas se fueron deformando un poco, pero el latín es la raíz que los romanos imponían. Una profesora de literatura definía al francés como un idioma feo, porque no era más que un latín mal hablado. Analizado morfológicamente es un latín muy deformado: los pueblos sometidos, se veían obligados a relacionarse con los soldados romanos, aprendían el latín a su manera y poco a poco se formaron varias “interlinguas” combinando el latín con los idiomas locales. Para ejemplificar, las podemos comparar con las lenguas fronterizas actuales: el portuñol, el spanglish, el Yopará (mezcla de español y guaraní), etc.

Entonces, esa expansión también implicaba modificar la forma de vida, la organización social, la manera de producir y de relacionarse de la gente para que se adapte a las necesidades de ese Imperio. Por ejemplo si invadían un lugar y lo hacían tributario, sus habitantes, que estaban acostumbrados a trabajar para satisfacer sus necesidades, debían también pagarle un tributo al Imperio y someterse a sus leyes y organización administrativa. Se modifica su vida por completo: les meten un par de destacamentos que le controlan la vida, jefes romanos, administradores romanos, soldados romanos, etc. Estos hacen construir sus palacios y dependencias

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administrativas al estilo romano también. Los controlan para que no se subleven, abusan de ellos, les crean un montón de problemas. Por lo tanto, esta expansión del Impero implica para el pueblo que es sometido, cambiar su modo vida, sus costumbres, sus tradiciones, las relaciones familiares, entre otras cosas. Entonces es casi natural que esa estructura que se va expandiendo a la fuerza desarrolle toda una ideología y se la imponga al vencido. Por supuesto que el vencedor asume e impone que es superior al vencido, y que en la totalidad es superior, no solo por las armas. Entonces, además del control militar, se deben controlar también las conciencias; y para eso están la religión y la educación –que por lo demás estaba, ya en esa época, bajo el control de la iglesia- y en tiempos en que pocos sabían leer y escribir, la imagen (junto a la representación teatral) vino a reforzar esa educación religiosa-.

La imaginería cristiana, al igual que su teología, se nutrió al principio de ciertas cuestiones regionales, pero poco a poco se fue uniformando alrededor de un tipo de representación, la que tenía que ser la misma en todos lados, superando las diferencias regionales, que es lo natural en diferentes regiones con diferentes costumbres, idiomas, formas de producción, climas, etc. Entonces esta imaginería fue transmitida como la única viable, la que estaba “bien”, no solo en el ámbito religioso sino en todos los ámbitos se uniformó una manera de representar. Y no solo de representar, sino de creer; esta nueva religión superaba las diferencias regionales, alejando las creencias de lo práctico y material. Se convirtió en una creencia absolutamente abstracta, sin ninguna ligazón con la vida cotidiana.9

Y eso, precisamente eso, es lo que expresa la cita mencionada. Lo que no se adapta a NUESTRA forma de representar está mal, es de gentes no civilizadas, no dominadas, por lo tanto salvajes, bárbaras, diferentes. Diferentes

La diferencia, que es lo natural y deseable, cuestiona desde la raíz toda la estructura económica, productiva, religiosa y moral. La cuestiona por artificial, por haber sido impuesta al servicio de determinado sector y en contra de los dominados. Esto se expresa aún hoy, como vemos, en un texto europeo pero con pretensiones universales. No en vano Europa ha vivido desde aquellos tiempos, y aún lo hace, de lo que rapiña en América, Asia y África. Y estos textos publicados, transmitidos y promocionados por los europeos, son los que nosotros estudiamos. Seguimos igual que hace dos mil años, evidentemente el sistema les ha dado buenos resultados.

El arte paleocristiano, el bizantino, el medieval y, finalmente, el renacentista, son los que van a ir conformando (durante dos mil años) nuestra forma de ver el mundo estética e ideológicamente; las cosas no están separadas, esa estética refleja una forma de pensar, una manera de entender el mundo. Esta “globalización” de las conciencias ha llevado mucho tiempo y ha derramado mucha sangre además.

No hay que perder de vista que el arte de los pueblos bárbaros, que al igual que el de los pueblos americanos antes de la colonia, era el arte o la estética que ellos necesitaban para su vida; cambiarles eso es cambiarles la vida, su esencia, su historia, su tradición, su ser. En América, estos pueblos pasaron de tener su arte a ser esclavos de los curas. Pintaron iglesias, angelitos y virgencitas10, hicieron cosas maravillosas; pero no tenían nada que ver con ellos. Ahí estos pueblos empiezan a perder su historia, sus 9 Aunque aquí los cristianos se vieron obligados a “hacer trampa”, incorporando deidades regionales a su panteón, bajo la forma de “santos protectores” (de los viajeros, de los albañiles, de los músicos, etc.). La cristalización de este programa iconográfico uniforme se dio en el período llamado “Románico” (ver Anexos, 3.

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características, su forma de ser, su forma de ver el mundo, y se empiezan a perder ellos, ya no están para ellos, sino para el otro, en cuerpo y alma.

La mayoría de las cosas que se enseñan actualmente en las academias poco tiene que ver con nosotros; o sea, frente al arte europeo, la historia europea, la moda europea, la tecnología europea y la ciencia europea, nosotros quedamos como estos hombres que menciona el artículo: rústicos, tribales.

Es notable como en todo el arte latinoamericano puede verse esa dicotomía entre la formación “a la europea” y la realidad “a lo latinoamericano”. La mayor parte del arte tiene las formas, la composición, los principios del arte europeo; pero de tanto en tanto podemos ver, como una mancha de humedad que fluye bajo la pintura nueva, algunos rastros de la tierra y de la historia. Muchas veces vemos una obra de la que desconocemos su autor, pero podemos intuir, casi con certeza, que es de un americano. Ahí están Portinarí, Orozco, Guayasamín, Figari, Carpani y tantos otros para corroborarlo.

En fin, la idea que permanece bajo toda esta maraña de ideologías es que la imagen “correcta” es la de un alto contenido iconográfico, y desde los prehistóricos hasta ahora, se “demuestra” una lenta evolución de la imagen hasta llegar a la occidental renacentista, que como mencionamos anteriormente, es la cumbre de la perfección formal. Todo lo que no se ajuste a esto es primario y debe ser “evolucionado” por la influencia occidental.

3. ¿El arte expresa la realidad?Terminada la época de los grandes mecenas y aproximándonos a nuestros días, podemos ejemplificar como el artista en tanto individuo, más allá de que trabaje según un supuesto criterio y técnicas propias, se ve constantemente atravesado por su realidad, y su obra no expresa otra cosa que su respuesta a esa realidad; estas respuestas van a estar determinadas por la forma en cómo la realidad le afecta. En la época del mecenazgo (Medioevo y hasta el siglo XVIII) su potencia creadora estaba limitada, como se mencionara anteriormente, por los criterios que le eran impuestos por los mecenas (nobleza o iglesia) y que por cierto eran bastante estrictos. En los tiempos modernos, a partir del siglo XIX, esto se va a modificar dado que el artista comenzará a trabajar “por libre”, es decir, se va a invertir el proceso productivo: no partirá el artista de ser contratado para cumplir un encargo, sino que hará su obra libremente y luego buscará (a través de un nuevo personaje, el marchante) un potencial comprador. Esta inversión del proceso se dará acorde a los cambios en el proceso productivo, que paulatinamente pasó de ser feudal a capitalista lo cual sin dudas tuvo un poderoso efecto sobre la obra de arte, que paulatinamente pasó de ser un objeto de goce o status para quien la encargara a ser una mercancía factible de circular indefinidamente; podemos dar como ejemplo los formatos y soportes utilizados, que la orientan en este sentido. Del muro y la tabla pasamos a la casi exclusividad de la tela, liviana, transportable, apta para circular, para ser vendida y revendida una y otra vez.

10 Como ejemplo de estas paradojas entre ideología y realidad, no podemos dejar de mencionar esa hermosa canción de Andrés Eloy Blanco: “Angelitos negros”. Sobre el sincretismo religioso véase imágenes en Anexos, 4.

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Pero lo que nos interesa aquí son los cambios en la imagen, los que se van a producir de un modo cada vez más vertiginoso, en consonancia con la inclusión en la esfera social de diversos sectores de clase que antaño no tenían un peso decisivo. Antes y durante la revolución francesa, la burguesía adquirió un peso tan importante que pudo finalmente cuestionar el poder de la iglesia y la nobleza, y no solo cuestionarlo sino apoderarse de él, lo que cristalizó a través de la revolución francesa.

Es preciso mencionar que la burguesía por sí sola no era capaz de enfrentar físicamente al poder de la nobleza e iglesia, por lo que se apoyó en sectores menores de su propia clase (pequeños comerciantes y artesanos) y no solo eso, sino que también recurrió –bajo la promesa de la igualdad, libertad y fraternidad- a los sectores del incipiente proletariado y los marginados de la sociedad. Por primera vez todos los sectores y clases sociales tuvieron peso y decisión activos en la vida social, y esto se reflejó en las obras de diversos artistas que, sin la imposición de un mecenas, pudieron dar rienda suelta a expresar las necesidades y deseos de su persona y del sector social al que pertenecían.

Lo que quedó de la nobleza y la alta burguesía se expresaron a través del llamado arte neoclásico, exaltando los valores patrióticos; los iluministas exaltaron a través del arte las bondades de la razón, la investigación y la creación; por su lado, la pequeña burguesía y los artesanos, desplazados del poder por la alta burguesía, expresaron su desengaño y pesar a través del romanticismo; los sectores más marginales y los trabajadores, igualmente estafados por la alta burguesía se dieron a conocer a través del realismo; otros sectores directamente dieron la espalda a la realidad o la trataron de manera liviana y pasatista, tal el caso de los impresionistas, los simbolistas, los nabis, etc.11

4. ¿El artista es libre?Si nos atenemos a la historia, desde la aparición del estado como forma de organización social (Grecia, Roma) podemos decir que el arte y la estética han seguido su mismo camino, esto es, un arte al servicio de la clase que tiene el poder y dirige el estado; desde ese momento, el artista, ya sea como figura individual con valor o como simple artesano (hasta fines del Medioevo) no ha tenido grandes libertades expresivas, excepción claro está de algunos artistas del siglo XIX y XX. Aún en estos dos últimos siglos, la virulencia con que el mercado del arte afectó su desarrollo ha provocado que en cierta forma, los artistas que pretenden destacar hayan quedado presos de las imposiciones del mercado, incluso en los últimos años (desde mediados del siglo XX aproximadamente) se ha visto un desplazamiento del contenido de la obra hacia afuera de ella, hacia lo que propone la crítica especializada, que es la que en última instancia va a determinar cuál es el contenido de una obra que carece de un lenguaje a partir del cual se la decodifique, y sobre la cual no existe ningún valor ni precepto estético que la determine como tal: cualquier cosa, obra u objeto es factible de ser considerado “obra de arte”. También el valor monetario de la misma no tiene ningún criterio más que el de un comercio totalmente anárquico que no considera como criterios los cánones clásicos; al decir de Jean Baudrillard12,” todo se vuelve más caro que caro”. Así la promocionada obra contemporánea, no es más que una sombra de lo

11 Ejemplos de imágenes en Anexos, 5.12 Baudrillard, Jean: 1991, págs. 20/25.

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que se supone que ha sido el arte: un vehículo de comunicación y expresión; digo esto no porque haya perdido esas características, sino porque ambas están por cierto fuera de la obra y de quien la produce. Es el mercado y las grandes corporaciones las que a través de sus críticos, publicaciones, premios, bienales y gobiernos, dotan a una obra vacía, hueca, muchas veces de serie industrial, de expresión y contenido según sus intereses.13

Paradójicamente, aquel artista que procura dominar cierto oficio, de comunicar lo que siente y/o reflejar su realidad es acusado sin piedad de quedarse “en el pasado” y marginado de toda posibilidad de acceder a los lugares donde habitualmente se “muestra” el arte. Estos artistas, liberados de las presiones y trabas del mercado, quedan relegados a los márgenes del circuito del arte y de la crítica, salvo algunas pocas excepciones. Así es la paradoja del arte actual. La imagen ya no dice, solo sirve de excusa para que otros comuniquen.

Aún hay algo más que agregar al problema de la mercantilización del arte, y es el hecho de que la circulación, junto a los precios se da de un modo cada vez más vertiginoso a la vez que el “mercado” destraba fronteras y distancias. Un artista bien valorado en el circuito internacional del arte debe producir una cantidad de obra considerable para atender las demandas en varios frentes (y países) a la vez. Esto ha dado como resultado que muchos se vuelquen a una obra más bien virtual, otros a lo serial y unos cuantos han determinado que lo más conveniente es simplemente firmar obras que son realizadas por talleres ajenos, según determinados criterios propuestos por el “artista”. Así las cosas, las exigencias del mercado una vez más conspiran contra el contenido y expresión de la obra y su autor.

5. ConclusionesSi bien este estudio da para escribir varios volúmenes, resulta obvio y evidente aún en un primer y por ello superficial análisis, que la estética, el “arte” y la imagen que se valoran actualmente obedecen más a una construcción histórica, artificial y sumamente interesada, que a un desarrollo “natural” de la imagen y la expresión, cosa que se dio por cierto durante buena parte de la historia de la humanidad, como reseñamos al principio. Mientras el arte fue desinteresadamente realizado para las necesidades de una sociedad, este se desplegó no sin cambios y con variadas diferencias regionales, que por lo demás es lo obvio. A partir de la aparición de la sociedad de clases, este fue volcado por entero al servicio del poderoso de turno y es la situación que se mantiene hasta nuestros días. Sin embargo, con los cambios provocados por el capitalismo y la “democracia” ha cambiado la forma de considerarlo; ya mencionamos que el flujo comercial del arte en cuanto mercancía produjo no pocos cambios en su producción y consumo. Hoy, liberado de su “valor” y totalmente convertido en fetiche, puede tener cualquier valor sin ningún criterio que lo respalde, como históricamente lo tuvo –bajo la forma de horas de trabajo, materiales utilizados, destreza de su autor según cánones determinados, reglamentos gremiales, etc.- Durante los períodos en que los poderosos se imponían sin tapujos por la fuerza, sin posibilidades de “consenso” u oposición, las cosas fueron claras para el arte; este se hacía según las normas que los nobles o la iglesia dictaban y no había discusión posible. Todo lo que fuera contrario a los preceptos estipulados era tachado 13 Ver Anexos, 6.

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de salvaje, bárbaro, demoníaco, etc. y en consecuencia eliminado, tal como sucediera con el arte islámico en Europa o el precolombino en América, o el africano, eternamente “primitivo”. Ahora estamos en “democracia” y en el reino de la “libertad” todo vale, todo es aceptado, siempre y cuando nada diga y lo dicho pueda ser formado por los ”expertos” de turno. Si alguien tiene el tupé de pretender decir algo con su obra, rápidamente es marginado por “antiguo” o porque sí; de pronto este artista se encontrará con que no es aceptado en becas ni salones, ni galerías, sin mucha explicación. Ya no hace falta eliminar al “otro” simplemente no se lo menciona y se lo sepulta bajo la incalculable cantidad de obra “oficial” y toda la literatura que la acompaña. Solo muerto y enterrado el artista podrá obtener algún reconocimiento, dado que ya no está su palabra para desmentir lo que “los expertos” digan de su obra, su vida y sus intenciones.Así, nuestro arte contemporáneo esta hecho de nada, hecho para la circulación y el comercio, un objeto más para ser cambiado o atesorado como símbolo de status social. La aparente libertad infinita con que cuenta el artista para expresarse ya no está al servicio de la expresión, a lo sumo de la efímera novedad, todo es absorbido por el circuito en una masa informe dónde ya nada se distingue, lo “diferente” se entremezcla con lo “diferente” para dar como resultado lo “igual”: todo es lo mismo.

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Anexos

1. Arte primitivo: aborigen australiano; bisonte de Altamira; Venus de Lespugue

2. Arte “Bárbaro”: Visigodo y Burgundio.

3. Arte románico: Basílica de Vezelay (Francia)

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4. Sincretismo religioso: altar de macumba; atavío para fiestas Agostinas (San Salvador)

5. Ejemplo de estilos siglos XVIII y XIX

Joseph Wright – 1768 J. L. David - 1784

Caspar D. Friedrich – 1818 G. Moreau – 1864 Serusier - 1888

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Honoré Daumier – 1862 Edgar Degas - 1884

6. Ejemplos de arte contemporáneo conceptual

Damien Hirsch Lola Goldstein

Lacarra krygier

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Bibliografía: Díaz de Rada, Ángel (2010). Cultura, antropología y otras tonterías. Ed. Trotta: Madrid.Kant, immanuel. Crítica del Juicio. Ed. Digital: Librodot.comHegel, G.W. F. Estética. (1985). Barcelona: NexosPrice, Rally. ¿Son los antropólogos ciegos frente al arte? Virginia: College of William & Mary.Baudrillard, Jean (1991). La transparencia del mal (Ensayo sobre los fenómenos extremos). Anagrama: BarcelonaMorgan, Lewis (1993). La sociedad antigua: Investigaciones sobre el progreso humano desde el salvajismo y a través de la barbarie hasta la civilización. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes: MéxicoHeródoto de Alicarnaso. Los nueve libros de la historia. Edición digital ebooksbrasil.org

Referencias en internetwww.vanguardia.com.mx/XStatic/vanguardia/template/notatexto.aspx?id=1362825

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