Etimologías del Inca Garcilaso

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    Las etimologas toponmicas del Inca

    Garcilaso

    1

    Rodolfo Cerrn-Palomino

    Los curiosos en lenguas holgarn de or estas y

    otras semejantes prolixidades, que para ellos nolo sern. Los no curiosos me las perdonen.

    INCAGARCILASO(Comentarios reales delos Incas,V, XVIII, 285)

    1. El contexto lingstico

    Una de las fuentes documentales ms importantes para conocer la situacin lingstica delos Andes centro-sureos hacia la segunda mitad del siglo XVI son, sin duda alguna, las

    Relaciones geogrficas de Indias, compiladas y editadas por Jimnez de la Espada entre1881 y 1897. Gracias a la informacin proporcionada por ellas, en especial para el reamencio-

    1 El presente trabajo es una versin ligeramente revisada del texto del discurso que el autor ley en laceremonia de su incorporacin como miembro de nmero en el seno de la Academia Nacional de laHistoria, la misma que tuvo lugar el 28 de noviembre de 2002. Agradecemos al presidente de lainstitucin, el Dr. Agustn de la Puente Candamo, por habernos autorizado generosamente su publica-cin en las pginas de la presente revista.

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    nada, podemos esbozar el mapa lingstico aproximado de la poca, el mismo que proyecta

    una realidad ciertamente compleja en la que se advierte la presencia no slo de distintas

    lenguas, locales unas y advenedizas otras, y de diferentes dialectos de stas, sino tambin la

    supervivencia de las hablas de los innumerables grupos de mitmas, que en algunos casos

    an no estaban asimilados plenamente al espacio geogrfico y humano al cual haban sido

    transplantados. Dentro de dicho mosaico idiomtico, tres lenguas destacaban ntidamente,

    en razn de su distribucin espacial y de la importancia socioeconmica de sus hablantes: el

    quechua, el aimara y el puquina, en el orden mencionado. La ordenanza dictada por el virrey

    Toledo en Arequipa, el 10 de septiembre de 1575, otorgando indirectamente el estatuto de

    lengua oficial a dichas entidades (sobre todo para los efectos de la evangelizacin), es un

    gesto de reconocimiento precisamente de la situacin idiomtica descrita (cf. Toledo 1986

    [1575]: 57, 97-100).

    Ahora bien , la real idad esbozada ya insinuaba, sin embargo, una nueva conf igura-

    cin l ingstica. En efecto, por lo que toca al puquina, la lengua se hal laba en francoproceso de desintegracin, absorbida en su mayor parte, primeramente por el aimara y

    luego por el quechua, tanto que las autoridades religiosas parecen haber considerado

    innecesario ya dotarla de instrumentos catequticos: el grado avanzado de aimarizacin o

    quechuizacin de sus hablantes era tal que bien podan ser administrados en cualquiera de

    los otros idiomas, y ello explica tambin cmo, siglos despus, la lengua se extinguir, por

    la mudanza idiomtica de sus hablantes a favor de aqullos. En lo que respecta al aimara,

    reconocido todava incluso a fines del siglo XVI como verdadera lengua general empleada

    desde Huamanga hasta "casi Chile y Tucumn" (cf. Ramrez 1906 [1597]: 297), si bien iba

    cediendo ante el quechua en todo el antiguo territorio del obispado del Cuzco, afianzaba

    su presencia en el de Charcas, desplazando definitivamente al puquina y descoyuntando

    al uru, la otra lengua altiplnica, cuyos hablantes, al igual que los puquinas, se veanobligados a adoptar el quechua o el aimara.

    Pues bien, en dicho contexto era posible divisar an el carcter insular del quechua

    dentro del rea cuzquea, salpicado de hablas aimaraicas, si bien, como dijimos, en proce-

    so de quechuizacin irreversible. Adoptado como lengua oficial por los lt imos incas,

    haba conseguido no slo desplazar definit ivamente al aimara de sus antiguos predios

    sino que, apoyado por el aparato estatal incaico, ira ganando territorios fuera de dicho

    enquistamiento inicial (como en el caso de Cochabamba). De esta manera el quechua

    chinchaisuyo, antecesor del actual dialecto cuzqueo, fuertemente aimarizado ya, haba

    conseguido arraigarse plenamente en dicho territorio, a tal punto que nadie lo consideraba

    como lengua intrusa, ms an desde el momento en que haba sido adoptada oficialmente.

    En una palabra, a la par que el quechua haba logrado nativizarse rpidamente, el aimara

    devena en lengua extraa y desconocida. De su empleo por parte de las antiguas dinastas

    incaicas, quedara el vago recuerdo no slo en la memoria de los miembros de la corte, que

    afortunadamente pudieron transmitirnos por lo menos un cantar oficial compuesto en

    dicha lengua, sino tambin en la remembranza de los pueblos conquistados, que no haban

    olvidado que muchos de sus topnimos, de clara etimologa aimara, haban sido acuados

    por los "ingas antiguos" (cf. Cerrn-Palomino 1998, 1999). Con todo, era ya un hecho

    consumado antes de la l legada de los espaoles la "apropiacin lingstica" del quechua

    por parte de los incas y del pueblo cuzqueo.

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    2. Visin cuzcocntrica del quechua

    Como acaba de sugerirse, a la llegada de los espaoles todava subsista el vago recuerdo de

    que el quechua haba sido adoptado de fuera. En efecto, por un lado, Cieza de Len (1985

    [1551], XXXIV:104) y Capoche (1959 [1585] II:170) harn referencia al carcter importado de

    la lengua en el rea cuzquea, y, por el otro, Mura (1987 [1613], I, XXXVII: 136) nos propor-

    cionar el dato de que slo durante el gobierno de Huaina Cpac se habra optado por la

    variedad chinchaisuya como lengua oficial del imperio. Surgen entonces las siguientes

    interrogantes: en qu momento se consolida la idea de que la cuna del quechua es el Cuzco

    y sus regiones aledaas, que el Cuzco fue el foco de irradiacin de la lengua, impulsado por

    los incas, y que, en consecuencia, e l resto de los d ia lectos quechuas no ser an s ino

    vil lanizaciones o "corrupciones" de la variedad cuzquea, considerada en adelante como la

    primigenia? Como se sabe, tales apreciaciones, que reflejan lo que denominamos la visin

    cuzcocntrica del quechua, ya se encuentran firmemente establecidas en cronistas comoBlas Valera y Garcilaso, quien suscribe en este punto ntegramente la tesis del ilustre mestizo

    chachapoyano. Ahora sabemos que dicha concepcin fue elaborada por los jesuitas liderados

    por el padre Acosta, en ocasin de la celebracin del III Concilio Limense (1582-1584).

    Precisamente en las "Annotaciones" a la traduccin de la Doctrina Christiana se pueden

    encontrar, en forma explcita unas veces e implcita otras, los postulados de lo que venimos

    caracterizando como la visin cuzcocntrica del quechua (cf. Tercer Concilio 1984 [1584]: fol

    83), los mismos que son un trasunto de las ideologas lingsticas renacentistas en boga en

    torno a la pureza y la corrupcin idiomticas (cf. Bahner 1966, cap. 4). Segn la visin

    renacentista, como se sabe, la pureza y correccin idiomticas hay que buscarlas en el habla

    de las cortes y de las metrpolis, pues fuera de ellas imperan el caos y la corrupcin. Aplica-

    das estas ideas al contexto andino, el Cuzco, en tanto metrpoli del antiguo imperio, se

    constitua en el modelo de la perfeccin idiomtica, y los dems dialectos, cuanto ms

    alejados estuvieran de dicho centro, no pasaban de ser meras bastardizaciones de la varie-

    dad cortesana.2 No debe sorprender entonces que el Inca Garcilaso, fervoroso amigo y

    admirador de jesuitas, haya sido celoso seguidor de tales postulados lingsticos.

    Ahora bien, una de las consecuencias del entron izamiento de la visin cuzqueista

    de la lengua fue la recusacin implcita de la obra del primer gramtico y lexicgrafo quechua,

    fray Domingo de Santo Thoms. Su obra, que haba servido de base para el aprendizaje de la

    lengua a cuanto misionero en ciernes hubiera optado por pasar al Per, ser relegada en

    adelante en la medida en que la variedad registrada en ella, a los ojos de los traductores del

    Tercer Concilio y sus seguidores, al estar alejada del arquetipo cuzqueo (sobre todo en lapronunciacin, hay que destacarlo), corresponda a un quechua "corrupto". Y, sin embargo,

    ahora lo sabemos, el quechua registrado por el dominico haba sido nada menos que el

    adoptado por los ltimos incas, y que haba servido de base para la configuracin del propio

    2 De all que, como lengua meta de las traducciones del Tercer Concilio, procur evitarse los dialectos"que estan fuera del Cuzco, y de los pueblos a el comarcanos, y mucho mas a los que estan desdeGuamanga hasta Quito, y a los de los Llanos, dnde no hablan con la perfeccion que en el Cuzco, sinoalgo corruptamente, y en algunas prouincias con mas barbariedad que en otras" (Tercer Concilio,1984[1584]: fol. 83).

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    dialecto cuzqueo. Como sabemos tambin que no slo el quechua chinchano sino sobretodo las variedades centrales tenan una larga presencia en las zonas de su emplazamiento

    respectivo desde muchsimo antes de las conquistas incaicas de tales territorios, es decir,cuando los soberanos cuzqueos eran todava aimarahablantes. Por lo mismo, muchas de las"corruptelas" idiomticas atribuidas por el Inca a los historiadores espaoles de su tiempo,no son tales, segn lo hemos sealado en otros lugares (cf. Cerrn-Palomino 1991, 1993). Porel contrario, lo que dichos historiadores recogan como muestras de quechua, al margen dela mayor o menor torpeza de sus notaciones, corresponda precisamente a esa lengua gene-ral, de base chinchana, que afloraba incluso en boca de los descendientes de la noblezacuzquea. Pero, aparte de todo ello, los cronistas consignaban tambin trminos y expresio-nes provenientes de otras realidades dialectales, ajenas a las de la variedad cuzquea, y, porconsiguiente, completamente desconocidas por nuestro Inca. Ocurrir entonces, en estepunto, un fenmeno que aconteca hasta hace poco entre nosotros, salvando las distancias

    del tiempo: quienes editaron a Guaman Poma, por ejemplo, lo hicieron leyndolo a partir delquechua sureo, con interpretaciones disparatadas del lxico que no se ajustara a la de dichavariedad; de igual modo, las canciones aimaras del cronista indio sern abordadas a partir delaimara pacaje, con interpretaciones por lo general gratuitas, ignorando que la variedad enque tales cantares fueron recogidos corresponda, no a la collavina actual, sino a la regin deorigen del ilustre lucaneo.

    3 La autoridad lingstica del Inca

    Como se sabe, uno de los pilares fundamentales sobre el cual el Inca apoya el edificio de sudiscurso histrico es 'el conocimiento del quechua "mamado en la leche materna" del que seufana, segn sus propias palabras. El ser hablante nato de la lengua le conferira la autoridadpara emprender la tarea de comentar crticamente a los historiadores espaoles, enmendndo-les la plana, sobre todo all donde sus opiniones reposaban de manera crtica en la interpreta-cin del lxico nativo referente al universo sociocultural incaico. Sin el conocimiento directo dela lengua, o asistidos nicamente por intrpretes que, aunque conocedores de ella, no lahablaban "apuradamente" como l, en tanto que no descendieran de la nobleza incaica, esta-ban condenados a ofrecer una visin distorsionada de la historia.' De all que para acceder a laverdad histrica deba trasponerse el umbral del lenguaje, en forma directa y libre de intrpre-tes,' y nadie mejor que l para hacerlo dada su condicin de hablante genuino del idioma noslo en su calidad de cuzqueo (V, XXI, 269) sino, mejor an, de descendiente de la rancia

    estirpe incaica. De esta manera, la concepcin lingstica del Inca, inspirada en criterios regio-nalistas y aristocrticos de carcter excluyente, ser empleada como poderosa herramienta

    3 Nos lo advierte explcitamente, en suFlorida del Inca, al sealar que nadie como l para saber lalengua "tan bien y mejor y con ms elegancia que los mismos indios que no son incas, porque soy hijode pallas y sobrino de incas, que son los que mejor y ms apuradamente la hablan por haber sidolenguaje de la corte de sus prncipes y haber sido ellos los principales cortesanos" (II, VI, 59).

    4 Son varios los pasajes, a lo largo de su obra, en los que el Inca pone en tela de juicio las opinionesvertidas por los historiadores espaoles de su tiempo, la mayora de los cuales obtuvieron sus datos atravs de traductores e intrpretes de dudoso dominio de una y otra lengua (ver, por ejemplo, I, XIX,49; II, IV, 72; II, VI, 77, etc.).

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    heurstica, a la hora de pronunciarse sobre la historia y la cultura incaicas, como l mismo lo

    anuncia en su "protestacin del autor" (I, XIX). Importa, pues, en este tramo, detenerse un

    momento para examinar la autoridad lingstica reclamada por nuestro mestizo historiador.Pues bien, a partir de la situacin esbozada en 1, y conociendo la experiencia

    lingstica vital del Inca, creemos que hay razones suficientes para convenir en que, en

    verdad, la autoridad idiomtica reclamada no puede ser tomada al pie de la letra. En efecto, no

    slo su exposicin al quechua qued trunca al alejarse tempranamente de su Cuzco natal,

    sino pronto, en su dilatado exilio sin retorno, quedar privado definitivamente de toda retroa-

    limentacin lingstica, que ni el dilogo entablado con algunos de sus compatriotas corres-

    ponsales o el practicado espordicamente gracias al encuentro fortuito en la metrpoli con

    uno que otro quechuista indiano pudo remediar. El dominio de la lengua, sin ejercicio cotidia-

    no posible, se anquilosara irremediablemente, burlando cada vez ms la "flaca memoria" del

    anciano historiador (VIII, IX, 180).5 Pero, a manera de compensacin, la competencia idiomticadel Inca poda ser avivada, esta vez de manera reflexiva, no solamente a travs de la lectura

    de textos quechuas que alguna vez le hicieran llegar sus antiguos condiscpulos, sino tam-

    bin en virtud de la consulta de los tratados gramaticales y lexicogrficos del Tercer Concilio,

    que de seguro realiz calladamente, segn se puede barruntar a travs de sus escritos.

    Amigo y contertulio de fillogos eximios de su poca, el Inca pudo labrarse un conocimiento

    sistemtico de la lengua, tornando su saber idiomtico adquirido en conocimiento reflexivo

    y cultivado de la misma. De hecho, por ejemplo, en materia de escritura quechua, el Inca

    adoptar el programa normalizador implantado por el Tercer Concilio, recusando su propia

    prctica ortogrfica inicial (cf. Cerrn-Palomino 1991: 3). Con todo, dicha informacin

    lingstica, si bien solventemente elaborada para su poca, resultaba en verdad fragmenta-

    ria, pues, conforme vimos, la realidad idiomtica del mundo andino, aun de concentrarnosnicamente en la del rea cuzquea, exiga una comprensin mucho ms amplia. Por consi-

    guiente, el enjuiciamiento de los historiadores espaoles, cuya informacin, no siempre de

    primera mano, provena de espacios lingsticamente complejos y heterogneos, y no idea-

    lizados en funcin de una visin cuzcocntrica como la del Inca, reclamaba, para ser ms

    objetivo, un conocimiento igualmente amplio, multidialectal y plurilinge, de la realidad

    andina. En tal sentido, y sin ir muy lejos, estaramos tentados a sealar que nadie mejor

    preparado para el caso que el ilustre cronista indio Guaman Poma, poseedor de una slida

    autoridad en cuestiones andinas, labrada gracias a su larga experiencia lingstica de viajero

    incansable, y prdiga en exposiciones dialectales dentro del quechua, y nada ajena al aimara

    de sus coterrneos. Sin embargo, sobra decirlo, tampoco bastaba el dominio lingstico de

    quien, como nuestro cronista, y a diferencia del que tena el Inca, no poda pasar del mero

    saber idiomtico, rico e intuitivo, pero desprovisto al fin, a falta de cultivo y elaboracin, de

    toda conciencia idiomtica verdaderamente reflectora.

    5 Lo confiesa patticamente el propio Garcilaso, en su misma Florida del Inca, en los siguientestrminos: "no acierto ahora a concertar seis o siete palabras en oracin para dar a entender lo quequiero decir, y ms, que muchos vocablos se me han ido de la memoria, que no s cules son, paranombrar en indio tal o cual cosa. Aunque es verdad que, si oyese hablar a un inca, le entenderatodo lo que dijese y, si oyese los vocablos olvidados, dira lo que significan; empero, de m mesmo, por

    mucho que lo procuro, no acierto a decir cules son" (II, VI, 59).

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    4. El Inca Garcilaso y las cuestiones de onomstica andina

    Interesa ahora ver de qu manera la realidad lingstica compleja descrita para el mundo

    andino incide de manera crucial en los problemas de interpretacin histrica de las institucio-nes incaicas. A la luz de lo expuesto, ya no resulta una novedad que la nomenclatura lings-

    tica de stas responda tambin al carcter plurilinge y multidialectal de la sociedad que las

    puso en funcionamiento. Es decir, segn esto, la interpretacin del universo lxico institucional

    y cultural de la sociedad incaica requera un conocimiento lingstico igualmente complejo,

    pues la realidad involucrada no poda ser explicada nicamente a partir del quechua, como lo

    haca Garcilaso en su tiempo, o como lo continan haciendo an quienes, siguiendo la

    tradicin garcilacista, parecen compartir todava de la visin cuzcocntrica esbozada en 2.

    En efecto, la interpretacin de dicho lxico, que responde a distintas lenguas y diferentes

    dialectos dentro de stas, con hibridaciones formales y reacomodos semnticos frecuentes,

    como reflejo del carcter palimpsstico del mundo andino, tiene que hacerse a partir de una

    informacin cabal de los hechos lingsticos, para lo cual hace falta no slo el conocimiento

    estructural, dialectal y diacrnico de nuestras lenguas andinas sino tambin el examen filol-

    gico cuidadoso de su importante registro documental.

    Pues bien, a modo de ilustracin de lo que acabamos de sealar, en las secciones

    siguientes examinaremos algunas de las etimologas ofrecidas por el Inca, limitndonos en

    esta oportunidad a sus interpretaciones toponmicas, dejando para otra ocasin el estudio

    de sus etimologas de carcter institucional cultural. El corpus analizado proviene fundamen-

    talmente de sus Comentarios, que es donde el autor, a la par que nos introduce en la

    geografa del pas, se detiene a explicar, ya sea espontneamente o buscando rectificar a los

    historiadores de su tiempo, el significado de los nombres de lugar. En un solo caso, concre-

    tamente en el de , el dato proviene de su Historia General. El orden de nuestraexposicin obedecer a las distintas situaciones que surjan del tratamiento diverso que

    nuestro autor ofrecer en relacin con el material examinado al momento de formular sus

    comentarios interpretativos.

    4.1. La transparencia de los nombres. Cuando los topnimos se dejan reconocer

    llanamente como formas quechuas, ya sean propias del dialecto manejado por el Inca o de

    una variedad muy cercana a la suya, pero en cualquier caso fcilmente identificables, nuestro

    autor acierta cmodamente en la interpretacin de los mismos. En efecto, en prueba de lo

    afirmado, hemos elegido, casi al azar, a manera de ilustracin, cuatro ejemplos, a saber:

    , , y . Seguidamente comentaremos de

    manera sucinta cada una de las etimologas proporcionadas en relacin con cada uno detales topnimos.

    4.1.1. Por lo que respecta al nombre , que en verdad corresponde, en la

    cita del ilustre mestizo, no al nombre de un pueblo (que tambin los hay) sino al de una de las

    casas reales de los incas, se nos dice que "quiere dezir hervaales, porque aquel sitio era un

    gran hervaal y la plaga que est delante era un tremedal o cenegal" (VII, X, 109). En efecto,

    el nombre es simplemente la reduplicacin de qura, que significa malahierba, procedimien-

    to muy socorr ido en el quechua para denotar la abundancia del elemento referido por el

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    radical. Ntese, incidentalmente, la preocupacin del Inca por destacar la motivacin delnombre impuesto.

    4.1.2. Respecto del nombre , que en propiedad corresponde al de unornimo, el Inca simplemente comenta que significa "vanda de nieves" (I, XII, 26). Se trata,en efecto, de un trmino compuesto de rit'i 'nieve' ysuyu 'regin', cuya traduccinsupone no solamente la identificacin de los componentes que lo integran sino, de manerams interesante, su "lectura" a partir del esquema gramatical quechua que, en el presentecaso, supone un ordenamiento de modificador seguido de modificado. Hacemos hincapi eneste punto, ya que, como veremos en 4.2, el Inca no siempre observar esta importanteregla.

    4.1.3. En relacin con el topnimo , nombre de una heredad de propiedadde su condiscpulo Diego de Alcobaza, refiere Garcilaso que significa "prado de abestruces",y era el lugar en el que se criaban las aves que reciba la realeza en calidad de tributo (V, X,243-244). Aqu tambin, como en el caso anterior, estamos frente a un compuesto, en el cual es el ncleo y el modificador, de acuerdo con la estructura de la frasenominal mencionada previamente; y la interpretacin semntica, por consiguiente, resultaapropiada. Lo que hay que notar, sin embargo, es algo que el Inca pasa por alto: , en

    verdad, es una variante aimarizada de la forma quechua waylla. En efecto, lejos de ser simpleerrata, walla se explica como resultado de la regla aimara de elisin de semiconsonante, lamisma que opera cuando sta (/w/ o /y/) aparece antes o despus de una consonante, comolo prueban los casos de p'uu, phuxu, susu-, etc., todos ellos quechuismos del aimara,

    provenientes de p'uyu 'cntaro', pukyu 'manantial', ysuysu- 'cernir', respectivamente (cf.Cerrn-Palomino 2000a: V, 1.72, esp. nota 32). Recurdese, adems, el nombre de uno de losgrupos tnicos primordiales del Cuzco: los (cf. Sarmiento de Gamboa 1960 [1572]:211, 218, 220), nombre que denuncia el mismo tratamiento aimara.

    4.1.4. Finalmente, en lo que toca al nombre de , refiere nuestro histo-riador que "quiere dezir lago o mar de sangre", y la motivacin para ello sera el color quehabra adquirido la laguna en la cual fueron degollados por el ejrcito de Huaina Cpac losrebeldes de Carangue, de modo "que el nombre que entonces le pusieron guardasse lamemoria del delicto y del castigo" (IX, XI, 240). Una vez ms, estamos ante una designacin

    compuesta, formada por el ncleo qucha 'laguna' y el modificador yawar 'sangre', cuyainterpretacin semntica se cie a las reglas de la gramtica quechua. Por lo dems, en ste,como en los casos anteriores, el Inca interpreta acertadamente el significado de los nombrescompuestos, lo que no siempre ocurre, conforme veremos en seguida.

    4.2. La trampa de la sintaxis. Como lo hemos sealado en un trabajo anterior (cf.Cerrn-Palomino 1993: 2.27), uno de los pasajes ms ilustrativos en los cuales el Inca hacegala de sus conocimientos de gramtica quechua se da a propsito de la traduccin delnombre de . Vale la pena reproducir aqu dicho pasaje en su integridad, de modoque, al lado de la crtica que desliza a quienes tradujeron mal el epteto en mencin, podamosseguir los razonamientos gramaticales del autor.

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    Dice, pues, el Inca (V, XXI, 269):

    Y dizen [los historiadores espaoles] que el nombre Viracocha significa grosura

    de la mar, haziendo composicin de uira, que dizen que es grosura,y cocha, quees mar. En la composicin se engaan, tambin como en la significacin, porqueconforme a la composicin que los espaoles hazen, querr dezir mar de sebo,

    porque uira, en propria significacin, quiere dezir sebo, y con el nombre cocha,que es mar, dize mar de sebo;porque en semejantes composiciones de nominati-vo ygenitivo, siempre ponen los indios el genitivo por delante (nfasis aadido).

    En el pasaje citado, como se puede apreciar, el Inca describe certeramente la estruc-tura de la frase nominal genitiva, formada por el posesor y el posedo, en ese orden, demanera que, en el caso del nombre propio referido, y admitiendo la identificacin de sus

    componentes (cosa que el Inca pone en duda, en este caso creemos que con razn)6

    , paratraducirlo con propiedad al castellano, haba que proceder a la inversa que en esta lengua,cuya estructura genitiva es posedo-posesor. De manera que, en todo caso, la traduccincorrecta del epteto vendra a ser 'mar de sebo', lo cual, si bien es gramaticalmente correcto,desde el punto de vista semntico deja en el aire toda motivacin natural aparente.

    Pues bien, como lo anunciamos, no obstante la certera apreciacin gramatical delInca, creemos que l mismo incurre en el error achacado a los historiadores espaoles, comose puede ver en por lo menos tres instancias, que pasaremos a comentar. Concretamente, setrata de la interpretacin del nombre propio de , as como de los topnimos y .

    4.2.1. En relacin con el significado del nombre del penltimo inca, Garcilaso, aunqueno parece muy convencido, suscribe "la comn interpretacin de los historiadores espao-les", segn la cual vendra a ser "Moo Rico", agregando que, "paresceque es ass, segn el lenguaje comn" (VIII, VII, 170-171), aunque aclara que lo de la riquezaalude ms bien a la magnanimidad de nimo. Sin embargo, advirtase que, para llegar a talsignificado, se ha partido linealmente del esquema castellano, de izquierda a derecha, toman-do como ncleo wayna 'joven', que en verdad es el adjetivo de qhapaq 'magnnimo', que esel ncleo de la frase nominal. Siguiendo, en cambio, la misma regla invocada por el propioInca a propsito de Viracocha, tendramos algo como "El Magnnimo Joven". No hay duda,

    pues, que estamos aqu ante una concesin del Inca a los historiadores espaoles, entreotras razones, quizs porque, segn el mismo cronista, "el sonido de la letra" de los compo-nentes del epteto no muestra ninguna "corruptela" de orden fontico. No obstante ello,como se vio, esta vez el Inca fue vctima del espejismo de la forma superficial de la frase, quese impuso ante su estructura subyacente, que no por abstracta deja de ser real.

    6 Incidentalmente, conviene sealar que cuando el Inca tropieza con nombres propios cuyo significadodeclara desconocer, como en el presente caso, parece asumir que, en tanto nombres propios, stos soninanalizables formal y semnticamente, lo cual ciertamente es discutible, ya que, en la mayora de lasveces, lo que est en juego es el desconocimiento de la procedencia lingstica de los trminos tratados

    por nuestro autor.

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    4.2.2. Con respecto a , sostiene el Inca que significara "el principal, o elcapitn que habla, que el nombre aputiene ambas significaciones, que comprehende los

    prncipes de la paz y los de la guerra" (VIII, XXII, 204). Como se puede apreciar, sin embargo,la traduccin ofrecida peca nuevamente de una lectura hecha a la manera castellana, pues secomienza por el modificador y se acaba en el modificado. Siguiendo el modelo quechuainvocado por el mismo Inca tendramos ms bien algo como "El hablador pincipal", donderimaq'hablador' es el ncleo de la frase, yapu'seor, principal' su modificador. En cuantoal referente original, que segn nuestro historiador vendra a ser nombre de un "mayor ro",es decir, un hidrnimo, existen muchas razones para dudar de ello. Aparte de que, comosealamos en otro lugar, todo parece indicar que la metfora de los ros habladores no formaparte del imaginario andino (cf. Cerrn-Palomino 2000b), disponemos de documentacinanterior a la del Inca que nos informa que en verdad el nombre haca referencia a un famosoorculo que estaba situado cerca al ro que hoy lleva su nombre. Una de tales fuentes esPedro Pizarro, quien no obstante traducir el nombre a la manera espaola, nos dice sinembargo que "en este Aporima hablaua el demonio", pasando luego a describir el santuario(cf. Pizarro (1978 [1571]: XIV, 81-83). Todo ello parece indicar entonces que, en todo caso, pas a designar posteriormente al ro, como ocurri con su similar . En

    verdad, segn sugiere el propio Inca, los indios le daban al ro otro nombre, "por ensalarlems", y ste era el de , donde mayuquiere dezir ro [y] Cpac es renombreque davan a sus Reyes; dironselo a este ro por dezir que era el prncipe de todos los ros delmundo (op. cit., ibidem). Queda entonces claro que el "hablador principal" era el dolo, locual se ajusta, gramatical e histricamente, a la realidad de los hechos.

    4.2.3. Finalmente, en relacin con el topnimo , nombre del lugar de lasegunda fundacin de la ciudad de La Paz, el Inca sostiene que significara "lana capitanao lana principal, que es lo mismo" (III, VII, 142). En esto, nuestro historiador parece habersehecho eco de la forma en que aparece registrado el nombre en el Vocabvlario del TercerConcilio (cf. Annimo 1586), que trae . Pues bien, aparte de la traduccinliteral absurda, siguiendo el esquema de la frase nominal castellana (es decir, tomando elmodificador 'lanza' por ncleo, y a su turno, dndole a apuel valor de adjetivo,siendo en verdad el ncleo), la interpretacin garcilasiana adolece de fallas ms graves. Paracomenzar, aun admitiendo su traduccin, el solo hecho de designar un lugar como "lanaprincipal" resulta, en trminos de motivacin, muy forzada por decir lo menos. Incluso si el

    Inca hubiera seguido su propio consejo de traducir segn el esquema quechua habramostenido algo como "seor lanza" o "principal lanza", y quin sabe por ello nuestro historiadorprefiri la otra alternativa, aun a sabiendas de que estaba atropellando las reglas de sulengua. Pero todo ello se deba simplemente al hecho de que ni el jesuita annimo compiladordel Vocabvlario ni su seguidor en materia gramatical advirtieron que el nombre no eraquechua sino aimara. Tenemos, pues, aqu una muestra de lo que ser comn prctica delInca: el querer leer los nombres aimaras como si fueran quechuas, bajo el manto engaoso decierta similaridad formal. Afortunadamente, no han faltado curiosos que averiguaron sobreel significado del topnimo en el propio terreno. Tal es el caso de Cabeza de Vaca, quienen su "Descripcin" de la ciudad de La Paz nos dice textualmente que "el asiento y lugar

    donde se pobl [la ciudad de Nuestra Seora de La Paz] se llama en lengua de indiosChuquiapo,

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    que quiere decir "heredad de oro", porque chuqui quiere decir "oro" en esta lengua, y el apoquiere decir "heredad", a causa de que a un lado deste dicho sitio hay unas minasantiguas de oro" (cf. Cabeza de Vaca 1965 [15861:342). La explicacin es, desde el punto de

    vista gramatical y semntico, terminante; fonticamente, sin embargo, cabe una precisin,y es que la voz equivalente a "heredad" (o chacra, modernamente) es en verdadyapu y noapu, cuya forma es la responsable, entre otras causas, del entuerto garcilasiano y jesutico.Cmo explicar la supresin de la yod en el segundo componente del nombre? En verdad, setrata de un problema de percepcin, del cual fueron vctimas frecuentes los espaoles dela poca (ver Cerrn-Palomino 2002a, para algunos ejemplos), en este caso favorecidos por lapronunciacin, y por la escritura engaosa del castellano. De manera que, identificados loscompuestos en los trminos sealados por Cabeza de Vaca, resulta ahora que nada tienenque ver aqu los vocablos quechuas chuki 'lanza' y apu 'seor': su interpretacin comovoces quechuas fue el resultado de una ilusin ptica. Incidentalmente, la toponimia

    centroandina es muy rica en el registro de nombres que portan chuqi 'oro', voz familiar en elCuzco imperial hasta antes de sucumbir ante su equivalente quechua quri.

    4.3. Desconocimiento dialectal. Tal como se adelant en 4, muchas veces las etimo-logas ofrecidas por el Inca, postuladas a partir de su filtro cuzqueo, resultan errticas por elhecho de que los nombres involucrados corresponden a realidades dialectales diferentes. Tales el caso, por ejemplo, de los topnimos , , , y . En seguida nos ocuparemos de cada uno de tales nombres.

    4.3.1.En relacin con el topnimo , y a propsito de las variantes , que registra Fernndez de Palencia, comenta crticamente el Inca,

    reprobando dicha prctica, y sealando que el historiador deba haber dicho "Cassamarca, quees tierra o provincia o barrio de yelo, porque cassa significa yelo, y marca tiene las otras tressignificaciones" (Historia, I, XXXIII, 90). Pues bien, notemos, en primer lugar, las "correccio-nes" ortogrficas que introduce el Inca: reemplaza la por la y la por la , aunqueesta ltima tambin se da en la segunda variante registrada por el Palentino. Tales enmiendasno son caprichosas en nuestro historiador, toda vez que responden fielmente a las "Adverten-cias" fontico-ortogrficas con que el Inca da principio a sus Comentarios, segn las cuales,y en relacin con los segmentos que nos interesan ac, somos avisados que "en aquella lenguageneral del Cozco" no hay "letra" , y tampoco "l senzilla" (p. 9).

    Ahora bien, por lo que respecta al primer reacomodo ortogrfico, el Inca est en lo

    cierto, ya que, efectivamente, la , que representaba a la sibilante palatal //, se correlacionabacon la , que buscaba registrar a la sibilante apical, sobre todo en posicin intervoclica.Hasta aqu observamos al discpulo aprovechado de los jesuitas en materia de ortografaquechua. Sin embargo, ocurre que la forma no deba remitir a "yelo", pues estapalabra siempre registr una sibilante dorsal, representada en dicho contexto por , sinoen todo caso a "portillo", con sibilante apical.7 As, en efecto, Gonlez Holgun

    7 Que es la raz que est en la base de , una de las tres casas reales que existan en el Cuzco, yque segn el Inca significara "cosa para helar", con el agregado de que le habran puesto dicho nombre

    "por admiracin, dando a entender que tena tan grandes y hermosos edificios, que havan de helar y

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    consigna el cuasi par mnimo [qasa] "yelo, elada" (1952 [1608]: II, 693) versus [q' asa] "portillo" (ibidem, II, 638). Lo que ocurre es que nuestro Inca, al no encontrar en suquechua una voz semejante a *[qaa], procedi a asociarla con , a pesar de que con

    ello incurra en falta, traicionando su celo ortogrfico, por lo dems rigurosamente observa-do. Hecha la falsa asociacin, poda no slo querer enmendarle la plana al Palentino sinotambin ofrecer el significado del topnimo, como en efecto lo hace. Sin embargo, en todoello estuvo descaminado nuestro historiador. Porque, en verdad, la palabra , tal comola recoge el Palentino como elemento constitutivo del topnimo, propia del quechuachinchaisuyo, significaba 'espina', como hasta ahora, es decir, [kaa], de manera que nadams ajustado a la pronunciacin local que dicho registro.

    En suma, el desconocimiento del Inca del vocablo de origen chinchaisuyo (equiva-lente a kichka, del quechua sureo) lo lleva a una falsa interpretacin. Quienes, como elcronista Lizrraga, haban tenido la oportunidad de viajar por todo el territorio del antiguo

    imperio, podan constatar, en efecto, que el nombre de "quiere decir tierra oprovincia de espinas o cardones espinosos" (I, LXXIV, 56). As tambin, para abundar sobreel mismo nombre, aunque referido esta vez a otro lugar, el corregidor Luis de Monzn nosinforma que el pueblo , perteneciente al repartimiento deSan Francisco de Atunrucana y Laramati, "se llam as, porque hay a la redonda dl muchoscardones grandes, y a las espinas dellos en lengua de los indios llaman caxa, y al distrito dela tierra marca, de suerte que por esta razn se llam Caxamalca, que quiere decir tierra dedonde se cran espinas" (cf. Monzn 1965 [1586]:230). En fin, por lo que respecta a la varia-cin ~ 'pueblo, regin', slo resta agregar que ella no es producto delcapricho de los escribientes espaoles (en este caso, el Palentino y Luis de Monzn), pues

    responde al cambio interno *r> loperadoen el aimara hablado al noreste del Cuzco, como loprueba tambin la alusin que se hace a , es decir, al 'pueblo de los soras', enel cantar de Tupac Inca Yupanqui, recogido por el cronista Betanzos (1987 [1551]: 93). Demanera que la alternancia marka ~ malka corra en boca de los indios, dependiendo de laregin en que se encontraran, y slo en virtud de la campaa del Tercer Concilio, teniendo alInca como su mejor y aprovechado gonfalonero, triunfar la forma ms "pura", es decir, laprimera variante. La versin moderna del nombre, que hoy slo corresponde al de la ciudaden la que fuera apresado Atahualpa, lleva precisamente la huella de la campaa puristamencionada, de inspiracin procuzqueista. Por lo dems, la pronunciacin moderna [kaxa],del primer elemento del compuesto, es el resultado del cambio>xoperado en el castellano,

    y que concluy hacia la segunda mitad del siglo XVI, barriendo consigo todos los prstamosdel quechua y del aimara que conllevaban tal sonido (cf., por ejemplo, Cerrn-Palomino2002b, a propsito de jora< ura).

    4.3.2. Por lo que toca al topnimo , nombre antiguo del actual Nazca, nosrefiere el Inca historiador que "quiere dezir lastimada o escarmentada, y no se sabe a qupropsito le pusieron este nombre, que no deva de ser acaso, sino por algn castigo o otra

    pasmar al que los mirase con atencin" (VII, X, 109-110). Dejando de lado la motivacin sealadapor el autor, que visiblemente es producto de los vuelos de su imaginacin (ver 4.6, para otros casos),en este caso el nombre debi haber sido q'asa-na 'lugar de acceso' o 'entrada', es decir, 'portillo'.

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    plaga semejante (los espaoles le llaman Lanasca)" (III, XVIII, 169). Pues bien, en este caso,por lo menos en lo que se refiere a la forma del nombre, todo parece indicar que, en verdad,la pronunciacin local era precisamente la forma achacada a los espaoles, es decir, *[lanasqa].

    As la encontramos en las documentaciones ms tempranas (cf. Monzn 1965 [1586]:227),incluso en las de procedencia indgena, como por ejemplo en la obra de Guaman Poma (1939[1615]:1 044). En cuanto al significado, de aceptarse la etimologa del Inca, quien propone

    como timo la forma del verbo quechua nana- 'doler' seguida del sufijo participial -sqa,

    diremos que no parece forzado; sin embargo, quedara por explicar el cambio de *nana-sqa

    a lana-sqa, que obviamente no puede ser "corruptela espaola". En efecto, el fenmenoinvolucrado tiene una explicacin interna, pero esta vez a partir del aimara. Ocurre que esfrecuente en los dialectos aimaras, tanto centrales como altiplnicos, la tendencia hacia lafluctuacin entre las consonantes /l/ y /n/ en posicin inicial de slaba.8 Y, como se sabe,toda el rea iquea actual era aimarahablante hasta antes de su quechuizacin, de maneraque, en dicho contexto, no es de extraar que el nombre quechua se haya aimarizado en la

    forma en que lo recogen los primeros escribas. Por lo dems, el proceso de afresis que sufriel topnimo, pasando de *lanasqa a su forma espaola moderna de Nasca, es producto, eneste caso s, de una suerte de espejismo lingstico del que fueron vctimas los hispanoha-

    blantes al reinterpretarlo como nombre formado por el artculo castellano la seguido de

    Nasca, para posteriormente, ya en el siglo XX, despojarlo definitivamente de aqul, deacuerdo con el mismo procedimiento responsable de la supresin del artculo en nombres

    como el de Ate, que proviene de *Latim (para ste y otros ejemplos, ver Cerrn-Palomino

    2002a). En suma, pues, la pronunciacin de Lanasca en lugar de Nanasca, como quera elInca, responda a la pronunciacin local, de la cual se haban hecho eco los espaoles.

    4.3.3. En relacin con el nombre de Lima, observa el Inca que se trata de un valle"llamado Rmac, al cual los espaoles, corrompiendo el nombre, llaman Lima". Ms adelante,pasa a explicar la etimologa del topnimo, en los siguientes trminos: "El nombre Rmac esparticipio de presente: quiere dezir el que habla" (VI, XXX, 67-68). Prosigue luego con laexplicacin de la motivacin: "Llamaron ass al valle por unn dolo que en l huyo, en figurade hombre, que hablaba y responda a lo que le preguntavan [...]; y porque hablava, le

    llamavan el que habla, y tambin al valle donde estava" (ibidem). Pues bien, no nos extende-remos mucho sobre este punto, ya que a l le hemos dedicado un ensayo aparte (cf. Cerrn-Palomino 2000b). Bastar entonces con sealar lo siguiente: (a) la "corruptela espaola"mencionada por el Inca no es tal, puesto que la pronunciacin local del topnimo, propia delquechua llamado "martimo", y en virtud del mismo sustrato aimara mencionado previamen-

    te, era Limac, es decir, *[limaq]; (b) en todo caso, el nico fenmeno atribuible a los espao-les sera el apcope de la consonante final, es decir, la acomodacin de Limac a Lima,

    8 Ntese, por ejemplo, la variante orurea de la voz aimara para 'ojo' : layra, en lugar de la forma

    ms extendida nayra. El fenmeno de la fluctuacin entre ambas consonantes llega incluso ageneralizarse en el aimara central, en el que toda */l/ inicial pasa a convertirse en /n/: as, por

    ejemplo, el equivalente de Lima es Nima en el actual dialecto jacaru de Yauyos, donde hasta eltemprano hispanismo lunarha pasado a ser nunara. Para ste y otros casos, ver Cerrn-Palomino2000a: V, 1.6.1.

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    explicable por el hecho de que el castellano no tolera consonantes oclusivas en esa posi-cin; (c) la motivacin del nombre es correcta, segn lo corroboran otras informaciones de la

    poca; y (e) el epteto de "hablador", que ahora se le endilga al ro es producto de unaetimologa popular posterior, as como lo es la restitucin cuzqueizante (segn lo quera elInca) de Rimac. Una vez ms, entonces, nuestro cronista, desconocedor de la realidaddialectal del quechua, proscribe la pronunciacin local recogida por los espaoles,reinterpretndola a la manera cuzquea, acorde con la "normalizacin" del Tercer Concilio.

    4.3.4. Por lo que toca al topnimo Lunahuan, cuya pronunciacin y escritura conde-na el Inca, bien vale la pena citar todo el pasaje en el que se ocupa de l. Dice, pues, alrespecto, nuestro ilustre historiador (VI, XXIX, 64-65):

    Sali [el prncipe Inca Yupanqui] y fue al hermoso valle de Runahunac, quequiere dezir escarmienta gentes; llamronlo ass por un ro que passa por elvalle, el cual, por ser muy raudo y caudaloso, y haverse ahogado en l muchagente, cobr este bravo nombre. [...] El nombre del ro es compuesto destenombre runa, que quiere dezir gente, y deste verbo huana, que significaescarmentar, y con la c final haze participio de presente, y quiere dezir el quehaze escarmentar las gentes. Los historiadores espaoles llaman a este valley a su roLunaguana, corrompiendo el nombre [en tres letras como se vee].

    Pues bien, interesa discutir en este punto la etimologa formal y semntica que nos

    ofrece el Inca en relacin con el topnimo en cuestin, dejando de lado su tendenciacuzqueizadora, que lo obliga a cambiar la por , distorsionando la pronunciacin localde los nombres propios, semejante a como lo hiciera con en favor de . Encuanto a la forma, debemos tener en cuenta que, en verdad, la documentacin colonialtemprana nos da las variantes y . As, por ejemplo, la primeraforma aparece en un documento dado a conocer por Mara Rostworowski, concretamente enuna cdula de otorgamiento de indios encomendados de Francisco Pizarro a favor de Diegode Agero, en donde se consigna la forma , y en otro documento similar sehace mencin al curaca de (cf. Rostworowski 1989 [1978]: 99, 100). Interesallamar la atencin aqu sobre la consonante final, que es y no , como quiere el Inca.

    Lejos de ser un simple capricho ortogrfico, la eleccin a favor de una de ellas y no de la otra,tiene consecuencias decisivas para la averiguacin del significado del nombre. De hecho,por ejemplo, la variante , con acentuacin aguda, que es la que finalmente seimpuso, slo puede explicarse a partir de una forma como *Lunahuanay (cf., por ejemplo,

    Mataray> Matar, Waytaray> Huaitar, etc.) y no de *Lunahuanac, as como ningn cronis-ta escribi en lugar de . Por consiguiente, todo indica que enverdad la forma originaria del nombre fueLunahuanay, es decir, [lunawnay], que los espa-oles pronunciaban [lunawany], como de hecho lo hacen ahora mismo los hispanohablan-tes:Huayanay y Uchuraqay se pronuncian [wayany] y [uuraky], respectivamente. Acep-tada la restitucin formal del nombre, con final y no con , se desbarata la significa-cin propuesta por el Inca, cuya interpretacin reposa sobre el valor semntico de la , osea el "participio de presente" de que nos habla el historiador. Es decir, por lo pronto, el

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    topnimo ya no podra significar "el que haze escarmentar las gentes", y, como consecuen-cia de ello, la fascinante motivacin que sugiere el Inca para que as se llamara al ro puede

    relegarse al mundo de la fantasa propia de la etimologa popular. Queda entonces por averi-guar el verdadero significado del nombre.Al respecto, debemos comenzar observando que, de hecho, el topnimo tiene una

    forma compuesta, como lo haba intuido el Inca. Aceptando que el primer elemento de stafuera , variante local de *runa 'gente', el segundo elemento no sera sino. Quitada la y, que es un sufijo arcaico del quechua, segn lo hemos demostradoen otro lugar (ver Cerrn-Palomino 2002c), nos quedamos con la raz quechua wana- , quetiene doble acepcin: por un lado, la de "corregirse, enmendarse"; y, por el otro, la de"padecer necessidad y falta de algo" (cf. Gonlez Holgun, op. cit., I, 177). El Inca, obvia-mente, opt por el primer significado, que ms le avena con su etimologa imaginativa. De

    postularse la otra acepcin, en cambio, surge otra alternativa de interpretacin del topnimo,ms an asocindola con el sufijo y, que significaba 'lugar donde se da o acontece algo', yentonces tendramos algo como 'lugar donde escasea la gente' o 'lugar desprovisto degente'. Naturalmente que, en este caso, estamos hablando de la etimologa formal nicamen-te, porque, en relacin con el significado del nombre, no es posible indagar ya sobre sumotivacin inicial, a menos que queramos dejarnos llevar por las riendas de la etimologapopular. Por lo dems, tambin son pura etimologa popular las interpretaciones del topnimoofrecidas por los padres Acosta y Cobo. El primero, ya censurado por ello por el propio Inca,cree ver en el primer componente del compuesto una distorsin de 'estircol', "dose tom el nombre del valle que dicen Lunaguan" (cf. Acosta 1954 [1588]: IV, 132). Cobo, porsu parte, cayendo en el mismo error del historiador mestizo de restituir una all dondehubo una , lo interpreta como "hombre corregible" (cf. Cobo 1956 [1639]: I, 292), unsignificado a las claras reido con toda motivacin toponmica.9

    4.3.5. Finalmente, con respecto al topnimo , supuesta forma an-tecesora de su versin moderna Parinacochas,10 oigamos lo que nos dice el ilustre mestizo(III, IX, 146):

    [Maita Capac pas a la provincia de] Parihuana Cocha, que quiere dezir lagunade pxaros flamencos, porque en un pedazo de despoblado que hay en aquella

    9 Nuestra historiadora Mara Rostworowski, a propsito del nombre del cacique , men-

    cionado en el documento citado previamente, sugiere que el topnimo, "de acuerdo con la fontica

    del quechua costeo significara hombre guanay u hombre pjaro"(cf. op. cit., 109). El problemacon ello radica en que, para obtener dicha significacin, habramos tenido que contar con la expresin

    *wanayluna, segn las reglas sintcticas del quechua, ya observada por el propio Inca, a propsito dela traduccin de (ver 4.2). Por lo que la identificacin del parcial del

    topnimo con el de la conocida ave guanera no parece tener sustento alguno.

    10 Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la final del nombre no es la s del plural castellano.Se trata, por el contrario, de un antiguo sufijo quechua, si bien obsoleto ya en las variedadessureas, corriente an en los dialectos del centro, y que expresa propensin o proclividad haciaaquello que expresa el elemento radical. Para su uso difundido en la toponimia quechua, ver

    Cerrn-Palomino 2002d.

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    provincia hay una laguna grande: en la lengua del Inca llaman cocha a la mar ya cualquiera laguna o charco de agua, yparihuana llaman a los pxaros que en

    Espaa llaman flamencos, y destos dos nombres componen uno diziendoParihuana Cocha [...]; y los espaoles, haziendo sncopa, le llaman parinaCocha.

    En relacin con la interpretacin ofrecida, se podra estar en acuerdo absoluto con elInca si no fuera por un pequeo detalle: la sncopa atribuida a los espaoles, es decir, laabreviacin de en . Ciertamente, el nombre del "pjaro flamenco" enquechua es , segn lo atestigua Gonlez Holgun (op. cit., I,279). Sin embargo,Bertonio registra en el aimara, y para la misma ave, la variante "paxaro grandecolorado que se cra en la Laguna" (cf. Bertonio 1984 [1612]: II, 251). Se trata, pues, del

    equivalente aimara, segn se puede constatar en la toponimia altiplnica, donde se repiten loque podramos designar como "cognados toponmicos": Parinacota, en efecto, recurre una yotra vez en el rea (as, por ejemplo, en Oruro y en el norte de Chile). De manera que lo msrazonable es pensar que, en verdad, el componente del compuesto ,que el Inca recusa, tiene que haber sido la forma local para designar al ave, y no unasncopa de , como resultado de un supuesto "ahorro silbico" que habranhecho los espaoles. Lo cual, despus de todo, no debe llamar a sorpresa, toda vez que lazona del Parinacochas actual, y en general toda la regin centro-surea andina, estabainmersa en territorio aimara, como lo sealamos al principio. Aceptada nuestrainterpretacin, slo queda por explicar la diferencia existente entre la variante quechua

    y la aimara , respectivamente, pues a no dudarlo ambas proceden deuna misma raz originaria, que en este caso estara mejor preservada en la forma quechua.Gracias al conocimiento que ahora tenemos de la evolucin del aimara, estamos encondiciones de sostener que la tendencia de esta lengua a elidir las semiconsonantes /w/ y /y/en posicin intervoclica, con la consiguiente contraccin de las vocales en contacto, es laresponsable del pase de *pariwana aparina, donde tras la absorcin de la yod se produce lacontraccin de /a/ a favor de /i/ (para este punto, ver Cerrn-Palomino 2000a: cap. IV, 5.13.2, nota 22; y tambin cap. V, 1.7.1). De manera que no hay necesidad de recurrir a latesis de la "corruptela espaola" para explicar la etimologa del nombre que nos ocup hastaaqu.

    4.4. Desconocimiento del aunara. En esta seccin ilustraremos de qu manera Garcilasoda como quechuas ciertos topnimos que, conforme veremos, son de procedencia aimara.En algunos casos, cree identificar voces quechuas all donde no las hay, sucumbiendo antela similaridad engaosa de las formas, y pasando por alto el significado; y en otros, ante ladificultad de reconocerlas, se contenta con quechuizarlas, sin aventurarse a ofrecer la signi-ficacin de las mismas. A decir verdad, en 4.2.3 tuvimos la oportunidad de ofrecer unadelanto de ello, a propsito de . En esta oportunidad, y para abundar sobre lomismo, nos ocuparemos, de los nombres propios de , , , y .

    4.4.1. En relacin con , observa nuestro historiador, describiendo laciudad inca del Cuzco, que delante de las casas reales estaba "la plaga principal de la ciudad,llamada Haucaipata, que es andn o plaga de fiestas y regozijos" (VII, X, 110). Pues bien,

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    comencemos sealando que el Inca no andaba muy seguro del trmino quechua equivalente

    a 'regocijo' o 'alegra', pues nada menos que al mencionar al cuarto de los hermanos Ayar lo

    consigna extraamente como , para luego traducir la segunda "diccin, sauca,

    [que] quiere dezir regozigo, contento y alegra" (I, XVIII, 47). Como ya lo sealamos en otro

    lugar (cf. Cerrn-Palomino 1998: 2, nota 4), creemos que aqu el Inca incurre en una grave

    confusin. En primer lugar, , que significa "burla o cosa de burlas" (cf. Gonlez

    Holgun, op. cit., I, 324), nada tiene que ver con , que, en cambio, equivale a 'conten-

    to' o 'placentero': significa, segn el jesuita cacereo, "estar holgando, des-

    ocupado y ocioso, o vaco, o libre de ocupaciones" (op. cit., I, 155). Por consiguiente, segn

    el mismo lexicgrafo, el nombre de la plaza cuzquea era , y significaba la plaza

    "de las fiestas, huelgas y borracheras". Es decir, el Inca Garcilaso y Gonlez Holgun coin-

    ciden esta vez tanto en la forma como en la interpretacin del nombre. Ocurre, sin embargo,

    que ambos autores parecen estar dando cuenta de la forma reinterpretada, va etimologa

    popular, de un nombre aimara, por desconocimiento de la lengua por parte de los cuzqueosde la poca. El lo porque Bertonio, el i lustre lex icgrafo de dicho idioma, consigna

    como el nombre de dicha plaza, proporcionndonos su verdadero significado,

    que habra sido, simple y llanamente, "plaga grande" (cf. Bertonio, op. cit., II, 125).11

    Resulta claro entonces que , al no entenderse como 'grande', fue reinterpretada

    como la voz quechua , quedando fuera, adems, el sobrante , sin explicacin.

    Por lo dems, el mismo Garcilaso nos refiere que al "poniente del arroyo [que pasa por el

    centro de la ciudad] est la plaga que llaman Cussipata, que es andn de alegra y regozijo"

    (VII, XI, 122). Esto probara, a nuestro entender, que la plaza denominada no

    poda tener las mismas funciones que la de , pues era la principal, y como tal, era

    en verdad la "plaga grande" o sea la mayor. Pero incluso aqu lo de no parece ser

    sino, otra vez, una interpretacin acomodaticia de , que segn Gonlez Holgun,era la otra plaza "donde se hazan alardes, o ensayos de guerra" (cf. op. cit., I, 155). Se ve,

    pues, claramente, que , al no entenderse ya, fue tomada como equivalente de

    .12 En conclusin, estamos aqu ante dos nombres, como muchos otros, acuados

    en aimara, antes que en quechua, pero que al haberse perdido la memoria de la lengua de

    origen fueron reinterpretados mediante el filtro del nuevo idioma adquirido.

    4.4.2. En relacin con el topnimo Arequipa, que el Inca prefiere transcribir como

    , comenta, a propsito de las conquistas de Maita Capac, que ste "pass a otra

    [provincia] que dizen Collahua, que llega hasta el valle de Arequepa, que segn el Padre Blas

    11 En verdad, dicha notacin parece ser errata por , que es la forma que el mismo autorproporciona como equivalente de "pina" (cf. Bertonio, op. cit., I, 369). De hecho, el equivalentepreciso de 'plaza' o 'andn' es , es decir, sin aspirada. Por lo que toca al parcial 'grande' podra argirse que ste no existe en forma libre en el aimara colonial, cosa que es cierta; perolo que no debe ignorarse es que la voz pudo ser propia del aimara cuzqueo y no del collavino.

    12 No hemos encontrado, en el aimara de Bertonio, un trmino equivalente. A lo sumo, puede localizar-se la raz , que alternaba con , con el significado de "acabar la obra" (cf. op. cit.,II, 129), pero no debe descartarse, como en el caso anterior, el hecho de que pudiera ser voz propiade la variedad aimara cuzquea.

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    ___________ ____________ ___________ ____________ _________Rodolfo Cerrn-Palomino Las etimologas toponmicas del Inca Garcilaso

    N 38, primer semestre del 2004 25

    Valera quiere dezir trompeta sonora" (III, IX. 146). En este caso, como vemos, lo nico quehace nuestro historiador es valerse de la autoridad del clebre jesuita mestizo para transmi-

    tirnos la etimologa del nombre en cuestin. Segn sta, el nombre estara compuesto de ari`nuevo, por estrenar', voz de origen aimara tomada por el quechua cuzqueo, y de qipa`trompeta de caracol'. Lo de 'sonoro' ya parece metfora elaborada por el jesuita chachapoyano,quien parece sugerirnos que por tratarse de una trompeta nueva poda ser 'sonora'.Semnticamente, sin embargo, la interpretacin, aparte de ser impropia como designacinde un lugar, aparece desprovista de toda motivacin natural, lo suficientemente como paradescartarla de entrada.

    Pues bien, asumiendo que estamos ante un compuesto cuyo segundo elementopuede identificarse como qhipa 'detrs', voz compartida por ambas lenguas, quedara elprimer elemento ari, que a su turno podra interpretarse como la voz aimara 'cumbre, pica-

    cho', de manera que el nombre significara en su conjunto (lugar) detrs de la cumbre'.Creemos que este significado, por lo dems ya adelantado por Middendorf (1959 [1891]: II,66), tiene una motivacin ms espontnea y verosmil, pero advirtase entonces que setratara de un nombre impuesto por gente de habla aimara.13 Ntese, incidentalmente, queambos cronistas mestizos andaban descaminados en la etimologa del mismo, con el agra-vante de que el ilustre chachapoyano no desconoca el aimara. Dnde estaba entonces lafalla? Creemos que la trampa estuvo, una vez ms, en la visin cuzcocntrica del quechua.

    4.4.3. En relacin con el nombre , que ahora alude al gran "mar interior"altiplnico, refiere nuestro historiador que "quiere dezir sierra de plomo", agregando que

    "hanse de pronunciar ambas slabas caca en lo interior de la garganta, porque pronunciadascomo suenan las letras espaolas quiere dezir to hermano de madre" (III, XXV, 181). Apartede la aclaracin sobre la pronunciacin del segundo componente del topnimo, muy acerta-da en este caso (llamndonos la atencin para distinguir entre qaqa 'pea' y kaka 'tomaterno'), diremos que tal ha sido, en efecto, la etimologa ms generalizada del nombre,sobre todo desde la perspectiva del quechua. La explicacin es ciertamente vlida para elsegundo elemento del compuesto, compartido por ambas lenguas, con la misma significa-cin. No ocurre lo propio sin embargo con relacin con el primer componente: . Enefecto, si bien, tomando esta palabra quechua como equivalente de 'plomo', puede inferirse"sierra de plomo" como traduccin del compuesto, obtenindose de esta manera una desig-

    nacin perfectamente natural, ocurre que interpretndola como 'gato monts', esta vez apartir del aimara, pues eso significa en esta lengua, la motivacin del topnimo adquie-re mayor verosimilitud. Quien nos brinda esta segunda interpretacin es nada menos queAlonso Ramos Gaviln, el historiador del santuario de Copacabana. Oigamos, pues, lo quenos dice al respecto el criollo guamanguino ([1621]1988:I, 89-90):

    13 Por lo dems, la interpretacin que Mura hace del mismo nombre, queriendo que signifique "s,quedaos!", como una suerte de perennizacin de la respuesta que el inca le habra dado a uno de sussacerdotes, en un dilogo imaginario sostenido entre ste y el inca (cf. Mura 1987 [1613]:536), esde la ms pura y fantasiosa etimologa popular, pero de sta y de otras etimologas similares que

    proporciona el mercedario nos ocuparemos en otro lugar.

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    26 Revista Andina

    llmase nuestra laguna e ysla Titicaca, por una pea llamada ass, que signifi-

    ca pea donde anduvo el gato, y dio gran resplandor. Para inteligencia desto

    se a de advertir que Titi en lengua Aymara, es lo mismo que gato monts, a

    quien comnmente los Indios en la lengua general Quichua llaman Oscollo, y

    Kaca significa pea, y juntas las dos dicciones Titicaca, significa lo que emos

    dicho. Fingen estos Indios que en tiempos passados se vio un gato en la pea

    con gran resplandor, y que de ordinario la paseava; de aqu tomaron motivo

    para dezir que era pea donde el Sol tena sus palacios, y ass fue el mayor, y

    ms solene adoratorio que tuvo el Reyno dedicado a este Planeta [...]

    Pues bien, la motivacin, estrechamente ligada al culto del sol, simbolizado en los

    ojos relucientes del gato monts, resulta mucho ms convincente. En tal sentido, no se

    tratara necesariamente de un nombre preinca, sobre todo si tenemos en cuenta que los

    moradores originarios de la regin eran uros y puquinas, pues bien pudo haber sido acuadopor los incas conquistadores, que por entonces an hablaran aimara. Ms tarde, quechuizados

    ya los cuzqueos, se habra perdido la memoria del significado originario del primer compo-

    nente del nombre, el mismo que fue reinterpretado como voz quechua con otro significado.

    Sin ir muy lejos, el propio Ramos Gaviln nos ofrece esta segunda lectura del topnimo,

    sealando que hay otra etimologa "deste nombre Titicaca, o Titikaka, titi significa cobre,

    plomo, o estao, y kaka, pea, y juntos [sic] las dos dicciones significan pea de cobre,

    plomo, o estao que es el lugar determinado donde estava el altar, y adoratorio del Sol"

    (nfasis agregado, op. cit., 90). Y, aunque el autor no opta por una de ellas de manera

    explcita, parece inclinarse por la primera, pues, aparte de que no comenta ms sobre el tema,

    parece restarle importancia al referente de la segunda interpretacin, es decir, la pea, sea-lando que "es cosa que ni arrevata la vista, ni reparan los ojos en ella, si no se va con

    advertencia, y de propsito a verla" (cf. op. cit., 91). Conocedor directo del lugar e indagador

    de sus antiguallas entre los indios, no hay duda de que el autor encontraba ms convincente

    la primera explicacin. El Inca, a su turno, glotocntrico y en clara desventaja con su paisano,

    cree ver reflejados en el nombre, una vez ms, sus trminos familiares quechuas. Por lo

    dems, el historiador guamanguino ya nos informa de la metonimia en marcha del nombre, al

    observar que "nuestra laguna e ysla" se llaman Titicaca. Con el correr del tiempo, aqul

    pasar a designar nicamente al lago, sepultando en el olvido su nombre originario de "lago

    de Puquina", y "desmotivndolo", en la medida en que, sin conocer la "historia" de su

    formacin, no hay manera de entender cmo una laguna puede llamarse "pea del gato

    monts" o, peor an, "pea de plomo".

    4.4.4. Los topnimos Calamarca y Larecaja, localizados en territorio boliviano, sern

    tratados conjuntamente en esta seccin, puesto que son objeto de un tratamiento especial por

    parte del Inca, ligeramente diferente a los vistos con anterioridad. En ambos casos estamos

    frente a nombres aimaras, con bases parcialmente compartidas por el quechua, pero que, no

    obstante ello, nuestro historiador evita identificarlos. Sin embargo, fiel a sus postulados

    fonolgicos de su lengua, no se resiste a quechuizarlos grficamente, distorsionando de manera

    violenta la forma de los mismos. Esta ltima prctica ser ms grave an con respecto a los

    nombres de procedencia totalmente extraa al quechua y al aimara, como veremos en 4.5.

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    _____________ ______________ _________________________Rodolfo Cerrn-Palomino: Las etimologas toponmicas del Inca Garcilaso

    Pues bien, el primer nombre es consignado como (III, VII, 142) y elsegundo como (VI, V, 139). Obviamente, tales nombres, registrados a la manera

    garcilasiana, jams existieron, ni siquiera como variantes. En lugar de ellos, lo que encontra-mos en las fuentes son, respectivamente (cf. Mercado de Pealosa 1965[1586]:337) y (cf. Cabeza de Vaca, op. cit., 343). Cmo explicar entonces laortografa del Inca? La respuesta tiene que ver con su adhesin estricta a sus "Adverten-cias" acerca de las "letras" de su "lengua general" del Cuzco. All se nos dice, entre otrascosas, que en ella "1 senzilla no la hay, sino 11 duplicada"; pero que [t]ampoco hayx"(p. 9).Aclaremos, antes, dos cosas: (a) que no era del todo cierto que la variante cuzquea noregistrara /l/, aunque ciertamente, en trminos modernos, podramos decir que se trataba deuna mera variante de /ll/, que se daba cuando sta apareca ante la consonante postvelar /q/: elpropio Inca (cf. VIII, XVI, 194), nos dar un ejemplo de esto, contradicindose, al sealar

    que el nombre comn del perro indiano era (es decir, alqu< allqu); y (b) es posible que,en efecto, por lo menos el dialecto cuzqueo, ignorara la , cuya pronunciacin era la de unasibilante palatal (como la del topnimo Ancash).

    Ahora bien, el hecho es que los nombres que nos ocupan pertenecen al aimara, y, porconsiguiente, tales advertencias no los alcanzan, como tampoco, segn vimos, tenan vigen-cia para otras variedades del quechua. Nada mejor, en demostracin de ello, que la manera enque aparecen consignados en la documentacin colonial. As, pues, la notacin del Incaresponde claramente al celo por escribir de acuerdo con sus preceptos, y all donde tropiezacon nombres que no se ajustan a su "norma" cuzquea los cuzqueiza. Una vez remodelados,la posibilidad de dar con la etimologa de los mismos, y sobre todo a partir del quechua, ya

    resulta imposible, no obstante que, como dijimos, ellos constituyen compuestos que contie-nen nombres compartidos por ambas lenguas. En efecto, en el caso de estamosante qala-marka, es decir, 'pueblo pedregoso', donde qala es 'piedra' en aimara. As nos lotraduce precisamente fray Bernardino de Lizrraga, al sealar que "Calamarca [...] quieredecir pueblo fundado en pedregal, y as es" (cf. Lizrraga 1968 [1605]:91). Y en el caso de, o como tambin figura en los documentos, sealemos que el segun-do componente , es decir, q'asha, es compartido por el quechua, significando 'que-brada'; el primero, en cambio, es de cuo eminentemente aimara, y significa 'to materno',pero tambin es uno de los varios nombres que designan al zorro. Teniendo en cuenta lamotivacin de los topnimos, que habitualmente responden a alguna particularidadconcreta del lugar, antes que a hechos anecdticos, creemos que el significado de este nombresera 'quebrada de los zorros'. Posteriormente, como aconteci con y otrosnombres que portaban , el mencionado topnimo devino en Larecaja, donde la vocal [e]se explica por la apertura ejercida sobre ella por la /q/. Incidentalmente, para el registro delsegmento palatal en el aimara altiplnico colonial, ver Cerrn-Palomino 1999.

    4.5. Quechuizacin formal forzada. Como se vio, la quechuizacin ortogrfica de lostopnimos efectuada por el Inca no solamente se observa con respecto a los nombresquechuas y aimaras, en el primer caso cuando le son ajenos a su experiencia cuzquea, sinotambin, esta vez de modo completamente arbitrario, con relacin a la toponimia correspon-

    diente a lenguas diferentes de las mencionadas. El estudioso que mejor ha demostrado estadebilidad del Inca, examinando cuidadosamente sus Comentarios, es Carlos Aranbar, quien

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    ve en dicha prctica una "suerte de reflejo automtico que le hace quechuizar cuanto topnimole sale al paso" (ver Aranbar 1991: "ndice", 721). Ello es particularmente notorio tratndose

    de nombres tomados de segunda mano, en especial de Cieza de Len, quien constituye enverdad su ms importante "gua geogrfico". Es ms, como nos lo hace ver el mismo Aranbar,guiado por el afn de quechuizar nombres desconocidos, el Inca llega incluso a normalizarverdaderos gazapos de imprenta. De esta manera, la prctica quechuizadora del Inca seconstituye en digno precedente de la de nuestros quechuistas y aimaristas aficionadosmodernos que creen ver topnimos propios de su lengua por todo el continente.

    Pues bien, slo a modo de ilustracin, mencionaremos aqu algunos de tales nom-bres arbitrariamente quechuizados por nuestro cronista. Ellos son, dentro del actual territo-rio peruano, los de Poechos, Chicama y Conchucos; y fuera del Per, los de Cayambe, en elEcuador, y Coquimbo, en Chile. Por lo que toca a los peruanos, los dos primeros son

    quechuizados como (IX, II, 221) y (IX, II, 220), con ser nombres acua-dos en lengua tallana y mochica, respectivamente; y el tercero como (VI, XII,31), no obstante tratarse de un topnimo de origen culli. Conforme lo ha demostrado Aranbar,las remodelaciones hechas por el Inca, en los dos primeros casos, parten de sendas erratasde la edicin de Cieza de 1553, en la que aparecen (cap. lxviii, 207) y (cap. cxxi, 316), en lugar de y , respectivamente, cuyas formas hansobrevivido, aun cuando no sepamos ya nada de sus significados. En cuanto a ,cuya forma originaria transmitida hasta el presente ha sido , gracias a losestudios toponmicos de la zona efectuados por Adelaar (1989:91) hoy sabemos que signifi-caba 'tierra de agua', en lengua culli.

    Ahora bien, y dicho esto en parcial descargo del Inca, y matizando lo sostenido porAranbar, no creemos que la prctica cuzqueizadora del historiador cuzqueo haya sido unsimple reflejo mecnico de las lecciones aprendidas de sus amigos jesuitas, pues no sloadvertimos en dicha praxis una aplicacin automtica de sus propias "reglas" de escritura,sino que tambin operan en su proceso normalizador analogas e intuiciones lingsticaspropias de su competencia idiomtica en la lengua. Ello es patente, por ejemplo, en el trata-miento de las vocales (no admite las medias /e,o/), y, de otro lado, remodela los nombres deacuerdo con formas que se avienen mejor con la estructura lxica quechua: slo de estamanera entendemos adaptaciones como las vistas, donde, efectivamente, , y , "suenan" ms quechuas, por lo menos formalmente. En fin, lo

    propio podemos decir de las remodelaciones gratuitas de y , sobrela base de y , acuadas originariamente en lengua pastuza y mapucherespectivamente. En estos ltimos, por lo dems, intervino tambin la idea de que el fenme-no de sonorizacin de las oclusivas sordas tras consonante nasal, propio del quechuachinchaisuyo (como se poda ver en tambu< tampu, indi< inti, yunga< yunka, etc.), era unamarca de corrupcin achacada a los espaoles, aunque sin fundamento, como lo hemosdemostrado en otro lugar (ver Cerrn-Palomino 1991).

    4.6. Las tentaciones de la etimologa popular. Uno de los problemas recurrentes conlos que tropiezan los estudios onomsticos es la etimologa popular. Motivada por la inquie-

    tud del hombre por averiguar el significado de los nombres, y, en el caso que nos ocupa, dela toponimia en particular, consiste en la interpretacin ingenua que suele darse de stos al

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    margen de toda consideracin formal y semntica de los mismos, guiada nicamente porasociaciones gratuitas que se establecen entre tales nombres y los correspondientes a la

    lengua a partir de la cual se busca interpretarlos. De esta manera, tales asociaciones, hechassincrnicamente, y en la medida en que carecen de toda perspectiva histrica, resultan noslo antojadizas e ilusorias sino, lo que es ms grave, distorsionadoras de la realidad. Cierta-mente, cuanto ms profunda y desconocida es la historia de los pueblos y de sus lenguas,mayor es el riesgo de incurrir en falsas equivalencias, pero afortunadamente la ciencia lin-gstica proporciona las herramientas que permiten evitar tales tentaciones, o al menosreducirlas al mnimo. Siendo, pues, la etimologa popular una constante de todos los tiemposy lugares, no debe extraarnos que ella tambin haya logrado entronizarse en el rea andina,donde, a falta del conocimiento de nuestras lenguas mayores y en ausencia del trabajolingstico riguroso, campea todava en los diccionarios geogrficos, en las enciclopedias y

    en los tratados de historia. Nada ms natural entonces que dicha prctica tenga una largatradicin en nuestro medio, pues en verdad ella comienza con nuestros cronistas e historia-dores, entre quienes destaca Mura, de cuyas etimologas nos ocuparemos en otro lugar (cf.Cerrn-Palomino 2003b). El Inca Garcilaso, en su cruzada por rescatar la verdad encerrada enlos nombres que considera propios de su lengua, sufre tambin, como era de esperarse, losespejismos de la etimologa popular. En prueba de ello, nos ocuparemos aqu de cuatrotopnimos, a saber los de Abancay, Chachapoyas, Munaicenca y Quepaipa. Dicho sea alpasar, que no volveremos aqu a tratar sobre el nombre del Cuzco, cuya etimologa como"ombligo" o "centro" del mundo, proporcionada por el Inca (I, XVII, 46), de corte ms bienrenacentista, result ser enteramente gratuita, como las dems postulaciones hechas des-

    pus, segn hemos tratado de demostrarlo recientemente (cf. Cerrn-Palomino 1999).4.6.1. Por lo que respecta a , que sera la forma originaria del moderno

    Abancay, el Inca se limita a informarnos que "quiere dezir azucena", pero agregando que lamotivacin respectiva obedecera a "la infinidad que dellas [las flores] se cra en aquel valle"(IV,XV, 205). Ahora bien, aun cuando dicha informacin parece suficiente, la verdad es que laexplicacin resulta incompleta, tanto formal como semnticamente. En efecto, desde el puntode vista del significado, no resulta muy natural el hecho de que un pueblo o un lugar seadesignado simple y llanamente con el nombre de una flor, pues le falta la "fuerza predicativa",caracterstica de la toponimia andina. Y, en efecto, en el presente caso, la cita garcilasiana

    parece proporcionarnos la respuesta al problema, pues el topnimo permite descubrir dentrode su estructura el antiguo sufijo de origen aimara y, quechuizado a partir de wi (cf. Cerrn-Palomino 2002c), y que significaba precisamente 'lugar donde existe algo'. De manera que,segn esto, el nombre, interpretado propiamente como `lugar donde abundan las tales flo-res', parece calzar perfectamente con la acotacin hecha por el propio historiador. Sin embar-go, por atractiva que parezca esta hiptesis, creemos que hay una serie de problemasirresueltos que ella no alcanza a explicar.

    En efecto, comencemos observando que la forma del nombre de la azucena en elquechua cuzqueo de Garcilaso era , tal como la registra Gonlez Holgun (cf.op. cit., I, 145), lo que significa que la voz conllevaba una consonante glotalizada, la misma

    que induca la aparicin de la prottica, pronuncindose en verdad [hamanq'ay]. Dichapronunciacin acusaba entonces influencia aimara (ver, para el fenmeno sealado, Cerrn-

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    Palomino 2001), sobre todo teniendo en cuenta que en territorios libres de dicha influencia seregistra la variante , tal como la consigna el primer lexicgrafo del quechua (cf.Santo Toms 1994[1560]:108), y como la registran actualmente los dialectos centrales. Ahora

    bien, si el Inca restituye la forma sin es porque seguramente tom el nombrede un autor como Cieza de Len, quien recoge invariablemente la forma (cf. Cieza1984 [1553]:passim), no obstante que en buen cuzqueo la pronunciacin debi haber sido,como hasta hoy, [hamanq'ay].

    Pues bien, admitiendo que el Inca no estuvo del todo errado en restituirle a una fisonoma ms quechua, en la forma de , quedaba an por explicar el pase de*Amancay aAbancay, que nuestro autor calla sin atreverse esta vez a achacarlo a "corrup-tela espaola". Qu decir al respecto? En verdad, no se requiere de mayor olfato lingstico

    para suponer que la forma , adems de responder a una pronunciacin no

    aimaraizada, tuvo que haberse basado en una variante local, pronunciada como [awanqay],pues slo as se puede explicar el pase de la forma quechua a la castellana. Lo importante eneste caso es que precisamente una forma parecida nos la proporciona el corregidor deAbancay, Niculoso Fornee (1965 [1586]), quien consigna la variante , alternan-do libremente con , en ambos casos con pronunciacin aimarizada. Dicha va-riante, con en lugar de , lejos de ser gratuita, se explica de modo natural a la luz deejemplos como los de warmi ~ marmi mujer, willma ~ millma lana, waych'a ~ maych'aramilla, etc., cuya segunda variante es la forma aimarizada del vocablo. De esta manera,como se ve, queda aclarada la forma bsica de la que deriva el topnimo castellanizado:*awanqay, y, por consiguiente la restitucin del Inca no parece del todo exacta.

    Ahora bien, no obstante el esclarecimiento formal de la variante del nombre, quedanan varios problemas por resolver no slo desde el punto de vista del significado sinotambin del significante. As, pues, formalmente, si asumimos que la variacin ~ tuvo una direccionalidad que iba de la semiconsonante labiovelar a la nasal bilabial, y no alrevs, en vista de los ejemplos vistos ms arriba, entonces resulta mucho ms natural postu-lar la forma awanqay como la genuina, a partir de la cual, por influencia aimara, se dio el ajusteen favor de amanqay. Analizada ahora la forma awanqay en sus componentes morfolgicosinternos, tenemos awa-nqa-y, donde la raz habra sido awa- tejer, seguida del nominalizador

    nqa, a su vez flanqueado por el ubicativo de origen aimara y,proveniente de *wi, para

    dar el significado de 'lugar donde se teje', es decir, un sitio de textilera u obrajeprehispnico. Esta significacin, as lo creemos, resulta mucho ms natural, acorde con unavieja prctica cultural andina. Despus de todo, son muchos los topnimos que hacenreferencia a dicha actividad, como ocurre por ejemplo conAhuana (La Unin, Cotahuasi),

    proveniente de *awa-nqa (ver Stiglich 1922:58). La posterior identificacin del topnimo conel nombre de la flor, que habra sido originariamente *amanq'ay, a secas, sin complejidadmorfolgica interna, habra estado facilitada por varios factores, entre ellos, el cambio deawanqay a amanqay, y, sobre todo, la arcaizacin de los sufijos nqa (ver ms abajo) y y,irreconocibles ya en su integridad fnica y significativa. Ello puede explicar tambin lacontaminacin que habra sufrido awanqay a partir de amanq'ay, deviniendo no slo enawanq'ay sino tambin, por la regla obligatoria de la prtesis de , en hamanq'ay. Ensuma, la etimologa propuesta por el Inca, que coincide en buena parte con la

    proporcionada por Fornee (cf. op. cit., 27), sera un buen ejemplo de etimologa popular, y,por consiguiente, errada.

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    Rodolfo Cerrn-Palomino: Las etimologas toponmicas del Inca Garcilaso

    4.6.2. Por lo que respecta a Chachapoyas, quechuizado como , el Inca

    se concreta a proporcionar la etimologa ofrecida por el jesuita Blas Valera, su gua y mentor

    en historia ndica. As, pues, rindiendo pleitesa a la autoridad, sin comentarios que la pon-gan en duda, por el mismo hecho de ignorar la procedencia del nombre, nuestro autor se

    limita a decirnos que la "provincia llamada Chachapuya, [...] segn el Padre Blas Valera,

    quiere dezir lugar de varones fuertes" (VIII, I, 156). Ahora bien, hasta qu punto poda

    asumirse la autoridad del historiador chachapoyano, que tena la ventaja de conocer tambin

    el aimara, aprendido con sus compaeros de orden en Juli? Al respecto, podemos decir que,

    en verdad, ello no lo libraba de caer en espejismos etimolgicos, como en el presente caso.

    En efecto, admitiendo que el nombre permita identificar en su forma compuesta el compo-

    nente chacha, que en aimara sureo significa 'varn', quedaba sin embargo el parcial puya,

    completamente extrao a las lenguas que conoca, y, no obstante ello, no vacil en otorgarle

    un significado gratuito: el de 'lugar'.14 Pero incluso ms all de esta arbitrariedad, y quizs

    por ello mismo, no deja de ser igualmente gratuita la "lectura" aimara que se hace del primer

    componente, sobre la base de una asociacin ilusoria. Todo ello, no slo desde el punto de

    vista formal del nombre, sino tambin en razn del supuesto significado, ms bien de tipo

    anecdtico, que no se acomoda con el principio de plausibi l idad semntica que hemos

    venido sealando hasta aqu.

    Pues bien, en ausencia de datos ms convincentes, lo ms probable es que la proce-

    dencia del nombre tenga un origen local y no aimara o quechua, y que los incas hayan

    asimilado el topnimo a su manera, como debi haber ocurrido siempre, pues sus conquistas

    no se hacan sobre pueblos y territorios desprovistos de nombres. Estamos, pues, ante un

    caso ms de tpica etimologa popular, y seguramente no es aventurado adivinar que en ello

    hubo tambin un ingrediente afectivo: el lazo materno y la cuna de nacimiento del jesuita

    mestizo. Por lo dems, la etimologa de Blas Valera goza an de aceptacin en los medios no

    especializados, aunque alternando con otra variante, esta vez respaldada por otra autoridad,

    si bien moderna ya: Middendorf. En efecto, el gran fillogo germano, certero muchas veces

    en la interpretacin de la toponimia andina, llega a sostener sin embargo que Chachapoyas

    significara "nube de hombres", aludiendo a "una numerosa poblacin que debi vivir anti-

    guamente en el lugar" (cf. Middendorf, op. cit., 73-74). Coincide con Blas Valera, como se ve,

    en la identificacin del primer parcial del compuesto, y va ms all, creyendo explicar el

    segundo elemento del mismo, recurriendo al quechua, previo estrujamiento formal, para

    asociarlo gratuitamente con phuyu 'nube'. El resultado es, como se puede apreciar, igual-

    mente antojadizo como en el caso anterior, tanto desde el punto de vista formal como delsemntico. Lo propio puede decirse, en fin, de la etimologa popular que circula actualmente

    entre los intelectuales de la regin, quienes, esta vez partiendo del quechua implantado en la

    regin por los incas, pretenden ver en el nombre una suerte de torpe castellanizacin de

    saca-puyu 'niebla del monte', en alusin al paisaje neblinoso de la regin, ubicada en la ceja

    de montaa. Como bien seala Taylor, "es poco probable que este [topnimo] sea de origen

    14 Como seguramente lo era tambin el que le da a , al que le asigna, segn nuestro Inca, elsignificado de "prncipe prudente y maduro". En este caso, sin embargo, el discpulo se atreve a

    observar al maestro por no mencionar la fuente de su interpretacin: "no dize en qu lengua" significaaquello, acota tmidamente (II, XVI, 99).

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    quechua" (cf. Taylor 1989:130). Incidentalmente, ntese que, si bien no es posible por el

    momento dar con el timo del nombre, por lo menos estamos en condiciones de descartar las

    etimologas que se han propuesto hasta ahora al respecto, comenzando por las ofrecidas por

    el jesuita chachapoyano Blas Valera y nuestro Inca historiador.15

    4.6.3. En la excursin guiada que nos ofrece el Inca por el Cuzco de sus antepasados,

    nos indica que "torciendo un poco al medioda, yendo en cerco, se sigue el barrio que llaman

    Munaicenca: quiere dezir ama la nariz, porque muna es amar o querer, y cenca es nariz".

    Declara en seguida ignorar la motivacin del nombre, para concluir resignadamente que

    "devi ser con alguna ocasin o supersticin, que nunca los ponan acaso" (VII, VIII, 104).

    Pues bien, luego de haber examinado los casos vistos hasta aqu, no ser difcil advertir que,

    en el presente caso, estamos igualmente ante un inmejorable ejemplo de etimologa popular.

    Para empezar, lo primero que choca es el significado, totalmente peregrino dentro de su

    gnero, que no parece haber convencido al propio historiador: que un lugar reciba comonombre una oracin imperativa, resulta ciertamente ingenuo. Y, como quiera que el topnimo,

    a todas luces quechua, ofrece por lo menos dos interpretaciones mucho ms naturales,

    sorprende constatar que el Inca se haya quedado con la menos plausible. En efecto, una

    interpretacin menos forzada, y por tanto ms natural, por lo menos semnticamente, es

    aquella segn la cual el nombre, analizado como munay 'adorable, hermoso' y singa 'nariz',

    significara "nariz hermosa". Lo anmalo de esto, sin embargo, est en la motivacin, que

    sigue siendo circunstancial y anecdtica. Queda entonces una segunda interpretacin, que

    nos parece mucho ms verosmil. Para llegar a sta conviene, en primer lugar, descartar la idea

    del carcter compuesto del nombre para asumirlo como una forma verbal nominalizada. Es

    decir, postulamos que el topnimo debi haber sido *muna-ysi-nqa, o sea '(lugar) donde secomparte el amor'. El anlisis morfolgico practicado sobre el nombre nos ha permitido

    identificar, aparte de la raz muna- 'querer, amar', el sufijo socializador ysi,16 responsable del

    tema verbal muna-ysi- 'acompaar a querer', y el morfema nominalizador nqa, de significa-

    15 Igual de inmotivada y completamente forzada nos parece la etimologa que proporcionan reciente-mente Kauffmann y Ligabue (2003: 2, 5, 78). Segn dichos autores, el timo de Chachapoyasvendra a ser "gente koilia (o aimara) afincada en zona selvtica", es decir, sachapqulla 'collas del monte'. Baste con sealar que, aparte del significado de dudoso valor histrico, ni la

    construccin genitiva ni los cambios fonticos sugeridos se avienen con la gramtica ni con losprocesos de mutacin del quechua.16 La identificacin de este sufijo, como parte de la morfologa interna del topnimo, parecera trope-

    zar, sin embargo, con la ortografa del Inca, ya que, como dijimos, la suya es bastante sistemtica,sobre todo en la escritura de las sibilantes. Recordemos, a este respecto, que l escribe y no , es decir, con y no con . As, pues, los primeros quechuistas representanel sufijo con , a la par que nariz se consigna como , indicndonos que estamos antediferentes sibilantes (apical versus dorsal, respectivamente), como se puede an constatar entre losdialectos quechuas que preservan dicha distincin. Siendo as, hasta qu punto sera incorrectanuestra identificacin? Al respecto, y luego de haber visto los deslices ortogrficos del Inca a prop-sito de , no cabe duda de que, en el presente caso, estamos igualmente ante otro desliz,sobre todo habida cuenta de que nuestro autor anduvo completamente desorientado en la interpreta-cin del nombre en su conjunto. Por lo dems, es lstima que, para descartar toda sombra de duda, noconozcamos otro registro del topnimo que el pro