Eternidad

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Pues normal, la idea es simple; así un tipo que habla con alguien a quien le cuenta su historia de como llegó a ser un Dios. Típico Dioses contándote de su vida xD

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Zedfhel du Himr(Harold Isaac Martínez Rangel)

ETERNIDAD

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Zedfhel du Himr Harold Isaac Martinez Rangel Eternidad

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Yo solía ser alguien como tú… un soñador empedernido y amante del conocimiento hecho verbo, alguien que se asombraba con la más sutil y simple creación de Dios. Alguien quien añoraba la vida y deseaba el poder vivir más allá del “siempre”, para conocer, para ver y vivir todo aquello que solo el vació inmortal de la nada escondía en sus entrañas para mí; la “nada”… esa vanidosa sensación de escapar a la percepción mundana de todo lo que puede llegar a ser el concepto de la mortalidad y la divinidad. Solo un estado más, tan simple y tan capaz de acuñar con recelo y egoísmo para alguien como yo, los secretos in-etéreos que ni siquiera Dios aún puede llegar a crear.

Yo solía ser un mortal, un humano, un ser que sentía y vivía a la par de sus sentidos y de la vida finita de la cual ni las estrellas más poderosas podían escapar. Pero… extrañamente, un día entendí que ni la eternidad absoluta es infinita ante la desesperación exquisita del dejar de existir.

Muchas vidas, muchas sensaciones, muchos pensamientos…. objetos, infinidad de razas, planetas y elementos; energía he sido, divinidad también. Bastedades de universos e innombrables leyes de exóticas energías de mundo alternos en los cuales ni siquiera existe Dios. Pasé de ser un simple organismo diminuto e insignificante de una normal y patética estrella, a ser el creador de múltiples universos, de múltiples tierras. Descubrí que la finidad de billones de billones de miles de años, no son nada, solo un suspiro ante algo que solo existe para contemplar la efímeridad del tiempo.

Abrumado y enloquecido por la pérdida de la identidad primogénita, me ahogue en el vacío más quieto y más silencioso, un vacío del cuál desapareció el concepto de lo que significa el tiempo; algo perturbador, algo negro, algo donde la oscuridad es más profunda y siniestra que la soledad del miedo. Soledad ininterrumpida, solo sollozos de soles tragados y deformados por monstruos galácticos en la súper masividad de algo colosal, inimaginable, frío e intempestivamente caliente. Ecos de recuerdos, ecos sin ecos. Moléculas, átomos y submoléculas; gases y energías oscuras. Cosas sin sentido en la bastedad de un plano espacio. Una expansión sin fin, un final lento… pero fugaz. ¿Qué tanto son los años? Cuando dejan de tener sentido en la hilarante percepción diminuta de un ser. Las distancias se pierden al flotar sin sentido de lo que es arriba y abajo; solo regocijado por la pérdida del cuerpo terrenal que te hacía sentir –si es que alguna vez llegué a sentir algo. Y entonces, solo entonces, existir en recuerdos de tiempos del pasado; siendo una más de ellos, otro ente que solo existe sin saber y ser consciente de su existir, rebobinando y viendo una y otra vez una película de memorias inexistentes en ese extraño y vacío fantasmal. Una película sin imágenes. Fue entonces que la abrumadora sensación de inmortalidad pasó a ser algo cruel y emocionante. A ser algo que nadie nunca jamás podría imaginar.

Luego me vi a mí mismo explotando en una infinidad de un segundo y expandiéndome hacia el vacío sin posibilidad de retroceder hacia aquel día que pedí a algún Dios aquel terrible don. Y fue todo como un déjà vu interestelar que se repetía

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una y otra vez, pero siempre con un final distinto al anterior. Algunas veces todo terminaba con una silenciosa desaparición al vacío, otras veces retrocedía e implotaba en mí mismo hacia otra dimensión. Agujeros súper masivos pasaban a ser simples anomalías en mi plano existencial, cuásares diminutos ante mi omnipresente majestuosidad. Nada ya era verdad, nada era ya sentido para mí, absolutamente nada era ya para mí… hasta que en uno de mis miles de Gúgolduplex de universos vividos, descubrí la forma de agruparlos todos en un punto en el cual dejaban de ser, de retrocederlos en el tiempo, de violarlos y desgarrarlos en las fantasías de mis inexistentes manos. Descubrí como ser más que un simple Dios de un simple planeta pequeño lleno de asquerosos y estúpidos seres; Descubrí como ser el Dios y creador de todo lo existente e inexistente de la nada creada. El valor absoluto de ¡todo! Destruí todo recuerdo, todo tiempo, todo espacio, todo Dios y todo sentido de existir en existencia. El vació y la nada dejaron de ser, todo lo terminé y lo empecé. Fui a ser toda regla y toda ley en cada nuevo concepto de existencia; cada multiverso y cada suspiro de equivalencia. Ya nada tenía sentido para mí, ya solo existía como una máquina para crear, un ser supremo que carecía de propia conciencia; algo que solo hacía y destruía. Y ahora te digo, que la bastedad de la eternidad, si tal cosa existe, es solo una maldición que te terminará convirtiendo en esclavo de todo lo demás. Yo podría ser tu Dios, yo podría ser tú ahora mismo, viviendo y sintiendo sin sentir lo que alguna vez imagino que sentí. Algún tipo de deseo virtual de lo que en un principio fui yo. Sentado como una ilusión junto a alguien quien me hablaba de ser un MultiDios. Pero recuerdo falsamente en haber sentido algo denominado emoción, admiración; al momento de hablar con Dios. Aunque nunca imaginé y a la vez destiné el estar aquí, hablando por cien gúgol de veces más a ti. Como una repetición sin final, en la cual a cada proyección pasó a ser parte de algo/alguien en esta película infestada de falsedad, y al término de tu repetitivo universo. Volveré a reiniciar esto, y contemplaré por una eternidad de veces más esta parte en la que perdí la cabeza por una historia no real. Aunque si quisiera, podría dejar de existir y ya. Pero aunque dejara de existir, no podría nunca más estar aquí, porque aunque no quiera seguiré viviendo a la sombra de un pseudo Dios, quedaré atrapado en la patética reproducción de alguien quien solo existe por existir en la inmortalidad de la fastidiosa concepción de lo que es un DIOS.

El sujeto terminó de hablar y se quedó en silencio, perdido en sus pensamientos. Aproveché su momento de apendejamiento reflexivo por el cual pasaba y me levanté un poco perturbado de mi asiento, y sin decir nada me alejé de aquel sujeto. Pero la curiosidad me instó a voltear una vez más; él seguía callado, con la mirada perdida en la nada. Me senté en otro asiento, y cuando voltee hacia afuera de la ventana, la sensación de ya haber vivido ese momento me recorrió por todo el cuerpo. Cerré por un instante mis ojos, suspiré, y al abrirlos otra vez, me vi a mi mismo subir al camión. Pagué mi pasaje y me acerqué hasta donde yo estaba. Fue entonces cuando recordé.

Me saludé a mí mismo con una sonrisa fugaz, y entonces… todo lo volví a empezar.

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