Estudios Políticos - Montesquieu

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197 lv Historia de la política sanitaria en México Catalina Eibenschutz y Thelma Raphael 135 MATERIALES Paradigma y Ciencias Sociales: una aproximación Pablo González Casanova El papel de las organizaciones civiles en la promoción defensa de los derechos humanos 1. Gui!lemio Domínguez Yáñez. Reflexiones acerca del socialismo del futuro Sol Arguedas RESEÑAS Y NOTAS LIBROS Para interpretar San Luis Potosi (y México) Paulina Fernández Christlieb 191 .NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS Francisco Reveles Vázquez -P)(4-?6,5 A 4)iil —J.N4 LAS GRANDES TESIS POLÍTICAS DE DEL ESPÍRITU DE LAS LEYES, DE MONTESQUIEU Enrique Suárez-Iñiguez Charles Louis de Sécondat, barón de la Bréde y de Monstesquieu, nace el 18 de enero de 1689 en el castillo de la Bréde, cerca de Burdeos (muere en 1755). En 1748 publica su obra suprema, Del espíritu de las leyes, que le toma veinte años escribir. Siete años después de publicada, murió habiendo gozado de fama desde que editó las Cartas Persas. Pocas obras en la filosofía política tienen la riqueza de Del espíritu de las leyes, las más importante obra de su género de un siglo de luces, el xviii. Su aparición conmocionó a la sociedad francesa y, en •general, a la europea y no sólo al mundo intelectual. Fue una obra leída y aceptada, aunque quizá no siempre cabalmente comprendida. Hoy, desa fortunadamente, es con más frecuencia citada que leida. En particular se suele citar el libro xi, cuando la obra consta de treinta y un libros, aunque, ciertamente, desiguales en importancia. Son muchos los tópicos y varios los aportes de Montesquieu a la ciencia politica, pero —en especial— cabe resaltar sus teorías de los gobiernos, de la libertad política, de la separación de poderes y su concepción sobre el espíritu general de las leyes. Pocas obras en la literatura universal llevan un prefacio tan esclarecedor de los motivos y logros del libro como ésta. Pocas, tan bellamente escritas. He comenzado varias veces y he abandonado otras tantas esta obra; mil veces he +abandonado a los vientos las hojas que había escrito; perseguía mi objeto sin un plan; no concia ni las reglas ni las excepciones; encontraba la verdad para perderla; pero cuando al cabo he descubierto mis pnncipios, todo lo que yo buscaba me ha salido al encuentro, y en el curso de ', einte años he visto empezar, crecer y terminar mi obra.,_ I-tb examinado antes que nada los hombres; he pensado que en esta diversidad de leyes y costumbres no eran conducidos unicamente por sus fantasias. He sentado los principios; he visto los casos particulares ajustarse a ellos, ser consecuencia de 167 179 185 7

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Historia de la política sanitaria en MéxicoCatalina Eibenschutz y Thelma Raphael 135

MATERIALES

Paradigma y Ciencias Sociales: una aproximaciónPablo González Casanova

El papel de las organizaciones civiles en la promocióndefensa de los derechos humanos

1. Gui!lemio Domínguez Yáñez.

Reflexiones acerca del socialismo del futuroSol Arguedas

RESEÑAS Y NOTAS

LIBROS

Para interpretar San Luis Potosi (y México)Paulina Fernández Christlieb

191

.NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS

Francisco Reveles Vázquez

-P)(4-?6,5

A 4)iil —J.N4

LAS GRANDES TESIS POLÍTICAS DEDEL ESPÍRITU DE LAS LEYES,DE MONTESQUIEU

Enrique Suárez-Iñiguez

Charles Louis de Sécondat, barón de la Bréde y de Monstesquieu, nace el 18 deenero de 1689 en el castillo de la Bréde, cerca de Burdeos (muere en 1755). En1748 publica su obra suprema, Del espíritu de las leyes, que le toma veinte añosescribir. Siete años después de publicada, murió habiendo gozado de fama desdeque editó las Cartas Persas. Pocas obras en la filosofía política tienen la riquezade Del espíritu de las leyes, las más importante obra de su género de un siglo deluces, el xviii. Su aparición conmocionó a la sociedad francesa y, en •general, a laeuropea y no sólo al mundo intelectual. Fue una obra leída y aceptada, aunquequizá no siempre cabalmente comprendida. Hoy, desa fortunadamente, es con másfrecuencia citada que leida. En particular se suele citar el libro xi, cuando la obraconsta de treinta y un libros, aunque, ciertamente, desiguales en importancia. Sonmuchos los tópicos y varios los aportes de Montesquieu a la ciencia politica, pero—en especial— cabe resaltar sus teorías de los gobiernos, de la libertad política,de la separación de poderes y su concepción sobre el espíritu general de las leyes.

Pocas obras en la literatura universal llevan un prefacio tan esclarecedor de losmotivos y logros del libro como ésta. Pocas, tan bellamente escritas.

He comenzado varias veces y he abandonado otras tantas esta obra; mil veces he+abandonado a los vientos las hojas que había escrito; perseguía mi objeto sin unplan; no concia ni las reglas ni las excepciones; encontraba la verdad paraperderla; pero cuando al cabo he descubierto mis pnncipios, todo lo que yo buscabame ha salido al encuentro, y en el curso de ', einte años he visto empezar, crecer yterminar mi obra.,_

I-tb examinado antes que nada los hombres; he pensado que en esta diversidadde leyes y costumbres no eran conducidos unicamente por sus fantasias. He sentadolos principios; he visto los casos particulares ajustarse a ellos, ser consecuencia de

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TEORLA ESTUDI'

ellos las historias de todas las naciones, y cada ley particular relacionada con otrao dependiente de otra más general.

No he deducido mis principios de mis prejuicios; los he sacado de la naturalezade las cosas... Cuanto más se reflexiona sobre los detalles, se comprenderá mejorla certidumbre de los principios.'

¿Qué son esos principios? Las cosas tienen una naturaleza, lo que las hace sertales; y tienen un principio, que es lo que las hace obrar: esos principios nacen dela naturaleza de la cosa. Las leyes son las relaciones naturales derivadas de lanaturaleza de las cosas (Libro 1, cap. 1) y, en este sentido, todos los seres tienensus leyes: la divinidad, el hombre, los animales, el mundo material. Como todoello subsiste, es preciso que sea porque se atiene a leyes invariables. A buscar estasleyes, estos principios, dedicó su tarea titánica Montesquieu.

El mundo inteligente no sigue sus propias leyes como el mundo físico, pues losseres humanos están sujetos a error y está en su naturaleza que obren por simismos. Al igual que todos los clásicos (Aristóteles o Santo Tomás, Bodino,Hobbes o Locke) Montesquieu acepta que existen leyes naturales que son las querigen la vida antes de que exista sociedad, y se llaman así porque se derivanúnicamente de la constitución de nuestro ser. Distingue cinco leyes naturales: laprimera, por importancia no por orden, es la que nos lleva a Dios. La segunda,primera por orden, es la que nos conduce a buscar y conservar la paz. Aquí criticaa Hobbes, porque atribuía a los hombres un deseo innato de subyugar: "la idea demando y dominación es tan compleja, depende de tantas otras ideas, que no puedeser la primera en estado natural" (1, 11). Las otras leyes naturales son: buscar losalimentos, fa atracción de sexos opuestos y el deseo de vivir juntos una vez quesuperan sus mutuos temores.

Al entrar en sociedad es cuando empieza la guerra y, por tanto, desaparece laigualdad. La ley positiva nace entonces, pero la justicia ya existía antes de quehubiera sociedad, señala contra lo que Hobbes creía.' Esas leyes positivas puedenser de tres tipos: las que regulan las relaciones entre naciones, se llaman derechode gentes; las que se dan dentro de una nación entre gobernantes y gobernados,se denominan derecho politico, y las que se dan entre ciudadanos, derecho civil.La ley es la razón humana aplicada al gobierno de los pueblos, y las leyes políticasy civiles son casos particulares en que se aplica la razón. Estas leyes deben

' Del esplriiw de las leyes, México, Pomia, colección 'Sepan Cuantos', 1977, p. 2. Versión castellana deNicolás Estavanez y estudio preliminar de Daniel Moreno. Prefacio. p. 1.

T Recuérdese que Hobbes sotiinia que en el Estado natural no hay ley ni justicia, que éstas nacen con lasociedad. Cfr. Leviatán, capitulo 13.

aplicarse según las condiciones específicas de un pueblo y deben amoldarsegobierno, al clima, a la extensión, al género de vida de sus habitantes, al grado (libertad, a su religión, a sus inclinaciones, costumbres, etcétera. Un tipo de hsurge de las relaciones entre los distintos elementos que componen una nacióEsa relación múltiple es lo que Montesquieu llama espíritu de las leyes. "Espínque consiste en las relaciones que puedan tener las leyes con diversas cosas"iii). Como lo ha dicho Sabine,' la tarea de Montesquieu era mostrar queestructura y funcionamiento del gobierno y del derecho dependían de la relacitentre esos elementos. Por eso, "el gobierno más conforme a la naturaleza es el qlmás se ajusta a la disposición particular del pueblo para el cual se establece"ni). Éste es, pues, uno de los grandes aportes de Montesquieu a la ciencia políticEstablecer esa relación y explicar, en palabras de Touchard, cl por qué de u:legislación determinada en un pats determinado. 4

Otro de los grandes aportes de Montesquieu y parte central de su obra, esteoría de las formas de gobierno, "obra maestra acabada en el interior de una ohmaestra inacabada".s

Montesquieu establece tres formas de gobierno, que resultan ser cuatro:república, que es el gobierno en el que el pueblo o una parte de él gobierna y apuede ser o democrática o aristocrática; la monarquía, que es el gobierno de mpero sujeto a "leyes fijas y prestablecidas", 6 y el despotismo, donde gobienuno sin ley ni regla. Lo primero que llama la atención es que Montcsquitabandona la tradicional división de las formas de gobierno (monarquía, aristocrcia y democracia). Esto, al parecer, lo hace para señalar al gobierno despóthcomo una forma de gobierno importante y no sólo como desviación de una fomlegítima, como habían hecho Aristóteles, Cicerón y Santo Tomás. Segundo,hace para establecer ciertas similitudes entre la aristocracia y la democracia, qtengloba bajo el término república. Cabe también señalar que este término, q;para los antiguos significaba la res publica, la cosa pública, y que hasta Loc;representó, por tanto, el Estado, aparece aquí como una forma de gobierno.

En la democracia, el pueblo es en cierta medida el soberano yen otra el súbditEs monarca por sus votos: su voluntad es soberana. Pero el pueblo delega su pod

' George H. Sabine, Historia de la teoría política. Mesita, FCE, 1973, p. 406.' lean Touchard, Historia de las ideas politicos. Madrid, Ternos, 1988. p. 308' Chevallier,. Los grandes tegtpspolíticos desde Mnpuiavelo hasta nuestros dios, Madrid. Editonal Aguii

1967, p. 1S.' Loa términos gobernarse por ley fija y establecida - son originarios de Locke. Montesquieu aqui aplica

gobierno monárquico lo que Locke consideraba corno facultad dcl poder legislativo; es decir. válido p.cualquiera de las tres formas de gobierno por él establecidas monarquu, oliprquia v democracia

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TEORIA ESTUDiO

el nombrar ministros. La mayor parte del pueblo tiene capacidad para elegir, perono para ser elegido.' Es súbdito, porque tiene que obedecer la ley. En laaristocracia unas cuantas personas hacen las leyes y las hacen ejecutar. "La mejorde las aristocracias es aquella en que la parte del pueblo excluida del poder es tanpequeña y tan pobre, que la parte dominante no tiene interés cn oprimida" (n, tu).La aristocracia será más perfecta en tanto más se asemeje a la democracia y másimperfecta cuanto más lo haga la monarquía.

La monarquía, donde gobierna uno por leyes fijas y establecidas, debe tenerpoderes subordinados y dependientes. Las leyes que hace el monarca suponenesos canales o poderes intermedios. Si no existiera más que la voluntad delpríncipe, no habría leyes. Esos poderes intermedios son la nobleza, el clero y lasciudades y sus privilegios. Además se requiere que en la monarquía exista undepósito de leyes que está en los cuerpos políticos "que anuncian las leyes cuandose las hace y las recuerdan cuando se las olvida" (aquí al parecer se está refiriendoa los Parlamentos). En el despotismo —la voluntad caprichosa es de uno solo—no hay leyes ni depositario de ellas. El único limite es la religión o las costumbres.

Esto es le naturaleza del gobierno; vale decir, lo que lo hace ser. Veamos ahorasus principios, lo que lo hace obrar. Lo primero es la estructura del gobierno; losegundo, las pasiones humanas que lo mueven.

El principio de la democracia es la virtud. No una virtud moral o cristiana, nosaclara en la advertencia que antecede a su prefacio, sino la virtud política; es decir,el amor a la patria y a la igualdad. La virtud politica es el "resorte" que mueve ala democracia. El amor ala patria y a la igualdad hace necesario el cumplimientode las leyes. Cuando no se cumplen, el Estado está perdido. El motor o resorte dela aristocracia es la templanza; es decir, un cierto espíritu de moderación, porquesi bien la aristocracia puede reprimir a los demás no tan fácilmente lo hace a símisma. Esa moderación basada en la virtud los hace verse iguales entre sí. En lasmonarquías, el principio es el honor. Esto nace de que, a juicio de Montesquieu,no es raro que haya príncipes virtuosos, pero sí que lo sea el pueblo. El monarcadebe, pues, otorgar distinciones o preferencias según sea el comportamiento de loshombres, y así cl honor "puede inspirar las más bellas acciones y, unido a la fuerzade las leyes, alcanzar el objeto del gobierno como la virtud misma" (ni, vt).

El principio o resorte del despotismo no puede ser otro que el temor. El muevelas acciones que se realizan en esa forma de gobierno. Aquí la virtud no se hace

Me recuerda los tres tipos de cerebros de tos que hablaba Maquiavelo: el que es capaz de discernir. el quelo es de entender el discernimiento de loa otros, pero no de discernir él. y el que no puede hacer una ni otra cosa.Cfr. El príncipe, capitulo xxn.

necesaria, y el honor es peligroso. Aquí lo único que cuenta es la obedienciextremada, y lo único que sirve como dique a tos caprichos del monarca son laleyes de la religión. Todo esto no quiere decir que en toda república haya mávirtudes (política o de moderación) o que en toda monarquía reina el honoro eltodo despotismo el temor, sino que serán imperfectas las formas de gobierno qu.no tengan como principio rector el resorte propio al que nos hemos referido.

Debido a todo esto, se entiende que las leyes de la educación atienden cprincipio rector de cada forma de gobierno. Así, la educación en la monarquíatiende al honor y ésta tiene sus ley es propias: hacer caso de las fortunas pero n:de las vidas; es más caro el honor que la vida; una vez alcanzada una categoríano debemos hacer nada que nos haga parecer inferiores a ella; las cosas prohibidapor el honor lo son más rigurosamente si las leyes no las prohiben. En un gobierndespótico, la educación tiende a infundir miedo, a no pensar, a rebajar el corazóna hacer serviles a todos y a una obediencia ciega. En una república se busca tdesinterés, la abnegación, el amor al bien colectivo por encima del individual;en una democracia, el amor a la patria y a la igualdad.

Debo hacer notar que el amor a la igualdad, en Montesquieu, implica Imediocridad y la frugalidad, pues no hay suficiente para todos. Si en una demccracia hay lujos, se genera la desigualdad, y la democracia se pierde. Pero debemos cuidarnos mucho de suponer que la igualdad extrema es el Camino de undemocracia. No todo puede ni debe ser igual.

De temer sería que los hombres obligados por necesidad a un continuo trabajo, sempobrecieran más en el desempeño de una magistratura; o que mostraranegligencia en sus funciones; o que simples artesanos se crecieran y enorgullecitran; o que los libertos, siendo numerosos, llegaran a ser tan influyentes como kantiguos ciudadanos. En estos casos, aun en la democracia, habría que suprimirigualdad entre los ciudadanos en bien de la misma democracia (y, y).

Todos somos igúales en tanto derechos, pero no por méritos, había dichLocke. No todos podemos cumplirla misma función en la sociedad. Cuando estse confunde, se acaba la democracia.' "No está más lejos el cielo de la tierra qula verdadera igualdad de la igualdad extremada" (viii, iii).

Una democracia debe basarse en igualdad de fortunas y en la frugalidad co rnforma de vida. Las tierras no sólo deben dividirse por igual, sino en porciontpequeñas. El comercio permite el enriquecimiento, aunque no excesivo; ello dan

' Cfr. Del esprrnu de las ¿. des. Libes ves. capitulo tt.

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1l ORIA

al traste con la igualdad y, por tanto, con la democracia. Cuánto bien haría conocer.,^

estas ideas a los que creen que puede existir democracia donde hay grandesdesigualdades. Lo que hace el espíritu de una democracia no es el amor a lalibertad, sino cl amor ala igualdad, como más tarde dirá Tocqueville. Y no puedehaber virtud —el resorte de la democracia— donde las fortunas son muydesiguales.9

La corrupción de un régimen político empieza casi siempre por la de losprincipios. Si se acaba la igualdad o ésta es extrema, se termina la democracia; siel poder de los nobles se hace arbitrario, es decir, si se acaba el espíritu demoderación, se termina la aristocracia; si los poderes intermedios dejan de fun-cionar, se acaba la monarquía. Los gobiernos moderados sucumben por acciden-tes particulares en su principio. El despotismo, en cambio, por su propia natu-raleza, por su vicio interno. Una vez corrompido un gobierno moderado, hay queremediar los principios; es la única manera.

Montesquieu retorna las ideas de los antiguos cuando establece la relación entreforma de gobierno y tamaño del Estado. La república es apta para un territoriopequeño; la monarquía, para uno regular, y el despotismo para uno grande. Perola república siempre tendrá la oportunidad de la federación: convención, mediantela cual las diversas entidades políticas forman un Estado más grande conservandocada una su personalidad.

Pasamos así al libro xt, el más famoso y citado de Del espíritu de las leyes; "elúnico, podría jurarse, que es todavía, si no leido, al menos, hojeado por losespíritus apresurados de hoy". '° En él, nuestro autor define su concepto de libertadpolítica, concepto capital en su obra, y establece la célebre separación de poderes.Veámoslo con cierto detalle. Es imprescindible.

Tener libertad política no consiste en hacer lo que se quiere. "En un Estado, esdecir, en una sociedad que tiene leyes, la libertad no puede consistir en otra cosaque en poder hacer lo que se debe querer, y en no ser obligado a hacer lo que nodebe quererse" (xi, in)." Libertad —a diferencia de la independencia— es elderecho de hacer lo que las leyes permiten; pues si se pudiera hacer lo que las leyesprohiben, no se tendría libertad, ya que los demás tendrían el mismo poder. La

• El capitulo sobre los presentes o regalos en función de la forma de gobierno es magistral por aleccionador.En una «publica democratica no puede pensarse en que loa ciudadanos le regalen al funcionario, pero no éste aaquellos o el inferiocal superior pero no éste a aquél. 'En una república lo presentes son una coas repugnante, porque la vinud no tiene necesidad de ellos - (v, *vol.

*Chevallier, op. ci:., p. 122. •" Danc un tul'. c'est-a-dire dansc une sociéte on it y a des lois, la liberté ne peut consisten qua pouvoir faire

ce que ron dolt voukoir. et a ti erre point contraint de faire ce que ron ne dolt pes vouloir. .

ESTUDIOS

libertad política es la "tranquilidad de espíritu", que produce la confianza que tienecada quien de su seguridad (xi, vi). Un gobierno en que nadie pueda temer a otro,es un gobierno donde reina la libertad política. Por ello, esta libertad es propia sólode gobiernos moderados y no siempre la encontramos en ellos. Todos los Estadotienen el mismo objetivo: conservarse; pero cada Estado tiene uno en particular:el engrandecimiento, la guerra, la religión. Hay uno, decía Montesquieu, que tienecomo objetivo central la libertad política. Se refería a Inglaterra.

Es sabido que Montesquieu, entre 1728 y 1731, viaja por Europa y que resideun tiempo en Inglaterra. Lo que ahí vio fue decisivo para su obra. El contacto conla Constitución inglesa le permitió encontrar la idea que necesitaba para afianza:la libertad política: un gobierno mixto con frenos y contrapesos. Como lo hiexpresado Sabine, Montesquieu amaba la libertad desde el punto de vista moralfruto de su admiración por el mundo antiguo. Su estancia en Inglaterra lo hiztcomprender que la libertad "puede ser resultado no de una moralidad cívic asuperior, sino de una organización adecuada del Estado"." De ahí surge la teoríade la separación de poderes que desarrolla en el capitulo vi, "De la Constituciórde Inglaterra". "Este célebre capítulo, citado con más frecuencia que leído líneaa línea", trata en realidad —como lo ha indicado con todo acierto Chevallier ersu espléndido libro—" de dos aspectos: la teoría en abstracto de la división depoderes y, a la vez, la descripción concreta de la Constitución inglesa.

En cada Estado, dice Montesquieu, hay tres poderes: el legislativo, que hace la:leyes; el ejecutivo, que las ejecuta y que trata de la paz y la guerra y de la seguridaepública, y el judicial, que castiga los delitos y juzga las diferencias particularesCada poder debe estar en distintas manos.

Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona tel mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza, porque puede temerse que emonarca oel senado hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismos tiránicamenteNo hay libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativay del poder ejecutivo. Si no estuviera separado del poder legislativo, se podré:disponer arbitrariamente de la libertad y de la vida de los ciudadanos; como que ejuez seria legislador. Si no está separado del poder ejecutivo, el juez podría tenela fuerza de un opresor (xi, vr).

Sabin, op. cit., p. 407." Cbevallier, op. dr.. p. 123.

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Como se ve, la separación de poderes surge, como ya indiqué antes, de la-^ necesidad de defender la libertad política: éste es el objetivo de Montesquieu y de

todo cl libro xt. Ahí donde los poderes están en las mismas manos hay despotismo;vale decir, ausencia de libertad.

Ahora bien, el poder judicial no debe dársele a un senado permanente, sino apersonas salidas del pueblo," de forma periódica y alternativa, quienes formaránun tribunal que sesionará por breve tiempo: "cl que exija la necesidad". Así, diceMontesquieu, el "terrible" poder de juzgar no será función de una clase oprofesión's determinada, sino que será un poder, "por decirlo así, invisible y nulo"(xi, vi). 16 Los tribunales no serán fijos pero sí los juicios y cada ciudadano serájuzgado por sus iguales. Todo ello logrará un equilibrio, un balance.

Los otros dos poderes, el legislativo y el ejecutivo, pueden darse a magistradosfijos o a cuerpos permanentes, "porque no se ejercen particularmente contrapersona alguna". Uno expresa la voluntad general" y el otro la ejecuta (xt, vt). Ellegislativo debiera estarán manos del pueblo, pues en él reside la soberanía; perocomo por el tamaño es imposible, delega su poder en representantes a través dclvoto. Estos representantes no deben serlo a nivel nacional sino local, pues cadaciudadano conoce mejor los problemas de su zona.

Uno de los mayores inconvenientes de la democracia es que el pueblo no escapaz de discutir las cuestiones de interés. Sus representantes sí. Recuérdese quecasi todos estamos facultados para elegir pero no para ser elegidos, segúnMontesquieu. De ahí una ventaja adicional de contar con diputados. Estos fueronelegidos para hacer leyes y fiscalizar las existentes, no para tomar resolucionesactivas.

El poder legislativo debe estar dividido en dos partes:

" Salidos del Corps du peupk, como en Atenas, se lee en el original fiances.

" Clare aqui es la traducción de drat en el original. 'De cene (aeon, la puissance dr. juger, si terrible parmi

les homes, n'etait attachee ni i mi certain état, ni a une certain profession, devient, pour ainsi dire invisible et

null- ." A? parecer. rl termine 'puchk' engloba varias clases (•oestados) y Profesiones y por ello el poder de juzgar

no es propio de ninguna l.ns noble; eran cuestión apane y eran juzgados por la Cámara Alta .

"Montesquieu utiliza el teman "voluntad general' antes que Rousseau. No he encontrado autor alguno que

haya reparado en este pasaje. Sabine duda sobre quien invento la expresión, si Rousseau o Diderot. La

Enncfnpedo se puhUce entre 1751,e1 primer tomo. 7 1705, el ultimo (las láminas en 1772). Montesquieu publicó

an libro en 1741. Por tirito. sugiero que fue Mnnte.quieu el autor de la expresión, aunque fue Rousseau el que

definió el termine tal y cono ha pasado a la h,.iona El parrafo en su versión original dice: 'Les dcux autres

p uvoirs p urraient pauta erre divanes a des magistrate ou a des corps permanents, paree qu'ils ne s'exereent sur

aucune partisulier; ñ cram, run, que la vnaomte generate de I'Etat, et t'autre, que ('execution de cette volonté

generals (xt, vi) .

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ESTUDIOS

Hay siempre en un Estado gentes distinguidas, sea por su cuna, por sus riquezas opor sus funciones; si se confundieran entre el pueblo y no tuvieran más que un votocomo todos los demás, la libertad común seria esclavitud para ellos; esas gentes notendrían ningún interés en defenderla, porque la mayor parte de las resoluciones lesparecerían perjudiciales (xi, vi).

Se requiere, pues, que formen un cuerpo con derecho a "detener la empresaspopulares, corno el pueblo tiene derecho a contener las suyas" (loc. cit.). Asíencontramos que el poder legislativo tendrá dos cámaras. Montesquieu estabapensando en la Cámara de los Lores (Alta) yen la Cámara de los Comunes (Baja)de Inglaterra, aunque no las llame por su nombre. Resulta casi innecesario añadirque cada Cámara debe sesionar por separado. La de los nobles, que debe serhereditaria, funcionará como control del ejecutivo y de los representantes popu-lares, pero no tendrá injerencia en asuntos en que tenga un interés particular, comolos impuestos, que estarán en manos de la Cámara del pueblo. La Cámara de losNobles tiene facultad de impedir, pero no de estatuir. "Llamo facultad de estatuiral derecho de legislar por sí mismo o de corregir lo que haya ordenado otro. Llamofacultad de impedir al derecho de anular una resolución tomada por cualquierotro" (xi, vt).

El poder legislativo no debe estar largo tiempo sin reunirse ni hacerlo de formapermanente. Sólo debe reunirse cuando es convocado por el ejecutivo. Éste debeestar en manos de un monarca, pues es más fácil y eficaz la toma de decisiones poruno que por varios. El poder ejecutivo debe contener al legislativo, pero no éstea aquél:

Si el poder ejecutivo no tiene el derecho de contener los intentos del legislativo, ésteserá un poder despótico, porque pudiendo atribuirse toda facultad que se ie antoje,anulará todos los demás poderes. Pero no conviene la reciproca; el poder legislativono debe tener la facultad de poner trabas al ejecutivo, porque la ejecución tiene suslímites en su naturaleza yes inútil limitarla (sic); por otra parte, el poder ejecutivose ejerce siempre en cosas momentáneas ()o, vi).

Tesis que nos sorprende, porque sabemos que el peligro mayor está en losabusos del ejecutivo. De ahí que hoy en día, en los regímenes verdaderamentedemocráticos, sea al revés: el legislativo controla al ejecutivo. Después de conocerlos ahusas del poder absoluto podría sorprender que Montesquieu lo planteara asi,pero él estaba pensando cn Carlos 1 decapitado yen los excesos del Parlamento.Los residuixs de un tiempo promc nárquico se descubren en los pasajes dondeMontesquieu —"noble liberal", "conservador ilustrado", como lo ha llamadoChevallier— defiende el poder del ejecutivo:

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TEORÍA

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TEORIA ESTUDIOS

El cuerpo legislativo no debe tener el derecho de juzgar a nadie y mucho menos alque ejecuta: la conducta y la persona de éste deben ser indiscutibles, sagradas,porque siendo su persona tan necesaria al Estado, para que el cuerpo legislativo nose haga tiránico, desde el momento en que fuera acusada y juzgada la libertaddesaparecería. En este caso, el Estado dejaría de ser una monarquía: sería unarepública sin libertad. Pero como el que ejecuta no puede hacerlo mal, sino porculpa de malos consejeros (sic) que odian las leyes como ministros, éstos son losque deben ser perseguidos y penados (xi, vl).

Cabe hacerse notar que aunque Montesquieu señala que el poder legislativo nodebe juzgar, supone que puede hacerlo en tres casos excepcionales:

a) Los grandes siempre están sujetos a envidias y así no sería justo quefueran juzgados por el poder judicial, pues éste, como vimos, estáformado por miembros del pueblo. El principio es que todo hombre seajuzgado por sus iguales, de ahí que los nobles deben serlo por la CámaraAlta;

b) Pudiera ser que la ley fuera demasiado rigurosa y los jueces no pudieranmodificar la ley, entonces cl poder legislativo como tribunal "puedemoderar la ley en favor de la ley misma";

c) Podría suceder que algún ciudadano cometiera delitos políticos que elpoder judicial no supiera cómo castigar.

Al hablar de la separación de poderes, Montesquieu está hablando de gobiernomixto, aunque no emplee el término, el que tanto horror habla causado a Bodinoy tanto aprecio a Cicerón. El ejecutivo en manos de un monarca; cl legislativorepartido entre las de la nobleza (Cámara Alta) y las del pueblo (Cámara Baja),y el judicial en manos del pueblo. Son tres poderes y tres representaciones de esospoderes. Es la separación en abstracto y la representación concreta a las que hacíaalusión Chevallier. Si Cicerón pensaba en la república romana cuando hablaba desu gobierno mixto, Montesquieu piensa en la Inglaterra de su tiempo.

Montesquieu muy pronto se olvida del poder judicial, al que llama poder "casinulo", sin que se entienda a ciencia cierta por qué —al parecer porque estádiseminado entre cl pueblo "periódica y alternativamente"—; y cs después dereferirse al ejecutivo y al legislativo, que está dividido en dos, cuando escribe:"Estos tres poderes deberían formar un reposo o una inacción. Pero como, por elmovimiento necesario de las cosas, están obligados a marchar, se verán obligados

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a marchar de concierto". 1e Este párrafo crucial parece, pues, excluir al poderjudicial, y así lo ha entendido la edición de Porrúa y así parece comprenderloChevallier, 19 quien apunta que, en este pasaje, Montesquieu ya no está hablandode los tres poderes en abstracto (ejecutivo, legislativo y judicial), sino de susrepresentaciones concretas, de "tres fuerzas especiales" pensando en la Constitu-ción inglesa: nobleza, pueblo y rey. Por tanto, se estaría refiriendo al legislativodividido en dos y al ejecutivo. Así también lo sugiere el contexto de la obra. Sinembargo, podemos afirmar que también el judicial debe buscar un equilibrio conlos otros poderes y así se entiende en la teoría democrática clásica. ¿Cómo? Esono lo dice Montesquieu. Chevallier ha escrito que sería la institución del primerministro lo que resolvería el cómo, pero Montesquieu no podia preverlo.

Como habíamos visto, la teoría de la división de poderes está inmanentementerelacionada con la libertad política. La libertad de la Constitución se expresa enesa separación; la del individuo en su seguridad. 20

La división de poderes y los frenos y contrapesos entre ellos que establecióMontesquieu sentaron las bases de todo el constitucionalismo liberal, como hasostenido Sabine. El solo capítulo vi —" ,hay en ninguna otra obra p9íítica unariqueza de ideas tan desbordante como en este solo capítulo?"- 21 contribuyecomo pocas obras a afirmar las bases de todo régimen liberal.

Las influencias que pudo haber recibido Montesquieu son múltiples..Ya Platóny Polibio habían hablado de gobiernos mixtos. 22 Cicerón23 había mantenido elequilibrio entre los cónsules que tenían el poder; los nobles que ejercían influenciay tenían participación en el poder, y el pueblo que gozaba de libertad y al que sele reservaban ciertos asuntos. Aristóteles" habló de los poderes ejecutivo,deliberativo y judicial, y Locke había establecido la división entre el poderejecutivo y el legislativo. Pero nadie le dio la significación, equilibrio y cohesióna esta teoría como Montesquieu. En sus manos adquirió una nueva dimensión yel liberalismo una de su más potentes armas.

" Cito la traducción de Cbevallier, pues es mis exacta que la de Porras. En efecto, 'Ces trois puissancesdevraient formes un repos ou une inaction. Mala camine. par le mouvement néceasaire des dioses, elles sontcontraintes trailer, elles serón forcées d'alkr de concert' (x4 vt)

" La edición de Pornia se siente en la necesidad, para dejarlo claro, de intercalar en paréntesis que indica quese esti refiriendo este párrafo a los dos poderes: el legislativo y el ejecutivo, p. 109. Chevallier. op. cir., p 129

s Libertad política significa la confianza que cada uno tiene en su seguridad (xt, vil. Liberal ftloaofica es elejercicio de la propia voluntad: pu, a).

" Cbevallier, op. cit.. p:119." Cfr. Sabine, op. cit.. p. 411.a Cicerón, Tratado de la República. Libros i y o.r' Aristóteles, Poli ico. rv, pp. 11-13.

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TEORIA ESTUD!OS

Habíamos analizado lo que es el espíritu de las leyes: la relación de la ley conlos elementos que conforman una sociedad: gobierno, clima, costumbres, grado

1„ de libertad, religión, etcétera. "Con todo ello se forma un espíritu general que essu resultado cierto. Cuanto más fuertemente influya una de estas causas, menosse dejará sentir la influencia de las otras" (xix, tv). El espíritu general es, pues, lamezcla que todos esos elementos producen, pero donde hay uno hegemónico quesobresale de los demás y caracteriza a ese Estado. Es la resultante de esa mezclaen donde el "tono", como lo ha calificado Chevallier, lo da el elemento hegemónico.

La Naturaleza y el clima obran casi solos sobre los salvajes; las leyes tiranizan aJapón; gobiernan las formas a los chinos; las costumbres eran la regla en Macedonia;las máximas de gobierno y las costumbres antiguas eran lo que ejercía más influjoen Roma (xix, iv).

El legislador debe, pues, procurar hacer sus leyes conforme al principio oresorte de la forma de gobierno de que se trate y conforme al espíritu general denación, "porque nada se hace mejor que lo que hacemos libremente siguiendonuestro genio natural" ()cix, y). En las naciones como en los individuos, si elcarácter en general es bueno, no importan los pequeños defectos. "No es acertadocorregirlo todo". Los diversos caracteres de las naciones resultan de la mezcla devirtudes y defectos, de malas y buenas cualidades. Las mezclas afortunadas danlugar a grandes bienes. Es menester conocer que no todos los vicios políticos sonvicios morales, ni todos los vicios morales lo son políticos.

¿Cómo se da, entonces, la relación entre ley y costumbre? Las leyes soninstituciones particulares del legislador, las costumbres de las naciones. Unacostumbre no se cambia con una ley, sino con otra costumbre. Una ley se cambiacon otra ley. "Es mala política invertir estos términos."

Los pueblos son apegados a sus costumbres, y si se les quitan a la fuerza loshacen desgraciados. Más que cambiar las costumbres, es mejor inclinarlos a quelas cambien ellos mismos. Las leyes son para el ciudadano; las costumbres parael hombre. Y la diferencia entre costumbres y maneras estriba en que aquéllas serefieren a la conducta interna y las maneras a la exterior.

"Las costumbres de un pueblo esclavo son parte de su servidumbre; las de unpueblo libre son parte de su libertad" (xix, xxvn). Por eso, al examinar la relaciónentre la Constitución inglesa y su espíritu general, señala que éste está caracteri-zadopor su libertad política y que sus leyes recogen costumbres y maneras.

¿Y la religiones. Montesquieu aclara que no ha pretendido subordinarla a lopolítico, pero "como no soy teólogo sino escritor politico", ha tratado de "ar-monizar" ambos intereses.

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La religión cristiana, al ordenar que los hombres se amen entre sí, quiere sin dudaque cada pueblo tenga las mejores leyes políticas y las mejores leyes civiles, porser éstas, después de la religión, el mayor bien que los hombres pueden dar y recibir(xxty, I). Pero también la misma religión debe estar en relación con los tipos degobierno, y así la religión cristiana conviene a los gobiernos moderados pero lamahometana a los despóticos.n

En suma y para insistir en ello, el legislador debe tomar en cuenta el espíritugeneral de la nación y el principio o resorte de su forma de gobierno para establecerlas leyes que deban regir.

Ahora bien, la forma en que se presentan estas leyes es fundamental paraMontesquieu: el estilo debe ser conciso y sencillo, la expresión directa. No debenser sutiles ni vagas, ni estar en pugna con la naturaleza de las cosas. La ley debedespertar en todos las mismas ideas.

Montesquieu buscó infatigablemente los principios generales que explicaranlas causas de los fenómenos que veía. Extraídos de la historia y de sus propiasreflexiones, pretendió hacerlos válidos para distintos tiempos y lugares. Lassiguientes palabras de Montesquieu pueden muy bien serla conclusión de su obra:

Lo digo y me parece no haber escrito esta obra sino para probarlo: el espíritu de lamoderación debe ser el que inspire al legislador; el bien político, lo mismo que elbien moral, está siempre entre dos límites (xxix, t).

Del espíritu de las leyeses una obra monumental. 26 Manantial inagotable, comotodo libro clásico, del que brotan ideas y más ideas. Su lectura, como en todoclásico también, sigue proporcionando respuestas, deleite y sabiduría.

r+ Montesquieu, como Goethe. Fiebre y Cadyle, pensaba que estamos en eme mundo para la acción, no panla coskmpluM. y que la religión no debla olvidar esto.

" Hay otras Norias quedearrolla MontesquIeu ea su libro y que no puedo e Laminar aqua. Por ejemplo. esteoría sobre el clima. Si bien Bodino Babia sido el primero en introducir este tema ea la ciencia politice. es Mon-tesquieu el que lo va a llevar • ulterior desarrollo. Otro aspecto importante a el relativo a la esclavitud.Montesquieu está contra ella y sus argumentos son Muy interesantes. Lo mismo sucede con sus puntos de vistasobre el comercio.

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EL ROL DEL LIDERAZGOEN LOS PROCESOS DE CAMBIO POLÍTICO:UNA PROPUESTA DE ANÁLISIS*

César Cansino

Introducción

Quien observa los varios procesos de transformación o cambio político' ocurridosen diversos paises a nivel de régimen político en las últimas dos décadas, podráconstatar sin dificultad la presencia significativa de un liderazgo personal enalguna o algunas de sus fases o etapas.

Así, por ejemplo, pensando en las transiciones democráticas ocurridas en laEuropa Mediterránea en la década de los setenta, o en los múltiples procesos dedemocratización que han tenido lugar en América Latina en la década de losochenta, o —finalmente— en las así llamadas transiciones poscomunistas queen la actualidad experimentan varios países de Europa del Este, la identificaciónde tales procesos con un determinado líder político resulta una evidencia empí-rica?

Este articulo constituye una propuesta teórico-metodológica elaborada en el marco de una investigacióncolectiva en proceso, con sede en el European University Institute. Deseo agradecer especialmente a José ManuelRivers, con quien trabajé estrechamente este articulo, y a Jean Blande) y Maurizio Corla por sus invaluablescomentarios y sugerencias. Sobra decir que el presente escrito es responsabilidad exclusiva del autor.

Los contemos que en lo sucesivo aparezcan en cursivas serin objeto de un análisis particularizado en el tercerinciso de este escrito.

r Existen diversos estudios de cambio politico que explícitamente han subrayado la presencia significativa deeste nexo en casos concretos. Véase por ejemplo: Baloyre (1987), Molino (1987), Linz (1990). Este ultimo, porejemplo, refiriéndose al papel que pueden Regar 'desempeñar los líderes políticos en el entablecitmientodenuevasdemocracias, señala que: "Mucho depende del liderazgo en las muevas democracias. Sus lideres deben convencera la gente del valor 4e las nuevas libertades conseguidas, de la posibilidad de cambiar gobiernos pacsficumente,y al mismo tiempo deben transenitirks la imposibilidad de'tetbbnar en pocosiampo • Is diezmada legalidad dealgunas gobernantes nodemocriticos y a la acumulación de errores que hin lievadoocontribuidoa su crisis actual.Los líderes tienen la dificil e ingrata tarea de decir • la gente que con democracia la eco omta no mejorar:

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Mientras que en la Europa Mediterránea se destacaron los nombres de líderespolíticos —Suárez y Karamanlis— como actores centrales o relevantes en lasrespectivas transiciones democráticas de España y Grecia, en el caso de AmériuMLatina los diversos procesos de redemocratización están asociados a nombrescomo los de Alfonsin en Argentina o Neves en Brasil. Otro tanto puede decirsede personajes hoy ampliamente conocidos como Gorvachov, Havel, Wallesa oAntall cn las transiciones poscomunistas de Europa del Este.'

Ahora bien, la constatación en diversos casos de este nexo relevante entreliderazgo personal y cambio político vuelve legitima la búsqueda de explicacionesobjetivas sobre el rol especifico del liderazgo en tales procesos de cambio otransformación política. Más específicamente, vuelve legitima la indagaciónsobre el ascenso o descenso de la centralidad de tal rol en la evolución y resultadode dichos procesos de cambio.

El presente artículo se inscribe en este ámbito de preocupaciones. Intentadesarrollar una propuesta teórico-metodológica que consienta el estudio compa-rativo de distintos casos de liderazgo. Más específicamente, se intenta establecerde manera propositiva algunas relaciones significativas que expliquen el ascensoo descenso de la centralidad del rol del liderazgo en procesos de transición otransformación política. Cabe señalar que nuestra aproximación al tema del li-derazgo parte de reconocer las limitaciones y nudos problemáticos de este sectorde investigación en el ámbito de la ciencia política! En tal sentido, como veremos

inmediatamente; que sin cambio económico, cambio social y justicia, no será conseguida; y que el éxito de unasociedad no es el resultado de actividades del Estado o incluso del mejor de los gobiernos posibles, sino delesfuerzo de la sociedad en su conjunto. Los líderes democráticos deben evitar el peligro de sobres timar lademocracia'.

'Esta inicial identificación entre liderazgo personal y cambio politico encuentra algunos casos aparentementeatípicos, en tanto que no muestran la presencia reconocida de un líder como actor central del cambio (v.gr. latransición democrática en Portugal o la reciente transición en Chile). En una investigación comparativa esimportante considerar este tipo de situaciones, pues su contrastación con los otros casos resulta fundamental paraacotar o precisar las hipótesis operativas que aqui puedan sugerirse. Una explicación muy preliminar de laatipicidad de tales casos puede quizá encontrarse en la especificidad de sus transiciones democráticas donde elpeso real y simbólico del liderazgo identificado con el régimen autoritario precedente (Salazar en Portugal oPinochet en Chile) obnubila la centralidad de cualquier liderazgo emergente.

• Es ampliamente reconocido que el estudio del liderazgo presenta serias dificultades para arribar aconclusiones susceptibles de generalización. La mayor de las veces, su tratamiento ha sido realizado enfatizandocaracterísticas psicologistas que vuelven dificil su objetivación analítica (entre otros muchos ejemplos cama lostrabajos de: Fied ler, 1962; G,ecnstein, 1969; Lasswell, 1960). En otras ocasiones (Edinger. 1984. 1975. 1990),tos estudios de liderazgo han generado metodologias de tipo contra ficticia fuenememe cuestionadas pus sucarácter ambiguo y especulativo. €*t términos de metodologías comparadas para el estudio del liderazgo existenpocas propuestas mnodologicas consistente. Una excepción significativa lo constituye el trabajo de Blondel(1987).

después, el alcance de las hipótesis y generalizaciones de nuestra propuestatendrán un carácter claramente probabilistico y tendencia'.

A continuación definiremos con mayor precisión el tipo de problemas que están

a la base de nuestra propuesta, así como las hipótesis a partir de las cuales seconsidera factible analizar comparativamente distintos casos de estudio. Pasoseguido delimitaremos nuestro marco conceptual e indicaremos algunos elemen-tos metodológicos indispensables para la búsqueda empírica.

Definición del problema

Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, nuestra propuesta intentaofrecer una respuesta satisfactoria al siguiente problema: cuándo y cómo unliderazgo personal, en tanto capacidad de un actor político determinado, adquieremayor centralidad o ve disminuir la misma durante un proceso de cambio otransformación política a nivel de régimen o arreglo institucional.

Para llevar adelante esta búsqueda proponemos considerar el siguiente conjun-to de hipótesis que dan cuenta del desempeño en el tiempo de un liderazgopersonal en relación con la dinamicidad propia del proceso en el que interactúa.Cabe señalar que el tipo de hipótesis que aquí se sugiere tiene un carácter:

a) Tendencia', en la medida en que tratan de dar cuenta de una sucesión de posibleacontecimientos y desenlaces que tienen relación con el tipo de procesos ycircunstancias propios de cada caso en análisis, y

b) Probabilistico, en la medida en que la suposición de relaciones significativas seplantea con algún margen más o menos amplio de probabilidad, dependiendo deuna gran diversidad de condiciones y circunstancias, tales como las caracterís-ticas del régimen en cuestión, el tipo de interacciones que cada ordenamientopolítico confiere a los diversos actores, etcétera.

Para nuestros objetivos de análisis, consideramos que el ascenso o descenso dela centralidad del liderazgo durante un proceso de cambio o transformaciónpolítica a nivel de régimen o arreglo institucional, mantiene una relación mayoro mcnormente significativa con los siguientes elementos:

a) La modalidad del cambio político y la fase del mismo. Teniendo en cuentaprincipalmegte las transiciones políticas que ocurren de un régimen autoritario auno democritjco, o las transiciones poscomunistas, se_puede establecer unarelación significativa entre el ascenso de la centralidad de un liderazgo personal

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TEEORIA

y las fases iniciales de la transición y/o instauración del nuevo arreglo institucional.En este sentido, la centralidad del liderazgo puede ser mayor en estas fasesiniciales, por cuanto aún no se define del todo el nuevo arreglo institucional (bajainstitucionalización). En otras palabras, en ausencia de un firme asentamiento delas nuevas estructuras políticas, el líder, en tanto actor políticamente reconocido,asume la legitimidad inherente a la estructura política en formación. De igualmanera, cuando el nuevo arreglo institucional conquista mayores niveles decomplejidad autonomía, flexibilidad y coherencia, la centralidad del liderazgopersonal puede comenzar a disminuir. Por extensión, la centralidad del rol dellíder puede ser más significativa en fases de transición e instauración democráticade un nuevo régimen que en las fases sucesivas de su consolidación.

b) El nivel de percepción de la identificación. Entre el proceso de cambio políticoen cuestión y el actor que personaliza dicho proceso (el cual ejecuta el rol delliderazgo).

Tal nivel de percepción puede ser de dos tipos:

1.El que resulta a través de los imaginarios sociales, que funcionan en la relaciónmasa-líder con base en la cultura política de la sociedad en cuestión, y

2. El que resulta de la canalización de los intereses de la clase política, la cualprioriza la necesidad del cambio (como elemento posibilitador de sus interesespolíticos)sobre otros elementos de carácter procedimental (asumiendo la cesiónal líder de capacidades político-decisiona les) y panicularizador (asumiendo elcambio político como fm en sí mismo y renunciando en virtud de este fin a losintereses particulares de su grupo y a la afirmación de la identidad politicapropia).

En este sentido, cuando este nivel de percepción tanto en la relación masa-lídercomo en la relación clase política-líder es alta, la centralidad del rol del líder puedeser mayor. De manera inversa, si tal identificación es débil, la centralidad del roldel líder puede verse mermada.

c) Grado de eficacia y efectividad decisional Por parte del líder para respondera las expectativas sociales, económicas y políticas generadas antes, durante y entorno al proceso de cambio político.

En este sentido, cuando el grado de eficacia y efectividad decisional por partedel líder es alto, la centralidad del liderazgo puede mantenerse en cotas elevadas.De manera inversa, cuando las decisiones propias de ese liderazgo no están engrado de responder a las expectativas de diversa índole provenientes de la

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comunidad política en su conjunto durante el proceso de cambio, la centralidaddel liderazgo puede comenzar a decrecer.

d) Rasgos de personalidad socio -política propios del líder. Como un elementoadicional y hasta cierto punto secundario en la medida en que el control analíticode este tipo de problemas no siempre puede ser traspolable comparativamente, sesugiere considerar al menos dos grandes tipos de personalidad del líder, cuyaconstatación resulta claramente reconocible en términos de nuestros objetivos deanálisis:

i) Rasgos de personalidad democráticos, yii) Rasgos de personalidad autoritarios.

En este sentido, cuando cl líder manifiesta mayormente rasgos de personalidaddemocráticos en términos ideológicos y de cultura política durante el proceso decambio, la centralidad del rol del liderazgo puede ser mayor. De manera inversa,cuando las actitudes del líder comienzan a tomar mayores distancias respecto depatrones democráticos de personalidad, la centralidad también puede comenzara decrecer.

En la parte restante de este artículo especificaremos el marco teórico y con-ceptual en el que estas hipótesis cobran sentido. Asimismo, intentaremos indicaralgunos elementos que posibiliten su operacionalización, así como su constataciónempírica.

Lineamientos teóricos y conceptuales

Para analizar comparativamente estas cuatro hipótesis en casos de liderazgoespecíficos, proponemos se consideren los siguientes lineamientos teóricos yconceptua les.

Liderazgo

En la vasta literatura teórica y empírica sobre liderazgo se han desarrollado unagran cantidad de conceptualizacioncs. Para un sector considerable de investiga-dores, la definición del liderazgo ha partido de privilegiar elementos de persona-lidad y compórtamicnto. A este respecto resultan ilustrativas las tentativas de-finicionales provenientes de marcos teóricos señaladamente behavioristas o

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funcionalistas como los de Lasswell (1960), Fied;er (195 8), Blondel (1987). Así,por ejemplo, para muchos de estos autores el liderazgo es producto de las habi-lidades cognitivas y las capacidades psicológicas del líder. Para otro sector muynutrido de investigadores, el liderazgo es analizado en un marco conceptualreconocidamente weberiano (Cavalli, 1982,1984,1987; Pellicani, 1987, Lcpsius,1987). En ese sentido, lapreocupación de estos autores radica en la individualizaciónde las características carismáticas de los líderes de acuerdo a la conocida tipolo-gía de estructuras de autoridad y dominación desarrollada por Weber. Un últimosector de análisis es el conformado por todas aquellas tentativas que sin adscri-birse de manera rígida a una única tradición teórica de liderazgo, circunscribe susmarcos conceptuales a las necesidades de sus particulares indagaciones empíri-cas.

Para el caso de nuestra propuesta, reconocemos muchas de las contribucionesque estos diversos sectores de análisis han producido a lo largo de más de cuatrodécadas. No obstante ello, nuestra afiliación teórica resulta más de una confron-tación crítica con tales perspectivas en función de nuestros específicos objetivos,que de una identificación mecánica con una de ellas. En otras palabras, nosinteresa proponer una conceptualización del liderazgo que nos permita analizarloen su dinámica propia (más que preguntarnos por los orígenes que explican susurgimiento, nos interesa estudiar cómo se desarrolla en el tiempo). Asimismo,nos interesa una definición multicausalista de la evolución del liderazgo por sobreaquellas concepciones que lo hacen depender de un único factor y, finalmente, nosadscribimos a una definición que contemple un conjunto de variables en dondeaspectos tales como la personalidad del líder constituyen tan sólo uno de loselementos explicativos y ciertamente no el más importante.

Tomando en cuenta lo anterior, podemos acercarnos a nuestra definición se-ñalando con Blondel que el liderazgo tiene que ver con el poder. Es decir, consisteen la capacidad de uno o más individuos en lo alto de hacer que otros hagan unnúmero de cosas (positiva o negativamente) que de otra mañera no harían o allímite podrían no hacct. No obstante la reconocida utilidad de esta definicióncomo punto de partida para una conceptualización del liderazgo, también debenre-conocerse otros elementos que nos permitan dar cuenta de su centralidad. Enese sentido, sugerimos simultáneamente que el liderazgo debe concebirse comodesarrollo de un proceso, aquel que tiene que ver con —utilizando la conocidadefinición de Easton— la asignación autoritativa de valores en un determinadosistema político.

Partiendo de estas consideraciones y en función de nuestros específicosobjetivos de invest igacion entendemos por liderazgo la capacidad de poder de uno

o varios individuos para que sus decisiones sean implementadas y asumidas porlos otros individuos con base en la autoridad politica reconocida del líder.Considerada como un proceso, esta capacidad puede manifestarse con distintosniveles de intensidad o efectividad. En ese sentido, el rol del liderazgo puedeadquirir mayor o menor centralidad en el especifico contexto de actores y procesospolíticos en el que se desenvuelve. Cabe subrayar que nuestro hablar de liderazgoda porsentadosu entendimiento como liderazgo político nacional. En esa medida,vista como la capacidad de un especifico actor politico, cl liderazgo personalcoexiste y se desarrolla con otros actores políticos. Esta constatación nos permiteconsiderar distintos niveles de centralidad del liderazgo. Por centralidad delliderazgo asumimos el grado de establecimiento o asentamiento del rol de eseliderazgo en un determinado sistema político en referencia a los demás actorespolíticos existentes. Es decir, la centralidad de un liderazgo será mayor cuando lacapacidad de poder del líder alcanza las cotas más altas en relación con lascapacidades de poder de los otros actores políticos. Entre otros muchos indicadores,dicha capacidad tiene relación con la atribución o extensión en manos del líder delas capacidades de poder que en condiciones normales estarían en manos de lospartidos, el parlamento y otras estructuras políticas, dependiendo de las funcionesy naturaleza que cada ordenamiento político confiere a tales organizaciones einstituciones.'

Como hemos hipotizado anteriormente, la centralidad de un liderazgo mantie-ne una relación significativa con diversos factores. En lo sucesivo intentaremosdefinir tales factores e indicarla estrategia para su indagación empírica, siguiendoel orden las hipótesis previamente referidas.

Cambio político

En el lapso de las últimas décadas el interés por el estudio de los procesos de

' Una consideración complementaria a esta definición puede extrapolarse de Panebianco (1982), quien alanalizar el liderazgo de partido nos sugiere que la centralidad del liderazgo tiene relación con la mayor o menorcapacidad de control del líder sobre las zonas de incertidumbre presentes ea el espectro politico. En ese sentido,en la medida en que ese control está movilizado en manos de un actor, mayor será la centralidad del liderazgo.Por zonas de incertidumbre. Panebianco entiende aquellos espacien de accion politice que requieren de ciertobagaje técnico-politico para su adecuado funcionamiento. por lo que con frecuencia escapan del control de lasociedad carente de tal profesionalización. Es así que en una situacion entierra, sedal* Panebianco, quien controlaalguna cierta zona de influencia importante unte bastantes posibilidades de adquirir el control de otras(-reproducción dehpnder'). bio obstante todo. acota Panebianco, el.aotrnl de las zonas de incertidumbre no puedeser monopolizado por un sólo grupo o actor. Si fuese asi. los torsos de poder. no serian intercambios onegociaciones, sino que las relaciones de poder serían relaciones de dominio.

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TEORtA

cambio politico a nivel de régimen ha dado lugar a una amplia literatura teóricay empírica. Sobre la base del tratamiento sistémico de la estabilidad y eldesequilibrio y de las diversas teorías del desarrollo político, y de otras másespecificas como la teoría weberiana de la legitimidad, se dieron los primerosacercamientos a la problemática del cambio de y en los sistemas y regímenespolíticos.' Los primeros intentos significativos de teorización fueron los deRustow (1970) y Dahl (1971). Posteriormente, se han sucedido ambiciosastentativas de caracterización global de los procesos de cambio, destacándose lasde Almond y colaboradores (1973), Linz (1978) y Morlino (1980). Y másrecientemente: Rouquie (1985), O'Donnell/Schmitter (1986), Diamond-Linz-Lipset (1989), Linz (1990).

En el marco de esta literatura conviene tener presentes algunos puntos deconsenso: en primer lugar, por cambio político se entiende cualquier transfor-mación que acontece en el sistema político y/o en sus componentes. Cuandoel cambio politico se da a nivel del régimen político, se está en presencia detransformaciones sensibles en uno o más de sus componentes (valores, normas yestructuras de autoridad). En segundo lugar, el proceso a través del cual actores,instituciones, posiciones de poder y reglas del juego dejan de corresponder a lalógica del régimen anterior sin definirse del todo en una lógica distinta, se conocecomo transición. En tercer lugar, un cambio de régimen político atraviesa porciertos estados o fases con distintas combinaciones en sus secuencias lógicas.Básicamente: crisis-hundimiento-transición continua-instauración-consolidación.Haciendo referencia a las tipos o modalidades de cambio de régimen que demanera central se consideran en nuestra propuesta —las transiciones democráti-cas y las transiciones poscomunistas— conviene tener presentes los siguienteselementos definitorios y comparativos.

Partiendo de que la transición politica es el intervalo entre un régimen políticoy otro, donde régimen es el conjunto de patrones, explícitos o no, que determinanlas formas y canales de acceso a las principales posiciones gubernamentales, lascaracterísticas de los actores que son admitidos y excluidos de este acceso y losrecursos y estrategias que pueden usarse para tener acceso, la transición de unrégimen autoritario a uno democrático supone cl cambio de un conjunto de arre-glos institucionales y prácticas pol íticas definidos y controlados diacr cionalmentepor la elite en c1 poder, por otro acuerdo en el que la definición y funcionamiento

• Mayors elementos sobre los antecedentes de la tenets del cambio politico pueden encontrarse en: Easton(1985), Almond 11990. pp. 219.253). Huntington/Weiner (1987), Higgott (1983) y Martina (1980. cap. 1).

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de las estructuras y prácticas políticas se sometan a la discusión, estén garantiza-das por la Constitución y estén respaldadas por la participación ciudadana , De estamanera, las momentos de transición están definidos por el cuestionamiento de losarreglos institucionales y las prácticas políticas; esto es, por la ausencia de con-senso sobre ellos y la lucha por la definición y establecimiento de unos nuevos.Por lo que respecta a las transiciones poscomunistas, se trata de procesos decambio de régimen que comparten muchas de las características anteriores, conla diferencia de que en estos casos el régimen de partida es uno de tipo gene-ralmente "postotatitario",7 lo cual condiciona modalidades de transformación ytipos de actores políticos relativamente distintos a los presentes en las transicionesdemocráticas. En segundo lugar, se trata de transiciones políticas que correnparalelas con profundas transformaciones a nivel no sólo de sus sistemas po-líticos, sino también de sus sistemas económicos, circunstancia que sin dudadetermina la naturaleza de los objetivos perseguidos y las dificultades para suconsecución (De Palma, 1990).

Para objeto de nuestra propuesta conviene individualizar mayormente lascaracterísticas de las fases iniciales de tales modalidades de cambio de régimen;a saber, la transición continua y la instauración del nuevo régimen. De acuerdo connuestra hipótesis inicial, la centralidad del liderazgo puede ser mayor en las fasesde transición e instauración que en las fases más avanzadas del proceso de cambio,como pudiera ser la consolidación. Por las razones que ahí se explican, esto tieneque ver con el nivel de institucionalización de las distintas organizaciones yprocedimientos que conformarán el nuevo arreglo institucional. Mientras que enlas fases iniciales de toda transición la institucionalización de las estructuras delrégimen apenas ha comenzado, en la fase de consolidación de un régimen talinstitucionalización se da por sentada. De esta manera, el nivel de institucio-nalización del régimen en formación constituye una variable importante paraanalizar la centratidad del líder, en referencia al conjunto de las estructuraspolíticas existentes.

La categoria corresponde a uno de los sub-tipos de régimen que Linz (1975) desarrolla en su conocidatipología de regímenes autoritarios y totalitarios. Como es ampliamente sabido, Linz desarrolla su tipología conbase en criterios tales como: grado de pluralismo político, grado de panicipacióo y grado de ideologiracion; roldel partido único. rol de los militares; inclusividad-exclusividad del régimen. Es así que. a diferencia de losautoriutismoe burocriticos-militara prototipicos de varios de los casos de transición democnitica referidaspteviameale, los rfgimen s pos totalitarios se caracterizan por presentar un mayor nivel de bortratiración. unsurgimiento de gnipos de interesen conflicto, parcial despolitización, menor papel de las ideólogas. Su carácterpostotalitario 'caldeen que la mayoría de los regimeoa comunistas tuvieron previamente una epoca mas o menoslarga de totalitarismo.

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TEOR íA

Por institucionalización, asumimos la conocida definición de Huntington(1968): proceso por el cual organizaciones y procedimientos logran valor (legi-timidad) y estabilidad, cuestión que se determina cn función de su flexibilidad(capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes), complejidad (númeroy variedad de las unidades organizativas), autonomía (independencia respecto aotros reagrupamientos sociales) y coherencia (consenso interno sobre sus confi-nes funcionales). En otras palabras, la institucionalización es un proceso deformación y reforzamiento de las instituciones dentro de un sistema político,entendiendo por institución una organización política o procedimiento pensadopara mantener el orden, resolver las litigios, elegir los líderes y promover de estemodo una forma de convivencia entre grupos sociales enfrentados.°

Para la constatación empírica de la primera de nuestras hipótesis, debedeterminarse entonces la modalidad y las fases del cambio político en el que sedesenvuelve el liderazgo en cuestión, así como el nivel de institucionalización delrégimen en formación. Asi, por ejemplo, se sugiere un seguimiento empíricodel proceso do formación, evolución y reconocimiento por parte de la comunidadpolítica de organizaciones y procedimientos tales como los partidos políticos, elparlamento y la Constitución, intentando distinguir su evolución en términos desu flexibilidad, complejidad, autonomía y coherencia. Simultáneamente con ello,se propone un seguimiento de la centralidad del liderazgo (según fueconceptualizada en su momento) en conexión con las distintas fases aisladasanalíticamente. De la comparación de ambos seguimientos se podrán establecerrelaciones significativas, como las supuestas en la hipótesis en cuestión.

Identificación cambio político - líder

Por identificación entre cambio político y líder entendemos la personalizaciónen el líder político de los valores inherentes al cambio en cuestión, de tal modoque el líder se conforma como representación y expresión de la posibilidad de talcambio. En este sentido, asumidos desde el líder los valores inherentes al cambioy constituidos los imaginarios sociales que permiten la percepción de los mismosen la persona del líder, éste aparece socialmente como el elemento protagónico delcambio hasta el punto de que (en sus niveles máximos) un satisfactorio desenlacedel proceso puede suponerse como dependiente del desarrollo de las capacida-

'Mayores elementos sobre la noria de la institucionalización de Huntington pueden encontrarse en: Morlino(1980. cap. 5) y Cansino (1990).

des del líder. En otras palabras, la suerte del proceso y la suerte del líder apareceníntimamente ligadas. °

Desde nuestra hipótesis hemos supuesto la existencia de una relación signifi-cativa entre los niveles de identificación y la centralidad del liderazgo. El estudiode los dos aspectos propuestos para esta identificación (la que se produce en larelación masa-líder y la que se produce en la relación elite-líder) necesita deelementos metodológico-analíticos relativamente diferentes y, en tal medida,planteamos estrategias de investigación particularizadas.

a) Desde la relación masa - líder

A efectos de la investigación que proponemos no nos interesa conocer el modo enque se construyen los imaginarios sociales. 10 Más bien, nuestro interés radicaen descubrir la forma en que una vez construidos dichos imaginarios (en este casolos referentes ala identificación líder-proceso), éstos adquieren un mayor o menornivel de reconocimiento por parte de individuos y de la sociedad en su conjunto.Es decir, habrán de considerarse aquellos elementos de la cultura política que enun momento dado posibilitan u obstaculizan la percepción de estos imaginarios.Para llevar adelante esta búsqueda se proponen varias posibilidades. En losestudios de caso donde los procesos de cambio acontecen en el momento de lamisma investigación, se sugiere ya sea la recuperación de encuestas de opinión yarealizadas o la aplicación de otras, según modelos ampliamente desarrollados enel ámbito de estudio de la cultura política, que posibilitan la medición de talidentificación. Dichas encuestas habrán de ajustarse en sus contenidos y diseñosa las características políticas y sociales de cada pats." En todo caso, las encuestasseleccionadas deberán ser susceptibles de medir:

i) La popularidad del líder en función de sus actos;

'En su trabajo sobre modelos de partido. Panebianco (1982) nos ofrece una excelente fundamentación de laimportancia de la identificación entre los fines de las organizaciones y/o actores (en nuestro caso el lider) con losfines propios de los demis miembros de la comunidad politica, para la consecución de ciertos objetivos politicos.

" Por imaginario social asumirnos la conocida interpretación de Luhmann en la cual lo social es determinadopor la contratación compleja y diferencial de identidades colectivas a partir de las cuales se fijan patrones deconducta (1987). Como quiera que sea, el debate ha sido prolijo en propuestas y posiciones. Para nuestrosobjetivos, basta referir su importancia en los estudios de la relación sistema social-sistema politico.

" Existe una amplia literatura metodológica • este respecto. Desde los trabajos pioneros de Almond y Verba(1963) y de Verba j Pye (1965) se han sucedido importantes contribuciones que en su momento habed queponderar y adecuar • las condiciones de un estudio como el propuesto.

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TEORIA ESTUDIOS

ii) La percepción negativa o positiva del cambio y valoración del líder comoaglutinador de esos valores, y

iii) La percepción positiva o negativa de las cualidades socio-políticas del líder.

En los estudios de caso "históricos", el control de esta relación partirá ne-cesariamente de la consulta de encuestas de opinión implementadas durante oinmediatamente después de su ocurrencia. Adicionalmente, puede contemplarseen ambos casos el seguimiento documental de diversos tipos de manifestacionesde apoyo o rechazo al líder (movilizaciones, marchas, etcétera).

b) Desde la relación close política-líder

En conexión con la identificación líder-proceso que surge de la primera relación,la identificación que resulta de lá relación clase política-líder es sustancialmentemás significativa. Ello obedece a la influencia real que la clase política en generalpuede llegar a ejercer a nivel de decision-making. Para captar el modo cn que estaidentificación se produce en esta segunda relación habrán de considerarse dosestrategias:

i) El recurso a encuestas de cultura política específicas para la clase política comolas desarrolladas por Putnam (1976) con sus respectivos ajustes y adecuamientos,

ii) El seguimiento particularizado del desempeño político de los distintos actoresen escena en relación con el apoyo explícito o implícito que manifiestan haciael rol del liderazgo (tales como pactos, acuerdos, apoyos en situaciones criticas,etcétera).

Eficacia y efectividad decisional

De acuerdo con la tercera de nuestras hipótesis, el ascenso o descenso de lacentralidad del liderazgo mantiene relación con el grado de eficacia decisional dellíder para responder a las expectativas sociales, económicas y políticas generadasantes, durante y en torno al proceso de cambio político.

En los estudios de cambio político existe amplio consenso sobre la utilidad delos conceptos de eficacia y efectividad decisional para el análisis de tales procesos.En este marco teórico, quien ha ofrecido la conceptualización más acabada ha sidoLinz (1978). Para este autor, la eficacia decisional es la capacidad que tiene unrégimen o, mejor, que tienen las estructuras del mismo, para tomar y ejecutar lasdecisiones necesarias para superar los retos planteados al régimen o las otras

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medidas destinadas a alcanzar las diversos fines deseados por los gobernantes. Encuanto a la distinción entre eficacia y efectividad decisional, Linz las contemplacomo dos procesos complementarios del rendimiento. Mientras que la primeraatañe a las decisiones mismas y a su implementación, la segunda se refiere a losresultados alcanzados.

En la línea abierta por Linz, Morlino (1980) sugiere considerar diversoselementos para medir el grado de eficacia decisional del régimen. En primer lugar,deben considerarse aquellos inputs por parte de la comunidad política querepresentan verdaderos desafíos políticos; es decir, las demandas fincadas enexpectativas sociales que ejercen fuertes presiones sobre el aparato decisional yque, como tales, son bien visibles. Tales desafíos se plantean en función de: elnúmero de personas que lo plantean, la importancia que se le confiere por partede los que la plantean, la importancia relativa de los grupos y sectores que laplantean, la complejidad y dificultad de su contenido. En todo caso, sugiereMonino, la eficacia debe ser valorada respecto a las decisiones tomadas enrespuesta a los desafíos y no respecto a los resultados obtenidos. En este sentido,un régimen es efectivo si y cuando, como consecuencia de la ejecución de susdecisiones, obtiene los resultados deseados.

Para el estudio particular de la eficacia decisional en un liderazgo determinado,muchos de los planteamientos anteriores resultan recuperables. Así, por ejemplo,nos interesará medir la capacidad de respuesta dude el liderazgo a los desafíospolíticos planteados desde la comunidad, para lo cual pueden perfectamenteretomarse las indicaciones mctodológicas contenidas en la propuesta de Linz-Morlino. No obstante ello, pueden considerarse también algunos estudios muchomás específicos y cercanos al tema en cuestión. Así, por ejemplo, es ampliamentereconocida la contribución de Fiedler (1964, 1967) para el estudio de la efectivi-dad del liderazgo. Dependiendo de las particularidades de cada caso de liderazgo,puede contemplarse la pertinencia o no de incluir en un análisis de este tipo algunode los modelos sugeridos por este autor. La recuperación de tales modelos, sinembargo, deberá considerar algunas de sus dificultades internas que quizáescapen a los objetivos de análisis, pues en sus últimos desarrollos el análisis dela efectividad va ligado a la construcción de modelos de contingencia que superanen su complejidad las objetivos de esta propuesta. Como quiera que sea, laestrategia de análisis elegida debe ser susceptible de individualizar los niveles deeficacia decisional dcl liderazgo a partir de un seguimiento detallado de los de-safíos politicos, las respuestas desde el liderazgo, la percepción social de losrespectivos outputs y, sobre todo, las políticas públicas relevantes.

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TEORíA

Personalidad socio política

En la formulación de nuestras hipótesis hemos señalado el carácter secundario queconferíamos al estudio de la personalidad del líder. Ello obedece no tanto a unrechazo apriorístico de la importancia de factores de personalidad para el estudiodel liderazgo, sino a su significación específica en cl contexto de objetivos denuestra propuesta metodológica. En ese sentido, nos interesa considerar aquellosrasgos de personalidad de carácter exclusivamente socio-políticos cn tanto queéstos nos permiten establecer relaciones significativas y susceptibles de análisiscomparativo. Dc otra manera, el estudio habría de reparar en una diversidad decaracterísticas de personalidad cuya aprehensión analítica llevaría a la investiga-ción por caminos imposibles de transitar en el marco de esta propuesta: lapsicología de la personalidad.

Para nuestros objetivos, entendemos por personalidad socio-política el conjun-to de convicciones y orientaciones (ideológicamente determinadas) que están a labase de las actitudes y acciones políticas de los individuos. En este sentido, encoherencia con la definición propuesta, serán las actitudes y las acciones de loslíderes las que nos posibiliten el acceso a su personalidad socio-política.

En este orden de ideas, cs importante aclarar que la investigación que pro-ponemos en este nivel no sc conforma como un estudio psicológico de lapersona lidad, sino más bien como un estudio de productos del liderazgo (actitudesy acciones), a partir del cual se definen los dos subtipos de personalidad socio-política que nuestra hipótesis maneja. 12

Así, por ejemplo, entendemos que será posible hablar de "personalidad socio-política demacra tica"cuando, por referencia al contexto socio-político que definela situación de origen, las actitudes y acciones del líder político pueden serinterpretadas como asociadas a valores y principios comúnmente aceptados comodemocráticos: igualdad política, libertad de elección, pluralismo politico, etcéte-ra. En caso contrario, hablaremos de "personalidad socio-política autoritaria".

Entre los elementos a partir de los cuales se puede inferir la presencia de unapersonalidad democrática o autoritaria, sin pretender con ello acotar o prejuzgarlas posibilidades paniculares de cada caso de estudio, proponemos los siguientes:

" En eoms[avencu, nata poakiot toma distancia de aquellos planteamientos que dieron lugar • lasformulaciones chica de Adorno. Frenkel-Branswik Levison y Stanford (1959), cuya definición de personali-dad autoritaria hacia referencia a elementos de carácter emocional, humanitario o grados de hostilidad. Por otrolado. t uewra metorlcdngta supunc.privitcgiar los elementos reseftados en contra de la utiliiacion de recutsosclaramente psicokigicos, como pudo haber sido el "test F-Scale" (Shits, 1954; Chapman y Campbell. 19571 .

ESTUDIOS

a) Presencia o no de objetivos programáticos claramente democráticos (conteni-dos en planes de gobierno, programas de acción, iniciativas de ley, etcétera);

b) Presencia o no en el proyecto de cambio político del líder de restriccionesideológicamente motivadas;

c) Presencia o no de elementos democráticos en su trayectoria biográfica;

d) Papel mayor o menormente conciliador del líder entre la clase política;e ) Mayor o menor autoconcepción del carácter consensual del propio rol de

liderazgo;j) Mayor o menor autopercepción del líder como una parte del proceso de cambio

y percepción o no del carácter de transitoriedad del mismo;g) Mayor o menor percepción del rol de los otros actores políticos en relación con

su intervención en el proceso de cambio politico.

Para llevar adelante la búsqueda empírica de estos indicadores de personalidadsocio-política se sugieren las siguientes posibilidades:

a) Para el caso de liderazgos contemporáneos, la mejor manera de obtenerinformación es mediante la realización de una entrevista en profundidad al líderen la que se enfaticen las concepciones democráticas de éste. Asimismo, confines de control y contrastación, algunos items introducidos en la encuesta decultura política realizada a la clase política (propuesta en el apartado relativo ala identificación líder-proceso), pueden proveemos de datos significativossobre las concepciones y actitudes del líder;

b) Análisis de los diversos discursos programáticos o definitorios del orden socialen construcción con base en técnicas de análisis del discurso ampliamentedivulgados;

c) Realización de un análisis biográfico a partir de elementos al alcance de cadaestudio de caso.

A fin de que no se produzcan desajustes en la investigación, es convenienteconsiderar lo siguiente:

a) Los dos modelos de personalidad socio-política que hemos definido funcionancomo tipos ideal s, de tal modo que en las realidades políticas concretas que sepudieran estudiar se darán situaciones mas o menos aproximativas a dichos

modelos;b) Para el estudio de la personalidad socio-política es importante distinguir entre

aquellas acciones que provienen del nivel de centralidad del liderazgo y las queresponden a rasgos no democráticas de la personalidad del líder."

"En el proceso de investigacion puede resultar fácil y religioso la identificación de estas do c persp ectivas.

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ESTUDIOSTEORtA

e) Finalmente, hay que considerar que los criterios que determinan el nivel dedemocracia de una personalidad socio-política no son necesariamente equipa_rabies de un caso a otro. En este sentido, no podemos clasificar un tipo depersonalidad socio-política por referencia a otros procesos de cambio, sino quedicha personalidad sólo puede explicarse por referencia al propio contextosituacional.

En consecuencia, la influencia de la personalidad socio-política del líder en elnivel de centralidad del liderazgo puede estar en conexión con la personalidadsocio-política de otros actores políticos que coexisten cn el mismo contexto. Así,por ejemplo, en algunos casos se podrá constatar la presencia de un liderazgopersonal cuya centralidad se relativiza en un momento dado por la emergencia enel contexto nacional de posibles liderazgos alternativos con una personalidadsocio-política más democrática. Asimismo, en algunos casos se puede constatarque personalidades socio-políticas consideradas democráticas en ciertas fases delcambio político, pueden ser consideradas relativamente autoritarias en otrasfases, por referencia a otros sectores politicos.

Los casos de estudio

En cl marco de la propuesta metodológica esbozada, la selección de casos deliderazgo susceptibles de análisis empírico debe considerar dos tipos de criterios:

a) Criterios científicos o que tienen relación con el marco de preocupaciones de lainvestigación, y

b) Criterios operativos o que tienen relación con las posibilidades reales (ventajasy dificultades) para ser abordados.

Por lo que respecta a los criterios científicos, los casos seleccionados debenreunir cuando menos tres condiciones básicas:

a) Presencia de un cambio o transformación política a nivel de régimen politicoclaramente perceptible en relación con una situación política precedentesustancialmente distinta;

Asi pues, asumimos cautelosamente que aun ce loa casas en que el nivel de centralidad del liderazgo confirieseal Iider unas capacidades de poder relativamente altas, estas no serian susceptibles de ser asociadas a unapersonalidad autoritaria a no cerque las actitudes y las firmas de irnplementac iris de las acciones generadas a partirde dichas capacidades hicieran referencia a ui tipo de personalidad

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b) Presencia de un liderazgo político personal ampliamente reconocido en sucontexto nacional, y

c) Que sean casos de estudio cuyos resultados de análisis permitan establecercomparaciones con los otros casos en función del marco de hipótesis previa-mente definido.

Por lo que respecta a los criterios operativos, la selección de los casos debeconsiderar sobre todo la posibilidad de acceso a un número significativo de datosy a fuentes de información directa para el seguimiento empírico.

Tomando en cuenta ambos tipos de criterios, consideramos como susceptiblesde investigación particularizada casos de liderazgo como los de Mihail Gorvachov,Adolfo Suárez, Tancredo Neves, Joszef Antall, Raúl Alfonsín, Lech Wallesa,entre otros. La propuesta teórico-metodológica aquí desarrollada pretende indicaruna posible perspectiva para su análisis comparativo. Sólo su indagación empíricacon tales propuestas podrá constatar su validez o pertinencia.

Cerramos estas notas con un breve comentario sobre el tipo de generalizacionesy comparaciones que pueden establecerse como resultados de un análisis particu-larizado de los diferentes casos del liderazgo.

En primer lugar, puede establecerse una escala de importancia de las cuatrorelaciones significativas hipotizadas, en función del ascenso o descenso de lacentralidad del rol del liderazgo. Para ello, partimos del supuesto de que en cadacaso la evolución de tal centralidad se explicará de manera preferencial por unao algunas de las cuatro relaciones.

En segundo lugar, puede establecerse el grado de significatividad de cada unade las cuatro relaciones hipotizadas, a partir de comparar su ocurrencia en elconjunto de los casos estudiados.

En tercer lugar, puede establecerse un esquema de interpretación de lacentralidad del liderazgo y su relación con procesos de cambio politico queconstituya no sólo una clave de lectura del fenómeno del liderazgo, sino quetambién procure elementos para un mejor entendimiento de los sistemas politicosen que tales liderazgos interactúan.

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LAS ELECCIONES DE 1991Y LAS POSIBILIDADES DE TRANSICIÓNA LA DEMOCRACIA

José Luis Hoyo Arana

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No es fácil adivinar cl futuro de la democracia. Quienes nos dedicamos a lasciencias sociales tenemos ya bastante trabajo con tratar de comprender cabalmen-te el presente, como para aventuramos a elaborar los pronósticos que acostumbranciertas corrientes politológicas allende el Bravo, y que no difieren mucho en susaciertos de nuestros Pronósticos Deportivos.

Sin embargo, la cercanía y familiaridad con la materia de estudio sueleproporcionar cierto olfato politico que nos aproxima a los resultados previstos,más como un sexto sentido parecido a la intuición femenina, que como productode una proyección matemática. Max Weber dice que la intuición se da comoproducto de la cercanía a la verdad, cuyo derrotero lógico estamos aún distantesde descubrir, pero cuya proximidad nos proporciona una sensación de certezaparecida a la verdad. Cosas de la mente, cuyos vericuetos estamos aún distantesde descubrir en plena era de las computadoras, pero cuyas pistas discursivas, muypróximas las unas de las otras, suelen trasmitirse información complementariaaun antes de concluir el recorrido del circuito lógico, cosa imposible en lasmaravillas electrónicas.

Y asi, después de completar el recorrido a través de la investigación sesuda ycon el devenir inexorable de la edad y el tiempo, descubrimos que tentamos razónal plantear aquellas suposiciones aventuradas que finalmente se realizaronconforme a lo previsto, y que podríamos haber disfrazado mediante una coberturamatemática que l s diera cl rango científico propio de las ciencias exactas.

Pero, apegados a la ortodoxia, preferimos seguir con el trabajo de Sisifo, propiode la investigación científica, y continuar aprendiendo de los errores —¿acaso hayotra forma de aprehender para el ser humano?—, con la esperanza de reducir cada

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REFLEXIONES ACERCA DELSOCIALISMO DEL FUTURO

Sol Arguedas

Las reflexiones siguientes deben tomarse como un deseo de contribuir, aunque seaen pequeña escala, a la construcción del edificio teórico del socialismo del futuro.Empezaré por ofrecer una definición del mismo, para seguir con algunos comen-tarios —o justificaciones tentativas— de las ideas encerradas en la definiciónofrecida.

El socialismo es un proceso socio-económico y político-filosófico queredundará en:

a) Cada vez más bienestar material —individual y colectivo—, mediantela cada vez más justa distribución de una riqueza social notablementeaumentada por la modernización tecnológica;

b) Cada vez más bienestar espiritual —individual y colectivo—, graciasa unas cada vez mayores democratización y liberación sociales.

En el inciso a, el primero de los juicios se refiere a una ya realizada conquistadel capitalismo: el aumento de la riqueza social por las modernizaciones tecno-lógicas sucesivas. El otro juicio apunta a una conquista aun por realizarse: la justadistribución de dicha aumentada riqueza social. Es este último propósito el quepresidirá, seguramente, la acción política futura de los socialistas actuales.

Sobre este asunto del "aumento" de la riqueza social hay que oír la opinión delos ecologistas, contraria al "crecimiento" continuo de las economías como únicomedio de lograr mayor bienestar (o bienestar a secas). Los ecologistas no sóloaducen la finitud de los recursos naturales del planeta, sino también su despilfarropor la lógica del mercado (un mercado que se concibe en forma absoluta) y de lacompetencia en el sistema de producción capitalista. En otras palabras, por la falta

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MATERIALES

de planeación en la producción global y para el consumo; de una planeación queno excluyese elementos positivos del mercado. (No se debe olvidar que la"planeación" es absolutamente imprescindible en el interior de las empresascapitalistas.)

También hablan los ecologistas de reconsiderar el significado del concepto"bienestar", basándose más en la satisfacción de auténticas y fundamentalesnecesidades humanas, y no ya en el engañoso "consumismo", inducido por la .

publicidad comercial, que rige hoy los patrones de conductas individuales ycolectivas.

Tal opinión permite pensar que la creciente conciencia ecologista en todo elmundo hará que se comprenda mejor la necesidad de que desaparezcan peligrososfocos de contaminación —de todo tipo—, producidos en y por las grandesaglomeraciones o hacinamientos de seres humanos pobres o marginados, o pordepredaciones en la naturaleza cometidas por comunidades humanas primitivasy miserables. (La contaminación producida por los ricos está íntimamente ligadaa la producida por los pobres).

Como es difícil hacer que desaparezcan físicamente varios miles de millonesde personas non gratas por contaminadoras, no habrá más solución que pensarseriamente en hacer que desaparezcan la miseria y la marginación originadoras detan peligrosos focos de contaminación. Contaminación que, por supuesto, norespeta a la "gente bonita". (Queda fuera de los límites del presente artículodiscutir acerca de si la desaparición de la miseria y la marginación se efectuará pormedios "violentos" o "pacíficos". De lo que aquí se trata es de introducir unelemento motivador más, y no sustitutivo de las razones de justicia social y desolidaridad humana que tradicionalmente han impulsado las batallas contra lamiseria y la marginación.) Dejo a la imaginación del lector establecer la relaciónentre la conciencia ecologista en vías de universalización y el futuro del socialis-mo del futuro (como racionalización y distribución justa de la producción).

En el inciso b hay también dos juicios; uno de ellos, la democratización de lassociedades, constituye hoy punto focal de las preocupaciones teóricas y prácticasdel quehacer político en todos lados. Por su inmediatez, conviene detenerse en estetema.

Dijo bien quien dijo que los conflictos sociales no se plantearían con claridad(no se tomaría plena conciencia de ellos) sino hasta que surgieran en la prácticalas condiciones necesarias para resolverlos. Es lo que está ocurriendo ahora: larevolución científico tecnológica, mediante los fantásticos desarrollos de algunasde sus ramas (automatización y consiguiente robotización, informática, telemática,biotecnología, nuevos materiales, y otras ramas) ha suministrado —teóricatnen-

te— la premisa para efectuar una auténtica democratización social: la posibilidadde financiar —gracias a la aumentada riqueza social— un bienestar creciente atodos los individuos de la sociedad. (Un bienestar con el significado distinto quehoy le asignan los ecologistas más congruentes.)

Encontrar los procedimientos —conocidos o inéditos (por ejemplo, entre otros,la ancha vía que están abriendo los ecologistas)— para realizar tal posibilidad,constituirá la tarea cotidiana de los socialistas actuales y futuros, en guerraincesante contra un neofascismo que no por nuevo dejará de utilizar viejosinstrumentos como la rabiosa defensa de las élites económicas y financieras, elpredominio de los complejos militar-industriales, el racismo o nacionalismo aultranza, los fundamentalismos religiosos, etcétera; un neofascismo que ya estátomando posiciones estratégicas en el cambiante yen mucho impredecible mundode hoy.

Por tanto, en los amplios horizontes que en estos campos del pensamiento nosestá abriendo la revolución científico técnica de nuestro tiempo y, como ya vimos,la conciencia ecologista también, cada vez se empequeñece más, se envilece y seempobrece la fórmula democrática (o recetario democrático) que Estados Unidosimpone — ¡vaya paradoja!— por la fuerza bruta en algunas naciones pequeñas ypobres, o que tratan de imponer en otras con métodos más astutos o indirectos.

Ejemplo de esto último lo suministrarían las maniobras constantes -externase internas— para implantar en México un bipartidismo calcado del vecino país delnorte. Un bipartidismo que, al igual que allá, consistiera en realidad en un solopartido con dos cabezas.

Por las condiciones propias del devenir político ideológico mexicano, y en lascircunstancias presentes del capitalismo mundial, el bipartidismo en México semanifestaría en la alternancia en el poder de una derecha política antijuarista y deuna derecha política projuarista, pero ambas de acuerdo con la misma políticaeconómica dictada por el proyecto internacional —nuevo orden mundial—favorable a los intereses específicos de Estados Unidos.

Con todo el peso de la manipulación ejercida por los medios de información —sobre todo la televisiva—, se formaría una falsa conciencia democrática alcumplir con cl ritual periódico de votar por una de las dos cabezas del partido únicode la plutocracia y de la clerecía. Las fuerzas populares quedarían prácticamentesin representación al minimizarse las posibilidades de la llamada izquierda en eljuego políico "democrático".

Entonces ¿qué debemos entender por democracia? Es preciso tener ideas muyclaras respecto de la democracia integral, y de los procesas de democratizaciónaut énticos, para no caer en las trampas intelectuales y prácticas que suelen poner

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MATERIALES

los interesados apologistas de una democracia únicamente política (y eventual-mente social) que, además, ya se volvió rígida, formal, ineficiente (por lo tanto,obsoleta), a causa del surgimiento de nuevas necesidades —individuales ycolectivas— de democracias integrales. El gran abstencionismo electoral en todaspartes, y el empeño del imperialismo estadunidense por perpetuar tales formas"democráticas", dicen más acerca del envejecimiento de las mismas que todos losadjetivos ("rígida", "formal", ineficiente", "obsoleta") que pudiéramos endilgarle.

Expliquémonos mejor: la democracia como concepto universal, que fueprimero política —y filosofía política— con la realización de las ideas liberalesprecursoras y seguidoras de las grandes revoluciones burguesas, y que más tardeabarcó el campo social con la maduración del Estado benefactor o de bienestar,hoy encuentra condiciones propicias, en el terreno económico (por la aumentadariqueza social) para convertirse en democracia integral si se lucha con éxito porla justa distribución de dicha riqueza.

Por otra parte, con las posibilidades que existen en el presente para estableceren la práctica la democracia integral, se ha adquirido una gran libertad depensamiento para construir la armazón teórica de un socialismo democrático ylibertario. Quiero decir también que sólo trabajando ¡ya! por el futuro delsocialismo se podrá visualizar pronto el socialismo del futuro.

El otro juicio en el inciso b de la definición del socialismo del futuro quesuministré al principio de este artículo, se refiere a la liberación social. Es, éste,un tema en el cual no existe la misma claridad que la hay en el concepto dedemocratización (probablemente porque todavía no se han establecido en lapráctica las condiciones —y, por lo tanto, la posibilidad— para que se realice elaún abstracto concepto de liberación social).

Es, por ejemplo, todavía muy confuso para muchísima gente el papel que juegala emancipación de las mujeres —la superación de la servidumbre femenina—en la emancipación de toda la sociedad. En más de un sentido la enajenaciónfemenina puede equipararse a lo que hasta aquí se conocía como "enajenación delos obreros".

Hasta ahora satisfacían intelectualmente las muy atractivas ideas de Marx—esbozadas apenas por él— sobre la enajenación del trabajo, de la vida entera deltrabajador y de la sociedad en su conjunto, así como sobre las condicionesnecesarias para lograr la desenajenación social y, por ende, la desenajenación delindividuo. (De paso diremos que fue sobre la teoría de la enajenación, más quesobre cualquier otro concepto, que se levantó el edificio de la filosofía y de lamoral marxistas).

Hoy se tambalea (pero, ¡por Dios!, todavía no se cae) aquel edificio por las

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sacudidas que estén sufriendo sus cimientos. Conceptos tales como "obreros","proletariado", "salario", "relaciones sociales de producción", "propiedad priva-da sobre los medios de producción" y el concepto mismo de "medios de pro-ducción", además de otros, están perdiendo su antigua significación dentro de estatercera y magna revolución científico técnica que nos está llevando —lo digo sinhipérbole— a una nueva civilización. Una nueva civilización que podríamosdesignar desde ahora —por su pertinencia en todos los aspectos— con el nombrede "posmodexnidad". (Es en este sentido que debe entenderse la afirmación de queya estamos viviendo en el siglo xxi.)

No será, entonces, sino hasta que se estabilicen (o desaparezcan) aquellosconceptos-cimientos de la teoría de la enajenación; es decir, cuando se establezcade lleno el nuevo modo de producción obligado por la modernización tecnológica,que se estabilizarán también los conceptos de enajenación y desenajenaciónsociales. Porque no obstante lo estremecedoras que fueren las modificacionessufridas por dichos conceptos, sus fundamentas quedarán incólumes mientrassubsista el capitalismo tal como lo hemos conocido hasta ahora: la explotación deltrabajo por el capital o, en otras palabras, la explotación de unos seres humanospnr otros. Sobre esto se construirá (se está construyendo) el socialismo del futuro.

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