Estudios Nietzsche 1

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  • NDICE

    Presentacin .................................................................................... 5

    ESTUDIOS

    Remedios vila CrespoDe la muerte de Dios al superhombre. El sufrimiento y la risa en el Zaratustrade Nietzsche ...................................................................................... 13

    Giuliano CampioniTodo enfermo es un canalla...: Enfermedad y espritu libre en las cartas deNietzsche de 1875 a 1879.................................................................. 33

    Jess ConillNietzsche y Ortega .............................................................................. 49

    Mnica B. CragnoliniPara una melancologa de la alteridad: Diseminaciones derridianas en elpensamiento nietzscheano ..................................................................... 61

    Johann FiglEdicin de los escritos de juventud de Nietzsche. Las primeras notas de los fragmentos pstumos del filsofo. Un informe sobre su investigacin ........... 77

    Marco ParmeggianiPara qu filologa? Significacin filosfica de la edicin Colli Montinaride la obra de Nietzsche ........................................................................ 91

    Lizbeth SagolsLa Gran Poltica y el don a la Humanidad .......................................... 103

    Diego Snchez MecaEl adversario interior ......................................................................... 119

    Luis E. de Santiago GuervsLa risa y el consuelo intramundano: El arte de trascenderse y superarse enNietzsche .......................................................................................... 145

  • Eugenio TrasUn inmenso filsofo platnico ............................................................... 169

    Juan Luis VermalQuin es el Nietzsche de Heidegger? .................................................... 173

    INFORMACIN BIBLIOGRFICA

    Novedades bibliogrficas ................................................................. 185Nietzsche: Cosecha del centenario ................................................... 193Revistas: Nmeros monogrficos sobre Nietzsche ............................ 199La Weimarer Nietzsche-Bibliographie ................................................... 209Seleccin Bibliogrfica Temtica: El problema del Conocimiento ........... 215

    NOTICIAS

    Centenario de la muerte de Nietzsche .............................................. 221Informe sobre el Coloquio de Niza: proyecto del HyperNietzsche ............... 227La Sociedad Espaola de Estudios sobre F. Nietzsche (SEDEN)................... 241La nueva Sociedad Iberoamericana Nietzsche ......................................... 243

    Colaboradores .................................................................................. 245

    Suscripcin ...................................................................................... 249

  • Presentacin

    Estudios Nietzsche nace como una revista de investigacin sobre laobra y el pensamiento de Nietzsche y, al mismo tiempo, como rganode expresin de la recientemente creada Sociedad Espaola de Estudiossobre F. Nietzscshe (SEDEN). Con su aparicin se puede decir, sin ma-yores pretensiones, que se cubre una pequea laguna en el mbito dela filosofa espaola en relacin con otros pases de nuestro entorno,que desde hace tiempo tienen constituidas sus propias sociedadesnietzscheanas (Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, etc.) y canali-zan sus investigaciones a travs de sus revistas especializadas. A partirde ahora nuestra revista podr servir de referencia para conocer mejorel estado de la investigacin nietzscheana en Espaa y en el mundolatino, y sobre todo, podr dar a conocer los resultados de los estudiossobre Nietzsche dentro de un medio ms especfico. De este modo, larevista Estudios Nietzsche se presenta ante la opinin pblica con unaclara vocacin de disponibilidad y apertura hacia todos aquellos quede una u otra manera quieran dar a conocer sus interpretaciones sobreNietzsche.

    Pero adems de este objetivo prioritario, el de servir de medio deexpresin y el de constituir un foro de encuentro para todas aquellasinvestigaciones sobre el pensamiento de Nietzsche, tambin preten-demos, en segundo lugar, ofrecer una informacin actualizada paratodos aquellos que tengan especial inters en la obra y el pensamientode Nietzsche. Esta informacin ser en primer lugar de carcter bi-bliogrfico, incorporando todas aquellas novedades editoriales que sehayan producido a lo largo del ao, no slo en espaol, sino tambinen otros idiomas. Pero adems, trataremos de tener informados a nues-tros lectores sobre los distintos acontecimientos que se produzcan enEspaa y fuera de nuestras fronteras y que tengan que ver conNietzsche. La revista pretende establecer tambin lazos de comunica-

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    cin con otras revistas de la misma naturaleza. Como se puede obser-var en el apartado de Revistas, que se incluye en este nmero, sonmuchas ya las publicaciones peridicas que dedican ediciones espe-ciales a Nietzsche. Aunque algunas lo hacen de forman extraordina-ria, especialmente con motivo del primer centenario de la muerte deNietzsche, otras son publicaciones especializadas. Nuestra revista en-tra a formar parte de estas ltimas y queremos que sea una carta depresentacin de la investigacin nietzscheana ante otras comunidadesno hispanohablantes.

    Estudios Nietzsche quiere tambin responder en cierta manera alcreciente inters que por el pensamiento de Nietzsche se detecta enEspaa. Es fcil comprobar cmo cada vez son ms numerosos losinvestigadores que se dedican al estudio de la obra de Nietzsche ycmo se le da a nuestro autor un notable relieve en el marco de lafilosofa actual. Una prueba de ello lo tenemos en el nmero de tesisdoctorales que se han realizado en los ltimos aos y las cada vez msnumerosas ediciones y traducciones que se hacen de las obras deNietzsche, as como las monografas sobre su pensamiento. Es ciertoque con ocasin de la conmemoracin el ao pasado del centenario dela muerte de Nietzsche, se ha producido una eclosin de trabajos yestudios. Basta que echemos un vistazo a nuestra seccin dedicada a laInformacin, para poder comprobar el nmero de congresos que serealizaron en Espaa el pasado ao, o el nmero de revistas que dedi-caron ediciones espaciales para conmemorar dicho acontecimiento.Todo ello pone de manifiesto que la figura de Nietzsche est cada vezms presente en nuestro mundo actual y que su pensamiento consti-tuye una de las claves ms interesantes para interpretar nuestro pre-sente.

    Tal vez una de las razones de ese inters est en el carcter tanpolivalente y multiplicador de sus ideas que subyace a la propia natu-raleza de su obra, una obra que es al mismo tiempo para todos y paraninguno, una filosofa no apta para los dbiles, para los que renun-cian a la vida, un pensamiento que fue desde el principio hasta el finaluna autntica provocacin. Intempestivo como ningn otro. Y no po-da ser de otra manera, pues siempre afirm que lo verdaderamenteimportante no son los hechos sino las interpretaciones, es decir, la pers-pectiva y la situacin en la que nos encontramos es la que crea esosmundos de los que nos olvidamos que son creaciones nuestras. Este

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    sentido relativo y contingente de la realidad est ms acorde con lasformas de vida de nuestro mundo presente. Un mundo trepidante yasfixiado por la propaganda y los medios de comunicacin, que reite-radamente quieren a toda costa anular nuestra perspectiva y allanarmediante ideas e instancias globalizadoras las diferencias y las pers-pectivas singulares. Por eso, la obra de Nietzsche quiere ser ante todoesa necesaria ayuda para poder respirar el aire de altura, ese aire fuer-te, donde la soledad es inmensa, pero donde se pueden realmente to-mar las grandes decisiones. Todos estos rasgos de la filosofa deNietzsche contribuyeron a que muchas de las corrientes de la filosofacontempornea, al tratar de huir de la confrontacin inevitable con lafilosofa hegeliana para legitimar y justificar su propia filosofa, seencontraron, por no decir que buscaron, la obra de Nietzsche. Unassucumbieron a su pensamiento seductor y ldico, otras lo desprecia-ron por ser tan poco metafsico y sistemtico. Pero lo que es cierto esque el panorama de la filosofa actual no se puede entender sin teneren cuenta el teln de fondo del modelo paradigmtico de su crtica,que ha servido de plataforma para las construcciones interpretativasms diversas de nuestra poca. Entre los grandes pensadores del sigloXX que fueron tocados por la magia de Nietzsche tenemos aHeidegger, que quiso colocar a Nietzsche en ese lugar privilegiadode cierre o colofn de la historia de la metafsica y que injustamentedefini como el ltimo pensador metafsico, para poder situarse lmismo como punto de partida de una nueva manera de pensar. Lainterpretacin de Heidegger determin en buena medida hasta nohace mucho las lecturas que se hicieron de la filosofa nietzscheanadesde las ms diversas posiciones. Pero tal vez su error fue el no haberintuido que con Nietzsche no slo se cerraba una poca, la poca mo-derna, sino que se inauguraba otra poca distinta como experienciadel final de la modernidad y como anuncio para el hombre de unaposibilidad distinta de existencia y tambin de pensar. Es por eso, porlo que algunos filsofos siguen considerando a Nietzsche como el pri-mer filsofo postmoderno, porque el llamado fenmeno de lapostmodernidad no se puede ni pensar ni entender sin l; y lo mismose puede decir, por ejemplo, de la filosofa desconstruccionista deJacques Derrida, o la llamada filosofa del pensamiento dbil, o elnuevo pragmatismo americano representado por Richard Rorty. Porotra parte, la filosofa hermenutica contempornea tiene tambin un

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    punto de referencia en la prctica nietzscheana del mtodo genealgicoy, sobre todo, en su teora de la interpretacin. Por eso, la filosofafrancesa lo defini, junto con Marx y Freud, como el maestro de lasospecha, por haber pensado lo otro de la razn de una manerasutil y por abrir el camino a una forma ms antidogmtica y relativistade comprender el mundo frente a las cosmogonas fijas y eternas queimpiden al espritu ser realmente libre.

    Todo esto contribuye, sin duda, a que Nietzsche siempre sea unpunto de encuentro entre aquellos que una y otra vez siguen profun-dizando entre las distintas mscaras con las que sola jugar, pues comol mismo deca todo lo que es profundo ama la mscara. Por estarazn seguirn producindose mltiples interpretaciones y facetas deun pensamiento que nunca quiso ser uno, sino mltiple, y su obrapermanecer todava entre nosotros durante mucho tiempo. Esa mis-ma percepcin la tuvo el propio Nietzsche cuando haca un balancede su propia obra: he mirado hacia atrs, he mirado hacia delante, ynunca haba visto de una sola vez tantas y tan buenas cosas. No envano he sepultado mi ao cuarenta y cuatro, me era lcito sepultarlo,...lo que en l era vida est salvado, es inmortal![...] Cmo no haba deestar agradecido a mi vida entera?.

    Y por lo que se refiere a este primer nmero hemos querido queen l estuvieran presentes autores de reconocido prestigio que de unau otra manera son figuras representativas del pensamiento de Nietzscheen sus respectivos pases. Johann Figl (Univ. de Viena) dirige en estosmomentos las ediciones de los escritos de infancia y juventud deNietzsche; Giuliano Campioni (Univ. de Lecce, Italia) dirige en Italiala investigacin sobre la Biblioteca de Nietzsche; Mnica B. Cragnolini(Univ. de Buenos Aires) es una de las investigadores ms activas sobreNietzsche en Latinoamrica y es la presidenta de la recientementefundada Sociedad Iberoamericana Nietzsche (SINIEI); Lizbeth Sagols(UNAM, Mxico) es tambin una activa investigadora mexicana connotables publicaciones. La presencia de Eugenio Tras en estas pagi-nas constituye un aliciente para todos los que hemos aprendido tantascosas de su magisterio. Los dems trabajos corresponden a filsofosespaoles que han dedicado una parte de su investigacin a la obra deNietzsche y que de una u otra manera han sido artfices de este pro-yecto. Un reconocimiento explcito de nuestro proyecto ha sido re-ciente inclusin de Diego Snchez Meca, presidente de la Sociedad

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    Espaola de Estudios sobre F. Nietzsche, en el comit cientfico de laasociacin europea Hypernietzsche.

    En general, todos los estudios que se incluyen en este nmero sonlecturas sobre la obra y el pensamiento de Nietzsche que tratan dearticular algunas claves de interpretacin para la comprensin de unafilosofa claramente refractaria a cualquier intento de sistematizacin.Esto explica a su vez los inexorables rodeos hermenuticos que tieneque dar el intrprete para dejar or la voz de un pasado que nos sigueinterpelando activamente. Es preciso ante todo or bien el sonidoque sale de esa boca, ese sonido alcinico, para no ser lastimosamenteinjustos con el sentido de su sabidura. Son palabras del poeta deZaratustra, del que ha llegado a su verdad por numerosos caminos yde muchas maneras, del que ha sabido vivir y experimentar de formaantifilosfica los grandes problemas, del que ha brindado la posibi-lidad de un pluralismo perspectivista que quiere y pretende desterrarcualquier tentacin dogmtica. Est claro que estos estudios no aspi-ran a ninguna objetividad ni a ningn distanciamiento desapasiona-do, pues eso podra destruir el sentido mismo del mensaje nietzscheano.Son interpretaciones, y nada ms que interpretaciones. Lecturas quebuscan un hilo conductor a la diseminacin y radical pluralidad de unpensamiento fragmentario, determinantemente sintomtico.

    Por ltimo, todo el equipo que ha contribuido a la creacin deesta revista quisiera agradecer el apoyo cientfico que nos han ofrecidolos miembros del Consejo Asesor y su abierta disponibilidad a cola-borar con nosotros. De la misma manera quisiramos tambin agra-decer a la obra Socio-Cultural de Unicaja su generosa contribucineconmica para la edicin de este primer nmero de la revista.

  • ESTUDIOS

  • 13De la muerte de Dios al superhombre

    De la muerte de Dios al superhombre.El sufrimiento y la risa

    en el Zaratustra de Nietzsche

    REMEDIOS VILA CRESPO

    Muertos estn todos los dioses: ahoraqueremos que viva el superhombre.Sea sta alguna vez, en el gran medioda,nuestra ltima voluntad!

    As habl Zaratustra I, De la virtudque hace regalos

    Las pginas que siguen intentan aclarar desde una perspectivaconcreta el contenido de dos filosofemas nietzscheanos incluidos en elttulo de este trabajo: la muerte de Dios y el superhombre. Esos dosfilosofemas refieren respectivamente dos estados de nimo, el dolor yla esperanza, el sufrimiento y la jovialidad, que son tambin los hiloscon los que se teje esa obra central de Nietzsche que es As hablZaratustra1.

    La perspectiva que he elegido es la relacin existente en la re-flexin nietzscheana entre la verdad y el arte. Pero debo aclarar quepor verdad no entiendo aqu la voluntad de ilusin a la que Nietzschealude en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873), ni la vo-

    1 El siguiente trabajo recoge una conferencia pronunciada en Madrid el 16 de febrerode 2001 en el Symposio sobre Nietzsche organizado por la Sociedad Espaola de Profesores deFilosofa y la Sociedad Madrilea de Profesores de Filosofa. Algunos de los argumentos loshe desarrollado en anteriores trabajos como Nietzsche y la redencin del azar, Granada, Univer-sidad de Granada, 1986; Identidad y tragedia, Barcelona, Crtica, 1999, y Un mar de sonri-sas infinitas, Sileno, 8 (2000).

    Estudios Nietzsche, I (2001), pp. 13-31

  • 14 REMEDIOS VILA CRESPO

    luntad de verdad a la que hace referencia en As habl Zaratustra2. Poresa expresin entiendo aquello que Nietzsche llama instinto de conoci-miento en sus primeras obras, o gran pasin, en las del ltimo pe-rodo; es decir, me refiero a la valiente decisin de conocer del hombretrgico, dispuesto a no retroceder ante las consecuencias muchas vecesfunestas que la pasin por el conocimiento puede acarrear; pues laverdad se encuentra a veces enfrentada a la belleza y a la felicidad.Creo que la perspectiva elegida arroja luz sobre el significado de lamuerte de Dios y el superhombre. La muerte de Dios, es decir, laprdida de un sentido absoluto, coincide con el reconocimiento delnihilismo: de su valor de verdad. Y el superhombre apunta a un arte devivir que es todava posible y que se asienta sobre aquella verdad.

    Esta ser la tesis fundamental de este trabajo. Y, por ese camino,creo que se pueden encontrar razones para mostrar que el Zaratustrade Nietzsche encierra una nueva lectura de los griegos y, en general,del valor del arte, pues esta obra destaca no slo el valor de lo sublimey la grandeza, sino tambin de lo cmico y lo superficial.

    Para mostrar esto dividir mi exposicin en tres partes: la prime-ra reflexionar sobre el significado del Zaratustra; la segunda se cen-trar en el problema del nihilismo, y la ltima examinar la relacinentre el arte trgico y el superhombre.

    1. ESTA OBRA OCUPA UN LUGAR ABSOLUTAMENTE APARTE

    1.1. LA OBRA: CARCTER, GNESIS Y RELACIONES CON OTRAS OBRAS

    As habl Zaratustra es sin duda una obra central en el conjuntode los escritos de Nietzsche. Y lo es por varias razones. En primerlugar, tiene un carcter central en el sentido ms usual del trmino:est en medio de perodos, que poseen una cierta unidad. Luego, laobra tiene un carcter central, en el sentido de intermedio, de trnsi-to, de transicin entre las obras del primer y el segundo perodoque tratan respectivamente de la reflexin sobre los griegos y de lareivindicacin de un cierto positivismo, y el ltimo ocupado enla crtica a la tradicin judeo-cristiana, lo que Fink ha llamado la

    2 He desarrollado esta problemtica en el captulo 2 de mi libro Identidad y tragediareferido antes, especialmente en las pginas 79-96.

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    destruccin de la tradicin occidental. Finalmente, la centralidadde esta obra hace referencia a su carcter extraordinario, exclusivo einclasificable. Nietzsche lo reconoce en Ecce Homo, cuando seala queesta obra ocupa un lugar absolutamente aparte3.

    En cuanto a la gestacin de la obra, Snchez Pascual, siguiendo aNietzsche, se refiere a una triple gnesis: afectiva, conceptual y figurati-va. La primera, la gnesis afectiva, se remonta al ao 1881, cuandoNietzsche experimenta en Recoaro un cambio sbito, un alejamientorepentino de los intereses que singularizaban su perodo positivista, algoque Nietzsche describe como un cambio de gusto, como una nueva sen-sibilidad musical4. La segunda, la gnesis conceptual, data del mismoao cuando en agosto y en Sils-Maria, tiene la revelacin del eterno re-torno: una nueva manera de vivir y de percibir el tiempo. Por fin, lagnesis figurativa tiene lugar en 1883, en Rapallo, cuando el tipo deZaratustra se impone: ms exactamnente dice Nietzsche, ste measalt...5. A partir de ese momento la obra es compuesta con una celeri-dad inusitada. La primera parte fue escrita en los diez primeros das deenero de 1883. La segunda, entre el 26 de junio y el 6 de julio del mismoao. La tercera, del 8 al 20 de enero del ao siguiente. Y la cuarta fueaadida en 1885, aunque inicialmente estaba pensada como primera par-te de otra obra que nunca sera escrita6.

    Respecto de la relacin con otras obras, de su estatuto dentro delconjunto de los escritos de Nietzsche, es preciso advertir la especialsintona con la obra que le precede inmediatamente en el tiempo, Lagaya ciencia, de la que Nietzsche dice que contiene cien indicios de laproximidad de algo incomparable7. Nietzsche seala expresamentedos: el 341 que, con el ttulo de El peso ms pesado, adelanta laidea del eterno retorno, y el 342 que con el ttulo Incipit tragoediadelata el propsito trgico del Zaratustra, y que coincide exactamente

    3 Ecce Homo, tr. A. Snchez Pascual, Madrid, Alianza, 1989, As habl Zaratustra, 6, p. 101 (KSA VI, 343) (las citas de Nietzsche en alemn corresponden a la siguienteedicin: Nietzsches Kritische Studienausgabe, ed. G. Colli y M. Montinari, Berlin/Mnchen,Walter de Gruyter / dtv, 1988, KSA. Indicar a continuacin el nmero del volumen enromanos y la pgina en numeracin rabe).

    4 Ecce Homo, p. 93 (KSA VI, 335).5 Ecce Homo, p. 95 (KSA VI, 337).6 Ver A. Snchez Pascual, Estudio introductorio, a As habl Zaratustra, p. 17.7 Ecce Homo, As habl Zaratustra, 1, p. 94 (KSA VI, 336).

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    con el 1 del prlogo de esa obra. Efectivamente hay muchos msindicios, pero yo quisiera referirme a otros dos. En primer lugar, elacontecimiento de la muerte de Dios, que es descrito con gran drama-tismo en los 108, 125 y 343 de La gaya ciencia, constituye el su-puesto bsico sobre el que el personaje Zaratustra cobra sentido. Elretiro que el prlogo describe, un retiro que dura diez aos, no tienesin duda otra razn que la toma de conciencia de aquella muerte, de lagravedad de aquella prdida, para la que Zaratustra no encuentra con-suelo entre los hombres y de la que slo parece curarlo la soledad. Yse es el otro indicio que quiero destacar: el concepto de salud.Nietzsche haba concebido una ciencia alegre, y estimaba que en laalegra hay una fuente inagotable de salud, como pone de manifiestoexpresamente en el prlogo a la segunda edicin de La gaya ciencia. Yla bsqueda de la salud est tambin presente en el personaje deZaratustra, que Nietzsche describe como un convaleciente: alguienque transita entre la enfermedad y la salud.

    Adems, quiero sealar el nexo subterrneo existente entre estaobra y El nacimiento de la tragedia. Un nexo que Nietzsche reconoceMi concepto de lo dionisaco se volvi aqu accin suprema8 yque ha explicado Giorgio Colli9: el libro supera la esfera propiamentefilosfica de la representacin; las imgenes y los conceptos son aqusmbolos, expresiones nacientes, en estado de inmediatez extrarrepresen-tativa. Sin embargo, dicha inmediatez no alude a una experiencia ms-tica inaccesible, pues todos los hombres tienen acceso a ella. Por eso,es un libro para todos. Pero ese mismo fondo, cuyos reflejos directospueden ser conocidos por cualquiera, es un fondo perpetuamente ambi-guo, que slo exteriormente puede ser reconducido y expresado comosmbolo. Por eso, es tambin un libro para nadie.

    1.2. EL PERSONAJE: EL HOMBRE VERAZ Y EL POETA

    Son muchas las caracterizaciones que, siguiendo el rastro de lostextos de Nietzsche pueden hacerse del personaje Zaratustra. Peroquisiera destacar dos, que Nietzsche mismo ha subrayado. Zaratustraes un hombre veraz y es, adems, un poeta.

    8 Ecce Homo, As habl Zaratustra, 6, p. 101 (KSA VI, 343).9 Ver G. Colli, Introduccin a Nietzsche, Valencia, Pre-textos, 2000, pp. 119 ss.

  • 17De la muerte de Dios al superhombre

    Mayor importancia tiene escribe Nietzsche10 el que Zaratustrasea ms veraz que ningn otro pensador. Su doctrina, y slo ella, consi-dera la veracidad como virtud suprema esto significa lo contrario dela cobarda del idealista que, frente a la realidad, huye. Zaratustra es,pues, alguien que no retrocede ante la verdad; alguien que, como sesealaba ms arriba, est dispuesto a sobreponerse a las consecuenciasno siempre beneficiosas de la contemplacin de la verdad desnuda. Yen esta voluntad de ser veraz, de mirar a las cosas de frente11, se encierrauna decisin opuesta a la cobarda la cobarda del idealista, que, fren-te a la realidad, huye. La huida consiste en la duplicacin del mundo la distincin platnica entre un mundo verdadero y otro aparente, y enla interpretacin moral de la existencia ese platonismo para el pue-blo que es para Nietzsche el cristianismo.

    Sin embargo, este sabio persa es conocido justamente por lo contra-rio: por la consideracin de que la rueda que mueve el mundo es la luchaincesante entre dos principios, el bien y el mal. Y Nietzsche deshace laparadoja: No se me ha preguntado, pero se debera haberme preguntadoqu significa cabalmente en mi boca, en boca del primer inmoralista, elnombre Zaratustra: pues lo que constituye la inmensa singularidad deeste persa en la historia es justo lo contrario de esto. Zaratustra fue elprimero en advertir que la autntica rueda que hace moverse a las cosas esla lucha entre el bien y el mal,... la transposicin de la moral a lo metaf-sico, como fuerza, causa, fin en s, es obra suya. Mas esa pregunta sera ya,en el fondo, la respuesta, Zaratustra cre ese error, el ms fatal de todos, lamoral; en consecuencia, tambin l tiene que ser el primero en reconocer-lo12. As pues, Zaratustra, el primer moralista, se convierte, por obra deNietzsche, en el primer inmoralista. Y esa conversin se lleva a cabo porhonestidad, es decir, por veracidad. El reconocimiento de que no hay unorden moral que rija el mundo y la voluntad de fidelidad a la tierra: esohace de Zaratustra un hombre veraz, un hombre honesto.

    10 Ecce Homo, Porqu soy un destino, 3, p. 125 (KSA VI, 367).11 Conviene recordar a este respecto la caracterizacin que hace el eremita de Zaratustra

    cuando, en el prlogo de la obra, se describe su segundo encuentro con l: Zaratustra esttransformado, Zaratustra se ha convertido en un nio, Zaratustra es un despierto: qu quie-res hacer ahora entre los que duermen? (Prlogo, 2, p. 32, KSA IV, 12). Asimismo, en elpargrafo 8 del mismo lugar se dice que a Zaratustra le gustaba mirar a la cara a todas lascosas que duermen (p. 44, KSA IV, 25).

    12 Cf. nota 8.

  • 18 REMEDIOS VILA CRESPO

    Pero Zaratustra no es slo eso. El instinto de conocimiento, lavoluntad de llegar al fondo de las cosas y de contemplar lo que anidaen ese abismo es un peligro que amenaza la vida. Como Nietzschehaba reconocido en sus primeras obras El nacimiento de la tragedia ySobre verdad y mentira en sentido extramoral, para vivir es preciso po-ner en juego una cierta voluntad opuesta a aquel instinto de conocer,una cierta dosis de ilusin, de falseamiento. En definitiva, es precisoun arte de vivir y una voluntad de artista. Tal es la tarea conciliadoradel arte, que nos devuelve de nuevo a la vida y nos reconcilia con ella,pues la verdad, ella sola, es demasiadas veces enemiga de la vida. Estareivindicacin del arte y de la ilusin arroja luz sobre la otra caracte-rstica de Zaratustra.

    Y cmo soportara yo ser hombre si el hombre no fuese tam-bin poeta y adivinador de enigmas y redentor del azar! diceZaratustra13. En esta frase se condensa a mi juicio lo ms esencial deese personaje. Por una parte, es preciso llamar la atencin sobre elsentido de las dos conjunciones copulativas que, a la palabra poetaaaden las expresiones adivinador de enigmas y redentor del azar.No se trata de una cpula que enlace tres cosas distintas, sino que msbien une tres cosas semejantes, cada una de las cuales explica la ante-rior. La conjuncin y vale en la frase como un es decir. Por otrolado, encontramos aqu una cierta paradoja, relacionada con lo ante-rior, que muestra que, a pesar de todo, aquella voluntad de honesti-dad y de veracidad no puede ser cumplida nunca por entero. Efectiva-mente, cuando Zaratustra, dirigindose a uno de sus discpulos, dicede s mismo que es un poeta, tiene conciencia del conflicto en que sesita, pues ya antes les haba advertido contra los poetas, y ahora, sinembargo, se define como uno de ellos: Sin embargo, qu te dijo enotro tiempo Zaratustra? Que los poetas mienten demasiado? Puestambin Zaratustra es un poeta14.

    Este reconocimiento de que para vivir, para soportar la verdad, espreciso el aliento de la ilusin y del arte, corre paralelo a otro reconoci-

    13 As habl Zaratustra, parte II, De la redencin, p. 204 (KSA IV, 179).14 As habl Zaratustra, parte II, De los poetas, pp. 188-189 (KSA IV, 163). Tam-

    bin Nietzsche alude a esto en otros lugares, por ejemplo en el captulo titulado En las islasafortunadas. Y en el 84 de La gaya ciencia. Resulta de especial inters la nota 123 deSnchez Pascual a la edicin castellana del Zaratustra, en ella se recogen las fuentes griegasde este observacin nietzscheana (cf. p. 445).

  • 19De la muerte de Dios al superhombre

    miento: el de que para transmitir la verdad ms profunda, la msntima, slo resulta eficaz la metfora, el lenguaje potico. Y asZaratustra seala en otro lugar: yo hablo, en efecto, en parbolas, e,igual que los poetas, cojeo y balbuceo; y, en verdad, me avergenzo detener que ser todava poeta15. Se comprende, pues, que Zaratustraconsidere su enseanza como lo contrario de una doctrina; que se pro-clame un maestro sin discpulos, y que practique el imperativo ilus-trado de pensar por s mismo, pues nadie puede recorrer el caminopor otro: En verdad este es mi consejo: Alejos de m y guardos deZaratustra! Y an mejor: avergonzos de l! Tal vez os ha engaado[...] No os habais buscado an a vosotros: entonces me encontrasteis.As hacen todos los creyentes: por eso vale tan poco toda fe16. Todoeso explica, en fin, la naturaleza rapsdica de la doctrina de Zaratustra,su carcter de tentativa y de tanteo, de bsqueda y de prueba, denecesario inacabamiento: Zaratustra es un hombre en camino siem-pre hacia s mismo una cuerda tendida entre el animal y el super-hombre, una cuerda sobre un abismo17. Un hombre cuya tarea pue-de cumplirse o malograrse un peligroso pasar al otro lado, unpeligroso caminar, un peligroso mirar atrs, un peligroso estremecer-se y pararse18. Un hombre a medio camino entre un acontecimientodesgraciado la muerte de Dios y una posibilidad tan feliz comoremota el superhombre. A medio camino entre la enfermedad y lasalud, Zaratustra es un convaleciente.

    2. LA MUERTE DE DIOS Y EL CAMINO HACIA EL SUPERHOMBRE

    El acontecimiento de la muerte de Dios, esa verdad horrible queZaratustra conoce y que en cuanto hombre veraz se dedica a difundir,es la condicin del superhombre.

    En los pargrafos ya sealados de La gaya ciencia (108, 125 y 343),se refiere este magno acontecimiento y sus consecuencias devastado-ras. Nietzsche sabe que un suceso de tal calibre slo puede ser tomado

    15 As habl Zaratustra, parte III, De las tablas viejas y las nuevas, 2, p. 274 (KSAIV, 247).

    16 As habl Zaratustra, parte I, De la virtud que hace regalos, 3, p. 122 (KSA IV,101).

    17 As habl Zaratustra, Prlogo, 4, p. 36 (KSA IV, 16).18 Ibid.

  • 20 REMEDIOS VILA CRESPO

    a la ligera por un ignorante o por un superficial: Dios ha muerto!Y somos nosotros quienes le hemos dado muerte! Cmo nos consola-remos nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo posea dems sagrado y ms poderoso ha perdido su sangre bajo nuestro cuchilloQuin borrar de nosotros esta sangre? Con qu agua podremos puri-ficarnos? Qu expiaciones, qu juegos nos veremos forzados a inven-tar? La grandeza de este acto no es demasiado grande para nosotros?19.

    Nietzsche arroja esta duda, esta interrogacin, como una sombrasobre un futuro cuya gravedad no cabe ignorar, pues la consecuencialtima de este acto no puede ser ms sombra: el nihilismo. Y si elmetafsico, aquel idealista cobarde de que se ha hablado, es conside-rado como un hombre que piensa que este mundo, el mundo en quevivimos, es un error y no debera existir, pero que el mundo tal comodeber ser, existe; el nihilista, que ahora ocupa su lugar, es consideradocomo un hombre que juzga que el mundo, tal como es, no deberaexistir, y que el mundo, tal como debera ser, no existe20.

    Con la sentencia Dios ha muerto Nietzsche se refiere a unaprdida de gravsimas consecuencias para la historia de la humani-dad. Despus de esa muerte, nada puede volver a ser como antes. Elmundo se vuelve sombro, la vida se vuelve extraamente leve, inso-portablemente absurda. Bogamos a la deriva, sin rumbo, sin sentido,sin causa y sin finalidad. Dios ha muerto significa que no hay ga-rantas, ni certezas, ni valores absolutos. Perder a Dios es perder elrespaldo, el norte, el horizonte. La idea de la muerte es absolutamentejusta aqu. Como cuando se pierde a alguien necesario, uno pierdeespesor, arraigo, identidad. El yo se vuelve frgil. Perder a alguien es,de alguna manera, perderse a s mismo. Toda muerte supone un des-arraigo, un desasimiento, un extraamiento. Y la muerte de Dios su-pone todo esto en grado sumo. Eso es el nihilismo. El nihilismo queNietzsche se propone superar, despus de analizarlo.

    Una definicin que permite poner de relieve los rasgos funda-mentales de ese fenmeno podra ser la siguiente: el nihilismo es laconsecuencia de una enfermedad que cursa con unos sntomas. El principal deesos sntomas es el pesimismo. Cualquiera que est familiarizado con

    19 La gaya ciencia, tr. E. Ovejero y Mauri, Madrid, Aguilar, 1974, lib. III, 125, pp.108-109 (KSA III, 481).

    20 Cf. KSA XII, 9[60], 364-368.

  • 21De la muerte de Dios al superhombre

    los textos de Nietzsche sabe que pesimismo no es un trmino unvoco.Hay un pesimismo de la debilidad, que convierte el dolor y lo terribleen argumentos contra la vida. Y hay tambin un pesimismo de lafuerza, lo que Nietzsche llama la gran pasin, que se complace en losaspectos enigmticos de la existencia, por exceso de salud. El pesimis-mo es, pues, insuficiente para explicar la esencia del nihilismo. Esslo una preformacin, un sntoma, un indicio. Pero el nihilismo alque Nietzsche hace referencia en los Pstumos de los aos 80 es, ade-ms, una consecuencia: la consecuencia de la interpretacin cristiano-moral de la existencia21, cuyo camino haba sido preparado por la filo-sofa platnica y encuentra en Schopenhauer la ltima expresin, puesen l est tambin la consecuencia del mismo ideal que alienta altesmo cristiano22. Es verdad que los ideales cristiano-morales pare-can ofrecer un remedio contra el nihilismo, contra el peligro del ho-rror vacui. Slo que el sacerdote asctico no representa, segn Nietzsche,una solucin. Porque no combate la enfermedad, combate slo lossntomas. As que hay que descubrir la enfermedad. Y Nietzsche ladenomina decadencia. La decadencia consiste en el predominio delas fuerzas reactivas, en la generalizacin de un juicio de valor sobre lavida, aquel juicio que, en el captulo que Nietzsche dedica a Scratesen El crepsculo de los dolos, parece contener el consensus sapientium yque se resume en la sentencia: la vida no vale nada.

    Ahora bien, como toda enfermedad, la decadencia supone la predispo-sicin mrbida del que la contrae. Eso es lo que Nietzsche refiere comondole temperamental y de carcter (idiosincrasia). Pero la decadencia estambin un proceso natural de desgaste. As como no se es libre de per-manecer siempre joven, tambin hay algo necesario en la decadencia, enla enfermedad: no se puede suprimir la caducidad por medio de institucio-nes. Ni la enfermedad. Ni el vicio23. Lo que hay que combatir con todaslas fuerzas es el contagio a las partes sanas del organismo24. Y el nihilis-mo es justamente la rendicin ante la enfermedad, la generalizacin de ladecadencia, la lgica de la decadencia25.

    21 KSA XII, 10[150], 539-540.22 Ibid.23 KSA XIII, 14[75], 255-256.24 KSA XIII, 15 [31], 426-427.25 KSA XIII, 14[86], 264-265.

  • 22 REMEDIOS VILA CRESPO

    Y entonces, si no se puede suprimir la decadencia, cmo afrontar-la? Cmo luchar contra ella? Cmo podramos hacer de nuestras pr-didas ganancias? Cmo transitar de la enfermedad a la salud? En fin:podra ser alguna vez el nihilismo una forma divina de pensar? Si esofuera posible, y Nietzsche as lo cree, esa tarea la lleva a cabo Zaratustraen cuanto anunciador del superhombre.

    En los tres pargrafos referidos de La gaya ciencia, que describenaquel acontecimiento y sus terribles consecuencias, se refieren tam-bin sus posibles efectos positivos. Ya el ttulo mismo de la obra su-giere un saber alegre, esperanzado, despreocupado26. Y Nietzsche esabsolutamente explcito cuando en el aforismo 343 escribe: Noso-tros filsofos y espritus libres, al saber que el antiguo Dios ha muer-to, nos sentimos iluminados por una nueva aurora; nuestro corazndesborda de agradecimiento, de asombro, de aprensin y de esperanza(...) todos los acasos del que busca el conocimiento son lcitos de nue-vo; el mar nuestra pleamar, se abre de nuevo ante nosotros, y quizsno ha habido nunca una mar tan plena27.

    Zaratustra apunta al superhombre como al nico capaz de asumiry de afirmar su destino, una vez que la seguridad y la firmeza queDios prestaba han desaparecido. Pero yo quisiera llamar la atencinsobre un momento anterior, sobre ese momento que Nietzsche llamaaurora, antes del medioda y despus de la noche: un momento en elque las sombras no han huido del todo, en el que queda todava en elrecuerdo la pesadilla de una noche aciaga, de una noche oscura; unmomento en que una tenue claridad se vislumbra. Entre la noche y elda, entre las tinieblas y la luz, entre la enfermedad y la salud: elmomento justo de la convalecencia, porque Zaratustra, ya se ha apunta-do, es un convaleciente.

    Se necesita un duelo despus de una prdida que amenaza rom-pernos. El dolor nos descoyunta, nos fragmenta, nos desmembra: espreciso que el tiempo realice su labor. Slo despus uno puede reco-brar trabajosamente la identidad perdida, reconstruirse, volver a ser.Pero el dolor tambin hay que encararlo: es un signo de interrogacinque no nos hace mejores ms que a condicin de que se le afronte, deque se le responda, es decir, de que se le ofrezca un sentido. Nietzsche,

    26 Ecce Homo, La gaya ciencia, pp. 91-92 (KSA VI, 333-334).27 La gaya ciencia, lib. V, 343, p. 161-162 (KSA III, 574).

  • 23De la muerte de Dios al superhombre

    que conoca bien el alma humana, saba que el hombre puede sopor-tar el sufrimiento con esa condicin28. Slo es insoportable el dolorintil, la experiencia de consumirse sin motivo, sin esperanza, sinfinalidad.

    Y, entonces, concretemos: del mismo modo que la muerte de al-guien muy querido nos rompe por un tiempo, la prdida de lo msimportante nos rompe para siempre. La muerte de Dios tiene comoconsecuencia la fragmentacin del propio yo. No puede extraar quea ella siga la consideracin del mundo y del propio yo como caos defuerzas. Pero, es eso todo? Cmo se supera esa prdida? Se recuperadespus algn tipo de identidad, de unidad? Es la fragmentacin delsujeto, la atomizacin del yo, la nica y la ltima consecuencia de lamuerte de Dios? Estamos condenados a la ausencia absoluta de sen-tido?

    Que la cuestin del sentido no slo no fue ajena a Nietzsche, sinoque ocupa un papel de primer rango, lo prueba el hecho de que todoen su filosofa apunta al superhombre como a su suprema realizacin.Zaratustra, su anunciador, afirma: todos mis pensamientos y deseostienden a pensar y reunir en unidad lo que es fragmento y enigma yespantoso azar29. Esa unidad que da sentido a lo disperso, que escapaz de vertebrar lo disgregado, esa meta del hombre es el superhom-bre. Slo as pueden entenderse las palabras de Zaratustra: Mil me-tas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Slo falta lacadena que ate las mil cervices, falta la nica meta. Todava no tiene lahumanidad meta alguna. Mas decidme, hermanos: si a la humanidadle falta todava la meta, no falta todava tambin ella misma?30.

    Y Zaratustra evoca al superhombre. l podra restituir la unidadperdida y hacer que el hombre supere con xito el duelo por la muertede Dios. Lo que de verdad puede hacer que el hombre se sobreponga aaquella ausencia es la presencia de una gran esperanza. La articulacinde la vida, lo que vertebra de nuevo ese conjunto de fragmentos quesomos y le da sentido es el amor a lo que tiene que venir31. Cuando Dios

    28 Cf. La genealoga de la moral, tr. A. Snchez Pascual, Madrid, Alianza, 1986, III, 28, pp. 184-186 (KSA V, 574).

    29 As habl Zaratustra, De la redencin, p. 204 (KSA IV, 179).30 As habl Zaratustra, De las mil metas y de la nica meta, p. 97 (KSA IV, 76).31 As habl Zaratustra, Del amor al prjimo, pp. 98-100 (KSA IV, 77-79).

  • 24 REMEDIOS VILA CRESPO

    desaparece todo se deshilvana, se desarticula, se desmembra. El dolorconsiste en esa divisin: sufrir es desarticularse. Pero la mirada lejanade Zaratustra, que apunta al superhombre, es justamente el intentode restaurar un sentido. Es verdad que se trata de una esperanza terrenay de un sentido mundano, que no es ni absoluto ni universal. Y ascabe entender las palabras con que Zaratustra se despide de sus disc-pulos: Muertos estn todos los dioses: ahora queremos que viva elsuperhombre32.

    Pero, qu es el superhombre? La respuesta a esta pregunta pode-mos encontrarla en la frase de Nietzsche: El superhombre es el sentidode la tierra33. Algo que confiere una direccin y una unidad al esfuerzoy a la pluralidad el sentido, que no es ajeno a este mundo elsentido de la tierra que est ms all del hombre superhombre.Algo o alguien, que mediante un arte de vivir, intenta la superacin deuna funesta posibilidad: la del ltimo hombre.

    De ese modo, el profundo pesimismo que anida en el corazn deNietzsche, la contemplacin del ultimo hombre, es combatido me-diante la evocacin del superhombre. Esta forma de conjurar el pesi-mismo mediante el arte es lo que hace de Zaratustra un tipo de inspi-racin griega, un personaje cuyo modelo, a pesar de las reminiscen-cias persas de su nombre, es profundamente griego. Pero de qu artese trataba aqu? es Zaratustra slo una prolongacin de El nacimientode la tragedia? o se trata, ms bien y como Nietzsche sugiere, de suculminacin?

    3. LA VERDAD Y EL ARTE: EL SUPERHOMBRE

    3.1. EL ARTE TIENE MS VALOR QUE LA VERDAD

    El arte tiene ms valor que la verdad. El arte y nada ms queel arte. Tenemos el arte para no morir de la verdad34. Estas reflexio-nes de los Fragmentos Pstumos de los aos 80, aos en los que fueredactado el Zaratustra, muestran una vez ms el valor de antdoto

    32 As habl Zaratustra, De la virtud que hace regalos, p. 123 (KSA IV, 102).33 As habl Zaratustra, Prlogo, 3, p. 34 (KSA IV, 14).34 Fragmentos pstumos de mayo-junio de 1888, KSA XIII, 17[3], 520-521 y 16[40],

    498-500.

  • 25De la muerte de Dios al superhombre

    del arte que estaba ya presente en las primeras obras. Y, sin embargo,qu significa aqu arte para Nietzsche? Se trataba del mismo arteal que se haba referido en su primera obra o haba cambiado algo?En qu medida este arte al que apunta As habl Zaratustra se distin-gue de aquel otro al que se haca referencia en El nacimiento de la tra-gedia?

    Nietzsche reconoce en su etapa de madurez los logros de El naci-miento de la tragedia. All haba considerado el valor de verdad delpesimismo encerrado en la sentencia de Sileno lo mejor para el hom-bre es no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor, en segundo lugar,es morir pronto35. Y tambin all acert a ver en el arte la salidaeficaz ante el peligro nihilista que amenazaba al hombre familiarizadocon aquella verdad. Apolo y Dioniso, simbolizaban cada uno dos po-tencias artsticas distintas y rivales, pero en todo caso respondan auna misma voluntad de vida y de superacin. Hasta que el arte trgi-co, la ms depurada manifestacin de la espiritualidad del pueblogriego, present aquella anttesis superada en unidad.

    Hay que reconocer, pues, que el arte tiene que ver con la verdad.Como se adverta en el El nacimiento de la tragedia, el hombre dionisacoy Hamlet han conocido y han visto la verdad, ambos poseen unconocimiento verdadero, una mirada que ha penetrado en la horren-da verdad, pues conocer la verdad es arrojar una mirada al abismo.Pero si slo existiera el conocimiento no podramos vivir. Para vivirnos ha sido dado otro instrumento transformador y tonificante: elarte. En ese momento en que la nusea amenaza con paralizar la vo-luntad hay un mago que salva y que cura, el nico capaz de retorcerlos pensamientos de nasea sobre lo espantoso o lo absurdo de la exis-tencia y los convierte en representaciones con las que se puede vivir.Esas representaciones son lo sublime, sometimiento artstico de loespantoso, y lo cmico, descarga artstica de la nasea de lo absur-do36.

    Sin embargo, a pesar de su relacin con la verdad y de que el artees tanto ms elevado cuanto ms verdad encierra, o cuanto ms ver-dad es capaz de soportar, el arte no es la verdad. Como seala Redfield

    35 El nacimiento de la tragedia, tr. A. Snchez Pascual, Madrid, Alianza, 1973, p. 52(KSA I, 35).

    36 Ibid., p. 79 (KSA I, 57).

  • 26 REMEDIOS VILA CRESPO

    en su esplndida reflexin sobre la Ilada, la tragedia se ocupa de laverdad, y de la verdad severa e incmoda, pero el poeta es en ciertomodo un mago, un encantador y un vidente37. Por una parte, la trage-dia nos hace ver la universalidad de los dilemas que plantea: es una claraexposicin terica de las oscuridades prcticas de la condicin humana.Pero, por otra, y aqu estriba la paradoja, aquello que en la vida conducea la desesperacin y a la parlisis, la tragedia lo devuelve transmutadoen algo ennoblecedor y sublime38. Y eso es justamente lo que muestraNietzsche en su primera obra. Tambin l reconoce la relacin de lotrgico con la verdad y con la belleza, pero advierte una importantediferencia con ellas. La vis curativa de lo trgico, su carcter transforma-dor, apunta a un mundo intermedio entre la belleza y la verdad. Elvelo de lo trgico es ms transparente que la belleza, pero la verdad quecontempla no es la verdad desnuda. El artista trgico va ms all de labelleza, y sin embargo no busca la verdad: busca la verosimilitud39. Latendencia a la verosimilitud, es decir, la huida del xtasis clarividentey de la nusea producida por la existencia expresa la necesidad de norebasar los propios lmites. Y eso es lo que Nietzsche defiende comopiedad, frente a la hybris caracterstica del hombre terico, que, siguien-do el hilo de la causalidad, pretende no slo conocer los abismos msprofundos del ser, sino modificarlo. Por eso, el arte tiene ms valor quela verdad: porque la verdad podra malquistarnos con la vida, mientrasque el arte nos recupera milagrosamente para ella.

    Pero la pregunta sigue en pie: qu arte? a qu arte se refiereNietzsche en la dcada de los 80, despus de la redaccin del Zaratustra?al mismo arte que haba evocado en su primera obra? o hay algnelemento nuevo sobre el que Zaratustra insiste y que antes haba per-manecido velado de algn modo?

    3.2. EL VALOR DE LO CMICO

    En su primera obra Nietzsche haba reivindicado el poder de losublime y de lo cmico como arma eficaz para combatir el peligro del

    37 Cf. J. M. Redfield, La tragedia de Hctor. Naturaleza y cultura en la Ilada, tr. A.Desmonts, Barcelona, Destino, 1992, pp. 21-22.

    38 Ibid., pp. 384-389.39 El nacimiento de la tragedia, p. 245 (KSA I, 567).

  • 27De la muerte de Dios al superhombre

    nihilismo que amenazaba al hombre dionisaco. Pero aquella primerareflexin sobre los trgicos griegos se ocupaba especialmente de losublime, del sometimiento artstico de lo espantoso. Apenas seencuentra all una reflexin sobre lo cmico, sobre el efecto liberadorde la alegra, sobre la virtus curativa del humor, del buen humor. Estegiro se hace patente en los inicios de los aos 80. Y en este punto hayque volver de nuevo a La gaya ciencia y poner de relieve una vez ms lacercana con Zaratustra.

    El prlogo a la segunda edicin de esta obra, fechado en el otoode 1886, resulta revelador40. Nietzsche presenta su obra como la na-rracin de una aventura personal: de un proceso de convalecencia.En ese proceso hay algo que se gana y que se pierde. Se pierde unaantigua confianza en la vida. El dolor instruye. El dolor nos obliga adescender a nuestras ltimas profundidades. Tal vez semejante dolorno nos mejore, pero nos hace ms profundos. Ya sea porque seamoscapaces de oponerle el orgullo, la burla, la fuerza de voluntad, que,como el piel roja, se venga de la tortura que le inflige el verdugo pormedio de la malignidad de su lengua, o porque la resignacin y elolvido nos endurezcan. En todo caso, algo se pierde: la vida se con-vierte en un problema, se acab la confianza en la vida.

    Pero tambin se ganan otras cosas. En ese proceso de convalecen-cia y de recuperacin Nietzsche confiesa que se ha liberado de untirano: de la tirana del dolor, es decir, del abuso de una perspectivaque slo se hace eco de lo negativo. Esta liberacin no es simplementeun dejar atrs, sino que requiere una labor de transformacin y uncierto arte de vivir. La conquista de la salud requiere un arte capaz detransformar nuestras peores vivencias y de extraer algo valioso de ellas.Yo no querra despedirme con ingratitud de esta poca de profundomalestar, dice Nietzsche41. E ingratitud sera no tratar, en el sen-tido mdico del trmino, esa enfermedad que es el nihilismo. Vivir estransformar y Nietzsche reconoce la potencia que hay tambin en eldolor: Slo los grandes dolores emancipan el espritu, slo por ellosconseguimos el dominio de nosotros mismos. Por esa fecha Nietzscheescribe en los Fragmentos pstumos que el animal que ms sufre de to-dos es el nico que ha aprendido a rer: Quizs s yo mejor que nadie

    40 Cf. especialmente los pargrafos 1, 2 y 3.41 Ibid., 3.

  • 28 REMEDIOS VILA CRESPO

    por qu el hombre es el nico animal que re: el hombre es el nicoanimal que sufre tan intensamente que ha tenido que inventar la risa.El animal ms desdichado y melanclico es, no obstante, el ms ale-gre42.

    Y as, este libro y la ciencia que contiene se ha vuelto alegre,porque ha remontado los abismos de la desesperacin y el miedo.Como seala Remo Bodei a propsito de Spinoza, Nietzsche combatela tanatosofa, la sabidura que deriva tradicionalmente en unameditatio mortis43. Como el intelligere de Spinoza, la gaya ciencia dejade ser un mero detenerse en el conocimiento del dolor, pues com-prender significa derrotar los rostros de la melancola44. Slo as seconoce una felicidad nueva, se accede a una segunda inocencia45 quecelebra el pudor y la risa. Ya no se desea saber todo: es como si elpudor (otra vez la piedad) fuese el nico modo eficaz de acercarse a laverdad. El pudor que nos ensea que la verdad desnuda no se puedecontemplar sin perecer. Pero es ahora tambin cuando se revela lanecesidad de ser superficiales y se conocen las ventajas de ser malicioso,ligero, fluido: eso es lo que nosotros podemos todava aprender delos griegos, aquello en lo que realmente eran maestros: los griegoseran superficiales por profundidad46. Es aqu donde se encuentra elinicio de una importante modificacin en el punto de vista nietzscheanosobre el arte que singulariza a Zaratustra y que puede arrojar luz so-bre el significado del superhombre.

    3.3. LA RISA QUE MATA Y QUE SALVA

    Es verdad que, en sus escritos ltimos, Nietzsche sigue mantenien-do que el pesimismo tiene un valor de verdad y mantiene tambinque el arte tiene, para la vida, ms valor que la verdad. Nietzscheseala una vez ms el efecto tnico del arte, su capacidad de redimir,divinizar y bendecir la existencia. Pero tenemos razones para pen-sar que Nietzsche no reproduca all exactamente lo expresado en la

    42 KSA XI, 36[49], 571.43 R. Bodei, Una geometra de las pasiones, tr. J. R. Monreal, Barcelona, Muchnik, 1995,

    p. 59.44 Ibid., p. 173.45 Cf. La gaya ciencia, Prlogo, 4.46 Ibid.

  • 29De la muerte de Dios al superhombre

    poca de su juventud, que haba algo ms que no haba sido suficiente-mente acentuado en su primera obra, algo que ahora destacaba y queseguramente supona una experiencia de la que Nietzsche careca en-tonces.

    Un gran trgico alcanza la cumbre cuando sabe rerse de s,advierte Nietzsche en el 3 del tratado III de La genealoga de lamoral. Se sabe que la comedia y la tragedia tienen un mismo origen, elculto a Dioniso, y que, antes de independizarse como gnero literario,la interpretacin satrica segua a la representacin de la tragedia. Eldolor no tena, pues, la ltima palabra en el escenario, y la risa seguaa las lgrimas. Esto debi pesar bastante en el Nietzsche maduro has-ta el punto de que al final del Ensayo de autocrtica, que escribien 1886 para El nacimiento de la tragedia, recomienda la risa con unosprrafos extrados precisamente de As habl Zaratustra:

    Vosotros deberais aprender antes el arte del consuelo intramun-dano, vosotros deberais aprender a rer, mis jvenes amigos, si es que,por otro lado, queris continuar siendo completamente pesimistas [...].O, para decirlo con el lenguaje de aquel trasgo dionisaco que lleva elnombre de Zaratustra:

    [...] Zaratustra el que dice la verdad, Zaratustra el que re la verdad,no un impaciente, no un incondicional, s uno que ama los saltos y laspiruetas. yo mismo me he puesto esa corona sobre mi cabeza!

    Esta corona del que re, esta corona de rosas: a vosotros, herma-nos mos, os arrojo esta corona! Yo he santificado el rer; vosotros,hombres superiores, aprended a rer!47.

    La reivindicacin de la risa arroja ahora una luz distinta sobre elvalor del arte en la etapa de madurez de Nietzsche, que inicia elZaratustra. Pocos pensadores, con algunas honrosas excepciones, hanreivindicado para la reflexin filosfica, una temtica como la risa. Yno puede extraar que el irreverente Nietzsche la convierta en unode los puntos centrales de su reflexin. Por una parte, la risa es lamanifestacin de la alegra, del gozo de vivir, del puro placer por laexistencia. Por otra, la risa acompaa al efecto distorsionante de locmico, muestra el lado oculto, la faceta ridcula de lo grave, la estu-pidez de lo serio. Se trata en cada caso de un aspecto diferente de larisa, pero los dos estn presentes en Nietzsche. El primero destaca su

    47 El nacimiento de la tragedia, Ensayo de autocrtica, pp. 36-37 (KSA I, 22).

  • 30 REMEDIOS VILA CRESPO

    carcter positivo y afirmativo; el segundo, su potencial destructivo eiconoclasta. En este ltimo caso la risa se ofrece como arma eficazcontra el miedo: el miedo al dolor y a la muerte. Pero tambin contraotra especie de miedo, menos conocido, pero tambin ms peligroso aveces: el miedo a la felicidad, al placer y a la belleza.

    Nietzsche celebra el valor: la lucha, la resistencia y una ciertagrandeza. Porque la vida necesita del respeto y la veneracin. Quizssea se, despus de todo, el valor de lo sublime. Pero Nietzsche cono-ca la ambivalencia que existe en la grandeza. Lo grande tiene un ladoque se avecina extraamente a lo pequeo. Hay un punto en que lagrandeza y lo sublime pueden rozar lo ridculo. Y ese punto tal vezsea slo accesible para la risa. Al espritu de la pesadez serio,grave, profundo, solemne opone Zaratustra la fuerza de lo cmi-co, la irona y la risa, que torna valerosos, despreocupados, irnicos,valientes.

    En un reciente e interesante ensayo sobre la risa, Berger ha pues-to de relieve tres caracteres que singularizan la experiencia de lo c-mico en Grecia. Se trataba de una experiencia exttica (en el sentidode k-stasis, de un estar fuera de los presupuestos y hbitos corrien-tes de la vida cotidiana); orgistica (en el sentido metafrico de queune lo que la convencin y la moral querran mantener separado); yera sobre todo peligrosa para cualquier orden establecido (porque de-rriba todas las pretensiones, incluso las de lo sagrado)48. Zaratustraconoce este valor de la risa y la irona. La burla descompone su objetoy muestra el lado ridculo y de poca estimacin que se oculta a lamirada. Como Cervantes, como Lubitsch, como Chaplin, Nietzscheconoca la eficacia de lo cmico: No con la clera, sino con la risa semata, dice Zaratustra. Se comprende por qu ningn totalitarismosoporta la risa, pues la lgica de la dominacin es la lgica del miedo.Y el humor es un arma eficaz contra el miedo. Aquel miedo que en lanovela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, Jorge de Burgos defiendeante Guillermo de Baskerville. Atrincherado en el miedo, Jorge deBurgos denuncia y ataca aquel extrao y diablico libro que defendala virtus curativa de la comedia, la stira y la irona: Cuando re, elaldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de domina-

    48 P. Berger, Risa redentora. La dimensin cmica de la experiencia humana, tr. M. Bofill,Barcelona, Kairs, 1999, p. 47.

  • 31De la muerte de Dios al superhombre

    cin [...]. La risa distrae, por algunos instantes, al aldeano del miedo.Pero la ley se impone a travs del miedo, cuyo verdadero nombre estemor de Dios [...]. Y de este libro podra surgir la nueva y destructivaaspiracin a destruir la muerte a travs de la emancipacin del miedo[...]. Y este libro, que presenta como milagrosa medicina a la come-dia, a la stira y al mimo, afirmando que pueden producir la purifica-cin de las pasiones a travs de la representacin del defecto, del vicio,de la debilidad, inducira a los falsos sabios a tratar de redimir (diab-lica inversin) lo alto a travs de la aceptacin de lo bajo49.

    De alguna forma este libro que pretenda preservar de todas lasmiradas el sombro personaje de la novela de Eco, podra ser elZaratustra de Nietzsche. Zaratustra, que lucha contra el miedo, ofre-ce la metfora del pastor que, tras morder la cabeza de la serpiente,re. Pero sta es ya una risa que, despus de matar, salva, y que sabeque el ms profundo conocimiento, aunque comience en el dolor, aca-ba en la alegra. sta es la risa que salva y que Zaratustra santifica.Zaratustra dice de s mismo que ha santificado la risa y, como advierteSnchez Pascual, por oposicin a la corona de espinas del Dios cristia-no, desea ceir sobre su cabeza la corona de rosas del que re. Santifi-car la risa: esto parece contravenir no slo la esencia del nihilismo, noslo la esencia del totalitarismo, para los que siempre la risa ha sidoalgo ajeno y extrao, sino tambin la esencia de todo inmovilismo.Santificar la risa es seguramente lo ms iconoclasta que podamos ima-ginar, porque es consagrar el devenir y lo cambiante y, en suma, lavida. Santificar la risa es hacer de ella algo divino: algo que no tienecausa ni fin, algo que carece de por qu y de para qu.

    Probablemente el tan conocido y criticado perspectivismo deNietzsche ignore una verdad profunda: la necesidad de encontraruna ptica adecuada, un punto de vista en que un cierto estado denimo, el humor, tenga la palabra. Y este humor ensea tanto arelativizar la propia posicin como a aceptar el marco que la posibi-lita. Seguramente entonces la risa y el conocimiento podrn ser alia-dos y entonces tambin todas las tragedias de la vida podran sercontempladas bajo la ptica de una gran comedia: la divina come-dia de la vida.

    49 U. Eco, El nombre de la rosa, tr. R. Pochtar, Barcelona, Lumen, 1983, p. 575.

  • 33Todo enfermo es un canalla

    Estudios Nietzsche, I (2001), pp. 33-47

    Todo enfermo es un canalla...:Enfermedad y espritu libre en las cartas

    de Nietzsche de 1875 a 1879

    GIULIANO CAMPIONI

    1 Las referencias son a la edicin italiana, a cargo de G. Campioni y F. Gerratana, delEpistolario 1875-1879 de Nietzsche, texto crtico establecido por Colli y Montinari, vol. III,Miln Adelphi, 1995. Las Notizie e note (pp. 423-636) de este volumen constituyen, en sen-tido absoluto, el primer aparato crtico sobre las cartas de este perodo. Para el texto alemn, cf. F.Nietzsche, Briefwechsel, Kritische Gesamtausgabe, ed. G. Colli y M. Montinari, Berlin, W. de Gruyter,Berlin 1975 ss., II Abt., Bd. 5. De ahora en adelante KGB.

    La vida de Nietzsche, entre 1875 y 1879, sufre cambios profun-dos: sale a la luz, a travs de subterrneas y largas vicisitudes, la plenaconciencia de su identidad filosfica, que halla expresin y forma devida en la figura del espritu libre. Esa identidad filosfica habaquedado hasta ahora ofuscada y obstaculizada en algunos casos por laprofesin filolgica (con el peso del deber cotidiano de ensear) y porla adhesin, cada vez menos convencida, a las ideologas wagnerianasy a sus xitos. El epistolario de este perodo, con el aparato crtico queda cuenta ampliamente de los interlocutores y de los testimonios in-directos, ayuda a comprender este complejo y doloroso perodo detransicin, percibible sobre todo en los fragmentos pstumos1. Cier-tamente, la radicalidad del giro no emerge en las cartas si no es enpocos sitios, y ciertos indicios slo son comprensibles bajo la luz delas opiniones sucesivas, de lo que seguir. Por lo dems, ni siquiera alos amigos ntimos, Nietzsche comunica nunca sus sentimientos yopiniones por entero en las cartas, que para l son imgenes subjeti-

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    vas de un estado de nimo. Nietzsche mismo, a menudo, muestratener conciencia de estas dificultades e imposibilidades. Adems, hayque tener en cuenta sus diversas maneras de comunicarse, su uso de lamscara, sus distintas maneras de presentarse a los diversosinterlocutores y de cmo quiso que stos lo entendieran2.

    Los escritos de Nietzsche son los acontecimientos ms importantesde su vida: escribir quera decir para l vivir (Montinari). En espe-

    2 Para la reconstruccin biogrfica son esenciales, junto a las cartas, los testimoniosde la tradicin indirecta. Una documentacin complementaria y magnfica es la recopilacinde Sander L. Gilman, Begegnungen mit Nietzsche, Bonn, Bouvier, 19872. Sin sus testimoniospersonales, no quedara rastro alguno de algunos interlocutores. Vase por ejemplo la vivaz ybrillante descripcin del encuentro con el filsofo, como ocasional compaero de viaje, hechopor la baronesa von der Pahlen. Elisabeth von Ungern-Sternberg, entonces joven baronesavon der Pahlen, acompaada por la amiga materna Claudine von Brevern, en su primerviaje a Italia hizo el viaje en tren en compaa de Nietzsche desde Ginebra a Gnova. En susrecuerdos (Nietzsche im Spiegelbild seiner Schrift, Leipzig, 1902), la baronesa enumera detalla-damente los temas de la fascinante conversacin nocturna, mientras la acompaante dorma,con este Creso del pensamiento que tena mundos para regalar: desde los moralistas fran-ceses a la caracterizacin del libre pensamiento y el espritu libre. Llegados a Gnova, en-contramos alojamiento en los alrededores del puerto, en el mismo hotel, un viejo edificio, yall transcurrimos algunos das en contacto vivaz con el profesor de Basilea, que todava noera famoso y era un desconocido fuera de los especialistas y del crculo wagneriano. [...]Hicimos bellas excursiones, entre las que recuerdo ms vivamente: un largo paseo nocturnoa travs de pintorescos pasajes y calles de Gnova. La palabra de Nietzsche hizo revivir demanera plstica y vivaz ante los ojos de nuestro espritu el pasado de Gnova. Nos hizoentender el arte renacimental y barroco que daba el sello a Gnova la Soberbia, la ciudad delos palacios, la antigua rival de Venecia. [...] Nuestra despedida fue por carta porque l sufriun nuevo ataque de hemicrnea (cf. la carta de Nietzsche del 23 octubre 1876). Nietzschecontinu en barco hasta Livorno. Desde Livorno lleg a Pisa (quizs para encontrar a Re,que haba viajado en tren). La nica impresin de esa visita que est atestiguada por las cartasy los escritos, es haber visto aparecer de improviso en un bosque junto a Pisa, primero dos,despus cinco camellos (El caminante y su sombra, dilogo introductivo). En la finca de S.Rossore junto a Pisa, hasta la segunda guerra mundial, haba un criadero de camellos, intro-ducidos a final del 1600, por el Gran Duca Cosimo III de Medici, e incluso cantados porDAnnunzio en las Laudi (1.III). La baronesa Elisabeth von Ungern-Sternberg encontr demanera fortuita en Pisa a Nietzsche, que paseaba triste por su calle y nos ha dejado memo-ria de ello. El recuerdo del encuentro en la silenciosa ciudad de las dos torres inclinadasparece estar muy coloreado por el Chianti bebido por la baronesa, con el estmago vaco, enla estacin: el espritu alegre y la excitacin se transmiti, segn el testimonio, a Nietzsche(esto suscitar en fin, al regreso a la estacin, la agitacin y las recriminaciones subsiguientesdel fidus Achates Re a la baronesa, por el influjo perjudicial sobre el filsofo. No falt lavisita al Duomo y al cementerio. Ante el Triunfo de la muerte, como crtico de la mitologacatlica se mostr, por un lado, totalmente nuevo, chispeante de argucias y de sarcasmos.

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    cial, los libros de este perodo (Richard Wagner en Bayreuth, Humano,demasiado humano, Opiniones y sentencias varias y El caminante y su sombra,respecto a las tres primeras Intempestivas que tambin se movan en laptica del movimiento wagneriano) pertenecen a la crisis decisiva de laexistencia del filsofo. Aparecido a primeros de julio de 1876, RichardWagner en Bayreuth contribuye a reforzar la imagen pblica de Nietzschecomo el terico-activista ms brillante y profundo de la causa deBayreuth. Por eso aumentan en torno suyo los admiradores y los segui-dores: el musiclogo Edouard Schur, el poeta de primer rango SiegfriedLipiner y el grupo de admiradores austracos, el filsofo schopenhauerianoEmmerich Du Mont, la wagneriana Mathilde Maier, el antisemitaBerhard Frster, el msico Hugo von Senger, el mdico Otto Eiser, elbarn Reinhardt von Seydlitz (por citar slo algunos interlocutores delespistolario). Humano, demasiado humano aparece en cambio como apos-tasa y escndalo y provoca inmediatamente entre los amigos reaccio-nes generales de consternacin, estupor y, en el msico y en los msfieles wagnerianos, repulsa y rechazo de todo posible dilogo. En pocosaos, Nietzsche parece haber invertido su precedente posicin. Las car-tas y los apuntes pstumos permiten captar los dentellones sobre loscuales el nuevo edificio se desarrolla a partir del antiguo (El caminantey su sombra, 198). Es una simplificacin la dramatizacin del contrasteentre un Wagner que triunfa en Bayreuth y un Nietzsche que se alejade todo ello desilusionado y dolorido (como sostiene por ejemplo EdouardSchur); o tambin su toma de conciencia como revelacin repentina,durante el festival, de la lejana de la realidad de Bayreuth respecto alideal perseguido (interpretacin sugerida a posteriori por el mismo fil-sofo). De este modo, no se tiene en cuenta que ya el escrito sobre Wagneren Bayreuth, siendo aparentemente apologista, era para Nietzsche unponerse radicalmente en juego (Carta a Richard y Csima Wagner dejulio 1876); y tampoco cunto contena ya ese escrito de crisis de lacentralidad del arte y de su fundamento metafsico. En la carta hastaahora indita a Wagner3 (n. 537) que acompaa el envo de la Intem-pestiva sobre Bayreuth, Nietzsche se compara a s mismo alegricamente,

    3 A R. Wagner, primeros de julio 1876. El manuscrito se halla en el Nationalarchivder Wagner Stiftung en Bayreuth (IV A 9-10) y ha sido dado a conocer por David Marc Hoffmannen el congreso Nietzsche und die Schweiz (26 agosto, 27 noviembre 1994). En la KGB hayun esbozo precedente que, adems de algunas variantes en la puntuacin, en los subrayadosy en la distribucin de los prrafos, contiene una frase omitida en la carta enviada a Wagner.

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    por haberse atrevido a publicar el escrito (que pone en cuestin la situa-cin personal), con el caballero del lago de Constanza, que atraviesasin darse cuenta, al galope, la superficie helada del lago. Alcanzada laotra orilla e informado de su imposible y loca cabalgata, muere de ho-rror y de espanto por el peligro corrido4. En el prefacio de 1886 a Hu-mano, demasiado humano II, Nietzsche remite ese miedo pstumo queexperimenta cualquiera que haya pasado sin darse cuenta por un peli-gro monstruoso, no al presunto escrito apologtico, sino al sucesivohorripilante espectculo de un Wagner que se doblega, vencido yviejo, ante la cruz5. Es una reconstruccin posterior dirigida a resaltar eltema central del conflicto. La carta indita a Wagner (que sufre versio-nes tan atormentadas e interiormente contrastantes como la gestacinde la cuarta Intempestiva) presenta esta significativa autocensura respec-to al esbozo final: Si tuviera una opinin de Usted mnimamente dis-tinta, no habra publicado este escrito.

    El distanciamiento de Nietzsche slo llega a ser irreversible cuan-do, en 1878, por parte wagneriana no se quiso aceptar en este terreno(y desde luego no poda ser aceptada) esa reforma radical en la direc-cin del espritu libre, hacia la que Nietzsche quera empujar elmsico. Esa reforma supona para el arte y el genio la prdida de sucentralidad fundada metafsicamente: las cartas atestiguan estas in-tenciones. La deshumanizacin de la naturaleza (el remitir completa-mente al hombre la fuerza artstica atribuida ya al fondo vital) pareceimplicar al principio una pobreza desolada. La ciencia parece haberdesecado las cosas, privndolas de la linfa mgica que el hombre leshaba infundido. Pero de esa manera le ha dado al hombre un poderms dbil pero efectivo sobre la realidad: el hombre se ha convertidoen el dios de las mquinas, ha vuelto accesible la naturaleza conten-tndose con los esquemas y las abstracciones del mecanicismo. La cien-cia debe acercarse a las cosas prximas: la metafsica y la religin vo-laban hacia los dioses y empobrecan a los hombres. Slo el conoci-miento, descuidado hasta ahora, de lo que es pequeo, dbil, huma-no, ilgico, defectuoso puede conducir a la sabidura para la queNietzsche se siente preparado. Es necesaria la opcin del espritu li-

    4 Cf. Gustav Schwab, Der Reiter und der Bodensee, en Gedichte, Stuttgart, 1828,vol. I, pp. 364-366.

    5 KSA 2, p. 372.

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    bre por las pequeas cosas despus de la borrachera con los idealesromnticos de una riqueza desbordante.

    En el telegrama de Venecia (el ltimo mensaje escrito porNietzsche) que contiene el encargo de dos camisetas de seda y dospares de pantalones confeccionados en Basilea, mejor calidad, pareceque Wagner casi quisiera cancelar el tiempo y los cambios sucedidos,buscando todava en el filsofo el devoto famulus de Tribschen. Almarcharse de Basilea hacia Italia, en busca de la salud, Nietzsche tie-ne en cuenta, en su carta de respuesta, el sentimiento de Wagner,advirtiendo al mismo tiempo la irrecuperable lejana de Tribschen: elotoo posterior a este verano es ms otoo que los anteriores. El granevento ha dejado tras de s una estela de la melancola ms negra (a R.Wagner, 27 septiembre 1876).

    Monumento a una crisis, Humano, demasiado humano es al mismotiempo la historia de una enfermedad y de una curacin. Junto a losdos volmenes-apndices que le siguen en marzo y diciembre de 1879,pertenece enteramente a la dura terapia que Nietzsche se ha impuestoa s mismo. En las introducciones de 1886, Nietzsche eleva esta vici-situd personal a paradigma para aquellos que constituyen la concien-cia del alma moderna, los ms espirituales, ms valientes, y losnicos que, sintiendo ms que los dems la posibilidad de la enferme-dad (de la transicin), pueden recorrer el camino hacia una nuevasalud. Esta actitud (repasada admirablemente en Ecce homo y en losprefacios autobiogrficos de 1886) no es fruto de la conciencia retros-pectiva del filsofo que reconstruye el trayecto cumplido felizmentecon la reconquista de la propia tarea. Los testimonios de estas tentati-vas son numerosos en las cartas. En el mismo esbozo de la carta a losWagner, que deba acompaar Humano, demasiado humano, Nietzscheescribe: quiz todava est vivo porque he sido capaz de este libro(676). Los diarios de Cosima6 documentan, junto al primer senti-miento de ofensa en Wagner, cunto dolor cost al msico hasta laobsesin, que volva incluso en sueos el abandono, la traicin deljoven amigo, y cmo la eleccin de limpieza racional y de crtica po-da parecer, segn las palabras de Schur, un nihilisme coeurant, pri-mado de un conocimiento histrico que se inverta en escepticismo, y

    6 Cosima Wagner, Die Tagebcher, ed. M. Gregor-Dellin y D. Mack, 2 vols., Mnchen/Zrich, Piper, 1976 y 1977.

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    fin de toda veneracin. Wagner acusar a Nietzsche de socratismo yfilistesmo, en el escrito Pblico y popularidad7. Aquellos que haban

    7 En una carta del 1 agosto 1878, el editor Schmeitzner informa a Nietzsche de queha comprado al editor Fritzsch los restos de la primera edicin de El nacimiento de la tragediay toda la segunda edicin. Tambin escribe: Permtame atraer su atencin sobre el prximonmero (de agosto) de los Bayr. Bltter. El artculo de Wagner Pblico y popularidad[tercera parte] es una rplica a su ltima obra (Humano e inhumano, como la llama Wagner.El autor no lo cita) KGB II 6, 955. Wagner, como muestran los Diarios de Cosima, trabajadesde el 3 de julio a la tercera parte de su artculo para los Bayreuther Bltter. Con fecha 21julio 1879: R. ha trabajado esta maana en su artculo larga y gustosamente, me dice queataca a Nietzsche pero sin que pueda darse cuenta nadie que no est metido por enteroTagebcher, II, p. 143. Wagner defiende lo derechos superiores del genio, acusando a Nietzschede aridez profesional y en sustancia de filistesmo cultural: fillogos y filsofos, sobreto-do cuando se topan en terreno de la esttica, son animados e incluso obligados por la fsica aprogresar sin limitaciones en la crtica de todo lo humano e inhumano, es decir, parece quede los experimentos de esa ciencia extrajesen una profunda justificacin para un conocimien-to completamente especial que les consiente, alejndose de las opiniones corrientes y vol-viendo luego a ellas de manera confusa, girar incesantemente sobre s mismos, y eso pareceque le es asegurado por la parte debida del eterno progreso universal. Ms pasan desapercibi-dos estos saturnales de la ciencia, mayor es la audacia y la crueldad con las que las vctimasms nobles son masacradas y arrastradas sobre el altar de la conocimiento. [...] Los casos msgraves se tienen cuando se hecha al mal de manera general toda grandeza, y en particular eltan inoportuno genio como algo perjudicial; antes bien, se rechaza el concepto de geniocomo fundamentalmente falso. ste es el resultado del mtodo cientfico ms moderno, quegeneralmente se define como escuela histrica [...] Quien juzga todas las cosas humanas ydivinas, como por ltimo hace con una temeridad extrema quien proviene de la escuelahistrica aplicada a la exposicin filosfica del mundo, slo se sirve de las artes archivistasbajo la gua de la qumica y la fsica. Ante todo es absolutamente rechazada, y con agriodesprecio, toda hiptesis de que sea necesaria una explicacin para los fenmenos del Univer-so que permanecen quizs impenetrables a un conocimiento de tipo puramente fsico. [...]Puesto que ninguna transformacin se ha producido sin razn suficiente, resultara que in-cluso los fenmenos ms sorprendentes, como por ejemplo, ms importante de todos, la obradel genio, derivan de causas patentes aunque algunas veces demasiado numerosas y an noexplicadas del todo, pero que nos resultar extraordinariamente fcil esclarecerlas cuando laqumica se haya elevado finalmente a la dignidad de la lgica. Pero entretanto all donde lacadena de las deducciones lgicas no puede ser considerada como perfectamente adecuadapara explicar la obra del genio, se apela a fuerzas naturales ms comunes, y sobre todo defec-tos de voluntad, como la violencia de la voluntad, la energa unilateral y la obstinacin, parareconducir lo ms posible todo el asunto al campo de la fsica. Puesto que con el progreso delas ciencias naturales todos los misterios de la existencia tienen que ser necesariamente pre-sentados al conocimiento como misterios en realidad puramente imaginarios, todo dependesolo de la conciencia, pero con la exclusin total, parece, del conocimiento intuitivo. ste, enefecto, podra inducir a extravagancias metafsicas, podra conducir al conocimiento de rela-ciones que es preciso mantener alejadas del conocimiento cientfico hasta que la lgica,

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    admirado en El nacimiento de la tragedia ante todo la genial transfigu-racin de la empresa wagneriana, retoman ahora los temas de ataquepresentes en las Intempestivas, volcndolos contra las nuevas posicionesde Nietzsche. La acusacin de socratismo, destructor de la veneracin

    guiada por la qumica hacia la evidencia, no los haya esclarecido. Con ello, hemos aludido,creo yo, a los resultados del nuevo mtodo cientfico, llamado histrico, aunque slo ensuperficie (y no puede ser de otro para quien est iniciado a los misterios de la ilustracin):gracias a estos resultados el sujeto, puramente cognoscente, que se sienta en una ctedra,queda como el nico ser con derecho a la existencia. Una digna aparicin como conclusinde la tragedia universal! No es fcil imaginar que podr experimentar al final este particularque conoce, y quisiramos que, al final de la carrera, tuviera que repetir las exclamaciones deFausto al inicio de la tragedia de Goethe! En todo caso, tememos que no muchos podrancompartir con l el gozo del conocimiento, y pensamos que, por aquel gran placer de unparticular, pero suponiendo que lo haya, el Estado que se preocupa del inters general derro-chara demasiado dinero. En cuanto a la utilidad general, las cosas iran verdaderamente malslo por el hecho de que es difcil ese pursimo sujeto cognoscente como un hombre entre loshombres. l transcurre su vida delante y detrs de la ctedra, no tiene a su disposicin, parael conocimiento de la vida, un espacio ms amplio del que deja este cambio de sitio. Elaspecto intuitivo de todo lo que piensa le es negado, en la mayor parte de los casos, desde laprimera juventud y su contacto con la llamada realidad de la existencia es un despropsitosin sentimiento. Ciertamente nadie le hara tanto caso si no hubiera universidades y ctedras,que nuestro Estado, tan orgulloso de sus doctos, se preocupa de mantener con generosidad.l, con sus semejantes y otros filisteos de la cultura, podr aparecer como un publico con elque se mezclan de vez en cuando, para despropsitos acadmicos, pimpollos de prncipesamantes de la lectura. Al arte, que al Golia del conocimiento le parece cada vez ms unrudimento de un estadio precedente de la humanidad [cf. 222 y 223], ms o menos comoel resto que nos ha quedado de la cola del animal, al arte ya slo le presta atencin si le ofreceperspectivas arqueolgicas para justificar afirmaciones histricas escolsticas. As aprecia l,por ejemplo, la Antgona de Mendelssohn, o unos cuadros de los que pueda informarse leyen-do sin estar obligado a verlos. l produce influjo en el arte slo en tanto que este influjo debeexistir cuando se fundan academias, universidades y cosas parecidas, donde luego l empleatodo su esfuerzo en impedir que emerja una fuerza creativa: de otro modo se podran provo-car fcilmente recadas en aquel vrtigo de la inspiracin que es propio de civilizaciones yasuperadas. Ni siquiera le pasa por la cabeza dirigirse al pueblo, que por su parte no se ocupaen absoluto de los doctos, pero tambin es difcil decir por qu camino el pueblo deberallegar por fin a ciertos conocimientos. El pueblo aprende, en efecto, siguiendo caminos com-pletamente opuestos al quien conoce de manera histrico-cientfica, es decir, en este sentidono aprende absolutamente nada. Aunque no tenga un conocimiento abstracto, el sin pueblosin embargo conoce: reconoce sus grandes hombres y ama el genio, que aquellos odian; y enfin, algo que a ellos les horroriza, venera lo divino [...] La crtica histrica [...] est sumergidaen el judasmo y se sorprende de que hoy, en una maana de domingo, suenen todava lascampanas para un hebreo crucificado hace dos mil aos [cf. 113], justo como todo hebreose sorprende de esto mismo R. Wagner, Publikum und Popularitt, en Gesammelte Schriftenund Dichtungen, vol. X, pp. 81-86.

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    y de la ilusin (Wahn) necesaria para la vida, es esgrimida, en susapasionadas cartas a Nietzsche, por la fiel wagneriana Mathilde Maier,que defiende la perspectiva edificante de la msica de Wagner inclu-so para el no-competente. En su respuesta, Nietzsche manifiesta abier-tamente, con un sentimiento de liberacin, el distanciamiento irre-versible respecto a aquel Wagner que pretenda elevar y redimir y queen cambio se haba revelado como una enfermedad (734 y 741). Contrminos semejantes se expresa Nietzsche en las respuestas a Carl Fuchs,autor de enormes cartas (la que llevar a la reconciliacin, despus delos malentendidos, es de sesenta y dos pginas en cuarto). Fuchs acep-ta la fecundidad de las nuevas posiciones de Nietzsche, y su apreciode Wagner entrar en crisis (cartas 729 y 736) y permanecer hasta elltimo momento un interlocutor de Nietzsche (sobre todo en cues-tiones musicales). Sobre l, el filsofo realiza una especie de tutela yde direccin cultural como ya haba hecho, de manera ms ruda y porms tiempo, respecto a Deussen. ste, una vez que se haba emanci-pado definitivamente, se consolida en aquella va schopenhauerianaque le haba indicado el mismo Nietzsche, pero que ya queda lejos dela que el filsofo est recorriendo en soledad (carta 642).

    Las cartas dedicadas a Humano, demasiado humano y a la filosofa delescndalo se hallan entre las ms interesantes para comprender los in-tentos reformadores de Nietzsche con respecto a Wagner. Los amigosms ntimos tambin manifiestan una dolorosa perplejidad (Malwida,Marie Baumgartner, incluso Overbeck), an manteniendo la continui-dad de la amistad. En una carta-recensin, Rohde, como muchos otros,vislumbra en la influencia negativa de Re la razn de este repentinocambio, que considera no obstante como una fase transitoria del pensa-miento de Nietzsche8.

    8 En la carta del 16 junio 1878 (KGB II 6, 895), Rohde reacciona as al envo deHumano, demasiado humano: Mi sorpresa por este ltimo Nietzschianum ha sido, como pue-des imaginarte, grandsima: As ocurre cuando del calidarium lo echan a uno directamenteen un glido frigidarium! Te digo ahora, con toda sinceridad, amigo mo, que esta sorpresa noha estado privada de sensaciones de dolor. Cmo se puede uno desvestir de tal manera de lapropia alma y tomar la de otro? En lugar de Nietzsche, convertirse de improviso en Re?Estoy an estupefacto ante este milagro y no puedo alegrarme de ello, ni tener una opininprecisa, porque no lo he entendido todava bastante bien. Rohde critica en particular laconcepcin nietzscheana de la irresponsabilidad (Humano, demasiado humano, 107) y laabsolutizacin del egosmo; hace notar crticamente la influencia, va Re, de los sensualistasfranceses. Pero yo no creo desde luego, querido amigo, que tu hayas llegado al final de tu

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    Tras desafortunadas vicisitudes acadmicas y amorosas y con-solaciones musicales con el Tristn, le llega a Rohde la colocacinuniversitaria, un feliz noviazgo y el matrimonio. Asistimos a su pro-gresivo y casi inconsciente alejamiento de Nietzsche, no sin la amargasensacin de una lenta e inexorable clausura en el horizonte domsti-

    vida, tu evolucin describe una curva, y quiz un da [...] volver a su direccin originaria.Rohde alaba por lo dems la indecible riqueza de la obra, y en particular las consideracionesde Nietzsche sobre los griegos. El juicio de Rohde sobre Humano, demasiado humano expresa-do en la carta a Overbeck del 16 junio 1878 (Overbeck-Rohde Briefwechsel, ed. A. Patzer,Berlin, Gruyter, 1990, p. 25) hace entender cmo tambin en Overbeck estaban presentesreservas y perplejidades: Tambin para m, naturalmente, el ltimo libro de Nietzsche, conese infeliz ttulo, ha sido en las ltimas semanas objeto continuo de estupor y en gran partede doloroso estupor. Los juicios decididamente crticos y sin indulgencia de Richard Wagnerse hallan en los diarios de Cosima. 24 Junio: R. lee algo en el nuevo libro de Nietzsche y sesorprende de la pretenciosa banalidad. Entiendo que le parezca ms agradable la compaade Re que la ma. Y cuando hago notar que despus de este libro los precedentes libros deNietzsche slo eran reflejos, que no provenan de su interioridad, l dice: Ahora son Reflejos[Reklekse = manchas de Re]. El juicio de Cosima Wagner sobre el libro est atestiguadopor su carta a Marie von Schleinitz: No he ledo el libro de Nietzsche. Me ha bastadohojearlo y leer algunas frases pregnantes para ponerlo ad acta. En el autor se ha cumplido unproceso que desde hace tiempo vea avanzar y contra el cual he combatido con mis pocasfuerzas. Muchas cosas han contribuido al nacimiento de este libro! Se ha aadido tambin,al final, Israel, en la figura de un doct. Re muy escurridizo, muy fro, aparentemente cogidoy sometido por Nietzsche, en realidad en cambio es l quien lo domina con el engao; apequea escala, la relacin entre judasmo y germanismo [...] Malwida niega decididamenteel influjo negativo del doct. Re, que a usted le gusta tanto... Me ruega tambin que noabandone a Nietzsche, pero por cada frase que he ledo tengo un comentario, y se que aqu havencido el mal. Es muy triste la impresin que suscita en nuestros amigos. El joven doct.Schemann se lamenta del libro, pero lo considera el ms bello que ha sido escrito nunca.Malwida piensa que contiene reflexiones estupendas, y el fielsimo Wolzogen que ahora yano podra leer los primeros escritos. Yo no encuentro en l nada de todo ello, sino slo unatristsima experiencia, que ha durado algunos aos. El mismo Wagner sostiene acerca deNietzsche que de este bulbo tendra que haber nacido una flor. El bulbo se qued atrs,verdaderamente algo repugnante KGW IV 4, pp. 46-47. El wagneriano Ludwig Schemann(1852-1938), filsofo y escritor, dedicar gran parte de su actividad a dar a conocer a Gobineauen Alemania (fue traductor, editor de textos, bigrafo y fundador de la Gobineau Vereinigung).Haba conocido a Nietzsche en Bayreuth. De este encuentro ha dejado testimonio (ahora enS. Gilman, op. cit., p. 289). Vase tambin la carta llena de devocin y gratitud por losalientos recibidos, dirigida a Nietzsche el 22 febrero 1878 desde Gttingen, donde Schemanntrabajaba de bibliotecario (KGB II 6, 805). Tambin R. v. Seydlitz en la carta del 19 junio1878, trata crticamente sobre Humano, demasiado humano: El ideal del que usted hablabano lo he encontrado; todo es incluso demasiado real [...] cundo escribir de nuevo un libronietzscheano? KGB II 6, 900.

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    co y profesional. Rohde parece hallar en Wagner la posibilidad de unacompensacin y transfiguracin ideal de la realidad cotidiana. Perofrente a Nietzsche que lo define como posedo completamente por eldemonio filolgico, como un archifillogo, Rohde responde carac-terizando as sus propios sentimientos ante el trabajo filolgico: Sifuese al menos un verdadero erudito! Un Wagner [el famulus de Faus-to] todo entero! En cambio lo soy slo a medias, y a la vez slo unveinteavo de Fausto; y a partir de estas dos naturalezas son creadoshomnculos muy extravagantes, ante los cuales incluso los mejoresamigos sacuden la cabeza. Espero no obstante que mi almaconcupiscible se duerma un da, y estoy seguro que entonces inclusofuerzas mejores que las wagnerianas, sin estorbo, se liberarn y sepondrn en accin. Por el momento, no voy a dejar nunca demasiadolibre a mi voluntad, para poderme dedicar completamente a proble-mas realmente serios e importantes, problemas a los que nos debeconducir por lo dems una participacin muy decidida de la volun-tad, que en m est dirigida hacia una direccin muy diferente, y enotras partes es sacudida de aqu para all. Actualmente tomo la filolo-ga como una persona inquieta y nerviosa toma un polvito efervescen-te. Amigo mo, qu nostalgia de Bayreuth, el nico lugar en el mun-do donde yo, mis dolores y juntamente la filologa y todo elementowagneriano y este fatal aire hinchado acadmico se liberan completa-mente y pueden naufragar en un mar de placer!9. La amistad deNietzsche y Rohde se revela en comunicaciones tras largos interva-los muy intensas, llenas de aoranzas, como en la carta que llega aNietzsche en diciembre de 1879, en el culmen de sus sufrimientos ysoledades (carta 920).

    El otro gran amigo de juventud, Carl Gersdorff, interrumpe brus-camente a finales de 1877 y por un largo perodo de tiempo lasrelaciones con Nietzsche, ya que no toleraba la intromisin del amigoy de Malwida en su tempestuosa y reida vicisitud de noviazgo con lacondesa italiana Nerina Finocchietti.

    El epistolario revela el papel, tan infravalorado por muchos estu-diosos de Nietzsche, cuanto sobrevalorado por los wagnerianos, delincomparable Re. Entre los dos amigos exista entonces un autnti-co paralelismo (incluso, durante un tiempo, en el sufrimiento y en laenfermedad), una confrontacin recproca sobre un terreno de intere-ses comunes, que en Nietzsche tenan lejanas races. Re es consciente

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    de sus deudas culturales con respecto a Nietzsche, y tambin de lamayor amplitud del territorio explorado por el amigo, territorio alcual l no tiene acceso. Para Nietzsche, Re representa la primerarelacin personal y fecunda con un filsofo de su poca, de grandeslecturas y actualizado.

    Distinto es el caso de Heinrich Kselitz (Peter Gast). Msico depoco talento, amigo del editor Schmeitzner, entra en escena en estascartas y est destinado a tener en los aos sucesivos un papel cada vezms importante (no siempre positivo para el xito de Nietzsche) comodiscpulo fiel y el interlocutor ms asiduo. Gast es un nietzscheano:si en nombre de la metafsica del arte y suscitando escndalo en Basilea,defiende a Wagner en la torpe polmica contra Bagge, despus siguea Nietzsche en su giro, lo interpreta, le ayuda, lo cura, lo protege. Alsentirse su discpulo (nueve aos ms joven), le hablar siempre deusted al filsofo: transcribe los manuscritos, interviene y discute so-bre aspectos particulares de las teoras del filsofo, lo asimila: Nietzschelo define como colmado de mis pensamientos (894). Es suyo elinforme editorial de Schmetzner con los juicios sobre Nietzsche.

    A Nietzsche le vuelven a menudo las reflexiones sobre la amistad:los amigos que no han cambiado su manera de sentir y ver el mundo,ante una fuerte e imprevista transformacin, son como fantasmas denuestro pasado: