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Estructuras, sujetos y coyuntura: desequilibrios y arritmias en la historia * Profesor investigador del Departamento de Relaciones Socia- les de la Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco. IZTAPALAPA 44 julio-diciembre de 1998 pp. 13-28 Jaime Osorio * L a articulación entre diferentes dimensiones de análisis de la realidad social, como los espesores o capas, el tiempo y el espacio, permite construc- ciones conceptuales diversas y encontrar diversos ob- jetos de investigación. Aquí nos detendremos en el aná- lisis de tres problemas para mostrar el papel heurístico de estas dimensiones y las diferencias que se alcanzan al privilegiar alguna de ellas: examinaremos críticamente las propuestas de Braudel y Marx en torno a la noción de estructura; haremos una aproximación a la defini- ción de coyuntura y, por último, formularemos una hi- pótesis de solución a la siempre difícil conciliación entre estructuras y sujeto. NOCIONES DE ESTRUCTURA La propuesta braudeliana En Braudel prevalece una visión de estructura entendida como soporte físico, geográfico y cultural de la sociedad.

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Estructuras, sujetos y coyuntura:

desequilibrios y arritmias en la historia

* Profesor investigador del Departamento de Relaciones Socia-les de la Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco.

IZTAPALAPA 44julio-diciembre de 1998

pp. 13-28

Jaime Osorio*

La articulación entre diferentes dimensiones deanálisis de la realidad social, como los espesoreso capas, el tiempo y el espacio, permite construc-

ciones conceptuales diversas y encontrar diversos ob-jetos de investigación. Aquí nos detendremos en el aná-lisis de tres problemas para mostrar el papel heurísticode estas dimensiones y las diferencias que se alcanzanal privilegiar alguna de ellas: examinaremos críticamentelas propuestas de Braudel y Marx en torno a la nociónde estructura; haremos una aproximación a la defini-ción de coyuntura y, por último, formularemos una hi-pótesis de solución a la siempre difícil conciliación entreestructuras y sujeto.

NOCIONES DE ESTRUCTURA

La propuesta braudeliana

En Braudel prevalece una visión de estructura entendidacomo soporte físico, geográfico y cultural de la sociedad.

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“Buena o mala, —afirma Braudel— esella (la estructura) la que domina losproblemas de la larga duración”. En lafiguración de sus características Brau-del indica: “Para nosotros, los histo-riadores, una estructura es indudable-mente un ensamble, una arquitectura;pero más aún, una realidad que el tiempotarda enormemente en desgastar y entransportar. Ciertas estructuras estándotadas de tan larga vida que se con-vierten en elementos estables de una in-finidad de generaciones: obstruyen lahistoria, la entorpecen y, por tanto, de-terminan su transcurrir”. Y agrega unospárrafos más adelante: “Parece que elejemplo más accesible continúa siendoel de la coacción geográfica. El hombrees prisionero, desde hace siglos, de losclimas, de las vegetaciones, de las po-blaciones animales (...), repárese en laduradera implantación de las ciudades,en la persistencia de las rutas y de lostráficos, en la sorprendente fijeza delmarco geográfico de las civilizaciones(...) Las mismas permanencias o super-vivencias se dan en el inmenso campode lo cultural” (Braudel, 1992: 70 y 71).1

Importa destacar que en esta nociónde estructura, la dimensión temporaly, dentro de ésta, la larga duración, jue-gan un papel clave elementos geográ-ficos y culturales que permanecen porsiglos.2 El tiempo medio y el tiempocorto quedan relegados a planos secun-darios. Braudel no ocultó estas prefe-rencias teóricas: “Soy estructuralistapor temperamento, con poca curiosi-dad por el acontecimiento, y sólo a me-

dias por la coyuntura, esta agrupaciónde acontecimientos del mismo signo”(Braudel, 1976: 795).

La débil ponderación del aconteci-miento, frente al peso de la larga dura-ción, queda reflejada en esta imagenbraudeliana: “Conservo el recuerdo deuna noche cerca de Bahía en que me en-contré envuelto por un fuego de artificiode luciérnagas fosforescentes; sus pá-lidas luces resplandecían, se apagaban,refulgían de nuevo, sin por ello hora-dar la noche con verdaderas claridades.Igual ocurre con los acontecimientos:más allá de su resplandor, la obscuri-dad permanece victoriosa” (Braudel,1992: 27).

Pero la concepción de estructura enBraudel se vuelve más compleja cuandoestablece un cruce entre la dimensióntemporal, con énfasis en la larga dura-ción, y la dimensión espacial del aná-lisis, con énfasis en las regiones y lasmacrorregiones. Esto es lo que le permi-te desarrollar la noción de economía-mundo, que considera el despliegue dela economía en un “espacio geográficodeterminado”, en donde aparecen un“centro”, unas “zonas intermedias” y“ciertas zonas marginales muy amplias”(“subordinadas y dependientes, másque participantes”), organigrama que vavariando en el tiempo.3

En la noción braudeliana de estruc-tura, por tanto, prevalecen la dimensióntemporal y la espacio-geográfica, en tantolos problemas del espesor, en donde sereclama pasar de la superficie (parcia-lidades o totalidades inmediatas) al

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desarrollo de categorías teóricas quepermitan reorganizar lo inmediato (nivelprofundo), quedan en posiciones secun-darias. Esto puede explicar el sesgo em-pirista del análisis, en detrimento delcomponente teórico.4 Esta suerte de de-bilidad conceptual en los trabajos deBraudel ha sido comentada por Ruggie-ro Romano, un hombre del círculo máscercano del director de los Annales. Enreferencia al libro Civilización material,

economía y capitalismo, Romano se-ñala la utilización de una definición tanvaga de capitalismo que parece una ca-tegoría “cuasi eterna de la historia dela humanidad” (Romano, 1997: 13).5

El desinterés teórico por los proble-mas del tiempo corto y la dificultad deencontrar las categorías con las cualesabordarlos desde el paradigma braude-liano, tiene consecuencias serias en elanálisis social. Porque no sólo se relegaaquel tiempo y las relaciones que esta-blece con los otros tiempos,6 sino, tam-bién, aquellos momentos particulares—las coyunturas— en los que la políticay los sujetos sociales alcanzan un papelde la mayor importancia: los periodos enlos cuales se activa su capacidad trans-formadora de las estructuras.

Esta forma particular de concebir lalarga duración tiene consecuencias. Aello alude Chesneaux cuando indica quese ha puesto de moda un análisis de largaduración que concierne a “masas po-pulares”, pero en donde prevalece una“historia pasiva”, ya que aquéllas sonvistas en calidad de “seres que consu-men, trabajan, inventan técnicas (...)

comen (...) viajan solos o en grupos; esdecir experimentan su destino” (Ches-neaux, 1990: 149; cursivas en el origi-nal). Tenemos entonces historias endonde los sujetos se reducen a sumasestadísticas o a expresiones costum-bristas de una época.

Es éste un tipo de estudio que des-politiza el análisis, al enfatizar los ele-mentos de continuidad, en desmedrode los factores de ruptura,7 y estos fac-tores no se hacen presentes en tantose abandona la relación del tiempo lar-go con el tiempo corto, y la relación de lalarga duración con las coyunturas, esdecir, con los momentos privilegiados derupturas sociales. Al fin que, como se haindicado, “hoy como ayer”, “es (...) la uni-

dad del tiempo largo y del tiempo corto

la que define el verdadero campo polí-

tico” (Chesneaux, 1990: 150; cursivasen el original).

En este contexto, las transforma-ciones sociales pierden significación.Romano se pregunta:

¿la historia vive en la continuidad o en la

discontinuidad? Esto es, la revolución

francesa de 1789 o la rusa de 1917 re-

presentan una verdadera ruptura, un

corte, una fisura, o más bien —tras la

ruptura, corte y fisura—, ¿existe aún

una profunda línea continua? Para Fer-

nand Braudel no hay dudas: los gran-

dísimos acontecimientos de la historia

inciden, sí, sobre la estructura de sus-

tentación mas ésta, a la larga, persiste.

Por consiguiente, nos encontramos esen-

cialmente ante una historia inmóvil. (Ro-

mano, 1997: 48).

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El sesgo de la larga duración y delénfasis macrorregional (que se expre-sa en términos como el espacio-tiempo)también se hace presente en los análi-sis de Immanuel Wallerstein, uno de losmás destacados discípulos de Braudel.A diferencia de éste, Wallerstein se apo-ya en un bagaje teórico más complejo,lo que le permite matizar sus visionessobre la economía-mundo y el capita-lismo. Mientras para Wallerstein “nohay más economía-mundo que la deEuropa, fundada sólo a partir del sigloXVI” (Braudel, 1993: 89), para Braudel“desde la Edad Media e incluso desdela Antigüedad, el mundo ha estado divi-dido en zonas económicas más o menoscentralizadas, más o menos coherentes,es decir, en diversas economías-mundoque coexisten” (Braudel, 1993: 90).8

Wallerstein logra una visión más his-torizada del capitalismo que Braudel.Su bagaje teórico le permite acotarlo enel tiempo. Esto favorece una revalori-zación de la emergencia de la economía-mundo capitalista, por lo que afirmaque las dos “grandes divisorias en la his-toria del hombre” son la “revoluciónneolítica o agrícola” y “la creación delmundo moderno” (Wallerstein, 1979: I,7). La larga duración sigue siendo pre-ponderante en el análisis, pero ya noes tan larga (o “casi eterna”) como enBraudel.9

A partir de una definición de sistemasocial que sólo incluye en la actualidadal sistema capitalista como economía-mundo,10 Wallerstein privilegia estaunidad en su análisis, por lo que pier-

den relevancia unidades menores quese encontrarían subsumidas o forma-rían parte de aquél.11 A partir de estaunidad, los cambios que han acontecido—a lo menos del siglo XVI en adelante—sólo pueden ser pensados como cam-bios en el sistema. De esta forma, lastransformaciones sociales acaecidas apartir del siglo XVI (llámense revoluciónfrancesa, rusa, china o cubana, porejemplo), deben valorizarse (o desvalo-rizarse) en este contexto; no han logradotransformar el sistema social, la econo-mía-mundo capitalista. Desde ese hori-zonte, “cada vez hay más dudas acercade cuán revolucionarias son las revolu-ciones” (Wallerstein, 1990a: 413). Porotros caminos, en ciertos temas, Wa-llerstein termina en el mismo punto queBraudel: con una visión poco matizadade la historia.

Pero hay diferencias que no puedendespreciarse. Existe en Wallerstein unaincorporación del tiempo medio (comolos ciclos económicos de Kondratieff)más fino que en Braudel, que le permitemedir los movimientos cíclicos del sis-tema, lo que junto a una posición másmilitante que la de aquél, le permite re-valorizar los componentes políticos, comolos movimientos antisistémicos (véase,por ejemplo Wallerstein, 1990).

Según Wallerstein, hoy vivimos untiempo social privilegiado, en el que esposible la transformación del sistemasocial. Estos serían tiempos de crisis,término que “no debería ser degrada-do hasta convertirlo en un mero sinó-nimo de cambio cíclico. Debería reser-

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varse para aquellas épocas de tensióndramática que son algo más que unacoyuntura y marcan un hito en las es-tructuras de longue durée” (Wallerstein,1979: II, 11; cursivas en el original). Porello, “la crisis de la que estamos ha-blando es la del fallecimiento de la eco-nomía-mundo capitalista” (Wallerstein,1983: 14).

El interés por lo macrotemporal y lomacroespacial provoca en Wallersteinque los conceptos alcancen una enor-me dilatación. Así, por ejemplo, en suanálisis de la modernidad y a partir deuna laxa definición de liberalismo, Wood-row Wilson, Roosvelt, Lenin y Stalinson, simplemente, diversas manifesta-ciones del liberalismo.12 En la larga nochede la historia todos los gatos terminansiendo negros, perdiéndose la capaci-dad de distinguir los matices teóricos ehistóricos de superficie y estructura, ydel tiempo largo, medio y corto.

La propuesta marxista

En el análisis de Marx, la noción de es-tructura que se privilegia es el modo deproducción. El señalamiento más sin-tético al respecto se encuentra en el Pró-

logo de la Contribución a la crítica de la

economía política. Allí Marx señala que“en la producción social de su vida, loshombres contraen determinadas rela-ciones necesarias e independientes desu voluntad, relaciones de producciónque corresponden a una determinadafase de desarrollo de sus fuerzas pro-

ductivas materiales”. Y agrega unaslíneas más adelante: “El modo de pro-ducción de la vida material condicio-na el proceso de la vida social, políticay espiritual en general” (Marx, 1980c:517 y 518).

La dimensión espesor de la reali-dad social y, dentro de ella, una concep-ción de estructura en el nivel profundoque debe ser capaz de reconstruir la to-talidad social, junto con la dimensióntemporal en tanto historicidad de losmodos de producción, prevalecen porsobre la dimensión espacial en la visiónmás global de Marx.

No es que Marx no tuviera concien-cia de la dimensión espacial. Por elloescribió que “la primera premisa de todahistoria humana es, naturalmente, laexistencia de individuos humanos vi-vientes”, para agregar que “no podemosentrar a examinar aquí (...) ni la contex-tura física de los hombres mismos nilas condiciones naturales con que loshombres se encuentran: las geológi-cas, las oro-hidrográficas, las climáticasy las de otro tipo. Toda historiografía tienenecesariamente que partir de estos fun-damentos naturales y de la modifica-ción que experimentan en el curso dela historia por la acción de los hombres”(Marx, 1980b: 14).

En esta primera visión de estructurase busca enfatizar los elementos que ex-pliquen la historia general del hombreen sociedad o cómo los hombres hacenhistoria, en los que la categoría modode producción juega un papel central.Pero existe una noción más acotada

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temporalmente, referida propiamenteal modo de producción capitalista, cuyodesmenuzamiento y reconstrucción serealiza principalmente en El Capital.

Pasemos a una exposición de las di-versas unidades de análisis de la realidadsocial presentes en el marxismo, comoresultado del cruce de las diversas di-mensiones: espesor, tiempo y espacio.

Las unidades de análisis en el marxismo

Desde la propuesta de Marx se puedendistinguir cinco unidades de análisis dela realidad social, en las cuales conflu-yen de maneras diversas las dimen-siones hasta aquí analizadas. Ellas sonla estructura o modo de producción, elmodo de producción capitalista, el sis-tema mundial, la formación social y lacoyuntura.

En tanto a nivel de la estructura o modode producción se trata de descifrar las

bases sobre las que se desarrolla y orga-niza la reproducción material, los con-glomerados sociales que de allí se des-prenden (clases sociales) y, por tanto, las

bases de los enfrentamientos sociales (olucha de clases), en los niveles más de

superficie la tarea es descifrar la diná-

mica que asumen estos procesos, su des-

pliegue en el espacio y el tiempo y sucapacidad de incidencia en la reproduc-ción y transformación de las estructuras.

Ya hemos señalado que en la nociónde modo de producción el análisis mar-xista privilegia las dimensiones espesory temporalidad. El modo de producciónpermite comprender y periodizar el mo-

vimiento de la historia social (que, dichosea de paso, no tiene nada de sucesiónlineal de modos de producción). Estasmismas dimensiones son las que permi-ten la reconstrucción del modo de pro-ducción capitalista.

Es en la noción de sistema mundialcapitalista en donde emerge la dimen-sión espacial, poniéndose énfasis en eldespliegue macrorregional, regional ylocal del capitalismo. En esta unidad,por tanto, se reclama una integración delas tres dimensiones de desconstrucción-reconstrucción de la totalidad social: losespesores, la temporalidad y lo espacial.

Esta síntesis de las tres dimensionestambién se hace presente en la forma-ción social: aquí se considera el capitalis-mo en un espacio regional, historizado.La coyuntura, por su parte, privilegialas dimensiones temporal (tiempo corto)y de espesor (superficie). La distinciónde niveles y dimensiones permite com-prender la variedad de problemas posi-bles de abordar y la riqueza de catego-rías que reclama el análisis.

En general, a pesar de esta riquezade elementos teóricos y metodológicosse hace presente en el marxismo unacierta tendencia a privilegiar los nivelesmás abstractos y generales, mostrandodificultades para aprehender fenóme-nos de corta duración y de superficie,los fenómenos de coyuntura13 y los quese expresan en espacios locales. Teóri-camente es más cómodo permaneceren los grandes niveles y en las catego-rías y articulaciones generales que darcuenta de procesos y fenómenos más

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específicos. Así, un error recurrentedesde esta perspectiva analítica, al norealizarse las mediaciones conceptua-les y metodológicas que se requieren,es que las estructuras, la larga duracióny los grandes espacios regionales ter-minen aplastando a las coyunturas y alos procesos en dimensiones locales.

LA COYUNTURA COMO CONDENSACIÓN

DE TIEMPOS Y ESPESORES

Las arritmias en los movimientos

de la sociedad

La sociedad no se mueve siempre conel mismo ritmo. A diferencia del tiempocronológico o físico, que es homogéneoy continuo, el tiempo social se dilata yse condensa, provocando que en ciertomomentos de la vida social parecieraque no ocurre nada y que en otros su-ceda todo, o casi todo.

Entre las “capas” o espesores de larealidad social, el nivel profundo por logeneral no se manifiesta de inmedia-to. Se encuentra velado por el espesorde superficie. Pero en momentos espe-ciales, los espacios entre superficie ynivel profundo se reducen, los velos serompen y los procesos profundos irrum-pen en la superficie.

Todo esto nos pone ante un asuntocentral: los movimientos y ciclos de lasociedad no son homogéneos y presen-tan arritmias que el análisis debe sercapaz de captar. Aquí se hace necesa-rio introducir la noción de coyuntura,

una categoría clave para captar la dis-continuidad y la arritmia social en lahistoria.

La coyuntura

La relación entre las dimensiones espe-sor y temporalidad nos permite definirla noción de coyuntura. Hablamos decoyuntura cuando nos referimos al ni-vel más inmediato de la realidad social,el espesor de superficie, y a un segmen-to de tiempo corto específico, aquél en elque se condensa tiempo social. Una co-yuntura, por lo tanto, es un cruce entreaquellas dos dimensiones de la totali-dad social.

Al igual que no hablamos de cual-quier tiempo corto, la coyuntura tam-poco se refiere a cualquier momento delespesor de superficie, sino a aquél enel cual las estructuras y la superficietienden a condensarse, esto es, a redu-cir la distancia que en tiempos nor-males las separa, por lo que se elimina—en mayor o menor medida— la opaci-dad de la superficie, y ésta gana en capa-cidad de develar los procesos estructu-rales. O, dicho de otro modo, la estructurairrumpe en la superficie societal, que-dando más o menos desnuda.

En síntesis, una coyuntura es unacondensación particular de espesoresde la realidad y de tiempo social, en dondelas procesos profundos y de la larga du-ración se hacen visibles en la superficiey en el tiempo corto. De manera gráfica,la coyuntura se expresa así:

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las fracciones se convierten en el puntonodal del análisis político. Ello es asíporque en las coyunturas lo que tene-mos es una intensificación de la luchapor el poder político.

De aquí se deriva un problema cen-tral del análisis de coyuntura: elaborarlos instrumentos conceptuales y meto-dológicos que hagan posible medir ycalibrar los cambios en las correlacio-nes de fuerza entre clases sociales, frac-ciones y sectores.

El problema es teóricamente com-plejo y difícil de operar con él. La so-ciedad es una entidad tremendamen-te compleja y heterogénea y, además,las clases sociales (y sus diversas frac-ciones y sectores) tienden a hacer po-lítica a través de múltiples instrumen-tos de representación, lo que complicael análisis.

Pero en situaciones de crisis revo-lucionarias los heterogéneos conglome-rados que existen en la sociedad tiendena conformar grandes bloques. En mo-mentos así las sociedades se polarizan,

Los ritmos de la larga duración seintensifican en momentos de condensa-ción de tiempo social, para toparse conlos que presenta el tiempo corto. Losprocesos profundos, a su vez, se apro-ximan a la superficie y quedan expues-tos a ser develados y transformados.En otras palabras, la estructura se con-vierte en una unidad visible y maneja-ble en la superficie y en el tiempo corto.

La condensación de tiempo social esmayor en periodos de crisis social y mu-cho más si esas crisis sociales alcanzanel rango de crisis revolucionarias, estoes, cuando está puesta a la orden del díala posibilidad de modificar las estruc-turas de la sociedad. Estos no son mo-mentos permanentes. Son momentoshistóricos particulares de las socie-dades.

Un elemento significativo en las co-yunturas es la síntesis de procesos devariada naturaleza (económicos, socia-les, políticos y culturales) en el campode la política. Los cambios en las co-rrelaciones de fuerza entre las clases y

GRÁFICA 1Condensación del tiempo social y de los espesores en la coyuntura

Superficie

Profundo

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estableciéndose un reordenamiento defuerzas en donde la gran heterogeneidadsocial apunta a simplificarse en sus ex-presiones políticas.

Esto exige contar con categorías quepermitan comprender la condensaciónde fuerzas sociales. Por lo pronto, puedemencionarse que conceptos como losde bloque en el poder, alianza de clases,hegemonía, escena política, clase rei-nante, clase política, fuerza social, etcé-tera, pueden ser útiles.14

El develamiento de las estructurasen la superficie y la estrecha articula-ción de tiempos de larga y corta du-ración es lo que hace de las coyunturas(y más de las coyunturas revolucio-narias) momentos particularmente re-levantes para el análisis: los procesossociales se presentan al investigador demanera intensa y con menor opacidadque la acostumbrada. De esta forma,esta unidad se convierte en un segmen-to privilegiado del análisis social.

Desde la perspectiva que aquí se in-dica es necesario distinguir la coyuntu-ra del acontecimiento. La primera ya lahemos caracterizado. El acontecimien-to, por su parte, es más bien un ele-mento puntual significativo (el asesi-nato de un personaje, por ejemplo), quepuede —o no— dar inicio a una co-yuntura. Estas nociones se apartan decómo son concebidas en el esquemateórico de Braudel, para quien el acon-tecimiento se identifica con el tiempocorto y la coyuntura con el tiempo me-dio. La no distinción conceptual entretiempo corto y acontecimiento es una

de las causas por las cuales Braudel, ensu afán de hacer un nuevo tipo de his-toria, que vaya más allá de los simplesacontecimientos, termine desvalori-zando el tiempo corto y los procesos queen ese periodo alcanzan significación.

Los esquemas teóricos permitenabordar con mayor o menor éxito losprocesos de continuidad social y de rup-tura. Algunos ponen énfasis en la conti-nuidad y están menos preparados paraanalizar el cambio, por lo que tiendena asumir las transformaciones comoprocesos ajenos a la propia dinámicasocietal, o bien asumen el cambio en lasestructuras, teniendo dificultades paracomprender el cambio de las estructuras.

Otros esquemas privilegian las rup-turas y tienden a estar menos prepara-dos para analizar la continuidad. Peroaun asumiendo que el cambio es per-manente, la realidad social cuenta conprocesos que se despliegan en espeso-res y temporalidades en donde, en de-terminadas condiciones, la continui-dad prevalece. Por ejemplo, patronesculturales que permanecen a pesar degrandes transformaciones sociales.

Existen a lo menos dos tipos de co-yunturas: unas en donde los cambiosen las correlaciones de fuerza favorecenmodificaciones en la situación de lasclases sociales, pero sin alterar radical-mente la relación existente entre clasesdominantes-clases dominadas, comolos cambios al interior de estos conglo-merados sociales; y otras, las coyun-turas revolucionarias, en donde loscambios en las correlaciones de fuerza

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permiten modificar sustantivamenteaquella relación.

Sobre estas bases se deben discutirlas visiones que entienden la historiacomo una sumatoria de coyunturas,una formulación que introduce confu-siones a lo menos en los siguientes pro-blemas:

1. La historia social es heterogénea,discontinua y presenta momen-tos con distintos ritmos sociales.La propuesta de una sumato-

ria de coyunturas apunta a una

idea de historia continua y con un

ritmo constante.

2. La coyuntura es un momentoparticular de las sociedades,aquél en el cual el ritmo societalse acelera y en el que se hace po-sible un cambio en las relacionesde fuerza entre las clases y cam-bio de las estructuras. Momentoscomo éstos no están presen-tes todos los días en las socieda-des. Suponer a la coyuntura como

unidad de la historia lleva a pen-

sar que los tiempos sociales son

tiempos de permanente revolución.

Por otro lado, apunta a perderde vista la especificidad de la co-yuntura.

Estos argumentos sirven a su vezpara cuestionar las visiones en dondela historia aparece como una combi-nación de tiempos que se funden en lalarga duración y en donde ésta es la queprevalece.15

ESTRUCTURAS Y SUJETOS:UNA RELACIÓN DESEQUILIBRADA

¿Qué elementos deben prevalecer en elanálisis: las estructuras o los sujetos?Cuando nos referimos a los sujetos, ¿dequiénes hablamos?: ¿de clases socia-les?, ¿de movimientos sociales? ¿de in-dividuos?

En las preguntas anteriores se en-cierra un cúmulo de problemas centra-les en el análisis social, que nos enfrentana “la crucial ambivalencia de nuestrapresencia humana en nuestra pro-pia historia, en parte como sujetos yen parte como objetos...” (E. P. Thomp-son, citado por Anderson, 1985: 18).Las distinciones entre diversos espeso-res y periodizaciones nos permiten de-sagregar algunos problemas referidosa la relación estructura-sujeto.

Frente a esa relación, los análisis so-ciales pueden moverse en la siguientespolos: por un lado, estudios en dondedesaparecen los sujetos (individuales ycolectivos), por lo que tenemos procesospuramente estructurales o sistémicos.Las estructuras no sólo ocultan a lossujetos, sino que literalmente terminanaplastándolos,16 o reduciéndolos a en-torno de un sistema.17 Y por otra parte,estudios en los que las estructuras ysus determinaciones quedan excluidasy nos enfrentamos a actores (indivi-duales o colectivos) que actúan flotandoen el aire, suponiéndolos capaces dehacer la historia que quieran.18

De cara a esta polarización, habríaque afirmar que en ningún caso, cual-

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quiera sea el espesor o cualquiera laperiodización, debe desaparecer la re-lación estructura-sujeto. Sin embargo,es importante considerar que los sujetos

y la noción de sujetos se redefine en fun-

ción del espesor y de la temporalidad

asumida, por lo que no siempre, en cual-quier nivel y en cualquier tiempo, esta-mos haciendo referencia a los mismosactores.

En las estructuras, lo que tenemosson grandes agrupamientos sociales, su-jetos colectivos. Y ello es así porque eneste nivel lo que importa son los cimien-tos de la organización societal, por lo quese destacan los agrupamientos huma-nos que de allí se derivan. Por tanto, eneste espesor las historias individualesy los actores individuales no encuen-tran buena ubicación. Las clases so-ciales son quizá el más conocido y útilde los sujetos a este nivel de análisis.

Es en la coyuntura (y en el espesorinmediato, la formación social) endonde los actores individuales no sóloadquieren visibilidad sino que pasan aocupar un papel destacado para com-prender la dinámica de los procesossocietales. Hitler, por ejemplo, le otor-gó al nazismo una impronta particularcon su liderazgo. Sin embargo, el realcedel papel de los individuos no implicaabandonar la noción de los agrupa-mientos sociales mayores. Al fin y al cabo,para seguir con el ejemplo, el nazismorespondió a procesos de la sociedad ale-mana que rebasaban la personalidadde Hitler y permitió, entre otras cosas,el fortalecimiento de los grandes pro-

ductores de acero y armas alemanes.El análisis social no puede reducirse ala acción de actores individuales.

Muchos ordenamientos que pode-mos realizar en la superficie y en el cor-to plazo adquieren sentido cuando losengarzamos con la estructura y con eltiempo largo. De esta forma, los actoressociales, sean individuos o colectivos,ya no aparecen sin referentes a elemen-tos duros de la complejidad social, y susacciones tienden así a ganar sentido,incluso para comprender la distanciaque pueden ganar por sobre los factoresestructurales.

Pero debemos avanzar algunos pasosmás en el desciframiento de la relaciónestructuras-sujetos. Las estructuras y

los sujetos mantienen en la historia una

relación desequilibrada: hay tiempos so-ciales en donde prevalece uno y tiem-pos sociales en donde prevalece otro.La historia no es una relación de equi-

librio entre estos elementos, en donde,al mismo tiempo, ambos mantienen lamisma preponderancia.

En momentos normales, en dondeel tiempo social se dilata y se muevecon la cadencia de lo cotidiano, de loprevisible de un día con otro, los hom-bres tienden a organizar su vida socialen torno a rutinas dentro de espaciossociales acotados; por ejemplo, hay quetrabajar para sobrevivir. Entre los facto-res sustantivos, las condiciones de clasedeterminan, en líneas gruesas, lasmodalidades de sobrevivencia y el tipode actividades dentro de las cuales setrabaja. La libertad también se ejerce

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en espacios sociales específicos: se puedeelegir dónde trabajar, pero si se es obre-ro el rango de opciones es más o menoslimitado a esa situación social. Exis-te libertad respecto a cómo ocupar eltiempo libre, pero las posibilidades deuso de ese tiempo también estarán mar-cadas en lo fundamental por la condiciónsocial. Así, para un obrero, la opción deirse de vacaciones al Caribe no existecomo posibilidad de elección real.

De esta forma, en tiempos sociales

dilatados, las estructuras tienden a pre-

valecer sobre los sujetos, fijando un ciertoespacio de acción social.19 Y esos sonlos tiempos cronológicos que tienden aprevalecer en la vida de la mayoría delos hombres.

La situación es distinta en momen-tos de tiempos sociales condensados yde condensación de los espesores de larealidad social, en definitiva, en las co-yunturas. Aquí, los sujetos muestrantoda su capacidad de hacer historia, derecrear historia, rebasando los límitesque imponen las estructuras. En la re-volución mexicana, por ejemplo, muchasmujeres rompieron con las ataduras quelas amarraban a la cocina y a la vidahogareña, y se unieron a campesinospara dar vida a los ejércitos agraristas.Llegaron lejos en su arremetida contralas estructuras: se cruzaron cananas enel pecho y tomaron las armas, y vivie-ron su sexualidad de una manera dis-tinta a la que prevalecía en la época.

Acontecimientos extraordinarioscomo el ejemplo anterior son recurren-tes en las coyunturas. En estos tiempos

sociales los sujetos desarrollan capa-cidades que les permiten pasar de re-productores de estructuras, que es loque ocurre en tiempos sociales dilata-dos, a creadores de estructuras. En las

coyunturas los sujetos prevalecen sobre

las estructuras.

Sin embargo, no debe olvidarse queéstos son momentos de gran conden-sación de tiempo social y son reducidosdesde el punto de vista del tiempocronológico en la vida de la mayoría delos hombres y de las sociedades. No entodo momento los sujetos están en con-diciones de modificar radicalmente lascondiciones sociales de su existencia,ni las sociedades de revolucionarse.

A MODO DE CONCLUSIÓN:DETERMINISMO Y VOLUNTARISMO

Los elementos considerados permitenponderar de mejor manera los esfuerzosteóricos por reivindicar el papel del su-jeto en la historia, tema que de manerarecurrente vuelve a ganar vida en la his-toria de las ciencias sociales. Se puedeafirmar que cualquiera sea la dimen-sión del análisis que realicemos, los su-jetos deben hacerse presentes. En unoscasos hay mejores condiciones paraobservar sujetos colectivos; en otros,sujetos individuales. Sin embargo, ellono puede suponer que los sujetos estánen condiciones de escribir cualquierhistoria en cualquier momento. ConMarx podríamos decir que “los hombreshacen su propia historia, pero no la

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hacen a su libre arbitrio, bajo circuns-tancia elegidas por ellos mismos, sinobajo aquellas circunstancias con quese encuentran directamente, que exis-ten y que les han sido legadas por elpasado” (Marx, 1980: 408).

El peso diferenciado que alcanzanlas estructuras y los sujetos, en distin-tos momentos, permite comprender lascríticas formuladas al marxismo, entanto teoría determinista, por un lado,y teoría voluntarista, por otro. Marx seubicaría en el primer sesgo y Lenin seríael mejor ejemplo del segundo. Sin em-bargo, lo que está presente en el mar-xismo es la posibilidad de integrar ensu cuerpo teórico el papel de las estruc-turas y los sujetos y comprender las ra-zones del desequilibrio en su relación.

Marx y Lenin están preocupados porla transformación societal. El primeroenfatiza en su análisis las determina-ciones de cómo los hombres hacen his-toria y cómo emergen contradiccionesque posibilitan las transformaciones so-ciales, a partir de los enfrentamientosentre los que considera conglomera-dos sociales fundamentales para en-tender el cambio: las clases sociales.Lenin, por su parte, acentuará el análi-sis de aquellos elementos que hacen po-sible a los hombres crear coyunturas yconvertirlas en detonantes de nuevasoganizaciones societales.20

Desde esta perspectiva, el “determi-nismo” de Marx y el “voluntarismo” deLenin no responden a dos visiones dis-tintas del marxismo, que se excluyen.Son dos caras de un paradigma de aná-

lisis que integra el tiempo social dilatadoy el tiempo social condensado, acercade cómo uno y otro se intervienen mu-tuamente, del peso de las estructuras yde las posibilidades revolucionarias delos sujetos.

NOTAS

1 Carlos Aguirre puntualiza que junto ala geografía y el clima, la estructura in-corpora los elementos de la “civilizaciónmaterial” o “vida material”, tales como“los movimientos de población”, “el tipode productos susceptibles de ser creados”,“el carácter de los objetos de trabajo,de los materiales para la construc-ción, de los instrumentos, de las fuen-tes de energía disponibles para los pro-cesos productivos o la especificidad dela relación entre el campo y la ciudad”(véase Aguirre, 1990: 41).

2 Para una interesante exposición delsentido teórico y epistemológico de lapropuesta braudeliana de larga dura-ción (véase Aguirre, 1995).

3 Véase Braudel, 1993, en especial el ca-pítulo III, “El tiempo en el mundo”.

4 Utilizo la noción de empirismo para des-tacar el uso de datos e información, perosin un cuerpo conceptual desarrolladoen donde aquéllos alcancen expli-cación. A esto se refiere Jean Ches-neaux, pertinente al análisis braudelia-no, cuando indica que “se acumularánlas informaciones sobre la alimenta-ción en el siglo XVII, pero el lector apenassabrá quién come bien y quién comemal, ni por qué...” (Chesneaux, 1990:149-150).

5 En relación con la configuración de un“capitalismo en potencia”, Braudelseñala acuerdos con autores que vandesde los que ubican sus orígenes enel mundo babilónico, hasta los que loinsertan en el siglo XIII. Junto a esta in-definición, Romano descubre “una

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cierta confusión” en el término mercado

empleado por Braudel, y le parece “queel capitalismo de Braudel (...) contieneun vínculo demasiado estrecho (y, unavez más, demasiado “eterno”) entrepoder económico y poder tout court”

(véase Romano, 1997: 14-16).6 La tercera parte de El Mediterráneo (Los

acontecimientos, la política y los hom-bres) está referida al tiempo corto, conénfasis en los elementos políticos ymilitares, pero, a juicio de Romano, sedescuida los elementos económicos ysociales de este tiempo. Lo más serioes que no aparecen en esta obra las re-

laciones entre la larga duración (fac-tores geográficos y climatológicos), lahistoria coyuntural (factores sociales yeconómicos) y la historia événementielle

(factores políticos y militares). VéaseRomano, 1997, en especial el capítuloIII, “La Mediterranée”: 61-79.

7 En los estudios sobre la alimentación enel siglo XVII —a los que se refiere Ches-neaux y a los que hemos hecho refe-rencia anteriormente— “se acumularánlas informaciones (...) pero el lectorapenas sabrá quién come bien y quiéncome mal, ni por qué, ni el papel delhambre y de la saciedad en el equili-brio de las fuerzas políticas y en las lu-chas de clases” (Chesneaux, 1990: 149-150; cursivas en el original).

8 Ésta es una de las consecuencias dela ambigua definición de capitalismo enBraudel, que convierte a éste en unacategoría “cuasi eterna”, al decir de Ro-mano (véase Romano, 1997: 13).

9 “El moderno sistema, mundial tomó laforma de una economía-mundo capi-talista” en el “largo siglo XVI” y “tuvo sugénesis en Europa” (véase Wallerstein,1979: II, 12).

10 “Hemos insistido en que la modernaeconomía-mundo es, y sólo puede ser,una economía mundo-capitalista” (Wa-llerstein, 1979: I, 494).

11 “...los únicos sistema sociales realesson, por una parte, las economías rela-tivamente pequeñas, altamente autó-nomas, de subsistencia (...); y, por otra

parte, los sistemas mundiales” (Wa-llerstein, 1979: I, 490).

12 Wallerstein, 1996; en especial los capí-tulos 4: 75-94, “¿Tres ideologías o una?La seudobatalla de la modernidad”, y13: 731-249, “El colapso del liberalismo”.

13 Esta dimensión del análisis quizá sólofue asumida de manera creativa por algu-nos clásicos del marxismo, como Lenin,Trotsky y Rosa Luxemburgo y concluyócon Gramsci. De allí en adelante es di-fícil mencionar algún nombre, en el cam-po del marxismo, que haya abordadoel análisis de coyuntura con la riquezade los autores antes mencionados.

14 Un análisis de estas y otras categorías,puede encontrarse en el libro de Ni-cos Poulantzas (1969). Estas categoríasquizá siguen siendo demasiado grue-sas para la fineza que reclama el aná-lisis de coyuntura, pero nos aproximanal problema.

15 “Entre los diferentes tiempos de la histo-ria —escribe Braudel— la larga duraciónse presenta, pues, como un personajeembarazoso, complejo, con frecuenciainédito. Admitirla en el seno de nuestrooficio no puede representar un simplejuego, la acostumbrada ampliaciónde estudios y de curiosidades. (...) Parael historiador, aceptarla equivale a pres-tarse a un cambio de estilo, de actitud,a una inversión de pensamiento, a unanueva concepción de lo social. (...) Latotalidad de la historia puede, en todocaso, ser replanteada como a partir deuna infraestructura en relación a estascapas de historia lenta. Todos los ni-veles, todos los miles de niveles, todaslas miles de fragmentaciones del tiem-po de la historia, se comprenden a par-tir de esta profundidad, de esta semiin-movilidad: todo gravita en torno a ella”(Braudel, 1992: 74).

16 “Cuando pienso en el individuo, mesiento siempre inclinado a verlo prisio-nero de un destino en el que él tiene pocoque hacer, fijo en un paisaje en el quelas infinitas perspectivas del largo plazose pierden en la distancia (...)” (F. Brau-del, citado por Stuart Clark, 1988: 175).

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17 Como ocurre en la propuesta sistémicade Niklas Luhmann, que conduce a “unconcepto de sociedad radicalmente an-tihumanístico” (véase de Luhmann y DeGeorgi, 1993: 33).

18 No es ajena esta imagen a la visión li-beral del mundo, en donde se suponeque todos podemos ser Rockefeller, sinos lo proponemos y aprovechamos lasoportunidades. Pareciera que no haynada que ponga límites a esa meta, queno sea nuestro esfuerzo y nuestro tra-bajo, y quizá, un poco de suerte.

19 Tema que no contempla, por ejemplo,la escuela del public choise. Aquí loshombres buscan maximizar beneficios,pero sin contextos. Al asumir como undato dado el problema de las diferenciassociales, este cuerpo teórico se desen-tiende muy fácilmente del problema(véase Buchanan y Tullock, 1993).

20 Esto no significa avalar las propuestasleninistas en materia de organizaciónpolítica. Simplemente queremos des-tacar el énfasis sobre las posibilidadesde acción de los sujetos sociales en suanálisis.

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