Esteticadelcambio Bradfordp Keeney

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CAPITULO 2 ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA Somos nosotros los que trazamos los límites, noso- tros los que barajamos los naipes, nosotros los que establecemos las distinciones. James Keys EPISTEMOLOGÍAS ALTERNATIVAS Tal vez sea un error pensar que a lo largo de la historia de la psicotera- pia se han ido incorporando numerosos paradigmas autónomos, como los del psicoanálisis, el conductismo y la psicología humanística. Grcgory Bateson adujo que, desde el momento en que la psicología humanística es "materialista", no difiere de las premisas básicas del con- ductismo y el psicoanálisis. Esto equivale a decir que todos estos enfo- ques de la psicología comparten una misma cosmovisión, que postula un mundo material de objetos físicos regidos por las leyes de la fuerza y la e- nergía. Rollo May (1976) ha reconocido las implicaciones de esta critica: Es obvio que Bateson nos está hablando de un nivel más profundo del que ha- bitualmente tomamos en cuenta. Sostiene que nosotros tendemos a presumir, de manera inconsciente, que todo lo que existe es material; y esto se pone de manifiesto en nuestro empleo de la frase "tercera fuerza".* La fuerza, como la energía, es aplicable en la mecánica y la técnica, pero no en los seres humanos. ...Según Bateson, esto es lo que nos hace adoptar una actitud beligerante con respecto a los conductistas. Al utilizar términos como "fuerza" resucitamos una antigua batalla, una lid que se remonta al siglo XVIII. En verdad, el hecho de que continuemos en esta lid nos convierte a nosotros en los conservadores (pág. 47). * La "primera fuerza" es el conductismo; la "segunda fuerza", el psicoanálisis; la psicología humanista se postulaba como la "tercera fuerza". Véase también la crí- tica de Bateson, infra, pág. 113 [T.]. ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 27 Las críticas que Bateson formulaba a la psicología estaban referidas a un plano fundamental, que él denominó "epistemología". La epistemolo- gía es más básica que cualquier otra teoría particular, y se ocupa de las re- glas que gobiernan el funcionamiento de la cognición humana. Por defini- ción, la epistemología procura establecer "de qué manera los organismos o agregados de organismos particulares conocen, piensan y deciden" (Bateson, 1979a, pág. 228 [trad. cast. 201]). Dentro del contexto de la filosofía, tradicionalmente se ha empleado el término epistemología para hacer referencia a un conjumto de técnicas analíticas y críticas que definen los límites de los procesos del conoci- miento. Fuera del cubil de los filósofos, uno de los lugares en que pode- mos encontrar la epistemología es en la obra de biólogos experimentales contemporáneos como McCulloch, Lettvin, Maturana, Várela y von Foerster. Más adelante examinaremos el papel que han cumplido estos trabajos -a los que McCulloch (1965) dio el título genérico de "epistemo- logía experimental"- 1 , en los que se efectuaron descubrimientos esencia- les para comprender la epistemología cibernética. Más allá del laboratorio del neurofisiólogo, las inquietudes epistemoló- gicas están presentes en los contextos más amplios de la historia natural. En el dominio sociocultural, la epistemología equivale al estudio de la ma- nera en que las personas o sistemas de personas conocen cosas, y de la manera en que ellos piensan que conocen cosas. Desde este ángulo, "la antropología pasa a ser un examen crítico de la epistemología" (Bateson, 1976b). En términos más generales, el estudio de la epistemología nos lleva a reconocer cómo construyen y mantienen las personas sus hábitos de cognición. Es imposible que alguien carezca de una epistemología. Esto ha sido desarrollado por Bateson (1977): "Nadie puede afirmar que no posee u- 1 McCulloch (1965) situó como sigue a la epistemología experimental dentro de la historia de la ciencia: "Así como la química tuvo un comienzo deplorable con la rígida doctrina de la alquimia y sólo se salvó gracias a los 'maquinistas', así también la psicología se vio trabada por la epistemología doctrinaria y sólo se salvó gracias a los biólogos. Convertir a la psicología en epistemología expe- rimental significa tratar de entender la corporización de la mente" (pág. 389). (Al hablar de "maquinistas" está aludiendo a quienes manejan las pequeñas máqui- nas de vapor que suelen usarse en los barcos de carga de reducido tamaño y para arrastrar vagones en las minas). Lo que McCulloch quiere manifestar es que el desarrollo de la psicología como ciencia exige estudiar los sistemas de relacio- nes formales que, por decir así, "corporizan" [embody] la mente. Como luego veremos, la mente se corporiza en una vasta diversidad de fenómenos: cerebros, diálogos, familias y ecosistemas íntegros.

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  • CAPITULO 2

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA

    Somos nosotros los que trazamos los lmites, noso-tros los que barajamos los naipes, nosotros los que establecemos las distinciones. James Keys

    EPISTEMOLOGAS ALTERNATIVAS

    Tal vez sea un error pensar que a lo largo de la historia de la psicotera-pia se han ido incorporando numerosos paradigmas autnomos, como los del psicoanlisis, el conductismo y la psicologa humanstica.

    Grcgory Bateson adujo que, desde el momento en que la psicologa humanstica es "materialista", no difiere de las premisas bsicas del con-ductismo y el psicoanlisis. Esto equivale a decir que todos estos enfo-ques de la psicologa comparten una misma cosmovisin, que postula un mundo material de objetos fsicos regidos por las leyes de la fuerza y la e-nerga. Rollo May (1976) ha reconocido las implicaciones de esta critica:

    Es obvio que Bateson nos est hablando de un nivel ms profundo del que ha-bitualmente tomamos en cuenta. Sostiene que nosotros tendemos a presumir, de manera inconsciente, que todo lo que existe es material; y esto se pone de manifiesto en nuestro empleo de la frase "tercera fuerza".* La fuerza, como la energa, es aplicable en la mecnica y la tcnica, pero no en los seres humanos. ...Segn Bateson, esto es lo que nos hace adoptar una actitud beligerante con respecto a los conductistas. Al utilizar trminos como "fuerza" resucitamos una antigua batalla, una lid que se remonta al siglo XVIII. En verdad, el hecho de que continuemos en esta lid nos convierte a nosotros en los conservadores (pg. 47).

    * La "primera fuerza" es el conductismo; la "segunda fuerza", el psicoanlisis; la psicologa humanista se postulaba como la "tercera fuerza". Vase tambin la cr-tica de Bateson, infra, pg. 113 [T.].

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    Las crticas que Bateson formulaba a la psicologa estaban referidas a un plano fundamental, que l denomin "epistemologa". La epistemolo-ga es ms bsica que cualquier otra teora particular, y se ocupa de las re-glas que gobiernan el funcionamiento de la cognicin humana. Por defini-cin, la epistemologa procura establecer "de qu manera los organismos o agregados de organismos particulares conocen, piensan y deciden" (Bateson, 1979a, pg. 228 [trad. cast. 201]).

    Dentro del contexto de la filosofa, tradicionalmente se ha empleado el trmino epistemologa para hacer referencia a un conjumto de tcnicas analticas y crticas que definen los lmites de los procesos del conoci-miento. Fuera del cubil de los filsofos, uno de los lugares en que pode-mos encontrar la epistemologa es en la obra de bilogos experimentales contemporneos como McCulloch, Lettvin, Maturana, Vrela y von Foerster. Ms adelante examinaremos el papel que han cumplido estos trabajos -a los que McCulloch (1965) dio el ttulo genrico de "epistemo-loga experimental"-1, en los que se efectuaron descubrimientos esencia-les para comprender la epistemologa ciberntica.

    Ms all del laboratorio del neurofisilogo, las inquietudes epistemol-gicas estn presentes en los contextos ms amplios de la historia natural. En el dominio sociocultural, la epistemologa equivale al estudio de la ma-nera en que las personas o sistemas de personas conocen cosas, y de la manera en que ellos piensan que conocen cosas. Desde este ngulo, "la antropologa pasa a ser un examen crtico de la epistemologa" (Bateson, 1976b). En trminos ms generales, el estudio de la epistemologa nos lleva a reconocer cmo construyen y mantienen las personas sus hbitos de cognicin.

    Es imposible que alguien carezca de una epistemologa. Esto ha sido desarrollado por Bateson (1977): "Nadie puede afirmar que no posee u-

    1 McCulloch (1965) situ como sigue a la epistemologa experimental dentro de

    la historia de la ciencia: "As como la qumica tuvo un comienzo deplorable con la rgida doctrina de la alquimia y slo se salv gracias a los 'maquinistas', as tambin la psicologa se vio trabada por la epistemologa doctrinaria y slo se salv gracias a los bilogos. Convertir a la psicologa en epistemologa expe-rimental significa tratar de entender la corporizacin de la mente" (pg. 389). (Al hablar de "maquinistas" est aludiendo a quienes manejan las pequeas mqui-nas de vapor que suelen usarse en los barcos de carga de reducido tamao y para arrastrar vagones en las minas). Lo que McCulloch quiere manifestar es que el desarrollo de la psicologa como ciencia exige estudiar los sistemas de relacio-nes formales que, por decir as, "corporizan" [embody] la mente. Como luego veremos, la mente se corporiza en una vasta diversidad de fenmenos: cerebros, dilogos, familias y ecosistemas ntegros.

    LuceroTachado

    LuceroResaltado

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    na epistemologa. Los que as lo hacen, slo tienen una mala epistemo-loga" (pg. 147). No obstante, yo agregara que la pretensin de no te-ner ninguna epistemologa slo es "mala" si el sujeto recurre a ella para eludir la responsabilidad que le cabe por sus ideas, percepciones y deci-siones. No tener un percatamiento consciente [conscious awareness] de la propia epistemologa no es algo forzosamente malo, aunque esa falta de percatamiento puede ser riesgosa. Yo preferira decir que la preten-sin de carecer de epistemologa que no incluye el percatamiento cons-ciente de s misma.

    Adems, es posible someter a examen las premisas epistemolgicas segn cules sean sus particulares consecuencias ecolgicas. Por ejem-plo, la patologa se caracteriza en la actualidad y partiendo de ciertas pre-misas implcitas en la relacin del hombre 2 con su ambiente. La premisa de que "cunto ms, mejor", verbigracia, ha generado a menudo un caos ecolgico en una amplia gama de mbitos geofsicos, biolgicos y econ-micos. Es imperioso (la supervivencia misma est en juego) que se expli-citen y comprendan las bases epistemolgicas subyacentes en nuestras pautas de accin y de percepcin. Auerswald (1973), con referencia a la terapia familiar (e implcitamente a la humanidad toda), nos transmite esta urgencia al insinuar que "parecemos temerariamente empeados en una carrera de autodestruccin", agregando que "lo que se requiere es una e-pistemologa totalmente nueva"(pg. 696).

    Los anlisis anteriores de la epistemologa dentro de la terapia fami-liar establecieron a veces un distingo entre dos clases de epistemologa: la lineal progresiva 3 y la recurrente (llamada tambin sistmica, ecolgi-ca, ecosistmica, circular o ciberntica). Ejemplo de la epistemologa li-neal progresiva tradicional es la nosologa psiquitrica y el modelo mdi-co clsico de psicopatologa: es atomista, reduccionista y anticontextual, y se atiene a una lgica analtica que se ocupa de las combinaciones entre elementos aislados. Los terapeutas que entienden que su labor consiste en tratar de corregir, disecar o exorcizar los elementos "malos", "enfer-mos" o "locos" de sus clientes, operan con una epistemologa lineal pro-

    2 A lo largo de esta obra debe entenderse que "hombre" designa a una clase de animales que incluye tanto machos como hembras.

    1 Siguiendo a Baleson (1979a), emplear la expresin "lineal progresivo" (li-

    neal) para referirme a una secuencia de ideas o proposiciones que no vuelven, ce-rrando el crculo, al punto de partida; el trmino "lineal" a secas [linear] queda re-servado para cuestiones geomtricas. [En castellano el adjetivo "linear" se em-

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    gresiva. Ejemplos dramticos de este enfoque son los mtodos bioqu-micos, quirrgicos y elctricos en la terapia.

    Una epistemologa recurrente, por el contrario, pone el acento en la ecologa, la relacin y los sistemas totales. Al revs de lo que ocurre con la epistemologa lineal progresiva, es congruente con la interrela-cin, la complejidad y el contexto. Esta epistemologa alternativa es la que ponen de manifiesto aquellos terapeutas que entienden que su rela-cin con los clientes forma parte de un proceso de cambio, aprendizaje y evolucin.

    Ciertos terapeutas afirman seguir una epistemologa distinta de la line-al progresiva por el hecho de que tratan a familias enteras, o utilizan la "paradoja teraputica", o funcionan como un "equipo sistmico", o pien-san en trminos de "metforas ecolgicas", o aplican una "concepcinin-teraccional". Sin embargo, por s solas estas acciones no estn forzosa-mente conectadas con una epistemologa no lineal progresiva. La episte-mologa es algo ms fundamental que las acciones e ideas descriptas por la mayora de los crticos. Es simplemente imposible describir con clari-dad una epistemologa alternativa en los trminos convencionales, as co-mo a un brujo le es imposible describir a un extrao, a un no iniciado, un mundo alternativo de experiencia.

    El obstculo que enfrentamos ante el lector es que no podemos ilus-trar concretamente una epistemologa alternativa recurriendo a alguna es-cuela de terapia, secuencia de accin o conjunto de metforas, ya que lo que uno ve est plasmado siempre por el mundo en el que acta en ese momento. Concebir un otro mundo requiere estar ya en ese otro mundo. As, lo ms que puedo hacer en este texto es insinuar diversos caminos para encontrarse con una epistemologa alternativa, advirtiendo a la vez sobre la posibilidad de que cada uno de estos senderos resulte deforma-do y retorcido por la cosmovisin de la que ya se forma parte.

    As, un terapeuta puede resolver trabajar dentro del marco de una epis-temologa lineal progresiva o recurrente.4 Esta decisin lo llevar a cons-

    plea slo en botnica y zoologa, para designar una planta o animal "largo y del-gado, semejante a una lnea" (Diccionario de la Real Academia). En el "Glosario" que Bateson incluye al final de su libro Espritu y naturaleza (pg. 202) leemos: " 'Li-neal' [linear] es un trmino especializado de la matemtica; describe una rela-cin entre variables tal que, al representarla en coordenadas cartesianas ortogona-les, se obtiene una lnea recta. 'Lineal progresiva' [lineal] es la relacin entre una serie de causas o argumentos cuya secuencia no vuelve al punto de partida". Lo opuesto de "lineal" es "no lineal"; lo opuesto de "lineal progresivo" es "re-cursivo".(T.)] 4 Demostrar ms adelante que no debe considerarse esta distincin como una di-

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    truir, preservar y experimentar una determinada concepcin del mundo (o paradigma). Siguiendo a Auerswald (1973) podemos dividir a los tera-peutas de familia en tres clases, segn sus puntos de vista epistemolgi-cos: 1) los que siguen una epistemologa lineal progresiva tradicional; 2) los que siguen una epistemologa recursiva, y 3) los que se hallan en un perodo de transicin de la primera a la segunda.

    En la medida en que los terapeutas lineales progresivos y recursivos experimentan mundos diferentes, el "mundo de la transicin" es confu-so. Hallarse en transicin desde una epistemologa hacia otra implica des-plazarse hacia la visin de un mundo que, por definicin, es imposible captar dentro del mundo al que uno est habituado. Por ejemplo, aunque los astrnomos han probado que la Tierra rota sobre su eje, seguimos per-cibiendo la "salida del Sol" y la "puesta del Sol". Pasar de la compren-sin conceptual del planeta que rota sobre su eje a la percepcin habitual, propia del "sentido comn", de ese mismo planeta, representa una transi-cin paradigmtica. Y algo semejante ocurre si se pretende ver la familia como un organismo y no como un conjunto de individuos.

    Es improbable que alguien haya conocido cabalmente una epistemolo-ga recursiva. Bateson (1972) admiti la dificultad de esta tarea, aunque entenda que era imperativa:

    Y si estoy en lo cierto, es preciso reestructurar todo nuestro modo de pensar sobre lo que somos nosotros mismos y las otras personas. No es un chiste, y no s por cunto tiempo tendremos que seguir en esto. Si seguimos actuando con las premisas que estuvieron de moda en la era preciberntica, subrayadas y forta-lecidas durante la Revolucin Industrial, que pareci convalidar la unidad darwi-niana de supervivencia, quiz nos queden veinte o treinta aos antes de que la reductio ad absurdum lgica de nuestras viejas posiciones nos destruya. Nadie sa-be de cunto tiempo disponemos, dentro del sistema actual, antes de que sobre-venga algn desastre, ms serio que la destruccin de cualquier grupo de nacio-nes.

    La tarea ms importante de hoy es, tal vez, aprender a pensar de una nueva manera. Permtaseme decir que yo no s cmo pensar de esta manera. Intelectualmente, puedo plantarme ante ustedes y brindarles una exposicin razonada de este asunto; pero si estoy talando un rbol, todava sigo pensando: "Gregory Bateson est talando el rbol. Yo estoy talando el rbol". "Yo mismo" sigue siendo para m un objeto excesivamente concreto, diferente del resto de lo que he llamado "mente" (pg. 462) [tradxast. 492-93].

    cotoma del tipo "o bien... o bien...", sino como una pauta complementaria. Es imposible ser o bien lineal progresivo, o bien recursivo: corporizamos ambas cosas. Lo que ms interesa es nuestro modo de operar con esta distincin, seme-jante a la del yin y el yang. Aqu trazaremos la distincin para comprender cada una de estas mitades, lo cual nos facilitar luego la comprensin de la pauta to-tal.

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    Nos hallamos, pues, atrapados en una etapa de transicin. Esta sensa-cin de estar cautivo entre dos "realidades" es evocada por Matthew Amold en los siguientes versos de sus "Estrofas de la Gran Cartuja":

    Deambulando entre dos mundos, uno de ellos muerto, el otro impotente para nacer (1855/1973, pg. 608).

    Prevalece la confusin, incluso, acerca del nombre apropiado para de-signar este paradigma alternativo. Dentro de la terapia familiar se han su-gerido nombres tales como "epistemologa ecolgica" (Auerswald, 1973), "paradigma general de los sistemas" (Bloch,1980), y "epistemo-loga ecosistmica" (Keeney,1979a).5 Propongo que se adopte el trmi-no "epistemologa ciberntica" que nos conecta con una tradicin intelec-tual que incluye a Ashby, Bateson, McCulloch, Maturana, Vrela, von Foerster y Wiener, entre otros. Bateson (1972) sostuvo que "la cibernti-ca es el mayor mordisco al fruto del rbol del Conocimiento que la huma-nidad ha dado en los ltimos dos mil aos" (pg. 476) [trad.cast. 507]. El campo de la ciberntica se ha convertido en el principal marco de refe-rencia para el estudio de las cuestiones epistemolgicas. En particular, el Laboratorio Biolgico de Computacin, fundado por Heinz von Foerster,6 ha sido el refugio y el centro de recursos humanos en que se desarrollaron gran parte de las importantes innovaciones producidas en la epistemologa ciberntica contempornea.

    Como nuestra particular epistemologa determina todo lo que pensa-mos, decimos y hacemos, a fin de entender la epistemologa ciberntica

    3 La epistemologa ecosistmica ha sido definida como el marco epistemolgico que representa a la ciberntica, la ecologa y la teora de los sistemas. La expre-sin fue propuesta por Wilden y Wilson (1976), especialistas en teora de la co-municacin, y Keeney (1979a) fue quien primero la emple en el campo de la te-rapia familiar.

    6 Heinz von Foerster, que est relacionado con la familia Wittgenstein, hizo la carrera de fsica, y durante mucho tiempo le fascin el nexo entre el observador y lo observado. Alentado por Viktor Frankl, public una teora de la memoria fi-siolgica inspirada en la mecnica cuntica. Luego de estudiar con McCulloch y Rosenblueth, fund el Laboratorio de Computacin Biolgica (LCB), pertene-ciente a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. El LCB se centr en el "estudio de los principios computacionales de los organismos vivos" (von Foerster, 1964, pg. 330), y fue desde su creacin el lugar de encuentro ms im-portante de los cibernticos. Ashby, Gnther, Lfgren, Maturana, Pask y Vrela, entre otros, actuaron all como profesores residentes.

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    debemos escuchar y hablar su propio lenguaje. Algo semejante nos dice Castaeda (1968):

    Para cualquier novato, indgena o no, el conocimiento de la brujera se vol-va incomprensible a raz de las caractersticas estrafalarias de los fenmenos que l experimentaba. Personalmente, como hombre de Occidente, estas caracte-rsticas me parecieron tan extraas que habitualmente me era imposible explicar-las en funcin de mi propia vida cotidiana, y me vi obligado a concluir que cual-quier tentativa de clasificar con mi propia terminologa los datos recogidos en el terreno sera ftil. As pues, me pareci obvio que el conocimiento de don Juan deba examinarse teniendo en cuenta cmo lo comprenda l mismo; slo as poda volvrselo evidente y convincente (pgs. 8-9).

    Para Castaeda, explicar el modo de conocimiento de don Juan en cualquier sistema simblico distinto del lenguaje del brujo era ftil. An-logamente, conocer la ciberntica nos exige utilizar formas cibernticas de descripcin. Aqu el reto consiste en elucidar las premisas bsicas de la epistemologa ciberntica. Pero antes es menester analizar algunos prin-cipios fundamentales de la epistemologa, a fin de construir un contexto en el que pueda formularse dicha epistemologa ciberntica.

    Debe sealarse que hemos estado utilizando el trmino epistemologa con un doble sentido: para indicar cmo piensa, percibe y decide una per-sona, y para indicar qu piensa, percibe y decide. Pronto veremos que en-tender cmo se conoce es inseparable de entender qu se conoce. Descu-briremos, por aadidura, que todos los individuos tienen en comn una operacin epistemolgica fundamental: la de establecer distinciones. No obstante, por ms que todos los seres humanos parten de esa misma ope-racin epistemolgica, ella puede dar lugar al desarrollo de distintas epis-temologas. Por ejemplo, la distincin entre una epistemologa lineal pro-gresiva y una epistemologa ciberntica no deslinda necesariamente, por s misma, cosmovisiones alternativas. No obstante, el modo en que ma-nejemos esta distincin puede hacer que empiece a revelrsenos un orden diferente de diferencias.

    LEYES DE LA FORMA

    El acto bsico de la epistemologa es la creacin de una diferencia. S-lo al distinguir una pauta de otra somos capaces de conocer nuestro mun-do. Las distinciones establecidas entre terapeuta y cliente, intervencin y sntoma, solucin y problema, por ejemplo, nos permiten discernir el

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    mundo clnico. Esta idea tal vez parezca intuitivamente obvia, pero slo en los ltimos tiempos fue formalizada en la lgica y la matemtica, en gran medida gracias a los esfuerzos iniciados por G. Spencer-Brown, re-conocidos en la actualidad como uno de los cimientos principales del pen-samiento ciberntico.

    TRAZAR UNA DISTINCIN!

    En el principio, G. Spencer-Brown escribi: "Trazar una distin-cin! ". Este mandato bsico, obedecido consciente o inconscientemente, es el punto de partida de cualquier accin, decisin, percepcin, pensa-miento, descripcin, teora y epistemologa. En una obra clsica, Laws of Form,1 Spencer Brown (1973) enuncia que "un universo se engendra cuando se separa o aparta un espacio", y que "los lmites pueden trazarse en cualquier lugar que nos plazca" (pg. v); de este modo, a partir del ac-to creativo primordial de establecer distinciones pueden engendrarse infi-nitos universos posibles.

    Tomemos como ejemplo el bateador de bisbol. La manera convencio-nal de comprender este planteo [scenario] es considerar que existe un ser separado, llamado "hombre", el cual utiliza un objeto fsico claramente deslindado, llamado "bate", para golpear unilateralmente a otro fragmen-to separado de materia, llamado "pelota". Si comprendemos que este planteo del "hombre-bate-pelota" es el fruto de las distinciones que he-mos establecido, podremos ordenar a nuestro arbitrio la secuencia de su-cesos en la forma en que queramos. Y an podramos llegar a aducir que las pelotas son la causa de que los bates las golpeen. Lo importante es que el mundo puede discernirse de infinitas maneras, segn las distincio-nes que uno establezca.

    ' El entusiasmo que despert la obra Laws of Form fue enorme. Dentro del mar-co de la filosofa, Watts (citado en Spencer-Brown, 1973) dijo que era "la con-tribucin ms maravillosa a la filosofa occidental desde el Tractatus de Witt-genstein". Cuando Stewart Brand, del The Whole Earth Catalog, pidi a John Li-lly que hiciera una resea de ese libro, ste le contest que "conoca una sola persona en Estados Unidos, y posiblemente en el mundo entero, capaz de rese-arlo con justicia y profundidad" (Lilly y Lilly, 1976, pg. 177). Esa persona era Heinz von Foerster. A juicio de este ltimo, Spencer-Brown se asemejaba a Ludwig Wittgenstein y al maestro de Carlos Castaeda, don Juan, por cuanto los tres compartan "el estado de melancola que les sobreviene a quienes saben que saben" (citado en Lilly y Lilly, 1976, pg. 179).

    Parte del intrigante misterio que rodea a Spencer-Brown ha sido creado por l mismo. Por ejemplo, es tambin el novelista James Keys (1972), que entre otras ideas adhiere a una concepcin mstica de "los cinco niveles de la eternidad".

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    Si trazamos un crculo que pase a travs del hombre, el bate y la pelo-ta, se nos revela una pauta de organizacin diferente; desde esta pers-pectiva, ver en la pelota la causa de que el bate haga mover los brazos del hombre es tan lgico como la secuencia occidental tpica, segn la cual es el hombre quien golpea la pelota con el bate. Pero ninguna de estas visio-nes es completa: la visin ms totalizadora de la ciberntica enfoca la or-ganizacin circular o recursiva de estos sucesos, en vez de enfocar una secuencia lineal progresiva particular.

    Como el hombre, el bate y la pelota, tambin el terapeuta, su interven-cin y el cliente pueden "barajarse" epistemolgicamente. El punto de vis-ta tradicional sostiene que el terapeuta trata al cliente mediante una cierta intervencin. Sin embargo, puede ser til para el terapeuta imaginar que el comportamiento del cliente es una intervencin destinada a provocarlo, por as decir, a fin de que proponga una directiva o solucin convenien-te. Segn esta "visin inversa", la conducta del terapeuta se convierte en un problema si no logra ayudar al cliente, y en cambio el tratamiento tie-ne xito si ste consigue que el terapeuta anuncie o indique la accin a-propiada.

    Estas dos perspectivas son lineales progresivas, y por ende incomple-tas. Cabra concebirla situacin teraputica como organizada de una ma-nera ms compleja: en tal caso, las conductas de terapeuta y cliente se-ran "intervenciones" destinadas a alterar, modificar, transformar o cam-biar la conducta del otro de un modo que resuelva el problena de ste. Di-cho de otro modo, no slo el terapeuta trata a los clientes, sino que al mis-mo tiempo los clientes tratan a los terapeutas. Este encuadre considera que las conductas de cliente y terapeuta estn circular o recursivamente conectadas.En una organizacin tal de los sucesos, toda conducta es a la vez una causa y un efecto (o una intervencin y un problema) respecto

    Por aadidura, l y su "hermano" patentaron inventos en la Oficina Britnica de Patentes, y en Laws of Form cuenta de qu manera el trabajo en comn con ese "hermano" lo llev a crear el nuevo clculo lgico-infinitesimal. Ser un herma-no de carne y hueso, o un producto de la imaginacin de Spencer-Brown?

    Lo cierto es que este autor se las ingenia para mantener su territorio envuelto en las sombras, como revela el siguiente relato de Bateson (citado en Keeney, 1977):

    El da antes de conocer a Brown le habl a von Foerster para preguntarle si yo estaba en la buena senda. Le coment que los smbolos en forma de L dada vuelta que ese tipo propona eran un especie de negativo. ...Von Foerster me di-jo: "Lo has captado, Gregory!" En ese preciso instante Brown entr en la habi-tacin, y Heinz se volvi hacia l y le dijo: "Gregory lo ha captado...esas cosas son una especie de negativo". Brown replic: "No lo son!" (pg. 14).

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    de todas las dems que acontecen en ese contexto. En el prximo captu-lo daremos una definicin ms pormenorizada de esta pauta ciberntica.

    La gama de distinciones que es posible trazar dentro de la terapia no tie-ne fin.Vrela (1979) puntualiza que el trazar distinciones nos permite crear "fronteras fsicas, agrupamientos funcionales, categoras conceptua-les, etc., en un museo infinitamente diversificado de distinciones posi-bles" (pg. 107). As pues, el escalpelo epistemolgico de la discrimina-cin, denominado "operador" en el sistema de Spencer-Brown (y al que von Foerster llama "la navaja * de energa transistorizada de Spencer-Brown"), es una manera de construir y conocer un mundo de experien-cia. Puede decirse que el aporte histrico de la terapia familiar consisti en brindar una manera diferente de prescribir distinciones, estableciendo el lmite de un sntoma en torno de la familia y no del individuo. Esta dis-tincin dio origen a una multitud de estilos y prcticas teraputicas alterna-tivos.

    Una de las maneras de entender el concepto de distinciones de Spencer-Brown es mediante ejemplos tomados del arte culinario y de la msica. Observamos aqu que los documentos escritos (las recetas y las notas transcriptas en el pentagrama, respectivamente) son en realidad una se-cuencia de rdenes que, en caso de ser obedecidas, dan por resultado una re-creacin de la experiencia del inventor. Por ejemplo, si nos guia-mos por la receta podemos obtener al final la experiencia multisensorial propia de tener ante nosotros un souffl. Spencer-Brown (1973) hace ex-tensiva esta idea a otros campos, sugiriendo que tanto la matemtica co-mo todas las formas de experiencia proceden de similares series de rde-nes. Quiere decir con esto que la descripcin es secundaria respecto del acto de obedecer una orden, mandato o prescripcin de establecer una dis-tincin. La descripcin es siempre posterior al acto de demarcacin o deslinde efectuado por la persona que describe. Esto es bastante evidente en el caso del arte culinario y la msica, pero se precisa un salto ms osa-do del entendimiento para reconocer que todas las experiencias surgen co-mo consecuencia de determinados "programas, reglas, planes, libretos, recetas, esquemas de trabajo, piezas teatrales, secuencias, relaciones, sis-temas recursivos, carreras profesionales, estructuras, gramticas, etc." (Rabkin, 1978, pg. 487).

    * Alusin a "la navaja de Occam", filsofo escolstico ingls del siglo XIV. Enunci el axioma "Las entidades no deben multiplicarse", tendiente a eliminar, en el anlisis de un problema, todos los hechos o elementos innecesarios. Se deca que con este axioma cortaba los problemas "como con una navaja"; de ah la expresin, muy popular en ingls.lT.]

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    El observador primero distingue y luego describe. Toda pregunta, al proponer una distincin, construye su propia respuesta; o, como lo dira Pearce (1974), las "preguntas apasionadas" generan sus respuestas.8 A-nlogamente, Laing (citado en Spencer-Brown, 1973) afirma que "aque-llo que la ciencia emprica denomina datos, para ser ms honestos deber-amos llamarlos captos, * ya que en un sentido muy real son seleccionados arbitrariamente por la ndole de las hiptesis ya formadas" (pg. xvi).9

    Para el terapeuta, esto significa que el mtodo mediante el cual los 'da-tos" son "captados" (el diagnstico) es una de las formas de construir y mantener el contexto teraputico. En otras palabras, las preguntas y las hiptesis del terapeuta contribuyen a crear la "realidad" del problema que trata. Los terapeutas se suman a sus clientes en la construccin de una rea-lidad compartida, merced a los distinciones epistemolgicas que estable-cen.

    Porejemplo.el procedimiento utilizado para identificar al terapeuta que interviene, no slo prescribe la manera de comprender la terapia sino tam-bin de ejecutarla. Si los clnicos se ubican detrs de una pantalla, y se declara que tambin ellos participan en el proceso de intervencin tera-putica, se establece un modo de operar distinto del utilizado en los mo-delos tradicionales de supervisin por observacin. Esta diferencia se tor-na muy notoria en la manera de trabajar de los llamados "equipos sistmi-cos", entre otros.

    La obra de Spencer-Brown es importante para la terapia familiar por-que ofrece una manera de especificarla conexin recursiva que existe en-tre la descripcin y la prescripcin, el diagnstico y la intervencin. El he-cho de describir quin es el terapeuta o el cliente prescribe siempre una modalidad de intervencin.

    s

    Una "pregunta apasionada" es la del indagador que apasionada y obsesivamente busca una respuesta para ella. En lo esencial, Pearce aduca que si alguien persis-te en esa actitud inquisidora durante un perodo significativo, incuba la respues-ta.

    * "Dato", lo que es dado; "capto", lo que es captado.[T.]

    9 Esta idea viene en apoyo de la afirmacin de von Foerster, para quien la per-cepcin "est ms prxima a un acto de creacin, como en la concepcin, que a un estado de cosas pasivo, como en la re-cepcin" (pgs. 2-3).

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 37

    CONOCER EL CONOCER

    Para comprender cualquier reino de fenmenos debemos empezar por apreciar cmo fue construido, o sea, qu distinciones estn en la base de su creacin. Segn nos sugiere Spencer-Brown (1973), "nuestra com-prensin de dicho universo no es el resultado de descubrir su aspecto ac-tual sino de recordar lo que hicimos originalmente para engendrarlo" (pg. 104). Algo semejante nos dice Whitehead (1925/1967) cuando a-firma que al criticar un cuerpo de ideas como el contenido "en un tratado de matemtica aplicada o un libro de memorias, todo el problema de uno se reduce al primer captulo, o aun a la primera pgina " (pgs. 23-24), pues desde el comienzo se transmite siempre el propio sesgo epistemol-gico. Sigue diciendo Whitehead:

    La cuestin no reside en lo que el autor dice, sino en lo que no dice. Tampoco reside en lo que l sabe que ha supuesto, sino en lo que ha supuesto inconsciente-mente. Nosotros no dudamos de la sinceridad del autor: lo que criticamos es su perspicacia. Cada generacin critica los supuestos inconscientes efectuados por sus padres... (pgs. 23-24).

    En trminos epistemolgicos, debemos descubrir las distinciones pri-mitivas que caracterizan el modo de conocer del autor, o de cualquier o-tro individuo. La tarea del epistemlogo, por consiguiente, es identificar la manera en que un determinado sistema (ya se trate de un organismo, fa-milia, grupo de terapeutas o comunidad cientfica) especifica y mantiene ciertas formas de demarcacin. Esta tarea incluye tambin dilucidar cmo llega el epistemlogo a conocer el modo de conocer del otro sistema. Es-te elemento autorreferencial genera epistemologas recursivas. Supnga-se, verbigracia, que para empezar nos preguntamos: "Cmo sabemos que sabemos que una terapia es eficaz?" Con el fin de responder a esta pregunta, podemos formular esta otra: "Cmo sabemos que sabemos que una terapia es eficaz?" Y luego: "Cmo sabemos que sabemos que sabemos...?" En este proceso, cada rubro del conocer se vuelve objeto de un orden de indagacin superior. As, nuestros sondeos epistemolgi-cos son el objeto de su propia indagacin.

    En el laboratorio del epistemlogo, las epistemologas se enfrentarn con epistemologas de un orden superior, que a su vez se enfrentarn con epistemologas de un orden superior, y as siguiendo hasta el infinito. Es-to vuelve a sugerirnos que las epistemologas son procesos recursivos, por cuanto cualquier tentativa de "fijar" una epistemologa en la pantalla de la propia conciencia instiga inevitablemente a una indagacin y una

  • 38 ESTETICA DEL CAMBIO

    modificacin subsiguientes. Bugental (1967) advirti qu consecuencias poda tener esto en el campo de la psicologa:

    Debemos admitir que el propio proceso de describir la experiencia humana mo-difica dicha experiencia, y que cuanto ms se acerca tal descripcin a ser comple-ta, ms apta es para servir de base a un cambio en la propia experiencia que des-cribe. Probablemente esto sea vlido para todas las ciencias, pero lo es en parti-cular para las ciencias que se ocupan del hombre. El percatamiento que el hombre tiene de s mismo acta como una agencia de "reciclaje" continuo para producir cambios en l (pg. 7).

    Tambin Bateson (1951/1968) destac la epistemologa recursiva pro-pia de la relacin entre la teora y la prctica clnica: "El terico slo pue-de construir sus teoras refirindolas a lo que el clnico haca ayer; maa-na el clnico har algo distinto a raz de esas mismas teoras" (pg. 272). Dicho de otra manera, el propio conocimiento acerca de la terapia cambia la terapia propia, que a su vez cambia el propio conocimiento acerca de la terapia.

    En general, cabe afirmar que cada vez que establecemos una distincin nos quedamos, forzosamente, con un universo alterado, ampliado, para su indagacin subsiguiente. Como apunta Spencer-Brown (1973): "El universo debe expandirse para escapar de los telescopios a travs de los cuales nosotros -que somos el universo- tratamos de capturar a ese uni-verso -que es nosotros-" (pg. 106). El perro se muerde la cola, la expli-cacin est en lo explicado, el sujeto que describe est dentro de la des-cripcin, el sujeto que observa est en lo observado, el terapeuta est en la terapia y el lector en lo que lee.

    Fuera de la lgica formal, Pearce (1974) ha subrayado de qu manera las propiedades del observador conforman lo observado. A este autor le interesa particularmente "la gestacin de las respuestas que se dan a pre-guntas apasionadas, o el llenado de categoras vacas10 mediante la imagi-nacin creadora" (pg. xi). Postula que las "respuestas apasionadas" y las "categoras vacas" alteran el mundo y brindan la oportunidad de obte-ner respuestas que se autocorroboren:

    La categora vaca propuesta por un hombre de ciencia, por ejemplo, genera

    10 La tabla peridica de los elementos qumicos ofrece ejemplos de "categoras

    vacas". La propia categora vaca sugiere un elemento an no descubierto. Ms concretamente, las relaciones formales proscriptas por la categora vaca de la ta-bla orientan al hombre de ciencia para trazar las distinciones que ayudan a descu-l a r el elemento.

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 39

    su propio cumplimiento,*del mismo modo, y por las mismas razones, que una enfermedad corriente: primero se habla de ella, luego la publicidad la promueve, todos la temen y se ponen en guardia contra ella (en la forma contempornea del mdico-sacerdote y el paciente-suplicante), hasta que termina autocorroborndose y cumpliendo con las predicciones estadsticas (pg. xi).

    El corolario de esto para las profesiones vinculadas a la salud mental es que pueden ser fcil presa de la perpetuacin de los mismos proble-mas que procuran curar. Todo empeo por "descubrir" una patologa con-tribuir a crear esa patologa. El aumento de las distinciones establecidas por la nosologa psiquitrica activa la construccin y descubrimiento de "trastornos mentales". Anlogamente, la invencin de nuevas tcnicas de resolucin de problemas y de nuevas curas formar parte, a la postre, de un proceso ms general, el cual producir una poblacin de clientes con problemas perfectamente diseados para recibir la nueva cura.

    Detengmonos un momento a fin de recordar quin es el que estable-ce las distinciones. La respuesta parecer obvia, pero es sorprendente-mente profunda. Por supuesto, el que establece las distinciones es el ob-servador. Toda distincin establecida es establecida por un observador. No obstante, no debemos olvidar que el observador establece la distin-cin para otro observador, que puede ser l mismo. En consecuencia, co-nocer un mundo implica siempre un contexto social, integrado como mni-mo por dos sistemas de observacin. Ahora bien, por qu establece la distincin el observador? Ocurre que un observador observa establecien-do distinciones. En otros trminos, lo que percibimos es siempre subsi-guiente al acto de establecer una distincin, o, como dice Heinz von Foerster (1973b), "Si deseas ver, aprende a actuar" (pg. 45).

    El punto de partida de la epistemologa es, entonces, el observador que establece distinciones a fin de observar; y lo que el observador obser-va puede ser descripto. Aqu surge una situacin interesante, a saber: las descripciones mismas consisten en establecer distinciones en lo que ob-servamos. Se inaugura as una recursin: establecemos distinciones a fin de observar, y luego establecemos distinciones a fin de describir lo que observamos. Esta operacin recursiva de establecer distinciones en las distinciones vuelve a apuntar hacia el mundo de la ciberntica, donde la accin y la percepcin, la descripcin y la prescripcin, la representacin y la construccin, estn entrelazadas.

    * O "llenado"; la palabra inglesa es "fulfillment'" y aqu alude a las "self-fulfill-ing prophecies" o profecas que generan su propio cumplimiento. [T.]

    AsarethNota adhesivacubrir

  • 40 ESTETICA DEL CAMBIO

    PUNTUACIN

    Una idea bsica para comprender la epistemologa es que lo que cada cual percibe y conoce deriva en gran medida de las distinciones que tra-za. Bateson (1972) coment de qu manera organizamos nuestra expe-riencia en una pauta coherente:

    "Qu circunstancias determinan que un cientfico dado punte la corriente de los acontecimientos de manera tal de concluir postulando que todo est predeter-minado, en tanto que otro ver la corriente de los acontecimientos como algo tan regular que es susceptible de control?"... "Qu circunstancias promueven esa formulacin habitual especfica del universo que llamamos 'voluntad libre', y esas otras que llamamos 'responsabilidad', 'constructividad', 'energa', 'pasividad', 'dominio', y el resto?" Porque todas esas cualidades abstractas... pueden conside-rarse como diferentes hbitos de puntuacin de la corriente de la experiencia, pa-ra obtener algn tipo de coherencia o de sentido (pg. 163) [trad. cast. 191].

    Esta idea, que Watzlawick, Beavin y Jackson(1967, pg. 54) designa-ron como "la puntuacin de la secuencia de sucesos", es anloga al con-cepto de "indicacin", de Spencer-Brown. Toda vez que un observador traza una distincin, establece concomitantemente una indicacin, vale decir, seala que uno de de los dos aspectos distinguidos es el primario (p. ej., "ste", "yo", "nosotros"). Como dicen Goguen y Vrela (1979), "crear esta indicacin es la finalidad misma de la distincin" (pg. 32). El empleo de la distincin para crear la indicacin es una manera de de-finir la "puntuacin".

    Los especialistas en semntica general (p. ej., Korzybski, 1973) de-mostraron que el lenguaje es la herramienta para imponer distinciones en nuestro mundo. Dentro de un sistema lingstico dado, efectuamos cier-tas elecciones con respecto a las pautas que discernimos. Por ejemplo, un terapeuta puede indicar o puntuar que el individuo o la organizacin familiar es su unidad de tratamiento, o bien puede decidir ver dicha uni-dad desde una perspectiva que vuelve irrelevante esta distincin del indi-viduo o la familia.

    El estudio formal de los procedimientos por los cuales la gente punta su experiencia es un mtodo para identificar su epistemologa. Sus pau-tas habituales de puntuacin presuponen ciertas premisas epistemolgi-cas para establecer distinciones, como revelan los ejemplos que siguen.

    REENCUADRE DE LOS MARCOS DE REFERENCIA

    Watzlawick y otros (1967) sugirieron que "en la raz de innumerables discordias en las relaciones personales est la discrepancia acerca del mo-

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 41

    do de puntuar la secuencia de sucesos" (pg. 56). Dan el trillado ejemplo de las peleas conyugales que consisten en un intercambio de los siguien-tes mensajes : "Me retraigo porque me fastidias" y "Me fastidio porque te retraes". El problema de la pareja deriva de la premisa epistemolgica, compartida por ambos, segn la cual el comportamiento de cada uno es una respuesta al estmulo previo del comportamiento del otro. La labor del terapeuta consistir en rebarajar los segmentos as puntuados de este sistema de interaccin, de modo tal que pueda surgir un marco de referen-cia o encuadre [frame] distinto. Por ejemplo, las disputas de la pareja pueden redesignate diciendo que ellas indican hasta qu punto cada es-poso se interesa por el otro. Watzlawick y sus colaboradores han brinda-do mapas y tcnicas fascinantes para cumplir esta tarea, que ellos llaman "reencuadre" [reframing].

    Watzlawick (1976) afirm que "el ordenamiento de las secuencias de uno u otro modo crea lo que, sin exagerar, podemos denominar realida-des diferentes" (pg. 62). Esta idea sorprender quizs a un cientfico so-cial tradicional o a un terapeuta educado de acuerdo con premisas inge-nuas acerca de la "objetividad".

    Refirindose a la psicologa del estmulo-respuesta, Bateson y Jack-son (citados en Watzlawick y otros, 1967) apuntaron que la "realidad" de lo que se denomina"estmulo" y "respuesta" es "slo del mismo orden que la realidad del murcilago que se presenta en una tarjeta del test de Rorschach: una creacin ms o menos sobredeterminada del proceso per-ceptivo" (pg. 55). Desde esta perspectiva, sugieren que es un acto de puntuacin lo que determina si el entrenado es el ratn o el experimenta-dor. Bateson (citado en Keeney, 1979b) dio un ejemplo interesante de u-na situacin en que la puntuacin efectuada por el experimentador del la-boratorio no result vlida para el "sujeto experimental":

    En los das en que todos hacamos correr a las ratas en los laberintos, un estu-diante avanzado de Yale nos dijo: "Por qu practicamos con ratas? Por qu no nos conseguimos un animal que viva en laberintos, como un hurn?" El hurn es un pequeo turan, un mustlido del tipo de la comadreja, que se alimenta de co-nejos. Vive casi todo el tiempo bajo tierra, en las madrigueras de los conejos, que se asemejan a laberintos. Y muerde como el infierno! As que el estudiante de marras se consigui una pareja de hurones, unos guantes y una bolsa, y cons-truy lo que a su juicio era un laberinto adecuado para hurones. Puso un trozo de carne de conejo en el "cuarto de la recompensa" y ubic al hurn en la largada. Sistemticamente, el hurn recorri todos los callejones sin salida hasta llegar al cuarto de la recompensa, donde se comi el conejo. Volvi a ser colocado en la largada, y el experimentador puso otro trozo de conejo en el cuarto de la re-compensa. Otra vez, el hurn recorri sistemticamente los callejones sin sali-da hasta llegar al que lo llevaba hasta el cuarto de la recompensa, pero como ya

  • 42 ESTETICA DEL CAMBIO

    se haba comido ese conejo, esta vez no lo recorri. Nunca se dio a publicidad este experimento; se lo consider un fracaso (pgs. 23-24).

    Este ejemplo nos sugiere que el hurn rechaz el modo en que el expe-rimentador procur puntuar el contexto, vale decir, rechaz el paradigma de aprendizaje instrumental que tena el experimentador. Tal vez si ste hubiese continuado experimentando con hurones habra modificado su teora sobre el aprendizaje; y en tal caso, podra decirse que el hurn le haba "enseado" al investigador (o que lo haba "condicionado").

    Konorski (1962) nos ofrece otro ejemplo tomado de la psicologa ex-perimental, este autor reprodujo el experimento de condicionamiento de Pavlov, con una sola modificacin: le sac el badajo a la campana, de modo que sta no poda sonar. Quienes estn acostumbrados a puntuar el contexto del laboratorio a la manera "clsica" tal vez se sorprendan al enterarse de que los perros empleados por Konorski salivaban tanto cuan-do la campana sonaba como cuando no sonaba. Al repasar este estudio, von Foerster (1976c) lleg a la conclusin de que "l nos muestra que el sonido de la campana era un estmulo para Pavlov, pero no lo era para los perros" (pg. 14).

    En consonancia con estas reestructuraciones del contexto experimen-tal, es posible definirla terapia como un contexto en el que pueden alterar-se las premisas sociales (por lo comn inconscientes) relativas a la pun-tuacin. Montalvo (1976) la define como "un acuerdo interpersonal para aboliras reglas habituales que estructuran la realidad, con el fin de remo-delar sta" (pg. 333). Por ejemplo, luego de estudiar casos de amnesia producidos durante la sesin teraputica, Montalvo (1976) sostuvo lo si-guiente:

    Los clnicos, lo mismo que los pacientes, "desaparecen" segn el modo en que estructuran y desestructuran su contribucin a las secuencias interpersonales. Esto les permite influir en el recuerdo u olvido que se tenga de ellos, as como incurrir en evasivas e inculpaciones que determinan que se los recuerde en tr-minos negativos o positivos (pg. 334).

    La obra de Montalvo sugiere bien a las claras que todos los integran-tes de ese contexto social que se denomina "terapia" intervienen en la pun-tuacin del flujo interaccional, y en consecuencia cada uno de ellos plas-ma la experiencia de los dems.

    EPISTEMOLOGA CLNICA

    El terapeuta slo puede comprender la experiencia de un individuo ob-

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGA 43

    servando de qu manera es puntuado su contexto social. Dado que el indi-viduo o la familia acuden al consultorio con hbitos de puntuacin ya a-rraigados, el terapeuta debe contar con un mtodo para puntuar su pun-tuacin (o con una epistemologa sobre su epistemologa). Los trabajos antropolgicos de Bateson (1976c) ofrecen lincamientos aplicables a la te-rapia. El primer paso consiste en recordar que la cultura (o familia) que se observa puede categorizar su propia experiencia de una manera total-mente distinta que el observador (o terapeuta).Como dice Bateson, "ellos tienen su propio modo de cortar las tajadas", y "si alguien quiere re-flexionar acerca de sus categoras, debe contar con una epistemologa ms abstracta que las categoras en las que ellos dividen la vida". O sea, debe poseer una epistemologa que tome en cuenta cmo puntan ellos su vida en categoras.

    Rabkin (1977) propuso crear una nueva especialidad teraputica, que sugiri denominar "epistemologa clnica"; esto ejemplifica en parte lo que Bateson tena en mientes. La nueva disciplina indagara la manera en que los clientes adquieren su particular forma de conocer el mundo; por ejemplo, la manera en que el paranoide establece qu es lo cierto y qu es lo equivocado, o en que el depresivo llega a teir toda su apreciacin de los sucesos de una coloracin oscura. Este tipo de comprensin requiere una epistemologa de orden superior, vale decir, una epistemologa referi-da a la forma en que los dems llegan a puntuar y a conocer su mundo.

    Los trabajos antropolgicos de Bateson indican cmo sera esta pos-tura epistemolgica. En un eplogo a su libro Noven, Bateson (1958b) di-ce que su proyecto es un "entrelazamiento de tres niveles de abstraccin" (pg. 281): el primero es el nivel concreto de los datos etnogrficos; el segundo, ms abstracto, el del ordenamiento de los datos a fin de crear "diversas imgenes de la cultura"; y el tercero, ms abstracto aun, "un a-nlisis concienzudo de los procedimientos mediante los cuales se arman las piezas del rompecabezas".

    Desmenuzar los niveles inherentes a la propia tentativa de comprender un fenmeno es un mtodo epistemolgico aplicable a la terapia. Implica que el terapeuta puede identificar sus tres modalidades bsicas de trazar distinciones. Ante todo, traza ciertas distinciones primarias para discernir lo que puede llamarse sus "datos elementales". Por ejemplo, elegir dis-tinguirlos acontecimientos histricos claves en la vida familiar del indivi-duo sintomtico, o bien extraer sus datos de las secuencias interacciona-les, tal como se ponen de manifiesto durante la sesin teraputica?

    Luego de esta distincin de primer orden, el terapeuta salta a otro ni-vel de abstraccin y traza distinciones que organizan esos datos elementa-les, procurando establecer pautas que los conecten. Quizs indague cicr-

  • 44 ESTETICA DEL CAMBIO

    tos temas histricos, o bien se focalice en la identificacin de pautas repe-titivas en la organizacin de los hechos de conducta que acontecen dentro de marcos temporales ms inmediatos.

    Por ltimo, una vez que ha trazado esas distinciones para poner de re-lieve sus datos y las pautas que los organizan, puede dar un paso atrs y examinar lo que ha hecho. O sea, recordar que, como observador, fue l quien traz tales distinciones, pero existen otras maneras de discernir los datos y las pautas de organizacin.

    Estas tres modalidades de establecer distinciones vuelven a apuntar en el sentido de la recurrencia: el terapeuta traza distinciones, luego traza dis-tinciones acerca de esas distinciones, y luego distinciones acerca de las distinciones acerca de las distinciones. Al trazar estas distinciones, lo que hace es construir una epistemologa, o sea, una manera de conocer y una manera de conocer su conocer. En tal proceso, su conocimiento puede ser reciclado y modificado de continuo, para que sepa cmo debe actuar.

    ORDENES DE RECURSION

    Ya sea que uno se ocupe del lenguaje, la descripcin, la explicacin, la teora o la epistemologa, el anlisis de estos temas suele estructurarse en funcin de niveles, estratos, rdenes, encuadres o marcos de referen-cia. Contar con una teora acerca de las teoras, o con una descripcin de las descripciones, implica diferencias en los marcos lgicos de referen-cia. Marcar una distincin en el espacio es indicar dos niveles distintos; por ejemplo, un "adentro" y un "afuera". Anlogamente, distinguir entre un sistema y un subsistema entraa rdenes de demarcacin diferentes.

    TIPIFICACIN LGICA

    La explicitacin de estas diferencias de rdenes o niveles constituye un procedimiento importante de la epistemologa. Bateson lo emple al re-currir a la "tipificacin lgica", herramienta conceptual derivada de los Principia Mathematica de Whitehead y Russell (1910).Convendr que pri-mero echemos una mirada a la forma en que funciona la tipificacin lgi-ca, para examinar luego de qu manera la modific Bateson.

    Los especialistas en lgica ya haban advertido que se produce una "pa-radoja" cuando se confunde un encuadre o marco de referencia con los ru-bros que lo componen. El ejemplo clsico es la paradoja del cretense, quien declar: "Todos los cretenses mienten"; este ejemplo revela que un enunciado autorreferencial oscila entre ser un enunciado, y ser un marco de referencia sobre s mismo en calidad de enunciado. El oyente queda

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 45

    desconcertado: Miente el habitante de Creta cuando declara que "todos los cretenses mienten"? Si miente, dice la verdad; si dice la verdad, mien-te. Los lgicos primitivos no queran admitir estas oscilaciones indetermi-nables, y por ende las paradojas fueron proscriptas del ordenado mundo de los filsofos.

    La "teora de los tipos lgicos" de Russell (Whitehead y Russell, 1910) se convirti en una "regla" de la lgica, segn la cual para evitar las paradojas haba que indicar siempre la tipificacin lgica de los enun-ciados. De este modo no se confundan niveles lgicos distintos. Por ejemplo, la distincin entre un libro y sus pginas nos est indicando dos niveles lgicos, anlogos a los de una clase y sus miembros, respectiva-mente. Russell adujo que la especificacin del nivel lgico de un trmi-no, concepto o expresin impeda que ste fuera autorreferencial. As, el uso primitivo que se hizo de la tipificacin lgica consisti en vedar que las expresiones oscilaran entre distintos niveles lgicos. En el caso del li-bro y sus pginas, esto es natural: lo corriente es que ni la pgina se con-funda con el libro, ni el libro con la pgina. No obstante, en el caso de la afirmacin del cretense, puede considerrsela como un marco de referen-cia o como uno de los tems o rubros que lo integran. Para evitar esta au-torreferencia el observador ha de estipular desde qu lugar de la jerarqua de niveles lgicos contempla el enunciado. El descuido de la tipificacin lgica da origen a la paradoja, precisamente porque el observador no sa-be cul nivel escoger, y esta misma ambigedad genera la experiencia de la paradoja.

    Russell aprob el ingreso de las paradojas autorreferenciales en la lgica cuando Spencer-Brown invent/descubri las leyes de la forma; este ltimo autor (1973) describi as ese acontecimiento:

    Teniendo en cuenta el vnculo entre Russell y la teora de los tipos, no sin va-cilar me acerqu a l en 1967 con la demostracin de que esa teora era innecesa-ria. Para mi alivio, se mostr encantado. Esa teora - m e dijo- era lo ms arbitra-rio que jams haban hecho l y Whitehead; no era realmente una teora sino un recurso provisional para salir de un aprieto, y se alegraba de haber vivido lo sufi-ciente como para ver resuelta la cuestin (pgs. vii-ix).

    Russell admiti que l y Whitehead no haban sabido cmo emplear formalmente la paradoja, y por lo tanto la barrieron bajo la alfombra del fi-lsofo.

    Von Foerster (1978) puso en tela de juicio la epistemologa de la teora de los tipos lgicos de Russell, objetando que se la prescribiera para evi-tar la paradoja, y sosteniendo que exista otra manera posible de abordar esta ltima. Las paradojas autorreferenciales podan serlos ladrillos con-

  • 46 ESTETICA DEL CAMBIO

    ceptuales con los cuales construir una cosmovisin alternativa. Por ejem-plo, puede partirse -como hemos hecho en este anlisis- puntualizando que el observador siempre participa en lo que observa; en tal caso, todos los enunciados, siendo enunciados de observadores, son autorreferencia-les, y por consiguiente estn cargados de paradojas.

    Bateson coincidi con la propuesta de Foerster, pero adopt la tipifica-cin lgica como instrumento descriptivo para discernir las pautas forma-les de la comunicacin que subyacen en la experiencia y la interaccin en-tre los hombres. Tambin para Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), la teora de los tipos lgicos era descriptiva ms que preceptiva: la conside-raban "una tentativa de ejemplificacin a travs de la analoga" (pg. 2). As pues, la tipificacin lgica poda concebirse simplemente como una manera de trazar distinciones, y desde esta perspectiva, utilizarla para po-ner de relieve la autorreferencia y la paradoja en lugar de ocultarlas.

    El uso que hizo Bateson de los tipos lgicos no coincide con la concep-tualizacin primitiva de stos, pero l no distingui con claridad en su o-bra ese uso muy singular. Sola referirse a los "tipos de Russell" dicien-do que "en la medida en que los especialistas en ciencias de la conducta si-gan ignorando los problemas planteados en los Principia Mathematica, pueden considerar que sus conocimientos tienen una obsolescencia de a-proximadamente sesenta aos" (Bateson, 1972, pg. 279 [trad. cast. 309]). No obstante, Bateson (1979a), saba que estaba dando un uso ms amplio a la construccin terica de Russcl y Whitchcad:

    Ignoro si Russell y Whitchcad, cuando trabajaban en los Principia, saban que el tema de su inters era decisivo para la vida de los seres humanos y otros orga-nismos. Whitchcad saba, por cierto, que es posible divertir a los seres humanos y crear hechos humorsticos bromeando con los tipos lgicos, pero ignoro si dio el paso que va de entretenerse con estos juegos a comprender que no eran ba-nales y que podan arrojar luz sobre la biologa entera. Se eludi as (tal vez in-conscientemente) la inteleccin ms general, en vez de sopesar la naturaleza de los dilemas humanos de acuerdo con lo que dicha inteleccin propona (pg. 116) [trad. cast. 104].

    La traduccin literal de la teora de los tipos lgicos a las ciencias de la conductaimplicabafjarun regla que vedaracometererrores intenciona-les en la tipificacin de los niveles. Sin embargo, Bateson (1972), Fry (1973) y Wynne (1976), entre otros autores, demostraron que la poesa, el humor, el aprendizaje y la creatividad se caracterizan por ciertos erro-res pautados de tipificacin lgica. Si pretendiramos eliminarlos, nos quedaramos con un mundo de experiencia chato y estancado. Por otro la-do, el uso de la tipificacin lgica de una manera puramente descriptiva nos lleva a percatamos ms plenamente de las pautas que gobiernan nues-tro conocer.

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 47

    RECURSION

    El uso de la tipificacin lgica nos sugiere a veces que nuestro mundo de experiencia est estructurado en forma jerrquica. Por ejemplo, una en-ciclopedia en varios volmenes puede distinguirse de un libro, y un libro de una pgina. Estas distinciones, anlogas a la tipificacin lgica de "me-taencuadre", "encuadre" y" miembro", no implican que los rubros se ex-cluyan mutuamente. Despus de todo, la pgina forma parte del libro y el libro puede formar parte de una enciclopedia. Aunque en calidad de ob-servadores puntuemos nuestra experiencia en funcin de una jerarqua de niveles lgicos, no debemos olvidar que esta jerarqua est estructurada en forma recursiva; y por lo tanto, nuestras distinciones de los volme-nes y pginas de la enciclopedia son siempre distinciones trazadas sobre otras distinciones.

    Una de las maneras de representar imaginariamente la recursividad es la figura del ser mtico denominado "Urvoro", la serpiente que se traga su propia cola. Cada vez que este ser se autodevora, podemos decir que crea un orden de recursin diferente. De nada sirve conjeturar si la bestia aumenta o disminuye de tamao en cada uno de los espisodios de autoen-volvimiento [infolding]; lo que s importa es advertir que cada vez que el crculo se recorre a s mismo puede indicarse una diferencia. Si tomamos en cuenta la recursin, podemos decir que estamos siempre ante la mis-ma serpiente, al par que indicamos el orden de reciclaje. Y refirindonos a distintos rdenes de recursin, esto nos permite emplear de otro modo la tipificacin lgica a fin de dar plena cuenta de la ndole del proceso re-cursivo. Con la perspectiva de la recursin, la tarea bsica del epistemlo-go consiste en marcar los rdenes de recursin que se invocan en cual-quier descripcin/explicacin.

    De este modo, el cretense que declara "Todos los cretenses mienten", transmite un mensaje autorreferencial (un mensaje que se "autoenvuel-ve"). La oscilacin entre verdad y falsedad procede de que recorremos un circuito recursivo. Si el observador externo de los cretenses se inclu-ye como uno de los miembros del grupo que ellos constituyen, mentir a fin de decir la verdad; si se excluye, dir la verdad a fin de revelar una mentira. Nos encontramos, pues, con una paradoja general autorreferen-cial que subyace en todos los sistemas de observacin: las observaciones del observador pueden incluir su propio proceso de observacin.

    Una versin interesante de la autorreferencia nos la ofrecen aquellos te-rapeutas que proponen que los terapeutas y sus clientes participan siem-pre, indefectiblemente, en tcticas manipuladoras. Segn ellos, toda inter-accin social, incluidas la hipnosis, la psicoterapia y la religin, son estra-tegias de manipulacin. El dilema surge al preguntrseles si tambin su

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    concepcin es un ejemplo de tal estrategia manipuladora. Sus ideas so-bre las tcticas de poder, la manipulacin social y el arte de la domina-cin, son en s mismas un ejemplo de lo que nos estn diciendo?

    Ese dilema se pone bien en evidencia cuando uno conversa con quie-nes propugnan esta concepcin: sus hbitos de puntuacin encuadrarn o reencuadrarn las enunciaciones del otro como ejemplos de manipula-cin. Si alguien sostiene que hay un mito del poder social, y otra persona le dice que no cree en ese mito, aqul responder que lo que su interlocu-tor est tratando de hacer es "dominarlo" a fin de controlar la situacin o adquirir poder. No obstante, la visin que el interlocutor tiene sobre lo que dice el que cree en ese mito no hace sino autocorroborar la premisa de que ste es incapaz de apreciar cualquier enunciado o accin fuera de su propio marco de referencia. En todo intercambio social, cada uno de los partcipes corrobora su visin particular de lo que est sucediendo.

    Esta confrontacin, que lleva a la autocorroboracin mutua, significa que no existe nada parecido a una demostracin objetiva sobre cul de los bandos est en lo cierto. Todas las confrontaciones, ya sean sociales o de otra ndole, slo pueden originar una ulterior autocorroboracin de una visin particular. No obstante, lo que s podemos elegir es cmo con-cebiremos nuestras propias concepciones: podemos considerarlas parcia-les y sujetas a correccin, o por el contrario, completas e inmodificables. Desde luego, el mismo razonamiento es aplicable a esta particular concep-cin de las concepciones. Sea cual fuere nuestra decisin, jams podre-mos escapar a las paradojas de la existencia derivadas de la autorreferen-cia, que es inherente a todo sistema de observacin natural.

    PRINCIPIOS DORMITIVOS

    Si examinamos las explicaciones tradicionales de la conducta a travs de la lente de la recursin, nos encontraremos a veces con lo que Bateson llamaba "principios dormitivos", que son una variante de la descripcin circular. Un "principio dormitivo" es un reacomodamiento ms abstracto de la descripcin del rubro que se pretende explicar.11 Parafraseando a Bateson (1979a), esto acontece cuando se toma como causa de una ac-cin simple una palabra abstracta derivada del nombre de dicha accin

    11 "Molire, hace muchos aos, cont un examen oral de doctorado en el cual

    los sabios mdicos preguntan al candidato la 'causa y razn' de que el opio haga dormir a la gente. El candidato responde triunfalmente, en un latn macarrnico, que ello se debe a que 'posee un principio dormitivo (virus dormitiva)' " (Bate son, 1972, pg. XX [trad. cast. 19]).

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA I')

    -p. ej., cuando se explica la agresin diciendo que es causada por un "instinto agresivo", o la sintomatologa psictica atribuyndola a la "locu-ra"-.

    Para inventar un principio dormitivo, se parte de descripciones simples de los fenmenos que se procura explicar. Por ejemplo, puede descri-birse a un sujeto diciendo que es infeliz y que no tiene ganas de trabajar o de comer, y luego clasificar estas descripciones como un categora de las acciones sintomticas tituladas "depresin". Si se pretende "explicar" es-tas descripciones particulares como resultado de la "depresin", se est in-vocando un principio dormitivo. En tal caso, lo que se hace es afirmar que un rubro de accin simple es causado por la clase de esas acciones. Este reciclaje de un trmino no constituye una explicacin formal.

    Adems, esta prctica suele provocar consecuencias desgraciadas. Es fcil que un individuo se deje engaar por estas seudoexplicaciones, per-petuando con frecuencia lamentables profecas que generan su propio cumplimiento. Por ejemplo, los padres de un nio que momentneamente se siente desdichado pueden ver en esto la consecuencia de una "depre-sin" (principio dormitivo); y esta visin de las cosas los llevar a tratar de resolver el problema con una conducta que, como demuestra Watzlawick (1976), puede intensificar ese sentimiento natural de desdi-cha convirtindolo en una "depresin clnica". Estos sucesos son cotidia-nos en los hospitales neuropsiquitricos, donde no es raro ver a un mdi-co benevolente preguntarle a un paciente que dormita bajo un rbol: "Es-t usted deprimido hoy?" Este reciclaje o reencuadre de una instancia par-ticular de una accin convirtindola en una categora de acciones -en parti-cular si es formulada como pregunta por una figura que goza de autori-dad- puede provocar una suerte de mandato hipntico, que suele gene-rar, intensificar y mantener un contexto problemtico.

    La situacin inversa -o sea, tratar las categoras de la accin como si fueran rubros de accin- es otra de las importantes maneras de generar y mantener conductas y experiencias sintomticas. Esta confusin se evi-dencia en las tentativas de reformar a los criminales mediante castigos. Tal como lo formul Bateson (citado en Keeney, 1979b):

    ...Es imposible poner fin al delito mediante el castigo. Con ello todo lo que se consigue son delincuentes ms eficaces, puesto que el delito no es una accin. El delito no es el nombre de una accin, sino una categora o contexto de la ac-cin. Y las cosas que son categoras de accin no obedecen a las reglas del re-fuerzo, como lo hacen las acciones (pg. 21).

    La epistemologa clnica se ocupa de estudiar cmo se crean y perpe-tan los dilemas humanos merced a estas trabas epistemolgicas. El espe

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    cialista en estas cuestiones examinar las pautas que, dentro de los con-textos sociales, organizan los crculos viciosos, recursivos, que rodean la experiencia sintomtica. En los ejemplos anteriores hemos mostrado de qu manera surgen estas trabas en la experiencia cuando se abusa del axioma de los semnticos: "El nombre no equivale a la cosa nombrada". Adems, puede olvidarse que "el nombre del nombre no equivale al nom-bre". Por ejemplo, en la obra de Lewis Carroll, Alicia le pregunta al Ca-ballero Blanco cmo se llama la cancin que va a cantarle, y l le dice que se llama "los ojos del abadejo". Alicia replica que parece un extrao nombre para una cancin, y el Caballero le responde: "No, t no me comprendes. No es el nombre de la cancin, es la forma en que lo llaman al nombre" (1865/1971, pgs. 186-87). Discernir los nombres, los nom-bres de los nombres, los nombres de los nombres de los nombres, y as sucesivamente, es uno de los modos de especificar diferentes rdenes de recursion. Y una vez que stos se disciernen, el epistemolgo puede apreciar cmo se confunden las cascadas de recursion, cmo se las une entre s y cmo se plasman las pautas, en general, con ellas.

    Es aqu donde resulta aplicable la tipificacin lgica, definida como un procedimiento para indicar los rdenes de recursion. Desde este ngu-lo una "tipificacin errnea" es la confusin de diferentes rdenes de re-cursion. Al utilizar la tipificacin lgica de este modo, podemos detectar las pautas que organizan cualquier sistema de conocimiento. Una vez ex-plicitados los rdenes de recursion del observador, se ponen de manifies-to los recursos a que apel para salvar las brechas de sus explicaciones tericas, as como las incongruencias entre los datos y sus predicciones.

    Por ejemplo, si se examina la psicologa del estmulo-respuesta se com-prueba que la mayora de las reglas del refuerzo se aplican a todo lo que se asocia con el nombre de una accin simple, como "alzar una pata" u "oprimir una perilla". Estas reglas, al igual que los nombres de las accio-nes simples, no se aplican a los contextos de la accin.12 Toda instiga-cin a un organismo para que asimile (o desasimile) la "exploracin", la "curiosidad", la "dependencia", etc., es una tipificacin errnea del nom-bre del contexto de la accin apoyndose en el nombre de una accin sim-ple -vale decir, confundiendo una con la otra- Los contextos de la ac-cin son rdenes de recursion superiores a los de las acciones simples, y no estn sujetos a las reglas del refuerzo que imperan en los rdenes in-feriores. Todo contexto de la accin es puntuado por el organismo mis-mo (o por las interacciones sociales de las que forma parte); modificar las

    12 Bateson (1979a) propuso reemplazar la frase "contextos de accin" por "cate-

    goras de organizacin contextual de la conducta" (pg. 134) [trad. cast. 120].

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA '.1

    formas en que un organismo punta su experiencia es un aprendizaje de orden superior, tpicamente asociado con la psicologa del estmulo-res-puesta. La confusin de estos rdenes de aprendizaje es un ejemplo de ti-pificacin lgica errnea.

    Veamos cmo reencuadra Bateson el experimento de Pavlov. El plan-teo de lo que Pavlov denomin "neurosis experimental" es el siguiente. Primero se ensea a un perro a distinguir entre un crculo y una elipse; a continuacin, se le presentan crculos y elipses cada vez ms semejantes, lo cual torna la tarea ms difcil para el perro; por ltimo, cuando ya es im-posible discriminar entre ambos, el perro empieza a manifestar sntomas psicticos, que van desde mordiscos manacos a comportamientos coma-tosos. Al analizar esta situacin, Bateson (1979a) subraya:

    "Qu ha aprendido el perro en su adiestramiento que le impide aceptar el fraca-so al final?" Parecera que la respuesta a esta pregunta podra ser: "El perro ha aprendido que ste es un contexto para la discriminacin"; o sea, que l "debe" mirar por dos estmulos y "debe" buscar la posibilidad de actuar sobre la base de una diferencia entre ambos. Para el perro, sta es la "tarea" establecida, el con-texto en el cual su xito ser recompensado... Ahora l impone esta interpreta-cun a un contexto que no sirve para la discriminacin (pgs.119-20) [trad.cast. 107].

    Si el perro modificara esta puntuacin y supusiera que el laboratorio es un contexto para efectuar conjeturas, no se esforzara por discriminar entre el crculo y la elipse. No obstante, esta puntuacin tampoco tiene en cuenta que el experimentador participa en la estructuracin de este con-texto. El experimentador no discrimina entre dos clases de contextos -aquel en que corresponde la discriminacin, y aquel en el que no corres-ponde-; en lugar de ello, punta la situacin como contexto apto para la discriminacin, aun en aquellos casos en que no es posible discriminar. En consecuencia, el perro y el experimentador se encuentran en una situa-cin imposible: si el primero pretende discriminar, el segundo observa que no puede hacerlo; si el perro no discrimina, el experimentador sostie-ne que su capacidad de "discriminacin" ha fallado.

    El hecho de que el psiclogo experimental atribuya los sntomas del perro a una "falla en su discriminacin" trasunta un error de tipificacin. Decir que el perro discrimina gracias a su "discriminacin" es invocar un principio dormitivo. Bateson (1979a) desmenuza este razonamiento:

    El cientfico ha saltado aqu de un enunciado sobre uno o varios incidentes particulares que pueden ser vistos, a una generalizacin que se aferra a una abs traccin -"discriminacin"- situada ms all de la visin, tal vez dentro del pe rro. En este salto de tipificacin lgica consiste el error terico. En cierto senti

  • 52 ESTETICA DEL CAMBIO

    do, yo puedo ver al perro "discriminar", pero no me es posible ver su "discrimi-nacin" (pg. 119) [trad. cast. 107].

    Este ejemplo ilustra una pauta de "doble vnculo" o "doble ligadura" [double bind] en la que cada partcipe est frreamente ligado [bound] en una relacin plagada de errores mutuos de tipificacin lgica. La inade-cuada puntuacin del perro genera conductas que no hacen sino corrobo-rar la inadecuada puntuacin del experimentador, que a su vez refuerza la puntuacin del perro. El perro manifiesta sntomas y el experimentador le atribuye fallas para discriminar. Desde luego, es concebible que se diera una relacin entre perro y experimentador tal que este ltimo se apenara por las "fallas" del perro, y como amo bondadoso, tratara de corregirlas mediante un tratamiento mdico o psicolgico; lo ms probable es que es-to condujera a otra pauta contexta!, denominada "terapia".

    DOBLE DESCRIPCIN Cada vez que dos personas interactan, cada una de ellas punta el flu-

    jo de la interaccin. Si un observador combina los puntos de vista de am-bos individuos, comienza a surgir una idea sobre el sistema total. Hay muchas maneras de conceptualizar una descripcin holstica de esta ndo-le. Ante todo, puede presentarse la puntuacin de cada persona en forma de secuencia, siendo la serie total una representacin del sistema didico. Por ejemplo, si se ven en su conjunto las dos descripciones siguientes: "El me fastidia, yo me retraigo" y "Ella se retrae, yo la fastidio", se ob-tiene una rpida vislumbre del sistema de interaccin.13 Esta vislumbre equivale, en alguna medida, a sacar una serie de fotografas instantneas de cada persona a lo largo del tiempo y luego poner lado a lado todas las fotografas.

    Una vez que el observador presenta estas diversas puntuaciones a mo-do de secuencia, puede luego procurar discernir la pauta que las conecta. Una manera de hacerlo es presumir que la pauta de la puntuacin de la persona A interacta con la de la persona B de modo de crear una pauta hbrida, al estilo del muar.* Para el observador, esto significa que la

    13 Watzlawick y sus colaboradores (1967) pusieron de relieve esta particular

    descripcin sealando que esta "interaccin oscilante, s-no-s-no-s", es anlo-ga a lo que los matemticos denominan una "serie oscilante infinita" (pgs. 56-58). *Recordemos que lo caracterstico del muar es el efecto de tornasol, o sea, los reflejos o visos cambiantes de la luz que incide sobre la superficie de la tela. [T.]

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 53

    combinacin simultnea de sus respectivas puntuaciones da una vislum-bre de la relacin total. A esta ltima visin de las cosas Bateson (1979a) la llama "doble descripcin" y la compara con la visin binocular:

    Es correcto (y constituye un gran avance) comenzar a pensar en los dos ban-dos que participan en la interaccin como dos ojos, cada uno de los cuales da li-na visin monocular de lo que acontece, y juntos dan una visin binocular en profundidad. Esta doble visin es la relacin (pg. 133) [trad. cast. 119].

    En el caso del sistema constituido por "El me fastidia, yo me retraigo -Ella se retrae, yo la fastidio", la visin binocular vera lo que Bateson dio en llamar "una relacin complementaria".

    COMO DISTINGUIR LAS PAUTAS DE RELACIN

    Para ver una relacin se requiere una doble descripcin. Pero si las dobles descripciones de la relacin se someten a anlisis y se afirma que cada una de estas partes est localizada dentro de una persona, se crea con ello un "principio dormitivo". Ver slo al marido que fastidia sin to-mar en cuenta a la esposa que se retrae puede llevarnos a considerar al "fastidioso", y no al sistema de la relacin entre el fastidio y el retrai-miento. Anlogamente, entender que la capacidad de "conduccin" o lide-razgo reside dentro de alguna persona es generar un principio dormitivo, el cual dara lugar a seudoexplicaciones como sta: El lder "conduce por-que tiene capacidad de condu'cccin". Represe, empero, en que siempre tenemos que preguntar al observador que formula este enunciado cmo sabe que la persona por l descripta es un conductor o lder, y su respues-ta necesariamente tendr que hacer referencia a la conducta de algn "se-guidor" o partidario, con lo cual nuevamente nos remite a un sistema de relacin. En otras palabras, la capacidad de conduccin o liderazgo no es ms que una mitad extrada de esta doble descripcin: "relacin entre el conductor y el conducido". En general, todas las descripciones de las ca-ractersticas de personalidad consisten, como en este caso, en extraer mi-tades de pautas de relacin ms amplias. Siguiendo el consejo de Bateson (1979a), "slo si uno se aferra de manera rigurosa a la primaca y priori-dad de la relacin, puede evitar las explicaciones dormitivas" (pg. 133) [trad. cast. 119].

    Como la terapia tiene lugar en el contexto de una relacin entre el tera-peuta y su cliente, cualquier tentativa de discernirlas caractersticas del te-rapeuta que logra xito (o de su cliente) no es otra cosa que centrarse en la mitad extrada de la relacin, y esta visin lleva muy fcilmente a la

  • 54 ESTETICA DEL CAMBIO

    bsqueda de principios dormitivos. Entonces los clnicos se referirn a las causas del xito de los terapeutas o las causas ue que el cliente sea "malo", "enfermo" o "loco". La visin alternativa consiste en enfocar las pautas de la interaccin que se produce entre terapeuta y cliente.

    La doble descripcin es fundamentalmente una herramienta epistemo-lgica que nos permite generar y discernir diferentes rdenes de pautas. Si bien el lenguaje, por los lmites que nos impone con sus trminos y es-tructuras particulares, constrie nuestro conocimiento, la doble descrip-cin nos permite utilizarlo de modo de alcanzar rdenes de descripcin superiores. Al proceder as, nos salimos por nuestros propios medios del pantano epistemolgico en que estamos metidos. As como los dos ojos, utilizados simultneamente generan la profundidad, dos descripciones pueden generar la pauta y la relacin.

    La estructura del pensamiento de Bateson (1958b, 1972, 1979a) nos suministra un ejemplo sobre la manera de proceder. En sus primeras dis-tinciones, Bateson reflexion acerca de la relacin entre las descripciones de acciones simples, de categoras de acciones y de categoras de interac-ciones. Hall que estas relaciones podan analizarse en funcin de la tipi-ficacin lgica, o de lo que yo prefiero denominar rdenes de recursin con respecto a las distinciones del observador. Como hemos visto, los contextos de la accin (una distincin de orden superior) son distintos, desde el punto de vista lgico, que las descripciones de la accin simple (distincin de orden inferior):14 el "juego" o "partido" [de bisbol, de ft-bol, etc.] es una abstraccin de orden superior que "lanzar la pelota" o "patear la pelota". Al examinar los contextos de la accin, Bateson pun-tualiz que ellos determinan cmo se conectan las acciones simples en la organizacin social, o sea, cmo se organizan a lo largo del tiempo las reacciones de los individuos frente a las reacciones de otros individuos. Este orden de anlisis pone de manifiesto que "ninguna accin es una is-la", que todas las acciones forman parte de una interaccin organizada.

    Luego, Bateson (1979a) design dos categoras del proceso de interac-cin: las de relacin complementaria y relacin simtrica. Estas categoras de interaccin representan dos tipos de"visin binocular", que l defini as:

    Llam "simtricas" a todas las formas de interaccin que podan describirse en trminos de competencia, rivalidad, emulacin mutua, etc. (vale decir, a aquellas

    14 Un observador puede distinguir primero una accin simple, y a continuacin

    trazar una distincin de orden superior para marcar su contexto. Este contexto de la accin simple -la distincin de una distincin- es, pues, una recursin que tra-z el observador para indicar la accin simple.

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 55

    en que una cierta clase de accin de A estimula en B una accin de la misma cla-se, la cual a su vez estimula ulteriores acciones similares de A...). En contraste con ello, llam "complementarias" a aquellas secuencias interaccionales en que las acciones de A y B eran diferentes, pero se amoldaban una a la otra (p.ej., do-minio-sumisin, conducta exhibicionista-conducta espectadora, dependencia-nu-trimento) (pgs. 192-93) [erad. cast. 172].

    Importa advertir que la concepcin binocular de la relacin exige em-plear un vocabulario apropiado. Por ejemplo, desde la perspectiva de la relacin, no cabe hablar de una serie de episodios de fastidio y retraimien-to entre marido y mujer, ya que esto constituira una descripcin conduc-tal del sistema en su conjunto. En lugar de ello, debe hacerse referencia a la relacin complementaria entre ambos. Para alcanzar este orden supe-rior, o imagen binocular, se requiere dar un salto en el orden de la abstrac-cin, pasando de la conducta al contexto, con un salto concomitante en la expresin descriptiva. En este caso, las descripciones de la accin se fu-sionan a fin de crear la descripcin de la interaccin.

    Al meditar acerca del modo en que las pautas de interaccin podan a su vez ser pautadas, Bateson comprob que si la simetra o la comple-mentariedad no eran controladas se originaba una"cismognesis"* -trmi-no que acu para referirse al proceso de huida o de intensificacin que, en caso de no estar bajo control, inevitablemente genera una tensin into-lerable y, a la postre, el quebrantamiento del sistema de relacin-. En cambio combinando las interacciones simtricas y complementarias pue-de lograrse una especie de equilibrio. Bateson (citado en Keeney, 1976b) ofrece una analoga de esto:

    Si un matrimonio se vuelve demasiado complementario, pngalos usted a ju-gar un partido de tenis y se sentirn mejor; si se vuelve demasiado simtrico o antagnico, no tiene ms que esperar que uno de ellos se disloque un tobillo, y ambos se sentirn mejor (pg. 18).

    Esto nos sugiere que la forma en que son pautadas las pautas simtri-cas y complementarias de interaccin instituye una suerte de coreografa para los participantes. En este orden de anlisis, los dilogos, la sexuali-dad humana, las cenas familiares y los conflictos internacionales se orga-nizan de acuerdo con las reglas de la coreografa que gobiernan (o sea, que pautan) sus interacciones fundamentales. En la terapia familiar, la bsqueda de reglas familiares y de "danzas" de la familia caracteriza a ve-ces a quienes se ocupan de este orden de organizacin.15

    * En ingls "schismogenesis", palabra derivada de "schism", cisma o divisin [T.] 1 5 Veremos luego que hay una importante recursin en este orden de proceder.

  • 56 ESTTICA DEL CAMBIO

    DIALCTICA DE LA FORMA Y EL PROCESO

    Al repasar su propia obra, Bateson (1979a) seal que sus "procedi-mientos de indagacin estuvieron puntuados por una alternancia entre la clasificacin [de la forma] y la descripcin del proceso". Esta "escala en zigzag entre la tipologa [de la forma], por un lado, y el estudio del proce-so, por el otro" (pg. 193)[trad. cast. 172-73] fue diagramada en varias formas en su libro Mind and Nature. En la figura 1 presentamos un grfi-co modificado y ms general de esta clase de anlisis. En l se pone de relieve un enfoque recursivo de la epistemologa, que en vez de explicitar las jerarquas ideales de abstraccin, propone "una escala que asciende en zigzag [como ilustracin] de la dialctica entre la forma y el proceso" (pg. 194) [trad. cast. 174].

    La columna de la derecha de la figura 1, denominada "Descripcin del proceso", se refiere a la unidad que es objeto de observacin. Estas unida-des de la observacin se derivan del modo en que el observador punta la corriente de sucesos. Las descripciones del proceso remiten, en general, a un orden de observacin que podramos denominar "experiencia basada en los sentidos". Esta experiencia es la ms prxima que podemos alcan-zar respecto de los "datos elementales", y es una forma de descripcin despojada, para todos los fines prcticos, de altas abstracciones tericas.

    Dentro de este sistema de anlisis de la experiencia, para pasar de un orden de descripcin a otro, se requiere un acto de doble descripcin: va-le decir, hay que yuxtaponer las visiones correspondientes a los dos la-

    Aqu, las interacciones pautadas especifican un sistema de coreografa que especi-fica las interacciones pautadas. Esta recursion (como mostrar el captulo si guente) indica que el sistema est organizacionalmcnte cerrado y es autorreferen-cial en este orden de proceso.

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGA 57

    dos de la relacin a fin de generar una idea de relacin en su conjunto. Por ejemplo, la interaccin se discierne combinando las descripciones de cada accin simple de los participantes. En un orden superior de anlisis, el percatamiento de las pautas coreogrficas se obtiene a partir de las rela-ciones entre los episodios de interaccin; por ejemplo, las relaciones di-dicas "sanas" pueden caracterizarse porpautas de alternancia entre temas complementarios y simtricos. Una vez ms, deben combinarse las visio-nes obtenidas desde ambos lados de la relacin -que esta vez envuelven las descripciones de las pautas de interaccin- a fin de formarse una ima-gen de la coreografa.

    La columna intermedia de la figura 1, que es al mismo tiempo la de la izquierda en la "escala que asciende en zigzag" en nuestro anlisis, se de-nomina "Clasificacin de la forma", y corresponde a los nombres asigna-dos a las pautas organizadoras de las acciones simples, las interacciones y la coreografa. Una clasificacin de la forma es una abstraccin que "or-ganiza" cada orden de descripcin vinculando sus elementos de manera significativa. El examen paso a paso de cada uno de los "peldaos" de es-ta escala ascendente nos revela cmo se entrelazan forma y proceso.

    Las descripciones de una accin simple se refieren a observaciones de unidades, de acciones simples, singulares y aisladas, incluida la expre-sin facial, la postura corporal, la manera de respirar y de fijar la vista, el tono y el volumen de voz, el ritmo de las elocuciones o preferencias ver-bales, las palabras, frases y oraciones pronunciadas, etc. En el caso de las acciones simples de una danza, este orden de anlisis implicara prestar atencin a los sucesos inmediatamente perceptibles que caracteri-zan cada paso de baile (p.ej., el pie derecho de la bailarina se adelan-ta al par que sus hombros se echan hacia atrs y la cabeza gira hacia la derecha).

    Cuando los rubros que componen una accin simple se clasifican y se los considera pertenecientes a una determinada categora de accin, se pa-sa al otro lado del anlisis, el de la forma. Clasificar cinco minutos de u-na accin como un "baile" o como un "juego" constituye una manera de designar una categora de accin. Esta categorizacin -que hemos llama-do "clasificacin de la forma" en la columna de la izquierda de nuestra es-cala ascendente- es un modo de identificar y designar la pauta que orga-niza el orden del proceso observado. Las categoras de accin -juego, ex-ploracin, combate, delito, esquizofrenia, terapia, etc.- son nombres que adjudicamos a la forma en que estn pautadas las acciones simples. Im-porta advertir que una misma accin simple puede pertenecer a diversas categoras. Por ejemplo, "alzar el brazo" puede formar parte de un baile, de una ceremonia militar, de la respuesta de un alumno a su maestro en el aula o de una actividad deportiva. La designacin de una categora de ac-

  • 58 ESTETICA DEL CAMBIO

    cin slo nos indica que vemos las acciones simples como organizadas significativamente dentro de un contexto determinado.

    Si nos movemos en nuestra escala ascendente hasta el prximo nivel del proceso, comprobamos que no se ocupa de fragmentos aislados de ac-cin sino de cadenas o secuencias de acciones, tal como las muestran los individuos o grupos que interactan. No obstante, estas descripciones de la interaccin siguen siendo expresadas en un lenguaje basado en los sen-tidos. Lo que diferencia a este orden del proceso respecto de las descrip-ciones de la accin simple es que presta atencin a la forma en que se co-nectan los fragmentos de accin simple entre los participantes. Si lo que se analiza es el baile de una pareja, esta descripcin nos dar un ordena-miento serial del flujo de sus pasos respectivos. Por ejemplo, el paso M puede ser seguido por el paso N, luego paso por el paso O, el paso N, el paso O, etc. Desde esta perspectiva, cualquier descripcin de una accin simple debe ser acompaada por la descripcin de las acciones de otra persona que la preceden y la siguen. Aqu, el ordenamiento de las cade-nas de acciones es ms importante que las acciones individuales.

    Cuando se procura clasificar descripciones de la interaccin, esta clasi-ficacin de las formas consiste en designar las pautas de la relacin, y no las pautas de la accin. Las categoras de la interaccin se refieren a las pautas caractersticas de la relacin entre las acciones de los distintos partcipes. Por ejemplo, todos los pasos de baile de un integrante de la pareja sern precedidos y seguidos por los pasos del otro integrante. La pauta de cada episodio de interaccin puede clasificarse considerndola o bien simtrica, o bien complementaria. Cada paso subsiguiente ser precedido y seguido por otros pasos, y cada nueva pauta de interaccin puede clasificarse en consecuencia.

    Advirtase que si bien la relacin se da entre las acciones de dos indi-viduos (o grupos, o partes de individuos o de grupos), para clasificar es-tas relaciones se necesita ver al menos tres fragmentos de accin Simple. Como propusieron Bateson y Jackson (citados en Sluzki y Beavin, 1977), una relacin ser simtrica o complementaria segn "como se vin-cule cada fragmento de conducta con los fragmentos anteriores y posterio-res de la relacin cara a cara" (pag. 77).

    Volviendo a la columna de descripcin del proceso en nuestra escala ascendente, el prximo orden de anlisis concibe estas pautas de interac-cin como parte de una trama organizativa aun ms amplia. As pues, las descripciones de la coreografa establecen cmo son pautadas, a su vez, las pautas de interaccin que se haban discernido previamente (los temas simtricos y complementarios), o sea, establecen de qu manera se conec-tan entre s o forman una secuencia. Por ejemplo, el ballet, el jazz y los bailes de saln especifican diferentes maneras de organizara accin sim-

    ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 59

    pie y las categoras de la accin. Por consiguiente, dentro de una clasifica-cin de la forma a estas pautas de organizacin de orden superior se las puede denominar categoras de la coreografa.

    Estos diversos modos de puntuar una cadena de sucesos y de desig-nar las pautas emergentes guardan correspondencia con determinados r-denes de recurrencia en las distinciones trazadas por un observador (pri-mera columna de la izquierda en la figura 1). Veamos como ejemplo el planteo entre el marido que fastidia y la esposa que se retrae. Podemos comenz