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Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,primerode losqueacogen laprosanarrativayensayísticadelescritor,estáintegradoporlasobrasqueconformanlanarrativabrevedelautor,en las ediciones que se indican a continuación: Femeninas (Seishistorias amorosas),Epitalamio (Historia de amores), Corte de Amor:Florilegio de honestas y nobles damas, Jardín Umbrío. Historias desantos: dealmasenpena: deduendes y ladrones yLaCara deDios,noveladefolletínbasadaenelcélebredramadeDonCarlosArniches.

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RamónMaríadelValle-Inclán

Obrascompletas,INarrativa

ePubr1.0Titivillus24.08.17

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RamónMaríadelValle-Inclán,2017

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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INTRODUCCIÓN

EDITARAVALLE-INCLÁN:HACIASUSOBRASCOMPLETAS

SibienesverdadqueenlasdosúltimasdécadassehanproducidoavancesrelacionadosconladifusióndelaobraliterariadeRamóndelValle-Inclán,noloesmenosqueunasimpleaproximacióncuantitativaalatrayectorialiterariadelescritor nos revela lagunas en una tarea editorial que requieremayor empeñoparaalcanzarlapublicacióndeedicionesfiablesdelaobradelescritor[1].Dichoenotrostérminos,entre1895y1936Valle-Inclánpublicóenformatolibroalgomás de 60 títulos originales (SerranoAlonso y JuanBolufer, 1995; J. y J delValle-Inclán,1995),deloscualescasilamitaddeelloshacumplidoelsiglodevida[2]:Femeninas(1895),Epitalamio(1897),Cenizas(1899),LaCaradeDios[1900],Cortedeamor(1903),Jardínumbrío/Jardínnovelesco(1903-1905),lascuatroSonatas(1902-1905),FlordeSantidad(1904),ElMarquésdeBradomín(1907), Aromas de leyenda (1907), la trilogía de La Guerra Carlista (1908-1909),dosdesustresComediasBárbaras(ÁguiladeBlasón,1907yRomancedeLobos,1908),UnaTertuliadeAntaño(1909),CuentodeAbril(1910),Vocesde Gesta (1912), La Marquesa Rosalinda (1913), El Embrujado (1913), LaCabezadelDragón(1914),LaLámparaMaravillosa(1916)yLaMediaNoche(1917).

Estaprolijaenumeraciónpretendemostrarunasituaciónqueresultauntantoparadójicadesdeelpuntodevistaeditorial,sipensamosquesolamentediezdelas veintiséis obras nombradas han sido objeto de una edición crítica conposterioridad a 1936, proporción que se incrementa ligeramente si hacemosextensivalaevaluaciónalatotalidaddelasobrasqueValle-Incláneditósueltas,agrupadasentrilogíasotetralogíasorecogióselectivamenteensuOperaomnia(1913-1933).Yentodosloscasosllevanelmismoselloeditorial—laantiguaydesde1990renovadacolecciónClásicosCastellanosdeEspasa-Calpe—,cuyos

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títulos y editores vale la pena recordar:TiranoBanderas yLuces de Bohemia(Zamora Vicente), La Guerra Carlista (Alonso Seoane), Divinas Palabras(Iglesias Feijoo),Martes de Carnaval (Ricardo Senabre), Águila de Blasón,RomancedeLobosyCaradePlata (AntónRisco),Retablode laAvaricia, laLujuriaylaMuerte(RubioJiménez),TabladodeMarionetasparaEducacióndePríncipes (JorgeUrrutia)ySonatadePrimavera (ElianeLavaud),a lasquesesumalaedicióndeFemeninas,deJoaquíndelValle-InclányFlordeSantidad,deDíezTaboada(Ed.Cátedra).

Aestasedicionescríticashayqueañadir lasdivulgativasencoleccionesdeamplia tirada: entre 1937 y 1943, la edición de la obra valleinclaniana corrióesencialmente a cargo de la veterana colecciónAustral, que publica el primertítulodelescritoren1937(TiranoBanderas),ylaargentinaLosada,quedioalaestampa en 1938 Sonata de Otoño y Sonata de Invierno, que continuaríahaciéndolo hasta finales de los años 50, en que a ellas se sumaría la españolaRúa Nueva, a la que me voy a referir en seguida. Asimismo, contamos conalgunas ediciones sueltas en otras editoriales (vgr. Alianza Editorial, Taurus,Cátedra,PlazayJanésoCarismaLibros…).Enningúncasosehaconseguidoalcanzar lacifraquehemosestimadocorresponderíaa la totalidaddelasobrasoriginalesdeValle-Inclánpublicadasenlibreríaoencoleccionespopulares.

Reservo el último lugar de nuestro repaso a los intentos de reunir la obracompleta del escritor, cuyo precedente más lejano es el propio proyectovalleinclaniano,quesematerializóenunaselectivaOperaomnia,editadaentre1913 y 1933 (ver infra). Por otra parte, los primeros intentos de compilar elconjunto de la obra de Valle post mortem los inicia la editorial Rúa Nova-Rivadeneyra (1944), con un diseño que es una réplica de la Opera omniavalleinclaniana, y que tuvo continuidad—con un corpus más amplio— en laeditorial Plenitud (1952, 2ª ed. y 1954, 3ª ed.), si bien en ningún caso soncompletas.Muyposteriorhasidoel intentodela«BibliotecaValle-Inclán»delCírculo de Lectores, dirigida por Zamora Vicente, que reunió en 25 tomos(1990-1992)buenapartedelaobravalleinclaniana.

El proyecto más reciente (2002) acoge las obras del escritor en dos vols.Prosa(I)yTeatro.Poesía.Varia(II),elprimerodeloscualessereeditódespuéscomo Narrativa completa (2010). Ninguna de estas amplias compilacionespretende ser una edición crítica, tarea que es inabarcable individualmente porrazones que se harán patentes al completar este panorama, que rescato

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parcialmentedeuntrabajoprevio(SantosZas,2013:271-308).Se han apuntado como justificación de esta situación editorial factores de

carácterextraliterarioyotrospropiamenteliterarios.Esunhechobienconocidoque la publicación de la obra del escritor gallego se ha vinculado a Espasa-Calpe, que ha tenido prácticamente la exclusiva, lo que explicaría la prácticaausencia hasta la fecha de las obras valleinclanianas en otras empresas. Sinembargo,esnecesarioseñalarquelaeditorialmadrileñaemprendióen1990unencomiable proyecto de ediciones críticas, que se frustró 10 años después deiniciarse, conun saldoque, pese a la excelenciade algunosde sus resultados,sigue siendo insuficiente, si pensamos queValle-Inclán es un escritor a quienhoy nadie niega la categoría de «clásico», ni se le regatea su innovadoraaportaciónliterarianilavigenciadesuobra,sindudalamásvigorosadecuantasprodujeronsuscompañerosdeandaduraliteraria.

Ello nos induce a pensar que existen otros factores, de orden propiamenteliterario, que podrían explicar en cierta medida el fracaso de ese proyectoeditorial.Merefiero,enconcreto,alcomplejosistemadeescrituraypublicacióndeValle,másdeunavezseñaladoporlacrítica,quedificultaconsiderablementepoder alcanzar lameta de estas ediciones críticas, si necesarias en el caso decualquierautor,imprescindibleseneldeValle-Inclánparaelestudiorigurosodesu obra, precisamente porque su propio sistema de escritura y publicacióndeterminalaexistenciadecomplejasgénesistextualesyedicionessucesivasdeuna misma obra, que presentan notables variantes entre sí, que tienensignificativasrepercusionesestilísticas,semánticasoestructurales.

Abordar, pues, la particular problemática editorial del escritor, que integraunacomplejaydispersasumadetestimoniosimpresos,yapuntarsusestrategiasde escritura y publicación comporta, como paso previo, realizar una rápidaaproximación al corpus valleinclaniano, ciñéndonos a la obra de creaciónpropiamente dicha (se prescinde aquí de prólogos a obras propias y ajenas,artículos, conferencias, etc.), de cuya edición él mismo fue a menudo gestor(Joaquín del Valle-Inclán, 2006), papel que no es soslayable a nuestros fines.Excluimos de este somero balance el recientemente recuperadoLegado Valle-InclánAlsina,depositadoenlaUSCdesde2009,quecontiene,ademásdeotrosdocumentos, los «borradores» autógrafos de don Ramón conservados endistintos estados redaccionales de obras editadas en vida y de títulosdesconocidosquenollegaronaalcanzarlafasedeimpresa(parasudescripciónvéaseSantosZas,2008,2012y2013).

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ELCORPUSIMPRESOVALLEINCLANIANO

Desde 1888 (su primer relato, «Babel») y hasta 1902, en que se publicaSonatadeotoño,Valle-Inclánesesencialmenteautordenarrativabreve,quevelaluzinicialmenteenlaprensay/oenantologíassucesivasentre1895y1936.Ala narrativa breve se suman las novelas:LaCara deDios, la tetralogía de lasSonatas,Flor de Santidad, la trilogía deLaGuerraCarlista,Una Tertulia deAntaño,LaMediaNoche,TiranoBanderasylaseriehistóricaeinconclusadeElRuedoIbérico. En paraleloValle-Inclán desarrolla su obra dramática: no hacefaltainsistirenello,fue,antetodo,«unhombredeteatro»:actor,director,asesor,adaptador y desde 1899, fecha de publicación de Cenizas, también autordramático. De su obra teatral es destacable la diversidad de modalidadesgenéricas: comedia, tragedia, tragicomedia, autos, farsas, esperpentos,denominaciones a las que habitualmente añade modificadores (vgr. Comediasbárbaras, Tragicomedia de aldea, Tragedia de ensueño, Tragedia pastoril,MelodramaparamarionetasoAutosparasiluetas,entreotras),enundeseodeexplicitarlasubversióndeloscódigosgenéricosconvencionales.Porotraparte,esautordeunaobrapoética,comparativamentemásescueta,lamásdesatendidadesuproducción:trespoemariospublicadosentre1907y1920,queagrupaen1930 enClaves líricas y poemas sueltos que nunca incluyó en aquellos libros(Mascato, 2013). Finalmente, como autor de ensayos, hay que mencionar LaLámpara Maravillosa, su tratado de estética y su obra más hermética. Estarelacióndetextos—prosanarrativayensayística, teatroypoesía—conformanelproyectoeditorialquenosocupa,alquevoyareferirmeenbreve.

Pocodice,sinembargo,estesomerorepasodelaobradelescritorvillanovés,sinobosquejamosalmenossuhistoriatextual,queafrontaremosendosniveles,prensay libro.Enprimer lugar, pues, la prensa, cuyopapel es esencial en losprocesoseditorialesdelautorysucasuísticaresultareveladoradelacomplejidadque,comodecíamos,conllevaeditaraValle-Inclán,tareaque,adelantémosloya,constituye una de las principales líneas de trabajo delGrupo de InvestigaciónValle-Inclán-USC,quelapresenteediciónejemplifica.

LAPRENSA—ELCORPUSMEDIÁTICO—(1888-1936)

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Hasta que se produjo la aparición del hasta entonces desconocido corpusmanuscritodeValle-Inclán,laprensanosolohasidounafuenteimprescindiblepara la reconstrucción del proceso de creación de lamayoría de las obras delescritor, sinoqueperiódicosy revistashan constituidouna suertedebancodepruebas,unmedioidóneoparaejercersuobsesivoafándeperfecciónliteraria—la«fiebredelestilo»,ensayandotodotipodemodificacionesantesdedarasustextossuformadefinitiva,aunqueenelcasodeValleeseestadio«definitivo»esmuy relativo, porque todas sus obras posteriores a la editio princeps han sidosometidasaprocesosderevisión,quelosconviertenennuevasversiones.

LafirmadeValle-Inclánesunaconstanteenlaprensaperiódicadesde1888,en que publica «Babel» y el poema «En Molinares…», ambos en la revistaestudiantilcompostelanaCaféconGotas(SantosZasyGrupodeInvestigaciónValle-Inclán, 1999), hasta poco antes de su muerte, con sus últimascolaboracionesenelperiódicoAhora.Sustextosaparecenimpresosendiversosrotativosgallegos,nacionalesy/olatinoamericanos,designopolíticomuydispar,ygeneralmente, se reeditan conmodificacionesdemayoromenor calado.Unmismocuento,«Amedianoche»(1889)o«Uncabecilla»(1895),pongamosporcaso, superan la decena de versiones, no siempre autorizadas, que constituyenotros tantos testimonios,queconforman la tradición impresadecada texto.Laprensa, además de banco de pruebas en el que forja su estilo, supone unaimprescindible fuente de ingresos, si bien a diferencia de la mayoría de suscoetáneos, Valle-Inclán raras veces publicó en los periódicos textos que nofuesen propiamente literarios, excepción hecha de sus colaboraciones en laprensa mexicana (Fichter, 1952) durante su estancia en el país azteca (1892-1893).

Pero, además, Valle-Inclán suele reunir sus relatos en colecciones, cuyoscontenidos tampoco permanecen inalterables. Tal es el caso de Femeninas(1895),quereeditacomoHistoriasPerversas (1907);olassucesivasedicionesdeCortedeAmor(1903,1908y1922),CofredeSándalo(1909)oHistoriasdeAmor (1909), entre las que se advierte un trasvase de sus contenidos, con lasconsiguientes modificaciones. ¿Cuál de estas versiones si, por ejemplo,pensamosenFemeninas,tendríaprioridadalahoradedecidireltextobaseparasu edición crítica? Si, como suele ocurrir, se optase por la última edición«autorizada», habría que elegir Historias Perversas (1907), en cuyo caso laeditioprincepsdeestasSeishistoriasamorosas—esdecir,nadamenosque laopera prima del escritor— quedaría relegada al aparato crítico. De hecho,

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SerranoAlonso(1993),Lavaud(1991:91-111),yespecialmenteNúñezSabarís(2005ay2005b)ponendemanifiestolarelevanciadeestaprimeraobra,apesardesulimitadadifusión,comoparteesencialdelanarrativabrevedelescritor.

Enelmismoterrenodelanarrativabreve,lamayoríadelosrelatosdeJardínUmbrío/Jardín Novelesco (alterna los dos títulos, con un subtítulo común:Historias de santos, de almas en pena, de duendes y ladrones, con ligerasmodificacionesentrelasvariasediciones)aparecieronenlaprensaenparaleloalproceso de incorporación a las sucesivas ediciones (1903, 1905, 1908, 1914 y1920),enlasqueelescritorvaincrementandoelnúmerodelosrelatosquelasconforman (de los 5 iniciales a los 17 de la edición de 1920), sin dejar deretocarlos.

Editar lanarrativabrevedeValleexige,pues, tenerencuenta lasversionesperiodísticas dispersas ennumerosos rotativosy las sucesivas edicionesde lascompilacionesdelautor,atendiendoatodassusvariantes,deorigennosiempreautorial, que forman parte de la historia textual de dichas colecciones, que nosonunarareza,sinoelmecanismohabitualdelescritor,quediversosestudiososse han ocupado de examinar (Lavaud, 1991, Serrano Alonso, 1996; o NúñezSabarís,2005a),aligualquesehahechoconlosvariostestimoniosdeunmismotexto(poemasyrelatos,sobretodo)dispersosenlosperiódicos.

El mundo de la prensa es inagotable, y en ella Valle da a conocer losprimerísimospasosdebuenapartedesusnovelasytextosteatrales,amododerelatos autónomos o breves piezas dramáticas, que incorpora posteriormente adichasobrasmedianteunprocesodereelaboración,queenocasiones,ademásdesu reestructuración, implica el fenómeno de la transmodalización. Es decir, laconversióndeunrelatoentextodramáticooviceversa.Asíconstruye,yessolounamuestra,ÁguiladeBlasón (SerranoAlonso,1990:83-121)quecuentaconunalargaycomplejaprehistoria—pretextosyfolletín—,quenoessoslayablealahoradeelaborarunaedicióncrítica.

Enestamismalíneaseinscribelapublicaciónporentregasenperiódicosyrevistasespañolesylatinoamericanosdelaprácticatotalidaddesusobras,comoEl Imparcial, El Mundo, Relieves, España Nueva, El Estudiante, España,HeraldodeMadrid,MundialMagazine,LaPluma,LaNación(BuenosAires)…En estos o en otros rotativos da a la estampa Sonata de Invierno, Águila deBlasón,RomancedeLobos,lasnovelasdeLaGuerraCarlista,VocesdeGesta,LaMediaNoche,LucesdeBohemia,LaHijadelCapitányunlargoetcétera.Sinexcepción,elpasodelaprensaallibrosuponeconfrecuenciaunaconcienzuda

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reescritura del texto original, con cambios estructurales, semánticos yestilísticos.

Veamosunejemplo:lastresnovelasdeLaGuerraCarlistasepublicanporentregas en El Mundo, a lo largo de un año (entre noviembre de 1908 ynoviembrede1909).Aleditarlasenlibro(1908-1909),Vallealteralaordenacióndeloscapítulosoriginales,desglosaalgunosylosredistribuye,suprimeotrosyañade algunos nuevos. Esta reestructuración enfatiza el fragmentarismoconstructivodeesasnovelas,tendenteaconseguirelefectodelasimultaneidadtemporal. Para ello presta atención a los dos bandos beligerantes—carlista yliberal— en bloques alternantes, que, mediante un juego contrapuntístico,adquieren una carga ideológica adicional, que evidencia las preferencias haciauno de los contendientes. Pero esa reestructuración determina asimismomodificaciones en comienzo y final de capítulo orientadas a mantener lacoherenciainterna.Aestoscambiossesumanlosestilísticos:adiciónosupresióndepalabras,frasesopárrafos,quecomportancambiossemánticos(SantosZas,1993:215yss.).

Esdecir,elpasodelaprensaallibro—rarasvecessucedealainversa(vgr.Los Cruzados de la Causa)— no se puede ignorar a la hora de preparar unaedición crítica de cualquiera de las obras mencionadas. Pero el proceso noconcluye aquí. A los pretextos y ediciones por entregas en prensa—algunasinconclusas—hayqueañadirlacasuísticadelasedicionesenlibro,elsegundode los niveles antes enunciados, que ha sido nuestra auténtica base deoperacionesparalapresenteedición.

EDICIONESENLIBROANTERIORESA1936

Es sabido que Valle-Inclán a la hora de publicar sus libros raras veces seresignaasupapeldeautor,sinoquedesempeñalafuncióndeeditoryseasignaundoblerol:eseditordesusobrasynopocasvecesresponsabletambiéndesudiseñográfico.Estedoblepapelnosepuedeperderdevistaalahoradeafrontarlasmodificaciones que incorpora a sus textos, porque, comobien ha señaladoJoaquíndelValle-Inclán(2006),nosiempreobedecenamotivos literariossinoque en muchas ocasiones se deben a ese papel de editor que asume confrecuencia. Por otra parte, en la producción de un libro intervienen distintasmanos (impresor, tipógrafo, cajista, corrector de pruebas…) y no siempre las

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erratas o errores que se observan son atribuibles al autor sino a quienesintervienenenelproceso,máximecuandolosoriginalesqueseentregabanenlaimprentaeranmanuscritos,fuesenautógrafosuhológrafos(enelcasodeVallenosconstaquesuesposa,JosefinaBlanco,seencargabadeponerenlimpiolosautógrafosdesumaridoydehacerlostrasladosparalaimprenta).Teniendoestasituación presente, veamos cuál es la problemática general de las edicionesvalleinclanianasenlibroanterioresa1936.

SoncontadaslasobrasqueValle-Incláneditóunaúnicavezenformatolibro—LaCaradeDios,LaMediaNoche.Visiónestelardeunmomentodeguerra,oLucesdebohemia.Esperpento—;lohabitualeslaexistenciadeobraspublicadaspor diferentes impresores o casas editoriales (Andrés Landín,AntonioMarzo,Fernando Fe,Ambrosio Pérez yCía., Sucesores deHernando, Imp.Alemana,Pueyo,PrimitivoFernández,CIAP…),quereeditaenesasmismasoenotrasy,apartir de 1913, reúne además en su Opera omnia, proyecto que no llegó acompletar.

Lasedicionesquesiguenalaprincepspresentancasisinexcepciónvariantestextuales.ResultaelocuentealrespectolatetralogíadelasSonatas(1902-1905),nosoloporquesehancontabilizado37edicionesenvidadelautor (aunquesunúmerodifiereencadaunadeellas),sinoporqueloscambiosqueseconstatanentre la primera y la última de cada Sonata acusan la evolución estético-estilística de las tres décadas quemedian entre su editio princeps y la últimaautorizada.Estelapsotemporalnosepuedeminimizarsopenadecalificarcomopre-esperpénticos rasgos de las primeras Sonatas, que Valle incorpora en lasediciones posteriores a 1924, fecha en que ha definido el esperpento en laversióndefinitivadeLucesdeBohemia.LocualsignificaquelasvariantesqueseadviertenenlasversionestardíasdelasSonatas,potencialmentedeudorasdelaestéticaesperpéntica,nosonextrapolablesalasprimeras.Sintenerencuentaestacircunstancia,lasconclusionespodríanser—dehechoasíhaocurridomásde una vez— equivocadas. Esta situación vuelve a plantear el problema de laeleccióndeltextobase,yaquelaúltimaediciónenvidadelautornoresponde—pongamosporcasolaSonatadeOtoño(1933)—almomentoestéticoenquefueconcebidaypublicada(1902).Puessiendo,comoes,unaobraemblemáticadelmodernismo literario hispánico, deudor de Rubén Darío, se desvirtúa en suúltimaversión.Bienesciertoquelasvariantes—recordemoslodichorespectodeFemeninas—seconsignaríanenelaparatocríticode laedición,encasodehacerloexplícito,peroaunsiendoasí¿noseríamáscoherenteofrecerallectorla

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editio princeps, que, dada su rareza —es prácticamente inencontrable—, notendráocasióndeleertalcomoValle-Inclánlaconcibióen1902,sinoescomotexto base de una edición crítica? De hecho, en el plan de trabajo que aquíacometemos,adoptamos,comoexplicaréenloscriterioseditoriales,comotextobase de cada obra su editio princeps, si bien contemplamos excepciones a lanormageneralquecreemosjustificadas.

En la casuística editorial valleinclaniana hay que contar también concoediciones realizadas por varios libreros, que dan origen a variantes encubiertasyportadasdeunamismaimpresióntipográfica,eselcasodelascuatroqueconocemosdeCuentodeAbril (1910), lasdosdeLaPipadeKifoelmáscomplicadodelatrilogíadeLaGuerraCarlista(1908-1909),editadaporcuatrolibreros—Pueyo,VictorianoSuárez,PrimitivoFernándezyPerladoPáezyCía—,quesemultiplicanenElResplandordelaHoguera,uncasoparticularmentecomplejo y elocuente (SantosZas, 1993: 241-242; Iglesias Feijoo, 2015: 103-142),queabordaremosendetalleenelvolumenIIdelanarrativadelautor.Peroademás, la tirada de una edición puede contener variantes, derivadas de laintervencióndelautor-editor,comohemospodidocomprobaralcotejardiversosejemplares de El Resplandor de la Hoguera (1909), en el que de nuevo severifican pequeños cambios en el último cuadernillo. La trilogía carlista fuereeditada, sin mencionar las colecciones populares, en 1920/1927 (salvoGerifaltesdeAntaño)yen1929y1930enlaCIAP.

Igualmente, Valle-Inclán ha dado a la estampa como textos autónomoscapítulos o partes de Tirano Banderas y El Ruedo Ibérico en coleccionespopulares—LosNovelistas,LaNoveladeHoy,LaNovelaSemanal,LaNovelaMundial…—, que integra en la serie isabelina (Cartel de ferias, 1925, encubierta:Carteldeferia;EcosdeAsmodeo,1926;Estampasisabelinas.LaRosadeOro,1927;Teatrillo de enredo, 1928;oLas reales antecámaras, 1928, sonalgunasdeellas),mecanismoquevale,aunqueengradodemenorcomplejidad,para la pionera novela de dictador,TiranoBanderas (vgr. Agüero nigromante,1926/Agüeronigromántico,enlacubierta).Perotambiénacudealareutilizaciónde materiales previos: Una Tertulia de Antaño (1909), que transforma alincorporarlaaElTruenoDorado(publicadaenAhora:19demarzoa23deabrilde1936).

Agreguemosaloexpuestoqueapartirde1913yhasta1933Valle-InclánseocupadelaedicióndesuOperaomnia,vols.IalXXX,aunquenollegaronaver

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laluzlostomosXXIValXXIX(noincluyeCenizas,LaCaradeDios,ElMarquésdeBradomín.UnaTertuliadeAntañooLaMediaNoche),yotrosseanunciaronconunnúmerodevolumenque,obiencambió(elcasodeDivinasPalabras)oseconsignaroncomoobrasdepróximapublicación,peronuncaseeditaron,talsucede con Un día de guerra (visión estelar), que apareció en 1926, en laportadilladelTiranoBanderascomovol.XVIIIde laOperaomnia, y en la delRetablodelaAvaricia,laLujuriaylaMuerte,comovol.XX.NoeslaúnicavezqueValleanunciatítulosque,hastadondesabemos,nollegóapublicar:HernánCortés, Las Banderas del Rey, La Guerra en las Montañas y todos los queconforman las dos últimas series de El Ruedo Ibérico, distribuidos en trestrilogías(véaseelvol.IIIdelapresenteedición).Porotraparte,dejóreservadoelvol. I de este proyecto de obras completas para La LámparaMaravillosa, sutratadodeestética,queincorporóalacolecciónen1916.

CoetáneasalaOperaomniaseconstatanotrasedicionessueltasdesusobrasenempresaseditorialesyencoleccionespopulares,queyaheidomencionandoa lo largo de esta exposición (queden citadas de pasada dos antologías, Lasmieles del rosal, 1910, vol. I de la Biblioteca de Autores Galegos; y unaselección de prosa y poesía realizada por G. Jiménez, Cuentos, estética ypoemas,1919).

Por último, son ediciones póstumas: el ya citado El Trueno Dorado,publicadocomolibroen1976;yFloresdeAlmendro, antologíade relatosqueviolaluzel31demarzode1936,aunquenohayconstanciadequefueseValle-Inclánsuresponsable.

Enestecomplejoprocesodedifusióndelaobravalleinclanianaseaprecianademásfrecuentescambiosdetítulosysubtítulos:Cenizas.Dramaentresactos(1899),sereescribebajoelnombre:ElYermodelasAlmas.Escenasdelavidaíntima(1908);ElTernodelDifunto(1926)seconvierte,alincorporarloaMartesde Carnaval (1930), en Las Galas del Difunto, que supone siempre unareelaboración del texto original hasta el punto de constituir auténticasreescrituras. Igualmente, empleadiferentesdenominacionesgenéricasparaunamisma obra, que subrayan el fenómeno de la interdiscursividad (Águila deBlasón.Novelaencincojornadas,ensupasodelaprensaallibrosetransformaen Águila de Blasón. Comedia bárbara en cinco jornadas; La Cabeza delBautista y La Rosa de Papel. Novelas macabras (1924) se subtitulan«Melodramas para marionetas» al reeditarlas en Retablo de la Avaricia, la

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LujuriaylaMuerte,1927).Porúltimo,Valleagrupatardíamenteobras,editadasinicialmente sueltas, a las que confiere un título general (vgr. Martes deCarnaval, Tablado de Marionetas para Educación de Príncipes, el citadoRetablode laAvaricia, laLujuriay laMuerteoClavesLíricas),agrupacionesquecomportansiemprelaexistenciadevariantes,másdeunavezsignificativasmodificacionesestructuralesycambios semánticosderivadosde sus relacionesconlostextosquecompartensunuevodestino.

Losdatosexpuestostansolopermitenvislumbrar—noeraotrasufinalidad—elcomplejosistemadeescrituraypublicacióndeValle-Inclán,quienconcibesu obra no como definitivamente fijada sino como «obra en marcha» —utilizando la expresión juanramoniana, afín a la valleinclaniana por muchosconceptos—,queelinvestigadorhadeafrontaralahoradeeditarcualquieradesus textos. Por ardua que resulte la tarea, la crítica textual nos ofrece lametodología e instrumentos para resolver los problemas que plantean losdiversos testimonios—desde laeditioprinceps y sucesivas versiones, hasta laúltimaediciónenvidadelautor—,laintrincadahistoriatextualdecadaobra,suscomplejas génesis, con largas y dispersas prehistorias en la prensa, queconformanlahistoriatextualdecadaobra,sinolvidarqueeldiseñoeilustraciónde lasobrasdelescritorsoncondicionantes—yaveceshastadeterminantes—devariantes textuales,comohademostradoJoaquíndelValle-Inclán(2006).Aestacasuística,querequiereunapacienteindagaciónhemerográfica,disponerdelasediciones/emisionesdecadaobraeinclusodelmayornúmerodeejemplaresposible de cada tirada, ha venido a sumarse ahora el Legado manuscrito delescritor, que responde, en términos generales a otra tradición con sus propioscódigosdeanálisis,ediciónydifusión.

NUESTROPROYECTOEDITORIAL

Se han mencionado ya los antecedentes del presente proyecto editorial,cuyos criterios generales y específicos relego a la nota que cierra estaintroducción. Sin embargo, acaso convenga adelantar dos de sus supuestosbásicos,asaber:quenuestroproyectoestáconcebidocomounacompilacióndelatotalidaddelaobradelautoreditadaenlibrería,yenestonodiscrepadeotroseditores que han asumido similar tarea, pero difiere de sus predecesores en laelección del texto base —editio princeps—, una decisión que contempla

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contadas excepciones, que creemos poder justificar. Dicho esto, de los cincovolúmenes de que consta esta edición, tres de ellos se destinan a la prosa decreación deValle-Inclán, narrativa de ficción (relato corto y novela) y ensayo(23títulosoriginalesdelautor);ylosdosvolúmenessiguientesasuproducciónteatral(22títulosmás)ypoética(3títulos).Entérminosgeneralesyentodosloscasos,secombinandoscriterios:genérico(prosaficcionalyensayística,teatroypoesía),que,asuvez,seordenasiguiendounordencronológicodepublicación.

La distribución original de nuestro proyecto, modificada por razoneseditoriales,organizabalanarrativaendosgrandesbloques,cuyafronteraeraLaMedia Noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917), obra quecomporta la formulación de una poética narrativa que adscribe al autor en elámbitodelavanguardialiteraria.Laorganizaciónentresvolúmenesaconsejóunreajusteeneseinicialplanteamiento,demaneraqueesteprimervolumenagrupala narrativa breve del autor: Femeninas (1895), Epitalamio (1897), Corte deAmor (1903/1922)yJardínUmbrío/JardínNovelesco (1903-1920), yLaCaradeDios(1900).ElvolumenIIcontienelascuatroSonatas(1902-1905),FlordeSantidad(1904),latrilogíadeLaGuerraCarlista (LosCruzadosde laCausa,ElResplandordelaHoguerayGerifaltesdeAntaño,1908-1909),UnaTertuliadeAntaño(1909),LaMediaNoche(1917)yTiranoBanderas(1926).

El volumen III y último de prosa narrativa se dedica casi íntegramente alciclo incompleto de El Ruedo Ibérico. Recordemos que Valle-Inclán llegó aanunciar,bienenlaprensaoenlasportadillasdesuslibros,todoslostítulosqueconformabanlastresseriesdeElRuedoIbérico,concebidocomotrestrilogías,delasquesepublicarondosnovelascompletasdelaprimeraserie,LaCortedelosMilagros(1927/1931)yVivamiDueño(1928);yenlaprensalatercera,quedejóincompleta,BazadeEspadas(1932).Losrestantestextosqueserelacionandirectamente con el ciclo de los «Amenes del reinado isabelino», incluidosasimismoendichovolumen,son:FindeunRevolucionario(1928),UnBastardodeNarizotas(1929),yElTruenoDorado(1936).

PeroademásdelostextosqueconformanElRuedoIbérico,estetercertomose cierra con la prosa ensayística del escritor, incorporando La LámparaMaravillosa.Ejerciciosespirituales(1916),unlibroalqueValle-InclánreservóelvolumeninicialdesuOperaomnia,confiriéndoleelvalorde«obertura»delapartitura que despliega ante el lector. Sin embargo, en la presente edición haydos secciones: narrativa y ensayo, donde se aloja el tratado de estética del

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escritor, siguiendo un criterio condicionado por las características de lacolección.Noobstante,comosediceenunanotaeditorialalvol.III,elcarácterexcepcional de La Lámpara Maravillosa en la producción y trayectoria delescritor gallego (mirada integradora de pasado y futuro), permite adjudicarlesimbólicamenteelpapeldealfauomegadesuitinerarioliterario.

El teatro y la poesía valleinclanianos, por su parte, se distribuyen en dostomos(IVyV de lasObras completas), el primero reúne laspiezasdramáticasqueabarcanlosquinceprimerosañosdesulabordramatúrgica(1899-1914),quesecierranconlallamada«crisisteatral»,queloapartadeloscircuitosteatralescomerciales, a raíz de su ruptura conMaría Guerrero y Díaz deMendoza, lacompañía,juntoconladeIreneLópezHeredia,máspotentedelpaís,quecierransuspuertasalosestrenosdeValle-Inclán.Añosdesilencioteatral,queserompea partir de 1919 con una serie de obras que marcan la etapa más creativa yrevolucionariadeldramaturgo,queinauguraelesperpento.

Así,elvolumenIVdacabidaapiezasdispares:desdeelconvencionaldramaentresactos,Cenizas(1899),hastalafarsaLaCabezadelDragón(1914).Entreambos extremos se hallan:ElMarqués de Bradomín (1907),El Yermo de lasalmas(1908),lasComediasBárbaras(CaradePlata,1923;ÁguiladeBlasón,1907; y Romance de Lobos, 1908);Cuento de Abril (1910), Voces de Gesta(1911),LaMarquesaRosalinda(1913)yElEmbrujado(1913).ObrasqueensumayoríaValle-Inclántuvoocasióndeestrenar,antesodespuésdeeditarlas.

SucedelocontrarioenlasobrasqueintegranelvolumenV,querespondenaun período de libertad y madurez creativas y sin embargo apenas fueronrepresentadas, a resultas, entre otras razones, del enfrentamiento que Vallemantuvoconlasprincipalesempresasteatrales,loquesignificósuexclusióndeloscircuitoscomercialesduranteladécadadelosaños20.Enestevolumenseagrupan Divinas Palabras (1920), las tres farsas que reunió en Tablado deMarionetas para Educación de Príncipes: Farsa Infantil de la Cabeza delDragón (1914), Farsa Italiana de la Enamorada del Rey (1920), y Farsa yLicencia de la Reina Castiza (1922). A ellas se suman el primer esperpento,Luces de Bohemia (1924), dos melodramas: La Rosa de Papel (1924) y LaCabezadelBautista(1924),delosqueseconservanlosmanuscritosenunafaseredaccional que se podría considerar acabada; Ligazón (1926), Sacrilegio(1927),LosCuernos de don Friolera (1925),El Terno/LasGalas delDifunto(1926)yLaHijadelCapitán (1927).Buenapartedeestos títulosValle-Inclán

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los reagrupa de acuerdo con afinidades temáticas o estético-estilísticas y losdesignaconunnuevo títuloqueconfiereunnuevosignificadoacada textoeneseconjunto.Eselcaso,porponerunejemplo,delostresúltimoscitados,quereunióbajoladesignacióndeMartesdeCarnaval.Aestarelaciónsesumacomobroche final lapoesía—tantasveces relegadao sencillamenteolvidada—,quetardíamente Valle reunió, reestructurando sus tres poemarios: Aromas deLeyenda(1907),LaPipadeKif(1919)yElPasajero(1920),enClavesLíricas(1930),peroqueaquíseeditanensuscorrespondientesprimerasediciones.

EstasobrasconformanlaedicióndesignadacomoObrascompletasdeValle-Inclán,sabiendoqueloesconlarestriccióninicialmenteseñalada,queexcluyelas publicaciones periodísticas, los textos sueltos, los prólogos a obras ajenas,etc.,comorecordaréenloscriterioseditoriales.

ELTEXTOENSUCONTEXTO:LAOBRAVALLEINCLANIANAAVISTADEPÁJARO(1895-1936)

Conelmarcoeditorialpreviamentedescrito,nosacercamosahoradesdeesteprismaalprimervolumendelanarrativadelescritor,queestambiénelinicialdeestasObras completas. Reunimos aquí las colecciones y ediciones sueltas denarrativabrevedelautorpublicadasentre1895y1920, juntocon lanoveladefolletín,raraavisenlaproducciónvalleinclaniana,comoexplicarédespués,LaCara de Dios [1900], que ha tenido una única edición anterior a 1936, unanovelasobrelaquepesaladudadelapaternidaddedonRamón,comoveremosensulugar.

Al contemplar la trayectoria literaria y, en concreto, narrativa de Valle-Inclán,desdesuoperaprima,Femeninas.Seishistoriasamorosas(1895),hastalainconclusaBazadeespadas, terceranovelade la inacabadaprimeraseriedeElRuedoIbéricoo,parasermásprecisa,ElTruenoDorado(marzo-abril,1936),han transcurrido más de cuatro décadas, que suponen profundos cambioshistórico-políticos,sociales,científicos,culturales…y,desdeluego,biográficos.YelArtenosolonoescapóaesasradicalestransformaciones,sinoqueelartedelaescriturafueadaliddeesecambioderumboestético,quedejabaatrás—conel positivismo filosófico— el realismo y el naturalismo para interpelar elconceptomismodeartehastaentoncesvigenteyelpapeldelartista,ydarorigena nuevas formas literarias, que se acogen a la bandera del llamado

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Modernismo/Modernism. «RamóndelValle-Inclán fue de entre los nuestros elescritor al que alcanzó más directamente esa ola de fecundidad creativa quealumbró la renovaciónmodernista de la literatura en el primer terciodel sigloXX»(Villanueva,2010:XI).

LavidaylaobradeValle-Inclán,históricayliterariamentehablando,caedellenoenesteprocesodetransformaciones.Labiografíadelautorgallego,quenoesestelugardetrazarnisiquieraenunasomerasíntesis(verJoaquíndelValle-Inclán, 2015), ha empezado a emerger con nuevos perfiles, tras la suma deesfuerzosrealizadosenlosúltimosveinteañospordocumentarlayconferirleelrigorqueeldescomunaly espurio anecdotario,que suscitó supersonalidad, lehabíarestado,hastaelpuntodeocultar—comoseñalósuamigoManuelAzaña— su verdadero rostro. Bien es cierto que no ha favorecido su nitidez elhermetismo del escritor, celoso defensor de su intimidad, poco proclive a laconfidencia, incluso a la expresiónde sus afectos, queha llevadoaparejada latendenciadelacríticaabuscarrespuestasenlascriaturasdeficcióndelescritor,en lasquecreenhallar sualterego (vgr. elMarquésdeBradomínodon JuanManuel Montenegro). Con ellas se han establecido afinidades ideológicas,rasgos parejos de personalidad o preocupaciones e intereses comunes, unconstantetrasvaseentresurostroysumáscara,quehadadocomoresultadouncúmulodecontradiccionesrespectodesupersonalidad,carácterypensamiento:estetayhombrecomprometido,carlistaybolchevique,religiosoyateo,bohemioy dandi, pobre y derrochador, asceta y sibarita, iracundo y tierno, escritorreconocido y fracasado dramaturgo…Dualidades que, no debemos ignorar, elpropioescritorcontribuyóaconstruirconalgunosdesus textos, susanécdotasingeniosas, sus comportamientos excéntricos… que en ningún caso songratuitos,porquedetrásdeesasactitudesiconoclastasnoseescondeunhombrecismáticoyestrafalario,sinounindividuoinconformista,independienteylúcido,que en lo personal fue capaz de dimitir de puestos no poco golosos, comoConservador General del Tesoro Artístico o la dirección de la Academia deBellas Artes en Roma, porque no le dejaron poner en práctica su renovadorproyecto (y sabemos de sus intentos frustrados, por ejemplo, en la Academiaromana).Eldesempeñodeestoscargos,consuslucesysombras,hablandeunhombrequesetomabasutrabajomuyenserioycuyosobjetivosnadiesetomórealmenteenserio.Enestamismalíneaseinscribesudesconocidopapelcomogestor de sus libros, cuyo proceso editorial controlaba personalmente desde el

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diseño hasta sus ventas, una imagen que distamucho de la del bohemio, quetambién ha calado en el imaginario popular y siempre va acompañada de unaretahíladetópicos,quepesancomolosassobrelapersonalidadyvidadelautor,ysiguenresultandotodavíahoydifícilesdedesterrar.

Igualmente,donRamón fueunhombrecomprometidocon su tiempo,y lofue incluso cuanto parecía ser ajeno a cualquier preocupación que no fuese laobraliteraria,porquesudeclaradoesteticismo—elarteporelarte—noeraunaevasiónenabstracto,sinolaformademanifestarsudesacuerdoconlarealidadhistóricaqueletocóvivir,sembradadeacontecimientosdegrantrascendenciaanivel internacional, como la Guerra de 1914, que el escritor conoció comocoyunturalcorresponsaldeprensaeinvitadoporelgobiernofrancésparavisitarel frente aliado en 1916. De esta experiencia da fe un cuaderno de notasmanuscritas (SantosZas, 2016), que constituye la raíz de un libro posterior, atodaslucesfrancófilo,LaMediaNoche,editadoenelvolumenIIdeestasObrascompletas. La incidencia literaria de una experiencia biográfica de tamañaimportanciaserepiteensuestanciaenMéxico(1921),quetieneunprecedentelejanodenomenorimportancia,puesenconfesióndelautor,suprimeraestanciaen el país azteca (1892-1893) fue el crisol de su vocación literaria. En lasegunda, escritor ya consagrado, fue invitado como huésped de honor delGobierno del Presidente Obregón. Valle-Inclán, al margen de la Delegaciónoficial, «llevaba al Centenario de parte de ciertos intelectuales españoles, unmensajede solidaridadconelespíritu revolucionariodeMéxico,adhesiónquetraía consigo una protesta ante la falta de ese espíritu en “la España oficial”»(Dougherty,1979:138).Méxicoofrecíaunpanoramadecambiosprofundosdesus estructuras económico-sociales, que bajo la presidencia de Obregón habíacobrado un gran impulso, y cuyos ecos resuenan en Tirano Banderas. Losefectosdeotrarevolución,larusa,también,sedejaronsentirsobreelautor,quefirmó dosmanifiestos de losAmigos de laUnión Soviética, uno en 1933, decarácter nacional; y al año siguiente, el segundo, esta vez internacional(«ManifiestodelComité Internacionalde losAmigosde laURSS»).Dosañosantes,en1932,habíafirmadootra—eralaúnicaadhesiónespañola,alladodelas de Gorki, John Dos Passos o Einstein—, para promover un congreso deescritores contra la guerra; y en 1935 su nombre figura en el presidium delCongresodeEscritorespara laDefensade laCultura, juntoaThomasMann,AldousHuxley,BernardShaw,etc.(verAmparodeJuan2013:94-95).

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En el ámbito de la política española nacional e internacional, Valle-InclánvivedesdeelllamadoDesastredel98,hastalasangríaeconómicayhumanadela guerra con Marruecos, que precisamente en julio de 1921 sufrió su peorderrotaenAnnual;fuetestigodeldeteriorodelsistemadelaRestauración,pasópor la dictadura de Primo de Rivera («Eximio escritor y extravaganteciudadano»,llamóadonRamón)yviviólaRepública,etapaenlaquepresentósucandidaturaadiputadoenlasConstituyentesde1931,porelPartidoRadicalde Alejandro Lerroux, aunque no obtuvo el acta (Serrano y De Juan, 2007;Dougherty, 1986). Fue precisamente durante la República cuando sus piezasdramáticasvolvieronalosescenarios(DivinasPalabras,ElEmbrujado,FarsayLicencia de la Reina Castiza), después de un larguísimo período de silencioescénico,araízdelarupturaconlasprincipalescompañíasteatralesdeMadrid,que le cerraron sus puertas desde 1912-1913; y cuando desempeña cargosimportantesybienremuneradoscomolosarribacitados,altiempoquecoincidecon el contrato con la CIAP que, aunque por poco tiempo, dejaría pingüesbeneficios a su autor. En estos años firma cartas colectivas contra la pena demuerte,ladictaduradeMachadooenapoyodelosminerosdeRíoTinto…En1935retornadesdeRomaaMadridydesdeallíaSantiagoparasertratadodeuncáncerdevejiga,quelellevaríaalamuerteel5deenerode1936.

EnestecontextoValle-Inclándesenvuelvesuitinerarioliterario,ylohaceunhombre consciente de su arte, obsesionado por perfeccionarlo constantemente,capazderenunciarasuslectores—comoseñalóPíoBaroja,quenoleprofesabaparticular simpatía—:«Sihubiesevislumbradoun sistema literario, una formanueva, aunque no la hubiesen estimadomás de diez o doce personas, hubieseabandonadosusviejasrecetasyhubieseidoalonuevo,aunariesgodequedarenlamiseria»(Baroja,1944:61).

Fueuntrabajadorincansable,apesardealardeardeunaescriturafácilysincorrecciones. Una declaración repetida, que el Legado Valle-Inclán Alsina,integrado pormás de 5000 páginas autógrafas (además de otros documentos),desmiente categóricamente, puesmuestra a un hombre que corrige, enmienda,tacha, reescribe palabras, frases, párrafos, páginas enteras… búsquedainfatigabledeesaperfecciónnuncahallada.En1916escribía:

Ambicionéquemiverbofuesecomounclarocristal,misterio,luzyfortaleza.Enestapalabracristalyo ponía aquel prestigio simbólico que tenían en los libros cabalísticos las letras sagradas de lospentáculos[…].Yañosenterostrabajéconlavoluntaddelasceta,dolorygozo,pordarlesemocióndeestrellas,defontanasydehierbasfrescas(LaLámparaMaravillosa,170).

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Valle,sinembargo,nofueunescritordetorredemarfil,sinounautorlúcido,sabedoreintérpretedeloqueocurríaenelmundoyenelmundodelartedesutiempo,sinembargosonescasossustextosteóricos(«fueunescritordegrandesatisbosteóricosperonofueungranteórico»,señalóconaciertoBueroVallejo,1966:140),bienquesignificativos:desdesu tempranoartículo«Modernismo»(1902),declaracióndeprincipiosdesufiliaciónmodernista,quedesarrollaenelprólogo a Corte de Amor (1908), hasta La Lámpara Maravillosa (1916), su«hermético» tratadodeestética,elúnico texto teóricoquecobra«la fisonomíasistemática de una doctrina cerrada» (Blasco Pascual, 1995: 9); o la «BreveNoticia», el prologuillo—tan breve como trascendente— aLaMediaNoche.Visión estelar de unmomento de guerra (1917), que condensa su innovadorapoética narrativa, cuya praxis adquiere su plenitud en Tirano Banderas y ElRuedoIbérico;pasandoporunaseriedeconsideracionescríticassobreliteraturayarte,realizadasconmotivodelasExposicionesNacionalesdeBellasArtesde1908y1912olasreferidasaRomerodeTorres,recogidasenelCatálogodelaExposición de Buenos Aires de 1922, reveladoras de su concepción estética«anti-realista»(Schiavo,1991).Sinolvidar,desdeluego,susconferenciasosusdeclaraciones sobre su teatro y el esperpento en entrevistas numerosas vecesglosadas, así como las frecuentes formulaciones teóricasquepueden espigarseensus textos,enparticular lascontenidasenLucesdeBohemia (1920/1924) yLos Cuernos de don Friolera (1925), sobre las que descansa de maneraprimordial la interpretación del esperpento.No estamos hablando, pues, de unhechoaislado,sinodeunareflexióncondiversasmanifestaciones,queconviertelalaborcreativadelescritorenuntrabajoplenamenteconsciente.

Frente a esta actitud creativa del escritor de constante indagación, larespuestade lacríticaante sumagnaobracondemasiada frecuenciahaestadomuypordebajodesusméritos.Comoseñalóa finalesde losaños60RicardoGullón,unodeloserroresmáspersistentesalahoradeevaluarsuobra,quehallegadoacontaminarlaapreciacióndominantedesufigurayobra,hasidoverloen el contexto español, como partícipe peninsular del modernismohispanoamericanoo—enafortunadaexpresióndePedroSalinas—como«hijopródigodel98».Esta tempranareivindicacióndeunValle-Incláninscritoenelámbitodelarenovacióndeloslenguajesartísticos,queseproduceenelperíododeentreguerras,tieneunaformulaciónmásdecididaenDaríoVillanueva,quiendestacó,yaen1978,elcarácterinnovadordesuobra,cuyopuntodeinflexiónesLa Media Noche (1917), que asocia al «vasto movimiento internacional y

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cosmopolitaquesedesarrollófundamentalmenteenelprimerterciodelsigloXXydiosusmejoresfrutosenlosañosveintedeentreguerras»(Villanueva,2010).Y en este marco, hay que situar la obra de Valle-Inclán para comprender suimportanciaydarlelacategoríaquemerece.

VALLE-INCLÁN,AUTORDERELATOBREVE

Sinoscentramosenlostextosqueconformanlapresenteedición,saltaalavistaquelaprimeraproduccióndelautorgallegoestáformadamayoritariamentepor relatos breves: por una parte, los que integran Femeninas, Epitalamio yCorte de Amor, que abren este volumen; por otra, los cuentos de JardínUmbrío/Jardín Novelesco (1903-1920), que se modifican y amplían en lassucesivasedicionesdeestacolección,quealternaambostítulos.

Las tres primeras colecciones son deudoras de la lectura de escritoresfranceses e italianos, conocidos a través de la biblioteca pontevedresa quealbergabalaCasadelArco,deJesúsMuruais,enlaquealternabanclásicosdelaliteraturagallegaconlasúltimasnovedadesdelaeuropea(J.M.Lavaud,1972:257-401):prerrafaelistas,parnasianos,simbolistas,decadentistas…ocupabanlosanaquelesdeaquellacosmopolitabiblioteca,enlaquefigurabantítulosyautorestansignificativoscomoGautier,Banville,VictorHugo,juntoaShakespeareyelteatro clásico francés o los tres primeros dramas simbolistas de Maeterlink,siendolanarrativadeficciónelbloquemásamplio,enelquecomparteespacioconD’Annunzio,Manzoni,elFaustoyWertherdeGoethe,Dostoievski,Gogol,Gorki, Tolstoi, Turgueniev… todos traducidos al francés; siendo los autoresgaloslosmejorrepresentadosconnombrestansignificativoscomoloshermanosGoncourt,Maupassant,Zola,Flaubert,Huysmans,Barbeyd’Aurevilly,VilliersdeL’Isle-Adam…quesecodeabancondiversasmuestrasdeliteraturasicalípticaolasfamosas«reglesd’amour»delKamaSutra.Aestesucintosumariohayqueañadir revistas literarias y gráficas, a las queMuruais estaba suscrito (más deciento cincuenta se han contabilizado), que llegaban puntualmente de París, ymuyposiblementefamiliarizaronaValle-InclánconlaiconografíaArtNouveau.Todoelloresultareveladordelacuriosidadycosmopolitismodesupropietario(recibía numerosos catálogos de librerías londinenses y parisinas, además demadrileñas),cuyainfluenciasehaseñaladocomounodelosfactoresinfluyentesen la formación de la personalidad artística del jovenRamónValle Peña, que

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asimilaaquellaslecturasdeldecadentismofinisecular(LedaSchiavo,1991),unahuella que se advierte sin necesidad de pesquisas en estas primeras obras,Femeninas, Epitalamio y Corte de Amor, que tienden un puente con elmodernismo rubendariano, que hallamos en las «Memorias del Marqués deBradomín», protagonista de las cuatro Sonatas. Este mundo cosmopolita seconciliaconeluniversogallego,quehabía tenidoasualcanceenlabibliotecapaterna, en el que se han visto concomitancias con el de escritores irlandeses,comoYeatsoJoyce(verVillanueva,2005).Unarealidad,ladesuGalicianatal,que se reconoce como esencial componente de los relatos que conforman los«Jardines».

Para completar este boceto del joven Valle en su etapa de formación,señalaríaotrosdosdatos significativos:porunparte,eldespertardesu interésporlascienciasocultas,ensudoblevertientepopular—Galiciavolvíaaserenestecasounafuenteinagotable—yculta,quefue,además,unaaficiónextendidaen los ambientes intelectuales finiseculares, que fomentó su posterior amistadcon Rafael Urbano o Roso de Luna, que va a adquirir pleno sentido en LaLámparaMaravillosa(1916).Porotra,hayqueseñalarelbagajeadquiridoensuprimerviajeyestanciaenMéxico(1892-1893),paísqueledeslumbróydondeconoció a los escritores del modernismo, que trató en las redacciones de losperiódicosenlosquecolaboró,tantoenlacapitalaztecacomoenlaciudaddeVeracruz.Sushuellas, con las de su fugazpasoporCuba en el viaje de idayregresoaMéxico, sepercibenen lanarrativabrevedeValle-Inclán.Conestosmimbres,pues,escribesusprimerasobras.

Femeninas. Seis historias amorosas, Epitalamio y Corte de Amor: vasoscomunicantes

En 1895 la imprenta Landín, de Pontevedra, publica Femeninas. Seishistorias amorosas[3], gracias también a una subvención de 500 pesetasconcedida por la Diputación de la ciudad. Valle se había instalado en estailustradaciudaden1890,alabandonarsusestudiosdeDerecho.

La obra, dedicada a Pedro Seoane, amigo y contertulio en los añoscompostelanos, contiene seis historias galantes (CastroDelgado, 2003: 33-52)que llevan por título otros tantos nombres de mujer: «La Condesa de Cela»,«Tula Varona», «Octavia Santino», «La Niña Chole», «La Generala» y

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«Rosarito». Estas novelitas acusan de forma nítida el bagaje de lecturas quedefinen el decadentismo Fin de Siècle —en la línea de Les Diaboliques deBarbeyD’Aurevilly—yrespondenalprincipioestéticodeL’artpour l’art.Dehecho,yaensutiemposeconsideróestelibro(asílovaloraronTorcuatoUlloaySaid Armesto, sus primeros reseñadores; ver Santos Zas, 2015: 423-464) unmodélico ejemplo del modernismo literario, considerado, desde la perspectivaactual, manifestación hispana del complejo fenómeno de la modernidad(Villanueva,2005).

Estacolecciónrecogíaasimismo,debidamentereformulados,algunosdelosrelatosquedemododispersodonRamónhabíapublicadopreviamenteenprensa(Núñez Sabarís, 2005a y 2005b). Sucede con «Octavia Santino» y «LaGenerala», que con los títulos de «La confesión» y «El canario», ambospresentadoscomo«novelacorta»,habíanaparecidoenelperiódicomexicanoElUniversal, durante su significativa estancia enMéxico (1892-1893), endonde,segúnconfesiónpropia,sedecantósuvocacióndeescritorysudeterminacióndeserlo.Aquelañopublicóenlaprensamexicanayveracruzanamediocentenardetrabajosdemuyvariadoasunto(Fichter,1952).

Femeninasnovolveríaaeditarsecomolibro;encambio,lohicieronsueltoscadaunode los relatosque lo integran, algunos enpublicacionesperiódicasytodosellosenlasdiferentescoleccionesdenarrativabreve.HistoriasPerversas(1907), publicada en Barcelona, merced a las relaciones del escritor con laeditorialMaucci(tradujolasobrasdeEçadeQueirós),serían,juntoalaediciónpirata,Historias de Amor (1909), las últimas en recoger la totalidad de losrelatosde1895,ademásdeEpitalamio.

En 1909,Valle-Inclán, tras haber dado a la estampa varias colecciones denovelascortas (CortedeAmor, 1903,1908)y cuentos (JardínUmbrío 1903yJardín Novelesco, 1905), reorganiza y agrupa sus relatos conforme a ambasmodalidades genéricas, lo cual determinará, en adelante, la integración de lostextos deFemeninas en diferentes colecciones. Así, la primera modalidad seintegraenCortedeAmor (1914y1922)yCofredeSándalo (1909y1922); lasegunda en Jardín Umbrío (1914 y 1920). De esta manera: «La condesa deCela»,«LaGenerala»,«TulaVarona»y«OctaviaSantino»seincorporarían,casisin excepción, aCofre de Sándalo (1909 y a la pirata de 1922) y en los dosprimeroscasostambiénaCortedeAmor(1922).Asuvez,latemáticafantástica,misteriosa y rural de «Rosarito» casaba mejor con la ambientación de loscuentos«desantos:dealmasenpena:deduendesydeladrones»,demodoque,

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apartirde1905,formarápartesucesivamentedelaserieJardínUmbrío/JardínNovelesco.(SerranoAlonso,1996;NúñezSabarís,2005a).

Mención aparte merece «La Niña Chole», una vez que se incorpora, casiliteralmente, a los ocho primeros capítulos de Sonata de Estío (1903),desaparececomorelatobreve,modalidadquemantuvosolamenteenlascitadascoleccionesdeHistoriasPerversas(1907)eHistoriasdeAmor(1909).

Este juego de trasvases, que se puede hacer extensivo a toda la narrativabrevedeValle-Inclán(SerranoAlonso,1996),suponemodificacionesdedistintocalado,quecorroboranesaexplícitainsatisfaccióndelautorconsupropiaobraycomportapara sus editores laobligaciónde tener encuenta los testimoniosdecada texto. Piénsese, a modo de ejemplo, en la compleja historia textual de«OctaviaSantino»(NúñezSabarís,2005a),queponeelacentoenelfenómenodelaintertextualidadtancaracterísticodelaobradeValle-Inclán.

SiahoracontemplamosFemeninascomoproductoartístico(NúñezSabarís,2005b;SantosZas,2004y2015),lasSeishistoriasamorosassondeudorasdeunmodernismotodavíaincipiente,quepretenderecogerlaatmósferadecadente—depravadaysutil,sediceen«LaNiñaChole»—quedefinela literatura findesiècle, asumida como estética combativa por la juventud modernista delnovecientos,que importaba las formasmásestridentesde lacontemporaneidadliterariaparisinaparaderribar—renovar,insistían—lasanquilosadasformasdelpatrónrealistaylasconvencionesacadémicasdeescritoresconsagrados.Resultaa este respecto significativo que Valle vaya reduciendo paulatinamente en sureescrituradelosrelatoslasreferenciasexplícitasalospréstamosliterarios,quese vislumbraban en Femeninas, probablemente porque no necesitaba ya dereferentesconsagradosquediesenlustreaunaobraquenuncadejódereeditar,excepciónhechade layamencionada«LaNiñaChole», acasopor fidelidad aaquellos susprimerospasos todavíavacilantes,o talvezporuna razónmenosnostálgicaymáspoderosa,puestienequeverconelexcelentecomportamientoeditorial que la narrativa breve tenía en unmomento de expansión de revistasliterariasyprensaperiódica,comopruebaelhechodequecasitodoslosrelatosdeFemeninas se publicaron en rotativos en los años posteriores a 1895. Lasposibilidades editoriales que se abrían en 1900 van a favorecer los génerosbreves,quevivieronsuépocadoradaenelmodernismo.

Lanaturalezagalantedeestaliteratura findesiècle (CastroDelgado,2003:33-52) tienesuprimerpuntodeapoyoen las tormentosas relacionesamorosasque se desarrollan en cada uno de los relatos de Femeninas y en los que

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incorporaposteriormenteaEpitalamio(1897)yCortedeAmor(1903).Las seis historias reproducen las relaciones amorosas de las seis damas,

muchomenosdiabólicasconsuspretendientes,queelprecedentedaurevillescoqueelpropioValleevoca,yreflejan,conlabrevedadqueimponeelgénero,elinstante final de unas relaciones eróticas. En este marco se inscriben los dosprototiposfemeninosfiniseculares—lafemmefatalyladonnaangelicata—,queencarnan las protagonistas de las Seis historias amorosas (Litvak, 1979;Hinterhaüser, 1980). En todas ellas se advierte un premeditado deseo deescandalizar, de épater le bourgeois, de ahí el cultivo intencionado de lomorboso:eladulterio,elincesto,laseducción,el¿suicidio/asesinato?…,perolasmásdelasvecesdominauntoquemásfrívoloquedramático,conunesteticismoartificioso, que apunta ya en la dirección de las Sonatas. Si los personajesfemeninosactualizanfigurascomoSaloméolaperversaLilith,nosofrecenunavariedad de comportamientos en el instante final de sus relaciones: desde elsentimiento de culpa deOctavia, yamoribunda, por «vivir en pecado» con sujovenamante,hastaeljuegosádicoynarcisistadeTulaconelsuyo,pasandoporla actitud desenfadada e intrascendente de Currita —la Generala—, quecontrastaconelfinaltrágicodeRosarito.Porsuparte,lospersonajesmasculinossontiposdonjuanescos,seductores,bohemiosodandis,forjadossobremodelosdelaliteraturagalantecontemporánea(CastroDelgado,2003),queoscilanentreel joven romántico arrebatado por la pasión y el maduro seductor de ribetessatánicos: Pedro Pondal, amante de Octavia y Juan Manuel Montenegro,seductor y ¿asesino? —el final es ambiguo— de la adolescente Rosarito,respectivamente.Entre ambosextremos sedibujan: elhermosocriolloAquilesCalderón, amante de la condesa de Cela, el frívolo y petulante duquesito deOrdax, pretendiente de la maligna Tula, el rendido admirador de la cruel yexuberantecriolla,NiñaChole,queejerceabsolutafascinaciónsobreelnarrador(antecedente del marqués de Bradomín); y Sandoval, el joven ayudante delGeneral Rojas, que juega a seducir a la irreflexiva Currita Jimeno. Todas lashistoriasestáncontadaspornarradoresexternos,conlaexcepciónde«LaNiñaChole»,queesunaautobiografíaficticia,ysusprotagonistas,caracterizadosporsus poses artificiosas y sus estudiados —estereotipados muchas veces—movimientos,sedesenvuelvenenambientesrefinadosyexquisitos,mientrasloscasos excepcionales—la modesta buhardilla de Pondal o la casa de AquilesCalderón— se dignifican al asociarse con el escritor bohemio y el estudianteuniversitariode la imaginariaBrumosa, convertida enversionesposteriores en

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Santiago de Compostela. Por otra parte, hay una preferencia por ambientesurbanos, con la salvedad de «Rosarito», que se desarrolla en el mundo ruralgallego, concretamente en el señorial pazo de la anciana condesa de Cela(personaje que nada tiene que ver con el cuento homónimo de esta mismacolección);excepcióntambiéna lareglageneraldedesenfadoyfrivolidadquepreside los restantes relatos,quizáporelloValle-Inclán, comoquedadicho, loincorporó a las sucesivas ediciones de las colecciones de cuentos de JardínUmbríoyJardínNovelesco(1903,1905,1914y1920),conlasqueestabamásen consonancia tanto por la ambientación gallega, que reitera comomarco demuchasficcionesposteriores,comoporlaatmósferademisterioquepresideestanovela corta. En «Rosarito» la inesperada aparición de don Juan ManuelMontenegro —exiliado en Portugal por razones políticas— en el pazo de lacondesadeCelaprovocaelencuentroconlajovencísimanietadelaseñoradelpazoydeahínaceunadesigualrelaciónenlaqueelviejoMontenegro,dueñodetodaslasartesdelaseducción,lasejercesobrelainocenteRosarito,subyugadapor elmagnetismo erótico que sobre ella proyecta el hombremaduro, y cuyadramáticamuerte—apareceensulechoconelalfilerónquesujetabasucabelloclavado en el pecho— se convierte en un enigma, porque el autorvoluntariamenteescamoteaallectorlosdatospararesolverlo.Todosesosrasgosjustifican su antes comentada supresión en posteriores reagrupaciones de losrelatosgalantes,CortedeAmor(1903,1908y1922)yCofredeSándalo(1909),aunquelomantieneenHistoriasPerversas(1907)eHistoriasdeAmor(1909).

Lassucesivasversionesdelosseisrelatospermiten,noobstante,observarlapreocupación de Valle-Inclán hasta 1909 —año en que fija prácticamente laversióndefinitivadeestasnovelascortas—,poriradecuandoestasnarracionesde juventud a su evolución estética. Como se puede observar también en losrelatos deEpitalamio yCorte de Amor, las transformaciones principales sonacometidaseneseañode1909,enqueVallepublicasuúltimanovelacorta,«Mihermana Antonia», cerrando de este modo el ciclo de las «honestas y noblesdamas»,aunquecontinuaríareeditándolas.

En dichas alteraciones acomete también correcciones de calado pararectificar las numerosas vacilaciones del texto de 1895: incorreccionesortográficas,morfológicasysintácticas,unapuntuacióninestable(vgr.elusodecoma entre sujeto y predicado) o el excesivo uso de interjecciones yexclamaciones, de evidente coloquialismo, que son eliminadas en lasreediciones.

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Estascaracterísticasdeescriturapermanecen,aunqueenmenormedida,ensusegundolibro,Epitalamio(1897),elprimeropublicadoenMadrid,conescasafortunadeventasycríticas,siexceptuamoselconocido«Palique»deClarín,quecensuraba elmodernismo amoral, provocador y ramplón del texto. En efecto,Epitalamio profundiza en un decadentismo consciente, que desarrollará añosdespués —si bien no se puede omitir la clave paródica e irónica— en latetralogíadelasSonatas.

Epitalamio, como Femeninas, carece de recorrido como publicaciónindependiente, pero va a incorporarse también a las diferentes colecciones denovela corta, en concreto se integra, a partir de 1903, en las sucesivasreedicionesdeCortedeamor.

LahistoriarelatadaenEpitalamioseconstruye,igualmente,sobreelejedeunarelaciónamorosa.LaambientaciónpaganaydecadentedecoralarelacióndeAugusta,queaúnatodoslostópicosdelabellafemmefatale,consuamante,elpoeta y aristócrata Attilio Bonaparte. Aparece, como novedad —creando unperversotriánguloamoroso—,Beatriz,lahijadeAugusta,que,asuvez,encarnalos tópicos finiseculares de la niña angelical, de belleza dulce e inocente (verLitvak,1979,Hinterhaüser,1980,Dijkstra,1994).

LahistoriatextualdeEpitalamiosigueprocesosanálogosalosdescritosparalosrelatosdeFemeninas(LópezMellayNúñezSabarís,2006).EnlaversióndeCortedeAmor(1903)enlaqueseincluye,seacometeunaimportanterevisióndel texto. En primer lugar se modifica el título de la novelita, que pasará allamarse «Augusta», en conformidad con los demás textos de la colección,titulados con el nombre de su protagonista femenina. También, por dotar decoherencia su universo literario, el nombre de la niña ya no será Beatriz—coincidentecon laprotagonistadel relatohomónimoe integrado tambiénen lacolecciónde1903—sinoNelly.

Resultasignificativa,aligualquesucedíaenFemeninas, ladesaparicióndelas referencias explícitas a los préstamos literarios (vgr. D’Annunzio) y laomisión de términos gallegos, que impregnan las narraciones de un localismoqueresultaincompatibleconsupretendidocosmopolitismo;oenestecasoconla atmósfera italianizante, en consonancia con su temática; tal sucede con losgalleguismos «pazo» o «patín», o con la onomástica y, en concreto, con lasustituciónde«Maruxa»por«Foscarina»,uncambioquenoesinocente,sobretodoporqueseaplicaaunavaca.

Ahorabien,lasvariantesmásnotablesseregistranen1909yenlasegunda

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edicióndeCortedeAmor,ytienensignificativasconsecuenciasestilísticas,puespuleexpresionesquepecabandeunexcesodecoloquialismo.

LaantologíaCortedeAmor(1903)presentacuatronarracionesenlasqueeltítuloresaltaasuprotagonistafemenina,comenzandopor«Augusta»,unrelatocuyo carácter libertino adquiere irónica relevancia a la luz del subtítulo de lacompilación:Florilegiodehonestasynoblesdamas;«Rosita»reproduceeltonodesenfadado y juguetón de «La Generala», también con un duquesito comopartenaire. Más sombríos resultan los equilibrios de Eulalia entre susremordimientos de madre y esposa adúltera y el amor por su joven amanteJacobo.Elúltimorelato«Beatriz»vaaseguirunatrayectoriasemejantealade«Rosarito». Por razones análogas, su temática se aproxima más al mundomisteriosodeloscuentos,antesquealmundanodelasnovelascortas,demodoquepasaráen1920aintegrarlaversióndefinitivadeJardínUmbrío.

Para terminareste juegodevasoscomunicantesentrenovelitasdedistintascolecciones, la génesis de los relatos de Corte de Amor también sigue unrecorridocomplejo,conversionesquetransitandelaprensaallibroyviceversa.«Rosita»tieneunpre-textoenprensatitulado«LareinadeDalicam»,publicadoen1899enLaVidaLiterariaenMadrid.«Eulalia»tambiénsehabíaeditadounaño antes en el periódico El Imparcial, con el mismo título. Ambas, como«Augusta»,continuaríanformandopartedelascontinuasedicionesdeCortedeamor,de lasquecabedestacar lade1908queincluyeunode lospocos textosquepodríamosconsiderardoctrinalesdelescritor.Merefieroala«Brevenoticiaacercademiestéticacuandoescribíestelibro»,culminacióndeesaintermitentereflexión estética que inicia con su artículo «Modernismo» (IlustraciónEspañola y Americana, 22-02-1902), primer esbozo del prólogo al libro deMelchorAlmagro,Sombrasdevida (1903),queprecisamenteampliadoseráelpórticoaesasegundaedicióndeCortedeAmor,aligualquealade1914.

Comentario aparte merece «Beatriz». Por la temática—una inocente niñaexpuestaaabusosexplícitosdelcorruptofrayÁngel,enunclimademisterioyconjuros (Speratti Piñero, 1974; Garlitz, 1990)— forma, como ha señalado lacrítica, una especie de trilogía con «Rosarito» y «Mi hermana Antonia». Sinembargo,adiferenciadelanovelacortadeFemeninas,tardaenintegrarseenlascolecciones de cuentos recogidos en la serie JardínUmbrío/JardínNovelesco,incorporándoseúnicamentealaedicióndeJardínUmbrío,de1920,quesetienepor la definitiva. Este cuento tiene también una historia textual previa a suprimera publicación en libro en 1903. Con el título «Satanás» se presentó al

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concurso del periódico El Liberal, cuyo jurado lo excluyó por considerarloinmoral, pero como contrapartida, mereció un comentario elogioso de JuanValera en la prensa, que le otorgó cierta notoriedad. En 1901 se publicaba yacomo «Beatriz» en la revistaElectra, aunqueValle lo integró enLa Cara deDioscomopartedelabiografíadeVíctorRey.Todavíareapareceenlaediciónde1908deCortedeAmor,antesdepasaraJardínUmbrío(1920).

Las redacciones iniciales de estas obritas diseminaban menciones más omenosexplícitasaescritores,textosliterarios,tópicosuniversalesquepermitíanentreverlasfuentesliterariasdelaetapadeformación.Peroelanálisisyestudiocríticodelasprimerasnarracionesdelescritortambiénhadejadoaldescubiertointertextualidadesevidentesenlacreacióndeestashistorias,comprometiendodealgúnmodosuoriginalidad.SaidArmestofueelprimeroenadvertirlasimilituddeargumentoydetallesdescriptivo-narrativosentre«OctaviaSantino»ylaobradeMaupassant,Fort comme lamort, que en efecto se puede verificar (SantosZas, 2015); o como la historia de «La Generala» que tenía un antecedentebastanteexplícitoenunanoticiatitulada«Elcadeteyelcanario»,publicadaenelHeraldo de Madrid (1891), el mismo día en que aparecía también en elrotativoelcuento«Elmendigo»deValle.

Laslecturas(ytraducciones)queVallerealizódeEçadeQueirósdejaronunahuella importante en el estilo narrativo de estos primeros años, pero tambiénapropiaciones prácticamente literales de breves fragmentos y episodios de lasnovelasdelescritorportugués.MelimitoaquíaseñalarqueValletomaprestada—yno es el único préstamo— la historia del cadete y el canario para idear aCurritaySandoval;en«LaGenerala» tambiénhaymuchode laqueirosianaOMandarim, merced a las similitudes explícitas en ambos relatos entre losdiálogosycoqueteosentreSandoval/Teodoroyambasgeneralas(NúñezSabarís,2011).

EditarlascoleccionesdenovelacortadeValle-Inclán:Femeninas,EpitalamioyCortedeAmor

Elmencionadojuegodetrasvasesdetextos,seplasmaenestaocasiónenlatendenciaareeditarsusescritossiempreconmodificaciones,quenoshablaconelocuenciadesusistemadecreación.Porquetodasesasversionesrevelanelafánde perfección literaria que guía al escritor y le lleva a revisar sus textos

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infatigablemente.Múltiplescambios—adiciones,supresiones,modificaciones—queelautorincorporacadavezqueeditasustextossueltosoencolectáneas:sonvariantes morfológicas, sintácticas y semánticas, que afectan a la estructura,estilo y significado de los textos: cambia una palabra, un topónimo, pule unafrase,suprimeunadescripción,amplíaunretrato,depuralapáginaoelpárrafode todo aquello que considera superfluo o redundante en procura de laesencialización y la condensación, en busca de una prosa melódica, elige eladjetivocuidadosamenteyconfierealapalabralacapacidaddesugerirnosoloporsusignificadoosuvalorsimbólico,sinoporsusonidoosucolocaciónenlafrase.

La edición que aquí presentamos reproduce las únicas ediciones deFemeninas (1895)yEpitalamio (1897)y laprimeradeCortedeAmor (1903),con loscriteriosqueseexplicanen lanotaeditorial,aquímaterializadoscomocorreccionesortográficasylingüísticas.

Por otra parte, por su interés «doctrinal» no hemos querido renunciar aofrecerlareproduccióndelprólogo«Brevenoticiaacercademiestéticacuandoescribíeste libro» (1908),comoapéndiceanuestraedicióndeCortedeAmor,sobreelquevolveremosalabordarlasSonatas(volumenII).

Estas ediciones quieren ofrecer al lector la posibilidad de adentrarse en lalecturadelostextosquecorrespondenalosañosinicialesdelacarreraliterariadeRamóndelValle-Inclán,portanto,fielesalcontextoenqueseescribieronypublicaron, coherentesconuna larga trayectoriaqueevolucionaenposdeunaconstanterenovacióndesupropiolenguajeartístico.Valle-Inclánnuncarechazóestosprimerostextos,dehecholosevocaenelprólogoaCortedeAmor(1908)conciertanostalgiaexpresandosuamorporaquellaliteraturajuvenilyatrevidaconlaquesehabía iniciado,desmarcándosede losya trilladoscaminosde losviejosprematuros:

Heaquíunlibrodejuventud,unlibroescritoenesaedaddichosadesueñosydeesperanzas.¡Hoyesaedadsemeapareceyacasi lejana!Al releerestaspáginas,quedespuésde tantosaños teníacasiolvidadas, he sentido en ellas no sé qué alegre palpitar de vida, qué abrileña lozanía, qué graciosoborboteodeimágenesdesusadas,ingenuas,atrevidas,detonantes.Yoconfiesomiamordeotrotiempoporestaliteratura(véaseapéndiceaCortedeAmor).

Ensuma,elinterésdeestosrelatosdeiniciaciónradica,enconsecuencia,enquenospermiteapreciarelestadodelaescrituradeValle-Inclánaprincipiosde1900 y poder adentrarnos en las particularidades que van definiendo sutrayectorialiteraria,enlaquesepuedenconstatarlaslecturasqueincidieronen

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su formación, sus limitaciones y vacilaciones o los hallazgos que permitenadvertirrecurrenciasenobrasposteriores.

LACOLECCIÓNDEJARDÍNUMBRÍO/JARDÍNNOVELESCO:GALICIAALFONDO

Si Femeninas representa estéticamente el cosmopolitismo literario y elmundocultural europeo, conelqueel inquietoValle-Inclánhabía conectadoatravésdelcírculopontevedrésdeJesúsMuruais,quefrecuentóhastasumarchaaMadrid; no se puede dejar pasar por alto el hecho de que la opera primavalleinclanianaestéprologadaporManuelMurguía,cuyonombreestáunidoadestacadas personalidades de la época y del llamado «RexurdimentoGalego»,entonces en plena efervescencia. Murguía encarna de manera emblemática lareivindicacióndelasseñasdeidentidadpropiasdeGaliciayestabarelacionadoestrechamenteconelmundo localy familiardeValle-Inclán,pueselviudodeRosalía deCastro era amigo deRamónValleBermúdez, padre del escritor enciernes.

DelacuriosidadeinterésdeRamónValleportodologallegodacuentasuproyectada,nuncallevadaacabo,HistoriadeGalicia,sustempranaslecturasdela literatura gallega en la biblioteca paterna, en la que figuraban los escritoresmás relevantes de la época, que merecieron su admiración. Tal sucede conVicetto, cuya famosa novela histórica,Los hidalgos deMonforte, recuerda entérminos elogiosos en la primera de sus «Cartas Galicianas», pues en ellaencontrabadescritaunarealidadfamiliar—«elmundoqueconocíderapaz»—,queélmismollegaríaarecrearensuobray,particularmente,enloscuentosque,en un constante juegode trasvases, van conformando las colecciones tituladasJardínUmbrío y JardínNovelesco entre 1903 y 1920 (véase su relaciónmásadelante),aunquealgunosdesusrelatosno llegaranaformarpartedeningunadeestascolecciones.

Pero todos los cuentos que en ellas se integraron a lo largo de los años,aparecieronen laprensagallega,nacionaly/o latinoamericanaantesydespuésdesupublicaciónendichascoleccionesysiempre,comosideunasuertedeteladePenélopesetratase,escribeyreescribesustextosinfatigablemente.Esdecir,enlaprensa,delaqueVallefueasiduocolaboradordesdesusañosdeestudianteuniversitario,afilósuplumayensayósusprimerostextosnarrativos,suspoemasosusensayos…laprensafueunasuertede«forja»paraelescritor,queutilizó

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tambiéncomofuentedeingresos.De hecho, Ramón del Valle-Inclán inició su andadura como narrador de

cuentosensuetapacompostelana,en losaños80,consideradosunánimementela Edad de Oro de la prensa gallega, que registra más de 250 periódicos,portavoces de sectores sociales, grupos políticos y organismos varios conperiodicidad diaria, semanal o quincenal y una vida por lo común bastanteefímera.ElSantiagodeaquellostiemposes,desdeestaóptica,muestrapatentedel vigor de la prensa local. Una ciudad, no cabe olvidarlo, que fue centroneurálgicodelmovimiento regionalista,que tanta resonancia tuvoenelcampoideológico-políticoycultural.

EnestemarcoseinscribelarevistaCaféconGotas,quenaceen1886yviveasaltosladécadadeorodelaprensagallegaensupropiaeintermitentehistoria(BouzaBrey,1966;SantosZasyGrupodeInvestigaciónValle-Inclán,1999).Setratadeunarevistaestudiantil,cuyocarácterilustradoytalantehumorísticosonsusnotasdefinitorias,perceptiblesambasdesdesumismísimaportada.Esalíneadominante incorporaCafé con Gotas a una tradición de prensa satírica, quecuentaconnumerososantecedentes.

NoshemosextendidoenestapublicaciónporqueenellaRamóndelValledela Peña, tal era su firma entonces, publicó sus dos primerísimos textos decreación (Bouza Brey, 1966): un cuento, «Babel», y un poema, cuyo primerverso reza «EnMolinares es verdad notoria» (4 y 11 de noviembre de 1888,respectivamente), que evidencian en ambos casos su carácter iniciático y suescuálidovalorliterario.Noobstante,cabeseñalarqueelcuento,enelmarcodela exaltación de las lenguas autóctonas, bromea desde su propio título con laconfusión plurilingüística. Valle no recogió este relato en ninguna de susantologías.Datocurioso,enestasmismasfechasestampatambiénsufirmaenlarevistasuhermanomayor,ylohacecomoCarlosValle-Inclán.

No sucede así con el que sería su segundo relato, «A media noche»,aparecidoenElGlobo tansolounañodespués,peroquerepresentanosoloelsaltoa laprensanacional(seeditarámásdeunadecenadeveces),sinoqueseconvierte en paradigma del trabajo de reelaboración al que Valle somete sustextos en sus sucesivas reediciones, con correcciones, supresiones o adicionessiendo, además, unode los cuatro textosqueValle-Inclán incluye en todas lasversiones de sus «Jardines», en tanto pionero de las líneas maestras quecaracterizanestascompilaciones.

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JardínUmbrío(1920)

Sondiecisiete los relatosquecontieneensuúltimaversiónJardínUmbrío(1920),todosellospublicadosenunouotrodelosanteriores«Jardines»(verlarelación comparada infra), a excepción de dos, «Beatriz» y «Mi hermanaAntonia», que solo se recogieron en 1920 (González delValle, 1990; SerranoAlonso,1993).Estasdospresencias,quetampocosonunanovedad(laprimeraviolaluzenlarevistaElectra,en1901,yyahabíasidoutilizadaenLaCaradeDios para desvelar elmisterioso pasadodel atormentadoVíctorRey;mientrasque la segunda se publicó por vez primera en Cofre de Sándalo, 1909), sinembargo desempeñan en esta compilación un papel relevante, si se tiene encuentalaorganizacióndellibro.

Apesardeldilatadoprocesodeconfiguracióndeestaantologíadecuentos,no estamos ante una recopilación ocasional o fortuita—en Valle-Inclán nadanuncaloes—,sinoqueseadvierteunaunidaddeconcepción,queseapoyaenrasgos temáticos,constructivosyestilísticosafines,másdeunavezapuntados.Añadiríapormiparte,sinosatenemosaladistribucióndelosrelatos,que«MihermanaAntonia»ocupaexactamenteelcentro,flanqueadoporochorelatosencadacaso,quesumanlosdieciséisrestantes.Estaposicióncentralconfiereaestanovelitacortaunafunciónaxial,queValle-Incláncreaparaarticularentornoaeseejeundiálogoqueseestablececonotroscuentos,quevancreandolazos,querefuerzanasociacionestemáticas,estructuralesyrecursosnarrativo-descriptivosbastanteevidentes.

Estos diecisiete relatos están enmarcados por un breve texto, a modo deprólogo,queenlasprimerascoleccionessedesignaenelíndicecomoelpropiolibro;ysecierraconotrotexto,quetitula«Oración».Dostextosqueserepitenentodaslasedicionesdelos«Jardines»,aunqueconvariantes.

EmpecemosporlacodadeesteJardínUmbrío(1920),quereza:

Fueunaamigayamuerta,quienconamorosocuidadoreunióestoscuentos,escritosalaventurayentantossitios,paramorirolvidados.Cuandoundíamelosentregó,despuésdemuchosaños,yocreíhallar en ellos el perfume ideal de sus manos. ¡Pobres manos frías, ojalá pudieseis ahora volver aperfumarestaspáginas!

Estamosanteunreconocibleartificioretóricodelargatradiciónliteraria,queenestecasoevocade inmediato la figurade la«pobreConcha»cuyoperfumetambién impregnaba la carta que,moribunda enviara almarqués deBradomínsolicitando su presencia. Una evocación que, como en la Sonata de Otoño,

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también aquí se tiñe demodernismo. Pero además esta «Oración» justifica lacolección, al confiarle a la voz de la enunciación los relatos de Micaela laGalana,conservadoscelosamentehastaentonces.

Por lo que se refiere al prólogo, en 1920 hallamos una voz en primerapersona que presenta la fuente de estas narraciones y explica el título de lacompilación, pero adviértase desde ahora que no solo tiene una funciónpresentativasinoquecreaunaatmósfera,unclimaqueconfiereunidadalaobra:

TeníamiabuelaunadoncellamuyviejaquesellamabaMicaelalaGalana:Muriósiendoyotodavíaniño:Recuerdoquepasabalashorashilandoenelhuecodeunaventana,yquesabíamuchashistoriasde santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones. Ahora yo cuento las que ella me contaba,mientras sus dedos arrugados daban vueltas al huso. Aquellas historias de un misterio candoroso ytrágico,measustarondenochedurantelosañosdemiinfanciayporesonolasheolvidado.Detiempoentiempotodavíaselevantanenmimemoria,ycomosiunvientosilenciosoyfríopasasesobreellas,tienenellargomurmullodelashojassecas.¡Elmurmullodeunviejojardínabandonado!

Esdecir, enelpreámbulo lashistoriaspresentadasporunavozenprimerapersona son relatos que tienen su origen en «una vieja criada», que se loscontabaaunniñoquedeadultoseconvierteensutransmisor.Estapresenciaenla nota preliminar de un narrador testigo y la evocación de su propia infanciaconecta con varios relatos de esta antología, que están narrados desde lasubjetividaddeunyoadulto,querecuerda—evocacióndemiedosinfantiles—una experiencia vivida de niño o adolescente («El Miedo», «Mi hermanaAntonia»,«Delmisterio»,«MilóndelaArnoya»y«Nochebuena»),adiferenciadelosrestantesrelatos,contadosporunnarradorentercerapersona,despojadodelcomponentebiográficoficcional.

Peroesepreámbuloproporcionaotrainformaciónfundamental:elsentidodesu título, que remite a los temas dominantes, sintetizados en esta fórmula:«historias de santos, de almas enpena, deduendesy ladrones».Apesar de lavariedad temática y argumental de estos diecisiete relatos, todos ellos searticulan en torno a los motivos enunciados, que protagonizan personajesbásicamentedelámbitoruralgallego—raramenteurbano,comoelcasode«Mihermana Antonia»—, del que se vale el escritor para recrear tradiciones ycreencias populares de endemoniados, almas en pena, pecadores arrepentidos,santospuestos aprueba… temasque, amodode teselas, vancreandoungranmosaico demundo gallego tópico pero poético, marcado por el misterio y latragedia, lomágicomaravilloso,quesemanifiesta tantoenelcontenidode losrelatoscomoenlastécnicasyrecursosartísticosutilizados.Unmundodeficción

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en el que se oyen los ecos de la toponimia y la onomástica gallega (Arnoya,Cela,Brandeso,Santiago,Bretal…),máspatenteensusversionesprimeras;unaGalicia de saludadoras, mendigos, curas de aldea, señores de pazo, criadossumisos,bandolerosyladrones,guerrilleros…

Porúltimo,convienealudir alusodel términohistoriaspara referirsea lasque se cobijan en este JardínUmbrío, que abarcan formas distintas: desde elcuento breve, casi una estampa de gusto arcaizante e ingenuo y sin apenasargumento(«Nochebuena»,«LaadoracióndelosReyes»),hastaelrelatolargoqueadmiteladivisiónencapítulos,como«Rosarito»,«Beatriz»o«MihermanaAntonia»,cuyocarácteraxialenelconjuntodelosrelatossereflejatambiénensu capacidad de síntesis de motivos y recursos de esta colección. Es «Mihermana Antonia» una de las pocas historias que se localiza en un espaciourbano,ytienecomponentesdemisterioenlaórbitadelanarrativagótica,segúnha mostrado Luisa Castro (2011: 5-29), siendo su principal característica lamencionada focalizacióny enunciacióndeldiscursopormediodeunnarradortestigo,queseremontaasuinfanciaparareferirlosfunestoshechosfamiliaresrelacionados con la supuesta posesión diabólica de un seminarista que leimpartió clases de latín a domicilio, y estableció relaciones con su hermanamayor,Antonia.Laatmósfera, lospersonajes, laambigüedadde loshechos, lafinuradeladescripciónhacendeesterelatoextensounapequeñaobramaestra.Porúltimo,esnecesariomencionardoshistoriasdelacolección,queadoptandolas formas propias del género dramático y sus títulos de raigambre teatral(«Tragedia de ensueño» y «Comedia de ensueño»), sin embargo el propioescritornunca losconsiderócomo tales;dehechoambosconstituyenmuestrastempranas(sepublicaronporvezprimeraen1901y1906,respectivamente)delhibridismogenéricodelquehizogalaValle-Inclán.

Paracerrarestepanoramaavistadepájarodelatrayectoriadelescritorcomoautorprimordialmentedecuentos,añadiríadosrasgospropiosdesusistemadeescrituraypublicaciónquetienesupuntodepartidaenestosmismosrelatos,yseproyectanhaciaotrasobras.

Me refiero, por una parte, al citado fenómeno de la transmodalización, esdecir, laconversiónde textosnarrativosendramáticos(vgr.sinirmáslejos,eldrama de Arniches transformado en novela extensa; el cuento «Un bautizo»,1906,reconvertidoenescenadramáticadeÁguiladeBlasón).Unfenómenoestequenoesajenoalhibridismogenérico,quecomosignodeépoca,Vallellevaasus últimas consecuencias, al difuminar las fronteras genéricas y propiciar la

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interdiscursividad (la novela se hace dialogada o lírica, el teatro tieneacotacionesdescriptivo-narrativascercanasa lanovelay tan literarias comoelpropio diálogo teatral, etc.) y ofrecer obras que no encajan en las categoríasgenéricasconvencionales.Casostempranosdeestehibridismogenéricosonlostextoscitadosde«Tragediadeensueño»y«Comediadeensueño»,quepreludianel de textos como Águila de Blasón, que en su versión periodística (1906)figurabacomo«Novelaencincojornadas»;oLaRosadepapelyLaCabezadelBautista.Novelasmacabras.

Porotraparte,esnecesariosubrayarelricodiálogointertextualquelasobrasdeValle-Inclánentablanalolargodeltiempo,unrasgopropiodesusistemadeescritura que se asienta en el uso de la recurrencia. En la obra del escritorencontramostemastransversales,comoelcarlismoylaguerraentrecarlistasyliberales,queseatisbaensusprimerísimoscuentos(«Amedianoche»,1889),yalcanza su plenitud en el ciclo histórico de La Guerra Carlista (1908-1909),pero está presente en otras obras, como las Sonatas o El Ruedo Ibérico.Asociadosalostemasaparecenpersonajes-tipoquetambiénserepiten,comoelcaso del bandido, que representa el cuento «Juan Quinto», o la cuadrilla debandolerosde«Comediadeensueño»;peroesta figura (conelantecedentedelartículosobreelbandidohistórico«MamedCasanova.Unretrato»)lahallamosnuevamenteenSacrilegioyenElRuedoIbérico.Otro tipoquesereiteraenlaobradeValle-Incláneseldelguerrillero,queadquierecategoríadeprotagonistaenelcuento«Uncabecilla»(1895),que,porsuparte,tieneversionesdistintas,yalcanzasuformamáslogradaenlafiguradelCuraSantaCruz,protagonistadeGerifaltes deAntaño (1909) y entre ambas obras se registra una larga lista depersonajesrepresentativosdelaspartidascarlistas,queremitenalleitmotivdelaguerra. Algo similar sucede con la figura del emigrado político, que tiene suprimeraimagenenelMontenegrodelrelato«Rosarito»(1895)ysufiguramásemblemáticaenelMarquésdeBradomín.EsprecisamenteXavierdeBradomínuno de esos personajes cuyas sucesivas apariciones perfilan un individuo conbiografía propia, pues transita la obra de Valle desde sus primeros cuentos(inclusoaparececomotopónimo:Bradamín/Bradomín)hastaElRuedoIbérico,pasando por las cuatro Sonatas que además protagoniza; reaparece en lasnovelas deLaGuerraCarlista,Una tertulia de antaño e incluso enLuces deBohemia,encompañíadeRubénDarío,altiempoqueestepersonajeenlaza,porsucategoríadeemigradopolítico,conladeltambiénseductorDonJuanManuelMontenegro,delanovela«Rosarito»deFemeninas.

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Valleigualmentereiteraespaciosytiemposhistóricosqueactúancomotelóndefondodesusficciones.Así,enlosprimerosrelatoshallamoslaformaenquedesignaráhabitualmenteelmundodelTrópico,«TierraCaliente».Estesintagma,queacuñaenunprimer relato,«PáginasdeTierraCaliente. Impresionesdeunviaje», es, a su vez, un pre-texto de «La Niña Chole» (1895). Más tarde lointegra, con la consiguiente reelaboración, en Sonata de Estío (1903),respondiendo al gusto por lo exótico de la literatura finisecular y, por fin,reaparece para designar el emblemático espacio en el que se desarrolla nadamenos que Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente (1926), espaciosasociados a una doble experiencia biográfica: sus viajes aMéxico en 1892 y1921.Porotraparte,esas«impresionesdeunviaje»sugierenelpuntodepartidadelgéneromemorias, queparecequerer adelantar las famosasdelMarquésdeBradomín.

Sus temas, personajes y ambientes van perfilándose poco a poco,amplificándoseymodificándose;demodoqueunapeculiaridaddelconjuntodesu producción artística es el diálogo que crea entre sus obras, aunque estasresultendistantesenel tiempo.Este juegode trasvases,peseaserunamínimamuestradeldiálogointertextualarribamencionado,estambiénreveladordelosprocesos de gestación en Valle-Inclán, a veces muy largos, de manera quemuchos de los hallazgos que singularizan su obra están en sus primerísimostextosyelloconfiereaestosrelatosnosoloelvalorintrínsecoqueposeen,sinotambién,uncarácterdecanteradeobrasfuturas.

Ytodoellonoshabladesupropioypeculiarsistemadeescritura,procesoslentosymadurados,quevancreciendodemanerapaulatinahastaalcanzarunadefiniciónacabadayunapraxisperfectaañosdespuésdehaberlasensayadoporvez primera, siendo esta una de las constantes de su trayectoria, cuyas clavesprimerasnosbrindansunarrativabreve.

EditarloscuentosdeValle-Inclán:lateladePenélope

Si el trasvase de textos entre las colecciones de relatos «galantes» esfrecuente,otrotantosepuededecirdeloscuentosqueconformanlassucesivasedicionesdeJardínUmbrío/JardínNovelesco, en las que ademáshanbuscadoacomodo,porrazonesexplicadas,algunasnarracionesoriginalmentepublicadasen las colecciones protagonizadas pormujeres, comoocurre con «Rosarito» y

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«Beatriz»,yacomentadas.Como excepción a la norma, hemos optado en este caso por editar Jardín

Umbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones(Madrid:Sociedad General de Librería Española, Tip. Europa,Opera omnia, XII, 1920[colofón: «Este libro acabose de imprimir en la Villa de Madrid por laTipográficaEuropaaochodíasdelmesdeoctubreyañodeMCMXX»]).

Si se analizan las cinco compilaciones, que relacionamos después, seadvierte que todas sin excepción comparten, además del prologuillo y la«Oración»final,cuatrocuentos(«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«ElReydelamáscara» y «Un cabecilla»); por otra parte, excepto JardínUmbrío (1903)todas repitensiete títulosmás («Laadoraciónde losReyes»,«LamisadeSanElectus», «Un ejemplo», «Del misterio», «A media noche», «Comedia deensueño» y «Nochebuena»), lo que, significa que, con la salvedad de JardínUmbrío(1903),lascoleccionesdelos«Jardines»(1905-1920)tienenencomúnoncetítulos.Lassemejanzassevanestrechandoapartirdeesacifra,demaneraquesolamentedoscolecciones,JardínUmbrío1914y1920,tienennuevamenteen común otros cuatro relatos («Juan Quinto», «Milón de la Arnoya», «Mibisabuelo»y«Rosarito»,queprocededeFemeninas).Sonquince—latotalidaden el primer caso— los que comparten ambas antologías, pero la edición de1920,porsuparte,contienedosnarracionesmásenexclusiva(«Beatriz»y«MiHermanaAntonia»). Estas dos novelitas cortas, sin embargo, no la conviertennuméricamenteenlacolecciónquereúnemayornúmerodehistorias,recordquetieneJardínNovelesco(1908),querelacionaensuíndicedieciochorelatos.Sinembargo,laprelacióndadaalaediciónde1920,quecuentaconunrelatomenos,sefundamentaenotroscriterios:porunaparte,lasnarracionesquecontieneenexclusivalaediciónde1908sontodasellaspre-textosdenovelas,alasqueseasimilarontrasunprocesodereelaboración;mientrasquelosdosrelatos,quenocomparte laediciónde1920con los restantes«Jardines», sonnovelitascortas,quehantenidoantesydespuéssupropiatrayectoriaysupresenciaproporcionaadicha colecciónun equilibrio estructural del que careceJardínNovelesco de1908,pues«MihermanaAntonia»ocupaelcentrodeunadistribuciónsimétricaderelatos(8+1+8),equilibriocaroaValle-Inclán,queademáseselvérticedeuntriángulo que ocupan otras dos novelas con nombre de mujeres, «Beatriz» y«Rosarito»,quecompartentemas,motivosyambientes.Porúltimo,laelecciónde JardínUmbrío (1920) como texto base de nuestra edición se justifica, no

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tanto por ser la última edición autorizada (criterio que no ha regido laconcepción de estasObras completas), con la importancia que sin duda ellocomporta, sino porque se podría considerar la compilación más completa derelatospropiamenteautónomosdetodaslaspublicadasporelescritor,yestoleotorgaunasingularidadquenoshaparecidoimportanteponerderelieve.

Porotraparte,lostextosqueintegranestaediciónhansufridoalolargodesu propia trayectoria (prensa y libro) transformaciones que incluso hanmodificado la propia estructura del relato (caso más notable es el citado «Amedia noche», cuento que ha tenido más de una decena de ediciones) o hancambiado su título (valga elmismo ejemplo que en 1905 pasó a denominarse«Delcamino»).Frenteaesoscasosextremos,quepuedenllegaratransformaruntextodemanoinexpertaenuncuentologrado,lohabitualenestosrelatoseslapresenciadevariantes textualesdemuydiversoalcance.Enelcasodenuestraedición, hemosquerido ser fieles al texto de cada cuento tal comoaparece en1920, aplicándole los criterios que se explicitan en la nota final de estaintroducción, siempre que no contradigan elususescribendi del autor, criterioantepuestoinclusoalanormaactual.

Ediciones sucesivas y sus contenidos de Jardín Umbrío/Jardín Novelesco(1903-1920),consultadasparaestaedición:

1903: Jardín Umbrío, Madrid, Casa Editorial Viuda de Rodríguez Serra,Biblioteca Mignon, vol. XXXIII [1903]. [Contiene: «Jardín umbrío»,«Malpocado»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Elreydelamáscara»,«Uncabecilla»,«Oración»].Adviértasequeeltítulo«Jardínumbrío»,queapareceenelíndice,noesuncuentosinounbreveprólogo,enelqueseexplicaelorigendelos cuentos antologados; de lamisma formaque se cierra con un breve texto,titulado«Oración»,quetampocoesunrelato.

1905:JardínNovelesco.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyde ladrones, Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,1905. [Contiene: «Jardín novelesco», «¡Malpocado!», «La adoración de losReyes»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus», «El rey de la máscara», «Don Juan Manuel», «Un ejemplo», «Delmisterio», «A media noche», «Comedia de ensueño», «Nochebuena»,«Geórgicas», «Oración»]. Adviértase que el título «Jardín novelesco», queapareceenelíndice,noesuncuentosinoquecorrespondealprólogoenelqueseexplicaelorigendeloscuentosantologados;delamismaformaquesecierra

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conunbrevetexto,titulado«Oración»,quetampocoesunrelato.1908:JardínNovelesco.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesy

ladrones, Barcelona,Maucci, 1908. [Contiene: «¡Malpocado!», «La adoracióndelosReyes»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus»,«Elreydelamáscara»,«Unejemplo»,«Delmisterio»,«Amedianoche», «Comedia de ensueño», «Nochebuena», «Geórgicas», «Fue Satanás»,«La hueste», «Égloga», «Una desconocida», «Hierbas olorosas», «Oración»].Véaselaadvertenciasupra.

1914:JardínUmbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones,Madrid,Perlado,PáezyCía., Imp.de José Izquierdo,Opera omnia,XII, 1914 [colofón: «Acabose de imprimir este libro en la Imprenta de JoséIzquierdoenMadridaXII díasdelmesde juliodeMCMXIV años»]. [Contiene:«Jardín umbrío», «Juan Quinto», «La adoración de los Reyes», «El miedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus»,«Elreydelamáscara», «Rosarito», «Del misterio», «A media noche», «Mi bisabuelo»,«Comediadeensueño»,«Milónde laArnoya»,«Unejemplo»,«Nochebuena»,«Oración»].Véaselaadvertenciasupra.

1920:JardínUmbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones,Madrid,SociedadGeneral deLibreríaEspañola,Tip.Europa,Operaomnia,XII,1920[colofón:«EstelibroacabosedeimprimirenlaVilladeMadridpor laTipográficaEuropa a ochodías delmesdeoctubrey añodeMCMXX»].[Contiene:«Jardínumbrío»,«JuanQuinto»,«Laadoraciónde losReyes»,«Elmiedo», «Tragedia de ensueño», «Beatriz», «Un cabecilla», «Lamisa de SanElectus», «El rey de lamáscara», «MihermanaAntonia», «Delmisterio», «Amedianoche»,«Mibisabuelo»,«Rosarito»,«Comediadeensueño»,«Milóndela Arnoya», «Un ejemplo», «Nochebuena», «Oración»]. Véase la advertenciasupra.

LaCaradeDios(1900),modelodenovelapopular

En el conjunto de la producción literaria deValle-InclánLaCara deDioscobra importancia por varias razones. En primer lugar, constituye la primeranovela extensa del autor. En segundo lugar, la singularidad del producto finalrespondealmoldedelanovelapopularydeesteaprendeelescritor,aligualqueGaldós u otros novelistas, recursos que luego rentabiliza en otras de sus

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creaciones. Posee, pues, no solo interés literario sino valor histórico ysociológicointrínseco.

Además es un texto polémico por cuanto se sospecha, no sin fundamento,unaposibleautoríacompartida—obradevariosautores(ZamoraVicente,1973:67) o colectiva (CabañasVacas, 1987: 57-67)—, sospecha que ha inclinado acuantoshanafrontadounaedicióndeobracompleta(Valle-Inclán,2002y2010)o escogida a ni siquiera contemplar la inclusión de este texto, que el escritornuncavolvióapublicarniareclamar,unarazónmásparaexcluirlodecualquiertrabajocompilatorio.Asuhistoriatextualmereferirédespués.

A finales de 1899 Valle-Inclán acepta el encargo editorial de escribir unanovela por entregas a partir del drama homónimo deArniches, estrenado conéxitolisonjeroenelTeatroParischdeMadridel28denoviembredeesemismoaño.Resultaevidentequesutriunfoinmediatamentefueaprovechadoparahacerunbuennegociodeventas:yael27dediciembre,apenasunmesdespuésdelestreno,ArnichesescribeunacartaaValle-Inclánconcediendosupermisoparatransformar el drama en novela, carta que puede verse reproducida en nuestraedición.

Esta saldría por entregas, hasta el momento ilocalizables, probablementedesdeeneroofebrerode1900,destinadaaunpúblicolectorpocoexigenteconla calidad literaria de este producto, pero ávido de un argumento que lomantuvieseatrapadohastaeldesenlaceapaciguador.

Fueron56lasentregasdelanovelaquesevendieronasussuscriptores;noobstantecontradiceestedatoelapuntadoporJoaquíndelValle-Inclán(2009:5-13), quehabla de 29 entregas y aporta el precio de venta de cada entrega (25céntimos) y los recibos de 28 pesetas abonados a Valle-Inclán por cadacuadernillo;porotraparte,LópezdelArco,hijodeleditordeclaróen1973queVallehabíacobrado1000pesetasentotal.Estosdatos,siendodelmayorinterés,nonospermiten,sinembargo,dirimirelnúmerodeentregascorrecto.Sesabe,sinembargo,quelasentregasnofuerondistribuidasporunúnicoeditorsinopordos a través de un proceso de compra-venta: el primer editor, quizá el queformulóelencargoaValle-Inclán, fueTomásQ.deAlarcónquien,despuésderepartirlasseisprimerasentregas,vendiólanovelaaotroeditor,AntonioLópezdel Arco. Este segundo editor publicó las cincuenta entregas restantes connuevasilustracionesycontodaprobabilidadVallelasvendiódeacuerdoconlopreceptuadoenelcontrato.EstacircunstanciadelacesiónexplicaríaqueValle-Inclándejasedeserdueñodelaobrayperdiesesusderechosdeautorunavez

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finalizadoeltrabajo(MíguezVilas,1998:78-79).Puesbien,lanovelaconocióconposterioridadaladifusiónporentregas,que

almenossemantuvohastaelmesdeagostode1901,unanuevaedición,ahoraen libro, realizadapor lamadrileña«LaNuevaEditorial»,deJ.García,que ladio a la estampa con ilustraciones en blanco y negro y en color. Esta ediciónconstade688páginas,perocarecedecolofóny fue impresapor laTipografíaModerna. En la cubierta del ejemplar consultado figura el nombre del autor,RamóndelValleYnclán[sic].Estaapariciónconjuntadeentregasyediciónenlibro era práctica bastante habitual en la época y ponede relieve que la ventaseriada de La Cara de Dios debió de constituir un éxito comercial notable.Teniendo en cuenta, además, que la difusión de 50 entregas necesitabaaproximadamentedeunañoparasercompletada,sepuedecolegirqueenelcasodelanoveladeValle-Inclánsudifusiónenlibronodebióhacerseefectivahasta1901. Las entregas, cuadernillos o pliegos independientes que semanalmentedistribuían el texto de una obra, presentaban una impresión muy descuidada,numerososerrorestipográficosylacalidaddelpapeleramuybaja.Peroposeíanlaventajadefacilitar lacompraprogresivadelproductoaprecioasequibleporpartedeloslectoressuscritos.

TodaestainformaciónsobreLaCaradeDioseradesconocida—dehecholoeralapropiaobra—hastaqueen1972DomingoGarcía-Sabelllapublicaenlaeditorial madrileña Taurus con un prólogo, que proporciona esos datos. Suaparición destapó la caja de Pandora y no solo arreciaron los comentarios enprensaacusandoaValle-Inclándeplagio,sinoquesecuestionósuautoría.

AestasalturasdesucarreraliterariaValle-Inclányatieneclarosumétododetrabajo, pues el procesodegénesis de susobrasmayorespasapor la escrituraprevia de textos independientes, dados a conocer a través de periódicos yrevistas, que potencia el rico diálogo intertextual entre sus creaciones. En LaCaradeDios el procedimiento de asimilar por vías distintas textos propios yajenosparticipadeesemismométodocreativosegúnelcuallostextosliterariosen símismos poseen autonomía, pero pueden llegar a formar parte de nuevasobrasgraciasalaoportunacontextualización.Además,conLaCaradeDiosenconcreto se ve obligado a escribir espoleado por la obligación de vender unnúmerofijodepáginascadasemanaaleditorconquienhafirmadouncontrato.Este círculo vicioso mercantilista en que crea el autor de novelas popularescondicionalaescrituradelaobra,concebidasiemprebajopresióneditorialydelpúblicolector,eimpidelarevisióndelamisma.

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EnlatrayectoriadeValle-InclánLaCaradeDios,ademásdesersuprimeranovela extensa, es una obra singular, tanto por la distancia estética quemediacon el resto de la producción valleinclaniana como por su amplia recepcióncontemporánea.Pero,sobretodo,cobrainterésporelmétodocreativoutilizadoquepartedelreciclajedematerialespropiosyajenos,estrategiaqueelescritorensayamásdeunavezalolargodesucarrera,paramostrarcómounahistoriaenotrocontextoliterario,siestábienintegrada,funcionademododistinto.Eneste sentido, La Cara de Dios constituye un buen ejemplo de prácticastranstextuales, en el sentido genettiano, que responden a la concepciónvalleinclanianade la literatura, combinando la libertadcreativay la recreaciónlibresca.

Eneste sentido, esconocida lapolémicaqueacompañó laprimeraediciónmodernadeLaCara deDios (1972), asociada a los «plagios» del escritor—cuyas pistas él mismo facilitó—, que en este caso se relacionaron con unatraducciónfrancesadelanoveladeDostoievski,NiétoschkaNezvánova (1849),publicada bajo el título deÂme d’enfant (MíguezVilas, 1998: 53). Pero si el«plagio»remitealasrelacionesintertextuales,hayquesubrayarqueLaCaradeDiosesdesdesumismotítulodeudoraexplícitadeldramadeArniches,comoseha indicado, y cuya reescritura supuso, ante todo, un ejercicio detransmodalización, al convertir en novela un texto originalmente teatral. A laampliadaversióndeldramaarnichescoylostextosdesuadmiradoDostoievski,que integradeformadiscontinuaentre loscaps,XalXIX, se suma la inserciónliteraldedoscuentosdeBaroja(«Eltrasgo»y«Médium»)enloscapítulosVyIX; otros dos relatos breves del propio Valle-Inclán: «Satanás» y «Ádega(Historiamilenaria)», en los capítulosVII yVIII. Por último, se han detectadotambiénecos,reminiscencias—siguiendolaterminologíadeGenette—dePoe,BalzacydelDostoievskideCrimenycastigo (MíguezVilas,1998:31-65).Ensuma,elescritorsesirviódeunconjuntodemateriales literariosmuydiversosconlosqueconfiguraunmundodeficciónapartirde textospre-existentes,esdecir: hace literatura sobre literatura y esto apunta inequívocamente hacia unaconcepción antirrealista de la misma, ya apuntada, que es una las señas deidentidaddesuobra,seacualsealaetapadesutrayectoria.

SiValle-Inclánbuscaconlapresenciadetodosestosmaterialesaumentarlasentregas, no es su único objetivo. El autor intenta dotar a su novela de lasuficiente coherencia en cuanto a desarrollo argumental, por eso incorpora

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cambiosqueafectanalafiliaciónentrepersonajes,sufunciónysusignificado.Hay un empeño denodado por situar convenientemente los textos reutilizados,aunque la integración de estos materiales llegue a resultar artificiosa y losvínculostemáticosyargumentalesnoseansuficientesparadotardetrabazónalconjunto.Noobstante,estanovelapopulargustóalpúblico lectorde laépoca,ávidodetramaslaberínticasydehistoriasquealimentenalmáximosuinterés.

Almargendesucomplejagénesisliterariaylosproblemasquehasuscitadolareelaboracióndeeseconjuntodematerialespropiosyajenos,desdeelpuntodevistadelasestrategiasgenéricasynarrativas,LaCaradeDiosesunalardedelconocimientoqueValleposeíadelasconvencionesytécnicaspropiasdeungéneroespecífico,lanovelapopulardecrímenes(MíguezVilas,1998:12y77-83),encuyoanálisiscabedestacarlahabilidaddelescritorparaadaptarseaunaestructura compositiva y a unas estrategias deudoras del subgénero literariomencionado,incrustandoesadiversidaddematerialesconunatécnicasimilaralcollage, sin soslayar los condicionantes derivados del tipo de destinatario y lasujeción a un ritmo de publicación preestablecido, que imponía además unnúmerodepáginascadasemana.

Pues bien, de la novela popular retomaValle-Inclán estrategias y recursosvarios como pueden ser el origenmisterioso del protagonistaVíctorRey, queValle-Inclánrentabilizaalmáximo;lapresenciadeelementosmelodramáticosenel desarrollo de la trama tales como la convivencia de víctimas y traidores, larecompensa de la virtud y el castigo del vicio; las reiteradas intrusiones delnarradorexterno,quellegaadialogarconundestinatarioficticioalqueguía;lahistoria contada por el propio protagonista para conmover a los lectores; lospersonajesestereotipadosdelfolletín—excepciónhechadelpersonajeprincipal—, hasta el punto de que el personaje arnichesco de Ramón pierde lacomplejidadadquiridaeneldrama;eldesenlaceenquedemanerasatisfactoriapara el lector de folletín se restablece el orden perdido, y muy alejado de latragedia con laque concluye el dramadeArniches; la repeticiónde esquemasconocidos y de tópicos manidos; una intriga convencional pero cargada deefectismos; la presencia del misterio, los crímenes y las desapariciones; elmanejo de la sorpresa y la tensión expectante; la existencia de enigmaspendientesderesoluciónhastaelfinal;laestructuratemporalretrospectivapueslanoveladecrímenesseorganizadesdeeldesenlaceycaminahaciaeliniciodela historia; el truco del suspense para despertar la curiosidad del lector eincesantespreguntas;loscambiosbruscosdefortuna;lasucesiónlaberínticade

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peripecias; el maniqueísmo y el enfoque didáctico-moralizante dado aldesarrollodelahistoria,encuyodesenlacetriunfanelbienylavirtud…

Desdeelpuntodevistadesudiseño, laobraestáorganizadaendos libroscon25y19capítulosrespectivamente,numeradosenromanos(salvoelprimeroyúltimodecadalibro),cuyaextensiónesdesigual.

Los capítulos están titulados (exc. XIX de la primera parte, y XVIII de lasegunda), pero solo los primeros van sistemáticamente acompañados de unailustración,quesirvecomocartadepresentacióndelepisodiocorrespondiente.En otros casos, aparecen ilustraciones a inicio, mitad o final de página. Lasilustraciones intercaladas a página completa (recto, con ilustración; verso, enblanco) no siguen la paginación correlativa del folletín. Esto es, carecen denumeración,por loquepodríanaparecer insertadasencualquierotropuntodelcapítulo.

La influencia de la entrega, unidad de creación y de consumo, de esatransmisiónseñalizadaydelasnormasgenéricaseneldiseñodeloscapítulos,lamanera de distribuirlos, sus divisiones internas, sus títulos y el diseño de susfinales, interrumpidos de manera inesperada, es más que notable. Pero otrosaspectos estructurales deLaCara deDios también quedan condicionados porese mecanismo de difusión y por el deseo de mantener atrapado al lectormientrasduralaventadelasentregas.Típicosdelgéneroson,porejemplo,losmotivosdelatraición,laenfermedad,laenvidiaoelcrimen.Eltratamientodelos temas centrales de la novela (amor, muerte, miseria y destino) respondeasimismo a los gustos de los lectores de folletines. En cuanto a los espacios,estos solo interesancomomarcode las acciones,de ahíqueapenas aparezcandescritos, salvoaquellospertenecientes a los textosvalleinclanianos insertadosdentro de la novela. La contraposición entre ámbitos rurales galaicos y losurbanosnoparececasual,sinoquerefuerzalaideadequeMadridescentrodelvicioydelpeligro,ensuma,unlaberintoamenazador.

NoserásoloestaúltimacaracterísticadeLaCaradeDios,enloquerespectaalavisióndelaciudad-monstruodeMadrid,laquevuelvaareaparecerenobrasposteriores de Valle-Inclán, notablemente en Luces de Bohemia. En este suprimer esperpento también acude el autor a la ficcionalización de personasreales,almotivodelaventadelacapa,aundiálogoentreMaxyelpresocatalánen el que podemos advertir concomitancias con el mantenido entre Víctor yPalomero sobre el anarquismo.Y no olvidemos que los diálogos deLuces de

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Bohemia adeudan al género chicobuenaparte de losmodismosy expresionesqueeldramaturgodepura.UntrabajodeestiloenparteyarealizadoporValle-Inclán cuando en 1900 adapta y aumenta el drama homónimo de CarlosArniches.Enfin,elentramadodelfolletínyvariosdesusmotivosafloranenlosotrosesperpentos,todosellosdeambientaciónurbanayvariospresididosporelpersonajecolectivo.

EDITARLACARADEDIOS

LlegadosaestepuntoyantesdeclarificarenquémedidaValle-Inclánsiguelos parámetros de la novela popular de crímenes, conviene hacer variaspuntualizaciones acerca de la apuntada hipótesis de una autoría compartida ocolectiva deLa Cara de Dios, razón que ha llevado a excluirla de proyectossimilaresalnuestro.Ciertamentenadaesdescartablemientrasnosedemuestrelo contrario y, sobre todo, porque las colaboraciones entre escritores y elintercambio de los mismos dentro del proceso de escritura de una novela defolletín eranusuales en la época.Pero igual de frecuente lo eraqueproyectosinicialmentepactadosentreellos,alapostrelosresolvieseunúnicoescritor(porejemplo,RamirodeMaeztu).

Acasoante lamera sospecha,bastaría seguir el argumentoque frayBenitoJerónimoFeijooadujoparajustificarelusodelcastellanoenlugardellatínensuTeatroCríticoUniversalantequienesseloreprochaban:hemosdecididoeditarLaCaradeDiosporconsiderar,comoprincipalrazón,quenotenemosningunaen contra. Pero siendo esta un buenmotivo, creemos estar en condiciones deofrecerargumentosnuevosalosconocidos.

Ya Catalina Míguez Vilas había aportado en una de las poquísimasmonografíasdedicasaestanovela(1998:19-22)razonesdeordenextraliterarioyliterario,quenosinclinanaconsideraraValle-IncláncomoartíficedeLaCaradeDios.

EmpecemosporrecordarlaspalabrasdelpropiodonRamónenelprólogoaSonatadePrimavera (1904), reproducido en el volumen II: «No hace todavíatresañosvivíayoescribiendonovelasporentregas,quefirmabaorgullosamente,no sé si por desdén, si por despecho». Palabras que —¿por qué dudarlo?—reconocenmalgréluilapaternidaddeuntipodenovelas,alaqueseadscribeLaCaradeDios.ParececorroborarlolasiguientedeclaracióndeRicardoBaroja:

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Aquella época era ingrata para los jóvenes literatos […]. Valle-Inclán, como todos —recuerdaRicardoBarojaenLaPluma,1923—,seresentíadelacrisis[…].Uneditordenovelasporentregasleencargóqueconvirtieraennarraciónnovelescaunaobraestrenadaconéxito,yValle-Inclánsatisfizoeldeseo del escritor, hinchando aquel perro melodramático de modo que diera muchas entregas (verEsteban,1973:58).

Peroa lasdeclaracionesseagregan losdatos:porunaparte, los recibosdecobroconservadosestánfirmadosporValle-Inclán—quienllegaríaaganarunas1000pesetasde laépocapor lasentregasdeLaCaradeDios—;porotra, lacarta de autorización de Arniches va dirigida al autor gallego (ver sureproducción en edición); en la cubierta de la novela figura su nombre comoautor: «Don Ramón del Valle-Inclán», y la huella del escritor se aprecia eninfinidad de detalles, sobre todo, rasgos de estilo reconocibles, cuandojustamentebrillanporsuausenciaenestetipodenovelasquerepitenfórmulas.

Yaquíesnecesarioexplicarqueelestudiocomparadoconotros textosdelautor, cotejo que facilita el trabajo en equipo, nos ha permitido observar lapresenciadevocablosyexpresionesqueVallereiteraenotrasobras,perosobretodo se aprecia el uso de galleguismos, construcciones sintácticas y tiemposverbales típicamente gallegos (vgr. el uso del imperfecto de subjuntivo, queequivale al pluscuamperfecto español). Si hubo varias manos colaboradorasdurante la escritura de las entregas de la novela, la dificultad estriba endeterminarelgradodeintervencióndecada«ayudante»entantolaescrituradeestetipodenovelaspopularesrespondeatópicosyestereotiposmuymarcados.Existen,además,testimoniosdeamigosyliteratosdelmomento,como«Azorín»oRicardoBaroja,cuyasdeclaraciones juegana favoroencontrade laautoríavalleinclanianaexclusivaodelacolectiva.ApesardelmomentovitaldifícilporelquedebíaatravesarValle-Inclán,debierondisfrutarquienescongransentidodel humor tuvieron implicación directa o indirecta en este juego literario, altiempo que resolvían los apuros monetarios del autor gallego. En la novelaValle-Inclán pone en práctica elmismo procedimiento que luego reaparece enLucesdeBohemia: el de ficcionalizar entes reales hasta verlos convertidos enpersonajes literarios. Lo llamativo de este guiño de complicidad es que entreesosentesdeficción,queenmascaranalosamigosyconocidosrealesdeValle-Inclán (Cornuty,Bargiela,Baroja,Palomero…), no figuranunca el nombrededonRamón.

Por otra parte, el hecho de que Valle-Inclán no la incluyera en suOperaomnia no obedece necesariamente a la voluntad de olvidarla sino, como he

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apuntado,alcontratofirmado,uncontratodecesiónquesuponía lapérdidadelosderechossobrelaobraunavezfinalizadaslasentregas(MíguezVilas,1998:78-79).

Ensuma,apesarde laexclusiónde losvarios intentosdeobracompletayescogidadelescritorysobretododelamásrecienteedicióndelaObracompletay de laNarrativa completa (Valle-Inclán, 2002 y 2010, respectivamente), quenos disuadían de su edición, creemos haber dado razones que justifican supresencia en estas páginas y desde luego no hemos encontrado otra máspoderosaquenosdesaconsejasehacerlo.

Enestaedición,delos44capítulosnumeradosenromanos(salvoelprimeroyelúltimodecadalibro),hemosenmendadodoserroresenlanumeración.Porotra parte, nuestro texto base ha sido el publicado por la editorial J. García[1900], que a diferencia de otros, que nos constan autorizados por el autor,hemosintervenidoconmayorlibertadparaenmendarerratasyerroresderivadosdeuntipodepublicación,cuyascaracterísticaspropicianlosdescuidos.Losmáscomunes en esta obra son: guiones, signos de interrogación o admiraciónolvidados, que se han restablecido, al igual que son frecuentes la falta deconcordanciadegénero,númeroydetiempoverbal.Ennombrespropiossehaoptadoporlaformamayoritariaenel texto,cuandoestepresentafluctuaciones(encursivalaopciónelegida):Baroja/Baraja;Morucho/Moruno;Bradomín/Bradamín;conunaexcepción:eltopónimogallegoCéltigos,queeltextoregistramayoritariamente sin acento, como tantas veces sucede con topónimos ovocablos gallegos, muy usados por el autor, que los tipógrafos, cajistas, noidentifican. Unificamos también en mayúscula laGenerala, Condesa oMisiaCarlota y se enmienda la minúscula de Hermana de la Caridad por ser elnombreabreviadodeunacongregaciónreligiosa,aligualqueCárcelModeloyCuarteldelosDocks,porreferirseaespaciosconcretoslocalizadosenMadrid.

Hemos mantenido, finalmente, el ideolecto propio de los personajes, deacuerdoconloscriteriosgeneralesestablecidos,expuestosenlanotafinal.

MARGARITASANTOSZAS

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NOTAAESTAEDICIÓN

Editar la obra deValle-Inclán es tarea de equipo y así ha sido en nuestrocaso. Un equipo formado por integrantes del Grupo de Investigación Valle-Inclán (Javier SerranoAlonso,XaquínNúñez Sabarís, CatalinaMíguezVilas,RosarioMascatoRey,FranciscaMartínezRodríguezyCarmenVílchezRuiz),bajo la dirección deMargaritaSantosZas.Un equipo, asociado a laCÁTEDRAVALLE-INCLÁN de la Universidad de Santiago de Compostela, que cuenta conunalargaycompartidatrayectoriavalleinclaniana,desdelacualhanafrontadoelreto de editar la extensa y compleja obra de Valle-Inclán con las siguientesprecisiones, que son también los principios básicos que fundamentan estaedición.

HemosdesignadoObrascompletasdeValle-Inclánalatotalidaddelasobrasdelescritorpublicadasenformadelibro,unarestricciónquesuponelaexclusiónaprioridelaspublicacionesperiodísticas(conlassiguientesexcepcionesquesejustificanensulugar:«Undíadeguerra.PrimeraParte.Enlaluzeldía»[1917],relacionadoconLaMediaNoche;«UnBastardodeNarizotas»(1929),VísperasSetembrinas,Primerapartede«BazadeEspadas» (1932)yElTruenoDorado[1936], relacionados con la serie deEl Ruedo Ibérico, justificados por ser uncicloinconclusoqueinvitabaasupublicacióníntegra).

Por otra parte, y a diferencia de cualquiera de las ediciones de obrascompletasquenospreceden,hemosincluidoLaCaradeDios[1900],textocuyapaternidadsehapuestoenteladejuicio.

Eltipodeediciónqueofrecemosrespondeaunmodeloeditorialqueexcluyea priori la presencia de un aparato crítico, que corresponde a la metodologíapropiadelacríticatextualvigenteenelámbitodelasletrashispánicasenelquenosmovemos.Ahorabien,todaslasdecisionestomadaslohansidoenfunciónde unos criterios que se explican a continuación, de manera que podemosjustificarlasentérminosgenerales,aunqueenausenciadelcitadoaparatocríticose hace inviable señalar de forma precisa y concreta los lugares objeto deenmendatioylaexplicacióndecadaintervención,seandebidasaerrordeautor,decopiaomecánico,quenuestraediciónnopuede reflejarexplícitamente.Noobstante, se ha sopesado el posible origen de cada enmienda realizada en lostextoseditados,queenmuchoscasoshemospodidoatribuiraunauotracausa,

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en virtud del cotejo llevado a cabo entre ediciones e, incluso, emisionessucesivasdeunamismaobraanterioresa1936,queenelcasodeValle-Inclánson,comohemosvisto,numerosas,peroquehemospodidorecorrerantedudasodiscrepancias,puesenel«ArchivoDigitalValle-Inclán»—depróximapuestaenabierto—disponemosensoportedigitaldelaobraimpresadelautoranteriora1936 (pre-textos en la prensa, folletines, ediciones sucesivas, etc.). Por otraparte, se han tenido en cuenta las ediciones críticas existentes de las obras deValle,aligualquelaedicióndeObracompleta(2002).Hemospodidoconsultar,asimismo, galeradas de obras, que se conservan en el Legado Valle-InclánAlsina,quepresentancorreccionesmanuscritasdeValle,muyreveladorasdelainsistencia en ciertosusosquedefiende ante las correccionesdemanos ajenas(vgr.mayúsculasdespuésdedospuntos).

Hagamosunparéntesisaquípara referirnosa lamonografíadeJoaquíndelValle-Inclán,RamóndelValle-Inclánylaimprenta(2006),reveladoradelpapeldeterminante de la imprenta y el diseño gráfico en la presencia de variantestextualesenlaobradeValle-Inclán,quenopodemosignorar.Decíaelnietodelescritor,tresañosantesdequesehiciesepúblicalaexistenciadelLegadoValle-InclánAlsina,losiguiente:

Apesardecarecerdemanuscritos,pruebasocapillas,esperfectamenteposiblerastrearlasenormeshuellasdelatipografíaylaimprenta,yapartirdeahínosoloesfactible,sinoimprescindible,explicarlos cambios de texto […]. Con este objetivo partimos de la base de establecer una tipología de lasvariantes, comenzando por definir lo que es achacable a las normas tipográficas, al proceso deimpresiónyalasconsideracionesmercantilespropiasdelaactividadeditorial(J.delValle-Inclán,2006:19).

Yproporcionaejemplosdediversasobrasdelautorgallego,quemuestranalasclarasquehemosatribuidoelcienporciendelasmodificacionestextualesdela obra valleinclaniana a la «fiebre del estilo» del escritor, sin advertir que laacumulación de variantes que se observan, por ejemplo, en «los principios yfinales de capítulo en determinadas obras en prosa», tiene que ver con una«drásticavariacióneneldiseñodellibro»,alqueValle-Inclándedicabatodasuatención.Lodicho,sinembargo,nominimizaelvalorestilísticodecadacambio,enelqueValleponíaigualempeño.

Almargende esas iniciales condiciones/condicionantes, nosgustaríapoderdecirquehemoshechounaedicióndefinitiva,quenoha faltadoniempeñonirecursoshumanosymateriales,perolarealidadnosdicequeconValle-Inclánlodefinitivosiempreeslapenúltimafase.

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•Lostextosbasedelapresenteedición(tomo I):Esobligadopreguntarseal editar aValle-Inclán ¿qué edición tomar como textobase?Ennuestro caso,contrariamentea la tendenciageneralizadadedarcartadeciudaníaa laúltimaediciónenvidadelautor,comoediciónautorizada,hemosoptadoporlaeditioprincepsdecadaobra,condosúnicasexcepciones(JardínUmbríoyElRuedoIbérico),quejustificamosencadacaso.

LarazónprimordialdeestaelecciónesmostrarlostextosdeValle-Inclánenel contexto estético-estilístico en que nacieron, en un intento de ofrecer laevolución artística de su autor, cada palabra, cada frase, cada secuencia en sucontexto preciso… Si, como se ha comentado en el primer apartado de laintroducción(yvalgacomoelocuenteejemplo), leemos laSonatadeOtoñoensuprimeraedición (1902), laestamossituandoenplenoModernismo literario,delqueValleessuprincipalreferenteymodelo.SieditásemoslaúltimaedicióndeSonatadeOtoño (1933),quehasidohastaahoralohabitual,observaríamosrasgosesperpénticos,quenoexistenenlaeditioprinceps.EsunerrorfrecuenteconcluirquelaSonatadeOtoñotienerasgospre-esperpénticos,sinoseadvierteque la edición de 1933 es posterior aLuces de bohemia (1920-1924), primeresperpento de Valle-Inclán, de modo que estos rasgos no son aplicablesretroactivamente a 1902. Las excepciones se justificarán en cada caso. Estadecisiónexige,mássicabe,elmantenimientodelaspeculiaridadesautorialesdeescritura.

Estadecisión,queenelcasodeValle-Inclánnotieneprecedentes,seamparatambiénenreflexionesajenas.Alrespecto,señalaIglesiasFeijoo(2013):

lanormamásextendida,quecasitienefuerzadeley,aconsejaseguiresaúltima,puesrepresentalavoluntaddefinitivadel escritor y se suponeque en ella alcanza el gradomás alto deperfección.Sinembargo, no es seguro que este deba ser un principio de aplicación general e indiscutida. En rigor,suponeaceptardospremisasquedistandeestarprobadas.Laprimeraimplicaqueunautoreselmejorcríticode símismo, alguienquenunca se equivoca al opinarydecidir acercade sus textos, peronosiempre debemos asumir a ciegas sus decisiones. En segundo lugar, creer en el perfeccionamientoincesantedeunescritorconformepasanlosañosdistadeserunarealidadverificableyderivadeunaconcepcióndeprogresoindefinidountantoingenua.Pero[…]lomásimportanteradicaprecisamenteeneselapso,puesesmuyposiblequesuscriteriosestéticos,ideológicos,moralesydetodotipohayanvariado,conlocualestaríamosayudandoatergiversarlarealidaddeunaobradeterminada,queportauntítulobienconocido.

Estevolumende lasObrasCompletas deRamóndelValle-Inclán, primerodelosqueacogenlaprosanarrativayensayísticadelescritor,estáintegradoporlas obras que conforman la narrativa breve del autor, en las ediciones que se

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indicanacontinuación,yporlanoveladefolletínLaCaradeDios:— Femeninas. Seis historias amorosas. Pontevedra: Imprenta de Andrés

Landín,XXII,1895.— Epitalamio (Historia de amores). Madrid: Imprenta de A. Marzo

(ColecciónFlirt,núm.1),1897.—CortedeAmor:Florilegiodehonestasynoblesdamas.Madrid:Imp.de

AntonioMarzo,1903.— Jardín Umbrío. Historias de santos: de almas en pena: de duendes y

ladrones.Madrid:SociedadGeneral deLibreríaEspañola,Tip.Europa.Operaomnia,XII,1920(colofón:08-10-1920).

—La Cara de Dios. Novela basada en el célebre drama de Don CarlosArniches.Madrid:LaNuevaEditorialdeJ.García,[1900],TomoI.

•Prioridadalususescribendi del autor: nuestra edición es filológicamenteconservadora,porquecomopuntodepartidarespetamoselususescribendidelautor,aunquecontraríelanormaacadémicaactual,conlassalvedadesqueestasdecisiones,quenoson reglasmatemáticas, requieren.Estadecisiónsebasaenun principio fundamental: la peculiar relación que un escritor entabla con lapalabra escrita, que genera particularidades que hay que respetar, tal comopostulaBlecua (1983), y en este sentido es igualmente elocuente el trabajodeJauraldePou(2015),queabogaporelrespetoalususescribendideunautorporencima de normativas, que también son susceptibles de modificaciones. LamismaideadefiendeIglesiasFeijoo(1990),evitandoel«fetichismodelaletra».Ahorabien,Valle ha ido cambiando, por ejemplo, su sistemadepuntuaciónyusodemayúsculas.Despuésdellargorepasohecho,sepuedeninclusofecharloscambios, pero el problema estriba sobre todo en las etapas intermedias, confluctuaciones evidentes, que es preciso contemplar (vgr. Sonatas, trilogíaCarlista): imponerunanormatardíaatextostempranos,esunahipercorreccióntergiversadora,peromantenerlafluctuaciónenunmismotextosineloportunoaparato crítico, resulta desconcertante. Así que la norma establecida (quecontemplaexcepciones)esqueenlostextosenlosqueconvivendossolucionesdistintas (uso de mayúsculas y minúsculas para el tratamiento de cortesía,don/doña o títulos nobiliarios), hemos optado por la dominante. Y si estepredominionofueseclaro,nosdecantamosporlaformamáscomúndelaetapavalleinclanianaalaquepertenecelaobra.Estosignificaquenocabeaplicarun

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sistemacorrectorautomáticoqueanulelasdiferenciasentretextos.Duranteeltrabajodeedición,losintegrantesdelGrupoValle-Inclán,quehan

afrontadoconmigoestasObrascompletas,hemoscomparadolacasuísticadelaobravalleinclanianaensucesivaspuestasencomún.Este trabajoenequipohapermitidocotejaredicionesensimultaneidad,ynosoloadvertir lasabundantesvariantes existentes entre unas y otras, sino constatar su propia evolución,perceptibleendiversosniveles(vgr.desdelasortográficas,hastalassemánticase incluso estructurales), que de otro modo resultaría harto difícil. Pero esaconstatación nos ha permitido igualmente extraer algunas de las conclusionesquehemosconvertidoendecisioneseditoriales,avaladasporelususescribendideValle-Inclán,quetiendeadesviarsedelanorma,sí,perosiendofielalaqueélmismoestablece;demaneraquehemosdiferenciadolosusosdeépocadelospropios, y hemos comprobado que no siempre la arbitrariedad achacada alescritorestal;hemosaprendidoquenosedebenestablecernormasqueabarquenla totalidad de su obra, so pena de ignorar su evolución, demanera que estoexplica, por ejemplo, que el uso demayúsculas después de dos puntos no seasistemático en nuestra edición, pues proceder a unificar sería caer en laultracorreccióny,dehecho,«traicionar»esaevolución,quesepercibetantoenusos ortográficos propios del autor (vgr. el abundante uso de los dos puntosmuchomenosperceptibleen lasanterioresa1907-1908;elempleodeguionesparentéticos, que se multiplican en sus últimas obras: Tirano Banderas y ElRuedo Ibérico), que a estas alturas podríamos incluso temporalizar, como enrecursosestilísticos,quetambiénnoshapermitidoconunmargendeerror,desdeluego,afrontarLaCaradeDioscomountextodelautor,sinnegarlaposibilidadde que otras manos hubiesen intervenido en él, como se ha dicho en sucorrespondienteapartado.

Demaneraque,insisto,nuestraediciónesfilológicamenteconservadora,loque significa que nuestra intervención en los textos está muy medida, que laactualizaciónllevadaacabosoloserefiereausosdeépoca,quehemossometidoa losdictadosde laRAE,acuyosutilísimosrecursoson linehemosacudidoamenudo; enparticular a esearsenal léxicoquenoshademostradomásdeunavez que, cuando creemos haber encontrado un lapsus calami, los diccionarioshistóricos, «Nuevo Tesoro lexicográfico», el «CORDE», incluso el antiguoficheromanuscrito,querecogevocesolvidadasorarasconsusdefiniciones,másde una vez clarificadoras (verBibliografía final), algunas de estas fuentes noshan dicho que Valle-Inclán tiene razón, que ese significado o esa forma, que

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estábamosdispuestosadescartar,existe.DonRamón,ahorasabemos,graciasalLegadoValle-InclánAlsina,utilizabaglosariosycomparabavocesconcretasenelespañoldedistintospaísesdehablahispana,locualsignificaqueenmendarlelaplananoesbaladí.

Aplicamos a los textos aquí reunidos los criterios establecidos para lapresente edición de las Obras completas que se exponen a continuación endetalle y que servirán de guía para los cuatro volúmenes siguientes con lassalvedadesque,desernecesario,seindicaránensulugar:

•Comonormageneral: respetoestrictoa laspeculiaridadesde laobradedon Ramón, que pueden contrariar normas actuales de la Academia, porqueentendemosqueformanpartedelaespecíficarelacióndelescritorconlalengualiteraria(buscasiempreefectostonalesyrítmicos,eufónicos,yexpresivos).Esesteuncriterioqueavalan,entreotros,Blecua(1983),IglesiasFeijoo(1990)oJauralde(2015).EnaquellascuestionesortográficasenlasquelaRAEpermitala alternativa, optamospor la formamás compatible conValle-Inclán (vgr. losgrupos cultos) y se unifica a favor de la formamayoritariamente usada en unmismotexto,cuandoestepresentafluctuacionesentredosformasaceptadas.

En el caso de parlamentos de personajes, con mayor razón, mantenemosvulgarismos, giros lingüísticos particulares, indicativos del habla coloquial ocualquierrasgojergalodeargotqueValleponeenbocadesuspersonajes,querecurrenaexpresionesenotraslenguas,incorrectaslamayoríadelasveces.Soloseacudealacursivasisepuedeinterpretarcomoerrordelectura.

•Acentuación: como norma general, modernizamos los usos propios deépoca de acuerdo con la RAE (supresión del acento en preposición á; ladisyuntiva ó, y los monosílabos; en verbos con pronombres enclíticos, muyutilizados por Valle: cumplióse, quedóse, quedéme, mostróse, acerquéme…,pronombresdemostrativos,etc.).

•Mayúsculas: se mantiene el empleo de mayúsculas para los títulos decortesía (Don/Doña), los nobiliarios (Marqués, Duquesa, Conde…), lasinstitucionesyorganismos,etc,alosqueValle-Inclánconfiereunvalorenfáticooexpresivo,rasgo,porotraparte,queelModernismoylaVanguardiaartísticapropicianconesamismafunciónexpresiva(enelcasodeDonJuanManuel,elusodelDon[dominus] le confiere la categoría que ninguno de los personajesquelerodeatiene).Otroscasosenqueseconservaelusodemayúsculascontralanorma:eniniciodecadaverso;despuésdedospuntosyseguido(Valle-Inclánen sus galeradas recupera en estos casos la mayúscula siempre que los

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correctores lo rectifican). Es este un caso que todos los editores coinciden enmantener.

NoobstanteesnecesarioseñalarqueenlaobradeValle-Inclánhayunaclaraevoluciónhaciaelusosistemáticodemayúsculas,quesehacepredominanteapartirdelasSonatas.Enlostextospreviosesmenosestableomásfluctuante(notenemos la certeza en estos casos de queValle sea el responsable, porque uneditorcomoLandín,cabepreguntarse¿quéintervenciónteníaeneltextoycuálera la del autor?). En estos casos, unificamos de acuerdo con la tendenciadominante en cada obra, en lugar de mantener la oscilación, pero evitamosuniformizarretrospectivamenteparaevitarcaerenlahipercorrección.Así,enlosprimerostextos(porej.enEpitalamio)usaminúsculas,preferentemente,peroenlaversiónde«Augusta»deCortedeAmor (1903),Valleempleamayúsculaenlosmismoscasosque anteshacíausode laminúscula (vgr. elPríncipeAttilioaparece en minúsculas siempre en 1897, excepto cuanto se le interpeladirectamenteporeltítulo:«¡Príncipe,Príncipe!»;mientrasqueenCortedeAmorutilizasiempremayúsculasenlosmismoscasos).

Exceptuamosdeestecriteriogeneral,elusodelasmayúsculasparamesesyestacionesdelaño,porserunrasgodeépoca.

Convienerecordarquelasmuestrasdegaleradascorregidasdepuñoyletradel escritor, confirman esa tendencia del autor, aunque se advierten tambiénalgunoscasosduales(vgr.MarquésdeBradomín/marquésdeBradomín;Guardiacivil/GuardiaCivil),quenosiempresecorrigen.

• Puntuación: la propuesta que parece más coherente y que tambiénpermitiría una mejor justificación, es mantener el poco ortodoxo sistema depuntuación de Valle-Inclán, porque obedece a razones tonales, rítmicas,expresivas.CabríadecirqueValle«nosoporta»lasfrasesmuylargasyrecurrealapausa tonal/respiratoriaquehacecoincidir concomas.Enestecaso,nuestrapropuestaesmantenerlapuntuaciónoriginalconunaexcepción:sujeto+coma.Larevisióndegaleradasymanuscritos,laconfrontaciónsistemáticadesuusoenlostextosimpresos…noshallevadoalaconclusióndequeloscasossonmenosfrecuentes de lo que suele afirmarse. Pero no es esta la razón de nuestracorrección,sinoquenopareceobedecerauncriterio(posiblementese tratadeuna«pausarespiratoria»)niexisteunasistemáticacomoenotrasdivergenciasdelanormaporpartedelescritor,que,paradójicamente,sonenélregulares.

Semantiene la peculiar construcción: frase+ coma+ y copulativa+ frase(sonpausastonales).

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Seconservantodassusparticularidades,inclusocuandoelsujetovaseguidode una oración de relativo especificativa se mantiene la puntuaciónvalleinclaniana.Soloenmendamoscuandodelempleode lapuntuación resulteunaincoherenciaoambigüedadsemántica,quereclamaaclaración.

Serestablecenlossignosdeinterrogaciónoadmiraciónsiemprequefalten.Valle suele olvidar el de apertura. Se respeta igualmente el uso de apertura ycierre con signo de admiración e interrogación, respectivamente, o viceversa.RasgoquenoesexclusivodeValle-Inclán.

Mantenemos los puntos suspensivos después del signo de cierre deadmiración(!…)ydeinterrogación(?…).

• Guiones largos incorporados al discurso, que suelen tener valorexplicativo,parentético,aposicional.Suusoseincrementaenobrastardíasyloutiliza esporádicamente en las primeras. Quizá es este uno de los usos enaparienciamás«caprichosos»,porpartedelautor(loempleaamenudodespuésdedospuntos),perosusupresióncomportaenlamayoríadeloscasoslapérdidadematicesy tonalidadesde la prosavalleinclaniana.Salvo en casos contados,hemosmantenidosuusosiemprequetieneunvalorexplicativo.

Seeliminanguionesenpalabrascompuestas(vgr.guarda-joyas),deacuerdoconortografíaactual,salvoenlosnombrescompuestos(CondesadePorta-Dei).

•Uso de cursivas o entrecomillados: Valle usa pocas veces las cursivas(posiblementeporrazonestipográficas)yapelamásregularmentealascomillas:su revisión en obras distintas y a lo largo del tiempo no permite concluir queexistan razones distintas para uno u otro uso. De modo que mantener taldistinción carecería de justificación. Hemos optado por esta norma general:cursiva a todos aquellos casos en que Valle-Inclán utiliza comillas, con lasalvedaddeaquellostérminosenquesuusopuedaresultarambiguo(ej.títulosde obras inexistentes, como «Pastorela Mundana» en Epitalamio). Se aplicacursivaenelcasodeextranjerismosylatinismos(sinacentos).Igualmente,enelcasodeotrasmodalidadesprosísticasenelcuerpodeunanovela(pasajesdeundiario,vgr.LaCaradeDios).

•Otroscriterios:—Mantenemosloísmoylaísmocomorasgodeautor.— Se conservan: dedicatorias, prólogos y poemas, que actúan como

prólogos/pórticosenalgunostextos.— El formato que hemos adoptado de capítulos, partes, libros o blancos

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tipográficosquemarcancualquierade las separacionesconvencionales, sehanintentadorespetarentodosycadaunodeloscasos.

QueremosexpresaraquínuestroreconocimientoadoñaMaríaPeñaAlonsoporsumeticulosacorreccióndepruebas.IgualmenteadoñaCeciliaFríasporsuconstanteatención.GraciastambiénaAdrianaAbaloGómezporsusrevisionesbibliográficas.

M.S.Z.

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BIBLIOGRAFÍA

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FEMENINAS(SEISHISTORIASAMOROSAS)

Page 71: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

APEDROSEOANE

¡Cuántotiempoqueninosvemosninosescribimos,miqueridoSeoane!A pesar de este aparente olvido, si hoy, cual en aquellos días de locuras

quijotescasvolvieseanecesitardeunamigo—unhombre,era lapalabraquenosotros empleábamos entonces— el corazón guiaríame como siempre a tupuerta.Aunqueconalgunascanasdemás,estoysegurodequevolveríamosaser los antiguos camaradas que tantas veces bebieron juntos en el vaso de lafraternidad estudiantil. Por eso, mi querido Pedro Seoane, al dedicarte estelibro —el primero que escribo—, me siento alegre, como el padre que albautizarsuprimogénito,puedeponerleunnombrebienamado.

¡Es tan dulce, enmedio del pesimismo que la ciencia de la vida exprimepocoapocoenelalma,tenerunamigo,ysaberlo!…

RAMÓNDELVALLE-INCLÁN.

VillanuevadeArosa,20deabrilde1894.

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PRÓLOGO

Eselpresente,un libro,quepuededecirseporentero juvenil.Loespor laíndoledelosasuntos,porquesuautorloescribeenlomejordelavida,porqueha de tenérsele por un dichoso comienzo, y en fin, porque todo en él resultanuevoytienesuencantoysuoriginalidad.Conélgozamosdeunplaceryaqueno raro, almenos nomuy común, cual es el de leer unas páginas que se nospresentan como iluminadas por clara luzmatinal, y en las cuales la poesía, lagraciayelamor,esastresdiosaspropiciasalajuventud,dejaronlaimborrablehuelladesupaso.

Primiciasdeunamusa,ecoapenasapagadodelassensacionesdeuncorazónabierto a las primeras emociones y a los primeros desengaños, tienen cuantonecesitanparahacerlasamablesalosojosdelosquecomoellassonjóvenesygozan y sienten las mismas pasiones y sus veleidades, con alma pronta acomprenderlas en toda su intensidad. Tal es sumérito, y que nos hable de losiempreeternoysiempre joven,enunanueva forma,bajounnuevoaspectoyconunencantooriginal,entrefácilyrisueñoaunqueuntantomalicioso,propiodelamaneradeserdesupueblo.Masaquíhadehacerseunasalvedad;alhablardecuantonuevoencierraestelibrolomismoenelfondoqueenlaforma,claroes que se hace por modo relativo y no dando a entender que su autor se haabiertounasendadesconocida:dícesetansolamentequeesnuevoenelpaísenquevelaluz.Estalimitacióneneljuicio,ennadaleperjudicaporqueasíytodo,elautordeFEMENINAS,senospresentaconpersonalidadpropia,yaporlogenialde sus facultades, yaporque le hallamos siempre fiel a su razay sentimientosquelesonpropios.

Bajo tan importante punto de vista ha de considerársele principalmente.Porquehijodesutiempo,peroasímismohijodeGalicia,sonenélmanifiestaslascondicionesespecialesde losescritoresdelpaís.El sentimiento ledomina,conocelaarmoníadelaprosaqueaquíseacostumbraynoesfácilfuera:prosa

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encadenada,blanda,cadenciosa,llenadeluz;prosaporesenciadescriptivayalacual solo falta la rima. Y no es esto solo, sino que conforme con el espírituensoñador del celta, despunta los asuntos, no los lleva a sus últimos límites;levantaelvelo,nolodescorredeltodo,dejandoelfinal—comoquientemeabrirheridasdemasiadoprofundasenloscorazonesdoloridos—enunapenumbraquepermiteallectorprolongarsuemociónygozaralgomásdeloqueelautorindicaydejaenlovago,yelqueleetienedentrodelalma.Esesta,condiciónespecialque en nuestro amigo deriva de su raza, porque de su tiempo tiene lo quellamamosmodernismo, y la nota de color viva, ardiente, sentida, puesta en ellienzo de un solo golpe. En cambio es suya, la frase elegante, armoniosa, untanto lírica, llena de luz, que se desliza con gracia femenil, serpentina casi, yhacedelautordeestelibrounprosistaquenonecesitamásquecastigarsuestilo,paraserungranprosista.Contodolocual,conloquedebealasangreyloqueleespersonal,hartoclaramentepruebaqueesdelosnuestros.Aunquequisieraocultarlo no podría.A todos dice que ha nacido bajo el cielo deGalicia.Hijosuyo, criado al pie de unos mares que tienen la eterna placidez de las aguastranquilas,lareflejatodaensuspáginas,dondecreeunopercibir,desdeelacreperfumede lospatriospinaresyde lasondasque losbañan,hasta losblandosrumoresdelariberanatal;desdelasoledaddelasciudadesdeprovincia,hastalaclaridaddeloscielostropicalesylascosasquelesonpropias.

Estoporloqueserefierealoexterior,porqueencuantoasuinterior,oseaelalma del libro, no es menos nuestro por la manera de tratarlo, y por la granverdad de los cuadros que lo forman.Aparentemente parecen invención, peroprontosevequesonrealidades.Nosenecesitamuchoparacomprenderqueelautorselimitóadejarquehablasensucorazónysusrecuerdos,permitiendoquedesbordase—enlaplenituddesusañosjuvenilesydesushorasdepasión—loqueelacasodelavidahicierasuyo.

Eraimposibleotracosa.Elayerestáparaéltancercano,queledomina.Notienemásqueabrirloslabiosyestosbalbuceanlosnombresqueridos:loslazosqueleunieronalasmujeresamadasyalasqueelazarpusoensucamino,aúnnoestánrotosdeltodo.Deaquellascuyorecuerdoduralavidaentera,odelasqueapenasdejanimpresiónenelalma,guardatodavíaconelreflejodelaúltimamirada,lasuavepresióndelosbrazosamados.Lasquefueroncomoescollo,ylas que igual a la hoja de una rosa se dejaron llevar al soplo de los vientosmatinales,siguenteniendoparaéllosmismosdesdenes,olasmismassonrisas.Diríamosque lassombras invocadasaúnnosehandesvanecido,yquepueden

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volveratomarcuerpoyllenarlashorassolitariasquesiguensiemprealashorasllenasdepasióndeunavidaensucomienzo.

Por de pronto y por lo que de sus heroínas nos refiere, las mujeres querecuerdafueronfácilesycrueles.Eranecesarioqueasísucediese,yqueresultaseentre amables burguesas ycocottes exigentes, conquienes nopodíamenos detropezar en los primeros pasos de la vida. Hembras y esfinges, tal nos lasdescribe,yasídebieronapareceralosojosdelqueapenassisabíadelamor,másque lo que va conociendo sucesivamente, y de las mujeres lo que le ibanenseñandoaquellasconquienes tropezaba. ¡Yelcielo sabecuáles,quenosonlaspeoreslasqueladesgraciaarrojaalavíapública!

Partiendodeestehecho,secomprendequeelautordeFEMENINAS,habiendoreunidosusdocumentoshumanos—loslancesquenoscuentaylasheroínasquenospresenta—seanloquesediceproductodelaexperimentación,enlacualvamezcladomuchodeloqueélconocedepropioconocimientoyalgotambiéndeloquevioyoyóporelmundo:loqueessuyoyloquefuedelosdemás,todoello animado por los recuerdos de las pasiones sufridas, lomismo que de loslugaresrecorridos.Entalmanera,queaunfueayer,comoquiendice,cuandolaCondesadeCela le despertó pasándole por la cara el suave y tibiomanguito,cuandoTulaVaronaleazotólamejillaconunflorete,cuandoOctavialehizoverporexperienciacuándifícilmentellenaunhombresolo,elcorazóndeunamujer,asísealamásenamorada.

¿Cómoextrañarseporlotanto,delaespeciedeunidaddepensamientoydeinterés que domina en todo este volumen? Páginas arrancadas al libro de susConfesionesjuveniles,unlazomásqueestrecholasuneyhaceiguales.Comositantonobastase, es una lamismapasiónque anima todos los cuadros; pasiónviva, juvenil,un tanto libidinosa—hayqueconfesarlo—pero siemprepoéticatantoen la fábulacomoensu trama,en laexpresiónde losafectosdelmismomodoqueenlaarmoníadelafraseyenlaaureolaquelosenvuelveigualqueuninmenso nimbo.Aunque no fuesemás que por eso, FEMENINAS sería un libromoderno, hijo de la hora actual y de las pasiones que asaltan al joven en susprimeros pasos asediando su corazón con ímpetu diario. Sentimental, porquesuenaavecescomounaqueja,sabeDiosdequédolores;romántico,aunquepormodo novísimo; y femenino puesto que no nos habla de otra cosa que de loslances a queda lugar el amorde lasmujeres y de los afectos que inspiran.Ycomonielmásbreveespaciohaqueridosuautorquemediaseentreelsuceder

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ayer y el contarlo hoy, de ahí que el relato conserve el calor de las cosas queacabandepasaranuestravista,odentrodenosotrosmismos.Asíespatente,enlarapidezdelaacciónyenlosdetalles,claros,precisos,movidos.

Dirasequeasí es forzosoque sucedaencomposicionesde la índolede lasqueformanestelibroyenlascualestododebeserconcisoeirdirectamenteasufin;peronoescierto.Loscuentostalescomohoyseconcibenyescriben—hijosde lamoderna inquietudy tambiénde laescasaatenciónqueelhombreactualquiereponerensemejantescosas—sonrápidos,convulsivoscasi;másnerviosque sangre ymúsculos y en los cuales es visible la pretensión de encerrar enbreve espacio todo un drama; no valen lo que aparentan sino cuando estánescritos por almas agitadas y que apenas tienen tiempo para dar cuerpo a sussueños,vidaasuscreaciones,formaalopasajeroqueacabadeconmoverles.Ental suerte que se equivocaría quien creyese que FEMENINAS, es uno de losinfinitostrabajosdesuíndole,aquesololamodaactualpuededarimportancia.Todo lo contrario. Los que encierra este libro, son como pequeños poemas,breves,alados, llenosdesentimiento;cosasdehombresymujeresquepasanacadamomento,peroquesolotienenvida,fuerzayrelieve,cuandofiltrancomoquiendiceatravésdeunalmadepoeta.Poresonoresultanobradelquesigueun feliz ejemplo, sino cosa propia, hijos de un temperamento. Los hubieseescritoasí,sinqueanteshubieseconocidootros.Soncosasuya,ysolamenteporsus cortas dimensiones se parecen a los que nos da, con tan desdichadaprodigalidad el actual momento literario. En tal manera que en cuestión decuentos,apesardeser tantosy tandistintos losqueseconocen,nuestroautorinventó un nouveau frisson, como dicen los que más usan y abusan de loscuentos,losfranceses,nuestrosmaestrosenesteydemásgénerosliterarios.

Dicho esto, consignado que el presente libro no es tan solo un dichosocomienzoyunasegurapromesa,sinoelfrutodeunainspiracióndueñayadelascondicionesnecesariasparaalcanzardegolpeunprimerpuestoen la literaturadel país, parece como que nada queda que añadir y que debemos levantar lapluma.Asíloharíamossinuestrocorazónnoslopermitiera.Mas¿cómocallarenlíneasescritasalfrentedel librodelhijo, lagrande, laestrechaamistadquenosunióasupadre?¿Cómonorecordaralescritorypoetaintachable,alalmapura, al íntegro carácter, a aquel que llevó el mismo nombre y apellido quenuestroautoryfuetandignodelaestimaciónenqueletuvimossiempreyconlaquenoscorrespondía?Aúnfueayer,cuandoconelpieenelsepulcro,nostendió

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porúltimavezsumanoyhablamosdelascosasquedetantotiempoatrás,noseran queridas —la patria gallega y la poesía que había encantado sus horassolitarias—.Sabíaélquelamuertelehabíayatocadoconsudedo,masnoporeso secreíadel tododesligadode la tierra,quenopensaseen supaísyno sedoliesedelosinfortuniosajenos;¡élqueloshabíaconocidotangrandes!

Duerme,duermeenpazmibuenamigo,tuhijosiguelasendaqueletrazastecon el ejemplo de una vida honrada como pocas. Tu hijo recoge para ti loslaurelesquepudisteceñirteydesdeñastecontentocontudichosamedianía.¡Sitúpudierasverlo!

Nobleza obliga. El autor deFEMENINAS lo sabe bien.Descendiente de unagloriosafamilia,enlacual loilustredelasangre,nofueestorbo,antesacicateque les llevaba a las grandes empresas, tiene un doble deber que cumplir.Deantiguo contó su casa grandes capitanes, y notables hombres de ciencia yliteratura,gloriayorgullodeestapobreGalicia.Senecesitapues,quecontinúelanointerrumpidatradición,yquecomolossuyosañadaunahojamásdelaurelalacoronadelapatria.Yyoennombredesupadre,lodigo:¡Hijomío,cumpletusdestinosyquelashorasqueteesperan,teseanpropicias!

M.MURGUÍA.

Coruña,noviembrede1894.

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«ELACONDESADECELA

SPÉRAME esta tarde». No decía más el fragante y blasonadoplieguecillo.

Aquiles, de muy buen humor, empezó a pasearse canturreando una jotazarzuelesca, popularizada por todos los organillos de España; luego quedoserepentinamenteserio,mientrasseatusabaelbigoteanteelespejorotodeungranarmariodenogal.¿Porqué leescribiríaella tan lacónicamente?Hacíaalgunosdías que Aquiles tenía el presentimiento de una gran desgracia; creía habernotado cierta frialdad, cierto retraimiento.Quizá todo ello fuesen figuracionessuyas: pero él no podía vivir tranquilo. Aquiles Calderón era un muchachoamericano,quehabíasalidomuyjovendesupatriaconobjetodeestudiarenlauniversidadespañoladeBrumosa,dondealcabodelosañosmil,continuabasinhaber terminadoningunacarrera.Enlosprimeros tiemposderrocharacomounpríncipe, mas parece ser que su familia se arruinara años después en unarevolución,yahoravivíadelagraciadeDios.Peroalverlehacereltenorioenlasesquinas,ypasear lascallesdesde lamañanahasta lanocherequebrandoalasniñeras,ypidiéndolesnuevasdesusseñoras,nadieadivinaría las torturasaque se hallaba sometido su ingenio de estudiante tronado y calavera que cadamañanaycadanoche,teníaqueinventarunnuevoarbitrioparapoderbandearse.AquilesCalderónteníalaalegríadesesperadayelgracejoamargodelosartistasbohemios;porlodemáseraentodounsimpáticomuchacho.Sucabezaairosaeinquietamáscorrespondíaaltipocriolloquealespañol;elpeloeraindómitoyrizoso;losojosnegrísimos;latezjuvenilymelada;todaslasfaccionessensualesymovibles;lasmejillascongrandesplanos,comoesosidolillosaztecastalladosenobsidiana.Erahermoso,conhermosuramagníficadecachorrodeTerranova;una de esas caras expresivas ymorenas que se ven en losmuelles, y parecenaculotadas en largas navegaciones trasatlánticas, por regiones de sol. Estabaimpaciente,yparadistraerse,tamborileabaconlosdedoselhimnomexicano,en

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los cristales de la ventana que le servía de atalaya. De pronto enderezoseexaminandoconavidez lacalle,arrojóelcigarroy fueaecharsesobreel sofáaparentandodormir.

Tardópocoenoírseel rocedeunacoladesedadesplegadaenelcorredor.Pulsaron desde fuera ligeramente y no contestó. Entonces la puerta se abrióapenas,yunacabecitademujer,deesascabezasrubiasydelicadasenquehaceluzysombraelvelillomoteadodeunsombrero,asomósonriendo,escudriñandoel interiorconalegresojosdepajarilloparlero. Juzgódormidoalestudiante,yacercóseleandandodepuntillas,mordiéndoseloslabiosderisa.

—¡Asíseesperaaunaseñora,borricote!Ylepasólapieldelmanguitoporlacara,contanfino,tanintensocosquilleo

que le obligó a levantarse riendo nerviosamente. Entonces la gentil visitantesentósele con estudiada monería en las rodillas, y empezó a atusarle con suslindosdedos,lasguíasdelbigotejuvenilyfanfarrón.

—¡ConquenoharecibidomiepístolaelseñorDonAquiles!—¡Cómono!¡Puessiteesperaba!—¡Durmiendo! ¡Ay,hijo, loquevade tiempos!…Mira tú,yo tambiénme

habíaolvidadodevenir,meacordéenlacatedral.—¿Rezando?—Sí,rezando;metentóeldiablo.Hizounmohín;yconarrumacosdegatitamimadaselevantódelasrodillas

delestudiante.—¡Carambola!Notienesmásquehuesos;laatraviesasauna.—Esraro,conesabalumbadecosasquetraesencima,nodebíapasarteun

cañón.—Cállateembustero;biensabesquetodoesmío;antesyononecesito…Hablabacolocadadelantedelespejo,ahuecándoselosplieguesdelafalda.—Venacágalante:quítameelsombrero,ycolócaloahídondenosemanche,

porqueaquíhaypolvodecienaños.Aquilesacercoseconaquelladejadezdeperdido,queélexagerabaunpoco,

yledesatólasbridasdelacapotitadeterciopeloverde,anudadasgraciosamentebajolabarbetadeesculturaclásica,pulida,redondayhastaunpocofríacomoelmármol.Laotra,siempresonriendo,levantólafaz,yjuntandoloslabios,rojosyapeteciblescomolasprimerascerezas,alzoseenlapuntadelospies.

—Beseusted,caballero.El estudiante besó, con un beso largo, sensual y alegre, como prenda de

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amorosajuventud.Erapordemásextrañoelcontrastequehacíanlacondesayelestudiante.Ella

llena de gracia, vestida con natural sencillez; trascendiendo de sus cabellosrubios, y de su carne fresca y rosada como manzana sanjuanera, grato yvoluptuosoolorde esencias elegantes; deshilachandocon esa inconscienciadelas damas ricas los encajes de un pañolito de batista; Aquiles envuelto en ungabancillo blanquizco, que se caía de puro viejo; las manos hundidas en losbolsillos;ylacolillaadheridaallabiocomomolusco.Lotronadodesupergeño;laexpresiónensoñadoradesusojos;yelnegroyluengocabello,quepeinabaentrova,dábanlegransemejanzaconaquellosartistasapasionadosybohemiosdelageneraciónromántica.PeroenBrumosanadieparabamientesencontrastetal.DelmismojaezhabíansidotodoslosamoresdelacondesadeCela.¡LapobreJuliateníalacabezaacomponeryuncorazóndecofradía!Antesqueconaquelestudiante diera mucho que hablar con el hermano de su doncella; unmuchachote toscoyencogido,queacababadeordenarsedemisa,yera lamásraravisióndeclérigoquepudosalirdeseminarioalguno.Habíaqueverle,conelmanteo amedia pierna; la sotana verdosa enredándosele al andar; los zapatosclaveteados;elsombrerodecanalmetidohastalasorejas;sentándoseenelbordedelassillas;caminandoagrandestrancosconmovimientodesmañadoytorpe.Ysin embargo la condesa le había amadoalgún tiempo, con ese amor curiosoyávidoqueinspiranaciertasmujereslasjóvenescabezastonsuradas.Nopodían,pues,causarextrañezasusrelacionesconAquilesCalderón,lascuales,sintenerlarga fecha,habíancomenzadoen los tiemposprósperosdel joven.Más tarde,cuando llegaron los días sin sol, Aquiles, que era muy orgulloso, quisoterminarlasbruscamente,perolacondesaseopuso;lloróabrazadaaél,jurandoque taldesgracia losuníaconnuevo lazomás fuertequeningúnotro.Durantealgún tiempo, tomó ella en serio su papel. A pesar de ser casada creía haberrecibido de Dios la dulce misión de consolar al estudiante. Entonces hizomuchaslocurasydioquehablaratodaBrumosa,perosecansópronto.

Traveseando como chicuela aturdida, rodea la cintura de su amante, y leobligaadarunavueltadevalspor la sala.Sin soltarse, sedejancaer sobreelsofá: Aquiles, haciéndose el sentimental, empieza a reprocharle sus largasausenciasqueniauntienenladisculpadequererguardarelsecretodeaquellosamores.¡Ay,eranveleidadesdecoquetaúnicamente!Ellasehabíaencasquetadounfezargelinoqueestabasobreelsofá,ysonríecomomujerdecarácterplácido

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que entiende la vida y sabe tomar las cosas cual se debe. Aquiles habla y sequeja con simulada frialdad; con ese acento extraño de los enamorados quesienten muy honda la pasión y procuran ocultarla como vergonzosa laceria;resabio casi siempre de toda infancia pobre de caricias, amargada por unasensibilidadexquisita,queeslamásfunestadelasprecocidades.Lacondesaleescuchadistraída,ajustándoseelgorro,poniéndoselounasvecesdefrente,otrasde soslayo, sinestarsequieta jamás;porúltimo, cansadadeoírle se levanta,ycomienzaapasearseporlasalaconlasmanoscruzadasalaespaldayelairedecolegialaburrido.Aquilesseindigna:¡Paraeso,soloparaesosehapasadotodalatardeesperándola!Ellasevuelvesonriente.

—¡Y acaso yo he venido a oírte sermonear! No comprendes que bastantedisgustadaestoy…

—¡Tú!—Sí,yo,quesientolaspenasdelosdos;lastuyasylasmías…Perocomo

mevesamableyrisueñacontodoelmundo,tefiguras…Ylomismoquetúlosdemás…

Deja de hablar, contrariada por la sonrisa incrédula de su amante; luegoclavando en él los ojos claros, y unpocodescaradillos como toda su persona,añadeirónicamente:

—Desengáñate,rapaz,lasaparienciasengañanmucho.¿Quiénviéndoteatipodrásospecharniremotamentelaspenuriasquepasas?

—Pues, hija, el que tenga ojos. Esta vitola no creo que pueda engañar anadie.

Aunque herido en su orgullo, el bohemio sonríe atusándose el bigote,mostrandolosdientesblancoscomolosdeunnegro.Lacondesaríetambién.

—¡Cállate sinvergüenza! La verdad, yo no sé cómo he podido quererte,porqueeres¡feo,feo,feo!…

YsemejanteaFlirt,sulindogalguilloinglés,muerdejugueteandounadelasmanos del estudiante,mano de hombre, fina,morena, y varonilmente velluda.Deprontoselevantaexclamando:

—¿Ymimanguito?Búscanlepor todos los rincones sin resultado,hastaqueAquilesda con él

bajounasillacargadadelibros;quierelimpiarlo,ylacondesaseloarrebatadelasmanos.

—Trae,trae.Aquítienesloquemehahechovenir.Ysacaunpapeldobladodeentreeltibioyperfumadoaforrodelapiel.

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—¿Quéesello?—Unacartaevangélica;cartademimarido.Dicequeperdonacontaldeno

darescándaloalmundo,ymalejemploanuestroshijos.Por el tono de la condesa es difícil saber qué impresión le ha causado la

carta.Aquiles,sindejardeatusarseelbigote,hacíarodarsusnegrasybrillantespupilasdecriollo.

—Puesdecididamente,Julia,tumaridonomoriráatorado.—¿Porqué?—Phs…Porquesetienelasgrandestragaderas.Y ríe, con aquella risa silbada que rebosa amarga burlería. La condesa un

poco colorada hace dobleces al papel. El estudiante, aparentando indiferencia,pregunta:

—¿Ybien,túquehasresuelto?—Ya sabesqueyono tengovoluntad.Consulté conmihermano Jacoboy

dicequedebo…—¿Perobueno,tú?LaactituddeAquilesestranquila;elgestoentreirónicoydesdeñoso;perola

voz,loqueeslavoztiemblaunpoco.Atodoesto,lacondesabajalacabezayparecedudosa.Alláensuhogartodolainstaaromper;lasamonestacionesdesumadre,elamordeloshijos,y,sinqueellasedécuenta,ciertosrecuerdosdelavida conyugal, que tras dos años de separación la arrastran otra vez hacia sumarido, un buenmozo que la hiciera feliz en los albores del noviazgo.Y sinembargo,duda.Sientesuánimoysuresoluciónflaquearenpresenciadelpobremuchacho que tan enamorado se muestra. Pero si a un momento duélese deabandonarle, y comomujer le compadece, a otromomento hácese cargos a símisma, pensando que es realmente absurdo sentirse conmovida y arrastradahacia aquel bohemio, precisamente cuando va a reunirse con el conde. Piensaque si es débil, y no se decide a romper deunavez, hallarasemásquenuncaligada a Aquiles, sujeta a sus tiranías, y expuesta a sus atolondramientos. Yentonceselúnicoafándelacondesaesdejaralestudianteenlavagacreenciadequesusamoresseinterrumpenperonoacaban.Obraasíllevadadeciertaseñorilrepugnancia que siente por todos los sentimentalismos ruidosos, los cualesjuzgabasiempreplebeyos;ysuinstintodecoquetanolemuestramejorcaminopara huir la dolorosa explicaciónquepresiente.Ella no aventura nada: apenaslleguesumarido,iraseaMadrid,pueselcondeaborrecelaprovincia,yalvolverporBrumosa,despuésdeseisosietemeses,quizádeunaño,AquilesCalderón,

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siaúnnohaolvidado,loaparentaráalmenos.No diera nunca la condesa gran importancia a los negocios del corazón.

Desdemuchoantesdelosquinceaños,comenzaraladinastíadesusnoviosqueerandestronadosalosochodías,sinlágrimasnisuspiros,verdaderosnoviosdequita y pon. Aquella cabecita rubia, aborrecía la tristeza, con un epicureísmogracioso y distinguido que apenas se cuidaba de ocultar. No quería que laslágrimasborrasenlapintadasombradelosojos.Eraelegoísmopaganodeunanaturalezafemeninaypococristianaqueseabroquelacontralasnegrastristezasdelavida.Momentosantes,mientrassubíalosochentaescalonesdelcuartodeAquiles, no podía menos de cavilar en lo que ella llamaba «la rotura de lavajilla».Conformeibahaciéndosevieja,aborrecíaestasescenas,tantocomolashabía amado en otro tiempo.Tenía raro placer en conservar la amistad de susamantes antiguos, y guardarles un rinconcito en el corazón. No lo hacía pormiedo ni coquetería, sino por gustar el calor singular de estas afecciones deseducción extraña, cuyo origen vedado la encantaba, y en torno de las cualespercibía algo de la galantería íntima y familiar, de aquellos linajudosprovincianos,queaunalcanzaraaconocerdeniña.Lacondesaaspirabatodaslasnochesensutertulia,alladodealgúnexadoradorquehabíaenvejecidomuchomásaprisaqueella,esteperfumelejanoysuave,comoelqueexhalanlasfloressecas—reliquiasdeamorosodevaneo,conservadaslargosañosentrelaspáginasdealgúnlibrodeversos—.Ysinembargo,enaquelmomentosupremo,cuandounnuevoamantecaíaen la fosa,no sevio libredeese sentimiento femenino,que trueca la caricia en arañazo; esa crueldad, de que aun las mujeres máspiadosassuelendarmuestraenlosrompimientosamorosos.Fruncidoelarcodesulindoceño;contemplandolasuñasrosadasymenudasdesumano,dejócaerlentamenteestaspalabras:

—No te incomodes Aquiles: considera que a la pobre mamá le doy unverdaderoalegrón:Yotampocohedichoqueatinotequiera;lapruebaestáenquehevenidoaconsultarte;peropartiendodemimaridolainsinuación,nohayyaningúnmotivodedelicadezaquemeimpida…¿Atiquéteparece?

Aquiles, que en ocasiones llegaba a grandes extremos de violencia, selevantópálidoytrémulo,lavozembargadaporlacólera.

—¿Quémepareceamí?¡Amí!¡Amí!¿Ymelopreguntas?¡Esoespropiodeunamujerzuela!

Lacondesahumillólafrenteconsumisióndemártirenamorada.—¡Ahorainsúltame,Aquiles!

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—Todavíanotedigoloquemereces.¿Quéhaspensadoqueerayo?El estudiante estaba hermoso. Los ojos vibrantes de despecho; la mejilla

pálida; la ojera ahondada; el cabello revuelto sobre la frente, que una venaabultadaynegradividíaamododetiznesatánico.

Aquiles Calderón, que era un poco loco, sentía por la condesa esa pasiónvehemente,conresabiosgrandesdeanimalidad,queexperimentanloshombresfuertes,lasnaturalezasprimitivascuandolleganaamar;pasióncombinadaenelbohemioconotrosentimientomuysutil,desensualismopsíquicosatisfecho.Lasatisfaccióndelasnaturalezasfinascondenadasavivirentrelaplebe,yconocerúnicamentehembrasdegermanía,cuando,poracaso,labuenasuertelesdeparauna dama de honradez relativa. El bohemio había tenido esta rara fortuna. Lacondesa de Cela, aunque liviana, era una señora; tenía viveza de ingenio; ysentíaelamorenlosnervios,yunpocotambiénenelalma.

Helaallí,lacabezaobstinadamentebaja,yellabioinferiorentrelosdientes.La condesa juega con una de sus pulseras y parece dudosa entre hablar ocallarse.No pasan inadvertidas paraAquiles vacilaciones tales, pero guárdasebiendehacerleningunapregunta.Suvidriosasusceptibilidaddepobreleimpideser el primero en hablar.Nada, nada que sea humillante. ¡Aquel bohemio quedebedineroatodaBrumosasinpensarnuncaenpagarlo;aquelgranarrancadohechoabatirsecontodolinajedeusureros,yaimplorarplazosymásplazosatruequedehumillacionessincuento,considerahartovergonzoso,implorardelacondesaunpocodeamor!

Ella, más débil o más artera, fue quien primero rompió el silencio,preguntandoenmuydulcevoz:

—¿Hashecholoquetepedí,Aquiles?¿Tienesaquímiscartas?Aquiles la miró con dureza, sin dignarse responder; pero como su amiga

siguieseinterrogándoleconlaactitudyconelgesto,gritósinpodercontenerse:—¡Donosaocurrencia!¿Puesdóndehabíadetenerlas?Lacondesaenderézaseensuasiento,ofendidaporeltonodelestudiante:por

unmomento,parecióqueibaareplicarconigualaltanería;peroenvezdeesto,sonríeechando lacabeza sobreelhombro,enunaactitud llenadegracia.Así,medio de soslayo, estúvose buen rato contemplando al bohemio, guiñados losojos,yderramadaportodaslasfaccionesunaexpresióndefinísimapicardía.

—Puesmira,Aquiles,nodebíasincomodarte.Hizo una pausamuy intencionada; y sin dejar de dar a la voz inflexiones

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dulcesañadió:—Bien podían estarmis cartas en Peñaranda. ¡Nada tendría de particular!

Vamosaver¿endóndeestánelrelojylassortijas?SieldíamenospensadovasasercapazdecitarmeenelMontedePiedad.Peroyonoiré,¡quia!,correríaelpeligrodequedarmeallí.

Aquilestuvoelbuengustodenocontestar:abrióelcajóndeunacómoda,ysacó varios manojos de cartas atados con listones de seda. Estaba tanemocionado que sus manos temblaban al desatarlos; hizo entre los dedos unovilloconaquelloscintajos,ylostirólejosaunrincón.

—Aquítienes.Lacondesaseacercóunpococonmovida.—Debíassermásrazonable,Aquiles;enlavidahayexigenciasalascuales

es preciso doblegarse. Yo no quisiera que concluyéramos así; esperaba quefuésemos siemprebuenos amigos;mehacía la ilusióndeque aun cuandoestoacabase…

Seenjugóunalágrima,yenvozmuchomásbajaañadió:—¡Haytantascosasquenoesposibleolvidar!Calló,esperandoenvanoalgunarespuesta:Aquilesnotuvoparaella,niuna

mirada,niunapalabra,niungesto.La condesa se quitó los guantesmuy lentamente, y comenzó a repasar las

cartas que su amante había conservado en los sobres con religioso cuidado.Después de unmomento, sin levantar los ojos, y con visible esfuerzo llegó adecir:

—Yoaquienquieroesati,ynunca,nunca,teabandonaríaporotrohombre;perocuandounamujeresmadre,precisoesquesepasacrificarseporsushijos.Elreunirmeconmimaridoeraunacosaqueteníaqueser.Yonomeatrevíaadecírtelo; te hacía indicaciones, y me desesperaba al ver que no mecomprendías…Hoymimadrelosabetodo,¿voyadejarlamorirdepena?

Cada palabra de la condesa era una nueva herida que inferían al pobreamanteaquelloslabiosadorados,pero,¡ay!,tanimprudentes;llenosdedulzurasparaelplacer;hojasderosaalbesarlacarne,yamargoscomolahiel,durosyfríos como los de una estatua, para aquel triste corazón, tan lleno de neblinasdelicadasypoéticas.Habíaseellaaproximadoalalumbre,yquemabalascartasunaauna, congran lentitud,viéndolas retorcerseenel fuego, cual si aquellosrenglonesdeletradesigualyfelina,apretadosdepalabrasexpresivas,ardorosas,palpitantes, que prometían amor eterno, fuesen capaces de sentir dolor. Con

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ciertamelancolíavaga,inconsciente,parecidaalaqueproduceelatardecerdeldía,observabacómoalgunaschispas,brillantesytenues,cualesaslucecitasqueen las leyendas místicas son ánimas en pena, iban a posarse en el pelo delestudiante,dondetardabanunmomentoenapagarse.Consideraba,conalgoderemordimiento, que nunca debiera haber quemado las cartas en presencia delpobremuchacho,quetanapenadosemostraba.¿Peroquéhacer?¿Cómovolvercon ellas a su casa, al lado de sumadre, que esperaba ansiosa el término deentrevistatal?Parecíalequeaquellosplieguecillos,perfumadoscomoelcuerpodeunamujergalante,mancharíanlapurezadelaachacosaviejecita,cualsifueseunavirgendequinceaños.

Aquiles, mudo, insensible a todo, miraba fijamente ante sí con ojosextraviados. Y allá, en el fondo de las pupilas cargadas de tristeza, bailabanalegremente las llamitas deoro, que, poco a poco, iban consumiendo el únicotesoro del bohemio. La condesa se enjugó los ojos; y afanosa por ahogar loslatidosdesucorazóndemujercompasiva,arrojódeunaveztodaslascartasalfuego.

Aquilesselevantótemblando.—¿Porquémelasarrebatas?¡Déjamesiquieraalgoqueterecuerde!Surostroteníaenaquelinstanteunaexpresióndesufrimientoaterradora.Los

ojos se conservaban secos, pero el labio temblaba bajo el retorcido bigotejo,comoeldeunniñoquevaaestallarensollozos.Desatalentado, loco,sacódelfuegolascartas,quelevantaronunallamatristeenmediodelavagaobscuridadqueempezabaainvadirlasala.

Lacondesalanzóungrito:—¡Ay!¿Tehabrásquemado?¡Diosmío,quélocura!Yleexaminabalasmanossindejarderepetir:—¡Quélocura!¡Quélocura!Aquiles,cadavezmássombrío,inclinosepararecogerlascartas,que,caídas

alospiesdeladamasehabíansalvadodelfuego.Ellalemiróhacer,muypáliday con los ojos húmedos.La inesperada resistencia del estudiante, todavíamásadivinadaquesentida,conmovíalahondamente;faltábalevalorparaabriraquellaherida,paraproduciraqueldolordesconocido.Suegoísmofaltoderesolución,sumíalaengravesvacilacionessindejarlasercruelnigenerosa.Apoyadaenlachimenea retorciendo una punta del pañolito de encajes, murmuró en vozafectuosayconciliadora:

—Yo te dejaría esas cartas…Sí, te las dejaría… Pero, ¡ay!, reflexiona de

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cuántosdisgustospuedenserorigensisepierden.¿Dime,dimetúmismosinoesunalocura?

La condesa no ponía en duda la caballerosidad deAquiles, ¡muy lejos deeso!Perotampocopodíamenosdereconocerqueeraunacabezasinatadero;unverdaderobohemio.¿Cuántasvecesnohabíaellaintentadohacerleentrarenunavida de orden? Y todo inútil. Aquel muchacho era una especie de salvajecivilizado; se reía de los consejos, enseñando unos dientes muy blancos, ycontestababromeando,sosteniendoqueteníasangrearaucanaenlasvenas.

Élinsistíaconpalabrasmuytiernasyunpocopoéticas.—Esascartas,Julia,sonunperfumedetualma;elúnicoconsueloquetendré

cuando te hayas ido. Me estremezco al pensar en la soledad que me espera.¡Soledaddelalmaqueeslamáshorrible!Hacemuchotiempoquemisideassonnegrascomosimehubiesenpasadoporelcerebrograndesbrochazosde tinta.Todoamiladosederrumba,todomefalta…

Susurraba estas quejas al oído de la condesa, inclinado sobre el sillón,besándole loscabellosconapasionamiento infinito.Sentíaen todasucarneunestremecimientosuavealposarloslabiosydeslizarlossobrelashebrasrubiasysedeñas.

—¡Déjamelas!¡Sonyatanpocaslasquequedan!Haréconellasunlibro,yleeréunacartatodoslosdíascomosifuesenoraciones.

La condesa suspira y calla. Había ido allí dispuesta a rescatar sus cartas,cediendoenelloaajenassugestiones;creyendoquelascosassearreglaríanmuyde otro modo, conforme a la experiencia que de parecidos lances tenía. NosospecharanuncatantoamorporpartedeAquiles;yalverlaheridaabiertadepronto en aquel corazón que era todo suyo, permanecía sorprendida yacobardada,sinosarinsistir;trémulacomosiviesesangreensuspropiasmanos.Ante dolor tan sincero, sentía el respeto supersticioso que inspiran las cosassagradas,aunaloscorazonesmásfaltosdefe.

Por demás es advertir que no estaba la condesa locamente enamorada deAquiles Calderón; pero queríale a su modo, con esa atractiva simpatía deltemperamento,que tantasmujeres experimentanpor loshombres fuertes—losbuenosmozosquenoempalagan,delañejodecirfemenino—.Noleabandonabanihastiada,niarrepentida.Perolacondesadeseabavivirenpazconsumadre:unabuenaseñoraderigidezfranciscanaquehablabaatodashorasdelinfierno,yteníaporcosanefandalosamoresdesuhija,conaquelestudiantesincreencias,

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libertinoymasón,aquienDios,parahumillartantasoberbia,teníasumidoenlamiseria.

Eralagentilcondesa,decondicióntornadizaydébil,sinambicionesdeamorromántico,nivehemenciaspasionales;pormaneraqueenlosafectosdelhogar,impuestos por la educación y la costumbre, había hallado siempre cuantonecesitar podía su sensibilidad reposada y plebeya. El corazón de la dama nohabíasufridoesaprofundametamorfosisqueenlasnaturalezasapasionadas,seobraconelprimeramor.Desconocíalastristesvaguedadesdelaadolescencia.Apesar de frecuentar la catedral como todas las damas linajudas de Brumosa,jamáshabíagustadoelencantodelosrinconesobscurosymisteriosos,dondeelalma tan fácilmente se envuelve en ondas de ternura, y languidece de amormístico.Eternaysacrílegapreparaciónparacaermástardeenbrazosdelhombretentador, y hacer del amor humano, y de la forma plástica del amante, cultogentílicoyúnicodestinodelavida.Mercedanohabersentidoestascrisisdelapasión,quesolodejanescombrosenelalma,pudolacondesadeCelaconservarsiempre por sumadre igual veneración que de niña; afección cristiana, tierna,sumisa, y hasta un poco supersticiosa. Para ella, todos los amantes habíanmerecidopuestoinferioralcariñotradicional,yuntantoficticio,quesesuponenacidodeocultoslazosdelasangre.

Peroeralacondesa,sinosentimental,mujerdecorazónfrancoyburgués,yno podíamenos de hallar hermosa la actitud de su amante, implorando comosupremofavorlaposesióndeaquellascartas.Olvidabacómolashabíaescritoenlastardeslluviosasdeuninviernoinacabable,pereciendodetedio,mordiendoelmangodelapluma,ypreguntándoseacadainstantequélediría.Cartasdeunafraseologíatrivialygárrula;dondetodoeraoropel,comoelheráldicotimbredelos plieguecillos embusteros, henchidos de zalamerías livianas; sin nadaverdaderamente tierno, vívido, de alma a alma. Pero entonces, contagiada delromanticismo de Aquiles, hacíase la ilusión de que todas aquellas patas demoscalastrazarasuspirandodeamor.

Condoslágrimasdetenidasenelbordedelospárpados,ybelloymajestuosoelgesto,quelahabitual ligerezadeladamahacíaunpocoteatral,sevolvióalestudiante:

—Sea, ¡yono tengovalorparanegártelas! ¡Guarda,Aquiles,esascartas,yconellas,elrecuerdodeestapobremujerquetehaqueridotanto!

Aquiles, que hasta entonces las había conservado,movió la cabeza e hizoademán de devolvérselas. Con los ojos fijos miraba la nieve que azotaba los

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cristales,enloquecido,peroresueltoanoescuchar.Yella,aquienelsilencioerapenoso, se cubrió el rostro llorando, con el llanto nervioso de las actrices.Lágrimasestéticasquecarecendeamargura,ysondeliciosascomoesedelicadotemblorcilloquesobrecogealespectadorenlatragedia.

Aquiles inclinó la cabeza, hasta apoyarla en las rodillas, y así permaneciólargotiempo;laespaldasacudidaporlossollozos.Ella,vacilando,contimidezdemujerenamorada,fueasentarseasuladoenelbrazodelcanapéylepasólamano por los cabellos negros y rizosos. Enderezose élmuy poco a poco y lerodeóel tallesuspirando,atrayéndolaasí,buscandoelhombroparareclinarlafrente.La condesa siguió acariciando aquellos hermosos cabellos, sin cuidarsede enjugar las lágrimas que, lentas y silenciosas como gotas de lluvia que sedeslizanporlasmejillasdeunaestatua,rodabanporsupálidafazycaíansobrela cabeza del estudiante, el cual abatido y comoolvidado de sí propio apenasentendíalasfrasesquelacondesasuspiraba.

—Nomehascomprendido,Aquilesmío.Siunmomentoquiseponer finanuestrosamores,nofueporquehubiesedejadodequererte;quizátequeríamásquenunca;peroyameconoces…Yonotengocarácter:túmismodicesqueseme gobierna por un cabello. Ya sé que debí haberme defendido; pero estabacelosa,¡mehabíandichotantascosas!…

Hablaba animada por la pasión. Su acento era insinuante; sus cariciascargadasdefluido,comolapieldeungatonegro.SentíalatentacióncaprichosayenervantedecansarelplacerenbrazosdeAquiles.Enaquelladesesperaciónhallaba promesas de nuevos y desconocidos transportes pasionales; de unconvulsivo languidecer, epiléptico como el del león, y suave como el de latórtola. Colocó sobre su seno la cabeza de Aquiles, ciñola con las manosenlazadasymurmuróenvozimperceptible:

—¿Nomecrees,verdad?¡Esmuycruelquelomismolaquemiente,quelaquehablacontodaelalma,hayandeemplearlasmismaspalabras,losmismosjuramentos!…

Y le besaba prodigándole cuantas caricias apasionadas conocía:refinamientosque,unavezgustados,hacenaborrecibleladoncellaignorante.

Sin fuerza para resistir el poder de aquellos halagos, Aquiles la besócobardemente en el cuello blanco y terso comoplumaje de cisne.Entonces lacondesaselevantóysonriendoatravésdesuslágrimasconsonrisadebacante,arrastroleporunamanohastalaalcoba.Élintentóresistirperonopudo.Quisieravengarse despreciándola, ahora, que tan humilde se le ofrecía; pero era

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demasiado joven para no sentir la tentación, y poco cristiano su espíritu paratriunfarentalescombates;yhubodeseguirla,bienqueaparentandounafrialdaddesdeñosa,enquelacondesacreíamuypoco.Actitudfalsayllenadesoberbia,conqueaspirabaaencubrirloqueasímismosereprochabacomounacobardía,ynoeramásqueelencantomisteriosodelossentidos.

Alencontrarseenbrazosdesuamante,lacondesatuvootracrisisdellanto;perollantoseco,nervioso,cuyossollozosteníannotasextrañasderisahistérica.SiAquilesCalderón tuviese ladolorosamanía analista, quepuso lapistola enmanos de su gran amigo Pedro Pondal, hubiese comprendido con horror queaquellas lágrimas que en su exaltación ansiaba beber en las mejillas de lacondesa,noerandearrepentimiento,sinodeamorososensualismo,ysabríaqueentalesmomentosnofaltananingunamujer.

En la vaga obscuridad de la alcoba, unidas sus cabezas sobre la blancaalmohada,sehablabanenvozbaja,coneseacentosugestivoymisteriosodelasconfesiones, que establece entre las almas, corrientes de intimidad y amor.Lacondesa suspiraba, presentándose como víctima de la tiranía del hogar. Ellahabía cedido a las sugestiones maternales; faltárale entereza para desoír losconsejosdeaquellos labiosque labesabanconamor; cuyaspalabrasmanabandulces, suaves, persuasivas, conperfumede virtud, como aguas de una fuentemilagrosa. Pero ahora no habría poder humano capaz de separarlos;morirían,así,elunoenbrazosdelotro.Ycomoelrecuerdodesumadrenolaabandonase,añadióconzalamería,poniendosobreelpechodesnudo,unamanodeAquiles:

—Guardaremosaquínuestrosecreto,ynadiesabránada,¿verdad?Aquileslamiróintensamente.—¡Perotumadre!—Mimadretampoco.Elbigotejoretorcidoygalándelestudianteesbozóunasonrisacruel.Aquiles aborrecía con todo su ser a la madre de la condesa. En aquel

momentoparecíaleverla recostadaenelmonumentalcanapédedamasco rojo,conestampadoschinescos;unodeesosmueblesarcaicos,quetodavíasevenenlascasasdeabolengo,yparecenconservarensusedalabradayensusmolduraslustrosas,algodelrespetoydelaseveridadengoladadelosantiguoslinajes.Sela imaginaba hablando con espíritu mundano, de rezos, de canónigos y deprelados; luciendolosrestosdesuhermosuradeshecha;unagordurablancadevieja enamoradiza. Creía notar elmovimiento de los labios, todavía frescos ysensualesqueofrecían rarocontrastecon laspupilas inmóviles,casiciegas,de

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un verde neutro y sospechoso de mar revuelto. Encontraba antipática aquellavejezsinarrugas,queaúnparecíaquererhablaralossentidos.

Elestudiante recordó lasmurmuracionesdeBrumosay tuvodeprontounaintuicióncruel.Paraquelacondesanohuyesedesulado,bastaríalederribaralaanciana del dorado camarín donde el respeto y la credulidad de su hija lamiraban;yarrastradoporundobleanhelodeamorydevenganza,noretrocedióantelaideadedescubrirtodoelpasadodelamadrealahijaqueadorabaenella.

—¡Parecesunaniña, Julia!Nocomprendo, ni ese respeto fanático, ni esostemores.Tumadre aparentará que se horroriza, ¡es natural!Pero seguramente,cuando tuvo tus años, haría lo mismo que tú haces. ¡Solo que las mujeresolvidáistanfácilmente!…

—¡Aquiles!¡Aquiles,noseascanallita!…¡Paraquetúpuedashablardemimadrenecesitasvolveranacer!¡Sihaysantas,ellaesuna!…

—Noriñamoshija.Perotambiéntúpuedessercanonizada.Figúratequeyomemuero;quetútearrepientes…¿NohayenElAñoCristianoalgunahistoriaparecida?Atumadrequeloleetodoslosdíasdebespreguntárselo.

Lacondesaleinterrumpió:—Notienesparaquénombraramimadre.—¡Bueno!Cuandolacanonicenaellayahabrálahistoriaquebuscamos.La condesa medio enloquecida se arrojó del lecho; pero él no sintió

compasión ni aun viéndola en medio de la estancia; los rubios cabellosdestrenzados, lívidas las mejillas que humedecía el llanto; recogiendo, conexpresión de suprema angustia, la camisa sobre los senos desnudos. Aquilessentíaesacólerabrutal,queenalgunoshombressedespiertaantelasdesnudecesfemeninas.Conclarividenciasatánica,veíacuáleralapartemásdolorosadelainfelizmujer,yallí,heríasinpiedad,consañudosarcasmo.

—¡Julia!¡Julita!Tambiéntushijosdiránmañanaquetúhassidounasanta.Reconozcoquetumadresupoelegirmejorquetúsusamantes.¿Sabescómolallamabanhaceveinteaños?¡Lacanóniga,hija!¡Lacanóniga!

Lacondesahorrorizadahuyódelaalcoba.AuncuandoAquilestardómuchoen seguirla, la halló todavía desnuda, gimiendo monótonamente, con la caraentrelasmanos.Alsentirle,incorporosevivamenteyempezóavestirse,serenayestoica ya. Cuando estuvo dispuesta para marcharse, el estudiante trató dedetenerla.Ellaretrocedióconhorror,mirándoledefrente.

—¡Déjemeusted!Y con el brazo siempre extendido, como para impedir el contacto del

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hombre,pronunciólentamente:—¡Ahoratodo,todohaconcluidoentrenosotros!Hahechousteddemíuna

mujerhonrada.¡Loseré!¡Loseré!¡Pobreshijasmíassimañanalasavergüenzandiciéndolesdesumadre,loqueustedacabadedecirmedelamía!…

Elacentodeaquellamujereraalaveztantristeytansincero,queAquilesCalderón,nodudóque laperdía. ¡Ysinembargo, lamiradaqueella ledirigiódesdelapuerta,alalejarseparasiempre,nofuedeodio,sinodeamor!…

Veracruz,enerode1893.

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LTULAVARONA

OSperrosdecazaibanyveníanconcarreraslocas,avizorandolasmatas,horadando los huecos zarzales, ymetiéndose por los campos de centeno

conalegríaruidosademuchachos.RamiroMendoza,cansadodehaberandadotodoeldíaporcuetosyvericuetos,apenasponíacuidadoentalesretozos:conlaescopetaalhombro,laspolainasblancasdepolvo,yelanchosombrerazoenlamano,paraqueelaire lerefrescaselaasoleadacabeza,regresabaaVilla-Julia,dedondehabíasalidomuydemañana.Elduquesito,comollamabanaMendozaenelForeignerClub,eracuartooquintohijodeaquelcélebreDuquedeOrdaxquemurióhacealgunosañosenParíscompletamentearruinado.Afaltadeotropatrimonio,heredaralagentilpresenciadesupadre,unverdaderonobleespañol,quijotesco e ignorante, a quien las liviandades de una reina, dieron pasajeracelebridad.Aúnhoy,ciertamarquesadecabellosplateados—queuntiempolostuvodeoro,yfuemuybella—suelereferiralosíntimosqueacudenasutertulialoslancesdeaquellaamorosaypalatinajornada.

El duquesito caminaba despacio y con fatiga. A mitad de una cuestecillapedregosa,comooyeserodaralgunosguijarrostrassí,hubodevolverlacabeza.TulaVarona bajaba corriendo, encendidas lasmejillas, y los rizos de la frentealborotados.

—¡Eh!¡Duque!¡Duque!…¡Espereustedhombre!Yañadióalacercarse:—¡Hepasadounratohorrible!¡Figúreseusted,queunosindígenasmedicen

queandaporlosalrededoresunperrorabioso!!!Ramiroprocurótranquilizarla:—¡Bah!Noserácierto.Silofuese,creaustedqueleviviríareconocidoaese

señorperro.Altiempoquehablaba,sonreíadeesemodofatuoycortés,queesfrecuente

enlabiosaristocráticos.Quisoluegoponersugalanteríaalalcancedetodaslas

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inteligencias,yañadió:—Digoestoporquedeotromodoquizánotuviese…Ellainterrumpiolesaludandoconunacortesíaburlona:—Sí, ya sé: de otro modo, quizá no tuviese usted el alto honor de

acompañarme.Sereíaconrisahombruna,quesonabadeunmodoextrañoensupálidaboca

decriolla.Llevabapuestounsombreretedepaja,sinvelonicintajos,parecidoalosqueusanloshombres,guantesdeperfumadagamuza,yborceguíesblancos,llenos de polvo. Su cabeza era pequeña y rizada; el rostro gracioso, el talleencantador. Gastaba corto el cabello, lo cual le daba cierto aspecto alegre yjuguetón. Rehízo en elmolde de su lindo dedo los ricillos rebeldes que se leentrabanporlosojos,yañadió:

—Vengaacálaescopeta,duque.Siapareceporahíeseperro,ustednodebetirarle,escuestióndeagradecimiento.¡Antesmorir!

Riendoy loqueando tomó laescopetademanosdelduquesito,y sepusoamarcarelpaso.Susmovimientoseranmuygraciosos,perosualegría,demasiadonerviosa,resultabainquietantecomolascariciasdelosgatos.Elduquesito,quesehabíaquedadoatrás, ladesnudabacon losojos. ¡Vayaunamujer!Tenía loscontornos redondos, la líneade lascaderasondulanteyprovocativa…Elbuenmozo tuvo intenciones de cogerla por la cintura y hacer una atrocidad;afortunadamente,suentusiasmohallóabiertalaválvuladelosrequiebros:

—¡EncantadoraTula!¡Admirable!¡PareceustedDianacazadora!Tula,mediosevolvióamirarle.—¡Ay! ¡Cuantísima erudición! Yo estaba en que usted no conocía

íntimamenteotraDianaquelaartistadeParish.Eratanmalignalasonrisaqueguiñabasusnegrosojos,queelduquesito,un

pocomortificado, quiso contestar a su vez algo terriblemente irónico; pero envano escudriñó los arcanos de su magín. La frase cruel, aquella de tres filosenvenenadosquedebía clavarse en el corazónde la linda criolla, no apareció.¡Oh!¡Pobresmostachos,quéfuriosamenteosretorcieronentonceslosdedosdelduquesito!

Comocienpasos llevaríanandados,yTula,quecaminabasiempredelante,sedetuvoesperandoaMendoza:

—¡Ay!Tengoestehombromediodeshecho.Tomeustedlaescopeta.¡Esmáspesadaquesudueño!

El otro lamiró, sin abandonar la sonrisilla fatua y cortés. ¡La ironía! ¡La

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terribleironíaacababadeocurrírsele!—¡Eso!…¡Quiénsabe,Tula!Ustedaúnnomehatomadoalpeso.Yseriosonoramente,segurodequeteníaingenio.TulaVaronalecontemplóunmomentoatravésdelaspestañasentornadas.—¡Perohombre,quesolohadetenerustedcontestacionesdealmanaque!Le

he oído eso mismo cientos de veces. ¡Y la gracia está en que tiene usted lamismarespuestaparalosdossexos!

Como ibadelante,alhablarvolvía lacabeza,yamirandoalduquesito,porencimadeunhombro,yadelotro,conesosmovimientosvivosygentilesdelospájarosquebebenalsolenlosarroyos.

Deaquellamujer,desustrajesydesutrensemurmurabamuchoenVilla-Julia: Sabíase que vivía separada de su marido, y se contaba una historiaescandalosa. Cuando su doncella, una rubia inglesa, muy al cabo de ciertasintimidades,deslizóenlaorejitanacaradaymonísimadelaseñora,algo,comouneco,detalesmurmuraciones,Tulaselimitóasonreír,almismotiempoquesemiraba losdientes enel lindoespejillodemanoque tenía sobre la falda—unespejillo conmarcode oro cincelado, que también tenía su historia galante—.TulaVarona,reuníatodaslasexcentricidadesytodaslasaudaciasmundanasdelascriollasquevivenenParís:jugaba,bebíaytirabadelcigarrilloturco,conlainsinuante fanfarronería de un colegial.Al verla apoyada en el taco del billar,discutiendoenmediodeuncorrodecaballeroselefectodeunacarambola,olascondicionesdeuncaballodecarreras,nosesabíasieraunadamagenialounaaventureramuyexperta.

Delsombríocaminejodelamontaña,salieronaungranrasodecésped,enmitaddelcualhabíaunafuentecilla:rodeábanlamacizosdefloresybancosdehierro,colocadosencírculo,alafestoneadasombradealgunosálamos.Gruposdeturistasveníanosealejabanpor lacarretera.Dosjovencitas,sentadascercadelafuente,leían,comentándola,lacartadeunaamiga;algunasseñoras,pálidasydetrabajosoandar,llamabanasusmaridoscongritoslánguidos;yunaniñeraque tenía la frente llena de rizos, contestaba haciendo dengues, las bromasverdes de tres elegantes caballeretes. Se veían muchos trajes claros, muchassombrillas rojas, blancas y tornasoladas. Tula llenó en la fuente su vaso debolsillo,unamoneríadecristaldeBohemia,yloalzódesbordante:

—¡Duque,brindoporusted!

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Bebióentreloscuchicheosdelasdosjovencitasqueleíanlacarta.Alacabarestrellóelvasocontralasrocas,yseechóareírdemodoprovocativo.

—Vámonos,duque;noescandalicemos.Estabamuylinda:elsollaheríadesoslayo,elvientoleplegabalafalda.Desde laexplanada,dominábaseelvastopanoramade la ríaguarnecidade

rizos.LostilosdelpaseodeParísylastorresdelaciudad,destacábansesobrelafajarojaquemarcabaelocaso.Despuésdeuncentenardepasosempezabanlospalacetesmodernos.Tulasedetuvoantelaverjadeunjardinillo.Tiróconfuerzadelacadena,quecolgabaalladodelapuerta;ydespués,dijo,introduciendoelenguantadobrazoporentrelosbarrotes:

—¡Heaquíminido!Losrayosdelsol,queseponíaenunhorizontemarino,cabrilleabanenlos

cristales.Eraunhermosonido,rodeadodefollaje,conescalinatademármol,ybalconesverdes,tapizadosdeenredaderas.Tulatendiócongallardíalamanoalduquesito,ymirándolealosojos,pronuncióconsuacariciadoracentodecriolla:

—¿Noquiereustedhacermecompañíaunmomento?…TomaríamosmateaestilodeAmérica.

Elotrotuvoalgúntitubeo,y,alapostre,concluyóporanimarse.Suamigalehizo pasar a un saloncito sumido en amorosa penumbra. El ambiente estabaimpregnadodelaromameridionalymoriscodelosjazminesqueseenroscabanalos hierros del balcón.Tula indicole asiento con una graciosa reverencia, y seausentóvelozmente,nosin tornaralgunavez lacabezaparamirary sonreíralbuenmozo.

—¡Vuelvoduque!¡Vuelvo!¡Noseasusteusted!Elduquesitolasiguióconlavista.TulaVaronateníaeseandarcadenciosoy

elástico que deja adivinar unas piernas largas y esbeltas de venus griega. Notardó en aparecer envuelta en una bata de seda azul celeste, guarnecida deencajes.Posadoenelhombro,traíaunlorito,quesalmodiabaelestribillodeun«fado» brasileño, y balanceaba a compás su verde caperuza.De aquella traza,recordabaesosminiadosdeloscódicesantiguos,querepresentanemperatricesyprincesas, aficionadas a la cetrería, con rico brial de brocado, y un hermosogavilán en el puño. Dejó el loro sobre la cabeza de una estatuilla de bronce,capricho artístico de Pradier, y se puso a preparar elmate sobre unamesa debambú, en un rincón del saloncito.De tiempo en tiempo, volvíase, con gentilescorzo de todo el busto, para lanzar al duque unamirada luminosa y rápida.Conocíasequequeríahacerlaconquistadelbuenmozo;yadoptabaconél,aires

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de coquetería afectuosa; pero en el fondo de sus negras pupilas, temblaba decontinuo una risita burlona, que simulaba contenida por elmarco de aquellaspestañas, rizas y luengas que, al mirar, se entornaban con voluptuosidadamericana.

Dejabapasarpocosmomentossindirigirlapalabraasuamigo,ycuandolohacíaerasiempredeunmodopicadoyrápido.Colocabalayerbaenelfondodelmate,ysevolvíasonriente.

—Aestollamanallácebar…Echabaagua,tomabaunsorboyañadía:—Esoperaciónquehacenlasnegritas.Ydespuésdeotromomento,alponerazúcar:—Nocreausted;tienesusdificultades.Cuandohubo terminado, llamóaRamiroMendoza,queenelotroextremo

delsaloncito,pasabarevistaaunalegióndeidolillosindiosesparcidosaguisadebibelots, sobre unmueble japonés. El buenmozo la felicitó campanudamenteporaquellaencantadoragenialidad.Tulaentornósusaterciopeladosojos:

—¡Oh!¡Muchasgracias!Los elogios de un hombre tan elegante no podían menos de serle muy

agradables, pero, ¡ay!, resistíase a creer que fuesen sinceros. Ramiro protestóconmuchocalor,yaquellaprotesta levalióunadeesasmiradasfemeninasdeparpadeoapasionadoyrápido.

Paraexplicarlecómosetomabaelmate,Tulallevosealoslabioslaboquilladeplataysorbiólentamente.Amenudoalzabalospárpadosysonreía.Losrizoscaíanle sobre losojos, elcuellomórbidoydesnudo,graciosamenteencorvado,parecíasalirdeunacascadadeencajes; laazulyondulanteentreaberturade lamanga dejaba ver, en incitante claroscuro, un brazo de tonos algo velados ydibujo intachable, que sostenía el mate de plata cincelada. Tula levantó lacabeza,ymurmuróenvozbajaeíntima.

—PruebeustedRamiro:perotieneustedqueponer los labiosdondeyoloshepuesto…Taleslacostumbre.¡Laboquillanosecambia!…

Ramiro la interrumpió: aquello era precisamente lo que él encontrabamásagradable. Callose a lo mejor, viendo entrar un lacayo mulato, que traía unabandeja con pastas y licores. ¡Hay que imaginarse a Trinito! Una figurillarenegrida,manchadadehollín;unalibreaextravagante;unatestallenaderizosnegros y apretados, como virutas de ébano; unos ojos vivos, asomando pordebajodelascejas,crespasycaídas,deenanilloencantadoryburlón.

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Tulallenódoscopasmuypequeñas.—Vausteda tomarLicordeConstantinopla regalodelembajador turcoen

París.Conungesto lepidióelmateparaponerlemásagua.Antesdevolvérselo,

dio algunos sorbos, al mismo tiempo que, de soslayo, lanzaba miraditaspicarescasaMendoza.

—Ahorasupongoquelegustaráaustedmás…—¡Naturalmente,Tula!—Noseaustedmalicioso.Dígoloporqueestarámenosamargo.Despuésdelmatelapláticatomacaráctermásíntimo.Elduquesitocuentasu

génerodevidaenMadrid:Suaficióna los toros, susantohorrora lapolítica;recuerdalasagradablesveladasmusicalesenlashabitacionesdelaInfanta, lossaraosdelacondesadeCela.SentíaélnecesidaddehablarconTula,decontarlecuantopensabayhacía.¡Loescuchaellacontantointerés!Avecesleinterrumpedirigiéndole alguna frase de magistral coquetería y le da golpecitos en lasrodillasconunlargoabanicodepalma,quehatomadodeencimadelpiano.Elduquesitoseacaricialabarbamaquinalmente,sinserdueñodeapartarlosojosun momento de aquel rostro picaresco y riente, que aún parece adquirirgentileza,bajoeltricornio,hechoconunnúmeroantiguodeLeFígaro,queentreburlaycoqueteo,lacriollaacabaporencasquetarsesobrelosrizos,contanbuendonaire,quenuncaestudiantinodelatunalotuvoigual.

—¿Quétal,Duque?—¡Sublime!¡Encantadora!¡Deliciosísima!

Enelvestíbulo,traslapuertadecristalesdelsaloncito,sedibujóelperfildeuna señoraanciana, lacual,despuésdehaberobservadoun instante, asomó lacabezasonriendocándidamente.

—¿NohavenidoelseñorPopolasca?—No,tiita.¿Peroquéhacequenopasa?Ándele,tomarámate.Latiitadiolasgracias.Eraunaseñoraqueteníasiempregrandesquehaceres;

ysealejóasaltitos,haciendocortesíasaRamiroMendoza,queretorcíaentresusdedosfuribundoslasguíasdelbigotealomatón.Cuandohubodesaparecidolaanciana,elduquesitotomólacopa,vacioladeunsorbo,yatiempodeponerlasobrelamesa,preguntó:

—Diga usted, Tula, se puede saber quién es ese Popolasca que al parecervienetodoslosdías.

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Lacriollanoseinmutó.—Unitalianoquemedaleccionesdeesgrima.¡Oh!¡Aquídondeustedme

ve,soygranespadachina!Atodoesto,habíasepuestoenpie,ysealisabaloscabellos.—¡Vamos! ¿Quiere usted que le dé unos cuantos botonazos? ¿De verdad,

quiereusted?Yseñalándoleel juegode floretesquehabíaenun rincón,esparcido sobre

variassillas,añadió:—Allítieneusted.¡Yahoraveremoscuántasveceslomato!Sepusieronenguardia,riendodeantemano,comosifuesenarepresentarun

pasomuydivertido.Tula,conlamanoizquierda,recogíalacolahastamostrarelprincipiodelaredondayaltapantorrilla.Elduquesitodejosetocarporcortesía,yluegoemprendióunodeesosjuegossocarronesdelosmaestros,envolviendo,ligando, descubriéndose, retrocediendo con la punta del florete en el suelo.Sonreíacomounhércules,quehacejuegosdefuerzaanteunpúblicodeniñerasybebés.Tulaacabóporenfadarse,ysedejócaersobreelconfidente,jadeante,casisinpoderhablar:

—¡Ay!…Constequeesustedungrantirador,Ramiro,peroconstetambién,queesustedmuypocogalante.

Acabódequitarseelguanteyloarrojólejosdesí.—Mehadadoustedunterriblebotonazo.Yseñalabaelsenodearmoniosodibujooprimiéndoselosuavementeconlas

dosmanos.Elduquesitopreguntósonriendo:—¿Mepermiteustedver?…—¡Hombreno!Puedeusteddesmayarse.Tula,recostadaenelconfidente,suspirabadeesemodohondo,quelevanta

el seno con aleteo voluptuoso. Lasmanos, que conservaba cruzadas, parecíandos palomas blancas, ocultas entre los encajes del regazo azul, en cuyapenumbradenido, el rubídeuna sortija lanzaba reflejos sangrientos sobre losdedospálidosyfinos.AlgunospájarosdeAméricamodulabanapenasungorjeoensusjaulasdoradas,quependíaninmóvilesentreloscortinajesdelosabiertosbalcones; y en los ángulos, trípodes de bambú, sostenían tibores con enormeshelechosdelostrópicos.

Ramiro Mendoza miraba a Tula de hito en hito; y atusábase el bigote,sonriendo,conaquellasonrisafatuaycortés,quejamásselecaíadeloslabios.Asupesar,elbuenmozosentíasefascinado,ytemíaperdereldominioquehasta

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entoncesconservarasobresí.Instintivamentesellevóunamanoalcorazón,cuyaceleridadlehacíadaño.Lacriollamordioseloslabiosdisimulandounasonrisa,almismotiempoquecon layemade losdedosseregistraba laoladeencajes,queparecíaencresparsesobresupecho;peronohallandoloquebuscabaalzólosojoshastaelduquesito.

—Echeustedacáuncigarrillo,maestroCuchillada.Ramiro sacó la petaca, de la queno faltaba el hípico trofeode lamontura

inglesa,yselapresentóabiertaalacriolla.—No hay más que un cigarro, Tula, ¿le parece a usted que lo fumemos

juntos?…Susonrisateníaunaexpresiónextraña;suvozsonabasecayvelada.Extrajo

elcigarroconexquisitaeleganciaycontinuó:—¿Acepta usted, Tula? Lo fumaremos como hemos tomado el mate…

FigúreseustedqueahorasepaganenesamonedalosderechosalEstado,yqueelEstadoenestecasosoyyo,comoaquelreydeFrancia.

Lacriollareplicóconvivezaymalicia:—Pero esta personita no acostumbra a pagar derechos… Ya que para

figuracionesestamos,¡figúreseustedquesoycontrabandista!Sus ojos brillaban con cierto fuego interior y maligno: toda su persona

parecíaanimadadelascivoencanto,comosisehallasemediodesnuda,ennidode seda y encajes, tenuemente iluminado por una lámpara de porcelana colorrosa.Miróalduquesitodeunmodoacariciadorytierno,yseechóareírcontalabandono,quesetiróhaciaatrásenelconfidente.Comolarisaledurómuchotiempo, los ojos del buen mozo pudieron pasar, desde la garganta blanca ytornátil,sacudidaporelcorodecarcajadascristalinas,hastalaspantuflasturcas,ylasmediasdesedanegra,salpicadasdemariposillasazulyplatayextendidassinunaarrugasobrelapierna…Tulaseincorporóhaciendoalduquesitolugarasu lado en el confidente, envolviéndole al mismo tiempo en una miradasostenidaconlosojosmediocerrados.

—¡Diosmío!¡Vaustedacreerquesoyunaloca!Élseinclinócongallardía.—Loque creo es que el loco acabaría por serlo yo, si tuviese la dicha de

permanecermuchotiempoalladodemujertanadorable.—Puessiustedtieneesemiedo,otravezlecerrarélapuerta.Sabíaelladecirtodasestastrivialidadesconcoqueteríainsinuanteygraciosa.

Su charla, alegre y burbujeante, parecía libada en una copa llena de vino de

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Falernoyhojasderosa;peroelhechizoincomparabledeaquellamujerhallábaseenelmovimientoprovocativoypicarescodeloslabios,que,encadafrasecilla,engastabanungranodesalquecristalizabaenformadediamante.

La criolla habla, ríe, semueve, gesticula todo a un tiempo, con coqueteríavivazeinquietante.Comoaldescuido,supiedelicadoynervioso,entretenidoenhacer saltar la babucha turca, roza el pie y la polaina del duquesito, el cual,espoleadopor aquellos rápidos contactos se aventura a rodear con su brazo eltalledelacriolla,bienquesinosarestrechárselo.Aprovechandounmomentoenqueella torna la cabeza, se inclinay labesaen loscabellos furtivamente, conternuratímida.Lacriollalanzaungritotrágico.

—¡Mehabesadousted,caballero!…—¡Tula!¡Tula!…¡Perdoneusted!¿Noveustedqueestoyloco?…¡Déjeme

ustedquelaadore!…Habíalecogidolasmanos,ylebesabalapuntadelosdedossuspirando.Tula

leveíatemblar,sentíaelrocedesuslabios,oíasuspalabrasllenasdeardimiento,yexperimentabaunplacercruelalrechazarletrasdehaberletentado.Arrastradapor esa coquetería peligrosa y sutil de lasmujeres galantes, placíale despertardeseosquenocompartía.Pérfidaydesenamorada,heríaconeláspiddeldeseo,comohiereelindiosanguinario,paraprobarlapuntadesusflechas.

RamiroMendozanopudocontenersemás,y la estrechóconardor.Ella sedesasiórechazándole:

—¡Déjemeusted,canalla!Cogió uno de los floretes y le cruzó la cara. El duquesito dio un paso,

apretandolosdientes:ella,envezdehuirle,acerada,erguida,conlacabezaaltaylosojosbrillantes,comoviborillaaquienpisanlacola,leazotóelrostro,unayotra vez, sintiendo a cada golpe, esa alegría depravada de las malas mujerescuandocierranlapuertaalqueridoquemueredeamorydecelos.

—¡Salgausted!¡Salgausted!Al ruido acudió Trinito; su faz de diablillo ahumado dibujaba una sonrisa

grotesca.Paraél,todoaquelloeraunjuegodelosseñores.—Miamita,¿mandaalgunacosa?Tulasevolvióblandiendoelflorete:—Sí;enseñalapuertaaesecaballero.Elduquesito,lívidodecoraje,salióatropellandoalcriado.Lacriolla,apenas

le vio desaparecer, hizo una mueca de burla, y se encasquetó el tricornio de

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papel; luego saltando sobre un pie, pues en la defensa escurriérasele unapantufla,seaproximóalespejo.Susojosbrillaban,suslabiossonreían,hastasusdientecillos blancos y menudos parecían burlarse alineados en el rojo yperfumadonidodelaboca;sentíaensusangreelcosquilleonerviosodeunarisaalegre y sin fin que, sin asomar a los labios, deshacíase en la garganta y seextendíaporelterciopelodesucarnecomounlargobeso.Todoenaquellamujercantabaeldiabólicopoderdesuhermosuratriunfante.Insensiblementeempezóadesnudarseanteelespejo,recreándoselargamenteenlacontemplacióndelosencantosquedescubría:experimentabauna languidezsensualalpasar lamanosobre la piel fina y nacarada del cuerpo.Habíansele encendido lasmejillas, ysuspiraba voluptuosamente entornando los ojos, enamorada de su propiablancura,blancuradediosa,tentadorayesquiva…

¡Diana cazadora la llamara el duquesito, bien ajeno al símbolo de aquelnombre!

Pontevedra,septiembrede1893.

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EOCTAVIASANTINO

Lpobremozopermanecíaenlaactituddeunhombresinconsuelo,sentadodelantedelamesadondehabíaescritolasCartasaunaquerida,aquellos

versos eróticos, inspirados en la historia de sus amores con Octavia Santino.Conservabalaabatidacabezaentrelasmanos,ysusdedosflacosydescoloridosdesaparecíanbajolaalborotadayobscuracabellera,alacualseasían,detiempoen tiempo, coléricos y nerviosos. Cuando se levantó para entrar en la alcoba,donde la enferma se quejaba débilmente, pudo verse que tenía los ojosescaldadospor las lágrimas.Hacíaunañoquevivíaconaquellamujer.Noeraellaunaniña,perosítodavíahermosa;deregularestaturayformasesbeltas;conesamorbidez frescaysanaquecomunicaa lacarne femeninaelaterciopeladodel albérchigo,y ledagrato sabordemadurez.Supierahacerse amar, conesetalentodelaqueridaquesesienteenvejecer,yconservaelcorazónjoven,comoalosveinteaños;poníaellaalgodematernalenaquelamordesudecadencia;eraelúltimo,selodecíanbienclaroloshilillosdeplataqueasomabanentresuscabelloscastaños,loscualesaúnconservabanlagraciajuvenil.

UnmomentosedetuvoPericoPondalenlapuertadelaalcoba.Eratristedeverasaquellahabitaciónsilenciosa,solemne,medioaobscuras;envueltaenunvahotibio,conolordemedicinasydefiebre.

Lallamavivadelachimeneaarrojabaclaridadestrémulasytornadizassobreel contorno suave y lleno de gracia, que el cuerpo de la enferma dibujaba atravésde las ropasdel lecho.Loprimeroque seveía al entrar erauna cabezalívida,demujerhermosa,reposandosobrelablancaalmohada.Pondalsintióquesusojosvolvíana llenarsede lágrimas,anteaquel rostro,queparecíano tenergota de sangre, y en el cual las tintas trágicas de la muerte empezaban aextenderse;perovioqueOctavialemiraba,llamándoleasuladoconunatristesonrisa, y trató de sonreír también para tranquilizarla. Llegose al lecho; ytomandodulcementelamanoquelaenfermadejabacolgarfuera,laretuvoentre

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lassuyas,besándolaensilencio,porquelaemociónapenasledejabahablar.Ellaleacariciólamejillacomoaunniño,murmurando:

—¡Pobrepequeño!…¡Cuántosientodejarte!…—¡No,no!¡Túnomedejas,porqueyomeirécontigo!…Enelrostrodeljovensereflejabanlassacudidasnerviosasquelecostabano

estallarensollozos.Octavialemiróunmomento,yatrayéndoleasí,prodigolelas palabras más tiernas. Después, devorándole con sus ojos febriles yoprimiéndolelamanomurmuró:

—¿Sabesquédíaesmañana,Pedro?Élcontestóconlavozllenadelágrimas:—No,¿quédíaes?—¡Mañanahacedosañosquenoshemosconocido!¿Teacuerdas?¡Quiénte

habíadedecirentoncesquetendríasquecuidarme,mipobrepequeño!…¡Peropor Dios no te aflijas! ¡Háblame! ¡Háblame!… ¡Dime que te acuerdas detodo!…

Enelsilencioylaobscuridaddelaalcoba,elmurmullodelavozteníaalgodelasolemnidaddeunrezo.Pericomuyconmovidogritó:

—¡Sí,meacuerdo!¡Meacordarétodalavida!!!Fueaquelungritosalidode lomáshondodelalma.Desdeentoncesyano

pudocontenersepormástiempo,ysepusoasollozarcomounniño.—¡Octavia!¡Octavia!…¡Almamía!…¡Queriditamía!…¡Nomedejessolo

enelmundo!Y sellaba con pasión sus labios sobre la mano de la enferma, una mano

hermosayblanca,húmedayaporlossudoresdelaagonía.Ellacerrabalosojos,suplicándolequecallase.—Mira,encanto;sinodebessentirmedeesemodo.¿Quéerayoparatimás

que una carga? ¿No lo comprendes? Tú tienes por delante un gran porvenir.Ahora,luegoqueyomemuera,debesvivirsólito;nocreasquedigoestoporqueestécelosa;yaséqueamuertosyaidos…Tehabloasí,porqueconozcoloqueataunamujer.Tú,sinoteabandonas,¡tienesquesubirmuyalto!Créemeamí.PeroDiosquedalasalas,lasdaparavolarunosolo.¿Sí,mihijito?Despuésdequehayastriunfado,tedoypermisoparaenamorarte…

Intentósonreírparaquitarasuspalabraslaamarguraquerebosaban.Pondallepusounamanoenlaboca.

—No hables así, Octavia, porque me desgarras el corazón. Tú vivirás yvolveremosaserfelices.

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—¡Aunqueviviese,noloseríamosya!Suvozeratandébilquenoparecíasinoqueyahablabadesdeelsepulcro.En

aquella conversación agónica, que podía ser la última, todo el pasado de susrelacionesvolvía a sumemoria,y apesarde la sonrisa resignadaquecontraíasuslabiosdescoloridos,conocíasecuántolahacíasufrirestelinajederecuerdos.Perico,sentadoalbordedelacama,conlacabezaentrelasmanos,suspirabaensilencio.Éltambiénrecordabaotrosdías,díasdeprimavera,azulesyluminosos;mañanas perfumadas; tardes melancólicas; horas queridas: paseos deenamorados que se extravían en las avenidas de los bosquecillos, cuando losinsectoszumbanlaardientecancióndelverano,florecenlasrosas,ylastórtolassearrullansobrelasreverdecidasramasdelosrobles.Recordabalosalboresdesu amor, y todas las venturas que debía a lamoribunda. Sobre aquel seno dematrona, perfumado y opulento, ¡había reclinado tantas veces en deliciosoéxtasissutestaorladaderizos,comoladeundiosadolescente!¡Aquellaspobresmanos, que ahora se enclavijaban sobre la sábana, tenían jugado tanto conellos!…Y al pensar en que iba a verse solo en elmundo; que ya no tendríaregazo donde descansar la cabeza, ni labios que le besasen, ni brazos que leciñesen, nimanos que le halagasen; tropel de gemidos y sollozos subíale a lagarganta,yseretorcíaenella,comorabiosajauría.

—¡Señor!¡Señor!…¡Nomelalleves!¡Sébueno!…YPerico,conteniendotrabajosamentelaslágrimas,sepusoarezar,comoun

niño que era. ¿Por qué no había de hacerDios unmilagro?Y esta esperanzapostrera, tan incierta, tan lejana, apoderándose de su pobre corazón, le trajo,como un perfume de incienso, el recuerdo de la infancia en el hogar paterno,dondetodaslasnochesserezabaelrosario…¡Ay,fuealdeshacerseaquelhogar,cuandoconocieraaOctaviaSantino!…

Aunquemozodeveinteaños,PericoPondalnopasabadeserunniñotristeyromántico, en quien el sentimiento adquiría sensibilidad verdaderamenteenfermiza.Deestaturanomásquemediana,ademánfrío,ycontinentetímidoyretraído,difícilmenteagradabalaprimeravezqueseleconocía—élmismosolíadolersedeello,exagerándolocomohacíacontodo—.Apuntábalenegrabarba,que encerraba, amododemarcode ébano, un rostropálidoyquevedesco.Lafrente era más altiva que despejada; los ojos más ensoñadores que brillantes.Aquellacabezaprematuramentepensativaparecíainclinarseimpregnadadeunatristeza misteriosa y lejana. Su mirar melancólico era el mirar de esosadolescentes, que, enmedio de una gran ignorancia de la vida, parecen tener

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comolavisióndesusdolores,ydesusmiserias.Octaviaparecíadormitar; inmóvil,pálidacomo lamuerte, con loscabellos

sueltossobre laalmohada.En los labiosdePerico,vagabaelmosqueo igualycontinuadodeunrezo.Pocoapocosuamigaabriólosojos,ylosfijóenélconvagoespanto.

—¿Quéhaces?…¡Rezas?Pericodijoqueno;ylaenfermaprocurandosonreír,lehizoseñadequese

acercase:—Estamañana,pocodespuésdehabersalidotú,hetenidounavisita…Las

hijasdelgeneralRojas;dosniñasdequienesfuiinstitutriz.Aquítuvoquehacerunapausayluegoañadió:—Unadeellas, Isabelita,viendo tu retrato,mepreguntósieraminovio…

Las inocentes no saben que vivo contigo… Venía con ellas un sacerdote: elcapellán de la casa según creo… Se sentó ahí, donde tú estás, y me estuvohablandolargorato.¡Sivierasquétrabajospaséparaengañarle!…¡Luegotemíaquetúllegasesyteviesen!…

Hubo de interrumpirse nuevamente. Suspirando, clavó los ojos en uncrucifijoquehabíaalospiesdellecho,ysindesviarlosya,acabóenvozmuchomásapagada:

—¡Ah!¡Esunsantoesesacerdote!¡Contantocariñomeindicabaquedebíaconfesarme!…Decíaquenosedebeesperaralúltimomomento;queconvienehacerloauncuandoelmalnoseagrave…¡Tedigoqueesunsanto!…

Perico,encorvándosesobreella,preguntoleconafán:—¿Entonces,quieresquevengaunconfesor?Yotambiénhabíapensadoen

ello…Gravedadnolahay,esono…La enferma vaciló un momento; luego volviendo a él los hermosos ojos,

nubladosporlacalentura,exclamócondolorosaresolución:—¡No,no!…Prefierocondenarmeasí…¡Anda,dameunbeso!Yexhalandoungemido,avanzabaelrostro,ylepresentabalaboca.Pericola

miróasombrado.—¿Peroporquénoquieres?Octaviasollozó:—¡Ay! Cuando entrase el sacerdote, tú tendrías que irte; que salir de esta

casa;quenovolverya…Diríaqueespecado…¡Novesquesoytuquerida!…Yyoquieroverte,tenertesiempreamilado…¡Pedirteperdón!¡Lodemásnomeimportanada!

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Quiso arrojarse del lecho y Perico la sujetó suplicándole que se calmase.Sollozabaprometiendocasarseconella.

—¿Ves? Este es el resultado… ¡Ya me lo temía! ¿Pero qué tienes? ¿Nocomprendesqueasíteponespeor?¡Diosmío!¡Diosmío!Yotengolaculpa.

Octavia,exánimeyjadeante,habíacaídosobrelaalmohada.Sintióunahogoquelaprivóderespiraciónuninstante,yocultandolafrenteenlasalmohadas,rompió a llorar amargamente. En vano su amante trató de consolarla. Ellasentíase conmovida ante el afecto de aquel niño; y la conciencia le remordía,como si no le hubiese amado bastante. Cediendo a sus ruegos descubrió elrostro,ylaslágrimassiguieroncayendodeaquellosojosdetanpuroazul,perosilenciosas, sin gemidos ni sollozos. Se miraron inmóviles los dos, con lasmanos enlazadas, como si fuesen a hacerse un juramento. La mirada quecambiaroneraladespedidamuda,solemne,angustiosaquesedandosalmasalsepararse; era la evocaciónde sus recuerdos; todoelpasadodeaquel amor, alcualibaaponertérminolamuerte.LaslágrimascorrieronmásabundantesdelosojosdeOctavia,yalgointolerableymortificantesintióenelcorazón:

—¡Quénoharíayoparaquenomellorasemipobrepequeño!Habíavueltoaesconder la cabezaen lasalmohadas, sollozando tanbajito,

queapenasselaoía.Pondal se inclinóypuso sus labios en los cabellosdeOctavia,besándolos

suavemente, recorriendo toda la trenza.Estuvo así larguísimo rato, susurrandopalabrascariñosasqueproducíanenlaenfermaestremecimientosconvulsivosydolorosos.Seinclinóunpocomás,ylevantandoconcuidado,comounareliquia,aquella adorada cabeza, la obligó a que le mirase. Ella clavó en él conextraordinaria tristeza las pupilas, que parecíanmás grandes ymás bellas porefectodelademacracióndelrostro,ylosdospermanecieronmudos,tratandodeleerselosmásescondidospensamientos:Pericofueelprimeroenhablar.

—¿Quétienes?¿Nomedices?Loslabiosdelaenfermaseagitaronapenas.—Pedro…—¿Qué,mipobrecita?—¡Quieroquemeprometasunacosa!—Cuantasquieras.—Queenningúncasomedejarásmorirsola.—¿QuédicesOctavia?—¿Lojuras?

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—¡Lojuro!…¡Peroesoesunalocuraqueanadaviene!—¡Cállate,porDios!Mehacesundañohorrible…¡Calla!Secubriólosojos,comosilallamadelachimenealemolestase,yañadió:—Despuéstediréeso…Noquieroquemimuertetehagasufrir.CreyóPondalquelaenfermadeliraba,ynadadijo.Ellasiguiómusitando:—¡Sinembargo,teheamadomucho,Pedro!…¡Mucho!¡Mucho!…¡Bienlo

sabeDios!…—¡Yyotambiénlosé!…—¡No!¡No!…¡Túnolosabes!…Experimentóunarápidaconmoción,ysequedólívidaydistendida,comosi

fueseamorir.Cuandohubocobradoánimo,añadió:—¡Hubiesesidoyotanfelizsinestetorcedor!No;noquieroquemellores;

noquiero…—PeroOctavia,¿quétienes?¡Túdeliras!Tesuplicoquecalles,¿nomeoyes,

Octaviaquerida?Telosuplico…Sedejócaerenel sillónquehabíaarrimadoal lecho,y tomó lamanoque

Octaviateníasobreelarrugadodoblezdelasábana.—Ahorateprohíbohablar,ysinomeobedeces,yalosabes,mevoy.Octaviaoprimiósuavementelamanodesuamigoprocurandosonreír,pero

lamueca que hizo en la tentativa, resultó espantable. Después quedose comodormida, pero solo fue un momento; en seguida abrió los ojos sobresaltada,comosi saliesedeunapesadilla,yextendió lasmanospalpandoconavidez lacabezadesuamante.

—¿EstásahíPerico?¡Noteveo!—Sí,¡aquíestoymivida!Pericoseparóloscabellosempapadosdesudorqueobscurecíanlafrentede

la enferma, y depositó en ellos un largo beso, lleno de amor y de tristeza.Después,volviendoasentarse,empezóadecir:

—EstamañanaencontréaCorsino Infantequemepreguntópor ti:Ledijequenoestabasbien,yprometióveniraverte.

Octaviagimiósordamente.—¡No,no!¡Quenovenga!—¿Pero por qué, hija? ¡Vamos, no seas así! Si no quieres hacer lo que él

recetenolohaces…Verdaderamentenovienemásquecomoamigo…Yo,sinembargo,entreCorsinoy tudoctorCuevas,novacilaría…Yahasvisto loquepasóenmienfermedad;Corsinofueelúnicoqueestuvounpocoacertado…El

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doctorCuevasesunpracticón,nadamás;¡eInfantehaestudiadomucho!…YPericoendulzabalavozparanodisgustaralaenferma.—Perotúnolequieresbien,yeresingrata;deverdadquesí.Octavia,queparecíasufrirmucho,balbuceóconcrecienteanhelo:—¡Calla!…¡Calla!¡PorlaVirgenMaría,nomeacongojes!!!Unenormegatodepelambrechamuscadayamarillentaquedormíadelante

delachimenea,despertose,enarcóellomoerizado,sacólasuñas,giróentornocon diabólico maleficio, los ojos fosforescentes y fantásticos, y huyó conmenudo trotecillo. Octavia estremeciose, poseída de uno de esos terroressupersticiosos que experimentan las imaginaciones enfermas, y se incorporó,apoyadaenelbordedellecho,mirandoanhelante;fuemenesterquePondal,alafuerza,laobligaseaacostarse,colocándolesuavementelacabezaenelcentrodelaalmohada;ellaparecíanoverle;teníalamiradavaga,yrespirabafatigosaconel semblante contraído. Su amante la miraba, sin ser dueño de contener laslágrimas;porunformidableesfuerzodelavoluntadseserenó,parapreguntarlequétenía;nocontestóOctavia,yélinsistió:

—¿Sufresmucho?La enferma abrió los ojos, que se fijaron con extravío en los objetos;

agitáronse sus labios, pero fueron tan apagadas y confusas las palabras quesalierondeellos,quecasinorozósualientoelrostrodePerico,queseinclinabasobreella,paraoírmejor;sinembargo,aélleparecióqueOctaviadecía:

—¡Nopuedo!¡Nopuedo!…Meremuerde…Ylavio temblarenel lecho;el rostrodemudadoyconvulso.Luegoquedó

estirada, rígida, indiferente; la cabeza torcida; entreabierta la boca por larespiración,elpechoagitado.Pondalpermanecíaenpie;irresoluto,sinatreverseni a llamarla, ni amoverse, por no turbar aquel reposo que le causaba horror.Entenebrecidoysuspirantevolvióasentarse juntoal lecho, labarbetaapoyadaen la mano, el oído atento al más leve rumor. Allá abajo, se oía el perpetuosollozo de la fuentecilla del patio, unas niñas jugaban a la rueda; y losvendedorcillos de periódicos pasaban pregonando las últimas noticias de uncrimen misterioso. La habitación empezaba a quedarse completamente aobscuras,yPondalselevantóparaentornarlospostigosdelbalcónqueestabancerrados.Eralatardedeesasadustaseinvernales,debarroydellovizna,quetantriste aspecto prestan a la vieja ciudad. Siniestras ráfagas plomizas y lechosaspasaban lentamente ante los cristales que la ventisca azotaba con furia. Dosaguadoressentadossobresuscubas,aguardabanlavez,entonandounacanción

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de su país. Perico no entendía la letra, que tenía una cadencia lánguida ynostálgica, pero, con aquella música, sentía poco a poco penetrar en su almasupersticiosoterror.CreyóoírlavozdeOctavia,yvolvióvivamentelacabeza.Laenfermasehabíaincorporadoenlasalmohadas,ylellamabaconlaangustiapintadaenelsemblante.Élcorrióalladodeella.

—¿Quétienes?…—Creoquevoyamorirme.Escucha,nodebesllorarme,porque…Calló temblando; la huella de sus ojeras se difundió por toda la mejilla;

agitáronsesuslabioscomosifueseallorar,susfaccionesacentuáronsecadavezmáscadavéricasy losdientesseentrechocaron;pero luego, levantándose loca,gritó:

—¡No;nodebesquererme!¡Teheengañado!¡Hesidomala!Pondallamiróestúpidamente,mientrasensuslabios,trémulosysincolor,se

dibujaba esa sonrisa tirante y angustiosa que algunos reos tienen sobre elcadalso;peroaquellonodurómásqueunmomento,porqueenseguida,comosivolvieseensí,gritó:

—¿QuédicesOctavia?¡Esonopuedeser!¡Esimposible!—No,no;¡peroespera!¡Tequiero!…¡Melohasprometido!…Pondal, encorvado sobre la moribunda, la sacudía brutalmente por los

hombros,repitiendo:—¡Habla!¡Habla!¡Dimequenoesverdad!¡Dimequiénesél!¡Habla!Octavia lemiró con expresión sobrehumana, dolorida, suplicante, agónica;

quisohablar,ysubocasumidayresecaporlafiebresecontrajohorriblemente;giraron en las cuencas, que parecían hundirse por momentos, las pupilasdilatadas y vidriosas; volviósele azulenca la faz; espumajaron los labios, elcuerpo enflaquecido estremeciose, como si un soplo helado lo recorriese, yquedótranquilo,insensibleatodo,indiferente,llenodelreposodelamuerte.

Pedro Pondal, clavándose las uñas en la carne, y sacudiendo furioso lamelena de león, sin apartar los ojos del cuerpo de su querida, repetíaenloquecido:

—¿Porqué?¿Porquéquisisteahoraserbuena?Nublose la luna, cuya luz blanquecina entraba por el balcón; agonizó el

fuegodelachimenea,yellecho,queerademadera,crujió…

México,juliode1892.

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H

LANIÑACHOLE

(DELLIBROIMPRESIONESDETIERRACALIENTE,PORANDRÉSHIDALGO)

ACE bastantes años, como final a unos amores desgraciados, meembarqué para México en un puerto de las Antillas españolas. Era yo

entoncesmozo y algo poeta, con ninguna experiencia y harta novelería en lacabeza;perocreíadebuena feenmuchascosasdequedudoahora;y libredeescepticismos, dábame buena prisa a gozar de la existencia. Aunque no loconfesase,yacasosinsaberlo,erafeliz,conesafelicidadindefinible,quedaelpoderamaratodaslasmujeres.Sinserundonjuanista,hevividounajuventudamorosayapasionada;perodeamorjuvenilybullente,depasiónequilibradaysanguínea.Losdecadentismosde lageneraciónnuevano loshesentido jamás;todavíahoy,despuésdehaberpecadotanto,tengolasmañanastriunfantes,comodijoelpoetafrancés.

ElvaporquemellevabaaMéxicoeraelDalila,hermosobarcoquedespuésnaufragó en las costas de Galicia. Aun cuando toda la navegación tuvimostiempo de bonanza, como yo iba herido demal de amores, los primeros días,apenassalídelcamarotenihabléconnadie.Ciertoqueviajabaparaolvidar,perohallaba tannovelescasmiscuitas,quenomeresolvíaaponerlasenolvido.Entodomeayudabaaquellodeseryankeeelpasaje,ynoparecermetampocomuydivertidaslasconversacionesporseñas.¡CuándiferentemiprimerviajeabordodelMasniello que conducía viajeros de todas las partes delmundo!Recuerdoque al segundo día, ya tuteaba a un príncipe napolitano. No hubo entoncesdamiselamareada, a cuya pálida y despeinada frente, no sirviesemimano dereclinatorio. Érame divertido entrar en los corrillos que se formaban sobrecubierta,alasombradegrandestoldosdelona,yaquíchapurrearelitalianoconlos mercaderes griegos, de rojo fez y fino bigote negro; y allá, encender el

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cigarroenlapipadelosmisionerosmormones.Habíagentedetodalaya:tahúresque parecían diplomáticos; cantantes con los dedos cubiertos de sortijas;comisionistas barbilindos, que dejaban un rastro de almizcle, y generalesamericanos,ytorerosespañoles,yjudíosrusos,ygrandesseñoresingleses.¡Unafarándulaexóticaypintoresca,cuyaalgarabíacausabavértigoymareo!…

El amanecer de las selvas tropicales cuando susmacacos aulladores, y susverdes bandadas de loritos saludan al sol, me ha recordado muchas veces lacubiertadeaquelgrantrasatlántico,consuferiababélicadetipos,detrajesydelenguas;peromás,muchomás,melorecordaronlashorasuntadasdeopioqueconstituíanlavidaabordodelDalila.

Portodaspartesasomabanrostrospecososybermejos,cabellosazafranados,y ojos perjuros. ¡Yankees en el comedor; yankees en el puente; yankees en lacámara!¡Cualquieratendríaparadesesperarse!Puesbien,yolollevabamuyenpaciencia.Mi corazónestabamuerto ¡tanmuerto, quenodigo la trompetadeljuicio;nisiquieraunascastañuelasleresucitarían!Desdequeelpobrecillodieralasboqueadas,yoparecíaotrohombre:habíamevestidodeluto;yenpresenciadelasmujeres,apocolindosquetuviesenlosojos,adoptabaunaactitudlúgubre,de poeta sepulturero y doliente, actitud que no estaba reñida con ciertossoliloquios y discursos quemehacía harto frecuentemente, considerando cuánpocoshombrestienenlasuertedellorarunainfidelidadalosveinteaños…

Pornoveraquella taifadeusurerosyankees, apenas salíademi camarote;solamente cuando el sol declinaba iba a sentarme a popa, y allí, libre deimportunos,pasábamelashorasviendoborrarselaesteladelDalila.ElmardelasAntillas, cuyo trémulo senodeesmeraldapenetraba lavista,meatraía,mefascinaba,comofascinanlosojosverdesytraicionerosdelashadasquehabitanpalaciosdecristalenelfondodeloslagos.Pensabasiempreenmiprimerviaje.Allá,muylejos,enlalontananzaazuldondesedisipanlashorasfelices,percibíacomo en esbozo fantástico, las viejas placenterías. El lamento informe ysinfónico de las olas despertaba en mí un mundo de recuerdos: perfilesdesvanecidos;ecosderisas;murmullodelenguasextranjeras,ylosaplausos,yelaleteodelosabanicosmezclándosealasnotasdelatirolesaqueenlacámaradelosespejoscantabaLilí.Eraunaresurreccióndesensaciones;unaesfumaciónluminosadelpasado;algoetéreo,brillante,cubiertodepolvodeoro,comoesasreminiscenciasquelossueñosnosdanavecesdelavida…

A los tres días de viaje, el Dalila hizo escala en un puerto de Yucatán.

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Recuerdo que fue a media mañana, bajo un sol abrasador que resecaba lasmaderas y derretía la brea, cuando dimos fondo en aquellas aguas de bruñidaplata.Los barqueros indios, verdosos como antiguos bronces, asaltan el vaporporamboscostados,ydelfondodesuscanoas,sacanexóticasmercancías:cocosesculpidos, abanicos de palma, y bastones de carey, que muestran, sonriendocomomendigos,a lospasajerosqueseacodansobre laborda.Cuando levantolosojoshastalospeñascosdelaribera,queasomanlatostadacabezaentrelasolas,distingogruposdemuchachosdesnudosquesearrojandesdeellos,ynadangrandesdistancias,hablándoseamedidaqueseseparanylanzandogritos;otrosdescansan sentados en las rocas con lospies enel agua,o se encaraman,parasecarsealsolqueyadecae,ylosiluminadesoslayo,grácilesydesnudoscomofigurasdeun frisodelParthenon.Vistoconayudade losgemelosdelcapitán,Progreso recuerda esos paisajes de caserío inverosímil que dibujan los niñosprecoces; esblanco, azul, encarnado;de todos los coloresdel iris.Unaciudadquesonríe,comoseñoritavestidacontraposdeprimavera,quesumergelapuntade los piececillos lindos en la orilla del puerto. Algo extraña resulta con susazoteas enchapadas de brillantes azulejos y sus lejanías límpidas, donde lapalmera recorta sugallardasiluetaqueparecehablardeldesierto remoto,ydecaravanasfatigadasquesesteanalasombrapropicia.

Por huir el enojo queme causaba la compañía de losyankees, decidime adesembarcar.NoolvidarénuncalastreshorasmortalesqueduróelpasajedesdeelDalilaalaplaya.Aletargadoporelcalor,voytodoestetiempoechadoenelfondo de la canoa de un negro africano, que mueve los remos con lentituddesesperante.Atravésdelospárpadosentornadosveíaerguirseydoblarsesobremí,guardandoelmareantecompásdelabogada,aquellafiguradecarbón,queunasvecesmesonríeconsusabultadoslabiosdegigante,yotrassilbaesosairescargadosdehipnóticoyreligiososopor,unatonatacompuestasolamentedetresnotastristes,conquelosmagnetizadoresdealgunastribussalvajesadormecenalasgrandesculebras.AsídebíaserelviajeinfernaldelosantiguosenlabarcadeCarón: sol abrasador; horizontesblanquecinosy calcinados;mar en calma, sinbrisasnimurmullos;yenelairetodoelcalordelasfraguasdeVulcano.

AunariesgodeperderelvapormeaventuréhastaMérida.Deesteviajealaciudadmayaconservouna impresiónsomnolientayconfusa,parecidaa laquedeja un libro de grabados hojeado perezosamente en la hamaca, durante elbochornodelasiesta;hastameparecequecerrandolosojoselrecuerdoseavivay cobra relieve; vuelvo a sentir la angustia de la sed y el polvo; atiendo el

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despacioso ir y venir de aquellos indios ensabanados como fantasmas; oigo lavozmelosade aquellas criollas, ataviadas congraciosa ingenuidadde estatuasclásicas,el cabello suelto, loshombrosdesnudos,veladosapenaspor rebocillodetransparenteseda.

Almorcéenel«HotelCuahutemoc»quetieneporcomedorfrescoclaustrodemármol, sombreado por toldos de lona, a los cuales la fuerte luz cenital,comunica tenue tintedorado,demarinasvelas.Loscínifeszumbabanen tornode un surtidor que gallardeaba al sol su airón de plata, y llovía, en menudasirisadas gotas, sobre el tazón de alabastro. En medio de aquel ambienteencendido,bajoaquelcieloazul,dondelapalmeraabresurumorosoparasol,lafresca música del agua, recordábame de un modo sensacional y remoto, lasfatigasdeldesierto,yeldeleitososestearenlosoasis.

Allí,enelcomedordelHotelhevisto,porvezprimera,unasingularmujer,especiedeSalambó,aquiensuscriadosindios,casiestoypordecirsussiervos,llamabandulcementelaniñaChole.Almorzabaenunamesapróximaalamía,conuninglés jovenybuenmozo,alcual tuveporsumarido.Elcontrastequeofrecíaaquellapareja,erapordemásextraño:él,atlético,deojosazulesyrubioceño, de mejillas bermejas y frente blanquísima; ella, una belleza bronceada,exótica, con esa gracia extraña y ondulante de las razas nómadas; una figurahierática y serpentina, cuya contemplación evocaba el recuerdo de aquellasprincesas hijas del sol, que en los poemas indios resplandecen con el dobleencantosacerdotalyvoluptuoso.Vestía,comotodaslascriollasyucatecas,albohipil, recamado con sedas de colores —vestidura indígena semejante a unatunicela antigua—y zagalejo andaluz, que en aquellas tierras, ayer españolas,llaman todavía con el castizo y jacaresco nombre de fustán. El negro cabellocaíalesuelto,elhipiljugabasobreelclásicoseno.Pordesgracia,desdedondeyoestaba,solamentepodíaverlaelrostroaquellasrarasvecesquelotomabaamí:Y la niña Chole tenía esas bellas actitudes de ídolo; esa quietud estática ysagradadelarazamaya;razatanantigua,tannoble,tanmisteriosa,queparecehaberemigradodelfondodelaindia.Peroacambiodelrostro,desquitábameenloquenoalcanzabaavelarelrebocillo,admirando,comosemerecía,latornátilmorbidezde loshombros,yelcontornodelcuello. ¡VálgameDios!Parecíameque de aquel cuerpo, bruñido por el ardiente sol de Yucatán, se exhalabanlánguidos efluvios, y que yo los aspiraba, los bebía, que me embriagaba conellos…

Uncriadoseacercaalevantarlosmanteles;laniñaCholesealejasonriendo.

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Entonces, al verla de frente, el corazón me dio un vuelco. ¡Tenía la mismasonrisadeLilí!¡AquellaLilínosésiamada,siaborrecida!…

Mientrasel trencorríahaciaProgreso,pordilatadosllanosqueempezabaainvadir la sombra, yo pensaba en la desconocida del «Hotel Cuahutemoc»;aquellaSalambódelospalaciosdeMixtla.

Verdaderamentelahoraerapropiciaparatallinajedememorias.Elcamposehundía lentamente en el silencio amoroso y lleno de suspiros de un atardecerardiente;porlasventanillasabiertas,penetrabalabrisaaromadayfecundadeloscrepúsculostropicales;lacampiñatodaseestremecía,cualsiacercarsesintieselahoradesusnupcias,yexhalabadesusentrañasvírgenesunvahocalientedenegraenamorada,potenteydeseosa.Aquíyallá,enlafaldadelascolinas,yenlohondodelosvallesinmensos,sedivisabanalgunosjacalesqueentrevalladosde enormes cactus, asomaban sus agudas techumbres de cáñamo gris mediopodrido. Mujeres de tez cobriza y mirar dulce salían a los umbrales, eindiferentes y silenciosas, contemplaban el tren que pasaba silbando yestremeciendo la tierra. La actitud de aquellas figuras broncíneas revelaba esatristeza transmitida, vetusta, de las razas vencidas. Su rostro era humilde ysimpático,condientesmuyblancos,ygrandesojosnegros,selváticos,poderososyvelados.Parecíannacidasparavivireternamenteenlosaduares,y,descansaralpiedelaspalmerasydelosahuehuetes.

El calor era insoportable. El tren, que traza curvas rapidísimas, recorríaextensasllanurasdetierracaliente;plantíosquenoacabannunca,dehenequénycañadulce.Enla líneadelhorizonteseperfilabanlascolinasdeconfiguraciónvolcánica,montecilloschatos, revestidosdemalezaespesayverdinegra.En lallanura los chaparros tendían sus ramas formando una a modo de sombrillagigantesca, a cuya sombra, algunos indios, vestidos con zaragüelles de lienzo,devoraban la miserable ración de tamales. En el coche las conversacioneshacíansecadavezmásraras.Secerraronalgunasventanillas,seabrieronotras;pasóelrevisorpidiendolosbilletes;apeáronseenunaestacióndenombreindiolosúltimosviajeros,ytodofuesilencioenelvagón.Adormecidoporelajetreo,el calor y el polvo, soñé como un árabe que imaginase haber traspasado losumbralesdelparaíso.¿Necesitarédecirquelassietehuríesconquemeregalóelprofeta,eransieteyucatecasvestidasdefustánehipil,yquetodassieteteníanlasonrisa de Lilí, y el mirar de la niña Chole? ¡Verdaderamente, aquelladesconocidaempezabaapreocuparmedemasiado!Estoysegurodequeacabaría

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porenamorarmelocamentedesuslindosojossituvieseladesgraciadevolveraverlos;pero,afortunadamente,lasmujeresqueasítansúbitonoscautivansuelennoaparecersemásqueunavezenlavida.Pasancomosombras,envueltasenelmisterio de un crepúsculo ideal. Si volviesen a pasar, quizá desvaneceríase elencanto. ¿Y a qué volver si una mirada suya basta a comunicarnos todas lassecretasmelancolíasdelamor?…

Bien puede presumirse que no me detuve entonces a analizar missensaciones. Recuerdo vagamente haberme sorprendido murmurando dosestrofasdeciertacanciónamericana,queNievesAgar, laamigaqueridademimadre,meenseñabahacemuchosaños,alláentiemposqueyoerarubiocomoun tesoro,y solíadormirmeenel regazode las señorasque ibanamicasadetertulia.Estaaficiónadormirenunregazofemeninolaconservotodavía.¡PobreNievesAgar, cuántasvecesmehasmecidoen tus rodillas al compásde aqueldanzóncriollo!:

Alparqueenlafalda,reposaunamano,Conlaotraabanicaselrostrogentil,Arrullalahamaca,yelcuerpoliviano,Dibujaentremallas,tuairosoperfil.

Songriegastusformas,tutezafricana,Tusojoshebreos,tuacentoespañol,Laarenatualfombra,lapalmatuhermana,Tehicieronmorena,losbesosdelsol.

¡Oh románticos enamoramientos! ¡Pobres hijos del ideal!, nacidos durantealgunas horas de ferrocarril, o en torno de la mesa de una fonda; ¿quién hallegadoaviejo,ynohasentidoestremecerseelcorazón,alacariciadevuestraala blanca? ¡Yo guardo en el alma tantos de estos amores! Aun hoy, con lacabeza llena de canas, viejo prematuro, no puedo recordar sin melancolía unrostro de mujer, entrevisto cierta madrugada, entre Cádiz y Sevilla, a cuyaUniversidadme enviabami padre; una figura de ensueño, pálida y suspirante,que flotaen lopasado,yesparce sobre todosmis recuerdosdeadolescente, elperfume ideal de esas flores secas, que, entre cartas y rizos, guardan losenamorados, y, en el fondo de algún cofrecillo, parecen exhalar el cándidosecretodelosprimerosamores.¡LosojosdelaniñaCholehabíanremovidoenmialmatan lejanasmemorias!, tenuescomofantasmas;blancascomobañadasporluzdeluna.Aquellasonrisa,evocadoradelasonrisadeLilí,habíaencendidoen mi sangre tumultuosos deseos, y en mi espíritu ansia vaga de amar.

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Rejuvenecidoyfeliz,conciertafelicidadmelancólica,suspirabaporlosamoresya vividos, al mismo tiempo que me embriagaba con el perfume de aquellasrosas abrileñas, que tornaban a engalanar el viejo tronco. El corazón, tantotiempomuerto,sentíaconlaoladesaviajuvenilqueloinundabanuevamente,lanostalgiadeviejassensaciones:sumergíaseenlaniebladelpasado,ysaboreabaelplacerdelosrecuerdos—placerdemoribundoqueamómucho,yenformasmuy diversas—. ¡Ay, era delicioso aquel delicado temblorcillo que laimaginaciónexcitadacomunicabaalosnervios!…

Yentantolanochedetendíaporlagranllanurasusombrallenadepromesasapasionadas;unvagoolormarino,olordealgasybrea,mezclábaseporvecesalmareantedelacampiña;yallámuylejos,enelfondoobscurodelhorizonte,sedivisabael resplandor rojizode la selva,queardía…Lanaturaleza lujuriosaysalvaje,aúnpalpitantedelcalordelatarde,semejabadormirelsueñoprofundoyjadeante de una fiera fecundada. En aquellas tinieblas pobladas de susurrosmisteriosos nupciales, y demoscas de luz que danzan, entre las altas hierbas,raudasyquiméricas,parecíamerespirarunaesenciasuave,deliciosa,divina:laesencia que la primavera vierte, al nacer, en el cáliz de las flores, y en loscorazones.

La locomotora silba, ruge, jadea, retrocede. Por las válvulas abiertasescápaselavidadelmonstruo,conestertorentrecortadoyasmático.HenosyaenProgreso.Unindioensabanadoabrelaportezueladelcoche,yasomalaobscuracabeza.

—¿No tienemi amito alguna cosita que llevá?…De un salto estoy en elandén.

—Nada,nada…Elindiohaceademándealejarse.—¿Niprecisaqueleguíe,niño?—Noprecisonada.Mal contento ymusitando, embózasemejor con la sábana que le sirve de

clámide,yseva…Éramos tanpocos losviajerosqueenel trenveníamos,que lapuertade la

estación hallábase desierta. Vime, pues, fuera sin apreturas ni trabajos, y aldarmeenrostrolabrisadelmaravizoreme,pensandosielvaporhabríazarpado.Enestasdudasibacaminodelaplaya,cuandolavozmansayhumildedelmayalleganuevamenteamioído:

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—CuatropormedioYechoporunreal,MirandoqueeltiempoEstátanfatal.

Vuelvolacabeza,yledescubroapocospasos.Veníaalacarrera,ycantaba,pregonandolasgolosinasalineadasenunabanastaquellevababajoelbrazo.

—¡Mialmalosalfajores!Parapobreypararico,Delechedemantequilla:Lastraigodeamedio,Ytambiéndeacuartilla.

Enestetiempomedioalcance,ymurmuróemparejándose:—¿De verdad, niño, no me lleva un realito de gelatinas, de alfajores, de

charamuscas?¡Ándelemijefe,unrealito!Elhombreempiezaacansarmeymeresuelvoanocontestarle.Estosinduda

le anima, porque sigue renuente acosándome buen rato de camino. Calla unmomento,yluegoentonomisteriosoañade:

—¿No quiere que le lleve junto a una chinita mi jefe?… Una tapatía dequinseaño¡muychula!queviveaquímérito.Ándeleniñoverábailareljarabe.Todavía no hase un mes que la perdió el amo del ranchita de Huaxila, niñoNacho¿nosabe?…

Depronto se interrumpe,yconun saltode salvaje,plántasemedelante, enánimoyactituddecerrarmeelpaso:Encorvado,labanastaenunamano,aguisade broquel, la otra echada fieramente atrás, armada de una faca ancha yreluciente,¡siniestramentereluciente!Confiesoquemesobrecogí.Elparajeeraapropósitoparatallinajedeasechanzas:médanospantanososcercadosdenegroscharcosdondesereflejabalaluna;yallálejos,unabarracadesiniestroaspecto,cuyos resquicios iluminaba la luz de dentro.Quizámedejo robar entonces, sillega a ser menos cortés el ladrón, y me habla torvo y amenazante, jurandoarrancarmelasentrañas,yprometiendobebersetodamisangre.Peroenvezdela intimación breve e imperiosa que esperaba, le escucho murmurar con sueternavozdeesclavo:

—¡Noselleguemiamito,quepuedeclavarse!…Oírleyrecobrarme,fueobradeuninstante.Elindioyaserecogía,comoun

gatomontés,dispuestoasaltarsobremí.Pareciomesentiren lamédulael fríodelacero;tuvehorroramorirapuñalado;ydeprontomesentífuerteyvaleroso.

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Con ligero estremecimiento en la voz, grité al truhán adelantando un pasoapercibidoaresistirle:

—¡Andandootedejoseco!Elindionosemovió.Suvozdesiervopareciomellenadeironía.—¡No se arrugue valedor!…Si quiere pasar, ahímérito, sobre esa piedra,

arríelaplata:ándeleluego,luego.Otravezvolvíatenermiedo;asíytodomurmuréentredientes:—¡Ahoravamosaverlo,bandido!No tenía armas; pero en Mérida, a una india joven que vendía pieles de

jaguar, cocosdelicadamente esculpidos, idolillosmarinos, y qué sé yo cuántascosasrarasyexóticas,habíatenidoelcaprichodecomprarleunbastóndeébanoqueme encantó por la rareza de sus labores. Téngolo sobre lamesamientrasescribo:pareceelcetrodeunreynegro—¡tanoriental,yalmismotiempotaningenua y primitiva, es la fantasía con que está labrado!—. Me afirmé losquevedos,requeríelpalo,ycongentilcompásdepies,comodiríaunbravodehadossiglos,adelantéhaciael ladrónquediounsalto,procurandoherirmedesoslayo.Porventuramía,lalunadábaledelleno,yadvertíelataqueensazóndeevitarlo.Recuerdoconfusamentequeintentéundesarmeconamagoalacabezaygolpealbrazo,yqueelindioloevitójugándomelaluzcondestrezadesalvaje.Despuésno sé.Solo conservouna impresiónangustiosa comodepesadilla.Elmédanoiluminadoporlaluna;laarenanegraymovediza,dondeseentierranlospies;elbrazoquesecansa;lavistaqueseturba;elindioquedesaparece,vuelve,meacosa,seencorvaysaltaconfuriafantásticadegatoembrujadoymacabro;ycuandoelpalovaadesprendersedemimano,unbultoquehuye,yelbrillodelafaca que pasa sobre mi cabeza, y queda temblando, como víbora de plata,clavada en el árbol negro y retorcido de una cruz hecha de dos troncoschamuscados…

Quedemeunmomentoazorado,ysindarmecuentacabaldelsuceso.Comoatravésdenieblamuyespesa,viabrirsesigilosamente lapuertade labarraca,ysalirdoshombresacatear laplaya.Receléalgúnencuentrocomoelpasado,ytomé a buen paso camino delmuelle: llegué a punto que largaba un bote delDaliladondeibanelsegundodeabordoyeldoctor:gríteles,meconocieron,ymandaronvirarpararecogerme.Yaconelpiesobrelabordaexclamé:

—¡Buensusto!…Acontar iba laaventuraconel indio,cuandosinsaberporqué,cambiéde

propósito;ymelimitéadecir:

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—¡Buensustoafe!¡Creíqueelvaporhabríazarpado!…Yelsegundo,queerabrusco,comobuenescocés,tornandoacolocarlacaña

deltimón,repusoenmalespañolysinvolverse:—Hastamañanaalanoche…Arrastróunaalfombrilla,ydoblandoelcuerpo,comoeljinetequequieredar

ayudasalcaballo,gritó:—¡Avante!Seisremoscayeronenelmar,yelbotearrancócomounaflecha.

Llegadoque fui al vapor, recogimeami camarote, y, comoestuviesemuyfatigado, me acosté en seguida. Cátate que no bien apago la luz, empiezan aremoverse las víboras mal dormidas del deseo que desde todo el día llevabaenroscadas al corazón, apercibidas a morderle. Al mismo tiempo, sentíameinvadido por una gran melancolía, llena de confusión y de misterio, lamelancolíadelsexo,germendelagrantristezahumana.ElrecuerdodelaniñaChole,perseguíameconmariposeoingrávidoyterco.Subellezaíndica,yaquelencanto sacerdotal, aquella gracia serpentina; y elmirar sibilino, y las caderasondulosas, la sonrisa inquietante, lospiesdeniña, loshombrosdesnudos, todocuantolamenteadivinaba,cuantolosojosvieran,todo,todoerahogueravorazen que mi carne ardía. Me figuraba que las formas juveniles y gloriosas deaquella Venus de bronce florecían entre céfiros, y que veladas primero seentreabríanturgentes,frescas,lujuriosas,fragantes,comorosasdeAlejandríaenlosjardinesdetierracaliente.Yeratalelpodersugestivodelrecuerdo,que,enalgunosmomentos,creí respirarelperfumevoluptuoso,que,alandar,esparcíasufalda,conondulacionessuaves.

Pocoapoco,cerromelosojoslafatiga,yelarrullomonótonoyregulardelagua,acabódesumirmeenunsueñoamoroso,febrileinquieto,representaciónysímbolodemivida.Despertemealamanecercon losnerviosvibrantes,cualsihubiese pasado la noche en un invernadero entre plantas exóticas, de aromasraros,afroditasypenetrantes.Sobremicabezasonabanvocesconfusasyblandopataleo de pies descalzos, todo ello acompañado demucho chapoteo y trajín.Empezabalafaenadelbaldeo.Melevantéysubíalpuente.Hemeyarespirandola ventolina que huele a brea y algas. En aquella hora el calor es deleitante.Percíbense en el aire estremecimientos voluptuosos; el horizonte ríe bajo unhermososol;ráfagasvenidasdelasselvasvírgenes,tibiasyacariciadorascomoalientosdemujeresardientes,jueganenlasjarcias,ypenetra,yenlanguideceel

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alma, el perfumeque se elevadel oleaje casimuerto.Dijérase que el dilatadogolfo mexicano, sentía en sus verdosas profundidades la pereza de aquelamanecercargadodepólenesmisteriososy fecundos,comosi fueseel serrallodeluniverso.

Envueltoenel rosadovaporque laclaridaddelalbaextendíasobreelmarazul adelantaba un esquife. ¡Y era tan esbelto, ligero y blanco, que la clásicacomparaciónconlagaviotayconelcisneveníaledeperlas!Enlasbancastraíahastaseisremeros.Bajounpaliodelonalevantadoapopaseguarecíandelsoldosbultosvestidosdeblanco.CuandoelesquifetocólaescaleradelDalila,yaestaba yo allí, en confusa espera de no sé qué gran ventura.Unamujer veníasentadaaltimón.Eltoldosolamentemedejaverelbordedelafalda,ylospiesdereinacalzadosconchapinesderasoblanco,peromialmalaadivina.¡Esella!¡LaniñaChole!¡LaSalambódelospalaciosdeMixtla!…Sí,eraella,másgentilquenunca,consublusademarinero,ylagorrilladesoslayo.Helaenpiesobreunadelasbancas,apoyadaenloshercúleoshombrosdesumarido,aquelinglésquelaacompañabaenMérida;ellabioabultadoyrojodelayucatecasonríeconla gracia inquietante de una egipcia, de una turania; sus ojos, envueltos en lasombrade laspestañas, tienenalgodemisterioso,dequiméricoy lejano, algoquehacerecordar lasantiguasynoblesrazasqueenremotasedades, fundarongrandesimperiosenlospaísesdelsol…Elesquifecabeceaalcostadodelvapor.Lacriolla,entreasustadaydivertidaseagarraalosblondoscabellosdelgigante,que impensadamente la tomaalvuelo,yse lanzaconellaa laescala.Losdosríenenvueltosenunsalseroquelesmojalacara.Yasobrecubierta,elinglésladejasolaunmomento,yseapartasecreteandoconelcontramaestre.

Yoganolacámarapordondenecesariamentehandepasar.Nuncaelcorazónmelatieraconmásviolencia.Recuerdoperfectamentequeelgransalónestabadesiertoyunpocoobscuro;laslucesdelamanecercabrilleabanenloscristales.Tomé una revista inglesa que estaba sobre el piano, y me situé en la puertaaparentandoleer.

Pasaunmomento.Oigovocesygorjeos;unrayodesolmásjuguetón,másvivo,más alegre, ilumina la cámara, y en el fondode los espejos se refleja laimagen de la niñaChole.Majestuosa y altiva se acercaba con lentitud, dandoórdenes a una india joven que escuchaba con los ojos bajos, y respondía enlengua yucateca, esa vieja lengua que tiene la dulzura del italiano y laingenuidad pintoresca de los idiomas primitivos. Yo me hice vivamente a unlado plegando el periódico. Ella pasó. Creo que me miró un momento como

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queriendo hacer memoria, y que su boca fresca y sana, insinuó una sonrisa.¡AquellasonrisaconquemeenloquecíaLilí!

Laesperanzadeverenalgunapartea layucateca, trájome toda lamañanaavizorado y errabundo: fue vana esperanza. En cambio sumarido no cesó depasearsealolargodelpuente.Vistoconespacio,pareciomeunhombrerecioyaltivo:peinábasecomoelpríncipedeGales,ynousababarbanibigote:teníalosojosdeunazuldescoloridoyneutro;yalmirarentornabalospárpados.Sindudaalguna, presumía de aristócrata. Recorría el puente a grandes trancos, con losbrazoscaídos,yunapipacortaentre losdientes:avecessedeteníaparaechartabacooescupirenelmar.Entodalamañana,nolevisonreírsenihablarconnadie.

A las diez, una campana anunció el almuerzo. Bajé a mi camarote, y mepeinéconmáscuidadoydetenimientoque suelo: en seguidapaséal comedor.Aunquenobajaríande cien las personasque se sentaban en tornode aquellasdos largas mesas cubiertas por blanquísimos manteles, y adornadas de florescomoparaunfestín,nielmurmullodeunaconversaciónseescuchaba.Reinabaallíunsilenciodeiglesia,soloturbadoporelruidodelostenedores,ylastácitaspisadasde loscamarerosqueconelpechoechado fueradesus fraques,dabanvueltaspordetrásdeloscomensales.Todosaquelloscriadoseranbuenosmozos,rubiosypatilludos,comopríncipesalemanes.Toméasiento;ymisojosbuscaronalaniñaChole.Allíestaba,alotroextremodelamesa,sonriendoaunseñorónyankee con cuello de toro, y grandes barbazas rojas, barbas de banquero, quecaían llenas de gravedad sobre los brillantes de la pechera. Almismo tiemporeparéqueelblondogigantemirabaasumujerysonreíatambién.¡Cuántomepreocupó aquella sonrisa, tan extraña, tan enigmática en labios de unmarido!Ellavolviólacabeza,hizoungestoimperceptible,ysusojos,sushermososojosde mirar hipnótico y sagrado, continuaron acariciando al banquero. Tuve tanvivo impulso de celos y de ira, queme sentí palidecer. Despechado arrojé laservilletasobreelplatoydejélamesa.Nocomprendíaqueunmaridotolerasetal.¿Dequéestofaeraaquelcolosoquedejabaasumujerel libreejerciciodelosojos?¡Ydeunosojostanlindos!…

Desde la puerta volvimepara lanzarles unamirada de desprecio. ¡Oh, si atener llegoentonceselpoderdelbasilisco,allí sequedanhechospolvo!No lotenía,yelseñorónyankeepudoseguiracariciándoselasbarbazascolordebuey;yresoplardentrodesuchalecoblanco,poniendoenconmociónlosdijesdeuna

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gran cadena, que, tendida de bolsillo a bolsillo, le ceñía la panza; y ella, laSalambó de los palacios de Mixtla, pudo dirigirle aquella sonrisa de reinaindulgentequeyohabíavistoyamadoenotroslabios…

Tresdíasdespués,¡díastediososeinterminables,duranteloscualesnosaliódesucamarotelayucateca!diofondoelDalilaenlasaguasdelaVillaRicadelaVeracruz.

Presa el alma de religiosa emoción, contemplé la abrasada playa, dondedesembarcaron antes que pueblo alguno de la vieja Europa, los aventurerosespañoles, hijos de Alarico el bárbaro y de Tarik el moro. Vi la ciudad quefundaron,yalaquedieronabolengodevalentía,espejarseenelmarquietoydeplomo,comosimirasefascinadalarutaquetrajeronloshombresblancos:aunlado,sobredesiertoislotedegranito,bañasuspiesenlasolas,elcastillodeSanJuandeUlúa,sombrarománticaqueevocabaunpasadofeudalqueallínohubo,y a lo lejos, la cordillera del Orizaba, blanca como la cabeza de un abuelo,dibújase con indecisión fantástica sobre un cielo clásico, un cielo de azul tanlímpido y tan profundo como el cielo de Grecia. Y recordé lecturas casiolvidadasque,niñoaún,mehabíanhechosoñarconaquella tierrahijadelsol,narraciones medio históricas, medio novelescas, en que siempre se dibujabanhombresdetezcobriza,tristesysilenciosos,comocumplealoshéroesvencidos,yselvasvírgenes,pobladasdepájarosdebrillanteplumaje,ymujerescomolaniña Chole, ardientes y morenas, símbolo de la pasión, que dijo el poeta. Laimaginaciónexaltadame fingía al aventurero extremeñoponiendo fuegoa susnaves, y a sus hombres esparcidos por la arena, atisbándole de través losmostachos enhiestos al antiguo usomarcial, y sombríos los rostros varoniles,curtidosyconpátina,comolasfigurasdeloscuadrosmuyviejos.Ycomonoesposible renunciar a la patria, yo, español, sentía el corazón henchido deentusiasmo, y poblada de visiones gloriosas la mente, y la memoria llena derecuerdos históricos. ¡Era verdad que iba a desembarcar en aquella playasagrada!Obscuroaventurero,sinpazysinhogar,siguiendolosimpulsosdeunavidaerrante,ibaaperderme,quizáparasiempre,enlavastedaddelviejoimperioazteca,imperiodehistoriadesconocida,sepultadaparasiempreconlasmomiasdesusreyes,perocuyosrestosciclópeos,quehablandecivilizaciones,decultosyderazasquefueron,solotienenparenesemisteriosocuantoremotooriente.

¡Oh!¡Cuánbellossonesospaísestropicales!Elqueunavezloshavisto,nolosolvidarájamás.Aquellacalmaazuldelmarydelcielo;aquelsol,queciegay

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quema;aquellabrisacargadade todos losaromasde la«tierracaliente»comociertas queridas muy amadas, dejan en la carne, en los sentidos, en el alma,reminiscenciastanvoluptuosas,queeldeseodehacerlasrevivir,soloseapagaenla vejez. Mi pensamiento rejuvenece hoy, recordando la inmensa extensiónplateada de ese Golfo mexicano, que no he vuelto a surcar. Por mi memoriadesfilanlastorresdeVeracruz;losbosquesdeCampeche;lasarenasdeYucatán;los palacios de Palenque; las palmeras de Tuxpan y Laguna… ¡Y siempre,siempreunidoalrecuerdodeaquelhermosopaíslejano,elrecuerdodelaniñaChole,talcomolaviporvezprimera,sueltoelcabello,yvestidoelblancohipildelasantiguassacerdotisasmayas!…

Apenasanclamos,saleentropeldelaplayaunagentilflotillacompuestadeesquifes y canoas. Desde muy lejos, se oye el son monótono del remo.Centenares de cabezas asoman sobre la borda del Dalila, y abigarradamuchedumbrehormiguea,seagitaysedesataenelentrepuente.Háblaseagritoselespañol,elinglés,elchino.Lospasajeroshacenseñasalosbarquerosindiosparaqueseaproximen:ajustan,disputan,regatean,yalcabo,comorosarioquese desgrana, van cayendo en el fondo de las canoas que rodean la escalera, yesperan ya con los remos armados. La flotilla se dispersa. Todavía a largadistanciaveseunadiminutafigura,moverseygesticularcomopolichinela,yseoyensusvocesquedestacayagranda laquietudsolemnedeaquellas regionesabrasadas. Ni una sola cabeza se ha vuelto hacia el vapor, para mandarle unadiósdedespedida.Allávan,sinotrodeseoquetocarcuantoanteslaorilla.Sonlosconquistadoresdeloro.

Lanoche se avecina.Enestahoradel crepúsculo, el deseoardienteque laniñaCholemeproduce,seaquilataypurifica,hastaconvertirseenansiavagadeamoridealypoético.Todoobscurecelentamente:gimelabrisa;rielalaluna;elcielo azul turquí se torna negro, de un negro solemne, donde las estrellasadquierenunalimpidezprofunda.

Eslanocheamericanadelospoetas.

Acababadebajaramicamarote,yhallábame tendidoen la litera fumandouna pipa, y quizá soñando con la niñaChole, cuando se abre la puerta y veoaparecer a Julio César —un rapazuelo mulato que el año anterior habíameregaladoenJamaicaciertoaventureroportuguésque,andandoeltiempo,llegóageneralyministroen laRepúblicaDominicana—.JulioCésarsedetieneen lapuerta,bajoelpabellónqueformanlascortinas.

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—¡Miamito!Abordovieneunmorenoquematalotiburoneenelagua,coneltrinchete.¡Suba,miamito,nosedilate!…

Ydesaparecevelozmente,comoesosetíopes,carcelerosdeprincesas,enloscastillos encantados.Yo espoleado por la curiosidad salgo tras él.Heme en elpuente,queiluminalaplácidaclaridaddelplenilunio.Unnegrocolosal,coneltrajedetelachorreandoagua,sesacudecomoungorila,enmediodelcorroqueasurededorhanformadolospasajeros,ysonríe,mostrandosusblancosdientesdeanimalfamiliar.Apocospasos,dosmarinerosencorvadossobrelabordadeestribor halan un tiburónmedio degollado, que se balancea fuera del agua, alcostado delDalila. Mas, he ahí que de pronto rompe el cable, y el enormecetáceo desaparece en medio de un remolino de espumas. El negrazo musitaapretandoloslabioselefancíacos:

—¡Pendejos!Y se va, dejando, como un rastro, en la cubierta del navío, las huellas

húmedasdesuspiesdescalzos.Unavozfemenillegritadesdelejos:—¡Che!¡Moreno!…—¡Voyhorita,niña!…Nomedilato.Laformadeunamujerblanqueaenelnegrofondodelapuertadelacámara.

¡Nohayduda,esella!¿Perocómonolaheadivinado?¿Quéhacíastú,corazónburgués, corazón prosaico, que no me anunciabas su presencia? ¡Oh! ¡Concuántogustohubiérateentoncespuestobajosuslindospiesparacastigo!

Elmarineroseacerca.—¿MandabaalgunacosalaniñaChole?—Quierovertemataruntiburón.El negro sonríe, con esa sonrisa blanca de los salvajes, y pronuncia

lentamente,sinapartarlosojosdelasolas,queargentalaluna:—Nopuedeser,miamita:sehajuntadounapuntadetiburones¿sabe?—¿Ytienesmiedo?—¡Qué va!…Aunque fácilmente, como la sazón está peligrosa…Vea su

mercednomás…LaniñaCholenoledejóconcluir.—¿Cuántotehandadoesosseñores?—Veintetostone:doscentine,¿sabe?Oyó la respuesta el contramaestre, que pasaba ordenando unamaniobra, y

conesaconcisiónrudayfrancadelosmarinoscurtidos,sinapartarelpitodeloslabiosnivolverlacabeza,apuntole.

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—¡Cuatromonedasynoseasguaje!…El negro pareció dudar. Asomose al barandal de estribor y observó un

instante el fondo delmar donde temblaban amortiguadas las estrellas.Veíansecruzarargentadosyfantásticospecesquedejabantrassí,esteladefosforescenteschispasydesaparecíanconfundidosenlosrielesdelaluna,mientrasenlazonade sombra que sobre el azul de las olas proyectaba el costado del Dalila,esbozábase la informe mancha de una cuadrilla de tiburones. El marinero seapartó reflexionando. Todavía volviose una o dos veces a mirar las dormidasolas,comopenetradodelaquejaquelanzabanenelsilenciodelanoche.Picóuncigarroconlasuñas,yseacercóalacriolla.

—Cuatrocentenes¿leapeteceamiamita?LaniñaChole,conesedesdénpatricioquelasamericanasopulentassienten

porlosnegros,volvióaélsuhermosacabezadereinaindia;yentonotal,quelas palabras parecían dormirse cargadas de tedio en el borde de los labios,murmuró:

—¿Acabarás?…¡Seanloscuatrocentenes!…Los labios hidrópicos del negro, esbozaron una sonrisa de ogro avaro y

sensual: seguidamente, despojose de la camiseta, desenvainó el cuchillo quellevabaenlacintura,ycomounperrodeTerranovatomoleentrelosdientes,yseencaramósobre laborda.El aguadelmar relucía aúnenaquel torsodesnudo,queparecíadebarnizadoébano. Inclinoseelnegrazosondandocon losojoselabismo,yluegosevolvióamí.

—¿Nomedasumerséalgunacosita,parahasésubiresosguachinango?Dileyo,porno tenerotracosaamano,migorradeviaje,queél cuidóde

ahuecar,afindequenadase;ycuandolostiburonessalieronalasuperficie,levierguirsenegroymitológicosobreelbarandalque iluminaba la luna;ycon losbrazos extendidos, echarse de cabeza, y desaparecer buceando. Tripulación ypasajeros, cuantos se hallaban sobre la cubierta delDalila agolpáronse a lasbordas. Sumiéronse los tiburones en busca del negro; y todas las miradasquedaronfijasenunremolinodeespumasquenotuvotiempoaborrarse,porquecasi incontinenti,unamanchadeburbujas rojascoloreóelmar;yenmediodelos hurras de lamarinería, y el vigoroso aplaudir de lasmanos coloradotas yburguesasdelosyankees,salióaflotelatestachataylanudadelmarinero,quiennadaba,ayudándosedeunsolobrazo,mientrasconelotrososteníaentreaguasuntiburóndegolladoporlagargantadondeaúntraíaclavadoelcuchillo.Tratoseen tropel de izar al negro; arrojáronse cuerdas, ya para el caso prevenidas, y

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cuandolevantabamediocuerpofueradelagua,rasgóelaireunalaridohorrible,ylevimosabrirlosbrazos,ydesaparecer,sorbidoporlostiburones…

No tuvierayo lugar a recobrarme, cuando sonó ami espalda, unavozquedecíaeninglés:

—Sir,préstemeustedcuatrolibras.Almismotiempo,alguientocósuavementeenmihombro.Volvílacabezay

hállemeconlaniñaChole.Vagabacualsiempreporsulabioinquietantesonrisa;yabríaycerrabavelozmenteunadesusmanos,encuyapalma,vi lucirvariasmonedasdeoro.Rogomeconciertomisterioqueladejasesitio;y,doblándosesobrelaborda,arrojolasalocéanolomáslejosquepudo.Enseguida,volvioseamícongentilescorzodetodoelbusto.

—¡YatieneparaelfletedeCarón!…Yo debía estar pálido como la muerte; pero como ella fijaba en mí sus

hermososojosysonreía,venciomeelencantodelossentidos,ymislabiosaúntrémulos pagaron aquella sonrisa cínica, con la risa humilde del esclavo, queapruebacuantohacesuseñor.Lairónicacrueldaddelacriollamehorrorizabaymeatraía:nuncacomoentoncesmeparecieratentadoraybella.Delmarobscuroymisterioso subíanmurmullosyaromas, aqueelblanco lunarprestabano séqué rara voluptuosidad. La trágica muerte de aquel coloso negro; el mudoespantoquesepintabaaúnentodoslosrostros;unviolínquellorabaenelgransalón, todo en aquella noche, bajo aquella luna, era para mí objeto devoluptuosidaddepravadaysutil…

Alejoselayucateca,coneseandarrítmicoyondulantequerecuerdaaltigre;yaldesaparecer,unadudacruelmordiomeelcorazón.Hastaentoncesnohabíareparadoqueamilado,casihombroconhombro,estabaeljudíoyankee,de labarba roja y perjura. ¿Sería a él a quien mirasen los ojos de la Salambó deMixtla;aquellosojos,encuyofondoparecíadormirelenigmadealgúnantiguocultolicencioso,cruelydiabólico?…

¡Decualquiersuertequefueseyonodebíaverlosmás!Aldíasiguiente,con lasprimeras lucesdelalbadesembarquéenVeracruz.

Tuvemiedodeaquellasonrisa, lasonrisadeLilí,queahorasemeaparecíaenbocadeotramujer.Tuvemiedode aquellos labios, los labiosdeLilí, frescos,rojos y fragantes como las cerezas de nuestro huerto, que ella gustaba deofrecerme en ellos. ¡Ay! Aun cuando el corazón tenga veinte años, si elpobrecilloesliberal;ydiohospedajealamormásdeunaydedosveces;ygustósuscontadasalegrías,ysusinnumerablestristezas,nopuedenmenosdecausarle

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temblores,miradasysonrisas,cuandolosojosyloslabiosquelasprodigansoncomo los de la niñaChole. ¡Yohe temblado entonces, y temblaría hoyque lanievedetantosinviernoscayósindeshelarsesobremicabeza!…

París,abrilde1893.

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CLAGENERALA

UANDO el general Don Miguel Rojas hizo el disparate de casarse, yadebía pasar mucho de los sesenta. Era un veterano muy simpático, con

grandesmostachosblancos,unpocotostadosporelcigarro;alto,enjutoybienparecido, aun cuando se encorvaba un tanto al peso de los años. Crecidas yespesas tenía lascejas;garzosyhundidos losojos;cetrinayarrugada la tez,ycana casi que del todo la escasa guedeja que peinaba con sin igual arte paraencubrir la calva.La expresión amable de aquella hermosa figura de veteranoatraíaamorosamente.Lagravedaddesumirar,noexentodeplacidez;elreposode susmovimientos; la nieve de sus canas, en suma, toda su persona, estabadotadadeuncaráctermarcialyaristocráticoqueseimponíaenformadeamistadfranca y noble. Su cabeza de santo guerrero, parecía desprendida de algúnantiguoretablo.TaleraenfinenrostroytalleelsantovarónquediosunombreaCurritaJimeno,lahijamenordeloscondesdeCasa-Jimeno.

Curritaeraunamuchachadelgada,morena,muyelegante,muyalegre,muynerviosa;rompíalosabanicos,desgarrabalospañuelos,consusdientesblancosy menudos, de gatita de leche, insultaba a las gentes… ¡Oh! aquello no eramujer,eraunmanojodenervios,comodecíasumamá;losamigosdecíanalgomásduroylahabíanpuesto«monainquieta».Nadiealverla,creeríaqueaquelelegantediablillo sehubiese educado entre rejas, sin sol y sin aire, obligada arezarsieterosarioscadadía,oyendomisasdesdeelamanecer,ydurmiéndoseenlosmaitinesconlasrodillasdoloridas,ylatocadacabecitaapoyadaenlasrejasdelcoro.Noparecía,enverdad,haberpasadodiezañosdeeducandaalladodeunatíasuya,encopetadaabadesadeunconventodenobles,alláenelriñóndeCastillalaNueva.

CuandoloscondesfueronporCurrita,parasacarladefinitivamentedeaquelencierro y presentarla al mundo, la muchacha creyó volverse loca. Llenó deflores el altar deSantaRita—tutelar del convento y fundadora de la orden—

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casualmenteacababadehacerleunanovenapidiéndoleaquellomismo,ylasanta¡tanbuena!queseloconcedíasinhacerlaesperarmástiempo.Nobienllególaparentela,Curritaselanzófueradellocutorio,gritandoalegremente,sincurarsedelasmadresquesequedabanllorandolapartidadesuperiquito:

—¡VivaSantaRita!Y se arrancó la toca, descubriendo la cabeza pelona, que le daba cierto

aspecto de muchacho; acrecentado por la esbeltez, un tanto macabra, de suscatorceaños.

Esteamoralalibertad,tandesenfadadamenteexpresadoconelvivadadoalaSantadeCasia,loconservóCurritahastalamuerte.Mientrasloshombresdela República pasaban a la Monarquía, ella, lanzando carcajadas y diciendodonairespicarescoscaminabaresueltahacialademagogia,¡peroquédemagogialasuya!Llenadeparadojasydeatrevimientosinconcebibles;elaboradaenunacabecitainquietayparlanchina,dondeapenasseasentabauncerebrodecolibrípintoresco y brillante borracho de sol y de alegría. Era desarreglada y genialcomo un bohemio; tenía supersticiones de gitana ¡y unas ideas sobre laemancipaciónfemenina!¡VálganosDios!Sinofueseporquesalíandeaquelloslabiosquederramabanlasalylagraciacomogotasdeagualosbotijosmoriscos,sería cosa de echarse a temblar, y vivir en triste soltería, esperando el fin delmundo.

Peroyase sabeque losmilitaresespañoles son losmásvalientesdelorbe.Currita y el general Rojas se casaron, y desde aquel día lamuchacha cambiócompletamente,ycobróunosademanestanseñorilesyseverosqueparecíatodaunaseñoragenerala.Bastabaverla,paracomprenderquenohabíasalidode laclasedetropa;llevabalostresentorchadoscomolagentedecolegio.Losquealleer enLaÉpoca el notición de aquella boda habían exclamado: ¡Pobre DonMiguel!,casiestuvieronporachacaramilagrolamudanzadelaniñadeCasa-Jimeno.Laverdadesquefácilexplicaciónnotenía,ycomolacondesasecomíalossantos,ylatíaabadesaestabaenolordesantidad,¡velay!

Tenía por ayudante el general a cierto ahijado suyo, recién salido de uncolegiomilitar.Erauncaballeretedemiembrosdelicados,ynomuycumplidodeestatura:parecieraunniño,anodesmentirlapresunciónelbozoquesepicabadebigote,yelpliegueavecesenérgicoyavecesseverodesurubioentrecejodedamisela. Este tal llegó a ser comensal casi diario en lamesa deDonMiguelRojas.Lacosapasódeunmodoalgoraro.Curritanodejabafumarasumarido;

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decía, haciendo aspavientos, que el cigarro irritaba el catarro crónico quepadecíaelbuenseñor;únicamentecuandohabíaconvidados,sehumanizaba lagenerala. Habíase vuelto tan cortés desde que entrara en la milicia, que,naturalmente, deponía parte de su enojo, y la furibunda oposición de cuandocomía a solas con su marido, reducíase a un gracioso gestecillo de enfado.SonreíasesocarronamenteDonMiguel,ycomonopodíapasarsesinhumearunhabano,despuésdelcafé,concluyóporinvitartodoslosdíasasuayudante.

Currita,queenunprincipiohabíatenidoaloficialitoporunquídam—erasufrasepredilecta—acabópordescubrirenéltansoberbiasprendas,ylecayótanengraciaelmuchacho,que,últimamente,nosesabíasieraayudantedeórdenesdeDonMiguelodeladama;atodasparteslaacompañaba,dedíaydenoche,yhastaunavezllególageneralaaimponerleunarresto,segúnellamismacontabariendoasusamigas.

Unatarde,yalevantadoslosmanteles,dijolageneralaalayudante:—¡Si supiese usted cuánto me aburro, Sandoval! ¿No tendría usted una

novelaquemeprestase?Sandoval,hechoalmíbar,leprometiónouna,sinociento;yaldíasiguiente

llevóaCurritaunlibrodelcualhizograndeselogios.EraLoquenomueredelcélebreBarbeyd’Aurevilly.

Curritaabrióellibroalazar,yfijólosojosdistraídaenlaspáginassatinadas,pulcras, elegantes, como para ser vueltas pormanos blancas y perfumadas deduquesasymundanas.

—¿Perodequétrataesanovela?¿Quéesloquenomuere?—Lacompasiónenlamujer…Unaideaoriginalísima:figúreseusted…—No;nomelocuente.¿YnotieneustedningunanoveladeDaudet?Esmi

autor predilecto; dicen que es realista, de la escuela de Zola, a mí no me loparece.¿Usted leyóJack? ¡Qué libro tansentido!Nopuedeunapormenosdellorar, leyéndolo. ¡QuédiferentedeGerminal yde todas lasnovelasdeLópezBago!

Sandoval,queteníaunamigajadegustoliterario,y,además,habíaleídolosPaliquesdeClarín,repusoescandalizando:

—¡Oh!¡Oh,generala!,esquenopuedencompararseZolayLópezBago.Currita, sonriendoconelgraciosodesenfadode las señoras,quehablande

literaturacomodemodas,contestó:—Puesseparecenmucho;nomelonegaráusted.

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Aquellasherejías,producíanunverdaderodoloralayudante;élquisieraquelageneralanopronunciasemásquesentencias;quetuvieseelgustotandelicadoy elegante como el talle. Aquella carencia de esteticismo recordábale lasmodistillas pizperetas, apasionadas de los folletines, con quienes había tenidoalgoquever; criaturas risueñasy cantarinas, cabecitas llenasde claveles, pero¡ay!horriblementevacías; sinmásmeolloque los canariosy los jilguerosquealegrabansusguardillas.

Currita,queestabahojeandolanovela,exclamódepronto:—¡Quélástima!…Sandovallamiróconextrañeza.—¡Lástimadequé,generala?—Yalehedichoaustedquenoquieroquemellameasí.¡Habrámajadero!

LlámemeustedCurrita.Ylediouncapirotazoconellibro;luegoponiéndoseseria:—¿Sabe usted, Sandoval?Me parece este un francésmuy difícil, y yo he

sidosiempredelomástorpequeDiospudohabercriado,paraestodeidiomas.Y le alargaba el libro, mirándole al mismo tiempo con aquellos ojos

chiquitos como cuentas, vivos y negros, los cuales bien pudieran recibirse dedoctoresentodasuertedeguiñosycoqueteos.

—¿Siustedquisiese?…Éllamiraba,sinacertarconloquehabíadequerer.Lageneralasiguió:—Esunfavorquelepido.—Ustednopide,manda,yseconcluyó.—Puesentoncesvendráusteda leermeun rato todos losdías, ¿verdad?El

generalsealegrarámuchocuandolosepa.Colgóseledelbrazo,comounachiquilla,ylearrastróhastaelsofá,dondele

hizosentarasulado.—Empieceusted.Aprovechemoseltiempo.

Aldíasiguiente,yalotro,yalotro,fueSandovalaleerLoquenomuerealagenerala.ElpobremuchachonosabíaquépensardeCurrita,ydelmodocomoletrataba.Habíamomentosenqueladamaadoptabaparahablarleunacorrecciónyformalidadexcesivas,quecontrastabanconlallanezayconfianzaantiguas;entalesocasiones,jamás,niaunpordescuido,lemirabaalacara.Auncuandolaideadepasarplazadetímidomortificabaatrozmentealayudante,loscambiosdehumorqueobservabaenlagenerala,manteníanleenloslinderosdelaprudencia.

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De las fragilidades de ciertas hembras, algo se le alcanzaba, pero de lasseñoras,delasverdaderasseñoras,estabaaobscurascompletamente.Creíaqueparaenamoraraunadamaencopetada,loprimeroquesenecesitabaeranpelosenlacaraenformadebigoteobarbacorrida,ytocanteaesto,elayudanteestabamuynecesitado.Tantasfueronsuscavilacionessobrepuntotal,quecayóenlaflaquezadeobscurecerse,contintesymenjurjesdeuncómicosuamigo,elbellocasiincolorodelincipientebozo.

Lascosasasí, leíauna tardea lagenerala lasúltimaspáginasde lanovela.Curritaestabacercadeél,sentadaenunasillabaja;avecessusrodillasrozabanlasdellector,queseestremecía;perocualsiningunodelosdosadvirtieseaquelcontacto permanecían largo rato con ellas unidas. La generala escuchabamuyconmovida; de tiempo en tiempo su seno se alzaba para suspirar; con ojosinmóviles,ycomoanegadosenllanto,contemplabaaljoven,quesentíaelpesodeaquellamiradafijaypoderosacomoladeunsonámbulo,yseguía leyendo,sinatreversealevantarlacabeza.

Las últimas páginas del libro eran terriblemente dolorosas; exhalábase deellaselperfumedeunossentimientosextraños,alaparpecaminososymísticos.Era hondamente sugestivo aquel sacrificio de la condesa Iseult; aquella sucompasión impúdica, pagana como diosa desnuda; aquella renunciación de símisma, que la arrastraba hasta dar su hermosura de limosna, y sacrificarse enarasdelapasiónydelpecadodeotro.

La generala con las rodillas unidas a las del ayudante, y la garganta secaescuchaba conmovida la novela del anciano dandy. Sandoval con voz a cadainstantemásvelada,leíaaquellapáginaquedice:

…«LacondesaIseulthallótodavíafuerzasparamurmurar:—Puesbien,sirevivieseestapiedad,dosvecesmaldita,inútilparaaquellos

enquienfueempleada,yvacíadelmássimpledeberparalosquelahansentido,esta piedad nome abandonaría, y volvería a seguir sus impulsos, a riesgo devolveraincurrirenmidesprecio.SiDiosmedijese:Heahíelfinqueignoras;yensumisericordiainfinita,pusiesealalcancedemimanoelconseguirlo,yo,noleescucharíayprecipitaríamecomounalocaenesapiedad,quenoessiquieraunavirtud,yquesinembargoeslaúnicaqueyohetenido…».

Lagenerala,sinserdueñadesípormástiempo,empezóasollozar,conesaestentoreidad que los sentimientos contenidos adquieren al desatarse en lasmujeresnerviosas.

—¡QuécriaturatanraraesacondesaIseult!¿Habrámujeresasí?

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El ayudante, conmovido por la lectura, y animado, casi irritado, por elcontactodelasrodillasdelagenerala,contestó:

—¡Qué!¿UstednoseríacapazdehacerloqueellahizoporAllán,aldárseleporcompasión?

Ysusojosbayos,transparentescomotopaciosquemados,tuvieronalfijarseenCurritaelmirarinsistente,osadoymagnéticodelcelo.

Lageneralapúsosemuyseria,ycontestóconladignidadreposada,deunadeaquellas ricas hembras castellanas que criaron a sus pechos losmás gloriososjayanesdelahistoria:

—Yo, señor ayudante, no puedo ponerme en ese caso. La principalcompasiónenunamujercasada,debeserparasumarido.

Sandoval calló, arrepentidode suatrevimiento.Lageneralaeraunavirtud.AlrededordelcuellodeCurrita,envezdelosencajesqueadornabanelpeinadorazulceleste,veíaelalférez—conlosojosdelaimaginaciónporsupuesto—lostresentorchados,sugestivos,inflexibles,imponiendoelrespetoalaordenanza.

Despuésdeunmomento,todavíaconsombradeenojo,lageneralasevolvióalayudante:

—¿Quiereustedseguirleyendo,señorSandoval?Yél,sinosarmirarla:—Seimpresionaustedmucho.¿Noseríamejordejarlo?Lageneralasuspirando,sepasóelpañueloporlosojos.—Casitieneustedrazón.Ellos se miraban en silencio. De pronto Currita, con la impresionabilidad

infantildetantasmujeres,lanzóunaalegrecarcajada.—¡Cómolehacrecidoaustedelbigote! ¡Perosise loha teñido! ¡Ja! ¡Ja!

¡Ja!¡Selohateñido!Sandovalunpocoavergonzadoreíatambién.—Medaráustedlarecetaparacuandotengacanas.¡Ja!¡Ja!¡Ja!Lageneralamordíaelpañuelo.Luegoadoptandounairedeseñora formal,

quelecaíamuygraciosamente,exclamó:—Eso,hijomío,esuna…Vamosnoquierodecirle loquees;peroyaverá

comoenelpecadosellevalapenitencia.Salió velozmente para volver a poco con una aljofaina, que dejó sobre el

primermueblequehallóamano.—Vengaustedaquí,caballerito.Eramuydivertidaaquellacomediaenlacualélhacíadechiquitíntravieso,y

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elladeabuelaregañona.Curritaselevantóunpocolasmangasparanomojarse,y empezó a lavar los labios al presumido ayudante, quien no pudomenos debesaraquellasmanosblancasquetanlindamentelerefregabanlajeta.

—Tengaustedformalidad,osino…Yledioenlamejillaungolpecitoquequedódudosoentrebofetadaycaricia.

Se enjugó Sandoval atropelladamente, y asiendo otra vez las manos de lagenerala,cubriolasdebesosvoraces,frenéticos,delirantes.Ellagritaba:

—¡Déjemeusted!¡Déjemeusted!¡Nuncalocreería!—¡Curra!¡Currita!¡Yolaadoro!…La…Susojosseencontraron,suslabiossebuscarongolosos,yseunieronconun

beso.—¡Mivida!—¡Payaso!Los tres entorchados ya no le inspirabanmás respeto que unos galones de

cabo.

Desdefueradierondosgolpecitosdiscretosenlapuerta.Sandoval, mordiendo la orejita menuda y sonrosada de la generala,

murmuró:—¡Nocontestesalmamía!…Losgolpesserepitieronmásfuertes.—¡Curra!¡Curra!¿Quéesesto?¡Abre!Alagenerala,tocolesuspiraraloídodelayudante:—¡Diossanto!¡Mimarido!Losgolpeseranyafuriosos.—¡Curra!¡Sandoval!¡Abranustedesotirolapuertaabajo!Yatodoestolosporrazosibanenaumento.Curritaseretorcíalasmanos;de

pronto,corrióalapuerta,ydijohablandoatravésdelacerradura,contraídoelrostroporlaangustia,peroprocurandoquelavozapareciesealegre:

—¡Migeneral!Esquesehasoltadoelcanario,ysiabrimosseescapacontodaseguridad…AhoracreoqueyaloalcanzaSandoval.

Cuando lapuerta fueabierta,elayudanteaúnpermanecíaenpiesobreunasilla,debajode la jaula,mientraselpájarocantabaalegrementebalanceándoseenladoradaanilladesucárcel.

AbordodelvaporHavre,abrilde1892.

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SROSARITO

ENTADAanteunode esos arcaicosveladores con tablerodedamas, quetanta boga conquistaron en los comienzos del siglo, cabecea el sueño la

ancianacondesadeCela: losmechonesplateadosdesuscabellos,escapándosede la tocade encajes, rozancon intermitenciasdesiguales losnaipes alineadospara un solitario. En el otro extremo del canapé, su nieta Rosarito mueve ensilenciocuatroagujasdeacero,delascuales,antesquelaveladatermine,esperaver salir un botinín blanco con borlas azules, igual en todo a otro que la niñatienesobreelregazo,ysoloaguardaalcompañeroparairacalzarlosdiminutospies del futuro conde de Cela. Aunquemuy piadosas entrambas damas, es lociertoqueningunaprestaatenciónalavidadelsantodeldía,queelcapellándelPazo lee en voz alta, encorvado sobre el velador, y calados los espejuelos derecia armazóndorada.DeprontoRosarito levanta la cabeza, y sequeda comoabstraída, fijos los ojos en la puerta del jardín que se abre sobre un fondo deramajesobscurosymisteriosos:¡Nomásmisteriosos,enverdad,quelamiradadeaquellaniñapensativayblanca!Vistaalatenueclaridaddelalámpara,conlarubiacabezaendivinoescorzo;lasombradelaspestañastemblandoenelmarfildelamejilla;yelbustodelicadoygentildestacándoseenlapenumbrainciertasobre ladorada talla,yeldamascoazulcelestedelcanapé,Rosarito recordabaesas ingenuas madonas, pintadas sobre fondo de estrellas y luceros. La niñaentorna los ojos, palidece, y sus labios agitados por temblor extraño dejanescaparungrito:

—¡Jesús!…¡Quémiedo!…Interrumpesu lecturaelclérigo;ymirándolaporencimade losespejuelos,

carraspea:—¿Algunaaraña,eh,señorita?…Rosaritomuevelacabeza.—¡Noseñor,no!

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Estabamuypálida. Su voz, un poco velada, tenía esa inseguridad delatoradelmiedoydelaangustia.Envanoporaparecerserenaquisocontinuarlalaborqueyacía en su regazo; las agujas temblabandemasiado entre aquellasmanospálidas, transparentes, como las de una santa;manosmísticas y ardientes, queparecíanadelgazadasenlaoración,porelsuaverocedelascuentasdelrosario.

Profundamente abstraída clavó las agujas en el brazo del canapé.Despuésconvozbajaeíntima,cualsihablaseconsigomismabalbuceó:

—¡Jesús!¡Quécosatanextraña!Almismotiempo,entornólospárpadosycruzólasmanossobreelsenode

cándidasygloriosaslíneas:parecíasoñar.Elcapellánlamiróconextrañeza.—¿QuélepasaseñoritaRosario?Laniñaentreabriólosojosylanzóunsuspiro:—¿DigaDonBenicio,seráalgúnavisodelotromundo?…—¡Unavisodelotromundo!…¿Quéquiereusteddecir?Antes de contestar Rosarito dirigió una nueva mirada al misterioso y

dormido jardín, a través de cuyos ramajes se filtraba la blanca luz de la luna;luegoenvozdébilytemblorosamurmuró:

—Hace unmomento juraría haber visto entrar por esa puerta a Don JuanManuel…

—¿DonJuanManuel,señorita?…¿Estáustedsegura?—Sí;eraél,ymesaludabasonriendo…—¿PeroustedrecuerdaaD.JuanManuel?Si lomenoshacediezañosque

estáenlaemigración.—MeacuerdoDonBeniciocomosilehubiesevistoayer.Erayomuyniña,y

fuiconelabueloavisitarleenlacárceldeSantiago,dondeleteníanpresoporliberal.Elabuelolellamabaprimo.DonJuanManueleramuyalto;conelbigotemuyretorcido;yelpeloblancoyrizo.

Elcapellánasintió:—Justamente,justamente.Alostreintaañosteníalacabezamásblancaque

yoahora.Sinduda,ustedhabráoídoreferirlahistoria…Rosaritojuntólasmanos.—¡Oh!¡Cuántasveces!Elabuelolacontabasiempre.Seinterrumpióviendoenderezarsealacondesa.Laancianaseñoramiróasu

nietaconseveridad,ytodavíamaldespiertamurmuró:—¿Quétantotienesquehablarniña?DejaleeraDonBenicio.Rosarito,rojadevergüenza,inclinólacabeza,ysepusoamoverlaslargas

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agujasdesulabor.PeroDonBenicio,quenoestabaenánimodeseguirleyendo,cerróellibroybajólosanteojoshastalapuntadelanariz.

—Hablábamos del famoso Don Juan Manuel, señora condesa. Don JuanManuelMontenegro, emparentado si nome engaño con la ilustre casa de loscondesdeCela…

Laancianaleinterrumpió.—¿Yadóndehanidoustedesabuscaresaconversación?¿Tambiénustedha

tenidonoticiadelherejedemiprimo?Yoséqueestáenelpaís,yqueconspira.El cura deCela, que le conociómucho enPortugal, le ha visto en la feria deBarbanzón,disfrazadodechalán.

DonBeniciosequitólosanteojosvivamente.—¡Hum!Heahíunanoticia.Yunanoticiadelasmásextraordinarias.¿Pero

noseequivocaríaelcuradeCela?…Lacondesaseencogiódehombros.—¡Qué!¿Lodudausted?Puesyono.¡Conozcohartobienamiseñorprimo!—Losañosquebrantanlaspeñas,señoracondesa:cuatroanduveyoporlas

montañasdeNavarraconelfusilalhombro,yhoy,mientrasotrosbatenelcobre,tengoquecontentarmeconpediraDiosenlamisaeltriunfodelasantacausa.

Unasonrisadesdeñosaasomóenladesdentadabocadelalinajudaseñora.—¿Pero quiere usted compararse Don Benicio?… Ciertamente que en el

casodemiprimo,cualquierasemiraríaantesdeatravesarlafrontera;peroesaramadelosMontenegrosesdelocos.LocoeramitíoDonJosé;locoeselhijo;ylocosseránlosnietos.UstedhabráoídomilvecesencasadeloscurashablardeDonJuanManuel,puesbien,todoloquesecuentanoesnadacomparadoconloqueesehombrehahecho.

Elclérigorepitióamediavoz.—Yasé,yasé…Tengooídomucho.¡Esunhombreterrible,unlibertino,un

masón!Lacondesaalzólosojosalcieloysuspiró.—¿Vendráanuestracasa?¿Quélepareceausted?—¿Quiénsabe?Conoceelbuencorazóndelaseñoracondesa.Elcapellánsacódelpechodesulevitónungranpañueloacuadrosazules,y

losacudióenelaireconsumaparsimonia:despuésselimpiólacalva.—¡Sería una verdadera desgracia! Si la señora atendiese mi consejo, le

cerraríalapuerta.Rosarito lanzó un suspiro. Su abuela la miró severamente, y se puso a

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repiquetearconlosdedosenelbrazodelcanapé.—Esosedicepronto,DonBenicio.Estávistoqueustednoleconoce.Yole

cerraríalapuerta,yéllaecharíaabajo.Porlodemástampocodeboolvidarqueesmiprimo.

Rosaritoalzólacabeza.Ensubocadeniña,temblabalasonrisapálidadeloscorazones tristes,yenel fondomisteriosodesuspupilas,brillabauna lágrimarota.Deprontolanzóungrito.Paradoenelumbraldelapuertadeljardín,estabaun hombre de cabellos blancos; estatura gentil y talle todavía arrogante yerguido.

Don JuanManuelMontenegro podría frisar en los sesenta años. Tenía esehermoso y varonil tipo suevo tan frecuente en los hidalgos de la montañagallega.Eraelmayorazgodeunafamiliaantiguay linajuda,cuyoblasón lucíadiezyseiscuartelesdenobleza,yunacoronarealeneljefe.DonJuanManuel,congranescándalodesusdeudosyallegados,alvolverdelaemigraciónhicierapicarlasarmasquecampeabansobrelapuertadesuPazosolariego,uncaserónantiguoyruinoso,mandadoedificarporelmariscalMontenegro,quefiguróenlas guerras de Felipe V, y fue el más notable de los de su linaje. Todavía seconserva en el país memoria de aquel señorón excéntrico, déspota y cazador,beodoyhospitalario.DonJuanManuelalostreintaañoshabíamalbaratadosupatrimonio.Solamente conservó las rentasy tierrasdevínculo, elPazo, yunacapellanía,todolocualapenasledadaparacomer.Entoncesempezósuvidadeconspiradoryaventurero;vidatanllenaderiesgosyazares,comoladeaquellossegundones hidalgos, que se enganchaban en los tercios de Italia por buscarlancesdeamor,deespadaydefortuna.Liberalaforradoenmasón,fingíagranmenosprecioportodasuertedetimbresnobiliarios,loquenoimpedíaquefuesealtivo y cruel como un árabe noble. Interiormente sentíase orgulloso de suabolengo, y pese a su despreocupación dantoniana, placíale referir la leyendaheráldica, que hace descender a losMontenegros de una emperatriz alemana.CreíaseemparentadoconlasmásnoblescasasdeGalicia,ydesdeelcondedeCela,aldeAltamira,contodosseigualaba,yatodosllamabaprimos,comosellamanentresílosreyes.Encambiodespreciabaaloshidalgossusvecinosyseburlabadeellossentándolosasumesa,yhaciendosentarasuscriados.Eracosade ver a Don Juan Manuel erguirse cuan alto era, con el vaso desbordante,gritando con aquella engolada voz de gran señor, que ponía asombro en sushuéspedes:

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—Enmicasa,señores,todosloshombressoniguales.AquíesleyladoctrinadelfilósofodeJudea.

DonJuanManueleraunodeesoslocosdebuenavena,conmanerasdegranseñor, ingenio de coplero, y alientos de pirata. Bullía de continuo en él unadesesperaciónsincausaniobjeto, tanprontoarrebatadacomoburlona;ruidosacomo sombría. Atribuíansele cosas verdaderamente extraordinarias. Cuandovolvió de su primera emigración, encontrose hecha la leyenda. Los viejosliberalespartidariosdeRiegocontabanquelehabíablanqueadoelcabellodesdequeunasentenciademuertetuviéraletresdíasencapilla,delacualconsiguierafugarseporunmilagrodeaudacia:pero lasdamiselasdesuprovincia,abuelashoyquetodavíasuspiran,cuandorecitanasusnietaslosversosdeElTrovador,referían algo mucho más hermoso… Pasaba esto en los buenos tiempos delromanticismo, y fue preciso suponerle víctima de trágicos amores. ¡CuántasvecesoyeraRosaritoenlatertuliadesusabueloslahistoriadeaquelloscabellosblancos!Contábalasiempresu tía ladeCamarasa,—unaseñoritacincuentona,queleíanovelasconelardordeunacolegiala;ytodavíacantabaenlosestradosaristocráticos de Brumosa melancólicas tonadas del año treinta—. Amada deCamarasaconocieraaDonJuanManuelenLisboa,cuandolasbodasdelinfanteDon Miguel. Era ella una niña, y habíale quedado muy presente la sombríafiguradeaquelemigradoespañoldeerguidotalleyademánaltivo,quetodaslasmañanassepaseabaconelpoetaEsproncedaenelatriodelacatedral,ynodabaun paso sin golpear fieramente el suelo, con la contera de su caña de Indias.AmadadeCamarasanopodíamenosdesuspirarsiemprequehacíamemoriadelos alegres años pasados en Lisboa. ¡Quizá volvía a ver con los ojos de laimaginaciónlafiguradeciertohidalgolusitanodemorenorostroyamantelabia,quehabíasidolaúnicapasióndesujuventud!…

¡Pero esta es otra historia, que nada tiene que ver con la de Don JuanManuel!

Elmayorazgo sehabíadetenido enmediode la espaciosa sala, y saludabaencorvandosuaventajadotalle,aprisionadoenlargolevitón.

—Buenas noches condesa de Cela. ¡He aquí a tu primoMontenegro quevienedePortugal!

Su voz, al sonar enmedio del silencio de la anchurosa y obscura sala delPazo,parecíamáspoderosaymáshueca.Lacondesa,sinmanifestarextrañeza,repusocondesabrimiento:

—Buenasnochesseñormío.

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DonJuanManuelseatusóelbigote,ysonrió,comohombreacostumbradoatalesdesvíosyque los tieneenpoco.Deantiguorecibíaselede igualmodoencasa de todos sus deudos y allegados, sin que nunca se le antojara tomarlo apecho:contentábaseconhacerseobedecerdeloscriados,ymanifestarhacialosamosciertodesdéndegranseñor.Eradevercómoaquelloshidalgoscampesinosque nunca habían salido de sus madrigueras concluían por humillarse ante laapostura caballeresca y la engolada voz del viejo libertino, cuya vida deconspirador,llenadeazaresdesconocidos,ejercíasobreelloselpodersugestivodelotenebroso.

DonJuanManuel,acercoserápidoalacondesaytomolelamano,conaireauntiempocortésyfamiliar:

—Espero,prima,quemedaráshospitalidadporunanoche.Asídiciendo,conempaquedeviejogentilhombre,arrastróunpesadosillón

de moscovia, y tomó asiento al lado del canapé. En seguida, y sin esperarrespuesta, volviose a Rosarito. —¡Acaso había sentido el peso magnético deaquellamiradaque tenía lacuriosidadde lavirgeny lapasiónde lamujer!—.Puso el emigrado una mano sobre la rubia cabeza de la niña, obligándola alevantarlosojos,yconesacortesaníaexquisitaysimpáticadelosviejosquehanamado y galanteadomucho en su juventud, pronunció amedia voz—¡la vozhondaytriste,conqueserecuerdaelpasado!—:

—¿Tú no me reconoces, verdad, hija mía? Pero yo sí; te reconocería encualquier parte… ¡Te pareces tanto a una tía tuya, hermana de tu abuelo, a lacualyanohaspodidoconocer!…¿TútellamasRosarito,verdad?

—Síseñor…DonJuanManuelsevolvióalacondesa.—¿Sabes,prima,queesmuylindalapequeña?Ymoviendo laplateadayvaronil cabeza, continuócual sihablaseconsigo

mismo:—¡Demasiadolindaquizáparaquepuedaserfeliz!…La condesa, halagada en su vanidad de abuela, repuso con benignidad,

mirandoysonriendoasunieta:—Nomelatrastornesprimo.¡Seaellabuena,queelquesealindaescosade

bienpoco!…El emigrado asintió conungesto sombríoy teatral.Quedose algún tiempo

contemplando a la niña, y luego enderezándose en el sillón preguntó a lacondesa:

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—¿Eslamayorazga?—No.AúltimahoraocurrióseleasumamáencargaruninfantitoaPekín…Y la noble señora, señalaba sonriendo el botinín de estambre en que

trabajabasunieta.Laniña,conlasmejillasencendidasylosojosbajos,movíalas agujas temblorosa y torpe. ¿Adivinó el viejo libertino lo que pasaba enaquella alma tan pura? ¿Tenía él, como todos los grandes seductores, esaintuiciónmisteriosa que lee en lo íntimo de los corazones y conoce las horaspropicias al amor? Ello es que una sonrisa de increíble audacia tembló unmomentobajoelmostachoblancodelhidalgoyquesusojosverdes—soberbiosydesdeñososcomo losdeun tiranoodeunpirata—seposaroncongallardíadonjuanesca sobre aquella cabeza melancólicamente inclinada que con sucrenchadeoro,partidaporestrecharaya,teníaciertacastidadprerrafaélica.Perolasonrisaylamiradadelemigradofueronrelámpagosporlosiniestrasyporlofugaces.Recobrada incontinenti suactituddegran señor,DonJuanManuel seinclinóantelacondesa.

—Perdona,prima,quetodavíanotehayapreguntadoporelconde.Laancianasuspirólevantandolosojosalcielo.—¡Ay!¡ElcondeloesdesdehacemuchotiempomihijoPedro!…Elmayorazgoseenderezóenelsillón,dandoconlaconteradesucañaenel

suelo.—¡Vive Dios! En la emigración nunca se sabe nada. Apenas llega una

noticia…¡Pobreamigo!¡Pobreamigo!…¡Nosomosmásquepolvo!…Frunciólascejasimperceptiblemente;yapoyándoseadosmanosenelpuño

deorodesubastón,añadióconfanfarronería:—Sianteslohubiesesabido,créemequenotendríaelhonordehospedarme

entupalacio.—¿Porqué?—Porquetúnuncamehasqueridobien.¡Enesoeresdelafamilia!Lanobleseñorasonriótristemente.—Túeres el quehas renegadode todos. ¿Pero aquéviene recordar ahora

eso?CuentahasdedaraDiosdetuvida,yentonces…DonJuanManuelseinclinóconsarcasmo:—Tejuro,condesa,que,comotengatiempo,hedearrepentirme.El capellán que no había desplegado los labios repuso afablemente —

afabilidadqueleimponíaelmiedoalacóleradelhidalgo—:—Volterianismos, Don Juan Manuel… Volterianismos, que después en la

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horadelamuerte…Don JuanManuel no contestó.En losojosdeRosarito acababade leer un

ruegotímidoyardientealavez.Elviejolibertinomiróalclérigodealtoabajo,yvolviéndosealaniña,quetemblaba,contestó,sonriendo:

—¡Notemas,hijamía!SinocreoenDios,amoalosángeles…Elclérigo,enelmismotonoconciliadoryfrancote,volvióarepetir:—¡Volterianismos,DonJuanManuel!…¡VolterianismosdelaFrancia!…Intervino con alguna brusquedad la condesa, a quien lo mismo las

impiedadesquelasgalanteríasdelemigradoinspirabanvagoterror.—¡DejémosleDonBenicio!Niélhadeconvencernosninosotrosaél…DonJuanManuelsonrióconexquisitaironía.—¡Gracias,prima,porlaejecutoriadefirmezaquedasamisideas,puesya

hevistocuántaeslaelocuenciadetucapellán!Lacondesasonriófríamenteconelbordedeloslabios;ydirigióunamirada

autoritaria al clérigo para imponerle silencio. Después, adoptando esa actitudseriayun tantomelancólicaconque lasdamasdelaño treintase retrataban,yrecibíanenelestradoaloscaballeros,murmuró:

—¡Cuando pienso en el tiempo que hace que no nos hemos visto!… ¿Dedónde sales ahora? ¿Qué nueva locura te trae? ¡Los emigrados no descansáisnunca!…

—Pasaron ya mis años de pelea, condesa… Ya no soy aquel que tú hasconocido.Siheatravesadolafrontera,hasidoúnicamenteparatraersocorrosala huérfana de un pobre emigrado, a quien asesinaron los estudiantes deCoímbra.Cumplidoestedeber,mevuelvoaPortugal.

—¡Siesasí,queDiosteacompañe!…Unantiguorelojdesobremesadiolasdiez.Eradeplatadorada,ydegusto

pesadoybarroco,comoobradelsigloXVIII.RepresentabaaBacocoronadodepámpanosydormidosobreuntonel.Lacondesacontólashorasenvozalta,yvolvióalasuntodesuconversación.

YosabíaquehabíaspasadoporBrumosa,yquedespuésestuvierasenlaferiadeBarbanzónvestidodechalán.Misnoticiaserandequeconspirabas.

—Yaséqueesosehadicho.Atisetejuzgacapazdetodo,menosdeejercerlacaridadcomounapóstol…Ylanobleseñorasonreíaconalgunaincredulidad.Despuésdeunmomento

añadióbajandoinsensiblementelavoz:

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¡Eselcasoquenodebestenerlacabezamuysegurasobreloshombros!Ytraslamáscaradefrialdadconquequisorevestirsuspalabras,asomaban

el interésyelafecto.DonJuanManuel repusoenelmismotonoconfidencial,paseandolamiradaporlasala:

—¡Ya habrás comprendido que vengo huyendo! Necesito un caballo pararepasarmañanamismolafrontera.

—¿Mañana?—Mañana.Lacondesareflexionóunmomento.¡EselcasoquenotenemosenelPazoniunamalamontura!…Ycomoobservasequeelemigradofruncíaelceño,añadió:Hacesmalendudarlo.Túmismopuedesbajaralacuadrayverlo.Harácosa

deunmespasópor aquí haciendouna requisa la partida de «ElManco»y sellevólasdosyeguasqueteníamos.Nohequeridovolveracomprar,porquemeexponíaaqueserepitieseelcasoelmejordía.

DonJuanManuellainterrumpió:¿YnohayenlaaldeaquienpresteuncaballoalacondesadeCela?A la pregunta del mayorazgo siguió un momento de silencio. Todas las

cabezasseinclinabanyparecíanmeditar.Rosarito,queconlasmanosencruzyla labor caída en el regazo, estaba sentada en el canapé al ladode la anciana,suspirótímidamente:

—Abuelita,elSumillertieneuncaballoquenoseatreveamontar.Yconelrostrocubiertoderubor;entreabiertalabocademadona;yelfondo

de losojosmisteriosoycambiante,Rosaritoseestrechabaa lacondesacualsibuscase amparo en un peligro. Don JuanManuel la infundía miedo; pero unmiedosugestivoyfascinador.Quisieranohaberleconocido,yelpensarenquepudiera irse laentristecía.Aparecíaselecomoelhéroedeuncuentomedrosoybellocuyorelatoseescuchatemblando,ysinembargocautivaelánimohastaelfinal,con la fuerzadeunsortilegio.Oyendoa laniña,elemigradosonrióconcaballeresco desdén, y aun hubo de atusarse el bigote suelto, y bizarramentelevantadosobreellabio.Suactituderaligeramenteburlona.

—¡ViveDios!UncaballoqueelSumillernoseatreveamontarcasidebeserunBucéfalo.¡Heahí,queridasmías,elcorcelquemeconviene!

Lacondesamoviódistraídamentealgunosnaipesdelsolitario,yalcabodeunmomento,comosielpensamientoy lapalabra leviniesendemuy lejos,sedirigióalcapellán.

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—Don Benicio, será preciso que vaya usted a la rectoral y hable con elSumiller.

DonBeniciorepusovolviendolashojasdeElAñoCristiano.—Yoharéloquedispongalaseñoracondesa,pero,salvosumejorparecer,el

míoesquemásatendidahabíadeserunacartadevuecencia.Aquí levantó el clérigo la tonsurada cabeza, y al observar el gesto de

contrariedadconqueladamaleescuchabaseapresuróadecir:—Permítame la señora condesa que me explique. El día de San Miguel

fuimosjuntosdecaza.EntreelSumilleryelabaddeCelaquesenosreunióenelmonte,hiciéronmeunajugarretadeldemonio.Todoeldíaestuviéronseriendo.¡Consussesentaañosacuestaslosdostienenelhumordeunosrapaces!Simepresentoahoraenlarectoralpidiendoelcaballo,porseguroquelotomaaburla.¡EsunraposomuyviejoelseñorSumiller!

Rosaritomurmuróconanheloaloídodelaanciana:—Abuelita,escríbaleusted…Lamanotrémuladelacondesaacariciólarubiacabezadesunieta.—¡Yahijamía!…¡Y la condesa deCela, que hacía tantos años estaba amagada de parálisis,

irguiose sin ayuda, y, precedida del capellán, atravesó la sala, noblementeinclinadasobresumuleta!—unadeesasmuletascomosevenenlossantuarios,concojíndeterciopelocarmesíguarnecidoporclavosdeplata.

Del fondo obscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegabanmurmullosyaromas.Elvientecillogentilquelostraía,estremecíalosarbustos,sin despertar los pájaros que dormían en ellos. A veces el follaje, misteriosocomolatúnicadeunadiosa,seabríasusurrando,ypenetrabaelblancorayodela luna, que se quebraba en algún asiento de piedra, oculto hasta entonces ensombraclandestina.El jardíncargadodearomas,yaquellasnotasde lanoche,impregnadas de voluptuosidad y de pereza, y aquel rayo de luna, y aquellasoledad,yaquelmisterio,traíancomounaevocaciónrománticadecitasdeamor,ensiglosdetrovadores.

Don Juan Manuel se levantó del sillón, y, vencido por una distracciónextraña,comenzóapasearseentenebrecidoytaciturno.Temblabaelpisobajosuandarmarcial, y temblaban las arcaicas consolas, que parecían altares con sucargarococódeefigies,fanalesyfloreros.Losojosdelaniña,seguíanmiedosose inconscientes el ir y venir de aquella sombría figura. Si el emigrado seacercabaa la luz,noseatrevíanamirarle; si sedesvanecíaen lapenumbra le

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buscaban con ansia. Don Juan Manuel se detuvo en medio de la estancia.Rosarito bajó los párpados presurosa. Sonriose el mayorazgo contemplandoaquellarubiaydelicadacabeza,queseinclinabacomoliriodeoro,ydespuésdeunmomentollegóadecir:

—¡Mírame, hija mía! ¡Tus ojos me recuerdan otros ojos que han lloradomuchopormí!

TeníaDonJuanManuellosgestostrágicos,ylasfrasessiniestrasydolientesdelosseductoresrománticos.EnsujuventudhabíaconocidoalordByronylainfluenciadelpoetainglésfueraenéldecisiva.

Las pestañas de Rosarito rozaron la mejilla con tímido aleteo, ypermanecieron inclinadas como las de una novicia. El emigrado sacudió lablanca cabellera, ¡aquella cabellera cuya novelesca historia tantas vecesrecordaralaniñaaquellanoche!yfueasentarseenelcanapé.

—Siviniesenaprenderme,¿túquéharías?¿Teatreveríasaocultarmeentualcoba?¡UnaabadesadeSanPayosalvóasílavidaatuabuelo!…

Rosaritonocontestó.Ella,taninocente,sentíaelfuegodelruborentodasucarne.Elviejolibertinolamirabaintensamente,cualsisolobuscaseelturbarlamás. La expresión de aquellos ojos verdes era a un tiempo sombría yfascinadora, inquietante y audaz: dijérase que infiltraban el amor como unveneno,queviolabanlasalmas,yquerobabanlosbesosalasbocasmáspuras.Despuésdeunmomento,añadióconamargasonrisa:

—Escuchaloquevoyadecirte.Siviniesenaprenderme,yomeharíamatar.¡Mi vida ya no puede ser, ni larga ni feliz, y aquí tus manos piadosas meamortajarían!…

Cual si quisiese alejar sombríos pensamientos, agitó la cabeza conmovimientovaronilyhermoso,yechóhaciaatrásloscabellosqueobscurecíansu frente, una frente altanera y desguarnida, que parecía encerrar todas lasexageracionesytodaslasdemencias,lomismolasdelamorquelasdelodio,lascelestesquelasdiabólicas…

Rosaritomurmurócasisinvoz:—¡Yoharé una novena a laVirgen para que lo saque a usted con bien de

tantospeligros!…Unaondadeindeciblecompasiónlaahogaba,conahogodulcísimo.Sentíase

presadeconfusiónextraña:prontaallorar,nosabíasideansiedad,sidepena,side ternura; conmovida hasta lomás hondo de su ser, por conmoción obscura,hasta entonces, ni gustada ni presentida. El fuego del rubor quemábale las

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mejillas; el corazón quería saltársele del pecho; un nudo de divina angustiaoprimía su garganta y escalofríos misteriosos recorrían su carne. Temblorosa,coneltemblorquelaproximidaddelhombreinfundeenlasvírgenes,quisohuirde aquellos ojos hipnóticos y dominadores que la miraban siempre, pero elsortilegioresistió.Elemigradolaretuvoconunextrañogesto,tiránicoyamante,y ella, llorosa, vencida, cubriose el rostro con las manos ¡aquellas hermosasmanosdenovicia,pálidas,místicas,ardientes!

Casi en elmismo instante, la condesa apareció en la puertade la estancia,dondesedetuvojadeanteysinfuerzas.

—¡Rosarito,hijamía,venadarmeelbrazo!…Conlamuletaapartabaelblasonadoportier.Rosaritoselimpiólosojos,yacudióvelozmente.Lanobleseñoraapoyóla

diestra, blanca y temblona, en el hombro de su nieta, y cobró aliento en unsuspiro:

—¡AllávaenlarectoralesebienaventuradodeDonBenicio!…Después,susojosbuscaronalemigrado.—¿Tú, supongo que hasta mañana no te pondrás en camino? Aquí estás

seguro,comonoloestaríasenparteninguna.EnloslabiosdeDonJuanManuelasomóunasonrisadehermosodesdén.La

boca de aquel hidalgo aventurero reproducía el gesto con que los grandesseñores de otros tiempos desafiaban la muerte. Don Rodrigo Calderón debiósonreírasísobreelcadalso.

Lacondesadejándosecaerenelcanapéañadióconsuaveironía:—Hemandadodisponerlahabitación,enque,segúnlascrónicas,vivióFray

Diego de Cádiz cuando estuvo en el Pazo. Paréceme que la habitación de unsantoeslaquemejorconvieneavuesamercé…

Y terminó la frase con una sonrisa. El mayorazgo se inclinó mostrandoasentimientoburlón.Pasadounmomentoexclamóconciertaviolencia:

—¡Diezleguasheandadoporcuetosyvericuetos,yestoymásquemolido,condesa!

Don Juan Manuel se había puesto en pie. La condesa le interrumpiómurmurando:

—¡VálgateDiosconlavidaquetraes!Puesesmenesterrecogerse,ycobrarfuerzasparamañana.

Después,volviéndoseasunieta,añadió:—Túlealumbrarás,yenseñaráselcamino,pequeña.

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Rosarito asintió con la cabeza, como hacen los niños tímidos, y fue aencender uno de los candelabros que había sobre la gran consola situada enfrente del estrado. Trémula como una desposada se adelantó hasta la puerta,donde hubo de esperar a que terminase el coloquio que el mayorazgo y lacondesa sostenían en voz baja. Rosarito apenas percibía un vago murmullo.Suspirandoapoyólacabezaenelmarco,yentornólospárpados.Sentíasepresade una turbación llena de palpitaciones tumultuosas y confusas. En aquellaactitud de cariátide parecía figura ideal, detenida en el lindar de la otra vida.Estaba tanpálida y tan triste, que no era posible contemplarla un instante, sinsentiranegadoelcorazónporlaideadelamuerte…

Suabuelalallamó:—¿Quétepasapequeña?Rosaritoportodarespuestaabriólosojos,sonriendotristemente.Laanciana

moviólacabezaconmuestradedisgusto,ysevolvióaDonJuanManuel:—Atiaúnesperovertemañana.Elcapellánnosdirá lamisadealbaen la

capilla,yquieroquelaoigas…Elmayorazgoseinclinó,comopudierahacerloanteunareina.Después,con

aquelandaraltivoysoberano,quetanenconsonanciaestabaconlaíndoledesualma, atravesó la sala.Cuandoelportier cayó tras él, la condesadeCela tuvoqueenjugarsealgunaslágrimas.

—¡Quévida,Diosmío!¡Quévida!…

LasaladelPazo—aquellagransalaadornadaconcornucopiasyretratosdegenerales, de damas y de obispos—, yace sumida en trémula penumbra. Laanciana condesa dormita en el canapé.Encima del velador parecen hacer otrotanto el bastón delmayorazgo, y la labor deRosarito. Tropel de fantasmas seagitaentre loscortinonesespesos. ¡Tododuerme!Masheahíquedepronto lacondesaabrelosojos,ylosfijaconsobresaltoenlapuertadeljardín.Imagínasehaberoídoungritoensueños,unodeesosgritosde lanoche, inarticulados,ypordemásmedrosos.Conlacabezaechadahaciadelante,yelánimoacobardadoy suspenso, permanece breves instantes en escucha… ¡Nada! El silencio esprofundo. Solamente turba la quietud de la estancia, el latir acompasado ymenudodeunreloj,quebrillaenelfondoapenasesclarecido…

Lacondesahavueltoadormirse.Unratónsaledesuescondite,yatraviesalasalacongentilyvivaztrotecillo.

Las cornucopias le contemplan desde lo alto: parecen pupilas de monstruos

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ocultosenlosrinconesobscuros.Elreflejodelalunapenetrahastaelcentrodelsalón:losdaguerrotiposcentelleansobrelasconsolas,apoyadosenlosjarronesllenosderosas.Porintervalosseescuchalavozaflautadaydolientedeunsapoquecantaeneljardín.Eslamedianoche,ylaluzdelalámparaagoniza.

Lacondesasedespierta,yhacelaseñaldelacruz.Denuevoha oído un grito, pero esta vez tan claro, tan distinto que ya no

duda.Requierelamuleta,yenactituddeincorporarseescucha.Ungatazonegro,encaramadoenelrespaldodeunasilla,acéchalaconojoslucientes.Lacondesasiente el escalofrío delmiedo. Por escapar a esta obsesión de sus sentidos, selevanta, y sale de la estancia. El gatazo negro la sigue maullandolastimeramente:sucolafosca,sulomoenarcado,susojosfosforescentes,ledantodoelaspectodeunanimalembrujadoymacabro.Elcorredoresobscuro.Elgolpedelamuletaresuenacomoenladesiertanavedeunaiglesia.Alláalfinal,unapuertaentornadadejaescaparunrayodeluz…

LacondesadeCelallegatemblando.Lacámaraestádesierta,pareceabandonada.Porunaventanaabierta,quecae

aljardín,alcánzanseaverenesbozofantásticomasasdeárbolesqueserecortansobre el cielo negro y estrellado: la brisa nocturna estremece las bujías de uncandelabro de plata, que lloran sin consuelo en las doradas arandelas: aquellaventana abierta sobre el jardínmisterioso y obscuro tiene algo de evocador ysugestivo.¡Parecequealgunoacabadehuirporella!…

Lacondesasedetiene,paralizadadeespanto.Enelfondodelaestancia,ellechodepalosanto,dondedurmieracienaños

antes Fray Diego de Cádiz, dibuja sus líneas rígidas y severas a través deluengos cortinajes de damasco antiguo, ese damasco carmesí que parece teneralgodelitúrgico¡tantorecuerdalosviejospendonesparroquiales!Avecesunamanchanegrapasa corriendo sobre elmuro:Tomaríaselapor la sombradeunpájarogigantesco:

Selaveposarseenel techoydeformarseenlosángulos:arrastrarseporelsuelo y esconderse bajo las sillas: de improviso, presa de un vértigofunambulesco,otravezsaltaalmuro,ygalopaporélcomounaaraña…

Lacondesacreemorir.Enaquellahora,enmediodeaquelsilencio,elrumormásleveacrecientasu

alucinación. Un mueble que cruje; un gusano que carcome en la madera; elviento que se retuerce en el mainel de las ventanas, todo tiene para ellaentonacionestrágicasopavorosas.Encorvadasobrelamuleta,tiemblacontodos

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sus miembros. Se acerca al lecho; separa las cortinas, y mira. ¡Rosarito estáallí!… ¡Inanimada, yerta, blanca! Dos lágrimas humedecen sus mejillas. Losojos tienen lamirada fija y aterradora de losmuertos. ¡Por su corpiño blancocorreunhilodesangre!…Elalfileróndeoroquemomentosantesaúnsujetabalatrenzadelaniña,estábárbaramenteclavadoensupecho,sobreelcorazón.

Larubiacabelleraextiéndeseporlaalmohada,trágica,magdalénica…

VillanuevadeArosa,abrilde1894.

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EPITALAMIO(HISTORIADEAMORES)

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Madrid,7demarzode1897

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DEDICATORIA

ParamimaestroymiamigoJesúsMuruais.

R.delValle-Inclán

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–¡OI

H,siempreapareceentielpoeta,granseñor!Y Augusta, verdaderamente encantada, volvió a leer la

dedicatoria,untantodorevillesca,queelpríncipeAttilioBonaparteacababadeescribirparaellaenlaúltimapáginadelosSalmosPaganos—¡aquellosversosdeamoryvoluptuosidadqueprimerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga!

—¡Eres encantador!… ¡Eres el único!… ¡Nadie como tú sabe decir lascosas!¿Deverassonestos tusversos?¡Yoquieroqueseaselprimerpoetadelmundo!¡Tómalos!¡Tómalos!¡Tómalos!…

YAugusta le besaba con gracioso aturdimiento, entre frescas y cristalinasrisas. Era su amor, alegría erótica y victoriosa, sin caricias lánguidas, sindecadentismos anémicos, pálidas flores delboulevard. Ella sentía por el poetaesapasiónquearomalasegundajuventud,confraganciasdegenerosayturgentemadurez.Comoelcalordeunvinoañejo,asícorríaporsusangreaquelamordematronalozanayardiente,amorvoluptuosoyrobustocomolosflancosdeunaVenus,amorpagano,limpioderebeldíascastas,impolutodelosescrúpulosqueentristecenlasensualidad,sindomeñarla.Amabaconelcultoolímpicoypotentedelasdiosasdesnudas,sinqueelciliciodelamoralatarazasesucarneblanca,de blanca realeza, que cumplía la divina ley del sexo, soberana y triunfante,comolosleonesylaspanterasenlosbosquesdeTierraCaliente.

Augustasusurróaloídodelpoeta:—Mañanallegamimarido,ytendremosquevernosdeotramanera,Attilio.Unasonrisadesdeñosatemblóbajoelenhiestomostachodelgalán.—Dejémoslellegar,madona.HartosabíaelpríncipequeelbuencaballeroD.JuandelAlcázar,académico

rancioypoetacortesano,eraelmássesudodespreciadordeOtelo.SielpríncipeadmirabaaleruditotraductordeHoracioydeVirgilio,noeraciertamenteporlos

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sonetos fríos y engolados con que Don Juan lamentaba todos los años en laIlustración lamuertede los ideales;sinoporaquella filosofíacínica,queasermásconscienteyhaberrevestidoformaliteraria,hubiéralelabradounsitialentreCarlosBaudelaireyEnriqueHeine.

Augustahizoundeliciosomohíndeenfado.—¿Demaneraqueparatinoesunacontrariedadquelleguemañanamicasto

esposo?Ycambiandorepentinamentedevozydeademanes,seechóareír,conrisa

picarescayalocada.—Pues,hijo,paramítampoco.¡Sihastacreoquetendremosmáslibertad!Él

esmuyaficionadoadarpaseoslargos;leharemosquesellevealachiquilla,ynosotrosquedaremosdueñosabsolutosdehacercuantoqueramos.

—¿Yquédiablostenemosquehacernosotros,madona?—Yatelodiréyo…Y alzando las holgadasmangas de su traje, enlazó al cuello del poeta los

brazosdesnudos,tibios,perfumados,blancos.Las relaciones de Augusta con el príncipe Bonaparte habían nacido aquel

invierno en un banquete con que los duques de Lantana—título de las DosSiciliascelebraranlallegadaaMadriddesudeudoelpríncipeAttilioBonaparte,queacababadesernombradosecretariodelaembajadaitaliana.Desdeelprimermomento,Augusta sintió la seduccióndelpoeta,y el caprichodeamarleydeposeerle.Conlagallardainsolenciadesutemperamento,fueellaquienlebuscó.Nohuboeselargoysutilflirteoquepreparalacaída;comotodaslasadúlterassinremordimientos,deseabaentregarseyseentregó.Estabalocaporaquelpoetagalanteygranseñor,quecincelabasusversosconelmismoburilquecincelaraBenvenuto las ricas y floreadas copas de oro, donde el magnífico Duque deMédicis bebía el século y el falerno, ¡los vinos clásicos que amaba el viejoHoracio!Fueunprimeramor,porquefuedistintodesusotrosamores.Todosloshombres que Augusta conociera hasta entonces, aun aquellos más escépticos,hubieran querido convertirla en una madona prerrafaélica. El príncipe fue elúnicoquesupocelebrarelcandorcínicoylujurianteconqueladamaencantabasus amores. ¡Aquellas divinas inmoralidades de que Augusta solamente hacíacumplidoalardeenlasconfidenciasconlasamigas,porquehayciertascosasquesoloellasylosconfesoressabenoírlassinasustarse!

ElpríncipeveíaenAugustalamusadelosSalmosPaganos:laamabaconelamor del arte y el amor del libertinaje; dualismo comprensible en quien se

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E

mostrabacomopoeta,griegoybizantino,romanoybárbaro;almaextraña,quesirezasebuscaríaaCristoenelOlimpo,yaJúpiterenelCielo.TanoriginalmododeserconstituyeelmayorencantodelosSalmosPaganos;elpoetaseretrataenellos;leyendociertasestrofas,setienecomounavisióndeaquellafrenteclásicaycoronadaderizos,deaquellabocasensualquesonríecondesdén,deaquellosojosdoradosyvalientes,ojosdearistócrataydelibertino.Mercedaestadoblenaturaleza de artista y de patricio, el príncipe Bonaparte es de todos losmodernospoetasitalianoselquemejorencarnalatradicióneróticaycortesanadel renacimiento florentino: los Salmos Paganos y las LetaníasGalantes sonlibros que parecen escritos sobre la espalda blanca y tornátil de una princesaapasionada y artista, envenenadora y cruel. La musa del poeta es libertina ysensual, sardónica y desdeñosa: la sonrisa de Mefistófeles bajo el mostachoretorcido y fanfarrón deD. Juan.El príncipeAttilio parece haber respirado elaromavoluptuosodesusestrofasenlosorientalescamerinosdelPalacioBorgia,en los verdes y floridos laberintos del Jardín de Bóboli. El poeta deshoja lasrosasdeAlejandríasobrelanievededivinasdesnudeces;ebriocomoundios,ycoronadodepámpanos,bebeenlacopablancadelasmagnolias,elvinoalegreydoradoqueluegoenrepetidosbesosvierteenlabocarojayhúmedadeVenusTurbulenta.

II

LprínciperodeóeltalledeAugusta;Augustasecolgódesushombros:concalentura de amor, fueron a caer sobre un diván morisco. De pronto la

damaseincorporójadeante.—¡Ahorano,Attilio!…¡Ahorano!…Se negaba y resistía con ese instinto de las hembras que quieren ser

brutalizadascadavezquesonposeídas.Eraunabacantequeadorabaelplacerconlaepopeyaprimitivade laviolaciónyde lafuerza.Elpríncipesepusoenpie: clavó la mirada en Augusta, y tornó a sentarse, mostrando solamente sudespechoenunasonrisapatricia.

—¡Gracias,madona!…¡Gracias!—¿Tehasenojado?…¡Quéchiquilloeres!Silohagoporlailusiónqueme

produceelverteasí.¡Todaslaspruebasdequetegustomeparecenpocas!Ygraciosaydesenvueltacorrióalosbrazosdelgalán.

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—Caballero,bésemeustedparaqueleperdone.Quiso el príncipe obedecerla, y ella, huyendo velozmente la cabeza,

exclamó:—Hadeser tresveces: laprimeraen la frente, lasegundaen laboca,y la

terceradelibreelección.—Todasdelibreelección.Lavozdelpoetateníaesetrémoloenronquecido,donde,aunlasmujeresmás

castas, adivinan el pecado fecundo, hermoso comoun dios.Brevesmomentospermanecieron silenciosos los dos amantes. Augusta, viendo las pupilas delpríncipequeseabríansobrelassuyas,tuvounapasionadodespertar:

—¡Quéojostanbonitostienes!Avecesparecennegros,ysondorados,muydorados.¡Cuántomegustamirarmeenellos!

Yconlosbrazosenlazadosalcuellodelpoeta,echabaatrás lacabezaparacontemplarle.

—¡Oh traidorcillos, a cuántos miraréis! ¡Ojos míos queridos!… ¡Quisierarobártelosytenerlosguardadosenuncofredeplataconmisjoyas!

ElpríncipeAttiliosonrió.—¡Róbamelos,madona!Veréconlostuyos.—¡Embusterísimo!—¡Preciosa!Inclinose el príncipe, y la dama juntó los labios esperando… Después

entornólaspestañasconfelizdesmayo,ypronunciósindesuniryalasbocas:—¡Hoynohasdehacermesufrir!¿No?Elprínciperespondióenvozmuybajaconardientesusurro:—¡No,miamorquerido!Augustaparpadeabaestremecidaydichosa;cobróalientoenlargosuspiroy

apoyólafrenteenelhombrodelpoeta.—¡Ay!… ¡Cuantísimo nos queremos!… ¿Sabes lo que estoy pensando,

Attilio?CuandovolvamosaMadridquieroquetodoscuantosmehanhecholacorte,sinconseguirnada,sepanquesoytuquerida.

Elpríncipelamirósincontestar.Ellaentoncesinsistiómimosa:—¡Jamástehalaganadadeloquetedigo!—¡Quélocaeres,Augusta!—¡No,no,perotequierotanto!Envezdeserunaseñoracasada,¡quisiera

serunaprójimacualquiera,paracometerportimuchas,muchísimaslocuras!…Noviviríacontigo,esono.Meapañaríaconunviejorico…¿Túsabesdealgún

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D

senadorinválidodelapolíticaydelootro?…—¿Paraqué,madona?—Paraquenossostengaatiyamí.EstavezelpríncipeacabóporcelebrarlosdeliriosplebeyosdeaquellaVenus

Bulevardista,quereíatendiéndosesobreeldiván,mostrandoendivinoescorzolagargantadesnuda,yelblancoyperfumadonidodelescote.Sobrelaalfombrayacían los Salmos Paganos —¡aquellos versos de amor y voluptuosidad queprimerohabíansidosalmosdebesosenlaalcoba!…

III

Epronto,Augusta se incorporó sobresaltada.Unamanoen cuyosdedosblancosbrillabanlassortijas,alzabaelcortinajequecaíaenmajestuosos

plieguessobre lapuertadelsalón.Augustase inclinópararecogerel libroqueyacíaalpiedeldiván:heladayprudente,murmuróenvozbaja:

—¡Ahíestámihija!Arréglateelbigote.Beatriz entró riendo, tirando de las orejas a un perrillo enano que traía en

brazos.Sumadrelamiróconojosvibrantesdeinquietudydespecho.—Beatriz,nomartiricesaNinón.—Sinolomartirizo,mamá.YasabeNinónqueesdebroma.Y como el lindo gozquejo se desmandase con un ladrido, le hizo callar

besuqueándole.Silenciosayrisueña,fueasentarseenunsillónantiguodealtoydoradorespaldo.Elpríncipelacontemplóensilencio.Ella,sindejardesonreír,inclinó los párpados; quedaron en la sombra sus ojos verdes, sumirada verdecomoladeMinerva,ysibilinaymisteriosacomoaquellasonrisaquenollegabaa entreabrir el divino broche formado por los labios. El príncipe, mirándolaintensamente, cual si buscase el turbarla, pronunció en voz que simulabadistraída:

—¡ParecelaGiocondadeLeonardo!EraunaGiocondatanpálidaytanblanca,quesufazbrillababajolacrencha

rubia,comobrillalanieveenlacumbredelosmontesbajolosdoradosrayosdelsol poniente. Oyendo al poeta inclinó los ojos, en cuyo fondo temblaba unamiosotisazul;Augustalevantólossuyos,dondereíandosamorcillostraviesos:reclinadaenlamecedora,agitabaungranabanicodeblancasyrizadasplumas;mecíase la dama, y su indolente movimiento dejaba ver en incitante claro-

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obscuro la redonda y torneada pierna; Beatriz se levantó celerosa y le puso aNinón en el regazo. Con gracia de niña arrodillose para arreglarle la falda;después le echó los brazos al cuello, dejando un beso en aquella boca,estremecida aún por los besos del amante. Lamano de Augusta—unamanocarnosayblancadeabadesajoveneinfanzona—acaricióloscabellosdeBeatrizconlentitudllenadeamorydeternura.

—¡Esencantadoraestapequeñamía!Al mismo tiempo sus miradas buscaban las del poeta; al encontrarse

sonrieron.—Yusted,sátiro,¿porquénocerrabalosojos?—Hubiera sido un sacrilegio. ¿Sabe usted de algún santo que los haya

cerradoalaentradadelcielo?—¡Peroloquenohacenlossantos,lohacenlosdiablos!Y con el más provocativo gesto en los labios, estrechaba maternalmente

contra el seno la rubia y espiritual cabeza de su hija. Augusta tenía unincomparable candor en la inmoralidad. Su ironía de entonces no eradiletantismosádicoyliterariocomoladelpríncipeAttilio;casinoeraironía,enfuerzadesuinconsciencia.Felizeindiferente,ofrecíaunamejillaalosbesosdelahijayotraalosdelamante.

Se levantó con perezosa languidez apoyándose en ambos hombros deBeatriz.

—Pasaremos un momento al ladder, ¡cuando se pone el sol aquello estádelicioso!

Thiladder,comodecíaAugusta,eraunaescalinatadepiedra,conantiguoylabradobalconajeentreverdesenredaderasprisionero.Duranteelestío,cuandolosseñorestrocabanelhoteldelaCastellanaporelsolariegopazo,aquelpoéticorincón cambiaba de aspecto, y aun de nombre. Era muy bella la boca deAugusta,ymuyaristocráticoelmovimientodesuslabiosparallamarleelpatíncomohacíanelseñorcapellányloscriados.Suesnobismodecondesapontificiasugeríale siempre alguna palabreja inglesa sorprendida en las crónicas de LaGrand Dame y pronunciada como Dios quería. En tales empeños la damaconsultabalairrecusableautoridaddesudoncella,unaandaluzadelPerchel,quehabíaestadohastadosmesesenLondresconladuquesadeOrdax, lahermosaembajadora española. Pero llegaban las primeras nieblas de octubre, y losseñoresregresabanalacorte;entonceselpatínrecobrabasuaspectogeórgicoycampesino; las enredaderas que lo entoldaban sacudían alegremente sus

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L

campanillasblancasyazules;volvíaaoírseelcantodedostórtolasqueelpastorteníaprisionerasenunajaulademimbres;aspirábaseelaromadelasmanzanasquemadurabansobrelasanchaslosas;ylaviejacriada,quehabíaconocidoalosotrosseñores,hilabasentadaalsolconelgatosobrelafalda.

IV

Adama,conelabanicoextendido,señalabaelhorizonte.—¡Loscelajesdelatarde,enestepaís,sonencantadores!Estabamuy

bella,detenidaenlapuertadelpatín,bajoelarcodefloresquelasenredaderashacían;enelfondodesusojosnegrosreíaelsolponienteconunarisadorada;aureolaban su frente las campanillas blancas y azules, y las palomas torcacesvenían a picotear en ellas, deshojándolas sobre los hombros deAugusta comouna lluvia de gloria. El príncipe Attilio, olvidándose de Beatriz, pronuncióentusiasmado:

—¡Nosabestútodolobellaqueestás!Beatrizsevolvióamirarleconojos llenosdeasombro;peroyaAugusta le

interrumpíariendomuyenaltoconsureírsonoroyclaro.—¡Príncipe!¡Príncipe!…Esetuteoconqueustedmehonraahora,debeser

unalicenciapoética,¿verdad?Elpríncipeseinclinóanteaquellaactrizadmirableyaudaz.—Ciertamente, señora, una licencia involuntaria; pero el ingenio de usted

todolosalvaytodoloperdona.LoslabiosdeAugustaseplegaronmaliciosos.—¡Quéhedehacer!¿Ofenderme?…¡Ah!¡Esustedtancapazdeachacarloa

coquetería!Si se tratasedeBeatriz, dudaría si representabanustedes laDivinaComedia.

Lasmejillasdeaquellapáliday silenciosaGioconda se tiñeronde rosa.Elpoeta,sinponercuidadoenello,repusoirónicoydesenfadado.

—Harto sabe usted, Augusta, que en la divina y en la diabólica comedia,todosmisparlamentoslostengoconFrancesca.

Ladama,haciendoungraciosomohíndehorror,ocultóelrostroylarisaenelpañolitodeencajes.

—¡Conquécinismoloconfiesaeladúltero!Atendía Beatriz estas gentiles burlerías con una sonrisa casi dolorosa.

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Apoyada en el alféizar delpatín, poseídadenerviosa inquietud, deshojaba lasyedras que alegraban la vejez de los balaustres. Augusta vio la ansiedad quecontraía las facciones de aquella hija tan cruelmente olvidada, y tuvo unaintuicióndolorosa.Vagosyobscurosdespertáronselosremordimientos,peronofuemás que un instante, allí estaba el poeta para adormecerlos. Los ojos delhombreledecíanamores,mientrassusmanos,aquellasmanosungidasparalasturbulentasysilenciosascaricias,leofrecíanunramodejazmines;lamiradadeAugustaseperdíaenelfondodelaspupilasdesuamante,inmóvil,intensa,enéxtasisescandaloso.Laangustiosaexpresión, lapalidezcasi trágicaquecubríala faz de Beatriz habían sido olvidadas. Feliz y sonriente la dama recibe lasfloresqueleofreceelpoeta.Conloslabiosarrancaunjazmín,yentornalosojosy suspira para beber su aroma. La fragante campanilla engarzada en la frescabocadeAugusta,parecíaunbesodelAbrilgalán.ElpríncipeAttilioselapidiócon un gesto; ella se la negó con otro gesto lleno demalicia.Contemplaba alpoeta y le sonreía con los ojos a través del velo eléctrico y sedeño de laspestañas;almismotiemposacabalalenguatentadoraydivinaparahumedecerloslabiosylaflor.AlgunasvecessevolvíaaBeatriz,ylasaludabaconunguiñopicaresco que parecía decir: «¡Ya ves, hija mía, cómo todo ello es un juegoinocente,enelcualnomeolvidodeti,corazón!».BeatrizclavabaensumadreaquellosojosdeGioconda,misteriososyprofundos,yseruborizaba;peroenelfondo de sus pupilas dijérase que temblaban entonces dos llamas de inocentealegría.Augusta se puso en pie y llamó aNinón; luego inclinándose sobre elhombrodelpríncipe,pronuncióenvozbaja:

—¡Tomalaflor,ingrato!Enderezosevelozmente,yconungritodecircolanzóporaltoeljazmínque

Ninónatrapóenelaire.Ladama,sindejardereír,diounavueltaporelpatín,arrancandopuñadosdehojasyfloresqueechósobrelafrentedelpoeta,cualsipormodo tan gentil quisiese borrar su ceño.Beatriz no semovió: conmiradasupersticiosa seguía losmacabros aleteos de unmurciélagoquedanzaba en lamedialuzdelcrepúsculo.Augusta,conunamanoapoyadaeneltalledesuhija,descansaba,cobrandoaliento,yreía,reíasiempre…Larespiraciónlevantabasuseno en ola perfumada de juventud fecunda. Al mismo tiempo, con los ojos,Augusta implorabadelgalánunodeesosperdonesfácilesy ligerosque,comotodoslosescarceosdelamor,hacenelencantodelasmujeres.Pormomentossucabezadesaparecía entre losverdespenachosde las yedrasque columpiaba labrisa…En el recogimiento silenciosode la tarde resonaba el corogloriosode

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V

sus risas: ¡Numen sagrado de las bacanales! ¡Canto de amor en el jardín deVenus! ¡Salmo Pagano en aquella boca roja, en aquella garganta desnuda ybíblicadeDalilatentadora!…

V

OLVIÓAugustaalladodelpoeta,einclinándose,pronuncióvelozmente:—¿Notehasenojado?¿Verdadqueno?

Larespuestadelpríncipefueesamiradateatral,intensa,sinparpadeos,queparecederitoentodaamorosalid.Augustabuscóenlasombralamanodesuamanteyselaestrechófurtivamente.

—Estanoche,¿quieresquenosveamos?El príncipe Attilio dudó un momento. Aquella pregunta, rica de

voluptuosidad, perfumada de locura ardiente, deparábale ocasión dondemostrarse cruel y desdeñoso. ¡Placer amargo cuyas hieles sonmás gratas quetodas las dulzuras del amor! Pero Augusta estaba tan bella, tales venturasprometía, que triunfó el encantode los sentidos: unaola degalantería sensualenvolvióalpoeta:

—¡Oh,miAugusta!…¡MiAugustaquerida,estanocheytodas!…Ylosdosamantes,sonriendo,tornaronaestrecharselasmanos,ysedieron

lamiradabesándose,poseyéndose,conposesión impalpable,enformamística,intensa y feliz como el arrobo. Fue un momento no más. Beatriz volvió lacabeza,yellossesoltaronvivamente.Laniñaencaminosealapuertadelpatín;yaallí,dirigiéndosealpoeta,preguntócontimidezadorable:

—Príncipe,¿quiereustedque,comoayer,ordeñemoslavaca,yquedespuésbajemosaprobarlamieldelascolmenas?

Augustalosmirósincomprender.—¡PorDios,estánustedeslocos!¡Vayaunameriendadepastores!Beatrizyelpríncipecambiabansonrisas,comodoscamaradasquerecuerdan

juntosalgunatravesura.Laniña,sintiéndosefeliz,exclamó:—¡Túnosabes,mamá!…Ayerlohemoshechoasí;¿verdad,Príncipe?Susmejillas,antestanpálidas,teníanahoraesmaltesderosa;sealegrabael

misteriodesusojos;ysusonrisadeGiocondaadquiríaexpresióntansensualytentadora,queparecía reflejodeaquellaotra sonrisaque jugabaen labocadeAugusta.Elpoeta,apoyadoenelalféizar,seatusabaelmostachocongallardía

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A

donjuanesca.AtodocuantohablabaBeatrizasentíainclinándosecomoanteunareina;perosusojosdegranseñorpermanecíanfijosenella,siempreaudacesysiempredominadores.TodavíaquisoinsistirAugusta;perosuhija,echándolelosbrazosalcuello,lahizocallarsofocadaporlosbesos.

—¡Nodigasqueno,mamá!YaveráscomoyomismaordeñolaMaruxa.ElPríncipe me prometió ayer que con ese asunto escribiría unos versos, una«PastorelaMundana»,¿nodijoustedeso,Príncipe?

YBeatriz,conaturdimientodesusadoenella,entróen lacasadandogritosparaquesacasendelestabloalaMaruxa.Augustaquedóuninstantepensativa;luego,volviéndoseasuamante,pronuncióentremelancólicayrisueña:

—¡Pobrehijamía!Elpríncipehizoungestoenigmático; tomóambasmanosdeAugusta,y la

llevóalotroextremodelpatín,allí,dondelayedraentrelazabasuscelosíasmásespesas.Caíalatarde,quedabaenamorosasombraelnidoverdeyfraganteque,recamando el patín, tejieran las enredaderas; el follaje temblaba con largosestremecimientosnupcialesalsentirsebesadopor lasauras;eldoradorayodelocasopenetraba triunfante, luminosoy ardiente como la lanzadeun arcángel.Aquella antigua escalinata, con su ornamentación mitológica cubierta deseculares y dorados líquenes, y su airosa balaustrada de granito donde laspalomassearrullabanalsol,ysurumorosodoselquedescendíaencascadadepenachosverdeshastatocarelsuelo,recordabaesosparajesencantadosquehayenelfondodelosbosques;camarinesdebullenteshojasdonderubiasprincesashilanenruecasdecristal…

VI

UGUSTAmurmurósuspirando:—¡Qué tristeza tener que separarnos!… ¡Oh! ¡Qué bien dices tú en

aquellosversos:«Nohaydíasfelices,haysolamentehorasfelices»!ElpríncipeAttiliointerrumpióvivamente:—¡Augusta!…¡Augusta,porlosmanesdeHomero!…¡Niesossonversos,

niesoesmío!…Augustarepusoconligerezaencantadora:—Lomismoda,corazón…Yoloheaprendidodetuslabios,yparamíserá

siempretuyo…

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Seestrechóaél,cubriéndoledebesos,ymurmuróenvozmuybaja:—¿Tehedichoquemimarido llegamañana? ¿No te contraría a ti eso?…

Paramíeslamuerte.¡Sitúsupiesescómoyodeseotenertesiempreamilado!…¡Ypensarquesitúquisieses!…Di,¿porquénoquieres?

Elpoetasonrió:—¡Siyoquiero,Augusta!Yatrayéndola,murmuróquedo,muyquedo, rozandoconelbigote laoreja

nacaradaymonísimadeladama:—¡Perotemoquetú,tancelosa,tearrepientasluegoysufrashorriblemente!Augustaquedoseunmomentocontemplandoasuamanteconexpresiónde

alegreasombro.—¡Estás loco, hijo de mi alma! ¿Por qué había yo de arrepentirme ni de

sufrir?Alcasarteconella,meparecequetecasasconmigo…Sobretodo,podrétenertesiempreami lado…¡Ah!Peroesassondisculpas; tú temesqueyomeconviertaenunasuegradesaineteyquetearañe.

Y riendo como una loca, hundía sus dedos blancos en la ola negra queformaba la barba del poeta, una barba asiria y perfumada como la del SârPeladan.

Elpríncipepronuncióconligeraironía:—¿Ysilamoralllamaatupuerta,madona?—Nollamará.Lamoraleslapalmadeloseunucos.Elpríncipequisocelebrarlafrase,besandoalamadonaenaquellabocaque

talesgentilezasdecía.Ellacontinuó:—¡Puessieslaverdad,corazón!…Cuandosesabequerer,esaviejatísicay

asquerosaseestámuyencerradaensucasa…Elpríncipereíaalegremente.Augustaeraunamujerencantadoraconaquella

travesura,a lavez ingenuaydepravada,yaquellasensualidadalegreypaganacomoguirnaldadeyedra.

—Este verano se arregla todo…Os casáis en el oratorio de casa… Si espreciso,yomismaosecholasbendiciones,digo lamisaypredico laplática…Encuantolleguemiseñormarido,haceslademandaoficial…

Habíase sentado en las rodillas de su amante, y hablaba con el ceñograciosamentefruncido.

—Silanovianotegusta,mejor; tegustoyo,ybasta;comoqueporeso tecasas.

—No;silanoviamegusta.

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—¡Embustero!Quieresdarmecelos.¡Quientegustasoyyo!—Puesporlomismoquemegustastú.¡Esunaderivación!…—Noseascínico,Attilio.¡Mehacedañooírteesascosas!—¡Eresencantadora,madona!…¡Yaestáscelosa!—¡No tal!…Comprendeque eso sería unhorror.Peronodebías jugar así

conmisafectosmáscaros.—Nojugaréniharélaconquistadeeseinocentecorazón.—¡Siyalotienesconquistado,ingrato!…¡Eslaherencia!…Yreían, el unoenbrazosdelotro.DespuésAugustamusitaba con susurro

ansioso,calienteyblando:—¿Verdadqueesodequetegustalodicespordesesperarme?EntrabaBeatrizenaquelmomento,yAugusta,sindartiempoalarespuesta

delpoeta,continuóenvozalta,conese incomparable fingimiento,esaaudaciadel corazón, esa soberanía de lo imprevisto que hace de todas las adúlteras,actricesdivinasymujeresadorables:

—¿No preguntaba usted por Beatriz, Príncipe? Pues aquí la tiene usted.Digo,ustednolatiene;todavíaesdesumadre…

Elpoetaseinclinóburlonamente.—Augusta,quepormilañossea,comodicenenestatierra.—¡Príncipe,Príncipe!¡Estáustedloco!…Beatrizmirabaalpríncipe,ysonreía;elenigmadesubocadeGiocondaera

alegreyperfumadodepasióncomoelcapulloentreabiertodeunarosa.Augustamurmurómaliciosamentemientrasacariciabaloscabellosdesuhija:

—Oiga usted un secreto, Príncipe… Tengo prometidos a la virgen lospendientesquellevopuestos,simeconcedeloquelehepedido.

—¡Oh,québiensabeustedllegaralcorazóndelasvírgenes!Augustainterrumpióvivamente:—¡Calleusted,hereje!…Búrleseusteddemí,perorespetemoslascosasdel

Cielo.Yhablabasantiguándose,paraarredraraldemonio.Afuerdemujerelegante,

eramuypiadosa,nocon lapiedad trágicaymaceradaque inspira la fazdeunNazarenobizantino,sinoconaquelladevociónfrívolaymundanadelasdamasaristocráticas;eraelsuyouncristianismoplacenteroygraciosocomolafazdelNiño Jesús. El príncipe, sin apartar la mirada de Beatriz, pero hablando conAugusta,pronunciólentaeintencionadamente:

—¿SepuedesaberloquelehapedidoustedalaVirgen?

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—Nosepuedesaber,perosepuedeadivinar.—Tengoparamí,queprontocambiarándedueñolospendientes.Ycallaronlosdos,mirándoseysonriéndose.

VII

NA zagala pelirroja entró en el huerto conduciendo del ronzal a laMaruxa, la res destinada para celebrar la «Pastorela Mundana»; aquel

nuevo rito de ese nuevo paganismo, donde las diosas son Evas pervertidas, ydondelossacerdotessonpoetasqueseembriaganconajenjolibadoenelegantevasogriego.Beatrizdescendiócorriendolosescalonesdelpatín,yacercándosealavaca,comenzóporacariciarleelcuello.

—¡Príncipe,mireustedquémansaeslaMaruxiña!…LavacaseestremecíabajolamanodeBeatriz—unamanomuyblancaque

seposabaconinfantilrecelosobreellucienteypoderosolomodelaMaruxa.Beatrizlevantólacabeza:—¿Peronobajanustedes?EntoncesAugustahubodeinterrumpirelcoloquioqueamediavozsostenía

conelpoeta.—¡Hijamía,aquécosasobligastúaestecaballero!Y sonreíaburlonamentedesignando al príncipe conun ademándegentil y

extremadacortesía.ElpríncipeAttilioinclinoseasuvez,yofrecióelbrazoaladamaparadescenderalhuerto.Enloaltodelaescalinata,bajoelarcodefollajequeentretejíanlasenredaderas,sedetuvieroncontemplandolosdoradoscelajesdel ocaso. El poeta arrancó un airón de yedras que se columpiaba sobre suscabezas.

—¡SalveBeatriz!…YatenemosconquécoronaralaMaruxa.Almismotiempouníalosdosextremosdelarama,temblorosaensualegre

ysensualverdor.Augustaselaquitódelasmanos.—YoserélavestalencargadadeadornareltestuzdelaMaruxa…Miróalpoeta,ysacudiólacabezaalborotándoselosrizos,yriendo.—Usted,Príncipe,nodudaráquesabréhacerlo.Por recatarse de Beatriz, adoptaba un acento de alocado candor, que, aun

velando la intención, realzaba aquella gracia cínica, ¡delicioso perfume queAugustasabíaponerencadafrase!

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Elpoetaclavólosojosenladama,ymurmuróintencionadamente:—¡Peroustednopuedeservestal,Augusta!—¡Quésabeustedloqueyopuedoser!…Elpríncipesonrió.—YolacreíaaustedTurrisEburnea;peronoVirgoVeneranda.—¡Príncipe!¡Príncipe!…Yleamenazabaconelabanico.Elpríncipehizoungestodeirónicasorpresa.—¡Mipalabradehonor,Augusta!…Ellalemiróconexpresióndeburla.—¡Hijodemialma,estavezseacreditóusteddeinocente!Olvidaustedque

hayprecedentes:lamamádeRómuloyRemo…¡Siséyomáshistoriaromanaquemiseñormarido;yesoquenotengotraducidosaHoracioyaMarcial!

Atodoestohabíahechounacoronaconelramodeyedras,ylacolocósobrelasastasdelaMaruxa.DespuéssevolvióaBeatriz:

—¿Notienemáslancesla«PastorelaMundana»,chiquitina?…Beatriz permaneció silenciosa. Sus ojos verdes, de unmisterio doloroso y

trágico,sefijabanconextravíoenel rostrodeAugusta,quesupoconservarsuexpresión de placentera travesura. La sonrisa deGioconda agonizaba doloridasobreloscastoslabiosdelaniña.Augustacambióunamiradaconelpoeta.Almismotiempofueasentarseenelbancodepiedraquehabíaalpiedeuncastañosecular.ElpríncipeseacercóaBeatriz.

—¿Quiereustedquebajemosalcolmenar?…Beatrizpronuncióconunasombrademelancolía:—¡Yo quería ordeñar laMaruxa para que usted probase la leche, como

ayer!…Augustamurmuróreclinándoseenelbanco:—¡Puesordéñala,hijamía,laprobaremostodos!Beatrizsearrodillóalpiede lavaca.Sumanopálida,dondeponíareflejos

sangrientoselrubídeunasortija,aprisionótemblorosalascalientesubresdelaMaruxa.Unchorrode lechesalpicóel rostrode laniña,que levantó riendo lacabeza:

—¡Míremeusted,Príncipe!Estaba muy bella con las blancas gotas resbalando sobre el rubor de las

mejillas.Elpoetaselamostróaladama.—¡HeahíelbautizodelasantaypaganaNaturaleza!…Comosiunestremecimientovoluptuosopasase sobre la fazdelmundo, se

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U

besaronlashojasdelosárbolesconlargoyperezosomurmullo.Lavacalevantóarroganteelmitológicotestuz,coronadodeyedras,ymiródehitoenhitoalsolqueseocultaba.Heridaporlosdestellosdelocaso,laMaruxaparecíadecobrebruñido; recordaba esos ídolos que esculpió la antigüedad clásica; divinidadesrobustas,benignasyfecundasquecantaronlospoetas.

VIII

NmomentosedistrajoBeatriz,yelpríncipemurmuróaloídodeAugusta:—¿Quieresquedartehoysinlospendientes?

Augustacontestóconaquellarisasonorayclara,quesemejababorboteodeaguaencopadeoro.

—¡Príncipe!¡Príncipe!…Nometienteusted.Luego, volviéndose a Beatriz, quedose un momento contemplándola con

alegreexpresióndeamorydeternura.—Venaquí,hijamía.Estecaballero…Y señalaba al príncipe con ademán gracioso y desenvuelto. El príncipe

saludó.—Ya lo ves cómo se inclina… ¡Jesús, qué poco oradorame siento!…En

suma,hijamía,quemeacabadepedirmetumano…Beatriz dudó un momento; después, abrazándose a su madre, empezó a

sollozarnerviosayangustiada…—¡Aymamá!¡Mamádemialma!…¡Perdóname!—¿Quéhedeperdonarteyo,corazón?YAugusta,unpococonmovida,posóloslabiosenlafrentedesuhija.—¿Túnolequieres?Beatriz ocultaba la faz en el hombro de sumadre, y repetía cada vez con

mayorduelo:—¡Mamádemialma,perdóname!…¡Perdóname!—¿Perotúnolequieres?EnlavozdeAugustadescubríaseunaansiedadoculta.Pero,depronto, adivinando loquepasaba enel almade suhija,murmuró

conaquelcinismocandorosoqueeratodasufuerza:—¡Pobreángelmío!…¿Túhaspensadoque lasgalanteríasdelpríncipese

dirigíanatumadre,verdad?

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Beatrizsecubrióelrostroconlasmanos.—¡Mamá!¡Mamá!…¡Soymuymala!…—¡No,corazón!AugustaapoyabacontrasusenolacabezadeBeatriz.Sobreaquellaaurora

decabellosrubios,susojosnegrosdemujerardienteseentregabanalosojosdelpoeta.Augustasonreía,viendologradossusensueñosdematronaadúltera.

—¡Pobreángel!…¡QuieraDios,Príncipe,quesepaustedhacerlafeliz!El príncipe no contestó.Acariciábase la barba, y dejaba vagar distraído la

mirada. Pensaba si no había en todo aquello un poemetto libertino y sensual,comopudieradesearlosumusa.

Augustaletocóconelabanicoenelhombro.—¡Hijosmíos,daoslasmanos!…Debimoshaberesperadoaquellegasemi

marido;peroquédiablo,lafelicidadnoesbuenoretardarla…Ahoravamosalascolmenasparacelebraresa«PastorelaMundana»quehadichoBeatriz.Príncipe,ustedmeservirádecaballero.

Yapoyándoseenelpoeta,murmuróemocionada,convozqueapenasseoía:—¡Yaveráslodichosoquetehagoestanoche!…Se detuvo enjugándose dos lágrimas que abrillantaban el iris negro y

apasionadodesusojos.¡Despuésdehaberlabradolaventuradetodos,sentíaseprofundamente conmovida! Y como Beatriz tornaba la cabeza con graciosomovimiento,ysedeteníaesperándolos,suspirómirándoseenellaconmaternalarrobo.

—¡Hijademialma,tútambiéneresmuyfeliz!LaspupilasdeBeatrizrespondieronconalegrellamear.Augusta,reclinando

conlánguidavoluptuosidadtodoelpesodeliciosodesucuerpoenaquelbrazoamantequelasostenía,exclamóconíntimoconvencimiento:

—¡Qué verdad es que las madres, las verdaderas madres nunca nosequivocamos!…

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LACARADEDIOS

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Sr.D.RamóndelValle-Inclán

Midistinguidoamigo

DesdeluegopuedeUd.contarconmiautorizaciónparahacerunanovelademimodestaobraLaCaradeDios.

Yhonrándomemuchoconelloaprovechoestaocasiónparareiterarlelaseguridaddemiafecto.CarlosArniches

el27deDbre.de1899

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H

LIBROPRIMERO

CAPÍTULOPRIMERO

ENLAOBRA

ACIA el final de la calle de Serrano, una de las más aristocráticas deMadrid,habíanohamuchounasoberbiacasaenconstrucción.

EralacasapropiedaddelDuquedeOrdaxyhacíaesquinaaotracallemásmodesta.

Unavallademaderasinpintarcerrabalaobra.En el momento de dar comienzo nuestra historia, la casa cuyosmuros se

levantabanyaentodasualtura,aparecíaalosojosdeltranseúnte,cubiertacasiporcompletodeandamiajesymaderamen,grúasygarruchasbienprovistasdecuerdas, por lasque subíanybajaban sindescanso en lashorasde trabajo losmaterialesdelaobra.

Eran las dos de la tarde. Los obreros dormían la siesta a la sombra de lavalla.

Peronodormíantodos.Aprovechandoelsueñodesuscompañeros,EleuterioyEustaquio,hablabanenvozbaja,sentadosenunrincóndelatabernavecina.

Eustaquio apuró un vaso de vino; y como si prosiguiese una conversaciónanterior,preguntó:

—DemodoquevistealaSoledáanoche.—¡Yalocreo!Yaquellofueelacabose.—¿Yella?…—Sigueenlasmismas.—Enqueno.—Emperradaenqueno.Peroesoseráunpuebloyloquequieraestecura,

¿sabes?

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—¿Sabesloquetedigo?…—Di.—Quedebesdejarla.Notemetasenesoslíos.LaSoleestámuyamartelada

consumarido,yRamónesunhombrequeencuantohuelaun tantoasí…¡eldestroce!—yEustaquiomarcóconsupulgarsobreelíndiceelnacimientodelauña.

—Teagradezcoel consejoy el interésque te tomas.Meaprecias.Peronosabesloquehayentrelosdosynopuésaconsejarmená.Además,eldejarlahoyporhoyesponermesobreloimposible…

—Eslomejor.—¿Notedigoquenopuedeser?Mira.Yonomefranqueosobreesteasunto

connadie.Cuandotúsepaslamisaenteraentoncestendrásmásfundamentoparadecirme:Eleuteriodebesseguirconesasocia,onosigasconellaporquetevaatraerlanegra.¿Estamos?…

—Sí.Perounamujercasada…—¡Unamujercasada!…Vamos,queestásenayunas.—¿Peronoes?…—Comocasada,síloestá.Perohaengañadoaesepobrehombre,porquees

untonto.Escucha.Cogióunacopayvaciándoladeuntragocontinuóconvozrecogidamirando

misteriosamenteentorno.—SoledáantesdecasarseconRamón,estuvocoladaconVíctor.—¿Elpintor?—Elmismo.—¡Demonio!—¿Quéquieres?Todoslosdíasnosacostamossabiendoalgonuevo.Ellosse

veíanenmicasayentoncesyovivíaconlaEncarna.—YRamón¿nosabenadadeeso?—Todavía no. Por eso se casó con ella.Víctor semarchó aBuenosAires

escapadoymediounretratoquelehabíadedicadolaSoledá,conpalabrasquehablan solas. Ese retrato lo tengo yo porque entonces empecé a mirarla conalgúncariño,ycomolaEncarnayaibahaciendodelassuyas,puesfigúrate…

—Pero…—Aguarda,hombre.EsteretratoyolohedeentregaraRamónoaella.Yase

lodijebienclaro.—¡Rediez!Sabestúquenoeresnadie.

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—Hadeelegir.—Esoespeorquedarunapuñalá.—¿Qué quieres? ¿Soy yo por ventura dueño de mi alma? ¿No tiene esa

mujerlaculpadeloaperreadaquearrastrolavida?Mira.Lohejuradomuchasveces;oesmíaodeninguno.

EustaquiomirabadehitoenhitoyllenodeasombroaEleuterio.Eleuterio tenía en su rostro ese brillo irradiante de los posesos y de los

enérgicos.Guardaronsilenciounrato.De pronto Eleuterio se levantó y dando una palmada en el hombro de su

camaradadijo:—Vete.AhoravieneSoledá.—Oye…—Vete.Séloquetengoquehacer.Eustaquioobedeció.Eleuteriosaliódespuésdelatabernayfuealencuentrodelamujer.Soledadveníaconlacestaalbrazotrayendolacomidadesumarido.Cuandovioasuperseguidorretrocedióasustada:—¡Tú!—Elmismo.Ellasedirigióalaobraygritódesesperadamente:—¡Ramón!—Notemolestes—dijoEleuteriocogiéndolaporunbrazo.—Déjame—replicóelladeshaciéndosedeél.—Perooye,oye…Tútehasolvidaoyaparaquéhevenido.¿Hasperdióla

memoria?—Tehedichoquemedejes.—Espérate.Ycogiéndolafuertementedenuevo:—Mira.Noseamosniños.Estotienequetenersufin.¿Lohaspensaobien?—Eleuterio —dijo ella con cierto aire de segura decisión—, haz lo que

quieras,arráncamelahonra,latranquilidad,elsosiego,quemequedesinpanysincariño,quemetirenalacalleyquemeescupan,todo,menossertuya.

—¿Esloúltimo?Eleuterioestabapálidoy temblabade ira.Vibrabasu figuracomo ladeun

alcoholizado.

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—Loúltimo—replicóella—.Lodesiempre.Yosoyhonradaaunquehayasidoantescualquiercosa.

—Piénsalobien.Miraquelopierdestodo.—Comoquieras.Eresunmiserable.Túteescondesdetrásdelapuertacomo

unladrónparadarmeunapuñalada,pararobaraRamón.Eleuteriobalbuceabaalgunaspalabras.Sumiradaadquiríafulgoresdeiray

derabia.—Piénsalo.Piénsalobien.—Calla. No me digas eso porque mujer y todo soy capaz de abofetearte

aunquemedestrocesdespués.¡Ladrón!—Bien.Entonceshoymismoprocurarécomplacerte.EltonoconqueEleuteriopronuncióestaspalabras,fingiendounacalmaque

estabamuylejosdedisfrutar,acabódesacardequicioalamujer.Estaseacercóaélyledijoechándolelasmanosalacara:—Anda,ahora,enseguida.Cuandovengaledaselretrato,selodicestodo.

Yo te ayudaré. Yo descargaré mi conciencia, podré llorar delante de todo elmundo,delantedeél.Anda.

—¡Soledad!…Mira…—Vete.IbaellaadejarlocuandoaparecióRamónenlapuertadelaobra.Veníadespacioyveníasonriendo.SoledadvolvioserápidamenteaEleuterioyconairedetriunfoledijo:—Anda.Ahora.Allíletienes…Díselo.Eleuterio lamiró con rabia,metió lamano en el pecho como acariciando

algunacosaydespuésmurmuróconira.—¡Quia!Espronto.Ramónseacercaba.Eleuteriosealejó.Elmaridoylamujerquedaronsolos.

***

Ramón,aquelmodelodeobreroshonradosytrabajadores,mirabaasumujercomoembelesado:

—Tardehasvenido.

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YSoledadrepuso,procurandomostrarsecontenta:—Tienesquedispensarme,Ramón.Perolasonrisadelapobremujernoengañóalobrero,que,comotodoslos

hombresenamorados,erareceloso.Mirófijamenteasumujer,comosiquisieseleerlelospensamientos:Depronto,cambiandodegestoexclamó:—Oye…tú…Soledad.¡Rediez!Soledadpalideció.—¿Qué?—¿Quétienes?—¿Yo?¡Nada!Soledadvolvíalacabezaparadisimularsuemoción.Ramónpronuncióconansiedad:—Soledadnodesaparteslacara.¿Quétienes?Túhasllorado.—¡Yo!No,hombre.Sonfiguracionestuyas.Siempreestásconesetema.—Hoy no son figuraciones, Soledad. Tú has llorado. Di, ¿está el chico

enfermo?Yenlavozdelobrero,seadvertíauntristeycalurosoafán.Soledadprotestó:—Nodigaslocuras,Ramón.¿Quéhadeestarelchicoenfermo?—¿Yporquénolehastraído?—PorqueselollevólatíaJesusaalpuesto,ydijoquecomoamediodíatenía

queveniraveraltíoDoroteo,quelotraeríaaquí,paraqueyomelollevase…Yanotardarán.

Ramóninsistióconcariño:—¿Entoncesquéesloquetienes?Dímelo.—¿Peroquévoyatener?…¡Quéniñoeres!Soledadprocurabasonreír,peroelllantoseleveníaalosojos.Ramónlainterrumpió:—EscuchaSole.Hacetresocuatrodíasqueatitepasaalgoquetecallas.Yo

no sé qué, pero algo. Ni hablas ni te ríes ni estás contenta… ¿Qué es esoSoledad?¡Dímelo!¿Quétepasaqueyonopuedasaberlo?

Soledadseveíaforzadaaresponderconnegativas.Bajabalafrente,ytorcíaentrelosdedostemblorososunapuntadesudelantalazul:

—Sinoesnada,hombre.—Luegoesalgo.

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—No…Esquetengoasícomo…pena…,tristeza…Sumaridolamiróconasombro:—¿Tú?¿Dequé?Antesderesponder,Soledadsepusocoloradahastaelblancodelosojos:—Denada…¡Quéséyo!…Yañadióprocurandoecharloabroma:—Dequenomequierasloquehacefalta.Sumaridolaamenazócongestoplacentero:—¡Ay,ay,ay!…¡Nena,túestásloca!Estecariñitoquetengoaquí,yquees

paratisola,enseisvidasnologastaríamos.Conqueyavessimesobracariñoparatodoloquetehagafalta.

AntesdequeSoledadhubieratenidotiempoacontestar,asomólatíaJesusa.Veníarenqueando,conelchicodesussobrinosenbrazos;muertadefatiga,peroasíytodohablandoagritos.

—¡Hija,tedigoqueaestechicohayquetraerleamarrado!…¡Loquemehahechoderabiar!

Lospadresdelmuchachoserieron,comosilatíaJesusahubiesereferidolamayordetodaslasgraciasqueelmuñecopodíahacerytener.

Ramónpreguntó:—¿Traegazuza?Elchicoabriólabocaconungestodepayaso.—¡Mucha,papá!¡Mucha!Lamadretomoleenbrazos,cubriéndoleelrostrodebesos.Después,volviéndosealaexcelenteanciana,ledijo:—Lehabrádadoaustedmuchaguerra,¿verdad,tía?—No,esono…¡Peromehavolcadotresveceselcapazodelosdátiles!…

¡Ysehapuestodechufas!MientraslaseñoraJesusahablaba,Soledadsacódelacestaunaollatodavía

humeante y la volcó en una fuente honda. El matrimonio se sentó a comer.Ramóncolocóelchicoalladosuyo.Dándolepalmaditasenloscarrillosledecía:

—Vamosaengullir,migeneral…LuegovolviéndosealaseñoraJesusa:—¿Ustedgusta?Laancianarespondió:—Gracias.Acabodehacerlo.Se interrumpió para dirigir una mirada curiosa entorno suyo. Después

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preguntó:—Oye,Ramón,¿dóndesehametidomimaridoquenodoyconél?—Ahíestarátumbadoalasombra.—Puesdilequecomaenlataberna.Hoyhetenidomuchoquehacerynohe

podidosiquieraarrimarunpucheroalalumbre.Soledadinterrumpió:—MirepordóndeasomaeltíoDoroteo.En efecto, el marido de la señora Jesusa salía de la taberna, donde había

decididocomer.Elbuenhombre,envistadelatardanzadesumujer,yasehabíasospechadoqueaqueldíalaseñoraJesusa,onoapareceríaporlaobra,ocasodeaparecervendríasinlacomida,yasíhabíadecididohacerporlavidatomandounossoldadosdepavíaenlatascavecina.

Doroteoeraunancianodecabellosblancosyrostrobondadoso.Apesardelosañosconservábaseerguido.Tenía la frente angosta; el corvamiento de la nariz enérgico; las mejillas

asoleadas,ycurtidaspor todas las inclemenciasaque suoficiodecontinuo leteníaexpuesto.

Losojoserannegros,ojosdehombrejoven.Todalapersonaerarecia,valiente.Ensujuventudaquelhombredebierahabersidouncoloso.Terminólafrugalcomidadelotromatrimonio,yRamónsepusovivamente

enpie:—Conque,adiós,hastalanoche.Diounbesoalniño,yañadiódirigiéndoseasumujer:—Irseacasaenseguida,¿eh?Soledadpreguntó:—¿Yatevas?—Sí,quemeesperaarribaelmaestro.Conquehastaluego.Ramónrecogiólachaquetaquehabíadejadosobreunsillaramediolabrar,y

subióalaobra.Soledadvolvióameterenlacestalaolla,lafuenteylabotellavacías.DespuésvolviéndosealaseñoraJesusamurmuró:—Tía, ¿quiere usted irse con el pequeño, y esperarme ahí en la tienda de

cintas,quetengoquehablarunmomentoconeltíoDoroteo?Doroteolamirómuysorprendido:—¿Conmigo,muchacha?

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—Sí,señor.LatíaJesusasealejabaconelchicoenbrazos.Soledad murmuró enjugándose dos lágrimas que se desprendieron de sus

pestañas:—¡GraciasaDiosqueestamossolos,tíoDoroteo!Unahorallevofingiendo

ynopuedomás.Estabadeseandoquehablásemos.Y laspalabras se ahogaron en sugarganta, y los sollozos reprimidoshasta

entoncesestallaronenella.Elbuenancianolamiróconsternado:—Pero,oyetú,¿tehasvueltolocaenunrepente?¿Quétepasa?—TíoDoroteo,ustedmerecogiódechicaymediosucariñoysupan…¡No

medejeustedahorasola,porlaVirgenSantísima!…¡Notengoanadie,anadiequemeampare!…

Doroteonovolvíadesuasombro.—¡Cómosola!…¡Sola tú!…¿Peroquéestásdiciendo?Si te entiendoque

mecuelguen.Nolloresyhabla.¿Quétepasa?Soledadhizounesfuerzoparaserenarse:—TíoDoroteo,ustedsabemidesgraciaantesdecasarmeconRamón…Elancianolainterrumpió,almismotiempoquedirigíaunarecelosamirada

entornosuyo:—Calla, por Dios. A qué recordar eso. Aquello lo sabemos Dios, aquel

malvado,túyyo.Aquelloestáenunpozo.Soledadgimiósordamente:—No,señor.Aquellolosabeotro.—¡Cómo!¿Quién?—Eleuterio.—¿Eleuteriodices?—Sí.—¿Estássegura?—Sí.—¿Noserántemorestuyos?—No.—¡Malditasea!…—Losabeytienepruebas.—¿Comprometedoras?—Demihonraydelapazdemicasa.

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—¿Túsabesenquéconsisten?—Unretratomío…—¿Algunacartatambién?—No;solounretrato.—¿Yaunretratollamaspruebacomprometedora?—Estádedicado…—¡Ah!Nodigasmás.—EleuteriomeamenazacondecírseloaRamón.—Nolohará.—Lohará.Lohajurado.—¿Cuándo?—Todavíanohaceunmomento.—¿Aquí?—Aquí…—¿Noseríaposiblehacercallaraesegranuja?—Porcallarhapuestounprecio…—¿Quéprecio?—¡Mihonra!…—Debísospecharlo.¿Ytúquéhashecho?Soledadlevantóelrostrollenodelágrimas.Sushermososojosbrillabanconlaarroganciadelamujerqueestádispuesta

alsacrificio.Conlavozprofundamenteemocionadamurmuró:—¿Quéqueríaustéquehiciese?Volvermelocadevergüenzaysentirquelas

palabrasderabiaydedolornoseanrayosquematen…Lohedespreciao…Loheinsultao…Peroahoratengomiedo,¡unmiedodemuerte!Nopormí,quedetantosufrircallando,de tantoesconder lapena, tengoansiasde lloraragritos;no,noespormí;esporél,pormiRamón;porelcariñoquemetiene;espormihijo, tío Doroteo, por mi hijo…Queme lo quitarán…Y ¡eso no! Eso no lopuedeustéconsentirnipuedeconsentirlonadie;porquemicariñoesdeRamón,mihonraesdelmundo,peromihijoesdemisentrañas,ymihijomeloquitaránconlavida,nadamásqueconlavida.

Unalágrimarodóporlaatezadamejilladelanciano.—Tenunpocodeconfianzaenmí,Soledad.—¡HagaustedalgoporDios!…¡Sálvemeusted!…La pobre mujer se arrojó sollozando en brazos del viejo, que murmuró

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conmovido:—¡Calla,Soledá!¡Nomedigasmás!Yohablaréconese…Aversiamíme

vendeelsilenciomásbarato.—¡Sí,porDios!—Ysinopuedo,ysiseempeña,ysitepierde…Sitepierde…—¿Qué?—Yosoyunabuelo,pero…—¡PorDios!…—¡Tú calla y oye!…Te quiero como a una hija. El día queDiosme tiró

desdearribaelcariñoquemetocaba,mediocontraelcorazónysemehizoendospedazos:¡unopamimujer,elotropati!¡Conqueyaves!¡Quémásmedaquedenunapuñaladaaquíoquemeladenahí…siloquevaacaeralsueloessangremía!¡Déjameloamí!…Tú,calla,veteyespera,quevoyallamarlo.

—¡Sí,pronto!—¡Ahoramismo!—¡PorDios!—¡Calla!DoroteohizoquesealejaseSoledad.Reflexionó unmomento. Después, como si resolviese lo que hacer debía,

sacóelcuchilloquellevabaenlacintura,yloguardóenlamanga,alamaneraque los bravos y gente del bronce suele llamar empalmarse. Luego, gritó confuerza:

—¡Eleuterio!¡Eleuterio!…¡Baja!Lavozdelviejoeradura,terrible,categórica.Eleuteriorespondiódesdedentro:—¿Quéhay?Doroteoreplicótodavíaconmayorimperioqueantes:—¡Baja!¡Aquítebuscan!Eleuterionosehizorepetirlaadvertenciaybajó.Alaparecerenlapuertade

la casa,miró a uno y otro lado: el ceño adusto, la pupila recelosa, enfoscada,inquietacomodeavederapiñaprisionera.

Conacentodesabridopreguntó:—¿Quiénmellama?Doroteoadelantóunpaso,ymirándoledespreciativamentecontestó:—¡Yo!…—¿Aquémehahechoustedbajar,parapedirmeuncigarro?

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Doroteorepusoconfingidacalma:—Tengotabacodecuarterónysimeaprietastedoyunpurodeaquince,te

loenciendoyteloescupoparaquenotengasmásquechupar…Conquenoescuestióndepetaca.

—¿Entoncesquétripaseleharotoausté?—¡Decirtecuatropalabras,solosyenserio!—¿Quéesello?—Túquieresperderamisobrina,Eleuterio.Eleuteriorepusoaudazmente:—¡Más!Doroteotemblódecólera.Congranesfuerzosecontuvo…—Túquieresperderlaporquetehasengañado…—Creoqueno…Doroteoadelantóunpaso:—Creoquesí…—¡Puede!—Túquieresperderla,ytúnosabesqueyoladefiendo.Eleuteriomiróalhonradoviejo,escupióporelcolmillo,ycontestótodavía

conmayorcinismoquelohicierahastaentonces:—¿Yquémás?Doroteo fueaarrojarsesobreEleuterio;perodepronto,comosiunamano

invisibleledetuvieseenelcamino,sequedóparado,cruzólosbrazos,yconvozsorda, muy baja, muy lenta, con un reposo glacial, midiendo cada palabra,pronunció:

—¡Pocomás! Si te vas y dejas a Soledad y callas,Dios te lo pague; si tequedasyhablasaRamónypierdesaesachica,túverásloquehaces…Hazlo…Quesitútiesunalenguaquepareceunpuñal,yotengounpuñalquepareceunalengua. Cada uno pelea con lo que puede… ¿Que tú tiras al corazón?…Ahítiraréyo…Conqueyalosabes,Eleuterio;sihablastemato.

Eleuterio,aunqueunpocopálido,quisoechar lacosaabroma,yfingióunestornudo:

—¡Atchís!—¡Jesús!Porlodemás,tanamigos.—Estábien.¿Esustéelguapoqueladefiende?Enlavoz,yenlamiradadeEleuterio,habíaunaburlaprovocativa.Doroteosinperderunpuntosuterribleyjusticieracalina,repuso:

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—No.Elviejoquelaampara…Yañadiósonriendodeunamaneraterrible:—¡Yaves,casinada!Ylevolviólaespaldadespreciativamente.Eleuterionosemoviódesusitio.YaibalejosDoroteocuandoseleocurriógritar:—Yaquemedejaustedvivirunratitomás,voyaseguirtrabajando.Doroteosevolvió:—SiRamónllegaaenterarseestateprevenido.Tomaunpapel,hazunacruz,

yponestodebajo,sihablastemato…¡yo!—¡Malditasea!Elviejorepitióamenazador:—¡Yo!Ysealejólentamente.Eleuterio entró en la obra. Sus labios se contraían con una risa nerviosa;

mientrasrepetíaenvozbaja:—¡Porvidadelabuelo!…¡Tienegracia!

***

Dieronlascinco.Delaobrafueronsaliendolosalbañiles.Terminabalafaenadeaqueldía.RamónyEleuteriosalierondelosúltimos.Caminabanjuntosyensilencio.Elgeniodeladesgraciahabíaqueridoreunirlos.¡Elsilencioesunmonólogodelalma!El silencio de dos, el de dos individuos que se hallan juntos, es un doble

diálogoíntimo,enelquecadaunohacedeciralotroensuconversacióníntima,loquenohadecircuandoelsilencioserompa.

Y las primeras palabras que siguen al silencio son las débiles y las peormoduladas.

Sonpalabras,porquesellamanasí;perosiempresonalgomás.Eleuterio y Ramón espiábanse sin inquirirse con la vista. En secreto es

probablequedesearanalejarseymarcharcadaunoporsusenda;peroensecreto

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tambiénsequedabanporqueteníanquerealizaralgo.—Anoche—dijoEleuteriosinmirarlefrancamente,comohablandoconsigo

—noshicistelapascua.—No sería tanto—contestó Ramón alzando la cabeza como si tratara de

sincerarseanteunsuperior.—¡Casinada!Y continuó animado por el movimiento manso, tranquilo, sin ánimo de

lucharquesorprendiera:—¡Figúratequetodalanocheestuvimosesperándoteenlatabernadelaseñá

Justa!—Nopudeir.—¡No pude! ¡No pude! Y lo dices así resignado. Parecementira a dónde

lleganloshombres.—¡Eleuterio!—Bueno,nohayqueenfadarse.Ramón,despuésdeunalargapausa,comosiquisiesesatisfacerasuamigo,

murmuró:—Hombre,ibaasalir,peroloquepasa;empezólaSoledadconque«¡sino

salgas, que si luego vienes tarde y no puedes madrugar!…». Total, que mequedé.

—Yalovimos…—Pornoandarconcamorras.—Yporqueeresunbragazas,dilodeunavez.—¡Nodigasburrás!—¿Qué burrás? ¡He dicho el evangelio! Tú, que eras de soltero el primer

gachóparalasjuergas,yelprimertíotrayéndosealegríasychirigotasycosas…Tehas casado, ¿yqué?Puesque tumujer te tasa el tabaco, y te acuesta a lasnueve,ynotemandaalaobraconbarberopormilagro…Peroquisierayovercómotellevapordentro.

—Notienesrazón.—Latengo.Ytelodigoporqueteaprecio,yporquesientoqueunhombre

comotú,estéhaciendodereíralosamigos…—Hombre,eso…—Esoes lapuraverdad. ¡Haciendode reír!Y tedirémás; tediréqueme

chocaqueuntíoconquinqué,quehacorríomásqueelviento,yquesehametíohastaenlasrendijas,ignoreaestashorasquenohayningunamujerquevalgala

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penadequeunhombreseesclaviceporella.¿Looyesbien?¡Ninguna!…Ramónlemiró,convulsoporlacóleraquepocoapocoseibaapoderandode

él.—Hombre,algunasíhabrá…Eleuteriosonrióburlonamente:—Ninguna.—Puedequelamía…RamónasiódeunbrazoaEleuterioyseloapretóconfuerza.Eleuteriosedesasiócontrabajo.Hizounademánparacontestar,ysedetuvo

cambiandodegesto.Despuésmurmurósocarronamente:—¿TúleeselHeraldoporlasnoches?—¡Yosí!…RamónnoapartabalosojosdelrostrocontraídodeEleuterio:—Puesallívienenlamardenoticias…Ramónsedetuvoamenazador:—Oye,tú,¿quéquieresdecirconeso?—Quemedan lachaciertoshombres…Ymeatufaverteaborregado…¡Y

quenada!Andacontumujer…Yallátú,ynosalgasdenochequehayrelente.Peronohagasreíralosamigos.¡Esunconsejo,créemelo!…

Quisoalejarse,peroRamónlecortóelpasocongranenergía:—Oye,tú…Esque…Aguarda…Hablaclaroque…En la voz del albañil se advertía una gran ansiedad. El otro lemiraba sin

contestar.Ramónrugió:—Vasahablarahoramismo,otearrancolalengua…Eleuteriorepusoconfingidacalma:—¡Peronoseasniño,señor!…Teazarasdetodo.Ramónleinterrumpióconnobleentereza,laenterezadeloshombresfuertes:—Notemolestes.Estoydecididoaquehables.Vengaloquesea.Ycambiandorepentinamentedetonoydemaneras,añadióamenazadorya:—Deaquínotemuevessinquedesembuches.¡Habla!Todavía Eleuterio quiso excusarse. No lo hacía por generosidad, sino por

cobardía.Eleuteriosedisculpaba:—Peronoseasprimo.Todohasidounabroma.

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DenuevoRamón le interrumpió.La cóleradel albañil iba en aumento.SuvoztemblabaaldirigirseaEleuterio:

—¡Mentira!Te conozco.Túeresde losqueusan labromacomo tanteo,ycuando das con el sitio en que puedes hacer más daño, allí arreas…Conquevenga,¿porquésoyunbragazas?¿Porquéhagodereíralagente?¿Porquémimujer—y esto es lo queme interesa—no vale la pena de que yo la quiera?¡Dilo,sobretodoestoúltimo,dilopronto;siesbromaparaescupirtealacara!…

—¡Ramón!—Paraescupirte a la caraypagarte así toda laguasaconquem’asestado

haciendo servir de mono delante de la gente…Y si no es broma… Si no esbroma, tienequeseruna infamia:yyoquierosaberqué infamiaesesaqueosafilaatodoslalenguaconquemepincháisatodashoras…Habla,Eleuterio.

Eleuterioestabapálidocomolamuerte.Tartamudeabasusdisculpas:—Mira,chico,túeresunescamónyhastomadomispalabrasenunsentido

queyonoquería…—No sigas. Vas mal. Las excusas para los tontos, aquí la verdá. Tú has

habladoyportipasojuntoalagenteyoigounrunrunquemetienesinsosiego;mevuelvoylagenteseríe,ysimirodisimulan,comosimevierancolgadaalaespaldaunamaulaquenadiequierequitarme…Hazmetúese favor…Yaverquémaulaesestaqueyonoveo…

—¡Esonoesnada!…¡Escamatuya!Nosotrosnosreímosde…—¡Demí! Y eso no lo tolero. Tú no sabes nada y eres un canalla ruin y

envidioso.Ahorateasustasdehablarporquemetienesmiedo…—¡Ramón!…No sé quiénme dejó la paciencia pa oírte porque no seme

acabaylamíaesmuypoca…—Pues yo te la acabaré; dices lo que dices, porque envidioso de verme

contento,picascomounavíboraenmialegríaaversilaenvenenas.Eleuteriointerrumpióconrabiosadecisión:—¡Mentira!¿Loquieres?…¡Ahíva!¡Mentira!¡Habloporquepuedo!…—¿Quédices?—Poramistadteheadvertido.Poramistadhecallado.—¿Quécallas?¡Diloclaro!¿Quépuedescallartúdemí?—¡Noesdeti!…Esde…Ramónlemiróaterradoytrémulo:—¡Ay!Eleuterio,aguarda…Oye…Esdemimujer.Eleuteriobajólacabezasolapadamente:

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—¡Mira… desagradecido, yo te quiero como tu mejor amigo! Te veoarreado,trabajando,pegadoalacarasindisfrutardelmundo…hechounazacán:¿paraquién?…Paraquiennolomerece…

Ramónmurmuróconlavozangustiadadelnáufragoquepideauxilio:—¿Quédices?…¡CallaEleuterio!…PeroEleuterioyahabíahundidoelpuñalenlaherida,y lorevolvíaenella

concruelensañamiento:—Paraquienno lomerece,porque fuea tusmanosaengañarte,cuando la

habíatiradodelassuyasotroqueyanolaquiso.—¡Mentira, ladrón! ¡Di que es mentira! ¡Di que ella no ha sido de otro

hombreporquetemato!RamónseabalanzóalcuellodeEleuterioqueriendoahogarle.Eleuterioescabullosecomounreptildeentreaquellasmanosdehierro:—¡Tengolaprueba…aquí!…Ramónlepersiguió:—¡Ladrón,diqueesmentira!…Ungritopartiódedetrásdelacerca:EraSoledad,quelohabíaoídotodo:—¡No!…¡No,Ramón,noesmentira!…Ycomosiaquellaspalabraslehubiesencostadounesfuerzosupremo,cayó

desmayada.

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C

CAPÍTULOII

SOLEDAD

OMOsueleacontecerconcasitodosloshijosúnicos,Soledadhabíasidocriada con extraordinario mimo. Su padre Jacinto Narváez, o el señor

Narváez como le llamaban en la oficina donde desempeñaba el cargo deconserje,eraunhombredehábitosregulares.

Treinta años largos, pasados en una antesala del antiguo Ministerio deFomento,habíanporcompletometodizadosuvida.SecasarasiendoAyudadeCámaradeunimportantehombrepolítico.Cuandosuantiguoamofueelevadoalministerio,elseñorJacintosepusoenlasmangaslosgalonesdeOrdenanza.

Esefueelaccidentemásserioymásfelizdesuvida.Para casarse y organizar su casa, tuviera, como él decía frecuentemente,

necesidaddeempeñarhastaelnombreyelapellido,contrayendounempréstitobajolafianzadeunantiguoamigo.

Eseempréstitoconstituyódurantemuchosaños suexclusivapreocupación,hasta que el encumbramiento de su antiguo le elevara a las altas regionesoficiales donde halló resuelto el problema de la vida, sin más trabajo queencenderlosbraseroseninvierno,ytenerenveranoaguafrescaenlosbotijos;améndeestardispuestoentodaslasestaciones,parallevarrecadosalcafémáspróximo.

Con la prebenda en el ministerio coincidieron otras mil gracias que laProvidenciatuvoabienotorgarle.

FueentretodaslamásimportanteelnacimientodeSoledad.Laniña trajoalhogarunaventuranueva.ConelnacimientodeSoledad la

alegría parecía haber cristalizado en aquella casa. Huyeron los días negros,huyeronlashorastristesyaburridasdelosmatrimoniossinhijos;lafelicidadseinstalara allí, como una buena y fiel ama de casa.Marido ymujer gozaban apartirdeentoncesladeliciamonótonadelvivir.

ElseñorJacintoengordó,echópanza,ytodoéladormecioseenelperezosoquietismodesubienestardoméstico.

Enlaoficina,leíalosperiódicosydormíalasiesta.

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Noteníadeudasnienfermedadesniopinionespolíticas.Eracatalánderazaydenacimiento,yteníaenellogranvanidad,comosuele

aconteceramuchosespañolesnacidosenelantiguoyheroicoPrincipado.LaseñoraSole,sumujer,eracomoél,unacriaturadócil,sintemperamento,

ycasisincarácter.Dios habíale dado la felicidad en la proporción de sus ideales de ventura

doméstica.Nocreíaquesepudiesesermásfeliz,anoserporeldinero.Como el común de las gentes, atribuía a la fortuna el origen de toda

felicidad.Asídecíafrecuentemente:¡Sinosotrosfuésemosmuyricos!Yesteeraelúnicoarrobodesuimaginación,cuandosemetíaadivagarsobrelafelicidadajena.

ElseñorJacinto,enlosprimerostiemposdecasado,llamaraasumujerSole.Despuésqueseinstalaraenlapazdomésticaqueleproporcionaraelministerio,había dado en llamarla la Patrona con una punta de gracia chabacana comosuelenhacerlosindividuossatisfechosdelavida.

Entrelosdos,laniñavinoaconstituirelobjetodeuncultocomún,ajenoatodosentimientopaternoomaternoyvecinodelareligiosaadmiraciónquelasalmassencillasconsagranatodoloqueselesfigurasuperior.

Aquellaniña,tanbella,taninteligente,queerasuhija,lesparecíadeotros,deotragente,deotracasta,deotracondición.Diríasequereconocíanconunaextrañahumildadquenoerandignosdeella.

Sueledecirsequeelmalnodura toda lavida,yesverdad.De la felicidadpudieradecirselomismo,yquizásconmásrazón.

UndíaelseñorJacintosefuealaoficinamáscontentoquedeordinario.Enla antesala delministerio, donde ejercía sus funciones, leyóElImparcial y sedurmiósobreelbrasero.

Nodebíadespertarsemás.Unataquecerebralcortóelhilodesuvida.Entrecuatrolecondujeronasu

casa.LaseñoraSole recibióungolpe terrible.Fuecomounamazadescargadasobresucabezaporelbrazopoderosodeuntitán.

Como dice la locución vulgar, el muerto se había llevado las llaves de ladespensa.Elhadade ladicha,durante tanto tiemposentadaenaquelhogar,sealejólentamente,sinvolverlacabezaatrás.

Empezaron los días tristes, los días sin sol. Se agotaron los recursos. LaseñoraSole tuvoqueafanarsea trabajar.Durante lasausenciasdesumadre laniñaquedabaencomendadaalcuidadoyvigilanciadelasvecinas.

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Secriabaenfermiza,comounaplantaenlaobscuridad.LaseñoraSole,notardóeninclinarlacabeza.Losafanesylosdisgustosla

vencieron.¡Soledad,muyniña todavía,quedóhuérfana!Su tío, el señorDoroteo, con

unodeesosarranquesdecorazóntanpropiosdelagentedelpueblo,larecogióensuhogar,ylamirócomoahija.Asíllegóalosveinteaños.

EnaquellaedadSoleeraunamujercomosuelenseralostreinta,cuandolavidaimprimealtipohumanosusellodefinitivo.

Altayesbelta,lasmanosdelgadasynerviosas,elbustollenodenobleza,elrostroradiante,lacabezamodeladacomoladeunaDianaantigua.

Teníalosojosnegroseintensos,hechosparamirarsinperturbaciones,ysincuriosidades,ojosfrancosqueseabríancomodosventanossobreelalma.

Labocaeradeundiseñopurísimo,elmentónfuertecomoeldeunapatriciaromana,lafrenteluminosa,bombeadadeinocencia…

Detodasupersonaemanabaunagranserenidadyunagranpureza.¿Eraalegre?¿Eratriste?Enrigornadiepodíaalabarsedeconocernisutemperamentonisucorazón.Sus tíos la tenían por una muchacha muy seria y muy formal, de una

formalidadavasalladoraquelosdominabacomounacosasuperior.Cuandoniñahablabapoco:eraconcisa,lomismoenloquedecía,queenlo

queejecutaba.Hastasuscariciasysusbesosparecíannítidos,comoexpresióndesupensamiento.

Llegóalapubertadsinquesucaráctersufrieseperturbaciónalguna.Sehizomujer,comosiyaanteslofuera,yaparecíasesúbitamentedesarrolladaalosojosdesustíos,yasíselesentraseporlaspuertasadentro.

—¿Has reparado cómo ha crecido la pequeña? —dijera un día el buenDoroteoasumujer:

—Esverdad.Parecequedeundíaparaotro.Yasífuera.Deundíaparaotro.

SOLEDADSEENAMORÓ

Las relaciones de Soledad con Víctor, el pintor, fueron en sus comienzosobjetodealgunaperturbaciónencasadelseñorDoroteo.

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¿Cómonacieraaquello?Losmismosinteresadosnolosabían.Eslociertoqueunatarde,hallándosesentadosalapuertadesucasaelseñor

Doroteoysumujer,estereparóenVíctor,queatisbabadesdeunaesquina,comosiespiaselacasa.

—¿Quiénesaquelprójimoqueestámirandoparaaquí?—inquirióDoroteo.Pero la señora Jesusa, que ya llevaba algunos días observando aVíctor, y

además tenía sorprendidaaSoledad siguiéndole con lavista,pordetrásde losvisillosde lasventanas, fingió sorpresa, paranodescubrir a lamuchacha, quesospechabacomprometida,ydijoenrespuestaalapreguntadeDoroteo:

—¡Nosé!Doroteomirabadereojo,hacialaesquinadondeVíctorestabaapostado:—EsprecisodiquelarmuchoJesusa.Lachicaestáenunaedadpeligrosa,y

Madridestállenodegalopines…LaseñoraJesusanorespondió.Laconversacióntomónuevosrumbos.Únicamentedenoche,antesderecogerse,labuenamujerentróenelcuarto

deSoledad,yprocurósondearladiscretamente.—Miraque tu tíoha reparadoenungachíquehacedíasanda rondando la

puerta.Tencuidado.Piensaloquehaces.Soledad,queeradeunagranlealtaddecarácter,quenomentíanunca,yque

ademásposeíaesaintrepidezdeacciónpropiadelasalmasnobles,respondiósinturbación:

—Noseapure.Siesquienmefiguro,esunchicoformal.SellamaVíctor,espintor.

La señora Jesusa no quiso hacerle objeciones. Sin embargo, retirose muypreocupadamurmurandoapenas:

—¡Miraloquehaces!¡Miraloquehaces!AlcabodealgúntiempoelseñorDoroteocomprendióquehabíanoviazgo,

perotampocopasóacensurarabiertamenteasusobrina.Comenzó,sí,atratarlaconmenosfamiliaridadqueantes,yporúltimoencerroseenunsilencioferoz.

Soledad, por su parte, no quiso prolongar esta situación, y una nochemientras cenaban resolvió provocar las necesarias explicaciones para ponerletérmino.

—Eltíoestáquetrinaconmigo—dijolevantandohaciaDoroteosusgrandesojos,llenosdeunaserenidadperturbadora.

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Doroteo no respondió. Poseído de un súbito acceso de cólera, arrojó laservilletasobrelamesa,selevantó,eibaasalirconviolencia.

Antesdequepudieserealizarsupropósito,Soledad, levantándose también,lepusodulcementeunamanosobreelhombro,yhaciéndolesentardenuevo,ledijoasí:

—Tío,hagaelfavordeoírme.Nomeparecequelemerezcaesosmodos.Doroteo guardó silencio sin mirar a Soledad, y pareció dispuesto a oírla,

comosicedieseaunaviolencia.—Vamosaver,tíoDoroteo,¿porquéseincomodadeesamaneraconmigo?Doroteo no contestó. La señora Jesusa miraba a Soledad con gran

azoramiento.Sipudiesetaparlelaboca,loharíadebuenagana.Perolamuchacha,sinrepararennada,continuócongranresolución:—¿Tiene algodeparticular queme interesepor unhombre? ¿Noestoy en

edaddecasarme?ElbuenDoroteonosecontuvomásydijo,omejorgruñó:—Enlaedaddehacergansadas.—Bueno,serángansadas…YdespuésdeunmomentoSoledadañadiósonriendo:—Peroelsergansadas,comodice,noimpidequelomismoustedquelatía

lashayanhechoamiedad.LaseñoraJesusainterrumpióentonodecensura:—¡Muchacha!¡Muchacha!…—Perdone, tía Jesusa; pero si el tío Doroteo entiende que es gansada el

casarse,¿porquésecasóél?Lascosashayquedecirlastalcomoson.Doroteointerrumpió:—La gansada no es casarse. La gansada, por no decir otra cosa peor, es

buscarnoviosenlacalle.Unamujer,comodebenserlasmujeres,nosecasaconelprimeroquepasa.

Soledadcallóllenaderubor.Reinóunlargosilencio.LaseñoraJesusatemiendoquesurgieseunconflictoentretíoysobrina,dijo

amododeamigablecomponedora:—Lomejoresnohablarmásdeeso.PeroSoledadseopuso:—No;esprecisohablar.

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Yprosiguió:—TíoDoroteotienerazón.¿Peroquélevamosahacer?Yonosalgodecasa

si no es para ir al obrador, y en el obrador no hay puesto de novios. ¿Dóndeelegirleentonces?

Doroteoinsistiómoviendolacabeza:—Tedigoquenoesen lacalledondeseeligen.Túmisma teconvencerás

coneltiempo.Soledadcontinuótodavía:—Yo creo que lo mismo en casa que en la calle se puede encontrar un

hombrequenosseasimpático.Doroteolainterrumpió,peroestavezdeunamaneradefinitiva:—Enfin,noquierosabermásdeeseasunto.¡Tualma,tupalma!Selevantóysalió.DeestavezSoledadnoledetuvo.Miróasutía,yesta,acabandoderebañar

elplatoconunacortezadepan,dijotranquilamente:—Déjale,muchacha.Yalepasará.Peronolepasó.Durantemuchotiemposemanifestóserioconsusobrina.Al fin, un día decidió aceptar la situación con aquella filosofía cachazuda

queeraelfondodesucarácter:—Enfin,¿quiénesesediosApolo?—preguntóasumujer.LaseñoraJesusa,satisfechaalverdisipadoelnublo,dioexplicaciones.El pretendiente de la Sole era un buen muchacho, serio, muy trabajador.

Dineronotenía,perotambiénesverdadqueempezabaavivirelpobrecillo.LaideadequelaSolesecasaseconaquelprójimodetanescasosrecursos,

todavíasublevóalbuenDoroteo.—Conbuengalopínseemplea.Podíahaberescogidomejor…PerolabondaddeSoledadtornabaasusojoslegítimostodossuscaprichos.

Ademásdeeso,noqueríadisgustos.Estabaviejo,ylavidahayquetomarlatalcomoes.

Acabópordecirse:—¡Dejarla!¡Quehagasugusto!Yluego,irritado:—Peroquenomeanderondandolapuerta.Noquieroamordeventaneo.La

vecindadmurmuraenseguida.Queentre.Esmásdecente.LaseñoraJesusa,queeralaconfidentadelamuchacha,corrióaanunciarle

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laresolucióndesutío.PocosdíasdespuésVíctorentrabaenlacasa,comonovioadmitidoyformal.Decirquelorecibieronfríamente,esinútil.Doroteoapenasledirigiólapalabra.Sesalióalpatioysepusoafumarun

cigarro,hablandoconlosporterosqueeransuscompadres.La señora Jesusa por su parte, a pesar de su carácter expansivo y su

condicióndemujercharlatana,experimentabatambiénunagrancontrariedadenpresenciadeaquelindividuoaquienapenasconocía.

Porlanoche,tomóunrasgodefranqueza:aellanoselequedabadentroloquesentía.¡Quédiablo!Aquelindividuonoleerasimpático.

—Noséquéleencuentro,novayasaincomodarte,peromepareceviejo.Soledad se reía. ¡Viejo su Víctor! Cuando estaba en lo mejor de la edad.

Teníaveintisieteaños.Aúnnoloscumpliera.LabuenaseñoraJesusanosedabaporconvencida.—Notealabesdetenerbuengusto,muchacha,pareceunestoque.Soledadreplicaba:—Porqueestáenfermo.SoledadhablabadeVíctorcomosileconociesedetodalavida.Hablabaenvirtuddeesasimpatíaqueparececonfundirlasindividualidades

delhombreydelamujerenunasolaindividualidad.Casi indignadaprotestabadequeVíctor,sunovio,eraungallardomozo,y

quehabíamuypocosquepudieranigualarseconél.—Tienesufridomucho,pobrecillo.Sufrimientosdelalma,penas,tristezas.LaseñoraJesusanadadecíaencontrario,peropersistíaennohallarnibello

nisimpáticoalnoviodesusobrina.Puededecirsequejamásunextrañopenetróencasaajenaencondicionesde

tanfrancahostilidad.Poco a poco, volvió la tranquilidad a reinar en aquel honrado hogar de

burgueses, hasta que acontecimientos ulteriores hubieron de perturbarla porcompleto.

Víctorsolíahacersuvisitaunavezanochecido.Hablabacomocosadeunahora,encuchicheosconSoledad,yseretirabapretextandograndesquehaceres.

Algunas veces se pasaba cuatro o cinco días sin aparecer por casa de sunovia.

Estas ausencias, si bien causaban disgusto a Soledad, no le infundíansospechas.

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ConfiabaenVíctorconlafeilusadelasmujeresenamoradas.Creíaensuspalabras,comosifuesenlaexpresiónmásnítidadelaverdad.AquientodoaquelloleparecíaextrañoeraalaseñoraJesusa,queafirmaba

nohabervistounenamoradosemejante.Labuenaviejateníarazón.Pero lo que ni ella ni nadie sospechaba en aquella casa, era queVíctor el

pintorestuviesecomprometidoconotramujer.¡Yquémujer!

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L

CAPÍTULOIII

CRIMENMISTERIOSO

OSvendedoresdeperiódicos,pregonabanavocesElLiberalconlanoticiadelcrimenmisterioso.

ElImparcialsiemprepeorenterado,nodecíanada.LaseñoraJesusa,queporserdomingosepermitíahacerhuelgoenelpatio

conotrasvecinas,compróElLiberalllenadecuriosidad.Labuenamujerperecíaporloscrímenes.Elportero—unguardiamunicipalpartidariodeSagasta—leyóelperiódico

enaltavoz.Lasvecinasoíanconreligiososilencio.Solodetiempoentiemposelevantabanráfagasdemurmullosquecubríanla

vozdellector.Cuandoelporteroterminólalectura,lasvecinassedespacharonasugusto.Todoerancomentariosydeducciones.LaseñoraJesusarecogióelperiódicoyentróensucasatremolándolecomo

unabandera.Doroteoaúndormía.Eraunlujoquesolamentepodíapermitirselosdomingos.Pero entonces se desquitaba.Hasta las doce era imposible arrancarle de la

cama.Sentadaalacabecera,laseñoraJesusa,lerefirióelcrimendequehablabaEl

Liberalconabundanciadepormenores.Después,siempreagitada,atravesóelcorredor,empujó lapuertadelcuarto

deSoledadyentró.Elcuartoestabaaobscuras.LaseñoraJesusapronuncióenvozbaja.—Soledad.—¿Quéhay,tía?—¿Sabesquéhoraes,muchacha?Soledadnorespondió.

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—Lasnueve.¡Seráposiblequeaúnestésdurmiendo!Almismotiemposedirigíaalaventana,yabrióunacontra.Soledadbalbuceó:—Noabratanto,tía.—Sisonlasnueve.—Noimporta.Sinresponder,laseñoraJesusaseacercóallechodesusobrinataninquietay

afanosa,queSoledadpareciódespertardefinitivamente.Incorporándoseamedias,preguntó:—¿Quépasa?LaseñoraJesusa,recelandohaberlaasustado,seapresuróadecir.—Cálmate.Novanadaconnosotros.Soledadinsistióconmuestrasdeimpaciencia:—¿Quéesentonces?LaseñoraJesusaleenseñóElLiberal.—Uncrimen.Soledad se puso extremadamente pálida, y dejó caer su cabeza sobre las

almohadas.Rápidamente la señora Jesusa contó el crimen, toda palpitante como si

hubieseacudidoaél.Soledadnosemovía,parecíamuerta.—¿Quéteparece?¡EnplenoMadrid!¡Matarasídosmujeresdedía!…Soledadnorespondió.LaseñoraJesusamurmuródemalhumor:—¿Estástodavíadurmiendo?CasiimperceptiblementeSoledaddijo:—¡No!LaseñoraJesusaprosiguiómuyanimada:—¡Yseráncapacesdenoecharlelamano!Soledadpareciósalirdesuestuporypreguntó:—¿Aquién?—¡Aquienhayasido!…Enestotocaronlacampanillaconviolencia.Lasdosmujeresmurmuraronauntiempo:—¿Quiénserá?La señora Jesusa, que fuera a abrir, volvió diciendo que era un bruto, que

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veníapreguntandosivivíaallíunafamiliadePalencia.Soledad, que aquella mañana parecía estar excesivamente nerviosa, no se

repusodelsustoy,dejándosecaerparaatrás,rompióenunllantoconvulsivo.LaseñoraJesusamurmuró,inclinándosesobreella:—¿Quétienes,muchacha?¿Quéeseso?Soledadnorespondió,llorandoagobiada,todasacudidaporviolentacrisis.LaseñoraJesusavolvióarepetir:—¿Peroquétienes?Responde…Soledadmurmuróentrelágrimas:—Nada.LaseñoraJesusaledijoquesesosegase,quedurmiese.Selamentabadehaberidoadespertarla.Cuandopareciómástranquilacorrió

alaventana,lacerróconcuidado,ysaliódiciendomuyquedo:—Voyaversitutíosehalevantado.AlentrarenlaalcobadeDoroteo,laseñoraJesusallamóenlaobscuridad:—Doroteo…—¿Quéhay?—¿Cuándotelevantas,hombre?—Ahora.Déjamedormir.—¿Sabes?—No.—MatarondosmujeresenMadridModerno.—¿Cuándo?—Ayertarde.—¿Sesabeporqué?—Nosesabenada.—Seríapararobarlas.—Talvez.—Dameelperiódico.—Toma.Lotraetodoexplicado.—¿Dicesquedosseñoras?—Una señora de edad y la criada… Degolladas… ¿Has visto? A aquella

hora…—¿Quéhora?—Lassiete.—Senecesitaatrevimiento.

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YDoroteodesdoblandoelperiódicosedispusoaleer.Como el marido parecía interesarse la señora Jesusa corrió a abrir las

ventanas de la sala para dar luz a la alcoba que era interior. Le decía que eratarde, que se levantase, toda impaciente como si el drama de las dosmujeresdegolladas,vinieseatraerunanuevadiversiónalacasa.

Despuéssalió, fuea lacocina, fregoteóalgunoscacharrosyatizóel fogón.Porúltimobajóalpatioendondeaúnseguíandepláticaalgunasvecinas.Perosúbitamente se acordó de su sobrinaSoledad y volvió a la casa, y entró en laalcobadelamuchacha.

Alempujarlapuertapreguntó:—¿Estásmássosegada?—Sí,estoy.Mehizoimpresiónaquellahistoria.—Peroquémelindrosaeres,criatura.Fueaabrir laventana,dar luz,aairear.Quesaliesede lacama.Estabaun

domingoespléndido.YsinrepararenlaextremapalidezdeSoledad,nienladurarigidezdesus

faccionesniensumiradasombríanientodoaqueldolorosoairedeconmocióncontenido,lecontóeldramadelasdosmujeresdegolladas,aqueldramadequehablabantodoslosperiódicosdelamañana.

—Imagínate,cuandoestamañanamelocontólaportera.SumaridoleyólanoticiaenElLiberal.Ahoraloestáleyendotutío.Tedigoqueponelospelosdepunta.Dosmujeressolasenunacasayunmalvadodelapeorley.Lacriadaaúnnomurió.Lallevaronalhospitalgeneral.Tienelacabezacasicortadaperovive.Lo que debe sufrir la pobre criatura. Calcula con qué fuerza le cortarían elpescuezo,quelanavajaquehallaronenelsueloestabarota.¿Peroquétienestú?¡Soledad!…¡Soledad!…

Soledad dejara caer la cabeza pesadamente sobre las almohadas y helada,inmóvil,rígidaparecíaunamuerta.

—¡Soledad!¡Soledad!Soledadnorespondía.¿Desmayada?¿Muerta?Sediríaquemuerta.—¡Soledad!—gritóaúnlatíasacudiéndola.Peroellanorespondía.Pálidaymudaparecíacomosilavidahubiesesúbitamenteparadoenaquel

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corazón.Entonces, haciendo un esfuerzo sin abandonarla ni separarse de su lado,

llamándolasiempre,sacudiéndolasiempre,laseñoraJesusagritó:—¡Doroteo,Doroteo!Y era tan aflictiva su voz, tan angustiada que como por encanto Doroteo

aparecióenlapuerta.—¿Quépasa?YlaseñoraJesusa,respondiósinabandonarlacabeceradesusobrina:—Nosé,parecemuerta.Sin decir palabra, Doroteo, presuroso y alarmado, tomó las manos de

Soledad, le palpó la cabeza, observó si respiraba, humedeció el rostro, leaproximóa lanarizun frascodecoloniaque fuera abuscar todopalpitante alfondo de un armario mientras la señora Jesusa continuaba entre lágrimasllamándola:

—¡Soledad!¡Soledad!Doroteoleadvirtió:—No la asustesmujer. Esto no debe ser nada. La portera que vaya por el

médicodelasociedad.Queledigaquevengaencuantopueda.Ydespués,recapacitandounmomento,añadió:—No,yomismoiré.Ycorrióavestirseporquesololoestabaamedias.LaseñoraJesusalegritóangustiada:—¡Notardes!—Enunvuelo.YsalióDoroteoacabandotodavíadeabrocharseelchaleco.LaseñoraJesusacorrióalapuertayechóelcerrojo.Entre tantoSoledad, inmóvil,noparecíarespirarsiquiera.Ensusfacciones

no había alteración grande, había solamente dureza. Diríase que su rostro sehabíapetrificado.Si estabamuerta, lamuerte sorprendiéralapensandoen algoterriblementetrágico.

Lacrudaclaridaddeldíaentrabaampliamenteporlaventanadelaalcoba.

***

DelcrimendeMadridModernohablaronlargamentelosperiódicos.

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Durantemuchosdíassirviódepastoatodaslasconversaciones.Fue uno de esos crímenesmisteriosos que tienen el privilegio de atraer la

curiosidadpopular.Uncrimensoloexplicableenelmediotormentosodeunagrancivilizacióny

deunagranciudad.La noticia de un crimen como el de que vamos a ocuparnos, revestido de

circunstancias tan pavorosas, debía necesariamente producir una impresión deespantoenunbarriotanpacíficoyburguéscomoeldeMadridModerno.

Al principio las gentes se negaban a creerlo.Muchos dudaban, afirmandoqueMadridModernonoerabarrioparatragediasdeaqueljaez.Supúsosequesetrataba de una invención periodística y alegábase entre risas que dosmujereseranmuchagenteparaunasesinosolo.

Así cuando se confirmó que el crimen se practicara en las condicionesreferidasenlosperiódicos,experimentoseungrantemoryungranpasmo,comosiunaplagadesconocidaynuevaacabasedeinvadiraquelpacíficovecindario.

Durantemuchosdíasno sehablódeotra cosa en las tertulias caseras.Laspuertassecerrabanconexcepcionalesprecauciones.

Elquemásyelquemenostemíaencontrarensucasa,debajodelacama,enelinteriordeunarmario,alhombrematadordelasdosmujeres,ysinoaesteaalgúncompañerosuyo,porqueluegosehablódelaexistenciadeunacuadrillaytoda la gente se dispuso a estar precavida en virtud de ese fenómeno desobresalto que nos hace imaginar siempre que las desgracias tienden areproducirse.

¿Cómoseefectuóelhecho?Alanochecerdeundíade abril, losvecinosde la calledeCastelar fueron

sorprendidos por los gritos desesperados de unamujer que desde una ventanapedíasocorro.

Cuandoacudieronlasprimeraspersonas,yalosgritoshabíancesado.Losvecinosquehacíancorroenlacallesemiraban,preguntándosededónde

habíansalido.Enestounaviejaqueestabaenunbalcónindicóconeldedo,pueselsusto

apenasladejabahablar,laventanadelsegundopisodondevivíanlosseñoresdeNeira.

Inmediatamente, dos transeúntes decididos entraron en el portal y echaronescaleraarriba,seguidosporalgunasotraspersonasdelavecindad.

Llegabanalprimerdescanso,cuandounindividuoquesalíalesdijo:

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—Enelsegundopisopedíansocorro.Subanustedesaverquépasa…Nadiereparóenaquelhombre.Eradenocheyenlaescaleraapenasseveía.Lagentequeentrabasubióentropelhastaelsegundopiso.Ibanatirardelacampanilla,cuandoconsorpresayterrorvieronentornada

lapuerta.Todosretrocedieron.Unodelosqueibadelanteexclamó:—¡Estáabierta!Hubounsilencio.Luegootropreguntóenvozbaja:—¿Seráaquí?Unvecino advirtió que debía tocarse la campanilla, no fuese a entrar toda

aquellagentederondónenunacasadondelapuertahubiesequedadoabiertapordescuido.

Otrasmuchasvocesrepitieron:—¡Toquenlacampanilla!Unodelosqueibandelantetiródelcordóndelacampanillatímidamente.Losdeatrásgritaron:—¡Conmásfuerza,hombre,conmásfuerza!Elotrotiróentoncesviolentamentedelcordónylacampanillavibróentoda

lacasa.Por un momento esperaron en la obscuridad de la escalera que saliese

alguien.Unomásresueltoexclamó:—Nadieresponde.Entraremos.Entre tanto, agujereando por entre la multitud que se aglomeraba en el

primertramodelaescalera,aparecióunpolicía.Lallegadadelguardiatrajolaseguridadylaconfianza.Losqueestabanenlosprimerosescalonesanunciarondesdeabajo:—Aquíestáunpolicía,aquíestáunpolicía.Comolacasaestabaaobscurassepidióluz.Algunosencendieronfósforos.Aentrarnoseatrevíaninguno.Delpisoprincipaltrajeronuncandelera.Soloentonces,yconelguardiamunicipalalfrente,fuecuandolosvecinos

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sedecidieronaentrar.Unosqueríanirdelante,perolosmássehacíanlosreacioseibanquedándoseatrásposeídosdeunvagorecelo.

Unavozpreguntó:—¿Dequiéneslacasa?—¿Lafinca?—No.Elpiso.Unavieja replicóentoncesqueenelpisovivían los señoresdeNeirapero

queelmaridosehallabaausentedeMadridhacíaunosdías.Cuandoelpolicíaseguidoporlosvecinosentróenelpasillolacasaestabaa

obscuras. Un vecino alumbraba con el candelera levantado a la altura de lacabeza.

El policía, poseído de un recelo invencible y repentino, gritó dirigiendo lavozhaciaelinterior:

—¡Eh!¡Lagentedelacasa!Eldelcandeleraleatajó:—Excusausteddellamar.Yasevequenoresponden.ElagentedeOrdenPúblicoy losvecinosque le seguíanpenetraronporel

corredorpavorosamenteyensilencio.Haciaelfinalunapuertaentreabiertaquedabaaungabinete,lesllamólaatención.

Elhombrequellevabaelcandelerailuminórápidamenteelaposentoycomonadaviesesiguióalpolicíaporelpasillo.

Elpasilloterminabaenotrovolviendoalaizquierda.Losqueavanzabanporélsedetuvieronparavermejor.Elagentemurmuró:—Aquídebeser.Bruscamenteelhombredelcandeleravolviólacabeza.Linacorrientedeairepasóconviolencia.Seoyóungrito.Elcandeleraseapagaba.Unavozroncaexclamóenlaobscuridad:—¡Luz!¡Luz!Otrasmuchasvocesrepitieron:—Quetraiganluz.Fueaquelunmomentodeansiedad.—¿Quéserá?—¿Quéhabráaquí?

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—¿Quiéngritará?—¡Eranvocesdesocorro!—¡Vozdemujer!Deesta suertemurmuraban todosen laobscuridad, apretándose losunosa

losotros,sintiendotodoselescalofríodelmiedo.Unbuenhombrequepasabacuandoseoyeron losgritosyquesubierapor

casualidadqueríaretroceder,perolosdeatrásseloimpedíanempujándolehaciaadelante.

Elpobrehombrerepetía:—¡Déjenmesalir!¡Déjenmesalir!Peronadielecontestabanisemovía.Todosrecelabanmoversedesulugar.Cuandollegóotrocandelerayvelas,hubounmovimientodesatisfacción.El

buen hombre que a todo trance quería salir pudo escabullirse, limpiándose elsudorquelecorríaporlafrente.

Entre tanto,habían llegadovariosagentesyun inspector,elcualpusocasitoda lagenteen lacalleydosguardiasen lapuerta.Soloentonces sepenetródecididamenteenlacasa.

Alolargodelcorredordeunoydeotroladolapolicíafueabriendopuertasyregistrandohabitaciones.

Diríasequelacasaestabadeshabitada.Primeroregistraronunaespeciedecuartodevestirtodoocupadoporungran

armario de tres espejos.Después una vasta alcoba con dos lechos demadera,luegouncuartodebaño;todoestoaladerecha.

A la izquierda registraron un aposento desocupado, un cuarto que parecíadestinadoaunacriada,unespaciosocomedor,adornadoconenormechinero,ydosmajestuososaparadoresderoble.

Porúltimoentraronenlacocina.Loquedesdeluegollamólaatencióndelinspector fue el hecho de estar encendido el fogón, sobre el cual hervía unacalderallenadeagua.

Elinspectordijovolviéndoseasusubordinado:—Necesariamentedebehabergenteenlacasa.Deentreelgrupodelospocosvecinosquehabíanquedadosalióunavoz:—Faltaregistrarlashabitacionesinteriores.—¿Haciadóndecaen?—Alfinaldelpasillo.—Noreparé.Vamosaregistrarahora.Estoesmuyraro.

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Enestooyéronsevocesenlapuertadelaescalera,yunodelospolicíasqueelinspectorhabíadejadodeguardiagritóenviandolavozhaciadentro:

—Aquíestáunamuchacha;dicequedesdelacasadeenfrentelovierontodo.Esunacriada.

Elinspectorsalióalpasillo:—Queentre.Perolacriada—unamozaalcarreña—noquisoentrar,ydijorápidamentea

loquevenía.Suseñoritaeraquien lohabíavisto todo.Estabacasualmentea laventana,

cuandoenladelacasadeenfrentevieraapareceralacriadadelosseñoresdeNeira,gritandollenadesangre.

Laseñoritasehabíadesmayado,peroacababadevolverensí,ycontaríaloquehabíavisto.

Eraloqueelseñoritolemandabaadecir.El inspector, impaciente, invadió entonces las habitaciones interiores.

Atravesó un aposento, después otro, mirando a derecha e izquierda. Cuandopenetróeneltercero,súbitamentesedetuvo:

—¡Jesús!Hayespectáculosqueparalizan.Elhorrorparecequetullelosmovimientos.

Losmiembrospierdensuenergía, lavozdesapareceenlagarganta, laspupilassedilatan.

Los ocho o diez hombres que habían llegado hasta el umbral de la puertaquedaronunmomentoparalizados.

¿Quéesloquehabíanvisto?¿Quéeraloquetantolesturbara?Comounmontóndeharapos,confuso,vago,inexplicable,yacíaenelsuelo

sobrelaalfombraelcuerpodeunamujer.¡Detalle extraño!Degollada con tal violencia, con tan grande furia que su

cabezanoparecíapertenecerle.Luego,aunlado,envueltoensombra,juntoaunaventanadelacualgoteaba

lasangre,comodeuncepodondeacabasedeinmolarseaalguien,otrocuerpodemujer,queaúnparecíapalpitar.

Los primeros pasos que, transcurrido el natural movimiento de asombro,dieralapolicíaenaquellaestancia,fueronendirecciónalcuerpoqueyacíaalpiedelaventana.

Elinspectorseinclinó.

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Aproximaronluces.Todosdeseabanver.Lamujerporsutipoyporsutraje,parecíaserlacriadadelacasa;teníaenel

pescuezo una profunda cuchillada, asestada de través. La sangre manabalentamenteyporigual.Surostroparecíacontraídoporungestodeespanto.Susojosparecíancerradosalafuerza.

Elinspectorlaobservóunmomento,todoinclinadosobreella.Losotrosseinclinabantambiéncuriosamentequeriendoadivinarelmisterio

deloocurridoallí.¿Quéhabíasido?Deprontoelinspectorsepusoenpie,yvolviéndoseaunodelosagentesle

ordenóbrevemente:—Vayaustedinmediatamenteabuscarunacamilla.Estamujeraúnvive.Fueunmovimientodepánico.Diríase que el hecho de que la mujer estuviese viva, parecía aumentar el

horrordeaqueldobleasesinato.Conefecto:ver lamuerteante losojosysobreviviraella,esmáshorrible

quemorir.Uncadáverasusta;unsobrevivienteasombra.Pareceuncadáversinserlo,yponelospelosenpie.Volveralavidadesdelosumbralesdelamuerte,esvolverdelmisterio.Elagentequerecibieralaordendelinspectorsealejócorriendo.Ningunode los individuospresentesaestaescenadesplegó los labiospara

pronunciarpalabra.Silenciosamente, como en una cámara mortuoria, se trajeron luces, y la

mujer,queaúnparecíarespirar,fueconducidaenbrazoshastaelsofá.Alaotranosele tocó,esperandolallegadadel juzgado:Todosmirabanel

cadáverconrecelo.Losmuertosinspiransiempreelterrordelaresurrección.Setemealamuertecomosetemealodesconocido.¡Lamuertetriunfadetodo,hastadelaresurrección!Elinspectorhizoloqueenlenguajejudicialsellamaunreconocimiento.El aposento era espacioso, y estaba lujosamente amueblado. Comunicaba

conlosdossalonesdeentradaporsendaspuertas,cerradasporampliosylujososcortinajesdeterciopeloverde.

Elsueloestabaalfombradoporricaymullidamoquetaqueapagabaelrumordelospasos.

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En los rinconeshabíagrandes tibores japoneses.Entre lasdosventanasunburó de palo santo, con incrustaciones de bronce antiguo. En el centro, unvelador cubierto por un amplio tapete de terciopelo, del mismo color que lascortinas.

Junto al velador, y tendida por tierra, en la confusión de sus ropasensangrentadas,estabaelcuerpodelainfortunadaseñoradeNeira.

Elcuerpoylacabeza,porqueunoyotranoparecíanpertenecerse.Enelumbraldelapuertadeentrada,estabacaídoyderramadouncandelero

deplata.Loscajonesdelburódenunciabanhabersidoregistrados.Al ladodeestemueble, seencontrabaenel suelo,unguardajoyas también

abierto.Ya se había registrado toda la casa minuciosamente, cuando uno de los

vecinos, señalando hacia debajo de una silla en el aposento donde estaban lasdosvíctimas,murmuró:

—¡Allíhayunanavaja!Otrovecinoseprecipitóparacogerla,peroelinspectorlegritó:—¡Nolatoque!Yélmismoseacercóparaver.Eraenefectounanavaja.¡Lanavajaconlacualsegúntodaslaspresunciones

seefectuaraeldobleasesinato!NavajadecriminaldelasllamadasdeAlbaceteytirada,sinduda,enaquel

sitioporelasesino,despuésdecometidoelcrimen.Después de haber examinado el arma y observado con asombro y estupor

que la hoja semovía en elmango, a consecuencia de la fuerza conquehabíasidoblandida,elinspectorlavolvióadejarcautelosamenteenelmismositio.

Atodoestohabíallegadolacamillayunmédico.El doctor, un hombre todavía joven, de anteojos y barba rubia dirigió la

operacióndecolocarenlacamillaelcuerpodelacriada.Congrandesprecaucionesselabajóporlaescalera,quedosagenteshicieran

desalojaralgentíodecuriososqueseaglomerabanenellahaciendocomentariosdelsuceso.

Lagenteentoncesformógruposenmediodelacallehablandoenvozalta,queriendoentrar,queriendover.

Cuandoapareciólacamillaqueconducíandosmozosdelacasadesocorro,sehizosilencio.

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Enestemomentouncarruajeconcocherodelibreasedeteníaalapuerta;seapearondoscaballeros;unodeedadyelotromuchomásjoven.

EranelGobernadorysusecretario.Casi inmediatamente llegóotrococheconduciendoal juezdeguardiayun

actuario.Poco después fueron llegando varios simones con periodistas. Todos se

apeabanmuyapresurados.—¿Paradóndevaesacamilla?—Paraelhospital.Rápidamente, en la misma puerta de la casa, el inspector informó a las

autoridadesdetodoloocurrido.Unnuevogruposubiólasescaleras.La camilla se alejó lentamente calle arriba, al paso acompasado de los

mozos.Entre los grupos que invadían la calle se levantó de pronto un confuso

murmullo,comosiacabasedesaberseodeadivinarsetodo.Losvecinosdabannoticiasalosperiodistas:—ElseñordeNeiranoestaba.—HacíadíasquesalieraparaGaliciaacompañandoasuhija.—Sí,eranunosseñoresgallegos.—Apenasrecibíanvisitas.Estoeraloqueseoíaentodoslosgrupos.¿Cómoentraríaelasesino?Nosesabía.¿Entraríafurtivamente?¿Eraunodelospocosconocidosdelacasa?Milconjeturas.¿Robara?¿Norobara?¿EranricoslosseñoresdeNeira?Ytodo,todosevolvíancomentariosyversionesacuálmásdiferentes.

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E

CAPÍTULOIV

BUSCANDOALASESINO

RANlascuatrodelatarde.Don Máximo Baroja, juez encargado de instruir el proceso en

averiguación del crimen cometido en Madrid Moderno, se hallaba en sudespacho.

Un guardia de Orden Público asomó en la puerta y saludando desde elumbralmurmuróconciertomisterio:

—Señorjuez,ahífueraestálapersonaqueesperabausía.—Queentre.Yel juez,contrasucostumbre,se levantóysepusoapaseardeunaaotra

cabeceradesudespacho.Elguardiasalió.Poco después volvía a abrirse la puerta, y entraba apresuradamente en el

despachounaseñoravestidadeluto.Erajoven,alta,rubiaymuyelegante,lomismodetrajequedeademanes.DonMáximoBaroja que, a pesar de sus cincuenta y cinco años, eramuy

aficionadoalasfaldas,larecibióconexquisitacortesía:—Siento en el alma haber tenido quemolestar a usted; pero sin usted no

podemosadelantarunpaso.Laseñorarespondióinclinandolacabeza:—Estoyalasórdenesdeusted,señorjuez.DonMáximovolvióaocuparsusillóndetrásdelagranmesacubiertacasi

porcompletodelegajos,yladamatomóasientoenunasilla.Eljuezobservóconextrañezaqueenlosojosazulesdelaenlutadanohabía

señalesdelágrimas;peroerahombreacostumbradoaocultarsusimpresionesynodejótraslucirnada.

Se caló los anteojos, tomó una plegadera que había encima de lamesa, ymanejándolacomounabatuta,empezóadecir:

—Tieneustedquedisculparme,señora.Lascircunstanciassonpenosasparamí.

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Ladamaleinterrumpió:—Yahedichoalseñorjuezqueestoycompletamenteasusórdenes.DonMáximoBarojalamirófijamente,cualsisolobuscaseelturbarla,pero

ladamasonrióybajólosojoscondulzura.Eljuezseasegurólosanteojosypreguntóafablemente:—¿UstedeslaúnicahijadelosseñoresdeNeira?—No,señor.—¿Cuántoshermanossonustedes?—Dos.—¿Dónderesidesuotrohermano?—EnAmérica.—¿Hacemuchotiempo?—Diezaños.—¿Ustedvivíaconsuspadres?—Sí, señor. Cuando quedé viuda volví a su lado.Mimaridomurió en la

guerradeCuba.El juez guardó silencio.Después de una larga pausa, dejando la plegadera

sobreelpupitre,ycruzandolasmanos,prosiguió:—SupadredeustedestáenfermoenGalicia,¿verdad?—Sí,señor.Alsaberlanoticiaseafectótantoelpobre…—Aquíhaycertificadosde tresmédicosdiciendoquenopuedeponerseen

camino. Verdaderamente es una lástima; él podría darnos detalles muynecesarios…

DonMáximoBarojahizootrapausa,luegocontinuó:—¿Cuánto tiempo llevaban usted y su señor padre ausentes de Madrid

cuandoocurrióelcrimen?—Seisdías.—¿Dóndetuvoustedconocimientodelhecho?—EnLaCoruña.—¿Enquéforma?—Poruntelegrama.—¿Expedidoausted?—No,señor.—¿Aquiénentonces?—Aunperiódico.—¿DeLaCoruña?

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—Sí,señor.—¿Quiénfirmabaesetelegrama?—Norecuerdo.—EseperiódicocoruñéstienecorresponsalaquíenMadrid.—Sí,señor.—¿Creeustedqueeltelegramaseríadelcorresponsal?—Creoquesí…—¿Elcorresponsaldeeseperiódicolesconocíaaustedes?—Nosé.Mimadreteníamuchosamigosaquienesyonotrataba.—¿Ustedleyóeltelegramapublicadoenelperiódicodereferencia?—No,señor.—Tendríaustedlabondaddeexplicarme…—Conmucho gusto.El director del periódico al recibir el telegrama se lo

envióaunapersonademifamilia.—¿Yesapersonahasidoquienlehacomunicadoaustedyasuseñorpadre

latristenoticia?—Sí,señor.Eljuezpermaneciópensativo.Despuésvolvióareanudarelinterrogatorio:—¿Demanera que cuando el crimen ocurrió hacía seis días que usted se

hallabaausentedesucasa?—Sí,señor.—¿Quiénquedabaenella?—Mipobremadre.—¿Sola?—Conunacriada.—¿Lacriadaeraantiguaenlacasa?—No,señor.Solamentellevabaunmessirviéndonos.—¿Nohabíanadiemásenlacasa?—Nadiemás.—¿Criadonohabía?—No,señor.—¿Ustedesrecibiríanmuchasvisitas?—Alcontrario,muypocas.Mispadresvivíanbastanteretirados.Mimadre

estabacasisiempreenferma.Recibíamosalgunasvisitas,peroamigosíntimosnoteníamos.

—¿Puedeusteddecirmequiéneseranesasvisitas?

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Lahijade losseñoresdeNeira—aquiendesdeahora llamaremosCarlota,puestalerasunombre—pareciósorprendersemucho:

—¿Porqué?¿Sospechadealguna?…Eljuezsonriódeunamaneraextraña:—No sospecho, investigo.En primer lugar, todavía ignoro quiénes son las

personasquefrecuentabanlacasadeustedes…Peroseanellasquienesfuerenesprecisoconocerlas.

—Como usted quiera. Pero debo decirle que me parece imposible que elcrimende quemimadre fue víctimapudiese ser cometido por ninguna de laspersonas que nos visitaban. Como usted comprenderá no manteníamosrelacionesconasesinos.

—¡Quiénsabe!—¡Señorjuez!…—Perdoneusted,señora,peromideberesinvestigar.—Seapues.Visitashabitualesyahedichoaustedquenoteníamos;perode

tardeentardenosvisitabanentreotraspersonas…DonMáximolainterrumpió:—Necesitotodas,señora.CarlotaNeiracontinuósinalterarlafrase:—Entreotraspersonas,elgeneralCánovas,quefuecompañerodearmasde

mipadre.Eljuezasintióconlacabeza.—Esmiamigo.Carlotaprosiguió:—Don Juan Martínez Bande, empleado en el ministerio de Fomento. El

doctorMendoza,médicodelaInfanta.LasseñorasdelafamiliadeSepúlveda.—¿Nadiemás?—Queahorarecuerdenadiemás…—¿Gentedeunacategoríainferior?¿Pararecados?—Lacriadalohacíatodo…Eljuezinquirió:—¿Demaneraqueustednosospechaquiénhayapodidoserelautor?…Carlotarespondió:—No;notengolamenorsospecha.—¿Nisiquierasospechasvagas?—Niesas.

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Hubounapausa.Eljuezparecíareflexionar.Carlota, impasible, esperaba que la interrogasen, tan fríamente como si se

tratasedeunasuntoquelefueseextraño.DonMáximoBarojadijoalfin:—Comousted sabe, lapuertade sucasanoofrecía señalesde fractura.El

asesino o asesinos —porque existe la sospecha de que hayan sido varios—debieron entrar, o aprovechando un descuido de la criada que hubiese dejadoabierta lapuerta, locualnomepareceadmisible,ohabiendosidoadmitidosapresencia de la infortunada víctima. ¿Cree usted que su desgraciada madrerecibiríaapersonasquenoconociese?

—No lo creo.Mimadre era muymiedosa, y solo recibía a las gentes dequienesnopodíatemernada.

—En ese caso, si el individuo que entró en casa de ustedes con ánimodecidido de cometer el crimen no lo hizo con violencia, necesariamente eseindividuoeradelconocimientodelavíctima.

CarlotaNeirarespondióapenas.—Nolocreo.—¿Cómoentróentonces?—Esoaustedcorrespondeaveriguarlo,señorjuez.El juez frunció el ceño, almismo tiempo que doblaba entre susmanos la

plegaderademarfil:—¡Es un caso intrincado! La declaración de su señor padre podría hacer

muchaluz.¡Eslástimaqueelestadodesusaludnolepermita!…Ustedafirmaque la víctima era muy precavida y que no recibía sino a personas de suconocimiento;yesaspersonassondemasiadorespetablesparaquepuedarecaersobre ellas lamenor sospecha.Peropor otra parte, aparecedemostradoque elasesinooasesinosentraronporlapuertadelacalle,sinnecesidaddeviolentarla,y lo que todavía es más extraño, entraron en una hora en que los asesinosprofesionales no acostumbran a asesinar; porque el crimen también tiene sushoras. La hipótesis de que ama y criada fuesen sorprendidas debemosdesecharla;porquesihubiesehabidosorpresa,eranaturalque tambiénhubiesehabido alarma, pánico, gritos. Pues bien, según resulta de la declaración devariosvecinosnadaseoyó,anoserlosgritosdelacriada,yaherida,pidiendosocorro desde la ventana.Por lo demás, asaltar una casa navaja enmanoparaasesinaryrobarenplenodía,yenunacallellenadegente,meparecemuypocoverosímil. En Madrid, donde el crimen pasional es muy frecuente, no hay

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malhechores de ese jaez. Lo que hubo, a mi modo de ver, es una celada. Elcriminal o criminales que se introdujeron en casa de la víctima la conocían yeran conocidos de ella. Queda todavía la suposición de que el malhechor omalhechoreshubiesenpenetradosubrepticiamenteenelinteriordelacasa;peroustedafirmaquelavíctimalomismoquelacriadaeranmuycautelosas…

Laenlutadanorespondió.Reinóunnuevosilencio.Evidentementeeljuezesperabaqueladamadijese

algunacosa.Peroenvistadesusilencioprosiguió:—Elmóvildelcrimendebióhabersidoelrobo,puesloscajonesdelburóse

hallabanabiertos.Acercadeestepuntoquizáustedpudieseenterarnos…—Sí,señor.Eleadvertidolafaltadetresmilpesetasquemipadreguardaba

enelburó.—¿Yenelguardajoyasnohabíaalhajas?—No,señor.Únicamenteseguardabanallípapelessinimportancia.—¿Cree usted que los asesinos se hayan llevado solamente las tres mil

pesetas?—Creoquesí;auncuandonoséconcertezaeldineroquemispadrestenían

encasa.Unguardiaaparecióenlapuerta.Eljuezpreguntóconseveridad:—¿Quéseofrece?—DelhospitalmandanadecirquelacriadadelacalledeCastelar…Eljuezinterrumpióvivamente:—¿Hamuerto?—No,señor.—¿Entonces?—Hahablado.Eljuezselevantódelsillón.—Vayaustedinmediatamenteenbuscadeuncoche.Salió el guardia a cumplir la orden, y el juez volviéndose a la hija de los

señoresdeNeiramurmuró:—Ustedtendrálabondaddeacompañaraljuzgado.

***

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DonMáximoBarojateníalafisonomíaenérgicaylealdeaquellosantiguosAlcaldesdeCasayCortequeretrataronelGrecoyPantoja.

¡Lafisonomíadelhombrequeadministrajusticia,ylaadministrasindolor!Podríafrisarenloscincuentaycincoaños.Surostrollevabaimpresoelsello

deunabondadmelancólicaygrave.Lagravedad leproveníade las funcionesqueejercíalamelancolíadelamuertedesuhija.

Secomprendíaqueaúnnosehabíaconsolado,yquelaincesantesombradelhumanopesarluchabaensumenteconlaconsoladoraclaridaddelasesperanzascristianas.

Lo único que lograba, en ciertomodo, distraerle, era el desempeño de sucargo.

Seapasionabapor losasuntosdifíciles,por loscrímenesmisteriosos,comoelnovelistaporlaintrigadelanovelaenquetrabaja.

Cuandovinieronadecirleque lacriadaheridahabíahablado,donMáximoexperimentóunadelasmayoressatisfaccionesdesuvidadejuezydesuvidadehombre.

Elsentimientodeltriunforealzabaasusojoselprestigiodesutogadejuez.Asífuequecuandoelcochesedetuvofrentealhospital,seapeógravemente,

y, volviendo a Carlota Neira, le dio la mano para ayudarla a bajar al mismotiempoquesinsonreír,conausteracortesía,ledecía:

—Yahemosllegado.Tengalabondaddeseguirme.Yentróenlamansióndelapena,comollamóunpoetaalhospital.Losquenuncahanentradoenelhospitalnopuedencomprenderlaimpresión

dehorrorqueinspira.Elhospitaleslamuerte.Pasarjuntoaél,espasarjuntoaella.Susparedessoncárcelesdeldolor.Sussalas,templosdelaagonía.Elhospitalparecelamurallalevantadaentreelseryelnoser.Cuando alguien entra en el hospital involuntariamente, nos parece que no

debevolverasalir,comosiaquellugarfueselaantecámaradelaeternidad.Pasarjuntoaunhospitalesrecibirenelrostroelalientodelamuerte.Penetrar en sus patios, en sus corredores, en sus salas, es penetrar en los

propiosdominiosdelamuerte.Nosepenetraenelhospital,sinsentirfríoenlacarne.Diríasequetodoel

sufrimiento está allí acumulado: gritos y blasfemias, quejas y lamentos, os

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oprimenelcorazón.Lavisióndeldolorescasieldolormismo.

***

Rápidamente el juez atravesó el patio del edificio, y dejó a Carlota NeiraesperandoeneldespachodelDirector.

DonMáximodesaparecióporunapuertainterior.Pocodespuésvolvióacompañadodedosindividuos,alparecermédicos.Rápidamente,dijo,volviéndosehacialahijadelosseñoresdeNeira:—Tengalabondad.Carlotalesiguió.Sin pronunciar una sola palabra atravesaron salas y corredores; hasta que

delantedeunapuertaunodelosmédicos,eldemásedad,murmuró:—Aquíes.Todossedetuvieron.Elmédicoquehabíahabladoempujólapuertaque,al

girar sobre sus goznes, dejó ver una larga enfermería, instalada en un salóniluminadoporampliasventanas.

Aderechaeizquierda,paralelamenteseextendíandoslargasfilasdelechosde hierro numerados, en los cuales descansaban mujeres pálidas y ojerosas,rostrosmarcadosporlamuerte,figurasderesucitadasrecuperandolentamentelavida.

Bajolascolchasblancassedibujabanloscuerposflacosypadecidos.De pie, en el hueco de una ventana, una enferma parecía abstraída en la

contemplacióndelacalle.Porentrelasdoshilerasdelechos,adelantábaseunaHermanadelaCaridad,

conmedianobultodesábanasyalmohadasplanchadasenlasmanos;sedetuvoviendoaloscuatroreciénllegados.

Lasenfermasseincorporabanensuslechosyvolvíanhaciaellossusrostrospálidos.

UnodelosmédicosdijoindicandoaCarlotaNeira:—Esconvenientequeestaseñoranoselepresentedeimproviso.Eljuezpareciócontrariado.Elmédicoprosiguió:—Es necesario evitarle toda suerte de impresiones. Por ahora nada de

personasconocidas…

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CarlotaNeiramurmuró:—Enesecaso,yomeretiro…Eljuezintervino:—No,¿siustedtuvieselabondaddeesperarunpoco?…Carlota asintió con la cabeza, y se dirigió lentamente al hueco de una

ventana, entre dos lechos, desde los cuales dos enfermas la mirabansorprendidas.

Eljuezylosmédicossedirigieronalfondodelasala.Elúltimolechodeladerechaestabaresguardadoporunbiombo.

Unodelosmédicosdijo:—Tengalabondaddeesperar,señorjuez.Ydesapareciópordetrásdelbiombo.Notardóenaparecerdiciendo:—Puedepasar.Eljuezpasó.Elotromédicoestabaalacabeceradelainfelizcriadadelos

señoresdeNeira.Elbiombohacíaunapenumbraenaquelángulodelaenfermería.Lacriadaparecíadormitar.Susbrazosyacíaninertesalolargodelcuerpo.Tenía la cabeza vendada, descansando sobre la nuca en una estrecha

almohada,ynosemovía.Detiempoentiempomovíaloslabiosyabríalosojosconunmovimientomeníngeoyfebril.Podríafrisarenlostreintaaños.

Unodelosmédicosseacercóaella, le tomóelpulso,yjepusolevementeunamanoenlacabezacomoparacolocárselaenmejorposición:

—¿Cómosevaencontrando?Laenfermanorespondió.Volviéndosehaciaeljuez,elmédicodijoentonoconfidencial:—Laencuentropeorqueestamañana.DonMáximoBarojapalideció.—¿Creeustedquenopodráhablar?—Estamañanahabló;estoes,pronuncióalgunaspalabras.Y,volviéndoseparalaHermanadelaCaridadqueestabaalospiesdellecho

mudaeinmóvil,preguntó:—¿Havueltoadeciralgo?—Mepidióagua.Eljuezinterrogó:—¿Ylaheridacómoestá?

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Intervinoelotromédico:—Laheridanotienemalaspecto.—¿Creenustedesquepodrásalvarse?Losdosmédicossemiraronsinatreverseaafirmarnada.Enestolaenfermamovióunadelasmanoscomoqueriendojuntarlaconla

otra.Eljuez,impaciente,seinclinósobreellechoobservándola.Laenfermaabriólosojosypareciómiraraljuezconinteligencia.Don Máximo Baroja, no pudiendo resistir al deseo de oírla hablar, le

preguntónosabiendoquédecirle:—¿Ustedmeve?¿Oyeloqueledigo?Lamujerpareciósonreír,peronorespondió.Aquellasonrisa,sinembargo,eraunaesperanza.DonMáximosesintióanimadoyquisoproseguir.—Deseohacerlealgunaspreguntas.¿Serácapazderesponderme?Claramente,enunsuspiro,laenfermadijo:—¡Sí!DonMáximoestabaradiante;perounodelosmédicosintervinoyledijoal

oído:—Nolafatigue,señorjuez.Laenfermamoviólacabezaprotestandodulcemente.Eljuezcontinuó:—¿Seacuerdabiendeloquelesucedió?Lamujerrespondióconunavozdébil,peroclara:—Sí;meacuerdo…—Unapreguntanadamás.¿Sabequiénfue?…¿Conoceráalhombreque…?Laenfermacerrósúbitamentelosojosynorespondió.DonMáximoagitado,nervioso,sevolvióhacialosmédicos:—Esprecisoquepaseesaseñora…Ensupresenciaquizáshable.Losmédicosvacilaban:—¡Esarriesgado!—¡Puedeimpresionarse!El juez insistió con gran interés. ¡La enferma estaba lúcida!Hablaba, oía,

veía.¿Quépeligropodíahaber?En realidad donMáximo no quería irse del hospital sin llevar aclarado el

misterio.Después de haber hecho hablar a una de las víctimas; después de haber

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llegadoaaquel imprevistoresultadodeevocar todoelcrimencomosihubieseasistido a él, don Máximo se resistía a todo lo que no fuese llegar aldescubrimientodecisivoyrápidodelasesino.

Ademástemíaquelamuertesellevaseelterriblesecreto.Finalmente,seacordóllamaraCarlotaNeira.LaHermanadelaCaridadfueabuscarla.Carlotaentrómuypálida.Eljuezledijoamediavoz:—Leexplicarédeloquesetrata.Laenfermavabien,queesloesencial,y

respondea loque lepreguntan,quees lo importantísimo.Contodo,noparecedispuestaaconversarconmigo.¿Quiereustedhacerunapequeñatentativa?

Carlotaobjetó:—Simipresenciahadeimpresionarle,seríamejoresperar…DonMáximoBaroja,unpococontrariado,interrumpió:—Lasbuenasocasionesnodebendesperdiciarse;yestaesunadeellas.La

justicia tieneeldebery,naturalmente,elderechode levantarhasta lasmismaspiedrasdelassepulturas.

Carlotadijoapenas:—Comoustedquiera.El juez se acercó de nuevo a la cabecera de la cama, inclinose sobre la

enfermaymurmuróenvozbaja:—¿Hayánimo?Lamujerabriólosojos,ydonMáximo,aprovechandolaocasión,continuó:—Tieneaquíunavisita.¿Aversiadivinaquiénes?Ycomolaenfermanoapartaselosojosypareciesecuriosa,todavíaañadió:—¡Espersonaquelaconocemucho!Después,inclinándosemás,pronunciólentamente,desgranandolassílabas:—¡DoñaCarlota!¡Lahijadelaseñora!…Al contrario de lo que recelaban losmédicos, la enferma nomanifestó la

menoralteraciónaloíraquellaspalabras.Permanecióconlosojosabiertos,yparecióquererlevantarlacabezadelas

almohadas.EnestemomentoCarlotaseacercó,ytomándoleunamanomurmuró:—¡PobreCatalina!Hubounlargosilencio.Todosobservabanalaenferma.Desusojosabiertos

vieroncorrerlentamentedosgruesaslágrimas.

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DonMáximointervino,alavezautoritarioyafable:—Calma,calma…Nosealtere.Ya tieneaquíadoñaCarlota.Respóndale,

dígalequiénfue…¿Quiénatentócontrasuvida?Carlotadijoconsolicitud.—Responda,Catalina.Laenferma,casisinmoverloslabios,convozmuyapagada,murmuró:—¡Nosé!…DonMáximoseinclinóbruscamente:—¿Cómonosabe?Laenferma,todavíaconvozmásdébil,repitió:—Nosé.DonMáximo,sorprendidoycontrariado,volvióainsistir.—¿Peroentoncesnoleconocía?—¡No!—¿Nolehabíavistonunca?—¡Nunca!…—¿Silevolvieseaverlereconocería?Fatigada,respirandotrabajosamente,laenfermacontestó:—¡Talvez!…Ytornóacerrarlosojos.Losmédicosintervinieron.—Perdoneusted,señorjuez;peroporhoybasta.Yelmásjovenañadió,mirandoasucompañero.—¡Quiénsabesihabrásidodemasiado!Elgrupodeaquellascuatropersonasseapartólentamentedellechodondela

infortunadacriadadelosseñoresdeNeiraagonizaba.

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–¡L

CAPÍTULOV

UNAPISTA

Aporteratienellavesdoblesdetodosloscuartos!Estadeclaraciónhechaporvariosinquilinosdelacasadelcrimen,

y plenamente confirmada por un registro practicado posteriormente en lashabitacionesdelaportera,pusoaljuezsobreunanuevapista.

Don Máximo Baroja creía haber encontrado un cabo de aquellaembrolladísimamadeja.

Eraevidentequeparaentraren lacasa,elculpable,oculpables,nohabíanpracticadofracturaalguna.

En su prudencia renunciaron a herramientas de todo género, sirviéndoseevidentementedeunallave.

Labrevedeclaracióndelacriadaheridaparecíaconfirmarlo.¡Ellanohabíaabiertolapuerta!Pero actualmente, la criada sufría un retroceso en su curación y no era

posibleinterrogarla.Losmédicosempezabanadesconfiardeverlacurada.La llave correspondiente al piso que habitaban los señores de Neira, y

encontrada en la portería, tenía las guardas llenas de aceite.Un examen de lapuertapusodemanifiestolaexistenciadelmismolíquidoenlosgoznesyenlacerradura. Era una prueba de las precauciones que habían adoptado loscriminales.

Sehizocomparecera laporterayse lapreguntósi lacerradurahabía sidountadadeaceitealoquerespondióqueno.

DonMáximoBarojalasometióaunlargointerrogatorio.—¿Cuántasllaveshabíaparaabrirlapuerta?—Dos,señorjuez.—Ladeustedyladelosinquilinos,¿noesesto?—Sí,señor.—¿Usteddóndedejabalasuya?—Enlaportería,pendientedeunclavo.

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—¿Porquéteníaustedesadoblellave?—Porquelastengodetodoslospisos.Esoescosadelcasero.El juez tomó una llave que había encima de la mesa y se la enseñó a la

portera.—¿Esestalallavequeustedguardaba?—Sí,señor.—¿Lareconoceusted?—Sí,señor.—¿Ustedhacíausodeesallaveconfrecuencia?—No,señor;¡nunca!Eljuezlamirófijamente:—Pues esta llave está impregnada de aceite lomismoque la cerradura; lo

cualindicaquesehahechousodeella.Procureustedrecordar.—¡No, señor, jamás hice uso de esa llave!… ¡No comprendo cómo eso

puedeser!El juez examinaba detenidamente la llave, encontrandomanchas de aceite

hasta en su asa. Desde luego opinó que la simple cerradura no podía haberlamanchadotanto;perodecidiónoinsistirsobreelloconlaportera.

Importabaquenosospechasedelasdudasqueacababadedespertaraquellamancha.

Obrandocongranhabilidad,habíaresueltodejaralaporteraenlibertad,paraobservarlayversideesemodopodíandescubrirsesuscómplices.

Eljueznodudabaquelostuviese.Apenas laporterasaliódeldespacho,donMáximohizo llamaral inspector

Bargiela,conocidogeneralmenteporBigotes,y lepidió informesde laporteradelacasadelcrimen.

Bargielaestabayaperfectamenteenterado.LaseñoraGavina,laportera,eraviuda.Teníabuenareputaciónenelbarrio;

pasaba por trabajadora excelente, y antes de entrar en la portería de la casadonde vivían los señores deNeira, había sido asistenta de aquella familia, sinquesuconductahubiesedadoocasiónalamenorqueja.

DonMáximooyóensilenciolosinformesqueledabaelinspector.Cuandoesteterminódehablar,donMáximodijoasí:

—Sealoquequiera,amigoBargiela,encargueustedaunodelasecretaquelavigile.Esamujer,aunsiendomuyhonrada,puedesercómplice involuntariadel asesinato. Nada tendría tampoco de extraño que alguno haya seguido sus

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pasos,yhayaaprovechadounmomentodedescuidoparaentrarenlaporteríayrobarlelallave.

Elinspectormoviólacabeza.—Sifueseasí,nolahubierandevueltodespuésdelcrimen.—¿Porquéno?Todoslosindiciosquetenemossonparahacersospecharque

eseasesinatoha sidocometidoporcriminalesmuyhábilesymuyaudaces.Sí,amigo Bargiela, los autores de ese doble asesinato han debido emplear todogénerodeastuciasparaintroducirseenlacasa.Enlavisitaocularqueeldíadelcrimenhiceal lugardelsucesohepodidoobservarqueenlaescaleranohabíamanchasdebarro,quenecesariamentedebía estar adheridoa las suelasde loszapatosdespuésdehaberpasadoporlacalleque,comoustedrecordará,eraunlodazal.

Elinspectorcontestó:—Lamismaobservaciónhiceyo,señorjuez.—¿Yquéhasupuestousted?—Dos cosas: que los asesinos viven en la misma casa o que llegaron en

cochehastaelmismolugardelsuceso.—Esomismohesupuestoyo.Y don Máximo se levantó dando a entender que la conferencia había

terminado.ElinspectorBargielasalió.Después de algunos paseos, el juez volvió a engolfarse en el estudio del

proceso.DonMáximo Baroja no era de los hombres que no dudan de nada; tenía

confianzaensuméritoyensuvoluntad;perounaconfianzalimitadacomoladetodosloshombresdeverdaderovaler.

***

Treshorasdespués,cuandoeljuezsedisponíaasalirdesudespacho,volvióaentrarelinspectordepolicía.

DonMáximolevantólacabezaaloírelruidodesuspasos:—¿Quéhaydenuevo,donCamilo?Elinspectorsonrió:—Algo,aunquenomucho,señorjuez.—Veamos.Peroantestomeustedasiento.

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Elinspectorarrastróunasillayempezó:—Siemprehecreídoqueerandosloscómplices;peroahorapersistoenello,

tanto más señor juez, cuanto que uno de mis agentes repartidos por MadridModernohavenidoahoraa informarmequedurante la tardedelcrimenvariosvecinoshanvistounhombreinquietoyagitadoquesepaseabaalaentradadelacalledeCastelar.

—¿Ysereunió,sinduda,conalgunaotrapersona?—No en aquel sitio; pero se le vio pasar más tarde en compañía de otro

individuopordelantedelParquedeRusia.Yaveustedquenosacercamospocoapocoalteatrodelcrimen.

—¿Y de la portera ha tenido usted nuevas noticias? ¿Se la ha visto conalgunapersonadesconocidaosospechosa?

—Acerca de eso, todavía no he recibido nuevos informes. Pero ya estávigilada,ysivuelveaverseconlosasesinos,todoscaeránennuestrasmanos.

—¿Notieneustednadamásquecomunicarme?Elinspectorcontestósuspirando:—¡Nadamás!…DonMáximolemirósonriendo:—Poco es, pero confiemos en que otro día será más. Voy a recibir al

confesordelaseñoradeNeiraquehasidocitadoparadeclararhoy.Quizásnosiluminealgoenestegraveasunto.

DonMáximoBarojaantesdesepararsedelinspectorBargielalediocitaparaeldíasiguientealasoncedelamañana.

Un instante después, el juez y el Padre Orera departían sentados frente afrente.

DonMáximoBaroja, dando en el vade pequeños golpes con la plegadera,decía:

—Yahesidoinformadoqueusted,algunashorasantesdelcrimen,haestadodevisitaencasadelainfortunadaseñoradeNeira.

ElPadreOreraasintió:—Perfectamenteexacto,señorjuez.Yoeradirectorespiritualdelaseñorade

Neira.No puede usted figurarse qué trastornome produjo esa terrible noticia,quesupeporlosperiódicos.

—Melofiguro.¡Espantoso!Elsacerdoterepitió:—¡Espantoso!…

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—¿SabeustedsilaseñoradeNeiraesperabaaquellatardeaalgunapersona?—Sí,señor.—¿Puedeusteddecirmeloquesepaacercadeesepunto?ElPadreOrerainclinólacabezaymeditóunmomento.—¡Puedodecirleloquemepermitamiconciencia!—¡Sea!ElPadreOreramurmurócomosihablaseconsigomismo:—¡Aquellatarde,lapobreseñoradeNeiraesperabaaunjovengallegoque

letraíaunavisitadesuesposoydesuhija,residentesenLaCoruña!—¿Sabeustedelnombredeesevisitante?—No,señor.Peroseráfácilsaberlopreguntandoalafamilia.Eljueznorespondió;despuésdeunalargameditaciónllegóadecir:—¿Podría usted facilitarme algunos detalles respecto al carácter y

costumbresdelavíctima?Elsacerdoteseinclinó:—Conmuchogusto.

***

Es un error suponer en absoluto que los jueces hacen sufrir al testigo quellaman a declarar en su presencia, con palabras estudiadas, con miradassospechosasqueleabruman;colocadoenplenaluzparasorprendersusmenoresgestosyverlepalidecer,enrojecerotemblar.

Sucede muy a menudo todo lo contrario; pues cuando el juez da con unhombrebieneducado,yhonrado,tieneconélmiramientos,ymásbienlehacehablarqueleinterroga.

Esmásconveniente,yavecestambiénmáshábil.Eltestigo,disgustadosiempredelasmolestiasqueleocasionaunasuntoque

las más de las veces no le interesa ni afecta, suele entrar prevenido en eldespacho del magistrado, y resuelto a no responder sino estrictamente a laspreguntasqueselehagan.

Perocuandoel juezsabecumplirconsudeber,ycomienzapordisculparsede haber hecho esperar al testigo, el hielo se rompe, y desaparecen lasprevencioneshaciaelrepresentantedelaley.

El testigoolvidael tiempoperdido, laspunzadasdelamorpropioherido,y

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tratadecorresponderdelmejormodoalaspruebasdecortesíayfinuradequeesobjeto.

Entonceshablay revelaciertosdetallesque sehabíapropuestocallar,y seentrega,siguiendounaexpresióngráfica.

Eljuezescuchaconatención,yelescribano,silencioso,casiinvisible,tomanotasyredactasudeclaración.

Cuandoestá terminaday se tratade firmar, el testigoqueda asombradodehaberdicho tantascosas;pero lashadicho, lasreconoce,nopuedenegarlas,yfirmasinreparo.

ElPadreOrerahablaba,pues,conelseñorBarojacomosiestuvieranenunsalón;pero,dichoseaenelogiodeambos,lohacíandebuenafe,yallínoexistíapreparacióndeningunaespecie.

En cuanto al Padre Orera, no deseaba otra cosa, por simpatía hacia lavíctima,yporamoralaverdad,quedecirloquesabía.

Heaquíunresumendeloquedijoaljuez,enaquellaprimeraentrevista:—LaseñoradeNeiraeramujerintranquila,nerviosa,muynerviosa.Algunos

creían que estaba loca, pero no es cierto.Yohe querido conocer aquella almaextraña,penetrarenella:nomefueposible.

Eljuezinterrumpió:—¿Noeraustedsuconfesor?—Loera, y sin embargo, esadamaasesinada, ha sido siempreunmisterio

paramí.Vivíasiempreintranquila.¿Porqué?Nolohesabidojamás.Susnerviosestabanvibrandosiempre,susojosparecíanestarcontemplando

siempreunacosadesconocidaqueseagitaseconritmoalcompásdeloslatidosde su corazón. Sus labios se movían frecuentemente sin pronunciar palabras.Ellaentoncesnosdecíaquehablabaconunespíritu.

Sumarido,donRománNeira,uncaballeroyuncristianoacartacabal,meconsultaba frecuentemente sobre estas cosas de su señora. Es muy piadoso ytemía que el demonio anduviese en todo aquello.Yo le tranquilizaba siempre.«Sonlosnervios,Román».Porquesomosamigosdesdelainfancia.Leconocíenel Instituto.Eraunchicoexcelente,muyamable,muybueno;yoerahurañoybrusco.

A pesar de estas diferencias llegamos a hacer amistades y andábamossiemprejuntos.

Terminados los estudios en el Instituto, nos separamos y pasamosmuchosañossinsaberelunodelotro.

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AquíenMadridvolvimosavernos.Élyaestabacasado,yoyaerasacerdote.Se alegró mucho al verme, se empeñó en llevarme a su casa y en

presentarmeasumujeryasuhija.EntoncesaúnnovivíanenMadridModerno.LacasadeRománeragrande,yestaba juntoa laPlazadelCallao,enuna

callejuelaestrecha,cercadeotracasadondehaceañossecometióuncrimendelcualsehablómuchoenMadrid,yentodaEspaña.

Lacasaeratriste,muytriste,todolotristequepuedeserunacasa,yteníaenla parte de atrás unhuertomiserable con las paredes llenas de enredaderas decampanillasblancasymoradas.

Elprimerdíaque,cediendoalascariñosasdemostracionesdeRomán,fuiaverle,sentíunaextrañaimpresión.

Me introdujeron en una sala grande y obscura. Junto al balcón estabansentadaslaesposaylahijademiamigo.

Lamadreleía,lahijabordaba.Noséporquémedieronmiedo.Las dos se levantaron al verme llegar con Román. Me saludaron muy

amables.Mientrashablaba lamadre, lahijasesonreía;perodeunamanera tanrara,

tanrara…Cuandohablabalahija,lamadresesonreíadelmismomodo…Románmeparecióunpococontrariado.Sindudacomprendíaquesufamilia

nomehabíasidocompletamentesimpática.Medespedípronto,ymemarchéamicasa.Entodalatardeytodalanochenohicemásquepensarenlasdosmujeres.ResolvínovolveracasadeRomán.Undíaviasumujeryasuhijaquesalíandeunaiglesia,lasdosenlutadas,y

memiraronysentífríoalverlas.PasómuchotiemposinhallarmeconRománenningunaparte;peroundía

me avisaron de su casa diciéndome que mi amigo estaba enfermo. Fui y leencontré en la cama. Parecíamemuy cambiado; en voz baja y contristadamedijoquedeseabaverselejosdesumujerydesuhija.

Quedeme asombrado, porque las dos mujeres le atendían con cariño y lecuidabanconesmero;peroteníanunasonrisatanrara,tanrara.

Unavez,allevantaraRománcadaunaporsubrazo,estehizounamuecadedolor.

Lepregunté:—¿Quétienes?

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Yme enseñó dos cardenales inmensos que rodeaban sus brazos como unanillo.Luegomurmuróenvozbaja:

—Hansidoellas.—¡Ah!Ellas…—No sabes la fuerza que tienen. Son iguales, rompen un cristal con los

dedos,yhayunacosamásextraña,quemuevenunobjetocualquieradeunladoaotrosintocarlo.

Días después, ya repuesto de su dolencia, Román se presentó enmi casa.Estabamuypreocupado.

Mecontó,temblandodeterror,quealasdocedelanoche,hacíayacercadeunasemana,sonaba lacampanilladesucasa,seabría lapuertaynoseveíaanadie…

Meobligóairasucasa,yrociarlaconaguabendita.Noeracosadenegarmeyfui;perolacampanillasiguiósonandoenlosdíassucesivos.

Románvolvióabuscarme.Denuevotuvequeacompañarleasucasa.Allíhicimosungrannúmerodepruebas.Nosapostábamosjuntoalapuerta…¡Llamaban!…Abríamos…¡Nadie!…Dejábamos la puerta abierta para poder abrir en seguida. Llamaban…

¡Nadie!…Porfin,quitamoselllamadoralacampanilla,ylacampanillasonó,sonó…Rományyonosmiramosestremecidosdeterror.Románmedijoenvozbajaymisteriosa:—¡Sonellas!—¿Quiénes?—Mimujerymihija.—¿Estásseguro?—Sí.Lacampanillasonóconestrépito,ynosmiramossinatrevernosahablar.Convencidodequeeranellas,Román,sinoírmisconsejosenestepunto,fue

aconsultarelcasoconunagitana,quelevendióalgunosamuletosqueRománcolocó detrás de todas las puertas; pero al día siguiente los amuletos habíandesaparecido.

CediendoalosmegosdeRomán,volvíabendecirlacasa.Inútil,todoinútil;las cosas saltaban de sus sitios y en las paredes se dibujaban sombras sincontornosysinrostro.

ElPadreOrerahizounapausa;luegoañadiósonriendo:

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—Antes de ponerle a usted al corriente de otros hechos, mi señor donMáximo,debodecirlequeyotengolachifladuradelafotografía.

DonMáximosonrióasuvez,ydijo:—Yotambién,PadreOrera.—Pues ya somos dos. Con el permiso de usted, continúo. Tenía yo una

hermosa máquina fotográfica. Desde que llegara la primavera, todos los díasRomán y yo íbamos a pasear juntos, y llevábamos la máquina en nuestrasexpediciones.

ARománacabaráporpegárselemichifladura.Perovoyalcaso.UndíaantojóselealaseñoradeNeiraquelosretratarayoa

lostresengrupo,paramandarelretratoasusparientesdeGalicia.Rományyocolocamosuntoldodelonaenlaazotea,ybajoélsepusolafamilia.Enfoqué,yporsiacasomesalíamal,impresionédosplacas.

EnseguidaRományyofuimosarevelarlas.Habíansalidobien;perosobrelacabezadelamadreydelahijaseveíaunamanchaobscura.

Dejamossecarlasplacas,yaldíasiguientelaspusimosenlaprensa,alsol,parasacarlaspositivas.

Carlota,lahijadeRomán,vinoconnosotrosalaazotea.Almirarlaprimeraprueba, Román y yo nos contemplamos sin decirnos una palabra. Sobre lacabeza de las dos señoras se veía una sombra blanca, demujer también, y defaccionesparecidasalassuyas.

En la segunda prueba se veía la misma sombra; pero en distinta actitud,inclinándosesobreellas,comohablándolesaloído.

Nuestro terror fue tan grande, que Román y yo nos quedamos mudos,paralizados…

Carlotamirólasfotografíasysonrió,sonrió…Estoeralograve.Yosalídelacasaperseguidoporelrecuerdodeaquellasonrisa.Todavíaalentrarenmihabitación,alpasarjuntoaunespejo,meparecióver

alasdosmujeresenelfondodelaluna,sonriendo,sonriendosiempre.CallóelPadreOrera,ydonMáximoBarojalevantándose,murmuró:—Todo eso es muy curioso, muy curioso. Si no le sirviese a usted de

molestia,reanudaríamosestaconversaciónotrodía.ElPadreOreraselevantóasuvez:

—Conmuchogusto,miseñordonMáximo.Sedespidió,yeljuezleacompañóhastalapuerta.Poco después entraba un alguacil con un pliego cerrado y lacrado. Don

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MáximoBarojarasgóelsobreyleyó.¿Quédecíaelpliego,queantesdeacabarsulecturael juezpulsóel timbre

conmanoaceleradayfebril?

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L

CAPÍTULOVI

VÍCTORREY

Apolicíaacababadedeteneraunindividuosospechoso…Lacausaaparentedeladetencióneraembriaguezyblasfemia;perola

verdaderaeraotra.Helaaquí:ElGerente delCréditoArgentino había denunciado particularmente, como

autor de la sustracciónde cincomil francos enbilletes delBancoBelga, a unempleadodelacasa.

Lapolicía,obedeciendoinstruccionesdelGobernador,lehabíadetenidoconunpretextoespecioso,queanadacomprometía,dadocasoqueeldesfalconoseprobasesuficientemente.

En el interrogatorio a que fue sometido, respondiera confesandoquehabíaretiradode la caja cincomil francos endiferentesveces, y que apesar de susdeseos y sus esfuerzos por reembolsarlos no le fuera posible, por absolutacarenciaderecursos.

El detenido dijo llamarse Víctor Rey, de treinta años de edad, natural deSantiagodeGalicia.

Eraaltoydelgado,casiflaco,deaspectofatigado.Vestía con relativo esmero, pero sus ropas muy raídas, revelaban haber

pasadoportodaslasalternativasdelamiseriadisimulada.Teníaunafiguradolorida.Losojosgrandes,profundos,demilexpresiones;

labocadesdeñosa,lafrentealtiva.Sufisonomíadecíasufrimiento,dolor,angustia;perodecíaalmismotiempo

astuciayfuerza.¿Quiéneraaquelhombre?Lapolicíaapenasrepararaenél.Parecíainsignificante.Ademásde loscriminalesquepracticanelcrimencomoprofesión,hay los

criminalesdelacaso,ylapolicíatambiénestáfamiliarizadaconellos.Loscriminalesdeocasiónsonlosdelincuentesquecometenunafaltadela

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categoríadelasfaltasreparables.Alhechodecometerfaltasdeestanaturalezasellamaresbalar.Paraunjuez,ysobretodoparaunjurado,resbalarnoescaer.Entre la policía, el pequeño falsario, el prevaricador cogido en flagrante

delitodefraude,ensuma,todoaquelquenohasufridocondenayquelainiciaconunafaltaleve,pertenecealgranmontónanónimodelosqueresbalan.

VíctorReyfueincluidoenesenúmero.Suaspecto, suporte, sumododevestir yde explicarse, le conquistaronel

derechodeserincluidoentrelosdelincuentesqueresbalan,paraquienelfiscal,apesardesucarácterdeacusador,tienesiempreunapalabrabenévola.

El desfalco realizado por Víctor era un hecho que había pasado casiinadvertido. Los periódicos no hablaron de él. Aquello no interesaba a laopinión.

ElmismodonMáximoBaroja, juez en aquella causa, apenashabíapuestoatenciónenella.

Víctorestabaenlibertadbajofianza,yelexpedientedormía.Y quizás durmiese mucho tiempo si una mañana Carlota Neira no se

presentaseeneldespachodeljuez.DonMáximoBarojalesalióalencuentro,interrogando:—¿Algunanovedad,señora?—Creoquesí.—Puesusteddirá.Soytodoatenciónyoídos.Carlotaempezó:—Porcasualidad,ayertuvenoticiadeundesfalcocometidoporuntalVíctor

Rey.Eljuezinterrumpió:—Efectivamente;yoentiendoenesacausa.—Puesbien;eseVíctorReyeraconocidodemimadre,yalgunasvecesibaa

verla.DonMáximoBaroja,visiblementepreocupado,repitióporlobajo:—¡Ibaaverla!Carlotainterrumpió:—El otro día me olvidé de decírselo a usted. A no haber mediado la

coincidenciadesuprisión,creoquenomehabríaacordadodesunombre.Eljuezinterrogó:—¿Ustedconocelosantecedentesdeesehombre?

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—Poco.—¿Cómolehanconocidoustedes?—Cuando vino aMadrid trajo una carta de recomendación parami pobre

madre.—¿Dequiéneraesacarta?—Deunamoribunda.El juez miró con sorpresa a Carlota Neira. Después de la declaración del

PadreOrera,aquellamujerleparecíaenvueltaenunmisteriomalsano.Carlotaañadióconprofundorespeto:—LaCondesadePorta-Dei,amigademimadredesde la infancia, firmaba

esacarta.—¿YlaCondesahamuerto?—Antesdequemimadrerecibierasucarta,habíadejadodeexistir.Don Máximo Baroja reflexionaba. Carlota Neira, con los ojos fijos en el

vacío,movíaloslabios.Parecíaquehablabaconunespíritu.Despuésdeunapausa,donMáximoBarojaarguyó:—Según mis informes, ese Víctor Rey es hombre humilde. ¿Cómo pudo

conseguirunacartadelaCondesa?—Nosé.Elnacimientoylavidadeesemuchachoesunmisterio.—¿Quiénessonsuspadres?—Notienepadresconocidos.Hubootrapausa,alcabodelacualeljuezinterrogódenuevo:—¿Sabe usted por qué medios se hizo con la carta en que la Condesa le

recomendaba?—SehacriadoenelpalaciodePorta-Dei.—¿Decaridad?—Creoquesí.—¿LaCondesaledistinguíamucho?—Mucho.—¿ErasolteralaCondesa?—No;eraviuda.—¿Joven?—No;muyanciana.—¿Teníahijos?—Unahijaqueprofesóenunconventoalosquinceaños.—¿Vive?

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—Loignoroenabsoluto.—¿Tieneustedalgún rasgo importantequepodercomunicarme respectoal

carácterycostumbresdelinterfectoVíctorRey?—Muypocomás,señorjuez.—Veamos.—Hará como unos tres años que está en Madrid, y vivió siempre muy

irregularmente. Malas compañías. Creo que también el juego y el vino. Alprincipiomispadres leprotegieron.Senospresentóalgunasvecesencasa,deahídatan susvisitas, pero luegocesaron…Enunapalabra, comousted, señorjuez,habíamanifestado interéspor saberquiéneseran laspersonasque ibananuestra casa, creí que no debía ocultarle esta, de la cual el otro díame habíaolvidado.

DonMáximoBarojaaprobóconlacabeza.—Perfectamente.Laindicaciónpuedetenergranutilidad.Sequitólosanteojosdeguarnicióndeoro,losdejósobreelvade,ysepuso

enpie.Almismotiempodecía,dirigiéndoseaCarlotaNeira:—Perdone usted que la haya retenido y molestado tanto tiempo. Perdone

usted.Ylaacompañóhastalapuerta.Apenas salióCarlotaNeira, el juez tocó el timbre con fuerza, como hacía

siempre que tenía que transmitir alguna orden a la cual concedía verdaderaimportancia.

Unalguacilapareció.Eljuezllenórápidamenteunahojadepapelqueentregóalalguacil:—Esto al inspector Bargiela. Es una orden de prisión que hay que

cumplimentarinmediatamente.Elalguacilsaludóysalió.

***

DoshorasdespuéselinspectorBargielaentrabaeneldespachodeljuez.—Ahíestáeldetenido,señordonMáximo.DonMáximo,queestabaentretenidoenhojearunacausa,ladejóvivamente

sobrelamesaycontestó:

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—Hágaleentrar,Bargiela.Bargielasedirigióalapuerta,yeljuezañadió:—Yqueentrentambiénlosguardias.Salióelinspector,ymomentosdespuésdosguardiasintroducíanalpresoen

eldespachodeljuez.DonMáximo,dirigiéndosealosguardias,indicóbrevemente:—Siéntenselosdos.Yvolviéndosealdetenidoañadiódesignándoleunlugar:—Ustedahí.Elpresoocupóunasilla, colocadadelantedelbancodondese sentaran los

guardias.Durantealgúntiemponosepronuncióunapalabra.DonMáximo,quehabíacogidosuplegaderaydabagolpesconellasobreel

vade,mirabadistraídamentealpresocomopreparándoseainterrogarle.VíctorReynoparecía ni perturbadoni conmovido, antes al contrariomuy

dueñodesí.Éldiocomienzoalinterrogatorioenestaforma:—¿CuántotiempollevabaustedempleadoenelCréditoArgentino?—Comounosseismeses.—¿Quéhacíaustedantes?VíctorReysonriócomoquiensedisculpa.Despuésmurmuró:—Nada.DonMáximoBarojaexclamósorprendido:—¿Nada?¿Puesdequévivía?—Demipropiamiseria.Yagrególuego:—Lamiseriaesunmododevivir.Eljuezseenderezóensusillón,ydijoseveramente:—No estamos aquí para hacer frases. Responda sencillamente a lo que le

pregunto.Víctorinsistió:—¿Ycómoquiereelseñorjuezqueleresponda?Almismotiemposonreíaburlonamente.Hubounalargapausa.Don Máximo Baroja dudaba entre encolerizarse, o tomar a broma las

audacesréplicasdelpreso.

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Por un lado le parecía que su autoridad sufría ciertomenoscabo; pero porotro su espíritu amplio y curioso no dejaba de hallar interesante la actitud delacusado.

VíctorReyeralaencarnacióndeltrabajadoractual,quetieneelcorazónylainteligenciarebosantedelecturasypredicacionessocialistas.

DonMáximoBarojaprosiguióelinterrogatoriocongrancautela.—Ustednoignoraquehasidoacusadodeundesfalco…Víctor,sininmutarse,hizoconlacabezaungestodeaquiescencia.DonMáximoBarojacontinuó:—¿Quémotivoslellevaronacometeresedesfalcoodesfalcos,porquesegún

parecesonvarios?Víctorsonrió:—Preguntar al hombre por quédelinque, señor juez, es comopreguntar al

enfermoporquésufre…DonMáximoBarojaparecióimpacientarse:—Advierto al acusado que no estamos aquí para hacer socialismo. Le

preguntocuálesfueronlascausasdeterminantesqueleindujeronalrobo.¿Fuelanecesidad?

—¡No!—¿Fuealgúnviciodispendioso?NuevamenteVíctorrespondióconfirmeza:—¡No!—¿Quéfueentonces?Fríamente,comoquienmonologuea,Víctorempezóadecir:—Es inútil interrogarme sobre ese punto, señor juez. Losmotivos queme

impulsaronacometerlosactosdequesemeacusanopertenecenaldominiodelacuriosidadjudicial.

Hizounalargapausa,yviendoqueeljueznodecíanada,continuócongrandesenfado:

—En los hechos que se reputan como ofensivos de la moral social, haysiempredosaspectosdiferentes:elaspectopúblicoyelaspectoprivado.Loqueespúblicoeselactoensuesencia,loqueesprivadoeselactoensuorigen.

Callóelacusado,sinqueeljuezlehubieseinterrumpidounsolomomento.Lo que al principio juzgara desfachatez, ahora le parecía curioso y raro. Poralgúntiempotuvolaimpresióndequesehallabaenpresenciadeunlocoodeunmaniático, y creyóqueparano exacerbarle, lomejor, o cuandomenos lomás

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prudente,seríatratarlecondeferencia.—¡Bien!¡Bien,dejemoseso!…Y donMáximo Baroja se quitó los anteojos y se los limpió prolijamente.

Después, como buscando manera hábil de empezar un nuevo interrogatorio,preguntó:

—¿Puedeelacusadoreferirme loquehizoeldíaenquecometióelúltimodesfalcoenlacajadelCréditoArgentino?

Alformularestapreguntaeljueznoapartabalosojosdelpreso,quecontestósinhuirlavista:

—¡Quéséyo!…¡Tantascosas!DonMáximoBarojanodejabadeobservarleconatención.—¿Quieredecirsequenoseacuerda?Víctor,sinalterarse,inmóvilenlasilla,losojosfijosenlosojosdeljuezque

lomirabasiempre,repusovagamente:—¿Deloquehiceesedía?—Sí;deloquehizoenesedía…Hubounsilencio.Eljuez,impasible,seguíaobservandoalacusado,esperandosorprenderensu

rostroalgúngestodelator.Asuvezelacusadolemiraba,parecíaquererinvestigartambién.Unrelojdeparedhacíaoírelmonótonolatidodesupéndulo.Enelbancocolocadodetrásdelacusadolosdosguardiasparecíandormitar.Alláfueracaíalatarde.Don Máximo Baroja sin dejar adivinar su intención murmuró

solapadamente:—¡Eslástimaquetengatanmalamemoria!…Elacusadonorespondió.Entonceseljuezvolvióainsistir:—¿Norecuerdadóndeestuvo?¿Enquépasóeltiempo?VíctorReycerrólos

ojoscomosiquisieserecordarypronuncióvagamente:—Creoquefuiacasa…—¿Yvolvióasalir?—Creoquesí…—¿Quéhorasería?—Nopuedoprecisar…—¿Seríaanochecido?—Creoquesí…

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—¿Estahora,pocomásomenos?—Sí,pocomásomenos.—¿Yadóndefue?—Nosé…Anduveporlascalles…—¿Porquécalles?—Norecuerdo.—Veasirecapacitando.—Nosé…Anduvesinrumbo…—¿Noencontróalgúnconocido,algúnamigo?¿Nohablóconalguien?—No…Anduvesolo…—De manera que no puede indicarme a nadie que lo haya visto en esa

ocasión.—Anadie.Eljuez,quedurantetodoesteinterrogatorionodesviaralosojosdelrostrode

Víctor,mudóentoncesdeposición,Ydijo:—¡Esdelamentar!¡Muydelamentar!Víctorpreguntósininmutarse:—¿Porqué?—Yalosabrámástarde.—La verdad, no comprendo qué interés pueda tener saber lo que hice esa

tarde…DonMáximoBarojacontestó:—Pues sepa el acusado que tiene un interés muy grande. Víctor,

encogiéndosedehombros,murmuró:—Puesmeextraña.Eljuez,reclinándoseenelsillón,prosiguió:—¿Ydurantelasprimerashorasdelanoche,quéhizo?—Volvíacasa.—¿Acomer?—No;nocomí.—¿Nocomióentoncesenesedía?—Nocomíencasa.—¿Entoncesporquéfueaella?—Nosé…Estabacomoatontado…—¿Volvióasalir?—Volví.—¿Adóndefue?

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—Auncafé.—¿Comióallí?—Sí,señor.—¿Aquéhoraserecogió?—Nomerecogí.—¿Durmióentoncesesanochefueradecasa?—Dormí.—¿Dónde?—Encasadeunamujer.—¿Puededecirmeelacusadoquiénesesamujer?Víctortardóunmomentoencontestar.Luegoconestudiadacalmamurmuró:—Puestoqueelseñorjuezlodesea,notengoinconveniente.—Digaentonces.—Esunamujerperdida.—Sunombre.—MeparecequesellamaAdela.—¿Hacemuchotiempoqueustedlaconoce?—Esanocheporprimeravez.—¿Sudomicilio?—Norecuerdo.—¿Cómoseexplicaeso?—Eradenocheyfuimosencoche.Elladiolasseñasalcochero.—¿Peroalsalirveríaustedlacalle?Víctorsonrió.—Alsalirnoveíanada.—¿Cómo?—Creoquesalícompletamenteborracho,y,francamente,nomeacuerdode

nada.Elacusadoquisoañadiralgunasotrasexplicaciones,peroeljueznoledejó

proseguir.DonMáximoBarojayateníaformadosujuiciodefinitivo.Volviéndosealos

guardias,quesentadosdetrásdelpresodormitaban,dijo:—Llévenseaesehombre.AlmismotiempoalargabaalinspectorBargielaunaordenescritaysellada.Eraelmandamientodeprisión.Eldetenidolocomprendióasí,ysevolvióinterrogando:

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—¿Nosigoenlibertadbajofianza?—No,señor.Yeljuez,conungesto,ordenóalosguardiasqueselollevasen.

***

Una cosa, especialmente, llamó la atención del juez en la declaración deVíctorRey;yfueestaaseveracióndelacusado:«Nopasélanocheenmicasa,sinoencasadeunamujer».

El juez recordaba la voz y el gesto con que estas palabras fueranpronunciadas,ylesconcedíaenterocrédito.

PerodonMáximoBarojadudabaqueVíctorReynoconociesealamujerencuestión.

Leparecíaextrañoquenorecordaselacasanilacalle.DecidióaveriguarquéclasederelacionesteníaVíctor,yconfióestamisión

alinspectorBargiela,queinmediatamentesepusosobrelapista.Aldíasiguiente,alasdiezdelamañana,elinspectorsosteníaunaanimada

conferenciaconeljuezacercadeaquelinteresantepunto.DonMáximo,sentadodelantedelbuenfuegoqueardíaensudespachooía

ensilencio,ydecuandoencuandoformulabaalgunapregunta.ElinspectorBargieladecía:—Segúnmisinformes,eseVíctorRey,amásdeunanoviahonrada,llamada

Soledad,sostienerelacionesconunaantiguacantadoradelcafédelBrillante.DonMáximoBarojasonrió.—Vamos,untenorio.—Casi,señorjuez.—Yesacantadora,¿tieneustedinformesdeella?—Algunoshepodidorecoger,sí,señor.—Veamos.—SellamaPacalaGallarda.Eljuezinterrumpió:—¡Paca la Gallarda! Yo creo que he entendido en una causa contra esa

prójima.—Efectivamente,estuvoprocesada.—¿Sabeustedporquédelito?

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—Porinfanticidio.—Eljuradolaabsolvió,¿verdad?—Sí,señor.Elhechonopudoprobarse.—Ahora recuerdo. Veamos, amigo Bargiela, qué ha sabido usted de esa

señora…—Yahedichoquemisinformesnosontodavíacompletos,señorjuez.Eljuezhizoungesto.—Dejeustedlasdisculpas,amigoBargiela.Adelante,adelante.El inspector Bargiela se atusó el negro y frondosísimo bigote. Sacó del

bolsillointeriordesulevitaunacarterallenadenotas,yempezó:—SielseñorjuezpreguntaraalprimerparroquianodelcafédelBrillanteque

aquísepresentase,acercadelaconductadePacalaGallarda,leresponderíaenelacto,ysintitubear,queeraunacantadoraconvistasalamorlibre.

ElseñorBarojasonrió,aprobandodeestamaneralapintorescaformaqueelinspectorteníadeexpresarse.

—Sepamosahoracuáleslaopiniónparticulardeusted,amigoBargiela.—Sihedeserfranco,todavíanolatengoseñorjuez.EsaPacalaGallardaha

cantadounañoodosenelcafédelBrillante;perohacebastantetiempoquelohadejado;ycomono tienemediosdeexistenciaconocidosycomoviveentregentedelbroncequegastaytriunfa,sesospechanaturalmentequeunaomuchaspersonasatiendenasusgastos.

DonMáximoBarojaasintió:—Yasídebeser.Ahoraempiezoaverclaro.EseVíctorReyharobadopara

ella.—Lamismasospechatuveyo,señorjuez.—Puesmealegrodequehayamoscoincidido.—Sinembargo,concertezanohepodidoaveriguarnada.Hepreguntadoa

muchagentesinconseguirmásquedetallesvagos.Losinformesrecogidosnolesonsiempredesfavorables.

—¿Cómoentoncesseexplicaqueesamujervivaenlaholganzayvivabien?—Nadieseloexplica.LaexistenciadePacalaGallardaesunmisterio;uno

deesosmisteriosqueocupanduranteunmesalasgentesdelbarrio,yqueluegoolvidanparaocuparsedeotros.

DonMáximoBarojamurmurócomosihablaseconsigomismo:—Pues yome encargo de aclarar esemisterio que puede hoy tener cierta

importancia.

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—Escasiseguro,señorjuez.HubounsilencioquedonMáximoBarojafueelprimeroenromper.—Espreciso,amigoBargiela,queustedtomealgunosinformesdelorigende

esamujer.¿Dedóndeviene?¿Dóndehanacido?¿Quiénessonsuspadres?UnagransonrisadesatisfacciónerizólosbigotesdelinspectorBargiela.—Tengoyaesosinformes,señorjuez.PacalaGallardaesandaluza,hijade

madregitanaydepadrefrancés.—¿Yesospadresdóndeseencuentran?—El padre, un comisionista francés, debió haber vuelto a Francia; la

Gallardaeshijanatural,lamadrecreoquehamuerto.—¿CómoPacalaGallardafijósuresidenciaenMadrid?—Vinoconunafamiliadenovillerosandaluces.Siendomuychicatodavía,

formópartedelacuadrilladeNiñasCordobesas.—¿EnquéépocaconocióaVíctorRey?—CuandoestellegóaMadrid.Hacetresañospróximamente.—El procesamiento por infanticidio a que la Paca estuvo sujeta debió

empezarpocodespués…—Sí,señor.—¿SabeustedsiVíctorReyhafiguradoenlacausa?—Creoqueno.—Decualquiermanera,seráprecisorevisarla.Elasunto,alaverdad,nosési

seaclaraosecomplica.YdonMáximoBaroja,despuésdepronunciadaslasanterioresfrases,quedó

sumidoenhondasreflexiones.El inspector no se atrevía a turbarlas. Retorciéndose los bigotes, esperaba

queeljuezleinterrogasedenuevo.Elrelojdiolasonce.Un alguacil entró a anunciar que esperaban algunos testigos citados para

aqueldía.Eljuezlevantólafrente,cargadadepensamientos.—Queesperenuninstante.Yaavisaréyo…Luego,volviéndosehaciaelinspector,añadió:—Para concluir, amigo Bargiela, ¿se ha enterado usted de la vida de esa

mujer después del desfalco cometido por Rey, y sobre todo, de su actituddespuésdelaprisióndeeste?

—Sí,señor.

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—¿Ycuáles?—Tranquila.Ayernocheestuvo,comodecostumbre,enelcafédelBrillante

conunaamigaydostoreros.DonMáximoBaroja frunció las cejas,ydandoenelvadeungolpecon la

plegadera,queesgrimíahacíarato,exclamó:—¡Pues,señor,nocreoenesatranquilidad!Y tocó el timbre para avisar que podían ir entrando los testigos que

esperabanenlospasillos.

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E

CAPÍTULOVII

HISTORIAANTIGUA

LnacimientodeVíctorReyestabaenvueltoenelmisterio.Suinfanciasedeslizaraalasombradelviejopalaciodeloscondesde

Porta-Dei, en una de las calles más tristes y silenciosas de la ciudadcompostelana.

LapresenciadeVíctorenelpalacionofuenuncaexplicadapornadie.Nosesabíasiestabaallíencalidaddedeudo,defamiliarodeasilado.Enelpalacioapenasentrabaalmaviviente.LaCondesa,viudaysoladesdehacíamuchosaños,solamenteabandonaba

sunobleretiroparairamisaalacatedral.Unjardínseñorial,llenodenoblerecogimiento,cercabaelpalacio.Entre mirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses, ¡pobres estatuas

mutiladas!Los cedros y los laureles cimbreaban con augusta melancolía sobre las

fuentesabandonadas.Algúntritóncubiertodehojasborboteabaaintervalossurisaquimérica,yel

aguatemblabaenlasombraconunlatidodevidamisteriosayencantada.La Condesa casi nunca salía del palacio. Contemplaba el jardín desde el

balcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdamaslinajudas,lepedíaaFrayÁngel,sucapellán,quecortaselasrosasparaelaltardelacapilla.

¡EramuypiadosalaCondesa!Aristócrata a lausanza antigua, vivía con losojosvueltoshacia el pasado,

¡esepasadoquelosreyesdearmaspoblarondegentilesleyendasheráldicas!CarlotaElenaAguiaryBolaño,CondesadePorta-Dei,lasaprendieracuando

niña,deletreandolosranciosnobiliarios.DescendíadelacasadeBradamín;unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguía,signadasporelseñorreydonCarlosI.

LaCondesaguardabacomoreliquiasaquellaspáginas infanzonasaferradasenvelludocarmesí,quedelossiglospasadoshacíangallardaremembranza,consus grandes letras floridas, sus orlas historiadas, sus grifos heráldicos, sus

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emblemascaballerescos,suscimerasempenachadas,ysusescudosdedieciséiscuarteles miniados con paciencia monástica, de gules y de azur, de oro y deplata.

LaCondesaerahijaúnicadelcélebremarquésdeBradamín,quetantofiguróenlaprimeraguerracarlista.

HechalapazdespuésdelatraicióndeVergara—nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elmarquésemigróaRoma.

Aquellos tiempos eran los hermosos tiempos del Papa Rey, y el caballeroespañol fue uno de los gentiles hombres extranjeros con cargo palatino en elVaticano.

Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso:elmismoarreogalánconqueeldivinoSanzioretratóaldivinoCésarBorgia.

Los títulos de Marqués de Bradamín, Conde de Barbanzán y Conde deLantañoextinguiéronseconelbuencaballerodonPedroAguiaryMendoza,quemaldijo en su testamento con arrogancias de castellano leal a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloquetraidorovanidosopagaselanzasyanatasacualquierSeñorReyquenolofueseporlagraciadeDios.

Suhijaadmiró lasoberanagallardíadeaquellamaldiciónquese levantabadel fondo de un sepulcro, y acatando la voluntad paterna, dejó perderse lostítulos que honraran veinte de sus abuelos; pero suspiró siempre por elmarquesado de Bradamín: para consolarse leía el nobiliario del monje deArmentárizdondesecuentaelorigendeaquelesclarecidolinaje.

SimástardetitulódeCondesa,fueporgraciapontificia.

***

FrayÁngel,elcapellándelaCondesa,eraunaespeciedemayordomodelacasa.Eraunatardedeinvierno,yFrayÁngelconpasodeloboatravesóeljardínyentróenelpalacio.

La mano atezada y flaca de capellán levantó la blasonada cortina deterciopeloquecubríalapuertadelsalón.

—¿DasupermisolaseñoraCondesa?—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentrósinhacerruido.

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Allá en el fondo del estrado suspiraba la noble señora tendida sobre elcanapédedamascocarmesí.Apenasseveíadentrodelsalón.LaCondesarezabaenvozbaja y sus dedos, lirios blancos aprisionados en losmitones de encaje,pasabanlentamentelascuentasdelrosariotraídodeJerusalén.

Largosypenetrantesalaridosllegabanalsalóndesdeelfondomisteriosodelpalacio, agitaban la obscuridad, palpitaban en el silencio, como las alas delmurciélagoSatán…

FrayÁngelsesantiguóalentrar.—¡VálgameDios!¿Sindudaeldemoniocontinúamartirizandoalaseñorita

Beatriz?…LaCondesapusofinasurezosantiguándoseconelcrucifijodelrosario,y

murmuró:—¡Pobrehijamía!El demonio la tieneposeída.Amímeda espantooírla

gritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.

FrayÁngelmovíalatonsuradacabeza.—Síqueloshace,perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche.—Imposibleporesoscaminos.—Selatraeensillademanos.—Únicamente.Peroesdifícil,muydifícil…Lasaludadorapasadelsiglo,es

unareliquia…Viendo pensativa a la Condesa, el capellán guardó silencio. Era un viejo

astutoymontaraz,deojosenfoscadosyperfilinmóvil,comotalladoengranito.Recordabaesosobisposguerrerosqueenlasviejascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.

Ladama,conlasmanosencruz,suspiraba.LosgritosdeBeatrizllegabanalsalón en ráfagas de loco y rabioso ulular. El rosario temblaba entre los dedospálidosdelaCondesa,quesollozabacasisinvoz:

—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelmurmuró:—¿Acasoestarásola?LaCondesasevolviólevemente,almismotiempoque,conunademánlleno

decansancio,reclinabasucabezaenloscojinesdelcanapé.—Estáconmitía,laGenerala,yconelseñorpenitenciario,queibaadecirle

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losexorcismos.—¡Ah!¿Peroestáaquíelseñorpenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelsepusoenpie,conextrañosobresalto.—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoen

Céltigos. Si se consigue traer a la saludadora, debe hacerse con gran sigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.

LaCondesajuntólasmanos.—¡Dioslohaga!Ylanobleseñoraselevantótambiénparavolveralladodesuhija.Ungato

quedormitabasobreelcanapésaltóalsueloenarcandoelespinazo,ylasiguiómaullando…

LaCondesaentróenlaalcobadesuhija.Beatriz parecía unamuerta: con los párpados entornados, lasmejillasmuy

pálidasylosbrazostendidosalolargodelcuerpo,yacíasobreelantiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoJiménez,unobispodelanoblecasadeBradamín,tenidoenopinióndesanto.

La alcoba de Beatriz era una gran sala entarimada de castaño, obscura ytriste. Tenía angostas ventanas de mainel, donde arrullaban las palomas, ypuertas monásticas, de paciente y arcaica ensambladura, con los clavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.

Elseñorpenitenciarioy laancianaGenerala, retiradosenunextremode laalcoba,hablabanmuybajo.

Entró la Condesa procurando aparecer serena; llegó hasta la cabecera deBeatriz,inclinoseensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz, semejante a una Dolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempocontemplandoaquelrostroquerido.EralaCondesatodavíahermosa:prócerdeestaturaymuyblancaderostro;conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubio dorado, que tendía leve ala de sombra en aquellas mejillas tristes yaltaneras.

Elseñorpenitenciarioseacercó:—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel…Lavozdelprebendado,acariciadoraysusurrantedeordinario,estaba llena

deseveridad.LaCondesasevolviósorprendida.

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—FrayÁngelnoestáahoraenelpalacio.Ylosazulesojosdeladama,aúnempañadosdelágrimas,interrogabancon

afán,almismotiempoquesobreloslabiosmarchitostemblabalasonrisaamableyprudentedeunadamadevota.

LaancianaGenerala,queestabaalacabeceradeBeatriz,seaproximómuyquedo:

—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—Calla, que tu hija no advierta nada. El señor penitenciario te dirá…

¡Calla!…YalmismotiempollevabaalaCondesafueradelaestancia:LaancianaseñoravolviósolaalladodeBeatriz;posóunmomentosumano

llenadearrugassobrelafrentetersadelaniña,ymurmuró:—¡Hijamía,notiembles!…¡Notemas!…LaCondesayelpenitenciariosedirigieronalsalón.Los ojos del gato, que hacía centinela al pie del brasero lucían en la

obscuridad. La gran copa de cobre adornada con dos medallones llenos deabolladurasaúnguardabaentrelacenizaalgunasascuasmortecinas.

En el fondo apenas esclarecido del salón, sobre las cortinas de terciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:elpuentedeplataylosnueveróelesdeoro,quedonEnriqueIIIdieraporarmasalseñordeBradamín,PedroAguiardeTor,llamadoelChivoytambiénelViejo.

Lasrosasmarchitasperfumabanlaobscuridadyelsilencio,deshojándoseenlosantiguosflorerosdeporcelanaqueimitabanmanosabiertas…

Uncriadoencendióloscandelabrosdeplataquehabíasobrelasconsolas,yseretiróensilencio.Pocodespués,laCondesayelpenitenciarioentrabanenelsalón.Ladama,conademánresignadoynoble,ofrecióaleclesiásticoasientoenel canapé, y trémula, abatida por obscuro presentimiento, se dejó caer en unsillón.

Eleclesiástico,conlavozungidadesolemnidad,empezóadecir:—Esunterriblegolpe,Condesa.Haceveinteañosquesoypenitenciarioen

nuestraCatedral,yuncasodeconcienciatandoloroso,tanextraño,nolohabíavisto…Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece.

LaCondesalevantólosojos.—¿Se ha confesado?… ¡Sin duda Dios Nuestro Señor quiere volverle su

gracia! He sufrido tanto viendo a mi pobre hija aborrecer de todas las cosas

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santas.Eldemoniolateníaposeída…LaCondesase inclinóbuscandosupañuelo,queacababadeperdérsele.El

penitenciario lo recogió de la alfombra: era blanco, perfumado de incienso yestoraquecomoloscorporalesdeuncáliz.

—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorpenitenciario.Elseñorpenitenciarioparecíamuy joven;eraaltoyencorvado,conmanos

deobispoyrostrodejesuita.Teníalafrentedesguarnida,lasmejillastristes,elmirar amable, la boca sumida, llena de sagacidad. Recordaba el retrato delcardenalCosmedeFerraraquepintóelPerugino.

Traslevepausacontinuó:—En este palacio, Condesa, se hospeda un sacerdote impuro, hijo de

Satanás…LaCondesalemiróhorrorizada:—¿FrayÁngel?El penitenciario afirmó, inclinando tristemente la cabeza cubierta por el

solideo rojo, privilegio de aquel cabildo. La llama de las bujías brilló en susanteojosdeoro;conlavozunpocotrémula,murmuró:

—Esa ha sido la confesión de Beatriz… Por el terror y por la fuerza hanabusadodeella…

LaCondesasecubrióelrostroconlasmanos,queparecíandecera;perosuslabiosnoexhalaronungrito.

Elpenitenciariolacontemplabaensilencio;despuéscontinuó:—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre…Mideber

era cumplir su ruego: ¡triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenzajamássehubieraatrevido.Sudesesperaciónalconfesarmesufaltaeratan grande, que llegó a infundirme miedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!…

La Condesa levantó el rostro y con la voz ronca, cubierta por el llanto,exclamó:

—Yoharémataralcapellán.¡Leharématar!…Yamihijanolaverémás…Elpenitenciariolainterrumpiólevantándosellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una

palabraquepuedaherirlaniunamiradaquepuedaavergonzarla…Agoniada,yerta,laCondesavolvióacubrirseelrostroconlasmanos.Allá fuera, las campanas de un convento que había en la misma calle

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volteaban alegremente anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a la seráfica fundadora. En el salón, las bujías lloraban sobre lasarandelasdoradas;yenelbordedelbraseroapagadodormíaelgato.

***

LosgritosdeBeatrizresonabanentodoelpalacio…Con los ojos extraviados y el cabello destrenzándose sobre los hombros

pálidos, de una blancura lilial, se retorcía a los pies del antiguo lechosalomónico.LaCondesaestremecioseoyendoaquelplañirquehacíamiedoenelsilenciodelanoche,yacudiópresurosa.

Sobreelentarimadogolpeaba la rubiacabezadeBeatriz; su frente,yertayangustiada,manabaunhilodesangre.RetorcíasebajolamiradamuertaeintensadelCristo.¡UnCristodeébanoymarfil,concabellerahumana;losdivinospiesiluminadospor agonizante lamparilladeplata; el rostro envuelto en la sombradeldoselquebordaronlasmanosdeunaabadesanoble!Beatrizhacíarecordaraquellas blondas princesas, ¡santas de trece años!, que martirizaban su carne,tentadaporSatán.AlentrarlaCondesa,seincorporóconextravío,lafazlívida,loslabiostrémulos,comorosasquevanadeshojarse.Sucabelleramagdalénicaencubríalacandidezdelossenos.

—¡Mamá!¡Mamá,perdóname!…Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La

Condesaquisoalzarlaensusbrazos:—¡Sí,hija!¡Sí!…¡Acuéstateahora,pobrecitamía!…Beatrizretrocedió,losojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho:—¡AhíestáSatanás! ¡AhíduermeSatanás! ¡Viene todas lasnoches!Ahora

vinoysellevómiescapulario…Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!…Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenestepecho…

BeatrizmostrábaleasumadreelsenodeblancuraeucarísticadondeseveíalahuellanegraquedejanloslabiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijo,ylopusosobrelasalmohadas:

—Notemas,hijamía.NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti.—¡No!¡No!…YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.Temerosas lasdos, fuerona

refugiarseenelfondodelaalcoba,sobreelantiguosofádedamascoazul,con

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pájarosquiméricos;unodeesosmuebles arcaicosque todavía sehallanen lascasas de abolengo y parecen conservar, en su seda labrada y en susmolduraslustrosas,elrespetoylaseveridadengoladadelosantiguoslinajes.LaCondesaarrodilloseenelsuelo.

Entre susmanos guardó los pies descalzos de la niña como si fuesen dospájaros enfermos y ateridos. Beatriz, ocultando la frente en el hombro de sumadre,musitó:

—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamé gritando, tú nome oíste…Después quería venir todas las noches, y yoestabacondenada…

—¡Calla,hijamía,norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas, en silencio; mientras sobre la puerta de arcaica

ensambladurayfloreadosherrajes,arrullabandostórtolasqueFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz.

***

AmedianochellególasaludadoradeCéltigos:hicieraelcaminoenuncarrodebueyes,tendidasobrepaja.LaCondesadispusoquedoscriadoslasubiesen.Entró salmodiando saludos y oraciones. Era vieja, muy vieja, con el rostrodesgastadocomolasmedallasantiguas,ylosojosverdes,delverdemaléficoquetienenlasfuentesabandonadasdondesereúnenlasbrujas.Salióhastalapuertalanobleseñora,ytemblándolelavozpreguntóaloscriados:

—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados, respondió la saludadora con el rendimiento de las

viejasqueacuerdanlosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenidosinmáscompañaqueladeDios.Loscriadosdejaronalasaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:los

ojos temerosos y sombríos, abiertos como sobre un abismo. Estaba la niñaacostadaenel sofá,cubiertacon lacapaqueelmarquéssuabuelousaraen laguardia noble pontificia.La saludadora sonrió con la sonrisa yerta de su bocadesdentada.

—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalosojos.La Condesa, que permanecía de pie en medio de la alcoba, volvió a

preguntar:

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—¿Novioaunfraile?¿Quiénllevóelaviso?—No fuepersonade estemundo.Ayer de tarde quedemedormiday en el

sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelcielo.

Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?—No hay otro mejor, mi Condesa. Díjeme entonces entre mí: vamos al

palaciodetangranseñora.LaCondesacallabapensativa.Despuésdealgúntiempo,lasaludadora,que

teníalosojosclavadosenBeatrizpronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedoverlo,sia

manolotienemiseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen

alto la saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañódespuésechándolesualiento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelreySalomón.

Hastaqueseborróporcompleto,tuvofijoslosojosenelcristal.—Lacondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujo,handedecirse

lasdocepalabrasquetienelaoracióndelBeatoElectusconformedanlasdocecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalacristiandad.

LaCondesaseacercóalasaludadora;elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta;susojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas.

—¿Sabehacermaldeojo?—¡Ay!¡SeñoramiCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlo?Yomandarédecirmisas.Lasaludadorameditóunmomento:—Séhacerlo,miCondesa.—Pueshágalo.—¿Aquién,miseñora?—Auncapellándemicasa.Lasaludadorainclinólacabeza.—Paraesoesmenesterquemarlashojasdelbreviariosobreesteespejo.La Condesa salió y trajo el breviario de Fray Ángel. Al entregárselo a la

saludadora cerró los ojos: sus manos temblaban. La saludadora arrancó sietehojasylaspusosobreelespejo.

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Después,conlasmanosjuntascomoparaunrezo,salmodió:—¡Satanás! ¡Satanás! ¡Yo te conjuro por mis malos pensamientos! ¡Yo te

conjuropormismalasobras! ¡Yo teconjuropor todosmispecados! ¡Satanás!¡Satanás! ¡Te conjuro por el aliento de la culebra! ¡Por la ponzoña de losalacranes! ¡Por el ojo de la salamántiga! Te conjuro para que vengas sintardanza,yenlagravedaddeaquestecírculodelreySalomón,teencierresyenél te estés, hasta poder llevarte a las cárceles tristes y obscuras del infierno elalma que en este espejo ahora vieres. ¡Satanás! ¡Satanás! ¡Te conjuro por elpoderdeesterosario,queyoséprofanadoportiymordidoportiencadaunadesuscuentas!¡Satanás!¡Satanás!¡Unayotravezteconjuro!…

Callólasaludadora,yelcristaldelespejoserompióconunlargogemidodealmaencarcelada.

Lastresmujeressemirarontemblando.Noseatrevíanahablar.Elvientosoplabalúgubrementeenelmaineldelaventana.Esperabaneldíatemblandodemiedo.Sobrelamadrugadallamaronalapuertadelpalaciocongrandesgolpes.EranunosaldeanosdeCéltigos.Conducían el cadáver de Fray Ángel, que de noche, al claro de la luna,

hallaronflotandoenelrío…

***

PocosdíasdespuéslaCondesadePorta-DeiysuhijaBeatrizabandonabansupalacioy la histórica ciudaddeCompostela, para ir amorar en su torredeBradamín,alláenelfondodelamontañagallega.

¿Enaquelrincón,cuálfuesuvida?

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L

CAPÍTULOVIII

VÍCTORAPARECEPORPRIMERAVEZ

AtorredeBradamínestabasituadaenmitaddeundescampado,dondesoloseerguíanalgunospinosdesmedradosysecos.

Elpaisajedemontaña,entodasazónausteroysilencioso,parecíalomuchomásbajoelcieloencapotadodeaquellatardedeinvierno.

Ladraban los perros de la aldea vecina, y como eco simbólico de lasborrascasdelmundoseoíaeltumbarciclópeoyopacodeunmardecostamuylejano.

Era centenaria la torre, y en medio de la eterna tristeza gris de la sierra,aquellas rejas fortísimas, aquellos escudos nobiliarios y aquellas puertas deencina que girabanpenosamente sobre los viejos goznes producían indefiniblesensacióndeantipatíaydeterror.

Rostroa la torreadelantabaunodeesospordioserosquevanen romeríaatodos los santuarios, y recorren los caminos salmodiandounahistoria sombríaforjadacon reminiscenciasdeotrascien,yapropósitoparaconmoverel almadelpueblo,sencilla,milagreraytrágica.

Aquelmendicante desgreñado, con su esclavina adornada de conchas y elbordónde los caminantes en la diestra, parecía resucitar la devociónpenitentedeltiempoantiguoenquetodalacristiandadcreyóverdibujadaconestrellasenlacelestealturaelCaminodeSantiago.

¡La ruta poblada de riesgos y trabajos, que la sandalia del peregrino ibalabrandolentamenteenelpolvo!…

Anochecía, y la luz del crepúsculo daba al yermo y riscoso parajeentonacionesanacoréticasquedestacabanconsombríaidealidadlanegrafiguradelromero.

Ráfagas heladas de la sierra, que imitan el aullido del lobo, sacudíanleimplacables lanegraysuciaguedeja,yarrebataban, llevándoladelunoalotrohombro, la ola de la barba que, al amenguar el viento, caía estremecida yrevueltasobreelpechodondesezarandeabancrucesyrosarios.

Elperegrinosedetuvoenloaltodeunacuestablanquecina.

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Apoyadoadosmanosenelbordóncontemplólaaldeaquesobresaleentrelamasafoscadeunpinarallálejos,lejos,enlafaldadeunmonte.

Sinánimosparallegaralatorrecerrólosojosnubladosporlafatiga,cobróalientoenunsuspiroysiguióadelante.

AntesdellegaralatorredeBradamín,sehallaunviejomolino.Sentadaalapuertahilabaunapastora.Lasovejasrebullíanentorno.Sobreellinderodelcaminopacíanlasvacasdetrémulasyrosadasubres.Elmastín, amododeviejoadusto, ladrabaal recental,que le importunaba

coninfantilesretozos.Inmóvilenmediodelamanchamovedizadelhato, laruecaenlacinturay

las puntas de la esclavina de grana vueltas sobre los hombros, rubia yensimismadaestabalazagala.

Su frente, dorada como la miel, tenía la expresión casta de las antiguasmadonaspintadassobrefondodeoro;suboca,lasonrisapálidadeloscorazonestristes.

Lascejaseranrubiasydelicadas.Losojos,encuyofondolucíaunavioletaazul,místicosyardientescomopreces.

Movidaporlapresenciadelperegrino,selevantódelsuelo.Elperegrinosedetuvoechandobendicionesdesdeelcamino.Luegoseacercó.Lapastorayelperegrinosesaludaronconcristianahumildad.—¡BenditoyalabadoseaelSantísimoSacramento!—¡Benditoyalabadoélsea,hermano!El peregrino preguntó a la zagala con la plañidera solemnidad de los

pordioseros,siporacasoservíaenlatorre.Ella,conhartaprolijidad,perosinalzarlacabeza,contestóqueeralarapaza

delganado,yqueservíaallíporlacomidayelvestido.Lavozdelapastoraeramonótonaycantarina.Hablabaelgallegoarcaico,casivisigododelamontaña.Elperegrinoparecíadeluengastierras.Trasunapausarenovóelpregunteo:—¿Queríasaber,almadelSeñor,silosamosdelatorreerangentecristiana,

capazdedarhospitalidadauntristepecadorqueibaenperegrinaciónaSantiagodeGalicia?

Ádegamurmurólevantandolosojos:—¡Jesús!¡Comocristianosson,sí,señor!

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Seinterrumpióparaacuciarlasvacas,que,paradasdetravésenelsendero,alargabanelyugosobrelostojosbuscandobrotesnuevos.

Noanudóningunodelosdoslaconversaciónyensilenciocontinuaronhastalaspuertasdelatorre.

Mientraslapastoraencerrabaelganadoypreveníaenlospesebresrecadodehúmeda y olorosa yerba, el peregrino salmodiaba padre nuestros ante la granpuertadelatorrequepermanecíacerrada.

Ádega, cada vez que entraba o salía en los establos, se paraba acontemplarle.

El sayal andrajoso del peregrino encendía en su corazón la llama decristianossentimientos.

Elperegrinosalmodiabaanteelportalóndelatorre:—¡BuenasalmasdelSeñor,hacedalpobreperegrinounbiendecaridad!¡La

Santísima VirgenMaría y el Apóstol Bendito os conserven la amable vida ysaludenelmundoparaganarlo!Diososdéquédaryquétener,saludysuerteenelmundopara ganarlo. ¡Buenas almasdelSeñor, haced al pobreperegrinounbiendecaridad!

Apoyólafrenteenelbordón,ylaguedejanegra,polvorientaysombríacayósobresufaz.

Unacriadaviejaasomóenloaltodeunaventana:—¡VayaconDios,hermano!Laviejallevabalaruecaenlacintura,ysusdedosdemomiadabanvueltasal

huso.Elperegrinolevantólafrente,voluntariosayceñudacomoladeunprofeta:—¿Yadóndequierequevayaperdidoenelmonte?—AdondeleguíeDios,hermano.—Aquemecomanloslobos.—¡Jesús!Nohaylobos.Ylaviejacriada,compadecidadelperegrino,añadióamaneradedisculpa.—Mire,hermano,otrodía,congrandeycristianavoluntad,seledaríaaquí

camaycomidaycuantohubiesemenester;perohoynoesposible.—¿Porqué?Lacriadasequedóconfusa.Luegoañadió…—Porquenopuedeser…Ycerrólaventana.Elperegrino se alejó tristemente.La llovizna sehabía convertidoen lluvia

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furiosa.Sobrelaesclavinadelperegrinotemblabanlascruces,lasmedallas,losrosariosdeJerusalén.Lasgreñaslaciasytristesleacotabanlasmejillas…Yporelcaminoveníanmontañasdepolvo,yenloaltodelospeñascalesbalabaunacabranegra.

Lasnubesibanacongregarseenelhorizonte,unhorizontedeagua.Lasovejasvolvíanalestablo.Apenasturbabanelreposodelcampo,ateridoporlainvernada,lasesquilas

lentasysoñolientas.En el fondo de una hondonada verde y umbrosa se veía el santuario de

NuestraSeñora,rodeadodenogalescentenariosquecabeceabantristemente.Susbrazossecossacudíanelaguaconestremecimientosllenosdefrío.Semejabanviejosparalíticosabandonadosalbordedelcamino,patriarcassin

prole,desnudosyolvidados.Lapastorallamóenvozbajaalperegrinodesdelacanceladelestablo:—¡Oiga,hermano!¡Oiga!Comoelperegrinonolaescuchaba,seacercótímidamente:—¿Quieredormirenelestablo,señor?Elperegrinolamiróconojosdereconocimientoygratitud.Lapastora,cadavezmáscompadecida,añadió:—Mire,elestablodelasvacaslotenemosllenodelinoypodrádescansara

gusto.El peregrino miró instintivamente a la ventana donde antes asomara la

criada,yfueaguarecerseenelestablo,andandoconpasodelobo.Ádegalesiguió.Apenas se veía dentro del establo: el aire era tibio y aldeano; sentíase el

alientodelasvacas.El recental, que andaba suelto, se revolvía juguetón entre las patas de la

yunta,hocicabaenlasubresyerguíaelpicarescotestuzdandobalidos.La Marela y la Vermella, graves como dos viejas abadesas, rumiaban la

yerbafrescayolorosa,cabeceandosobrelospesebres.EnelfondodelestablohabíaunmontóndelinoyÁdegacondujoalromero

delamano.Losdoscaminabanatientas.El mendicante dejose caer sobre el lino, y sin soltar la mano de Ádega

pronuncióamediavoz:—Ahorafaltaquevengalaviejaquemehadespedido.

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—Nuncaviene.—¿Erestúquienacomodaelganado?—Sí,señor.—¿Duermesenelestablo?—Sí,señor.Después de una pausa, Ádega, con apagada y religiosa voz, preguntó al

romero:—Yatraerámuchoandadoporelmundo,¿verdad?—DesdelamismaJerusalén.—¿Esodeberásermuydesviadodeaquí?…—¡Másdecienleguas!—¡GloriosoSanBerísimo!¿Ytodopormonte?—Todopormonteymaloscaminos.—¡Ay,santo!,bienganadotieneelcielo.Llenadesantorespetobesóelrosariodelperegrino.Despuésinterrogó:—¿Diga,estátocadoesterosarioenelsepulcrodeNuestroSeñor?—EnelsepulcrodeNuestroSeñoryeneldelosdoceApóstoles.Ádegavolvióaverlo.Entonceselperegrino,conademánpontifical,lecolgóelrosarioalcuello:—Guárdalo,rapaza.Enaquelmomentoseoyerongritosy lamentosdesgarradoresqueparecían

salirdelcentrodelatorre.Elperegrinosepusovivamenteenpieysaliófueradelestablo.Losgritosyloslamentosseoíancadavezmásdistintos.La luna iluminaba la negra silueta de la torre que se erguía solitaria y

siniestra.Guardadoradeunmedrosomisterio.Elperegrinoylapastora,detenidosenelumbraldelestablo,escuchabancon

pavorosasorpresa.Elvientosilbabalúgubrementesobresuscabezas.De entre losmuros de la torre salían aquellos lamentos de alma en pena,

aquellosgritosdeprisioneramartirizada.Elperegrinointerrogóalapastora:—¿Seoyenesosgritosfrecuentemente?Ádegarepusotemblando:—Noseñor,eslaprimeravez.Elperegrinomurmuróunaoraciónenvozbaja.Terminadosurezosevolvió

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alapastoramisteriosamente:—¡Rapaza,ahímatanaalguno!Ádegajuntólasmanosconespanto:—¡Diosnoslibre,señor!—Síquelomatan,yesaunamujer.Seoyóunnuevogritomásdesgarradorypenetrante,yluegotodoquedóen

silencio.Ádegayelperegrinopermanecíanenelumbraldelestablo,sinatreversenia

moverseniahablar.Elmastínladrabaenmediodelcorralconlúgubreladrido.Elcieloestabatanlóbregoytenebrosocomolatierra.Las densas nubes que corrían velozmente, impulsadas por el violento

huracán, parecían un océano invertido que amenazase al mundo con nuevodiluvio.

Nadahaytanterriblecomoungrito,ungemido,un¡ay!quesuenaenmediodelas tinieblas.Cuandolavistanopuedecalcularelpeligro,parececomoqueeste crece, y entonces la imaginación aterrada traspone todos los límites de loposible.

Taleralasituaciónenqueelperegrinoylapastoraseencontraban.Pasadoalgúntiempo,vieronconasombroymiedo,alaluzdeunrelámpago,

que lagranpuertade la torre se abría sigilosamenteyunbultodemujerodehombre —que la obscuridad no permitía distinguir tanto— apresuradoatravesabaelcorral,descorríaelcerrojodelacancelaysealejabaporelcaminoqueconducíaalmolino.

¿Quiéneraaquelbulto?¿Adóndeiba?¡Quizálosepamosmuypronto!¡Quizánolosepamosjamás!

***

El peregrino no quiso permanecer más tiempo en aquellos lugares y sedespidiódelapastoraque,ateridadefríoydemiedo,quedoseacurrucadaenlapuertadelestablo.

Elperegrinocaminabaatientas,cegadoporlalluviayelviento.

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Empezóanevarylosblancoscoposcaíanconstelandosuesclavina.Lasramasdelosárboles,desprovistasdehojas,gemíanlúgubremente,ylos

blancoscoposentregábansealocasdanzas.Apesardelaturbaciónqueexperimentabaydelasituacióndesuánimo,el

peregrinocaminabadeprisa,sindejarderezar.¿Quéibaaserdeélsiseextraviabayandabaerrantetodalanoche?Quiso explorar el horizonte con la mirada, pero los torbellinos de nieve

impedíanverlosobjetosatrespasosdedistancia.Irresolutoysinsaberquéhacer,sedetuvoenmediodelcaminogolpeándose

lasmanosparaestablecerenellaslacirculación,porqueapesardelarapidezdesumarchaelfríoleentorpecíalosmiembrosylepicabalacara.

Deprontoyamuypocadistancia,oyóungemidoquelehelólasangreenlasvenas.

Noerasinembargoelalaridodesgarradorquehabíaoídomomentosantesalpie de la torre; era un gemido apagado, mortecino, más bien de niño que demujer.

Al mismo tiempo, una forma sombría desgarró bruscamente la cortina deniebla,ypasóa su ladocon la rapidezdelviento,pero tuvo tiemposuficienteparareconocerla.

¡Eralaviejacriadaquelehabíanegadohospedajeenlatorre!Elterrorylasorpresahicieronqueelperegrinosedetuvieseunmomentoen

mediodelcamino.Lamujerdesaparecióenlaobscuridad.Elperegrinoserehízoyselanzóensuseguimiento.Prontoconsiguióalgunaventaja.Apesardelaobscuridaddelanoche,yadistinguíasusombra,queadquiría

entrelanieblaaspectodefantasma.Ibaaalcanzarla,cuandotropezóconunapiedraycayóanhelanteyaturdido,

pasándosealgunosminutosantesdequepudieselevantarse.La ventaja que esto proporcionó a la mujer hizo imposible la pudiese

alcanzar.Lasombrahuía.¿Adóndeiba?¡Quizánolosabíaellamisma!Elperegrino experimentaba ese terrorde lodesconocidoque lleva en sí la

noche.El peregrino se contemplaba solo, completamente solo, perdido en un

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caminotristeysiniestro,sinsaberadóndeir.Deprontoviounaluzquebrillabaentrelosárbolesyparecíaindicarqueallí

existíaunacasa.Guiándose por ella, llegó a un gran raso de césped atravesado por dos

caminos,unoderuedasyotrodeherradura.En la encrucijada de los dos se levantaba una gran casa con cobertizos y

aspectodeventaodemesón.Elperegrinollamóenlapuertaconelhierrodesubordón.Noabrían,yvolvióallamar.Entoncesseabriólapuerta,yunhombrequellevabauncandilenlamano

asomóenelumbral.Elperegrinosuplicó:—¡Considere la noche que hace, hermano, y la situación en que me

encuentro!Demehospedajeporestanoche.Elhombrelevantóelcandilhastailuminarelrostrodelperegrinoycontestó:—Entre.Entróelperegrinoylapuertadelaventasecerrótrasél.

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U

CAPÍTULOIX

ENLAVENTA

Nbuen fuego de sarmientos y encina ardía en el hogar iluminando concalientestonosrojizoslaanchurosacocinadelaventa.

Deltecho,cruzadoporlargasvigasnegruzcas,colgabauncandildeesosdecocina,queauncuandodabamáshumoqueluz,servíalobastanteaungrupodearrierosquejugabanalosnaipesenunrincón.

Elventeroylaventera—dosfigurassecasyavellanadas—conversabanalamordelalumbreconelrestodesushuéspedes,quesecomponíaalasazóndeunfamosocaciqueelectoral,untratanteenganado,yelcabodelaGuardiacivilyalgunosotrosdemenorcategoríayrepresentaciónsocial.

Eravísperadeferia,yconestemotivohabíamásgentequedeordinarioenlaventa.

Unviejoaldeanoquesecalentabaalpiedelfuego,preguntóalaventera:—Oiga,comadre,¿sabecómosiguelacondesita?—¿LadelatorredeBradamín?Nosé.Yañadiódespuésdeunmomento:—CreoquehanllamadoalasaludadoradeCéltigos…Elventeroañadió:—Haceunmesqueestáviviendoenlatorre.Intervinoelcaciqueelectoral:—Bueno, pero eso es una caridadde la señoraCondesa; nohayquedarle

otroalcance.ElcabodelaGuardiacivilfuedelamismaopinión:—Claroestá.Unacaridaddeesaseñora.Porlodemás,comolasaludadora

es una loca, les ha dicho que en la torre hay un duende, y ha sacado enconsecuencia que ese duende es un gato negro que se presenta allí de vez encuando.

Elcaciqueasintiómoviendolacabeza:—¡Parecementiraquetodavíahayaquiencreaensemejantesbrujerías!Selevantóuncorodeprotestas:

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—¡Nosonbrujerías!¡Nodigaeso!…Elduendesepresentamuchasvecesenlascasas…

Elcaciqueyelguardiacivilsereíanguiñándoseunojo.Elguardiacivildijoliandouncigarro:—Aquí podrá encontrarse quien no crea en Dios, pero en el trasgo,

imposible.Mimujertuvounacriadaque,cuandosequemabaunguisooechabamucha sal al puchero, decía que había sido el trasgo, ymientrasmimujer leregañabaporsudescuido,elladecíaqueestabaoyendoaltrasgoquesereíaenunrincón.

ElcabodelaGuardiacivilterminósurelatoconunacarcajada.Elventeroledijoamododeconsejo:—¡Noseburle!¡Noseburle!Ymuyconvencido,empezóahacerunalargayeruditaenumeracióndelos

trasgos:—Loshaydetodasclases.Unossonbuenosyllevanacasaeltrigoyelmaíz

querobanenlosgraneros;otrossonperversosydesentierrancadáveresdeniñosenloscementerios;otrossonburlonesysebebenbotellasdevinoenladespensaoquitanlastajadasdelpuchero,sustituyéndolasconpiedras…

ElcabodelaGuardiacivilnoledejócontinuar:—¡Calle,hombre! ¡Calle!Nodigadisparates.Enesode los trasgossucede

comoentodo.Selepreguntaauno:—¿Ustedlovio?—.Ydicen:—Yo,no;peroel hijo de la tía Fulana, que estaba de pastor en tal parte, sí que lo vio—.Yresultaquetodosaseguranunacosaquenadiehavisto.

—¡Quizáseaesomuchodecir,señor!…Lavozdelqueasíhabíahabladoerahumilde:parecíallenademansedumbre

yderespeto.Todossevolvieronaverquiénhablaba.Eraelperegrino,quesilenciosohastaentoncesestabamascullandorezosen

unrincón.Laventerapreguntóconcuriosidad:—Puesqué,¿ustedhavistotrasgosdeesos?Elperegrinocontestó:—Sí,loshevisto.—¿Ycómofue?Cuente.Elperegrinoselevantóydijoacercándosealalumbre:—Pues verán ustedes.Había salido por la tarde de un pueblo, yme había

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obscurecidoenelcamino.Elparajeinfundíarespeto.YoeralaprimeravezqueviajabaporestapartedelamontañadeGalicia,ylaverdad,teníamiedo.Estabamuy cansado de tanto andar, pero no me atrevía a detenerme. Me daba elcorazónqueporlossitiosquerecorríanoestabaseguro.

Elperegrinoinclinólafrente,yguardósilenciodurantealgúntiempo.Después, conunaprofunda impresiónde terror en lavoz, refirió cuanto le

habíaocurridoaquellanochehastallegaralaventa.Paraél,losgritosoídosalpiedelatorredeBradamínerancosadeltrasgo.Unaviejaquehabíaoídoatentamentelarelacióndelperegrinodijoentonces

conprofundoconvencimiento:—Queen la torredeBradamínhayun trasgo,no tienedudaninguna.Esta

tarde,yaanochecido,paséyoporallí.Derepente,sinsaberdedóndenicómo,veoamiladounperroencanijado,tododeunmismocolorobscuro,queseponeaseguirme.¿Dedóndepuedehabersalidoesteanimaltanfeo?Medijeentremí.Seguí adelante, ¡hala!, ¡hala!, y el perro detrás, primero gruñendo y luegoaullando,aunqueporlobajo.Laverdad,losaullidosdelosperrosnomegustan.Para librarme de aquella compañía pensé tirarle un cantazo; pero cuando mebajabaparaagarrarunodelcamino,una ráfagadevientome llenó losojosdetierraymecegóporcompleto.Almismotiempoelcondenadoperroempezóareírsedetrásdemí;desdeentoncesyanopudehacercosaaderechas; tropecé,mecaí,rodéporunacuesta,yelperroríequeríeamilado.YoempecéarezarymeencomendéaSanRafael,abogadodetodanecesidad,ySanRafaelmesacódeaquellosparajesyguiohastaaquí.Alsalirdelasinmediacionesdelatorre,elperroyanomesiguióysequedódetrásladrandoconfuria.

Laventerapreguntóenvozbaja:—¿Elperrosehaquedadoaullandodelantedelatorre?—Sí,delantedelatorre…—Eraeltrasgoqueanunciabalamuerte.Algunasvocesinterrogaron:—¿Lamuertedequién?—Delacondesita…Estámuyenferma.A lamedia tardepasóporaquíun

criado,entróatomarunvasoydijoqueibaenbuscadelmédico.Siguieronhablandoyapocollamaronalapuerta.Abrióelventeroyentróelmédicoconuncriadoquetraíaunfarol.Todospreguntaron:—¿Ylacondesita,señormédico?

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El médico respondió al mismo tiempo que se despojaba de su capote,completamenteempapadoporlalluvia:

—¡Pobrecilla!¡Hamuerto!Hubo entonces en todos los presentes un movimiento de superstición y

asombro.Laventeracogióunpalo,ymarcóenelsuelodelantedelapuertaunafigura

comoladelosochavosmorunos,unaestrelladecincopuntas.Despuéssevolvióhacialosqueestabanagrupadosentornodelhogar.—Esparalibrarsedelostrasgos.Todosmostraronasentimientocongravecabeceo.Elmédico,despuésdebeberseunvasodevinoypedirunparaguasqueel

venteroletrajopresuroso,sedespidióysalió,siempreacompañadoporelcriadoquellevabaelfarol.

Yahabíaamanecidocuandoseoyeronapagadosquejidosqueparecíansalirdelpajar.

Lasbuenasgentesquesehallabanenlacocinadelaventaprestaronoídoyatendieronconzozobra.

Eranbalidostristes,quedetiempoentiempodejabandeoírse.Algunoshuéspedeshacíancomentariosenvozbaja.El peregrino se santiguó devotamente. Después, volviéndose al concurso,

dijoconvoztrémulayapagada:—¡Han de saber que esos son los mismos quejidos que yo he oído en el

camino!…Todoslosojossealzaronparamirarle.Elperegrinorepitió:—¡Sonlosmismosqueoídenoche,bajolatormenta!…ElcabodelaGuardiacivilleinterrumpió:—¡Ahoravamosaverlo,buenhombre!Apuróelúltimosorboqueteníaensuvasoysepusoenpiearrogantemente.Algunasvocessusurraronconsusto:—¡Novaya!¡Novaya!ElcabodelaGuardiacivilsonriódesdeñosamente,ysaliódelacocina.Laventera,queeraunamujerresueltaparatodo,lesiguió.Cundióconesto

elejemplo,yseaventuraronalgunasotraspersonasenaquellaempresaqueselesimaginabaarriesgadayheroica.

Enelpajarlosbalidossepercibíanclaros,distintos.

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Elserqueloslanzaba,nocabíadudaquesehallabaallíoculto.Laventeraexplorabalosrinconesayudadadeunfarolquearrojabasobreel

muromoviblesmanchasdeclaridadysombra.De pronto la buena mujer lanzó un grito; pero aquel grito más fue de

sorpresaquedeespanto.Pusoelfarolenelsueloylevantóenbrazosunbultoqueyacíasobrelapaja.¡Eraunniñoreciénnacido!Todosrodearonalaventera.En torno del recién nacido se levantó un coro demurmullos placenteros y

curiosos.Comoentriunfo,lecondujeronalacocina.La ventera se sentó en un banco de roble cerca del hogar, porque el niño

parecíahallarseaterido.Dosmujeres,queporcasualidadseencontrabanenlaventa,hablabanyade

prohijarle.Conlosrostrosresplandecientesdecuriosidadseinclinabansobreelrecién

nacido,quelaventerahabíaempezadoadesnudar.Eraunniñovarón.Alparecersolocontabaalgunashoras.Estabaenvueltoenpañalesdebatista.Enelfajadortraíametidounpapeldobladoencuatrodobleces.Laventera,quenosabíaleer,seloalargóalcabodelaGuardiacivil.Elpapeldecíaasí:«Esteniñosehallabautizadoconaguadesocorro.SelehapuestoVíctor».Lasmujerespreguntaron:—¿Nodicemás?—Nadamás.Sehicieronmildiferentescomentarios.Sobretodolariquezadelospañalesfuemotivodegrandescontroversias.ElniñoVíctorempezóa llorardenuevoyhuboquepensarendarlealgún

alimento.Setrajolechereciénordeñada,queelniñogustóconafán.Después,laventeraacabódefajarle.Leenvolvióbienensupañolóndelanaymeciéndoleamorosamenteacabó

pordormirle.Ibaadejarlesobreelbancoderobleparaacudiraserviraunosarrierosque

acababan de llegar en tropel, cuando asomó en la puerta de la venta la noble

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figuradeunancianosacerdote.Era el cura párroco de San Juan deBradamín, que volvía de decirmisa y

entrabaallíconelpretextodeguarecersedelnublado.El eclesiástico contestó con afable sonrisa al saludo de todos y dirigió en

tornounamiradacuriosa,inquiridora.Susojossedetuvieronenelniñodormidosobreelbanco.—Mehandichoque estamadrugada os habéis encontrado un tesoro en el

pajar.YconungestollenodebondadseñalabaalpequeñoVíctor.Seacercóalaimprovisadacunadelniñoylotomóenbrazos.Lecontemplólargoratoconexpresióndelástimaydeternura.—¡VálgameDios!Pobrecriatura…Sevolvióalaventerainterrogando:—¿Ytúquépiensashacerconestepobreniño,MaríaRosa?Laventerarepusoconunarranquegeneroso,saltándoselelaslágrimas:—¿Quépiensohacer?¡Criarlecomoahijopropio!Sersumadre.Elcuraaprobó:—Hacesbien,MaríaRosa.Eresunabuenamujer…Ydespuésdeunapausacontinuó,dirigiéndoseatodosengeneral:A vuestro lado, como al mío, este niño nunca podrá ser más que un

pobrecillo.¿Quépodemoshacernosotrosporél?¡Nada!…Conservarlelavida.¡Yesoestanpoco!

Laventerapreguntóconasombro:—¿Quéestádiciendo,señorcura?¿Porqueseamospobres,vamosaecharlo

alainclusa?Elsacerdotesonrióbondadosamente.—Todo lo contrario, María Rosa. Lo que yo he querido decir es que ese

pobreniñoestaríamejorqueatulado,alladodeunapersonaquepudiesedarletantocariñocomotúymuchasmáscomodidades.

MaríaRosainterrogócelosaeincrédulaalapar:—¿Ydóndeestáesapersona,señorcura?Elcurahizocomosireflexionaseunmomento;despuésrespondió:—Mujer, dónde está, no sé… ¿Pero no te parece que podría ser la señora

CondesadePorta-Dei?—¿LadelatorredeBradamín?—Lamisma.Esunaseñoratodacaridad.¡Túbienlosabes!Digo, todoslo

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sabéis…Hubouncorodeexclamacioneslaudatorias:—¡Sí,señor!…—¡Unasanta!—¡Lamadredelospobres!—¡Dioslabendiga!—¡ElSeñorledémuchasalud!—¡Cienañosviva,amén!—¡Dios Nuestro Señor conserve siempre su casa tan alta como ahora la

vemos!—¡Yledéfuerzasparallevarconpaciencialamuertedelacondesita!…Cuandosehizoelsilencio,laventeraarguyó:—Ahora,dígameunacosaelseñorcura.¿SabesilaseñoraCondesaquerrá

ampararaestepobreniño?Elcurarepusoconcalurosaconvicción:—Seguro,seguro…Pero se interrumpió de pronto, y procurando dar cierta frialdad a sus

palabras,continuó:—Yo, ya comprenderéis que nada sé de cierto…Hablo únicamente por lo

que conozco de los sentimientos de esa señora. Pero, en fin, en cuanto hayaocasiónyolahablaré…VioqueMaríaRosaseenjugabalosojos,yañadióconbondad:

—No te disgustes,mujer; para ti era una cargamuy pesada. ¡No lo sabesbien!

MaríaRosa,estrechandoalniñocontrasupecho,murmuró:—¡BiensabeDiosquelohagosoloporelbiendeesteángel!

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E

CAPÍTULOX

MANUSCRITODEVÍCTOR

L juzgado se apoderó de los papeles de Víctor Rey en un registropracticadoensudomicilio.

Entrelospapeleshabíaungrancuadernomanuscrito.Eraundiariodesuvida.Heaquíalgunosfragmentos:

Medespertéenunlechoblancoytibio,yadvertíentomomíoenlaalcoba,ricoscortinajesymueblesantiguos.

Lamedialuzquesefiltrabaentrelascortinas,dabaatodoslosobjetosunairefantásticoymisterioso.

¿Estabasoñandotodavía?No,eralarealidad;yaquellaalcobasuntuosaaumentabaelsentimientode

miabandono.Yoeraunhuérfanoyestabasoloenunacasaextraña.Porprimeravez,echédemenoslapobrecasaenquemecrie.¡Lahumilde

aldeanaquemesirviódenodriza!ElmobiliarioderobledelpalaciodelaCondesanopodíahacermeolvidar

elviejobancoylasdossillascojas,familiaresamiprimerainfancia.Prontome hallé restablecido, y pude hacer conocimiento con el palacio y

conmimadrina,laCondesadePorta-Dei,aquiennoconocía.Solounavezlahabíavistoanteriormente,cuandoenfermo,casimoribundo

mehabíantrasladadodelaaldeadeBradamínasupalaciodeCompostela.Enmideliriocreoquetambiénlahabíavisto,peronopuedoasegurarlo.Ahora, en mi recuerdo, la fisonomía dulce y grave de la Condesa, se me

aparecíacongranintensidad.Desdelosprimerosdías,tratédefamiliarizarmeconlasgentesdelpalacio.Todoallímeparecíaextraordinario.Sicierrolosojos,creoveraquellashabitacionesinmensasysuntuosas,las

salastanlargasqueyoteníamiedodeatravesartemerosodeperdermeenellas.

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Yo no estaba curado todavía y mi estado de espíritu era como aquellashabitaciones,solemnementetriste.

Unaangustiadesconocidallenabamicorazóndeniño.A veces me detenía pasmado delante de un espejo, de un cuadro, de una

chimeneaantiguaodeuna imagenqueparecíaacecharmedesde suprofundahornacina,yseguirmeconsumirada,quemecausabafrío.

Durantemienfermedadhabíavistomuypocaspersonas.Solamenteunviejocriadodeojosazulesydulcesmehacíacompañía.

Yohubieraqueridohablarle,peromereteníaunagrantimidez.Elcriadoeraunhombremuytriste,ynomehablaba,sinomuyrarasveces.Un díame anunció que iba a tenermuy pronto un amigo demi edad. El

señoritoCarlos,hijodelprimogénitodelaCondesa.Estofueparamíunaalegríamuygrande,porquefueradelaCondesanadie

hastaentoncesmehabíademostradointerésenelpalacio.Pero laCondesa vivíamuy retirada, y se pasabanmuchosdías sin que la

viese.Unamañanamevistieronymepeinaronconmáscuidadoquedecostumbre.

Mepusierontambiénuntrajenuevo,loquemepasmómucho.Terminados estos preparativos, me condujeron a las habitaciones de la

Condesa,quemebesóconmuchocariño.Apesardeesterecibimiento,cuandomehacíaalgunapreguntalaCondesa,

yonosabíarespondersinopormonosílabosymi timidezeraacadamomentomayor.

En aquel momento yo hubiera dado cualquier cosa por aparecer amable,perolapenamesubíaalagarganta.Despuésdetodo,yoeraunniñodeochoaños.

Nopodíaolvidaramipobrenodriza,quemehabíadejadoundíaensucasavacía,parairsehacialamuerte.

Recordabamipasado, lavida felizde laaldea,mis juegosenelgraneroybajolaparra:entonceslossollozosmesubíanalagarganta.

Hubieraqueridoocultarmebajotierra.¡Empezabaaconocerlavidaydeseabalamuerte!

***

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CuandolaCondesamedespidió,sentíunagranalegría.Mellevaronamialcoba.Teníafiebreymedormí.Misueñofueintranquilo,turbadoporpesadillas.Pasé algunos días sin ver a la Condesa. Con la intuición de los niños

precoces adivinaba que la Condesame quenamucho y que, sin embargo, mipresencialaentristecíayhastalehacíadaño.

Yo, en el fondo, me sentía feliz en la soledad.Me gustaba correr por loscorredores,yocultarmeenlosrinconesydetrásdelosmueblesparaobservaralasgentesdelpalaciosintemorasuenojo.

Aquellaexistencianueva teníaparamímuchosatractivos,alpuntodequeluegoolvidélaterriblecatástrofequelahabíaprecedido.

Perolaideadequeeraunhuérfanopobreyabandonadomehacíallorar.Acostumbradoa lavida librede laaldea,encasademipobrenodriza, la

vigilanciadelviejocriadodelosojosazulesmeinquietabamucho.No comprendía por qué causa se conducían así conmigo.Me parecía que

teníanacercademíalgúnproyectoobscuro.Miafánconstanteerabuscar losrinconesmásapartadosdelpalaciopara

ocultarmeamigusto.Un día llegué hasta una gran escalera de granito, toda alfombrada y

adornadaconestatuasyjarrones.Estospaseossolitariosmeencantabansobremanera.Enelpisosuperiordelpalacio,sobrelacapilla,habitabaMisiaCarlota,la

Generala. Una anciana tía de la Condesa, que no salía casi nunca de sushabitaciones.Yocreoqueellaeralapersonamásimportantedelpalacio.Ensusrelaciones con Misia Carlota, todo el mundo observaba un respeto casitemeroso.

LaCondesayotraseñoraancianalehacíanlatertuliatodaslanoches.Eraunatertuliasilenciosaytriste.Las señoras de la aristocracia habían hecho un deber el visitar a Misia

Carlota,comoalaúltimaguardianadelasgrandestradicionesnobiliarias.Eraunareliquiavivadeltiempodelosmayorazgos.InvariablementevestidaconunhábitodelNazareno,MisiaCarlotallevaba

unacofiadeencajesqueledabaelaspectodeunanobleabadesa.Comoentoncesenelpalacionohabíacapellán,MisiaCarlotaibaamisaa

la catedral, regularmente en coche. Fuera de eso, nunca salía del palacio.Recibíaaalgunoscanónigos,leíaelAñoCristiano,yhacíacalceta.

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Enlashabitacionesqueellaocupaba,reinabasiempreprofundosilencio.Elmenorruidoleerainsoportable.

Quincedíasdespuésdemillegadaalpalacio,MisiaCarlotalaGeneralasedignóordenarquemellevasenasupresencia.

El viejocriado,despuésdehaberme lavado,peinado, rizadoyperfumado,quiso enseñarme a saludar y hacer cortesías como un diplomático; pero yomanifestétantatorpeza,quedesistiódesuempeñodandounprofundosuspiro.

FuipresentadoaMisiaCarlota.Laencontrésentadaenungransillón.Eraunaviejapequeña,encorvaday

rugosa.Sinhablarme,solamenteconlamano,unamanodemomia,mehizoseñade

queme acercase. Para vermemejor se cabalgó en la nariz sus quevedos conguarnicióndeconcha.

Meparecióqueunalágrimatemblabaensussecospárpados.Mipresencia,aMisiaCarlota,comoalaCondesa,lescausabapena.Pero

yonopodíaexplicarmeporquécausa.MisiaCarlotamehizoalgunaspreguntas,peroyolerespondíapenaslleno

detimidez.Ycuandoellameinterrogósobreminodrizameechéallorar.MisiaCarlotame enjugó las lágrimas yme dijo que tuviese confianza en

Dios.Despuésmepreguntósirezabaporlasnochesalacostarme,ycuándohabía

idoalaiglesialaúltimavez.Ycomoyo lamirasesincomprender;porquemieducaciónreligiosahabía

sidomuydescuidada,MisiaCarlotamostrócontrariedadydisgusto.Mandó llamar a la Condesa, y hubo conciliábulo entre ellas. Al fin

acordaronquesemellevaríaalaiglesiaeldomingosiguiente.MisiaCarlotamedijodeunamaneraextrañaquerezaríapormí.Después

me besó en la frente y ordenó que me llevasen, porque mi presencia leimpresionabamucho.

MecausómuchaextrañezaverquelaCondesasollozabayquesecubríalosojos con un pañuelo bordado, que estrechaba nerviosamente entre sus dedosblancos,muyblancos.

Aquellatarde,hallándomesoloenunodelossalones,ocultéelrostroentrelasmanos,ypermanecíenestaactitudsoñando…

Yopensaba,pensaba…Miinteligenciadeniñonopodíacomprenderlapenaquemipresenciacausabaenmisdosprotectoras.

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Deprontounavozdulcemurmuróamiespalda:—¿Quétienes,pobrecitomío?Yolevantélacabeza.LaCondesaestabaallí,amilado.Memirabaconun

airedoloroso,afectado.Laslágrimashumedecíansusmejillas.Acariciabamiscabellosynocesabaderepetir:—¡Pobrehuerfanito!Yomeabracéaellagimiendo.—¡No,no!…¡Huerfanito,no!Así sus manos, y las besé locamente, mojándolas con mis lágrimas… Y

continuéconvozsuplicante:—¡No,no!…¡Huerfanito,no!…—¡Hijomío!¿Quétienes?¿Quétepasa?—¡Yoquierounamamá!¡Yoquierounamamá!Ysinpodercontenermecaíderodillas.LaCondesa,todatrémula,meabrazóestrechamente.—¡Yosoytumamá!¿Quieresqueseatumamá?Miemocióneratangrande,quenopudecontestar.LaCondesametomódelamano,ysalimos.La Condesa estaba muy pálida. Bajamos la gran escalera de granito y

entramosenunaestancia,comoyonohabíavistootrahastaentonces.Era lacapilladelpalacio.Estabaobscura.Lallamadeunalámparasereflejabaenelaltardorado,yenlascoronasdelossantos.

Todoeramisteriosoysolemne.LaCondesamehizoarrodillardelantedeunaimagendelaVirgen,yellase

arrodillóamilado.Envozbajameadvirtió:—¡Vasarezarconmigo!Peroyonopuderezar.Teníamiedo.LaCondesameviotemblar.Tocómifrentepálida,ymetomóensusbrazos

sacándomedeallí…Fueprecisoacostarme.

***

Volví a estar enfermo. Ya me hallaba convaleciente, cuando una mañana

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oigo pronunciar el nombre de mi nodriza. Era la voz de la Condesa. Estabadandoórdenesasumayordomoparaquesedijesenalgunasmisasporelalmadelapobrealdeana.

Me cubrí la cabeza con las sábanas para apagar mis sollozos, y poco apoco,mequedédormido.Misueñofueturbadoporpesadillas.

Medespertémuytarde.Enmialcobatodoeraobscuridadysilencio.Denuevomeasaltóelrecuerdodelpasado.Todamividatranscurridaenla

aldeadeBradamín,dondeencrudanochedeinviernomedejaronenelpajardelaventaunasmanosdesconocidas.¡Quizálasmanosdemimadre!Yrecordabalosrelatosdeminodrizacuandomehablabadesunobleseñor.LaCondesa,queen aquel tiempo se hallaba en su torre, apiadada de mi desgracia, fue mimadrina,ymedioacriar…Yluegomiinfancialibre,huraña,casisalvaje,enaquella casa de aldeanos, al lado demi nodriza, queme amaba tiernamente;protegido desde lejos por la Condesa, a quien no había visto nunca hasta lanoche en que murió la pobre mujer que me criara a su seno. Y después laCondesa que me sacaba de aquella casa, y me llevaba de la mano hasta uncarruaje que esperaba en la carretera…Y despuésmis noches de fiebre y dedelirioymidespertarenelpalacio.

¡Quécontrasteentremividaenlaaldeaylosesplendoresdemividaenelpalacio!

¡Ycómo,sinembargo,echabademenosaquella!Undía,enelsegundoyúltimoperíododemienfermedad,alabrirlosojos,

apercibí lacabezadeunniño inclinadosobremí.Eraunniñodemiedad:suprimermovimientofuetendermelamano.

Alposarenéllamirada,mialmatuvoundulcepresentimientodefelicidad.Imaginaosun rostroalegrementebello,deunabellezaaristocrática,un rostroante el cual os detienen confusos, como en éxtasis, reconocido porque existe,porquesumiradasedirigesobrenosotros,osolamenteporqueélpasaavuestrolado.TaleraCarlos,elnietodelaCondesa,quellegabadeMadrid.

Carlossonreía,ymisnerviosenfermoserandeliciosamenteimpresionados.Viéndomedespierto llamóa laCondesa,queestabaen lapuertade laalcobahablandoconelmédico.

LaCondesallegóapresurada.Y la Condesa se inclinaba sobremí, tocándome la frente, y sus hermosos

ojosseanimabanconluzdeesperanza.

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Despuésdeunmomento,comosihablaseconsigomisma,murmuró:—Cómomehashechosufrir,hijomío.Yañadióconmenosvaguedad:—Aquí tienes a mi nieto Carlos. Es preciso que seáis buenos amigos…

Tienesqueponerteprontobueno.Mirestablecimientofuemuyrápido.Alcabodepocosdíasyame levantabaypodíadaralgunospaseospor la

alcoba.Todaslasmañanas,Carlosseaproximabaamilechosonriente:yoesperaba

sullegadacomounafelicidad.Hubiese querido abrazarle, peroCarlos era tan vivo que jamás se estaba

quietoenunsitio.Correr, saltar y hacer ruido en toda la casa, parecía serle absolutamente

indispensable.Asífuequedesdeelprimerdíameconfesóquemialcobaleaburríamucho,

y que vendría a verme pocas veces; pero que en cuantome pusiese bueno yaseríaotracosa.Ycadamañanasuprimerapreguntaera:

—¿Yaestásbueno?¿Puedesjugar?Y viendo mi rostro pálido y mi tímida sonrisa, Carlos fruncía el ceño, y

sacudiendoobstinadamentelacabeza,medecía:—¿Esquenotedanbastantedecomer,verdad?—Sí,medanpoco.Ymeponíacolorado.Empezabayaentoncesasentirmevergonzosodelante

deCarlos.Deseabaardientementeserleagradable,medíacadaunadelaspalabrasque

pronunciabaensupresencia.Suvistacadadíameeramásconsoladora.Cuandosehallabaausentemecomplacíaimaginandolargasconversaciones

conél.YodeseabaardientementeponermebuenoloantesposiblecomoCarlosme

recomendaba.Cuando entraba en mi cuarto por las mañanas, su primera pregunta era

siemprelamisma:—¿Cuándoteponesbueno?¡Aúnestásmuypálido!Yotemblabacomounculpable.ElpasmodeCarloseramuchoalechardeverqueveintehorasnohabían

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bastado a mi restablecimiento, y acababa por mostrarse seriamente enojadoconmigo.

Todaslasmañanas,despuésdeenterarsedemisalud,Carlossesentabaenunasillafrenteamicama,ymemirabaconsusojosnegros.

Yadesdeelprincipio,cuandohicimosconocimiento,memirabaconextrañoeinocentepasmo.

Yonuncasabíaquédecirle.LasbruscaspreguntasdeCarlosmeintimidabansobremanera:Despuésde

unlargosilencio,Carlosmedecía:—¿Túporquénohablas?¡Nuncadicesnada!…Yo,felizporencontraralgunacosaquedecir,lepregunté:—¿Quéhacetuabuelita?—¡Nada!…Estábuena…Estuvollorandomuchoporti…Yosentíaunaextrañaimpresiónaloíraquello.Carloscontinuó:—¿Nosabes?¡Rigolhaqueridomorderme!—¿Esunperro?…—Sí.¿Nolohasvistotodavía?—¡No!¡Sí!¡Creoquesí!…Y como no sabía ya más que decirle, Carlos me miró de nuevo todo

pasmado.—¿Tedistraequehablecontigo?—Sí…¡Mucho!¿Porquénovienesmásamenudo?—Yavendré,peroesprecisoquetelevantespronto…¿Porquéestássiempre

tancallado?—Pornada.—¿Esquereflexionas?—Sí…Eseso…—Amímedicenquehablomuchoyquenoreflexiononada.¿Esquehago

malenhablar?—¡No!Amímegustamuchooírte.—¿Ytúenquépiensascuandonohablas?—Ennada…—¿Piensasencuandoestésbueno?—Sí.—¿Entoncesquerrásjugarconmigo?

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—Sí.—Tienesquecomermucho.Ahoraestásmuyflaco.Voyatraerteunacosa.YCarlossealejóvelozmente.Despuésdelacomidareapareciómuyalegreysonriente.—Miraloquetetraigo.Sonunospastelesmuyricos.Paratraértelosnohe

tomadopostre.Ahoraadiós.Yotravezsefuecorriendo.

***

Alfinelmédicomediopermisoparasalirdelaalcoba.EntoncesmiprimeraideafuenosepararmedeCarlos.Habíaalgoquemeatraíahaciaélinvenciblemente.Congranpasmoporsuparte,yonopodíadejardecontemplarle.Mi simpatíaporél era tancalurosa, ymeabsorbía tantoeste sentimiento,

queCarlosnopodíacomprenderlo,yleparecíamuyextraño.Meacuerdoqueunavez,estandojugando,nopudedominarmeyleabracé.Carlosmepreguntómuysorprendido:—¿Porquémeabrazas?Yonosupequéresponder.Mequedéconfusocomounculpable.Carlosalzóloshombrosensignodeperplejidadprofunda.Despuéscesódejugaryfueasentarseenunángulodeldiván,reflexionando

ycomoqueriendoresolverunanuevadudaquesurgíaensuespíritu.Erasucostumbrecuandoalgunacosalepreocupaba.Amímecostabamucho trabajohabituarmea lasbruscasmanifestaciones

delcarácterdeCarlos.¿Porquénopodíayosertododeseguidasuamigoíntimo?¡Ysinembargo,apesardemideseo,nopodía!…Algunosdíasmástarde,pudecomprobarqueCarlos,nosolonomequería,

sinoqueexperimentabapormíunaespeciederepulsión.TodoenCarloserasúbito,yaunpudieradecirsebrutal,silosmovimientos

desucarácterjusto,espontáneo,deunasinceridadingenua,nolediesenciertagracianoble.

Yo creo que siCarlosmedespreciaba era porque no sabía jugar con él aningúnjuego.

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ACarloslegustabadivertirseycorrer:erafuerteyágil,mientrasqueyoeratodo lo contrario. Débil todavía de resultas de mi enfermedad, calmoso ypensativo,eljugarnomedivertía.

TodomefaltabaparaserleagradableaCarlos.Además,laideadeserledesagradablemeeramuydoloroso,ycadaveziba

enaumentomitimidez.Nisiquieramequedabaánimoparaenmendarmifaltaymodificarlamala

impresiónquehabíaproducido.Mesentíaperdidoenteramente.Carlosnopodíacomprenderlo;perocomoyonoocultabamipena,hastael

punto de que las lágrimas arrasaban mis ojos, me miró pensativo dos o tresvecessindecirmenadaysepusoajugarsolo…

En muchos días no volvió a decirme que jugase con él ni a dirigirme lapalabra.

Estedesdénmeerainsoportable.Mevimássoloquenunca.Latristezavolvióaenseñorearsedemí.Lospensamientosnegrosensombrecieronnuevamentemialma.

***

AquíterminabaelcuadernodelasmemoriasdeVíctor.DonMáximoBarojacreyóqueentrelospapelesdelprocesadoquizápudierahallarselacontinuación,yjuzgándolodeinterésparalacausa,ordenóalinspectorBargielaquehicieseenellosunnuevoymásdetenidoregistro.

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D

CAPÍTULOXI

VACILACIONES

ESPUÉSdemuchasdeclaraciones,ydemuchashojasdepapelañadidasalacausa,donMáximoBarojaempezabaaperdertodaesperanzadehallar

alautordeldobleasesinatodeMadridModerno.Hastaentonces,habíaconfiadoenquelacriadaheridapudiesehablar;pero

losmédicosforensesmandadosporel juzgadoalhospitalparainformaracercadelestadodelavíctimaacababandeemitirunaopiniónmuygraverespectoalasfacultadesmentalesdelainfortunadacriadadelosseñoresdeNeira.

Enopinióndelosmédicos,lamujerheridaestabaloca.Elmiedoexperimentadoalverseenpresenciadelasesinohabíaalteradosu

razón.A pesar de todo, donMáximo Baroja hubiera intentado un careo entre la

criadayVíctorRey,aquienCarlotaNeiradenunciaracomosospechoso,perolosmédicossenegaronaautorizarlo.

Enaquellascircunstancias,elcareopodíadeterminarlamuertedelacriadaherida.

El juez, a pesar suyo, tuvo que conformarse por entonces con el dictamenfacultativo,yesperaraquelaenfermaestuviesefueradepeligro.

Duranteaquellosdíasdeforzadainactividad,donMáximoBarojaacabódeformarsuopiniónacercadelcrimenydesusautores.

En concepto del juez, el autor del espantoso asesinato no podía serVíctorRey.

Nada,niensuactitudniensuportele indicabancomoautorprobable.Unsegundo interrogatorio a que sometiera al acusado confirmara al juez en estaopinión. A las preguntas que le dirigiera, había respondido con seguridad ycalma,sinperturbación,sintimidez,sinsusto.

Aquelpobrediablomedio loconoparecíacapazdeplanear,depremeditar,deejecutaruncrimende tantacrueldadyaudacia.Paraaquellosenecesitabanasesinosveteranosydiestros,doctoradosenlacátedradelpresidio.

VíctorRey,enopinióndeljuez,eraabsurdocomohipótesiscriminal.Fiela

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laescuelacriminalistaitaliana,paradonMáximoBarojaelasesinoesuntipodedegeneración,ytieneuntipoantropológico,yeljuezbuscabaesetipo.

Noloencontraba,yeraforzosoencontrarlo.¿Dónde?Todoslosdíaslapolicíapracticabaregistrosydeteníasospechosos,peroel

sumario no por eso adelantaba un paso. Los detenidos, una vez interrogados,acababan por explicarse en forma tan satisfactoria para ellos, cuantodesesperanteparaeljuez.

Sehabíantransmitidoórdenesalasautoridadesdeprovincias,perocomonoera posible transmitirles también indicaciones sobre la identidad del criminal,todoslosesfuerzosresultabaninfructuosos.

Laopinióncomenzabaapreocuparseconelasunto.Los periódicos se extrañaban en largos artículos que la policía no hubiese

aún conseguido la captura de los criminales, porque entre la prensa habíaarraigado la especie de que se trataba de una cuadrilla de criminalesadmirablementeorganizada.

Yasíestabanlascosas,cuandoeljuzgadotuvounaconfidenciaanónima,enlacualseacusabaalaporteradelacasadelcrimen.

DonMáximoBarojadecidió interrogarladenuevo,y ampliar los informesque teníaacercadeella;auncuandoel juezsabíaporexperiencia lopocoquepuedefiarsedelasdelacionesanónimas,inspiradasfrecuentementeenelrencordeunenemigocobarde.

Con esta delación, coincidió la declaración de un cochero de punto que,puestoalcorrientedelcrimenporlosperiódicos,habíaidoespontáneamentealjuzgado, dondemanifestó que elmismodía del crimen, a las seis de la tarde,había conducido a un hombre de extraño aspecto desde la estatua del generalEspartero hasta la entrada de la calle de Castelar, donde el hombre se apeó,diciéndolealpagarlelacarrera:

—Ledespido austedporque los coches cuestanmuycaros cuando se saledelradio,yesoquetodavíatengoqueandarbastante.

Elcocheronohubieradadoninguna importanciaa semejantes frases,ni sehubieravueltoaacordardeellas,sialpocotiemponoselepresentaseocasióndecomprobarqueeranfalsas.

Enefecto,comosedetuvoaecharunvasoenlatabernamáspróxima,enelactodesubiralpescantevioqueelindividuoaquienhabíaconducido,entrabaapresuradamenteenunacasadelamismacalledeCastelar.

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¡Aquellacasafuemástardelacasadelcrimen!Las señas dadas por el cochero no convenían en ningún punto con las de

VíctorRey.Dosconsecuenciaspodíanderivarsedeesto.QueVíctorReynoeraculpable.QueVíctorReyhabíatenidouncómplice.De laprimeraopinióneradonMáximoBatoja;de la segunda, el inspector

Bargiela.Esta diversidad de opiniones, lejos de embrollar los asuntos, suele ser de

granutilidadparaeldescubrimientodelosasesinos,porqueimpidequesesigaunasolapista.

Eran apenas las diezde lamañana, y yadonMáximoBaroja estaba en sudespachoojeandolosúltimospliegosdelsumarioycomentandoconelinspectorlasdeclaracionesmásimportantes:

—Estamos aún muy distantes de tener al asesino, amigo Bargiela. Nosabemossunombreniquiénes,peroyaconocemossufisonomía.¿Haenviadousted telegramas reservados a los puertos de embarque, y las provinciasfronterizas?

—Sí, señor. Pormás que nome fíomucho de la eficacia de esasmedidastratándosedeunretratotanincompleto.Además,apostaríaaqueesehombrenosehamovidodeMadrid.Nosecombinatanprontounnegocioparaemprenderinmediatamente la fuga. No se expone nadie a ser detenido en los caminos,donde es necesario caminar siempre con la cara descubierta, cuando se puedeocultarcómodamenteenlosmuchosrinconesquepordesgraciatieneMadrid.

—Soytambiéndeesaopinión,amigoBargiela;perohayejemplosdehaberurdido un asesino con gran habilidad un crimen, y perder la cabeza en elmomentoenquemás falta lehacía la tranquilidad.Peroobservoque solonosfijamosenunindividuo,siendoasíquecadavezmeafirmomásenlacreenciadequeexisteotrocómplice.

—Tambiénheadquiridonoticiasdeél.UnvecinodeMadridModernoqueregresabaasucasahacialasseisdelatardeseencontróalaporteradelacasadel crimen, al principio de la calle de Castelar. Vio que iba seguida de unindividuoquemástardelahabló,desapareciendoambosenelportaldelacasa.

—¿Yquédeduceusteddeeso?—Que aquel es el cómplice, y que debió ser el encargado de recibir de

manosdelaporteralallavedelpisoquehabitabalaseñoradeNeira.Porqueel

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señor juez recordará que la portera, en su primera declaración, ha dicho queposeíadoblesllavesdetodoslospisos.

—Cabalmente:¿peronopodríaserqueesehombreseapoderasedelallave,bienporengaños,obienrobándoselaalaporteradellugarenquelaguardaba?Heahíloquetenemosqueaveriguar,amigoBargiela.

Elinspectorreflexionóunmomento:—Miopinión,señorjuez,esquelaporteraesculpable,cuandomenoscomo

encubridora.DonMáximoBatojaasintióconlacabeza:—Esa es también mi opinión; pero ahora necesitamos hechos que lo

confirmen.—Lostendremos,señorjuez.Yomeencargodeello.Eljuezsonrió:—Yyoconfíoenusted,amigoBargiela.Después,cambiandodetono,añadió:—¿Tieneustedlasseñasexactasdelindividuoqueacompañabaalaportera?—Exactas,no,peroesunhombredeunossesentaaños,altoyfuerteapesar

de su edad, con el pelo blanco y los ojos negros ymuy vivos. Lleva toda labarba, y su traje se componía de blusa blanca de albañil, pantalón de pana yboinaazul.

DonMáximoBaroja,quehabíaescuchadoatentamente,interrogó:—Laporteraestásujetaaunaescrupulosavigilancia,¿noesverdad?—Sí,señor.Hepuestodevigilanteaunagentevestidodepaisano.—¿Eshombrehábil?—Mucho.—¿Disponeusteddealgúnotroagentebastanteinteligente?—Sí,señor.—Pues he aquí de qué se trata. Paca la Gallarda, mujer de malos

antecedentespenales,gastaytriunfa,sinquesesepadedóndelevieneeldinero.EsamujeresactualmentelaamantedeVíctorRey.¿Nopodíaserlainstigadoradelcrimen?

Elinspectordabatormentoasubigote.—Podríaserlo…Cosasigualeshemosvisto.—Veoqueparticipausteddemissospechas.—Yasabeelseñorjuezquedesdeelprimerdíaquehablamosdeeso…Pero

apesardetodosmisesfuerzos,precisoesconfesarquenosfaltanindicios.

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Eljuezinterrumpió:—¡No tan en absoluto! ¡No tan en absoluto! Y si no, establezcamos la

verdadera situación de las cosas. Un hombre se introduce en la casa de losseñores de Neira para robar y matar, según hemos podido deducir de lainspecciónocularqueel juzgadohizoenel lugardel suceso.Ahorabien,¿esehombreeselmismoquesehizoconducirencochehastalaentradadelacalledeCastelar?Yocreoquesí,ydeesehombreesdequiendebemosocuparnossindescanso. ¿Es Víctor Rey el hombre del coche? ¿Es un cómplice suyo? Elmisterioestáahí,amigoBargiela,yparadescubrirlecuentoconusted.

Elinspectorasintióconunmovimientodecabeza.DonMáximoBarojaañadiósonriendo:—Cuentoconusted,ycon lacasualidad también,queesprecisoreconocer

nossirvemuyamenudo.ElinspectorBargielarepusogravemente:—Asíloreconozco,señorjuez.DonMáximoBarojacontinuó:—Estos son los únicos indiciosmateriales que poseemos; pero nos restan

algunosdeunordenmoral,loscualesnodejandetenerimportancia.Todohacecreer que la portera ha entregado su llave para que los criminales pudiesenpenetrarenlacasa.¿Lahadado,oselahanquitado?Loignoro;perocomoaldíasiguienteobrabalallaveensupoder,eslógicoopinarqueestáenrelacionesconelasesino,yqueenunmomentoconvenidosevieronparahacerleentregadeella.

ElinspectorBargiela,queoíaatentamente,dijoentonces:—Todoesosesabrá,señorjuez.—Asíloespero.PasemosahoraaesaPacalaGallarda.Susantecedentes,y

más que nada nuestra imaginación, nos la designan como la instigadora delcrimen.Nolaperdamospuesdevista.Sihayuncómplice,comosuponemos,esehombre, después de la prisión de Víctor, procurará avistarse con la Paca; siconseguimossorprenderlecercadeella,todoshabráncaídoenlared.Tratemostodosconlamayoractividadycelodebuscaraloscriminales,ypongámonosdeacuerdocuantasveceshagafalta,asícomonoscomunicaremosrecíprocamentecuantasnoticiasrecibamosacercadetantristeasunto.

Enelmomentoquesedisponíaaretirarse,elinspectorBargielasevolvióydijoaljuez:

—¿Demodoquealaporteradelacasadelcrimen,lomismoqueaPacala

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Gallarda,debemosponerleguardiasdevista?—Sí, amigo Bargiela; y cuide usted de elegir para esa misión a los dos

agentesmásinteligentesdequedisponga.

***

Muchos días, y aun semanas, habían transcurrido desde que ocurriera elcrimendeMadridModerno,yelsumariopermanecíaestacionado.

Losperiódicoshacíanconestemotivounaterriblecampañacontralapolicía.Algunos de ellos acusaban a la llamada justicia histórica, de inactividad y

torpeza;yotrosdabanmisteriosasnoticiasparaburlarsedelasautoridades.DonMáximoBaroja,apesardetener laconcienciadehabercumplidocon

sudeber,yciertafilosofíaanejaasucargo,comenzabaainquietarseyasufrir,puesnoadquiríanuevosdetalles.

Elprocesosehacíacadavezmáslento.En el sumario lo único que existía de alguna importancia eran las

declaracionestomadasalostestigosqueyaconocemos.Las sospechas que el juez había tenido un día acerca de Paca la Gallarda

habíandesaparecido,ocuandomenosnosehabíanconfirmado.Losinformesdelagenteencargadodevigilarlaleeranentodofavorables.Paca la Gallarda no había dejado entrever en todo aquel tiempo nada

sospechosoenloquealcrimenserefería.Ningúnacto,ningunapalabraquefuesedignaporsuimportanciadefigurar

enelsumario,queparecíadormidomuyapesardedonMáximoBaroja.Perosielsumariodormía,lapolicíadistabamuchodepermanecerinactiva.El inspector Bargiela ordenaba visitas a todos los sitios sospechosos de

Madrid.En cuanto se tenía noticia de algún individuo que en tales lugares de

corrupción se entregaba a gastos exagerados, se le sometía a una estrechavigilancia.

Enprovincias,enlosgrandescentrosdepoblación,todoslosinspectoresdepolicíateníanencargodedesplegarigualceloeigualactividad.

Pero donde se desplegaba una vigilancia grande, incesante, inteligente yocultaenloposibleeraenelbarriodeMadridModerno.

Tres agentes, con disfraces diversos, recorrían constantemente el trayecto

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entreLasVentasylacalledeCastelar.Procuraban crearse relaciones en todas las tabernas, y hablaban para hacer

hablar.Deestemodosupieronquelaporteradelacasadelcrimen,delacualenun

principio habíanse recogido excelentes referencias, tenía en su vida y en susrelacionesalgoobscuroymisterioso.

Según se decía, venía sosteniendo relaciones hacía mucho tiempo con unhombredeunoscincuentaañosyalpareceralbañil,elcualsolodetardeentardeaparecíaporMadridModerno.

Estasvisitaseranmuylargas,ysesabíaqueelhombredesconocidotuteabaalaportera,tratándolacongranintimidad.

Nadieconocíaaeste individuo,ynadiesabía tampocodedóndeveníaniadóndevenía.

Poco a poco, también personas que al principio habían guardado silencioabsoluto,sindudaparaquesusnombresnofigurasenenelsumariodelacausa,semostrabanahoramásconfiadas.

Unmuchacho dependiente de una taberna de la calle deCastelar se habíaatrevido a referir que la misma tarde del crimen, y casi a la misma hora, laporteradelacasayelindividuodesconocidohabíanestadojuntosenlataberna,dondemerendaron.

Auncuandohablabanenvozbaja,elmuchachohabíaoídoalgunaspalabrasdesuconversación,lascualesdesdeluegoleextrañaron.

Laspalabraseranestas,pronunciadasporelhombre,amododeadvertencia:—Nosetevayalalengua,yluegodigasqueestuveaquícontigo.Noquiero

disgustos.Yatehedicholoquehay…Elmuchachonohabíaoídomás,perocomoelcrimenseverificóalospocos

minutos, aquellas palabras no se olvidaron; antes bien, las había recordadomuchasvecescomounasospecha.

Unvecinodelacalledeclarabatambiénque,habiendosidodelosprimerosen acudir al lugar del crimen, había notado que en la alfombra de la escalerahabíacaídaunallave.

Elsustoyazoramientonaturalesenlosprimerosinstanteshabíanimpedidoquelarecogiese.

Cuandomástardequisohacerlo,lallavehabíadesaparecido.Estarevelaciónpodíatenergranimportancia.Aljuezlesirvióparahacerdosdeducciones,queparecíanllenasdelógica.

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Primera:quelosasesinosentraronenlacasavaliéndosedeunallave,yqueestallaveeraladelaportera.

Segunda:quelasdosvíctimashabíansidosorprendidas.

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U

CAPÍTULOXII

CONTINUACIÓNDELMANUSCRITODEVÍCTOR

NAmañana,alentrarensudespachodonMáximoBarojasehallósobrelamesaunabultadosobre.

Deunaojeadareconociólaletra,queeradelinspectorBargiela.Rasgóelsobreysacódeélunabultadocuaderno.Loexaminóconcuriosidad.Suexamen,sinembargo,nofuelargo.Alcabodeunminuto,donMáximoBarojalevantólacabeza,yunasonrisa

desatisfacciónentreabriósuslabios.Aquellospapelesletraíanunagranalegría.Las alegrías del oficio, que en hombres de la edad y condición de don

MáximoBarojasonlasmásgrandesylasmásintensas.AquelcuadernoconteníalacontinuacióndelmanuscritodeVíctor.Como el juez había supuesto, entre los papeles del acusado estaba la

continuacióndeloquepodríamosllamarsusmemorias.El inspector Bargiela, después de un nuevo y más detenido registro

practicado en el domicilio de Víctor Rey, había encontrado aquel segundocuaderno,continuacióndelprimeroyaexaminadoporeljuez.

ElsegundomanuscritodeVíctorempezabaasí:

Con Carlos había venido de Madrid una institutriz francesa, la señoritaCornuty.

Puesbien,laseñoritaCornuty,apesardelgraciosobizcamientodesusojos,echómuyprontodeverelcambiodenuestrasrelaciones,ycomoeraunapobremujer,llenadebondad,miaislamientolaconmovió.

La señorita Cornuty se dirigió a Carlos y le reprendió por no ser másamableconmigo.

Carlos al oírla se alzó de hombros y declaró que no sabía qué hacer conrespecto a mí, porque yo no sabía jugar a ningún juego, y además estabasiemprepensandoenotracosa.

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Carlos declaró francamente que prefería esperar a su hermano Rafaelito,que de un día a otro debía llegar del Escorial, en cuyo colegio estaba comoalumnointerno.VeríaentoncessiyoqueríajugarconélyconRafaelito.

LaseñoritaCornuty,quemehabíatomadobajosuprotección,nosedioporsatisfecha con las explicaciones deCarlos, y le hizo observar que yo todavíaestabaconvalecienteyquenopodíaservivoyalegrecomoél,queademás loerademasiado.

Y la señoritaCornuty le recordóenun largodiscursoquehabía cometidoconmigo tal y tal falta—y las enumeraba con ayuda de sus dedos, largos yhuesudos.

En fin, la señorita Cornuty le amonestó sin piedad, y acabó por enviarlehaciamí,conordendereconciliamossintardanza.

Carloshabíaescuchadoalainstitutrizatentamente,comosireconocieselajusticiadesudiscurso.

Dejósobreunasillalapelotaqueteníaenlasmanos.Serioyformalseacercóamíymepreguntó:—¿Túquieresjugarconmigo?Yorespondíaconunatímidasonrisa:Nopuedojugartodavía.Estoymuydébil.—¿Quéquieres,entonces?—Yoquieroestarsentado;peronoestésincomodadoconmigo.Carlos, agradablemente sorprendido de no encontrarse culpable, me

respondiódulcemente.—Yonoestoyincomodadocontigo.Adiós,mevoyajugar.Yomurmurébajandotristementelacabeza:—¡Adiós!Habiendo cumplido así la orden de la señorita Cornuty, Carlos se alejó

corriendo.Sus gritos y sus risas no tardaron en llenar los grandes y silenciosos

corredoresdelpalacio.Alfin,fatigadoyanhelante,vinoaarrojarsesobreundivándelahabitación

dondeyoestaba.Todalaveladamemiróconunaespeciededuda.Yocomprendíaqueélqueríadecirmealgunacosaparadescifrarelenigma;

peroporentoncestodavíasecontuvo.OrdinariamentelasleccionesdeCarloscomenzabanporlamañana.

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LaseñoritaCornutyleenseñabafrancés.Esteestudioconsistíaenunpocodegramática,seguidodeunalecturaenlasfábulasdeLaFontaine.

A la verdad, no eragrancosa, peroCarlos era tan inquietoque esopococostabatrabajoconseguirlo.

La señorita Cornuty necesitaba apelar a toda su elocuencia y a toda suseveridadparahacerleestudiardoshorasaldía.

AvecesnobastabanlosdiscursosdelaseñoritaCornuty,yeranprecisoslosdelaCondesa.

Carlos, sin embargo, como era muy inteligente y comprendía en seguida,reteníatodoloqueleenseñaban.

Peroenesto,comoentodo,Carlosteníatambiénsuspequeñasrarezas.Cuandonocomprendíaalgunacosa,reflexionabaseriamente,noqueriendo

pedirunaexplicaciónqueledabavergüenza.Solamenteenloscasosextremossedecidíaasometersusdudasalaseñorita

Cornuty.Carloseraasíparatodaslascosas.Aun cuando a primera vista su carácter vivo e inquieto hiciese sospechar

otracosa,habíamuchascosasquelehacíanreflexionarlargamente.Quizáenestasreflexioneshabíaunpocodecuriosidadmalsana.Pasadasalgunassemanas,comoyomehallabayamuyrepuesto,laseñorita

Cornutydecidióempezaraocuparsedemieducación.Unatardemellamóasuhabitaciónymehizosufrirunexamenparasaber

enquépuntodemisestudiosestaba.LaseñoritaCornuty,congransorpresasuya,vioqueyosabíaleerbastante

bien.Deescribir,auncuandomeseavergonzosoconfesorio,nosabíahacermásquepalotes.

Laseñorita,queeraunagranpatriota,juzgódespuésdemiexamenqueeraparamídeunaurgentísimanecesidadelaprenderfrancés.

Asísehizo.UnamañanayomesentéalladodeCarlosenlamesadelaslecciones.Aquel día, como si lo hiciese a propósito, Carlos se mostró estúpido y

distraído.LaseñoritaCornutylemiraballenadeasombro.Noloreconocía.Yo,encambio,enunasolalecciónmehabíaaprendidoelalfabetofrancés.Meaplicabacontodasmisfuerzasparaserleagradablealainstitutriz.Haciaelfinaldelalección,laseñoritaCornutyseincomodóseriamentecon

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Carlos.Señalándomeamí,conunademánsolemneledijo:—Mireustedaesteniñoenfermoquedasuprimeralección,yyaestádiez

vecesmásadelantadoqueusted.¿Noledaaustedvergüenza?Carlosmiróestupefactoalainstitutriz:—¿Másadelantadoqueyo?¡Sitodavíanosabemásqueelalfabeto!—¿Perocuántotiempohatardadoustedenaprenderelalfabeto?—Treslecciones.—Pues bien, ya ha visto usted que Víctor la ha aprendido en una sola

lección.Entonces,élaprendetriplequeusted,yenpocotiempoosadelantará.¿Noesesto?

Carlos bajó la cabeza y se puso colorado, comprendiendo que laobservacióndelaseñoritaCornutyerajusta.

LosojosdeCarlossellenarondelágrimas,queprocuróocultamos.Carlosteníaunorgulloyunamorpropioextremados.

Cuandoterminamoslalección,ysefuelaseñoritaCornuty,yoquisehablara Carlos, deseando demostrarle que no era responsable del enojo y de lareprensióndelainstitutriz.

PeroCarloshizocomosinomeoyeseynomerespondiónada.Unahoramás tarde, Carlos entró en la habitación donde con el libro abierto antemisojos,yopensabaenélyen laseñoritaCornuty.Yosentípenay timidezalverqueCarlosnoqueríahablarme.Comodecostumbre,élseechósobreeldiván.

Permanecióasícomounamediahora.Nopudiendocontenersemás,mepreguntó:—¿Túsabesdibujar?—No,yonosé.Unapausa.—¿Sabestocarelpiano?—No.Tampoco.—Puesyosé.Esmuydifícilaprender.Yonorespondí.—LaseñoritaCornutypretendequetúsabesmásqueyo.—Esporqueestabaenojadacontigo.—¿Ylaabuelasabessiestáenojadaconmigo?—Nosé.Unanuevapausa.

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Carlosfrunciósurubioentrecejodeniño,ysepusoencendido.—Túteburlasdemí.—¡Oh!No…LavozdelaseñoritaCornutyvinoainterrumpirnuestrocoloquio.—¡Noseavergüenzausteddehablardeesamanera!La institutriz, que nos vigilaba hacía cinco minutos, escuchara nuestra

conversación.—Usted, caballerito, está celoso de este niño, y se vanagloria usted en su

presenciadesaberdibujarytocarelpiano.¡Quévergüenza!YocontaréesoalaCondesa.

Carlosbajabalacabezasinresponder.—Esunmalsentimiento.SuspreguntashanofendidoaVíctor,cuyospadres,

pobresaldeanos,nohantenidomediosparaeducarlo.Loquehaaprendido,loha aprendido casi solo, porque es aplicado y formal. Usted debía quererle yjugarconélenvezdehacerleesaspreguntasllenasdevanidad.¡Esvergonzoso!¡Esvergonzoso!Ustedsabequeéleshuérfano.Quenotieneanadie.Enfin,lesdejoaustedessolos.Usted,caballerito,pienseenloquelehedichoytratedecorregirse.

***

Carlosreflexionódurantedosdías.Durantedosdíassuspendiórisasygritos.Yohastacreoqueenflaquecióunpocoyqueloscoloresdesusmejillasno

erantanvivoscomoantes.Enfin,altercerdíanosencontramosenuncorredor.CarlossalíadelashabitacionesdelaCondesa.Alvermesedetuvoesperándome.Yoseguíandandohaciaél,tímidamente.Carlosmepreguntó:—¿Oyetú,porquémeriñenporcausatuya?Yotratédedisculparme.—Noesporcausamía,Carlos.—LaseñoritaCornutydicequeyoteheofendido.—No,Carlos,no.Túnomehasofendido.

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Carlosalzóloshombrosenseñaldeperplejidad.Despuésdeunmomentomurmuró:—¿Entoncestú,porquélloras?Yorespondíatravésdemislágrimas,ahogándome.—Sitúnoquieresquellore,nolloraré.Carlosvolvióaalzarsedehombros.Luegointerrogó:—¿Entucasatambiénllorabas?Yonorespondí.Despuésdeunapausa,Carlosmeinterrogódenuevo:—¿Porquévivesennuestracasa?Yo le miré estupefacto, como si alguna cosa acabase de herirme en el

corazón.Reuniendotodasmisfuerzas,murmuré:—Porquesoyhuérfano.—¿Esquetúnotienespadres?—Sí.—¿Sehanmuerto?—Sí.—¿Eranpobres?—Sí.—¿Muypobres?—Sí.—¿Tequeríanmucho?—Sí.—¿Teníasmuchosregalos?—No.—¿Yjuguetes?—No.—Lacasadetuspadres¿eramuygrande?—No.—¿Teníasmuchoscriados?—Noteníamoscriados.—Entonces,¿quiénosservía?—Nosservíamosnosotros.LaspreguntasdeCarlosmehacíansufrirhorriblemente.

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Los recuerdos que despertaban enmí, y el pasmo deCarlos, todo esomelastimabaelcorazón.

Yotemblaba,ylossollozos,trabajosamentereprimidos,casimeahogaban.Carlosinsistió:—¿Tú,entonces,estaráscontentodehabervenidoaviviraquí?Yoguardésilencio.—¿Eranbonitoslostrajesquellevabasentucasa?—No.—¿Eranfeos?—Sí.—Vitutraje.Melohanenseñado.Yoexperimentéunasensaciónnuevadeindignaciónydevergüenza,ygrité

rojodecólera:—¿Por qué me preguntas eso? ¿Por qué me preguntas eso? ¿Por qué te

burlasdemí?Carlosenrojeciótambién.—Nomeburlodeti…Queríasolamentesabersituspadreseranpobres.Misojossearrasarondelágrimas.—¿Yporquémepreguntaseso?¿Quétehicieronmispadres?Carlospermanecióconfuso,nosabiendoquéresponder.EnestemomentoapareciólaCondesa.—¿Quétienestú,Víctor?¿Porquélloras?YmirandoseveramenteaCarlos,insistió:—¿Dequéhablabaisvosotros?YonorespondíTomélamanodelaCondesayselacubrídelágrimas,yde

besos.LaCondesaacariciómismejillas; y sin apartar lamiradadeCarlos, que

parecíallenodeconfusión,volvióainterrogar:—¿Carlos,dimetúquéhapasado?Carloseraincapazdementir.—Ledijequehevistoeltrajequetraíaencasadesuspadres.—¿Quiéntelohamostrado?¿Quién?Carlosrespondiócongranfirmeza:—Soyyoquelohevisto.—¡Estábien!Túnodenunciarásanadie.Teconozco,hijomío.LaCondesasedirigióamí:

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—¿Nohubomás,Víctor?Carlosnomediotiempoacontestar,porqueinterrumpióvivamente.—Después él se ha puesto a llorar, diciendo que yo me burlaba de sus

padres.—¡Entoncesesquetúteburlabas!…LaCondesaestabapálida;ysuvozeratansevera,queyotemblé.Bienque

Carlosnosehubieseburlado;suintencióneraesa,yyolahabíacomprendido.CarlosnorespondiónadaalasúltimaspalabrasdelaCondesa,loquequeríadecirquereconocíasufalta.

La Condesa se pasó la mano por el rostro, y pronunció de una maneraapagada:

—Carlos,hijomío,pídeleperdónaVíctor.Carlos,pálidocomolacera,nosemovió.LaCondesainsistió:—Anda…Carlos,envozbaja,peromuydecididacontestó.—¡Noquieropedirleperdón!—¡Carlos!…—¡Yonolepidoperdón!¡No!¡No!…LaCondesaleasiódelamanocongranseveridad.—Venconmigo.Víctor,vetealladodelaseñoritaCornuty.YlaCondesaentróconCarlosensuhabitación.Yohubieraqueridoarrojarmeasuspies,pedirleperdónparaCarlos,perola

Condesarepitiósuordentanseveramente,queyomealejéheladodeterror.

***

Sentadoantelamesadeestudio,conlacabezaentrelasmanos,contabalosminutosesperandoaCarlos.

Carlosllegóalfin.Sinpronunciarunapalabrapasócercademí,ysesentóenunrincón.Susojosestabanrojos,susmejillashúmedasporlaslágrimas.Yolemiréahurtadillas.Yomeacusabacon todasmis fuerzas, tratabadepersuadirmeamímismo

queyoeraelresponsabledetodo.

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Mil veces quise acercarme a Carlos, y mil veces me detuve no sabiendocómoseríarecibido.

Asísepasótodoeldía.Alotro,Carlosmepareciómásalegre.Porlatardesepusoa jugar,haciendocorrerunaropor los largoscorredoresdelpalacio,obscurosysilenciosos.

Depronto,ysincausajustificada,cesóensusjuegosyvinoaecharsesobreeldiván.

Por la noche, antes de acostarse, se volvió violentamente hacia mí; suslabiosseentreabrieronparahablarme,perosecontuvoyseacostóensilencio.

Pasóotrodía,ylaseñoritaCornuty,quenosvigilaba,secreyóenelcasodeinterveniryamonestardulcementeaCarlos.

Carlosrespondióevasivamente,peroencuantosealejólainstitutriz,sepusorojocomolagrana,yempezóallorar.

Paraqueyonoloviese,sefuedelahabitación.En fin, tres días después de nuestra querella, él vino haciamí, y me dijo

tímidamente:—Laabuelamemandaquetepidaperdón.¿Quieresperdonarme?Yoletomévivamentelasmanos,ysofocadodeemociónledije:—¡Sí!¡Sí!—Ademásmemandaquenosabracemos.¿Túquieres?Sinresponder,yoleabracéylebesé.Levantando los ojos hacia Carlos, yo observé en él movimientos

extraordinarios. Su labios estaban agitados de un ligero temblor, sus ojos sehumedecían,perodominóenseguidasuemoción,ylasonrisailuminósurostro.

—Voy decirle a la abuela que nos hemos abrazado, y que te he pedidoperdón.

Hablabacomosipensasealto.Sedetuvo,ymirándomesonriendoyconfusoalavez,añadió:

—Hacetresdíasquenoveoalaabuela.Mehaprohibidolaentradaensushabitacionesmientrasnolaobedecía.

Diciendo esto se alejó trémulo, pensativo, no sabiendo qué acogida ledispensaríalaCondesa.

Pero poco después se oían en los corredores del palacio los gritos y lascarreraslocasdeCarlosjugandoconelperro.

Yocomprendíquehabíahecholaspacesconsuabuela.Micorazónpalpitódealegría.

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Sinembargo,contraloqueyoesperaba,Carlosnoseacercóamí.Huíalasocasionesdehablarme.

Encambio,teníaelhonordeexcitarsucuriosidad,almásaltopunto.Carlos se sentaba delante de mí, y me observaba con sus grandes ojos

negros.Estasinspeccionesdemipersonaeranmuyextrañas.YocreoqueCarlos,niñomimadoyconsentido,nocomprendíabienporqué

yomeatravesabaensucamino,cuandoélnomequería.Peroerauncorazónbuenoydulce,quevolvíasiemprealcaminorecto,por

elsoloimpulsodesunaturalezagenerosa.Lapersonaqueteníamásinfluenciasobreélerasuabuela,queleadoraba.Yonopodíaexplicarmeloquepasabaenmí.Todounmundodesensacionesindefiniblesmeagitabainteriormente.En fin, después demuchas dudas ymuchas reflexiones, yo comprendí que

queríaaCarloscomoaunhermanomuyquerido.¿Quéeraloquemeatraíahaciaél?¿Quéeraloquehabíahechonacerenmíaquelsentimiento?Loignoro.

***

Nuestrasleccionescontinuaroncomoanteriormente.Carlosprocurabanorepararenmí.Los cumplidos que la señorita Cornuty me hacía algunas veces sobre mi

dulzuraymiinteligencia,yanoparecíaquehiriesensuamorpropio.Élbuscabalascompensaciones,esosí.Cuando la señorita Cornuty me dirigía algún elogio, Carlos le tiraba

caramelosal perro, unanimalote calmosoy flemático, loqueno impedíaquefuesemalocomountigresiunosepermitíamolestarle.

Moruchonoagradecíalascariciasdenadie,ytodoelmundoparecíaserleindiferente.

En el palacio, amos y criados le trataban con un especie de temorrespetuoso.

Aestocontribuía,aunmásqueelcarácterdeMorucho,suleyendadehéroe.Undía,lamadredeCarlos,sepaseabaconesteyconsuhijomáspequeño,

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Rafael,aorillasdelestanquedelRetiro.EstopasabaalláenMadrid.Rafaelresbalójugando,ycayóenelagua.Lamadre,locadedolor,quisoseguirasuhijo.Ladetuvierondifícilmente.Rafael,arrastradoporlasaguas,flotabatodavíamercedasusvestidos,pero

parecíaquedeunmomentoaotroibaahundirseparasiempre…Deprontounporrazoseprecipitóalagua,asióelcuerpodelniñopor las

ropasyletrajotriunfantehastalaorilla.La pobre madre, loca de alegría, cubrió de besos el cuerpo del animal,

todavíacubiertodeaguaydecieno.Morucho, que ya entonces no soportaba ninguna caricia, pagó aquellas

expansionesclavandosusdientesenlaespaldadeladama,quedurantetodasuvidaguardóseñalesdeaquellaherida,loquenoimpedíaquetuvieseaMoruchoungrancariño.

Elperrofuedesdeentoncesunaespeciedetiranoenlacasa.Selecuidabaymanteníaacuerpoderey,yhastaseleproveyódeunapiel

deosoparatenderseyreposar.Moruchohabíavenidoaser,sinduda,elperromásfelizdelacreación.Perosucarácter,naturalmentetaciturno,nocambióensunuevaposición.Permanecíaindiferentealosmismos,yhastaparecíadespreciarsucollarde

plata.Eraunperrofilósofo.Carlos le buscaba algunas veces para distraerse, cuando no hallaba cosa

mejoramano.Sinembargo,laindiferenciadeMorucholeexasperaba;leerainsoportable

que existiese en la casa un ser que no reconociese su autoridad, que no seindignasedelantedeél.

Morucho, tendido sobre su piel de oso, permanecía inflexible en suarrogancia.

Undía,estandoCarlosyyoenlasaladeestudio,entróMoruchoarrogantey desdeñoso como un sultán y se tendió enmedio de la estancia para digerirperezosamentesucopiosacomida.

Este fue el momento terrible que se le antojó elegir a Carlos parasupeditarleasuobediencia.

Carlosdejódejugar,yprodigandoaMorucholosnombresmásdulces,tratódeacercársele.

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Moruchodesdelejosmostrabalosdientes.Carlossedetuvo.Suproyectoeraacercarsealperroyacariciarleunpoco,loqueMoruchono

permitíamásquealaCondesa.Esta tentativa ofrecía un peligro serio, porque Morucho no se dejaba

imponer fácilmente; podía muy bien morderle la mano, y hasta destrozárselaentresusdientes,siloencontrabaoportuno.

Moruchoerafuertecomountigre.Yo, llenodeinquietudydeterror,seguíadelejostodoslosmovimientosde

Carlos.Inútilmentelesuplicabaquedejasealperrotranquilo;peronimisruegosni

los fuertesyblancoscolmillosqueelanimal leenseñaba ledisuadierondesulocaidea.

Comprendiendoquedefrentenopodíaasaltaralenemigo,decidióhacerlodeflanco.

Moruchonosemovió.Carlosseacercabaenlapuntadelospies.CuandollegóaladistanciaqueMoruchojuzgabarespetuosaysagrada,este

lemostródenuevolosdientes.Carlos,unpocoasustado,vinoasentarsesobreeldivánparareflexionar.Cincominutosdespuéshabíainventadounaseducciónnueva.Salióyvolvióconunaprovisióndecaramelosybizcochos.Cambiabadetáctica.Morucho permaneció indiferente. La fiera probablemente estaba harta: ni

siquiera se dignó volver la cabeza hacia el bizcocho que Carlos le habíaarrojado.

CuandoCarlosllegódenuevoallímitequeMoruchojuzgabainfranqueable,elperromanifestóunaoposiciónmásvivaquelaprimeravez.

Levantó la cabeza, enderezó las orejas, descubrió los colmillos, gruñósordamenteehizounmovimientocomosifuesealanzarse.

Carlos palideció, arrojó el bizcocho que llevaba en susmanos, y volvió asentarse.

Estabamuyagitado.Suspequeñospiesgolpeabanelsueloconrabia.Desgraciadamentememiró,ylasangretodavíaselesubiómásalacabeza.Dejó el diván, y con un paso firme se dirigió rectamente hacia el terrible

perro.

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LaestupefacciónprodujosindudaunefectoextraordinariosobreMorucho.ElperrodejóaCarlosaproximarse.Solamentecuandoestequisoponerla

manoensucabeza,Moruchogruñósordamente.Carlos se detuvo un instante, nada más que un instante; después, con

decisión,acaricióalafiera.Yocerrélosojos,llenodeasombroymiedo.AlabrirlosviaCarlosqueme

contemplabadeunamaneraextraña.Moruchoselevantó.Yocreíqueibaadevorarle.Carlostodavíaosópasarlelamanoporellomodosotresveces.Morucho

gruñóamenazador.Enseñólosdientes.Despuéssealejótranquilamente,desdeñosamente.Carlosquedódueñodelcampo.Aladvertirmipalidezsonrió.Sin embargo, bien pronto una palidez mortal cubrió sus mejillas.

Trabajosamentepudollegarhastaelcanapéyecharseenél.

***

Llegandoaestepunto,donMáximoBarojavioseobligadoainterrumpirporaqueldía la lecturadelmanuscritodeVíctor.El inspectorBargielaacababadeentrareneldespachodeljuez,ylasnoticiasquetraíaerandesumaimportancia.

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E

CAPÍTULOXIII

ENELHOSPITAL

N veinticuatro horas, la criada de los señores de Neira había mejoradonotablemente.

Sinosobreveníaalgunacomplicación,estabasalvada.DonMáximoBaroja,antes de llevar adelante el sumario y darlo por concluso, había de antemanoresueltoesperaraquelaenfermaseencontraseenperfectoestadodesoportarunlargointerrogatorio.

Así fue que, apenas del hospital le participaron la noticia referente a lamejoríadelacriada,allásefueacompañadodeunescribanoytodoalborozadodeesperanzasnuevas.

Laenfermahallábaseaúnenaquelangosto lechodehierrodonde lavimosporvezprimera,perosuaspectohabíacambiadonotablemente.

Una gran venda blanca ligábale y envolvía completamente el pescuezo,heridoporlafacadelasesino,locualdabaasucabezaunaspectoextraño.

Sus facciones,profundamente fatigadas,denunciabanquehabíapasadopormortalpeligro.

Sutezteníalamatelividezdelacera,ysusojos,sinbrillo,parecíanhaberperdidolavida.

Ensufisonomía,aúnestabanimpresoslasorpresayelterror.Contodo,notábasequeresurgíaalavida.Lavidatieneunsello,comolamuerte.Enel rostrodeaquellamujer,el sellode lavidaaparecía impresosobreel

sellodelamuerte,comodoscuñosconfusos.¡Hablaba!Hablaba,yenelhospitalnohabíanadiequenolahubiesevisitado.Sudesgraciainspirabaunaextraordinariacuriosidad.Todosqueríanverlayoírla.Silosmédicosyeladministradordelhospitalnolohubiesenimpedido,todo

elvecindariodeMadridModernohabríapasadoporlacabeceradesulecho.Conefecto,eldramaaquelaenfermaasistiera,justificababienlacuriosidad

Page 300: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

quedespertaba.CuandollegódonMáximoBaroja,larodeabanalgunasenfermas,quealver

apareceraljuzgadoseretiraronalfondodelasalahablandoenvozbaja.Eraundomingo,ylosdomingosenloshospitalestambiénsondíadefiesta.Las enfermeras y los practicantes tienen otro aspecto, y hasta losmismos

enfermosparecenmejorar.Losconvalecienteshacensutoalésentadosensuslechos.Serecibenvisitas.Porloscorredores,enlassalasyalbordedeloslechos,se

encuentranpersonasvenidasdefueraavisitaralgúnparienteoalgúnamigo,yllevarle simuladamente alguna de esas golosinas que los enfermos tantoaprecian.

Eraaqueldíaundíaespléndidodeprimaveramadrileña.Lascallesibanllenasdegente.Alhospitalllegabadesdelascallesunrumordevida.DonMáximoBarojaarrastróunasillaal ladodelacamadelacriada,dejó

sobre la cama el sombrero, y empezó la conversación sobre cosas extrañas alasuntodelcrimen.

Paradisponerbienalaenferma,laanimóconpalabrasfamiliares.Cuandolacreyórepuestadelasorpresadesuvisita,habiéndoledichoquién

erayaloqueiba,añadió:Ahorasinasustarse,procurandoconservarsetranquila,vaareferirmeloque

pasó…Ycomolaenfermaparecíaimpresionarse,ehizoungestodesufrimiento,el

jueztodavíamurmuró:—Yalehedichoquenoseasuste.Tengacalma.Laenfermacerrólosojos,ycruzólasmanos:—Vamos,tengacalma.Lacriadapronuncióconvozapagada,vozdedolorydesaliento:—¿Quéquierequelediga,señor?Eljuezinsistió:Loquehapasadoaquellatarde…Ydespuésdeunapausa,viendoquelaenfermanocontestaba:Enotraocasión,mehadichoquenoconocíaalasesinodesuama.¿Erauno?

¿Eranmás?—Erauno.—¿Cómopenetróenlacasa?¿Aquéhora?Procurerecordar.

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Laenferma,pareciendohacerunesfuerzodoloroso,dijoentonces:Yaanochecidollamarondelacampanilla.—¿Quéhorasería?—Debíanserlassiete.—Bien.Llamaronalacampanilla…—Yoentoncesfuiaverquiénera.Miréporlarejilla.Eraunhombrequeme

preguntósiestabalaseñoradeNeira.Ledijequesí…Enestemismomomento,la señora, quepasabapor el pasillo, preguntó: «¿Quién es,Margarita?».Yo lerespondí:«Esunsujetoaquiennoconozco:quierehablarconusted».Entonceslaseñoraseacercóalapuertaymiróporlarejilla.Debióconocerle,porqueseretiróparadentroymedijo:«Hazentraraeseseñor».Abrí lapuertaylohicepasaralasala,dondeledejé.

DonMáximointerrogó:—¿Quéaspectotenía?—¿Quéaspectotenía?…—Sí.¿Cómoibavestido?—Noreparébien.—¿Quéfiguratenía?—Tampocoreparé.—¿Eraalto?¿Erabajo?—Másbienalto.—¿Eradelgadoogrueso?—Muydelgado…Esloquerecuerdomejor.Esta declaración debió parecerle al juez de gran importancia, porque

aproximandolasillaallechodelaenfermadijo:—Aversiseacuerdabien.¿Eraalto?Laenfermaexhalóunlargogemido.—Yalohedicho.—¿Alto,noesverdad?—Alto,sí,señor.Másaltoquebajo.—¿Labarbacrecida,noeseso?—Sí,señor.—¿Quéedadrepresentaba?¿Erajovenoviejo?—Alentrarmehabíaparecido joven;perodespuéscuando lovi en la sala

conlafacaenlamano,meparecióviejo.DonMáximoBarojainterrumpió:

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—No se precipite, no se precipite. Procedamos con calma.Veamos lo quepasódespuésdehaberhechoentraralasesinoenlasala.

Laenfermaprosiguióconvozcansada.—Yomefuiatrabajaralacocina.Pasóasíalgúntiempo.—¿Comocuántosería?—Comounamediahora.Comenzóaobscurecer.Encendíuncandeleroylo

llevéalasala,porquecalculéqueestabahaciendofaltaluz.Aquí, la mujer hizo una pausa, llevose las manos al pecho, y abundantes

lágrimascorrierondesusojos.DonMáximoBaroja,muycontrariado,murmuraba:—Sosiéguese,sosiéguese.Pero diríase que las palabras del juez, lejos de producir el efecto deseado,

provocaban en la sobreviviente del dramauna crisis de conmoción, porque sullantosehizoconvulsivo,entrecortadoporsollozos.

Fueunmomentodealarma.Algunasenfermasseaproximaban.Una Hermana de la Caridad entró apresurada, y luego salió en busca del

médicodeguardia.Esteacudiómuyapresurado.Entretantolacriadanocesabadellorar:yanoeranayes,erangritos.DonMáximoBaroja,profundamentepreocupado,seapartódellecho.ElmédicoylaHermanadelaCaridad,reunidosalacabeceradelaenferma,

seesforzabanporcalmarla.Deprontoelmédicosevolvióhaciaeljuezeindicó:—Esconvenientenocontinuar.Pocoapoco laenfermase fuecalmandohastacaerenunsoporcomatoso,

cortadoporlargossuspiros.

***

Losmédicossonseñoressoberanosdelosenfermos.Esquizáelúnicodominioabsolutoenelcualhaylógicayhumanidad.En esta tiranía del médico, el único bien que se persigue es el del ser

tiranizado.Por eso la civilización actual, que ha destruido todas las tiranías, tiene

afirmadaestamásymás.

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Enelhospitalnoconsintieronqueeljuzgadocontinuaseelinterrogatoriodela enferma,y adespechode losdeseosmanifestadospor el juez, la ciencia seinterpusoentrelaenfermaylajusticia.

DonMáximoBarojahuboderetirarseacompañadodelactuario.DonMáximoexperimentabaunagrancontrariedad.Sudecepcióneratantomayor,cuantoqueeralaprimeravezquepenetrabael

íntimoarcanodeaquelcrimen,hastaentoncesllenodeobscuridadydemisterio.La crisis que había cortado la palabra de la enferma surgiera en el punto

culminantedesudeclaración;sinembargo,lodichoporlavíctimasobrevivientedelcrimenhabíabastadoparaconfirmaraljuezenlaideadequeelautornoeraotroqueVíctorRey.

LasanalogíasentrelafiguradeVíctoryladelasesinodescritoporlavíctimaprestabaapoyoaestaopinión.

Sin embargo, don Máximo Baroja no permaneció muchas horas en estepuntodecerteza.

La incertidumbreprimero, ladudadespués,volvieronaenseñorearsedesuánimo.

Como hombre de inteligencia y de juicio, procuraba estudiar en todos losasuntoselproyelcontra.

De este estudio, don Máximo Baroja había sacado en consecuencia queVíctorRey,sieraelasesino,noloerasolo.

Losdatosreferentesalallavellenademanchasdeaceitelodemostraban.Pues bien, si en la casa había entrado una segunda persona, ¿no podía ser

estaelasesino?Ylaexistenciadeesasegundapersonaparecíacasicomprobada.DonMáximoBaroja lamentó entoncesmás que nunca la inesperada crisis

queinterrumpieraladeclaracióndelaenferma,poniendoenpeligrosuvida.Sindudaenaquelladeclaraciónfaltabalapartemásimportante.Otrasmuchasdudasleocurríanaljuez.Pensaba,ynosinrazón,quesiVíctoreraelasesinodelaseñoradeNeira,y

si Víctor había asesinado para robarla, no se explicaba que Víctor se dejaseprenderpormotivodeunrobo.

Cuandolahipótesisdeestenuevopersonajeaparecieraenvueltaeneldrama,donMáximoBarojahabíahechounainvestigaciónespecial,ysupoqueVíctorRey, siendo empleado en una casa de banca, había robado dinero de la caja,dejadaabiertadepropósito.

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Anteriormentehabíasecomprobadolasustraccióndevariascantidades,ylassospechashabíanrecaídosobreVíctor.

Cogidoenflagrantedelito,Víctorhabíaconseguidoqueelcajeroyeljefedelacasadebancalediesenunplazoparareembolsarlassumasrobadas.

Movidos de lástima accedieron a ello librándole de la vergüenza de serconducidoalacárcel.

Víctorprometióreembolsarlasenveinticuatrohoras.El jefe de la casa de banca sabía que era huérfano, y reconocía en él

facultadessuperioresasusituación.DesgraciadamenteparaVíctor, transcurrióelplazosinque le fueseposible

pagar.Sospechandoquetratasedehuirparaesquivarlaaccióndelajusticia,eljefe

delacasadebancahabíadadopartealapolicía,lacualdetuvoaVíctorcuandoestesalíadesucasa.

¿Acuántoascendíaeldesfalco?Segúnlaquejapresentadaalapolicía,adosmilpesetas.Combinando esta circunstancia con la circunstancia de haber Víctor

asesinadoalaseñoradeNeirapararobar,diríaseaprimeravistaqueesterobofuerapracticadoconelfinaparentedeocultarlosvestigiosdelotro.

Perosiasífuera,¿cómoseexplicabaqueVíctornohubiesepagadoeldinerorobadoprimeramente?

Cercadecuatromilpesetasera lacantidad robadaencasade la señoradeNeira.

Eldesfalcodelacasadebancanopasabadedosmil.Aúnlesobrabadinero.Supuestoelcrimen,¿quécausalehabíaimpedidopagar?¿Quiénsabe?¿Talvezelrecelodequesucrimenfuesedescubierto?Peroporotrolado,sielcrimennosepracticaraparaevitarlasconsecuencias

delprimerrobo,¿cuálfuerasumóvil?Talvezpracticáraseconeseobjeto,yelasesinorecapacitaraluego.Pero en ese caso hubiera recapacitado antes y no se lanzaría a cometer el

crimen.Parecíalológico.Todavíallevabaunanuevadudaalánimodeljuez:elhechodequeVíctorno

hubiese podido decir con rigurosa exactitud dónde estuviera entre las siete y

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ochodelatardedeldíaenquesecometieraelcrimen.Estepuntoparecíalevagamentesospechoso.¡Sinembargo,larespuestadeVíctorquizáfueselamásnatural!Paseabaporlascallesalacaso,sindestino,sindarsecuentadesuspasos.Y a este propósito, donMáximoBaroja hubo de recordar que a él propio,

másdeunavez,habíalesucedidolomismo.Además, Víctor Rey en aquella ocasión debía hallarse excesivamente

perturbado.Hallábasebajolaamenazadelavergüenzaydelacárcel,yteníaveinticuatro

horasparasalvarseoperderse.Enestasituaciónelestadodesuespíritunodebíapermitirlefijarseenhechos

extrañosasusufrimiento.Después, al ser interrogado sobre este pormenor —que caso de hallarse

culpado le denunciaría inmediatamente la sospecha que pesaba sobre él, ylógicamente le perturbaría—, Víctor Rey no había manifestado la menoralteración.Permanecieratranquilo,casiindiferente.

DonMáximoBaroja,queenlasospechadequeVíctorfueseelasesinonolehabíaperdidodevistaduranteelinterrogatorio,confesábaseasípropioqueenlafisonomía de aquel hombre no había observado ni temor ni sorpresa ni susto,nadaenfinquepudieserevelarelconflictoíntimo,lacrisisdelaconciencia.

Alcontrario,todoenél,lomismosurostro,quesuactitud,quesuspalabras,parecíanfrancas,espontáneas,llenasdeunasupremaindiferencia.

Nosepresentabacomoreo,sinocomotestigo.Eraalmismotiempotanextrañocomotipo,queadonMáximoBarojasele

antojómedioloco,consuexcesivaimpasibilidadysuspalabrassentenciosas.Después del largo y detenido estudio que donMáximo hizo del sumario,

acabópordeducirestaconclusión.—Supuesta la intervención de Víctor Rey en la historia tenebrosa del

asesinatodelaseñoradeNeira,debemossuponertambiénlaintervencióndeuncómplicequeentróposteriormenteenlacasavaliéndosedelallavedelaportera.Ycomolaexistenciadeesesegundoindividuoapareceplenamenteconfirmada,aéldebemosbuscarante todo.EncuantoaVíctorRey, loúnicoquepodemosafirmarhastaahoraesquefísicamenteseparecealhombrequepenetróencasadelavíctima,yalcualabriólapuertalacriada.

Serparecidoesyaunindicio.¿Cómocomprobarlo?

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Haciéndolereconocer.¿Porquién?Porlavíctimasobreviviente.¡Eraunaidea!LosojosdedonMáximoBarojabrillarondetrásdelasgafasdeoro.Sinembargo,pocodespuésvolvióasusdudas.¿Perosinoloreconoce?¿Sinoesél?¿Siesotro?¿Dóndeencontrareseotro?DonMáximoBarojaeraunhombremetódico.Asíque,cansadodearribaraltérminodetantasdeduccionescontradictorias

yestériles, resolvióadoptaruna, fuesecual fuese,con talquehubiese lógicaysencillez.

EstadeducciónadoptadaprovisionalmentefuesuponeraVíctorcriminal.¿Loreconocíalacriada?¿Noloreconocía?Admitamosqueloreconociese.Sucumbe,confiesa.Estádescubierto.¿Noloreconoce?¿DebemosenesecasoconsideraraVíctorReyinocente?¿Nopodíaserque

lavíctimasobrevivientedelcrimensufriesealgunaalteraciónensumentalidadporefectodelsustorecibido?

DonMáximoBarojanoresolvióestaúltimaduda.Acordó, sin embargo, el careo deVíctorRey y la víctima que yacía en el

hospital.

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E

CAPÍTULOXIV

UNADETENCIÓNPREVENTIVA

Lagenteencargadodevigilaralaporteradelacasadelcrimen,comunicóporteléfonoalinspectorBargielaqueunsujetodesconocidohabíaentrado

enelcuartodelaportera,dondeseencerróconella.ElinspectorsepusoinmediatamenteencaminodeMadridModerno.Sehizoconduciralaalcaldíadebarrioyallíllamóalagenteparapreguntarle

algunos detalles, y concertar con él la manera de obrar, dado caso de poderhacerlo.

Sus primeras preguntas fueron acerca del aspecto físico del hombre queacabadeentrarenlaportería.

El retratoqueel agentehizodeldesconocidocoincidía en todas suspartescon el que conocía el inspector. Cincuenta y cinco años próximamente, barbacanosa, pelo blanco, mirada expresiva, la estatura muy aventajada, el cuerporecioyfuerte.Ibavestidocontrajedeobreroendíadefiesta.

Esteeraelretratodelhombredesignadoporelchicodelataberna.ElinspectorBargielanopudodisimularunasonrisadesatisfacción.Sussospechasylasdeljuezseconfirmaban.Nosehabíanengañadoalafirmardesdeunprincipioqueerandospersonas

lasquehabíanperpetradoaquelcrimen.Nohabíapuesquedudar.El individuoquesehallabaencasade laportera

debíaserdetenidoenelacto.Todoconcurríaparadesignarlecomounodelosautoresdelasesinatodela

señoradeNeira.El inspector hizo llamar a una pareja de la Guardia civil, y les comunicó

órdenesreservadassobreesteasunto.Pero la pareja se negó a efectuar prisión alguna sinmandamiento judicial

parapenetrareneldomiciliodelaportera.La experiencia de otros casos les había hecho conocer cómo el Código

establecepenasporelallanamientodemoradayviolacióndedomicilio.Elagenteencargadodevigilara laportera,deseosodeganarse lavoluntad

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del inspector, se ofreció a hacer por sí solo la detención del individuosospechoso.

Era el agente una especie de Hércules que no tenía necesidad de ningúnauxilioparadeteneracualquierhombre,porforzudoquefuese.

Elinspectornotuvoelmenorreparoenaceptarlaoferta.Enelmomentodealejarse,lellamóparahacerleunasolaadvertencia:—Sobretodo,cuidedellamarlomenosposiblelaatención.Siemprequese

pueda,hayqueevitarelescándalo.Elagentesedirigiódesdeluegoaunaparadadecochesdealquilerytomó

unodeellos,quedebíaservirlemástardeparaconduciralprisioneroaljuzgado,donde esperabadonMáximoBaroja, a quien el inspectorBargiela acababadeavisarporteléfono.

Cuandoelagente sedirigíaa lacasadelcrimen,vioa laporteraquesalíaacompañadadelindividuosospechoso.

Dudó un momento el agente si detenerle en el acto, pero recapacitó, ydecidiose conmejor acuerdo a seguirle y espiarlemientras esto fuese posible;despuésvendríaladetención.

LaporterayeldesconocidoentraronenlatabernaquehabíaenlaesquinadelacalledeCastelar.Elagenteentrótrasellos.Losviosentadosaunamesa,yélloverificóenunainmediata.

La portera y el desconocido tomaron un plato de caracoles remojado conalgunostragosdevino,pagaronysalieron.

Elagentesaliótrasellos.Seadelantótranquilamentehaciaelindividuoqueacompañabaalaportera,y

ledijoenvozbaja:—Deseustedpreso,amigo.El hombre retrocedió un paso con los ojos espantados, pero el agente

cogiéndoleporunbrazoañadió:—Es inútil toda resistencia; así, pues, procure usted no promover ningún

escándalo.El hombre se soltó tranquilamente el brazo que el agente le sujetaba,

diciendoalmismotiempo:—Notieneustedporquéemplearlafuerza.Elagentelemirabasorprendido.TeníaquehabérselasconotroHérculesde

sumismaespecie.Elhombredesconocidoañadió:

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—Siquisieseresistir,podríahacerlo.Elpolicíamurmuró:—Talvezno.Yopodríareclamarelauxiliodeotrocompañero.Eldesconocidoseencogiódehombros.—Auncuandoasí fuese.Peronoesmiobjeto resistir a la justicia.Soyun

hombrehonradoynolatemo,larespeto.Elagentedepolicíaleobservabaconrecelo:—Enesecasono tendráusted inconveniente en subir conmigoauncoche

quetengoahícerca.Eldesconocidoinclinólacabezamuyafectadoydijo:—Sea…Yvolviéndosealaporteraquellorabaensilenciomurmuró:—Noteaflijas.Estotienequeserunaequivocación.Acompañadodelagentecomosifueseunamigomontóenelcoche,dondese

hallabayaelinspectorBargiela.Porordendelinspectorlaporterapermanecíalibre,perovigilada,yestaban

prevenidosparadetenerlaalprimeravisoque se tuviesedel juezdonMáximoBaroja.

DuranteellargotrayectodeMadridModernoalasSalesas,elinspectortratódeinterrogaraldetenido;perolasrespuestasqueobtuvonodabanningunaluzsobreelcrimen.Elhombrenegabaenabsoluto,haciendograndesprotestasdesuinocencia.

SeríanlastresdelatardecuandoelcarruajesedetuvoanteeledificiodelasSalesas.

Elinspectorbajóelprimero,luegoeldetenido,yporúltimoelagente.Sin permitir al detenido cambiar una palabra con nadie fue conducido al

despachodedonMáximoBaroja,cuyapuertasecerrótrasél.Despuésdehaberexaminadoalgunospapeles,eljuezlevantólacabeza,miró

aldetenidoyleinterrogóasí:—¿Cómosellamausted?—DoroteoFernández.—¿Edad?—Cincuentaysieteaños.—¿Estado?—Casado.—¿Profesión?

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—Albañil.Hubounapausa.Despuéseljuezcontinuó:—¿Dóndehanacidousted?—EnMadrid,enlacalledeLeganitos.—¿Dóndeviveustedactualmente?—EnlacalledeCalvoAsensio,4.—¿Viveustedsolo?—Noseñor,conmifamilia.—¿Quiéneslaconstituyen?—Mimujeryunasobrinahuérfanaquehemosrecogidodeniña.—¿Quéclasedeamistadoparentescotieneustedconlaporteradelacallede

Castelar,encuyacompañíaestabaustedestamañana?—Estambiénmimujer,señor.Eljuezseincorporóllenodeseveridad:—Conteste usted dignamente o de lo contrario le haré comprender con un

enérgicocorrectivoqueconlajusticianopuedenpermitirseciertasbromas.Eldetenidoparecióllenodeturbación:—Sí,esmimujer,señor.—¿Puesnohadichoustedquevivíaensucompañía?—Ciertoquelodijepero…—Procureustedexplicarseconclaridad.Eldetenidopronunciócongrandesconsuelo:—Yosoyunhombremuydesgraciado.¡Tengodosmujeres!—¿Esustedbígamo?Elhombreabriólosojosmuyasombrado.—Noséloqueeseso,señorjuez.—Noimporta.Sírvaseustedexplicarcómotienedosmujeres.—Porquemecasédosveces.—Vuelvoaadvertirlequenotolerociertasbromas.—Sieslapuraverdad,señorjuez.—¿Porquésehacasadousteddosveces?¿Nosabeustedqueesundelito

penadoporlaley?—Sí,señor.—¿Ylohacometidoustedasabiendas?—No,señor.—Explíqueseusted.

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Eldetenidoreflexionóunmomentoantesderesponder.Despuésempezó:—Cuandoteníaveinteaños,mecaséconlaqueahoraesporteraenlacalle

de Castelar. Ella era viuda, al menos todos lo creímos así. Se había casadosiendo una niña, y a los pocos días sumarido, un granuja que debía estar enpresidiolaabandonómarchándoseaAmérica.Endoceañosnosesuponadadeél.Todoslesdabanpormuerto.Entoncesfuecuandolaconocíymeenamorédeella.Comolaley—yesoelseñorjuezlosabemejorqueyo—laautorizabaparavolverseacasar,noscasamos.

DonMáximoBarojainterrumpió:—Cierto que la ley autoriza esos matrimonios, pero es mediante una

informaciónquedebehacersedelaausenciadelmarido,delafaltaabsolutadenoticias,paradeducirdeunayotracosa,lamuertedelcónyugeausente.

—Sehizoesainformación,señorjuez.El buen don Máximo Baroja dejó la plegadera sobre el vade con un

movimientomaquinalqueeraenélunhábito.Eljuezacababadecomprenderaquelmisteriodelosdosmatrimonios.Quitándoselasgafas,ylimpiándolascuidadosamente,murmuró:—Me figuro lo que ha pasado. ¿El primermarido se presentó después de

celebradoelmatrimonio?—Sí,señor.—¿Yustedquéhizo?Doroteodudóunmomento.Después,comositomaseunaresoluciónexclamó:—Para hablar con verdad, señor juez, yo le di algún dinero que tenía

ahorrado…—¿Porqué?—PorquesevolvieseaAméricaymedejasevivirtranquiloconmimujer.Eljuezsonrió:—Conladeél,querráusteddecir.Doroteohizoungestoneutro,sinatreversearespondernada.DonMáximoBarojacontinuó:—¿Yelprimermaridoaccedióalosdeseosdeusted?—Enparte,sí,señor.—¿Cómoenparte?—Recibió el dineroy se fue, perono tardó envolver a presentarse.Había

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acabadoloscuartosyveníapormás.—¿Ustedselosdio?—No,señor.Yoyanoteníanada.—¿Quéhizoelmaridoantelanegativadeusted?—Darunescándalo,deresultasdelcualelmatrimoniomíofueanulado.—¿Lamujerhizovidaconsuprimermarido?—Por algún tiempo; hasta que le malgastó la poca hacienda que tenía la

infeliz.—¿DespuéssevolvióaAmérica?—Sí,señor.—¿Quéhizoustedentonces?—Puesnada…—¿Notratóusteddevolveraversecon laquedurantealgún tiempohabía

sidosumujer?—Entoncesno,señor.—¿Temíaustedqueelmaridovolvieseapresentarse?—Sí,señor.—¿Cuándovolvióustedaverla?—Muchosañosdespués,estandoyacasadoconlaJesusa.—¿LaJesusaessumujeractual?—Sí,señor.—¿Conocelahistoriadelprimermatrimoniodeusted?—Sí,señor.—¿Sabequeustedvisitaasuprimeramujer?—No,señor.Melotieneprohibido.—¿Porquélavisitausted?—Paradarlealgunapequeñacantidad.Lapobreestámuymal.—¿Laveustedconfrecuencia?—Unaodosvecesalmes.LavozdeDoroteoparecíallenadesinceridad;ydonMáximoBarojaaunque

prevenido en su contra, se dijo que la actitud de aquel detenido era la de unhombrehonrado.

Perocomo los jueces estánacostumbradosa tener en supresenciagrandescómicos,aquellafavorableimpresióndesaparecióenelacto.

DonMáximoBarojainterrogódepronto:—¿Cuándolahavistolaúltimavez?

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—Hoy,señorjuez.Mehandetenidoalsalirdesucasa.—Lavezanterior…Eldetenidotitubeóalgunosinstantes.Eljuezlemirabafijamente.Don Máximo Baroja, sin apartar de él los ojos inquiridores y sagaces,

pronunciólentamente:—Hagaustedmemoria;esundatomuyimportante.Eldetenidomurmuróconnaturalidad:—LahevistolamismatardeenqueasesinaronalaseñoradeNeira.Esono

semepuedeolvidar.Eljuezlemiróasombrado.Aquel hombre debía estar dotado de notable aplomo y mucha sangre fría

para anticiparse a hablar de aquel crimen cuando nadie le había preguntadoacercadeél.

DonMáximoBarojanopudomenosdedecirse:—Esnecesarioandarseconcuidadoconestehombre.Despuésañadióenvozalta:—¿Estaba usted con su antigua mujer en el momento de cometerse el

crimen?—No,señor,yamehabíamarchado.—¿Porquiéntuvoustedprimeronoticiadelcrimen?—Porunperiódico.—¿Cuándo?—Alamañanasiguiente.—Notemióustedversecomplicadoeneseasunto.—No,señor.¿Porquéhabíademataryoaunaseñoratanbuena?—Porlamismarazónqueelasesino.—¡Esqueyonoséporquélamataron!Eljuezpronuncióbruscamente,comoquienformulaunaacusación:—¡Porrobarla!Eldetenidopalidecióintensamente.Luegoexclamóconprofundaconsternación:—¡Esqueyonosoyunladrón,señorjuez!DonMáximoBarojanorespondió.Abandonósusillón,ysepaseóuninstanteensilencioporsudespacho.Deprontointerrumpiósupaseo,yparándoseanteeldetenidoledijo:

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—¿Desdeeldíadelcrimenhastahoy,nohabíaustedvistoalaportera?—No,señor.Mimujerlegal,laJesusa,habíaentradoensospechas.—¿Cómosehadecididoustedaverlahoy?—Porunacartaqueherecibidoayer.—¿Dequiéneraesacarta?Demiantiguamujer.Meescribíadiciéndomequeelsustorecibidolehabía

costado una enfermedad. Añadía que deseaba que yo la aconsejase acerca deciertospormenores.

—¿Conservaustedesacarta?Hacealgunashorasalserdetenidoyregistrado,semerecogió,señorjuez.DonMáximoBarojaexaminóalgunospapelesquehabíaencimadelamesa:—Esverdad.Aquíestá.Tómelaustedyléala.Doroteoobedeció.Tuvoquehacerungranesfuerzoporquesuvozapareciesetranquila.Lacartadecíaasí:

«Queridoesposo:Yaestarásenteradoporlospapeles,deladesgraciaqueocurrióenestacasa

lamismatardequetúestuvistesavisitarme.Estoyconcalenturasdesdeesedía.Yallevodadasdosdeclaraciones,peroyonoséunapalabra.Quisieraverteyhablarte.LallavequeyoteníadelpisodelaseñoradeNeira

nomeexplicocómohallegadoapoderdeloscriminales.Nomeatrevoaescribirtemás,perotengomuchaprecisióndehablarte.Sipuedesveniraverme,mealegrarémucho.Laqueestumujerapesardetodo».

***

Despuésdelalecturadelacarta,donMáximoBarojaquedósumidoenlargoyreflexivosilencio.

Aquella carta podía haber sido escrita conmucho cuidado y con profundahabilidad.

Era muy juicioso hablar de la llave, puesto que acerca de ella había sidointerrogadalaportera,ysusrespuestashechoconcebiralgunasdudas.

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Perosilacuestiónsemirababajootropuntodevista,aquellacartapodíaserhijadeunsentimientonaturalysencillo.

DonMáximoBarojaalzólentamentelacabeza,queconservaralargotiempoinclinadasobreelpecho,ypreguntóaldetenido.

—¿Enlaentrevistaquehoy tuvoustedconsumujerellahabráhabladodeesallave?

—Sí,señor.—¿Cómoexplicasudesaparición?—Noselaexplica.—¿Quédice,pues?Doroteolevantólosojos,ymirandoaljuezsinpestañeardijo:—Debodecirtodalaverdad,¿noesesto?—Naturalmente.Yeljuezcruzólasmanossobreelvadecontemplandoaldetenidosinperder

devistaningunodesusgestosnielmenordesusmovimientos.Doroteoempezóadecir:—Hadesaberelseñor juezquela llavedelpisode laseñoradeNeirafue

robadadelaportería.—¿Porquién?—Esloquenosesabe.—¿Y cómo si ha sido robada esa llave, ha vuelto a poder de la portera?

¿Quiénselahaentregado?—Nadie,señorjuez.—¿Cómoseexplica,pues?—Lo que sucedió es que al subir a casa de la señora deNeira, cuando la

criadapedíasocorro,seencontrólallavecaídaenlaalfombradelrecibimiento.¿Y cómo me ha ocultado un detalle tan importante, cuantas veces le he

preguntadoacercadelallave,puestoqueeratanesencialparaelsumarioyparamisulterioresinvestigaciones?

Es una pobremujer falta de luces, y no ha comprendido la importancia ygravedaddeaquelladeclaración.

Eljuezmiróestavezmásfijamentequenuncaalacusadoyledijo:—¿Nocomprendeustedquehubierasidomejorparasuantiguamujerhacer

esadeclaraciónpuestoqueun testigoasegurahabervisto la llave, al entrar encasadelaseñoraasesinada?Sinhaberdichonadaustedniella,yaveustedqueotroslohanhecho,paradarmásfacilidadalaaccióndelajusticia.

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Doroteo,queempezabaasentirseunpocointranquilo,murmuró:Pero,señorjuez,¿quémotivostenemosparacallar,yosobretodo?DonMáximoBarojapronunciócongranseveridad.—Eldenoaparecersospechosos.—¿Sospechososdequé?—Laportera,antiguamujerdeusted,dehaberentregadolallave,yustedde

haberhechoqueselaentregaraodehabérselaquitado.—¿Habérselaquitado?¿Sesospechademíeso?Puessimelahubieradado,

siyolahubiesetomado,selahabríadevuelto.¿Quiénmeimpedíahacerlo?Estareflexiónerainstintivayhacíadisiparlasospecha.Fue,sinembargo,malcomprendidaporeljuez,quesolovioenellaunafrase

calculadadeantemano,unaespeciededefensapreparada.Asíesquerespondióvivamente:

—Elquecometióelcrimensalióhuyendoydeteniéndoseaentregarlallavecorríaelriesgodeservisto.

Eldetenidosepusolívido,ymurmuróestaspalabras:—¡Semeacusaseriamente!¡Semeacusa!El juezcreyóhábildejarlebajoaquelladolorosa impresión,y suspendióel

interrogatorio.

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A

CAPÍTULOXV

CONTINÚAELMANUSCRITODEVÍCTOR

QUELLA tarde donMáximo Baroja se encerró en su despacho y pudocontinuarlainteresantelecturadelasmemoriasdeVíctor.

Buscólapáginaenquelasdejarainterrumpidas,yarrellanándoseenelsillónsedispusoaleer.

Elmanuscritocontinuabaasí:

Cadadíaexperimentabaconmayor fuerza laatracciónqueCarlosejercíasobremí.

Pero a partir de aquella tarde en que por causa suya sentí unmiedo tangrande,yanofuidueñodedominarme.

Milvecesestuveapuntodearrojarmeasucuello,perounaextraordinariatimidezmedetenía.

Paraquenoseburlasedemiagitaciónprocurabanoverle.Él vino un día a la habitación en que yo estaba. Me miró muy serio sin

decirmenada.Aqueldía,sinembargo,yoexperimentéunasatisfacción.Comprendíqueel

silencioobstinadodeCarlosnoencubríaolvidoniindiferencia,sinosolamenteunareservaincomprensibleenunniño,auncuandobiendeterminada.

Algúntiempodespués,Carlos,quenuncahabíaestadoenfermo,experimentóaccesos de fiebres intermitentes, y fue instalado en las habitaciones de laCondesa.

Lanobleseñoraseafectómuchoporlaindisposicióndesunieto.CreoquefueentoncescuandolaCondesatuvoporprimeravezlaideadeseparamos.

Afortunadamente la enfermedad de Carlos no pasó de ser una ligerísimaindisposición.

Unamañanavinoasorprendermealahoradelalección.Yojamáslehabíavistotanalegreylocuaz.Eldíaenterosepasóengritos,enrisasyenjuegos,peroalllegarlanoche

latristezareapareciósobresufrente.

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Cuando la Condesa entró a vernos en la habitación donde jugábamos,Carlos hizo grandes extremos por aparecer alegre; pero apenas su abuela sehuboidocomenzóallorar.

Nofuedueñodecontenersepormás tiempo,yentre lágrimasmereprochóquesuabuelamequeríamásqueaél.

Yoprotestétratandodeconvencerlequenoeraasí.Carlosseenjugólaslágrimasysefuesindecirnada.Yocreíqueseibatristeyabatido,peronofueasí.Carloscambiabadehumorconlamayorfacilidad.Arrastradoporyonoséquécapricho,seleocurriósubiralashabitaciones

delaancianaGenerala.Esta,queordinariamenterehusabarecibirasusobrinoyhastaledetestabaunpococordialmente,estavezconsintióenverley,contrasucostumbre,semostróamableconél.

Enunprincipiotodomarchóadmirablemente.Carlos pidió perdón por todas sus faltas, y misericordia por todos sus

pecados.Se acusó de su turbulencia, de sus gritos, de sus travesuras, con una

gravedad y un candor que la anciana Generala se sintió verdaderamenteconmovida.

La buena señora se disponía a concederle solemnemente la absolución,cuandoatravésdesusgafascreyóadvertirqueCarlosseburlabadeellaconlamayortranquilidaddelmundo.

Carlos tuvo la audacia de reconocerlo así.Había tenido la intención—laintención solamente, es verdad— de ocultar aMorucho bajo la cama de laancianaseñora,ydejugarletodavíaalgunasotrasburlasdeestejaez.

LanobleGeneralaenrojeciódecólera.Carlosseechóareírysealejócorriendo.Perolascosasnoquedaronahí.Cincominutosdespués,laancianaenviabaunrecadoalaCondesaparaque

sedignasesubirasushabitaciones.Durante dos horas tuvo lugar entre las dos señoras una escena terrible a

propósitodelúltimoescándalodeCarlos.

***

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Laancianaseñora,nohabiendoobtenidolareparaciónqueexigía,resolvióabandonarlacasaaldíasiguientesinremisión.

FueprecisoquelaCondesa,debuenodemalgrado,hiciesesusexcusasala tía,prometiéndolaalmismotiempoqueCarlosseríaseveramentecastigadoencuantosusaludlopermitiese.

Esto produjo a Carlos una gran contrariedad, aun cuando sabía deantemanoqueelcastigonosellevaríaacabo.

Aldíasiguiente,yoleencontréenlaescaleradespuésdecomer.CarlossedisponíaaabrirlapuertallamandoaMorucho.Yocomprendíqueéltramabaunaterriblevenganzaalacualqueríaasociar

elperro,enemigonaturaldelaancianaGenerala.SiMorucho detestaba a la noble señora, es lo cierto del caso que no le

faltabarazón.DesdequelaGeneralahabíavenidoahabitarenelpalacio,Moruchosufría

grandes vejaciones, siendo la más humillante para su dignidad perruna nopermitirle franquearlaescaleradelpisosuperiordondelaGeneralateníasushabitaciones.

Toda una semana permanecióMorucho al pie de la escalera, aullandodelantedelaspuertas.

Perocomolaconsignaerasevera,susquejasresultaroninútiles.Morucho no tardó en comprender la razón por que se le arrojaba de su

domiciliopredilecto.UndomingoenquelaancianaGeneralabajabalaescaleraparaoírmisaen

lacapillasegúnsucostumbre,Moruchosearrojósobreellahaciéndolacaer.Lahubiera, sin duda, atarazado amordiscos, a no llegar un criado a tiempo deimpedirlo.

Lanobleseñoraestuvoenfermaaconsecuenciadelsustorecibido.¡CarlosyMoruchojuntoserandemasiado!TambiénenaquellaocasiónlaGeneralapresentósuultimátum.Elperrooellasaldríaninmediatamentedelacasa.Como sucedía siempre en parecidos casos, la Condesa intervino para

arreglarlascosas.Ellahizocomprenderasutíaquenopodíaarrojardelpalacioalsalvador

desunietecillo,peroañadióquedaríaórdenesmuyseverasparaquelaanciananohallasejamásaMoruchoensucamino.

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***

Carlosllamabadulcementeenlaescalera:—¡Morucho!¡Morucho!Elperroacudióagitandolacola.Viendoabiertalapuertatuvointenciones

delanzarseporella,perosedetuvoindeciso.Laaccióneratangrave,elllamamientoqueCarloslehacíataninverosímil,

quenopodíancreerlosusojosdeperro.Pasó,sinembargo,perolentamente,comoquienreflexionaysabeloqueva

ahacer.AtodoestoCarlosleexcitaba,lemostrabalaescaleraanimándole.Aquelloerademasiado.Moruchodescubrióloscolmillosconungruñidodecólera,yselanzócomo

unaflecha.Ensucarreralocavolcabalassillas.La señoritaCornuty le apercibió y gritó pidiendo socorro.Era demasiado

tarde.MoruchoentróenlaalcobadelaGenerala,comounabaladecañón.Un criado llegó tras él. Pero esta vez la Generala no estaba dispuesta a

perdonar.Sinembargo,¿aquiéncastigar?Laancianahabíacomprendidoinmediatamente.Sumiradairacundaestaba

fijaenCarlos.Enefecto,Carlos,trémuloypálido,teníatodalaexpresióndeunculpable.Comprendía solamente entonces que las consecuencias de su travesura

pudieranhabersidoterribles.Las suposiciones podían caer sobre los criados, acusados de descuido, y

Carlosseadelantóaconfesartodalaverdad.DiounpasohacialaCondesaypronuncióconlavistabaja:—¡Abuela!LaCondesalemiróseveramente.—¡Erestúelculpable?ViendolapalidezdeCarlos,yomeadelantéydijeconunavozfirme:—SoyyoquienhadejadopasaraMorucho,por…,por…Ymedetuvebalbuciente.Todomivalorhabíadesaparecidobajolamirada

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conquemefulminólaGenerala.La noble señora se levantó y volviéndose a la institutriz pronunció

secamente.—SeñoritaCornuty,castigúeleusteddeunamaneraejemplar.YolevantélosojoshaciaCarlos,queparecíaavergonzado.Susmanosinertescaíanalosladosdelcuerpo;surostropálidoseinclinaba

sobreelpecho.El único castigo usado con Carlos era el encierro en una habitación

obscura;yesafuetambiénlapenaqueamísemeimpuso.Permanecerdurantedoshorasenuncuartodesiertonoesciertamenteun

castigomuy cruel, pero cuando al niño se le encierra por fuerza, la condenapareceterrible.

Ordinariamente, Carlos y su otro hermano, Rafaelito, eran encerradosdurante dos horas; pero a mí se me condenó a cuatro en vista de lamonstruosidaddemicrimen.

Pero en lugar de cuatro, permanecí encerrado hasta las tres de lamadrugada.

Heaquíporqué.Dos horas después de mi prisión, la señorita Cornuty tuvo que acostarse

enfermaconunfuertedolordecabeza.Especiedeneuralgiasquepadecíaconalgunafrecuencia,ycasiladejabansinsentido.Estohizoqueseolvidasedemí.

ElviejocriadoquealgunasvecescuidabadeCarlosydemísupusoqueyoyaestabalibre.

EncuantoaCarlos,habíasidollamadoalashabitacionesdelaCondesasuabuela;permanecióenellashastalasoncedelanoche.

Cuandoelcriadoledesnudóyacostó,noseatrevióapreguntarpormí.Teníasusrazonesparaello.

***

Alastresdelamañanaoíquellamabanalapuertademiencierro.Yodormíaechadoenelsuelo.Aldespertarmelancéungritodesorpresa,perobienprontoreconocílavoz

deCarlosquedominaba lasotrasydespués lade laseñoritaCornutyy ladeunadoncella.

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Seabriólapuertaylainstitutrizabrazándomemedijoquelaperdonaseelhabermeolvidado.

Yomecolguéasucuellollorando.Estabaheladodefrío,ytodoelcuerpomedolíaporefectodelaincómoda

posiciónquehabíatenidoaldormirsobreelsuelodurísimo.Mis ojos buscaron a Carlos: pero Carlos había huido a la alcoba donde

nosotrosdormíamosysehabíametidovivamenteenellecho.Cuandoyoentréenlaalcobasinodormía,losimulaba.Sinembargo,aéldebíamilibertad.Desvelado e intranquilo toda la noche, acabó por poner en pie a todo el

mundoafindequesemesoltase.Enelpalacio,parecíaquetodos,menosCarlos,sehubiesenolvidadodemí.Porlamañanatodosloshabitantesdelpalaciosupieronmiaventura.La misma Generala se lamentó por haberme tratado con tan grande

severidad.EncuantoalaCondesa,yonolavijamástanirritada.—¿Quélepareceausted,señoritaCornuty?¿Creeustedqueesestamanera

de trataraunniño?Eso,permítameustedquese lodiga,esbárbaroycruel,todo junto. ¡Un niño delicado y nervioso encerrado toda la noche en unahabitaciónobscura!¡Esquererlomatar!¡Esquererlomatar!

LapobreseñoritaCornutybajabalosojosllenosdelágrimas,leexplicabalos hechos, le contaba que había estado enferma, con una gran neuralgia detodalacabeza.¡LaseñoraCondesayasabíalofuertesqueledaban!

LaCondesasindudatuvolástimadelainstitutriz,porquepareciócalmarse.Seacercóamíymeabrazóconefusión.Consusdedospálidosyblancos,

trazósobremifrenteelsignodelacruzysaliósolemnementedelaestancia.LaseñoritaCornutysuspiróporlobajo:—¡PobreCondesa!¡Québuenaes!…Nosotros empezamos a repasar las lecciones que tocaban aquel día, pero

Carlosestudiabadistraídamente.Antesdecomerseacercóamí,sonriendotímidamente.Comoparadisimular

suvergüenzamediouncariñosoempujónymedijovivamente:—¿Hassufridomuchopormí?…¿Quieresquedespuésdecomerjuguemos

enelsalón?Alguienabrióunapuertadetrásdenosotrosyasomólacabeza.Yocreoque

fuelaCondesa.Peronopuedoasegurarlo.

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Alcaerlatardebajamosjuntosalsalón.Carlos,profundamenteemocionado,respirabacondificultad.Yomesentíafelizyalegre,comonolohabíaestadojamás:Carlosmedijo:—Vamosajugaralapelota,¿quieres?—Bueno.Carlosseseparódemíalgunospasos;memiró,enrojecióysearrojósobre

eldiván,ocultandoelrostroentrelasmanos.Yohiceunmovimientohaciaél,peroCarlosvioquemeibaymedijo:—Notevayas,Víctor.Quédateaquí.Almismotiemposelevantóvivamenteysearrojóamicuello.Sus mejillas estaban húmedas. Los bucles de sus cabellos flotaban en

desorden.AsíhicimoslaspacesCarlosyyo.

***

Pocotiempopudimosgozardenuestraamistad.CarlostuvoquevolveraMadridalladodesuspadres.Elviajefuedecididoenpocosdías.Al separarme deCarlos, comprendí que todavía algo queme era querido

huíademí.Mividadebíaproseguirsiempreasí,sinesperanzas,sinamistades.Carlospartióporlargotiempo.Yoquedésoloenelpalacio,quecadadíaseme figurabamás tristeymás

severo.ConCarlossehabíaidotodoelbelloensueñodemiinfanciadesgraciada.Mehallémássolo,ymáshuérfanoquenunca.Entré,apesarmío,enotraexistenciamuydiversa.Comoelesquifequeelmarbalancea,yoseguíalaolaquequeríallevarme.Todavíame aguardaba otra pena, quizámayor parami espíritu, ymucho

másterribleparamiporvenir.Undíayomedespertémuytarde.Todoerasilencioysombraentomomío.Seoíaelsongravemelodiosodeunamúsicalejana.

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Porveces,cesaba.Luegocomenzabadepronto.Unaemociónextraordinariaseapoderódemí.Melevantéatientasymevestíaobscuras.Salídelaalcoba.Atravesédossalasdesiertas.Lleguéalcorredor:tambiénestabadesierto.Lamúsicaerayamásdistinta.Unavozcantaba.Otrasrespondían.Sinsaberporquésentímiedo.Medetuve.Cesólamúsica.Yopenetréenunsegundocorredor.Unaescaleramuyalumbradamecondujoalacapilla.Unfuerteolordeceraseextendíaportodoelpalacio.Delacapilla,casisiempresilenciosa,llegabaunsordoycálidomurmullode

rezos,comosihubieseallímuchaspersonasreunidas.Unadoblecortinadeterciopelorojocubríalapuerta.Yolevantéunodelosportieresymeocultédetrás.Micorazónlatíatanfuerte,queapenaspodíasostenermedepie.Pasaronalgunosinstantes.Yo pude dominar un poco mi turbación, y levanté un poco la segunda

cortina.¡Diosmío!Enelcentrodelacapillahabíauntúmulo,ycolocadoenélun

ataúd.Dosfilasdeciriossostenidosengrandescandelerosrodeabanelcatafalco.Misojoshabituadosalaobscuridadnopodíansostenertantaluz.Unaráfagadeairecalienteperfumadodeinciensomedioenelrostro.Unaporcióndeseñorasycaballerosenlutadosllenabalacapilla.Yoestabaasustado.Creíahabervistoanteriormentetodoaquelloenunsueño.Meacordéalmismotiempodelaiglesiademialdeaeldíadelosfunerales

deminodriza.¡UnaiglesianomásgrandequelacapilladelpalaciodelaCondesa!¡Tambiénteníauncatafalcoenelcentro,rodeadodeciriosamarillentosque

ardíanconfúnebrechisporroteo!Yosentíqueelalientomefaltaba.Cesólamúsica,yunavoz,cantósolaenmediodelsilencio…

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—«Deprofundisclamavit!…».Respondieronotrasvocesgravesysolemnes.Elcantofuneralparecíaagrandarsebajolabóvedadelacapilla.Unsacerdotealtoygrueso,revestidoconmagníficosornamentosbordados

deoro,atravesólacapillayseacercóaltúmulo.Unacólitoleseguía.El sacerdote levantó el brazo con ademán solemne y sacudió sobre el

catafalcoelhisopodelaguabendita.Luegoentonóunresponsoquelosdiáconosacompañarondesdeelaltar.Mi imaginaciónsobrexcitadaeraunvolcán.Enuntransporte inexplicable,

meechéallorar.Elsilenciosehizoprofundo,casireligioso.Cadaunodelosasistentesparecíaretenerunsuspiro.Volvióasonarlamúsicayloscánticos.Unaangustiahorribleseapoderódemí.Paranocaertuvequeapoyarmeenlascortinas.Deungolpehabíacomprendido.Secelebrabaunfuneral.¿Dequién,Diosmío?Unlúgubreydolorosopresentimientohiriómiespíritu.

***

Cuandovolvíenmítuveconocimientodemidesgracia.¡LaCondesa,miprotectora,habíamuertoderepentelanocheanterior!Sucadáver,amortajadoconhábitodelosDolores,ocupabaelataúdqueyo

habíavistoenlacapilla.Consumuerteyoquedabahuérfanodosveces.Seguíviviendotodavíaunmesenelpalacio,hastaquedeMadridvinieron

órdenesdecerrarelpalacioydespediraloscriados.Elhijode ladifuntaCondesaescribíaa laseñoritaCornutyque,mientras

resolvía lo que debía hacerse en definitiva, se trasladase con la ancianaGeneralayconmigoacasadeunahermanadesumujerquevivíaretiradaenelcampo.

Aquellaseñorateníadoshijos,ylaseñoritaCornutyleseríamuyútilpara

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educarlos.ElpadredeCarlosyahabíaescritosobreesteasuntoasucuñada,lacualse

mostrabaentodoconforme,ysoloesperabanuestrallegada.Fue en una triste y lluviosa tarde de invierno cuando nos apeamos de un

antiguo coche de familia a la puerta de la quinta deAndrade, donde vivía laseñoraencuyohogaríbamosahabitar.

EraahijadadelaCondesa,ysellamaba,comolahijadeaquella,Beatriz.Teníaentoncestreintaycincoaños.Eradeuncarácterdulceyamable.Seadivinabaenellaunagran tristeza

oculta.Sus facciones, nobles y encantadoras, estaban revestidas de una expresión

graveyextrañaquedejabatraslucirunsufrimientoíntimo.Desdeelprimermomentoinspirabaunasimpatíaprofunda.Estabasiemprepálida.Parecíaunlirioquesedoblasobreunsepulcro.Habiendo vivido mucho tiempo en la soledad, el trato de las gentes le

disgustaba.Noolvidarénuncasuacogida,llenadecariño,aquellatardeenqueporvez

primerallegamosasucasa.Ellaseacercóamíymeabrazóconunagranternura.Despuésmedijosiqueríavivirensucasaysersuhijo.Mi corazón se oprimió con dolor. Llorando besé las manos de mi nueva

protectora.Meparecíaoírunavezmásestapalabra:¡Huérfano!He ahí cómo entré en una nueva familia, en una nueva casa, después de

haberperdidoporsegundavezcuantomeeraquerido,yyameparecíasermío.Lleguéconelalmafatigada,muerta.En la quinta de Andrade mi nueva existencia se desenvolvía monótona y

tranquilacomoenunconvento.Durante todo el tiempo que viví en aquella casa, no recuerdo una sola

velada,unasolacomidaconparientesoconamigos.Dosotrespersonasveníanalgunasveces,ademásdelasgentesquetenían

negociosconelmaridodeBeatriz.Era esteunhombrepreocupadopor losnegocios, quededicabamuypoco

tiempoalafamilia.Relacionesynegociosquenopodíaabandonarleobligabanapasarlargas

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temporadasausentedesucasa.Sehablabamuchodesuambición,perogozaba,sinembargo,reputaciónde

hombrehonrado.Comosufortunaeragrandeysólida,contribuíaaquelaopiniónpúblicano

lefuesedesfavorable.Lasgentesseocupabanmuchodeél,ymuypocodesumujer,quevivíaen

unasoledadprofunda,enlacualparecíasatisfecha.Aquellaseñoramequisocomosifuerasuhijo,yyo,todavíaentristecidopor

laseparacióndeCarlosylamuertedelaCondesa,mearrojéardientementeensusbrazos,queseabrieronparaconsolarme.

Despuéslaquisesiemprecomoaunamadre,aunahermanayaunaamiga.A pesar de las apariencias, que podían hacer pensar otra cosa, yo

comprendíbienprontoqueminuevaprotectoradistabamuchodeserfeliz.Elcursotranquilodesuexistenciaeracomounlechodenievequecubreun

volcáncasiextinguido.Sudulcesonrisanoconseguíaocultarlapenaquellevabaenelalma.Yo adivinaba esta pena enterrada tan hondo, con tan heroico esfuerzo

disimulada,ylaqueríamástodavía.Parecíaquemiprotectoradesconfiabadesímisma,sediríaquevigilabasu

corazóncomosevigilaunenemigotraidor.Aveces,cuandoparecíamástranquilaymásserenadosgruesaslágrimasse

desprendíandesusojos.Se pudiera creer que la conciencia de alguna cosa se despertaba en ella

paratorturarla.Su marido parecía quererla, y ella también le testimoniaba un verdadero

afecto.Pero a pesar de ser un niño, yo comprendía que entre aquellos dos

corazonesseinterponíaunabismodehieloqueningúnsolpodíafundir.Desde el primer momento, yo experimenté una profunda antipatía por el

maridodeBeatriz.Era un hombre alto, delgado, frío; con los ojos siempre ocultos por unos

quevedosahumados.Eraunhombrepococomunicativo,yhastaconsumujerteníalasmaneras

fríasdeuninglés.Eramuysilencioso,yencontrabararavezunasuntosobreelcual le fuese

gratohablar.

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Teníaalgunosdíasenloscualeslasociedadleerainsoportable.Cuandoyolleguéalaquinta,casinoreparóenmí.Sialgunavez sucedíaque los tresnoshallásemosreunidosenel salón,yo

volvíaasentirmitimidezantiguaybuscabadóndeocultarme.Simiraba ami protectora, la veía observar ansiosamente los gestos y las

actitudesdesumarido, temiendosiempredesplacerle,comosienlaspalabrasdeaquelhombrehallasealusionesqueyonopodíacomprender.

Empleabatodasugraciaysuvoluntadporseragradableasumarido,auncuandodesesperabadeconseguirlo.

La menor sonrisa que podía arrancar a aquel hombre apático y frío lallenabadesatisfacción.

Pero aquella misma alegría era incompleta, y no podía ocultar lacontrariedadylatristezaquereinabanentreaquellosdosseres.

Erasolamenteenlastemporadasenquesumaridoestabaausente,cuandomiprotectorasemostrabaverdaderamenteexpansivayamable.

Entoncesellahablabaconmigodetodaslascosascomoconunamiguitodemenosedad.

Algunas veces conversábamos acerca de su marido, pero nuestrasconversaciones no pasaban de ciertas preguntas que ella me hacía a esterespecto:

—¿Vistesihacomido?—¿Parecíasatisfecho?Yestoeratodo.Perosobreestollegabahastaelpuntodeinterrogaraloscriados.Estascosasproducíanenmíunaimpresiónextraña.Era un niño, pero, sin embargo, comprendía perfectamente que no debían

seresaslasrelacionesentreesposos.Yomeperdíaenconjeturas,sinhallarnadaquemeexplicaseaquelmisterio,

ydejabadeslizarselosdíashabituándomepocoapocoalatristezasolemnequehabitabalaquinta.

Apenassialgúnalegrerayodesolpenetrabaenestavidamonótona.Por veces aquel hombre semostrabamásatentoquede costumbre con su

mujer.Respondíaalasamabilidadesdeellaconunasonrisayunapalabraamable

y le pedía que se sentase al piano. Entonces ella nos tocaba algunas piezasescogidas,yasísehacíamásllevaderalavelada.

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Pero eso no sucedía sino muy raramente. Nuestra vida casi monacal sedeslizabauniforme,sinunsoloaccidente.

Yoacabéporacostumbrarmeyhastahallarentodoelloalgunadulzura.Minuevaprotectorafueparamíobjetodeuncariñoprofundo.Por discreción, no osé nunca profundizar demasiado en la razón de su

eternapena.Ellaadivinabamiafecciónysemostrabareconocida.Cuandoleíaunavivainquietudsobremirostrodeniño,mesonreíaatravés

desuslágrimasyseburlabadesupropiatristeza.Hasta intentabapersuadirmedequevivía feliz y contenta,queencontraba

unagransatisfacciónenlaamistadybondadquetodoslemostrábamos,yquesolamente laentristecíaunpocoelcarácterdesumarido.Peroqueapartedeesoseencontrabafeliz,muyfeliz…

Sin embargo, cuandomi bienhechora pronunciaba estas últimas palabras,nopodíaimpedirquelaslágrimasempañasensusojos.

Aquellaseñoramemostrabaunaafecciónmuygrandeconsagrándometodoslosmomentosqueledejabalibressuhijo,unniñodeunañoapenas.

Quizá buscando manera de distraerse en algo de sus penas, se habíaempeñado en hacer por sí misma mi educación, sin admitir la ayuda de laseñoritaCornuty,quesonreíaunpocodesusesfuerzos.

Ellaqueríaenefectoenseñarmetodaslascienciasalavez,demaneraqueyonocomprendíanada.

LaseñoritaCornutynocesabaderepetirqueenaquellasleccionesfaltabaelmétodo;peroestafaltalasustituíaconcreceslabuenavoluntad,queeramuygrande,ylamutuaafecciónqueeramayor.

Miprotectorasepreocupabapocoonadadelapedagogía.Habíaobservadoqueparainstruirmebastabacomprendermicarácterysolicitarmiatención.

Loshechosdemostraronquenoestabaequivocada.Desde el primer momento, desaparecieron las relaciones jerárquicas de

maestroydiscípulo.Nosotrosaprendíamoscomodosamigos.Yo vivía reconocido al sacrificio que mi protectora me hada de una gran

partedesutiempo.Despuésdecadalecciónnopodíamenosdeabrazarla.Miexcesivasensibilidadlapasmabaylaconmovía.Me interrogaba sobremipasado,deseosadeoír el relatodemis labios, y

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cuando yo le refería algún hecho de mi infancia, se mostraba conmigo mástiernaymásseria—másseriaporquemiinfanciadesgraciadaleinspirabaunagranpiedadyalmismotiempounaespeciederespeto.

Estasconfidenciasmíasteníanlugarenmediodelargasconversaciones.Yolasveíaentoncesbajounnuevoaspectoysacabadeellasgrandesenseñanzasparaelporvenir.

La señorita Cornuty encontraba estas conversaciones demasiado largas ydemasiadoserias.

Alverquemuchasveceselrelatodemisdesgraciasmellenabalosojosdelágrimas,nopodíacontenerseymurmurabapor lobajoque todoaquello erainoportuno.

Peroyonoeradesuopinión.Latristezaylaslágrimasenocasioneshacenungranbienalespíritu,yen

laedadenqueyoestaba,muchomás.Después de cada lección, yo me sentía tierno y afectable como si mi

existenciahubiesesidosiempreladeunniñofeliz.Por otra parte, mi gratitud hacia mi bondadosa protectora era cada día

mayor.Losdíassesucedían,sinqueunsolosucesodeimportanciaocurrieseenmi

vida.El estudio de las lecciones, los juegos en el jardín de la quinta, las

conversacionesconmiprotectorayelpianoqueellasolíatocarcasitodaslastardes,tejíanentoncesmitranquilaexistenciadeniño.

¡Yaúnlatejierondurantemuchotiempo!

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T

CAPÍTULOXVI

HABLALACRIADA

RANSCURRIDOS bastantes días, la víctima superviviente del dobleasesinatopudodeclararsinpeligro.

DonMáximoBarojahizounavisitaalhospitalsinaparatodealguacilesniescribano.

Parecíaunsimplevisitante.Acompañadodelmédicodeguardiasedirigióallechodelaenferma.Tomó asiento en una silla colocada a la cabecera, y afablemente, como

personaquesolicitaun favor, le rogóque terminase la relacióndelcrimen.Ladeclaracióncomenzadae interrumpidadesgraciadamente enunaanteriorvisitadeljuzgado.

La enferma se enjugó una lágrima que resbalaba por su pálida mejilla yatendiólaobservacióndeljuez.

DonMáximoBarojatuvoqueacercarmássuasientoalacabeceradellecho,porquelavozdelaenfermaeraaúnmuydébil.

Elrelatodelacriadaherida,hechocongrandespausas,fueasíensuesencia.

***

Eraelcaerdelatarde.Anochecía.HaríatalvezmediahoraqueeldesconocidoamigodelaseñoradeNeirase

hallabaconestadevisita,cuandolacriadatuvonecesidaddebajaralcomerciodeultramarinosquehabíaenlaesquinadelacalle.

Bajócorriendo.Enelportaldelacasaestabaunhombrequeleimpresionóporsuaspecto.Parecíaunindividuosospechoso.Lacriadaseentretendríaenelcomerciocomounosdiezminutos.Alsubirlaescaleraoyóungrito.Sinsaberporqué, sintióunestremecimientodemiedoalverque lapuerta

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estabaabierta.Ellarecordabaperfectamentehaberlacerrado.Entró.Lacasaestabaensilencio.Lacriadasedirigióalacocinayencendióuncandelero.Conlaluzenlamanoatravesóelcorredor.Sedirigíaalasala,quesuponíaaobscuras.Altrasponerlapuerta,ungritoseexhalaradesugarganta.Elcandeleroseescaparadesusmanosapagándoseenlaalfombra.Loquesintiónolosabíaexplicar.LaseñoradeNeirayacíasobrelaalfombra.Sinembargo,alprincipionolasupusomuerta.Lapenumbraque invadíaelaposentonopermitíadistinguirclaramente los

objetos.Almismotiempoviodepie,descerrajandounmueble,adoshombresquea

suentradasevolvieronbruscamente.Elprimerpensamientodelacriadanofuehuir,sinocorreralbalcónypedir

socorro.Yahabíadadoalgunospasosconesteintento,cuandosúbitamenteunodelos

doshombresselanzóaelladeunsalto,comogatomontés.Quisocorrer,ynopudo.Quisogritarylavozseextinguióensugarganta.Sevolvióparahuir,perosesintióagarradaporunamanodehierro.Cayósobreuncostado.Elmalhechor la sujetó fuertemente con lamano izquierda,mientras con la

derecha,armadadeunafaca, ledabaungolpeen lagargantayhuíadejándolapormuerta.

Sucómplicelesiguiócomounasombra.Alversesolayheridalacriadasellevaraambasmanosalcuello.Enaquelsupremoinstantedeangustiacobraraunaenergíanueva.Irguiosevacilante.Tropezandoconlosmueblescorrióalaventana.La abrió rápidamente. Sosteniéndose en el alféizar, gritó con roncas voces

pidiendosocorro.Ysusgritos fueroncon tanviolentaangustiaarrancadosa lagarganta,que

conellossintióírselelavida.

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Lefaltaroncompletamentelasenergías.Todavíaluchóporsostenerseyasirsealantepechodelaventana.Vanoesfuerzo.Susojossenublaron:seaflojaronsusmanos,yelcuerpocayóinertesobrela

alfombra.

***

Alterminarsurelatolaenfermasufrióundesmayo.Habíahecholanarracióndelcrimencongrantrabajo.Eljuezlaescucharaconsumointerés.Después de las últimas palabras de la criada quedó sumido en grave

meditación.Laexistenciadeuncómpliceaparecíademostrada.Otracosadeducíaseclaramentedeladeclaracióndelacriada.UnodelosautoresdelcrimennoeraundesconocidoparalaseñoradeNeira.Noseríaunvisitantehabitual,peroera,sinduda,alguiendelasrelacionesde

lavíctima,puestoqueellaeraquienlohabíahechoentraryvoluntariamentelorecibiera.

Estehecho,perfectamentedemostrado,vinoa iluminarel espíritudel juez,dándole la evidencia de que Víctor Rey era uno de los autores del dobleasesinatodeMadridModerno.Unasolacosanoseexplicaba.Lanecesidaddelallavedelaportera.

EncuantoaquiénfueseelcómplicedeVíctor,paradonMáximoBarojanocabíadudaalgunaqueeraDoroteo.

Perolasconjeturasnosonbastantesparacastigaralosasesinos.Senecesitanpruebas;ydonMáximoBarojanolastenía.La culpabilidadde aquellosdoshombres le parecía cosa evidente, perono

podíaprobarla.Silacriadanolosreconocíatendríaqueponerlosenlibertad.Estaluchadesuconcienciadejuezlesugirióunaidea.Seacercóallechodelaenferma,lacualyahabíavueltoensí,yledijo:—Voy a traerla al hombre que quiso matarla, y que mató a la señora de

Neira.Voyatraérseloyaenseñárseloparaquelereconozca.Yahorafíjesebienen esto. Supongamos que no lo reconoce. En ese caso, en el caso de no

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reconocerlo,nolodiga,nolomanifieste.Alcontrario.Desígneleusted,comosifueseélasesino,ycomosirealmenteestuvieseensupresencia.Digaqueesél,yasegureeneso.

Conestaarguciajudicial,seproponíadonMáximoBarajadesenmascararalosdosculpables,ocuandomenosaunodeellos.

Entodocaso,reconocidoonoporlavíctima,elcriminalsedelataría.Probadalaculpabilidaddeunodeellos,fácilmenteseprobaríaladelotro.Despuésdehaberhabladoconlaenferma,donMáximoBarajaconferenció

con elmédico y el director del hospital.Hizo trasladar a la enferma para unahabitaciónaislada,yconvocóunciertonúmerodeespectadorespara laescenaquepremeditaba.

Al ser prevenida de que iba a encontrarse en presencia del asesino de laseñoradeNeira,laenfermasintioseposeídadeungranmalestar,yseguramentedesfallecería si por mil formas no procurasen calmarla con la presencia demuchaspersonas.

DonMáximoBarajasalióapresuradamentedelhospital,montóenuncocheysehizoconduciralacárceldondeVíctorReypermanecíaincomunicado.

Despuésdeunabreveentrevistaconelpreso,ensumismococheyescoltadopordosagenteslecondujoalhospital.

Una vez allí, lo hizo entrar en el despacho del director, y salió dejando aVíctor vigilado por los dos agentes. Después se dirigió precipitadamente a lahabitaciónadonde la criadahabía sido trasladada,y en la cual sehallabanyaentoncesreunidasvariaspersonas.

Seacercóallecho,ymurmuróengraveyreposadavoz:—Elhombreeseyaestáabajo.Esprecisoqueustedtengaserenidad.Yobservandoquelaenfermalemirabaconunairedesustoysufrimiento,

añadió:—Noseimpresione,quenolevaasucedernadamalo.Acuérdesedeloque

antesleherecomendado.Sinoloreconoceusted,aparentelocontrario.Esmuyimportante.

Yluegoañadió:—Nohayquedesmayar.Energía,muchaenergía…Entretanto,alláabajo,en

eldespachodeldirector,Víctorpreguntabadistraídamentea losagentesque lecustodiaban.

—¿Paraquédemoniomehantraídoustedesaquí?¿Nosepuedesaber?Enestollegóunenfermeroconordendeljuezparaquesubiesealpreso.

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Escoltado por los agentes, salía del despacho del director, y subía a lahabitacióndondesehallabalacriada.

Elenfermerolesprecedíaguiándoles.Enunlargopasillo,sedetuvoenfrentedeunapuertanumerada.Indicóalosagentesqueesperasen,empujólapuertayentró.MomentosdespuéssalíadonMáximoBaraja.DirigiéndoseaVíctorRey,que

parecíarevestidodelamayorserenidad,yhastaciertopuntosorprendidoconloqueestabapasando,dijo:

—Entreusted.Cuando Víctor entró en el cuarto del hospital acompañado del juez, las

personasquerodeabanellechodelaenfermaseapartaronunpoco.Lacriadaestabasentadaenunasillacolocadaalacabeceradelacama.Lapobremujeraguardabaconansiedadlaescenadelreconocimientoparala

cuallaveníanpreparando.Al ver entrar a Víctor sintió miedo como si en realidad estuviese en

presenciadelmalhechorqueintentaraasesinarla,peroalmirarlenolereconoció.Noseacordabadehabervistoaquellacara.Podía ser el cómplice, pero de ninguna manera el hombre que la había

herido,dejándolapormuerta.LafisonomíadeVíctornolerecordabaniporunmomentoalhombredela

faca.Aquel hombre a quien había visto apenas en la penumbra de la sala de la

señoradeNeira,trastornadaporlaescenatrágicadelcrimen.Teníaunaideadequeelasesinoeramásviejo,másalto,máscorpulento;y

sobretodofigurábasequesufisonomíareflejaba,alcontrariodeladeVíctorqueeradulce,unaextrañaferocidad.

Víctorleparecióenteramenteotrohombre.Así experimentó una indecible repulsión en acceder a los deseos del juez,

que,comohemosvistoanteriormente, leordenarael reconocimientodeVíctorcomoasesino,fuéseloonolofuese.

Tuvoremordimientosdeserasuvezculpabledeuncrimen,denunciandouninocente y, sin comprender el pensamiento del juez, persistió en negarse y noacceder.

Aquelhombre,elhombrequeteníadelante,noeraelasesinodelaseñoradeNeira.

¡Noerasuasesino!

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Pero don Máximo Baroja, que no apartaba los ojos de ella, pareciendocomprenderlelospensamientos,apresuroseadecirleenuntonodevozqueeraalavezdepersuasiónydeimperio.Lavozyeltonoqueempleanlosmagistradosy los funcionarios de policía cuando quieren infundir ánimo a los testigos:Acuérdese de lo que le dije. ¿Reconoce a este hombre como al asesino de laseñoradeNeira?

Lacriadanorespondiósinoconunsuspiro,ybajólosojoshundidosporlafiebre.

—Mire bien para él. No tiene nada que temer. Está aquí en lugar seguro.Entrepersonasdeabsolutaconfianza.¿Loreconoce?

Laenfermaalzólosojos,yatraídaporextrañacuriosidadmiróatentamenteaVíctor.No,noeraaquelelasesino.Positivamentenoera.

Pero encontró la mirada del juez severa, autoritaria, imponiéndola, ymurmuróenvozbaja:

—¡Esél!Almismotiempoque,paradarmásimportanciaasuafirmación,leseñalaba

consumanopálidaydescarnada.Hubounvagosusurro.LaspersonasquepresenciabanlaescenasevolvierontodashaciaVíctoren

elapogeodeunagrancuriosidadydeunagranconmoción.Víctorpermanecíaimpasible.Nosemovió,nohizoungesto,nosecontrajounsolomúsculodesurostro.Aloíralaenfermadecir:—¡Esél!Replicósinexaltación,sinairedeprotesta,fríamente,comoquienhaceuna

observación:—Esamujerseequivoca.Meconfundeconotro.El juez, que desde que la criada había hablado, no dejara unmomento de

observar a Víctor con mirada inquiridora y penetrante, puso término a lasituaciónconestaspalabrassolemnes:

—Eljuzgadonosehabíaequivocado.EntoncesVíctor,cuyapalidezaumentaba,dijo:—¡Esfalso!Seequivocó,comoseequivocasiempre.Huboungranmovimientoentrelagentequepresenciabalaescena.Laenfermasellevóambasmanosalcuello,ysequejódébilmente.Algunaspersonaslarodearon.

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El médico de guardia, que estaba presente, dijo al mismo tiempo que lapulsaba:

—Tenganlabondadderetirarse.Esprecisodejarlasosegar.El juez se aproximó a la puerta, y llamó a los dos agentes que esperaban

paseándoseenelcorredor.Después,indicandoaVíctorquesaliese,dijoalosdospolicías:—Acompañenaestehombrealláabajo,sinpermitirlehablarconnadie.Víctorsalió.Parecíaextrañoatodoloquepasabaenderredorsuyo.¿Eraindiferencia?¿Eraexcesodeemoción?ParadonMáximoBarojalaactituddelprocesadoeraunaduda.CuandoVíctorhubosalido,eljuezcerrólapuerta,yhaciendoapartarsealas

dosotrespersonasquerodeabanalaenferma,dijoaestaenvozbaja:—¿Noesél,verdad?Lacriadarespondió:—No,señor.Eljuezinsistió:—¿Estáustedsegura?—Sí,señor.Esehombrenolohevistonunca.—¿Ustedsehafijadobien?—Sí,señor.Eljuezpermanecióunmomentosilenciosoalladodelaenferma.No osaba separarse de ella, porque después de aquella escena de tan

concluyente apariencia, se figuraba que dejar de ver a la superviviente delcrimendeMadridModernoerarenunciaralaesperanzadeaclararelmisterio.

Asífuequetodavíaunavezmásinsistióinterrogandoalaenferma:—¿Quétipoteníaentonceselhombrequelahirió?—Nome acuerdo bien. ¡Como era casi de noche!…En la sala apenas se

veía.Deloquemeacuerdoesdequeerauntipomuydiferentealdeese…Eramásgruesoymásfuerte.

—¿Usabatambiénlabarbacrecida?—Eso,sí,señor.—¿Siustedviesealverdaderoautordelcrimen,loreconocería?—Creoquesí,señor.Eljuezmeditóunmomento.

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Acababa de ocurrírsele la idea de celebrar un careo entre la enferma yDoroteo.

DonMáximoBarojaselevantó.Despidiosedelaenferma.Estrechólamanodelmédicoysalió.

Nohabíadesistidode supropósitodemantener aVíctor en la creenciadequelacriadaledenunciaracomoautordeldobleasesinatodeMadridModerno.

Llevaríalapruebahastaelabsurdo.¿Quiénsabe?Talvezlacriadanolereconociesepornohaberlevistobienyfueseaquelel

verdaderoculpable.¡Quiénsabe!Elcrimenfuerapracticadoencircunstanciastanextrañas,contantarapidez,

y a unahora tanpropicia, quenadamásnatural que la criadade la señoradeNeiranohubiesepodidoconoceralasesino.

Adecirverdad,ellacasinolehabíavisto.Peroporotrolado,elacusadoVíctorReynomanifestaralamenoremoción

alserconducidoapresenciadelavíctimanialseraparentementereconocidoporella.

Lejosdeeso,habíamanifestadounaserenidadtangrande,quealmismojuezllegóaparecerleafectada.

Aunsiendoinocente,yquizámásquenadaporesomismo,eranaturalquedemostrasemayorsorpresa.

Conefecto,seracusadodeuncrimenquenosehacometido,escosaquenosucedetodoslosdías.

¿Porquémotivoaquelhombrehabíasidoindiferentealaacusaciónhechaentansingularescircunstancias?

Durantetodalaescena,el jueznohabíadejadodemirarle,observándolelafisonomía,enlacreenciadequeellarevelasealgunacosa…

Peronadahabíaconseguidosorprender.Nada,nisiquieraemoción.Diríasequeaquelhombreeradepiedra.

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C

CAPÍTULOXVII

CRÍTICOSMOMENTOS

UANDO bajó al despacho del director donde esperaba el preso, donMáximoBarojaintentóunanuevaexperiencia.

Ordenó a los guardias que se retirasen, y quedó solo con el acusado. Leinterrogó:

—¿Está usted dispuesto a decir toda la verdad? Ya ha visto usted que lapruebaesconcluyente.Restatodavíalaconfesióndeustedcomoatenuante.Noquiere esto decir que la justicia necesita de ella para proceder…Si le hablo austeddeestoesensuinterésparticular,porquelaconfesiónmitigalapena.

Sinmiraraljuez,Víctorreplicó:—Yahedichoalseñor juezqueesamujerseequivocó.Meconfundiócon

otro…Estoyinocente…Eljuezagitólacabeza:—Hacemal…Hacemal.Leveoconesanegativacompletamenteperdido.

Laconfesiónnolesalvaría,claroestá,peroatenúaconsiderablementeelcastigo.Víctorpreguntóenuntonovagamenteinquieto:—¿Vaentoncesacondenársemeporladeclaracióndeesamujer?El juezsorprendióeste indiciodecapitulaciónyseanimójuzgándoleenel

declive.—¡Claroestáquevanacondenarloporeso!¿Acasosenecesitamás?YcomoVíctornole interrumpiese,pareciendoconsiderar todalagravedad

delhecho,eljuezcontinuó:—De una manera terminante, ha sido usted reconocido por la víctima

superviviente. Una declaración de esa índole hace fe en todos los juicios.Después de ella, es inútil persistir en negar. El tribunal no dará crédito a suspalabras.

Después,mudandodetono,másbajo,convincente,casifamiliar,añadió:—¿Ycómonoqueríaustedquefueseasí?¿Acasoelhechodeserreconocido

por lavíctima supervivientedel crimenque le imputanno será suficienteparacondenar?

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Y subrayando las palabras almismo tiempo que observaba atentamente alacusadocontinuó.

—¿Cómo la víctima iba a reconocerle si usted no fuese realmente elcriminal?

Víctor,queoíaal juezsinmirarle,hizoademánde interrumpirle,perodonMáximoBarojaleobjetó:

—¡Yasé!Ya sé loqueustedvaadecirme,que lacriada loconfundióconotro.¿Ylepareceausted,sinduda,creíblequeelautordelcrimendeMadridModerno se parezca a usted hasta el extremo de que se confundan los dos?¿Acasoesesoverosímil?

Enunarrebato,Víctorexclamó:—¿Ysilehavistomal?Enuntonodevozhelado,donMáximoBarojapreguntóconintención:—¿Cómosabeeso?Víctorempezabaaperturbarsedeunamaneravisible.Unsegundodevacilaciónyestabaperdido.Élmismolosentía.Peroserepusoatiempo:—¿Peronoesverdadqueesecrimensepracticódenoche?—Esinútilqueelacusadopretendaengañaralajusticia.Élsabemejorque

nadiequenohasidodenoche…Hubounlargosilencio.DeprontoVíctorselevantódelasillaenquesehallabasentado,ydijocomo

quientomaunaresolución:—¡Puesbien!…Elmomentoeradecisivo.Víctorsedisponíaaconfesar.DonMáximoBarojaestabapálido.Víctorsacudiólacabezaconunmovimientollenodeenergía:—Estabadecididoanohablar,perohablaré.Eljuezleanimóconunademán:—Hable,hable.—Setratademividayhedesalvarla.DonMáximoBarojalemiróllenodesorpresa:—¡Cómo!—Probandoquesoyinocente.

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Eljuezparecíacadavezmásasombrado:—¿Ypuedeelacusadoprobareso?Víctorafirmóresueltamente:—¡Puedo!EnaquelmomentodonMáximoBaroja tuvoimpresiónabrumadoradeque

su argucia al hacer que la enferma reconociese a Víctor como culpable iba aresultarestéril.

Sesintióposeídodeunagranirritacióncontraaquelhombre.Asífueque,dandounpuñetazosobrelamesa,exclamó:—¡Elacusadopretendeburlarsesinduda!Víctorreplicófríamente:—Lajusticiaeslaquehapretendidoburlarsedemí.Apesardehaberpronunciadoestaspalabrasconaparentefrialdad,conocíase

sinembargoqueVíctorcomenzabaaexcitarse,loquelesucedíasiemprequeloprovocaban.

La cólera, en aquel hombre víctima de fatalidades de nacimiento yeducación,teníaaspectossingulares.

Cuandoseapoderabadeél,suprimersíntomaeraunapalidezdecera.Luegotodossusrasgossealteraban.Diríasequeotrafisonomíasemarcabaymodelabasobreellos.Seleahondabanamoratadaslasojerasylatezparecíaestibárseledeazul.Despuéssumiradallameabayparecíadespedirsiniestrosrelámpagos.Dilatábanse sus pupilas, y su boca tomaba una expresión de extraña

ferocidad,ytodasupersonaparecíaagitadaporunespasmoepiléptico.Aestollamabaélsuscrisis,yconefectoeranterriblescrisismorbosas,que

apenasdisipadaslorestituíanasuhabitualindividualidad.Enaquelmomentocrítico,unadeesascrisisparecíaquererposeerlo.Yanoconsiderabalagravesituaciónmoralenqueseencontraba.Dejara de ver en su presencia al juez, para ver al hombre que le vejaba

privándoledelalibertad.Así,cuandodonMáximoBaroja,descargandounsegundopuñetazosobrela

mesa, le ordenó que se callase,Víctor, avanzando un paso hacia él, le replicótodotrémulo:

—¿Tambiénsemequieredespojardelderechodedefensa?DonMáximoBarojaleinterrumpiócongranseveridad:—¿Quéacusaciónintentaustedformular?

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Víctorreplicóenuntonodeformidableenergía:—Quiero decir que se me está violentando para que declare contra mi

voluntad,yquenoloconsiento.¿Lohaentendidoelseñorjuez?DonMáximoBaroja,verdaderamenteintimidado,sedirigióa lapuertacon

objetodellamaralosdosagentesquehabíanquedadoenelcorredor.Víctorleadivinólaintenciónyledetuvointerponiéndose.Peroenaquelmomentoyaeradueñodesí.Lacrisisdefurorqueunmomentoantesleamagarahabíaabortado.Eljuezsedetuvoexclamando:—¿Quéintentaustedhacer?—Intentohacermeoír.—¡Déjemeustedpasaropidosocorro!Víctormurmuróconunacalmaextraña:—¡Elcasonoespara tanto,señor juez!Además,pareceríaextraño,ysería

perjudicialparasuprestigioqueleoyesenpedirsocorro.¿Quémal,despuésdetodo,puedoyocausarle?¡Soyundesgraciado!Semeatribuyeuncrimenquenocometí,porelhechofataldehaberanteriormentecometidootro:eldesfalco,quenopuedonegar,yquemeavergüenzayquemepierde…

Hizounapausa,yluegomurmuró:—¿Estáelseñorjuezsinceramenteconvencidodequehesidoyoquienmató

alaseñoradeNeira?DonMáximoBaroja,nuevamenteinteresado,respondió:—¡Absolutamente!—¡Puesestáequivocado!Yañadió:—Lajusticiatienelamaníadevercriminalesentodaspartes.—Adviertoalacusadoquenolepermitoformularesaclasedejuicios.—Nocreohaberfaltadoalseñorjuez.—Esunaadvertencia.—Puesbien.Elcasoeseste:elseñorjuezaúnnohaconseguidosaberquién

eraelasesinodelaseñoradeNeira…—¿Puesnoacabaelacusadodeserreconocidoporlacriadaherida?—No,señor.—¿Negaráustedlaevidencia?—Niegoquehayasidoreconocido.—Esoesunaburla.

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—No, señor. ¿Acaso piensa el señor juez que yo estoy convencido de lasinceridaddelreconocimientodeesamujer?

—Suafirmaciónhasidocategórica.—¿Perosuponeporventuraelseñorjuezquenovi,quenocomprendíquese

tratabadeunapuracomedia,expresamenteforjadaparaarrancarmelaconfesióndel crimen?Claramente reparé en la turbación, en la perplejidad de esa pobremujer enel actode reconocerme.Evidentemente, ellanome reconoció.Si asífuese, lo habría dicho desde luego, sin dudas ni vacilaciones… ¿No es estoverdad?

DonMáximoBarojanocontestó.Superturbacióneravisible.Paraocultarlacompusounafisonomíaausteraydijo:—No intente usted hacer de mí su juguete. Acuérdese usted de que está

hablandoconeljuez.Sinotieneotroselementosdedefensasinopalabras,puedeconsiderarseperdido.Yase lohedichoal acusado: ladeclaraciónde lacriadabastaparahacerlecondenarirremediablemente.

Víctorinsistióensusanterioresafirmaciones:—Tengootroselementosdedefensa…—¿Cuáles?—Unosoloyconcluyente.—¿Porquélocallóhastaahora?—Pordelicadeza.—¿Yahoraestádispuestoadecirlo?—Estoy.—Veamoscuálesesapruebadesuinocencia.—Esta.Alahoraenquefuecometidoelcrimendequesemeacusayome

hallabaenotraparte.—Bien,sí,yaséloquemedice.Aesahoraalegaelacusadoquepaseabapor

las calles… ¿Y a eso llama elemento de defensa? ¿Quién nos asegura que elacusadopaseabaaesahoraporlascalles?¿Recuerdaque,interrogadopormíaeserespecto,declarónohabertropezadoconpersonasaquienconocieseyquepudiesendeclararlo?…

Víctorreplicóconasombrosaserenidad:—Meacuerdoperfectamente.Peronofueesoloquepasó.DonMáximoBarojarepitiósorprendido:—¿Nofueeso?

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—Yahedichoqueno.—Puessírvaseelacusadoexplicarseconmayorclaridad.—A la hora en que se cometió el crimen no vagaba yo por las calles.Me

hallabaenunacasa.—¿Ensucasa?—No,señor.Enunacasaajena…DonMáximoBarojapronunciódesdeñosamente:—Esoesmuyviejo.Unamujer.¿Noesverdad?¡Unamujerdequiennose

puede decir el nombre!… Una mujer casada seguramente. ¡Es viejo, muyviejo!…

Víctorreplicó:—Seengañaelseñorjuez.Esdelomásnuevo.Alahoraenquesecometió

elcrimendeMadridModerno,yomehallabaenunacasaconunamujer.Habíadecidido ocultar su nombre, pero puesto queme va en ello la vida, no puedomenosderevelarlo.EsamujersellamaSoledad.Eshuérfana.Viveconunostíossuyos.DoroteoFuentesysumujer.

Eljuezlemiróllenodesorpresa.EnsuopiniónVíctorReyacababadevenderse.Doroteoestabapreso.Desde el primer momento el juez le había considerado como uno de los

autoresdelcrimen.SindudaDoroteoeraelhombrequehabíaheridoalacriada.Lacriada,quenohabíareconocidoaVíctor,reconoceríaaDoroteo.Peroeranecesarioesperaraldíasiguiente.Selevantóyllamóalosguardiasqueesperabanfuera.Cuandolaparejasellevabaalreo,donMáximoBarojadijosentándoseenun

sillón y como si hablase consigo mismo, pero de una manera que Víctor leoyese:

—NomehabíaequivocadoalmandardeteneraeseDoroteo.Víctorsevolvió.Estabapálidocomolamuerte.Quisopronunciaralgunaspalabras,peronopudo.Losdosguardiasleempujaronrudamenteparaquesaliese.

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C

CAPÍTULOXVIII

ELMANUSCRITODEVÍCTORCONTINÚA

UANDO cumplí doce años, pensaron en hacer de mí un hombre deprovecho,útilparasímismoyparalosdemás.

Meacuerdomuybiendeaquellaépoca.LaseñoritaCornutyseafanabapreparándomea findequepudieseentrar

enuncolegio.Detodoslosestudiosqueentoncesmehicieronemprender,lahistoriallegóa

infundirmeunaverdaderapasión.Mi protectora solía leerme por las noches, a fin de hacer la velada más

llevadera,trozosescogidosdeunagranhistoriaenmuchostomos.Cadaunodeaquellosrelatosmeentusiasmaba,ymeconmovíacomosiyo

hubiesesidohéroeenaquellasluchasdereyesygrandesseñores.Miprotectoraleíatanbien,quelaspalabrasparecíanfluirnaturalmentede

sus labios con el calor de la improvisación que pudieran tener en los de untestigopresencialdelossucesosquemedabaaconocer.

Quizá parezca ridícula esta pasión de las lecturas históricas que a miprotectora y a minos distraía durante las largas y melancólicas veladas delinvierno.

Peroaquientengaencuentaqueyonoeramásqueunniñoyqueaquellaseñoraerauncorazónheridoquesoportabadifícilmenteelfardodelavida,nopodráextrañarle.

Miprotectoraparecíacadadíamástriste.Seirritabamásfácilmente.Suscrisisdedesesperacióneranmásviolentas.Encambiosumandocadadíaparecíamástranquiloymásglacial.Lasaludylatranquilidaddemiprotectorameinquietabanmucho.Yoyanoeraunniño.Observabayadivinabamuchascosas.Sinembargo,elmisterio,quecomoavedemalagüerosecerníaenaquella

casa,meobsesionabasinquepudiesellegarapenetrarlo.

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Habíamomentosenquemeparecíacomprender,peroluegovolvíanparamílasdudas.

Otras veces permanecía indiferente, apático, casi irritado, y olvidaba micuriosidadenvistademiimpotenciaparasatisfacerla.

Muy frecuentemente, me sucedía experimentar un extraño deseo de estarsoloafindepensar,¡depensarsiempre!

Estosmomentosmerecordabanmuchomisprimeros tiemposenelpalaciodelaCondesa,antesdellegaraserelamigodeCarlos.

La diferencia demi estado actual semanifestaba enmis impaciencias, enmis angustias, en un afán desconocido y en una sed de movimiento que mehacíanmásdifícilqueanteslaconcentracióndemisideas.

Porsuparte,miprotectoraparecíaevitarme.Amiedad,casiyanopodíaserconsideradocomounniño.Mi protectora adivinaba mi curiosidad, y muchas veces mis preguntas la

turbaban y mis miradas llenas de interrogaciones la obligaban a inclinar lafrente.Teníaunsecretoynoqueríadejarloadivinar.

Loguardabacuidadosamente.¿Loguardaríaasísiempre?

***

Haciaestaépocamiestadomoralsufrióunarudasacudida.Heaquícómo:Elcomedor—habitaciónenlacualsolíamosmuchasnocheshacertertulia—

teníatrespuertas.Daba la una al salón; la otra al interior de la casa, y la tercera a la

biblioteca.La biblioteca a su vez tenía una puertecilla que daba paso a un gabinete

vecinodemialcoba.Enestegabineteysobreunveladorsolíanestarlasllavesdelabibliotecay

delosarmarios.Undía,despuésdecomer,lacuriosidadseapoderódemi,tomelasllavesy

penetréenlabiblioteca.Eraunaestanciavasta,guarnecidadegrandesarmariosllenosdelibros.La

mayorpartehabíansidodejadosenherenciaaldueñode laquintaporun tíosuyocanónigodelacatedralcompostelana.Laotrapartesecomponíadelibros

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compradosporsuactualposeedor.Hasta este día, mis lecturas habían sido cuidadosamente elegidas por mi

protectorayporlaseñoritaCornuty.Yocomprendíaquesemeocultabanmuchascosas.Asífueque,poseídodeunacuriosidadirresistible,temblandodemiedoyde

alegría abrí el primer armario y tomé el primer libro que se ofreció a mismanos.

Eraunanovela.Volvime ami habitación, cerré la puerta, abrí el libro, pero no pude leer.

Tuve en seguida una preocupación. Encontrar un medio para disponer de labibliotecasininspirarsospechas.

Remití la lectura a un momento más propicio, llevé el libro a su sitio yguardélallave.

¡Sí,guardélallave!Eralaprimeramalaaccióndemivida.Yoesperélosacontecimientos.Todopasódelamejormanera.LaseñoritaCornuty,despuésdehaberbuscadolallavetodalamañanadel

díasiguiente,sedecidióallamaruncerrajeroparaquehicieseotra.Elincidentenopasódeahí,ybienprontoseleolvidóporcompleto.Yo tuve la precaución de no ir a la biblioteca sino ocho días mas tarde,

despuésdehabermeaseguradoquenohabíaningunasospecha.Desdeentoncesmeentreguéalalecturaconverdaderapasión.Todasmis aspiraciones, todos los anhelos demi adolescencia que habían

contribuidoadesenvolvermiespíritutomaronunadirecciónnueva.Bienprontosentimefascinado.Mi fantasía se interesaba de tal suerte en la lectura y tomaba parte tan

importanteenella,quelleguéaolvidarcompletamenteelmundoexterior.Yoleíalazar,yelazarmesirvióamaravillaenlosdosprimerosvolúmenes.Después,comomiexistenciahabíasidotannoble,tanaustera,yonopodía

sersolicitadoporunalecturamalsana.Miinstintodeniño,mieducaciónytodomipasadomeguardaban.Laconcienciamehabíailuminadocomodeungolpetodalavida.Elefectodecadapáginaeracomolarepeticióndeunacosayaleída.¿Ycómonosentirelolvidodelpresente,aisladocomoyoestabaenaquella

especiederealidad?

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Delantedemí,encadalibroseencarnabanlasleyesdeunmismodestino,¡elmismoespíritudeaventurascerniéndosesobrelavidadeloshombres!

Esta leyqueyosuponía, tratabacon todas las facultades sobrexcitadasdemiimaginacióndeadivinarla.

Cada día la esperanza se fortalecía en mi alma y los anhelos de unaexistencianovelescaeranmásfuertes.

¡Pobreniño,mejorabaaúnlatrágicanovelademinacimiento!Yo ansiaba vivir la vida que descubría en mis lecturas y que me parecía

revestidadetodaslasgalasdelarte,detodoslosesplendoresdelapoesía.Peroyonoeranovelescosinoenmissueños:elporvenirmeespantaba.Porunararaconformidadconmiconciencia,yodecidieracontentarmecon

ladescripcióndeestasbellasquimeras,hastaeldíadondepudieserealizarlasenelmundomentidoynovelescodondeyoúnicamenteentreveíasublimesgocesdelespírituydelafantasía.

La desgracia, aun cuando yo la admitía, no jugaba sino un papel muysecundario, pasivo y pasajero, papel necesario únicamente para los dulces ytiernoscontrastes.

Estavidadeensueño,quememanteníacompletamenteextrañoalavidadelaspersonasquemerodeaban,duróalgunosmeses.

Cuandoencontrófin,yodudabasidebíavolveradarlevida.¡Miexistenciaduranteaquellosmeseshabíasidotaninteriorytanintensa!Entodoestetiemponadahabíacambiadoentomomío.Lamismatristezauniformeenelinteriordeaquellafamilia.Elmismopenosomisteriocerniéndosesobreaquelhogar.Yo creo que si no hubiese podido escapar a este círculo de laxitud y de

tristezapormiactividadintelectual,eldisgustoyladesesperaciónmehubiesentalvezllevadoauntérminofatal.

La señorita Cornuty envejecía, y llevaba una vida muy retirada, dedevociones, rezosyayunos.Eldueñode laquinta, siempreelmismo,severoyfrío,meinspirabaunrespetomiedoso.

El misterioso abismo que le separaba de su mujer parecía cada día masterrible ymás infranqueable.Mi protectora seme figuraba una flormarchitaquesedeshojalentamente.

Sufría de una tristeza desconocida, sin causa aparente, como unremordimientolejanoquelatorturase.

Los sufrimientosdemiprotectorame inclinabanaquererlamásdedíaen

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día.Yonopuedorecordarsinunaemociónprofundacómoseimpusoelpapelde

madreparaconmigo,pobrehuérfano.Unatarde,pocoantesdeanochecer,yoleíadistraídamenteenelgabinetede

miprotectora.Ella,sentadaalpiano,tocabaunasonataitaliana.Laestanciaestabailuminadaporlosrayosoblicuosdelsolponiente.Unaondaluminosapenetrabaporlaaltaventana,ydejabaunreflejoáureo

enelpisoencerado.Miprotectoradejóelpianoysalióaljardín.Elsilencioeracompleto.Niunalmaseencontrabaenlashabitacionesvecinas.Yosentíadentrodemíunapenaextraña,comoelpresentimientoobscurode

unapróximadesgracia.Habiendoabiertolasegundapartedellibro,lehojeédistraídamente.Meparecíabuscarunaprediccióndesuerte,comosehaceabriendounlibro

alazar.En ciertos momentos todas las fuerzas intelectuales y morales se tienden

morbosamentecomosiunavivaluziluminasederepentelaconciencia.Comosiunavisiónproféticaseimpusieseanuestraalmaturbada,quesufreylanguideceen espera de un algo misterioso. Nuestra alma, animada de una calienteesperanza,seinclinaparaaspirarlavidacomounperfume.

Mialmaestabaenestaextrañadisposición.Cerréellibroparavolveraabrirloalazarybuscarmihoróscopo:perohe

aquíquealhacerlodescubrounacartaqueparecíallevarencerradaenellibromuchosaños.

Examinéconcuriosidadmezcladadesorpresamihallazgo.Eraunacartasindirección,firmadaconestasdosiniciales:S.O.Yolaleíllenodegrancuriosidad.Secomprendíaenlosdoblecesdelpapelquehabíasidoleídamuchasveces,

ycuidadosamenteconservada.Sufechadebíasermuylejana.Las primeras palabras llamaron poderosamente mi atención, mi corazón

latióviolentamente.Permanecíalgúntiempoconelpapelentremismanoscomosidudaseantes

deleerlo.

Page 350: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Meacerquéalaventana.¡Sí! Las lágrimas habían dejado su huella sobre las palabras medio

borradas.¿Dequiéneranaquellaslágrimas?Ansiosoleílaprimerapágina.Ungritodesorpresaseescapódemislabios.Dejé el libro sobre el velador y ocultando la carta en el bolsillo fui a

encerrarmeenmihabitación.Allíquisereanudarlalectura.Mi corazón latía tan fuerte que las letras saltaban y huíandelante demis

ojos.Durante algunos minutos me fue imposible comprender nada. Al fin

comprendíelmisterio,alcomprenderaquiénlacartaestabadirigida.Yocomprendíqueerauncrimenleeraquellas líneas,pero la tentación fue

másviolentaquemivoluntad.Lacartahabíasidoescritaamiprotectora.Eranalgunaspalabrasdeadiós.¡Deunadióseterno!Después de haber leído aquella carta, yo sentí como si me hubiesen

arrancadoparasiempremisilusionesymisesperanzas.¿Quiéneraelautordeaquellacarta?¿Cuálhabíasidolaexistenciademiprotectoraantesdehaberseretiradoa

laquinta?Aquellaslíneasconteníandetallesyalusionesanteloscualesnohabíalugar

aduda.Elmisteriodeaquelhogardejabadeserlo.La lectura de aquella cartame sugiriómultitud de ideas almismo tiempo

que me revelaba el carácter de unas relaciones cuya rotura había roto doscorazones.

Unaprofundapenaseadivinabaenlaslíneasdeaquellacarta.Laconservotodavíayvoyacopiarla.Helaaquí:

«¡Túnomeolvidarás!¡Lohasdichoyyolocreo!Despuésdelaúltimavezenquetehevisto,todamividaseencarnaenesas

palabras.

Page 351: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Esprecisoquenosseparemos.¡Lahorahallegado!…Laesperabahaceyamucho,midulce,mitristeamiga.Durante todo nuestro tiempo, ¡el tiempo de nuestro amor!, mi corazón se

oprimíaysangrabapensandoenelporvenir.¿Mecreerástú?Tododebíaterminarseasí:eranuestrodestino,¡yolosabía!Túeresdeunanobleyaristocráticafamilia,yodenacimientohumilde.Esta

diferenciayolahesentidosiempre.Sentíaquenoeradignodeti.Peroyosolodebíasoportarelcastigodemifelicidad.¿Quéerayohastaeldíaenquetúmehascomprendido?Dosañoshanpasadoytodavíahoynocomprendoporquétúmeamaste.¿Cómohemosllegadoaunalocuratangrande?¿Teacuerdasdeloqueyoeraencomparacióntuya?¿Porquétehasfijadoenmícuandonadamedistinguíadelosotros?Antes de que tu mirada y tu sonrisa hubiesen iluminado mi vida, yo era

humildeyvulgar;todomefatigabaenlavida,yconsiderabamilabordetodoslosdíascomolacosamásimportantedelmundo.

Sabía, yme había resignado a ello, que nunca un sol de paz se levantaríaparamí.

Deantemanoestabaconvencido,ynomelamentabaporquedebíaserasí.Entonces tú me apareciste. Yo no sospeché que algún día me atrevería a

levantarlosojoshastati.Yoestabadelantedeticomounesclavo.Peromi corazón no temblaba, no languidecía: mi corazón no te presentía

aún.Dormíatodavía.Auncuandomialmaencontraba laserenidadcercadesu radiosahermana,

noadivinabalatuya.¿Teacuerdascuandolocomprendítodo?Despuésdeaquellavelada,despuésdeaquellaspalabrasquetrastornaronmi

alma,meencontréperdido.En lugar de sentir una íntima satisfacción, experimenté una profunda

angustia.Noteníaconfianzaenmí,nocomprendíatampoco…Yojamásteheconfesadoeso.

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Perohoysoytodotuyo.Hoyteloconfiesotodoparaquenoteavergüencesdemirecuerdo,paraquesepasdequéhombretealejas,amormío.

¿Sabescómotehevistolavezprimera?La pasión me había invadido como una llama, había entrado en mi alma

como un veneno, había confundido todos mis sentimientos y todos mispensamientos,hallábameenervadoy respondíaa tuamorpiadosonocomounserquelomereciese,sinocomounmendigoquerecibieseunalimosna.

Yonorespondíaatuamorcomoaunamujercaídahastamí,sinocomoaunamujerquemelevantabahastaella.

¿Sabestúloquequieredecircaídahastamí?No;yonoteofenderéexplicándotelo.¡Tedirésolamentequemiamortehaconsideradosiempredemasiado!¡Jamás,jamás,yohabríapodidoelevarmehastati!Yo te hubiera contemplado de lejos con una adoración infinita, cuando

llegaseaconocertusnoblessentimientos.Tuternuraytupiedadalgunasvecesmehansidodolorosas.Cuando tú me abrazaste —¡eso no sucedió más que una vez, y yo me

acordarétodalavida!—,unanieblapasóantemisojos,mialmasefundióatuscariciascomolanievealosrayosdelsol.

¿Porquéenaquelinstantenocaímuertoatuspies?¡Oh!Yosoyculpabledehabersidoindignodeti.Dehaberatraídoelridículoylavergüenzasobretucabeza.¡Adiós,adiós!…Alpresentequetodoesdescubierto,esprecisoquemevaya,quehuyaportu

reposoytutranquilidad…Túyanomeverásmás.¡Espreciso!Todami alma es como un perfume de la tuya. ¡Y sin embargo es preciso

hacerdeunaexistenciadosexistencias!…¡Deunavidadosvidas!¡Oh!Cuandopiensoquenoteveréjamás,jamás,jamás…¿Diosmío,esposiblelavidasinmásleyqueladelsufrimiento?Denuevohevistoatumarido.Losdossomosindignosdeél,auncuandono

seamosculpables.Tumaridosehapuestoheroicamentedetuladoytesalvaraytedefenderá

contralosclamoresylascalumniasdelasociedad.Tumando teestima,será tusalvador,peroesprecisoqueyomealeje,que

Page 353: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

huya…¡Adiós!¡Adiós!¡Adiósparasiempre!

S.O».

Despuésdeleerestacarta,yoquedéaturdido,sincomprenderloquepasabaenmí.

Larealidadveníaasorprendermeenmediodelaexistenciasonadoraqueyollevabahacíadiezmeses.

Elmisterioqueyoteníaentrelasmanosoprimíamicorazónyletorturabacruelmentecomolahojadeunpuñalclavadoporlamanociegadeldestino.

Aquella carta todavía no podía explicármela completamente pero yocomprendíaqueunanuevaexistenciacomenzabaparamí.

Desdeaqueldíayocomprendícosasque,porefectodemieducaciónydelmedioenquevivía,habíanpodidopermanecercuidadosamenteocultasparami,niñollenodecandorescomounadoncella.

¿Quénuevaperturbaciónibayoallevarenlaexistenciademisprotectores?¿Adónde me arrastraría el azar que había puesto en mis manos aquel

secreto?¿Quésabíayo?Quizá cualquier cosa que hiciese resultaría insoportable, tanto para ellos

comoparamí.¡Ysinembargomeerainsoportablecallarmeyocultarparasiempreenmi

cerrazónelsecretoqueacababadedescubrir!Mil y mil preguntas confusas surgían en el fondo de mi cerebro,

oprimiéndomeelcorazóndolorosamente.Impresionesnuncasentidassedespertabanenmícomodeunlargosueño.Meparecíaqueexperimentabauna intensayesencial transformación;que

misantiguosanhelosdesaparecíanyeranremplazadosporunalgoindefinible,delcualnomeeradadoapenarmenientristecerme.

Aquellanochemeacostéconfiebre.Muchos días se pasaron antes de que pudiese recobrar la calma y darme

cuentademisituación.Enestaépocavivíamosenlaquintamiprotectorayyoenunasoledadcasi

absoluta.

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ElmaridodemiprotectoraestabaenMadridhacíaunasemana,yaúndebíapermanecerallíunmesalomenos.

Bienqueesta separaciónnopudiese llamarsemuy larga,miprotectora seentristecíamucho.

Enlosmomentosenquesesentíamásatormentada,seencerrabaasolasensushabitacionescomosimipresencialefueseinoportuna.

Pormiparteyotambiénbuscabalasoledad.Micerebrotrabajabaenunaconstantetensiónmalsana.Había conservado la carta, en vez de arrojarla al fuego, y analizaba sus

frasesenlasoledaddemialcoba,aquellasfrasesdeunsupremoydesesperadoadiós.

Procurabaadivinarelsentidoinquietantedeestaspalabras:«yonoeraunigualtuyo».

Constantementereleíaaquellacarta.Yo estaba casi enfermo, cuando vi una tarde que un mozo entraba en la

quintaconlasmaletasdeldueño,queregresabadeMadrid.Miprotectoraselanzóalencuentrodesumaridoconungritodealegría.Yopermanecíclavadoenmisitio,sinserdueñodedisimularmiagitación.Nopudiendodominarmecorríaescondermeenmialcoba.Nocomprendíaelmiedosúbitoquesehabíaapoderadodemí, ¡porqueyo

teníamiedo!Una tarde, después de comer, me hallaba yo en un salón adornado con

algunoscuadrosantiguosyretratosdefamilia.Elretratodeldueñoestabafrenteporfrenteallugarqueyoocupaba.Meparecióquememiraba.Yo,unpocoinquieto,tambiénmepuseamirarlefijamente.Elretratoestabasituadomuyalto,ycomoelsalóneraobscuro,paraverle

mejoryoarrastréunsillónymesubísobreél.Buscabaalgocomounasolucióndemisdudas.Recuerdoquelosojosdelretratomehirierondepronto.La ideame vino, inopinadamente, de que los ojos del dueño de la quinta

estaban siempre ocultos por las gafas ahumadas y que yo no los había vistojamás.

Aquellamiradaocultamehabíasidosiempreantipáticaeinsoportable;eracomounaprevenciónquesejustificabaenaquelmomento.

Miimaginaciónestabamuysobrexcitada.Meparecíaquelosojoselretrato

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seapartabandelosmíosybuscabanmaneradeevitarlos.Sevolvíanaotroladoparanodejarpenetrarlamentiraylafalsedad.Yo creí haber adivinado alguna cosa, y experimenté una íntima y secreta

alegría.Undébilgritoseescapódemipecho.Almismoinstanteoídetrásdemíunligerorumor.Mevolví,yhállemefrentealmaridodemiprotectora,frentealoriginaldel

retrato,quemecontemplabaatentamente.Meparecióqueenrojecía.Yo,llenodevergüenzamebajédelsillón.Eldueñodelaquintamepreguntóseveramente:—¿Quéhacestúaquí?¿Quiéntehadadopermiso?…Yonosupequéresponder.Élvolvióareprendermeconmayorenojo,yyosalídelsalónconlacabeza

baja.Quisolacasualidadquemeencontraseconmiprotectora,quealvermeno

pudomenosdeexclamar:—¿Quétepasa,Víctor?¿Quétesucede?¡Túestássofocado!Yobalbuceéaguisadedisculpa:—Esquevinecorriendo.Peroellamemiróconsusgrandesojosprofundos,llenosdesinceridad,yyo

inclinélafrentellenodeembarazo.Miprotectoraentoncesvolvióainterrogarme:—¿Vienesdelsalón?—Sí,señora.—¿Hasencontradoamimarido?—Sí,señora.—¿Tehareprendidoporalgunacosa?Yoguardésilencio.Enestemomentoseoyeron lospasosdeldueñode laquintayyomealejé

velozmente.Meretiréamicuarto,dondepermanecíunahoraencerrado,hastaqueun

criadovinoadecirmequelaseñorameesperaba.Yolaencontrésilenciosa,elaspectoinquieto.Ami entradamemiró viva y fijamente pero bien pronto apartó demí las

pupilas.

Page 356: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Parecíaconfusa.Desdeelprimermomentoadvertíquesehallabaenunamaladisposiciónde

espíritu.Pero contra lo que en un principio había esperado, estuvo conmigo más

cariñosa que nunca, como si quisiese borrar la mala impresión que debierahabermedejadoelencuentroconsumarido.

Aquellanochelaveladafuemuytriste.Yomeretirémuytempranoymeacostéllenodeinquietud.

***

Don Máximo Baroja llegaba a este punto del manuscrito de Víctor Rey,cuandoentróensudespachoelinspectorBargielaparacomunicarlequelasdosmujeresdeDoroteo,elalbañildetenido,estabanyaadisposicióndeljuzgado.

Page 357: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

TCAPÍTULOXIX

ERMINADOsu interrogatorio,Doroteohabíasidoconducidoa laCárcelModelo, donde quedó incomunicado. DonMáximoBaroja era partidario

delsistemacelular,esdecir,delaislamientocompletoparadecidira losreosaconfesarsusdelitos.

LaculpabilidaddeDoroteoleparecíaevidente,sobretododesdeelmomentoen que tuviera noticia de los amores de Víctor con Soledad, la sobrina delalbañil.

DonMáximoBarajacreyódescubiertoelcrimen.Los dos autores que desde un principio había sospechado eran Víctor y

Doroteo.Víctor,acompañadodeDoroteo,eraunahipótesisprobable.SinDoroteoinadmisible.DonMáximoBaraja había tenido algunosmomentos de vacilación y duda

cuandoDoroteoseencontrabaensupresencia.Laexpresivaysimpática fisonomíadelalbañil, suactitud, la sinceridadde

susrespuestas,sumismoabatimiento,quemásbienparecíalaresignacióndeundesesperado,deunvencido,que la turbacióndeunverdaderoculpable,habíanhechonaceralgunasdudasenelánimodeljuez.

Pero una vez a solas, entregado a sus reflexiones, rodeado de notas yantecedentesy teniendoasuvistael interrogatorioque leparecíaconcluyente,yanodudaba:creía.

AlinterrogatoriodeDoroteosucedióeldesusdosmujeres.Laporteradelacasadelcrimen,ylaseñoraJesusa.Laporteranohizomásquerepetirsusanterioresdeclaraciones,envistadelo

cualdonMáximoBarajaordenóquequedasedetenida.EncuantoalaseñoraJesusa,sudeclaraciónfueenextremocuriosa.ElinspectorBargielalacondujohastaeldespachodeljuez.Aterrada,anonadada,desdequelavísperasedetuvoasumarido,nodejóde

oírniunaprotestaniunaquejaniungrito;perobienprontoseprodujoenellaunanotablereacción.

Alestuporsucediólacólera.

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Se revolvía contra la desgracia que acababa de ocurrirle, se quejaba de sudestinoypedíaauxilioalcielo.

Eljuezlacontemplabaimpasible,porquelosjuecesnoseconmuevennunca.Estánacostumbradosalasirasdelagentequedetienen.

Vivenenunmundoenquelaspalabrasgroseras,laamenazaylainjuriasonmonedacorriente.

Pero los juecesquehan recibidoeducaciónmuydistintaysonhombresdeestudio, de costumbres pacíficas y que inspiran respeto; fríos, al menos enaparienciapordeberprofesional,sesientenpredispuestoscontraelquesedejaarrastrarporlaviolencia.

Doroteoimpresionóbienaljuezporsuactitudpacíficayresignada;sumujeribaadisgustarleporsuexaltación.

Antes de que se le interrogara protestó de que su marido hubiese sidodetenido.

No había hecho nada, decía. Era un hombre honrado. La que era unaintriganteeralaportera.Aesadebíanahorcarla.

DonMáximoBarojalaescuchabaconmuchacalma.ComolaseñoraJesusaseindignase,porhaberlaconducidoaljuzgado,don

MáximoBaroja tuvo que advertirle que no estaba arrestada, sino solo ante eljuez, en virtud de orden superior, para practicar ciertas indispensablesaveriguaciones,yquesolodependíadeellarecobrarsulibertad,paralocualnodebíahacermásqueresponderlaverdadalaspreguntasqueseledirigieran.

Las observaciones del juez parecieron calmarla, y don Máximo Barojacomenzóelinterrogatorio.

Cuando la preguntó acerca del primermatrimonio de sumarido, la señoraJesusasedesatóenimproperioscontralaportera.

EljuezquisoaprovecharaquellacircunstanciaparaconoceralgunosdetallesobscurosrelativosalaprobidaddelaporteradelacasadeMadridModerno,yformulóestaamaneradepregunta:

—¿Demanera que usted cree a la portera de la casa donde se cometió elcrimencapazdehabersidocoautora?

LaseñoraJesusamiróaljuezconexpresióndeasombro.DonMáximoBarojacreyóquenohabíacomprendidolapreguntaytratóde

explicársela.—¿Quierodecirsicreeustedalaporteracapazdeayudarvoluntariamentea

losasesinosensuinfameobra?

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LaseñoraJesusaprotestóindignada:—¡Cómovoyacreerlo,señorjuez!Ellamerobamimarido,cierto,peroeso

noquieredecirquerobedineroyquemate.—¿De modo que de ninguna manera sospecha usted que haya sido

cómplice?—Deningunamanera.Sihedehablarlaverdad,comoanteDios,honradaes

muyhonrada.—¿Ni a Doroteo, su marido de usted, le entregaría la llave del piso que

habitabalaseñoradeNeira?LaJesusamiróaljuezconindignación:—¡Amimarido! ¿Ymimaridoparaqué laquería?¿También se le acusa?

¡Mi marido es más honrado que todos los jueces y todos los escribanos deEspaña! ¡Mimaridoesunhombredebien,yporesoquierenperderle!Sihayalguienqueleacuse,yolediréquemiente.

Despuésdel tiempoquehacíaque estaba tranquila la señora Jesusa, yanopudocontenerse,dabavueltasdeunladoaotroporeldespachodeljuez,furiosa,nerviosa,casiloca.

DonMáximoBarojatratódecalmarla.Noloconsiguió,yresolvióesperaraqueseapaciguasesucólera.Avecesladesesperacióndeuntestigoodeundetenidoesútilalasumaria.Elindividuoqueyanoesdueñodesíllegaconfacilidadadeclarar.Siempre impasible, donMáximo Baroja continuaba sentado delante de su

mesaycontemplabaalaencolerizadaseñoraJesusasininterrogar.La sangre fríadel juez exasperaba a labuenamujer, queno cesabadedar

vocesprotestandodelaprisióndesumarido.Volvíasefuriosaydabagolpesconelpuñosobreelbufetedeljuez,comosi

quisieseañadirmásvalorasuspalabras.Ylacóleraqueleenrojecíalafrenteylasmejillas,dabaasusojos,todavía

llenosdefuegojuvenil,unaextrañaenergía,ciertotintevirilaaquelrostroantestanagradableyalasazónajadoymarchito.

Sedetuvounmomentoconobjetoderespirar,ydonMáximoBarojadijoasuvezestaspalabras:

—Antesdedespedirla austed,ode tomarencontra suyamedidasquemerepugnan, quiero hacerle una advertencia que puede serle muy útil, pues esprobablequetengaustedquevolvervariasvecesaljuzgado…

LaseñoraJesusainterrumpióbruscamente:

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—¿Qué advertencia tiene que hacerme usía? ¿Que me reporte? Ya iba asuplicarlealseñor juezquemeexcusase. ¡Yaveusía,se tratademimarido,ynadatienedeparticularquemeexalte!¡Esinocente!

Eljuezreflexionóunpoco,yluegomurmuró:—Voyadarordenquesepractiqueunregistroeneldomiciliodeusted.Side

esta diligencia no resultase nada en contra, quedará usted inmediatamente enlibertad.Entanto,tendráustedqueesperareneljuzgado.

DonMáximoBaroja hizo una seña al escribano, y este abriendo la puertallamóalinspectorBargielaqueseencontrabafuera.

En elmomento en que entró, el juez le entregó una orden de registro queacababadefirmar,yleindicóquehicieseesperarenunahabitacióndeljuzgadoalaseñoraJesusa.

***

Mientras el inspector iba a ejecutar las órdenes del juez, y a practicar elregistroencasadelaseñoraJesusa,donMáximoBarojatomóelmanuscritodeVíctorqueteníaencimadelamesa,yreanudósulectura.

***

Al despertarme al día siguiente por lamañana, recordé la escena del díaanteriorymeparecióunamistificación,undisgustosincausanimotivo.

Peroalsalirdemicuartosentíunextrañosobresalto,aloírlavozdeldueñodelacasa,elcualatravesabaelpasillo.

Lasensacióndesagradablequeseapoderódemiespíritufuetanfuerte,yelrecuerdodeldíaanteriormeacudiótanvivo,quenopudeocultarmiembarazo.

Alpasarpordelantede él, le saludéconun ligeromovimientode cabeza,pero mi rostro debía tener una expresión tan extraña, que aquel hombre sedetuvodelantedemísorprendido.

Alobservaraquelmovimiento,yomeapresuréypasédelargo.Élpronuncióalgunacosaqueyonopudeoírycontinuósucamino.Yonopudecomprenderloqueexperimenté.Lágrimasdedespechoobscurecíanmisojos.

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Entoncescomprendíqueaborrecíaalmaridodemiprotectora.Estaperpetuaagitaciónmeponíaverdaderamenteenfermo.Yoyanoeradueñodemí.Estabairritadocontratodoelmundoypermanecíhorasenterasencerrado

enmicuarto.Miprotectoravinoaverme.Alcontemplarmisemblantelanzóungritodesorpresa.Yoestabatanpálidoquealvermeenelespejoexperimentémiedo.Miprotectorapasóunahoramimándomeyconsolándomecomoaunniño

pequeño.Pero sus cuidados me entristecían, sus caricias me eran penosas; y bien

prontotuvequerogarlamedejasesolo.Ellamemirómuysorprendidaysefue.Alfinmipenasedisipóenuntorrentedelágrimasymeencontrémejor.Me encontré mejor, porque yo había resuelto buscar a mi protectora,

arrojarme a sus pies, y devolverle la carta perdida; aquella carta que mequemabalasmanos.

Yodeseabapoderdecírselotodo,mistorturas,misdudas.Queríabesar lasmanosde lapobremártir.Repetirlequeyoerasuhijo,y

quemicorazónseabríadelantedeella,quesipudiese leerenel fondodemipecho,sabríacuántohabíaallídeamorardienteeinquebrantablehaciaella.

Yosabía,yosentía,queeraelúnicoserconquienellapodíadesahogarsucorazón.

Yo comprendía supena comomis propias penas, peromi corazón latía deindignaciónalpensarqueella,miprotectora,podíaenrojecerdelantedemí.

¡No,no;ellanoeraunapecadora,eraunamártir!…Heahíloqueyohubieraqueridodecirlellorandoasuspies.Un inmenso deseo de justiciame poseía, y una especie de fiebre animaba

misresoluciones.Unaccidenteinesperadoimpidiólaexplicaciónqueproyectaba.Heaquíloquesucedió:Cuandomedirigíaalcuartodemiprotectora,encontréalmaridodeesta,el

cualpasópormiladosinfijarseenmí.Élibatambiénalcuartodesumujer.Yomedetuveclavadosobreelsuelo.Era la última persona que yo hubiese pensado encontrar en parecido

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momento.Yoibaaretirarme,perolacuriosidadmedetuvo.Aquelhombresedetuvounmomentodelantedelespejo,arregloselacorbata

yelcabello,ycongranpasmodemiparte,leoítararearunacanción.Almismoinstantemeacudióunrecuerdoobscurodemisprimerostiempos

enaquellacasa.Paracomprender laextrañasensaciónqueyosentí,esprecisorelatareste

recuerdo.El primer año de mi estancia en la quinta, un acontecimiento casi

insignificantemehabíaproducidounagranimpresión.Yjustamente;aquelsucesosereproducíacasienlasmismascircunstancias.Tengocontadoyaqueelaspectofríoyseriodeldueñodelaquintamehabía

producidounagranimpresióndedesagradodesdeelprimerdíaenquelehabíavisto.

Yomeacordéquemehabíasucedidohaberloencontradoyacomoaqueldía,enlamismahabitaciónyalamismahora.

Losdosnosdirigíamosalgabinetedelapobremártir.A lavistadeaquelhombreyohabíasentidounagran timidez,ymehabía

ocultadoenunrincóncomounculpable.Aquellavez lomismoquelaúltima,sehabíadetenidodelantedelespejoy

unasensaciónindefiniblemehabíahechotemblar.Mehabíaparecidoqueélcambiabaderostro.Almenosyohabíavistoensuslabiosunaextrañísimasonrisaenelmomento

enqueseacercabaalespejo.Yo no le conocía aquella sonrisa, porque él permanecía siempre serio y

malhumoradoenpresenciadesuinfelizmujer.Surostrosehabíatransformadocompletamentedesdeelmomentoenqueél

lohabíavistoenelespejo.La sonrisa había hecho lugar a un aire desdeñoso y hosco que parecía

invencibleynatural.Loslabioshabíancambiadodecolor.Aquelhombreextrañohabía fruncido las cejas y volvíaa ser elpersonaje

desagradabledetodoslosdías.Enfin,despuésdeunarápidaobservacióndetodasupersona,habíabajado

lacabezaconunairesombrío.Sualtaestaturaparecíahaberseencorvado.

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Despuésdeestaúltima transformaciónél sedirigióal cuartode sumujer,andandocasienlapuntadelospies.

En una y en otra ocasión al detenerse delante del espejo se había creídocompletamentesolo.

Cuandoleoítararearlacanción,quedéestupefacto.Misnerviostirantesestallaronenunarisanerviosa.Aquelhombresevolviópálidodecólera.Como un criminal cogido en flagrante delito, experimentó una gran

turbación.Yocontinuabariendonerviosamente.Yopaséasídelantedeél,yentréenelcuartodesumujer.Élsequedóenelmismositiodondeyolehabíasorprendido.Yodeseabaardientementequenotraspasaselosumbralesdeaquellapuerta.Confiesoqueteníamiedo.Afortunadamentenoentró.Al verme aparecer, mi protectora me miró largamente con un aire de

estupefacción,ymepreguntóquémesucedía.Yonosupequéresponder.Ella comprendió al fin la alteración de mis nervios y me examinó con

inquietud.Yoasísusmanosyselascubrídebesos.Entoncescomprendítodoelmalquelarevelacióndelhallazgodelacartale

hubierahecho.Felizmente el encuentro con su marido había cambiado por completo la

disposicióndemiespíritu.Elmaridodemiprotectoraentróalospocosmomentos.Yolemiré.Estabagraveysombríocomodecostumbreyparecíanoacordarsedeloque

acababadepasar.Pero en su palidez y en el ligero temblor de sus labios, se advertía el

esfuerzoconquedisimulabasuenojoconmigo.Saludóasumujerconlamismafrialdadqueacostumbrabaysesentó.Cuandotendiólamanoparatomarunlibrodeencimadelamesa,yovique

sumanotemblaba.Temíunaexplosión.Yotuveelpensamientodesalir,peronohalléenmífuerzasparallevarloa

Page 364: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

término.Miprotectoramedirigíamiradasllenasdeangustiayturbación.Ellaesperabaytemíaalgunacosadeanormalyterrible.Alfinlatormentaestalló.Enmediodeunprofundosilenciomisojosencontráronseporcasualidadcon

lasgafasdeaquelhombre,fijasenmí.Yotembléybajélacabeza.Entonceseldueñodelacasamepreguntóbrutalmente,conuntonobrevee

imperioso:—¿Porquéseponeustedcolorado?Yoguardésilencio.Micorazónlatíatanfuerte,quenopudepronunciarpalabra.Entonces dirigiéndose a su mujer, y designándome con un gesto de

desprecio,murmuró:—¿Quélepasaaesemuñeco?Laindignaciónmeoprimiólagarganta.Solamentepudedirigirunamiradasuplicanteamiprotectora,dequienlas

mejillaspálidasseinflamaron.Conunavozfirmemedijo:—Víctor,hijomío,déjanosahora.Mástardetemandaréallamar.Sumaridointerrumpió:—Primero óigame usted a mí, caballerito. ¿No ha oído usted que le he

preguntadoporquéenrojecíacuandomeencontraba?Mi protectora, con la voz entrecortada por la emoción, se adelantó a

contestar.—Porquetúleobligasaenrojecer;yamítambién.Yomiréconpasmoalapobremártir,nocomprendíaelheroísmodeaquella

respuesta.Sumaridosepusoenpieyrespondióconunacentoderencorprofundo.—¿Soyyoquientehaceenrojecerati?¿Soyyo?¿Esacausamíaporloque

túenrojeces?¡Creíqueseríatodolocontrario!…Estafraseeratanclaraparamí.Habíasidoacompañadadeunasonrisatanirónica,ydichaenuntonotan

rudo,queyolancéungritoymeprecipitéhaciamiprotectora.Elpasmo,laestupefacción,elreproche,elterror,pasaronalternativamente

sobreelrostrodelapobremujer.

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Yomiréaaquelhombre,juntandolasmanosconademánsuplicante.Élpareciócomprenderquehabíaidodemasiadolejos.Sin embargo, la rabia que le había dictado aquella frase, no era todavía

desvanecida; pero mi gesto debió decirle claramente que yo comprendía elsentidoocultodesuspalabras,ysequedóconfusoengradosumo.

Miprotectoraconvozdébil,perosegura,sedirigióamímurmurando:—Víctor,veteatucuarto,hijomío.Necesitohablarconmimarido.Mi protectora parecía calmada; pero yo temía más aquella tranquilidad

aparentequeunaviolentaagitación.Yohicesemblantedenocomprender,ypermanecíenmisitio.Meesforzabapor leerenel rostrode lapobremártir loquepasabaensu

interior.Meparecíaqueellanocomprendieranimiexclamaciónnimimovimiento.Perosumaridocogiéndomedeunbrazo,exclamó:—Miraaloquehasdadolugar.Ymedesignabaasumujer.¡Dios mío! Yo jamás había leído una desesperación semejante a la que

entoncesleísobreaquelrostroabatido.Melevantéysalídelahabitación.Desdelapuertaledirigíunapostreramirada.Miprotectoraapoyóamboscodosenelvelador,yocultóelrostroentrelas

manos.Yomealejésinseryadueñodesofocarlossollozospormástiempo.Meretiréamicuartoymearrojésobreellecho.Asípermanecícercade treshoras, sufriendo las torturasdeuna terribley

cruelincertidumbre.Nopudiendocontenermeyamástiempo,hicepreguntarsimeerapermitido

veramiprotectora.LaseñoritaCornutymetrajolarespuesta.Eldueñodelacasamehacíasaberquelacrisishabíadesaparecido,ycon

ellatodagravedad,peroqueelestadodelaenfermaexigíaunreposoabsoluto.Yopermanecísinacostarmehastalas tresdelamadrugada,dandovueltas

enmialcoba,agitadoeinquietoconelpresentimientodeunagrandesgracia.Misituaciónsepresentabamáscríticaquenunca.Perosentíaenmiconcienciaunagrantranquilidadalnosentirmeculpable.La fatiga acabó por vencer mis nervios, y me acosté, esperando el día

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siguientecongranimpaciencia.Yllegóeldíasiguiente,yconverdaderopasmoobservéenmiprotectorauna

granfrialdadparaconmigo.Yocreíenunprincipioqueaquelnobleypurocorazónexperimentabacierta

molestia, al recibirme después de la escena de que yo había sido testigoinvoluntario.

Pero no tardé en reconocer en ella los rastros de otro gran afán y otrodespecho.

Miprotectorasiempretanbuenaycariñosaconmigo,ahorarespondíaamispreguntas bien secamente, o bien con palabras que tenían un doble sentidoofensivoparamí.

Sinembargo,enalgunosmomentossemostrabacariñosacomoantes.Parecíaarrepentidaypesarosadelmalqueacababadehacerme.Yonopudereprimirme,ylepreguntéconlágrimasenlosojosyenlavozsi

estabaofendidaconmigo.Estapreguntaalprontolaembarazómucho.Levantó hacia mí sus grandes y serenos ojos llenos de tristeza, y me

respondióconunatiernasonrisa.—Nada tengo;nadamepasa,Víctor.Pero, sabes tú, lapreguntaalpronto

mehaproducidociertaimpresiónporquemelahasdirigidotanbruscamente,yyoestabadistraídacompletamente.

Despuésdeunapausa,añadió:—Dimelaverdad,hijomío.¿Tienestúenelcorazónalgunacosadelacual

teseríadifícildarexplicaciónsitelapidiesenenunaformainesperada?Yotuveserenidadbastantepararesponder:—No,señora.Ellamemiróuninstanteensilencio,yluegomurmuró:—¡Tantomejor!Seenjugóunalágrimaqueresbalabaporsumejilla,ycontinuó:—Perdónamelapreguntaqueacabodehacerte.Estoytannerviosa,queno

sésiquieraloquedigo.Peronodudesnuncadequetequiero,dequetequierocomoaunhijo.

Yomeabracéasucuellosollozando:—Ustedesparamímásqueunamadre.—No llores, Víctor. Abrázamemás fuerte, hijomío. ¡Me parece que es la

últimavez!

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—¡No, no!…Usted serámuy feliz. No diga usted eso… ¡Madremía! ¡Miqueridamadre!

—¡Cuánto te agradezco quemequieras así! ¡Tú eres elmismoqueme lotestimoniacuandotodosmeabandonan!…

—¿Quiénlaabandonaausted?¿Quién?—Yohe sido en otro tiempomuymimada,muy cuidada…Tú no lo sabes,

hijomío. ¡Aquellos días eranmás alegres que los de ahora!Mis afectos,misamistadesdeentonces,sehandesvanecidocomofantasmas.Yoesperésiemprequevolverían; losesperé todalavida.¡QueDiosmeperdone!…Mira,Víctor,miraaljardín.Yanohayfloresenél;esqueelinviernollega.Lashojasvanacaerdelosárboles;¡entoncesyomoriré!…

Su rostro estaba intensamente pálido y contraído. Sus labios marchitos,secosporunafiebredecoradora,temblabanconstantementecomoagitadosporunúltimoestremecimiento.

Para ocultar su emoción se aproximó al piano y pulsó algunas teclas. Enaquel momento, una cuerda se rompió, y el son expiró lentamente como unsuspirodesesperado.

Miprotectora,señalándomeelpiano,pronuncióconacentodeinspirada:—¿Has oído? Esa cuerda estaba demasiado tirante y ha roto. ¡Esa esmi

vida!…Hablabacongrandificultad.Sus dolores íntimos se reflejaban en su rostro, y sus ojos se velaban de

lágrimas.Yomecubríelrostroconlasmanos,llorandoamargamente.Ellaalvermeasí,seacercó,yacariciándomeloscabellos,medijo:—No llores, que todo es una broma. ¡La verdad es que no sé cuál de

nosotrosdosesmásniño!…Sesentóamiladoenunabutacabajaypermaneciósilenciosa.Uninstantedespuéssequejódeunagranlaxitud;ymerogóqueladejase

porquedeseabadescansar.

***

¡Pobremujer!¿Quécruelessospechaslaacompañabanalbordedelsepulcro?

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¿Quénuevapenamartirizabayheríasucorazón?Yonolosabríajamássiellanoseaventurabaahablar.¿Perocómopodríaconfiarmeamí,aunniño,losterriblessufrimientosde

sualmademujer?¡Diosmío!¿Quiénalcanzaríaaexplicarel terrible sufrimientodeaquella

vida sin luz y sin amor, de aquella existencia tímida y encarceladaque jamásosabapedirnada?

Aunalpresente,casiensulechodemuerte,conelcorazóndesgarradodeangustia, ella estaba allí como una culpable, evitando el menor ruido,prohibiéndose a sí misma toda queja, inventándose un dolor nuevo parasometerseypararesignarse.

Alacaídadelatarde,yoentréenlabiblioteca.Abríunarmarioymepuseabuscarunlibroqueyopudieseleerenvozaltaamiprotectora.

Deseabaparadistraerladesusnegrasideasalgunacosaligera.Largotiempobusquédistraídamente.Amedidaquelaobscuridadaumentaba,mitristezaeramayor…Sindarmecuentadeello,mehalléentrelasmanosellibromismo,abiertoen

lamismapágina,dondeestabaaquellacartaquenosalíademimemoria.¡Aquella misteriosa carta que había cortado mi vida en dos partes,

terminandolaunaycomenzandolaotra!¡Quémundodeocultadesolación,aquellacartamehabíarevelado!Yonopodíamenosdepreguntarme:¿quéseremosnosotrosenloporvenir?Elrincóndondehabíasidofeliznotardaríaensermeextraño.Elespíritupuroyserenoqueprotegíamijuventudmeabandonaba.¿Quémeteníareservadoelporvenir?Ymeolvidédemímismopensandoenelpasadoquemeeratanquerido,y

enelporvenirquemeespantaba,yenvanoprocurabaadivinar.Yo recuerdo aquel instante, como si todavía estuviese viviendo aquella

mismahora.¡Contalfuerzaestágrabadoenmimemoria!Yoteníaellibroabiertoporlapáginadondeestabalacarta.Deprontotemblé,ydiungritodehorror.Unamanoadelantándoseporencimademihombromearrebatabalacarta.Mevolvírápidamente.¡Eldueñodelacasaestabadelantedemí!…Measióunbrazoymelooprimiófuertementeparamantenermeenelmismo

sitio.

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Conlamanoquelequedabalibreaproximólacartaalaluzyseesforzóporleerlasprimeraslíneas.

Yomepuseagritar.Hubierapreferidolamuerteadejarleaquellacarta.Vi la sonrisa burlona que plegara sus labios al leer las primeras frases y

perdílacabeza.Sinsaberloquehacía,mearrojésobreélylearranquélacarta.Todo esto había sido tan rápido, tan impensado, que yo mismo no me

explicabacómoestabadenuevoenposesióndelfatalpapel.Viendo que él quería recobrarlo, me lo oculté velozmente en el pecho y

retrocedítrespasos.Brevesmomentosnosmiramossinhablar.Aquel hombre, con los labios temblorosos y azulencos de cólera, rompió

primeroelsilencio:—¡Esacarta!…Vengaesacarta,otelaharéentregar…Secontuvo,peroyoleílaamenazaensusojos.Calienteslágrimascorríanpormismejillas.Miagitacióneratanviolenta,quealprontonopuderesponder.Aquelhombreadelantandounpasohaciamí,repitióenelmismotono:—¿Hasoído?Entrégameesacarta.Yogritéllenoderabiaalverqueseacercaba:—¡Déjemeusted!¡Déjemeusted!Él adelantó un paso todavía; pero sin duda leyó en mis ojos una firme

decisión,porquesedetuvoyparecióreflexionar.Después,comosiacabasedeadoptarunpartido,murmuró:—¡Estábien!…Ypaseandolamiradaentornosuyo,exclamó:—¿Con qué permiso has entrado en la biblioteca? ¿Quién te ha dado la

llavedeesearmario?Yonosabiendoquécontestarseguígritando:—¡Déjemeustedsalir!¡Déjemeustedsalir!…Elsolsehabíaocultadoporcompleto.Dentrodelabibliotecalaobscuridaderaprofunda.Yoestabasindefensa,solo,delantedeunhombrequemeinfundíamiedo.Sin responderle, loco de terror, salí de la biblioteca y sin saber cómome

halléantelapuertadelgabinetedemiprotectora.Medetuveparatomaraliento.

Page 370: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Enaquelmismomomentooí lospasosdeldueñode lacasa.Quiseentrar,perobruscamentemedetuveheridoporunpensamientoquemeasaltó.

¿Quéibaasuceder?¡Aquellacarta!…No,no; todoerapreferibleaaquelgolpeasestadoenelcorazóndelapobremadre.

Quiseretroceder,peroerayademasiadotarde.Eldueñode lacasaestabayacercademí.

Envozbaja,cogiéndoleunamano,murmuré:—Vamosadondeustedquiera,peroaquíno…Aquíno…Lamataríamos.Aquelhombrerechazándome,contestó:—Túeresquienlamatas…Tú,únicamente.Todasmisesperanzassedesvanecieron.Aquelhombrequeríaprecisamentecontinuarlaquerellaenpresenciadesu

mujer.Yotratédedetenerlecontodasmisfuerzas.—¡PorDios!¡PorDios,nohagaustedeso!…Enaquelmomento,unamanopálidaalzóelportierymiprotectoraasomó

enelumbral.Surostroestabamáspálidoquedecostumbre.Ellasesosteníaenpiecondificultad.Seconocíaqueellateníaquehacerunviolentoesfuerzoparaaproximarseanosotrosaloírnuestravoz.

Observándonosconunaespeciedevagoterror,preguntó:—¿Quéocurre?¿Dequéhabláis?Hubounmomentodesilencio.Ellapalideciótodavíamás.Yomeacerquéaellaycogiéndoladelasmanoslallevéconfuerzahastael

fondodelgabinete.Sumaridonossiguió.Yolaabracémásfuerte,cadavezmásfuerte,trémulo

dezozobra.Ellaentoncespreguntóporsegundavez:—¿Peroquétienestú?¿Quétienes?Sumaridocontestóadelantándose:—Dile que te enseñe una carta que acaba de esconder en el pecho. ¿Qué

secretospuedetenereseniñoquenopodamosconocernosotros?Yopermanecíaabrazadoamiprotectora,cadavezmásestrechamente.Ella

nocesabaderepetirconverdaderoespanto.—¿Peroquépasa,Diosmío,quépasa?Después,dirigiéndoseasumarido,preguntó:

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—¿Porquéestástanirritado?—Víctorllora…—Víctor,¿dimetúloquehapasado?Yocallaba,sinatrevermearesponder.Eldueñodelacasaavanzóalgunospasos,yseparándomebruscamentede

sumujer,dijo:—Quieroquelaquetehaservidodemadretejuzgue.Yllevandoasumujerhaciaunsillónyhaciéndolasentar,añadió:—Túdebesprocurar tranquilizarte.Meespenosonopoderdispensartede

unaexplicaciónnecesaria.Miprotectoranosmirabaalternativamenteasumaridoyamí.Yometorcíalasmanosbajolaesperadelmomentofatal.Conocíalobastanteaaquelhombreparasaberquenoharíagracia.Ibaahablar.Yono le dejé.Leasí violentamentede lamano y le arrastré

haciaunlado.Misfuerzasdeniñoseagotaban.Unmomentomásytodoestabaperdido.Envozbajaysofocada,murmuré.—Nohableusteddelacarta…Ustedlamataría…¡Yolosétodo!Élmemirófijamente,conunacuriosidadardiente,yparecióconfuso.Lasangrelesubióalrostroyenrojecióhastasufrente.Yotodavíarepetíunavezmás.—¡Losétodo!…Aquelhombredudóunmomento.Yomeadelantéadecir.—He aquí lo que ha sucedido y de lo cual me reconozco culpable. Hace

algúntiempohetomadolallavedelabibliotecayleoloslibrosaescondidas.Sumaridodeustedmehasorprendidoconunlibroquesindudanodebíaserentremismanos.Yonomedefiendo,reconozcomifalta…

Miprotectorameescuchabaconunaatenciónprofunda.Ensurostrosereflejabaladuda.Nosmiradaalternativamenteasumaridoyamí.Hubounlargosilencio.Yorespirabacondificultad.Inclinó la cabeza sobre el pecho y se cubrió los ojos con unamano para

mejormeditar,paramejorpensarcadaunadelaspalabrasqueyoacababade

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pronunciar.Levantóalfinlacabezaymemiróintensamente.Porúltimo,murmuró:—Víctor,hijomío,yoséquetúeresincapazdementir.Dimelaverdad:¿es

esotodo?,¿absolutamentetodo?Yotuveserenidadbastantepararesponder:—Todo.Volviéndoseasumaridotornóarepetirlapregunta:—¿Esesotodo?Él,haciendounpoderosoesfuerzo,contestó:—Sí,todo.—Metranquilizáis.¿Túmedastupalabra,Víctor?Yorespondísinvacilar:—Sí,señora.Peronopudemenosdedirigirunamiradasobreaquelhombre.Élhabíareídodeunamaneraantipáticayburlonaquemehizoenrojecer;

miconfusiónfueobservadapormiprotectora.Unprofundodisgustosereflejósobresurostro.Almismo tiempo sus labios descoloridosmurmuraron, como quien exhala

unaqueja:—Antestecreía…¡Ahoranopuedocreerte!Sumarido,entonces,dijobruscamente:—Setehadicholaverdad.¿Quémásquieres?Lapobremártirnorespondió.Laescenaeracadavezmáspenosa.Eldueñodelacasacontinuó:—Mañanamismoyoexaminaré todos los libros.Todavíano sé loquehay

allí.Miprotectorapreguntó:—¿Ycuállibroleíaél?—¿Quélibro?¡Ah!…Norecuerdo.Yvolviéndoseamíañadióconbajayrastreraintención:—¿Quélibroleías?Túsabesexplicarmejorelasunto.Yonoencontréunapalabraqueresponder.Lapobremártirmirabaconansiedadasumarido,esperandounarespuesta.Él,queobservabamiconfusiónyladesumujer,parecíagozarseenello.

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Miprotectoravolvióapreguntarme:—¿Quélibroleías,Víctor?Miconfusióneratangrande,quesinsaberloquehacía,confesélaverdady

dijeellibroenqueleía.Almismotiempoaquelhombremedirigióestaotrapregunta:—¿Quécartaguardasteenelpecho?Enaquelmomentolapobremártirdioungritoycayóalsuelodesvanecida.¡Habíaadivinadolaverdad!

***

Todalanochefuepresadeunviolentodelirio.Sus manos ardían, sus ojos aparecían extraviados, su pecho se levantaba

convulsivamente,suexaltaciónllegabaalparoxismo.Los cuidados más activos y los remedios más enérgicos no produjeron

ningúnefectosobrelaenferma.El médico, en cuya busca había salido un criado, declaró que no había

esperanzasdesalvarla.Doshorasdespuésdejódeexistir.Aldíasiguienteporlamañana,yo,todotembloroso,medirigíalgabinetede

aquelhombrefunesto.Estabapálido,desfigurado;ibadeunladoaotrodelahabitación,comoun

hombrequehaperdidolarazónyestácompletamentetrastornado.Yojamáslehabíavistoasí.Alvermesedetuvoyconunavozrudaybrutalmeinterrogó:—¿Quéquierestú?¿Quéhacesaúnenestacasa?Yosentílabajezadeaquelinsultoymepuserojo:Conlavoztrémularespondí:—Tengoqueentregaraustedlacarta…Élmemiróconindignación.—¡Despuésdelmalquehasocasionado!…Yotuveelvalorderesponder:—Nosoyyoelmásculpable.Aquelhombrecallóyhubounpenososilencio.Élfueelprimeroenromperlo.

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Alargandohaciamísumano,quetemblaba,murmuró:—Dameesacarta.Yosaquélacartadelbolsilloyselaalargué:Él la tomó con cierta desconfianza, como si dudase que yo la hubiese

sustituido:Yocomprendísusospechayledije:—¿Nolareconoceusted?Eldueñodelacasarepusosecamente:—Sí…—Tómelausted.La tomóensilencioydioalgunospasoshacia laventanapara leerlaa la

tristeluzdeaquellamañanadeinvierno.Yoleobservabaatentamente.Bienprontoélvolviólahojayleyólafirma.Lasangrelesubióalrostro,momentosantespálidocomoeldeuncadáver.Levantólosojosymemiróestupefacto:—¿Quéesesto?Yo,haciendounviolentoesfuerzosobremímismo,perosin lograr serenar

mivoz,quetemblaba,niocultarlaslágrimasqueempañabanmisojos,contesté:—Hacealgúntiempoencontréesacartaenunlibro.Hepensadoquehabía

sidoolvidadaallí.Laheleídoyhecomprendidotodo.Despuéslaheguardado,nosabiendoaquiéndevolvérsela.

Dichasestaspalabrassalídelgabinete.Aldíasiguienteseverificóelentierrodemiprotectora.Aquellaalmamártirquehabíatenidoparamíelamordeunamadre.Desdelaiglesia,ysindespedirmedenadie,medirigíapieaSantiago.Noquisevolveraentrarenlaquinta.Anduvecuatro leguaspor la carretera,bajouna lluvia tenaz enundíade

invierno.EnSantiagodormíenlosporchesdeunaiglesia.Aldíasiguientetuvequepedirlimosna.Durantemuchosdíasmemantuvolacaridadpública.Alfinpudeentrardeaprendizenuntaller.Entoncesempezómividadetrabajos,deprivacionesydeangustias.Unañodespuésmehallécasualmenteenlacalleconelmaridodelapobre

mártir.

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Aúnibavestidodeluto.Quisetorcerdecamino,peroélmellamó:—¡Víctor!…¡Víctor!Meacerquétembloroso…Alvermesonrióconsumalayantipáticasonrisa,ymedijo:—Mealegrodeverte,Víctor.Cuandosalistedelaquintateníaquerevelarte

unsecretoreferenteatunacimiento.¿Túnohassabidonuncaquiéneshansidotuspadres?…

Yobajélacabezaavergonzado.Élcontinuó:—Quizás hayas oído —ciertas cosas nunca permanecen completamente

ocultas—quetumadrehasidounahijadelaCondesamuertamuyjoven.Lavergüenzanomedejabaresponder.Aquelhombreprosiguióimplacable.—Eneseerrorpermanecimosmipobremujeryyo.Hizounapausa,yconsumalignasonrisa,continuó:—No hace mucho he sabido toda la verdad. Hela aquí. El nieto de la

Condesa se criaba en la aldea de Bradamín. La Condesa pagabaespléndidamentealospobreslabriegosquelecuidaban.Murióelniño,yellospornoperderlasgananciasylaproteccióndelaCondesa,ocultaronlamuerte,ysustituyeronalniño.Elsustitutofuistetú.Elmaridodetunodriza,próximayaamorir,hizoestadeclaraciónantevariostestigos.ElpárrocodeBradamínfueelencargadodetransmitírmela.

Todavía aquel hombre, el verdugo de mi desgraciada protectora, siguióhablandoalgunosmomentos.Creoquequisoofrecermeprotecciónensunombrey en nombre del hijo de la Condesa, del padre de Carlos, a quien, como esnatural,habíaenteradodetodoloocurrido.Peroyonoquiseoírleymealejécorriendodesulado.

Entoncesempecéaaborrecerysentíeldespreciodelasociedad.

***

AsíterminabaelmanuscritodeVíctorRey.D.MáximoBaroja cerró el cuaderno, loguardó enun cajónde sumesay

quedópensativo.

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E

CAPÍTULOXX

VÍCTORENMADRID

SPOLEADOporlanecesidad,VíctorReytrabajabaenuntallerdepintordecorador,establecidoenlaciudaddeSantiago.

PeroundíaabandonóeltallerysedirigióaMadridenbuscadefortuna.Suscompañerosdetaller,habituadosasugenioexcéntricoysombrío—pues

convieneadvertirqueelcarácterdeVíctorhabíasufridouncambiomuyesencial—,noleecharondemenos,niextrañaronsuresolución.

Sinembargo,eneltallerprofesabanporélunaciertaadmiración,porqueleatribuíanunainteligenciasuperioryunasuperiorcultura.

Pasabaporno tenergran juicio,noporquehubiesedadopruebasdenoserjuicioso, sino porque parecía distinto del común de las gentes, y tenerapariencias de originalidad suele ser para muchas buenas personas no tenerjuicio.

Víctor,agriadoporsusdesgracias,sehabíahechoanarquista.Losqueleoíanexponersusideasleaugurabanunmalfin,porquesumodo

depensarysulenguajeofendíanlasideasdelosburgueses.Cuando discurría, hablaba con excesiva exaltación o fríamente, casi con

crueldad.Élfuequienprimerolevantóenloscenáculosdesutierraciertascuestiones

irritantes de política local, luego derivadas por una acentuada tendencia degeneralización,paralosproblemasdeorganizaciónsocialqueélparecíablandir,comobanderas.

Uncompañerodetaller—anarquistacomoélyquelehabíaprecedidoenelabandono de su ciudad natal por la villa y corte— le enviaba de Madridopúsculosyperiódicoslibrepensadores,queélleíadenochealaluzdequinquéhumoso.

Elentusiasmoqueaquellosescritos leproducíanera tangrandequeVíctornopodíamenosde anotar lasmárgenes con comentariosde asentimientoydeaplauso.

En aquellos opúsculos y en aquellos periódicos todo era novedad para su

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espíritu,perounanovedadembriagadoraynociva,comoelvino.Saboreabalalecturadetalespublicacionesconplacerdeviciosocultos,ya

medidaquesedejabapenetrardesusignificaciónibaadquiriendounacrecienteexaltacióndeapóstol.

Porúltimo, reputándoseposeedordeconocimientossuperioresa losdesuscompañeros de taller adquirió también el sentimiento de una manifiestasuperioridad,ymirabaconojosdedesdéna todo loque le rodeabaenaquellaciudadultramontana.

Amedidaquefueconociendoelcredodelanarquismoyelsocialismo,fueseconvenciendodequesehallabaenposesióndenocionescasimisteriosasde lavida,ypocoapoco,dándoseasímismounamisióndentrodelasociedadydesutiempo.

De ahí su extraño porte, su actitud agresiva y sus palabras siempre eninsurrección.

Lesobrevinounacrisisdeproselitismo.Apropósitodetodo,establecióteoríasyquisoconvencer.Lagenteque looíaparecía sorprendida, yhuboquien lo tuvopor locode

remate.Eldueñodeltallerenquetrabajaba,hombremásenriquecidoconeltrabajo

ajenoqueconelpropio,afirmabacongranconvencimientoqueVíctoracabaríamal.

Estaafirmación,sinduda,enmuchapartesedebíaaquedecuantaspersonasVíctorconocíaytrataba,eldueñodeltallereraelmásofendido.

Víctor lehabíadichovariasveces,batiéndolesolemnementeenelhombro,queélosusnietosaúnhabíandeexpiarundíaeldelitodeserricos.

Esta opinión, complicada de una tan insolente amenaza, pareció al buenhombreenteramentecriminal.

AsícuandoVíctorabandonóeltaller,dejóenposdesíunavagaimpresióndebienestar.

Lapresenciadeaquel jovenobrero,de ideas tanradicalesydeespíritu tanaudaz,parecíaamenazarlaseguridaddelaviejaylevíticaciudad.

***

CuandosehallóenMadrid,VíctorReyexperimentóungranaturdimiento,

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mezcladoconunagranexcitación.Pasó la primera noche en la Posada del Peine y al día siguiente, por la

mañana, se dirigió al domicilio del compañero con quien manteníacorrespondencia desde Santiago, y el cual solía enviarle a la vieja ciudad delApóstoltodasuertedeopúsculosyperiódicosdemagogos.

LlamábaseaquelcompañeroAntonioPalomero,yaunqueejercíaelhumildeoficiodealbañil,noeraestoparteaimpedirleredactar,conotrosamigosdesucuerda,unperiódicosocialistaparalosobreros.

Era el tal Palomero mozo de mucha verbosidad y alguna cultura para suclase.

VíctorReytuvolasuertedeencontrarleencasa,porseraqueldíadomingo.Palomerovivíaenunacasadehuéspedesdelosbarriosbajos.CuandoVíctorllamóalapuerta,salióaabrirleunamozaalcarreña,llamada

Patrocinio,yalacualtodosloshuéspedesllamabanPatro.Patro hizo entrar al visitante, y guiándole por el laberinto de un pasillo

estrecho y obscuro, que olía a guisado, llegó hasta la puerta de la alcoba dePalomero.

Llamandoconelrabodelaescoba,lacriadagritóalmismotiempo:—¡Señor Antonio! ¡Señor Antonio! Aquí está un señor de su tierra que

preguntaporusted.LavozdePalomerorespondiódesdedentro:—¿Quédices,muchacha?—Unodesutierraquepreguntaporusted.—¿Quiénes?PatrosevolvióhaciaVíctor,queesperabaenlaobscuridaddelcorredor:—¿Haceelfavordedecirmequiénes?Peroeste,enlugarderesponderalapreguntadelaalcarreña,seacercóala

puertaygritóasuvez:—¡Abre,Antonio!¡Soyyo!¡Víctor!Elotrocontestó:—¡Espera!Ysaltandodelacama,abriólaventanayvinoendoszancadas,descalzo,a

darvueltaalallavedelapuerta.Despuésvolviendoachapuzarseenlacama,gritó:—¡Abre!¡Estáabierta!Víctorlevantóelpestillo,abriólapuertayentró.

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Palomeroexclamóalverle:—¡AlfintehasdecididoaveniraMadrid!Ylosdosseabrazaron.Luego sobrevino un torbellino de preguntas y respuestas, de estas que los

amigoscambiancuandosonjóvenesyquierenconaquellaefusiónqueespropiadelosprimerosafectos.

Víctor se veía al fin enMadrid, y conseguido este ideal, parecía gozar suposesiónconbeatitud.

Subocahabitualmenteseria,sonreía,susojosbrillaban.Palomero,queparecíaparticipardesusatisfacción,exclamaba:—Esqueyanosalesdeaquí.Víctor,transportadodejúbilo,respondió:—¡Nosalgo!Estaba un crudo tiempo de invierno, venteaba con violencia y llovía a

cántaros.Hacíafrío.Laperspectivadetejadosqueseofrecíaalavistadesdelaventanadelcuarto

dePalomero,aparecíablancaporlanieve.A aquella hora, en aquel cuarto de la casa de huéspedes, diríase que

amanecía.Oíaseelaguabatiendoabajoenlaspiedrasdelacalle.Elcielo,deceniza,aparecíamanchadoporgrandesnubesalgodonáceas.Lalloviznaperennehacíacomounacortinadeniebla.¡Ysinembargo,paraVíctorReyningúndíahabíaamanecidomásalegre!Ahora en el cuarto de Antonio Palomero, su confidente, su inspirador, su

amigo, sentíase completamente feliz y se figuraba que nunca volvería a serlotanto.

Enaqueldeliciosoprimerencuentroenquetodosequeríadecirdeunavezyaun tiempo, lospensamientosy laspalabras seatropellaban,ymil agradablesbanalidadesacudíanborboteantesaloslabios.

Losdosamigossehablabancomodosenamorados.EnlaamistadyenelcorazóndeVíctor,Palomero,elobrerosocialista,había

sustituidoaCarloselnietodelainfortunadaCondesadePorta-Dei.Fueobjetoprimerodesuconversaciónlascosasqueseveníandiciendoen

suscartasyqueenunmomentorecapitularon;despuéslosproyectosdeVíctor,y,porúltimo,losdetallesdomésticosdelainstalación.

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Palomero,sonriendoconsubocadevieja,leinformabadetodo:—Mira,estacasadehuéspedesesdelopeordeMadrid,peroporlomismo

esdelomáseconómica.Loshuéspedessonobrerosyestudiantesdeveterinaria.En general, buena gente.Debo advertirte que no se puede vivir peor, pero encompensación no se puede vivir más barato. Doña Lola, a quien luego tepresentaré,encontrarámododeatenderatusubsistenciamedianteunasumatanmódica,quemuchosdesushuéspedes,sindudaavergonzados,sehandeclaradoenhuelgaynoselapagan,loquenoimpidequeellacontinúealimentándolos.PretendelaexcelentedoñaLolaquevivimosenfamiliayescierto.Nohayparahermanar a los hombres como obligarlos a comer en la misma mesa. Por lodemás,yatúverás…

Seincorporóenlacamayllamócongrandesvoces:—¡Patro!¡Patro!Laalcarreñarespondiódesdelacocina:—¡Voy,señorAntonio!Notardaronenoírsesuspasosalolargodelpasillo;yunmomentodespués

Patroasomabaen lapuertade la alcoba, secándose lasmanosaunapuntadelmandil.

—¿Quéseofrecía?—Esteseñoresunnuevohuésped.—Pormuchosaños.—DiadoñaLolaqueledenelcuartopequeño.—Noestálaseñora.—¿Dóndeva?—Haidoamisa.—Puescuandoregrese…YPalomero,volviéndoseasuamigo,añadió:—Vasaver.Probablementetedaránelcuartopequeño.Cabelacama.Tiene

unaventanaquedaalpatio.Túnoconocesestospatiosdevecindad.Yaverás.Unajauladefierasdetodasclases.

Víctorreía,encontrandotodoaquelloadmirable:—Túexageras.—¿Exagero? Ya tendrás ocasión de convencerte, por tus propios ojos. Tu

cuarto,sinembargo,eselcuartoqueconvieneaunhombrecomotú,quevienedelfondodeunaprovinciaaconocerlavida.Eselcuartodelosiniciados.Eslaceldaquetodohombretieneensupasado.Esestrechocomoconvieneaquien

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precisa encerrarse en sí mismo, concentrarse, meditar, reflexionar. Tú tienesimaginación,locualesunafacultadterribleparalavida.Enunaalcobaestrechacomo una sepultura, tu imaginación ha de sentirse más sujeta, menos a suvoluntadytútendrástalvezqueoptarporelfríoymetódicoraciocinio,locualessiempremuchomásconveniente.

VíctoroíacasiencantadoasuamigoPalomero.Elobrero intelectualcomosellamabapomposamenteasímismo.

Víctorexclamóenunraptodeentusiasmo:—¡Túeresfenomenal!—¡Fenomenal!EseesunodelosadjetivosdeSantiago.Ydespuésbruscamente:—¿Túquieresdormir?PeroVíctornoqueríadormir,noteníasueño.EnlaPosadadelPeinesedescansabaadmirablementeyallíhabíapasadola

noche.¡ComonoconocíaMadrid!Lo único que Víctor deseaba entonces era tomar alguna cosa caliente, un

sorbodecaféysalirconPalomeroaveralgodelavillaycorte.Perosuamigonopareciómuydispuesto:—¡Conestetiempo!—¡Quéimporta!Palomerodirigióunamiradaalaventana,cuyosvidriosgoteabanelagua.Eraabsurdo.Con todo, Víctor insistió, y como Palomero se negase, decidió salir solo

hastalahoradelalmuerzo.

***

Enlapuertade lacalle,Víctorsedetuvounmomento,mirandoa laacera,dondelalluviacaíaconviolencia.

Unmomentodudóentresaliryvolverasubirlaescalera.Perounaextraordinariacuriosidad,undeseoinfantildeencontrarsesoloen

eldédalodelagranciudaddesconocidaacabópordecidirlo.Abrió el paraguas que Palomero le había prestado y echó por la calle de

Toledoarriba,endireccióndelaPlazaMayor,quenolepareciónitangrandenitanmonumentalcomolaplazadelhospitaldelaviejaCompostela.

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Después de detenerse algunosminutos bajo los soportales o porches de laplaza,continuósuexcursión,caminandoalaventura.

Ni él mismo podía comprender el sentimiento que le dominaba en aquelmomento,hastaelpuntodearrastrarloaunaexcursióntanpocoagradable.

Eraunalborozo,unafiebreinfantil,quelellevabaaexperimentarplacerendejarsemojar,enchapotearenelaguaconsusgruesoszapatosdeobrero.

Conocerunaciudadquenuncasevio,tienesiempreinterés.YparaVíctor, que llegabadel fondodeunaprovincia sinhabervistootro

puebloqueSantiago,elinterésseconvertíaeninvenciblecuriosidad.HabitarMadridparasiempreerasusueño.La capital ejerce sobre la juventud de las provincias una permanente

fascinación.Parísatraelamitaddelajuventud.En la calle Mayor, un individuo que como él parecía no tener destino ni

rumbodeterminado,lepreguntólahora.Víctorsacósureloj—unantiguorelojdeplatarecuerdodelaCondesa—,y

consultólaesfera.Eranlasonce.Elindividuosaludó,llevándoselamanoalagorraysealejóconlasmanos

enlosbolsillos,sincurarsedelalluvia.¿Quéharíaaquelhombreenaquellugar?Víctorunmomentolojuzgósospechoso,peroluegopensóqueseríatalvez

undesgraciadodeesosqueenlasgrandesciudadesduermenalairelibre,enlosbancosdelospaseosoenlaspuertasdelasiglesias.

Lemiróconcuriosidad,procurandodescubrirensusemblante lahuelladelosgrandessufrimientosquelamiseriaimprimesiempreenelrostrohumano.

Elindividuosesintióobservadoehizoaccióndeacercarse.Víctordesviórápidamentelosojos.Sealejó.Peronotardóenoírunavozsofocada:—¡Caballero!¡Caballero!Sevolvióyhallóalhombredesconocidoquemurmurabaasuespalda.Conunasonrisademendigolepreguntósiporacasonoteníauncigarroque

lediese.Unpocomolestadoporestapetición,Víctorse llevó lamanoalbolsillo,y

sin decir palabra, alargó un cigarro al pobre diablo, que dio las gracias al

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recibirlo,ysepusoaliarledenuevosinapartarsedeVíctor.Alcabodealgunosmomentos,llevándoseelcigarroalaboca,preguntó:—¿ElseñoritonoesdeMadrid?Víctorrespondiótímidamente:—No.Elhombretornóadecir:—Luegoseconoce.Ydespuésdeunapausa:—AmílagentedeMadridnosemedespinta.Yyafamiliar,acercándosemásaVíctor,interrogó:—¿Yunfósforo?¿Tendráporacasounfósforo?PeroVíctornoteníafósforos.Pasóenestounobreroyelindividuodesconocidosedirigióaél,pidiéndole

fuego.VolvióalladodeVíctorconelcigarroencendido.Ysepusoaenterarledelascostumbresdelavillaycorte.—AquíenMadridesasí.Sepidelumbrealprimeroquepasa.YcomoVíctornorespondiese,añadió:—¿ElseñoritotampococonoceMadrid?Víctorunpocomolestado,ydisponiéndoseasepararse,contestó:—No.YVíctorsealejóporlacalleMayorendireccióndelaPuertadelSol.La compañía rápida de aquel sospechoso desconocido de plaza pública le

habíadejadoenelespírituunaimpresióndevagorecelo.Elhechodehabertropezadoconunpersonajedetanequívocaaparienciale

hizoapresurarelpasoparallegaracasacuantoantesyencontrarsealabrigodelaamistadydelaexperienciadesucompañeroPalomero.

En aquel hombre mal vestido y demacrado que pedía cigarros a lostranseúntes,Madrid se le aparecía como una ciudad de acechanzas y celadas,llenademiseriaastuta,ofreciendoalreciénllegadocomoélpeligrosdenovela.

Unmomentolepasóporlacabezaqueelhombredesconocidoleseguiríayalvolverunaesquinamiróparaatrás.

Ya en casa, de nuevo en el cuarto de Palomero, que continuaba en cama,encontróquécontar,comosiregresasedeunalargaexcursión.

Aúnseguíaelrelatodesusaventurasporlascallesdelacorte,cuandoentrólacriadaapreguntarlessiqueríanalmorzar.

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Aloírlapregunta,Palomeroincorporándoseenellecho,exclamó:—Túdebesestarmuriendodehambre.¿Quéhoratienes?—Voyaverlo.Víctor se llevó la mano al bolsillo del chaleco. Después al bolsillo del

pantalón.Yacabópalpándosetodoconsorpresayangustia.Palomeropreguntó:—¿Quées?¿Quétefalta?—Elreloj.—¿Lohabrásperdidoenelviaje?—No. Esta mañana lo tenía. Sería capaz de jurar que fue el hombre del

cigarro.Víctorrepitióconpesarosaconformidad:—Fueelhombredelcigarro.Palomeroalverlatristefiguradesuamigo,soltólacarcajada.—Te has dejado timar como un Isidro. Llegas aMadrid y lo primero que

hacesesdejarenélelrelojentrelasuñasdelprimergolfoqueseteacerca.¿Yquétaleraelreloj?¿Valíaalmenosalgo?

Víctoralmismotiempovejadoycontristado,seencogiódehombros.—Nosientoelrelojporsuvalor,peroeraunregalodelaCondesa.—Déjatederomanticismos.¿Elrelojvalíaonovalía?—Novalíagrancosa.—Puesenesecasopermítemequetedigaqueeltimadonoerestú,sinoel

timador.—¿Él?—Sí.—¿Tehasvueltoloco?—Comotúquieras.—¿Peronobromeas?—No,porcierto.—¡Puestenlabondaddeexplicarte!—Esehombreliquidóunapartedesuscuentascontigo,oporlomenoscon

laporcióndelasociedadquetúrepresentas tanlastimosamente.Loquetúhashecho abandonándole tu reloj ha sido una simple restitución.Tú le debías esereloj como cada uno de tus semejantes le debe un reloj igual, que él,probablemente,seencargarádeapropiarse.

Víctorprotestó:

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—Esassonteoríasdisolventes.Yonovoytanlejos.Palomerorepusocongranseriedad:—Esquetú,auncuandocreasotracosa,eresunreaccionario.—¡Reaccionarioyo!¡Estásloco!—Alcontrario,nuncamesentímásenmijuicio.—Parasostenerparadojas.—Noloson.Digoyrepitoqueloquetúhashecho,oloqueteobligarona

hacer,fueunasimplerestitución.YcomoVíctorpareciesequerersinceramentecomprender,añadió:—Vasahacermeel favorderesponderme.¿Reparasteenelprójimoque te

limpióelreloj?Víctorrespondióobediente:—Reparé.—¿Eraungolfo,noesverdad?—Sí,esoparecía.—Lo encontraste en mitad de la calle Mayor, arrostrando impávido un

aguacerocuandotodoelmundobuscabadóndecobijarse.—Sí.—Segúntodaslasapariencias,esepobrediabloestabaallí,porquenopodía

estarenotraparte,porquenoteníacomotúycomoyountechoqueloabrigase.¿Noesesolomásverosímil?

—Quizás.—Ese hombre habría pasado la noche en claro, embutido en el quicio de

algunapuerta.Tendría fríoyhambre.Segúnmehasdicho tepidióuncigarro,eserefugiodelosquenotienenquehacerydelosquenotienenquecomer.¡Ysinembargoesepobrediabloteníatuapariencia;eraunhombrecomotú,conlasmismasfuncionesylasmismasnecesidades!Enlaescalaanimalyenlaescalasocialera,segúntodaslasapariencias,tuhermano.Corazón,cabezayestómago:lostresángulosdeltriángulo.Esehombreeraentodocomotúterepito.¿Siendoesto así, por qué motivo vagaba sin albergue del Viaducto a la calle Mayor,cuandotú,reciénllegadoaMadrid,yateníastuhospedajeaseguradoencasadedoñaLola?¿Porquémotivo?

Víctor seguía con extraordinaria atención el raciocinio de Palomero comoprocurandoapoderarsecompletamentedeél.

Palomeromuysatisfechodelamaneracomoelotroatendía,prosiguió:—Sí,¿porquémotivo?¿Porquérazóndelordensocialaquelhombreeraun

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desgraciado,ytú,comparadoconél,erescasiunfavorecidodelafortuna?¿Quérazónhayparaesasdiferenciasentreunhombreyotrohombre?¿Nosontodosiguales?¡Porquetúeresmásdichosoqueaqueldesgraciado!

Víctorinterrumpió:—¿Quiéntehadichoatiqueyosoymásdichoso?Palomerorepusoconautoridad:—Noseaspanoli.Tenerhoyelalmuerzoaseguradoessermásfeliz.—Confelicidadmaterial.¿Perolosdoloresmorales?—Noexisten.Sonsombrasquenosotrosinventamosparaimaginarnosseres

superiores.Elhombreviveparacomer.Eldesiderátumdelahumanidadesllenarelestómago.Dadoesteideal,¿cómocomprendestúqueunosloalcancenyotrosno,queunosmuerandehambreyotrosdeindigestión?

Víctorbalbuceó:—Eselordendelascosas…—Precisamente;pueseseordendecosasesabominable.Yprosiguióferozmente:—Con arreglo a ese orden de cosas la iniquidad más injusta reina

perpetuamente en la humanidad. La vida es una serie de monopolios. Unostienen el monopolio del poder y otros el monopolio de la fortuna. Entre unmillóndehombres,unadocenasecomelaracióndetodos,mientraslosdemásse muerden las uñas. En las sociedades modernas no hay ley ni hay justicia.Sueledecirsequelosquetriunfansonlosmásfuertes,ynoesverdad.Elacaso,solamenteelacasodaoquitael triunfo.Asícomo la sociedadesunaseriedemonopolios, la vida es una serie de casualidades, una lotería en que lamayorparte de los billetes no tienen nunca premio. Ahora considera si todo eso esjusto.¿Esjustoqueelderechoalavidanoseadetodos?¿Esjustoquelosbienesdelatierra,al igualdelaire,noseanrepartidosentretodos?¿Envirtuddequéprincipio,envirtuddequémoralestálahumanidaddistribuidaengrupos:unosdestinados a vivir sufriendo, otros destinados a vivir sin sufrimiento?¿Sostendrásaúnquetodoestonoesmonstruoso?

Víctornorespondió.Conlamiradaperdidaenelvacíobuscabaunasoluciónalproblema.Palomero prosiguió implacable, como quien procura demostrar una verdad

deunordensuperior:—Ahora ponme al hombre dentro de la sociedad así constituida, dale un

lugaraparteenelgrangrupodelosdesvalidos,estimulasusinstintosyleverás

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necesariamente,robar,incendiar,matar.Yahoratepregunto.¿Esuncriminalesehombre?

—Sí.—No.—¿Puesentonces?—Esunavíctima.Eslavíctimadetodos,lavíctimadelasociedad.Cuando

roba no comete un delito. Procura rescatar lo que es suyo. Roba en legítimadefensa. Pero el robo no basta, y muchas veces el asesinato es su legítimaconsecuencia.Unaconsecuenciajusta.

AquíVíctorselevantóprotestando:—¡Nodigasatrocidades;lavidahumanaesinviolable!Perosuamigo,conunalógicadehierro,noledejóproseguir:—Silavidahumanaesinviolable,¿porquérazónsemueredehambreyde

frío?¿Noesatentar contra lavidahumanacondenaraunapartede lagenteamorirse, por efecto de la miseria? ¡Ah, la vida está llena de hipocresías! Escrimen matar derramando sangre y no es crimen matar sin derramarla. Lasiniquidadesdelaorganizaciónsocialpesandosobreciertasclasesdelasociedadson causa constante del desquiciamiento y de la extinción de generacionesenteras.Haymadrescuyalechenoalimentaasushijos,porqueellasmismasnosealimentan.Loshijosmueren,sinoinmediatamente,alcabodealgúntiempo.¿Mueren? ¿Qué digo yo? ¡Son asesinados! Es la sociedad quien losmata. ¡Ycómo los mata! Los asesinos de profesión tienen puñales, la sociedad tienearsenales enteros. Los asesinos descargan un golpe, la sociedad descarga unmillóndegolpes.Lamiseriahacemásvíctimasenunmesqueelcrimenenunaño.Yaquítienestúcómolafamosadoctrinadelainviolabilidaddelavidaesunamentiraconlaagravantedequeesunamentiraimprudente.Estahumanidadque tanto cela la vida humana incluye en cambio entre sus distraccionesperiódicaslaguerra,lacualconsisteenqueunoshombresexterminenaotrosennombredeunaambición.Lavidahumanaesinviolable,loquenoimpidequesuviolaciónseapermanente.

Calló un momento Palomero, y Víctor que había escuchado con granatención,murmuróenvozbaja:

—¡Tienesrazón!Palomerosonrióconsonrisadetriunfo:—¡Ah!Medaslarazón.¿Comprendesentoncesporquétedecíahacepoco

queelhombrequeterobóelrelojnohizomásquecobrarseporsusmanosde

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unacuentaquetúledebías?YcomoVíctornopareciesecompletamentedeacuerdo,Palomerosiguió:—Estáclaro.Apoderándosedetureloj,esehombresecobródeunapequeña

partedeloquelasociedadledebe.Pero,segúntúmismoconfiesas,elrelojnovalíacosa,porlocuallaamortizaciónnohasidogrande.Poresotedecíaantesqueelrobadohasidoelladrón.¿Cuántovaldríaelreloj?

—Ochoodiezduros.—¡Valientecosa!¡Ochoodiezduros!¿Ycreestúhaberindemnizadoaese

hombredelasinjusticiasdequeesvíctima,conochoodiezduros?¡Ochoodiezdurosacambiodeunainiquidadsocial,esvergonzoso!

Víctorarguyóentonces.—¿Peroporquérazónhedeseryolavíctimaexpiatoriadeloscrímenesde

lasociedad?—Laexpiaciónnoelijesusvíctimas,eselquecae.Caístetú.Túhasexpiado

elcrimendelasociedad.—¡Peroesoesinjusto!—Nolocreas.—¿Sitehubiesesucedidoati?—Meconformaría.—¿Ysipudiesesecharlelamano?—¿Aquién?¿Alreloj?—No,alladrón.—Procuraríaquenosemeescapase.—¿Yentoncestufilosofía?—Mifilosofíapermanecíaintacta…—¿Cómo?—Muysencillamente.—Puesnoloentiendo.—Mi filosofía, como tú la llamas, tiene por base el instinto y por ideal la

conservación. O en otros términos, el principio de legítima defensaextendiéndose a todos.Midogmaes la justicia.Loshombres están todavía enestado de barbarie. Se defienden. Se defienden los que están debajo y sedefiendenlosqueestánencima.Quientienehambre,roba;quientieneunreloj,lo sujeta con una cadena a un ojal del chaleco. Y así sucederá hasta que loshombreslleguenaunacuerdoycadaunotengasurelojyningunotengahambre.Apropósitodehambre,túdebesestarconelestómagopegadoalespinazo.

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Llamócongrandesvocesalacriada:—¡Patro!¡Pairo!LaPatroacudiópresurosa:—¿Quéseofrecía?—Sabersipodemosalmorzar.—Cuandoquieran.—Puesahora.LaPatrosealejócorriendo.Enlaestrechayobscuracocinaselasintiótrajinarmoviendogranestrépito

deplatosycacerolas.Pocodespuésveníaaavisarqueelalmuerzoesperabaenlamesa.

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L

CAPÍTULOXXI

LACASADEDOÑALOLA

AcasadehuéspedesdedoñaLolaocupabaeltercerpisodeundestartaladocaserón,cuyafechaseremontabaalostiemposdelReyFelipeIV.

Tresgrandesbalconesdepiedra,resguardadospormohosobarandal,dabanalacalle.

Alpatiocaíanhastaochoventanasaltasyangostas.Todolocualnoimpedíaqueelcaserónfuesepordemástristeyobscuro,mercedalascasasdeenfrente,que prolongaban sobre la calle sus grandes aleros negruzcos y eran nomenosviejasyantiguas.

En la escalera apenas se veía, y algunas veces para subir era necesarioencenderfósforosamitaddeldía.

La puerta de la calle nunca se cerraba, lo cual daba ocasión a que losindividuos encontrasenmás de una vez en el portal vagabundos durmiendo oabrigándosedelmaltiempo.Losaposentosdeloshuéspedeseranmezquinos.

Unacamadehierro,unlavabodepinoyunamesadelamismamadera,conmásunasilladeanea,componíantodoelajuar.

LamejorhabitacióndelacasalahabíareservadodoñaLolaparasí.Era una sala grande, ocupada por pesados muebles, una enorme cama de

caoba y un aparador cargado de loza y traído para allí, por no caber en elcomedor.

Unacómodayunretablo,anteelcualardíanocheydía,unalamparilladeaceiteenhomenajepiadosoaunSanAntoniodeboj.

EraallídondelarozagantedoñaLolaalojabasuajamonadapersona.Eraallí,alladodelmonumentallechodecaoba,sentadaenampliapoltrona

degutaperchaverdosayresquebrajada,dondedabaaudienciaasushuéspedes.A aquel santuario los llamaba para reprenderlos o pedirles las cuentas

atrasadas.EraallídondedoñaLolaproponíaydisponía.Determinabalacomidaylos

almuerzos,dabaórdenes,hacíaleyes.Apesardequesumesaeraexcesivamentefrugal,estabaconvencidadeque

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sushuéspedeslopasabanensucasamejorqueencualquierotraparte,ycuandoseenterabadequealgunodeelloscomíafuera,seofendíacomosileinfiriesenunagraviopersonal.

Sialgunoseausentabaporalgúntiempo,cuandovolvíaalacasa,doñaLolale recibía siempre con grandes aspavientos, asegurando que se hallabamuchomásflaco.Locuallabuenaseñoraatribuíaalaausencia,ysobretodoalafaltadesuscuidados.

Eramuycariñosayfrancota.Tratabaaloshuéspedescomoahijos.Cadaunoqueseibalecostabaundisgusto.Doña Lola parecía creer que todo aquel que no se hallase bajo su ala

protectoraseríainfinitamentedesgraciado.DoñaLolaerauntipo.Nosesabíabiensieracasada,viudaosoltera.Ensuálbumdeviejosretratos,mostrabafrecuentementelafotografíadeun

sargentazodegastadores,alcualllamabasuhombre.Enlostiemposdenuestrahistoriasosteníaíntimasrelacionesconunodesus

huéspedes,llamadoelseñorTrillo,EleuterioTrillo,elcualnoeraotroqueaquelpersonaje que hubimos de presentar al lector en el comienzo de esta verídicahistoria,enamoradodeSoledad,lamujerdeRamón.

Pero volvamos a doña Lola, que no es bien adelantemos sucesos tanimportantes,yqueenelcursodenuestrorelatohabrándetenerampliolugar.

DoñaLola,sinserjoven,eraaúnunamujerdebuenver.LoshuéspedesdedoñaLolaerantantoscuantoscabíanenlacasa,quecomo

ellaufanamentedecía,estaballenacomounhuevo.Con excepción del cuarto que vacara a la llegada de Víctor, los demás

estabanocupados.Elmejordelacasasellamabaelcuartodelasventanas,portenerdosala

calleyunaalpatio,yestabaocupadoporEleuterio.Eleuterio Trillo, merced a sus relaciones con doña Lola, era un huésped

distinguidoydecategoríasuperioralosdemás.LascriadaslellamabanseñorTrillo,contodorespeto.Loscompañerosdecasaleteníantambiénengranconsideración.Palomeroeraelúnicoqueaparentabadespreciarlo.No se reservaba de nadie para decir que Eleuterio era un canalla, y que

estabaviviendoaexpensasdedoñaLola.

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NadadeestoignorabaEleuterio,peroaparentabanosaberlo.Eleuterioeracobarde.DesdeeldíaqueVíctorllegóacasadedoñaLola,Eleuteriofuesuamigo.En vano Palomero le puso al corriente de quién era aquel hombre. ¡Un

albañilquehabíadejadoeloficioparaviviracuentadelainfelizdoñaLola!Unhombredespreciable.

Todofueinútil.Desde el primermomento,Eleuterio tuvounagran influencia sobreVíctor

Rey.Aquella influencia era inexplicable, porque Eleuterio era un obrero sin

cultura,faltodecorazónydeinteligencia.

***

Los primeros días de su estancia en Madrid transcurrieron para Víctorinsensiblemente,comolosdeunanuevayfelizexistencia.

ComoPalomeroteníacasitodoeldíaocupado,EleuteriofuequiencuidódeenseñarleMadrid.

Lollevóalastabernas,alasVentasyalaBombilla.Seacostabatarde,yentreelbandodeamigosdeEleuterio,pasabalashoras

alegrementejugandoalmusenunatabernadelacalledeToledo.Así,pocoapoco,fuetomandoelgustoalavidaalegreyociosa.Frecuentóloscafésdelachulería.Conocióelflamenquismoysintiósuinfluencia.Tuvotodaslastentacionesdelajuventud.Amóconelpensamiento.Bebióyseemborrachó.Enesaespeciedesueñoqueríavivirsiempre.Losdíasdesuexistenciaactualleparecíanmuchomásbellosquelosvividos

ensupaísnatal,durantetodasuinfanciaysujuventud.¡Allátodoeramonotonía,aquítodoeraimprevisto!Hastalaluzleparecíamásintensa,másvibrante.Cuandoporlasmañanassedespertaba,suprimerpensamientoerasaltardel

lecho y salir a la calle a ver gente, caras nuevas, hombres atareados,mujereshermosas,multitud,bullicio,ruido…

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Lacalle leatraíacomoun teatrodondeelespectáculoessiemprenuevo,yparaéllavidaeraelespectáculosiemprenuevodelacalle.

CuandosalíallamabaenlapuertadelcuartodeEleuterio,todavíaencama:—¡Buenosdías!—¡Adiós!—¡Hastaluego!—¿Adóndevas?—Adarunavuelta.—¡Adiós!Ytodalamañanavagabundeabaporlaciudad.CuandovolvíaentrabatriunfanteenelcuartodeEleuterio.—¡Estáunamañanaespléndida!¡Ytútodavíaencama!Eleuterio no se sorprendía.Decía que todo aquello le había de pasar.Que

habíaderenegardeMadridydesusmañanas,yqueacabaríaporquedarseencamacomoélagozardeldulcesueñodeldía.

PeroVíctorafirmabaqueno,quenuncadejaríadelevantarsetemprano.Queeralomássaludable.

Oyéndolehablarasí,Eleuteriosonreíasocarronamente.Eleuteriojamásllevabaanadielacontraria.Lafuerzadesucarácterestribabaeneso,precisamente.Eleuterio Trillo, aunque hijo de padres valencianos, había nacido en la

capitaldelprincipado,laindustriosaycultaBarcelona.EramuyniñocuandosuspadressetrasladaronconélaZaragoza,conpoco

másqueunhatilloderopayalgunaspesetas.Suestanciaenlaciudadheroicanofuelarga.El padre fue contratado para servir en una fábrica de Santander, y allá se

trasladótodalafamilia.Durantedosañosllevaronlavidamezquinadelsalario,hastaqueundíase

cerrólafábrica.Entoncesalamezquindadsiguiólamiseria.Elpadrenotardóeninclinarlacabezayexhalarelúltimoaliento.Leenterrarondelimosna.Lamadre,viejayenferma,fueconducidaalhospital.Eleuterio,quesiemprehabíamostradomalaíndole,solamenteunavezfuea

verlaenlamansióndelacaridad.Eraunmozalbetedíscoloydemalascostumbres.

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Sepasabalavidaenlaplayaconotrosmozalbetes.Cuando por casualidad reunía algún dinero, lo primero que hacía era

jugárselooemborracharse.Lapobremadrepresentíaundesastrosofinparasuhijo.Lavidaqueaquelllevabanoeraparamenos.El médico que asistía a la desventurada anciana, viéndola de continuo

afligida y llorosa en su lecho del hospital, hubo de sentir una profundacompasión.

Comoalapobremadreloquemáslaasustabaeraverasuhijoentregadoalaspeorescompañíasy faltodesujeciónyguía,elmédico leofrecióponerenjuegosuinfluenciaparahacerentraraEleuterioenelHospicio.

Allíviviríabajounasaludablevigilanciayaprenderíaunoficio.Lapobreenfermabesóllorandolasmanosdelmédico.PocosdíasdespuésEleuterioentrabaenelHospicio.Allípasócuatroaños.Undía,enunióndeotrocompañero,logróescaparse.AquelcompañerosellamabaEustaquio.Elprimercuidadodelosdosmozalbetesfuetomarelcaminodelacorte.Despuésde tresañosdemiseriayvagancia,Eleuterioentródehuéspeden

casadedoñaLoladondenotardóenhacerlaconquistadelaajamonadapatrona.YallívivíacomodueñoyseñorenelmomentoenqueVíctorReyllegóde

Galicia.Ya hemos dicho que Eleuterio hizo desde el primer momento grandes

amistades con Víctor, y que él fue quien tomó a su cargo iniciarle en losmisteriosdelavidamadrileña.

La tardedelprimerdomingoqueVíctorpasóenMadridfueron juntosa laBombilla.

Eranlosprimerosdíasdeabril.Enelcielo,deunhermosoazul,parecíaestallarunaalegríagloriosa.Lamultituddominguerallenabaelcamino.Lostranvíassedeteníancargadosdegente.Enuncorro,unorganillotocabaeltangodeunazarzuelillaenboga.A la puerta de los merenderos algunos juerguistas sentados en bancos

conversabanybebíanpeleón,viendopasarlagente.En medio de toda aquella alegría los árboles todavía sin hojas tenían un

aspectotriste.

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Unambientesecodepolvollenabaelaire.Por toda la carretera venía comoun largo susurro de risas y voces, con el

constanterestallardelaarenapisada.Latardeeradelasmáshermosasdelaestación.Unatardeserenaydecalma,

propiaparapasearseylucirelgarbo.Porlacarreteraveníanfilasdeniñerasasidasdelbrazo,flanqueadaspordos

soldados.Avecespasabaalgunachulapaconsuhombre.Elsocio,untipejo;lasoda,

una barbiana de primera que dejaba por donde iba un rastro de ¡olés! ychicoleos.

Losorganillos,aunquedestemplados,atraíanmuchagente.Se empezaba formando corro en torno del golfo rey del manubrio y se

concluía improvisando un baile, allí mismo, a la orilla de la carreterapolvorienta.

En el cercado de un merendero bebían al aire libre y tomaban caracolesVíctorysunuevoamigoEleuterio.

Víctor,unpocomareadoporelvinoylabullanga,mirabahacialacarreteraconmiradadeaburrimiento.

Víctorteníaentoncesveinteaños.Estabaenesaedaddondeeltipodelhombresedeterminayfija.Losrasgosdelaadolescenciasefundíanarmoniosamenteconlagraciaviril

delmozo, que ya se picaba de bigote, y de la barba que le apuntaba negra yrizosa.

Enaquelladichosaedad,lafisonomíadeVíctorrespirabaalmismotiempoqueunaenergíaungrancandor.

Tenía un aire triste, como de aparente resignación, pero debajo de aquellanieblamelancólica,losrasgosdesurostroguardabanunsingularvigor.

Eraaltoymoreno,delgadoyfuerte.Elqueunavezloviese,lerecordaríasiempre.Quien reparase en él no dejaría de encontrar en aquel rostro algo de

vagamenteextraño.Yesatalvezseríalarazóndehabervueltodosveceslacabezaparamirarle

unapreciosamuchachaqueacompañadadeotrasdospaseabaporlacarretera.¿Sería por haber reparado en él entre tantos hombres, entre tantas

fisonomías?Víctortambiénreparóenellaylasiguióconlavista.

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Pocodespuésvolvióapasarlamuchacha.Susdosamigaslaconducíanenmedio.Alcruzarpordelantedelmerenderonuevamente,miróaVíctor.Diríase que con los ojos le había buscado al aproximarse al punto donde

antesledejara.Eraciertamenteunamuchachamuygentil,conunpalmitollenodegracia.Nada,sinembargo,niensuporteniensusademanesdenunciabaeldeseode

sernotadaydeagradar.Lejos de eso aparecía llena de modestia, lo mismo en su aire que en su

vestido.Yquizásesomismodabaasulindacabezadeestatuaunnuevovigor.Pasóyrepasó,yniunasolavezdejódemiraraVíctor.Había en aquellamirada interés, pero sin intención femenil y provocativa,

tantoqueVíctor,alprincipio,seimaginóobjetodeunacuriosidadmolesta.

***

Los habitantes de la villa y corte han sido siempre esencialmenteenamoradizos.

Enamoraresunhábito,casiunvicio.Lasniñasarrojanaunrincónlacombaparatenernovio,ylosmozalbetesse

mareanconelcigarroporpresumirdelantedeellas.Peronotodoslosenamoramientossoniguales.Hayvariascategorías.Lasprincipalessondos:Amoresdeventana.Amoresdeescalera.Lasniñasquevivenenpisosinterioresomuyaltos,sonlasheroínasdeestos

últimos.Víctor,envistadelainsistenciaconqueladesconocidadelosojosgarzosle

miraba,decidióhacerlaelamor.Nodejabadeagradarlelaideadetenerunanoviaqueleiniciaraenlavida,

paraélignorada,delamor.Entoncesdecidióseguirla.Laocasiónseleofrecíapropicia.

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EnaquelmomentoEleuterioabandonabalamesaconestaspalabras:—¡Chico,voyaestirarlaspiernasenelbaile!Hastaluego.—Adiós.Víctorselevantóysalióalacarretera.Un poco a distancia siguió a su desconocida que iba muy entretenida,

charlandoconsusamigas.Esta,alprincipio,nopareciórepararenVíctor.Unadelasamigasfuelaprimeraquelevioycomunicólanoticiaalasotras

dos,entrerisasybromas.Víctorparecióunpocoazorado,peronodesistiódeloxeo.Siguiódetráshastaelúltimomerendero,perocomoladesconocidanohabía

vuelto ni una sola vez la cabeza, figurose que estaba perdiendo el tiempo yvolvióareunirseconEleuterio,queyaadvirtierasuausencia.

Eleuterioalverlellegar,lepreguntó:—¿Adóndehasido?Víctor,fingiendoindiferencia,contestó:—Fuiadarunavuelta.Anochecíaya.Lagenteempezabaaretirarse.Losbaileseranmenosfrecuentes.Losorganillosenmudecían.Acompañada de otra de más edad, salió del merendero una chulapa de

ademánbriosoyrozagante.AlpasarsaludóaEleuterioconlamano.Víctorpreguntó:—¿Quiénes?Eleuterio no contestó al pronto.Quedaradistraído, siguiendo a la barbiana

conlavista.Deungrupopróximo,selevantóunmurmullodechicoleosalpasodelareal

moza:—¡Olé!—¡Vivatumadre!—¡Vivaelgarbo!Víctorllenodecuriosidadinterrogóotravez:—¿Quiénes?Eleuteriosindejardemiraralachulapa,respondió:

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—¿Peronolaconoces?…Víctorquedóunpocoperplejoycomomolestopornoconoceraquellareal

mozaaquientodosparecíanconocer,exceptoél.Peronotardóencomprenderqueeraunaprójimadetrueno.Ynoseequivocara.Todoaqueltrapíoyaquellagraciaeranprendasqueandabanenferia.Pero nada de todo esto impidió que aquella mujer le hubiese parecido a

Víctorportodoextremocodiciable.Unodelosdelotrogrupodondehabíanjaleadoalachulapadijo,sacudiendo

losdedosenelaire:—¡Esunamujerdeprimera!Losdelcorroafirmaron.Por un momento todos miraron a Pepe el Extremeño, un mozo alto y

agitanadoquesesentabaconellos.Fue unamirada de admiración, porque entre todos aquellos bigardones, el

Extremeñoeraelfavorecido.Unodelosamigosexclamó:—¡Cuidadoquetienesombraestegachó!PepeelExtremeño,quehumeabatranquilamenteunacolilla,repusodándose

tono:—Escuestióndecoba.Víctor,queoíacuantohablabanenelotrogrupo,miróaPepeelExtremeño

conrencor.Desde aquelmomento, el agitanadoDon Juan se le hizo antipático por el

hechodeserelamantedelailustreprójima.Allevantarseparairse,dijotomandoelbrazodeEleuterio:—EsePepeelExtremeñomeesinsoportable.—¿Porqué?—¡Porquesí!Eleuteriodijosonriendo:—Oye,¿quieresqueselodiga?Elotro,muyserio,respondió:—¡Díselo!Y tuvo intenciones de liquidar en aquel instante a puñetazo limpio aquella

bruscayviolentaantipatía.Comenzabaaobscurecer.

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Losárboles,sinhojas,tomaronsúbitamentesuaspectomástriste.Losmerenderos,tanalegresmomentosantes,sequedabandesiertos.ElgrupodondeestabaelExtremeñosaliótambién.ElDonJuan,gitano,preguntóaEleuterio:—Oye,compadre,¿pordóndepiensascaerestanoche?Peroelotronoteníanadapensado.—Nilosé.—EntoncespásateporelCafédelGallo.Ahoratodaslasnochesvamospor

allíunosamigos.Buenatrinca.—¿Dóndeossentáis?—Alladodelmostrador.—Puesalláiremos.Estetambién.YseñalabaaVíctor.PeroVíctorleinterrumpió,fríamente:—Yonopodré…Eleuterioechándoloabaratoleobligóaaceptar.—Noseasmajadero.¿Dóndedemoniosquierestúpasarlanoche?Y Víctor, que obedecía a Eleuterio como a un tutor, no quiso replicar,

contentándoseconencogersedehombros.

***

Muytardeseretiraronacasaaquellamadrugada,despuésdehaberpasadolamayorparteencharlaydiscusiónhastalasaltashorasenelCafédelGallo.

Larealhembradelmerenderohabíaestadoenelcafé.Sehabíasentadoenlamismamesaqueellos,alladodePepeelExtremeño.AllífueunaseriedeincidentesqueirritaronaVíctor,enquienlabellezade

lamagníficabarbianahabíaproducidounaimpresiónprofunda.PepeelExtremeñonocesaradehacerdemostracionesdesufamiliaridadcon

la chulapa, hasta el punto de causar escándalo en el café, lleno aquel día defamiliasburguesasyhonradosindustrialesdelacalledeToledo.

Enunodelosintervalos,comoelExtremeñoselevantaseparairasaludaraunosamigotesqueestabanenotramesa,VíctordijoaEleuterioenvozbaja:

—¡Merevientaesetío!Eleuterioseechóareír:—¿Quédemoniostienestúhoy?

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Y Víctor, como el hombre que hace esfuerzo por dominar una granexaltación,dijo:

—¡Tengoganasdearmarla!—¿PeroquétehahechoelExtremeño?—Nada.Únicamentequemerevienta.—Puesmira,vámonos.Yonotengoganasdegresca.—Vamos.Peroningunodelosdossemovió.La chulapa, ocupada en charlar con otra prójima, no había oído nada del

anterior diálogo, que por otra parte había sido sostenido en voz casiimperceptible.

AEleuterio le llamódesde luego laatenciónqueVíctornoseapresuraseadejarlacompañíadelExtremeño,cuandotanantipáticoleera.

¿Quémotivoledetenía?ElmotivoquedeteníaaVíctor,auncuandoélnoosaseconfesárselo,eraun

motivoreal,dominador,imperioso.Estemotivoeraella,lailustreprójima,liadaconelDonjuángitano.¿Quéextrañosentimientoeraelsuyo?¿Quésentíaélporaquellamujeraquiennoconocía,ycuyaexistencianiaun

sospechabaalgunashorasantes?Víctor no sabía decirlo, pero aquel sentimiento estúpido, imprevisto, lo

sentíadeunamanerasubyugadora.Yahora,enaquelrincóndelcafé,entornodeaquellamesallenadecopasy

terrones de azúcar, al mismo tiempo que una súbita y múltiple inquietud loasaltaba, experimentaba una extraña e incomprensible felicidad, en lacontemplacióndeaquellamujer, enverlacercade sí, en sentirsea su lado,entenerlacertezadesuexistencia.

AsícuandoEleuteriolepropusoretirarse,nosemovió,porquesudeseoerapodermiraralaprójima,poderverlatodalanochehastaqueellasefuese.

Poresofuerondelosúltimosensalirdelcafé.Yaenlacasadehuéspedes,cuandoEleuterioabriócautelosamentelapuerta

desucuartoyencendióelcandeleroquehabíasobrelamesadenoche,Víctor,quehastaentonceshabíavenidodiscutiendoacrementemilcosasextrañasasupreocupación,exclamódepronto:

—¡HubierahechobienendarledospatadasalExtremeño!Eleuteriointerrogó:

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—¿Peroporqué?¿Quétehahechoesehombre?Hubounapausa,ycomoVíctornorespondiese,Eleuteriosiguió:—NohasidoelExtremeñoquientellevóaeseestadodeirritación.—¿Puesquiénentonces?—¿Quién?Laprójimaqueestabaconél.Víctorsiguióguardandosilencio.Eleuterioinsistió:—¿Fueonofue?Víctorsevolvióbruscamente:—Puesbien,figúratequefueella.EntoncesEleuteriomudandode tonoy sentándoseenelbordede lacama,

dijo:—¿DemaneraquetehaschaladoporPacalaGallarda?Víctormurmuróencendiendouncigarro:—Tantocomochalado,no.—Sí, chalado. Pero la conquista no me parece muy difícil. Porque la

Gallarda, ya habrás comprendido que no es una virtud. Lo que debes esguardartedelExtremeño.Tíomásbrutoesdifícilhallarlo.

Víctor,humeandotranquilamenteelcigarro,respondió:—PuestenporseguroquelabrutalidaddelExtremeñoesloquemenosme

preocupa.Cuandollegaelcaso,yosoymásbrutoqueél.Hasta el amanecer, fue una larga peroración entre las cuatro paredes del

cuarto,enunaatmósferacalientedetabaco.CuandoVíctorseacostóeradedía.Hasta que el sueño vino a cerrarle los ojos, no viomás que el gracioso y

picaresco rostro de la Gallarda. Sonreía la chulapa, y aquella sonrisa queparecían asomar los claveles de su boca fresca y aromada, era para él, paraVíctor.

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¿Q

CAPÍTULOXXII

AMORYFATALIDAD

UÉeselamor?Elhombrenolosabe.

Pormásqueprocurepenetrarelmisterio,noloconsigue.Elamortienesuorigenenlasrelacionesdelhombreydelamujer,yresulta

delaconjuncióndelosdos.Sumisterio,sinembargo,permaneceimpenetrable.Enaparienciaesunestadomorboso.Lapatologíalohaclasificadoya,comohaclasificadotodo,porquehoytodo

esmorboso.Elgenioesunaenfermedadyelcrimenlomismo.Elbienyelmaldejaránsus limbostranscendentalesparaserfabricadosen

loslaboratorios.Elamoresesto:unaenfermedad.Víctorestabaenfermo.Laprimeramanifestacióndelamoreslaobsesión.Elhombrequeamatieneunaideafija.¡Elamor!Elamorquesiescontrariadolohacesufrir,ysiesfavorecidoledalamayor

sumadeventuras.Enamboscasosloabsorbe.Elamorprende,avasalla,invade.Nodejalugaraotrosentimiento.Esseñorabsoluto.Amaresvivirparaelamor.Elhombrequeamayesamadoolvidatodoporsuamor,yporéllosacrifica

todo.Entoncespuededecirsequenoessolounsentimiento,estambiénunvicio.Siencuentraobstáculos,enloquece.Elamornosatisfechoesunapasióntorturante.

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Lossíntomasdelamorsonenamboscasoslossíntomasdeunaenfermedad.Loquecaracterizaelamoreslamisantropía.Lamisantropíadelamorfelizesdiscreta.Lamisantropíadelamorinfelizesalucinada.Elhombrequeamayesfelizcaeconfrecuenciaenéxtasisprolongados.En

silenciosospasmosbeatíficos.Todoélsueña.Ningunacompañíaleesgrataanoser ladelseramadoycuandoestáasu

ladotieneunsolopensamientoyunsolodeseo:hacerunodelosdos,fundirse,compenetrarse.

Esepensamientoloabsorbeporcompleto.Sufreenlaausenciayvive,nosecalma.Enamor,lapresenciaesindispensablealavida.Lamujeramadaestannecesariacomoelaire.Elamorcontrariadoesunaagonía.Losobstáculos,lejosdecalmarle,loexacerbanmás.Nodesiste,norenuncia.Seobstina,seexalta,seagarraconambasmanosa

laesperanzadelafelicidadycuandonolaalcanzaandasombríamenteasaltadodemilangustiasymilsospechastenebrosas.

Víctor hallábase en ese período amoroso que no se define y que escaracterizadoporunvagoanhelo.

Yalaideafijaleatormentaba.No lograbadesviarsupensamientode laespléndidavisiónde lachulapay

sobrelainvasióndeesesentimientonuevobordabaexaltadamentesupersticiosasconjeturas.

Porunanaturaltendenciadetodoslosenamorados,procurabaengrandecerydarmayorrelieveasupasión.

Así atribuíaleunorigenmisterioso, una comopreexistencia, ydecíase a sípropioqueantesdeconocerla,aquellamujer fueraadivinadaporél;porque lamayorpartedelosamantessuponenasuselegidaspredestinadasparaellos.

Creía,o simulabacreer,queaquellaera lamujerentre todasescogidapararevelarle el amor, y ya en su espíritu la distinguía, diputándola superior a sucondiciónyasuimpureza.

La ideade ser amadopor aquellamagníficaydeseadamujer lo invadía almismotiempoqueleperturbabalossentidos.

Loquemásloexaltabaeraelpensamientotorturantedequeellaeradeotros

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yeldeseodehacerlasuya,solosuya.Almismotiempoquelaamótuvocelosdeella,yporlaprimeravezensu

vidasufrió,viéndosepobre,soloyabandonado…Sufríaalnopoderconquistarlafelicidadagolpesdefortuna,comprandoala

gentilbarbiana.Sinembargo,estacontingencianolodesanimóytuvolainocentevanidadde

creerposibleconquistarlaporelamor,interesándolaelcorazóny,pordecirloasí,redimiéndola.

Elamorcuandoesgrandesecreecapazdetodaslasvictorias.Así procuróverla con frecuencia en elCafédelGallo adonde elDonjuán

gitanosolíallevarlatodaslasnoches.Eleuterioleacompañabafrecuentemente.Víctorlebuscaba.Elamortienesiempreunconfidente.PerolaarrogantechulapanoparecíarepararenVíctor.Eleuterioalgunasvecesnopodíamenosdereírsedelalocuradesuamigo.

Otras veces le recriminaba. Decía que era absurdo estar así haciendoplatónicamentelacorteaunaprójimadelacalañadePacalaGallarda.Quelomás sencillo y lo más rápido era esperar una ausencia del Extremeño yaprovecharlaconvidándolaamerendarenlasVentasoenlaBombilla.

Víctorescuchabaconelceñofruncidoyconcluíasiemprerogándolequesecallase.

PeroEleuteriososteníaquecuandomenosdebíachicolearla,pues todas lasmujeresgustandeoírlisonjas.

Víctor, sinembargo,noqueríadirigirle lapalabrae invocabamilpretextosparaocultarsutimidez,porqueelamorescasisiempretímidoyreceloso.

Enunadeestasconversacionesquetanfrecuentementesostenían,Eleuterioexclamó:

—YomismoselodiréalaGallarda.Asísaldrásdelpaso.Víctorsepusorojo:—¡Nohagaseso!—Pueschico,estáshaciendoelprimo.—Mejor…Túnotemetasennada.Víctor sedisculpabade sus incertidumbres,diciendoquedeseabaproceder

sinprecipitaciónysinimprudencias.Eleuterioconcluíainvariablemente:—¡Quéestúpidososvolvéislosenamorados!

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Pero Víctor no quería oírlo. Se irritaba y acababa por pedirle que no lehablasemásdelasunto.

¡Y, sin embargo, lo que él quería y buscaba, como todos los hombresapasionadosdeunamujer,erauncómplice!

Eleuterioledecíafrecuentemente:—Séalmenosrazonable.Confiesaqueeresundoctrino.Víctorseencogíadehombros:—Loquetúquieras.—Pues es claro; te enamoras de la Gallarda como si fuese una princesa,

cuandotodoelmundosabecómoseabrelapuertadesucasa.Víctorinterrumpióbruscamente:—¡Cállate!Yaestoyhartodeoírtedecireso.—Puessiestáshartodeoírmelodecir,¿porquénosiguesmiconsejo?—¡Porquenoquiero!—Di la verdad: porque no puedes. Y porque no puedes, andas viendo de

conquistarlaporelfísico…Malcaminoconprójimastancorridasytanlagartas,comolaGallarda.

—Yaloveremos.—No seas inocente.El amor en esas gachís es unmododevida y nouna

distracciónniuncaprichoniunapasión…Yluegodejándosellevardesuafándedisertar—afánfrecuenteentodoslos

obrerosquevanalosclubs—,Eleuteriocontinuaba:—Tú, aun cuando no lo confieses, tienes la manía de redimirla. Quieres

salvar a aquella alma perdida, ymás fácil es que ella te pierda a ti…Paca laGallarda,comootrasmuchasPacas,esunaprofesional.Norepresentasiquieraun caso doloroso de la vida… Está dentro de su situación de una maneraconscienteydeliberada.Nosecreeunainfortunada.Todolocontrario,esfeliz.VeadecirleaPacalaGallardaqueesunavíctimadelnacimientoodelasuerte,o de la sociedad. Se reirá de ti. Ella está muy a gusto con su vida y con elExtremeño.

Víctorseestremeció:—Nomerecuerdesaesehombre.—Bueno.Eleuterioliouncigarrodepapelycontinuó:—En las condiciones de Paca la Gallarda, irle a proponer un cambio de

situaciónsolemnemente,conventajasmorales,eselcolmodelainocencia.

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—Túpretendesquenoesunamujercomolasdemás.—Alcontrario,pretendoqueesigual.—Tusideassobrelamujerylasmíassoncompletamenteopuestas.—Puesveremosquiéntienerazón.Yconestaspalabraslosdosamigossedespidieronparairaacostarse.

***

EntretantolasituacióntornábasedifícilparaVíctor.Noteníacolocaciónnipensaraenbuscarla.¿Adecirverdadenquépodríaocuparse?DeestohablóunamañanalargamenteconPalomero.Palomero,elobrerooradorysocialista,eraparaVíctoralmismotiempoque

unamigounaespeciedetutor.PalomeroempezóporllevarmuyamalelenamoramientodeVíctor.Paca laGallardano eramujerquepudiese convenir aningúnhombre.Era

unamujerfatal.PalomerocreíaquelomejoreraqueVíctornovolvieseaverla.PeroVíctor

protestaba:—¡Imposible!Meseríaimposible.—Bueno.Allá tú.Casi todos loshombresde tu temperamento tienenen la

vidaunamujerasí.Lamujerfataleslaqueseveunavezyserecuerdasiempre.Esasmujeressondesastres,deloscualesquedansiemprevestigiosenelcuerpoy en el alma.Hay hombres que sematan por ellas, otros que se extravían, túserásdeestosúltimos.

—¡Deliras!—Leoelporvenir.Esamujerhadetenerunainfluenciaseriasobretuvida.—¿Perohablasenserio?—Desgraciadamenteparati.Cuandounhombrecomotúsufreladentellada

delamujer,esehombreestáenvenenado.Víctorseencogíadehombrossonriendo.Palomerocontinuó:—¿Túteríes?Haycasos,enefecto,enqueesasmujeressoncompletamente

inofensivas, como tú quieres dar a entender. En el caso, por ejemplo, delExtremeño, que ya está completamente encanallado, y es un candidato al

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presidio.Perotucasonoeselmismo.Paranaturalezasmoralescomolatuya,lasmujerescomoPacalaGallardasonterribles.

Víctorunpocoemocionado,preguntó:—¿Yporqué?—Porque Paca la Gallarda no es unamujer, es un problema social. Es el

problemadellupanar,quetúquieresresolverporelamor.Esosproblemasnuncaseresuelven,ycuandoelhombrellegaaconvencersedequeesimpotentepararesolverlos,estáestropeado,sinoestámuertomoralmente.Cuandounapasióncuestadineroarruinaelcuerpoyelalma…Peronohablemosmás.Veoquenohasdeconvencerteyvamosaotracosa.Esprecisopensarenaclararunpocotusituación.

Víctorbajólacabezaysepusocolorado.—Sí,yahepensadoeneso…LociertoesquelasituacióndeVíctoreracasiprecaria.Palomero,apesardesusmenguadosrecursos,casilomantenía.Le daba dinero para sus pequeños gastos, y le garantizaba el cuarto y la

comidaencasadedoñaLola.Lo hacía con un gran tacto y una gran delicadeza; peroVíctor comenzó a

comprenderquenodebíaprolongaraquelladependencia.De comúnacuerdo trataronde arbitrar unmediodecorosoparaqueVíctor

pudiesevivir.Palomeroprometióhablarconalgunospersonajesdelpartidorepublicano,a

loscualesconocía.Apartirdeentonces todofuerancorreríaspor lascasasde los individuosa

quienPalomerobuscabadejandoaVíctorenlapuerta.De aquellas visitas Palomero no llevaba trazas de obtener otra cosa que

buenaspalabras.Undía,yacansado,ledijoaVíctor:—¿Perotúnoconocesanadie?Víctornoconocía.Derepentesepusocoloradoyparecióconfuso.Almismo

tiemporeflexionaba.Palomerovolvióainterrogarle:—¿Conocesaalguien?—Sí.—¿Aquién?Víctorenvezdecontestarsepasólamanoporlafrenteymurmuró:

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—En otra ocasión creo haberte contado la historia de mi vida… ¿Larecuerdas?

—Perfectamente.—YasabesquemecrieenelpalaciodelaCondesadePorta-Dei.—Tuabuela.—Eseesunmisterioquenuncahepodidoaclarar…Puesbien; laCondesa

dePorta-Deiteníaunnieto,Carlos…—¿YestáenMadrid?—Sí.—¿Cómolosabes?—Lehevisto.—¿Cuándo?—Haceunmomento.—Lehashablado.—No.—¿Porqué?—Carlosnisiquierahareparadoenmí.—Haberledetenido.—Imposible.—¿Porqué?—Carlos era ese joven que hace un momento cruzó la calle guiando un

cochemagníficodedoscaballos.—¿EseseelhijodelCondedePorta-Dei?—No,eselmismoConde.—¿Cómo?—Supadrehamuertohaceunaño.—¿YhastaahoranoteacordastedequeCarlos,tuprimootuamigo,podía

servirtedemuchoaquí?—¡Meacordémuchasveces!—¿Porquéentoncesnohasprocuradoverle?—Untemorextrañomehadetenidosiempre.—¿Temordequé?—Yomismonoaciertoaexplicármelo.—Pues es preciso que le veas inmediatamente y que le digas cuál es tu

situación.Aélleseráfácilremediarla.ComoVíctorbajabalacabezasinresponder,Palomeroinsistió:

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—¿Quédices?—Nada.Temoundesengaño…—Detodosmodos,esprecisoprobar.—Probaré.—Siteatiendeyprotege,esoteencuentras.—Créemequeabrigograndesdudas…—Yo también abrigo algunas. Pero si nada hace por ti ese aristócrata,

tampocohabrásperdidoeltiempo.—Notecomprendo.—Lo digo porque habrás recibido una enseñanza que puede serte muy

provechosa.AsíhablandollegaronhastalaPuertadelSol.HabíanresueltoqueVíctorbuscasealjovenCondedePorta-Deiparapedirle

queseinteresaseporél.Víctor recordaba perfectamente que el nieto de su protectora la Condesa

vivía enMadridenunhermosohotelde laCastellana,y allá sedirigióconelalmallenadezozobra.

Enlapuertadelhotel,unimponenteporterodelibrealecerróelpaso.—¿Quéseofrecía?—VeralseñorConde.—ElseñorCondenorecibeenestemomento.—¿Cuándopodríaverle?—No sé. Estos días está muy ocupado. El mejor sitio para verle es el

Congreso.ElseñorCondeesdiputado.VíctordecidióiraldíasiguientealCongreso,ysinopodíaverle,dejarleuna

carta.Sevolvióalacasadehuéspedes,yencomponerlacartaycopiarladespués,

selepasóelrestodelatarde.Acababademeterlaenelsobrecuandollamaronparacomer.Palomero no estaba y Víctor no pudo comunicarle el resultado de sus

gestiones.Comiópocoycondesgana.Antesdellegarelfinaldelacomida,abandonólamesa.Deseabaestarsolo.Fueseasuhabitación,echóelcerrojoysetendióvestidosobrelacama.

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***

Eran las tres de la tarde del día siguiente cuando Víctor entraba en elCongreso.

Allí, comoen casadelConde, unportero le salió al paso.Víctor, unpocointimidado,lepreguntóporelseñorCondedePorta-Dei.

Elportero,mirándoledesdeñosamente,interrogóasuvez:—¿Esdiputado?—Sí,señor.DiputadoporBradamín.—¡Ah!,sí…Nosésihabrávenido.Ysealejólentamente.Víctorlesiguió:—¿Nopodríaustedenterarse?Elporterosevolvióaunujierquepasaba.—Trigueros,¿sabeustedsihavenidoeldiputadoporBradamín?Triguerossedetuvo,reflexionando.—Sí,havenido.Víctorseadelantótímidamente:—¿Podríaustedhacerleentregarestacarta?Yfueconhumildad,llevándoselamanoalaladelsombrero,comoformuló

lademanda.El ujier tomó la carta demala voluntad,murmurando que el señor Conde

estabaenconferenciaconunimportantepersonaje.Pero, en fin, llevose la carta que era lo más importante. Víctor quedó

esperanzado.Pasóbastantetiempo,elujiervolvióapasar.Víctorleinterrogó:—¿Entrególacarta?Elotrocontestósindetenerse:—Alláqueda.—¿QuédijoelseñorConde?—Nada…Nosé…Y el ujier desapareció detrás de una mampara de paño verde que batió

sordamente.Víctorpermanecióparadoenelsitioenqueestaba.

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Lacartaasíentregadaleparecíaperdida.Seoíauncontinuocampanilleodetimbres.Losujierespasabanpresurosos.UncaballerodesombrerodecopaentródelacalleypasóalladodeVíctor,

quelemiróllenodesorpresa.EraelCondedePorta-Dei.CuandopasadoelprimermomentodetimidezyconfusiónVíctorpensóen

acercarse, el Conde, que no había reparado en él, desaparecía tras la batientemamparadepañoverde.

Víctorquedósumidoengrandesdudas.—¿Aquiénhabríanentregadosucarta?Víctorcorrióhaciaunujierquepasaba,yrápidamenteleexplicóelcaso.Elotroencogiéndosedehombrosmurmuróalejándose:—EsodebesercosadeTrigueros.Víctor, muy preocupado con el destino de su carta, preguntaba por el tal

Triguerosatodoslosujieresquepasaban,peroningunolesabíadarnoticia.AlfinelporteroledijoqueTriguerosdebíahabersalido.

Parecíaqueaquellasgentesseburlabandeél.Nosabiendoquéresolucióntomar,resolvióesperaraqueelCondesaliese.Conefecto, treshorasdespuéselCondesalía,perosalíaentreungrupode

diputadosyVíctornoseatrevióaacercarse.ElConde,comodecostumbre,noreparóenél.Al día siguiente por lamañana, Víctor volvió al hotel del Conde; pero el

imponenteporteroquelereconocióledijo:—ElseñorCondesalióanocheparaParís.

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U

CAPÍTULOXXIII

UNPERIÓDICOSOCIALISTA

NAmañanaPalomeroentróenelcuartodeVíctoryledespertócongranalgazara.

Víctor,mediodormido,seincorporóenlacama:—¿Quéhay?—¡Haycolocación!—¡Cómo!—Loqueoyes.—¿Quéclasedecolocación?—Muymodesta.—Noimporta.—Habráquetrabajarmucho.—Atodoestoydispuesto.—¡Veoquetienesadmirablespropósitos!—Túlohasdicho:¡admirables!Perodime,¿quéesello?—Lafundacióndeunperiódico.—¡Peroyoquésédeeso!—Lomismoqueyo.—Locualequivaleanosabernada.—Notanto.Equivaleasaberpoco.—Bueno;peroexplícate.—Setratadeunperiódicosocialista,redactadoporobreros.—Magníficaidea.—Yotehepropuestoatipararedactorycorrectordepruebas.¿Aceptas?—¿Ytodavíalopreguntas?—Elsueldoyatehedichoqueesmuymodesto.Quinceduros.Víctorseechóareír:—Yosoymásmodestoqueelsueldo.Palomeroselevantóparairse.—Bueno, pues te dejo. Vístete pronto. Tenemos que ver a los nuevos

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compañeros.Adiós.—Hastaluego.—Notardes.—Notardo.La entrada de Víctor en la Redacción de El Socialista fue un verdadero

acontecimientoensuvida.Adespechodelasituaciónsubalternaqueibaaocupar,secreyódesdeluego

iniciado en una religión nueva, y por primera vez en su vida tuvo pruritos depublicidadyconfusasambicionespolíticasyliterarias.

ElSocialistasepublicabatodoslossábadosyteníaunnúmerolimitadísimodelectores.

La Redacción era en la calle del Ave María, una de esas calles viejas ycorcovadasdelantiguoMadrid.

Ocupaba el piso principal y estaba instalada en aposentos estrechos, queanteshabíanservidodedomicilioaunafamiliapobre.

En la mejor sala había una mesa habitualmente cubierta de papeles oiluminada por dos grandes lámparas de petróleo, donde los redactoresgarrapateabanencomún.

Lasparedes forradasconpapelpintado, a trechos rasgadoen tiras, estabancubiertasdealtoabajodeperiódicospendientesdeganchosdehierro.

A esta sala seguía el despacho del director—el compañeroFajardo—; losmuebles consistían en una mesa de despacho, en bastante mal estado, y enalgunassillasdepaja.

Elcorrectordepruebastrabajabaenunaalcobainterior.Elperiódicosehacíadenoche.A lasnueve llegabaelmáspuntualde todos,queeraLópez,elcompañero

López, siempre cargado con un paquete de periódicos y siempre cayendo enprofundosaccesosdesueño.

ElcompañeroLópezabríalosperiódicosyleíaconrecogimientohastaquellegabaelsegundo,elcompañeroRubau.

Despuésveníanlosotros.Víctorcayóllenodeaturdimientoydealegríaenaquelmedionuevo.Fue para él una verdadera iniciación la primera noche que pasó en el

cuartuchointeriordelaredaccióncorrigiendolaspruebasdelperiódico.Cuandoserecogióalacasadehuéspedes,cercadelascuatrodelamañana,

estabacontento,porqueleparecíaquehabíaencontradosuverdaderavocación.

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Unasolacosa lamentaba:nohaberpodido iraquellanocheporelCafédelGallo para ver a Paca la Gallarda, cuya imagen no se le apartaba de laimaginación.

Enlacasadehuéspedes,lanoticiadequeVíctorentraraenunperiódicolediociertaimportancia.

DoñaLolaloreferíaconorgulloalasvecinas.Alahoradelacomida,enlamesa,loshuéspedesfelicitaronaVíctor,como

sihubiesealcanzadounaaltasituaciónsocial.Eleuteriodijoqueeranecesariocelebrarloconunajuerga,peroPalomerono

estuvoconforme.Aquelobrerosocialistaeraunprofundoaborrecedordelvino.Según él, era únicamente el agua la que hacía a los hombres fuertes y

honrados.Elvinoeselhermanomayordelpresidio,solíadecir.Queda,pues,lajuergaaplazada,sinodesechadaporcompleto.

***

Algunas semanas después, Palomero resolvió súbitamente trasladarse aBarcelona,dondesehacíaalasazónunagranpropagandasocialista.

CuandocomunicóaVíctorestaresolución,contándolealmismotiempolasexcelencias de la rica y floreciente capital del principado,Víctor quedó comoanonadado.

Palomeroeraparaélalgomásqueunamigo,eraunpuntodeapoyoen lavida.

Sinélleparecíaquedarsecompletamenteabandonado.Así,alsaberquePalomerolodejabaportiempo,quizáparasiempre,Víctor

tuvolaimpresióndequelefaltabaelsuelodebajodelospies:—¿Perodeveras,tevas?—Sí.—¿Perocómotehadadoesecapricho?—Noescapricho.—Lohasresueltodepronto.—No.—¿No?

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—Hacemuchoqueabrigabaeseproyecto.—¿Cómonomehabíasdichonada?—Nodebíadecírtelo.—PerotanactivaeslapropagandasocialistaenBarcelona.—Mucho;peronoesesosolo.¡Hayotrapropagandamayor!…—¿Larepublicana?—No.Laanarquista.—¿Creestúeso?—Sí.—¿Perolocreessolamenteotienespruebas?—Tengopruebas.—¡Me dejas sorprendido! Yo hubiera creído siempre que esas ideas no

arraigaríannuncaenEspaña.—Yotambién.Peroesaeslaobradelosmalosgobiernos.Elanarquismono

esunaidea,esunremedio.—Unremediobrutal.—Túlohasdicho.Brutalcomolasamputaciones.—¿Yacasocura?—Yonolosétodavía.—Elanarquismohacevíctimasinocentes.—Sí,comoelmarycomoel fuego.Comotodo logrande.Comolacólera

divina.—¿Túeresanarquista?—Lomismopudieraspreguntarmesierapartidariode losnaufragios,yde

los incendios y de las guerras. Son cosas ante las cuales hay que inclinar lacabeza y reconocerlas necesarias. Es la leyenda de Sodoma y Gomorra, laleyendadeldiluvioqueserepite.

Víctor callaba y oía pensativo. Después de un largo silencio, interrogó denuevo:

—¿Ytúpartesinmediatamente?—No.Aúntendréquedetenermealgunosdíasaquí.Palomerohabía escrito a algunos amigos deBarcelona, preguntando cómo

andaba el trabajo en la industriosa capital, y tenía que esperar la respuesta enMadrid.Teníaaúnparaunaodossemanas.

Las dos semanas, que para Víctor fueron de verdadera angustia,transcurrieron, y cuando llegó el momento de separarse de Palomero, sufrió

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tanto,quepasóunanocheenterallorandocomounniñoensucuarto.La víspera estuviera ayudándole a empaquetar libros, papeles y ropas;

silencioso,conelcorazónoprimido,comprendiendoqueahoraalversesolosinaquelapoyoibaaserinmensamenteinfeliz.

Palomero le dejaba mil pequeños recuerdos y le daba aquellos grandesconsejosqueensubocaparecíansolemnesmáximas.

Una gran superioridad emanaba de la persona de aquel obrerometódico ysocialista.

AsíVíctorlooíaconuncasirecogimiento,comounhijooyeasupadre.Si no fuese por el afán de aparecer fuerte, se echaría sollozando en sus

brazos.Palomerodebíapartiraqueldíaenelexpreso.Muy temprano doñaLola vino ellamisma a despertarlo, lo que solamente

hacíacuandosetratabadealgunadespedidadeimportancia.YaPalomeroestabaenpiecuidandodelosúltimospreparativos.DoñaLolalerecomendóquenoseleolvidasenada;peroañadióquesialgo

seleolvidabaellalorecogeríaytendríaguardadohastaqueéllomandasepedirodeterminaseloqueconellosehacía.

Se informó con interés de la hora de la salida del tren, insistiendo conPalomeroenquecomieseantesdepartir,apesardequeélafirmabaquenoteníaapetito.

Víctoryavestido, fúnebre, sepresentóaPalomero todopreocupadocon laideadeaquelviaje.

Palomeroledijoalverlo:—Ayúdameacerrarestamaleta.YsinpronunciarunapalabraVíctoryél,respirandoconesfuerzo,trataronde

cerrarlamaleta.—Hazmeelfavordeversiquedaalgoenesoscajones.Silenciosamente Víctor abrió los cajones de la mesa y respondió con

abatimiento:—No,noquedanada.Palomeroestabaradiante.IbaaBarcelona,dondepensabatrabajarenlapropagandasocialistayaquello

leponíacontento,comopocasvecessolíaestarlo.En mangas de camisa, en medio de la habitación, se frotaba las manos

alegremente,mirandolosobjetosquelorodeaban.

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Fue solamente después de haber terminado todos los preparativos y dehabersesentadosobreunamaleta,cuandomirandojubilosamenteaVíctor,dijo:

—¿Quécuentas?—¡Quéhedecontar!—¡Tienesrazón!Ynoqueriendopronunciarvanaspalabrasdeamistadyafecto,selevantóy

estrechó la mano, como si en aquel apretón le agradeciese el pesar que lecausabasupartida.

Despuésdeunalargapausa,Palomeromiró.—Yateescribirémillegada.—Sí,nodejesdehacerlo.—QuiénsabesitodavíatúirásadarenBarcelona.ElrostrodeVíctortuvounasonrisadedesaliento;sinembargo,murmuró:—¡Quiénsabe!Palomeroañadió:—¡Elmundodatantasvueltas!—Sí,porcierto.—SolotemoquePacalaGallardateseafatal.Sisupieraquehabíasdeseguir

misconsejostediría:noveasmásaesamujer.Víctor, sentado en el borde de la cama revuelta, escuchaba con la cabeza

inclinadasobreelpecho,sinresponder.Palomero,poniéndolecariñosamenteunamanoenelhombro,añadió:—Otracosateaconsejaría.QuehuyeseslacompañíadeEleuterio.Antes de queVíctor tuviese tiempode responder, llamaron a la puerta del

cuarto.Eraelmozodecuerdaqueveníaporelbaúlylamaletaparaconducirambos

bultosalaestación.Eratiempodepartir.—Vamos,Víctor.—Vamos.

***

Eltrensalíaalasocho.Era el mes de julio y la tarde, después de un caluroso día, por extremo

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apacible.VíctoryPalomerocaminabanjuntos.Ningunodelosdoshablaba.Lascallesibanllenasdegente.Loscomerciosempezabanailuminarse.Palomeroapresurandoelpaso,exclamó:—¡Quéhermosatarde!Víctormurmuróapenas:—Sí,muyhermosa.Era,enefecto,bellayapaciblelatarde.Unatardedepartida,unatardedeviaje.Ellucerovespertinoparpadeabaenelcielolímpidoyazul,comoelcielode

Grecia.Tododecíaalegría,expansión,fuerza,estímulo,esperanza.Sinembargo,Víctoraparecíaanonadado.Elmismoaspectodelatardesonriente,parecíaabatirle.Palomeroibaapartiryenaquelmomentodecisivodelaseparación,Víctor

experimentóporélunsentimientoextraño.Algoqueeramuydistintodelaamistadydelafecto.Sintióunvagoyobscurorencor.Unaantipatíaindefinible.Palomeropartíaatrabajarenunacausaqueaélselepresentabacomolamás

nobleylamásalta.Elsocialismo,quehabíadecambiarlafazdelmundo.Yél,Víctor,quedabaallíentregadoaunatareaobscura.Cerradoelporvenir,

todomásnegroyfluctuantequenunca.¿PorquésufríaVíctor?¿PorverpartiraPalomero?¡No!¿Porverlopartirfeliz?¡Talvez!Elsuyoeraelpesardelaajenaventura,unaventuraqueaélleeranegada.Caminando al lado de Palomero por las calles llenas de gente iba

premeditandounodeesosodiosferocescontratodobienquenofuesesupropiobien,contratodafelicidadquenofuesesupropiafelicidad.

Ytanabsortoibaenestospensamientos,quenooyóaPalomeroqueledecía:

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—¿Elmozodecuerdavadelante,verdad?LlegabanentoncesalfinaldelacalledeAtochayyadescubríanlaestación

delMediodía,rodeadadesimones,carrosyómnibus.Víctor recordabaaquellamañana triste, invernaly lluviosa enqueélhabía

llegadoaMadrid.Recordabaaquelpaseoporlascallesdesiertas,llenasdefango.Recordabacómounhombremojadoyharaposo, lehabíarobadoelreloj,y

después,enlacasadehuéspedes,lasalegresexclamacionesdePalomeroaltenernoticiadelsucesoysuteoríadeclamatoriadequeelroboesunarestitución.

El hombre mojado y haraposo se le aparecía entonces como si fuese elpropioVíctor,reducidoalextremoderobarrelojes.

Ylojustificóplenamentegraciasalacasuísticadesudespechoqueenaquelmomentolojustificabatodo.

Sedecíaa símismo,profundamenteconvencidodequeél también robaríarelojes,yrobaríatodocuantofuerapreciso,pararecuperarconsusmanosloquelasociedadlerobaba.

Yseafirmóensuespírituconunaespeciedeaisladaconvicción,elderechoalrobo,comounaprerrogativalegítimadeloshijosdelainjusticia.

Palomerovolvieraarepetirsuanteriorpregunta:—¿Sabessielmozodecuerdavadelanteconelequipaje?Víctornoseacordabayrespondiófríamente:—Noestoyseguro.—¡Veremossiestáenlaestación!Y con paso rápido Palomero atravesó la plaza seguido de Víctor que le

seguíacomosilecostasetrabajoandar.Elmozonoestabaenlaestación.Palomerolobuscóportodaspartes,ycomonoloencontrase,regresóallado

deVíctor.—¡Nohalloporningunaparteaesecondenado!—¿Idasmiradoenlacantina?—No.—Pueseslomásprobablequehayaentradoabeberseunascopas.—Puedoser.—¡Ytanto!—Ven,vamoshastaallá.—Vamos.

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Entraronenlacantina.Con efecto, el mozo estaba allí apurando tranquilamente una copa de

aguardiente.Elmozosevolvióalverlos:—Elequipajeestáenlaestación.Palomerosinpasardelapuertarespondió:—Bueno.Yañadiósecamente:—¿Cuántoleadeudocompañero?—Loquetengavoluntad.—No;deningunamanera.—Pues una peseta. ¿Le parece a usted mucho? Palomero hizo un

movimientodeindiferenciaylediolapeseta.Sealejaban,ylamujeronaqueestabaenlacantinalosllamó.—¿Estacopaquiénlapaga?Palomerosevolvió.—Elquelahayapedido.YsalióacompañadodeVíctor.Palomeroledijodepronto:—Ahí tienes una cosa que no haré nunca, pagar copas. Pero Víctor no

respondió. Entonces, dado el estado de su ánimo, la conducta de Palomero leparecíamezquinayaquelincidentedelacopaleirritaba.

Palomero le miró, y sorprendiendo algo de amargo y contraído en lafisonomíadeVíctorledijo:

—¿Quétepasa?Víctorrespondió:—Nada.—¿Estásdemalhumorporquemevoy?—No.—¿Entoncesquétienes?—Murria.—No,túestásirritado.Ydespuésdeunapausa,añadió:—Porlodemás,esnatural.Estabanenelandén.Lalocomotorasilba,ruge,jadea,retrocede.

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Losviajerosempiezanamontarenloscoches.Unempleadogritaba:—¡Señoresviajeros,altren!…Palomeroabrió laportezueladeun cochede tercera, y conel pieya en el

estribo estrechó afectuosamente la mano de Víctor, que en aquel momentovolvió a sentir un verdadero desconsuelo al verle alejarse, partir quizá parasiempre.

—¡Adiós!—¡Adiós!Ysesepararonverdaderamenteconmovidos.Noparecíandosamigos,sinodoshermanos.

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C

CAPÍTULOXXIV

LAMALASOMBRA

UANDOVíctorseencontrósoloenelandéndelaestación,despuésqueeltrenpartióllevándoseaPalomeroparaBarcelona,dudósobreloquedebía

hacerenMadrid.LaausenciadePalomerodejabaalrededordesupersonaungranvacío.Ahoraqueleparecíahaberloperdido,Víctorseconsiderabaabandonado.Seconsolaba,sinembargo,deaquelsentimientoqueeratambiéndespecho,

pensando en Paca laGallarda, y en que aquella noche la vería en elCafé delGallo.

Apesardeircasitodaslasnoches,Víctorerapococonocidoenelcafé.Comocasinohacíagastonimetíaruido,losmozosleconocíanvagamente.

Los parroquianosmuy pocos eran los que sabían quién era aquel amigote deEleuterio.

Víctoraúnnomostrabaunaindividualidadsalienteydefinida.Solamentesufigura,almismotiempodoloridayenérgica,llamabaporveces

laatencióndealgunodelosparroquianosdelcafé.El único con quien solía hablar largos ratos era un tal Cardama, pintor,

bebedorynoctámbulo,queleencontrabaunbuentipo.Por lo demás, su presencia tampoco era atrayente, porque parecía

extremadamentereservado,teniendolaaparienciaalaveztímidayhostil.IbaallíconEleuterio,que,porelcontrario,eradicharacheroy trivial,ysu

situaciónnolepreocupaba.El consejo de Palomero, respecto a dejar prudentemente la amistad de

Eleuterio,leparecíallenodeunfríoegoísmo.No,Eleuterioerasuamigoyloseríasiempre.Sevolvióunmomentomirandoa lo lejosyvio lacolumnadehumode la

locomotoraquesealejaba.Permanecióunmomentoaturdido.Después, tomando una súbita resolución, se encaminó para la casa de

huéspedes.

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Al subir las escaleras inclinaba la cabeza, como bajo el peso de un grandolor.

Sucorazónlatíaconfuerza.Abriósinllamar,pasópordelantedelapuertadelcuartodePalomero,como

si alguien hubiese muerto allí, y corrió a echarse vestido sobre la cama,conteniendounaformidableexpansióndeamargura.

Peroalguienlehabíasentido,sinduda,porquellamaronalapuerta.Víctorpreguntóconmalhumor:—¿Quiénes?Lamaritornesrespondiódesdefuera:—Laseñoratienequedecirleunapalabra.Sevolvióenlacamaynorespondió;peroalpocoratolacriadavolvióconel

mismorecado:—¿Quecuándopuede?Víctorcontestó:—Yavoy.Yselevantóconmaltalante.¿QuédiablospodíaquererledoñaLola?DoñaLolaestabasentadaenelsofádesualcoba,enfrentedelagrancama

decaoba.DoñaLolaloesperabaparadecirlequeahoraquePalomerohabíapartido,no

podíacontinuardejándoleatrasarse.Víctoryasehabíaatrasadounoodosmeses,quePalomerosolventaraantes

departir.DoñaLola,quehabíacomprendidodesdeelprimermomentolasituaciónde

losdosamigos,hizoloqueellallamabameticulosamenteponerlospuntossobrelasíes.

Víctor le merecía muy escasa consideración y su plaza de corrector yredactordeElSocialista,estabalejosdedeslumbrarla.

Aun cuando parezca extraño, la amistad de Víctor con Eleuterio era unpoderosomotivoquehacíadesconfiaradoñaLola.

AlapobreseñoralesalíanhartocarassuscomplacenciasconEleuterio,yyaquenotuviesevalorparadesprendersedeaquelhombre,noqueríaalmenosquesusamigoteslecostasentambiéndinero.

CuandounhuéspedintimabaconEleuterio,procurabaquesefuese.Porlodemás,sabíaqueVíctornoteníarecursosyqueríaadvertirlo.

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—Nosedejeatrasar.Arreglesuvida,peronosedejeatrasar.Víctorsintiosehumilladoeirritado.EnaquelmomentoexperimentóunagranantipatíapordoñaLola.PeronosabiendoquéresponderalasobservacionesdedoñaLola,sevolvió

asucuarto,diciendo:—¿Noeramásqueeso?Lapatronarespondióconaltanería:—¡Nadamás!Corriófuriosoaecharsenuevamentesobrelacama,ycuandoanochecidole

llamaranparacomer,respondiódedentroconferocidad:—Nocomo.DoñaLolaalenterarse,pronuncióconmalhumor:—Bueno.¡Queayune!

***

Cuando aquella noche entró, como de costumbre, en la redacción de ElSocialista,recibióunnuevogolpe.

¡Elúltimoyelmásterribledetodos!¡ElGobiernohabíasuprimidoelperiódico!Entró entoncesVíctor en un largo período de infortunio, del cual conoció

todaslasfasesdolorosas.Fueantetodolacasadehuéspedes.Elprimermesdeatrasoaúnpudopasarloconpromesas.Alsegundomes,doñaLolasepusoinaguantable,constantementellamándole

paraquejarseymandándolerecadosporlacriada.Víctor llegóa temerla,ysolamenteeloírsuvozya lecausaba inquietudy

desasosiego.Teníaagotadotodosurepertoriodepromesasque,adecirverdad,nuncale

sirvierandemuchocondoñaLola.Ella veía la angustiosa situación de Víctor y comprendía que no había ni

trazasniesperanzademejoramiento.UnadelascosasqueVíctortemíamáseraquedoñaLolasenegaseadarle

decomer,porqueentoncesesperabaelhambre,queaúnnoconocía.Para serle menos gravoso a la patrona dejaba de almorzar, pasándose las

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mañanasenlacama,procurandodormir,paranopensar.PeroestoirritabamásadoñaLola,quesequejabaaloshuéspedesqueVíctoreraunvago.

Despuésdemediodía,cuandotodalacasacaíaenungransosiego,Víctorsevestíasinhacerruido,paraquenoconociesenqueélseestabapreparandoparasalir,yescapabaahurtadillasdedoñaLola.

Lahoradecomereraunsuplicio.Esperabaqueestuviesentodosalamesaparaaparecerydecía:—¡Buenasnoches!Y se sentaba lúgubremente en medio de un silencio que le parecía

significativo, porque sospechaba, y así era en efecto, que todos los huéspedesconocíansusituación.

La criada volvía demal humor con la sopa que ya había sido recogida yVíctor seponía a comer conangustia aquellapobrepitanza,que leparecíaunveneno.

PerolaestratagemadevenirdespuésdelosotrosdisgustóadoñaLola,quenoperdíaocasióndeserledesagradable.

Asífuequeundíadespuésdellegarysentarsealamesa,comolacomidayaiba un poco adelantada, doña Lola gritó desde su cuarto en un tono de vozirritado:

—Lahoradecomeresalassiete.Estonoesunafonda.Todos loshuéspedes callaronymiraron aVíctor que sepuso rojohasta el

blancodelosojos.Lavidaallíselevolvióuninfierno.Denochenodormía.Pasabahoras y horas dandovueltas en la cama, y cuando al fin, postrado,

podíacerrarlosojos,eradedía.Tomóentonceselhábitodelevantarsealahoradecomer,pálidoymolido,

yéndosedelamesaantesdeterminarlacomidaparaquedoñaLolanotuviesetiempodellamarlo,yescabullándosehastalapuertadelacalle.

Solamenteallírespiraba,fueradelacasadehuéspedes.AsísepasóunasemanasinquedoñaLolalemolestase,cuandounatardeal

sentarse a la mesa y en presencia de todos los huéspedes, la criada le dijosolemnemente:

—¡Laseñoradeseahablarle!—¿Ahoramismo?—Sí,señor,ahora.

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Víctorsintióunagranopresión.Selevantóenmediodelaatencióndetodosysedirigióalgabinetededoña

Lola, que al verle entrar puso un gesto de vinagre, y le recibió con estaspalabras:

—Ya usted comprende que esto no puede continuar. Así, pues, busquecasa…

Víctorsintióqueunaondadesangrelesubíaalacabeza,yporunmomentotuvotentacionesdeestrangularalapatrona.

Sedetuvoybalbuceó.—¿Quiereustedquemevayaahora?DoñaLolarespondióimplacable:—Sí,señor.Hacemuchoquedebíahaberseido.Encualquierotracasa…Víctornoladejóproseguir:—Bueno.Basta.Ylevolvióbruscamentelaespalda.DoñaLolalellamó:—Siquierepuedecontinuarconelcuarto.Comeresloquenopuedeser.Víctorqueestabaenelumbraldelapuertamuypálido,dijoapenas:—¡Bueno!Yseretiró.En el comedor se cuchicheaba. Cuando Víctor pasó rápidamente para su

cuarto,todossecallaronylesiguieronconlosojos.Hubolargosilencio.Unodeloshuéspedes,tomándoselaúltimacucharadadesopa,exclamó:—¡Pobremuchacho!UncabodeOrdenPúblico,queestabadehuéspeddesdehacíapocosdías,

intervino:—No.DoñaLolatienerazón.Aloírestotodosloshuéspedesclavaronenélunamiradadesdeñosa.Otrohuéspedafirmó:—Noquierasparaotrosaquelloquenoquierasparati.Algunosconfirmaron:—¡Cierto!—¡Cierto!Despuésdeunapausa,unviejoquecopiabamúsicapreguntó:—¿YEleuterio?¿QuéesdeEleuterio?

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—Eleuterio,voló.—¿NoestáenMadrid?—Sí,está.—¿Cómodejólacasa?Otrohuéspedindicósonriendo:—DigaustedcómodejóadoñaLola.—¿Ladejó?—Parecequesí.¡TienesuerteeseEleuterio!—Conlasviejas.—¡Notanto!—¿CómodejóadoñaLola?—Porotra…Unaestanquera.—¿Tambiénlesostiene?—Puesesclaro.—¡YacomprendoelmalhumordedoñaLola!—¡Ymireustedquiénlopaga!—¿Quién?—¡Esepobremuchacho!—¡Ah!Víctor…Sintieron toser a doña Lola, que andaba en la despensa, y callaron,

aplicándoseacomer.Hasta el fin de la comida no hubo medio de romper el frío glacial de la

situación.Entretanto,Víctoresperóquetodoshubiesensalidoparasalir,ycuandoabrió

lapuerta,seencontrócondoñaLolaquelevigilabaelcuarto.

***

Al salir aquella noche de casa, el pensamiento de Víctor fue buscar aEleuterio,quecontinuabasiendosumejoramigo.

Informadode loquepasaba,Eleuterio sedesfogóenvociferaciones contradoñaLola.

Concluyóafirmandoqueeraprecisocomer.Noteníadinero,perolacosasearreglaría.Fueron los dos juntos al estanco donde Eleuterio tenía su apaño, pero la

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estanquerahabíasalido.Entoncesseacordódeunmaestrodeobrasamigo.Pensabapedirleunduro

prestado.Fueronaverleytampocoleencontraron.¡Eraunahoraterrible!Todoshabíanacabadodecomer,menosVíctor.Este, resignado, acompañaba a Eleuterio, casi se dejaba guiar, no osando

pronunciarunapalabra.Ya fatigado por los dos inútiles pasos que diera, Eleuterio propuso,

finalmente, empeñar alguna cosa que, cuandomenos, diese unas pesetas paracomeraquellanoche.

ConvinieronentoncesenqueVíctoriríaalacasadehuéspedesenbuscadelacapaparaempeñarla,yqueEleuterioleesperaríaenlapuerta.

Víctordudóantesdesubirlaescalera.¡NofueseaverledoñaLola!Eleuterioleanimó.—¡Yaellaquéleimporta!—Temoquemearmeunescándalo.—Sitegrita,túlegritasmás.—Teconfiesoqueletengomiedoaesamujer.—Malhecho.Loquedebeshaceresnoirtedelacasasinromperleprimero

unhueso.Anda,sube.Víctorentróenelportal.Subiólaescaleracorriendo.Casisinalientosedetuvodelantedelapuerta.Tiródelallavequedejabansiempredebajo,yabrió.Lapuertagiróconestridorylehizoestremecer.Enelcorredorardíacolgadadelapared,unacandilejadepetróleo.Víctorentró,procurandodarasupasociertanaturalidad.Al atravesar el comedor, se encontró con doña Lola, que tenía el aire de

vigilarlacasa.Víctorpasódeprisamurmurando:—¡Buenasnoches!EnsuazoramientoleparecióquedoñaLolanolehabíarespondido.Penetróenelcuartoaobscurasydioluegoconlacapacolgadadetrásdela

puerta;peronoosósalirinmediatamente.Parecíaunladrón.

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Estuvolargotiempoconlacapaalbrazo,dudando,coneloídoatentoalosrumoresdelacasa.

Deprontocomprendióquelomássencilloeraponerselacapaysalir.Deesamaneranollamaríalaatención.Enelcomedor,doñaLolasimulabaarreglarlatorcidadelquinqué,peroen

realidadespiaba.Alpasar,Víctordijonuevamente:—¡Buenasnoches!EstavezpercibióclaramentequedoñaLolanolehabíarespondido.Bajólasescalerasdedosendos.EnlapuertacontóaEleuterioquedoñaLolalehabíaestadoespiando.—¡Quesevayaaldiablo!Yprecipitadamenteecharoncalleabajo.En la esquina Víctor se quitó la capa, que un golfillo que ellos dejaran

esperandollevóalaCasadePréstamos.Entretanto Eleuterio se deshacía en lamentaciones sobre la avidez de los

empeñistas que cada vez robaban más a los desgraciados que caían en susmanos,yhacíacálculossobreloquedaríanporlacapa.

Víctor esperaba que tal vez diesen dos duros, pero Eleuterio no creía quediesenmásdeuno,yefectivamente,asífue.

Elgolfillovinoconcincopesetasylapapeleta.Era tarde, cerca de las diez, y Víctor no había comido en todo el día.

Entraron en una casa de comidas con honores de taberna, y los dos comieronjuntos.

Víctor, disipado ya el primer peligro, quiso a todo trance que Eleuterio lehiciesecompañía.

Víctor teniendo asegurada la compañía de alguien en la primera noche demiseriasesintiócasifeliz.

Lasmalassituacionestienenesodebueno:concualquiercosasealivian.Al terminar la comida, los dos amigos entraran en el terreno de las

confidencias.Víctor,medioembriagado,sequejabadePalomeroqueendosmesesapenas

lemandaradeBarcelonaunacartaescritadeprisa,sindarseporenteradodelasalusionesqueVíctorteníahechasensuscartasdeprecariasituación.

Eleuteriodescargandounpuñetazosobrelamesaledijo:—Paraqueconozcasloqueesesehipócrita.Socialistadecamama.

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—¡Yaloconozco!—Palomero es socialista para comer. Pero en el fondo está vendido a los

jesuitas.Víctorexclamódepronto:—¡Loquesonlascosas!¡Yohabíatenidoesasospecha!—¿Hasobservadoalgoenesetío?—No,nada.Peroteníasospechas…—Delhombrequenobebevino,notefíesnunca.—¡Esverdad!—Buenosenapariencia,yenelfondodeunegoísmoferoz.EsePalomeroes

así.Contigosehaportadocomouncanalla.—¡Nolosabesbien!Al fin de cuentas,Víctor viniera aMadrid por causa de Palomero, que le

estimulara a ello. Que le tranquilizara garantizándole que todo se había dearreglar,yloquesucedióesqueledejabaabandonadoenMadrid,largándoseélaBarcelona.

¿ParaquéloobligaraadejarCompostela?¿Paraquéloincitara?Entonces se entretenía escribiéndole largas cartas, tal vez para pasar el

tiempo.Después que saliera de Madrid, ni una palabra más, y sabiéndole sin

recursos,casienlamiseria,lemandabacuatrolíneasalcorrerdelapluma.VíctordecíamuyirritadoquesiPalomeroalgunavezlehabíafavorecido,lo

hicierasolamentepordarseairesdeapóstol,ynoporimpulsosdelaamistad.Eleuterio,dándoleentodolarazón,añadía:—Yasabesqueyonoaguardoadecírteloahora.Telohedichohacemucho

tiempo. Palomero se ocupaba de ti por fantasía. Tú tenías la debilidad deadmirarle,noséloqué…¡laspalabras!Leservíasdeinterlocutor,decomparsa.Precisabaaalguienqueleacompañase,queleoyese.Ytúnosolamenteleoías,leadmirabas.

Víctorinterrumpiósecamente:—Lomejoresnohablardeeso…Bébeteesacopaydemosunavuelta.Aquí

hacemuchocalor.Eleuteriosebebiólacopaendossorbosysalieronalacallemalalumbraday

solitaria.Eranlosúltimosdíasdeotoño,ylasnochescomenzabanasermuyfrías.

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Sinembargo,losdosamigosnoparecíansentirelfrío.Víctor hasta llegó a quitarse el sombrero y desabrocharse los botones del

chaleco,porqueardía.Caminaronalgúntiempoensilencio.DeprontoVíctor,encarándoseconEleuterio,murmuróconvozsorda:—¿Sabesloquemedantentacionesdehacercuandoveociertascosas?Elotrolemirósonriendo.Víctorprosiguióconenergíacasiferoz:—Medantentacionesdesaltaralpescuezodelprimeroquepasayahogarlo.—No digas disparates. Ni tienes razones para hacerlo ni eres capaz de

hacerlo.—¿Quenosoycapaz?YVíctortuvounaextrañasonrisadedesafío.—¡Quieresverlo!Meechoalprimeroquepaseyloestrangulo.EleuterionotandoqueVíctorestababorracho,intervino:—No seas loco. Vamos hasta la Plaza de Oriente para tomar un poco el

fresco.PeroVíctornoabandonabasuidea.—Talveznolocreas,perohayocasionesenquesientounaceguedadcapaz

detodo.Se detuvo, y sujetándole con fuerza del brazo, sintiendo las palabras,

murmuró:—Ahoraeracapazdeahogarteatimismo.Eleuterio,queeracobarde,nopudomenosdedarunpasoatrás.—Puesnolointentesquesonbromaspesadas.—CuandofuiaacompañaraPalomeroy loviami lado,paseándoseenel

andén de la estación, sonriente, contento, cuando yo moría de tristeza, tuveintencionesdearrojarmeaél,yallímismo…

Eleuterio inquieto y comenzando a dar al diablo la compañía de Víctor,exclamó:

—Túnoestásbuenodelacabeza.YVíctordeteniéndoseyapoyándoseenelquiciodeunapuerta,murmuró:—Esverdad,noestoybuenodelacabeza.—¿Seríalomejorirnoshaciacasa?—No,paseémonos.Elairemehacebien.Entonces Eleuterio empezó a canturrear tangos y jotas zarzuelescas para

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distraeralotro.AsíllegaronhastaelfinaldelacalledeFerraz.EnunatabernaVíctorquisoentrar,peroEleuterioseopuso.—¿Aquésantobebermás?Víctorinsistióyacabaronporentrarlosdos,bebiendosobriamenteunacopa

deaguardiente,depie,delantedelmostrador.Despuésdepagar,VíctorsevolvióaEleuterio:—¿Vaotra?—No;nadamás.—Sí,otra.—No,no.Víctor terminó la discusión, encarándose con el tabernero, y diciéndole

imperativamente:—Echedoscopasmás.Eleuterioseencogiódehombrosyconaireresignadobebió.PeroVíctorno

quisobeber.Despuésdehabersellevadolacopaalaboca,loarrojótodofuera,diciendo

queeraunapeste.Latabernasealarmó,yeltaberneroexigióquelepagasenlacopa.Víctorledijotorvoyprovocador:—Sepagalacopa.¿Cuántoes?Lacopaeracincocéntimos.Víctor arrojó la moneda encima del mostrador y salió empujado por

Eleuterio,queledecíaaloídoquetuviesejuicio.Enlacallelaborracherapareciórecrudecérsele.Cantó laMarchadeCádiz, insultó a unamujeruca que pasabay quehuyó

despavorida y quiso interpelar al sereno, lo que no hizo, porque Eleuterioagarradoaéllepidióquenolocomprometiese.

Despuéslesobrevinounacrisisnueva.EmpezóahablardePacalaGallarda,de su amor delExtremeño, y comoEleuterio le confiase para calmarle que éltambién anduviera enamorado de la Gallarda, Víctor le echó los brazos ycomenzóasollozar.

HabíanvueltosobresuspasosyEleuterioloencaminabadulcementeparalacasadehuéspedes.

Yaenlapuertacostógrandestrabajosobligarloasubiryrecogerse,peroalfinEleuteriopudodejarlo.

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Víctor,enloobscurodelaescalera,sintióquelacabezaledabavueltas.Encendió fósforos y subió contando los escalones, porque se reconocía

embriagado.Abrió la puerta y entró encendiendo sucesivamente fósforos que le

quemabanlasyemasdelosdedos.Buscósucuarto.Lacasaestabaensilencio.Tododormía.En el cuarto quiso encender la palmatoria, pero la palmatoria había

desaparecido.Ensutrastornoseimaginabaobjetodeunailusión.Lapalmatoriadebíaestarallí.Sinembargo,noeraasí.Lapalmatorianoestaba.¿Quedaríaenelcomedor?Fuealcomedor.Mirósobrelamesa:¡Nada!¡Talvezenlacocina!Lacriadasehabríaolvidado.Peroelfósforoseleapagóentrelosdedos.Dejócaerlacaja.Sebajóparacogerlapalpandoenelsuelo,peronolaencontró.Enestoseoyóunruido.Deencimadeunamesahabíacaídoalgunacosaconestruendo.Unavozdijodedentro:—¿Quiénandaahí?Víctornocontestóycontinuóbuscandoenelsuelo.—¿Quiénandaahí?Nuevo silencio, apenas interrumpido por la respiración jadeante deVíctor,

inclinadosobreelsuelo,palpandoaciegas.EnestolacocinaseiluminóydoñaLolaaparecióenlapuerta.—¿Quéestáustedhaciendoahí?Víctor,sinincorporarse,echandoalfinmanoalacajadefósforos,repitióen

untonoquenodejabadudasacercadesuestado.—¿Quéestoyhaciendo?—Sí,señor.¿Quéhaceaquí?

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—¿Noloveusted?Buscabalosfósforosquesemehabíancaído.—¡Buenamaneradeveniracasa!—¡Qué!¡Qué!¡Qué!YVíctorseirguiólentamente.MirandofieroadoñaLolacontinuó:—Sepaustedquenotengoganasdeconversación.Digaustedalacriadaque

mepongalapalmatoriapuesnohedeacostarmeaobscuras.DoñaLolarespondiódemalhumor:—Nohaypalmatoria.Siquiereluzcomprevelas.Víctorenuntonodevozcadavezmásirritadorepitió:—¿Quecomprevelas?—Sí,señor.—¡Ysinomedalagana!—Seacuestaaobscuras.—¿Ysinomedalagana?DoñaLoladejólaluzsobrelamesayvolviéndoseaVíctor,puestasambas

manosenlascaderas,replicó:—Sinoledaaustedlagana,sevademicasa.Yoaquínoquieroborrachos.Víctorposeídodeunextrañofuror,exclamó:—Usted es la que va a salir, tía bruja. Pero no por la puerta, sino por la

ventana.—¡Nomefalteusted,desvergonzado!—¡Tíabruja!—¡Quenomefalte!—¡Viejaloca!—Queestoyenmicasa.—Yaveráustedsiestáensucasa…Yhaciendoungestodeamenaza,adelantóhaciadoñaLola,queretrocedió

asustada.Enaquelmomentoapareciólacriada:—¿Quépasa,señora?—¡Esteborracho!Noconcluyó.Víctorsearrojósobreella.Lacriadagritó:—¡Socorro!¡Socorro!DoñaLolanodabaseñaldedefenderseconlasuñas.Lamesa,empujadaporlosdos,rodaraconestrépitohastalapared.

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Lacriadaseguíagritando:—¡Acudan!¡Acudan!ElcabodeOrdenPúblicoaparecióencalzoncillos.—¿Quésucede?¿Quépasa?YluegoviendoaVíctoryadoñaLolasearrojóasepararlos.Lacriadanocesabadellamar:—¡Acudan!¡Acudan!Llenademiedo,noseatrevíaaacercarse.Aparecióelcopistademúsicaquecorrióaprestarapoyoalcabo,asegurando

aVíctorconambasmanos.DoñaLolapudoverselibredelasgarrasdeVíctor.Todatrémulasuplicó:

—PorDios,asegurarlobien.Elcabo,sujetandoaVíctorquerugía,murmuróconarrogancia:—¡Estáseguro!EntoncesdoñaLolarecobróunpocodeánimo:—¡Canalla!¡Insolente!¿Hanvistoustedes?PeroVíctor,denuevo,arremetiócontraella.DoñaLolahuyóhastalapuertadelacocina.Fue preciso hacer nuevos esfuerzos para sujetar a Víctor. Al cabo de un

momentoparecióceder.EntoncesdoñaLola,desgreñadaytrémula,gritódesdelapuertadelacocina:—¡Quesevayaesehombre!¡Quesevaya!Hubounlargosilencio.DoñaLola,siempredispuestaaocultarseenlacocina,volvióarepetir:—¡Quesevayaesehombre!Víctor, enquien aquella escenaparecíahaberdisipado la embriaguez, solo

entoncescomprendióloquepasaba.Sedesprendiódelosdoshombresquelesujetaban,ydijosombríamente:—¡Estábien!Sebajóparacogerelsombreroquelecayeraalsuelo.Dio lasgraciasa losdoshuéspedesque lesujetaran, impidiéndolecometer

undisparate,ysalió.Nadieosópronunciarunapalabra.Seoyó el ruidode sus pasos todo a lo largodel pasillo, el estallidodeun

fósforo,ylapuertaqueseabríaysecerrabaconfuria.Elcabofueacerciorarsedequehabíasalido.

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Volvióalcomedormurmurando:—¡VayaconDios!DoñaLolachilló:—¡Vayacontodoslosdemoniosyquenovuelva!Lacriadacorrióacerrarlapuertaconcerrojoyllave.DoñaLola,dejándosecaerenunasilla,dioexpansiónasussentimientos.—¡Nuncamesucedieraunacosasemejante!…¡Québorracho,señor!¡Todo

aquellolepasabaportenerbuencorazón!Hacíalomenosdosmesesquedebíahaberleechadodecasa.¡Quémaneradeagradecerloquehabíahechoporél!…¡Noteníadineroparapagarlacasadehuéspedes,yloteníaparaemborracharse!

Lacriada,ayudadaporunodesushuéspedesquehabíaaparecidoaúltimahora,pusolamesaensusitio.

Elcabopidióunvasodeagua,perodoñaLola,agradecidaasuintervención,hizoabrirunabotelladevinoblancoydistribuyócopas.

La cuestióny el alboroto terminóasí; y a la luzdel amanecerque entrabamortecina por las ventanas del comedor, los huéspedes de doña Lola, encalzoncillosymangasdecamisa,apurabantranquilamentelabotelladevinoconquelapatronalesregalara.

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E

CAPÍTULOXXV

UNSOCORRO

RAcasidíaclaro,cuandoVíctor,completamenteatolondrado,seencontróalapuertadelacalle.

¿Adóndeirenaquellahora?Permanecíaparadoenlaacera,ydudando,sinsaberquéresoluciónadoptar.Ynocesabadepreguntarseasímismo.¿Adóndeir?Porunmomentoocurriósele irenbuscadeEleuterio,quevivíaen laCava

Baja,peroreflexionóqueerademasiadotemprano.Seguramentenoleabrirían.¿Quéhacer?Laembriaguezseledisipaba;quedárale,sinembargo,ungranaturdimiento

queaúnlehacíatambalear.Teníased.Labocaleardía.Lepesabanlospárpados.Sesentíallenodefatiga,comodespuésdeungrantrabajo.Teníasueño,peroenaquellahoraeradifícilencontrardóndedormir.Lo mejor era esperar que llegase la mañana y fuese hora de buscar a

Eleuterio.Aúnlequedabancincorealesdelduroqueledieranporlacapa.Aqueldinero,porpocoquefuese,dioleciertaseguridad.Cuandomenos le

aseguraban el almuerzo, y un lugar donde poder esperar la hora de ver aEleuterio.

EchóporlacalledeToledoarribayllegóalaPlazaMayor.Estabadesierta,ytodavíaenvueltaenunavagasombra.¿Quéhorasería?

En esto un hombre que marchaba muy de prisa con el cuello del gabánlevantadosecruzóconVíctor,quecasimaquinalmenteledetuvo,preguntándoleconbrusquedad:

—¿Quéhoraes?

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Eldelgabánparecióasustarseyretrocedióexclamando.—¡Noseacerqueollamo!Víctorunpocosorprendido,sinmoversereplicó:—¿Estáustedloco?¡Metomaustedporunladrón!El otro muy excitado, separándose más a cada movimiento de Víctor, no

cesabaderepetir:—¡Noseacerque!…¡Ledigoquenoseacerque!—¡Vayaaldiablo!YVíctorsiguióadelante.El del gabán, que poco a poco se apartara casi andando para atrás,

súbitamentesedesatóacorrercomounloco.EsteincidenteprodujoenelespíritudeVíctorunaimpresiónsingular.Sinserunladrónpasóporserlo,yestaconfusión,lejosdealarmarle,ledio

unaimpresióndefuerza.El hecho de haber asustado a un transeúnte le hizo sonreír con un vago

orgullodesípropio.Siguióandando,sindestinonirumbo,porlascallesdesiertas.Nopensabayaenelalborotodelacasadehuéspedes.Nopensabaennada.Nopodíapensar.HastacercadelasnueveestuvodandovueltasporlaPuertadelSol.A esa hora, fatigado ymuerto de sueño, se dirigió a la Cava Baja, donde

vivíaEleuterio.Lehallótodavíaencama.Eleuterio, un poco sorprendido, casi sin acabar de despertarse, le dijo al

verle:—¿Quétepasa?Víctorcerrólapuertadelaalcoba,yacercándoseallecho,murmuró:—Hasdeperdonar.Peromesucedeesto.YcontóloquelehabíapasadoencasadedoñaLola.Eleuteriopareciódespertarsedeltodoyseechóareír.—¿Demaneraquehasqueridomataramiantiguaprenda?—¡Casi!—¡Perotútieneseldiabloenelcuerpo!—Loqueyoteníaeravino.—¿YhasllegadoasacudirelpolvoalaLola?—Notedigo,quefaltópocoparaquelaestrangulase.

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—Pueslamujerdebeestardeoír.—¡Figúrate!—¿Cuáldeloshuéspedesfueelprimeroqueintervino?—Elcabo.—¡Eseserámisustitutoenelcorazóndelapatronal!—Puedeser.—Ahíestáunaplazaquetúdebistehaberocupado.—¡Hombre,porDios!—¡Perdona, hermano! Pues no eres tú poco fino… Confiesa que si no

seguistemishuellas,hasidopormiedoalgravecensorymentor…—¿Aquién?¿APalomero?—Naturalmente.Mira qué bien pudiste haber arreglado tu vida.Otra cosa

másquetienesqueagradecerlealApóstol.Ycambiandodetono,exclamó:—Peroatodoesto,¿quéhoraes?—Lasnueve.—¡EreselDemonio!Ydespuésdeunapausa.—¿Yahora,quévasahacer?Víctorhizoungesto.—¡Nolosé!Eleuterioreflexionó:—¿Quieresdescabezarunsueño?Víctoraceptó.Ydesocupóunsofádestartaladoquehabíaenlaalcobaconel

findetenderseenél.Eleuterio,volviéndoseenel lechodel ladodelapared,murmurócasientre

dientes:—Siteeslomismo,cierralaventana.Víctorobedecióyseacostóenelsofá,buscandounaposicióncómodapara

dormirse.Estabafatigadísimo.Elsueñonotardóencerrarsuspárpados.Allá afuera hacía un sol magnífico, y toda la calle de la Cava Baja, se

henchíadepregonesmatinales.Cercadelasdocesedespertócontodoelcuerpodolorido.Buscóunanueva

posiciónparareanudarelinterrumpidosueño,perolefueimposible.

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Supielardía.Parecíaqueteníafiebre.Mezcladosllegabanhastaéllosruidosdelacalleylosruidosdomésticos.Unavozcascadahablabaenelpatio,yenlabuhardillacantabaconalegres

trinosuncanarioprisioneroensujaula.Todo tenía una apariencia de paz, de estabilidad y de ventura, que

contrastabaconsusituación.¡Estaba allí, sin domicilio, sin lecho, sin abrigo, huérfanode todo amparo,

refugiadocomounmalhechor!Tuvounmomentodeprofundapostración.Fue uno de esosmomentos en que el hombre vencido quita de pormedio

todoelpensamientoderesistenciaalavida,y,pordecirloasí,capitula.Ungranvacío sehizoen sucerebro,y tomandoal acasoun librocaídoal

suelo,sepusoaleerindiferentemente,forcejeandopordistraerse.EnaquelmomentosedespertóEleuterio.—¡Ah!¡Esverdadqueestabastúahí!¿Quéhoraes?—Lasdoce.—¡Diablo!¡Cuántohedormido!…¿Ytúhasdormidoalgo?—¡Pocacosa!Eleuterioserestrególosojos,exclamando:—¡Bueno!¡Voyalevantarme!Ysepusoenpie,mientrasVíctormirabadistraídamenteporlaventanaque

caíaalpatio.Cuandoacabódevestirse,Eleuteriodijoasuamigo:—Vamos a salir. Yo como ahí a la vuelta en una taberna que hay en la

esquina.Túcomerásconmigo,tengocrédito.—¡Gracias!—Despuésnospasaremosporelestancode lasocia,paraquenosregalea

cadaunounpuro,ylepediréademásunapesetaparacafé.Conarregloa esteprograma se realizaron loshechos. ¡Cosaextrañayque

rarasvecessucede!Queesyaapodícticaaquellafrase:«ElhombreproponeyDiosdispone».DespuésdetomarcaféeneldeGallo,VíctoryEleuteriosalieronhumeando

loscigarroscomodoshombresfelices.Soloentoncesvolvióconunaalusióna lanocheanterior el recuerdode la

situación.

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¿QuépensabahacerVíctor?¡Víctormismonolosabía!…Eleuterioledijo:—¿Porquénotevuelvesatutierra?—¿ASantiago?¡Jamás!—¿Porqué?—Porqueespreferiblelamiseriaaquí.—¿Notienesfamilia?—No.—¿Ninguna?—¡Ninguna!—¿Yamigos?—Tampoco.Losquetengonopuedenvalerme.—Mehabíandichoquetútehabíascriadoenunpalacio.—¡Esverdad!—Quetuabuelaeraunacondesa.—Nosésieramiabuela…Soloséqueeslapersonaquemásmehaquerido

enelmundo…YVíctorcallónoqueriendodejaradivinarsuemoción,unaemociónsincera

yprofunda.Despuésdeunlargosilencio,Eleuteriovolvióadecir:—Ysinoarreglasalgo,¿quévasahacer?—Yatehedichoquenolosé.Buscarésindescanso.—¿Dónde?—Veré…Laverdadesqueeraaquellaunasituaciónterrible.AlsalirdelcaféhabíanechadohacialaPuertadelSol,ydespuésporlacalle

deAlcalá,depaseo,sindestino.Víctorasegurabaqueteníatodoslosnerviostirantesyquenecesitabaandar,

andarmucho,sindescanso.Eleuterioyaempezabaacansarse.Enunataberna,próximaalaplazadeToros,tomarancervezaconlimón.Pagó Víctor con los cinco reales que le quedaban, y se empeñó en que

continuasenelpaseo.Deprontoexclamó:—YaqueestamoscercadeMadridModerno,vamosallá.

Page 442: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Eleuterioseopuso.—¡Perotehasvueltoloco!Yoyanopuedoconmialma.—Noseasperezosonitumbón.—¿Peroaquévamosallá?—Tengounaidea.—¿Dequéclase?—Nomepreguntesnada.Anda,acompáñame.Eleuteriocedió.CuandollegaronaMadridModerno,Víctorseorientóbuscandolacallede

Castelar.Anteunacasanuevaysinnúmerosedetuvo.—¿Quieresesperarmeaquí?—Contalquenotardes.—Notardaré.AquívivelaseñoradeNeira.UnaseñoradeSantiago,amiga

deladifuntaCondesa.—Puesandaynotardes.Víctorentróenelportal.Eleuterioquedosepaseandoenlaacera.Notuvoqueesperarmuchotiempo.Antesdeuncuartodehora,Víctoraparecióradiante.—¿Notelodije?¡Fueunaexcelenteidea!YmostrabaaEleuteriounbilletedecienpesetas.Elotroparecíaasombrado.—¿Quiéntehadadoeso?—LaseñoradeNeira.—¡Puesesmejorquemiestanquera!—¡Noseasbruto!—Yatienesparaunatemporada.—Sí;volvamosaMadrid.Entodoelcaminonodejarondehacercomentariosacercadelsuceso.

***

EllectoryasabecómollegóamanosdeVíctoraquelsocorrotanoportunodeunbilletedecienpesetas,peroignoralosdetallesdelhecho.

Page 443: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

Al encontrarse cerca del barrio donde moraban los señores de Neira, seacordórepentinamentedeellos,yrepentinamentetomólaideadeverlos.

Suintenciónnoerapedirlesdinero,sinoindicarlesdeunamaneraindirectaqueatendiesenamejorarsuaflictivaydesesperadasituación.

Al pronto, cuando le acudió la idea de que los señores de Neira podríanayudarle,pensóenvisitarlesaldíasiguiente;perocomolascircunstanciaseranimperiosas,prontoreflexionóquepuesteníaqueverlos,cuantoantesmejor.

¿Porquéretardarlo?AsífuecomolevimosproponersúbitamenteaEleuterioqueleacompañase

aMadridModerno.DoñaCarlotaSaco,casadaenlaactualidadcondonFelipeNeira,eranatural

deSantiagodeGalicia.Enprimerasnupcias,y siendomuy joven,habíaestadocasadaconun rico

propietario,quealmorirladejaraporherederadetodasufortuna.Mantúvosedurantemuchotiempoviuda,conesanaturaldesconfianzadelas

mujeresricas,queentodosvenpretendientesinteresados.PerohabiendodecididotrasladarsuresidenciaaMadrid,ypuéstoloenacto,

susituacióndeviudaempezóapreocuparla.Decidiócasarse.ConocióentoncesaD.FelipeNeira,comandantedeartillería,yalgunosaños

másjovenqueella.El Sr. de Neira casi la sedujo. La viuda experimentó por él una de esas

pasionestardías.Másquebellolehallóhombredemundo,distinguido,atrayente.Casi fue ella quien le solicitó, porque él, sabiéndose preferido, tuvo el

cuidadodenomanifestarimpaciencia.De sumatrimonio conservaba a su lado una hija, que, como sumadre, se

llamabaCarlota.ElcomandanteD.FelipeNeira,quedesolteroeraunhabitualfrecuentador

declubsydecasinos,conservósiemprelacostumbre.Así,cuandolosasuntosdesuhaciendayladesumujer,ensumayorparte

consistenteentierrasaforadas,noleobligabanapermanecerenGalicia,sucedíaquecasisiempreestabaenelCasino.

SuhijaCarlotahabíasecasadoconunjovenoficialdelEjército,quealmesde matrimonio había tenido que embarcarse para Cuba, donde encontrara lamuerte,yvivíaellaenGalicia,retiradaenuncaseróndefamilia.

Page 444: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

CuandoVíctorsepresentóencasadelosseñoresdeNeira,laancianadamaestabasola.

Don Felipe hacía algunos días que se hallaba fuera deMadrid; pero estacircunstancia,lejosdeinquietarle,vinoainfundirlemásánimo.

Al comandante apenas le conocía, mientras que a sumujer la había vistodesdeniñoenelpalaciodelaCondesadeCela,adondesolíairtodaslastardes.

La señora de Neira le recibió bien, con cierta sorpresa casi familiar,informándosedelasparticularidadesdesuvida.

Despuésdeunapenosapausaenlaconversación,Víctorseresolvióadeciralaseñoraloquepretendía.

Ellaquedóunpocosorprendida,porquenaturalmentesuponíaqueVíctorlavisitabapormeracortesía,peroleoyósininterrumpirle.

Víctor, que tenía la facultad de referir las cosas con cierta elocuencia, lecontólascircunstanciasenquevinieraparaMadridyunapartedesuvidadesdelamuertedelaCondesa.

Viniera a Madrid en la esperanza de poder trabajar y vivir; pero hastaentoncestodossusesfuerzoshabíanresultadoinfructuosos.

No aludió a su paso por la redacción de El Socialista, y sombríamente,encogiéndosedehombros,repitióvariasveces:

—¡Noséquéhacer!¡Noséquéhacer!La señora de Neira le oía con atención, y no parecía comprender las

relacionesquehubieseentreaquelloquelecontabaysuvisita.Como todas las personas que oyen referir infortunios a los cuales son

indiferentes,esperabaqueélconcluyese.Víctorcomprendiólasituación,yprocuróhacerlamásclara.Noteníarelaciones.EstabasoloenMadrid.Nadiepodíaayudarlo.Las únicas personas de algún valimiento a quien conocía eran ellos, los

señoresdeNeira.Laanciana,enuntonodedesaliento,comosianticipadamenteafirmaseque

ennadapodíaayudarle,murmuró:—¿Peronosotrosenquépodemosayudarle?—Yomismonolosé,señora.Hevenidoaquíporqueenresumidascuentasel

deberdelhombrequesesienteperdidoesprocurarsalvarse.Laanciana,pareciendoorientarse,preguntó:

Page 445: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

—¿Peroustedquéhaceahora?—¡Nada!—¡Esonopuedecontinuar!—¡Desgraciadamentecontinúahacemuchotiempo!—Ustedesjoven.—¡Denadamesirve!—Ustedesfuerte.—Yaseencargaráladesgraciadehacermedébil.—Ustedesinteligente.—Puesacabaréporvolvermeloco.Hubounpenososilencio.LaseñoradeNeira,sentadaenfrentedeVíctor,parecíareflexionar.Víctorcomprendióqueseocupabadeélynolainterrumpió.Derepentela

ancianaexclamó:—¡SimimaridoestuvieseenMadrid!PeroayermismosalióparaGalicia,y

tardarásieteuochodíasenvolver.Ydespuésdeotrapausa.—¿Quierepasarseparaentoncesporaquí?EsteplazoaVíctorlepareciótanlargo,quedijosuspirando:—¡Dentrodeochodías!—¿Lepareceaustedmucho?—¡Mucho,señora!—Ochodíassepasanenseguida.—¡Avecessonsiglos!—Ochodíassoncomounsoplo.—Aveces,señora,soncomounhuracán…Y advirtiendo que la anciana estaba conmovida, le contó toda su miseria,

todasudesgracia…Sinembargo,recelandoherirlaconunanarracióndemasiadocruda,omitióla

circunstanciadeencontrarsesindomicilio,limitándoseareferiralaancianaqueestabaamenazadodeperderlo.

Contóqueaquelmismodíahabíasido intimadoparamarcharseopagar;yporunahábilmaniobra transformóesta intimaciónen la causaprincipal de suvisita.

LaseñoradeNeiraseconmovió.Víctorcreyódistinguirenlosojosdelaancianaunligerovapordelágrimas.

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Laseñorapreguntódespuésdeunapausa:—¿Ycuántodebeenlacasadehuéspedes?—Niyomismolosé.Lentamente, sin decir una palabra, la anciana tiró del cordón de la

campanilla.Sepresentóuncriado.—Busqueustedelllaverodelasllavespequeñas,queestásobreeltocador.Elcriadosalióyvolvióapococonelllavero.—Abraelsegundocajóndeaquellamesa.Demelacarteragrande.Elcriadolediolacartera.—Váyase.Salióelcriado.Laancianaselevantótrabajosamente.Abriólacarterasobre

unmueble.Todocongranlentitud.Víctortambiénsehabíalevantado.Comprendiendolaintencióndelaancianaestabatrémulodesorpresa.¿Cuántoledaría?Laancianacerrólacartera,metióunbilleteenunsobreyvolviéndosehacia

Víctorledijo:—Tomeustedesto.Cuandomimaridovuelvadesuviaje,veremosloquese

puedehacer.Víctor extendió la mano, y en un tono compungido para disimular su

contento,exclamó:—¡Oh!,señora,¿cómoagradecerle?¿Cómopodréyodecirle?…Laancianainterrumpióconbondad.—Nodiganada.Ande,arreglesuvida…Arreglesuvida…Víctorpensóenretirarseinmediatamente,perolepareciógrosero.Alfin,pasadosalgunosminutos,sedespidió.Estaba impaciente por verse en la calle, por respirar el aire libre y dar

expansiónasualegría.—Señora,conelpermisodeustedmeretiro…Yovolveré…Perolaancianaseopusoaquevolviese.—No,mimaridolebuscará.Novenga…Yaséloqueespreciso…Dejelas

señasdesucasa…Aquí,enunpapel.Víctorprotestó.Volveríaélmismo.Laancianaterqueaba:—No,no.

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Y tuvoque ceder; que dejar escrito en una hoja de papel el número de suantiguacasa.

Sedespidióporsegundavez.Laanciana,queeramuysencilla,fueellamismaaabrirlelapuerta.—Alasórdenesdeusted.Noolvidarénuncaelbeneficio…Laseñoraleinterrumpió:—Nohabledeeso.Póngaseelsombrero.¡Adiós!Cuando se halló en la calle y atravesó a la otra acera, donde Eleuterio

esperaba paseándose, rasgó rápidamente el sobre que la señora le diera, y seencontróconunbilletedecienpesetas.

Sonrió,seencogiódehombrosydijoenvozalta:—Hayparaunosdías.Como veremos más tarde, esta entrevista que acabamos de narrar con

absolutaverdad,tuvounainfluenciadecisivaenlavidadeaquelhombre.¡Unavidaaccidentadayextraña!

Page 448: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

D

LIBROSEGUNDO

CAPÍTULOPRIMERO

UNAÑODEMISERIA

OCEmesestranscurrieron.¡DocemesesdemiseriaydepenalidadesparaVíctorRey!

Doce meses, durante los cuales había caído en todos los abismos de lamiseriayconocidotodoslosdolores.

Después de algunas cartas a Palomero, que complicado en una cuestiónanarquista había tenido que emigrar a Francia, Víctor, como no obtuvieraninguna respuesta, quedó en la duda de si su antiguo amigo habría muerto osimplementedejadodeexistirparaél.

Eleuterio, cuya amistad le alentara en sus primeros tiempos de Madrid,estabaenlacárcelporescándaloylesiones;aúnestaríaalgunosmesesmás.

Víctorsehallabasolo,completamentesolo.LaproteccióndelosseñoresdeNeiratambiénlahabíaperdido,opormejor

decir,solamenteenlaocasiónqueconocemoshabíadisfrutadodeella.La había perdido después que el comandante le buscara en la casa de

huéspedesdedoñaLolayhabíaoídodelabiosdelaobesapatronaelrelatodelaescenaquenosotrosyahemosnarradoenotrolugar.

Habiendo vuelto a recurrir a la anciana en un día de extrema miseria, lerecibióelcomandante,yaludiendoasuprocedimientoenlacasadehuéspedes,lepusosecamentealapuerta,cerrándoselaparatodoyparasiempre.

Varias veces llegó a pensar en el suicidio como en un supremo y únicorecurso.

Enunañohizotodoelaprendizajedelavidaamarga.Supoloqueeranotenercasanilecho.

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Supo lo que era pasar las noches al aire libre, vagando por las calles odurmiendoenlosbancosdelospaseos.

Conocióelhambre,loslargosdíassincomer.Tuvotodaslasalucinacionesdelamiseria,desdelasquehacencreerquees

fácil encontrar dinero en las calles, hasta las que llevan el espíritu febril yalucinadoaplanearhipotéticoscrímenes.

Entró en la intimidad de los miserables como él; en la taberna y en lasesquinassolitarias;enlaspuertasdelasiglesiasyenlossolaresabandonados.

Encompañíadeaquellosmiserablessupoloqueeratenerfrío,ysupoloqueerapartirconellosunacortezadepan.

Lesinspiróconfianza;recibiósusconfidenciasyoyóellenguajemonótonodelsufrimientolentodelamiseria.

Acabóporfamiliarizarseconsudesgracia.Todoenlavidaesasí.Elhombretransformatodoenhábitos,yasícomoseacostumbraaserfeliz,

asísehabitúaaserdesgraciado.La felicidad tan deseada, cuando se obtiene por largo tiempo, se torna

monótonaeinsípida.Ladesventura,tantemida,igualmentesehacemonótona,ypierdesucarácter

temerosocuandosesufrelargosdías.Elhombresehabitúaalamiseriacomosehabitúaallujo.Víctorsehabituaraalamiseria.Sus vestidos hechos harapos, sus botas agujereadas, sus largos cabellos,

revueltos y enmarañados, y su barba inculta no le avergonzaban ya como alprincipio, cuando comenzó a luchar contra las primeras invasiones de laadversidad.

Habíatenidopudoresquepocoapocofuerondesapareciendo.Noseavergonzabademostrarseenlascallesmáscéntricasalaluzdeldía,y,

pocoapoco,fueperdiendoladignidad,quesetransformóenunrevolucionariodesprecioparatodoelmundo.

Ciertosescrúpulosfueronporcompletobarridosdesuespíritu.Dejó de reflexionar, de discutir consigomismo sus propios actos antes de

practicarlos.Seentregócompletamenteasuinstinto.Se ligó con un extraño personaje, hombre misterioso, perseguido por la

policía,yelcualhabíarecorridomediomundo.

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Aquelhombrehabiéndoleenseñadounanocheporbromacómoserobabancarteras y relojes,Víctor intentó una noche, aprovechando la confusión de unincendioenlasAméricas,robaraunhombrequeestababoquiabiertoadmirandolasllamasycómolasbombasarrojabanelagua.

Lesacódelbolsillodelachaquetaunacartera;perocuandolaabrióparaverlo que contenía, la arrojó lejos de sí con rabia, porque la cartera era vieja yestabacasivacía.

Pensóentoncesque,poraquelmiserablechirimbolo,podíahabersidopreso,y mentalmente resolvió que era estúpido buscar la fortuna en aquellascondicioneshipotéticas,yque,atenerdecorrerriesgos,erapreferiblecorrerlosconmássegurasprobabilidadesdebuenéxito.

Entretantoocurrióestehecho:Víctorseligósinamorysininterésconunapobremujer,miserableyabandonadacomoél,ydeellatuvounahija.

Elnacimientodeaquellaniñanodespertó,sinembargo,ningúnsentimientonuevo.

No le inquietó, siquiera, lanociónde sus responsabilidadesparaconaquelserdébilyenfermizoquenacíaalmundo.

Serpadreenlascondicionesenqueélloera,yenlascircunstanciasenqueélseencontraba,leparecíaabsurdo,ymercedalacasuísticaferozdesumiseria,abandonó a la hija y a la madre, sin remordimientos y sin preocuparse deningunodeaquellosdosseresqueyacíanenlamayordelasdesesperaciones.

Como veremos más tarde en el transcurso de esta historia, aquella hija,nacidaentancruelescircunstancias,vinoaexpiardolorosamentelasfaltasdesupadre,o,paraexplicarnosmejor,lafaltademoralidaddesupadre.

Transcurrióunaño,dijimos.¡Unsigloparaeldesgraciado!Víctor teníaveintisiete.Loscabellos empezabanablanquearen sucabeza;

los rasgos de su rostro parecían ahondados; la boca contraíase enmelancólicopliegue,ylosojos,hundidosyapagados,teníandecontinuounaexpresióntriste.

ElalmadeVíctornoeravieja,eracaduca.EntalesmomentosreaparecióPalomero.¿Cómo?Una mañana Víctor se paseaba por la calle de Sevilla, desesperado y sin

saberquéhacerdesí.DeprontoviodoshombresquesalíandelCaféInglés,enunodeellosrápidamentereconocióaPalomero.

Alverasuantiguoamigo,Víctorcorrióhaciaél;ibaahablarle,allamarle,perosúbitamente,ysinsaberporqué,sedetuvo.

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Porlaprimeravezdespuésdemuchotiempo,sesentíaavergonzadodesusharapos.

DelosdosquesalíandelCafé,ningunoreparóenél.Víctorlossiguióadistancia,espiándolos.NohablarainmediatamenteaPalomero,peropensabahablarle,saberdónde

vivía,verseconél.PalomeroysuamigoecharonporlacalledeAlcalá.Víctor lossiguió,pegadoa lasparedes,sinperderlosdevista, todoagitado

deconmoción.LlegaronalaPuertadelSol.El compañero de Palomero miró la hora en el reloj del Ministerio de la

Gobernación, y después, hablando a Palomero con animación, apresuraron elpaso.

TomaronporlacalledelArenal,yentraronenungranportal.Víctorpermanecióenlacallesinsaberquépartidotomar.Pensóinterrogaralportero,peronoseatrevió.Paseándoseenlaaceradeenfrente,sedecía:—¿Viviráaquíovendríaconobjetodevisitaraalguno?Lomejoreraesperar.Esperódurantedoshoraslargas,llenodeimpaciencia.Alfinsedecidióainterrogaralportero:—¿EstáaquíhospedadoD.AntonioPalomero?Elporterorespondiósecamente:—Está.¿Quéseleofrece?Víctorsealejósinresponder.Deallíapocosmomentos,Palomerorecibíalasiguientecarta:

«Amigomío:Siaúnteacuerdasdeestenombre,¡Víctor!,acudehoy,alasdosdelatarde,alaPlazadeOriente.Quenotesorprendanilacitanielsitio.Todoesmuysencillo,comoteexplicarásalverme.Tuyo

Víctor».

***

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Alasdosenpunto,PalomeroacudióalaPlazadeOriente.Durantealgunosminutos,pormásquebuscó,nodescubrióporningunaparte

nivestigiosdeVíctor.Sedisponíaaretirarse,cuandooyópronunciardiscretamentesunombre.Se volvió, y vio ante él un hombre pálido, sonriente y andrajoso, que era

Víctor.AntesdequePalomerohubiesevueltodesusorpresa,Víctormurmuró:—¡Yavesquenopodíabuscarte!Palomero,comosiacabasedeveralgunacosaincreíble,exclamó:—¿Perocómoesposiblequetúhayasllegadoaesteestado?Víctorrespondiótristemente:—¡Ladesgraciaquenodejadeperseguirme!Palomero le estrechó la mano, le miró intensamente, y, pareciendo en un

momentohabercomprendidotodo,ledijoconresolución:—¡Ven!Hayqueponerfinaesto.Afortunadamenteestoyyoaquí.Ahorase

acabóelpeligro.¡Seacabó!¡Nopiensesmáseneso!…Positivamenteseacabó.Yluego,sindarletiempodepronunciarunasolapalabra,añadió:—Vamosaver.¿Dóndevives?Probablementeenalgunacovacha…Víctormurmuró:—¡Nieso!…Palomerorepitióestupefacto:—¡Nieso!…Yvolvióainterrogarle:—¿Perocómohasllegadoaeseestado?Víctorseencogiódehombros,yrepusotristemente:—Pocoapoco…Pocoapocosellegaatodo,yyolleguéaestoqueves…Palomeronocontestó.Lasituaciónenquesehallabasuamigo,almismotiempoqueleapenaba,le

producíaciertamolestia.Instintivamenteleparecíavergonzosoteneramigosasí.Lamiseria,cuandoalcanzaciertasproporciones,noseperdona.Se supone que el hombre que desciende hasta el andrajo capitula ante su

dignidad.A los ojos de Palomero, Víctor apareció, por primera vez, como un ser

sospechosoyesquivo.Noteníaelaspectorespetabledeunhombreenelinfortunio,teníaelaspecto

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deungolfo.Sialguienlevieseconél,necesariamentesospecharíadetalacompañante.Yaunguardiaquecruzabaporeljardínsolitariolosobservabaconsorpresa.Palomero,deseandoborrarlasdiferenciasdeaspectoqueexistíanentreellos,

ofreció inmediatamente a Víctor cuanto le fuese preciso para vestirse condecoro.

Allímismo, en el jardín de la Plaza, le dio un portamonedas con algunosduros,pidiéndoleconurgenciaquesevistiese,sebañase,y,pretextandogravesocupaciones,sealejórápidamente,diciéndolequealanochelebuscase.

O porque hubiese comprendido la naturaleza exacta del sentimiento queinspirabaaPalomero,oporquesuferozhostilidadcontra todoelbienajeno lehubiese una vez más irritado, Víctor vio partir a su antiguo amigo conindiferencia,ycuandoseencontrósolo,enderezándose,comorobustecidoporelcontactodeldinero,sealejórumiandonuevospensamientos,proyectos,planes,sueños…

PordosvecesescribióaPalomero,preguntándolecuándopartía, fríamente,comoquien trataunnegocio,y seisdíasdespuésdel encuentro en laPlazadeOrientese lepresentóensuhospedaje,vestidodenuevoyrecortadasbarbasycabellos.

Alverlonuevamente,Palomeroexclamóconjovialidad:—¡Cualquierateconoce!Víctorsonriódeunamaneraforzada.Al observarle rápidamente, Palomero creyó observar que aquel año de

miserialehabíacambiadoprofundamente.Ahorasusrasgoseranmásduros.Lavagatristezaqueantesvelabasurostro,parecíatenerciertaferocidad.Ensusojosmelancólicosbrillabansúbitosrelámpagosdeaudacia.Todasupersonateníaunaexpresiónnueva.Unaexpresiónrastrerayfelina.Palomero,llenodesorpresa,noleapartabalosojos.Como,sinembargo,teníaunserioempeñoenservirle,ledijo,desdeluego,

queyahabíapensadoenél,yque,segúntodaslasprobabilidades,lecolocaríaenunacasadeBanca.Unasociedadfundadaporgrandescapitalesamericanos.

Palomero no conocía a ninguno de los accionistas.Él vivía en esferamuyhumilde,nohabíapasadodeserelcompañeroPalomero;perounamigosuyo,unsocialistainglés,corresponsaldeunperiódicodeLondres,teníagranamistadcon elGerente de la nueva sociedad, y le había ofrecido recomendar aVíctor

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congraneficacia.Con efecto, pocos días después Víctor entraba empleado en el Crédito

Argentino.PorprimeravezdesdequellegaraaMadrid,teníalavidamaterialgarantida.PalomeroregresóaBarcelona,dejándolecolocado.Llevara,sinembargo,consigounalevesospechadesuamigo.Sospecha que se traslucía en esta recomendación, casi tímida, hecha en el

momentodepartir:—Pórtatebien,Víctor.Esperoquenomedejarásquedarmal.Víctorprotestó:—¡No!¡Jamás!…Víctor, esta segunda vez, vio partir a Palomero sin pena, y entrevió una

existencianueva.YenestanuevafasedelavidadeVíctoresdondevamosaintroduciralpío

lector.

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C

CAPÍTULOII

DOSAMORES

ONlaimprevistamudanzadesituacióntodomudóenlavidadeVíctor.FuearesidirenunacasadehuéspedesdelacalledeValverde,donde

ocupabaunlindocuartoconbalcónalacalledelDesengaño.Almudardeposición,mudódeaspectoydehábitos.Leacudióentonceselcuerdoynaturaldeseodevivirbienyconcomodidad,

ycomohabíaconocidotodaslasinclemenciasdelamiseria,saboreócondobleplaceraquellosprimerosmesesdequietudydepaz.

Comoerainteligenteyposeíavariasactitudes,susituaciónmejorómuchoenlaCasadeBanca,dondecomenzabaasermuyestimado.

Familiarizose pronto con los asuntos de comercio, adquiriendo en pocotiempoloqueloshombresdenegociosllamanpráctica.

Comenzabaainspirarconfianza,asernecesario.ElGerenteletratabaconesaseveridaddemanerasqueeselaspectoexterior

de la disciplina, del comercio; pero ya le atribuían facultades y le concedíanprerrogativas.

AsíVíctorseocupabadeiralosBancosydeentregarorecibirdinero.Erapuntualymetódico.Selevantabatempranoyserecogíalomismo.Su espíritu, turbado por dos años de agitación, tornábase nuevamente

cristalinoyclaro,comounvinoañejoqueseasentase.Elprovincianoqueestabadentrodelaventurero,recuperabasulugar.Pero en el camino de los hombres predestinados la suerte levanta siempre

nuevosobstáculos.Cuandounoestávencido,otrosurge.Jovenyfuerte,Víctorsolamenteconocíadelavidaloqueellateníademás

cruel.Lafelicidadaúnnolehabíasidoreveladaenningunodesusaspectos.Sualmaestabavirgen.Restituidoalapazdeunaexistenciatranquila,elamorvinodefinitivamente

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aturbarlo.De su período de iniciación enMadrid, quedárale un recuerdo doloroso y

profundo.Haberconocidoyamadoaunamujerparaélimposible.Aquelsentimiento,quefue,comotodoamordirigidoalasmujeresimpuras,

a un mismo tiempo amor y crimen, le hiciera, sin embargo, vislumbrar lafelicidad.

Perosuexistenciadeentonces,llenadevicisitudesytrastornos,fuecausadequeaquelsentimientofuertecediesesulugaraotrosmásimperativos.

Mas ahora que al igual su cuerpo que su alma parecía reposar el amor,renacíalento,peroavasallador.

Lascircunstanciasmisteriosasqueparecendirigireldestinodeloshombres,lepusieronencontactoconPacalaGallarda,queestabaentoncesenlaplenituddesubelleza.

PacalaGallardanoteníaedad,almenosnoseríaposiblefijársela.Peroerajoven.EnMadridyensubarriolaencontrabanbonita.Noerabonitasolamente,eraextraña.Surostronoteníalaexpresióncomúnalabellezafemenina,antesbien,tenía

comounsellomasculino.Eraunmixtodehombreydemujer,poseyendocon toda lagraciade esta

todalavaronildecisióndeaquel.Sumirar era claroy franco; sunariz, levemente insolente; suboca, fresca;

suscejas,negrasyenérgicas.Vestíasucuerpo,altoyarrogante,contrajesllamativosylucíadeordinario

ricosyfloreadospañolonesdeManila,quellevabacongraciosadesenvoltura.Erarozaganteybriosaymuysueltademanoparacastigarenlacallealos

granujasqueledecíanchicoleosgroseros.EsteaspectoyestasmanerasladabannuevagraciaalosojosdeVíctor.Elhechodemurmurarsequesu incógnitopadreeraun títulodeCastilla la

hacíatambiénmásinteresante.PacalaGallardaeramuyconocidaenlosteatrosllamadosdelgénerochico.¿Fue todo esto, a más de la belleza de aquella barbiana, lo que sedujo a

Víctor?¿TuvierontantoqueverenaquelamorlosnegrosojosdelaGallardaylos

sucesosextrañosynovelescosdesuvida?

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¡Quiénsabe!ElloesquedecuantasmujeresconocióenMadridfueaquellalaúnicaque

contanirresistiblefuerzalaatrajo.SeencontraronunanocheenelteatrodeNovedades,dondeserepresentaba

unmelodrama.Teníanlasbutacascontiguas,ysehablaronduranteelespectáculo.Unpretextocualquierabastóparaqueseentendiesen.Lasprimeraspalabras,comosuelesuceder,fueronbanales,sinimportancia.PacalaGallardarespondíadistraída,reclinadaenelrespaldodesubutaca.EnunprincipioVíctorleparecióvulgaryhastaunpocoridículo.Con todo, no le trató con la desenvoltura que solía, porque halló en la

fisonomíadelhombrealgodeausteroaquenoestabaacostumbrada.PeropocoapocoVíctorfuediciéndolealoídopalabrasdeunvagosentido.Ellalasescuchabasonriendo,unpococuriosa,porquetalesfrasesleerande

todoentododesconocidas.Estehecho, sinembargo,no fuebastanteparapresentarleaVíctorbajoun

aspectointeresante.Másdeunavez,aloírlo, lemiróconespanto,ymomentoshuboenque le

considerócomounverdaderomaniático.Entre tanto Víctor proseguía hablándole en voz baja casi al oído, y

hablándole así, experimentaba un placer tal, que nunca se sintiera tancompletamentefeliz.¿Quéleestabadiciendo?

Élmismonolosabía.Loqueeraciertoesquelehablabadecosasperturbadoras,porqueélmismo

sesentíaperturbado.A media noche, cuando concluyó la representación, Paca la Gallarda se

levantó,murmurandosencillamente:—Buenasnoches.Y se alejó, al parecer, tan indiferente para aquel hombre como antes de

conocerlo.

***

Conaquellamujercoincidióotra.Otraaquienunañoanteshabíavistoenlatardedeundomingo.

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Elencuentrofuetambiénobradelacasoenunaverbena.Lavioynotardóenreconocerla.Ella le reconoció también, porque volvió amirarle con lamisma afable y

tímidacuriosidaddelaprimeravez.Durante algún tiempo no hicieron sino mirarse con miradas largas y

sostenidas.Víctor, ansioso por saber quién era aquella muchacha, la siguió

discretamentehastasucasa.Unviejoyunaancianalaacompañaban.Debíansersuspadres.Suaparienciaeradeobrerosendíadefiesta.De aquel encuentro en la verbena resultaron unas relaciones largas,

delicadas, interesantes,que,comoveremosenel transcursodeestahistoria, serelacionanenmuchospuntoscapitalesconsusmásimportantespersonajes.

Aquellamujerlahemosconocidoenelcomienzodeestahistoria.SellamabaSoledad.Algún tiempo después en la Plaza Mayor, que atravesaba viniendo de la

oficina,VíctorencontrónuevamenteaPacalaGallarda.Sevieronysesaludaronlevemente.PeroVíctor,queibaendirecciónopuesta,volviósobresuspasosylasiguió.Ella, que se volviera, tal vez para verle, notó que él la seguía y entró

rápidamenteenunportal.Víctorlasiguió.Paca la Gallarda, que entrara allí para hablarle, se sonrió. Sorprendido y

encantadoVíctor,alcualsemejanteaventurallenabadefelicidad,perodudandotodavíaquelachulapasehubiesedetenidoporél,oqueriendooírlodesuboca,interrogó:

—¿Porquéentróustedaquí?—¡Yaloestáustedviendo!Yseechóareírcondesgaire.Víctormurmuró:—¿Queyoloestoyviendo?—Meparece.—Puesseráquenoséloqueveo.—Enesecasocómpreseustedantiparras.—¿Demuchoaumento?

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—Paramirarelsoldetamañonatural.Losdosseecharonareír.Víctorpreguntó,mirandoaPacaenelfondodelosojos:—¿Esustedelsol?Labarbianamurmuró,haciendoungestodegraciosodesdén:—¡Puede!Deprontolosdossepusieronserios.Víctormurmuró,bajandolavoz:—Contéstemeusted.—¿Peroquéquierequeleconteste,criatura?—¿Porquéentróustedaquí?—Porhablarle.YcomoVíctortardaseenresponder,laGallardaañadió:—Tengoquedarleunconsejo.—¿Cuál?—Uno.Hagaustedporverme.—¿Paraoírelconsejo?—No.Elconsejoeseso…Víctor,sintiéndosecompletamentefeliz,interrogó:—¿Cuándoquiereustedquelavea?—Cuandoustedquiera.—¿Ahora?—¡Vaustedenferrocarril!—¿Entonces,cuándo?—Mañana.—¿Aquéhora?—Alamañana.Deonceadoce.¡Yasífue!Al día siguiente, pocodespués de las once,VíctorRey entraba en casa de

PacalaGallarda.Fueintroducidoporunacriadaviejayexperta.Mientras esperó a que Paca se presentase tembló físicamente, como no

temblaríaaltenerquearrostrarunverdaderopeligro.Semiróenunespejo.Estabapálido.Parecíaunenfermo.

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PacalaGallardaentró.Venía dando órdenes a la criada, que respondía desde las habitaciones

interiores.Alentrarcerrólapuerta,ydeungolpecorrióelportier.Dirigiéndose a Víctor, que esperaba de pie, le estrechó lamano y le hizo

sentarenelsofá.Ella,tomandoasientoasuvezenunsillóncercano,murmuró:—Veoquenosehaolvidadousteddeloquehablamos.Yreíapicarescamente.Sinotrasexplicaciones,PacalaGallardalepreguntótodoloqueunamujer

preguntacuandoseinteresaporunhombre.Lepreguntósuedad,suprofesión,supasado.Enunmomentolosupotodo,quedóenteradadetodo;porquenohaymejor

confesorqueunamujer.Después,haciéndole lentamente levantaryestrechándoleambasmanoscon

fuerza,murmuró:—¡Unbeso!…Tímidamente,Víctorlabesóenlafrente.—¡No!…¡Ahíno!Víctorlaestrechóapasionadamente,yconunbesoardientepareciósellarsu

destino.DuranteunmesVíctorviviócompletamentefeliz.Elamor,tanplenamenterecompensado,lediounasensibilidadnueva.Viotodaslascosasbajounaspectodiferente.Diríasequelanubenegradesuexistenciasehabíadisipadoalprimerbeso

dePacalaGallardayquecelajesdeópaloycarmínvinieranasustituirla,dandounaspectorisueñoaloquehastaentoncesfueratristeysombrío.

Podíanaplicárselelosversosinmortales:

Alaire,alcampo,alasfragantesflores,Leprestabaesplendor,vida,colores.

Sualma,antesdesnuda,vestíaahoraunatúnicadeesperanza.Aquelamorerasuprimerapasión.Como sucede frecuentemente a los hombres que se enamoran de mujeres

mundanas y pecadoras, vino la idealización y el redentorismo a dar nuevocombustibleparalahoguera.

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Paca la Gallarda apareció a sus ojos como una criatura rara, sufriendo lainfluenciafataldelaeducación.

Víctorhizodelachulapaunavíctimaconmovedorayheroica.Creíaensuspalabrascomoenunevangelio,y laoíacon lamismaunción

queelcreyentefervorosooyealsacerdote.Paca la Gallarda le había confesado que su padre había sido un título de

Castilla,queundíatuvieraunpasajerocaprichoporsumadre;yestepormenortomóalosojosdeVíctortodoelaspectomisteriosodeunapredestinación.

¿Noeraéltambiénunbastardo?¿Nollevabatambiénensusvenassangrenoble?¿Noerasumadredelamásaltanobleza?Unlazoinvisiblelosunía.Unamanomisteriosalosjuntara.Así no tuvo reparo enmostrarse con ella públicamente, aprovechando una

larga ausencia del Extremeño que estaba de apoderado de una cuadrilla detorerosenPortugal.

PacalaGallarda,queparecíaconocerporprimeravezelplacerdelicadodeamaryseramada,lehacíarepetiracadainstante:

—Di,diquemequieres.Di«tequieromucho».Él,sinembargo,noseatrevía.Callabasonriendo.Eratímido.Sentíaquerealmentelaqueríamucho,peronoseatrevíaadecirlo.¿Porqué?Porque tenía el pudor, tan frecuente en ciertas almas, de las cosas del

corazón.—Di,di:«Tequieromucho».Ysolamenteinstadorepetíatímidamentecomounniño:—Tequieromucho.Ellareplicaba:—Noquieroquedigasasí.Quieroquedigasdeotramanera.—¿Dequémanera?—Así.Yañadíaenfáticamente:—Tequieromucho.Peroélrehusabaobedecer.

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—¡Tonta!Pacacontestabariendo:—¡Payaso!SolamenteentoncesVíctor,dulcemente,lecogíalacabezaentrelasmanos,

comoquientomaunaflordelacualsequiereaspirarelperfumesinarrancarladeltallo,ylabesabaconlentitud.

Para huir de estas escenas que lo perturbaban y le robaban la alegría,haciéndolecaerenunavagamelancolía, secomplacíaestimulandoa suamigaparaquemásdeunavezledijesecómofueraquetansúbitamentecomenzaraaquererle.

Peroellamismanolosabía.Confesabaquelaprimeravezquelevieraenelteatrolehabíaimpresionado:—¿Porqué?—¡Quiénsabe!Después,cuandoenlacalle levieranuevamente,sintieraunaimpresiónde

curiosidadextraña.Desearaconocerlemejor.Másdecerca.Lehabíadadoenelcorazón,comoelladecía.Víctornoseconformabaconaquellaexplicación.Ledisgustabalasospechadehabersidoparaellacomouncapricho.Ydeahí,talvezparaqueleamaseconmásfundadasrazones,lecontabalo

queunavezPalomeroledijerahablandodeella.Él,Palomero,estabaconvencidodequeelamoreraunatributodelavirtud.Pacaseindignaba:—Eseamigotuyoesuncompletogilí.Víctornolacontradecía.Alcontrario,yundíalecontómuyalegrequehabíaescritoaPalomerouna

cartacapazdedarleunverdaderoberrinche,contándolecómoerafelizycómoPacaerabuenaydesinteresada.

Con efecto, Paca era desinteresada, lo que no impedía que el culto de suamorcomenzaseapreocuparseriamenteaVíctor.

Unamujercuestasiempremucho,auncuandonadacueste.TaleraelcasodePacalaGallarda.Víctor se hallaba en ese período de alucinación en que el hombre se deja

apoderardelespíritufemeninoyseentregaaélencuerpoyalma.

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Yaenaqueltiempocomenzabaateneraprensiones,tristezas,cuidadosquelesobreveníanenlosmomentosmásdulcesdesuintimidad.

Ellapreguntabainvariablemente:—¿Quétienes?Yél,invariablementerespondía:—Nada.Pero ya en la calle, lejos de aquella mujer que le enloquecía, lejos de su

contacto,caminodesuescritorio,lanubenegravolvíaaenvolversuespíritu,yporesfuerzosquehacíaparadisiparlanoloconseguía.

¿Quélepasaba?¿Quélesucedía?Algomuyvulgarymuyterriblealavez.Víctor, que desde hacía algunos meses estaba empleado en la caja del

Crédito Argentino, un puesto de verdadera confianza, comenzaba acomprometerse.

Lasprimerassumasquehabíasustraídodelacajahabíapodidoreintegrarlascontrayendodeudasyfirmandopagarés.

Peroahorasucréditoestabaagotado,ylasnecesidadesaumentaban.Eranlosteatros,eranlascenasenloscafés,eranlasjuergasenlasVentasy

enlosmerenderosdelaBombilla,llevándosecuantoganaba.Al principio tomara el dinero de la caja con el pensamiento sincero que

tienentodoslospecadoresensuprimerpecadodereembolsarlo.Durante algún tiempo pudo hacerlo, pero ahora le era completamente

imposible,yseconsiderabacompletamenteperdido.Muchasvecesenelescritorio,considerandolacajaabierta,pensaba:—Imposiblequepuedareintegrareldineroquefalta.¿Dóndebuscarlo?Pero llegaba la hora de cerrar el escritorio, y luego la perspectiva de

encontrarsedenuevoconPaca,ysustemoresysusangustiassedesvanecían.Paca la Gallarda no sospechaba siquiera la crisis en que le estaba

precipitando.Elamoresunsentimientoirracionalquenodejaversinodentrodesuesfera

resplandeciente.DelasituacióndeVíctorsolamenteteníaunaideaimperfecta.SabíaqueestabaempleadoenunacasadeBanca,ynosabíamás.Como le quería desinteresadamente, no había tenido la curiosidad de

enterarsedesufortunaydecuáleseranendetallesusmediosdevida.

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Porlodemás,estabaconvencidadequenocostabaaVíctorotracosaqueeltiempo que le consagraba; porque las mujeres de vida airada únicamente sejuzgandispendiosascuandoloshombreslasmantienenysearruinanporellas.

Por su parte, Víctor también era incapaz de darle a entender que ellacomenzabaaserdesastrosaensuexistencia.

¡Aquella existencia inaugurada con tan metódicos y honrados recursosdespuésquePalomerolehabíadejadoenlascircunstanciasqueconocemos!

Teníacomounpeligro lassospechasdePacaaeste respecto,y,comoparadisiparlas,tirabaeldinero,haciendogastosridículosenhomenajeasuamor.

Comonocomíacasinuncaensucasa,yporunescrúpulodeamantedignonoqueríaparticipardelamesadeella,mandabatraerdefondasyrestaurantesaparatososmanjares,acompañadosdeexquisitosvinos.

Ellahallabatodoaquelloencantador.Víctor sonreía viéndola contenta, y durante algún tiempo olvidaba sus

preocupacionesytristezas.Peronoerasinoporbreveplazo.Elrecuerdodesucríticayangustiosasituaciónresurgíaconmayorpujanza

amenazador,penetrantecomolahojadeunpuñal.Enmedio de las más embriagadoras intimidades, se nublaba su frente, se

fruncíasuceño.Unaagoníasúbitaparecíainvadirleelalma.Procurabadisimular.Imposible.Suangustiaeraevidente.Pacaledecía:—¿Quétienes?¿Estásincomodado?Para ocultar la verdadera causa de su mal, inventaba entonces vértigos,

doloresdecabeza,malesimaginarios.Paca le rodeaba de cuidados y solicitudes; pero tales desvelos, lejos de

calmarle,agravabansuangustiaporquelaprolongaban.Entonces,comobálsamoúnicoparaaqueldoloríntimo,Víctorseentregaba

alamordePacacomoquienseembriagaparaolvidar.Pero con el tiempo, aquel amor comenzó a ser para él un sufrimiento

también,comounanestésicoquenoadormececompletamenteydejaeldolordelaoperación.

AVíctorlesobreveníangrandescrisisnerviosas.

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Paca,alverleenaquellosmomentos,seasustaba.Nocomprendíaloquelepasabaasuamigo.

Hablabadellamaraunmédico.Peroélseoponía.—Sinoesnada.Cosasdelosnervios.Unanoche,enunahoradeardientepasión,asegurándoleconfuerzalasdos

manosentrelassuyas,lepropuso,conlosojosllameantes,morirjuntos.Pacaserio,exclamando:—¡Estásloco!Perocomovieseluegoqueélhablabaenserio,comprendióqueelestadode

Víctoreraanormal.Besándoleenlafrenteyhundiendolosdedosentresuscabellos,lepreguntó

cariñosamenteloquetenía.¿Porquénoerafranco?¿Noeraellaporventurasuamiga?Por un momento, Víctor, penetrado de la confortación de aquel efecto de

mujer,estuvoporconfesarlotodo.Perosecontuvo.Confesareracondenarlaycondenarsealaseparación.¿Quéharíaellasiélledijesequeestabacomprometidoporsucausa?No,noselodiríanunca.Eraestúpido.Decidiócallar.Disculpóyexplicósuestadodenerviosconpalabrasvagas:Habíasidosiempreasí,impresionable.Eraellaquien,consuamor,leponíadeaquellasuerte.¿Aquellaideademorirlosdosjuntosnoeralaexpresiónmásintensadesu

amor?¡LaMuerteeshermanagemeladelAmor!Pacanopodíacomprenderlo;asífuequerepetíaconcariñosasonrisa:—¡Peroestásloco!Y,sinembargo,Víctornoestabaloco,sentíasolamentepesarsobresuvida

laFatalidad.Fueentoncescuando,buscandoelolvidodesusdolores,creyóqueconotro

amorpodríaborrareldePacalaGallarda,ysepusoenrelacionesconSoledad,lacriaturahonradaaquienhemosvistoenlasprimeraspáginasdeestahistoria.

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PeroelamordeSoledadnopudoneutralizareldePaca.Sino renuncióa las relacionesdeSoledaddesdeelprimerdía, fueporque

revestían a sus ojos el carácter de una interesante aventura que enmás de unpuntoleenorgullecía.

Un día, en un momento de irreprimible vanidad, no resistió al deseo decontárselotodoaPaca.

Pacasintió,oaparentósentirporelhechodeconocerVíctorotramujer,unvivodespecho;peroéllatranquilizóriendo.

¡Aquelloeraunsimplepasatiempo!¡Nopodíatenerconsecuencias!Élqueríaaellasolamente.Nopodíaquereraotra.PacalaGallardatuvoentonceselcaprichodeconoceraSoledad.Queríaverla.Leinterrogabaconcuriosidad:—¿Erabonita?Víctorseencogíadehombros:—Novalíacosa.—Puesquisieraconocerla.—Yalaconocerás.Y quedó acordado que, un domingo en el Retiro, él se lamostraría; pues

solíairlosdíasdefiestaconotrasamigas.Pasaronunatardecombinandocómoseharía.VíctorleindicaríaporseñascuáleraSoledad.NopodíaacompañaraPacalaGallardadondeestuvieseSoledad,quealfiny

alcaboerasunovia.Peroleharíaunaseñaysucuriosidadpodríaquedarsatisfecha.Pacanoseaveníaconesto.Quería que Víctor la acompañase a paseo aquella tarde. Víctor movía la

cabezayhacíaobjeciones.No,nopodíaser.Pacaseenfureció,declarandoqueleharíaunaescenaenelpaseo.Porfinseapaciguó,yVíctorleenseñódoscartasdeSoledad,enqueestase

quejabadelorarasquesusvisitaseran.Pacaexclamó,riendoconunasombradedespecho:

—¡Valientetonta!Y arrancando las cartas de la mano de Víctor las rompió en menudos

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pedacitos.Víctorlamirabahacersonriente,casisatisfecho.Despuésseabrazaronehicieronlaspaces.

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U

CAPÍTULOIII

ALTERNATIVASCRUELES

NAtardedeinvierno,Víctorsaliódelescritoriotiritando,casiconfiebre.Sentíaseenfermo,sinpoderprecisarsuenfermedad.Hacíayaalgunos

díasquenoestabanadabien.Perdíaelapetito;teníaaccesosdefrío.Peroahoraelmalparecíaagravarse.Le flaqueaban las piernas; perdía la energía vital. Cerraba lasmanos, y le

parecíanotenerfuerzasparaapretarlas.PacalaGallardanoloesperaba.Eldíaanteriorlehabíadichoqueiríaacomerencasadeunaamiga,Concha

Juárez,unajamonaretirada.VíctorhabíapensadoenalargarsehastacasadeSoledad.Casualmenteeldía

anteriorlehabíaescritodoliéndosedesusausencias.Peroenlacallesesintiótanmal,quetomóuncocheparaquelecondujesea

sucasa.Necesitabaacostarse,dormir.Enelcamino,sinembargo,pensódesfallecido.—¿Quévoyahacerencasa?Aburrirmeentreaquellascuatroparedes.Leacometióunagrancobardía.¡Siestuvieserealmenteenfermo!EncasadePacaestaríamejor.Másconfortado,másprotegido.Decidió ir a esperarla. Mientras ella llegaba la esperaría echado sobre su

lechooenunsofá.Eratemprano.Tendríaqueesperar.¡Noimportaba!En casa de una querida el tiempopasa de prisa, aun cuando se espere por

ella.Decidiosedepronto.Asomó la cabeza por la ventanilla, y dio al cochero las señas de casa de

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Paca.Duranteelcaminocasiseadormeció.Cuandoelcochesedetuvoantelapuerta,pareciósorprenderse.Seapeócontrabajo.Enelprimerdescansillodelaescalerasedetuvoparacobraraliento.Subíaconfatiga.Llegóantelapuerta.Delinteriordelacasanollegabaruidoalguno.Tiródelacampanillayesperó,apoyadoenelmarcodelapuerta.Pasaronalgunossegundos.Noveníanaabrir.¿Habríasalidolacriada?Peroenestemomentoleparecióoírpasosenelpasillo.Volvióallamar.Alcabodeuninstantelavozdelacriadapreguntó:—¿Quiénes?Víctorrespondió:—Yosoy,abre.Hubounapausayunaespera.Lacriadanoabrió.Víctor,impaciente,repitió:—Abre,soyyo.Lacriada,sinabrir,respondió:—Hasalidolaseñora.—Noimporta,abre.Lacriadareplicó:—Comefueradecasa,conunaamiga.—Estúpida.Yalosé.Abre.Lapuertaseabrió.Lacriadamurmuró:—¡Noleesperaba!Unpocoperpleja,estabaenmediodelpasillosinapartarseparadejarpasoa

Víctor.Deprontoexclamó:—Si va de prisa aún la alcanza. El ama acaba de salir. Debió haberla

encontradoenlaesquina.Víctordudó.

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—Hevenidoencoche.—Mirequécasualidad.Puesaúnlaalcanza.—¿AquéhorasvolveráPaca?—Quiénsabe.Pensabairdeteatro.Víctor,despuésdealgunasvacilaciones,pareciódecidirse:—Noimporta.Laesperaré.Cuandovenga,aquímeencontrará.Y,separandounpocoalacriada,tratódeentrar.Estasepusocolorada,y,cogiéndoledelamanga,ledetuvo.Víctorsevolviódemaltalanteysorprendido.—¿Quéhay?—Porahíno.SorprendidoVíctor,interrogó:—¿Porqué?—Tengapaciencia.Estáahíunsujetoesperandoalama.Víctorpalideció.—¿Quiénes?Lacriadaseencogiódehombros,y,tomándoleblandamenteporlamangade

lachaqueta,ledijoenvozbaja:—Vengaporaquí.Pasealcomedor.Víctor,cadavezmáspálido,interrogódenuevo.—¿Peroquésujetoesese?Lacriada,arrastrándolesiempreparaelinteriordelacasa,contestó:—Yonoleconozco.Queríaesperaralaseñoraylemandéentrar.Víctorexclamó:—¿Cómoesesoposible,silaseñoraacabadesalirdeaquí?Lacriada,unpococonfundida,balbuceó:—Yahaceunratoquehasalido.—¿Cómomedijoantesqueacababadesalir?Enesto,VíctorcreyóoírunvagomurmullodevocesenlaalcobadePaca.Sintiose impelido, sin tener concienciade loquehacía, como si unamano

invisiblelearrastrase.Sacudióalacriada,quefueabatircontralapared,yabriendoviolentamente

lapuertadelasalaentró.Lasalaestabadesierta.Lacruzóagrandespasosypenetróenlaalcoba.Lo primero que vio fue a Paca, envuelta en una bata blanca y las pupilas

destellandocólera.

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Víctornopudopronunciarunapalabra.Nocomprendíaaúntodo.Losamantesdifícilmentecomprenden.Paca,alzandolacabezaconungestodedesafío,preguntó:—¿Quéquieres?Víctor,todopalpitante,comoposeídodesorpresa,murmuró:—¿Quéhacías?—¿Teimportaacaso?—¿Porquénomerecibiste?¿Porquémehasdichoquecomíasfuera?—Porquemehadadolagana.Víctorrepitió,conesevagodesvaríoqueprecedíaenélalasgrandescrisis:—¿Porquetehadadolagana?—Sí.¿Seteofrecealgo?Enaquelmomentounapuerta rechinó en la alcoba, despuésotra, yVíctor

tuvolaimpresióndequesalíaalguien.ConunmovimientodetigreechólasmanosalasmuñecasdePaca,ytrató

desepararlaparaabrirsecamino.Pacaresistió.Víctorgritó:—Déjamepasar.—No.—Sepárate.—No.—Sepárate.Yconunviolentoesfuerzolaarrojóalsuelo.Entró.¡Nadie!Laalcobaestabavacía.Lacamadesierta.Abrióconviolencialapuertadeescape.Dioalgunospasosporelcorredor.Lorecorriótodoconunafuriadeanimalquepersiguesupresa.Noeraunhombre,eraunhuracán.Todoenélaparecíasacudidoporlacólera.Enlacocinadiounviolentoempujealacriada,ydespuésderevolverlotodo

volvióalasala.

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PacalaGallardalepreguntóconinsolencia:—¿Líasacabado?Víctorrugió:—¡No!Quierosaberquiénestabaaquí.Pacarespondiófríamente:—Unhombre…Noconcluyó.SonóunabofetadayPacasellevólasmanosalacabeza.Setambaleócomo

sifueseacaerse.Pero en elmismo instante, tomadade una furia loca, cogió unquinquéde

encimadelamesayloarrojóalacabezadeVíctor.Esteseapartórápidamente,yelquinquéseestrellócontralapared.InmediatamenteVíctorsearrojósobrePaca,golpeándolaconfuria.Al fin lamujer pudo escaparse de entre lasmanos del hombre y corrió a

refugiarseenlaalcoba.Peroluegovolvió,cegadaporunasúbitaytrágicaresolución.Lanzandorápidasmiradasaderechaeizquierda,conlosdientescerrados,sin

pronunciarunasolapalabra,comoquienbuscaalgunacosa,corrióaunmueble.¿Québuscaba?¿Unpuñal?¿Unrevólver?PeroVíctor,quenolaperdíadevista,cayósobreella.Asegurándolaporambosbrazosdosveceslasacudióconfuerza.—¿Quéintentas?Pacasedoblócomounahiena,procurandomorderlelasmanos.—¡Canalla!Yleclavólosdientes.Víctorsintióundoloragudo,ylasoltó,derribándolaasuspies.Peroella,levantándoseprontamente,quisoreanudarlaescenabrutal.Ya Víctor había llevado las manos a una silla como en un pugilato de

taberna, cuando ella, dominándose y pareciendo súbitamente serena, abrió labocaypronuncióestaspalabrasestridentes:

—¡Saldeaquí!Comosilehubiesenheridoenelcorazón,ylasangre,saliendoaborbotones,

ledejaseexánime,Víctorsintioseposeídodeunsúbitodesfallecimiento.Todasucólerasedesvaneció.

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Borrosedesumemoriatodolosucedidomomentosantes.Olvidó la traición de Paca, su perfidia, el hombre puesto en fuga, dueño

todavíadellechoqueélsuponíasersolamentesuyo,lainfamiadesaberqueerauna mercenaria, querida de muchos, la indignidad, la humillación, la íntimavergüenza.

Loolvidó todoanteaquellamujerqueparecíaarrojarleparasiempredesucorazón.

Privarledesucontacto.Pacarepitiócolérica:—Salgausted.Víctornosemovió.Sentíaentodosuserlafuerzadelarebelión.No,nosaldría.Paca,señalándolelapuerta,repitiónuevamente:—Salgausted.Víctor,soltandolasillaqueagarraramomentosantes,balbuceó:—No,nosalgo.—Llamaré.—Llamaaquienquieras.¡Nosalgo!YcomoPacasedispusieseasalirparallamar,élcorriócomoantesatomarle

lasmanos;peroestavezcobarde,suplicante.Lasujetó.Laestrechócontrasupecho.Elalientodeaquellabocahúmeda,elaromaperturbadordeaquelcuerpolo

agitaronyperturbaroncomounveneno.Casisuplicantemurmuró:—¡Paca!¡Paca!Elladijoenojada:—¡Eraloquefaltaba!Ydesligándosedesusbrazos,añadió:—Lomejoresqueterminemosdeunavezestasituación.—¡No!¡No!—Sí.Víctor,siempresuplicante,repitió:—¡Paca,porfavor!Peroellacontestóinflexible:—Niyoleconvengoaustedniustedmeconvieneamí.Víctorpreguntócon

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desaliento:—¿Porquédiceseso,Paca?Pacarespondióconcrueldad:—Porqueustedquiere tener amantes exclusivamente suyas,yyonopuedo

tener amantes exclusivamente míos. No soy bastante rica para pagarme esecapricho.

Víctoribaareplicarconunafraseultrajante,perosedetuvo.Reflexionóunmomentoydijo:—Tienesrazón.Fueunalocura.Tienesrazón.Ydespuésconacritud,suponiendoherirlaprofundamente,añadió:—Elquequiereteneramantesexclusivamentesuyaslaspaga.Cínicamente,PacalaGallardarespondió:—¡Claroestá!

***

Las relaciones de Víctor con Paca no terminaron, como pudiera creerse,despuésdelaescenaqueacabamosdenarrar.

Quedaronensuspensoporalgunosdías,alcabodeloscualesvinoelarregloconsiguiente.

HaciaelCarnaval,Víctor,quecadadíacontinuabamásenamorado,propusoaPacalasituaciónqueellareclamabaparapertenecerleexclusivamente.

Apartirdeentoncesdejódeserelamantedelcorazónparaserelamantedeldinero.

Fuera, al cabo de largos días de tortura, cuando el infortunado amanteresolvieradaraquelpasoenelresbaladizocaminodesuperdición.

¡CómounpobreempleadocomoélpodríamanteneraunamujercomoPacalaGallarda!

¡Y,sinembargo,novacilabaencargarsecontamañaobligación!¿Cómopodríacumplirla?Élmismoloignoraba.LoúnicoquesabíaeraquecuandoenelCréditoArgentinosedescubriesen

lassustraccionesclandestinasverificadasenlacaja,losengañosenelbalanceolas cuentas que todos suponían pagadas y que estaban por pagar, los recibosfalsos,losdocumentosfalsos,lavidaleseríaimposible.

Cuandosedesciende,sedesciendehastaelfin.

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Víctorprocuródescenderhasta lomáshondodesudestino.Sus relacionesconPacamudaron,desdeluego,decarácter.

Pacaleparecióotradesdequelepertenecíamediantelacompradesuamor.Hasta allí había sido la querida ideal, apasionada, romántica, como las

heroínas de las novelas, de amor fácil, pero delicado, jovial compañera de lajuventud.¡Avecantandosiempre!

Ahorasetransformaba.Eralaamantepagada.Eraunmueblequesealquilayseprestapasivamenteaserutilizado.Enella,diríasequelapasiónhabíadetodoentododesaparecido.En cuanto a él, ¡cruel contraste!, diríase que se había acrecentado, no ya

comounintensodolordelalma,sinocomounulcerantedolorfísico.Víctornoamaba.Sufría.¡Yquésufrimiento!Comprendía la situaciónconuna lucidez tantomayor cuantomayor era su

angustia.Sabíaconentera seguridad,porque loveía,porque lo sentía,quedejarade

inspirarinterésasuamante.Pacaestabacansadadeél,nocabíadudarlo.Sucaprichodisipárasebajoelprimermomentodecansancio.Lohabíadeseado,lohabíaamado.¡Estabaahíta!Yél,entanto,nolaamabayaconaquelcariñoquefueraelsentimientomás

dulcificadordesuvida;ladeseabamásymás,comounsedientoaquienningunaaguaapagalased.

Sentíaqueleeraimposiblepasarsinsucontacto,ylohallabatannecesarioasuvidacomoelaire.

Estaba,enunapalabra,poseídodeellacomodeldemonio.Paca laGallarda comenzaba a justificar las palabras y las prevenciones de

Palomero.Eralamujerfatal,lafunestacriaturaaquientodohombredetemperamento

apasionadoencuentra,desdeluego,enlavida.Entre tantosobreveníale,coneldolordehaberperdidoelamordePaca, la

brujuleanteesperanzadeparticipardelamordefelicidad.Alladodelamujerimpura,lamujerhonradaaparecíaleporprimeravezen

unluminosocontraste.

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La una tomó a sus ojos las proporciones simbólicamentemonstruosas delVicio,mientrasquelaotraadquiríalaáureaglorificacióndelaVirtud.

Entonces dio en frecuentar con más asiduidad la casa de Soledad, con elpropósitoegoístadequienintentaunacuración.

Pero, ¡singular fenómeno!, al mismo tiempo que en su corazón Soledadaquistabapocoapocounlugar,Pacamanteníatriunfanteelsuyo.

Víctor reconoció, con espanto, que podía amar a las dos a un tiempo sinhacerlasincompatibles.

DeaqueldualismodelcorazóndeVíctor,Pacanotardóendarsecuenta.Sin embargo, como le era indiferente que Víctor, a quien ya no amaba,

tuviesenuevaspreferencias,lejosdeinquietarseriodelaaventura.Undíanopudoresistiraldeseodepreguntarle:—¿Conquealfinesverdadquetecasas?—¿Quiéntelohadicho?—Nadie.—¿Porquéentoncesmehacesesapregunta?—Porsospechas.—Puesnoesverdad.Pacaexclamóconironía:—¿Deveras?—Sí.Nopiensocasarme.—Pueshacesmal.—¿Porqué?Pacalemiróburlonamente.—Estabastalladoparamarido.Víctor,quesehabituaraasoportarlasimpertinenciasdesuamante,selimitó

acontestar:—¡Puedeser!Pacainsistió:—Nolodudes.Ylosdosguardaronsilencio.

***

Las relacionesdeVíctorconSoledaderan todo loopuestoa las relaciones

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conPacalaGallarda.Revestíanunagranserenidad.Soledad,adespechodelvivointerésqueVíctorleinspiraba,noparecíasufrir

laperturbadorainfluenciadelamoreirlasdoncellas.Lerecibíacondignidad.Lehablabasinconmoción.Leoíasinalborozo.Cuandosucedíaestartresocuatrodíassinverle,ledecíaapenassecamente:—Creíaquenopensabasvolver.Víctorsedisculpaba.Alegabaocupaciones,indisposicionesdesalud.Soledadsesonreíasinreplicar,yluegoentrabaenotroasunto.Al contrario de lo que suele acontecer con todas las mujeres, estaba en

presencia de Víctor como podría estar en presencia de alguien que le fuesecompletamenteextraño.

Contodo,apesardeestasapariencias,Soledadposeíaunalmaapasionadayuncorazónardiente.

Susactitudes,suapariencia,todoeracomounatúnicaseveraydensa,bajolacualpalpitabalamujerllenadejuventudydefuerza.

AsíseexplicabaqueenpresenciadeVíctor,aquienamabaconelcandordeuna niña, pareciese tan fría y tan indiferente, sufriendo, sin embargo, lainfluenciadesuamor.

Víctor le decía muchas veces, realmente sorprendido de verla tan pocoexpansiva,tanpocomujerasulado:

—¿Porquéerestanindiferente?Ellaselimitabaasonreír.Cuandoelamanteinsistíabajabalosojosyllenaderuborrespondía:—Nosoyindiferente.Loparezco,peronolosoy.Yconefecto,noloera.Quienlaobservasebienduranteaquellascortasentrevistas,notaríacómoella

envolvíaaVíctorenunamiradaconstante,fijayprofunda.Yloqueaquellamiradadecíanoeraamorsolamente,erafascinación.PorqueenrealidadSoledadestabafascinada.¿Quéhabíaencontradodeparticularenaquelhombreparaasídejarseposeer

desuamortansúbitamenteydemaneratanextraña?Ellamismanolosabía.

Page 478: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

¿Peroacasohayalguienquesepaloqueeselamorylosmisteriososcaminosquerecorre?

Lo único que Soledad sabía es que jamás, en su vida, había sidoimpresionadaenunaformatanprofundaytanimprevista.

ElprimerdíaquevieraaVíctorhabíareparadoenél.NoporqueVíctor fueseunhombredearrogantebelleza,sinoporquehabía

ensufisonomíaalgunacosaalmismotiempomisteriosaeinsinuante.LasonrisatorturadadeVíctorlahabíaheridocomounaaparición.Leamóconinteréscasimaternal.Tuvoporélunadeesasafeccionesqueparecenllenarlavidayalascuales

todaausenciadedeseoimprimeuncarácterdesuperiorelevación.Como amaba con todas las virginidades del pensamiento, nunca tuvo de

Víctorlamenorsospecha.Lejuzgóbueno,deunabondadrara,yconociéndoleapenas,leconsagróun

cultoensucorazón.

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C

CAPÍTULOIV

LASHORASDELINFORTUNIO

UANDOenelCréditoArgentinosedescubrióqueciertacuentadealgunosmilesdepesetasnohabíasidopagada,pensoseinmediatamenteenexigira

Víctorlaresponsabilidadcorrespondiente.Fue entonces el Gerente de la casa quien intervino, prohibiendo que se

hablase con Víctor de semejante asunto. Antes quería practicar ciertasaveriguaciones.

El Gerente sospechaba, y con motivo, que siendo Víctor el autor de lairregularidad, habría practicado algunas otras, las cuales aún no habían sidodescubiertas.

El Gerente del Crédito Argentino, con un feroz instinto de negociante, seproponíadescubrirlas.

ParaestefinorganizóentornodeVíctorunverdaderoespionaje.Hizoqueselevigilasecomoquienvigilaauncriminal.El ladrón, como la mujer adúltera, descuida frecuentemente el adoptar

precauciones.Nielunonilaotraacostumbranprocederconlacautelanecesariaparavivir

acubiertodepeligro.Elladrónylamujeradúlteradejansiempreunapuertaabierta.Víctorestabacondenado.Yahacíamuchotiempoquetemíaserdescubierto.Deundíaaotroesperabalacatástrofe.¿Cuándosería?Loignoraba.¡Podíaserhoy!¡Podíasermañana!Elpeligroeradetodaslashoras,detodoslosmomentos.Estaba en capilla, como el reo que espera su hora, y había perdido la

esperanzadesalvarse.Cuandosehallómuycomprometido,intentópormilcaminoslafortuna.

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CompróbilletesdeLotería.Jugó…Contodoestosusituaciónseagravómás.Elazarúnicamentesirveaquiennolobusca.AlreconocerseVíctorpresoporlascircunstancias,sujetoaellas,víctimade

ellas,pensóenhuir.¿Perohuiradónde?¿Cómo?¿Conquérecursos?Sin embargo, ante aquella hipótesis de salvación todos los medios le

parecieranbuenos,perotodoslefaltaban.Llegó a pensar en la fuga sin recursos de fortuna, caminando a pie, al

acaso…Perolefaltabaelvalordelasresolucionesextremas.¡Tuvomiedo!Seasustóantelaideadeserdetenidoenunacarreteracomounladrón.Susituacióneramala,perolafugalatornabapeor.Porlodemás,huireradenunciarse.No dejaba también de ocurrírsele que no huir y esperar la catástrofe era

entregarsealapolicía.Eraeldeshonorylacárcel.Víctorpasabalasnochesenclarorumiandosoluciones.Cuandosedirigíaasuoficinasepreguntabaasímismoconangustia:—¿Quéhabrápasado?Temíallegaryquetodoestuvieseyadescubierto.Alentrarsedeteníaenlapuerta,trémulo,presadeunaterribleangustia.Empujabalamamparayeltimbresonaba,yaquelsonvibranteleparecíaque

lodelataba,anunciandosuentradacomoladeunmalhechorqueesacechadoycogidodesorpresa.

En el escritorio, donde ya trabajaba alguno que otro empleado, daba losbuenos días desconfiado, y cuando no le respondían en el tono jovial decostumbre,pensabaconunpavorquelecausabafrío:

—¿Habrándescubiertoalgunacosa?Unavez,comounodelosporterosledijesealentrarqueelGerenteteníaque

hablarle,palidecióhorriblemente,yalentrareneldespachotuvoqueapoyarseenlaparedparanocaer.

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MientraselGerente,ocupadoenponerlafirmaaunascartas,nodijoloquequería,sufrióenunminutounalargatortura.

Cuando el Gerente, dejando la pluma, se volvió para darle una orden sinimportanciaquenada teníaqueverconsu temor,unsudorhelado lecubría lafrente,sedejócaersobreunasillaydoblólacabezasobreelpecho.

Lepreguntaronquétenía.Sequejódelestómago,ypidióquelediesenunvasodeaguaconginebra,

quefueronabuscar.Durante las horas de trabajo, una voz, un campanillazo, una interpelación

imprevista,leproducíanunaagitaciónquedifícilmenteconseguíadominar.Aveceslellamaban:—VíctorRey.Yestehechosencillísimobastabaaconmoverlohorriblemente.Deesteestadodenerviosismomorboso,comenzóaresentirsesuespíritu.Sufríaolvidos,distracciones.Por la tarde, cuando dejaba el escritorio y veía salir al Gerente con su

fisonomíadetodoslosdías,experimentabaunagrantranquilidad.Tenía ante sí unas pocas horas, libres del peso abrumador de su terrible

cuidado,ylasaprovechabacomosifuesenlasúltimasdesuvida.Corría a casa de Paca la Gallarda, y allí, cerca de ella, señor de ella,

procurabaafanosamenteolvidar.Conocióentoncesesacosahorrible:lamujerentregándosesinpasión.Conocióesehorroryesainmundicia.Supoloqueeselbesoqueseda,ydelcualnosesienteeleco.Elabrazoqueseda,ydelcualnosesienteelestremecimiento.¡Sufrióelmáshorribledelosdolores!

***

UnahermosamañanaVíctorsedirigíaasuoficinacomoquiensedirigeaunsuplicio.

Nuncasehabíasentidotansobresaltado.Pordosvecestuvieraquedetenerse,llevándoselamanoalcorazón,comosi

tratasedecontenersuslatidos.Pordosvecessedijoasímismo:

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—¿Quéseráesto?¿Quétengoyohoy?Estabaexacerbado,nervioso,inquieto.Sentíasesinfuerzas.Unavagacobardíalerobabatodaenergía.Ocupósupuestoenelescritorioysepasólamanoporlafrente.Unsudorfríolehumedecíalassienes.Había tal expresiónde sufrimientoen su rostro,queunode los empleados

quetrabajabanasuladolepreguntó:—¿Estáustedenfermo?Víctorrespondió:—Unpoco.Elempleadoreplicó:—Hacetiempoquenoandaustedbien.Poco después llegaron algunos empleados de la casa, y Víctor intentó

ponersealtrabajo.Fueunsuplicio.Laplumalecaíadelasmanos.Altomarunlibroalgopesadodeencimadeunestantelodejócaer.Losdedosseleabrían.Sinembargo,noqueríaretirarse.Yanoeralaprimeravezquebajoelpretextodehallarseenfermoabandonara

laoficina,yleparecíaqueestoerademalefectoentrelosdemásempleadosy,sobretodoentrelossuperiores.

Efectivamente,undíaque lehabíapedidopermisoalCajeropara retirarse,pretextandohallarseenfermo,elCajeroledijeraenuntonoqueaVíctorlehabíaparecidodecensura:

—Sí,señor,puedeirse.Perocuídese.Elqueestáenfermosecuida.Así fue que no quiso solicitar un nuevo permiso, y decidió llevar la cruz

hastalacumbredelCalvarioenaqueldíadeperturbación.Cercade lasdiez,elCajeropasócon lasmanosen losbolsillosyelgorro

puesto.Todosselevantaron.Éldijo:—Buenosdías.Yentróensudespacho.Enaqueldíatodofueronidasyvenidas,queacabaronporaumentareltemor

Page 483: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

deVíctor.Lamenorcosalesobresaltaba.Alasonce,unempleado,llegandocercadelamesadeVíctor,ledijo:—ElseñorGerentetienequehablarle.Víctorsepusointensamentepálido,yexclamódejandocaerlapluma:—¡Amí!Elempleadohizoungestoambiguo,comoelqueignoraelasuntodequese

trata,ysealejó.Víctor temblaba. Todo su cuerpo parecía conmovido por un terrible

escalofrío.AntesdeveralGerenteprocuróserenarse.—¿Quéserá?¿Quéhabrápasado?Enlapuertadeldespachopidiólicenciatímidamente:LavozdelGerenterespondiódedentro:—Adelante.Víctorentró.El Gerente, que estaba solo, le dijo rápidamente lo que deseaba, casi sin

mirarle.Un observador perspicaz notaría, sin embargo, que el Gerente procuraba

disimular,fueseloquefuese,yquesuaparenteindiferenciaeraelresultadodeunaestratagema.

PeroVíctornolonotó.Todasulucidezdeotrasvecesdesaparecíabajoeltorbellinodesusalarmas.ElGerenteibaapartirparaInglaterraaverseconunodelosmásimportantes

sociosdelCréditoArgentino.DentrodealgunashorastomaríaeltrenparaBarcelona,dondeseembarcaría

paraLondres.Víctorseatrevióapreguntar:—¿Pormuchotiempo?—No,unosquincedías.Talvezunmes.Nocuentodetenermemás.Entretanto,Víctortendríaqueencargarsedeciertostrabajosextraordinarios

enlacasa.Después le dio instrucciones, notas, papeles, disposiciones de hombre de

negociosqueseausentayquieredejartodaslascosasenorden.PorfinelGerentelealargólamano,diciéndole:—Hastalavuelta.

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Y sin soltarle la mano, con gran afabilidad, le repitió algunas de lasrecomendaciones que antes le había hecho. Nunca el Gerente había sido tanafectuosoconVíctor.

Alsalirdeldespacho,Víctorsonreíasatisfecho.De repente su mal y su angustia se disiparan, dando lugar a una alegría

expansiva.Lo que acababa de pasarle, parecía haber disipado por mucho tiempo los

peligrosdesusituación.Elhechode ausentarse elGerentedejándole enunpuestode confianza, le

dabalailusióndelaimpunidad.Abrigóporunmomento en su espíritu el absurdodeque el desfalcode la

caja,losfalsosdocumentos,losfalsosrecibos,nuncaseríanreconocidos.A pesar de ser esta una suposición inaceptable, la aceptó voluntariamente

para su sosiego, como quien se burla voluntariamente para embeberse en lasfuentesdelailusión.

Enfin,lapartidadelGerenteparaLondreseraunatregua.Ibaapodervivirsinagonía,amarsinsobresalto,dormirsincuidados.Sus días correrían tranquilos, sus sueños no serían turbados por horribles

pesadillas.Sus amores, sus horas de pasión, no serían turbadas por la interposición

constantedesuscruelesafanes.Sevolvióasumesaysesentó;perosianteseltemor,ahoralaalegríanole

dejabantrabajar.AlaunaelGerentevolvióapasarporlasoficinas.SeacercóalamesadeVíctor,ypusosobreelvadeunpequeñomanojode

llaves.—Aquítieneusted.Adiós.Eltrensalealastres,yaúntengoalgunascosas

quehacer.Salióapresuradamente.EsteincidentecontribuyóaexaltarmásaVíctor.Sentíase dueño de la casa, de la caja, casi de la considerable fortuna del

CréditoArgentino.Tuvolaimpresióndequetodoaquelloerasuyo,solamentesuyo.Fueunaembriaguez.¡Quéfelicidadlavidaasí!¡Lavida,conaquellafuentederiquezas!

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Peroeraunsueño.Loquenoeraunsueñoeraqueélpodríaencontrarsedentrodepocosoloen

elescritorioconlacajaasudisposición,conlacajallenadeoro.Entonces se puso a meditar una serie de noches radiosas con Paca la

Gallarda.Nochesdeamorfelizycolmado.Ylaideavanidosa,abrigadadurantemuchotiempo,defundirelhielodela

cruel indiferencia de Paca la Gallarda, ofreciéndole en un beso aquel lindobrillantequetantolatentaraundíaenelescaparatedeunjoyero.

Seríarealmentedeunefectoencantador.Yagustabaelplacerdeverlaintrigadacuandoél,mostrándoleelestuchede

terciopeloenvueltoenvelludocarmesí,ledijese:—¡Vamos!¿Aquenoadivinasloquehayaquídentro?Yella,todavíaindiferente,peroyacuriosa,lerespondería:—Nosé.Cualquiercosa.PorquePacasospecharía,primeramente,queeraalgúnregalillosinvalor.Despuéséldesenvolveríaelestucheyloabriría.Yella,alverrutilarelbrillante,nopodríamenosdeexclamar:—¡Ah!¿Cómohascompradoeso?Ylemiraríaconternura,conlaternuradelosprimerosdías.¡Y después cuántos placeres no le aguardaban en los brazos de la mujer

querida!¿Porquénohabíadeproporcionárselosaquellanochemismo?¿Porquéretrasarunplacerqueatanpocacostapodríalograrse?Eracuestióndetomaralgúndinerodelacaja.¡Delacajaquerebosabadeoroybilletesdebanco!Víctorsentíaseposeídodeunaimpacienciafebril.Quería correr inmediatamente a casa del joyero, comprar la sortija que

ostentabaelhermosodiamante.Presentarse en casa de Paca, ávido de sus caricias, las caricias del

reconocimiento.Eranlasdos,yelescritorionosecerrabahastalascinco.¡Todavíatreshorasdeespera!¿Peroporqué?¿Quiénleimpedíasalir?ElGerentehabíapartido,yelserviciodelescritorionourgía.

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Selevantó,cerróloscajonesdesumesa,ydijoaunodelosempleados:—VoyalBanco.Nosésimeentretendré.Después, entrando en el despacho, donde estaba el pesado cofre de hierro,

sacólasllavesdelbolsilloysedispusoaabrirlo.Enaquelmomentoleparecióoírunleveruido,ysevolvióbruscamente.Eldespachoestabavacío.Aquelloletranquilizó.Sinembargo,almeterlallaveenlacerraduradelcofresumanotemblaba.Precipitadamente abrió la puerta de hierro, y sacó un abultado fajo de

billetes.Erandequinientaspesetas.Losojeóconafányseparóalgunos.¿Cuántos?Noloscontó.¿Porqué?Elmismonolosabía.Siempretrémulo,agitado,casifebril,guardoselosbilletesenelpechocomo

unladrónquetemesercogidoantesdehaberseapoderadodelrobo.Despuésdejóelfajodebilletesenelfondodelcofre.Enaquelinstante,¡tac!Unestallidosúbito.Víctorsevolviórápidamente,teniendoaúnlosbilletesenlamano.EnlapuertadeldespachoestabaelGerenteconlosojosclavadosenél.ElGerentenopronuncióunapalabra,nohizoungesto.Estabaenlapuerta.Inmóvil,mirando,conunamiradaterrible.Diríasequenoeraél,sinosuestatua.Víctor, que no pensara un solo momento en disimular, se volvió

bruscamente,haciendofrentea laamenazadoraaparición,comoelhombrequesesienteacometido.

Enaquelmomentosufisonomíanoexpresabadebilidadnimiedo,sinounacosaúnica,resuelta,feroz:defensa.

Noeraelhombre,eralafierasorprendida.¿Quéibaapasar?Impasible,conelsombrerodecopaenlacabezaylasmanoscruzadasala

espalda,elGerentedijoenuntonodevozqueaVíctorleparecióqueveníadeunmundodiferente:

—Noseasuste.Yoyalosabía.

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Víctornosemovió.

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P

CAPÍTULOV

UNAMIGOANTIGUO

ERDÓNENOS el lector que, antes de pasar adelante, nos detengamos apresentarleunnuevopersonaje.Supapelenestahistoriahadeser tan importante,quenopodemosdejarle

pormástiempoenlaobscuridad.TrátasedeunamigodeVíctor.Amistadselladaenundíadenegramiseria.Sehabíanconocidoenunbancodeunpaseounanocheenqueningunode

losdosteníaasilo.Desdeentoncesfuerongrandesamigos.Ladesgraciaunesiempremásqueladicha.Apesar de su amistad, solíanpasar grandes temporadas sin verse, hasta el

momentoenqueVíctorsepusoenrelacionesconPacalaGallarda,porquedesdeentoncessevierancasidiariamente.

Aquel hombre conocía a Paca, y hasta podía decirse que tenía una graninfluenciasobreella.

InfluenciamisteriosaypormuchotiempoincomprensibleparaVíctor.Decimospormuchotiempo,porqueenelmomentoenquepresentamoseste

personajeanuestroslectores,acabadecontarsuhistoriaaVíctor.SalíanjuntosdecasadePaca.De pronto Vicente Vellido, que caminaba al lado de Víctor, exclamó,

poniendounamanoenelhombrodesuamigo:—Hallegadolahoradelasconfidenciasíntimas.Víctorlemiróconextrañeza.Elotrocontinuó:—Convienequemeconozcastalcualsoy,sinqueignoreslomásmínimo.Víctorinsistióconlacabeza.VicenteVellido,despuésdeunapausa,dijoasí:—Desdequenosconocimosjamáshubosecretosentrenosotros;perotefalta

conoceralgunosdetallesdemivida,yquierorevelártelos.

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Dichasestaspalabras,sacóuncigarroyloencendió.Después, cogiéndose del brazo deVíctor, se puso a hablarmuy despacio,

comosiquisieragrabarleensumenteunaporunatodassuspalabras.Nosotros haremos gracia al lector de estas confidencias, que en sumayor

parte carecen de importancia, y nos limitaremos a dar a conocer la partemásimportante.

Aquelhombre,comohemosdichopocoantes,sellamabaVicenteVellido.EranaturaldeCastellón,enelreinodeValencia.Había recibido una educación bastante esmerada, y sus padres eran tan

honradosquenadiepodíaecharlelamenorcosaencara.Cuando llegaba a la juventud,Vellido había tenido la desgracia de quedar

huérfano.Entoncessededicóacorrerelmundocomoviajantedecomercio.Teníaveinteaños,ysehallabaenParíscuandoseencontróenelBosquede

Boloniaunajovenhermosísimadelacualseenamoróperdidamente.Aquelcasualencuentrodecidiósuexistencia.En efecto; siguió a la joven, averiguó dónde vivía y no tardó en hallar

maneradeserintroducidoensucasa.Lajovenerahuérfana,yvivíaconunaparientesuyamuyanciana.Vellidosupohacersequererdelajoven,yenpocosmesessecasóconella.Entoncesfuefeliz.¡Soloentonces!Perosudichanofuelarga.Lamujerquesucorazónhabíaelegidoporcompañeramurióaldaraluzuna

niña.¡Quédesesperacióntanhorribleladeaquelhombre!Hubounmomentoenquecuantoslerodeabantemieronquesevolvieseloco.A la primera exaltación sucedió una postración completa, con sombrío

abatimiento.Aquelestadodurómuchotiempo.Incapazdehacernada,deocuparsedenada,descuidótodossusnegocios.Sehallóenlamiseria.Ylamiseriayelhambrevolvieronadespertarsuinteligencia.Miróenderredoryviounatiernaniñaqueletendíalosbrazos.Teníalasmismasfaccionesdesumadre.Alosdosañosseleparecíamucho.

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Y aquella encantadora criatura, su hija, su sangre, volvió a darle laconcienciadelavidaydeldeber.

Eranecesariovenceraquelabatimiento,sacudiraquelidiotismo,cesardeserestúpidoyvolveraserhombreparaalimentarla.

Peroerademasiadotarde.Lascasasdecomercioqueantesleayudabanyleconfiabansucrédito,ahora

lecerrabanfríamentesuspuertas.Lashabíadescuidadodurantemuchotiempoyotroocupabasupuesto.Encuantoalosclientes,huíandeaqueldesgraciadocuyosservicioshabían

buscadoantescontantoempeño.Confundíanladesesperaciónconlalocura.Loshombresnodeseanlacompañíadeotroquenosepaahogarsudolor.Se le tilda a uno de loco por haber querido mucho a una mujer, a una

compañeracariñosa.Aquel desgraciado no encontraba destino en ninguna parte, ni pan para su

hija,solamenteporestacausa.Entodaspartesrecibíalamismacontestación:—Debeustedvolverasupaís.Comosipudierahacerloapie,sinuncéntimoyconunaniñaenbrazos.Hubiera,talvez,mendigadoporelladuranteelviaje.Pero en Francia a los mendigos les aprisionan y les quitan sus hijos los

gendarmes.Decidió,pues,quedarseenParís,o,pormejordecir,sevioforzadoaello.Entoncesconociólamiseria.La espantosa y horriblemiseria en un país extraño, donde le consideraban

comounparia,comounapestado.Enaqueltiempoaprendióaodiarasussemejantes.Sintió nacer en su corazón odios implacables y una terrible necesidad de

vengarsedelasociedadquetanmalletrataba.

***

VíctoroíaensilencioelrelatodeVicenteVellido.Lasemejanzadeaquellahistoriaydelasuyaleatraíaycasileespantaba.

Elotro,mirándolefijamenteydeteniéndose,exclamó:

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—Túhaspasadoporsituaciónmuysemejantealamía.Losé.Poresoeresmiamigo.¡Perotúnoteníasunahija!

Víctorbajólacabezaynodijonada.VicenteVellido,volviendoacogersedelbrazodeVíctor,hablóasí.—Almismotiempoqueestossentimientosdeodioydevenganzacontrala

especiehumana,micariñopormihijaaumentabacadadía.Sientoncesnoapeléalsuicidioparaponertérminoamismales,fuepormihija.Porellayparaellateníalaobligacióndevivir.

Callóunmomento,encendióotrocigarroycontinuó:—Al fin hallé un compatriota que, apiadadodemi situación,me costeó el

viajedeParísaMadrid.AquelcaballerosellamabaelDuquedeOrdax.—¿ElpadredePaca?—No.—Ellamehadichosiempre…—Puesellatehaengañado.—¿Quéinterésteníaenello?—Nodecirtequiénerasuverdaderopadre.—¿Leconoceentonces?—Sí.—¿AcasoPaca…?—Esmihija.—¡Tuhija!—¿Tesorprende?—¡Ynohadesorprenderme!¿PeroporquélavozpopulardicequePacaes

hijadelDuquedeOrdax?—PorquecuandoregresamosaMadridveníamosentrelaservidumbre,yala

gente le pareciómejor que la niña fuese un lío del amo, que no una hija delcriado.

Despuésdeestaspalabras,losdoshombresguardaronsilencio.Parecíanagobiados,elunoporlosrecuerdos,elotroporlasrevelacionesque

acababadeoír.Caminaronmuchotiempoensilencio,elunoalladodelotro.Depronto,Víctorpreguntóasuamigo:—¿Cuálhasidotuvidadespués?—Unavidallenadeaventuras.ElDuquedeOrdaxfuenombradoministrode

España enChina, y yo le acompañé allí.Megustan los países cálidos, soyde

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naturalezaaventurera.Confié,pues,amihijaaunapobremujer,parientademimadre,ymeprometíhacerrápidamentefortuna,decualquiermaneraquefuese.EnChinanotardéendejarelserviciodelDuque.Comencéatrabajarporcuentapropia en el comercio de negros, hombres y niños, los cuales se vendenmuycaros a los persas.Conducía numerosos rebaños de bestias humanas de uno aotro país. Oficio duro y hasta terrible bajo un cielo implacable, en medio deáridos desiertos, en los que mi escolta y mi tropa de esclavos morían comomoscas.

Sedetuvoparacobraraliento,ydespuéscontinuóelrelatodesusaventuras.Eralasuyaunahistoriadeluchadorllenadeincidentesdramáticos.Todoeldineroqueenaquelrudooficiohabíaganado,yfueramucho,Vellido

locambiabaalllegaralacosta,enunacasadecomercio,porbuenaslibranzas,queremitíainmediatamenteaMadrid.

Detardeentardeteníanoticiasdesuhija.Siempremuyraras.Nopodíamenosdesucederasí,dadalavidaerrantequellevaba.Perounañodejóderecibircartasuya.Seapoderódeélunmiedohorrible.¿Sehabríaperdidolacarta?Con esta duda, que le partía el alma, vendió los últimos valores que le

quedabanysehizoalavelaparaEuropa.LlegóaTriesteconcincomesesderetraso,despuésdeunatravesíahorrible

conabordaje,naufragioeincendio.DeTriestepasóaEspaña.LlegóaMadrid.Fueacasadelaparientaaquienhabíaconfiadosuhija.Lapobremujernoestaba.Habíamuerto.Preguntóalosvecinosporsuhija.Laancianahacíacercadedosañosquehabíamuerto,ylaniñaestabasolaen

Madridsinrecursos.Lassumasenormesque leenviabasupadrese lasdirigíaa ladifunta,y la

niña,despuésdesumuerte,nohabíapodidocobrarlas,porsermenordeedad.Alaspreguntasafanosasdelpobrepadre,losvecinosledijeronquelaniña

habíaabandonadolacasayquecreíanquesehallabaenSevillaconunafamiliaquelahabíarecogido.

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Sin detenerse a arreglar sus asuntos, Vicente Vellido tomó el camino deSevilla.

Recorrió la hermosa ciudad delGuadalquivir buscando a la familia, cuyasseñaslehabíandado.

Peroapesardesustrabajosexploratorios,noconsiguiódarconsupista.Tuvoentoncesdíasnegrosdedesesperación.¿Dóndeencontrarla?Despuésdetantosañoshabríacambiado,yauncuandolaviesequizánola

reconoceríaya.Buscóportodaspartes,avizorado,afanoso,comounperroquehaperdidoa

suamo.Corrióatodoslossitiospúblicosdondesereúnenmujeres.¡Quéséyocuálessuvida,despuésdetantosañossinverla!¡Quizásfuesebeata!Yanteestaidea,registrótodaslasiglesias.Quizásseaaficionadaalteatro,ylosrecorriótodos.AsípasédosmesesenSevilla,hastaquedesesperadodilavueltaaMadrid.¿Habríamuertodealgunaenfermedad?Ideashorriblescruzabanpormicabeza.UnanochesemeocurrióiracenaralCafédelGallo.Acababadeservirmeelmozounaraciónderiñones,cuandounaparejavino

asentarseenlamesapróximaalamía.Levantólacabeza.¡Eraella!¡Eramihija!¿Peroquiéneraaquelhombrequelaacompañaba?Sentíqueunamanodehierromeoprimíaelcorazón.Aquelhombretúlohasconocido.EraelExtremeño.Vellidocallóuninstanteparavencersuemociónyreanudarsusrecuerdos.CuandorecobrólacalmadijoaVíctor:—Sí,eraPaca,hermosa,alta,encantadora,admirable.Paca,aquientodosllamabanlaGallarda.Presintieraquehabíadeserhermosaalgúndía,puesseparecíaasumadre,la

únicamujeraquienhequerido,yasíeraenefecto.EnAsia, durantemis largos viajes, y por la noche bajomi tienda de lona

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levantada sobre lamovible arena, pensaba enmi hija, en aquella hija adoradaquehabíadejadoenMadrid.

La veía crecer y desarrollarse, y hasta seguía cuidadosamente los cambiosqueeltiempoimprimíaensusemblante.

¡Siempremicariñomelapintabahermosayencantadora!Pero nunca había soñado que fuese tan bella como se apareció amis ojos

aquellanocheenelCafédelGallo.¡Erasumadre!¡Sumadreperfeccionada,idealizada!¿Cómohepodidoserpadredeunacriaturatanhermosa,yoquesoytanfeo?Lanaturalezatienecosasbienraras.Cobró aliento, y después, apoyando su mano sobre el hombro de Víctor,

exclamó:—Túcreerás, tal vez, quemeacerqué amihija; que la estreché entremis

brazos,quelacubrídebesoslasmejillas.Puesnadadeeso.Nomeconoceríassilohubiesespensado.Yatehedicho,yvuelvoarepetírtelo,quenoesesemicarácter.Soymuyespecial.Sientoysufro,quieroyaborrezcosindarloaconocer.Hayenmíunavoluntaddehierro.Teníaciertosproyectosacercadelporvenirdemihijaynoqueríaecharlosa

perder.—No,yonoquería llamar laatenciónsobre lapersonadeVicenteVellido,

afortunadamenteolvidadodetodos,ymuchomenossobreelhombrenuevoquemeproponíaserdesdeaquelinstante.

Melevantéysalíalacalle.EsperéenlapuertadelCafé.Despuésdeunahora,Pacaysuacompañantesalieron.Meocultéparaquenomeviesenylosseguíadistancia.Averigüé de esta manera dónde vivía mi hija, y al día siguiente, por la

mañana,mepresentéensucasa.Pacaalprontonoparecióreconocerme.Memiróindecisa.DiezañosenAsia,enaquellasselvasdesiertas,cambiancompletamenteaun

hombre.

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Ademásllevabatodalabarba,ynolateníacuandomeseparédeella.Sindejardeobservarla,ledije:—¿Nomeconoces?¡Soytupadre!Nosedesilusionómucho,almenos.Esbastantedueñadesíparavenderse.

Lanzóungritodesorpresaymeabrazó.Vellidobajólavozycontinuó:—No estoy seguro de quemi hija me quiera.Mi vidamisteriosa, que no

conocerá jamás, le inspiraciertaespeciederespeto.Adivina tambiénenmíunserterrible,ymeteme.¡Quémeimporta,despuésdetodo!Yolaquiero,yesomebasta.¿Notesucedeatilomismo?

Víctorbajólacabezasincontestar.Elotrocontinuó:—Sehaqueridoestablecercategoríasdentrodelamor:elamorpaternal,el

amor maternal, el amor filial, el amor de esposo y el de amante o querida.Denominaciones tontas. La palabra amor no admite adjetivos. Por sí sola, sinaditamentos, dice todo cuanto tiene que decir: abnegación, sacrificio,renunciacióndesímismo…

LavozdeVicenteVellido,deordinarioásperaygutural,teníaentonacionesmuydulcescuandohablabadesuhija.

Sefatigabayseveíaacadaratoobligadoainterrumpirsunarración.Estavez,despuésdealgunosinstantesdereposo,añadió:—ExcusodecirtequeenaquellaprimeravisitaPacamerefiriósuvida.La

muertedelaparientaconquienvivía,suorfandad,sumiseria,ylanecesidadenque se viera de echarse en brazos de unprotector. Ella le llamaba así. Aquelprotectortúlehasconocido,eraelExtremeño.Eldolormásgrandedemividalo experimenté entonces, al oír de labios de mi hija esta confesión, que mellenaba de vergüenza. Además, yo había soñado, y aún sueño para Paca unporvenirmuchomejor,ynomeencontrabaendisposicióndecambiarderepentemisproyectos,tanlargaymaduramentemeditados.Entreguéamihijaeldineroqueaúnmequedaba,yleencarguéalmismotiempoquenohablaseanadiedemipresentación.Sialguienaúnseacordabademí,debíacreermemuerto.Estomeimportabamucho.Hayenmividamásdeunmisterio,ymeimportamuchoqueseme tengapormuerto.Perodeestomepropongohablartemásadelante.Lo importanteesque todosmecreanmuerto.Elantiguoviajante,elmiserableque recorría las callesdeParísydeMadridmendigandounpedazodepan, elaventurero que más tarde se había dedicado a la trata de negros, habíadesaparecidoenmediodelaarenadeldesierto.

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Hizounapausaycontinuó:—Después, tú has venido a mezclarte en la vida de mi hija. Cómo eso

sucedió, no he de contártelo, tú lo sabesmejor que yo. Tú te has enamoradociegamentedePacaytehasarruinadoporella.

Víctorsedetuvosorprendido:—¿Cómosabes?—Noteimporta.—¿Peroquiénhapodidodecirte?…—Nadie.¿Acasosoyyoimbécil?Mehabastadoverteparacomprender.Víctorbajólacabezaymurmuróconabatimiento:—Sí,estoyperdido.VicenteVellidoleasiódelbrazoylesacudióconfuerza:—No,noestásperdido.—¿Porquémediceseso?—Porqueesnecesarioquetedispongasaluchar.—Imposible.—Paraunhombreresueltonohaynadaimposible.Víctor,queempezabaaentreverunaesperanza,murmuró:—Puesbien,¿quédebohacer?—VolveralacajadelCréditoArgentinoeldineroquehastomadodeella.—¡Perosinolotengo!—Lobuscas.—¿Ysinolohallo?—Lorobas.Yalpronunciarestaspalabras,VicenteVellidoestabaterrible.Eleuropeohabíadesaparecidoparadarpasoalsalvaje,alhombre-bestia.Eltratantedeesclavossepresentabaderepenteentodasubrutalidad,entoda

subarbarie,entodosuhorror.Se le veía a través de los desiertos y de las selvas, defendiéndose con los

dientesyconlasuñasdelosreptilesydelasbestiasferoces,yestrangulandoalesclavoque,hartodesufrir,serebelaba.

Víctor caminaba al lado de aquel hombre con la cabeza baja, sumido engravesmeditaciones.

Las palabras de Vicente Vellido le producían un extraño efecto al pensarsobreellas.

¡Volvereldineroalacaja!

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¡Robar!¡Siemprerobar!Despuésdeunmomento,VíctordijoaVellido,queguardabasilencio:—Teconozcolobastanteparasaberloqueentuslabiossignificaelconsejo

quehaceunmomentoacabasdedarme,referenteaqueintegreenlacajadeelCréditoArgentinolascantidadesqueenmalhorasustraje.

Víctor hizo una pausa, esperando, sin duda, que el otro dijese algo; peroviendoquecontinuabacallando,prosiguióasí:

—Notepreguntarétampococómohasllegadoaposeermisecreto.Perosítepreguntaréloquehasimaginadoencuantoalosmediosparahacersedueñodeesedinero.

Vellidosonriódeunamaneraextraña.—Veoquemehascomprendido.Víctorcontestó:—Sí, tehecomprendido;peroelque tehayacomprendidonoquieredecir

queteobedezca.—¿Quétemes?Víctorvacilóantesdecontestar:—Queseademasiadoterribleloquevasaproponerme.—Por muy terrible que sea creo que no debes vacilar. Ya lo sabes, si no

devuelvesesacantidadteesperaelpresidio.Víctorcalló.Vellido,cogiéndoledelbrazo,lehizoentrarenunataberna.Sesentaronaunamesa,yenvozbajaVellidoempezóaexponerlesuplan.AjuzgarporelgestodeVíctor,debíaserterrible.

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H

CAPÍTULOVI

CONAGUAHASTAELCUELLO

EMOS suspendido nuestro relato en elmomento en que el Gerente delCréditoArgentinosorprendíaaVíctorsustrayendounanuevacantidadde

lacaja.Fueaquelunmomentoterrible.Sehizounalargapausa.VíctormirabaalGerentecomomagnetizado,yeste,asuvez,noapartabalos

ojosdeVíctor.¿Quéibaasucederallí?¿Quépasaría?Cerrandolentamentelapuertadeldespacho,elGerenteadelantódospasos.Conlavozdura,fríayhostil,preguntó:—¿Cuántodineroharobadoustedahora?Víctornorespondió.Nopodía.Unnudoleapretabalagarganta.Losesfuerzosquehizoparahablarfueroninútiles.Todasuenergíaparecíahaberseconcentradoenlosojos,sombríos,feroces.Eraelsuyoelmirardeltigreacosado.ElGerenteinsistió,frío,imperativo:—¿Cuántoharobadoahoradelacaja?Dejandocaerlosbrazosenunaactituddeabandono,Víctorbalbuceó:—¡Nosé!PeroelGerentenoparecióoírle,porqueyaimpacienteexclamó:—Vamos,liquidemosesteasunto.Nomehagaustedperdereltiempo…AnsiosamenteacudióestafrasealoslabiosdeVíctor,comosieltemordelo

queibaapasarlerestituyesesuenergíaparadefenderse.—¡Peroquéintentaustedhacerconmigo!ElGerente,implacable,respondió:—Loqueyointentohacer,austednoleinteresa.¿Cuántodineroharobado

ustedahora?

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Víctorbajólacabezaanonadado:—Nosé;yahedichoquenolosé.—Bueno;puesyolosé.Ysacandolentamentedelbolsillounpapel,ypasándoleunarápidamirada,

añadió:—Hastahoy tieneustedrobadoa lacaja,segúnelúltimobalance,seismil

pesetas.Ydespuésdeunapausa,conserenidad,comoquienexponeunnegocio,el

Gerentecontinuó:—Vacomprendidaenesta suma lacuentadeAntónVázquezyCompañía,

queusteddijoquehabíapagadoynopagó.Víctornorespondió.ElGerente,acercándosemás,prosiguió:—¡Vamos!¿Cuántohasustraídoahora?Restituyaalmenosespontáneamente

eseresto.Conunmovimientobrusco,dealucinado,Víctorhundiólamanoderechaen

elbolsillo,ysacóunfajodebilletesquearrojósobrelamesa.Despuéssequedóinmóvil.ElGerente,conuntonodeamenazadoraironía,ledijo:—¿Esesotodo?Mireustedbien.Busqueustedenelfondodelosbolsillos.Víctor obedeció, y sacó algunos billetes más envueltos con papeles y

monedasdecobre.ElGerentemurmuró:—¡Cienpesetasmás!Todoesdinero.¿Yen losotrosbolsillos?Mireusted

enlosotrosbolsillos.ConlavozalteradaVíctorrespondió:—¡Notengomás!—Mireustedbien.—Notengomás.ElGerentesonriócruelmente:—Vamos,tendréquellamaraalguien…Víctorsellevólasmanosalacabezasuplicando:—¡PoramordeDios!¡PoramordeDios!—Perfectamente,enseñeusted losbolsillos.Rápidamente,Víctor seacercó

alGerente,comoquienseentrega,ydijosuplicante:—¡Mireusted!¡Vea!Notengomás.

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ElGerentenoreplicó.Sinalterarse,tanlentaytranquilamentecomoloharíaencualquiersituación

normal,sepusoacontarlosbilletesqueVíctordepositarasobrelamesa.Elsilencioeratrágico.EntrelosdedosdelGerente,losbilletescorríanrápidos.Después de haberlos contado, elGerente tomó una pluma y trazó algunos

números.Luego,dejandolaplumayvolviéndoseaVíctor,ledijoconfrialdad:—Conlasseismilanteriores,sonochomilpesetassustraídasalacaja.YmirandoaVíctor,queapenasalentaba,añadió:—¿Cómopretendíapagaresto?FueunrayodeluzparaVíctor.Porunmomentosecreyósalvado.Elpeligroseconjuraba.Pagaría.¿Porquéno?Pagaría,costaseloquecostase.¡Pagaría!Haríasacrificios,viviríaconloestrictamentenecesario.CortaríasusrelacionesconPaca.Pondríatérminoaaquellalocura.¿No había ejemplos de hombres que, después de haber cometido grandes

faltas,consiguieranrepararlasyhacerlasolvidar?Por otra parte, elGerente parecía estar dispuesto a tener tolerancia con la

faltadeVíctor.Él,almenos,locreíaasí.Sinoestuviesepredispuestoalatolerancia,nohabríaesperadoacogerlein

fraganti.Anteriormentelehabríadenunciadoalapolicía.ElGerenteera,sinduda,unbuenhombre.Noquerríaciertamenteperderle.Así, animado por estos pensamientos apaciguadores, contestó con una voz

alborozadadeesperanzas:—Pagaré como usted quiera. ¡Como usted quiera!…Dígame usted lo que

debohacer…Obedeceréciegamente.ElGerentereplicó:—Yaveoquenomecomprende.

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Víctorquedóaterrado.—¡Cómo!ElGerenterepitió:—Sí,nomehacomprendido.Víctorexclamóconangustia:—¿Perocómoquiereustedqueyopague?—Esomeesindiferente.Loindispensableesquepague.Después dijo estas palabras, que cayeron en el oído de Víctor como una

sentenciademuerte:—Ylehacemosaustedestaconcesiónporhonranuestra.Solamenteenun

casoextremoharemospúblicoquesomosrobadospornuestrosempleados.Perotenga usted presente que si no integra en la caja el dinero robado, leentregaremosalapolicía.

EnaquelmomentolafisonomíadeVíctorsufrióunaalteraciónprofunda.Estabalívido,teníalasojerasprofundasymaceradas.Ellabiotrémulo.Desvariadomurmuró:—¡Lapolicía!ElGerenterepitiófríamente:—Sí,lapolicía.Yañadióconfríacrueldad:—Todosearreglapagando.Víctorcerrólospuños.Porsusojospasóunrelámpago.Unafuriasalvajeempezabaaapoderarsedeél.Noveía.Estabaciego.Lavozseextinguíaensugarganta.Enestoseabriólapuerta,yunempleadodijodesdeelumbral.—AhíestáunapersonaquedeseahablarconelseñorGerente.EsteincidentesalvóaVíctor.Unmomentobastóparaquedejasedecometeruncrimen.Unapuertaqueseabría,unavoz,bastaron.Losimpulsossonasí.Lamenorcosalosarrebata.Lamenorcosalosdetiene,loscalma.VíctorcomprendióqueestuvieraapuntodelanzarsesobreelGerente.

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Queestuvieraapuntodeestrangularloconsusdedosnerviosos.Mástranquilomurmuró:—Notengoesperanzasalgunasdepoderrepararestafaltaenlascondiciones

que se me imponen. Pero voy a intentarlo. Pagar inmediatamente me esimposible.No tengo recursos, no tengo amigos, no tengo relaciones. ¿Cuándoquierequelepague?

—Enveinticuatrohoras.—¿Mañana?—Mañana.—Tengaustedpiedaddemí.Mañanameesimposible.ElGerentenorespondió.Sufisonomíatomóunaexpresióndeduraferocidad.Empujólapuertayabrió.Almismotiempomurmurabaconunavozfría,helada:—Puede salir. Está libre. Puede hasta huir, si quiere. Tiene veinticuatro

horas. Si al cabo de ese tiempo no ha aparecido, ya sabe…Le entregaré a lapolicía.

Víctordiounpasohacialapuerta.Saludóacobardadoyvergonzoso,ysalió.Lapuertaquedóbatiendotrasél.

***

Víctorsalióloco.Eranlascincodelatarde.Eldíaerahermoso,ylagentellenabalascalles.Latemperaturaerasuave.Losrostrosdelostranseúntesexpresabanalegría.Todalagentequepasabaparecíafelizycontentaenaqueldíaespléndido.Víctornosabíabienadóndeiba.Parecíaebrio.Setambaleaba,noveía,nooía.AlsalirdelCréditoArgentinovagóporlascalles.¿Porcuáles?Nopodríadecirlo.

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Deprontosintiólanecesidaddehuir,derefugiarseenalgunapartedondenohubieseimportunos,genteextrañaasudoloryasudesgracia.

Entonces corrió a su casa. Al tercer piso en que vivía, allá por lasproximidadesdelacalleMayor.

Alllegarseencerróensucuarto.Seechósobrelacama,desfallecido,inerte,sinvoluntad.Sedecíaenvozalta,apretándoselacabezaconlasmanos:—¿Quéhacer?¿Diosmío,quéhacer?Nopudiendopermaneceracostado,tantaerasuexcitación,saltódelacamay

sepaseóporlahabitación.Denuevo,asiéndoselacabezaconlasmanos,sedecía:—¿Quéhacer?Aflictivasituación.Lefaltabaelaire.Abriólaventanadeparenpar.Miróalacalle.Sintióunvértigo.Eraunagranaltura.Considerólacalleinmensayvacía,llenadeluz.Laslosasigualesdelaaceraquebrillabanalsol.Porunmomentolepasóporlacabeza,comounrelámpagoqueiluminaun

momentoyluegoseapaga,laideadesuicidarse.Sí;elsuicidioera,talvez,elúnicomedioderesolverlacuestión.Lamuerteliquidatodaslascuentas.Volvióamirarhaciabajo:lacallesolitaria,laaceralisa,igual,ylaideadel

suicidiolevolvióalamente.¡Eraelúnicomedio!¡Elúnico!¿Teníaporventuraalgúnotro?¿Acasopodíaesperarquealguienlesalvase?¿Ydóndeestabaesealguien?¿Dónde?Nopodíahacerseilusiones.Elúnicomedioeramatarse,acabarconsigo,ponerunpuntofinalasuvida

conunpocodesangre.¿Aquéseguirconpasoacongojadodelafortunalamudablerueda?

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Habíadelinquidoynovalíalapenavivir.Delinquiríasiempre.Sudestinoestabaescrito.Lainiquidadsociallehabíaelegidoporunadesusvíctimas.Vivirbajoelpesodeestacondenaeraimposible.Mejorseríamorirprotestando.Peroentornosuyotodoeracomounnuevoestímuloalavida.Elcieloeraazul,elaireperfumado,laspalomassearrullabanenelalerode

unacasacercana.Alolejos,unacharangamilitarpasabatocando.Sintióelhorrordelamuerte,yseapartódelaventanamurmurando:—¡No!¡Morirno!¡Todomenosmorir!Todo:ladeshonra,lacárcel,laexpiación,todomenosmorir.Queríaconocerlavida,gozardeella.¿Comenzabamal?¡Tantopeor!Lavidaestállenadevariedad.¡Quiénsabeloquetodavíaleteníareservadolavida!Se pasó la mano por la frente, y, más sereno, se puso a pensar en su

situación.Loprimeroqueseleocurriófuehuir.Perohuirnoerapráctico.¿Huiradónde?Huireraserencontrado.Entoncespensóenbuscaralguienquelepudieseayudar.Buscóentodalaescaladesusrelacionesdesdesuinfancia.Conocíapocagente,ycasitodasinrecursos.DeprontoleacudióalespírituelnombredeCarlos,elCondedePorta-Dei,

suamigodelainfancia.Salióapresuradamente,ysedirigióalhoteldelaCastellanadondehabitaba

eljovenconde.Lavozletemblabaaldirigirsealmajestuosoportero:—¿EstáelseñorConde?Elportero,antesdecontestar,lemiródealtoabajo.—No,señor,noestá.—¿Sabeustedcuándoestará?

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—Nosé.Yañadió,despuésdeunmomento:—ElseñorCondeestáviajandoporItalia.Víctorpalidecióintensamente.Sepasólamanoporlafrente,ysaliótambaleándose.Elporterolemirócondesconfianza.Volvióasucasa,perdidoelánimoporcompleto.Denuevoseencerróensucuarto,yseechósobrelacama.Leparecíaquedentrodesucabezahabíaungranvacío,comosilehubiesen

extraídolossesos.Nopodíapensar.Pocoapocoanocheció.Lellamaronparacomer.Seincorporósobresaltado.Al enterarse de lo que era, respondió volviendo a dejarse caer sobre las

almohadas:—¡Nocomo!Notengogana.Selevantóysepusoarecorrerlahabitación.De pronto sintió dentro de sí como un rayo de esperanza. Acababa de

ocurrírseleelnombredelaseñoradeNeira.Aquelladamaselehabíamostradosiemprebuenaysensible.Laúltimavez

que le había visto, sorprendiera en los ojos de aquella señora una niebla delágrimascuandoéllecontabasuscuitas.

¿Quiénsabe?Talvezexponiéndolesentidamentelasituación…Tal vez, ante la idea de salvar a un hombre de la cárcel, la señora se

impresionase, y en uno de esos impulsos generosos, tan frecuentes en lasmujeres,resolviesegenerosamenteelconflicto…

¿Quiénsabe?Peroluegoseclavóensuespíritulaconviccióncrueldequenoseríaasí.Eraabsurdo.Pormuy poderosas y sentidas que fuesen las razones que él le presentase,

nunca la señora de Neira, educada en el culto de la fortuna, consentiría enentregarle generosamente una suma que excedía del cómputo de todas lasnecesidadesvulgares.

¡Nunca!Erainútilpensarenello.

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Poreseladonadahabíaquehacer.BuscaralaseñoradeNeiraerainútil.Aquella anciana le respondería evasivamente, alegaría cualquier pretexto

paranodarleeldinero,yélvolveríapeordeaquellatentativa,porquetraeríaundesengañomás.

¿Peroaquiéndirigirse?¿Aquién?¡Inútilesesfuerzos!Estabavencido.Tendríaqueentregarse.BuscaríaalGerentedelCréditoArgentino,ylediría:—¡Aquímetiene!Hagausteddemíloqueguste.Pero hacer esto era condenarse anticipadamente, y con esta idea no le era

posiblereconciliarse.Laideadelsuicidiovolvióaapoderarsedesuespíritu.Entonces, por huir de aquel pensamiento atenazador, que como un

remordimientoleperseguía,selevantóysalió.Unavezenlacallesepreguntó:—¿Adóndeiré?YsedirigióacasadePaca.Queríagozarporúltimavezlasdulzurasdesuamor.Deaquelamorfatalqueleponíaalbordedelabismo.

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P

CAPÍTULOVII

PREMEDITACIÓN

ACAlaGallardanoestabaencasa.Lacriadaledijoqueacababadesalir.

Víctor ya se disponía a dar la vuelta cuando una voz fuerte le gritó desdedentro:

—¡Pasa,Víctor!Tengoquehablarte.VíctorreconociólavozdeVicenteVellidoyentró.Vellidoselevantóalverle.—Vamos a la calle; puede llegar Paca y tenemos que hablar. Te estaba

esperando.Salieron.Laconversaciónquemedióentreellosyalaconocemos.Leshemosdejadoconversandoenunataberna,yallícontinuabantodavía,a

horamuyavanzadadelanoche.Pasaba de las doce cuando se separaron, prometiendo reunirse al día

siguiente.Víctorregresóasucasa.Parecíamásanimado.¿Quéproyectaba?¿QuéideadiabólicalehabíasugeridoVicenteVellido?¿Erasalvadora?¡Talvez!Erauncrimen.Elcrimencomoideayaceenelfondodetodaslasconciencias.Enunasduerme,enotrasvela.Enelespíritudelhombrecriminal,elcrimenexisteantesdeserconcebido.Suadvenimientoesprecedidodeunaconmoción,ycuandoellasurge,surge

elhecho.Unavezensucuarto,Víctorseacostó,peronopudodormirse.A cada momento se llevaba las manos a la cabeza, y murmuraba

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sombríamente:—Vellidotienerazón.Eselmedioúnico.Adoptadaunaresolucióncriminal,esdifícildesistirdeella.Ysienelcrimensecreeencontrar lasalvación,entonceselcrimenparece

inevitable.EstolesucedíaaVíctor.ConvencidoporVellidodelanecesidaddelcrimen,yasolamentelefaltaba

ejecutarlo.¿Cómo?AquíVíctorvacilaba;perocontabaconlavaliosaayudadeVellido.Vellidolodecidiríatodo.Víctornoqueríadeliberaraesterespecto.PerosinquererpensabaenelasuntoqueVellidolehabíapropuesto.Eralacosamássencilla.SetratabaderobaralaseñoradeNeira.Elmarido,D.Román,estabaausente.Vellidoasegurabasaberlo.LaseñoradeNeirasehallabasola,sinotracompañíaniotradefensaqueuna

criada.¡Sola!YsinsaberporquéestaideafijabalacalenturientaatencióndeVíctor,como

unpuntoluminosolavistadeunsonámbulo.¡Sola!¿Quédebíahacer?Nolosabíabien.Deprontolepasóporlaimaginaciónunaextrañasospecha.¿PorquéVellidoestabatanenteradodeladisposicióndelpisoquehabitaban

losseñoresdeNeira?Éllehabíadichoqueloconocíaperfectamente.¡Yloraroeraeso!¿CómoVicenteVellidohabíapodidointroducirseenaquellacasa,tancerrada

atodoelmundo?Yquesehabíaintroducidonoteníaduda.VicenteVellido había llegado hasta el extremo de decir que podía hacerse

conunallave.¡Tanfácilysegurahabíapresentadoaquelhombrelaejecucióndesuplan!

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Víctornodurmióentodalanoche,nipudoarrojardesuespíritulaspalabrastentadorasysombríasdelqueacababadepresentárselecomoelpadredePaca.

Alantiguonegrero,encambio,lehabíasucedidotodolocontrario.Durmieraconelsueñotranquilodetodaslasnoches.Alamañana,cuandosedespertó,sepusoacombinarfríamenteelgolpe.Hacíayamuchotiempoqueélmeditabaporsucuentauntientoalaviejade

Neira.Nohabíaexplicadolasrazonesporlascualespreferíaaquelnegocioaotros,

perodebíanserpoderosas.Eraunasuntoqueveníaestudiando.TodaslasdificultadesqueVíctorlehabíapresentado,VicenteVellidoparecía

tenerlasyaresueltasdeantemano.Decíamosquealamañanasiguientesuprimerpensamientofueparaelgolpe

alavieja…Pensóenlamaneradeasegurarlobien.Por regla general, el hombre criminal no elige libremente la forma de

cometersucrimen.Laimponeeltemperamento.En el crimen, aun en hombres como Vicente Vellido, todos los actos

obedecenalosimpulsos.Almismotiempoquecombinabasucrimen,Vellidoveíaantesusojosuna

manchadesangre,yfueensangredondeamasópocoapocounaforma.Loprimeroeraarmarse.¿Peroconquéarma?Vellidoconcedióaestepuntolargameditación.Unarmadefuego,unrevólver,eracomprometedor.Lasarmasdefuegosonescandalosas.En la laboriosa ideación de su crimen estaba comprendida la impunidad,

pensamientoqueacompañaatodosloscrímenescomounestímulo,yelarmadefuegoeraunadenuncia.

¡Unafaca!Enaquelinstante,susmanosparecíanasirelpomodeunafaca,yVellidovio

asombradosobresumesaunafaca.¿Quiénlahabíapuestoallí?¿Estaríasoñando?Aquellafacaparecíacosadepesadilla.

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Seaproximócomoquienseaproximaaunasombra.Lafacanosedisipócomovisióndeensueño.Existía,erareal,estabaallísobrelamesa,auténtica,verdadera,consuhoja

resplandecienteysumangodecuerno,húmedaaúndelcontactodelasmanosdealguien.

Unmillóndeideasperturbadorasleasaltaronelcerebro.Laaparicióndeaquellafaca,coincidiendotanlógicamenteconlanecesidad

queVellidoteníadeellaparapracticarelcrimenquemeditaba,loaterrócomolaaparicióndeunespectro.

Nadadeaquelloeranatural.Peroporotroladolafacaestabaallí,existía,conlasproporcionesnormales

deungrancuchillodecocinaysinningunaaparienciamentirosa.Vellidonopudomenosdedecirse:—¿Perocómovinoestafacaaquí?Entonces,restituidoalarealidadporlaevidencia,pensóquehabríandejado

lafacaallíolvidada.Talvezlacriadaquearreglabaelcuartoladejaríaallíalvenirdelacocina,

queeraadospasos,otalvezsehubieseservidodeellaparacualquierusoyladejaríaolvidadasobrelamesa,entrelospapelesyloslibros.

Debíaserunadeesascosas.La faca no había caído del cielo, no fuera traída por ningún mensajero

misterioso.Lacoincidencia,sinembargo,aúnlesobresaltaba.Era extraño que aquella arma se le apareciese precisamente cuando él la

necesitaba.Sediríaquecircunstanciasfatales lahabíantraídoallí,comoparaayudara

cometerelcrimen.En presencia de aquella singular casualidad creyó en la intervención del

Destino, disponiendo las cosasmisteriosamente para guiar a un punto fatal lavidadeloshombres.

¡Erainconcebible!Tomólafacaylaexaminódetenidamentecomosifueseobjetoparaélnunca

visto.Perocomoalfinaldecuentas,aquellafacaeracomotodaslasfacas,desechó

desuespíritutemoresysuspicacias,ylaaceptócomoinstrumentodesucrimenfríayreflexivamente.

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Lafacateníaelmangodecuerno,sujetoportresgruesosclavosdecobre.Cuandoblandíaelarma,lahojavacilabaunpoco.Taldefectolohabíaadquirido,sinduda,porefectodeunlargoservicio.Serenamente,VicenteVellidoprobóelfilodelafacaenelbordedelamesa.Despuéslablandióenelairefierayfuertemente.Convencido de que la faca era capaz y resistente para el objeto a que la

destinaba, la guardó en el bolsillo de su chaqueta, la cual se abrochócuidadosamente.

Unrelojcercanodiolasdiez.Lamañanaerahermosa.Unsolyaespléndidobrillabaen loscristalesalláen lospisosmásaltosde

lascasas.AutomáticamenteVellidocerrólaventana,tomóelsombreroysalió.Su mano febril palpaba frecuentemente el pecho, sobre el cual sentía la

durezadelarma.Cuandosalía,unavozdemujerlegritódesdeelfondoobscurodelpasillo:—¿Noalmuerzaencasa?Vellidocavilóunmomento.Porúltimorespondió:—No,nocomoencasa.Ylentamente,comohombrequesalealacallesinotroobjetoquetomarel

sol,abriólapuertaybajólaescalera.

***

Losdoscómplices,llamémoslesyaasí,VicenteVellidoyVíctorRey,habíanacordadonovolverareunirseenMadrid,afindeevitarsospechas.

Novolveríanaversehastaelmomentodecometerelcrimenquemeditaban.ElpuntodereuniónseríaunsolarpróximoalacalledeCastelar.Víctor había escrito al Gerente del Crédito Argentino pidiéndole que

ampliaseporotrasveinticuatrohoraselplazoconcedidoparareintegrareldineroalacaja,yelGerentehabíaaccedidoaello.

HastalascincodelatardeVíctorpermanecióencasa.AlascincosalióysedirigióapieaMadridModerno.Eldíaestabanublado.

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Parecíaquealgunacosaagonizabaenlatarde.Eracomosienelairepalpitaseelalmaenfermaymelancólicadeldía.LacalleenqueVíctorvivíaparecíalacalledeunpoblachóndeCastilla.Enlavillaycortehaymuchasasí.Losniñosjugabanalapuertadelascasas.Enlasventanas,algunaqueotramujermirabatristementehacialacalle.Víctor echó rápidamente calle arriba como quien lleva ocupación muy

urgente.Enlaesquinadelacalleunciego,rodeadodegente,tocabalaguitarra.Víctorcambiómaquinalmentedeaceraparanotenerquedetenerse.Ibadeprisa.Teníafiebre.Sentíaelcorazónopreso,ysiquisiesehablar,articularunasolapalabra,nolo

conseguiríatalvez.EnloaltodelacalledeAlcaláoyóllamar.—¡Oyetú!¡Oye!Temiendoquefueseporél,nomiróparaatrásyapresuróelpaso.Cuando distinguió a lo lejos los primeros hoteles de Madrid Moderno,

sintiosetomadodeunasúbitacobardía.LaideadeconmoveralaancianaseñoradeNeiraydenopracticarelcrimen

seleaparecíacomounaesperanza.¿Quiénsabe?Talvezlaancianaseapiadasedeél.Todoeraposible.¡Yquégrande,qué inmensoaliviosentiríasucorazónsipudiesevolverde

aquellaexcursiónsombría, libre, inocentedelasangrequeibaaverter,ydelacualyaleparecíavermanchadassusmanos!

EntoncesseacordódeVellido,ytuvomiedo.Leparecióqueelcrimenerainevitable.Vellidonodesistiríadecometersupropósito.¡Eraunhombreterrible!Y Víctor comprendía que no tendría fuerzas ni voluntad para oponerse al

padredePaca.Caminóalgúntiempoconlacabezabaja,profundamenteabatido.Sedetuvounmomentoparaorientarse,ydistinguióelsolardondeVellidole

esperaba.Sintióunestremecimiento.¡Eraallí!

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Allídebíanacordarlosúltimosdetallesdelcrimen.YVíctor, reaccionandosobresímismo,sepropusooponersecon todassus

fuerzas.No,élnoseríanuncauncriminalcomoVellido.Habíasidounladrón,peronoseríaunasesino.Susojossellenaríandelágrimas.DenuevotuvomiedoalpadredePaca.¿Seríatantasudesgraciaque,despuésdehaberrobadoporelamordelahija,

tuviesequematarporlaimposicióndelpadre?Penetrótemblandoenelsolar.Duranteunmomentonovionada.Unanieblaleobscurecíalosojos.Ya,másdueñodesí,distinguióaunhombreechadobocaarribatomandoel

sol.AquelhombrenoseparecíaennadaaVellido.Estabavestidodeharapos.Parecíaunvagabundo.Teníaunagorranegraymugrientaechadasobrelosojos.Los dedos de sus pies asomaban por entre los rotos de sus botas, y sus

pantalonesnoestabanenmejorestado.VíctorsintióungranalivioalverqueVellidonohabíaacudidoalacita,yya

sedisponíaasalirdelsolar,cuandoelvagabundolehizoconlamanoseñadequesedetuviese.

Víctorsintiótodasusangreagolparsealcorazón.Tuvomiedodeaquelhombre.Peronosemovióniparahuirniparaacercarse.Elotroseaproximabasonriendo.Víctorquisorecordar.Aquellamiradayaquellasonrisaleeranconocidas.¿Perodóndelashabíavisto?ElvagabundollegóalladodeVíctorylepusounamanoenelhombro.Víctordiounsalto,comosiunaserpientelehubiesemordido.Elotroseechóareír.AquellarisahizopalideceraVíctor.¡Acababadereconoceralvagabundo!¡EraVellido!AntesdequeVíctorhubiesetenidotiempodeprofereúnapalabra,elpadre

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dePacaledijoconironía:—¿Deverasnomehabíasreconocido?Víctorcontestófríamente:—No.—¡Yaseve;ignorabasestahabilidadmía!…Víctorguardósilencio.Vellidocontinuó:—Porestosbarriosnopuedoandaracaradescubierta.Víctormurmurócon

desdén:—Ya veo que sabes tomar precauciones. El caso es que a ti no puedan

reconocerte.Alosdemásquenospartaunrayo.—¡Noseasimbécil!—Nolosoy,auncuandotúmetomesportal.—Te repitoqueno seas imbécil.A lapolicíano se ladesorientaconestos

disfraces.—¿Porquélosadoptasentonces?—Porquenoesalapolicíaaquientengoqueengañar.—¿Aquiénentonces?—Aunamujer.—¿Yesamujeres?…Vellidomurmuróconunaextrañasonrisa:—¡Lamía!—¡Latuya!—Sí,lamía.—¿LamadredePaca?—No.—¿No?¡Puesnocomprendo!—¿Acasoloshombressolosecasanunavez?—¿Tútehascasadodos?—Sí.—¿Yvivetusegundamujer?—Sí.—¿Ytemesquetereconozca?—Naturalmente.—¿Perocómohassabidoqueresideaquí,enMadridModerno?—Porquelahevisto.Esnadamenosquelaporteradelacasadelaseñorade

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Neira.Peronoperdamoseltiempo.Vamosallá.YVicenteVellidoechóaandardelante.Víctorledetuvo.—Escucha.Elotrosevolvió.—¿Quéquieres?—Lohepensado,yyonohenacidoparaasesino.Vellidopalideciódecólera.—Hasnacidoentoncessolamenteparaladrón.—¡Vellido!—¿Teofendelaverdad?Víctorenrojeciódecóleraycerrólospuños.Vellidocontinuóimpasible:—Nocomprendoquedespuésdehabersedejadocogerenlatrampacomoun

inocente ratoncillo, que después de haberse abierto torpemente la puerta delpresidio,todavíaseempeñeunoenentrar…Laverdad,notecomprendo.

Hizo una pausa, y atajando la palabra a Víctor, que iba a contestarle,continuó:

—¿Estásdispuestoapudrirteenlacárcel?Enesecasonohablemosmás.Víctorcontestóimpaciente:—No estoy dispuesto a pudrirme en la cárcel; pero antes demancharmis

manosensangrequierointentartodoslosmediosdecorososyhonrados…Vellidoleinterrumpióconenergía:—Noloshay.—¡Quiénsabe!—Eresuniluso.—LaseñoradeNeiraesmujerdegrancorazón;puedeconmoverse.Enotra

ocasiónyalohizo…—Lasocasionesnoserepiten.—Nadasepierdeconintentarlo.—Sí,sepierdeeltiempo.—Semehaconcedidootroplazodeveinticuatrohoras.—¿Yconesoyacreeshabersolucionadolacuestión?—No; pero ya te he dicho que quiero apurar todos los medios antes que

cometeruncrimen.—¿Cuálesentoncestuidea?¿Quétepropones?

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—VeralaseñoradeNeiraypedirleeldinero.—¿Ysinoteloda,comoesnatural?—Entoncesbuscaréenotraparte.—¿Ysitampocoencuentras?—Mepegaréuntiro.¿Creesquelavidaestáparamítanllenadeatractivos,

quesientadejarla?Vellidolemirófijamente,ypronunciócongranlentitudestaspalabras:—Creoquesí.TúamasaPaca,ycuandoseamasesientesiempredejarla

vida.Víctorbajólacabeza,mordiéndoseelbigote.Vellidocontinuó:—Pero vamos a nuestro asunto. Yo no te digo que mates a la señora de

Neira.Tedigosimplementequelarobes.Elmatarlapuedeserunmedio,nuncaunfin.Queesemedioterepugna,puesbusquemosotro.Peroelcasoesqueeldinerodeesaviejaricapaseanuestrosbolsillos.¿Estásconforme?

Víctormurmurósombríamente:—Sí,estoyconforme.

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V

CAPÍTULOVIII

BORDEANDOELABISMO

ICENTE Vellido y Víctor Rey se separaron, no sin antes habercuidadosamente combinado la manera de dar el golpe en casa de los

señoresdeNeira.Víctordebíaentrarprimero,y,puestoqueeraconocidodelacasa,nohabía

dificultadesparaello.EncuantoaVellido,lacuestiónyacambiaba.Perotampocoofrecíagrandesdificultades.Vellidoteníaunallave.La llave que había en la portería, y de la cual ya se había apoderado,

aprovechandoundescuidodelaportera.Cómo Vellido llevó a cabo esta hazaña, habremos de narrarlo en otro

capítulo.Porahorabastaráconlodicho.YvolvamosaVíctor.AlsepararsedeVellidovolvióasentirqueelánimolefaltaba.HubounmomentoenquepensóvolverseaMadridytirarsedecabezaporel

Viaducto.AlentrarenlacalledeCastelarsintiófríoenelcorazónyleflaquearonlas

piernas.Unsudorfríolehumedecíalafrente.Sin embargo, logró hacerse dueño de sí por uno de esos movimientos de

energíapropiosdelosindividuosque,entregadosalatiraníadeunaresolución,procuranvencerlaingénitaflaqueza.

Subiólacallelentamente.Amediocaminoreflexionóquenoeraconvenientesubirporallí,mostrarse,

dejarse ver por los vecinos ociosos, que, naturalmente, repararían en él, y sevolvióbruscamenteparaesperaraquefuesemástardeyhubiesemenosluz.

Apartirdeentonces,todofueronprecauciones.LavistadeunagentedeOrdenPúblicolealarmó.

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Después,comoelagentenohabíareparadoenél,creyóhaberescapadodeunpeligro.

Cuandohuboanochecidosubiópegadoalasparedes.Seocultabaenlasombradelascasas.Elsentimientodedefensalehacíaprudente.Al mismo tiempo que su conmoción cedía, comprendía que se hallaba

completamentedueñodesímismo.Señordesuvoluntad.Elpeligroarrostradoconpremeditacióntransformaalhombreenunafuerza.Víctorcaminaba lentamente,con lacabezabaja,paraque los transeúnteso

losvecinosqueestabanenlasventanasnolepudiesendistinguirclaramentelacara.

Como estaba seguro de reconocer el portal de casa de la señora deNeira,caminabaconseguridad.

Auncuandoelcorazónlatíaconfuerzaensupecho,suresolucióneracadavezmayor.

Desde que había acordado con Vellido que no habría derramamiento desangre,quelavidadelaancianaseñoraseríarespetada,suresolucióneramuchomásfirme,ymuchomayorsutranquilidad.

Diríasequeelrobarnoloconsiderabacomodelito.Reconocióelportal,yentró.Todavíanohabíanencendido.Atravesóelportalconpasodelobo.Subiólasescalerassindetenerse.Enelprimerdescansillosedetuvoaescuchar.Entodalacasareinabaunprofundosilencio.Resueltamentetiródelcordón

de la campanilla, que resonó en el interior conun sonidovibrante quepoco apocosefueapagando.

Respirandoconfuerza,Víctorsedijoasímismo,casienvozalta:—¡Valor!Pasóalgúntiemposinqueviniesenaabrir.Víctorpensó:—Sihubiesensalido.Perocasienelmismomomentoseoyóunruidodepasos,yunamanocorrió

larejilla.Unrostrodemujerasomódetrásdelapuerta.

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Víctorpreguntó:—¿Laseñoraestá?Elrostroqueasomabapordetrásdelarejillamurmuró:—Hagaelfavordedecirmesunombre.—VíctorRey.—Gracias.Voyaversiestálaseñora…Peronisiquieratuvotiempoasepararsedelapuerta.Lavozdelaseñorade

Neirainquiriódesdeelfondodelpasillo.—¿Quiénes,muchacha?—Unseñorquepreguntaporusted.Laancianaseacercóalapuerta,ymiróporlarejilla.Sindudareconocióa

Víctor,porqueseapartóyabriólapuerta.Víctorsequitóelsombrero,ysaludóunpocoturbado.Laancianalecontestó

conafabilidad:—¡Pase!¡Pase!Yleguiohastalasala,dondelehizosentarenunsillónalladodelsofá.Víctor,quehabíadejadoelsombreroenlaantesala,sesentócontimidezy

resoluciónalmismotiempo.Llegaraelmomentodecisivo.Nopodíasalirdeallísinhaberliquidadosudestino.Estosehallabafirmementegrabadoensuespíritu.Susituacióneraladeuncondenado.Aquella sala, en que estaba de visita con la anciana señora, le parecía la

antecámaradealgodesconocidoysombrío.Más allá de aquella sala estaba la vida, pero estaba también la muerte, o

quizásalgopeorquelamuerte:¡Lodesconocido!En aquella estancia, llena de bienestar y de riqueza, había una sombra

fúnebre.Antes de queVíctor le hablase, fue la anciana quien primero le dirigió la

palabra:—Afortunadamente mi marido no está en Madrid. Si estuviese,

probablemente no le recibiría, porque ha quedado muy mal impresionadodespuésquelehabuscadoenlacasadehuéspedesdondeustedvivía.

Víctor no contaba con aquella interpelación, aun hecha así, en un tonofamiliar.

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Balbuceóalgunaspalabras:—Laverdadesque…Yoleexplicaré…Perolaanciananoledejóproseguir:—Yasé…Yasé…Cuestionesdedinero.Essiempredolorosotenerquevivir

endependencia…Perousteddebióhaberdadootrasseñas.Excusabadesaberseeso,yexcusabaprincipalmentemimaridodesaberlo.

Víctoraprovechóelmomentoparareferirlanotaconmovedoradesupenuriadeentonces,ydijo:

—Cómoqueríaustedquedieseotrasseñas,sinoteníacasa…La anciana lemiró fijamente, con unamirada de dolor y de sorpresa a un

mismotiempo.Despuéssuspiró:—¡VálgameDios!Esteincidente,sinembargo,solosirvióparadesviarelasunto.LoqueVíctorqueríaeraencaminarlerápidayrectamente.Laimprevistainterpelacióndelaancianaloalejaraporunmomento.Así fue que, para no prolongar su incertidumbre, abordó resueltamente la

cuestión:—Permítameusted…Perosedetuvo.Realofingidamenteapareciódominadoporunaprofundaconmoción.Cruzó las manos, y bajando la cabeza pareció que iba a hablar, pero no

pronuncióunasolapalabra.Laancianaleanimóconbondad:—¡Diga!¡Diga!Estaspalabraslereanimaron,ymurmuró:—¡Oh!Señora,ustedtendráqueperdonarme.Ytomandoaliento,comoelqueselanzaaungranpeligro,añadió:—Estoyenunasituaciónmuycrítica…Sufisonomíarevelaba,conefecto,unaprofundaangustia.—Es, ciertamente, la situación más crítica de mi vida… Se da en mí un

hechoquemeavergüenzodecontarausted;peroesforzosoqueselocuente.Laanciana,siempreconsuanimadoraybondadosasonrisa,murmuró:—¿Porquéhadeavergonzarse?Dígameloquetengaquedecirme.Víctorbajólacabeza.—Esunasituacióntallamía,quenopuedomenosdesonrojarme.

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—¿Peropor qué?Ustednohamatado…Noha robado…Ser pobre no esvergüenza.

—¡PorDios,señora,nodigaustedeso!¡Perderétodaesperanzasiustednoquiere ser benévola conmigo!… Yo le suplico toda su benevolencia, toda subondadtodosuperdón.

—¿Miperdón?—¡Sí,señora!Porqueyocometíuncrimen.Mealuciné,perdílarazón.¡Hice

mal!Mecomprometí,medesacredité…Comolaanciananocomprendiese,preguntó:—¿Perodigaquélehapasado?Yonocomprendo.—Pues bien, señora, voy a decírselo; tanto más que he venido aquí a

confesarmeyapedirlealmismotiempoquemesalve;porqueestoyperdido…Perdido,sinoencuentroquienmesalve.

Laancianaexclamó:—Jesús,Diosmío,¿quélepasa?Entonces pausada, pero angustiosamente, como un gran pecador que se

confiesa,Víctordijo:—HacepocomásomenosunañoquemecoloquéenelCréditoArgentino.Laanciana,alavezinquietaycuriosa,murmuró:—¡Haceunaño!Víctorconfirmóconunlargosuspiro:—Sí,haceunaño.Después,enuntonomonótonodenarración,prosigue:—No quiero colocarme, a los ojos de usted, en una situación simpática.

Lejosdeeso.Quieroqueveaustedqueheprocedidomal,yquierotambiénuntestimoniosincerodemiarrepentimiento.

Hizounapausaycontinuó:—MisituaciónenelCréditoArgentinoerabuena.LaseñoradeNeirainterrumpió:—Erabuena.Entoncesyanoloes.—Meexplicaré,señora.AdquirírápidamentelaconfianzadelGerentedela

casa,yconcluyeronporconfiarmelasllavesdelacaja.Aldeciresto,Víctormiróalaanciana;peroenlafisonomíadeestanohabía

sinocuriosidad.Evidentementenohabíacomprendido.Tanta sencillez, tanto candor, perturbaron a Víctor, que súbitamente,

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temiendo producir en el espíritu de la señora de Neira una impresión funestapara sus propósitos, decidió ocultarle la verdad y dar a su caso un aspectodiferente.

DecirlequehabíarobadolacajadelCréditoArgentinoleparecióarriesgadosobremanera.

La señora de Neira podía recibir mal aquella noticia y cortarleinmediatamentetodaesperanza.

En esta disposición de espíritu prosiguió su narración, inventándolaconformelahacía.

—Diré a usted, señora; entre tanto, y este es el punto grave, conocí unamujer, la cual tuvo de mí una hija, una niña que vive y a quien quiero conextremos del que es padre por primera vez. No son amores que yo puedaconfesar a todo el mundo, porque no todo el mundo los comprendería; perousted,queestállenadebondad,loscomprenderáylosperdonaráciertamente.

Esta revelación de Víctor produjo un singular efecto en el espíritu de laanciana, que, lejos de impresionarse de una manera desagradable, sintióimpensadamenteporVíctorunanuevasimpatía.

Las mujeres, aun aquellas que ya están fuera de la edad del amor, seinteresansiempreporlosamoresajenos.

Elamorescomounapalabradepaseenmasoneríafemenina.Todaslasmujereslocomprenden,ysediríaqueelamarsirveparaevocarun

espíritudesolidaridad.Aquella aventura amorosa, resolviéndose en un hijo, interesó

extraordinariamentealaancianaseñoradeNeira.Loqueellanocomprendíaeralarelaciónquepodíaexistirentreaquelhecho

ylasprimeraspalabrasdeVíctor.Sinembargo,laanciananohizoningunapregunta,yVíctorpudocontinuar:—Deaquellasrelacionesresultóparamividaunaperturbaciónenorme;me

creénecesidadesnuevasalascualesnopodíahacersefrenteconloqueganaba.Adquiridoelcompromisofuenecesariomanteneralamadreyalahija…Hicesacrificios,meprivédetodo.Perolasexigenciasdelasituaciónerangrandes…Me encontré solo, sin un amigo, sin un guía, sin un protector, y un día,alucinado,impulsadoporlascircunstancias,perdílacabezaycometílaprimerafalta…

Miróalaanciana.Sin duda la señora deNeira esperabaque él concluyese su relato, perono

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pronuncióunasolapalabra,nohizounsologestoporelcualdieseaconocerqueseguíasupensamiento,queconocía lasignificaciónde laspalabrasqueVíctoracababadepronunciar.

Víctor,cadavezconmayorembarazo,continuó:—Frecuentemente me acontecía tener que pagar cuentas del Crédito

Argentino.Estascasasdenegocios tienensiemprecuentasquesatisfacer…Deuna de estas veces dejé de pagar… Simulé un recibo y guardé el dinero…¿Comprendeustedahoramisituación?

La anciana repitió automáticamente, como si en realidad no comprendiesetodavía.

—Sí,comprendo.Víctor, observando atentamente las diferentes expresiones del rostro de la

señoradeNeira,continuó:—Mis necesidades eran muchas… Una enfermedad de mi hija acabó de

aniquilarme.Médicos…Medicinas…¡Loquetodoestomecostó!Despuéshizofaltaunama…Lamadreylahija.¡Oh!…

Víctoryanoexpresabapensamientos.Decíapalabrasmecánicamente.Continuó:—Tuvequeinstalarlasalasdos.Arrendéunacasamodesta;perounacasa,

aunquemodesta,esparaelhombresinrecursosungastoenorme.Además,yonoqueríaquepasasennecesidades.¿Quéculpateníanellas,pobrecillas,delmalqueyoleshabíahecho?¿Quéculpateníaaquelserinocentedehabernacido?

Víctorsedetuvounmomento.Enlosojosdeladamabrillabanalgunaslágrimas.HizosignoaVíctordequecontinuase,yesteprosiguióasí:—Yoadoroamipequeñuela.Pormihijasoycapazdetodo.¡Pormihijame

echéundogalalcuello!Tuvequepagarotracuenta,y,comolaprimera,nolapagué. Pasómucho tiempo sin que en el Crédito Argentino se descubriese elabuso. Para que allí se supiese era necesario que alguien se quejase.Vinieronotras cuentas, todas pequeñas, de poca importancia, y yo, arrastrado por elprimerimpulsoysiempreesperandoenpoderporcualquiercaprichodelasuertereparareldañoantesdequefuesedescubierto,nopudeyadetenerme.Cuandosecomienzaadescender,sedesciendehastaelfondo.

LaseñoradeNeiracomprendieraalfin.Ensurostromásbienserevelabalasorpresaquelaacusación.

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Susojoshundidosytodavíahermososparecíanllenosdepiedad.Víctor,animadoporeléxitosatisfactoriodesuspalabras,procurabaatraerse

porcompleto lassimpatíasde laanciana,conquistarplenamenteaquelcorazónquetansensiblesemostraba.

Conlavozunpocotrémula,porque,enciertomodo,élmismonodejabadeestaralgoemocionado,continuó:

—Ahora, señora, imagíneseusted el horrordemivida.Apartir deldía enque cometí la primera falta comenzó para mí una horrible tortura. Yodesconfiabadetodoyde todos;veíaentodosyentodoladenunciadelhechoabusivoqueyopracticara.Misesperanzasdereparacióneran ilusorias.¿Cómohabíayoderemediareldaño?¿Porquémedios?¿Conquérecursos?Mesentíperdido y esperé, entre angustias, el día fatal en que mi primera falta fuesedescubierta.¡Esedíallegó!

LaseñoradeNeirapreguntóconciertadolorosaturbación:—¿Cuándo?¿Cómopasóeso?Víctordijo,conlavoznubladaytemblorosa:—Ayer,señora.Hubounlargosilencio.Lasalahabíaquedadopocoapocoaobscuras.Enlacalleeracasidenoche.Lacriadaasomóenlapuertadelasala.Antesdequetuviesetiempodehablar,laancianaleinterrogó:—¿Quéhay?¿Estáalguienahí?—No,señora.Esquevoyalcomercio,quenohaypetróleoencasaparalas

luces,yseloveníaadecir.—Bueno.Vayaynotarde.Lacriadasalió.La señora de Neira cruzó las manos y permaneció silenciosa, sentada en

frentedeVíctor.A pesar de haber comprendido que se trataba de una situación horrible, la

anciananomedíaconexactitudsualcance.ElcasodeVíctoreraparaellatandesusado,quedifícilmentepodíaabarcarlo

porentero.Laimpresiónqueteníaeradeunpeligroprofundoyanormal.Tananormalytanprofundo,queVíctornoleinspirabaantipatía,sinopiedad

porestarexpuestoaél.

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Lapiedadenlamujereselsentimientopreponderante,ymercedalapiedadlamujerperdonatodoloquepuedeconmoversucorazón,asíseaelmayordeloscrímenes.

Engenerallamujereslacriaturaquemásseapiadadelcriminal.Y en el caso deVíctor, debemos añadir que este se le presentaba bajo un

aspecto conmovedor de padre y de amante sacrificado, y esa circunstanciacontribuíagrandementeensufavor.

LaseñoradeNeira,levantandolacabeza,repitió:—¿Demaneraquehasidoayer?Víctorafirmódenuevo,enelmismotonosombrío:—Sí,señora,ayer.Ysúbitamente,exaltándose,consincerapasión,dijo:—Ahora, señora, considere usted lo queme pasa.Descubiertami falta fui

llamadoapresenciadelGerentedelCréditoArgentino.Yaquelhombre,fríoyegoísta, como casi todos los hombres de negocios, me dijo fríamente: «Lehacemos a usted la concesiónde no denunciarle a la policía si reembolsa a lacaja en veinticuatro horas el dinero de que se apropió. Si no paga leentregaremosalostribunales».Aloírestocreívolvermeloco.Locodedolorydevergüenza.Salíalacallecomoebrio.Noveía,noveía.Corroamicasaparaestarsolo,parareflexionar,pararesolver.Todoerainútil.¡Yoestabaperdido!Deprontomeacuerdodeusted.Semeocurreelnombredeustedcomoeldeunasanta…Soycomounnáufrago.Apeloatodo.LoshombressoloseacuerdandequeDiosexistecuandoprecisandeÉl.YomeacordédeustedcomodeDios.Medijeamímismo:¿quiénsabe?Vineaquícomoquienvaaunaiglesiaaimplorarlaproteccióndivina.

Dijoestoycalló.Estabaverdaderamenteconmovido.LaseñoradeNeiraloestabatambién.Víctorlahabíatocadoenelcorazón,enellugardelicadoquedecidedelas

resolucioneshumanas.Lasensibilidadesunsistemamecánicoquefácilmentesemaneja.Víctor,poruninstante,sejuzgósalvado.Laancianaestabasinceramenteconmovida.LasdesgraciasdeVíctorlehabían,efectivamente,tocadoenelcorazón.Sinembargonosedecidiera,porqueellamismanosabíaaquédecidirse.Víctoracudíaaella.

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¿Paraqué?¿Quédeseabaaqueldesgraciado?Quelosalvase.¿Cómo?Paranoserentregadoalapolicíaleeranecesariopagareldinerodequese

apropiara.¿Acuántoascendíaestedinero?Laancianaseperdíaenundédalodeconjeturas.Unsentimientoqueacompañabaenellaatodoslosimpulsosdelapiedad,la

dominó,comodeteniéndolaenlapendienteresbaladizadelapiedad.LaseñoradeNeira,comotodas laspersonasqueatesoran,eracelosade la

integridaddesufortuna.En el llamamiento de Víctor a su bondad, vio, desde luego, un largo

llamamientoasufortuna.¿Cuántonecesitaría?Calculómilomilquinientaspesetas,yyaleparecióexcesivo.Tuvomiedo.Sesintiócontrariada.Laideadeaminorarsusahorros,tanmetódicamenteacumulados,laasustó,y

esta poderosa razón material hizo por un momento cesar todas lasconsideracionessentimentalesdesucorazón.

Sinembargo,sehallabadispuestaasalvaraaquelpobremuchacho.¿Enfin,cuántonecesitaba?Ellanecesitabasaberlo.Víctorsintióquesucorazónlegolpeabaelpecho.Murmurócontimidez:—Esmucho,señora.Muchomásdeloquedeboesperardesubondad…¡Y,

sinembargo,esmisalvación,esmivida!LaseñoradeNeirapronunció,casiconsequedad:—Bueno.Digaustedcuántoes.Víctor,aladvertireltonodelaanciana,sintiófrío.Haciendounpoderosollamamientoasuvoluntadmurmuró:—Sonmásdetresmilpesetas,señora.Laancianaestabalejosdeesperarsemejantesuma.¡Tresmilpesetas!Erademasiado.

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Casiseirritó.Leparecíaunactodelamayorosadíavenirasí,sinmásnimás,apedirtres

milpesetas.¡Tresmilpesetas!¡Quélocura!Sinembargo,nopodíamenosde infundirle lástimaaquelpobremuchacho,

sentadodelantedeella,pálido,tembloroso,comounreodemuerte.La señora de Neira no se atrevía a arrancarle con una sola palabra las

esperanzasquecontantaslehabíahechoconcebir.Laancianaseñorasentíalatimidezpropiadelosquerehúsan.Latimidezdelosquepormotivosdeegoísmosenieganaserútilesyaser

buenos.Buscando trabajosamente las palabras y sin atreverse a mirar a Víctor,

empezóadecir:—Usted,hijomío,creeráquelevoyadarunadisculpa…Quenoesverdad

loquevoyadecirle…Sedetuvoy,cruzandolasmanos,continuó:—Voyahablarleconabsolutaverdad.Yonopuedo,así,deunavez,disponer

deesacantidad;ynopuedoporquemimaridoesquienadministramisbienes…YcomoVíctorsedemudasehorriblemente,añadióconciertainquietud:—Pero espere…Sosiéguese…Tal vez pueda arreglarse todo…Deje usted

quevengamimarido…Aversipuedeustedconseguirqueesagenteespere…Mimaridodebellegarestasemana…

LaspalabrasdelaanciananoconsiguieroninfundirunanuevaesperanzaenelánimodeVíctor.

Conelmayorabatimientomurmuró:—Ustedacabadepronunciarmisentencia.Laancianasesobrecogióunpoco.—¿Peroporqué?¿Nopuedeesperaraquelleguemimarido?Víctorlevantólacabezay,mirandoalaseñoradeNeiraconmalcontenido

enojo,contestó:—Pero señora, si usted misma acaba de decirme que su marido había

quedado mal impresionado respecto a mí, y que tal vez no me recibiría siestuvieseaquí.

Así,cogidadesorpresa,laancianabalbuceó:—Sí…Esverdad…Élnoquedóbienimpresionado,no.

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—Enesecaso…—Peroquiénsabe…—Es inútil. Si usted no lo hace, menos lo hará su marido. Los hombres

tienenelcorazónmuchomásduro.LaseñoradeNeiranosabíaquéresponder.Estabaaturdida,comprometida.Enaquelmomentosumásardientedeseoera

queVíctorsealejase.Supresencialeeraenextremomolesta.Víctor, sin embargo,nodesistió, y al verlavacilante se animóahaceruna

nuevatentativa.Sehabíaolvidadoporcompletodesusproyectoscriminales.Loque ansiaba a todo trance era salvarse, persuadiendo a la ancianade la

gravedadydelaurgenciadesusituación.Entonceslehablódeotramanera,suplicándoleennombredecosasdelicadas

ysentidas.Seanimó.Derramólágrimasverdaderas,yacabóporpostrarseasuspies.LaseñoradeNeira,obligándolealevantarse,ledijoasí:—Voyaprobarlequedeseosinceramentesalvarledelapuroenqueseve.UnasonrisadesupremaesperanzailuminóelrostropálidodeVíctor.Laanciana,volviéndosehaciaunpequeñoescritoriodenogalquehabíaen

unángulodelasala,añadió:—Enaquelmuebletengo,pocomásomenos,lacantidadqueustedprecisa.Víctormurmuró,sinserdueñodedominarse:—¡Allí!Laanciana,sinmirarle,unpocoinquieta,repitió:—Sí,allí.Esedinerolorecibíayer,yestáallíparaserentregadoamimarido

cuandollegue…Voyaescribirle,acontarleloqueaustedlesucede,ysiélestádeacuerdoconmigoenprestarleeseservicio…Perohayqueesperarunosdías.Arreglesuscosas.Dígaleaesagentequetengapaciencia.

Víctortuvounainspiración:—¿Y usted me autoriza para hacer uso del nombre de su marido en el

CréditoArgentino?—¡No!Esono.Yonopuedoresolverporél.Yaustedcomprendequeesmuy

grave.Víctorvolvióasentirunimpulsodecólera:

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—¡Enesecasotodoestáperdido!Laancianaalzóloshombrosconunmovimientoqueeraalavezexpresión

defrialdad,deimpotenciaydedisgusto.Víctorcomprendió.¡Estabaperdido!Aquellamujernoseconmovíaantesudesgracia.Encuantoalmarido,seconmoveríamuchomenos.Entoncessintióqueerallegadoelmomentoculminantedesudrama.SeacordódeVellido.VicenteVellidodebíaestarocultoenlacasa.Élposeíaunallavequelepermitíaentrarconrelativafacilidad.Laausenciadelacriadaacababadeallanarleelcamino.Sinduda,Vellidohabríaaprovechadoaquellafavorablecoyunturaparaentrar

enlacasayocultarse.InstintivamenteVíctormiróalapuerta.Sintióunestremecimiento.Lascortinasacababandemoverse.Vellidoestáallí.Eraeltigrequeacechasupresa.VicenteVellidosolamenteesperabaunmomentopropicio.EsperabaqueVíctorlellamase.PeroVíctorvolvióasentirmiedoantelaideadeuncrimen.Quisointentarunúltimomediodesalvaciónhonrosa.Suplicódenuevo.Pusoantelosojosdelaancianalaperspectivadesuirremisibleperdiciónsi

ellanolesalvaba.Despuésdehablarlealsentimiento,lehablóalarazón.Procuró conmoverla, haciéndole ver que después de la confesión que él

acababa de hacerle, las responsabilidades morales que ella contraía eranconsiderables,porcuantoconociendounmalnoloevitaba.

¿Sabíaellaloqueibaaserdeaqueldesgraciadoquelesuplicaba?¿Nolosabía?¿Noseloimaginabasiquiera?Loqueibaasucedereraesto:La cárcel, la honra perdida, el abandono de su hija, ¡una pobre niña

inocente!, lamuertemoral del padre y de la hija, a la cual iba a herir con un

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golpedeirreparableinfortunio.Negándoseasalvarlo,laseñoradeNeiranohacíaunavíctima.¡Hacíatres!La anciana, abroquelada con el pretexto que encontraramás fácil y rápido

para esquivar un acto de generosa largueza que no estaba en sus hábitos depropietaria,respondió:

—¡Peroquiénledicequeyomeniego!…Yonomeniego.Nopuedo…Noestáenmimano…

Víctorseirguió.Estabaresuelto.Miródenuevoalapuerta.Denuevosemovieronlascortinas.LacabezadeVicenteVellidoasomóentreellas.

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V

CAPÍTULOIX

¡LASANGRE!

ÍCTORlanzóunarápidamiradaentorno.Laestanciaestabacasiaobscuras.

PerolamiradadeVíctorparecíaescudriñarenlasombra.LaseñoradeNeiratuvoinstintivamentemiedo.

Víctorsusurróconlosdientescerrados:—Demaneraqueeldineroestáallí.Laancianasintióunestremecimientoqueagitótodosucuerpocaduco.Convozdébilmurmuró:—Sí,allí.LaseñoradeNeiraquisolevantarsedelsillónenqueestaba.¡Imposible!Estabaparalizada.Susojos,desencajados,vidriosos,sefijabanenlapuertaconespanto.Unhombreseparabalascortinas,yadelantabaamenazador.¡EraVicenteVellido!La anciana quiso gritar, llamar, porque comprendía que corría un gran

peligroasolasconaquellosdoshombres.Quisogritar,peronopudo.Unnudoleoprimíalagarganta.Todoestopasóenunrelámpagodetiempo.VicenteVellidosearrojóentreelgrupoqueformabanlaancianayVíctor.LaseñoradeNeiraquisolevantarse,perosesintiócogidaporelrostro.Solamentepudodecir:—¡Jesús!Suvozeradolorida,suplicante,agónica.Derepente,poseídadeunanuevaenergía,sedejóescurrirporelsillónabajo

parahuiralaprisiónyalcontactodeaquellamanoqueleatenazabaelrostro.Lamanolasiguió.Laderribóenelsuelobrutalmente.Yanoeralafrenteylosojosúnicamenteloquelamanocubría:eralabocay

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el mentón, como si tuviese las formidables proporciones de la mano de ungigante.

Pesaba como si fuese de plomo, y la tenía fuertemente sujeta sobre laalfombra.

Elrestodesucuerposeagitabaaún,perolacabezapermanecíainmóvil.Lanzóungrito,peroaquelgritonoseoyó,quedóahogadoentrelasmanos

deVellido.Víctorpermanecíainmóvil,llenodeestupor.Conlavozunpocoronca,murmuró:—Vellido,matarno.Vellidosevolvió,lanzándoleunamiradadecólera:—¡Calla!Yacompañólapalabraimperiosaconunaterriblemaldición.AlmismotiempoVicenteVellidohundíalamanoquelequedabalibreenel

bolsillointeriordesuchaqueta,ylasacabaarmadadeuncuchilloquebrillóconaceradossiniestrosresplandores.

¡Era la faca que aquel hombre, en su cinismo criminal, había llegado allamar:Providencial!

Encorvado sobre el cuerpo de la anciana, como el tigre sobre su presa,Vellidolesegóelcuellodesnudodeunsologolpedefaca.

Víctornoprotestó;perotuvoqueapoyarseenunasillaparanocaerse.Unahondadesangrebullentemanóde laherida,yempapólaalfombraen

brevísimotiempo.ElcuerpodelaseñoradeNeirasemovióunpoco.Después quedó inerte, rígido, lleno del reposo de la muerte, indiferente a

todo:lomismoalamorquealodio.VicenteVellidoseincorporó,sinsoltarlafaca.¡Estabaterrible!SevolvióaVíctor,conademánairado:—¿Quéhacesahí?¿Porquénohasdescerrajadoesemueble?Víctorseacercócomounautómataalescritoriodondelainfortunadaseñora

habíadicho,momentosantes,queguardabaeldinero.Intentóabrirlo.Inútilempeño.Elescritorioestabacerradoconllave,ylacerraduraeramuyresistente.NodijonadanireclamóelauxiliodeVellido.

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ElcuerposinvidadelaseñoradeNeiraleinspirabamenosterror.Seacercóalcadáverylevantóunextremodelvestidosacudiéndole.Algunacosasonó.Eranlasllaves.Enmenostiempodelquesetardaencontarlo,selevantóconlasllavesenla

mano.Cuatrollaves.Probóaabrircontodas.Alfinunasirvió.Laspuertasdelescritorioseabrieron.En aquelmomento un gran reloj antiguo que había en el recibimiento dio

horas.AVíctorleparecióoírpasos.Sevolvió,mirandoafanosoentornosuyo.Estabalívido.VioaVicenteVellidoquedeunsaltoseponíaenlapuerta,dispuestoaherir,

conelcuchilloenalto.VellidosevolvióhaciaelángulodelahabitaciónenqueestabaVíctor,ydijo

envozbaja,peroimperiosa:—¡Anda!Dateprisa.Víctorobedeció,metiólasmanosylosbrazosenloscajonesdelescritorio.Cuentas, recibos, cartas, legajos, todo menos dinero. ¿Habría mentido la

anciana?UnsudorfríocorríaporlafrentedeVíctor.Denuevosevolvió,mirandoalapuertadondeVellidoestabaenacecho.Leparecióquealguienandabaenelpasillo.Entonces,lejosdeasustarse,seguro,porqueVellidodefendíalapuerta,hizo

unnuevoymásdetenidoregistroenloscajones.Enunodeelloshabíaunpequeñocofredehierro.Víctorlearrastróhaciasí.Elcofreerapesado.Lealzóconlasmanosylepusoenelsuelo.Elcofreestabaabierto.Alzólatapatodotembloroso,murmurandopalabrasvagas.—¡Esaquí!…¡Aquí!…Conefecto,eldineroestabaallí.

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Un montón de cartuchos en oro, colocados en un rincón entre rosarios ypapeletasdeunacongregaciónreligiosa.

Elsudorsesecósúbitamenteensurostro.Se apoderó furiosamente de aquel oro, con las manos ávidas, ansiosas,

abiertascomogarras,yloocultóensusbolsillos.Vellidopermanecíaguardandolapuerta.Unsegundomásyestabansalvados.Víctorbuscósusombrero.¿Dóndelodejara?Nopodíaacordarse.Alargospasosrecorriólasala.Investigó,palpóenlapenumbratodoslosrincones,todoslosmuebles.Renegóentredientes.Maldijo.—¡Malrayomeparta!¡Malditosea!Pensóquetalvezhabríadejadoelsombreroenlaantesala.SelodijoaVellido.Losdosibanasalir.Enesto,alláenelfondodelpasillo,aparecióunaluz.Laluzseaproximaba.VellidosevolvióaVíctor,haciéndoleseñadequeseocultase.Víctorobedeciórápidamente,replegándoseenunángulo,detrásdeunsillón.EnaquelmomentolacriadadelaseñoradeNeiraaparecióenlapuerta.Traíaunaluzenlamano.VíctorvioaVellidoque,comounapantera,selanzabasobrelacriada.Esta,queconelsustodejócaerelcandelera,queseapagósobrelaalfombra,

pudoescaparhastalaventana.Vellidolapersiguió.Ladioalcanceylaaseguróporloscabellos.Como la criada hiciese esfuerzos para desasirse, le puso una rodilla en el

pechoylahizocaerpesadamente.Entonces,ciegodefuria,ladescargóungolpeenelcuello,conintenciónde

degollarla,comohabíahechoconlaseñoradeNeira.Pero la criada era joven y podía defenderse más enérgicamente que la

anciana,sacrificadamomentosantes.Lacriadahablaba,implorandocompasión:—¡Déjeme!¡Porsumadre!¡Suélteme!

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Después lanzó un profundo suspiro, tuvo algunos estremecimientosconvulsivosyquedóinerte.

Pasóunsegundo.Víctorseacercópálidoytrémulo.Vellidonisiquierasevolvióamirarle.Teníalosojosfijosenelcuerpodelacriada.Laobservaba.Lavíctimanosemovía.VicenteVellidoteníalafacaenlasmanos,húmedadesangre.Suspropiasmanosestabantambiénmanchadas.Víctorletocóenelhombro:—¡Vamos!Vellidosevolvióyrepitiósordamente:—¡Vamos!Víctorsolamenteteníaunpensamiento.¡Huir!Entretanto,Vellidotuvounmomentodeolvidoydejócaerlafaca.Seinclinóparabuscarla,peronolahalló.Lasalaestabacompletamenteaobscuras.Palpósobrelaalfombra.Todoinútil.Noquisoseguirbuscandolafaca.Comprendíaqueeranecesariosalircuantoantesdeallí.Víctorvolvióadecirle:—¡Vamos!—Sí,vamos.Semejantesadossombrassiniestrasatravesaronlasala.Víctortropezabacomoebrio.Deprontoexclamó:—¡Misombrero!¿Dóndehedejadoyomisombrero?Vellidoledijosordamente:—Enlaantesala.Salieron.Efectivamente,elsombreroestabaenlaantesala.Víctorlocogióconlasmanostemblorosas.Estabanlibres.

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Élmismoseadelantóparaabrirlapuerta.Estabasolamenteentornada.Ibanasalircuandooyeronpasosdealguienquesubíalaescalera.Sepusieronenescucha.Vellidodijoenvozmuybaja:—Sehandetenidoeneldescanso.Víctormurmuró:—¿Quéserá?Enestooyeronungrito:—¡Socorro!¡Socorro!Semiraronenlaobscuridadsinpoderverse.Víctor,llenodeespanto,abriólapuertayselanzóalaescalera.Seoyóotrogrito:—¡Socorro!Abajoseoíanvoces.VicenteVellido,siempremásdueñodesí,pensósubir laescalerahasta los

últimospisos.Losgritosdesocorrocontinuabansaliendodelinteriordelacasa.Víctorbajólaescaleradecidido,resuelto.Tenía la serenidad que en los grandes peligros suelen demostrar aun los

hombresmáscobardes.Vellido,envezdedescenderlaescalera,lasubió.Losdoscriminalessesepararon.¿Quéibaaserdeellos?¿Lograríanburlarlapersecucióndelajusticia?¡Quiénsabe!¡Talvezconsiganburlarlajusticiadeloshombres,peronoladeDios!

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V

CAPÍTULOX

LACOARTADA

ÍCTORbajabalaescalera.Ahora oía distintamente las voces y el ruido de pasos. Estuvo un

momentovacilante.Elpeligroestabaallí.Veníadeabajo.Estaidealediofuerzas.Eraprecisotenerserenidad.¡Ylatuvo!Sedijoasímismo,comoelhombrequeseresuelveatodo:—¡Sea!Ybajólaescalerasimulandounporteindiferente,llenodenaturalidad.Elrumordelasvocesaumentaba.Seencontrócon trespersonasquesubíanatropelladamente,yno repararon

enélporefectodelagranobscuridaddelaescalera.Abajo había más gente, que también se disponía a subir. Víctor dijo con

naturalidadalgrupodevecinosquesubía:—Debeserenelprincipal…Ycontinuóhastaelportal.Enlacalletambiénempezabaajuntarsegente.Víctorsaliósinquehubiesenreparadoenél.Alpisarlaaceratuvoquehacerunviolentoesfuerzoparanoecharacorrer.Devezencuandosedecíaasímismo:—Despacio,despacio.Automáticamente,comoimpelido,seguíahaciaadelante,siempredefrente.¿Adóndeiba?Élmismonolosabía.Estabaaúnbajolainfluenciadelterror,comoalguienquehubiesetenidouna

sombríapesadillaynoestuviesebiendespiertotodavía.AlllegaraloúltimodelacalledeCastelarsedetuvounmomento.

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Vacilaba,necesitabareflexionar.Tuvomiedodeinspirarsospechasycontinuóandandosiempredefrente.TodaaquellabarriadadeMadridModernoleasustaba.Se figurabaquemientrasestuviesedentrodeella, tanpróximoal lugardel

crimen,eradenunciarse.Deprontosecreyóperseguidoyrápidamentevolviólacabeza.Deseaba encontrarse en Madrid entre mucha gente. En un lugar donde

hubieseruido,perderse,confundirse.El criminal, después de cometido el delito, rara vez tiene el valor y la

prudenciadeaislarse.De pronto sintió una extraña curiosidad por saber lo que había sido de

VicenteVellido,yunidoaestouninsaciableylocodeseodevolverallugardelcrimenyenterarseysaberporsímismoloscomentariosquedelsucesohacíanlosvecinos.

Y no pudiendo resistir este deseo, que le atraía con atracciónmalsana delabismo,volviósobresuspasos.

Denuevoseacercóa lacasa,de lacualantessalieracon tantoempeñoenhuir.

¿Porquéseacercaba?¿Quéqueríaver?¿Quéansiabaoír?Nolosabía.Eratalvezlafatalidadqueleimpulsaba.Unafuerzadesconocidaguiabasuspasos.Llegó.A la puerta de la casa había reunida mucha gente: vecinos, policías,

transeúntescuriosos.AquelpedazodelacalledeCastelarteníaunaspectoanormal.Sehablaba,sediscutía,sedabanpormenoresdelcrimen.Loquemáspreocupabaalagenteeraelasesino.Nadiesospechabaquiénpudieseser.Laversióngeneraleraquesetratabadeunacuadrillademalhechores.Sinembargo,nadieseexplicabacómohabíanpodidoescaparse,puestoque

la gente había acudido desde los primeros gritos de auxilio lanzados por lacriada.

Unvecinoemitiósuopinión.

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—Talvezhayanhuidoporeltejado.Perootrovecino,queconocíalacasa,explicóqueporeltejadonopodíaser.ElpisodelaseñoradeNeiranoteníacomunicaciónconlasbuhardillas.Solamente se explicaba en el caso de que los inquilinos del último piso

fuesencómplicesdeloscriminales.Estahipótesiseraabsurda.Todosconocíanalosinquilinosdeltercerpiso,genteseriayhonradaacarta

cabal.EntoncesfuetambiéncuandoVíctorsupoquelacriadadelaseñoradeNeira

habíasidotransportadaalhospitaltodavíaconvida.Nopudoresistiraldeseodepedirpormenores.Algunosvecinosseapresuraronadárselos.Llegóhastaformarseungrupo.Adecirverdad,concertezanosesabíanadadelcaso.Nadiepodíaasegurarquelacriadaviviese.Apenashacíacincominutosquefueseconducidaalhospital.Lomásprobableeraquenosesalvase.Nocesabandeoírseexclamacionescomoesta:—¡Pobremujer!—¡Quécrimenmáshorrible!—¡Ysedicequeelmóvilhasidoelrobo!—¿Cuántolehanrobado?Yestapregunta,quehizounodelosvecinosqueformabanelgrupo,volvió

lalucidezalturbadoespíritudeVíctor.Comprendióquecorríaunpeligroenorme.Sileregistraban,lehallaríanencimaeldinerodelcrimen.Otropeligrocorríatambién.Silacriadahablaseestabaperdido.Daríapormenores,haríaindicaciones.Segúntodaslasprobabilidadesseríadescubierto.Cuandopensóestoseapartódelgrupoydescendiórápidamentelacalle.Hizoelcaminoenpocotiempo.LlegóaMadridsudorosoymuertodecansancio.Sedirigióasucasa.Apenasmurmuróun«buenasnoches»alacriadaqueabriólapuertayentró

ensucuarto.

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Lecostótrabajoencenderluz,porquelasmanosletemblaban.Suprimeraadvertenciafueexaminarsecuidadosamente.Eranecesarioocultartodoslosvestigiosdelcrimen.Sedesnudóyalaluzdelabujíaexaminósuropa.Laexaminóprendaporprenda.Nohabíanadaquepudieradelatarle.Solamenteenlasbotassentíaunahumedadviscosa.Palpóenlosdedosylosexaminóalaluzdelcandelero.¡Erasangre!Organizóentoncesfríamenteunmeticulososistemadelimpieza,comoquien

llegadeunviaje.Lavólasbotasconmilprecauciones.Volvióaexaminarelpantalónylachaquetayelchalecoyhastaelsombrero.Segurodequenoguardabaensívestigioalgunodelcrimen,vertióelagua

suciadelasangresobreeltejadodeunacasavecina.Soloentonces,máscalmadoydueñodesí,comosientreaquellahoray la

horadelcrimenmediasenmilaños,sepreocupóconlaexistenciadeldinero,quealentrardejarasobrelamesa.

Y solo entonces, como a la luz de un relámpago, vio y comprendió queacababadecometerseuncrimenestúpidoeinútil.

Vellidolehabíaengañado.Vellidolehabíatomadocomocómplicefríamente,deunamaneraegoístay

sabiendodeantemanoqueeldinerorobadonopodía,enmaneraalguna,salvaraVíctor del apuro en que estaba por el desfalco hecho en la caja del CréditoArgentino.

Yvolvióarepetirseasímismoyenvozalta:—Estedineronomesirveparapagar;hacerloseríadelatarme.Parapodermostrar,parapoderhacerusodeél,eraindispensableexplicarde

dóndeprovenía.Si por casualidad encontrasen aquel dinero en su poder, vendría a ser una

pruebadelcrimen,untestigomudoque,sinembargo,hablaríaencontradeél.¿Dónde podría él ir a buscar tanto dinero, quién se prestaría a ser su

cómplice,afirmandoqueseloprestara?¡Seguramentenadie!Aqueldineroeraundelatorimplacable.Pesabasobresudestino.

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Urgía, por tanto, deshacerse de él, ocultarlo demanera que no pudiese serdescubiertoporlajusticia.

Peroaqueldineroqueasílecomprometíasinquepudiesesalvarle,¿porquélohabíaadquiridoalpreciodedoscrímenes?

Por la primera vez este hecho se levantaba ante él como una muralla degranitocortándoleelpaso.

Elcrimenyelrobohabíansidoparasalvarse,ynosesalvaba.Estabairremediablementeperdido.Con efecto, si era cierto que una de las víctimas había quedado con vida,

¿cómopodíaél,sinimprudencia,sinriesgo,sinpeligro,hacerusodeundineroqueatestiguabasucrimen?

¿PodíaracionalmentepresentarsealdíasiguienteenelCréditoArgentinoydecirlealGerente:«Aquítieneustedelimportedeldesfalco»?

¿Podíahacerestoracionalmente?Yreflexionandosobreestepunto,llegóasuponerquepodíahacerlo.ElGerentenolepreguntaríaciertamentededóndeaqueldineroprovenía.Podríaretirarsesinobstáculo,casiconlacabezalevantada.Elpeligrodeserentregadoalapolicíaporladróncasileparecióinverosímil.Peroporotroladosurgíaunpeligromayor,másasustador,másterrible.Si la criada de la señora deNeira, sobreviviendo, ponía a la policía en la

pistadelverdaderocriminal,élestabadescubierto.QuizásVellidosesalvase,porquelacriadanolehabíavisto;peroél,Víctor,

nosesalvaría.YestaideadespertóenélunairasordacontraVellido.Enlaincertidumbredesupensamiento,volvióacreerquelomejorseríano

reintegrareldineroalacajadelCréditoArgentino.Corríaunriesgomuchomenor.Comoladrón,comofalsario,podríaestarenlacárcelunañoodos.Como asesino estaría toda la vida, y no era solamente la cárcel lo que le

esperaba.¡Erapeor!EraelpresidioenÁfrica.Lamuertelenta,sinunapalabradeconsuelo.Entonces la perspectiva de todos estos males trágicos le hizo ver el

descubrimientodesucrimencomocosaindudable,exacta,cierta.Parasuespírituyanohabíaduda.

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LacriadadelaseñoradeNeirasobreviviríaparaperderlo.Acasoenaquelmomentoestuviesedenunciándole.YvolvíaVíctoraindignarsecontraVicenteVellido,quelahabíadejadocon

vida.Clavó los ojos en el dinero amontonado encima de la mesa, y sintió un

estremecimientodemiedo.Loimportante,lourgente,eraocultareldinero,yconeldineroocultartodo

vestigiodelcrimen.Eraprecisourdirfinamenteunsistemadedefensa.Suponiendoquefuesedescubierto,todasubasededefensadebíaconsistiren

negar.Peronegarnobastaba.Enmuchasocasiones,negaresestúpido.Era,portanto,indispensablequeloshechosnoestuviesenenoposicióncon

suspalabras.Recordó entonces algunas historias de crímenes que conocía por haberlas

leídoyrecapacitósobreestedetalleparticular.Engeneral loscriminalesqueniegansonpuestospor losmagistradosenel

casodejustificarelempleodesutiempo,eneldíaoenlahoradelcrimen.Ypuestosenesteapuro,severificamuchasvecesqueelcriminalnopueda

justificarelempleodesutiempo.Entalcasoestánperdidos.Paraquetodadefensaseasólida,esprecisoquenohayaenellalagunas.Unadefensamalhechaesuncaminollenodebarrancosdondeacadapaso

secae.Víctorpensóenaltavoz:¿Dóndepodríayohaberestado?Peroafirmarquehabíaestadoenotrapartetampocobastaba.Losjuecesnosecontentanconmerasafirmaciones.Esindispensableprobar.Senecesitaeltestimoniodealguienquecompruebelaafirmación.Para despistar a la policía se necesita deslumbrarla con la verdad o con

aparienciasdeverdad.Sielcrimenfuesedescubierto.Silacriadahablase.¿QuéalegaríaVíctor?

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Estuvounmomentobuscandoensuespírituunasolución.Nolaencontraba.¿Cómohallarla?Para que alguien afirmase haberlo visto a la hora en que se practicó el

crimen, era necesario que ese alguien se decidiese a ser su cómplice, porquehabíaquereferirleelhecho.

Perotodoestoeraabsurdo.Paraobteneruncómplice,seríanecesariodecirle:entaldía,yatalhora,he

sidocoautorenelasesinatodedosmujerespararobarlas,ypractiquéuncrimencobarde, repugnante, infame. Es preciso salvarse, y para esto, reclamo tucomplicidad. Si fuese necesario decir ante el juez que me has visto, que mehablaste,queestuvecontigoentaldíayentalhora,decláraloconenergía.

¿Eraestoposible?Evidentementeno.¡Ysinembargo,eraabsolutamenteprecisoencontrarunasolución!Desdequeconcibieraensuespírituelpropósitodedefenderseatodotrance,

seapoderódeél,yaesteinnatosentimientodelapropiaconservaciónseasía,comoelhombreque,suspensoenelairesobreunabismo,puedeasirsealaramadeunárbol.

Instantánea;comounrelámpago,tuvounainspiración.—¡SiSoledadseprestase!Perodespuésdeunmomentodereflexión,tambiénestoleparecióabsurdo.Pensó entonces en Eleuterio, el obrero que había conocido a su llegada a

Madrid; pero hacía mucho tiempo que dejara de verle y no sabía dóndeencontrarle.

AdemásEleuterionoeraningunagarantíadeseguridadparalajusticia.Sospecharíandelosdos.Otracosaledeteníatambién.Eleuterioquerríaunapartedeldinero.Desechóenabsolutotodaideadelaayudadeunamigo.Llegóaunaconclusión.Sihabíaalguienquepudiesesersucómplicenuncaseríaunhombre.Solamenteunamujer,consuinmensabondad,seríacapazdeprestarseaun

sacrificiodeaquellanaturaleza.Pacanoestabaencondicionesdepoderhacerlo.¿QuévaldríasutestimoniosisedescubríaqueVicenteVellidoerasupadrey

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unodelosacusados?Además Paca era vulgar, no tenía suficiente pureza para comprender la

situación.Senecesitabaunaniñacontodosucandorounamujercontodasubondad.La ideadequeSoledadpodría salvarlovolvióa suespíritudeunamanera

pertinaz.Alcabodecidióverlaaquellamismanoche.Soledadleamabalocamente.Susrelacionesconellahabíantenidoenpocotiempouncambioradical.¿Cómo?Soledadsehabíaentregado.Eralamujerqueama,ylamujerqueamaresisteraravez.Undía,alsalirdeltaller,Víctorlaesperó.Ellasesorprendióysealegrómuchoalverle.Caminabaasuladoconpasomenudo,sonriente.Lamenorpalabraqueélledecíaeraunacorrientedulcequelesubíaporlas

venas.Soledadnosecuidabadeocultar la satisfacciónqueexperimentabaal lado

deVíctor.Eraunajovenllenadesinceridad.Sufranquezaysucandorlaperdieron.Víctor,consúplicasyruegos,lepidióparaaquellanochelallavedelacasa

para entrar a las altas horas, cuando los ancianos tíos de Soledad estuviesendormidos.

Lajovensenegóalprincipio,peroacabóporconcederloqueselepedía.Después quiso volverse atrás, y pidió la llave; quería que Víctor se la

devolviese.Víctorsonreíaysenegaba.Alfinconvinieronlosdosenquenoharíausodelallave.LehizoaVíctorquelojurase.Éllojuró.Sesepararon.Soledadestuvotodalanochemuypreocupada.LaseñoraJesusalepreguntóvariasveces:—¿Peroquétienes,muchacha?¿Quétepasa?—Nada,tía.Unpocodedolordecabeza.

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—Puesacuéstate.—No,sinovalenada.Serecogieronalasdiez.UnavezensucuartoSoledad,tardómuchoenacostarse.Abriólaventanay

seasomó.Necesitabarespirarelairefrescodelanoche.DabanlasdoceenelrelojdelBuenSucesocuandoseretiró.Susmanos,alcerrarlaventana,temblaban.Teníafiebre.Sedesnudólentamente.Ibaameterseenellechocuandooyóunrumorapagado,ylapuertaseabrió

casisinruido.VíctorcayóalospiesdeSoledadpidiéndoleperdón.Estabamuymalloquehacía;peroélnohabíapodidoresistirasupasión.Víctorlaasíaporeltalle,laestrechabacontrasí.Soledadapenasresistía.¿Quépodíaellatemer?¿Noibanellosacasarse?¿Noestabaseguradelamorprofundo,eterno,queélsentíaporella?Soledadleescuchabatemblando…Sinvoluntadpararesistir,porqueellaleadoraba.

***

ConvencidodeesteamorfueporloquemástardeVíctorpensóenSoledadcomoencubridoradesucrimen.Aquellaeraunasolución.

Perourgíasalirdeallí,dejaraquelcuarto,ocultarcuantoantesaqueldinerocomprometedoryfunesto.

Unrelojdiohoras.¿Cuántas?Nolosabía.Empezóameterseeldineroenelbolsillo.Enestollamaronalapuerta.Víctor,súbitamenteaterrado,frío,pálido,preguntó:—¿Quiénes?Unavozdemujerrespondiódesdefuera:

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—Sonlassiete.¿Noquiereustedcomer?Víctor, sin abrir la puerta y haciendo esfuerzos por que su voz apareciese

serena,contestó:—No;hoycomofuera.—Puesusteddispense.Yseoyócomounospasosligerosquesealejabanporelcorredor.Víctoracabódeguardarseeldineroen losbolsillos,sepusoelsombreroy

salió,dejandolaluzencendida.Desdeelpasillodijoalacriada,queestabaenelcomedorponiendolamesa:—Dejoelquinquéencendido;hagaelfavordeapagarlo.—Estábien.Cuandoseencontróenlacalle,VíctorsedirigióacasadeSoledad.Durante el trayecto varias veces le acometió la tentación de arrojar en

cualquiercalledesiertaaqueldineroquelequemabalasmanosyparecíaatraerlealfondodeuninsondableymisteriosoabismo.

Renunciar al dinero, hacerlo desaparecer, era apagar el único vestigiopalpabledesucrimen.

Peronosedecidió.Enloúltimodesuconciencia,laidea,queaúnpodíaserleútil,lesonreía.Fue entonces cuando tuvo la inspiración diabólica de confiar a Soledad la

custodiadeldineroquerobaraalainfortunadaseñoradeNeira.

***

Doroteocabeceabacuandounviolentotoquedecampanillaledespertó.—¿Quiénes?Soledaddejólacosturayselevantóparaacudiralapuerta.LecostótrabajoreconoceraVíctor.Sonriendo,consatisfaccióndeverle,ledijo:—Yanoteesperaba.—¿Porqué?¿Tantardees?—No; pero como tu costumbre es venir más temprano calculé que ya no

vendríasestanoche.Entra…LaseñoraJesusapreguntódesdedentro:—¿Quiénes?

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Soledadrespondió:—EsVíctor,tía.—¡Ah!VíctorentróenlahabitacióndondeestabanreunidoslostíosdeSoledad.Saludó con cierto embarazo, y, como de costumbre, se sentó en una silla

juntoalamesa.Huboun silencio, que siemprehabía cuandoVíctor entrabayqueSoledad

erainvariablementelaprimeraenromper.—¿Pordóndehasandado?Teencuentropálido.Víctor,queriendosimularindiferencia,contestó:—Hetenidomuchoquehacer.Despuéssehablódebanalidades:deltiempo,deunahuelgadealbañiles,de

loquedecíaunperiódicorepublicano.ViendoaDoroteocabecear,Soledadledijo:—Tío,¿porquénosevaustedaacostar?—Tienesrazón.¡Yquemañanatengoquemadrugar!Ydandolasbuenasnochesatodos,paranotenerquedárselasdirectamentea

Víctor,seretiródelasala.Despuésdequesalió,VíctordijoaSoledad:—¿Quélepasaatutío?Soledadrepusosonriendo:—Esquecuestamástrabajoconquistaralostíosquealassobrinas.Víctorsonrió.Oyoseunruidoenlacocina,comodecacharrosrotos,ylaseñoraJesusase

pusoenpie.—Yaestáahíelgatodelaportera.Condenadoanimal.Soledadpreguntó:—¿Peropordóndeentra?—Porlaventanatienequeser.YlaseñoraJesusasedirigióalacocinaconamenazadorademán.Viendosalirasutía,SoledadseacercómásaVíctor:—¿Qué tienes? Dime alguna cosa. Parece que es necesario arrancarte las

palabras.¿Estásadisgustoamilado?—¿Porquédiceseso?¿Notehedadomilpruebasdelocontrario?—Yocreoquetelashedadomayores.Yaldeciresto,Soledadsepusoencendidacomolagrana.

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—Túmelashasdadomuygrandes,y,sinembargo,estoyseguroquenomequierescomoyoati.

Soledadsonreíaynegaba,moviendolacabeza.Víctorprosiguió,animándose:—Tú no sabes cómo yo concibo el amor. Es la renuncia de la propia

personalidad. La persona que quiere a otra con intensidad debe dejar depertenecerse.Porejemplo…

AquíVíctorsedetuvocomositemieseirdemasiadolejos.Soledadrepitió:—¿Porejemplo?…Víctor,poseídodeciertaexcitaciónnerviosa,continuó:—Porejemplo.Suponteunmomentoqueamasaunhombresusceptiblede

haber practicado un crimen. El hecho de haber practicado ese crimen loinutilizaba para tu amor. ¿No es verdad? Pues bien: yo sostengo que el amordebe ser indestructible, sin que ninguna circunstancia, ni lamás fuerte, puedacombatirlo,anoserelolvido,suúnicoyverdaderoenemigo.

Hubounalargapausa,alcabodelacualdijoSoledad:—Yocreocomotú.Elamordebesersuperioratodo.—¿Hastaalcrimen?—Hastaalcrimen…—Vamosaver.Imagínatequeyopracticouncrimen.Supontambiénquemi

salvaciónestáentusmanos.¿Túmesalvarías?Soledadrespondióresuelta:—Tesalvaría.—¿Túsabesloquedices?—Losé.—Imagínateporunmomentoqueyo…—¡Quéabsurdo,Diosmío!—Yasesabequesonsuposiciones;peroescucha.Y Víctor, encendiendo un cigarro, continuó en el mismo tono de

demostración:—Imagínatequeyosoypresoporasesino.Quemeacusandehabermatadoa

un hombre o dos hombres, a unamujer o dos, por fatalidad o por ambición.Imagínate que, instado por un juez a confesar mi crimen, yo niego parasalvarme.Demi delito no quedan vestigios: una arma, ni unamoneda ni unagotadesangre.Unsolohechomepodíacomprometeryperder.Elhechodeno

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serme posible decir a la justicia y a la policía: «No soy autor de ese crimen;porquecuando se cometió estabaenotraparte conalguien». ¿Conquién?,mepreguntaríalajusticia.

Yliandootrocigarro,Víctorconcluyó,cambiandodetono:—Ahoraescúchame. ¿Túasegurasqueyopodríadecir: cuando secometió

esecrimen,yoestabaconmimujer,conmiqueridaoconminovia,sincorrerelriesgodequemujer,amanteonoviamedesmintiesenyperdiesen?

Soledad,conlosojosbrillantes,contestó:—Siyofuesealgunadeellas,loaseguro.Víctorinterrogóconfingidoasombro:—¿Cómo?¿Túseríascapazdehacerlo?—Yosí.—¿Peronocomprendesqueenelcasoqueacabodepresentartesetratade

unacomplicidad?…—Sí,locomprendo.Víctormurmuró:—Turespuestamevence.Ydespuésdeunmomento:—Sin embargo, ya se dio el caso. Hace tiempo en París se descubrió un

crimenhorrible.Dosmujeres aparecieron asesinadas en una casa. Se buscó elasesino, y se encontró un hombre que parecía serlo. Pero no había más quesospechas. Nada lo acusaba de una manera definitiva. Un solo hecho lecomprometía:elhechodenopoderdeciralajusticiadóndeestuviera,yloquehiciera a la hora en que se perpetrara el crimen. Interrogado a este respecto,respondíaapenas:«Nopuedodecirdóndeestuve».Perolajusticiahizodeestehechobasedeacusación,yelhombresesintióperdido.Entoncesseacordódeunamujeraquienamaba,yqueasuvezleamabamucho.Apelandoasuamorledijo:«Solotúpuedessalvarme».¿Cómo?«Consintiendoendecirqueeneldíay en la hora en que el crimen se cometió yo estaba contigo, en tu casa en tucompañía.¿Quieressalvarme?».

Soledadinterrumpió,preguntandocuriosa:—¿Quérespondiólamujer?—¡Nada!…Elpobrediablocayóenlatonteríadecitarlacomotestigoensu

descargo; pero en pleno tribunal ella le desmintió, pretextando que no podíasoportarelpesodesemejantecomplicidad.Yaquítienesloquefueelamordeaquella mujer para aquel hombre. Presenté el caso en mí para hacerlo más

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elocuente.Sielcasosedieseconmigo,túdicesquemesalvarías…Soledadrespondióconfirmeza:—Sí,tesalvaría.—¡Júramelo!…Soledadexclamó,riendodeldisparate:—¡Jesús,quéloco!Víctor,sinembargo,insistió:—¡Júramelo!—Puesbien…¡Telojuro!…—No,asíno.Dilodeotramanera.Diasí:«Juroquetesalvaría».—Juroquetesalvaría.Víctorserioconrisaforzada:—Ahoraséquemequieresverdaderamente.Elrelojdelacasadiohoras.Soledadlascontó:—Lasnueve.Hoyhasvenidomástardequedecostumbre.Víctorrepusoenuntonoligero:—Ahítienesprecisamenteelcaso.Sonlasnueve.Puesbien;imagínateque

eranecesarioparasalvarmedecirqueyohabíaestadocontigoalassiete,delassietealasocho.¿Quéharías?

—Diríaquehabíasestadoconmigodesdelassietealasocho.—FigúratequeaesahorasepracticabaenMadriduncrimen,yqueyoerael

autordeesecrimen.Soledadselevantó:—¿Perotúquétieneshoy?—Responde.—Ya respondí. En cualquier circunstancia en que te viese perdido y

dependiesedemíelsalvarte,tesalvaría.—¿Ycontinuaríasqueriéndome?—Esonosé…VolviólaseñoraJesusa,ylaconversacióncambiócompletamentederumbo.Víctorseanimara,yparecíademejorhumorquenunca.MirabaaSoledad

conojosdepasión.Alasnueveymediaselevantóparairse.Soledadlepreguntó:—¿Vienesmañana?

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—Mañananosé.—Esdomingo.—¡Ah!Sí.SedespidiódelaseñoraJesusa.MientrasenelpasilloseponíaelsombreroySoledadalumbraba,murmuró:—Mecontraríaandarconestoenelbolsillo.Ysetentabaelpechodelachaqueta.Soledadinterrogó:—¿Quétepasa?—Nada.Undineroquetraigoconmigoparaentregarporlamañana…Ypor

notenerqueiralescritorioyvolverasalir,loherecogidohoy.—Puestencuidado;noteroben.—Ytienesrazón.Ademásesunasumarelativamentegrande.Soledaddijoriendo:—Dámelo;yoteloguardaré.Víctorrepusoradiante:—Y por qué no. Es una excelente idea… Mañana pasaré a buscarlo. Es

ademásunamaneradeverte.—Puesenesecasoyanotedejo…Vengaeldinero.Víctorsacódelbolsillo

unabultadofajodebilletesyseloentregóaSoledad.Lamuchacha,unpocoperplejaconeldineroenlamano,murmuró:—Silatíasabequetenemosestedineroencasanoduerme.—¿Porqué?—Porquetienemuchomiedoalosladrones.—Lomejor,entonces,seránodecírselo.—Sí;yoleesconderé.Víctorsedespidiónuevamente,ysalió.Lacalleestabaobscura.Adelantóalgunospasos.Notransitabanadie.De pronto sintió un quejido triste, que le pareció haber sonado casi a su

espalda.Sevolvió.Horrorizadocreyóverenlas tinieblas lavagafiguradelaseñoradeNeira,

agitandofuriosamente,porunhilodecarne,lacabezadegollada.Sealejócorriendo.

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E

CAPÍTULOXI

¡UNDÍAMÁS!

N uno de los primeros capítulos de este libro dejamos a Soledaddesfallecida en su lecho al tener noticia del doble asesinato realizado en

MadridModerno.El lector habrá, sin duda alguna, comprendido que la pobre muchacha

sucumbiera a la sospecha fulminante de que el hecho se relacionaba con laspalabras que Víctor pronunciara la noche anterior, y con el juramento que learrancaradequelesalvaríasilevieseperdido.

CuandolaseñoraJesusaentróensucuartoylehizorelatodelcrimen,sintióunescalofrío,comosilehubiesendadounanoticiapersonaldehorriblealcance.

SedurmierarecordandolaspalabrasdeVíctorysuinfantilsospechadequeellanoleamababastanteysudoctrinadelamorindestructible,y,finalmente,suproposición monstruosa de un crimen y de un criminal a quien es necesariosalvar…

Se despertó con la noticia de un crimen, semejante en todo al queVíctorhabíasupuesto.

Entonces, en una instantánea evocación de la escena de la víspera, vio aVíctorenunaspectonuevo,ydioasuspalabrasunamuydistintasignificación.

Le pareció verle sobresaltado, inquieto, poseído de una preocupaciónextraña.

Recordóque la expresiónde su rostro no era la habitual, y que en toda lapersonadeVíctorseadvertíaunaprofundaagitación.

Todoesto,comoenconfusotorbellino,acudióenunmomentoasuespíritu.Sintioseposeídadeunsúbitopavor,ysinpoderdominarseprorrumpióenun

llantoinexplicable.Logró,sinembargo,serenarse,yasolas,ensualcoba,reflexionóquequizás

eraabsurdotodocuantoestabapensando.Su alma, honraday buena, nopodía admitir la idea de queVíctor hubiese

cometidouncrimen.Uncrimenlopracticauncriminal,yVíctornoerauncriminal.

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Noteníaeseaspecto.Noteníalasactitudesqueelsercriminalrequiere.¿EraacasoposiblequeVíctor,elamordesuvida,practicaseuncrimen?No,noeraposible.¿Yparaquéuncrimen?¿Conquéobjeto?Había,portanto,disipadoesamonstruosaaprensión,cuandosutíaentróde

nuevo en la alcoba, y en pocas palabras la puso enfrente del crimen tal comoVíctor lo había supuesto, tan rigurosamente como ella se lo oyera contar lanocheanterior.

¡Dos mujeres asesinadas al caer de la tarde, el asesino en fuga; en unapalabra,elcrimenreal,auténtico,inconfundible!

Tuvo la impresiónrealyabrumadoradequeelcrimenfueraefectivamentecometido por Víctor, el cual la había hecho su cómplice arrancándole eljuramentodequelesalvaríasilevieseperdido.

Estaimpresiónfuerápidayprecisa.Sintióentoncestalhorrorqueperdióelsentidocomoantelaluzfulgurante

deunrayo.Cuandoentróelmédico,quehabíasidollamadoatodaprisa,Soledadaúnno

habíarecuperadoelsentido.LaseñoraJesusa,muyasustada,llorabaasulado.Elmédicoseacercó,acompañadodeDoroteo,quenodecíaunasolapalabra,

peroencuyafisonomíaseadvertíaunagraninquietud.Elmédicoseinformóminuciosamentedelascircunstanciasenquelehabía

dadoelsíncope.Quedómuysorprendidocuando laseñoraJesusa lecontóentre lágrimas lo

quehabíapasado.Despuésdeuninstanteelmédicomurmuró:—Escurioso.Unamuchachatanfuerte.¡Nuncalehabíasucedidoeso!—Nunca.Hasidosiempremuyrobusta.Elmédico recetó rápidamenteenunahojadepapelqueDoroteo llevóa la

botica, y mientras esperaba que volviese con los medicamentos, procuróreanimaraSoledadhaciéndolerespirarsalesymojándolalassienesconagua.

Perosuscuidadosysusesfuerzosfueroninútiles.Soledadparecíamuerta.LaseñoraJesusaestabamuyasustada.Elmédiconocesabademurmurar:

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—Escuriosoquelanoticiadelcrimenlehayacausadotantaimpresión.LaseñoraJesusamusitó:—Sí.Ellanuncafuenerviosa.Perodesdequeestáenamoreshacambiado

mucho.Elmédicoasintió:—Esverdad.Parecemásflaca.¿Ibaacasarse?LaseñoraJesusanorespondió.Soledadacababademoverseenellecho.Seaproximaron.LaseñoraJesusa,encorvándosesobrelasalmohadasyacercandosurostroal

rostrodeSoledad,murmuró:—¡Soledad!¡Hijamía!Laenfermanorespondió.Elmédicolatomóelpulso.—Estámuyagitada.Esprecisocalmarla.Soledadabriólosojosyvolvióacerrarlos,comosiquisiesedormir.Detiempoentiemposufríaunestremecimientoyexhalabaunlargosuspiro.LlegóDoroteoconlosremedios.LaseñoraJesusaintentabadespertaraSoledaddeaquellargoeinexplicable

desmayo:Lallamabaangustiadayllorosa:—¡Soledad!¡Hijamía!¿Nomeoyes?¡Despierta!¿Nomeves?Soledadparecíahabercaídoenunprofundosueño.ElmédicosaliódelcuartoconDoroteo,dejandoalaseñoraJesusaalladode

laenferma.AntesdequeDoroteoleinterrogase,elmédicodijo:—No es cosa de cuidado. Está en una edad crítica. ¿Por qué no la casan

ustedes?—Vaacasarse.—¿Conquién?¿Puedesaberse?—ConunmuchachoempleadoenelCréditoArgentino.Quedaronlosdossilenciososuninstante.Elmédicoerajoven,reciénsalidodelaUniversidad;peroyahabíaadquirido

unaexcelentereputación.Apenashacíaunañoquevivíaenelbarrio,locualnoimpedíaquegozaseya

deunaclientelanumerosa.

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Eraunhombredemedianaestatura,quepodíafrisarenlostreintaaños.Hacíapocosmesesqueeraelmédicodelafamilia.Hacía pocosmomentos que permanecía en la sala con Doroteo cuando la

señoraJesusagritódesdelaalcoba:—¡Doroteo!¡Doroteo!Elmédicodijo:—Vamosallá.Sindudahavueltoyaensí.VolvieronalaalcobadeSoledad.Con efecto, la enferma había vuelto en sí y lloraba en silencio, sin querer

responderaningunadelaspreguntasqueledirigían.

***

AhoraveamosloquehabíasidodeVíctoralsalirdecasadeSoledad.Acobardadoyllenoderecelossedirigieraasudomicilioyseacostara,pero

entodalanochenohabíapodidohacersueñodeprovecho.Solamentehacialamañanalogróquedartraspuesto.Sedespertóhaciaelmediodía.Elsolentrabaatorrentesporlaventanaquepordescuidoquedaraabierta.—¡Mediodíaya!—pensóVíctor.Comojustificandosupensamientounrelojlejanodiolasdoce.ApenasfaltabanalgunashorasparaquefinalizaseelplazoqueelGerentedel

CréditoArgentinolemarcaraparaelreembolsodelasumarobada.¡Doshoras!¡Quéhacer!¿Salir?El espíritu, de nuevo desordenado, inquieto y conturbado, necesitaba

subordinarsealfríoraciocinio,alaresoluciónprácticaquelesugiriesesumenteenelmomentocrítico,enaquelmomentoqueseacercabarabiosoeinexorable.

Inquieto,perodeseosodehallarunfinasusinquietudes,Víctorselevantó.Estabavistiéndosecuandounsonagudo,vibrante,fino,llegóasuoído.Seestremeció.Eralacampanilladelapuerta.Alguienlahacíasonarconviolencia.Víctorpensópalideciendo:

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—¡Sindudalapolicía!Elcrimenestabadescubierto.Talvezlacriadaheridalehabíaindicadocomounodelosasesinos.Conprofundoestuporcomprendiólainutilidaddesucrimen.Unavezmássintiósuhorror.Así se sucedían de tropel los temores, las suposiciones y las dudas en el

espíritudelcriminal,cogidodesorpresaal levantarsedel lecho.Acorraladoensualcoba,y como fieraperseguida, acorraladoen lomáshondode la cavernaquelesirvedeabrigo.

Aplicóeloído.Abríanlapuerta.Pasospesadosresonabanenelcorredor.Una voz pausada, cavernosa, con marcado acento gallego, saludaba a la

sirvienta.Eraelaguadorqueascendíaconsupesadacuba.¡Noeratodavíalapolicía!Respiró.Supechoquedólibredelaopresiónnerviosaqueleimpedíarespirar.¿Porquétemer?Todavíanoestabaperdido.Eraprecisoconservarlaserenidad.Eraprecisoreflexionar.A merced del acaso preparaba ya el medio de defenderse hasta el último

extremo.SindudaqueSoledadjustificaríaanteeljuezloqueél,Víctor,hicieraentre

sieteyochode lanocheaqueldíafatalenquesusino le lanzaraeneldeclivequedebíaconducirlealaignominiadelpresidiosilefaltabaserenidadyastuciaparaladefensa.

Unavezmásserepitióasímismo.—¡Serenidad!¡Serenidad!Esprecisoserenidadparadefenderse.Resuelto a vivir, acabó por decidirse y afrontar fríamente la pena que le

impusiesenlostribunalesporelroboenlacajadelCréditoArgentino.Aquietadosuespíritupudoraciocinarfríamente.Necesitaba estar calmado, sereno, con absoluta consciencia de que la

responsabilidad exigida por los tribunales no pasaría de la consecuente a undesfalcodelaCaja.

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Necesitaba convencersepara sudefensaquenohabía cometido el horribleasesinatoquelosperiódicospregonabancongrandesletras.

ElterribleasesinatodeMadridModerno,queservíadepastoalterroryalalocuacidad de las mujeres inactivas, reunidas en el patio de esas colmenashumanasquesellamancasasdevecindad.

Eraprecisoestartranquilo.Latranquilidaderalavictoria.¿Cómoconseguirla?Convenciéndose de que sus manos no estaban teñidas de la sangre de la

ancianaseñoradeNeiraydesuimprudentecriada.ElasesinoeraVicenteVellido.Para conseguir llegar a este fin se paseaba pausadamente a lo largo del

cuarto, gesticulando, sugestionándose la extraña convicción de que no era uncriminal.

Necesitaba la convicción, urgía proveerse de ella, armarse con ella, comoconunacorazainvulnerablequeresisteatodoslosgolpes.

Víctorladrón,eraunhechopositivo,auténtico,indiscutible.Víctor asesino, era una acusación infame, que debía rechazar por absurda,

injustificada.¡Eralacalumnia!AlahoradelcrimenVíctorestabaalladodeSoledad.Siselopreguntasenellalodeclararíaasí.A las sospechas de la policía o las acusaciones de los jueces respondería

serenoyalafuerzadelaconvicción.Él, Víctor, procedía en aquel momento al tenaz trabajo de expulsar de su

cerebrolaverdad,sustituyéndolaporlanecesidad.Enelinteriordelacasadenuevoelrelojvibróagudoyrápidotresveces.Lastresdelatarde.EnbreveelGerentedelCréditoArgentinocumpliríasupalabraentregándole

alapolicía.Instintivamentemiró hacia la puerta en espera que un ruido denunciase la

proximidaddelosagentes.¡Nada!Latranquilidadquelerodeabaseuníaalatranquilidaddeldía,llenodeluz.Seaproximóalaventanaymiróhacialacalle.Laideadeunpeligrocercano,inminente,lepreocupaba.

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Conrápidaojeadarecorriótodoeltrayectoquedesdelaventanaseabarcaba.Lacalleestabadesierta.Unrelámpagodealegríabrillóensusojos.Brillóypasórápidamente.TalvezelGerentenocumplieselaamenazadeentregarlealostribunalestan

prontoelplazodelas48horastranscurriese.Peroestaesperanzaquiméricanoarraigóensuespíritu.LaSociedaddelCréditoArgentinovivíaporeldineroyparaeldinero.Nodebíaesperarclemencia.Seríaimplacablecomoeldestino.Y,¿porquétemer?El peligro que la víspera lo llevara a ser el cómplice de Vicente Vellido

impulsadoporunexageradosentimientodedefensa,erahoymiradoporVíctorfríamenteysinsusto.

Ayer,porhuirdelrobo,presencióunasesinatoenelcualeracómplice;hoy,porhuirdelasesinato,secomplacíaenserladrón.

Así,obligadoaafirmaryreconocerelrobopracticado,seconcentrabaensímismoyvivíaúnicamenteparaelcastigoy lapenadeundelito relativamentepequeño,insignificante.

Deese,únicamentedeese,responderíaantelajusticiadeloshombres.Elrestonoexistía.Erafalso.Víctor, que al abandonar la ventana reanudara sus paseos a lo largo de la

habitación,acabódecompletarsuplandedefensa.Yanotemíaalapolicíacomoantes.Preparadoarecibirlasesentíafuerte.Tomóelsombreroysedispusoasalir.¿Lapolicíanolobuscaba?Éliríaasuencuentro.Bajólaescaleralentamente.Alpisarlacalleseestremeció.Enlaaceradeenfrentesepaseabandoshombresvestidoscondescuido.Parecíandisfrazadosaquellosdoshombres.Víctorsedetuvoypensó:—¡Sonellos!Reconocíaadosindividuosdelapolicíasecreta.

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LlegadalahoraelGerentelehabíadenunciado.En la satisfacción mal contenida que los agentes dejaban adivinar en la

mirada,Víctorcomprendiólasupresióndesulibertad.Comprendióquedeallíenadelantepasaríansusdíasenuncalabozoinfecto.Aquella sonrisa de satisfacción que brilló en los labios de los agentes

denunciabalamisióncumplida.Lasórdenessuperioressatisfechas.Unodelospolicíasavanzó.Automáticamenteelotrohizolomismo.Interceptaronelpasoapoyadosenelbastóncaracterístico.Elmásviejodelosdosagentesinterrogó:—¿DedóndevieneVd.?—Vengodemicasa.—¿EnquépisohabitaVd.?—Eneltercero.—¿EstáVd.empleadoenunacasadeBanca?—Sí.¿PeroconquéderechomeinterrogaVd.?—Soyagentedepolicía.—¡Depolicía!—Sí.Víctorquedóindeciso.Elagentecontinuó:—¿EnquécasaestáVd.empleado?—EnelCréditoArgentino.—¿SunombredeVd.?—VíctorRey.Elagentesevolvióasucompañeromurmurando:—¡Esél!Elotrohizoungestodeasentimiento.Víctorpreguntóconciertaarrogancia.—Enfin,¿quédesean?—Quenosacompañe.—¿Adónde?—Apresenciadeljuez.—¿Porqué?—Nosabemos.Tienequeacompañarnos.

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Víctorsintiófríoenlasvenas.DudabasileprendíanporelroboenlacajadelCréditoArgentino,oporel

asesinatodeMadridModerno.Hizounpoderosoesfuerzosobresímismo,ylogróserenarse.Volviéndosealosagentesdijo,afectandofrialdad:—¡Vamos!Estoyalasórdenesdeustedes.Lostresecharoncalleabajo.Víctorcaminabaentrelosdosagentes.LlegaronalasSalesas.En el edificio de juzgados se notaba un gran movimiento. El crimen de

MadridModernoeraeltemaobligadodetodaslasconversaciones.Víctorentróconelsombreroechadosobrelosojos.Deseabaocultarseenlo

posiblealasmiradasdeloscuriosos.Unporteromurmuróalverle:—¿SerácosadelasuntodeMadridModerno?Víctorsintióunescalofrío.Unalguacilrepuso:—Nomeloparece.Víctorylosagentesseinternaronporloslargoscorredores.Notardóenser

introducidoeneldespachodeljuezdeguardia.Eljuezeraunhombretodavíajoven.Elinterrogatoriofuecorto.SetratabadelrobodelacajadelCréditoArgentino.El preso no huía las responsabilidades de la acusación. Era él quien había

robadolacaja.Suconfesiónfueespontánea,fría,precisa.El juez hizo un gesto, y los dos agentes condujeron a Víctor a la Cárcel

Modelo.Unavezallíseleencerróenunobscurocalabozo.Eraobscuroysórdido.Víctor,alencontrarsesolo,sedejócaerenunaesteraquehabíaenunrincón.Latardecomenzabaadeclinar.Losrayosdoradosdelsolpenetrabanporunalto tragaluz.Víctormirócon

profundatristezaaquelsolquehabíailuminadosuúltimodíadelibertad.Cerrólosojosypensó…Nopodíadudardelasuertequeleesperaba.

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Lasentenciasereduciríaaunañodeprisión.Talvezseismeses.Después,rehabilitadoporlaexpiación,emprenderíaunavidanueva.Elmundoeragrande.Miróaltragaluz.Elsolhabíadesaparecido.Elcalabozoestabaobscuro.Pasólanocheenunagranagitacióntendidosobrelaestera.Aldíasiguiente,unguardiadeuniformeentróallamarle:—Acompáñeme.Víctorsepusoenpie.Todoelcuerpoledolía.Estabaentumecido.Dirigiéndosealguardia,interrogó:—¿Quiénmellama?—Elseñorjuez.—Yamehainterrogado…—Hasidoelseñorjuezdeguardia.—¿Quiénesahora?—DonMáximoBaroja.Víctorsalióconducidoporelguardia.Fuellevadoapresenciadeljuez.DonMáximoBarojaestabasentadoenunsillón,yselimpiabalasgafascon

elpañuelo.Alentrarelreoselaspuso.Ibaaempezarelinterrogatorio.

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P

CAPÍTULOXII

LACASADEDOROTEO

ARECÍA un hogar visitado por la desgracia aquel honrado hogar deobreros.Enlacasareinabaunsilenciosombríoydemalagüero.Doroteo, sentado en un extremo de la sala, parecía abatido por una gran

tristeza.LaseñoraJesusaibadeunladoalotro,trajinandoporlacasa.Teníalosojosllorosos.Soledad, aquella sobrina a quien querían como a una hija, se había

enamoradodeunladrón.El Liberal de aquellamañana traía la noticia de la prisión deVíctor Rey,

acompañada de pormenores referentes a la captura y al robo en la casa delCréditoArgentino.

Noera infundada,pues, la instintivaysecretadesconfianzaqueelhonradoDoroteohabíasentidoporVíctordesdeelprimermomento.

MentalmenterecordabalamalaimpresiónqueVíctorlecausara.Decircunstanciaencircunstanciarecordabahechos,frasessueltasqueVíctor

másdeunavezhabíapronunciadoyquelequedarangrabadasenlamemoria.LaseñoraJesusaentróagobiadabajoelpesodesupenaypreguntó:—¿Quieresquecenemos?Doroteorepusodistraídamente:—Bueno.Peronosemovió.Alcabodeunmomentomurmuró,dirigiéndoseasumujer:—¿YSoledad?La señora Jesusa,por toda respuesta, se enjugó losojosconunpicode su

delantalysuspiró:—¡Pobrehija!¡Pobrehija!Quiénpodríasuponer.Doroteoexclamóconcólera.—Puesamínomehaengañadonuncaeseladrón.

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Callaronlosdos.Lasalavolvióalsilencio,cortadobrevesmomentosporeldiálogoentrelosdosesposos.

EntróSoledad.Estabamuypálidaperoparecíaresignadayserena.Al violento desmayo del primer momento sobrevenía la serenidad de las

grandesresoluciones.Víctorestabapreso.Elhombrepérfidoque la envolviera enel secreto sangrientodeuncrimen

acudiríaaellaparasalvarse.¡Yellaprometierasalvarle!¡Lohabíajurado!¡Eraprecisocumpliraqueljuramento!Nohabríanidudasnivacilacionesnitemoresqueladetuviesen.Su carácter honrado, puro e íntegro le indicaba no la complicidad en una

tragedia horrible, en la cual se transforma en delito la solidaridad, sino elcumplimientodeundeberquesehabíaimpuestoporunapromesa.

¿HabíajuradoaVíctorarrancarledeaquelabismodeeternaperdición?Puesdebíacumplireljuramentoempeñado.Después,enloporvenir,procuraríaolvidaralhombrequeeldestinocruzara

ensuexistenciaparaperturbarlayherirla.PorelpresenteurgíapatentizarconhechoslaafirmaciónsinceraqueVíctor

learrancaraennombredelmáspuroyelevadosentimientoquepuedecobijarseenunalmafemenina.

Había pasadomuchas horasmeditando en la posibilidad de queVíctor nofueseelasesino.

Dolorosameditación.Soledadnopodíatenerdudasacercadeaquelpuntotandoloroso.¿Porquéforjarsetodavíaesahipótesissalvadora?ConlacertezadelainfamiadeVíctor,sudolorseríamásgrande.Víctor,elhombrealqueellahabíajuzgadocomounsersuperior.¿Qué fuera aquella discusión sobre el amor que con ella, con Soledad,

sostuvieseaquellamismanochedelcrimen?Unahábilycobardemaniobraparaengañaralosjuecessieraacusado.HabíasorprendidolabuenafedeSoledadconduciéndolaaunaceladaruin.Erasunoviaylahabíahechosucómplice.YunarepugnanciainvencibleasaltabaelespíritudeSoledad.Las dos víctimas del crimen estaban condenadas a no encontrar venganza

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porqueSoledadsalvaríaalcriminal.¿Quéhacer?Víctor, sinduda, invocaríaanteel juez,a findedemostrar su inocencia,el

testimoniodelahonradamuchachaquelehabíadadoelcorazónylahonra.Atodos los instantesaplicabaeloídoconvencidadequeno tardaríaenser

reclamada su declaración, y cada vez que la campanilla vibraba creía ver lafiguradeunpolicíaqueveníaabuscarla.

Cuandollegaseelmomentodecisivo,¿tendríaelvalordepresentarseanteeljuezy,cumpliendolapromesaempeñada,declararenfalso?

¿Sedejaríaenvolverenunaemboscadasentimental?¿Debíaaceptarenteralaresponsabilidadcontraída?Unadificultadseimponíatemerosa.¿Cómoprevenirasustíosdequeprometieraafirmarfalsamenteanteeljuez

queVíctorRey,de lassietea lasochode lanocheestuviera juntoaellaen lamismacasaquehabitaban?

Soledad,nosoloseobligaraadeclararenfalso,sinoquearrastrabatambiénasustíos.

¡Erademasiado!Podía jugar con su felicidad, podía jugar con la tranquilidad de su

conciencia.Pero,¿teníaderechoparaarrastrartambiénasustíos?YSoledadnohallabasoluciónaldolorosoconflicto.Lasituaciónnopodíasermodificada.Eraunfantasmaqueseerguíainexorable.Nosepodíahuirdeldestino.Podríahablarasustíos,decirlestodalaverdadquelequemabaelalma.Podría arrojarse a suspiesydemostrarles con lapersuasiva elocuenciadel

llantolaviolenciadeldolorquelatorturaba.Firmementeresuelta,arrostraríaelpeligro;queríaconjurarlatempestadpara

debilitarsusefectosinmediatos.Seirguiódellechopálidayserenacualestatua.La ironía del destino produjo en sus labios una dolorosa contracción de

sonrisa.—¡Vamosallá!Soledad,erguida,encaminosehaciaellugardondeestabansustíos.Pasaronunosmomentos.

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LostíosesperabancabizbajosysilenciososqueSoledadhablase.Adivinabanquesetratabadealgunacosaterrible.LaactitudserenadeSoledadconfirmabaaúnmássussospechas.—¿Porquétehaslevantado?—preguntóDoroteo.—Tengoquehacerlesunaconfesión.—Habla.—Víctorestápreso.LaseñoraJesusabajóaúnmáslacabeza.Doroteomurmurósombrío:—Sí,robólacajaquelefueraconfiada.Soledad,conelespantoylasorpresapintadoensurostrorepitió:—¿Robólacaja?Doroteoexplicóentoncesgravemente:—Sí, hija mía. Después del desmayo que has sufrido juzgué prudente

ocultártelo.Soledadlanzóungrito.—¡Ah!Locomprendotodo,todo…Ysinpoderproferirmáspalabrascayódesvanecida.Doroteoysumujersiguieronpormuchotiempoignorandoelterriblesecreto

queuníaasusobrinaconelasesino.

***

Cuando volvió de su desmayo Soledad se encontró en su lechocuidadosamenteasistidaporsutía.

Despuésdeadministrarlaunatazadetila,laseñoraJesusaledijoconcariño,entregándoleunacarta:

—Toma, Soledad, hace una hora la han traído; el mozo todavía espera larespuesta.

Soledadrasgóelsobreconmanotemblorosa.LaseñoraJesusaseapartóparalevantarlosvisillosdelaventanaySoledad,

así, tuviese luz para leer. Pero viendo que Soledad palidecía y dejaba caer lacabezadelaalmohada,acudiócorriendo.

Curiosayanhelanteinterrogó:—¿Quétienes,quédiceesacarta?

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AntesdequeSoledadhubiesetenidotiempodecontestar,entróDoroteo.SeacercópresurosoycogiólacartaqueSoledadhabíadejadoresbalarhasta

elsuelo.Soledadmurmuróconvozdébil:—LéalaVd.Doroteocomenzólalecturaconlavozemocionada:

«Soledad,estoypreso.Lostribunalesmeacusandeunsingulardelito:lapolicíamejuzgaautordeldobleasesinatodelMadridModerno.

Comoseve,lasituaciónenquemeencuentroesdifícilydolorosa.Conducido al hospital fui careado con la criada de la infeliz señora de Neira, que, sin duda

aconsejadapor la justiciao llevadadeunerrordeplorable,afirmóseryoel individuoquecometióelcrimen.

Excusadoesencarecerconpalabraslogravedelasituación.Porlalecturadelosperiódicosjuzgoquetú,Soledad,debesaestahoraconocerqueelcrimenfue

cometidoentrelassieteyochodelatarde.Mejorquenadiesabenenesacasaqueesimposiblepuedayoserautordelcrimenquemeimputan.Entresieteyochodelatardeyomehallabaallí.¿Noesverdad?

—Sí.

Nopudiendoprobardóndemeencontrabaalashorasdichas,estaréirremediablementeperdido.Sinembargo,dudéenafirmarquehabíaestadoenesacasa,loquetanfácilseríadeprobar.

Eranaturalladuda.Noqueríaevocarunnombrepuroymancharloconladeshonraquesobremípesa.Perohoymilibertadymividadependendeesaprueba.SiundesgraciadoquesellamaVíctoraúnencuentraunecopiadosoenelcorazóndeSoledad,no

serácondenadocomoasesino.Esloúltimoquequizátengaderechoapedirdespuésdemifalta.

VíctorRey.CárcelModelo,tresdelatarde».

Doroteoterminólalecturadelacarta,seenjugólafrentehúmedadesudor.LaseñoraJesusamiróaSoledadypreguntócontimidez:—¿Túteacuerdasaquéhoravinoesedía?Soledadmurmuróapenas.—Sí,señora.—¿Vinoefectivamenteentresieteyocho?—Sí,señora.Laancianacallóunmomentoyluegoconcluyó:—Meparecíaquehabíavenidomástarde.Peroyaquetúdicesqueno…Yo

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tengotanmalamemoria.Denuevoguardaronsilencio.Soledad,haciéndosesuperiorasuangustia,seincorporóenellecho.—Tía,demeVd.papelparacontestaresacarta.LaseñoraJesusafueahacerloquesusobrinalepedía.Doroteo, retirado en un extremo de la estancia, parecía irritado y confuso,

abatidoydespechado.Lalecturadeaquellacartaleindignara.ElsingulardocumentoqueVíctorenviaradesdeelcalabozoveníafatídicoy

brutalacompletarlaobradestructoradeaquellosamores.Pasaronalgunosmomentos.Soledaddoblólacartaquehabíaescritorápidamente.Elmozoaúnesperaba

larespuesta.DoroteoysumujerseacercaronaSoledad.La sobrina leyóenvozbajay ronca la respuestaqueenviabaa su antiguo

novio.Soledad respondía que el deseo manifestado por Víctor en su carta sería

satisfecho.SalióDoroteocontorvoaspectoaentregaralmozolarespuesta.Cuandosalióelanciano,laseñoraJesusaySoledadseabrazaronllorando.

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D

CAPÍTULOXIII

UNAPRUEBAINÚTIL

ESPUÉSde la escenadel reconocimiento llevada a cabo entre la criadaheridayVíctor,estefueconducidodenuevoalacárcel.

DonMáximoBarojasesentíacontrariado.Suardidjudicialnohabíadadoresultado.El crimen deMadridModerno continuaba envuelto en las sombras de un

impenetrablemisterio.Víctorasomólacabezaporelventanillodesucalabozoyllamóalcarcelero.Esteacudióconunmanojodellavesenlamano.Lapuertaseabriórechinandosobresusgoznes.Elcarceleropreguntóconvozadusta:—¿Quéseofrece?Víctorrespondió:—Necesitohablarconelseñorjuez.—¿Quierehablarle?—Sí.—Tendráqueesperarunahora.—¿Porqué?—Porquenoestáeneledificio.Aquínosonlosjuzgados.Víctorrepusode

maltalante,retirándosealfondodelcalabozo:—Yalosé.Elcarcelerodijoenelmismotonoásperoybrutal:—Puespareceolvidarlo.Elcarcelerohizosonarlasllavesycerródenuevolapuerta.Después llamó a un agente de Orden Público para que llevase al juez el

recadocomunicándoleeldeseodelpreso.ElnombredeSoledadibaaentrarenelenmarañadoprocesodelasesinatode

laseñoradeNeira.Víctor,solicitandocompareceranteeljuez,intentabautilizarunaprueba.Él escribiría a Soledad pidiéndole una declaración que sería sin duda el

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cumplimientodeloquelajovenjurara.El juez, D.MáximoBatoja, se hallaba en su despacho cuando llegó a las

SalesaselagenteencargadodecomunicarlelosdeseosdelacusadodelcrimendeMadridModerno.

El juez se perdía en cavilaciones cuando el guardia abrió la cortina deterciopelorojopreguntando:

—¿Dasulicenciaelseñorjuez?Eljuezcontestódistraído:—Entre.Elguardiaentrósaludando.—EldetenidoporelcrimendeMadridModernodeseahablarconelseñor

juez.DonMáximoBarojalevantólacabezasorprendido.Antesdepronunciarpalabra,sequitólosanteojosylosdejósobrelamesa.Todoensurostroparecíainterrogar.Perodominándosemurmuróconfrialdad:—¿QuédecíaVd.?Elagenterepitió:—EldetenidoporelcrimendeMadridModernodeseahablarconelseñor

juez.—¿Nohamanifestadoloquetienequedecirme?—No,señor.—¿Perosesabesiesunadeclaraciónloquequierehacer?—Sí,señor.Unadeclaración.—VayaVd. a decir al actuario quenos trasladamos a la cárcel para tomar

unadeclaración.Elagentesalió.Pocodespuésentrabaelactuario.Sepusoalasórdenesdelseñorjuez.DonMáximoBarojapidiósuabrigoaunujier,queselotrajovelozmente,y

congranrespetoleayudóaponérselo.EljuzgadosetrasladóalaCárcelModelo.Llegaronenbreverato.Elcarceleroacudióaponersealasórdenesdeljuzgado.Guiadoporundédalodecorredorescondujoaljuezyalactuarioalcalabozo

delpreso.

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DonMáximoBaroja,quecreíaconocer las intencionespacíficasdeVíctor,mandóretirarasusacompañantesconungestoymurmuróalmismotiempo:

—Esperenahífuera.Siesnecesariolesllamaré.Yentrótranquilamenteenelcalabozo.Víctor,queestabaechadosobreelcamastro,selevantóalverlo.DonMáximoBarojaleinterrogó.—¿HamanifestadoVd.deseosdeverme?—Sí,señor.—¿QuiereVd.ampliarsudeclaración?—Sí,señor.DonMáximoBarojasonrió.Después,conciertasatisfaccióndijoalreo:—¿AlfinsedecideVd.aauxiliaraljuzgado?—EstáVd.equivocado,señorjuez.—¿Cómo?—Sí,señor.Yonosoypolicía.DonMáximoBarojafruncióelceño.—Adviertoalreoqueestoydispuestoacastigarsuinsolencia.Víctorrepusocongranserenidad:—Nosoninsolencias,señorjuez.—Sí;Vd.procuradeprimirmiautoridad.Despuésdeunapausacontinuóeljuez:—¿Por qué ha solicitado Vd. ampliar su declaración? ¿Desea Vd.

confesarmealgúnhechoomitidoyquejuzgaimportante?—Sí,señor.—PuedeVd.comenzar.—Elseñorjuezsehamolestadocuandodijequenoerapolicía…DonMáximoBarojaleinterrumpió:—Procureelpresoevitardigresiones.—Indispensables,sinembargo…—ContinúeVd.—Cuandoafirméquenoerapolicíaeramiintentodemostrarquesihablono

es para auxiliar al juzgado, sino para defenderme de la injusta acusación quepesasobremí.

—Enelúltimointerrogatorionohaconseguidousteddestruirla.—Perdón;elseñorjuezseolvida…—Noolvidonada.

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—Sí,señor;hedichoquealahoradelcrimenmehallabaenotrolugar.—¡Ah!¡Sí!Esanoveladeunamujer…—Elseñor juezpuedeclasificarlacomomejor leparezca,peroyo también

podréprobarlaverdaddeloquedigo.DonMáximoBarojasecruzódebrazosydijoconironía:—Veamosesapruebamagna.Yañadiódespuésdeunapausa.—Mucho más útil sería para el reo una confesión franca que todas esas

arguciasy coartadas, con las cualesno logradespistar al juzgadoniprobar suinocencia.

Don Máximo Baroja sabía emplear la suavidad y la dulzura como unaganzúaparaabrirclandestinamenteelcorazóndelosreos.

Pero Víctor no era un reo vulgar y aquel procedimiento no dio el menorresultado.

Encarándoseconeljuez,dijoconlamayorsangrefría:—El señor juez pretende de mí una franca confesión y yo propongo una

prueba. Discretamente, el señor juez procura insinuarse, sorprenderme,obligándomeaconfesarloquerechazo…

DonMáximoBarojaleinterrumpió:—Diga el acusado lo que tiene que decir y suprima los comentarios y las

consideraciones.—Procurarécomplaceralseñorjuez.—Seríadedesearlo.—Movidos por sentimientos opuestos, estamos empeñados en un fin

idéntico.—Procureelreoaclararmáslosconceptos.—El señor juez quiere castigar; yo quiero defenderme. No somos

adversarios,somossocios.D.MáximoBarojamiróestupefactoaVíctor.Dudósisehabíavueltoloco.Víctor, que observó la sorpresa de D. Máximo, dijo con la mayor

naturalidad:—Veoqueelseñorjuezsesorprende.D.MáximoBaroja,aparentandoindiferencia,dijo:—Esperoqueelreoconcluyadeexplicarse.—Esmuyfácil.Elseñorjuezbuscauncriminal.—Ciertamente.

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—Puesporesoanunciéunacomunicaciónimportante.—Quetodavíanohahecho.—Peroqueharé.—Veamos.—Continuarpersiguiendounapistafalsaesperjudicialparalajusticia.—¿Cómo?—Garantiza la impunidad del criminal y yo deseo probar de una manera

concluyentequeeljuzgadosigueunapistafalsa.Prestoconestounservicioalajusticiaypruebomiinocencia.Taleselraciocinioquehacepocomehizodecircongranextrañezaporpartedelseñorjuezqueéramossocios.

—¿Ycreeelreoquepodráprobarsuinocencia?—Asíloespero.—Siesasí,antesdebióhaberlohecho.—Olvidaelseñorjuezqueafirméhaberestadoalahoradelcrimenencasa

de una mujer. Recordará el señor juez que dudé en citarla como testigo, sinpreviaautorizaciónporpartedeellaparapoderunirsunombreamideshonra.Asíquecuandomeretiréalcalabozofueelmeditaryresolver.

—¿Resolverqué?—Escribirle.DonMáximoBarojamiró fijamente al reo como si con losojos tratasede

penetrarensuconciencia,ydespuésinterrogó:—¿Demaneraqueestádispuestoaescribirle?—Sí,señor.EntoncesD.MáximoBarojaabriólapuertayllamó.Entraronelactuario,elcarceleroydosguardias.DonMáximoBarojadispusoquetrajesenalreorecadodeescribir.Fue obedecido y Víctor borrajeó en pocos momentos la carta dirigida a

Soledad.Concluida la tareamiróal juez,queen todoaquel tiempohabía tenido los

ojosclavadosenél.Doblólacartayselaentregó.—Elseñorjueztendrálabondaddehacerllegarestacartaasudestino.—Ahoralallevarán.—Unruegotengoquehaceralseñorjuez:queelnombredeesamujernosea

dadoalosperiodistas.Esunamujerhonesta,solteraynoquieroenvolverlaenmideshonra.

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Víctor, aludiendo a Soledad en aquella forma, tenía como mira principalavalorarenlaopinióndeljuezladeclaracióndelajoven.

DonMáximoBarojapronuncióconciertahonradasequedad.—Tengaelacusadolaseguridaddequeelnombredeesamujernoserádel

dominiopúblico.Víctormurmuró,bajandolacabeza:—Gracias.Don Máximo Baroja desdobló la carta, la leyó detenidamente y pareció

satisfecho.Después,volviéndosealcarcelero,dijo:—DéVd.estacartaaunhombredeconfianzaquevaya inmediatamentea

entregarla.—¿Tienerespuesta?—Sí.Elcarcelerosalióacumplirlasórdenesdeljuez.Enelcalabozoreinóunsilenciosombrío.Volvióapocoelcarcelerohaciendosonarsusllavesyeljuzgadosalió.LapuertadelcalabozosecerródenuevoyVíctorquedósolo,entregadoa

susdolorosospensamientos.Unadudacruelleasaltaba.¿CuálseríaladeclaracióndeSoledad?¿Cumpliríaeljuramentohecho?¿No habría sido un error y una audacia imperdonable llamarla a declarar

comotestigo?¿Noeralocurafiarenlaspalabrasdeunamujer,aunqueesamujerfuesesu

noviayestuvieseligadaaélporvínculostaníntimos?Talespensamientos,talesdudasytalessospechas,hubierondeproducirleun

estadomorbosodesobreexcitaciónnerviosa.Lo más probable era que Soledad temiese comprometerse con una

declaraciónquelaharíacómpliceenunterribleasesinato.Yentonces,¿quéharía?Seguramenteloconfesaríatodo.Referiría ante el juez la conversación sostenida con Víctor pocas noches

antes.Referiría cómo, sin saberlo, se había comprometido. Cómo su novio le

arrancaraeljuramentodesalvarle.VíctoryanodudabaquehabíasidounatorpezaincalificablecitaraSoledad

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comotestigoensudefensa.Peroningunadesussospechasserealizó.Soledadnopudodeclararanteeljuzgado.Enferma y retenida en el lecho, la prueba propuesta por Víctor, fuera

necesariamenteaplazada.Luego,ladetencióndeDoroteovinoahacerlacompletamenteinútil.¿Quéimportanciapodíatenercomopruebadedescargoladeclaracióndela

jovenenfavordesunovioydesutío,quehacíaconellalasvecesdepadre?¡Ninguna!

***

EnotrocapítulodeestelibrohemosdejadoaDoroteo,elhonradoalbañilqueconocimos al principio de esta historia, acusado y preso, como uno de losautoresdeldobleasesinatodeMadridModerno.

Su prisión, sin embargo, no fue larga.Bien que los autores del crimen nofuesendescubiertos,Doroteopudoprobarplenamentesuinocencia.

D. Máximo Baroja era un juez lleno de sagacidad, y, si equivocado alprincipio, no tardó en advertir su error y subsanarlo, ordenando la libertad deDoroteo.

De aquella diligencia de registro que el mismo día de la detención deDoroteomandarapracticarencasadeeste,nohabíaresultadoningúnindiciodeculpabilidadcontraelbuenhombre.

Soledad,queguardaba,comonuestroslectoressaben,losbilletesqueVíctorle entregara —dinero que la pobre muchacha ignoraba que procedía de uncrimenydeunrobo—,acababadequemarlo.

SussospechasdelaculpabilidaddeVíctorerantangrandes,y tal trastornoprodujeronensusfacultadesmentales,quearrojóalfuegoaqueldepósito.

Otramujermenos leal ymenos noble que Soledad quizá hubiera pensadosolamente en ocultarmejor aquel dinero, pero Soledad solo pensó en hacerlodesaparecerpormediodelfuego.

¡Elfuegolopurificatodo!Y el fuego hizo inútil la obra criminal de Víctor y de Vicente Vellido. A

veceseldestinotieneestasvenganzashorribles.

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N

CAPÍTULOXIV

¡LAHIJA!

O hallando la policía rastro de Vicente Vellido ni pruebas de laculpabilidaddeVíctor,elcrimendeMadridModernoquedóporentonces

enlassombrasdelmisterio.Víctor cumplió solamente condena por el robo cometido en la caja del

CréditoArgentino.Eralamañanadeunhermosodíadeverano.En ella debíamos encontrarnos de nuevo con un personaje, a quien hemos

conocido—siquieramuyrápidamente—enelcomienzodeestahistoria.Lentamente subía por la calle de la Princesa, que conduce a la Cárcel

Modelo,unamujerjovenydehumildeaspecto,quedabalamanoaunaniña.La mujer decía a la pequeña, que forcejeaba por detenerse ante todos los

puestosdecachivachesyjuguetes.—Vamos,Luisita,anda.Esallídelante;mira,yafaltapoquito.Lapequeña,aquienllamabanLuisita,erahijadeVíctor.ElsoliluminabalafachadadelaCárcelModelo.En el patio central algunos golfos desharrapados, de mirar equívoco y

aspectotorpe,conversabansobrelosmotivosdesuprisión.Eradíadevisita.Lospresosllenabanlospatios.Otrosesperabandetrásdelasrejasconlosojosinterrogadores,aguardandola

visitaprobabledealgúnamigooparienteportadordealgúnauxiliodeviandasodedinero.

Los miserables, solos en el mundo sin amparo de padres y de amigos,esperabantambiénlavisitadealgúncompañerodecárcel.

Los desgraciados, solidarios por el infortunio, se unenmás fácilmente quelosfelicesllenosdeventuras.

Enlacárceltodossoniguales.Elfinaldelacondenaesloquelosseparaydiferencia.Convencidosdeque sonvíctimasdeuna injustificadavenganza se prestan

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mutuoauxilioenlaluchacontralasociedadqueloscondena.¿Cuálfuesufalta?¿Robar?También muchos hombres de la política y de la alta banca robaban y no

estabanenlacárcel.¿HabíanburladoelCódigo?¿Habíandespreciadolaley?Puesbien:¿cuántosdelosquevivíanenmediodellujoyllenosdehonores

nohabíanhecholomismo?¡Laley!¡ElCódigo!¡Lasociedad!Mentiras.Loqueenelmundosenecesitaestenerprotectores.Ligadosporelraciocinioquelosinducíaalarebelión,planeabanyalaforma

más hábil de escapar a la ley cuando reentrasen en la vida social, y poderprevaricaralamparodelcódigo.

Lospatiosdelacárcelempezabanallenarsedepresos.Enloslargosyhúmedoscorredoresserespirabaunaatmósferadecrimen.Alasrejasseasomabannuevasfigurasdepresos.Víctornoesperabaanadie.Pertenecía a la categoría de losmiserables entregados al aislamiento de la

suertequeloshería.Desesperabadeencontrarprotecciónenloshombres.Estabapresoporautodeljuez,quelehabíamandadoalacárcelenvistade

quenopodíapresentarfiadorparalalibertadprovisional.Perofaltabatodavíalasentenciadefinitivaquedebíadictarunjurado.EratodoloqueVíctorsabía.Tampocoqueríasabermás.Parasuavizaryendulzarsusituaciónlebastabasaberqueelasesinatodela

señoradeNeirapermanecíaenelmisterio.DeVicenteVellidonohabíavueltoatenernoticia.Parecíaquelatierraselohabíatragado.VíctornodejabadepensarmuchasvecesenPacalaGallarda.PeroPacanoparecíarecordarlesiquiera.DesdequeVíctorestabapresoniunasolavezfueraaverle.Eranatural.ElVíctorReyque tenía dinero y pagaba trajes, y cenas y billetes para las

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corridasdetoros,yanoexistía.Elempleado,quedisponíadelacajadelCréditoArgentino,habíamuerto.Quedabaensulugarunladrónsinrecursos,amerceddeunacondenaqueno

debíahacerseesperar.Víctorreflexionabafríamentesobresusituacióncuandofuesorprendidopor

lanoticiaqueuncompañerodecárcelvinoatransmitirle.¡Preguntabanporél!¿Quién?Unamujertodavíajoven,peroconindeleblesseñalesensurostromarchito

deunavidadesufrimiento.Conlamujerveníaunaniñadecortaedad.¿Eraposiblequeaúnexistiesealguienquenolehubieseolvidado?Sindudalaindiferenciaquelerodeabanoeratanespesaqueunrayodeluz

novinieseainfundirlealientosparaproseguirlavida.Sorprendidoporlanoticiapensaraenlasmujeresquehabíaconocidocuando

estabaenlibertad.¿SeríaSoledad?¡Imposible!¿PacalaGallarda?Tampocoeraprobable.Sacudido por la sorpresa,Víctor caminó rápidamente a encontrarse con la

visita,ansiosodepenetrarelmisterio.

***

NuestroslectoresrecordaránqueVíctor,despuésdelamarchadePalomero,había tenido que dejar la casa de huéspedes, y que de degradación endegradaciónhabíallegadoaconfundirseenlasúltimascapassociales.

Durante un añodemiseria conoció en las tabernas sórdidas y sospechosasuna sociedad ignorable, con la cual se identificara y de la cual solamente elencuentroimprevistoconPalomero,devueltaenMadrid,habíapodidosalvarloempleándoleenelCréditoArgentino.

Rara vez Víctor recordaba esa fase de la accidentada existencia que eldestinolereservara.

Noesdeextrañar.

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Elhombreolvidafácilmente losduelosde lamiseriacuandoseve libredesusquebrantos.

Víctornoconstituíaunaexcepción.Durante su empleo en el Crédito Argentino gozaba de una existencia

holgada.Le fue por esto, quizás, más fácil apagar en su espíritu los recuerdos de

aquellosdías enquevagabapor las calles comounmendigo, ydormía en losbancosdelospaseos.

LasorpresadeVíctor,avisadodequelollamaban,ibaadarlugaranuevossentimientos que constituirían la orientación de su vida futura, todavía noentrevista.

Enmedio de la sala, que el sol inundaba pasando por entre las rejas quedefendíanlasventanas,unamujeresperaba.

Asidaporlamanoteníaaunaniñaqueforcejeabapordesprenderse.Víctormiróalgrupoynoreconocióalosvisitantes.Lamujerseacercó.Vestíapobremente,peroconaseo.Llevabalacabezacubiertaconunveloquealacercarseselevantó.Su aspecto, pálido y dolorido, tenía la indeleble huella que denuncia esas

existenciasa lascualesel sufrimientoprestaesas tintas sombríasque jamásseborran.

Estabaallíeltipoinconfundibledelamujerdelpueblosufridaypacífica.Lamujerprontaalsacrificioydispuestaasobrellevarlasmayorespenurias

contaldeserútilalaspersonasquelesonqueridas.LadesconocidaalzólosojoshaciaVíctor,preguntando:—¿Noseacuerdademí?Víctorunpococonfuso,murmuró:—Sí,meparece…Lamujerinterrumpiórápidamente:—SoyLuisa.—¿Luisa?—Sí.Víctor,ahora,reconocíaalavisitante.Eralacompañeradelperíododemiseria.Desuuniónefímerahabíanacidounaniña.Instintivamente,Víctormiróalaniñaylareconoció.

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Luisa, indicandoa laniñaquecuriosamirabaaaquelhombre,alcualveíaporprimeravez,murmuróenjugándoseunalágrima:

—¡Eslahija!…Movidodeunimpulsoirresistible,Víctorseinclinó,tomóenbrazosalaniña

ylabesó.Susmejillasenflaquecidastambiénsehumedecierondelágrimas.¡Unahija!Eraelprimerrayodeluzsuavequeloacariciabadespuésdelanegranoche

enquevivía.Sinduda,habíahechobienenluchar,salvándose.Su vida, que hasta entonces no había tenido norte, tenía ahora un fin, un

objetivonoble:¡suhija!Hacíapocosmomentos seencontraba solo.Ahora invocabaunapaternidad

queenotrotiempodesdeñaraypusieraenolvido.Sentíaseinvadidoporunsentimientonuevohastaentoncesdesconocido.Erapadre.Enaquellaniñademirarvivoycabellosrubios,encontrabaelrenacimiento

desusensibilidadcasiembotada.Luisaysuhijaveníanaencontrarledenuevoenlasituaciónmiserableque

determinaralauniónyelnacimiento.Víctor,poseídodeunsentimientodeternura,mirabaalaniñayleagradecía

laventuraqueleproporcionaba.SobrePacalaGallardaysobrelosamigos,surgíalamujerdelpueblodejada

enelmáscruelabandono.¡Yeraellalaúnicaquenoleolvidabaenlacárcel!Conlavozmuyconmovida,VíctorpreguntóaLuisa:—¿Supistequeestabapreso?—Melodijounavecinaqueleelosperiódicos.—¿Meconocíaamí?—No.Perocomoyoalgunasveceslenombraba…Cuandoleyóelperiódico

melodijo.—¿Yresolvisteveniraquí?—Naturalmente…Nohevenido la semanapasadaporqueLuisitano tenía

unvestidodecente.Víctorsesintióhumillado.Su hija no tenía vestido. Tal vez pasase hambre mientras él gastaba

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alegrementeconPacaelfrutodelrobodelacaja.Ahoramedíatodoelabismodelaindignidadquecometiera;Víctormeditaba

conlaniñaenbrazos.Aúnpodíarepararlosefectosdelcrimenpracticado.Librando almismo tiempo a Soledad de la dolorosa responsabilidad de la

custodiadeldineroquelehabíaconfiado.PorqueVíctor, incomunicadocomoestuviera losprimerosdías,no tenía la

menor noticia de lamomentánea detención deDoroteo, ni de la diligencia deregistro practicada en su casa ni de la resolución adoptada por Soledad dequemarlosbilletes.

¡Elproductodelroboyanoeramásquecenizas!PeroVíctorloignoraba,asíqueresolvióinterrogaraLuisa.—¿Estásprontaaservirme?—Estoy.—¿Sabesqueeljuradomecondenarádentrodepocosdías?—Sí…Melohandicho.—Puesbien:yonecesitodetuauxilio.—Puedemandarmecomoantes,ycomosiempre.—Cuandosalgasdeaquí,vasalasSalesaseindagaseldíamarcadoparala

vista.—Nodudequeasíloharé.—Ymemandasadecir.—Yomismavendré.—Bueno…Todavíatienesotroservicioquehacerme.—Diga.—Esprecisoqueguardeselmayorsecreto.—¡Selojuro!—¿Porlamuertedemihija?—¡Sí!—Fíjateenloquevoyadecirte.Vasatenerentusmanoselporvenirdeesta

niña.Luisainterrogóllenaderesolución.—¿Quéesprecisohacer?Víctor había tocado la cuerda más sensible del corazón de aquella pobre

mujer.Sacóunatarjetadelbolsillo,yescribióalgunaspalabrasconlápiz.AlmismotiempoqueleentregabaaLuisalatarjeta,ledijo:

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—Aquítienes…—¿Dóndehayqueentregarlo?—Ahí lleva escrita la dirección. Dentro de unos días vas a esa casa de

cambiodeesatarjeta,tedaránciertodineroqueguardaráscuidadosamentehastaqueyorecobrelalibertad.Situviesesnecesidad,puedesgastardeél.

Luisainterrogórecelosa:—¿Yesedinero?…Víctoratajórápidamente:—Esmío.—No;sinodudo…—No puedes dudar. Es un depósito hecho por un amigo de familia para

evitarmelaprisión;desgraciadamentellegótarde.Peroyaquenopuedelibrarmedelaprisión,quieroaplicarloenfavordemihija.

Luisamurmuróenternecida:—¿Deseaalgunacosamás?—¡No!…¿Yaquieresretirarte?—Lahoradevisitadebeestaracabando.—Esperaunpoco,Luisa.Yestrechandoalaniñaqueselecolgabadelcuello,lepreguntóconcariño:—¿Cómotellamas?La pequeña risueña, pero recelosa, miró a su madre como solicitando

permiso.—Vamos,diatupapácómotellamas.Laniñavolvióareírse.Después,instadaporVíctor,murmuró:—Luisita,comomimamá.Lamadremurmuró:—Esunencanto.¿Estámuycrecida,verdad?—Dentrodepocoesunamujer…¿Dime,cómohasvivido?—¡Yomismanolosé!Despuésdedaraluzenelhospital,vivíalacaso.Una

noche, tandesesperada estaba, que resolvímatarme.Medirigí conminiña enbrazos hacia el Viaducto. Ya iba a arrojarme cuando me sentí asida por laespalda.Mevolvítemblando.Antemisojosestabaunsacerdote.

Luisa se interrumpió. Estaba muy emocionada, y tenía los ojos llenos delágrimas.

Aquel ministro del Señor, alzando los ojos al cielo, me dijo con solemne

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acento:—¡SoloDiospuededisponerdenuestravida!Suspalabrasllegabanamialma,comopalabrasbajadasdelcielo.EnaquelmomentoLuisitarompióallorar.Lapobrecitaseabrazabaamicuelloyentregemidos,medecía:—¡Mamá,damepan!¡Damepan!Oyendolosquejidosdeminiña,yollorabatambién.Llorabasinconsuelo.Aquel bondadoso sacerdote, compadecido de nuestra miseria y abandono,

medijoenternecido:—«Hijamía,acompáñameamicasa.Vivoaquícerca,en lacuestadeSan

Vicente». Se interrumpió viendo el ademán de sorpresa y de disgusto que yohice.

Añadiósonriendocondulzura:—«Mimadreymihermanavivenconmigo,nadatienesquetemer».Aseguradasobreestepunto,leseguíconmihijaenbrazos,quenodejabade

llorar.Encasadeaquelhonradosacerdoteestuvimosunmes,hastaquemebuscó

unacasadondeasistircomomandadera.Unacasaricadeunaseñoracondesa.Víctorpreguntóconmalreprimidacuriosidad:—¿Condesa?—Sí,CondesadePorta-Dei.Víctorsepusointensamentepálido.Después,conlavozunpocotrémula,interrogó.—¿Siguestodavíaencasadeesaseñora?—No,hacealgunosmesesquesehaidoaParíscontodasuservidumbre.—¿Ytú,quéhacesahora?—Trabajoenlaquemesale.Hoyaquí,mañanaallá…Yasívamosganando

elpandecadadía.—¿Nohassentidoalgunavezodiocontramí?—¿Porqué?—Te dejé abandonada, entregada al acaso, con una hija… ¿No es eso lo

bastante?—Al pronto sentí rabia, por qué negarlo, pero después pensé que usted

tambiéneraundesgraciadocomoyo.Víctorbajólacabezaconmovido.

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Luisacontinuó:—Apesardeno ser instruidacomprendíquepertenecíaabuena familia,y

queúnicamenteladesgracialepudohaberllevadoaencontrarme.Luisasedetuvoparaenjugarseunalágrimaquetemblabaensuspárpados.Luego,conlavoztrémula,prosiguió:—En caso de quejarme, debía hacerlo de la suerte que con tanta sañame

perseguía.Víctor tuvoun impulsoy laabrazómuyconmovido,almismo tiempoque

decía:—Enestemomentomehacesolvidarelegoísmodelasociedad…Luisa, estupefacta,miraba aVíctor sinpoder comprender el sentidode las

palabrasqueacababadepronunciar.Víctorentoncesledijo,conunaamargasonrisa:—¿Teadmiras?—No,peronocomprendo.—Nidebescomprender…Eresfelizasí.Cuantomássesabe,mássesufre.Yañadiódespuésdeunapausa:—Ahora,dime:¿cuándovolveremosavernos?—Eldomingo.—¿Nofaltarás?—Únicamenteporenfermedad.—Esperoquesemejantecosanosuceda.NoteolvidesdeiralasSalesasy

preguntarquédíaeselseñaladoparalavistadelacausa,yeldomingovienesadecírmelo.

—Nosepreocupequeasíloharé.Cuandovuelvatraerétodosabido.Lahoradevisitaterminaba.Luisa se anudó el pañuelo debajo de la barbeta, asegurando uno de los

extremosentrelosdientes,comoescostumbreentrelasmujeresdelpueblo.Víctordijounpocoemocionado:—¡Adiós,Luisa,hastaeldomingo!Luisamurmuróenvozbaja:—¡Adiós!—No teolvides.La tarjetavas a entregarla dentrodeunosdías. ¿Sabes el

nombredelapersonaporquiendebespreguntar?Luisa,queyasealejaba,volvioseparacontestar:—Sí,Soledad…

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—¿Ylacalle?—Sí,CalvoAsensio,4.—Terecomiendoelmayorsecreto…Setratadelporvenirdenuestrahija.—Confíeenmí.Harétodocomolodesea.Víctordiounúltimobesoasuhija.Luisa, poniéndose colorada y toda confusa, le alargó aVíctor un pequeño

envoltorio,almismotiempoquemurmuraba:—Hadedisculpar…—¿Quées?—Nada…Unainsignificancia…Tabaco.Yaldeciresto,sealejópresurosaconlaniñaenbrazos.Víctor,sorprendido

anteaquelladelicadeza,permanecióunmomentoinmóvil.Después,conlacabezabajaylentoandar,sedirigióasucalabozoysearrojó

sobreelmiserablecamastro.Necesitabareconcentrarseensímismo.La aparición de la generosa mujer y de su hija se le ofrecía como una

consoladoraesperanza,dejándoleentreverunporvenirhonradocapazdeborrarlosrecuerdosdelterriblepasado.

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E

CAPÍTULOXV

ENLIBERTAD

L asesinato de la señora deNeira en su casa deMadridModerno estabadestinado a permanecer en el misterio después de haber alarmado por

muchotiempoalaopiniónpública.Eraasuntoterminadoelcélebrecrimenquetantascavilacionesinútileshabía

costadoaljuezdeinstrucciónD.MáximoBaroja.Perdida en absoluto la pista de Vicente Vellido, y probada la pretendida

inocenciadeVíctor,fueprecisosobreseerlacausa.Lajusticiahumanasedeclarabaimpotenteparaelcastigodeaquelcrimen.Habíanyatranscurridoalgunosmeses.Los periódicos dieron la noticia en la «Crónica de Tribunales» de que el

empleado en la caja del Crédito Argentino, llamado Víctor Rey, había sidocondenadoporeltribunaldeljuradoaunapenacasiinsignificante.

Víctorhabíaseconducidoenlaaudienciaentalformaanteeljurado,queestehabía reconocido todasuertedeatenuantesmovidode lamayorpiedadparaelhombrejovenyapasionadoquehabíasidoamantedePacalaGallarda.

Había sido la ceguera producida por la pasión amorosa quien condujera aVíctorReyalbancodelosreos.

Esta consideración era bastante para obtener la benevolencia de un juradocompuesto de ciudadanos españoles siempre dispuestos a la indulgencia paratodosloscasospasionales.

FueasícomoVíctorpasódelaaudienciaalaCárcelModeloacumplirunacondenainsignificante.

Lajusticiadeloshombresestabasatisfecha.Víctorpodríavolveralavidasocial,cumplidalaexpiaciónimpuestaporla

ley.PerolavidaenMadridyaleseríapocomenosqueimposible.Víctoreraelprimeroencomprenderloasí.De antemano conocía que la sociedad, convencida de la inutilidad de la

prisión para el fin de regenerar al hombre criminal, negaba a quien una vez

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prevaricagarantíasdevidadespuésdelaexpiación.«La ocasión hace al ladrón», filosofa benévolamente la sociedad cuando

quiere disculpar una falta, pero tampoco olvida la fórmula pesimista: «el quehaceuncestohaceciento»yasí,conlamoraldeunsimpleadagiodestruyelaesperanzaalreodepoderencontraralcabodelacondenaelementosparaseguirunavidahonrada.

Siemprecontradictoria,incoherente,superficial,lasociedadhacedelhombrequeunavezrobóimpulsadoporirresistiblealucinación,elfuturoladrónoficial.

Se comienza por irreflexión y apasionamiento, y se acaba por undeterminismojustificado.

La irreflexión se transforma en necesidad, y el hombre, impelido por lasociedadqueleniegaelderechoalavida,completalaobradeperdición.

DeestasuertereflexionabaVíctor,reclusoenlaCárcelModelo,ycercanoyaacumplirel tiempode lacondenaquelehabíasidoimpuestaennombredelaleyofendida.

Luisacontinuabavisitándolotodoslosdíasqueelreglamentodelacárcelloconsentía.

Llevaba siempre consigo a la pequeña, que poco a poco se apoderaba delcorazóndeVíctor.

Muchasveces,mirandoasuhija,selellenabanlosojosdelágrimas.Diríase queVíctor tenía la intuición de las futuras desgracias que pesaban

sobre el destino de la pobre niña, ahora inocente, y feliz agarrándose con susmanecitasalasrejasdeunacárcel.

¡Pero aquella criatura había nacido en un hospital, y en su infanciafrecuentabaunacárcel!

Coincidenciaysolocoincidencia,concluíamentalmenteVíctor,deseosodepenetrar la leymisteriosa del destino, y deseoso de tranquilizar su espíritu, loquenoconseguía.

Laniñaqueelacasohabíahechosuhija,yalacualseentregabaahoraconla esperanza de arrancar una víctima al abismo de la fatalidad, le parecíacontener el germende lógicas torturas que lo aniquilarían expiando así elmalmoralqueconlaherencialehabíatransmitido.

Mirandoasuhija,Víctorpermanecíaabsorto.Queríapenetrarelporvenirynopodía.Luisa,cumpliendolasórdenesdeVíctor,habíaidoacasadeSoledad.SorprendidaestaaloírasutíaJesusaqueunamujerdeseabahablarla,salióa

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lapuerta.Allíesperabaladesconocida,portadoradelrecadoydelacartadeVíctor.Terminadalarápidalectura,Soledadsepusorojadevergüenza.El dinero que Víctor le pedía, el depósito sangriento que abusando de su

inocenciaVíctorlehabíahecholanochemismadelcrimen,habíasidopastodelasllamas.

Soledad,quemandolosbilletesquelehabíansidoconfiados,liquidaradeunsologolpelatremendaresponsabilidadquelaligabaalcrimenpracticadoenelbarriodeMadridModerno.

¿PerocómodecírseloaVíctor?Meditóunmomento.Después, en la misma carta de Víctor, y cuidando de desfigurar la letra,

escribió:

«Quizásusteddesconfíedemí,peromiconcienciaestátranquila.Eldepósitoqueustedreclamafuequemadoelmismodíaqueeljuzgadoordenóunregistroenestacasa».

Dobló la carta y la metió en un sobre en el cual no escribió ningunadirección.

AntesdeentregárseleaLuisa,lepreguntó:—¿Sabeustedleer?Luisarespondióponiéndosecolorada:—¡No!…Leentrególacartayladespidió.CuandoVíctorlaleyó,tuvounmomentoderabiadolorosa.No dudaba de Soledad, pero maldecía de aquel crimen que cada vez le

resultabamásinútil.Unadudaleasaltaba.¿Quéseríadeélalrecobrarlalibertad?¿Adóndeiría,deshonrado,sinamigosysindinero?¿Adónde?Perosusdudasrespectoaestepuntoduraronpocashoras.Al día siguiente por lamañana el cartero de la cárcel le entregó una carta

certificada.Víctorlaabrióconmanotrémula.No reconocía la letra ni sospechabadequiénpodía ser.Los sellos erande

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París.¿QuiénleescribiríaaéldesdeParís?Abierto el sobre, lo primero que sacó fue una letra de cambio, la leyó

estupefacto.¡Eradecincomilfrancos!Miróelsobre.Alaletranoacompañabacartaalguna,sinounatarjeta.Enlatarjetanohabíaescritomásqueunnombre.¡Peroaquelnombreselo

revelótodoaVíctor!Latarjetadecía:«ElCondedePorta-Dei».Víctoralprontonoseexplicabaaquelsocorroprovidencial.Después,dededucciónendeducción,acabópordarseasímismoexplicación

dequeelCondehabíaleídoenlosperiódicosdeMadridlanoticiadesuprisiónyqueveníaensuauxilio.

Poseedordeaqueldinero,Víctorsesintióllenodeánimos.Losdíastranscurríanserenos.Elmomentodelalibertadseacercaba.En la primera quincena de octubre, que comenzara hacía pocos días,

terminabasucondena.Lacárcelleabriríasuspuertasdevolviéndolealasociedad.Víctor pensaba en abandonar España emigrando a América, donde

trabajandopodríaasegurarelporvenirdesuhija.Apesardelasfatigasycontratiemposdesuvidaaventurerayapasionada,se

reconocíavigorosoparaluchar.¡Elmundoeragrande!Expatriado,confiaríalaniñaaloscuidadosdelamadre,yéltrabajaríapara

todos.Entregadoalospensamientosquedebíanencarrilarsuvidafutura,Víctorse

paseabadistraídoenunodelospatiosdelacárcel.Eralahoradeasueto.Aqueldíaelreglamentoautorizabavisita,yVíctoresperabaaLuisayasu

hija.Yatardabanmásdeloacostumbrado.Víctorempezabaapreocuparse.Buscabaunamanera tranquilizadorade explicarse aquella tardanza cuando

seleacercóunpresoquedesempeñabaenlacárcellosoficiosdemandadero.Víctor,alverle,nopudoreprimirunestremecimientodezozobra.

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Elpresoledijo:—Ahífueraestáungolfoquepreguntaporti.—Dilequepase.Elpresonosemovió.ConelmayorcinismodijoaVíctor:—Oye,¿tienestabaco?—Sí,tengoalguno.Puesdameunpardecigarros.Víctorhundiólamanoenelbolsillointeriordesuchaquetayselosdio.Despuésañadió:—Anda,dileaesequepase.Elpresosealejó.Pocodespuésentrabaunrapazuelocomodedoceañosdeedad.SeacercóaVíctorunpocosofocado,peromuydespiertoyvivaz.Víctor,alverle,leinterrogósindejarletiempodehablar:—¿Quéhay?¿Traesalgúnrecadoparamí?—Sí,señor.—¿Dequién?—DelaseñoraLuisa.—¿Dóndehaquedado?—Ensucasa.—¿Cómoteenvíaati?—Porqueellanopuedevenir,ymedijoquemellegaseadecírselo.—¿Tú,quiéneres?—Yo,soyelchicodelaportera.¿YporquénopuedevenirlaseñoraLuisa?—Porquetienealaniñaenferma.Víctorpreguntómuyinquieto:—¿Quétienelaniña?Elgolfoserascólacabeza,sinsaberloquedebíacontestar.Despuésdereflexionarloexclamóalzandoloshombros:—Puestienequeestáenferma.—¿Ynosabesdesdecuándo?—Meparecequedesdeayer.—¿Estásseguro?Sí,señor.Ayeralamañanatodavíaestabajugandoenelpatio.¿YlaseñoraLuisanotehadichosilaniñaestabadepeligro?

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—No,señor.—¿Peroalgomástediría?—Sí,señor.Mehadichoquenoseasustaseusted.Víctorquedósilencioso.Pasadounrato,elchicodelaporteramurmuró:—Sinotienealgunacosaquemandarme,meiré.—Sí,vete…El chico se alejaba lentamente, volviendo la cabeza y rozándose contra la

pared.Víctor,comprendiendoloquesignificabatodoaquello,lellamó:—Toma…Paraeltranvía—yledioalgunasperras.Losojosdelgolfillobrillarondealegría.—Muchasgracias.YalediréalaseñoraLuisaquequedabueno.Ysealejócorriendo.ElrecadodeLuisafueparaVíctormotivodecontrariedadydedisgusto.Aquel hombre, poseedor de una tan singular organización moral, frío y

escéptico,semodificabapocoapocomedianteelamordeaquellaniñaqueerasuhija,yaquiennohabíavistonuncaantesdesuentradaenlaCárcelModelo.

Pero desde entonces, aquella criatura rubia y risueña había constituido elúnicoobjetivoquedebíaorientarleeneltranscursodesuexistencia.

La imposibilidad de salir le obligaba a resignarse con una resignaciónsombríaydolorosa.

Se consolaba únicamente pensando que ya poco tiempo permaneceríaalejadodesuhija.

Luisaenviabadeunamaneraregularnoticiassobre lasaludde laniñaqueempezabaamejorar.

LlegóporfineldíaenqueVíctordebíarecobrarlalibertad.LapenaimpuestaporlostribunalesdejusticiaalempleadoinfieldelCrédito

Argentinoestabacumplida.Víctornohabíadormidoaquellaúltimanochedeprisión.Unaaunahabíapodidocontartodaslaslúgubrescampanadasdelrelojdela

cárcel.TodavíalamañananodespuntaraporcompletoyyaVíctorsepaseabaensu

calabozo.Unaagitaciónnerviosaledevoraba.Esperaba con ansia el momento en que, cumplidas las formalidades

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impuestasporlaley,pudiesetrasponerlapuertadelacárcelyrespiraraplenospulmoneselairedelacalle.

AlasdosdelatardeVíctorfueconsideradolibre.Lasociedad,satisfecha,volvíaaconsiderarleciudadano;hastaallísolamente

habíasidounreo.RápidamenteVíctorsemudóeltrajesórdidoymugrientoquellevabaenla

cárcel, y gracias a la previsión de Luisa que no descuidara enviarle un trajemodesto, pudo salir a la calle ofreciendo el aspecto vulgar de un transeúntedesocupado.

AlasalidamiróporúltimavezlarojafachadadelaCárcelModelo.Después,conelandarunpocotrémulo,bajóporlacalledelaPrincesa.TomóluegoporelpaseodeAreneroshastalaglorietadeQuevedo.AllítomóeltranvíaquelecondujohastalosCuatroCaminos,encuyobarrio

vivíaLuisa.En la terriblepartida jugada en contrade la justicia de loshombres, había

salidovencedor a despechode los rudosy terribles contratiemposquemásdeunavezestuvieranapuntodehacerlesucumbir.

¡Estabalibre!ComounrelámpagoleatravesóelespírituelrecuerdodePacalaGallarda.Peronofuemásqueunmomento.Habíamuertoparatodoloqueantesconstituyerasuvidaafectiva.Empezabaahoraavivirparasuhija.Dominadopor la imagen risueñade laniña,que sedibujabaen suespíritu

claraydistintacomoenvueltaenamorosonimbo,cerrólosojos.Deprontoeltranvíasedetuvo.Desenganchabaneltiro.Víctorsebajó.Paradoenmediodelcaminoprocuróorientarse.Al fin, susojos repararonenuna casademodesta aparienciaquehabía en

mediodeunsolarguardadoconunavalla.Eraallí.

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P

CAPÍTULOXVI

¿QUÉFUEDEVELLIDO?

ASADOSlosprimerosmomentosdealegría,Luisa,observandolanerviosaagitacióndeVíctor,lehizoacostarytomarunatazadetila,porlacualtuvo

queirellamismaalabotica.Despuéscerrólasventanas,ysalióllevándosealaniña.Pocoapoco,Víctor

logróconciliarelsueño.Erayadenocheyaúnnosehabíadespertado.Luisa,unpocoalarmada,habíaentradodosvecesenelcuarto,peroVíctor

dormíaconunsueñotansosegadoyprofundoquenoseatrevieraadespertarle.Luisa entró en la cocina y empezó a preparar la cena. Cuando la cena

estuviese lista, llamaría a Víctor. Hallábase ocupada en esta tarea cuandosonarondosgolpesenlapuerta.

Sinsaberporqué,Luisasintiómiedo.Tomóunpequeñoquinquéenlamanoyfueaverquiénllamaba.Precavidayrecelosaquisoprimeroenterarsemirandoporlarejilla.Conlavozunpocoinsegura,preguntó:—¿Quiénes?¿Porquiénpregunta?Unavozbroncarespondiódesdefuera:—¿VíctorRey?¿NoestáaquíVíctorRey?ElprimerimpulsodeLuisafuenegarle.Contestarquenoestabaallí.Después reflexionóque talvez fueseunamigodeVíctor.¿Quédeextraño

tenía?Sindudaeraalgúnamigo.Lavozdesconocidavolvióapreguntardesdefuera:—¿VíctorRey?¿Noestáaquí?Luisa,temblandosinsaberporqué,respondió:—Sí,señor,peroestádescansando.¿Quédeseaba?—Verle.Soyunamigo.Luisa,siempresinabrirlapuerta,indicótímidamente:—¿Nopodríavolvermañana?

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Lavozdesconocidarespondió:—Esabsolutamenteprecisoquelehablehoy.—Voyallamarle.AlpocoratoLuisavolviópreguntando:—¿Haceelfavordedecirmesunombre?—Eleuterio.Víctor,quelehabíaoído,gritódesdedentro:—¡Ah!¡Eleuterio!…Ábrele,Luisa.Efectivamenteesunamigo.Luisaabrió.EntróEleuterioconlagorrapuestaymurmurandoapenas:—¡Buenasnoches!Luisa,queteníaelquinquéenlamano,leexaminóllenadecuriosidad.Aqueldesconocidolefueantipáticodesdeelprimermomento.Eleuterioestabamuydesfigurado.AVíctorlecostótrabajoreconocerle.HacíatresañosquelosdosantiguoshuéspedesdedoñaLolanoseveían.Eleuterioparecíavenirdecamino.Traíaunamantaamarillentaechadaalhombro.Enlacabeza,completamente

rasurada,unaboinaazul,yenlospiesunosalpargatesblancosllenosdebarro.Víctor,alverle,sintióunaextrañaimpresión.Sesaludaronfríamente.Luisadejóelquinquéencimadelamesaysalióconlaniñaadarunavuelta

alacocina.Alquedarsesolos,losdosamigossemiraron.Aquellamiradaeraenambosunamiradainterrogadora.Eleuteriofueelprimeroenromperelsilencio.Bajandolavoz,yponiendounamanoenelhombrodeVíctor,murmuró:—Tenemosquehablarlargamente.Víctor,sacandotabacodelbolsillo,contestóalmismotiempoquealargabaa

Eleuteriolapetaca:—Cuandoquierasempezar,puedes.—Aquí,no.—¿Porqué?—Noconvienequenosoigan.Víctordijosonriendo:—¿Tanimportanteesloquetienesquedecirme?

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—¡Mucho!Aldeciresto,Eleuteriosehabíapuestoenpie.Víctorledijo:—Hablaaquíynofastidies.—Si pongo reparos es por ti.No conviene que nos oigan.Víctor un poco

alarmado,preguntó:—¿Perodequésetrata?Antesdecontestar,Eleuteriodirigióunamiradaentornosuyo.Después,bajandomucholavoz,murmuró:—SetratadeVicenteVellido…Víctorpalidecióintensamente.Haciendounpoderosoesfuerzopordominarse,selevantó,ysinpronunciar

unasolapalabrasalióacompañadodeEleuterio.Aloírlesalir,Luisaacudiópresurosaalapuerta:—¿Qué?¿Noesperaacenar?—Nomeesposible.Peroluegovolveré.—Comoquiera.Salieronalacalle.Anduvieronalgúntiempoensilencio.Ningunodelosdosqueríaserelprimeroenhablar.DeprontoVíctor,deteniéndose,preguntóconlavoztrémula:—¿DóndehasvistoaVicenteVellido?—EnelpenaldeZaragoza.—¿VienesdeZaragoza?—Sí…Allímehepasadotresaños.—¿Cumpliendocondena?—Sí.—¿Quéhabíashecho?Eleuteriorepusoconuncinismorepugnanteycruel,quelehelólasangreen

lasvenas:—Muchomenosquetú…Pintarleaungachócuatrochirlosenlacara.Víctorquisodisimularyexclamóconfingidasonrisa:—¡Diablo!¡Aesolellamastúmenos!…Eleuteriosedetuvoenseco:—Oye,conmigoahórrateevasivas.TodavíaVíctorquisoseguirdisimulando.

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—¿Demaneraque túconsiderasmásgrave laapropiacióndeunascuantaspesetas,conánimodedevolverlas,queunaspuñaladas?

—NomereferíaalasuntodelCréditoArgentino,sinoalotro…Víctorsintiócorrerporsusvenasunfríomortal.Sequedóparalizadosinsaberquéresponder.Eleuterioprosiguió:—ElcompadreVellidomelohadichotodo.—¿Esposible?—¡Ytanto!—¿DóndeestáVellido?—EnZaragoza.—¿Quéhaceallí?—¿Quéquieresquehaga?—¿PerocómolehadadolaideadeirseaZaragoza?Eleuteriorepusoriendo:—Laideanohasidoprecisamentesuya.—¿Cómo?—¡Puesesclaro!Túdebessaberlo…Vellidoeraunescapadodepresidio…Víctormurmuróanonadado:—¡Nolosabía!Eleuteriocontinuó:—Hacealgunosañosfuecondenadoacadenaperpetua.—¿Porqué?—Uncasocomoeldeahora…Roboconasesinato…Víctor interrogócasi

sinvoz:—¿Cómolehanechadomano?—UncumplidodecondenalehaconocidoylehadenunciadoalaGuardia

civil.Aquímetienes,pues,alamigoVellidopuestoalasombra.Calló Eleuterio, y siguieron los dos antiguos amigos brevesmomentos en

silencio.Alfin,Víctorsedecidióapreguntar:—¿CómoVellido,tanladinoytanprudente,tehaconfiadoelasuntode…?Víctorsedetuvovacilante.Eleuteriopronunciócongrannaturalidad:—¿ElasuntodelaviejadeNeira?Víctormurmuróconlavozroncaytemblorosa:

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—Sí.—Puesmuy sencillo. Porque ya no tiene nada que temer. ¿No ves que la

condenaanterior espresidioperpetuo?Yenel casode laviejadeNeira, casoquehubieradeaplicarselaúltimapena,seríaparatiynoparaél.

—¡Siélhasidoquienlamató!—Yalosé…Perodiríaquefuistetú.Ycomotúeraselamigodelacasa,y

comotútehasllevadoeldinero…Víctorbajólacabezaanonadado.—¡Yoapareceríasiemprecomoelprincipalautor!…—Naturalmente.¡Poresoelotronotienereparoencontarlo!…—¡Yteamenaza!…—¿Cómo?¿Meamenaza?…—Sí,chico…—¿Atitehadichoalgo?—Amímehadichoquetevieraencuantollegase.Víctormurmurósombríamente:—¡Yyalohashecho!—Sí;peromáshasidoporservirteati,porprevenirte…—Gracias.—¿Parecequelodudas?—No,nolodudo.¡Nada!¿YquétehadichoVellido?—Queviesesdemandarleeldinero.Quenosecontentaconlamitad,quelo

quieretodo.Ahoratúverásloquehaces.Víctormurmurósombríamente:—Yonotengoningúndineroquemandarle.—Eso es asunto vuestro. Yo cumplo diciéndote lo que él me dijo. Sus

palabras fueron estas: «Busca a Víctor. Dile que si antes de tres días no herecibidoeldinerodelavieja,ledenuncio».

Víctorrepitiócomosihablaseconsigomismo:—¡Ledenuncio!…¡Ylohará!…¡Sí,lohará!…Eleuterioledijoamododeconsejo,poniéndoleunamanoenelhombro:—Mira, chico: para ahorrarte disgustos, lo mejor que puedes hacer es

enviarleesedinero.—¡Nolotengo!…—¿Cómonolotienes?—¡No!

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—Vamos,hombre,noquierashacermecreerquelossaposvuelan.Entonces Víctor contó a Eleuterio cómo había confiado aquel dinero a

Soledadycómoestalohabíaarrojadoalasllamas.Alterminarpreguntó:—¿TúdudasdeSoledad?—¡Yono!Eslaúnicamujerdequiennodudo…PeroVicenteVellidodudará

deti,ydudarádeella,ydudarádetodos…Yloqueespeor,cumplirásupalabradedenunciarte.

Víctorsemordíaelbigotecondesesperación.—¿Quéhacer?Eleuterioexclamódepronto:—Tengounaidea.LediréaVellidoqueestásenlaenfermeríadelacárcel

conunafiebreyquenopodrássalirhastadentrodeseisosietedías…Víctormurmurócondesaliento:—¿Yquéseconsigueconeso?—Ganar tiempo. Hoy es 15; el 20 sale vapor para Buenos Aires; tienes

tiempodearreglartodoydemarcharte.Víctortuvounasospecha.Creyóqueaqueleraunlazoqueseletendíaycontestó:—¿Perocómopagoelbillete?—Vascomoemigrante,sinquetecuestenada.—¿Puedeirsedeesamanera?—Sí.—¿Estásseguro?—Segurísimo. Hace algún tiempo yo pensé en hacer ese mismo viaje y

estuveenelconsuladoaenterarme.Víctoraparentóconvencerse.Supropósitoeraocultarqueposeíadinero.Los cinco mil francos del Conde de Porta-Dei le parecían un depósito

sagrado.Conelloseraprecisolabrarelporvenirdesuhija.Eleuterio, que no sospechabanada, continuó explicándole las diligencias y

requisitosqueeraprecisocumplirparaembarcarcomoemigrante.Cuandohuboconcluidoexclamó:—Yacomprenderásquetodoestoalgovaleyalgocuesta.—Yatehedichoqueestoymáspobre…

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—Nosetratadedinero.—Hablaentonces.¿Dequésetrata?—DeSoledad.—¿DeSoledad?—Sí.¿Teextraña?—Yesnatural.—¡Túcontinúasenrelacionesconella!—No.—Confranqueza,¿tehadejadoella?—Sí…Soledadnoesmujerparamantenerrelacionesconunladrón.—Sinembargo,ellaparecíaquererte.—¡Mucho!—¿Yhabíasllegadolejos?—Sí.—¿Entodaregla?—Entodaregla.—¿Tútendráscartasquelacomprometan?—Lashequemado.Eleuteriomurmurócínicamente:—Losiento,porqueeralaúnicamaneradearreglarelotroasunto.—Explícate.—YotengomismirasrespectoaSoledad.Esunamujerquemetieneloco.

Esas cartasme hubieran servido demucho; pero ya que las has quemado, nohablemosmás…Eleuteriohizoademándealejarse.

Víctorledetuvo.—¿Túnocreesqueyohayaquemadoesascartas?—No.—¡Ysinembargoeslaverdad!Eleuteriodijobrutalmente:—También es verdad que has robado a la vieja de Neira y que Vicente

VellidoestáalláenelpenaldeZaragozadispuestoacantarlahistoriaesa…DenuevoEleuteriohizoademándealejarseydenuevoVíctorledetuvo.—Oye, Eleuterio, ¿tú quieres una prueba que ponga a Soledad en tus

manos?…—Sí.Víctormurmuróconundolorosoesfuerzo:

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—Yo tengo esa prueba. No son sus cartas… Como antes te dije, las hequemado…Esunretrato…Yopensabadevolvérselo…Mimalasuertenomelopermite…Eseretratotieneunadedicatoria.

Eleuterioleinterrumpió:—¿Yesadedicatoriaesbastante?…—¡Estodo!…—¿Yeseretratocuándomelodas?—Ahoramismo.Mañanaquizásmearrepentiría…YVíctor,almismotiempoquehablabaasí,sacabaelretratodelbolsillo.AntesdedárseloaEleuteriolebesóconrespeto,murmurando:—Alentregaresteretratocometolaacciónmásvildemivida.Yse lodioaEleuterioconunamirada llenadeodio,acompañadadeestas

palabras:—¡Toma,canalla!Yvolviéndolelaespalda,sealejócasicorriendo.CuandoVíctorvolvióacasadeLuisa,encontroseaestamuyalarmadapor

suausencia.Laniñasalióalapuerta,recibiéndolecongritosllenosdealborozo.Víctorlatomóenbrazosyentróconellaenlacasa.Luisa vio sobre su frente una nube de tristeza, pero no se atrevió a

interrogarle.Víctorsesentóconlaniñaenbrazos.Unalágrimacorríaporsumejilla.DespuésdeuninstantellamóaLuisa.Luisa,queestabaenlacocina,acudiópresurosa.Consuhabitualdulzurainterrogó:—¿Mellamabas?—Sí,Luisa.Hazelfavordesentarte.Lapobremujerobedeció.Muypálida,yconlavozunpocotrémula,interrogó:—¡Diosmío!¿Quépasa?Víctorletomóunamanoconcariño:—¡Nada!…Noteasustes.—¿Quiéneraesehombre?Víctorcontestóevasivamente:—Unantiguoamigo.

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—Mehabíaparecidounmalhombre.Víctorrepusosombríamente:—Notehasequivocado,Luisa.Yañadióanimándose:—Losconsejosdeeseydeotroscomoesesonlosquemehanllevadoala

cárcel.Luisalemiróintensamente.Víctoralhablarasíerasincero.Despuésdeunapausa,Víctorexclamóconeltonodeunhombrequeadopta

unaresolución:—Unasolapregunta,Luisa.¿Estásdispuestaaacompañarmecon laniñaa

cualquierpartequevaya?Luisarespondiócongranvehemencia:—¡Adondesea!—¿AuncuandotengasquesalirdeEspaña?—¡Aunqueseaalfindelmundo!Víctorrepusoconmovido:—¡Gracias,Luisa!Ybesóalaniña,quesehabíadormidosobresusrodillas.—¡Hijademialma,yanuncatesepararásdemí!Laniñasonrióensueños.Suspadresguardabansilencio.Después de un momento, Víctor interrogó en voz baja, con miedo de

despertaralaniña:—¿Demanera,Luisa,quenohaynadaquetedetengaaquí?—¡Nada!¿Ysiyotedijesequehoymismonospusiésemosencamino?—Obedeceríamuygustosa.Víctorconcluyólevantándose.—Estodocuantoqueríasaber,Luisa…Dioalgunospaseospor lahabitaciónyañadió luego:Puestoqueno tienes

inconveniente,hoymismonospondremosencamino.—¿Hoy?—Sí.Luisanoprotestó.AntesbienparecíaquelaresolucióndeVíctorlallenabadejúbilo.

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Pero pasado algún tiempo tuvo una objeción que revelaba su corazónmaternal:

—Esteviaje,así tanprecipitado,¿noleharádañoa laniña,delicadacomoestátodavía?

VíctorseapresuróadisiparlostemoresdeLuisa,exclamando:—¡Haremoselviajecontodasuertedeprecauciones!…Víctorsepusosusombreroysedirigióalapuerta.Luisaledetuvoconungesto:¿Peroadóndevas?¿Nocenas?No…Apenasquedatiempo…Unrelojcercanodiolasocho.Víctorlascontóenvozalta.Después,dirigiéndoseaLuisa,exclamó:—¡Yaves!Sonlasocho.Elúltimotrensalealasochoytreintaycincopara

Cádiz…Hoyestamosa15,el18salevaporparaelBrasil.Luisainterrogó:—¿Peroadóndevasahora?Víctorrepusoyadesdelapuerta:—Voyenbuscadeuncoche.Dentrodeunosminutosestaréaquídevuelta.Salióapresuradamente.Notardóenvolverconuncoche.Luisaesperabaconlaniñaenvueltaenunpañolóndeabrigo.Laniñanosehabíadespertado.VíctorlatomóensusbrazosdelosdeLuisaehizomontaralamadreenel

cochelaprimera.Despuésleentregóalahija.Luisalaestrechócontrasupechosollozando.Víctormontóenelcoche,ycerrandolaportezueladegolpe,gritóalcochero:—AlaestacióndelMediodía…Aescape,queteganarásbuenapropina.Elcocherofustigóalcaballo,quepartióaltrotelargo.Víctormiró instintivamentepor laventanilla;peroal cabodeunmomento

retiróconrapidezlacabezaytratódeocultarseenelinteriordelcoche.¿Quéhabíavisto?Eleuterioestabaenpieaunladodelcamino.Víctornodudóquelehabíaespiado.EleuterioobservóelmovimientodeVíctorparaocultarse,yalpasarelcoche

porsuladolegritóburlonamente:

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—¡Buenviaje!Víctorsentíaunainquietudextraña.Leparecíaqueaquelcoche,envezdeconducirleaunaestaciónparatomar

eltren,leconducíanuevamentealacárcel.LuisaobservabalainquietuddeVíctor,peronoseatrevíaainterrogarle.Al pasar por una calle llena de gente y de comercios iluminados le tocó

suavementeenelhombro.Víctorvolvióhaciaellasurostropálido,sonriendotristemente:—¿Quéquieres?Luisamurmuróunpococohibida:—¿Quieresquepareunmomentoelcoche?—¿Paraqué?—Para comprar una manta de viaje… ¡Tengo miedo que la niña se me

constipe!Víctor,olvidadodesustemores,hizodetenerelcoche.Sebajóapresuradamenteyentróenuncomercio,dondecomprótresmantas

deviaje.Unmomentodespuéselcochevolvíaarodarporlascalles,llenasdebarro.CuandollegaronalaestacióndelMediodíaaúnfaltabansieteminutospara

lasalidadeltren.Víctortomólosbilletes.Enaquelmomentocreíaqueibanadetenerleparaconducirledenuevoala

cárcel.Enel anchurosoandén reinaba esa animacióncaracterísticaque anuncia la

próximasalidadelostrenes.El ir y venir de viajeros, mozos y empleados; el áspero chirrido de las

carretillasqueconducenlosequipajes; lamonótonacanturíade losvendedoresde guías y periódicos; el murmullo de cien conversaciones; los golpes de lasportezuelas,ydominandolosmúltiplesrumoreselsordoyprofundodelhervirdelaguaenlasentrañasdelalocomotora.Todoelloformaunconjuntoarmónicodemovimientoyruidoreveladoresdeunaverdaderaexuberanciadevida.

Víctornoteníatiempoqueperder.Losviajeros,ensumayorparte,ocupabansuscoches.Algunosesperabanlaseñaldelapartidaalpiedelasportezuelas.Ylosrezagadoscorríandeunladoaotrobuscandoasiento.—¡Señoresviajeros,altren!—gritabanlosempleados.

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Enestemomento losojosdeVíctor se fijaronenunaparejade laGuardiacivilqueacababadeentrarenuncochedetercera.

Yalveralosguardiasseestremeció.Detuvosupasoyquedóinmóvil.Soloentoncesse formulóensucerebrouna ideaclaradelpeligroaquese

exponíaconaquelimpremeditadoviaje.Recordóel tonozumbónconqueEleuterio le saludaraalverlepasar enel

coche.Enaquelsaludoibaenvueltaunaterribleamenaza.EraposiblequeEleuterioformulara ladenunciacontraélsinesperaraque

VicenteVellidolohicieradesdeZaragoza.Sabiendoquepensabaemigrar,seguramentenoledaríatiempo.Porotraparte,noeraposiblequeendosdíaspudieraarreglarenCádiztodos

losrequisitosquealosemigrantesseexigen.Élnoteníaningúndocumento.Nuncasehabíacuidadodelpadrónnidelaquinta.Yestabasujetoaestaresponsabilidad.Nohabíaentradoensorteo.Realmenteeraunprófugo.Iba,pues,aencontrarseriosinconvenientesparaelembarque.Y si perdía el vapor que estaba próximo a salir, tendría que esperar al

siguiente,contiemposobradoparaquelapolicíalebuscara.Además,lasalidadelosvaporesdebíaestarmuyvigilada,precisamentepara

evitarlafugadelosprófugosydeloscriminales.Y Víctor pensó con horror que él estaba comprendido dentro de las dos

categorías.Ensuma,quesiEleuteriolehacíatraiciónseríadetenidoalllegaraCádiz.Ydetodosmodos,antesdequepudieraembarcar,sielpresidiariocumplía

suamenaza,severíaperdido.Aquellafugaprecipitadaeraunatorpeza.En Madrid estaba más seguro, sobre todo creyendo Eleuterio que había

partido.Entonces se felicitó de aquel encuentro que tanto sobrecogió su ánimo,

cuandosuantiguocamaradalegritó:—¡Buenviaje!Envueltosuespírituenestasdudas,Víctorpermanecíainmóvil,sindecidirse

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anada.Luisalecontemplabaconpena,aunquenopodíaadivinaraquellaespantosa

luchadeideasqueproducíavértigosenelcerebrodeVíctor.Porfinseatrevióadecirtímidamente:—¿Vamos?—No,espera—contestóVíctorconvoztemblorosa.Enaquelmomentodiolaseñaleljefedeestación.Lalocomotoradejóescaparunsilbidoestridente.Cerráronse las últimas portezuelas con ruidosos golpes, y con paso

majestuososepusoeltrenenmovimiento.YVíctorquedóallí,depieenelandén,inmóvil,casirígido.Luisaseguíacontemplándole,cadavezmásapenada.SuinstintodemujeramanteledecíaqueVíctorsufríamucho.Porfineste,quehabíainclinadolacabezasobreelpecho,parecióreaccionar.Irguiose con cierta altivez, como hombre dispuesto a sostener la lucha, y

dijo:—VolvamosaMadrid.—Comoquieras—contestóLuisa,quenodiscutíanunca lavoluntaddesu

amante.Salierondel andén,yen la explanadade la estación tuvieron la fortunade

encontraruncoche.Víctor hizo entrar aLuisa y la niña, y antes de subir él dio al cochero las

señasdelacasa.—Porestanoche—dijoaLuisa—estamosallíseguros,puestoqueEleuterio

mecreecaminodeCádiz.Mañananosmudaremosaotrobarrio.Luisa,aunquenadacomprendía,asintióatodo.Duranteeltrayecto,Víctorvolvióaencerrarseensusmeditaciones.EntoncescalculóqueeramásfácilsalvarlafronteradeFranciaqueembarcar

enunpuertodeEspañacomoemigrante.De este modo, mientras la policía le buscaba en Cádiz, él podría llegar a

Paríssinelmenorpeligro.AllíbuscaríaaCarlos;consuprotecciónencontraríamaneradevivir,yen

último caso, saldría para América: pero ya sin los riesgos que ofrecía elembarqueenunpuertodeEspaña.

Estasnuevassolucionesllevaronalgunacalmaasuespíritu.Elcochesedetuvo.

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Habíanllegado.Víctorpagóydespidió al cochero,y antesde entrar en la casadirigióuna

miradainvestigadoraentornosuyo.Nohabíanadie.Estoletranquilizó.Luisacolocóalaniñaenlacuna.Víctor se acercó, y después de contemplar largo rato a su hija con infinita

ternura,depositóunbesoensufrente,murmurando:—Esteángelmesalvará.Luisa, que contemplaba la escena, que veía la incertidumbre de Víctor y

adivinabasusterrores,noseatrevíaapedirunaexplicación.YmenospudoentenderlasúltimasfrasesdeVíctoralrecogerse,quefueron

estas:—Despuésdetodo,buenoessaberdóndeestáVicenteVellido.

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T

CAPÍTULOXVII

DESASOSIEGOS

ERRIBLEfueaquellanocheparaVíctor.Nipudoconciliarelsueñonilointentósiquiera.

La inquietud de su espíritu tenía que reflejarse en una tensión nerviosaextraordinaria.

Y en la excitación de su cerebro, se sucedían en él las ideas en rápidotorbellino, confundiéndose unas con otras; pero presentándose con lucidez lospeligrosdelpresente,losrecuerdosdelpasadoylasincertidumbresdelporvenir.

La aspiración a la felicidad es innata en el hombre; la persigue siempre,comoobjetoycomoidealdelavida.

Víctorlahabíaperseguidotambién,buscandoprimeroelbienestarmaterial,despuéslasatisfaccióndesuspasiones,quevinoaencarnarenPacalaGallarda.

Estofueelprincipiodesuperdición.Selanzóalasendadelcrimen.Yhabíarodadohastaelabismo.Yenelabismodelcrimennopuedeencontrarselafelicidad.Después,como

todos los desgraciados y como todos los criminales, creyó posible suregeneración.

Libre de responsabilidad por el crimen de asesinato y robo, cumplida sucondena por el desfalco, podría emprender nuevos derroteros, dar nuevosrumbosasuvida,rehabilitarseensociedad.

Paraemprenderestecaminoteníadinero:aquelloscincomilfrancosqueleenviósucompañerodelaniñez.

Además,noestabasolo.Había encontrado en su camino una mujer que con su abnegación

consiguiera despertar en su alma sentimientos íntimos de gratitud que setransformabanenunamorplácidoyverdadero.

Noeraelsacudimientopasional,laceguedaddelossentidos,comoelqueleinspiróundíaPacalaGallarda,nielmerocaprichoopasatiempocomoelquelellevó al lado de Soledad para hacerla su víctima. Era algo más dulce y más

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tranquilo,peromásprofundo.Aquella mujer, aquella pobre Luisa, a la que un día encontró en la calle,

pobreharapo social, barridodeun ladoaotro, como lahoja caídadel árbolyarrastrada por el viento; flor marchita y deshojada antes de que abriera sucapullo;lapobreLuisa,alcabodelosaños,habíavenidoabuscarle,ycuandotodosleabandonaban,ellaletendíasumanogenerosa,perdonándolotodopararecordarúnicamenteaquelsentimientodeatracciónquelosunieraundía.

TresmujereshabíanejercidoinfluenciaenlavidadeVíctor:Paca,SoledadyLuisa.

PorPaca laGallarda,hijadeunasesino,yque lehabía lanzadoalcrimen,sentíaunarepulsiónparecidaalodio.

DeSoledad,quehabíasidosuvíctima,sesentíaolvidado.Luisa,soloLuisaleamaba.Ydeaquellamujerteníaunahija.Y aquella niña despertaba en él sentimientos desconocidos, de una ternura

infinita.Alpensarenellaseestremecíatodosuser.¿Habríavenidoalmundoaquellacriaturaparaservíctimadelasfaltasdesu

padre?Eraprecisoimpedirlo.Eraprecisohacersufelicidad.Por esoVíctor perseguía ahora la felicidad, con anhelo inmenso, casi con

rabia.Laperseguíaparasuhija.Porunmomentocreyófácilrealizarla.Huir lejos,muy lejos, con aquellamujer y con aquella niña. El problema,

contandoconrecursos,erasencillísimo.Y de repente, sin darle tiempo para su solución, le salían al paso las

consecuenciasdesucrimen.Sucómpliceseinterponíaensucamino.Ylaamenazaeraterrible.¿Lacumpliría?ElterrordeVíctorestabajustificado.Aunque Vicente Vellido fuera, cuando cometió el crimen, un fugado del

presidio, un reincidente, y preso entonces no hubiera escapado del patíbulo,ahora, denunciado el crimen por él, se aminoraría la pena. Y no podían

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imponerlemásdelaqueyasufría.Nadaarriesgaba;nadateníaqueperder.Yaúnhabíaotropeligro.Eleuterioconocíaelsecreto.Víctorquedabaamerceddeaquellosdoshombres.Laúnicamaneradeconjurarlospeligrosdelmomentoeradespistarlos.Después,conmástiempoymáscalma,prepararíalafuga.Todasestasideas,recuerdosypropósitosseamontonaban,seatropellabanen

suimaginación.Y al cabo demuchas horas de esta torturamoral, cuando ya los primeros

alboresdeldía,penetrandoporlasrendijasdelaventana,disipabanlastinieblas,sintió Víctor la reacción de aplanamiento que era forzoso siguiera a tanprolongadatensiónnerviosa.

Entonces vino a caer en una especie de sopor que, sin hacerle perder laconciencia,anulabasuvoluntad.

EnestasituaciónloencontróLuisaalabandonarellecho.Noseatrevióamolestarle,ysededicóapreparareldesayunoyavestirasu

hija.Víctor, enmedio de su postración profunda, oía, como se oye unamúsica

lejana,eliryvenirdeaquellapobremujerylosbalbuceosdelaniña.Entoncessintióimpulsosdellorar.Moralmente,Víctorestabaregenerado.Sentíahorrordesímismo.Conunpoderosoesfuerzodevoluntad,consiguióincorporarse.Luisitacorrióhaciaél,tendiéndolelosbrazosybalbuceando:—Papá,papá.Víctorsintióalgoasícomoelsacudimientodeunadescargaeléctrica.Tomó a su hija en brazos, la apretó contra su corazón y besó con frenesí

aquelrostrodeángel,aquellacabecitarubia,cubiertadesedososyenmarañadosbucles.

Luisaseacercótambién,ytambiénVíctorbesósusmanos,diciendo:—Todo,todoporvosotras.Ycomosisehubierandespertadoensualmanuevasenergías,selanzófuera

dellecho.Su aspecto era el de un hombre decidido a no dejarse abatir, resuelto a

sostenerlaluchayatriunfar.Luisasirvióeldesayuno.—Óyemebien—dijoVíctor.

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—Soy toda oídos—contestó Luisa sonriendo, como para dar ánimos a suamante.

—Vasasalirinmediatamenteconlaniña:buscasunacasalejos,muylejosdeaquí,alláporlosbarriosbajos.Hacesestoporlamañana:porlatardetrasladaslosmuebles,yalasnuevedelanochevasabuscarmealaPlazadelProgresoalatabernadelosAndaluces.

—Allícaeréalasnueve,ytodoestaráarreglado.—Enticonfío.¿Quédineronecesitas?—Nolosé.—Tomaveinteduros.Conesto,Víctorsepusoenpie,besódenuevoalamadreyalahija,ysalió.Suprimercuidadofuehacerseafeitarenunabarbería,haciendodesaparecer

subigote.EnseguidasedirigióaMadrid.CalculandoquesivolvíaaencontrarseconEleuteriopodríaconvenirleestar

prevenido,compróenunacasadepréstamosunbuenrevólver,queguardóenelbolsillodesucazadora.

Después,comosisecomplacieraenbuscarlospeligros,ocomosiquisieraadquirir la convicción de que no corría ninguno, se dirigió a la Plaza de lasSalesasyentróenlacasallamadadeCanónigos.

Allíestánestablecidoslosjuzgadosdeinstrucción.Allíestánlosjueces,losescribanos,losalguaciles,losperseguidoresdelos

criminales.Víctorpasómediahorarecorriendolasgalerías.Nadiesefijóenél.Recordaba aquellos tiempos de su primera juventud, cuando sin casa, sin

hogar, sin recursos, amerced del acaso, veía también transcurrir las horas sinotra ocupación que recorrer calles y plazas, sufriendo el hambre, el frío, lasinclemenciastodasdelaNaturalezaylastorturasdesupropioorganismo.

EntoncesfuecuandoconocióaLuisa,pobreniña,arrojadatambiénalavíapúblicaporobradelabrutalidad.

Conestoreconstituyótodosupasado,todalahistoriadesusamorescasualesconaquellamujer.

Ysehorrorizódequesuhijapudieracorreraquellasvicisitudes,pudieracaeren el fango, en la ciénaga social donde se agitan los desgraciados y loscriminalessinesperanzasderedención.

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—No—sedijo—.Hesidoladrón,hesidocómplicedeunasesinato,peronoseré parricida…Yabandonar a un hijo es criminal,más repugnante que darlemuerte.

Suespírituhabíareaccionado.Sentíaseconfuerzas.Yestabasegurodetriunfar.Élborraríasupasadoyprepararíaunnuevoporvenir.Poco antes de las nueve se dirigió a la Plaza del Progreso y entró en una

tienda llamada de losAndaluces,modesto colmado, que viene a ser algomásqueunatabernayalgomenosqueunrestaurante.

Aladerechahayunahabitacióncuadrada,conrejaalacalle.Algunas mesas de pino pintado y las necesarias banquetas componen el

ajuar.AlentrarVíctornohabíamásparroquianosquecincooseiscigarreras,que

comían chicharrones, bromeaban, cantaban y palmoteaban con el clásico buenhumordelashijasdelpueblodeMadrid.

Luisanohabíallegadoaún.Peronosehizoesperarmuchosminutos.Entrópocodespués,llevandoalaniñadelamano.Ni la madre ni la hija conocieron a Víctor, tan desfigurado estaba sin el

bigote.Víctorlasllamó,sonriendosatisfecho.Podíaestarsegurodenoserconocidosilacasualidadlehacíatropezarcon

algunadesusantiguasrelaciones.—Parecesotro—dijoLuisa.—Esoesloquedeseo.¿Habéiscenado?—No.—Cenaremosaquí.—Comoquieras.—¿Quéhashecho?—Loquemedijiste.Todoestáarreglado.—¿Dóndevivimos?—Muycerca.EnlacalledeJuanelo.Tranquilamentecenaban,hablandoenvozmuybaja,yteniendoVíctorasu

hijasobresus rodillas,cuandoresonóen la tiendaunavozdemujerquedecíaconacentoimperioso:

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—Chico,unabotellademanzanillayunasruedasdesalchichón.Víctor, al oír aquella voz, se estremeció violentamente y miró con terror

hacialapuerta.Tresmujeresentraronconrisasyalboroto.UnadeellaseraPacalaGallarda,frescaaúnycomosiemprearrogante.Dirigióunamiradaalosconcurrentes,hizoungestodesdeñosoyfueatomar

asientoconsusamigasenunamesainmediataalaqueocupabanlascigarreras.VíctornosabíacómointerpretarelgestodePaca.¿Eraquelehabíareconocidoyqueríamanifestarlesudesdén?¿Era, por el contrario, que no había encontrado allí la gente que tal vez

esperaba?Detodosmodos,lapresenciadeaquellamujerdesasosegabaaVíctor.EstaimpresiónnopasódesapercibidaparaLuisa.—¿Laconoces?—preguntóaVíctor.—Sí,pordesgracia.—Yotambién.—¡Tú!—EsmuyconocidaenMadrid.—¿Porqué?—Porsusescándalos.—Esverdad.—¿Hastenidoalgoqueverconella?—Luisa,noquierassaberhistoriasdelpasado.—Contesta;nohedetenercelos.—Te diré solo que esa mujer ha ejercido en mi vida una influencia

perniciosa.Convienequenomevea,quenomeconozca.—Vámonos.—Yosaldréprimero.Tútequedasaobservar.—Muybien.Y Víctor, sin terminar su cena, se levantó y salió, tal vez con más

apresuramientodelqueconvenía.Pacasefijóenélylesiguióconlamirada.Despuésdijocondescaro,dirigiéndoseaLuisa:—Oigausted,señora,¿essuhombredeusted?—Esmimarido—contestólajovenconaltivez—.¿Porquéeslapregunta?—Pornada,creíconocerle;perono temausted,hija,quenose lovamosa

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robar.—Muchasgracias.Pacaseencogiódehombros,ypalmoteandoconfuerza,llamóalchico,que

aúnnoleshabíaservido.Luisacontinuóensupuestoalgunosminutos;sepusoenpie lentamente,y

cogiendoalaniña,salió.DesdelatiendaoyóreíraPaca.LuisasereunióenlaplazaconVíctor,quelaesperabaimpaciente,yledio

cuentadeloocurrido.AVíctorledisgustóaquelencuentro.QuedabaenladudadesilehabíaonoconocidoPacalaGallarda.Le tranquilizaba que no hubiera intentado acercarse a él, ni detenerle ni

seguirle.Perosiaquellamujer,comoeraprobable,veíaaEleuterio,lediríaqueVíctor

estabaenMadrid.Yaesteleconveníaqueaquellecreyeramuylejos.Víctor delante, y Luisa detrás guardándole las espaldas, se dirigieron a su

nuevavivienda.AllíVíctorsejuzgóseguroporelmomento.Y aunque le preocupaba su encuentro con Paca la Gallarda, acabó por

convencerse de que no tendría ulteriores consecuencias, y rendido por elinsomnio de la noche anterior, acabó por conciliar un sueño relativamentetranquilo.

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SCAPÍTULOXVIII

IGAMOS los pasos de Eleuterio para reanudar el drama que pendientequedó en los comienzos de esta historia, y que había de complicar la

situacióndetodoslospersonajes.Digamos,ante todo,queniporunmomentopensaraEleuterioendelatara

Víctor.Nadaganabaconello.CreíaqueVíctorestabaexhaustoderecursos.Deotromodohubieraprocuradoexplotarle.Cuandoleviopasarenelcoche,caminodelaestación,legritóconsorna:—¡Buenviaje!Ydespuésmurmuró:—AlláseentiendanélyVicenteVellido.Nientronisalgo.Yoheconseguido

loquedeseaba.YaldecirestoacariciabaconsumanoenelbolsilloelretratodeSoledad.Continuósucamino,entróenMadridypasóaquellanocheenunaposada.Aldíasiguiente fuesuprimercuidadocompraren laPlazaMayorun traje

másdecorosoqueelquellevaba.Eleuterioestabaenfondos.Ya transformado, y resuelto a buscar a Soledad, cuyo recuerdo constituía

paraélunaespeciedeobsesión,sedirigióacasadeDoroteo.Pero este hacíamucho tiempo que se trasladara de domicilio, y no daban

razóndeél.LosvecinosdeMadridsonmuydadosacambiardecasas.Sonlosmenoslosquevivenalgunosañosenunmismositio.PeroEleuterionosedesanimó.Teníatrazadosuplan.Conviene recordar queVicenteVellido era el primer esposo deGabina, la

porteradelacasadeMadridModerno.ElsegundomaridoeraDoroteo,eltíodeSoledad.

Eleuterioconocíaestahistoria.SabíaqueDoroteovisitabaconfrecuenciaasuprimeramujer.Estaledaríanoticias.

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Dirigiose,pues,aMadridModerno,hablóconGabinaysupoqueDoroteohabitabaenelbarriodelPacífico,acortadistanciadelCuarteldelosDocks.

Por la calle de Atocha bajaba Eleuterio al caer la tarde, pensando en lamanera de encontrarse a solas conSoledad, cuando un encuentro no esperadovinoatorcersucamino,ytalvezaretrasarsusproyectos.

Fueelcasoqueunavozdemujerexclamóconalegría:—¡SiesEleuterio!Yalmismotiemposintióestequeunamanoseposabasobresuhombro.Tenía delante a una mujer de unos veinticinco años, bastante agraciada,

aunquedemanerassobradodesenvueltas,quealasclarasrevelabanunavidayunascostumbreshartolibres.

—¡Encarna!—exclamóEleuterio.Eranantiguosconocidos.—¿Dedóndesales?—preguntólamujer—.¡Tantotiemposinverte!—Heviajado.—¿PorCeutayporMelilla?—No,hija;nohepasadodeZaragoza.—Másvaleasí.¿Vienesenfondos?—¿Porquélopreguntas?—Paraqueconvidesyhablemos.—Andando.—Pues,mira, aquí está el cafédeZaragoza.Figúratequenohas salidode

allí.Y,enefecto,estabanadospasosdelcaféquellevaelnombredelainvicta

ciudad,yenélentraron.—¿Hastadóndetecorres?—preguntóEncarna.—Hastadondequieras.Vamosacenar.—Noerestúnadiecuandoquieresserrumboso.Porlargoratolaconversaciónfueindiferente,hastaqueEncarnapreguntó:—Yahora,¿cómovives?¿Quépiensashacer?—No lo he pensado aún. Estoy en una posada; tengo dinero para algún

tiempo,ydespuésbuscarétrabajo.—¿Enquéoficio?—Enelquesalga.—ContalquenovuelvasaZaragoza.—Noquisiera.

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—¿Sabesloquetedigo?—Di.—Que necesitas casa ymujer, que vas siendomayor de edad y no has de

vivirhechoungolfo.—¿Ydóndeestátodoeso?—Casa,lamía…Ymujer…—Gracias,Encarna.Acepto.Cerrarontrato.Alosdoslesconvenía.AEncarna,porqueEleuterioestabaenfondos,yaeste,pornoviviraislado.—Vaya—dijo—,nopuedoquejarme.EntréenMadridconbuenpie.Enotrostiempos,EncarnayEleuteriosehabíanamado,sipuededarseeste

nombre a la unión de dos seres que junta un día la casualidad y otro día lossepara.

—¿Adóndetedirigíascuandoteencontré?—preguntóEncarna.—AlbarriodelPacífico,enbuscadeDoroteo.—¿LebuscabasaéloaSoledad?—Queríareanudaramistades.—PuesladeSoledadnolareanudas.—Nuncahetenidorelacionesconella.—Noporfaltadedeseos.—Siyohubieraquerido…—Noquierasmás.—¿Teoponestú?—Puedeser;pero,enfin,noesporeso.—¿Porquéentonces?—PorqueSoledadsehacasado.—¡Imposible!¿Quiénibaarecogerloqueotrodesperdicia?—Ahíverás;hayhombresparatodo.—¿Yquiénhasidoesemandria?—Ramón.—¿Elalbañil?—Elmismo.—Pero,¿sabelahistoriadeSoledadyVíctor?—Digoyoquenodebesabernada.—¡Tantomejor!—exclamóEleuterio.

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Encarnanopudocomprendereldoblesentidodeestasfrases,yprosiguió:—Cuando Víctor estaba en la cárcel y todas creíamos que Soledad iría a

verle,porqueparalasocasionessonlosamigos,ylasamigas,ella,comosi talcosa, y si te hevistonome acuerdo.Mira tú, paraque a ti, sabiéndoloyo, tehubierafaltadonuncaunacajetilla.

—Esquetúerestú.—Yquelodigas.Enfin,quedelanochealamañana,Ramón,queesmuy

amigo de Doroteo, empieza a entrar, y que en un dos por tres arreglan lospapelesysecasanporlaiglesiayporlocivil.

Haciendo comentarios sobre este tema pasaron algún tiempo, hasta quesalieron del café, dirigiéndose a la calle del Fúcar, donde Encarna tenía sudomicilio.

LasintencionesdeEleuterionopodíansermástraidoras.LejosdesentirelcasamientodeSoledad,seregocijabadeél.Ella,libre,hubierapodidoresistir.Ante el temor de que su marido llegara a conocer el secreto, tendría que

ceder.Eleuterioteníaensusmanosunarmaterribleparaamenazarlayvencerla.Sinembargo,decidióesperaralgúntiempo.Encarna, que se había interpuesto en su camino, podía crearle

complicacionesydesbaratarlesuplan.Algunosdíastranscurrieron.Aquellaimprovisadaparejasellevabaenlamejorarmonía.Eleuteriopasabalamitaddelavidaenlatabernajugandoalmus.Vidadeliciosaparaél.UnanocheledijoEncarna:—VamosalCafédelGallo,dondeaúnencontrarásantiguosamigos.Yasílohicieron.AllíestabanPacalaGallardayPepeelExtremeño,que,acostumbradosunaa

otro, cien veces se habían separado y otras tantas se habían vuelto a reunir, ygastabany triunfabanconotrosconocidosdeEleuterio,que fue recibidoen lareunión,despuésdeunalargaausencia,congrandesmuestrasderegocijo.

—Oye, Pepe—dijoEleuterio, después de haber apurado algunas copas decognac—.NecesitohablarconPaca.¿Lopermites?

—¿Porquéno?—Pues,oyetú,quehaycosasquenodebendecirseenvozalta.

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PacayEleuterioseretiraronaotramesa.—¿Quésignificaestemisterio?—preguntólaGallarda.—Tengoquedartenoticiasdepersonasdetuaprecio.—¿DeVíctortalvez?Juraríahaberlevistolaotranoche.—Noesposible.—¿Porqué?—PorquehasalidoparaAmérica.—Habrá sido después, porque era él, no tengo duda.Va afeitado, como si

quisieranoserconocido;peroamínosemedespinta.—Puesbien,nosondeVíctorlasnoticiasquetetraigo.—¿Dequiénentonces?—Detupadre.Pacapalidecióligeramente.—¿Ytúsabesquiénesmipadre?—preguntóconextrañeza.—LohesabidoenelpresidiodeZaragoza.—¿Quiéntelohacontado?—Elmismo.Pacaparecióunmomentoconmovida.Unanubedetristezaempañósusojos.Peroserepuso,ymurmuró:—Hahechomal.—¿Esqueteavergüenzasersuhija?—Porlomenosnohaymotivosparasentirseorgullosa.—VicenteVellidovalemucho.—Bien,nohablemosdeeso.¿Cómoestá?—Mejorquenunca.Solotediréqueeselamodelestablecimiento.Todosle

temenylerespetan.—Sitanconsideradoestáallí…—¿Qué?—Convienequenosalga.—Nodigaseso.Lalibertadesmuyhermosa.Desgraciadamente,tupadreno

volveráadisfrutardeella.—Teengañas—dijounavozroncaaespaldasdeEleuterio.Pacadejóescaparungritodesorpresa.Eleuteriosevolvióyquedósorprendidotambién.VicenteVellidoestabaallí.

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***

VivíaSoledadenunamodestacasita,apocadistanciadelaqueocupabasutío, y era tan dichosa cuanto puede serlo lamujer que tiene que ocultar a sumaridounsecretovergonzoso.

SentíaseamadaporRamónconamorvehemente,profundo,casiidolátrico.Yellalecorrespondíaconlamismasinceridad.Había arrancado de su alma hasta las reminiscencias de aquella primera

ilusióndesuvidaquelallevóacaerenbrazosdeVíctor.Unamañana,Ramónhabíasalidotemprano,comodecostumbre,parairasu

trabajo.Soledad había hecho su compra, y se ocupaba en preparar la comida que

habíadellevaraRamón,cuandooyóquellamabanalapuerta.—Adelantequiensea—dijo,suponiendoquenopodía tratarsemásquede

algunavecina.Unhombreentróenlapequeñaestancia,amuebladaconsencillez,perocon

ciertogusto.Soledad reconoció a Eleuterio, y no pudo reprimir un movimiento de

sorpresayungestodedesagrado.—Soledad—dijoEleuterio—,¿asírecibesaunamigo?—Comohacetantotiempoquenonosvemos,esposiblequeignores…—Séquetehascasado.Ramónyyonosapreciamos,hemoscorridojuntos

muchasjuergasypuedovenirasucasa.—Venentoncescuandoélesté.—Peroeselcasoquetengoquehablarcontigo,ypuedenoconvenirtequeél

seentere.—¿Quépuedesdecirmequeélnopuedaoír?—TodoloqueserefiereaVíctor.—¡Ah!Soledadpalideció.—Ahora,eligetú—añadióEleuterio—.¿Prefieresquehablemosasolasoen

supresencia?—Siéntateyhabla—dijoSoledad.—Túsabes,Soledad,queyoeraelconfidentedeVíctor.

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—Pordesgraciasuya.—Sin embargo, el único asunto que le salió mal fue aquel que no me

consultó.Conmiconsejonuncahubierallegadoalcrimen.—¡Ah!…¿Sabes?…—Losé todo,ycomohaquedadopendienteunasuntode importanciaque

aún puede dar con tu antiguo amante en el patíbulo, y tú puedes vertecomprometida,vengoaprevenirte.Yavescómodebesagradecérmelo.

—Explícate—dijoSoledad,queestabapálidacomounamuerta.—Víctortehizodepositariadelacantidadqueélyotrorobaronalaseñora

deNeiradespuésdeasesinarla.—Escierto.—Hoy su cómplice le reclama su parte. Si no se la entrega, delatará el

crimen.Esprecisoquetúdevuelvasesedepósito.—Imposible.Loarrojéalfuego.—EsocreeVíctor;perosucómpliceno.—Esaeslaverdad.—No habrá manera de convencer de esa verdad a Vicente Vellido; este

cumplirásuamenaza,ytú,comodepositaría,teverásenvueltaporcomplicidadenlasresponsabilidadesdelcrimen.

—¡Esoeshorrible!—Puesbien,yovengoasalvarteati.—¿Cómo?—Si no consigo convencer a Vicente Vellido, por lo menos conseguiré

detenerle.—¡Quiénsabe!—Tengo suficiente influencia sobre él. Y en último caso, le quitaré de en

medio.—¡Unnuevocrimen!—Mira,loscrímenesseenredanunosconotros,lomismoquelascerezas.—Nunca,nunca.Yonopuedoconsentirlo.—Siesehombrenocede,mientrasviva,Víctorpuedeiralpatíbuloytúala

galeradeAlcalá.—¡Quéhorror!¡Quéhorror!—Pero,enfin,noteapures.Yointentaréqueceda.—Eleuterio,siloconsigues…—¿Qué?

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—Puedescontarconmigratitudparatodalavida.—¿Contugratitudnadamás?—¿Quémásdeseas?—Quemequieras,así,comoquisisteaVíctor.—Esoesimposible,Eleuterio.—¿Porqué?—Yo entonces era soltera, disponía de mi persona. Hoy pertenezco a mi

marido.—¿Eresfelizconél?—Muyfeliz.—Engañándole.—¡Yo!—Sí,porqueseguramenteleocultaselsecretodetuvida.—Porsupropiatranquilidad.—Por eso mismo debes ceder a mi súplica. De otro modo se aclarará el

misterio si eres denunciada a los tribunales como cómplice de Víctor. HasengañadoaRamónunavez,leengañasotra…Todoporsufelicidad.

Fuerondichasestasfrasescontantocinismo,queSoledad,ensuindignación,sintióafluirasurostrounaoleadadesangre.

Supalidezfuesustituidaporelrojocolordelavergüenza.—Infamia por infamia—exclamó—; prefiero el desprecio de Ramón y la

galeradeAlcalá.Hemosconcluido,Eleuterio.Yaldecirestosepusoenpie.—¿Medespides?—Sí.—Quierosergeneroso.Tresdíastedoydetiempoparapensarlo.—Esinútil.Veoclarotujuego.Pretendesamenazarmeyvencermeconuna

mentira,ynoloconseguirás.Eleuteriodesplegóunasonrisadedemonio,ydijosacandodesubolsilloel

retratodeSoledad:—Yesteretrato,portidedicadoaVíctor,¿esmentiratambién?Soledadquedóanonadada.—Yaves—continuóEleuterio—quetengopruebassobradasparaperderte.—Eresuninfame.—Yalosé;peronoesmíalaculpadequetúseastanhermosa.Yalosabes,

tienestresdías.

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Eleuteriollegóhastalapuerta,ydesdeallí,mirandoaSoledad,dijoconvozamenazadora:

—Volveré.Soledadquedópresadeunprofundoterror.Por unmomento, cuando vio claras las infames pretensiones de Eleuterio,

creyóquetodalahistoriadelareclamacióndeldepósitoeraunamentira.Pero al ver su retrato enmanosde aquel hombre tuvoque convencersede

quetenía,enverdad,pruebasacusadorascontraella.Transcurrieron los tres días fatales del plazo concedido por Eleuterio a

Soledad.Ladesdichadajovenvivíaenperpetuazozobra.Sinembargo,hubounmomentoenquellegóaalimentarunaesperanza.TranscurrióunasemanasinquevolvieraaveraEleuterio.Conestollegóacreerqueelmiserablehabríadesistidodesuspretensiones.Y era que Eleuterio, firme en su propósito de perseguir a Soledad,

aprovechando la amistad que le unía con Ramón y Doroteo, que juntostrabajabanenlaconstruccióndeunhermosoedificioenelbarriodeSalamanca,consiguióqueenaquellaobraleproporcionarantrabajo.

Llegó por fin el día en que aquella situación violenta había de tener sudesenlace.

Eleuterio salióal encuentrodeSoledad, comodijimosal comienzodeestahistoria,ysusinstanciasfueronmásvivas,susamenazasmásviolentas.

LaintervencióndeDoroteo,aquienlajovenparticipósusangustias,nodioresultado.

Eleuteriodespreciósusamenazas,yporsupartecumpliólasuya,haciendoqueRamóndesconfiaradeSoledad.

Y cuando aquel consiguió escapar de entre sus manos, y Ramón intentóperseguirle, gritando: —Canalla, di que es mentira—, presentose Soledad,diciendo:

—No,noesmentira,Ramón.Y como si esta confesión terrible hubiera agotado sus fuerzas, cayó

desplomada.Inmóvil,perplejo,anonadado,Ramónnosabíaquédeterminación tomar,si

perseguir al malvado o socorrer a Soledad, que estaba allí en el suelo, sinmovimiento,sinvoz,pálidacomounamuerta.

Doroteosepresentó.

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—Vieneustedabuenahora—dijoRamónconvozreconcentrada—.Socorraasusobrina.

—Deber es tuyomás quemío—replicó Doroteo, asiendo por un brazo aRamón,queintentabaalejarse.

—Esamujermehaengañado,noesdignademí.—Cuandolahayasoído,podrásjuzgarla.—Déjemeusted,Sr.Doroteo.Sihoylaoyera,lamataría.—¿Quépiensashacer?—Reclamarlanuestrohijoydejarlaen libertadparanovolveraverla.Esa

serámiresolución.Ahora,déjemeusted,ledigo;noquierooírnada.YrechazandobruscamenteaDoroteo,sealejópresuroso.—Estoteníaquellegar—murmuróelviejo.Yalinclinarseparareconoceralajoven,estaseincorporó.—¿Hasoído?—preguntóDoroteo.—Todo,todo—contestóSoledadconamargura—.Perdílasfuerzas,perono

el conocimiento… Tiene razón; procede como lo que es, como un nombrehonrado;perosiyoloconsintiera,mipobrehijovendríaapagarlasculpasdesumadre.

—¿Quépiensashacer?—Nada.IracasayesperaraRamón.—Yoirécontigo.—Deningúnmodo.Laexplicaciónhadeserasolas.—Pero…—Nadatemausted.Ramónesincapazdeunatropello.InsistióDoroteo;peroSoledadsemantuvofirme.Noqueríatestigos.Ycomo sihubiera reaccionadode su abatimiento, sedirigió a su casa con

pasofirme,despuésderecogerasuhijo,queestaba,segúncostumbre,encasadeDoroteo.

Una vez en su casa, quitose elmantón, los pendientes, el vestido de lana,todoloquepudierarepresentaralgúnvalor,murmurando:

—Todoestoleperteneceaél.Despuéssevistiónoyahumilde,sinopobremente,coneltrajequesolíausar

paralasfaenasdelacasa,ycogiendoenbrazosasuhijo,volvióasaliralacalle.Brillabaensusojosunextrañofuego.Seadivinabaensusmovimientosnerviososyensusactitudesunaresolución

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irrevocable.Enefecto,sinunsoloinstantedevacilaciónnideduda,atravesandoplazasy

calles,sinfijarsuatenciónennada,llegóhastaelViaducto.Detúvoseensucentro,encimadelacalledeSegovia.Miróentoncesasuhijo,quedormíaensusbrazos,ymurmuró:—Morirjuntosyabrazados,estaesmiúltimafelicidad.Yconánimoresueltoavanzóhacialabarandilla.Sugestoentoncesysuactituderanlosdeunaloca.De pronto, Soledad se sintió asida por un brazo. Volvió la cabeza y se

encontrófrenteafrentedeunsacerdote,queledijoconvozsolemne:—¡SoloDiospuededisponerdenuestravida!Una nueva reacción se operó en el espíritu de Soledad y rompió a llorar

amargamente.A este tiempo llegaron presurosos los guardias: pero el sacerdote les

convenciódequenodebíandeteneraaquellainfeliz.Don Benigno, que así se llamaba el sacerdote, se alejó con Soledad,

haciéndolaentrarenlapróximaiglesiadelSacramento.Y allí la oyó no en confesión vulgar, sino en una verdadera expansión del

alma.—Esaconfesión—dijoD.Benigno—debeshacérselaatuesposo.Yoestaré

presente.DirigiéronseacasadeSoledad.AllíestabaRamón.—Creíquenovolverías—dijoconseveridad—,yhubierashechobien.—Antes de que esta señora conteste —interrumpió el sacerdote—, ¿me

dispensaráustedlahonradeconcedermeunabreveconferencia?—Notengoinconveniente—contestóRamónsorprendido.Salieronalacalle.Soledaddejosecaersobreunasilla,ybesandounaymilveceslafrentedesu

hijo,sedispusoaesperar.Mediahoratardaronenvolver.Ramónparecíaprofundamenteemocionado.Soledad,alverle,cayóderodillas,diciendo:—Mátameoperdóname;peronomedesprecies,nomeseparesdelhijode

misentrañas.—¡Pobre mártir! —exclamó Ramón besándola en la frente—; lo que has

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sufrido te redime.Queríasmorir pormíyyoquieroquevivasparamíyparanuestrohijo.

Yaldecirestoconfundióenunsoloabrazoalhijoyalamadre.Elgrupoeraconmovedor.—¡QueDiososbendiga!—dijoelpadreBenigno.

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P

CAPÍTULOÚLTIMO

LACARADEDIOS

OCOSdíasdespués laprensadeMadriddaba cuentadeungrave sucesoocurridoenunlujosocomerciodeunacallecéntrica.Elserenooyóruidossospechososadeshoradelanoche,al tiempoquepor

allípasabacasualmenteunaparejadelaGuardiacivil.Serenoyguardiasentraronporelportalyvieronentornadaunapuertaque

allíhabíadecomunicaciónconlatienda.Penetraronenesta resueltamenteysorprendieronados ladrones,que, lejos

derendirse,intentaronresistir,abriéndosepasoconsusnavajas.Unodelosguardiasfueheridoligeramente.Entonceslosguardiashicieronfuego.Unodelosladronesmurióenelacto,y

elotropocodespuésenlacasadesocorro.Este era el suceso de que daban cuenta los periódicos, añadiendo que los

muertos se llamaban Eleuterio F. de Incógnito y Vicente Vellido, licenciadoaqueldepresidioyfugadoeste.

La sociedad no se preocupó ni poco ni mucho con la pérdida de taleselementos.

Ynuestros lectores comprenderánque alguienhabíade alegrarse:VíctoryRamón.

***

EraeldíadeViernesSanto.ElpueblodeMadridcelebrabalaromeríadelaCaradeDios.Y allá fueron en las primeras horas de la mañana Víctor, que ya vivía

tranquilo,Luisaylaniña.Laanimacióneraextraordinaria.LaschulasdeMadrid,envueltasensusvistosospañolonesdeManila,consu

graciainimitabledabananimaciónalafiesta.En un grupo Víctor vio a Paca la Gallarda, que, sin duda, no creyó

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convenienteguardareldueloporlamuertedesupadre.—Aunque solo fuera por esta mujer —pensó Víctor—, quiero salir de

España.PocodespuéssentoseVíctorconLuisayLuisitaenunadeesasbuñolerías

improvisadas al aire libre, cuando en lamesa inmediata vio aDoroteo con sumujer,Ramón,Soledadyelniño.

Soledadsepusopálida.Ramónfruncióelceño,ydirigiéndoseaVíctor,exclamó:—Porfinteencuentro.Tenemosquehablar.—Yolodeseotambién—contestóVíctor.Yretirándosealgunospasos,hablaronlargamente.Todosestabanpendientesde aquella conferencia,de laquenooyeronmás

quelasúltimasfrasesdeRamón,quefueronestas:—Pormihijoyportuhija,teperdono.AhoravamosalaCaradeDios.Reuniéronsetodos,yentrelaapiñadamuchedumbreentraronenlacapilla.CuandollegarondelantedelaltarmayordondeseveneralaSagradareligión

que, según la tradiciónpopular,esunode los trespañosde laVerónicaen losque quedó impresa la Santa Faz, Víctor, cogiendo una mano de Ramón, dijosolemnemente:

—AntelaCaradeDiosjurohabertedicholaverdad,yrenuevomipromesadehuirdeEspaña.

—YyoteperdonoantelaCaradeDios.

***

AlláenAmérica,Víctorencontrólaredencióneneltrabajo.Soloeltrabajoylahonradezpuedenalcanzarlaredencióndelculpable.

Aquí,enMadrid,RamónySoledad,despuésdedarelpasadoalolvido,ensuvirtudyensuamorencontraronlaventura.

YtodoslosañoseldíadeViernesSantovanalacapilladelPríncipePíoadargraciasalaCaradeDios.

FIN

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CORTEDEAMORFLORILEGIODEHONESTASYNOBLESDAMAS

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ENVÍO

Gentilesdamasdela«CortedeAmor»:Rosa,Eulalia,Augusta,llevadmihomenajedeadmiraciónydeafectoalamablenarradordeLaCigarra.

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Z

ROSITA

I

UMBADORenjambredeabejorrosytábanosrondabalosgrandesglobosde luz eléctrica que inundaban en parpadeante claridad el pórtico del

Foreing Club: un pórtico de mármol blanco y estilo pompeyano, donde laacicalada turba de gomosos y clubmanes humeaba cigarrillos turcos y bebíacóctelesencompañíadealgunasdamasgalantes.Oyendoaloscaballeros,reíanaquellas señoras, y sus risas locas, gorjeadas congentil coquetería, besaban ladorada fimbria de los abanicos que, flirteadores y mundanos, aleteaban entrearomas de amable feminismo.A lo lejos, bajo laAvenida de losTilos, iban yvenían del brazo Colombina y Fausto, Pierrot y la señora de Pompadour.También acertó a pasar, pero solo y melancólico, el Duquesito de Ordax,agregadoentoncesalaEmbajadaEspañola.ApenasledivisóRositaZegri,unapreciosaquelucíadoslunaresenlamejilla,quitándoseelcigarrodelaboca,lececeóconandaluzgracejo.

—¡Espérame,mamarracho!Puestaenpieapuróelúltimosorbodelcóctelysaliópresurosaalencuentro

del caballero, que con ademán de rebuscada elegancia, se ponía el monóculopara ver quién le llamaba. Al pronto el Duquesito tuvo un movimiento deincertidumbreydesorpresa.Súbitamenterecordó:

—¡Peroerestú,Rosita!—¡Lamisma,hijodemialma!…¡Puesnohacepocoquehe llegadode la

India!ElDuquesitoarqueólascejas,ydejócaerelmonóculo:fueungestocómico

y exquisito de polichinela aristocrático. Después exclamó atusándose el rubiobigotejoconelpuñocinceladodesubastón:

—¡Verdaderamentetieneslocurasdislocantes,encantadoras,admirables!

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RositaZegri entornaba los ojos condesgaire alegre y apasionado, como siquisieseevocarlavisiónluminosadelaIndia.

—¡Quétierraaquella!¡MáscalorqueenSevilla!YcomoelDuquesitoinsinuaseunasonrisaalgoburlona,Rositaaseguró:—¡MáscalorqueenSevilla!¡Noponderolomenos!ElDuquesitoseguíasonriendo:—Bueno,muchocalor…Perocuéntamecómohashechoelviaje.—ConlordSalvurry.Túleconociste.AquelinglésquemesacódeSevilla…

¡Tíomásborracho!—¿Ahoraestásaquíconél?—¡Quitaallá!—¿Estássola?—Tampoco.Yatecontaré.¿Túqueríasqueestuviesesola?Elcaballeroseinclinóburlonamente.—Yoquierotodoloquetúquieres,Rosita.Semiraronalegrementeenlosojos.—¡Cuidadoqueestásencantadora!—¡Vaya,quedeseabaencontrarmeconalgunodeSevilla!Rosita Zegri no podía olvidarse de su tierra. Aquella andaluza, con ojos

tristes,dereinamora,teníalosrecuerdosalegres,comoeltaconeogloriosodelboleroydelfandango.Sinembargo,suspiró:

—Dimeunacosa:¿EstabastúenSevillacuandomurióelpobreManolillo?—¿QuéManolillo?—¡Puescuálvaaser!ManoloelEspartero.ElDuquesitohizoungestoindiferente.—Yohacediezañosquenocaigoporallá.Rositapusolosojostristes.—¡PobreManolo!…Ahí tienes un hombre a quien he querido de verdad.

¿Túlerecuerdas?—Desdequeempezó.—¡Miraqueteníaguapezaenlaplaza!—Peronosabíadetoros.—¡PobreManolillo! Cuando leí la noticia me pasé llorando cerca de una

hora.La sonrisadelDuquesito,queparecía subir enroscándosepor lasguíasdel

bigote,comunicabaalmonóculounligeroestremecimientoburlón:

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T

—Noseríatantotiempo,Rosita.Rositaseabanicógravemente.—¡Sí,hijo!…Haycosasquenopuedenolvidarse.—¿Fuetuprimeramor,sinduda?—Unodelosprimeros.Elmonóculodelgomosotuvountemblorelocuente.—¡Ya!…Tuprimeramorentrelostoreros,comoyoentrelosaristócratas.—¡Cabal!…¡Cuidadoquetienestalento!YRositasereíaguiñandolosojosyluciendolosdientesblancosymenudos.

Después,ajustándoseunbrazalete,volvióasuspirar.¡EratodavíaelrecuerdodeManolillo!Aquel suspiro hondoy perfumado, levantó el senodeRositaZegricomounaoladejuventudfecunda.Paraendulzarsupenasedispusoasaborearlosconfitesquellevabadentrodeunhuevodeoro.

—Anda,hijo,tenmeunmomentoelabanico.Daremosunavueltaallago,yluegovolveremosalForeingClub.

Metioseunconfiteenlaboca,ytomandootroconlasyemasdelosdedos,brindóseloalDuquesito.

—Ten.¡Nohaymás!Elgalán,conunodesusgestosdepolichinela,solicitóelqueladamatenía

enlaboca.Ladamasacólealaireenlapuntadelalengua:—¡Vamos,hombre,noteencalabrines!

II

UVIERON que apartarse para dejar paso a una calesa con potros a lajerezana:reclinadasenelfondo,riendoyabanicándose, ibandosmujeres

jóvenes y casquivanas, ataviadas manolescamente con peinetas de teja, ypañolonesdecrespónqueparecíanjardines.Cuandopasaron,RositamurmuróaloídodelDuquesito:

—¿Lasconoces?—Sí…Tambiénsonespañolas…—YdeSevilla.—¿Noeraisamigas?—Muyamigas…Peronoestábienquemesaludenalafazdelmundo.Ati

mismotepermitoquemehablescomoennuestrosbuenostiempos,porqueaquí

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estoydeincógnito…Deotramaneratendríasquedarmetratamiento.—¿Cuál,Rosita?—DeMajestad.—SuGraciosaMajestad.—¡Naturalmente!Desde la orilla lejana, un largo cortejo de bufones y de azafatas, de

chambelanespatizambosydeprincesaslocas,parecíasaludaraRositaagitandolas hachas de viento que se reflejaban en el agua.Era un séquito real.Cuatroenanoscabezudosconducíanenandasaunviejodeluengasbarbas,quereíaconlarisahuecadelospayasos,yagitabaenelairelasmanosungidasdealbayaldepara las bofetadas chabacanas. Princesas, bufones, azafatas, chambelanes, searremolinaban saltando en torno de las andas ebrias y bamboleantes. Todo elséquitocantabaacoro:uncoroburlescodevocesroncas.

Ladamacogióelbrazodelgalán.—Demosvuelta.Noquierolucirmecontigo.Ylevantándoseunpocolafalda,learrastróhaciaunpaseosolitario.Laorilla

del agua fue iluminándose lentamente con las antorchas del cortejo. Bajo laAvenidadelosTilos,lasombraeraamableypropicia.Enlosviejosbancosdepiedra, parejas de enamorados hablaban en voz baja. El Duquesito de OrdaxintentórodeareltalledeRositaZegri,queledioconelabanicoenlasmanos.

—Vamos,hijo,queatentasamipudor.Conlavozunpocotrémula,elDuquesitomurmuró:—¿Porquénoquieres?—Porquenomegustanlasunionesmorganáticas.—¿Yunbeso?—¿Unonadamás?—Nadamás.—Sea…Peroenlamanocomoalasreinas.Yhaciendounmohín,lealargóladiestra,cubiertadesortijashastalapunta

de losdedos.ElDuquesitoposóapenas los labios.Despuésseatusóelbigote,porqueunbeso,auncuandoseamuyceremonioso, siempre lodescomponeunpoco.

—¡Verdaderamenteeresunamujerpeligrosa,Rosita!Rosita se detuvo riendo con carcajadas de descoco, que sonaban bajo el

ramajedelaAvenida,comogoqeosdeunpájaroburlón.—¿Perooye,mamarracho,hascreídoquepretendoseducirte?

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—Meseducessinpretenderlo.¡Ahíestáelmal!—¿Deveras?…Pueshijo,separémonos.Ladamaapresuróelpaso.Elgalánlasiguió.—¡Oye!—Nooigo.—Enserio.—Meaburreloserio.—TienesquecontarmetuodiseadelaIndia.RositaZegrisedetuvoyvolvióa tomarelbrazodelDuquesito.Mirándole

maliciosamentesuspiró:—¡Ay!…Estávistoquenosuneelpasado.—Debíamosrenovarlo.—¿Ymireputación?—¿Cuálreputación?—Mi reputacióndemujer demundo. ¡Nique fueseyounaprójimade las

que tienenun amantediez años, y hacen las paces todos los domingos!Esdemuymalísimotonorestauraramoresviejos.

ElDuquesitopusolosojosenblanco,yalzólosbrazosalcielo.Enunamanoteníaelbastóndebambú,enlaotralosguantesamarillos.

—¡Yaestamosenello,Rosita!…Ytúmeconoceslobastanteparasaberquesoy incapaz de proponerte nada comono sea absolutamente correcto. ¡Pero lanoche,laocasión!

Rositainclinólacabezasobreunhombro,congraciapicarescaygentil:—¡Yacaigo!Deshojemosunaflorsobresusepultura,yavivir…ElDuquesitosedetuvo,ymiróentorno:—Sentémonosenaquelbanco.Rositanohizocaso,ysiguióadelante.—Mehacedañoelrocío.—Sinembargo,enotrotiempo,Rosita…—¡Ah!…EnotrotiempoaúnnohabíaestadoenlaIndia.Elgalánalcanzóaladamayvolvióarodearleeltalle,yquisobesarlaenla

boca.Ellasepusoseria.—¡Vamos,quieresestartequieto!—¿Decididamente,tesientesLucrecia?—NomesientoLucrecia,chalado…¡Peroloquepretendesnotienesentido

común!…¡Aquí,alairelibre,sobrelahierba!…Ciertascosasosehacenbieno

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E

nosehacen…—¡PeroRositademialma,lahierbanoimpidequelascosassehaganbien!RositaZegri,unpocopensativa,paseósusojosmorunosyvelados,todoalo

largodelaorillaqueblanqueabaelclarodelaluna.Losremosdeunagóndolatripuladapordiablosrojosbatíanacompáseneldormidolagodondetemblabanamortiguadaslasestrellas,yalgunadama,conlacabezaempolvada,talvezunaduquesa de la Fronda, cruzaba en carretela por la orilla. Rosita se apoyólánguidamenteenelbrazodelDuquesito.

—Cómoseconocequeereshombre.¡Todossois iguales!Asíoyeunaesastonteríasdequevenimosdelmono.¡Vosotros tenéis laculpa,mamarrachos!Alosmonostambiénlespareceadmirable lahierbaparahacersecarocas.LoshevistoconmisbellosojosenlaIndia.

YlarisavolvióaretozarenloslabiosdeRositaZegri.

III

LDuquesitoagitabaenelairesusguantesamarillos.Parecíadesesperado:—Enotrotiemponoerastanmirada,Rosita.

—¡Comoqueenotrotiempoaúnnohabíaestadoenlastierrasdelsol,ynomehacíadañoelrocío!

—Tedesconozco.—Achaque viejo, chiquillo. ¿Cuándo has sabido leer en mi corazón?

¡Nunca!…Tediosiemprelaventolerapordecirqueteengañaba.—¿Ynoeraverdad?Rositasedetuvorehaciendoensusdedoslosrizoslaciosyhúmedosderocío

queselemetíanporlosojos.—Como verdad, sí… Pero yo te engañaba solamente con algún amigo,

mientras que Leré te ha engañado con todo el mundo. ¡Suerte que tienenalgunas!Esatehabíapuestounavendaenlosojos.

ElDuquesitodeOrdaxalzóloshombros,comopudieraalzarloselmássabiodelosestoicos.

—No creas… Únicamente que con el tiempo cambia uno mucho. Hecomprendidoqueloscelossonplebeyos.

—Todosloshombrescomprendéislomismocuandonoestáisenamorados.—¡Hoyquiénseenamora!

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—¿Tambiénesplebeyo?—Anticuadonadamás.Rosita sedetuvo recogiéndose la falda, ymiró alDuquesito con expresión

burlona.Surisadefaunesa,alegreyborboteante,iluminabaconunaclaridaddenievelarosadesuboca.

—Oye,ennuestrosbuenos tiempos lapasiónvolcánicadebióserelúltimogrito.¡Miraquehashechotonteríaspormí!

—¿Estássegura?—¿Dequeerantonterías?¡Vaya!La sonrisa del Duquesito hacía temblar el monóculo, que brillaba en la

sombracomolapupiladeuncíclope.Rositasepusoseria.—¿Vasanegarlo?Simeescribíasunascartasinflamadas…Aúnhacepoco

lashequemado.Todoerahablardemisojos,adondeseasomabaelalmadeunasultana,ydelasestrellasnegras…¿Teacuerdasdetuscartas?

ElDuquesitodejócaerelmonóculoque,prendidoalextremodelacintadeseda,quedómeciéndosecomounpéndulosobreelchalecoblanco.

—¡Ay, Rosita!… ¡Si te dijese que todo eso lo copiaba de los dramas deEchegaray!¡Lasmujeressoistansugestionables!

LamiradadeRositaZegrivolvióavagarperdidaa lo lejos,contemplandolasondasquerielaban.Sobresucabeza,labrisanocturnaestremecíalasramasdelostilosconamorososusurro.

Caminaronalgún tiempoensilencio.Después,Rosita fijó largamenteenelDuquesito sus ojos negros, poderosos y velados: ¡aquellos ojos a donde seasomabaelalmadeunasultana!

—Oye,¿cómonoestandoenamoradoerastanceloso?—Pororgullo.Aúnnosabíaqueenamora todos loshombresnosocurren

losmismoscontratiempos.—¡Eseconsuelonolotengas,hijo!—¿Qué,nosomostodosengañados,Rosita?—No.—¿Túhassidofielalgunavez?—Norecuerdo.—¡Puesentonces!Rositalemirómaliciosamente,humedeciéndoseloslabiosconlapuntadela

lengua.—Qué trabajo para que comprendas. ¿A cuántos engañé contigo? ¡A

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U

ninguno!…¡YamipobreDuquesitocontantos!…Ahítienesladiferencia.ElDuquesitocogióunamanodeRosita.—Anda,déjamequetebeselagarra.—Noseaspayaso…Dime,¿ylosversosqueescribisteenmiabanico?—DeBécquer.—¡Habrá farsante!…¡Yoquecasi riñoconCarolinaOteroporquemedijo

queyaloshabíaleído!—¡Tienegracia!—Nopuedesfigurártelo.Porquealfinmeconfesóquenoloshabíaleído…

ÚnicamentequeCarolinanotecreíacapaz…ElDuquesitosonriódesdeñosamente,sepusoelmonóculoycontemplólas

estrellasqueparpadeabanenelhorizonte.Rositalomirabadesoslayo:—¡Yonosabíaquefueses tantemible!…¿Demaneraquela tardeaquella,

cuando me enseñaste un revólver jurando matarte, también copiabas deEchegaray?

—LafrasedeEchegaray,elgestodeRafaelCalvo.—Porlovisto,enlaaristocraciaúnicamenteservimosparacómicos.El Duquesito se atusó el rubio bigotejo con toda la impertinencia de un

dandy.—Y para cómicos malos. Desgraciadamente ciertos desplantes solo

conmuevenaloscorazonesvirginales.Rositaleamenazóconelabanico.—¡Calla,chalado!…Esonolodiráspormí.

IV

Ngrupodemuchachasalegresyligeraspasócorriendoypersiguiéndoseconrisasygritos.Entresuscabellossueltosysusfaldascrujientes,traían

unabrisadejardín.Erauntropelairosoyblancoquesedesvanecióenelfondoapenasesclarecido,dondelalunadejabacaersublancaluz.Ladamasedetuvoyalargósumanoalgalán:

—Aquíterminanuestropaseo.Encantadadetucompañía.Y Rosita Zegri despedía al Duquesito de Ordax haciendo una cortesía

principesca.ElDuquesitoaparentósorprenderse:—¿Quétehadado,Rosita?

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—Nada.VeolailuminacióndelForeingClub,ynoquierolucirmecontigo.—¿Tehasenojadoporloquedije?—No,porcierto.Siempremehabíafiguradoeso…—¿Entonces,qué?—¡Entonces,nada!Quemeaburrelaconversaciónyprefieroterminarsola

elpaseo.Quierovercómolalunasereflejaenellago.—¿Tehasvueltopoética?—Nosé…—Luna,lago,nocturnidad.—¡Quéquieres!Esomerecuerda lasverbenasdelGuadalquivir.Enciertos

días me entra un aquel de Sevilla, que siento tentaciones de arrancarme porsoledades.Telodigoyo:elúnicoamordeverdadeselamorpatrio.

ElDuquesitonotuvolaosadíadereírse.HabíaoídolomismoinfinitasvecesatodoslosgrandesoradoresdeEspaña.Sinembargo,moviólacabezaenseñaldeduda.

—¿Ydóndedejaselamormaternal,Rosita?Rositasuspiró:—Por ahí nome preguntes, hijo.Yo no he conocido a la pobrecita demi

madre.Tengooídoquehasidounamujerdeaquellasquedanelole.Y Rosita Zegri permaneció un momento con las manos en cruz, como si

rezase por aquellamadre desconocida que daba el ole. Bajo la luz de la lunafulgurabalapedreríadesusanillosenlosdedospálidos.Elalientodelondulantelagolealborotabalasplumasdelsombrero.Distinguióunbancoenlaorilladelcamino,yandandoconfatigafueasentarse.

—¡Quéhermosanoche!…—¡Yquémallaaprovechamos!Elgalánquiso sentarse enelbancoal ladode ladama,peroella tendió la

sombrillaparaimpedírselo.—¡Lejos,lejos!…Notequieroamilado.ElDuquesitoseapoyóeneltroncodeunárbol.—Meresignoatodo.La luna, arrebujada en nubes, dejaba caer su luz lejana y blanca sobre el

negro ramajede los tilos.Parecía la fazdeuna religiosaamortajadacon tocasnegras.Rositaentornólosojosyrespiróconlánguidodesmayo.

—¡Qué agradable aroma!Ya empiezan a florecer las acacias.Me gustaríapasaraquílanoche.

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—¿Ylahumedad,Rosita?RecuerdaquehasestadoenlaIndia.Rositasiguióabanicándoseensilencioymirandoondularellago.Alolejos

cantabaunpescadorconlosremoslevantados,goteandoenelagua,y labarcadeslizábase sola impulsada por la corriente. El pescador cantaba los amorestristesquerimanlospoetasconlaluna.Elpescadorqueríamorir.Rositasuspiróarreglándoselosrizos:

—¡Ah!…Yotambién.DespuésvolviosehaciaelDuquesito.—Medapenaverteahícomounaestatua.Siéntatesiquieres.Y la dama hizo sitio al galán. En aquelmomento tenía los ojos llenos de

lágrimas que permanecían temblando en las pestañas. El Duquesito parecióconsternado:

—¡Túlloras!Rositaparpadeósonriendoconmelancolía.—Medanestascosas.Túquizánolocomprenderás.ElDuquesitosedejóganarelcorazónporaquellavozacariciadora,vozde

mujerinteresanteybellaquelehablabaalclarodelaluna,anteelrielardeunlago,enelsilenciodelanoche.

—Sí, lo comprendo,Rosita.Yomismo, lloromuchasveces elvacíodemivida.¡Eslapenitenciapordivertirsedemasiado,chiquilla!

—¡Ah!…¡Sicuandoyomelancéhubieseencontradounhombredecorazónenmicamino!

—Tehubierasdivertidomenos.—Pero hubiera sido más feliz. Créeme: yo no había nacido para ciertas

cosas.Lavidahasidomuyduraconmigo.¿Túsabeslahistoriadeaquelclown,que se moría de tristeza haciendo reír a la gente?… ¡Ah! ¡Si yo hubieseencontradounhombreenmicamino!

El monóculo del Duquesito permanecía inmóvil, incrustado bajo la cejarubia.Yanosonreía.

—¿Ysiencontrases,todavía,algunoentudiapasón,Rosita?—Puedeserquehicieseunalocura.—¿Una nadamás?Para ti esmuy poco. ¿De tus amantes antiguos no has

queridoaninguno?—Deestamaneraquesueño,no.YRosita volvió a seguir con los ojos el cabrilleo de las ondas.Allá en el

fondomisterioso,balanceábaselabarcanegradondecantabaelpescador.

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—¿Quéexigiríasdeeseamanteideal?—Nosé.—¿SeríaunAbelardo,unRomeoounAlfonso?—Loqueélquisiese.—¿Ysipretendíaserelúnico?RositaZegrisevolviógentilmente.—¿Tienesalgunoqueproponerme?¿Quiéneselgachó?ElDuquesito no respondió, pero sumano buscó en la sombra lamano de

Rosita,unamanomenudaqueíntimaytibiaseenlazóconlasuya.Ladamayelgalánguardaronsilencio,mirandoa lo lejoscómola lunacrestabadeplata lasolasnegras.ElDuquesitomurmuróenvozbaja,conciertotrémoloapasionadoyronco.

—Hace unmomento, cuando tú me has llamado, iba pensando en dar unpaseo solitario. También estaba triste sin motivo. Cruzaba por la avenidaremoviendoenmipensamientorecuerdoscasiapagados.Aventandocenizas.

—¿Pensabasenmí?—También pensaba en ti… ¡Y cuánta verdad, quemuchas veces basta un

soploparaencenderel fuego!Tuvoz, tusojos, tudeseodeunamor ideal,esedeseoquenuncamehabíanconfesadotuslabios…¡Siyolohubieseadivinado!Pero qué importa, si aun ignorándolo, te quise como a ninguna otra mujer,porque yo no he querido a nadiemás que a ti, y te quiero aún…Cuandomehablabashaceunmomento,veíaentusojoslaclaridaddetualma.

Rositaleinterrumpióriendo:—¡Calla!¡Calla!…Loquetúquieras,peronadadecitas.—¿Decitas?—Sí…¡DeEchegaray,supongo!…DelosdramasdeEchegaray.El galán agitó los guantes, y miró a la dama para ver si en realidad se

burlaba. Ella se puso en pie, y echándole los brazos al cuello, le besóalegremente:

—¡Embustero!Yahasvistocómosévengarme.Ahoranonegarás…Sereía,yenaquelloslabiosdeclavelandaluz,larisaerafragante,elairese

aromaba.

V

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ROSITAtomóelbrazodelDuquesito,y learrastróhaciaelForeingClub.Caminaron unmomento en silencio cambiandomiradas.Rosita volvió areírse.

—Parecequejugamosalesconditeconlosojos.El galán se detuvo estrechando amorosamente en la sombra el talle de la

dama,ybuscandosuslabios.—Esprecisoquevolvamosavernos.Rositarompiósuavementeelcercodeaquellosbrazos,ycontinuóandando.—¡Elijo, no me tientes! El viaje a la India ha decidido para siempre mi

destino.Yo,conmilamores,vendríaaquítodaslasnoches,soloparaoírte.—¿Apesardelahierba?—A pesar de la hierba. Tú no sabes cómo camelan el oído esas frases

poéticas,apasionadas,tiernas…LosparlamentosdeEchegaray…Peronopuedeser:¡Nopuedeser!…¡Nopuedeser!

—¿TodoporeseviajealaIndia?—Todo…¡Ay,chiquillo, si tú supieses loqueverdaderamentemeanimóa

embarcarmeparaesefindelmundo!…Yoquehastaentierramemareo.Y naturalmente, como el Duquesito no sabía nada, Rosita se apresuró a

contárselo:—Pues, hijo, únicamente ver leones y panteras en libertad. ¡Es de aquello

quelasfierasmeencantan!—Amítambién…Yalosabes.—¡Quitaallágracioso!—¿Nohuboalgúnpríncipenegrooamarilloquediesecaceríasentuhonor?—¡Todoslosdías!Losquenuncasedieronenmihonorhansidolosleones

ylostigres.Solamentehevistounelefante,yel infelizsearrodillabaparaqueyomontase.¡Calcúlatelofieroquesería!

YRositaZegricruzaba lasmanoscon trágicoabatimiento. ¡ParaesohabíadejadosuescenariodeElMolinoRojoylosamigosdeParísyaquellasalegrescenasdelamanecer, lasadorablescenasqueRositaterminabasiempresaltandosobrelamesadelfestínybailándosesevillanasentrelascopasrotasylasfloresmarchitas! ¡Qué tiempos! En Londres dijeron los lores que aquel cuerpo deandaluzaera lacunadeldonaire:enParísdijeron lospoetasque lasgraciasseagrupabanentornodesufalda,cantandoyriendoalsondecascabelesdeoro.Rosita,aloírlosseburlaba.Solo llevabanrazón losnovillerosdeSevilla: ¡ellaeramuygitana!Todassuspalabrasteníanunaleteogracioso,comolosdecires

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de las manolas. En el misterio de su tez morena, en la nostalgia de sus ojosnegros,enlaflorardientedesubocabohemia,vivíaaquellaquimeradeadmirarenlibertadtigresyleones:lasfierasrampantesybebedorasdesangrequehacetantos siglos emigraron hacia las selvas lejanas ymisteriosas donde están lostemplosdelsol.

—¡Ay,chiquillo!…¡Lascosasquetengoquecontarte!Cansada de corrermundo al son de sus castañuelas, volvía de la India sin

habervisto,porpartealguna,ni tigresni leones.Rosita,al recordarlo,cruzabalasmanosysedesconsolabaconmuchagracia:

—A mí ya me parecía que esos animalitos no podían andar sueltos porningunaparte. ¡Infundiosquenos tragamosaquí!Todosesos tíosde loscircosdicen que cazan los leones en las selvas vírgenes de la India. ¡Guasones!Chiquillo,estoyconvencidadequesonhistorias.

Hablabaconadorablealocamiento,entornandolosojosdeprincesaegipcia.Bajo suspestañasparecíamecerseydormitar lavisiónmaravillosadel tiempoantiguo, con las serpientes dóciles al mandato de las sibilas, con los leonesfavoritos de cortesanas y emperatrices. Siempre riendo, riendo, proseguía elcuentocascabeleantedesusaventuras:

—Yo, para decirte la verdad, no pasé deKilakua.Allí tuve que firmar lospasaportesami lord.Yameteníahastamásalláde lapuntade lospelos.Contodo,elviajemetrajolagransuerte.CreoqueDiosquisopremiarmiresolucióndemandarapaseountíoprotestante.EstasortijadelaesmeraldamelaregalóelemperadordelJapóncuandomecasé.

Aquelloeratanextraordinario,queelDuquesitodejócaerelmonóculo.—¡Diabloquécosas!Nada,nilamenornoticia.—¿De veras?… ¡Pero si es imposible que no sepas!… Todas las

Ilustracioneshantraídomiretrato.DeEspañatambiénmelopidieron,peronomequedabayaninguno.MeescribióaqueltíoquevendíaenSevillaelaguadeazahar.PuedeserquequisiesedarmecomoMadamaSoponcio.Elhombredecíaqueeradueñodeunperiódicoymemandabaunnúmeroquetraíaalafamiliareal.¡Dabapenaverla,pobrecilla!

—¿Espreferiblesalirenlascajasdefósforos,verdad?—¡Ybien!Siquieraahísolosalenmujeresdeaquellasquedanelole.—Deaquellasquelodantodo,Rosita.—¡Quierescallar!…Deotramanerarenuncioacontartemisaventuras.RositaZegrisedioaireconelabanico.Sonreíarecordandosuhistoria.¡Una

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E

historiamaravillosaybella!—Puesverás…Y se detuvo de pronto, soltando el brazo del galán. Por laAvenida de los

Tilos adelantaba un hombre con ropaje oriental: era negro y gigantesco,admirabledegallardíaydenobleza.Llegose a ellosy saludóal caballero conlevesonrisa,alparamableysoberana.RositaZegrilospresentó:

—UnamigodeSevilla.Mimarido…YanteelgestodeasombroquehizoelDuquesito,seinterrumpióriendo,con

sureírsonoroyclaro.Mordiéndoseloslabios,añadió:—Mimarido,elReydelasIslasdeDalicam.SuMajestad,despuésdedudarunmomento,dignoseatenderalDuquesito

una mano cubierta de anillos: parecía la mano de un Rey Mago. Sonrió elDuquesito y con alarde de ironía, se inclinó para besarla, pero la Reina deDalicaminterpusosusombrillallenadeencajes.

—¿Quéhaces,resalado?¿Nosabesqueviajamosdeincógnito?Ybajoaquellamiradapicarescayriente,elReydeDalicamyelDuquesito

de Ordax se estrecharon las manos vigorosamente, muy a la inglesa. Rosita,comosilasombrillafueseunaalabarda,dioconelregatónungolpeentierra:

—¡Alpelo,hijos!

VI

N los jardines del Foreing Club, Pierrot y la Señora de Pompadour,Colombina y Fausto bebían cócteles y humeaban cigarrillos turcos. La

bella Cardinal y la bella Otero, como dos favoritas reales, se apeaban de suscarrozasdoradas, luciendoelzapatode tacónrojoy lamediadeseda.Unloromexicanogritabaenelminaretedelpalacioárabe;yunaviejaenlutada,contodoelcabelloblanco,acechabatrasloscristalesesperandoalgalándesuseñoralaprincesa,paradecirle,porseñas,quenopodíasubir.Elenjambredeabejorrosytábanos zumbaba en torno de los globos de luz eléctrica que iluminaban elpórtico del Foreing Club; y sobre la terraza de mármol blanco, colgada deenredaderasenflor, laorquestadezíngarospreludiabaensusviolinesunviejominuédeAndrésBelino.

ElDuquesitodeOrdaxquisodespedirse.LaReinadeDalicamleretuvo.—Quédatehijo.Quieroqueintimesconmimarido.

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Yalmismotiempo,losdedosenguantadosdeRositaZegri—primeradesunombreen lahistoriadeDalicam—buscabanalgunos luises,prisionerosentrelasmallasdeunbolsilloconcierredeturquesas.

—¡Todo mi caudal!… Vamos a jugarnos estos tres luises. Asocio vuestrasuertealamía.¡Noolvidéisquecadaunomeadeudaunluis!…

AdivinandoelsentidodeaquellaspalabrasSuMajestadelReydeDalicammostró la nieve de los dientes bajo el belfo opulento, y alargó una manoflorecidadepiedraspreciosas.Rositadepositóenellasustresluisesdeoro.

—Duquesito,ledejaremosquelosjuegue.ElDuquesitoseinclinó.—Lavoluntaddeunreyessagrada.—Sicontinúasasíserásnuestroprimerministro.Yconunmohínpicarescode los labiosyde losojos,SuMajestadRosita

Zegritomóasientoalpiedeunárboliluminadoconfarolesdecolores.DespuéslevantólacabezaysonrióalRey:

—Aquíesperamos.ElRey le envió un beso con las yemas de los dedos que unidos, imitaron

apretado racimo demoras, y se alejó reposado y solemne.Rosita se volvió alDuquesito:

—¿Quécorazonadatienes?—Ninguna.—¿Perdemosoganamos?—Nosé…Debisteadvertirlequejugaselosreyes.—¡Puestienesrazón!Por lacarreraenarenada,siempreriendo tras losabanicos, llegaban lasdos

andaluzas de los pañolones de crespón y las peinetas de teja. Viendo todavíajuntos a la Reina de Dalicam y al Duquesito de Ordax se hicieron un guiñopicaresco.¡QuénobleindignaciónladeRosita!

—¿Hasvisto?Sefiguranqueestamosencaminodeponerleotracoronaamimarido.

—Nodebeshacercaso.—Naturalmente.ElReydeDalicamaparecióbajo el pórticodelForeingClub. Desde lejos

levantó losbrazosyabrió lasmanos indicandoquehabíaperdido.Rositapusolosojostristes.

—No tenía feninguna.Yohubieraqueridoque jugases tú.Noolvidesque

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medebesunluis.—Voyatenerelhonordedevolvértelo.—¡Ahorano!Puedenverteycreerquesetratadeotracosa.Telorecuerdo

porqueestoycompletamentearrancada.Noshemosjugadolacorona,yestamoscaminodejugarnoselcetro.

ElReydeDalicamseacercabalentamente,yelDuquesitodeOrdaxsepusoenpie,esperandoaquellegasepararetirarseconlaveniareal.EragentilhombreenlacortedeEspaña,yconocíaelceremonialpalatino.SuMajestad,despuésdedudarbrevesmomentos,leretuvoconungestoy,deentrelafajaconqueceñíasutúnicadesedaazulturquí,sacóvariasfotografíashechasasupasoporParísencasadeNadar.Tomóasientobajoelárboliluminadoconfarolesdecolores,alladodelaReina,yconungestoexpresivoquedescubríaelblancodelosojosyelblancodelosdientes,ofrecióunodeaquellosretratosalDuquesito;antesdeentregárselo,sinduda,parahacerlemáshonor,descolgóellapicerodeoroquecolgabaentrelostresmildijesdesurelojy,silenciosoysolemne,lodepositóenmanosdeRositacomosifueseelcetrodesureino.Laandaluza,conellapicerodeoroentreloslabios,alzólosojoshacialasestrellas:lasconsultaba.Deprontosacóalairelarojapuntadelalengua.Habíasentidoelaleteodelainspiración,bajolamiradaamorosadesudueño.¡AquelmagníficoreynegrodelasIslasdeDalicam,quecomolosreyesdelasedadesheroicasnosabíaescribir!…

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L

EULALIA

I

ARGA hilera de álamos asomaba por encima de la veija su follaje queplateabaalsol.Alláenelfondoalbeabaunpalacetemodernoconpersianas

verdes y balcones cubiertos de enredaderas. Las puertas, áticas y blancas,tambiénteníanfloridoyrumorosotoldo:dabansobrelacarreteraysobreelrío.CuandoEulaliaaparecióenloaltodelaescalinata,sushijas,trasloscristalesdelmirador, lemandabanbesos.Ladama levantósonriente lacabezay las saludóconlamano.Despuéspermanecióunmomentoindecisa.Estabamuybella,conunasombradevagatristezaenlosojos.Suspirandoabriólasombrillaybajóaljardín, alejose por un sendero entre rosales, enarenado y ondulante. El ayaentoncesretiróalasniñas.

Eulalia salió al campo. Su sombrilla pequeña, blanca y gentil, tan prontoaparecía entre los maizales como tornaba a ocultarse, y ligera y juguetona,volteabasobreelhombrodeEulalia,clareandoentrelosmaizalescomounaflorcortesana.Acadamovimiento, laorlade encajesmecíasey acariciaba aquellacabezarubiaquepermanecíaindecisaentresombrayluz.Eulaliadandounlargorodeo,llegóalembarcaderodelrío.Tuvoquecruzaralegresveredasyumbríastrochas,dondeacadamomentoseasustabadelruidoquehacíanloslagartosalesconderseentreloszarzalesydelosperrosqueasomabansobrelasbardas,ydelos rapaces pedigüeños que pasaban desgreñados, lastimeros, con los labiosnegrosdemoras…

Eulaliadesdelariberallamó:—¡Barquero!…¡Barquero!…Unviejosealzódelfondodelajunqueradondeadormecíaalsol.Miróhacia

elcamino,ycuandoreconocióaladama,comenzóarezongar:—Quedemeenseco…Apenasllevaaguaelrío…Dehaberlosabido…

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Arremangose hasta la rodilla, y empujó la barca medio oculta entre losjuncales.Eulaliainterrogóconafán:

—¿Hayagua?Elviejosedetuvo,conelrostrolucientedesudor,ycobróaliento.—Parécemequehabrá.Restregose las manos, y empujó de nuevo la barca, que resbaló hasta la

orilla,yquedómeciéndose.Saltóabordoyprevinolosremos.—Yapuedeembarcarmiseñora.Eulalia alzose levemente la falda, y quedó un momento indecisa, como

queriendopenetrarconlosojoslaprofundidaddelrío.Unaondalamiósuspiesentenadosenlaarenadelaribera.Elbarqueroatracóhincandounremo.

—Notengamiedodemojarse,miseñora.Elaguadelríonohacemal.Eulalia, trémula y sonriente, le alargó unamano y saltó a bordo. Sentíase

mojada,yaquelloletraíaelrecuerdodeinfantilesalegríasllenasdejuegosyderisas.Suspirandoporeltiempopasado,sentoseaproaenfrentedelbarquero.

—¡Oh!…¡Quépaisajetanencantador!Enlatardeazul,llenadepaz,volabanlasgolondrinassobreelrío,rozando

un pico del ala, y losmimbrales de la orilla se espejaban en el fondo de losremansos, con vaguedad de ensueño. Eulaliamiraba el remolino que hacía elagua en la proa de la barca, y sentía una larga delicia sensual al sumergir sumano.El ríodormíacristalinoyverdeante.Elbarquerobogabacon lentitud,ylosremos,alromperelespejodelagua,parecíacomosirompiesenunencanto.Era el barquero un aldeano viejo, con guedejas blancas y perfilmonástico.Elviento, entrándole por el pecho, hinchaba su camisa y dejaba ver un islote decanosoycrespovello.Susojosglaucosparecíandosgotasdeaguacaídasenlahundidacuenca.

Cuandolabarcatocólaorilla,elviejodesarmólosremos,ymetioseenelríohastamediapierna.Unzagal,que llevabasusvacasporel fondodeunprado,quedosemirando a la blanca dama que venía sentada a proa. Eulalia puso laenguantadamano en el hombro sudorosodel barquero, y saltó sobre la hierbalanzandoungrito femenil.Alprontoquedó indecisa,buscandocon losojoselcamino.Luegoabriólasombrilla,ydecidioseaseguirunaveredatrilladaporloszuecos de los pastores que, anochecido, bajaban a la ribera para abrevar susganados.Erahúmedayhondaaquellavereda,perdidaentresetosdelaurel,conturbios charcos y pasaderas bailoteantes. Una cuadrilla de segadores pasóllenándola con los gritos de su lengua visigoda. Eulalia sintió espanto de

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aquelloshombrescurtidos,sudorosos,polvorientos,quevolvíanenhordasdelatierra castellana, con la hoz al hombro. Se apartó para dejarles paso, y quedóinmóvil sobre la orilla del camino hasta que se perdieron a lo lejos. Entoncesinterrogóaunzagalquesegabahierba:

—¿ElmolinodelaMadreCruces,sabesdóndequeda?Elzagallevantólacabezaysequitólamontera:—¿Elmolinode laMadreCruces?…Alláabajo, conformesevaparaSan

Amedio…Ladamasonriólevemente.—¿YparaSanAmedio,escaminoporaquí?—Escamino,sí,señora.Eulalia siguió adelante. Ya iba lejos, cuando el zagal salió al camino

llamándolaavoces:—¡Señora!…¡Miseñora!¿Quierequelemuestreelmolino?Ladamasevolvió:—Bueno.—¿Yquémedará?DenuevoasomóunasonrisaenloslabiostristesdeEulalia:—Tedaréloquequieras.Elzagalcargóelhazdehierbayechódelante.—HadesabermiseñoraqueelmolinodelaMadreCrucescasinomuele.

Nollevaagualapresa.Eulaliasuspiró,distraídaensuspensamientos:—Hijo,yotengopocogranoquemoler.Elzagallamiróconsusojosdealdeano,llenosdemalicias.—Esosemealcanza.Laseñoravaavisitaralcaballeroquevinopocohace.

UncaballeroenfermoquetomalosairesenelmolinodelaMadreCruces.Eulaliaquedósonrienteypensativa.Despuéspreguntóalzagal:—¿Túleconoces?—Conozco,sí,señora.Tambiénletengomostradolasveredas.—¿Yquéhaceenelmolino?—Puestomalosaires.—¿Noandaalrededordelasrapazas?—Porsabidoqueandará.¡Andantodosloscaballeros!…Soltóelhazdehierbaenmediodelcaminoytrepóaunbardal.—¡Allítieneelmolino!¡Míreleallí!

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E

Eulalia se detuvo, llevándose ambasmanos al corazón, que latía como unpájaroprisionero.

II

S alegre y geórgica la paz de aquel molino aldeano, con sus muroscubiertos de húmeda hiedra, con su puerta siempre franca gozando la

sombraregaladadeuncerezo.Felizybenigna,lapiedragiramoliendoelgranoyelaguaverdeaenlapresa,llenadevidainquietaymurmurante.Sentadaantelapuerta,bajolasombraamiga,hilaunaviejaquetienetodoelcabelloblanco.Laspalomas torcacespicoteanen laera llenadesol.Elperrodormitaatadoalcerezo.Hállasefrancalacancela,yEulaliaentrallamando:

—¡MadreCruces!…¡MadreCruces!…Laviejaconlaruecaenlacinturasaleaencontrarla.—¡Mireina!…¡Todoslosdíasesperándola!—¡Hastahoyestuveprisionera!—¡Pobrepaloma!Ladamasedetiene recelosa,mirandoalperro,quehacesonar lacadenay

enderezalasorejas.—¿Muerde,MadreCruces?Aquellaviejarecuerdaotrostiempos,yparecellenadefeudatariorespeto.—Notengatemor,mireina…Letenemosatado.—Puederomperlacadena.—Notengatemor.¡Quieto,Solimán!Elperroagachalasorejasyvuelveaecharseenelhoyopolvorientodonde

antesdormitaba.Lasmoscasacudendenuevo,yconlasmoscasandamezcladountábanorojoyzumbador.Laviejaexclama:

—¡Algobuenoanuncia!—Yocreíaqueeramalagüero,MadreCruces.—Malagüerosifuesenegro…Esemismolovideantes.Eulalia sonríe con incrédula tristeza, sentada en uno de los poyos que

flanqueanlapuerta.—¿Estástúsola,MadreCruces?—Sola,mireina…Yallegaráelgalánqueconsueleesecorazón.—¿Dóndehaido?

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—Recorriendoesoscampos,paloma.—Cuéntame,MadreCruces…¿Estátriste?—Menosloestaríasitantonorecordaseaquienlequiere.—¿Túcomprendesquemerecuerda?—¡Claramente!Porveceséntramepenacuandoleoigosuspirar.—Nosuspirarámástristementequesuspiroyo.LosojosdeEulaliabrillanarrasadosdelágrimas.Lamolineradejaquietoel

huso entre sus dedos arrugados, y con ademán de abuela consejera se inclinahacialadama:

—Pues hace mal mi señora. Siempre vale mejor que pene uno solo. Porveces,viendotristealbuencaballerodigoentremí:¡suspira,enamoradogalán,suspira,quetodolomereceaquellapalomablanca!

Laviejahabíase levantadoparaentrar enelmolino.Eulalia alquedar solavuelvelosojosconafánhaciaaquelcaminodeverdesorillas, largoydesierto,queaparecedoradobajoelsoldelatarde.Enelfondodeloshierbalespacenlasvacas,ysobrelosoterostriscanlasovejas.Lalejaníasonmontesazulesconelcaserío sinuoso, cándido y humilde de los nacimientos. La barca de Gondarcomienzasulentopasajeentrelasdosriberas,ylagentedelasaldeasdesciendepor medio de los maizales dando voces al barquero para que espere. El río,paternal y augusto como una divinidad antigua, se derrama en holganza,esmaltandoelfondodelosprados.LaMadreCrucesreapareceenlapuertadelmolino,conlafaldallenadeolorosasmanzanas.

—¿Noquieremiseñorahonrarestapobreza?Ycolmaelregazodeladamaquesonríeencantada.—¡Quéhermosasson!—¡Unaregalía!Todasdelmismoárbol,mireina.LaMadreCrucesvuelvea sentarsey, en silencio,hila sucopo,porque los

ojosdeEulaliamiransiemprealolejos.Ladamasuspira:—¡Cuántotarda!¡Cómonolediceelcorazónqueyoestoyaquí!…—¡Elcorazónesporvecestantraidor!—¡Elmíoestanleal!…—¡Cuitadopajarillo!—¡Hoyanochecemástemprano,MadreCruces!—Noanochece…Sonlosárbolesqueaquíhacenoscuro,miseñora.—Esemismolovideantes.Sitardanoleveré.—Mía fe no tardará. A esta hora ordeñamos la vaca y toma la leche

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conformesaledelasubres.Laviejahabíadejadolaruecaparadescolgar lasmadejasdelinopuestasa

secarenuna ramadelcerezo. ¡Aquellasmadejasdeantañoolorosas,morenas,campesinas,quelasabuelasdevanabanenlosviejossarillosdenogal!DespuéslaMadreCrucesvuelveasentarseenelpoyodelapuerta:entresusmanoscreceunovillo.Eulalia,distraída,lomiradarvueltasbajoaquellosdedosarrugadosyseniles.Larosapálidadesubocatiemblaconunasonrisademelancolías.

—¡Déjame,MadreCruces!LaMadreCruceslecedeelovillocomplacida.—Antañoalgunasmadejasmetieneenredado.Apenassirecordará.—¡Meacuerdotanto!Veníaconmiabuelo.¿Eratupadrino,verdad,Madre

Cruces?—Sí, mi reina… Padrino como cumple, de bautizo y de boda…Un gran

caballero.¡Deaquelloscualnoquedan!…—¡Pobreabuelo!—Mejorestáquenosotrosalláenelmundodelaverdad.—¡Siviviesenoseríayotandesgraciada!—Nuestras tribulaciones son obra de Dios, y nadie en este mundo tiene

poderparahacerlascesar.—Porquenosotrossomoscobardes…Porquetememoslamuerte.—Yo,miseñora,no la temo.Tengoya tantosañosque laespero todos los

días,porquemicorazónsabequenopuedetardar.—Yotambiénlallamo,MadreCruces.—Mi señora, yo, llamarla, jamás. Podría llegar cuandomi alma estuviese

negradepecados.—Yolallamo,peroletengomiedo…Sinoletuviesemiedolabuscaría…LaMadreCrucessuspira:—¡Nodigatal,mireina!¡Nodigatal!…Y quedan las dos silenciosas y tristes, con la vaga tristeza de la tarde.

Anochece y las palomas torcaces vuelan en parejas buscando el nido, y en laorilla del río canta un ruiseñor. El cerezo de la puerta deja caer un velo desombra, y allá sobre el camino solitario, tiembla el rosado vapor de la puestasolar. Rostro al molino viene un pordiosero. Torna de recorrer las ventas, lasrectoralesy lospazosdonde ledan limosnacadadisanto.Esviejo,zainoysinpiernas.Desde hacemuchos años va en un caballo blanco por aquellas viejasfeligresías de Cela, de Gondar y de Cardeña. Su rocín pace la hierba de las

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E

veredas.Antelacanceladelmolinoelpordioserosedetieneysalmodialaletaníade sus penas. La Madre Cruces se levanta y le pone en las alforjas algunasespigas demaíz.El viejo, inclinado sobre el cuello de su caballo, reza.Es unrezohumildeylastimeroporlasbuenasalmascaritativasyporsusdifuntos.

III

Lgalánasomabaenloaltodelcamino,yEulalia,conamorososobresalto,lavozahogándoseenlágrimas,gritó:

—¡Jacobo!¡Jacobo!Y sintiendo cómo las fuerzas le fallecían de amor, tuvo que sentarse. La

MadreCrucessalióalacancela,dandovocesregocijada:—¡Señor!…¡Lleguepresuroso,señor!…¡Malsabequiénleespera!…El galán aún venía lejos. Delante correteaban sus perros: un galgo y un

perdigueroconlujososcollares.JacoboPontevolvíadetiraralascodornicesenlosAgrosdelPriorato.Caminabadespacio,conlaspolainasblancasdepolvoyelanchosombrerodecazadorderribadosobrelascejaspararesguardarsedelsolponiente.Loscañonesdesuescopetabrillaban.Eulalia,conlosojosarrasados,miraba hacia el camino, y temblaban sus lágrimas en una sonrisa. LaMadreCrucesseguíaclamandoenelumbraldelacancela:

—¡Supiera el enamorado galán la buena ventura que le aguarda!… ¡Talsupieramíafe,quealasdeseara!…

Jacobo Ponte entró silbando a los perros que se quedaban en el camino yhoradabanloszarzales,dedondesalíanalgunospájarosasustados.VioaEulaliabajolasombradelcerezo,ysonriendosedetuvoparaentregarsuescopetaalaMadre Cruces, porque eramuymedrosa la dama y se asustaba de las armas.Entoncesellasuspirandovinoasuencuentro:

—¡Llegascuandotengoqueirme!…Yechándolelosbrazosalcuellodescansólacabezasobresuhombro.Jacobo

murmuró:—¡Temíquenoviniesesyanunca!Eulalialevantólosojos:—¿Hascreídoeso?—Sí.—¡Túnosabescómotequiero!

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Caminaban enlazados como esos amantes de pastorela en los tapicesantiguos.Losdoseranrubios,menudosygentiles.Anteunaescaleradepiedraque tenía frondoso emparrado se detuvieron. Jacobo oprimió dulcemente lamanodeEulalia:

—¿Subimos?Eulaliainclinólacabeza:—¡Estarde!…¡Tengoqueirme!…Jacobosuplicóenvozbaja,conardientesusurro:—¡Unmomento!¡Solounmomento!Semirabanenelfondodelosojos,indecisosysonrientes.Después,cogidos

delamanosubieronensilenciolaescalera,yentraronaunasalaentarimadadenogal,contrespuertassobrelasolana,yruinosabalconadasobreelrío.Lalunaesclarecía débilmente la estancia. En la sombra del techo, grandes racimos deuvasmadurabancolgadosde lasoscurasvigas.Sobre la rústica traceríade laspuertas,estabanclaveteadaspielesdezorro.Alláenelfondo,bajolatardecinaclaridadquecaíadedosventanas,guarnidasporsendospoyosdepiedra,brillabalamadera lustrosa de una cama antigua. El aire traía gratos aromas aldeanos.QuisoEulaliaasomarsealbalcón,yJacobolasiguió.

—Espera…Puedescaerte…Y se asomaron los dos dándose de nuevo la mano. Estaba derruida la

balaustrada,yarriesgaronunpasotímido,paramirarelfondodelapresadondetemblaba amortiguadoel lucerode la tarde.El agua salpicabahasta el balcón.QuisoEulaliaacercarsemás,yJacobolaretuvo:

—Entremos.Eulaliasevolvióunpocopálida:—¡Quéfelicesviviríamoslosdossolosaquí!Jacobolecogiólasmanos:—¡Sitúquisieses!…Yellasuspiróinclinandolafrente.—¡Quéseríademispobreshijas!…Jacoboapartosesilenciosoysombrío.Después,alláenelfondo,sentadoen

elpoyodeunaventana,murmuróconlacabezaocultaentrelasmanos:—¡Siempretushijas!…¡Lasaborrezco!LosojosdeEulalia lebuscaronen lamortecinaclaridad, llenosdeamory

resignados.—¿Amítambiénmeaborreces?

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Yseacercabalentaylánguida,conandardesombra.Jacoboalzólacabezaysonriólevemente:

—También.—¿Comoamishijas?—Igual.Eulalialeforzóaquelamirase,posándolelasmanosenloshombros.—¡Quéogro tan salado eres!…Déjameque te vea. ¡Hace tanoscuro aquí

dentro!Yabriólaventana,dedondevolarondosgolondrinas.Jacoboseincorporó.

Tenía un aire de grave cansancio, casi de abatimiento. Sobre su frente pálidatemblaban algunos rizos húmedos de sudor: la sonrisa de su boca era triste ypensativa:susojosdeniño,azulesycalenturientos,sefijabanenEulalia.

—¿Cuándovasavolver?Ellalemiróintensamente.—Nosé.Ahoraestoymáspresaquenunca.Mimaridolosabetodo.—¡Tumarido!…¿Quiénhapodidodecírselo?—Yomisma,Jacobo.¡Yomisma!—¿Yporqué?¿Estabasloca?¿Tumaridoquéhahecho?—¡Llorar!…Esunhombresinvalorparanada.Jamáslehubieraconfesado

laverdadsicreyesequepodíahabertebuscado.Los labios de Jacobo perdieron el color, quedaron de una altanera lividez.

Aquellosojosinfantilescobrabandeprontoelfríoazuldedosturquesas.Bajoelrubio entrecejo asestaban lamirada, duros y crueles, como los ojos de un reyjoven.

—¿Cuándomehasvistotemblar,Eulalia?Y su voz velada, tenía nobles acentos de cólera y de tristeza. Eulalia se

apresuróabesarle,desagraviándole.—¡Nunca!…¡Nunca!…Peropodíahabertematadoporlaespalda.Jacobo sonrió bajo los besos deEulalia, dejándose acariciar comounniño

dócilysilencioso.Permanecieronenlaventanaconlasmanosunidasylasalmaspresasenlamelancolíacrepuscular.Gorjeabanlospájarosocultosenlascopasoscurasdelosárboles.Seoyólejanoelmugirdeunbuey,yluegoelpasodeunrebaño y la flauta de un zagal. Después todo se hundía en ese silenciocampesino, llenodepaz, con fogatasdepastoresyolordeestablos.Enmediodel silencio, resonaba la rueda del molino, que como un acompañamientorecordabalasvocescaducasytemblonasdelasabuelassabedoras,querefieren

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H

consejasydecires,dandovueltasalhuso,sentadasbajoelcandilquealumbralavelada,mientrascaeelgranoymuelelapiedra.

IV

ABLABAN con lasmanos juntas, apoyados en el borde de la ventana,bajo el claro de la luna. Se contaban su vida durante aquellos días que

estuvieransinverse.Eraunsusurroardiente,entrecortadodesuspiros.Teníalamelancolíadelamorylamelancolíadelanoche.Avecesquedabanensilencioyoíanlasvocesdelospastoresquecruzabanelcamino.Eulaliadijo:

—¡Qué tarde debe ser!… ¿Dejas queme vaya, Jacobo? Jacobo inclinó lacabezabesándolelasmanos:

—¿Ycuándovolveremosavernos?—¡Quiénsabe,amormío!…Cuandopuedaescaparmeotravez.—¿Allásabenquehasvenido?—Losospecharán.—¿Notemesnada?—Nada.—¿Quéharátumaridocuandovuelvas?—Metendrámáspresa.Aquella venganza indecisa y lejana transfiguraba su amor, dándole un

encantodolorosoypoético.Seapartarondelaventanaconunasonrisatristelosdos.Andabansinsoltarse lasmanos,ysussombrassedesvanecían lentamenteenlaoscuridaddelaestancia.Jacobodijo:

—Eulalia,novuelvasallá.—¿Porqué?—Porquetepierdoparasiempre…Melodiceelcorazón…—¡Esojamás!…Tendríaquemorirme.—Quédate,Eulalia…—¡Nopuedo,Jacobo!…¡Nopuedo!—Robaréatushijas…Lastendrástú.—¡Nopuedo,Jacobo!¡Nopuedo!—¡Eulalia,yquehayassidotúmismanuestradelatora!Eulaliasuspiró:—¡Estabaloca!…Nopodíaseguirtejiendomividaconhilodementiras.Se

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lodijetodo…¿Recuerdaslaúltimatardequenosvimos?Aquellatardefue.Yoesperabaquealsaberlonoquerríavermemás.Creíquenuestracasasedesharíapara siempre.Muchasnoches, desvelada, ya tenía caviladoen ello…¡Cuántasvecesmehabíaconsoladoesaesperanza,almismotiempoquemehacía llorarpormipobrecasadeshecha!…Yoviviríaretiradaconmishijas.Teveríaatisinrecelos,sintemores.¡Pobreamormío!Situvevalorparadecírselo,fueporeso.¡Jacobo,cómonosequivocamosalpensarloquepasaenloscorazones!Aquelhombre tan frío, que aparentaba desdeñarme como a una niña sin juicio, mequiere hasta la locura, Jacobo. ¡Me quieremás que a sus hijas,más que a sumadre,másqueatodoenelmundo!

En el misterio de la sombra, la voz de Eulalia empañada de lágrimas,temblaba.Alfinlossollozoscubrieronsusquerellas.Pasóenelclarodelalunacomo un fantasma, y tornose lenta a la ventana y quedó allí silenciosa ysuspirante, apoyada en el alféizar. Jacobo la siguió. Volvieron a mirarse ensilencio. La brisa pasaba murmuradora. El perro, atado a la puerta del pajar,ladrabaalasestrellasquepalidecíanenelcielo.Jacobodijotemblándolelavoz:

—Eulalia,eslaúltimavezquenosvemos.—No digas eso… Yo vendré siempre… Te juro que volveré… ¿No se

escapanlospresosdelascárceles?…EnloslabiosdeJacobohabíaunasonrisadoliente.—¿Ysabesacasosicuandovuelvasmehallarás?Eulalialeasiólasmanos.—Tehallaré,sí…¿Porquédicesquenotehallaré?Yquedómirándoledolorida,contímidoafán.—Porqueesteamornuestroesimposibleya.Ellamurmurótemblando:—¿Yquéquieres?—Quieroquetermineporbientuyoyporbiendetumarido.—¡Erescruel!…¡Erescruel!…Ysollozabaconangustia,losojospuestosenJacobo,quepermanecíamudo

yesquivo.Depronto,Eulaliaserenose,enjugósuslágrimasconfierezayvolvióacogerlelasmanoshablándoledesesperadayronca:

—Jacobo, túquieresqueyovivaa tu lado.Túnosabesqueseríamosmuydesgraciados… No debes sacrificarme lo mejor de tu vida. Eres un niño ytendríasdemasiadosañosparaarrepentirte…Yotampocomerezcoesesacrificio.

Jacobolamiróconamargura:

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—¡Noquierasmostrartegenerosa!Ellarepitióconduelo:—¡No,nomerezcoesesacrificio!…Estabapálida,temblabansusmanosysollozabaconlosojossecos.—Voyacausarteunagranpena.Yoambicionéquetúmequisiesescomoa

esasnoviasdelosquinceaños…¡Pobreloca!…Yteocultémividaytodoteloneguécuandomehaspreguntado,yahora,ahora…Túmeadivinas,Jacobo,túmeadivinasynomedicesquemeperdonas.

Jacobomurmurósordamente,temblándolelavozcomositemieseadivinar:—¿Hasqueridoaotros?…Eulaliainclinólacabeza,Jacobolasacudiórudamenteporloshombros:—¿Quiénesfuerontusamantes?—Sehamuertoya.—¿Unonadamás?—Nadamás.—¡Yconmigodos!…Se apartó violentamente, rechazando los brazos que Eulalia le tendía,

llamándolecondesesperadoafán:—¡Óyeme!…¡Óyeme!¡Miamorquerido,óyeme!Jacobodesdeelfondodelaestanciagritóconfiereza:—¡Calla!Los ojos de Eulalia le buscaron en la oscuridad, con anhelo amoroso y

cobarde.—¡Jacobo!Ylossollozosvelabansuvoz.Jacobovolvióagritar:—¡Calla!Ellaseacercólentamente.—Jacobo,ahorasoytuesclava…Ahoraharécuantotúquieras…Háblame,

mírame.¡Jacobo!¡Jacobo!…—¡Déjame!…Veteparasiempre…Vete.Eulaliaquedómirándoleenéxtasisdoloroso:—¡Niño!…¡Niñoadorado!…YllorabadeternuracomprendiendoqueJacobolahabíaqueridocomoauna

colegialadequinceaños.Anteaquelladesesperacióncandorosayjuvenil,sentíaennoblecidossusamores,yeldolordeJacoboledabaestremecimientos,comounanuevacariciaapasionadaycasta.Jacobolamiróconrencoryconduelo:

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—¡Teparezcounniño!Tienesrazón:comounniñocreítodastusmentiras.—Jacobo,nomerezcosertratadaasí.Entoncesnoteconocía.Jacoboseguíacontemplándolafijamente.—¿Hacemuchosaños?—Sí.—¿Tumaridolosupo?—Sí.—¿Yquéhizo?Eulaliacalló.Jacoboacercoseaella,ysacudiéndolarudamenterepitió:—¿Quéhizo?Eulalialevantólacabeza:—¿Paraquéquieressaberlo?—Dilo.—Mimaridonolosupo,Jacobo.Tedijeantesquesí,peronoesverdad.Jacoboseapartófieramente,conlosbrazosenalto.—¡Todavíaesehombreesmásfelizqueyo!Eulaliaquisoretenerle.—Jacobo,¿quieresqueselodiga?…Selodiré.Jacobolamiróconsombríoabatimiento.—¡Eresdespreciable,Eulalia!Ellasollozó:—Mátamesiquieres,peronomeinsultesasí.YsearrodillóabrazándosealasrodillasdeJacobo.—¡Mátamesiquieres!Jacobosonreíaconesasonrisatristeyagónicadelosdesesperados.—Nointentesconmoverme…Ypálido,trémulo,abatido,sepasólamanoporlosojos,yafaltodevoluntad

ydecólera.—Nosématar,Eulalia,ya losabes.Yosolo tedigoadiós.Sientoquea tu

ladoyanuncapodríaserfeliz…Tengotodastuscartas,voyadártelas.Eulalia,sentadaenelsuelo,sollozaba.Jacobo,desdeelfondosombríodela

estancia,learrojólascartas,ysinpronunciarunasolapalabra,salió.Ellaalzose,llamándole:

—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Desolada, retorciéndose las manos, corrió de la puerta al balcón. Le vio

alejarseseguidodelosperrosquesaltaban,acosándoleconretozos.Atravesaba

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E

por medio de un linar ondulante, y las sombras negras de aquellos perrosinquietosyladradores,alclarodelaluna,parecíanllenasdemaleficio.

V

L rumor de unas pisadas sobre el empedrado de la solana sobresaltó aEulalia.Pocodespués,laMadreCrucesaparecíaenlapuertaalumbrándose

conunfarol.—Mireina,quemástardenotendrábarca.Eulaliasuspiróenjugándoselosojos.—¿DóndehaidoJacobo?—¡Yquiénlosabe!—¡Quédesgraciadasoy,MadreCruces!Laviejaintentóconsolarla:—Miseñoraverácómolaspenasdelquererluegosetornanalegrías.Entre

enamoradostodoesansí.Delasquerellassalenlasfiestas.Laviejacontinuabaenlapuerta,yEulaliaselevantó.Salieronensilencio.LaMadreCruces iba delante alumbrando.Era ya noche cerrada, y bajo el

follajedelosárboleshacíacompletamenteoscuro.Eulaliamurmuró:—¿Quédecíasdelabarca,MadreCruces?—Queprestoseirá.—¿Aúnlaalcanzaremos?—Talpresumo,mireina.Yollevelealbarqueroavisodeesperar.Notenga

zozobra.Cruzaron presurosas el huerto susurrante y húmedo del rocío. La Madre

Crucesdejóel farol sobre lahierbaparaabrir lacancela.Eulalia, con losojosllorosos, contemplaba lasventanas: lesmandabaun adiós.Después salieron alcamino:

—¿Cuándovolverámiseñora?—¡Yanunca!YEulaliasellevóelpañueloalosojos.Laangustiaentrecortabasuvoz,yal

mismotiempoquecombatíaporserenarla,pasabanporsualmacomoráfagasdehuracánlocosimpulsosdellorar,demesarseloscabellos,degritar,decorreratravésdelcampo,debuscarunprecipiciodondemorir.Sentíaen lassienesunlatido doloroso y febril que le hacía entornar los párpados. Caminaba sin

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conciencia, viendo apenas cómo el camino blanqueaba al claro de la luna,ondulandoentrelosmaizalesqueseinclinabanalpasodelvientoconunlargosusurro:

—¡Diosmío,noleverémás!…¡Noleverémás!…Yelcaminoselofigurabainsuperableasusfuerzas,ysucasaysushijasse

leaparecíanenunalontananzatristeyfría.Todasuvidaseríayacomounlargodíasinsol.CaminabaencorvadaalladodelaMadreCruces.

—¡No le veré más! ¡Todo acabó para siempre!… ¡No ha querido niconservarmiscartas,mispobrescartasqueyoescribícontantoamor!…

Al cruzar losAgros del Priorato, las dosmujeres se detuvieron asustadas.Rompiendoporentrelosmaizalesveníanhaciaellasunosperrosnegros.

—¿Estaránrabiosos.MadreCruces?—Noparece,miseñora.Los perros llegaban con alegre zalagarda, y la Madre Cruces creyó

reconocerlos.Losllamó,todavíainsegura,conlevesustoenlavoz:—¡Morito!¡Solimán!Losperrosacudierondandocorcovosyladridos.Laviejaacaricioles:—¿Dóndequedaelbuenamo,Morito?Eulaliasollozó:—¿SonlosperrosdeJacobo?—Ellosson,mireina.—¿Ydóndeestáél?—Puesnoestarálejos.Eulalia volviose y, comoperdida en la noche,miró en torno, gritando con

vozdesfallecida,querepitióelecoenuncastañar:—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Los perros la rodeaban retozones, queriendo lamerle las manos, que ella

retirabaasustada:—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Saltandolascercasunhombrecruzóalolejoselcaminoymetioseentrelos

maizales.Eulaliagimió:—¡Esél!Desesperada quiso detener a los perros, que avizorados tomaban vientos.

Lloraba intentando sujetarlos por los collares, y los perros lanzaban alegresladridos.Oyoselejosunsilbidoysepartieroncorriendo,dejándolaenabandono.

Roncayangustiadavolvióagritar:

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—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Y volvió a responderle el eco desde el temeroso castañar. Desfallecida se

detuvo, asiéndose a laMadreCruces, porque apenas podía tenerse.Estaba tanpálidaquelaviejacreyóverlamorir.Lallamóasustada:

—¡Mireina!…¡Mipaloma!Y dejó el farol en medio del camino para poder llevarla hasta un ribazo,

dondelahizosentar.Eulaliaabriólosojos,dandounlargosuspiro,yreclinólafrentesobreelhombrodelavieja:

—MadreCruces,túlehablarássiempredemí.—Porsabido,mireina.—Auncuandonoquieraoírte.—Sí,paloma.Por el camino pasaban dos arrieros a caballo. LaMadre Cruces acudió a

recoger su farol y tornose adonde estaba Eulalia, que al verla llegar se alzólánguidamente.Continuaronandando.Lanocheeracalmayserena.Perdidaenel silencio oíase la esquila de una cabra descarriada que buscaba su redil: lasluciérnagasbrillabaninmóvilesentreloszarzalesdelcamino.AlbajarlacuestadeSanAmediocomenzabael lentomarrullarde lasaguasdelrío.Unruiseñorcantaba en losmimbrales de la orilla, y las ranas cantaban en el fango de lasjunqueras, al borde de las charcas. El río brillaba bajo el cielo estrellado. LaMadreCrucesllamó:

—¡Barquero!…¡Barquero!…Elviejosaltóalaribera.—¿Qué hay? Es la señora. Si llego a presumir que sería tan luenga la

tardanza,tiendounared…¡Mialmasillegoapresumirlo!LaMadreCrucesmurmuró:—¿Acasosonhorasdepesca?—Conlalunaquehay,lasmejores.Eulalia tenía el pañuelo sobre los ojos.Muda y pálida adelantose hacia la

barca.DejoseabrazarporlaMadreCrucesysinunapalabra,sinungemido,enmediodeunsilenciomortal,embarcó.LaMadreCrucespermanecióenlaribera.Elbarqueroempuñó los remosybogó.Labarcasealejabay laMadreCrucestornose al molino con la zozobra de mirar si estaban recogidas las gallinas,porquehacíanochesqueelraposoandabaalacecho.Caminandoalolargodelaorilla,gritó:

—¡Adiós,mireina!

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Sentadaenlaproadelabarca,Eulaliallorabaensilencio,yesparcidasensuregazocontemplaba las cartasque Jacobo lehabíadevuelto.La luzde la lunacaíasobresusmanoscruzadas, inmóvilesyblancascomolasdeunamuerta,ymás lejos temblaba sobre las aguas del río. Eulalia besó con amor todas suscartas,ysollozandolasarrojóenlacorriente.Enlaesteladelabarcaquedaronflotando como una bandada de místicas aves blancas. Eulalia entonces seinclinó,ysuslágrimascayeronenelrío.Elviejobarquero,doblándosesobrelosremos,legritó:

—¡Cuidado,miseñora!Yalerguirsedelabogadaoyóunsollozo,yvioapenasunasombraindecisa

yblancaquecaíaenelrío.Presurosoacudióaunayotraborda,sondandoconlosojosenelagua.Arrastradoporlacorriente,enmediodelaindecisabandadadesuscartas,ibaelcuerpodeEulalia.Lalunamarcabauncaminodeluzsobrelasaguas,ylacabelleradeEulalia,deshechaya,apareciódosvecesflotando.Enelsilenciooíasecadavezmásdistantelavozdeunmozoaldeanoquecruzabaporlaorilla,cantandoenlanocheparaarredrarelmiedo,yelcaminopordondese alejaba aparecía blanco entre una siembra oscura. Y era el del mozo estealegrecantar:

¡Eivenotempodemazaroliño!¡Eivenotempodoliñomazar!¡EivenotemporapazasdoMiño,Eivenotempodeseespreguizar!

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–¡E

AUGUSTA

I

RES encantador!… ¡Eres el único!…Nadie como tú sabe decir lascosas.¿Deverassonestostusversos?…Yoquieroqueseaselprimer

poetadelmundo…¡Tómalos!…¡Tómalos!…¡Tómalos!…Y la gentil Augusta del Fede besaba al Príncipe Attilio Bonaparte con el

gracioso aturdimiento, entre frescas risas de cristal. Después, rendida y feliz,volvíaaleerladedicatoria,untantodorevillesca,conqueelPríncipeleofrecíalos Salmos Paganos. Aquellos versos de amor y voluptuosidad, que primerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga.

Era el amordeAugusta alegría eróticayvictoriosa, sin caricias lánguidas,sin decadentismos anémicos, pálidas flores del bulevar. Ella sentía por aquelpoeta galante y gran señor esa pasión que aroma la segunda juventud confraganciasdegenerosayturgentemadurez.Comoelcalordeunvinoañejo,asícorríaporsusangreaquelamordematronalozanayardiente,amorvoluptuosoyrobustocomolosflancosdeunaVenus,amorpagano,limpioderebeldíascastas,impoluto de los escrúpulos cristianos que entristecen la sensualidad sindomeñarla.Amabaconlapasiónolímpicaypotentedelasdiosasdesnudas,sinque el cilicio de la moral atarazase su carne blanca, de blanca realeza, quecumplía la divina ley del sexo, soberana y triunfante, como los leones y laspanterasenlosbosquesdeTierraCaliente.

Bajo las frondas de un jardín real había sentidoAugusta la seducción delPríncipeAttilio,yelcaprichodeamarleyderendirle.Nohuboesalargaysutilseducción que prepara la caída. Como una princesa del Renacimiento, se leofreció desnuda. Deseaba entregarse, y se entregó. Después, aquellos amoresllenaronconsuperfumegalanteysensualelsombríopalaciodeunareinaviuda.Fueroncomolasfrescasyfragantesrosaspompadur,quecrecíanenelfondode

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A

los jardines realengos, bajo las enramadas melancólicas. Augusta parecíahechizadaporaquelPríncipepoeta,quecincelabasusversosconelmismoburilquecincelabaBenvenutolasricasyfloreadascopasdeoro,dondeelMagníficoDuquedeMédicisbebíalosvinosclásicos,loadosporelviejoHoracio.

En los Salmos Paganos queda el recuerdo ardiente de aquella locura. ElPríncipe Attilio Bonaparte admiraba la tradición erótica y galante delRenacimiento florentino, y quiso continuarla. Sus estrofas tienen el aromavoluptuoso de los orientales camerinos del Palacio Borgia, de los verdes yfloridoslaberintosdelJardíndeBóboli.ComounnuevoAretino,supocelebrarla pasión cínica y lujuriante con queAugusta del Fede encantaba sus amores.LosSalmosPaganosparecenescritossobre laespaldablancay tornátildeunaprincesa apasionada y artista, envenenadora y cruel. Galante y gran señor, elpoeta deshoja las rosas deAlejandría sobre la nieve de divinas desnudeces, yebrio como un dios, y coronado de pámpanos, bebe en la copa blanca de lasmagnoliaselvinoalegreydorado,queluegoenrepetidosbesosvierteenlabocarojayhúmedadeVenusTurbulenta.

II

UGUSTAmiróalPríncipeysuspiró:—¡Mañanallegamimarido!

—Dejémoslellegar,madona.Ladamahizoundeliciosomohíndeenfado.—¿Desuertequenotecontraría?UnasonrisadesdeñosatemblóbajoelenhiestomostachodelPríncipeAttilio.—TumaridoeselmássesudodespreciadordeOtelo.Augusta lemiró unmomento fingiendo enojo.Después se levantó, riendo

conrisapicarescayalocada.—DeOteloydeti…Yalzandolasholgadasmangasdesutraje,enlazóalcuellodelPríncipelos

brazos desnudos, tibios, perfumados, blancos. El Príncipe rodeó el talle deAugusta,yellasecolgódesushombros.Concalenturadeamorfueronacaersobreundivánmorisco.Deprontoladamaseincorporójadeante:

—¡Ahorano,Attilio!…¡Ahorano!…Se negaba y resistía con ese instinto de las hembras que quieren ser

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brutalizadascadavezquesonposeídas.Eraunabacantequeadorabaelplacerconlaepopeyaprimitivade laviolaciónyde lafuerza.ElPríncipesepusoenpie: clavó la mirada en Augusta, y tornó a sentarse, mostrando solamente sudespechoenunasonrisa.

—¡Gracias,madona!…¡Gracias!—¿Tehasenojado?…¡Quéchiquilloeres!Silohagoporlailusiónqueme

produceelverteasí.¡Todaslaspruebasdequetegustomeparecenpocas!Ygraciosaydesenvueltacorrióalosbrazosdelgalán.—Caballero,bésemeustedparaqueleperdone.Quiso el Príncipe obedecerla, y ella, huyendo velozmente la cabeza,

exclamó:—Hadeser tresveces: laprimeraen la frente, lasegundaen laboca,y la

terceradelibreelección.—Todasdelibreelección.LavozdelPríncipeteníaesetrémuloenronquecido,donde,aunlasmujeres

más castas, adivinan el pecado fecundo, hermoso como un dios. Brevesmomentos permanecieron silenciosos los dos amantes. Augusta, viendo laspupilasdelPríncipequeseabríansobrelassuyas,tuvounapasionadodespertar:

—¡Quéojostanbonitostienes!Avecesparecennegros,ysondorados,muydorados.¡Cuántomegustamirarmeenellos!

Y con los brazos enlazados al cuello de su amante, echaba atrás la cabezaparacontemplarle.

—¡Oh!…¡Traidorcillos,acuántasmiraréis!¡Ojosmíosqueridos!…Quisierarobártelosytenerlosguardadosenuncofredeplataconmisjoyas.

ElPríncipeAttiliosonrió:—¡Róbamelos!Veréconlostuyos.—¡Embusterísimo!—¡Preciosa!InclinoseelPríncipe,yladamajuntóloslabiosesperando.Despuésentornó

laspestañasconfelizdesmayo,ypronunciósindesuniryalasbocas:—¡Hoynohasdehacermesufrir!ElPrínciperespondióenvozmuybaja,conardientesusurro:—¡No,miamorquerido!Augusta, que parpadeaba estremecida y dichosa, cobró aliento en largo

suspiro.—¡Ay!… ¡Cuantísimo nos gustamos!… ¿Sabes lo que estoy pensando,

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D

Attilio?… Quisiera que cuantos me han hecho la corte, sin conseguir nada,supiesenquesoytuquerida.

ElPríncipesonriólevemente,yAugustainsistiómimosa.—¡Jamás te halaga nada de lo que te digo!… Te quiero tanto, que me

gustaría cometer por timuchas,muchísimas locuras. ¡Ay!…Nohallo ningunanueva.Yalashicetodas…

Augusta reía, tendiéndose sobre el diván, mostrando en divino escorzo lagargantadesnuda,y elblancoyperfumadonidodel escote.Sobre la alfombrayacían los Salmos Paganos. ¡Aquellos versos de amor y voluptuosidad queprimerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga!…

III

E pronto Augusta se incorporó sobresaltada. Una mano blanca dondelucían las sortijas, alzaba el cortinaje que caía en majestuosos pliegues

sobrelapuertadelsalón.Augustaseinclinópararecogerellibrocaídoalpiedeldiván.Azoradayprudentemurmuróenvozbaja:

—¡Ahíestámihija!Arréglateelbigote.Nelly entró riendo, tirando de las orejas a un perrillo enano que traía en

brazos.Sumadrelamiróconojosvibrantesdeinquietudydespecho:—Nelly,nomartiricesaNinón.—YasabeNinónqueesbroma.¿Verdadqueesbroma,Ninón?Y como el lindo gozquejo se desmandase con un ladrido, le hizo callar

besuqueándole.Silenciosayrisueñafueasentarseenunsillónantiguodealtoydoradorespaldo.ElPríncipelacontemplóensilencio.Ella,sindejardesonreír,inclinó lospárpados,yquedaronen lasombrasusojossibilinosymisteriosos,comoaquellasonrisaqueno llegabaaentreabrireldivinobrocheformadoporlos labios. El Príncipe, mirándola intensamente como si buscase el turbarla,pronuncióenvozbaja,quesimulabadistraída:

—¡ParecelaGioconda!EraunaGiocondatanpálidaytanblanca,quesufazbrillababajolacrencha

rubia,comobrillalanieveenlacumbredelosmontesbajolosdoradosrayosdelsolponiente.OyendoalPríncipebajólosojos,dondetemblabaunmiosotisazul.Augustalevantólossuyos,dondereíandosamorcillostraviesos:reclinadaenlamecedora, agitaba un gran abanico de blancas y rizadas plumas: mecíase la

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–¡D

dama,ysuindolentemovimientodejabaverenincitantepenumbralaredondaytorneadapierna.NellyselevantócelerosaylepusoaNinónenelregazo.Congraciadeniñaarrodilloseparaarreglarlelafalda.Despuésleechólosbrazosalcuello, dejando un beso en aquella boca, estremecida aún por los besos delamante.LamanodeAugusta, unamano carnosa y blanca de abadesa joven einfanzona,acaricióloscabellosdeNellyconlentitudllenadeamorydeternura.

—¡Esencantadoraestapequeñamía!¿Yusted,Príncipe,porquénocerrabalosojos?

—Hubiera sido un sacrilegio. ¿Sabe usted de algún santo que los hayacerradoalaentradadelcielo?

—Peroloquenohacenlossantoslohacenlosdiablos.YAugusta estrechabamaternalmente contra el seno la rubia cabeza de su

hija,almismotiempoquesonreíaalPríncipeconlosojos.Despuésse levantóllenadeperezosalanguidez,apoyándoseenamboshombrosdeNelly.

—Pasaremosunmomentoalaterraza.¡Cuandoseponeelsolestádeliciosa!La terraza, como decía Augusta, era un largo balcón con dos viejas

escalinatas y gentiles arcos empenachados de hiedra. Durante los estíoscambiabadeaspectoyaundenombre,porqueeramuybellalabocadeAugustaparadecirlasolana,comohacíanelseñorcapellányloscriados.Perollegadaslasprimerasnieblasdeoctubre,losseñorestornábanseasupalaciodelacorteyel balcón recobraba su aspecto geórgico y campesino: las enredaderas que loentoldabansacudíanalegrementesuscampanillasblancasyazules;volvíaaoírseelcantodedostórtolasqueelpastorteníaprisionerasenunajaulademimbres;aspirábaseelaromadelasmanzanasquemadurabansobrelasanchaslosas,ylaviejacriada,quehabíaconocidoalosotrosseñores,hilabasentadaalsolconelgatosobrelafalda.

IV

ESDEaquí,loscelajesdelatardesonencantadores!…Ladama,conelabanicoextendido,señalabaelhorizonte.Estaba

muy bella, detenida en la puerta del balcón, bajo el arco de flores que lasenredaderas hacían: en el fondo de sus ojos reía el sol poniente con una risadorada, aureolaban su frente las campanillas blancas, y las palomas torcacesvenían a picotear en ellas, deshojándolas sobre los hombros deAugusta como

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unalluviadegloria.ElPríncipe,olvidándosedeNelly,murmuróconlíricoentusiasmo:—¡Madona,nosabestodolobellaqueestás!Nelly se volvió amirarle con ojos llenos de asombro; pero yaAugusta le

interrumpíariendo,consureírsonoroyclaro:—¡Príncipe!…¡Príncipe!…Esetuteodebeserunalicenciapoética.ElPríncipeseinclinó:—Ciertamente,señora,una licencia involuntaria.Por fortuna,el ingeniode

ustedtodolosalvaytodoloperdona.LoslabiosdeAugustaseplegaronmaliciosos.—¡Qué hacer! ¿Ofenderme?… ¡Es usted tan capaz de achacarlo a

coquetería! Si se tratase deNelly, tal vez dudase si representaban ustedes unacomedia.

—Seríalamásdeliciosacomediamodernista.Las mejillas de aquella pálida y silenciosa Gioconda se tiñeron de rosa.

Augusta,haciendoundeliciosomohíndehorror,ocultóelrostroylarisaenelpañolitodeencajes.

—¡Conquécinismoconfiesa!…—¿Quéconfieso?—Susintencionesperversas.Atendía Nelly con una sonrisa casi dolorosa, deshojando las hiedras que

alegrabanlavejezdelosbalaustres.Augustamiróasuhijayleenvióunbeso.Después,olvidadizayrisueña,comenzóadesnudardefloreslaviejaenredaderaqueentoldabalasolana.Susmanos,aquellasmanosungidasparalassilenciosasyturbulentascaricias,formabanunramodejazmines.Felizysonriente,arrancóconloslabiosuncapulloysuspiró,entornandolosojosparabebersuaroma.LafragantecampanillaenlabocadeAugusta,parecíaunbesodelAbrilgalán.

MirabaalPríncipeatravésdelveloinquietodelaspestañas,ydetiempoentiemposacabalalenguatentadoraydivina,parahumedecerloslabiosylaflor.NellyclavabaensumadreaquellosojosdeGiocondamisteriososyprofundosyse ruborizaba. En el fondo de sus pupilas brillaban dos lágrimas indecisas.Augusta se puso en pie y llamó a Ninón. El lindo gozquejo enderezosevelozmenteyAugusta,inclinándosesobreelhombrodelPríncipe,lanzóporaltoel jazmín, queNinón atrapó en el aire. Sin dejar de reír dio una vuelta por lasolana,arrancandopuñadosdehojasydeflores,quearrojabasobreelPríncipe.LlegóalladodeNellyysedetuvo.Nellynosemovió:conmiradasupersticiosa

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V

seguíalosaleteosdeunmurciélagoquedanzabaenlamedialuzdelcrepúsculo.Augusta,apoyadaenelhombrodesuhija,descansócobrandoaliento:reía,reíasiempre. La respiración levantaba su seno en ola perfumada de juventudfecunda.Pormomentossucabezadesaparecíaentrelosverdespenachosdelasenredaderas que columpiaba el aire. En el recogimiento silencioso de la tarderesonabaelcorogloriosodesus risas. ¡Salmopaganoenaquellaboca roja,enaquellagargantadesnudaybíblicadeDalilatentadora!…

V

OLVIÓ Augusta al lado del Príncipe, e inclinándose pronuncióvelozmente:

—¿Estástriste?La respuesta fue esa mirada sin parpadeos, intensa, que parece de rito en

todoamorosoescarceo.Augustabuscóenlasombralamanodesuamanteyselaestrechófurtivamente.

—Estanoche,¿quieresquenosveamos?El Príncipe dudó un momento. Aquella pregunta, rica de voluptuosidad

perfumada de locura ardiente, deparábale ocasión donde mostrarse cruel ydesdeñoso. ¡Placer amargo más grato que todas las dulzuras del amor! PeroAugustaestabatanbella, talesventurasprometía,quetriunfóelencantodelossentidosyunaoladegalanteríasensualenvolvióalpoeta:

—¡Madona,estanocheytodas!…Ylosdosamantes,sonriendo,tornaronaestrecharselasmanos,ysedieron

lamiradabesándose,poseyéndose,conposesión impalpable,enformamística,intensayfelizcomoelarrobo.Fueunmomentonomás.Nellyvolviólacabeza,yellos se soltaronvivamente.Laniña se encaminóa lapuertade la solana,yallí,dirigiéndosealpoeta,preguntócontimidezadorable:

—Príncipe,¿quiereustedque,comoayer,ordeñemoslavaca,yquedespuésbajemosaprobarlamieldelascolmenas?

Augustalosmirósincomprender.—¿Peroquélocuraesesa?¡Vayaunameriendadepastores!NellyyelPríncipecambiabansonrisas,comodoscamaradasquerecuerdan

juntosalgunatravesura.Laniña,sintiéndosefeliz,exclamó:—¡Túnosabes,mamá!…Ayerlohemoshechoasí.¿Verdad,Príncipe?

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A

Susmejillas,antestanpálidas,teníanahoraesmaltesderosa;sealegrabaelmisteriodesusojos,ysusonrisadeGiocondaadquiríaexpresióntansensualytentadora,queparecía reflejodeaquellaotra sonrisaque jugabaen labocadeAugusta.ElPríncipeAttilio,apoyadoenelalféizar,seatusabaelmostachocongallardíadonjuanesca.A todocuantohablabaNellyasentía inclinándosecomoanteuna reina, pero susojosdegran señorpermanecían fijos en ella, siempreaudaces y siempre dominadores. Todavía quiso insistir Augusta; pero su hija,echándolelosbrazosalcuello,lahizocallarsofocadaporlosbesos.

—¡Nodigasqueno,mamá!Yaveráscomoyomismaordeñoa lavaca.ElPríncipemeprometióayerqueconeseasuntoescribiríauna«EglogaMundana».¿Nodijoustedeso,Príncipe?

YNelly,conaturdimientodesusadoenella,bajóaljardíndandogritosparaque sacasen a la vaca del establo. Augusta quedó un momento pensativa.Después,volviéndoseasuamante,pronuncióentremelancólicayrisueña:

—¡Pobrehijamía!ElPríncipeAttiliohizoungestoenigmático,tomóambasmanosdeAugusta

y la llevó al otro extremo, allí, donde la hiedra entrelazaba sus celosías másespesas.Caíalatarde,quedabaenamorosasombraelnidoverdeyfraganteque,recamando el balcón, habían tejido las enredaderas. El follaje temblaba conlargosestremecimientosnupcialesal sentirsebesadopor lasauras,yeldoradorayo del ocaso penetraba triunfante, luminoso y ardiente como la lanza de unarcángel.Aquellaantiguasolana,consuornamentaciónmitológica,cubiertadeseculares y dorados líquenes, y su airosa balaustrada de granito donde laspalomassearrullabanalsol,ysurumorosodoselquedescendíaencascadadepenachosverdeshastatocarelsuelo,recordabaesosparajesencantadosquehayenelfondodelosparquesfeudales:camarinesdebullenteshojasdonderubiasprincesashilanenruecasdecristal…

VI

UGUSTAmurmurósuspirando:—¡Qué tristeza tener que separarnos!… ¡Oh! ¡Qué bien dices tú en

aquellosversos!:¡Nohaydíasfelices,haysolamentehorasfelices!ElPríncipeAttiliointerrumpióvivamente:—¡Augusta,nomecalumnies!

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Augustarepusoconligerezaencantadora:—Yoloheaprendidodetuslabios,yparamíserásiempretuyo…Seestrechóaél,cubriéndoledebesos,ymurmuróenvozmuybaja:—¿Tehedichoquemimaridollegamañana?¿Notecontraríaatieso?Para

mí es lamuerte. ¡Si tú supieses cómoyodeseo tenerte siempre ami lado! ¡Ypensarquesitúquisieses!…¿Di,porquénoquieres?

—¡Siyoquiero,Augusta!Ymurmuróquedo,muyquedo,rozandolaorejanacaradaymonísimadela

dama:—¡Perotemoquetú,tancelosa,tearrepientasluegoysufrashorriblemente!Augustaquedoseunmomentocontemplandoasuamanteconexpresiónde

alegreasombro.—¡Estás loco, hijo de mi alma! ¿Por qué había yo de arrepentirme ni de

sufrir?Alcasarteconellameparecequetecasasconmigo…Y riendo como una loca, hundía sus dedos blancos en la ola negra que

formaba la barba del poeta, una barba asiria y perfumada como la del SârPeladan.ElPríncipepronuncióconligeraironía:

—¿Ysilamoralllamaatupuerta,madona?—Nollamará.Lamoraleslapalmadeloseunucos.ElPríncipequisocelebrarlafrasebesandoalamadonaenaquellabocaque

talesgentilezasdecía.Ellacontinuó:—¡Puessieslaverdad,corazón!…Cuandosesabequerer,esaviejaseestá

muyencerradaensuconvento…ElPríncipereíaalegremente.Hallabaencantadoraaquellatravesuraingenua

y depravada de Colombina, y aquella sensualidad apasionada y noble deDogaresa.

—Esteveranosearregla todo…Oscasáisenmioratorio.Siespreciso,yomismaosecholasbendiciones,cantolamisaydigolaplática.

Habíase sentado en las rodillas de su amante, y hablaba con el ceñograciosamentefruncido.

—Silanovianotegusta,mejor.Tegustoyo,ybasta.¡Comoqueporesotecasas!

—No,silanoviamegusta.—¡Embustero!Quieresdarmecelos.¡Quientegustasoyyo!—Puesporlomismoquemegustastú.¡Esunaderivación!…—Noseascínico,Attilio.¡Mehacedañooírteesascosas!

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—¡Eresencantadora,madona!…¡Yaestáscelosa!—¡No tal!…Comprendeque eso sería unhorror.Peronodebías jugar así

conmisafectosmáscaros.—Nojugaréniharélaconquistadeeseinocentecorazón.—¡Siyalotienesconquistado,ingrato!…¡Eslaherencia!…Yreían, el unoenbrazosdelotro.DespuésAugustamusitaba con susurro

ansioso,calienteyblando:—¿Verdadqueesodequetegustalodicespordesesperarme?EntrabaNellyenaquelmomento,yAugusta, sindar tiempoa la respuesta

delpoeta,continuóenvozalta,conese incomparable fingimientoquehacedetodaslasadúlterasactricesadorables:

—¿No preguntaba usted porNelly?Aquí la tiene usted.Digo, usted no latiene,todavíaesdesumadre…

NellymirabaalPríncipe,ysonreía:elenigmadesubocadeGiocondaeraalegreyperfumadodepasióncomoelcapulloentreabiertodeunarosa.Augustamurmurómaliciosamentemientrasacariciabaloscabellosdesuhija:

—Oiga usted un secreto, Príncipe… Tengo prometidos a la Virgen lospendientesquellevopuestos,simeconcedeloquelehepedido.

—¡Oh,québiensabeustedllegaralcorazóndelasVírgenes!Augustainterrumpióvivamente:—¡Calleusted,hereje!…Búrleseusteddemí,perorespetemoslascosasdel

cielo.Yhablabasantiguándoseparaarredraraldemonio.Afuerdemujerelegante,

era muy piadosa, con aquella devoción frívola y mundana de las damasaristocráticas:eraelsuyouncristianismoplacenteroygraciosocomolafazdelNiño Jesús. El Príncipe, sin apartar la mirada de Nelly, pero hablando conAugusta,pronunciólentaeintencionadamente:

—¿SepuedesaberloquelehapedidoustedalaVirgen?—Nosepuedesaber,perosepuedeadivinar.—Tengoparamíqueprontocambiarándedueñolospendientes.Ycallaronlosdos,mirándoseysonriéndose.

VII

NAzagalapelirrojaentróenelhuertoconduciendodelronzalalaFoscarina,la

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U resdestinadaparacelebrarla«ÉglogaMundana»,aquelnuevoritodeunnuevopaganismo.Nellydescendiócorriendolosescalonesdelasolana,y

acercándosealavaca,comenzóporacariciarleelcuello.—¡Príncipe,mireustedquémansaes!LavacaseestremecíabajolamanodeNelly,unamanomuyblancaquese

posaba con infantil recelo sobre el luciente y poderoso lomo.Nelly levantó lacabeza:

—¿Peronobajanustedes?EntoncesAugusta interrumpióelcoloquioqueamediavozsosteníaconel

Príncipe.—¡Hijamía,aquécosasobligastúaestecaballero!Ysonreíaburlonamente,designándoleconunademándegentilyextremada

cortesía.ElPríncipeAttilioinclinoseasuvezyofrecióelbrazoaladamaparadescender al huerto. En lo alto de la escalinata, bajo el arco de follaje queentretejían lasenredaderas,sedetuvieroncontemplandolosdoradoscelajesdelocaso. El Príncipe arrancó un airón de hiedra que se columpiaba sobre suscabezas.

—¡SalveNelly!…YatenemosconquécoronaralaFoscarina.Almismotiempouníalosdosextremosdelarama,temblorosaensualegre

ysensualverdor.Augustaselaquitódelasmanos.—Yoserélavestalencargadadeadornareltestuzsagrado.MiróalPríncipe,ysacudiólacabeza,alborotándoselosrizosyriendo.—Ustednodudaráquesabréhacerlo.PorrecatarsedeNellyadoptabaunacentodealocadocandor,que,velandola

intención, realzaba aquella gracia cínica, delicioso perfume queAugusta sabíaponerentodassuspalabras.Habíahechounacoronaconelramodehiedra,ylacolocósobrelasastasdelaFoscarina.DespuéssevolvióaNelly:

—¿Notienemáslancesla«ÉglogaMundana»?Nelly permaneció silenciosa. Sus ojos verdes, de un misterio doloroso y

trágico,sefijabanconextravíoenel rostrodeAugusta,quesupoconservarsuexpresión de placentera travesura. La sonrisa deGioconda agonizaba doloridasobreloscastos labiosdelaniña.AugustacambióunamiradaconelPríncipe.Almismo tiempo fue a sentarse en el bancode piedra que había al pie de uncastañosecular.ElPríncipeseacercóaNelly:

—¿Quiereustedquebajemosalcolmenar?…Nellypronuncióconunasombrademelancolía:

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U

—¡Yoqueríaordeñarlavacaparaqueustedprobaselalechecomoayer!…Augustamurmuró,reclinándoseenelbanco:—¡Puesordéñala,hijamía;laprobaremostodos!Nelly se arrodilló al pie de la vaca. Sumano pálida, donde ponía reflejos

sangrientos el rubídeuna sortija, aprisionó temblorosa las calientesubres.Unchorrodelechesalpicóelrostrodelaniña,quelevantóriendolacabeza.

—¡Míremeusted,Príncipe!Estaba muy bella, con las blancas gotas resbalando sobre el rubor de las

mejillas.ElPríncipeselamostróaladama.—¡Augusta:eselbautizopaganodelanaturaleza!…Comosiunestremecimientovoluptuosopasase sobre la fazdelmundo, se

besaronlashojasdelosárbolesconlargoyperezosomurmullo.Lavacalevantóarroganteelmitológicotestuz,coronadodehiedra,ymiró,dehitoenhito,alsolqueseocultaba.Heridaporlosdestellosdelocaso,laFoscarinaparecíadecobrebruñido, recordabaesos ídolosqueesculpió laAntigüedadclásica;divinidadesrobustas,benignasyfecundasquecantaronlospoetas.

VIII

NmomentosedistrajoNelly,yelPríncipemurmuróaloídodeAugusta:—¿Quieresquedartehoysinlospendientes?

Augustacontestóconaquellarisasonorayclara,quesemejababorboteodeaguaencopadeoro.

—¡Príncipe!¡Príncipe!…Nometienteusted.Luego, volviéndose a Nelly, quedose un momento contemplándola con

alegreexpresióndeamorydeternura.—Venaquí,hijamía.Estecaballero…Y señalaba al Príncipe con ademán gracioso y desenvuelto. El Príncipe

saludó.—Ya lo ves cómo se inclina… ¡Jesús, qué poco oradorame siento!…En

suma,hijamía,queacabadepedirmetumano…Nelly dudó un momento. Después, abrazándose a su madre, empezó a

sollozarnerviosayangustiada…—¡Ay,mamá!¡Mamádemialma!…¡Perdóname!—¿Quéhedeperdonarteyo,corazón?

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YAugusta,unpococonmovida,posóloslabiosenlafrentedesuhija.—¿Túnolequieres?Nellyocultabalasmejillasenelhombrodesumadre,yrepetíacadavezcon

mayorduelo:—¡Mamádemialma,perdóname!…¡Perdóname!—¿Perotúnolequieres?En la voz de Augusta descubríase una ansiedad oculta. Pero de pronto,

adivinando lo que pasaba en el alma de su hija, murmuró con aquel cinismocandoroso,queeraelmayordesusencantos:

—¡Pobreángelmío!…¿Túhaspensadoque lasgalanteríasdelPríncipesedirigíanatumadre,verdad?

Nellysecubrióelrostroconlasmanos.—¡Mamá!¡Mamá!…¡Soymuymala!…—¡No,corazón!AugustaapoyabacontrasusenolacabezadeNelly.Sobreaquellaaurorade

cabellos rubios, susojosnegrosdemujerardiente seentregabana losojosdelPríncipe.Augustasonreía,viendologradossusensueños.

—¡Pobreángel!…¡QuieraDios,Príncipe,quesepaustedhacerlafeliz!El Príncipe no contestó. Acariciábase la barba y dejaba vagar distraído la

mirada.Pensabasinohabíaentodoaquellounpoemalibertinoysensual,comopudieradesearlosumusa.Augustaletocóconelabanicoenelhombro.

—¡Hijosmíos,daoslasmanos!…Debimoshaberesperadoaquellegasemimarido; pero —¡qué diablo!— la felicidad no es bueno retardarla… Ahoravamosalascolmenasparacelebraresa«ÉglogaMundana»quehadichoNelly.Príncipe,ustedmeservirádecaballero.

Y apoyándose en el brazo del PríncipeAttilio,murmuró emocionada, convozqueapenasseoía:

—¡Yaveráslodichosoquetehagoestanoche!…Se detuvo, enjugándose dos lágrimas que abrillantaban el iris negro y

apasionadodesusojos.¡Despuésdehaberlabradolaventuradetodos,sentíaseprofundamente conmovida! Y como Nelly tornaba la cabeza con graciosomovimiento,ysedeteníaesperándolos,suspiró,mirándoseenellaconmaternalarrobo.

—¡Hijademialma,tútambiéneresmuyfeliz!Las pupilas deNelly respondieron con alegre llamear.Augusta, reclinando

conlánguidavoluptuosidadtodoelpesodeliciosodesucuerpoenaquelbrazo

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amantequelasostenía,exclamóconíntimoconvencimiento:—¡Qué verdad es que las madres, las verdaderas madres, nunca nos

equivocamosalhacerlafelicidaddenuestrashijas!…

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U

BEATRIZ

I

N jardín señorial, llenodenoble recogimiento, cercabaelPalacio.Entremirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses: ¡pobres estatuas

mutiladas!Loscedrosy los laureles cimbreabanconaugustamelancolía sobrelasfuentesabandonadas;algúntritón,cubiertodehojas,borboteabaaintervalossu risa quimérica, y el agua temblaba en la sombra, con un latido de vidamisteriosayencantada.

La Condesa casi nunca salía del Palacio: contemplaba el jardín desde elbalcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdevotaslinajudas,le pedía a Fray Ángel, su capellán, que cortase las rosas para el altar de lacapilla.EramuypiadosalaCondesa.VivíacomounaprioranobleretiradaenlasestanciastristesysilenciosasdesuPalacio,conlosojosvueltoshaciaelpasado:¡ese pasado que los reyes de armas poblaron de leyendas heráldicas! CarlotaElena Aguiar y Bolaño, Condesa de Porta-Dei, las aprendiera cuando niñadeletreando los ranciosnobiliarios.Descendíade laCasadeBradomín,unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguíasignadasporelseñorReyDonCarlos I.LaCondesaguardabacomoreliquias aquellas páginas infanzonas aforradas en velludo carmesí, que de lossiglospasadoshacíangallardaremembranzaconsusgrandesletrasfloridas,susorlashistoriadas,susgrifosheráldicos,susemblemascaballerescos,suscimerasempenachadas y sus escudos de diez y seis cuartelesminiados, con pacienciamonástica,degulesydeazur,deoroydeplata,desableydesinople.

LaCondesaeraunigénitadelcélebreMarquésdeBradomín,quetantofiguróenlaprimeraguerracarlista.Hechalapaz,despuésdelatraicióndeVergara—nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elMarquésdeBradomínemigróaRoma.Ycomoaquellos tiemposeranloshermosostiemposdelPapa

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L

Rey,elcaballeroespañolfueunodelosgentileshombresextranjerosconcargopalatinoenelVaticano.Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso. ¡Elmismo arreo galán con que el divino Sanzio retrató al divino CésarBorgia!

Los títulos de Marqués de Bradomín, Conde de Barbazán y Conde deLantaño, extinguiéronse con el buen caballeroDon PedroAguiar yMendoza,que maldijo en su testamento, con arrogancias de castellano leal, a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloque,traidoryvanidoso,pagaselanzasyanatas a cualquierSeñorReyqueno lo fuesepor lagraciadeDios.Suhijaadmiró llorosa la soberanagallardíadeaquellamaldiciónque se levantabadelfondodeun sepulcro,yacatando lavoluntadpaterna,dejóperderse los títulosquehonraranveintedesusabuelos;perosuspirósiempreporelMarquesadodeBradomín.Paraconsolarsesolíaleer,cuandosusojosestabanmenoscansados,elnobiliariodelmonjedeArmentáriz,donde secuentan losorígenesdeaquelesclarecidolinaje.

SimástardetitulódeCondesa,fueporgraciapontificia.

II

Amanoatenazadayflacadelcapellánlevantóelblasonadocortinón.—¿DasupermisolaseñoraCondesa?

—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentró.Eraunviejoaltoyseco,conelandardominadorymarcial.

Llegaba de Bradomín, donde estuviera cobrando los forales del mayorazgo.Acababadeapearseenlapuertadelpalacio,yaúnnosedescalzaralasespuelas.Alláenelfondodelestrado,lanobleCondesasuspirabatendidasobreelcanapéde damasco carmesí. Apenas se veía dentro del salón. Caía la tarde adusta einvernal.LaCondesarezabaenvozbaja,ysusdedos,liriosblancosaprisionadosenlosmitonesdeencaje,pasabanlentamentelascuentasdeunrosariotraídodeJerusalén. Largos y penetrantes alaridos llegaban al salón desde el fondomisteriosodelPalacio:agitabanlaoscuridad,palpitabanenelsilencio,comolasalasdelmurciélagoLucifer…

FrayÁngelsesantiguó:—¡VálgameDios!¿Sindudaeldemoniocontinúamartirizandoalaseñorita

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Beatriz?LaCondesapusofinasurezo,santiguándoseconelcrucifijodelrosario,y

suspiró:—¡Pobrehijamía!El demonio la tieneposeída.Amímeda espantooírla

gritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.

FrayÁngel,indeciso,movíalatonsuradacabeza.—Síqueloshace;perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche,FrayÁngel.—Imposibleporesoscaminos,señora.—Selatraeensillademanos.—Únicamente.¡Peroesdifícil,muydifícil!LaSaludadorapasadelsiglo…

Esunareliquia.ViendopensativaalaCondesa,elcapellánguardósilencio.Eraunviejode

ojosenfoscadosyperfilaguileño,inmóvil,comotalladoengranito.Recordabaaesosobisposguerrerosqueenlascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.FrayÁngelhabíasidounodeaquelloscabecillastonsurados,querobaban la plata de sus iglesias para acudir en socorro de la facción. Añosdespués, ya terminada la guerra, aún seguía aplicando sumisa por el alma deZumalacárregui. La dama, con las manos en cruz, suspiraba. Los gritos deBeatrizllegabanalsalónenráfagasdelocoyrabiosoulular.ElrosariotemblabaentrelosdedospálidosdelaCondesaque,sollozante,musitabacasisinvoz:

—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelpreguntó:—¿Noestarásola?LaCondesacerrólosojoslentamentealmismotiempoque,conunademán

llenodecansancio,reclinabalacabezaenloscojinesdelcanapé.—EstáconmitíalageneralayconelseñorPenitenciario,queibaadecirle

losexorcismos.—¡Ah!¿PeroestáaquíelseñorPenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelhabíasepuestoenpieconextrañosobresalto.—¿QuéhadichoelseñorPenitenciario?—Yonolehevistoaún.

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B

—¿Hacemuchoqueestáahí?—Tampocolosé,FrayÁngel.—¿NolosabelaseñoraCondesa?—No…Hepasadotodalatardeenlacapilla.Hoycomencéunanovenaala

Virgen de Bradomín. Si sana a mi hija, le regalaré el collar de perlas y lospendientesquefuerondemiabuela,laCondesadeBarbazán.

Fray Ángel escuchaba con torva inquietud. Sus ojos, enfoscados bajo lascejas, parecían dos alimañas monteses azoradas. Calló la dama suspirante. Elcapellánpermanecióenpie.

—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoenCéltigos. Si se consigue traer a la Saludadora, debe hacerse con gran sigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.

LaCondesavolvióalcielolosojosqueteníanuncercoamoratado.—¡Dioslohaga!Y la noble señora, arrollando el rosario entre sus dedos pálidos, levantose

paravolveral ladodesuhija.Ungatoquedormitabasobreelcanapé,saltóalsuelo, enarcó el espinazo y la siguiómaullando…FrayÁngel se adelantó: lamano atezada y flaca del capellán sostuvo el blasonado cortinón. LaCondesapasóconlosojosbajosynopudoverquetemblaba…

III

EATRIZ parecía una muerta: con los párpados entornados, las mejillasmuy pálidas y los brazos tendidos a lo largo del cuerpo, yacía sobre el

antiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoAguiar,unobispodelanoblecasadeBradomín,tenidoenopinióndesanto.LaalcobadeBeatrizeraunagransalaentarimadadecastaño,oscuraytriste.Teníaangostasventanasdemontante,dondearrullabanlaspalomas,ypuertasmonásticas,depacienteyarcaicaensambladura,conclavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.

ElseñorPenitenciarioyMisiaCarlota, laancianagenerala, retiradosenunextremodelaalcoba,hablabanmuybajo.Elcanónigohacíaplieguesalmanteo.Sussienescalvas,sufrentemarfileña,brillabanenlaoscuridad.Rebuscabalaspalabras, como si estuviese en el confesonario, poniendo sumo cuidado encuanto decía y empleando largos rodeos para ello.MisiaCarlota le escuchabaatenta,yentresusdedos,secoscomolosdeunamomia,temblabanlasagujasde

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madera y el ligero estambre de su calceta. Estaba pálida, y sin interrumpir alseñorPenitenciario,detiempoentiempo,repetíaanonadada.

—¡Pobreniña!¡Pobreniña!ComoBeatrizllorabasuspirando,selevantóparaconsolarla.Despuésvolvió

al lado del canónigo, que con las manos cruzadas y casi ocultas entre lospliegues del manteo, parecía sumido en gravemeditación.Misia Carlota, quehabíasidosiempredamadegranentereza,seenjugabalosojosynoeradueñadeocultarsupena.ElseñorPenitenciariolepreguntóenvozbaja:

—¿Cuándollegaráesefraile?—Talvezhayallegado.—¡PobreCondesa!¿Quéhará?—¡Quiénsabe!—¿Ellanosospechanada?—¡Nopodíasospechar!…—Estandolorosotenerquedecírselo…Callaron los dos. Beatriz seguía llorando. Poco después entró la Condesa,

que procuraba parecer serena: llegó hasta la cabecera deBeatriz, inclinose ensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz,semejanteaunadolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempo contemplando aquel rostroquerido.Era laCondesa todavía hermosa; prócer de estatura ymuy blanca derostro,conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubiodoradoquetendíalevealadesombraenaquellasmejillastristesyaltaneras.ElseñorPenitenciarioseacercó:

—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel.Lavozdelcanónigo,deordinarioacariciadoraysusurrante,estaballenade

severidad.LaCondesasevolviósorprendida.—FrayÁngelnoestáenelPalacio,señorPenitenciario.Y sus ojos azules, aún empañados de lágrimas, interrogaban con afán, al

mismo tiempo que sobre los labiosmarchitos temblaba una sonrisa amable yprudente de dama devota. La anciana generala, que estaba a la cabecera deBeatriz,seaproximómuyquedo:

—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—¡Calla!Al mismo tiempo llevaba a la Condesa fuera de la estancia. El señor

PenitenciariobendijoensilencioaBeatrizysinrecogersushábitostalaressalió

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detrás. Misia Carlota quedó en el umbral. Inmóvil y enjugándose los ojos,contemplódesdeallícómolaCondesayelPenitenciariosealejabanporellargocorredor.Después,santiguándosevolviósolaalladodeBeatriz,yposósumanollenadearrugassobrelafrentetersadelaniña:

—¡Hijamía,notiembles!…¡Notemas!…Cabalgóenlanarizlosquevedosconguarnicióndeconcha,abrióunlibrode

oraciones, por donde marcaba el registro de seda azul ya desvanecida, ycomenzóaleerenaltavoz.

ORACIÓN

«¡OhTristísimayDolorosísimaVirgenMaría,miSeñora,quesiguiendolashuellasdevuestro amantísimoHijo, ymi señor Jesucristo, llegasteis alMonteCalvario,dondeelEspírituSantoquisoregalaroscomoenmontedemirra,yosungió Madre del linaje humano! Concededme, Virgen María, con la DivinaGracia,elperdóndelospecados,yapartaddemialmalosmalosespíritusquelacercan,puessoispoderosaparaarrojara losdemoniosde loscuerposyde lasalmas.Yoespero,VirgenMaría,quemeconcedáis loqueospido,sihadeserparavuestramayorgloria,ymisalvacióneterna.Amén».

Beatrizrepitió:—¡Amén!

IV

OS ojos del gato, que hacía de centinela al pie del brasero, lucían en laoscuridad. La gran copa de cobre bermejo aún guardaba entre la ceniza

algunasascuasmortecinas.Enel fondoapenasesclarecidodel salón, sobre loscortinajesdeterciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:lafuentedeplataylosnueveróelesdeoroqueDonEnriqueIIIdieraporarmasalSeñordeBradomín,PedroAguiardeTor,llamadoel«Chivo»ytambiénel«Viejo».Lasrosas marchitas perfumaban la oscuridad, deshojándose misteriosas en losantiguosflorerosdeporcelana,queimitabanmanosabiertas.Uncriadoencendíaloscandelabrosdeplataquehabíasobrelasconsolas.DespuéslaCondesayelPenitenciarioentrabanenelsalón.

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Ladama,conademánresignadoynoble,ofrecióaleclesiásticoasientoenelcanapé, y trémula y abatida por oscuros presentimientos, se dejó caer en unsillón.Elcanónigo,conlavozungidadesolemnidad,empezóadecir:

—Esunterriblegolpe,Condesa…Ladamasuspiró:—¡Terrible,señorPenitenciario!Quedaronsilenciosos.LaCondesaseenjugabalaslágrimasquehumedecían

elfondoazuldesuspupilas.Alcabodeunmomentomurmuró,cubiertalavozporunanheloqueapenaspodíaocultar:

—¡Temotantoloqueustedvaadecirme!El canónigo inclinó con lentitud su frente pálida y desnuda, que parecía

maceradaporlasgravesmeditacionesteológicas:—¡EsprecisoacatarlavoluntaddeDios!—¡Espreciso!…¿Peroquéhiceyoparamerecerunapruebatandura?—¡Quién sabe hasta dónde llegan sus culpas! Y los designios de Dios,

nosotrosnolosconocemos.LaCondesacruzólasmanosdolorida:—VeramiBeatrizprivadadelaGracia,poseídadeSatanás.Elcanónigolainterrumpió:—No,esaniñanoestáposeída…HaceveinteañosquesoyPenitenciarioen

nuestracatedral,yuncasodeconcienciatandoloroso,tanextraño,nolohabíavisto.¡Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece!…

LaCondesalevantólosojosalcielo.—¡Sehaconfesado!SindudaDiosNuestroSeñorquierevolverlesuGracia.

¡He sufrido tanto viendo ami pobre hija aborrecer de todas las cosas santas!Porqueantesestuvoposeída,señorPenitenciario.

—No,Condesa;noloestuvojamás.La Condesa sonrió tristemente, inclinándose para buscar su pañuelo, que

acababa de perdérsele. El señor Penitenciario lo recogió de la alfombra: erablanco, mundano y tibio, perfumado de incienso y estoraque, como loscorporalesdeuncáliz.

—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorPenitenciario.Elcanónigosonriólevemente:lallamadelasbujíasbrillabaensusanteojos

deoro.Eraaltoyencorvado,conmanosdeobispoyrostrode jesuita: tenía lafrentedesguarnida,lasmejillastristes,elmiraramable,labocasumida,llenade

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L

sagacidad. Recordaba el retrato del cardenal Cosme de Ferrara que pintó elPerugino.Traslevepausacontinuó:

—En este Palacio, señora, se hospeda un sacerdote impuro, hijo deSatanás…

LaCondesalemiróhorrorizada.El Penitenciario afirmó inclinando tristemente la cabeza, cubierta por el

solideorojo,privilegiodeaquelcabildo.—¿FrayÁngel?—Esa ha sido la confesión de Beatriz. ¡Por el terror y por la fuerza han

abusadodeella!…La Condesa se cubrió el rostro con las manos, que parecían de cera: sus

labios no exhalaron un grito. El Penitenciario la contemplaba en silencio.Despuéscontinuó:

—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre.Midebereracumplir su ruego. ¡Triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenza, jamás se hubiera atrevido. Su desesperación al confesarme su faltaera tan grande, que llegó a infundirmemiedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!

LaCondesa,sindescubrirelrostro,conlavozroncaporelllanto,exclamó:—¡Yoharémataralcapellán!¡Leharématar!¡Yamihijanolaverémás!Elcanónigosepusoenpiellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una

palabraquepuedaherirla,niunamiradaquepuedaavergonzarla.Agobiada, yerta, la Condesa sollozaba como una madre ante la sepultura

abierta de sus hijos. Allá fuera, las campanas de un convento volteabanalegremente, anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a laseráficafundadora.Enelsalónlasbujíasllorabansobrelasarandelasdoradas,yenelbordedelbraseroapagado,dormíaelgato.

V

OS gritos de Beatriz resonaron en todo el Palacio… La Condesaestremeciose oyendo aquel plañir que hacía miedo en el silencio de la

noche, y acudió presurosa. La niña, con los ojos extraviados y el cabellodestrenzándose sobre los hombros, se retorcía: su rubia ymagdalénica cabeza

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golpeabacontraelentarimado,ydelafrenteyertayangustiadamanabaunhilode sangre.Retorcíasebajo lamiradamuerta e intensadelCristo: unCristodeébano y marfil, con cabellera humana, los divinos pies iluminados poragonizante lamparilla de plata, el rostro envuelto en la sombra del dosel quehabíanbordadolasmanosdeunaabadesanoble.Beatrizevocabaelrecuerdodeaquellas blandas y legendarias princesas santas de trece años ya tentadas porSatán.Al entrar laCondesa se incorporó conextravío, la faz lívida, los labiostrémulos, como rosas que van a deshojarse. Su cabellera apenas cubría lacandidezdelossenos:

—¡Mamá!¡Mamá!¡Perdóname!Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La

Condesaquisoalzarlaensusbrazos.—¡Sí,hija,sí!Acuéstateahora,pobrecitamía.Beatrizretrocedióconlosojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho.—¡Ahí está Satanás! ¡Ahí duermeSatanás!Viene todas las noches.Ahora

vinoysellevómiescapulario.Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenestepecho…

YBeatrizmostrábale a sumadre el senodeblancura eucarística, donde seveíalahuellanegraquedejanloslabiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijoylopusosobrelasalmohadas:

—¡Notemas,hijamía!¡NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti!—¡No!¡No!YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.Temerosas lasdos, fuerona

refugiarse en el fondo de la alcoba, sobre el antiguo sofá de seda azul conpájarosquiméricos,unodeesosmuebles arcaicosque todavía sehallanen lascasasdeabolengo.LaCondesaarrodilloseenelsuelo:entresusmanosguardólospies descalzosde la niña, como si fuesendospájaros enfermosy ateridos.Beatriz,ocultandolafrenteenelhombrodesumadre,sollozó:

—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamé gritando; tú nome oíste…Después quería venir todas las noches y yoestabacondenada…

—¡Calla,hijamía!¡Norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas en silencio, mientras sobre la puerta de arcaica

ensambladurayfloreadosherrajesarrullabandostórtolas,queFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz…Laniña,conlacabezaapoyadaenelhombrodesumadre,trémulaysuspirante,adormeciosepocoapoco.Lalunadeinviernobrillabaen

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A

elmontantedelasventanasysuluzblancasedifundíaporlaestancia.Fueraseoíaelviento,quesacudíalosárbolesdeljardín,yelrumordeunafuente.

La Condesa acostó a Beatriz en el canapé, y silenciosa, llena de amorosocuidado,lacubrióconunacolchadedamascocarmesí,esedamascoantiguo,queparece tener algo de litúrgico. Beatriz suspiró sin abrir los ojos. Sus manosquedaronsobre lacolcha:eranpálidas,blancas, ideales, transparentesa la luz:lasvenasazulesdibujabanunaflordeensueño.Conlosojosllenosdelágrimas,laCondesaocupóunsillónquehabíacercano.Estabatanabrumadaquecasinopodíapensar,yrezabaconfusamente,adormeciéndoseconelresplandordelaluzque ardía a los pies delCristo en unvaso de plata.Yamuy tarde entróMisiaCarlotaapoyadaensumuleta,conlosquevedostemblantessobrelacorvanariz.LaCondesase llevóundedoa los labios indicándolequeBeatrizdormía,y laancianaseacercósinruido,andandocontrabajosalentitud.

—¡Alfindescansa!—Sí.—¡Pobrealmablanca!Sentose y arrimó lamuleta a uno de los brazos del sillón. Las dos damas

guardaron silencio.Sobre elmontantede lapuerta laparejade tórtolas seguíaarrullando.

VI

media noche llegó la Saludadora de Céltigos. Hiciera el camino en uncarrodebueyestendidasobrepaja.LaCondesadispusoquedoscriadosla

subiesen.Entró salmodiando saludos y oraciones.Era vieja,muyvieja, con elrostro desgastado, como las medallas antiguas, y los ojos verdes, del verdemaléfico que tienen las fuentes abandonadas, donde se reúnen las brujas. Lanobleseñorasalióa recibirlahasta lapuerta,y temblándole lavoz,preguntóaloscriados:

—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados respondió la Saludadora con el rendimiento de las

viejasqueacuerdaneltiempodelosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenido,sinmáscompañaqueladeDios.—¿PeronofueaCéltigosunfraileconelaviso?…—Estostristesojosanadievieron,miseñora.

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LoscriadosdejaronalaSaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:losojos, temerosos y sombríos, abiertos como sobre un abismo. La Saludadorasonrióconlasonrisayertadesubocadesdentada:

—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalavista.LaCondesa,quepermanecíadepieenmediodelaestancia,interrogó:—¿Peronovioaunfraile?—Anadie,miseñora.—¿Quiénllevóelaviso?—Nofuepersonadeestemundo.Ayerde tardequedemedormida,yenel

sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelcielo.

Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?…—¡No hay otro mejor, mi Condesa! Díjeme entonces entre mí: vamos al

Palaciodetangranseñora.LaCondesacallabapensativa.Despuésdealgúntiempo,laSaludadora,que

teníalosojosclavadosenBeatriz,pronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedeverse,sia

manolotienemiseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen

alto la Saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañóechándoleelaliento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelReySalomón.Hastaqueseborróporcompletotuvolosojosfijosenelcristal:

—LaCondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujohandedecirselas doce palabras que tiene la oración del Beato Electus al dar las docecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalacristiandad.

LaCondesaseacercóalaSaludadora;elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta;susojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas:

—¿Sabehacercondenaciones?—¡Ay,señoramiCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlas?YomandarédecirmisasyDiosseloperdonará.LaSaludadorameditóunmomento.—Séhacerlas,miCondesa.—Pueshágalas…—¿Aquién,miseñora?

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—Auncapellándemicasa.LaSaludadorainclinólacabeza.—Paraesohacemenesterdelbreviario.LaCondesasalióytrajoelbreviariodeFrayÁngel.LaSaludadoraarrancó

sietehojasylaspusosobreelespejo.Despuésconlasmanosjuntas,comoparaunrezo,salmodió:—¡Satanás!¡Satanás!Teconjuropormismalospensamientos,pormismalas

obras, por todos mis pecados. Te conjuro por el aliento de la culebra, por laponzoña de los alacranes, por el ojo de la salamantiga. Te conjuro para quevengas sin tardanza y en la gravedad de aqueste círculo del Rey Salomón teencierres, y en él te estés sin unmomento te partir, hasta poder llevarte a lascárcelestristesyescurasdelinfierno,elalmaqueenesteespejoahoravieres.Teconjuroporeste rosarioqueyoséprofanadopor tiymordidoencadacuenta.¡Satanás!¡Satanás!Unayotravezteconjuro.

Entonceselespejoserompiócontristegemidodealmaencarcelada.Lastresmujeres, mirándose silenciosas, conmiedo de hablar, conmiedo de moverse,esperan el día. Puestas las manos en cruz esperan y esperan… Ya amanecíacuando sonaron grandes golpes en la puerta del Palacio. Unos aldeanos deCéltigos traían a hombros el cuerpo de Fray Ángel, que al claro de la lunadescubrieranflotandoenelrío…

¡Lacabezayerta,tonsurada,pendíafueradelasandas!

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H

APÉNDICE

BREVENOTICIAACERCADEMIESTÉTICACUANDOESCRIBÍESTELIBRO

Prólogo a la edición deCorte de Amor: Florilegio de Honestas y NoblesDamas(Madrid:ImprentadeBalgañónyMoreno,1908,13-30).

Eaquíunlibrodejuventud,unlibroescritoenesaedaddichosadesueñosy de esperanzas. ¡Hoy esa edad seme aparece ya casi lejana!Al releer

estaspáginas,quedespuésdetantosañosteníacasiolvidadas,hesentidoenellasnoséquéalegrepalpitardevida,quéabrileñalozanía,quégraciosoborboteodeimágenes desusadas, ingenuas, atrevidas, detonantes. Yo confiesomi amor deotrotiempoporestaliteratura:Laamétantocomoaborrecí,esaotra,timoratayprudente,dealgunosantiguosjóvenes,quenuncasupieronayuntardospalabraspor primera vez, y de quienes su ruta fue siempre la eterna ruta, trillada portodos los carneros dePanurgo.Comoaquellos viejos e ignorantes doctores deSalamanca,nisiquieraosanpresumirquehayatierrasdesconocidas,adondeselleguesurcandomaresnuncanavegados.Amparándoseen lagloriosa tradicióndelsigloXVII, se juzgangrandessoloporque imitana losgrandes,ypresumenquehicieroncomoelloseldivinoLopeyelhumanoCervantes.Cuandoalgunosespíritusjuvenilesbuscannuevasorientaciones,revuélvenseinvocandoranciosyestérilespreceptos.Incapacesdecomprenderquelavidayelartesonunaeternarenovación,tienenporherejíatodoaquelloquenohayanconsagradotressiglosde rutina.Predican el respetopara ser respetados, pero la juventuddesoye susclamores, y hace bien. La juventud debe ser arrogante, violenta, apasionada,iconoclasta.

Nohayadeentenderseporestoqueproclamoyoladesapariciónymuertedelas letras clásicas,y lahoguerapara sus libros inmortales,no.Han sido tantasveces mis maestros, que como a nobles y viejos progenitores los reverencio.

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Estudio siempre en ellos y procuro imitarlos, pero hasta ahora jamás se meocurrió tenerlospor inviolablese infalibles,acasoporquelosbuenoscristianossolo reconocemos como dogmática la doctrina de nuestro padre el SumoRomano Pontífice. Pero hay en el mundo muchos desgraciados, víctimas delDemonio, que discuten las parábolas de Jesús, y no osan discutir una malacomedia de Echegaray, ni un lamentable soneto deGrilo. Estas idolatrías hanprovocado la cólera divina. El Señor derribó a los ídolos y maldijo a lossacerdotes,secándoleselsesoyalargándoleslasorejas,comoaNabucodonosor.Esa adulación por todo lo consagrado, esa admiración por todo lo que tienepolvo de vejez, son siempre una muestra de servidumbre intelectual,desgraciadamentemuyextendidaenestatierra.Sinembargo,talesrespetoshansido, en cierto modo, provechosos, porque sirvieron para encender la furiaiconoclastaquehoyposeeatodaslasalmasjóvenes.Enelartecomoenlavida,destruirescrear.Elanarquismoessiempreunanheloderegeneración,y,entrenosotros,laúnicaregeneraciónposible.Yohepreferidolucharparahacermeunestilo personal, a buscarlo hecho, imitando a los escritores del siglo XVIII.Leyendoalosantiguosaprendídóndesehurtanesospostizosclásicos,conquedisfrazan su miseria literaria todos los desventurados que van a segar en losfértilescamposdeCervantesydeQuevedo,comolosvillanosgallegosvanalasCastillasparasegarespigasenelcampodelrico,perohallomejorhacermeunhuertoytrabajarenél,soloyvoluntarioso.Deestamanerahicemiprofesióndefemodernista: Buscarme enmímismo y no en los otros. Porque esa escuelaliteraria tan combatida no es otra cosa. Si han caído sobre ella toda suerte deanatemas, es tan solo porque le falta la tradición. Las obras que los críticosadmitensinprotesta,yquetodosloshombresadmiran,sonaquellasquecuentancientosdeaños,yquenadieexamina,porqueyatienenlasanciónuniversal.

Sienlaliteraturadehoyexistealgonuevoquepuedarecibirconjusticiaelnombredemodernismo,es,ciertamente,unvivoanhelodepersonalidad,yporeso sin duda advertimos en los escritores jóvenes más empeño por expresarsensaciones que ideas. Las ideas jamás han sido patrimonio exclusivo de unhombre,ylassensacionessí.Lasideasestánenelambienteintelectual,tienensuórbita de desarrollo, y el escritor lomás que alcanza es a perpetuarlas por elhálito de personalidad o por la belleza de expresión.Ocurre casi siempre quecuandounnuevo torrentede ideasyde sentimientos transforma las almas, lasobrasliterariasaquedaorigensonbárbarasypersonalesenelprimerperíodo,

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serenasyarmónicasenelsegundo,retóricasyartificiosasenel tercero.Podrá,aislada,lapersonalidaddeunpoeta,adelantaroretrocederenlaevolución,perola obra literaria en general sigue su órbita con absoluto fatalismo, hasta quegerminannuevasideasoseformannuevosidiomas.

Por todo esto no puede afirmarse, sin notoria injusticia, que sean lascontorsiones gramaticales y retóricas achaque exclusivo de algunos escritoresllamadosmodernistas. En todas las literaturas—si no en todos los tiempos—hubo espíritus culteranos, y todos nuestros poetas decadentes y simbolistas dehoy, tienenen loantiguoquien lesaventaje.Queyosepa,noha llegadonadieentrelosvivosalasextravaganciasdeljesuitaGracián,yacitadoaestepropósitoporD.JuanValera.Gracián,ensupoema«LasselvasdelAño»,nospresentaalsol como picador o caballero en plaza, que torea y rejonea al Toro celeste,aplaudiendo sus suertes las estrellas, que son las damas que miran la corridadesdelospalcosobalcones.Elsolseconvierteluegoengallo,

ContalonesdeplumaYconcrestadefuego.

ylasestrellas,convertidasengallinas,sonpresididasporelsol,

EntrelospollosdelTindariohuevo;

locualsignificaqueelsolllegaalsignodelosGemelos,

PueslagranLedaportraicióndivina,Empollócluecayconcibiógallina.

Sien la literaturaactualexistealgonuevoquepuedarecibircon justiciaelnombredemodernismo,noson,seguramente,lasextravaganciasgramaticalesyretóricas, comocreenalgunos críticos candorosos, tal vezporque estapalabra,modernismo, como todas las que son muy repetidas, ha llegado a tener unasignificación tan amplia como dudosa. Por eso no creo que huelgue fijar, enciertomodo, lo que ella indicaopuede indicar.La condición característica detodoelartemoderno,ymuyparticularmentedelaliteratura,esunatendenciaarefinar las sensaciones y acrecentarlas en el número y en la intensidad. Haypoetasquesueñancondarasusestrofaselritmodeladanza, lamelodíadelamúsica y la majestad de la estatua. Teófilo Gautier, autor de la Sinfonía enblanco mayor, afirma en el prefacio a las Flores del mal que el estilo deTertulianotieneelnegroesplendordelébano.

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Según Gautier, las palabras alcanzan por el sonido un valor que losdiccionarios no pueden determinar. Por el sonido, unas palabras son comodiamantes, otras fosforecen, otras flotan como una neblina. Cuando Gautierhabla de Baudelaire, dice que ha sabido recoger en sus estrofas la leveesfumaciónqueestá indecisaentreel sonidoyelcolor;aquellospensamientosque semejan motivos de arabescos y temas de frases musicales. El mismoBaudelairedicequesualmagozaconlosperfumes,comootrasalmasgozanconlamúsica. Para este poeta, los aromas no solamente equivalen al sonido, sinotambiénalcolor:

Ilestdesparfumsfraiscommedeschairsd’enfants,Douxcommeleshautbois,vertscommelesprairies

PerosiBaudelairehabladeperfumesverdes,Carduccihallamadoverdealsilencio,yGabrield’Annunziohadichoconhermosoritmo:

Cantalanotaverdeunbellimoneinfiore.

Hayquienconsideracomoextravaganciastodaslasimágenesdeestaíndole,cuando en realidad, no son otra cosa que una consecuencia lógica de laevolución progresiva de los sentidos. Hoy percibimos gradaciones de color,gradaciones de sonido y relaciones lejanas, entre las cosas que hace algunoscientosdeañosnofueronseguramentepercibidaspornuestrosantepasados.Enlos idiomas primitivos, apenas existen vocablos para dar idea del color. Envascuence,elpelodealgunasvacasyelcolordelcieloseindicanconlamismapalabra:Artuña.Ysabidoesquelapobrezadevocablosessiempreresultadodelapobrezadesensaciones.

Existen hoy artistas que pretenden encontrar una extraña correspondenciaentreelsonidoyelcolor.DeestenúmerohasidoelgranpoetaArturoRimbaud,quedefinióelcolordelasvocalesenuncélebresoneto:

A-noir,E-blanc,I-rouge,U-vert,O-bleu:

YmásmodernamenteRenatoGhil,queenotrosonetoasignaalasvocales,nosolamentecolor,sinotambién,valororquestal.

«A»claironnevainqueurenrougeflamboiement

Esta analogía y equivalencia de las sensaciones es lo que constituye elmodernismo en literatura. Su origen debe buscarse en el desenvolvimiento

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progresivodelossentidos,quetiendenamultiplicarsusdiferentespercepcionesycorresponderíasentresí, formandounsolosentido,comounosoloformabanyaparaBaudelaire:

ÔmétamorphosemystiqueDetousmessensfondusenun!Sonhaleinefaitlamusique,Commesavoixfaitleparfum!

Las historias que hallaréis en este libro tienen ese aire que los críticosespañolessuelenllamardecadente,sindudaporquenoeslasensibilidaddelosjayanes.A ese gesto un poco desusado debieron sumala ventura, cuando porprimeravezquisehacerlasconocer.Siexceptuáis«Eulalia», todasellas fueroncondenadas a la hoguera, en alguna de esas redacciones donde toda necedadtienesuasiento.Yestahistoriaquierorecordarlaahoracomoenseñanzaqueossirva de aliento a vosotros, jóvenes amigos, los que sufrís desengaños en estepícaromundodelas letras.«Augusta»noparecióbienalgranrastacuerodelaEspañaModerna;«Rosita»escandalizóalpobrediabloquedirigeLaLectura,y«Beatriz», cayó en un concurso de El Liberal, aquel Liberal de antaño, tanapestosoaloscosméticosyaceitesdepeluqueríabarata,conqueseacicalabaunneciopresumidoypedante,quetuvociertanotoriedadliterariaconelnombredeFernanflor.

Salvose«Eulalia»porqueaquellahojadeLosLunesdeElImparcial,cuandoladirigióD.JoséOrtegaMunilla,fuealgodesusadoenestatierra.Yoencontréallíunahospitalidadquenohalléenpartealguna,nientoncesquecomenzabamivida literaria, ni tampoco después. Don José Ortega Munilla, a mí y a otrosmuchos que comenzaron conmigo, fue el único que en aquellos tiempos nostendióunamanogenerosa,cordialyamical.

V-I.

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JARDÍNUMBRÍOHISTORIASDESANTOS:DEALMASENPENA:DEDUENDES

YLADRONES

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TeníamiabuelaunadoncellamuyviejaquesellamabaMicaelalaGalana:Muriósiendoyotodavíaniño:Recuerdoquepasabalashorashilandoenelhuecodeunaventana,yquesabíamuchashistoriasdesantos,dealmasenpena,deduendesydeladrones.Ahorayocuentolasqueellamecontaba,mientrassusdedos arrugados daban vueltas al huso. Aquellas historias de un misterio candoroso y trágico, measustarondenochedurante losañosdemi infancia ypor esono lasheolvidado.De tiempoen tiempotodavíaselevantanenmimemoria,ycomosiunvientosilenciosoyfríopasasesobreellas,tienenellargomurmullodelashojassecas.¡Elmurmullodeunviejojardínabandonado!JardínUmbrío.

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M

JARDÍNUMBRÍO:

JUANQUINTO

ICAELA la Galana contaba muchas historias de Juan Quinto, aquelbigardo que, cuando ella eramoza, tenía estremecida toda laTierra de

Salnés.Contabacómounanoche,afavordeloscuro,entróarobarenlaRectoralde Santa Baya de Cristamilde. La Rectoral de Santa Baya está vecina de laiglesia, en el fondo verde de un atrio cubierto de sepulturas y sombreado deolivos. En este tiempo de que hablaba Micaela, el rector era un viejoexclaustrado,buenlatinoybuenteólogo.Teníafamadesermuyadinerado,yseleveíapor las feriaschalaneandocaballeroenunayegua tordilla, siempreconlas alforjas llenas de quesos. Juan Quinto, para robarle, había escalado laventana, que en tiempode calores solía dejar abierta el exclaustrado.Trepó elbigardogateandoporelmuro,ycuandoseencaramabasobreelalféizarconuncuchillo sujeto entre los dientes, vio al abad incorporado en la cama ybostezando.JuanQuintosaltódentrodelasalaconungritofiero,yaelcuchilloempuñado. Crujieron las tablas de la tarima con ese pavoroso prestigio quecomunicalanocheatodoslosruidos.JuanQuintoseacercóalacama,yhallólosojosdelviejofrailucoabiertosysosegadosqueleestabanmirando:

—¿Quémalaideatraes,rapaz?Elbigardolevantóelcuchillo:—Laideaquetraigoesquemeentregueeldineroquetieneescondido,señor

abad.Elfrailucoriojocundamente:—¡TúeresJuanQuinto!—Prontomehareconocido.JuanQuintoeraalto,fuerte,airoso,cenceño.Tenía labarbadecobre,y las

pupilasverdescomodosesmeraldas,audacesyexaltadas.Porloscaminos,entre

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chalanes y feriantes, prosperaba la voz de que era muy valeroso, y elexclaustrado conocía todas las hazañas de aquel bigardo que ahora le mirabafijamente,conelcuchillolevantadoparaaterrorizarle:

—Traigopriesa,señorabad.¡Labolsaolavida!Elabadsesantiguó:—Perotúvienestrastornado.¿Cuántosvasosapuraste,perdulario?Sabíatu

malaconducta,aquívienenmuchosfeligresesadolerse…¡Pero,hombre,nomehabíandichoquefuesesborracho!

JuanQuintogritóconrepentinaviolencia:—¡Señorabad,receelYoPecador!—Rézalotú,quemásfaltatehace.—¡Que le siego la garganta! ¡Que le pico la lengua! ¡Que le como los

hígados!Elabad,siempresosegado,seincorporóenlasalmohadas:—¡Noseasbárbaro,rapaz!¡Quéprovechoibaahacertetantacarnecruda!—¡Nomejuegueaburlas,señorabad!¡Labolsaolavida!—Yonotengodinero,ysilotuviesetampocoibaaserparati.¡Andaacavar

latierra!JuanQuintolevantóelcuchillosobrelacabezadelexclaustrado:—Señorabad,receelYoPecador.Elabadacabóporfruncirelásperoentrecejo:—Nomeda la gana.Si estás borracho, anda a dormirla.Y en lo sucesivo

aprendeque amí semedebeotro respetopormis añosypormi dignidaddeeclesiástico.

Aquel bigardo atrevido y violento quedó callado un instante, y luegomurmuróconlavozasombradaycubiertadeunvelo:

—¡UstednosabequiénesJuanQuinto!Antes de responderle, el exclaustrado le miró de alto a bajo con grave

indulgencia:—Mejorloséquetúmismo,malcristiano.Insistióelotroconimpotenterabia:—¡Unleón!—¡Ungato!—¡Losdineros!—Nolostengo.—¡Quenomevoysinellos!

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—Puesdehuéspednoterecibo.En laventana rayabaeldía,y losgallos cantabanquebrandoalbores. Juan

Quinto miró a la redonda, por la ancha sala donde el tonsurado dormía, ydescubrióunagaveta:

—Meparecequeyadiconelnido.Tosióelfrailuco:—Malosvientostienes.Ycomenzóavestirsemuyreposadamenteya rezaren latín.De tiempoen

tiempo,aparquesesantiguaba,dirigíalosojosalbandolero,queibadeunladoalotrocateando.Sonreíasocarrónelfrailucoymurmurabaamediavoz,unavozgraveyborbollona:

—Busca,busca. ¡Noencuentroyoconelclarodía,yhasdeencontrar túatentones!…

Cuandoacabódevestirsesalióalasolanaporvercómoamanecía.Cantabanlospájaros,estremecíanselasyerbas,todotornabaanacerconelalbadeldía:Elabadgritolealbigardo,queseguíacateandoenlagaveta:

—Tráemeelbreviario,rapaz.Juan Quinto apareció con el breviario, y al tomárselo de las manos, el

exclaustradolereconvinollenodeindulgencia:—¿Pero quién te aconsejó para haber tomado este mal camino? ¡Ponte a

cavarlatierra,rapaz!—Yononacíparacavarlatierra.¡Tengosangredeseñores!—Puescompraunacuerdayahórcate,porquepararobartampocosirves.Conestaspalabrasbajóel frailuco las escalerasde la solana,yentróen la

iglesia para celebrar sumisa. Juan Quinto huyó galgueando a través de unosmaizales,puesseveníaporlosmonteslamañanayenlafrescadeldíamuchoscampanariossaludabanaDios.YfueenestamismamañanaingenuayfragantecuandorobóymatóaunchalánenelcaminodeSantaMaríadeMeis.MicaelalaGalana,enelfinaldelcuento,bajabalavozsantiguándose,yconmurmullodesubocasindientesrecordabalagenealogíadeJuanQuinto:

—Era de buenas familias.Hijo deRemigio deBealo, nieto de Pedro, queacompañó al difunto señor en la batalla del Puente San Payo. Recemos unPadrenuestroporlosmuertosyporlosvivos.

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D

JARDÍNUMBRÍO:

LAADORACIÓNDELOSREYES

Vinde,vinde,SantosReyesVereil,ajoyamillor,UnmeniñoComounbrinquiño,Tanbunitiño,Qu’áonacernublouosol!

ESDElapuestadelsolsealzabaelcánticodelospastoresentornodelashogueras, y desde la puesta del sol, guiados por aquella otra luz que

aparecióinmóvilsobreunacolina,caminabanlostresSantosReyes.Jinetesencamellosblancos,ibanlostresenlafrescuraapacibledelanocheatravesandoeldesierto.Lasestrellasfulgurabanenelcielo,ylapedreríadelascoronasrealesfulgurabaensusfrentes.Unabrisasuavehacíaflamear losrecamadosmantos:EldeGaspareradepúrpuradeCorinto:EldeMelchoreradepúrpuradeTiro:Elde Baltasar era de púrpura deMenfis. Esclavos negros, que caminaban a pieenterrandosussandaliasenlaarena,guiabanloscamellosconunamanopuestaenelcabezaldecueroescarlata.Ondulabansueltos loscorvosrendajesyentresus flecos de seda temblaban cascabeles de oro. Los tres Reyes Magoscabalgaban en fila: Baltasar el Egipcio iba delante, y su barba luenga, quedescendía sobre el pecho, era a veces esparcida sobre los hombros…Cuandoestuvieronalaspuertasdelaciudadarrodilláronseloscamellos,ylostresReyesseapearonydespojándosedelascoronashicieronoraciónsobrelasarenas.

YBaltasardijo:—¡Esllegadoeltérminodenuestrajornada!…YMelchordijo:—¡AdoremosalquenacióReydeIsrael!…YGaspardijo:—¡Losojosleveránytodoserápurificadoennosotros!…

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EntoncesvolvieronamontarensuscamellosyentraronenlaciudadporlaPuertaRomana,yguiadosporlaestrellallegaronalestablodondehabíanacidoel Niño. Allí los esclavos negros, como eran idólatras y nada comprendían,llamaronconrudasvoces:

—¡Abrid!…¡Abridlapuertaanuestrosseñores!Entonces los tres Reyes se inclinaron sobre los arzones y hablaron a sus

esclavos.YsucedióquelostresReyeslesdecíanenvozbaja:—¡CuidaddenodespertaralNiño!Y aquellos esclavos, llenos de temeroso respeto, quedaron mudos, y los

camellos,quepermanecían inmóvilesante lapuerta llamaronblandamenteconla pezuña, y casi almismo tiempo aquella puerta de viejo y oloroso cedro seabriósin ruido.Unancianodecalvasienynevadabarbaasomóenelumbral.Sobre el armiño de su cabellera luenga y nazarena temblaba el arco de unaaureola:SutúnicaeraazulybordadadeestrellascomoelcielodeArabiaenlasnochesserenas,yelmantoerarojo,comoelmardeEgipto,yelbáculoenqueseapoyabaeradeoro,florecidoenloaltocontresliriosblancosdeplata.AlverseensupresencialostresReyesseinclinaron.Elancianosonrióconelcandordeunniñoyfranqueándoleslaentradadijoconsantaalegría:

—¡Pasad!Y aquellos tres Reyes, que llegaban de Oriente en sus camellos blancos,

volvieronainclinarlasfrentescoronadas,yarrastrandosusmantosdepúrpuraycruzadas las manos sobre el pecho, penetraron en el establo. Sus sandaliasbordadas de oro producían un armonioso rumor. El niño, que dormía en elpesebresobrerubiapajacentena,sonrióensueños.AsuladohallábaselaMadre,quelecontemplabaderodillasconlasmanosjuntas:Suropajeparecíadenubes,susarracadasparecíandefuego,ycomoenellagoazuldeGenezaretrielabanenelmantoloslucerosdelaaureola.Unángeltendíasobrelacunasusalasdeluz,y laspestañasdelNiño temblabancomomariposas rubias,y los tresReyes sepostraron para adorarle, y luego besaron los pies del Niño. Para que no sedespertase, con las manos apartaban las luengas barbas que eran graves ysolemnescomooraciones.Despuésselevantaron,yvolviéndoseasuscamellosletrajeronsusdones:Oro,Incienso,Mirra.

YGaspardijoalofrecerleelOro:—ParaadorartevenimosdeOriente.YMelchordijoalofrecerleelIncienso:—¡HemosencontradoalSalvador!

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YBaltasardijoalofrecerlelaMirra:—¡Bienaventuradospodemosllamarnosentretodoslosnacidos!Y los tres Reyes Magos despojándose de sus coronas las dejaron en el

pesebrealospiesdelNiño.Entoncessusfrentestostadasporelsolylosvientosdeldesiertosecubrierondeluz,ylahuellaquehabíadejadoelcercobordadodepedreríaeraunacoronamásbellaquesuscoronaslabradasenOriente…YlostresReyesMagosrepitieroncomouncántico:

—¡Estees!…¡Nosotroshemosvistosuestrella!Después se levantaron para irse, porque ya rayaba el alba. La campiña de

Belén, verde y húmeda, sonreía en la paz de lamañana con el caserío de susaldeasdisperso,y losmolinoslejanosdesapareciendobajoelemparradodelaspuertas,ylasmontañasazulesylanieveenlascumbres.Bajoaquelsolamablequelucíasobrelosmontesibaporloscaminoslagentedelasaldeas:UnpastorguiabasuscarneroshacialaspraderasdeGamalea;mujerescantandovolvíandelpozodeEfraíncon lasánforas llenas;unviejocansadopicaba layuntadesusvacas,quesedeteníanmordisqueandoenlosvallados,yelhumoblancoparecíasalirdeentrelashigueras…Losesclavosnegroshicieronarrodillarloscamellosy cabalgaron los tres Reyes Magos. Ajenos a todo temor se tornaban a sustierras, cuando fueronadvertidosporel cántico lejanodeunaviejayunaniñaque,sentadasalapuertadeunmolino,estabandesgranandoespigasdemaíz.Yeraesteelcantarremotodelasdosvoces:

CamiñadeSantosReyesPorcaminosdesviados,Quepol’oscamiñosreásHerodesmandousoldados.

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E

JARDÍNUMBRÍO:

ELMIEDO

SE largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, elverdadero escalofrío del miedo, solo lo he sentido una vez. Fue hace

muchos años, en aquel hermoso tiempo de los mayorazgos, cuando se hacíainformacióndenoblezaparasermilitar.YoacababadeobtenerloscordonesdeCaballero Cadete. Hubiera preferido entrar en la Guardia de la Real Persona;peromimadreseoponía,ysiguiendo la tradiciónfamiliar, fuigranaderoenelRegimientodelRey.Norecuerdoconcertezalosañosquehace,peroentoncesapenasmeapuntabaelbozoyhoyandocercadeserunviejocaduco.AntesdeentrarenelRegimientomimadrequisoecharmesubendición.Lapobreseñoravivíaretiradaenel fondodeunaaldea,dondeestabanuestropazosolariego,yalláfuisumisoyobediente.LamismatardequelleguémandóenbuscadelPriordeBrandesoparaquevinieseaconfesarmeenlacapilladelpazo.MishermanasMaría Isabel yMaría Fernanda, que eran unas niñas, bajaron a coger rosas aljardín,ymimadrellenóconellaslosflorerosdelaltar.Despuésmellamóenvozbajaparadarmesudevocionarioydecirmequehicieseexamendeconciencia:

—Vetealatribuna,hijomío.Allíestarásmejor…La tribuna señorial estaba al lado del Evangelio y comunicaba con la

biblioteca. La capilla era húmeda, tenebrosa, resonante. Sobre el retablocampeabaelescudoconcedidoporejecutoriasdelosReyesCatólicosalseñordeBradomín, PedroAguiar de Tor, llamado el Chivo y también el Viejo. Aquelcaballero estaba enterrado a la derecha del altar: El sepulcro tenía la estatuaorantedeunguerrero.Lalámparadelpresbiterioalumbrabadíaynocheanteelretablo, labradocomo joyelde reyes:Losáureos racimosde lavid evangélicaparecían ofrecerse cargados de fruto. El santo tutelar era aquel piadoso ReyMagoqueofreciómirraalNiñoDios:Sutúnicadesedabordadadeorobrillaba

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conelresplandordevotodeunmilagrooriental.Laluzdelalámpara,entrelascadenasdeplata,teníatímidoaleteodepájaroprisionerocomosiseafanaseporvolar hacia el Santo. Mi madre quiso que fuesen sus manos las que dejasenaquella tarde a los pies del Rey Mago los floreros cargados de rosas, comoofrendadesualmadevota.Después,acompañadademishermanas,searrodillóante el altar: Yo desde la tribuna solamente oía el murmullo de su voz, queguiabamoribunda lasavemarías;perocuandoa lasniñas les tocabaresponder,oía todas las palabras rituales de la oración. La tarde agonizaba y los rezosresonaban en la silenciosa oscuridad de la capilla, hondos, tristes y augustos,comounecode laPasión.Yomeadormecíaen la tribuna.Lasniñas fueronasentarseenlasgradasdelaltar:Susvestidoseranalboscomoellinodelospañoslitúrgicos. Ya solo distinguía una sombra que rezaba bajo la lámpara delpresbiterio:Eramimadre,quesosteníaentresusmanosun libroabiertoy leíaconlacabezainclinada.Detardeentarde,elvientomecíalacortinadeunaltoventanal: Yo entonces veía en el cielo, ya oscuro, la faz de la luna, pálida ysobrenaturalcomounadiosaquetienesualtarenlosbosquesyenloslagos…

Mimadrecerróel librodandounsuspiro,ydenuevollamóalasniñas.Vipasarsussombrasblancasatravésdelpresbiterioycolumbréquesearrodillabanalosladosdemimadre.Laluzdelalámparatemblabaconundébilresplandorsobrelasmanosquevolvíanasostenerabiertoellibro.Enelsilenciolavozleíapiadosaylenta.Lasniñasescuchaban,yadivinésuscabellerassueltassobrelaalbura del ropaje y cayendo a los lados del rostro iguales, tristes, nazarenas.Habíameadormecido,ydeprontomesobresaltaronlosgritosdemishermanas.Miré y las vi en medio del presbiterio abrazadas a mi madre. Gritabandespavoridas.Mimadrelasasiódelamanoyhuyeronlastres.Bajépresuroso.Iba a seguirlas y quedé sobrecogido de terror. En el sepulcro del guerrero seentrechocabanloshuesosdelesqueleto.Loscabellosseerizaronenmifrente.Lacapilla había quedado en el mayor silencio, y oíase distintamente el hueco ymedrosorodardelacalaverasobresualmohadadepiedra.Tuvemiedocomonolo he tenido jamás, pero no quise quemimadre ymis hermanasme creyesencobarde,ypermanecí inmóvilenmediodelpresbiterio,conlosojosfijosenlapuertaentreabierta.Laluzdelalámparaoscilaba.Enloaltomecíaselacortinadeunventanal,ylasnubespasabansobrelaluna,ylasestrellasseencendíanyseapagabancomonuestrasvidas.Depronto,allálejos,resonófestivoladrardeperrosymúsicadecascabeles.Unavozgraveyeclesiásticallamaba:

—¡Aquí,Carabel!¡Aquí,Capitán!…

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EraelPriordeBrandesoquellegabaparaconfesarme.Despuésoílavozdemimadretrémulayasustada,ypercibídistintamentelacarreraretozonadelosperros. La voz grave y eclesiástica se elevaba lentamente, como un cantogregoriano:

—Ahora veremos qué ha sido ello… Cosa del otro mundo no lo es,seguramente…¡Aquí,Carabel!¡Aquí,Capitán!…

YelPriordeBrandeso,precedidodesuslebreles,aparecióenlapuertadelacapilla:

—¿Quésucede,señorGranaderodelRey?Yorepuseconvozahogada:—¡SeñorPrior,heoídotemblarelesqueletodentrodelsepulcro!…ElPrioratravesólentamentelacapilla:Eraunhombrearroganteyerguido.

EnsusañosjuvenilestambiénhabíasidoGranaderodelRey:Llegóhastamí,sinrecogerelvuelodesushábitosblancos,yafirmándomeunamanoenelhombroymirándomelafazdescolorida,pronunciógravemente:

—¡Quenunca pueda decir el Prior deBrandeso que ha visto temblar a unGranaderodelRey!…

No levantó la mano de mi hombro, y permanecimos inmóviles,contemplándonos sin hablar. En aquel silencio oímos rodar la calavera delguerrero.LamanodelPriorno tembló.Anuestro lado losperrosenderezabanlasorejasconelcuelloespeluznado.Denuevooímosrodarlacalaverasobresualmohadadepiedra.ElPriorsesacudió:

—¡SeñorGranaderodelRey,hayquesabersisontrasgosobrujas!…Yseacercóalsepulcroyasiólasdosanillasdebronceempotradasenunade

laslosas,aquellaqueteníaelepitafio.Meacerquétemblando.ElPriormemirósin despegar los labios. Yo puse mi mano sobre la suya en una anilla y tiré.Lentamentealzamoslapiedra.Elhueco,negroyfrío,quedóantenosotros.Yoviquelaáridayamarillentacalaveraaúnsemovía.ElPrioralargóunbrazodentrodelsepulcroparacogerla.Después,sinunapalabraysinungesto,melaentregó.Larecibí temblando.Yoestabaenmediodelpresbiterioy la luzde la lámparacaíasobremismanos.Alfijarlosojoslassacudíconhorror.Teníaentreellasunnidodeculebrasquesedesanillaronsilbando,mientras lacalavera rodabaconhuecoy liviano son todas lasgradasdelpresbiterio.ElPriormemirócon susojosdeguerreroquefulgurabanbajolacapuchacomobajolaviseradeuncasco:

—Señor Granadero del Rey, no hay absolución… ¡Yo no absuelvo a loscobardes!

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Yconrudoempaquesaliósinrecogerelvuelodesusblancoshábitostalares.Las palabras del Prior de Brandeso resonaron mucho tiempo en mis oídos:Resuenanaún.¡Talvezporellashesabidomástardesonreíralamuertecomoaunamujer!

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H

JARDÍNUMBRÍO:

TRAGEDIADEENSUEÑO

ANdejadoabiertalacasaypareceabandonada…Elniñoduermefuera,enlapazdelatardequeagoniza, bajo el emparradode la vid. Sentada en el umbral, una viejamueve la cuna con el pie,

mientrassusdedosarrugadoshacengirarelhusodelarueca.Hilalavieja,copotrascopo,ellinomorenodesucampo.Tienecienaños,elcabelloplateado,losojosfaltosdevista,labarbetatemblorosa.

LAABUELA

¡Cuántostrabajosnosaguardanenestemundo!Sietehijostuve,ymismanostuvieron que coser siete mortajas… Los hijos me fueron dados para queconociese las penas de criarlos, y luego, uno a uno, me los quitó la muertecuando podían ser ayuda demis años. Estos tristes ojos aún no se cansan dellorarlos.¡Eransietereyes,mozosygentiles!…Susviudasvolvieronacasarse,y por delante de mi puerta vi pasar el cortejo de sus segundas bodas, y pordelantedemipuertavipasardespuéslosalegresbautizos…¡Ah!Solamenteelcorrodemisnietossedeshojócomounarosademayo…¡Yerantantos,quemisdedossecansabanhilandodíaynochesuspañales!…Atodoslosllevaronporesecaminodondecantanlossaposyelruiseñor.¡Cuántohanlloradomisojos!Quedéciegaviendopasarsusblancascajasdeángeles.¡Cuántohanlloradomisojosycuántotienentodavíaquellorar!Hacetresnochesqueaúllanlosperrosamipuerta.Yoesperabaque lamuertemedejaseestenietopequeño,y tambiénllega por él… ¡Era, entre todos, el quemás quería!…Cuando enterraron a supadreaúnnoeranacido:Cuandoenterraronasumadreaúnnoerabautizado…¡Por eso era, entre todos, el que más quería!… Íbale criando con cientos detrabajos.Tuveunaovejablancaque le servíadenodriza,pero lacomieron loslobosenelmonte…¡Yelnietomíosemarchitacomounaflor!¡Yelnietomíosemuerelenta,lentamente,comolaspobresestrellas,quenopuedencontemplarelamanecer!

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La vieja llora y el niño se despierta. La vieja se inclina sollozando sobre la cuna, y con lasmanostemblorosas la recorre a tientas, buscando dónde está la cabecera. Al fin se incorpora con el niño enbrazos: Le oprime contra el seno, árido ymuerto, lloran hilo a hilo sus ojos ciegos:Con las lágrimasdetenidasenelsurcovenerablede lasarrugas,cantaporverdeacallarle.Canta laabuelaunaantiguatonadilla.Aloírlasedetienenenelcaminotresdoncellasquevuelvendelrío,cansadasdelavarytender,desola sol, las ricasambasdehilodeArabia.Son treshermanasazafatasen lospalaciosdelRey:LamayorsellamaAndara,lamedianaIsabela,lapequeñaAladina.

LAMAYOR

¡Pobreabuela,cantaparamatarsupena!

LAMEDIANA

¡Cantasiemprequelloraelniño!

LAPEQUEÑA¿Sabéisvosotrasporquélloraelniño?…Aquellaovejablancaquelecriaba

seextravióenelmonte,yporesolloraelniño…

LASDOSHERMANAS

¿Túlehasvisto?…¿Cuándofuequelehasvisto?

LAPEQUEÑAAlamanecerlevidormidoenlacuna.Estámásblancoquelaespumadelrío

dondenosotraslavamos.Meparecíaquemismanosaltocarlesellevabanalgodesuvida,comosifueseunaromaquelassantificase.

LASDOSHERMANAS

Ahoraalpasarnosdetendremosabesarle.

LAPEQUEÑA¿Yquédiremos cuandonos interrogue la abuela?…Amímedio una tela

hilada y tejida por sus manos para que la lavase, y al mojarla se la llevó lacorriente…

LAMEDIANA

A mí me dio un lenzuelo de la cuna, y al tenderlo al sol se lo llevó elviento…

LAMAYOR

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Amíme dio unamadeja de lino, y al recogerla del zarzal donde la habíapuestoasecar,unpájaronegroselallevóenelpico…

LAPEQUEÑA¡Yonoséquélediremos!…

LAMEDIANA

Yotampoco,hermanamía.

LAMAYOR

Pasaremosensilencio.Comoestácieganopuedevernos.

LAMEDIANA

Suoídoconocelaspisadas.

LAMAYOR

Lasapagaremosenlahierba.

LAPEQUEÑASusojosadivinanlassombras.

LAMAYOR

Hoyestáncansadosdellorar.

LAMEDIANA

Vamos, pues, todo por la orilla del camino, que es donde la yerba estácrecida.

Las treshermanas,Andara, IsabelayAladina, vanen silencioandandopor laorilladel camino.Lavieja levanta un momento los ojos sin vista: Después sigue meciendo y cantando al niño. Las treshermanas,cuandohanpasado,vuelvenlacabeza:Sealejanydesaparecen,unatrasotra,enlarevuelta.Allá,porlafaldadelacolina,asomaunpastor.Caminadespacio,yalandarseapoyaenelcayado:Esmuy anciano, vestido todo de pieles, con la barba nevada y solemne: Parece uno de aquellos piadosospastoresqueadoraronalNiñoJesúsenelEstablodeBelén.

ELPASTORYaseponeelsol.¿Porquénoentrasenlacasacontunieto?

LAABUELA

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Dentrodelacasaandalamuerte…¿Nolasientesbatirlaspuertas?

ELPASTOREselvientoquevieneconlanoche…

LAABUELA

¡Ah!…¡Túpiensasqueeselviento!…¡Eslamuerte!…

ELPASTOR¿Laovejanohaparecido?

LAABUELA

Laovejanohaparecido,niparecerá…

ELPASTORMis zagales la buscaron dos días enteros… Se han cansado ellos y los

canes…

LAABUELA

¡Yelloboríeensucubil!…

ELPASTORYotambiénmecansébuscándola.

LAABUELA

¡Y todos nos cansaremos!… Solamente el niño seguirá llamándola en sulloro,yseguirá,yseguirá…

ELPASTORYoescogeréenmirebañounaovejamansa.

LAABUELA

Nolahallarás.Lasovejasmansaslascomenloslobos.

ELPASTORMi rebaño tiene tres canes vigilantes. Cuando yo vuelva del monte, le

ofreceréalniñounaovejaconsucorderoblanco.

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LAABUELA

¡Ah! ¡Cuánto temía que la esperanza llegase y se cobijara en mi corazóncomounnidoviejoabandonadobajoelalar!…

ELPASTORLaesperanzaesunpájaroquevacantandoportodosloscorazones.

LAABUELA

Soy una pobre desvalida, pero mientras conservasen tiento mis dedos,hilaríanparaturegalocuantalanadierelaoveja.¡Peronoviviráelnietomío!…Haceyatresdías,desdequeaúllanlosperros,cuandolealzodelacunasientobatirsusalasdeángelcomosiquisieseaprenderavolar…

Vuelvea llorar el niño, pero conun vagido cada vezmásdébil y desconsolado:Vuelve suabuelaamecerle con la antigua tonadilla. El pastor se aleja lentamente, pasa por un campo verde, donde estánjugandoalarueda…Cantaelcorroinfantillamismatonadillaquelaabuela.Aldeshacerse,unasniñasconlafaldallenadefloresseacercanalavieja,quenolassiente,ysiguemeciendoasunieto.Lasniñassemiranensilencioysesonríen.Laabueladejadecantaryacuestaalnietoenlacuna.

LASNIÑAS¿Sehadormido,abuela?

LAABUELA

Sí,sehadormido.

LASNIÑAS¡Qué blanco está!… ¡Pero no duerme, abuela!…Tiene los ojos abiertos…

Parecequemiraunacosaquenoseve…

LAABUELA

¡Unacosaquenoseve!…¡Eslaotravida!…

LASNIÑASSesonríeycierralosojos…

LAABUELA

Con ellos cerrados seguirá viendo lo mismo que antes veía. Es su almablancalaquemira.

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LASNIÑAS¡Sesonríe!…¿Porquésesonríeconlosojoscerrados?…

LAABUELA

Sonríealosángeles.

Unaráfagadevientopasasobrelassueltascabelleras,sinondularlas.Esunvientofríoquehacellorarlos ojos de la abuela. El nieto permanece inmóvil en la cuna. Las niñas se alejan pálidas ymiedosas,lentamente,ensilencio,cogidasdelamano.

LAABUELA

¿Dóndeestáis?…Decidme:¿Sesonríeaún?

LASNIÑASNo,yanosesonríe…

LAABUELA

¿Dóndeestáis?

LASNIÑASNosvamosya…

Sesueltanlasmanosyhuyen.Alolejossuenaunaesquila.Laabuelaseencorvaescuchando…Eslaovejafamiliar,quevuelveparaquemameelniño:LlegacomoeldondeunReyMago,conlasubresllenasdebien.Reconoceloslugaresyseacercacondulcebalido:Traeelvellónpeinadoporlostojosylaszarzasdel monte. La vieja extiende sobre la cuna las manos para levantar al niño. ¡Pero las pobres manosarrugadas,temblonasyseniles,hallanqueelniñoestáyerto!

LAABUELA

¡Yamehasdejado,nietomío! ¡Qué solamehasdejado! ¡Oh!¿Porqué tualma de ángel no puso un beso en mi boca y se llevó mi alma cargada depenas?…Eras tú como un ramo de blancas rosas en esta capilla triste demivida…Sime tendías los brazos eran las alas inocentes de los ruiseñores queencantan en el Cielo a los Santos Patriarcas: Si me besaba tu boca, era unaventana llena de sol que se abría sobre la noche… ¡Eras tú como un cirio deblancaceraenestacapillaoscurademialma!…¡Vuélvemealnietomío,muertenegra!…¡Vuélvemealnietomío!…

Conlosbrazosextendidos,entraenlacasadesiertaseguidadelaoveja.Bajoeltechadoresuenansusgritos.Yelvientoandaabatirlaspuertas.

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C

JARDÍNUMBRÍO:

BEATRIZ

CAP.I

ERCABAelpalaciounjardínseñorial,llenodenoblerecogimiento.Entremirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses: ¡Pobres estatuas

mutiladas!Loscedrosy los laureles cimbreabanconaugustamelancolía sobrelasfuentesabandonadas:Algúntritón,cubiertodehojas,borboteabaaintervalossurisaquimérica,yelaguatemblabaenlasombra,conlatidodevidamisteriosayencantada.

La Condesa casi nunca salía del palacio: Contemplaba el jardín desde elbalcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdevotaslinajudas,le pedía a Fray Ángel, su capellán, que cortase las rosas para el altar de lacapilla.EramuypiadosalaCondesa.Vivíacomounaprioranobleretiradaenlasestanciastristesysilenciosasdesupalacio,conlosojosvueltoshaciaelpasado:¡Ese pasado que los reyes de armas poblaron de leyendas heráldicas! CarlotaElena Aguiar y Bolaño, Condesa de Porta-Dei, las aprendiera cuando niñadeletreandolosranciosnobiliarios.DescendíadelacasadeBarbanzón,unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguíasignadasporelSeñorReydonCarlos I.LaCondesaguardabacomoreliquias aquellas páginas infanzonas aforradas en velludo carmesí, que de lossiglospasadoshacíangallardaremembranzaconsusgrandesletrasfloridas,susorlashistoriadas,susgrifosheráldicos,susemblemascaballerescos,suscimerasempenachadas y sus escudos de diez y seis cuarteles,miniados con pacienciamonástica,degulesydeazur,deoroydeplata,desableydesinople.

La Condesa era unigénita del célebre Marqués de Barbanzón, que tantofiguróenlasguerrascarlistas.HechalapazdespuésdelatraicióndeVergara—

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L

nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elMarquésdeBarbanzónemigróaRoma.YcomoaquellostiemposeranloshermosostiemposdelPapa-Rey,elcaballeroespañolfueunodelosgentileshombresextranjerosconcargopalatinoenelVaticano.Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso. ¡Elmismo arreo galán con que el divino Sanzio retrató al divino CésarBorgia!

Los títulosdeMarquésdeBarbanzón,CondedeGondarínySeñordeGoaextinguiéronse conel buencaballerodonFranciscoXavierAguiaryBendaña,que maldijo en su testamento, con arrogancias de castellano leal, a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloque,traidoryvanidoso,pagaselanzasyanatasacualquierSeñorReyqueno lo fuesepor laGraciadeDios.Suhijaadmiró llorosa la soberanagallardíadeaquellamaldiciónque se levantabadelfondodeun sepulcro,yacatando lavoluntadpaterna,dejóperderse los títulosquehonraranveintedesusabuelos,perosuspirósiempreporaquelMarquesadode Barbanzón. Para consolarse solía leer, cuando sus ojos estaban menoscansados,elnobiliariodelMonjedeArmentáriz,dondesecuentanlosorígenesdetanesclarecidolinaje.

CAP.II

A mano atezada y flaca del capellán levantó el blasonado cortinón dedamascocarmesí:

—¿DasupermisolaSeñoraCondesa?—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentró.Eraunviejoaltoyseco,conelandardominadorymarcial.

LlegabadeBarbanzón,dondehabíaestadocobrandolosfloralesdelmayorazgo.Acababadeapearseenlapuertadelpalacio,yaúnnosedescalzaralasespuelas.Alláenelfondodelestrado,lasuaveCondesasuspirabatendidasobreelcanapéde damasco carmesí. Apenas se veía dentro del salón. Caía la tarde adusta einvernal.LaCondesarezabaenvozbaja,ysusdedos,liriosblancosaprisionadosenlosmitonesdeencaje,pasabanlentamentelascuentasdeunrosariotraídodeJerusalén. Largos y penetrantes alaridos llegaban al salón desde el fondomisteriosodelpalacio:Agitabanlaoscuridad,palpitabanenelsilenciocomolasalasdelmurciélagoLucifer…FrayÁngelsesantiguó:

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—¡VálgameDios!¿SindudaelDemoniocontinúamartirizandoalaseñoritaBeatriz?

LaCondesapusofinasurezo,santiguándoseconelcrucifijodelrosario,ysuspiró:

—¡Pobrehijamía!ElDemonio la tieneposeída.Amímedaespantooírlagritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.

FrayÁngel,indeciso,movíalatonsuradacabeza:—Síqueloshace,perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche,FrayÁngel.—Imposibleporesoscaminos,señora.—Selatraeensillademanos.—Únicamente. ¡Peroesdifícil,muydifícil!Lasaludadorapasadelsiglo…

Esunareliquia…ViendopensativaalaCondesa,elcapellánguardósilencio:Eraunviejode

ojosenfoscadosyperfil aguileño, inmóvil como talladoengranito.Recordabaesosobisposguerrerosqueenlascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.FrayÁngelhabíasidounodeaquelloscabecillastonsurados,querobaban la plata de sus iglesias para acudir en socorro de la facción. Añosdespués, ya terminada la guerra, aún seguía aplicando sumisa por el alma deZumalacárregui. La dama, con las manos en cruz, suspiraba. Los gritos deBeatrizllegabanalsalónenráfagasdelocoyrabiosoulular.ElrosariotemblabaentrelosdedospálidosdelaCondesa,que,sollozante,musitabacasisinvoz:

—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelpreguntó:—¿Noestarásola?LaCondesacerrólosojoslentamentealmismotiempoque,conunademán

llenodecansancio,reclinabalacabezaenloscojinesdelcanapé:—EstáconmitíalaGeneralayconelseñorPenitenciario,queibaadecirle

losexorcismos.—¡Ah!¿PeroestáaquíelseñorPenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelhabíasepuestoenpieconextrañosobresalto:—¿QuéhadichoelseñorPenitenciario?

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B

—Yonolehevistoaún.—¿Hacemuchoqueestáahí?—Tampocolosé,FrayÁngel.—¿NolosabelaseñoraCondesa?—No…Hepasadotodalatardeenlacapilla.Hoycomencéunanovenaala

Virgen de Bradomín. Si sana mi hija, le regalaré el collar de perlas y lospendientesquefuerondemiabuelalaMarquesadeBarbanzón.

Fray Ángel escuchaba con torva inquietud. Sus ojos, enfoscados bajo lascejas, parecían dos alimañas monteses azoradas. Calló la dama suspirante. Elcapellánpermanecióenpie:

—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoenCéltigos.Siseconsigue traera lasaludadora,debehacerseconungransigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.

LaCondesavolvióalcielolosojos,queteníanuncercoamoratado:—¡Dioslohaga!Y la noble señora, arrollando el rosario entre sus dedos pálidos, levantose

paravolveral ladode suhija.Ungatoquedormitaba sobreel canapé saltóalsuelo, enarcó el espinazoy la siguiómaullando…FrayÁngel se adelantó:Lamano atezada y flaca del capellán sostuvo el blasonado cortinón. LaCondesapasóconlosojosbajosynopudovercómoaquellamanotemblaba.

CAP.III

EATRIZ parecía una muerta: Con los párpados entornados, las mejillasmuy pálidas y los brazos tendidos a lo largo del cuerpo, yacía sobre el

antiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoAguiar,unObispodelanoblecasadeBarbanzóntenidoenopinióndesanto.LaalcobadeBeatrizeraunagransalaentarimadadecastaño,oscuraytriste.Teníaangostasventanasdemontantedondearrullabanlaspalomas,ypuertasmonásticas,depacienteyarcaicaensambladura,conclavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.

ElseñorPenitenciarioyMisiaCarlota,laGenerala,retiradosenunextremode la alcoba, hablaban muy bajo. El canónigo hacía pliegues al manteo. Sussienes calvas, su frente marfileña, brillaban en la oscuridad. Rebuscaba laspalabras como si estuviese en el confesionario, poniendo sumo cuidado encuanto decía y empleando largos rodeos para ello.MisiaCarlota le escuchaba

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atenta,yentresusdedos,secoscomolosdeunamomia,temblabanlasagujasdemadera y el ligero estambre de su calceta. Estaba pálida, y sin interrumpir alseñorPenitenciario,detiempoentiemporepetíaanonadada:

—¡Pobreniña!¡Pobreniña!ComoBeatrizllorabasuspirando,selevantóparaconsolarla.Despuésvolvió

al lado del canónigo, que con las manos cruzadas y casi ocultas entre lospliegues del manteo, parecía sumido en gravemeditación.Misia Carlota, quehabíasidosiempredamadegranentereza,seenjugabalosojosynoeradueñadeocultarsupena.ElseñorPenitenciariolepreguntóenvozbaja:

—¿Cuándollegaráesefraile?—Talvezhayallegado.—¡PobreCondesa!¿Quéhará?—¡Quiénsabe!—¿Ellanosospechanada?—¡Nopodíasospechar!…—Estandolorosotenerquedecírselo.Callaron los dos. Beatriz seguía llorando. Poco después entró la Condesa,

queprocurabaparecer serena:Llegóhasta la cabeceradeBeatriz, inclinose ensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz,semejanteaunadolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempo contemplando aquel rostroquerido.Era laCondesa todavía hermosa, prócer de estatura ymuy blanca derostro,conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubiodoradoquetendíalevealadesombraenaquellasmejillastristesyaltaneras.ElseñorPenitenciarioseacercó:

—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel.Lavozdelcanónigo,deordinarioacariciadoraysusurrante,estaballenade

severidad.LaCondesasevolviósorprendida:—FrayÁngelnoestáenelpalacio,señorPenitenciario.Y sus ojos azules, aún empañados de lágrimas, interrogaban con afán, al

mismo tiempo que sobre los labiosmarchitos temblaba una sonrisa amable yprudentededamadevota.MisiaCarlota,queestabaalacabeceradeBeatriz,seaproximómuyquedamente:

—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—¡Calla!Al mismo tiempo llevaba a la Condesa fuera de la estancia. El señor

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L

PenitenciariobendijoensilencioaBeatriz,ysinrecogersushábitostalaressaliódetrás. Misia Carlota quedó en el umbral: Inmóvil y enjugándose los ojos,contemplódesdeallícómolaCondesayelPenitenciariosealejabanporellargocorredor:Después,santiguándose,volviósolaalladodeBeatriz,yposósumanodearrugassobrelafrentetersadelaniña:

—¡Hijitamía,notiembles!…¡Notemas!…Cabalgóenlanarizlosquevedosconguarnicióndeconcha,abrióunlibrode

oraciones, por donde marcaba el registro de seda azul ya desvanecida, ycomenzóaleerenvozalta:

ORACIÓN

«¡Oh,TristísimayDolorosísimaVirgenMaría,miSeñora,quesiguiendolashuellasdevuestroamantísimoHijo,ymiSeñor Jesucristo, llegasteisalMonteCalvario,dondeelEspírituSantoquisoregalaroscomoenmontedemirra,yosungió Madre del linaje humano! Concededme, Virgen María, con la DivinaGracia,elperdóndelospecadosyapartaddemialmalosmalosespíritusquelacercan, pues sois poderosa para arrojar a los demonios de los cuerpos y lasalmas.Yoespero,VirgenMaría,quemeconcedáis loqueospido,sihadeserparavuestramayorgloriaymisalvacióneterna.Amén».

Beatrizrepitió:—¡Amén!

CAP.IV

OS ojos del gato, que hacía centinela al pie del brasero, lucían en laoscuridad. La gran copa de cobre bermejo aún guardaba entre la ceniza

algunasascuasmortecinas.Enel fondoapenasesclarecidodel salón, sobre loscortinajesdeterciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:LafuentedeplataylosnueveróelesdeoroquedonEnriqueIIIdieraporarmasalSeñordeBarbanzón,PedroAguiardeTor,llamadoelChivoytambiénelViejo.Lasrosasmarchitas perfumaban la oscuridad, deshojándose misteriosas en antiguosfloreros de porcelana que imitaban manos abiertas. Un criado encendía loscandelabros de plata que había sobre las consolas. Después la Condesa y el

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Penitenciario entraban en el salón. La dama, con ademán resignado y noble,ofreció al eclesiástico asiento en el canapé, y trémula y abatida por oscurospresentimientos, se dejó caer en un sillón. El canónigo, con la voz ungida desolemnidad,empezóadecir:

—Esunterriblegolpe,Condesa…Ladamasuspiró:—¡Terrible,señorPenitenciario!Quedaronsilenciosos.LaCondesaseenjugabalaslágrimasquehumedecían

elfondoazuldesuspupilas.Alcabodeunmomentomurmuró,cubiertalavozporunanheloqueapenaspodíaocultar:

—¡Temotantoloqueustedvaadecirme!El canónigo inclinó con lentitud su frente pálida y desnuda, que parecía

maceradaporlasgravesmeditacionesteológicas:—¡EsprecisoacatarlavoluntaddeDios!—¡Espreciso!…¿Peroquéhiceyoparamerecerunapruebatandura?—¡Quién sabe hasta dónde llegan sus culpas! Y los designios de Dios,

nosotrosnolosconocemos.LaCondesacruzólasmanosdolorida:—VeramiBeatrizprivadadelagracia,poseídadeSatanás.Elcanónigolainterrumpió:—¡No,esaniñanoestáposeída!…HaceveinteañosquesoyPenitenciario

en nuestra catedral, y un caso de conciencia tan doloroso, tan extraño, no lohabíavisto.¡Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece!…

LaCondesalevantólosojosalcielo:—¡Sehaconfesado!SindudaDiosNuestroSeñorquierevolverlesugracia.

¡He sufrido tanto viendo ami pobre hija aborrecer de todas las cosas santas!Porqueantesestuvoposeída,señorPenitenciario.

—No,Condesa,noloestuvojamás.La Condesa sonrió tristemente, inclinándose para buscar su pañuelo, que

acababa de perdérsele. El señor Penitenciario lo recogió de la alfombra: Eramenudo, mundano y tibio, perfumado de incienso y estoraque, como loscorporalesdeuncáliz:

—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorPenitenciario.Elcanónigosonriólevemente.Lallamadelasbujíasbrillabaensusanteojos

deoro.Eraaltoyencorvado,conmanosdeobispoyrostrodejesuita:Teníala

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L

frentedesguarnida,lasmejillastristes,elmiraramable,labocasumida,llenadesagacidad. Recordaba el retrato del cardenal Cosme de Ferrara que pintó elPerugino.Traslevepausacontinuó:

—Enestepalacio,señora,sehospedaunsacerdoteimpuro,hijodeSatanás…LaCondesalemiróhorrorizada:—¿FrayÁngel?El Penitenciario afirmó inclinando tristemente la cabeza, cubierta por el

solideorojo,privilegiodeaquelCabildo:—Esa ha sido la confesión de Beatriz. ¡Por el terror y por la fuerza han

abusadodeella!…La Condesa se cubrió el rostro con las manos, que parecían de cera: Sus

labios no exhalaron un grito. El Penitenciario la contemplaba en silencio.Despuéscontinuó:

—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre.Midebereracumplir su ruego. ¡Triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenza, jamás se hubiera atrevido. Su desesperación al confesarme su faltaera tan grande, que llegó a infundirmemiedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!

LaCondesa,sindescubrirelrostro,conlavozroncaporelllanto,exclamó:—¡Yoharémataralcapellán!¡Leharématar!¡Yamihijanolaverémás!Elcanónigosepusoenpiellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una

palabraquepuedaherirla,niunamiradaquepuedaavergonzarla.Agobiada, yerta, la Condesa sollozaba como una madre ante la sepultura

abierta de sus hijos. Allá fuera, las campanas de un convento volteabanalegremente, anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a laseráficafundadora.Enelsalón,lasbujíasllorabansobrelasarandelasdoradas,yenelbordedelbraseroapagadodormía,roncando,elgato.

CAP.V

OS gritos de Beatriz resonaron en todo el palacio… La Condesaestremeciose oyendo aquel plañir, que hacía miedo en el silencio de la

noche, y acudió presurosa. La niña, con los ojos extraviados y el cabellodestrenzándose sobre los hombros, se retorcía:Su rubia ymagdalénica cabeza

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golpeabacontraelentarimado,ydelafrente,yertayangustiadamanabaunhilodesangre.Retorcíasebajo lamiradamuertae intensadelCristo:UnCristodeébano y marfil, con cabellera humana, los divinos pies iluminados poragonizantelamparilladeplata.Beatrizevocabaelrecuerdodeaquellasblancasylegendariasprincesas,santasdetreceañosyatentadasporSatanás.AlentrarlaCondesa,seincorporóconextravío,lafazlívida,loslabiostrémuloscomorosasquevanadeshojarse.Sucabelleraapenascubríalacandidezdelossenos:

—¡Mamá!¡Mamá!¡Perdóname!Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La

Condesaquisoalzarlaenlosbrazos:—¡Sí,hija,sí!Acuéstateahora.Beatrizretrocedióconlosojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho:—¡Ahí está Satanás! ¡Ahí duermeSatanás!Viene todas las noches.Ahora

vinoysellevómiescapulario.Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenlospechosymelosquema.

YBeatrizmostrábaleasumadreelsenodeblancuralívida,dondeseveíalahuellanegraquedejan los labiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijoylepusosobrelasalmohadas:

—¡Notemas,hijamía!¡NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti!—¡No!¡No!YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.LaCondesaarrodilloseenel

suelo:Entresusmanosguardólospiesdescalzosdelaniña,comosifuesendospájaros enfermos y ateridos. Beatriz, ocultando la frente en el hombro de sumadre,sollozó:

—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamégritando…Túnomeoíste…Despuésqueríavenirtodaslasnoches,yyoestabacondenada…

—¡Calla,hijamía!¡Norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas, en silencio, mientras sobre la puerta de arcaica

ensambladurayfloreadosherrajes,arrullabandostórtolasqueFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz…Laniña,conlacabezaapoyadaenelhombrodesumadre,trémulaysuspirante,adormeciosepocoapoco.Lalunadeinviernobrillabaenelmontantedelasventanasysuluzblancasedifundíaporlaestancia.Fueraseoíaelviento,quesacudíalosárbolesdeljardín,yelrumordeunafuente.

La Condesa acostó a Beatriz en el canapé, y silenciosa, llena de amorosocuidado,lacubrióconunacolchadedamascocarmesí,esedamascoantiguo,que

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A

parece tener algo de litúrgico. Beatriz suspiró sin abrir los ojos. Sus manosquedaronsobre lacolcha:Eranpálidas,blancas, ideales, transparentesa la luz:Lasvenasazulesdibujabanunaflordeensueño.Conlosojosllenosdelágrimas,laCondesaocupóunsillónquehabíacercano.Estabatanabrumada,quecasinopodíapensar,yrezabaconfusamente,adormeciéndoseconelresplandordelaluzqueardíaa lospiesdelCristo, enunvasodeplata.Yamuy tardeentróMisiaCarlota,apoyadaensumuleta,conlosquevedostemblantessobrelacorvanariz.LaCondesase llevóundedoa los labios indicándolequeBeatrizdormía,y laancianaseacercósinruido,andandocontrabajosalentitud:

—¡Alfindescansa!—Sí.—¡Pobrealmablanca!Sentose y arrimó lamuleta a uno de los brazos del sillón. Las dos damas

guardaron silencio:Sobre elmontantede lapuerta laparejade tórtolas seguíaarrullando.

CAP.VI

medianochellególasaludadoradeCéltigos.Laconducíandosnietosyaviejos,enuncarrodebueyes,tendidasobrepaja.LaCondesadispusoque

doscriadoslasubiesen.Entrósalmodiandosaludosyoraciones.Eravieja,muyvieja,conelrostrodesgastadocomolasmedallasantiguas,ylosojosverdes,delverdemaléficoquetienenlasfuentesabandonadas,dondesereúnenlasbrujas.Lanobleseñorasalióarecibirlahastalapuerta,ytemblándolelavoz,preguntóaloscriados:

—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados respondió la saludadora con el rendimiento de las

viejasqueacuerdaneltiempodelosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenido,sinmáscompañaqueladeDios.—¿PeronofueaCéltigosunfraileconelaviso?…—Estostristesojosanadievieron.Loscriadosdejaronalasaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:Los

ojos, sombríos, abiertos como sobre un abismo de terror y de esperanza. Lasaludadorasonrióconlasonrisayertadesubocadesdentada:

—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalavista.

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LaCondesa,quepermanecíadepieenmediodelaestancia,interrogó:—¿Peronovioaunfraile?—Anadie,miseñora.—¿Quiénllevóelaviso?—Nofuepersonadeestemundo.Ayerde tardequedemedormida,yenel

sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelCielo.

Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?…—¡No hay otro mejor, mi Condesa! Díjeme entonces entre mí: Vamos al

palaciodetangranseñora.LaCondesacallaba.Despuésdealgún tiempo, la saludadora,que tenía los

ojosclavadosenBeatriz,pronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedeverse,sia

manolotiene,miseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen

alto la saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañóechándoleelaliento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelReySalomón.Hastaqueseborróporcompletotuvolosojosfijosenelcristal:

—LaCondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujo,handedecirselas doce palabras que tiene la oración del Beato Electus, al dar las docecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalaCristiandad.

LaCondesaseacercóalasaludadora:Elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta,ysusojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas:

—¿Sabehacercondenaciones?—¡Ay,miCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlas?YomandarédecirmisasyDiosseloperdonará.Lasaludadorameditóunmomento:—Séhacerlas,miCondesa.—Pueshágalas…—¿Aquién,miseñora?—Auncapellándemicasa.Lasaludadorainclinólacabeza:—Paraesohacemenesterdelbreviario.LaCondesasalióytrajoelbreviariodeFrayÁngel.Lasaludadoraarrancó

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sietehojasylaspusosobreelespejo.Después,conlasmanosjuntas,comoparaunrezo,salmodió:

—¡Satanás!¡Satanás!Teconjuropormismalospensamientos,pormismalasobras, por todos mis pecados. Te conjuro por el aliento de la culebra, por laponzoña de los alacranes, por el ojo de la salamántiga. Te conjuro para quevengas sin tardanza y en la gravedad de aqueste círculo del Rey Salomón teencierres, y en él te estés sin unmomento te partir, hasta poder llevarte a lascárcelestristesyescurasdelInfiernoelalmaqueenesteespejoagoravieres.Teconjuroporesterosarioqueyoséprofanadoportiymordidoencadaunadesuscuentas.¡Satanás!¡Satanás!Unayotravezteconjuro.

Entonceselespejoserompiócontristegemidodealmaencarcelada.Lastresmujeres, mirándose silenciosas, conmiedo de hablar, conmiedo de moverse,esperan el día, puestas lasmanos en cruz. Amanecía cuando sonaron grandesgolpesen lapuertadelpalacio.UnosaldeanosdeCéltigos traíanahombroselcuerpodeFrayÁngel,quealclarodelunadescubrieranflotandoenelrío…¡Lacabezayerta,tonsurada,pendíafueradelasandas!

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D

JARDÍNUMBRÍO:

UNCABECILLA

EaquelmolineroviejoysilenciosoquemesirviódeguíaparavisitarlaspiedrascélticasdelMonteRourizguardounrecuerdoduro,fríoycortante

como la nieve que coronaba la cumbre. Quizá más que sus facciones, queparecíantalladasendurísimogranito,suhistoriatrágicahizoquecontalenergíahubiéseme quedado en el pensamiento aquella cara tabacosa que apenas sedistinguíadelpañodelamontera.Sicierrolosojos,creoverle:Eranudoso,secoy fuerte, como el tronco centenario de una vid: Los mechones grises ydesmedradosdesubarbarecordabanesasmanchasdemusgoqueostentanenlasocacidades de los pómulos las estatuas de los claustros desmantelados: Suslabiosdecorchoseplegabanconausteraindiferencia:Teníaunperfilinmóvilypensativo,unacabezainexpresivaderelieveegipcio.¡No,noloolvidarénunca!

Habíasidounterribleguerrillero.Cuandolasegundaguerracivil,echosealcampoconsuscincohijos,yenpocosdíaslogrólevantarunafaccióndegenteaguerridaydispuestaabatirelcobre.AlgunasvecesfiabaelmandodelapartidaasuhijoJuanMaríayseinternabaenlamontaña,seguro,comoloboquetieneen ella su cubil. Cuando menos se le esperaba, reaparecía cargado con suescopeta llena de ataduras y remiendos, trayendo en su compañía algúnmozoaldeanodeaspectotorpeyasustadizoque,defuerzaodegrado,veníaaengrosarlasfilas.Alaidayalavueltasolíarecaerporelmolinoparaenterarsedecómoibanlasfamilias,queeranlosnietos,ydelaspiedrasquemolían.Ciertatardedeverano llegó y hallolo todo en desorden. Atada a un poste de la parra, lamolineradesdichábaseyllamabainútilmenteasusnietos,quehabíanhuidoalaaldea:Elgalgoaullaba,conunapatamaltrechaenelaire:Lapuertaestabarotaaculatazos,yelgranoylaharinaalfombrabanelsuelo:Sobrelaartesaseveíanaún residuos del yantar interrumpido, y en el corral la vieja hucha de castaño

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revuelta y destripada… El cabecilla contempló tal desastre sin proferir unaqueja.Despuésdebienenterarse,acercoseasumujermurmurando,conaquellavozdesentonadaycaóticadeviejosordo:

—¿Vinieronlosnegros?—¡Arrastradossevean!—¿Aquéhorasvinieron?—Podríanserlashorasdeyantar.¡Tantomesobresalté,quesemedesvanece

elacuerdo!—¿Cuántoseran?¿Quéleshasdicho?Lamolinerasollozómásfuerte.Envezdecontestar,desatoseendenuestos

contraaquellosenemigosmalosque tangrandestrozohacíanen lacasadeunpobrequeconnadiedelmundosemetía.Elmaridolamiróconsusojoscobrizosdegallegodesconfiado:

—¡Ay,demonio!¡Noerestúlagrancondenadaqueamímeengaña!Túleshasdichodóndeestálapartida.

Ellaseguíallorandosinconsuelo:—¡Arrepara, hombre, de qué hechura esos verdugos de Jerusalén me

pusieron!¡AtadamismamentecomoNuestroSeñor!Elguerrillerorepitióblandiendofuriosolaescopeta:—¡Avercómorespondes,puñela!¿Quéleshasdicho?—¡Peroconsidera,hombre!Callódandoungransuspiro,sinatreverseacontinuar,tantolaimponíalafaz

arrugadadelviejo.Élnovolvióa insistir.Sacóelcuchillo,ycuandoellacreíaque iba a matarla, cortó las ligaduras, y sin proferir una palabra, la empujóobligándolaaquelesiguiese.Lamolineranocesabadegimotear:

—¡Ay!¡Hijosdemisentrañas!¿Porquénohabíadedejarmequemarenunasparrillasantesdedecirdóndeestábades?Vos,comosoles.Yo,unaviejaconlospies para la cueva. Precisaba de andar mil años peregrinando por caminos yveredasparatenerperdóndeDios.¡Aymishijos!¡Mishijos!

La pobre mujer caminaba angustiada, enredados los toscos dedos delabradora en lamata cenicientade sus cabellos.Si sedetenía,mesándoselosygimiendo, el marido, cada vez más sombrío, la empujaba con la culata de laescopeta, pero sin brusquedad, sin ira, como a vaca mansísima nacida en lapropiacuadra,queporacasocerdea.Salierondelaeraabrasadaporelsoldeundía de agosto, y después de atravesar los prados del Pazo de Melías, seinternaronenelhondocaminodelamontaña.Lamujersuspiraba:

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—¡VirgenSantísima,nomedesamparesenestahora!Anduvieron sin detenerse hasta llegar a una revuelta donde se alzaba un

retablo de ánimas. El cabecilla encaramose sobre un bardal y oteó recelosocuanto de allí alcanzaba a verse del camino. Amartilló la escopeta, y tras deasegurarelpistón,sesantiguóconlentitudrespetuosadecristianoviejo:

—Sabela,arrodíllatejuntoalRetablodelasBenditas.Lamujerobedeciótemblando.Elviejoseenjugóunalágrima:—EncomiéndateaDios,Sabela.—¡Ay,hombre,nomemates!¡Esperatansiquieraasabersiaquellasprendas

padecieronmalalguno!Elguerrillerovolvióapasarselamanoporlosojos,luegodescolgódelcinto

el clásico rosario de cuentas de madera, con engaste de alambrillo dorado, ydióselealavieja,quelorecibiósollozando.Asegurosemejorsobreelbardal,ymurmuróaustero:

—EstábenditoporelseñorobispodeOrense,conindulgenciaparalahoradelamuerte.

Élmismosepusoarezarconmonótonoyfríobisbiseo.Detiempoentiempoechaba una inquieta ojeada al camino. La molinera se fue poco a pocoserenando.Enelvenerablesurcodesusarrugasquedabantrémulaslaslágrimas:Susmanosagitadasportemblequeteosenil,hacíanoscilarlacruzylasmedallasdel rosario: Inclinosegolpeandoel pechoybesó la tierra conunción.Elviejomurmuró:

—¿Hasacabado?Ellajuntólasmanosconexaltacióncristiana:—¡Hágase,Jesús,tudivinavoluntad!Perocuandovioal terribleviejoecharse laescopetaa lacarayapuntar,se

levantódespavoridaycorrióhaciaélconlosbrazosabiertos:—¡Nomemates!¡Nomemates,porelalmade!…Sonó el tiro, y cayó en medio del camino con la frente agujereada. El

cabecillaalzódelaarenaensangrentadasurosariodefaccioso,besóelcrucifijodebronce,ysindetenerseacargarlaescopetahuyóendireccióndelamontaña.Había columbrado hacía un momento, en lo alto de la trocha, los tricorniosenfundadosdelosguardiasciviles.

Confieso que cuando el buen Urbino Pimentel me contó en Viana estahistoriaterrible,temblérecordandolamaneraviolentayfeudalconquedespedíenlaVentadeBrandesoalantiguofaccioso,hartodeacatarlavoluntadsolapada

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ygraníticadeaquellaesfingetalladaenviejoylustrosoroble.

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L

JARDÍNUMBRÍO:

LAMISADESANELECTUS

ASmujerucasque llenabansuscántarosen la fuentecomentabanaquelladesgraciaconlavozasustada.Éransetresmozosquevolvíancantandodel

molino,yalostreshabíalesmordidoelloborabiosoquebajabatodaslasnochesal casal. Los tres mozos, que antes eran encendidos como manzanas, ahoraíbansequedandomásamarillosquelacera.Perdidotodocontento,pasabanlosdíassentadosalsol,enlazadas lasflacasmanosen tornode lasrodillas,con labarbeta hincada en ellas.Y aquellasmujerucas que se reunían a platicar en lafuentecuandopasabananteellossolíaninterrogarles:

—¿HabéisvistoalsaludadordeCela?—Alláhemosidotodostres.—¿Novoshadadoremedio?—Vos engañáis, rapaces. Remedio lo hay para todas las cosas queriendo

Dios.Y se alejaban lasmujerucas encorvadasbajo sus cántaros,quegoteabanel

agua,yquedábanse los tresmozosmirándolasconojos tristesyabatidos,esosojos de los enfermos a quienes les están cavando la hoya. Ya llevaban asímuchos días, cuando con el aliento de tina última esperanza se reanimaron yfueron juntos por los caminos pidiendo limosna para decirle una misa a SanElectus. Cuando llegaban a la puerta de las casas hidalgas, las viejas señorasmandabansocorrerlos,y losniños,asomadosa losgrandesbalconesdepiedra,losinterrogábamos:

—¿Hacemuchoquefuisteismordidos?—CumpliéronsetressemanaseldíadeSanAmaro.—¿Esverdadqueveníaisdelmolino?—Esverdad,señorines.

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—¿Eramuydenoche?—Comomuyde noche no era, pero iba cubierta la luna y todo el camino

hacíaoscuro.Ylostresmozos, luegoderecibir lalimosna,seguíanadelante.Tornabana

recorrerloscaminosyacontarentodaslaspuertaslahistoriadecómoelloboles había mordido. Cuando juntaron la bastante limosna para la misa,volviéronse a su aldea. Era el caer de la tarde, y caminaban en silencio poraquellaveredadelmolinodonde lessalierael lobo.Los tresmozossentíanunvago terror. No se había puesto el sol y el borroso creciente de la luna yaasomabaenelcielo.Latardeteníaesaclaridadtristeyotoñalqueparecellenadealma.Elarcoiriscubríalaaldea,yloscipresesoscurosylosálamosdeplataparecían temblar en un rayo de anaranjada luz. Los tresmozos caminaban enhilera,ysoloseoíaelchocleardesusmadreñas.Antesdeentrarenlaaldeasedetuvieronenlarectoralqueeraunacasonaviejasituadaenlaorilladelcamino.El abad se paseaba en la solana, y ellos subieron humildes, quitándose lasmonteras:

—¡AlapazdeDios,señorabad!—¡AlapazdeDios!—AquívenimosparaqueledigaunamisaalGloriosoSanElectus.—¿Habéisjuntadobuenalimosna?—Sonmuchosapedirypocosadar,señorabad.—¿Cuándoqueréisquesedigalamisa?—Comoquerer,queríamosmañana.—Mañanasedirá,perohadeserconelalba,porquetengopensadoira la

feria…Después los tresmozos se despedían agradecidos, conuna salmodia triste.

Siempreensilencio,caminandoenhilera,entraronenlaaldea,yguarecidosenunpajarpasaronlanoche.Alamanecer,elquesedespertóprimerollamóalosotrosdos:

—¡Alzarse,rapaces!Se incorporaron penosamente, con los ojos llenos de angustia y la boca

hilandobabas.Losdosgimieron:Elunodijo:—¡Nopuedomoverme!Yelotro:—¡Porcompasión,ayudadme!Ysollozaronmediosepultadosenlapaja,fijossusojostristesyclavadosen

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elcompañeroqueestabadepie,ysequejaronalternativamente:Eluno:—¡Sácamealsol,queaquímuerodefrío!Yelotro:—¡Porelalmadetusdifuntosnonosdejesenestedesamparo!Susvocessonabaniguales.Elcompañerolesinterrogabaasustado:—¿Quévossucede?Ylasvocesestranguladasgemían:—¡Porcaridad,sácanosalsol!Elcompañeroacudióavalerles,perocomoteníanlaspiernasbaldadas,fue

precisodejarlosallíconlapuertadelpajarabierta,paraquelasalmascaritativasquepasasenpudiesensocorrerlos.Aldespedirsedeellosllorabaelcompañero:

—Yatocanparalamisa:Yolaoiréporvosotros.Nodesesperéis,queatodosquerrásanarnoselGloriosoSanElectus.

Salió, y por el camino seguía oyendo las dos voces estranguladas queparecíanunasola:

—¡Líbramedepenar,GloriosoSanElectus!—¡GloriosoSanElectus,nomedejesmorirenestaspajascomouncan!Alapuertadelaiglesiaunniñoaldeanotocabaamisatirandodeunacadena.

Estaba abierta la puerta, y el abad, todavía por revestir, arrodillado en elpresbiterio.Algunasviejasen la sombradelmuro rezaban.Tenían tocadas suscabezas con los mantelos, y de tiempo en tiempo resonaba una tos. El mozoatravesó la iglesia procurando amortiguar el ruido de sus madreñas, y en lasgradasdelaltarsearrodillóhaciendolaseñalde lacruz.Elniñoquetocabalacampana vino a encender las velas. Poco después el abad salía revestido ycomenzaba lamisa. Elmozo, acurrucado en las gradas del presbiterio, rezabadevoto:Caído en tierra recibió la bendición.Cuandovolvió al pajar caminabaarrastrándose,ydurantetodoaqueldíaelquejidodetresvoces,queparecíanunasola,llenólaaldea,yenlapuertadelpajarhubosiemprealgunamujerucaqueasomabacuriosa.Murieronenlamismanochelostresmozos,yenunasandas,cubiertas con sábanas de lino, los llevaron a enterrar en el verde y olorosocementeriodeSanClementedeBrandeso.

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E

JARDÍNUMBRÍO:

ELREYDELAMÁSCARA

L cura de San Rosendo de Gondar, un viejo magro y astuto, de perfilmonástico y ojos enfoscados y parduscos como de alimaña montés,

regresaba a su rectoral a la caída de la tarde, después del rosario. Apenasinterrumpían la soledad del campo, aterido por la invernada, algunos álamosdesnudos.Elcamino,cubiertodehojas secas, flotabaenel rosadovaporde lapuesta solar.Allá, en la revuelta, alzábase un retablo de ánimas, y la alcancíadestinadaa la limosnamostraba,descerrajaday rota,elvacío fondo.Estaba larectoral aislada en medio del campo, no muy distante de unos molinos: Eranegra, decrépita y arrugada, como esas viejas mendigas que piden limosna,arrostrandosolesy lluvias,apostadasa laverade loscaminosreales.Comolanoche se venía encima, con negros barruntos de ventisca y agua, el curacaminaba de prisa, mostrando su condición de cazador. Era uno de aquelloscabecillas tonsurados que, después de machacar la plata de sus iglesias ysantuarios para acudir en socorro de la facción, dijeronmisas gratuitas por elalma de Zumalacárregui. A pesar de sus años conservábase erguido: Llevabaambasmanosmetidas en los bolsillos de unmontecristo azul, sombrerazo dealas e inmenso paraguas rojo bajo el brazo. Halagando el cuello de undesdentadoperdiguero,quehacíacentinelaen la solana,entróelpárrocoen lacocinaatiempoqueunamozaaldeana,deademánbriosoyrozagante,poníalamesaparalacena:

—¿Quésetrajina,Sabel?—Vea,señortío…YSabel,sonriente,unpocosofocadaporel fuego,conel floreadopañuelo

anudadoen lanucaparacontener lacopiosamadejacastaña,con lacamisadeestopa arremangada,mostrando hastamás arriba del codo los brazos blancos,

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blanquísimos,rubiacomounaespiga,mohínacomounrecental,frondosacomouna rama verde y florida,mostraba sobre la boca del pote la fuente de rubiasfilloas, el plato clásico y tradicional con que enGalicia se festeja el antruejo.Catolas el cura con golosina de viejo regalón, y después, sentándose en unbanquilloalcalordelalumbre,sacódelafaltriquerauntrenzadodenegrísimotabaco,quepicóconlauña,restregandoelpolvoentrelaspalmas,procediendosiempre con mucha parsimonia. Hallábase todavía en esta tarea cuando lostenacesladridosdelperro,quecorríaventeandodeunladoaotro,parándoseaarañar con lasmanos en la puerta, le obligaron a levantarse para averiguar lacausadesemejantealboroto:

—¡Condenadoanimal!Sabelmurmuróunpocoinmutada:—¿Estarárabioso?—¡Rabioso,buenagana!Siestuvieserabiosonoladrabaasí.Aestasazónrompióatocarenlaveredatanestentóreaydesapaciblemurga,

que parecía escapada del infierno: Repique de conchas y panderos, lúgubresmugidosdebocina, sonesestridentesdeguitarrosdestemplados,de triángulos,decalderos.AbrióSabellaventana,escudriñandoenlaoscuridad:

—¡Puessiesunamascarada!Apenasdivisaronalamozalosmurguistas,empezaronaaullardandosaltos

yhaciendopiruetas,penetrandoenlacasaconelvoceríoyllanezadequienllevalacaratapada.Eranhastaseishombres,tiznadoscomodiablos,disfrazadosconprendas de mujer, de soldado y de mendigo: Antiparras negras, larguísimasbarbas de estopa, sombrerones viejos, manteos remendados, todos guiñapossórdidos, húmedos, asquerosos, que les hacían de repugnante agüero. En unasangarillastraíanunespantajo,vestidodereyoemperador,concoronadepapelycetrodecaña:Porrostropusiéranlegroserísimacaretadecartón,yelrestodeldisfrazlocompletabaunasábanablanca.

Instoleselcuracontoscacortesíaaquesedescubriesenybebieranuntrago,mas ellos lo rehusaron farfullando cumplimientos, acompañados de visajes,genuflexiones y cabeceos grotescos. Habían posado las angarillas en tierra yasordabanlacocina,embullandomuyzafiamentealeclesiásticoyalamoza,queno por eso dejaban de celebrarlo con risa franca y placentera: Solamente elperro,guarecidobajoelhogar,enseñabalosdientesysedesatabaenladridos.Elpárroco insistía en que habían de probar el vino de su cosecha, y acabó porincomodarse:Mejornosehacíaendiezleguasalaredonda:Erapurocomolo

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daba Dios, sin porquerías de aguardientes, ni de azúcares, ni de campeche…Encendió un farolillo, descolgó una llave mohosa de entre otras muchas quecolgaban de la ennegrecida viga, y descendió la escalerilla que conducía a labodega.Desdeabajoseleoyógritar:

—¡Sabel!Traeeljarrogrande.—¡Voy,señortío!Sabelapartódelfuegolasartén,descolgóeljarroydesaparecióporlaoscura

boca, que la tragó, como unmonstruo. Entonces, uno de los enmascarados seacercóalaventanaylaabriólentamente,procurandonohacerruido.Unaráfagadevientoapagóelcandil,dejandolahabitaciónaoscuras.Solosedistinguíaelfulgor rojo, sangrientode labrasa,y ladiabólica fosforescenciade laspupilasdelgato,quebalanceabadulcementelacolaadormiladosobrelacaldeadapiedradelhogar.Derepentereinóunprofundosilencio.Unavozmurmurómuybajo:

—¡Nopasaunalma!—Puesandando…Buscaronatientaslapuertaydesaparecieroncomosombras.Enlaescalerilla

delabodegaresonabanyalaspisadasdeloshuéspedes.Sabelveníadelanteysedetuvo,sinatreverseaandarenlaoscuridad.Porlaventanaquelosotroshabíandejado abierta alcanzaba a ver el cielo anubarrado y el camino blanco por lanieve,sobreelcualcaíatrémuloymelancólicoellunar:

—¡Sehanido!Y Sabel tuvo miedo sin saber por qué. El cura, que venía detrás con el

farolillo,repusojovial:—¡Quégranujas!Yavolverán.¿Cómo no habían de volver? Allí en medio de la cocina estaba el rey,

grotesco en su inmóvil gravedad, con su coronadepapel, su cetrode caña, elblanco manto de estopa, la bufonesca faz de cartón… Sabel, ya repuesta,adelantóalgunospasosyleacercóeljarroaloslabios:

—¿Quieresbeber,señorrey?Al separarlo, después de un segundo, la careta se corrió hacia abajo,

descubriendounafrenteamarilla,unosojosvidriados,pavorosos,horribles:—¡MaríaSantísima!Y lamoza, horrorizada, retrocedió hasta tropezar con la pared. El cura la

increpó:—¡Quédamitaerestú!—No…,no…señortío…¡Peroesundifunto!

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Y,estrechándosecontraelviejo,seaproximabapalpitante,conesemiedodelasmujeresaldeanasque las impulsaamirar, aacercarse, envezdecerrar losojosydehuir.Elpárroco tiróde lacaretaconresolución.Luegoalzóel farol,proyectando la luz sobre el inmóvil y blanco enmascarado. Le contemplóatentamente, dilatados los ojos por ávida mirada de estupor, y bajando elfarolillo,que temblabaensumanoagitadaporbailoteosenil,murmuróenvozdemudadayronca:

—¿Túleconoces,muchacha?Ellarespondió:—EselseñorabaddeBradomín.—Sí…Mañanaleaplicaremoslamisaporelalma.Sabel temblaba con todos susmiembros, ygemíapreguntandoquéhacían,

lamentandosumalaestrella,loqueibaaserdeellossilajusticiaseenteraba:—¡Tío…,señortío!Podemosavisarenelmolino.Elcurameditóunmomento:—No;ahímenosqueenningunaparte.Meparecequeconocíalosdoshijos

delmolinero.Peropodemosenterrarloenelcorral,juntoalosnaranjos.—¿YsilodescubrenlosperroscomoalcriadodelvinculerodeSobran?¿No

serecuerda?—Puesconélaquínohemosdeestarnos.¿Haytojo?—Algunohay.Entonces el párroco fue a la ventana y la cerró, poniendo la tranca, y lo

mismohizoconlapuerta.—Ahoracumplehacercallaraeseperro.Alquellamenoselecontesta.¡Así

sehundalacasa!¿Entiendes?Quitose el levitón, y empuñando una horquilla bajó a la bodega. A poco

volvióconuninmensohazdetojoyotrodepaja:LosdejócaerdegolpedelantedeSabel,queestabaacurrucadajuntoalalumbre,gimiendoconlacarapegadaalas rodillas, y la ordenó que pusiese fuego al horno. La rapaza se enderezósumisa,sindejardetemblar,pálidacomounespectro…Notardaronlasllamas,conmúsicadechisporroteosycrujidosdeleñaseca,encubrirlachataynegraboca del horno: Se alargaban llegando hasta elmedio de la cocina, comounabocanadadealientoinflamado:Susencendidosreflejosdabanalalívidafazdelmuertoaparienciadevida.Elcuraledesatódelasangarillas,yhaciendoaSabelque se apartase, metiole de cabeza en el horno; pero como estaba rígido, fueprecisoesperaraquesecarbonizaseel troncoparaqueel restopudieseentrar.

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Cuandodesaparecieronlospies,empujadosporlahorquillaconqueelpárrocoatizabalalumbre,Sabel,casiexánime,sedejócaerenelbanco:

—¡Ay!¡NuestroSeñor,quécosatanhorrible!El cura le dijo que si bebía un vaso de vino cobraría ánimo, y para darle

ejemplo, se llevó el jarro a la boca, donde lo tuvobuen espacio. Sabel seguíalloriqueando:

—¡De por fuerza lo mataron para robarlo! Otra cosa no pudo ser. ¡UnbenditodeDiosqueconnadiesemetía!¡Buenocomoelpan!¡Respetuosocomounalcaldemayor!¡Caritativocomonoquedaotroninguno!¡VirgenSantísima,quéentrañastannegras!¡MadreBenditadelSeñor!

Deprontocesóensullanto,selevantó,yconesaprevisiónquenacedetodorecelo,barriólacenizaytapólanegrabocadelhorno,conlasmanostrémulas.Elcura, sentadoenelbanco,picabaotrocigarrillo,ymurmurabaconsombríacalma:

—¡PobreBradomín!…¡VálateDioslahornada!

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JARDÍNUMBRÍO:

MIHERMANAANTONIA

I

ANTIAGOdeGaliciahasidounodelossantuariosdelOmundo,ylasalmastodavíaguardanallílosojosatentosparaelmilagro!…

II

NA tarde,mi hermanaAntoniame tomó de lamano para llevarme a lacatedral.Antoniateníamuchosañosmásqueyo:Eraaltaypálida,conlos

ojos negros y la sonrisa un poco triste. Murió siendo yo niño. ¡Pero cómorecuerdosuvozysusonrisayelhielodesumanocuandome llevabapor lastardes a la catedral!… Sobre todo, recuerdo sus ojos y la llama luminosa ytrágicaconquemirabanaunestudiantequepaseabaenel atrio, embozadoenunacapaazul.Aquelestudianteamímedabamiedo:Eraaltoycenceño,concarademuertoyojosdetigre,unosojosterriblesbajoelentrecejofinoyduro.Para que fuese mayor su semejanza con los muertos, al andar le crujían loshuesos de la rodilla. Mi madre le odiaba, y por no verle, tenía cerradas lasventanas de nuestra casa, que daban al atrio de las Platerías. Aquella tarderecuerdo que paseaba, como todas las tardes, embozado en su capa azul.Nosalcanzóenlapuertadelacatedral,ysacandopordebajodelembozosumanodeesqueleto, tomó agua bendita y se la ofreció a mi hermana, que temblaba.Antonialedirigióunamiradadesúplica,yélmurmuróconunasonrisa:

—¡Estoydesesperado!

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III

NTRAMOS en una capilla, donde algunas viejas rezaban las Cruces. Esunacapillagrandeyoscura,consu tarimallenaderuidosbajo labóveda

románica.Cuando yo era niño, aquella capilla tenía paramí una sensación depazcampesina.Medabaungocedesombracomolacopadeunviejocastaño,comolasparrasdelantedealgunaspuertas,comounacuevadeermitañoenelmonte. Por las tardes siempre había corro de viejas rezando las Cruces. Lasvoces,fundidasenunmurmullodefervor,abríansebajolasbóvedasyparecíaniluminar las rosas de la vidriera como el sol poniente. Sentíase un vuelo deoraciones glorioso y gangoso, y un sordo arrastrarse sobre la tarima, y unacampanilla de plata agitada por el niño acólito, mientras levanta su velaencendida,sobreelhombrodelcapellán,quedeletreaensubreviariolaPasión.¡Oh, Capilla de la Corticela, cuándo esta alma mía, tan vieja y tan cansada,volveráasumergirseentusombrabalsámica!

IV

LOVIZNABA, anochecido, cuando atravesábamos el atrio de la catedralparavolveracasa.Enelzaguán,comoeragrandeyoscuro,mihermana

debiódetenermiedo,porquecorríaalsubirlasescaleras,sinsoltarmelamano.Alentrarvimosanuestramadrequecruzabalaantesalaysedesvanecíaporunapuerta.Yo, sin saber por qué, llenode curiosidadyde temor, levanté los ojosmirandoamihermana,yella,sindecirnada,seinclinóymebesó.Enmediodeunagran ignorancia de la vida, adiviné el secreto demi hermanaAntonia.Losentí pesar sobre mí como pecado mortal, al cruzar aquella antesala dondeahumaba un quinqué de petróleo que tenía el tubo roto. La llama hacía doscuernos, y me recordaba al Diablo. Por la noche, acostado y a oscuras, estasemejanzaseagrandódentrodemísindejarmedormir,yvolvióaturbarmeotrasmuchasnoches.

V

IGUIERON algunas tardes de lluvia. El estudiante paseaba en el atrio de la

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catedral durante los escampos, pero mi hermana no salía para rezar lasCruces.Yo, algunas veces,mientras estudiabami lección en la sala llena

conelaromadelasrosasmarchitas,entornabaunaventanaparaverle:Paseabasolo,conunasonrisacrispada,yalanochecersuaspectodemuertoeratal,quedabamiedo.Yomeretirabatemblandodelaventana,peroseguíaviéndole,sinpoderaprendermelalección.Enlasalagrande,cerradaysonora,sentíasuandarconcrujirdecanillasychoquezuelas…Maullabaelgatotrasdelapuerta,ymeparecíaqueconformabasumaullidosobreelnombredelestudiante:

¡MáximoBretal!

VI

RETALesuncaseríoenlamontaña,cercadeSantiago.Los viejos llevan allímontera picuda y sayo de estameña, las viejas

hilan en los establos por sermás abrigados que las casas, y el sacristán poneescuela en el atrio de la iglesia: Bajo su palmeta, los niños aprenden la letraprocesaldealcaldesyescribanos,salmodiandolasescriturasforalesdeunacasademayorazgosyadeshecha.MáximoBretaleradeaquellacasa.VinoaSantiagoparaestudiarTeología,ylosprimerostiempos,unaviejaquevendíamiel,traíalede su aldea el pan de borona para la semana, y el tocino. Vivía con otrosestudiantesdeclérigoenunaposadadondesolopagabanlacama.Sonestoslosseminaristaspobresaquienes llamancódeos.MáximoBretalya teníaÓrdenesMenorescuandoentróennuestracasaparasermipasantedeGramáticaLatina.A mi madre se lo había recomendado como una obra de caridad el cura deBretal.Vinounaviejaconcofiaadarlelasgracias,ytrajoderegalounazafatedemanzanas reinetas.EnunadeaquellasmanzanasdijerondespuésquedebíadeestarelhechizoquehechizóamihermanaAntonia.

VII

UESTRAmadreeramuypiadosaynocreíaenagüerosnibrujerías,peroalgunavezloaparentabapordisculpar lapasiónqueconsumíaasuhija.

Antonia,por entonces,yacomenzabaa tenerunairedelotromundo, comoelestudiantedeBretal.Larecuerdobordandoenelfondodelasala,desvanecida

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como si la viese en el fondo de un espejo, toda desvanecida, con susmovimientos lentos que parecían responder al ritmo de otra vida, y la vozapagada, y la sonrisa lejana de nosotros: Toda blanca y triste, flotante en unmisteriocrepuscular,ytanpálida,queparecíatenercercocomolaluna…¡Ymimadre, que levanta la cortina de una puerta, y lamira, y otra vez se aleja sinruido!

VIII

OLVÍANlas tardesdesolconsus tenuesoros,ymihermana, igualqueantes,me llevabaa rezarcon lasviejasen laCapillade laCorticela.Yo

temblabadequeotravezseaparecieseelestudianteyalargaseanuestropasosumanodefantasma,goteandoaguabendita.Conelsustomirabaamihermana,yveíatemblarsuboca.MáximoBretal,queestabatodaslastardesenelatrio,alacercarnos nosotros desaparecía, y luego, al cruzar las naves de la catedral, leveíamos surgir en la sombra de los arcos. Entrábamos en la capilla, y él searrodillabaenlasgradasdelapuertabesandolaslosasdondeacababadepisarmihermanaAntonia.Quedabaallíarrodilladocomoelbultodeunsepulcro,conlacapasobreloshombrosylasmanosjuntas.Unatarde,cuandosalíamos,visubrazodesombraalargarsepordelantedemí,yenclavijarentrelosdedosunpicodelafaldadeAntonia:

—¡Estoydesesperado!…Tienesqueoírme,tienesquesabercuántosufro…¿Yanoquieresmirarme?…

Antoniamurmuró,blancacomounaflor:—¡Déjemeusted,donMáximo!—No te dejo. Tú eres mía, tu alma es mía… El cuerpo no lo quiero, ya

vendrá por él la muerte. Mírame, que tus ojos se confiesen con los míos.¡Mírame!

Ylamanodecera tiraba tantode la faldademihermana,que ladesgarró.Pero los ojos inocentes se confesaron con aquellos ojos claros y terribles.Yo,recordándolo, lloré aquella noche en la oscuridad, como si mi hermana sehubieraescapadodenuestracasa.

IX

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Oseguíaestudiandomileccióndelatínenaquellasala,llenaconelaromade las rosas marchitas. Algunas tardes, mi madre entraba como una

sombraysedesvanecíaenelestrado.Yolasentíasuspirarhundidaenunrincóndelgransofádedamascocarmesí,ypercibíaelrumordesurosario.Mimadreeramuybella,blancayrubia,siemprevestidadeseda,conguantenegroenunamano, por la falta de dos dedos, y la otra, que era como una camelia, todacubiertadesortijas.Estafuesiemprelaquebesamosnosotrosylamanoconqueella nos acariciaba. La otra, la del guante negro, solía disimularla entre elpañolito de encaje, y solo al santiguarse la mostraba entera, tan triste y tansombríasobrelaalburadesufrente,sobrelarosadesuboca,sobresusenodeMadona Litta. Mi madre rezaba sumida en el sofá del estrado, y yo, paraaprovecharlarayadeluzqueentrabaporlosbalconesentornados,estudiabamilatín en el otro extremo, abierta la Gramática sobre uno de esos antiguosveladores con tablero de damas. Apenas se veía en aquella sala de respeto,grande,cerradaysonora.Algunavez,mimadre,saliendodesusrezos,medecíaque abriesemás el balcón.Yoobedecía en silencio, y aprovechaba el permisopara mirar al atrio, donde seguía paseando el estudiante, entre la bruma delcrepúsculo. De pronto, aquella tarde, estandomirándolo, desapareció. Volví asalmodiarmilatín,yllamaronenlapuertadelasala.Eraunfrailefranciscano,hacíapocollegadodeTierraSanta.

X

LPadreBernardo en otro tiempo había sido confesor demimadre, y alvolverdesuperegrinaciónnoolvidótraerleunrosariohechoconhuesosde

olivas del Monte Oliveto. Era viejo, pequeño, con la cabeza grande y calva;recordaba los santos románicosdel pórticode la catedral.Aquella tarde era lasegundavezquevisitabanuestracasa,desdequeestabadevueltoasuconventodeSantiago.Yo, al verle entrar, dejémiGramática y corrí a besarle lamano.Quedéarrodilladomirándoleyesperandosubendición,ymeparecióquehacíaloscuernos.¡Ay,cerrélosojos,espantadodeaquellaburladelDemonio!Conunescalofrío comprendí que era asechanza suya, y como aquellas que traían lashistoriasdesantosqueyocomenzabaaleerenvozaltadelantedemimadreydeAntonia.Eraunaasechanzaparahacermepecar,parecidaaotraquesecuentaen

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la vida de SanAntonio de Padua. El PadreBernardo, quemi abuela diría unsanto sobre la tierra, se distrajo saludando a la oveja deotro tiempo, y olvidóformular subendición sobremicabeza trasquiladay triste, con lasorejasmuyseparadas, como para volar. Cabeza de niño sobre quien pesan las lúgubrescadenasde la infancia:El latíndedía,yelmiedoa losmuertos,denoche.Elfrailehablóenvozbajaconmimadre,ymimadrelevantósumanodelguante:

—¡Saldeaquí,niño!

XI

ASILISA la Galinda, una vieja que había sido nodriza demimadre, seagachabatrasdelapuerta.Laviymeretuvodelvestido,poniéndomeen

labocasupalmaarrugada:—Nogrites,picarito.Yolamiréfijamenteporquelehallabaunextrañoparecidoconlasgárgolas

delacatedral.Ella,despuésdeunmomento,meempujóconblandura:—¡Vete,neno!Sacudí los hombros para desprenderme de sumano, que tenía las arrugas

negrascomotiznes,yquedéasulado.Oíaselavozdelfranciscano:—Setratadesalvarunalma…Basilisavolvióaempujarme:—Vete,quetúnopuedesoír…Ytodaencorvadametíalosojosporlarendijadelapuerta.Meagachécerca

deella.Yasolomedijoestaspalabras:—¡Norecuerdesmásloqueoigas,picarito!Yome puse a reír. Era verdad que parecía una gárgola.No podía saber si

perro, si gato, si lobo. Pero tenía un extraño parecido con aquellas figuras depiedra,asomadasotendidassobreelatrio,enlacornisadelacatedral.

XII

Eoíaconversarenlasala.Untiempolargolavozdelfranciscano:—EstamañanafueanuestroconventounjovententadoporelDiablo.

Mecontóquehabíatenidoladesgraciadeenamorarse,yquedesesperado,quiso

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tenerlacienciainfernal…SiendolamedianochehabíaimpetradoelpoderdelDemonio.Elángelmalose leaparecióenunvastoarenaldeceniza, llenocongranrumordeviento,quelocausabansusalasdemurciélago,alagitarsebajolasestrellas.

Seoyóunsuspirodemimadre:—¡Ay,Dios!Proseguíaelfraile:—Satanásledijoquelefirmaseunpactoyqueleharíafelizensusamores.

Dudóeljoven,porquetieneelaguadelbautismoquehacealoscristianos,ylealejóconlacruz.Estamañana,amaneciendo,llegóanuestroconvento,yenelsecreto del confesonario me hizo su confesión. Le dije que renunciase a susprácticasdiabólicas,ysenegó.Misconsejosnobastaronapersuadirle. ¡Esunalmaquesecondenará!…

Otravezgimiómimadre:—¡Preferíamuertaamihija!Ylavozdelfraile,enunmisteriodeterror,proseguía:—Muerta ella, acaso él triunfase del Infierno. Viva, quizá se pierdan los

dos… No basta el poder de una pobre mujer como tú para luchar contra lacienciainfernal…

Sollozómimadre:—¡YlagraciadeDios!Hubo un largo silencio. El fraile debía de estar en oración meditando su

respuesta:BasilisalaCalindameteníaapretadocontrasupecho.Seoyeronlassandaliasdelfraile,ylaviejameaflojóunpocolosbrazosparaincorporarseyhuir.Peroquedóinmóvil,retenidaporaquellavozqueluegosonó:

—LaGracianoestásiempreconnosotros,hijamía.Manacomounafuenteysesecacomoella.Hayalmasquesolopiensanensusalvación,ynuncasintieronamorporlasotrascriaturas:Sonlasfuentessecas.Dime:¿Quécuidadosintiótucorazónalanunciodeestarenriesgodeperderseuncristiano?¿Quéhacestúporevitaresenegroconciertoconlospoderesinfernales?¡NegarletuhijaparaquelatengademanosdeSatanás!

Gritómimadre:—¡MáspuedeelDivinoJesús!Yelfrailereplicóconunavozdevenganza:—Elamordebeserporigualparatodaslascriaturas.Amaralpadre,alhijoo

al marido, es amar figuras de lodo. Sin saberlo, con tu mano negra también

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azotaslacruzcomoelestudiantedeBretal.Debíatenerlosbrazosextendidoshaciamimadre.Despuésseoyóunrumor

como si se alejase.Basilisa escapó conmigo, y vimos pasar a nuestro lado ungato negro.Al PadreBernardo nadie le vio salir. Basilisa fue aquella tarde alconvento,yvinocontandoqueestabaenunamisión,amuchasleguas.

XIII

ÓMO la lluvia azotaba los cristales y cómo era tristeVA la luz de latardeentodaslasestancias!…

Antoniabordacercadelbalcón,ynuestramadre,recostadaenelcanapé,lamirafijamente,conesamiradafascinantedelasimágenesquetienenlosojosdecristal.Eraungransilencioentornodenuestrasalmas,ysoloseoíaelpéndulodelreloj.Antoniaquedóunavezsoñandoconlaagujaenalto.Alláenelestradosuspiró nuestra madre, y mi hermana agitó los párpados como si despertase.Tocaban entonces todas las campanas de muchas iglesias. Basilisa entró conluces,miródetrásdelaspuertasypusolostranquerosenlasventanas.Antoniavolvióasoñar inclinadasobreelbordado.Mimadreme llamócon lamano,yme retuvo.Basilisa trajo su rueca, y sentose en el suelo, cercadel canapé.Yosentíaquelosdientesdemimadrehacíanelruidodeunacastañeta.Basilisasepusoderodillasmirándola,ymimadregimió:

—Echaelgatoquearañabajoelcanapé.Basilisaseinclinó:—¿Dóndeestáelgato?Yonoloveo.—¿Ytampocolosientes?Replicólavieja,golpeandoconlarueca:—¡Tampocolosiento!Gritómimadre:—¡Antonia!¡Antonia!—¡Ay,diga,señora!—¿Enquépiensas?—¡Ennada,señora!—¿Túoyescómoarañaelgato?Antoniaescuchóunmomento:—¡Yanoaraña!

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Mimadreseestremeciótoda:—Arañadelantedemispies,perotampocoloveo.Crispabalosdedossobremishombros.Basilisaquisoacercarunaluz,ysele

apagó en lamano bajo una ráfaga que hizo batir todas las puertas. Entonces,mientras nuestra madre gritaba, sujetando a mi hermana por los cabellos, lavieja, provista de una rama de olivo, se puso a rociar agua bendita por losrincones.

XIV

I madre se retiró a su alcoba, sonó la campanilla y acudió corriendoBasilisa.Después,Antoniaabrióelbalcónymiróalaplazaconojosde

sonámbula.Seretiróandandohaciaatrás,yluegoescapó.Yoquedésolo,conlafrente pegada a los cristales del balcón, donde moría la luz de la tarde. Mepareció oír gritos en el interior de la casa, y no osé moverme, con la vagaimpresióndequeeranaquellosgritosalgoqueyodebíaignorarporserniño.Ynomemovíadelhuecodelbalcón,devanandounrazonarmedrosoypueril,todoconfusoconaquelnebulosorecordardereprensionesbruscasydeencierrosenunasalaoscura.Eracomoenvolturademialma,esamemoriadolorosade losniños precoces, que con los ojos agrandados oyen las conversaciones de lasviejasydejanlosjuegosporoírlas.Pocoapococesaronlosgritos,ycuandolacasaquedóensilencioescapédelasala.SaliendoporunapuertaencontréalaGalinda:

—¡Nobarulles,picarito!Medetuve sobre lapuntade lospies ante la alcobademimadre.Tenía la

puerta entornada,y llegabadedentrounmurmullo apenadoyungranolordevinagre.Entré por el entorno de la puerta, sinmoverla y sin ruido.Mimadreestaba acostada, con muchos pañuelos a la cabeza. Sobre la blancura de lasábanadestacabaelperfildesumanoenelguantenegro.Teníalosojosabiertos,yalentraryolosgiróhacialapuerta,sinremoverlacabeza:

—¡Hijomío,espántameesegatoquetengoalospies!Meacerqué,ysaltóalsueloungatonegro,que salió corriendo.Basilisa laGalinda,queestaba en lapuerta, también lo vio, y dijo que yo había podido espantarlo porque era uninocente.

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XV

recuerdoamimadreundíamuylargo,enlaluztristedeunahabitaciónsinsol,que tiene lasventanasentornadas.Está inmóvilensusillón,con

lasmanosencruz,conmuchospañuelosalacabezaylacarablanca.Nohabla,yvuelvelosojoscuandootroshablan,ymirafija,imponiendosilencio.Esaquelun día sin horas, todo en penumbra de media tarde. Y este día se acaba derepente,porqueentranconlucesenlaalcoba.Mimadreestádandogritos:

—¡Esegato!…¡Esegato!…¡Arrancármelo,quesemecuelgaalaespalda!Basilisa laGalinda vino amí, y conmuchomisteriome empujó haciami

madre. Se agachó ymehabló al oído, con la barbeta temblona, rozándome lacaraconsuslunaresdepelo.

—¡Cruzalasmanos!Yocrucélasmanos,yBasilisamelasimpusosobrelaespaldademimadre.

Meacosódespuésenvozbaja:—¿Quésientes,neno?Respondíasustado,enelmismotonoquelavieja:—¡Nada!…Nosientonada,Basilisa.—¿Nosientescomolumbre?—Nosientonada,Basilisa.—¿Nilospelosdelgato?—¡Nada!Yrompíallorar,asustadoporlosgritosdemimadre.Basilisametomóen

brazosymesacóalcorredor:—¡Ay,picarito,túhascometidoalgúnpecado,poresonopudisteespantaral

enemigomalo!Sevolvióa laalcoba.Quedéenelcorredor, llenodemiedoydeangustia,

pensando enmis pecados de niño. Seguían los gritos en la alcoba, e iban conlucesportodalacasa.

XVI

ESPUÉS de aquel día tan largo, es una noche también muy larga, conluces encendidas delante de las imágenes y conversaciones en voz baja,

sostenidasenelhuecodelaspuertasquerechinanalabrirse.Yomesentéenel

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corredor,cercadeunamesadondehabíauncandeleracondosvelas,ymepuseapensarenlahistoriadelGiganteGoliat.Antonia,quepasóconelpañuelosobrelosojos,medijoconunavozdesombra:

—¿Quéhacesahí?—Nada.—¿Porquénoestudias?La miré asombrado de que me preguntase por qué no estudiaba, estando

enfermanuestramadre.Antoniasealejóporelcorredor,yvolvíapensarenlahistoriadeaquelgigantepaganoquepudomorirdeuntirodepiedra.Poraqueltiempo,nadaadmirabatantocomoladestrezaconquemanejólahondaelniñoDavid: Hacía propósito de ejercitarme en ella cuando saliese de paseo por laorilladelrío.Teníacomounvagoynovelescopresentimientodeponermistirosen la frente pálida del estudiante de Bretal. Y volvió a pasarAntonia con unbraserillodondesequemabaespliego:

—¿Porquénoteacuestas,niño?Yotravezsefuecorriendoporelcorredor.Nomeacosté,peromedormícon

lacabezaapoyadaenlamesa.

XVII

Osé si fue unanoche, si fueronmuchas, porque la casa estaba siempreoscura y las luces encendidas ante las imágenes. Recuerdo que entre

sueñosoíalosgritosdemimadre,lasconversacionesmisteriosasdeloscriados,el rechinarde laspuertasyunacampanillaquepasabapor lacalle.Basilisa laGalindaveníaporelcandelera,selollevabaunmomentoylotraíacondosvelasnuevas, que apenas alumbraban. Una de estas veces, al levantar la sien deencimade lamesa,viaunhombreenmangasdecamisaqueestabacosiendo,sentado al otro lado: Era muy pequeño, con la frente calva y un chalecoencarnado.Mesaludósonriendo:

—¿Sedormía,estudiosopuer?Basilisaespabilólasvelas:—¿Noterecuerdasdemihermano,picarito?Entrelasnieblasdelsueño,recordéalseñorJuandeAlberte.Lehabíavisto

algunas tardesqueme llevó laviejaa las torresde lacatedral.ElhermanodeBasilisacosíabajounabóveda,remendandosotanas.SuspirólaGalinda:

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L

—EstáaquíparaavisarlosóleosenlaCorticela.Yoempecéallorar,ylosdosviejosmedijeronquenohicieseruido.Seoía

lavozdemimadre:—¡Espantarmeesegato!¡Espantaresegato!Basilisa laGalindaentraenaquellaalcoba,queestabaalpiedelaescalera

del fayado, y sale con una cruz de madera negra. Murmura unas palabrasoscuras,ymesantiguaporelpecho,porlaespaldayporloscostados.Después,meentregalacruz,yellatomalastijerasdesuhermano,esastijerasdesastre,grandesymohosas,quetienenunsondehierroalabrirse:

—Habernosdelibertarla,comopide…Mecondujoporlamanoalaalcobademimadre,queseguíagritando:—¡Espantarmeesegato!¡Espantarmeesegato!Sobreelumbralmeaconsejóenvozbaja:—Llegamuypasoyponlacruzsobrelaalmohada…Yoquedoaquí,enla

puerta.Entré en la alcoba.Mimadre estaba incorporada, con el pelo revuelto, las

manos tendidasy losdedosabiertos comogarfios.Unamanoeranegrayotrablanca.Antonialamiraba,pálidaysuplicante.Yopasérodeando,yvidefrentelosojosdemihermana,negros,profundosysinlágrimas.Mesubíalacamasinruido,ypuselacruzsobrelasalmohadas.Alláenlapuerta,todaencogidasobreelumbral,estabaBasilisalaGalinda.Sololaviunmomento,mientrastrepéalacama, porque apenas puse la cruz en las almohadas, mi madre empezó aretorcerse,yungatonegroescapódeentre las ropashacia lapuerta.Cerré losojos, y con ellos cerrados, oí sonar las tijeras de Basilisa: Después la viejallegosealacamadondemimadreseretorcía,ymesacóenbrazosdelaalcoba:Enelcorredorcercadelamesaqueteníadetráslasombraenanadelsastre,alaluzde lasvelas,enseñabados recortesnegrosque lemanchaban lasmanosdesangre, y decía que eran las orejas del gato.Y el viejo se ponía la capa, paraavisarlossantosóleos.

XVIII

LENOSElacasadeolordeceraymurmullodegentequerezaenconfusoson…Entróunclérigorevestido,andandodeprisa,conunamanodeperfil

sobrelaboca.SemetíaporlaspuertasguiadoporJuandeAlberte:Elsastre,con

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L

lacabezavuelta, corretea tiesoyenano,arrastra lacapaymeceendosdedos,muy gentil, la gorra por la visera, como hacen los menestrales en lasprocesiones.Detrásseguíaungrupooscuroylento,rezandoenvozbaja.Ibaporel centro de las estancias, de una puerta a otra puerta, sin extenderse. En elcorredorsearrodillaronalgunosbultos,ycomenzaronadesgranarselascabezas.Sehizouna filaque llegóhasta laspuertasabiertasde laalcobademimadre.Dentro,conmantillasyunavelaenlamano,estabanarrodilladasAntoniay laCalinda.Me fueron empujando hacia delante algunasmanos que salían de losmanteos oscuros, y volvían prestamente a juntarse sobre las cruces de losrosarios:Eran lasmanos sarmentosasde lasviejasque rezabanenel corredor,alineadasalolargodelapared,conelperfildelasombrapegadoalcuerpo.Enlaalcobademimadre,unaseñorallorosaqueteníaunpañueloperfumado,ymepareciótodamoradacomounadaliaconelhábitonazareno,metomódelamanoysearrodillóconmigo,ayudándomeatenerunavela.Elclérigoanduvoentornodelacama,conunmurmullolatino,leyendoensulibro…

Despuésalzaronlascoberturasydescubrieronlospiesdemimadrerígidosyamarillentos. Yo comprendí que estaba muerta, y quedé aterrado y silenciosoentre los brazos tibios de aquella señora tan hermosa, toda blanca y morada.Sentía un terror de gritar, una prudencia helada, una aridez sutil, un recatoperversodemovermeentrelosbrazosyelsenodeaquelladamatodablancaymorada,que inclinabaelperfildel rostroalpardemimejillaymeayudabaasostenerlavelafuneraria.

XIX

AGalindavinoaretirarmedelosbrazosdeaquellaseñora,ymecondujoalbordede lacamadondemimadreestabayertayamarilla,con lasmanos

arrebujadasentrelosplieguesdelasábana.Basilisamealzódelsueloparaqueviesebienaquelrostrodecera:

—Dileadiós,neno.Dile:Adiós,madremía,másnoteveré.Mepusoenelsuelolavieja,porquesecansaba,ydespuésderespirar,volvió

alevantarmemetiendobajomisbrazossusmanossarmentosas:—¡Míralabien!Guardaelrecuerdoparacuandoseasmayor…Bésala,neno.Yme dobló sobre el rostro de lamuerta. Casi rozando aquellos párpados

inmóviles, empecé a gritar, revolviéndome entre los brazos de la Calinda. De

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Y

R

pronto, con el pelo suelto, al otro lado de la cama apareciose Antonia. Mearrebatóalaviejacriadaymeapretócontraelpechosollozandoyahogándose.Bajo los besos acongojados de mi hermana, bajo la mirada de sus ojosenrojecidos, sentí ungrandesconsuelo…Antonia estabayerta, y llevabaen lacaraunaexpresióndedolorextrañoyobstinado.Yaenotraestancia,sentadaenunasillabaja,metienesobresufalda,meacaricia,vuelveabesarmesollozando,y luego, retorciéndome unamano, ríe, ríe, ríe…Una señora le da aire con supañolito;otra,conlosojosasustados,destapaunpomo;otraentraporunapuertaconunvasodeagua,temblorosoenlabandejademetal.

XX

Oestabaenunrincón,sumidoenunapenaconfusa,quemehacíadolerlassienescomolaangustiadelmareo.Llorabaaratosyaratosmedistraía

oyendootroslloros.Debíasercercademedianochecuandoabrierondeparenpar una puerta, y temblaron en el fondo las luces de cuatro velas.Mi madreestabaamortajadaensucajanegra.Yoentréenlaalcobasinruido,ymesentéenelhuecodelaventana.AlrededordelacajavelabantresmujeresyelhermanodeBasilisa.De tiempoen tiempoelsastrese levantabayescupíaen losdedospara espabilar las velas.Aquel sastre enanoygarboso, del chaleco encarnado,tenía no sé qué destreza bufonesca al arrancar el pabilo e inflar los carrillossoplándoselosdedos.

Oyendoloscuentosdelasmujeres,pocoapocofuidejandodellorar:Eranrelatosdeaparecidosydepersonasenterradasvivas.

XXI

AYANDO el día, entró en la alcoba una señora muy alta, con los ojosnegrosyelcabelloblanco.Aquellaseñorabesóamimadreenlosojosmal

cerrados, sinmiedo al frío de lamuerte y casi sin llorar.Después se arrodillóentredoscirios,ymojabaenaguabenditaunaramadeolivoylasacudíasobreelcuerpodelamuerta.EntróBasilisabuscándomeconlamirada,yalzólamanollamándome:

—¡Miralaabuela,picarito!

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A

¡Eralaabuela!Habíavenidoenunamuladesdesucasadelamontaña,queestaba a siete leguas de Santiago. Yo sentía en aquel momento un golpe deherradurassobrelaslosasdelzaguándondelamulahabíaquedadoatada.Eraungolpe que parecía resonar en el vacío de la casa llena de lloros. Yme llamódesdelapuertamihermanaAntonia:

—¡Niño!¡Niño!Salí muy despacio, bajo la recomendación de la vieja criada. Antonia me

tomódelamanoymellevóaunrincón:—¡Esaseñoraeslaabuela!Enadelanteviviremosconella.Yosuspiré:—¿Yporquénomebesa?Antoniaquedóunmomentopensativa,mientrasseenjugabalosojos:—¡Erestonto!Primerotienequerezarpormamá.Rezómuchotiempo.Alfinselevantópreguntandopornosotros,yAntonia

mearrastródelamano.Laabuelayallevabaunpañuelodelutosobreelcrespocabello,tododeplata,queparecíarealzarelnegrofuegodelosojos.Susdedosrozaronlevementemimejilla,y todavíarecuerdola impresiónquemeprodujoaquellamanodealdeana,ásperaysinternura.Noshablóendialecto:

—Murió la vuestramadre y ahora lamadre lo seré yo…Otro amparo notenéis en el mundo…Os llevo conmigo porque esta casa se cierra. Mañana,despuésdelasmisas,nospondremosalcamino.

XXII

Ldíasiguientemiabuelacerrólacasa,ynospusimosencaminoparaSanClementedeBrandeso.Yaestabayoenlacallemontadoenlamuladeun

montañésquemellevabadelanteenelarzón,yoíaenlacasabatirlaspuertas,ygritar buscando a mi hermana Antonia. No la encontraban, y con los rostrosdemudadossalíana losbalcones,y tornabanaentrarseyacorrer lasestanciasvacías,dondeandabaelvientoabatir laspuertas,y lasvocesgritandopormihermana.Desdelapuertadelacatedralunabeataladescubriódesmayadaeneltejado. La llamamos y abrió los ojos bajo el sol matinal, asustada como sidespertasedeunmalsueño.Parabajarladeltejado,unsacristánconsotanayenmangasdecamisasacaunalargaescalera.Ycuandopartíamos,seaparecióenelatrio,conlacaparevueltaporelviento,elestudiantedeBretal.Llevabaalacara

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E

unavendanegraybajoellacreíverelrecortesangrientodelasorejasrebanadasacercén.

XXIII

NSantiagodeGalicia,comohasidounodelossantuariosdelmundo,lasalmastodavíaconservanlosojosabiertosparaelmilagro.

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¡H

JARDÍNUMBRÍO:

DELMISTERIO

AYtambiénundemoniofamiliar!Yorecuerdoque,cuandoeraniño,ibatodas las noches a la tertulia de mi abuela una vieja que sabía estas

cosasmedrosas y terribles delmisterio. Era una señora linajuda y devota quehabitabauncaserónenlaRúadelosPlateros.Recuerdoquesepasabalashorashaciendo calceta tras los cristales de su balcón, con el gato en la falda.DoñaSoledadAmaranteeraalta,consumida,conelcabellosiemprefosco,manchadopor grandes mechones blancos, y las mejillas descarnadas, esas mejillas dedoloridaexpresiónqueparecenvivirhuérfanasdebesosydecaricias.Aquellaseñorameinfundíaunvagoterror,porquecontabaqueenelsilenciodelasaltashoras oía el vuelo de las almas que se van, y que evocaba en el fondode losespejoslosrostroslívidosquemiranconojosagónicos.No,noolvidarénuncalaimpresiónquemecausabaverlallegaralcomienzodelanocheysentarseenelsofádelestradoalpardemiabuela.DoñaSoledadextendíaunmomentosobreel brasero las manos sarmentosas, luego sacaba la calceta de una bolsa deterciopelocarmesíycomenzabalatarea.Detiempoentiemposolíalamentarse:

—¡Ay,Jesús!Unanochellegó.Yoestabamediodormidoenelregazodemimadre,y,sin

embargo, sentí el peso magnético de sus ojos que me miraban. Mi madretambién debió de advertir el maleficio de aquellas pupilas, que tenían elvenenosocolorde las turquesas,porque susbrazosmeestrecharonmás.DoñaSoledad tomó asiento en el sofá, y en voz baja hablaron ella ymi abuela.Yosentíalarespiraciónanhelosademimadre,quelasobservabaqueriendoadivinarsuspalabras.Unrelojdiolassiete.Miabuelasepasóelpañueloporlosojos,yconlavozunpocoinseguraledijoamimadre:

—¿Porquénoacuestasaeseniño?

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Mi madre se levantó conmigo en brazos, y me llevó al estrado para quebesasealasdosseñoras.YojamássentítanvivoelterrordeDoñaSoledad.Mepasóunamanodemomiaporlacaraymedijo:

—¡Cómotelepareces!Ymiabuelamurmuróalbesarme:—¡Rezaporél,hijomío!Hablaban de mi padre, que estaba preso por legitimista en la cárcel de

Santiago.Yo,conmovido,escondílacabezaenelhombrodemimadre,quemeestrechóconangustia:

—¡Pobresdenosotros,hijo!Despuésmesofocóconsusbesos,mientrassusojos,aquellosojostanbellos,

seabríansobremíenloquecidos,trágicos:—¡Hijodemialma,otranuevadesgracianosamenaza!DoñaSoledaddejóunmomentolacalcetaymurmuróconlavozlejanade

unasibila:—Atumaridonoleocurreningunadesgracia.Ymiabuelasuspiró:—Acuestaalniño.Yolloréaferrandolosbrazosalcuellodemimadre:—¡Noquieroquemeacuesten!Tengomiedodequedarmesolo.¡Noquiero

quemeacuesten!…Mimadreme acarició con unamano nerviosa, que casime hacía daño, y

luego,volviéndosealasdosseñoras,suplicósollozante:—¡Nomeatormenten!Díganmequélesucedeamimarido.Tengovalorpara

saberlotodo.Doña Soledad alzó sobre nosotros la mirada, aquella mirada que tenía el

colormaléficode las turquesas,yhablócon lavoz llenademisterio,mientrassusdedosdemomiamovíanlasagujasdelacalceta:

—¡Ay, Jesús!… A tu marido nada le sucede. Tiene un demonio que ledefiende.Perohaderramadosangre…

Mimadrerepitióenvozbajaymonótona,comosielalmaestuvieseausente:—¿Haderramadosangre?—Esta noche huyó de la cárcel matando al carcelero. Lo he visto en mi

sueño.Mimadrereprimióungritoytuvoquesentarseparanocaer.Estabapálida,

pero en sus ojos había fuego de una esperanza trágica. Con lasmanos juntas

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interrogó:—¿Sehasalvado?—Nosé.—¿Ynopuedeustedsaberlo?—Puedointentarlo.Hubo un largo silencio.Yo temblaba en el regazomimadre, con los ojos

asustados puestos enDoñaSoledad.La sala estaba casi a oscuras:En la callecantabaelviolíndeunciego,yelesquilóndelasmonjasvolteabaanunciandolanovena.DoñaSoledadselevantódelsofáyandandosinruidolavimosalejarsehaciaelfondodelasala,dondesusombracasisedesvaneció.Advertíaseapenaslafiguranegraylablancuradelasmanosinmóviles,enalto.Alpococomenzóagemir débilmente, como si soñase. Yo, lleno de terror, lloraba quedo, y mimadre,oprimiéndomelaboca,medecíaroncaytrastornada:

—Calla,quevamosasaberdetupadre.Yome limpiaba las lágrimas para seguir viendo en la sombra la figura de

DoñaSoledad.Mimadreinterrogóconlavozresueltaysombría:—¿Puedeverle?—Sí…Corre por un camino lleno de riesgos, ahora solitario.Va solo por

él…Nadielesigue.Sehadetenidoenlaorilladeunríoytemepasarlo.Esunríocomounmar…

—¡Virgenmía,quenolopase!—Enlaotraorillahayunbandodepalomasblancas.—¿Estáensalvo?—Sí…Tiene un demonio que le protege.La sombra delmuerto no puede

nadacontraél.Lasangrequederramósumano,yalaveocaergotaagotasobreunacabezainocente…

Unapuertabatió lejos.Todos sentimosquealguienentrabaen la sala.Miscabellosseerizaron.Unalientofríomerozólafrente,ylosbrazosinvisiblesdeun fantasma quisieron arrebatarme del regazo de mi madre. Me incorporéasustado,sinpodergritar,yenelfondonebulosodeunespejovilosojosdelamuerteysurgirpocoapocolamatelividezdelrostro,ylafiguraconsudarioyunpuñal en la garganta sangrienta.Mimadre, asustadaviéndome temblar,meestrechabacontrasupecho.Yolemostréelespejo,peroellanovionada:DoñaSoledaddejócaer losbrazos,hastaentonces inmóvilesenalto,ydesdeelotroextremo de la sala, saliendo de las tinieblas como de un sueño, vino hacianosotros.Suvozdesibilaparecíavenirtambiéndemuylejos:

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—¡Ay,Jesús!Sololosojosdelniñolehanvisto.Lasangrecaegotaagotasobre la cabeza inocente.Vaga en torno suyo la sombravengativadelmuerto.Toda la vida irá tras él.Hallábase en pecado cuando dejó elmundo, y es unasombrainfernal.Nopuedeperdonar.Undíadesclavaráelpuñalquellevaenlagargantaparaheriralinocente.

Misojosdeniñoconservaronmucho tiempoelespantode loqueentoncesvieron,ymisoídoshanvuelto a sentirmuchasveces laspisadasdel fantasmaquecaminaamiladoimplacableyfunesto,sindejarquemialma,todallenadeangustia,todarendidaalpesodetorvaspasionesyanhelospurísimos,seasomefuera de la torre, donde sueña cautiva hace treinta años. ¡Ahoramismo estoyoyendolassilenciosaspisadasdelAlcaideCarcelero!

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C

JARDÍNUMBRÍO:

AMEDIANOCHE

ORREN jinete y espolique entre una nube de polvo: En la lejanía sonapenasdosbultosquesedestacanporoscurosobreelfondosangrientodel

ocaso.Lahora,elsitioylosolitariodelcamino,ayudanalmisteriodeaquellassombrasfugitivas.Enunaencrucijadaeljinetetiródelasriendasalcaballoyloparó,dudandoentre tomarelcaminoderuedasoeldeherradura.Elespoliquequecorríadelante,parándoseasuvezymirandoalternativamenteaunayotrasenda,interrogó:

—¿Pordóndeechamos,miamo?Eljinetedudóuninstanteantesdedecidirse,ydespuéscontestó:—Pordondeseamáscorto.—Comomáscortoesporelmonte.Peroporelcaminorealseevitapasarde

nochelarobledadelmolino…¡Tieneunafama!…Volvió a sus dudas el de a caballo, y tras un momento de silencio a

preguntar:—¿Quédistanciahayporelmonte?—Habrácomocosadeunastresleguas.—¿Yporelcaminoreal?—Pueshabrácomocosadecinco.Eljinetedejóderefrenarelcaballo:—¡Porelmonte!Y sin detenerse echó por el viejo camino que serpentea a través del

descampado,dondeapenascreceunayerbadesmedradayamarillenta.Alolejos,confusasbandadasdevencejosrevoloteabansobrelalagunapantanosa.Elmozo,quesehabíaquedadountantoatrás,observandoelaspectodelcieloyeldilatadohorizonte, donde aparecíanyamuydesvaídos los arrebolesdel ocaso, corrió a

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emparejarseconeljinete:—¡Piquebien,miamo!Sipicapuedeserqueaúntengamoslunaparapasar

larobleda.Pronto se perdieron en una revuelta, entre los álamos quemarcan la línea

irregular del río. Cerró la noche y comenzó a ventar en ráfagas que pasabanvelocesyroncas,inclinandolosárbolessobreelcamino,conunlargomurmullode todas sushojas. Jinetey espoliquecorrieronmucho tiempoen laoscuridadprofundadeunanochesinestrellas.Yasepercibíaelrumordelacorrientequealimentaelmolinoylamasaoscuradelrobledal,cuandoelmozoadvirtióenvozbaja:

—Miamo,vayaprevenidoporloquepuedasaltar.—Nohaycuidado.—Ybienquelehay.Unavez,eraunoasídelamayorconformidad,porque

tampocoteníatemor,yenlamismapuentelesalierondoshombresyrobáronle,ynolomataronpormilagrodivino.

—Esossoncuentos.—¡Tanciertocomoquetodosnoshemosdemorir!El jinete guardó silencio. Percibíase más cerca el rumor de la corriente

aprisionadaenlosviejosdornajosdelmolino;eraunrumorllenodevaguedadydemisterioquetanprontofingíaalaridodecanqueventealamuerte,comoungemido de hombre a quien quitan la vida. El espolique corría al flanco delcaballo. Allá en la hondonada recortaba su oscura silueta una iglesia, cuyascampanassonabanlentamenteconeltoquedelnublado.Eljinetemurmuró:

—Yaestamoscercadelarectoral.Yrespondióelespolique:—Engañamucholaluna,miamo.De pronto moviéronse las zarzas de un seto separadas con fuerza, y una

sombrasaltóenmitaddelcamino:—¡Alto!Labolsaolavida.Encabritoseelcaballo,yelresplandordeunfogonazoiluminóconazulada

vislumbreelrostrozainoybarbinegrodeunhombrequeteníaasidaslasriendasyquesetambaleóycayópesadamente.Elespoliqueinclinoseamirarle,ycreyóreconocerle.

—Miamo,parécemeelChipén.—¿Quiéndices?—Elhijodelmolinero.

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—¡Dioslehayaperdonado!—¡Amén!—¿Túleconocías?—¡EramismamenteunSatanás!Estaba tendido en medio del camino. Tenía una hoz asida con la diestra,

descalzoslospiesqueparecíandecera,labocallenadetierraychamuscadalabarba.Unhilodesangrelecorríadelafrente.Eljinete,afirmándoseenlasilla,le hincó las espuelas al caballo, que temblaba, y le hizo saltar por encima.Elespoliquelesiguió.Chispearonbajoloscascoslaspiedrasdelcamino,yamoycriadoseperdieronen laoscuridad.Prontodescubrieronelmolinoenunclarodelramajequeiluminabalaluna.Eradeaspectosospechosoyestabasituadoenunarevuelta.Sentadaenelumbraldormitabaunavieja,tocadaconelmantelo.Parecíahallarseenespera.Elespoliquelainterrogóazorado:

—¿Llevaagualapresa?Laviejaseincorporósobresaltada:—Aguanofalta,hijo.—¿Aquiénaguarda?—Anadie…Salimeunmomentohace,por tomar la luna.Tengomolienda

paratodalanocheyhayquevelar.—¿Noestáelpariente?—No está. Fuese a la villa para cumplir con la señora, mi ama, a quien

pagamosunforodedoceferradosdetrigoydocedecenteno.—¿Yelrapaz?—Marchoseanochecido.¡Cosasderapaces!Pidiolerelaciónaunamozade

laaldeaytieneconellaparrafeotodaslasnoches.—Biendice:¡Cosasderapaces!—Aquíestoyesperándole.—Espérelemuydichosa.Y el espolique se alejó corriendo para dar alcance al jinete. Emparejose y

siguiójadeantealflancodelcaballo:—¡Nomeandabaengañado,miamo!—Parecequeno.—¡Eraaquelquedije!…—¡Ylamadreesperándole!…Callaronconlasalmassobresaltadasycubiertasdemisterio.Habíandejado

elcaminodeherraduraporotroderuedas,cuandosecruzaronconunarrieroque

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ibamediodormidosobresumula,arrebujadoenunamanta.Apartadossobrelaorilladelcaminosecretearonamoycriado:

—Madrugalagentedelaferia…—Nosexponemosaunmalencuentro.—Esopensaba,miamo.—Tú,ahoratevuelvesconelcaballo.Yotomolabarca.—¿Ysinoseatopanallílosmozosdelapartida?—Estará, cuando menos, don Ramón María. ¿No te ha dicho que me

esperaba?—Esodíjome,sí,señor.—¿Quéhoraserá?—Cuandocruzamoslaaldea,yacantabanlosgallos.—Aúnhaytreshorasdenoche.—Esohabrá.¿Conoceelcamino?—Creoquesí.—Másmejor,salvosuparecer,seríaquellegásemosalapuente,yluegoyo

volveríameporlavereda,queescaminomásseguro.—Norepliques,rapaz.—¡Damepavorelmuerto!—Aúnalcanzascompañía.Yseñalabaalarrieroquesubíaelcaminollenodecharcos,dondesereflejaba

laluna.—¡Puederecelarse!—Disimulas.Montasiquieres…Obedeció el espolique, y unavez sobre la silla se inclinópara escuchar al

caballero,queleintimóenvozbaja:—¡Tevalavidaencallar!Yconestoarrendoseelencubierto,paradejarlespaso,undedopuestosobre

los labios:Alversesolo, sesantiguódevotamente.¿Adónde iba?¿Quiénera?Talvezfueseunemigrado.TalvezuncabecillaquevolvíadePortugal.Perodelasviejashistorias,delosviejoscaminos,nuncasesabeelfin.

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D

JARDÍNUMBRÍO:

MIBISABUELO

ONManuelBermúdezyBolaño,mibisabuelo,fueuncaballeroalto,seco,conlosojosverdesyelperfilpurísimo:Hablabapoco,paseabasolo,era

orgulloso, violento ymuy justiciero. Recuerdo que algunos días en lamejilladerechateníaunaroséola,casiunallaga:Deaquellaroséolalagentedelpueblomurmurabaqueeraunbesodelasbrujas,yamediaspalabrasveníanadecirlomismomistíaslasPedrayes.Laimagenqueconservodemibisabueloesladeunviejocaducoytemblónquepaseabaalabrigodelaiglesiaenlastardeslargasydoradas. ¡Quéamorosaevocación tieneparamíaquel tiempo! ¡Doradoes tunombre, SantaMaría de Louro! ¡Dorada tu iglesia con nidos de golondrinas!¡Doradastuspiedras!¡Todatúdorada,villadeSeñorío!

Delacasaquetuvoallímibisabuelosoloquedaunaparraviejaquenodauvas,ydeaquellafamiliatanantiguaunecoenloslibrosparroquiales;peroentornodelasombrademibisabueloflotatodavíaunaleyenda.Recuerdoquetodalaparentela le teníaporun locoatrabiliario.Yoeraunniñoy se recatabandehablarenmipresencia;sinembargo,porpalabrasvagaslleguéadescubrirquemibisabuelohabíaestadopresoenlacárceldeSantiago.Enmediodeunagranangustia presentía que era culpado de algún crimen lejano, y que había salidolibrepordinero.Muchasnochesnopodíadormir,cavilandoenaquelmisterio,ysemeoprimíaelcorazónsien lasaltashorasoía lavozembarulladadelviejocaballeroquesoñabaagritos:Dormíamibisabueloenunagransaladelatorre,conuncriadoa lapuerta,yyo lesuponía llenoderemordimientos, turbadosusueñopor fantasmasyaparecidos.Aquelviejo tanadustomequeríamucho,ycorrespondíale mi candor de niño rezando para que le fuese perdonado sucrimen.Yaestabanfríaslasmanosdemibisabuelocuandosupecómosehabíancubiertodesangre.

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Unanochecido escuché el relato a la vieja aldeana que ha sido siempre lacrónicadelafamilia:Micaelahilabasucopoenlaantesalaredonda,ycontabaalosotroscriadoslasgrandezasdelacasaylashistoriasdelosmayores.Demibisabuelorecordabaqueeraungrancazador,yqueunatarde,cuandovolvíadetiraralasperdices,salióaesperarleenelcaminodelmonteelcabezalerodeunforalqueteníaenJuno.Eraunhombreciegoaquienunahijasuyaguiabadelamano:Ibaconlacabezadescubiertaalencuentrodelcaballero:

—¡Unángellotraeporestoscaminos,miamo!Hablabaconlavozveladadelágrimas.DonManuelBermúdezleinterrogó

breveymuyadusto:—¿Hamuertotumadre?—¡NolopermitaDios!—¿Puesquéteocurre?—Porunfalsotestimonioestánenlacárceldosdemishijos.¡Quiereacabar

con todosnosotroselescribanoMalvido!Andapor laspuertasconunaobligaescrita,yvatomandolasfirmasparaqueningunovuelvaameterlosganadosenlasBrañasdelRey.

Suspirólamocinaqueguiabaasupadre:—YolovidealapuertadetíoPedrodeVermo.Se acercaron otrasmujeres y unos niños que volvían delmonte agobiados

bajograndeshacesdecarrascas.TodosrodearonaDonManuelBermúdez:—Yalospobresnopodemosvivir.Elmontedonderozábamosnosloquita

unladróndelavilla.Clamóelciego:—Másosvalenohablaryarrancaroslalengua.Porpalabrascomoesasestán

enlacárceldosdemishijos.Alcallarelciegogimiólamocina:—PorestarencamadanosellevaronlosalcaldesamimadreÁgueda.Cuentanquemibisabueloaloírestodiounavozmuyenojado,imponiendo

silencio:—¡Hablatú,Serenín!¡Queyomeentere!Todos seapartaron,yel ciego labradorquedóenmediodel caminocon la

cabezadescubierta, lacalvadoradabajoelsolponiente:LlamábaseSereníndeBretal,ysumadre,unalabradoradecienaños,ÁguedaladelMonte.Estamujerhabía sido nodriza de mi bisabuelo, quien le guardaba amor tan grande, quealgunasvecescuandoandabadecaceríallegábaseavisitarla,ysentábasebajoel

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emparradoamerendarensucompañíauncuencode lechepresa.DonManuelBermúdez, amparado en una sombra del camino, silencioso y adusto, oía laquerelladeSereníndeBretal:

—¡Acabanconnos!¡Nosabemosyadóndeirarozarlascarrascas,nidóndellevar los ganados! Por puertas nos deja a todos los labradores el escribanoMalvido. Los montes, que eran nuestros, nos los roban con papeles falsos ytestimonios de lenguas pagadas, y porque reclamaron contra este fuero, tengodoshijos en la cárcel. ¡Ya solamentenosquedaa los labradoresponernosunapiedraalcuelloyecharnosdecabezaalrío!

Selevantóunmurmullopopular:—¿Adóndeirásquenopenares?—¡Lasuertedelpobreespasartrabajos!—¡Paraelpobrenuncahaysol!—¡Sufrirypenar!¡Sufrirypenar!Eslaleydelpobre.Las mujeres que portaban los haces de carrascas, juntas con otras que

volvíandelosmercados,formabancorroentornodelciegolabrador,yalolejosuna cuadrilla de cavadores escuchaba en la linde de la heredad descansandosobrelasazadas.DonManuelBermúdezlosmiróatodosmuydespacio,yluegolesdijo:

—Enlamanotenéiselremedio.¿Porquénomatáisaeseperrorabioso?Alprontotodoscallaron,peroderepenteunamujergritódejandocaersuhaz

decarrascasymesándose:—¡Porquenohayhombres,señor!¡Porquenohayhombres!Desdelejosdejóoírsuvozunodeloscavadores:—Hayhombres,perotienenlasmanosatadas.Serevolviólamujer:—¿Quiénvos las ata? ¡Elmiedo! ¡Callad, castrados! ¿Québocahabló por

mí, cuando enunamisma levame llevaron tres hijos, ymedejaron comomeveo,sinmásamparoqueelcieloquemecubre?¡Callad,castrados!

Unaviejaqueveníahaciaelcaminoatravesandoporlosmaizales,respondióconotrasvoces:

—¡Hayqueacabarconlosverdugos!¡Hayqueacabarconellos!EraÁguedaladelMonte.Caminabaapoyándoseenunpalo,alta,encorvada,

vestidadeluto.Elcaballerolamiróllenodepiedad:—¿Porquétehasmovidodetupuerta,Águeda?—¡Paramirarte,soldeoro!

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Serenín deBretal volvió los ojos velados hacia donde sonaba la voz de lacentenaria,ygritóalosvientos:

—¡Yadepusimosnuestropleitoalamo!ÁguedaladelMontesehabíasentadoenunapiedradelcamino:—Puessuconsejonostocaseguir.¿Quévoshadicho?RepusoSerenínenmediodelmurmullodemuchasvoces:—Elquenaciódenoblezatieneunsentir,yotroquenaciódelatierra.ÁguedaladelMonteselevantóapoyándoseenelpalo:Habíasidounamujer

gigantesca, y aun encorvada parecía muy alta, tenía los ojos negros, y eramorena,delcolordelcenteno:

—¡Sin escucharlas, sé las palabras demi rey! ¡El rey que yo crie tuvo elmismodictadoqueestabocadetierra!¡Acabarconlosverdugos!¡Acabarconellos!¡Sinescucharlas,sélaspalabrasdemirey!

ClamóSerenín:—¡Yonadapuedohacersinluzenlosojosyconloshijosenlacárcel!Comenzaronagritarlasmujeres:—¡Estascarrascashabíandeserparaquemarvivoeseladróndepobres!Selevantósobrelaolaunavozyaronca:—¿Dóndeestánloshombres?¡Todossoncastrados!Ydeprontoseaplacóelvocerío.Unalenguamelosarecomendó:—Hayquecallarysufrir.Cadavidatienesucruz.¡Miradquiénviene!Porloaltodelacuesta, trotandosobreunasno,asomabaunjinete,ytodos

reconocieronalescribanoMalvido.Cuentanqueentoncesmibisabuelosevolvióaloscavadoresqueestabanenlalindedelaheredad:

—Tengo laescopetacargadaconpostas.¿Algunodevosotrosquierehacerunbuenblanco?

Alprontotodoscallaron.Luegodestacoseunoentrelosmásviejos:—Elgavilánvuelasiempresobreelpalomar.Unosematayotroviene.—¿Noqueréisaprovecharlacargademiescopeta?Respondieronvariasvocesconahínco:—¡Somos unos pobres, señor mayorazgo! ¡Cativos de nos! ¡Hijos de la

tierra!ÁguedaladelMonteselevantóconelregazollenodepiedras:—¡Lasmujereshemosdesepultaralosverdugos!El escribano,mirando tanta gente en el camino, iba a torcer por un atajo,

peromibisabuelopareceserquelellamócongrandesvoces:

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—SeñorMalvido,acáleestamosesperandoparahacerunabuenajusticia.Respondióelotromuyalegre:—¡Faltahace,señormayorazgo!¡Estagenteescontumaz!Seacercótrotando.Mibisabuelo,muydespacio,echoselaescopetaalacara:

Cuandoletuvoencañonadolegritó:—¡Estaesmijusticia,señorMalvido!Ydeun tiro ledoblóen tierracon lacabezaensangrentada.Águeda ladel

Montesearrodillóconlosbrazosabiertos,alpiedemibisabuelo,queposósumanoblancasobrelacabezadelacentenaria,yledijo:

—¡Buenalechemehasdado,madreÁgueda!Todos habían huido, y eran los dos solos en medio del camino, frente al

muerto. Contaba Micaela la Galana que a raíz de aquel suceso mi bisabuelohabíaestadoalgúntiempoenlacárceldeSantiago.Elhechoescierto,perofueotro el motivo. Muchos años después, para una información genealógica, hetenidoque revolverpapelesviejos, ypude averiguarque aquella prisiónhabíasidoporperteneceralpartidodelosapostólicoselseñorCoroneldeMiliciasdonManuelBermúdezyBolaño.Erayoestudiante,cuandolleguéaformarmecabalideademibisabuelo.Creoquehasidouncarácterextraordinario,yasíestimosobre todas mis sangres la herencia suya. Aún ahora, vencido por tantosdesengaños, recuerdo con orgullo aquel tiempo de mi mocedad, cuando,despechada conmigo todami parentela, decían las viejas santiguándose: ¡OtroDonManuelBermúdez!¡BenditoDios!

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S

L

JARDÍNUMBRÍO:

ROSARITO

CAP.I

ENTADAanteunode esos arcaicosveladores con tablerodedamas, quetanta boga conquistaron en los comienzos del siglo, cabecea el sueño la

ancianaCondesadeCela:Losmechonesplateadosdesuscabellos,escapándosede la toca de encajes, rozan con intermitencias los naipes alineados para unsolitario. En el otro extremo del canapé, está su nieta Rosarito. Aunquemuypiadosasentrambasdamas,eslociertoqueningunaprestaatenciónalavidadelsanto del día, que el capellán del Pazo lee en alta voz, encorvado sobre elvelador,ycalados losespejuelosde reciaarmazóndorada.DeprontoRosaritolevantalacabeza,ysequedacomoabstraída,fijoslosojosenlapuertadeljardínque se abre sobre un fondo de ramajes oscuros y misteriosos. ¡No másmisteriosos,enverdad,quelamiradadeaquellaniñapensativayblanca!Vistaalatenueclaridaddelalámpara,conlarubiacabezaendivinoescorzo;lasombradelaspestañastemblandoenelmarfildelamejilla;yelbustodelicadoygentildestacándose en penumbra incierta sobre la dorada talla, y el damasco azulceleste del canapé, Rosarito recordaba esas ingenuasmadonas, pintadas sobrefondodeestrellasyluceros.

CAP.II

Aniñaentornalosojos,palidece,ysuslabiosagitadosportemblorextrañodejanescaparungrito:

—¡Jesús…!¡Quémiedo!…Interrumpesu lecturaelclérigo;ymirándolaporencimade losespejuelos,

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carraspea:—¿Algunaaraña,eh,señorita?…Rosaritomuevelacabeza:—¡No,señor,no!Rosarito estabamuypálida. Su voz, un poco velada, tenía esa inseguridad

delatoradelmiedoydeangustia.Envanoporaparecerserenaquisocontinuarlalaborqueyacíaensuregazo.Temblabademasiadoentreaquellasmanospálidas,transparentes como lasdeuna santa;manosmísticasy ardientes, queparecíanadelgazadas en la oración, por el suave roce de las cuentas del rosario.Profundamenteabstraídaclavó lasagujasenelbrazodelcanapé.Despuésconvozbajaeíntima,cualsihablasecontigomisma,balbuceó:

—¡Jesús!…¡Quécosatanextraña!Almismotiempoentornólospárpados,ycruzólasmanossobreelsenode

cándidasygloriosaslíneas:Parecíasoñar.Elcapellánlamiróconextrañeza:—¿Quélepasa,señoritaRosario?Laniñaentreabriólosojosylanzóunsuspiro:—¿Diga,donBenicio,seráalgúnavisodelotromundo?…—¡Unavisodelotromundo!…¿Quéquiereusteddecir?Antes de contestar, Rosarito dirigió una nueva mirada al misterioso y

dormido jardín a través de cuyos ramajes se filtraba la blanca luz de la luna,luegoenvozdébilytemblorosamurmuró:

—HaceunmomentojuraríahabervistoentrarporesapuertaadonMiguelMontenegro…

—¿DonMiguel,señorita?…¿Estáustedsegura?—Sí;eraél,ymesaludabasonriendo…—¿Pero usted recuerda a donMiguelMontenegro? Si lomenos hace diez

añosqueestáenlaemigración.—Meacuerdo,donBenicio,comosilehubiesevistoayer.Erayomuyniña,

yfuiconelabueloavisitarleenlacárceldeSantiago,dondeleteníanpresoporliberal.Elabuelolellamabaprimo.DonMigueleramuyalto,conelbigotemuyretorcidoyelpeloblancoyrizoso.

Elcapellánasintió:—Justamente,justamente.Alostreintaañosteníalacabezamásblancaque

yoahora.Sinduda,ustedhabráoídoreferirlahistoria…Rosaritojuntólasmanos:—¡Oh!¡Cuántasveces!Elabuelolacontabasiempre.

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SeinterrumpióviendoenderezarsealaCondesa.Laancianaseñoramiróasunietaconseveridad,ytodavíamaldespiertamurmuró:

—¿Quétantotienesquehablar,niña?DejaleeradonBenicio.Rosaritoinclinólacabeza,ysepusoamoverlasagujasdesulabor.Perodon

Benicio, que no estaba en ánimo de seguir leyendo, cerró el libro y bajó losanteojoshastalapuntadelanariz.

—Hablábamos del famoso don Miguel, señora Condesa. Don MiguelMontenegro,emparentado,sinomeengaño,conlailustrecasadelosCondesdeCela…

Laancianaleinterrumpió:—¿Yadóndehanidoustedesabuscaresaconversación?¿Tambiénustedha

tenidonoticiadelherejedemiprimo?Yoséqueestáenelpaís,yqueconspira.El cura deCela, que le conociómucho enPortugal, le ha visto en la feria deBarbanzón,disfrazadodechalán.

DonBeniciosequitólosanteojosvivamente:—¡Hum!Heahíunanoticia,yunanoticiadelasmásextraordinarias.¿Pero

noseequivocaríaelcuradeCela?…LaCondesaseencogiódehombros:—¡Qué!¿Lodudausted?Puesyono.¡Conozcohartobienamiseñorprimo!—Losañosquebrantanlaspeñas,señoraCondesa:Cuatroanduveyoporlas

montañasdeNavarraconelfusilalhombro,yhoy,mientrasotrosbatenelcobre,tengoquecontentarmeconpediraDiosenlamisaeltriunfodelasantacausa.

Unasonrisadesdeñosaasomóenladesdentadabocadelalinajudaseñora:—¿Pero quiere usted compararse, don Benicio?… Ciertamente que en el

casodemiprimo,cualquierasemiraríaantesdeatravesarlafrontera;peroesaramadelosMontenegrosesdelocos.LocoeramitíodonJosé,locoeselhijoylocosseránlosnietos.UstedhabráoídomilvecesencasadeloscurashablardedonMiguel;puesbien,todoloquesecuentanoesnadacomparadoconloqueesehombrehahecho.

Elclérigorepitióamediavoz:—Yasé,yasé…Tengooídomucho.¡Esunhombreterrible,unlibertino,un

masón!LaCondesaalzólosojosalcieloysuspiró:—¿Vendráanuestracasa?¿Quélepareceausted?—¿Quiénsabe?ConoceelbuencorazóndelaseñoraCondesa.Elcapellánsacódelpechodesulevitónungranpañueloacuadrosazules,y

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losacudióenelaireconsumaparsimonia:Despuésselimpiólacalva:—¡Sería una verdadera desgracia! Si la señora atendiese mi consejo, le

cerraríalapuerta.Rosarito lanzó un suspiro. Su abuela la miró severamente y se puso a

repiquetearconlosdedosenelbrazodelcanapé:—Esosedicepronto,donBenicio.Estávistoqueustednoleconoce.Yole

cerraríalapuertayéllaecharíaabajo.Porlodemás,tampocodeboolvidarqueesmiprimo.

Rosaritoalzólacabeza.Ensubocadeniñatemblabalasonrisapálidadeloscorazones tristes, y en el fondomisteriosode sus pupilas brillabauna lágrimarota.Deprontolanzóungrito.Paradoenelumbraldelapuertadeljardínestabaun hombre de cabellos blancos, estatura gentil y talle todavía arrogante yerguido.

CAP.III

ONMiguel deMontenegro podría frisar en los sesenta años. Tenía esehermosoyvaroniltiposuevotanfrecuenteenloshidalgosdelamontaña

gallega.Eraelmayorazgodeunafamiliaantiguay linajuda,cuyoblasón lucíadieciséiscuartelesdenobleza,yunacoronarealeneljefe.DonMiguel,congranescándalode sus deudosy allegados, al volver de suprimera emigraciónhizopicarlasarmasquecampeabansobrelapuertadesuPazosolariego,uncaserónantiguoyruinoso,mandadoedificarporelMariscalMontenegro,quefiguróenlas guerras de Felipe V y fue el más notable de los de su linaje. Todavía seconserva en el país memoria de aquel señorón excéntrico, déspota y cazador,beodo y hospitalario. Don Miguel a los treinta años había malbaratado supatrimonio: Solamente conservó las rentas y tierras de vínculo, el Pazo y unacapellanía,todolocualapenasledabaparacomer.Entoncesempezósuvidadeconspiradoryaventurero,vidatanllenaderiesgosyazarescomoladeaquellossegundones hidalgos que se enganchaban en los tercios de Italia por buscarlancesdeamor,deespadaydefortuna.Liberalaforradoenmasón,fingíagranmenosprecioportodasuertedetimbresnobiliarios,loquenoimpedíaquefuesealtivo y cruel como un árabe noble. Interiormente sentíase orgulloso de suabolengo, y pese a su despreocupación dantoniana, placíale referir la leyendaheráldica que hace descender a los Montenegros de una emperatriz alemana.

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CreíaseemparentadoconlasmásnoblescasasdeGalicia,ydesdeelCondedeCelaaldeAltamira,con todosse igualabaya todos llamabaprimos,comosellamanentresílosreyes.Encambio,despreciabaaloshidalgossusvecinosyseburlabadeellossentándolosasumesayhaciendosentarasuscriados.EracosadeveradonMiguelerguirsecuanaltoera,conelvasodesbordante,gritandoconaquellaengoladavozdegranseñorqueponíaasombroensushuéspedes:

—Enmicasa,señores,todosloshombressoniguales.AquíesleyladoctrinadelfilósofodeJudea.

DonMigueleraunodeesoslocosdebuenavena,conmanerasdegranseñor,ingenio de coplero y alientos de pirata. Bullía de continuo en él unadesesperaciónsincausaniobjeto, tanprontoarrebatadacomoburlona, ruidosacomo sombría. Atribuíansele cosas verdaderamente extraordinarias. Cuandovolvió de su primera emigración encontrose hecha la leyenda. Los viejosliberalespartidariosdeRiegocontabanquelehabíablanqueadoelcabellodesdequeunasentenciademuertetuviéraletresdíasencapilla,delacualconsiguierafugarseporunmilagrodeaudacia.Perolasdamiselasdesuprovincia,abuelashoyque todas suspiran cuando recitan a sus nietas los versos deEl Trovador,referían algo mucho más hermoso… Pasaba esto en los buenos tiempos delromanticismo, y fue preciso suponerle víctima de trágicos amores. ¡CuántasvecesoyeraRosaritoenlatertuliadesusabueloslahistoriadeaquelloscabellosblancos!Contábala siempre su tía la deCamarasa—una señorita cincuentonaqueleíanovelasconelardordeunacolegiala,ytodavíacantabaenlosestradosaristocráticosdeCompostelamelancólicastonadasdelañotreinta—.AmadadeCamarasa conoció a donMiguel en Lisboa, cuando las bodas del Infante donMiguel.Eraellaunaniña,yhabíalequedadomuypresentelasombríafiguradeaquelemigradoespañoldeerguidotalleyademánaltivo,quetodaslasmañanassepaseabaconelpoetaEsproncedaenelatriodelacatedral,ynodabaunpasosingolpear fieramenteel suelocon laconteradesucañade Indias.AmadadeCamarasanopodíamenosdesuspirarsiemprequehacíamemoriadelosalegresañospasadosenLisboa. ¡Quizávolvíaavercon losojosde la imaginación lafiguradeciertohidalgolusitanodemorenorostroyamantelabia,quehabíasidolaúnicapasióndesu juventud!…Peroestaesotrahistoriaquenada tienequeverconladedonMigueldeMontenegro.

CAP.IV

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E Lmayorazgosehabíadetenidoenmediodelaespaciosasala,ysaludabaencorvandosuaventajadotalle,aprisionadoenlargolevitón.

—Buenas noches, Condesa deCela. ¡He aquí a tu primoMontenegro quevienedePortugal!

Suvoz,alsonarenmediodelsilenciodelaanchurayoscurasaladelPazo,parecíamáspoderosaymáshueca.LaCondesa,sinmanifestarextrañeza,repusocondesabrimiento:

—Buenasnoches,señormío.DonMiguelseatusóelbigote,ysonrió,comohombreacostumbradoatales

desvíosyquelostieneenpoco.Deantiguorecibíaseledeigualmodoencasadetodos sus deudos y allegados, sin que nunca se le antojara tomarlo a pecho:Contentábaseconhacerseobedecerdeloscriados,ymanifestarhacialosamosciertodesdéndegranseñor.Eradevercómoaquelloshidalgoscampesinosquenunca habían salido de sus madrigueras concluían por humillarse ante laapostura caballeresca y la engolada voz del viejo libertino, cuya vida deconspirador,llenadeazaresdesconocidos,ejercíasobreelloselpodersugestivodelotenebroso.DonMiguelacercoserápidoalaCondesaytomolelamanoconaireauntiempocortésyfamiliar:

—Espero,prima,quemedaráshospitalidadporunanoche.Asídiciendo,conempaquedeviejogentilhombre,arrastróunpesadosillón

de moscovia, y tomó asiento al lado del canapé. En seguida, y sin esperarrespuesta, volviose a Rosarito. ¡Acaso había sentido el peso magnético deaquellamiradaqueteníalacuriosidaddelavirgenylapasióndelamujer!Pusoelemigradounamanosobre la rubiacabezade laniña,obligándolaa levantarlosojos,yconesacortesaníaexquisitaysimpáticadelosviejosquehanamadoygalanteadomuchoensu juventud,pronuncióamediavoz—¡lavozhondaytristeconqueserecuerdaelpasado!:

—¿Tú no me reconoces, verdad, hija mía? Pero yo sí, te reconocería encualquier parte… ¡Te pareces tanto a una tía tuya, hermana de tu abuelo, a lacualyanohaspodidoconocer!…¿TútellamasRosarito,verdad?

—Sí,señor.DonMiguelsevolvióalaCondesa:—¿Sabes,prima,queesmuylindalapequeña?Ymoviendo la plateada y varonil cabeza continuó cual si hablase consigo

mismo:

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—¡Demasiadolindaparaquepuedaserfeliz!La Condesa, halagada en su vanidad de abuela, repuso con benignidad,

sonriendoasunieta:—Nomelatrastornes,primo.¡Seaellabuena,queelquesealindaescosade

bienpoco!…Elemigradoasintióconungestosombríoyteatralyquedócontemplandoa

laniña,queconlosojosbajos,movíalasagujasdesulabor,temblorosaytorpe.¿Adivinó el viejo libertino loquepasaba en aquella alma tanpura? ¿Tenía él,comotodoslosgrandesseductores,esaintuiciónmisteriosaqueleeenloíntimodeloscorazonesyconocelashoraspropiciasalamor?Elloesqueunasonrisadeincreíbleaudaciatemblóunmomentobajoelmostachoblancodelhidalgoyquesusojosverdes—soberbiosydesdeñososcomolosdeuntiranoolosdeunpirata— se posaron con gallardía donjuanesca sobre aquella cabezamelancólicamente inclinadaqueconcrenchadeoro,partidaporestrecha raya,tenía cierta castidad prerrafaélica. Pero la sonrisa y la mirada del emigradofueronrelámpagosporlosiniestrasyporlofugaces.Recobradaincontinentisuactituddegranseñor,donMiguelseinclinóantelaCondesa:

—Perdona,prima,quetodavíanotehayapreguntadopormiprimoelCondedeCela.

Laancianasuspiró,levantandolosojosalcielo:—¡Ay!¡ElCondedeCela,loesdesdehacemuchotiempomihijoPedro!…Elmayorazgoseenderezóenelsillón,dandoconlaconteradesucañaenel

suelo:—¡Vive Dios! En la emigración nunca se sabe nada. Apenas llega una

noticia…¡Pobreamigo!¡Pobreamigo!…¡Nosomosmásquepolvo!…Frunció las cejas, y apoyadoadosmanos en el puñodeorode subastón,

añadióconfanfarronería:—Sianteslohubiesesabido,créemequenotendríaelhonordehospedarme

entupalacio.—¿Porqué?—Porquetúnuncamehasqueridobien.¡Enesoeresdelafamilia!Lanobleseñorasonriótristemente:—Túeres el quehas renegadode todos. ¿Pero aquéviene recordar ahora

eso?CuentahasdedaraDiosdetuvida,yentonces…DonMiguelseinclinóconsarcasmo:—Tejuro,prima,que,comotengatiempo,hedearrepentirme.

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U

El capellán, que no había desplegado los labios, repuso afablemente —afabilidadqueleimponíaelmiedoalacóleradelhidalgo:

—Volterianismos,donMiguel…Volterianismosquedespués,en lahoradelamuerte…

DonMiguelnocontestó.En losojosdeRosaritoacababade leerunruegotímido y ardiente a la vez. El viejo libertino miró al clérigo de alto abajo, yvolviéndosealaniña,quetemblaba,contestósonriendo:

—¡Notemas,hijamía!SinocreoenDios,amoalosángeles…Elclérigo,enelmismotonoconciliadoryfrancote,volvióarepetir:—¡Volterianismos,donMiguel!¡VolterianismosdelaFrancia!…Intervino con alguna brusquedad la Condesa, a quien lo mismo las

impiedadesquelasgalanteríasdelemigradoinspirabanvagoterror:—¡Dejémosle,donBenicio!Niélhadeconvencernosninosotrosaél…DonMiguelsonrióconexquisitaironía:—¡Gracias,prima,porlaejecutoriadefirmezaquedasamisideas,puesya

hevistocuántaeslaelocuenciadetucapellán!LaCondesasonriófríamenteconelbordedeloslabios,ydirigióunamirada

autoritaria al clérigo para imponerle silencio. Después, adoptando esa actitudseriayun tantomelancólicaconque lasdamasdelaño treintase retrataban,yrecibíanenelestradoaloscaballeros,murmuró:

—¡Cuando pienso en el tiempo que hace que no nos hemos visto!… ¿Dedónde sales ahora? ¿Qué nueva locura te trae? ¡Los emigrados no descansáisnunca!…

—Pasaronyamisañosdepelea…Yanosoyaquelquetúhasconocido.Siheatravesadolafrontera,hasidoúnicamenteparatraersocorrosalahuérfanadeun pobre emigrado, a quien asesinaron los estudiantes deCoímbra. Cumplidoestedeber,mevuelvoaPortugal.

—¡Siesasí,queDiosteacompañe!…

CAP.V

Nantiguorelojdesobremesadiolasdiez.Eradeplatadoradaydegustopesado y barroco, como obra del siglo XVIII. Representaba a Baco

coronadodepámpanosydormidosobreuntonel.LaCondesacontólashorasenvozalta,yvolvióalasuntodesuconversación:

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—Yo sabía que habías pasado por Santiago, y que después estuviste en laferiadeBarbanzóndisfrazadodechalán.Misnoticiaserandequeconspirabas.

—Yaséqueesosehadicho.—A ti se te juzga capaz de todo, menos de ejercer la caridad como un

apóstol…Ylanobleseñorasonreíaconalgunaincredulidad.Despuésdeunmomento

añadió,bajandoinsensiblementelavoz:—¡Eselcasoquenodebestenerlacabezamuysegurasobreloshombros!Ytraslamáscaradefrialdadconquequisorevestirsuspalabras,asomaban

el interés y el afecto. Don Miguel repuso en el mismo tono confidencial,paseandolamiradaporlasala:

—¡Ya habrás comprendido que vengo huyendo! Necesito un caballo pararepasarmañanamismolafrontera.

—¿Mañana?—Mañana.LaCondesareflexionóunmomento:—¡EselcasoquenotenemosenelPazoniunamalamontura!…Ycomoobservasequeelemigradofruncíaelceño,añadió:—Hacesmalendudarlo.Túmismopuedesbajaralascuadrasyverlo.Hará

cosadeunmespasóporaquíhaciendounarequisalapartidadeElManco,ysellevólasdosyeguasqueteníamos.Nohequeridovolveracomprar,porquemeexponíaaqueserepitieseelcasoelmejordía.

DonMigueldeMontenegrolainterrumpió:—¿YnohayenlaaldeaquienpresteuncaballoalaCondesadeCela?A la pregunta del mayorazgo siguió un momento de silencio. Todas las

cabezasseinclinaban,yparecíanmeditar.Rosarito,queconlasmanosencruzyla labor caída en el regazo estaba sentada en el canapé al lado de la anciana,suspirótímidamente:

—Abuelita,elSumillertieneuncaballoquenoseatreveamontar.Yconelrostrocubiertoderubor,entreabiertalabocademadona,yelfondo

de losojosmisteriososycambiante,Rosaritoseestrechabaasuabuelacualsibuscase amparo en un peligro.DonMiguel la infundíamiedo, pero unmiedosugestivoyfascinador.Quisieranohaberleconocido,yelpensarenquepudierairse la entristecía. Aparecíasele como el héroe de un cuento medroso y bellocuyorelatoseescuchatemblando,y,sinembargo,cautivaelánimohastaelfinal,con la fuerza de un sortilegio. Oyendo a la niña, el emigrado sonrió con

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D

caballeresco desdén, y aun hubo de atusarse el bigote suelto y bizarramentelevantadosobreellabio.Suactituderaligeramenteburlona:

—¡ViveDios!UncaballoqueelSumillernoseatreveamontarcasidebeserunBucéfalo.¡Heahí,queridasmías,elcorcelquemeconviene!

LaCondesamoviódistraídamentealgunosnaipesdelsolitario,yalcabodeunmomento,comosielpensamientoy lapalabra leviniesendemuy lejos,sedirigióalcapellán:

—Don Benicio, será preciso que vaya usted a la rectoral y hable con elSumiller.

DonBeniciorepuso,volviendolashojasdeElAñoCristiano:—YoharéloquedispongalaseñoraCondesa;pero,salvosumejorparecer,

elmíoesquemásatendidahabíadeserunacartadevuecencia.Aquí levantó el clérigo la tonsurada cabeza, y al observar el gesto de

contrariedadconqueladamaleescuchaba,seapresuróadecir:—Permítame, señora Condesa, que me explique. El día de San Cidrán

fuimosjuntosdecaza.EntreelSumilleryelabaddeCela,quesenosreunióenelmonte,hiciéronmeunajugarretadeldemonio.Todoeldíaestuviéronseriendo.

¡Consussesentaañosacuestas,losdostienenelhumordeunosrapaces!Simepresentoahoraenlarectoralpidiendoelcaballo,porseguroquelotomanaburla.¡EsunraposomuyviejoelseñorSumiller!

Rosaritomurmuróconanheloaloídodelaanciana:—Abuelita,escríbaleusted…LamanotrémuladelaCondesaacariciólarubiacabezadesunieta:—¡Ya,hijamía!…Y laCondesa deCela, que hacía tantos años estaba amagada de parálisis,

irguiose sin ayuda, y, precedida del capellán, atravesó la sala, noblementeinclinadasobre sumuleta,unadeesasmuletascomosevenen los santuarios,concojíndeterciopelocarmesíguarnecidoporclavosdeplata.

CAP.VI

EL fondo oscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegabanmurmullos y aromas. El vientecillo gentil que los traía estremecía los

arbustos, sin despertar los pájaros quedormían en ellos.Aveces, el follaje seabríasusurrandoypenetrabaelblancorayodelaluna,quesequebrabaenalgún

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asientodepiedra,ocultohastaentoncesensombraclandestina.Eljardíncargadode aromas, y aquellas notas de la noche, impregnadas de voluptuosidad y depereza, y aquel rayode luna, y aquella soledad, y aquelmisterio, traían comounaevocaciónrománticadecitasdeamor,ensiglosdetrovadores.DonMiguelselevantódelsillón,y,vencidoporunadistracciónextraña,comenzóapasearseentenebrecidoytaciturno.Temblabaelpisobajosuandarmarcial,ytemblabanlasarcaicasconsolas,queparecíanaltaresconsucargarococódeefigies,fanalesyfloreros.Losojosdelaniñaseguíanmiedososeinconscienteseliryvenirdeaquella sombría figura: Si el emigrado se acercaba a la luz, no se atrevía amirarle;sisedesvanecíaenlapenumbra, lebuscabaconansia.DonMiguelsedetuvoenmediodelaestancia.Rosaritobajólospárpadospresurosa.Sonrioseelmayorazgo contemplando aquella rubia y delicada cabeza, que se inclinabacomoliriodeoro,ydespuésdeunmomentollegóadecir:

—¡Mírame, hija mía! ¡Tus ojos me recuerdan otros ojos que han lloradomuchopormí!

TeníadonMiguellosgestostrágicosylasfrasessiniestrasydolientesdelosseductores románticos. En su juventud había conocido a lord Byron y lainfluenciadelpoetainglésfueraenéldecisiva.LaspestañasdeRosaritorozaronlamejillacontímidoaleteoypermanecieroninclinadascomolasdeunanovicia.El emigrado sacudió la blanca cabellera, aquella cabellera cuya novelescahistoria tantasveces recordara laniñadurante lavelada,y fuea sentarseenelcanapé:

—Siviniesenaprenderme,¿túquéharías?¿Teatreveríasaocultarmeentualcoba?¡UnaabadesadeSanPayosalvóasílavidaatuabuelo!…

Rosaritonocontestó.Ella,taninocente,sentíaelfuegodelruborentodasucarne.Elviejolibertinolamirabaintensamente,cualsisolobuscaseelturbarlamás.Lapresióndeaquellosojosverdeseraauntiemposombríayfascinadora,inquietante y audaz: Dijérase que infiltraban el amor como un veneno, queviolabanlasalmasyquerobabanlosbesosalasbocasmáspuras.Despuésdeunmomento,añadióconamargasonrisa:

—Escuchaloquevoyadecirte.Siviniesenaprenderme,yomeharíamatar.¡Mi vida ya no puede ser ni larga ni feliz, y aquí tus manos piadosas meamortajarían!…

Cual si quisiera alejar sombríos pensamientos agitó la cabeza conmovimientovaronilyhermoso,yechóhaciaatrásloscabellosqueoscurecíansufrente, una frente altanera y desguarnecida, que parecía encerrar todas las

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L

exageracionesytodaslasdemencias,lomismolasdelamorquelasdelodio,lascelestesquelasdiabólicas…Rosaritomurmurócasisinvoz:

—¡Yo haré una novena a laVirgen para que le saque a usted con bien detantospeligros!…

Unaondadeindeciblecompasiónlaahogabaconahogodulcísimo.Sentíasepresadeconfusiónextraña,prontaallorar,nosabíasideansiedad,sidepena,side ternura; conmovida hasta lo más hondo de su ser, por conmoción oscura,hasta entonces ni gustada ni presentida. El fuego del rubor quemábale lasmejillas; el corazón quería saltársele del pecho; un nudo de divina angustiaoprimíasugarganta,escalofríosmisteriososrecorríansucarne.Temblorosa,coneltemblorquelaproximidaddelhombreinfundeenlasvírgenes,quisohuirdeaquellosojosdominadoresquelamirabansiempre,peroelsortilegioresistió.Elemigrado la retuvo con un extraño gesto, tiránico y amante, y ella llorosa,vencida,cubrioseelrostroconlasmanosdenovicia,pálidas,místicas,ardientes.

CAP.VII

ACondesaaparecióenlapuertadelaestancia,dondesedetuvojadeanteysinfuerza:

—¡Rosarito,hijamía,venadarmeelbrazo!…Con lamuleta apartaba el blasonado portier.Rosarito se limpió los ojos y

acudió velozmente. La noble señora apoyó la diestra blanca y temblona en elhombrodesunieta,ycobróalientoenunsuspiro:

—¡AllávacaminodelarectoralesebienaventuradodonBenicio!…Despuéssusojosbuscaronalemigrado:—¿Tú, supongo que hasta mañana no te pondrás en camino? Aquí estás

segurocomonoloestaríasenparteninguna.EnloslabiosdedonMiguelasomóunasonrisadehermosodesdén.Laboca

deaquelhidalgoaventureroreproducíaelgestoconquelosgrandesseñoresdeotrostiemposdesafiabanlamuerte.DonRodrigoCalderóndebiódesonreírasísobre el cadalso. La Condesa, dejándose caer en el canapé, añadió con suaveironía:

—Hemandadodisponerlahabitaciónenque,segúnlascrónicas,vivióFrayDiego de Cádiz cuando estuvo en el Pazo. Paréceme que la habitación de unSantoeslaquemejorconvieneavuesamercé…

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Y terminó la frase con una sonrisa. El mayorazgo se inclinó mostrandoasentimientoburlón.

—Santoshuboquecomenzaronsiendograndespecadores.—¡SiFrayDiegoquisiesehacercontigounmilagro!—Esperémoslo,prima.—¡Yoloespero!El viejo conspirador, cambiando repentinamente de talante, exclamó con

ciertaviolencia:—¡Diez leguas he andado por cuetos y vericuetos, estoymás quemolido,

prima!DonMiguelsehabíapuestoenpie.LaCondesaleinterrumpiómurmurando:—¡VálgateDiosconlavidaquetraes!Puesesmenesterrecogerseycobrar

fuerzasparamañana.Después,volviéndoseasunieta,añadió:—Túlealumbrarásyenseñaráselcamino,pequeña.Rosarito asintió con la cabeza, como hacen los niños tímidos, y fue a

encenderunodeloscandelabrosquehabíasobrelagranconsolasituadaenfrentedel estrado. Trémula como una desposada se adelantó hasta la puerta, dondehubo de esperar a que terminase el coloquio que el mayorazgo y la Condesasosteníanenvozbaja.Rosaritoapenaspercibíaunvagomurmullo.Suspirandoapoyó la cabeza en la pared, y entornó los párpados. Sentíase presa de unaturbación llena de palpitaciones tumultuosas y confusas.En aquella actitud decariátide parecía figura ideal detenida en el lindar de la otra vida. Estaba tanpálidaytantristequenoeraposiblecontemplarlauninstantesinsentiranegadoelcorazónporlaideadelamuerte…Suabuelalallamó:

—¿Quétepasapequeña?Rosaritoportodarespuestaabriólosojos,sonriendotristemente.Laanciana

moviólacabezaconmuestradedisgusto,ysevolvióadonMiguel:—Atiaúnesperovertemañana.Elcapellánnosdirá lamisadealbaen la

capilla,yquieroquelaoigas…Elmayorazgoseinclinó,comopudierahacerloanteunareina.Después,con

aquelandaraltivoysoberano,quetanenconsonanciaestabaconlaíndoledesualma,atravesó lasala.Cuandoelportiercayó trasél, laCondesadeCela tuvoqueenjugarsealgunaslágrimas.

—¡Quévida,Diosmío!¡Quévida!

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LCAP.VIII

AsaladelPazo—aquellagransalaadornadaconcornucopiasyretratosdegenerales, de damas y obispos— yace sumida en trémula penumbra. La

ancianaCondesadormita en el canapé.Encimadelveladorparecenhacerotrotanto el bastón delmayorazgo y la labor de Rosarito. Tropel de fantasmas seagitaentreloscortinajesespesos.¡Tododuerme!MasheaquíquedeprontolaCondesaabrelosojosylosfijaconsobresaltoenlapuertadeljardín.Imagínasehaberoídoungritoensueños,unodeesosgritosdelanoche,inarticuladosypordemásmedrosos.Conlacabezaechadahaciadelante,yelánimoacobardadoysuspenso, permanece breves instantes en escucha… ¡Nada! El silencio esprofundo. Solamente turba la quietud de la estancia el latir acompasado ymenudodeunrelojquebrillaenelfondoapenasesclarecido…

LaCondesahavueltoadormirse.Unratónsaledesuesconditeyatraviesalasalacongentilyvivaztrotecillo.

Las cornucopias le contemplan desde lo alto: Parecen pupilas de monstruosocultosenlosrinconesoscuros.Elreflejodelalunapenetrahastaelcentrodelsalón:Losdaguerrotiposcentelleansobrelasconsolas,apoyadosenlosjarronesllenosderosas.Porintervalosseescuchalavozaflautadaydolientedeunsapoque canta en el jardín. Es lamedianoche, y la luz de la lámpara agoniza. LaCondesasedespierta,yhacelaseñaldelacruz.

Denuevohaoídoungrito,peroestavez tanclaro, tandistinto,queyanoduda.Requierelamuleta,yenactituddeincorporarseescucha.Ungatazonegro,encaramadoenelrespaldodeunasilla,acéchalaconojoslucientes.LaCondesasiente el escalofrío delmiedo. Por escapar a esta obsesión de sus sentidos, selevanta, y sale de la estancia. El gatazo negro la sigue maullandolastimeramente.Sucolafosca,sulomoenarcado,susojosfosforescentes,ledantodoelaspectodeunanimalembrujado.Elcorredoresoscuro.Elgolpede lamuletaresuenacomoenladesiertanavedeunaiglesia.Alláalfinal,unapuertaentornadadejaescaparunrayodeluz…

LaCondesadeCelallegatemblando.Lacámaraestádesierta,pareceabandonada.Porunaventanaabierta,quecae

aljardín,alcánzaseaverenesbozofantásticomasasdeárbolesqueserecortansobre el cielonegroy estrellado:Labrisanocturna estremece lasbujíasdeuncandelabrodeplata, que lloran sin consuelo en las doradas arandelas:Aquellaventana abierta sobre el jardín misterioso y oscuro tiene algo de evocador y

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sugestivo.¡Parecequealgunoacabadehuirporella!…LaCondesasedetiene,paralizadadeterror.Enelfondodelaestancia,ellechodepalosantodondehabíadormidoFray

DiegodeCádiz,dibujasuslíneasrígidasyseverasatravésdeluengoscortinajesde antiguo damasco carmesí que parece tener algo de litúrgico. A veces unamanchanegrapasa corriendo sobre elmuro:Tomaríaselapor la sombradeunpájaro gigantesco: Se la ve posarse en el techo y deformarse en los ángulos,arrastrarseporel sueloyescondersebajo lassillas:De improviso,presadeunvértigofunambulesco,otravezsaltaalmuro,ygalopaporélcomounaaraña…

LaCondesacreemorir.Enaquellahora,enmediodeaquelsilencio,elrumormásleveacrecientasu

alucinación. Un mueble que cruje, un gusano que carcome en la madera, elviento que se retuerce en el mainel de las ventanas, todo tiene para ellaentonacionestrágicasopavorosas.Encorvadasobrelamuleta,tiemblacontodossusmiembros.Seacercaallecho,separalascortinas,ymira…¡Rosaritoestáallíinanimada,yerta,blanca!Doslágrimashumedecensusmejillas.Losojostienenlamiradafijayaterradoradelosmuertos.¡Porsucorpiñoblancocorreunhilodesangre!…Elalfileróndeoroquemomentosantesaúnsujetabalatrenzadelaniña, está bárbaramente clavado en su pecho, sobre el corazón. La rubiacabelleraextiéndeseporlaalmohada,trágica,magdalénica…

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U

JARDÍNUMBRÍO:

COMEDIADEENSUEÑO

NA cueva en el monte, sobre la encrucijada de dos caminos de herradura. Algunos hombres, acaballo,lleganentropel,yunaviejaasomaenlabocadelacueva.Sufigurasedestacaporoscuro

sobreelfondorojizodondellameaelfuegodelhogar.Eslahoradelanochecer,ylaságuilasquetienensunidoenlospeñascales,seciernenconunvuelopesadoquedejaoírelgolpedelasalas.

LAVIEJA¡Con cuánto afán os esperaba, hijosmíos!Desde ayer tengo encendido un

buenfuegoparaquepodáiscalentaros.¿Vendréisdesfallecidos?

La vieja éntrase en la cueva, y los hombres descabalgan. Tienen los rostros cetrinos, y sus pupilasdestellanenelblancodelosojosconextrañaferocidad.Unodeellosquedaalcuidadodeloscaballos,ylos otros, con las alforjas al hombro, penetran en la cueva y se sientan al amor del fuego. Son doceladronesyelCapitán.

LAVIEJA¿Habéistenidosuerte,mishijos?

ELCAPITÁN¡Ahoraloveréis,MadreSilvia!Muchachos,juntadelbotínparaquepuedan

hacerselasparticiones.

LAVIEJANuncahabéishechotanlargaausencia.

ELCAPITÁNNorequeríamenosellance,MadreSilvia.

LaMadre Silvia tiende un paño sobre el hogar, y sus ojos acechan avarientos cómo las manos deaquellosdocehombresdesaparecenen lohondode lasalforjasysacanenredadas las joyasdeoro,quedestellanaltemblordelasllamas.

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LAVIEJA¡Jamáshevistotanricapedrería!

ELCAPITÁN¿Noquedanadaentusalforjas,Ferragut?

FERRAGUT¡Nada,Capitán!

ELCAPITÁN¿Yenlastuyas,Galaor?

GALAOR

¡Nada,Capitán!

ELCAPITÁN¿Yenlastuyas,Fierabrás?

FIERABRÁS¡Nada!…

ELCAPITÁNEstá bien.Tenedpor cierto, hijosmíos, quepagaréis con la vida cualquier

engaño.Alumbradaquí,MadreSilvia.

LaMadre Silvia descuelga el candil. El Capitán requiere sus alforjas, que al entrar dejó sobre unescaño que hay delante del fuego, y los ladrones se acercan. Sobre aquel grupo de cabezas cetrinas ycuriosasflameaelreflejosangrientodelahoguera.ElCapitánsacadelasalforjasunlenzuelobordadodeoro,yaldesplegarlosevequesirvedemortajaaunamanocercenada.Unamanodemujerconlosdedosllenosdeanillosyblancuradeflor.

LAVIEJA¡Qué anillos! Cada uno vale una fortuna. No los hay nimás ricos nimás

bellos.Aprended,hijos…

ELCAPITÁN¡Bellatambiéneslamano,ymuchodebíadeserlosudueña!

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LAVIEJA¿Nolahasvisto?

ELCAPITÁNNo…Lamanoasomabafueradeunareja,ylahicerodarconungolpedemi

yatagán.Eraunarejaceladadejazmines,ysinelfulgordelosanilloslamanohubieraparecidootraflor.Yopasabaalgalopedemicaballo,ysinrefrenarlolahice caer entre las flores, salpicándolas de sangre: Apenas tuve tiempo paracogerlayhuir…¡Ay,sihubierapodidoimaginarlatanbella!

ElCapitánquedapensativo:Unanubedetristezaempañasurostro,yenlosojosnegrosyviolentosquecontemplanelfuegotiemblaeláureoreflejodelasllamasydelossueños.Unodelosladronesalcanzalamano,queyace sobre elpañode tisú, e intentadespojarlade losanillos,queparecenengastadosa losdedosyertos.ElCapitánlevantalacabezayfulminaunamiradaterrible.

ELCAPITÁNDeja loquenopuedes tocar,hijodeunaperra.Dejaesamanoqueenmal

horacortómiyatagán.¡Asíhubierancegadomisojoscuandolavi!¡Pobremanoblancaqueprontohabrádemarchitarsecomolasflores!¡Dieratodosmistesorosporunirlaotravezalbrazodedondelacorté!…

LAVIEJA¡Yacasohallaríasuntesoromayor!

ELCAPITÁNY por ver el rostro de aquella mujer diera la vida. Madre Silvia, tú que

entiendeslosmisteriosdelaquiromancia,dimequiénera.

ElCapitánsuspiraylosladronescallanasombradosdevercómodoslágrimaslecorrenporlasfierasmejillas.LaMadreSilviatomaentresusmanosdebrujaaquellamanoblanca,ysinesfuerzoladespojadelosanillos.Luegofrotalayertapalmaparalimpiarladelasangreypoderleerensusrayas.Losladronescallanyatienden.

LAVIEJA¡Desdeelnacer,estamanohallábasedestinadaadeshojarenelvientolaflor

que dicen de la buenaventura! Es la mano de una doncella encantada que,cuandodormía el enano su carcelero, asomaba fuerade la reja llamandoa loscaminantes.

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ELCAPITÁN¡Conquétiernomisterioaúnmellamaamí!…

LAVIEJAOjos humanos no la habían visto hasta que la vieron los tuyos, porque el

poderdelenanoaunosselafingíacomopalomablancayaotroscomoflordelarejaflorida.

ELCAPITÁN¡Porquémisojoslavieronsinaquelfingimiento!

LAVIEJAPorquesehabíapuestolosanillosparaquemásnolacreyesennipalomani

flor.Ypasastetú,ydenohaberlahechorodartuyatagán,tehabríasdesposadoconlaencantadadoncella,queeshijadeunrey.

ElCapitáncallapensativo.LaMadreSilvia,alaluzdelcandil,cuentayprecialosanillos.Ferragut,Galaor,Fierabrásylosotrosladroneshacenladivisióndelbotín.

FERRAGUTDadmeacáesosanillos,MadreSilvia.

GALAOR

Dejadquelosvea.

FIERABRÁS¡BuengolpehadadoelCapitán!

ARGILAO

¿Noseránesosanilloscosadeencanto,quedesaparezca?

SOLIMÁN

Siesotemes,tecomproelquetecaigaensuerte.

BARBARROJAYotelocompro,telocambiootelojuego.

LAVIEJA

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Esplenden tanta luz,quehastamismanosarrugadasparecenhermosasconellos.

Despuésdeestaspalabrashayunsilencio:Sehaoídoelcantode la lechuza,y todosatienden.Aúnduraelsilenciocuandoen labocade lacuevaapareceunasombraconsayalpenitentey luengabarba.Entra encapuchada y doblándose sobre el bordón. Enmedio de la cueva se endereza y se arranca lasbarbasvenerables,quearrojaenelhogar,dondelevantanunallamaleveyvolandera.Losladronesríenconalgazara.ElCapitánpaseasobreellossumirada.

ELERMITAÑO

Unanuevaostraigoquenoesparafruncirelceño,Capitán.

ELCAPITÁNDilapronto,yvete.

ELERMITAÑO

Antesdeamanecerpasaráporelmonteunacaravanadericosmercaderes.

Losladronessealborozanconrisadeloboquemuestralosdientes.Ferragutafilasupuñalenlapiedradelhogar,ylaviejaechaotrohazenelfuego.

ELCAPITÁN¿Sonmuchoslosmercaderes?

ELERMITAÑO

SonloshijosylosnietosdeElivánelRojo.

ELCAPITÁN¿Yadóndecaminan?

ELERMITAÑO

Atierraslejanas,consedasybrocados.

ElCapitáncallacontemplandoel fuego,yvuelveasumirseen laniebladesuensueño.En lacuevapenetracautelosounperro,unodeesosperrosvagabundosquedenoche,alclarodelaluna,correnporlaorilladelasveredassolitarias.Searrimaalmuroyconlasorejasgachasrastreaenlasombra.Algunavezlevantalacabezayolfateaelaire:Losojoslerelucen:Esunperroblancoyespectral.Seoyeungrito.Elperrohuye,yenlosdientesllevalamanocercenada,flordealburaydemisterio,queyacíasobreelpañodeoro.Losladronessalenentropelalabocadelacueva.Elperrohadesaparecidoenlanoche.

ELCAPITÁN

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¡Seguidle!

FERRAGUTParecequelassombrasselohayantragado.

SOLIMÁN

Entróenlacuevasinservistodenadie.

GALAOR

Esunperroembrujado.

BARBARROJAPorsuerte,sellevasolamentelamano,quedelosanillosyahabíacuidadode

despojarlaMadreSilvia.

ELCAPITÁN¡Seguidle! ¡La mitad de mis tesoros daré al que me devuelva esa mano!

¡Seguidle! Ferragut, Galaor, Solimán, batid el monte sin dejar una mata.Barbarroja,Gaiferos,Cifer,vosotroscorredloscaminos.¡Pronto,acaballo!Lamitaddemistesorostieneelquemedevuelvaesamano,lamitaddemistesorosytodoslosanillosquehabéisvistolucirensusdedosyertos.¡Pronto,pronto,acaballo!¿Nohabéisoído?¿Quiéndesoyemisórdenes?Abatirelmonte,acorrerloscaminos,orodaránvuestrascabezas.

Elgrupode los ladronespermanece inmóvil en la encrucijada, ymásal fondo, los caballos con lassillaspuestas,muerdenlayerbaásperadelmonte.Lalunailuminaelparajerocoso,batidoportodoslosvientos.Seoyequepasaalolejoslacaravanalentaysoñolienta.LaMadreSilvia,desdelaentradadelacueva,dejaoírsuvoz.

LAVIEJAHijosmíos, no corráis el mundo inútilmente, quemoriríais de viejos a lo

largo de los caminos sin hallar lamano de la Princesa…La caravana pasa, yaprovechadelbienqueosdeparalasuerte.

ELCAPITÁNCalla,viejamaldita,sinoquieresqueteclavelalenguaconmipuñal.

FERRAGUT

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¡Nolopermitierayo!

SOLIMÁN

¡Niyo!

BARBARROJALaMadreSilviahablaenrazón.

GALAOR

ElCapitánhasidohechizadoporaquellamanoquecortó.

CIFERYopornadadelmundomepondríaunosolodeesosanillos.

GAIFEROS

Yo,sialgunometocaensuertealrepartirelbotín,desdeahoralorenuncio.

ELCAPITÁN¡Callad,hijosdeunaperra!Yoirésolo,puesdeningunonecesito.Vosotros

quedadaquíesperandolasogadelverdugo.

Adelanta un paso hacia el grupo de su gente, y quedamirándolos con altivo desdeño. Los ladronesesperan torvos y airados, prevenidas las manos sobre los puñales. Se oye más cerca el rumor de lacaravanaquecruzaporelmonte.ElCapitán,conunagranvozllamaasucaballo,montaysealeja.

LAVIEJA¡Aguardaunconsejo!

GAIFEROS

Nolellaméis,quenohabrádeescucharos.

ARGILAO

Yanuncavolverá.

FERRAGUTDesdeahora,yoserévuestroCapitán.

BARBARROJA

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Yoloseré.

SOLIMÁN

Vedquetodospudiéramosdecirlomismo.

GALAOR

Loecharemosasuertes.

CIFERQuelosdadoslodecidan.

LaMadreSilviatieneenelsueloelpañodeoroquefuemortajadelamanoblanca,ylosladronesfíansusuertealosdados,mientras,porelcaminoqueiluminalaluna,correunjineteenbuscadelamanodelaPrincesaQuimera.

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U

JARDÍNUMBRÍO:

MILÓNDELAARNOYA

NA tarde, en tiempodevendimias, sepresentó en el cercadodenuestracasaunamozaalta,flaca,renegrida,conelpelofoscoylosojosardientes,

cavadosenelcercodelasojeras.Veníaclamorosayanhelando:—¡Dadmeamparocontraunreydemorosquemetienepresa!¡Soycautiva

deunIscariote!Sentosealasombradeuncarrodesuncidoycomenzóarecogerselagreña.

Despuésllegsealdornajodondeabrevabanlosganadosyselavóunaheridaqueteníaenlasien.SereníndeBretal,unviejoquepisabalauvaenunatinaja,sedetuvolimpiándoseelsudorconlamanorojadelmosto:

—¡Cativosdenos!Sihasmenesteramparoclamaalajusticia.¿Quéamparopodemosdarteacá?¡Cativosdenos!

Suplicólamujer:—¡Vedme cercada de llamas! ¿No hay una boca cristiana queme diga las

palabrasbenditasquemelibertendelEnemigo?Interrogóunavieja:—¿Túnoeresdeestatierra?Sollozólarenegrida:—Soy cuatro leguas arriba de Santiago.Vine a esta tierra porme poner a

servir, y cuando estaba buscando amo caí con el alma en el cautiverio deSatanás. Fue un embrujo que me hicieron en una manzana reineta. Vivo enpecadoconunmozoquemearrastrapor las trenzas.Cautivametiene,queyonunca le quise, y solodeseoverlemuerto. ¡Cautivame tiene con sabiduría deSatanás!

Lasmujeresy losviejossesantiguaronconunmurmullopiadoso,pero losmozos relincharon como chivos barbudos, saltando en las tinajas, sobre los

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carrosdelavendimia,rojos,desnudosyfuertes.GritóPedroelAmelo,deLugardeCondes:

—¡Jujurujú!No tedejesapalparyhacer lascosquillas,yveráscómose tevuelaelEnemigo.

Resonaron las risas alegres y bárbaras. Las mozas, un poco encendidas,bajabanlafrenteymordíanelnudodesuspañuelos.Losmozos,enloaltodeloscarros,renovabanlosbrincosylosaturujos,pisandolauva.Perodeprontocesólafiesta.Miabuelaacababadeasomarenelpatín,arrastrandosupiernagotosayapoyadaenelbrazodeMicaela laGalana.EraDoñaDoloresSaco,miabuelamaterna,unaseñoracaritativayorgullosa,alta,secaymuyalaantigua.Lamozarenegridasevolvióhaciaelpatínconlosbrazosenalto:

—¡Concédamesuamparo,nobleseñora!Amiabuelaletemblabalabarbeta.Conundejoautoritariointerrogó:—¡Quéamparopides,moza?—¡Contraun reydemoros!Vengoescapadade lacuevadelmonte,donde

meteníapresa.MicaelalaGalanamurmuróaloídodemiabuela:—¡Pareceprivada,MisiaDolores!Ymi abuela levantó su lente de concha y tornó a interrogar,mirando a la

moza:—¿Aquiénllamastúreydemoros?—¡Reydemorostalmente,miseñora!—Hablasinvoces.Gimiólarenegrida:—¡MetienecautivaconsabiduríadeSatanás!IntervinoelviejoSereníndeBretal:—Laseñoraquieresabercómosellamaelmozoquetetieneensudominio,

ydedóndeesnativo.Larenegridalevantabalosbrazos,temblorosayronca:—MilóndelaArnoya.¿Nuncatenéisoídodeél?MilóndelaArnoya.Milón de la Arnoya era un jayán perseguido por la justicia, que vivía

enfoscadoenelmonte,robandoporsiembrasymajadas.Encasademiabuela,cuandoloscriadossejuntabanalanochecidoparadesgranarmazorcas,siempresalía el cuento deMilónde laArnoya.Unas veces había sido visto en algunaferia,otrasporcaminos,otras,comoelraposo,rondandoalrededordelaaldea.YSereníndeBretal,queteníaunrebañodeovejas,solíacontarcómorobabalos

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corderosenlasGándarasdeBarbanza.Elnombredeaquelbigardoperseguidoporlajusticiahabíapuestounasombraentodoslosrostros.Solamentemiabuelatuvounasonrisadesdeñosa:

—Esemalvado,sivieneporti,nohabrádellevarte.¡Quedasrecibidaenmicasa,moza!

Se levantó unmurmullo en loa demi abuela.La renegrida dio las graciashumildementeyfueasentarsealarrimodelpatín,conlacabezacubierta.Alolejosresonabanlasvocesdelavendimia.Unalargahileradecarrosveníaporlacalzada.Mozasdescalzasyencendidascaminabandelante,animandolayuntadelosbueyesdorados:Otrasveníanenlastinajas, lasbocasllenasdecantosyderisas,teñidasdelzumodelasuvas.Loscarrosentraronlentamenteenelcercado:Detrás del último apareció un mendigo en harapos. Era velludo y fuerte. Larenegrida,queteníalacabezacubierta,selevantócomosilehubieseadivinado.Temblabalívidaysombría.

—¡Perverso,cienciadebrujos teencaminóaestapuerta!¡Norías,bocadeSatanás!

El hombre no se movió del umbral. Furtivo, tendió la vista en torno, yvolviéndolaalatierrasuspiró:

—Unaseddeaguaparaunpobrequevadecamino.Larenegridagritó:—EsequevoshablaesMilóndelaArnoya.¡Ahíletenéis!¡Desedperezcas

comouncanrabioso,MilóndelaArnoya!Sehabíanacalladotodas lasvoces.Lasmujeresmirabanalmendigo llenas

decuriososobresaltoyloshombresconrecelo.Algunosempuñabanlaspicasdeacuciarlasyuntas.Enloaltodelpatín,miabuela,abandonandoelbrazoenqueseapoyaba,habíaseerguido,secayenérgica,conlabarbetasiempretemblona.Seoyósuvozautoritaria:

—Socorredaesehombre,yquesevaya.MilóndelaArnoyaapenaslevantólafrenteobstinada:—MisiaDolores,esamujeresmiperdición.Ningúnmalpuedecontardemí.

Hablalaverdaddetodacosa,Gaitana.Larenegridaseretorciólosbrazos:—¡Arrenegadoseas,tentador!¡Arrenegadoseas!Los ojos hundidos y apagados demi abuela se avivaron con una llamade

cólera:—Mozos,echadaesemalvadodemipuerta.RemigiodeBealoyPedroelAmelosedirigierona lacanceladelcercado,

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peroelotrolescontuvohablandotorvoyplañidero:—¡Aguardad,queyamevoy!Máshermandadseveentreloslobosqueentre

loshombres.Sealejó.Larenegrida,derribadaentierra,seretorcíaconlabocaespumante,

ylasvendimiadoraslarodeaban,sujetándolaparaquenosedesgarraselasropas.SereníndeBretaltrajoaguadelpozo.MicaelalaGalanabajóconunrosario,yenaquelmomentooyéronsegrandesvocesquedabaen lacalzadaMilónde laArnoya. Eran unas voces como alaridos de alimañamontés, y la renegrida aloírlas se levantó enmedio del corro de lasmujeres, antes de que la hubiesentocado con el rosario bendito.Espumante, ululante,mostrando entre jirones lacarne convulsa, rompió por entre los carros de la vendimia y desapareció.Acudieron todos a la cancela y la vieron juntarse con Milón de la Arnoya.Después contaron que el forajido prendiéndola de las trenzas, se la llevóarrastrandoasucuevadelmonte,yalgunosdijeronquesehabíansentidoenelaire lasalasdeSatanás.Yosolamentevi,cuandoanochecióysalió la luna,unbúhosobreunciprés.

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A

JARDÍNUMBRÍO:

UNEJEMPLO

MAROeraunsantoermitañoqueporaqueltiempovivíaenelmontevidapenitente.Cierta tarde,hallándoseenoración,viopasara lo lejosporel

camino real aunhombre todocubiertodepolvo.El santoermitaño, comoeraviejo, tenía lavistacansadaynopudoreconocerle,perosucorazónleadvirtióquiéneraaquelcaminantequeibaporelmundoenvueltoenlosorosdelapuestasolar,yalzándosedelatierracorrióhaciaélimplorando:

—¡Maestro,dejaquellegueuntristepecador!El caminante, aun cuando iba lejos, escuchó aquellas voces y se detuvo

esperando.Amarollegófaltodealiento,yllegando,arrodilloseylebesólaorladelmanto, porque su corazón lehabíadichoque aquel caminante eraNuestroSeñorJesucristo.

—¡Maestro,déjameirentucompañía!ElSeñorJesucristosonrió:—Amaro,unavezhasvenidoconmigoymeabandonaste.Elsantoermitaño,sintiéndoseculpable,inclinólafrente:—¡Maestro,perdóname!ElSeñorJesucristoalzóladiestratraspasadaporelclavodelacruz:—Perdonadoestás:Sígueme.Ycontinuósurutaporelcaminoqueparecíaalargarsehastadondeelsolse

ponía,yenelmismoinstantesintiódesfallecersuánimoaquelsantoermitaño:—¿Estámuylejosellugaradondecaminas,Maestro?—Ellugaradondecamino,tantoestácerca,tantolejos…—¡Nocomprendo,Maestro!—¿Ycómodecirteque todas lascosas,oestánallídondenuncase llegao

estánenelcorazón?

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Amarodiounlargosuspiro.Habíapasadoenoraciónlanocheytemíaquelefaltasen fuerzas para la jornada, que comenzaba a presentir largaypenosa.Elcaminoacadainstantesehacíamásestrecho,ynopudiendocaminarunidos,elsantoermitañoibaenposdelMaestro.Eratiempodeverano,ylospájaros,yarecogidosasusnidos,cantabanentrelosramajes,ylospastoresdescendíandelmontetrayendopordelanteelhatodelasovejas.Amaro,comoeraviejoypocopaciente, no tardó en dolerse del polvo, de la fatiga y de la sed. El SeñorJesucristo le oía con aquella sonrisa que parece entreabrir los Cielos a lospecadores:

—Amaro,elquevieneconmigodebellevarelpesodemicruz.Yelsantoermitañosedisculpabaydolía:—Maestro,avertetanviejoyacabadocomoyo,habíasdequejarteasina.El Señor Jesucristo le mostró los divinos pies que, desgarrados por las

espinasdelcamino,sangrabanenlassandalias,ysiguióadelante.Amarolanzóunsuspirodefatiga:

—¡Maestro,yanopuedomás!Yviendo a un zagal que llegaba pormedio de una gándara donde crecían

amarillasretamas,sentoseaesperarle.ElSeñorJesucristosedetuvotambién:—Amaro,unpocodeánimoyllegamosalaaldea.—¡Maestro,déjameaquí!Miraquehecumplidocienañosyquenopuedo

caminar.Aquelzagalqueporallívienetendrácercalamajada,ylepediréquemedejepasarenellalanoche.Yonadatengoquehacerenlaaldea.

ElSeñorJesucristolemirómuyseveramente:—Amaro,enlaaldeaunamujerendemoniadaesperasucuraciónhaceaños.Calló, y en el silencio del anochecer sintiéronse unos alaridos que ponían

espanto.Amaro,sobrecogido,selevantódelapiedradondedescansaba,ysiguióandando tras el Señor Jesucristo. Antes de llegar a la aldea salió la lunaplateando la cima de unos cipreses donde cantaba escondido aquel ruiseñorcelestial que otro santo ermitaño oyó trescientos años embelesado. A lo lejostemblabaapenaselcristaldeunrío,queparecíallevardormidasensufondolasestrellasdelcielo.Amarosuspiró:

—Maestro,damelicenciaparadescansarenesteparaje.YotravezcontestómuyseveramenteelSeñorJesucristo:—Cuentalosdíasquellevasindescansolamujerquegritaenlaaldea.Conestaspalabrascesóelcantodelruiseñor,yenunaráfagadeairequese

alzó de repente pasó el grito de la endemoniada y el ladrido de los perros

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vigilantesenlaseras.Habíacerradolanocheylosmurciélagosvolabansobreelcamino,unasvecesenelclarodelalunayotrasenlaoscuridaddelosramajes.Algún tiempo caminaron en silencio. Estaban llegando a la aldea cuando lascampanascomenzaronatocarporsísolas,yeraaquelelanunciodequellegabaelSeñorJesucristo.Lasnubesquecubríanlalunasedesvanecieronylosrayosdeplataalpenetrarporentrelosramajesiluminaronelcamino,ylospájarosquedormían en los nidos despertáronse con un cántico, y en el polvo, bajo lasdivinassandalias,florecieronlasrosasyloslirios,ytodoelairesellenóconsuaroma.Andadosmuypocospasos,recostadaalaveradelcamino,hallaronalamujerqueestabaposeídadelDemonio.ElSeñorJesucristosedetuvoylaluzdesusojoscayócomolagraciadeunmilagrosobreaquellaqueseretorcíaenelpolvoyescupíahaciaelcamino.Tendiéndolelasmanostraspasadas,ledijo:

—Mujer,levántateyvuelveatucasa.Lamujer se levantó, y ululando, con los dedos enredados en los cabellos,

corrióhacialaaldea.Viéndoladesapareceralolargodelcamino,selamentabaelsantoermitaño:

—Maestro,¿porquénohaberledevueltoaquímismolasalud?¿Aquéirmáslejos?

—¡Amaro,queelmilagroedifiquetambiénaloshombressinfequeenesteparajeladejaronabandonada!Sígueme.

—¡Maestro, tenduelodemí! ¿Porquénohaces conotromilagroquemisviejaspiernasdejendesentirelcansancio?

UnmomentoquedótristeypensativoelMaestro.Despuésmurmuró:—¡Sea!…Veycúrala,pueshascobradolasfuerzas.Y el santo ermitaño, que caminaba encorvado desde luengos años,

enderezosegozoso,libredetodafatiga:—¡Gracias,Maestro!Ytomándoleunextremodelmantoselobesó.Ycomoalinclinarsevieselos

divinospies,queensangrentabanelpolvodondepisaba,murmuróavergonzadoyenternecido:

—¡Maestro,dejaquerestañetusheridas!ElSeñorJesucristolesonrió:—Nopuedo,Amaro.Deboenseñaraloshombresqueeldoloresmiley.Luego de estas palabras se arrodilló a un lado del camino, y quedó en

oraciónmientras se alejaba el santo ermitaño. La endemoniada, enredados losdedosen loscabellos,corríaanteél:Eraunaviejavestidadeharapos,con los

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senosvelludosycolgantes:Enlaorilladelrío,queparecíadeplatabajoelclarode la luna, se detuvo acezando: Dejose caer sobre la yerba y comenzó aretorcerseyaplañir.Elsantoermitañonotardóenverseasulado,ycomosentíalos bríos generosos de un mancebo, intentó sujetarla. Pero apenas sus manostocaron aquella carne de pecado le acudió una gran turbación. Miró a laendemoniadaylaviobajolaluzdelaluna,bellacomounaprincesayvestidadesedasorientales,quelasmanosperversasdesgarrabanpordescubrirlasblancasfloresdelossenos.Amarotuvomiedo:Volvíaasentirconelfuegojuvenildelasangre las tentaciones de la lujuria, y lloró recordando la paz del sendero, lasantafatigadelosquecaminanporelmundoconelSeñorJesucristo.Elalma,entonces,lloróacongojada,sintiendoquelacarneseencendía.Lamujerhabíasedesgarradoporcompletolatúnicayselemostrabadesnuda.Amaro,próximoadesfallecer,miróangustiadoentornosuyoysolovioenlavastedaddelallanuradesierta el rescoldo de una hoguera abandonada por los pastores. EntoncesrecordólaspalabrasdelMaestro:¡Eldoloresmiley!

Yarrastrándosellegóhastalahoguera,yfortalecidoescondióunamanoenlabrasa, mientras con la otra hacía la señal de la cruz. La mujer endemoniadadesapareció.Albeabaeldía.Elsantoermitañoalzólamanodelabrasa,yenlapalmallagadavionacerleunarosayasuladoalSeñorJesucristo.

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E

JARDÍNUMBRÍO:

NOCHEBUENA

RAen lamontañagallega.Yoestudiabaentoncesgramática latinaconelseñorArciprestedeCéltigos,yvivíacastigadoenlarectoral.Aúnmeveo

enelhuecodeunaventana,llorosoysuspirante.Mislágrimascaíansilenciosassobre la gramática de Nebrija, abierta encima del alféizar. Era el día deNochebuena, y elArciprestehabíamecondenado ano cenarhastaque supieseaquellaterribleconjugación:Fero,fers,tuli,latum.

Yo, perdida toda esperanza de conseguirlo, y dispuesto al ayuno como unsanto ermitaño, me distraía mirando al huerto, donde cantaba un mirlo querecorría a saltos las ramas de un nogal centenario. Las nubes, pesadas yplomizas,ibanacongregarsesobrelaSierradeCéltigosenunhorizontedeagua,ylospastores,dandovocesasusrebaños,bajabanpresurososporloscaminos,encapuchadosensuscapasdejunco.Elarcoiriscubríaelhuerto,ylosnogalesoscuros y los mirtos verdes y húmedos parecían temblar en un rayo deanaranjadaluz.Alcaerlatarde,elseñorArcipresteatravesóelhuerto:Andabaencorvadobajoungranparaguasazul:Sevolviódesdelacancela,yviéndomeenlaventanamellamóconlamano.Yobajétembloroso.Élmedijo:

—¿Hasaprendidoeso?—No,señor.—¿Porqué?—Porqueesmuydifícil.ElseñorArciprestesonrióbondadoso.—Estábien:Mañanaloaprenderás.Ahoraacompáñamealaiglesia.Mecogiódelamanopararesguardarmeconelparaguas,puescomenzabaa

caer una ligera llovizna, y echamos camino adelante. La iglesia estaba cerca.Teníaunapuertachatadeestilorománico,y,segúndecíaelseñorArcipreste,era

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fundacióndelaReinaDoñaUrraca.Entramos.Yoquedésoloenelpresbiterio,yelseñorArciprestepasóalasacristíahablandoconelmonago,recomendándolequelotuviesetododispuestoparalamisadelgallo.Pocodespuésvolvíamosasalir.Yanollovía,yelpálidocrecientedelalunacomenzabaalucirenelcielotriste e invernal. El camino estaba oscuro, era un camino de herradura,pedregoso y con grandes charcos. De largo en largo hallábamos algún rapazaldeanoquedejababeberpacíficamentea layuntacansadadesusbueyes.Lospastoresquevolvíandelmontetrayendolosrebañospordelante,sedeteníanenlas revueltas y arreaban a un lado sus ovejas para dejarnos paso. Todossaludabancristianamente:

—¡AlabadoseaDios!—¡Alabadosea!—VayamuydichosoelseñorArcipresteylasucompaña.—¡Amén!Cuando llegamos a la rectoral era noche cerrada. Micaela, la sobrina del

señorArcipreste, trajinaba disponiendo la cena.Nos sentamos en la cocina alamordelalumbre:Micaelamemirósonriendo:

—¿Hoynohayestudio,verdad?—Hoy,no.—Arrenegadoslatines,¿verdad?—¡Verdad!ElseñorArciprestenosinterrumpióseveramente:—NosabéisqueellatíneslalenguadelaIglesia…Y cuando ya cobraba aliento el señor Arcipreste para edificarnos con una

largapláticallenadecienciateológica,sonaronbajolaventanaalegresconchasybulliciosospanderos.Unavozcantóenlastinieblasdelanoche:

¡Nosaquívenimos,Nosaquíllegamos,SinosdanlicenciaNosaquícantamos!

El señor Arcipreste les franqueó por sí mismo la puerta, y un corro dezagalesinvadióaquellacocinasiemprehospitalaria.Veníandeunaaldealejana:Alsondelospanderoscantaron:

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Faladevenbaixo,Andadespasiño,PorquenondesparteOnosomeniño.

Onosomeniño,OnosoJesús,QuedurmenaspallasSenverceesenluz.

Callaron unmomento, y entre el júbilo de las conchas y de los panderosvolvieronacantar:

SinonforaporqueteñoEstacaradealdeán,DérallecatrobiquiñosN’esacarademazán.

Vamosdeaquípar’aaldeaQuexavimosderuar,EstáJesúsadormirEpodémoloespertar.

Tras de haber cantado, bebieron largamente de aquel vino agrio, fresco ysano que el señor Arcipreste cosechaba, y refocilados y calientes, fuéronsehaciendo sonar las conchas y los panderos. Aún oíamos el chocleo de susmadreñasenlasescalerasdelpatín,cuandounavozentonó:

EstacasaédepedraOdiañoergueunaaxiña,ParaquedurmixenxuntosOAlcipresteesuasobriña.

Al oír la copla, el señor Arcipreste frunció el ceño. Micaela enderezosecolérica,yabandonandoelperoldondehervíalaclásicacompotademanzanas,corrióalaventanadandovoces:

—¡Mal hablados!… ¡Mal enseñados!… ¡Así vos salgan al camino lobosrabiosos!

ElseñorArcipreste,sindesplegarloslabios,sepaseabapicandouncigarroconlauñayrestregandoelpolvoentrelaspalmas.Alterminarllegosealfuegoyretiróuntizón,quelesirviódecandela.Entoncesfijóenmísusojosenfoscadosbajolascejascanasycrecidas.Yotemblé.ElseñorArciprestemedijo:

—¿Quéhaces?AndaabuscarelNebrija.Salísuspirando.AsíterminómiNochebuenaencasadelseñorArciprestede

Céltigos.Q.E.S.G.H.

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ORACIÓN

Fueunaamigayamuerta,quienconamorosocuidadoreunióestoscuentos,escritosalaventurayentantossitios,paramorirolvidados.Cuandoundíamelosentregó,despuésdemuchosaños,yocreíhallarenelloselperfumeidealdesusmanos.¡Pobresmanosfrías,ojalápudieseisahoravolveraperfumarestaspáginas!

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Éstequeveisaquí,derostroespañolyquevedesco,denegraguedejayluengabarba,soyyo:donRamóndelValle-Inclán.

Estuvoelcomienzodemividallenoderiesgosyazares.FuihermanoconversoenunmonasteriodecartujosysoldadoentierrasdeNuevaEspaña.UnavidacomoladeaquellossegundoneshidalgosqueseengancharonenlosterciosdeItaliaporbuscarlancesdeamor,deespadaydefortuna(…)

Hoy marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos,diviertopenasydesengañoscomentandolasmemoriasamables,queempezóaescribiren laemigraciónminoble tíoelmarquésdeBradomín (…)Todos losaños,eldíadedifuntos,mandodecirmisasporelalmadeaquelgranseñor,queerafeo,católicoysentimental.Cabalmenteyotambiénlosoyyestasemejanzatodavíalehacemáscaroamicorazón(…)

Así se presentaba Valle-Inclán en 1903 en las páginas de la revista AlmaEspañola.Asícomenzabatambiénacrearselaleyendaquehaidovelandohastadesfigurar, casi borrar, la auténtica personalidad del escritor, que con lucidezafirmaba: Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción (…) Acaso miverdaderogestonosehareveladotodavía.Acasonopuedarevelarsenuncabajotantosvelosacumuladosdíaadíay tejidospor todasmishoras (LaLámpara

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Maravillosa,OC.,III)

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Notas

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[1]Esta ediciónde lasObras completasdeRamóndelValle-Inclán, financiadaporlaFundaciónJoséAntoniodeCastro,seinscribeenelmarcodelProyectodeInvestigación: «La obra y el legado manuscrito de Valle-Inclán: estudios yediciones»(MECFFI2015-70845-R;asimismoenelProgramadelPlanGalegodeIDTdelaXuntadeGalicia:PC2014/039).<<

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[2]Secitalaediciónenlibrería,aunquealgunosdeestostítulosseestrenaronosepublicaronpreviamenteenedicionesperiodísticas.Seomitenlossubtítulosdeestasobras,queseexplicitaránalexaminarensulugarlasqueconformancadavolumen.<<

Page 804: Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,

[3]VéanseenlabibliografíafinallosestudiossiguientesquesehanocupadodeestasprimerasobrasdeValle-Inclán:GonzálezdelValle,1990;Lavaud,1991;Serrano Alonso, 1993; Iglesias Feijoo et alii, 1997; De Juan Bolufer, 2000;Castro Delgado, 2003; Santos Zas [2004] y 2015; Núñez Sabarís, 2005a y2005b.<<