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Estado, globalidad o comunidad: unto de encuentro con el siglo xxt Pero el entendimiento, vencido por la inmensa cantidad de imágenes y de sus múltiples especies, se siente pobre en la abundancia, se mueve sin sa ber el egir un rumbo fij o, y nada ve por mirarlo todo. KAR L VOSSLER E n la tra nsición entre siglo s es po sibl e id entifica r las formas soc iales qu e entrará n en juego . Al iniciarse el siglo XIX era vis ibl e la obsolescencia del antiguo rég im en absolutist a, la repúb li ca aparecía en romo a l as nuevas na ciones que habían surgido desde fi nal es del siglo XV III , mientras que otras co- menzaban su vida independiente brotando desde l as entrañas de imperios en decadencia , rodas co n una tarea común: la co nstrucción de un Es tado naciona l. El pa so rumbo al siglo XX fue también de definiciones . En 1901 muere la rei na Vicrori a, nu eve años d es pu és fa ll e- ce también su sucesor Edua rd o VII . Para ambos se peli os se convocó a toda la realeza, siendo l os últimos momentos de una nobleza agó ni ca, puesto que despu és de las exe qui as las testas coronad as caerían en su mayoría tr as la Gran Guerra o quedarían subordinadas al parlamento y al nuevo orden constirucio na l. Por fin aires republicanos co nf ormaban al nu evo Estado, adyace nte a las id eo logías que lo acompaña an co mo las teo logías civ il es que darían apellido a lo s nu evos reg ímen es qu e se habrían de in staurar. En es ta línea en 1936 Karl Mannh e im ya apunt aba en torno a las corrient es hi stó- * Profesor titu lar del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana-lztapalapa. Becario en el Centerfor Latín American Studies, University of Pittsburgh. 762 COMERCIO EXTERIOR, VOL 56, NUM 9, SEPTIEMBRE DE 2006 ri co políticas del siglo XX: el co nse rv adurismo burocrático, el h isto ri cis mo co nse rvador, la democracia liberal y el fascismo, a las que habría que agregar el marxismo soviéti co. 1 En este c ri so l avanzaron tr es grand es expresiones polít i- co econó mi cas : el impe ri a li smo, lo s es tados n ac ion ales y el co lo ni a li smo . El primero se a el actor dominante y su costo se ex pr esa ría en dos guerras mundial es y un largo periodo de guerra fría . En medio de es t as situ ac iones lo s nuevos estados nacional es quedaban sometid os a l os va ive nes del exte ri or, mientras que las co lonias co nstituid as al margen de su com- pos ición culrural se distribuían de acuerdo co n las fronteras de las áreas de influencia de las potencias dominant es, las cual es jamás entendieron l as id entidades y las contradicc io - nes co ntenid as en la geopolítica que habían impuesto. El inicio del siglo XX I no está exe nto de las form as sociales que dominaron el siglo pasado, l as cual es guardan rel ación de co ntinuidad y discontinuidad: el viejo imperialismo ha der i- vado en globalidad, pero no bajo la dirección del Es tado, sino bajo el dominio del merca do que impone formas de int eg ración multin ac ional y regl as más a ll á de l os límites de lo estata l. El estado del bi enes tar, producto de las cri sis capita li stas y de la posg uerra bajo la di vi sa del d esa rro lli smo , ha declinado por el peso de l es tanca mi ento, resultado de la cri sis fi sca l del Estado, la imp os ibilidad de cumplir l as promesas populis- tas, la pérdid a de potestad del apa rato de dominación so bre su pro pi a población cada vez más p lu ra l, la emergencia de 1. Karl Mannheim, Jdeo/ogy and Utapia, Harvest Books, Nu eva Yo rk, 1936, pp. 192-248.

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Estado, globalidad o comunidad:

unto de encuentro con el siglo xxt

Pero el entendimiento, vencido por la inmensa cantidad de imágenes y de sus múltiples especies,

se siente pobre en la abundancia, se mueve sin saber elegir un rumbo fijo, y nada ve por mirarlo todo.

KARL VOSSLER

En la tra nsición entre siglos es posible identificar las formas sociales que entrarán en juego. Al iniciarse el siglo XIX era

vis ible la obsolescencia del antiguo régimen absolutista, la república aparecía en romo a las nuevas naciones que habían surgido desde fi nales del siglo XV III , mientras que otras co­menzaban su vida independiente brotando desde las entrañas de imperios en decadencia, rodas co n un a tarea común: la co nstrucción de un Es tado nacional.

El paso rumbo al siglo XX fue también de defini ciones . En 1901 muere la rei na Vicroria, nueve años después fa lle­ce también su sucesor Eduardo VII . Para ambos sepelios se convocó a toda la realeza, siendo los últimos momentos de una nobleza agóni ca, puesto que después de las exequias las testas coronadas caerían en su mayoría tras la Gran Guerra o quedarían subordinadas al parlamento y al nuevo orden constirucio nal. Por fin aires republicanos conformaba n al nuevo Estado, adyacente a las ideologías que lo acompaña rían co mo las teo logías civ iles que darían apellido a los nuevos regímenes que se habrían de in staurar. En es ta línea en 1936 Karl Mannheim ya apuntaba en torno a las corrientes histó-

* Profesor titu lar del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana-lztapalapa. Becario en el Centerfor Latín American Studies, University of Pittsburgh.

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rico políticas del siglo XX: el conservadurismo burocrático, el h istoricismo conservador, la democracia liberal y el fascismo, a las que habría que agregar el marxismo soviético. 1

En este cri so l avanzaron tres grandes expresiones polít i­co económicas : el imperialismo, los es tados nacion ales y el colonialismo . El primero se ría el acto r dominante y su costo se expresa ría en dos guerras mundi ales y un largo periodo de guerra fría . En medio de es tas situaciones los nuevos estados nacionales quedaban sometidos a los vaivenes del exterior, mientras que las colonias co nstituidas al margen de su com­pos ición culrural se dist ribuían de acuerdo co n las fronteras de las áreas de influencia de las potencias dominantes, las cuales jamás entendieron las identidades y las contradi ccio­nes contenid as en la geopolítica que habían impuesto.

El inicio del siglo XXI no está exento de las form as sociales que dominaron el siglo pasado, las cuales guardan relación de continuidad y discontinuidad: el viejo imperialismo ha deri­vado en globalidad, pero no bajo la dirección del Es tado, sino bajo el dominio del mercado que impone formas de integración multinacional y reglas más allá de los límites de lo estata l.

El estado del bienes tar, producto de las crisis capitalistas y de la posguerra bajo la divisa del desa rro llismo, ha declinado por el peso del es tanca miento, resultado de la cri sis fi sca l del Estado, la imposibilidad de cumplir las promesas populis­tas, la pérdid a de potestad de l apa rato de dominación sobre su propi a población cada vez más plu ra l, la emergencia de

1. Karl Mannheim, Jdeo/ogy and U tapia, Harvest Books, Nueva York, 1936, pp. 192-248.

sus identidades y, por tanto , cada vez representando menos

y con una racionalidad más limitada , pa ra controlar el pre­

sente y garantizar su continuidad futura.

Hoy el mundo colonial se ha extinguido, pero sus con­

secuencias son plenamente vigentes. El colonialismo buscó

borrar toda cultura ajena al occidente dominante nega ndo

las identidades, excluyendo la pertenencia, imponiendo otras

creencias y reprimiendo a quienes plantea ron la resistencia.

El punto de ruptura estuvo a mediados del siglo XX cuando,

con el triunfo aliado, la idea de libertad se transformó en in­

dependencia; se trató de un proceso radical de recuperación

y la fuerza de es tos movimientos se tradujo en violencia. En

este sentido, Jean Paul Sartre escribió en 1961:

Mientras ex istió la condición de indígena la impostura no se

descubrió ; se encontraba en el género humano una abstracta

formulación de universalidad que servía para encubrir prácticas

más realistas: había, del otro lado del mar, una raza de subhom­

bres que gracias a nosotros en mil años quizá alca nzarían nues­

tra condición. En resumen se confundía el género con la elite

[ ... ]Nosotros hemos sembrado el viento, él es la tempestad .

Hijo de la violencia, en ella encuentra a cada instante su hu­

manidad: éramos hombres a sus expensas, él se hace hombre a

expensas nuestras . Otro hombre: de mejor calidad. 2

Sin embargo, el mito del hombre de mejor calidad no fue

lo que trajo consigo la violencia , porque la que se empleó para

alcanzar la independencia no se tradujo en libertad , sino en

expresiones terribles de autoritarismo. El nuevo Estado no lo­

gró plantearse la democracia, sino que derivó en autocracias

que las viejas metrópolis aceptaron como intermediación para

la permanencia de sus intereses. La corrupción se enseñoreó.

La participación social se diluyó en demagogia. El anhelo de

un nuevo orden no cuestionó la exigencia de que fuera un or­

den justo. La extrema concentración de la riqueza de la nueva

élite ignoró la miseria evidente de las grandes mayorías, y la

intolerancia unida a los viejos agravios se sumó hasta derivar

en emigraciones masivas en busca de pan y oportunidades.

En ese entorno, el nuevo siglo penetra en busca de las for­

mas que han de prevalecer, y tanto la globalidad como el Es­

tado o las comunidades se concentran sobre el presente y lo

desgarran, pues no encuentran ángulo de compatibilidad.

La primera opción busca una relación de presente a futuro

según mecanismos de integración, con una cultura común y

formas de dominación que irían más allá de los mecanismos

estatales. El Estado busca restaurar la potestad de sus mejo­

res tiempos, por lo que incluso acude a los aventureros de la

política con sus mitos de co rte populista, y las comunidades

2. Jean Paul Sartre, "Prefacio", en Frantz Fa non, Los condenados de la Tierra, Colección Popular, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pp. 22-24.

van al reencuentro de un pretérito muchas veces milenario,

en el que, por negac ión a l presente, se idea liza el pasado.

Pero en los tres casos los procesos avanzan de manera si­

multánea en direcciones opuestas, contradictorias entre sí,

con medios y métodos distintos (véase la figura).

CONJUNTO S QUE ACTÚAN SOBRE EL PRE SENTE

Global1dad

Estado Comunidad

En sí, cada opción busca generar su propia dinámica y com­

prometer a sus actores; sin embargo, una característica propia

de es te tiempo es la existencia de una vasta mayoría expectante

que no pa ,·ece interesada en opción alguna, que mantiene su

cotidianeidad como si ésta fuera perdurable, y busca en medio

de un presente vertiginoso operar en forma reactiva , lo que la

lleva a no tener más idea del futuro que la continuidad del pre­

sente. El punto central es que mientras las minorías intensas

y las élites buscan garantizarse en estas vías su visión de futu­

ro, aun dentro de la idea comunitaria, la mayoría expectante

parece estar de espaldas al pasado y al futuro.

De la figura se derivan los conjuntos globalidad, Estado y

comunidad que actúan sobre el presente , representado por la

intersección de los tres círculos. La relación entre el Estado y

la globalidad aparece mediada por una situación que va des­

de la negociación entre actores estatales con las corporaciones

transnacionales, hasta el enfrentamiento entre estos dos entes.

La intersección entre el Estado y la comunidad va desde los

mecanismos de integración de minorías hasta la resistencia al

Estado por una postura radical de defensa de la identidad. Fi­

nalmente , la relación entre comunidad y globalidad va desde

la marginalidad hasta la violencia terrorista . En cada caso las

intersecciones representan formas de violencia que van desde

el ámbito simbólico hasta el enfrentamiento radical.

En sí, el conflicto parte de las contradicciones entre élites

frente a minorías intensas. Por un lado los grupos reclaman

una sobredemanda al Estado, el cual tiene una limitada oferta

institucional. La globalidad se muestra cada vez más selectiva

frente a sus posibles beneficiarios en materias como empleo,

ingreso, acceso a la información y capacidad de decisión . Y por otra parte, el mundo comunitario busca escindirse no sólo

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de la modern idad, a la cua l opone los mitos de su n·adición,

sino que desde la misma marginalidad genera sus respues tas

de rechazo pleno. Todo esto corre simultáneo a una cada vez

más creciente masa expec tante que no parece identifica rse y

menos comprometerse con ninguno de los ex tremos, por lo

que la opción de los radicales es incluir al indiferente en el nú­

cleo de sus enemigos, pues en esa lógica nadie es inocente, sino

responsable directo o indirecto de sus infortunios.

A partir de lo anterior, la lucha corre en los márgenes en­

tre la modernidad y la tradición, y la defensa de los espac ios

va paralela a los procesos que cada una de estas instancias

desa rrolla en su interior y que, para su mejor comprensión,

ex igen un análisis por separado.

EL ESTADO

El poder es la capacidad de obtener los resultados que uno quiere, y en caso necesario, de cambiar

el comportamiento de otros para que esto suceda JOS EPH NYE

El Estado fue pa ra los siglos XIX y XX no sólo la platafor­

ma institucional de dominación, si no el representante y

contenedor del mundo social, a ta l grado que en más de un

momento el inte rés del Estado se impuso no sólo sobre el individuo, sino sobre el conjunto social, teniendo como más

sólida expresión la razón de Estado y, después de la segunda

guerra mundial , la seguridad nacional.

Hoy en día la transición de la pluralidad, inherente a

toda sociedad, obliga el paso al pluralismo, que supone una

adhesión a la diversidad, derivando a dos vertientes: la pri­

mera supone un nuevo pacto social de tolerancia e igualdad

jurídica bajo formas incluyentes y organizaciones no guber­

namentales, con gra n capacidad de aglutinar demandas y

reclamar autonomías ; la segunda se aproxima m ás al recla­

mo y a recuperar su tradición e identidad .

En este punto cabe destacar la nueva concepción de lo pú­

blico, categoría que fue durante el siglo XIX, y parte importan­

te del XX, esfera exclusiva de lo es tatal, que bajo la exigencia

de control sobre un Estado cada vez más complejo reclamó la

idea misma de su tecnificación, llevándola simultáneamente

a separar de sí sus instancias deliberativas, pues su exigencia

funcional reclamaba decisiones cotidianas e inmediatas. 3

En ese marco deliberativo se enmarca hoy el espacio de

la sociedad civil, que rápidamente transforma en una visión

ampliada a lo público, entendido como el espacio común de

3. Iris Marion Young, " Teoría política : una vis ión general", en Nuevo manual de ciencia política, tomo 1, Ediciones Istmo, Madrid, 2001 , p. 713.

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lo soc ial, por lo que las organizaciones no gubern amenta les

(ONG) se generalizan y plantean como demandantes del Es­

tado , abriendo con ello un cuestionamiento que comienza en

los recla mos ciudadanos y va trascendiendo hasta la crítica

del proceso mismo de gestión esta tal. Todo ello lleva a exigir

la transparencia, pero también dificulta generar acuerdos y

decisiones con los actores de la globalidad. Esto a su vez trae

consigo el propósito de quienes dirigen las ONG de transformar

lo no gubernamental en plataforma para aspirara la dirección

del Estado. Ya que desconocen és te, en un eventual arribo de

estas fuerzas al gobierno no queda claro si podrán cumplir con

sus compromisos mediante el aparato estatal tan tecnificado,

pues fue construido en torno a otras finalidades.

Del paso de una sociedad tradicional a la modernidad y

la transformación de la cultura de pluralidad a pluralista se

derivan las formas actuales de Es tado y su idea de seguridad,

las cuales parecen ubicarse en torno a los cuatro ejes que se

ilustran en el recuadro.

A cada forma de Estado corresponde un tipo particular

de dominación y por tanto una idea de aseguramiento de su

permanencia que se presenta como una doctrina de la segu­

ridad nacional. Sin embargo, no obstante todas las medidas

que cada forma estatal plantee, el hecho es que el nuevo siglo ha introducido factores de entropía en rodas las formas que

se han traducido en su decadencia y cuestionamiento, sin

que parezca haber mecanismos de retorno al pasado u op­

ciones de mejoramiento futuro. Ello plantea el dilema hacia

la idea de comunidad o globalidad como formas antitéticas

que se mues tran como opciones frente al probable colapso

del Estado nacional tal como hoy se conoce.

Es importante partir de la idea de que la decadencia de lo

estatal se vincula a formas de violencia, tanto por parte de las

fuerzas que buscarían la conservación de las viejas estructu­

ras sociales, como aquellas que buscan su restauración. As u

vez las fuerzas que niegan la dominación van más allá de la

resistencia pasiva y se enfrentan a las formas impuestas, no

en busca de una negociación o arreglo, sino en la afirmación

de una identidad, o bien en la búsqueda de incorporación y

reconocimiento en las sociedades globalizadas donde lacre­

ciente emigración las ha conducido.

Para el caso de las sociedades que no rebasa ron la plu­

ralidad y por tanto no alcanzaron el pluralismo, 4 la única

forma de enfrentar la diversidad fue ofrecer una opción au­

toritari a y vertical que permitía incluir a todos como subal­

ternos y sujetos a la tutoría de hombres o instituciones; pero

al entrar en el nuevo siglo y estar expuestas a la apertura de

4. Giovanni Sartori, Teoría de la democracia, Alianza Ed itorial, México, 1991, pp. 133-138.

LAS FORMAS DE ESTADO EN LA TRANSICIÓN AL SIGLO XXI Y SU IDEA DE LA SEG URIDAD NACIONAL

Sociedad Cultura Pluralidad Tradicionalismo Modernidad

Existencia de una diversidad social bajo un modelo muy rígido en su diferenciación yen la verticalidad autoritaria de sus ordenanzas, donde los actores centrales son el Estado nacional y las figuras que detentan su dirección, por lo que la decisión es exclusiva de las élites.

Alianza entre élites en torno al caudillo o a un presidencialismo despótico, por lo que la seguridad nacional es tan só lo la defensa de una alianza de las figuras que giran en torno a la figura dominante; de ahí que incluso el disidente sea visto como un actor que ha de combatirse. El peligro se presenta cuando esta forma de ejercicio del poder unipersonal cae en crisis.

En este periodo se plantea una modernización del autoritarismo . El concepto de seguridad nacional gira en derredor del ambiente que priva en el marco internacional, y en el ámbito de las fuerzas armadas se estructura una renovación en el plano de la organización y la tecnología, no afectando la base doctrinaria ni el sistema de alianzas que tan sólo incorpora a los sectores modernizantes emergentes, por lo que su base de sustento es un pacto político mi litar. En esta visión la seguridad nacional se entiende como situaciones que rebasan la capacidad institucional, por lo que deriva en restauración.

Pluralismo Reconocimiento de la diversidad y adhesión a la misma, lo que ob liga a que la fase deliberativa y de negociación que antes se ventilaba sólo dentro del Estado tenga que hacerse ahora entre las diferentes instancias, lo que lleva a que se vuelva más compleja y por tanto rebase los limites de lo estatal y se coloque en el marco de la sociedad civil, al tiempo que aparece un vasto sistema de acuerdos tendientes a la igualación de privilegios de las grandes corporaciones en materia energética, fiscal, laboral, de telecomunicaciones, comercio y tecnologías, lo cual genera profundas contradicciones entre sociedad civil, Estado y globalidad.

Este periodo de transicrón se ca rac teri za por el ascenso de una nueva clase pol ítica muy dividida, pero el aparato institucional se mantiene en el pasado por lo que no hay correspondencia entre intencionalidad y viabilidad, ni entre dirección y ejecución. En este momento no hay claridad plena en los referentes de la seguridad nacional, y las fuerzas armadas actúan como espectadores, con el riesgo de ser rebasadas por coyunturas que pueden afectar la gobernabilidad; todos los pactos en este periodo son coyunturales. El énfasis en este periodo es la exigencia de reconci liación entre actores irreconciliables y la exigencia de perdón como olvido del pasado.

La democracia supone pactos entre fuerzas e intereses que se traducen en acuerdos de corto plazo, lo que representa una complejidad creciente para definir constantemente el nuevo punto de equilibrio que defina el concepto de seguridad. En éste las fuerzas armadas participan no sólo en un proceso acelerado de cambios que se inician a pa rtir de un pacto cívico mili tar en defensa del nuevo régimen, sino que se ven involucradas en las consecuencias derivadas de los conflictos en tre sociedad civil y Estado, entre sociedad civil y resistencia a la globalidad y entre Estado y globali zación.

Fuente: elaboración del autor.

nuevas influencias se colapsan por su incapacidad de gene­rar una propuesta al tern ativa o evolucionar a formas de ma­

yor complejidad. En el caso de la relación entre tradición y pluralidad , el

factor de cohes ión es la figura auto ritari a y al carecer de ella,

las élites se dividen, la cohes ión social sometida por la ver­ticalidad pierde su punto de equilibrio y la violencia apare­

ce como único mecanismo de imposición de una voluntad. Sin embargo, aun bajo la violencia extrema la capacidad de control está perdida, los antiguos dominadores han sido re­

basados, los vencedores ti enen que admitir que se comienza a reinar sobre la nada , por lo que el refugio frente a la tradi­

ción perdida es la búsqueda de un pasado idea lizado, tanto el de un Estado y un presidencialismo fuertes, como la visión comunitaria utópica y lejana que carece de referentes.

Para los que buscaron el camino de la modernización del autorita ri smo, tienen ante sí el dilema de res taurar lo que alguna vez combatieron o asumir sus acciones has ta las últi­

mas consecuencias, pues aun reconociendo que su papel fue funcional frente al mundo externo al que se querían aproxi­m ar, éste era la negación misma de sus orígenes, al comba­

tir la tradición y el arribo a los límites de la modernidad se

quedó en la espe ra. Al eliminar las fuerzas de que en muchos casos había n sido víc timas de la inerci a, quedaron en cir-

cunstancias en que la globalidad no requería arriesgar nada en beneficio de una élite que había perdido el control de sus

subalternos, por lo que se cumplió en ellos la máxima de que el des tino de los profetas es se r lapidado, tanto si se cumple la profecía, como si és ta no se confirma.

Si lo anterior es el caso de las élites que rebasaron los lími­tes de su propio proyecto, lo más visible es el de las fuerzas

sociales que alcanzaron el pluralismo y por tanto reclama­ron el arribo al poder del Estado; pero és tas encontraron sólo el viejo aparato tradicional , con su vieja mecánica, su

lógica autoritaria y su visión limitada hacia el pasado. Así, la intención de transformarlo choca con instituciones en crisis, pero con amplias posibilidades de res istencia, pues

tanto el viejo personal político como las fuerzas del antiguo régimen emplearán toda su capacidad ya no en restau rar el viejo orden, sino en oponerse a su relevo, dejando só lo el ca­mino abierto a la demagog ia y finalm ente al enfrentamien­

to y la violencia . En cuanto a las sociedades que alcanzaron la democra­

cia med iante el plurali smo y la modernidad, se en frenta n también a una vasta problemática . La globalidad las obliga

a entrar en un proceso ampliado de integración en el que sus niveles de apertura contrastan con la idea de una evolu­

ción lineal hacia la globalidad. Estas sociedades de pronto

COMERCIO EXTERIOR, SEPTIEMBRE DE 2006 765

tienen que reconocer a minorías que , como en el caso de los

musulmanes o los indígenas, no admiren la trasgresión de sus

va lores, por lo que la libertad tiene que ser acotada desde paí­

ses lejanos , pero cuyos reclamos les afecta n .

A su vez los emigrantes que estaba n confinados a los ba­

rrios marginales reclaman el acceso indiscriminado a las

oportu nid ades, privilegio perteneciente só lo a los ci uda­

danos de o rigen; la ig ua ld ad jurídica de las in st itu cio nes

contrasta d e inm ediato con las crec ientes expectat ivas que

se sem braron en la población , tanto integrad a, como mar­

gin al, con la limitada oferta institucional para sa ti sfa ce r sus

demandas. En esas condiciones se recurre de nuevo a la vio­

lenc ia, pero ampliada en la forma de resistencia hasta el te­

rrorismo, no co mo so lución , si no co mo respuesta irrac iona l

que cuestiona a todo el aparato democrático.

En sí el Estado se ha puesto en el banquillo, tanto en su

versión autoritar ia como democrática, y las transiciones ha­

cia la restauración o hacia la democracia hacen frente tanto al

cuestiona miento como a la indeferencia de la mayoría que no

responde a convocatoria alguna, lo que se deriva en indiferen­

cia, abstencionismo, inacción, como si ese mundo de represen­

raciones les fuera ajeno . La falta de respuesta frente al interés

público se compensa con el mundo de espectáculos de masas

que son el punto concurrente del interés colect ivo.

Las afirmaciones anteriores reclaman ejemplos. El caso

m ás drástico de las soc iedades que se quedaron en medio

del autoritarismo y sin acceso a la promesa democrática y de

bienestar lo const ituyen los ll amados estados fallidos (fai­!ed states). E n un aná lisi s riguroso realizado por el Foreing

Policy Fund for Peace sobre 60 países problemáticos, que

representan casi un tercio del mundo, se identifica un riesgo

inminente de co lapso al menos en 20 de ellos, de acuerdo con

12 indicadores sociales, económicos, políticos y militares,

incluidas, ade más, la declinación económica , la desigual­

dad polar izada, las presiones demográficas, la persistencia

de guerra en su territorio y la corrupción.

De acuerdo con es ta clasificación, en mayor riesgo figu­

ran Costa de Marfil, la República Democrática del Congo,

Sudán, Ira k, Som alia, Sierra Leona, C had, Yemen, Liberia,

Haití, Afgani srán, Ruanda, Corea del Norte, Colombia,

Z imbabue, G uinea, Bangladesh, Burundi y las repüblicas

Dominicana y Centroafrica na. Se trata de 12 países africa­

nos, cinco asiáticos y tres lati noa mericanos. El punto de re­

flexión, sin embargo, no radica en lo inmediato, sino en que

es ta probabilidad se extienda a un número m ayor de estados

en los próximos años. 5

5. Time Almanac with lnformation Please, 2006, Pearson Education, Boston, 2005, p. 71 5.

766 ESTADO. GLOBALIDAD O COMUNIDAD

En mayor o menor medida el Estado se enfrenta en la actua­

lidad a riesgos y amenazas no conocidos antes, pues a diferencia

del pasado cuando el autoritarismo era sinónimo de certeza y capacidad de decisión, hoy lo es de debilidad e inseguridad. A

su vez, la ventaja de los es tados rota lirarios fue la capacidad de

recuperación en el cono plazo, aun cuando después condujera

a la destrucción misma de la nación en su conjunto. En contras­

te, el to talitar ismo es act ualmente la negación misma de toda

posibilidad de crecimiento, como lo fue en el caso soviético. El

líder mesiánico ha sido sustituido por los aventureros de lapo­

líri ca. Es ros sujetos de turbio pasado llegan en medio del vacío

de liderazgos rea les con un di scurso contra el sistema, sin más

ideología que el cinismo y la irresponsabilidad en cuanto a las

consecuencias de sus propias decisiones.

La fuerza de los partidos y su capacidad de convocatoria

grac ias a sus programas se ha sustituido por la mercadotecnia

fácil, que a nada compromete, y por el clientelismo interesado.

Estas expresiones son consecuencia y no origen, pues se derivan

de fuerzas ajenas a lo esta tal y por tanto no están comprome­

tidas con su lógica ni conocen el manejo de las instituciones.

Así, la idea de convertirse en aprendices de bruj o los lleva a la

larga a presidir las instituciones que les son ajenas y por tanto

desde ellas seguirán actuando como demandantes del poder y

no como rectores del mismo. En síntesis, las recetas de ayer no

tienen nada que ver con la visión de reconstrucción del Estado

de hoy; de ahí que lo que fue la encarnación institucional del

poder tenga que admitir qué tanto el poder puede.

LA GLOBALIDAD

Detente momento: eres tan hermoso J.W. GOETHE, FAUSTO

Si al parecer el Estado no será el punto central y el conte­

nedor del mundo soc ial en este siglo , la atención recae en

los otros dos procesos que corren en paralelo. Entenderlos

supo ne comprender el ámbito de la posmodernid ad. Sin

pretender aborda rlo en roda su complejidad , una idea que

permite su comprensión se resume en la frase de Raül Corra l:

"La diferencia básica entre modernidad y la posmodernidad

radica en que la primera se sustenta en el principio del sentido

de la libenad, mientras que la pos modern idad parte de que la

libertad no tiene sentido". 6 En efecto frente a la racionalidad

que busca ron imponer a la libertad terminaron negá ndola ,

pues a fin de cuentas ésta terminó reducida no a la capacidad

6. Raúl Corral Quintero, "Desarrollo sustentable o desenvolvimiento sustanti­vo", Revista del Senado de la República, enero-marzo de 1997, vol. 3, núm. 6, México, p. 177.

d el ejercic io de la vo luntad, sino que se le aco tó a la acep ta­

ción del deber, por lo que la libertad só lo podría opera r en el

est recho margen de los límites previamente impues tos. Por

el contra rio , si la libertad niega la noción mi sma de límite, la

vo luntad humana queda exa ltada y frente al espacio ilimita­

do que se a lza el problema centra l es la elección de lo que se

desea, no como límite o sentido predeterminado, sino como

afi rmación de su capacidad de decisión.

La idea de un mundo ilimitado es el horizonte en el que se

inscriben los procesos que impulsa n la globalidad; en ellos no

hay determinaciones, sino facto res de posibilidad . El mundo

de m erca ncías a l que Marx se refería es tá hoy des tinado a un

consumo inmediato y el periodo de vida de un producto es

efímero, lo que ocasiona una secuencia verti ginosa de bienes

en la que el nuevo desplaza al anterio r, por lo que el uso y no

la propied ad sobre el objeto es lo que prim a.

Pero en es ta misma línea es conveniente intentar siquiera

colocar límites a los procesos que se desenvuelven en torno de

la globalidad . Imaginar hasta qué momento podría parar la

revolución científica técnica que en menos de tres decenios ha

cambiado todos los conceptos es el inicio de ca mbios n·ascen­

dentes de materi as tales como energía, genética, telecomuni­

caciones , sistemas de transporte, sistemas de fin anciamiento ,

etcétera. Estos cambios que no parecen detenerse es tán modi­

ficando de modo radical los conceptos de educación, la idea

misma de empleo, la relación del hombre con instrumentos ,

la división del trabajo y sus formas de comunicación.

La idea misma de los movimientos sociales no está reduci­

d a al ca mpo de las reivi ndicac iones de clase; hoy en día apare­

cen movimientos de identidades, género, derechos humanos,

eco logía, paz, minorías, seguridad , reli gión , y un ilimitado

nümero de ex igencias que se traducen en movimientos ca­

paces de ac tivarse y desactivarse en plazos muy cortos; ello

amplía la visión de lo püblico no es tata l, y la idea de lo polí­

ti co no es ya espacio exclusivo de la ges tión es tatal.

E n el pasado fue el Estado moderno; en el presente siglo

son las co rporaciones transnacionales los espacios de gestión

que van más allá del limitado espec tro de la función estatal.

Al mismo tiempo aparecen variables que es tán construyendo

el entorno y que no están sometidas a la voluntad individu al

o es tatal , sino que se refieren a los recursos y fundamentos

del nuevo proceso civi lizatorio que hoy se enfrenta a dilemas

y encrucijadas en muchos casos ca tas tróficos, por lo que las

más signifi ca ti vas requieren el anál isis de sus tendencias.

Es tas tendencias se pued en ag rupa r en tres conjuntos

de variables: las tres primeras, agua, a limentos y ecología,

co rresponden a la relación del hombre con la naturaleza; a

co ntinuación se presentan las líneas de desa rrollo más sig­

nifi cat ivas de la revo lución científi co técnica que modifica n

la forma de vid a y la cultura a l ca mbia r la noción de energía,

genéti ca, biotecnología, informát ica y telecomunicaciones;

por ültimo, los factores sociales, es decir, la demografía, el tra­

bajo y el consumo. Estas 11 va ri ables interactüan simultánea­

mente y ofrecen el marco de desar rollo de la globa lidad.

Agua

El di lema actual con relación al agua va de la exigencia de con­

siderar ésta como patrimonio de la humanidad, lo cual supone

un acceso ilimitado a un bien limitado , o privatizar su acceso, lo

que redunda en una selectividad extrema, pues un bien püblico

sólo sería accesible de acuerdo con su valor en el mercado.

E l problema no concluye ahí; la pérdida del recurso es

progres iva por los altos niveles de contaminación , lo que hace

prever a lta demanda e insuficiente oferta del líquido para

los próx imos decenios. Representa un punto en que las tec­

nologías tendrán que d arse cita con la capacidad de generar

propues tas y políticas de distribución .

Sólo se is países (Brasil, Rusia, Ca nadá , Indonesia, China

y Colombia) tienen 50% del suministro mundial de agua

dulce. Al mismo tiempo China dispone de 7% del agua, pero

tiene 21 o/o de la población mundi al. Por si fuera poco 1 100

millones de personas en el mundo en desa rrollo no disponen

del recurso acuífero en su mínima proporción de 20 litros

di arios y a una distancia no mayo r de un kilómetro. Las re­

giones críticas en materia de ag ua son África, donde 36% no

dispone del líquido con ca lidad , seguida de As ia con 19 % y América Latina con 13 por ciento.

En cuanto a las 263 cuencas fluviales que comparten dos o

más países, es previsible que se estén constituyendo en fuentes de

conflicto para el40 o/o de la población mundial que habita estos

lugares. No es de menor importancia el aprovechamiento real del

li quido, el cual sufre pérdidas en las redes de agua potable que

van de 75% en el caso de Alban ia hasta 2% en Dinamarca,

que cuenta con una cu ltu ra de preservac ión del agua. 7

Alimentos

Al igual que el agua, los víve res de consumo están afectados

por dos líneas de alto ri esgo. La pr imera es la extensión y la

magnitud del hambre íntimamente ligada a la pobreza ex­

trem a, y la segunda se relaciona con la calidad de los ali­

mentos. E n el primer rubro es imposible soslayar que África

como continente está siendo arrasada por el hambre. De acuer­

do con el Programa de Alimentos para el Mundo se consignó en

7. Wor ldwa tch lnstitute, La situación del mundo, 2004. La sociedad de con­sumo, Ica ria, Barcelona, 2004, pp. 105-14 1.

COMERCIO EXTERIOR, SEPTIEMBRE DE 2006 767

diciembre de 2002 el riesgo de que 40 millones de afri ca nos

perecieran por inanición , además de q ue o tras regiones del

mundo no so n en modo alguno aje nas a es te fenómeno. 8

Al ti empo que en la perifer ia persiste la m argin alid ad , en los países cemrales t iend en a concen tra rse los a limen­

tos en m ag ni tud mayo r a la sa ti sfacción na rural. D e acuerdo

con un experto del Centro de Cooperación Internacional en

Investigación Ag ronómica para el Desa rrollo, la producción

de ce rea les en el mundo ha reducido su superficie de culti vo

y mues tra tendencia al alza, lo que implica que la m ayo ría

de la población no es té en condiciones de cubri r sus costos .

D e hecho, ci nco países (China, Estados Unidos, la Indi a,

Rusia y Francia) producen 52.6% de los cerea les, 2 029.4

millones de to nelad as. A l mism o tiempo China, la Indi a,

Indonesia , Paki srán, Bangladesh y Japó n concenrran la mi­

rad de la población mundial con alta densidad y bajos nive­

les de consu mo de alimentos. 9

Sobre la calidad de los alimentos hay dos riesgos principa­

les : los niveles de contaminación por fum igaciones y plagas

y el consumo creciente de productos que se expenden sin los

mínimos niveles nurricionales y de higiene, lo que es causa

de desnutrición común en los primeros años de vida y la pro ­

liferación de enfer medades gast rointest inales.

Ecología, cambio climático y efecto de invernadero

El siglo XX represen tó la más amplia devastación de la ecología

que el mundo haya sufrido desde que la especie humana está

en el planeta. Por igual países centrales y periféricos han sido

afectados. La contaminación extrema derivada de las revolu­

ciones industri ales o la devastación de los recursos naturales y

de la biodiversidad está presente en el mundo. Las consecuen­

cias son ya previsibles debido al calentamiento global.

En otra línea de catás trofe es tá el efec to de inve rnadero

derivado del vapor de agua y gases como el dióxido de ca rbo­

no que, al operar como cubierta atmosférica, bloquea parte

de la radiación recibida por la T ierra, ocasionando un des­

censo de temperatu ra que impediría la vida.

El dilema político radica en la negativa de Estados Unidos de

firmar el Protocolo de Kioto, que plantea una drástica reducción

de gases tóxicos y entraña una reconversión industrial, para la cual

tanto países centrales como los periféricos carecen de recursos.

Las consecuencias están a la vista. En 2005 se produjo el mayor

número de huracanes, al grado en que se agotaron los nombres

previstos para estos fenómenos meteorológicos. En los próximos

años, de continuar el calentamiento de los océanos, es posible que

8.1bid, p. 30. 9. El estado del mundo, 2004, Akal, Madrid, 2004, pp. 82-84 .

768 ESTADO. GLOBALIDAD O COMUNIDAD

se derri ta n glaciares milenarios, lo que puede aumentar el nivel

promed io del mar hasta en 88 centímetros.

Además, el incremento del ca lor reducirá la productividad

agrícola y pesquera como consecuencia de la erosión, la dismi­

nución de superfic ies boscosas, la extinción deespeciesa nimales

y vegetales y el re tiro de los cardúmenes por el ca lentamiento de

las corrientes marinas. Todo ello se traducirá en una disminución

significativa de la biodiversidad. Es ta situación afectará de ma­

nera distinta a cada hemisferio: a los países costeros y a los ubica­

dos a grandes alturas, ramo por inu ndaciones como por sequ ías

prolongadas. El otro límite es que el llamado aguj ero de ozono

sobre la Anrá rrida ha alcanzado una superficie de 26 millones

de kilómetros cuadrados, y podría extenderse más, lo que tal vez

genera ría para muchos países la exigencia de redistribuir supo­

blación y redefinir su espacio geográfico.

Genética y salud

La genética es quizá una de las ciencias que pa rece d ominar

el nuevo siglo. Por su naturaleza tendrá que incidir lo mismo

en la prevención de enfermedades que en la modificación d e

los patrones de la ex istencia humana, y en nuevas especies

animales y vegetales.

En abril de 2003 se anunció que se había descifrado el có­

digo genético humano. Tal descubrimiento sign ifica la po ­

sibilidad de determinar la sensibilidad para enfer med ades,

el periodo rea l de la vida humana y la capacidad de aplicar la

ingeniería genética pa ra preservar la salud. Las consecuencias

éticas está n vinculad as a la ruptu ra de va lores trad icionales

y a formas de vida, frente a la pos ib ilidad de clones, sem illas

transgénicas y nuevas especies animales.

Fuentes alternativas de energía

Las revoluciones industriales han estado presididas por el cambio

en el patrón de energía, como los casos del vapor, los hidrocarburos

y la electricidad. Actual m en re, el pun ro central está asociado a las

formas de generación, transmisión y conservación de energía.

Las energías alte rnativas han hecho ac to de prese ncia en

el mundo, tanto por las di fic ul tades que representa la escasez

de recursos hidráulicos, com o por la contaminac ión de las plantas carbon íferas o que utili zan hidrocarbu ros, adem ás

de los riesgos del uso de la energía nuclear.

Frente a lo anterior se proponen energías como la eólica,

la sola r y la llam ad a renovable, tanto por su ca rácter no con­

taminante como por su pos ibilidad de aumentar el abas to

act ual sobre todo en países donde es tos recursos pueden ser

abundantes y de bajo costo , sa lvo la tecnología que se requie­

re para su explo tación.

En otra línea estarían los superconductores que serán los

transmisores de energía del futuro inmediato, pues evitan las

mermas y pérdidas de energía que hoy se presentan, para d ar

uso óptimo a la electricidad y crea r computadoras y máquinas

muy veloces capaces de realizar trabajos que sin duda modifi­

ca rán la vida co tidiana. Al mismo tiempo volverán obsoletas

las tecnologías actuales de alto consumo de energía .

Biotecnología

H ace más de dos decenios los biólogos lanzaron un desafío

frente a la visión que parecía apostarle todo a la electrónica. En

efecto , los seres vivos incluidos los microscópicos se utilizarían

para la resolución de problemas cotidianos que van desde la

purificación de aguas contaminadas a partir de microorganis­

mos has ta la generación de es tructuras vivas inteligentes que

superen los sistemas de cómputo más complejos.

En muchos casos las tecnologías están disponibles, sobre todo

la de uso de microorganismos, yen otros casos hay resistencia cul­

tural para admitir la posibilidad de interactuar con seres vivos e

intercambiar información e incluso compartir códigos. Es toda­

vía difícil imaginar la posibilidad de almacenar información en un tejiJo neuronal, aun cuanJo cualquier ser humano lo hace.

H abría que prever también la capacidad de respuesta para interac­

tuar con otras especies y formas inteligentes. Resolver problemas

éticos para la explotación de seres vivos y dar usos prácticos al co­

nocimiento de la vida en sus diversas manifestaciones.

Informática y sociedades de la información

Se habla desde hace buen tiempo de las sociedades de la infor­

mación. A pesar de ser difícil encontrar una definición precisa,

una noción señala que se refiere al tratamiento racional de la

información como soporte de los conocimientos y las comuni­

caciones. Si al mismo tiempo se considera que la información

es la base de la toma de decisiones, se puede deducir que ella es

el soporte mismo de la modernidad, pues ningún campo del

saber ha quedado al margen de es ta actividad.

A l mismo tiempo la electrónica, que proporciona el fun­

d amento para la informática , es la industria con m ayo r cre­cim iento del mundo ; baste decir que de 1988 a 2002la

cantidad de computadoras personales pasó de 105 millones

a 500 millones, lo que no deja de so rprender. Sin embargo,

es pos ible advertir que dada la revolución en esta materia, a

partir de 2005 cada nueva computadora fabricada represen­

tará la obso lesce ncia de todas las producidas anres. 10

10. Worldwatch lnst itute, op. cit , p. 102.

Esto implica una paradoja difícil de remontar: por un lado

el ha rdware y el softwa re han avanzado hasta límites impre­

vistos, lo que significa mayor velocidad y máxima capacidad

de almacenamienro, lo que permite usos y aplicaciones incon­

cebibles has ta hace poco. Ello ha generado la caída vertiginosa

de los precios de las computadoras. Las que quedan rezagadas

constituyen una monraña de basura electrónica de la cual no

se sabe aún como deshacerse, pues no hay posibilidad de re­

ciclaje y los materiales son muy conraminantes.

De continuar esta tendencia que combina desarrollo y obso­

lescencia en plazos cortos, se sustituirá la compra por el alquiler,

la idea de usuario por la de un sujeto sometido a educación per­

manente. Al mismo tiempo, el valor de la información tendrá

una vigencia breve, por lo que la educación en cualquier rama del

saber estará en función de la vigencia de la información apren­

dida, perdiendo su carácter vitalicio o de largo plazo.

Telecomunicaciones

Sin apenas advertirlo pasamos de la telefonía a las telecomu­

nicaciones, del mundo de conexiones mediante redes alám­

bricas a inalámbricas, de sistemas analógicos a digitales , de

usos limitados de las frecuencias antes operados sólo para

radio , televisión y telefo nía a integraciones complejas que

permiten que dentro de un mismo espec tro se pueda pro­

cesar, enviar y recibir informació n e imágenes sin límite de

ti empo ni distancia y a costos cada vez menores , posibilitan­

do el uso creciente de es tas tecnologías.

La tendencia en esta materia es evidente; quien controle las

redes de telecomunicaciones dispondrá de un poder y rique­

za mayores al cumplirse el principio de que la información es

poder, en la medida que está vinculada a la toma de decisio­

nes. Pero la capacidad de decidir de unos cuantos significará

la pérdida del poder de decisión de las grandes mayorías, cum­

pliéndose la definición de Jacob Burckhardt sobre las élites como: "todo aquello que nosotros no somos". En efecto , en la

la revista Forbes se consigna entre los tres hombres más ricos

del mundo a Bill Gates , dueño de la próspera Microsoft, y a

Carlos Slim, dueño de grandes empresas de telecomunicacio­

nes, las cuales en 1980 no tenían la menor relevancia. '' La rama de las telecomunicac iones con telefonía celular

integra hoy imagen y sonido, además de la capacidad para

almacenar información y enviarla. La cobertura de los ce­

lula res ha crecido de 1992, cuando sólo 1% de la población

mundial disponía de este medio; 10 años después 18 % de la

población di spone del mismo, lo que representa a 1 140 mi-

11. Jacob Burckhardt , Forceand Freedom, Pantheon Books, Nueva York, 1943, p. 303, y Forbes. 2 de abril de 2006.

COMERCIO EXTERIOR, SEPTIEMBRE DE 2006 769

llones de usuarios , freme a 1 100 millones que aún lo com­bina n en su mayo ría con la telefonía fij a co nvencional.

Además de las vemajas que ofrece su versatilidad, ubicuidad del usuario y capacidad de cransmisión de información, los celu­lares posibilitan el uso de imernet y los mensajes de texco (en las Filipinas contribuyeron en gran medida a la ca ída del presideme Joseph Estrada) . Al mismo tiempo, los riesgos para la salud son evidemes, pues sus componemes son muy tóxicos, y cominúa la inves tigación que busca establecer las relaciones emre el cáncer de cuello y de cabeza con el uso de celulares. Además, al igual que coda pieza eleccrónica, es fácilmeme sustituible por una nueva ge­neración que deja en la obsolescencia a los modelos ameriores.

Demografía y movimientos de población

A parcir del fin de la segunda guerra mundial el crecimienco demográfi co se incrememó de modo considerable, sobre codo en los países en desarrollo: la población pasó de 2 550 millo­nes en 1950 a 6 100 millones en 2000 . En co n eras te, el siglo XXI no parece seguir la misma tendencia; por el concrario , en 2020 los países con mayoría de jóvenes iniciarán su etapa de envejecimiemo, sin que la población de menores y jóvenes se incremente en la misma proporción. Lo anterior, unido a un crecimienco notable de la expectativa de vida, traerá como consecuencia la inversión, ese mismo año, de la pirámide de edades, cuando la población llegue a 7 500 millones. 12

Los efeccos de la natalidad en un mundo cuyo crecimiemo po­blacional amenazaba con cumplir las profecías de Malthus han desaparecido, aun cuando la población mundial superó en mu­cho cualquier expectativa. La propagación de la prevención de enfermedades, el avance de la medicina y la tendencia al bienestar han sido factores asociados a esta disminución. Sin embargo, esta situación no se puede generaliza ra todo el planeta. En África, Asia y América Latina las hambrunas, epidemias, matanzas y guerras han generado una masa de refugiados fuera de la capacidad de cualquier país o grupo de éscos para absorberla.

A su vez, la ausencia de oporcunidades impulsa corrientes migraco ri as de la periferia al centro , donde en poco tiempo los recién llegados de modo ilegal se convien en en millones que al unísono reclaman amnistía y reconocimienco lega l, lo cual provoca una fuerte reacción en las sociedades recep­coras en materi a de empleo, oportunidades, competencia y nivel de vida. Esta situación se profundi za en el caso de los hijos de inmigrantes de la segunda generación, pues a pesar de que ya están reconocidos como ciudadanos, mantienen el es tigma de origen y son causa de exclusión, como los partici­pantes de las revueltas de diciembre de 2005 en París.

12. TimeAimanac 2006 ... , op. cit , p. 704.

770 ESTADO. GLOBALIDAD O COMUNIDAD

La respues ta institucional freme a las corriemes migratori as por paree de la Unión Eu ropea y Estados Unidos se ori ema a la selec ti vidad de los inmigrames. En es te semi do las polít icas son explícitas : desalentar al inmigrante il egal ce rrándole la entrada al sistema institucional. As imismo, se instrumeman prog ramas de re corno de inmigrantes il ega les a su país de ori ­gen; de empleo temporal, sin es tancia prolongada ni derecho a la inmigración definiti va con forme a requisicos es trictos; de regulari zación por excepción de los casos con periodos de es­tancia prolongada y capac idad demostrada de integración de idioma, acceso a niveles de educación, va lores, usos y costum­bres. Una política de es ta naturaleza excluye de inmediaco a la mayoría de ilegales, quienes no reúnen escos arribucos .

Pero si es ta situación es en sí dramática, el caso más crí­ti co lo constituye el desplaza miento desde países en guerra hac ia países en condiciones semejantes, donde los expulsa­dos no tienen otra opción que los ca mpos de concentración, que aloj an hoy día a poco más de 10 millones de personas en Pales tina, Afga nistá n, Sud án, Mya nmar, Burundi , la Re­pública Democrática del Congo, Ira k y Liberi a.

En otro renglón es tarían los despl azados que no es tán protegidos por el estatus de refu giados, pero que han teni­do que huir por la violencia ex trema; tan sólo cinco países acumulan más de 14 millones de desplazados de es te tipo , comenzando por Sudán, Colombia, la República Democrá­ti ca del Congo, Uganda e Ira k. u

Trabajo y empleo

En 1987 Pe ter Drucker publicó un artículo visionario en el que plantea dos tesis básicas que afectan la continuidad del mundo laboral. 14 Señala el aucor que la economía de la posguerra se ha desacoplado. En efecto, ésta operaba con principios que hasta ese momenco comenzaron a modificarse. El primer desacopla­mienco es la relación directa que había entre el crecimiento de la producción industrial y el del mercado tradicional de materias primas. La segunda tes is es que el crecimiento de la producción industrial se correspondía con el del empleo.

Es cos dos principios se han quebrado y la relación en am­bos casos es hoy inve rsamente proporcional. En efecco, la producción industri a 1 puede crecer y el mercado tradicional ser desplazado. A su vez, puede crecer la producción indus­trial y disminuir el empleo. En ambos casos influyen diversas va riables . En el primer caso nuevos componentes sustimyen a las materi as primas tradicionales , como la telefonía en que

13. /bid, p. 715. 14. Pe ter Drucker, Las fronteras de la administración, Editori al Hermes, Buenos

Aires, 1994, p. 27.

el cable de cobre fue sustituido primero por la fibr a óptica y

más ta rde por los sistemas inalámbricos, llevando a la ruina

a la producción de es te metal.

En la otra tes is la va ri able que interviene es la auto matiza­

ción, que lleva a la revisión profunda de los ritmos de trabajo

y las condiciones de selección, contratación y duración de la

jornad a. En es tas condiciones el perfi l laboral ca mbia d rás ­

ticamente y se considera contrario a la rigidez jurídica que

antes privaba en materi a de contratación y empleo.

En es ta idea ent ra la ll am ad a fl ex ibilidad laboral , que se

ca racteriza por el paso de la contratación colectiva a la indivi­

dual; el sa lario determinado por tiempo, obra y complejidad ;

el ca rác ter no permanente de la rel ación empleador-emplea­

do; la no mediación sindical en el proceso; la responsabilidad

de la seguridad social por parte del trabajador en m aterias

como seguro médico, fondo de retiro, pagos fi sca les y otras

pres taciones que antes correspondían al Es tado y a la empre­

sa. En síntesis, esto representa el fin de las viejas burocrac ias

sindicales y las relaciones laborales tuteladas por el Estado.

En 1996 Jeremy Ri fkin hizo un plantea miento por de­

m ás provocador en El fin del trabajo. 15 El autor enlazaba la

tendencia al desempleo de las nac iones desa rroll adas con el ava nce vertiginoso de las nuevas tecnologías automati zadas.

La propuesta preveía que tanto el sector público como el pri­

vado ofrecía n cada vez m enos oportunidades de consegui r

un empleo bien remunerado y permanente, por lo que había

que es tablecer las bases de un nuevo contrato social que re­

cuperara a un te rce r sector que él denomina social. En el fondo es la idea de lo público no es tatal, pero como

agente económico, por lo que ante el desempleo, la comuni­

dad podría absorber el potencial productivo para ac tividades

que el Es tado iría cediendo a la esfe ra social con fondos de los

o tros sectores económicos para ga rantizar su financiamiento.

E l espacio laboral tradicional se ve rá inundado por la auto­

m ati zación ; el desempleo afec ta rá a la producción misma al

no tener los consumidores ingresos suficientes.

Más allá de la viabilidad de la propues ta, si es tas orga­

nizaciones no ceden al fácil oportunismo de las posiciones

político-cl ientela res de los partidos y a las tentaciones y pri­

vilegios que les puedan ofrecer los sec tores público y priva­do, constituirían un a nueva vers ión de la soc ied ad civil que

podría imponer nuevas modalidades al siglo XXI.

Consumo

Si en algún pun to co nve rgen los co ntras tes de las socieda­

des es en el consumo. A pesa r de ello, só lo 1 700 millones de

15. Jeremy Rifkin, El fin del trabajo, Paidós, México, 1996, pp . 261 y siguientes.

personas pertenecen a la sociedad de co nsumidores, que re­

presenta 27% de la humanidad . En el polo co ntrario es tán

2 800 millones de personas que subsisten a duras penas co n

m enos de dos dólares por día. 16

El consumo representa también un a forma de diferen­

ciac ión del propio consumidor, pues un mism o producto

puede prese nta rse con di fe rentes ca lidades y es tar dirigido

a compradores d istintos. El punto central es incorpora r en

la lógica del consumo a es t ra tos diferentes. En ese sentido se

explica por qué la radio y la telev isión se han ex tendido, as í

como los aparatos complementarios, y por qué la sociedad

act ual permanece más tiempo en los centros comerciales que

los aldeanos del medioevo dentro de los templos.

En cuanto a su di stribución , 60. 2% del consumo privado

mundial se concentra en Es tados U nidos, Canad á y los países

de Europa occidental, aun cuando representan 11. 6% de la

población ; con 15% de la población, África y el medio oriente

consumen apenas 2.6%. M ás aún , en los países industriales

80 % de la población tiene acceso al consumo; en los que es­

tán en desarrollo sólo 17% ti ene esa pos ibilidad .

En esta lista de las 11 variables de la globalización es tá el en­

torno, que hace posible la nueva vinculación del hombre con la naturaleza; las líneas de inves tigación más signi fica tivas por

las cuales avanza la revolución científico técnica, y el fac tor hu­

mano asociado al trabajo y consumo, pero el liderazgo de los

procesos no depende de éstos, sino de un tercer fac tor: las cor­

poraciones multinacionales, actores en los planos económico

y político y bajo cuya d irección los procesos interactúan y dan

origen a nuevos fenómenos que se dan cita en el mercado.

LA COMUN IDAD

Advertimos que vivimos en tiempos de grandes decisiones, y sabemos que no tomamos ninguna .

C. W MILLS

El retorno a la vi sión co munita ri a es a lgo m ás que un a

as piración del romanticismo del siglo XIX, cuando se

añoraban los ti empos pasados. La hi stori a huma na de­

mues tra que cuando el hombre cree que va en una dirección definida , la posibilidad d e encontra r ca minos a lternos se

v uelve no sólo p os ible, sino necesar ia. Bas ta reco rd ar el

mito del ineluc table ca mino hac ia el socia li sm o y la des­

trucción inminente del cap ital, idea que sólo perdura en

los nos tá lgicos que no aprenden de la hi stori a .

Si el presente se aleja del pasado inmediato , hay que admiti r

que la idea de construir un mundo por completo diferente al de

16. Worldwatch lnstitute, op. cit., pp . 23-24 .

COMERCIO EXTERIOR, SEPTI EMBRE DE 2006 771

la modernidad no es del todo descabellada; a fin de cuemas tra­

dición y modernidad son polos de un mismo proceso. A la ca ída

de Roma en el siglo V siguió el mundo feudal que fue un modo de

visión comunitaria. El mundo árabe volvió a los desiertos al en­

trar en decadencia los califatos. Los grandes imperios como los

llamó el conquistador español y portugués quedaron reducidos

a aldeas en los tres cominemes sometidos a coloniaje. ¿Dónde

queda el mito de un solo sentido hacia el progreso?

Al igual que en otros momentos, la idea dominante de la

modernidad vuelve a toparse con la tradición. Por tanto, el

talón de Aquiles de la globalidad no está en las fuerzas que

lo impulsan, sino en aquellas que desde la tradición y bajo los

mitos se le resisten. Por ello no es casual que estas fuerzas idea­

licen su pasado, su creencia se oponga al saber científico y el

sentimiento rechace la razón. A fin de cuentas el mito no es

un enredo de mentiras , sino un modo de comprender.

En este sentido el mundo actual surge elll de septiembre de

2001. Las catedrales del poscapitalismo del World Trade Center

caían derrumbadas, la fe había hundido a la impiedad. En la otra

interpretación la pregunta que se hacía el pueblo estadouniden­

se era: ¿Cómo puede haber personas que nos odien tanto ? En

medio del caos nadie hacía análisis, todo fue sentir.

La idea de los nuevos kamikazes retornó incompleta a la me­

moria, pues frente a los adjetivos comunes de fanáticos, ignoran­

tes, locos y suicidas, se olvidó lo que habían sido estos personajes

en el Japón de la segunda guerra. No eran fanáticos y menos ig­

nOt·antes; habían recibido una educación refinada y con apego

a sus valores tradicionales, entre ellos el honor. Sus capacidades

físicas e intelectuales les permitían volar aviones de vanguardia

tecnológica y hacer blanco en los poderosos portaviones y des­

tructores estadounidenses, causando con esto el mayor daño

posible y mermando la moral de las tropas enemigas.

De manera semejante, quienes perpetraron los atentados

del11 de septiembre se habían formado en la tradición islá­

mica y estudiado en Europa y Estados Unidos. Conocían de

antemano su muerte inminente y pensaban que ese mismo

día estarían en el paraíso.

La plataforma ideológica de estos núcleos fundamentalistas

sólo puede comprenderse en la base misma de su discurso. No son

actores estatales, pues el islam condena la idea misma de Estado

y límites fronterizos y la sustituye por una creencia común que

une las diferencias, según los principios de autoridad y justicia

derivados del libro sagrado del Corán. No comparte la idea de la

concentración excesiva de la riqueza, y obliga a entregar una por­

ción de la misma a entidades religiosas. La educación se rige por

su visión religiosa y por tanto su socialización es parte de su propia

cultura enraizada en valores, familia y comunidad. 17

17. Gilles Kepel, La yihad, Ediciones Península, Barcelona, 2000, pp. 94 y siguientes.

772 ESTADO. GLOBALIDAD O COMUNIDAD

No se tiene la idea occidental del pecado , menos la de con­

fesión ; el islam es quizá demasiado humano como para ad­

mitir sus debilidades. Su idea abstracta e irrepresentable es la

de Dios y hay un profundo res peto hacia el Profeta y quienes siguen e interpretan sus enseñanzas; muestran una ca ligrafía

artística como represem ación de la palabra divina. Su forma

de vida inicia con los rezos de los minaretes, continúa a media

tarde en la oración y cierra de nuevo con la lectura que desde

los templos se hace de las palabras del Profeta . En todo esto

no hay espacio para bromas, como las caricaturas del Profeta

publicadas en Dinamarca; la ofensa a la fe es más grave que

aquella que se inflinge de persona a persona .

Es curioso observar también que al recuperar la riqueza

con el petróleo, la primera intención fue occidenta liza r al

mundo islámico ; sin embargo, la fut ilidad del mundo occi­

dental terminó por a pegarlos más a sus creencias originales.

De hecho Huntingron reconoce que el islam está en expan­

sión, pues en 2000 aglutinó a 20% de los creyentes y para

2025 será 31%, casi la tercera parte de la feligresía de los cre­

dos en el mundo, aun cuando haya divisiones entre chiítas

y sunitas y otras interpretaciones del Corán. 18

Pero no todo fundamentalismo es islámico. En América Latina muchos movimientos sociales fueron precedidos por

la teología de la liberación y muestras de ello están en roda

Centroamérica y en el Movimiento Zapatista de Liberación

Nacional. En ellos reposa la idea de un mundo indígena que

recupera su pasado prehispánico y reivindica la idea de la

comun idad frente al Estado. Muchas utopías se fundan en

la negación, como la de los globalofóbicos, pero también las

hay arraigadas en la etnia y la comunidad, como en el caso

de Mandela, o bien reivindicaciones de los pueblos africanos

sometidos por potencias coloniales. También se deben con­

siderar los movimientos nacionalistas europeos, como los

de irlandeses, vascos, catalanes, serbios, croatas, eslovenos,

o los euro-asiáticos, kurdos, chechenios, etcétera .

El punto común de todos estos movimientos es la recupe­

ración de la identidad y la pertenencia. Identidad que repre­

senta la identificación con una cultura que es a fin de cuentas

una forma de sentir que a su vez se traduce en modo de vida

y pertenencia a un lugar vinculado a quienes comparten sus

va lores en comunidad. En esta idea no hay negociación po­sible ni punto a ceder pues es la vida misma y su sentido. El

problema centra l es que a l polariza rse las cu lturas con re­

lación a occidente sólo hay dos frentes: el propio y el de los

otros, que se niega como alguna vez lo hicieron ellos.

La radicalidad del planteamiento no tiene fondo y occi­

dente no lo ha podido asimi lar. Su cultura es muy incluyente,

18. Samuel Huntington, El choque de civilizaciones, Paidós, México, 1996, p. 139.

como la de todo imperio. Roma, en su momento, fue capaz de absorber costumbres y transformarlas en derecho propio;

así, educaron a sus dirigentes criollos y les enseñaron latín; éstos adaptaron su modo de vida y terminaron pereciendo con Roma; valores y lengua parecieron olvidarse y en el me­dioevo y renacimiento ya hablaban una nueva lengua que era

más que una combinación de la autóctona y del latín. En el largo periodo medieval se gestaron las naciones cuyo origen fue el previo retorno a la comunidad.

REFLEXIÓN FINAL

El arte nos ofrece una unidad de intuición, la ciencia una unidad de pensamiento y el mito

una unidad de sentimiento e identidad ERNEST (ASSIRER

En distintos periodos el hombre ha cambiado la relación entre arte, ciencia, religión y mito. En la época de la Grecia

clásica el todo se fundía en la filosofía y en el encuentro de

saberes la razón imperaba en la explicación. En el mundo del medioevo el conjunto de saberes concurría en el ethos reli­gioso, la explicación de la ciencia se fundaba en la doctrina,

el arte era la representación de lo divino, y el poder mismo fue sometido al arbitrio pontificio.

El renacimiento devolvió al hombre sus saberes, la refor­

ma transformará la relación del hombre con Dios por me­dio de su palabra y la libre interpretación. La intuición fue

la base para fundamentar el arte de la guerra y la política en Maquiavelo. Mientras, la ciencia y el arte se unieron en la estética en figuras como Leonardo. La revolución francesa transformó a la razón en diosa, para dar fundamento al po­

der del Estado mediante el mito que termina encarnado en Bonaparte. La religión dio durante todo el siglo XIX la ba­

talla por permanecer en un mundo que se le iba de las ma­nos y la ciencia amplió su explicación más allá de los hechos físicos, abarcando al hombre.

El siglo XX es de grandes cambios: la intuición se transfor­ma en liderazgos totalitarios capaces de manipular a grandes poblaciones a las que terminaron conduciendo a su destruc­ción. La ciencia se volvió servil al Estado; el arte mismo quedó reducido a mercancía de intercambio en las subastas .

En el fin del siglo pasado y el inicio del presente milenio

arte, ciencia, religión y mito parecen ir en direcciones di­versas y aún opuestas . La intuición sobre el arte de gober­nar en nada proporciona una respuesta a los problemas de la

gestión estatal. La ciencia ofrece más dudas que respuestas definitorias y su relación con el poder se vuelve ríspida al no pronosticar el futuro de los actores. Las religiones crecen

cuantitativamente, pero son incapaces de poner en prácti­

ca su propia enseñanza. En sí, creencia, ciencia y poder en­cuentran sus propias fronteras al reconocer cada una de ellas

su propio camino, pero el todo se aleja y la razón deviene en sentimiento, y los tres actores del inicio del siglo -el Esta­

do, la globalidad y la comunidad- más que buscar un pun­to de reencuentro, el inicio de una nueva relación, caminan en direcciones opuestas.

Hoy, occidente es cuestionado en su propuesta de globa­

lidad, consecuencia del hecho ya observado por Lipovetsky: "Al poscapitalismo se le olvidó crear sus propios valores y

optó de modo pragmático en mantener los anteriores, sobre una base individualista". 19 La respuesta frente a ellos es evi­

dente: los viejos valores son negados en su práctica, pues a fin de cuentas la propiedad la sustituyó por el control; lasa­

tisfacción de necesidades por el consumismo; el sentido por la continuidad; el trabajo por la automatización; el esfuerzo humano por la energía; los alimentos por la ingeniería de los

mismos; la naturaleza por una escenografía virtual; la ideo­logía por la mercadotecnia; el consenso por la propaganda; la satisfacción de expectativas por el endeudamiento a crédito;

la capacidad de elegir por tendencias de opinión. En síntesis, se ha sustituido al ser por la ilusión de tener.

La encrucijada está planteada. El mundo parece someti­do a tres fuerzas que jalan cada una en su propia dirección autoritaria, sin dar ninguna importancia a las otras. Para el fundamentalista que recurre al extremo del terrorismo el otro no existe; sólo el mito que le da sentido, su fe y su arraigo co­munitario. Para el Estado sólo cuenta su capacidad de ejer­

cicio del poder y éste sólo se produce en presente, pues en pasado es nostalgia y en futuro especulación, y para el caso de la globalidad sorprende su fragilidad; sólo viendo caer las

torres gemelas como castillos de naipes puede uno captar la carencia de certeza y lo difuso del futuro. La referencia es­

pacio tiempo no responde a la idea de poder compartir todas las realidades que están vigentes, sino aquellas que están al alcance, y en la mayoría de los casos casi nadie quiere arries­

gar su decisión de antemano. Esto recuerda a sor Juana Inés de la Cruz, quien en sus tiempos decía:

No es saber, saber hacer discursos sutiles vanos;

que el saber consiste sólo en elegir lo más sano.

Especular las desdichas y examinar los presagios,

sólo sirve de que el mal crezca con anticiparlo.

19. Gil les Lipovetsky, La era del vacío, Anagrama, Barcelona, 1986, p. 13.

COMERCIO EXTERIOR, SEPTIEMBRE DE 2006 773