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Nº 5 Esta es una revista gratuita. Si después de leerla, no tiene interés en conservarla, déjela en algún lugar donde pueda ser útil a otra persona

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donde pueda ser útil a otra persona

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Nuestra Portada¿Qué es Sala deEspera?

Sala de Espera es una publicaciónperiódica y gratuita, que las iglesiasevangélicas distribuyen por todo nues-tro país. Con ella, pretendemos hacerllegar a todos los lugares un mensaje deánimo y esperanza en tiempos difíciles.

A través de sus páginas queremoshacer reflexionar a los lectores sobre lavida, la felicidad, el perdón, la reconci-liación, el valor del individuo, su parti-cipación en la sociedad, etc.

Siguiendo con nuestra tónica detransmitir en estas páginas artículos quesean breves, claros, amenos y que tenganun buen contenido moral, hemos queridoen este número 5, que para algunos seráel primer ejemplar de Sala de Espera quetengan en sus manos, incluir una varie-dad de artículos, escritos por distintoscolaboradores, algunos de ellos excelen-tes escritores, que nos puedan llevar areflexionar sobre las cosas que de verdadimportan en la vida.

En el apartado de biografías deevangélicos relevantes de la Historia,en esta ocasión, hemos traido a EricLiddell, un creyente evangélico com-prometido con su fe, que en su tiempoluchó por mantener sus principios devida, siendo un claro ejemplo de cohe-rencia como persona y como cristiano,y que además ganó la medalla de oroen los Juegos Olímpicos de Paris en1924.

Esperamos que esta publicación seapara ti un elemento de compañía, enalguno de los encuentros que tengas conella, en cualquiera de las muchas «salasde espera» de nuestro país.

La admiración que nos causa esa tre-menda obra de ingeniería que significauna tela de araña en nuestros jardines ocualquier lugar de una casa, y la bellezaque supone verla al amanecer salpicadade gotas de rocío, es directamente pro-porcional al peligro que entraña para elincauto insecto que, como una inocentevíctima, cae en el engaño de la atractivatrampa, a la que muchos de ellos simple-mente se acercan para calmar su sed.

Millones de personas han caído ysiguen cayendo en las aparentes yatractivas trampas que nuestra sociedadmoderna les va tejiendo a su paso: dro-gas, alcohol, sexo, juego, consumismo,Internet, etc…

En este número, hemos pedido a algu-nas personas que han estado cautivos enesas telas de araña que nos relaten suterrible experiencia de esclavitud y cómohan sido capaces de superarla.

El resultado ha sido una recopilaciónde testimonios y artículos sobre elenganche a las distintas adicciones, ysobre cómo la ayuda de Dios y la cerca-nía de un grupo de apoyo les ha traídola libertad que, por sus propias fuerzas,no pudieron conseguir.

Si tú, amigo lector, estás enredado enalguna de estas modernas telas de arañay no puedes escapar aunque hayas pues-to todo tu empeño en ello, es hora debuscar ayuda.

Ponte en contacto con alguna de lasdirecciones que están en la contraporta-da y te dirigiremos hacia alguno de losrecursos evangélicos (centros, organis-mos o personas) que tenemos, para ayu-darte a ser una persona verdaderamentelibre y feliz.

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Para llenar losvacíos, para “mirarhacia otro lado” ysatisfacer curiosi-dades o mirar algrupo al que perte-nezco; para rebe-larme contra loque me rodea oenfrentarme apadres que no sonmi mejor modelo.Para eso me acercoa experimentarcon drogas. Sincalcular ni sopesarlas posibles conse-cuencias.

Cada genera-ción de este paísha recurrido, deuna u otra mane-ra, a la evasión mediante aquello quetenía al alcance o estaba dentro de susposibilidades. Y ha sido el alcohol el ele-mento evasivo principal, llegando a for-mar parte de la historia de esta nación.

En 1975 ya se consumían las denomi-nadas “drogas blandas” (hachís y mari-huana), pero no será hasta la afirmaciónde la democracia, que nos invada todauna suerte de influjos ideológicos, debibliografía y discografía, así como ladeterminante afluencia de personasextranjeras que traerán a este país, anta-ño cerrado y obsoleto, todas las opcionesposibles, hasta ese momento prohibidas o

sujetas al tamizde la censura delrégimen.

Junto a losmovimientos deprotesta o reivin-dicativos, ya seescucha el eco desustancias psico-trópicas; con el“despertar” socialse duermen mu-chas concienciasy tenemos alalcance ya las lla-madas “drogasduras”: cocaína,heroína, LSD,anfetaminas, etc.

El desconoci-miento y la

ausencia de casuística, llevan a una granparte de la juventud a caer en profundasdependencias (“enganche”) y a cometerdelitos de toda índole con tal de accedera la dosis necesaria. Las cárceles y los juz-gados, los centros de rehabilitación y loscementerios padecen hacinamiento ysobrecarga. Somos superados por lasdevastadoras consecuencias del consumode drogas.

En todo este devenir se van dandosituaciones susceptibles de análisis. Porun lado, quienes aseveran de forma radi-cal que son consumidores y consumidorasporque la vida y las propias vivencias per-

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sonales no les estimulan a algo mejor(o bien porque el ambiente en que sehan criado forma parte del amplio con-cepto de marginalidad); por otro, quie-nes de aparente forma sutil, aseguranque no tienen dependencia y que sóloconsumen de forma esporádica eneventos ocasionales.

Las dos posiciones analizadas superfi-cialmente tienen un mismo final de tra-yecto: cárcel, enfermedad o muerte.

En esta época de desbordante con-temporización, las drogas de diseño, lasmás sofisticadas fórmulas elaboradas enlaboratorios clandestinos, mezclan opiá-ceos con anfetaminas, LSD con cocaína,excitantes con relajantes y combinacionesde alto riesgo para el corazón y el cerebro.Son auténticas bombas de relojería.

Así que empezamos experimentando,continuamos disfrutando y finalizamosdependiendo. Buscamos de forma alocadael dinero suficiente para calmar las ansias;una vez calmadas necesitamos más paraobtener cierto “placer” y, una vez alcanzado

éste, nos acordamos de que mañana sale denuevo el sol y que vamos a precisar más:hemos caído. Y para caer sólo fue necesarioempezar.

Miles de personas han muerto y estánmuriendo hoy mismo por causa de lasdrogas y otras miles aún cumplen conde-na o están por ingresar en prisión.

Muchas familias sufren de modo indi-recto las consecuencias de seres queridosque cayeron en la trampa.

Miles de niños y de niñas se están crian-do sin sus progenitores, bien porque ya noestán o porque la cárcel les retiene.

Algunos centros de rehabilitación, ensu mayoría evangélicos y gratuitos (Betel,Remar y Reto, principalmente), acogenpersonas adictas para ayudarles a recu-perar el sentido de sus vidas y a desecharel consumo.

Porque la propia sociedad, a través desus ciudadanos y ciudadanas, es la quemás juzga a quienes caen; excepto cuan-do les toca en “sus propias carnes”;entonces sí recuerdan que deben apoyary no juzgar.

Gracias que Jesús vino a buscar y asalvar lo que se había perdido; si no, estetexto hoy no estaría ante tus ojos. Porqueyo fui una persona drogadicta.

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvarlo que se había perdido.

(Lucas 19: 10)

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No hablo ni dela canción quepopularizó elgrupo musical“Tam Tam Go” enlos 90, ni tampo-co de la famosapelícula en la queSandra Bullock yJeremy Northansufrían el acoso yla manipulacióngubernamental através de la “Redde redes”, laInternet, sino quehablo de mi pro-pia experiencia.

Para mí fue undía feliz cuando,hace ocho añosya, ¡y parece quefue ayer!, tuveInternet en micasa. Ahora yaera parte de esamultitud de privi-legiados queteníamos un espacio común, o mejordicho, un ciberespacio abierto a todos.

Como persona de rectos principiosmorales, me propuse solamente usarInternet para encontrar recursos aca-démicos e información cultural para mitrabajo, pero poco sospechaba yo quela red te atrapa sin darte cuenta yluego no puedes escapar fácilmente deella, y mucho menos por ti mismo.

Al principio fueron sólo aquellaspáginas no solicitadas que se te abrían

sorpresivamente,y en las que teaparecía lo másdescarnado de lasexualidad huma-na. Yo las cerrabade inmediato,pero no podíasacar ni de mimente ni de miretina lo quehabía visto, y mefui enganchandoen ellas…

Después vinie-ron los “chats”con mujeres quete lo ofrecían todo“sin compromiso”y así, lentamente,fui cayendo en unnegro túnel queha estado a puntode costarme,hasta hace unaño, no solamen-te mi matrimonio,sino mi propia

familia y mi integridad como persona.

Psicólogos, psiquiatras, terapeutasfamiliares y muchos otros profesionaleshan sido compañeros de mi oscuroviaje en los últimos cuatro años, conescaso éxito en mi recuperación y supe-ración de esto que ahora reconozcocomo una adicción pero que empezósiendo sencillamente una evasión.

A pesar de mi estricta moral católi-ca, yo leía muy poco la Biblia; perohace poco más de un año, un compañe-

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ro y buen amigo del trabajo (al quesecretamente siempre he admirado porsu coherencia como persona y comocompañero), se presentó en mi casacon un extraño regalo que recibí concariño, pero que dejé en una de lasestanterías de la salita. Era una Bibliamuy bien encuadernada.

Una noche, sobre las 4 de la maña-na, después de haber inundado mimente de pornografía, no sé cómo nipor qué, la tomé en mis manos y la abríbuscando algún evangelio (era lo quemás recordaba de la catequesis) yempecé a leer por el capítulo siete deSan Juan.

Allí descubrí la invitación de Jesús aque los que tuviéramos sed, fuéramosa beber de él (Jn. 7:37-38), y algo másadelante, me topé con “la receta” paraser completamente libre (Jn. 8:36).

Seguí leyendo largo rato y, allímismo, en la soledad de la noche (conmi esposa y mi hija durmiendo en suscuartos), le pedí a Dios que me hicieralibre, y en aquel mismo instante algoextraño se produjo en mí que me llenóde alegría, y una sensación de pazocupó mi mente y la semioscura salitaen la que mi iluminado ordenador era,hasta entonces, mi único refugio.

Desde aquel día muchas cosas hancambiado, me siento otro. He seguidoleyendo aquel libro casi olvidado paramí que tanto bien me reporta, y con laayuda de Dios he sido liberado de laterrible red en la que estaba atrapado.Ahora, ya no le tengo miedo a la arro-ba del teclado de mi ordenador.

Lo recuerdo como si fuera ayer, aun-que hace ya muchos años que comenzó.Tenía yo apenas 5 ó 6 años cuando enNochebuena me dejaron probar el alcoholde la copa de aguardiente de mi abuelaantes de irnos a la Misa del Gallo, a la quelos mayores (no sé si por el frío o por sim-ple tradición) se llevaron la botella deanís, junto a otra botella de coñac que lle-vaba mi tío.

Desde aquel día, poder beber lo quebebían los adultos me hacía sentirmemayor, y cada vez que veía una botella delicor abierta, no perdía la oportunidad deechar un traguito. Así empecé a aprove-char cualquier descuido de la familiapara beberme el siempre presentewhisky del mueble-bar, que yo paciente-mente rellenaba con agua teñida conregaliz, para que no se notase mis cons-tantes asaltos a la botella.

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Durante mi adolescencia, beber alco-hol fue una forma de socializar, y aúnrecuerdo aquellas tardes en las que con laexcusa de estudiar juntos en casa de unamigo, la pandilla íbamos arrasandotodos los “muebles-bar” de nuestroshogares, mezclando bebidas en un festi-val de cócteles de fin de semana, que nosdejaba después una terrible resaca.

Luego llegaron las doso tres cervezas después desalir del trabajo con loscompañeros de la obra, ymuy pronto comenzó tam-bién la copa de “ligado”(anís con coñac) en el des-ayuno, de tal forma que,sin darme cuenta, ibacayendo en una espiralcontrolada por el alcoholque iba robando mi propiavoluntad.

La cosa siguió complicándose cuandome casé y mi mujer descubrió que unabuena parte de mi sueldo la gastaba men-sualmente en mis copas, con lo cual empe-zó una vida de peleas continuas, exigien-do yo, además, que en mi mesa hubiesesiempre una botella de buen tinto en cadacomida, del que yo apuraba hasta la últi-ma gota. Seguí engañándome creyendoque podía controlarlo, pero lentamente fuidescubriendo que era el alcohol quien enrealidad me dominaba a mí.

Un día fui invitado por mi cuñada auna reunión evangélica y tras mucha resis-tencia acepté ir. Desde que entré en elsalón, me parecía como si cada una de lascosas que se decían allí fuesen directa-mente para mí. Especialmente me impac-

tó las palabras del predicador cuando nosdecía que Jesús hizo una invitación en laque dijo: “Venid a mí todos los que estáisfatigados y cargados, y yo os haré descan-sar”. Algo se rompió dentro de mí, apretécon fuerza la mano de mi mujer y empecéa llorar como un niño. ¡Por fin alguien metendía una mano en mi desesperación sincondenarme por mi dependencia!

En las semanas siguien-tes, el responsable de laiglesia, con el que he alcan-zado un grado de amistadcomo nunca había logradocon otras personas, mehabló de enviarme a uncentro de desintoxicaciónen la costa, para liberarmede mi adicción, y ahora,después de un año de trata-miento y seis años de liber-tad (aunque con luchas)puedo decir que soy una

persona completamente nueva y libre.

Veo la vida de otra manera, valoromucho más a mi esposa y a mis hijos, a losque tanto daño hice con mis engaños y miirritabilidad, y descubro con gran alegríael cariño de aquellos que me han ayudadodesde entonces en mi congregación.

Ahora, yo también soy de ayuda aotros a través de las reuniones que hace-mos para personas adictas al alcohol, yquiero animarte por mi experiencia,amigo o amiga, a que si éste es tu proble-ma, sepas que ¡HAY SALIDA!, que con laayuda de Dios y el apoyo de gente quete quiere, saldrás igual que yo, ypodrás decir, como yo digo ahora. ¡SOYVERDADERAMENTE LIBRE!

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El dinerome falta másque a nadie, esla pura verdad.La crisis pocotiene que ver

con lo que me pasa. El problema lo tengodesde la época de Maricastaña. Os cuento:

¡Qué tiempos los de la peseta! Todavíano entiendo por qué nos cambiaron lamoneda. Todas los días, después de reco-ger la cocina (poco había que recoger),las vecinas del corralón venían a casa apasar el rato. No había televisión y jugá-bamos a la lotería. Así empecé, ¿o debodecir “me inicié”?, en el mundo del juego.Recuerdo que la primera vez que partici-pé, mi madre me adelantó la paga deldomingo: Una peseta.

Ya de mozuela encontré trabajo en unazapatería. El encargado y yo pronto noshicimos novios. Como los domingos, mientonces futura suegra, siempre se poníaenferma, nos quedábamos con ella, cui-dándola y jugando al tute, que era lo quemás le entretenía. Para ese tiempo, la cuotadel juego la subimos a un duro. Por muyraro que parezca, nunca gané una partida.

En fin..., mi madre con las pesetas ymi suegra con los duros (Dios las tengajuntas en su Santa Gloria), me dejaronenganchada al juego, ¡maldito parné!

La verdad sea dicha, dejando atrás lastardes de lote-ría y los domin-gos de tute, amí lo que másme ilusiona esel cupón que

compro cada mañana nada más salir decasa. Llevar ese papelito en el monedero, meda vida. Siento como si algo grande fuera asucederme al llegar el sorteo. Dicen que hayquien nace con estrella y quien nace estrella-do, pues ni la devuelta me toca.

Para seguir probando suerte, comprodécimos todas las semanas, juego a lasquinielas sin tener ni puñetera idea defútbol, meto en la bonoloto, en la loteríade Navidad, en la del Niño... Pero tengo elcenizo, ni un euro saco. Cuando no sé quéexplicación dar en casa por la falta dedinero, pido prestado a los amigos.

Tengo dos hijos adolescentes,dos pura sangre que, salvo paraecharme en cara que nunca estoyen casa y preguntarme qué hayde comer, no se dirigen a mí nime hacen ningún caso... ¡Y yo pensandoque cuando me toque el primer premioellos van a ser los primeros beneficiados!

Mi marido lleva su propia vida, sus pro-pias salidas, sus propias amistades...,puede que hasta me engañe. ¡Y yo pensan-do en que, cuando sea rica, le voy a com-prar un coche de lujo, y un chalé, y un yate!

Si mi Juan estuviera más pendiente demí..., si mi Javielillo, si mi Curro me qui-sieran un poco..., ¡quién sabe!, quizás notendría que tirarme a la calle buscandootras ilusiones. Quizás, no tendría quepedir un café en el bar de la esquina conla única expectativa de jugar un poco conla máquina tragaperras. Quizás no ten-

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dría que pasar las horas en el bingojugando mis cartoncitos...

Tengo que reconocer que mi vida esun desastre; ¿Qué por qué? Pues por-que creo que nadie me quiere; o yo nohe sabido hacerlo bien, o el mundo enque vivimos es un desastre, o las doscosas.

He tenido los ojos cerrados muchotiempo. No puedo seguir negando quetengo un grave problema. Un gran pro-blema. Desde que me levanto hastaque me acuesto, estoy pensando en el

juego, en la manera de ganardinero fácil, ¡maldita sea! Nadame satisface. Nada me consue-la. Tengo que admitir abierta-mente que soy ¡¡¡LUDÓPATA!!!Sí, óigalo bien ¡¡¡LUDÓPATA!!!

con mayúsculas y hasta los tuétanos. Ycon mayúsculas también grito que¡¡¡ESTOY SOLA!!! Sola con una existen-cia que me ahoga, sola con un cuerpoque me pesa, sola con un alma que noentiendo...

Cuando pienso en dejar de jugar, sien-to que me pongo enferma. Quiero y noquiero. Me pasa que con sólo ver el letre-ro del Bingo, ya me empiezan a sudar lasmanos. Me tiemblan. La adrenalina se mesube a la cabeza.

Sé que, si solucionara este problema,mi familia me vería de otra manera,quién sabe si la cosa funcionaría denuevo. Pero yo sola no puedo.

Cati, la veci-na de al lado,conoce mi his-toria. La conoceporque su vidaera muy pare-cida a la mía, y ha cambiado mucho.Bueno, ella insiste en que ha sido el Señor.Me habló de sus problemas mientras tomá-bamos café en su casa. Le conté mis cosasmás íntimas. Dice que quiere ayudarme.Repetidas veces le he dicho, de mala mane-ra, que me deje. Es que en el fondo tengomiedo. Sin embargo, insiste. Yo voy obser-vando su cambio día a día, no hay más queverla. Lo suyo es real. Creo que lo mejorserá que le hable de nuevo, a ver queopina. A veces la oigo cantar por el patiode luces, mientras recoge la ropa de loscordeles. Canta cosas así a Jesucristo:

Dios, el más grande y digno de alabaryo vengo a tu presencia a adorar,

yo doblo mis rodillas ante ti.Dios, el más grande y digno de alabar,

me ayuda al enemigo derrotarel gozo de mi vida eres tú.

Señor yo quiero levantar mi voz,quiero agradecerte

por tu obra en mi vidaSeñor confío en tu grande amor,

sólo tú eres Dios eterno,sólo tú transformas mi ser.

Las letras de esas canciones mehacen llorar. Me las he aprendido dememoria. Cati no sabe que, cuandocanta, yo meacerco a la ven-tana para lle-narme del con-tenido de esaspalabras.

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Mi frigorífico siempre olía mal, y noporque estuviese vacío, y como se dicevulgarmente: “...si se cae un ratón, seestrella” porque yo puedo presumir detener siempre mi frigo lleno, porque conlo que gana mi marido, en mi casa nofalta de nada.

Sin embargo, a pesar de gastarme undineral en ambientadores, seguía oliendomal, hasta que descubrí que cada semanatenía que hacer limpieza y tirar muchascosas caducadas; pero yo, cada vez que ibaal híper, seguía llenando los carros y com-praba cientos de cosas que no necesitaba.

Para muestra un botón. Compraba todoslos productos de jardinería del LIDL aunqueno tengo jardín, y hace poco me pregunta-ba cuando me encontré con un bote extra-ño en mi lavadero: “¿Para qué querré yoabono de orquídeas, si no soy capaz demantener vivos los cuatro geranios quetengo en la ventana de mi cocina?”.

Tengo casi todas las tarjetas habidas ypor haber, la del MERCADONA; el ALCAM-PO y el EROSKI; las del DÍA y el CARRE-FOUR, y mis más preciados tesoros: Latarjeta del CORTE INGLÉS y una VISA OROcon amplio crédito, con las que lleno mi

ropero de todo aquello que se me antoja;aunque a veces, en mi “fondo de arma-rio” me encuentro también (como en mifrigorífico) con ropa “caducada” que nohe llegado a ponerme y que ya no mesirve.

Hace poco, me descubrí comprandopor telefóno, uno de esos artilugios parapintar sin mancharte nada, y después decolgar me dije a mí misma, que para quéquería yo aquello, sin siempre, hasta paralo más mínimo, llamamos a un pintor,porque con lo que gana mi marido, me lopuedo permitir...

Mi Psicóloga, que hace tres años merecomendó que para calmar la ansiedadque me producía la casa y mi deterioradarelación matrimonial, saliese de vez encuando de compras y que me regalase amí misma algún “caprichito”, me ha dichorecientemente (la muy descarada) que mehe convertido en una compradora com-pulsiva, y que tengo que empezar unanueva terapia para salir de ese problema.

¿De verdad tendré un problema aña-dido al de mi soledad, mi falta de motiva-ción en la vida y tantas frustracionescomo pesan sobre mí?

Desde pequeña, he sido enseñada apensar en Dios como alguien que me ve,me conoce y sabe de verdad lo que hay enel fondo de mi corazón. Quizás sea horade hablar con él y pedirle ayuda, porqueme doy cuenta que sola no puedo llenarese vacío tan enorme que siento muchasveces dentro de mí.

Tengo un problema

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En términos parecidos a estos, serecoge una conversación entre un grupode judíos y Jesús, tal como se registra enel evangelio de San Juan 8:31 al 36.

Dios hizo al hombre libre y nos siguerespetando esa capacidad de decidir, perono nos podemos olvidar que, en muchasocasiones, las decisiones que tomamos nosdespojan completamente de ese hermosoregalo que Dios nos hizo al crearnos.

Pero además, es sorprendente descu-brir el amor propio que tiene el serhumano, y cómo no le deja reconocer supropia situación de esclavitud.

Con qué descaro, aquellos piadososjudíos le dijeron a Jesús “...nunca hemossido esclavos de nadie”, como si la reali-dad se pudiese ocultar y la Historia sepudiese borrar...

Porque el pueblo de Israel fue esclavo400 años en Egipto, casi otros 400 entrePersia y el imperio babilónico, y en losúltimos 200 años anteriores a la conver-sación, habían vivido sometidos a los

egipcios nuevamente y a los sirios, y enci-ma de todo ello, cuando Jesús hablabacon ellos, estaban bajo el yugo romano.

¡Claro que cuesta reconocer que uno eso ha sido esclavo de alguien o de algo! perono nos podemos engañar. El gran Maestrodijo muy claro que no era solamente escla-vo el que llevaba grilletes en sus manos o ensus pies, sino que todos en mayor o menormedida somos esclavos del pecado, aunqueese pecado haya sido elegido libremente.

Miles de personas están esclavizadas,no solamente por otros que les roban suvoluntad, sino por cientos de cosas queellos eligieron libremente un día.Probablemente por probar, socializar obuscar nuevas sensaciones, para termi-nar encerrados en mazmorras de soledadde las que no saben salir, aunque algu-nos no sean conscientes todavía de supropia situación de falta de libertad.

Jesús hizo una invitación maravillosaa la libertad (aún para aquellos que nose sienten esclavizados en absoluto):“Conoceréis la verdad, yy la verdad oshará libres”. Las cadenas se rompencuando se conoce al que dijo: “Yo soy elcamino, lla verdad y la vida” porque acer-carse a Él nos da libertad, por eso pudodecir entonces y hoy lo pueden corrobo-rar muchos que lo han probado que:

“...SI EL HIJO OS HACE LIBRES, SERÉIS VERDADERAMENTE LIBRES”

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La persona que hoy traemos a estas páginas de biografías de evangélicos rele-vantes que destacaron en distintas disciplinas durante sus vidas es un deportistaque ganó la medalla de oro en los 400 metros durante la Olimpiada de París de 1924.

Para muchos lectores, si les decimos que hablamos de Eric Liddell, no significa-rá mucho; pero si decimos que hablamos del protagonista de la película Carros deFuego (que desde aquí recomendamos ver, si aún no se ha visto), que en 1981 ganócuatro oscars, incluyendo el de mejor película, y de la que su famosa banda sonora(de Vangelis), ha sido la música de fondo de miles de eventos deportivos, seguro queempieza a sonarles la historia.

Eric Liddell, aunque de familia escocesa, había nacido en China en 1902. Laextraña razón de su nacimiento en tan lejanas tierras es que sus padres eran misio-neros evangélicos en ese país.

A los seis años de edad, sus padres decidieron enviarlo a Inglaterra a estudiarjunto con su hermano Rob a un colegio dedicado a educar a los hijos de los misio-neros en el extranjero.

Desde muy joven mostró una gran pasión por el deporte, especialmente el rugbyy en atletismo. En 1920 se matriculó en la Universidad de Edimburgo, donde se gra-duó en 1924.

En 1923 declaró públicamente su fe en Cristo y su compromiso con el mundonecesitado, algo que había vivido desde su infancia, viendo la entrega de sus padres

con el pueblo chino.

Pero la declaración pública de su fele acarreó muchas críticas de escépti-cos, que no creían que fuese capaz dellegar a conseguir ninguna marcadeportiva, tachándole además defanático religioso. Sin embargo, en esemismo año, los silenció a todos cuandose proclamó campeón británico de las

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100 y las 200 yardas, consiguiendo un record en la primera disciplina, que tardaría35 años en ser superado.

Según contaba, cuando iba a competir, elevaba sus ojos al cielo y una frase reso-naba en su mente: “El Señor me guía” , y según cuentan sus biógrafos tenía unaextraña costumbre, que era saludar a todos los competidores de cada carrera des-pués de terminarla, sin importarles su raza o color.

Liddell era un hombre de firmes convicciones religiosas, las cuales sobrepuso siem-pre por encima del éxito o de la fama en el deporte. Una de ellas (que es casi el ele-mento central del mencionado film Carros de Fuego) era el entendimiento de que eldomingo era un día dedicado a Dios, razón por la que se negaba a correr en ese día.

Tras prepararse para competir en París, su nombre dio la vuelta al mundo en losperiódicos, al saberse que se había negado a correr la final de los 100 metros lisos(que en teoría era su mejor prueba), por celebrarse en domingo.

Con esta decisión se ganó la desconfianza de millones de ingleses y de mediomundo, pero nuevamente acalló todas las voces en su contra y en contra de su fe, alganar en París la medalla de bronce en 200 metros y la de oro en los 400 metros.

Tampoco se entendió que, cuando se encontraba en la cima de la gloria deporti-va, en 1925, tomase una decisión que demostró al mundo su coherencia como cris-tiano evangélico.

Y es que decidió marcharse como misionero a China, donde vivió desde entoncesentregado a la ayuda a los demás, hasta que en 1945, durante la invasión japone-sa fue internado en un campo de prisioneros, donde murió de un tumor cerebral, conapenas 43 años.

Su vida y su compromiso con los pobres influenció atoda una generación, y su nombre es recordado comoun ejemplo de coherencia y de convicción cristiana. Enuna de sus primeras declaraciones antes de ser famo-so, Liddell decía lo siguiente:

“No tienes que ser famoso o un especialista paraservir al Señor. Dios pregunta solamente si lo que desempeñas lo haces con fidelidad y sinceridad” Yañadió también:“Dios honra a sus fieles y él honrará tuobediencia, con una vida que trascienda hasta la eter-nidad. La entrega completa a Cristo es la victoriatotal”.

Eric Liddel

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Tratándose de un número dedicado casi por completo al problema de las adic-ciones, es, no sólo conveniente, sino diríamos que hasta imprescindible, hablar dela gigantesca labor social que desde el campo evangélico se está llevando a caboen el terreno de la recuperación de drogodependientes por toda España, así comoen otros muchos países del mundo, donde organizaciones no gubernamentalesespañolas han centrado su labor en este área específica de trabajo.

Partimos del principio de que la adicción a las drogas u otras dependencias,son síntoma del vacío interior de la persona, que ésta trata de llenar para paliarasí su propia necesidad interna, o bien de un entorno desestructurado. Y desde laconvicción cristiana de que, con la ayuda de Dios y el apoyo moral y espiritual ala persona drogodependiente desde el colectivo social de una comunidad (ya seaésta terapéutica o eclesial), se busca conseguir que pueda superar tal dependen-cia, desarrollándose al mismo tiempo, de una manera integral como persona.

Desde el campo evangélico, podemos decir, con agradecimiento a Dios, quecontamos con la más amplia red de centros de rehabilitación de España, con unnúmero cercano a los 150 distribuidos por todo el país, y además con satisfacciónpodemos hablar de varios cientos de miles de personas rehabilitadas y hechasnuevas, reinsertadas en la sociedad, desde que en los años 80 se iniciara la aper-tura de centros de tratamiento y recuperación de adictos.

Por falta de espacio no podemos mencionar todos los lugares en los que desdeel campo evangélico se desarrolla esta importante labor rehabilitadora, perosabiendo que ya algunas de nuestras organizaciones no gubernamentales sonconocidas a nivel nacional, nos referiremos a las principales.

REMAR, es una organización no gubernamental que nació en 1982 en Vitoriay cuyas siglas significan “Rehabilitación de Marginados”.

En la actualidad disponen de centros en todas las provincias españolas (enalgunas de ellas, de más de un centro), y según sus propias estadísticas, son yamás de 100.000 los drogadictos que han sido sacados de la calle, las cárceles, la

LA RECUPERACIÓN DE DROGODEPENDIENTES

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prostitución y la delincuencia, ayudándoles en su restauración espiritual, física,psíquica, profesional y familiar. Muchos de ellos siguen trabajando en Remarpara ayudar a otros en nuestro país, o en alguno de los 72 países por los que seha extendido esta O.N.G. en los más de 30 años que tiene de existencia.

Como O.N.G. evangélica, ostenta el récord de ser la que más contenedores deayuda humanitaria envía anualmente a los países en vías de desarrollo. Paramayor información ir a www.remar.org

RETO A LA ESPERANZA, más conocida como Reto. Nace en 1985 en Cantabria,desarrollándose en principio por el norte de España y extendiéndose con poste-rioridad por todo el país. En la actualidad dispone de centros en 15 de las 17comunidades autónomas, con un total de 37, además de contar con varios cen-tros de rehabilitación y reinserción social en varios países en desarrollo de otraspartes del mundo. Visite la página de la organización en www.asociacionreto.org

BETEL (Casa de Dios), se constituye como O.N.G. en 1987 (también en la déca-da de más desarrollo de las drogas en nuestro país), y al igual que las dos ante-riores, ha venido desarrollando una importantísima labor de rescate y reinserciónde personas que habían caído en las más diversas adicciones.

En la actualidad Betel tiene 24 centros en España y se encuentra además rea-lizando su labor en otros 15 países extranjeros. Su página www.betel.org

ACCOREMA, que es una de las pioneras del campo evangélico en la labor conlos drogodependientes, ya que nació en 1978 en Burgos, tiene en la actualidadtres centros en España, una casa de acogida para mujeres en Ceuta, y dos centrosen el extranjero: Uno en Bulgaria y el otro en Marruecos. Se puede conocer másde ellos visitando la página www.accorema.com

En Andalucía también hay dos organizaciones no gubernamentales cristianas, quehan destacado por su fructífera labor en este campo de la rehabilitación de drogode-pendientes: La ASOCIACIÓN REAL, ubicada en Antequera (Málaga) fundada tambiénen la década de los 80, y que por bastante tiempo tuvo distintas granjas por la geo-grafía española (www.delvecchio.org); y EL BUEN SAMARITANO, asentada enPozoblanco (Córdoba) que también cuenta con una experiencia de más de 15 años eneste complejo campo, con excelentes resultados (www.buensam.org).

Pero, como hemos dicho, estos no son todos los recursos que tiene la iglesiaevangélica en España, sino que existen otros muchos centros en distintas congre-gaciones de distintas partes del país, así que, te aconsejamos que si tienes algu-no de estos problemas que mencionamos, contactes con las direcciones de la con-traportada de esta revista.

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