Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto...

310

Transcript of Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto...

Page 1: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16
Page 2: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Esta es la historia de Pavel, a quienuna serie de circunstancias le llevaa cambiar el rumbo de su vida. Porculpa de una enigmática asociación,llamada «Amigos del Desierto», vasucumbiendo al hechizo de una raraexperiencia. En sus repetidos viajesal Sahara, al principio acompañadopor los Amigos y finalmente solo, seadentra en el desierto, esametáfora del infinito. Cadapersonaje, cada situación invitan ala aventura más importante, que noes otra que la interior. Desde lameditación zen hasta las pinturasde Rothko, pasando por san Juan

Page 3: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de la Cruz y el Maestro Eckhart, sonincontables los artistas, pensadoresy místicos que han contribuido a lapoética del vacío: Charles deFoucauld, Edmond Jabès… Conpulcritud y sobriedad, El amigo deldesierto se inserta en estatradición. En la estela del Siddharta,de Hesse, o de Los ojos delhermano eterno, de Zweig, Pablod’Ors, germanista y doctor enteología, da con esta obra un osadopaso en profundidad. Un libro sobreel silencio y la contemplación. Unregalo para los buscadores delabsoluto.

Page 4: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pablo d’Ors

El amigo deldesierto

Relato de una vocación

ePub r1.0Titivillus 06.07.16

Page 5: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pablo d’Ors, 2009

Editor digital: TitivillusePub base r1.2

Page 6: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Uno debe subir todos lospeldaños, pero cuando al finno hay peldaños hay que dar

el salto.La libertad es la experiencia

de ese salto.

TH. MERTON

Quien no conoce el desierto,no sabe qué es el silencio.

Proverbio árabe

Todo el mundo está encauzadoen lo suyo, solo yo

Page 7: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

permanezco obstinado ymarginal.

LAO TSÉ

Page 8: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Para José Ventero,mi primer y gran amigo del

desierto.

Page 9: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

«DRAMATISPERSONAE»

PAVEL, el amigo del desierto

OTLA, presidente de la asociaciónPANÁ PLICKOVÁ, su esposaJANPANÁ PETRUCHOVÁ, su esposaVACLAVPANÁ BENETKOVÁ, su esposaANDREAS

LADISLAO PECHA, el profesor

Page 10: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

CHARLES DE FOUCAULD,explorador y ermitaño

STUBEMANN, compañero de viajeVLK, muchacho

JEHUDA SERBAL, guíaANYB, chófer

SHASU, niñoSu padreLa hermana ROSALa hermana LILALa hermana AZUL

SUZANNE POPHERTY, antropólogaJEAN-PIERRE DOLFIEUX, geólogo

Page 11: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ESCENOGRAFÍAS

Brno, vivienda de Otla y paná PlickováKromeriz, apartamento de PavelPraga, barrio periférico de KacerovEl Hoggar, casa de los Amigos, en la

frontera entre Austria y la RepúblicaCheca

Beni Abbès, casita alquilada con vistasal desierto

Marruecos: Tánger, Hotel Tetuán;cordillera presahariana del Saghre;Macizo de Mgoun, en el alto Atlas;

Page 12: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Erg Chebbi, campo de dunas;palmeral de Tinerhir; dunas deMerzonga; manantial de Bir Jdid;cordillera volcánica del Sirwa.

Argelia: Argel; Orán; desiertos de Batnay de Sétif; El Golea y Tínduf.

Y además: desiertos de Adrar y Oued;Namibia; El Teneré, en las montañasAyr; ciudad de Atar, en Mauritania;poblaciones de Oued Tanget y elAgargart, zona rica en oasis yjardines; trópico de Cáncer; desiertolíbico; Tombuctú.

Page 13: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

LOS AMIGOS DELDESIERTO

Gracias a la contraportada de un librosupe que residía en Brno un hombre quehabía dedicado buena parte de su vida aviajar por muchos de los desiertos delplaneta. La afición que aquel individuohabía manifestado por las tierrasdesérticas a lo largo de su brillantetrayectoria académica había comenzadocomo una pasión puramente teórica,

Page 14: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

pero terminó por convertirse en la únicarazón de su existencia. El tal LadislaoPecha —que así se llamaba y queenseñaba en una pequeña universidad alnordeste del país— vivía para losdesiertos, se desplazaba siempre quepodía hasta alguno de ellos y habíacreado para agrupar a quienescompartían su interés una asociaciónllamada «Amigos del Desierto». En lacontraportada de aquel libro, que cayóen mis manos por circunstanciasfortuitas, figuraba la direcciónelectrónica de esta asociación y,naturalmente, les escribí.

¿Naturalmente? Todavía hoy ignoroqué pretendía de ellos.

Page 15: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Redacté un correo en términosbastante formales y, puesto que loconservo, lo transcribo: «Al Presidentede los Amigos del Desierto. Muy señormío: He tenido noticia de la asociaciónque usted preside en Brno y quisieraalguna información tanto sobre susactividades como sobre las condicionespara poder participar en ella comomiembro. Cordialmente», y mi nombre.

¿Pretendía entonces, según habíaescrito, formar parte de aquelladesconocida asociación? ¿Me interesabarealmente viajar al desierto?

Tres días después, recibí larespuesta.

«Por desgracia —comenzaba, tras el

Page 16: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

saludo inicial— carecemos deprospectos o material impreso con quepoder darle cuenta de nuestrasactividades. Por ello, si no tieneinconveniente en desplazarse hastaBrno, será para nosotros un honorrecibirle y explicarle aquí todo lo queusted quiera saber sobre nuestro grupo».

A esta comunicación —tan escuetacomo la mía— no seguía el nombre deLadislao Pecha, sino el de un tal OtlaPlícka, a quien más adelante llegaría aconocer.

Naturalmente, viajé a Brno.¿Naturalmente? Una vez más debo

formularme esta cuestión.Conforme convenimos, el señor

Page 17: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Plícka me recibió en la estación de treny me llevó en coche hasta su casa, dondeme presentó a su esposa o paná, comodecimos en Chequia, mi país. Dentro delo novedoso de la situación, hasta esemomento todo parecía normal.

Paná Plicková, que me recibió a lapuerta de su vivienda con los brazos enjarras, me resultó muy agradable tantopor su aspecto físico —más bien rollizo— como por su amabilísimo trato.

—¿Se quedará a dormir? —mepreguntó al poco de llegar.

Yo no había previsto esaposibilidad.

—Sí —respondí pese a todo.Y ella me brindó entonces una

Page 18: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

encantadora sonrisa que tardé enquitarme de la cabeza.

—Su esposa… ¿pertenece a laasociación? —le pregunté a su maridoen cuanto nos quedamos a solas.

Otla Plícka me había hecho tomarasiento en el mejor sofá y me habíaservido un té con leche muy caliente.Por mi parte, estaba sorprendido por elrespeto y la deferencia con que me habíatratado desde que me vio con airedespistado en el andén de la ferrovía.Yo contaba con que nos pondríamos ahablar del desierto de un momento a otroo, al menos, de la asociación que élpresidía (pues el profesor Pecha yahabía concluido su mandato). Otla, sin

Page 19: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

embargo, no parecía tener ninguna prisapor darme la información que yo habíaido a buscar. Durante un buen rato mehabló de sus hijos, que estudiaban en laUniversidad Carolina de Praga; mecontó algo de su anterior matrimonio —sin que yo, obviamente, le hubierapreguntado sobre ese particular—; y mellevó del brazo a su jardín, donde meexplicó las dificultades que estabateniendo para extirpar unas malashierbas que, al parecer, no dejaban decrecer junto a un muro. Al final, meprestó uno de sus pijamas sin dejar desonreír; también él, como su esposa,sonreía mucho. Acto seguido, sinpermitir que le diera las gracias, cerró

Page 20: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

la puerta de la habitación que me habíanasignado para que pasara la noche. Puesbien, fue así como me encontré enaquella casa de Brno, en compañía dedos completos desconocidos.

Tras llamar a la puerta para pedirpermiso, paná Plicková entró a lamañana siguiente en mi habitación con labandeja del desayuno.

—Yo… —alcancé a decir, mientrasme desperezaba con recato.

Estaba abrumado por tantaamabilidad.

Una sombra de sospecha comenzó aplanear en mis pensamientos desde que

Page 21: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

tuve la bandeja con el desayuno en misrodillas: no cabía descartar que aquellagente quisiera algo de mí —me dije—, ymiré estúpidamente hacia la ventana,como si aquella fuera —dado el caso—mi única escapatoria posible.

El aspecto de paná Plicková —suscarrillos sonrosados parecían hacerjuego con su delantal— era aún másagradable que el de la tarde anterior. Sehabía sentado a los pies de mi cama contoda espontaneidad y me sonreía comosi yo fuera su esposo o, al menos, unviejo amigo de la familia. Como si mehubiera estado esperando mucho tiempoy yo regresara de un largo y agotadorviaje, del que debía reponerme.

Page 22: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—¿Quiere más? —se atrevió apreguntar al percatarse de mi apetito.

Y yo:—¡No, no, por favor!No podía entender lo que sucedía.Desechado el fantasma de estar

corriendo algún peligro, consideré laposibilidad de ser víctima de unaequivocación. Sí, eso tenía que ser:aquel matrimonio esperaba a otrohombre en la estación de Brno y yo, portanto, no era quien ellos suponían. Estahipótesis explicaba las muchasatenciones que me brindaban, así comola exagerada consideración con que mehabían tratado en todo momento. La ideade haber sido tomado por quien no era

Page 23: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me llenó de pánico.—Usted pertenece a la asociación

de Amigos del Desierto, ¿no es así? —conseguí farfullar.

Tenía un nudo en la garganta.Al escuchar aquello, paná Plicková

se rio como lo haría una niña a quien seaplaude una gracia. Era la risa dealguien que es feliz.

—¿Por qué se ríe? —pregunté.Pero tampoco a eso quiso responder.

Se limitó a recoger la bandeja y asusurrarme que su marido me esperabaen el salón.

Los Amigos del Desierto. ¿Mepresentarían ahora a los demásmiembros de la asociación?

Page 24: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Como Plicková me había advertido,su marido estaba en el salón. Caminabade una esquina a la otra con las manosen las axilas. En cuanto le vi, supe quealgo no marchaba bien. Supuse quepodía estar molesto por lo tarde que mehabía levantado, así que pedí disculpas;él, sin embargo, no cambió de actitud.Continuó caminando de un lado al otrocon las manos bien prietas bajo lasaxilas y respondió a mis intervencionessolo con monosílabos. Era evidente queestaba nervioso, pero no me atreví apreguntarle por qué.

El trayecto en su coche lo hicimos ensilencio. Todavía entonces confiaba enque comenzaría a hablarme de los

Page 25: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Amigos del Desierto de un momento aotro; después de todo, ese era el motivopor el que me había desplazado hastaBrno. En breves minutos —estabaseguro— conocería al profesor Pecha y,acaso, a unos cuantos miembros de suasociación. No fue así.

Sin romper su mutismo, aquelindividuo de corbata amarilla me llevóde vuelta a la estación de ferrocarril a laque había venido a recogerme la tardeanterior. No quise creer lo que estaba apunto de sucederme hasta que suspalabras me lo confirmaron.

—Tiene un tren de regreso aKromeriz dentro de un cuarto de hora —dijo entre dientes.

Page 26: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Era la primera frase completa quepronunciaba aquella mañana. Despuésme extendió la mano para que se laestrechase.

—¿Qué significa esto? —llegué areplicar.

Estaba perplejo. Las palabras mesalían con dificultad.

—¿Qué significa esto? —repetí.Él me estrechó la mano, que había

quedado colgando.—Tanto mi esposa como yo —dijo

entonces, y me miró a los ojos sintitubear— hemos comprendido quenuestra asociación no le interesa lo másmínimo. Sea franco —añadió, cuandoparecía que no iba a decir nada más—,

Page 27: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

no nos haga perder el tiempo.Dicho esto, se caló el sombrero —

demasiado grande para un hombre comoél, más bien bajito— y se dirigió conpaso decidido a su coche. Vi cómo aquelhombre arrancaba y se marchaba sindarme ninguna explicación más. Quedémudo y paralizado durante largo rato y,naturalmente, tuve que coger aquelexpreso.

Durante el trayecto a Kromerizreflexioné mucho sobre todo lo quehabía vivido en Brno y, una vez en casa,no pude conciliar el sueño hasta elamanecer. Vivo solo, así que nadie me

Page 28: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

trajo el desayuno al despertar; ningunamujer se sentó a los pies de mi camapara allí reírse como lo haría una niña aquien se aplaude una gracia. De algúnmodo, me sentía defraudado y —¿porqué no decirlo?— herido en mi amorpropio: aunque mi interés por aquellainsólita asociación no fuera todavía tanardiente como más tarde llegaría a ser,mi comportamiento con Otla y su panáno había sido censurable bajo ningúnpunto de vista. Nada justificaba, portanto, el enojoso desdén con que habíasido tratado. ¿Por qué debía tolerar queaquel individuo de corbata amarilla mehubiera puesto sin una palabra en el trende vuelta?

Page 29: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

«Querido señor Plícka —escribí, mirostro se reflejaba en la pantalla delordenador—. Si algo de mi conducta hapodido ofenderle, le ruego que medisculpe; debo admitir que no acabo decomprender el desenlace de nuestroencuentro».

Tardé en decidirme a escribir aquelcorreo, el segundo de los muchos quellegaría a intercambiar con él.

«Soy una persona normal y corriente—continuaba diciendo—, y mi interéspor la asociación que usted preside escompletamente sincero. Pese aldesplante que recibí, para el que noencuentro posible justificación —concluía—, mi voluntad de conocer a

Page 30: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

los Amigos del Desierto sigue en pie.Más aún —y esta frase tuve queredactarla varias veces—, me sentirémuy honrado si quieren recibirme denuevo y darme la información que lessolicité. Salude de mi parte a suencantadora paná. Suyo», y mi nombre.

Pese a lo satisfecho que estaba conaquellas pocas frases, firmes y humildesa un tiempo, algo hubo en ellas quemolestó a Otla Plícka —quien no sedignó responderme hasta pasadas tressemanas—.

Tan falso sería afirmar que pasé todoaquel tiempo pensando en el extrañoincidente que había vivido en Brnocomo que me olvidé de ello por

Page 31: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

completo. La imagen de la señoraPlicková con sus carrillos sonrosados, yen particular su risa de niña traviesa, sehabía grabado en mi memoria. A menudome encontraba evocando sus facciones yescuchando aquella risa suya, tancristalina. ¿Me había enamorado?Pronto lo sabría.

Confieso que me alegré mucho al recibirnuevamente noticias de Brno, y mástodavía cuando comprobé que era lapropia Plicková —y no su esposo—quien me contestaba. Por desgracia, mievocada paná Plicková se dirigía a mísolo por indicación de su marido —

Page 32: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

según especificó—, y no era para darmebuenas noticias.

«Querido amigo —comenzaba sucorreo—. Tanto Otla como yo juzgamosque su interés por nuestra asociación escompletamente pasajero. Por ello lerogamos que, en adelante, se abstenga deescribirnos y visitarnos. Hágalo tan solosi su inclinación por el desierto esirresistible e inapelable su voluntad deconocernos. Un saludo», y su nombre.

¿Pasajero? ¿Inapelable? Pasé algúntiempo sin saber cómo reaccionar.¿Debía desobedecer sus órdenes yvisitarles pese a todo? ¿No seríaconveniente que iniciara algún tipo deinvestigación sobre aquellos

Page 33: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

enigmáticos Amigos? ¿Qué querríandecirme con «inclinación irresistible»?

Por no saber bien qué decidir, paséalgunos días leyendo todo lo queencontré sobre el desierto en laBiblioteca Municipal de mi ciudad. Enprimer lugar cayeron en mis manos atlasy libros de carácter técnico en los que seinformaba sobre las condicionesclimáticas propias de los desiertos, lospaíses en que están enclavados y loshabitantes que los pueblan. Leí bastantesobre los tuareg, pueblo por el quedesde el principio sentí una vivaadmiración. Por indicación delbibliotecario, di más tarde con algunosvolúmenes que abordaban el desierto

Page 34: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

desde una perspectiva filosófica o,incluso, espiritual. Y es que pocoslugares hay en el mundo que sean tanmetafóricos como el desierto, comoprueba el hecho de que cuando se dicela palabra «desierto» suele pensarsecasi tanto en el desierto físico o externocomo en el mental o interior. Todosaquellos libros eran interesantes, loadmito; pero, más que leerlos, a lo quemayormente me dediqué fue a mirar lasimpresionantes fotografías con quealgunos de ellos estaban ilustrados.Muchas de mis horas en la BibliotecaMunicipal transcurrieron así: con lamirada puesta en esas imágenes,emborrachado ante la hipnótica visión

Page 35: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de las dunas. Contemplando aquellosdesiertos, el tiempo parecía habersedetenido para mí.

«Al señor presidente de la asociaciónde Amigos del Desierto —volví aescribir—. Han transcurrido ya dosmeses desde el último correo que lesenvié, fechado en diciembre del añopasado. Desde entonces —seguía— noes que haya perdido mi interés por eldesierto, como seguramente alguien deustedes pudo suponer, sino que este seha incrementado hasta el punto de habercomprendido que debía intentar volver aponerme en contacto con el grupo que

Page 36: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

usted representa. Por ello, si ahora estándispuestos a recibirme, escucharé con lamejor de las actitudes todo lo que tenganque decirme sobre el desierto y suasociación. Quedo de antemanoagradecido y a la espera de susnoticias», y mi nombre.

¿Sonaría humillante el tono deaquella misiva? ¿Me resistía a dar mibrazo a torcer? ¿Por qué no lograbaolvidarme de aquella ridícula historia?

La respuesta se hizo esperar tambiénen esta ocasión, pero ya no me importó.Durante aquel periodo —lo recuerdocomo si fuera hoy—, colgué algunasimágenes en las paredes de midormitorio. Se trataba de algunas

Page 37: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

fotografías de los desiertos de Namibia,del Teneré —a la sombra de lasmontañas Ayr—, y del que rodea laciudad de Atar, en Mauritania.

La contestación a este último correomío no iba firmada por Otla o su esposa,sino por el propio profesor Pecha —alparecer, miembro del comité fundador—. Entendí de inmediato que lasperspectivas eran halagüeñas.

«Comprendo su perplejidad —comenzaba el profesor—, pero tambiénusted comprenderá más adelante, si esque su interés por el desierto se revelaauténtico, que el comportamiento deOtla y de su paná, en quienes confíoplenamente, está más que justificado.

Page 38: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Durante demasiados años hemoscometido el error de atender a personasque, desde los más variados puntos delglobo, han manifestado por nosotros uninterés que, al cabo, se revelaba efímeroy hasta veleidoso. Estamos escaldados—confesaba—, y no queremos que algoasí vuelva a repetirse. Por ser este sutercer comunicado —escribía al final—,estimo que ha llegado el momento enque la asociación le tome en serio. Porello, quisiera invitarle a…»; y seguía ellugar y la fecha en que me convocabapara tomar parte en una asamblea de laasociación, en los alrededores de Brno.

¿Debía ir o más bien argüir algunaexcusa y disculparme? ¿Qué se haría

Page 39: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

durante aquella jornada en esa casa que,según se especificaba, era propiedad dela asociación? Y, sobre todo, ¿hastadónde tenía que llegar mi interés por eldesierto para que ellos (¡pero¿quiénes?!) estimaran que yo era fiable ydigno de crédito? Tras debatirme entredudas, una tarde —ante una de lasimágenes que había colgado en la pared— comprendí que no tenía alternativa.Deseaba ir. En realidad, pocas cosas enel mundo había deseado alguna vez contanta intensidad. Y fui.

Page 40: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

LAS ASAMBLEASDEL HOGGAR

Las asambleas de la asociaciónAmigos del Desierto tenían lugar en unedificio de reciente construcción, cercade la frontera entre Austria y laRepública Checa. En honor a un macizoque hay en Argelia con este mismonombre, entre las poblaciones de OuedTanget y el Agargart —una zona rica enoasis y jardines—, aquella casa era

Page 41: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

llamada «Hoggar». Más que paraaveriguar la índole de aquellaasociación —como era mi propósito—,la asamblea en la que tomé parte sirviópara confundirme todavía más. Desde elprincipio tuve la convicción de que nohabía accedido a lo que realmente unía atodos sus miembros entre sí y con unobjetivo común; y, aún peor, que paraconseguirlo tendría que superarobstáculos de todo género.

Otla Plícka me recibió en la estaciónde tren con la misma corbata amarilla ycon la amabilidad del primer día, comosi nunca se hubiera producido entrenosotros desavenencia de clase alguna.Volvió a estar elocuente y cordial, al

Page 42: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

igual que su esposa, quien retuvo sumano entre las mías —en el saludo debienvenida— mucho más de lo quepodría considerarse normal.

—¡Es usted tan agradable! —le dijeentonces, sosteniéndole la mirada.

—También usted me resulta muyagradable —me contestó.

Fuese porque era la esposa delactual presidente de la asociación o porestar muy cualificada para el papel quedesempeñaba en ella, bastaron pocashoras para que comprobara que panáPlicková era muy apreciada y popular.Hizo cumplir el orden del día confidelidad y flexibilidad —virtudes queno es frecuente encontrar unidas—, y no

Page 43: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

dejó de sonreír a todos y a toda hora,quizá porque sabía que era así como subelleza refulgía más. Ahora bien,también Jan —que fue uno de losprimeros Amigos que conocí en aquelencuentro— sonreía mucho; y panáPetruchová, su esposa, que fue con quienmás intimé. Tanto Petruchová comoPlicková eran mujeres muy exuberantesy coquetas; sus respectivos maridos, porsu parte, parecían tener plena confianzaen ellas. Paná Petruchová me agarró delbrazo y apenas me dejó a solas en el díay medio que duró la asamblea. Se loagradecí, pues no sé qué habría hecho enmedio de toda aquella gente de haberestado sin su compañía. Además, me

Page 44: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

agradaba sentirla tan cálida yreveladoramente cerca de mí.

Salvo algunos ancianos —elprofesor Pecha entre ellos—, la mayoríade los Amigos del Desierto eran demediana edad, poco más o menos de lamía. Entre ellos había casados ysolteros, extranjeros y compatriotas, conmayor o menor formación y de losoficios y empleos más variopintos;también de diferente extracción social yconfesión religiosa. Todos me trataroncordialmente y sin afectación. Amabanel desierto, lo confesaban sinostentación ni pudor. Oí cómoaseguraban lo mucho que les gustaríavivir, o al menos pasar largas

Page 45: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

temporadas, en alguno de los numerososdesiertos del planeta; también escuchéque, entre los incontables parajes de latierra, el desierto era su preferido condiferencia. Algunos relataron susexperiencias y dificultades en lasexpediciones que, al parecer, habíanrealizado a algunos de los principalesdesiertos africanos. Su amor al desiertose había mantenido en las dificultades,dijeron, y se mostraron fotografías unosa otros, riendo y recordando losepisodios y las anécdotas másmemorables. Tres de ellos leyeronalgunas de las cartas que habíanrecibido de otros expedicionarios delSahara y, al final, un grupo se enfrascó

Page 46: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

en una larga discusión sobre lascostumbres de los tuareg, pueblo por elque yo mismo había llegado a sentir yacierto interés. A mí, por fortuna, no mepreguntaron nada. Tuvieron ladeferencia de permitir que me quedaraal margen y que en todo momento hicieralo que me pareciese más oportuno.

—¿Va a volver? —quiso saber panáPetruchová al término de aquel intensofin de semana.

Fue la única pregunta directa, elúnico signo del que pude rescatar —porparte de alguno de los Amigos— ciertointerés por mí.

Mientras aquella mujer echaba sularga y rizada cabellera hacia atrás con

Page 47: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

un movimiento brusco que mesobresaltó, quise responder que sí, quepor supuesto que volvería; tambiénquise afirmar que yo era un enamoradodel desierto (ahora que se me daba laoportunidad de manifestarlo —pero ¿loera?—); y hasta habría asegurado que miafición por aquello de lo que se habíaestado debatiendo no era en absolutoefímera o fugaz, como el profesor Pechase había atrevido a insinuar. Tambiénquise confesar en ese instante —pese aque nadie me lo había preguntado— quetenía tres o cuatro imágenes del desiertocolgadas de las paredes de midormitorio; y quise declarar —porqueaquello habría sido una declaración—

Page 48: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que todas las mujeres de la asociaciónme habían parecido encantadoras, enparticular Plicková, Petruchová y una talBenetková, de quien también diré algoen estas páginas. De igual modo, si seme hubiera permitido, habría queridoinsistir en lo mucho que me habíaimpresionado el profesor Pecha, unverdadero sabio; y habría dichoseguramente otras mil cosas más, a cualmás halagüeña.

—No lo sé, tengo que pensarlo —dije, sin embargo; y me pareció, trasdecirlo, que el rostro de panáPetruchová se ensombrecía.

En el tren de vuelta hasta Kromerizestuve meditando en esta contestación

Page 49: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mía, tan lacónica. Sin saberlo, habíadado la respuesta que debe dar unverdadero Amigo del Desierto. Tal vezpor eso, al oírlo, Petruchová echónuevamente hacia atrás, con unmovimiento brusco, su larga y rizadacabellera.

Como es natural, fui a la segundaasamblea de la asociación. ¿Por quéinsistiré tanto en la naturalidad con quese desarrolló todo? Jan, quien por causade su obesidad caminaba con las piernasmuy abiertas, me había llamado unosdías antes para confirmarme el día y lahora; de sus labios, sin embargo, no

Page 50: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

salió ninguna expresión que revelaraverdadero interés en que yo acudiera. Alcontrario, percibí que me daba lainformación de un modo muy vago ygeneral, como si prefiriese que noasistiera. Fue este desinterésgeneralizado —ahora lo comprendo—lo que redobló mi atracción. El desiertome seguía llamando, por supuesto; peroa esto se sumaba ahora un aliciente más:los Amigos. Sí, los Amigos. En mimonótona vida en Kromeriz los echabade menos, y hasta llegué a viajar a Brnoen una ocasión solo por si meencontraba con alguno por casualidad. Adecir verdad, toda aquella gente logróatraerme a sus filas no solo por la

Page 51: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

simpatía natural de la que muchos deellos hacían gala; tampoco por laexquisita educación y amabilidad conque todos me trataron, sino por algo másprofundo y sutil que, en aquella época—por estar poco iniciado—, no estabatodavía en condiciones de identificar.

La cautela con que la asociaciónafrontaba la posible afiliación de nuevosmiembros llegaba al extremo de norecibir a ningún candidato hasta sutercera solicitud. Vinieran formuladas enunos términos u otros —y haciendo casoomiso del origen y las condiciones delos solicitantes—, las dos primerassolicitudes eran rechazadas o ignoradaspor sistema. Por esta razón, la mayoría

Page 52: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de los interesados desistía al primerintento; su curiosidad y afición por eldesierto (o eso aseguraban los Amigos)eran todavía muy incipientes —casiirrelevantes— y, por ello, indignas deser tomadas en consideración. Algunos—pocos— claudicaban tras la segundaintentona; su interés era desde luegomayor, pero todavía insuficiente. Sololos que persistían en su deseo y pedíaninformación por tercera vez (y yo estabaentre ellos) eran invitados y recibidos aparticipar de las asambleas. Si pasabanla prueba, se les sugería que seapuntaran a los viajes o expediciones.

—¿La prueba? —quise saber.Sí, todos los candidatos a la

Page 53: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

asociación eran sometidos a prueba deun modo u otro. Yo mismo fui examinadosin darme cuenta durante las asambleasen las que tomé parte en el Hoggar. Alprincipio, en mi inocencia, llegué apensar que el viaje al Sahara al que meiba a comprometer ya en mi segundoencuentro con los Amigos era unproyecto que había asumido por propiainiciativa. ¡Qué ingenuo! Tardé encomprender que el proceso de iniciacióna la amistad con el desierto estabamucho más reglamentado de lo queningún candidato hubiera podidoimaginar. En aquella época no podíasospechar que, bajo una aparenteindiferencia hacia mí, yo era observado

Page 54: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

con el objeto de probar mi temple y deverificar mi autenticidad. PanáPetruchová era la cabecilla de estaestrategia, disimulada y eficaz; pero,junto a ella, Jan, su marido —el quecaminaba con las piernas abiertas—, yla ya mencionada Benetková eran losresponsables directos de miseguimiento.

Nada de esto significa que losAmigos fueran una secta (no recuerdoque nunca se hablara de Dios o dereligión); tampoco una ideología (nohabía adoctrinamiento de ninguna clase);y mucho menos una agencia de viajes,como quizá algún incauto hubierapodido pensar. Huelga decir que no se

Page 55: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

admitía a nadie cuyo interés fuera elmero turismo. Se trataba más bien deuna institución al servicio de un ideal losuficientemente amplio como para quemuchos pudiéramos encontrarnos y, altiempo, lo suficientemente específicopara que sus puertas no estuvieranabiertas de forma indiscriminada. Prontohabría de saber que no se admitía anadie si lo que buscaba con su ingresoen los Amigos era, simplemente, escaparo alejarse de su vida cotidiana. Por esomismo puedo decir que yo no hui deKromeriz —mi ciudad—, que no fui aldesierto para alejarme de mi mundo o delos míos. Fui al desierto por el desiertomismo, esa es la verdad. Que allí no

Page 56: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estuvieran los míos o que mi mundo —lo que todavía entonces llamaba mimundo— hubiera quedado en mi país,era algo del todo irrelevante o, encualquier caso, secundario.

—Será en el Hoggar, ¿no es así? —pregunté.

Como ya he dicho, «Hoggar» era elmodo en que los Amigos designaban lacasa en que se reunían.

—Es probable —me contestó Jan—.Se lo diremos a su debido tiempo,cuando se acerque la fecha.

¿Por qué aquella imprecisión? ¿Porqué no me informaban con normalidad?

Page 57: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

¿Quizá porque ni yo mismo sabía bien loque buscaba?

Ahora, pasado ya cierto tiempo deestos hechos pero todavía en el desierto,comprendo que ya desde entonces ibatras ese silencio —único einconfundible— en que resuena loesencial.

Durante la segunda asamblea, panáPetruchová volvió a cogerme del brazocon una total familiaridad. Apreciéentonces no solo su belleza física, queen esta ocasión se me antojó másradiante e irresistible que la primeravez, sino su habilidad para retirarse enel preciso instante en que deseaba estarsolo y para aparecer —¡porque era una

Page 58: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

auténtica aparición!— cuandonecesitaba de su compañía.

Por mi parte, tampoco tomé lapalabra en aquella asamblea; me limité aescuchar lo que se dijo sobre el desiertoen las conferencias y en las llamadaspuestas en común, inconsciente aún delo útil que todo aquello me sería llegadoel momento. Otla, quien por algunarazón volvía a estar frío y distanteconmigo —como deduje de sus manosprietas bajo las axilas—, disertó sobrelas condiciones de vida en losprincipales desiertos del planeta. Hablóde los países por los que cruza eltrópico de Cáncer, del desierto de Libiay de Tombuctú. Se extendió

Page 59: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

tediosamente sobre la flora y fauna deestas regiones, así como sobre lasexóticas costumbres de algunos de sushabitantes.

Por interesante que para muchosresultara su disertación, de todo lo queescuché en aquellas conferencias y detodos los Amigos con quienes entré enrelación, quien más me impresionó fuealguien que no estuvo presente y a quientodos llamaban simplemente Charles.Por encima de la biografía del talCharles, una especie de anacoretaaventurero a quien muchos en laasociación veneraban como a uno de losmás insignes maestros del desierto, ypor encima incluso de su particular

Page 60: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

carisma —del que el profesor Pechaparecía todo un experto—, lo que másme sedujo de Charles de Foucauld (eseera su nombre completo) fue su rostro,que se proyectó en una pantalla de grantamaño durante la conferencia delprofesor. En aquella foto, Charlestendría unos treinta años, treinta y cincoa lo sumo; la instantánea había sidotomada poco después de una temerariaexpedición a Marruecos, realizada trasabandonar su licenciosa vida militar enel cuarto de cazadores. Lucía una mediasonrisa que no dejaba ver sus dientes;los ojos muy hundidos, el cuello delgadoy las orejas en punta. No parecía triste,pero tampoco feliz.

Page 61: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Como el abuelo que narra una viejahistoria a sus nietos, el profesorLadislao Pecha relató las vicisitudesque aquel hombrecillo había tenido quesoportar en el desierto argelino.Mientras estudiaba la imagen de surostro, fuimos informados de cómohabía participado Foucauld —geógrafoal principio y, más tarde, religioso einterventor colonial— en operacionesmilitares en la campaña del Oranesado,antes de su conversión, y en operacionescomerciales en el Adrar, años después,con el propósito de granjearse laamistad de los nativos y ganarlos parasu causa. Al final de sus días, se habíaretirado a un pequeño eremitorio que se

Page 62: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

había hecho construir junto a unaespecie de fortín. Fue allí donde resultóasesinado en una revuelta senusista porun tuareg (pueblo al que se habíaconsagrado). Las más de seis mil cartasque se conservan de este ejemplo deamistad con el desierto, así como elinconmensurable diccionario tamacheq-francés que elaboró con admirable rigor,daban buena prueba —según el profesor— de cómo puede llegar el desierto aconfigurar una vida. Ante un auditorioentregado, el profesor explicó de igualmodo que Charles de Foucauld fuecarismático a su pesar, contra suvoluntad: una especie de fundador quenunca pudo ejercer como tal. Dijo

Page 63: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

también que fue uno de esos hombres —siempre escasos— que siguen su propiocamino sin que les preocupe todo lodemás; y afirmó que su secreto másíntimo se cifraba en las muchas,muchísimas, horas que pasó en silencioy soledad. Terminó diciendo que lehabría encantado conocerlepersonalmente, aunque no tanto parahablar con él como para mirarle ydisfrutar de su irradiación.

—Todos los que de alguna manerase sienten fracasados —masculló alfinal— encuentran en él un buen icono, yello porque hizo el camino inverso alque suelen seguir los demás: el mundobusca el poder y la gloria —declaró

Page 64: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pecha, y parecía una especie de profetacuando lo dijo—; él, en cambio, elanonimato y la oscuridad.

Este último comentario despertó enmí el deseo de conocer más a fondo aeste personaje, hubiera realizado o nolas hazañas que se le atribuían. Yo noposeo, ciertamente, un rostro como elsuyo, tan hermoso: un rostro que esmasculino y femenino al mismo tiempo yque, una vez que se ha tenido delante,por alguna razón ya no se puede olvidar.

—Charles —dije.Sentí deseos de hablar con su

imagen fotografiada.Tardé mucho en leer y saber algo

más sobre esa especie de loco o de

Page 65: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

santo que fue Foucauld, pero la imagenimborrable de su rostro me haacompañado en algunos momentos a losque, necesariamente, habré de referirmeen estas páginas.

Seguí aquella conferencia convivísimo interés, pero no solo por elfulgor y la intensidad del rostro de aquelmístico cristiano, o por su atribuladavida, llena de desplazamientos —algoque cautivó a muchos de los presentes—, sino por el modo en que el viejoprofesor la expuso. Más allá delperfecto uso de los recursos mástradicionales de la oratoria clásica —delos que Pecha, como conferencianteexperimentado, hizo gala en su

Page 66: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

exposición—, lo que realmente despertómi curiosidad fueron los largos silenciosque jalonaron la intervención delprofesor. Así era: cada cuatro o cincofrases, aquel viejo conferencianteguardaba unos silenciosprolongadísimos. Puedo afirmar, sintemor a equivocarme, que aquellosfueron los silencios más largos que yohaya escuchado en una conferenciajamás. Tanto los dilataba que, en más deuna ocasión —y no fui el único—, tuvela impresión de que la disertación habíaterminado y que todos esperaban a quealguien rompiera a aplaudir. ¿Para quéaquellos silencios?, me preguntaba yo.¿Para pensar en lo que diría a

Page 67: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

continuación (pues hablaba sinpapeles)? ¿Para darnos tiempo areflexionar sobre lo que habíamosescuchado?

En el breve intervalo que siguió a estaconferencia, cuando me retiré a lahabitación que me habían asignado en elHoggar, tuve un encuentro que me dejóaún más confundido que todo lo anterior.

—¡Pavel…, Pavel! —susurró panáBenetková, haciéndome signos para queme acercara a ella en un aparte.

Benetková era una mujer muy páliday de ojos grandes y desorbitados.

—Ahora no entenderá lo que le digo

Page 68: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—susurró cuando estuve a su lado—,pero le ruego que no haga preguntas ysiga mi consejo.

Estaba visiblemente nerviosa.Parpadeaba mucho y le temblaba ellabio inferior.

—Abandone la asociación —continuó—. ¡Aún está a tiempo!

—Y ¿por qué? —quise saber,desobedeciendo de inmediato una de susconsignas—. ¿Qué puede haber demalo?

Pero a eso Benetková, que no dejóde parpadear, no quiso responder. Dijoque no estaba autorizada para darmemás información y que corría un peligrograve si llegaba a saberse que me había

Page 69: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

advertido.—¡Aún está a tiempo! —insistió,

antes de marcharse.Fueron sus últimas palabras.

Estupefacto, observé cómo se alejabacon pasos rápidos y cortos.

Más tarde recibí otra advertencia, yhasta una tercera algo después —siempre en aquella segunda asamblea—;pero también estas las ignoré. Lasegunda vino nuevamente de Benetková,quien esa vez se valió de una nota paracomunicarse conmigo. «Hágame caso —decía—. Con el tiempo lo entenderá».Sus palabras terminaban con un «lequiere» que fue lo que más me aturdió.¿Me querría realmente aquella señorita?

Page 70: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Obnubilado por la incomparable bellezade Petruchová —cuya melena rizada ylabios sensuales poblaron muchas demis ensoñaciones—, así como por elindudable encanto de Plicková —a cuyoesposo no parecían importar suscontinuos escarceos y probableinfidelidad—, hasta entonces no mehabía fijado en paná Benetková, muchomás tímida y discreta que suscompañeras.

Por lo que se refiere a la terceraadvertencia, ni tan siquiera sé si es justoque la califique como tal. Las cosassucedieron como referiré a continuación.Petruchová y su marido llamaron a lapuerta de mi cuartito del Hoggar e

Page 71: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

irrumpieron antes de que los invitase aentrar.

—Pasábamos por aquí y hemospensado que… —dijo un cordialísimoJan—. Al fin y al cabo, es usted nuevoentre nosotros y…

Aquella frase, como la anterior,quedó sin terminar.

Paná Petruchová inspeccionó mispertenencias con impertinentecuriosidad mientras Jan me contaba lomucho que le estaba gustando laasamblea general. En lugar de sentarsefrente a su marido —apoltronado en laúnica butaca que hubiera podido resistirsu peso—, Petruchová tomó asiento a milado y, como había hecho poco antes, me

Page 72: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

agarró del brazo con agradable ysospechosa familiaridad. Estaba muyguapa y, ocasionalmente —mediante unmovimiento brusco y espontáneo—,sacudía su melena haciéndola pasar deun lado al otro de la cara. Jan, por suparte, parecía darse perfecta cuenta demi atolondramiento, y hubiera juradoque hasta lo disfrutaba.

—Me han dicho que está pensandounirse a nuestro próximo viaje —dijoJan mientras su esposa, aprovechando elinstante en que él no reparaba en ella,metía una de sus manos bajo mi camisa.

Sentí aquella mano gélida en miespalda y un escalofrío, difícil dereprimir, me llenó de electricidad.

Page 73: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Quedé tan aturdido que apenas pudeseguir la ponencia de Plicková sobre lalenta pero inexorable propagación delos Amigos, que ya casi sumaban tresmil. Tan aturdido que ni siquiera mepercaté de que yo nunca habíamanifestado a nadie mi propósito detomar parte en alguna expedición. Sinembargo, al término del encuentro, pocoantes de partir del Hoggar, comuniquémi deseo de realizar un viaje al Sahara.Claro que entonces aún no habíareparado en cómo la hábil insinuaciónde Jan ya había hecho en mí su efecto.

Volví a Kromeriz en autobús, muy

Page 74: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

silencioso. Junto a la figura de Charlesde Foucauld, que tanto me habíaimpresionado, durante aquel trayecto nopude dejar de pensar en panáPetruchová, cuya complicidad conmigohabía adquirido ya las inequívocasmaneras de la seducción. Pensé también,como no podía ser menos, en la breve yextraña conversación que habíamantenido con paná Benetková, cuyaspalabras de advertencia había decididoignorar. «¡Aún está a tiempo, aún está atiempo…!», me había susurrado antes dealejarse de mí con pasos rápidos ycortos. Acunado por el traqueteo delvehículo, recordé su parpadeo constantey sus misteriosas palabras: «grave

Page 75: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

peligro…, siga mi consejo…, ahora nolo entenderá». Pero lo más extraño detodo había sido que, antes de poderdarme cuenta, antes de haberloconsiderado como sin duda lo merecía,había manifestado mi deseo de viajar alSahara, un propósito que sellé pocodespués con la primera transferenciabancaria.

—Sí —dije, o dijo alguien en mícuando me preguntaron si quería viajarcon la asociación.

Y apuntaron mi nombre en una lista.Pues bien, fue así, casi

inadvertidamente, como me encontrépreparándome para viajar a Marruecos.

—¿Qué vas a buscar al desierto? —

Page 76: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me preguntaron mis compañeros detrabajo cuando lo supieron.

—No lo sé —respondí, a sabiendasde que una serie de hechos se habíanconfabulado para obligarme a partir.

Recordé esta breve conversación enotro autobús, el que nos condujo aPraga, donde tomaríamos el avión hastaTánger. En medio de estos pensamientos—era el atardecer y había oscurecido—,el reflejo de mi propio rostro mesorprendió en el vidrio de la ventanilla.

Page 77: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

STUBEMANN

Desde que monté en el autobús quenos condujo a Praga —dondetomaríamos el avión—, me arrepentí deaquel absurdo y horrible viaje al Sahara.Como si alguien me lo hubiera advertido—como un mal presagio que rondaincansable el corazón—, poco antes desubirme a ese autobús comprendí que nodebía hacerlo y, al tiempo, que ya erademasiado tarde para echarse atrás.¿Podría negarme a volar una vez en

Page 78: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Praga?, me pregunté. ¿Sería todavíaposible retirarse de la expedición?«Debes volver —decía una voz dentrode mí—; volver a casa», insistía. Peroyo no quería escuchar aquella voz, ymucho menos someterme a lo que meordenaba con tanta vehemencia.

Salvo uno, todos los miembros deaquella ridícula expedición me eranconocidos: el profesor Pecha estabaentre ellos; también Plicková yPetruchová, Otla y Jan. Algunos asientosdetrás del mío, la inolvidable panáBenetková rehuyó mi mirada y evitó micompañía durante todo el trayecto.Contra lo esperado, ninguno de losAmigos dio particular importancia al

Page 79: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hecho de que aquel fuera mi primerviaje al continente africano. Nadie meprestó una atención especial y yo no fuientre ellos sino uno más. La únicadeferencia que tuvieron conmigo fueque, al poco de llegar al aeropuerto, mepresentaron al nuevo: era austriaco, elúltimo de los oficialmente admitidos enla asociación. Hablaba checo conpequeños errores —tanto de gramáticacomo de pronunciación—, y era Amigodel Desierto desde hacía pocos meses.

—¿Pertenece usted también a losAmigos? —me preguntó en cuanto nosquedamos solos.

Se llamaba Stubemann. Todos lollamaban por el apellido.

Page 80: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—Señor Stubemann —le respondí—, si quiere que le sea sincero, no lo sé.

Se echó a reír. Por alguna razón, mirespuesta se le antojó muy graciosa. Ytuve que acostumbrarme, pues muchasde mis intervenciones —por breves yneutras que fuesen— causaban granhilaridad entre quienes me escuchaban.

—Es su primer viaje con laasociación, ¿me equivoco? —dijoStubemann, todavía entre risas.

Stubemann, que fue mi compañerode asiento en el avión, tenía gafas demontura cuadrada. Era óptico y measeguró que, si lo deseaba, él podríahacerme gratis unas gafas nuevas a lavuelta. Tenía la voz tan aguda que, de no

Page 81: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ver que era él quien hablaba, su timbrehabría podido confundirse con el de unamujer. En todo momento fue correcto ycordial conmigo. Por la desenvolturacon que hablaba con unos y otros, enmodo alguno parecía ser el último de losmiembros adscritos. No obstante, habíaen él algo que me importunaba: quiénsabe por qué, sentí que su presencia meamenazaba y que, si él estaba presente,nada sería ya para mí lo mismo en laasociación.

Stubemann volvió a reírse, y debuena gana, cuando vio mi equipaje enel mostrador de facturación. A pesar deque mi maleta no se caracterizaba pornada en especial, no pude dejar de

Page 82: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

percatarme de que era más voluminosaque las de mis compañeros. Porsupuesto que se trataba de unaexpedición de solo ocho días, peroparecía obvio que cualquier otro grupode turistas —más convencional— habríallevado a Marruecos bultos más grandesy pesados.

Simulé estar dormido para queStubemann dejase de importunarme, yfue entonces cuando me di cuenta deldesconcertante silencio que reinabaentre los Amigos. En realidad, no es quelos pasajeros no hablaran entre sí (yomismo lo había hecho con Stubemann);

Page 83: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

pero creo poder afirmar que todosconversábamos en voz mucho más bajade la habitual. Por otra parte, el tono delas conversaciones no era el que suelecaracterizar a quien emprende unaaventura —lleno de alegría y desenfado—, sino más bien el de quien regresa deesa misma aventura, cansado por lasmuchas emociones y la falta de sueño.

Aproveché aquella tregua pararecapitular todo lo que había vividodurante las últimas semanas: elconocimiento de la asociación pormedio de la contraportada de un libro;mi primera visita a Brno con larecepción de Otla en la estación deferrocarril; la partida de esa misma

Page 84: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estación a la mañana siguiente; la risatraviesa de Plicková a los pies de micama; la repetida y frustradacorrespondencia con su marido y, mástarde, con el propio profesor… Nopodía negarse que todo era bastanteraro. Ahora bien, lo que me aguardabaen aquel viaje al Sahara —y sobre tododespués del mismo— iba a ser todavíamás asombroso que mi participación enlas dos asambleas en el Hoggar, que lamano de Petruchová en mi espalda —cuya simple evocación lograbaencenderme— o, incluso, que laamenazadora advertencia de panáBenetková, quien no dejó de rehuirmedurante todo aquel viaje.

Page 85: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pasé mi primera noche en África víctimade una inmensa e incomprensiblenostalgia por mi país. «¡Se estaba tanbien en Kromeriz!», me decía a cadarato o, por ser más exactos, decía unavoz dentro de mí, la misma que me habíadesaconsejado tomar el autobús que meconduciría hasta Praga. «¡Quién mehabrá obligado a partir!», me lamentabaen secreto.

Nada más entrar en la habitación demi hotel, me derrumbé sobre mi cama enmedio de una extraña náusea. Tardé enconciliar el sueño, presa de una sedabrasadora que no se calmaba cuando

Page 86: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

bebía. En el lecho de aquel cuartucho,yo era como un náufrago: arropado odesarropado, con las sábanascubriéndome o hechas un ovillo yarrugadas a mis pies. Los pliegues deaquellas sábanas me hicieron pensar,inevitablemente, en el desierto que veríapocas horas después. De modo queaquella noche hice mi primer yatormentado viaje al desierto por mediode una simple sábana. Por elmovimiento de mis pies —voluntario ono—, la sábana cambiaba de forma, ycon este cambio también aquel desiertoblanco variaba sus contornos,instigándome a que no dejara derevolverme hasta encontrar entre

Page 87: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

aquellos pliegues un paisaje másapacible o tranquilizador. Amanecí conlos miembros helados y, en cuanto meincorporé, miré aquella sábana conaprensión. ¿Me visitarían aquellosdesiertos blancos durante todas lasnoches de mi expedición? ¿Podríaconciliar el sueño alguna vez durante miestancia en Marruecos? ¿Aparecerían ydesaparecerían siempre nuevos montes ovalles mediante un simple peropeligroso movimiento de piernas?

Durante la segunda asamblea en elHoggar se había mencionado un viejoproverbio árabe que asegura que elverdadero sabor del agua solo se conoceen Marruecos. Pues bien, la sed que

Page 88: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

padecí mi primera noche en el país deldesierto no la pudo saciar el agua. Enuna conversación informal durante laasamblea, me habían asegurado que enel desierto se descubre el verdaderovalor de las cosas ordinarias, enparticular del agua. Pues bien, en elHotel Tetuán, de Tánger, padecí una sedque no dudaría en calificar deequivocada. O quizá fuera algo parecidoa la sed —con los mismos síntomasfisiológicos—, pero que no eraexactamente lo que los occidentalesdesignamos con este término. He leídoque los tuareg dicen que Dios creóalgunas tierras con agua para que loshombres pudieran saciarse, y que

Page 89: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

también creó tierras sin agua para quelos hombres pudieran experimentar lased. En la sabiduría tuareg se dice deigual modo que Dios creó el desiertopara que los hombres pudieranencontrarse consigo mismos. Claro queentonces yo estaba muy lejos de estedescubrimiento.

El Sahara marroquí me decepcionó porcompleto, eso es lo primero que debodecir. Mi impresión de Marruecos, porotra parte, fue la de un país sucio, hostily con gentes poco hospitalarias. Dehecho, casi todos los marroquíes conquienes nos topamos hablaban el francés

Page 90: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

con fluidez, pero… ¡ninguno se dignórespondernos en esta lengua nunca!Contestaban a nuestras preguntas conevasivas; si insistíamos, se limitaban asonreír y, al cabo, a faltarnos al respetoy darnos la espalda. Yo estabaindignado.

Si la sensación que tuve al montar enel autobús que nos condujo a Praga fuela de una total equivocación, la queexperimenté al bajar del avión enTánger —siempre con Stubemann a milado— fue de una desconocida yprofunda desolación.

—Pero ¿quién puede vivir aquí? —pregunté sorprendidísimo, víctima de laprimera bofetada de calor.

Page 91: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Por algún motivo, este comentariomío suscitó una vez más la hilaridad dequienes me acompañaban.

—No se engañe —me advirtió elviejo profesor—. El desierto no esinfecundo —sentenció también, paradejarme luego enjugándome el sudor quehabía empezado a perlar mi frente.

Junto al sofocante calor, otrasensación que se apoderó de mí al entraren África fue la preocupación. Bastó quepusiera un pie en el continente africanopara empezar a sentirme preocupado ytriste, como si se avecinara una tragediade la que yo no podría salir ileso.Aquella molesta preocupación tenía surazón de ser: no sabía qué me iba a

Page 92: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

encontrar, la novedad generaba en mícierta angustia y ansiedad… Pero ¿y latristeza? ¿Por qué esa sensación de penay desvalimiento que me debilitaba hastadejarme indolente y sin fuerzas? ¿Debopensar en el clima? ¿En la presiónatmosférica?

Desde que aterrizamos en Tánger,Stubemann comenzó a responder a mispreguntas y comentarios —siempre consu timbre de voz femenino— con asuntosmuy diferentes a los que yo le planteaba(como es costumbre entre los saharauis).Cuando me escuchó reprocharle cómo separecía su manera de responder a la delos nativos, Stubemann se quitó las gafasy las limpió con parsimonia. Siempre

Page 93: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que pienso en Stubemann lo veo con susgafas cuadradas en las manos,limpiándolas sin necesidad y conexagerada pulcritud.

Costaría decidir si lo peor de aquelviaje fueron las habitaciones de loshoteles en que nos alojamos —diminutase infectas en su mayoría—, laimpertinencia de los marroquíes —quienes en todo momento secomportaron con nosotros como sifueran seres superiores— o (no quieroolvidarme) los interminables eincomodísimos desplazamientos enfurgoneta con el propósito de visitar losdesiertos que figuraban en nuestrasrutas.

Page 94: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

JEHUDA SERBAL

El guía que nos asignaron se llamabaJehuda Serbal, vestía a la usanza árabe ytenía la fea costumbre de sobarse lospies (que solía llevar descalzos).

—Esta vez no hemos tenido suertecon el guía —reconoció el profesorPecha en una cena.

En nuestra presencia, Jehuda Serbalsolía ofrecer la máscara de la sonrisa;cuando creía que nadie lo observaba, sinembargo, su cara reflejaba repugnancia

Page 95: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

o desprecio. No era un hombre de fiar,lo comprendí desde que lo tuve frente amí por primera vez. Consciente de mimenosprecio hacia él y de midesafección por su país, Jehuda memiraba a cada rato con sus ojospequeños. Quizá esperaba que leescupiera mi veneno; quizá incluso debíhaberlo hecho.

Viajábamos durante horas —ochohoras, nueve, dieciséis…— para, unavez en nuestro destino —el desiertosobre el que tanto nos habían hablado—,permanecer tan solo unos pocos minutos.En la cordillera presahariana delSaghre, por ejemplo —donde nollegamos a estar ni un cuarto de hora—,

Page 96: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

no quise hacer ningún comentario alrespecto por tratarse del primer sitio enque nos detuvimos. Quedé sorprendidode lo cercanas que estaban aquellasmontañas de la ciudad y, más adelante,de la proximidad en general de losdesiertos respecto a las ciudades.

—¿Cómo he venido a parar aquí? —exclamé en cuanto bajamos del autobús—. ¿Quién me ha mandado viajar a estelugar perdido en el mundo?

Estaba abatidísimo, sin fuerzas.Formas insólitas, jamás vistas, se

dibujaban infinitas ante mis ojos: unpaisaje de pesadilla en el que la manodel hombre aún no había podido destruirnada.

Page 97: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

En el macizo de Mgoun, en el altoAtlas —segunda parada de nuestra ruta—, no permanecimos ni diez minutos;comprendí entonces que todo el viajesería así: recorreríamos precariascarreteras para llegar a parajes de losque Jehuda Serbal nos sacaría al pocode haber entrado. El guía esgrimía lasexcusas más inverosímiles: no solo queanochecería pronto o que nos esperabanen el hotel para almorzar (un horario quebajo ninguna circunstancia podíacambiarse), sino que otro grupo deturistas estaba apuntado a la misma horaque nosotros, por ejemplo (con lo quehabía que dejarles a ellos su tiempo,¡como si en los desiertos de Marruecos

Page 98: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

no hubiera espacio para todos!), o quehabía recibido una llamada de carácterurgente por un asunto familiar grave.

—Si ustedes quieren quedarse… —dijo cínicamente en esa ocasión, asabiendas de la imposibilidad desemejante alternativa.

El disgusto de los expedicionariosante la actitud de Jehuda fue general; dehecho, no hubo quien no se quejase. Noobstante, por desagradable que nosresultasen sus modos y disposición,Jehuda no fue ni mucho menos lo peorde aquel nefasto viaje. Lo peor fue eldesierto mismo; sí, el desierto. ¡Quéinmensa desilusión cuando lo tuve antemis ojos! Y eso que solo fue durante

Page 99: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

unos minutos, pues volvieron aadvertirme —como si no lo hubieranhecho ya cientos de veces— de lopeligroso que podía llegar a ser alejarsedel grupo. «¿Peligroso?», quisepreguntar en Erg Chebbi, un campo dedunas de unos doscientos kilómetros denorte a sur. Según nos habían contado —no pudimos verificarlo—, bastaba conexplorar un poco el terreno paradescubrir allí cientos de palmerales.

—¿Peligroso? —protesté al fin—.¡Pero si solo he caminado unos metros!

—¡No, no! —exclamó Jehudacuando me vio a la cabeza de laexpedición, intentando internarme unpoco. Y sonrió con su habitual mueca de

Page 100: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

cinismo y superioridad.Stubemann, que estaba cerca, me

cogió del brazo. Quizá se había dadocuenta de que estaba a punto dedesobedecer las consignas.

—Puede ser peligroso —dijo éltambién y, por si esto fuera poco, añadió—: Jehuda tiene razón.

Habíamos pasado por elespectacular palmeral de Tinerhir, quese extiende como un río ondulado.Ahora, ante las dunas de Merzonga, meadvertían de las serpientes y losescorpiones con que podríaencontrarme, si es que hacía oídossordos a las recomendaciones y meaventuraba sin los demás. Hacer cuatro

Page 101: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mil kilómetros con el propósito de verel desierto para luego, una vez allí, nopoder adentrarse en él ni diez metros mepareció un fraude intolerable ydemencial. Si ya esto habría bastadopara enervarme, lo que realmente meirritó fueron la resignación y hastaindiferencia con que mis compañeros deexpedición se doblegaban ante aquellasexageradas advertencias. Con todo,tampoco fue esto lo peor. Lo peor —como ya he indicado— fue el desiertomismo, que poco o nada tenía que vercon las fotografías que yo había visto deese mismo desierto en los libros de laBiblioteca Municipal de Kromeriz.Contra todo pronóstico, la realidad del

Page 102: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

desierto en nada se parecía a misfotografías. Intenté ver algo de lasoberbia belleza de mis imágenes en larealidad, pero no hubo nada —nada enabsoluto— que me las recordara. Claroque podía tratarse de los desiertos deotros países y hasta de otros continentes—pensé—, o de esos mismos desiertospero vistos desde otra perspectiva o aotra hora del día. Lo cierto era que lasfotos del desierto del Sahara que habíavisto en mi país nada tenían en comúncon lo poco del Sahara que vimos enaquellas lamentables excursiones.Concluí que entre el desierto real y laidea que nos hacemos de él, por ajustadaque sea, nunca hay correspondencia.

Page 103: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—Uno es solo la metáfora del otro—comenté con el profesor Pecha.

—Pero no resulta fácil discernircuál de ellos es el metafórico —merespondió él.

El malestar con Jehuda Serbal llegó allímite de lo tolerable con ocasión de laavería de nuestro vehículo, día en que elpequeño grupo de los queconformábamos la expedición se dividióy hasta enfrentó por primera vez. Lascosas empezaron a torcerse cerca delmanantial Bir Jdid, adonde nosdirigíamos para contemplar uno de losdesiertos más bellos del planeta y donde

Page 104: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estaba previsto que pasáramos la noche.La vieja furgoneta —con más viajes porel desierto de los que hubiera podidosoportar— se averió cuando faltabanpocos kilómetros para llegar a nuestrodestino. Todos los Amigospermanecimos silenciosos en elvehículo mientras Jehuda y el chóferAnyb bajaron a mirar. Anyb era unindividuo que mascaba chicle, siempremascaba chicle, no me gustó. Tampocome gustó su cara gris, sin afeitar, ymucho menos todavía que tuviera lascomisuras de los labios hacia abajo.

Mientras ellos inspeccionaban elmotor, algunos de mis compañeros semiraron compungidos. Desde el primer

Page 105: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

momento, supe que se desencadenaría latempestad. Pero no una tempestad dearena —algo de lo que tampoco habríade librarme, como enseguida relataré—.Los ánimos de buena parte de losexpedicionarios estaban caldeados y,como sospechaba, la rebelión no tardóen estallar.

Cuando Jehuda y Anyb subieron,fuimos informados de que faltabagasolina y de que, por si estecontratiempo no bastara, la batería sehabía descargado. Dijeron que no podíahacerse otra cosa que esperar a quellegaran los refuerzos, y nosrecomendaron que bajáramos para evitarel calor. Como hasta entonces, todos

Page 106: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

reaccionaron con humillante sumisión.Algunos, sin embargo, no pasamos poralto cómo Jehuda sonrió maliciosamenteal chófer poco después de habernosinformado. El guía se alegraba delpercance; era evidente que no ledisgustaba que llegáramos con retraso aBir Jdid y que nuestros planes, una vezmás, se descabalasen. Quién sabe. Quizála culpa de todo la tuviera el calor, quenos sofocaba en aquellos autocares sinaire acondicionado. O la tensiónacumulada a lo largo de los díasanteriores, puesto que el viaje no estabaresultando según los planes de lacomisión.

Por un motivo o por otro, en ese

Page 107: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

instante Jan tuvo un ataque de cólera ypaná Benetková sufrió una escandalosacrisis de llanto. Indignadísimo, Jan sepuso en pie y, con sus piernas bienabiertas y en un pasillo donde apenascabía, dijo a voz en grito que no seemprendía un viaje al desierto sin unbidón de repuesto; por supuesto quetenía razón. Dijo igualmente que lomenos que podía esperarse con lo que sehabía pagado era que el vehículo no seaveriase, dejando a sus pasajeros amitad de camino; también en eso teníarazón. Fuera por los nervios o por elcalor, se expresó con dificultad:tartamudeando y repitiéndolo todovarias veces. Y hasta llegó a insultar a

Page 108: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Jehuda, mientras Otla y otros cuantosintentaban apaciguarlo. Mientras todoesto sucedía, el profesor, en uno de losasientos delanteros, se cubría la caracon las manos. Lo recuerdo con todanitidez, pues la imagen me impresionó.El profesor Ladislao Pecha parecía estarllorando, pero no: era solo el gesto conque expresaba su desesperación. Quiensí lloró (¡y cómo!) fue paná Benetková,a quien nadie logró entender a causa desus fuertes convulsiones. Estaba máspálida de lo habitual y parpadeaba conviolencia, víctima de un ticincontrolable.

Todos estaban muy consternados.¿Todos? No, confieso que en mi fuero

Page 109: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

interno me alegraba de que todo fueramal; me alegraba de haber visto a Janfuera de sí, tartamudeando y con laspiernas más abiertas de lo habitual, y deque nadie hubiera sido capaz deconsolar a la pobre Benetková, quientodavía gimoteaba en un rincón. Solo elrostro del profesor, cubierto con susgrandes manos de sabio, me habíaturbado hasta dejarme avergonzado de lamaligna alegría que se había apoderadode mí. Sin embargo, por intensos quefueran entonces estos pensamientos ysentimientos y por mucho que ahora meavergüencen, todo aquello se esfumócon la misma rapidez con que mesobrevino; hacía demasiado calor para

Page 110: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

pensar en algo que no fuera el propiocalor.

Anyb y Jehuda se recostaron a lasombra, casi debajo de la furgoneta. Oícómo reían y hablaban en árabe. Pasaronvarias horas hasta que llegaron losrefuerzos. Para entonces nuestro viaje aBir Jdid ya estaba arruinado.

Desde la ventanilla del vehículoaveriado —fuimos pocos los quedesatendimos el consejo de bajar ypermanecimos dentro—, vi cómoalgunos de los Amigos deambulaban porlos alrededores, sin alejarse del grupo.Algunos caminaban en parejas, lamayoría solos: parecían islas en mediode un inhóspito océano de arena. Desde

Page 111: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

donde les veía, con la luz del solcentelleando en el cristal, parecían losincomunicados habitantes de unarchipiélago, uno por isla. Vivían parala asociación: era su modo —o esodecían— de entregarse al desierto (asílo expresaban: «entregarse al desierto»).Yo no.

Creo que acabé durmiéndome con lacabeza apoyada contra el cristal. Estabaagotado, pero más que del viajepropiamente dicho, del simple hecho deser un hombre y de estar vivo. Nodeseaba encontrarme allí —en medio deaquella nada—; no deseaba estar enninguna parte —si es que algo así fueraposible—, ni siquiera en mi confortable

Page 112: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

apartamento de Kromeriz, que —pese alos pocos días que habían pasado desdela partida— ya había comenzado aañorar. Advertía que mi cuerpo noestaba preparado para aquel clima yque, en consecuencia, aquellaexpedición había sido un error, que mivida entera era un error. Pensé —víctima seguramente de una insolación— que no debería haber nacido, que nodebería llamarme Pavel, que no deberíahaber pensado ni sentido nada de todo loque alguna vez he llegado a pensar o asentir. Y fue así como me dormí:inquieto, con la boca seca y con unaextraña palpitación en la sien, que medesvelaba a cada rato por su violencia.

Page 113: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Quizá Jan no habría estallado y panáBenetková no se habría puesto a llorar siJehuda Serbal no se hubiese perdido porla cordillera volcánica del Sirwa latarde anterior, arruinando tambiénaquella excursión. ¿Qué clase de guíaera aquel —me preguntaba yo— que seperdía y nos hacía perder en unterritorio que debía resultarle familiar?De haber podido, de buena gana habríaabandonado al grupo en aquellacircunstancia. Anyb y Jehuda, por suparte, no hablaron entre sí ni rieron entredientes como harían el día después; selimitaron a sentarse y a esconderse bajo

Page 114: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

sus túnicas, a la espera de quién sabequé. Al cabo, tuvimos que regresar alcampamento porque Jehuda norecordaba el camino. ¡No recordaba elcamino! ¿No era como para indignarse yreclamar una compensación? Con lamisma arrogancia con que me puso en untren de vuelta cuando nos conocimos,Otla Plícka me respondió que el asuntono era tan grave y que, después de todo,había que comprenderlo.

—El viento puede mover las dunasde tal modo… —me explicó— que hastalos guías más expertos puedendesorientarse. En casos así —continuó,tras ajustarse la visera—, lo más sabioes no moverse en absoluto o, si todavía

Page 115: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

se puede, deshacer el camino andado yvolver sobre los propios pasos.

Fue lo que terminaríamos haciendo.Cuando la furgoneta volvió a

funcionar y reemprendimos el camino,algunos comentaban que Otla no habíaorganizado bien aquella expedición. Nohabía contado con los imprevistos, porejemplo; y carecía de planesalternativos. Decían que un tal Vaclav, elpresidente anterior, había desempeñadolas funciones propias del cargo con máscuidado y, en definitiva, que a Otla lequedaba grande la presidencia.

—¡Qué asco! —oí.Alguien se quejaba de la baja

calidad de la comida del hotel.

Page 116: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—¿Para comer esto hemos dejadonuestro país? —respondía suinterlocutor.

Quise volverme y ver de quién setrataba. No me atreví. Algo en mi fuerointerno se complacía de aquel malestar.También yo —ahora me doy cuenta—necesitaba desquitarme.

Antes de que ese veneno meemponzoñara, sin embargo —quién sabepor qué—, me acordé del hermosorostro de Charles de Foucauld. Hastaque conocí a los Amigos, nunca habíaoído hablar de aquel insigne francés,anónimo en vida y famoso tras sumuerte; no había leído ninguno de susinnumerables escritos ni sabía que

Page 117: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

contaba en el mundo con varios millaresde seguidores. No obstante, de algúnmodo intuí que Charles no habríaaprobado los pensamientos que meacechaban entonces y que, deconocerlos, se habría entristecido por lamezquindad de mi complacencia en elmal ajeno. Los infundios y lasmurmuraciones entre los viajeros, porotra parte, se habían producido desdemucho antes: casi a partir de quellegamos a los lugares desérticos quehabíamos planeado visitar. No era deextrañar: el desierto es el lugar porexcelencia de la murmuración. Demanera que fue el pensamiento deCharles, su imagen, lo que arrancó de mi

Page 118: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

corazón el veneno de la rabia.

Con dos excursiones arruinadas de lascinco que se habían programado, a lamañana siguiente nadie se acordaba biende lo sucedido la tarde anterior. El viejoprofesor, cuyos silencios eran aún másprolongados desde que habíamosaterrizado en Marruecos, nos aseguróque la memoria flaquea con másfacilidad en el desierto que en cualquierotro lugar. De pronto —aunque solo seapor unos segundos—, puede suceder queuno no sepa dónde está ni quiénes sonlos que le acompañan; puede llegar aolvidarse del día y el mes en que vive, y

Page 119: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hasta la razón por la que se emprendióesa expedición. Anyb y Jehuda noignoraban, ciertamente, nada de todoesto; ellos contaban con que al díasiguiente todo transcurriría comosiempre, con total normalidad. Con loque yo no contaba, en cambio, era conque Jehuda no contestara al insulto delacalorado Jan: inmutable, el guíareaccionó como si ni siquiera lo hubieraoído o, mejor, como si hubierapermitido que aquellas palabrasofensivas rebotaran en su cuerpo ygolpearan luego en el de Jan —quien,efectivamente, se enfadaría todavía mástras su acaloramiento—. Quizá Jehudaestuviera acostumbrado a la irritación y

Page 120: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

los arrebatos de los europeos; quizásupiera que no hay peligro alguno enquien se desfoga mediante el grito.

Aquel día fue el primero en quealgunos de los Amigos se quedaron en elhotel, de modo que la expedición no fueal completo. Otla lo justificó arguyendoque muchos estaban cansados. Todossabíamos, sin embargo, que el grupoestaba herido y que bastaba muy pocopara que se encendiera la chispa ysurgieran nuevas desavenencias. Duranteel trayecto, Otla me explicó que no erala primera vez que sucedía algo así enalguna de las expediciones de laasociación.

—Sea por el clima o por el intenso

Page 121: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

brillo de la luz solar, mucho másresplandeciente en el Sahara que enningún otro punto del globo, aquí bastamuy poco para que unos se enojen conlos otros.

En efecto, todos estábamos muysusceptibles: lo que nos permitía viviraquellos días con tanta intensidad era lomismo que nos hacía sufrir.

Desde la tercera noche de aquelprimer viaje al Sahara conté los díasque faltaban para el regreso: cinco,cuatro, tres… La espera fue muy dura,pues tan ardiente era mi deseo de montaren el avión que nos llevara de nuevo acasa como el temor a que algo seestropease al final y tuviéramos que

Page 122: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

quedarnos en África más tiempo delprevisto. Qué sé yo: que nosequivocáramos de aeropuerto yperdiéramos el pasaje, por ejemplo; oque tuviéramos un accidente en uno deaquellos largos y aburridos viajes enfurgoneta; o que estallara una guerraintestina entre algunas de las incontablestribus africanas y nos tomaran comorehenes. Por absurdo que todo estoparezca, estaba casi seguro de que algoasí terminaría por producirse.

El hotel en que nos alojamos aquellanoche era incómodo y sucio. O quizá nolo fuera y se tratara tan solo de lapobreza en que vivía toda la gente quedeambulaba ociosa en el barrio en que

Page 123: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

se enclavaba. Yo no estabaacostumbrado a ver gente así, tandespojada, tan desnuda. Si aquelalojamiento no hubiera sido tan infecto,de buena gana habría permanecido allí—refugiado y escondido— los días quefaltaban hasta que llegara el de nuestroregreso a Europa. Habría dado cualquiercosa con tal de ahorrarme aquellascarreteras con boquetes de medio metrode profundidad. Pero aun eso ycualquier otra penalidad estabadispuesto a soportar: todo menos elrostro de Jehuda Serbal, sonriendo concinismo.

Paná Benetková, recuperada de lacrisis, se acomodó a mi lado en la barra

Page 124: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

del bar.—Está usted calculando los días que

faltan para regresar a casa, ¿meequivoco? —dijo sin mirarme.

No, no se equivocaba. Lo habíaadivinado.

—Se lo advertí —dijo todavía, y sealejó con una copa en la mano.

Semanas más tarde, en una de lasasambleas del Hoggar, supe que quienviaja al desierto pasa siempre por unmomento en que desearía no haberviajado. Así que tampoco en esto era yonada original. Como tantos otros antesde mí, y como tantos seguramente de losque vendrían después, yo quería volveratrás. Pero atrás ¿adónde?, me pregunto

Page 125: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ahora. ¿A Kromeriz quizá? ¿Al tiempoen que no conocía la asociación? Queríavolver porque, en el fondo, lo quequería era no haber partido. Queríavolver porque hasta entonces nuncahabía vivido lo más grande que un viajepuede deparar al viajero: el deseo dequedarse, la necesidad de no volver, elimpulso —irresistible— de nacer denuevo.

El sexto día de mi estancia enMarruecos, cuando solo quedaban dospara la partida, comencé a contar lashoras que faltaban para el vuelo deregreso. Fue un auténtico suplicio del

Page 126: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que ni siquiera me libré cuando yaestuve acomodado en el avión, a laespera del despegue: el percance o ladesgracia… ¡aún podían producirse!

Stubemann, con sus grandes gafas demiope, estaba nuevamente a mi lado;agradecí que ni él ni nadie mepreguntara por mis impresiones de laexpedición. ¿Qué podría haberrespondido? ¿Que nunca más viajaría yacon los Amigos? ¿Que se olvidasen demí para siempre en la asociación? ¿Queel desierto me había decepcionado?

A la puerta de mi casa en Kromeriz,todavía con las llaves del portal en lamano, supe que ya no regresaría más alHoggar, que ya no participaría en

Page 127: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ninguna asamblea; supe, en fin, que miamistad con el desierto —si es quealguna vez había existido— habíaconcluido.

Poco después de llevar las maletas ami dormitorio, reparé en una de lasfotografías que semanas atrás habíaenmarcado y colgado. Contemplé aquelpaisaje desértico durante unos instantescon los brazos en jarras y, contra loesperado, tuve que reconocer que noestaba satisfecho de mí mismo niespecialmente contento por estar denuevo en mi país. Más bien al contrario:una sensación de desvalimiento ydesazón, muy similar a la que habíaexperimentado en el aeropuerto de

Page 128: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Tánger, me invadió entonces de pies acabeza hasta dejarme extenuado. Tuveque sentarme.

Fue al regresar a Kromeriz cuandome di cuenta de lo infeliz que era enaquel lugar; rodeado de mediocridad, nopercibía que mi existencia era rutinariae insípida. Desalentado por estaimpresión, decidí que a la mañanasiguiente descolgaría aquellas fotos;pero la verdad es que a la mañanasiguiente —y no porque no me acordase— no las descolgué. Creo poder decirque fueron precisamente aquellas tresfotos —más que ninguna otra cosa— lasque determinaron todo lo que habría desucederme después. Contemplé aquellas

Page 129: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

imágenes mucho tiempo durante lassemanas que siguieron a mi primer viajeal Sahara. De mi aventura en el desierto,de mi fascinación por este concepto ypor esta realidad, aquellas fotografíasparecían ser lo único destinado aperdurar. Bueno, quizá también la manofría de Petruchová en mi espalda (algoque, ocasionalmente, seguí evocando nosin conmoción).

A la hora de despedirnos, ya enPraga, Stubemann me dio un abrazomucho más afectuoso de lo que yohabría esperado. Quizá intuyera que yano volveríamos a vernos; o acasosospechara que mi amistad con eldesierto había llegado a su fin. Pero se

Page 130: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

equivocaba. Los dos nosequivocábamos.

Page 131: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

EL DESIERTO ENCASA

El fenómeno que desató el siguienteepisodio en mi historia de amor por eldesierto fue de aparienciaintrascendente: cuando estaba fuera decasa, deseaba siempre volver lo antesposible para, una vez allí, ponermefrente a mis fotografías del desierto, quecontemplaba durante largo rato. Cuandoesto no me resultaba posible —fuera por

Page 132: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mi trabajo o por cualquier otra razón—,recurría a los libros sobre el desiertoque había comprado o tomado prestadosde la biblioteca, y de los que enaquellos días no me separaba jamás. Elmero contacto de aquellos volúmenes enmis manos, aun cuando no los leyera,bastaba para aliviar mi abrumadoranostalgia. ¿Nostalgia? ¿Era razonablesentir nostalgia por un lugar del quehabía querido marcharme al poco deconocerlo?, me preguntaba. ¿No era unalocura que quisiera volver a un país queno me había gustado? Pero todas estaspreguntas se disolvían en la nada —como el viento que arrastra la arena—cuando me sentaba frente a alguna de

Page 133: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

aquellas imágenes.La misma intensidad con que el

desierto real me había remitido —aunque fuera por contraste— al de misfotografías (que en el Sahara ansiévolver a ver con una melancolíavenenosa), me remitía ahora del desiertofotografiado al real. Por eso, dos mesesdespués de mi llegada del Sahara —unatierra a la que había jurado no volver—,mi obsesión por el desierto llegó a supunto más extremo. Se apoderó de míuna melancolía tan terrible que tuve quereflexionar sobre la causa del poder deseducción que aquel lugar ejercía sobremí. ¿La soledad? ¿La vastedad de losespacios? ¿La infinitud del horizonte?

Page 134: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

¿Por qué parece bello lo desolado?,quería saber. ¿Por qué me habíaenamorado de aquella tierra llena denada y polvo? Lo que había visto enMarruecos era, ciertamente, muydiferente a todo lo que había podido very vivir antes en mi patria: tan distinto detodo lo mío y, sin embargo, tan parecidoa mí. Parecido… ¿a mí? Esta pregunta,como tantas otras, quedó en suspenso.

Frente a los paisajes desolados demis fotografías, en aquellas semanasexperimenté una soledad desconocidapara mí. Cualquier palabra que alguienhubiera querido decirme cuando estabafrente a mis imágenes habría sido deltodo inútil.

Page 135: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Así como el proceso dedesertización avanza a un ritmo de dosmil kilómetros cuadrados al año —según leí—, así avanzaba también, y almismo ritmo, ese mismo proceso en elescenario de mi alma, que se vaciabadía a día hasta quedar irreconocible.Piedras, montes, valles…: todo estabasometido en mi corazón, como en eldesierto, a una erosión imparable. Pero¿qué quedaría de mí si proseguía laerosión?, llegué a preguntarme. Sicontinuaba ensimismado en aquellasuerte de viciosa contemplación,cualquier forma de vida que pudieraaletear en mis adentros sería extinguida;esos eran los hechos. Lo extraordinario

Page 136: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de todo este asunto era que estadeducción, esta devastación, no meimportaba. Antes bien la deseaba comopocas veces he deseado algo en la vida;anhelaba esa pobreza y necesariadesnudez a la que el desierto parecíainvitarme.

Como es natural, continuabaacudiendo a mi trabajo; debo admitir,sin embargo, que en aquella época y acausa del desierto, de mi afición por eldesierto, se enfriaron muchas de misrelaciones con familiares y compañeros.Tanto era el tiempo que deseaba estarfrente a mis fotos y tan grande el deleiteque esta contemplación meproporcionaba que, cuando

Page 137: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

efectivamente estaba frente a ellas, todolo demás —todo sin excepción— se meantojaba enojoso y prescindible.

—¡¿Te gusta el desierto?! —mepreguntaban mis conocidos no sinasombro—. No lo entendemos.

No traté de explicarlo, nunca traté deexplicarlo. Explicar las razones de unamor es siempre un despropósito.

—Sí —me limitaba a responder, yno añadía nada.

Cuando digo que amo el desierto,¿qué digo estar amando? ¿La arenaardiente por el día y helada por lanoche? ¿Las muchas y variadas formas

Page 138: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de las dunas? ¿El cielo estrellado y laluna enorme, como un astro vivo yequivocado? ¿La soledad? ¿El vacío?Quizá solo ame el concepto de desierto,y quizá lo ame porque quiero ser comoél. Amo el desierto porque es el lugar dela posibilidad absoluta: el lugar en queel horizonte tiene la amplitud que elhombre merece y necesita. El desierto:esa metáfora del infinito.

Tanto como mi amor al desierto, amis seres queridos y conocidos lesextrañaba que no explicase ese amor;pero sobre esta última extrañeza ningunode ellos se atrevió a preguntarme. Nome importó. Uno de los efectos del amoral desierto —quizá del amor en general

Page 139: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

— es que el parecer ajeno pierdeprogresivamente toda importancia.Cuando uno ama el desierto, tiene laimpresión de que se aproxima a suorigen y a su meta.

Por otro lado, o eso decía yo parajustificarme, tenía amigos nuevos —losAmigos del Desierto—, pero ellos nome llamaban ni molestaban jamás, por loque, en justicia, difícilmente podíanentrar en el concepto convencional deamistad.

Nunca he sabido a qué dedica sutiempo libre la mayor parte de losmiembros de la asociación, más allá deal desierto mismo. Quizá por ello, enalguna ocasión y víctima de la nostalgia

Page 140: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que se adueñó de mí durante aquellaépoca, los imaginé a todos (a los tresmil) ante fotografías parecidas a lasmías y ensimismados con aquellosdesiertos representados —dado que nosiempre les era factible desplazarse alos reales—. La idea de todos aquellossolitarios, distintos y distantes perounidos por un mismo acto, meconsolaba.

Utilizo el término «contemplación»para referirme a lo que yo hacía cuandome situaba ante mis fotografías, pero nosé si es el más adecuado. De serlo,¿cómo explicar que, tras haber pasadotantas horas frente a esas imágenes,concluyera no pocas veces con el

Page 141: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

descubrimiento de algún nuevo detalle ode alguna nueva sensación?

En realidad, por aquel entonceshabían sido todavía muy pocos los díasque había pasado en el desierto: unacifra irrisoria en el conjunto de miscuarenta y dos años de vida. Sinembargo, esas pocas jornadas enMarruecos habían sido tan singulares eintensas que las que vinieron después —ya en Europa— no transcurrieron sinque recordara aquellas en que tuve aquelpaisaje ante mis ojos. El desierto es,sobre todo, una nostalgia. No hay ojosque no lo recuerden si lo han vistoalguna vez.

Veía aquellas fotografías y, como si

Page 142: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estuviera inscrito en ellas, veía también—o recordaba— el rostro de Foucauldtal y como lo había visto en la imagenque el profesor Pecha había proyectadodurante su conferencia. Charles, con lacabeza ligeramente ladeada, parecíamirarme. No me decía nada, porsupuesto; pero yo comprendía que laaparición de aquella imagen en elmagma de mis pensamientos obedecía auna intención muy concreta que, sinembargo, no era capaz de descifrar.Ahora sé que hay hombres a los quepuede amarse antes de conocerlos; y queCharles de Foucauld es, ciertamente,uno de ellos. Hay hombres que lograndecirlo todo con su rostro. Quién sabe si

Page 143: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

es porque nunca perdieron suhumanidad.

«Estimado amigo Otla —así comenzabael correo que, pasado algún tiempo, nopude dejar de escribir—. En estasúltimas semanas, tras mi regreso delSahara, me he preguntado si vais aorganizar pronto alguna otra expedición.Si así fuera, me gustaría reservar unaplaza. También quisiera saber —yconcluía— si debo rellenar algunasolicitud para formalizar mi pertenenciaa los Amigos. Afectuosamente», y minombre.

Envié aquel correo no sin

Page 144: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

maravillarme de cómo había podidocambiar yo tanto en tan pocos días. ¿Deverdad estaba dispuesto a soportar denuevo aquellos hoteles infectos, aencontrarme con el guía Serbal, a viajarocho horas por carreteras infames paraluego estar pocos minutos ante unosparajes que ni siquiera me habíangustado? Mi respuesta a esta preguntaera tan sencilla como inexplicable: sí, lodeseaba. Todo lo que no fuera eldesierto me aburría y dejaba pesaroso.El desierto, físico y mental, se habíaapoderado de mí.

«Entendemos que quieras regresar alSahara —decía la contestación que Otlame envió al día siguiente—. De hecho,

Page 145: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

entre quienes viajan al desierto sonpocos los que no han querido volver. Lainmensa mayoría realiza un segundoviaje; pero solo algunos, debes saberlo,quedan hechizados hasta el punto denecesitar otros muchos viajes más.Lamento comunicarte, sin embargo, queno podrás acompañarnos en nuestrapróxima expedición».

Y especificaba, quizá parafastidiarme, las fechas y las rutas. Éliba, naturalmente; y también suencantadora esposa. Repetían, de igualmodo, Petruchová y Benetková con susrespectivos maridos, y, en fin,Stubemann y los demás. ¿Por qué,entonces, se me excluía?

Page 146: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

«Si mantienes tu interés, tal vezpuedas participar en el viaje deseptiembre», seguía diciendo el correode Otla.

Pero ¿quién se había creído aquelhombrecillo que era para decirme lo queyo podía o no hacer?, me pregunté,irritado por aquella inesperadarespuesta. ¿Es que nuevamente iba aponerme en un tren de vuelta, como hizoa las pocas horas de conocerme?

Aquel correo terminaba diciendoque si de verdad deseaba realizar unsegundo viaje con ellos, como habíaasegurado, debía colaborar antes en lapreparación de alguna expedición —enla que, sin embargo, no podría tomar

Page 147: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

parte activa—. «Ayudarás de este modoa que otros vivan la experiencia —terminaba Otla—. Estamos seguros deque comprenderás esta medida y de quela aceptarás de buen grado».

Así que quería ir al Sahara y no melo permitían.

Pasé varios días enfadado y sinresponder, convencido de no precisar dela aprobación o del consentimiento deaquella gente para viajar a cualquiera delos desiertos africanos. Al fin y al cabo,podía partir por mi cuenta. ¿Quién me loimpedía?

Y en esa lucha estuve hasta que unanoche, frente a una de las fotografías, minostalgia del desierto y de sus Amigos

Page 148: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

fue tan irresistible que escribí unarespuesta en unos términos muy distintosa los que había proyectado. Fue muybreve: «¿Qué debo hacer?», rezaba micorreo, y una fórmula de despedida.

¿Qué debo hacer? Quizá fuera estolo único que los Amigos esperaban demí.

¿Se puede querer volver a un lugardonde no se ha sido feliz? ¿Volvemos allugar de nuestros tormentos para sanarnuestras heridas, para abrirlas? ¿Québuscaba con exactitud? ¿La causa de miinfelicidad, la felicidad que no habíasabido encontrar?

Page 149: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Para que los viajeros del desiertopudieran concentrarse en lo esencial(pero ¿qué sería «lo esencial»?, seguíasin comprenderlo), todas lasexpediciones de la asociación eranpreparadas por una pequeña comisión ala que se encargaba la compra de losbilletes, la contratación de un guía local,el diseño de la ruta y la confección deunas carpetas que cada viajero solíallevar consigo. Se me invitó a formarparte de una de esas comisiones y,contra todo pronóstico, disfruté muchopreparando aquel viaje que nuncaemprendí. No fue solo porque Jan y su

Page 150: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

esposa estuvieran en dicha comisión(con lo que mi relación con panáPetruchová llegó a un punto del quedeberé dejar constancia), sino porquedescubrí que la única manera de sacarprovecho de un viaje al desierto —quizáde un viaje a cualquier lugar— erapreparándolo lo mejor posible.

Solo me entristecía que Otla Plíckano se hubiera pronunciado sobre mipetición de admisión a los Amigos;claro que tampoco yo le habíapreguntado al respecto, al suponer que—conocida mi voluntad— él mismoplantearía esta cuestión a su debidomomento.

Durante la preparación de aquel

Page 151: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

nuevo viaje, que tendría lugar durante laprimavera de ese mismo año, panáPetruchová no volvió a introducir sumano fría y traviesa bajo mi camisa.Quien colocó su mano sobre mi hombro,en cambio —no en mi espalda—, ycomo signo de amistad —no deprovocación erótica—, fue su maridoJan. El hecho sucedió en una de nuestrassesiones de preparación, cuandoestábamos alrededor de una mesa degran tamaño ante un mapa del Áfricasahariana desplegado. Yo explicaba unade las rutas que había diseñado traslargas horas de estudio y consulta. Jan,que había subido unas cervezas de ladespensa, estaba a mi derecha, de pie y

Page 152: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

con las piernas muy abiertas. Vaclav, elanterior presidente, a la izquierda. Susmujeres, Petruchová y Benetková, sehabían situado frente a nosotros: laprimera parpadeando a cada rato; lasegunda pasando su larga y rizadacabellera de un lado al otro de la caramediante bruscos movimientos decabeza. Con el dedo índice sobre aquelgran mapa del Sahara argelino, mientrasexplicaba las posibilidades y losinconvenientes de las rutas que habíadiseñado, me sentí por primera vezcomo un auténtico Amigo del Desierto.Aquella sensación de pertenencia —tandesconocida hasta entonces para mí—me hizo sentirme, al menos por unos

Page 153: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

instantes, muy feliz. Porque no era soloque, tras tanta resistencia por su parte,perteneciera al fin a esa rara agrupación;era —cómo decirlo— que finalmentepertenecía al género humano. Sí, algénero humano: por infundado que estesentimiento pueda parecer a quienesnunca lo hayan experimentado, en aquelmomento yo me sentía miembro de unacomunidad y heredero de un ideal. Sí, deun ideal. Me sentía corresponsable: algoasí como la parte de un todo o elmiembro de un organismo sin el que eseorganismo se resentiría y quedaríadañado. Ahora que les conozco bienpuedo decir que los Amigos delDesierto no idealizan la soledad; la han

Page 154: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

sufrido demasiado en carne propia comopara idealizarla. Los Amigos delDesierto son —esa es, a mi juicio, sumejor definición— una congregación desolitarios. Solo en algo así, tanparadójico, podría encajar un hombretan desarraigado e independiente comoyo.

Fue mientras daba aquel informecuando sentí cómo la mano de Jan seapoyaba sobre mi hombro. Era unasimple muestra de afecto, sin duda; perolo cierto es que me hizo sentirmeculpable —y ello a pesar de que nadahabía en mi comportamiento con suesposa de lo que tuviera queavergonzarme—. Con aquella mano

Page 155: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

sobre mi hombro, seguí explicando laruta que les proponía; y todavía continuéhaciéndolo durante un buen rato —aunque con torpeza creciente— hastaque sentí cómo la mano de Petruchováse posaba —inequívocamente seductora— sobre mi pierna derecha. La miréasustado: tenía el pelo bastante revueltoy estaba más guapa que nunca. Una olade calor coloreó mi rostro y tuve querespirar con fuerza.

Dejando aparte este desconcertanteepisodio, la preparación del viaje a losdesiertos del Adrar y el Oued, así comosu posterior realización, fue todo unéxito. Como he dicho, aquella fue lacoyuntura que me hizo comprender que

Page 156: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

al fin me había convertido en un Amigodel Desierto; sin hijos ni esposa, habíaencontrado en aquel grupo una familiacon quien compartir una misión. Y tandichoso me sentí durante la preparaciónde aquel viaje en que no me había sidopermitido participar que, si Otla me lohubiera propuesto —si solo me lohubiera insinuado—, yo habría estadodispuesto a preparar de igual modocuantos viajes hubieran sido necesarios.No fue el caso: en el segundo viaje quehice al Sahara comprendí bien lo que mehabía sucedido en el primero. Vi conclaridad que el desierto, esa tierra demuerte que puede transmutarse en unfértil jardín, es un lugar vacío solo para

Page 157: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

quien no lo sepa ver. Permanentementeamenazada y en condiciones muyadversas, la vida —mi vida— seexpresó en el desierto en toda suplenitud. No, no creo que lo que allíestaba a punto de vivir hubiera podidosucederme en cualquier otro lugar. Entreel desierto y yo, y acaso entre eldesierto y todo hombre —no lo sé—,existe un vínculo secreto que no estraspasable a ningún otro paisajenatural.

Page 158: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

LA TORMENTA DEARENA

Septiembre —fecha de mi segundoviaje al Sahara— llegó para mí muchoantes de lo esperado. En aquellaexpedición fuimos también dieciocho,por lo que tuve que preguntarme siaquella coincidencia en el número delos viajeros —como tantas otrasaparentes «coincidencias» de las queluego habría de percatarme— era una

Page 159: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

verdadera casualidad; me preguntéincluso si habría algo en aquellaasociación que fuera pura y simplementecasual. Todos los participantes eran unavez más los mismos Amigos de siempre.Solo había uno a quien no conocía: untal Vlk, quien —también«casualmente»— hizo a mi lado eltrayecto hasta Praga.

—¿Pertenece usted a los Amigos delDesierto? —le pregunté, no bienestuvimos acomodados.

Nunca le había visto en ningunaasamblea.

Su respuesta me dejó estupefacto.—Si quiere que le diga la verdad —

dijo el joven—, no lo sé.

Page 160: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Me eché a reír, por fortuna con unarisa más viril que la de Stubemann,quien se había cortado el pelo ycambiado de gafas, lo que daba a surostro un aspecto muy diferente.

Vlk parecía asustado. Claro que eramuy joven, sin duda el más joven denuestro grupo. Me contó que estudiabamedicina y que residía en el barrioperiférico de Kacerov, donde habíaconocido a los Amigos. También quetenía una novia de origen árabe llamadaMarua, y que pensaban casarse encuanto ambos terminaran sus respectivascarreras. Por mi parte, intervenía solocuando mi silencio hubiera resultadomaleducado o inoportuno.

Page 161: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Aquel joven quiso saber si yo eraAmigo del Desierto desde hacía muchosaños, así como si no estaría él llevandodemasiado equipaje, puesto que losdemás traíamos tan poco. También leintrigaba que todos habláramos en voztan baja en el autobús. Vlk me resultómuy agradable, pero debo reconocer queentonces no fui con él particularmenteafectuoso o acogedor. Todavía hoy no sépor qué.

Es curioso cómo el mismo escenariopuede provocar sensaciones tancontrapuestas en quien lo contempla ensituaciones diversas. Mi actitud durante

Page 162: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mi anterior viaje había sido tan nefastaque, pese a ser ya la segunda vez quevisitaba el Sahara, en ningún momentotuve la sensación de que habíaregresado.

De esta segunda expedición solopuedo decir que todo fue muy distinto y,a la vez, muy parecido a la primera.Parecido porque ni los hoteles de misegundo viaje fueron más limpios, nimejores las carreteras que nosconducían a ellos; y parecido tambiénporque la sensación de equivocaciónque me asaltó la primera vez en elautobús a Praga, se repitió en cuantodesembarqué del avión en el aeropuertode Argel. Es posible que no fuera

Page 163: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

exactamente una impresión dedesolación y desvalimiento (como en elaeropuerto de Tánger, cuyo recuerdo seavivó entonces con increíbleintensidad), sino mero cansancio: miedoa tropezar en la misma piedra y… —cómo decirlo— un sentimiento decortocircuito interior. Pudesobreponerme gracias al joven Vlk.

—No me siento bien —dijo elmuchacho, y se agarró a mi brazo paraque le condujera al sector de recogidade equipajes.

Tenía el rostro desencajado. Dijoque la mandíbula se le iba de un lado aotro sin que la pudiera controlar. Ayudara un novicio del desierto —digámoslo

Page 164: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

así— me ayudó a sobreponerme a mímismo.

Ahora bien, junto a la similitud entreambos viajes, hubo también,ciertamente, sus diferencias. Laprincipal de ellas la marcó sin dudaShasu, nuestro guía: un muchacho deojos negros y sonrisa blanca queconquistó al grupo desde que sepresentó con desenfado junto almostrador de facturación internacional.Como Jehuda Serbal, Shasu vestía alestilo árabe, aunque no llevaba turbante.Pensé que no llegaría a los catorce años—quince a lo sumo—, mientras nossaludaba y daba las primerasinstrucciones. También pensé, en ese

Page 165: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

primer momento, que más bien sería yoquien debería protegerlo a él si es quenos aguardaba algún peligro; pero unavez más me equivocaba: fue él, sin duda,quien habría de protegerme a mí (comomás adelante referiré). Lo mássorprendente fue que, siendo tan joven ymusulmán, fumara tanto, algo que novimos hacer en Argelia a ningún otrochico de su edad.

—Pueden llamarme Shasu —dijo altérmino de su discurso de bienvenida, enel que dio una prueba patente de suautoridad—. Les ruego que me sigan. —Y nos condujo a buen paso hasta elautobús que habría de conducirnos aOrán.

Page 166: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Si tuviera que poner nombre a misegundo viaje al Sahara, ese nombresería sin duda el de Shasu. No digo estoporque el muchacho adquirieraparticular protagonismo en el grupo (susexplicaciones eran más bien escuetas) niporque no quisiera dejarnos ni a sol ni asombra, como hacían otros guías, en laesperanza de que así se llevaríanpropinas más sustanciosas. No. Shasuprotagonizó aquellos días en el desiertoargelino gracias a su indefinible encantoy a su belleza. ¿Su belleza? Tambiénpodría hablar de su armonía, porejemplo, o de su luminosidad, pues todoél desprendía un aura brillante que leconvertía —lo quisiera o no— en el

Page 167: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

obligado centro de atención. Todavía meemociono cuando escribo sobre Shasu.

Ya la primera noche, poco despuésde llegar a Orán —donde establecimosel campamento base—, supe que aquelmuchacho, con su absurdo cigarrillo enla mano, me había robado el corazón.Confieso que me dormí pensando en él.No pensaba en el desierto, que por fintenía tan cerca tras más de medio año deespera. No pensaba en el joven Vlk, aquien había dejado indispuesto en suhabitación y a quien, horas después —cuando pasé junto a su puerta—, habíaoído gimotear. Tampoco pensaba enpaná Plicková, cuyo vacío (ella nohabía podido acompañarnos) se hacía

Page 168: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

sentir como el de ningún otro de losAmigos. Ni en la bella Benetková, quienpor fin había dejado de insistirme en queme apartara de la asociación. No,pensaba en Shasu, a quien acababa deconocer: en su piel oscura y sus ojosnegros como el carbón; en su cabellofino y largo; en la gracia y desenvolturacon que se movía y encabezaba el grupo.

Pese a lo mucho que me habríagustado conversar con él, durante lashoras en que estuvimos juntos —antesde que nos dejara en el hotel para lacena y el descanso—, no me atreví adirigirle ni una palabra. Me infundíarespeto. Respeto es la palabra exacta.Por absurdo que pueda parecer, temía

Page 169: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que cualquier cosa que pudiera decirleresultase equívoca.

Poco antes, durante el viaje enautobús, había cerrado los ojos mientrasanochecía en Argel. El traqueteo deltrayecto hasta Orán consiguióadormilarme y el joven Vlk ya no estabaa mi lado; hablaba con Stubemann, dosasientos más atrás. De pronto, todavíacon los ojos cerrados, sentí cómo unamano se posaba sobre mi frente. Resistíla tentación de comprobar de quién setrataba; y simulé estar dormido. Duranteun instante pensé que aquella mano nopodía ser más que la de Shasu y, todavíamás, deseé que fuera la suya.

—No parece que esté enfermo —

Page 170: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

dijo paná Petruchová a un compañero aquien no pude identificar.

Y, antes de retirarse, volvió adeslizar su mano tibia por mi frente congran dulzura.

Durante nuestro primer día de ruta, elsegundo de la expedición, visitamos losdesiertos de Batna y Sétif. Lo que midedo había conocido deslizándose porel mapa lo iban conociendo ahora mispies, caminando por el terreno. Tambiénen este sentido aquel viaje sería para míun regreso. Durante aquellosdesplazamientos tuve periódicamente lanecesidad de desplegar mi mapa y

Page 171: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

consultarlo, imaginando que aquel viajenunca habría sido el mismo si mi dedoíndice no se hubiera desplazado antespor un mapa del continente africano. Sinembargo, no puedo asegurar que estosparajes sean realmente tanimpresionantes como las fotos que habíavisto de ellos en los libros de laBiblioteca Municipal de mi ciudad, ocomo las tres grandes imágenes quecolgaban de las paredes de mi casa, enla lejana Kromeriz. Como los de buenaparte de mis compañeros, mis ojosestaban puestos en el guía Shasu, quiennos daba entonces las últimasindicaciones sobre cómo debíamosmovernos por el desierto para no correr

Page 172: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ningún peligro. Tenía razón en todo loque nos dijo: hasta que no estuvimosmuy cerca, sobre las dunas mismas, nonos dimos cuenta de la terribleinestabilidad de aquellas tierras,capaces de transformarse en pocas horashasta quedar irreconocibles.

Por esta perpetua movilidad de laarena, todo saharaui es un nómadaaunque nunca se mueva de donde hayanacido. El paisaje que tiene ante susojos es siempre distinto. Es la propiatierra la que viaja a su alrededor. Estoexplica por qué el pueblo árabe es tanmagnánimo y tolerante (en contra de loque suelen pensar quienes no loconocen): saben que todo es transitorio,

Page 173: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hasta lo que parece más sólido oestable. Pues bien, como aquellas dunascambiantes, también yo estaba a puntode cambiar. No era ya el mismo hombreque un año antes; aunque no me dieracuenta, ni siquiera era el mismo que unahora atrás.

Mientras escuchaba al muchacho merecosté, maravillado de la maternasuavidad con que la arena me acogía ensu regazo. Pocos minutos después, meincorporé aterrorizado: la arena habíacubierto buena parte de mi cuerpo y…¡me estaba enterrando! El desiertoquería hacerme suyo. Me incorporé deun salto y sacudí nerviosamente la arenade mi ropa.

Page 174: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—No se puede caminar por eldesierto sin cubrirse de polvo —explicóentonces Shasu con su eterno cigarrilloentre los dedos—. O se hace uno amigodel polvo o, sencillamente, debeabandonar este lugar.

También en eso tenía razón: durantetodos los días de aquel viaje al Saharaargelino tuve arena en mi cuerpo; laencontraba por las noches en los dedos ylas plantas de los pies, en las orejas; mela sacaba de las ingles y las axilas…

Me descalcé. Muchos me imitaron.Yo era uno más, por supuesto; pero —quién sabe por qué, posiblemente portemeridad— de algún modo me sentíacomo el cabecilla de aquel pequeño

Page 175: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

grupo de Amigos.—¿Cómo consigues orientarte? —le

pregunté poco después al muchacho.—Sigo las huellas en la arena —me

contestó.Miré la arena con toda atención,

pero no pude descubrir ni una sola deesas huellas que Shasu decía rastrear.

—No se olvide de que estas dunas,en apariencia inocentes y perfectas, sonel resultado de una increíble fiebredestructora —prosiguió él—. Y no secrea que están quietas. Todo locontrario: se mueven sin cesar ycambian siempre de forma.

Aquellas advertencias —y no sololas de Shasu, sino también las de Jehuda

Page 176: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Serbal en el viaje anterior, así como lasde los Amigos en las conferencias delHoggar— se me antojaron exageradashasta que… Yo mismo tuve que afrontar,y en esa misma jornada, uno de los tanfamosos y terribles peligros del desiertode Sétif. ¿Cuánto me habría alejado delgrupo? ¿Un kilómetro? ¿Dos? Estoyseguro de que no fue más; no había dadotiempo para alejarse más. Poco antes elprofesor Pecha nos había comentado quenadie que no hubiera estado en eldesierto totalmente solo —aunque fuerapor pocos minutos— sabía de verdad loque un desierto podía llegar a ser. Dijotambién que quienes se atrevieran adistanciarse del grupo —tomadas las

Page 177: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

debidas precauciones—, podían hacerlodurante unos minutos, aunque solo fuerapara intuir en qué consistía aquellasoledad tan especial. Charles deFoucauld había vivido así, solo. Fueeste último comentario —la referencia aFoucauld— lo que me ayudó adecidirme; y todavía hoy me pregunto siverdaderamente arriesgué la vida enaquella ocasión. También me preguntopor qué no nos advertiría Shasu de laasombrosa velocidad con que en Sétifpodían desencadenarse las tormentas.Porque ¿cuánto tiempo pasaría enrealidad hasta que el paisaje setransformó a mi alrededor? ¿Cuántosminutos hicieron falta para que las

Page 178: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

figuras de mis compañeros —quetodavía divisaba a lo lejos— dejaran dedistinguirse, envueltas en la niebla?Cinco minutos de terror, de auténticoterror; y uno de gloria, acaso solomedio: el de mi salvación.

Una tormenta en el desierto es cienveces más terrible que una en el mar. Yes que la arena no solo ciega y flagela elcuerpo, sino que recuerda al hombre —sea discreta o violentamente— de dóndeviene y adónde debe volver. Tardé enentenderlo: la fascinación por la arenano es otra que la fascinación pornuestros orígenes y, también, por aquello

Page 179: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hacia lo que todos estamos abocados.Tuve la impresión de que las huellas

que dejaba al caminar, y que el vientoborraba enseguida, eran como losrenglones de un gran y misteriosocuaderno en el que solo Dios podía leer.Tal era la velocidad con que el vientoborraba las huellas que dejaba tras demí que parecía como si nunca hubieraestado en aquel lugar, o como si nohubiera llegado hasta allí a pie sinocaído del cielo. Y era tal la avidez conque ese mismo viento devoraba mishuellas que hasta parecía que fueranvaliosas para él. El desierto mearrebataba mis propias huellas antes deque pudiera volverme para verlas. Era

Page 180: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

como si mis huellas fueran heridas queyo había infligido a las dunas: cicatricesque el viento del desierto se apresurabaa curar. El viento del desierto —eso eslo que pienso— guarda una inmensacolección de huellas humanas.

Las dunas comenzaron a moversebajo mis pies como lo hace el marcuando hay temporal: primerosuavemente, como escondiendo elpeligro, pero enseguida con unaviolencia incontenible. Fue aquel primermovimiento, suave y ondulante, lo queme perdió: obnubilado por un suelo quese desplazaba —dibujando las másmaravillosas formas—, permanecíhechizado hasta que el polvo comenzó a

Page 181: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

levantarse y a golpearme el cuerpo y lacara. Aunque al principio no melastimaba, lo cierto es que me impedíala visión como si se tratase de una lluviamuy espesa. Al final, la arena comenzó aabofetearme hasta hacerme daño; yo, sinembargo, continué sin dar un paso.Seguía en pie, plantando cara al viento ypermitiendo que cada una de aquellaspartículas se me clavara en la piel. ¿Porqué consentía que el desierto metorturase? ¿Me disponía a vivir unbautismo de arena? Creo que fue en eseinstante, en medio de esa tormenta,cuando comenzó mi transformación.

Si miraba al frente, aquella nieblaasesina me golpeaba el rostro,

Page 182: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

impidiéndome gritar para hacer notar mipresencia y pedir auxilio. Minúsculaspartículas de polvo me impedíandistinguir nada más allá de cuatro ocinco metros. ¿Había viajado hasta allípara morir?, tuve tiempo depreguntarme. ¿Era así como el desiertome correspondía? Si miraba haciaabajo, entonces el movimiento de lasdunas, el simple movimiento de lasdunas, lograba marearme hasta el puntode hacerme caer. Estaba en un territorioque se abría a mis pies y que jugabaconmigo a su merced, en una tierra tanpeligrosa o más que un marembravecido. Para evitar una y otrasensación —el mareo ocasionado por

Page 183: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ese terreno tan inestable y la bofetada dela arena—, tuve que dirigir mis pasoshacia la zona donde, según calculaba,había dejado el grupo. Caminé con lacabeza cubierta por la camisa, comohacen los beréberes y beduinos, quienessaben bien cómo protegerse de estasinclemencias de la naturaleza. Pero deesta guisa, cubierto con la camisa y aoscuras (el sonido de mi respiraciónjadeante me asustó), solo pude avanzarunos pocos metros antes dederrumbarme. Caí en un pozo, o esa fuela impresión; pero el pozo —tambiénfue esa la impresión— se convirtióenseguida en una especie de surtidor delque pronto salí despedido. El desierto

Page 184: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me raptaba, pensé; me llamaba, mequería para sí.

Durante algunos segundos, mientrasel viento de Sétif jugaba conmigo a sucapricho, vi a las tres mujeres que, encierto sentido, eran para mí el mejorsímbolo de la asociación: Plicková,Benetková y Petruchová, a cual másbella. Escuché la risa de paná Plickováa los pies de mi cama, con el desayunoen mis rodillas. Escuché igualmente laadvertencia de Benetková: «¡Márchese,todavía está a tiempo!». ¿Por qué nohabría seguido sus consejos? Sentí, enfin, la mano de Petruchová primero enmi espalda, seductora, y luego en mifrente, tibia y maternal. Acto seguido me

Page 185: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

pareció distinguir las tres fotos deldesierto que colgué en las paredes de midomicilio en Kromeriz: una tras otra,como formando un tríptico, pero algoborrosas. Me acordé entonces deCharles de Foucauld como si le hubieraconocido; y hasta creo que le invoqué,como si creyera en su santidad. Con elpensamiento de Foucauld y con la arenagolpeándome y clavándose en miscostados, tuvo lugar ese minuto de gloriaal que he hecho referencia: el de misalvación.

Shasu, el muchacho, había salido enmi busca, había dado conmigo y seagarraba con fuerza a mi cuerpo, comosi temiera que pudiera escaparme.

Page 186: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

¿Podré explicar algún día lo queexperimenté en aquel abrazo? ¿Eraemoción? ¿Alegría? ¿Placer? Tenía laimpresión —casi la certeza— de que eldesierto avanzaba hacia nosotros y que,de un momento a otro, nos devoraría;sabía que, de seguir allí, tanto elpequeño como yo acabaríamos cubiertospor la arena y, finalmente, transformadosen ese desierto del que todavía entoncespodíamos diferenciarnos. Shasu —lamano de Dios— me sacó paso a paso deaquel infierno, no sin antes cubrir mirostro con un paño húmedo en el queencontré un alivio casi sobrenatural.Shasu —un nombre del que ya no puedoprescindir— me condujo a buen recaudo

Page 187: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

con paso firme, como si él fuera eladulto y yo el muchacho.

—Ya pasó, ya pasó… —me decíapoco después, mientras yo, derribado asus pies, gimoteaba y lloraba como lohabía hecho el joven Vlk la nocheanterior en su habitación del hotel.

Shasu me acarició el cabello.—Ya pasó, ya pasó… —me decía,

como si esas fueran las únicas palabrasde su vocabulario; o como si todo, todosin excepción, hubiera terminado.

Desde lejos —la tormenta se alejaba—, el resto de los expedicionarios nosmiraba en respetuoso silencio. Muchosde ellos pensarían, seguramente, que sila muerte tiene un paisaje, ese paisaje no

Page 188: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

es otro que el del desierto.Nunca hasta hoy había relatado el

episodio de la tormenta de arena enSétif. A nadie le había contado el pánicoque sentí entre aquellas dunas, quejugaron conmigo como las olas marinascon un náufrago; ni el mareo del que fuivíctima al contemplar sus increíbles yembriagadoras formas; ni el «ya pasó,ya pasó» que escuché de labios de Shasucomo la más dulce de las melodías.Shasu no era ya solo el guía de misegundo viaje al Sahara; él era, loquisiera o no, mi salvador.

Page 189: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

LAS HERMANASROSA, LILA Y

AZUL

—¿Quiere conocer a mi familia?—me preguntó Shasu esa misma noche,poco antes de entrar en la recepción denuestro hotel.

¿Por qué me invitaba precisamente amí y no a los demás?, me preguntaba yo,honrado y complacido. ¿Por el episodiode la tormenta? ¿Por la fuerza con que

Page 190: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me había agarrado a él, mientras laarena de Sétif me flagelaba? ¿Porque sehabía compadecido de mí, mientras yogimoteaba a sus pies? Pedí permiso aOtla, el responsable de la expedición, yesa noche me fui con el muchacho. A sulado me sentía como el siervo a quien suamo hace un favor o, mejor, como elsiervo a quien su amo trata como a unigual. Dos noches antes, cuando nadiesospechaba que una tormenta de arena sepreparaba en Sétif, había sentido unprofundo desgarro interior al ver partir aShasu, concluida la jornada; ahora, encambio, caminábamos juntos por una delas concurridas calles de Orán y —aunque las luces de la ciudad nocturna

Page 191: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

eran tentadoras y el bullicioensordecedor— yo solo tenía ojos yoídos para él.

—¿Te sientas conmigo? —mepreguntó cuando llegamos, trascomprobar que ni su padre ni sushermanas estaban todavía en casa.

Obedecí y me acomodé a su lado enlos peldaños de un porche. La tarde ibade caída y estuvimos un buen ratocontemplando el horizonte. Esperabaque Shasu me formulase alguna preguntao que me contara alguna historia. Nadade eso: permanecimos en silenciodurante casi media hora. Más tardecomprendí que cuando un árabe te invitaa sentarte a su vera a lo que te está

Page 192: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

invitando es, exactamente, a lo que hadicho: a estar sentado a su vera y no aconversar, como pensamos los europeos.Yo lo prefiero así, pues no soporto a lagente que habla demasiado. Por fortuna,las gentes del desierto son bastantesilenciosas. Se diría que no solo tienenel desierto ante sus ojos, sino en sucorazón. Cuando se habla poco, lo quese dice parece más importante. Al oírhablar a los saharauis siempre he tenidola impresión de que poseen esasabiduría doméstica que tanto me gusta yque es la única necesaria para vivir.Tienen mucho que decir; por eso serecogen en el silencio.

Page 193: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

La familia de Shasu me trató como almás honorable de sus huéspedes. Supadre era un hombre muy elegante yoccidentalizado que, al poco deconocernos, me contó que su esposahabía muerto el año anterior. Las treshermanas de Shasu tenían quince,diecisiete y dieciocho años; elmuchacho solo trece, según llegué asaber. Las chicas llevaban el rostrocubierto —según lo prescribe el Corán—, y no se sentaron a la mesa junto a losvarones a la hora de cenar. Gráciles yfemeninas, con sus manos finas ymorenas, nos sirvieron algo de beberantes de traer las opulentas bandejas con

Page 194: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

la comida. Solo pude ver sus delicadasmanos y oír el frufrú de sus vestidos ami espalda, mientras se desplazabanpresurosas de un lado a otro para quetodo estuviera a punto y fuera de nuestroagrado. Nunca pude distinguir sus ojos,pues caminaban con la mirada gacha yjamás se atrevieron a mirarme —o no, almenos, mientras yo las observaba—.Una vestía de rosa, otra de lila y otra deazul. Mientras el padre de Shasudisertaba sobre la difícil situaciónpolítica que atravesaba su país, ellasdanzaban alrededor de la mesa,diligentes y hacendosas. El padre deShasu era una persona llamativamentehabilidosa tanto para narrar como para

Page 195: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

escuchar. Como supe después, estos sondones o talentos de los que la gente deldesierto hace gala: narran muy bien yescuchan como si no hubieran nacidopara nada más.

—¿Es usted un hombre religioso? —me preguntó de improviso.

—No —respondí, pero más tarde mequedé pensando si no tenía que haberrespondido lo contrario.

Después de todo, quizá no seapreciso creer en Dios para que nuestraactitud ante la vida sea religiosa.

—El desierto es el lugar del mundoque Dios creó para sí, para su descanso—me dijo aquel hombre acto seguido—.Por eso, quienes van al desierto entran

Page 196: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

en su territorio.Para terminar, mi anfitrión me

aseguró sentirse honrado con mi visita yme pidió que me quedase a dormir. Erasu huésped, no podía marcharme. Y nisiquiera podía pensar encorresponderle. Solo podía aceptar loque me ofreciera y quedarme allí a pasarla noche. Miré a Shasu, quien me rogóque aceptara; me dijo que nosreuniríamos con los demás al díasiguiente a primera hora de la mañana yque, si lo deseaba, podía llamar al hotelpara informar al responsable de laexpedición.

Page 197: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Acaso por la intensidad de lasemociones de la jornada, aquella nocheme dormí de inmediato. Soñé quecaminaba por un desierto de arenasamarillas. En mi sueño, en lo querecuerdo de mi sueño, una multitudcaminaba en fila india: no éramos sololos pocos que conformábamos nuestraexpedición, sino uno o dos centenares,una muchedumbre. Avanzábamos ensilencio y con creciente dificultad, puesla arena se hundía a nuestros pies. Enalgunos tramos nos llegaba a lostobillos; en otros, hasta las rodillas; alos que iban a la cabeza les alcanzaba

Page 198: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

las caderas, por lo que apenas podíanavanzar.

—¿Qué tal? —me preguntó micompañero de delante, que se habíavuelto para interesarse por mí.

Recuerdo que me pareció hermosover aquella figura rodeada de la tierramás amarilla que haya visto jamás.

Fue entonces, en ese desiertoamarillo, cuando sucedió: una de lashermanas de Shasu —¿quién si no?— sehabía introducido en mi lecho y mebesaba apasionadamente los labios.¿Cuánto duraría aquel dulcísimo beso,tan eterno? La hermana de Shasu —lamayor, la pequeña, la intermedia, ¿cómopodía saberlo?— me besaba como si

Page 199: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ella fuera un peregrino del desierto y yosu oasis. Me besaba como nunca me habesado mujer alguna: tierna y violenta,experta y candorosa, en una sucesiónexacta, calculada. Durante unossegundos vi su rostro cubierto por lassombras de la noche; y vi algunas de lasgenerosas curvas de su cuerpo, queaproximé al mío lleno de gratitud. ¿Quépodía hacer yo sino acoger y secundaraquel inmerecido regalo?

—¿Cómo te llamas? —pregunté alfin.

Fue lo único que pude decir.Tras el beso, la muchacha se alejó

hasta confundirse con la noche,dejándome en la más dulce de las

Page 200: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

confusiones: dichoso por el placer yávido de más placer, saciado y sediento.Tras la bofetada de la arena, el beso dela mujer: así interpreté lo que mesucedió aquella noche. Ahora piensoque tal vez fuera aquel beso —de lahermana Rosa, de la Lila o de la Azul,como las llamaba en mi fuero interno—,o acaso el propio Shasu —a quien nuncamás vi tan silencioso como cuando alatardecer nos sentamos en los peldañosde su porche— lo que me introdujo, yasin reservas, en el amor al desierto.Amar el lugar donde se ha estado apunto de morir es el signo de lasinceridad de ese amor, de su necesidad.

Pasé el resto de la madrugada en

Page 201: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

vela, con los ojos puestos en el techo, dedonde colgaba un extraño cortinaje.

Durante el desayuno, como en lacena de la noche anterior, la hermanaLila, la Rosa y la Azul danzaronalrededor de la mesa mientras nosservían las frutas y los zumos. Yomiraba a una y a otra sin logrardistinguir nunca los ojos de ninguna. Poralgún movimiento de las manos,subiendo y bajando entre las bandejas ylos vasos, llegué a creer que quien mehabía besado era la que vestía de rosa.Pero por el frufrú de los vestidos a miespalda, sin embargo, acto seguidopensé que tenía que tratarse de la deazul. O de la de lila, que era quien se

Page 202: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mantenía más atrás, temerosa acaso deque pudiese reconocerla. Nunca llegué asaber cuál de las tres muchachas mehabía besado. Y nunca más me habesado nadie con tanta sabiduría y tantoardor.

Al despedirme, una tras otra medieron la mano e hicieron ante mí unapequeña y graciosa reverencia.Esperaba una señal por parte de algunade ellas. No la obtuve. Cuando la puertade la casa de mi joven guía se cerró amis espaldas, tuve la sensación de quedejaba atrás y para siempre un granamor. Luego, en silencio, caminé junto aShasu hasta el hotel.

Page 203: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

SHASU, EL GUÍA

Todos los Amigos esperábamos conimpaciencia llegar a los desiertos de laregión de Batna, que son los principalesde la zona. El profesor Pecha parecía unniño a quien aguarda el mejor de losregalos; emocionado, nos confesó quefue allí, en Batna, donde treinta añosatrás había comenzado su pasión por eldesierto. Días antes, en el Hoggar, noshabían proyectado diapositivas tomadasen ese paraje por otro grupo de

Page 204: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

expedicionarios; todos, por tanto,sabíamos bien adónde nos dirigíamos yqué era lo que íbamos a contemplar. Eljoven Vlk estaba una vez más a mi vera;tenía nuevamente el rostro desencajado,no parecía muy feliz.

De aquella gloriosa jornadaconservo dos impresiones muy nítidas,protagonizadas ambas por nuestrojovencísimo y querido guía.

Descendimos de las furgonetas apocos kilómetros de El Golea, lapoblación más cercana; de allícaminamos hasta Tínduf, donde seenclava —en opinión de los expertos—uno de los oasis más espectaculares dela tierra. No había de qué asustarse:

Page 205: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

eran solo seis kilómetros a pie, siete alo sumo; en dos horas —mucho antes,por tanto, de que el sol empezara aponerse— llegaríamos al campamentodonde haríamos noche.

Poco antes de emprender la marcha,Shasu se encaramó a unas ruinas. Alcéla vista para observarlo, pero el sol medaba en la cara hasta deslumbrarme. Ahíarriba, oteando el horizonte y envueltoen una luz solar que recortaba su figurahasta dejarla reducida a lo esencial,Shasu se me antojó un ángel dispuesto aemprender el vuelo. Señalaba ladirección que debíamos tomar, o quizásaludase a un conocido a lo lejos. Elgrupo ultimaba los preparativos para la

Page 206: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

caminata y yo, mientras tanto, observabaal muchacho en expectante y admiradosilencio. Shasu bajó de un salto deaquellas ruinas, y mi hermosa visión sedisipó en el acto. Su figura adolescente,recortada en el firmamento y envuelta enun halo de luz, es una de las imágenesmás bellas que conservo de mi estanciaen aquel desierto.

En una de las asambleas previas alviaje y por consejo de la comisiónpreparatoria del mismo, los Amigoshabíamos decidido hacer aquelrecorrido a pie y sin hablar; de estemodo —en silencio— nos cansaríamosmenos y captaríamos mejor lo que sellamaba «el mensaje del desierto». Con

Page 207: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

esta fórmula se aludía a la impresiónque nos proporcionaba un determinadopaisaje, que más tarde compartíamoscon los compañeros en las puestas encomún. Por mi parte, hice aquel trayectoen compañía de Shasu: con ese Shasuestilizado y sobrenatural del que ya hehablado, casi transparente, que viapuntando al horizonte y encaramado aunas ruinas. El Shasu de carne y huesoiba detrás, el último de la caravana, alritmo de los más lentos. Al igual queAntoine de Saint-Exupéry, el famosoescritor y aviador francés, también yohabía encontrado en el desierto a miprincipito particular; y también yo, comoalguno de los personajes con quien este

Page 208: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

famoso principito se encuentra en suhistoria, debía ser domesticado pararecibir una lección.

—Dame una palabra que me ayude avivir. —Eso es lo único que le habríapedido al muchacho.

Ese mismo día, uno de los másdecisivos en la historia de mi alma,como explicaré a continuación, OtlaPlícka no se apartó de mi lado: acasointuyera que estaba a punto de sucederalgo importante que iba a hacer de míalguien diferente. O quizá supiera(¿quién puede conocer realmente a losAmigos?) que en pocas horas yo pasaría

Page 209: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

a ser y para siempre uno de los suyos.Es probable que pensara en el bautismode arena que para mí había supuestoperderme y ser rescatado durante latormenta de Sétif. Ignoraba, como esnatural, lo hondo que me había caladonuestro Shasu: su abrazo en medio de laniebla; su dulce «ya pasó, ya pasó»,mientras la arena dibujaba a nuestrospies las formas más terribles yembriagadoras; su figura recortada bajoel sol, como la de un dios o, al menos,como la de mi principito particular.También ignoraba, como no podía sermenos, mi rabiosa felicidad cuandocaminé a su lado mientras nosdirigíamos a conocer a las hermanas

Page 210: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Rosa, Lila y Azul. Pero Otla, en todocaso, no se equivocaba: el veneno deldesierto, si es que puedo llamarlo así,circulaba ya libremente por mis venas.Quizá ese veneno ya estuviera inoculadodurante mi primer viaje al Sahara,cuando fuimos víctimas de ladescortesía y el desinterés del guíaSerbal; o incluso antes, cuando —sinsaber muy bien la trascendencia que esoiba a tener— enmarqué unas fotografíaspara después colgarlas y sentarme frentea ellas. No lo sé; quizá todo empezaracon la frase que leí en la contraportadade uno de los muchos libros del profesorPecha y con el subsiguiente primercorreo que envié a la asociación, o…

Page 211: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

¿quién puede saberlo? ¿Quién puedeconocer con certeza dónde se cifra elcomienzo de una historia?

Muchos antes que yo habrían leídoel libro del profesor, y a muchos deellos, sin duda, les habría resultadobanal aquella frase de la contraportadaque a mí tanto me impactó. Decía así:«A su competencia científica, une suscontinuos viajes a los desiertos de todoel mundo». ¿Basta esto para que nazcaun amor? ¿Basta una sola frase parapoder empezar a escribir un libro?¿Puede una frase, solo una, cambiar a unhombre, cambiar el mundo? Sinembargo, únicamente en el desierto deTínduf, y por algo de apariencia banal,

Page 212: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

supe que mi fascinación por el desiertohabía llegado a una estación de términoque, inevitablemente, era también paramí un punto de partida.

Habíamos estado contemplando eldesierto de Tínduf, en la región deBatna, con nuestros prismáticos. Ensilencio, como acostumbrábamos. Segúnla Enciclopedia Británica, la arena deese desierto es la más fina de todas lasdel Sahara. Su color no es uniforme: hayparajes donde es completamente roja, deforma que el peregrino tiene laimpresión de que camina sobre fuego;otros donde es anaranjada, los másbellos —el tramo anaranjado querecorrimos parecía un paisaje lunar—; y

Page 213: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

otros, en fin, donde es de un amarillomuy intenso, que fue el tramo que solopudimos distinguir con los prismáticos.Como el mar, como el fuego, el desiertotiene algo hipnótico: pueden pasar lashoras y, al igual que no nos cansamos dever cómo rompen las olas en unacantilado o cómo arden los troncos enuna chimenea, tampoco nos cansamos dela inagotable actividad del desierto.Porque esto es, precisamente, lo quetienen en común estos tres paisajes deagua, fuego y tierra: que están enperpetua ebullición y que, enconsecuencia, nunca ofrecen el mismoespectáculo. Esto había podidocomprobarlo yo mismo con ocasión de

Page 214: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

la tormenta de arena; pero el intensotemor que entonces me había embargadome impidió disfrutar del panorama.Ahora, en cambio, con mis prismáticosde alta definición, fui un espectadorprivilegiado del maravillosoespectáculo de las dunas. En el grupo,todos estábamos maravillados. Ypasamos mucho tiempo en un silenciocasi religioso, cada uno con sus propiosprismáticos, oteando el horizonte. Todoslos expedicionarios estábamos en eseinstante en el mismo desierto y, sinembargo, juraría que ninguno denosotros veía lo mismo. En un momentode descanso reparé en cómo algunoslloraban por la emoción.

Page 215: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Supe que era hora de partir porque oícómo Jan daba instrucciones para quenos dirigiéramos a las furgonetas.

—¿Vienes? —me preguntó Otla,pendiente de mí como un ángel guardián.

Una pregunta. Una palabra. No lemiré. El desierto requería de toda miconcentración. Aquellas formasgeológicas, tan alucinantes, merecordaban paisajes que nunca habíavisto y que, sin embargo, algo o alguienrecordaba dentro de mí. Me pregunté dedónde podía nacer esa intensa impresiónde haber estado antes en el desierto.¿Por qué esa sensación, tan nítida, de

Page 216: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

que toda la humanidad había tenido quehabitar allí alguna vez? En todo caso, siel setenta por ciento de la superficieterrestre es desértica, ¿puede extrañarque un hombre se sienta en el desiertocomo en su propia casa?

Minutos después montaba en lafurgoneta junto a los demás, pero pocoantes —con los prismáticos ante misojos y el desierto en mi corazón—hubiera querido responder a ese«¿vienes?» con un: «No, no vuelvo. No,me quedo en el desierto».

Creo que Otla leyó mi pensamiento,pues se me quedó mirando fijamentedurante un rato muy largo.

—¿Vienes? —volvió a preguntarme

Page 217: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

al cabo.Y fui tras él.No volver: aquella fue la primera

vez que se me planteó esta posibilidad.Claro que entonces yo ignoraba quemuchos Amigos del Desierto —muchísimos— habían escuchado enalguna ocasión una llamada similar. Enmi candidez, imaginaba que yo era elúnico en saber que el desierto tenía unavoz: «no volver, no volver…», repetíaesa voz en mi corazón. O la repetía yo—¿cómo saberlo?— como si fuera unaplegaria. Como si necesitase repetirestas palabras para considerar suviabilidad. Como si precisara recrearmeen las posibilidades a las que me

Page 218: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

conducía esa música. No volver… ¡Quédulce me sonaba aquella extrañaoración!

¿Cuándo sabe un hombre que hallegado a ese punto del que, según dicen,no hay posible retorno? ¿Existeverdaderamente un punto desde el queya no sea posible echarse atrás? Yopodía coger primero un tren y luego unavión para irme a casa, de eso no cabíaduda; podía volver atrás, eso era unhecho. Sin embargo, algo me decía quepronto o tarde llegaría el día en quehabría de arrepentirme una y mil vecesde esa decisión: el día en que melamentaría de haber desoído aquella vozinapelable y, pese a todo, respetuosa.

Page 219: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Al principio el Sahara es muyincómodo para un europeo y pasa ciertotiempo —a veces bastante— hasta quelogra sentirse a gusto. Para mí, sentirse agusto —ahora lo sé— significasimplemente no querer regresar.Siempre he querido volver de los sitiosa los que he viajado; nunca me hequerido quedar en ninguna parte. Laconclusión no es difícil de extraer:ningún lugar al que había viajado hastaentonces era el mío. Ese lugar al quepertenezco —y que no es otro que eldesierto— no lo había encontrado hastaque llegué al desierto amarillento deTínduf, a los cuarenta y dos años.¿Tarde? Para los hombres del desierto

Page 220: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

nunca hay tarde o temprano; todo sucedea la edad que debe suceder y nada espuramente azaroso o arbitrario.

Durante el viaje de regreso fuiindiferente a si nos deteníamos pararepostar o hacíamos el trayecto sinninguna parada; a si mi compañero deasiento me hablaba o prefería callar; a sitardaríamos ocho horas hasta nuestropróximo destino —como estabacalculado— o dieciséis. En realidad, nisiquiera me importaba ser yo u otrapersona. Y juro que cualquier cosa queme hubiesen dicho en aquel instante,cualquiera, la habría aceptado sin

Page 221: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

rechistar. Esta completa indiferenciaanímica me resultaba tan novedosa comoagradable. Podía sucederme cualquiercosa —cualquiera, lo repito—; en virtudde la posibilidad de no volver, yo eramás fuerte que las circunstancias.

Con viciosa insistencia, y acunadopor el traqueteo del autobús, recompusela breve conversación que habíamantenido con Otla mientras mis ojoseran bañados por la arena más amarillaque existe sobre la faz de la tierra.«¿Vienes?», me había preguntado él.«No», le había respondido yo. «¿Porqué no quieres volver?», seguíapreguntándome la voz imaginaria deOtla. Pero esa voz —que no era otra que

Page 222: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

la de mi conciencia— estaba habituadaa que no le respondiera, así que tambiénentonces tuvo que aceptar mi silencio yperplejidad.

Llegados al hotel, la pregunta sobresi debía o no regresar a Europa seguíasin resolver. ¿Podía yo realmenteabandonar mi casa, mi trabajo, mifamilia, mis compañeros…? ¿Podía sinmás dejar de ser quien había sido hastaese momento y comenzar a ser alguiendiferente, impensable hasta entoncesincluso para mí mismo? ¿Pero de verdades posible nacer de nuevo? No volver,no volver: como el canto de las sirenasen los oídos de Ulises —amarrado almástil de una nave—, aquella melodía

Page 223: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hechicera siguió sonando durante muchotiempo en mi corazón. No volver, novolver.

Todavía hoy ignoro si debemosregresar al punto del que partimos ycerrar así el círculo que hemos abierto osi es mejor permanecer lejos y nocerrarlo. Puedo decir que hoy no meimporta saber qué habría hechocualquier otro en mi lugar; ni quéhubiera sido más ejemplar o heroico,más honesto, más necesario.

Semanas después, ya en mi país, enuna de las asambleas del Hoggar,comenté con el profesor Pecha mi deseode realizar un viaje al Saharacompletamente solo.

Page 224: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—Necesito pasar unos meses en eldesierto —dije—. He pedido una bajalaboral.

—En el desierto nadie puede valersecon sus propias y solas fuerzas —contestó él.

—Lo imagino —le respondí—, peroes preciso que haga este viaje solo.

A esto último no contestó. Se limitóa mirarme como ya habría mirado,seguramente, a otros tantos a lo largo desu vida: con ojos tiernos y cansados.Parecía entender lo que me sucedía y,para demostrármelo, me comentó cuántose parecía mi caso al de un tal Andreas,cuya admisión definitiva en laasociación había sido retrasada durante

Page 225: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

años. El profesor me explicó queAndreas, a quien nunca conocí, se habíanegado siempre a viajar al Sahara o acualquier otro desierto del planeta.Decía que su amor al desierto nonecesitaba de la geografía y que la suyaera una amistad platónica, o eso aseguróPecha que decía el tal Andreas. Yo, confranqueza, no veía paralelismo algunoentre aquella historia y la mía: Andreasno había hecho enmarcar ningunafotografía ni se había embrujado en sucontemplación. Andreas nunca habíaestado en el desierto, pero todosaseguraban que podía hablar de él mejorque ninguno de los Amigos y, quizá, conmás autoridad que el propio profesor,

Page 226: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

por quien Andreas sentía una admiraciónsin límites.

—Piensa que solo eres libre cuandoal partir puedas llevar contigo todo lotuyo —escuché de labios del profesor.

Tampoco yo respondí a eso. Melimité a pedirle su consentimiento parapartir.

—¿Mi consentimiento? —me replicóPecha, al parecer divertido de quealguien como yo, que nunca me habíadirigido a él como guía o maestro, lehiciera una petición así.

—Su consentimiento —le confirmé.

Page 227: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

INSTALACIÓN ENBENI ABBÈS

Comencé mi tercer viaje al Sahara —ya en solitario— con un planteamientoequivocado: regresé a los lugares quehabía visitado durante la expediciónanterior. Como no podía ser menos, laexperiencia no resultó. Debí haberimaginado que ningún desierto es elmismo hoy y ayer, que nadie puede decirnunca que conoce un desierto. Por otra

Page 228: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

parte, Shasu había crecido: en solo unaño se había hecho mayor. Y ya no volvía verlo subido a unas ruinas, apuntandoal horizonte y bañado por el sol. Mijoven guía aceptó gustoso mi propuestade pasar de nuevo una noche en su casa;pero su padre —a quien vi muyenvejecido— estuvo visiblementemenos hospitalario (me explicó que unosnegocios no le habían funcionado).Además, solo fueron dos lasadolescentes que danzaron alrededor dela mesa durante la cena y el desayuno.La tercera, la hermana Azul, se habíamudado a la capital para estudiar. Pese aque los vestidos de las muchachas mebrindaron otra vez su inolvidable frufrú,

Page 229: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

ninguna de ellas cruzó conmigo sumirada (¡precisamente en eso nada habíacambiado!). Para mi desilusión, ni lahermana Lila ni la Rosa vinieron por lanoche a mi habitación y, ciertamente, nila mayor ni la pequeña (era laintermedia quien se había marchado)sació en mi boca su sed de amor.Concluí que la mujer de mis sueños,aquella que había perdido para siemprecuando la puerta de la casa de Shasu secerró a mis espaldas, era la hermanaAzul. Pero no viajé hasta Argel en subusca.

En aquellos comienzos, tandecepcionantes, presencié también unatormenta de arena; sin embargo, yo no

Page 230: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estaba a la intemperie, con el rostrocubierto por mi camisa y el latidoagitado en mi corazón. Protegido de lasinclemencias del tiempo, la contemplédesde una tienda. Además, estaba solo,sin los Amigos. No fue lo mismo, nopodía serlo: ningún muchacho se abrazóa mi cuerpo, como temiendo que meescapase; y nadie, absolutamente nadie,me dijo una y otra vez «ya pasó, yapasó», como lo haría la madre quequiere tranquilizar a su hijo, desveladopor una pesadilla. Así que en aquelviaje al Sahara no hubo tormentas niaverías; no hubo guías radiantes yencaramados sobre ruinas; tampoco —ylo sentí— misteriosas muchachas en

Page 231: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

busca de amor.

Malgasté el primer mes de miexpedición en solitario en continuos yestúpidos desplazamientos. Hoy sé queen el desierto no es preciso desplazarse,puesto que es el desierto mismo quien semueve bajo los pies de quienes seatreven a visitarlo. ¿Qué sentido tieneviajar si quien lo hace es el propiopaisaje? Que yo sepa, el desierto es elúnico lugar del mundo donde sucedealgo así. Los pueblos que viven en elSahara son nómadas porque imitan a latierra que hay bajo sus pies. En otraspalabras, solo cuando dejé de viajar de

Page 232: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

un lado para otro y cuando me instalé enBeni Abbès —donde alquilé una casita— se inició para mí el verdadero viaje.Es curioso que sea en el país de losnómadas donde yo haya aprendido a sersedentario. Si algún deseo tenía deviajar y conocer otros países y culturas,este viaje me lo apagó totalmente. En laarena del desierto, tan igual a ojos dequien no sabe mirarla, se escondentodos los países del mundo y todos lospaisajes de la tierra.

De modo que fue allí donde aprendíque el desierto no se puede buscar, sinosolo esperar; y que esa espera debeafrontarse como si se tuviera todo eltiempo del mundo y como si el

Page 233: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

advenimiento de sus recompensas oregalos —por preciosos que puedan ser— nos resultara completamenteindiferente.

Fue al poco de llegar a Beni Abbèscuando me percaté de lo mucho que eldesierto me había dado velada ydiscretamente. ¿Sentí acaso que habíallegado a mi patria? No exactamente.Estaba en mi patria, sí; pero comoforastero. Resulta muy extraño sentirsehuésped en la propia casa. Así que eldesierto me recordó que yo era unexiliado, y ello con independencia deadónde me dirigiera y cómo viviese.Claro que nada de todo esto me impidiósentirme orgulloso de haber llegado

Page 234: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hasta esa población en la que habría decomenzar una aventura que, por pequeñaque pudiera parecer a los demás, yosabía que era grande.

—¿Cómo te llamas? —mepreguntaron al poco de llegar.

—Shasu —respondí sin pensarlo.Y fue así como empecé a llamarme

con el nombre de mi guía.Quizá por este nombre —o por mi

determinación de convertirme en hijodel desierto—, pese a ser extranjero lasgentes que conocí en Beni Abbès nuncame miraron con recelo, sino más biencon algo parecido a la indulgencia o laconmiseración.

—¿Qué ha venido a hacer aquí? —

Page 235: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me preguntaban los más interesados.—No durará mucho entre nosotros

—se decían algunos entre sí.Por mi parte, procuraba no

molestarles en sus ocupaciones y muchomenos entrometerme en sus vidas. Ni yomismo sabía con exactitud si estabaentre ellos para descansar, parareencontrar mis raíces o para inventarmeuna nueva vida. Curiosamente, todasestas preguntas —que eran las que misamigos de Europa pensaban que yonecesitaba responder— habían dejadode suscitar mi interés. Mi únicacontestación, y no era una contestación,era esta: «Estoy aquí». Con eso mebastaba.

Page 236: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Lo que se veía desde la casita quealquilé en Beni Abbès era poco más omenos el paisaje que uno se imaginapara el día después de una gran guerra:un horizonte vacío, un espejo de la nadaen que el hombre consiste, por muchoque se esfuerce por parecer lo contrario.Pues bien, yo sentía que de aquella nadaque me rodeaba podía nacer algo nuevoy auténtico. Que solo de aquella nadapodía, efectivamente, nacer algo; y que—fuese lo que fuese— merecía la penahaber conocido una nada tan física comola que allí se me brindaba. Porque esoera lo emocionante: que la nada, ese

Page 237: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

concepto, encontraba ahí, en el espacioque tenía frente a mí, cierta visibilidad yconsistencia. La nada existe —puedoescribir ahora—, yo me la encontré.

Después de mucho pensarlo, hellegado a la conclusión de que lo que meatrae del vacío es el éxtasis de laposibilidad. Cierto que en el desiertopuede caerse con suma facilidad en elvértigo del infinito; y cierto, también,que la pasión por la nada es mucho máspeligrosa que su contraria: el afán detotalidad. Ahora bien, el éxtasis, elverdadero éxtasis, solo puede brotar deldesprendimiento y vaciamiento al quetodo desierto parece evocar y llamar.

Lejos de todo, en Beni Abbès

Page 238: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

percibí la ridiculez e insignificancia delos afanes en que tanto me habíadebatido en otros tiempos. Por fincomprendía que se nace para vivir, paranada más. Que vivir es la principal tareay que, para llevarla a cabo, no espreciso desarrollar ninguna actividad enparticular. El desierto me estabahaciendo descubrir que no hayexcelencia alguna en la conquista —seacual sea—, que la excelencia —si esque cabe hablar de ella— está en lamisma vida, y que vivir consistesimplemente en descubrir lo elemental.

Por eso, en Beni Abbès nunca meimportó tener cuarenta y dos años —losque todavía tengo—, o sesenta y seis; no

Page 239: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

me importaba ser checo u holandés,blanco o negro, bondadoso o malvado.Ni siquiera me importaba ser un hombreo un animal, que ardieran misposesiones o que mi nombre se borrarapara siempre de esos archivos quellamamos Historia. Dejó de inquietarmeincluso si regresaría algún día a Europa.Lo que me importaba, en cambio, eraestar allí, exactamente donde meencontraba: con el sol rojo que seescondía tras una duna, con el nuevonombre —Shasu— con que yo mismome había bautizado y con la arena aescasos metros, enfriándose al atardecera gran velocidad. Me importaba quetenía ojos para ver y piel para que la

Page 240: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

brisa de la tarde me la acariciara.—¿Sabes? —me dije a mí mismo—.

Estoy muy bien aquí.

En Beni Abbès la vegetación es tanescasa que el arbusto más insignificanteno me pasa desapercibido. Lavegetación es tan rala y pobre que cadaárbol —los pocos que hay— es para mícomo un obsequio. En su habitualdesvalimiento, los árboles del desiertoson los más bellos del planeta. Tal vezpor estar tan secos y necesitados deatención, o quizá simplemente por suaislamiento. El caso es que a veces,durante aquellas primeras semanas, me

Page 241: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

acercaba a esos árboles y los tocaba,solo los tocaba. Es posible que me loagradecieran, no lo sé. Yo queríatocarlos, experimentaba esa necesidad.Sentía que así como lo máscontradictorio, sobre todo locontradictorio, es posible en el desierto—tierra árida con los oasis másespléndidos que relampaguean sobre lafaz de la tierra, tierra ardiente yheladora a la vez—, así cohabitan en mítodos los contrastes imaginables. Digoesto porque en aquella pequeña casitade Beni Abbès detecté en mi interior lafuerza de lo espiritual y la de lo carnal,el poder de la mente y el del corazón, elmal y el bien, el impulso vital y el no

Page 242: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

menos fuerte que nos conduce a lamuerte y a la destrucción.

Llegué a estos pequeñosdescubrimientos gracias a los enormescambios de temperatura del día a lanoche, una variación que me dejódesconcertado. Pero no solocorporalmente desconcertado —comohabía supuesto cuando me lo advirtieron—, sino mental y espiritualmentedesconcertado: sin puntos de referenciaa los que agarrarme. De pronto medesvelaba en mitad de la noche y nosabía qué hora era, dónde estaba ni quéhacía allí. Ignoraba incluso qué objetoseran los que tenía a mi alrededor, o losabía pero con una angustiosa

Page 243: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

imprecisión. Las primeras noches enBeni Abbès me abrigaba y desabrigabasin cesar; luego mi cuerpo se fueacostumbrando a ir siempre abrigado,como hacen allí los nativos en cualquierestación del año.

Cuando no podía conciliar el sueño,cogía la única silla que tenía en mihabitación y la ponía frente a la ventana.Por alguna razón me emocionaba la ideade estar sentado frente al desierto.

Desde aquella ventana de BeniAbbès, hice muchos dibujos —tímidosal principio, pero más decididosdespués— al despuntar las primerasluces de la mañana. He aquí uno deellos.

Page 244: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Nadie me enseñó a dibujar estas simpleslíneas, por supuesto; pero las líneasestaban allí —frente a mi ventana—, sibien yo solo fui capaz de distinguirlascuando me acostumbré a los intensoscolores del Sahara: el rojo, el amarillo,el naranja… En mis primeros viajes al

Page 245: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

continente africano solo fui capaz de vercolores. Ahora, por fin, en laimprovisada patria de Beni Abbès, eldesierto me ha regalado también suslíneas —que he dibujado con crecienteplacer—. De modo que quizá habríapodido decirse que yo era algo así comoun artista, puesto que me ejercitaba en elarte de dibujar. Pero no, resultaexcesivo calificar de obra artística loque, al fin y al cabo, no son más queunas cuantas líneas trazadas con rapidez.

Mientras dibujaba —y tal vez poreso lo hacía tanto—, percibía que en misadentros había empezado a crecer unaflor a la que me costó poner nombre. Erala esperanza. Pero no se trataba de una

Page 246: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

esperanza concreta —con un objetopreciso o una meta determinada—, sinouna esperanza pura, por así decirlo, sinmeta u objeto: la esperanza de ser, deestar, la esperanza de llegar a formarparte de un mundo tremendo yfascinante.

Por las mañanas, antes de que apretarael sol, al principio solía acercarme a laplaza del mercado, donde vendíanfrutas, verduras, ropa, libros viejos yantigüedades. Con frecuencia reparabaen los tuareg, sobre los que tanto habíaleído y a quienes pude observarentonces —y en buen número— por

Page 247: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

primera vez. Dicen que esta tribu,diferente a la de los beréberes ybeduinos, se cubre la cabeza y buenaparte del rostro para protegerse del sol.No es únicamente por eso, comocreemos en Occidente. Los tuareg secubren para no darse a conocer desde elprimer momento y para recordarse unosa otros y a sí mismos que todo hombrees siempre un misterio. No se trata de unsigno de su retraso cultural, comoopinan quienes no los conocen, nitampoco de un simple toque exótico ofolclórico, como yo mismo juzgué antesde vivir junto a ellos. Es por respeto alos demás y por amor al pudor, que estanto como decir al proceso que debe

Page 248: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

existir en toda relación.En el mercado de Beni Abbès vi

muchas mujeres hermosas, pues lostuareg —según aseguran los libros ysegún comprobé yo mismo— son una delas etnias más agraciadas: la proporciónde las facciones, la intensidad de lamirada, la insólita mezcla entreespiritualidad y sensualidad que loscaracteriza… Pues bien, en ningúnmomento miré con deseo a ninguna delas muchas y hermosas mujeres quepululaban entre aquellos comercios,como no es inusual que me suceda en mipaís. El desierto había apagado mideseo sexual: no era algo de lo que mesintiera orgulloso, pero tampoco me

Page 249: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

entristecía.Debo decir que durante aquellos

días no me acordé nunca de mis tresgracias argelinas: la hermana rosa, lalila y la azul. Y sigo sin saber a cienciacierta si Petruchová, Benetková yPlicková, las mujeres más bellas de laasociación, fueron para mí oasis oespejismos. Es probable que sin ellas nohubiera perseverado entre los Amigos,eso sí puedo presumirlo; fueron estasmujeres, cada una a su modo, quienesme ayudaron a mantenerme en micamino. ¿Respondían las advertenciasde Benetková a una estrategia?, sigopreguntándome hoy. ¿Era la provocadoraPetruchová sincera en su arte de la

Page 250: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

seducción? ¿De qué se reía exactamentela dulce Plicková la mañana en que mesirvió el desayuno en Brno? No lo sé, yano me interesa.

Fue en el mercado, también, dondevi a una extranjera muy flaca —una talSuzanne Popherty, de origen belga— quellevaba más de veinte años viviendoentre los tuareg. Supe que esta mujerhabía llegado allí muy joven con elpropósito de estudiar a fondo esta tribuy doctorarse en antropología; tambiénsupe que luego había decidido no volvermás a su país. No volver, no volvernunca. ¿Por qué, si ya estaba de nuevoen África —y sin fecha de regreso—,seguían retumbando en mi interior, y con

Page 251: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

tanta fuerza, aquellas dos palabras?¿Anunciaban una necesidad opresagiaban una tentación? No volver,¿no volver? Pero ¿no era aquel viajemío un regreso a los lugares que habíavisitado en los anteriores? Y ¿no erantodos mis viajes al Sahara la vuelta a unlugar en el que nunca había estado y delque, sin embargo, nunca habría debidopartir? Todavía hoy ignoro si seré capazde quedarme en Argelia para siempre,como aquella señorita Popherty, tan altay flaca.

Había otro europeo en una aldeavecina, y también él era belga. Sellamaba Jean-Pierre Dolfieux y, al pocode instalarse, había abandonado los

Page 252: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

estudios de geología por los que sehabía desplazado hasta allí. Nadie pudodecirme a qué se dedicaba en concreto.Su compatriota, Suzanne, se habíaasentado en medio de los tuareg; Jean-Pierre, en cambio, vivía solo en unaespecie de eremitorio y en medio de lapobreza más inhumana y radical. Lostuareg no le apreciaban; decían queaquel hombre, en su juventud, habíavivido de forma irresponsable y sucia.Nunca supe a qué se referían, pese a lomucho que me habría gustado saber algomás del tal Dolfieux. Con la señoritaPopherty llegué a cruzar alguna palabra;no así con el señor Dolfieux. Se dejabaver muy raras veces, pues apenas salía

Page 253: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

de su choza. En cualquier caso, yaentonces pensé —y lo sigo pensando—que yo podría ser como cualquiera delos dos. Que sus vidas son, para la mía,una posibilidad.

La mañana en que conocí a Suzanne ysupe de Jean-Pierre, empecé a poner porescrito todo lo que me había idoocurriendo desde que cayerafortuitamente en mis manos el libro porcuya contraportada supe de la existenciade los Amigos. A ello me impulsó eltemor a que pudiese llegar el día en quetodo lo que me había pasado con eldesierto me pareciera un espejismo.

Page 254: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Desde mi llegada al Sahara, mispensamientos se encadenaban y sucedíanunos a otros como las dunas del desiertoentre sí, sin orden ni concierto. Escribí,pues, para poner un poco de orden enmedio de ese magma, pero también paradejar constancia de que aquel paisajeme ayudaba a no pensar. La nada delexterior lograba trasladarse —quiénsabe cómo— a mi interior, dejándometan voluble y vacío como un desierto.Estaba aprendiendo a hacer desiertodentro de mí. Debía escribirlo todoantes de que el silencio me robara laspalabras.

Fue escribiendo como me di cuentade que el desierto no es un lugar

Page 255: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

apropiado para tomar decisiones, comotantos aseguran. Más que para resolverproblemas, a lo que el desierto ayuda esa mostrar la irrelevancia y hastaridiculez de los mismos.

En aquellas primeras notas, quepoco después tomé como base para estanarración, quise dejar escrito que fueentre aquellas gentes donde supe que yopodía cambiar, que había cambiado.Finalmente era aquel que debía habersido siempre, el hombre que estaballamado a ser, tan común y, al tiempo,tan especial. Llegué a esta conclusión altomar un puñado de arena y permitir quese escurriera entre mis dedos con sumalentitud. Me agradaba ver cómo caía la

Page 256: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

arena hasta formar una montañita a mispies, me gustaba la sensación delcosquilleo en la piel. Pese a sentirmemuy pequeño en medio del océano dearena que me rodeaba, creo que fueentonces cuando percibí misdimensiones como ser humano en sumedida más exacta. Así que a lo quemás me parezco yo es a un grano dearena: a un granito que puedo cogerentre mis dedos y que, si se me escurre,seré incapaz de recuperar y diferenciardel resto. Así soy yo: perdido eindiferenciado en la inmensidad delmundo y, sin embargo, con una identidadprecisa e individual. «¿Quién soy?», mepregunté. «Solo un grano miserable de

Page 257: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

este desierto terrible y fascinante», merespondí. Y creo que esta es la mejordefinición que haya dado nunca de mí.

Page 258: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

EL DIBUJANTE DEDESIERTOS

—¿Y a qué te dedicas a lo largodel día? —me preguntaban los pocoscon quienes todavía intercambiabaperiódicamente algunos correos.

—A nada en particular —lesrespondía—. Estudio árabe —les decíatambién, para tranquilizarles.

Este laconismo mío, sin embargo, nodejó satisfecho al joven Vlk, muy

Page 259: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

interesado —a juzgar por suscomentarios— en lo poco que yoescribía y en lo mucho que, según él,debía de estar viviendo. Todavíaconservo algunos de los correos que leenvié en aquellos días, siempre enrespuesta a sus preguntas einterpelaciones. Parecía muy interesadoen saber cómo pasaba el tiempo y en sime sentía muy solo. A eso respondí:

«Cualquiera diría que el tiempotiene que hacerse aquí particularmentedenso. Es todo lo contrario, pero noporque se tenga la impresión de que lashoras pasan más deprisa o másdespacio, sino porque el concepto detiempo desaparece».

Page 260: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Y respecto a mi soledad: «Alejadode todos, aquí me siento unido a missemejantes, si bien no de una maneraemotiva o sentimental. Mi unión con elmundo, con los otros, es filosófica, sipuedo usar esta palabra sin que seentienda como sinónimo de algo frío odistanciado. A pesar de mis cuarenta ydos años, tengo la impresión de habermeretirado del mundo antes de habervivido verdaderamente en él. Que delmundo, lo que se llama “mundo”, yo nosabía nada, y que es ahora —en ladistancia— cuando estoy en disposiciónde abrirme y conocerlo. Nunca heamado tanto mi país como ahora, que lohe dejado atrás y estoy lejos; nunca he

Page 261: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

amado tanto mi lengua como cuando nohe podido hablarla. Sin embargo, miamor por mi patria y por mi lengua —sies que son cosas tan distintas— no es unamor doloroso: no experimento elsufrimiento por la pérdida. La pérdidaes —según entiendo ahora— lacondición del amor».

Y para concluir: «Contra loesperado, en esta casita de Beni Abbèsnunca me he sentido solo. Mucho mássolo y abandonado estaba en miapartamento de Kromeriz, pese a ser ellugar en que nací y donde viven laspersonas a las que debería querer.Enseguida consideré que esta soledad esel estado natural al que, sin saberlo, he

Page 262: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

aspirado siempre».«¿Estado natural?», me contestó él.«Deseo vivir de modo simple, como

lo haría un hombre primitivo —lerepliqué—. Deseo reducir misnecesidades a lo imprescindible yrenunciar a toda pretensión. Deseoreconocer al animal que hay en mí,amarlo, ofrecerle una oportunidad. Elanimal que hay en mí: nunca me hesentido tan humano como en estapequeña habitación».

Intercambiamos ocho o diez correos,quizá más. Y fue en aquellos díascuando decidí dar forma a mis notas yredactar mi experiencia africana deforma más organizada. Así que este

Page 263: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

relato lo escribí originariamente para eljoven Vlk, con quien la comunicación sefue perdiendo poco a poco, como seborra una duna. En uno de los últimoscorreos, en respuesta a su idea dereunirse conmigo, al menos durante unassemanas, escribí:

«Dicen que al desierto solo acudenlos exiliados, y siempre para escapar deuna esclavitud y en busca de una tierraprometida. No hay desierto sin éxodo,eso puede ser cierto; pero mi tiempo dedesierto no es para prepararme para unatierra prometida posterior, como en elcaso del pueblo judío. No, mi desiertoes ya en sí mismo la tierra prometida; yesto es lo que me hace mirarlo con ojos

Page 264: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

muy distintos a los de aquellos que lomiran y viven como un medio para laadquisición de otro fin. Como el pueblode Israel, también yo tengo la impresiónde que al desierto se viene a renacer. Demodo que no descarto que la humanidadtenga su origen en estas tierras, y hastaes posible que, como nos contaban deniños, el hombre haya sido hechoverdaderamente de agua y arcilla».

En aquella ocasión, conmovido porlo que parecía que podía derivar enamistad, me atreví a enviarle algunos demis dibujos. Pero él no entendió quetodas aquellas líneas eran los contornosde las dunas, y los calificó deabstractos.

Page 265: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

—Serían más expresivos si loscolorease —propuso.

Puede que Vlk no estuviera tanequivocado y que yo sea —como élpensó— un dibujante abstracto. Porque¿no es esto una abstracción?

¿Una abstracción? Al percatarme de lasmuchas rayas que surcan la palma de la

Page 266: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mano —y que hay quien asegura quesabe interpretar—, pensé que losmuchos dibujos de desiertos que estabahaciendo podían representar esasmisteriosas rayas que la naturalezadibuja en las manos de los hombres contoda minuciosidad. Sí, las líneas que hayen la arena y que conforman las dunas separecen mucho a los pequeños surcos —ríos y afluentes— que conforman unahuella dactilar. A veces he tenido laimpresión —casi la certeza— de estardibujando una inmensa huella dactilar.¿No es este un buen ejemplo?

Page 267: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Cuando veo este dibujo —que tambiénenvié al joven Vlk— pienso que yo soyuna línea, que quiero ser una línea. Quetodo hombre es una línea: a veces recta,pero casi siempre torcida. Y pienso quemis dibujos son mi forma de nomadismointerior: un nomadismo abstracto y, al

Page 268: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

tiempo, inmensamente preciso.Mientras dibujaba estas líneas, que

nadie —ni siquiera yo— distinguiría deotras cualesquiera, experimentaba lomismo que cuando caminaba por eldesierto. Estaba en movimiento, deacuerdo, pero también me parecíahaberme detenido. Vlk me comentó queeso le resultaría desesperante; para mí,en cambio, refleja mi condición con todaexactitud.

Nuestras divergencias seensancharon, nuestros correos se fuerondistanciando y, con el tiempo, Vlk dejóde escribirme. Quizá unas cuantaspalabras y dos dibujos habían bastadopara saciar su curiosidad, con lo que mi

Page 269: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

relato —todavía inconcluso, pero yatitulado El amigo del desierto—quedaba sin su destinatario original. Oquizá fuera que el desierto se habíaapoderado de él, encerrándolo —aligual que a mí— en el laberinto de suslíneas. Por mi parte, había llegado a loque, sin saberlo, estaba buscando: laausencia perfecta.

Lo primero que hacía al despertarme eradibujar lo que veía desde mi ventana,que una mañana —tres semanas despuésde mi instalación en Beni Abbès— teníapoco más o menos este aspecto.

Page 270: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Satisfecho con este resultado —másenigmático que mis dibujos anteriores—, salí de casa decidido a comprarmeun turbante en una de las múltiplestiendas del mercadillo. Encontréenseguida uno que me agradó y me loprobé frente a un espejo; al comprobarlo bien que me quedaba, decidí

Page 271: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

llevármelo puesto. Resulta increíblecómo un simple turbante puede llegar atransformar nuestra visión del mundo: depronto las mujeres me parecieron másbellas, las mercancías más atractivas, ylas especias que se exponían en sacos ycestas, de más vivos y variados colores.Desde que adquirí aquel turbante, desdeque me acostumbré a no salir a la callesin llevarlo puesto, me vi a mí mismo deotra forma y el significado de mi tercerviaje al Sahara cambió por completo.Finalmente había comprendido que esatierra que llamamos desierto eranecesaria para mí, quizá para todos. Quetodos, o al menos yo, necesitamos ponerla vista y el corazón en un espacio

Page 272: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

amplio y en un horizonte que no setermine. Solo así descansa la vista, creo;solo así descansa el hombre, estoyseguro. La amplitud del desierto curóheridas cuya existencia ignoraba. Y mialma quedó ensanchada como las velasde un barco en un día de viento en altamar.

¿Cómo explicar de otro modo elorgullo que me asaltaba —ese estúpidoorgullo— cuando caminaba por eldesierto vestido con el atuendo de unmusulmán? ¿De qué me sentía orgullosoen realidad? ¿De caminar? ¿De la puerilsatisfacción que me producía llevar unturbante, que para mí era unadeclaración de amor al pueblo en que

Page 273: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

había decidido afincarme? ¿De ser unhombre? Sí, era de eso, solo de eso: porfin había encontrado un lugar en elmundo a la medida que necesitaba. Todolo que no sea infinito o, al menos, todolo que no tenga el aspecto de infinito, nopodrá saciarme jamás. Lo infinito —¡lohe visto!— es una necesidad.

Al volver a mi casita de alquiler,solo dos horas después, el panorama quese me ofrecía desde la ventana habíacambiado.

Page 274: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pues bien, era esta transformación —tansúbita y total— lo que despertaba miinterés y me impelía a dibujar. Por elconstante movimiento de las dunas, unmismo punto del desierto suele ofrecerpanoramas muy distintos; esta es larazón, seguramente, por la que nadie de

Page 275: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

todos los que han visto mis dibujos se hapercatado de que la mayoría la herealizado desde el mismo sitio. Perodebo decir que ya no busco nada: queme limito a contemplar el paisaje y areproducir la esencia de lo contempladoen unos pocos trazos, convencido de queen esa contemplación y creación radicael único éxito posible de toda búsqueda.Pero no busco, repito: espero unarevelación, pasivamente cuandocontemplo y activamente cuando dibujo.

Por supuesto que en mis salidasmatutinas, siempre a primera hora, o enlas vespertinas, cuando el sol era menos

Page 276: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

violento, veía a hombres y mujeres quealigeraban el peso de esa soledadvoluntaria a la que había decididosometerme: mis vecinos, por ejemplo, olos dependientes de las tiendas dondecompraba, o los conductores de los taxisy las furgonetas… También veía,ocasionalmente, algún caminante que —quizá como yo— había salido tan solo aestirar las piernas y a llenarse el olfatode perfumes y la vista de colores.Aquellos caminantes (¿o eran siempre elmismo?) parecían no ir a ninguna parte yno venir de ningún sitio. Eran unelemento más del paisaje: personasintercambiables por cualesquiera otras—todas con sus sandalias, con sus

Page 277: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

turbantes…—, personas, en fin, aquienes muy bien se habría podidodefinir simplemente como caminantes.

¿Por qué es tan feliz toda esta gente,si vive entre tanta pobreza?, mepreguntaba. Porque la pobreza externales remite hacia su interior, y porque esallí —dentro, me respondía— dondedescubren que hay una riqueza que no semarchita. Belleza y pobreza: el binomiomás misterioso, el más esencial. Cuantomás pobre y desolado era el paisaje queme rodeaba —concluí—, tanto más ricoy lleno me sentía por dentro. Tanto mássabio cuantos menos pensamientos teníao, para ser más preciso, cuanto másajeno era al hecho mismo de pensar.

Page 278: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pues bien, así era como me sentía yodurante aquellas breves caminatas porBeni Abbès y sus alrededores, por logeneral poco después del amanecer,cuando el viento nocturno todavía no sehabía escondido quién sabe dónde: nocomo Pavel —que era como se meconocía en Kromeriz—; ni siquieracomo Shasu, el extranjero —como mellamaban los beréberes—, sinosimplemente como un hombre: uno entretantos, uno cualquiera que hubierapodido ser sustituido por otro sin quenadie se hubiese dado cuenta. Quizá niyo mismo lo habría percibido. Porque eneso radica el placer de caminar por eldesierto: en que no eres nadie, en que

Page 279: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

eres todos, en que por fin eres aquel quehas sido en otra vida y aquel quellegarás a ser, también en otra vida.Basta caminar por el desierto, solocaminar por el desierto, para convertirseen alguien diferente.

Dicen que algunos monjes de laantigüedad, para huir de la ociosidad,tejían por el día cestas que destejíanluego por la noche. No les importabanlas cestas —por útiles o bellas que estaspudieran ser—, sino el trabajo manual.Sus manos estaban activas y su mentedescansaba. Así yo con mis caminataspor el desierto y con mis dibujos delíneas, que ni siquiera son útiles y,probablemente, tampoco bellos. Por eso

Page 280: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

mismo no tengo necesidad de destruirmis dibujos, como los viejos monjes suscestas. Mi actividad no conduce aningún fin: tampoco el desierto parececonducir a ninguna parte; también él seme aparece despojado de toda finalidad.La eliminación de esa finalidad —esaindiferencia frente a todo en queconsiste, según creo, la libertadesprobablemente lo que me seduce de estelugar.

En el desierto se puede caminardurante días, semanas y hasta meses sinver otra cosa que arena; ahora bien,siempre llega el momento en queaparece un maravilloso oasis que invitaa detenerse y repostar. Por duro que sea

Page 281: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

el trayecto que conduce a un oasis,cualquier oasis merece siempre elesfuerzo del caminante. Tal es lasatisfacción y la alegría que allí seobtienen, que el camino recorrido, elrecuerdo del camino recorrido, no sehace tan arduo. Repuestas las fuerzas enel oasis, se vuelve a emprender uncamino en el que no es infrecuente queel caminante vuelva a impacientarse. Yasí hasta que de pronto, cuando menos loespera —casi cuando desespera—, otrooasis vuelve a presentarse. Pues esto esprecisamente lo que enseña el desierto:a caminar por la tierra y a parar dondehay agua, y así un día tras otro hasta quellega el momento en que se descubre que

Page 282: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

no solo se ama el oasis sino el caminomismo: que se ama la arena, ladificultad. Solo ese día —a mí mesucedió en Beni Abbès— podemosdefinirnos con justicia como «amigosdel desierto». Este dibujo lo titulojustamente así, El amigo del desierto.

Page 283: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

En la contemplación de este otro pasélargas horas.

Si miro mis dibujos del revés, o envertical, a veces me parece que mislíneas representan las arrugas de unrostro anciano o, incluso, los ríos y las

Page 284: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

montañas de un territorio imaginario.Por ello, sin saberlo, tal vez estédibujando la geografía de mi propiopaís, o una cartografía desconocida. Talvez todos los pintores del mundo esténpintando el desierto sin tan siquierasaberlo. Todos los caminos que hay enla tierra —los senderos de undesfiladero, las carreteras de unaautopista…— no son al fin y al cabo,vistos desde una determinadaperspectiva, más que simples líneas.

Por las noches, cuando el desiertoreal está muy oscuro y solo me queda elconsuelo de mi desierto imaginario,paso muy despacio las páginas de micuaderno y me maravillo de haber

Page 285: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

dibujado tanto. En esas ocasionesrepaso con el dedo cada una de laslíneas dibujadas, como si quisieracerciorarme de que también así —con eltrazo de mi dedo— me conducen almismo sitio. ¿Adónde?, se me podríapreguntar. No lo sé y, lo mejor de todo,no me importa no saberlo. ¿Estoydibujando un laberinto para no podermarcharme del Sahara? ¿Qué le hapasado a un hombre para que solo aspirea lo elemental: dormir y caminar, abrirla ventana, dibujar algunas líneas, mirarlas cosas sin pretender nada más quemirarlas? ¿Quién dice que esto seainsignificante para llenar una vida?

Cuando me canso de estas preguntas,

Page 286: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

cuando ni siquiera quiero escuchar lamúsica del desierto —que es la del novolver—, me introduzcoimaginariamente dentro de alguno de misdibujos. Pero no lo hago para deambularentre una línea y otra —como hacía alprincipio—, sino para ser una línea: unsimple punto que se desplaza.

Page 287: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

LA ESCRITURAROTA

Acaso por la desnudez y simplicidadde lo que hay bajo ellos, los cielos delSahara son sin duda los másimpresionantes del planeta. Ningúnhabitante del mundo puede tener tanpresente el cielo que tiene sobre sucabeza como quienes viven en estastierras. Por si esto fuera poco, el cielode Beni Abbès tiene muchísimos más

Page 288: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

colores que el de cualquier otro lugar.Aquí casi no existen los crepúsculos: esde día y de pronto, sin previo aviso, haanochecido. El sol no se pone tras lasdunas; cae como si fuera un astro quearrojara un dios. Como una bola defuego que se precipitase.

—Eres Tú, ¿no es cierto? —le dije aDios. Creo que esta fue la primera vezque formulé algo parecido a una oración—. Si existes, date a conocer —leincrepé, convencido de estar ante elpaisaje religioso por excelencia.

Reinaba un silencio tal que, de haberun Dios, estoy seguro de que era allídonde habría establecido su morada.

Dios, sin embargo, no se manifestó.

Page 289: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

O tal vez sí lo hiciera y su respuestafuera el silencio que me rodeaba, laarena caliente por el día y fría por lasnoches, el cielo y las estrellas.

¿Todavía no he escrito nada sobrelas estrellas del Sahara? Bastará quediga que antes de venir aquí yo no sabíabien qué era una estrella. Que no sabíalo grandes que pueden llegar a ser ni lomucho que llegan a brillar. Que no sabía—y quizá fuera esto lo principal—elingente número de estrellas que iluminannuestro firmamento.

Todo se recoge en Beni Abbès alcaer la tarde, también el espírituhumano. Rojizo, el cielo se acerca a latierra hasta fundirse con ella. Diría que

Page 290: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

se dan la mano, que se abrazan. Lasestrellas aparecen entonces muydespacio —como si alguien las fueraencendiendo una a una— y los sonidosdel hombre se van apagando mientrasemergen, en contrapartida, los sonidosde la naturaleza. En las noches de enero,el cielo del Sahara, como una sábananegra salpicada de luces blancas, no separece al cielo de ningún otro punto dela geografía. Tan ingente es el número desus estrellas que el cielo del desierto es—a ojos del hombre— como unacolosal y única estrella en donde,ocasionalmente, aparece alguna manchanegra que recuerda ese telón de fondoque es el firmamento.

Page 291: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Mis primeros dibujos de líneas erantodavía muy esquemáticos y fueronesbozados casi siempre al alba. Tomépor costumbre intercalar misanotaciones con dibujos como este, quefue uno de los primeros:

Page 292: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Pero llegó el día en que noté que micaligrafía se estaba estilizando y que,sin pretenderlo, había ido alargando laspalabras hasta que —algunas alprincipio y todas al final— llegaban aocupar una sola por línea. Así:

Consciente de lo que sucedía, lasalargué más a propósito; y fue así comofueron apareciendo mis líneas.

Bien es verdad que una línea sola, conlos valles y montes que las letras

Page 293: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

insinuaban, apenas evocaba todavía —con suficiente fuerza— la imagen deldesierto; pero muchas, una tras otra,fueron haciéndolo más elocuente.

Y así hasta que llegó el momento en quedejó de preocuparme lo que habíaescrito —que ni siquiera leía—, parainteresarme solo por el aspecto visualde la página, que contemplaba conmayor gusto y provecho del que,seguramente, hubiera extraído de sulectura. Comprendí entonces que miescritura se había roto y que me había

Page 294: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

convertido en algo parecido a undibujante. Jugaba con las letras,despreocupado ya de su sentido; medivertía. ¿Era… un artesano? No, deciralgo así resultaría pretencioso. Melimitaba a trabajar con las manos.¿Trabajaba… con las manos? No, lo quehacía no era lo que se llama un trabajo,pero tampoco un juego. Mis desiertos noeran mapas útiles ni obras de arteinútiles.

¿Qué eran entonces? Es imposibledefinir mis líneas y a mí me gusta haberinventado algo que nadie en el mundo

Page 295: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

podría decir bien de qué se trata. ¿No esesto como para sentirse orgulloso? ¿Noes hermoso burlar las palabras, aunquesolo sea por una vez?

He pensado mucho en este reveladorproceso por el que mis anotaciones sefueron estilizando hasta convertirse enextraños dibujos de líneas. Y heconcluido que la estilización de micaligrafía, hasta convertirse casi en unarecta, es un buen símbolo de mi vida. Yono sé, ciertamente, adónde van todasesas líneas, pero… ¿sabe alguienadónde va? Quienes creen saberlo son

Page 296: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

los peores: han domesticado la vida, queun buen día les sorprenderá haciéndolescaer de bruces. Tal vez alguna de estaslíneas que dibujo me conduzca al lugarque no busco pero que, seguramente, meha sido reservado.

No lo sé, pero sospecho que serán estasmismas líneas —no otra cosa— las quetendrán que revelármelo.

Cuando no conocía el desierto, bienhubiera podido decirse que yo meexpresaba —como cualquier persona—a través de la particularidad de mi letra:de su tamaño y de sus formas —

Page 297: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

redondas o puntiagudas—, de suinclinación… Ahora, en cambio, sientoque debo poner el punto final a estemanuscrito porque deseo convertirme enuna línea que difícilmente puedadistinguirse de cualquier otra. Sí, lodeseo; deseo ser como el desierto. Anteslos hombres podían intentar entenderme,ya no. Soy más misterioso. Soy máscomo Dios, si es que existe…

Page 298: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

CODA

El viento ha soplado esta noche de talmodo que en la arena han aparecidoespléndidos dibujos que, inconscientede su potencia creadora, esa mismaarena ha borrado para transformarenseguida en otros aún más fugaces yhermosos. Maravillado, he tenido quecoger nuevamente la pluma. La mayoríade mis anotaciones eran ya líneasilegibles, por lo que había supuesto queno volvería a escribir. Pero el mundo

Page 299: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

entero estaba en ese instante en lasdunas que había frente a mi ventana y yo,aunque sea con torpeza, he sentido lanecesidad de relatar lo que vi. Sihubiera tenido la paciencia necesariapara contemplar aquellas dunas sincansarme, quizá habría visto en ellas eldibujo de mi propio rostro. ¡Ah, si yosupiese leer en la arena!

—¡Uuhh, uuhhh!El viento del desierto suena como un

gemido que viene de muy lejos y al queotro —mayor o menor, no importa, másgrave o más agudo— sustituye pocoantes de apagarse. El viento del desiertoparece traer consigo el lamento de otrosdesiertos más lejanos, a los que el

Page 300: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hombre no puede o no quiere llegar. Sinhaber escuchado ese viento alguna vez,nadie puede imaginarlo. Esta noche eseviento ha sido tan fuerte y quejumbroso,tan humano, que parecía gritar y pedirmeayuda. Por ello, he tenido queincorporarme del lecho e ir hasta laventana para ver qué sucedía.

—¡Uuhh, uuhhh! —he vuelto aescuchar.

La arena jugaba con el viento y meinvitaba a entrar en su juego.

—¡Voy, voy! —he respondido,haciéndome eco de su invitación.

Ese viento… ¿gritaba? ¿Selamentaba? A veces me parecía que sereía o que canturreaba una melodía en

Page 301: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

honor de las dunas, incapaces desosegarse y quedarse quietas. Para mí hasido muy claro que me quería decir algo,que me llamaba, que deseaba que leprestase atención. De modo que heabierto la ventana con la sospecha, casila certeza, de que solo así podríadescifrar su lenguaje. Y es probable quelo hubiera entendido de haber sido yo untuareg.

Puede abandonarse el mundo, perolo cierto es que el mundo acompaña casisiempre a quienes lo abandonan. En miprimer viaje al desierto —así lo piensoahora—, yo no abandoné mi mundo. Enel segundo conseguí abandonarlo, porsupuesto, pero fue él entonces el que no

Page 302: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

consintió que le dejara. Solo de mitercera expedición podría decir queviajé al desierto sin mi mundo: sinllevarlo conmigo y sin que él seempeñara en acompañarme. Y solo enesta ocasión he podido oír el viento quesopla en el desierto, que es su manera decomunicarse con quienes habitan en susinmediaciones.

—¡Auuhh! ¡Auuhh! —he gritadodesde mi ventana, agradecido por elregalo de todos aquellos caprichosos yhermosísimos dibujos.

Durante algunos instantes aquelviento nocturno ha enmudecido, tal vezpara discernir quién lo llamaba. Nuncahe entendido cómo este silencio que no

Page 303: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

lo es (pues en Beni Abbès siempre soplael viento o, al menos, una ligera brisa)logra dar la impresión sonora de lo quenormalmente se entiende por silencio. Elviento que acompaña al silencio deldesierto —que lo constituye o conforma,por ser más exacto— propicia que estesea un silencio en el que es posiblepasar muchísimas horas sin la menorsensación de angustia. El silencio deldesierto es el único, entre todos lossilencios que he conocido, en el que heencontrado esta propiedad. Este silencio—que se niega a sí mismo— es uno delos muchos signos de la delicadeza quetiene el Sahara con sus visitantes.

—¡Shaaasuuuuuuu! —he gritado.

Page 304: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

¡Me pareció tan hermoso quepudiese comunicarme con la naturalezacomo nunca lo había hecho hastaentonces, como ni siquiera imaginabaque podía hacerse! ¿Era esta lasabiduría del desierto que tenía quealcanzar? ¿Asistía por fin, tras micontemplación de las dunas y misdibujos de líneas, a la iluminación queel destino me reservaba?

El viento de esta noche sahariana,muy diferente al que he escuchado enotras ocasiones, no me llega con toda supotencia por culpa de las edificacionesque hay junto a la mía y que actúan comobarrera protectora. Ignoro si alguienhabrá escuchado mis gritos, pero he

Page 305: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

llegado a pensar que desde la ventana decada una de las casas de Beni Abbès,sus moradores —como yo mismo— hangritado ese «¡auh, auh…!» con quetambién ellos responden al viento y secomunican con él. No me resulta difícilimaginar que todos los hombres que sonfelices apliquen de un modo u otro estemismo sistema: que también ellos abranpor las noches las ventanas de sus casasy que allí, cuando nadie les ve,conversen en silencio con el espíritu dela naturaleza. De igual modo imaginoque tú, quienquiera que seas, harás lomismo; pronto terminarás de leer y, actoseguido, cerrarás este libro, abrirás unaventana y —estoy seguro— sentirás que

Page 306: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

hay algo nuevo en el aire.

En el desierto de los Durantini,diciembre de 2005

Page 307: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

PABLO D’ORS nace en Madrid en1963, en el seno de una familia deartistas, y se forma en un ambientecultural alemán. Es nieto del ensayista ycrítico de arte Eugenio d’Ors, hijo deuna filóloga y de un médico dibujante, ydiscípulo del monje y teólogo ElmarSalmann.

Page 308: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

Tras graduarse en Nueva York y estudiarFilosofía y Teología en Roma, Praga yViena donde se especializa engermanística, se doctora con una tesistitulada Teopoética. Teología de laexperiencia literaria. Es ordenadosacerdote en 1991 y es destinado a lamisión claretiana de Honduras. Haejercido como pastoralista matrimonial(1996-2000); capellán universitario yprofesor de dramaturgia (2001-2005); ycomo capellán hospitalario y crítico deliteratura centroeuropea en el ABCCultural (2006-2013). En busca delsilencio ha peregrinado a pie aCompostela y ha viajado al desierto delSahara, al Monte Athos y al Himalaya,

Page 309: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

entre otros lugares de irradiaciónespiritual.

Su trayectoria como escritor comienzaen 2000 con el libro de relatos Elestreno, que inaugura su inconfundibleestilo, cómico y lírico a un tiempo,espiritual y sensorial, y con la novelaLas ideas puras, finalista del premioHerralde. Su nouvelle de 2003,Andanzas del impresor Zollinger, esadaptada al teatro y representada en2011 en Italia por el famoso actor ydirector Roberto Abbiati. Publicaráluego El estupor y la maravilla (2007);Lecciones de ilusión (2008); El amigodel desierto (2009); Sendino se muere

Page 310: Esta es la historia de Pavel, a quien · PDF filePablo d’Ors El amigo del desierto Relato de una vocación ePub r1.0 Titivillus 06.07.16

(2012); Biografía del silencio (2012),que obtuvo cuatro ediciones en pocosmeses; y El olvido de sí (2013), unaautobiografía ficticia de Charles deFoucauld. Todas sus obras,emparentadas principalmente con laliteratura de Franz Kafka, HermannHesse y Milan Kundera, han tenido unaexcelente acogida por la crítica.