Esquema histórico Ethos Colombiano

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breve recorrido por la reforma, su incidencia en la modernidad y el intento fallido de modernidad en colombia

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Orígenes de la conducta Colombiana

En un mundo globalizado o, por lo menos, en proceso de

globalización, la evidencia de que los colombianos tenemos

una forma distinta de actuar a la de los europeos, de quienes

se supone heredamos la cultura, produce profundas inquietudes

en torno a esta singularidad. En mi concepto el problema se

debe abordar desde los antecedentes históricos de Europa y

América, puesto que, en la unión de estos, se gestó la

idiosincrasia latinoamericana. En el presente trabajo se

esbozaran algunos precedentes históricos de Europa que a mi

juicio influyeron definitivamente en la formación del ethos

colombiano. Para este efecto empezaré dando algunas

características de la reforma y de la contrarreforma puesto

que es en estás donde se encuentra la raíz de la diferencia

de conducta colombiana.

Relacionemos, inicialmente, las características que, en

opinión de Rubén Jaramillo, son propias de la reforma

protestante: el individualismo, el derecho a la crítica, la

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autonomía de acción y, finalmente, la filosofía idealista.1

Es claro que estas propiedades influyeron en la conformación

del capitalismo y, por ende, de la modernidad ya que son la

esencia misma de la conducta racionalista de los europeos

(calcular, proyectar, medir, etc.). Pero veamos algunas de

ellas con detenimiento.

Lutero, padre de la reforma, afirma que para honrar a Dios no

es necesario renunciar a la vida mundana, puesto que a Dios

se le sirve desde la cotidianidad, desde oficio que él le

destine; es decir, llama al culto de Dios desde la

individualidad, desde el trabajo personal, no desde un culto

en comunidad que estuviera circunscrito a privaciones. Otra

expresión del individualismo y de la autonomía de acción fue

el llamado al autocontrol de la vida pulsional: el hombre

debía regir su vida sexual bajo sus propios parámetros, no

desde los lineamientos del sacerdote de la iglesia o del sumo

pontífice.

En el momento histórico en el que los burgueses adoptaron

estos preceptos en favor de sus intereses se inicia la

modernidad, con las características que todos conocen.

1 Rubén Jaramillo Vélez, Moralidad y modernidad en Colombia, Bogotá, ESAP, 1998, pp 4, 5.

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Inician las revoluciones burguesas, comenzando por la

revolución calvinista, que triunfó en los Países Bajos a

comienzos del siglo XVII.

Entre tanto España se enraizaba en la edad media; la

responsabilidad individual se ve anulada por el control

jerárquico, el clericalismo se acentúa, se intensifica el

provindencialismo, la vinculación con el más allá y la

intervención de este en la vida cotidiana.2

A lo anterior hay que agregarle el hecho de la peregrina

historia de la península Ibérica: la invasión de los

musulmanes durante el periodo en el que las demás naciones

europeas cursaban el feudalismo; el hidalguismo y la

consecuente prolongación de la edad media y de las gestas

caballerescas en América.

Es fundamental, gracias a que las anteriores características

fueron trasmitidas a las colonias americanas, estudiar con

algún detenimiento la gestación del hidalguismo y la

estructura económica de España para el claro entendimiento

de la idiosincrasia colombiana. Para este fin se recurrirá al

2 Ibid. , P. 11.

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magnifico trabajo de Claudio Sánchez Albornoz, España, un

enigma histórico.

Inicialmente se debe romper con el mito de que la única razón

por la que los españoles despreciaban el trabajo era por que

tenían esclavos y sirvientes que les hacían todas las

actividades manuales. Esta explicación no toma en cuenta que

la nobleza francesa o la italiana, en la misma época, poseía

sirvientes que, al igual que los españoles, realizaban todos

los oficios manuales. En el punto que realmente se

diferenciaban era que los nobles del resto de Europa no

observaban el mismo respeto por los ritos nobiliarios que

existía en las cortes españolas, además de la diferencia

numérica de hidalgos en las cortes.3

El desmesurado número se explica en el fácil acceso a la baja

nobleza en España: ingresaba a las filas de esta todo aquel

que tuviera un caballo apto para ir a la guerra contra los

sarracenos. Una vez que un villano entraba a la baja

caballerosidad se ajustaba con todo el rigor a las costumbres

aristocráticas para no evidenciar su origen innoble ante los

3 “En 1541 había den las dieciocho provincias de Castilla: 108.358 vecinos hidalgos frente a 897.130 vecinos pecheros. Y en Asturias y León unos 25.000 vecinos hidalgos y otros tantos pecheros”. Claudio Sánchez Albornoz, España, un enigma histórico, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1956, p. 672, tomo I.

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que hacía poco eran sus iguales o los iguales de sus padres o

abuelos. En el resto de Europa, entre tanto, el acceso a la

nobleza era mucho más exigente.

En el momento en el que fueron expulsados los moros, una de

las puertas de acceso a la nobleza se cerro pero se abrió

otra por el mismo camino de la gesta heroica: la colonización

de América siguió permitiendo a los aldeanos y villanos el

acceso a la baja nobleza: “Se repitió la historia medieval

castellana. El heroísmo que convertía en capitanes, la

batalla por conquistar las tierras nuevas y la riqueza que

procuraba su ocupación, jerarquizaron socialmente a numerosos

españoles durante el siglo XVI”4.

En tanto que la nobleza europea empezaba a realizar tareas

marginales a las actividades propias de un noble, gracias al

florecimiento de la vida mercantil e industrial (coincidían

los aristócratas que se aburguesaban y los burgueses que se

aristocratizaban, durante los últimos años de la edad media

tardía), los españoles buscaban afanosamente conseguir un

terruño de tierra que le permitiera comprar y sostener un

caballo para ir a la guerra a ganarse el titulo de

4 Ibid. , p. 674.

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caballeros, y así entrar a una nobleza de labradores

enriquecidos que detestaban los oficios a los que se habían

dedicado durante gran parte de su vida (los odiaban por

considerarlos indignos de su nueva condición de caballeros).

Este portón franco a todo aquel que pudiera invertir su

“fortuna” en la actividad bélica genero en los habitantes de

esta región la inclinación a buscar la nobleza por el camino

de la actividad guerrera o al enlace de su fortuna con las

actividades bélicas como trampolín al titulo nobiliario.

Cualquiera de las dos opciones alejaba el dinero de las

actividades que, si bien generaban dinero, no causaban el

respeto de un noble. Lo anterior “contribuyó no poco a

restar ímpetu al proceso generador de la burguesía – por

otras causas nunca terminado en Castilla - e impidió que

madurasen ideales burgueses antinobiliarios, que arraigaron

en países donde no era fácil el ingreso den la baja nobleza y

donde la burguesía dueña del gobierno en las urbes, tenía el

orgullo de clase dominante y el respeto de sus

conciudadanos”.5

5 Ibid. , p. 676.

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Por otra parte, en tiempo del reinado de Juan II, la venta de

“juros de heredad” ocasiono que las sumas que se hubiera

invertido en el desarrollo de la industria, la ganadería, el

campo o el comercio se desviaran al fortalecimiento del

estado, deteniendo la evolución de la burguesía, prolongando

la tradición medieval hispánica, que fue heredada a las

colonias americanas.

Para los días de Carlos V el importe de los interese de los

juros ascendía a 167.645.000 maravedís, cifra que sumada a

las gracias o regalos del rey causaba la mitad de los

ingresos del erario público. Dichas gracias fueron la nueva

manera de ordeñar al estado y de obtener de él la distinción

y la riqueza buscadas y deseadas. “Hasta tratadistas de

política como Palafox juzgaban los oficios de corte o

gobierno, no como puestos de servicio en bien de la

comunidad, sino cargos con los que los reyes recompensaban a

grandes o chicos”.6

A las anteriores causas económico – sociales, del desarrollo

de la burguesía de la España que conquistó América hay que

agregarle la derrota del levantamiento comunero en la batalla

6 Ibid. , p. 699.

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de Villalar (1521); movimientos que, en opinión de Rodolfo

Puiggrós, “expresaban espontáneamente las tendencias al

desarrollo burgués democrático en proceso de maduración en

Europa occidental”7, transformando a Carlos V en el adalid de

reacción europea. En los mismos días de la batalla de

Villalar, en la dieta de Worms, convocada por él, es

proscrito Martín Lutero y su reforma, llevándose consigo la

posibilidad de encaminarse, con el resto de Europa, a la

modernidad.

De lo anterior se infiere que a América llegaron hombres que

traían la ambición de poder, dinero y gloria, heredada de una

tradición hidalguista gestada en el fragor de la lucha

contra los moros; estos conquistadores traían, además, el

anhelo de perpetuar los sueños medievales personificados en

la figura de los caballeros y aventureros; finalmente, como

corolario de las anteriores afirmaciones, ellos venían con el

ánimo de hacerse a un titulo y a una servidumbre que

cumpliera con los oficios que ellos no podían realizar por

tener titulo de nobles hidalgos.

7 Rodolfo Puiggrós, La España que conquistó el nuevo mundo, Bogotá, Áncora Editores, 1989, p. 143.

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Estas particulares se reflejan, por tanto, en el colombiano

que estudia con el anhelo de tener, en un futuro cercano, un

cargo público (o destino, como se denominaba en la España de

la colonia). Se observa, asimismo, en el hombre que, venido

de menos, riñe contra un pasado que le avergüenza y que,

gracias a esta dinámica, odia a todo aquel que le recuerde o,

al menos, le acerque a los días de “desclasado”. El burócrata

es, sin duda alguna, el mejor ejemplar de la fauna que pasó

intacta desde la colonia hasta el momento actual: además de

ser arribista y codiciar cuanto cargo público se ponga a su

alcance, sobrevive gracias a los manejos -no pocas veces

fraudulentos- con los congresistas que legislan con la

finalidad de generar necesidades que, en últimas, obligan a

establecer nuevas plazas que son habitadas, ¡por supuesto!,

por estos engendros de la vieja tradición española de

parasitismo estatal. La probada calidad belicista del

colombiano es, sin duda alguna, producto de los hidalgos que

se internaron en la manigua colombiana en busca de riqueza y

que, en su afán de encontrarla, asesinaron, sin dar prueba de

piedad, a cuanto indígena se opuso a su ambición. El último

rescoldo de la España feudal en Colombia es el denominado

"rebuscador" que transita el país instalando negocios en

todas las regiones que llega y que, al igual que sus

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ancestros, no somete sus actos al menor escrutinio ético ya

que su único objetivo es enriquecerse en el menor tiempo

posible.

Estos ejemplos dan prueba que los colombianos estamos más

cerca de la impulsividad frenética de los hidalgos de la

España de la contrarreforma que de la racionalidad hija de la

modernidad. Este hecho, marginado por su condición de verdad

incómoda, causa que todo proyecto “modernizante” caiga, en el

mejor de los casos, en las cenagosas aguas del escepticismo

o, en caso que la fortuna no le sonría a la propuesta, en la

fría indiferencia.

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BIBLIOGRAFÍA

JARAMILLO VÉLEZ, Rubén; Moralidad y modernidad en Colombia,

Bogotá, ESAP, 1998.

PUIGGROS, Rodolfo; La España que conquistó el nuevo mundo,

Bogotá, Áncora Ediciones, 1989.

SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio; España, un enigma histórico,

Buenos Aires, Editorial Sudamericana, Tomo I, 1956.

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DIEGO NIÑO

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIABOGOTÁ, 1 de Diciembre de 2009