ESPIRITUALIDAD, MEDITACIÓN Y CIENCIA SPIRITUALITY ...

31 | Sit ecclesia domus ISSN 2718-8000 1/2 (2021)

ESPIRITUALIDAD, MEDITACIÓN Y CIENCIASPIRITUALITY, MEDITATION AND SCIENCEpor Juan José EYHERABIDEUniversidad Nacional de Mar del PlataMFC [email protected] 0000-0002-7992-4294Recibido 22/3/2021 - Aprobado 31/03/2021

Resumen:

Se hace un recorrido de los orígenes de la espiritualidad cristiana y su evolución; se señalan las distintas actitudes que la Iglesia ha tenido respecto de la ciencia para reflexionar sobre el vínculo entre ellas y sobre cómo se posiciona la espiritualidad humana en esa relación.

Summary:

An overview about the origins of Christian spirituality and its evolution is commented, pointing different attitudes of Catholic Church about science, to reflect the connection between them and the way in which human spirituality links that relationship.

1. INTRODUCCIÓN1

No es mi intención, en este artículo, hablar puramente de espiritualidad, dado que hay abundante bibliografía sobre el tema, bien desarrollada por perso-nas que viven una profunda espiritualidad y son verdaderas autoridades en ello.

Ante temas tan complejos, tomé la tarea de presentar, someramente, un 'recorrido' de la relación de la Iglesia Católica y su espiritualidad, con el comple-jo Investigación, Ciencia y Tecnología. Además, agregué la intención de desper-tar inquietudes en cada uno de nosotros, para meditarlas e intercambiar ideas en nuestros grupos de oración y también de amigos.

2. RELACIÓN DEL HOMBRE CON DIOS.

La Iglesia en sus primeros siglos

Desde que Jesús ofrendó su vida y fundó su Iglesia, ésta ha ido creciendo en presencia en el mundo y evolucionando según los momentos históricos vivi-dos. De acuerdo con el devenir de los tiempos fue variada la respuesta que ella ha dado como Institución, por lo que se pueden marcar algunas diferencias en las formas de esas respuestas.

Hay algo que debemos tener claro y es que el origen de nuestra Iglesia Católica es oriental, ya que se originó en lo que llamamos Medio Oriente, y desciende de Abraham, nacido en lo que hoy es Irak, al igual que el Islamismo. Sucede que, al ser difundida principalmente desde Roma, se “occidentalizó” influenciada por la cultura greco-romana.

Palabras claveespiritualidad – ciencia – Iglesia Católica – investigación holística.

Keywords:spirituality – science - Catholic Church - Holistic research.

1 Agradezco Marcela Benhaim y a Pablo Cavallero por invitarme y colaborar en la redacción de este artículo.

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La Iglesia de Jesús tuvo diferentes formas de presencia en el mundo según cada época y, resumiendo en unas pocas palabras, podemos decir que en los primeros tiempos los apóstoles hicieron, guiados por el Espíritu Santo, una labor muy activa en cuanto a su difusión a través de misiones en distintas ciuda-des de Oriente. Sin duda que perduraron más en el tiempo las misiones llevadas a cabo en la zona más occidental.

En los primeros tiempos los apóstoles, en especial Pedro, llevaron el cristianismo a Roma, aunque en esa ciudad los cristianos fueron perseguidos por varias causas, pudiéndose citar, entre otras, el incendio de Roma promovido por Nerón. Esa situación se dio hasta la conversión de Constantino, quien en el año 313 permitió la libertad religiosa, hecho que luego ratificó en el año 325.

Previamente y también en paralelo, desde Jerusalén y Roma, grupos de personas migraban a los desiertos de Egipto, Siria y Líbano, para vivir en comu-nidades de pastores dedicadas a la oración, la penitencia y la búsqueda de Dios, como Antonio Abad y Pacomio. Algunos de ellos son santos que dejaron escritos doctrinales con gran espiritualidad. Los principales Padres de la Iglesia de Oriente son San Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno, san Gregorio de Nisa y San Juan Crisóstomo, quienes sentaron las bases de lo que luego sería la Espiritualidad Católica.

En esos tiempos, la investigación científica era nula o escasa, al igual que en la Edad Media, por lo que la mayor parte del conocimiento científico estaba regulado por las premisas que estaban escritas en la Biblia. Es de destacar que muchas congregaciones y órdenes religiosas que se continúan en nuestros días tuvieron su origen en la época medieval. Fueron fundadas por personas de profunda fe, de gran sensibilidad espiritual y que mantuvieron viva la llama de la oración. Así surgió la que se reconoce como la primera Congregación que aún perdura como tal, que es la orden de los Benedic-tinos, fundada por San Benito de Nursia, a quien se considera el padre del mona-cato, alrededor del año 530 en Montecassino.

Fueron y son instituciones que conservaron los principios establecidos por los Padres del Desierto y de la Iglesia. Otras congregaciones, para mencionar sólo a las más conocidas en nuestro país, son las órdenes de los Franciscanos, de los Cartujos, de Nuestra Señora del Monte Carmelo (Carmelitas) y de los Domi-nicos. Con respecto a los benedictinos, San Benito, en su Regla, insiste en que la actividad principal de los monjes dentro de la comunidad debe ser orar y traba-jar (ora et labora). Estos aspectos que también contemplan las demás órdenes, nos demuestran que la oración y el trabajo son dos pilares fundamentales para el desarrollo espiritual.

Iglesia, arte y ciencia

Más tarde, la Edad Moderna se caracterizó porque hubo una seculariza-ción de la humanidad y la Iglesia Católica perdió influencia en lo referido a la ciencia. Hubo avances importantísimos en las áreas del arte, la literatura, la arquitectura, la escultura y la pintura, favorecidas por el mecenazgo, especial-mente en Italia y en España. También hubo progresos en la ciencia no humanista, como el invento de la brújula, el microscopio, el termómetro, el mejoramiento de la máquina a vapor, el desarrollo de las carabelas como medio de transporte marítimo, que se suman al descubrimiento de América y el intercambio de bienes con Oriente.


En ese tiempo la Iglesia, siguiendo las directivas de Jesús, dedicó muchos esfuerzos a la evangelización en los nuevos continentes descubiertos, tomando gran preeminencia y poder en América. Tuvieron un gran avance, sobre todo en América del Sur, las misiones jesuíticas. Ello dio poder económico a los Papas y a la Iglesia en general a consecuencia de los tributos recibidos, lo que hizo que los reyes, celosos de este hecho, entraran en conflicto con algunos de los Papas. Con el avance de la producción literaria y su difusión, sumado a la corrupción que se había instalado en parte de la alta jerarquía eclesiástica, Martín Lutero se enteró de que se otorgaban indulgencias a cambio de dinero que se utilizaría para la construcción de la Basílica de San Pedro, por lo que inició la Reforma Protestante. Esta acción de su parte dio lugar a que la Iglesia hiciera en Trento la Contrarreforma.

Un párrafo aparte merece la influencia que ejercieron sobre la ciencia tres grandes científicos, que fueron Francis Bacon (1561-1626) en la filosofía, René Descartes (1596-1650) en filosofía y matemática e Isaac Newton (1643-1727) en física y matemática. Estos tres grandes pensadores establecieron postulados que la ciencia utilizó durante más de doscientos años. Se desarrolló el empirismo como núcleo de la ciencia que es una forma diferente de ver, analizar y describir los fenómenos en base a la experimentación. Descartes, por ejemplo, postuló una visión mecanicista del mundo y Newton una modalidad reduccionista de experi-mentación, en la que se mantienen estables las variables que puedan influir en la respuesta de aquella que queremos medir. Con tales postulados, se sentaron las bases de la experimentación en cuanto a la manera de realizar las observaciones. Así se produjo una visión fragmentada, mecánica y reduccionista del mundo, en base a la cual la humanidad progresó en aspectos tecnológicos de manera indis-cutible y que podemos ver a diario. Pero se dejó de lado el estudio de la concien-cia en el acto de hacer investigación y crear ciencia.

En las investigaciones realizadas siguiendo estos postulados, es muy difícil medir las interacciones que puedan existir entre las variables, por lo que se pierde de vista el sentido holístico, es decir, no se considera la interconexión entre variables. Este aspecto, que hoy día se observa en muchos de los experi-mentos, es objeto de discusión científica. Esta forma de avance del conocimiento y líneas de pensamiento se ve muy bien reflejado en la obra La tercera ola, de Alvin Toffler (1979), que plantea y describe un futuro casi vacío de contenido humano, con preeminencia de la tecnología. Esta forma de pensamiento se ve reforzada en su siguiente obra, The power shift (El cambio del poder) en la que se refiere a la importancia del manejo de la información como fuente de poder.

O sea que el Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología han ido progresan-do continuamente, aunque a diferentes ritmos, por más de quinientos años y más rápidamente durante los últimos doscientos; pero aquí podríamos pregun-tarnos: ¿cómo han evolucionado el bienestar social mundial y los aspectos que son importantes para el hombre, como individuo y ser social que vive cada día de su trabajo?

Si lo visualizamos desde un punto de vista más humano y menos tecno-lógico, considerando aspectos éticos y morales, a nivel mundial hubo un rápido avance que no tuvo en cuenta una propuesta de crecimiento integral de la socie-dad: se ha priorizado el progreso económico sobre el social, el individualismo y la acumulación de poder en lugar de favorecer el crecimiento moral y espiritual del conjunto de la humanidad. ¿Y qué podemos decir del desarrollo de la calidad de vida interior de la persona humana?


Tampoco es muy destacable el avance del amor entre hermanos que nos propone Jesús cuando dice “ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Juan 13: 34). Esto se aprecia diariamente, ya que en muchos casos se observa, en la sociedad y en lo que reflejan las noticias, una opción preferencial por el poder y los bienes terrenales, tanto de los laicos como por parte de algunos integrantes de la dirigencia eclesiástica. A nivel mundial, con respecto a la Evangelización, en estos dos mil años podríamos mencionar la presencia de la Iglesia Católica en toda Europa Occi-dental, las misiones en países de Oriente y África y una tímida presencia en India y China. También en Oriente existen la Iglesia Ortodoxa y la Protestante que son desmembramientos de la Iglesia Católica.

En realidad, esto no aparece como un resultado muy exitoso en el cum-plimiento del envío que hizo Jesús resucitado a sus apóstoles (Mt 28, 18-20; Mc 16, 15-48; Lc 24, 45-48), si lo comparamos con lo hecho por San Pablo y otros cristianos de las primeras horas según los medios con los que contaban en esos tiempos.

Según el estado actual de las cosas vemos que no hemos estado a la altura que las circunstancias requerían. Aquí cabría que tratemos de contestar la pregunta que se le atribuye al filósofo ateo francés J. P. Sartre (1905-1980): "¿Qué hemos hecho con lo que han hecho de nosotros?". Visto así, y siendo muy piado-sos, podríamos responder: "No mucho”, o “No lo suficiente”.

3. CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD

Evolución de la investigación científica en nuestros días

Desde mediados del siglo pasado se encontró, sobre todo cuando se trabaja con 'cosas pequeñas' como los átomos, que no se cumplían los postulados de la ciencia basada en los principios de los tres científicos ya mencionados, en especial de Newton, y que Toffler realza. Pero sí es posible explicarlos de alguna manera, aunque aún no completa en todos los casos, a través de la Mecánica Cuántica, que nació en 1900 y de la que se puede decir que Max Planck es su padre. También Niels Bohr contribuyó notoriamente al inicio y avance de esta ciencia por la descripción del átomo. Esta disciplina, ha demostrado y analizado hechos que nunca se podrían explicar aplicando los principios de Descartes y de Newton.

Esta nueva rama de la ciencia, que trabaja a partir de lo pequeño, o sea el mundo atómico y subatómico, explica y dio origen a muchos avances del mundo que conocemos, tales como los rayos láser, las centrales nucleares, la conforma-ción del DNA y, por ende, la ingeniería genética.

Según sostienen quienes trabajan e investigan en áreas de la Mecánica Cuántica, todo es energía que se mueve en forma de “corpúsculos” u “ondas”, según la situación. También, que la sola observación puede influir sobre el resul-tado de un experimento, que todas las cosas están interconectadas y cada hecho, a veces “poco importante”, desencadena consecuencias insospechadas. Asimis-mo, han demostrado y explican que el mundo que conocemos, palpable, influen-ciable y de cierta manera manejable, es un espacio mayormente vacío en el que hay cantidades enormes de energía. Cuando esa energía se concentra, forma las partículas subatómicas, los átomos y el mundo que vemos, que no es otra cosa que una creación de nuestras mentes. Incluso sostienen que es posible que toda la Humanidad esté interconectada, aunque nosotros no lo percibamos, hecho cada vez más aceptado.


Posteriormente al nacimiento de la Física Cuántica, los físicos han desa-rrollado y tratan de explicar de diferentes maneras el inicio del Universo a través del Big Bang, teoría según la cual hubo una explosión hace trece mil ochocientos millones de años y el Universo aún se está expandiendo. En nuestros días tam-bién se está experimentando con el acelerador de partículas subatómicas, que se ha dado en llamar la “máquina de Dios”, con lo que se cree se podrá explicar mejor el Big Bang.

Relación de la Iglesia con la Ciencia

La pregunta que debemos responder es ¿cuál ha sido el rol de la Iglesia con respecto a la ciencia y cómo se han influido una a otra?En el mundo occidental, especialmente en Europa, los de la Edad Media fueron tiempos tormentosos, aún dentro de la jerarquía de la Iglesia. Un ejemplo de la baja Edad Media es que, tras la muerte de Gregorio XI (1378), los cardenales romanos eligieron como nuevo pontífice a Urbano VI. Sin embargo, un grupo de cardenales disidentes proclamó a Clemente VII como Papa, con sede en Aviñón, Francia. Fue una época en que parte de la alta jerarquía eclesiástica sucumbió a la tentación del poder terrenal, soslayando el mensaje de Jesús de acumular teso-ros en el cielo (Mt 6, 19-21).

No siempre la Ciencia y la Iglesia fueron por carriles separados, sino que en la Edad Media la Iglesia 'se apropió' de la ciencia y del conocimiento, por lo que los avances científicos estuvieron limitados por el dogmatismo eclesiástico. Un hecho histórico que se toma como ejemplo es la negativa a aceptar, por parte de la Iglesia, la teoría de Copérnico en cuanto a la centralidad del sol en el siste-ma solar. También la Iglesia obligó a Galileo a renegar del descubrimiento de Copérnico.

Otro caso resonante y más actual es el cuestionamiento hecho desde la Iglesia al teólogo, paleontólogo y filósofo jesuita Teilhard de Chardin, quien además fue miembro de la Academia de Francia, por su visión sobre la evolución de las especies. Posteriormente la Iglesia se retractó de su posición.

Según comentamos someramente en párrafos anteriores, el progreso cierto de la Investigación Científica en el mundo comenzó en la Edad Moderna, en la que hubo inventos que tuvieron real importancia y su influencia perdura en nuestros días.

Podríamos decir que, al día de hoy, la Iglesia no cuestiona demasiado los avances científicos en sí mismos sino el posible uso que se puede hacer de ellos.

¿Cómo se avizora el futuro de la relación Iglesia Católica/Ciencia?

Estimo que nosotros, como cristianos católicos, tomando desde la perso-na más encumbrada en la Iglesia y hasta la más humilde, inspirados en la pregunta atribuida a Sartre ya presentada, deberíamos PREGUNTARNOS y RESPONDER: ¿Qué hemos hecho y estamos haciendo a partir de lo que Jesús hizo POR nosotros? ¿Qué hemos hecho y haremos DESDE, EN Y CON SU IGLESIA?

Seguramente la amplitud de la respuesta excede ampliamente la que podemos dar hoy desde aquí, ya que nos enfocaremos sólo en la ciencia, pero no en aspectos puntuales sino viendo el tema de manera general.


En nuestros días, también lo hacen autores como Harris, Dennet, Hutchins y Dawkins, que han sido nombrados como “los cuatro ateos”. También está la línea de los agnósticos, que no niegan la existencia de Dios sino que dicen que el conocimiento de Dios está fuera de nuestro alcance. El más conocido quizás sea Nietzsche, que es el autor de Así habló Zaratustra, obra en la que dice que Dios “ha muerto” y relata el encuentro del protagonista con el “asesino de Dios”. Otros autores, la mayoría existencialistas, hablan del “eclipse” de Dios, o sea que al igual que los agnósticos no niegan su existencia sino que Dios estaría “oculto o tapado por algo”.

Pero la realidad es que, según se ve, el hombre, a partir de la Edad Moderna ha hecho un apartamiento de Dios, lo ha dejado de lado, no lo escucha y de esa manera no permite que, a través del Espíritu Santo, influya en sus deci-siones. También son utilizadas como excusa las actitudes de algunos miembros del clero que no condicen con lo que proclama el cristianismo, como son los casos de corrupción y abuso y que se trata de corregir castigando a los culpables.

En los días que corren, quizás lo anterior sea la explicación más sencilla de por qué la humanidad está cometiendo los errores que se ven cada día y no desarrolla una espiritualidad personal y colectiva que cambie su actitud y favo-rezca un acercamiento al Dios creador.

Búsqueda y desarrollo de la Espiritualidaddesde la Fe y la interacción con la Ciencia

Primero debemos saber qué es la espiritualidad, para lo que usaremos dos ideas/fuerza con el fin de describirla:

a) Es vivir según lo que nos dice el Espíritu Santo. b) "La espiritualidad es una profunda conexión con la vida, en todos sus niveles y manifestaciones; es una alabanza permanente al hecho mismo de estar vivos" (Steindl-Rast).

Comentaremos brevemente la segunda. Lo primero es que debemos estar viviendo la realidad que nos rodea y no ausentes en una “nube espiritual” que nos separe del mundo.

Es fundamental asumir que desarrollamos nuestra espiritualidad cuando estamos vivos. Por ello debemos tomar conciencia de que nuestra vida es el lugar, el motivo y el origen de nuestras acciones y de que a éstas las debemos llevar adelante con profunda alegría, amor y agradecimiento por poder hacer lo que Dios nos pide. Debemos tener claro que, como dijo Tomas Merton (2000), "nuestras acciones son las puertas y ventanas del ser". Pero son, además, la expresión de nuestra alma en el lugar que nos toca vivir.

También es importante lo que dijo, en su momento, Teilhard de Chardin: "No somos seres humanos que vivimos una experiencia espiritual; somos seres espirituales que vivimos una experiencia humana".

No olvidemos que Jesús vivió como los hombres de su tiempo, enfren-tando situaciones de injusticia, hambre, tentaciones, dolor y pena por los demás, pero también alegría con sus amigos, ya que concurría a fiestas, como las bodas en Caná de Galilea donde, según Juan, realizó su primer milagro, o recibía invi-taciones de personas 'sobresalientes' de su época, a quienes siempre les dejaba alguna enseñanza.


También en el Evangelio de Juan Jesús deja ver que los humanos tenemos la capacidad, no desarrollada aún, de integrarnos mental y espiritualmente unos con otros. Eso es lo que Jesús, durante la institucionalización de la Eucaristía en la noche de la Última Cena, le pide al Padre (Jn 17, 21-26), cuando le dice que los apóstoles sean uno entre ellos, con el Padre y con Él. Este hecho de la interco-nexión es reconocido como una realidad por la mecánica cuántica.

A la espiritualidad accedemos, en primera instancia, desde la Trinidad que inhabita en nosotros, asistidos por los Dones y las gracias del Espíritu Santo. La espiritualidad de cada uno crecerá en la medida en que crezca su fe en Dios y sobre todo en Jesucristo, con el convencimiento de que es la Palabra hecha hombre y que está presente en la Eucaristía. Todo ello funciona como lo que llamaríamos un círculo virtuoso, en donde la fe hace aumentar la presencia del Espíritu en nosotros, que a través de sus dones y virtudes nos asiste en nuestro diario peregrinar.

Si tenemos fe en la Trinidad se nos facilitará el desarrollo de la espirituali-dad. A partir del sólo inicio de esa búsqueda ya estaremos creciendo en espiri-tualidad, porque la plenitud la encontraremos el día de nuestra Pascua. Mientras tanto, la debemos desarrollar en el lugar en el que estamos, es decir desde la vida diaria de cada uno.

Si bien decimos que debe crecer nuestra fe en Jesucristo, también y por consecuencia crecerá en el Espíritu Santo, que es la Persona que hoy está actuan-do en el mundo según nos dice Jesús en el Evangelio. Los siete dones del Espíritu son los que nos ayudan en cada uno de nuestros días y actúan según el momento que estamos viviendo. Por ejemplo, cuando leemos la Palabra, actuarán el Enten-dimiento y quizás el don de Ciencias; cuando alguien a nuestro lado necesita una ayuda de tipo moral o espiritual lo hará el Consejo; y cuando estamos ante una situación de difícil resolución y comenzamos a flaquear será la Fortaleza quien nos auxiliará.

Aquí es importante que tratemos de entender lo que son el alma y el Espí-ritu. Si creemos que somos creación de Dios, sabemos que cada uno de nosotros es templo de la Trinidad y lo somos porque Dios nos da su Espíritu en el momen-to de nuestra concepción. "El espíritu es una expresión de la vida divina en noso-tros y a través de él nos conectamos con la divinidad. Estamos llenos del espíritu; sin embargo, ese espíritu nos trasciende infinitamente" (Steindl-Rast, 2015). Esto significa que mi espíritu es igual al de todos los cristianos, porque es el Espíritu de Dios. Diferente es el alma. El alma es lo que somos. Es lo que cada uno ha elaborado a partir del Espíritu y de sí mismo, es decir, de sus experiencias, aprendizajes, conocimientos, o sea de su vida. "Todos somos un solo ser, pero distintos 'yos'” (Steindl-Rast 2015).

Desarrollo de la Espiritualidad desde la oración y meditación Además de la Religión Católica, guiada por la Iglesia, del Protestantismo y del Judaísmo, que creen en el mismo Dios, existen otras creencias en las que, cuando se las ve en general, se pueden observar similitudes con las tres religio-nes nombradas.

Una de ellas es el Tao. El origen de esta creencia se le adjudica a Lao Tse, un filósofo chino, del que se duda que haya existido y está en discusión (si es que existió) si vivió en el siglo VI o IV antes de Cristo. Pero los escritos que dan origen a esta creencia existen, redactados en seda, y datan del siglo II (Belver, 2013). En ellos se define al Tao como el “principio” u “origen”. El Tao es principio y fin de todo lo manifestado. Es el origen de todos los seres y se considera que es


el principio de todo, la raíz del Cielo y de la Tierra, la madre de todas las cosas. No se lo puede ver ni oír.

Otra creencia es el Budismo, originario de la región de la India, iniciado por Buda (nacido en Nepal) en el siglo V-IV a.C., a quien no se considera un dios o un profeta sino como lo que fue, un laico, nacido en una familia aristocrática, que luego de varios años de meditación, mendicidad y ascetismo tuvo su desper-tar espiritual. Los budistas creen que la Mente pura, el origen de todo, brilla por siempre, con toda su brillantez y perfección propias, protegiendo nuestras propias mentes. Cuando los pensamientos surgen, todas las cosas surgen. Cuando los pensamientos se desvanecen, todas las cosas se desvanecen. Fuera de nuestra mente no hay nada. La Mente es sin principio, es no nacida e indestructi-ble. No tiene forma ni apariencia. No pertenece a la categoría de las cosas que existen o no existen ni puede ser pensada en términos de nuevo o viejo. Trans-ciende todos los límites, medidas, nombres, conjeturas y comparaciones. Fuera de nuestra mente y de la Mente no hay nada.

No debemos olvidar el Islamismo, cuyo origen es en gran parte común con el Judaísmo y, por ende, con el Cristianismo, puesto que fue Ismael, hijo de Abraham y la esclava Agar, quien le dio origen. Su concepción de Dios, a quien denomina Alá, es la misma que la de nuestro Padre Dios para los cristianos. Tam-bién busca la espiritualidad y la unión con Dios y lo demuestra a través de sus oraciones diarias que realiza mirando hacia La Meca.

Si pensamos en lo que nos proponen las dos creencias difundidas en Oriente, vemos que hay ciertas similitudes entre un Tao o una Mente y aquello en que creemos los cristianos, los judíos y los musulmanes, que creemos en nues-tro Dios. Él es quien ha creado nuestro entorno, pero también es parte de nuestra interioridad, que es donde debemos buscarlo para hallarlo y para que Él dirija nuestra vida.

Con lo presentado en los últimos párrafos, podemos ver que la búsqueda en el interior de cada uno y que nosotros llamamos ‘espiritualidad’ y los orienta-les ‘meditación’, no es privativo de ninguna de las tres creencias, sino que nos da un punto de partida común, o sea la seguridad de que en la intimidad de cada uno hay “alguien” que nos ayuda, nos motiva y para los taoístas, los musulma-nes y los judeo-cristianos es el Padre de la Creación.

Según lo ya comentado, podemos deducir que la historia de la medita-ción en las culturas orientales fue diferente de la occidental. En las primeras hubo continuidad y mayor separación de los aspectos políticos, mientras que en la segunda, luego de las orientaciones dadas por los Padres del Desierto, la oración de meditación o contemplación se vio restringida o limitada principal-mente a los monasterios y órdenes de clausura. Ello se debió a que desde la deci-sión de Constantino de oficializar el Cristianismo, aumentó considerablemente la cantidad de bautizados, lo que significó que hubiera mayor cantidad de fieles cristianos. Ello fue un hecho auspicioso, pero con menor dedicación y concentra-ción en la oración y consecuentemente en la meditación por parte de los nuevos convertidos. Estas últimas acciones se concentraron, en un principio, en los Padres del Desierto y luego en los monjes y monjas de los monasterios creados, mayoritariamente, en el Edad Media.

Los monasterios creados en los años de la Edad Media tenían una gran dedicación a la oración y las acciones desarrolladas por sus integrantes estaban inspiradas en la oración y la meditación basadas en la lectio divina. Por supuesto


que las congregaciones que se iban creando en esos tiempos tenían la impronta de su creador. Algunas eran de trabajo, oración y silencio (benedictinos y cartu-jos), otras hacían un culto de la pobreza no sólo de espíritu sino también econó-mica (franciscanos) o eran proclamadoras de la Palabra por su capacidad orato-ria (dominicos). O sea que la Iglesia nunca cesó de orar, pero quizás hubo una menor dedicación a la oración en la Iglesia más “visible” al mundo que en las órdenes de clausura.

Retrotrayéndonos a lo comentado sobre la relación de la Iglesia Católica con la Ciencia, vimos que en la Edad Media el progreso de la Ciencia estuvo muy limitado por la Iglesia, que desde su posición de poder aceptaba solamente sus postulados de manera dogmática, situación que comenzó a cambiar en la Edad Moderna y se continuó en la Contemporánea.

Pero la Iglesia ha reconocido los pecados cometidos por sus integrantes. Algunos Papas se refirieron a los pecados cometidos por los católicos, como San Juan Pablo II que en el 2000 reconoció los pecados cometidos por la Iglesia durante dos mil años, la condena a Galileo, las Cruzadas y las persecuciones llevadas a cabo por la Inquisición. Por su parte, Benedicto XVI pidió perdón muy especialmente por el Holocausto, mientras que Francisco, en Bolivia, reconoció los pecados cometidos en la conquista de América, como también los escándalos económicos en el Vaticano y los abusos sexuales sufridos por los niños de parte de sacerdotes, con la complicidad de algunos obispos que ocultaron tales hechos. Los tres Papas pidieron perdón por ellos en actos de profunda humildad, además de que llevaron a cabo acciones concretas para frenar muchos de los pecados cometidos, especialmente Benedicto XVI y Francisco.

Además del reconocimiento de esos hechos, el catolicismo, luego del Concilio Vaticano II, comenzó una apertura de diálogo con otras creencias, cristianas y no cristianas. Un ejemplo es el Budismo, ya que algunos monjes maestros de oración, como Thomas Merton y Thomas Keating (1997), tomaron, adaptaron y aplicaron técnicas para meditación de estas creencias, que facilitan nuestra búsqueda interior para avanzar en la oración contemplativa o centrante. Algunas de las técnicas se valen del uso de la palabra sagrada y la forma de sentarse para orar y meditar.

Hasta ese momento, quienes deseaban hacer algún tipo de meditación preferían buscarla en los monasterios budistas o en escuelas que daban cursos de meditación trascendental o Budismo zen. Ello era consecuencia de una completa ignorancia de que en la Iglesia Católica la práctica de la meditación y el desarro-llo de la Espiritualidad eran buscados esencialmente en los monasterios de monjes y monjas de clausura, aunque lamentablemente no trascendían tanto como los orientales.

Una aclaración necesaria es que si bien los maestros de oración del Cato-licismo han desarrollado formas de meditación que incluyen técnicas o tácticas del Budismo, es diferente el fin buscado. En el Budismo se trata de entrar en contacto con el yo personal profundo, mientras que en el Cristianismo lo hace-mos con el objetivo de lograr una escucha del Silencio de Dios que inhabita en cada uno, en un encuentro con Jesucristo a través del Espíritu Santo, es decir con la Trinidad.

Tratando de sintetizar la búsqueda de espiritualidad a través de la medi-tación, podemos decir que el inicio de todo es la fe, que comenzamos a incremen-tarla a través de la lectura de la Palabra de Dios en la Biblia, continuándola con la oración, sobre todo de las fórmulas tradicionales, como el Padre Nuestro, el Ave María, el Gloria, el Credo, como las más comunes y las devocionales a los santos o la virgen María, como la del Rosario, analizando y pensando cada misterio.


La continuación lógica, si se me permite decirlo, porque cuando Dios nos llama no se guía por ella, sería la meditación del tipo que hicieron los Padres del Desierto y es la actividad diaria de los monjes y monjas de clausura, como así también de laicos integrantes de grupos de oración.

Con respecto a aquellos cristianos que deseaban profundizar su oración y no podían acceder a los monasterios o centros budistas para hacer meditación por falta de conocimiento de su existencia o de medios para acceder a ellos, se sentían 'excluidos' de tales posibilidades. La 'delegación' de la práctica de la oración profunda y meditación por parte del clero en los monasterios, podemos entenderla viendo que tal actividad requiere de mucho tiempo por parte de las personas que ofician de instructores, y eso es algo de lo que los sacerdotes no disponen por la variedad y el tipo de actividades que deben asumir. Una consecuencia de esta necesidad de oración fue que surgieron grupos de laicos, asesorados por sacerdotes, que tomaron fuerza luego del Concilio Vati-cano II. En nuestro país existen varios de ellos, para diferentes destinatarios según sus orígenes y carismas.

Son conocidos los grupos que se forman a partir de los cursos de Oración y Vida del P. Larrañaga; del Centro de Espiritualidad Santa María, fundado por Inés Ordóñez de Lanús; de Thomas Keating (virtual, Extensión Contemplativa Internacional) y otros que sería largo enumerar. Pero también hay Grupos o Movimientos orientados a las familias, que son el pilar de nuestra sociedad. Uno de ellos es el Movimiento Familiar Cristia-no, que ofrece asistencia para las familias en general a través de sus Servicios. La dinámica se basa en el funcionamiento de grupos guiados por laicos asesorados por sacerdotes que se preparan para tales fines según sus dones personales. Lo más común es que los grupos se formen a partir de cursos, jornadas o reuniones, como son los Encuentros Conyugales, Jornadas de Espiritualidad, de Encuentro Profundo y Encuentros para viudas, como también otros para jóvenes y niños. Todo ello requiere de la formación de equipos que preparan tales encuentros o jornadas y hacen posterior acompañamiento y ayuda a los asisten-tes. Es muy importante conocer y comprender el objetivo principal para la formación y acompañamiento de estos grupos de matrimonios. El principal obje-tivo es fomentar el desarrollo de la Espiritualidad personal y matrimonial de los dos integrantes de la pareja. Es posible que el crecimiento espiritual sea uniper-sonal cuando ocurre en uno de los integrantes o asincrónico, es decir que ese crecimiento se dé en diferentes momentos de la vida de cada uno. Estos dos hechos, entre otros, combinados o no, pueden llegar a favorecer la aparición de problemas dentro de la pareja y terminar en rupturas no deseadas. Para lograr el objetivo propuesto se trata de fomentar la formación el crecimiento espiritual de cada pareja en dos ámbitos diferentes: el estrictamente matrimonial/familiar nuclear (matrimonio más hijos) y el social. Por ello se fomenta, en cada reunión, la oración personal, matrimonial y familiar. En general, las reuniones siguen el esquema de los tres pasos. Cada paso persigue una meta diferente con el objetivo de lograr el ansiado crecimiento espi-ritual. El primero y más importante es la oración, ya que se lee un pasaje bíblico, se lo medita en forma personal primero y grupal a continuación; en segundo término se trata un tema que tenga algún aspecto relacionado con la espirituali-dad personal y/o familiar y el tercero es un tiempo más social, en el que se comentan aspectos relacionados con el MFC y su posible proyección social. Tam-bién se favorece y se invita a los integrantes a practicar la oración diaria perso-nal, en las primeras etapas, mediante el rezo del santo rosario o de las oraciones tradicionales, para luego introducir la oración de meditación. En estas reuniones


también se promueven y fomentan las acciones solidarias o benéficas, mediante las cuales los integrantes del grupo sienten que son útiles a la sociedad, lo que se continúa en un círculo virtuoso de la realización de buenas obras, alegría por lo hecho y crecimiento personal y espiritual.

4. CONCLUSIONES

Según lo visto podemos aceptar, como primera conclusión, que la Iglesia no descuida la evangelización personal ni familiar, inculcando a sus fieles los principios religiosos, y desde allí los morales y éticos que rigen nuestra civiliza-ción, tratando de cumplir con el mandato de Jesús.

Como segunda conclusión podemos afirmar que hay un acercamiento cada vez mayor entre Ciencia e Iglesia Católica, ya que las actuales tendencias de investigación holística, cuántica y subatómica no niegan la existencia de Dios, sino que, como dijo Fred Alan Wolf, físico teórico estadounidense, de gran trayectoria:

…Desde el entendimiento de la física cuántica, de cómo el universo se vuelve existente, vemos que no puede existir a través de medios mecánicos. Lo hemos intentado. No puede existir a través de medios mecánicos. Créan-me que lo hemos intentado a través de todos los medios mecánicos posibles, buscar encontrar un medio mecánico por el cual Dios quede fuera de la ecuación y no ha sido posible lograrlo. En algún punto a lo largo de la línea, algo, un milagro sucede y es desconcertante. Hay algo ‘no objetivo’ o subje-tivo en la naturaleza de la realidad (Seperiza Pasquali, 2013).


Bibliografía citada

BELLVER, Miguel Ángel (2013). El Tao. https://filosofia.nueva-acropolis.es/ 2013/el-tao/

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