Espiritu y Palabra

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra” 40 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo BIBLIOGRAFIA Carlos Junco Garza Escucha Israel MANUALES UPM 1 Editorial Librería Parro- quial 1995 Fr. Guillermo Órdenes Acuña. Introducción a las Sagradas Escrituras Manual Editorial Buena Prensa 2008 Werner Stenger. Los Métodos de la exégesis bíblica. Colección biblioteca de teología. Editorial Herder 1990 Documentos Conciliares: Constitución DV Encíclicas: Providentisimus Deus de su santidad Papa León XIII y Divino Afflante Spiritu de su santidad Papa Pío XII Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia. Edit. Librería Editrice Vaticana. Carrillo Alday Salvador, M. sP.S Introducción a la biblia. Instituto de Sagrada Escritura. México 1993 Aguilar Moreno Manuel El sentido de la Biblia Estudio de los géneros litera- rios. Editorial: Obra Nacional Buena Prensa. Croatto J. Severino Hermenéutica bíblica. Editorial: Lumen. Fernández Víctor Manuel Cómo interpretar y cómo comunicar la Palabra de Dios. Editorial San Pablo QOL Revista bíblica Cuatrimestral XV Núm. 32 mayo agosto 2003 UPM/CEPB 1 Escuela Nacional de Formación Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo Escuela Nacional De Formación Curso taller El espíritu y la palabra RENOVACION CARISMATICA CATOLICA EN EL ESPIRITU SANTO © EQUIPO PASTORAL NACIONAL Año MMX

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Maual de segundo curso de escuela nacional

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

40 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

BIBLIOGRAFIA

Carlos Junco Garza Escucha Israel MANUALES UPM 1 Editorial Librería Parro-quial 1995

Fr. Guillermo Órdenes Acuña. Introducción a las Sagradas Escrituras Manual Editorial Buena Prensa 2008

Werner Stenger. Los Métodos de la exégesis bíblica. Colección biblioteca de teología. Editorial Herder 1990

Documentos Conciliares: Constitución DV

Encíclicas: Providentisimus Deus de su santidad Papa León XIII y Divino Afflante Spiritu de su santidad Papa Pío XII

Pontificia Comisión Bíblica. La interpretación de la Biblia en la Iglesia. Edit. Librería Editrice Vaticana.

Carrillo Alday Salvador, M. sP.S Introducción a la biblia. Instituto de Sagrada Escritura. México 1993

Aguilar Moreno Manuel El sentido de la Biblia Estudio de los géneros litera-rios. Editorial: Obra Nacional Buena Prensa.

Croatto J. Severino Hermenéutica bíblica. Editorial: Lumen.

Fernández Víctor Manuel Cómo interpretar y cómo comunicar la Palabra de Dios. Editorial San Pablo

QOL Revista bíblica Cuatrimestral XV Núm. 32 mayo –agosto 2003 UPM/CEPB

1 Escuela Nacional de Formación

Renovación Carismática Católica

en el Espíritu Santo

Escuela Nacional

De Formación

Curso—taller El espíritu y la palabra

RENOVACION CARISMATICA CATOLICA

EN EL ESPIRITU SANTO

© EQUIPO PASTORAL NACIONAL

Año MMX

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

2 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

OBJETIVO GENERAL DEL CURSO: Descubrir que la tarea de la enseñanza de los formadores de la Renovación tiene como fundamento la revelación contenida en la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo y de la que es de-positaria la Iglesia para su correcta interpretación y transmisión.

Objetivos particulares:

Conocer, a través de exposiciones y dinámicas de trabajo, los elementos fundamentales de la vida del cristiano: el Espíritu Santo, inspirador de las Sagradas Escrituras y la Palabra de Dios la cual nos revela su Plan Salvador.

Llevar a los formadores a descubrir, a través de exposicio-nes y diversos recursos pedagógicos, los conceptos de Revelación, Inspiración y Transmisión sobre la Sagrada Biblia desde el punto de vista del Magisterio de la Iglesia.

Conocer las diferentes formas de acercamiento que hay a la Palabra de Dios según el Magisterio de la Iglesia apli-cando los dos métodos clásicos de análisis: el diacrónico y el sincrónico.

Meditar y comprender el carisma de las lenguas nuevas que infunde el Espíritu Santo a la luz del Antiguo y Nuevo Testamento.

Conocer el vínculo que hay entre el Espíritu Santo y Jesús para después aplicarlo en el apostolado del formador.

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5.- Jesús y el Espíritu Santo en los sinópticos. Blasfemia contra el Espíritu Santo: Lc 12, 10; Mt 12, 32; Mc 3, 29.

No es una ofensa de palabras sino es el rechazo de

aceptar la Salvación que Dios ofrece a los hombres por me-dio del Espíritu.

Es la reivindicación de un pretendido “derecho” del hombre de perseverar en el mal -cualquier pecado- y re-chazar así la redención. Se trata de una actitud exactamen-te opuesta a la condición de docilidad y de comunión con el Padre en la que vive Jesús tanto en la oración como en sus obras, y que él enseña y recomienda al hombre como acti-tud interior y como principio de acción.

6.- Jesús en la predicación y la acción en el Espíritu Santo.

Jesús en unión con el Espíritu Santo manifiesta una gran riqueza:

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” Mt 11, 29.

Pero también se en-cuentra en él toda la firmeza de la verdad sobre el Reino de Dios y por consi-guiente, la insistente invitación divina de abrir el corazón, bajo la acción del Espíritu Santo, para ser admi-tidos en él y no ser excluido de él.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

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3.- La oración como práctica cotidiana: Eligió y envió a los 72 Lc 10, 1

Da gracias y afirma haber visto a Satanás caer de cielo como un rayo...

Se llenó de gozo en el Espíritu Lc 10, 21 Jesús se alegra de la paternidad divina porque todo esto ha sido re-velado a los “pequeños” En el Jordán la epifanía vino de fuera y aquí brotó desde dentro del alma de Jesús. Lo que dice Jesús de sí como Hijo brota de la plenitud del Espíritu que está en él y que se derrama en su corazón, penetra su mismo yo, inspira y vivifica su acción. De aquí gozarse en el Espíritu Santo.

4.- Revelación del Espíritu Santo en la Misión de Jesús.

Jesús en la sinagoga se aplica a sí mismo la profecía. “El está sobre mí...” Lc 4, 18 Este “estar sobre mí” se ex-tiende a todo lo que hacía y enseñaba. Decía San Lucas “volvió del desierto con el poder del Espíritu Santo”.

Efecto en los demás de Jesús carismático. Su ense-ñanza despertaba interés y asombro: “Todos daban testi-monio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salía de su boca”. (Lc 4, 22). Lo mismo nos dice el mismo evangelista de los milagros y del singular poder de atracción de su personalidad “habían venido de todas partes para oírle y ser curados de sus enfermedades [...] procuraban tocarle, porque salía de él una fuerza que sana-ba a todos”. (Lc 6, 17-19)

Jesús enseña a pedir en oración el don del Espíritu Santo al Padre. “Sí pues, vosotros..., sabéis dar cosas buena a vuestros hijos, ¡Cuánto más el Padre del cielo dará Espíritu Santo a los que se lo pidan”. (Lc 11, 13).

Da la garantía y confianza a sus discípulos que en las pruebas el Espíritu los defenderá. Porque no seréis voso-tros los que hablaréis sino el Espíritu Santo (Mc 13, 11). “El Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir” (Lc 12, 12).

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INTRODUCCIÓN Una vez más, el Equipo Pastoral Nacional del MRCCES, a través de la Escuela Nacional de RCCES, consciente de la gran res-ponsabilidad que implica la formación de los laicos y la preservación de la identidad de nuestro Movimiento, se ha dado a la tarea de continuar ahora con este segundo curso que hemos llamado El Espí-ritu y La Palabra. Pero antes de iniciarlo es importante no perder de vista el objetivo que se persigue a lo largo de los tres cursos: for-mar formadores que a su vez formen y puedan constituir Escuelas de Provincias y consolidar las Escuelas diocesanas.

Como se puede ver, es imprescindible no sólo no perder de vista el rumbo, sino también debemos tomar en cuenta todo lo que se ha visto en los temas pasados, por ser una unidad no sólo de enseñanza teórica sino de aplicación en la vida cristiana del forma-dor, que a fin de cuentas conviene para bien del maestro y sus des-tinatarios.

En este segundo curso- Taller, como ya se ha indicado o deja-do entre-ver, a través del objetivo general y los objetivos particula-

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res, pretendemos ir más allá de los aspectos metodológicos y herra-mientas didácticas, que si bien es cierto son imprescindibles en el campo de la enseñanza no por esto dejaremos de ver la parte me-dular del formador: su formación espiritual y sus herramientas exegéticas para su desempeño digno. Es por esto que veremos en primer lugar al Espíritu Santo y las Sagradas Escrituras; su vínculo y su correspondencia con la vida misma. También se verá la estrecha relación y comunión que hay entre el Dabar y el Ruah: Jesucristo y el Espíritu Santo. Luego pasaremos a precisar los términos Revela-ción, Inspiración y Transmisión. Estos temas nos harán comprender la pedagogía de Dios que no sólo busca al hombre para darse a co-nocer sino para que el hombre mismo tenga intimidad con Dios. (Conocer en la Biblia es sinónimo de intimidad) Cfr. Lc 1, 34. Si-guiendo el hilo de nuestro trabajo llegaremos a unas de las partes neurálgicas de nuestro taller porque en él incursionaremos por los caminos de la hermenéutica y de la exégesis donde, paso a paso, con ejemplos palpables y concretos nos iremos adentrando por ca-minos un tanto escabrosos pero atractivos y atrayentes que nos permitirán una mayor comprensión del texto bíblico, con la ayuda del Espíritu Santo. Revisaremos los métodos usados por los exége-tas católicos y el magisterio de la Iglesia.

Luego pasaremos a estudiar la acción profética del Espíritu Santo tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo para, final-mente, aterrizar meditando en torno a una hermosa catequesis que el Santo Padre y de feliz memoria Juan Pablo II hizo en audien-cia general el miércoles 25 de julio de 1990.

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que ya ardiera y para hacer que los corazones ardan cuando transmitamos su Palabra.

Que tenemos una lengua nueva que puede ser entendida por todas las gentes a las que el Espíritu Santo nos lleve.

Bibliografía. Ante el Tercer Milenio II. “El Espíritu del Señor que Santifica”. Carlos Igna-

cio González, S.J. Meditación 6 y 10. Catecismo de la Iglesia Católica. No.156,

5.- EL ESPÍRITU SANTO EN LA ORACIÓN, LA PREDICACIÓN Y LA ACCIÓN.

Reflexión sobre la catequesis que hizo el Papa Juan Pablo II

en la audiencia general del miércoles 25 de julio de 1990

Objetivo: que el formador conozca el vínculo que hay en-tre el Espíritu Santo y Jesús para que después lo aplique en su apostolado

Puntos tratados:

1.- Tras la “experiencia del desierto”: Mc 1, 12; Mt 4, 1; Lc 4, 1. Iniciativa del Espíritu Santo y preparación de Jesús para su minis-terio.

Una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Lc 5, 15

Evangelizar y enseñar: Elige y da formación a los Apóstoles; predica en las sinagogas. Lc 4, 43-44

Mostraba signos y prodigios Hch 2, 22

Santo Tomás decía “El hecho de que Cristo, tras el ayuno y el desierto, volviera a la vida normal tiene un motivo: es el que convie-ne a la vida de quien se dedica a comunicar a los demás el fruto de su contemplación, compromiso que Cristo había tomado: a saber, primero consagrarse a la oración, y luego bajar al nivel público de la acción viviendo en medio de los demás”. (Summa Theol., III, q.40, a. 2, ad 2).

2.- Jesús y su vida de oración: Inmerso entre la multitud, ora: Lc 5, 15 Ratos de oración: Lc 6, 12 Oración que preceda a la transfiguración Lc 9, 29 Oración en el Huerto Mc 14, 36.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

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Este simbolismo de la "multiplicación de las lenguas" está lleno de significado. Según la Biblia, la diversidad de la lenguas era señal de la multiplicidad de los pueblos y de las naciones; más aún, de su dispersión tras la construcción de la torre de Babel (Gn.11,5-9), cuando la única lengua común y comprendida por todos se dis-gregó en muchas lenguas, recíprocamente incomprensibles. Ahora bien, al simbolismo de la torre de Babel sucede el de las lenguas de Pentecostés que indica lo contrario de aquella "confusión de len-guas". Se podría decir que las muchas lenguas incomprensibles han perdido su carácter específico, o por lo menos han dejado de ser símbolo de división, cediendo el lugar a la nueva obra del Espíritu Santo, que mediante los Apóstoles y a la Iglesia lleva a la unidad es-piritual pueblos de orígenes lenguas y culturas diversas, para la per-fecta comunión en Dios anunciada e invocada por Jesús (Jn.17, 11, 21-22).

Conclusión.

Nuestra conclusión está orientada hacia los formadores, en la de tomar conciencia de la acción que el Espíritu realiza en nuestras vidas como hombres y mujeres de “lenguas nuevas”, porque Jesús quiere hacer todo nuevo por medio de sus testigos. Esta toma de conciencia debe considerar:

Que somos hombre y mujeres de la Palabra, por ser profetas des-de el bautismo.

Que nos ha sido comunicado el Espíritu. Llamados (instituidos) por Dios al ser ungidos. Que somos hombre y mujeres del Espíritu, testigos de que el Espí-

ritu Santo está en nosotros. Que debemos ser dóciles al dinamismo que el Espíritu imprima a

nuestras vidas. Que somos profetas en Cristo. Que somos testigos del presente de la Teofanía de Pentecostés: En su manifestación poderosa del Dios –Espíritu que como ráfaga

impetuosa interrumpió en nuestras vidas. En la manifestación de su presencia como Fuego, que encendió

nuestros corazones e hizo de nuestras lenguas “lenguas de fuego” para ir propagando el fuego que Jesús había traído y que deseaba

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TEMA 1: EL ESPÍRITU Y LA PALABRA. Objetivo particular: Mostrar los dos elementos fundantes y

fundamentales de la vida del cristiano y de todo ser humano: el Espíritu Santo, inspirador de la Sagrada Escritura y la Palabra de Dios que nos revela su Plan salvador.

Lecturas bíblicas: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con

Dios y la Palabra era Dios” Juan 1,1 “El Espíritu es el que da la vida *...+ Las palabras que les he

dicho son Espíritu y Vida”. Juan 6.63. “Por la palabra de Yahveh fue-ron hechos los cielos; por el soplo de su boca toda su mesnada” Sal-mo 33,6

1.-Introducción. Hay en la vida dos elementos importantes e imprescindi-

bles: uno para la vida y el otro para las relaciones y la creatividad, sin embargo, por su uso cotidiano pasan inadvertidos aunque tie-nen unos vínculos muy estrechos y significativos, ellos son el aire y la palabra. Les invito a hacer la prueba: vacíen sus pulmones de aire y traten de decir cualquier palabra o sílaba o letra, la experiencia es que por mucho esfuerzo que hagamos, quizá sólo podamos emitir un ruido gutural, y ¿por qué sucede esto? simplemente porque nuestras cuerdas vocales necesitan del movimiento del aire para que las palabras se puedan producir y transmitir.

Este fenómeno natural y sencillo es el reflejo de lo que

sucede en la “Vida en el Espíritu”, que debe ser alimentada, norma-da y orientada por la Palabra (Dabar) bajo la acción del Espíritu (Ruah), al respecto el Papa Juan Pablo II nos dice:

“Cuando se trata de conocimiento y de comunicación entre

las personas, el soplo tiene una conexión natural con la palabra. En efecto, para hablar hacemos uso de nuestro soplo. Las cuerdas vo-cales hacen vibrar nuestro soplo, el cual transmite así los sonidos de las palabras. Inspirándose en este hecho, la Biblia establecía un pa-ralelismo entre la palabra y el soplo (cf. Is 11, 4), o entre la palabra

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y el espíritu. Gracias al soplo, la palabra se propaga; del soplo la palabra toma fuerza y dinamismo. El Salmo 32/33 aplica este para-lelismo al acontecimiento primordial de la Creación y dice: "Por la palabra de Yahveh fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca toda su mesnada." (v. 6).En textos semejantes, podemos vislumbrar una lejana preparación de la revelación cristiana del misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre es principio de la Creación; El la ha realizado mediante su Palabra, es decir, mediante su Verbo e Hijo, y mediante su Soplo, el Espíritu Santo”.

Catequesis del Papa en la audiencia general del miércoles, 3 de enero de 1990.

La sencillez de Dios es admirable, su sabiduría la pone al

alcance de nuestra vista (Rm 1,19-20) para que a través de ella po-damos comprender los misterios divinos. Es por ello que para la re-flexión de este tema vamos a ver el significado de algunos términos.

2. Significado de Dabar y Ruah. Dabar: significa Palabra de Dios.

En su significado común es la palabra que manifiesta un pensamiento o deseo. La palabra pronunciada no sólo es un soni-do o un pensamiento, es una cosa real que expresa a quien la emi-te, que lleva a la acción, que concreta lo que habla: “Dijo Dios haya luz y hubo luz, y dijo Dios..”Gn.1, 3 ss. Su sentido Divino expresa en el Antiguo Testamento la revelación de Yahveh a los profetas o la predicación de esta revelación por los profetas. Esta Revelación expresa el deseo de Dios y va preparando con amor, la Salvación de la humanidad.

En el Nuevo Testamento la Palabra es la Buena Nueva

predicada y realizada por Jesús, Él es la Palabra, la que existía des-de el principio, la que estaba con Dios, la que era Dios (Jn.1, 1). Es principalmente la salvación realizada por Dios por medio de Cristo.

En el libro “El Gran Desconocido” de Royo Marín página 15 encontramos un comentario hermosísimo y sublime:

“La teología católica enseña que Dios se enuncia a así mismo en una palabra única, que es la imagen misma de su ser, el carácter de su sustancia, la medida de su inmensidad, el

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Señor a Moisés (Ex.3,2); la columna de fuego que guiaba por la no-che a Israel en su caminar por el desierto (Ex 13,21-22). El fuego está presente de manera especial, en la teofanía del monte Sinaí (Ex.19,18) y en las teofanías escatológicas descritas por los profetas (Is 4,5: 64,1: Dn.7,9, etc.) el fuego simboliza, por tanto, la presencia de Dios. La Sagrada Escritura afirma muchas veces que "nuestro Dios es fuego devorador" (Hb 12, 29; Dt 4, 24; 9, 3). En los holocaus-tos lo que más importaba no era la destrucción del objeto ofrecido sino más bien el "suave perfume" que simbolizaba el "elevarse" de la ofrenda hacia Dios, mientras el fuego, llamado también "ministro de Dios" (Sal.103/104,4), simboliza la purificación del hombre del pecado, así como la plata es "purificada" y el oro es "probado" en el fuego (Za.13,8-9).

En la teofanía de Pentecostés está también el símbolo de las lenguas de fuego, que se posan sobre cada uno de los presentes en el Cenáculo. El fuego simboliza la presencia de Dios, las lenguas de fuego que se dividen sobre las cabezas, parecen indicar la "venida" de Dios-Espíritu Santo sobre los presentes, su donarse a cada uno de ellos para su misión.

El carisma del Lenguaje.

El donarse del Espíritu, fuego de Dios, toma una forma espe-cial la de "lenguas", cuyo significado queda explicado inmediata-mente cuando el autor añade: "Se pusieron a hablar en otras len-guas, según el Espíritu les concedía expresarse”(Hch.2,4). Las pala-bras que provienen del Espíritu Santo son "como fuego" (Jr. 5,14; 23,29), tienen una eficacia que las simples palabras humanas no po-seen. En este tercer elemento de la teofanía de Pentecostés, Dios-Espíritu Santo, dándose a los hombres, produce en ellos un efecto que es al mismo tiempo real y simbólico. Es real en cuanto fenómeno que se refiere a la lengua como facultad del lenguaje propiedad na-tural del hombre. Pero también es simbólico porque las personas, que son de "Galilea" y por tanto capaces de servirse en la lengua o dialecto de su propia región, hablan "en otras lenguas" de manera que, en la muchedumbre reunida rápidamente en torno al Cenáculo, cada uno oye "la propia lengua", aunque se encontraban representa-dos en ella diferentes pueblos (Hch 2, 6)

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

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estar lleno del Espíritu Santo de tal forma que sus palabras son espíritu y son vida (Jn.6,63).

3.-El Espíritu Santo en Pentecostés. (Catequesis Juan Pablo

11,”Pentecostés como Teofanía, 12 julio). El Profeta Joel anunció una efusión universal del Espíritu que

tiene su cumplimiento el día de Pentecostés, de forma que el Apóstol Pedro, dirigiéndose a la muchedumbre asombrada, pudo declarar: "Es lo que dijo el profeta Joel", y recitó el oráculo del profeta Joel (Hch 2, 16-21), explicando que Jesús "exaltado por la diestra de Dios, ha recibi-do del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado" en abun-dancia (cf. Hch 2, 33). Desde aquel día en adelante, la acción profética del Espíritu Santo se ha manifestado continuamente en la Iglesia para darle luz y aliento.

Para entender la acción del Espíritu Santo a partir de Pente-costés es necesario conocer la riqueza de los signos que se manifesta-ron “-el ruido del viento, las lenguas de fuego, el carisma del lengua-je”. A la luz de estos elementos se comprende mejor qué pretende de-cir el autor de los Hechos cuando afirma que los presentes en el Cená-culo "quedaron todos llenos del Espíritu Santo".

Un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso. El viento fuerte en la Biblia "anuncia" la presencia poderosa

de Dios, señal de una teofanía: "Sobre las alas de los vientos pla-neó"(Sam.22, 11); "Vi un viento huracanado que venía del Norte, una gran nube con fuego fulgurante"(Ez.1, 4). En particular, el soplo del viento es la expresión: del poder divino que saca del caos el orden de la creación (cf. Gn 1, 2); y de la libertad del Espíritu: "El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de donde viene ni a dónde va" (Jn 3, 8).

"Un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso" es el primer elemento de la teofanía de Pentecostés, manifestación del poder divino operante en el Espíritu Santo.

El segundo elemento es el fuego: "Se les aparecieron unas

lenguas como de fuego" (Hch 2,3). El fuego siempre está presente en las teofanías del Antiguo

Testamento: en la alianza establecida por Dios con Abraham (Gn.15,17); en la zarza que ardía sin consumirse al manifestarse el

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rostro de su belleza, el esplendor de su gloria. La vida de Dios es infinita: millones de palabras pronunciadas por millones de cria-turas que disertarán acerca de Él sabiamente, no serían bastan-tes para contarla. Mas esta Palabra única lo dice todo absoluta-mente. El que oyera perfectamente este Verbo, no haría más que comprender todas las cosas; pues comprendería al Autor de las cosas y no quedaría para él secretos en la naturaleza divina. Pero sólo Dios oye eternamente la Palabra que Él pronuncia. Dios la dice; ella dice a Dios; ella es Dios”.

Ruah Yahveh, expresión hebrea que significa espíritu de

Dios. En el lenguaje común significa aire en movimiento,

aliento o viento. En el Antiguo Testamento se le identifica como: Viento por el que Dios da a conocer su presencia, su

fuerza o su ira. Gn.3, 8; Ex.10, 13; Sal.18.16. Es también, ya desde el principio, el soplo de vida que

Dios inspira en el hombre y en los animales. Cuando Dios lo, retira sobreviene la muerte y si lo da a los muertos resucitan. Gn.2, 7; Job 12,10; Sal.104, 29-30; Ez.37, 1-14.

Es, en sentido más amplio, el soplo creador, el viento de Dios que hace salir al mundo de la nada. Gn.1, 2; Sal.33, 6.

Ciertos fenómenos de carácter religioso como: el arte de los obreros en el tabernáculo (Ex.31,3); El poder de gobernar al pueblo ( Nm.11,16-17); la fuerza guerrera y el valor de los libertadores de Israel (Jue.3,9-10) y sobre todo en la inspiración profética recibida en forma individual o colectiva (1Sam.19,20-21), transitoria o permanente, con o sin fenómenos exteriores.

Soplo de santidad, en el Salmo 51,12-14 aparece por

primera vez la expresión “Espíritu Santo. Sus efectos son firme-za, buena voluntad, contrición (Sal.51, 18-19) y humildad (Sal.143,4-7), sumisión a la voluntad de Dios y enderezamiento en el camino, rectitud, justicia y paz (Is.32,15-17), conocimiento de la voluntad divina y don de sabiduría(Sab.9,17).

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

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Un fenómeno esencialmente mesiánico, primero por-que el Mesías será poseído sin limites por el Espíritu de Dios y se-gundo, porque en la época mesiánica se producirá una intensa efusión del Ruah de Yahveh.

“La idea fundamental que expresa el nombre bíblico

del Espíritu no es, por tanto la de un poder intelectual, sino la de un impulso dinámico, comparable al impulso del viento. En la Bi-blia, la primera función del Espíritu no es la de hacer entender, sino la de poner en movimiento; no la de iluminar, sino la de comu-nicar un dinamismo”.

Catequesis del Papa Juan Pablo II en la audiencia gene-ral del miércoles, 3 de enero de 1990.

En el Nuevo Testamento el Ruah de Yahveh, Jesús lo

revela, con un carácter muy personal, como el Paráclito, el Espíri-tu Santo, que el Padre enviará en su nombre (Jn.14, 26). Su acción se deja entrever desde su intervención en la concepción de Jesús en María, la cual, llena del Espíritu, contagia a su prima Isabel y su hijo en el vientre; su llenar a Zacarías al momento de volver a te-ner el habla y al reposar en anciano Simeón.

Jesús tiene sobre sí el Espíritu de Dios, es movido por Él, arrastrado por su dinamismo, con la plenitud que le confiere su doble cualidad de Mesías y de Hijo. Comienza su ministerio lleno del Espíritu Santo. Se lo enviará a sus apóstoles después de su as-censión y les comunicará el dinamismo y ardor para llevar su testi-monio hasta los confines de la tierra.

3. Comunión entre: Dabar=Palabra=Hijo de

Dios=Jesucristo; Ruah=Espíritu de Dios=Espíritu Santo. En el punto anterior se aprecia las particularidades de la

Segunda y Tercera persona de la Trinidad, que identificadas con las palabras Dabar y Ruah, nos lleva a develar lo que estaba escondido en ellas. Entre el Espíritu y la Palabra hay una conexión inseparable como el ejemplo que daba el Papa Juan Pablo II: para hablar se ne-cesita poner el aire en movimiento (soplo). Son las dos grandes fuer-zas que juntas crean y mueven al mundo, son como dos faros que

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Al llegar la plenitud de los tiempos, tras la labor realizada por el Espíritu Santo a través de los Profetas, la Palabra de Dios se hizo car-ne y puso su morada entre nosotros (Jn.1, 14), a partir de aquí Dios se expresará en su Hijo amado, Jesús, y una vez glorificado lo hará a través de la Iglesia a la humanidad.

En Jesús se cumplen y rebasan todos los requisitos del profeta: No sólo es el hombre de la palabra, él es la Palabra

(Jn. 1,1). Es el hombre con la plenitud del Espíritu (Lc.4, 1), es el

que da al Espíritu (Jn.20, 22). Es el Profeta instituido por Dios (Jn.12, 29), es el Pro-

feta veraz porque Él es la Verdad. Dinamizado por el Espíritu Santo pasa haciendo el

bien (Lc4, 14). Es el que realiza que el Pueblo de Dios se convierta en

un Pueblo de Profetas. El ministerio profético de Jesús, lo expresa el evangelista san

Lucas, “...volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu ”(4,14), viene a Na-zareth y según su costumbre entró en la sinagoga el día sábado, se le-vanta para hacer la lectura, le entregan el volumen del Profeta Isaías donde estaba escrito:

“El Espíritu está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimi-dos y proclamar un año de gracia del Señor”

Jesús enrolla el volumen y lo devuelve al ministro y se sienta. Después de un momento de expectación les dice “Esta escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”. La confirmación la encontramos más adelante en el propio San Lucas (7,22) cuando Jesús les dice a los discípulos de Juan “id y contad lo que han visto y oído. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muer-tos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva”. Todo esto lo realizaba porque estaba lleno del Espíritu Santo.

La palabra de Jesús causa asombro y tiene autoridad (Mt. 7,28-29; Mc.1, 22; Lc.4, 32), tiene poder sobre los espíritus inmundos y los elementos naturales (Mt.8, 16 y 26-27), suscita la fe (Jn.4,41-42), da vida eterna (Jn.5,24) esto brota de la plena conciencia mesiánica de

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

32 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

Ezequiel tiene conciencia de estar personalmente animado por el espíritu: “entró en mí -escribe- como se me había dicho y me hizo te-nerme en pie; y oí al que me hablaba” (Ez 2, 2). El Espíritu entra en el interior de la persona del profeta. Lo hace tenerse en pie: por tanto, hace de él un testigo de la palabra divina. Ezequiel, por lo demás preci-sa que está hablando del "espíritu de Yahveh" (11, 5).

e) Dinámica de la acción profética del Espíritu Divino. El Profeta Ezequiel describe como se manifiesta dinamismo del

Espíritu,”el espíritu me levantó y me arrebató”(Ez.3.14), así como en otros hechos de su vida (Ez.8,3; 11,1.5.24; 43,5)

Este dinamismo destaca también fuertemente en las profecías de Ageo y de Zacarías, los cuales, tras el retorno del exilio, impulsaron vigorosamente a los israelitas a emprender la obra de la reconstrucción del Templo de Jerusalén. El resultado de la primera profecía de Ageo la leemos en el capitulo 1 verso 14). En un segundo oráculo, el profeta Ageo intervino de nuevo y prometió la ayuda poderosa del Espíritu del Señor (Ag 2, 4-5). Y de la misma manera el profeta Zacarías proclama-ba: "Esta es la palabra de Yahveh a Zorobabel: No por el valor ni por la fuerza, sino sólo por mi Espíritu, dice Yahveh Sebaot" (Za 4, 6).

f) El profetismo futuro abarcaría a todo el Pueblo de Dios. En los tiempos inmediatos anteriores al nacimiento de Jesús no

existían ya profetas en Israel y no se sabía hasta cuándo duraría esa situación (Sal 74/73, 9; 1 M 9, 27). Sin embargo, uno de los últimos pro-fetas Joel, había anunciado una efusión universal del Espíritu de Dios que debía realizarse "antes de la venida del Día de Yahveh, grande y terrible" (Jl 3, 4) y debía manifestarse con una extraordinaria difusión del don de profecía (3, 1). Así se debía cumplir finalmente el deseo ex-presado, muchos siglos antes, por Moisés: "¡Quién me diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara por que Yahveh les daba su espíritu!" (Nm 11, 29). La inspiración profética alcanzaría incluso "a los siervos y a las siervas" (Jl 3, 2), superando toda distinción de niveles culturales o condi-ciones sociales. Entonces la salvación se ofrecería a todos: "Todo el que invoque el nombre de Yahveh será salvo" (Jl 3, 5).

2-El Espíritu Santo en el Profeta del Altísimo, Jesús. “Muchas veces y de muchos modos, habló Dios en el pasado a

nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo”(Hb.1,1-2).

9 Escuela Nacional de Formación

apuntan uno al otro y que se alumbran mutuamente y juntas ilumi-nan toda la revelación. El Espíritu es aquel que da la Palabra y que es dado en la Palabra. Hay una reciprocidad perfecta entre ambas realidades, que hunde sus raíces en la Trinidad: Dios Padre es prin-cipio de la Creación; El la ha realizado mediante su Palabra, es de-cir, mediante su Verbo e Hijo, y mediante su Soplo, el Espíritu San-to.

Esta unidad común produce un movimiento circular que podemos observar en:

La Revelación: el Espíritu nos da la Palabra (2Pe.1, 21)

pero después esta misma Palabra leída con fe, nos da al Espíritu Santo: dicho de otra forma la Palabra inspirada por el Espíritu Santo, se convierte en espirante del Espíritu.

La Redención: en la obra de la Encarnación el Espíritu

Santo nos da la Palabra viviente de Dios que es Jesús (Jn.1,14; Lc.!,35; Mt.1,18), y en el Misterio Pascual, es la Palabra hecha carne que, desde la cruz derrama el Espíritu Santo sobre la Igle-sia (Jn.19,34).

Comprendiendo Pentecostés como prolongación del misterio pascual de Cristo, es Él mismo quien como Mesías, que ha recibido en plenitud el Espíritu, lo derrama sobre la Iglesia de todos los tiempos, representada por María y los discípulos que oraban en Cenáculo (Juan Pablo II. Testigo Fiel del Espíritu San-to, Puebla. 1998, p.37-40).

Es Pentecostés el momento más sobresaliente de la His-

toria de la Salvación en que el Espíritu pone la Palabra en el co-razón y los labios; el Papa Juan Pablo II nos lo recuerda en su catequesis del 20 de Septiembre de 1989: “El carácter misione-ro de la Iglesia pertenece a su misma esencia, es una propiedad constitutiva de la Iglesia de Cristo, porque el Espíritu Santo la hizo “misionera” desde el momento de su nacimiento. Y esta misión consistía en que los apóstoles eran los hombres nuevos del Espíritu y la Palabra”.

Continúa el Papa: La misma tradición judía había prepa-rado a los Apóstoles para comprender que las “lenguas” signifi-

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

10 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

caban la misión de anuncio, de testimonio, de predicación, que Jesús mismo había encargado, mientras que el fuego estaba en relación no sólo con la Ley de Dios, que Jesús había confirmado y completado, sino también con Él mismo, con su persona y su vida, con su muerte y su resurrección, ya que Él era la nueva Torah para proponer al mundo.

Y bajo la acción del Espíritu Santo las “lenguas” de

fuego se convirtieron en palabra en los labios de los Apósto-les: “Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les concedía ex-presarse (Hch.2,4)”. 4. Conclusión: Esta reflexión nos deja claro que la misión que se nos ha

confiado de formar discípulos de Jesucristo (Mt.28, 18-20) consiste en:

Que como formadores debemos ser conformados

por el Espíritu en la Palabra, dinamizados por el Espíritu pa-ra vivir en la Palabra, bautizados por el Espíritu para dar la Palabra.

Que, nuestra labor es ser hombres y mujeres del Espíritu y la Palabra. Ruah y Dabar, que al actuar en noso-tros, crean, generan, provocan y proyectan vida en abun-dancia.

Dar a los hombres la Palabra con el poder del Espíri-tu Santo para que en el mismo movimiento circular-, cono-ciendo la Palabra reciban o descubran al Espíritu que los hace hijos de Dios (Gal 4,4-7; Rm.8,14-15).

Darnos cuenta de la necesidad imperiosa de entrar en el estudio profundo de la Palabra de Dios y de la acción del Espíritu Santo en nosotros y a través de nosotros.

31 Escuela Nacional de Formación

como su principal heredero espiritual (Dt 21, 17) entre la muchedum-bre de los profetas y de los "hijos de los profetas", agrupados en comu-nidades (2 R 2, 3-9). Pero el espíritu no se transmite de profeta a profe-ta como una herencia terrena: es Dios quien lo concede.

c) El verdadero profeta es instituido por Dios. En la genuina tradición bíblica se defiende y se reivindica la

verdadera idea del profeta como hombre de la Palabra de Dios, insti-tuido por Dios conforme a la promesa hecha a Moisés “Yo les susci-taré, de medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le man-de”(Dt.18,18).

Es Dios el que llama al profeta y habla por medio de él, y to-da profecía se cumple (Dt.18,18). El mismo Dios advierte sobre los fal-sos profetas (Dt.18,20-22); se plantea una lucha con falsos profetas que imitando a los de los vecinos de Israel recurren a la música y gesti-culaciones como signos de la presencia del espíritu profético(1Re.18,25-29).

Criterio de juicio sobre la veracidad del profeta de Dios es su fidelidad a la doctrina dada por Dios a Israel, en la resistencia a las seducciones de la idolatría. Tarea del profeta, como hombre de la pa-labra de Dios, es combatir el "espíritu de mentira" que se encuentra en la boca de los falsos profetas (cf. 1 R 22, 23), para proteger al pueblo de su influencia.

d) El profeta, hombre de la palabra, debe ser también "hombre del espíritu"(Os.9, 7).

El profeta debe tener el Espíritu de Dios, y no sólo el propio espíritu, si ha de hablar en nombre de Dios. El concepto lo desarrolla sobre todo Ezequiel, que deja entrever la toma de conciencia ya hecha acerca de la profunda realidad del profetismo. Hablar en nombre de Dios requiere, en el profeta, la presencia del espíritu de Dios. Esta pre-sencia se manifiesta en un contacto que Ezequiel llama "visión". Quien se beneficia de ese contacto, la acción del espíritu de Dios garantiza la verdad de la palabra pronunciada. Encontramos aquí un nuevo indicio del lazo existente entre palabra y espíritu, que prepara lingüística y conceptualmente el lazo que se establece en el Nuevo Testamento, en un nivel más elevado, entre el Verbo y el Espíritu Santo.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

30 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

Pero qué era un profeta, en sentido amplio, es un hombre que tiene relaciones privilegiadas con Dios y que hacen de él una per-sona inviolable y un poderoso intercesor. En la Biblia Griega la palabra “profeta” (del griego pro y phemí) significa “hablar en nombre de al-guien”, mientras que la Biblia Hebrea los llama “nabi” esto es una per-sona llamada por Dios.

Por lo tanto el profeta es el hombre llamado por Dios para hablar su Palabra bajo la inspiración del Espíritu Santo (Num.24,2, 13,8).

Aspectos de la acción profética del Espíritu Santo en el Anti-guo testamento.

De hecho todo el Antiguo Testamento es profético ya que prepara la venida del Hijo de Dios, el Papa Juan Pablo II en su cateque-sis de 14 de Febrero de 1998, nos dice que el profetismo es el filón a lo largo del cual discurre la historia de Israel, dominada por la figura des-tacada de Moisés, el "profeta" más excelso, "a quien Yahveh trataba cara a cara" (Dt 34, 10). Siguiendo esta misma catequesis del Papa, veremos los aspectos de la acción profética del Espíritu.

a) El fenómeno profético está ligado a la Palabra. El profeta es un hombre que habla en nombre de Dios, y

transmite a quienes lo escuchan o lo leen todo lo que Dios quiere dar a conocer sobre el presente (Num.24,5-9) y sobre el futuro (Num24,17).

El espíritu de Dios anima la palabra y la vuelve vital. Comuni-ca al profeta y a su palabra un cierto "pathos"(sentimiento) divino, por el que se hace vibrante, a veces apasionada y dolorosa, y siempre dinámica.

b) El espíritu profético se puede comunicar y casi "subdividir", según las necesidades del pueblo.

Moisés, preocupado por el número de los israelitas que debía guiar y gobernar (Nm.11,14), y que eran ya "seiscientos mil de a pie" (Nm 11, 21). El Señor le mandó que escogiera y reuniera "setenta ancianos de Israel,.." (Nm 11, 16). Una vez hecho eso, el Señor "tomó algo del espíritu que había en él y se los dio a los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profeti-zar..." (Nm 11, 25).

Eliseo cuando estaba por suceder a Elías, quería recibir inclu-so "dos tercios del espíritu" del gran profeta, para ser así conocido

11 Escuela Nacional de Formación

TEMA 2.- REVELACIÓN, TRANSMISIÓN E INSPIRACIÓN.

Objetivo: Llevar a los participantes a una comprensión más plena en torno a los conceptos de Revelación, Transmisión e Inspiración sobre la Sagrada Biblia desde el punto de vis-ta del Magisterio de la Iglesia.

Introducción La enseñanza auténtica que el Concilio Vaticano II propone sobre este tema, es nuestra fuente de reflexión. Y ésta nos permite dar lineamientos generales que ubique al formador de la RCCES en la veracidad de la fuente de donde parte toda enseñanza que comparte para el crecimiento en la fe, que es, la Sagrada Escritura, siempre ligada a la Tradición y el Magisterio. El documento del Concilio que nos centra en nuestra re-flexión es La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación “Die Verbum”, y la seguiremos, dicha reflexión, en el orden dado en este documento: Capítulo I: Naturaleza de la Revelación. Capítulo II: La Transmisión de la Revelación Divina. Capítulo III: La Inspiración Divina (Sólo el Número 11).

1.- Naturaleza de la Revelación.

Son cinco los puntos los que nos llevan a entender sobre la Re-velación y que a continuación se irán exponiendo uno por uno.

1.1.- Naturaleza y objeto de la Revelación Es Dios el origen y fuente de la Revelación y su voluntad es mostrarse a los hombres, porque les ama. Dios habla y trata con ellos como amigos y les invita y recibe. El camino a seguir es Cristo bajo la acción del Espíritu Santo que nos lleva al Pa-dre y a participar de su Vida Divina. Esta revelación se lleva cabo con un plan donde los hechos y palabras están enlazados; lo obrado por Dios en la historia de la salvación manifiesta y confirma su enseñanza y la realidad del significado de sus palabras; a su vez, las palabras procla-man los hechos y explican el misterio.

1.2.-Preparación de la Revelación evangélica. Esta preparación de Dios de su revelación y preparación del camino del evangelio, se resume en:

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

12 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

a) En la creación Dios ofrece un testimonio perenne de sí mismo. b) Se manifiesta a nuestros primeros padre (Adán y Eva). c) Se le presenta a Abrahán y Patriarcas. d) Por medio de Moisés y los Profetas.

1.3.-Cristo culmina la Revelación. Dios envió a su Hijo, el Verbo eterno hecho carne, que ilumina a los hombres, y con palabras, obras, signos y milagros, y sobre todo con su muerte y resurrección, y con el envío del Espíritu Santo, cumple y completa la Revelación, la cual nos dice que Dios está con nosotros para liberarnos del pecado y resucitarnos para la vida eterna. La Nueva Alianza no pasará jamás, y no hay que esperar ya otra Revelación pública antes del retorno de Cristo (Del Sumario de Dei Verbum Nª 4).

1.4.- La Revelación debe recibirse con Fe. Ello significa dos acciones: La respuesta del hombre: Ante la revelación de Dios el

hombre se somete con la fe (Rm.16, 26), que es en-trega entera y libre a Dios (Die Verbum 5).

La de Dios: Para la respuesta del hombre es necesaria la gracia de Dios y el auxilio del Espíritu Santo. Para que el hombre comprenda cada vez más la revela-ción el Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe con sus dones (DV 5)

1.5.- Las Verdades reveladas. El Concilio afirma: a) La posibilidad de conocer a Dios con luz natural de la razón (Rm1, 20). b) Que debemos a la Revelación que ese conocimiento, de Dios, pueda ser alcanzado por todos expeditamente y sin error. Que con la Revelación, Dios quiso, sin embargo, comunicarnos también aquellas verdades que trascienden la comprensión de la mente humana. (Sumario Dei Verbum 6). c) Se puede decir que la Revelación es la amorosa comuni-cación que, mediante el Verbo, Dios hace de Si mismo y de su mis-terio al hombre, en el seno de la comunidad eclesial, para hacerle partícipe de su salvación:

29 Escuela Nacional de Formación

TEMA 4. LA ACCIÓN PROFÉTICA DEL ESPÍRITU SANTO. Objetivo: Meditar y comprender el carisma de las “lenguas

nuevas” a la luz del antiguo y nuevo testamento. Lecturas Bíblicas:

“El Espíritu de Yahveh habla por mí, y su Palabra está en mi lengua”. 2Samuel 23,2

“Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos e hijas profetizarán…” Joel 3,1.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar… proclamar…” Lucas 4,18-19.

“... quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron hablar en otras lenguas según el Espíritu les concedía expresarse”. Hechos 2,4.

Introducción. La ilustración de nuestra reflexión se puede encuadrar al con-

templar un barco velero que surca las aguas del mar, impulsado por el viento, cuya misión es hacer llegar la perla más preciada, por la cual se es capaz de vender todo lo que se posee, dicha perla es la Palabra de Dios. El velero es cada hombre o mujer llamados a transmitir la Palabra de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo para que se realice la obra de Dios en la humanidad.

El actor principal de esta obra es el Espíritu Santo, su misión desde el Antiguo Testamento se enfoca a Cristo y su tarea salvífica. Es por ello que nuestra reflexión sobre la acción profética del Espíritu San-to, se enmarca en tres puntos, que son:

El Espíritu Santo que habló por profetas para ver su acción en el Antiguo Testamento.

El Espíritu Santo en el Profeta del Altísimo. El Espíritu Santo en Pentecostés.

1.- El Espíritu Santo “que habló por profetas”. “El Espíritu de Yahveh habla por mí, y su Palabra está en mi len-

gua” 2Samuel 23,2. Es expresión de nuestra profesión de fe, que en el Antiguo Tes-

tamento el Espíritu Santo fue manifestando el plan de Dios por medio de los profetas.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

28 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

“La Palabra de Dios posee tan grande fuerza y virtud, que ella es sostén y vigor de la iglesia; y para los hijos de la misma Iglesia es fortale-za de la fe, alimento del alma y fuente pura y perenne de vida espiri-tual” (DV 21). “El alimento de las Escrituras ilumina la mente, robustece las voluntades y enciende en el amor de Dios los corazones de los hombres” (DV 23) (En estos dos últimos recuadros la información es tomada del libro: Qué

es la Biblia, Cómo leer la Biblia, Introducción a la Biblia, del Padre Salva-

dor Carrillo Alday, M. Sp.S).

“Verdadera palabra de Dios”.Creadora, vivificante, eficaz, operante, justiciera, penetrante, iluminadora, fecunda, perenne, gloriosa, fuerza, poder, presencia del Espíritu de Dios, fuente de sabiduría divina, vida eterna, comunicadora de espíritu y verdad, principio de felicidad, mensajera de paz, purificadora, santificadora, permanente, liberadora, consoladora, garantía de salvación eternidad.

Dei Verbum:

“Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura para no volverse <predicadores vacíos de la palabra, que no la escuchan por dentro>; y han de comunicar a sus fieles, sobre todo en los actos litúrgicos, las riquezas de la Palabra de Dios”. (DV 25)

13 Escuela Nacional de Formación

2.- La Transmisión de la Revelación. Antes de entrar a la explicación de este punto a partir del docu-mento conciliar, mencionaremos que en griego hay una sola palabra para hablar de transmisión y tradición, esta es, paràdo-sis (sustantivo). Y que desde hace varios siglos el cristianismo designa como: el acto de transmitir una tradición (sentido acti-vo o transmisión) como lo transmitido por la tradición, su con-tenido (sentido pasivo o tradición). Las definiciones de ambos términos, son:

Transmisión: es el acto por el cual el pueblo de Dios (Israel del A.T., la Iglesia del N.T.), guiado por hombres escogidos, comunica, de forma oral principalmente, a la siguiente ge-neración, la Revelación divina hasta el momento en que dicha Revelación cristaliza en texto sagrado y canónico.

Tradición: es el resultado del acto de transmitir el conjunto de acontecimientos, costumbres, comportamientos y verda-des contenidos en la Revelación divina y que han quedado plasmados definitivamente en la Sagrada Escritura. La doctrina del Concilio sobre este punto se resume en:

Los Apóstoles y sucesores, transmisores del Evangelio. Cristo mandó a los Apóstoles predicar el Evangelio. Ellos lo transmitieron con palabras, ejemplos y ense-ñanzas que recibieron.

Unos de ellos (Apóstoles y discípulos), inspirados por el Espíritu Santo, pusieron por escrito el anuncio de la salvación.

Los apóstoles confiaron a los Obispos, el propio puesto de maestros.

Esta Tradición y la Sagrada Escritura son como el espejo donde la Iglesia contempla a Dios.

La Sagrada Tradición. La predicación apostólica, expresada en los libros inspi-rados, debía ser conservada hasta el fin de los tiempos. La tradición progresa en la Iglesia, con la asistencia del Espíritu Santo, hacia una mayor comprensión de las

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

14 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

palabras y de las cosas transmitidas, gracias a la reflexión, al estudio, a la predicación.

Los santos Padres atestiguan la presencia de esta Tradi-ción, a la cual debemos el conocimiento del canon de los Libros sagrados y hace que los comprenda cada día mejor y los mantenga siempre activos.

Así, Dios, que habló en el pasado, sigue hablando por me-dio de la Iglesia y del Espíritu Santo.

Mutua relación entre Tradición y Escritura. Manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin.

La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto es-crita por inspiración del Espíritu Santo.

La Tradición recibe la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan, y la di-fundan con fidelidad en su predicación.

Ambas se han de recibir con el mismo espíritu de devo-ción.

Escritura, Tradición y Magisterio. Tradición y Escritura constituyen el único depósito sagra-do de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia.

El Pueblo de Dios, adherido a ese depósito, persevera en la enseñanza de los Apóstoles.

La interpretación de la Palabra de Dios, escrita o transmi-tida, está confiada al magisterio de la Iglesia, éste no es superior a la Palabra de Dios, sino que sirve a ésta, ense-ña sólo aquello que ha sido transmitido.

Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio están así unidos de tal forma, que no pueden subsistir independiente-mente, y juntos contribuyen a la salvación de las almas.

(Sumario Die Verbum del 7 al 10). Otro aspecto que se puede destacar es que la transmisión de la Palabra de Dios en sus inicios fue de forma verbal que se conoce co-

27 Escuela Nacional de Formación

Ejercicio de Interpretación: Sobre los milagros de Jesús

Mt 8, 1-15; 9,27-31; Mc 2, 1-12; 3,1-6; 7, 31-37; Lc 5, 12-16; 13,10-17; Jn 4, 46-54; 5, 1-18; Hech 9, 32-35 Material: un milagro Formal: ver algunos elementos como: presentación de la situación petición del interesado o de los que lo llevan constatación de la fe o invitación a ella palabras y /o acción de Jesús efectos inmediatos: curación reacción de los que presencian el milagro

Situación vital: puede ser el ambiente de la comunidad en que surgen este tipo de relatos: apologéticos-mesiánicos, catequéticos

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

26 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

15 Escuela Nacional de Formación

mo la tradición oral que al paso de los años se trasladó a la tradición escrita: Antiguo Testamento: A partir del reinado de Salomón siglo X; hacia finales del siglo V, año 400 fueron puestos en el orden que hoy conocemos en el Pentateuco. Nuevo Testamento: Años 40-50 Mateo arameo.

3. La Inspiración divina de la Sagrada Escritura. La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación en el nº 11, permite destacar las siguientes líneas:

La Revelación que la Sagrada Escritura contiene ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo.

La Santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con to-das sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escri-

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

16 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

tos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia.

En la composición de los Libros Sagrados, Dios se valió de hom-bres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de modo que obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería.

Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los Libros Sagrados en-señan sólida, fiel y sin error la verdad que Dios quiso consignar en dichos libros para salvación nuestra.

Por tanto, toda la Escritura, inspirada por Dios, es útil para ense-ñar, reprender, corregir, instruir en la justicia; para que el hom-bre de Dios esté en forma, equipado para toda obra buena (Tim. 3,16-17).

Respecto al modo particular de la inspiración existen 2 opiniones: Que el Espíritu de Dios inspiraba los pensamientos, dejando a los

escritores en libertad de expresarlos en su propio lenguaje, pero guiados de tal manera que no cayeran en equivocaciones teológi-cas. Esta es la inspiración plenaria.

Que les fue sugerida palabra por palabra por el Espíritu de Dios, y que los escritores no hicieron más que escribir al dictado. Esta es la inspiración verbal.

También encontramos ciertas expresiones en relación a la inspi-ración de los escritos divinos:

Los escritores sagrados aseguran con frecuencia, que ellos escribían por inspiración de Dios. (Is 8,1; Jer 2,1; Ez 1,3). San Pablo se refiere a algunos pasajes de sus epístolas es-critos “no por mandamiento” de lo que fácilmente se deduce que los demás están escritos por inspiración divina. (I Cor 7,6; Rom 9,1; II Cor 8,8).

4.- ¿NECESIDAD DE UNA REVELACION?

Era necesario que Dios se fuera revelando a la humanidad de-bido a que:

1. Las opiniones humanas no son una guía suficiente para la vida, ni una regla de conducta, puesto que son varias y contradicto-rias.

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acústica sea adecuada y haya verdaderos proclamadores de la Palabra.

E Lectura respetuosa del misterio La humildad y el respeto debe ser la nota característica del lector de la Biblia ya que en ella el Dios que se nos revela es el Dios oculto, el inefable e inagotable. Nuestra lectura será también inagotable ya que nuestras limitaciones no alcanzarían a abarcarlo todo. (Confr. Is 45,15; DV 8)

3.- Lectura razonable y científica de la Sagrada Escritura

Finalmente llegamos a este último principio en el cual el estudioso de la Sagrada Escritura se acerca a ella tomando en consideración no sólo los criterios humanos y principios del creyente que arriba mencionamos, sino también aplica todos los métodos que la ciencia del lenguaje aporta al estudio de la Escritura. Podemos hablar de diferentes acercamientos: el histórico, el literario, el retórico, el canónico, etc. Y dentro de esa diversi-dad señalaremos dos métodos: el diacrónico y el sincrónico. El diacrónico o método histórico crítico es aquél que mira el proceso por el que tuvo que pasar la Escritura a lo largo del tiempo, (día en griego significa a través de…; cronos, tiempo). Por ejemplo, no es el mismo Isaías de los capítulos del 1-39 que predica en el siglo VIII al Deuteroisaías que predica en el exi-lio de Babilonia s. VI (véase Isaías 40-55), y la de Tritoisaías en los capítu-los 56-66 cuya predicación data del postexilio, El primer Isaías predica los pecados de Judá y anuncia su castigo; en cambio la realidad que presenta y vive el Deuteroisaías es otra, él predica el consuelo y la esperanza a los que están en el exilio, etc. Esto mismo podríamos hacer con los cuatro Evangelios, qué fue primero, San Mateo o San Marcos, cuáles fueron las fuentes de San Lucas, etc.

El método sincrónico mira el texto como un corpus acabado y final, no se pregunta qué fue primero ni el proceso que siguió hasta llegar al final (syn es un prefijo griego que significa unión o simultaneidad; cronos, tiempo). Este enfoque no toma en cuenta estos aspectos que requieren de un bagaje de referentes científicos y literarios. Más bien su acerca-miento prescinde de todos esos aspectos y su lectura es más sencilla, más espiritual así como lo hacemos en nuestro Movimiento de Renova-ción a la manera de la Lectio Divina.

Para lograr una mayor comprensión de la Sagrada Escritura lo ideal es combinar ambos métodos como lo haremos en la parte práctica de nues-tro curso-taller.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

24 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...” Hebr 1, 1-2. En el Antiguo Testamento para pertenecer al Pueblo de Israel o Pueblo de Dios era necesaria la circuncisión en los varones (Confr. Gen 17, 10-14). En el Nuevo Testamento la idea de pueblo de Dios permanece pero ya no sólo son los judíos, también son los gentiles, los que están lejos y los que están cerca. (Confr. Mateo 28, 19-20; Mc 16, 15-16; Lc 24, 46-48; Jn 11, 49-52; Hch 2,39, etc.) Baste con que se acepte El Don de la Salvación que se encuentra en Jesucristo.

B) La tradición viva de toda la Iglesia. La escritura ha nacido en el seno de la Iglesia, y a su vez la misma Iglesia ha sido constituida por la Escritura, se considera la Escritura como un mo-mento privilegiado de la Tradición, por esto su interpretación, no puede prescindir de la comunidad eclesial. La Escritura debe leerse en el contex-to de la Tradición de la Iglesia. El lector originario de la Escritura es la Igle-sia, la comunidad, pues la Biblia es el libro del Pueblo de Dios. Es por esto que todos debemos estar dispuestos a confrontar nuestros puntos de vista con los del Magisterio de la Iglesia. La lectura de la Sagrada Escritura no es individualista, aislada y subjetiva sino dentro del seno de la Iglesia.

C) La analogía de la fe Definición. Es la iluminación que hay de un misterio a otro. Por ejemplo, el misterio de la Encarnación ilumina el misterio de la inspiración (Cfr. DV 13). Es decir, así como el Verbo se hizo Carne e igual en todo al hombre, menos en el pecado, así también la Palabra de Dios se hizo escritura en todo menos en el error. En el cuadro de las anunciaciones de aquellos personajes que serían figura de Jesús se observa la intervención milagro-sa de Dios: Isaac, Sansón, etc., fueron todos hijos únicos así Jesús, hijo único de la Virgen María nació por la acción del Espíritu Santo. También el concepto se puede aplicar en la línea de las jerarquías de verdades. En la Biblia hay libros y pasajes más importantes que otros. Ejemplos: no están en el mismo nivel el Misterio de la Encarnación con el ministerio petrino; no están en la misma escala de jerarquía los Evangelios que otras lectu-ras. Esto lo podemos ver en la celebración Eucarística.

D) La lectura litúrgica La lectura de las Sagradas Escrituras debe hacerse en un clima de silencio, de oración y de meditación de ahí la necesidad de participar asiduamente en la liturgia de la Palabra y favorecer un ambiente apropiado donde la

17 Escuela Nacional de Formación

2. La razón humana es insuficiente, algunos adoran al verdadero Dios, otros a sus obras, y otros a dios alguno.

3. La Ley de Dios, que es la única regla suficiente, puede conocer-se a la perfección solamente mediante la Revelación.

4. La condición moral de los antiguos paganos es una prueba de la necesidad de la revelación de Dios. (Rom 1,21-31; 3,9-18; 1 Cor 6,9-10; Ef 2,2-3).

Sócrates (470-399): hizo de la moralidad el único tema de su filosofía, y sin embargo recomendaba la adivinación.

Platón (427-347): el gran discípulo de Sócrates, enseñó que era honorable mentir.

Séneca (4 a C- 65 ): toleró la fornicación y recomendó el suicidio, y al final él mismo lo practicó.

Los chinos: queman papel dorado enfrente de sus ído-los, suponiendo que éste se convertiría en dinero en el otro mundo, y que servirá a los espíritus de los difuntos pobres para sus gastos de viaje hacia el cielo.

Tatuajes, dark, globalifóbicos, etc.

Solamente la Biblia nos hace diferentes: Sal-mo 119,9;

5.– CANON Canon: viene de la palabra griega que significa medida, regla.

como la escritura es una regla de fe y de costumbres dada por Dios, pronto se llegó a hablar del Canon de las escrituras.

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Curso taller “El Espíritu y la Palabra”

18 Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo

Dos cánones: Canon largo: alejandrino (46+27 Católicos) Canon corto: palestinense.(judíos)

Libros Deuterocanónicos: 7, Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, I y II Macabeos, Sabiduría. Y algunas secciones griegas de Est-her y Daniel.

Libros del nuevo testamento que se pusieron en duda:

Hebreos, Santiago, 2 pedro, 2-3 Juan, Judas, Apocalipsis.

El Concilio de Trento solemnemente reunido el 8 de abril de 1546 definió dogmáticamente el Canon de los libros sagrados.

San Pedro escribirá: “Creed que la paciencia del Señor es para nuestra

salvación…” 2P 3,15-16 Hay una correspondencia entre los dos testamentos: Mt 1,22 == Is 7,14 “ he aquí que la Virgen concebirá y dará luz un hijo”

Mt 8,17 == Is 53,4 “ Él tomó nuestras flaquezas y Cargó con nues-tras enfermedades”

Jn 3,14 == Nm 21,4-9 “Y como Moisés levanto la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el hijo del Hombre”.

1 P 3,20 == Gn 7,7 “……el arca en la que un pequeño número se salvó a través del agua…..; a esta corresponde ahora el bautismo.”

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2 Lectura desde la fe del creyente y con el mismo Espíritu con el que fue escrito. Este segundo criterio nos remite a acercarnos a las Sagradas Escri-turas pero ahora, no siguiendo los criterios humanos e intelectuales sino desde la perspectiva del creyente y con el mismo Espíritu con el que fue escrito ya que hemos confesado que es también Palabra divina. Cuando los autores sagrados (hagiógrafos), escribieron, lo hicieron bajo la inspi-ración del Espíritu Santo. Y es por esto que ahora tomaremos 5 princi-pios que nos deben ayudar para hacer una correcta interpretación de la Escritura.

A) Contenido y unidad de toda la Escritura. La Biblia, pese a su diversidad y pluralidad de pensamientos, es uno sólo su origen, su contenido y su finalidad ya que Dios es su autor y en ella nos cuenta la Historia de la Salvación. Sin embargo es importante señalar que Dios respeta las diferentes formas en cómo los hagiógrafos nos presentan esta historia y aunque en apariencia a veces parecieran contradictorias, éstas quedan iluminadas a la luz del Espíritu Santo. Es por esto que los textos no deben interpretarse de manera aislada sino en el contexto de la totalidad de la Historia de la Salvación. Se respeta el principio de la totalidad y la progresividad En las Sagradas escrituras observamos dos grandes etapas: La An-tigua y La Nueva Alianza. La primera encubre a la segunda y ésta descu-bre a la primera. A la luz de la experiencia pascual, la primera comunidad leyó y releyó la Escritura del Antiguo Testamento y en ella descubrió imágenes, figuras y profecías que se hicieron realidad en la persona de Jesucristo. Por esto la lectura del creyente debe ser una lectura Cris-tocéntrica. Véase los siguientes textos e identifique a Jesucristo: Ex 3, 6; 2 Reyes Cap. 4 y 5; Jonás 2, 1-2; etc. Es importante señalar que además la lectura debe hacerse global e integral. Esto significa evitar las tendencias a manipular la Escritura y tomar textos que justifiquen ciertas ideas preconcebidas u otros que nos lleva a tranquilizarnos... También vale la pena considerar que en la Historia de la Salvación se da el principio de la continuidad, la ruptura y el progreso o supera-ción. Esto significa que en muchos casos la pedagogía de Dios seguirá siendo la misma: Su Palabra que crea, que se revela, que sana; pero tam-bién que se plenifica en la Persona de Jesucristo: “Muchas veces y de muchas manera habló Dios a nuestros padres por medio de los profetas.

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De nomos, palabra griega que significa Ley. Textos legislativos de la Biblia como el Éxodo en el capítulo 20 nos encontramos el decálogo; en el libro de Levítico (17,26). También encontramos este género en el Pentateuco.

Géneros históricos, proféticos, numéricos. El género numérico lo encontramos en Génesis 5 donde nos hablan de personas que han vivido muchos años por caminar en Dios (Proverbios10, 27; Is 65, 20) y en citas donde los números indican perfección como el 3, 7, 40, 1000, etc.

El número 40 aparece casi 200 veces:

¿Cuántos días y cuántas noches llovió en tiempos de Noé? ( Gén 7, 12)

¿Cuántos días tardaron en embalsamar a Jacob? ( Gén 50, 3 ) ¿Cuántos años vagaron los israelitas por el desierto?

(Deuteronomio 8, 2) El número 3 aparece cientos de veces en la Biblia: Dios salva siempre al tercer día. El profeta Oseas dice: “En dos días nos hará revivir, y al tercer

día nos restablecerá”( Os 6, 2 ) Pablo recuperó la vista al tercer día Jonás salió del vientre del pez al tercer día Jesús resucitó al tercer día Al tercer día se celebraban las bodas de Caná

El número seis representa algo incompleto Noé tenía 600 años cuando vino el diluvio. 600 carros envió el Faraón 3 veces 6 es igual a 666 que es la plenitud de lo incompleto.

Símbolo que se referencia a La Bestia. Sobre la numerología les remitimos a la bibliografía que al final sugerimos

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TEMA 3. INTERPRETACIÓN BÍBLICA

OBJETIVO PARTICULAR: Conocer las diferentes formas de acercamiento que hay a la Palabra de Dios según el Magisterio de la Iglesia aplicando los dos métodos clásicos de análisis: el diacrónico y el sincrónico.

INTRODUCCION

La lectura de la Biblia no es un ejercicio privado de nuestros her-manos protestantes, ésta incumbe a toda la Iglesia ya que es una tarea eclesial guiada por el Espíritu Santo.

Para el cristiano verdadero, leer las Sagradas escrituras debe ser un derecho y una obligación. Es importante señalar desde un principio que su lectura y comprensión exigen, no sólo la fe del creyente, sino también su capacidad intelectual y racional. En efecto, para entender y comprender los desafíos y retos que nos presenta una cultura milenaria y diferente como lo es la antigua civilización del Medio Oriente es funda-mental estudiarla con rigor científico ya que ésta dista mucho de la occi-dental. Es por esto que vamos a iniciar este estudio estableciendo algu-nos principios hermenéuticos que nos sirvan de guía para acercarnos a las Sagradas Escrituras.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA.

Estos Principios parten de criterios dados por el Magisterio de la Iglesia, los cuales se enuncian a continuación.

1.- Criterio: La Palabra de Dios se hizo palabra humana.

Carlos Junco Garza, biblista mexicano de reconocida trayectoria en los medios nacionales e internacionales, en comunión con el Magisterio de la Iglesia, afirma que así como el Hijo se hizo igual a nosotros en to-do (menos en el pecado) y que es verdadero Dios y verdadero hombre, así la Palabra de Dios se hizo palabra humana, pronunciada y escrita por hombres pero sin dejar de ser Palabra divina. Esta dualidad intrínse-ca de la Palabra nunca debe olvidarse en todo acercamiento, so riesgo de falsear su sentido. El autor antes citado, le llama a este primer princi-pio lectura bajo la ley de la encarnación.

Tratando de explicarlo diremos entonces que la Palabra de Dios es Divina y humana, por lo tanto, debe uno acercarse a ella en esta do-ble dimensión. Como Palabra Divina, nuestro acercamiento debe ser del creyente verdadero y auténtico que escucha y acata en las Escrituras el mensaje eterno de Dios, en el aquí y en el ahora. “La hierba se seca, la

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flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios permanece para siem-pre” (Is 40, 8; confr. 1 Pedro 1, 24-25). Esta exhortación de escuchar la Palabra y obedecerla tiene su fundamento en la tradición bíblica (confr. Dt 4, 1; 5, 1... Jr 7, 23. 30) y en el magisterio de la Iglesia. Así lo afirman los Obispos en los documento conciliares. (Confr. DV 1, 10)

La Biblia en su dimensión humana, es una palabra literaria, con-creta o histórica, consignada por escrito. Por lo tanto, esta Palabra está sujeta a los condicionamientos de la lengua. Por esto, el deber de todo estudioso de la Biblia, le exige un acercamiento a las ciencias de la filo-logía, de la lingüística, etc.

En la Biblia encontramos literatura, poesía, prosa artística y esto requiere de un análisis riguroso tanto científico como artístico... La Bi-blia es una realidad concreta e histórica, es decir, responde a una de-terminada situación social, económica, política, etc., por lo tanto nece-sita de elementos extra-bíblicos como la historia, la geografía, la socio-logía, etc. Y como la Biblia está escrita, está sujeta a las reglas de la sin-taxis, fonología, etc. Por lo que nuestra lectura no tiene que ser al mar-gen de estos factores y condicionantes sino que se les debe tomar en cuenta. Veamos algunos ejemplos:

El relato de la vida de Jonás debe entenderse no como un libro de historia sino como una “novela breve”..., como una fina crítica de la actitud cerrada de la visión judía con respecto a los pueblos paganos. El Arca de Noé no sabemos si realmente existió, lo más seguro es que no; y sólo sea una ficción literaria, sin embargo de este relato se desprende una gran enseñanza: el hombre justo sobrevive, flota en medio de las tormentas y se salva con su familia y sus animales y los perversos se ahogan en su propio pecado. Algunos pasajes de la carta de San Pablo a los Efesios, a los Colosenses, a Tito y a Filemón deben entenderse no como criterios en los que se justifica la esclavitud sino en un contexto más amplio (confr. Efesios 6, 5-9; Col 3, 22-4, 1; Tit 2, 9-10)

Por lo tanto, precisa de la ciencia y de su contexto histórico y literario:

Ubicación en el tiempo y el espacio (Cuándo y dónde)

Conocer la realidad geográfica, social, política y económica.

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EL CONTEXTO LITERARIO

El contexto literario requiere que el formador estudioso considere:

Hacer una lectura lenta y atenta del texto, observando las estruc-turas, las divisiones, lo que dice el texto antes y lo que dice des-pués. Es decir, debe entender que existen niveles de compren-sión de un texto: ¿Qué dice? Nivel informativo; ¿Cómo lo dice? Nivel estilístico y ¿qué nos quiere decir? Nivel ideológico.

Contar con un buen diccionario de la lengua, de concordancia, bíblico, etc.

Es bueno que se percate de los géneros literarios que el autor está usando, etc.

GÉNEROS LITERARIOS

¿Qué es un género literario?

Son formas de hablar o de escribir, de que se sirven los hombres de una determinada época y un determinado país para expresar sus pensa-mientos.

Es la manera especial que tiene el escritor de emplear el lenguaje. Todo esto está en función a factores de índole social, cultural, geográfica, político, religioso, etc. Existen diferentes géneros literarios: Nomísticos.