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nº 48, septiembre 2019 año XIV. ISSN: 1886-1083 serie histórica: nº 125 - año XXXI. 8 euros Especial ROSA LUXEMBURG (1870-1919) Juan Manuel Vera Paul Mattick Marie Xaintrailles Raya Dunayevska Ana Muiña Rosa Luxemburg Hay que cambiar el mundo completamente, pero cada lágrima vertida que pudiera haber sido evitada es una acusación, y comete un crimen quien, en su afán por cumplir una tarea importante, aplasta, por falta de cuidado, a un pobre ser indefenso Rosa Luxemburg, 1918

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nº 48, septiembre 2019 año XIV. ISSN: 1886-1083serie histórica: nº 125 - año XXXI. 8 euros

EspecialROSA LUXEMBURG(1870-1919)

Juan Manuel VeraPaul MattickMarie XaintraillesRaya DunayevskaAna MuiñaRosa Luxemburg

Hay que cambiar elmundo completamente,

pero cada lágrima vertidaque pudiera haber sido

evitada es una acusación, ycomete un crimen quien, en

su afán por cumplir una tareaimportante, aplasta, por falta de

cuidado, a un pobre ser indefenso

Rosa Luxemburg, 1918

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Consejo editorial de Trasversales

Celia, en el recuerdo

Nuestra querida compañera Celia Pérez Sanz (1949-2019), miem-bro del consejo editorial de Trasversales, ha fallecido. Una parte denosotras y nosotros la conocimos hace ya muchos años, en el marcodel movimiento ciudadano No Nos Resignamos; eso fue siempre losuyo, el activismo social, y por eso estuvo también en el movimien-to 15M, participante activa en lo que fue la asamblea de la Plaza Dalídel barrio Salamanca, así como en la Marea Verde educativa.Periodista, traductora, profesora, políglota, interesada por todo lohumano, también ha sido hasta su muerte vicepresidenta-colabora-dora de MásPúblico, editora de La Marea. Firmante, desde su decla-rado "feminismo de los afectos", del manifiesto "Las periodistasparamos 8M2018". Rara era la manifestación en la que no te laencontrabas. Muy amante de la literatura, escribía relatos, obte-niendo uno de los premios del XVIII Concurso de literatura Relatosde igualdad (Ayuntamiento de Miranda de Ebro).En Trasversales la recordaremos como la gran persona que siemprefue y por sus artículos (poco frecuentes), por sus traducciones y porsu capacidad para hacernos poner los pies en la tierra, para sacar-nos de esquemas preconcebidos poco acordes a la realidad y pararomper el riesgo de uniformidad o de presunciones no explícitasque los "orígenes políticos" comunes de una parte del consejo edi-torial siempre comportan, aunque hoy cada cual haya evolucionadode una manera y nuestros puntos de vista sean muy plurales.Celia queda en nuestro recuerdo. Pero también en aquello quesomos en la medida que el contacto con ella contribuyó a cambiar-nos, a reconstruirnos en la interacción social.Desde aquí enviamos un abrazo a su hija Alba y al resto de sus fami-liares y personas queridas.

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lo que hay…TAPAS INTERIORES. En el recuerdo: Celia Pérez Sanz/ Immanuel WallersteinTEXTOS SOBRE ROSA LUXEMBURG. Una aproximación a Rosa Luxemburg, JuanManuel Vera, 3-14. Rosa Luxemburg: una retrospectiva, Paul Mattick, 15-31. Notassobre el luxemburgismo, Marie Xaintrailles, 33-36. Luxemburg: revolucionaria, femi-nista, Raya Dunayevska, 37-39. Rosa Luxemburg, en la tormenta, Ana Muiña, 41-44. TEXTOS DE ROSA LUXEMBURG: El voto de la mujer, 45-47. La jornada de ochohoras, 49-50. Dirigentes y dirigidos, 51-56. La huelga de masas, 57-60. Y ahora, ¡con-denadme!, 61-65. La revolución rusa y la democracia, 67-77. Contra la pena de muer-te..., 79-80. La única manera de hacer socialismo..., 81-87. BIBLIOGRAFÍA EN CASTELLANO, 88-89.IMÁGENES: Aki Ginory y fotos de época. TRADUCCIONES a cargo de Trasversales.(todos los textos han sido traducidos salvo las notas sobre Celia Pérez y Wallerstein, losartículos de Vera y Muiña y la bibliografía)Fichero descargable en: http://www.trasversales.net/t48.pdfAdvertencia: esta versión, publicada sólo en PDF, amplía la versión en papel de 54 pági-nas distribuida en septiembre 2019. Incluye más artículos y versiones más extensas dealgunos otros. Ni la versión papel ni la versión PDF sustituyen al número estándar quetenía que salir en octubre 2019, pues saldrá en diciembre. Por diversas razones hemosoptado por publicar cada año un especial de carácter monográfico con unas 50 páginas,adicional a los números estándar. Por razones de sostenibilidad económica y para noaumentar precios, la versión papel de los especiales sólo se garantiza a las personas sus-criptoras, pero su contenido será de acceso público a través del correspondiente PDF.Para informarte sobre suscripciones o para conseguir el especial Rosa Luxemburgo enpapel, envía un mensaje a [email protected]

la redacciónÁngel Barón, Pedro A. Bueno, José Luis Carretero, Francisco Carvajal, Miquel Coll, MargaritaDíaz, Manuela Fernández, Almudena Gª Mayordomo, Beatriz Gimeno, Aquilino Ginory, JesúsJaén, Ramón Linaza, Luis Martín, Teresa Martínez, Pilar Membrillera, Enrique del Olmo, ToñiOrtega, Celia Pérez (1949-2019), Manuel Pozuelo, Freddy Quezada, José L. Redondo, FernandoRuiz, José M. Roca, Ángel Rodríguez Kauth, Miguel A. Rodríguez Lorite, Luis M. Saénz, BelénSaiz, Juan Manuel Vera, José Luis Yuguero.LOGO: Ana Muiña y Agustín Villalba. MAQUETA: Akilino & ArmandoCORRIGE: MargaPropiedad Y EDICIÓN: Asociación TRASVERSALEShttp://www.trasversales.net - [email protected] - ap. 6088, 28080IMprime: Torculo Artes Graficas, S.A.Depósito legal: C-2456-05. ISSN: 1886-1083SUSCRIPCIONES: ver http://www.trasversales.net/susc.pdfLa opinión colectiva de Trasversales se expresa sólo en textos editoriales. Se autoriza el usode aquellos materiales de cuyos derechos dispongamos, lo que confirmaremos tras aviso previo.

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consejo internacional de apoyoLa pertenencia a este Consejo no implica compromiso con la labor editorial, la líneageneral o el contenido y criterios de selección de los artículos publicados. Muchos desus miembros lo eran ya durante la primera etapa de la publicación (1989-2005).

Pilar Miró(1940-1997)

José A. Valente(1929-2000)

Eugenio Royo(1931-2001)

José M. de la Parra(1952-2001)

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Ignacio Iglesias(1912-2005)

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Wilebaldo Solano(1916-2010)

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Isidro Guardia Abella(1921-2012)

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José Mª Mendiluce(1951-2015)

Gonzalo Puente Ojea(1924-2017)

Juan Goytisolo(1931-2017)

Ándres Sorel(1937-2019)

Immanuel Wallerstein(1930-2019)

Cristina AlmeidaVicent Alvarez

Ana BelénFernando Ariel del Val

Alejando ArizkunEnrique Baquedano

Aaron BarneaRui Bebiano

José M. Benítez de LugoJacobo Bermejo

Alain CailléDavid Casacuberta

Antoni Castells DuránCarmen CastroMarisa Castro

Reinaldo CedeñoLinda de Sousa

Luis Antonio de VillenaElías DíazJavier Doz

Javier EsteinouRafael Estrella

Sam FarberRafael Feito

Benjamín ForcanoVasco FrancoAntonio GalaDan Gallin

Vicent GarcésPere Gimferrer

José A. Gómez YáñezCarlos Gómez Gil

Juan González DíazEnrique González Macho

Jordi GordonRamón Górriz

Isabel Gutiérrez ArijaEsteban Ibarra

Miguel de Julián

Boris KagarlitskyAdam Keller

Veronique KleckRaúl KollmanTamas Krausz

Bernard LangloisJosé Manzanares

Bill MarshallRosa Martínez

José Enrique MartínezJean-Luc MélenchonVicente Molina Foix

Juan MorenoManuel Núñez Encabo

Awilda PalauRosana PastorMaría Pazos

Luis Alejandro PedrazaPedro Pérez RamírezMiguel Serras Pereira

Gilles PerraultÁngel RequenaLaura Restrepo

Christian RetamalManuel de la Rocha

Peter RossmanFanny RubioAntonio Ruiz

Pedro SabandoRobinson Salazar

Víctor Manuel San JoséCarlos Sánchez

Marisol Sánchez GómezMariano Sánchez Soler

José M. Sánchez ZegarraCarlos TéllezAnne Vernet

Isabel Vilallonga

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Juan Manuel Vera

Una aproximacióna Rosa Luxemburgo

La imagen de Rosa Luxemburgo aparece inevitablemente unida a su trágico asesinato enlos convulsos días del levantamiento berlinés de enero de 1919. El final prematuro y trau-mático de una vida puede adquirir un exceso de sentido que acabe fusionando simbólica-mente toda una trayectoria vital, llena de momentos de acción, de reflexión, de vida, conese estado definitivo de muerte. Georg Lukács escribía en 1922 sobre Rosa Luxemburgo:"Su muerte a manos de sus enemigos más reales y sanguinarios, los Scheidemann y losNoske, es, por lo tanto, la coronación consecuente de su pensamiento y de su vida".Ese exceso de sentido, esa explicación de la culminación de una vida a través de la muer-te es insatisfactoria, tiene unas resonancias cristianas frente a las cuales conviene reaccio-nar pues encontrar un sentido en lo que no lo tiene, la muerte, ayuda a generar una evoca-ción martirológica de la víctima, donde aflora la salmodia del sacrificio e, incluso, algunafantasía de redención de aire benjaminiano. La vida, contemplada desde el final, aparececomo una retrospectiva y preparación de la muerte. No es imprescindible seguir ese cami-no. En esta breve aproximación a Rosa Luxemburgo, querría partir de su vida, su obra yde las paradojas que envuelve el interés por ella.Innegablemente, resulta un personaje atractivo. Es fascinante que una mujer, polaca, judía,con una discapacidad física, se convirtiera, contra toda probabilidad, en una importantedirigente socialdemócrata de la II Internacional, que era un mundo casi exclusivamente devarones. Resulta sorprendente que las ideas de esa mujer sean ahora, al mismo tiempo,muy representativas de un marxismo ortodoxo agotado y, sin embargo, sus intuiciones eiluminaciones rebeldes sigan vivas entre tantas ruinas del pensamiento de la izquierdamarxista.Ese atractivo envolvente no deja de generar malentendidos razonables. Rosa Luxemburgopuede ser vista como la representación ideal del mártir revolucionario, una proto-bolche-vique de cuerpo entero, la crítica más aguda del leninismo, una gran dirigente de la social-democracia internacional, una teorizadora del espontaneísmo, la virulenta detractora delnacionalismo y una marxista ortodoxa. Tantas imágenes en el espejo pueden facilitar unauniversal complacencia sobre Rosa que, al mismo tiempo, encubra algunos equívocos.No es posible olvidar que los elogios de Lenin y de Trotski, y de tantos bolcheviques delos primeros años, son, al mismo tiempo, un intento de sepultar definitivamente lo que lesmolesta de su pensamiento.

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Cuando la estalinista República De mo crá -tica Alemana la elevaba a los altares hagio-gráficos del régimen, con sus calles y sussellos postales, era una especie de sortile-gio para ahuyentar su espíritu democráticoy su airada incompatibilidad con la opre-sión. Cuando los liberales la presentan co -mo una precursora de la denuncia del leni-nismo y, por tanto, del estalinismo, lo cuales cierto, interesa que una tupida nieblaoculte que se trataba de una dirigente revo-lucionaria e internacionalista. Los elogiosde los socialistas de los actuales partidossocial-liberales encubren, cuidadosamente,su colosal intuición de que los movimien-tos sociales son la principal fuente de sen-tido y el único aliento capaz de generar unaorganización viva. Incluso en la recupera-ción de alguna forma de luxemburguismopor libertarios o consejistas se muestra tan -to deslumbramiento respecto de su es pon -taneísmo y énfasis en la autoactividad delas masas, que pueden dejar en penumbrasus ideas sobre la función y necesidad deun partido organizado de los de abajo.Lo más sobresaliente de Rosa Luxemburgoes la forma en que dentro de un pensamien-to, en muchos aspectos, rígidamente mar-xista, afloran iluminaciones, generadas poruna mirada que intenta ser pura, a los movi-mientos sociales y revolucionarios reales.Algunas de las ideas más interesantes deRosa no se encuentran en el hilo de sus ar -gumentos sino, frecuentemente, en incisosespecialmente brillantes y en bruscos des-tellos de imaginación intelectual. Cuan doel determinismo y la teleología históricason relajados, aparecen poderosamente lasluchas reales de la gente común, seres queluchan y que no se dejan convertir en unadorno de esquemas teóricos. Emerge,entonces, la historia viva frente a las su -puestas leyes de la historia. Esa es la RosaLuxemburgo que sigue impactando, la queno se deja atrapar por los discursos cerra-dos.

Rosa Luxemburgo y la socialdemocraciaPara evitar una visión deformada de la per-

sonalidad de Rosa Luxemburgo es impres-cindible una adecuada contextualización.Su vida transcurre en una etapa del capita-lismo muy diferente del actual, con otrosconflictos políticos y otros movimientosso ciales y, sobre todo, con una carga deexperiencia histórica muy distinta a la denuestro tiempo. En gran medida, esemundo y parte de sus lenguajes y sus pro-yectos van a desaparecer en la gran catás-trofe de la guerra mundial de 1914.Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de1870. Todos sus primeros biógrafos situa-ron su año de nacimiento en 1871 debido aun dato incorrecto que figuraba en la docu-mentación de sus estudios universitarios enZúrich.Su vida está asociada a la época del desa -rrollo de la II Internacional (creada en1889, cuando ella tenía 19 años) y muyespecialmente a la historia de la socialde-mocracia polaca y alemana. Su trayectoriavital coincide con el periodo que se ha lla-mado la era de los imperios (1870-1914),una etapa de mundialización que culminóen la guerra mundial de 1914-1918 y elpos terior hundimiento del capitalismo libe-ral que tan convincentemente describióKarl Polanyi.Fue una época de fecundo desarrollo de losgrandes movimientos obreros europeos.Po derosos sindicatos y fuertes partidos so -cialdemócratas se convirtieron en la expre-sión de un movimiento de masas que lucha-ba por derechos laborales y por las li ber -tades democráticas. No se debe olvidar, de -masiado a menudo se hace, que fue el tiem -po de las grandes luchas populares por laextensión del sufragio universal, por la de -mocratización y contra las estructuras sub -sistentes en Europa del absolutismo tardío.Rosa fue una personalidad muy destacadade ese socialismo europeo. Desde la déca-da de 1890 fue continuadamente una de lasprincipales dirigentes de la socialdemocra-cia polaca. Junto a Leo Jogiches, compañe-ro sentimental durante muchos años, fundóprimero el SDKP (Partido Socialdemócratadel Reino de Polonia) y luego el LSDKP

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(Partido Socialdemócrata del Reino de Po -lo nia y Lituania), que se enfrentaron al na -cionalismo polaco del PPS (Partido So -cialista Polaco), dirigido por Josef Pil -sudski, que daba prioridad a la lucha por laindependencia de Polonia. Desde esa atala-ya polaca tuvo una cierta intervención enlas polémicas de la socialdemocracia rusadel POSDR (Partido Obrero Social de -mócrata Ruso) polemizando agudamentecon las posiciones de Lenin en 1904 y, tam-bién, con las de los mencheviques.En 1898 se traslada a Berlín y se convierterápidamente en una importante dirigentedel SPD (Partido Socialdemócrata Alemán)y de la Internacional. Su papel como perio-dista en importantes órganos de prensa delSPD fue significativa, así como su laborco mo profesora de economía en la escuelade formación de cuadros del SPD. Esasactividades, además de proporcionarle unafuente de ingresos para subsistir, permitenpercibir que Rosa fue, en gran medida, unaintelectual orgánica de la socialdemocraciaalemana. No puede ser caracterizada comouna figura marginal dentro del ámbito de lasocialdemocracia centro-europea ya quefor maba parte de su centro intelectual ypolítico. De hecho, Rosa fue una gran de -fensora de la ortodoxia marxista que man-tenía la mayoría de la dirección del SPD.El SPD tendía a configurarse como unEstado dentro del Estado, con su extensaes tructura organizativa y su amplia buro-cracia, su prensa nacional y local, sus es -cuelas, sus cooperativas, sus sindicatos. Elcélebre texto Reforma o revolución (1899),que tanto contribuyó a su prestigio en elám bito de la Internacional y del SPD, erauna requisitoria contra Bernstein y el revi-sionismo, plenamente en la línea de ladirección del SPD, tendente a mantener alSPD como un partido de oposición, esemen cionado Estado dentro del Estado. Ensu concepción, las reformas sociales sonpar te de la lucha por la transformación so -cialista de la sociedad y considera que noes posible renunciar ni a las reformas ni a larevolución.

También tuvo una intervención destacadaen las polémicas contra el ministerialismo,la participación de partidos socialistas engobiernos de coalición con la burguesía,que se estaba abriendo paso, especialmenteen la socialdemocracia belga y francesa.Su polémica con Lenin sobre el modeloorganizativo de la socialdemocracia (1903-1904) refleja perfectamente su concepcióndel partido de masas como un fruto del de -sa rrollo del movimiento obrero. A pesar deconsiderar que la centralización política eraun proceso natural, su tesis de que la social-democracia es parte y expresión de un mo -vimiento social que la precede, se encuen-tra muy alejada de las ideas de Lenin, paraquien el socialismo es algo ajeno y exteriora la clase obrera, producto de una organiza-ción profesional de revolucionarios. Paraella, una de las funciones de la organiza-ción socialdemócrata consiste en aprenderde las experiencias de las luchas y desarro-llar la educación socialista sobre esas expe-riencias.Su argumento central, tanto contra Leninco mo contra los revisionistas, es que quie-ren sustituir la acción propia de los trabaja-dores por las iniciativas de una élite. En elimportante ensayo Cuestiones organizati-vas de la socialdemocracia rusa (1904)dirá: "En el movimiento socialdemócrata -lo que le diferencia de las antiguas expe-riencias del socialismo utópico- la organi-zación no es el resultado artificial de lapropaganda, sino un producto histórico dela lucha de clases, al que la socialdemo-cracia simplemente da un cierto grado deconciencia política". Y, también: "El movi-miento social-demócrata es el primero entoda la historia de la sociedad de clasesque toma en cuenta, en todas sus fases y entodos sus desarrollos, la organización y laacción directa e independiente de lasmasas". Contrapone esa visión a la deLenin, que presenta al revolucionario so -cialdemócrata como "un jacobino indisolu-blemente unido a la organización del pro -letariado, que se ha hecho consciente desus intereses de clase". Señala aguda men te

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que la visión de Lenin extrapola a la social-democracia una visión de la disciplina quese basa en las instituciones burguesas de lafábrica y el cuartel. Para ella, Le nin quierecontrolar y empequeñecer. "Histó rica men -te, los errores cometidos por un movimien-to verdaderamente revolucionario son infi-nitamente más fecundos que la infalibili-dad del más sabio Comité Cen tral".En el folleto Huelga de masas, partido ysindicatos (1906) Rosa, además de una de -fensa de las lecciones históricas de la revo-lución rusa de 1905 y de sus enseñanzaspa ra Alemania, también polemiza con ladirección de los sindicatos socialdemócra-tas y contra su pretendida autonomía de ladirección del SPD.El papel histórico de Rosa sólo puede serentendido como partícipe en el desarrollode la socialdemocracia europea y, en parti-cular la alemana, cuyos valores y princi-pios representa en gran medida. Su interna-cionalismo, por ejemplo, no es una peculia-ridad de su pensamiento sino un compo-nente omnipresente en los congresos y lapropaganda de los distintos partidos social-demócratas europeos y de la Internacionalhasta las puertas del año 1914.Del mismo modo, Rosa comparte la teleo-logía marxista del socialismo como objeti-vo final de la Historia y mantiene un im -por tante grado de determinismo económicoque compatibiliza con su creciente orienta-ción a destacar el papel de la autonomía delas masas. Su principal aportación a la teo-ría económica marxista, el libro La acumu-lación del capital (1913), se aproxima aconcepciones de una teoría del derrumbedel capitalismo por razones internas, deri-vadas de los mecanismos de la reproduc-ción ampliada de capital y de la incapaci-dad de generar una demanda efectiva sufi-ciente sin la participación de los sectoresno capitalistas de la economía. Indu -dablemente su internacionalismo se vio re -forzado por su sensibilidad respecto alpapel de los imperialismos.Es cierto que la concepción teleológica delsocialismo se va a debilitar cuando Rosa

confronte los esquemas abstractos del mar-xismo con la dinámica histórica. Ello ocu-rrirá de una forma muy marcada con larevolución rusa de 1905, y también a partirde las luchas belgas y prusianas de la déca-da de 1910. Aunque Rosa mantiene suadhesión a una explicación marxista deter-minista de la Historia, la presencia crecien-te de las luchas sociales van enriqueciendoy complejizando su posición. Al mismotiempo, la creciente compresión del dilemahistórico de su tiempo en términos de "so -cialismo o barbarie", irá atenuando tanto eldeterminismo económico como el grado deadhesión al ingenuo progresismo de laSegunda Internacional.Toda esa época de organización del socia-lismo europeo y de luchas sociales por elsu fragio universal y los derechos de los tra-bajadores acabó abruptamente con la gue-rra mundial de 1914. Esa gran catástrofe,que hizo realidad el concepto de barbariede Rosa Luxemburgo, puso fin a toda unaetapa de la civilización europea, donde sees taban desarrollando poderosas fuerzasso ciales por la democratización y por unnuevo papel de los trabajadores en la socie-dad.Rosa se alineó con los sectores de la iz -quierda socialdemócrata europea que de -nunciaron la traición que para sus idealessu ponía el apoyo a la guerra. En 1917 secrea el USPD (Partido Socialdemócrata In -de pendiente de Alemania), un partido so -cialdemócrata de izquierdas, en el que par-ticipa el grupo espartaquista que animabanRosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Lasagrias polémicas y enemistades vitales deRosa Luxemburgo con los máximos repre-sentantes del USPD dificultaron una cola-boración más fructífera entre los distintosgrupos socialdemócratas alemanes interna-cionalistas, o en ruptura con la direccióndel SPD, y facilitó el aislamiento de suspartidarios espartaquistas, cada vez másinfluidos por las ideas bolcheviques.Aunque el grupo espartaquista, del que erauna de los máximos dirigentes, acabó sien-do uno de los componentes del KPD (Par -

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tido Comunista Alemán), en cuya funda-ción participó en 1919, dos semanas antesde su muerte, Rosa pareció mantener seriasdudas sobre la forma de construcción de unnuevo partido, y sus tácticas y estrategias.Probablemente ella siempre había visto algrupo como una corriente de un partido so -cialdemócrata de masas. La precipitaciónde los acontecimientos de la revolución a -le mana en noviembre de 1918, la debilidady radicalización de los espartaquistas, lanecesidad de disponer de un instrumentopara actuar en esa época convulsa y el e -nor me impacto de la revolución rusa entremuchos de sus colaboradores más cerca-nos, fueron factores decisivos para ese pa -so. Pero es imposible considerar que, enese momento, Rosa se había convertido enuna leninista. Desde el punto de vista orga-nizativo su concepción siempre fue la delpartido de masas. Nada en su trayectorialle vaba en otro sentido, y sus propias posi-ciones sobre la revolución rusa eran fuerte-mente críticas con el poder bolchevique.Los años de la guerra mundial fueron añosde cárcel preventiva, de aislamiento políti-co y de una poderosa sensación de hundi-miento personal y colectivo. Para RosaLuxemburgo la guerra mundial significabauna derrota histórica. Frente a la posiciónde Lenin, que veía en la guerra una oportu-nidad para la revolución, Rosa la concibecomo un mal absoluto. En el folleto La cri-sis de la socialdemocracia alemana (cono-cido como folleto Junius por el seudónimoque ella utilizó) dirá: "La guerra mundialha destruido el resultado de 40 años de tra-bajo del socialismo europeo". Y, también,"el proletariado ha sufrido la más agudaderrota de su historia".El pesimismo invadió a Rosa, conscientede que la guerra, la barbarie, no es el verda-dero fermento de un orden nuevo. RosaLuxemburgo era una heredera conscientede Louise Michel, quien señalaba que "larevolución puede levantarse sobre hombresy mujeres en lugar de sobre ruinas".

Las revoluciones y los grandesmovimientos socialesEn sus escritos políticos, Rosa Luxem bur -go se inserta en la tradición política ma -quia vélica, que ve en los conflictos el mo -tor auténtico de todo cambio histórico.Fren te a la tradición roussoniana que aspi-ra a una sociedad completamente reconci-liada, estamos en el mundo de las luchas yde un socialismo democrático. La impor-tancia de la autonomía de las masas para laconstrucción del socialismo y su concep-ción de la democracia representan un recor-datorio obligado para comprender la diver-sidad de orientaciones existentes entre lossocialdemócratas de las primeras décadasdel siglo veinte. Al mismo tiempo, obliga areflexionar sobre la intensa marginación ala que fue sometido su pensamiento porparte de las izquierdas posteriores.El luxemburguismo nunca ha existido co -mo una doctrina o una corriente política,pe ro si hay algo que se aproxima a unluxemburguismo sería la idea, muy presen-te en la obra de Rosa Luxemburgo, deaprender de las experiencias de las grandesluchas sociales. Su pensamiento es el pro-ducto de una mirada atenta a los principa-les movimientos sociales y políticos. Prestóespecial atención a las luchas de Bélgica,de Austria, de Prusia, de Polonia, deRusia... Pero, indudablemente, fue su inter-pretación de la revolución rusa de 1905 lainfluencia más importante que la lleva auna concepción original del papel de losmovimientos sociales.En agosto de 1906, durante una breveestancia en Finlandia, tras haber consegui-do salir de Polonia, donde estaba detenidapor su participación en los sucesos revolu-cionarios de 1905-1906. Rosa redactóHuel ga de masas, partido y sindicatos,don de profundiza en concepciones queserán fuente de numerosos escritos poste-riores. Rosa aborda diversas cuestiones,entre ellas, la vieja polémica entre anar-quistas y socialdemócratas sobre la huelgageneral, desde una nueva perspectiva, laque le proporcionan los acontecimientos

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re vo lucionarios. La huelga de masas se haconvertido para ella en la forma más gene-ral de la lucha social de la época y refuta laconcepción de la huelga general como pro-ducto abstracto de una decisión de unaorganización. La huelga de masas le parecela forma de la revolución. No es una técni-ca, es el método en movimiento de la luchasocial.Vamos a continuación a destacar los ele-mentos más importantes de esta concep-ción emergente en la obra de Rosa Luxem -burgo, incluyendo algunas citas del men-cionado folleto de 1906.- Espontaneidad e impredecibilidad de lasrevoluciones y los grandes movimientossociales. La revolución y, del mismo modo,los grandes movimientos sociales no sonpredecibles. Se desarrollan mediante meca-nismos espontáneos enraizados profunda-mente en las fuerzas sociales. "La huelgade masas no es el producto artificial dealguna táctica premeditada de los social-demócratas. Es un fenómeno históriconatural que se apoya en la actual revolu-ción". También señala: "si algo nos enseñala Revolución Rusa es, sobre todo, que lahuelga de masas no se 'fabrica' artificial-mente, que no se 'decide' al azar, que no se'propaga', es un fenómeno histórico que, enun momento dado, surge de las condicionessociales como una inevitable necesidadhistórica". En definitiva, la revolución y lashuelgas de masas no las provoca nadie.Ocurren. Son hechos históricos, no el pro-ducto de decisiones de una organización.Las revoluciones no permiten que nadiejuegue a maestro de escuela. La revoluciónno admite recetas. Del mismo modo, losmovimientos sociales profundos se origi-nan a partir de procesos a cuyo desencade-namiento no se le puede fijar forma nitiempo.- Imposibilidad de separar los factores polí-ticos y económicos en las luchas sociales.El movimiento no va de la lucha económi-ca a la política ni viceversa. La irrupción delas masas en la escena impide esa distin-ción. La huelga de masas en Rusia es, para

Ro sa Luxemburgo, el producto de la luchade los trabajadores contra el absolutismo ypor los derechos po líticos. Pero, al mis motiempo, la lucha es económica y se com bi -na con el combate por la reducción de lajornada laboral, los aumentos salariales,etc. Rosa empieza a romper con la tradiciónmarxista ortodoxa que separaba ra di -calmente los objetivos y las luchas por larevolución burguesa y la revolución social.Observa cómo la vanguardia son los traba-jadores y no la burguesía. La burguesía hadejado de ser el principal elemento revolu-cionario. La revolución apunta tanto contrael viejo poder estatal como contra la explo-tación capitalista. La posición de Rosa seaproxima mucho al primer permanentismode Trotski, el que se expresa en su "Re -sultados y perspectivas " (1906), respecto ala revolución de 1905.- Las masas tienen el protagonismo de laslu chas. Toda lucha verdaderamente impor -tan te necesita del apoyo y la colaboraciónde las más amplias masas. Para Rosa Lu -xemburgo, el cuadro vivo de la moviliza-ción popular debe sustituir al esquema doc-trinario. "En lugar de una árida acción po -lítica llevada a cabo por decisión de los or -ganismos superiores, encajada en un plany unas perspectivas determinadas, nos en -contramos con el latido de un cuerpo vi vo,de carne y sangre, que no puede ser arran-cado del gran marco de la revolución por-que está conectado con todas sus partespor miles de vasos comunicantes".- Repensar la relación entre dirigentes y di -rigidos. Existe una dinámica histórica entredirigentes y dirigidos que debe llevar acam biar la relación entre ellos ya que "latendencia dominante en el movimiento so -cialista es y seguirá siendo la abolición delos 'dirigentes' y de las masas 'dirigidas' enel sentido burgués, esto es, la abolición delfundamento histórico de toda dominaciónde clase" ( "Dirigentes y dirigidos", 1904).- Las luchas enseñan, las luchas desarrollanla conciencia social. Las luchas son funda -men tales en la creación de conciencia, sonla experiencia genuina que alimenta la evo -

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lu ción del cuerpo social. Espontaneidad ycon ciencia no son procesos separables. Laexperiencia de las luchas es la escuela vivaque genera el sedimento moral que permiteque la conciencia colectiva no avance li -nealmente sino a saltos. Al dirigir la mira-da hacia los movimientos sociales efecti-vos, va abandonando cualquier mirada pri-vilegiada hacia construcciones ideológicas. - La organización es parte del movimientosocial. Ya en 1904 había señalado su con-cepción del partido frente a Lenin. "El he -cho es que la socialdemocracia no estáuni da a la organización del proletariado.Es ella misma proletariado". La actividadde la organización, el crecimiento de laconciencia de los objetivos y la lucha noson cosas diferentes, separadas cronológicay mecánicamente, son sólo aspectos distin-tos del mismo proceso. Para Rosa Lu xem -burgo el partido no debe dejar de ser parti-do de masas ni abandonar el objetivo final.Tiene tanto miedo a que el partido se con-vierta en una secta como a que se transfor-me en un partido reformista burgués. En1906, después de la experiencia revolucio-naria de Rusia, su percepción de la natura-leza impredecible y espontánea de las revo-luciones y los grandes movimientos socia-les no la lleva a despreciar ni reducir laimportancia del papel de la organizaciónpolítica, la socialdemocracia. Rosa sigueconcibiendo el desarrollo de la organiza-ción como un producto de la sociedad y susluchas. La organización necesita de lasluchas, no las luchas de la organización. Elpapel de la socialdemocracia es facilitaruna dirección política a la movilización ensu conjunto. La organización tiene un papelesencial en la educación de masas y en laconstrucción de un movimiento políticofuertemente enraizado en su base social y,para ello, es esencial su capacidad paraaprender de las experiencias de las luchas.La descripción precedente permite concluirque Rosa Luxemburgo fue, dentro de la tra-dición marxista, la mente más abierta acomprender y pensar sobre el papel de lasmovimientos sociales, las experiencias y el

conflicto social en la formación de la con-ciencia colectiva y el cambio revoluciona-rio. Para Rosa, la izquierda era fundamen-talmente una expresión organizada de lasfuerzas sociales de los de abajo, siendo lasluchas el motor esencial de cualquier cam-bio hacia la emancipación. Y, realmente, laizquierda se construyó desde la segundamitad del siglo XIX y en las primeras déca-das del siglo XX como parte de un movi-miento de la sociedad al que intentabareflejar más que representar.La izquierda perdió, después de la quiebrade la II Internacional y de la muerte deRosa Luxemburgo, esa resistencia a ence-rrar en esquemas cerrados las revolucionesy los movimientos sociales.Sin embargo, las grandes revoluciones ylos movimientos sociales del siglo XX vol-vieron a poner en evidencia su carácterimpredecible y espontáneo y su naturalezade creación social. La revolución rusa defebrero de 1917, la revolución mexicanainiciada en 1910, la revolución alemana denoviembre de 1918, la revolución españolade 1936, la revolución húngara de 1956, elmovimiento de mayo del 1968, etc., pusie-ron una y otra vez el dedo en la llaga de laincapacidad de los esquemas preconcebi-dos para aprehender la realidad y en laabsoluta ignorancia de los procesos socia-les de las sectas y grupos que aspiraban acon vertirse en direcciones revolucionarias.Pero la izquierda del siglo veinte, domina-da por una parte por una socialdemocraciaen transición al social-liberalismo y, porotra, por la tradición de origen leninista oconvertida en estalinista, estaba incapacita-da, por su propia esencia, a aprender de lasexperiencias.La izquierda del siglo XXI sigue igual, noquiere ni puede aprender de las experien-cias, de las luchas reales, de la revolucionesauténticas, de los grandes movimientos so -cia les de nuestra época. Sea el 15M en Es -paña, las revoluciones árabes, la rebeliónmundial de las mujeres, el movimiento dedefensa de la democracia de Hong Kong olos movimientos sindicales de India y sud-

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este asiático... Esas experiencias de nuestrotiempo son la posible fuente de inspiraciónde quienes estén dispuestos a asumir quelas auténticas revoluciones y movimientossociales son una creación original, produc-to impredecible del fermento social. Sólodesde esa comprensión sería posible, tam-bién, un nuevo entendimiento de la funciónde la organización política o política-socialcomo instrumento de autoeducación popu-lar, de autoconstrucción de un imaginarioins tituyente, pero conocedora de que laorganización sólo es un producto de la so -ciedad y que son los profundos movimien-tos sociales los que generan nuevas formasde conciencia colectiva.Todas estas son razones por la cuales RosaLuxemburgo sigue siendo una fuente deinspiración y de reflexión fértil para todosaquellos que creen en la capacidad de auto-organización de la sociedad y están dis-puestos a aprender de las experiencias.

La revolución rusa y la democraciaLa concepción del socialismo de RosaLuxemburgo no admite dudas. "La másinflexible energía revolucionaria y el hu -ma nismo más generoso son la verdaderaesen cia del socialismo".Esas concepciones sobre el socialismo sepusieron a prueba ante los acontecimientosrevolucionarios de 1917. La figura de RosaLuxemburgo se encuentra indisolublemen-te unida al célebre e impactante texto Larevolución rusa que tanta incomodidad haproducido a sus lectores de sesgo leninista.Se trata de un ensayo político magistral yuna crítica demoledora del bolchevismoconvertido en modelo.Escrito en el verano de 1918 en la cárcel deBreslau e inacabado, Rosa envió un borra-dor de su trabajo en septiembre de 1918 aPaul Levi en un intento de convencerle desu posición, tras haber renunciado a publi-car artículos críticos sobre la revolución ru -sa en las Cartas de Spartakus. No llegó apublicarse en vida de Rosa Luxemburgo. Elpropio Levi lo editaría en 1922, en plenaruptura con el KPD, venciendo, al parecer,

algunos intentos de impedir su publicaciónefectuados a través de Clara Zetkin (1).Rosa Luxemburgo entendió desde febrerode 1917 la continuidad entre dicho procesorevolucionario y la anterior revolución de1905. En su primera aproximación señala-ba "...una vez en la brecha, la energía revo -lucionaria del proletariado ruso emprende-rá, con la misma lógica ineluctable, la víade una acción democrática y social radicaly adoptará de nuevo el programa de 1905:república democrática, jornada de 8 horas,expropiación de los grandes terratenien-tes...". Al mismo tiempo, vincula expresa-mente la revolución con la lucha por la paz."... Pero de ello emana en primer lugarpara el proletariado socia lista de Rusia lamás urgente de las con signas, indisoluble-mente unida a todo lo de más: ¡Fin a laguerra imperialista!" (Cartas de Spar -takus). Rosa Luxemburgo se sitúa en elcampo de la solidaridad con la toma delpoder por los bolcheviques. "El levanta-miento de octubre no solamente ha servidopara salvar efectivamente la revo luciónrusa, sino también para salvar el honor delsocialismo internacional". Sin embargo,desde el principio es consciente de la trage-dia que supondría el aislamiento de la revo-lución (carta a Luise Kautsky del 24 denoviembre de 1917), del cual culpa a lasdirecciones chovinistas de la so cial -democracia. Asimismo, mantuvo diferen-cias y recelos con las orientaciones bolche -viques a la paz separada con Alemania, quecondujeron al tratado de Brest-Litovsk.A mediados del año 1918, Rosa Luxem -burgo decide sistematizar sus posicionescríticas respecto a la política bolchevique.El aspecto fundamental que preocupaba aRosa Luxemburgo eran las consecuenciasque para el futuro de la lucha socialista po -día tener la lectura apologética y unidirec-cional de la revolución rusa por la tenden-cia de sus dirigentes a formalizar y teorizarlo que sólo podían ser posturas contingen -tes. Realiza en su obra una severa adverten-cia contra la utilización de la experienciabolchevique como un modelo para el socia-

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lismo. La revolución rusa no es realmenteun texto de coyuntura, en él mani fiesta suspreocupaciones de futuro. "El presupuestotácito de la teoría de la dicta dura de Lenin-Trotski es que para la transformaciónsocialista hay una receta prefabricada,guardada ya completa en el bolsillo delpartido revolucionario, que sólo requiereser enérgicamente aplicada. (...) Por des-gracia -o tal vez por suerte- ésta no es lasituación. Lejos de ser una suma de recetasprefabricadas que sólo exigen ser aplica-das, la realización práctica del so cialismocomo sistema económico, social y jurídicoyace totalmente oculta en la niebla delfuturo. En nuestro programa no tene mosmás que unas pocas indicaciones ge ne ralesque señalan la dirección general en la quetenemos que buscar las medidas ne -cesarias, y las señales son principalmentede carácter negativo".Sus críticas a los bolcheviques se refieren atres aspectos: la política agraria, el derechode autodeterminación y la cuestión demo -crática. El tema de la democracia es el as -pecto sustantivo de su contundente valora -ción crítica de la política de Lenin y Trotskiy de los riesgos que conllevaba.Los bolcheviques habían defendido simul -táneamente la consigna de ¡Todo el poder alos soviets! y la convocatoria de una A -samblea Constituyente. Rosa Luxem burgono comprende el viraje adoptado por losbolcheviques al disolver el Parlamento co -mo tampoco al restringir el derecho de vo -to. Admite que la Asamblea Cons ti tuyentepodía no ser verdaderamente representati-va, pero afirma que en ese caso la disolu-ción podría haber ido acompañada de unaconvocatoria de nuevas elecciones.Sin embargo, el punto de vista de Lu xem -burgo no se refiere fundamentalmente a unproblema táctico sobre la Asam blea Cons -tituyente. Muchos lectores de esta obra hanseñalado que su contenido plan tea ba lanecesidad de compatibilizar Par la mento ysoviets, lo cual no afirma ex plí ci tamente.Creo, sin embargo, que el núcleo central desu argumentación es aún más ge ne ral, es la

necesidad permanente de derechos demo -cráticos incondicionados. Se irri ta por latendencia de los bolche vi ques a hacer de lanecesidad virtud y a aca bar de fendiendo un"socialismo" antide mocrático.Por otra parte, el socialismo no puede esta-blecerse por decreto. Nadie posee ni lassoluciones para todos los problemas, ni unmétodo infalible. La solución de los pro -blemas sólo puede proceder de la fecundacorrección de los errores cometidos, la cualsólo es posible sobre la base de la libertadde crítica y de la más amplia iniciativa po -pular. "El sistema social socialista será, ysólo puede ser así, un producto histórico,surgido de las propias experiencias en elcurso de su realización, un resultado deldesarrollo de la historia viva, la cual (aligual que la naturaleza orgánica, de la que,en última instancia, forma parte) tiene lasaludable costumbre de producir, al mismotiempo, la necesidad social real y los me -dios de satisfacerla, el objetivo y la solu-ción. Si las co sas son así, es evidente que elsocialismo, por su propia naturaleza, nopuede ser impuesto, no se puede introducirpor decreto. El socialismo exige como re -quisito previo una cantidad de medidas defuerza contra la propiedad, etc. (...) Sólo laexperiencia puede corregir y abrir nuevoscaminos. Sólo la vida sin obstáculos, efer-vescente, puede imaginar miles de formasnuevas, improvisar, liberar la fuerza crea -dora, co rregir espontáneamente las equi -vocacio nes. Es por ese motivo que la vidapública de los países con libertad limitadaes tan deficiente, tan miserable, tan rígida,tan estéril, precisamente porque, al ex -cluirse la democracia, se tapona la fuenteviva de toda riqueza espiritual y progreso.(...) Toda la masa del pueblo debe partici-par. De otra manera, el socialismo serádecretado desde unos cuantos escritoriosofi ciales por una docena de intelectuales".Frente a una frase de Trotski ("Como mar -xis tas nunca fuimos adoradores fetichistasde la democracia formal") contesta: "Escier to que nunca fuimos adoradores feti -chistas de la democracia formal. Tampoco

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fuimos nunca adoradores fetichistas del so -cialismo ni del marxismo (...) [Esa frase]significa: siempre hemos dife renciado elcontenido social de la forma po lítica de lademocracia burguesa, siempre hemos de -nunciado el amargo conte ni do de desigual-dad social y falta de libertad que se es -conde bajo la dulce cobertura de la igual-dad y la libertad formales. Nues tro objeti-vo no ha sido repudiar la igualdad y la li -bertad, sino impulsar a la clase obrera ano contentarse con esa cobertura y cum plirsu misión histórica, conquistar el po derpolítico no para eliminar la demo cra ciasino para crear una democracia so cia lis taque sustituya a la democracia burguesa".En cuanto al contenido del socialismo RosaLuxemburgo lo entiende como una am -pliación de la democracia, no su limitación,extendiendo la intervención en la vidapública a masas de población que nuncahabían sido partícipes de su destino.La democracia es el único medio parapoder limitar los errores inevitables en todadirección política. "El control público esabsolutamente necesario. De otra manerael intercambio de experiencias se estancaen el círculo cerrado de los funcionariosdel nuevo régimen. La corrupción se tornainevitable (...). La práctica del socialismoexige una completa transformación espiri-tual de las masas degradadas por siglos dedominación burguesa. Los instintos socia -les en lugar de los egoístas, la iniciativa delas masas en lugar de la inercia, el idealis-mo que supera todo sufrimiento, etc. Nadielo sabe mejor, lo describe de manera máspe netrante, lo repite más obstinadamenteque Lenin. Pero está completamente equi -vocado en los medios que utiliza. Los de -cretos, la fuerza dictatorial del supervisorde fábrica, los castigos draconianos, el do -minio por el terror... todas estas cosas sonsólo paliativos. El único camino que con -duce al renacimiento pasa por la es cuelade la vida pública, la democracia másamplia posible y la opinión pública. Es elgobierno por el terror lo que desmoraliza".Las libertades públicas no son algo acceso-

rio, sino el aire mismo imprescindible parapoder hablar de algo parecido al socialis-mo. "Lenin dice que el Estado burgués esun instrumento para la opresión de la claseobrera, y el Estado socialista un instru -men to para oprimir a la burguesía. Encier ta medida, dice, es solamente el Estadocapitalista invertido y puesto cabeza abajo.Esta concepción simplista olvida el aspec-to esencial: el dominio de la clase burgue-sa no necesita de la instrucción y la educa-ción política de las masas populares, por lomenos no más allá de determinados límitesestrechos. Pero para la dictadura proleta-ria, en cambio, ese es el elemento vital, elaire sin el cual no puede subsistir".De forma consistente con las posicionesdefendidas en las polémicas de 1904, RosaLuxemburgo rechaza el jacobinismo políti-co y valora en el más alto grado la autode-terminación e iniciativa de las masas. Esacapacidad constructiva de la sociedad sólopuede desarrollarse con libertad política,cuyo fundamento es el derecho a oponerse."La libertad reservada sólo para los queapoyan al gobierno, sólo para los miem-bros de un partido (por numerosos quesean) no es libertad en absoluto. La liber-tad es siempre y exclusivamente libertadpa ra el que piensa de manera diferente. Noa causa de ningún concepto fanático de la'justicia', sino porque todo lo que puede serinstructivo, saludable y purificador en lalibertad política depende de esta caracte-rística esencial, y su efectividad desapare-ce tan pronto como la 'libertad' se convier-te en un privilegio".Rosa Luxemburgo comprende que la prác-tica del gobierno bolchevique se alejaba decualquier forma de ejercicio concreto de lasoberanía nacional por el pueblo o los tra-bajadores, algo completamente ajeno a loque la socialdemocracia revolucionaria ha -bía sostenido. La ausencia de democraciaconduce a la degeneración política. Es difí-cil, sabiendo todo lo que ocurrió después ylos terribles efectos del estalinismo, no leercon un estremecimiento las proféticas pala -bras con que Rosa trazó el posible destino

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de la revolución y su rechazo de la políticade terror. "En lugar de los organismos re -presentativos surgidos de elecciones popu-lares generales, Lenin y Trotski implanta -ron los soviets como única representaciónauténtica de las masas trabajadoras. Perocon el sofocamiento de la vida política enel conjunto del país, la vida de los sovietstambién se deteriorará cada vez más. Sinelecciones generales, sin una irrestrictalibertad de prensa y reunión, sin un libredebate, la vida muere en toda instituciónpú blica, se torna una mera apariencia devida, en la que sólo queda la burocraciaco mo elemento activo. La vida pública seadormece gradualmente, dirigen y gobier-nan unas pocas docenas de dirigentes delpartido dotados de una energía inagotabley un idealismo ilimitado. Entre ellos, enrea lidad dirigen efectivamente sólo unado cena de cabezas brillantes y, de vez encuando, se convoca a una élite de la claseobrera a reuniones donde deben aplaudirlos discursos de los dirigentes, y aprobarpor unanimidad las resoluciones presenta -das. En el fondo, entonces, se trata de unacamarilla. Es una dictadura, es cierto, perono la dictadura del proletariado sino la deun grupo de políticos, es decir una dictadu-ra en el sentido burgués, en el sentido deldominio de los jacobinos".Durante años se ha sostenido por diversoscomentaristas de la obra de Rosa Luxem -burgo que ésta se habría retractado conpos terioridad de sus opiniones, basándoseen afirmaciones de Adolf Warszawski y deClara Zetkin, que han dado lugar a la leyen-da de una autocrítica de Rosa y su acerca -miento final al leninismo (2). Los historia -dores comunistas han hablado frecuente-mente de una retirada de sus críticas basán-dose en su posición sobre la convocatoriade Asamblea Constituyente en las agitadasjornadas revolucionarias en Alemania denoviembre y diciembre de 1918. Esa ver-sión fue sostenida por el propio Lenin en1922 al afirmar que ella misma había co -rregido en gran medida sus errores. Tam -bién Trotski, que calificó su trabajo sobre la

revolución rusa de "teóricamente muy dé -bil" (!), considera que su acercamiento a lasconcepciones bolcheviques explica que nollegara a publicar el manuscrito (en "Ro saLuxemburgo y la Internacional", 1935). Parece poco creíble sostener que Rosa Lu -xemburgo había cambiado de opinión... so -bre puntos de vistas mantenidos durantetoda su vida y plenamente consistentes consu concepto de la revolución y del socialis-mo. En realidad, desde el momento en queredacta el texto hasta su muerte transcurrenpocos meses y se desarrollan en el tempes-tuoso caos desencadenado por la revolu-ción que derriba la monarquía en noviem-bre de 1918. Por otra parte, el contenidofundamental de su obra es principista y notáctico. Era un trabajo de alcance teórico enel cual "los detalles no eran importantes",como señala Peter Nettl en su biografía deRosa Luxemburgo.¡Rosa Luxemburgo tenía razón en tantascosas! La "revolución de Octubre " alimen-tó la tentación jacobina de la izquierda y sutendencia a intentar sustituir los procesossociales por las iniciativas de los agentespo líticos y la auténtica dinámica de lastransformaciones de la sociedad por uncontrol administrativo.Lenin consideró la conquista del poder co -mo un triunfo irreversible y no concebíauna institucionalidad que pudiera conllevaral desalojo del poder de los bolcheviques.El poder bolchevique se orientó ab initio auna dictadura de partido. La eliminación dela libertad de expresión, la ilegalización departidos soviéticos, la disolución de laAsam blea Constituyente, la conversión delos soviets en meros instrumentos de ges-tión administrativa controlados por el parti-do, etc. fueron pasos decididos y ejecuta-dos desde el principio. No habían llegado alpoder para perderlo. Por ello hicieron todolo que consideraron necesario para conser-varlo. Nada más ajeno a la concepción bol-chevique que una alternancia en un podersoviético con otras fuerzas políticas.Para los bolcheviques el poder instituyenteno residía en el conjunto de la nación ya

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que contemplaban a la gran masa campesi-na como el terreno baldío que había permi-tido la persistencia del zarismo. Pero tam -po co atribuían el poder instituyente a losórganos de poder nacidos desde abajo. Elbol chevismo concebía al partido como unapoderado plenipotenciario no de unos tra-bajadores concretos sino de una clase obre-ra teórica universal con una misión históri-ca predeterminada por cumplir. La sacrali-zación del partido como "vehículo históri-co" de los intereses de una clase confería asus dirigentes el "derecho" al ejercicio deun poder sin límites. El Estado se legitimaporque tiene una "misión histórica" y deesa misión se deriva la posibilidad de unejercicio sin límites del poder del Estado.Una "ciencia del poder " en manos de unaélite o vanguardia política.La perspectiva de Rosa Luxemburgo eramuy diferente. En todos los sentidos, lasopiniones expresadas en La revoluciónrusa derivan de la lucha en favor del socia-lismo y de la democracia que había mani-festado Rosa a lo largo de toda su trayecto-ria; por ello este escrito aparece como suauténtico "testamento" político. Un testa-mento que contiene una trágica advertenciasobre el triste destino que le esperaba alsocialismo si olvidaba su intrínseca necesi-dad de democracia y libertad.

Notas(1) En el otoño de 1921 Clara Zetkin trajode Moscú indicaciones para la publicaciónde las obras completas de Rosa Luxem -burgo que, al parecer, incluían instruccio-nes de destruir el manuscrito sobre la revo-lución rusa. Véase Rosa Luxemburgo. Suvida (Elzbieta Ettinger, Buenos Aires,Editorial Sudamericana, 1988).(2) La debilidad de las fuentes de esa su -puesta retractación es notable. Las afirma-ciones se efectuaron en 1922 en plena cam-paña del KPD y la Internacional Co mu nistacontra la edición de Paul Levi del folletosobre la revolución rusa. Adolf Wars zaws-ki mencionaba de memoria una supuestaindicación de Rosa en una carta perdida.Clara Zetkin afirmó que Leo Jogi ches ledijo que Rosa se había retractado de susopiniones, pero como este había muerto en1919 era imposible confirmar esa afirma-ción. Frente a esa supuesta retractación seencuentra la consistencia de todas las opi-niones de Rosa Luxemburgo en sus obrasprincipales, en su polémica contra el leni-nismo de 1903-1904 o sus posiciones sobreel socialismo. En el propio programa de laLiga Espartaquista se encuentran ecos ple-namente concordantes con sus posicionesen el panfleto sobre la revolución rusa. "LaLiga Spartakus no es un partido que pre-tenda conseguir el poder por encima de lasmasas obreras o a través de las masasobreras. (...) La Liga Spartakus no tomaránunca el poder gubernamental sino por lavoluntad clara e indudable de la granmayoría de las masas proletarias de todaAlemania, como expresión de la conscienteadhesión de esas masas a las perspectivas,objetivos y métodos de lucha propagadospor la Liga Spartakus" (diciembre 1918).

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Paul Mattick

Rosa Luxemburg: una retrospectiva

Versión original en inglés en Root and Branch No. 6 (1978)https://libcom.org/files/Root__Branch_6..pdf

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Han pasado casi 60 años desde que los mercenarios del Partido Socialdemócrata alemánasesinaron el 15 de enero de 1919 a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. Sus nombres soninseparables, aunque Luxemburg sea más conocida por la fecundidad de su trabajo teóri-co, y sim bolizan la facción radical de la revolución política alemana de 1918. De hecho,ella es la personalidad más destacada del movimiento obrero internacional tras Marx yEngels y su obra no ha perdido pertinencia política a pesar de los cambios experimentadospor el sistema capitalista y por el movimiento obrero desde su muerte.Como todas las personas, Luxemburg era hija de su tiempo y sólo puede ser comprendidaen el contexto del movimiento socialdemócrata del que hacía parte. Mientras que la críti-ca de Marx a la sociedad burguesa coincidió con un periodo de rápido desarrollo capitalis -ta, la de Luxemburg se desarrolló en un periodo de creciente inestabilidad del capitalismo;un periodo en el que las teorías abstractas sobre las contradicciones de la producción decapital tomaron una forma concreta con la competencia imperialista y con la intensifica-ción de la lucha de clases.Para Marx, la verdadera crítica de la economía política consistía, ante todo, en la luchaobrera para mejorar sus condiciones de trabajo y su nivel de vida, lo que prepararía losfuturos combates por la abolición del capitalismo. Para Luxemburg esta lucha final nopodía posponerse a un futuro lejano, porque ya estaba presente en la extensión de lasluchas de clases. El combate cotidiano por reformas sociales estaba indisolublemente liga -do a la necesidad histórica de la revolución proletaria.Sin entrar en detalles sobre la biografía de Rosa Luxemburg [J. Peter Nettl, RosaLuxemburgo, Ediciones Era, México 1974], podemos recordar que procedía de las clasesmedias y que se unió al movimiento socialista desde muy joven. Como tantas otras perso-nas, se vio obligada a abandonar la Polonia rusa e irse a estudiar a Suiza. Sobre todo leinteresaba la economía política, como correspondía a una socialista influenciada por elmarxismo. Sus primeros escritos en este campo sólo tienen interés histórico. El primero deellos, de 1898, fue El desarrollo industrial de Polonia [Ed. Pasado y Presente, México1979]. Vendría a ser el equivalente, más modesto, de lo que un año después sería, para laRusia zarista, El desarrollo del capitalismo en Rusia, de Lenin [Ediciones Estudio, 1973,Buenos Aires]. También dio conferencias en la escuela del Partido Socialdemócrata, publi -cadas postumamente en 1925 por Paul Levi bajo el título Introducción a la economía polí-tica [Edicions internacionals Sedov-Germinal]. Es necesario precisar que en sus trabajosposteriores Luxemburg afirmó que la economía política sólo era válida respecto al ca -pitalismo y que dejaría de existir al mismo tiempo que el propio sistema.En su tesis llegó a la conclusión de que el desarrollo de la economía polaca iría de la manodel desarrollo en Rusia, en un proceso que conduciría a la integración total, poniendo asífin a las aspiraciones nacionalistas de la burguesía polaca. Pero este desarrollo tambiénunificaría a los proletarios rusos y polacos, lo que podría llevar a la destrucción del capi-talismo ruso-polaco.

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Especial Rosa LuxemburgTrasversales 48 / septiembre 2019Para ella, la principal contradicción delmo do de producción capitalista era la quese daba entre las capacidades productivas,por un lado, y los límites del consumo en elmarco de las relaciones de producción ca -pi talistas, por otro. Esta contradicción con-ducía a crisis económicas recurrentes, alempobrecimiento creciente de la claseobre ra y, por tanto y a largo plazo, a la re -vo lución social. Las teorías económicas deRosa Luxemburg sólo comenzaron a sercriticadas a partir de la publicación en 1912de La acumulación de capital [Edicionsinternacionals Sedov-Germinal].Aunque ella decía que el origen de este li -bro estaba en las dificultades con las quecho caba durante sus conferencias sobreeco nomía política, en particular por su in -capacidad para relacionar el proceso totalde la reproducción capitalista con el postu-lado de la existencia de límites objetivospa ra la producción capitalista, quedaba cla -ro en el contenido de la obra que tambiénera una reacción contra la amputación de lateoría marxista por el revisionismo en quequedó sumergido el movimiento socialistaa principios del siglo XX. Este revisionis-mo operó en dos niveles:- El empirismo primitivo personificado porEdward Bernstein [Las premisas del so -cialismo y las tareas de la socialdemocra-cia, Siglo XXI, 1982], que comparaba eldesarrollo capitalista efectivo con el que sesuponía que derivaba de la teoría de Marx.- La falsificación teórica más elaborada he -cha desde el marxismo académico, culmi-nada en la interpretación de Marx propues-ta en 1905 por Mikhail Tugan-Baranowskiy sus discípulos [Los fundamentos teóricosdel marxismo, Hijos de Reus, 1915].En vida de Marx sólo se publicó el primerlibro de El Capital, aunque el segundo y eltercero habían sido escritos antes de la apa -rición del primero, quedando en manos deEngels su edición posterior a partir de es -critos de Marx no revisados por éste. El pri -mer libro trata del proceso de produccióncapitalista. El segundo libro trata del proce-so de circulación. El tercer libro, fi -

nalmente, abarca todo el sistema capitalistaen la forma en que aparece como fenóme-no determinado por las relaciones de valorsubyacentes.Como el proceso de reproducción del capi-tal gobierna necesariamente sobre el proce-so de producción, Marx pensó que seríaconveniente explicarlo mediante unosesquemas de reproducción bastante abs-tractos que figuran en el segundo libro deEl Capital. En ellos se supone que la pro-ducción social se divide en dos únicas sec-ciones: la producción de medios de produc-ción y la producción de medios de consu-mo. A partir de esa abstracción, se anali zacómo deberían ser las relaciones entre esasdos secciones para que fueran posible tantola reproducción simple como la reproduc-ción ampliada del capital social total (nt1).Sin embargo, en esos esquemas de repro-ducción el reparto del trabajo social de for -ma acorde al proceso de reproducción apa -rece como un postulado, pero en la realidadesa concordancia sólo se produce de mane -ra ciega a través de actividades no coordi-nadas de los múltiples capitales individua -les que compiten entre sí con el objetivo deobtener plusvalor. Además, los esquemasde reproducción no distinguen entre valo -res y precios, es decir, tratan los precioscomo si coincidieran con los valores (nt2).Estos esquemas cumplían una funciónpedagógica respecto al objetivo que se lesasignaba, que era llamar la atención sobrela necesidad de mantener cierta proporciónentre las diferentes esferas de la produc-ción. No describen el mundo real, sólo soninstrumentos que permiten comprenderlo.Para ese limitado propósito no importa silas relaciones de producción e intercambiose establecen en términos de precios o va -lo res. Las condiciones de equilibrio imagi-nario de los esquemas de reproducción deMarx no conciernen al mundo capitalistareal, mientras que la forma precio del valor,de la que se ocupa el tercer libro de ElCapital, está relacionada con el procesoreal de producción e intercambio. Sin em -bargo, para Marx era "necesario que consi-

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deremos el proceso de reproducción en suforma fundamental, en la que desaparecenlas intermediaciones que lo oscurecen, paradesembarazarnos así de esos falsos subter-fugios que proporcionan la apariencia deuna explicación 'científica' cuando se hacedel proceso social de reproducción, en suenmarañada forma concreta y de inmedia-to, el objeto del análisis" [K. Marx, ElCapital, Libro II, volumen 5, p. 557. SigloXXI, trad. Pedro Scaron].En realidad, según Marx el proceso de re -producción en condiciones capitalistas ex -cluye cualquier tipo de equilibrio e impli-ca, por otra parte, "la posibilidad de crisis,ya que en estas condiciones de producciónel equilibrio sólo puede ser accidental"[ibid].Sin embargo, Tugan-Baranovski interpretóestos diagramas de forma muy diferente,debido a su superficial parecido con lasteorías burguesas del equilibrio, elementoclave de la teoría burguesa de los precios.Llegó a la conclusión de que el sistema nose topará con límites objetivos mientras sedesarrolle de manera acorde a los requisitosde reproducción. Las crisis se deberían a ladesproporción entre las diferentes esferasde producción, pero siempre se podríansuperar si se restablece la proporción quepermitiría la acumulación de capital.Esta fue una idea embarazosa para RosaLuxemburg, ya que no podía negar el equi-librio resultante de los esquemas de repro-ducción de Marx. Si Tugan-Baranovski loshabía interpretado correctamente, entoncesMarx estaba equivocado, porque esta inter-pretación desmentía la inevitable desapari-ción del capitalismo.En Rusia, el debate sobre los esquemasabstractos de reproducción de Marx fueparticularmente intenso, debido a las an -tiguas disensiones entre marxistas y po pu -listas sobre el futuro de Rusia, hipotecadapor su atraso y por sus particulares institu-ciones sociales y económicas. Para los po -pulistas era demasiado tarde para que Rusiase incorporase al concierto de países capi-talistas, y una sociedad socialista podría es -

ta blecerse perfectamente sobre la base delmodo de producción de esa sociedad cam -pesina aún intacta; para los marxistas, alcontrario, el desarrollo al modo occidentalera inevitable y crearía los mercados quenecesitaba, en Rusia y en el resto del mun -do. Los marxistas enfatizaron que lo queim pul sa la producción capitalista no es lasa tis facción de las necesidades sino la pro-ducción de capital. Por lo tanto, no habríarazón para pensar que una restricción delconsumo retrasaría la formación de capital;por el contrario, cuanto menos se consuma,más rápido aumentará el capital.Para Luxemburg, tal "producción para laproducción" era una cosa absurda, no por-que no supiera que el objetivo de la produc-ción capitalista es la ganancia, lo que laempuja a reducir constantemente la partede la producción social que revierte a lostrabajadores, sino porque no veía cómo laplusvalía extraída podría realizarse en laforma dinero en un mercado compuestosolamente por trabajo y capital, tal comoaparece en los esquemas de reproducción.La producción capitalista comienza comodinero, que se invierte en medios de pro-ducción y fuerza de trabajo, y da comoresultado una suma de dinero superior, adisposición de los capitalistas para reinver-tirla en un nuevo ciclo de producción. ¿Dedónde podría proceder ese excedente dedinero? Para Luxemburg no podría venir delos capitalistas, ya que si así fuese éstos noserían beneficiarios del plusvalor, puespagarían con su propio dinero el equivalen-te a ese plusvalor bajo la forma de mercan-cías. No podría proceder de las compras delos obreros, que sólo reciben el valor de sufuerza de trabajo, dejando a los capita listasel plusvalor en la forma mercancía.Para que el sistema funcione, tendría quehaber, según Luxemburg, un "tercer merca-do", diferente a las relaciones de intercam-bio entre trabajo y capital, en el que el plus-valor producido pueda convertirse en exce-dente de dinero. Luxemburg pensó queMarx había pasado por alto este aspecto delproblema. Se propuso llenar este vacío y

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así apuntalar la convicción de Marx de queel sistema capitalista estaba inevitablemen-te condenado a desaparecer.Aunque La acumulación del Capital abor-da el problema de la realización del plusva-lor con el propósito de mostrar este proble-ma como el talón de Aquiles de la econo-mía política en el ámbito histórico, yendodesde la economía clásica hasta Tugan-Baranovski y sus muchos segui do res, lasolución que propone se basa en una inter-pretación errónea de la relación entre dine-ro y capital y en una mala lectura del textode Marx.Tal y como Luxemburg presenta la cues -tión, todo parece encontrar su lugar: la na -tu raleza dialéctica del proceso de expan-sión del capital, resultado de la destrucciónde las economías precapitalistas; la ine -vitable extensión de este proceso a todo elmundo, del que darían testimonio el es -tablecimiento de un mercado mundial y elascendente imperialismo en busca de losmercados necesarios para la realización delplusvalor; la consiguiente transformaciónde la economía mundial en algo que se ase-meja al cerrado sistema de los esquemas dereproducción de Marx; finalmente, el ine -vitable colapso del capitalismo por laimposibilidad de realizar su plusvalor.Luxemburg se dejó llevar por la lógica desu construcción, hasta el punto de revisar aMarx de una manera mucho más completaque la utilizada por los revisionistas con suidea de un desarrollo armonioso del capita-lismo, posible en teoría, lo que, en su opi-nión, reducía el socialismo a un problemapuramente ético y a la introducción dereformas sociales por medios políticos.Por otro lado, los esquemas de reprodu -cción de Marx, si se toman como una ver-sión de la ley de Say sobre la identidad deoferta y demanda, no son admisibles. Aligual que sus adversarios, Luxemburg noentendió que estos esquemas no tienennada que ver con la cuestión de la viabili-dad del sistema capitalista y que eran sim-plemente un paso metodológico e interme-dio necesario para analizar las leyes del

desarrollo capitalista en su conjunto, cuyadinámica deriva de la producción de plus-valor. Siendo cierto que el capitalismo seencuentra con dificultades en la esfera de lacirculación y, por consiguiente, en la reali -zación del plusvalor, Marx no partió de ahípara investigar o descubrir por qué el capi-talismo padece crisis y está destinado adesaparecer inevitablemente. Aun supo-niendo que la realización del plusvalor noplantease el menor problema, el capitalis-mo encuentra su límite objetivo en los pro-pios límites de la producción de plusvalor.Según Marx, la contradicción fundamentaldel capitalismo, de la que derivan sus de -más dificultades, reside en las relaciones devalor y plusvalor en la producción de capi-tal. La producción de valor de cambio en suforma monetaria, resultante del valor deuso de la fuerza de trabajo, produce, ade-más de su propio equivalente en valor decambio, un plusvalor para los capitalistas.La búsqueda de valor de cambio se trans-forma en acumulación de capital, lo que setraduce en un aumento del capital invertidoen medios de producción relativamentemás rápido que el aumento del capitalinvertido en fuerza de trabajo. Si esto con-duce a una expansión del sistema capitalis-ta debido a la creciente productividad deltrabajo, también conduce a una tendencia ala disminución de la tasa de ganancia, por-que la parte de capital invertida en fuerzade trabajo -y esa es la única fuente de plus-valor- disminuye en relación con el capitalsocial total. Este largo y complicado proce-so no puede estudiarse satisfactoriamenteen un artículo tan breve, pero es necesariomencionarlo para distinguir la teoría de laacumulación de Marx de la de Luxemburg.En el modelo abstracto de desarrollo capi-talista elaborado por Marx, las crisis capi-talistas, así como la inevitable desaparicióndel sistema, se originan por un colapso par-cial o total del proceso de acumulación acausa de una escasez de plusvalor o ganan-cia. Así, para Marx, los límites objetivosdel capitalismo están dictados por las rela-ciones de producción social en tanto que

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relaciones de valor, mientras que para RosaLuxemburg el capitalismo sólo puede exis-tir si otras economías pre-capitalistas ab -sorben su plusvalor. Esto nos lleva al absur-do de que las naciones atrasadas tendríanun excedente en forma monetaria suficien-te para adquirir el plusvalor de los paísesca pi talistas avanzados. Pero, como hemosvis to, este concepto erróneo es la desa per -cibida consecuencia de una concepciónequivocada de Luxemburg, según la cual latotalidad del plusvalor destinado a la acu-mulación debe generar un equivalente mo -netario para poder ser realizado como capi -tal. Pero, de hecho, el capital toma la formade dinero en ciertos momentos y en otrostoma la forma de mercancías de todo tipo;estas dos formas se expresan en términosmo netarios pero no toman simultáneamen -te la forma dinero. Sólo una pequeña parte,cada vez menor, de la riqueza capitalistatoma la forma dinero; la mayor parte, aun-que se exprese en términos monetarios,sigue tomando la forma de mercancías y,como tal, permite la realización del plusva-lor en capital adicional.La teoría de Luxemburg fue generalmenteinterpretada como una aberración y una crí-tica injustificada a Marx. Sin embargo, losque la criticaron estaban tan alejados comoella de la teoría de Marx. La mayoría deestos críticos proponían una grosera teoríadel subconsumo, una teoría de la despro-porcionalidad o una combinación deambas.Lenin, por ejemplo -y no digamos los revi-sionistas- vio el origen de las crisis en lasdesproporciones debidas a la naturalezaanár quica de la producción capitalista y secontentó con añadir a los argumentos deTugan-Baranowski el del consumo insufi-ciente de los trabajadores. Pero, en cual-quier caso, no creía que el capitalismo estu-viera condenado fatalmente por sus contra-dicciones inmanentes.La teoría de Rosa Luxemburg sólo encon-

tró amplia audiencia en la fracción radicaldel movimiento socialista con la PrimeraGue rra Mundial y los levantamientos revo -

lucionarios que la siguieron. No tanto, sinembargo, debido a su análisis de la acumu-lación de capital, sino más bien debido a suénfasis en los límites objetivos del capita -lismo. Con la guerra imperialista, la teoríaparecía plausible y el fin del capitalismoparecía realmente cercano. La teoría delcolapso capitalista se convirtió en la ideo-logía revolucionaria de aquella época yalentó los intentos de transformar los tras-tornos políticos en revoluciones sociales,aunque estos intentos fracasaron.Por supuesto, la teoría de Rosa Luxemburgno era menos abstracta que la de Marx. Lahipótesis de Marx sobre la disminucióntendencial de la tasa de ganancia (nt3) nopodía indicar en qué momento se haríaimposible compensar esa caída mediante laexplotación más intensa de un número cadavez menor de trabajadores, aumentando lamasa de plusvalor lo suficiente como parasostener una tasa de ganancia compatiblecon la expansión del capital. De manerasimilar, Rosa Luxemburg no podía predecircuándo la extensión del modo de produc-ción capitalista por el planeta se convertiríaen un obstáculo para la realización delplusvalor. La extensión del capital hacia elexterior, al igual que la disminución de latasa de ganancia, no era más que una ten-dencia, que fomentaba una competenciaimperialista cada vez más devastadora porla conquista de territorios cada vez másescasos en los que pudiera realizarse laplus valía. La existencia del imperialismoprobaba la precariedad del sistema, lo quepodría llevar a situaciones revolucionariasmucho antes de que se alcanzaran sus lí -mites objetivos. Por lo tanto, desde unpunto de vista práctico estas dos teoríasconsideraban posibles las acciones revolu-cionarias, no tanto por las implicacioneslógicas de sus modelos abstractos de desa -rrollo como porque enfatizaban las crecien-tes dificultades del sistema capitalista sus-ceptibles, en caso de una crisis severa, detransformar la lucha de clases en combatepor la abolición del capitalismo.Aunque decididamente errónea, la teoría de

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Rosa Luxemburg conservó un carácter re -vo lucionario porque, como la de Marx, lle -vaba a la conclusión de que el sistema capi -talista no era históricamente viable (nt4).Aun que con argumentos dudosos, restauró,frente al revisionismo, el reformismo y eloportunismo, la olvidada tesis marxista deque el capitalismo está condenado a desa -parecer debido a la insuperable contradi -cción oculta en su seno, y de que esa desa -parición, aún estando objetivamente deter-minada, se llevaría a cabo por las accionesrevolucionarias de la clase obrera.El derrocamiento del capitalismo haría inú -tiles todas las consideraciones sobre su de -sarrollo. Pero mientras dure el sistema lavalidez de una teoría puede apreciarse des -de su propia historia. Mientras que la teoríade Marx no pudo integrarse en el pensa -miento económico burgués, a pesar de losesfuerzos puestos en conseguirlo, la deLuxemburg encontró cierta acogida en lateoría burguesa, aunque no sin una intensamanipulación. Una vez que la propia eco -nomía burguesa rechazó que el mercadofue ra un dispositivo de equilibrio, la teoríade Luxemburg fue reconocida en ciertamedida como precursora de la economíakeynesiana. Su trabajo ha sido interpretadopor Michal Kalecki y Joan Robinson, entreotros, como una teoría de la "demandaefectiva", explicando por la escasez de éstalas dificultades cíclicas del capitalismo[Michal Kalecki, "El Problema de laDemanda Efectiva en Tuga-Baranowsky yRosa Luxemburgo", en Ensayos escogidossobre la dinámica de la economía capita-lista 1933-1970, FCE, México, 1977; JoanRobinson, "La acumulación de capital deRosa Luxemburgo", Escritos económicos,vol. 3, Barcelona, Martínez Roca, 1973].Luxemburg pensaba que el imperialismo,el militarismo y la preparación para la gue-rra facilitaban la realización del plusvaloral transferir poder adquisitivo desde lasmasas al Estado, al modo como el keyne-sianismo moderno pretendía lograr el plenoempleo mediante el déficit presu puestario yla manipulación monetaria. Sin embargo,

aunque es posible por algún tiempo lograrel pleno empleo de esa manera, ese "estadode gracia" no se puede mante ner, ya que lasleyes del funcionamiento de la producciónde capital no requieren una distribucióndiferente del plusvalor sino su aumentoconstante. La insuficiencia de la demandaefectiva sólo es, bajo otro nombre, la insu-ficiencia de la acumulación, por que sólo laexpansión del capital puede crear unademanda capaz de generar prosperidad. Encualquier caso, la quiebra ac tual del keyne-sianismo nos dispensa hoy de demolerle enel ámbito teórico. Basta con señalar que sucarácter absurdo ha quedado atestiguadoactualmente por el aumento si multáneo yduradero del desempleo y la inflación.Si la teoría de la acumulación de Luxem -burg fue un fracaso, tuvo más éxito en ladefensa de un internacionalismo conse -cuen te que, por supuesto, estaba vinculadoa su concepción de la acumulación, enten-dida como una extensión del modo de pro-ducción capitalista al mundo entero. Segúnella, la competencia imperialista estabatrans formando rápidamente el mundo en unmundo capitalista y, en consecuencia, sees ta ba desarrollando la confrontaciónabier ta entre capital y trabajo. Mientras queel auge de la burguesía coincidió con la for-mación del Estado-nación moderno, segre-gando ideología nacionalista, la madurezdel capitalismo y su decadencia implicabanel "internacionalismo" imperialista de laburguesía y, de la misma manera, el inter-nacionalismo de las clases trabajadoras,que para éstas es condición para una luchade clases efectiva.La integración reformista de las aspiracio-nes proletarias dentro del sistema capitalis-ta condujo al social-imperialismo, que erala otra cara del nacionalismo. Obje ti va -mente, tras el frenético desarrollo delnacio nalismo sólo había imperativos impe-rialistas. Para combatir el imperialismo,por lo tanto, era necesario rechazar com -ple tamente todas las formas de nacionalis-mo, incluido el nacionalismo de las vícti-mas de una agresión imperialista. Nacio -

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nalismo e imperialismo eran indisociablesy debían combatirse con el mismo empeño.Frente al socialismo patriótico del movi -miento obrero oficial, inicialmente veladopero pronto patente, el internacionalismode Luxemburg representaba al ala izquier-da del movimiento, pero no completamen-te. Su internacionalismo era, en ciertomodo, la generalización de la experienciaque había hecho en el movimiento socialis -ta polaco, que se había dividido en torno ala cuestión de la autodeterminación nacio -nal. A partir de su trabajo sobre el desarro -llo industrial de Polonia, parece que Lu -xemburg esperaba una integración total delos capitalismos ruso y polaco, de maneraque diese lugar a una unificación prácticay teórica de sus respectivas organizacionessocialistas.En la cabeza de Rosa no cabían movimien-tos socialistas de tendencia nacionalista, ymu cho menos un socialismo dentro delímites nacionales. Lo que era cierto paraRusia y Polonia también lo era para elmundo entero. Para acabar con las divisio-nes nacionales era necesaria la unidad delsocialismo internacional.La facción bolchevique del Partido Social -demócrata ruso no compartía ese estrictoin ter nacionalismo. Para Lenin la domina -ción sobre las nacionalidades por los paísescapitalistas más poderosos aña día al anta -gonismo social fundamental otras brechassuplementarias, que quizá pu dieran utili-zarse contra los poderes establecidos.No tiene mucho sentido dar vueltas entorno a si la posición de Lenin en favor dela autodeterminación de los pueblos refle-jaba una convicción subjetiva o una actituddemo crática ante las reivindicaciones na -cio nales específicas y las particularidadesculturales o si se trataba sólo de una aver-sión contra cualquier forma de opresión.Lenin fue ante todo un hombre políticopráctico, aunque no pudo asumir ese rolhas t a bastante tarde. Como tal, se dio cuen-ta de que las diversas nacionalidades delim perio ruso constituían una amenazacons tante para el régimen zarista. Es cierto

que Lenin fue también un internacionalista,que pensaba la revolución socialista en tér-minos de revolución mundial. Pero ésta te -nía que empezar por alguna parte, y pensa-ba que lo haría rompiendo el eslabón másdébil de la cadena imperialista. En el con -tex to ruso, apoyar la autodeterminación delos pueblos, incluido el derecho de sece-sión, también significaba lograr aliados pa -ra derrocar al zarismo. Esta estrategia seaplicó con la esperanza de que, una vezlibres, las diferentes nacionalidades elegi -rían permanecer en la nueva comunidadrusa, ya por sí mismas, ya a instancia de suspropias organizaciones socialistas.Sin embargo, todo este debate sobre lacuestión nacional fue puramente académi-co hasta la revolución rusa. Incluso des -pués de la revolución, el reconocimientodel derecho de las diversas nacionalidadesde Rusia a la libre determinación no tuvoconsecuencias, ya que la mayoría de losterritorios afectados estaban ocupados porpotencias extranjeras. A pesar de esto, elrégimen bolchevique continuó abogandopor la autodeterminación para debilitar alas otras naciones imperialistas, especial-mente a Inglaterra, y para fomentar revolu-ciones coloniales contra el capitalismooccidental que amenazaba con destruir elEstado bolchevique.La revolución rusa encontró a Luxemburgen una prisión alemana, donde permanecióhasta el derrocamiento de la monarquía.Sin embargo, pudo seguir el progreso de larevolución rusa. Aunque estaba fascinadacon la toma del poder por los bolcheviques,no podía aceptar la posición de Lenin conrespecto a los campesinos y las minoríasna cionales. Sus preocupaciones resultaronimprocedentes en ambos casos. Predijo queal reconocer la independencia de las diver-sas nacionalidades rusas sólo se lograríarodear al nuevo Estado con una cadena depaíses reaccionarios y contrarrevoluciona -rios, lo que resultó ser cierto, pero sólo du -rante un corto periodo. Luxemburg no en -tendió que la política de los bolcheviquesestaba más dictada por circunstancias que

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no controlaban que por el principio del de -recho a la autodeterminación. A la primeraoportunidad, comenzaron a recortar esederecho y terminaron por reincorporar atodas esas naciones independientes en elseno de un imperio ruso restaurado ; inclu-so forjaron sus propias esferas de interesesen territorios fuera de Rusia.Sobre la base de su propia teoría del nacio-nalismo y del imperialismo, Luxem burgdebería haberse dado cuenta de que la con-cepción de Lenin no podía aplicarse en unmundo dominado por la competencia entrelas potencias imperialistas y que tampocotendría que aplicarse si el capitalismo fueraderrocado por una revolución internacio-nal. La desintegración del imperio ruso nose debió al principio de autodetermina ciónni fue incitada por éste, sino a la de rrotamilitar, de la misma forma que la victoriaen otra guerra fue lo que llevó a la recupe-ración de los territorios perdidos y al rena-cimiento del imperialismo ruso.El capitalismo es un sistema en expansióny necesariamente imperialista. El imperia -lismo le permite superar las barreras nacio-nales que podrían obstruir la produ cción decapital y su centralización, así co mo obte-ner o proteger posiciones privilegiadas odominantes en la economía mundial. Estambién un medio de defensa contra estatendencia general, pero en todo caso es elinevitable resultado de la acumulación decapital.Como señaló Luxemburg, la contradictoria"integración" capitalista de la economíamun dial no podía impedir la dominación delas naciones más débiles por parte de lasmás fuertes, que controlan el mercadomun dial. Esta situación hace ilusoria cual-quier independencia nacional. En el mejorde los casos, una independencia política nopodría hacer otra cosa que someter a lostrabajadores a una domina ción nacional envez de internacional. Pero, por supuesto, elinternacionalismo proletario no puedeimpedir los movimientos de autodetermi-nación nacional en un contexto colonial eimperialista, y no hay razón para que lo

haga. Al igual que el imperialismo, esosmovimientos son parte integrante del capi-talismo. Pero sólo podrían ser "utilizados"en beneficio del socialismo si se les despo-ja de su carácter nacionalista, gracias a unaposición internacionalista coherente porparte del movimiento socialista.Si los pueblos oprimidos tienen derecho ala simpatía de los socialistas no es por sunacionalismo, sino porque son pueblosdoblemente explotados: explotación nativay explotación extranjera. El socialismo sepropone la abolición del capitalismo, y esoincluye el apoyo a las fuerzas antiimperia -listas. No para crear nuevos estados na -cionales capitalistas, sino, por el contrario,para dificultar o impedir su aparición, pormedio de revoluciones proletarias en lospaí ses capitalistas avanzados.El régimen bolchevique se autoproclamósocialista y con ese término entendía quetam bién se pondría fin a toda discrimina -ción contra las minorías nacionales. En ta -les condiciones, para Luxemburg la autode-terminación nacional no sólo era un sinsentido sino también una invitación areconstituir las condiciones de una restau-ración del capitalismo a través de la ideo -logía nacionalista. Según ella, Lenin yTrotsky sacrificaron erróneamente el prin-cipio del internacionalismo en aras de ven-tajas tácticas momentáneas. Aunque quizásfuera inevitable, esa necesidad no podríaelevarse al rango de virtud socialista.Luxemburg tenía razón al no dudar de lasinceridad de los bolcheviques en cuanto asu voluntad de establecer el socialismo enRusia y a su apoyo a la revolución mundial.Ella misma creía que, gracias a la extensiónde la revolución a Occidente, se podríaponer remedio a la inmadurez objetiva deRusia para una transformación socialista.Culpó a los socialistas de Europa occiden-tal, en particular a los alemanes, por lasdificultades que encontraron los bolchevi-ques, que les obligaron a concesiones,com promisos y decisiones oportunistas.Su pu so que la internacionalización de la re -volución eliminaría las reivindicaciones

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na cionalistas de Lenin y reforzaría el prin-cipio del internacionalismo en el movi -miento revolucionario.Pero como la revolución mundial no llegó,el desarrollo económico y la lucha de cla -ses se mantuvieron dentro del marco delEstado-nación. El "internacionalismo" dela Tercera Internacional, bajo dominioruso, solo servía a los intereses del Estadoruso, con el pretexto de que la defensa delprimer estado socialista era un requisitoprevio para el socialismo internacional.Al igual que la autodeterminación nacio -nal, este "internacionalismo" estaba desti-nado a debilitar a los opositores del nuevoestado ruso. Pero ya desde 1920 los bol -cheviques dejaron de esperar una rea -nudación del movimiento revolucionariointernacional y se dedicaron a consolidar supropio régimen. Su "internacionalismo" yasólo era la expresión de su propio naciona -lismo, como el internacionalismo económi-co de la burguesía no perseguía otro objeti-vo que el enriquecimiento de las entidadescapitalistas organizadas a nivel nacional.La Segunda Guerra Mundial, con todas susconsecuencias, tuvo el efecto de poner final colonialismo de las potencias europeas ydar nacimiento a muchas naciones "inde-pendientes"; al mismo tiempo nacieron dosgrandes bloques, dominados por las nacio -nes victoriosas: EEUU y URSS. Dentro decada bloque no había una verdadera inde-pendencia nacional, pues el papel de lospaíses formalmente independientes no eraotro que el de servir las exigencias imperia -listas de las potencias dominantes en subloque. Esta sumisión se impuso por me -dios económicos y políticos, y por la ne -cesidad de adaptar la economía y la vidapolítica de los países satélites a las realida-des del mercado capitalista mundial. Pa ralas antiguas colonias esto significaba unanueva forma de sumisión y dependencia,que se denominó "neocolonialismo". Y pa -ra los renacidos países que estaban másavan zados en el ámbito capitalista signifi-caba el control directo de sus estructuraspo líticas y el padecimiento de métodos de

ocu pación militar y gobiernos fantoches.Esto llevó evidentemente a la creación denuevos "movimientos de liberación", tantoen el campo capitalista como en el autode-nominado "campo socialista", demostrandoasí que no existe la autodeterminación na -cional ni en los países de economía de mer-cado ni en los países con economía estatal.El hecho de que el nacionalismo sea en rea-lidad un instrumento de la clase dominantepronto se hizo evidente en los "países libe-rados", ya que proporcionó a los políticosadvenedizos los medios para imponersecomo clase dirigente en colaboración conlas clases dirigentes de los países dominan-tes. Tanto si estas nuevas clases dirigenteshacen parte del mundo "libre" como sihacen parte del mundo bajo dominaciónautoritaria, la forma nacional sobre la quedescansa su nuevo poder impide cualquierevolución hacia una sociedad socialista.Siempre que es posible, su nacionalismocontiene un imperialismo en miniatura perovirulento, que lanza a los países "socialis-tas" contra otras naciones o incluso contraotros "países socialistas". Así se nos ofreceel espectáculo desolador de la amenaza deguerra entre los grandes países "socialis-tas", Rusia y China, y, a menor escala, laguerra abierta entre la Etiopía "marxista" yla Somalia "marxista" por el control delOgaden.Aunque con peculiaridades locales, estepa trón se reproduce continuamente, carac-terizando así el estado actual de la políticamundial, que muestra a las pequeñas nacio-nes convirtiéndose en agentes de las gran -des potencias imperialistas o batiéndosepor su propia cuenta, sin otro resultado queel de sucumbir ante uno u otro bloque.Todo esto tiende a justificar la afirmaciónde Luxemburg de que todos los nacionalis-mos, en cualquiera de sus formas, son per-judiciales para el socialismo, y de que sóloun internacionalismo consecuente puedecontribuir a la emancipación de la claseobrera. Este internacionalismo intransigen-te es una de las contribuciones más im -portantes de Luxemburg a la teoría y la

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prác tica revolucionarias, y la aleja igual-mente del socialimperialismo de la social -democracia y de la concepción oportunistabolchevique de la revolución mundial,defendida por el gran "estadista" Lenin.Al igual que Lenin, Luxemburg vio en laRevolución de Octubre una revolución pro-letaria que, sin embargo, dependía total -men te de la coyuntura internacional. Estepun to de vista era entonces el de todos losrevolucionarios, marxistas o no. Al fin y alcabo, al tomar el poder los bolcheviquesha bían "proclamado por primera vez elobjetivo final del socialismo como progra-ma inmediato de la política práctica" [RosaLuxemburgo, La revolución rusa, Anagra -ma 1975]. Habrían resuelto "el famoso pro-blema de ganar a la mayoría del pueblo" através de tácticas revolucionarias que con-ducen hacia esa mayoría, en vez de esperara que la mayoría esté madura para el desa -rrollo de una táctica revolucionaria [ibid].Según Luxemburg, el partido de Leninhabía abrazado los verdaderos intereses delas masas urbanas al exigir todo el poderpara los soviets, con el fin de garantizar larevolución. Sin embargo, el foco central dela revolución fue la cuestión de la tierra, yrespecto a ella los bolcheviques fueron tanoportunistas como ante el problema de lasminorías nacionales.En la Rusia pre-revolucionaria, los bolche -viques compartían con Luxemburg el puntode vista marxista, según el cual la naciona -lización de la tierra era un requisito previopara la organización a gran escala de unaproducción agrícola compatible con lasocialización de la industria. Para obtenerel apoyo de los campesinos, Lenin abando-nó el programa agrario marxista por el delos socialrevolucionarios, herederos delantiguo movimiento populista. AunqueLuxemburg consideró esta rectificacióncomo una "buena táctica", pensaba quenada tenía que ver con el socialismo. Losderechos de propiedad debían ser transferi-dos a la nación o al Estado, ya que sólo esopermitiría organizar la producción agrícolasobre una base socialista. El lema bolche -

vique "confiscación inmediata de la tierra ydistribución de ella a los campesinos" noera una medida socialista, sino una medidaque, al crear una nueva forma de propiedadprivada, dificultaba el camino hacia elsocialismo. La "reforma agraria leninista",escribió, "ha creado en el campo una nuevay poderosa capa de enemigos del socialis-mo, cuya resistencia será mucho más peli-grosa y tenaz que la de la aristocracia terra-teniente" [ibid].Esto fue confirmado por los hechos, impi-diendo tanto el restablecimiento de la eco -no mía rusa como la socialización de la in -dustria. Pero, al igual que con la cuestiónde la autodeterminación nacional, la situa-ción no la guiaba la política de los bolche -vi ques, sino más bien circuns tancias queescapaban a su control. Los bol cheviqueseran prisioneros del movi miento campesi-no; no podían conservar el poder sin su a -po yo pasivo, pero no podían avanzar haciael socialismo precisamente por ello. Ade -más, su tortuoso oportunismo no fue el ori-gen del reparto de las tierras entre los cam-pesinos; sólo confirmó el hecho consuma-do de las ocupaciones, fuesen cuales fuesensus opiniones. Mientras que los otros parti-dos fueron reacios a legalizar la ex pro -piación de tierras, los bolcheviques apoya-ron esta legalización para obtener el apoyode los campesinos y consolidar así el poderque habían conquistado mediante un golpede Estado en los centros urbanos. Espe -raban conservar ese apoyo con una políticade bajos impuestos a los campesinos, mien-tras que éstos exigían un gobierno capaz deimpedir el retorno de los terratenientes pormedios contrarevolucionarios.En lo que respecta a los campesinos, la re -vo lución significó una extensión de sus de -rechos de propiedad; en ese sentido fue unarevolución burguesa. Eso sólo podía llevara una economía de mercado y al reforza-miento de las propensiones capitalistas enRu sia. Para los trabajadores industriales,co mo para Lenin y Luxemburg, hubo unarevolución proletaria, incluso en esa precozetapa del desarrollo capitalista. Pero como

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la clase obrera sólo era una ínfima parte dela población, era obvio que tarde o tempra-no el elemento burgués de la revoluciónprevalecería. El poder de Estado bolche -vique solo podía mantenerse mediante elar bitraje entre intereses opuestos; pero si loconseguía sería fatal tanto para las aspira-ciones socialistas como para las aspiracio-nes burguesas de esta revolución.Esta era una situación que el movimientomarxista no había previsto y que la teoríamarxista no podía predecir, ya que segúnésta una revolución proletaria presupone unalto nivel de desarrollo capitalista en el quela clase obrera se haría mayoritaria y por lotanto capaz de determinar el curso de losacontecimientos. Aunque Lenin sólo estabainteresado en la revolución burguesa comoantesala de una revolución socialista, élmis mo seguía siendo un burgués, en la me -dida en que creía posible cambiar la socie -dad por medios puramente políticos, es de -cir, gracias a la acción de un partido políti-co. Esta inversión idealista del marxismo,en la que la conciencia determinaría el de -sa rrollo material, en la práctica sólo podíaimplicar una reproducción del propio régi-men zarista, en el que la autocracia reinabasobre toda la sociedad. De hecho, Leninseñaló que si el zar había podido gobernarRusia con una burocracia de unas cien milpersonas, los bolcheviques deberían poderhacerlo con un partido que agrupaba a mu -chos más miembros. En cualquier caso, unavez en el poder los bolcheviques no tu -vieron más remedio que intentar preservar-lo para asegurar su propia supervivencia.Posteriormente, se estableció un aparatoestatal que se hizo cargo no sólo del controlde la población, sino también del desarrolloeconómico, transformando la propiedadprivada en propiedad del Estado, sin cam-biar las relaciones sociales de producción,es decir, manteniendo la relación capital-trabajo que permite la explotación de laclase trabajadora. Este nuevo tipo de capi-talismo - lo que se conoce como capitalis-mo de Estado- subsiste actualmente bajo elmanto ideológico del "socialismo".

En 1918, Luxemburg no pudo prever talevolución, que estaba fuera de todas las hi -pó tesis marxistas. Para ella, los bolche -viques cometieron varios errores que po -dían hipotecar su objetivo socialista. Y es -tos errores, aunque fueran inevitables enuna Rusia revolucionaria pero aislada, nodeberían generalizarse como táctica válidapara todo momento y todo lugar. Aunquesin ningún éxito, a la realidad rusa opusolos principios marxistas, para salvaguardaral menos la teoría. Fue en vano, ya queresultó que tras el capitalismo de propiedadprivada no venía necesariamente un régi-men socialista sino que igualmente podíatranformarse en un capitalismo controladopor el Estado, en el que la vieja burguesíaes remplazada por una nueva clase domi-nante, cuyo poder se basa en su controlcolectivo del Estado y de los medios deproducción.Rosa sabía tan poco como Lenin sobrecómo construir una sociedad socialista;pero mientras este último actuó de manerapragmática a partir de las experiencias decontrol estatal de los países capitalistas entiempos de guerra y concebía al socialismocomo monopolio estatal sobre toda activi-dad económica, Luxemburg continuó afir-mando que ese camino nunca podría darlugar a la emancipación de la clase obrera.No podía imaginar que la naciente sociedadbolchevique representase una formaciónsocial nueva en la historia y sólo veía enella una mala aplicación de los principiossocialistas. Y temía la restauración del ca -pitalismo a través de las reformas agrariasde los bolcheviques.Como los hechos posteriores mostraron, elproblema agrario siguió sacudiendo alEstado bolchevique, desembocando final-mente en la colectivización forzosa delcampesinado, solución intermedia entre lapropiedad privada de la tierra y la naciona -li zación de la agricultura. Esto no fue unverdadero cuestionamiento de la políticaagrícola de Lenin, que siempre había actua -do en respuesta a necesidades inmediatas yno según sus convicciones. Salvo sobre el

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papel, Lenin no se había atrevido a nacio -nalizar la tierra, y Stalin no se atrevió a irmás allá de la colectivización forzosa delos campesinos, a fin de aumentar su pro-ducción y su explotación, sin despojarlosde toda capacidad de iniciativa privada.Incluso dentro de estos límites, fue unaoperación aterradora que casi derribó alrégimen bolchevique. Si Rosa Luxemburgtenía razón frente a Lenin en cuanto a lacuestión agraria, sus argumentos no fueronmenos irrelevantes que los de Lenin, puessólo faltaba un poco más de tiempo y unmayor reforzamiento del aparato del Es -tado para que los campe sinos perdieran sureciente y relativa independencia y recaye-ran una vez más bajo el dominio de un régi-men autoritario.Debería haber sido obvio, dada la concep-ción leninista del partido y de su papel en elproceso revolucionario, que una vez en elpoder este partido sólo podría funcionar demanera dictatorial. Aun obviando las con -diciones específicas de Rusia, esta concep-ción del partido como conciencia de la re -vo lución socialista concentraba claramentetodo el poder en manos del aparato estatalbolchevique. Esta posición general fue aúnmás marcada en el contexto de la revolu-ción rusa, tensionada entre sus aspiracionesburguesas y sus aspiraciones proletarias. Siel proletariado era, según Lenin, incapaz deir más allá de una conciencia reformista (esdecir, incapaz de hacer algo más que de -fender sus propios intereses dentro del sis-tema capitalista), sería aún más incapaz derealizar el socialismo, que supone una rup-tura ideológica con toda su experiencia an -terior. Haciéndose eco de Karl Kautsky, Lenin pensaba que la conciencia debía serllevada al proletariado desde fuera, a travésdel saber propio de una clase media ilustra-da. El partido era la organización de la inte-ligencia socialista, representante de la con-ciencia revolucionaria del proletariado,incluso aunque en sus filas sólo hubiese unpequeño número de trabajadores ilustrados.Era necesario que estos especialistas de lapo lítica revolucionaria se hicieran cargo

del Estado socialista aunque sólo fuese pa -ra evitar una derrota de la clase obrera acausa de su ignorancia. Y así como el par-tido dirigía al proletariado, los líderes delpartido debían dirigir a sus miembros a tra-vés de una centralización casi militar.Esta actitud arrogante de Lenin, impuesta asu partido, preocupó mucho a Rosa Lu -xem burg en cuanto a los posibles resulta-dos de la toma del poder por parte de losbolcheviques. Ya en 1904 había criticado laconcepción bolchevique del partido, por laseparación artificial que introducía entreuna vanguardia revolucionaria y la masa delos trabajadores y por su hipercentrali -zación, tanto en los problemas generalescomo en los del partido."Nada contribuirá tanto al sometimiento deun joven movimiento obrero a una élite in -telectual ávida de poder como este chalecode fuerza burocrático, que inmovilizará alpartido y lo convertirá en un autómatamanipulado por un Comité Central", escri -bió Luxemburg [Problemas organizativosde la socialdemocracia rusa, ed. Espar ta -co, 1946]. Al rehusar cualquier carácter re -volucionario a la concepción leninista delpartido, Rosa Luxemburg se anticipaba a laevolución del régimen bolchevique. Cierta -mente, su acusación contra la concepciónleninista de la organización tenía su origenen la comparación con la estructura organi-zativa del partido socialdemócrata alemán,que, aunque también estaba muy centra -lizado, aspiraba a una amplia base popularpara llevar a cabo su obra reformadora. Este partido no pensaba en términos de to -ma del poder, sino que se contentaba conobtener éxitos electorales y difundir laideo logía socialista, a fin de promover supropio crecimiento. En cualquier caso,Rosa Luxemburg no creía que ningún par-tido pudiera llevar a cabo una revoluciónsocialista. El partido sólo podía ayudar a larevolución, que sería tarea de toda la claseobrera y que requería su participación acti-va. Ella no concebía el partido socialistacomo una instancia organizativa indepen-diente del proletariado, sino como una

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parte de él, sin funciones o intereses dife-rentes a los de la clase obrera.Con esta convicción, Rosa Luxemburgsimplemente fue fiel a sí misma y almarxis mo al alzarse contra la política dicta-torial del partido bolchevique. Aunque estepartido conquistó su posición dominantereclamando demagógicamente todo el po -der para los soviets, no tenía la intención dedarles ninguna parcela de su poder, excep-to quizás si estaban compuestos por bol -che viques. Es cierto que los bolcheviquesen Petrogrado y algunas otras ciudades te -nían mayoría en los soviets, pero esta situa-ción podría cambiar posteriormente y dejaral partido en la posición minoritaria quehabía ocupado durante los primeros mesesque siguieron a la revolución de febrero.Los bolcheviques no veían los soviets co -mo embriones de la sociedad socialista, si -no sólo como un medio para lograr un go -bierno bolchevique. Ya en 1905, cuando tu -vo lugar la primera aparición de los soviets,Lenin reconoció su potencial revolucio -nario, pero esto sólo le llevó a tener unarazón adicional para fortalecer su propiopartido y prepararle para tomar las riendasdel poder. Para Lenin, el potencial revolu-cionario de la forma soviet no cambiaba ennada su naturaleza espontánea, lo que im -plicaba el peligro de una dispersión de estepoder en actividades estériles. Aunque fue-ran parte de la realidad social, pensabaLenin, los movimientos espontáneos po -drían, en el mejor de los casos, apoyar a unpartido orientado hacia sus objetivos, ynun ca reemplazarlo. En octubre de 1917 elproblema de los bolcheviques no era elegirentre el poder de los soviets y el del parti -do, sino entre el poder del partido y laAsam blea Constituyente. Como no teníanninguna posibilidad de obtener la mayoríaen la Asamblea y tener acceso así al gobier-no, había que prescindir de ella para rea -lizar la dictadura del partido en nombre delproletariado.Para Rosa Luxemburg toda la poblacióndebía participar de una u otra forma en laconstrucción del socialismo; pero no reco -

noció en los soviets la forma organizativaca paz de llevar a cabo este proyecto. Im -presionada por las grandes huelgas de ma -sas en Rusia en 1905, prestó poca atencióna la forma soviet que tomaron. En su opi -nión, los soviets eran simplemente comitésde huelga que paliaban la ausencia de otrasorganizaciones de trabajadores más perma-nentes. Incluso después de la revolución,ella pensaba que "la realización práctica delsocialismo como sistema económico, so -cial y legal es algo que sigue estando com-pletamente envuelto en las brumas del futu-ro" (La Revolución rusa). Sólo se co nocíala orientación general hacia la que ten der,estando aún por descubrir los de talles de laacción a emprender para consolidar y desa -rrollar la nueva sociedad. El socialismo nopodía nacer de planes pre establecidos nirealizarse por decreto gu bernamental.Exigía democracia real, es de cir, la partici-pación más amplia posible de todos los tra-bajadores, que era lo único que mereceríael apelativo de "dictadura del proletariado".Para ella la dictadura del partido sólo era"la dictadura en el sentido burgués del tér-mino" [ibid], esto es, el poder de los jaco-binos.Todo esto es indiscutible en términos gene -rales, pero el carácter burgués del poderbolchevique reflejaba, en la ideología y enla práctica, la naturaleza objetivamente nosocialista de esta revolución tan particular,simplemente incapaz de llevar a la socie -dad al socialismo desde las condicionescua si feudales del zarismo. Fue una especiede "revolución burguesa" sin burguesía, ytambién era una revolución proletaria conun proletariado insuficiente: una revolu-ción en la que el papel histórico de la bur-guesía fue asumido por un partido aparen-temente antiburgués que tomó el poderpolítico.En estas condiciones, el contenido revolu-cionario del marxismo occidental no podíaaplicarse, ni siquiera en forma modificada.Esto puede explicar la debilidad de losargumentos de Rosa Luxemburg contra losbolcheviques, la crítica del desprecio que

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mostraron por la Asamblea Constituyente yde su actitud terrorista hacia cualquier opo-sición, de derechas o de izquierdas.Sus propias sugerencias sobre la manera deconstruir el socialismo, aunque correctas yválidas, no podían articularse con unaAsamblea Constituyente en tanto que insti-tución burguesa. Su actitud tolerante haciatodos los puntos de vista y su deseo depoder expresarse para influir en el curso delos acontecimientos no se pudieron satisfa-cer en condiciones de guerra civil. La cons-trucción del socialismo está dictada pornecesidades inmediatas, lo que implicaacciones bien definidas; no puede ser con-ducida por el tranquilo método de prueba yerror, que busca discernir el futuro a travésde la "bruma" del presente.La falta de realismo de Rosa Luxemburgcon respecto al bolchevismo y la revolu-ción rusa se explica por sus propias ambi -güedades. Fue al mismo tiempo social -demócrata y revolucionaria en un momen-to en que estas dos posiciones divergían.Veía a Rusia con ojos socialdemócratas y ala socialdemocracia con ojos revoluciona -rios. Lo que ella quería de hecho era unasocialdemocracia revolucionaria. Ya en sufamoso debate con Edward Bernstein senegó a elegir entre la reforma y la revolu-ción y trató de combinar estas dos activida-des de forma dialéctica en una misma po -lítica. Desde su punto de vista, se podríallevar la lucha de clases tanto en el Parla -mento como en las calles, no sólo a travésde los partidos y los sindicatos, sino tam-bién con los trabajadores no organizados.Los logros legales, conquistados en el mar -co de la democracia burguesa, debían con-solidarse mediante la acción directa de lasma sas en su lucha de clases cotidiana. Sinembargo, daba prioridad a la acción de ma -sas, en la medida en que desarrollaba laconciencia sobre su propia condición decla se y, por lo tanto, la conciencia revolu-cionaria. La lucha directa de los trabaja -dores contra los capitalistas era la verda de -ra "escuela del socialismo". En la extensiónde las huelgas de masas en las que los tra-

bajadores actuaban como clase veía unacon dición previa necesaria para el adveni-miento de la revolución que derrocaría a laburguesía e instalaría gobiernos apoyados ycontrolados por un proletariado maduro yconsciente [R. Luxemburg, Huelga gene -ral, partido y sindicatos].Hasta el estallido de la I Guerra Mun dialRo sa Luxemburg no entendió completa -men te la verdadera naturaleza de la social -de mocracia. Había un ala derecha, un cen-tro y una izquierda, a la que pertenecíanLu xemburg y Liebnecht. Entre estas ten-dencias había una lucha ideológica toleradapor la burocracia del partido, precisamenteporque seguía siendo sólo ideológica. Laprác tica del partido era reformista y oportu-nista, y se mantenía insensible a las apela-ciones del ala izquierda, aunque éstas qui-zás le fortaleciesen. Pero subsistía la ilu-sión de que era posible transformar el par-tido y devolverle su original carácter revo-lucionario. Luxemburg rechazó cual quieridea de escisión, por temor a perder el con-tacto con la masa de trabajadores socialis-tas. Su confianza en estos trabajadores nose vio afectada por la descon fianza que ali-mentaba hacia sus líderes. Sólo cayó delguindo cuando se dio cuenta de que el cho-vinismo social desplegado en 1914 aunabaa dirigentes y dirigidos contra el ala iz -quierda del partido. Incluso enton ces no es -tuvo dispuesta a dejar el partido hasta laescisión de 1917, en torno a los objetivosde la guerra, lo que dio lugar a la formacióndel Partido Socialista Inde pendiente ale-mán USPD, en el que la Liga Espar taco,kformada en torno a Lieb necht, Lu xem - burg, Mehring y Jogiches, sólo era unapequeña fracción. En la medida en queman tuvieron actividades independientes,és tas giraron en torno a la pro paganda con-tra la guerra y contra la política de colabo-ración de clases del viejo partido. Hastafinales de 1918 Rosa Lu xemburg no reco-noció la necesidad de crear un nuevo parti-do revolucionario y una nueva Inter -nacional.La revolución alemana de 1918 no se debió

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a ninguna organización de izquierda, aun-que los miembros de todas ellas jugarondiversos papeles. Fue un levantamientopuramente político dirigido a detener laguerra y derrocar la monarquía, a la que seresponsabilizaba de ella. Esta revolución seprodujo como consecuencia de la derrotamilitar alemana y no encontró oposiciónseria en la burguesía y en el ejército, puesconsideraban que la revolución les permiti-ría atribuir al movimiento socialista la res-ponsabilidad de la derrota.Esta revolución dio el poder a la social -democracia, que luego se alió con el ejérci-to para aplastar cualquier intento de con-vertir la revolución política en revoluciónsocial. Bajo la influencia de la tradición yde la vieja ideología reformista, la mayoríade los consejos de trabajadores y soldadosque surgieron espontáneamente apoyaronal gobierno socialdemócrata y declararonque estaban dispuestos a abdicar su poderen favor de una Asamblea Nacional en elmarco de una democracia burguesa. Estarevolución fue, como se dijo con acierto,"una revolución socialdemócrata, confisca-da por los dirigentes de la socialdemocra-cia: un proceso bastante excepcional en lahistoria" [Sebastian Haffner, La Revoluciónalemana 1918-1919, Barcelona, InéditaEditores, 2005].Por supuesto, también había una minoríarevolucionaria que actuaba y combatía porla formación de un sistema social basadoen los consejos obreros como instituciónpermanente. Pero pronto fue aplastada porlos adiestrados militares. Para organizar aesa minoría revolucionaria con vistas aacciones sistemáticas, la Liga Espartaco, encolaboración con otros grupos revoluciona-rios, se convirtió en Partido Comu nista deAlemania. Su programa fue escrito porRosa Luxemburg.Desde su primer congreso, quedó claro queel nuevo partido estaba dividido. Incluso enese periodo ya tardío, Luxemburg aún nofue capaz de romper por completo con lastradiciones socialdemócratas. A pesar dedeclarar que la fase del programa mínimo

sin socialismo había terminado, se mantu-vo vinculada a la política de "doble pers -pectiva": la incertidumbre de una revolu-ción proletaria precoz requería que se defi-niese también una política en el marco delas organizaciones e instituciones existen-tes. En la práctica, eso significaba la par -ticipación en la Asamblea Nacional y lossindicatos. Sin embargo, la mayoría delcongreso votó por el antiparlamentarismo ypor la lucha contra los sindicatos. Aunque aregañadientes, Luxemburg se inclinó anteesta decisión y adaptó a ella sus hechos ypalabras. Fue asesinada dos semanas des-pués, por lo que es imposible saber si ha -bría mantenido o no esa posición. Sea co -mo sea, sus seguidores, alentados por Le -nin, a través de su emisario Radek, rompie-ron el nuevo partido y reagruparon su fac-ción parlamentaria con una parte de lossocialistas independientes para constituirun "verdadero partido bolchevique", peroesta vez como organización de masas en elsentido socialdemócrata del término, enrivalidad con el antiguo partido social -demócrata, para ganar a los trabajadores decara al objetivo de forjar un instrumentopara la defensa de Rusia bolchevique.Pero todo esto ya pertenece a la historia. Elfracaso de las revoluciones en EuropaCentral y el desarrollo del capitalismo deEstado en Rusia permitieron al capitalismosuperar la crisis política que siguió a laPrimera Guerra Mundial. Sin embargo, lasdificultades económicas persistieron, con-duciendo a una nueva crisis internacional ya la Segunda Guerra Mundial. Dado que lasclases dominantes, antiguas y nuevas,recordaban las repercusiones revoluciona -rias de la I Guerra Mundial, evitaron su po -sible repetición por medio de la ocupaciónmilitar. La enorme destrucción de capitalocasionada por la guerra y la consiguientecentralización, así como el aumento de lapro ductividad laboral, permitieron un po -deroso aumen to de la producción capita -lista después de la segunda guerra. Estollevó a un eclipse casi total de las aspiracio-nes revolucionarias, excepción hecha de las

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que tenían un carácter estrictamente na -cionalista o capitalista de Estado. Esteefec to se amplificó por el desarrollo de la"economía mixta", tanto a nivel nacionalcomo internacional, con intervención delos gobiernos en la actividad económica.Como todo lo que procede del pasado, elmarxismo se convirtió en una disciplinaacadémica, signo de su decadencia comoteoría del cambio social. La socialdemocra-cia dejó de ser una organización de la claseobrera y se convirtió en un partido del pue-blo, dispuesto a cumplir las funciones gu -ber namentales en beneficio de la sociedadcapitalista. Las organizaciones comunistasasumieron entonces el papel clásico de lasocialdemocracia, incluido su afán porcons tituir -o participar en- gobiernos sus-tentadores del sistema capitalista. Y desa -pareció el movimiento obrero, marcado porla escisión entre bolchevismo y socialde-mocracia que había motivado las preocupa-ciones de Rosa Luxemburg.Sin embargo, el capitalismo sigue expuestoa las crisis y amenazado por el colapso.Dados los nuevos medios de destrucción,po dría incluso autodestruirse durante unnue vo conflicto. Pero también puede serderrocado por una lucha de clases que con-duzca a su transformación socialista. La al -ter nativa socialismo o barbarie enunciadapor Luxemburg sigue siendo válida. La si -tuación actual del movimiento obrero, ca -rente de cualquier tendencia revoluciona -ria, muestra con claridad que el futuro delsocialismo depende más de las accionesespontáneas de la clase obrera en su con-junto que de expectativas ideológicas sobreeste futuro socialista manifestadas a travésde nuevas organizaciones revolucionarias.En esta situación, hay poco que aprender deexperiencias anteriores, salvo la lección ne -gativa de que la socialdemocracia y el bol -chevismo no tienen nada que ver con la re -volución proletaria. Al oponerse a ambos, ya pesar de todas sus inconsistencias, RosaLuxemburg abrió un nuevo camino hacia larevolución socialista. A pesar de ciertoserrores teóricos y de algunas ilusiones so -

bre la práctica socialista, su enfoque revo -lucionario contenía los elementos esen -ciales necesarios para una revolución so -cia lista: un internacionalismo inquebran ta -ble y el principio de autodeterminación dela clase obrera en sus organizaciones y enla sociedad. Al tomarse en serio la afirma-ción de que la emancipación del proletaria-do será obra del proletariado mismo, co -nectó el pasado y el futuro de la revolución.De este modo, sus ideas siguen tan vi vascomo la idea misma de revolución, mien -tras que todos sus oponentes en el antiguomovimiento obrero se han convertido enparte de la decadente sociedad capi talista.

Notas de traducciónnt1. Estos esquemas no describen el mun -do real, son abstraciones en la ruta hacia elco no cimiento de este. La propia división endos sectores productivos, el de medios deproducción y el de medios de consumo, esmuy simplista. En la "reproducción simpledel capital" no hay reinversión de ganan-cias, por lo que no habría acumulación decapital, lo que es incompatible con la natu-raleza del capitalismo: "La re producciónsimple en escala invariada apa rece en estesentido como una abstracción, ya que poruna parte sobre la base ca pi talista la ausen-cia de toda acumulación o reproducción enescala ampliada es una su posición peregri-na, y por otra parte las relaciones en las quese produce no perma necen absolutamenteincambiadas en años diferentes (que es loque aquí se supuso)" [K. Marx, El Capital,Libro 2, Volumen 5, p. 483, Siglo XXI,trad. Pedro Scaron]. En la reproducciónampliada hay acumulación de capital yreinversión de ganancias, pero tampocorefleja el capitalismo real, pues supone uncontinuado equilibrio. Marx nunca preten-dió que sus esquemas correspondiesen a larealidad social, los usaba para ilustrar de lamanera más simplicada algunos aspectosparciales.nt2. La distinción entre valor y precio deproducción es compleja y origen de mu -

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chos debates entre investigadores marxia-nos. Habitualmente se distingue entre valory precio de producción como categoríasdiferentes, de forma que el valor y el preciode una mercancía serían con frecuenciadiferentes. En el modelo más habitual, encada proceso productivo particular se gene-raría valor, proporcional al tiempo de traba-jo socialmente necesario empleado, pero lacompetencia y el movimiento de capitalesdesde los sectores con menores tasas deganancia a los de mayores tasas generaríanuna tendencia hacia la igualación de lastasas de ganancia y a la constitución de unprecio de producción igual a la inversiónrealizada más la ganancia correspondientea la “tasa media”. Sin embargo, investiga-dores como Fred Moseley [Money andTotality, Hay market Books, Chicago, 2016]o Diego Guerrero [Revista de EconomíaCrítica, nº 21, primer semestre 2016], hanresaltado que, siendo el valor una propie-dad social de las mercancías, no se trata deque cada mercancia tenga un valor que,sumado al valor de las otras mercancías,luego se distribuye entre todas en la formade precio de producción, sino que el valores un concepto global vinculado al capitalen general directamente, no una suma devalores individuales pre-existentes. Comoseñala Diego Gue rrero "es el capital engeneral el que obtiene o produce el plusva-lor en cuanto tal, en su totalidad (el mon-tante de plustrabajo creado en el sistemadurante un periodo de tiempo dado), mien-tras que son los múltiples capitales los que,al competir entre sí, terminan repartiéndoseo distribuyéndose dicho plusvalor entretodos ellos, en forma de las ganancias obeneficios que llegan finalmente a los dife-rentes sectores y unidades productivas".Podría pensarse, pues, que más que unadualidad entre valor y precio de producciónen cada mercancía, el valor es un conceptoglobal, ligado al capital en general, que sedistribuye entre capitales particulares en laforma de precio de producción.nt3. Marx plantea que existe una tendencia,no lineal y compleja, a la disminución de la

tasa de ganancia, aunque describe muchosfactores contrarestantes. Varios investiga-dores de raíz marxiana cuestionan que las“demostraciones” de esa tesis sean rigu -rosas [Crítica de la economía política,Michael Heinrich, Escolar y Mayo Ed.,Madrid, 2008] y que los datos históricos laconfirmen [Teorías económicas y datosempíricos, José Tapia, Ediciones Maia,Madrid, 2017]. Otra cosa muy diferente esel papel crucial que en los movimientos delcapitalismo, en sus crisis y en sus recupera-ciones, tienen las oscilaciones de la tasa deganancia, se gún Marx, tesis mucho másimportante y sí verificable, pero muchomás ignorada en diversos “neomarxismos”.nt4. En sí mismas, las teorías del colapsoinevitable del capitalismo pueden conside -rarse ciertas o falsas pero no tiene sentidoque sean una médida de la actitud críticaante la lógica del capital. Las profecías so -bre el derrumbe del capitalismo no aportannada a la lucha social ni a la creación decondiciones para superar el capitalismo, yno dejan de ser una variante en diferido decierto tipo de fin de la historia meca nicista.Por otra parte, nada garantiza que una cri-sis catastrófica del capitalismo, que puedeproducirse, derive en un sistema mejor y noen uno mucho peor o en una variante delcapitalismo mucho peor, como podría ocu -rrir con la catástrofe ambiental en marcha.De esto último Rosa Luxemburg era muyconsciente, de ahí su alerta socialismo obarbarie. Hoy sabemos que algunas de lasexperiencias autodenominadas socialistasfueron también una forma de barbarie.

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Marie Xaintrailles

Notas sobre el luxemburgismo(2011)

Original en francés en:www.critique-sociale.info/311/notes-a-propos-du-luxemburgisme

¿Qué es el luxemburgismo? Se podría responder simplemente que es la corriente políticainspirada por la teórica marxista Rosa Luxemburg (1871-1919). Pero la expresión es pro-blemática y algunos de los actuales partidarios de Luxemburg rechazan el término. A prio-ri no están equivocados, ya que la palabra se habría extendido durante la década de 1920para condenar una versión simplificada y distorsionada de sus ideas. Pero si decidimos nousar términos inventados originalmente por sus adversarios para denostar a los que preten-den denotar, tampoco podríamos hablar de "comuneros" o "marxistas". Así, por ejemploson luxemburgistas quienes han escrito: "luxemburgismo, como también marxismo, es untérmino muy imperfecto, en primer lugar porque se refiere a una sola persona. Pero loshechos están ahí, y desafortunadamente ningún término define claramente lo que es elmarxismo democrático, el luxemburgismo" (1).Podría ser preferible hablar de "espartaquismo" en vez de "luxemburgismo" (2), perodesde el final de la histórica Liga Espartaquista (Spartakusbund de 1918) ese término hasido recuperado y tergiversado por muchos.La afirmación de que Rosa Luxemburgo ignoró o rechazó ese término ha sido cuestiona-da. De hecho, según el historiador luxemburgista Alain Guillerm "Ya en 1898, cuando unperiódico escribió 'los luxemburgistas contra los nacionalistas (polacos)', es la propiaRosa quien reutiliza el término luxemburgista de manera positiva. Esto demuestra que ellamisma aceptó tempranamente ese concepto" [Alain Guillerm, Rosa Luxemburg, la roserouge, Picollec, 2002, p. 58].En cualquier caso, los textos de Rosa Luxemburg no forman "sistema", por lo que no hayque pretender que el luxemburgismo es un sistema de pensamiento completo que fluyenaturalmente de sus ideas políticas. Esto no resta valor a la calidad e interés de sus textos,que, por el contrario, no fueron escritos para crear un sistema, sino como contribuciones ala lucha de los trabajadores contra el orden capitalista y como parte implicada en el movi-miento socialista y "marxista" en el sentido amplio del término.

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Lo mismo puede decirse de Karl Marx, quenunca afirmó haber creado un sistema y que consideraba sus trabajos teóricos comocontribuciones al movimiento comunistade los trabajadores, como aclaraciones alservicio del movimiento real, como la pie-dra que él aportaba al edificio de la autoe-mancipación mundial de los trabajadores.Por lo tanto, es contradictorio que algunosrechacen el término luxemburgismo y almismo tiempo reivindiquen el marxismo,término que lógicamente debería generarlas mismas reservas.El luxemburgismo como movimiento efec-tivo cristalizó en Alemania durante laPrimera Guerra Mundial, como conjunciónde los socialistas revolucionarios, radical-mente opuestos a la guerra. Su principalteórica era Rosa Luxemburg. Este grupoadoptó inicialmente el nombre de su revis-ta, Die Internationale, prohibida por elpoder, pero posteriormente se les denominó"espartaquistas" para finalmente crear elSpartakusbund o Liga Espartaquista.Al igual que los intentos revolucionarios de1919, esta corriente fue reprimida y se dilu-yó paulatinamente después del asesinato desu principal teórica el 15 de enero de 1919.Además, la influencia nefasta de los bol-cheviques sobre el joven Partido Comu -nista de Alemania, seguida a continuaciónpor el estalinismo y, finalmente, por la dic-tadura nazi, destruyeron el movimiento dela clase trabajadora en Alemania, incluyen-do al luxemburgismo. Las obras de RosaLuxemburg fueron prohibidas e incinera-das por la dictadura nazi. A nivel organiza-tivo sólo sobrevivieron esencialmente lasorganizaciones socialdemócratas, que enrealidad defendieron el capitalismo "regu-lado", y las organizaciones estalinistas, queen verdad defendieron un capitalismo deEstado.¿Qué puede quedar hoy de la corrienteluxemburgista que se encarnó histórica-mente en la Liga Espartaquista, cuyo lega-do político fue destruido por varios ataquessucesivos?Se trata de recuperar lo esencial del pensa-

miento político luxemburgista, sin entrar enuna estéril repetición, centrándose en loque pueda ser fecundo para las moviliza-ciones actuales y para comprender la histo-ria y la situación actual de la lucha de cla-ses.Si existe un luxemburgismo, necesariamen-te incluye un internacionalismo auténtico,que actúa por la indispensable unión delproletariado mundial, capaz de conduciruna revolución socialista sin fronteras.Rosa Luxemburgo fue verdaderamente unaciudadana del mundo. Fue miembro delburó de la Segunda Internacional, militó envarios países y fue miembro simultánea-mente de los partidos socialistas deAlemania y Polonia.En segundo lugar, forma parte de eseluxemburgismo posible la lucha contratodas las opresiones y contra la represiónde las potencialidades de cada persona,como se refleja nítidamente en la corres-pondencia de Rosa Luxemburg.Y, sobre todo, en el corazón del luxembur-gismo está la crítica radical de las estruc-turas económicas y sociales, de las relacio-nes capitalistas de producción basadas en laexplotación y la alienación de los trabaja-dores.Todos estas convicciones llevan a la plenaparticipación en la lucha por la autoeman-cipación del proletariado, con el propósitoya declarado por Marx: "En lugar de lavieja sociedad burguesa, con sus clases yantagonismos de clase, surge una asocia-ción en la que el desarrollo libre de cadapersona es condición del desarrollo libre detodas" [Manifiesto Comunista, 1848].En 1918, Rosa Luxemburg afirmó la nece-sidad inmediata de abolir el trabajo asala-riado, base económica de la explotación ydel propio sistema capitalista. "¡Abajo elsistema salarial! Esa es la consigna de estemomento", declara en ¿Qué quiere la LigaEspartaquista? (14 de diciembre de 1918).Para poner fin a la división de la sociedaden clases sociales es indispensable abolir elsistema de trabajo asalariado. Para losluxemburgistas no es un objetivo vago a

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largo plazo, sino una necesidad real deriva-da del análisis de la actualidad.También forma parte de ese corpus delluxemburgismo el espontaneísmo, aunquese han dado interpretaciones muy equivo-cadas a ese término. De hecho, lo queimplica ante todo es la capacidad creadorade las masas y la oposición a su sustituciónpor el partido o por la "vanguardia". Elenfoque espontaneísta combate al "comu-nismo de partido" y reafirma que la eman-cipación de los trabajadores sólo puede serobra de los propios trabajadores. El espon-taneísmo no es un automatismo: en 1915Luxemburg escribió "socialismo o barba-rie", lo que implica que nada está escrito deantemano. Este enfoque requiere un nece-sario trabajo informativo (sabemos queRosa Luxemburg era periodista), de clarifi-cación teórica y, especialmente, de accio-nes prácticas sin refugiarse en la esperapasiva de una revolución que llegaríamecánicamente y de manera inevitable.Esto lleva a la lucha por la democraciadirecta. El funcionamiento del modo deproducción capitalista se opone al floreci-miento del principio democrático, que enel contexto de la sociedad actual necesitalas luchas de clase, dirigidas directamentepor quienes participan en ellas y se apro-pian de la política en sus movilizacionesauto-organizadas.Esta perspectiva se opone a la subestima-ción de las posibilidades de la clase traba-jadora. Al participar en el desarrollo de laauto-organización, de su cultura de clase,de la memoria y del análisis de las luchas,los movimientos sociales y revolucionariospueden luchar contra el peso inhibidor de laideología dominante y, en realidad, contratoda "ideología" en el sentido "marxista"del término. La conciencia de clase surgede acciones dirigidas colectivamente, nosólo de la situación vivida cotidianamente.En esta perspectiva, no hay separaciónalguna entre militantes por un lado y traba-jadores, desempleados, estudiantes, etc.,por otro. Los activistas expresan abierta-mente sus opiniones como trabajadores,

desempleados, estudiantes, etc. Su activis-mo se ejerce desde donde están, abierta-mente. Los militantes luxemburgistas sonparte de la clase social explotada y actúan aese título. No se hacen pasar por "educado-res" de esa clase, sino como parte de estaclase, participando en sus luchas, en susdebates. El luxemburgismo es conscientede que sólo la mayoría de esta clase socialpuede realizar por sí misma el socialismo.En Rosa Luxemburg no hay una condenade la forma del partido -todo lo contrario-,sino una condena del funcionamiento buro-crático y, sobre todo, una crítica de lasubestimación de las masas por los auto-proclamados "líderes". Por lo tanto, algu-nos luxemburgistas siguen al pie de la letraa Luxemburg y se pronuncian a favor de unpartido democrático. Por mi parte, conside-ro que a lo largo de casi un siglo la forma-Partido ha mostrado su bancarrota. Inten -tando ser fiel a su método de análisis, y sa -biendo que esta opción es cuestionable, nopienso que sea indespensable un partido y,en cualquier caso, no reconocería a ningúnpartido un papel dirigente.Esta observación deja abierta la cuestión delas nuevas formas de organización que pue-dan permitir la información, el diálogo y lasocialización, la reflexión teórica y laacción práctica en tiempos de reflujo.Debemos esforzarnos en mantener la cohe-rencia política, pero sin crear conformismou ortodoxia, que son factores de empobre-cimiento político. La revista, o mejor aún lared de revistas, periódicos, folletos, meparece la fórmula más adecuada.Rosa Luxemburg escribió en 1900: "Laentrada de los socialistas en un gobiernoburgués no es, como creemos, una apropia-ción parcial del Estado burgués por partede los socialistas, sino una apropiación par-cial del partido socialista por parte delEstado burgues ["Affaire Dreyfus et casMillerand", 1899, Cahiers de la Quinzaine,n° 11].Tras más de un siglo de experiencia, nosólo se ha confirmado la veracidad de estecomentario, sino que hay que ir más lejos:

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pretender avanzar hacia el socialismomientras se conservan los mecanismosestatales es una contra-verdad, pretenderconvertir el Estado al socialismo sólo con-duce a la conversión de los socialistas alEstado... y esto lleva a los "socialistas" aabandonar todo socialismo en la práctica.Marx también señaló en 1871 que "la clasetrabajadora no puede contentarse con tomarla máquina del Estado tal como es y hacer-la funcionar a su servicio. El instrumentopolítico de su esclavitud no puede servircomo instrumento político de su emancipa-ción" [Karl Marx, La Guerra Civil enFrancia, 1871].El luxemburgismo se inscribe en el marcodel comunismo de los consejos en sentidoamplio, en oposición al "comunismo" departido (leninismo), así como en el marcodel socialismo democrático y revoluciona-rio. Aspira al poder de los consejos de tra-

bajadores, aunque no debemos convertirlosen una forma fetichizada: lo que importa esel desarrollo de los medios de autoemanci-pación.Parece que en este momento hay un reno-vado interés en Rosa Luxemburg, aunqueaún no por el luxemburgismo. En Francia,hubo dos periodos anteriores en los que elinterés por sus escritos se hizo más vivo, entorno al año 1936 y en torno al año 1968,periodos importantes de luchas sociales. Elfuturo pondrá a prueba la validez de esteparalelismo. Sea como fuere, reafirmar enla práctica el método revolucionario y elprin cipio del pensamiento de Rosa Luxem -burg es una tarea de actualidad (3).Si el "marxismo", el socialismo y el comu-nismo vuelven a ser lo que fueron, si esaspalabras dejan de designar sus propias trai-ciones, la palabra luxemburgismo se volve-rá superflua

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Notas1. democom.alice.red/pourcommunisme.htm2. Por esa razón el primer grupo nacido en Francia al que puede describirse como "luxem-burgista" tomó el nombre de Groupe Spartacus. Publicó el periódico Spartacus. El nom-bre de ese pequeño grupo, creado en 1934 en la región de París por René Lefeuvre tras ladisolución del Cercle Communiste Démocratique todavía sobrevive hoy en las éditionsSpartacus creadas por el mismo Lefeuvre: https://spartacus.atheles.org3. www.critique-sociale.info/282/5-mars-1871-5-mars-2011-rosa-luxemburg-aujourdhui

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Raya Dunayevska

Luxemburg: revolucionaria,feminista (1978)

"La revolución es magnífica y todo lo demás son sandeces"Rosa Luxemburg

Carta redactada por Dunayevska el 9/8/1978 y enviada por RayaDunayevska a diversas mujeres feministas antes de iniciar la escri-tura del libro Rosa Luxemburg, Women's Liberation, and Marx'sPhilosophy of Revolution. Original en ingles en News & Letters,volumen 43, nº 4, mayo de 1988, página 4.http://newsandletters.org/PDF-ARCHIVE/1998/1998-05.pdf

Queridas hermanas:Como la dialéctica siempre nos revela antes de empezar a escribir facetas en las que nuncahabíamos pensado, he vacilado a la hora de decir algo sobre Rosa Luxemburg cuando nisiquiera he iniciado la escritura del libro sobre ella. Pero dado que la idea misma de unafilosofía de la revolución en Marx genera polémica, me atreveré a enunciarla aunque aúnno estoy satisfecha de la articulación que sobre ella me he hecho en mi cabeza.Algunas investigadoras que hoy se niegan a considerar las teorías de Rosa por pensar queno escribió sobre la Liberación de la Mujer están utilizando la magnífica cita que abre estacarta como "prueba" de que ella minimiza la singularidad de las mujeres, ¡como si la revo-lución y las mujeres fueran polos opuestos! La verdad es que no se puede dar mayor prue-ba de la total amplitud de su concepto de la revolución como única vía para extirpar de raízuna sociedad explotadora, racista y sexista.Hace poco encontré una carta que Rosa había enviado a Hans Diefenbach desde la cárcel,en la que habla, entre otras cosas, de una reseña sobre una representación de la obra "Comogustéis", de Shakespeare, escrita por el profesor Morganstern. La reseña le gustó tanto quereproduce una larga cita de ella: "'Este no es el único caso en el que Shakespeare dibujaeste tipo de joven segura de sí misma, lo hace varias veces en sus obras. No sabemos sialguna vez conoció a una mujer como Rosalyn, Beatrice o Portia, si se inspiraba en mode-los reales o si sacaba esos personajes de su propia imaginación. Pero lo que sí sabemos esque, a través de estos personajes, nos habla de su propia visión de las mujeres. Estaba con-vencido de que la mujer puede ser tan magnífica a causa de su naturaleza especial. Almenos en una fase de su vida, ensalzó a la mujer como pocos poetas lo hicieron, viendoen ella una fuerza de la naturaleza a la que la cultura nunca podría echar a perder".Entonces Rosa comenta: "¿No es un buen análisis? ¡Si supieras el tipo de pez insípido,seco y extraño que el profesor Morganstern es en privado! Pero su penetración psicológi-ca es justo lo que yo desearía para el futuro creativo del ensayismo alemán".

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Llamo la atención sobre esto aunque notenga nada que ver con las teorías de larevolución y muy poco que ver con el"papel" de las mujeres, ni tampoco tenganada que ver con el asunto del derecho avoto de las mujeres, por el que Rosa luchóy escribió aunque eso suela ser ignorado enlas investigaciones sociales sobre la mujer.Y no lo hago porque Rosa hubiera habladopoco sobre las mujeres, sino porque en esacarta las mujeres de las que habla no sonlas mujeres obreras y las mujeres socialis-tas con las que ella había trabajado. Másbien, habla de las mujeres como personajesen la literatura de un dramaturgo genial queciertamente no fue un "revolucionario pro-letario"; y considera "insípido" al críticoque cita. ¿Por qué, entonces, le prestó aten-ción y por qué lo destaca?La respuesta tiene que ver con la multidi-mensionalidad de Rosa Luxemburg, comorevolucionaria y como ser humano; alescribir desde la cárcel a un joven socialis-ta, le preocupa que "el futuro creativo delensayismo alemán" tenga una "profundapenetración psicológica" de lo magnificen-te de las mujeres.En una palabra, cuando escribe sobre lomagnífica que es la revolución y dice quelo demás son sandeces no está menospre-ciando a las mujeres. Más bien, el futuro alque aspira es una totalidad. Lo que tenemosque entender, especialmente en la actuali-dad, es que no existe ninguna contraposi-ción entre revolución y mujer. Todo lo con-trario.Si decidí cambiar el título de mi proyecta-do libro sobre Rosa Luxemburg y su rela-ción con las teorías de Marx, de "Marx'stheory of revolution" a "Marx's PHILO-SOPHY of revolution", es porque cuandosólo hablamos de teoría estamos hablandosólo de la inmediata tarea de la revolución,el derrocamiento del capitalismo, perocuan do hablamos de filosofía de la revolu-ción no nos referimos sólo a eso, sino a lacreación de una nueva sociedad. Sóloteniendo esto en mente podrá la revoluciónser verdaderamente total.

Al mismo tiempo, lo que da más amplitudal libro que he proyectado es que tomar lafilosofía de la revolución de Marx comopunto de partida nos da la oportunidad deconsiderar una revolución específica, larusa de 1905, en la que tres grandes revolu-cionarios, Luxemburg, Lenin y Trotsky, seinvolucraron, destacando cada cual lo queconsideraba el mayor logro de esa revolu-ción y tomándolo como uno de los cimien-tos de la preparación de la revolución futu-ra. Lo que queremos analizar para nuestraépoca es precisamente la posibilidad deconstruir sobre tales cimientos.No hay ninguna duda de que Rosa estabatan enamorada del proletariado en tantoque fuerza revolucionaria que parece queella subsumía a la mujer en su concepto delo revolucionario. Pero tampoco hay ningu-na duda de que trabajó estrechamente conClara Zetkin en todos los aspectos delmovimiento de mujeres, desde el sufragiohasta el antiimperialismo. Y, de hecho, lamayoría de quienes participan en el movi-miento antiguerra en centros industrialestan cruciales como Hamburgo adherían asus teorías y actividades. No cabe duda deque las cartas que escribió a mujeres, espe-cialmente desde la prisión, eran de unanaturaleza tan profunda que revelaban todasu filosofía.Consideremos su carta a Mathilde Wurm,que ya he citado en otras ocasiones:"Os prometo que en cuanto salga de la cár-cel llegaré con trompetas, látigos y lebrelespara cazar y dispersar a vuestro coro desapos -iba a decir como Pentesilea, pero,¡por Dios!, no sois Aquiles- ¿Estáis hastalas narices de mi felicitación de AñoNuevo? Entonces procurad no dejar de serseres humanos... Ser humanos significaponer la propia vida en la 'balanza del des-tino' si es necesario..." (nt1).Esa es la cuestión, toda la cuestión.Rosa Luxemburg no conocía los manuscri-tos de Marx de 1844. Pero no hay duda delhecho profundo, de que Rosa compartía esenuevo continente de pensamiento propio deMarx que parte de la revolución. Una revo-

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lución tan total y profunda que exige unareorganización total, empezando por lasbásicas relaciones entre hombres y muje-res. El énfasis de Marx en la necesida dearrancar de raíz esa opresión sobre la mujerpresente en todas las sociedades clasistas (yyo añadiría que también en las anteriores aellas) da prueba de lo completa que era laidea de Marx de transformar la sociedaddesde sus raíces. Tan completamente nuevaera su filosofía de la revolución respecto aesa relación que Marx detectó la esclavitudde las mujeres incluso bajo el comunismoprimitivo, al que admiró mucho al descu-brirlo gracias a la obra de Henry LewisMorgan sobre la vida comunal entre losiroqueses. Ciertamente estaba impresiona-do por la vida comunitaria y porque lasmujeres tuvieran un papel muy superior alque tenían bajo el capitalismo. Sin embar-go, para crear un nuevo tipo de relaciónentre hombre y mujer hacía falta muchomás que una "modernización".Engels usó las extensas anotaciones deMarx para escribir, al año siguiente de lamuerte se éste, su Origen de la familia, lapropiedad privada y el Estado. Pero Engelssólo glorificaba el comunismo primitivo,como si todo lo que necesitara fuera unaespecie de "actualización", allá dondeMarx, el genio que descubrió un nuevocontinente de pensamiento al desarrollar sufilosofía de la revolución, percibió en laestructura familiar nada menos que ele-mentos de "esclavitud" y de "servidumbre".(Este no es el lugar para desarrollar la dife-rencia entre Marx y Engels y por qué Marxes el genio que descubrió un continentecompletamente nuevo de pensamiento,mientras que Engels, pese a su talento y aser el más cercano colaborador de Marx, notuvo ese papel. Eso no excluye que a partirde la citada obra de Engels, dado que tam-bién se basa en las relaciones entre hom-bres y mujeres, las mujeres puedan alcan-zar resultados verdaderamente nuevos siabordan su trabajo de manera multidimen-sional y dialéctica.)Durante toda su vida Rosa, como revolu-

cionaria, como teórica, como mujer multi-dimensional, estuvo tan interesada en laespontaneidad de la revolución que, nosólo en contra de "los ilustrados" sino tam-bién contra los teóricos revolucionarios quepensaban que necesitaban "enseñar" larevolución a las masas, puso el foco en lagran verdad de que "la revolución no puedeser enseñada".Ni la "magnificencia" de la revolución y dela espontaneidad la llevaron a descartar lanecesidad de la teoría. Es cierto que puedehaber minusvalorado la "filosofía" comoalgo "abstracto", pero nunca minimizó lateoría de la revolución.Lo que nos concierne ahora es explorar quéimpulsos podemos "captar" en el actualdesarrollo del Movimiento de Liberaciónde la Mujer, impulsos de mujeres que pue-den llegar a sentirse empoderadas y colabo-rar escribiendo o en diversas actividades,actuando al mismo tiempo en lo más inme-diato (ya sea la Enmienda de Igualdad deDerechos, una huelga o cualquier otracosa) y también profundizando en susexperiencias y en la teoría para encontrarun terreno común para el autodesarrollouniversal e individual...Seguramente hay un momento en la vida decada cual en el que queremos lograr algo enel futuro. No dudo de que en la etapa histó-rica actual las mujeres quieren arrancardesde sus raíces esta sociedad sexista,racista y explotadora. Comencemos porahí.Vuestra, Raya

Notas de la traducciónnt1. Raya Dunayevska, ya en el libro RosaLuxemburg, Women's Liberation, andMarx's Philosophy of Revolution, vuelve acitar esta carta y señala que la referencia deLuxemburg a la reina amazona Pentesileano se basa en la versión de la leyenda grie-ga en la que Aquiles mata a Pentesilea sinoa la versión del dramaturgo alemán Hein -rich von Kleist en la que Pentesilea mata aAquiles.

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Ana Muiña

Rosa Luxemburg, en la tormenta

Ana Muiña es editora del libro Rosa Luxemburg, en latormenta, Colección Lo que no debe decirse, dedicado alpionero periodismo de combate. La linterna sorda, enerode 2019

Rosa Luxemburg ha sido una de las figuras más relevantes del siglo XX. Fue asesinadabrutalmente, el 15 de enero de 1919, acrecentándose la aureola de "heroína de la revolu-ción". Ahora, se cumplen los 100 años de la muerte de esta revolucionaria polaca que fue-según Erich Mu!hsam- "la llama de la revolución" alemana de 1918-1919. Sus enemigoslo sabían y la temían, las gentes de "orden" e incluso ciertos sectores proletarios (a los queella quería liberar) deseaban su aniquilación para que la vida social y política germanaretornara a la apacible "normalidad". Pero, en la República de Weimar, después de la repre-sión gubernamental de signo socialdemócrata, nada volvió a ser como antes. Los focosrevolucionarios del movimiento de los consejos obreros fueron ahogados durante variosaños, al menos hasta 1924, con matanzas en las calles y ejecuciones sumarias en las casasde las y los militantes más significados. Al caminar por las aceras, se olían y se veían loscuerpos descompuestos de ahorcados colgando de los postes de la luz y de los árboles.Estas masacres fueron acometidas por los Freikorps, que, en palabras de Hannah Arendt(cuya madre era espartaquista y amiga íntima de Rosa Luxemburg), "era la formaciónparamilitar, ultranacionalista y 'oficialmente' ilegal, entre cuyas tropas de asalto el nazis-mo reclutaría poco después a sus matones más prometedores". Con estos métodos se fuerestableciendo la autoridad. El 'orden' reina en Berlín, éste era el título premonitorio delúltimo artículo que escribió Rosa un día antes de ser reventada a golpes, disparada y arro-jada al canal Landwehr.

Rosa Luxemburg, el 'luxemburguismo' y sus escritos periodísticosEl 5 de marzo de 1871 viene al mundo Rosa (Ró"a o Rozalia) Luxemburg. (Fecha de naci-miento dudosa porque, al utilizar documentación falsa toda su vida, simulaba sus datospersonales). Nace en Zamosc, una pequeña localidad de Polonia, entonces ocupada por elImperio Ruso zarista. Su familia, de origen judío, era culta y cosmopolita. Su madre y supadre hablaban alemán y polaco, y Rosa también aprendió ruso y otros cuatro idiomasmás, que los hablaba y escribía correctamente. También manejaba el castellano, se sabíamuchas canciones populares españolas y, como otros muchos revolucionarios (Marx yEngels, incluidos), amaba nuestra literatura clásica.

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Rosa, con 15 años de edad, se une a Pro -letariat (Partido Revolucionario del Pro le -tariado), un partido clandestino fundado en1882, que organizaba a miles de trabajado-res en huelga, mucho antes de hacerlo elmo vimiento revolucionario en Rusia. Sutra bajo militante entre el estudiantado deVarsovia pone en alerta a la policía y tieneque abandonar Polonia escondida entre lapa ja de un carro. Ayudada por un compañe-ro de su círculo revolucionario, MarcinKas przak, huye a Zúrich (Suiza), una de lasciudades referentes para el exilio europeo.La Universidad de Zúrich, de carácter pú -bli co, era una de las pocas que admitía amujeres desde 1847 (en las clases de filoso-fía) y para obtener el doctorado desde1866. Las revolucionarias europeas, sobretodo las rusas, formaron el primer grupo demujeres que pudieron formarse en laUniversidad.Rosa estaba siguiendo los pasos de estasrebeldes emancipadas. Inicia estudios uni-versitarios de filosofía, complementadoscon ciencias naturales, historia, matemáti-cas y economía, que culminarán con unatesis doctoral sobre 'El desarrollo económi-co de Polonia', publicada en Leipzig, 1898.Fue una de las primeras mujeres en docto-rarse en economía, una ciencia netamentemasculinizada.En Zúrich, tomó parte activa en el movi-miento obrero local y en la intensa vidaintelectual de los grupos revolucionariosexiliados. Colabora activamente con laprensa obrera alemana y polaca en el exilio(firmando con seudónimo). A partir de1891, Rosa ya era reconocida como unadestacada teórica del Partido Socialista dePolonia (PPS) al que se unió en Zúrich.Por esas fechas, se funda en París la II In -ternacional obrera. Su creación se producetras la disolución de la I Internacional(AIT) por las discrepancias entre los secto-res bakuninistas y marxistas. También naceel Partido Socialdemócrata Alemán (SPD),del que Karl Kautsky, Eduard Bernstein yAugust Bebel son sus más conocidos pro-motores, aunque sus militantes más desta-

cados provenían de otro partido fundadopor Ferdinand Lassalle en 1863. Rosa Lu -xemburg estuvo involucrada desde sus ini-cios en estas dos grandes organizaciones.Su compromiso con la II Internacional, consu deriva reformista y burocratizada, seman tuvo hasta el final de su corta vida,aunque la criticó duramente a par tir de1915, reclamando la reconstrucción de laInternacional debido a "la decrepitud actualde la práctica socialista". No obstante,cuan do en enero de 1919 Lenin propusocrear la III Internacional obrera, Rosa locriticó porque, en su opinión, no era el mo -mento de crear más divisiones. Por otrapar te, respecto a la socialdemocracia Rosasiempre albergó la esperanza de que el SPDpodría ser reformado. Con el cambio de lascircunstancias se esperaba vanamente quelas 'masas' obreras dejasen de seguir a susmiembros conservadores y apoyaran al alaizquierda del partido. Esto nunca ocurrió yabandonó el SPD en los albores de laPrimera Guerra Mundial.El 20 de febrero de 1914, Rosa Lu xem -burg, Karl Liebknecht y el sector crítico delPartido Socialdemócrata difunden centena-res de miles de folletos para movilizar a lapoblación contra la guerra. Fue arrestadapor incitar a los soldados a la rebelión y lade serción: "Si ellos esperan que asesine-mos a los franceses o a cualquier otro her -ma no extranjero, digámosles: No, bajo nin-guna circunstancia".El 4 de agosto de ese mismo año tiene lu -gar una primera reunión, en su casa, de losmilitantes opuestos a destinar créditos degue rra (bonos de emisión pública) pedidospor el Kaiser para financiarla. Al empezarla I Guerra Mundial, la fracción parlamen-taria del SPD vota a favor de los créditos deguerra. Los responsables socialistas fuerondevorados por la marea patriótica, que su -pu so el hundimiento del internacionalismopro letario socialista. Esa primera reunióncon los militantes y periodistas Karl Liebk -necht, Franz Mehring, Clara Zetkin, Ma -thilde Jacob y otros, da origen al GrupoInternacional (Internationale).

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En todos los rincones, desde Sajonia,Wurtemberg, hasta el Rhur, las mujeres y lajuventud se organizan clandestinamentecon tra la guerra. El 19 de septiembre seproduce la primera declaración pública deLuxemburg, Zetkin, Liebknecht y Meh -ring, contra la vergonzosa actitud de la so -cialdemocracia apoyando la guerra. Rom -pen definitivamente con el SPD, acusándo-le de "cadáver pestilente".Rosa, que estuvo encarcelada en innumera-bles ocasiones, vuelve a pisar las sórdidasceldas, de 1915 a 1916. Por su antibelicis-mo pasa un año en la prisión de mujeres deBarnimstrasse, en Berlín. A su salida de lacárcel al inicio de 1916, el grupo Inter na -tionale pasa a llamarse Spartakusbund(Liga Es par taco) en homenaje a Spar tacus,cabeza visible del mayor levantamiento deesclavos en la antigu!edad romana con60.000 rebeldes.Rosa es apresada nuevamente. Tras un añode grandes huelgas obreras y de soldados ymarinos, el 8 de noviembre de 1918 los co -mi tés de trabajadores y soldados controla-ban la mayor parte del oeste de Alemania,dando lugar a la formación de la Repúblicade Consejos (Räterepublik), inspirada enlos soviets rusos. En Múnich, un Consejode Obreros y Soldados fuerza al último reyde Baviera, Luis III, a renunciar al trono.Se proclama la República Socia lista Librede Alemania que decreta una amnistía yRosa sale de prisión.La vida de Luxemburg, en el intervalo queva de noviembre de 1918 al 15 de enero de1919, es arrastrada por los acontecimientoshistóricos.Es un torbellino de acción encaminada ahacer posible "la revolución so cial del pro-letariado mundial". Ella (y otros muchosrevolucionarios marxistas) creía, errónea-mente, que el final del capitalismo estaba ala vuelta de la esquina. Así lo refleja en susescritos, en particular en ¿Qué quie re laLiga Espartaco? (1918): "¡Pro letario,levántate! ¡A la lucha! Hay un mun do porganar y un mundo por abatir. En esta últimalucha de clases de la historia mundial en

torno a los objetivos más elevados de lahumanidad [el socialismo]…"Esta es, quizá, la faceta más conocida deRosa Luxemburg, la de militante revolucio-naria internacionalista. La Rosa roja, delE pi tafio poético que le dedicó BertoltBrecht.Pero hay otras dimensiones de esta mujermenos conocidas aunque igual de relevan-tes. Rosa Luxemburg dedicó una parte con-siderable de su esfuerzo vital y su actividadpolítica a redactar artículos periodísticos yfolletos -sin olvidar sus obras teóricas en elcampo de la economía política- porqueotorgaba un significado crucial al trabajoteórico y a la polémica política en el proce-so de la germinación revolucionaria. Aun -que, como hemos visto, en su caso, pensa-miento y acción iban de la mano porque,para ella, la acción generaba una concien-cia transformada, nueva.Empezó su labor periodística en 1893, en'Sprawa Robotnicza' ('La Causa Obrera),diario fundado por ella y Leo Jogiches. Seeditó en Francia en lengua polaca, de 1893a 1896, y fue muy popular entre el movi-miento obrero de Varsovia. Siguió colabo-rando en el prestigioso 'Die Neue Zeit'(Nueva Era) editado en Stuttgart. Segúnafirma Ernest Mandel, este periódico fuemuy importante para la revolucionariapolaca. Escribió centenares de ensayos ennumerosas publicaciones de varios países yen varias lenguas. Fue responsable devarios diarios, cuando estaba prohibido quelas mujeres editaran y dirigieran periódi-cos. Uno de ellos fue 'Sprawa Robotnicza'.Otra cabecera que estuvo a su cargo se lla-maba 'Sächsische Arbeiter-Zeitung' (Bole -tín Sajón de los Trabajadores), editado enDresde, de 1890 a 1908. Le siguió el'Leipziger Volkszeitung' (Diario Popular deLeipzig), editado en Leipzig, de 1894 a1933. Rosa entró en el comité editorial en1902. Tenía una tirada de 53.000 ejempla-res en esa época. El último periódico quecofundó lo hizo con Karl Liebknecht enBerlín, 'Die Rote Fahne' (La BanderaRoja), y estuvo funcionando desde el 9 de

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noviembre de 1918 hasta 1933, cuando fueprohibido por los nazis.El conjunto de la actividad de Rosa Lu -xem burg adquiere una clara unidad en susanálisis, por tener características propias,es lo que se ha denominado como 'lu xem -burguismo'. Debido a la envergadura de susteorías, a través de sus escritos pueden en -contrarse muchas de las ideas que, en lasdécadas de 1960 y 1970, inspiraron a losmovimientos internacionales de rebeldía.El 'luxemburguismo' influyó a la insurrec-ción checoslovaca contra la URSS; al Ma -yo francés -donde las banderas negras y lanueva vigencia del pensamiento de RosaLuxemburg y de Bakunin emergían delasfalto-; al movimiento estudiantil alemánde 1968-70 con Ulrike Meinhof y RudiDutschke; al Black Panther Party y TheWeather Underground; a los movimientosde descolonización africanos, asiáticos ylatinoamericanos; al indigenismo peruanode José Carlos Mariátegui; al empuje cam-pesino de Ecuador, que organizado bajo elnombre de Grupo Rosa Luxemburgo, pro-tagonizó la primera huelga general enGuayaquil, en 1922... Albert Camus retoma la idea luxembur-guista sobre la democracia, tan bien expli-cada por Juan Manuel Vera, estudiosoluxemburguista. La Inter nacionalSituacionista, Debord y Vaneigen, se reco-nocieron herederos de Luxemburg,Pannekoek, Bakunin y Gyorgy Lukács: es -te filósofo marxista húngaro siempre reco-noció la influencia de las ideas de Luxemburg y de Roland-Holst en su obra.Lo mismo le sucedía a Herbert Marcuse,quien, después de abandonar el SPD ale-mán, se unió al espartaquismo y quedómarcado hondamente por el asesinato deLiebknecht y Luxemburg. Su marxismo, aligual que el de Max Horkheimer, tomabacomo referente a la revolucionaria polaca.Angela Davis fue alumna de Adorno enFrank furt y de Marcuse en Brandeis, y,quizá, por su influjo y por haber perteneci-do a las Panteras Negras, también es unaseguidora de Rosa; actualmente imparte

ferencias y "conversa" con ella sobre raza,género y reproducción del capital.La querencia por Rosa es extensa: VictorSerge, Antonio Gramsci, Walter Benjamin,Cornelius Castoriadis y Claude Lefort,Foucault, Gu!nther Anders, Paul Mattick,Noam Chomsky, Wilhelm Reich, MurrayBookchin, Janet Biehl, Frantz Fanon,Armand Gatti, Simone Weil, Peter Weiss,Mumia Abu-Jamal, Adrienne Rich…Un siglo después de su muerte, hemos po -dido comprobar las dificultades considera-bles que hay a la hora de investigar tantosus escritos (cerca de un 80% de su obraestá todavía sin traducir) como sus datosbio gráficos y fotográficos, en su mayoríamuy mal datados. Pero nos queda su ejem-plo."Nosotros ya no podemos, como Rosa,tener confianza ciega en la espontaneidadde la clase obrera, y las instituciones se handerrumbado. Pero Rosa no extraía su ale-gría y su amor compasivo, hacia la vida yel mundo, de esperanzas engañosas; lasextraía de la fuerza de su alma y de su espí-ritu. Por esta razón todavía ahora podemosseguir su ejemplo" (Simone Weil).

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El voto de la mujer (1902)Este artículo, con el título “Una cuestión de táctica”, se publicó porprimera vez el 4 de abril de 1902 en Leipziger Volkszeitung, diariosocialdemócrata editado en Leipzig

Hace algunos años, cuando las alianzas con los partidos burgueses fueron objeto de undebate particularmente animado en nuestras filas, los partidarios de esas alianzas políticastomaron como referencia y ejemplo al Partido Obrero belga. Pretendían que la alianza deéste con los liberales durante la larga lucha por el sufragio universal mostraba que las coa-liciones entre la socialdemocracia y la democracia burguesa a veces podrían ser necesariassin conllevar riesgos políticos.De aquí en adelante podemos dar ya por fracasada esa demostración. Solamente aquellosque no eran conscientes de los constantes cambios de actitud de los liberales y de sus repe-tidas traiciones contra sus proletarios camaradas de lucha podrían no ser extremadamentepesimistas en cuanto al apoyo que la democracia burguesa brindaría a la clase obrera. Lasresoluciones de la última conferencia del Partido Socialdemócrata belga [marzo de 1902]nos aportan hoy una contribución muy importante para abordar esta cuestión.Sabemos que el proletariado belga se encuentra en un punto de inflexión en la lucha queha librado durante quince años con extrema tenacidad por el sufragio universal. Se estápreparando para un nuevo asalto contra la dominación clerical y contra el "voto plural"[esto es, votos adicionales otorgados a algunas personas privilegiadas académica o econó-micamente]. Bajo la presión de una clase obrera resuelta, una burguesía liberal bastantemaltrecha ha reagrupado sus fuerzas y ha tendido su mano hacia la socialdemocracia parauna campaña común.Pero en esta ocasión se ha basado en un trueque: los liberales renuncian al "voto plural" yaceptan el sufragio universal bajo el criterio "un hombre, un voto". Por su parte, la social-democracia acepta el reconocimiento constitucional del escrutinio proporcional y renunciaa exigir el derecho de voto para todas las mujeres y a utilizar métodos revolucionarios enla lucha por el derecho al voto.La Federación de Bruselas del Partido Obrero ya había aceptado las condiciones estable-cidas por los liberales en estos puntos esenciales, y la conferencia de Pascua de los social-demócratas belgas aprobó y formalizó este acuerdo político.Por lo tanto, está claro y es irrebatible que la alianza, o mejor dicho el compromiso, entrelos socialdemócratas y los liberales ha conducido a la renuncia de una de las disposicio-nes fundamentales del programa de la socialdemocracia belga. Por supuesto, los camara-das belgas nos aseguran que sólo han dejado de lado la exigencia del voto femenino "porel momento" y que volverán a plantearla en cuanto se consiga el sufragio universal paralos hombres. Pero para los socialdemócratas de todos los países es una novedad esto deconsiderar su programa como un menú cuyos platos deben disfrutarse consecutivamente.Aunque una situación política particular puede llevar temporalmente al partido obrero decada país a movilizarse más por ciertos objetivos de su programa que por otros, la totali-dad del programa sigue siendo la base permanente de nuestra lucha política.

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Entre dejar temporalmente en segundoplano uno de los elementos del programa yrenunciar expresamente a él, incluso tem-poralmente, como precio a pagar por laconsecución de otro elemento del progra-ma, existe la misma distancia que separa elcombate basado en los principios de lasocialdemocracia de las manipulacionespolíticas de los partidos burgueses.De lo que estamos hablando es del sacrifi-cio del derecho de las mujeres a votar. Escierto que la resolución del Congreso deBruselas es lacónica: "La revisión constitu-cional se limitará al derecho al voto de loshombres". Sin embargo, se puede esperarque los clericales presenten un proyecto deley sobre el voto de las mujeres durante larevisión, para sembrar la discordia entreliberales y socialdemócratas. La resoluciónde Bruselas recomienda que en este casolos representantes del Partido Obrero "frus-tren esta maniobra y mantengan la alianzaentre los partidarios del sufragio univer-sal". ¡Esto significa que tendrán que votarcontra el derecho al voto de las mujeres!No es bueno, ciertamente, tomar sólo encuenta los grandes principios, y no nosplanteamos exigir a un partido obrero querenuncie a un avances concretos inminen-tes en nombre de un esquema programáticoabstracto. Pero, como siempre, en este casolos principios se sacrifican ante ilusiones yno ante un progreso real y concreto. Comode costumbre, la afirmación de que ladefensa de nuestros principios políticos nospriva de logros concretos sólo es una fanta-sía.Se ha dicho que si los socialdemócratasbelgas hubieran insistido en el derecho delas mujeres al voto, los liberales habríanroto con la socialdemocracia y toda la cam-paña habría quedado en peligro. Pero parajuzgar la actitud del Partido Obrero hacia lacoalición federal de los liberales y sus con-diciones hay que tomar en cuenta tambiénla forma en que aceptó con un encogimien-to de hombros la tercera de estas condicio-nes, el abandono de los métodos revolucio-narios.

Es evidente que la socialdemocracia belganunca puede dejar que le aten las manos ala hora de elegir sus métodos de lucha. Sinembargo, ha dejado de lado su principalconvicción: que la fuerza con la que cuentaen la batalla y la única sólida garantía parala victoria no reside en el apoyo que pue-dan brindar pusilánimes alcaldes y senado-res liberales, sino en la capacidad de movi-lización de las masas proletarias, no en elparlamento, sino en la calle.Sería bastante extraño que el PartidoObrero belga albergase la más mínimaduda sobre esto, cuando todas sus victoriasprecedentes, como por ejemplo la supre-sión parcial del "voto plural", se han alcan-zado gracias a una huelga de masas memo-rable y a la amenaza de manifestaciones enlas calles. Como ya ha venido sucediendo,la entrada en acción del proletariado belgaatronará sobre la burguesía "liberal", sien-do previsible la velocidad con la que estos"aliados" de la socialdemocracia se precipi-tarán hacia sus ratoneras parlamentariaspara traicionar sus compromisos y dejar lalucha por el sufragio universal en manos delos obreros. Esa bella perspectiva no es unmisterio para el Partido Obrero belga.Si éste, pese a todo, toma la decisión deguardar en un cajón la tercera condición delpacto con los liberales y se prepara parahacer frente a cualquier eventualidad,demostrará la importancia que atribuye al"apoyo de los liberales": el que correspon-de a un ocasional y transitorio compañerode ruta con el que se acepta hacer juntosuna parte común a los diversos caminos,pero, desde luego, sin separarse ni un pasodel camino propio previsto.Esto prueba lógicamente que los supuestos"avances concretos" a los que se ha sacrifi-cado el derecho al voto de las mujeres noson más reales que "el hombre del saco". Ycada vez que se nos proponen imprudentesproyectos para compromisos que van endetrimento de nuestros principios funda-mentales, lo que se observa, aquí y en elextranjero, es que lo que está en juego noson esos "avances concretos" sino el aban-

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dono de las reivindicaciones de nuestroprograma. Para nuestros "políticos realis-tas", éstas sólo son un amasijo formalistaque puede darse como rehén al enemigo,pues las han citado y repetido ritualmentetantas veces que ya no creen que tenganalguna significación práctica El universal derecho al voto de las mujeresno sólo ha sido reconocido ininterrumpida-mente por la socialdemocracia belga, sinoque los representantes obreros en el parla-mento votaron unánimemente por él en1895. Es cierto que hasta ahora esta reivin-dicación no ha sido satisfecha en Bélgica nien los demás países europeos. Hoy, cuandopor primera vez podría ser objeto de deba-te político, de repente parece que ya no hayunanimidad sobre esta vieja exigencia pro-gramática en las filas del Partido Obrero.Más aún, según la declaración realizadapor Dewinne en el congreso de Bruselas,¡"todo el partido ha adoptado una actitudnegativa respecto al voto de las mujeres"!Este sorprendente espectáculo desenmas-cara la argumentación de los socialdemó-cratas belgas contra el derecho de las muje-res al voto. Es exactamente la misma utili-zada por el zarismo ruso, la misma invoca-da por la doctrina alemana del derechodivino para justificar la injusticia política:"La población no está lo suficiente madurapara ejercer el derecho al voto". ¡Como sihubiera otra escuela de madurez políticaque usar este derecho! ¡Como si la clasetrabajadora masculina no hubiera tenido, yaún tiene, que aprender también a usar lapapeleta electoral para defender sus intere-ses de clase!Por el contrario, cualquier persona lúcidadebe prever que, más pronto o más tarde, lainclusión de las mujeres proletarias en lavida política dará un fuerte impulso almovimiento obrero. Esta perspectiva abreun inmenso campo de acción al trabajo deagitación de la socialdemocracia. La eman-cipación política de las mujeres tambiéntraería viento fresco y estimulante a la vidapolítica y social, un viento que disiparía esarancia atmósfera de la vida familiar filistea

que contamina incluso a los miembros denuestro partido, ya sean obreros o dirigen-tes.Es cierto que al principio las consecuenciaspolíticas del derecho al voto de las mujerespodrían ser muy desagradables, tal vezreforzando en Bélgica la autoridad de losclericales. Toda la organización y la agita-ción del Partido Obrero debería ser com-pletamente revisada. En pocas palabras, laigualdad política de las mujeres será unaexperiencia política valiente y de granalcance.Sin embargo, curiosamente, todos aquellosque rebosan de admiración y halagos hacia"experimentos" como el de Millerand [elprimer socialista en ser ministro de ungobierno burgués] no tienen nada que decira los camaradas belgas que han renegadodel derecho al voto de las mujeres. Sí,incluso Anseele, ese dirigente belga quefue el primero en felicitar al "camarada"Millerand por su experiencia ministerial"valerosa", es hoy uno de los más resueltosopositores a que las mujeres tengan enBélgica el derecho a votar. Una vez más sedemuestra, entre otras cosas, cual es el tipode "coraje" que los "políticos realistas" nospiden regularmente. Claramente, es sólo elcoraje para embarcarse en experimentosoportunistas en detrimento de los princi-pios socialdemócratas. Pero cuando se tratade la implementación valiente de nuestrasreivindicaciones programáticas, estos mis-mos políticos no intentan impresionarnoscon su coraje, sino que buscan todo tipo depretextos para renunciar a tal o cual denuestros elementos programáticos, "tempo-ralmente" y "con dolor".

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Se pensaba que para establecer el socialismo bastaba con derro-car al antiguo gobierno, poner un gobierno socialista en su lugary publicar decretos. Una vez más, esto sólo era una ilusión. Elsocialismo no se hace y no se puede hacer por decretos, inclusoaunque éstos emanen de un gobierno socialista, por perfecto quesea. El socialismo debe ser hecho por las masas, por cada prole-tario. La cadena debe ser rota allá donde ésta les ata al capitalis-mo. El socialismo es eso y nada más, esa es la única forma dehacer socialismo

Rosa Luxemburg, 1/1/1919. Fragmentos del discurso"Nuestro programa y la situación política"

Congreso de fundación del Partido Comunista de Alemania

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La jornada de ocho horas (1902)

Publicado originalmente en el diario Leipzeiger Volkszeitung, 19septiembre 1902, con el título "Der Achtstundentag auf demParteitag" ("La jornada de 8 horas en el Congreso del Partido)

Al informe sobre la actividad parlamentaria presentado en nuestro congreso siguió unextenso debate sobre la jornada de ocho horas. Terminó con la habitual remisión de pre-guntas a nuestra delegación parlamentaria, pero espero que nuestros representantes hayantomado nota de que su actuación en lo que se refiere a la jornada de 8 horas ha causadocierta insatisfacción en gran parte del Partido (socialdemócrata alemán). Este debate, ini-ciado por el camarada Eichhorn y por muchos delegados de Berlín fue, por lo tanto, bas-tante útil. Pero tal vez no se trataron algunos aspectos importantes.De hecho, reducir este debate a una simple polémica sobre la agenda del Reichstag, comohicieron algunos de nuestros representantes, minimizaría de manera grotesca la problemá-tica de nuestras tácticas parlamentarias respecto a la jornada de 8 horas. Incluso admitien-do que para nuestros camaradas, comunes mortales, fuera difícil tener una comprensióncorrecta de esa misteriosa y complicada agenda del Reichstag [asamblea parlamentaria delimperio alemán], eso, no obstante, sólo podría influir en cuándo y en qué forma presenta-mos en el Reichstag la reivindicación de la jornada de 8 horas. Sin embargo, desde nues-tro punto de vista, el meollo del asunto es que nuestros representantes no están reivindi-cando la jornada de 8 horas, limitándose a pedir la jornada de 10 horas.El informe del camarada Rosenov sobre la actividad parlamentaria, así como los comen-tarios del camarada Edmund Fischer, dejaron claro que nuestra delegación considera quedistinguir entre pedir las 8 horas y pedir las 10 horas con el horizonte de una futura reduc-ción a ocho horas es una mera formalidad y una pedantería estrecha de miras. Sin embar-go, no se trata de una cuestión de forma, sino que afecta a lo esencial de nuestra táctica.Está claro que no debemos reivindicar la jornada de 10 horas si queremos la de 8 horas.Lo correcto es precisamente hacer todo lo contrario: la única posibilidad de conseguir lajornada de 10 horas es presionar constantemente por la jornada de 8 horas. Toda nuestraexperiencia nos lo indica. Sólo exigiendo a la sociedad burguesa todo aquello que es capazde dar hemos obtenido una pequeña parte de ello. En nuestro partido, lo de esperar gran-des efectos a través de reivindicaciones en sordina y más moderadas es un nuevo princi-pio introducido a través de las denominadas "políticas prácticas".Por lo tanto, consideramos que el argumento de Bebel, citado por Edmund Fischer, escompletamente erróneo. Bebel sugiere que exijamos la jornada de 10 horas para obligar alos partidos burgueses a cumplir sus repetidas promesas de esta reforma. Por muy populary atractivo que pueda parecer este giro táctico, no lleva a nada. Nadie puede creerse quelos partidos burgueses no hayan podido demostrar su buena voluntad porque nuestras exi-gencias sean demasiado extremas; por el contrario, todo el mundo sabe muy bien que apo-yaríamos una ley que estableciese la jornada de 10 horas si la mayoría burguesa delReichstag la presentase.

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Exigiendo una ley por las 8 horas de jorna-da es como podemos obligar a la burguesíaa mostrar su buena voluntad con una refor-ma más modesta. En esto, como en otroscasos, sólo nuestra presión, nuestro impul-so a las reformas burguesas más avanzadas,puede sacar de la burguesía un cuarto deonza de "buena voluntad". Obviamente,contar con una supuesta buena voluntadrenunciando a ejercer presión es muy malalógica.Es cierto que nuestra facción no ha renun-ciado formalmente a su reivindicación de lajornada de 8 horas, pero sólo la mantieneformalmente. El Partido Socialdemócrataha sido el único partido que ha defendidosistemáticamente el proyecto de ley por lajornada de ocho horas sin ningún tipo deenmienda que lo limite. Si nuestro propiopartido pospone ahora este proyecto de leyen favor de un proyecto de ley diferente,más fácilmente alcanzable, entonces admi-timos su actual imposibilidad. En tal caso,es evidente que la sociedad burguesa ya notomará en cuenta la reforma. Si relegamosal futuro la jornada de 8 horas por conside-rar más fácil conseguir la jornada de 10horas, estaremos eliminando de nuestrapráctica política la jornada de 8 horas. Nodebemos autoengañarnos.Sin embargo, la jornada legal de ocho horases una de las demandas de nuestro progra-ma mínimo; es decir, es la reforma socialmínima que, como representantes de losintereses de los trabajadores, debemos exi-gir y esperar del actual estado. La fragmen-tación de estas reivindicaciones en trocitosaún más pequeños va contra todas nuestrastácticas. Debemos mantener nuestras exi-gencias mínimas sin rebajarlas. Inclusoaunque estemos dispuestos a aceptar cual-quier logro parcial de ellas, son los propiospartidos burgueses los que, al tratar de pro-teger sus intereses, deben ceder aunque seasólo una parte de lo que reivindicamos.Si, por en contrario, seguimos por el cami-no tomado por nuestra delegación en rela-ción a la jornada de 8 horas, dejaremos deser el partido que encarna el más avanzado

progreso social. De hecho, ¿cómo nos ve -ría mos defendiendo el proyecto de las 10horas, al compararnos con la petición de lajornada de 8 horas hecha por la Asociaciónde Mineros Cristianos de la Alta Silesia? Y,sobre todo, ¡en qué situación dejaríamos anuestros sindicatos, que ya están luchandopor la jornada de ocho o nueve horas, inclu-so consiguiéndolo en algunos lugares!Pero dejemos de lado las consideracionesprácticas. La transformación de nuestrasreivindicaciones mínimas en mera calderi-lla de demandas burguesas también es alar-mante porque muestra una tendencia peli-grosa. Los comentarios de nuestros delega-dos Rosenov, Edmund Fischer y otrosdemostraron sin lugar a dudas que, simple-mente, han sido hipnotizados para creerque no hay posibilidad de que el Reichstagapruebe el proyecto de ley de 8 horas. Perosi empezamos por creer que nuestras rei-vindicaciones son excesivas y prácticamen-te imposibles, entonces estaremos haciendola más lamentable concesión moral a lasociedad burguesa.No tenemos muchas esperanzas en que laspropuestas hechas a nuestros representan-tes influyan inmediatamente sobre su com-portamiento en el Reichstag, lo que aportamás razones a la necesidad de atender a losexcelentes argumentos con los que la ca -ma rada Zetkin explica que el corazón denuestra lucha por la jornada de 8 horas node be estar en el Reichstag, sino fuera de él,entre la población, en la agitación. Nuestrasacciones parlamentarias en cuanto a la jor-nada de trabajo deben basarse en el impul-so y el brío masivo de los trabajadores, queno saben de trucos diplomáticos y sostie-nen firmemente la jornada de 8 horas, unacausa por la que la socialdemocracia inter-nacional ha abogado durante décadas y porla que se han llevado a cabo, con grandessacrificios, doce primeros de mayo.

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Rosa Luxemburg

Dirigentes y dirigidos (1903)

Artículo publicado en la revista teórica socialdemócrata Die NeueZeit, 22.1903-1904, con el título "Esperanzas decepcionadas"(Geknickte Hoffnungen)

Una vez más, la actitud de toda la prensa burguesa hacia lo que está sucediendo en nues-tro partido demuestra la infalibilidad con la que en los partidos burgueses el instinto declase se impone a todas sus superficiales diferencias. Una vez más están de acuerdo losnacional-liberales y el centro católico. Tanto Georg Oertel, que glorifica el látigo desde surevista Deutsche Tageszeitung, como las páginas del diario Vossische Zeitung, muestran susensiblero júbilo por los infortunios de la socialdemocracia. Los unos muestran alegría alver que los socialistas se desgarran entre sí; ¿acaso ellos no habían previsto siempre quela socialdemocracia, pese al fracaso de todos los ungüentos preparados contra ella por lafarmacología burguesa, terminaría "devorándose a sí misma"? Los otros se muestran satis-fechos de las desventuras experimentadas por algunos "académicos, miembros del PartidoSocialista, prueba definitiva" (según ellos) del "abismo que separa al hombre cultivado dela ciega masa" y de la imposibilidad de cruzar ese abismo sin "romperse el cuello". Y hayotros que no pueden contener su alegría porque, por fin, los socialistas ya no podrán mirarcon soberbia al mundo burgués, ya que la corrupción se habría asentado entre los socialis-tas al igual que entre ellos.Con una sola voz, repiten el estribillo: se ha acabado el halo, el resplandor fascinante querodeaba al Partido Socialista. Acabado para siempre.Esta jubilosa comedia está bien interpretada. Hasta el punto de que un diario de nuestropartido se ha dejado arrastrar por ella y, con un patético suspiro, se ha dedicado a implo-rar la regeneración del partido, aunque sólo fuera para no ofrecer al adversario semejantessatisfacciones.

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Sin embargo, basta con no ser totalmentesordo para distinguir entre las notas de eseconcierto estridente y ostensiblemente jubi-loso otras notas de amarga decepción, derabia contenida. Precisamente, la simpatíaque la prensa burguesa prodiga constante-mente a los dos o tres "hombres cultos"maltratados por una horda bárbara y estasindignadas invectivas contra la "masaciega" que se atrevió "a rebelarse contra losacadémicos" muestran claramente cuál esla herida en la que el partido ha hurgado sinmiedo.Indudablemente, los círculos burgueses dehoy pueden considerar como una exagera-ción ridícula y bárbara el escándalo suscita-do entre los socialistas por "bagatelas" queen cualquier partido burgués habrían salda-do con un encogimiento de hombros y unamiradita al cielo. No cabe duda de que enese entorno social resulta grotesco que unpartido compuesto por tres millones de per-sonas adultas se altere tanto por algunas"faltas de sinceridad", cuando éstas, en pro-porción a las mentiras que un conservadorsuelta en sólo uno de sus discursos electo-rales, viene a ser como la luz de una linter-na de minero comparada con el sol demediodía.El conflicto con el revisiomismo ha provo-cado que muchas personas nos hagan pre-guntas humillantes. No podemos negarlo,tenemos que admitirlo con profunda contri-ción. Así es: no estamos en la misma cómo-da situación que los nacional-liberales o elcentro, que los conservadores agrarios pru-sianos o los popular-liberales; para todosellos la corrupción política y el arte deengañar a las masas son los fundamentosmismos de su existencia política, oceáno enel que las pequeñas infamias individualesdesaparecen como una gota de agua.Por otra parte, en la enorme ira de la bur-guesía se expresa un marcado instinto declase. La insurgencia proletaria contracasos aislados de corrupción entre los "aca-démicos" irrita mucho a los burgueses por-que perciben en ella el aspecto más perni-cioso, para ellos, del movimiento obrero

moderno, es decir, el cambio radical que lasocialdemocracia aporta desde hace mediosiglo en cuanto a las relaciones entre"masa" y "dirigentes".Las palabras de Goethe sobre una "mayoríaodiosa", compuesta por unos pocos cabeci-llas vigorosos, bastantes pícaros que seadaptan a ellos, unos cuantos débiles fácil-mente asimilables y la masa que "trota trastodos ellos sin saber lo que quiere", son lasmismas con las que los plumíferos burgue-ses querrían poder caracterizar a las masassocialistas pero que, en realidad, sólo son elesquema clásico de las "mayorías" en lospartidos burgueses.En todas las anteriores luchas de clases,que fueron conducidas en interés de algu-nas minorías y en las que, como decíaMarx, "todo su desarrollo tuvo lugar enoposición a la gran masa del pueblo", unade las condiciones esenciales de la acciónfue la inconsciencia de las masas en cuantoa los verdaderos objetivos, al contenidomaterial y a los límites del movimiento.Esta discordancia fue, además, la base his-tórica específica de un "papel dirigente" dela burguesía "ilustrada", al que correspon-día el seguidismo de la gente común.Pero, como Marx ya escribió en 1845, "alaumentarar la profundidad de la acción his-tórica aumentará también el número de per-sonas comprometidas en esta acción". Lalucha de clases del proletariado es "la másprofunda de todas las acciones históricasque han tenido lugar hasta ahora", abarca atodos los estratos inferiores del pueblo y,desde que existe una sociedad dividida enclases, es la primera acción que correspon-de a los intereses propios de la multitud.Esta es la razón por la cual la inteligenciapropia de "la masa" en cuanto a sus tareasy medios es una condición histórica indis-pensable para la acción socialista, así comosu inconsciencia fue antes una condiciónpara las acciones de las clases dominantes.Por ello, en la socialdemocracia ha sidoabolida la oposición entre "dirigentes" yesa supuesta mayoría que "trotaría trasellos", esa relación ha sido invertida. El

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único papel de los pretendidos "dirigentes"de la socialdemocracia es informar a lamultitud sobre su misión histórica. En lademocracia socialista la autoridad e in -fluen cia de los "dirigentes" sólo crece enproporción al trabajo educativo que llevana cabo. En otras palabras, su prestigio y suinfluencia sólo aumentan en la medida enque destruyen la ceguera masiva que hastaahora ha sido la base de cualquier funcióndirigente; sólo aumentan en la medida enque se despojan de su calidad de líderes ycontribuyen a que las propias masas seanlas que dirigen y a que que ellas mismas seconstituyan en los órganos ejecutivos de suacción consciente.La "dictadura" de un Bebel, es decir, suinmenso prestigio e influencia, se basa úni-camente en el inmenso esfuerzo que hahecho para que la masa sea políticamenteimportante. Y Bebel recoge hoy los frutosde este largo esfuerzo y si las masas le apo-yan con entusiasmo es precisamente por-que expresa la voluntad y el pensamientode esas masas.Sin duda, la adquisición por las masas deun "liderazgo" con confianza en sí mismas,consciente y lúcido, la fusión entre cienciay clase trabajadora en que soñaba Lassalle,sólo puede ser un proceso dialéctico, yaque el movimiento obrero absorbe conti-nuamente a nuevos proletarios, así como atransfugas de otros estratos sociales. Sinembargo, la tendencia dominante en elmovimiento socialista es y seguirá siendola abolición de los "dirigentes" y de lasmasas "dirigidas" en el sentido burgués,esto es, la abolición del fundamento histó-rico de toda dominación de clase.Sin embargo, sería un insulto a las almas delos viejos paladines burgueses de la liber-tad intentar asimilarlos a los "líderes" delos actuales partidos burgueses.El desarrollo de la socialdemocracia tam-bién ha tenido profundas repercusiones enlas relaciones entre masas y dirigentes másallá de la lucha de clases proletaria, inclusoen los propios círculos burgueses. El movi-miento de clase de la burguesía ascendente

se basó no sólo en la inconsciencia de lasma sas populares en cuanto a los objetivosde la acción emprendida, sino también, engran medida, en la confusión de los propiosjefes. Ahora, cuando los verdaderos intere-ses de las masas han quedado al descubier-to, la burguesía sólo puede retener los votosdel pueblo si oculta deliberadamente suspropias aspiraciones de clase y manipulalos intereses de las personas que se oponena ella. Los tribunos de las revoluciones bur-guesas de antes eran líderes populares envirtud de una auto-ilusión histórica. Losactuales Karl Bachem (líder del católicoPartido del Centro), Ernst Bassermann(líder de los nacional-liberales) o EugeneRichter (líder del Partido Popular Liberal),cuyos plumíferos mercenarios no dejan detronar contra la "dictadura" de Bebel, sóloson representantes del pueblo por medio deuna estafa política.Una prueba entridente del cam bio produci-do en sólo medio siglo, ta n to en el panora-ma histórico como en el ta lante de estoscaballeros, reside en el hecho de que, entretodos estos partidos fundados en la mistifi-cación metódica de las masas, los liberalessuperan a los demás por la vehemencia desus diatribas contra la "masa ciega" del par-tido socialista y contra la rebelión de las"manos callosas" contra el "Espíritu Santode la Educación Superior".Anteriormente, el hegeliano Bruno Bauer,tras haber roto con el movimiento radicalen 1840, sostenía, contra los "portavocesliberales de la masa popular" que el "verda-dero enemigo del espíritu" sólo residía en"la masa". Los "voceros del liberalismo" dela época no veían al "verdadero enemigodel espíritu" en "la masa" que tomaba enserio su fraseología liberal, sino en el reac-cionario Estado prusiano. Hoy, tras largotiempo aliados a la reacción prusiana con-tra el pueblo, los "portavoces del liberalis-mo" ven al "verdadero enemigo del espíri-tu" en esa masa que se ha alejado de elloscon desprecio y que lleva por su cuenta lalucha contra la reacción prusiana y contrael liberalismo burgués.

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¡Las uvas están verdes! Desde que la bur-guesía fue abandonada por sus votantes delas clases populares, que pasaban a colo-carse -cada día en mayor número- bajo labandera del socialismo, esa burguesía sóloalimentaba la esperanza de que, con lamediación del revisionismo, la clase obrerasocialista vuelva a los caminos trillados dela política burguesa, para así romper laespina dorsal de la lucha de clases y tomar-se una débil revancha por las derrotas sufri-das por la burguesía en el escenario históri-co.Mientras la burguesía mantuvo esa espe-ranza, pensó también que la masa socialis-ta era susceptible de adquirir cierta "cultu-ra" y cierta "educación", transformándonsegradualmente en una fuerza "civilizada".Pero resulta ahora que esa masa, a ojos deesa burguesía, ha demostrado ser salvaje ybrutal hasta el punto de hacer una tortillacon los huevos puestos con tanta precau-ción por el cuco burgués en el nido socia-lista. ¡Sin duda!, dicen, ese desafortunado"rebaño ciego" se ha dejado manipular porsus líderes y dictadores para cometer eseacto indigno de seres civilizados.Algo de comedia hay sin duda en esta ima-gen, pero admitimos con gusto que el dolorexperimentado por los "cazadores cazados"tiene esta vez razones particularmenteserias. Aunque los congresos precedentessólo condenaron algunas pocas manifesta-ciones aisladas del revisionismo práctico yteórico, desde el Congreso de Dresde de1903 hasta ahora el partido no sólo ha repe-tido y reforzado las críticas anteriores, sinoque ha puesto en el banquillo a otro de losaspectos del revisionismo, examinando sumoralidad política y los vínculos persona-les con ciertos círculos burgueses que deri-varon de esta moralidad.Podría ser que el artículo sobre la "morali-dad partidaria", publicado por Georg Ber -nhard en la revista Die Zukunft editada porMaximilian Harden, sea resultado de cir-cunstancias fortuitas y que no caracterice laconducta real de todos los camaradas revi-sionistas. Pero quien haya reflexionado

sobre los acontecimientos de los últimosdías no puede evitar encontrar en este artí-culo la expresión adecuada de la moralidaddel revisionismo, ya que corresponde a susideas con una lógica irresistible. En eseartículo se considera que la multitud escomo un niño educado a quien no se lepuede contar todo y al que hay que ocultarla verdad en su propio interés, mientras quelos "jefes", estadistas consumados, amasanesa suave arcilla para erigir el templo delfuturo de acuerdo con sus propios grandesproyectos. Esta es la ética de los partidosburgueses, así como del socialismo refor-mista, por diferentes que puedan ser susintenciones.La aplicación práctica de esta forma deconsiderar las relaciones entre masas y"líderes" nos la han ofrecido el "jauresis-mo" en Francia y las fantasías de la facciónTurati en Italia (nt1).Las "federaciones" autónomas y heterogé-neas del partido jauresista o la moción deTurati en el congreso de Imola, proponien-do abolir el comité central del partido, nosignifican otra cosa que la disolución deuna base del partido fuertemente organiza-da, para que, perdiendo su potencia directi-va autónoma, se transforme en instrumentodócil de los parlamentarios y se degrade alestado de "masa ciega" que "trota tras ellíder", sin saber lo que quiere, o que, encaso de saberlo, no disponga de fuerza parahacerlo triunfar, como ocurrió en el congre-so de Burdeos [abril 1903].Los diputados jauresistas tienden incluso aemanciparse del control y la influencia delas organizaciones del partido, a las quedeben sus escaños en el parlamento, ape-lando a un supuesto electorado amorfo ydesorganizado. Estas condiciones de orga-nización de las relaciones entre base y líde-res son las que defiende el artículo publica-do en Zukunft, como necesidad psicológicay norma para cualquier movimiento popu-lar.El proyecto de indiferenciación en la baseentre la élite de proletarios conscientes delobjetivo y la base popular desorganizada va

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de la mano, en la cúpula, de la supresión delos tabiques que deben separar a los "diri-gentes" del partido y al entorno burgués,fomentando así el acercamiento entre par-lamentarios socialistas y burgueses letradosen el ámbito de las "humanidades".Bajo los auspicios de lo que ellos denomi-nan "cultura" o "humanidades", estos dipu-tados socialdemócratas se reunían en agra-dables veladas invernales con periodistasburgueses para distraerse un poco de los"problemas profesionales" y de la "vulgari-dad del juego político". Si en Atenas se reu-nían en torno a Pericles todos aquellos queeran considerados eminentes en política,artes, filosofía o literatura para alzarse, enperfecta libertad de espíritu, hasta las cimassupremas del pensamiento y de los senti-mientos refinados, en una taberna de Berlínlos hombres de Estado de la socialdemo-cracia se mezclan con damas elegantes ynovelistas espirituales en torno a esemoderno Pericles que es MaximilianHarden. Durante unas horas exquisitas,olvidan la bárbara contienda de la lucha declases y el fuerte aroma de la plebe, cruzán-dose palabras sutiles sobre los hechos deldía y las obras de arte. Las cabezas no esta-ban coronadas con coronas de rosas y losvinos de Samos y Mitilene habían sidoreemplazados por la vulgar cerveza deMunich, pero el verdadero espíritu de laantigua amistad y de la cultura más refina-da también flotaba allí, como un ligero halode luz alrededor de ese cenáculo elegido,en el que, con una tolerancia que sólo lasmentes superiores saben gustar y practicar,se confiaban mutuamente opiniones muyindependientes y, a veces, también infor-maciones detectivescas sobre camaradasinoportunos. "Todo sucedía como es cos-tumbre entre las personas ilustradas", hadeclarado el camarada Wolfgang Heine.Y entonces aparece el áspero puño proleta-rio, carente de comprensión hacia la cultu-ra refinada y la era periclesiana, para rom-per brutalmente todos esos "tiernos víncu-los de sublime humanidad".Los portadores de las pequeñas antenas que

la sociedad burguesa había incrustado en elmismo corazón de nuestro partido se hanvisto obligados a retirarse a toda prisa, que-jumbrosamente ofendidos y horrorizados.El eminente economista Ignaz Jastrow hacede ello una enfermedad, desde el diarioVossische Zeitung aullan, los liberales alservicio del publicista Rudolf Mosse pro-fieren oleadas de injurias; esas son susdiversas maneras de confesar la pérdida depreciadas esperanzas. La niebla revisionis-ta se ha disipado y ante los ojos de la bur-guesía, llena de rencor y odio, se eleva, taninexpugnable y tan sólida como antes, laroca abrupta de los bastiones proletarios. Elabismo se ha abierto de nuevo entre ellos yel mundo burgués, y en lugar de la penetra-ción pacífica esperada por los conductoresde una pérfida política éstos se encuentrarante la necesidad de pensar en un asaltoazaroso y peligroso.Ha quedado clara la conexión entre los"acontecimientos morales" de los últimosdías y los métodos del reformismo. El ale-gre ir y venir a través del foso que separa elcampo del proletariado del de sus enemi-gos, el amable comercio establecido por la"crítica libre", los "libres desahogos" y la"libre colaboración" de los revisionistas enla prensa burguesa prepararon el terrenodel que ha surgido, junto a otros curiosossarpullidos, la conspiración contra FranzMehring. Se había establecido un flujo in -telectual entre la socialdemocracia y elmun do burgués, y los jugos venenosos dela descomposición burguesa podían pene-trar libremente en la circulación del cuerpodel partido proletario.De aquí aquellas lágrimas. De aquí provie-nen las contorsiones de la prensa burguesa,que predice que de ahora en adelante lasocialdemocracia verá cortada la afluenciade simpatías "académicas" e "ilustradas".Un periódico liberal espera que el camara-da y ex-pastor protestante Paul Göhreentienda ahora, una vez forzado a dimitircomo diputado, "el error que cometió" aladherirse a la socialdemocracia.Obviamente, la generosa mentalidad de los

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liberales entiende que uno puede "confun-dirse" al adherirse al socialismo, como unose equivoca en la Bolsa de Valores al espe-cular con café en vez de hacerlo con algo-dón. Estas personas ni siquiera sospechanque al actuar así confiesan su costumbre deequipar política y prostitución.Pero si los "académicos" que vinieron a lasocialdemocracia con esa mentalidad deci-dieran dejar nuestras filas, podríamos vercon toda tranquilidad cómo se unen a lassirenas liberales. Que se unan los que seasemejan. Sólo temeríamos que al quereraprovechar los saldos de liquidación de la"casa rival", el pobre partido liberal nologre hacer buenos negocios, ya que seríasorprendente que los "académicos" dotadosdel espíritu práctico que nuestro liberal lessupone fueran a sumarse a un partido enbancarrota.Al parecer, a los Junkers [antigua noblezaterrateniente prusiana] les preocupa que yano podamos cumplir nuestra misión inte-lectual, una vez que las "manos callosas" sehan "alzado contra los académicos", peropodemos asegurar a estos terratenientesamantes de la cultura que, pronto, la accióndel socialismo para salvar a la civilizaciónde las garras feudales prusianas se desple-gará con mayor vigor precisamente porhaber liquidado al revisionismo. Porque laconexión íntima del movimiento socialistacon el impulso intelectual no se realiza gra-cias a desertores que nos llegan de la bur-guesía, sino gracias a la promoción de lapropia masa proletaria. Esta conexión no sebasa en ninguna afinidad de nuestro movi-miento con la sociedad burguesa, sino en suoposición a esta sociedad. Su razón de sery su objetivo final es el socialismo, la res-tauración de todos los valores de la civili-zación para la totalidad de la raza humana.Y cuanto más aumenta el carácter proleta-rio de la socialdemocracia, más probable esque la civilización alemana se salve de lapresión agobiante de sus fanáticos feudalesy que la propia Alemania escape de lainmovilización, al estilo chino, en quequieren mantenerla los conservadores.

Por el momento lo más urgente es la depu-ración del partido. Es necesario poner fin alos fenómenos de descomposición que sehan manifestado durante el último lustro.Porque, "con la profundidad" de esta"acción histórica" - y en cierto sentido, estaes una acción histórica - veremos crecer el"volumen de la masa" que nos seguirá conconfianza porque sólo en nuestro bando selucha por los intereses reales de la clase tra-bajadora bajo una bandera sin tacha.

Notas de traducciónnt1. Jaurès y Turati defendieron un socia-lismo humanista, reformista y gradualista,sin embargo a la vista de su vida ejemplarno es posible confundirlos con quienes sinconvicciones se acomodan al calor de losprivilegios del sistema capitalista. Jaurèsfue asesinado tres días después del comien-zo de la I Guerra Mundial por su firme opo-sición a ésta, como lo sería Rosa Lu xem -burg en 1919; por el contrario, su rival en elsocialismo francés desde una "ortodoxiarevolucionaria", Jules Guesde, fue fervien-te partidario de la "unión nacional" pro-bélica y participó del gobierno formadopara dirigirla. Turati, socialista italiano re -for mista muerto en el exilio en 1932, man-tuvo una continuada actividad antifascista,a la vez que mantuvo una tenaz oposiciónal régimen establecido en la URSS.

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La huelga de masasno es un producto artificial,sino histórico (1906)

Fragmento del libro Huelga de m asas, partido y s indicato(Massenstreik, Partei und Gewerkschaften, Ed. Erdmann Dubber,Hamburgo, 1906)

La experiencia rusa nos lleva a revisar nuestras ideas sobre la huelga de masas, comenzan-do por las que se refieren a la concepción general del problema.Actualmente, tanto los más fervientes partidarios de promover la huelga de masas enAlemania (Bernstein, Eisner y otros) como los sindicalistas que se oponen a ello con mástesón (Bomelburg) comparten una misma concepción, de raíz anarquista (nt1).Los polos aparentemente opuestos no se excluyen mutuamente, sino que se condicionan ycomplementan, en este caso en torno a un pensamiento que especula directamente sobre el"gran cataclismo" y sobre la revolución social como una mera característica externa y noesencial. Este pensamiento considera como esencial una visión abstracta y ahistórica de lahuelga de masas y, en general, de todas las condiciones de la lucha proletaria.Para este pensamiento sólo hay dos supuestos materiales de sus especulaciones "revolu-cionarias": en primer lugar, la imaginación, y en segundo lugar la buena voluntad y el valorpara rescatar a la humanidad del valle de lágrimas capitalista.Este fantasioso modo de razonar tuvo como resultado que desde hace unos sesenta añosalgunos conciban la huelga de masas como el camino más corto, seguro y fácil para alcan-zar un mejor futuro social. También, más recientemente, ha llevado a la idea sostenida porsindicalistas franceses e italianos de que la lucha sindical era la única verdadera "accióndirecta de masas" y la única lucha revolucionaria real.El problema es que los métodos de lucha fantaseados como castillos en el aire dan lugar aplanes sin fundamento, puramente utópicos, así como que, aunque no se haya contado conla funesta realidad, ésta aparece inesperadamente y lo que antes sólo eran, principalmen-te, especulaciones revolucionarias, pueden terminar favoreciendo en la práctica a la reac-ción.

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Estos métodos abstractos y ahistóricos loscomparten hoy tanto aquellos que marcanen el calendario una fecha para la huelga demasas, al modo de cita en la agenda de unconsejo de administración, como aquellosque quieren eliminar el problema de lahuelga de masas de la faz de la tierra prohi-biendo su "propaganda", como pretendíanlos participantes en el congreso sindical deColonia en 1905. Ambas tendencias comparten el supuestode origen anarquista según el cual la huel-ga de masas es un medio de lucha pura -men te técnico, que puede "decidirse" porun simple acto de conciencia o que puedeser "prohibido", como una navaja con elrótulo "usar en caso de emergencia" parasacar o guardar su hoja cuando queramos.Los adversarios de la huelga de masas seatribuyen el mérito de tomar en cuenta lasituación histórica y las condiciones mate-riales actuales en Alemania, frente a los"revolucionarios románticos" que están enlas nubes y que no toman en cuenta lasduras realidades ni diferencian lo posiblede lo imposible. Gritan "¡Hechos y cifras,cifras y hechos!", como el señor Gadgringen la novela Tiempos difíciles de Dickens.Cuando los sindicalistas que se oponen a lahuelga de masas hablan de "base histórica"y de "condiciones materiales" se están refi-riendo a la debilidad del proletariado y a lafuerza del militarismo prusiano-germano.Estos dirigentes sindicales basan su políti-ca práctica respecto a la huelga de masas enla inadecuada organización de los trabaja-dores y en la imponente bayoneta prusiana;esos son los hechos y cifras de los quehablan.Ahora bien, aunque es cierto que la"hucha" de los sindicatos y la bayonetaprusiana son fenómenos materiales e histó-ricos, la concepción que se basa en ellos noes materialismo histórico en el sentido mar-xista sino materialismo policial a loPuttkammer [ex ministro del Interior].Los representantes del Estado policial capi-talista evalúan las situaciones tomandomuy en cuenta, a veces de manera casi

exclusiva, tanto el poder real que en ocasio-nes pueda tener el proletariado organizadocomo el poderío material de las bayonetas.Tras comparar ambos poderes, siempresacan como conclusión que el movimientoobrero revolucionario es provocado pordemagogos y agitadores aislados y que, portanto, las prisiones y las bayonetas sonmedios adecuados para derrotar a ese desa -gradable "fenómeno pasajero".Los obreros alemanes con conciencia declase han entendido por fin lo grotesco dela teoría policial para la cual todo el moder-no movimiento obrero es un producto arti-ficial y arbitrario de un puñado de "dema-gogos y agitadores" sin escrúpulos.Sin embargo, esa es precisamente la mismaidea que se manifiesta cuando dos o tresnobles camaradas forman una brigada devigilantes con el propósito de poner enguardia a la clase trabajadora alemana con-tra la peligrosa agitación de unos pocos"románticos revolucionarios" y su "propa-ganda de la huelga de masas"; o, en el otrobando, cuando asistimos a una campañaindignada y llorona lanzada por aquellosque, decepcionados por la demora del esta-llido de la huelga de masas en Alemania,culpan de ello a no se sabe qué acuerdos"secretos" entre la dirección del partido y laComisión general de los sindicatos.Si la huelga de masas dependiera de la in -cendiaria "propaganda" de románticos re -vo lucionarios o de las decisiones secretas opúblicas de la dirección del partido, en Ru -sia no se hubiera dado aún ninguna verda-dera huelga de masas. Como ya señale enmarzo de 1905 en Sachische Arbeiter zei -tung [Gaceta obrera de Sajonia], no haypaís en el mundo donde se haya "difundi-do" o "discutido" sobre la huelga de masasmenos que en Rusia. Los ejemplos aisladosde decisiones o acuerdos del comité ejecu-tivo del partido ruso en los que realmentepretendía proclamar por su propia cuenta lahuelga de masas, como el intento hecho enagosto de este año tras la disolución de laduma, fracasaron casi totalmente.Por lo tanto, si algo nos enseña la Re -

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volución Rusa, es, sobre todo, que la huel-ga de masas no se "fabrica" artificialmente,no se "decide" al azar, no se hace "propa-ganda" de ella, sino que es un fenómenohistórico que, en un momento dado, emanade manera históricamente ineludible dedeterminadas condiciones sociales.La cuestión de la huelga de masas no puedeser comprendida o discutida a través deespeculaciones abstractas sobre si es posi-ble o no lo es, ni a partir de apreciacionessubjetivas sobre su utilidad o sus peligros;esta cuestión sólo puede ser comprendidapor medio del estudio de los factores y dela situación social que la provocan o que lapueden hacer inevitable en la fase actual dela lucha de clases. En el ámbito del análisis lógico abstractoajeno a la realidad, puede proclamarse conigual fuerza que la huelga de masas esabsolutamente imposible y será derrotada oque es posible y que su triunfo es incuestio-nable. En ambos casos el valor de las prue-bas aducidas es el mismo: ninguno, nulo.El temor a la "propagación" de la huelga demasas, que ha llegado a producir anatemasformales contra las personas culpables detal crimen, sólo es la consecuencia de unaridícula confusión. Es tan imposible "pro-pagar" la huelga de masas como medio abs-tracto de lucha como lo es propagar la"revolución". La "revolución" y la "huelgade masas" son modos de aparición de lalucha de clases que sólo tienen sentido ysignificado en su relación con ciertas situa-ciones políticas.Empeñarse en llevar a cabo una sistemáticaagitación a favor de la huelga de masascomo forma de acción proletaria yendo depuerta en puerta para difundir esa "idea" yganar para ella, poco a poco, a la claseobrera, sería una ocupación tan vacía, vanae insípida como emprender una campañade agitación a favor de la idea de revolu-ción o de la lucha en las barricadas.Si la huelga de masas se ha convertidoahora en centro de interés de la clase obre-ra alemana y mundial es porque es unaforma nueva de lucha y porque, en cuanto

tal, es síntoma indiscutible de una comple-ta revolución interna en las relaciones entrelas clases y en las condiciones de la luchade clases. El que el proletariado alemán,pese a la resistencia obstinada de sus diri-gentes sindicales, manifieste tanto interéspor esta nueva faceta de la lucha de clasesda testimonio de su seguro instinto revolu-cionario y de su viva inteligencia.Sin embargo, el que exista entre los traba-jadores ese interés, junto a un excelenteafán intelectual y un deseo de actos revolu-cionarios, no justifica someterles a unagimnasia mental abstracta sobre la posibili-dad o imposibilidad de la huelga de masas.Lo que necesitan comprender es el desarro-llo de la revolución rusa, su importanciainternacional, la exasperación de los con-flictos de clase en Europa Occidental, lasnuevas perspectivas políticas de la lucha declases en Alemania, el rol y las tareas de lasmasas en las luchas futuras. Sólo de estamanera el debate sobre la huelga de masasampliará el horizonte intelectual del prole-tariado, avivará su pensamiento, impulsarásu energía.Desde esta perspectiva se evidencia lo ridí-culo del proceso criminal que los adversa-rios del "romanticismo revolucionario" hanintentando hacer contra éste bajo la acusa-ción de no respetar estrictamente el textode la resolución tomada en el congresosocialdemócrata de Jena de 1905.Estos políticos "prácticos" se remiten a laresolución cuando les conviene, aprove -chan do que relaciona la huelga de masascon la defensa del sufragio universal, de loque deducen que la huelga de masas debeser puramente defensiva y subordinarse alparlamentarismo, como un simple anexo deél. Sin embargo el verdadero fon do de laresolución de Jena está en un análisis de lacoyuntura alemana según el cual un ataquede la reacción y del poder contra el sufragiouniversal en las elecciones del Reichstagpodría ser el factor desen cadenante de unperiodo de luchas políticas tempestuosas ytambién podría desencadenar la primerahuelga de masas en Alemania.

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Pero intentar utilizar una resolución de uncongreso del partido para mutilar y limitarartificialmente el alcance histórico de lahuelga de masas como fenómeno y proble-ma de la lucha de clases da prueba de unaestrechez tan obtusa como la resolución delCongreso sindical de Colonia que prohibiódiscutir en torno a la huelga de masas.Lo que realmente ha hecho la socialdemo-cracia alemana en la resolución de Jena hasido tomar acta oficialmente de la profundatransformación llevada a cabo por la revo-lución rusa en las condiciones internacio-nales de la lucha de clases. Con ella, semanifestaba su capacidad de evolución re -vo lucionaria, de adaptación a las nuevasexigencias de la fase de las luchas de clasesque se está iniciando. En eso reside la im -portancia de la resolución de Jena. Encuan to a la aplicación práctica de la huelgade masas en Alemania, la historia decidirá,como lo ha hecho en Rusia. Para la historia,la socialdemocracia y sus resoluciones sonun factor importante, ciertamente, perosólo un factor entre otros muchos.

Notas de traducciónnt1. A la luz de lo que hoy conocemossobre los debates y aportaciones de losmovimientos anarquistas y del sindicalis-mo revolucionario, incluyendo la experien-cia histórica principal de carácter libertario(la CNT española en los tiempos en queagrupaba a una gran parte de la clase traba-jadora) convendría matizar que, siendocierto que el anarcosindicalismo y el sindi-calismo revolucionario dieron un papelestratégico fundamental a la perspectiva dehuelga general, y en algunos sectores seconvirtió en una especie de fetiche, nopuede afirmarse como característica gene-ral del pensamiento anarquista el ser fanta-sioso en el ámbito de la "huelga general", ymenos aún es propio del anarquismo haberpreconizado la prohibición de las huelgas.Por otra parte, ese concepto no tenía para elsindicalismo revolucionario el significadotrivial que tiene hoy (día o días en el quehay una convocatoria de huelga generaliza-

da por tal o cual reivindicación, bajo con-trol de las cúpulas sindicales) sino que seconsideraba como una herramienta estraté-gica a través de la cual la clase trabajadorase haría con el control social. De hecho, enel II Congreso de Solidaridad Obrera y fun-dacional de la CNT se mantuvo mucha cau-tela al respecto, pues por entenderse que lahuelga general de la que se hablaba debíatener ese contenido revolucionario no eraalgo que pudiera convocarse a tontas y alocas. El Congreso de Amiens de 1906 dela CGT francesa preconizaba la huelgageneral como medio para la expropiacióndel capitalismo. El anarquismo es un movi-miento muy plural y la visión fantasiosa dela huelga de masas no es patrimonio exclu-sivo de sectores del anarquismo. Aunquemás bien como farsa respecto a las grandespolémicas en el seno del movimiento obre-ro anarquista o socialista y respecto a lamisma idea de huelga general, cada prime-ro de mayo escuchamos, año tras año,durante décadas, a grupos ajenos al anar-quismo gritar "hace falta ya una huelgageneral" sin tomar en cuenta las condicio-nes reales del momento.

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Y ahora, ¡condenadme! (1914)

El 20 de febrero de 1914 Rosa Luxemburg fue juzgada por elTribunal de Frankfurt acusada de haber incitado la desobedienciade los soldados e incitarles a matar a los oficiales. Fue condenadaa un año de prisión, que cumplió entre el 18 de febrero de 1915 yel 18 de febrero de 1916 en la prisión de mujeres de Barnimstrasse,Berlín. Este es su alegato durante el juicio, un auténtico discursopolítico.

Tanto en el discurso acusatorio pronunciado hoy por el fiscal como en el acta de inculpa-ción lo que juega el papel principal no son las declaraciones que se me atribuyen sino lamanera en que se interpretan y el sentido que se les atribuye. En varias ocasiones y demanera muy insistente el fiscal ha resaltado cuáles serían, según él, mis verdaderas inten-ciones al hacer esas declaraciones. Pues bien, nadie mejor que yo para informar sobre elaspecto psicológico de mi discurso y sobre mi propia conciencia.De antemano les digo que estoy muy dispuesta a dar al fiscal y al jurado toda la informa-ción que deseen. Pero volviendo a lo principal, declaro que todo lo que el fiscal, basándo-se en las declaraciones de sus testigos, ha presentado como mis ideas, intenciones y senti-mientos sólo es una caricatura bastante decepcionante de mis discursos y de las ideas dela socialdemocracia.Hace un rato, escuchando al fiscal, no pude evitar reírme internamente y pensar que esta-ba de nuevo ante un clásico ejemplo de hasta qué punto la cultura puramente formal esinsuficiente para comprender las ideas socialdemócratas en toda su complejidad, su finu-ra científica y su profundidad histórica, cuando los intereses de la clase a la que se perte-nece se oponen a esas ideas. Cualquier obrero, el más simple e inculto entre los miles queasistieron a los encuentros a los que se refiere el fiscal, habría dado una idea diferente demis declaraciones. Sí, los hombres y mujeres más simples del pueblo trabajador son capa-ces de asimilar nuestras ideas, esas que en el cerebro de un fiscal prusiano adquieren unaspecto completamente caricaturesco, como reflejo en un espejo deformante. Lo demos-traré con algunos ejemplos.El fiscal ha repetido en varias ocasiones que, antes de hacer la declaración por la que seme inculpa y que según él fue el punto culminante de mi intervención, me entregué a"excitaciones inauditas". A esto respondo que los socialdemócratas no nos permitimos nin-gún tipo de excitación.

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¿Qué significa eso de "entregarse a excita-ciones? ¿Acaso se me ha ocurrido decir aquienes me escuchaban que si iban a gue-rrear al extranjero, a China por ejemplo,atacasen de tal manera que ningún chino sepudiera atrever mil años después a mirarmal a un alemán? [palabras dirigidas porGuillermo II el 27 de julio de 1900 a lastropas enviadas a China contra la Rebeliónde los Boxers].Si hubiera dicho eso, ciertamente habríasido una excitación por mi parte. ¿Perocuándo he tratado de inculcar prejuiciosnacionales para infundir el chovinismo, eldesprecio y el odio a otras razas y pueblos?Eso, ciertamente, habría sido una exci -tación por mi parte.Pero no es así como hablé ni como habla unsocialdemócrata consciente. Lo que hice enesos encuentros de Frankfurt, y lo que lossocialdemócratas hacemos siempre al ha -blar y al escribir, fue sólo desarrollar laeducación de las masas, para que entiendansus intereses de clase y sus tareas históri -cas, para mostrarles las principales líneasde desarrollo, las tendencias de las trans-formaciones económicas, políticas y socia-les, que actuan en la sociedad actual y queconducen necesariamente a que el ordensocial existente deba ser derrocado y rem-plazado por una superior sociedad socialis-ta.Así es como llevamos a cabo nuestra agita-ción, que, gracias al efecto ennoblecedor delas perspectivas históricas en que nos situa-mos, eleva gradualmente la altura moral delas masas. Nuestra agitación contra la gue-rra y el militarismo la llevamos a cabodesde esos mismos grandes puntos de vista,porque para los socialdemócratas todo estásubordinado a una concepción del mundoarmónica, sistemática, respaldada por unabase científica sólida. Y si el fiscal, con susmiserables testigos de cargo, consideratodo esto como una mera excitación, elcarácter simplista de esa concepción sedebe únicamente a su incapacidad totalpara asimilar ideas socialdemócratas.Posteriormente, el fiscal ha aludido, en

diferentes ocasiones, a mis incitaciones a"asesinar a los mandos superiores". Lasalusiones enmascaradas, pero que todoshemos entendido, a mis llamamientos alasesinato de oficiales deberían revelar muyen particular la perversidad de mi alma y lanaturaleza extremadamente peligrosa demis intenciones. Vale, crean ustedes por unmomento en que las palabras que se meatribuyen son exactas. Sin embargo, al pen-sarlo, ustedes tendrán que concluir que, ensu encomiable esfuerzo para pintarme conlos colores más oscuros, el fiscal se haextraviado completamente, pues tendránque preguntarse ¿cuándo y contra qué"superiores" he llamado a asesinar? La pro-pia acusación afirma que yo abogaba por laintroducción del sistema de milicias enAlemania y que dije que lo esencial en estesistema era la obligación de que, comohacen en Suiza, cada hombre tuviera surifle en su propia casa. Y es a eso, precisa-mente a eso, a lo que se supone que he vin-culado la indicación de que el rifle podríaapuntar en una dirección bastante diferentea la que desean los dirigentes. Entoncesestá claro: el fiscal me acusa de haber inci-tado al asesinato, pero no contra los man-dos del actual sistema militar alemán, sino... ¡contra los de los futuros ejércitos de lasmilicias alemanas!Se nos reprocha violentamente nuestra pro-paganda a favor del sistema de milicias, yla fiscalía incluso me acusa de tal delito,pero, al mismo tiempo, el fiscal se sienteobli gado a proteger la vida, amenazada pormí, de los oficiales de este sistema de mili-cias contra el que él combate. Un paso másy el fiscal, en el fragor de la lucha, me acu -sará de haber incitado ataques contra elpre sidente de la futura república alemana.Pero, ¿qué dije realmente sobre lo de "ma -tar a los superiores"? Algo muy diferente.Mostré en mi discurso que quienes defien-den el militarismo actual se basan en lasupuesta necesidad de la defensa nacional.Si esa preocupación por la defensa nacio-nal, dije, fuera realmente sincera, las clasesdominantes no deberían tener nada más

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apremiante que realizar la vieja demandadel programa socialdemócrata para la intro-ducción del sistema de milicias. Porquesólo ese sistema puede garantizar realmen-te la defensa del país, ya que sólo las perso-nas libres, que marchan por iniciativa pro-pia a la batalla contra el enemigo, puedenser un baluarte seguro y suficiente para lalibertad y la independencia de la patria.Solo entonces se podrá decir: ¡Queridopaís, puedes descansar tranquilo!¿Por qué, pregunté yo, nuestros patriotasofi ciales no quieren oir hablar de este siste-ma verdaderamente efectivo? Por la simplera zón de que, de hecho, ellos no se propo-nen defender la patria, sino librar guerrasde conquista imperialista, en las cuales,efectivamente, las milicias no sirven paranada. Y, además, si las clases dominanteste men dejar las armas en manos de los tra-bajadores es porque temen que las apuntenen una dirección diferente a la que desean.Así, lo que yo presenté como muestra delmie do que padecen las clases dominantes,el fiscal lo interpreta, basándose en sus tes-tigos, como incitación al asesinato. Tienenante ustedes una nueva prueba de la confu-sión que crea en el cerebro del fiscal suincapacidad absoluta para comprender lasideas de la socialdemocracia.Igualmente falsa es la afirmación de que yohabría recomendado seguir el ejemplo delejército colonial holandés, en el que cadasoldado tiene derecho a matar al superiorque lo maltrate. De hecho, en lo que serefiere al militarismo y al maltrato sufridopor los soldados, lo que hice fue hablar denuestro inolvidable dirigentes, AugustBebel, y recordar que uno de los capítulosprincipales de su actividad fue su lucha enel Reichstag contra las humillaciones infli-gidas a los soldados, citando a modo deejemplo y siguiendo las actas estenográfi-cas de las sesiones del Reichstag -lo que noestá prohibido por ley- varios de los discur-sos de Bebel, entre otros sus declaracionesde 1893 sobre la norma antes citada delejército colonial holandés. Verán ustedesque en esto también el fiscal se ha equivo-

cado, movido por su exceso de celo. No escontra mí, sino contra otro, que tendría quehaber hecho su acusación.Pero ya llego al punto principal de la acu-sación. El fiscal me acusa de haber aconse-jado a los soldados que se nieguen a obede-cer las órdenes de disparar contra el enemi-go en caso de guerra. Basa esa acu sación enuna deducción que le parece con fuerzalógica demostrativa absolutamente convin-cente e irrefutable. Ha razonado de la si -guiente manera: como yo estaba agitandocon tra el militarismo, ya que quería evitarla guerra, obviamente no dispondría de me -dios más efectivos que decirles a los solda-dos que, si se les ordena disparar, ¡no lohagan! ¡Qué conclusión tan convincente,qué lógica irrefutable! Y, sin embargo, mepermito decir que esa lógica y esa conclu -sión surgen de la concepción del fiscal, node la mía, no de la de la socialdemocracia.Préstenme especial atención ahora. Laconclus ión de que la única forma efectivade pre venir la guerra es dirigirse directa-mente a los soldados y pedirles que no dis-paren sólo es otra faceta de la concepciónse gún la cual todo irá de maravilla en elEstado mientras el soldado obedezca las ór -denes de sus superiores; es decir, la con-cepción de que la base del poder del Estadoy del militarismo es la obediencia pasivadel soldado.Esta concepción del fiscal también armoni-za, en particular, con la declaración oficialdel jefe supremo del ejército, con motivode la recepción al rey de Grecia, enPotsdam, el 6 de noviembre del año pasa-do, según la cual el éxito de los ejércitosgriegos prueba "que los principios defendi-dos por nuestro Estado Mayor y nuestrastropas, aplicados de manera justa, siempregarantizan la victoria". El Estado Mayorcon sus "principios" y el soldado con suobediencia pasiva serían las bases para laconducción de la guerra y la garantía devictoria. Pues bien, los socialdemócrataspensamos lo contrario.Creemos que no es el ejército ni las "ór -denes" de arriba y la "obediencia ciega" de

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abajo lo que decide el resultado de las gue-rras, sino que lo hace el pueblo trabajador.Creemos que las guerras sólo pueden li -brarse porque la mayoría de los trabaja -dores participan en ella con entusiasmo, sila consideran justa y necesaria, o al menosla soportan con paciencia. Por el contrario,si la gran mayoría del pueblo trabajadorllega a convicción -y despertarla es la tareade la socialdemocracia- de que las guerrasson fenómenos bárbaros, profundamentein morales, reaccionarios y contrarios a losintereses del pueblo, entonces serán im -posibles aunque el soldado siga obedecien-do las órdenes de sus superiores. Según laconcepción del fiscal, el ejército hace laguerra, según la nuestra la hace todo el pue-blo. Es el pueblo quien decide si las guerrastienen lugar o no. Son los trabajadores,hombres y mujeres, viejos y jóvenes, quie-nes deciden la existencia del militarismoactual, y no la pequeña parte de este puebloque porta el uniforme del rey.Dispongo de una prueba clásica de que estaes en verdad mi concepción y la de mi par-tido. Da la casualidad de que puedo respon-der a la pregunta formulada por el fiscal deFrankfurt en la que quiere que le diga aquien aludí cuando dije "no haremos eso".El 17 de abril de 1910 hablé aquí, enFrankfurt, en el Circo Schumann, ante unas6000 personas, sobre la competición elec-toral en Prusia -en ese momento, comosaben, nuestra lucha había llegado a su clí-max- y encuentro en el resumen de este dis-curso, página 10, el siguiente pasaje:"En la lucha electoral actual, como en todaslas cuestiones políticas importantes para elprogreso en Ale mania, sólo debemos con-fiar en nosotros mismos. ¿Quienes somosnoso tros? Somos los millones de proleta-rios de Prusia y Ale mania. Sí, somos másque un número, so mos millones de perso-nas que con nuestro trabajo permitimos quela sociedad viva. Y bastará con que estesimple hecho arraigue en la conciencia delas amplias masas del proletariado alemánpara que llegue el mo mento en que demos -traremos en Prusia a la reacción dominante

que el mundo puede vivir sin los junkers dePomerania, sin condes católicos, sin ase -sores secretos e incluso sin fiscales, pero nopodría vivir 24 horas si los trabajadores secruzaran de brazos".Como pueden ver, ahí explico claramentecual es el eje de la vida política y de la suer-te de la nación: la conciencia, la voluntadclaramente formulada, la resolución de lagran masa de trabajadores. De la mismamanera consideramos la cuestión del mili-tarismo. Si la clase trabajadora toma ladecisión de no tolerar las guerras, las gue -rras se volverán imposibles.En ninguna decisión de nuestros congresosencontrarán llamamientos a que los solda-dos no disparen. ¿Por qué? ¿Porque te me -mos las consecuencias de tal agi tación ydel código penal? No, sería muy triste quepor miedo a las consecuencias callásemoslo que es útil y necesario decir. Si no lo ha -ce mos es porque nos de cimos a nosotrosmis mos que quienes visten "el unifor me delrey" son sólo una parte del pueblo trabaja-dor, y si éste llega a la comprensión nece-saria sobre el carácter dañino y criminal delas guerras entonces los soldados tambiéncom prenderán por sí mismos lo que ten-drán que hacer llegado el ca so sin ningúnllamamiento especial nuestro.Verán ustedes que nuestra agitación contrael militarismo no es tan pobre y simplistaco mo la imagina el fiscal. Tenemos muchosmedios de acción y muy variados: la educa-ción de la juventud, a la que nos dedi camoscon celo y éxito constante, a pesar de lasdificultades que enfrentamos; propaganda afavor del sistema de las milicias; reunionesmasivas; manifestaciones callejeras...Miremos hacia Italia. ¿Cómo respondieronlos trabajadores conscientes a la aventurabélica en Tripolitania? Mediante una huel-ga de masas que tuvo un alcance notable.¿Y cómo reaccionó la socialdemocraciaalemana? El 12 de noviembre, la claseobre ra de Berlín adoptó en 12 encuentrosdiferentes una resolución felicitando a loscamaradas italianos por su huelga demasas.

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Sí, ¡la huelga de masas!, ha exclamado elfiscal. Piensa que ahí me ha atrapado en miidea más peligrosa y más subversiva. El fis-cal ha basado particularmente su acusaciónen mi agitación por la huelga de masas, a laque él vincula con perspectivas tan espan-tosas de revolución violenta que sólo cabenen la imaginación de un fiscal prusiano.Señor fiscal, si pudiera atribuirle la másmínima capacidad para comprender lasideas de la socialdemocracia, esa nobleconcepción histórica, le explicaría lo queexplico a mis oyentes en cada reunión po -pu lar, a saber, que las huelgas de masas, entanto que representan un cierto periodo deldesarrollo de las condiciones actuales, nose "hacen", como tampoco se "hacen" lasrevoluciones. Las huelgas de masas sonuna etapa en la lucha de clases a la que, conla fuerza de una necesidad natural, conducenuestro desarrollo actual. Todo el papel dela socialdemocracia ante ellas es llevar a laconciencia de la clase trabajadora la com-prensión de esta tendencia del desarrollo,para que los trabajadores estén a la alturade sus tareas, como una masa popular edu-cada, disciplinada, madura, decidida yvigo rosa.Como pueden ver, cuando el fiscal introdu-ce el fantasma de la huelga de masas en laacusación, tal y como él la entiende, lo quepretende es golpearme por sus propiasideas, no por las mías.Terminaré aquí, tras un último comentario.

El fiscal, en su acusación, ha prestado granatención a mi modesta persona. Me presen-ta como un gran peligro para la seguridaddel orden público, ni siquiera ha temidorebajarse al nivel de esos folletines que mellaman "la Rosa roja". Ha llegado a atacarmi honor personal al insinuar que huiría siel tribunal acepta la sentencia propuestapor él. Señor fiscal, desdeño responder asus ataques. Sólo quiero decirle una cosa:no conoce usted a la socialdemocracia.Durante el año 1913, muchos de sus cole-gas trabajaron esforzadamente para conse-guir que se condenase a los editores denuestra prensa a un total de 60 meses deprisión. ¿Han oído que alguno de ellos hayahuido por miedo al castigo? ¿Creen queestas condenas han hecho que un solosocialdemócrata vacile o haya cejado en eldesempeño de su deber? No, nuestra obrase burla de todas las sutilezas de sus pá -rrafos, ¡crece y prospera a pesar de todoslos fiscales!Una palabra más para terminar con esteincalificable ataque. El fiscal dijo textual-mente que pedía mi arresto inmediato, por-que "sería incomprensible que la acusadano huya". Eso significa, en otras pala bras,que si el fiscal tuviera que ir a prisión porun año, se escaparía. Le creo, usted huiría.Pero un socialdemócrata no lo hace, aceptala responsabilidad de sus actos y se ríe devuestros castigos.Y ahora, ¡condenadme!

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La revolución rusa y la democracia(1918)

Este texto reproduce la parte final del ensayo La revolución rusa,escrito por Rosa Luxemburgo en la cárcel de Breslau en el veranode 1918. No llegó a terminarlo. El manuscrito se lo entregó a PaulLevi que lo publicó en Alemania en 1922

Tomemos algunos ejemplos para analizar más profundamente la cuestión de la supresiónde la democracia.

La disolución de la Asamblea ConstituyenteEn la política de los bolcheviques ocupa un lugar destacado la conocida disolución de laAsamblea Constituyente en noviembre de 1917 (nt1). Esta medida fue decisiva respecto alas posiciones que tomaron posteriormente. En cierta medida, representa un punto de infle-xión de su táctica.Es un hecho que, hasta su victoria de octubre, Lenin y su camaradas exigían con muchafirmeza la convocatoria de la Asamblea Constituyente. La política dilatoria del gobiernode Kerenski (nt2) constituía uno de los blancos favoritos en la crítica de los bolcheviquesy fue la base de algunos de sus ataques más virulentos. Trotski, en su interesante folletoDe la Revolución de Octubre al Tratado Brest-Litovsk, dice que el giro de Octubre repre-sentó la salvación de la Asamblea Constituyente tanto como la de la revolución en su con-junto. Continúa afirmando: "Fuimos sinceros cuando dijimos que no era posible llegar a la Asamblea Constituyentea través del Pre-Parlamento de Tsereteli (nt3), sino solamente a través de la toma delpoder por los soviets"Y después, pese a esas afirmaciones, el primer paso de Lenin después de la Revolución deOctubre fue... la disolución de esa misma Asamblea Constituyente a la cual, supuestamen-te, se había abierto el camino. ¿Cuáles fueron las razones de un giro tan desconcertante?Trotski discute el asunto en el folleto mencionado. Exponemos aquí sus argumentos."Los meses anteriores a la Revolución de Octubre se caracterizaron por una continuaorientación de las masas hacia la izquierda, los obreros, soldados y campesinos se volca-ron espontáneamente hacia los bolcheviques. En el Partido Social Revolucionario esemismo proceso se expresó en el fortalecimiento de su ala izquierda. Sin embargo, trescuartas partes del total de los puestos en las listas de candidatos socialrevolucionariospertenecían a los viejos nombres de los dirigentes de su ala derecha (...)

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Además, las elecciones se celebraron enlas primeras semanas posteriores a la Re -vo lución de Octubre. Las noticias de loscambios se extendían muy lentamente, encír culos concéntricos que iban de la capi-tal hacia las provincias y de las ciudadesha cia las aldeas. En muchos distritos lasmasas campesinas tenían una idea muy va -ga de lo que sucedía en Petrogrado y enMos cú. Votaban por Tierra y libertad y ele-gían como representantes a los comitéslocales que permanecían bajo la banderade los naródniki (nt4). Pero también vota-ban por Kerenski y Avkxéntiev (nt5), losgobernantes que habían disuelto los comi-tés lo cales y hacían arrestar a sus compo-nentes (...) Este estado de cosas da unaidea de hasta qué punto la AsambleaConstituyente había quedado atrás en eldesarrollo de la lucha política y de losagrupamientos de los partidos".Toda esa descripción está muy bien, yresulta bastante convincente. Pero una nopuede por menos que preguntarse cómo esque personas tan inteligentes como Lenin yTrotski no llegaron a la conclusión quederivaría inmediatamente de esos hechos.Dado que la Asamblea Constituyente refle-jaba una elección muy anterior al virajedecisivo que representa la insurrección deOctubre, y dado que, asimismo, su compo-sición reflejaba un pasado ya desvanecidoy no la nueva situación, se desprende auto-máticamente que tendría que haberse anu-lado la Asamblea Constituyente ya obsole-ta, y convocar de forma inmediata nuevaselecciones a una nueva Asamblea Cons -tituyente. No querían, ni debían, confiar eldestino de la revolución a una Asambleaque reflejaba la Rusia kerenskista de ayer,del periodo de las vacilaciones y las alian-zas con la burguesía. Por lo tanto, lo únicoque quedaba por hacer era convocar unaAsamblea que surgiera de la nueva Rusia yseguir con ella adelante.En lugar de esta conclusión, Trotski extraede las características específicas de lainadecuación de la Asamblea Constituyenteque se formó en octubre una conclusión

general: la inutilidad, durante la revolu-ción, de cualquier representación surgidade elecciones populares basadas en el su -fragio universal."Gracias a la lucha directa y abierta por elpo der -escribe- las masas trabajadorasacu mulan en un brevísimo periodo de tiem-po una gran experiencia política, y en sude sarrollo político ascienden con rapidezde un escalón a otro. Cuanto más extensoes un país, y más rudimentario su aparatotécnico, menores son las posibilidades delengorroso mecanismo de las institucionesde mocráticas de seguir el ritmo de ese de -sa rrollo".Aquí encontramos un cuestionamiento del"mecanismo de las instituciones democráti-cas" como tales.Ante ello, debemos manifestar inmediata-mente que en esa consideración de las ins-tituciones representativas subyace una con-cepción algo rígida y esquemática que escon tradicha expresamente por la experien-cia histórica de toda época revolucionaria.Se gún la teoría de Trotski, toda asambleaelecta no hace sino reflejar, de una vez, ypa ra siempre, sólo la mentalidad, la madu-rez política y el estado de ánimo del electo-rado justo en el momento en que éste con-curre a las urnas. De acuerdo con esto, uncuerpo democrático es el reflejo constantede las masas al final del periodo electoral,del mismo modo que los espacios celestia-les de Herschel siempre muestran los cuer-pos celestes no como son en el momento enque los contemplamos, sino como eran enel momento en que enviaron hacia la tierrasus mensajes luminosos desde las incon -men surables distancias siderales. Se niegaasí toda relación espiritual viva, toda inter-acción permanente, entre el electorado ysus representantes una vez que han sidoelectos.Sin embargo, eso contradice toda la expe-riencia histórica. La experiencia demuestrajustamente lo contrario, es decir, que elfluido vivo del ánimo popular circula y sevuelca continuamente en los organismosrepresentativos, los penetra y los guía. De

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otra manera, ¿cómo sería posible el espec-táculo que, a veces, presenciamos en todoparlamento burgués de las divertidascabriolas de "los representantes del pueblo"que se sienten, súbitamente, inspirados porun nuevo "espíritu" y pronuncian discursostotalmente inesperados?, ¿o encontrarse, endeterminadas oportunidades, con que lasmomias más resecas se comportan comojovencitos, o con los pequeños Schei -denmamn (nt6) más diversos que, de repen-te, empiezan a usar un tono revoluciona-rio... todo esto, claro está, siempre que hayalboroto en las calle, en las fábricas, en lostalleres.¿Habría que renunciar, en medio de larevolución, a la influencia siempre viva delánimo y del nivel político de las masassobre los organismos electos, en favor deun rígido esquema de emblemas y consig-nas de partido? ¡Todo lo contrario! Preci -samente es la revolución la que crea, con sucalor ardiente, esa atmósfera política deli-cada, vibrante, sensible, en el que las olasdel sentimiento popular, el pulso del pue-blo, actúa de la forma más maravillosa, almomento, sobre los órganos representati-vos. De este hecho dependen, con toda se -guridad, los conocidos cambios de escenaque invariablemente se presentan en lasprimeras etapas de toda revolución, cuandolos viejos reaccionarios, o los extremada-mente moderados, que surgieron de unaelección parlamentaria con sufragio limita-do realizada bajo el antiguo régimen, súbi-tamente se transforman en ardientes y he -roicos portavoces del levantamiento. Elejem plo clásico es el del famoso "Parla -mento Largo" de Inglaterra que fue electo yse reunió en 1642, permaneciendo en supuesto siete años completos. En ese perio-do reflejó en su vida interna todos los des-plazamientos y alteraciones del sentimien-to popular, de la madurez política, de lasdiferenciaciones de clase, del progreso dela revolución hasta su culminación, desdelas devotas escaramuzas iniciales cuando elSpeaker del Parlamento permanecía arrodi-llado (nt7), hasta la abolición de la Cámara

de los Lores, la ejecución de Carlos I en1649 y la proclamación de la República.¿Acaso no se repitió la misma maravillosatransformación en los Estados Generalesfran ceses, en el Parlamento censitario deLuis Felipe, e incluso durante la CuartaDuma rusa (y este último ejemplo, el mássorprendente, le fue muy cercano a Trotski)que, electa en el año de gracia de 1909(nt8), bajo el más rígido dominio de la con-trarrevolución, sufrió súbitamente una re -ge neración ante el aliento ardiente de la re -vuelta que se preparaba y se convirtió en unpunto de partida para la revolución?Todo esto sirve para demostrar que "el en -gorroso mecanismo de las instituciones de -mocráticas" cuenta con un poderoso co -rrectivo, el movimiento vivo de las masascon su incensante presión. Y cuanto másdemocráticas son las instituciones, cuantomás fuerte y vivo es el pulso de la vidapolítica de las masas, tanto más directa ycompleta es su influencia, a pesar de losanquilosados consignas partidarias, de lassuperadas y caducas listas electorales, etc. Es evidente que toda institución democráti-ca tiene sus límites y deficiencias, como su -cede con todas las instituciones humanas.Pero el remedio que encontraron Lenin yTrotski, la eliminación de la democraciacomo tal, es peor que la enfermedad que sesupone que va a curar, pues seca la únicafuente viva de la cual puede surgir lacorrección de todos los males innatos a lasinstituciones sociales. Esa fuente es la vidapolítica activa, sin trabas, enérgica, de lasmás amplias masas populares.

El derecho al sufragio Tomemos otro ejemplo llamativo: el dere-cho electoral tal como es entendido por elgobierno soviético (nt9). No queda nadaclaro cuál es la significación práctica quese atribuye al derecho al sufragio. Por lacrítica que Lenin y Trotski hacen a las ins-tituciones democráticas parecería que re -cha zan por principio la representación po -pular basada en el sufragio universal y quequieren apoyarse únicamente en los

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soviets. ¿Por qué, entonces, mantienen unsistema de sufragio universal? Realmenteno queda claro. No sabemos si este derechoal sufragio ha llegado a ponerse en prácticaen algún lugar; no hemos oído hablar deninguna elección para ningún tipo de orga-nismo popular representativo realizada coneste sistema. Lo más probable es que setrate, por así decirlo, de un producto teóri-co, sobre el papel; pero, tal como lo hanpresentado, constituye un producto notablede la teoría bolchevique de la dictadura.Todo derecho al sufragio, como cualquierderecho político en general, no debe medir-se aplicando alguna suerte de patrón abs-tracto de "justicia" o de cualquier otro tér-mino democrático-burgués, sino por lasrelaciones sociales y económicas a las quese debe aplicar. El derecho al sufragio ela-borado por el gobierno soviético está dise-ñado para el periodo de transición de lasociedad burguesa capitalista a la socialis-ta, o sea, para el periodo de la dictadura delproletariado. Pero, conforme a la interpre-tación de esta dictadura por Lenin yTrotski, se garantiza el derecho al votosolamente a aquellos que viven de su pro-pio trabajo y se les niega a todos los demás. Ahora bien; es obvio que un derecho al vo -to de ese tipo tiene sentido solamente enuna sociedad que está en condiciones eco-nómicas de garantizar a todos los que quie-ren trabajar, cualquiera que sea la tarea querealizan, una vida decente y digna de la ci -vi lización. ¿Es ese el caso de Rusia en laactualidad? Rusia se enfrenta con tremen-das dificultades, aislada, como está, delmercado mundial y de sus fuentes de mate-rias primas más importantes. La economíay las relaciones productivas han sufridouna sacudida terrible como resultado de latransformación de las relaciones de propie-dad en la tierra, la industria y el comercio.En tales circunstancias, es evidente que ungran número de personas se encuentransúbitamente desarraigadas, a la deriva, sinninguna posibilidad objetiva de encontrarun empleo para su fuerza de trabajo en elmecanismo económico. Esto no sucede

solamente a los capitalistas y los terrate-nientes sino, también, a amplios sectores dela clase media e incluso en la misma claseobrera. Es un hecho conocido que la reduc-ción de la actividad industrial provocó unregreso masivo del proletariado urbano alcampo, en busca de un lugar de trabajo enla economía rural. En tales circunstancias,otorgar el derecho político al sufragio enfunción de la obligación de trabajar consti-tuye una disposición bastante incomprensi-ble. De acuerdo a la tendencia general, sesupone que solamente los explotadores severían privados de los derechos políticos.Ahora bien, a la vez que la fuerza de traba-jo se ve desarraigada a escala masiva, elgobierno soviético se ve obligado a menu-do a poner la industria nacionalizada enma nos de sus anteriores propietarios, enarrendamiento, por así decirlo. Del mismomodo, el gobierno soviético se vio forzadoa concluir compromisos con las cooperati-vas de consumo burguesas. Más aún, se de -mostró inevitable la utilización de los espe-cialistas burgueses. Otra consecuencia deesta situación es que el Estado mantienecon recursos públicos a sectores cada vezmás amplios del proletariado, como losguardias rojos, etcétera. De hecho, ampliasy crecientes capas de la pequeña burguesíay del proletariado, a las que el mecanismoeconómico no les proporciona los mediospara cumplir con la obligación de trabajar,se ven privadas de sus derechos políticos. No tiene sentido considerar el derecho alsufragio como un producto utópico de lafantasía, desligado de la realidad social. Ypor esta razón no es un instrumento clavede la dictadura proletaria. [En el margenizquierdo del manuscrito de RosaLuxemburgo, sin ninguna referencia, figu-ra un comentario que se reproduce a conti-nuación: "Es un anacronismo, una antici-pación de la situación jurídica adecuada auna economía socialista ya realizada, no alperiodo de transición representado por ladictadura proletaria"].La clase media y la intelligentsia burguesay pequeño-burguesa boicotearon durante

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meses al gobierno soviético después de laRevolución de Octubre haciendo sabotajeen los ferrocarriles, las líneas postales ytelegráficas, el sistema escolar y el aparatoadministrativo, oponiéndose de esta mane-ra al gobierno obrero. Naturalmente estabajustificado que se ejercieran sobre estossectores todas las medidas de presión posi-bles. Estas incluían la privación de losderechos políticos, de los medios económi-cos de subsistencia, etc., a fin de quebrar suresistencia con puño de hierro. Fue precisa-mente de esta manera que se expresó la dic-tadura socialista, que no puede abstenersede usar la fuerza para garantizar o evitardeterminadas medidas que afectan a losintereses del conjunto. Pero cuando se tratade una ley electoral que resulta en la priva-ción del derecho del voto para amplios sec-tores de la sociedad, a los que políticamen-te se coloca fuera de los marcos sociales y,al mismo tiempo, no se está en condicionesde ubicar aunque sea económicamente den-tro de esos marcos; cuando la privación delos derechos no es una medida concretapara lograr un objetivo concreto sino unaley general de largo alcance y efecto dura-dero, entonces no se trata de una necesidadde la dictadura sino de una improvisaciónartificial a la que no se le puede insuflarvida. [En el margen izquierdo del manus-crito de Rosa Luxemburgo, sin ningunareferencia, hay el siguiente comentario:"Esto se aplica tanto a los soviets como a laAsamblea Constituyente y a la ley delsufragio general"]. [En una hoja suelta, sinnumerar, aparece la siguiente nota: "Losbolcheviques tildaban de reaccionarios alos soviets porque su mayoría estaba cons-tituida por campesinos (delegados campe-sinos y delegados soldados). Una vez con-trolados por los bolcheviques, los sovietsse convirtieron en los correctos represen -tan tes de la opinión popular. Este cambiorepentino está relacionado con la paz y conla cuestión agraria"].Pero el tema no se agota con la AsambleaConstituyente y la ley del sufragio. Nohemos considerado hasta ahora la destruc-

ción de las garantías democráticas más im -portantes para una vida pública sana y parala actividad política de las masas trabajado-ras: libertad de prensa, derechos de asocia-ción y reunión, que les son negados a losad versarios del gobierno soviético. Antees tos ataques a los derechos democráticoslos argumentos de Trotski ya citados sobreel carácter engorroso de los organismosdemocráticos electos distan mucho de sersatisfactorios. Por el contrario, es un hechobien conocido e indiscutible que sin unaprensa libre y sin trabas, sin el derecho ili-mitado de asociación y reunión, es imposi-ble pensar en un gobierno de las ampliasmasas del pueblo.

La cuestión de la dictadura Lenin dice que el Estado burgués es un ins-trumento para la opresión de la clase obre-ra, y el Estado socialista un instrumentopara oprimir a la burguesía. En cierta medi-da, dice, es solamente el Estado capitalistainvertido y puesto cabeza abajo. Esta con-cepción simplista olvida el aspecto esen-cial: el dominio de la clase burguesa nonecesita de la instrucción y la educaciónpolítica de las masas populares, por lomenos no más allá de determinados límitesestrechos. Pero para la dictadura proletaria,en cambio, ése es el elemento vital, el airesin el cual no puede subsistir."Gracias a la lucha abierta y directa por elpoder -escribe Trotski- las masas trabaja-doras acumulan en un tiempo muy breveuna gran experiencia política, y en su desa -rrollo político trepan rápidamente un pel-daño tras otro."Aquí Trotski se refuta a sí mismo y a susamigos de partido. ¡Justamente porque esasí, al suprimir la vida pública bloquearonla fuente de la experiencia política y de esedesarrollo! De otro modo tendremos queconvencernos de que la experiencia y eldesarrollo eran necesarios hasta la toma delpoder por los bolcheviques y después,alcanzada la cima, se volvieron ya super-fluos. (El discurso de Lenin: ¡Rusia ya estáganada para el socialismo!).

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En realidad, ¡es todo lo contrario! Las ta -reas gigantescas que los bolcheviques asu-mieron con coraje y determinación exigenla más intensa educación política y acumu-lación de experiencias de las masas.[Los siguientes párrafos aparecen en elmargen izquierdo del manuscrito de RosaLuxemburgo, sin ninguna referencia]. Lalibertad reservada sólo para los que apoyanal gobierno, sólo para los miembros de unpartido (por numerosos que sean) no eslibertad en absoluto. La libertad es siemprey exclusivamente libertad para el que pien-sa de manera diferente. No a causa de nin-gún concepto fanático de la "justicia" sinoporque todo lo que puede ser instructivo,saludable y purificador en la libertad políti-ca depende de esta característica esencial, ysu efectividad desaparece tan pronto comola "libertad" se convierte en un privilegio.El presupuesto tácito de la teoría de la dic-tadura de Lenin-Trotski es que para latransformación socialista hay una recetaprefabricada, guardada ya completa en elbolsillo del partido revolucionario, quesólo requiere ser enérgicamente aplicada.[Los siguientes párrafos aparecen al mar-gen izquierdo del manuscrito de RosaLuxemburgo, sin ninguna referencia]. Losmismos bolcheviques no se atreverán anegar, con la mano en el corazón, que ellostienen que tantear paso a paso el terreno,ensayar, probar, experimentar, intentarahora un camino, luego otro, y que muchasde sus medidas no son precisamente perlasde sabiduría. Las cosas son así y así nosocurrirá a todos nosotros cuando nosencontremos en la misma situación deellos, aunque tampoco es necesario que entodas partes las circunstancias sean tan difí-ciles. Por desgracia -o tal vez por suerte- ésta noes la situación. Lejos de ser una suma derecetas prefabricadas que sólo exigen seraplicadas, la realización práctica del socia-lismo como sistema económico, social yjurídico yace totalmente oculta en la niebladel futuro. En nuestro programa no tene-mos más que unas pocas indicaciones

generales que señalan la dirección generalen la que tenemos que buscar las medidasnecesarias, y las señales son principalmen-te de carácter negativo. Así sabemos apro-ximadamente lo que hay que suprimir enprimer término para dejar libre el camino auna economía socialista. Sin embargo,cuando se trata del carácter de las miles demedidas concretas, prácticas, grandes ypequeñas, necesarias para introducir losprincipios socialistas en la economía, en elderecho y en todas las relaciones sociales,no hay programa ni manual de ningún par-tido socialista que proporcione la solución.Esto no es una carencia, sino precisamentelo que hace al socialismo científico supe-rior a todas sus variedades utópicas.El sistema social socialista será, y sólopuede ser así, un producto histórico, surgi-do de las propias experiencias en el cursode su realización, un resultado del desarro-llo de la historia viva, la cual (al igual quela naturaleza orgánica, de la que, en últimainstancia, forma parte) tiene la saludablecostumbre de producir, al mismo tiempo, lanecesidad social real y los medios de satis-facerla, el objetivo simultáneamente a lasolución. Si las cosas son así, es evidenteque el socialismo, por su propia naturaleza,no puede ser impuesto, no se puede intro-ducir por decreto.El socialismo exige como requisito previouna cantidad de medidas de fuerza contra lapropiedad, etc. Lo negativo, la destrucción,puede decretarse; lo positivo, la construc-ción, no. Territorio nuevo. Miles de proble-mas. Sólo la experiencia puede corregir yabrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obs-táculos, efervescente, puede imaginar milesde formas nuevas, improvisar, liberar lafuerza creadora, corregir espontáneamentelas equivocaciones. Es por ese motivo quela vida pública de los países con libertadlimitada es tan deficiente, tan miserable,tan rígida, tan estéril, precisamente porque,al excluirse la democracia, se tapona lafuente viva de toda riqueza espiritual y pro-greso. (Una prueba: el año 1905 y losmeses de febrero a octubre de 1917). Lo

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que es verdadero y de carácter político enesto, se aplica también a la vida económicay social. Toda la masa del pueblo debe par-ticipar. De otra manera, el socialismo serádecretado desde unos cuantos escritoriosoficiales por una docena de intelectuales. El control público es absolutamente nece-sario. De otra manera el intercambio deexperiencias se estanca en el círculo cerra-do de los funcionarios del nuevo régimen.La corrupción se torna inevitable (Palabrasde Lenin, boletín n° 29 de la Unión deSociedades de Votantes Socialdemócratasde Berlín). La práctica del socialismo exigeuna completa transformación espiritual delas masas degradadas por siglos de domina-ción burguesa. Los instintos sociales enlugar de los egoístas, la iniciativa de lasmasas en lugar de la inercia, el idealismoque supera todo sufrimiento, etc. Nadie losabe mejor, lo describe de manera máspenetrante, lo repite más obstinadamenteque Lenin. Pero está completamente equi-vocado en los medios que utiliza. Losdecretos, la fuerza dictatorial del supervi-sor de fábrica, los castigos draconianos, eldominio por el terror... todas estas cosasson sólo paliativos. El único camino queconduce al renacimiento pasa por la escue-la de la vida pública, la democracia másamplia posible y la opinión pública. Es elgobierno por el terror lo que desmoraliza. Cuando desaparece todo esto, ¿qué quedarealmente? En lugar de los organismosrepresentativos surgidos de eleccionespopulares generales, Lenin y Trotskiimplantaron los soviets como única repre-sentación auténtica de las masas trabajado-ras. Pero con el sofocamiento de la vidapolítica en el conjunto del país, la vida delos soviets también se deteriorará cada vezmás. Sin elecciones generales, sin unairrestricta libertad de prensa y reunión, sinun libre debate, la vida muere en toda insti-tución pública, se torna una mera aparien-cia de vida, en la que sólo queda la burocra-cia como elemento activo. La vida públicase adormece gradualmente, dirigen y go -biernan unas pocas docenas de dirigentes

del partido dotados de una energía inagota-ble y un idealismo ilimitado. Entre ellos, enrealidad dirigen efectivamente sólo unadocena de cabezas brillantes y, de vez encuando, se convoca a una élite de la claseobrera a reuniones donde deben aplaudirlos discursos de los dirigentes, y aprobarpor unanimidad las resoluciones presenta-das. En el fondo, entonces, se trata de unacamarilla. Es una dictadura, es cierto, perono la dictadura del proletariado sino la deun grupo de políticos, es decir, una dictadu-ra en el sentido burgués, en el sentido deldominio de los jacobinos (¡la postergacióndel Congreso de los Soviets de periodos detres meses a periodos de seis meses!). Sí,esta situación puede ir aun más lejos; esascondiciones deben causar inevitablementeuna deshumanización de la vida pública:atentados, fusilamiento de rehenes, etc.

Contra la corrupcióny el lumpenproletariado[El contenido de este apartado aparece enuna hoja suelta del manuscrito]Un problema muy importante en toda revo-lución es el de la lucha contra el lumpen -pro letariado. En Alemania, como en cual-quier otra parte, tendremos que enfrentar-nos a ello. El elemento lumpenproletariotie ne raíces profundas en la sociedad bur -gue sa. No es solamente una categoría espe-cial, una especie de escoria social, que cre -ce enormemente cuando se derrumban losci mientos del orden social sino, también,una parte integrante de dicho orden. Los a -contecimientos de Alemania -y en mayor omenor medida los de otros países- demues-tran con qué facilidad todos los sectores dela sociedad burguesa pueden de gradarse.Los matices entre las especulaciones co -merciales y bursátiles, los negocios ficti-cios, la adulteración de alimentos, el frau-de, la malversación de fondos públicos, elrobo, el hurto, el asalto, se confunden de talmodo que desaparece la línea divisoria en -tre la ciudadanía honorable y la delincuen-cia. Se repite el mismo fenómeno que con-duce a la rápida degradación de las aparen-

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tes virtudes de los dignatarios burguesescuan do son trasplantados al terreno socialex traño de las colonias de ultramar. Con elderrumbe de las barreras y soportes con -ven cionales de la moralidad y de la ley, laso ciedad burguesa, cuya norma íntima deexistencia es la más profunda de las inmo-ralidades, la explotación del hombre por elhom bre, recae directa y desenfrenadamenteen la delincuencia. La revolución proletariatendrá que luchar en todas partes contra es -te enemigo, instrumento de la contrarrevo-lución. También en relación a este aspecto, el te -rror constituye una espada sin punta, por nodecir de doble filo. Las medidas más durasde la ley marcial son impotentes frente ales tallido del desorden lumpenproletario.Por cierto, todo régimen persistente de es -tado de sitio prolongado lleva inevitable-mente a la arbitrariedad, y toda forma dear bitrariedad tiende a depravar a la socie-dad. Las únicas medidas efectivas en ma -nos de la revolución proletaria son, comosiempre, medidas radicales de carácter po -lítico y social, la transformación lo más rá -pida posible de las condiciones sociales dela vida de las masas; despertar el idealismorevolucionario, que puede mantenerse du -rante un largo tiempo sólo si las masas lle-van una vida intensamente activa en condi-ciones de una ilimitada libertad política. Así como la libre acción de los rayos sola-res constituye el remedio más efectivo, pu -rificador y curativo contra las infecciones ylos gérmenes, así también, el único sol cu -rativo y purificador es la revolución mismay su principio renovador, la vida espiritual,la actividad y la iniciativa de las masas quesurgen con la revolución y que deben desa -rrollarse en la más amplia libertad política. [Los siguientes párrafos aparecen en elmanuscrito en el margen izquierdo como sifueran el esquema de los párrafos queanteceden] Discurso de Lenin sobre la dis-ciplina y la corrupción. En nuestro caso, como en cualquier otro,será inevitable la anarquía. El elementolum penproletario está profundamente en -

quistado en la sociedad burguesa y es inse-parable de ella. Pruebas: 1- Prusia Oriental, los saqueos "cosacos". 2- La irrupción generalizada del saqueo yel robo en Alemania (trampas, personalpos tal y ferroviario, policía, disolucióntotal de límites entre la sociedad bien orde-nada y la delincuencia).3- La rápida degeneración de los dirigentessindicales. Contra esto son impotentes las medidasdra conianas del terror. Por el contrario,pro ducen una corrupción aun mayor. Laúnica antitoxina: el idealismo y la actividadsocial de las masas, en libertad política ili -mi tada. Es una ley objetiva todopoderosa ala que no puede escapar ningún partido.

Democracia y dictadura El error fundamental de la teoría de Leniny Trotski es que ellos, igual que Kauts ky,contraponen dictadura y democracia. "Dic -tadura o democracia", es como plantean lacuestión tanto los bolcheviques comoKauts ky. Éste se decide naturalmente en fa -vor de "la democracia", es decir, de la de -mocracia burguesa, precisamente porque laopone a la alternativa de la transformaciónsocialista. Lenin y Trotski, por el contrario,optan por la dictadura frente a la democra-cia, se deciden a favor de la dictadura de unpuñado de personas, es decir de la dictadu-ra según el modelo burgués. Son dos poloscontrapuestos, ambos igualmente alejadosde una auténtica política socialista.El proletariado, cuando toma el poder, nopodrá nunca seguir el buen consejo que leda Kautsky, de renunciar a la revoluciónsocialista y dedicarse a la democracia, conel pretexto de "la inmadurez del país". Nopuede seguir este consejo sin traicionarse así mismo, a la Internacional y a la revolu-ción. Tiene el derecho y el deber ineludiblede acometer inmediatamente medidas so -cia listas, de la manera más enérgica, infle-xible y firme, en otras palabras, ejercer ladictadura, pero una dictadura de la clase,no de un partido o de una camarilla.

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Dictadura de la clase significa, en el senti-do más general, la participación más activay amplia posible de la masas populares, enun régimen de democracia ilimitada."Como marxistas -escribe Trotski- nuncafuimos adoradores fetichistas de la demo-cracia formal” Es cierto que nunca fuimosadoradores fetichistas de la democracia for-mal. Tampoco fuimos nunca adoradoresfetichistas del socialismo ni tampoco delmarxismo. ¿Se desprende de esto que tam-bién debemos tirar el socialismo o el mar-xismo por la borda, a la manera de Cunow,Lensch y Parvus (nt10), si nos resulta incó-modo? Trotski y Lenin constituyen la nega-ción viva de esta respuesta."Nunca fuimos adoradores fetichistas de lademocracia formal" significa: siempre he -mos diferenciado el contenido social de laforma política de la democracia burguesa,siem pre hemos denunciado el amargo con-tenido de desigualdad social y falta de li -bertad que se esconde bajo la dulce cober-tura de la igualdad y la libertad formales.Nuestro objetivo no ha sido repudiar laigualdad y la libertad, sino impulsar a lacla se obrera a no contentarse con la cober-tura y cumplir su misión histórica, conquis-tar el poder político no para eliminar lademocracia sino para crear una democraciasocialista que sustituya a la democraciaburguesa. La democracia socialista no es algo quecomienza en la tierra prometida, despuésde creados los fundamentos de la economíasocialista, no llega como una especie deregalo navideño para el heroico puebloque, hasta entonces, apoyó fielmente a unpu ñado de dictadores socialistas. La demo-cracia socialista comienza simultáneamen-te con la destrucción del dominio de clase yla construcción del socialismo. Comienzaen el momento exacto de la toma del poderpor el partido socialista. Es lo mismo que ladictadura del proletariado.¡Sí, dictadura! Pero esta dictadura consisteen una manera de aplicar la democracia, noen su eliminación. Consiste en el ataqueenérgico y resuelto a los derechos bien

arraigados en las relaciones económicas dela sociedad burguesa, intervenciones sin lascuales no puede llevarse a cabo una trans-formación socialista. Pero esta dictaduradebe ser obra de la clase y no de una peque-ña minoría de dirigentes que actúan ennombre de la clase; es decir, debe avanzarpaso a paso partiendo de la participaciónactiva de las masas; debe estar bajo suinfluencia directa, debe estar sujeta al con-trol público; debe surgir de la educaciónpolítica creciente de la masas populares.Con seguridad, también los bolcheviqueshubieran actuado de esta manera de nohaber sufrido la terrible presión de la gue-rra mundial, la ocupación alemana y todaslas dificultades extraordinarias que trajeronconsigo esos hechos, lo que inevitablemen-te tenía que distorsionar cualquier políticasocialista, por más que estuviera imbuidade los mejores principios e intenciones.Un claro argumento en este sentido loconstituye el uso tan extendido del terrorque hace el gobierno soviético, especial-mente en el periodo más reciente, antes delcolapso del imperialismo alemán y despuésdel atentado contra la vida del embajadoralemán. El lugar común de que en las revo-luciones no todo es de color de rosa resultabastante insuficiente.Todo lo que ocurre en Rusia es comprensi-ble y refleja una cadena inevitable de cau-sas y efectos, que comienza y termina en elfracaso del proletariado en Alemania y lain vasión de Rusia por el imperialismo ale-mán. Sería exigirles algo sobrehumano aLe nin y sus camaradas pretender que en ta -les circunstancias, como por encanto, apli -quen la mejor de las democracias, la másejemplar dictadura del proletariado y dis-pongan de una floreciente economía so cia -lista. Con su decidida posición revolucio-naria, su energía ejemplar en la acción y suinquebrantable lealtad al socialismo inter-nacional, hicieron todo lo posible en unascondiciones endiabladamente difíciles. El peligro comienza cuando hacen de la ne -cesidad una virtud, y pretenden cristalizaren un sistema teórico acabado todas las tác -

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ti cas que se han visto obligados a adoptardebido a esas fatales circunstancias y pre -ten den recomendarlas al proletariado inter-nacional como el modelo de la táctica so -cial ista. Cuando actúan de esta manera, o -cul tando su genuino e incuestionable papelhistórico bajo la hojarasca de los pasos enfal so que la necesidad les obligó a dar,pres tan un mal servicio al socialismo inter-nacional por el que lucharon y sufrieron. Yes que pretenden introducir como nuevosdescubrimientos todas las distorsiones pro-ducidas en Rusia por necesidad y fuerzama yor, distorsiones que, en última instan-cia, son sólo un producto secundario de laban carrota del socialismo internacional enla actual guerra mundial. Los socialistas gubernamentales alemanespueden clamar que el gobierno bolcheviquede Rusia es una expresión distorsionada dela dictadura del proletariado. Si lo ha sido,o lo es todavía, se debe a la forma de actuardel proletariado alemán, que a su vez repre-senta una expresión distorsionada de la lu -cha de clases socialista. Todos estamos su -jetos a las leyes de la historia, y el ordena-miento socialista de la sociedad sólo podrárealizarse internacionalmente. Los bolche-viques demostraron ser capaces de dar todolo que se puede pedir a un partido verdade-ramente revolucionario dentro de los lími-tes de las posibilidades históricas. No pue-den hacer milagros. Y una revolución pro-letaria modelo en un país aislado, agotadopor la guerra mundial, estrangulado por elim perialismo y traicionado por el proleta-riado mundial, sería un milagro. Lo importante es saber distinguir en la polí-tica de los bolcheviques lo esencial de loacce sorio, el meollo de las excrecenciasacci dentales. En el momento actual, cuan-do nos esperan luchas decisivas en el mun -do entero, la cuestión del socialismo fue ysigue siendo el problema más candente dela época. No se trata de tal o cual cuestióntáctica secundaria, sino de la capacidad deacción del proletariado, de la energía paraactuar de las masas, de la voluntad socialis-ta de tomar el poder. Desde esta perspecti-

va, Lenin, Trotski y sus amigos fueron losprimeros, los que fueron a la cabeza comoejemplo para el proletariado mundial, sontodavía los únicos, hasta ahora, que puedencla mar con Hutten: "Me he atrevido!"(nt11). Esto es lo esencial y duradero de lapo lítica bolchevique. En este sentido, suyoes el mé rito imperecedero de haberse colo-cado en la vanguardia del proletariado in -ter nacional en la conquista del poder políti-co y haber planteado en la práctica el pro -ble ma de la realización del socialismo, deha ber dado un gran paso adelante en lapug na mundial entre el capital y el trabajo.En Rusia solamente podía plantearse elpro blema. No podía resolverse. Y en estesentido, el futuro en todas partes perteneceal "bolchevismo".

Notas de la traducción(nt1) La convocatoria de una AsambleaCons tituyente elegida por sufragio univer-sal que redactase una Constitución y esta -ble ciese una forma democrática de gobier-no del país fue una de las principales exi-gencias de todos los partidos liberales y so -cia listas desde la revolución rusa de 1905.Con la caída del zar Nicolás II durante laRe volución de Febrero de 1917, el poderdel Estado fue asumido por el GobiernoPro visional de Rusia, que se comprometióa la convocatoria de una Asamblea Consti -tuyente con el apoyo de todos los partidosli be rales y socialistas. El Gobierno Pro vi -sional retrasó a lo largo de meses dichacon vocatoria. El 25 de octubre de 1917 losbolcheviques derribaron al Gobierno Pro -visional por medio del Soviet de Petro gra -do y el Comité Militar Revolucionario. Lafe cha de comienzo de las elecciones a laAsamblea Constituyente continuó siendo lafijada por el derrocado Gobierno provisio-nal, y se celebraron entre el 12 y el 14 deno viembre de 1917. A pesar de los retrasos,y las dificultados en el recuento, el resulta-do de las elecciones a la Asamblea fue unaclara victoria de los socialrevolucionariosque obtuvieron una mayoría tanto de losvo tos de los electores como de escaños,

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mien tras que los bolcheviques lograron po -co menos de un cuarto de los sufragios. Laúnica sesión de la Asamblea Constituyentese celebró el 5 de enero de 1918. Al día si -guiente, los diputados encontraron el edifi-cio cerrado y la Asamblea Constituyentede clarada disuelta por el Gobierno bolche-vique, mediante un decreto. Dos días mástar de, se reunió el III Congreso de los So -viets, formado por una abrumadora mayo-ría de bolcheviques y socialrevolucionariosde izquierda que aprobaron la disolución.La supresión de la Asamblea y la crecienterepresión contra los partidos de oposiciónal Gobierno bolchevique facilitaron el des-encadenamiento de la guerra civil. [Todas las fechas indicadas en la notacorresponden al calendario juliano](nt2) Aleksándr Fiódorovich Kérenski(1881-1970) fue un destacado político delpar tido social-revolucionario, abogado depro fesión, que desempeñó un importantepa pel po lítico tras el derrocamiento del ré -gimen za rista en Rusia. Fue el segundo yúl timo primer ministro del Gobierno Pro -visional instaurado tras la Revolución deFebrero y su figura principal. Fue capaz dehacer fracasar el golpe derechista del gene-ral Kornílov, pero no pudo evitar que losbol cheviques tomaran el poder.(nt3) El Pre-Parlamento fue una asambleade 1198 delegados designados por el go -bierno provisional a propuesta de distintasor ganizaciones políticas y sociales para pa -liar el retraso de la elección de la AsambleaConstituyente. Se reunió por primera vezen septiembre de 1917 en Petrogrado.(nt4) Los naródniki o populistas fueron re -volucionarios rusos anti-zaristas que tuvie-ron mucha importancia en las décadas de1860 y 1870. Defendían una especie de so -cialismo construido a partir de las comunaslocales. Su primera organización se llama-ba Tierra y Libertad.(nt5) Nikolái Dmítrievch Avkxéntiev(1878-1943) fue un importante dirigentedel ala derecha del partido socialrevolucio-nario y presidente del Pre-Parlamento. Fueministro del Interior del gobierno provisio-

nal durante los meses del verano de 1917.Sus medidas de represión de los comités lo -cales, que menciona Rosa Luxemburgo,mer maron la popularidad de su partidoentre campesinos y soldados y facilitaron lapropaganda bolchevique.(nt6) Philipp Heinrich Scheidemann (1865-1939) fue destacado dirigente del partidoso cialdemócrata alemán. Periodista y di pu -tado. Durante la I Guerra Mundial, juntocon Friedrich Ebert, fue líder de la fracciónmayoritaria del partido, que apoyó la con ti -nuación de la guerra, limitándose su oposi-ción a exigir la rápida negociación de uncom promiso de paz. Cuando los social de -mó cratas fueron incluidos en el gobierno,Schei demann fue ministro sin cartera. Par -ti cipó en la proclamación de la Re pú bli cael 9 de noviembre de 1918 y ocupó el pues -to de primer canciller de la república deWeimar.(nt7) Referencia a un célebre episodio delPar lamento Largo cuando era su SpeakerWi lliam Lenthall. Carlos I, violando los de -rechos del Parlamento, penetró en la Cáma -ra e interrogó a Lenthall sobre la presenciade determinados miembros acusados detrai ción. Lenthall se arrodilló y, con granco raje, dijo: "No tengo otros ojos para verni otra lengua para hablar que los que laCámara me proporciona".(nt8) En realidad, 1912.(nt9) Se refiere a los preceptos de la Cons -titución Soviética aprobada por el V Con -greso Pan-Ruso de los Soviets el 10 de ju -lio de 1918.(nt10) Heinrich Cunow (1862-1936) y PaulLensch (1873-1926) fueron miembros delpar tido socialdemócrata alemán, escritoresy editores. Alexander Parvus (1867-1924),nacido en Bielorrusia, escritor y periodista,tuvo una destacada participación en lasactividades del partido socialdemócrataalemán y del ruso.(nt11) Referencia al título de una poesía deUlrich von Hutten (1488-1523) y a unaexpresión presente en muchas de sus com-posiciones que evoca la rebelión de laReforma frente al Papado.

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Contra la pena de muertey otras cuestiones de honor (1918)

Publicado en Die Rote Fahne, 18 de noviembre de 1918

No pedíamos ni el perdón ni la amnistía para los presos políticos prisioneros del viejoorden. Exigíamos a través de la lucha y la revolución el derecho a la libertad para los cien-tos de personas valientes y leales que gemían en las cárceles y fortalezas porque, bajo ladictadura de los criminales imperialistas, habían luchado por el pueblo, por la paz y por elsocialismo. a través de la lucha y la revolución.Ahora estamos todos en libertad. Nos encontramos nuevamente en las filas, listos para elcombate. No fue la camarilla de Scheidemann y sus aliados burgueses, con el príncipe Maxvon Baden a la cabeza, quienes nos liberaron. Fue la revolución proletaria la que hizo sal-tar las puertas de nuestras celdas.Pero hay otra clase de infelices habitantes de esas sombrías mansiones que han sido com-pletamente olvidados. Nadie piensa ahora en las figuras pálidas y tristes que suspiran traslos barrotes de la prisión por haber cometido delitos menores. Sin embargo, también ellosson víctimas desgraciadas del orden social infame contra el cual lucha la revolución. Vícti -mas de la guerra imperialista que ha llevado la desgracia y la miseria hasta los límites másextremos, víctimas de esa terrible carnicería que liberó los instintos más bajos.La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar alos tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas. Los especuladoresque ganaron millones durante la guerra han sido absueltos o han recibido penas ridículas.Los ladronzuelos, hombres y mujeres, han sido castigados con severas penas de cárcel.Agotados por el hambre y el frío, en celdas sin calefacción, estos seres abandonados porla sociedad esperan piedad y compasión. Esperan en vano. El último de los Hohenzollernolvidó a estos infelices en medio del baño de sangre entre las naciones y la erosión delpoder imperial, Durante cuatro años, desde la conquista de Lieja, no ha habido una solaamnistía, ni siquiera en la festividad oficial de los esclavos alemanes, el cumpleaños delkáiser.La revolución proletaria debería iluminar la oscura vida de las prisiones con un pequeñoacto de piedad, Debe reducir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos dis-ciplinarios -las cadenas y los castigos corporales-, mejorar en lo posible la atención médi-ca, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor! El sistemapenal imperante, impregnado de un brutal espíritu de clase y de barbarie capitalista, debe-ría modificarse radicalmente. Se debe emprender una reforma radical del sistema de penas.Pero un sistema completamente nuevo, acorde con el espíritu del socialismo, sólo puedebasarse en un nuevo orden social y económico. Todos los crímenes y los castigos hundensus raíces profundamente en la organización social.

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Sin embargo, hay una medida radical quepuede tomarse sin complicados procesoslegales. La pena de muerte, la vergüenzamayor del ultrarreaccionario código ale-mán, debería ser eliminada de inmediato.¿Por qué vacila en hacerlos este gobiernode obreros y soldados? Hace doscientos años Beccaria denunció laignominia de la pena capital. ¿No existeesta ignominia para vosotros, Ledebour,Barth, Däumig? No tenéis tiempo, tenéismil problemas, mil dificultades, mil tareasos aguardan. Cierto. Pero, calculad, reloj enmano, el tiempo que se necesita para decir:"¡Queda abolida la pena de muerte!" ¿Di -réis que para resolver este problema se re -quieren largas deliberaciones y votaciones?¿Os perderías así en la maraña de las com-plicaciones formales, los problemas de ju -risdicción, la burocracia departamental?¡Ah! ¡Qué alemana es esta revolución!¡Qué charlatana y pedante! ¡Qué rígida,inflexible y carente de grandeza!La olvidada pena de muerte es sólo unpequeño detalle aislado. Pero, ¡cuántasveces son esos pequeños detalles los quetraicionan el espíritu profundo de la totali-dad!Tomemos cualquier historia de la GranRevolución Francesa, por ejemplo, la abu-rrida crónica de Mignet. ¿Es posible leerlasin que el corazón nos lata con fuerza y nosarda la frente? Quien la haya abierto en unapágina cualquiera, ¿puede cerrarla antes dehaber oído, conteniendo el aliento, la últi-ma nota de esa grandiosa tragedia? Escomo una sinfonía de Beethoven elevada alo grandioso y a lo grotesco, una tempestadtronando en el órgano del tiempo, grande ysoberbia en sus errores al igual que en sushazañas, en la victoria tanto como en laderrota, en el primer grito de júbilo ingenuoy en el último suspiro. ¿Y qué ocurre eneste momento en Alemania? En todo, seagrande o pequeño, uno siente que nosencontramos siempre con los viejos y cau-telosos ciudadanos de la vieja socialdemo-cracia, para quienes el carnet de afiliado estodo, y el hombre y el espíritu, nada. No

debemos olvidar, sin embargo, que no sehace Historia sin grandeza de espíritu, sinuna elevada moral, sin gestos nobles.Al abandonar Liebknecht y yo las hospita-larias salas donde hemos vivido en los últi-mos tiempos -él entre sus pálidos compañe-ros de penitenciaría, y yo con mis pobres,queridas ladronas y mujeres de la calle, conquienes pasé tres años y medio de mi vida-pronunciamos este juramento, mientras nosseguían con sus ojos tristes: "¡No os olvida-remos!"¡Exigimos al Comité ejecutivo de los Con -sejos de Obreros y Soldados que tome me -didas inmediatas para mejorar la situaciónde los prisioneros en las cárceles alemanas!¡Exigimos que se elimine inmediatamentela pena de muerte del código penal alemán!Durante los cuatro años de masacre impe-rialista de los pueblos, la sangre fluyó entorrentes. Hoy, cada gota de ese preciosofluido debería preservarse devotamente enurnas de cristal.La más inflexible energía revolucionaria yel humanismo más generoso son la verda-dera esencia del socialismo. Hay que cam-biar el mundo completamente, pero cadalágrima vertida que pudiera haber sido evi-tada es una acusación y comete un crimenquien, en su afán por cumplir una tareaimportante, aplasta, por falta de cuidado, aun pobre ser indefenso.

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La única manerade hacer socialismoes que lo haga cada trabajador

Fragmentos del discurso "Nuestro programa y la situación política"ante el Congreso de fundación del Partido Comunista alemán,1/1/1919

Puede encontrarse una traducción al castellano del discurso com-pleto, aunque diferente a la aquí realizada, en:https://www.marxists.org/espanol/luxem/1918/12/31.htm

(...) Como sabéis, el Manifiesto Comunista consideraba que el socialismo, la realizaciónde los objetivos socialistas, era la tarea inmediata de la revolución proletaria. Esta fue laconcepción que Marx y Engels defendieron durante la revolución de 1848. La considera-ban el fundamento de la acción proletaria internacional. Ambos, junto a las mentes másrelevantes del movimiento proletario, creían que su tarea inmediata era introducir el socia-lismo y que para para que el socialismo se realizase inmediatamente bastaba con llevar acabo la revolución política, tomar el poder del Estado. Posteriormente, Marx y Engels revi-saron por completo este punto de vista (...)."En muchos aspectos este pasaje (n1) se escribiría hoy de manera muy diferente. Dado elinmenso progreso de la gran industria en los últimos 25 años y el progreso paralelo que halogrado la clase obrera en su organización como partido, y dadas las experiencias de larevolución de febrero de 1848 y, especialmente, de la Comuna de París, que por dos mesespuso el poder político en manos del proletariado por primera vez, este programa ha enve-jecido en ciertos aspectos. La Comuna, en particular, ha demostrado que no es suficienteque la clase trabajadora se apodere de la máquina de Estado para que ésta sirva a sus pro-pios fines " [prefacio redactado para la edición del Manifiesto Comunista en 1872].

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En aquel entonces, al revisar los errores eilusiones de 1848, se creía que el proleta-riado aún tenía un camino casi infinito porrecorrer antes de que el socialismo se hicie-ra realidad. Por supuesto, los teóricosserios nunca han fijado una fecha determi-nada e imperativa para el colapso del capi-talismo; pero se suponía vagamente que elcamino aún sería muy largo; eso es lo quese deduce de cada línea del prefacio queEngels escribió en 1895. Pero ahora pode-mos hacer un balance. ¿No ha sido muybreve el lapso de tiempo transcurrido si locomparamos con el desarrollo de las anti-guas luchas de clases? Setenta años de de -sa rrollo del gran capitalismo han bastadopara pensar seriamente en la posibilidad deerradicar el capitalismo. Más aún: no sólopodemos abordar esa tarea, no sólo es nues-tro deber para el proletariado, sino queresolverla es la única salida posible para lasupervivencia de la sociedad humana.(...) El socialismo se ha convertido en unanecesidad, no sólo porque el proletariadono quiera vivir en las condiciones materia-les reservadas para él por las clases capita-listas, sino porque estamos en peligro deextinción si el proletariado no cumple consu deber de clase realizando el socialismo.(...) Creo poder decir con orgullo que estees el congreso constitutivo del único parti-do socialista revolucionario alemán; coin-cide, aunque no por casualidad, con unpunto de inflexión en el desarrollo de larevolución alemana. Se puede decir quecon los acontecimientos de los últimos díasha finalizado la fase inicial de la revoluciónalemana y que estamos entrando en unasegunda etapa más avanzada de su desarro-llo; hacer nuestra autocrítica, emprender unexamen crítico exhaustivo de lo que hemoslogrado, creado o descuidado, es nuestrode ber común, así como la fuente de un co -nocimiento mejor y más profundo de caraal futuro. Esto nos permitirá tomar impulsopara seguir adelante.Echemos un vistazo a la primera fase de larevolución que acaba de terminar. Comen -zó el 9 de noviembre de 1918. No debe sor-

prendernos que estuviera llena de insufi-ciencias y debilidades. Tuvo lugar tras cua-tro años de guerra, cuatro años durante loscuales el proletariado alcanzó un nivel deinfamia y de negación de sus tareas socia-listas sin igual en ningún otro país, a causade la educación que había recibido de lasocialdemocracia y de los sindicatos.Si como marxistas y socialistas nos situa-mos en la perspectiva del desarrollo histó-rico, no podíamos esperar el surgimientorepentino, el 9 de noviembre de 1918, deuna revolución grandiosa, animada por laconciencia de clase y por los objetivos aalcanzar, en una Alemania que ofreció unaimagen espantosa desde aquel 4 de agostode 1914 [fecha en la que la socialdemocra-cia votó a favor de los créditos de guerra].Lo que vivimos el 9 de noviembre fue, ensus tres cuartas partes, un colapso del impe-rialismo existente, más que la victoria deun nuevo principio. Simplemente, para elimperialismo, coloso con pies de barro,podrido desde dentro, había llegado elmomento, tenía que desmoronarse; lo quesiguió fue un movimiento más o menoscaótico, sin un plan de batalla, muy pococonsciente. El único vínculo coherente, elúnico principio constante y liberador seresumía en un lema: creación de consejosde trabajadores y soldados. Fue la consignade esta revolución, a la que inmediatamen-te dio un especial tinte de revolución socia-lista proletaria, a pesar de las insuficienciasy debilidades de los primeros momentos(...).Precisamente en ese lema, que distinguefundamentalmente nuestra revolución detodas las revoluciones burguesas que laprecedieron, reside el vínculo de la unidadinternacional presente en nuestra acción.Un hecho caracteriza las contradiccionesdialécticas en las que, como todas lasdemás revoluciones, se movió esta revolu-ción: el 9 de noviembre, al emitir su primerberrido, la revolución encontró los térmi-nos que nos conducirán al socialismo: con-sejos de trabajadores y soldados; unaexpresión que nos agrupó a todos.

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El 9 de noviembre, muy desde abajo, larevolución encontró instintivamente estafór mula. A causa de sus insuficiencias y de -bilidades, de la falta de iniciativa personaly de carencia de ideas claras sobre lo queera necesario hacer, dejó escapar, en sólodos días, la mitad de los instrumentos depoder conquistados el 9 de noviembre. Estomuestra, por un lado, que la actual revolu-ción está sujeta a la todopoderosa ley de lanecesidad histórica; alcanzaremos nuestroobjetivo paso a paso, a pesar de las dificul-tades, las complicaciones y los errores per-sonales. Por otro lado, al cotejar ese clarolema con las insuficiencias de su realiza-ción práctica, debe decirse que hablamosde los primeros balbuceos de la revolucióny que ésta tendrá que hacer un gran esfuer-zo y recorrer un largo camino antes de ma -durar lo bastante como para ser capaz derea lizar plenamente sus primeros lemas.El proletariado ha perdido toda ilusión enla conjunción Ebert-Scheidemann-Haaseen un gobierno "socialista" (nt2). Ebert-Scheidemann han perdido la ilusión de po -der domesticar a la larga a los proletariosen sus monos de trabajo con la ayuda de losproletarios enfundados en uniformes desol dado. La burguesía ha perdido la ilusiónen que, con la mediación de Ebert-Scheidemann-Haase, pueda conseguir con-fundir a la revolución socialista en Alema -nia respecto a cuales son sus objetivos. Pe -ro si la primera fase de la revolución sóloha dejado tras de sí estos miserables jiro-nes, de ello podría aprovecharse el proleta-riado, porque nada es más perjudicial parala revolución que las ilusiones. Nada esmás útil que la verdad franca y clara.¿Cuáles son las perspectivas futuras de de -sa rrollo, ahora que hemos pasado la prime-ra fase? Por supuesto, no se trata de hacerprofecías, sino de extraer las consecuenciaslógicas de lo que hemos vivido hasta ahoray deducir los caminos previsibles de la evo-lución futura para configurar nuestra tácti-ca y nuestros métodos de lucha.¿Por dónde prosigue el camino? Las decla-raciones del nuevo gobierno Ebert-

Scheidemann son un claro indicador al res-pecto. ¿Qué curso puede seguir el "gobier-no socialista" cuando todas las ilusioneshan desaparecido? Cada día que pasa estegobierno pierde algo más de apoyo en lasgrandes masas del proletariado. Ya sólo lesostienen, además de la pequeña burguesía,algunos pobres residuos proletarios, perono está claro cuanto tiempo seguirán apo-yando a Ebert-Scheidemann. Estos perde-rán cada vez más el apoyo de los soldados,porque los soldados ya han entrado en elcamino de la crítica y comienzan a tomarconciencia de sí mismos; por supuesto, esteproceso comienza lentamente, pero no pue -de detenerse hasta la plena conciencia so -cialista.Ebert-Scheidemann perdieron su créditocon la burguesía porque no se mostraron losuficientemente fuertes. ¿Qué harán ahora?Muy pronto dejarán de lado la farsa de lapolítica socialista; leyendo su nuevo pro-grama se observa enseguida que avanzan atoda máquina hacia la segunda fase, la decontrarrevolución abierta e incluso podríadecir que irán hacia la restauración de lascondiciones anteriores a la revolución.(...) Ebert-Scheidemann, pura y simple-mente, se han involucrado en la línea derestauración de las condiciones existenteantes del 9 de noviembre. Pero por esomismo se han arrojado por un plano incli-nado y terminarán con los miembros rotosen el fondo del abismo, ya que la restaura-ción de las condiciones previas al 9 denoviembre había sido ya superada en esamisma fecha y hoy Alemania está a kilóme-tros de esa posibilidad. El gobierno se veráobligado a seguir una política contrarrevo-lucionaria cada vez más violenta para man-tener el apoyo de la burguesía, la únicaclase cuyos verdaderos intereses defienden;ese apoyo ya ha sido quebrantado seria-mente por los acontecimientos recientes.(...) El cierre de este primer periodo de larevolución podríamos fecharlo en el 24 dediciembre de 1918 [fecha en la que Ebertor denó un ataque militar contra la Divisiónde Marina del Pueblo, dando lugar a lo que

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denominó la "Navidad sangrienta de E -bert"]. Como ya he dicho, esta primera fasefue exclusivamente política; debemos serplenamente conscientes de ello. Eso expli-ca los balbuceos, las insuficiencias, lasmedias tintas y la falta de conciencia deesta revolución. Fue la primera etapa deuna transformación cuyas tareas principa-les se encuentran en el dominio económico:el vuelco de las relaciones económicas. Larevolución fue ingenua, inconsciente comouna criatura que anda a gatas sin saber adónde va: como he dicho, aún tenía uncarácter puramente político. Sólo en lasúltimas semanas han empezado a hacersenotar las huelgas.(...) La naturaleza misma de esta revolu-ción hace que las huelgas adquieran nece-sariamente más amplitud, convirtiéndosecada vez más en el centro y en la esencia dela revolución. Es una revolución económi-ca y por ello se convierte en una revoluciónsocialista. Pero la lucha por el socialismosólo puede ser dirigida por las masas, enuna lucha cuerpo a cuerpo contra el capita-lismo, en las propias empresas. Sólo enton-ces será una revolución socialista.Ciertamente, por falta de reflexión, tenía-mos otra idea de cómo evolucionarían lascosas. Se pensaba que para establecer elsocialismo bastaba con derrocar al antiguogobierno, poner un gobierno socialista ensu lugar y publicar decretos. Una vez más,esto sólo era una ilusión. El socialismo nose hace y no se puede hacer por decretos,incluso aunque éstos emanen de un gobier-no socialista, por perfecto que sea. Elsocialismo debe ser hecho por las masas,por cada proletario. La cadena debe ser rotaallá donde ésta les ata al capitalismo. Elsocialismo es eso y nada más, esa es laúnica forma de hacer socialismo.¿Y cuál es la forma externa de la lucha porel socialismo?: la huelga. Por eso la faseeconómica se ha puesto en primer plano alcomenzar la segunda fase de la revolución.Por tanto, las huelgas no sólo seguiránextendiéndose en la próxima fase de larevolución, sino que ocuparán el centro, el

punto neurálgico de la revolución, dejandoen segundo plano las facetas puramentepolíticas. Se va a producir un enorme agra-vamiento de la situación en la lucha econó-mica. La revolución llega así a un punto enel que la burguesía ya no está para bromas.La burguesía puede permitirse mistificacio-nes en el ámbito político, donde todavía esposible una mascarada y personas comoEbert-Scheidemann pueden presentarsecon la etiqueta socialista, pero no puedepermitírselo donde está en juego la ganan-cia. La burguesía pondrá al gobierno deEbert-Scheidemann frente a esta alternati-va: o ponéis fin a las huelgas y elimináis laamenaza de estrangulamiento derivada delmovimiento huelguista o vosotros, señoresEbert & Scheidemann, seréis expulsadosdel campo de juego.También creo que las medidas políticas quehan tomado son ya suficientes para queque den fuera de juego. Ebert-Scheidemannsufren por no haberse ganado la confianzade la burguesía. La burguesía se lo pensarámucho antes de engalanar con la capa dearmiño la silueta de patán advenedizo deEbert. Si en algún momento llega a consi-derarlo, se dirá que para eso, a fin de cuen-tas, no basta con tener sangre en las manos,pues también hay que tener sangre azul enlas venas; y se dirá a sí misma que si quie-re un rey no necesita un arribista que nisiquiera sabe actuar como un rey.Sobre el futuro no podemos decir nadadefinitivo, ni hacer declaraciones afirmati-vas sobre lo que ocurrirá. Pero poco nosimportan las formas externas, el momentoen que este o aquel elemento intervendrá;sólo necesitamos conocer las principaleslíneas del desarrollo futuro, que nos condu-cen a la siguiente hipótesis: la primera fasede la revolución, la de la lucha especial-mente política, será seguida por una fase delucha reforzada, crecida, esencialmenteeconómica y, tras un lapso de tiempo más omenos largo, el gobierno de Ebert-Scheidemann está destinado a desapareceren las tinieblas de los infiernos.Es igualmente difícil predecir qué pasará

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con la asamblea nacional en la segunda fa -se de la revolución. Si llega a constituirsees posible que se convierta en una nuevaescuela educativa para la clase obrera, perotambién es posible que no haya asambleanacional, no se puede predecir. Para que seentienda la perspectiva en que se encuadranlas opiniones que defendimos ayer, agrega-ré sólo esto: simplemente, nos negamos aha cer que nuestras tácticas dependan deinciertas circunstancias (...) No queremosque nuestras tácticas hacia la asamblea na -cional dependan de una circunstancia pro-bable pero no necesaria, la de que la asam-blea nacional se esfume (nt3). Queremosba sar nuestra táctica tomando en cuenta to -das las situaciones posibles, incluida la deun uso revolucionario de la asamblea na -cional en caso de que se constituya.(...) Mientras que en Alemania estos cana-llas fingen esforzarse en conseguir la paz, ytratan de hacer ver que nosotros somos losaguafiestas, que somos quienes desperta-mos el desagrado de la Entente y quienesretrasamos el advenimiento de la paz, ellosse están preparando para reavivar la guerracon sus propias manos, la guerra en el Este,a la que seguirá inmediatamente la guerraen suelo alemán. Esa es la situación quenos obliga a entrar en un periodo de con-flictos violentos. Al mismo tiempo que de -fendemos el socialismo y los intereses de larevolución, también debemos defender losintereses de la paz mundial.Esto confirma precisamente las tácticas quelos espartaquistas hemos defendido incan-sablemente y en todas las ocasiones duran-te los cuatro años de la guerra. La paz es larevolución mundial del proletariado. Lavictoria del proletariado socialista es laúnica forma de establecer y garantizar real-mente la paz.¿Qué significa esto para nuestra línea tácti-ca general en la situación en la que nosencontraremos pronto? Una de las conse-cuencias que quizá saquéis de ello puedeser la esperanza en ver pronto la caída delgobierno de Ebert-Scheidemann, reempla-zado por un gobierno expresamente revolu-

cionario, socialista y proletario. Sin embar-go, me gustaría llamar vuestra atención ha -cia la base de la pirámide, no hacia su cús-pide. No podemos caer en el error de la pri-mera fase de la revolución del 9 de noviem-bre, alimentando la ilusión de que para larevolución socialista basta con derrocar algobierno capitalista y reemplazarlo porotro. La revolución socialista sólo puedevencer si se procede de manera opuesta, sidebilitamos gradualmente al gobierno deEbert-Scheidemann por medio de unalucha social y revolucionaria de masas.Recordaré ciertas deficiencias de la revolu-ción alemana que no han desa parecido aúny que demuestran que, por desgracia, toda-vía no estamos en condiciones de asegurarla victoria del socialismo derrocando algobierno. He tratado de de mostrar que larevolución del 9 de noviembre fue antetodo una revolución política y que debe lle-gar a ser esencialmente económica. Perotambién fue una revolución ur ba na, quehasta ahora no ha llegado al campo.Sería una locura querer lograr el socialismosin la agricultura. Desde el punto de vistade la economía socialista es absolutamenteimposible reestructurar la industria sin fu -sionarla con una agricultura reorganizadade acuerdo con los principios socialistas.La idea más importante del orden económi-co socialista es suprimir la oposición y se -pa ración entre la ciudad y el campo, que esun fenómeno puramente capitalista que de -be suprimirse de inmediato desde un puntode vista socialista. Si de verdad queremosuna reestructuración socialista, será nece-sario prestar tanta atención al campo comoa los centros industriales, y en eso no esta-mos, por desgracia, ni siquiera al principiodel principio.Tenemos que tomar en serio la cuestión ru -ral, no sólo porque no podemos socializarsin la agricultura sino también porque, sibien hemos venido considerando las últi-mas fuerzas de reserva con las que cuentala contrarrevolución contra nosotros, leque da una reserva que no hemos tenido encuenta: el campesinado. Precisamente por

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no haber sido influido por la revoluciónhasta ahora, todavía puede ser una reservapara la burguesía contrarrevolucionaria. Ycuando la llama de las huelgas socialistasroce los pies de ésta, lo primero que haráserá movilizar al campesinado, a los fanáti-cos partidarios de la propiedad privada. Nohay otra forma de contrarrestar la amenazade esta potencia contrarrevolucionaria quellevar la lucha de clases al campo, movili-zar al proletariado sin tierra y a los peque-ños campesinos contra los terratenientes.De todo esto tenemos que extraer conclu-siones respecto a qué nos queda por hacerpara garantizar las condiciones previas aléxito de la revolución. Trataré de resumirnuestras tareas inminentes: ante todo, en elfuturo debemos extender el sistema de con-sejos de trabajadores y soldados, principal-mente los consejos de trabajadores. Lo quecomenzamos el 9 de noviembre fue untímido inicio; incluso hemos perdido du -rante la primera fase de la revolución algu-nos importantes instrumentos de poder queobtuvimos en sus comienzos. La contrarre-volución ha emprendido un desmantela-miento sistemático del sistema de consejosde trabajadores y soldados.(...) No podemos contentarnos con exten-der el sistema de consejos de trabajadores ysoldados, también tendremos que incorpo-rar a los obreros agrícolas y a los pequeñoscampesinos en este sistema de consejos.Debemos tomar el poder, debemos enfocarasí la cuestión de la toma del poder: ¿quéhace, qué puede hacer, qué debe hacer cadaconsejo de trabajadores y soldados en todaAlemania? Ahí reside el poder; debemossocavar el Estado burgués desde la base,poner fin a la separación de poderes paraponerlos en manos de los consejos de obre-ros y soldados. En mi opinión y en la demis compañeros más cercanos, la luchaeconómica debe ser dirigida por los conse-jos de trabajadores. También corresponderáa los consejos obreros dirigir el conflictoeconómico por vías cada vez más amplias.Los consejos obreros deben tener todo elpoder del Estado.

En los próximos tiempos tenemos queactuar con esa perspectiva; si asumimos esatarea, se producirá un refuerzo gigantescode la lucha. Pues se trata de luchar cuerpo acuerpo en cada Estado, en cada ciudad, encada pueblo, para entregar a los consejos deobreros y soldados todos los instrumentosde poder que habrá que arrebatar cacho acacho a la burguesía. Con ese objetivo, pri-mero habrá que educar a nuestros camara-das y a los proletarios. Se desconoce la fun-ción de los consejos de obreros y soldadosincluso donde ya existen. Es preciso hacerentender que el consejo de obreros y solda-dos debe ser, en todos los ámbitos, la palan-ca de la mecánica estatal y que los consejosdeben tomar todos los poderes para queconverjan en un flujo común, hacia latransformación socialista.Incluso las masas trabajadoras ya organiza-das en los consejos de obreros y soldadosestán aún a kilómetros de distancia de esehorizonte, excepto, por supuesto, algunaspequeñas minorías proletarias que tienenuna clara conciencia de sus tareas. Esto noes una deficiencia, es bastante normal. Sólose aprende a ejercer el poder ejerciéndolo.No hay otra manera de adquirir esa ciencia.Afortunadamente, hemos superado lostiem pos en los que había que enseñar socia-lismo al proletariado. Por lo visto, los mar-xistas de la escuela de Kautsky se han que-dado en aquellos tiempos; para ellos educara las masas proletarias es dar discursos, dis-tribuir panfletos y folletos. No, no es eso loque necesita la escuela socialista del prole-tariado, en la que la educación tiene lugaral pasar a la acción. Al principio era laAcción, ese es el lema; y la acción consisteen que los consejos de obreros y soldadosse sientan llamados a convertirse en elúnico poder público en el Imperio y apren-dan a serlo. Esa es la única forma de prepa-rar el terreno para la gran transformación.(...) La historia hace que nuestra tarea seamás difícil que la de las revoluciones bur-guesas, en las que bastaba con derrocar alpoder oficial central y reemplazarlo conunas pocas docenas de nuevos hombres

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como máximo. Debemos actuar desde laba se, lo que corresponde al carácter de ma -sas de nuestra revolución, cuyos objetivosapuntan a los fundamentos y a las raícesmismas de la constitución social, dado elcarácter de la revolución proletaria actual.Debemos conquistar el poder políticodesde abajo, no desde arriba.El 9 de noviembre se intentó hacer tamba-lear a los poderes públicos y a la hegemo-nía de clase, pero fue un intento débil,incompleto, inconsciente y caótico. Lo quedebe hacerse ahora es dirigir, con plenaconciencia, todo el poder del proletariadocontra los fundamentos de la sociedad capi-talista. Es en la base, allá donde se confron-tan el Capital y la esclavitud salarial, dondelos órganos ejecutivos de la dominación declase se confrontan con quienes sufren esadominación, es allí, en la base, donde debe-mos arrancar, cacho a cacho, los instrumen-tos del poder de los gobernantes para apro-piarnos de ellos.Tal y como lo estoy describiendo, el pro-greso de esta operación parece que serámás lento que lo que habíamos pensadoantes. Pero creo que es conveniente quehagamos frente con total claridad a todaslas dificultades y complicaciones de estarevolución.(...) No intentaré predecir cuánto tiempoocupará este proceso. ¿Quién de entre no -so tros se va a poner a estimarlo o quién vaa preocuparse por saber si nuestras vidasdurarán lo suficiente como para ver cum-plido el objetivo? Lo único importante essaber lo que tenemos que hacer, con clari-dad y precisión. Espero haberlo expuesto agrandes rasgos, con mis escasas fuerzas.

Notas de traducciónnt1. Se refieren a los párrafos del Ma ni -fiesto Comunista en los que se describendiez medidas a aplicar al comienzo de ladominación política del proletariado, "me -didas que parecen insuficientes e insosteni-bles económicamente, pero que durante elmovimiento se sobrepasarán y serán indis-pensables como medio de trastornar todo elmodo de producción".nt2. Luxemburg hace referencia al Consejode Representantes del Pueblo constituido el10 de noviembre, con tres miembros delPartido Socialdemócrata SPD (entre ellosFriedrich Ebert y Philipp Scheidemann) ytres del Partido Socialdemócrata Inde pen -diente USPD (entre ellos Hugo Haase).Haase y sus dos compañeros abandonaronel Consejo tras la brutal represión contra-rrevolucionaria ordenada por Ebert. Haasefue asesinado por un sicario que no fuesometido a juicio gracias a una apresuradadeclaración de incapacidad mental.nt3. Las elecciones a la Asamblea Nacionalse realizaron el 19 de enero de 1919, cuatrodías después del asesinato de Rosa Lu -xemburg a manos de los freikorps, cuerposparamilitares ultrareaccionarios utilizadospor Noske, ministro del Interior socialde-mócrata, para reprimir las movilizacionespopulares.

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Bibliografía sobre Rosa Luxemburgo en castellano

A) Obras de Rosa Luxemburgo

- Cartas de amor y revolución; Barcelona, El Viejo Topo, 2019. Edición y prólogo de PepeGu tiérrez. Incluye cartas a Leo Jogi ches y a Louise y Karl Kautsky. Otras ediciones de suco rrespon dencia, que incluyen distintas selecciones: Cartas de la pri sión, Madrid, Cé nit,1931; Cartas de la prisión, Buenos Ai res, Distribuidora Bai res, 1974; Cartas a Karl yLuisa Kautsky, Barcelona, Galba, 1975; Car tas desde la cárcel a Sophie Liebk necht,Madrid, Abada editores, 2017.- Debate sobre la huelga de masas; Buenos Aires, Ediciones Pasado y Presente, 1975.- El desarrollo industrial de Polonia y otros escritos sobre el problema nacional; México,Ediciones Pasado y Presente, 1979.- El pensamiento de Rosa Luxemburg; Barcelona, Ediciones del Serbal, 1983. Antología acargo de María José Aubet.- Escritos políticos; Barcelona, Grijalbo, 1977, Antología de textos.- Huelga de masas, partido y sindicatos; Madrid, Siglo XXI, 1974.- Introducción a la economía política; Madrid, Siglo XXI, 1974. - La acumulación del capital; Mexico, Grijalbo, 1967. Primera edición española: Madrid,Cénit, 1933; reedición de la edición de Grijalbo en: Madrid, Orbis, 1995, dos tomos.- La crisis de la socialdemocracia, Madrid, Akal, 2017.- La cuestión nacional y la autonomía; Barcelona, El Viejo Topo, 1998. Prólogo y ediciónde María José Aubet.- La revolución rusa; Barcelona, Página Indómita, 2017. Prólogo: Hannah Arendt. Otrasedi cio nes: La revolución rusa y otros escritos, Madrid, Castellote, 1975; La revoluciónrusa, Akal, 2017.- Obras escogidas (dos tomos); Bogotá, Ed. Pluma, 1976. Introducción de Mary-AliceWaters.- Obras escogidas (dos tomos); México, Editorial Era, 1978.- Obras escogidas (dos tomos), Madrid, Editorial Ayuso, 1978.- Reforma o revolución; Madrid, Capitán Swing y Nórdica Libros, 2019, Ilustrado porFernando Vicente. Primera edición española: Reforma o revolución, Zeus, 1931; otras edi-ciones: ¿Reforma o revolución? y otros escritos, Fontamara, 1978; Reforma o revolución,Madrid, Público, 2009; Reforma o revolución, Madrid, Akal, 2015.- Rosa Luxemburgo en la tormenta; Madrid, La Linterna Sorda, 2019. Edición y textointroductorio sobre Rosa Luxemburgo de Ana Muiña.- Textos sobre la cuestión nacional; Madrid, Ed. de la Torre, 1977.

B) Trabajos biográficos sobre Rosa Luxemburgo

- Ettinger, Elzbieta; Rosa Luxemburgo. Su vida, Buenos Aires, Editorial Sudamericana,1988.- Evans, Kate; La Rosa Roja. Ediciones IPS- Izquierda Diario, Pan y Rosas, 2017.Biografía gráfica sobre Rosa Luxemburg.- Nettl, J. P., Rosa Luxemburgo, Mexico, Ediciones Era, 1974.- Frölich, Paul; Rosa Luxemburgo. Vida y obra, Barcelona, Fundamentos, 1976.- Seidemann, Maria; Rosa Luxemburgo y Leo Jogiches, Barcelona, Muchnick editores,2001.

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Bibliografía sobre Rosa Luxemburgo en castellano

C) Obras sobre Rosa Luxemburgo

- Aubet, María José; Rosa Luxemburg y la cuestión nacional, Barcelona, Anagrama, 1977. - Basso, Lelio; El pensamiento político de Rosa Luxemburg, Barcelona, Península, 1976.- Bisceglie, Anna y Renzi, Dario; Rosa Luxemburgo, Madrid, Prospettiva, 2000.- Cliff, Tony; Rosa Luxemburg (Introducción a su lectura), Buenos Aires, EditorialGalerna, 1971.- Dunayevskaya, Raya; Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxistade la revolución, México, FCE, 1985.- Geras, Norman; Actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo, Mexico, Era, 1980.- Guérin, Daniel; Rosa Luxemburg y la espontaneidad revolucionaria, Buenos Aires,Proyección, 1973. Antología de textos breves.- Haug, Frigga; Rosa Luxemburg y el arte de la política, Madrid, Tierradenadie ediciones,2013.- Kovalik, Tadeusz; Teoría de la acumulación y del imperialismo en Rosa Luxembugo,México, Editorial Era, 1979.- Laurat. Lucien; La acumulación de capital según Rosa Luxemburgo, Madrid, EdicionesHoy, 1931.- Lukács, Georg; Historia y consciencia de clase, Barcelona, Grijalbo, 1978 (incluyevarios ensayos sobre Rosa Luxemburgo).- Löwy, Michael; El marxismo olvidado, Barcelona, Fontamara, 1978.- Materiales, nº extraordinario 3, 1977, Rosa Luxemburgo hoy, con artículos de LelioBasso, Oskar Negt, Georges Haupt, Paul Mattick, Michael Löwy, Norman Geras, DickHoward, Tadeusz Kowalik, Gilbert Badia, J.L. de la Mata, Annette Jost, Narihiko Ito,Joseph Schleifstein y María José Aubet -guía de lectura-.- Renzi, Dario; Rosa Luxemburg. Las cuestiones irresolubles del socialismo científico,Madrid, Prospettiva Separata, 2010.- Ripio, Vanessa; Rosa Lux19. La revolución en juego, Madrid, Akal, 2019. Prólogo deCarlos Fernández Liria,- Trias, Juan y Monereo, Manuel (editores); Rosa Luxemburg. Actualidad y clasicismo,Barcelona, El Viejo Topo y Fundación de Investigaciones Marxistas, 2001. Con textos deMichael Löwy, Juan Trias Vejarano, Juan Valdés Paz, Fritz Weber, Armando FernándezSteinko, Joaquín Herrera Flores, Norman Geras, María José Aubet, Frigga Haug, EvaPalomo Cerdeño y Néstor Kohan.- Vidal Villa; Conocer Rosa Luxemburg y su obra, Barcelona, Dopesa, 1978.- VV.AA.; El desafío de Rosa Luxemburgo, Buenos Aires, Proceso, 1972. Con textos deBertram D. Wolfe, Hannah Arendt, Gilbert Badia, León Trotski, V.I.Lenin, J.P. Nettl, JohnKnief, Daniel Bensaid, Alain Nair, Michale Löwy y Paul M. Sweezy.

D) En Internet

- Marxist Internet Archive. Sección en español. Rosa Luxemburghttps://www.marxists.org/espanol/luxem/index.htm

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Consejo editorial de Trasversales

Immanuel Wallerstein(1930 - 2019)

La muerte de Immanuel Wallerstein nos entristece, como amigoque nos honró formando parte del consejo internacional de apoyo aIniciativa Socialista (1989-2004) y Trasversales, y como sabio com-pañero de lucha por un mundo mejor.No es este lugar para abordar una panorámica de su colosal obra.Recomendamos visitar iwallerstein.com, donde hay comentarios,artículos e información sobre su obra.Quizá por lo que más se le conoce sean sus estudios sobre el siste-ma de la economía-mundo. “Concentré mi energía sobre la descrip-ción del funcionamiento y desarrollo del moderno sistema mundial,y he insistido en que era una economía-mundo capitalista”. La eco-nomía-mundo europea surgió, en su opinión, a finales del siglo XVy principios del XVI, como entidad en la que el vínculo básico entrelas partes es económico. “Fue en el siglo XVI cuando apareció unaeconomía-mundo europea basada en el modo de producción capita-lista”, dice.Pero también ha sido un pensador del momento, del día a día, muypreocupado por las carencias estratégicas en la acción por conseguirun mundo algo más democrático y algo más igualitario. Ya en 1994escribía “No contribuiremos en nada a una resolución aceptable deeste caos terminal de nuestro sistema-mundo a menos que dejemosmuy claro que solamente un sistema histórico relativamente iguali-tario y totalmente democrático es deseable” (Agonias del capitalis-mo, trasversales.net/i31iw.htm). Y en 2002: “Durante 20, 30 o 50años habrá una lucha inmensa en torno a cuál será el sistema suce-sor, y su resultado es intrínsecamente indeterminado. La historiano está a favor de ninguna parte. Depende de lo que lo hacemos”(Una política de izquierdas para una época de transición, en nues-tra web trasversales.net/i64iw.htm). Queda en el recuerdo.

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En verdad, la tarea esencial es seguir siendo un ser humanoLa libertad es la libertad para quien piensa de otra manera