Especial Nº3

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Especial Nº 3 Mayo-Junio 2010

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LA GRAN VÍA CUMPLIÓ CIEN AÑOS

Nomemclatura:

Curiosamente, la Gran Vía, es la única calle de Madrid sin nombre, o por lo menos, sin un nombre propiamente dicho. Popularmente conocida siempre con su apelativo actual, el primer tramo se llamó Conde de Peñalver, en honor al que propició su construcción, y fue el rey Alfonso XIII el que dio el primer golpe de piqueta- con una de plata según algunos autores con una de oro según otros - que inició el primer tramo de la Gran Vía. Fue el 4 de abril de 1910 por eso la Gran Vía celebra su centenario. El segundo tramo fue nombrado Pi y Margall, presidente de la I República, y el tercero se dedicó a Eduardo Dato. En la guerra fue Avenida de la Unión Soviética y tras la contienda civil, decidieron darle el nombre del fundador de la Falange, José Antonio.

Y así permaneció hasta que en el año 1981 el entonces alcalde Enrique Tierno Galván hizo oficial la denominación por la que era conocida por todos los madrileños desde sus inicios.

Placa de la calle durante la Guerra Civil

Antecedentes del proyecto y nacimiento de la calle:

La villa de Madrid, corte desde 1561, sin embargo no lo parecía a mediados del siglo XIX. Calles estrechas, poca salubridad y ventilación que hacían que nuestra ciudad se diferenciara de otras capitales europeas. Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) – que fue la época que mas reformas se propusieron para la villa -se tuvo en cuenta la posibilidad de crear una Gran Vía . Su denominación, tal y como aparece en la documentación del proyecto era «prolongación de la Calle Preciados y su enlace con Alcalá», ya que tenía su antecedente en un proyecto de 1862 sobre tal prolongación para la cual se habían adquirido por entonces un total de 35 solares (ó 31 según otros autores).

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Sería por 1886 cuando se consideró por primera vez la posibilidad de trazar una Gran Vía que tuviese su punto de partida en la calle de Alcalá frente a San José y que desembocara, al igual que todas las anteriormente proyectadas, en la plaza de San Marcial. La presentación de proyecto tan vasto correría a cargo del arquitecto D. Carlos Velasco, y a él se ofrecieron tres posibilidades de trazado. El proyecto de construcción comenzó en 1897, por los arquitectos municipales José López Salaberry y Francisco Octavio Palacios. Ellos se encargaron de realizar un nuevo proyecto llamado “Proyecto de reforma de prolongación de la calle de Preciados y enlace de la plaza del Callao con la calle de Alcalá“. Luego de una falsa acusación de plagio, se modificó el proyecto, aprobándose finalmente el 2 de julio de 1901. Allí se propuso realizar la obra dividida en tres tramos: Avenida A (534 metros), desde la plaza de san Marcial (hoy calle de los Reyes) hasta la de Callao; el Bulevar (409 metros), desde Callao hasta la Red de San Luis y Avenida B (417 metros), desde la Red de San Luis hasta la calle de Alcalá. La longitud total sería de 1.316 metros y el ancho de 25 metros, salvo el bulevar que tendría 35 metros. Comenzaba así la que se convertiría en una de las mayores intervenciones urbanísticas del Madrid de la época. Con ella se lograría, según constaba en el proyecto, la comunicación directa entre los barrios de Argüelles y Salamanca; la descongestión de la Puerta del Sol; la desaparición de todo un cúmulo de calles estrechas y antihigiénicas y un más cómodo enlace entre las estaciones de Atocha y Príncipe Pío. Aunque el proyecto de obras fue aprobado el 21 de agosto de 1904, los trabajos no comenzaron de inmediato debido a la oposición de los vecinos y comerciantes de la zona y a las dificultades financieras.

Derribos para construir la Gran Vía

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En 1907 se aprobó la Ley de Exenciones para todo aquel que quisiera construir la Gran Vía. Por primera vez, la ciudad se abrió al capital privado, nacional y extranjero, y empezaron las obras. Se demolieron 14 calles y otras 14 fueron mutiladas, y la avenida del siglo XX fue abriéndose paso sobre el Madrid del XIX. En tres subastas sucesivas de obras, en 1905, 1906 y 1908, no hubo ningún postor, hasta que en 1909 se adjudicaron al banquero francés Martín Albert Silver por 29 millones de pesetas, firmándose la escritura el 19 de febrero de 1910 por el alcalde de la ciudad, José Francos Rodríguez.

Como hemos dicho anteriormente las obras se iniciaron el 4 de abril de 1910. Siendo alcalde de Madrid José Francos Rodríguez de la que fue y sigue siendo la calle más importante de la capital de España. Fue Francos Rodríguez quien acompañado del rey Alfonso XIII, a toda la familia Real, Ayuntamiento en pleno, Gobernador civil y militar y altas dignidades civiles y eclesiásticas quien inauguró la calle más emblemática de Madrid. Sin embargo quien más había trabajado por alcanzar el proyecto fue el también alcalde Conde Peñalver.

Alfonso XII derribando con un piqueta para su inauguración el 4 de abril de 1910

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Comenzó la magna obra con el derribo de la casa número 47 de la calle de Alcalá, conocida como la casa del Cura, pues en ella residía el párroco de la iglesia de San José. También se recuerdan los nombres de los mas sencillos partícipes del acto: el Albañil Álvaro Guadaña, el primero en aparecer con su piquete en lo alto de aquella casa y el del carretero que con su volquete retiró los primeros escombros de la Gran Vía , Pedro Santos. Para construirla fue necesario demoler edificios importantes, tales como el colegio de Nuestra Señora de la Presentación, el Palacio Masserano, el Palacio del Sevillano o la Casa del Ataúd, en la esquina de calle Alcalá. Pese a estar terminada en 1929, la entrega oficial de las obras se realizó el 22 de septiembre de 1932, aunque algunos edificios no serían terminados hasta después de la Guerra Civil.

La emblemática calle en 1929

Cuando quedaba poco para finalizar la construcción de los primeros tramos, sufrió su primera modificación en 1921. Allí se eliminó el bulevar que existía en su tramo intermedio. Pese a esto, casi ninguno de los edificios ha sufrido grandes modificaciones desde su construcción. Solo cambios en fachadas (el más grande fue modificar la fachada del lugar donde se ubicaba el desaparecido teatro Fontalba).

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Niños jugando con una bomba en la Gran Vía durante la Guerra Civil

Otra modificación se llevó a cabo en 1972 cuando se desmontó el templete de entrada a la boca de metro de la Red de San Luis, obra de Antonio Palacios, y se trasladó a Porriño (Pontevedra).

Templete Red San Luis en su ubicación primitiva y en la actual, en Porriño (Pontevedra)

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En 2002 se reconstruyó la calzada y aceras totalmente, dándole un aspecto homogéneo a la calle. Se cambió todo el pavimento, se añadieron nuevos bancos, paradas de buses, kioscos y unas barandas de acero que reemplazan a las anteriores, las que incluyen unas jardineras de cemento. Además se cambiaron las farolas y retiraron definitivamente las columnas informativas instaladas por el ayuntamiento, conocidas popularmente como “chirimbolos”.

Cuando los “chirimbolos” poblaban la Gran Vía

La evolución de los comercios:

De Alcalá a la Red San Luis La Gran Vía, al hacer desaparecer muchas calles pequeñas del antiguo centro de Madrid, también vino a sustituir unas formas de vida y, cómo no, de actividad comercial. No faltó la polémica entre los partidarios de la nueva avenida y los que deseaban conservar las estrechas y retorcidas calles que hasta entonces existían. Son dos concepciones, dos mundos sociales que se enfrentaron. A partir de la segunda década del presente siglo, la Gran Vía vino a representar la versión madrileña de lo que podemos llamar calle-escaparate, que se había desarrollado en otros países europeos en la segunda mitad del siglo XIX, al calor de las transformaciones en los métodos comerciales, que daban mayor importancia a la conquista del cliente a través de un escaparate grande y atractivo.

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En los años veinte destacaron, sobre todo las joyerías, las camiserías de lujo, los tapiceros, los comerciantes de seda y modistos en general.

De la Red San Luis a la Plaza del Callao: Considerado como el mejor tramo de la nueva Gran Vía, la Avenida Pi y Margall se diferenciaba por su mayor anchura con respecto al primero y por su llanura con respecto a aquel y al tercero. De hecho, este tramo no tiene pendiente y será dos años después de la conclusión del pavimento (1922) cuando se la dote de alumbrado público. Probablemente, fue esta vía una de las más importantes de su tiempo, no sólo por su situación, sino por las perspectivas de construcción que sobre ella se planearon: la suntuosidad de sus edificios, la anchura de sus aceras y el propósito de verla levantada como un lugar de comunicación, recreo, comercio y esparcimiento. Sin embargo, aunque estos proyectos no vieron jamás la luz, pueden ser significativos del espíritu comercial con el que fueron diseñados. Su ubicación en el centro, su cercanía a la Puerta del Sol y, sobre todo, la apertura de la estación de Metro de la Gran Vía correspondiente a la Línea 1, que fueron abiertos al público en 1919 con el nombre de Red San Luis porque todavía no existía la Gran Vía como tal, se constituyeron como acicates del continuo trasiego que acompañó a la calle desde el momento mismo de su inauguración. Precisamente lo concurrido de la zona, junto con ese afán comercial a semejanza de las principales capitales europeas, propició su elección como lugar idóneo para establecer los primeros grandes almacenes de la ciudad.(Los almacenes Madrid-París que se inauguraron en enero de 1924).

Edificio Madrid-París

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Aparte de los grandes almacenes, este tramo de la Gran Vía se caracterizó, en los años veinte, por la presencia de dos tipos de comercio: el de las compañías de seguros, que adquieren, además, en propiedad, la mayor parte de los edificios, y los establecimientos de maquinaria, si bien estos últimos desaparecerán de la geografía de la calle a medida que la ciudad experimentaba una expansión. De lleno ya en los años treinta, apareció uno de los fenómenos más representativos de esta calle. En enero de 1934, y a pesar del fracaso de algunos grandes almacenes de la vía, quedó constituido un nuevo proyecto comercial: el SEPU o Sociedad Española de Precios Únicos, que basó su éxito en la venta de un surtido de artículos reducido, de fácil manejo, susceptible de venderse en grandes cantidades y con un precio de venta al público al alcance de prácticamente todos los bolsillos.

Cuando existía SEPU...

De la Plaza del Callao a La Plaza de España: Destacaron en estos primeros momentos los comercios de tejidos y, especialmente, el gremio de libreros con la Sociedad General Española de Librería, acompañados de las primeras agencias de viajes y nuevos locales dedicados a la maquinaria y a automóviles, sin olvidar el aumento paulatino y silencioso de cafés, bares, restaurantes y tertulias. La Guerra Civil provocó un parón estrepitoso de la actividad de la zona, nada extraño si tenemos en cuenta que fue ésta una de las áreas consideradas de guerra por su proximidad al frente, lo que obligó incluso a algunos comerciantes a tapiar los escaparates de sus establecimientos.

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La posguerra trajo consigo el incremento de los edificios circundantes, que ocupaba una clientela de alto poder adquisitivo, proveniente, en general, de aque-llos países con los que España todavía mantenía relaciones. De esa forma se entien-de el auge y la prosperidad del sector hotelero durante los años de la autarquía.

Los cinematógrafos:

A pesar de ser uno de las zonas más importantes de Madrid, no cuenta con edificios de talla arquitectónica desde los últimos cincuenta años. Prácticamente todos fueron construidos antes de la Guerra Civil; y a eso no escapan los locales dedicados al cine. El esquema arquitectónico era, usualmente, realizado para cubrir las necesidades tanto del teatro como del cine. En la Gran Vía se proyectaron los grandes estrenos de la época. De los cines que había en la Gran Vía: AZUL, POMPEYA, REX, RIALTO, IMPERIAL, COLISEUM, GRAN VIA, LOPE DE VEGA, AVENIDA, PALACIO DE LA MUSICA, CAPITOL, PALACIO DE LA PRENSA Y CALLAO sólo mantienen el uso cinematográfico unos pocos de ellos , y podrían desaparecer. Hablaremos desde su aspecto arquitectónico de algunos de ellos: Centrándonos en los edificios que albergan salas de cine, un primer ejemplo se encuentra en el Palacio de la Música encargado a Secundino Zuazo, que dirigió la obra entre 1924-28. Cabe decir sobre este edificio que es en su exterior, bastante frío y árido a la vista, y más hoy, ya que esta fachada esta oculta por enormes carteles que anuncian los estrenos.

Cine Palacio de la Música

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También se encuentra el Palacio de la Prensa. Este arquitecto importa el nuevo estilo americano, donde cuenta más la plurifuncionalidad que el edificio en sí mismo, ya que en esta nueva construcción no sólo existe un cine, sino también oficinas y locales comerciales. El siguiente que nos llama la atención es el cine Callao, situado en la plaza del mismo nombre y construido entre 1926 y 1927 por Luis Gutiérrez Soto. Su dificultad principal residía en la excesiva estrechez y longitud del solar. Exteriormente la fachada presenta una serie de titubeos propios del vacilante momento artístico que atravesaba España en esa época, a la vez que el hormigón de la mole confería un aspecto bastante tosco al edificio en general. El cine Capitol fue promovido por Enrique Carrión y diseñado por Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced. Este éste edificio multifuncional satisfizo múltiples necesidades (oficinas, residencias, apartamentos...), acordes todas ellas con los nuevos ritmos de la población. Ambos arquitectos idearon un edificio de 16 plantas, que habilitaba estancias para todo tipo de oficios; entre ellos el cine que fue relegado al fondo del solar, y construido con materiales como el mármol y el granito. Los edificios diseñados para albergar la sede del nuevo arte, que en los años treinta ya había conquistado el imaginario social, marcaron con su impronta, tanto arquitectónica como funcional, el perfil de la Gran Vía como la gran avenida que introducía a la capital en los caminos de la modernidad.

El Cine Capitol con su cartelera

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Recorrido por la Gran Vía actual:

La calle tiene 3 tramos claramente diferenciados: el que va de la calle de Alcalá a la Red de San Luis; el de la Red de San Luis a la Plaza del Callao; y el de Callao a la Plaza de España. En la primera zona proliferan los edificios muy al gusto francés, pues Paris marcaba la pauta de la época. En los otros dos tramos está presente la moda norteamericana, con influencia de Chicago y Nueva York. Se trata de una calle muy madrileña, con un fuerte proceso de terciarización, ya que la mayor parte de sus edificios se utilizan para la actividad comercial ó de oficina. Durante el día es un área muy activa de la ciudad. Pero al caer la noche, continúa la actividad en las grandes salas de cines,(de número cada vez menor ) bares... a lo largo de la calle. Los edificios más emblemáticos de la ciudad son posibles observarlos en la Gran Vía.

Edificio Madrid -Paris Edificio de Telefonica

El “Edificio de Telefónica” en la Red de San Luis, es una impresionante mole levantada en 1929 y se le le conoce como el primer gran rascacielos de Madrid. El proyecto se debió al arquitecto neoyorkino Lewis Weelks, empleado de la ITT norteamericano. Sin embargo las obras las concluyó Cárdenas, que añadió algunas formas barrocas de tradición madrileña.

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Llegando a la Plaza del Callao se pueden ver dos edificios curiosos: “El Palacio de la Prensa”, cuyos bajos ocupa un cine que muestra una típica decoración art-decó; y el cine Callao que imita en su estilo la escuela norteamericana de Chicago. El Palacio data de 1928 y el Cine de 1929. En el Tramo meridional de la Gran Vía se encuentra “La Casa del Libro”, una de las mayores y tradicionales librerías de la ciudad.

Uno de los mas emblemáticos puntos de la Gran Vía

Anécdotas:

Destacar la de un toro que iba camino del matadero de Legazpi, escapó y acabó en la Gran Vía, donde hirió a varias personas .El suceso ocurrió el 23 de enero de 1928. Afortunadamente, parece que en la época era común que los toreros pasearan por allí, y Fortuna, un diestro de la época, toreó al astado con su abrigo hasta que acabó la faena con el estoque. Por esta acción recibió nada menos que la Cruz de la Beneficencia como condecoración. También nuestra Gran Vía ha estado presente en el cine: así, José Luis Garci en “El Crack “(1981) retrata la calle a lo largo de la película, mostrando su aspecto a comienzos de los ochenta; y en “Abre los ojos “ (1997) de Amenábar hay una escena en la que se puede ver al actor Eduardo Noriega caminando por una Gran Vía desierta, cosas del cine.

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La calle ha tenido también su inspiración musical : La zarzuela del Género Chico La Gran Vía se estrenó el 2 de julio de 1886 en el Teatro Felipe, que era una especie de anexo veraniego del Teatro Variedades. Libreto de Felipe Pérez y González con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde. El libreto está inspirado en el proyecto de la construcción de la Gran Vía, lo que le da ocasión al autor de personalizar las calles y los tipos de Madrid con su carácter. No tiene un argumento definido, sino que trata la realidad del momento con alusiones políticas y a la administración municipal.

Libreto de la Zarzuela La Gran Vía

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Por los cielos de Madrid se paseo un Zeppelín en 1930. El Graf Zeppelin fue el mayor dirigible alemán de su época, solo superado por el Hindenburg , con una longitud total de 236,6 m y un volumen de 111.000 m³ de hidrógeno. Se propulsaba con 5 motores Maybach de 550 CV y podía transportar una carga de 60 toneladas. Desde 1928, el dirigible surcó el planeta, desde el Polo Norte hasta el sur de América más de un millón de millas (1.609.344 metros); realizó 600 viajes sobrevolando 150 veces el Atlántico y se estableció una línea regular en 1936 de carga y correo postal con Sudamérica. Los Zeppelin eran tres veces más grandes que un Boeing 747 y viajaba a una velocidad máxima de 128 Km/h. Tenía en su haber el récord de circunvalación del globo en 12 días y 11 horas y en el momento de su botadura, incorporaba las innovaciones tecnológicas más punteras de la época. En su ruta transoceánica sobrevolaba los cielos de ciudades españolas. Donde su aparición era todo un gran espectáculo.

Graf Zeppelin sobrevolando la Gran Vía en 1930

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También podemos comentar algunas curiosidades relacionadas con la nomenclatura de la calle de la que hemos hablado al principio: El primer embajador soviético recorre la vía, llamada en 1936 avenida de Rusia, con una escolta solemne. Al poco estalla la Guerra Civil. El metro se convierte en domicilio de muchos madrileños mientras los obuses de la aviación atacante caen sin piedad sobre la Gran Vía, que los inmutablemente irónicos granviarios empezaron a llamar “avenida de los Obuses”. Mientras los sacos terreros van cubriendo las fachadas de los locales, las Brigadas Internacionales desfilan por la calle bajo los vítores de “¡Viva Rusia!”, emitidos por un pueblo aterrado. El hotel Florida se convierte en base de operaciones de los corresponsales extranjeros: Hemingway, Dos Passos, Malraux, Saint-Exupéry, Ehrenburg... que bajan a los bares y restaurantes pegados a los muros, pasando por delante de las tiendas, que, sorprendentemente, permanecen abiertas. “Uno abre una puerta de cristal y se encuentra con el frente, y del otro lado, más allá del Manzanares, con una magnífica visión del campo enemigo”, escribe John Dos Passos. Pasionaria lanza su proclama “¡No pasarán!” desde Unión Radio. Finalmente, pasan.

Catalanes en Madrid durante la contienda

Las tropas nacionales acceden a la Gran Vía, desde la Casa de Campo, a la reconquista del casticismo patriótico y tras la contienda civil, decidieron darle el nombre del fundador de la Falange, José Antonio. Comienza la posguerra, y en la sufrida Gran Vía se escenifica la pompa del nuevo régimen por la vía de grandes desfiles de personalidades afines a él: el embajador de la Alemania nazi, flanqueado por la guardia mora portando estandartes con la cruz gamada; Eva Perón ; el sha de Persia; Mohammed V; el rey de Irak…

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Los socavones de la calzada permanecen como cicatrices en un Madrid de color gris. Pese a todo, la vida sigue en la Gran Vía. El torero Antoñete celebra su éxito en 1952 comprándose un coche ostentoso para pasear a sus padres ante la mirada de los viandantes. Se empiezan a construir nuevos edificios, de un estilo híbrido que los arquitectos definen como de tipo inmobiliario en la revista de arquitectura Cortijos y Rascacielos.Pero hay un mundo paralelo, el de la aristocracia que se mezcla con la gente del espectáculo en fiestas privadas organizadas en clubes, tablaos flamencos y cabarés, estos últimos rebautizados como salas de fiestas

Cuando se abre la primera línea de metro Sol – Cuatro Caminos tiene parada en la Gran Vía. Por Madrid se paseó la tripulación del Apolo XI después de pisar la luna.

Recibimiento en la Gran Vía a la tripulación del Apolo XI

Podemos concluir con Hemingway que la Gran Vía es una mezcla entre Broadway y la Quinta Avenida.

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