Especial 15-M y 22-M

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Especial 15-M y 22-M www.hoac.es De individuos siervos a ciudadanos precarios en lucha En el primero de los casos, estamos ante la insurrección del «precariado». Utilizo este término acuñado por Robert Castel para referirse al trabaja- dor precario, al ciudadano que experimenta condiciones de vida cada vez más deteriora- das. El proletariado de siglos pasados se reencarna de algu- na forma en el precariado del siglo XXI. Está formado por pa- rados, trabajadores con bajos salarios, jóvenes sin acceso a la vivienda, jubilados con bajas pensiones, inmigrantes explo- tados, graduados universita- rios sin empleo o con trabajos mal pagados, parejas sin pers- pectiva de formar una familia, prejubilados, habitantes de ba- rrios obreros desestructurados y de comarcas rurales deprimi- das. Hasta ahora estos ciuda- danos explotaban hacia dentro de sí, asumían su infortunio con rabia contenida o con la desesperación de la impoten- cia, aguantaban la situación con ayuda familiar dispuestos a sobrevivir en la selva del «sál- vese quien pueda». Este precariado se ha ido ex- tendiendo en diversas clases sociales, llegando a afectar in- cluso a familias burguesas. Pa- dres de clase media ven que a 15-M y 22-M: ¿Qué futuro político podemos construir? Rafel Díaz Salazar Profesor de Sociología en la Univerisidad Complutense y autor de Desigualdades internacionales, ¡justicia ya! (Icaria) . Dos grandes explosiones políticas han tenido lugar en nuestro país entre el 15 M y el 22 M. ¿Estamos esquizofrénicos los españoles? Es hora de dar respuesta a esta pregunta y de reflexionar sobre los antagonismos existentes entre ciudadanos que han tenido compor- tamientos bien diferentes. Hemos de preguntarnos qué manifiestan el 15 M y el 22 M.

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Dos grandes explosiones políticas han tenido lugar en nuestro país entre el 15 M y el 22 M. ¿Estamos esquizofrénicos los españoles? Es hora de dar respuesta a esta pregunta y de reflexionar sobre los antagonismos existentes entre ciudadanos que han tenido compor- tamientos bien diferentes. Hemos de preguntarnos qué manifiestan el 15 M y el 22 M.

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De individuos siervosa ciudadanosprecarios en lucha

En el primero de los casos,estamos ante la insurreccióndel «precariado». Utilizo estetérmino acuñado por RobertCastel para referirse al trabaja-dor precario, al ciudadano queexperimenta condiciones devida cada vez más deteriora-das. El proletariado de siglospasados se reencarna de algu-

na forma en el precariado delsiglo XXI. Está formado por pa-rados, trabajadores con bajossalarios, jóvenes sin acceso ala vivienda, jubilados con bajaspensiones, inmigrantes explo-tados, graduados universita-rios sin empleo o con trabajosmal pagados, parejas sin pers-pectiva de formar una familia,prejubilados, habitantes de ba-rrios obreros desestructuradosy de comarcas rurales deprimi-das. Hasta ahora estos ciuda-

danos explotaban hacia dentrode sí, asumían su infortuniocon rabia contenida o con ladesesperación de la impoten-cia, aguantaban la situacióncon ayuda familiar dispuestosa sobrevivir en la selva del «sál-vese quien pueda».

Este precariado se ha ido ex-tendiendo en diversas clasessociales, llegando a afectar in-cluso a familias burguesas. Pa-dres de clase media ven que a

15-M y 22-M:

¿Qué futuro políticopodemos construir?RRaaffeell DDííaazz SSaallaazzaarrPPrrooffeessoorr ddee SSoocciioollooggííaa eenn llaa UUnniivveerriissiiddaadd CCoommpplluutteennssee yy aauuttoorr ddee Desigualdades internacionales,¡justicia ya! ((IIccaarriiaa)) ..

Dos grandes explosiones políticas han tenido lugar en nuestro país entre el 15 M y el 22 M.¿Estamos esquizofrénicos los españoles? Es hora de dar respuesta a esta pregunta y dereflexionar sobre los antagonismos existentes entre ciudadanos que han tenido compor-tamientos bien diferentes. Hemos de preguntarnos qué manifiestan el 15 M y el 22 M.

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sus hijos, que han recibidomejor formación que ellos, lesaguarda un futuro peor. La so-ciedad se ha ido dividiendo endos grandes bloques: los satis-fechos e integrados, a quienesla crisis lo único que les haprovocado ha sido una dismi-nución de su consumo, y losprecarizados y expulsados dela sociedad del bienestar y delos trabajos dignos.

El 15 M ha significado la ex-plosión hacia fuera de los hu-millados y ofendidos por lanueva exclusión social. Se handado cuenta que los partidos ylos sindicatos representan antetodo a los ciudadanos satisfe-chos e integrados y a ellos sóloles aguarda la abstención, elvoto nulo de la rabia o el votodesencantado cada vez mássin sentido. Ante el aburguesa-miento general de los que tie-nen voz y poder (políticos, sin-dicalistas, periodistas,profesores), han decidido serportavoces de su situación y desus demandas. Y han atacadoal centro de nuestro sistema: elpoder político y el poder ecóno-mico. Y demandan más demo-cracia, más soberanía popular,más poder ciudadano. Déficitde democracia, obsolescencia

de las organizaciones políticasy sindicales, repolitización y lu-cha de los ciudadanos que vi-ven la precariedad: esto es loque manifiesta el 15 M. Su ra-dicalismo no nace de ideologíasizquierdistas, sino, por afir-marlo con palabras de Mou-nier, del «realismo como extre-mismo». La tibieza de laspolíticas sociales, económicas ysindicales de estos años sedebe a que han estado realiza-das por los representantes delos satisfechos de la izquierday la derecha que estaban sor-dos y ciegos ante las condicio-nes de vida del precariado o, almenos, no se sentían presiona-dos por él. Al contrario, hancreído que favoreciendo la acu-mulación de plusvalía de lospoderosos y desregulando cadavez más las condiciones de tra-bajo, a todos nos iría mejor,aumentaría el PIB y se crearíamás empleo. No importaba de-masiado si éste era indecente odecente, según la distinciónestablecida por la OIT.

Crítica a lademocraciarealmente existente

Nuestra democracia sufre undéficit de republicanismo, en-tendido éste como un sistema

de <no dominación>. El sufra-gio universal no conlleva por sísolo la soberanía popular enámbitos económicos, sociales yculturales. Tenemos una de-mocracia unilateralmente iden-tificada con el parlamentaris-mo, incapaz de expandirse yconvertirse en democracia eco-nómica y democracia cultural.Los partidos y sindicatos tie-nen una grave responsabilidaden esta reducción de la demo-cracia.

La crítica explícita e implícitaa partidos y sindicatos expre-sada por el movimiento del 15M manifiesta con gran riquezade lenguaje y de símbolos labaja confianza institucional enéstos expresada por la mayoríade los españoles, según puedeverse en el estudio de Metros-copia, Pulso de España 2010.En este estudio se preguntapor el nivel de confianza en 28instituciones y grupos sociales.Los sindicatos se sitúan en elpuesto 26 y los partidos en elpuesto 27; sólo las multinacio-nales (puesto 28) generan ma-yor desconfianza. Partidos ysindicatos sufren una grave ar-terioesclerosis y son incapacesde innovar la acción política ysindical.

Los poderes económicos y fi-nancieros han sido desnuda-dos por esta movilización ciu-dadana. Uno de las mayoresparadojas políticas de la demo-cracia desde sus inicios es elmantenimiento de la fuerza do-minadora de estos poderes. Aellos no les afecta ni los cam-bios de gobiernos, ni las movi-lizaciones sindicales. Han sidocapaces de crear alianzas conlos poderes políticos y mediáti-cos, enmascararse con susobras sociales y sus patroci-nios culturales para ocultar susistema de explotación, mante-

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ner bien atados a los partidospor sus deudas con los ban-cos, ganar a los sindicatos ensu capacidad de presión sobrelos gobiernos, utilizar mecanis-mos financieros para reducirsus contribuciones a Hacienday operar en paraísos fiscales,lograr que las Universidadesinvestiguen sobre la situaciónde los pobres, pero no sobre elpoder de los ricos. El movi-miento del 15 M ha puesto porfin el foco sobre ellos, ha exigi-do conocer su acumulación deriqueza y ha demandado queésta se redistribuya justamen-te.

Cuando lostrabajadores votan ala derecha

Las tesis que vengo soste-niendo en este texto puedenser útiles para comprender losucedido en las elecciones del22 M. Sin duda alguna, ha ha-bido un voto de castigo al go-bierno y, especialmente, a supresidente. Estos males tienela política adoptada de identifi-car a un partido con su secre-tario general y presidente degobierno. Sin embargo, el votomasivo al PP tiene también quever con la asunción por unsector importante de la ciuda-

danía de que vale más el origi-nal que una mala copia si de loque se trata es de crear empleoa cualquier precio. Si no haymás salida que hacer políticaobjetivamente de derecha,pues que la haga ella, que lohará mejor. El PSOE, desde1982, no sólo se ha derechiza-do él mismo, sino que ha dere-chizado a la sociedad. Espe-cialmente en los últimos ochoaños ha confundido totalmen-te su papel y ha creído queprogresismo es igual a socialis-mo. Con ello habrá podidocontentar a la burguesía pro-gresista, pero el precariado es-peraba otra cosa. Un partidosocialista no es lo mismo queuna mezcla de partido radicalitaliano «pasado por agua» y elala de izquierda del partido de-mócrata de Estados Unidos.Es verdad que han pagado jus-tos por pecadores, pero tam-bién los primeros han sidoconsentidores de la desorienta-ción socialista que viene demuchos años atrás. En la gé-nesis y desarrollo del precaria-do están las políticas económi-cas y las reformas laboralesllevadas a cabo por el PSOE yavaladas en parte por los prin-cipales sindicatos. He analiza-do este hecho en Trabajadores

precarios. El proletariado delsiglo XXI (Ediciones HOAC).

IU también ha fracasado, an-tes y ahora, en la articulacióny representación política delprecariado. IU no es vista nicomo organización capaz degobernar, ni como movimientoarticulador de los trabajadoresprecarios. Nunca como ahoratenía condiciones objetivaspara haber captado el voto delos descontentos con el PSOEy, sin embargo, quien ha cana-lizado el malestar de una partesignificativa de este precariadoha sido el PP. Basta con anali-zar la distribución del voto enciudades, pueblos y barrios detoda España en donde la cul-tura roja fue fuerte y los traba-jadores tenían alta concienciade clase. La falta de arraigo en-tre el precariado de estas zo-nas, más allá del trabajo asis-tencial que desde lasinstituciones se haya hechopara mejorar algo sus condi-ciones de vida, ha provocadouna metamorfosis social, cul-tural y política muy grande.Desde hace años, no se incre-menta significativamente elnúmero de trabajadores quevota a IU. Muchos prefieren laabstención o el voto nulo, pre-cisamente porque piensan queni PSOE ni IU les representan.La novedad actual es el au-mento del número de trabaja-dores que vota a la derecha yen las próximas elecciones au-tonómicas en Andalucía lo ve-remos con mayor claridad.Desde hace más de un siglo,sabemos que la situación declase no convierte a la «claseen sí» en «clase para sí». Porsupuesto, no todos los trabaja-dores votan al PP, pero sí creceel número de los que lo hacen.Ello ha favorecido, además dela abstención y el voto nulocomo formas de desafección

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hacia el PSOE e IU, el triunfodel PP y de CIU en barriosobreros y en ciudades en lasque antes la izquierda era do-minante y, en otros casos, ungran crecimiento de estos dospartidos.

El futuro político y elfortalecimiento delmovimiento del 15 M

Con una parte del precariadovotando al PP y con otra partedel mismo movilizándose porla democracia real y criticandoa los partidos de derecha y deizquierda, ¿qué futuro políticonos aguarda?. A corto plazo,no parece que haya condicio-nes para detener el triunfo delPP en las generales. Si el PSOEe IU son capaces de reaccionarante lo que significa el movi-miento del 15 M, quizá puedanacortar la distancia entre el PPy ellos. Pero lo importante es elmedio plazo. Hay que cambiarla forma de hacer política, des-velar la concentración de la ri-queza en España y redistri-buirla, elaborar nuevaspolíticas en fiscalidad, vivien-da, trabajo decente, democra-cia en la empresa, educación.Y para estos cambios necesita-mos que el movimiento del 15M se fortalezca, genere contra-

poder ciudadano, cree un nue-vo antagonismo social basadoen el conflicto no violento y lapropuesta de alternativas, pe-netre entre el precariado queha votado al PP para reorientarsu comportamiento cultural ypolítico. El Movimiento del 15M necesita tiempo para crecer,pero a los partidos y sindicatosles urge aprender de lo que sig-nifica y demanda. El debate enel Comité Federal del PSOE del28 de mayo no ofrece indiciossobre la existencia de unafuerte catarsis en este partidomás allá de las decisiones dequién ha de ser candidato a lapresidencia de gobierno. No secambia fácilmente la cultura yla orientación económica y po-lítica de fondo que mantieneeste partido desde hace años

Organización,demandas y luchasdel precariadosublevado

No sabemos todavía si lasconcentraciones y movilizacio-nes desarrolladas a partir de lasegunda quincena de mayovan a cristalizar en un movi-miento social o sólo van a seruna explosión social de corta omedia duración. También cabela posibilidad de que se con-

vierta en otro micromovimientomás de los muchos que exis-ten, sin capacidad de expan-dirse y llegar a mucha gente.

La observación de las accio-nes combativas en Grecia yFrancia nos enseña que lamultiplicación de huelgas o deenfrentamientos con la policíano son ya las formas más efi-caces de mantener viva una si-tuación de antagonismo per-sistente. Me parece que seríamás útil una estrategia neo-gandhiana de resistencia, de-sobediencia civil, ocupación delespacio público. Una especiede guerra de guerrillas no vio-lenta, de acción y retirada, demovilización y educación cívi-ca, de protesta y elaboracióncolectiva de propuestas y alter-nativas. Un movimiento sinprisa y sin pausa, que sabeque para crecer a largo plazohay que saber ajustar el ritmoy el tiempo.

Se trata de crear un movi-miento amplio de ciudadanosque sufren la precariedad, nouna nueva vanguardia antisis-tema hiperideologizada. Aligual que en los tiempos de lasAcampadas por el 0,7 , he ob-servado una gran creatividaden las formas de acción colecti-va. Cuando los ciudadanos sereúnen y se liberan del tiemporeducido a la producción, eldescanso y el consumo, des-pliegan una enorme creativi-dad social y las iniciativas deacción se multiplican.

Es muy importante generarantagonismo y conflicto. La so-ciología nos enseña que sinellos, no hay cambio social. Elconflicto social hoy día tieneque ser no violento, pero nopor ello debe ser pacato. Un in-telectual nada radical como esSantos Juliá llamaba la aten-

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ción sobre lo que supondríaque los cinco millones de para-dos en vez de estar en sus ca-sas, se manifestaran al uníso-no con cierta regularidad(«Parados y en la calle, indefini-damente», El País-Domingo, 22de mayo, 2011, pg. 16). Estábien que se intente articular elmovimiento a nivel de barrio,pero es imprescindible mante-ner la acción directa en loscentros de las ciudades.

La maduración y el creci-miento de un movimiento so-cial de precarios en lucha va anecesitar una elaboración pro-gramática que vaya más alládel enunciado de demandasgenéricas por más justas quepuedan ser. Nos enfrentamos aproblemas muy complejos y hallegado la hora de crear talleresciudadanos de elaboración depropuestas políticas y econó-micas en los que confluyan ac-tivistas y expertos. No es ciertoque no haya alternativas. Esmucho lo que ya está elabora-do, pero los militantes másconcienciados, los economistascríticos y los ciudadanos quesufren la precariedad han esta-do desvinculados. Es hora deorganizar la confluencia para irelaborando una plataforma

programática que se ofrezcadesde la sociedad civil. Quizáuna de las innovaciones políti-cas más urgentes sea la de losmítines de los ciudadanos a losdirigentes políticos. Los cam-pos prioritarios han de ser elcontrol democrático de la ri-queza, una nueva fiscalidad, lacreación de una banca públi-ca, nuevas leyes laborales parala democracia en la empresa,la creación de empleo decentey la progresiva extinción deltrabajo precario, formas paralograr «trabajar menos, traba-jar todos y vivir mejor», cam-bios en las formas de elegir alos diputados, creación de ob-servatorios independientes depolíticas públicas, nuevas polí-ticas de acceso a viviendas dig-nas, etc.

Ante el nuevo ciclo políticodel PP, hay que organizar lamovilización ciudadana. Su re-ceta neoliberal para el empleoes bien conocida: crear lascondiciones para que hayamás trabajo, pero asumiendoque éste sea cada vez más pre-cario. Un empresario catalán loexpresaba no hace mucho congran claridad, según me conta-ba una persona que lo habíaescuchado: «ustedes tienen

que elegir: o trabajan como loschinos, o nos llevamos nuestraempresa a China».

Tenemos que contemplartambién el tiempo medio y lar-go, si se desea crear un movi-miento social persistente. Laacción y la elaboración progra-mática irán creando las condi-ciones para nuevas formas derepresentación política. Hoycontemplamos el fracaso delcapitalismo, de la socialdemo-cracia y del comunismo. Pala-bras como izquierda y socialis-mo están muy vacías decontenido real. Lo que hemostenido en Europa es una iz-quierda sin socialismo. No nosperdamos y enredemos con losnombres. Lo que sí está claroes que hay que ir más allá delcapitalismo y que un futurocon esperanza pasa por laconstrucción de alternativasanticapitalistas, ecologistas einternacionalistas. Las luchasy las alternativas generadasdesde las bases ciudadanasirán dando cuerpo a nuevasformas de hacer política quequizá con el paso de los añoscristalicen en nuevas formacio-nes políticas. Por ahora, esta-mos en el tiempo del «mientrastanto». !

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