CONTIGO… ¡TODOS tienen

un lugar!

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CONTIGO… ¡TODOS tienen un lugar!

[haz espacio]

Señor, CONTIGO… ¡todos tienen un lugar! Hasta los que parecía que no tenían derecho a él. Y, curiosamente, ¡esos son los que tienen, por tu parte, los primeros puestos! Contigo, Señor, el orden que nos damos cambia, las estructuras en las que nos refugiamos caen y el mundo se vuelve del revés: los ciegos ven, los cojos caminan, los sordos oyen... a los pobres se les anuncia la salvación... ¡todos tienen un lugar! Y nosotros... ¿dejamos que vengas a trastocar nuestros planes? ¿dejamos que vengas a dar la vuelta a nuestra vida? ¿te dejamos un lugar?

Canto

RE (DO) si#m (lam) fa#m (mim) SOL(FA) LA(SOL) RE (DO)

Mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo veré su rostro?

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[espacio de la oración]

Salmos (Cantamos todos entre estrofa y estrofa. Cada estrofa la recita despacio quien quiera espontáneamente, como portavoz de todos ante Dios)

Mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo veré su rostro?

Una cosa pido al Señor, es lo que busco: habitar en la casa del Señor toda mi vida, gozar de la dulzura del Señor (salmo 26). ¿No te tengo a ti en el cielo? Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi heredad perpetua… Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio (salmo 72). Dichosos, Señor, los que viven en tu casa alabándote siempre… (salmo 83)

Extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame enseguida, Señor, que me falta el aliento… …No me escondas tu rostro. Hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti (Salmo 142).

[espacio de la Palabra]

La Palabra: Lucas 15, 7-15

Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:

«Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.» Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»

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Señor, ¡sal al camino!... trastoca nuestros esquemas Ain Karem: “Señor, sal al camino”

SEÑOR, SAL AL CAMINO E INVÍTANOS, DE NUEVO, A TRABAJAR EN TU VIÑA, (2)

NO IMPORTA A QUÉ HORA, NO IMPORTA A QUÉ PRECIO,

NUESTRA PAGA ERES TÚ Y TU REINO, Y TU REINO.

Los primeros serán últimos, los últimos serán primeros.

Tu justicia y tu bondad, Señor, trastocan nuestros esquemas.

[espacio del corazón]

Pon palabras a lo que has sentido y lo que Dios te ha dicho…

Es el momento de dejar que Dios haga espacio en ti. Tienes en tus manos una pequeña pieza de puzle. En ella puedes escribir tu reflexión. Llévatela a casa, ponla en un lugar visible… como parte del puzle de Dios, donde todos, TODOS, somos invitados… donde todos tenemos un lugar.

Canto:

FA DO rem SIB RE SOL DO FA DO rem solm DO FA (DO)

Ubi caritas et amor, ubi caritas Deus ibi est.

Oración

Jesús, nuestra alegría, cuando comprendemos que nos amas, algo de nuestra vida se apacigua e incluso se transforma.

Te preguntamos: ¿qué esperas de mí? Y, por medio del Espíritu Santo, nos respondes:

“que nada te turbe, yo rezo en ti, atrévete a dar tu vida, hazme un lugar

y haz lugar en tu vida a aquellos que caminan contigo”

¿Qué me estás pidiendo, Señor,

cuando me dices “Ven a trabajar

en mi viña”?

¿De verdad me creo invitado por

Dios, llamado a entrar en su

banquete? ¿Qué hago para que

todos tengan un lugar?

¿Estoy dispuesto a dejar que

Dios trastoque nuestros

esquemas, de la vuelta a mi

mundo y mis ideas, desorganice

mi más que planeada vida?