Esgrima Criolla López Osornio

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- ESGRIMA CRIOLLA -

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Mario A. López Osornio

ESGRIMA CRIOLLA

Libros de editorialHispanoamérica hemisferio sur

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López Osornio, Mario A.Esgrima criolla : cuchillo, rebenque, poncho y chuza - - la ed. la reimp.

Buenos Aires : Hemisferio Sur, 2009.150 p. :¡1. ; 20x14 cm.

ISBN 978-950-504-583-9

1. Esgrima Criolla. I. TítuloCDD 796.86

Título: Esgrima Criolla (Cuchillo, rebenque, poncho y chuza)

Autor: Mario A. López Osornio

En la presente edición se ha conservado la sintaxis y la acentuación original del texto dela edición publicada en 1942.

Coedición de Libros de Hispanoamérica y Editorial Hemisferio Sur.

© Editorial Hemisferio Sur S.A.1'. Edición, 20051*. Reimpresión, 2010

Reservados todos los derechos de la presente edición para todos los países. Este libro nose podrá reproducir total o parcialmente por ningún método gráfico, electrónico,mecánico o cualquier otro, incluyendo los sistemas de fotocopia y fotoduplicación,registro magnetofónico o de alimentación de datos, sin expreso consentimiento de laEditorial.

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ISBN 978-950-504-583-9 Editorial Hemisferio Sur S.A.

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- EL C U C H I L L O -

RESENA HISTÓRICA

Cuando el hombre primitivo comprendió que la Natu-raleza no le había dado más que ingenio para defenderse,pensó en armar su brazo. Primero debió de usar palos ypiedras fácilmente arrojables. Después, dardos, flechas,rompecabezas y macanas. Más tarde, bolas perdidas pare,pasar de allí a las bolas y su definitiva transformación enboleadoras.

Es indudable que, antes de usar todas estas armas, losnativos se hubiesen servido de cuchillos - pero no de losactuales cuchillos, - sino de esos objetos que los arqueólogosdenominan como tales, y que no son otra cosa que trozosde pedernal rústicamente pulimentado. Y, si los nativosutilizaron a los ya mencionados cuchillos de piedra(Ameghino obtuvo cinco en sus búsquedas), es probableque sólo lo hiciesen para comer, despellejar o despedazar alos animales cazados, y muy raramente los usasen comoverdaderas armas defensivas, puesto que el instrumentoen sí no ofrecía más que una escasa seguridad de efectivi-dad. Sabemos que esos cuchillos eran fragmentos de pie-

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dra cuyas aristas amoladas por frotación con otras piedrasmás duras, constituían sus elementos de trituración de lascomidas o los útiles de trabajo. Algunas de esas piedrasdebieron estar engastadas en cabos de madera, y sosteni-das por reatas de fibras textiles o tientos de cuero crudo.Yo poseo una piedrita en forma de media luna que, por elfilo que tiene, parece haber sido empleada como tal.

Ahora bien, recién llegados los españoles al Nuevo Mun-do en violento afán de conquistas, no sólo de tierras y subs-tancias minerales, sino también de adeptos para su reli-gión, justo es que trajesen consigo toda clase de armas,entre ellas, las armas blancas, por lo tanto, los cuchillos.

Transcurrió el tiempo y con el paso de los años comen-zó a perfilarse la silueta del gaucho en la tierra americana.Su lengua y sus hábitos no desmintieron, ni por un mo-mento, su casta de hidalgos de los cuales provenían. Eranseñores como sus padres, pero, en esa vez, sobre extensio-nes de tierra inculta y cubierta de ingentes peligros. Nece-sitaron conjurarlos, y, no teniendo más que lo heredadopoco a poco empobrecido por el uso, empezaron arefabricarlos con los restos de los sables y espadas casi endesuso. De allí salen los primeros cuchillos del país. El pri-mer documento que lo asevera es una carta de DomingoMartínez enviada en 1556, al Rey de España desde Asun-ción del Paraguay. Domingo Martínez fue el primer in-dustrial del Río de la Plata. Su nombre figuró al lado deRodrigo de Cepeda, el hermano de Santa Teresa de Jesús,y al lado de Luis de Miranda, el primer poeta de la con-

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quista, venidos con don Pedro de Mendoza y fundadoresde la infausta Santa María del Buen Ayre en el año 1536.

"Esa carta, cuyo original se conserva en el Archivo deIndias, y que en 1877 fue reproducida en Madrid en laobra documental Cartas de Indias, revela cómo DomingoMartínez, primero aquí, luego en Asunción, echó sin que-rerlo, a la buena de Dios, la simiente de una era de indus-trias".

Dicha carta decía así:

"Sacra Cesárea Majestad: en la primea habitación de Bue-nos Ayres, siendo como era venido de España con Don Pedro

de Mendoza, y siendo un pobre estudiante, que no sabia oficioninguno cosa alguna, vista la necesidad que en aquel tiempohabía, hice anzuelos... hice asimismo, peines, en tiempos quepara peinarse la barba no alcanzaban los hombres un peine...Después de esto, hice cuchillos amolados y encabados al modode los que traen de Flandes... he hecho dagas, que han sidonecesarias y son, porque ha habido muchos que se han vistocon los indios en trabajo, y a no tener daga, hacen de ellos losindios lo que quieren..." (1)

(1) La parte del texto que se halla entre comillas corresponde a unaparte también, de un artículo de Mario B. De Quirós, aparecido enel diario "El Mundo" de la ciudad de Buenos Aires, el 2 de setiem-bre de 1941.

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He ahí, pues, el nombre del primer fabricante de cuchi-llos en el país, y el punto de origen de los importados:Flandes. Más tarde, los cuchillos son cambiados por pro-ductos de la tierra o los compran simplemente, cuando nolos hicieron transformando algunos útiles de trabajo comoocurrió en el siglo pasado, y de acuerdo con lo dicho porHernández en su poema Martín Fierro:

"Yo tenía un facón con SQue era de lima de acero".

Pero, lo cierto es que el comercio, aunque en pequeñaescala, se estableció entre España y sus colonias apenas des-cubiertas éstas. Los cuchillos y las cuerdas de guitarra cons-tituyeron un renglón ponderable entre todas las mercade-rías de ultramar. A las armas de fuego, los criollos, es decir,los representantes novísimos de esa nueva raza, o no las co-nocieron o no las tuvieron a su alcance por su costo elevado,o por la real Orden que así se los impedía. En cambio, elcuchillo, sí, era el arma que les estaba permitida y era elarma única que podían llevar consigo y que, a su vez, seprestaba indefectiblemente para sus diarios problemas depobladores errantes. Lo mismo les servía para faenar el ani-mal empleado de alimento, como de limpia uñas omondadiente. Ni más ni menos que la trompa de elefante -decía Sarmiento- es su brazo, su mano, su dedo, su todo.

Siempre se ha dicho que el gaucho fue un hombre cu-chillero, es decir, un hombre que buscaba la riña por gus-

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to de divertirse sin medir las consecuencias. Pero, eso nofue así, y, si alguna vez lo hubo, lo fue como en el caso delGaucho Malo, mencionado por el autor anteriormente ci-tado, o como algunos hombres que en la actualidad exis-ten y que son capaces de disputar y llegarse a las manos,por defender lo que ellos creen una justicia personal,reagravada en la mayoría de los casos, por la excitaciónalcohólica alcanzada en las pulperías o almacenes. Ese fueel motivo por el cual Rivadavia trató de evitar el uso delcuchillo, y Rosas lo prohibió terminantemente en los do-mingos o feriados, puesto que, arrancándoles el cuerpo deldelito, se desarmaba el brazo homicida en momentos enque su mente estaba alterada. Sin embargo, han vividoalgunos sujetos en las planicies bonaerenses, que han prac-ticado la esgrima del cuchillo como quien ejecuta de cora-zón un sport cualquiera.

Me contaba un viejo paisano que, en Balcarce, existióuno cuya fama saltó de rancho en rancho y sobrepasó loslímites del pago, hasta llegar al Salto Argentino, donde tam-bién había otro hombre como aquél, capaz de enfrentar almás decidido esgrimista del cuchillo.

Ya sabemos que la confianza en sí da valor, y, la admi-ración al valor, satisface tanto como el elogio estimulativoal artífice. Por ello sería, tal vez, que, una tarde, el celososportman del norte, en compañía de cuatro o cinco ami-gos que le sirviesen de testigos, bajó a buscar a su rivaldel sur. Arribaron días más tarde, a la Esquina de la Resi-dencia y con atención preguntaron:

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-Diga señor... ¿Por aquí vive julano?-Sí señores -les contestó el pulpero.-Pues amigo, en cuantito yegue, háganos el favor de

avisarnos...Y pasó esa tarde y llegó la noche blanca de luz de estre-

llas, y fresca en el reposo de un día estival que les dio a loshombres el rezumo de serenidad de la tierra pampa paratemplar sus guitarras y cantar antes de echarse a dormir.

A la mañana siguiente muy de madrugada, un mucha-chito llegó corriendo y les dijo sofocadamente:

-Manda a decir mi tata, que ahí yegó la persona queustedes buscaban...

-¿Ajah? -Le contestó el interesado, agregando: Decileque ya vamos pa' aya...

Y los amigos que le acompañaban se miraron entre ellospensativos ante la inminencia del fin perseguido, pensan-do en la forma en que habrían de desarrollarse los hechos.No dudaban del compañero, puesto que lo conocían sano,íntegro, seguro de su habilidad estupenda para manejar elcuchillo, pero calculaban en la suerte que habría deaparejársele. Poco después, le vieron ajustarse la faja y apre-tarse la vincha con la misma tranquilidad que un pelotariso un carrerista se prepara en un lance de sus gustos. Sa-bían, además, que el mozo no deseaba matar, desde elmomento que ningún odio le animaba, pero sabían tam-bién que era capaz de morir con tal de arrebatarle a surival la aureola de nombradla que tenía.

-Usté es julano, ¿no?

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-Ansina es, señor...-Mucho gusto e' tratarlo, señor...- Y le tendió su mano

ancha de peón campesino.-¿Tomamos una copa? -agregó cumplido.-Y...Como guste -le contestó, agregando intrigado: Y...

si no molesto, ¿Podría saberse pa' qué me andabacampiando?

-...¡Cómo no!...Pues...en mi pago...me anoticié de queusté era un hombre guapo, ¿no?, y...¡Cómo yo me creigoansinaL.se me dio por probarlo...

El asombro desconcertó un tanto a su interlocutor, pero,como era nativo, reaccionó en forma, contestándole de in-mediato:

-Y...si ansina es su antojo.,.cuando guste, nomás...El sol no se había remontado aún mucho sobre la línea

del cénit, apenas dos lanzas sobre la tierra. Su color gualdaparecía más amarillo que nunca. Las hojas de las plantas seacunaban levemente al soplo apacible de las brisas maña-neras.

A cincuenta metros de la ramada bajo la cual bebieronuna copa para "asentar los nervios", dos hombres, rodea-dos de ocho o diez mirones, se descalzaban las espuelaspara aliviarse los pies. Instantes más tarde, el choque delos aceros enervaba a los espectadores de una extraña vo-luptuosidad.

Iniciaron la lucha con fáciles fintas, cosa de poderse di-vertir un rato antes de que el encono les encegueciera to-talmente. Parecían gallos de riña estudiándose golpe tras

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golpe, hasta encontrar la falla imperceptible que les abrieseuna brecha en la lid, de manera que les elevase en su jerar-quía de diletantes en el manejo del cuchillo. Un momentomás tarde, cuando el rubor comenzó a teñir sus mejillasretostadas por el sol y la luz reverberante de los campos,empezaron a enardecerse. Ya no estaban jugando ni pen-sando, mientras combatían, en la china al veril del alam-brado, ni en la bendición de la madre vieja al darles losbuenos días, ahora recordaban las nítidas visiones de cienencuentros similares a ése, grabados en la memoria, paraver si hallaban en alguno de ellos la inspiración de un tajoque venciese al rival, al celoso competidor de la fama y dela gloria que imponía miradas de respeto y de admiraciónen la vida, que a tan elevado precio había que adquirirla.

Media hora estuvieron así peleando, tirando cuchilladascapaces de matar, jugándose la existencia en "puñaladaslargas" o en "paradas" magistrales, obtenidas a expensasde movimientos elásticos de pumas embravecidos, sin lle-gar a lesionarse, hasta que, sudorosos y hesitantes, oyeronque uno de los espectadores, haciéndose eco de la volun-tad colectiva, decía:

-¡Basta! ¡Basta! ¡Párense! -Y, decidido, acababa de inter-ponerse entre ambos contendientes, agregando:

-Párense, que, pa' juicio e' ruitos...esta carrera es puestapa' los dos... Y ustedes... ¿Qué opinan?...

-Y... que pa' mí también lo es...-Lo mesmo digo yo... -Contestaron alternativamente uno

y otro de los combatientes, al instante de clavar las armas

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en el suelo y estrecharse en un abrazo regocijados de ha-llarse representando cada cual, una fuerza igual a la de suenemigo, incapaz de anularse entre sí y comprensibles dela nobleza de sus méritos y corazones.

Relatado este caso verídico, no quiero continuar sin apun-tar también, que si han existido algunos gauchos peleado-res, no es menos cierto que también han existido decretoscontra la vagancia y partidas de Jueces de Paz, que losmantuvieron en el linde de la sociedad y usaron de disci-plinas como la de enviarlos a las fronteras para corregirlosaún en contra de sus deseos. Y, sabido es que un hombreque nació libre y vivió llevándose de su propio albedrío ala manera bárbara de los salvajes que no saben de leyes nide cultura, defendiese esa libertad de la misma forma quese la arrebataban, es decir, violentamente. El ejemplo clási-co lo tenemos en Martín Fierro.

Además, el medio en que vivía le hacía servirse del cu-chillo a cada instante. La planicie inmensa de la pampa o laimponente majestad de los cerros y montañas, le hundíanen mayores soledades si no le portaba consigo. El cuchilloera un amigo fiel que le acompañaba. Cuando niño, oí lla-marle fiyingo (1), y lo que después creí un extranjerismo,ahora lo entiendo como un diminutivo de fiyo, es decir,hijo, o hijito, en castellano anticuado y que en realidad,para el hombre de esas épocas, el llevar un cuchillo a la

(1) Según Vicente Rossi, provendría de Filliño, brasilero e igualmentesignificaría hijito y usado en su patria de origen para cortar tabaco.

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cintura, era como transportar un hijo a sus espaldas que,se las sabría guardar bien de cualquier peligro si la circuns-tancia se lo exigía.

Hay que pensar que un cuchillo en mano de un hom-bre que lo sabe manejar le da valor aunque no lo tenga, ose lo hace surgir del fondo de sus entrañas aunque no loquiera. Los mismos cobardes se sienten fuertes cuando es-tán armados, ¿qué no ocurrirá, entonces, con un sujetoque lo sabe emplear? Recuerdo que una vez he visto en unbaile de carnaval y en los arrabales del pueblo, avanzarresuelto a un pobre diablo, cuchillo en mano, e intimidar aun guapo hasta el extremo de hacerse pedir disculpas porlas anteriores zarabandas provocadoras del hecho. Un cu-chillo de punta que amenaza es algo de indefectible reali-dad: impone e inhibe, si no se tienen bien templados losnervios. Quien lo niegue, no ha pasado ese instante, o noconoce la psicología de los criollos. Don Ezequiel MartínezEstrada dice en su libro Radiografía de la Pampa con mu-chísima razón y exactísima justeza de observador conscien-te, que el cuchillo "exige el recato del falo, al que se parecepor similitudes que cien cuentos obscenos pregonan; quienmuestra el cuchillo sin necesidad es un indecoroso".

Sería ella tal vez la causa por la cual en el tiempo de suauge, diría, el aprendizaje del manejo del cuchillo formabaparte de la cultura de un hombre. Gutiérrez dice que San-tos Vega, después que luchó por primera vez con una parti-da policial, huyó a esconderse en casa de un amigo. Allí, nosólo restañaron sus heridas atendidas por la madre del apar-

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cero, sino que éste mismo le entretuvo y distrajo en las ho-ras de voluntario cautiverio de una manera muy particular.

Con dos palos del tamaño de un cuchillo le hizo "ali-gerar", es decir, obtener por medio de inocentes"canchadas" la agilidad necesaria para poderse defender.Se entendía por canchadas, o canchar, al acto de penetraren un espacio limitado de tierra (pedana), donde se ha-bría de probar la pericia de dos combatientes en un jue-go. Cada cual no sólo debía mantenerse en él, sino quedebía avanzar haciendo retroceder por tal causa, a su ene-migo, hasta desalojarlo de su puesto para ganar. A la parde este vocablo "canchar", existía otro que señalaba elvalor intrínseco de un sujeto, ese vocablo era "vistear".Se entendía por vistear, a la acción desarrollada por lavista en la técnica de un juego, por ejemplo, el de tirarsepuñaladas y saberse atajar. Esteban Echeverría, en una desus obras dice:... "dos muchachos se adiestraban en elmanejo del cuchillo, tirándose horrendos tajos y reveses..."lo cual demuestra gráficamente, el fin buscado por losnativos es habituar los ojos en la adivinación de la inten-ción del contrario, antes que efectuar la defensa. Y así fuecomo los autores de la literatura gauchesca hallaron en larealidad, material para sus producciones como en el casode Santos, que, gracias a sus "canchadas", cobró famadel "mejor facón del pago", por su extraordinaria habili-dad en el manejo de las armas criollas. Juan Moreira, per-sonaje real y popularizado por sus estupendas hombradasde sujeto sereno y valiente, capaz de luchar solo contra

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partidas enteras de policía, a quienes aborrecía de almapor simbolizar en ellas al alcalde prepotente y atrabiliarioque pretendió mancillar su honor, y al juez de paz, auto-ritario e injusto, solía de tanto en tanto y cuando transcu-rrían muchos días sin pelear, acercarse a las casas de al-gunos amigos para que le hicieran "unos tiritos", convaritas de álamo o paraísos a manera de cuchillos, para"ver cómo andaba de la muñeca" y comprobar si aún era"capaz de barajar puñaladas", para cuando llegase el ins-tante de poder conservar el nombre "de ser corno unaluz para atajarse en las entradas" del cuchillo.

Otro ejemplo de la forma de practicar esta enseñanzainspirada en las costumbres criollas, lo encontraremos enuna poesía campera de Arsenio Caviglia Sinclair, Visteando.Veamos lo que dice:

"Haga de cuenta siempre, qu' ha echao raíces,el pies que pone junto al pies del otro;y no haga un paso atrás 'unque lo apuren,porque, más vale m'hijo ¡qué lo achuren!Antes que digan que sedió e miedoso".

"Si le amagan abajo, ¡cuide arriba!Si le amagan al tuso, ¡cuide abajo!Y que nunca el coraje lo sofoqueSi le toc'aguantar el primer tajo,Ni brinde la muñeca de baratoNo sea qu'en la primera lo desoquen"

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Aconseja sañudo un viejo, armado con un talero, mien-tras su hijo enfrentado a él, le escucha cuchillo en mano.

"¡No ecrTel cuerpo pa'atrás! Qu'eso es de flojos,añade, a la vez de continuar en sus amaestrarlas:

"ni se fij'en la mano del contrario,mire que l'intención del arversario,más qu'en el brazo, mijo, 'ta en los ojos",termina el viejo mientras le aguarda ansioso. Las es-

caramuzas han comenzado. Padre e hijo se buscan con lamirada atenta a fondo que habrá de poner a prueba la des-treza y el valor de ambos, hasta que, el muchacho, sin que-rerlo, se gana "el potriyo 'e la madrina" después de haber-le marcado "un rumbo" al genitor de sus días, es decir, dehaberle abierto un tajo "de la boca a la oreja del maestro".

Al leer estos versos recordé que en una estancia del par-tido y a orillas del río Samborombón, existió un negro algoentrado en años ya, que no teniendo que heredarle u obse-quiarle a un mocito amigo y ahijado suyo, pensó en entre-garle todo su conocimiento de esgrima del cuchillo. Era loúnico y más grande que poseía en la vida: la baquía ex-traordinaria en la defensa personal por medio de esa arma.El cuchillo, para él, constituía la llave de la justicia íntimadel hombre indigente, tanto más lógica cuanto más mise-rable fuese el ser, puesto que "al pobre el sol se lo come".El rico no precisa de nada, todo lo tiene y encuentra ampa-ro en cualquier parte, en cambio, el desvalido, "si no se

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defiende solo - decía- es como los animales reyunos a'ndeel más sonso limpea su cuchillo..." Y, afianzado en estasrazones, comenzó a darle sus lecciones de esgrima criolla.Empezaron con trozos de palos como en el caso de SantosVega y terminaron con cuchillos, con los mismos cuchillosque tenían para sus tareas diarias o para lucirse en los do-mingos cuando salían de paseo. Se marcaban cancha, esdecir, con heridas incisas en el suelo se delimitaban el campode lucha, hasta que, adiestrado el discípulo en el manejodel arma, comenzó a enseñarle en la "cuerpiada". Se en-tendía por cuerpeada al acto de quitar el cuerpo a la puña-lada, sin retroceder ni dejar de hacer frente al adversario,de manera que los tajos tirados por éste, no pasasen desimples manotazos de león arrojados al vacío.

Un día, el negro puso de espaldas a su alumno en lapuerta de la cocina de los peones, y, allí empezó a tirarle afondo sin conseguir más que chispas del choque de losfacones que, al final, constituyeron el espaldarazo dado almuchacho, considerado un hombre capaz de defendersesolo en la vida. Yo he visto esa puerta y la consideré doble-mente histórica. Tiene los impactos de la gente de Alsinaqueriendo intimidar a los mitristas en el setenta y cuatro, ytiene los puntazos de las cuchilladas del negro tiradas a sudiscípulo que, a su manera, hizo patria dando testimoniosal folklore del país pintando las costumbres del gaucho.

El jugar con el peligro era, en nuestros antepasados unprincipio tácito y de elemental cultura. Los nervios se tem-plaban ajustando las clavijas del riesgo en cualquier contin-

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gencia. La dureza de la vida cotidiana demostraba la necesi-dad de esa enseñanza. A los seres había que educarlos desdeniños e inculcarles la serenidad ante el peligro, como unprincipio básico agregado a la fe en las propias fuerzas.

"Más que el sable y que la lanzasuele servir la confianzaque el hombre tiene en sí mismo"dice el Martín Fierro. Es aquella, también la causa

por la cual nuestros mayores han usado de bromas que, alfinal, prevenían para cualquier evento. Aun en la actuali-dad es corriente oír contar por boca de muchos viejos ycon sorprendente hilaridad, la forma que tenían de ense-ñar divirtiéndose. ¿Quién no recuerda la clásica fisga deatarle la pata del montado a un poste del palenque a lasalida de un baile? ¿Quién no supo de las vértebras de ove-ja metidas bajo las sudaderas del recado? Los apuros de unjinete solazaban más que el espectáculo de un animalcorcoveando maravillosamente, Sabían que el hombre, encaso de caer, caería de pié, como correspondía a un buencriollo. Con bromas así y de tan abultado calibre, se plas-maba el carácter y disciplinaba al morador pampeano apar-te de preparársele también, en la rápida reacción necesariaa su vida repleta de peligros, que a cada instante leasechaban la existencia. Ellos tenían que andar con ojo avi-zor a las manadas de perros cimarrones que, a veces, sor-prendían más que los mismos indios. La falta de mediosde comunicación, el atraso de la medicina al extremo de

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que las heridas cortantes las cohibían con trapo quemadoensopado en caña, la soledad implacable en que vivían, laausencia de sociedad y la carencia de seguridades de géne-ro alguno les obligaba a ser como eran, serenos en el peli-gro y audaces en la lucha. Del valor de cada cual dependíasu existencia. El cigarro fue el compañero de las travesíasque acortaba distancias en agradable pasatiempo. El caba-llo, el lazo, las boleadoras y el cuchillo fueron los únicosinstrumentos de defensa y de ataque de que disponían. Enaquel se alzaban altaneros sobre sus enemigos y podíanusar a voluntad de su fuerza y rapidez, y en éstos, podían

hallar los medios necesarios para materializar sus deseos.No quiero continuar mi trabajo, sin antes dejar de con-

signar la satisfacción que tuve no hace mucho, al leer unaspoesías exhumadas de viejos archivos españoles, por elprofesor don Ángel Battistessa {!), que confirman mis pre-ocupaciones y desvelos, al juzgar que no estaba completoel estudio de las costumbres de nuestros nativos, mientrasno se analizase concienzudamente sus medios de vida.Dichas poesías decían así:

"Las Volas, Cuchillo y Lazoen dicho País infieroque mucho más que el Dineropara comer son del Caso,

(1) La prensa, 10 de octubre de 1941. Comentarios acerca de la conferen-cia dada en el salón de actos por el señor profesor mencionado

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pues cualquiera que de pasose le antoxa alguna Res,la bolea por los pies,el Lazo le arroxa al Cuello,entra el Cuchillo al Degüelloy se la come después".

Como se habrá podido observar, en esas poesías escritasen el año 1778 por un soldado de la expedición de Cevallosa la Colonia del Sacramento, se habla de boleadoras, lazo ycuchillo, y, al hacerlo, corroboran la tesis de que esas eran lasarmas esenciales y por consiguiente era a ellas a quienes habíaque analizar de una manera amplia, concluyente y metódi-ca, para podernos adentrar aún más en el alma de los mora-dores americanos, ya que no se tenía otra fuente de recursoshasta la fecha que la poesía tradicional.

El lazo y la boleadora fueron objeto de un estudio minu-cioso, sólo me faltaba ahora para completar esa trilogía, tra-tar de bosquejar el estudio del uso y de la esgrima del cuchi-llo que, sin agregarle el aditamento de las observaciones efec-tuadas al resto de armas blancas utilizadas por el gaucho, nohubiera sido completo para el mayor conocimiento de nues-tro folklore. Fue esa la causa por la cual le adicioné a estaobra, el aporte de varios capítulos referentes al rebenque, alponcho y a la chuza, con sus refraneros respectivos paraque traten de darnos una idea no sólo de las armas que usa-ron nuestros hombres de cepa nativa, sino también, de lainfluencia que ejercieron en sus espíritus.

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A R M A S B L A N C A S U S A D A SPOR LOS CRIOLLOS

Se entiende por "armas blancas" a toda clase de instru-mentos destinados para ofender o defenderse que no seande fuego o arrojadizos.

El gaucho usó el cuchillo en todas sus variedades, yafuese el cuchillo propiamente dicho, el facón, la daga y elpuñal. Además, empleó el estoque.

EL CUCHILLO

El cuchillo es un instrumento de hierro acerado conun solo corte. Consta de una hoja más o menos larga,ancha y gruesa. Dicha hoja termina en punta y por suextremo opuesto se encuentra adherida o engastada a unmango de metal, madera o asta. A veces, los existió tam-bién encabados sobre piedras o arandelas de cuero reves-tidas en ocasiones por primorosos tejidos en tientos decuero crudo. Los cuchillos no poseen gavilán sólo tienenuna especie de nudo entre la hoja y el mango, que se lla-ma "botón de la hoja".

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Fotografía comparativa de armas blancas de la colección de donCarlos G. Daws, tomada por don Bernardo Bordeu.1 Daga sin gavilán (Caronera)2 Puñal, cuyo filo del último tercio ha quedado reducido a un simple

chaflán.3 Daga de nítido doble filo.4 Pequeña daga.5 Cuchilla.6 Cuchillo común de 14 cms. de largo en la hoja.NOTA: los facones eran iguales a la daga que lleva el número tres,pero con filo de un solo lado.

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El cuchillo admite cuatro variedades o evoluciones. Dosde ellas aunque pequeñas, no dejan de darle sus caracte-rísticas especiales: el puñal y la cuchilla- y dos que sufrie-ron transformaciones notables en su construcción, ya fue-se en la hoja o en el agregado de una pieza intermedia en-tre la hoja y el cabo, llamada gavilán, genéricamente ha-blando. Estas dos variedades son el facón y la daga.

La cuchilla es un arma parecida al cuchillo pero de hojamás ancha, al extremo de conservar su anchura hasta lle-gar a las vecindades de la punta y describir por tal causa (elíilo), una curva muy pronunciada que le da su característi-ca esencial. La cuchilla, por dicha característica, despertóen el gaucho como tanto otro objeto de uso diario, su na-tural suspicacia. En la panza del filo de ella tal vez vio la"preñez del arma".

EL PUÑAL

A esta arma designósele así por suponérsele caber entrela mano cerrada o puño, aunque más tarde adquiriese en-tre nosotros proporciones descomunales. Su hoja, de lí-neas más rectas que las del cuchillo, posee un extremo agu-dísimo y tiene filo de un lado íntegramente y una terceraparte (la de la punta), en el lado opuesto, es decir, en ellado del lomo, al cual se llama contrafilo.

El puñal no tuvo gavilán, y, si lo llevó, no fue otra cosa queun abultado remate o botón de unión entre la hoja y el cabo.

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- SINONIMIA DEL CUCHILLO Y LA CUCHILLA -(Tongorí, Fariñera, Mangorrero, Fiyingo y Flamenco)

TONGORÍ.- Cuchillo con cabo de tongorí, es decir, con uncabo forrado con un trozo de aorta de vacuno oyeguarizo.

FARIÑERA.- Cuchillo grande, sobre todo, de hoja muy anchaempleado antiguamente para cortar o servirse cada cuallas raciones de "fariña" en las viejas estancias. En la ac-tualidad suelen usarlo algunos peones para cuerear.

MANGORRERO.- Cuchillo tosco y mal trazado hecho la ma-yoría de las veces con los restos de otros mayores.

FIYINGO.- Voz tomada posiblemente de fiyo, que en caste-llano antiguo significaba "hijo". Voz gallega.

FLAMENCO.- Estanislao del Campo llega a llamarle así al cu-chillo, tal vez por las marcas traídas de Flandes desdetiempo inmemorial y de acuerdo con lo expresado en elprimer capítulo de esta obra.

"Cuando a usté un hombre lo ofiende,ya sin mirar para atrás,pela el flamenco y ¡sas! ¡tras!Dos puñaladas le priende.

(Fausto)

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EL FACÓN Y LA DAGA

El facón y la daga, son las dos variedades restantes delcuchillo, que han sufrido los cambios en su construcción,ya sea en el filo o en el agregado de una pieza intermediaentre el filo y el cabo, que se llama empatilladum, con surespectivo gavilán. Veamos sus características esenciales,estudiadas separadamente.

EL FACÓN.- Voz aumentativa de faca, es decir, cuchillo gran-de. Entre nosotros, originariamente, el facón debió ser cons-truido con restos de sables en desuso. El facón, como el cu-chillo, tiene filo de un solo lado. Su punta es muy aguda. Esun arma mucho más larga y en proporción más delgada yangosta que el cuchillo, por lo cual su acero debía ser ex-traordinariamente noble, tan noble, que los peleadores conestas armas, antes de llegar a un sitio donde suponían quepodía haber pendencia, lo probaban entre sus dedos o a gol-pes de uña, para descubrir en el sonido o en el movimientodel pandeo de la hoja, su grado de elasticidad y resistencia,como los tiradores con armas de fuego, prueban sus revólve-res haciéndoles funcionar sus tambores o gatillos. La puntadel facón es muy aguda. El facón siempre poseía gavilán yéste podía ser pequeño o grande, recto, en "S" o media luna,de acuerdo, únicamente, con los gustos de su dueño.

LA DAGA.- La daga, en su origen y en Europa, fue unaespecie de puñal grande con uno, dos o cuatro filos. Ade-

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más su punta era muy aguda. Llevaba una guarnición comolas espadas, aunque guardando, como es de imaginar, unadeterminada proporción a su tamaño. Su hoja poseía agu-jeros en las vecindades de su empuñadura, destinados aencerrar sustancias venenosas. La daga se llevaba pendientedel cinturón opuesto al tahalí que sostenía la espada o sa-ble, es decir, que quedaba ubicada a la derecha del sujeto,o hacia atrás, sobre los riñones. Se usó mucho en la anti-güedad en los duelos de armas dobles, por lo tanto, en losduelos aquellos en que se peleaba con una espada en ladiestra y la daga en la siniestra. Cuando la daga poseía ga-vilán, era por lo general bastante grande y corvo hacia unlado y otro, de manera que pudiese parar los golpes, sobretodo, los dirigidos a la cabeza, o para aprisionar la hoja delarma contraria y romperla de una brusca tracción. Ahora,si la daga no tenía gavilán, poseía al menos un crucero, esdecir, una pieza ovoidea que separaba la hoja del mango y

sobrepasaba un centímetro o más por lado. Del crucero ydirigiéndose hacia la hoja, bajaba una chapa metálica, en-volvente, de dos o tres centímetros de largo que se llamóempatilladura propia.

Las constantes prohibiciones para su uso que en Euro-pa sufrió la daga, y sobre todo el segundo Concilio de Pisaagregado a la generalización del empleo de las armas defuego, hicieron que esta arma tuviese transformacionesnotables hasta llegar a aparecer como simples puñales.

Entre nosotros, la daga podía tener gavilán o no, y, cuan-do lo tenía era por lo corriente más grande que el del facón.

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Sus filos fueron infaliblemente dos, a derecha y a izquier-da. Por lo común, las dagas eran construidas con restos deespadas o bayonetas en desuso.

La hoja, en lugar de tener agujeros como la europea,solía poseer una especie de canaleta longitudinal sobre unafaz y otra, y que la gente campesina la suponía para "efec-tuar las sangrías en forma".

La daga de Juan Moreira mide ochenta y cuatro centí-metros de largo contando la empuñadura. Su hoja, única-mente, tiene setenta y tres, y cuatro centímetros de anchoen la parte de su inserción en el cabo. Pesa alrededor desetecientos veinte gramos y le fue regalada al paisano pordon Adolfo AIsina. Su gavilán había sido primitivamenteen forma de "S" pero su dueño lo hizo corregir, dándole lade media luna o "U", para evitar que en sus innumerablespeleas la parte entrante de la mencionada "S", hiciese res-balar los golpes de hacha del contrario y le cortasen el bra-zo o el pecho. Su acero es de tan magnífica calidad, queEduardo Gutiérrez dice que el capitán Várela quebró susable al pararle Santos con su filo un terrible hachazo.

La daga, por lo general, no tuvo tan extraordinarias di-mensiones y se registraron fuera de este tipo, otras varieda-des, como la daga "fachinera" y la daga "carenera". La pri-mera debió tomar ese nombre por habérsela empleado enel corte de "fachinales", o sea, la paja usada para quinchar,crecida en los esteros de nuestro país. Estas dagas eranconstruidas corrientemente con los restos de las espadasrotas, por lo tanto, era un arma más chica que aquéllas. La

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daga carenera fue un arma como la anterior, pero tomandosu nombre esta vez, del hecho de ser transportadas entre lascaronas del recado. Ninguna de las dos llevaba gavilán.

ESTOQUE

El estoque fue también un arma muy usada por el gau-cho del siglo pasado, y, aunque no es una variedad del cu-chillo, es un instrumento que en parte se maneja comoaquél. Es, en realidad, una especie de espadín recto, sinfilo y de punta muy aguda, puesto que ella es la única par-te ofensiva del mismo. Su sección, que podía tener un cen-tímetro y medio, más o menos, era redonda, cuadrada otriangular. El estoque no poseía gavilán y se le transporta-ba atrás, a la espalda, como a todas las armas blancas gran-des que empleó el nativo para su defensa.

PARTES CONSTITUTIVAS DE LAS ARMAS BLANCAS

En este capítulo estudiaremos las partes constitutivasdel cuchillo, sus derivaciones o variedades y la vaina.

LA HOJA.- La hoja del cuchillo está hecha de una láminametálica más o menos delgada. Generalmente es de hierroacerado. Su temple se apreciaba con la uña, dándole ungolpe y de acuerdo a sus vibraciones y sonido se apreciaba

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1.

e.

1. Hoja de daga. Filo de dos lados.2. Empatillddura para facón con gavilán en "ese". Laflecha (a), indica por donde pasará la espiga antes deatravesar al cabo.3. Empatilltidura con gavilán recto.4. Empatüladura con gavilán en "U".5. Empatilladura con crucero.6. Cabo de daga, facón, etc.7. Vaina. Agarradera o boquilla (a) con su respectivogancho (b). Cuerpo de vaina (c) y puntera (d).

8. Hoja de cuchillo. Filo de un solo lado. Sección (n), punta, de filo delicadísi-mo; (b) panza de! cuchillo, de corle bastante bueno, y (c) gavilán de regularfilo. Esta sección era el hacha del gaucho, y (d) sobre el lomo, el mart i l lo .Gavilán propio del cuchillo (e). Botón redondo {f), común en los cuchillosuruguayos.9. Hoja de puñal. Filo de un lado y parte del otro. En la actualidad este último hadesaparecido. Botón de forma geométrica (a). Espiga (b) sobre la cual va el mango.10. Hoja de cuchilla. Filo de un lado. Ovbsérvese su corte pronunciado enrelación al cuchillo.Nota: La hoja del facón es semejante a la de la daga pero con filo de un solo lado,por lo tanto, tiene lomo, aunque muchas veces se le afílase en su vecindad al ápice.

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y valoraba su elasticidad y resistencia. La hoja del cuchilloera de forma isoscélica, cuyo lado menor lo constituía ellomo del mismo. En sus lados mayores podía observarse aveces, una especie de canaleta llamada sangrador (1). Lahoja de las dagas ofrecía el aspecto de un rombo cuyosángulos menores formaban el filo a un lado y otro. El restode armas usadas por nuestros hombres de campo era unacombinación de ambas en las diferentes partes del instru-mento. A continuación detallo una lista de marcas de fá-brica y nómina de introductores de hojas de armas, deacuerdo a la colección de don Carlos G. Daws, en nuestropaís y desde el siglo pasado hasta el presente.

"Guanaco": José Drysdale y Cía., calle Perú, Buenos Aires.E. H. "El Payador": Escasany Hnos., calle Rivadavia y Perú, Bs.

Aiares.La Argentina: Manuel Casal, calle Buen Orden, Buenos Aires.Defensa: Médici y Cía., calle Cangallo, Buenos Aires.Dufaur: Dellazopa y Cía., calle Chacabuco, Buenos Aires.Arbolito: H. Bocker y Cía., Solingen, Alemania.Armería Bazar Nacional: Alfredo Cázalas y Cía.Libertad: Anezin Hnos., Buenos Aires.Tijera; Carlos Rasetti y Cía., Armería París.Medaüle d'Or: E. Montaigne.

(1) El sangrador debió hacerse para aumentar la superficie de cadacara de la hoja, y darle, por consiguiente, mayor resistencia, opara aliviar la pieza favoreciendo a su manejo sin cansar el brazo.

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Libre (Marca Registrada): Canelones, R. O. Uruguay.Acier fondú: J. M. Malhaos, Montevideo.A. Franchi y Cía., Cuyo 1121, Buenos Aires.Cuthers to her Majesty: Joseph Rodgers y Sons.Panizza y Cía., Artes 122, Buenos Aires.Corneta, Medail d'or: Exposición Universal 1878.El Pastor: Solingen, Alemania.A. Pelota: Scholberg y Gadet.Girasol: Lura Hnos., Rosario.Rosario de Santa Fe. Brucca, Scholberg y Cía.Broquia y Scholberg: Montevideo.E. Herder Arb- Sohn, Solingen, Alemania.Eroquia y Scholberg, Sarandi 250, Montevideo.Podestá e hijo: Gualguaychú, Entre Ríos.Sheffield: Mazeppa, Reus H.Sembol: Sommer y Cía.Condour: Sommer y Cía.Liege a Pelotas: Solver H.Sheffield: Mantels y Peiffer.

La hoja del cuchillo consta de punta, filo y lomo. Lapunta, es el extremo agudo del instrumento. El filo, la par-te amolada del mismo, del cual el paisano sacaba conse-cuencias sobre su nobleza, cortándose la epidermis del ín-dice y descubrir si tenía o no filván.. La sensación que pro-duce su corte da la impresión acabada de su filo. El filo deun cuchillo abarca toda su hoja, siendo más delicado cuantomás vecino esté a su punta. Por lo general, el último terciocercano al mango, es bastante grueso y se llama gavilán

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por la circunstancia, tal vez, de ser el más inmediato alverdadero gavilán de los facones y dagas. Esa tercera partedel filo era la que el gaucho usó de hacha. Cuando un cu-chillo ha sido afilado muchas veces, su hoja se gasta y setorna abultada, espesa, al extremo de no tomar el "verda-dero filo" deseado en un arma. Esta grosura de la hoja fuellamada haba por el paisano, en su deseo de juzgar unapieza, sin defectos de ninguna especie, que le descartasenen su utilidad, y, así como eliminaba a esas, también lohacía con las que tenían mellas o rebabas.

LOMO.- El lomo en los cuchillos es la parte gruesa y con-traria al filo. El gaucho lo usó de martillo para golpear oclavar. El lomo suele tener labraduras en su superficie, he-chas a golpes de lima, efectuadas como simples adornos oretenes, si en una lucha se hubiese visto en la necesidad deparar un tajo con esa parte del cuchillo. En ciertas varieda-des de cuchillos, al lomo también se le sacó filo, y, enton-ces, se le denominó contrafilo, como en el caso típico de ladaga o sólo en una parte de la hoja (el último tercio de lapunta), como en el caso de los puñales.

La hoja del cuchillo se encuentra adherida al cabo pormedio de un pívot, apéndice o vastago, formando un con-junto que se llama empuñadura o mango.

Entre la hoja y el mango, que tienen una orientaciónvertical, existe una separación, diría, horizontal, que lasdivide íntegramente. Esa división está constituida por unapieza metálica que se conoce por empatilladura, con su

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respectivo gavilán (en las dagas y facones), y botón, en loscuchillos y puñales. El gavilán, por lo tanto, no es otra cosaque lo que en las armas blancas se entiende por guarni-ción, es decir, lo que se coloca en la empuñadura para de-fender la mano de los golpes del contrario. En la espada sellama cazoleta.

EL GAVILÁN.- En los facones (exclusivo en esta variedadde cuchillo y accidental en las dagas), podía ser recto, enforma de media luna, en forma de "S", o constituirlo sim-plemente una arandela ovalada, llamada crucero. Se en-tiende por gavilán recto, cuando está formado por una pie-za ubicada transversalmente entre el cabo y la hoja. Podíasobresalir de la hoja, desde un centímetro hasta cuatro,cinco y seis centímetros por cada lado de los correspon-dientes al filo y lomo del arma. Solía tener un botoncito encada extremo, u ofrecer el aspecto de cabecitas de víboras,leones, etc., o terminar simplemente en una punta sin seraguda. El gavilán en "S", era cuando esa misma pieza trans-versal recordaba el trazo de una letra como la referida ypuesta de través sobre la parte superior del cabo del arma.El extremo que volcaba sobre el cabo del arma, iba hacíafuera, del lado del filo, de manera que hiciese resbalar parael mismo lado los golpes del contrario, y evitase también,las lesiones en el dorso de la mano que le empuñaba. Y, elextremo opuesto de la citada "S", se abría curvo hacia laparte del lomo del arma, de manera que podía recibir y

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Cinco facones, modelos de la antigua platería Anezín Hnos. Al prime-ro de la derecha se le ha pintado un gavilán en "U" para que presen-ten en total la variedad íntegra de los mismos usados por nuestroscriollos. Obsérvese la delicadeza de líneas impresas a estas armas,donde el nativo también dejó su sello de natural elegancia.

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parar los golpes tirados por el enemigo hacia el centro delcuerpo de la persona que le manejaba. A veces, esa mismacurva, si era muy cerrada, podía aprisionar también la hojadel arma contraria, siempre que quien se defendiese, hu-biese efectuado un rápido movimiento de muñeca en elinstante preciso de haber detenido el golpe, lo suficiente-mente poderoso como para arrebatársela o quebrársela.

El gavilán podía presentar también la forma de unamedia luna, es decir cuando la pieza antedicha ofrecía elaspecto de un arco cuyos extremos o cuernos miraban haciala hoja del cuchillo. Su objeto era el mismo que el referidoen los casos anteriores. Y por último, cuando el gavilánestaba constituido por una chapa ovalada y transversal a lahoja, que sólo servía para detener los golpes del adversarioy no para quitar el arma enemiga.

Otra de las partes constitutivas, o mejor dicho agregadaa las armas blancas, fue la vaina.

La vaina es una funda de cuero, asta, metal o la combi-nación de un material y otro, que sirve para encerrar oguardar las armas blancas, mientras se las lleva consigo ose las preserva del medio externo. La vaina consta de trespartes esenciales, que son: cuerpo de la vaina, boquilla consu gancho o retén, llamada agarradera, y puntera, llamadatambién en algunos casos, abanico.

Cuerpo de vaina, es la envoltura propiamente dicha queampara el arma. Si era de metal, podía tener labradurashechas a cincel, o presentar su ornato sobre la base de lá-

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minas metálicas, caladas y soldadas al cuerpo central, lla-madas solapes. La agarradera, con su boquilla o bocavainaes la parte de la vaina por donde se introduce el arma paraguardarla, sin llegar a abrazar el botón del cuchillo, pues, silo abrazara, dejaría de ser cuchillo pampeano para ser uru-guayo, como siempre se ha dicho en esta región bonaeren-se. La boquilla lleva soldada (o cosida, si la vaina es de cue-ro) a su borde superior, una pieza de una figura más omenos triangular que sirve para mantener fija a la cintura,la vaina, es decir, trabada al cinto de manera que evite queaquélla se caiga o resbale. Dicha pieza se llama agarraderao gancho. Y, por último, la puntera, o sea el extremo infe-rior de la vaina, generalmente redondeada, con el objetode impedir que lesione o moleste a quien la lleva.

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- MANERA DE PORTAR EL CUCHILLO -

Demostrada la utilidad imprescindible de llevar el cu-chillo consigo, el hombre de campo buscó la forma de ha-

cerlo sin que le molestase en sus movimientos naturales,para desenvolverse con soltura, y de que "saliese cortan-do". El salir cortando, significaba poderlo desenvainar sintropiezos y listo para cualquier circunstancia, por más apre-miante que ésta fuese. Por lo tanto, el cuchillo pudo sertransportado por una persona de las siguientes manerasque lo mantenían a su alcance:

En el tirador o cinto y a la espalda. Esta fue la formalógica y vulgar de transportarlo. Se hacía atravesado en lacintura y con una inclinación marcada de derecha a iz-quierda y con su punta para abajo. El filo del cuchillo que-daba para arriba (1). El cabo asomaba por el flanco dere-cho del sujeto que le llevaba.

(1) Hay vainas en la actualidad que vienen cambiadas, como si hubiesensido confeccionadas para zurdos, pues al poner el cuchillo enfunda-do en la cintura queda alterada la posición natural del filo, que debeser para arriba. Tal vez obedezca tal error a la fabricación extranjerade las mismas, que fueron hechas sin consultar la costumbre nativa.

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En el tirador o cinto y hacia delante. Es ésta, también,una de las formas corrientes de llevarlo. Se le ubicaba en laparte media (más o menos) de la línea del ombligo a lacadera diestra. Se le colocaba de arriba abajo y con unamenor inclinación de derecha a izquierda que en el casoanterior. El filo iba para abajo. Por lo general era un cuchi-llo pequeño el que se llevaba allí, manuable, empleado enmenesteres insignificantes de la vida diaria, como el corta-plumas en nuestros días.

En la sisa del chaleco. Esta manera de llevar el cuchillofue más bien de la gente allegada a las poblaciones que de

la del campo, del "paisano urbano o gaucho a pie", comodecía Rodolfo Senet. Si el sujeto era derecho en el manejodel arma, lo colocaba en la bocamanga izquierda del cha-leco, de manera de poderlo desenvainar con limpieza enun momento de apuro. El filo quedaba para adelante.

En el recado. En el recado sólo se llevaba el cuchillocarenero o la fachinera, es decir, los de grandes dimensio-nes. Se les acomodaba entre la carona y el basto o lomillo.La esgrima de la caronera era semejante a la del sable.. Sumango iba hacia delante y con el filo hacia la izquierda delcaballo, o sea del lado de montar.

En la liga. El cuchillo pequeño que a veces se llevó en lacintura y hacia adelante, en la época de la bota de potro, sesupo también llevar en la liga que sostenía erguida a la

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caña de éstas. Más tarde, y aun en esos mismos años, lasmujeres del país solieron llevarlo en la liga de las medias.Me refiero a las mujeres aquellas que fueron compañerasdel gaucho, o compañeras del paisano morador de los su-burbios pueblerinos. En un caso como en otro, estabanexpuestas al desierto bravio o a las adversidades de la vidaorillera, donde, en la mayoría de las veces, debían hacer"la pata ancha" y defenderse solas. Para poderlo hacer de-bían llevarlo a mano, y, para ello, lo transportaban en laliga de la media, con el filo para atrás si estaba en la piernaderecha, y el filo para adelante si estaba ubicado en la pier-na izquierda, cosa de que saliese "cortando", como el cu-chillo de los hombres, en cualquier parte que se llevase.

Cuchillo empuñado en el instantede desenvainarlo (visto de atrás).

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- E M P L E O DEL C U C H I L L O ENLA L U C H A -

El gaucho usó del cuchillo en la lucha de dos manerasesencialmente diferentes para herir, Una, desprendiéndosedel arma y arrojándola a distancia y la otra, sin desprendersede la misma para hallar su cometido. En el primer caso sólolo hizo accidentalmente y pocos ejemplos se encuentran alalcance de la mano en la historia o el romance de su vida.

Su documentación la hallo clara en el juego de "la clava-da" más que en ninguna otra argumentación, puesto que,si el paisano la practicó, fue porque encontró en ella unamanera de ejercitarse en algo que alguna vez podría serlede utilidad. Y, en cambio, en la otra forma de usar el cuchi-llo, o sea la de emplearlo sin desprenderse de él, hizo de sumanejo un arte difícil y peligroso que le ubicó entre losprincipales esgrimistas del mundo.

Ahora, yendo por partes y sin dejar de apuntar sus ca-racterísticas y circunstancias para afianzar tal hipótesis,no quiero continuar sin relatar una escena que, cuandoniño, impresionó fuertemente mis sentimientos. Ella erala de observar a varios paisanos reunidos ejercitándoseinconscientemente en el manejo del cuchillo arrojado a

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distancia, con el pueril pretexto de ensartar a un escuer-zo. El que lo traspasase, cobraba el "dentro", es decir, elpeso moneda nacional que cada cual había abonado pre-viamente para poder intervenir en la justa. Más tarde, hevisto "tirar al blanco" con el cuchillo. Para efectuarlo, lotomaban a éste con la mano abierta y el dorso hacia abajode manera que el cuchillo quedaba adherido a aquellapor la simple flexión del pulgar sobre sí. Ahora, si el cu-chillo quedaba "empalmado" con el ápice o la punta ha-cia adelante, con sólo media vuelta que el mismo diesepara atrás en el aire en el preciso momento de habérselearrojado a distancia, era más que suficiente para caer cla-vado a tres, cuatro, cinco o más metros de donde se im-pulsó el instrumento. Y, si el cuchillo había quedado em-palmado con la punta para atrás y el filo para adentro,debía entonces dar una vuelta y media antes de clavarseen el lugar propuesto. En la mayoría de las ocasiones, unaseñal cualquiera en un árbol, por ejemplo, era motivo su-ficiente para divertirse y adquirir sin pensar la ambicio-nada baquía en su manejo. Por lo tanto, el simple pasa-tiempo de tirar el cuchillo "jugando a la clavada", no sólofue un vulgar entretenimiento sino también, una eviden-te forma de practicar un sport, que, llegado el caso, podíaprevenir para una defensa personal. Para demostrar loanteriormente expuesto he guardado algunos documen-tos que ayudarán a da. fe de lo aseverado. En El Día de laciudad de La Plata y del 20 de octubre de 1939, encontra-mos uno que dice así:

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Desde la distancia le clavó un cuchillo en la región inguinal,

"...a raíz de un cambio de palabras por cuestiones delmomento, arrojó un cuchillo a distancia cuya arma se leclavó en la ingle izquierda..." Y, entrando en los ejemplosliterarios, citaré el hallado en un libro de don PedroInchauspe, Allá en el Sur, que empieza relatándonos lamanera que tenía un hombre de probar la resistencia deun cuchillo, "levantándolo a la altura del hombro y arro-jándolo con fulmínea velocidad contra una bolsa de fideosque está a no menos de cinco metros de distancia; el armabrilla en el aire y se entierra de punta... con un sordo ru-mor de huesecillos triturados..."

Más adelante y continuando la misma relación del au-tor arriba mencionado, veremos la forma de emplear elarma en contra del pesquisante que le ha detenido. Paraesto, ha esperado cautelosamente el instante en que el hom-bre se distrae al montar a caballo, y "empuñando uncaronero de hoja angosta que saca de entre las pilchas delrecado, ... y, como antes, en el boliche, el arma corta el airey con fatal precisión, va a enterrarse hasta el mango en losriñones del infortunado... policía, para recobrar de esa ma-nera su perdida libertad".

Estudiada esta forma de usar el cuchillo a distancia, vea-mos ahora su empleo sin desprenderse de él ante los ani-males embravecidos que le rodeaban, o ante los hombres,como una simple reacción a su defensa personal en laspeleas.

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TAJOS PREDILECTOS POR EL PAISANOANTE LAS FÍERAS

Siendo el cuchillo un arma liviana y de fácil manipuleo,es lógico que se prestase para una acción rápida en la de-fensa propia, ante las diferentes maneras de atacar de losanimales salvajes. Veamos pues, las distintas reacciones deun nativo ante las sorpresivas acometidas de aquellos. Ami memoria acude el recuerdo de dos cuentos relatadoshace años por un paisano correntino, hijo de un cazadorde pumas. Los dos casos ponían en evidencia la intrépidaaudacia y la serena valentía criolla. Uno de ellos evocaba elinstante azaroso en que se vio perseguido por un pumacebado, y con el caballo extenuado no tuvo tiempo másque para desmontar y escudarse tras un árbol, cuyo tron-co le ofreció la seguridad de un cuerpo macizo interpuestoentre la fiera y él. Los ojos del felino, enrojecidos de ham-bre y de rabia, rápidamente buscaron la brecha para elataque mientras el hombre le aguardaba cuchillo en mano.Uno, dos, cinco zarpazos brutales seguidos de otros tantosrugidos estrelláronse relampagueantes en el vacío. Cara acara, los dos señores de la llanura, a feroz manotazo,controvertían la existencia, hasta que, más afortunado elhombre y con el brazo desgarrado alcanzó a envasar a lafiera en una terrible puñalada.

El otro caso demuestra más acabadamente la valentía delnativo. Un día, le buscan los vecinos para informarle quesus majadas merman con prodigiosa rapidez, a causa de al-

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Cinco puñales de la antigua platería de los señores Anejín Hnos. Comose sabe, el puñal tenía en su hoja, un corte íntegro de un lado y unatercera parte del otro, sobre el lomo, aunque, en la actualidad, esteúltimo se encuentra reducido a un simple chaflán desprovisto de filo. Elcuarto puñal a contar desde la derecha de la figura, tiene el botónredondo, por lo tanto, es puñal uruguayo en nuestra zona pampeana.

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gún animal dañino que suponen un puma. Sale el paisanopor los campos y espesuras, en procura del rastro que ledelate la siniestra presencia del enviciado a la tierna carnede ovejas y corderos. Husmea en selvas y cuchillas e investi-ga en las aguadas, sobre todo, hasta que, una tarde y cuan-do menos se lo esperaba, halla las pisadas que le llevan haciaél. Camina y camina, con sus sentidos atentos y puestos ensu tarea, mientras templa sus nervios en el diapasón del pe-ligro. Sabe que si el animal se siente perseguido y cebadocomo está, va a atacarle de improviso, pero, sabe tambiénque su brazo es firme y la daga que lleva no va a ser el pri-mero que mata. De pronto, percibe su olor casi en el instan-te de mirar que la fiera se abre paso a través de los pajonales,y lanzar un potente gruñido. Como el hombre marcha a piey en esa posición las fieras no saltan, rápidamente se ha tra-zado su plan de defensa. Le esperará erguido, con su manoizquierda envuelta en el poncho y su derecha lista para eltajo exacto que habrá de salvarle. De golpe, el bárbaro en-contrón del animal y el hombre se produce, y, cuando éstereacciona se encuentra tumbado en el suelo con su manoizquierda emponchada en la boca del puma moribundo, yla daga metida hasta el cabo en la "olla"

Otro caso como el detallado arriba lo podemos leer enLa Prensa del 12 de octubre de 1941 y que dice así:

SAN Luis .- Un puma dio muerte a un niño pastor en el Depar-

tamento de San Martín. (El padre de la víctima resultó grave-

mente herido al ultimar a la fiera).

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"Mercedes, septiembre 11.- En un lugar serrano del Departa-

mento de San Martín, un puma dio muerte a un pequeño pastor

que cuidaba una majada de cabras.

"El niño, Carlos Suárez, de diez años de edad, al ver que la

fiera había matado a varios de los animales que componían el

rebaño confiado a su custodia, salió en defensa del mismo, siendo

a su vez atacado y muerto por aquélla.

"El padre del pequeño pastor, que llegó al lugar del hecho cuan-

do el puma le estaba devorando, logró ultimar a la fiera a puña-

ladas, pero en la lucha que sostuvo con el animal resultó con

heridas de tal gravedad que obligaron a trasladarlo a la Asisten-

cia Pública de la ciudad capital".

Después de haber leído el anterior artículo, no pudemenos que imaginar la escena en que aquel hombre, enlo-quecido de dolor y rabia ante la fiera, debió de escudarsecon el cojinillo extraído con precipitación del recado -comolo dijeron Sarmiento y Lugones al referirse a las hazañasde los criollos-, y, entre zarpazo y cuchillada, disputarse losdespojos del audaz niño.

Otro caso que demuestra la reacción de los nativos antealgunos peligros, lo extraeré de una narración verídica apli-cada en una novela de ambiente costumbrista que no hacemucho escribí. En ella he descrito una escena en la cualaparecía un joven atacado por una yegua embravecida, enlas cercanías de un matadero particular que funcionaba en1870, en la pequeña población de Chascomús. Dicha esce-na era así:

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"...otra yegua, no menos bravia que la anterior,acometióle a dentelladas como perro rabioso.

"-¡No se dé güelta, patrón, espérela de frente!- Le gritóansioso el Capataz al instante de correr a su lado.

"Lejos de intimidarse el animal, amusgando las orejas ydando pequeños brincos, volvióle a atacar con renovadosbríos tras vibrantes gruñidos de cerdo encolerizado.

"-¡Espérela de frente, patrón, y sacúdale un talerazo! Lerepitió Andrés, momentos anteriores de echársele encimacaronera en mano.

"-¡Toma, maula!- agregó al instante de blandir el cuchi-llo con trazas de sable extraído de bajo los lomillos, y ases-tándole un golpe de hacha en los tendones del pescuezo alunirse con la cruz. La yegua, como herida por un rayo,bajó la cabeza y quedó abierta de manos con el belfo al rasdel suelo y el pecho tinto en su propia sangre..."

Y, por último veremos otro ejemplo sacado de un librode Leopoldo Lugones, donde se observará la maña de unnativo para detener un novillo yendo a caballo y en pelos.

"...alcanzado el animal, desnudó su cuchillo, tendióse ala paleta del caballo, y cogiéndose con la izquierda a lascrines, con la otra desjarretó.

"Desplomóse el vacuno con un baladro. Sus ojos se cua-jaban de sangre; distribuía cornadas en torno, mientras lagente lo chungueaba recordándole sus fechoría's..."

En el siguiente capítulo estudiaremos el uso del cuchillosin desprenderse de él y en la lucha del hombre con sussemejantes.

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El uso del cuchillo por el nativo sin desprenderse de él, en elinstante de la lucha, fue la manera habitual y razonable deefectuarlo. En esta forma fue como el gaucho se hizo famosoy se lució en la contienda demostrando su valor y su periciaen el manejo de esa arma. Sabemos que no tuvo otros maes-tros que sus propios compañeros deseosos como él de apren-der la esgrima de las armas blancas, sin más artes que la in-tuición de cada cual ni más cartilla que su natural destreza.Su cuerpo magro, desprovisto de carnes, su agilidad ejerci-tada en el simple trabajo diario, su vista, acostumbrada aavizorar distancias y a descubrir aun lo imposible para otrosque no sean de su estirpe, como en el caso del "rastreador";su valor y audacia, puesta de manifiesto en miles de oportu-nidades y su fe en los dones que la naturaleza le diera, hicie-ron del gaucho un perfecto esgrimista del cuchillo.

Leídas las anteriores páginas y vista la forma de ejerci-tarse en la maestría del arma mencionada, recordaré aquíalgunas de las actitudes del criollo en el momento de lalucha mano a mano.

Se entendía por "ponerse en guardia" a la postura adop-tada por una persona para defenderse o atacar a otra. Fue-

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ra del "gaucho baratero", es decir, la mezcla del "gauchocobarde" con "gaucho quiebra" o sea, el de malas entra-ñas, es decir, repito, el que buscaba la forma de "llevárse-las de arriba" aprovechando cualquier circunstancia paraagredir sin exponerse, era la que el hombre, de acuerdocon su idiosincrasia criolla, conservase no sólo su varonilapostura, sino que tuviese aun en medio de la luchadesplantes generosos. Cuando Juan Moreira "se disgració",o por mejor decir, mató por primera vez, lo hizo despuésde haberle arrancado un cuchillo a un mirón y de habérseloarrojado a los pies de su enemigo para que pudiese morirdefendiéndose. Por lo tanto, el gaucho, estando en trancede pelear, empezaba por pararse frente a su adversario yofrecerle su flanco derecho, si no tenía más que una solaarma, caso raro, si se quiere, pero lógico, por lo tanto hayque estudiarlo. Ponía su pie derecho dirigido hacia el fren-te, y, el izquierdo, detrás, en forma de quebrar perpendi-cularmente la línea anterior de su planta y guardar conmayor eficiencia el equilibrio total. Una débil flexión delas rodillas le hacían bajar el cuerpo sin hacerle perder sugravedad de aplomo, puesto que así le mantenía su cuer-po en equidistancia con sus piernas ubicadas conveniente-mente. El brazo izquierdo sobre la cadera izquierda y elbusto inclinado hacia delante, completaban la elegancia dela postura varonil puesta en guardia, y peleando con unasola mano, como antes dije, más adelante veremos cómolo hacía cuando empleaba las dos. Cuando avanzaba lo hacíade un salto, es decir, desplazando el pie derecho unos veinte

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centímetros o veinticinco, al instante de efectuarlo con elizquierdo en exacta simultaneidad, cosa de no bolearse ensus propios pies. Si deseaba ponerse fuera del ataque delcontrario, lo hacía retrocediendo primero con el pie izquier-do hasta darle ocasión al derecho a que se afirmase, sininterrumpir su armonía de hombre valeroso que retroce-de sin rehuir el combate. Y, cuando pensaba tirar una pu-ñalada a fondo, o "puñalada larga" (como él la llamaba), lohacía después de haber calculado la brecha de "entrada" alcuerpo del enemigo, por haberse descubierto impruden-temente, y lo hacía tras de recoger la pierna izquierda eimpulsar con verdadera violencia a su cuerpo, a expensasdel estiramiento brusco de su musculatura montaraz, y,con el arma firme hacia adelante, avanzar con fulmínearapidez hasta llegar al punto imaginado.

Yo he observado muchas veces en que se practicaba elmanejo del cuchillo como un sport, que la gente de campotiene una marcada predisposición para producir lo que enesgrima se llama ligamentos, equivalentes a una especie deinvitación a que el contrario ataque para dominarle el cu-chillo por cansancio, o por disponer de mejor manera alarma propia, como a continuación veremos. Sabemos quetrataba de contener al cuchillo enemigo por la punta, conel tercio inferior del propio (llamado gavilán) o la mitad,por lo menos de la hoja pues de esa forma, le cansaba endemasía y con rapidez al contrario, además de disponer demayor extensión de fierro en el momento que lo creyeseoportuno.

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Sé, asimismo, que el paisano entendió por "parar o aba-rajar" las puñaladas, al acto de apartar el instrumento ene-migo con el propio, es decir, lo que los esgrimistas cultosentienden por "quites". Otra forma de evitar los tajos, ya lohe dicho anteriormente, fue la habilidad que el gaucho tuvo"para mezquinar el bulto", saltando. Sus desplazamientosrápidos y elásticos de gato, le escabullían del alcance delenemigo. Ahora, el esgrimista nativo, para librarse del cu-chillo por medio del cuchillo mismo, necesitó aprender aparar tres puñaladas esenciales, que a su vez, indicarán lasque tenía por costumbre efectuar. Esas tres puñaladas lasclasificaré independientemente unas de otras, y las denomi-naré de acuerdo con la pintoresca jerga paisana. Ellas son:

1) La puñalada tirada en punto alto o barbijo;

2) La puñalada tirada en un punto bajo o la que bajabalas tripas y que podía ser de profundidad, aunque esto noera corriente;

3) La puñalada efectuada en golpe de hacha o Dios teguarde, única de profundidad neta cuando la efectuó, y laproducida con la parte plana de la hoja o planazo.

1) La puñalada tirada en punto alto, es decir, desde lascostillas falsas hacia arriba, cuya zona podríamos subdivi-dir a su vez en dos, que serían:

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a) La región comprendida entre las costillas falsas y elcuello, por lo tanto, la caja torácica. Esta región fue lamenos atacada o quizás, la más defendida.En dieciséis de las peleas más duras que tuvo JuanMoreira, sólo en tres mató hiriendo en el pecho, se-gún su biógrafo. Ni aun en la actualidad, se les oyedecir a los paisanos que van a herir a otro en el pe-cho. Sus intenciones no son ésas, y más adelante ve-remos cuáles serán, aunque más no sea que comosimples amenazas.

b) La región comprendida entre el mentón y la frente delas personas. Esta era la puñalada generalmente predi-lecta en los esgrimistas criollos, pues, por ella, se podíamarcar un "rumbo" en el rostro de un enemigo o pin-tarle el temido "barbijo". Sabemos que el gaucho notrató de matar en sus reyertas la mayoría de las veces,y, cuando esto ocurría era porque se "disgraciaba" sen-cillamente, o se le "iba la mano" sin querer, y la vida,fatal, lo había llevado al duro trance de terminar fu-nestamente un asunto, sin haber tenido otra intenciónque la de "marcarle", "pintándole un benteveo" en lacara "pa' que le cantase todo el año" la afrenta recibida,que en realidad, sería la de cruzarle el rostro con elcosturón de una cicatriz que le recordase a cada ins-tante la huella de un puñal desenvainado en buena ley.Hernández dejó sentado en su inmortal poema el do-lor y la reacción de que era capaz de despertar en unsujeto cualquiera una puñalada así:

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"Estuve un poco imprudentepuede ser, yo lo confieso,pero él me precipitóporque me cortó primero,y, amas, me cortó en la caraque es un asunto muy serio."

El gaucho se defendía de las puñaladas descritas en a) yb), haciéndole describir al arma que empuñaba un arco decírculo de abajo hacia arriba, y de izquierda a derecha, quelas echaba afuera del blanco perseguido.

2} La puñalada tirada en punto bajo, o sea la puñaladadirigida hacia el abdomen, desde las costillas falsas paraabajo. ¡Esta sí que era una puñalada peligrosa! Era la elegi-da por el gaucho enardecido de odio o de celos, en los ca-sos extraordinarios en que deseó matar, y, cuando eso ocu-rría, trató de "bajarle las tripas" a su adversario. A esta va-riedad de puñaladas se las ha citado a montones en cuan-tos libros costumbristas han aparecido escritos por auto-res de profundo conocimiento en el país. Hernández dio elejemplo en varias partes de su poema:

"Y el indio es como tortugade duro para espichar.Si lo llega a destriparni siquiera se le encoge,

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luego sus tripas recogey se agacha a disparar...."

o en el otro pasaje en que después de haber peleadoCruz, regresa sentenciando:

"Ay lo dejé con las tripascomo pa' que hiciera cuerdas../'

o en la ocasión aquella en que Martín, al entrar en unapulpería, tiene la mala estrella de encontrarse con el gau-cho pendenciero y protegido del Comandante, que hapuesto en jaque a toda la comarca por sus bellaquerías, y,sin miramientos de ninguna especie, le desafía a pelear enla plazoleta del negocio. Instantes más tarde regresa Fierrodiciendo:

"Lo dejé mostrando el sebode un revés con el facón..."

Es decir, que le abrió el vientre de un tajo. De manera,pues, que el gaucho, como el personaje de Hernández,cuando deseó matar, no tuvo otra pretensión que la devaciarle el abdomen a sus enemigos, es decir, con un tajosuperficial, antes que partirles el corazón para arrebatarlesla vida. Ya dije anteriormente que Moreira en dieciséis pe-leas importantes que describió Gutiérrez, en tres mató hi-riendo en el pecho y seis en el vientre, por lo tanto, el do-

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ble (1). Otra de las causas evidentes de lo aseverado, estáen la costumbre que el nativo tuvo al usar su rastra en eltiempo en que su defensa personal se hacía por su propiacuenta. La rastra no fue otra cosa que un escudo natural ycómodo para llevar consigo a guisa de adorno y paquete-ría. La profusión de monedas constituían, a la par de unatavío vistoso, una jacerina, o una cota de mallas metálicasque le preservaban en cualquier instante, del tajo brutalen la región abdominal. Para defenderse de este tajo o tirobajo, el paisano hizo al revés del caso explicado anterior-mente, es decir que, volcando el arma hacia adentro, des-cribió con ella un arco de círculo de derecha a izquierda yde arriba hacia abajo. Y, por último, la puñalada tirada enforma de hachazo, o sea, la que a continuación detallo:

3) Golpe dado con el cuchillo de arriba hacia abajo, amanera de hachazo, llamado ¡Dios te guarde! Por el gauchoy fendiente por Don Quijote, y que llevaba la intención departir la cabeza con su violenta trayectoria. El gaucho pelea-dor a cuchillo no usó este golpe más que cuando quiso in-fringir un escarmiento burlesco, es decir, cuando quiso darun castigo a un adversario considerado inferior en capaci-dad combativa. En realidad, lo desvirtuó, puesto que trans-formó su brutalidad en inofensivo escarnio. Lo llamóplanazo, y lo dio con la parte plana de la hoja del cuchillo. El

(1) El resto de las muertes fueron provocadas por otros elementosque no fueron cuchillos.

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Tres rastras, modelos de la platería Anezín Hnos. La rastra en combi-nación del cinturón, tachonado de monedas o no, fue el escudo natu-ral y perpetuo que el gaucho llevó consigo, de acuerdo con la opinióndel señor don Santiago H. Rocca, quien, como yo, así lo cree. El cintu-rón o cinto de cuero con bolsillos, llamado por el gaucho "tirador",fue puesto en uso por primera vez en nuestro país por los vendedo-res de pan, leche y agua en el año 1820, conforme a lo expresado porel viajero inglés Vidal. Después, la vistosa moda pasó al campo, don-de se extendió rápidamente.

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filo quedó, por lo tanto, descartado como elemento ofensi-vo. El lugar elegido para el golpe también lo indica clara-mente Hernández por boca de Fierro, cuando dice:

"Y en medio de las aspasun planazo le asenté../'

es decir, en medio de la frente, como asimismo la formade efectuar al mencionado golpe cuando Cruz le relata asu amigo, después de haber peleado con los policías, lamanera que tuvo para castigar al viejito que le vejaseenamorándole la mujer:

"Con cuidao, medio de lejo,un planazo le asenté".

Pero, a pesar de todos los ejemplos y aunque el gauchono usara corrientemente de estos golpes de arriba haciaabajo, debió aprender a efectuarlos para los casos citados,o debió saberlos parar para evitar el planazo antedicho, opara salvarse de la acción de los sables de las partidas delJuez de Paz que así herían. Su defensa la encontraron consólo poner el cuchillo horizontalmente por sobre la cabezay con el filo hacia arriba.

Fuera ya de los tiros predilectos y de sus defensas, úni-camente me resta recordar que el paisano gustó sobrema-nera del amago, es decir, de la ficción de un ataque quepor lo intempestivo, firme y decidido, inducía al adversa-

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rio a creer en la veracidad del mismo, para hacerle descu-brir la guardia. Con astucia podía llegar a un fin premedi-tado, como era el de brindar una puñalada a gusto en me-dio de la pelea. En realidad, el amago, no era más que unenvite aventurado y peligroso, que confirmaba, una vezmás, la valiente decisión del nativo para bromear aun conla misma muerte.

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EL CUCHILLO EN LOS Z U R D O S

Yo creo que debería educarse ambas manos en todos lostrabajos a que el hombre se dedique. Les ahorraría desgas-tes, cansancios e ineptitudes provocadas por desgracias oaccidentes. Sin embargo, no sólo no se educan a las dosmanos por igual, sino que a veces se les descuida totalmen-te. La consecuencia está en la enorme cantidad de zurdosque andan por el mundo, y, por el refrán que recoge lafilosofía del vulgo, sabemos que muchas personas puedenser más peligrosas "que hachazo de zurdo"... Por lo tanto,y de acuerdo con lo antedicho, de los seres que manejan elcuchillo con la mano izquierda hay que precaverse seria-mente. Y hay que precaverse por varias razones que a con-tinuación detallo:

a) La dificultad de un derecho para coordinar un ataquecuyo blanco está invertido.

b) La mayoría de los quites en una defensa se deberánhacer hacia el lado opuesto del normal.

c) El zurdo puede volcar hacia adentro el filo del armacon mayor facilidad que el derecho y cortar el revésde la mano de su contrincante. Y,

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d) La pequeña diferencia en la dirección en el arma deun zurdo (línea longitudinal del cuchillo), provocaun curioso desconcierto a los derechos, tanto más no-table cuanto más sorpresiva es la obligación de tenerque parar un golpe de esa índole.

Yo sé que se me dirá que si existen inconvenientes paraluchar con un zurdo, lo mismo lo tendrán éstos al tenerque enfrentarse con un derecho, pero, aquí agregaría yo,que lo que en uno constituye un hábito, en el otro es unadificultad surgida de repente, que puede costarle la vida.Por lo tanto, la sentencia del adagio antes mencionado, fuey seguirá siendo siempre una verdad incuestionable.

Hace cincuenta o sesenta años, en Chascomús, vivió unhombre conocido por el mote de "el negro Emilio" y quefue el terror y pesadilla de peleadores y policías, por suextraña manera de combatir. El tal personaje era alto, fuer-te, y tenía una curiosa agilidad no sólo en sus largos bra-zos, sino también en sus piernas, constantemente ejercita-das en las danzas y zapateos de los abundantespiringundines de la época. Jamás peleó armado, siemprelo hizo a "mano limpia", fiado en su estupenda agilidad,que le permitía desenvolverse con extraordinaria soltura.La intención la veía en los ojos de su rival, y el lumen quele acompañaba le hacía defenderse, en saltos felinos y enbraceadas magistrales que le permitían tomar por la mu-ñeca a la mano armada e inutilizarla, de un brusco tirón,que tumbaba de revés al enemigo. El negro Emilio, lo mis-

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mo empleaba para sus ataques una mano como otra, aun-que tuviese una marcada predilección por la izquierda.

Gutiérrez cuenta que Moreira, un día, deseando desar-mar a un policía, tomó el propio cuchillo con la mano iz-quierda, mientras que, con la derecha, esperó la oportuni-dad de inutilizarlo. Breves instantes más tarde, el gauchoobtuvo lo que deseaba.

Conocidos estos hechos, quise investigar el fondo deverdad que pudiera haber en ellos, para lo cual recurrí alvolumen 95, edición 1939, de la Revista y Biblioteca delSub-Oficial, en donde tomé los siguientes datos y hallé ins-piración para las adjuntas viñetas, que demostrarán quelos nativos, a pesar de su falta de técnica científica para ladefensa de los diferentes ataques, supieron encontrarla porintuición en los momentos de peligro.

VIÑETA AManera de defenderse de un hombre desarmado, por

medio de su mano izquierda, de una puñalada y con tor-sión de la muñeca enemiga.

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El defensor, desde arriba, deberá tomar la muñeca desu contrario con su mano izquierda en un golpe rápido, ala vez de retraer violentamente su vientre hacia afuera.

Efectuado esto, el defensor tomará con su mano dere-cha y desde abajo, la mano de su adversario, de tal suerte,que la abarque íntegramente por su dorso, hasta que, pormedio de una fuerte presión hacia afuera, no sólo le tuerzael brazo, sino que le doble para atrás la muñeca hasta ha-cerle saltar el arma. (Viñeta B)

VIÑETA B VIÑETA C

El defensor, después de haberle parado el golpe al con-trario sosteniéndole de la muñeca con su mano derecha,deberá efectuar un giro sobre su pie izquierdo hacia laderecha, (viñeta C) a la vez de colocarse delante de suadversario, abrazándole el miembro superior armado, y,con sus dos manos, torcionarle violentamente la manoarmada, hasta hacerle caer el arma después de dislocarleel codo, como se puede ver en la viñeta D. Ahora, si enlugar de haber efectuado un giro sobre el pie izquierdo,se hubiese podido dar un tirón hacia la derecha del brazo

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enemigo, tras de haberle tomado por su muñeca como seve en la viñeta C, la mano izquierda, apoyada sobre elcodo (Viñeta E), podrá presionar lo suficiente como paraechar de bruces al adversario y dislocarle en la articula-ción del codo.

VIÑETA D VIÑETA EManera de defenderse de un hombre desarmado de unapuñalada, por medio de su mano derecha y con torsión delbrazo enemigo y dislocación de la articulación de su codo.

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A R M A S D O B L E S

CUCHILLO Y REBENQUE

En realidad, el estudio hecho en el capítulo anterior, o sea,La manera de emplear el cuchillo sin desprenderse de él, ha sidoefectuado sobre la base del análisis de un esgrimista criolloconsumado, peleando con una sola mano, pero en la generali-dad de los casos, no era éste el más corriente. Lo habitual eraque el nativo pelease con armas dobles, es decir, con un cuchi-llo, facón, daga o puñal en una mano, la derecha, y, el reben-que o el poncho en la izquierda. En esta ocasión, la actitud del

homb 'e variaba de lo antedicho, puesto que ahora debía pre-sentarse a su adversario casi de frente, conservando avanza-do hacia el mismo su pie derecho. La mano izquierda debíaatajar en especial, los tiros dirigidos hacia abajo, y la derecha,los dirigidos hacia arriba, sin constituir una regla, puesto queel hombre, en realidad, la mayor parte de las veces, se cubríacomo podía, utilizando como fundamento su extraordinariaagilidad para "mezquinar el cuerpo", en constantes y rápidossaltos hacia un lado y otro, con las piernas abiertas.

El saber manejar el rebenque con la mano izquierda sig-nificaba un serio aprendizaje que, al final, se obtenía gracias

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a la estupenda agilidad del hombro, brazo, muñeca y senti-do visual del sujeto. Sobre todo, esto último, la vista. Conella, no sólo se podía aprovechar el menor descuido del ene-migo para propinarle un golpe, sino zafar de los suyos dán-dole el frente sin volver la espalda en vergonzosa huida. Elsaber manejar el rebenque en la pelea era más difícil tal vez,que el manejar el cuchillo mismo, puesto que aquél no te-nía ni filo ni punta como éste para herir cuando la circuns-tancia se lo ofrecía y sólo había que hacerlo a expensas de lareciedumbre del golpe dado. Además de la vista, debemostambién considerar el grado de reacción de una persona anteun ataque. Sabemos que la mayor parte de los golpes en unataque nacen inmediatamente después de haber paradootros, y sabemos también que, aunque sean faltos de vigorno dejan por ello de poder surtir su efecto. Sin considerarque la intuición de cada esgrimista, le hace aplicar, cuandola oportunidad se le ofrece, el golpe de su preferencia, queúnicamente efectúa como una defensa personal propia, he-cha en las grandes solemnidades y cuando su verificaciónpuede ser una revelación de extraordinaria efectividad.

Sabemos que el cabo del rebenque puede tener alrede-dor de unos cuarenta centímetros de largo, y unos cincuen-ta, su lonja. El grosor de dicho cabo en su mango es de unoscuatro o cinco centímetros de diámetro. Para poderlo em-plear como arma contundente, el paisano se lo envolvía porsu lonja en la mano, no quedando por lo tanto firme el caboen ella, sino débilmente movedizo, y como quebrado poruna bisagra entre la mano y el palo. De esa manera le podía

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accionar con soltura. Los golpes tirados por el paisano pormedio del rebenque podían reducirse a éstos:

GOLPE A LA MUÑECA Y GOLPE A LA CABEZADEL CONTRINCANTE

En realidad, el rebenque y en el instante de la pelea, solíasemantener horizontalmente hacia delante y a la altura delcorazón, por lo general, inmóvil o en pequeños movimien-tos como tentando a la codicia del adversario en atacarle. Siéste llegaba a haceilo, parábale sus golpes de dos manerasdiferentes, ya fuese describiendo un arco de círculo de arri-ba abajo y de derechc a izquierda, cuando se trataba de tirosbajos, o, lo menos común, de abajo a arriba y. de derecha aizquierda, cuando eran tiros altos (dejados la mayor parte delas veces para el quite con el cuchillo). Esta defensa era he-cha como algo instintivo para apartar el hierro del cuerpo, y,por lo general, se aprovechaba para hacerlo no sólo paraapartar el hierro mencionado, sino para pegarle al contrarioen la muñeca o mano, "cosa de hacerle bajar los brazos", esdecir, inutilizarle el arma misma. Claro que en algunas oca-siones el golpe no alear zaba a tocar la muñeca, pero, enton-ces, podía al menos desviar la hoja del cuchillo. En otrasocasiones, el amago con el cuchillo, hacía descubrir la guar-dia del contrario y ofrecía así la oportunidad para poderlecastigar con la mano izquierda armada con el rebenque. Paraefectuarlo había que haberle llevado a la altura de la cabeza

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(con el diámetro transversal extendido oblicuamente haciaatrás, y haciéndole describir un semicírculo ligeramente in-clinado de izquierda a derecha, acompañado de un rápidocambio de pies en el instante del salto) para descargar elgolpe de garrotazo.

Cuando de niño, tuve de condiscípulo a un chiquilínque llamábamos por el sobrenombre de el Negro Acosta.Más tarde le supe pendenciero y hábil en el manejo delcuchillo. Hasta que, tras el recodo de unos quince años porausencia mía del pueblo, volví a verlo, pero esa vez, tendi-do en el suelo, desmayado de un garrotazo con el cabo deun rebenque. Recuerdo que al oir el golpe a cien metros dedistancia, y el alarido brutal que dio al recibirlo, me hizoconcurrir al lugar del hecho y enterarme de lo que habíapasado. Los testigos presenciales que allí habían me infor-maron del suceso y, de esa manera, vine a enterarme decómo habían peleado armados de rebenque y cuchillo cadacual, llevando la peor parte mi compañero de infancia.

Mano armada de rebenque. El gaucho, a veces,

en lugar de envolver a la mano con la lonja delrebenque como anteriormente lo expresé, solía

hacerle un nudo a esta de manera que le permi-tiese tomarlo entre el mismo, y la paleta, para

que no se le resbalase en el instante de la pelea.

Por lo general, al mencionado nudo,

lo efectuaba con disimulo en medio

de cualquier discusión, que imagina-

se originaria de un trágico desenlace.

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CUCHILLO Y PONCHO

El poncho es otra de las prendas de uso personal que másservicios prestó al gaucho. Su origen es desconocido, aun-que se le supone verdaderamente autóctono por serios fun-damentos. Uno de ellos, el más importante, es la absolutacarencia de mención sobre el mismo en los documentos ybibliografía que no sea sudamericana. Se le vio aparecer porprimera vez en los ejércitos nacionales, junto con el pañueloen el regimiento de Dragones de la Patria, en el año 1810.

Como se sabe, el poncho es una prenda de lana, paño oseda de forma cuadrada o rectangular, ribeteada de flecosen dos o cuatro lados, con una abertura en el centro parapoder pasar la cabeza por ella, y dejarlo calzado sobre loshombros de la persona que se lo haya puesto y caiga enpliegues armoniosos, cubriéndole el cuerpo.

El poncho le sirvió al indio y al gaucho de abrigo contralos tajantes fríos del desierto, o de capa para guarecerse dela lluvia. También lo usó de cobija cuando durmió en sucama o la improvisó con los elementos de su recado. Lomismo lo empleó de tapete sobre la tierra criolla cuando searmó una partida de naipes en pleno campo. En el partidode Pila existió un hombre que llevaba en su tirador unmazo de cartas junto al dinero, al pañuelo y al cuchillo. Leera tan imprescindible a su ajuar volante como al guerre-ro, sus armas. Lo utilizaba a cada instante, y los adversa-rios en el juego los encontraba entre los vecinos que, comoél, andaban de recorrida por el campo. Ataban los caballos

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en las matas de pasto y tendían la mesa por medio del pon-cho sobre la tierra. Lo he citado a este caso, porque al prin-cipio lo creí curioso y después lo supe casi normal en lazona, puesto que existieron allí muchos hombres como elhombre de mi recuerdo.

Y el nativo usó también al poncho como bandera o divi-sa, cuando los enconos fraticidas o los deseos de indepen-dencia, desataron sus impulsos de hombres libres capacesde aceptar la muerte, antes que rendirse a agobiantes tute-las. Es sabido que el poncho de Rosas era cojo, como asíceleste el de Lavalle.

X empleó también al poncho de sudario en las oscurasmañanas en que sus sentimientos, resquebrajados por eldolor, se lo exigieron para envoltura de los restos que Rie-ran caros a su amor en la vida.

Han existido varias clases de ponchos. Ei poncho de cue-ro, el poncho pampa, el poncho calamaco, el poncho patria,el poncho puyo y los vulgares ponchos de lanc> o vicuña.

EL PONCHO DE CUERO.- Primitivamente se usó en la cam-paña de la provincia de Buenos Aires, una clase de ponchoconfeccionado con cuero de potro sobado, semejante alponcho patria. Por lo general, ese poncho se llevaba debajera en el recado, para poder ser utilizado cuando lascircunstancias lo exigiesen.

EL PONCHO PAMPA.- Se llamó poncho parrpa a cualquierclase de poncho de tejido basto y manufacturado con lana

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de oveja o guanaco, traído a la región bonaerense por losindios pampas y araucanos por excelencia. Otra de las con-diciones esenciales era la de ser de cualquier color o com-binación de éstos, siempre que no entrase como fondo ter-minante el rojo.

EL PONCHO CALAMACO.- El poncho calamaco era una pren-da como la anterior, donde el rojo primaba en absoluto.Fue semejante al pampa en tamaño, y podía tener pocomás o menos de un metro con cincuenta centímetros pordos metros con diez.

EL PONCHO PATRIA.- Este poncho era igual al de cuero enforma y dimensiones pero, como se comprenderá, dife-renciándose en material de obra. Este era de tela de pañogruesa y de color azul, con forro de bayeta, cuello y aber-tura cerrable con botones al pecho. Fue un poncho im-puesto por el ejército a los soldados de la Nación.

EL PONCHO PUYO.- El poncho puyo es semejante a los an-teriores y es originario del Chaco Occidental. Su forma co-rriente es cuadrada y no rectangular, como los anterior-mente citados. Su tamaño puede variar de un metro a unocon cuarenta centímetros por lado. Se parece a nuestrasmatras pampeanas. Tiene una especie de felpa por un hazy su tejido es grueso, pudiendo tener "boca" o no. Esteponcho fue cuanto más pequeño más empleado por losnativos vecinos a los lugares boscosos o montañosos, puesto

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que al ser menguados en tela, evitaban desgarros en susalas sueltas, o no molestaban a las personas que los porta-ban. Los guarda-montes usados en la región, compensanal caballero en parte la escasez del poncho puyo y ponenen evidencia la necesidad del mayor tamaño del ponchopampeano, donde la ausencia de ramas y espinas, permi-ten abrigar las piernas sin ampararlas del áspero medioexterno.

Indudablemente dentro de todas estas variedades exis-tieron otras, como las chalinas -especies de bufandas-,que constituyen en la actualidad, atavíos de linaje criollo.El poncho tuvo también otras razones fuera de las natu-rales para ser apreciado. Ellas son las ofrecidas por las di-ferentes combinaciones de hilos en su confección y lasdel material empleado en su manufactura. Se sabe queen la pampa solamente se usó lana de oveja y de guanaco,en los telares nativos para su fabricación, pero se sabetambién que en ella se utilizaron ponchos de otras proce-dencias, como la inglesa, como los ponchos de bayeta lis-tada del siglo pasado, o los ponchos de vicuña y alpacadel noroeste argentino, sobre todo los de vicuña, accesi-bles a las personas de dinero. Es proverbial la delicadezade estos ponchos. Yo he visto uno de tamaño natural deese material que pesaba escasamente doscientos ochentagramos. Con ello significo su maravilla y la excelencia delos obreros nacionales. He conocido también, ponchoshechos con las fibras algodonosas que cubren las semillasde la bitaca, o palo borracho (chorisia insignis), o ponchos

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confeccionados con hilo, seda o la sustancia sutil de otrobombícido, el eceticus platensis, Berg, llamado "bicho decesto", que se cría gigantesco en los algarrobales del nor-te, y los nativos de la región por medio de agua caliente,extraen de sus capullos una hebra joyante que utilizancomo material textil, para la fabricación de *aS ponchos.Ahora bien, el poncho le sirvió al nativo, o por mejor de-cir, al gaucho, además de abrigo, de adarga o escudo ensus reyertas, y, aunque parezca una paradoja, diré queesa prenda de cobijo fue una especie de arma capaz deproducir verdaderos desconciertos en una pelea. El pe-leador con poncho debió adoptar frente a su rival la mis-ma posición que el peleador con rebenque en una manoy cuchillo en la otra, es decir, que le ofrecerá casi el frentepara poder accionar con ambos brazos con soltura. Paraello, envolvía con dos o tres pasadas el poncho (1) en sumano y antebrazo izquierdo y levantaba la mano al fren-te, y casi a la altura de la boca, mientras dejaba caer elresto del poncho hacia el suelo, hallando con eso, en pri-mer lugar una defensa para su extremidad izquierda quesabría parar los golpes del cuchillo contrario, y, en segun-do lugar, encontraría en la manta una azotera para podercastigar con ella a voluntad y dar ocasión a que su dere-

(1) Las acusaciones que los enemigos le hicieron a Luis de Miranda,después de la destrucción de Buenos Aires en 1541, confirmaronque aquél, en cierta vez, entró en una casa con la espada desen-vainada en una mano y la capa revuelta en la otra... Luis de Miran-da, por Enrique de Gandía.

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cha accionase. Con el poncho podía apartar hacia afueralos tiros bajos, especialmente, y podía también, envolveral cuchillo enemigo u ofenderle en el rostro en cuantasoportunidades lo creyese conveniente, sin olvidar que leservía asimismo de acicate para incitarle en la pelea alcontrincante, como lo deja entrever Güiraldes en "DonSegundo Sombra", de la siguiente manera:

"...El forastero se acercó y, confiado, como quien juegacon un chico, tiró a su contrario una cachetada con losflecos del poncho. Antenor hizo un imperceptible movi-miento y el poncho pasó sin tocarlo"... que fue lo suficien-te para hacer comprender al mozo que si no se defendíacomo debía, le menoscababan su prestigio de hombre. Y,tan fue así, que dejó de "buscar la carreta, donde se habíadado el lujo de pelear a pie firme", y, de espaldas contraella, aguardó el momento oportuno para saltar en procurade cancha limpia que le dejase desenvolverse con facili-dad, puesto que el asunto iba de veras.

Además, con el poncho tomado así, es decir, envueltauna parte en el brazo y suelta la otra, se podía en algunascircunstancias tratar de que el enemigo, en el calor de lalucha, le pisase o se le enredase en la nazarena de la espue-la -si es que el apuro no le había dado tiempo para quitár-sela- y, desequilibrarlo de un recio tirón y aprovechar lasituación crítica para brindarle una puñalada determina-da, como lo recuerda Hernández al hablar de Martín Fie-rro, cuando nos dice:

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"...Me fui reculando en falsoy el poncho adelante echéy en cuanto le puso el pieuno medio chapetón,de pronto le di el tiróny de espaldas lo largué..."

Hace tiempo tuve ocasión de observar un poncho des-pués de un combate. Tenía cerca de ochenta tajos y, aun-que por los dobleces que pudiera haber tenido en la manoy una misma cuchillada hubiese hecho varios, no dejabade dar la acabada impresión de su utilidad en la pelea.

Antes de terminar este capítulo, no quiero dejar de rela-tar un caso curioso que me contara don BernardinoLedesma, anciano de noventa años nacido y criado en elpartido de Chascomús, que demuestra una vez más la uti-lidad del poncho en la pelea. Me decía que, en sus moce-dades, conoció un paisano que se llamaba Fernando Luna,hombre recto, de nervios bien templados y capaz de en-frentarse a cualquier cuchillero profesional, sin que él hu-biera sido uno de ellos. Y me contaba que en una ocasiónlo vio pelear solamente con el poncho contra dos hombresarmados, después de haberle sido arrebatado el cuchillo atraición, hasta que llegó la policía y los separó. Para poderhacerlo, tomó el poncho arrollado de los dos extremos conambas manos, dejando una separación entre ellas un pocomayor que el ancho del cuerpo. Subiendo o bajando uno

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u otro de los brazos, o los dos a la vez, interpuso en todomomento entre sus enemigos y su persona una cuerda ten-sa, acompañada de saltos ágiles y rápidos cambios de pie,que le impidieron que lo hiriesen.

Posición de una mano armada dispuesta a cortar cualquiersustancia. El dedo pulgar, como ya lo dije, es el que imprimela fuerza de resistencia sobre el lomo, mientras el resto dededos aprisionan y mantienen fijo al cuchillo por el cabo.

El gaucho hombre práctico por excelencia, descubrió que deesa manera podía mantenerlo firmemente y mejor que de

ninguna otra forma.

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A R T I M A Ñ A S C R I O L L A S

Cuentan viejos paisanos y escritores folkloristas, que elgaucho usó ciertas artimañas en la pelea para doblegar laresistencia de sus adversarios. Una de ellas era la de "tra-bar la espuela", aunque yo la creo rara, puesto que el nati-vo se descalzaba de las mismas, para pelear con soltura. Lomás probable sería que le pisase el pie en el momento deempujarle con el arma hacia atrás, para hacerle caer deespaldas. Otra, la de echarle tierra a los ojos, ya sea con lapunta del cuchillo en el instante de recular en busca demejor posición en la lucha, o la de tomarla con la propiamano, como dice Cunninghame Graham en "Los Pingos",al recordarlo a Garlitos. Pero, tanto en uno como en otrocaso, y aun en el de "pegar con los flecos del poncho sueltoen los ojos", no fue más que para terminar de una vez enun lance en que ambos contendientes gozaban de igualmaestría en el manejo de las armas, y deseaban suplir conastucia el menor descuido del adversario; o para incitar enla pelea al otro; o para compensar en una lucha desigual elvalor de uno peleando solo contra cuatro o cinco enemi-gos, como en el caso de Fierro, cuando varios soldados leacometen por todas partes, y es necesario defenderse.

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"...Y p^r el suelo la puntade mi acón les jugué......Y antes de que diera un pasole eché tierra en los dos ojos...y mientras se sacudíarefregándose la vistayo me le ""ni como listay hay noi.iás me le afirmé..."

Además de estas artimañas, existieron otras como la deherir en la frente al contrario, para que la hemorragia leencegueciera con ía salida de la sangre y le imposibilitaseseguir peleando. Moreira solía hacerlo, sobre todo cuandono deseaba matar.

Posición natural del cuchillo en un hombre comiendo carne.

Nótese que el dedo que st apoya sobre el lomo es el pulgar,

y no el índice, com^ se hace en la actualidad.

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SUPERSTICIÓN, CREENCIASY VOCABULARIO DEL CUCHILLO

La superstición nativa también hizo sus bazas en el em-pleo de las armas blancas. Es así como el paisano de nuestratierra, creyó que el dar un cuchillo por el cabo, significaba eldeseo de observar no sólo la cortesía, sino la amistad con lapersona a quien se lo ofrecía. En cambio, darlo de punta,indicaba desprecio y, en ciertos casos/ desafío.

Un cuchillo jamás fue objeto de regalo, y, en trance deefectuarlo, se "vendía o cambiaba por una insignificanciacualquiera", con tal de evitar en el futuro un rompimientode amistades con la persona obsequiada.

El soñar con el cuchillo presagiaba próximas desgraciaso contrariedades de valía.

Dejar un muerto con la cara para arriba, en el apurón de.la huida, presumía un rápido esclarecimiento del crimen.

Matar con una daga sin cruz, es decir, sin gavilán, indi-caba el deseo de que el muerto no descansase en la otravida, de la misma manera que él no descansó hasta cum-plir con su siniestro destino.

Los cuchillos "perdidos", o sea aquellos que por unacircunstancia u otra hubiesen estado fuera de uso, aban-

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donados en cualquier rincón, desapercibidos, eran reser-vados para trabajos en sogas. Alguien me dijo que tal vezel óxido adherido a su hoja, influyese para que la mismaperdiese su temple y se tornase por tal causa, "blanda", enespecial para tales menesteres.

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EL CUCHILLO USADO COMODETECTOR DEL SONIDO Y

COMO LOCALIZADORDE CIERTOS OBJETOS

EN M O V I M I E N T O

El cuchillo, clavado en el suelo, pudo ser empleado dedos maneras por nuestro hombre de campo:

a) Cuando aplicando su oído a la hoja descubría porsus vibraciones, el origen de ciertos sonidos como elpaso de una carreta, el tropel de un malón, el galopede un jinete o la lucha entre los animales por simpleselección sexual. Me contaba un amigo que su peóndiferenciaba perfectamente el trote de un caballo conjinete, de uno sin él, especialmente en las noches enque los mosquitos hacen mover solos a los animales.

b) Cuando deseaba saber si un objeto se movía a la dis-tancia o cambiaba de sitio tratando de eludir su ob-servación. Para ello lo tomaba al cabo y a otro objetocualquiera, cercano, de puntos de mira, como en lasarmas de fuego, y, enfilados, descubría si el terceromudaba de lugar o no.

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I N F L U E N C I A D E LC U C H I L L O E N L A

T O P O N I M I A N A C I O N A I

Analizando el mapa de nuestro país, se observará que latoponimia de muchas regiones obedece a la imagen real delcuchillo o a un predicado del mismo. Así, por ejemplo, ve-remos que en las provincias de Entre Ríos y Corrientes exis-ten levantamientos de tierra llamados cuchillas, porque superfil o silueta a la distancia, recuerdan la curva del filo deuna cuchilla puesta de lomo sobre la línea del horizonte.

En la gobernación de La Pampa Central, hay un depar-tamento denominado Lihué Calel, que posee a su vez unaregión conocida por el expresivo vocablo iberoaraucanode Cuchillo-co, es decir, lugar de donde brota el agua consólo cavar con el cuchillo.

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Ya dije que la daga o cuchillo caronero, era un armamanufacturada la mayoría de las veces con hojas de espa-das o sables rotos. Por lo tanto, sin ser como estos, era unarma de grandes dimensiones que se llevaba de auxiliar alas otras con que el hombre de campo podía defenderse.Sabemos que la portaba bajo las caronas de su apero y quedesde su escondite podía ser desenvainada con soltura.

Las careneras (o fachineras, igual) carecieron de gavilány sus vainas fueron hechas de cuero crudo.

Su esgrima pudo ser como la del cuchillo o como la delsable, a la cual también estuvo habituado el gaucho, pues-to que siempre fue soldado aunque la patria no lo llamase.Si fue como la del cuchillo huelga toda explicación portodo lo antedicho, y si fue como la del sable, lo más proba-ble por su forma y características, la posición del hombreen guardia debió de ser así: puño derecho a la altura delhombro y bastante separado del cuerpo, a expensas de laabertura del brazo y de la mediana flexión del brazo con elantebrazo. Hoja oblicua de arriba hacia abajo y de izquier-da a derecha hasta llegar al puño. El filo hacia el frentedispuesto a cortar o a parar cualquier golpe.

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Tres fueron los golpes predilectos: a la cabeza, al pechoy al brazo del adversario. Las paradas, semejantes a las es-tudiadas para el cuchillo.

A LA CABEZA.- Llevada la caronera hacia atrás por unmovimiento efectuado con la mano derecha poniendo elpuño de la misma casi en el hombro izquierda, descargaráel golpe con extrema violencia, como si dijéramos de zur-da con la derecha.

AL PECHO.- Llevada el arma por detrás de la cabeza dequien la usa, la descargará fuertemente sobre el lado iz-quierdo de su enemigo, con un corte oblicuo de unos se-senta y cinco grados de transportador.

AL BRAZO.- Corte semejante al primero, o sea al de lacabeza, pero como se comprenderá, más bajo.

Estos han sido los golpes empleados para atacar en formade cortes/ y, a la par de ellos, los nativos hicieron otros quetuvieron el fin de herir de frente, es decir, con el extremo delarma. Para verificarlos, lo hicieron aprovechando una circuns-tancia determinada, por lo general nacida al parar un golpe.Para ello tuvieron que recoger el puño armado hasta la axila yde allí empujarlo con decisión hacia adelante, tratando de he-rir en el abdomen o el pecho del adversario. Si el puntazo sedirigió al abdomen, se habrá tenido que orientar el arma demanera que pasase por arriba o por debajo de la rastra.

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Juan Moreira alguna vez también usó el puntazo dadocon el cuchillo. En una de sus tantas peleas, tuvo que sos-tener el cuerpo de su enemigo con la rodilla, para despren-derlo de su espinazo después de haberlo atravesado desdeel vientre.

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E L R E B E N Q U E

El rebenque es un azote con cabo de madera o hierro,(1), o una varilla de este metal por la cual se han enhebra-do virolas de plata, cuero, asta o hueso (tibia de yeguarizo),que tiene en un extremo una manija u ojal del tamaño deuna pulsera p¿ ra colgarlo de la muñeca, de los dedos, o delcabo del cuchillo. Y, en el otro extremo, dos lonjas de cue-ro de vacuno sobadas y unidas por sus orillas por una cos-tura, que no llegará más allá que hasta cinco o seis centí-metros antes de cubrir su borde, para quedar libres en esepunto y golpea/se entre sí en el instante del azote.

Esos extremes se llaman "lenguas" y a veces especificanla variedad del rebenque, como ser "el rebenque de doslenguas". Además, dicha lonja en total es de diez o quincecentímetros más larga que el cabo del rebenque. El reben-que, fuera de constituir un implemento del recado gauchoy de servir para ostimular a la cabalgadura, fue usado demordaza para inhibir por el dolor a los redomones por

(1) En las montoneras se emplearon cabos de rebenque hechos controzos de caños d*, fusiles, retobados en cuero, para esconder ensu interior los partes o documentos de guerra.

SK

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Ingeniosas fantasías criollas. Puñal aplicado al cabo de un rebenquecuyo desenvaine se efectúa a expensas de un resorte. Fotografíatomada de una prenda de recado de don Rodolfo Di Ció.

Rastra que evidencia lo expresado de que ella no fueotra cosa que una especie de cota, o escudo f i jo a lacintura del gaucho como una simple defensa natural .La presente rastra perteneció al señor Lino Cabanillas,quien la mandó a hacer a un platero de Dolores entrelos años 1830 y 1840, y rne fuera facilitada la oportuni-dad de fotografiarla por su actual poseedor, nieto de suprimitivo dueño. Fotografía del Sr. José Balach.

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medio de la manija, retorcida al belfo, mientras se les ensi-llaba, y, fue también empleado como elemento contun-dente de primer orden, en caso de tener que hacerlo a faltade otra arma.

El rebenque se diferencia de \afusta (extranjera), en queésta posee la lonja más corta que el cabo, y éste es una, dosy hasta tres veces más largo que el cabo del rebenque.

Si el rebenque se halla cubierto en su cabo por una lá-mina metálica (plata o plata y oro), se denomina enterizo.Si sólo posee anillos de tanto en tanto, con virolas; y concabeza, de tal o cual material, si únicamente se encuentraforrado el mango, o sea la parte sobre la que va inserta lamanija.

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V A R I E D A D E S DEL R E B E N Q U E( R E B E N Q U E DE ARGOLLA,

TALERO Y GUACHA)

REBENQUE DE ARGOLLA.- Es una especie de rebenque cuyocabo es más corto que el corriente, pero esa diferencia estácompensada con el agregado de una argolla metálica puestaen el extremo que va a la manija. La lonja es poco más omenos extensa que el largo total del cabo con argolla ymanija.

TALERO.- El talero es en realidad el rebenque primitivo, cuyonombre deberá provenir de la costumbre de fabricar el cabocon madera de tala, sin retobarlo, por lo tanto, en cuero.

GUACHA.- Rebenque de cabo muy corto y grueso y re-lativamente liviano, provisto de una lonja muy ancha quetiene el objeto de intimidar al animal por el ruido queproduce, más que por el azote que propina al castigarle.Generalmente se le emplea en la amaestranza deredomones. Su nombre debió arrancar de la compara-ción de este rebenque que, por su forma, parece más cor-to por lo grueso y ancho de lo que es, con las "guachas",

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o animales huérfanos criados con regalonería en las es-tancias que, por ser gordos, parecen más bajos de lo queen realidad son.

ARREADOR

El arreador es un azote cuyo mango puede tener des-de 48 cms. hasta 70 de largo, y cuya lonja está suplidapor una trenza de cuero crudo (o torzal de uno, dos otres tientos) con una extensión que puede variar desdelos 100 hasta los 145 centímetros, sin contar los 20 ó 25cms. de azotera o "rebisa" como se le llamaba en el cam-po. El mango o cabo podía ser de madera de guayacán,virapitá, guasnal, lapacho, algarrobo negro, urunday otala. Su sección también podía ser redonda, exagonal uoctogonal. Lo mismo en lo referente a la ornamentación,semejante a los rebenques, es decir, con virolas de plata.He visto arreadores con mango hecho con "verga detoro", revestidos de primorosos trenzados en tientos decuero crudo.

El arreador fue usado por el gaucho para avivar a la ha-cienda hostigado de a caballo. Y, a veces, y cuando las cir-cunstancias se lo imponían, también pudo servir para cas-tigar a las personas. Su azotera larga determinaba su nom-bre de lazazo en su golpe, puesto que se asemejaba más aldado con un lazo, que al inferido con la lonja de un reben-que. Hernández da también aquí un ejemplo al citar el

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F S G K 1 M A C R I O L L A

1 Fusta.2 Arreador.3 Guacha.4 Talero retobado.5 Rebenque de argolla.6 Rebenque.

(Fotografía tomada por el señor Bernardo Bordeu, de la colección delseñor don Carlos G. Daws).

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castigo que sufrió el viejo Vizcacha, al ser sorprendido porun vecino cerdeándole sus yeguas:

"Se descolgó del caballorevoliando el arriador,y lo cruzó de un lazazoay nomás a mi tutor".

Al cabo del arreador debió de llamársele, también, talero,pues Gutiérrez le hace decir a Juan Moreira un día, que sihubiese tenido un "arriador" en esa ocasión, por sonso, lehabría dado unos "talerazos".

EL REBENQUE USADO COMOARMA CONTUNDENTE

Ya dije anteriormente que el rebenque, no sólo fue usa-do como elemento imprescindible en el apero gaucho, sinotambién como elemento de lucha. De esta manera se leempleó de dos formas: una, si castigaba con la lonja, y otrasi castigaba con el cabo. En el primer caso, cuando el ad-versario no mereció más que una simple disciplina, y en elsegundo, cuando se deseó lesionarle francamente.

A continuación ofrezco dos ejemplos clásicos tomadosde una novela de Eduardo Gutiérrez, El Gaucho Errante,que, por ser una obra inspirada en el pueblo y escrita paraél, no deja de tener visos de verdad.

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"...Entonces el Juez, que sin duda al principio había creí-do se trataba de un simple borracho, se levantó a pedirsocorro.

"Un rebencazo en la nuca y otro por el cogote le hicieron volver

a tomar asiento en un periquete.

"Entonces empezó el verdadero fandango. Empecé a sacudirle

por alto cada rebencazo, que lo hacía gritar como un chancho.

"Temiendo que fueran a venir los peones y me agarraran aden-

tro, di vuelta el rebenque y desmayé de un golpe al escribiente...".

Pero, en realidad, la manera esencial de usar el reben-que en la pelea, fue la de envolver la lonja en la mano,corno antes lo he dicho, y castigar como si se tratara de unvulgar palo un tanto suelto en la diestra y de acuerdo consu natural esgrima. Aun en nuestros días se suele encon-trar alguna noticia en los diarios, como la que a continua-ción describo, que dan fe de su uso como defensa:

De El Día de la Plata, 21 de octubre, 1939:

PELEARON DOS PEONES DE CAMPO, RESULTANDO UNO HERIDO DE MUERTE.

"...De las averiguaciones realizadas por la autoridad, se ha cons-

tatado que L... atacó con un rebenque al adversario y éste se de-

fendió con un cuchillo...".

El nativo, para pelear con un rebenque solo, adoptó laposición en guardia y paró los golpes de manera seme-

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jante a la explicada en la esgrima del cuchillo solo, comoúnica arma de defensa. Y, lo utilizó como arma ofensivade dos maneras esenciales y una accidental. Las dos pri-meras, cuando dirigió los golpes a la cabeza o a la muñe-ca del contendor, y, la última, cuando trató de herirle enel rostro.

GOLPE A LA CABEZA CON EL REBENQUE.- Ya he dicho que lamayoría de los golpes resultan originados de una parada,de tal suerte que, sin calcularlos, se producen aquellos. Esafue la causa por la cual cuando el paisano comprendió quehabía anulado uno, de inmediato y como respondiendo almismo, reaccionó violentamente y desquitó, o trató dedesquitar su mal momento.

Para dar el golpe a la cabeza, debió llevar la mano dere-cha armada hasta la altura de su propia cabeza, para de allípoder maniobrar con el rebenque con eficacia, de tal suer-te que éste venía a tener una orientación longitudinal ha-cia atrás e inclinado a la izquierda. Ubicado así, podíalehacer efectuar una trayectoria en arco de círculo lo sufi-cientemente grande como para poderle imprimir unpoderos impulso.

GOLPE A LA MUÑECA.- Para producir este golpe, el paisanodebió bajar en altura el cabo del rebenque de la guardiacomún, para hacerle describir a aquél un rápido semicír-culo, abriendo un poco el brazo, para poderlo descargarsobre la muñeca del enemigo.

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Simbólico tirador y rastra de don Santiago H. Rocca.

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GOLPES AL ROSTRO.- Estos golpes fueron semejantes a losefectuados a la cabeza, pero, como se comprenderá, másbajos y más cerrados, al final del arco de círculo, y como sirotara sobre sí la muñeca.

De todos estos golpes los más usados por el paisano fue-ron los dirigidos a la cabeza o los orientados a lesionar lamuñeca. De esa manera, desmayaba o desarmaba al ad-versario.

Hombre en guardia. Visto de perfil y con el cuchillo con su filo haciaafuera, en posición de haber salido cortando para defenderse o atacar.

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L A C H U Z A

Ya dije en mi libro Las Boleadoras, que los caballos traí-dos por Mendoza se multiplicaron prodigiosamente, enmenos de un siglo, en las praderas pampeanas. Y, dije tam-bién, que la aparición del equino en América transformóla existencia de los nativos. Es que no sólo obtuvieron delcaballo la carne para su alimentación y el medio de movi-lidad, sino que se vieron obligados a cambiar de métodosen la vida cotidiana, a tono con la nueva faz iniciada. Lacaza y la pelea fueron desde ese momento diametralmenteopuestos a lo que habían sido cuando se andaba de a pie.Transmutó las bolas perdidas en boleadoras y al dardo entrisulco en una especie de venablo o jabalina más extensa,que el indio y el gaucho, después, llamaron chuza. Estavoz debió de provenir del quichua: Chuso, que según Vi-cente Rossi equivale a "seco, delgadito, arrugado, achica-do; un arpón, jabalina o azagaya, que tienen aspecto delanzas chicas, son lanzas-chuzos", y chuso pasó a ser chuza,obedeciendo su cambio de género a la analogía existentecon la lanza. Lo mismo debió de ocurrir con la transfor-mación de la S en Z, para luego ser adoptado el términopor el diccionario castellano. Y, a medida en que el tiempo

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fue transcurriendo, se fue también alargando el cabo deesa arma adaptado a las circunstancias. Indudablementeque para llegar a ello, el nativo halló inspiración tambiénen la lanza española, traída por el conquistador, y en laapremiante necesidad de buscar mayor comodidad en unpalo que ofendiese de lejos, puesto que ahora marchabasobre el caballo y se le alejaba por tal causa, el objeto quedeseaba herir. Además, el caballo criollo se prestaba admi-rablemente para su manejo: era pequeño, nervioso y ágil,sin considerar por otra parte, que, quienes las llevaban, noextrañaban su uso por la costumbre de emplearla en lacaza. Sabemos que los gauderios del siglo XVII, hacían suscacerías de ganado mayor en excelencia, por medio de unapica especial que íes servía para desjarretarles en medio dela carrera. La baquía era perfecta, y, las picas que utiliza-ban para su operación constituían especies de chuzas, consolo una variante en sus ápices ofensivos. En unas estabafijado por reatas de hilos o tientos a la tacuara, un peder-nal, si no, simples trozos de madera dura o de hierro reco-gido de los españoles o de las orillas del océano, que, ensus mareas, arrastraba restos de naufragios. Y, en otraschuzas, la punta estaba formada por una media luna deacero, de probable procedencia de la anterior, o de algu-nos huesos de determinados animales.

Conocida, pues, la supuesta transformación del simplechuso quichua en vulgar chuza pampeana, veamos ahoracómo pasa de elemento de caza del indio a instrumento deguerra de éste y el gaucho, de acuerdo con las noticias da-

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das por el señor Juan Beverina, en un artículo aparecido el19 de febrero de 1939, en el diario La Prensa.

Dicho artículo podría reducirse a los siguientes térmi-nos: Era tan grande la ventaja que los indios poseían sobrelos cristianos en sus combates con armas blancas, que, elvirrey Vértiz, abandonó las alabardas o chuzas para armara los blandengues con pistolas, carabinas y sables para po-der luchar contra ellos. A las armas de fuego era a lo únicoque temían los indios, puesto que eran habilísimos en etmanejo de la chuza. Las chuzas que ellos empleaban te-nían hasta seis y media varas de largo con tres cuartas decuchillos por moharra razón por la cual, los cristianos tra-taron de evitarlas y abandonaron su uso para buscar ladefensa en otras más efectivas.

Se necesitó de muchos años para que esas armas apa-recieran en el escenario de las tierras colonizadas. Hastaque, en 1806, el destacamento del coronel Arza, preten-dió oponerse al avance de la columna inglesa del generalBeresford, en Quilmes, sin otras armas que pistolas ychuzas. Lo mismo ocurrió cuando la Reconquista de Bue-nos Aires, en que se proveyó a los milicianos como únicasarmas, de cuchillos y chuzas. Igual armamento se le en-tregó al cuerpo de esclavos de Liniers, en la segunda in-vasión inglesa. Hasta que, conmovido el país con la gue-rra de la Independencia, la Junta Provisional Gubernati-va estableció por decreto e 10 de agosto de 1810, el em-pleo de la lanza como dotación normal en el regimientode caballería.

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Belgrano, en 1812, y después de habérsele conferido elcomando del Ejército del Norte, resuelve crear un cuerpode lanceros y dispone que su escolta sea portadora de esaarma, " para quitarles la aprensión... y se aficionen a suuso..."

El general Paz, confiesa haber padecido de "la crasa ig-norancia de sus compañeros" al no haber comprendidoantes la terrible eficacia del "arma más formidable" comollama a la lanza, hasta que, la consagración definitiva laobtiene en la guerra contra el Imperio del Brasil, donde loscoroneles Pacheco, Clavaria, Paz y otros, en el combate deArroyo Ombú, el 15 de febrero de 1827, comprueban suefectividad al verificar que la mayoría de los muertos ene-migos han fallecido a consecuencia de las heridas provoca-das por lanza.

La chuza al principio y la lanza después, además de ser-virle al indio y al gaucho como arma en la guerra, le sirviótambién de garrocha para avizorar distancias.

Es indudable que, antes de ser empleada como arma deguerra, tuvieron los nativos necesidad de ser eximios jine-tes, capaces de dominar a la bestia sin recurrir a las riendas.Las piernas y el movimiento del cuerpo, hecho sin brusque-dades ni torpezas provocadoras de molestias o lesiones alanimal, eran suficientes para guiarle. Había que ser, ade-más, valiente y audaz como el gaucho o el indio, para iniciarel ataque siempre y aun en contra de todas las adversidades,y salir airoso con esa arma. La chuza o la lanza no admitensubterfugios, los quites en ellas no son más que artimañas

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peligrosas para surgir victorioso en un trance difícil, y nocomo una condición imprescindible en toda esgrima quehace alarde de sus virtudes. Con la chuza hay que atacarsiempre, y de tal manera, que un lancero que ha buscadoquites en una pelea es un hombre que ha entrado a temer asu adversario. Su moharra debe ser la aguja de su brújulaen el combate y tendrá que señalarle el cuerpo de su enemi-go, como si fuera el polo siniestro de su destino. Sin embar-go, he dicho antes que en ciertas ocasiones es necesario elquite, y en este caso sería como una argucia inevitable en unmomento dado para salvar una situación peligrosa. Es porello que hay que estudiarle aunque, en realidad, la mayoríade las veces, cuando un lancero se veía mal en una situacióncualquiera, prefería simular una huida imprevista para vol-ver grupas de inmediato y abrir brecha en su furibundaacometida, o hallar, por lo menos, una posición mejorada ala anterior en la pelea, aunque más no fuese desmontado.Por alguien he sabido que los indios, a veces, se apeaban delcaballo a todo escape dejándose resbalar por el anca, hastacaer erguidos al suelo, y, con la chuza en la mano, entrardecididos en el combate.

Las lanzas constan de moharra, asta y regatón. Las chuzas,igual, aunque en la mayoría de las veces carecía de esteúltimo, puesto que el regatón es producto del ingenio mi-litar civilizado.

Bajo la moharra se ató por medio de tirillas de hilo labanderola, que era divisa de regimientos, partidos políti-cos o tribus. En algunos casos fue suplida por manojos de

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flecos de lana o plumas. Su flameo en los ataques a fondoera guía y directriz en el blanco perseguido. Los soldadosarmados con lanzas o chuzas, ganaban prestancia en suporte guerrero.

Las moharras de las chuzas estuvieron constituidas portrozos de madera dura agudizada y a veces, con algún filoen forma de diente de serrucho enastado al palo. En cier-tas ocasiones, la moharra fue también de hierro, ya de ho-jas de tijeras de tusar, ya de bayonetas en desuso. Existie-ron asimismo entre nosotros, hierros rodeados de una es-pecie de gavilán semejante al de los cuchillos. Si este hie-rro era en "S", la pata de la misma que miraba hacia ellancero servía para herir en golpe de retroceso, si es queaquél resultaba fallido de frente.

El asta estuvo constituido por una tacuara, colihué omadera de urunday. Todo dependía de las zonas en que seusaban y del largo acostumbrado en ellas, variables deacuerdo con las regiones del país. Lo imprescindible eraque fuese resistente, algo flexible y de poco peso. Con elasta había que soportar duros golpes. En la "Sala Caseros"del Museo de la Casa del Acuerdo, en la ciudad de SanNicolás, existen lanzas que miden tres metros con docecentímetros, cuando la medida normal diría, era de dosmetros y medio. Estanislao S. Zevallos dice en su libro Via-je al País de los Araucanos, que la chuza medía de un extre-mo a otro tres metros con ochenta centímetros.

Durante las marchas a caballo los soldados actuales lasllevan descansando en la cuja, o sea en un soporte aplicado

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al estribo. Los indios las portaban a la rastra, pendiendo dela muñeca por medio de una presilla semejante a la delrebenque. Esa fue la causa por la cual los caminos del de-sierto estaban surcados de rastrilladas que indicaban a lasclaras, la dirección de sus portadores. Con las chuzas semedían las profundidades en los vados, o la consistenciade los lechos de los ríos o arroyos antes de atravesarlos.Con tres o cuatro chuzas ligadas en formas geométricas, yextendidos sobre ellas ponchos o cueros rellenos de paja,se construían fuertes balsas para el transporte de una ban-da a otra de soldados o vituallas. Y, cuando el sol del vera-no desataba sus olas de calor sobre las planicies pampeanas,más de un viajero clavó en el suelo su chuza vecina a la dealgún amigo que le acompañase, para tender sobre ambasun poncho y hallar a su sombra el apetecido descanso asus fatigas, o sirvió, como dice Esteban Echeverría, paratransportar los sangrientos trofeos del campo de batalla alas tolderías:

"¡Ved! Que las puntas ufanasde sus lanzas, por despojosllevan cabezas humanas,cuyos inflamados ojosrespiran aún su furor"

Como la chuza era un arma esencial y exclusivamenteofensiva, necesitaba su manejo un serio aprendizaje. Losindios y los gauchos comenzaban educando a los caballos.

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Les quitaban el miedo a los entreveros por medio deentreveros, después de haber aprendido la esgrima de dpie, y cuando la amaestranza podía unirse a la habilidadentre los elementos hombre y bestia, se soltaban aquellosen violentos ejercicios ecuestres, que habrían de terminarcon la pericia de ambos. Unas veces, una pelota de pastoofrecía el blanco especial para adquirir la maestría busca-da. Otras veces, hasta las mismas circunstancias especialesdeterminaban un estímulo, o se prestaban para que laemulación echase sus frutos. Era tan corriente el uso de lalanza en la guerra o en las conquistas, que hasta para con-tener prisioneros se la empleaba. Los indios solían clavaren redondel una cantidad de ellas para encerrar cautivos,mientras ocurriesen los fallos de sus jueces a la vuelta deun malón. Los cristianos, a caballo y con la lanza en ristre,sabían pasearse amenazadores ante las masas de prisione-ros, como lo cuenta el general La Madrid en carta al gene-ral Paz, el 22 de octubre de 1841. "...Su sobrino Alvarez,que había regresado al ver el retroceso de mi infantería, sehabía adelantado por la derecha con el mismo objeto decontener a nuestra caballería, y se pasaba al mismo tiempopor delante de los prófugos, amenazando levantar en lapunta de su lanza al primero que osara escapar de su cam-pamento".

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ALGUNAS VOCES DE MANDOEMPLEADAS EN EL MANEJO DE LA LANZA DEL

REGLAMENTO DE EJERCICIOS PARA LA CABALLERÍAEN NUESTRO EJÉRCITO, QUE DEBIERON USARSE ENLA ESGRIMA DE LA CHUZA PRACTICADA POR LOS

NATIVOS DE NUESTRO PAÍS.

Es indudable que el uso natural de la chuza, como unacaracterística etnográfica de los soldados indios y gauchos(con influencia o no española), diese margen al estudioperfecto de su esgrima por parte de los oficiales aventaja-dos del país. Dicen las crónicas de la época que un simplesoldado argentino, llegó a ser general en 1857, del primerregimiento de la treinta y una división de la caballería delImperio Ruso (1). Ese soldado fue Benigno Villanueva,hijo de un antiguo vecino de Mendoza, don MiguelVillanueva, y de doña Rafaela Lozada y Reyes, quien enRusia, hízose denominar por el patronímico deVillakonoff. Su pericia en las guerrillas gauchas, la obtu-vo de la enseñanza tomada de los jefes federales de losaños comprendidos entre 1837 y 1842, don Nicolás Gra-nada, Flores, Pacheco y Oribe, quienes en varios partes lerecomiendan como "oficial distinguido", hasta que, suespíritu aventurero, le llevó a España y de allí al ejércitoruso a ofrecer sus servicios como militar, en el precisomomento en que le escaseaban oficiales. Villanueva, por

(1) Datos obtenidos de la obra de Obligado, Tradiciones Argentinas .

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otra parte, sabía que los aliados en la guerra de Orientehabían tratado no sólo de aplastar a Rusia, sino que esta-ban haciendo lo posible por infiltrarse hasta en los pro-pios campamentos del Zar. Y fue allí, precisamente, don-de Vülakonoff puso en evidencia lo aprendido enTucumán, y, ante el asombro de sus compañeros, empe-zó a desbaratar planes enemigos a fuerza de guerrillasdonde el lazo, las boleadoras y las chuzas, desempeñaronun papel preponderante manejadas bajo la astuta estrate-gia criolla. Y, como se comprenderá, si toda esa habilidaddespertó admiración, nombradla y ascensos en el escala-fón moscovita, publicado en el Almanaque Gotha, fuerzaes creer que allí, donde se habían reunido varios ejércitoseuropeos, no empleaban como armas esenciales esas ar-mas utilizadas por nuestros militares americanos, puestoque se les reconoció públicamente su pericia y eficacia.

VOCES USADAS EN EL "REGLAMENTO DE EJERCI-CIOS" DEL MINISTERIO DE GUERRA ARGENTINO.

EMPUÑADURA ARRIBA.- Se llama así cuando la posición de lamano es tal que el pulgar y el índice, abrazando por uno yotro lado el asta, quedarán hacia adelante, hacia el lado de lamoharra, ya esté el dorso de la mano para arriba o para abajo.

EMPUÑADURA ABAJO.- Y se entiende por empuñadura ha-cia abajo, cuando la mano al tomar la chuza, deja para ade-

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lante el dedo meñique o sea para abajo, es decir, hacia ellado de la moharra.

GIRO DE MANO.- Se llama así al cambio de empuñadura:Si está para abajo, ponerla para arriba o viceversa. Estoscambios se efectúan cuando las alternativas de un comba-te lo exigen apremiantemente. Para hacerlo, se ponía lachuza horizontal por sobre la cabeza de su portador, y, conun pequeño movimiento de impulsión desprendiéndosede ella, se cambia la posición de la mano con toda rapidezy mientras dura la posición del arma en el aire. Fue uncambio sumamente difícil y peligroso, puesto que con fa-cilidad se podía caer el arma de la mano.

ENRISTRAR LANZA.- Se llama así al acto de tomar a la lanzaen el plan de ataque. Esta habrá quedado casi horizontal ytomada de manera que la parte del regatón calce bajo elbrazo. El brazo caerá verticalmente, y el antebrazo, dobla-do, seguirá la dirección del asta. Deberá apretarse contra elcuerpo de tal forma que el conjunto del hombre y el armaconstituyan una sola pieza. Anteriormente dije que la lan-za habrá quedado casi horizontal, puesto que la moharra,en realidad, va siempre un poco más abajo en altura conrelación al regatón, puesto que el objeto a herir siempreestará a una altura menor desde el lugar de donde la tomael sujeto.

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UBICACIÓN DE LAS LANZAS AL MONTARO APEARSE DEL CABALLO

Tanto para montar como para apearse del caballo, laschuzas o lanzas se colocaban verticalmente en tierra y es-taban sostenidas por la mano izquierda, junto con las rien-das, mientras el hombre se acomodaba en el apero.

ESGRIMA DE LA LANZA O CHUZA(lanzada a fondo y lanzada a aire de carga)

Se entiende por lanzada a fondo, cuando el arma, des-pués de haber sido enristrada y con la empuñadura haciaarriba, avanza en forma de tornillo hacia adelante, a ex-pensas de la distensión del brazo y de la rotación de la manoque empuja con un movimiento de derecha a izquierda,hasta volver inmediatamente de haber tocado, hacia atrás,con una flexión del brazo. Este golpe lo mismo puede ha-cerse hacia la izquierda, habiendo previamente pasado lalanza por sobre el pescuezo del caballo.

Y se entiende por lanzada a fondo y con la empuñadurahada ahajo cuando el objeto elegido de blanco está ubicadoabajo. Si está a la derecha del jinete, levantará la mano ar-mada hasta la altura del cuello, al tiempo de apuntar con lamoharra y descargar el golpe en dirección al suelo, con elnecesario movimiento de muñeca para efectuarlo con des-envoltura. Y, si el blanco está a la izquierda, cambiará de

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posición a la mano derecha, apoyando la lanza en la horqui-lla hecha con la mano izquierda, hasta esperar el instante enque habrá de soltarla de esta mano, empujándola con suavi-dad hacia la articulación del codo siniestro y aguardar queel brazo derecho, distendido en una violenta flexión, empu-je el arma hacia el blanco elegido.

Estas lanzadas a fondo debieron ser terribles en manosde los centauros que en nuestra tierra se llamaron gau-chos. Sarmiento al hablar de Facundo, decía:"...de a caba-llo como el primero, dominándolo todo por la violencia yel terror, no tiene fe sino en el caballo; todo lo espera delvalor, de la pujanza de la lanza... los laureles debe cogerlosdesde el caballo".

LANZADA A AIRE DE CARGA.- En estos casos la fuerza delempuje impreso a la lanza, no es efectuada a expensas dela vigorosa flexión del brazo, sino por el natural avancede las cabalgaduras en pleno movimiento con las lanzasen ristre. Para verificarlo, se habrán colocado las lanzas ochuzas bajo el brazo, de manera que no sólo la mano,sino el brazo y aun el hombro del soldado soporten conenergía la violencia del golpe a recibir. El soldado se ha-brá tenido que inclinar hacia adelante y a la derecha sindespegarse del apero, sobre el cual tratará de afianzarsefuertemente por medio de las rodillas. Don MartinianoLeguizamón, en su libro "Alma Nativa", cuenta que losindios charrúas se echaban sobre las crines cuando avan-zaban en aire de carga.

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"...Y cuando los veía enardecidos cerraba espuelas y pasa-ba al frente, cortándose solo con el cuerpo encogido sobrelas crines del montado, a usanza charrúa y la lanza cimbrandohorizontal hasta estrellarse en la muralla enemiga".

Y una vez efectuado el lanzazo en el blanco calculado, elhombre dejará que la lanza, en la carrera, se ponga verticalhasta tocarle en la espalda el regatón, para de allí, tratar dedesprenderla del cuerpo de la víctima con sólo tirar.

Con lo apuntado anteriormente, hemos estudiado la lan-zada a aire por la derecha, veamos ahora cómo se hará por laizquierda. Para lo cual se habrá colocado la lanza como en laanterior lanzada a fondo por la izquierda, y esperar sólo que,producida ésta, halle necesidad de desprenderla del cuerpodel objeto elegido de blanco. Para ello, se levantará el brazoderecho hasta arriba de la cabeza, en el instante en que elasta se apoye en el antebrazo izquierdo, y se le dará un fuer-te envión para arrancarla del objeto lesionado.

PARADAS Y QUITES

Sabernos ya que la lanza o la chuza no eran más quearmas ofensivas. Es decir, que por el tamaño, ofrecían se-rias dificultades para su manipuleo en la defensa, y sí sólose prestaban al ataque antes de evitarlo. A pesar de ello, elsoldado que se veía en el duro trance de defenderse sinpoder hacer frente, recurría al molinete, que no era otracosa que tomar el asta por la mitad y, levantándola por

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encima de la cabeza, imprimirle con los dedos un vertigi-noso movimiento de rotación, que impedía el acercamien-to del enemigo aunque viniese a caballo (con sables, sobretodo). El molinete, a la vez de constituir una defensa, seprestaba también para dar tiempo a que el hombre im-provisase un ataque determinado, en una determinada cir-cunstancia. Era tal la habilidad que los indios araucanosdel sur tenían para hacer el molinete, que Cevallos cuentaque su guía de viaje al desierto, a cada instante hacíale de-mostraciones de su pericia, como ésta: "...la lanza, en ver-tiginoso molinete y clavándole las espuelas al blanco de susilla, corría cincuenta metros y lo hacía rayar...", es decir,marcar huellas en el suelo con las patas de su caballo alcontenerlo de golpe.

La chuza, además, se prestó admirablemente para ladefensa del jinete de la terrible arma autóctona, las bolea-doras, con sólo arrastrar su caña por la tierra, para queaquellas se enredasen en ella antes que maniatar los remosimpulsores de la bestia.

El manejo de la chuza no exigió del jinete criollo figurasextrañas a la normal manera de ejercer la equitación, fuerade la de apoyarse levemente con la mano izquierda en lacruz del animal, e inclinarse hacia adelante, o la de verifi-car una "cuerpeada" a tiempo, para evitar la contusión delarma, gracias a su habilidad felina y a su sereno espíritu enla lucha, agregado, claro está, a la obediencia del caballomás que a las riendas, a la pequeña insinuación del jinetepor medio de sus miembros inferiores.

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En ciertas ocasiones, una lanzada dirigida a la bestiapodía mejorar situaciones en un lance peligroso y dema-siado extenso, pero, en realidad, esta forma de solucionarun conflicto pocas veces se vio en nuestra tierra, donde elcriollo fue un hombre que amó de verdad a su caballo, yno usó de subterfugios degradantes a su conciencia dehonrado, que no hubiera deseado para sí. En cambio, lomás frecuente fue que simulase una huida, para volvergrupas de improviso y tratar de hallar una colocación me-jor en el combate. Por lo general, esa nueva ubicación con-sistía en ganarle la izquierda al enemigo por retaguardia,o, por lo menos, tomar con valentía la derecha y sabersesostener en ella dándole el frente, aunque colocados a lapar, para pelear en forma varonil bajo el brillo torvo de susmiradas enconadas, hasta poder decir alguno de ellos comorecordaba Martín Fierro, que

"Al que le dan un chuzasodificultoso es que sane..."

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P A R E M I O L O G I A DE LOSE L E M E N T O S D E L AE S G R I M A C R I O L L A

(Refranes y compadradas)

DEL CUCHILLO

Planchar el lomo.- Castigar una persona a otra con lahoja del cuchillo sobre la espalda. // Demostrar superiori-dad y desprecio por otro, alardeando su valentía en rela-ción con la del contrario que, a su juicio, no vale ni siquie-ra la pena lastimarlo. // A ese le van a planchar el lomo aplanazos, suele decir el vulgo campesino cuando quiereexpresar que a una persona le van a dar un correctivo.

Se lo mandó hasta la "S".- Envasar la hoja del cuchillohasta el pomo en el cuerpo del contrario. //Figuradamentese podría interpretar corno la consumación total de uncometido, cuyas intenciones han sido aviesas, o por lomenos, maliciosas. //Rebatir definitivamente una argu-mentación.

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Le ganó el lado del cuchillo.- Sentencia que indica la do-minación de un ser sobre otro por su punto más débil,halagándole en sus gustos o inclinaciones. //Adelantarseuna persona a otra después de haberle ganado la voluntad,para desbaratarle sus intenciones, // El cabo del cuchillopuesto a la cintura y atrás, deberá asomar por la derechade un sujeto, por lo tanto, acercárcele sorpresivamente porese costado, indicaría un impedimento en el brazo dere-cho en su libre acción para desenvolverse, o sea un entor-pecimiento en la defensa.

Más son los amenazados que los acuchillados.- Esta sen-tencia recuerda que no hay que dar mayor atadero a lasamenazas, que en las más de las veces no pasan de las mis-mas. // Semejante a: Perro que ladra no muerde.

Tanto escarbó y escarbó, que descubrió el cuchillo.- Simi-lar al refrán español que decía: Escarbó el gallo y descu-brió el cuchillo. Indica tanto uno como otro, que las perso-nas entrometidas suelen en ocasiones toparse de buenas aprimeras con lo que no desean.

Con un hachazo en el cuarto.- Ya sabemos lo que signifi-ca dar un golpe de hacha con el cuchillo, es decir, que co-nocemos la profundidad de la herida que el tal golpe pue-de producir, por lo tanto, el ir con un hachazo en el cuarto(pulpa de la pierna), supone, sino una inhibición total enla marcha, por lo menos una dificultad muy grande. De

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ahí se imaginó que, las molestias serías aparecidas en unsujeto cualquiera, ya fuesen morales o materiales, eran comohacerle marchar herido y sin fuerzas.

Sácame de aquí y degollante allí.- Indica el deseo de al-gunas personas aporreadas por la desgracia de terminar,aunque sea fatalmente y de una vez por todas, para acabarcon sus dolores o dificultades.

Era tan largo y finito como cuchillo de loco.- Ya sabemosque el cuchillo fue el arma esencial en el hombre de cam-po argentino, por lo tanto, cuidó que esa arma fuera deformas normales y cómodas, impuestas por las necesida-des, de ahí que al apartarse de ellas era considerarle perso-na de poco criterio. // Argumento excesivo en palabras yde escasa efectividad.

No le sacó el cuchillo de encima.- Es decir que una perso-na apremió a otra en el cumplimiento de un compromiso,promesa u obligación.

Andar a las cuchilladas.- Frase corriente que indicaba laactuación anormal de un sujeto en la sociedad en que vi-vía. // Persona amante de las riñas o pullas, por mal gustoo por falta de cultura.

¡Qué cola tiene ese zorro!.- Frase maliciosa entre la gentede campo, cuando desea manifestar su asombro ante un

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hombre armado con un cuchillo muy grande, que, tal vez,no sabría usar correctamente si la ocasión se lo exigiese.

Acero matador o acero vengador.- (No sólo se refieren estasfrases metafóricas al cuchillo, sino también a cualquier otra

arma blanca). Y se suelen emplear dichas frases cuando sequiere expresar el deseo justo o no, de que las armas re-suelvan una situación.

Llevar a cuchillo.- Frase semejante a llevar "a lazo" a unapersona, animal o cosa, es decir, a la fuerza.

Ser el cuchillo de alguien.- Equivale a ser o constituir partede la tortura o mortificación de una persona.

Pasar a cuchillo.-- o "tocar el violón", decían en nuestraépoca de anarquía civil cuando degollaban a alguien.//Obrar sin contemplaciones.

Es un hombre cuchillero....- Es decir, pendenciero o pro-penso a reñir por medio del cuchillo.

Una palabra trai l'otra y al final viene el cuchillo.,..- Co-mienzo o epílogo de relación o sentencia criolla, que re-cuerda los inconvenientes de las discusiones sin motivovaledero, terminadas la mayoría de las veces en sangrien-tas reyertas si no se ha tenido la suficiente cultura paraevitarlas.

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¡Ojo! Que es arma de dos filos....- Recuerda esta vieja sen-tencia la presencia de una persona sospechosa en su ecua-nimidad, puesto que lo mismo puede inclinarse "cortan-do" hacia un lado como hacia otro, con una intención quedeberá despertar recelos. // Arriesgarse en actos o con pa-labras que pueden servir más tarde de arrepentimiento.

Gastao como cuchillito 'e capar.- Decía la filosofía criollaal referirse a un sujeto u objeto de mucho ajetreo en lavida, que, aunque su utilidad actual es de tanto en tantoaprovechada, no por ello deja de tener su efectividad.

Hasta donde lo limó el herrero.- La explicación de estafrase es similar a la de se lo mandó hasta la "$".

¡Con el cuchillo bajo el poncho!.- Suele referirse a algunapersona de quien se sospecha de malas intenciones, si noes que realmente las tiene.

Le mezquinó el cuerpo...- Frase que indica la habilidadempleada por una persona para zafar de algún inconve-niente con felicidad.

No cuerpiés al cuhete.- Frase que recuerda la inutilidadde ciertos argumentos ante una realidad insalvable.

Cualquiera limpia su cuchillo en él...- En este caso, seentiende por "limpiar el cuchillo" al acto de quitarle el

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polvo o las partículas de grasa o cuero de la vaina, en lahoja, con el lavado de la sangre en una pelea. // Se dicetambién de las personas sobre las cuales se permite el vul-go toda clase de libertades y escarnios.

Es cuchillo de poco filo.- Se refiere esta frase a una perso-na de escaso valer. // Semejante a "pistola de un solo tiro",es decir, de un empuje único y primario que se agota ense-guida.

Afüao como cuchillo e' saladero,- Puede ser cualquiersujeto que se halle preparado para cualquier evento. //Lis-to, rápido en el razonamiento. Suspicaz.

¡Yo te voy a sacar filo!.- Frase que avisa o advierte unareprimenda si no se trata de efectuar una enmienda enuna acción determinada.

No corta ni pincha.- Expresa esta frase la falta de graciaen una persona. //Ser insulso, incapaz de hacer nada deimportancia.

Corta un pelo en el aire.- Dice esta sentencia cuando serefiere a un cuchillo muy afilado. // Se refiere también alos sujetos de gran agilidad mental.

¡No corta ni el agua!.- Cuchillo extremadamente desafi-lado. // Persona apocada.

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¿Vino Mellao?.- Mellado es un apellido en la zona, porlo tanto, cuando un cuchillo tiene melladuras en su filopor haberse golpeado en forma de hacha con él y se deseaaludir maliciosamente a ellas, se suele decir: ¿Vino Mellao?.

¡Oh!... Es muy visitador...- Cuando se hace referencia aun hombre de mucha vista en el manejo del cuchillo. //Por extensión, podríase interpretar por 'Visitador" a unsujeto sagaz y listo para cualquier juego cuya técnica estébasada en el órgano visual, o en la adivinación de una in-tención determinada.

¡Ni mella que me hace! .- Argumento que no perjudicani tampoco beneficia. // Cuando no alcanza a herir o mo-lestar una persona a otra por la inocuidad de sus acciones.

Más peligroso que hachazo de zurdo.- Frase que recuerdalas dificultades por las que atraviesa un derecho en la esgri-ma del cuchillo, cuando tiene que luchar contra un zurdo yde cuyas razones he dado cuenta en páginas anteriores. Porlo general, los primeros lances de un zurdo sorprenden vi-vamente aun a los más avezados esgrimistas, aunque mástarde reaccionasen en forma y llegasen a dominarlos. // Per-sona a la cual se le desconfía, por creérsele capaz de cual-quier acción desarrollada de manera sorpresiva.

¡Largo como un asador! .- Frase que hace mención a lasarmas blancas demasiado extensas. // Sujeto alto y escuálido.

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;£s como luz pa' el cuchillo! .- Cuando se hace referenciaa una persona de reacciones rápidas y ligeras para defen-derse por medio de las armas blancas.

Arisco para el cuchillo.- Persona quisquillosa y descon-fiada. // Hernández emplea esta expresión en su poemaMartín Fierro. // Cobarde.

¡Salir cortando! .- Se dice así, en el campo, cuando se leaconseja a una persona emplearse íntegramente y desdeel comienzo en una obra, // Frase tomada posiblementede Martín Fierro; en alguna parte del poema el paisanodice:

"Las armas son necesariaspero naides sabe cuando;ansina si andas pasiando,y de noche sobre todo,debes llevarlo de modoque al salir, salga cortando".

Pelear el envenao.- Sacar el cuchillo, desenvainarlo. Talvez el origen de la palabra sea envelado, por cubierto, en-vuelto, o quizás, por el hecho de llamarle así por la cir-cunstancia de creerlo siempre con hambre de cortar algo,de la misma manera que se llamó venado, venao o envenaoal hecho de estar en ayunas, como el gamo por la rapidezen los movimientos, es decir, liviano, sin pesadez esto-

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macal que produce letargo en los miembros.// Hernándeztambién lo dice por boca de Fierro:

"Y pelando el envenaome atropello dando gritos",

Tenga cuidao, amigo, no sea que en la primera me lodesoquen.- Advertencia criolla que indica la mesura que sedebe tener en el desarrollo de cualquier acto para evitarserios contratiempos. Tomada posiblemente del peligro queexistía en las reyertas con cuchillos en que uno de los con-trincantes podía desarticular la muñeca del adversario deun tajo. // Desocar, desjarretar, desarticular.

El amigo que no presta y el cuchillo que no corta, que sepierda, poco importa.- Un cuchillo que no corta tiene, enrealidad, tan poco beneficio como un amigo carente degenerosidad, por lo tanto, su pérdida no debe provocarningún sentimiento de pesadumbre.

El mal pajarillo la lengua tiene por cuchillo.- Este refránrecuerda que nada se puede esperar de una persona que tie-ne su moral y sentimientos desviados.// El arma de los cobar-des y charlatanes es el chisme, la cizaña y la habladuría.

El pato y el lechan, del cuchillo al asador.- Denota esta sen-tencia que no hay que andar con titubeos en la prosecuciónde una obra cuando se puede terminar de una vez con ella.

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En casa del herrero, cuchillo de palo.- Refrán equivalentea aquel que decía: "En casa del herrero, cuchillito mango-rrero. Tanto uno como otro, advierten la curiosa coinci-dencia de que en el lugar donde debieran existir, por lógi-ca, en determinadas circunstancias, determinados objetos,no los haya, o no estén en condiciones.

¡Más sana una cuchillada que insulto o mala palabra! .-Recuerda esta sentencia que molesta más una afrenta, enmuchas ocasiones, que una herida de verdad.

¡Con vaina de oro, cuchillo de plomo\.- Indica este refránpopular que no hay que fiarse de las apariencias, que, en lamayoría de las veces, engañan, y sí, sólo hay que hacerlode los hechos o valores efectivos.

¡Pobre machete mellado, ya ni te acordás del filo!.- Ano-ta la tolerancia que hay que tener con ciertas personasque juzgan en la actualidad de acuerdo con sus pasadosbríos juveniles.

La ley es como el cuchillo, no ofende a quien la mane ja.-Refrán empleado por Martín Fierro. Indica que la habili-dad de un esgrimista le impediría lesionarse a sí mismo,como las leyes sabrían darle amparo a un hombre que lassepa conocer a fondo, e interpretar de acuerdo con su es-píritu de justicia.

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¡Cuchillo grande, hombre maula!.- Recuerda que de nadavalía ostentar armas, por buenas que fuesen, si no se sabíausarlas.// Por lo general, un hombre que tenía poca fe en símismo trataba de obtener ventaja a expensas de un cuchi-llo grande, que hasta cierto punto se la daba, puesto que lealejaba un tanto de su posible contrincante.

¡Cuchillo chico, hombre guapo!.- Sentencia opuesta a laanterior.// Recuerda también esta sentencia que los hom-bres emprendedores y valerosos precisan de pocos mediospara iniciar sus intentos.// El tajo de un cuchillo chico esmás extenso que el del grande, por lo tanto, más peligroso.

Cuando engorda el novillo, pide el cuchillo.- Supone esterefrán que cuando alguna cosa ha llegado a su culmina-ción o madurez, no se debe esperar para su aprovecha-miento.

Nunca confíes a hombre alguno, mujer, cuchillo o caba-llo.- Refrán campero que advierte el peligro de que un ca-ballo se mal enseñara en manos ajenas; una mujer faltase asu lealtad por haberse depositado demasiada confianza enalgún amigo; o de que un arma pudiese servir de pruebaen un delito que no había cometido.// Don AdolfoMontenegro me dio este mismo refrán en guaraní: "Cheqcsé che renda jhá che cuña ndaipurucaiba", que, traduci-do literalmente sería: "Cuchillo, caballo y mujer, no pres-to". Obsérvese la filosofía india, donde los sustantivos van

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ubicados en el refrán de acuerdo con su utilidad en ordende valores: cuchillo en primer término, luego el caballo,antes que la mujer.

Sí esta víbora lo pica, no se curará ni en botica.- Adverten-cia criolla que recuerda que a los males hay que tratar deevitarlos a tiempo para que tengan remedio. // Se usó tam-bién como simple amenaza para imponer respeto pormedio de la fuerza, puesto que la víbora a que hace refe-rencia no es otra que el cuchillo.

Cuchillo malo, más corta el dedo que el palo.- Recuerdaeste refrán que más son las molestias que causan los ins-trumentos de mala calidad que beneficios en el trabajo alcual están destinados.

Dele hacha y no perdone, que de atrás vienen pegando.-Refrán usado cuando se desea insinuar la necesidad deemplearse a fondo en una empresa, ante el peligro de queotro se la desbarate.// Dejarse de miramientos con nadie,puesto que nadie los tendrá con uno cuando la situaciónlo exija.

No dejes que hombre ninguno te gane el lao del cuchillo.-Sentencia que recuerda las contrariedades que puede aca-rrear el dar confianza a personas que no se conocen a fon-do. Es tomada del Martín Fierro.

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No voy a ninguna parte a dejarme machetiar.- Consejatomada del poema de Hernández, en la cual se hacen pre-sentes las disposiciones que se deberán adoptar por laspersonas que se precian de dignas, para evitar los manoseosde la gente sin educación ni cultura. // Rehuir de lugaresdonde no se le respetará por falta de comprensión.

Le voy a pintar un benteveo para que le cante todo el año...-Pintar un bien-te-veo en el rostro a punta de cuchillo, erahacerle recordar, no un año, sino toda la vida, la afrenta deuna cicatriz que le estaría cantando el nombre de quien sela hizo...// Marcar la cara de un tajo. // Amenazar seria-mente a una pesona.

¡Me bandié solo!.- Bandear es atravesar, cruzar de una ban-da a otra en un buque, una bala, por ejemplo. En nuestropaís, bandear puede ser ir de una orilla a otra de un río, por lotanto, todo lo que signifique cruzar, traspasar, llegar de unlugar a su opuesto. Un cuchillo al atravesar un cuerpo, lobandea. // Perjudicarse en un plan destinado a otra persona.

También... ¡Dio más güeltas que tongorí en la chaira!...-Dice la conseja del refrán cuando se refiere al hecho deuna persona que, después de haber andado de un lugar aotro, al final obtiene lo que desea.

En cuantito se retobe... ¡Lo achuro!- Promesa de castigo sino se reacciona de una manera comprensible.

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Con el mal acero nunca se hizo ni buena espada, ni buencuchillo.- Es decir, que nunca se puede esperar nada denadie que no tenga antecedentes que lo habiliten para ello.

Le sumí el cuchillo...- Sumir es hundir, meter, introducirun cuerpo dentro de otro. Por lo tanto, sumir el cuchillo, sig-nificaría penetrarle dentro del organismo de una persona. Enel caso de este refrán sería figuradamente, puesto que indica-ría la solidez de un argumento, suficiente para ser irrebatible.

El que a hiero mata, a hierro muere...- Sentencia que re-cuerda los inconvenientes que pueden tener algunas per-sonas en su manera de proceder, puesto que sus propiosargumentos o acciones pueden perjudicarles por el calor oentusiasmo con que han sido vertidos o efectuados.

DEL FACÓN

¡Malo, remalo, facón de palo!.- Dístico que señala la ino-perancia de un argumento de poca monta.

Pelar el facón.- Frase que indica el acto de desenvainarel arma.// Reacción rápida y agresiva de un su'eto antecualquier problema.

Sin más amigo que el facón.- Sentencia que recuerda latremenda soledad en que vivían antaño, sin otra compa-

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nía de eficacia que la de sus propias armas. // Por exten-sión, también podríase entender que en el mundo no sepuede fiar en nadie fuera del propio esfuerzo. // Hernándezmenciona esta frase en su poema de la siguiente manera:

"Sin más amparo que el cieloni otro amigo que el facón".

Mata con facón de palo.- Cuando una persona mortificaa otra lenta y porfiadamente.

Facón nuevo se quiebra, pero no se duebla.- Se aplica esterefrán a las personas jóvenes y esforzadas que pueden servencidas pero no rendidas.

DEL PUÑAL

El puñal de la envidia, de la calumnia; o su lengua es unpuñal.- Frases metafóricas que denotan las heridas moralesque pueden causar las personas de vil comportamiento.

El puñal de tu desdén I lo llevo clavado al pecho...- Versosde coplas corrientes o principios de relaciones que recor-daban las ingratitudes de algunas personas para con otrasde distinto sexo.

¡Te voy a coser a puñaladas!.- Frase imperativa que de-

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sea imponer respeto por medio del puñal, o simplementepor la decisión con que se expresó.

¡Qué puñalada me diste!.- Reconocimiento sincero dehaber recibido un golpe moral.

¡Como puñalada de picaro!.- Pueden ser los golpes mora-les o físicos que una persona le da a otra, a traición y en for-ma consecutiva. // Se dan mates "como puñalada de pica-ro", cuando hay repetición aviesa en las cebaduras y ensaña-miento, para causarle cansancio al tomador de esa bebida.

DE LA DAGA

Llegar a las dagas.- Equivalente a: irse a las manos, esdecir, la proximidad existente entre dos o más personaspara terminar violentamente una discusión o pleito. // Tra-barse en pelea.

Válgale el cuerpo y la daga... ¿Si no me atajo?... ¡Mecaga!- Sentencia criolla que denota cierta conformidad osatisfacción en una persona, al haber sabido salir ileso enun momento azaroso en que, gracias a la habilidad o des-treza empleadas, se ha podido defender.

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DE LA VAINA

Lo corrió con la vaina- Es decir, lo intimidó con la actitud,sin llegar a los hechos. // Semejante a: lo corrió con el poncho.

¡Es una vaina! o ¡Mira qué vaina!.- Carga inútil o moles-tias impensadas. // ¡Mira qué gracioso!.

Le han echado una vaina.- Le han desacreditado inten-cionalmente, o le han entorpecido maliciosamente en susnegocios.

Más quiero vaina que talento.- Sentencia vulgar que de-nota la preferencia de cierta gente inculta por la fortuna, olos medios de hacerla, antes que el ingenio o la sabiduríaen las ciencias del pensamiento.

No me vengas con vainas.- No aceptar proposiciones quepueden causar molestias.

¡Muy bien!... La vaina sería que llegase...- Denota estafrase la intranquilidad surgida de repente en la prosecu-ción de una obra que pudiera entorpecerla.

¡Qué vaina!.- Se suele decir cuando aparece de golpeuna seria dificultad en un asunto cualquiera.

Es una persona de vaina abierta.- Es decir, de genio fran-co y desenfadado.

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Le dio con vaina y todo.- Además del sentido directo deesta frase, que indicaría la acción de infringir un castigo

una persona a otra, por medio del cuchillo enfundado porconsiderársele inferior en fuerzas, se podría interpretar tam-bién como la acción terminante de concluir de una vezpor todas un asunto cualquiera.

¡S'está saliendo de la vaina!.- Sentencia criolla que re-cuerda el ansia que una persona puede tener para efectuarun acto o verter una apreciación.

DEL REBENQUE

Y...¿Qué andas buscando, lomo pa' mi lonja?.- Frase cam-pesina que promete un castigo si no se corrige a tiempo.

Dios castiga sin palo y sin rebenque.- Suele decir el vulgocuando atribuye a designios extraterrenos la consecuencialógica de un cometido. // Supersticiosamente, también seentiende este refrán como castigo de Dios a una cosa malhecha.

Y...¡Es un rebenquito, no más!.- Sentencia que recuerda aciertas mujeres de la mala vida por el hecho de andar demano en mano, de un lado para otro, como rebenque dedesheredado.

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¡Échale el talero al tuso!.- Frase conminatoria para quese obre con energía en cualquier acción.// Viene posible-mente de cuando la gente de campo ve que alguien monta

un caballo indócil y por demás mañoso y le aconseja a gri-tos desmayarlo de un golpe en la nuca, para que aprenda adomeñarse bajo el peso del rigor.

No debe ser gringo el diablo si castiga en la paleta.- Entrelos campesinos de mi tierra, el castigar a un redomón en lapaleta, significa continuar la amaestranza de un potro sinenviciarlo, puesto que se ha buscado la manera de evitarque se haga "mosqueador", es decir, que camine batiendoa cola de un lado para otro. Por lo tanto, castigar en la pa-leta es signo de buen domador, desde el momento quesabe dónde y cómo ha de pegar. // Refrán semejante a aquel

que decía: no debe ser manco el hombre.

No hay mejor razón que la que el rebenque da.- Semejartea aquel otro que dice"La letra con sangre entra". Es decir,que en ciertas ocasiones y con determinadas personas, hayque usar procedimientos expeditivos para que entiendanlas verdades, y respeten, al menos, a los que se las dictan.

Te m'estás arrugando como lonja e' rebenque.- Recuerdaesta sentencia a las personas que, poco a poco, han idoperdiendo sus méritos de otras veces, o por lo menos, laenergía que tenían para efectuarlos.

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DEL PONCHO

Ponchito de trapo, es puro fleco, no más....- Se entenderíapor trapo, en este caso, al poncho confeccionado con unatela basta, ordinaria, que pronto se desfleca y aparecen ensus bordes guiones de harapos que poco pueden abrigar,por lo tanto, sería una indumentaria de escaso monto yutilidad. Por extensión, se podría interpretar que no hayque dejarse engañar por las apariencias que, al final, noson más que puro oropel y precario beneficio.

Todos somos muy honrados, pero el poncho no aparece.-Sentencia criolla que recuerda que no hay que fiarse mu-chas veces de la honorabilidad de muchas personas que,puestas en tela de juicio, pueden resultar fallidas.

¡Ahí, no más, de un hilo, como lista 'e poncho¿.- Suelendecir los campesinos cuando desean expresar su consejode continuar en una acción de la misma manera que se haempezado, es decir, sin interrupciones a las cuales la lógicapuede estar ajena.// Cuando se refieren a hombres rectosen su forma de proceder.

La intención anda emponchada,- Decían antiguamentecuando sospechaban de la rectitud de una persona.

Pisar el poncho.- En el siglo pasado cuando un hombrebuscaba pendencia, solía pasearse delante de su rival con

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el poncho a la rastra, con la intención de que en el menordescuido se lo pisase, para hallar de esa manera la ocasiónde un desafío. Por lo tanto, en la actualidad, preguntar por¿Quién le pisa el poncho? Sería el equivalente a preguntarpor quién se le atreve en un acto cualquiera. // Caer en unatrampa.

Andar perdiendo e/ poncho.- Dicho que expresa o men-ciona las distracciones u olvidos en que suelen incurrir al-gunas personas ofuscadas por determinadas ideas, comolos enamorados, por ejemplo.

¡Con el cuchillo bajo el poncho!,- (Ver el cuchillo).

Cagar a ponchazos.- Gráfica frase campesina que seemplea para indicar el castigo que una persona se merece,cuando por su escaso valor no se le considera suficientepara medirse con armas iguales.

El poncho de los pobres...- Frase metafórica usada cuan-do se desea hacer referencia al sol, que a todos calientapor igual.

Una ponchada de pesos.- Se emplea esta frase en el cam-po cuando se quiere expresar una cantidad considerablede dinero// Lo mismo podría decirse "una ponchada" decualquier cosa, siempre que fuese abundante// Hernándezlo anota en su poema Martín Fierro.

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Donde el diablo perdió el poncho.- Es decir, donde es difí-cil, sino imposible, llegar.// Lugar apartado o remoto.

Alzar el poncho.- Irse, alejarse. Un paisano no se olvida-ba jamás de llevar su poncho en el momento de ausentar-se de un lugar, por divertido que estuviese, puesto que elponcho no sólo era su prenda de abrigo, sino también suarma auxiliar de defensa. // Alcemos el poncho y vamos, so-lían decir al instante de convidarse entre los compañerospara retirarse de una fiesta, por ejemplo.

Arrastrar el poncho.- Explicación igual a la de pisar elponcho.

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Darse vuelta el poncho.- Cambiar una persona en sus ideaso pensamientos, sobre todo si se trata de ideas políticas.

¡Ni poncho con qué taparnos!.- Miseria. El mayor apre-mio a que se puede llegar en cualquier circunstancia. Faltade recursos. Hernández lo cita al recordar las penurias porlas que pasó el hijo primogénito de Martín Fierro cuandoescapó de su casa.

Se le dio vuelta el poncho.- Se dice en el campo cuandoa una persona se le desbarata un negocio.// Andar en lasmalas.

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Alzar en el poncho.- Frase que indica la utilidad del pon-cho hasta para usársele como lienzo para la portación deobjetos, granos, etc. // Hernández lo dice en el Martín Fie-rro cuando recuerda al hijo segundo de éste, el día que legana la mercadería a un buhonero jugando a los naipes:

"...Mientras yo en el poncho alzabatodita su mercería..."

El poncho de la noche, o bajo el poncho de la cerrazón.-Frases metafóricas que indican el embarazo con que tieneque desenvolverse una persona si le toca andar en la nocheo envuelto en nieblas.// Entorpecido. //Cualquier cosa quetrabe y envuelva trae aparejada la idea de poncho.

Es dueño de hacer de su poncho un hábito.-Es decir, quecada uno es amo de su propia voluntad, y puede, de acuerdocon su criterio, obrar o proceder de la forma en que leplazca, sin que ofenda o no a las leyes sociales, desde elinstante en que es responsable de sus actos.

Poncho volador...- Se llama así al poncho liviano, fino,que colocado al cuello o sobre los hombros, flamea al galo-pe del caballo.// Echarse el poncho volador sobre las espal-das es lo mismo que ponerse la mejor prenda que un hom-bre tiene.

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DE LA CHUZA

¡Chudalo, pues...!- Frase que conmina a un sujeto paraque despierte, mueva o apure a un tercero en la prosecu-ción de una tarea u obra. // Por extensión, se podría enten-der como una incitación tendiente a romper la indiferen-cia de una persona.

¡Tiene el pelo como chuzas!- Persona de cabello hirsuto.

¡Peínate esas chuzas!- Forma despectiva de mandar apeinarse a un sujeto. // Desgreñado, falto de aseo.

¡Le puso picas!- Es decir, lo hostigó a que efectuase unaacción.// En otras ocasiones se suele interpretarinversamente, es decir, como que "le puso inconvenien-tes" en un fin determinado.

A indio muerto, gran lanzaso.- Proviene posiblemente deaquel refrán español que decía: A moro muerto gran lan-zada, significando en ambos casos que, una vez pasado elpeligro, surgen de inmediato personas que le hubieranconjurado. // Balandronear.

¡Ni aunque caigan chuzas!- Es decir, contra viento y tem-pestades. // Cuando nada detiene a una persona para lacontinuación de una acción.

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E S G R I M A C R I O L L A

¡...de atrás vienen chuciando!- Frase semejante a la delcuchillo ya vista.

Lanza, caballo y espuela...,siempre lista has de tener.- DiceEsteban Echeverría en su poema, y con ello aconseja la

correcta manera de aviarse, cuando se debe siempre estardispuesto a la lucha.

Levantar en la punta de la chuza.- O levantar en la puntadel cuchillo era la forma expresiva del paisano, para indi-car su valor, confianza en sí y pericia para poder lucharcon otro a quien suponía derrotar.

A una, dos o tres lanzas del sol...~ O con el sol a una, doso tres lanzas de la tierra, decía el paisano cuando calculabala hora, o mejor dicho el tiempo en que había efectuado ohabría de efectuar una acción cualquiera.

Más guapo que las armas patrias.- Se entiende por ar-mas patrias a las armas de los gauchos, es decir, a las bolea-doras, el lazo, el cuchillo y la chuza, por lo tanto, ser másvaliente que ellas y quienes las manejaron, sería negar nues-tra epopeya nacional escrita con sus efectos.

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A D I V I N A N Z A S

¿Qué será un animalito,que, cuánto más come,más flaco se pone?

Respuesta: el cuchillo

Adentro de un cuarto oscuroLo meten a Juan, desnudo.

Respuesta: el cuchillo

Tiene tela y no es arañaTiene boca y no conversa.

Respuesta: el poncho.

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A P É N D I C E

¿Para qué quiero poncho?- Pregunta dada como respuestaante el ofrecimiento de algo inútil, o que no tiene objetomaterial en una circunstancia determinada.

No todo lo que tiene boca es poncho.- Equivale esta con-testación, en una conversación cualquiera, al hecho de queno hay que confundir o igualar una apreciación con otra,

cuando aquella ya tiene la suya propia.

Cualquier trapo con agujero es poncho.- Indica esta sen-tencia que en los casos de apuro, cualquier tabla puededar salvación.

Noticia histórica con respecto a la daga. Acuerdos delExtinguido Cabildo de Buenos Aires: " En el acuerdo deldía se aconsejó al Cabildo, la prohibición terminante dela venta de cuchillos de gran tamaño, reputados por da-gas, que se había empezado a usar en esa época y traíanmuchos perjuicios semexantes cuchillos, que medían cer-ca de media vara de largo. (L. 38.- Págs. 450 y 484, años1774-1776)

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Adivinanza: Tengo corte y no soy rey,Tengo hoja y no soy arbusto.A los cobardes alientoY a los tímidos asusto.

Revista "El cuchillo"

No me haga al costao 'e la güeya aunque vengan degoyan-do.- Sentencia que recuerda que por más apuros que unapersona pase, no debe molestar al prójimo con sus incon-venientes. (Tomado, quizás, del Martín Fierro).

Supersticiones: El rayo sigue a la persona que lleva cuchillo.

No hay peor cuchillo que la. lengua.- Las palabras mu-chas veces hieren más que las armas.

Como lista de poncho.- Uniforme, parejo. //Recibió lasconsecuencias lógicas de determinadas circunstancias.

De tanto galopar, vas a perder el poncho- Andar de Cecaen Meca, o sin son ni ton, tras un asunto en el cual no seobtendrá lo que se desea.

Me hace reír bajo el poncho.- Obligar al disimulo. //Reírde los dientes para adentro.

Más fácil que sacarle el poncho a un borracho.- Carentede dificultades.

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Perder el poncho.-La abstracción del ánimo provocadapor ciertas ideas influye en la desatención de otras.

A mí nadie me pisa el poncho.- A nadie temo ni aceptoretos sin responder al desafío.

Tender el poncho para que lo pisen.- Provocar una celada.// Adular con esperanzas de obtener provecho.

A poncho, no más...(Ir o venir a poncho, no más).- Repre-senta este modismo campesino, al hecho de que una per-sona vaya o venga a determinado sitio, desaprensivamente,sin saber nada de lo que ocurre o puede ocurrir en esemismo lugar.// Ir sin defensa a alguna parte, o con defensaexcesivamente pobre.

Da risa ver que hoycon qué temeridad,algunos mozossin saber trabajar,alzando el ponchoa la iglesia se van.

Pobrecito mi ponchose ha vuelto hilacha,por andar tras los ojosde una muchacha.

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Te has criao ande no había talerol- Se le suele decir a laspersonas caprichosas y amigas de no hacer caso a los con-sejos sensatos de los que tienen experiencia.

Salir con el poncho por delante-- Irse. Tener la certeza de

su alejamiento.

Como puñalada de picaro (o de loco).- Realizar algo conprecipitación, consecutivamente, rápidamente. Los mates;los cachetazos dados uno detrás de otro, se dicen comopuñaladas de picaro.

A los años, poncho de paño.- Tomar resolución despuésde habérsele insistido mucho a una persona que debía de-cidirse en la misma.

EL PONCHO

"...sirviéndose del poncho en lugar de capa o capote porsu mayor comodidad. Viene a ser una manta de dos varasy media de largo o poco más y menos de ancho, tejido delana o algodón y dibujada con varios colores y labor. Seviste pasando la cabeza por una pequeña abertura que tie-ne en medio, con lo que queda descansando sobre los hom-bros, y cuelgan por uno y otro lado sus extremos, que selevantan cuando se quiere desembarazar los brazos, echan-do para atrás la falda delantera, o terciando sus costados

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sobre los hombros. Los tejidos son más o menos finos y devarios precios; suele haberlos muy ricos así por la tela comopor sus dibujos.

La gente del campo de todas clases usa siempre en todotiempo de este traje, tanto en casa, como afuera, así a piécomo a caballo. Es también propio de los peones y de todala gente de servicio que los visten muy ordinario".

(Descripción de la Provincia del Río de la Plata, por elTeniente de Navio de la Real Armada, Don Francisco Millauy Maraval, año 1772).

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Í N D I C E

EL CUCHILLO 7Reseña histórica 7

ARMAS BLANCAS USADAS POR LOS CRIOLLOS 24El cuchillo 24El puñal 26El facón y la daga 28Estoque 31Partes constitutivas de las armas blancas 31

MANERA DE PORTAR EL CUCHILLO 40EMPLEO DEL CUCHILLO EN LA LUCHA 43

Tajos predilectos por el paisano ante las fieras 46ESGRIMA DEL CUCHILLO 51EL CUCHILLO EN LOS ZURDOS 62ARMAS DOBLES 67

Cuchillo y rebenque 67Golpe a la muñeca y golpe a la cabeza del contrincante 69Cuchillo y poncho 71

ARTIMAÑAS CRIOLLAS 79SUPERSTICIÓN, CREENCIAS Y VOCABULARIO

DEL CUCHILLO 81EL CUCHILLO USADO COMO DETECTOR DEL SONIDO Y COMO

LOCALIZADOR DE CIERTOS OBJETOS EN MOVIMIENTO 83INFLUENCIA DEL CUCHILLO EN LA TOPONIMIA NACIONAL ... 84ESGRIMA DE LA CARONERA 85EL REBENQUE 88

Variedades del rebenque 91(Rebenque de argolla, talero y guacha)

149

Page 147: Esgrima Criolla López Osornio

Arreador 92

El rebenque usado como arma contundente 94La chuza 99

ALGUNAS VOCES DE MANDO EMPLEADAS EN EL MANEJODE LA LANZA DEL REGLAMENTO DE EJERCICIOS PARA LACABALLERÍA EN NUESTRO EJÉRCITO, QUE DEBIERONUSARSE EN LA ESGRIMA DE LA CHUZA PRACTICADA

POR LOS NATIVOS DE NUESTRO PAÍS 107VOCES USADAS EN EL "REGLAMENTO DE EJERCICIOS" DEL

MINISTERIO DE GUERRA ARGENTINO 108UBICACIÓN DE LAS LANZAS AL MONTAR O APEARSE

DEL CABALLO 111ESGRIMA DE LA LANZA O CHUZA (LANZADA A FONDO

Y LANZADA A AIRE DE CARGA) 111PARADAS Y QUITES 113PAREMIOLOGÍADE LOS ELEMENTOS DE LA

ESGRIMA CRIOLLA (Refranes y compadradas) 116Del cuchillo 116Del facón 130Del puñal 131De la daga 132De la vaina 132Del rebenque 134Del poncho 135De la chuza 139

ADIVINANZAS 142APÉNDICE 143

El poncho 146

150