Escultores del patrimonio procesional de la Semana Santa de Hellín

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1 ESCULTORES DEL PATRIMONIO PROCESIONAL DE LA SEMANA SANTA DE HELLIN Autor: JUAN HERNÁNDEZ QUINTANILLA

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Juan Hernández Quintanilla

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ESCULTORES DEL PATRIMONIO PROCESIONAL DE LA SEMANA SANTA DE HELLIN

Autor: JUAN HERNÁNDEZ QUINTANILLA

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INDICE DE ESCULTORES DEL PATRIMONIO PROCESIONAL DE LA SEMANA SANTA DE HELLIN 1. Presentación de escultores del Patrimonio Procesional de la Semana Santa de Hellín.

a) El Escultor. b) De cómo es su obra y estilo. c) Del Patrimonio escultórico en Hellín.

2. Prólogo de Jose Antonio Iniesta. 3. Todos los Escultores:

• Mariano Benlliure Gil : o Imagen: “Cristo Yacente” de 1943

• Ramiro Gutiérrez de la Vega:

o Imagen: “Stmo. Cristo Crucificado” (Cristo de los Excautivos) de 1943

• José Dies López: o Imagen: “San Juan Evangelista” de 1941

• Manuel José Rodríguez Fernández-Andes:

o Imagen: “Ntra. Sra. Virgen del Dolor” de 1948 o Imagen; “Cristo del Gran Poder” de 1948 o Imagen: “La Verónica” de 1949 o Grupo escultórico: “Los Azotes” de 1949

• Víctor de los Ríos Campos: o Grupo escultórico: “Stma. Virgen de Las Angustias” de 1952 o Grupo escultórico: “La Entrada de Jesús en Jerusalén” de 1959

• Federico Coullaut-Valera Mendigutia:

o Imagen: “Ntra. Sra. Virgen de los Dolores” de 1940 o Imagen: “Sta. María. Magdalena” de 1944 o Grupo escultórico: “La Oración del Huerto” de 1945 o Imagen: “Ntro. Padre Jesús de Nazareno” de 1945 o Grupo escultórico: “Cristo Resucitado” de 1949 y el Ángel de 1951 o Grupo escultórico: “El Prendimiento de N. S. Jesucristo” de 1950

• Escuela de Federico Coullaut Valera:

o Dirigida por Alberto Federico- Coullaut Terroba o Escultor: José Vázquez Juncal o Policromadora: María Cinta Estrany Escrivá o Tallistas: Ramón Ayllón Ruiz

Vicente Gómez Parrajón o Grupo escultórico: “La Santa Cena” de 2007

• Faustino San Herranz: o Imagen: “Ntro. Padre Jesús de Medinaceli (Cristo de Medinaceli) de 1947

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• José Zamorano Martínez:

o Imagen: “María Stma. Virgen de la Amargura” de 1950 o Imagen: “Stmo. Cristo de Preciosísima Sangre” de 1956 o Imagen: “María Stma. Virgen de las Penas” de 1959 o Imagen: “San Juan Evangelista” de 1961 o Imagen: “Ntro. Padre Jesús de la Misericordia” de 1962

• Grupo escultórico: “La Samaritana” de 1966 • Grupo escultórico: “La Negación de San Pedro” de 1972 • Grupo escultórico: “Ecce Homo” 1986 • Grupo escultórico: “Ntra. Sra. Virgen del Perdón y Cristo de la Caída” de 1997

• José Hernández Navarro: • Grupo escultórico: “Cristo de la Coronación de Espinas” de 1997

• Víctor García Villalgordo: o Grupo escultórico: “Ntro. Padre Jesús de la Sentencia ante el Indulto

a Barrabas” de 2002

• De Escultores Anónimos: o Imagen: “Cristo Crucificado” o Imagen: “Ntra. Sra. La Soledad”

4. Vocabulario de palabras utilizadas. 5. Fuentes de investigación.

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PRESENTACIÓN Todos los Escultores del Patrimonio Procesional de la Semana Santa de Hellín.

Presentamos un trabajo de estudio e investigación, donde se quiere dar a conocer los escultores y sus obras de imagineria que forman parte del Patrimonio Procesional de la Semana Santa de Hellín.

Este trabajo, se ha llevado a cabo mediante la recopilación de datos y apuntes sobre la vida de los distintos escultores e imagineros y de su formación, así como del estilo de sus trabajos y de sus obras de carácter pasional que toman parte en las procesiones y son Patrimonio de la Semana Santa de Hellín. Con este estudio de investigación se pretende dar a conocer a todos los espectadores y amantes de la escultura religiosa patrimonial hellinera, datos documentales que se encuentran dentro del amplio archivo sobre nuestra Semana Santa, que se han reunido en el tiempo para formar parte del Archivo Documental de la Asociación Cultural “ El Nazareno”.

Toda la anterior documentación ha sido utilizada como fuente principal para este estudio e investigación de los escultores del Patrimonio Procesional de la Semana Santa de Hellín. Se integran también dentro de este estudio, datos recogidos de otras fuentes documentales relacionadas con los escultores y sus obras, y otras aportaciones de personas que siguen nuestra Semana Santa desde otros lugares de la geografía española y son conocedores de nuestro Patrimonio. Para poder conocer mejor nuestro Patrimonio, se acompaña una colección fotográfica de las distintas imágenes y grupos escultóricos obra de los autores objeto del estudio.

Todos los datos que se aportan de las distintas fuentes documentales, una vez recopilados, se han estructurado y ordenado cronológicamente, teniendo en cuenta; fecha de nacimiento de los escultores y fecha en que dicha obra ha tomado parte en su primer desfile procesional de la Semana Santa de Hellín. En cuanto a las obras de imaginería de los autores anónimos, se han ordenado por la fecha de creación o fundación de la Hermandad o Cofradía y/o la fecha de llegada a Hellín para su primer desfile procesional.

Para el estudio y descripción de los escultores, así como de sus obras de imaginería, la hemos dividido en dos apartados; vida del escultor, donde se da cuenta de del aprendizaje y formación recibida, así como el ambiente donde han desarrollado su trabajo como tallistas, dando a conocer diversos hechos que se han considerado como relevantes en relación con la obra realizada para Hellín. En cuanto a las obras, se hace una

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descripción desde el punto de vista creativo propio del autor, explicando de una forma sencilla expresiones o rasgos determinados, que nos pueden ayudar a entender mejor nuestro Patrimonio Procesional de imaginería.

Son estas las obras de escultores e imagineros en sus distintas épocas de vida gloriosa para la escultura pasional española en general y en particular para la escultura procesional en Hellín: Mariano Benlliure, Gutiérrez de la Vega, Víctor de los Ríos, Federico Coullaut-Valera, José Dies, Fernández-Andes, Sanz Herranz, y otros más actuales como Hdez. Navarro, García Villalgordo. Habiendo querido dejar para nombrar al final a nuestro escultor local, José Zamorano Martínez, por haber contribuido de manera especial a la constitución de este Patrimonio en la Semana Santa de Hellín, pues nos aporta un gran número de obras de imaginería escultórica, que han sido creadas a lo largo de toda su vida como escultor, en las distintas épocas de su trayectoria artística, con un gran sentimiento. Obras que en cada momento de ser talladas por el escultor, le salían de su alma y de su corazón para el pueblo de Hellín, y que antes y ahora enriquecen nuestro Patrimonio de Semana Santa Pasional Hellinera, de una manera especial.

Solo me resta decir que mi principal propósito con este trabajo, es dar a conocer que Hellín cuenta con un gran patrimonio cultural de imagineria y escultura procesional, que aunque sabemos que está ahí, no le damos la consideración y el reconocimiento que se merece. Debemos pues cuidar entre todos con mucho detalle y con gran sentimiento este patrimonio y para ello tenemos que prestar un poco más de atención y observar detenidamente cada rasgo o expresión de nuestra imágenes procesionales, de tal manera que al mirarlas, sepamos apreciar el momento de la Pasión de Cristo que se nos presenta y que el artista y escultor ha querido enseñarnos desde el inicio de su talla , hasta el momento de terminación de la obra que ahora estamos viviendo y que ha sido realizada con gran esmero, con mucha viveza y sobre todo con un gran sentimiento. Nos servirá para potenciar el diálogo escénico entre la imagen y el espectador.

Mediante el conocimiento profundo de este patrimonio podremos concienciarnos cada vez más, de que estas obras de imaginería son joyas únicas, conseguidas gracias al trabajo y esfuerzo de muchas personas durante mucho tiempo, debiendo sentirnos orgullosos de tener esta imaginería procesional en Hellín, y por ello tenemos el deber de cuidarla y la obligación de educar con el máximo esmero y tesón a los que nos precedan, para que sigan guardando y conservando este Patrimonio Imaginero y Escultórico de la Semana Santa Hellinera con pasión y con el mayor respeto. Juan Hernández Quintanilla

PRÓLOGO DE JOSE ANTONIO INIESTA

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Es más que necesario rescatar del olvido el conocimiento que nos conduce al amor

que sentimos por la esencia de nuestra tierra, porque la ignorancia de cuanto existe a nuestro alrededor se manifiesta aunque el preciado objeto de deseo pase ante nuestros ojos y sea capaz de estremecernos el alma.

Así ocurre con la imaginería religiosa de la Semana Santa hellinera, capaz de

encender pupilas, de agitar corazones, de convertirnos en gozosos espectadores de un drama cósmico que como diría Mircea Eliade, tiene en las calles de Hellín su tiempo y espacio sagrados. Es alabada por todos, se refleja con tinta esmerada en interminables estrofas de poemas, pero sin embargo, como parte de ese gran misterio de la ausencia, se nos nubla desde dentro, desdibujando el rastro de las manos de los escultores que la trajeron con tanta fuerza a la realidad misma.

Se guardan entonces, en el olvido, los espíritus valientes que antaño emprendieron

la inmensa tarea de convertir el corazón de un árbol en el latido vivo del arte sagrado que agiganta las conciencias de los hombres y mujeres de una ciudad que se transforma en centro telúrico de la vivencia de una singular e indescriptible Semana Santa.

Si cabe es más importante esto en una Semana de Pasión como la hellinera, que

diría el poeta Mariano Tomás, que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. No sólo es de vital importancia que los hellineros sepamos a quiénes tenemos que honrar, recordar, agradecer tanto esfuerzo, sino de obligado cumplimiento, por rigor histórico y ética de todo un municipio, que sepamos transmitir los valores tradicionales con la mayor dignidad posible a cada una de las personas que nos visitan cada año. Provenientes de los más lejanos lugares del mundo vienen hasta nosotros para disfrutar de este milagro sagrado y ritual de una celebración que nos conecta con todo aquello que con tanto esmero nos han legado nuestros antepasados. Por eso es de agradecer la labor de Juan Hernández Quintanilla, creador de la Asociación Cultural “El Nazareno” y autor de esta obra, que recoge de la memoria colectiva, de los libros olvidados en los estantes, de los archivos que siempre son recuerdos del pasado, las piezas dispersas del rompecabezas que ahora nos permite ponerle firma a un simulado hálito de vida, devolverle la identidad a una corona de espinas, y expresar con palabras los sentimientos de los grandes escultores cuyo destino quiso que se unieran en esta ciudad que es Hellín, siempre de encanto y de prodigio, para sustentar con el volumen trazado de la robusta madera los pilares de lo que consideramos sagrado. Aquí el sentimiento se une a la belleza, lo mismo con tristeza que con alegría, con el aroma de las flores y el incienso, de día y de noche, pasando de las sombras de las callejuelas a la luz del monte Calvario en un amanecer de asombro. Esta obra viene a ampliar la importante bibliografía que en los últimos años se ha sumado a una ardua labor de investigación, siempre característica de la inquietud de ciertos hellineros, ansiosos por descifrar hasta el último de los misterios. En sus páginas podremos conocer el interés que el Vaticano tenía por “El Yacente” de Mariano Benlliure, imaginarnos a Fernández-Andes grabando el rostro de Jesús en un ladrillo de adobe cocido, sentir el dolor expresado en el amargo rostro de la Virgen de las Angustias, con tres clavos, como tres condenas, en su mano.

Nos muestra el mundo de luces y de sombras que se refleja en las obras artísticas, de esperanza y desolación, y también un rostro convertido en enigma, con dos mundos

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diferentes, de Santa María Magdalena. Y por lo que nos toca de la tierra chica, la emoción, la visión de futuro, de un escultor hellinero, José Zamorano, que quizás intuía la grandeza que adquiriría su obra en el futuro mientras modelaba, siendo un niño, figurillas de barro. La gesta de estos escultores, su andadura, sus anhelos y su entrega a la recreación de la belleza, se pone de manifiesto en este libro, que sin duda será una referencia futura, necesaria para comprender hasta qué punto es importante el rico patrimonio escultórico que sitúa nuestras procesiones a la altura de las más importantes de España. Quienes gestaron esta maravilla andante, este prodigio de las proporciones anatómicas, estos ojos que nos miran desde los más variados pasajes bíblicos, nos serán ahora más conocidos, como es de rigor y de justicia, y así serán más humanas sus obras todavía, conscientes de que detrás de cada una de ellas hubo un diseño previo, un enorme esfuerzo, un grandioso talento derramado en cada uno de los sabrosos mordiscos de la gubia, capaz de obrar ese milagro de darle la apariencia de la vida a un amasijo de madera que un día se elevó desde la tierra adoptando la forma de un árbol. Esas imágenes seguirán guardando, sin embargo, sus misterios, el silencio reflexivo de tantas horas en viejos talleres, las notas manuscritas que los propios escultores han sabido guardar con esmerado celo en el interior de sus obras, la identidad desconocida de aquellos que les sirvieron de modelo, y por encima de todo, la emoción que un día sintieron al descubrir que por fin le habían dado forma a lo más inaprensible de sus sueños. Es de desear que este camino abierto por Juan Hernández Quintanilla sea recorrido por otros investigadores que ayuden a mostrarnos nuevas facetas, todavía poco conocidas, de los más variados aspectos de la Semana Santa. Tan rica y plural es, como semilla de incontables prácticas, tradiciones, costumbres, hábitos y formas de vivirla, que habrá tiempo y medios para que no nos dejemos de sorprender, descubriendo hasta qué punto es importante y por qué tiene tantos merecimientos para formar parte del patrimonio festivo, cultural y religioso de las tradiciones más importantes de España, con las virtudes suficientes como para considerarse un importante foco de difusión de nuestra especial identidad a los más remotos lugares del planeta. Recordemos pues, y honremos, a través de esta obra, a aquellos que hicieron posible ese gozo interno que no está sujeto a palabras, sino más bien al silencio, a la mirada fija, al corazón encogido en un puño, que supone algo tan sencillo y sin embargo gratificante como ver una procesión, que siempre ha sido y será la recreación de un drama cósmico que tuvo lugar en un determinado lugar de la Tierra, pero que se proyecta, más allá del tiempo y del espacio, a quienes todavía siguen viviendo, como si fuera hoy mismo, la pasión y muerte de Jesucristo, pero también su esperanzadora resurrección. Con ese milagro de nuestras procesiones, gracias a una imaginería religiosa única en España, seremos capaces de afrontar un futuro que siempre tiene sus raíces en nuestro más remoto pasado. Feliz lectura…

ESCULTORES DEL PATRIMONIO PROCESIONAL DE LA SEMANA SANTA DE HELLIN

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MARIANO BENLLIURE GIL

Nació en Valencia en el año 1862 y falleció en 1947. Perteneciente a una familia de artistas, tiene a su padre, como el mejor maestro. Fue un artista precoz y versátil y de las referencias sobre sus primeros años, nos indican, una casi inexistencia de formación académica, que se va a suplir por sus poderosas cualidades y su predisposición autodidacta. Se formó en Valencia, Madrid, Paris y Roma, de tal forma que alcanzó pronto la fama y el éxito, siendo un escultor preferido por la sociedad de su tiempo.

El traslado de su familia a Madrid le supuso un gran avance para él, ya que dos años después, cuando contaba con 14 años, consiguió estar presente en la Exposición Nacional de Bellas Artes, adquiriendo en ese momento un gran renombre.

De sus estudios en Paris, con el pintor Francisco Domingo Marques, adquirió grandes conocimientos que serían influyentes para sus esculturas, siendo a partir de entonces cuando Mariano Benlliure se preocupa de conseguir efectos pictóricos en sus obras.

A sus 17 años marchó a Roma (1879), donde reside durante varios años, al parecer atraído por Miguel Ángel, siendo más tarde cuando se instala en Madrid.

Posteriormente, su segunda estancia en Roma, le resulta ciertamente prolífica, ya que son numerosos los encargos que le hacen, tanto desde España, como desde París. Pero sobre todo es la ciudad de Roma, la que le marcará decisivamente en su trayectoria artística, etapa ésta que le sirvió para entrar en contacto con artistas europeos del Renacimiento y del Barroco. Al mismo tiempo estuvo educado en el clasicismo y el realismo, fundiendo ambas tendencias en un estilo poco evolutivo, pero muy efectista, con cierta influencia de lo plástico modernista.

Una afirmación generalizada que se le atribuye, es la gran influencia que tuvo en él su formación pictórica, de aquí la atención y meticulosidad que tenía a la hora de realizar sus esculturas. De cómo es su obra y estilo.

Su obra se desenvuelve entre la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, considerándose como el periodo más crítico para el artista y como de máximo interés dentro de la historia contemporánea de España, siendo un testimonio de notoria excepcionalidad. Siempre estuvo en contacto con las tendencias academicistas.

Trabaja sobre las tres materias características de la escultura (bronce, mármol y fusta). La temática de su obra es muy variada, pero es la escultura monumental la que le va a resultar fundamental, pues va a proporcionarle gran relevancia. La obra religiosa, será más abundante después de la guerra civil, momento en el que Benlliure se vuelca en la realización de pasos de Semana Santa para las ciudades que habían perdido su patrimonio procesional de imágenes religiosas (Zamora, Málaga, Cartagena, Crevillente...).

Su obra más temprana es “El Paso del Descendimiento” (Jesús descendido) para Zamora, que la entregó en el año 1877, por el precio de 12.000 reales. Esta obra presenta un cierto dominio de la anatomía y de la composición de las figuras, que recuerda a los grupos del siglo XVII, sobre todo la expresión dramática, muy bien llorosa.

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En sus obras, el escultor utiliza una técnica minuciosa y detallista, en la que destaca

el empleo de ciertos recursos pictóricos, como pueden ser, los juegos de luces. Así mismo, realiza una numerosísima producción dedicada a varios temas: género popular, imaginería religiosa, retrato, asuntos taurinos y conjuntos conmemorativos.

Su obra se caracteriza por el uso de un

sentido narrativo minucioso y realista, lo que le conduce a un excesivo y pictórico detallismo. Se preocupa por captar el movimiento, el aspecto transitorio y dinámico de la vida.

Existe un Museo Monográfico dedicado a

este escultor con la denominación “Mariano Benlliure” en la ciudad de Crevillente. Tiene su origen en la vinculación que existió entre el artista y la ciudad de Crevillente, mantenida a través de la familia Magro, y que ante los destrozos acaecidos en la guerra civil, donde se destruyó la imagen de N. Padre Jesús Nazareno, se tuvo la necesidad de tener una nueva talla para esta Cofradía, encargándosele a D. Mariano Benlliure una nueva obra hacia 1944. De esta manera se inicia una relación entre el artista y Crevillente, que se prolongaría hasta finales de 1947, realizando diversas obras para esta Ciudad.

No obstante, para reunir la colección del

artista en el museo, fue una tarea ardua y lenta, que poco a poco, gracias a Álvaro Magro y a la familia Benlliure, con su colaboración, se va a lograr conseguir el patrimonio que ahora tiene este Museo.

Es en el año 1969-1970 es cuando el Museo

comienza a tomar su mayor importancia, ya que el Ayuntamiento se interesa en aumentar el patrimonio artístico con diversas donaciones. Siendo actualmente una institución que custodia dos tipos de fondos: la obra de arte y lo que se conoce como Artes Benlliure, que comprende la documentación de Mariano Benlliure, que llega en obras que permitieron crear el museo en sus principios y posteriormente la inclusión de la documentación y obras generadas por la institución desde su creación.

Del Patrimonio escultórico en Hellín CRISTO YACENTE.

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El Cristo Yacente de Hellín desfiló por primera vez en 1943. Se sabe que al artista no le entusiasmó demasiado el encargo que desde Hellín le hicieron, pero parece ser que una vez puesto manos a la obra, Benlliure empezó a ver el trabajo como a un hijo, al cual

apreciaba más cada vez que iba realizando su talla. Fue modelando con verdadero amor y con mucho sentimiento, de tal manera que, una vez finalizada la obra, no quiso desprenderse de ella, e instó a la comisión hellinera para que echara las

negociaciones para atrás, y así de esta forma tenerlo en su poder. Se sabe que tuvo tanto éxito la talla del Cristo Yacente, que una vez concebida llegaron los ecos de esta obra, bien realizada por D. Mariano Benlliure, hasta el Vaticano, en Roma, desde donde se desplazó una comisión a Hellín, para realizar operaciones de cesión y así poder adquirir dicha imagen, cosa que no se llevó a cabo, por el empeño de los hellineros para que se quedara en esta Ciudad.

En el año 1943 salió de las manos de este artista esta obra de tendencias impresionistas, considerada como de los mejores estudios de anatomía. Cuerpo inerte, y majestuoso del hombre que redimió a la humanidad, con cabeza apoyada sobre una almohada hacia atrás, de barbilla levantada, y boca ligeramente entreabierta, ojos suavemente cerrados. Su expresión es de relajamiento, pues ya no hay sufrimiento en el rostro. Los hombros se elevan sobre la línea del pecho un poco más hundidos, los brazos también más hundidos, se alargan junto al cuerpo, y la mano derecha está sobre el lecho con la palma vuelta hacia abierta, dedos levemente encogidos, la mano izquierda vuelta hacia abajo. Los músculos de los brazos sin rigidez y medio cuerpo envuelto en el sudario, que aparenta acariciar su piel. Las llagas, de impresionante realismo, manifiestan los sufrimientos de su pasión.

Cristo tallado en policromía cálida y de carácter suave, sin estridencias y acogedora, que le da a todo el cuerpo la sensación de realidad. Obra de realismo sorprendente, tanto más, por su asombrosa sencillez y naturalidad. RAMIRO GUTIERREZ DE LA VEGA.

De las averiguaciones y fuentes de investigación realizadas, así como del nomenclátor consultado, no aparecen datos de este escultor.

Escultor desconocido al que se le atribuye la talla del Stmo. Cristo Crucificado “Cristo de los Excautivos“, que pertenece a la Real Cofradía del Cristo Crucificado y de la Stma. Virgen de las Angustias, que comenzó a desfilar en la Semana Santa de Hellín el año 1942. Del Patrimonio escultórico en Hellín STMO. CRISTO CRUCIFICADO (“CRISTO DE LOS EXCAUTIVOS”)

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Impresionante imagen de Cristo en la Cruz, atribuida a Ramiro Gutiérrez de la Vega. Representa a Cristo Crucificado en la Cruz con tres clavos, uno en cada mano y otro en los pies, encontrándose suspendido sobre una cruz plana.

La imagen es de tamaño natural y de gran realismo, que fue tallada en madera y policromada, Cristo lleva a la altura de las caderas un paño de pureza con pliegues simplificados y anudado al lado derecho.

La cabeza se muestra fuerte, de expresión dura, inerte e inclinada hacia la derecha, llevando sobre ella una corona de espinas. Las piernas, un poco flexionadas dirigen sus rodillas hacia el lado derecho, bien marcadas, heridas y ensangrentadas por las caídas

sufridas camino del calvario.

La imagen, de gran perfección técnica, muestra en su conjunto una anatomía muy bien conseguida, de gran belleza y bien estilizada, para lograr mayor expresividad y una más profunda espiritualidad. Las formas anatómicas guardan armonía en todos sus elementos, que se encuentran bien proporcionados en musculatura y expresiones tanto en el cuerpo como en la cara, haciendo de esta imagen un bello crucificado.

La estudiada posición de los pies y el leve apoyo sobre la cadera, confieren al cuerpo una posición natural y armónica. Cristo tiene su mirada bien dirigida y sus facciones están perfectamente marcadas, dando un gran realismo de las formas anatómicas.

Desde todos los puntos de vista la imagen

se puede observar, dando una visión de gran realismo de Cristo, hombre sometido y humillado por ser crucificado. JOSÉ DÍES LÓPEZ

Nace en Hosa de Ranes (Valencia) el 27 junio de 1905 y fallece en 1969. Llamado Diez o Dies, como aparece en la literatura artística, nació en el seno de una familia de artistas y fue en el taller familiar donde, desde muy joven, aprendió a tallar mármol y piedra.

Es a partir de 1920, cuando su familia, también de ascendencia artística, decide

trasladarse a Albacete y abrir un taller para atender los numerosos compromisos que le iban surgiendo. Es en este taller y desde muy joven donde trabaja en la elaboración y cincelado de relieves y estatuas de mármol y piedra, combinándolo con sus estudios de Bellas Artes en San Fernando de Madrid y en San Carlos de Valencia, aquí es donde se especializa en modelado, talla y composición..

En 1931 se casa con Carmina Caballero Puche, siendo posteriormente, debido a los

destrozos que acontecieron durante la Guerra Civil, cuando la producción de este escultor es más intensa, de tal manera que se especializó en la talla de altares y retablos. Pero tras

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la pérdida de la imaginería, le surgen con más intensidad encargos para Semana Santa, tanto para la reposición del Patrimonio, como para atender las crecientes demandas, por el mero florecimiento de las procesiones. La mayor parte de su imaginería se encuentra principalmente en Albacete, en Murcia, Requena y Hellín.

En el año 1967 recibió el reconocimiento público de su mérito artístico al serle

concedida la medalla de Artesano Distinguido. De cómo es su obra y estilo.

Escultor de sólida formación académica, su obra es una síntesis de lo académico y de la escuela barroca, con influencia castellana, levantina y andaluza.

Sus imágenes son esculturas contundentes, de volumen neto, creando anatomías poderosas, pero no excesivas, donde subyace cierto clasicismo. Creador de imágenes de más hermosura y emotividad, de las que pueda ufanarse el arte sacro de todos los tiempos y países.

Determinados grupos de imágenes

realizadas por José Díes, determinan en este escultor una gran técnica y un gran conocedor del oficio, distinguiéndose por su buen hacer y su escrupulosidad y exigencia en el trabajo. Todas las esculturas aparecen con correctas proporciones y modelado de calidad. Su formación académica, le capacita para conseguir copias de gran dignidad artística, en las que en algunas ocasiones incorpora elementos que le confiere su personalidad.

Una de sus obras más creativas de

imagineria procesional es “El Descendimiento”, considerado como el más famoso por su especial dimensión y volumen, ya que pesa tres toneladas y se encuentra en la Catedral de Albacete. Después, esta obra la reproduciría con variantes para otras poblaciones. En este grupo escultórico, de concepción original, puede apreciarse la maestría técnica de una gran altura, se aprecia asimismo el detalle, la perfección, la calidad de la talla fundamentalmente en los rostros y la bondad de su composición. Del Patrimonio escultórico en Hellín: SAN JUAN EVANGELISTA

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Talla que llegó a Hellín para desfilar en 1941, en la que el escultor utilizó una técnica mixta y donde las carnaciones están ejecutadas en madera tallada y policromada y el resto de la talla en tela encolada, estucada, estofada y policromada.

Esta imagen responde al modelo clásico de San Juan Evangelista, destacando las pinturas al óleo de su manto, donde se representan pasajes Evangélicos, realizados con gran belleza y detalle.

El escultor crea un modelo juvenil del Apóstol San Juan, el más joven de los seguidores de Jesús, donde en su semblante se puede apreciar los rasgos característicos de figura juvenil. Con la mano derecha extendida señala a María, Madre de Jesús, el camino por donde llevaban a crucificar al Salvador y en la otra mano porta una palma natural. Belleza corporal del Santo, donde destacan los principales contornos de su cuerpo.

San Juan está representado en

actitud de caminar, acorde con el movimiento que indica la posición de sus manos y de sus pies, transmitiendo elegancia y sensación de implícitos movimientos, con apariencia dinámica.

MANUEL JOSE RODRIGUEZ FERNÁNDEZ-ANDES

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Nació en Sevilla el 29 de Junio de 1908, en el barrio de San Vicente, y fallece en Madrid en el año 1950. Es el séptimo hijo, de madre cubana y padre rondeño. Desde muy niño se sintió arrebatado por las artes del dibujo y de la escultura, y por su propia iniciativa se matriculó en la Academia de Bellas Artes de Sevilla. A partir del año 1928 se marchó con su familia a vivir a Madrid, dando ya señales de gran habilidad en las artes.

Ya en su casa y taller, con barro que recibe de donaciones infantiles, hacía figuritas y hasta empezó a modelar cabezas. Cuando no disponía de barro, por falta de suministro infantil, grababa en ladrillos de adobe cocido, hasta el punto de realizar en uno de ellos una cara del Cristo del Gran Poder.

Se había iniciado brillantemente en el arte, habiendo sido anteriormente aprendiz de Castillo Lastruci en Sevilla, siendo más tarde cuando entró en el taller de Coullaut-Valera en Madrid, haciéndose discípulo suyo. Cuando terminó su formación se estableció en un taller independiente.

Tenía su estudio y taller en Madrid en la calle Amamaiel num. 14-16, en una buhardilla muy pequeña. Después se cambió a un ático de la calle San Marcos. Sin embargo, aun estando establecido en Madrid, su tendencia y la inclinación de su espíritu era netamente sevillano y sus imágenes así lo reflejan. Era un magnifico sevillano, fervoroso y entusiasta de las cofradías. Todos los años llegaba de Madrid por Semana Santa a renovar sus amores, a enterarse de los estrenos y de las novedades, preparando así su espíritu de Semana Santa. De cómo es su obra y estilo.

Según manifestaciones escritas de Tobada Villegas, dice:“los signos morellanos del escultor Fernández-Andes, en sus imágenes son: nariz corta, boca carente de dientes, con insinuaciones de lengua, cuello redondo y con papadas, al gusto decimonónico (antiguo), el inferior de los lacrimales pintado de negro, muy marcados y con cierto aire glacial, miradas un tanto defectuosas”.

La primera fecha documentada de una obra suya, nos lleva al año 1931, para “La Virgen de la Caridad de Sevilla”.La sensibilidad del escultor queda manifestada en sus obras de estilo sevillano, sobre todo en la imagineria que realizó en la posguerra. Del Patrimonio escultórico en Hellín NTRA SRA LA VIRGEN DEL DOLOR

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Tallada en 1946, para presidir la Procesión del Silencio en el año 1948.

Esta imagen, en el momento de su adquisición ya contaba

con la concesión de la medalla de plata en la V Exposición de Arte Religioso celebrado en el Palacio de Cristal del Retiro en Madrid. Fue tallada para ser Ntra. Sra. Del Rosario en su Misericordia Dolorosa, pasando después a denominarse Virgen del Dolor.

Imagen de candelero para vestir. Destaca en su rostro un

matiz juvenil, simbolizando con ello la impecabilidad de la Madre de Dios. Pudo el escultor plasmar con acierto la presencia de un dolor intenso en el rostro, con ojos bañados en lágrimas de verdad, que dan acierto a ese dolor profundo de la Madre. La Virgen está erguida, y parece caminar tras el Hijo, adelanta las manos como

queriendo transmitir al oído un mensaje de compasión y perdón, manifestando al mismo tiempo el dolor y la angustia por los acontecimientos.

Siete dolores tiene clavados en su corazón: 1- Cuando José y María presentan al Niño Jesús en el Templo. 2.- José y María reciben el aviso de que Herodes busca al Niño para matarlo. 3.- Jesús sube con José y María al templo de Jerusalén. 4.- María encuentra a Jesús en la calle de la amargura. 5.- María presencia la crucifixión de su hijo. 6.- Bajan a Jesús de la Cruz y María lo recibe en sus brazos. 7.- Jesús es sepultado. CRISTO DEL GRAN PODER.

Imagen que llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1948.

Tallada y policromada en madera, para

vestir, que nos muestra la imagen tradicional de “El Nazareno”, con un manifiesto dolor en el rostro de Cristo.

Destaca la imagen de Cristo del Gran Poder, por su pose esbelta y erguida, donde se denota el gran dramatismo y la gran virilidad que le imprime el escultor a la figura de este Nazareno, dándole muestras de una serena belleza en un rostro, que nos transmite el sufrimiento físico y el perdón de lo divino.

La imagen está tallada con una perfecta anatomía, en la que el cuerpo está descompensado y largamente abierto el compás de su zancada, ya que se inclina arqueando su espalda y mostrando a Cristo agarrando con sus manos la cruz, ensimismado en su dolor y conjugando todo; fortaleza, clemencia y bondad sin limites. El realismo está manifiesto en su dolor, en su tristeza y en su melancolía.

Cristo refleja la imagen de un hombre en situación de mansedumbre, al mostrarnos

la leve inclinación de la cabeza, que se encuentra abatida por el peso del madero. La

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cabellera está trabajada a base de grandes quédeles ondulados, donde se ciñe en las sienes una gruesa corona de espinas.

Cristo del Gran Poder, tiene una expresividad incomparable, especialmente

marcada en su rostro y en sus ojos, que están llenos plenamente de dramatismo y de emotividad, de amor y de esperanza, por seguir el camino del Calvario que le lleva a la crucifixión y muerte, pero al mismo tiempo, su rostro nos expresa resignación, sabiendo que la gloria está tras la muerte, marcada por las heridas de dolor y sufrimiento. LA VERÓNICA

Talla que llegó a Hellín, para desfilar en el año 1949. Imagen de candelero, realizada por el escultor con rostro de mujer Verónica, donde destaca el gesto de amargura y desolación por los acontecimientos de la pasión de Cristo.

Talla de mujer Verónica de gran composición, pues venció todos los miedos, y

decidió amar en medio de la multitud movida por odio y la indiferencia. Lleva en sus manos el paño donde el Mesías plasmó “La Santa Faz”, el rostro de un hombre que sufre, con heridas en la frente y con expresión serena.

La Verónica es una

mujer menuda y morena, con rostro de exquisita belleza, que tuvo un gesto compasivo hacia Jesús en su camino hacia el Calvario. Ella se acercó a Jesucristo desobedeciendo a la guardia romana y le enjugó el rostro con su velo, aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso, que suscitó en el corazón de la Sta. Verónica la misericordia. Sus manos destacan por su delicadeza y finura y en su cabeza podemos ver el peinado, con un detalle típico de la mujer hellinera, el moño de picaporte, de lo más logrado por el escultor. LOS AZOTES

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Talla que llegó a Hellín para desfilar en el año 1949. Este grupo escultórico refleja

la belleza de la escuela andaluza. Cristo está maniatado a la columna y sus músculos se encuentran tensos, su espalda está cuajada de surcos producidos por los azotes, y en cada uno hay un río de sangre. En su rostro se denota expresión de esperanza y de salvación. Todo el cuerpo está tallado con una anatomía excelente, reflejo de la gran naturalidad empleada por el escultor.

Perfecta ejecución de los sayones (contorno, musculación y proporciones).

Perfección anatómica y capacidad expresiva de las figuras, transmitiendo sentimientos por medio de efectos directos. Los sayones manifiestan actitudes reales y los esfuerzos son convincentes, con manos encallecidas de tanto obrar la maldad, que ponen los azotes sobre el cuerpo limpio de Jesús.

Cristo ocupa el centro de la escena, pues es Él el destinatario del castigo, manifiesta dulzura en su expresión y suave línea en su perfil, de mirada baja y sumisa, con cabellos sueltos. La

inclinación de la cabeza y la deliciosa anatomía de su cuerpo manifiestan en todo Él una gran expresividad, que se opone a la rudeza de los sayones.

En el rostro de Cristo se deja sentir el terrible castigo de la flagelación, castigo cruel, con viveza y temblor, castigo de esclavos y de gente baja.

VICTOR DE LOS RIOS CAMPOS

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Nace en la villa marisquera de Santoña (Cantabria), el 28 de Marzo de 1909 y fallece el 13 de Diciembre de 1996 en Maliaño. Nace en el seno de una familia acomodada y trasladada a Madrid, a quien se le puso el nombre de Víctor Joaquín Mariano Víctor de los Ríos, el 31 marzo de 1909.

De adolescente se inicia en el estudio y taller de Enrique Sierra, siendo

posteriormente apadrinado en el mundo artístico por el Nobel Jacinto Benavente, destacando éste singularmente siempre durante toda su vida, por que fue quien le animó a adentrase en el mundo del arte.

A sus 18 años, emprendió estudios de dibujo y pintura en la Escuela de S. Fernando

como alumno libre, siendo su verdadero maestro Víctor Martínez Ote. Frecuenta la Academia de Bellas Artes y desplazado a Valencia estudia en el taller de Francisco Madurilla, donde perfeccionará sus cualidades en el tiempo de ocio, siendo licenciado en 1932 y volviéndose a Madrid para iniciarse por su cuenta y establecer una vida artística y humana independiente.

Antes de encauzar definitivamente sus actividades artísticas hacia la escultura, su inquietud juvenil en busca de novedades le llevó a crear unas miniaturas policromadas de tamaño pequeño, con dibujos simbólicos, inspirados en máximas evangélicas.

Víctor de los Ríos fue un personaje entrañablemente español por su convivencia de lo culto y por lo popular. Tenía una gran personalidad, era un apasionante y un apasionado. Persona vitalista, de vehemencia miguelangelesca, superviviente nato, de peculiar sentido religioso, difícil de comprender por un mundo extremadamente vulgar. Tenía gran admiración por Miguel Ángel, Berruguette, Juan de Juni, Gregorio Fernández y Luisa Roldada, quienes le influirían en sus dotes escultóricas.

Mantuvo toda su vida una relación de amor y odio con la ciudad de Linares, a quien se sabe legó sus mejores obras, de tal forma que tras intentar donar su patrimonio personal y artístico a dicha ciudad, determinados episodios llevan a mal trance la iniciativa, integrándose su colección artística en su pueblo natal de Santoña. Autor de una obra prolífica, todavía exhaustivamente poco estudiada ni catalogada, no pudiendo adscribirse a ninguna escuela determinada. De cómo es su obra y estilo.

Estilísticamente, Víctor de los Ríos no es adscribible a ninguna escuela. Su lenguaje es personal, sin antecedentes iconográficos, ni estilo de autores anteriores, se inventó su propio estilo.

Es un escultor de verdad, de una obra prolífica no asimilada, que toca todos los materiales, conceptos y tamaños de la estatuaria clásica. Es realista y figurativo, pero totalmente original e innovador. Ni siquiera son identificables en sus obras los rasgos de sus escultores admirados y que él mismo dice seguir.

Mantiene postulados estéticos del realismo figurativo y manifiesta lo personal de la tradición escultórica que viene desde el gótico, desde Bernini a Benlliure, hasta llegar a los traumatismos y rupturas del siglo XIX.

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Su obra se caracteriza por una corrección formal muy honda, expresiva, sincera y decidida, serena, no efectista ni teatral. Su veracidad se expresa en estudios compositivos, anatómicos, retratistas, profundamente documentados, en ocasiones arqueológicamente.

Sus anatomías son vigorosas y pueden verse desde cualquier ángulo, pues en nada falla el dibujo, por tener una seguridad excepcional en su dominio. Sus acabados son a golpe de gubia y se niega a policromar sobre aparejo, matizando las maderas, a base de ceras, pigmentos y trementina.

Se le considera en su época, uno de los escultores jóvenes que maneja con más brío y destreza el cincel, pues supo captar el profundo sentido de lo solemne y religioso, con profundo valor simbólico.

Excelente escultor sobre talla, que realiza obras robustas y de carácter viril, de tal forma que al desfilar por las calles, hace prender en las almas la mayor emoción que en todo corazón pueda despertarse, como muestra del Dolor de la Madre, junto a la Cruz. Escultor, cuya obra está sometida rigurosamente a una técnica depurada, de lo mas viva y palpitante de su época, imaginero que continua triunfalmente las creaciones de otros geniales artistas.

Víctor de los Ríos es un artista inigualable de escultura religiosa, que une su saber tradicional a la más innovadora interpretación del tema, que en otro escultor se convertirá en cansados tópicos. A su fino sentido de lo popular, se une una irreprochable y sólida técnica de ejecución, desde el dibujo, al estofado polícromo de sus obras. Fue imaginero a usanza de los escultores del Siglo de Oro, cuyo último representante fue Salcillo. El único imaginero auténtico de su tiempo, capaz de esculpir un paso de Semana Santa que pueda figurar sin pérdida de su personalidad, junto a las mejores creaciones artísticas de los que fueron gloria de los siglos XVI y XVII.

En sus obras, predomina la escultura procesional y religiosa. Realizó más de 35 grupos escultóricos representando la Pasión de Cristo para distintos pueblos y capitales de provincia, siendo su más amplia obra para León y Linares. Del Patrimonio escultórico en Hellín STMA. VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS Y CRISTO YACENTE.

Segundo paso de la Real Cofradía del Cristo Crucificado y de la Stma. Virgen de las Angustias “Los Excautivos”. Se adquirió en 1952 para desfilar en la Semana Santa de ese mismo año.Realizada esta obra por el escultor de Santoña, D. Víctor de los Ríos Campos, presenta la particularidad de tener colocado el Cristo a los pies de la Madre, en vez de acogerlo con sus brazos en el regazo, como se presenta corrientemente. Esta obra se encuentra dentro de la escuela castellana, siendo este escultor de influencia de Juan de Juni, en especial en la creación de la Virgen.

Con una especial habilidad en el ropaje, consigue verdaderas cualidades en las calidades de sus velos y telas. Crea esta obra descontando escasísimos ejemplos de emoción dramática, con sentido popular, sobre todo en el Cristo Yacente, contorsionado caprichosamente o ensangrentados de modo espectacular.

Víctor de los Ríos ha plasmado en este Cristo la imagen del momento final de la Pasión, como hombre que tuviera un profundo y trágico realismo. Tras un lento y

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cuidadísimo estudio, consigue en el Cristo Yacente, su originalidad y su alto espíritu religioso, tan puro como el de un Murillo o un Martínez Montañés, caracterizando a esta obra como un único cadáver de hombre, que encarnó Dios tal como debió de ser.

María, con rostro dolorido y angustioso en su mirada inspira piedad llorando desconsoladamente. Recibe en sus brazos el cuerpo yerto de hombre desencajado, con piernas contraídas, manos y pies magullados en la crucifixión, el rostro y el cuerpo violáceo.

Ésta es la gran conquista artística y humana de Víctor de los Ríos en sus Cristos,

reflejar el dolor humano. Cristo es bajado de la Cruz y descansa en el suelo a los pies de su Madre, que en sus manos tiene tres clavos aun sostenidos, pero a punto de caer, porque las fuerzas físicas abandonaron su cuerpo y su alma llena de pena y angustia por Él.

Este Cristo Yacente, de Víctor de los Ríos, parece tener las huellas de sus manos,

que han procurado embellecerlo con maternal amor. El triste y martirizado cuerpo descolgado de la cruz por María y sus acompañantes procuran colocarlo con los brazos a lo largo del cuerpo estirando las piernas encogidas, separando los pies clavados y a la vez llevar el torso hundido sobre una túnica doblada. Cristo esta a los pies de María.

ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN “LA BURRICA”

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Sabemos que se acudió a este escultor para encargarle este grupo escultórico, conocido como “La Burrica”, porque en esa época, Víctor de los Ríos se encontraba entre los grandes maestros de la imagineria y Hellín no podía ser menos para tener una gran obra de un escultor de primera.

Este grupo escultórico procesionó por primera vez en Hellín, en la Semana Santa de 1959 y se le llamó “La Entrada”. Está integrado por una majestuosa y dulce imagen de Jesús a lomos de una cabalgadura, seguido de una mujer hebrea, de singular belleza, que lleva de la mano a un niño, acompañando ambos con sus palmas a Cristo.

Posteriormente se le llamó “El Paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén”, y popularmente “La Burrica”, que es como se denomina ahora.

Realizó Víctor de los Ríos esta obra de forma sencilla y de evocadora composición, que atrae por sus líneas elegantísimas, por su acabado, por su estudio de las manos y los pies divinos de Cristo y sobre todo por el delicioso conjunto que forman la mujer y el niño, llenos de ternura y gracia, que con un fino sentido de su antes, el escultor ha hallado el símbolo propicio, representando al pueblo de Jerusalén, siendo el niño una figura de la máxima delicadeza y lozana de las que realizó el escultor. FEDERICO COULLAUT-VALERA MENDIGUTIA

Nace en Madrid, el 25 Abril de 1912 y fallece en la Granja de San Ildefonso (Segovia) en 1989. A temprana edad tiene una gran pasión por la escultura, ya que en su hogar se respira ese ambiente. De muy niño tuvo un accidente en casa que le hizo permanecer bajo los cuidados familiares. Durante ese tiempo le impresionaba el talento de su padre, pues estaba siempre pendiente de las obras que realizaba, llegando a tomarlo como maestro, de tal forma que al fallecer se ve obligado a acabar lo iniciado por él.

A temprana edad, era tal su amor por la escultura, que realiza una talla a la que el mismo titula “Mater Salvatore”, que la presenta en la primera exposición que realiza, siendo esta una obra que cala mucho dentro de él. Tuvo una gran capacidad de expresión, pues dibujaba con sus manos en el barro y daba forma y volumen con destreza insuperable.

Se crió en el estudio de su padre, entre barro y escayola, rodeado de tallas de madera, de estatuas de bronce y figuras de piedra. De la mano de su padre adquirió los conocimientos técnicos y básicos para tallar. Trabajó muchos años silenciosamente y dispersó sus obras por todo el territorio español, así como por otros países.

Poco a poco se va afianzando como maestro y comprometiéndose a realizar determinadas obras que adquieren una gran importancia. Se instala en la Granja de San Ildefonso de Segovia, hermosísima y confortable villa, llena de recuerdos y de obras de

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arte, donde siguió trabajando a diario en su estudio. Su trabajo es fiel al estilo figurativo y neoclásico, que aprendió de su padre. Nunca se aventuró en experimentalismos más o menos extravagantes. Se dice el propio autor, de sus obras: “la gente pasa por delante de las esculturas, pero nadie se fija en la firma del autor, los escultores somos seres anónimos, y desconocidos; pero el artista siempre tiene alguna satisfacción.” De cómo es su obra y estilo.

Federico Coullaut-Valera está considerado como escultor de un neoclasicismo con matices modernistas, sus obras caminaron por dos senderos: el retrato (bustos) y el monumento: con el primero llega a la perfección y la proximidad humana, observando el detalle mas íntimo. Conjuga los monumentos con el entorno, manteniendo un enorme sentido del equilibrio.

Tenía un completo dominio de la concepción del arte, su armonía, el conocimiento anatómico de las figuras y el espíritu que imprimía en ellas, le hacen merecedor de la gloria de la posteridad. Era un poeta de la escultura. Pero la faceta que más desarrolló y que le hizo más popular fue la escultura religiosa y de Semana Santa, que se encuentra dispersa por toda España, repartidas principalmente por Úbeda, Orihuela, Hellín, Cartagena, Almería, y Cuenca.

Todas sus obras muestran un conjunto de piezas donde se refleja el dominio adquirido en niveles compositivos y en la plasmación de diversas secuencias, factores indispensables en la escultura procesional.

Entre finales de 1944 y comienzos de 1945 realizó una Oración del Huerto para Úbeda, que se presentaría finalizada en 1946. Dicha obra estaba inspirada en Salcillo, sin parecerse. Tanto se enamoró de ella que la presentó en la Exposición Nacional de Estampas de Pasión, Circulo de Bellas Artes de Madrid, en mayo de 1945. Fue con posterioridad cuando crearía cuatro pasos más, representando el mismo misterio, para Almería, Cuenca, Hellín y Orihuela. Asimismo realizó el Prendimiento para Hellín en 1950 y para otras localidades, con variantes. Del Patrimonio escultórico en Hellín: NTRA SRA. DE LOS DOLORES

La talla llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1940. Se trata de una imagen de vestir, réplica de la imagen de la Dolorosa, realizada por Salcillo, pues cuando se le encargó, se dijo: “que sea igual que aquella”. Es una imagen de las que mayor devoción despierta entre los hellineros y se encuentra expuesta al culto en la Iglesia de Sta. María de la Asunción.

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La Dolorosa esta concebida como imagen perfecta y hermosa, con dulce mirada, entre triste y bondadosa. Ojos de intensa amargura y cara llorosa, de pecho lacerado por un puñal, que en su entraña más profunda tiene clavado un dolor, porque sabe que su hijo va camino del Calvario para ser Crucificado.

El escultor ha

reflejado expresión de dolor y belleza en su rostro, con sentimientos de amargura y sumisión a su destino, que se muestra con sus brazos abiertos.

Una imagen de Dolorosa, que expresa una intensa emoción del drama del Calvario, de rostro dramático, donde sus ojos están llenos de tierna expresión, que se alzan acongojados con mirada desconsolada y dirigida al cielo o a las débiles lágrimas que cubren las mejillas. Si miramos sus ojos fijamente, nos producen estremecimiento y nos parece que tienen vida intensa, dan expresión de angustia y sublime melancolía.

Lleva a sus pies unas figuras de angelitos llorosos, que desconsolados gimen, para aumentar los efectos expresivos que da la imagen de la Dolorosa. STA. MARIA MAGDALENA

La talla de esta imagen llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1945. Imagen asombrosamente bella que retrata inequívocamente a la cortesana arrepentida, de porte majestuoso y expresión inenarrable, figura excepcional.

De ella, el propio autor dijo

que era su imagen preferida. Esta obra fue inspiración del autor, teniendo presente y muy cerca cuando estaba modelando, a su esposa, así como la descripción que viene relatada en la Biblia.

En esa belleza sin igual de la imagen de Sta. María Magdalena, el escultor manifiesta un rostro con dos partes totalmente diferentes en una sola; el de la alegría y el de la amargura.

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Imagen con rostro de hermosura sorprendente, de airoso porte y de sublime expresión de mujer guapa, llena de hondo sentimiento y de pena: ha pecado y se arrepiente.

La Magdalena tiene en sus ojos expresión de desfallecimiento, llora de pena y

desgrana silenciosa sus gemidos cuando estuvo bajo la Cruz. Sus manos y sus pies fueron talladas con delicadeza y dulzura por el escultor. GRUPO ESCULTÓRICO “LA ORACION DEL HUERTO”

La talla llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1945.

Este grupo escultórico está compuesto por cinco figuras: tres apóstoles, San Pedro, San Juan y Santiago, todos ellos sumidos en un profundo sueño.

La imagen de Jesús,

arrodillado en lo alto del monte de los Olivos, en actitud contemplativa y sumisa, obedeciendo la voluntad del Padre y por último el Angelón de gran tamaño y de belleza extraordinaria. Llaman mucho la atención los Apóstoles que figuran en primer término.

No cabe duda de que están durmiendo: los cuerpos tienen la expresión característica del sopor propio de un sueño profundo. San Pedro está profundamente dormido, la cabeza se inclina abandonada y las manos se mantienen cruzadas por la deformación de las articulaciones de los dedos, propio de los hombres que emplean sus manos en trabajos duros, los músculos no hacen fuerza, se adivinan relajados debajo de la piel. NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO.

La talla de esta imagen llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1945.

Ntro. Padre Jesús Nazareno pertenece al grupo de imágenes de candelero para vestir, donde el rostro de Jesús destaca por el especial realismo que manifiesta: dolorido, ensangrentado y descalzo, doblado bajo el peso de un madero y caminando sobre un pedregoso camino que le llevará a la cima del Monte Calvario.

Figura estoica, la imagen de Jesús Nazareno está doblegada bajo el peso del madero, es un canto en su expresión y movimiento, su cuerpo se dobla por el peso de la cruz, sus manos la cogen con fuerza y su rostro se eleva al cielo, agobiado, como para sacar fuerzas y dar el último tirón, sus ojos se dirigen al horizonte de su tormento y de su martirio camino del Calvario. Es una de las imágenes de más acierto del escultor, en cuanto a su expresión y movimiento.

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GRUPO ESCULTORICO “CRISTO RESUCITADO”

La talla de esta imagen llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 1949 y la imagen del Ángel, llegó para desfilar en el año 1951.

Este grupo escultórico presenta la imagen radiante de Cristo Resucitado brotando del sepulcro, mientras que dos soldados romanos, sorprendidos y aterrorizados, caen de espanto ante el prodigioso Resucitado, donde el escultor destaca el sorprendente conocimiento de la naturaleza humana, como suele transmitir en todas sus imágenes. Cierra la composición de este grupo escultórico una bella figura de un Ángel de inigualables facciones y belleza que porta una banda con la palabra “Resucite”. Es un grupo escultórico, donde las expresiones que se manifiestan, se ven en cada una de sus imágenes como reales.

En este paso se demuestra claramente el conocimiento de la constitución anatómica

plena del cuerpo humano, así se ve claramente en la imagen de Cristo Resucitado y el Ángel, quedando manifiesta igualmente, con gran claridad, esta composición de anatomía en los dos romanos, por las expresiones de la cara y la corpulencia de sus músculos de las piernas y cuerpo. Los soldados caen hacia atrás, sorprendidos, sus músculos adquieren una tensión extraordinaria y sus ojos están desorbitados por el asombro. Cristo asciende majestuosamente mientras se va desprendiendo la sabana que le envolvía. GRUPO ESCULTORICO “EL PRENDIMIENTO de NTRO. SR. JESUCRISTO”

La talla llego a Hellín

para desfilar en la Semana Santa del año 1950. En este grupo escultórico se representa el Prendimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Se compone de cinco figuras diferentes, que van desde la serenidad de Jesús, al rictus de Judas o los gestos de San Pedro y el sayón.

La figura de Cristo está

en actitud de detener al apóstol San Pedro, que con la espada agrede a Malco. Mientras, tras la figura de Jesucristo vemos a un sayón predispuesto a prenderlo, cerrando este grupo escultórico la figura retorcida de Judas Iscariote.

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Todo en este conjunto escultórico se mueve. San Pedro derriba al criado del Sumo sacerdote, uno de los que van a prender al Maestro, al que coge del antebrazo, manifestando su cara expresión de toda la violencia que siente. El derribado pugna por mantener el equilibrio en la posición forzada en que se encuentra. Jesús se encuentra de pie en el centro, con expresión serena y dulce que contrasta con la expresión violenta de los personajes, levanta suavemente su brazo izquierdo, mientras su mano señala a San Pedro que en su rostro expresa toda la rabia que siente y le pide que envaine la espada. Detrás un sayón de la chusma lo sujeta por el hombro. Al fondo, Judas con un gesto retorcido, encogido, escondiendo en una bolsa el fruto de su traición (treinta monedas de plata) y con expresión temerosa, huye para esconderse, con el precio de su infamia. ESCUELA COULLAUT- VALERA

Formaban parte de esta Escuela para crear la obra escultórica de la Santa Cena, sobre la idea y maqueta que realizara el escultor D. Federico Coullaut--Valera Mendigutia, y que está dirigida por su hijo Federico Coullaut-Valera Terroba: Tallistas: Ramón Ayllón Ruiz y Vicente Gómez Parrajón. Escultor: José Vázquez Juncal. Policromadora: María Cinta Estrany Escrivá. De cómo es su obra y estilo.

Este grupo escultórico se realiza partiendo de la idea y maqueta que D. Federico Coullaut-Valera Mendigutía realizó en su día. LA SANTA CENA.

Grupo escultórico que procesionó por primera vez en el año 2006. Obra tallada en madera policromada. El grupo representa la escena de la Última Cena, con evidente sentido eucarístico. Es el momento en que Cristo instituyó este Sacramento.

Las imágenes están rígidas y ofrecen estereotipadas expresiones, hieráticas y lineales, rudas y de ásperas facciones. Todo este grupo recuerda el instante de la despedida de Jesús, donde se dan determinados elementos anecdóticos en cada una de las figuras de los apóstoles.

Las palabras de Cristo, anticipando su profecía y advirtiendo el anuncio de la traición, crean en los apóstoles un clima de sorpresa y estupor, por no entender su significado. Este ambiente se manifiesta en los rostros de los apóstoles, en un elemento de tensión, que crea unas líneas diferentes de composición, girando cuerpos, levantando o extendiendo brazos, dirigiendo la mirada hacia los comensales más cercanos.

Judas está situado en el extremo de la mesa, con todos los signos de bajeza moral. Los demás apóstoles están colocados según su jerarquía, según el momento de incorporación al escenario o siguiendo el orden del canon latino, de la eucaristía.

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En el eje del escenario está Cristo y siguiendo las agujas del reloj, de izquierda a derecha, después Pedro, Andrés, Santiago el Mayor, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón, Judas Tadeo, Judas Iscariote y Juan.

Todos forman una unidad cromática, sobresaliente en torno a la mesa. Destaca el juego de expresiones y las tensiones que sus cuerpos evocan. El conjunto tiene un referencia visual múltiple, que se dirige a los rostros, manos y cuerpos, siguiendo las miradas de aquellos desconcertados apóstoles que reaccionan de distintas formas y que ha sido aprovechada por los artistas para adoptar posturas diferentes y acomodar su visión, levantando los brazos, hacer girar

las cabezas o concentrar los efectos en la capacidad para mostrar sentimientos de sorpresa. FAUSTINO SANZ HERRANZ

Nace el 21 de mayo de 1923 en Madrid. Empezó a trabajar a muy temprana edad, de manera autodidacta. Tuvo como maestros a Manuel Torja y Bernabé de la Calle, con quienes dibujaba y modelaba ininterrumpidamente. Se ha inspirado siempre, durante su trayectoria escultórica, en los grandes del Siglo de Oro, realizando obras con influencias de maestros: la estilística de Alonso Cano, la virilidad de Montañés y la espiritualidad de Francisco Salcillo, siendo un gran continuador de estos grandes artistas.

De él se ha dicho: “La imaginería española tiene en Faustino Sanz Herranz a uno de los más fieles continuadores, dentro de esa línea única de la escultura que marcan los artistas grandes”. De cómo es su obra y estilo.

Su vida profesional está enmarcada en dos etapas: comenzó a trabajar a temprana edad, de manera autodidacta, que estuvo dedicada a realizar las obras encargadas por los comercios de arte religioso de Madrid. Esta etapa le sirvió para crear un estilo propio, comenzando así una segunda etapa de escultor, con un cierto prestigio y no teniendo que depender de los comercios.

Sus trabajos abarcan todo lo religioso y su talla la realiza al relieve, sin policromía.

Hace también retablos en piedra y en madera noble, así como tronos para imágenes de Semana Santa.

En sus obras también están las esculturas figurativas, obras conmemorativas o monumentales, trabajando en marfil, bronce o mármol. Realiza su imaginería sobre talla directa, donde demuestra todo su valor y toda su inspiración, teniendo un gran

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conocimiento de la figura humana, de la verdadera mística y del buen hacer. Gran imaginero de verdadera calidad y escultor plenamente figurativo.

Utiliza la misma técnica de talla directa en los pasos procesionales que se utilizaron

en nuestras “procesiones” del siglo XVII, consiguiendo análogos efectos, pero renunciando a la policromía. Del Patrimonio escultórico en Hellín NUESTRO PADRE JESUS DE MEDINACELI.

Imagen que llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa de 1947. Ntro. Padre Jesús de Medinaceli es una imagen en el que el rostro de Cristo tiene una mirada triste de gozo y mirada fija en un punto, cabellos ondeantes y suaves, flotan pronto en la túnica recia y morada. Manos de fina porcelana y barrunto.

El Cristo representa la escena evangélica del Ecce Homo. El cuerpo está modelado con pormenores anatómicos. Se cuidan en especial las partes que son objeto de veneración: cabeza, manos y pies. Cabellos al natural y rostro sereno, pero dolorido, sus manos van delante, cruzadas y atadas. Es pues una imagen de gran majestuosidad y de gran serenidad, características esenciales de esta bella escultura. JOSE ZAMORANO MARTINEZ

Nace en Hellín, en el Molino de Zamorano, el 27 abril 1929. Dice él mismo “que un artista es una persona que con sonidos, con formas, con colores o con palabras es capaz de sacar el alma de las cosas o los sentimientos, para mostrarlos al mundo". Expresa un amor hacia el arte, más propio de una dicción que de un trabajo, de una manera innata y a pronta edad, más propia de una vocación que de una devoción.

Hijo de padre molinero y abuelo molinero. Se fue a Madrid para aprender, como el

decía, “cosicas”. El año que trajeron el Paso Gordo y el Nazareno, cuando vino Coullaut Valera su madre lo llevó para que pudiese conocer a este escultor, ofreciéndole su ayuda, ya qué se iba a Madrid.

En su casa, por aquel entonces, de niño, hacia “cosicas” con barro, realizó una

corona de cera para la Virgen del Rosario. Poco a poco, fue realizando el juego de modelar con barro, que recopilaba de los alrededores de donde vivía. Hizo un San Juan con su trono y un Cristo Yacente y otros más, exponiéndolos su madre por los escaparates de Hellín.

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Se fue a Madrid para formarse como escultor a través de D. Antonio Preciado, quien le gobernó una beca modesta y con eso y el sacrifico de los padres pasó una temporada en casa de unos amigos. Allí estuvo dos años y otro en Valencia, donde aprendió principalmente pintura, para después regresar a Hellín. En Madrid, en el taller de Coullaut-Valera, viendo lo que éste hacía una y otra vez, fue aprendiendo “cosicas” durante ese tiempo, vio como realizaba Coullaut-Valera grupos escultóricos, tales como el Prendimiento para Orihuela y otros para otras localidades españolas. Estuvo también en el taller de Fernández-Andes, donde aprendió a fuerza de fijarse del maestro. Aprendió a dibujar, modelar, sacar puntos, tallar y pintar y también a utilizar el barro, para poder modelar y esculpir. Pasó por la escuela de San Fernando de Madrid como alumno libre de escultura.

Ve la escultura en el material a que va destinada, trabajándola de distinta manera, y ha seguido los pasos, y de ahí su influencia, de la escuela murciana de Salzillo, Roque López y otros. Pero por la belleza y perfección de sus expresiones, que se admiran y se sienten en sus obras, son también influencias de Martínez Montañés, de quien ha buscado esa perfección y esa belleza que imprime en sus imágenes. Dice que lo más sencillo de ejecutar son los rostros y su mayor dificultad la encuentra en la ejecución de las manos, que es donde se expresa la sensibilidad y destreza del artista. De cómo es su obra y estilo

Ya en Hellín, es cuando inicia sus obras, realizando la Virgen abrazada a la Cruz, que fue su primera obra para Hellín y que gustó mucho. Pero es posteriormente, cuando

realiza un paso de La Caída para Calasparra, y otro para Don Jimeno. Otras de sus obras de imaginería para Semana Santa son la Magdalena para Albacete y una Oración del Huerto.

Durante la realización de sus obras, solía ir mucha gente, para ver cómo las trabajaba este escultor. Siempre o casi siempre busca modelos de su tierra y nunca copia sus obras, las hace desde dentro, realizando su interpretación. De La Samaritana tuvo un modelo, pero la cara fue de inspiración propia.

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Hombre apasionado de La Dolorosa, habiendo realizado una para Alcadozo, Es autor de otras muchas obras que procesionan en Semana Santa, tanto en la de Hellín, como en las de otras poblaciones de la geografía española.

Escultor enamorado de las formas clásicas y del realismo. Su estilo en la talla es clásico, buscando siempre la belleza y sabiendo comprenderla y representarla. Las obras de este escultor le salen de dentro, ya que las trabaja con mucho sentimiento. Siente y vive sus obras, transmitiéndole el alma en unas ocasiones y en otras, trata de hacer obras con anatomía perfecta.

Sus obras las realiza en su estudio “El Molino de Zamorano”, que se encontraba, en su tiempo en el corazón de la huerta hellinera, donde concibió y realizó todas sus obras, y donde siempre se puede ver en él, un museo casi enteramente dedicado a la Semana Pasional. En su estudio, todo está en orden, demasiado para un artista, lugar abigarrado, amable y acogedor. Existen apuntes, bocetos, imágenes en escayola, barro, pero sobre todo imágenes pasionales, fotografías de obras realizadas, para diversos puntos de la geografía española. En su casa cada rincón es un estudio, porque en ella se puede sentir la mano del escultor, del artista. Para él, el arte es ser sincero con uno mismo y es buscar la máxima belleza. Del Patrimonio Escultórico en Hellín. María Stma. Virgen de la Amargura de 1950. Cristo de la Preciosísima Sangre de 1956. María Santísima Virgen de las Penas de 1959. San Juan Evangelista de 1961. Cristo de la Misericordia de 1962. La Samaritana de 1966. La Negación de San Pedro de 1972. Ecce Homo de 1986. Ntra. Sra. Virgen del Perdón y Cristo de la Caída de 1997. MARIA STMA. VIRGEN DE LA AMARGURA.

Primera obra del escultor que realiza a sus diecinueve años. Obra de gran modelado y extraordinario realismo. Imagen de mirada dulce y delicada, de gran finura en su rostro y en sus manos.

De rostro sereno, en el que se refleja todo el dolor por el suplicio de su Hijo. María está abrazada a la Cruz del martirio de Jesús y desde allí parece querer transmitir sus palabras, únicamente con un gesto que lo dice todo: su desconsuelo.

En su cara el escultor ha dejado bien plasmado el dolor y la majestuosa amargura por los sufrimientos de Jesús Nazareno, la Virgen se abraza a la cruz, agobiada por el dolor. Imagen

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magnifica en cuanto a su expresión y belleza, con una mirada dulce y clara, que expresa una sonrisa leve y pura. CRISTO DE LA PRECIOSISIMA SANGRE

Bella composición realizada por el escultor José Zamorano. Cristo crucificado y clavado en la cruz de pies y manos, acompañado por un Ángel con un copón que lo va ofreciendo a Jesucristo: es el cáliz de la amargura.

Cristo está enclavado,

agoniza en el madero, con los dolores del martirio. Brotan de su pecho las llamas de la “sangre”, que se recogen en el cáliz de oro que porta en sus manos el Ángel de cara bonita, venido del Cielo, donde el escultor ha dejado plasmado la belleza y rasgos característicos de un ser superior, quizá celestial, que acompaña a Cristo en su agonía, cuidando de que ninguna gota de su sangre pudiera derramarse y con mirada dirigida al rostro de Jesús. MARIA SANTISIMA VIRGEN DE LAS PENAS.

Imagen de rostro y tez morena, de hermosura divina, donde el escultor manifiesta su carácter solemne y majestuoso a la vez. María refleja el profundo dolor y pena por el sufrimiento de su Hijo.

Esta imagen está realizada por

el escultor D. José Zamorano Martínez con mucho acierto, al poseer carita de mirada vuelta hacia el cielo, con lágrimas en las mejillas que expresan el dolor y sufrimiento de una madre antes de la crucifixión y muerte del Hijo de Dios en la Cruz. Sus brazos los tiene extendidos en actitud de súplica y en ellos el escultor talla las manos y muñecas de forma y expresión delicada.

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SAN JUAN EVANGELISTA.

Imagen en madera tallada y policromada, que responde iconográficamente al modelo clásico del San Juan Evangelista, un hombre joven, barbilampiño, con el brazo derecho extendido a media altura, indicando a María el camino de su Hijo y el otro brazo, sujetando con su mano una palma natural. Su cabeza está adornada con un yarmulke o gorro judío, con un nimbo dorado.

La túnica original, cuando se talló la imagen por el escultor, era verde y sin líneas de color granate sobre el manto, como está actualmente, después de que se hiciera una restauración. CRISTO DE LA MISERICORDIA

Imagen de Cristo para vestir, tallada en madera, con cruz a cuestas cuando fue encargada al escultor, recibiendo el nombre de Ntro. Padre Jesús de la Misericordia.

En el Cristo de la Misericordia, el escultor manifiesta un rostro de dulce mirada. Es un Cristo con manos atadas para el castigo y dispuesto a la concordia. Obra sencilla en su concepción, que representa a Ntro. Padre Jesús llevando el madero. Jesús va agotado, con cara, manos y pies llagados por las penalidades sufridas. La vista perdida, la espalda encorvada y con paso vacilante; es la representación del hombre al límite de sus fuerzas.

En esta imagen, el escultor nos

muestra a Jesús caminando hacia el Calvario, pero por un instante su semblanza se ilumina, se serena, su vista se ha parado, ha visto unas lágrimas, una súplica y su misericordia es tan grande, que sobrepasa a su propio dolor, detiene su paso. Jesús es

coronado de espinas y camina preso hacia la cruz, humillado, con el rostro dolorido, pero irradiando y lleno de perdón y misericordia.

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LA SAMARITANA.

Crea aquí el escultor José Zamorano, a la mujer más hermosa de la ciudad de Sicar, mujer que va al pozo a por agua y se encuentra a Cristo con rostro cansado de tanto caminar, Éste le pide agua para mitigar su sed.

La Samaritana expresa en su rostro una mujer arrepentida al dar agua a Jesús y le pide a El perdón. Su expresión denota haber dejado su vida mundana y querer seguir el camino del Redentor.

Escultura de Samaritana agarena, muestra su cántara llena de agua, que parece que suavemente vaya a quitar de sus caderas para ofrecerla a Jesús. Mujer de cara guapa y gracia hellinera, que el escultor ha reflejado en esta obra. LA NEGACIÓN DE SAN PEDRO.

Grupo compuesto por Jesús y San Pedro, tallados en madera policromada, acompañados por un gallo de tamaño natural, realizadas todas las imágenes con gran arte,

gracia e inspiración. Cristo lleva sobre su cabeza tres características potencias, que representan: el poder, la magnificencia y la divinidad de nuestro Señor.

El escultor nos expresa

en San Pedro un rostro lleno de unción, con muestras de pena y sentimiento de dolor, al tener que abandonar a Cristo. Cara de debilidad y de miedo por haber negado a Cristo.

San Pedro, cuando se

concibió la ejecución de la obra por el escultor, estaba con túnica policromada en beige y capa

marrón y Cristo con túnica de color crema, siendo restaurado y modificado en el año 1983, con la policromía que actualmente lo encontramos.

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ECCE HOMO

Grupo escultórico que se compone de Jesús, Pilatos y su criado sosteniendo una palangana. Todas estas imágenes están talladas en madera a tamaño natural.

El escultor ha creado un rostro de Ecce Homo de triste semblante y manos atadas, llevando entre ellas una caña como cetro, en la cabeza una corona de espinas ceñida, que traspasa sus cabellos.

Cristo expresa mirada de ternura

y de manifiesto agotamiento de sus energías por tanto sufrimiento. Hombre sin quejas y sin gestos, que fue coronado de espinas cuando estaba rodeado de la muchedumbre, curiosa, bárbara y hasta jactanciosa y sedienta de una extraña venganza.

NTRA. SRA. LA VIRGEN DEL PERDÓN Y CRISTO DE LA CAIDA.

El escultor ha representado a Jesús caído, pero intentando levantarse, con expresión que denota en su rostro cansancio y con una mirada en busca de algo, que parece como si le faltase el amor hacia los demás, y hacia los que sufren. Cristo caído mira con ojos cansados y con gesto de dolor.

En la cabeza lleva una

corona de espinas, que manifiesta la pasión que está sufriendo y en su cara refleja el miedo y no a la muerte, sino el miedo de dejar a la humanidad sola, ante el pecado.

En María, se refleja el perdón para todos, que ella quisiera aportar, notándose asimismo en este rostro el dolor por el sufrimiento de su hijo y como intentando ayudarle y calmarle. Su rostro está lleno de perdón, de arrepentimiento y de conversión para el amor.

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JOSE ANTONIO HERNANDEZ NAVARRO

Nace el 4 de diciembre de 1954 en Los Ramos, Rincón de Almodóvar (Murcia), un lugar de la huerta murciana dependiente de la capital. Su infancia transcurre en esta pedanía.

Estudia bachillerato y al finalizar, se matricula en la Escuela de Arte y Oficios de

Murcia, en dibujo artístico y modelado. Simultanea sus estudios con el trabajo de aprendiz en el taller belenista de Serrano Moñino, donde empieza a modelar, sin dejar la plástica realizando imágenes. Luego pasa al nuevo taller belenista de los Hermanos Griñán en Puente Tocinos en 1972, donde crea modelos nuevos que son muy valorados y muy bien recibidos en el mundo de los belenistas.

Realiza frecuentes visitas a los estudios de la escultura murciana de Elisa Seiquez y también acude a los talleres del escultor imaginero José Sánchez Lozano, siendo frecuentes estas visitas, hasta el punto de que sugiere imágenes tales como Nuestra Señora de la Huerta, que fue tallada en 1970, gracias a su iniciativa y que tuvo una gran aceptación, de la misma manera talló una Dolorosa Salcillesca en 1971. Completa aquí, su aprendizaje de talla en madera policromada, a lo que han de sumarse los conocimientos de la imaginería pasionaria adquiridos a través del contacto con escultores como Lozano, Roca o González Moreno.

Aprendió técnicas del vaciado o sacado de puntos, de molde y enlienzado, aspectos que completan su faceta escultórica. Gana un concurso con el fin de realizar un nuevo paso para la cofradía murciana del Santo Cristo del Perdón, lo que significó su consolidación como el más joven escultor de la Región de Murcia. Asimismo ejecutó su primer proyecto de envergadura en 1982 para la cofradía murciana “El Perdón”, en su grupo pasional “Coronación de Espinas”.

Durante los años 80 fueron numerosos los encargos de imágenes pasionales con destino a localidades de la Región de Murcia y de otras localidades fuera de Murcia, realizando así obras para Alicante, Valladolid, y otras provincias, siendo para esta ciudad, para la que realizó el Cristo del Despojo en 1993, uno de sus mayores retos, que tuvo y tiene una gran aceptación. De cómo es su obra y estilo.

Escultor joven de finales del siglo XIX, que realiza esculturas figurativas dentro de la más pura imaginería religiosa, con una visión totalmente actualizada del hecho escultórico y concepción de la forma. Ha sacado de la madera, vida dolor y sentimiento mediante una talla valiente, con una policromía que hace transparente la materia, convirtiéndola en sensaciones de espíritu.

Escultor renovador de signos neobarrocos, al que le gusta incidir en el tratamiento escénico, si bien exento de nostalgia anacrónica sustentada en la estela salcillesca, hecho que le permite incluir su nombre en la actual nómina de imágenes renovadoras de la tradición pasional murciana, sin renunciar al clasicismo de raíz mediterránea y asimilar con particular impronto cuanto concierne al arte sacro, como potencialidad inscrita en la colectiva sensibilidad contemporánea.

Se le considera como digno sucesor de la labor renovadora que llevaba anteriormente Juan González Moreno. Su estilo se encuentra entre el naturalismo y el

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clasicismo. Y sus figuras se desenvuelven con elegancia y naturalidad, plenas de vida interior, donde el autor expresa todo aquello propio de la condición de imagen sagrada. La fisonomía de sus rostros es perfectamente reconocible, logrando afianzarse dentro de un universo creativo propio y con evolución, a través de su constante de investigación sobre la madera.

Se advierte su plena dedicación para crear imágenes religiosas, realizando encargos

para Murcia, Cieza o Hellín y otras ciudades españolas, donde realiza conjuntos escénicos de varias figuras, dejando plasmado el naturalismo en el rostro de Cristo, dulcificado por el suave modelado y el efecticismo compositivo, que permiten una visualización multióptica, potenciando en ellas el diálogo escénico entre la imagen y el espectador. Esta obra la presenta como un estudio reflexivo de la anatomía humana, dando vida y sentimiento a todas las figuras. Del patrimonio escultórico en Hellín CRISTO DE LA CORONACION DE ESPINAS

El grupo escultórico Cristo de la Coronación de Espinas, fue tallado para desfilar en la procesión de la Semana Santa de 1997. Lo forman tres figuras:

La imagen principal de Cristo, un soldado romano que sujeta fuertemente a Jesús por el brazo derecho, clavando profundamente sus dedos y tirando de él hacia sí, mientras muerde con rabia su labio, deteniendo el movimiento de Jesús, para quedar en suspensión y un sayón.

En primer término el hombre, Hijo de Dios, que da ejemplo de vida, amor y humanidad, que apenas se apoya en sus pies, mientras inclina con sencillez su cabeza hacia el lado opuesto. Su brazo izquierdo cuelga desmadejado y su pierna derecha se adelanta para apoyarse, esperando su coronación de espinas.

En segundo término, un sayón que se convierte en la mano

ejecutora del dolor humano y eleva con sus manos la corona de espinas, para encajarla en la cabeza de Cristo que está en el centro.

Cristo lo encontramos con corona de espinas, que le harían para colocarla en su cabeza. En su frente, se abren hilillos de sangre, que brotan de las heridas producidas por los lacerados. Pose de cuerpo encorvado, que manifiesta su sufrimiento y la congoja

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reflejada en su rostro, abolido por el castigo al que había sido sometido y del calvario y cruz que sabia le quedaba.

Cristo de marcado rostro de tristeza manifiesta en sus ojos una mirada triste. Su rostro se encuentra abatido como hombre y su cara marcada de resignación por su destino, con una ineligna corona de espinas, que denota humanidad a pesar de la humillación y del castigo tan severo y brutal al que está siendo sometido como hombre y consciente del amargo cáliz que le queda por beber, para así hacer la voluntad del Padre.

VICTOR GARCIA VILLALGORDO

Nace el 28 de abril de 1916, siendo su profesión pintor y escultor especializado en talla de madera policromada. Cursa estudios en la Escuela de Artes Aplicadas de Orihuela (Alicante) en la especialidad de dibujo artístico y modelado. Sus estudios los combina asistiendo al taller de los Hermanos Blanco, teniendo su máximo contacto con uno de los hermanos, Fulgencio, durante más de tres años. Entre el año 1995 y 1996 trabajó en un taller de escultura en la capital hispalense y posteriormente realiza un curso de estudios universitarios para aprender talla en madera, organizado por la Fundación Caja de Alicante.

Imparte clases de dibujo y pintura desde 1995. Responsable del asesoramiento técnico en restauración y conservación de grupos escultóricos de Semana Santa. En junio de 2006 es nombrado miembro de la Junta Rectora del Instituto Municipal de Cultura en Torrevieja. Desde 1956 crea un taller propio en su ciudad natal. De cómo es su obra y estilo

Lleva a cabo constantemente una labor renovadora en su estilo, buscando la naturalidad creativa con anatomías corpulentas, pero no excesivas, dando una expresión sencilla a las imágenes y figuras de carácter religioso que han de procesional. Realiza numerosos trabajos escultóricos de carácter religioso para varias procesiones de España, destacando sus principales obras de imagineria las realizadas para su ciudad natal y otras localidades de la Provincia a la que pertenece, así como en Hellín que realiza el Misterio de la Sentencia.

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Del Patrimonio escultórico en Hellín. NTRO PADRE JESÚS DE LA SENTENCIA, ANTE EL INDULTO DE BARRABAS

El Grupo escultórico de Ntro. Padre Jesús de la Sentencia, ante el indulto a Barrabás, llegó a Hellín para desfilar en la Semana Santa del año 2002.

Grupo Escultórico compuesto de cinco imágenes: Jesús, Barrabas, Pilatos y dos soldados romanos, estas figuras forman este grupo escultórico de gran fuerza, estando rematado este conjunto con un sillón dorado. Todas las figuras están talladas en madera de cedro policromadas.

Se presenta como imagen principal a Jesús flagelado y coronado de espinas. Es el

momento en el que Pilatos entrega a Jesús para que lo crucifiquen, es el momento último del proceso de Jesús, que se cierra con La Sentencia ante el indulto de Barrabás, que el pueblo pidió cuando Jesús fue presentado ante éste por Pilatos accediendo a su petición, y dando su sentencia, para que Cristo fuera crucificado. Es la representación de un juicio “injusto”, al ser dictada una sentencia, por medio de la voz popular y donde Pilatos no quiso ser partícipe, procediendo después a lavarse las manos. DE ESCULTORES ANÓNIMOS Del Patrimonio escultórico en Hellín CRISTO CRUCIFICADO.

Perteneciente a Escuela de Cristo, integrada en la Cofradía del Rosario.

No se conocen datos del autor de este Cristo Crucificado y sí sabemos que la imagen forma parte de la Escuela de Cristo, fundada el 15 de julio de 1726. Siendo la Cofradía del Rosario quien instauró nuevamente esta Escuela, el 15 de marzo de 1974, para entre otras actividades celebrar el Vía Crucis por el casco antiguo de la Ciudad de Hellín.

El Cristo Crucificado se encuentra en el

Santuario del Rosario y se trata de una talla que parece no estar documentada. Podemos observar en ella a Cristo con expresión carente de patetismo. La cabeza descansa serenamente sobre el pecho y los ojos cerrados, dan idea de Cristo muerto. Guarda cierta simetría, desde la cabeza a los pies y se percibe una gran armonía en la suavidad con la que el artista ha tratado los signos de la flagelación, no mostrando crueldad excesiva en todo el cuerpo.

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NTRA. SRA. DE LA SOLEDAD.

Imagen que pertenece a la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad, fundada en el año 1881, siendo una obra de autor desconocido. Se sabe que es de principios del siglo XVIII, por lo que es una de las más antiguas en Hellín, que antes era venerada como Dolorosa, hasta que llegó la imagen tallada por Salcillo, llamada La Dolorosa de Salcillo, siendo en el año 1948 cuando comienza a desfilar nuevamente, como Soledad, en la procesión de Viernes Santo del Sto. Entierro.

Ntra. Sra. De la Soledad es una imagen de gran belleza y solemnidad, que reúne la finura de la escuela andaluza con el profundo sentimiento de la escuela castellana.

Cara de rostro humillado ligeramente y de ojos bajos, absortos, con lágrimas que surcan y se abren paso a través de sus mejillas llenas de tristeza, de sufrimiento, de lamento, de soledad. Ojos que expresan la tristeza y el dolor que siente por la pérdida física de su Hijo. Ojos de mirada perdida y ausente, en Soledad.

Sus manos, finas se encuentran entrelazadas, con expresión bondadosa, y con el deseo de estar atadas. En ellas se sujeta la corona de espinas y junto a ella un pañuelo blanco para secar las lagrimas que brotan de su rostro cansado.

Lleva siete puñales, por los siete dolores y cada uno de ellos tiene un significado

distinto: Primer dolor. La Profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús. Segundo dolor. Dolor de la huida de Egipto con Jesús y José. Tercer dolor. Sobre la pérdida de Jesús en el Templo. Cuarto dolor. El encuentro de Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario. Quinto dolor. La Crucifixión y agonía de Jesús. Sexto dolor. La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto. Séptimo dolor. El entierro de Jesús y la Soledad de María.

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VOCABULARIO Absortar.- Suspender, arrebatar el animo con alguna cosa extraordinaria. Agarena.- Descendiente de agar, personaje bíblico, esclava de Abraham. Aparejo.- Conjunto de cosas para hacer algo. Aureola.- Disco o círculo luminoso que va detrás de la cabeza de las imágenes. Barrunto.- Acción de barruntar. Indicio, Noticia. Preveer, conjeturar o presentir por alguna señal o indicio. Celestial.- Perteneciente o relativo al cielo, considerado como la mansión eterna de los bienaventurados. Ceñida.- Apretada, ajustada. Certero.- Cierto, sabedor, bien informado. Cetro.-Bastón de mando, que usaban como distintivo ciertas dignidades, dignidad de rey o emperador. Congoja.- Desmayo, fatiga, angustia y aflicción del ánimo. Denotar.- Indicar, anunciar significar. Desmadejado.- Causar flojedad en el cuerpo. Ecuanimidad.- Igualdad y constancia de ánimo. Efectista.- Que busca ante todo producir fuerte efecto o impresión en el ánimo. Enfaldo.- Falda o cualquier ropa talar recogida. Entraña.- Interior, interno. Parte más íntima o esencial. Esbirros.- El que tiene por oficio prender a las personas o ejecutar personalmente ordenes de las autoridades. Estereotipadas.- Dicho de un gesto, de una formula, de una expresión, etc. Que se repiten sin variación. Estoica.- Fuerte, ecuánime ante la desgracia. Flagelado.- Maltratado con azotes. Hieráticas.- Dicho de un estilo o de un ademán, que tiene afecta solemnidad extrema. Se dice de la escultura y la pintura religiosas que reproducen formas tradicionales. Inerte.- Inactivo, ineficaz, incapaz de reacción. Inmóvil, paralizado. Infamia.- Descrédito, deshonra, maldad, vileza en cualquier línea. Impronta.- Reproducción de imágenes en hueco o en relieve, en cualquier material blando o dúctil. Marca o huella que en el orden moral, deja una cosa en otra. Jactanciosa.- Alabarse excesivamente, y presuntuosamente, con fundamento o sin el y aun de acción criminales o vergonzosas. Lacerar.- Lastimar, golpear, magullar, herir. Mitigar.- Moderar, aplacar, disminuir o suavizar algo riguroso o áspero. Nimbo.- Aureola de las imágenes sagradas. Picaporte.- Moño formado en trenza ancha y aplastada. Prolífica.- Autor de muchas obras. Regazo.- Enfaldo de la saya, que hace seno desde la cintura hasta la rodilla. Cavidad que forma una falda entre la cintura y la rodilla cuando la persona esta sentada. Rictus.- Aspecto fijo o transitorio del rostro al que se atribuye la manifestación de un determinado ánimo. Contracción de los labios que deja al descubierto los dientes y da a la boca el aspecto de risa forzada, de dolor. Subyacer.- Estar oculto tras otra. Sumisa/o.- Obediente, subordinado, rendido, dócil, fácil de dirigir o manejar por otro. Suplicio.- Padecimiento corporal, muy doloroso y duradero ejecutado como castigo. Vehemencia.- Ardiente, lleno de pasión. Que obra de forma irreflexiva, dejándose llevar por los impulsos.

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Vil.- Digno de desprecio, que entraña maldad, cobardía, falsedad. Vileza.- Acción o expresión vil, infame. Yalmulke.- Gorro judío. Yerto.- Tieso, rígido, inerte por el frío, la muerte, el miedo u otro sentimiento.

FUENTES DE INVESTIGACIÓN

-Revista de estudios albacetenses “Al-Basit” 1997 por José Sánchez Ferrer. La escultura procesional de José Dies López. -La Escultura Valenciana del siglo XX, por José A. Blasco Carrascosa. Ed.Federico Doménech. -La Verdad 2007. Notas de mi bloc. -Biografía de Víctor de los Ríos y la imagineria Religiosa, por Alfonso González Palau, 2005. -Archivo Documental Semana Santa JHQ. Revistas y documentos sobre la Semana Santa de Hellín:

Hoja de Información ¡Hellinero! “La Semana Santa”, de 1951. Revista Literaria, Macanaz 1952. Hoja Informativa de Semana Santa 1950-1953. Boletín Informativo de S. S. 1956. Revistas de Semana Santa de Hellín 1957- 1958. El Último Redoble 1959. Nazarenos y Tambores 1959. Revista de Semana Santa, 1960. Revista de Semana Santa año 1961. Revista informativa 50 aniversario de Cofradía Ntro. Padre Jesús Nazareno, 1993. Libro del 50 Aniversario de Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Medinaceli, año 1997. Libro de 50 Aniversario Cofradía de N.S. del Dolor, año 1998. Libro de 50 Aniversario de Cofradía La Verónica, año 1999. Revistas Redoble 1980-2000.

-Diccionario de Pintores y Escultores Españoles del siglo XIX. -El escultor Mariano Benlliure. Difusión escultores. 1869- 1947. -Vida y obra de Mariano Benlliure 1983. Isabel Artola Carroche y José Doménech Ciriaco. -Una fidelidad recompensada a la escultura figurativa. Joaquín Barquin 1989. -Historia del Cristo de Medinaceli de Fray Domingo Fernández Villa. -Mariano Benlliure 1862—1947. Violeta Montoliu. 1991 Generalitat Valenciana. -Jesús Divino Obrero. Biografía Víctor de los Ríos 1997. -La Pasión de Zamora 1998 WCAG 1.OA. -El autor de las imágenes por Miguel Sánchez-Rubio 2000. -Las Imágenes. Oración en el Huerto 2000. -Mariano Benlliure. Un gran escultor. 2000 C.P Elche. -La Rella 19. El Museo Benlliure de Crevillente: Julio Trelis Marti y Ana Santorre Pérez.2006. -Libro de Semana Santa en Jumilla 2007. -El imaginero Víctor García, por Antonio R.Aniorte 2007. -Imagineros a golpe de gubia. La Pasión en Zamora. 2008. -Víctor de los Ríos. Javier Anton Cuñado. 1997. -La plenitud de la escultura. Cristóbal Belda y Carlos Moisés García. 2006.