Escuchar4 dios habla

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en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo,… - Hebreos 1:1-2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

Dios quiere que lo veamos en una

relación, y no que dependamos de un método o de una

técnica. “El que es de Dios,

escucha las palabras de Dios; pero ustedes

no las escuchan, porque no son de

Dios”. (San Juan 8:47 RVC)

Dios le respondió a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY.» Y

añadió: «A los hijos de Israel tú les dirás: “YO SOY me ha

enviado a ustedes.”» (Éxodo 3:14 RVC)

Y el ángel del Señor se le apareció y le dijo: «El Señor está contigo, porque eres un hombre valiente y aguerrido.» Y Gedeón le respondió: «Señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos ha sobrevenido todo este mal? ¿Dónde están las maravillas que nuestros padres nos contaron, cuando nos decían que el Señor los había sacado de Egipto? ¡Pero ahora resulta que el Señor nos ha desamparado, y que nos ha entregado en manos de los madianitas!» El Señor lo miró fijamente, y le dijo: «Con esa misma fuerza que demuestras, vas a salvar a Israel del poder de los madianitas. ¿Acaso no soy yo quien te está enviando?» El Señor le dijo: «Confía en mí, porque yo estoy contigo. Tú derrotarás a los madianitas como si se tratara de un solo hombre.» (Jueces 6:12-14, 16 RVC)

El asunto crucial no es que no sepamos qué es lo que Dios quiere de nosotros, Lo sabemos, pero lo objetamos.

¿Qué se necesita? Aprender a rendir tu voluntad a la voluntad de Dios.

Y también dijo: «Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Luego el Señor dijo: «He visto muy bien la aflicción de mi pueblo que está en Egipto. He oído su clamor por

causa de sus explotadores. He sabido de sus angustias, y he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de esa tierra, hacia una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel, donde habitan los cananeos, los hititas, los

amorreos, los ferezeos, los jivitas y los jebuseos. El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mi

presencia, y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen. Por lo tanto, ven ahora, que voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a mi

pueblo, a los hijos de Israel.» (Éxodo 3:6-10 RVC)

Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para

pescar.» Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.» Así lo hicieron, y fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía.

Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!»También estaban sorprendidos Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le

dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron entonces las barcas a tierra, y lo

dejaron todo para seguir a Jesús. (San Lucas 5:4-6, 8, 10-11 RVC)

“Señor, Dios de los ejércitos, cuando hallé

tus palabras, literalmente las devoré; tus palabras son el gozo

y la alegría de mi corazón, porque tu

nombre ha sido invocado sobre mí”. (Jeremías 15:16 RVC)

La palabra de Dios es nuestra guía, y no nuestra experiencia. El modelo bíblico es que Dios

siempre da dirección al comienzo. Tal vez no le diga todo lo que usted quisiera saber al principio, pero le dirá todo lo que necesita saber para hacer

los ajustes necesarios y dar el primer paso de obediencia.

El Señor ha dicho: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos

son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos

de ustedes. »Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y

producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca,

no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié. (Isaías 55:8-11

RVC)