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ESCUCHANDO AL ESPÍRITU SANTO, ESPERANDO LO MILAGROSO STEVE SAMPSON Contenido Introducción 7 1. ¡Asómbranos, Señor! 9 2. Cuando Dios habla, suceden cosas 25 3. Anhelo apasionado 43 4. No puedo hacerlo ahora, Señor;¡Mi ministerio me necesita! 57 5. Incitado a salir de la esterilidad 71 6. ¡Haz algo! 79 7. El mayor milagro: ¡Liberación de sí mismo! 89 8. Escuchando al Espíritu 97 INTRODUCCIÓN La vida cristiana es una vida de escuchar al Espíritu Santo. Sin embargo, muchos cristianos en vez de escucharlo, han sustituido este privilegio por un montón de cosas... e incluso orando. Con demasiada frecuencia fallamos porque no escuchamos a Dios. Estamos tan empeñados en hacer todas las cosas conectas, que nos interponemos en el camino de Dios. Tenemos la tendencia a servir al vehículo que El quiere usar, en vez de a Dios mismo.

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ESCUCHANDO AL ESPÍRITU SANTO, ESPERANDO LO MILAGROSO

STEVE SAMPSON

Contenido

Introducción 7

1. ¡Asómbranos, Señor! 9

2. Cuando Dios habla, suceden cosas 25

3. Anhelo apasionado 43

4. No puedo hacerlo ahora, Señor;¡Mi ministerio me necesita! 57

5. Incitado a salir de la esterilidad 71

6. ¡Haz algo! 79

7. El mayor milagro: ¡Liberación de sí mismo! 89

8. Escuchando al Espíritu 97

INTRODUCCIÓN

La vida cristiana es una vida de escuchar al Espíritu Santo. Sin embargo, muchos cristianos en vez de escucharlo, han sustituido este privilegio por un montón de cosas... e incluso orando. Con demasiada frecuencia fallamos porque no escuchamos a Dios. Estamos tan empeñados en hacer todas las cosas conectas, que nos interponemos en el camino de Dios. Tenemos la tendencia a servir al vehículo que El quiere usar, en vez de a Dios mismo.

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Nos encontramos teniendo fe en la fe, en lugar de responder a Dios en fe; y orando por orar, en vez de escuchar a Dios en medio de nuestra plegaria, diciéndonos cómo tenemos que orar.

Por espacio de muchos meses Dios ha estado quemándome el espíritu con esta verdad: que el método del diablo para atacar, incluso al más sincero de los cristianos, es la distrac-ción. Muchos caen rápidamente en esta trampa de identificar como sinónimos la laboriosidad afanosa y la efectividad. Pero los afanes producen esterilidad. Dios tiene prioridades para el cristiano; prioridades que producirán el engrandecimiento del Reino de Dios y no solamente la liberación temporal de la culpa, o la satisfacción del ego.

Dios nos está trayendo de regreso a la realidad de esas gloriosas palabras de Jesús:

Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí

Juan 15:4

Estos son tiempos emocionantes para el cuerpo de Cristo. Dios está demostrando Su poder en medio nuestro. Tenemos que esperar mucho más de lo que hasta ahora preveíamos, con nuestros ojos puestos en El. Es importante pedirle a Dios que nos ayude a sintonizar nuestros corazones con el Suyo, porque los que están escuchando lo que Él está diciendo son quienes podrán experimentar la demostración de Su poder hoy en día. Cuando actuemos obedeciendo lo que El nos dice, siempre tendremos resultados.

CAPÍTULO UNO

¡ASÓMBRANOS, SEÑOR!

Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.

Marcos 5:42

Un domingo de una mañana de octubre, cientos de personas se habían reunido para celebrar el último encuentro en una convención en Pittsburg. Cuando todos se iban uniendo en jubilosos coros de alabanza, el sonido era impresionante, tan maravilloso como si estuviésemos experimentando un pedacito del reino celestial, sintiendo la casi tangible presencia de Dios. Mientras el director decoros nos conducía a mayores alturas y entrábamos en adoración, cantando en el Espíritu, de pronto el Espíritu Santo habló suavemente a mi espíritu diciendo: “Hay alguien aquí con una cicatriz de cirugía en su pecho. Dile que se la voy a quitar dentro de quince minutos”.

No me tocaba predicar, y esta palabra del Señor sí que me tomó de sorpresa, pero actué inmediatamente, antes de darme oportunidad de arrepentirme. Después de transmitir la pala-bra desde la plataforma, regresé a mi asiento en el auditorio. Cinco minutos después, el Espíritu Santo me habló otra vez: “Ponte de pie y dile a esa persona: ‘¡Sólo tienes diez minutos más!”’. Tan pronto como fui hacia la plataforma y dije aquello, un hombre se levantó en la parte de atrás del auditorio y salió corriendo hacia el vestíbulo en dirección a los servicios, para quitarse la camisa. Todo el mundo aplaudió, sintiendo el gozo de ver cumplirse la palabra del Señor. Tres minutos después, el hombre regresó. Su rostro expresaba asombro. Se me acercó y se detuvo frente a mí. Yo tampoco había experimentado antes algo así, de modo que le pregunté: —¿Desa-pareció?

—Sí que se borró; ¿quiere verlo? —él contestó.

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Antes de que tuviera tiempo de responderle, se sacó la camisa por la cabeza para enseñarlo.

El hombre (la mayoría de la iglesia lo conocía) había sufrido una operación de urgencia cinco años antes, en la cual los doctores le hicieron una incisión de dieciocho pulgadas. Su esposa y su hijo me contaron que la cicatriz parecía una línea de tren. En efecto, los cirujanos no habían cosido la incisión, sino que le habían puesto presillas o grapas. ¡No había rastros de cicatriz alguna! ¡Dios había realizado un milagro asombroso!

Este es el día de la manifestación Estos son días en que Dios está manifestando Su poder a Su Iglesia. Este es el momento de atreverse a creer a Dios. Dios le está diciendo a Su Iglesia: “¡Entusiásmate!” Tenemos que arrojar lejos todos los ropajes de tibieza e incredulidad, y permitir que El nos vista con Su expectativa. Dios se moverá en esos últimos días en forma mucho más grandiosa de lo que la Iglesia primitiva presenció, según lo relata el libro de los Hechos. Hageo proclamó:

La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera.

Hageo 2:9

Durante demasiado tiempo hemos predicado y escuchado el Evangelio sin esperar experimentar una manifestación de poder de Dios. No obstante, siempre que se predique 1a Palabra, Dios quiere confirmarla a continuación con señale y maravillas.

Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la Palabra con las señales que la seguían.

Marcos 16:20

Pablo escribió a los corintios:

Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder..

1 Corintios 2:4

El mismo escribió a los tesalonicenses:

Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder..

1 Tesalonicenses 1:5

Necesitamos presentarnos ante el Señor cada día con una actitud de “¡Asómbranos,

Señor!” Podemos aumentar nuestra fe y pedir: “Haz cosas que nos asombren de Ti y de Tu poder!” Durante demasiado tiempo nos hemos dejado asombrar por los hombres y sus logros. Es tiempo ya de asombrarnos de Dios, por El mismo.

Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!... Venid, y ved las obras de Dios, temible en hechos sobre los hijos de los hombres.

Salmo 66:3,5

El Nuevo Testamento está lleno de relatos donde los discípulos y las multitudes quedaban asombrados y estupefactos por las cosas que Jesús decía y hacía.

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Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios diciendo: “¡Nunca hemos visto tal cosa!”

Marcos 2:12

Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.

Marcos 6:51

Y en gran manera se maravillaban diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar

Marcos 7:37

Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

Lucas 4:32

Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él.

Lucas 5:9

Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó;... Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.

Lucas 8:55-5 6

Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

Hechos 3:10

Claves para los milagros

1. Embriagado de expectación Recientemente, el Señor me habló: “Es tiempo de que Mi pueblo se embriague de

expectación y anticipación, en lugar de permanecer sobrios con aburrimiento e incredulidad”. Los hijos de Dios son quienes le ponen un límite a El. Por consiguiente, Dios nos está

diciendo que aumentemos nuestro nivel de expectación. David dijo: Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.

Salmo 62:5

A fin de creer a Dios, tenemos que deshacernos de nuestras inhibiciones de miedo e incredulidad. Podemos tener tanto afán por tratar de ser espirituales y de andar por el camino “recto y estrecho” que nos olvidemos de embriagarnos con el Espíritu Santo.

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En el mundo, la gente pierde sus inhibiciones y miedos bebiendo alcohol. Los cristianos necesitan perder su timidez embriagándose con la presencia del Señor. Pablo escribió a la iglesia de Éfeso:

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.

Efesios 5:18

¡Él no estaba amonestando a la Iglesia para que se mantuviera sobria! Le estaba diciendo que debía embriagarse con el Espíritu y no con el vino hecho por los hombres.

El poder de Dios siempre se manifiesta más en una atmósfera de alegría y regocijo que en una atmósfera de inseguridad y conflicto. Dios tiene libertad para manifestar Su poder cuando no estamos empeñados en ser tan religiosos, tan perfectos. Necesitamos beber en la presencia de Dios, desatando todas nuestras inseguridades e incredulidad y dejando que Dios sea Dios.

Momentos antes de que Jesús entregara Su espíritu al Padre, después de llevar nuestros pecados sobre la cruz, gritó aquellas gloriosas palabras: ¡Consumado es! (Juan 19:30). La traducción más precisa de esas palabras sería: “Está completamente terminado”. La obra que Jesús vino a hacer estaba terminada. Su misión estaba cumplida. Mediante Su propia sangre estaba pagado el precio del pecado y la redención se había puesto al alcance de todos los seres humanos (2 Corintios 5:21).

Sin embargo, el problema con la Iglesia es que no nos hemos comportado como si la obra hubiera sido concluida. Todavía vivimos bajo la culpa, nos abrazamos a la tristeza y la desesperación, y aceptamos la derrota demasiado fácilmente. Hemos sido lentos para alabar y celebrar la obra terminada de la cruz de Jesucristo.

¡La mayoría de nosotros se toma a sí mismo muy en serio! Personalmente, mientras más libre soy para reírme de mí mismo y de mis errores, más hace Dios a través de mí. El mundo no está sobre mis hombros (o los de usted). Más personas serán traídas a Dios cuando nos vean a nosotros, los cristianos, disfrutando de Su presencia, que las que atraería el vernos vivir sobria y religiosamente culpables. ¡El Evangelio significa buenas noticias!

En el mundo, tan pronto llega el viernes, la .persona promedio se siente alegre. ¿Por qué? Porque el trabajo se acabó y la semana ha terminado. “Gracias a Dios es viernes”. En otras palabras: “¡Es hora de celebrar!” Incontables veces he oído decir a quienes están perdidos que van a estar de fiesta y bebiendo todo el fin de semana. Nosotros, los cristianos, tenemos lo que ellos andan buscando, pero nos hemos olvidado de celebrarlo. ¡Debemos regocijarnos y celebrarlo, porque Alguien ha pagado por nuestros pecados! Somos coherederos con Jesucristo. Podemos “hacer fiesta” viviendo en la presencia del Señor, celebrando con alabanza y adoración, y permitiendo que Dios manifieste Su poder en medio nuestro.

Cuando celebramos la obra terminada en la cruz del Señor Jesucristo, El se une a nuestra celebración. Es en esta atmósfera donde vemos la manifestación del Espíritu Santo y suceden los milagros. No se trata de pedirle a Dios que sane nuestros cuerpos y libere a las almas atormentadas, ¡porque Dios está más interesado que nosotros en hacerlo! ¡El pagó por nuestras enfermedades antes de pagar por nuestros pecados! (Isaías 54:5 y 1 Pedro 2:24). Por consiguiente, no tenemos que convencer a Dios, tenemos que embriagamos de expectación y permitir que Su Espíritu se mueva. 2. Como niños

Jesús dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 18:3). Dios nos está llamando a humillamos como niñitos. La fe no necesita ser más complicada que la manera en que un niño confía en sus padres. Los niñitos son humildes y la humildad es la atmósfera en que Dios se mueve. Tal como el agua fluye hacia abajo, así mismo es con el Espíritu Santo —que Jesús comparó con el agua (Juan 7:38), quien fluye hacia el nivel más bajo: el nivel de la humildad. Los niños nunca calculan los recursos de los padres cuando les piden algo, se

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limitan a pedir convencidos de que se puede confiar en sus padres. La cuestión no es cómo El contestará nuestra petición, sino más bien quién la hará realidad.

He notado, en las reuniones donde se permite moverse al Espíritu de Dios, que son las personas con actitud inocente las que son sanadas. Algunas veces somos “demasiado listos” y razonamos lo que Dios está haciendo porque no encaja en el molde en que hemos encasillado a Dios. Incontables veces mientras hemos estado en la presencia de Dios, el Espíritu Santo puede ordenarle a cualquier enfermo de los ojos, de los oídos o las piernas, que se ponga en pie. Cuando hay una respuesta inocente, muchos experimentan la sanidad del ojo o el oído, y muchas veces he presenciado cómo desaparecían en segundos las enfermedades de la piel mientras estaban de pie. Muchas sanidades, aunque ligeras, son imposibles desde el punto de vista médico. Verdaderamente, si nuestro Dios sólo puede hacer lo que a nuestros ojos es posible, servimos a un Dios insignificante. 3. No analice

Pensar demasiado puede traer como resultado la incredulidad. Mientras más meditamos en las circunstancias y lo imposible de nuestra situación, más se arraiga la incredulidad. Algunos están tan cementados en la incredulidad que no pueden escuchar las “buenas noticias”. Primero necesitan un milagro en su hombre espiritual: el milagro de someter su mente analítica y escrutadora a la mente del Espíritu Santo.

Por ejemplo, cuando Pablo estaba predicando en Listra, observó a un hombre que lo escuchaba. Al instante percibió que el hombre tenía fe para ser sanado:

Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.

Hechos 14:9-10

Tan pronto Pablo comprendió que el hombre tenía fe para recibir sanidad, dijo en voz alta

(o le gritó): ¡levántate derecho sobre tus pies! El hombre saltó y anduvo. Nunca había comprendido por qué Pablo había gritado al hombre hasta que me señalaron que si Pablo o el hombre hubieran tenido tiempo de pensar acerca de lo que sucede, el razonamiento sin duda hubiera disipado el milagro. ¿Pueden inimaginarse a Pablo preguntándole al hombre los detalles de su enfermedad y enterándose de que aquel hombre adulto había sido inválido desde el vientre de su madre? Probablemente se hubiera sentido abrumado por la imposibilidad de la situación. Pero Dios lo impelió a gritarle al hombre para que actuara rápidamente y, por consiguiente, no tuviera tiempo para analizar lo que Dios estaba haciendo, sino más bien limitarse a obedecer Su orden. La urgencia del mandato, creo yo, empujó a obrar al hombre. 4. Respuesta inmediata

Además de negarnos a analizar, debemos tomar la determinación de responder inmediatamente. Alguien dijo: “Obediencia demorada es desobediencia”. Tal como este hombre de Listra respondió de inmediato a la Palabra del Señor y Dios cumplió con él y lo sanó al instante, así sucede con nosotros. Veremos más resultados cuando respondamos de inmediato. Pablo no esperó a terminar su prédica para obedecer a Dios, sino que le ordenó al hombre que se pusiera en pie en ese momento. Si él hubiese esperado hasta terminar su sermón (como hacemos la mayoría de nosotros), creo que Dios no hubiera correspondido a la obediencia pospuesta, yno hubiesen visto manifestarse la gloria de Dios. David aprendió acerca de contestar en seguida:

Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, Señor buscaré.

Salmo 27:8

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David se proponía contestar enseguida la orden del Señor y su respuesta provenía del

corazón, porque dijo: “Mi corazón” y no “Mis labios”. Ya no basta con sólo sentir la presencia de Dios, tenemos que responder a lo que Él nos

dice. Si Dios nos impele a orar por alguien, debemos hacer todos los esfuerzos posibles por orar inmediatamente. Si nos impulsa a escribir una carta, debemos hacerlo tan pronto como podamos y no esperar dos o tres semanas.

En una reunión en el oeste medio, el Señor habló de que Él estaba sanando un problema de la piel. Un joven sentado cerca del frente se puso de pie y abandonó el salón. Minutos después regresó y alzó su mano pidiendo autorización para decir algo. En cuanto le entregué el micrófono, contó que él había padecido una erupción en sus piernas (contraída en Vietnam) durante dieciocho años y que había gastado miles de dólares en tratamientos médicos sin resultado alguno. Cuando se dirigió al baño para quitarse los pantalones, para su asombro, ¡la erupción había desaparecido! El respondió inmediatamente y el Señor cumplió su promesa. 5. Aférrese a lo que Dios está diciendo

Es muy importante aferrarse a lo que Dios nos dice. Tanto si es una promesa bíblica, una palabra hablada a través de un profeta, como si es algo que Dios ha hablado directamente a nuestro espíritu refiriéndose a algo que Él hará por uno, es importante no quedarse en actitud pasiva. Cuando el ángel Gabriel habló a la virgen María aquellas asombrosas palabras que contenían una orden y una promesa de que el Espíritu Santo vendría sobre ella y el Poder del Altísimo la cubriría con Su sombra, y que daría a luz al Hijo de Dios, ella se aferró a la palabra del Señor y dijo: Hágase conmigo conforme a tu palabra (Lucas 1:38). Nótese que ella dijo de acuerdo con “tu palabra” y no de acuerdo con lo que sentía o los terrores que podían haberla invadido en aquel momento.

Nuestros sentimientos con frecuencia serán opuestos a la palabra que Dios nos ha hablado. A veces las personas dirán que no están seguras de que lo que Dios está hablando se encuentra dirigido a ellas. Por ejemplo: cuando el Espíritu Santo se mueve, puede revelar que el poder de Dios está ahí para sanar dolencias de la espalda. En vez de preguntarse si Dios le está hablando a uno, hay que asumir la actitud de: “¿Qué puedo perder?” y decir: “Hágase en mí conforme a la palabra del Señor”.

Recientemente, durante un culto por la tarde en una convención en Rochester, New York, el Espíritu Santo dijo que estaba sanando a una criatura con una pierna torcida. En medio de la multitud de varios cientos de personas, una joven se levantó y dijo:

—Esa es mi niñita de tres años. —¿Dónde está su hijita? —le pregunté. —En la guardería —ella replico. Pensé que debía traer a su hijita inmediatamente a la reunión. Mientras la joven salía del

salón para traerla, todos se regocijaban. Sin embargo, de pronto me vino el pensamiento: “¿Y si nada sucede?” Fue un pensamiento fugaz, porque en ese momento fue como si el Espíritu Santo me dijera: “¿Y si sucede?”

En pocos minutos la joven regresó llorando, con su hija caminando a su lado. La pierna (cuya torcedura los médicos habían diagnosticado como producida por una tibia torcida) ¡estaba perfectamente derecha! Hablé con ella a la mañana siguiente. Me contó que al despertarse por la mañana su primer pensamiento fue que todo había sido un sueño. Era demasiado bueno para ser verdad. Fue al dormitorio de su hijita, pidiendo que fuera verdad. La pierna estaba perfectamente derecha. ¡Esas son buenas nuevas!

A partir de ese momento, cuando el diablo me dice: ‘¿Y si nada sucede?” Sólo tengo que responderle: “¿Y si sucede?” ¿Qué puedo

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¿Malas noticias o buenas nuevas? Nos hemos programado para recibir malas noticias con más facilidad que las buenas. Por ejemplo: si un amigo se nos acerca diciéndonos: “¿Sabes que has heredado $100.000?” podríamos contestarle: “¡Deja de bromear!” Sin embargo, si otro amigo viniera a decirnos que nos iban a llevar a la corte por una demanda judicial, podríamos responderle: “¿Cuándo?”

A menudo, el pueblo de Dios está con en este molde mental mundano, en guardia contra las buenas noticias. Pero el Evangelio significa buenas nuevas, ¡agradables novedades!

Isaías tiene que afrontar el problema cuando profetiza:

¿ Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?

Isaías 53:1 (B.d.l.A)

No todos creyeron el anuncio del Mesías, aunque era una buena nueva. ¡Su llegada era

una buena noticia! Cuando fue a Su propia aldea nativa, se asombró de la incredulidad que encontró en ella, lo cual era un rechazo de las buenas nuevas. El mismo Jesús no pudo darle buenas noticias a Su propia aldea, porque se negaron a reconocerlo como Quien era El. No creyeron las agradables novedades.

Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos.

Marcos 6:5-6

La Iglesia (igual que el mundo) necesita oír buenas noticias hoy día. Estamos

programados para oír malas noticias. En efecto, suena muy espiritual decirle a la gente que no busque lo milagroso. Pero no he podido encontrar una Escritura que respalde esa manera de pensar. Si Dios está en medio nuestro, ¡debemos esperar que sucedan milagros! ¿Cómo puede Dios manifestar Su presencia sin que los resultados sean milagrosos? En realidad, los discípulos oraban para que el Señor manifestara Su poder en señales y maravillas.

Y ahora, Señor mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.

Hechos 4:29-30

La expectación mueve a Dios Hace poco el Señor le habló a mi esposa, Marilyn, estas palabras: “Mi pueblo necesita creer en una manifestación diaria de lo sobrenatural”. Cuando ella quiso que el Señor le aclarara esta afirmación, Él le reveló que con frecuencia lo tratan como una última alternativa, o como Alguien a quien volverse tan sólo “si todo lo demás fracasa”. Sin embargo, el Señor desea que nos volvamos primero a El en todas nuestras necesidades. No tenemos que esperar por un culto de milagros para que Dios nos toque, sino más bien “conectamos” a El cuando se presenta la necesidad. Él quiere ser lo primero y estar antes que todo en todos los campos de nuestras vidas, y desea manifestarse a nosotros cada día. Los milagros no deben ser raros, sino algo común en la vida de un cristiano. ¿De qué otra forma podrá conocer el mundo el glorioso poder de Dios?

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Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.

Efesios 3:20

Debemos siempre esperar y creer que Dios se manifestara. ¿Por qué no permitir que Dios sea Dios? Jesús pasó mucha parte de Su ministerio haciendo milagros. Permitió que el poder de Dios se manifestara. La gente entonces necesitaba milagros tanto como los necesita ahora. No obstante, Dios no puede manifestarse si la gente no está esperando que Él haga algo. Dios siempre se mueve de acuerdo con la expectación de Su pueblo. En verdad, Él no está limitado más que por las personas. Nuestro deseo y expectación determina cuánto va a hacer Dios. ¡Es hora de recibir las buenas noticias!

Cuando el centurión que tenía un sirviente moribundo le envió un mensaje a Jesús diciendo:

pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven y viene; y a mi siervo: Haz esto y lo hace.

Lucas 7:7-8

Jesús se maravilló de él y dijo a la multitud: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe (v.9).

¡Este hombre esperaba buenas nuevas! Reconocía que Jesús era Dios y simplemente le dijo que pusiera manos a la obra y actuara como Dios. El sabía que si Dios hablaba, iban a suceder cosas. Jesús se maravilló de la fe y la expectación de este hombre. Otros estaban preparados para las malas noticias, pero este hombre reconocía que cuando Jesús hablaba, traía buenas nuevas. Hoy necesitamos decirle a Dios: “Adelante, y actúa como Dios”. Sencillamente, necesitamos esperar que Dios nos asombre haciendo cosas que nosotros no podemos hacer. Si esperamos que Dios sólo haga lo que es posible, nuestro Dios es muy insignificante.

Cada vez que Dios contesta nuestras oraciones y se mueve en beneficio nuestro, es siempre para hacerlo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20). Para El es imposible obrar con limitaciones o restricciones.

No tengo nada que ver con quienes predicen desastres y siempre están trayendo malas noticias. Es verdad que todos necesitamos arrepentimos, pero la culpa hace que la gente huya de Dios. La Iglesia no necesita malas noticias. Los pecadores no necesitan malas noticias. Ya saben lo malos que son. Lo que necesitan son las nuevas de liberación del Evangelio.

Los que traen un mensaje áspero todavía están ensayando ese viejo método de motivar por medio de la culpa. La culpa debilita a la gente con el desánimo e incluso la desesperanza, pero darles ánimo les hace crecer.

La más excelente forma de reprender es el estímulo. La manera en que Dios reprende a Sus hijos, más a menudo, es alentándolos a obedecerlo:

¿ O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

Romanos 2:4

Si todavía estamos tratando de enderezar las vidas de la gente, en realidad no hemos

comprendido el Evangelio. Dios no ha llamado a nadie a enderezar las vidas de las personas y

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señalarles su pecado. Tenemos un mensaje: Arrepentios y creed [las buenas nuevas de] el Evangelio (Marcos 1:15).

Entonces, ¡permitamos que Dios nos asombre con Su bondad!

CAPÍTULO DOS

CUANDO DIOS HABLA,

SUCEDEN COSAS

Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar por la gran cantidad de peces.

Juan 21:6

Este será un año monumental para ti”, le dijo el Señor a mi esposa, mientras conducía el auto hacia la iglesia, un jueves por la tarde. Era el día de su cumpleaños y ella se regocijó al oír inesperadamente la voz del Señor.

No obstante, en todo el año nada monumental sucedió... hasta la semana antes de su siguiente cumpleaños. Durante aquella semana recibió en su cuerpo una sanidad espectacular por la cual habíamos orado durante años.

También aquella semana el Señor me habló para decirme que debíamos renunciar al pastorado de la iglesia en que habíamos permanecido durante ocho años, porque Él estaba cambiando nuestro ministerio. En la mañana del domingo siguiente a su cumpleaños renunciamos oficialmente.

Cuando Dios habla, suceden cosas, pero con frecuencia no pasan hasta la oncena hora. Durante todo aquel año mi esposa le recordaba continuamente al Señor las palabras que le había hablado, pero Él decidió no cumplirlas hasta aquellos últimos días. ¿Qué está diciendo Dios?

Comenzábamos la primera noche de cultos en una iglesia en el centro de Kentucky. Después de predicar, pedí a mi esposa que subiera al estrado y anunciara a los fieles lo que Dios le había dicho para ellos. Ella declaró: “El Espíritu Santo me dijo que ha liberado a alguien del hábito de la nicotina”. Ambos continuamos ministrando los dones del Espíritu Santo, y el Señor se movió con poder, sanando y alentando a los presentes. Al terminar la reunión una joven salió afuera para encender un cigarrillo, y apenas lo encendió empezó a vomitar. A partir de aquella noche, jamás volvió a sentir deseos de fumar. Después nos contó que el Señor la había salvado milagrosamente unos meses atrás liberándola de una vida de pecado, pero que no había sido capaz de vencer el hábito de fumar. Muchos le habían ministrado orando, reprendiendo y atando, pero nada había dado resultado... hasta que el Señor pronunció la palabra de liberación.

Semanas después, cuando le conté a un amigo ese incidente, él me explicó la interpretación que Dios le había dado: “Las cosas no suceden cuando le hablamos a Dios, sino cuando Dios nos habla a nosotros “. Estas palabras expresaron lo que yo había estado tratando de explicar durante mucho tiempo. Mi experiencia había sido ésa: cuando Dios habla, ¡suceden cosas!

Por consiguiente, he dejado de confiar en mi fe. Mi fe está en Su fidelidad para hablarme y estar junto a mí en cualquier circunstancia. Mi fe en la fe no ha aumentado, pero mi fe en Su fidelidad ha crecido a pasos agigantados. Nuestra fe aumenta cuando vemos la fidelidad de Dios. Pablo dijo a los gálatas:

... vivo en la fe del Hilo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

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Gálatas 2:20

Él había aprendido a vivir no tratando de fabricar su fe sino p~r la fe del Hijo de Dios.

Cuando actuamos por la fe de Dios, El produce resultados. ¿De quién era esa fe?

Dios no nos ha pedido que fabriquemos fe. Él es quien crea la fe. Nuestra parte es escuchar y responder A menudo nos entusiasmamos en seguida con nuestras propias ideas, que pensamos van a ayudar a Dios. Pero he descubierto que Dios quiere que nos apasionemos sólo con lo que Él está entusiasmado., El desea que vivamos en un estado de disponibilidad para El. En cualquier momento en que actuemos por una orden que emana de El, hay resultados.

Cuando la mujer del flujo de sangre oyó acerca de Jesús, lo siguió por entre la multitud y tocó el borde de su vestido diciendo para sí: Si tocare tan solamente Su manto, seré salva (Marcos 5:28). Pero ¿de dónde había sacado aquella idea? ¡Pienso que el Espíritu Santo la impulsó! Ella había llegado al borde de la desesperación, habiendo gastado todo lo que tenía en médicos y medicinas durante doce largos años, sin haber obtenido resultados. Pero es en esos momentos de desesperación cuando con más frecuencia somos capaces de oír a Dios. Cuando ella empezó a abrirse paso por entre aquella multitud, no se movía por su propia iniciativa, sino por la de Dios. Estaba reaccionando a la voz de Dios, repitiéndose: “Si sólo pudiera tocar sus vestiduras, me pondría bien”. En cuanto tocó Su manto, inmediatamente se detuvo su flujo de sangre y ella supo que estaba sana. Jesús también supo que de Él había salido poder y se volvió preguntando: ¿ Quién ha tocado mis vestidos? (fr. 30). Después que reconoció que había sido ella, cayó ante El atemorizada y temblando. Pero Él le respondió: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz y queda sana de tu azote (y. 34).

Jesús atribuyó este milagro a la fe de ella ¿Pero era así? No, ¡fue la fe de Dios! Pero como ella había actuado por iniciativa de Dios y se abrió paso por entre la multitud en obediencia, ¡Jesús se lo atribuyó a su fe! A Dios no le interesa nuestra iniciativa, sólo nuestra respuesta obediente. El se regocija cuando escuchamos Su voz en nuestro ser interior. Durante demasiado tiempo he tratado de acopiar fe por mi propia cuenta. Pero hay una forma más fácil, que es escuchar al Espíritu Santo. Cuando actuamos a instancias de El, obtenemos resultados.

Sobre este principio dijo Jesús que edificaría Su Iglesia. Cuando Pedro le declaró a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Él llamó a Pedro bienaventurado y dijo:

sobre esta roca edificaré mi iglesia ... (Mateo 16:18) ¿Cuál roca? La roca de la revelación y el entendimiento de los cual es Pedro era el destinatario. ¡Pedro lo había oído del Padre! El Padre había hecho saber a Pedro que Jesús era el Cristo, no gracias al razonamiento o la inteligencia de Pedro. Jesús declaró que en este tipo de experiencia Él edificada Su iglesia: cuando los hombres escucharan la revelación de Dios, no el razonamiento de su mente.

No en balde Jesús se complació tanto con la mujer del flujo de sangre. Ella había escuchado al cielo, y su decisión de abrirse paso por entre la multitud para tocar a Jesús fue una respuesta a la orden del Padre. Las cosas suceden cuando Dios le habla a la gente ... si ellos escuchan. ¿Quién recogió el pescado?

Días después que Jesús fue resucitado, Pedro le dijo a los demás discípulos que se iba a pescar. Los otros decidieron ir también con él. Después de pasarse la noche tratando de pescar en el mar de Tiberias no habían logrado capturar ni un pez.

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Pero cuando llegó la mañana, Jesús los esperó en la orilla. (El acostumbra a dejamos agotar todos nuestros esfuerzos antes de actuar en favor nuestro.) Y les dijo: Bultos, ¿tenéis algo de comer? Ellos respondieron que No. Entonces Jesús les dio una orden sencilla: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis (y. 6). Después que echaron la red obedeciendo a Su voz no fueron capaces de sacarla a causa de la gran cantidad de peces que había dentro. Cuando llegaron a la orilla arrastrando la red llena de pescado, vieron un fuego de brasas y un pescado encima de ellas y pan. Entonces Jesús les dijo:

Traed de los peces que acabáis de pescar

(v.l0)

Observen que Jesús les dio el crédito por pescar los peces, ¡ pero ellos no habían

capturado ninguno! Ya ellos habían intentado pescar toda la noche sin resultados. Sin embargo, como fueron obedientes a su orden, la red se llenó de ciento cincuenta y tres pescados grandes. Dios todavía obra en la misma forma en la actualidad. Su voz llega a nosotros, dándonos la oportunidad de obedecerlo. La cuestión es, ¿estamos escuchando?

La fe es una respuesta Al tiempo que Jesús sanaba a algunas personas, les encargaba algo que debían obedecer, como por ejemplo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (Juan 9:7), Levántate, toma tu lecho y anda (Juan 5:8),Id, mostraos a los sacerdotes (Lucas 17:14), Ve, tu hijo vive (Juan 4:50), que eran muy frecuentes en su modo de ministrar.

Todavía en la actualidad, Dios nos da órdenes, a través del Espíritu Santo, a las cuales debemos responder La palabra de Dios nos llega en una enorme variedad de modalidades, y si sólo la escuchamos y la obedecemos, se verán los frutos.

Este es el día de la manifestación. Dios desea que sus ministros le den una oportunidad al Señor para manifestar Su poder. Muchas veces quienes padecen dolencias o enfermedades reciben una sanidad instantánea cuando Dios revela su estado de salud y ellos responden a la Palabra de Dios. Cuando el Espíritu Santo habla de esta manera, hemos visto cómo sanaba a una incontable muchedumbre, de dolencias como sordera, artritis, pérdida del olfato, várices, desvanecimientos, abultamientos en el cuerpo, enfermedades gástricas, bizquera, incluso cicatrices que desaparecen. Muchos de estos padecimientos no tenían cura médica, así que toda la gloria sea para Dios.

Hemos aprendido lo importante que es responder inmediatamente cuando el Espíritu Santo nos habla. Una demora en responder es, por lo regular, una muestra de duda.

Una respuesta rápida no sólo es obediencia, sino también el rechazo a permitir que la mente analice lo que Dios está diciendo. Por lo general, cuando el Espíritu Santo habla, Su voz no está de acuerdo con lo que hemos estado pensando o lo que hemos planeado hacer No obstante, tanto si habla a través de una Escritura, una persona, un sueño, una visión o directamente a nuestro propio espíritu, es importante responder obedientes en seguida. No piense el pro y el contra, ¡obedezca!

Cuando estamos criando una familia, muy rara vez una solicitud o una orden de los padres obtiene una respuesta inmediata. Por lo general, escuchamos la conocida frase: “Espera un minuto”. Dios también se cansa de escuchar que nosotros Sus hijos también le digamos: “Espera un minuto”. Nuestra demora equivale a decir: “No he decidido si responder a tu llamada o no, Señor”. Por otra parte, cuando Dios nos habla, Su voz y estímulo con frecuencia son tan débiles que nos preguntamos si no nos estamos haciendo la idea. Decimos:

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“Dios, ¿eres tú?” Siempre es un riesgo caminar en fe. “Tenemos que estar dispuestos a perder a Dios, porque si no estamos dispuestos a perderlo, vamos a estar renuentes a obedecerlo”. Por consiguiente, debemos actuar osadamente con fe y atrevemos a obedecer.

Cuando Jesús le dijo a Pedm que remara hacia mar adentro y lanzara las redes, Pedro tuvo una dilación al responder:

Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado ; mas en tu palabra echaré la red.

Lucas 5:5

En otras palabras, Pedro le estaba diciendo a Jesús que se limitara a predicar y que ellos se limitarían a pescar. Pero aunque su expresión no fuera muy buena, su obediencia fue maravillosa. En cuanto respondió, la red se llenó inmediatamente de peces.

Si de alguna manera fuéramos capaces de hacer regresar por cinco minutos a algunos de los grandes patriarcas de la fe, como Noé, Abel, Enoc, Abraham, Sara, Elías, Eliseo y otros por estilo, y les pidiéramos que nos definieran la fe, creo que oiríamos una respuesta más o menos así: “Nosotros no pretendimos aumentar nuestra fe, sino que nos propusimos obedecer y responder a la voz del Señor”. Esclavos de las obras

Muchos cristianos, por no comprender el Evangelio, todavía están tratando de complacer a Dios por medio de las obras. Aunque están salvos de sus pecados, todavía no han oído las buenas noticias. Dios no le pide a ningún cristiano que cumpla ninguna obra para Él, sino más bien una vida de obediencia. Lo que Dios deseaba que se cumpliera era la muerte de Jesús en la cruz: el sacrificio supremo del Cordero sin mancha, quien pagó el precio por todo el pecado (2 Corintios 5:21). Una vez que recibimos el Evangelio, aceptando Su sacrificio, recibiendo el perdón y la limpieza de nuestros pecados. Él nos llama a una vida de respuesta. Sin embargo, el único modo en que podamos responder es escuchar primero a lo que Él nos está diciendo.

El hombre fue creado para escuchar. Cuando Dios habló a Israel a través de Moisés, dijo:

Y te humilló, y te dejó tenér hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor

Deuteronomio 8:3 (B.d.l.A)

Del escuchar viene la respuesta. Adán y Eva vivían una vida de oyentes mientras andaban

en comunión con Dios. Se paseaban con El por el Huerto del Edén al fresco del día. Pero en cuanto pecaron comiendo del árbol de la ciencia del bien y del mal, dejaron de escucharlo y se escondieron de Él.

Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto.

Génesis 3:8

Todavía hoy la gente se sigue escondiendo de la presencia del Señor. Se esconden tras los árboles de las actividades religiosas, del fu-me trabajo para su iglesia, o de mil otras cosas

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“buenas” que pueden distraerlos de dedicar tiempo para escuchar la voz del Señor Poco tenemos que darle a los demás si antes no lo recibimos de Dios. Es de Su presencia de donde fluye la vida.

Por supuesto, que la actividad y el trabajo duro no son malos. Pero la clave es poner en orden nuestras prioridades y, primero, escuchar a Dios. Entonces el Espíritu Santo dará vida a nuestras actividades, Dios impulsará nuestras ideas, y nuestros esfuerzos no nos agotarán porque sabemos que Dios va delante de nosotros.

Jesús tenía muy en orden sus, prioridades: Deseaba seguir el plan del Padre, decir lo que El decía, hacer lo que había visto que Él hacia.

De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

Juan 5:19

Ningún esposo desea una esposa que se limite a desempeñar su papel, sino una que pueda

responderle, compartir sus sueños, vivir de acuerdo con él y con sus metas. Jesús también nos llama a uncimos en acuerdo con El, no a batallar para cumplir nuestros propios planes sino a andar en unión con Él. Lo que desea es que le respondan, no que le cumplan.

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m4 que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.

Mateo 11:29-30

Tenemos que sujetar nuestra carne a Dios. La carne prefiere encaminarse hacia la

actividad religiosa, antes que dedicar tiempo para escuchar al Espíritu. A la carne le encanta abrirse camino por medio del cumplimiento, y no entiende la gracia de Dios. En efecto, muchos que son esclavos de cultos trabajan largas horas cada día para aliviar la culpa. La carne arde en deseos de “ganarse” la salvación, y de esa manera aliviar los sentimientos de culpa. Pero las buenas nuevas son que la sangre de Jesús nos ha hecho libres. Necesitamos escuchar otra vez las noticias de que el precio por el pecado está pagado por completo y que la voluntad de Dios es que disfrutemos nuestra unión con Jesús. Quienes están todavía tratando de cumplir no tienen tiempo para escuchar a Dios. Pero cuando Dios habla, suceden cosas. El poder de la Palabra hablada

Dios siempre habla antes de manifestarse. Ciertamente el Señor Dios no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas (Amós 3:7). A continuación presentamos cinco puntos concernientes a la respuesta del cristiano a la Palabra hablada. 1. Nos pasamos tanto tiempo tratando de creer la Palabra escrita, que no escuchamos la Palabra hablada.

Cuando Gabriel vino ante Zacarías quien estaba en el templo quemando incienso, le declaró majestuosamente:

Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

Lucas 1:13

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Pero la respuesta de Zacarías fue de incredulidad (aunque había estado orando por un hijo toda su vida), y le dijo al ángel, ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Gabriel se encolerizó por su incredulidad ante la promesa de Dios y dijo:

Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

Lucas 1:19-20

Aunque Zacarías era un hombre devoto y un estudioso de las Escrituras, cuando Dios habló, no lo creyó. Rechazó la Palabra hablada de Dios y el castigo fue quedarse mudo hasta que Juan nació. La incredulidad y el analizar las promesas de Dios no solamente disgustan al Señor, sino que nos impiden recibir más. ¿Por qué habría de hablamos Dios si no lo creemos? Después cuando Zacarías escribió que el nombre del bebé sería Juan, su lengua se soltó. La obediencia siempre nos libera. 2. Las cosas no suceden cuando nosotros le hablamos a Dios, sino cuando Él nos habla.

Pedro había aprendido la clave. Él sabía que si conseguía que Jesús le ordenara a hacer algo, eso ocurriría. Por consiguiente, cuando Jesús se acercó a Sus discípulos caminando sobre las aguas, él le pidió:

Señor si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Mateo 14:28

Quizá unos segundos después lamentó haberlo pedido, ¡pero era muy tarde! Jesús ordenó: “Ven”. Pedro caminó por la palabra “Ven”, no sólo sobre el agua. Si Jesús no hubiese dicho “Ven”, no hubiera podido dar un paso.

Cuando el centurión mandó a sus sirvientes a Jesús, diciendo que no era necesario que Él viniera, reconoció el mismo principio. Vio la autoridad de la palabra hablada de Jesús, pidiéndole solamente: Di la palabra, y mi siervo será sano (Lucas 7:7). Jesús se maravilló de él y atribuyó su solicitud a su gran fe. Dios habla hoy a través del Espíritu Santo. Cuando El dice que va a hacer que suceda algo, es como si ya estuviera hecho. ¡El sí que cumple Su Palabra! 3. La razón por la que nuestras mentes luchan contra lo que Dios dice, es que Dios habla de algo que todavía no existe.

La Palabra de Dios es creadora. Cuando Él habla puede. suceder cualquier cosa. Las situaciones varían, los cuerpos se sanan, los corazones cambian. Lo que era imposible se vuelve posible, lo que era inamovible comienza a moverse. Cuando Dios habla es tan maravilloso que nuestros sentidos naturales tienen una tendencia a rechazarlo. Pero Dios sigue llamando a ser a aquellas cosas que no existen.

Imagine la primera reacción de Gedeón cuando el ángel del Señor le dijo: El Señor está contigo, valiente guerrero (Jueces 6:12). Probablemente él no se sentía como un hombre valiente, pero Dios lo había llamado para que hiciera algo determinado.

.Dios ... el cual da vida a los muertos, y llama a las cosas que no son, como si fuesen.

Romanos 4:17

Los niños no tratan de comprender cómo mami y papi van a cumplir una promesa, simplemente lo aceptan. Saben que cumplimos nuestra palabra. Dios quiere que

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mantengamos una aceptación como la de un niño de las promesas que nos hace. Sólo hay que estar seguros de que Dios nos está hablando y no estamos siendo presuntuosos actuando sin que Él nos lo haya dicho. La clave es entusiasmarse con lo que alegra a Dios. Me gusta decir: “Si uno llega adonde Dios se está moviendo, ¡eso le sienta!” 4. Regocíjese cuando Dios habla, no después de ver la

manifestación.

No hace falta tener fe para creer algo que uno ve. Entonces cualquiera se alegra. Pero si creemos de verdad la Palabra de Dios, nuestro gozo no tiene por qué ser mayor cuando vemos la manifestación que cuando Dios habló por primera vez. Durante demasiado tiempo hemos sido esclavos de lo que ven nuestros ojos.

Cuando Dios habla, Su palabra es una concepción. Su Palabra es igual a la manifestación. Por ejemplo: cuando el médico nos anuncia que nuestra esposa está en cinta, sería ridículo decir: “No lo creeré hasta que tenga al bebé en mis brazos”. No, porque la palabra afirmativa del doctor de que el bebé fue concebido vale tanto como el bebé ya nacido, aunque no se vea”evidencia” alguna. En efecto, la noticia del embarazo produce por lo regular más alegría que el nacimiento del niño, porque han transcurrido meses para pensar en ello.

Tanto si Dios habla por medio de una Escritura, un profeta, un amigo o directamente al espíritu de uno, todo se reduce a una sola pregunta: “~,Habló Dios?” Si habló, es el momento de regocijarse, no después cuando se ve el cumplimiento de Su palabra.

David dijo: Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió (Salmo 33:9). Jeremías afirmó:

Fueron halladas tus palabras y yo las comí; y tu

palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.

Jeremías 15:16

El ángel Gabriel anunció a la virgen María:

~Salve muy favorecida! El Señor es contigo; bendita ni entre las mujeres.

Lucas 1:28

Le mandaba a alegrarse no en la manifestación, sino en la palabra hablada de las buenas nuevas.

Si alguien me invitara a su casa a comer, inmediatamente me alegraría y contestada con un entusiasta: “~Gracias!” Qué tonto sería que alguien presente me dijera: “tPor qué le das las gracias, si no ves la comida ni la has probado?” Porque mi alegría no es por el gusto o la vista de la comida, sino por el hecho de que creo lo que dijo quien me invitó y le tomo la palabra. Mi confianza en quien me invita no permite que lo insulte con mi desconfianza, sino que se lo agradezca. Rego-cijarse en Dios es creer en Dios.

Tres ejércitos vinieron contra Josafat y su pueblo, pero el Señor habló a través de Jahaziel diciendo:

No temáis ni os acobardéis; delante de esta gran multitud, porque la batalla no es vuestra, sino de Dios.

2 Crónicas 20:15 (B.d.l.A)

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Tras esta profecía, el pueblo adoró al Señor. Creyeron Su palabra antes de ver al enemigo denotado.

Y Josafat se inclinó rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del Señor; adorando al Señor

vs. 18 (B.d.l.A)

Al día siguiente, ellos vieron la manifestación cuando Dios derrotó al enemigo. 5. ¡Hay que ver antes de verlo!

Dios no se sorprende cuando Su palabra se cumple. Tampoco nosotros deberíamos sorprendernos, pues antes de ver la evidencia, podemos “ver” por el Espíritu que El lo está haciendo. Ninguna madre se sorprende cuando nace su bebé, aunque nunca antes lo haya visto. Jesús tuvo que Ver lo que el Padre estaba haciendo antes de ver al Padre hacerlo. Antes de levantar a Lázaro de entre los muertos, El vio al Padre levantándolo.

Dios nos permite ver en oración cosas que veremos con nuestros ojos naturales después. Cuando los profetas profetizan, ven en el Espíritu antes de ver con sus ojos naturales. Pero tan pronto Dios nos permite ver por el Espíritu algo que Él está haciendo, es tan real como si lo viéramos con los ojos naturales.

Tomás estaba atado por sus sentidos. Se negó a creer a menos que pudiera ver y sentir las huellas de los clavos en las manos de Jesús y poner su mano en Su costado. Pero Jesús escuchó a Tomás y apareció en medio de los discípulos diciéndole a Tomas:

Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Juan 20:27

Cuando Tomás exclamó creyendo: “¡Señor mío y Dios mío!”, Jesús se sentía decepcionado porque Tomás se limitaba a creer lo que veían sus ojos; no pudo ver por fe hasta que vio con sus sentidos, y Jesús dijo:

Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados

los que no vieron, y creyeron.

Juan 20:29

David dijo: “Hubiera yo desmayado, sino hubiera creído que había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes” (Salmo 27:13 B.d.l.A)

Dejemos que Dios sea Dios

Dios sólo quiere que los ministros permitan que el Espíritu se mueva: Está levantando a aquellos que están dispuestos a reconocer lo que El está haciendo y a seguirlo. Jesús nada hizo por iniciativa propia, sino escuchando a Su Padre:

Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir; y de lo que he de hablar

Juan 12:49

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Muchas veces porque los líderes se sienten inseguros, temen que se les vaya de las manos

el control de las reuniones, y por ser demasiado prudentes, reprimen al Espíritu. Pero Dios no puede moverse si la unción es siempre interrumpida con una canción, una exhortación o un testimonio dado a destiempo. Nada hay de malo en que la congregación permanezca en un silencio ungido, aunque sea el domingo por la mañana. Tristemente, los domingos por la mañana son con frecuencia las ocasiones en que los ministros no permiten que el Espíritu se mueva en total libertad, por miedo a que alguien pueda sentirse ofendido. Pero, ¿es que Dios nos da esa opción? Dios simplemente desea manifestarse y nuestra primera prioridad debe ser dejarlo hacer lo que hay que hacer. Si se permite que el Espíritu se mueva, El siempre producirá resultados.

Un predicador habló de lo que había aprendido a lo largo de los años: prepararse y estudiar como si no hubiera Dios; y después en la reunión, depender de Dios como si nunca se hubiese preparado. La mayoría de nosotros se siente frustrado o incluso amenazado cuando el Espíritu empieza a moverse de un modo diferente al que habíamos planeado, e incluso llegamos a “luchar contra Él” inconscientemente durante toda la reunión. Pero la mayor revelación que podemos tener es simple: que Dios es más listo que nosotros.

La verdadera adoración

Con frecuencia oigo hablar de iglesias donde la gente alardea y dice: Ahí sí que se adora a

Dios. Sin embargo, cuando voy a ver por mí mismo, escucho maravillosos coros de alabanza,

pero poca adoración. ¡Qué gran diferencia hay entre un director de coros y un guía de alabanza! Un director de coros sólo hace eso. Pero un guía de adoración entiende la necesidad de conducir a la gente a la presencia de Dios, hasta el Lugar Santísimo. Puede que comience con varios coros alegres (que son de alabanza) pero cuando la unción aumenta, conducirá al pueblo a la adoración (que es cantar en el Espíritu). El Señor me dio una comparación hace unos cuantos años. Me mostró que los coros de alabanza son para ir entrando en calor” y que satisfacen al alma. Tal como un avión a chorro calienta sus motores corriendo por la pista, la alabanza sirve para entrar en calor y prepararse, con el propósito de poder despegar. Sin embargo, una vez que esta “alabanza” es suficiente, es tiempo de entrar en una dimensión más elevada, dejando la pista de la alabanza y despegando hacia la adoración. No importa lo hermosos que sean los coros, no se convierten en adoración hasta que el Espíritu Santo fluye a través del pueblo. La adoración es una dimensión más alta: sobrepasamos nuestra comprensión y nos entregamos totalmente a El. Ya no tenemos la salvaguarda y la seguridad de la pista.

Debido a que los directores de coros a menudo no comprenden la diferencia entre alabanza y adoración, harán lo que los pilotos cuando están entrenando: despegar y aterrizar de inmediato; subir y bajar enseguida. Se sienten frustrados al sentir que pierden el control, así que traen a la gente otra vez a la pista con otra canción, constriñendo al Espíritu muy seriamente al hacerlo. De hecho, este proceso de subir y bajar agota a la gente.

Mi pregunta es: “¿Se mueve el Espíritu en esa iglesia?” El buen canto, la buena prédica, y la buena administración nada tienen que ver con el movimiento del Espíritu Cuando Dios se mueve, habla, y cuando Dios habla, suceden cosas.

CAPÍTULO TRES

ANHELO APASIONADO

¿ Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles?

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Lucas 18:7

rustrado, le dije a mi esposa que me iba al dormitorio a orar y no parada hasta que Dios me diera una orientación. Diez meses antes el Señor me había despertado de un profundo sueño

a media noche y me había dicho que diera un salto gigantesco de fe y renunciara a la iglesia que había pastoreado durante ocho años. El Señor había correspondido a nuestra obediencia y había abierto puertas para que viajáramos como evangelistas. Pero sabíamos que era hora de que dejáramos nuestro hogar en Beaumont, Texas. Habíamos tratado de vender la casa durante muchos meses, pero sin resultado. Las tasas de interés eran muy altas y era difícil vender No obstante, cuando oramos, el Señor nos había aclarado muy bien que no matriculáramos a nuestros hijos en la escuela, porque tendríamos que mudamos a otro estado.

Así que yo estaba enojado con Dios. La escuela empezaba en tres días y todavía no había comprador para nuestra casa. Los vecinos nos preguntaban para dónde íbamos, pero puesto que el Señor no nos lo había dicho, nos limitábamos a sonreír y a contestar que todavía no estábamos seguros. Mientras me sentaba en el suelo en aquel dormitorio oscuro, le decía a Dios lo mal que me sentía pues estaba tratando de obedecerlo, pero la escuela empezaba ya y la casa no se vendía; e incluso cuando se vendiera, no sabíamos adónde iríamos. No sé por cuánto tiempo oré, pero sé que mi oración fue apasionada y honesta. De repente, el Señor le habló a mi espíritu una frase: “Serán tardíos”. Segundos después que escuché Sus palabras, experimenté paz en mi espíritu. Supe que Dios había escuchado mi oración y que Su paz era la indicación de que podía descansar en el entendimiento de que Él iba a actuar en favor nuestro.

A la mañana siguiente tuve una visión en cuanto me desperté. Aunque tan fugaz que sólo duró un segundo, todavía hoy puedo verla. Se trataba de un hombre que se arrodillaba y observaba con atención el anuncio de venta colocado en mi jardín. Pude ver con claridad su peinado, sus espejuelos metálicos y su aspecto de tener más de treinta años. Más tarde, ese mismo día, una mujer tocó a nuestra puerta. Nos dijo que había visto el letrero y nos preguntó si podía ver la casa. Nos contó que su esposo era un banquero y que ella lo traería más tarde para enseñarle la casa. Por su tono de voz comprendimos que en realidad le gustaba. Cuando trajo a su esposo al atardecer, me sorprendí: ¡era el mismo hombre que había visto en la visión! Me confió mientras recorría la casa que él era uno de los pocos que podía conseguir una tasa de interés razonable porque estaba en el negocio bancario.

Antes de veinticuatro horas nos estaban haciendo una oferta por nuestro hogar muy cercana al precio que pedíamos, y firmamos el contrato. En pocos días el Señor nos guió a mudarnos a Birmingham, Alabama, donde habíamos de vivir y tener la base de operaciones para el ministerio al cual nos había llamado.

No oren solamente... ¡oren con vehemencia!

No tengo la menor duda de que la respuesta a aquella oración vino porque oré con vehemencia. Desde luego, otras personas estaban orando por nosotros también.

Cuando la palabra del Señor llegó a Ezequías a través del profeta Isaías: “Así dice el Señor: Pon tu casa en orden, porque morirás y no vivirás, de inmediato Ezequías oró apasionadamente.

Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor; y dijo: Te ruego, oh Señor que te acuerdes ahora de cómo he andado delante de ti en verdad y con corazón integro, y he hecho lo bueno ante tus ojos. Y Ezequías lloró amargamente.

Isaías 38:2-3

Inmediatamente después que Ezequías oró con aquella intensidad, Dios ordenó a Isaías que volviera atrás y le diera otro mensaje:

F

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Véy di a Ezequías: Así dice el Señor; Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí añadiré quince años a tus días.

(v.5)

Debido a que Ezequías oró con pasión, Dios prolongó su vida otros quince años. Muchas oraciones quedan sin respuesta porque oramos con ligereza o sin mucho

entusiasmo. A un famoso evangelista le preguntaron recientemente por qué Dios contestaba todas sus oraciones. Su respuesta fue: “Es fácil: soy un hombre desesperado”. Debido a su gran responsabilidad, él siempre tenía una desesperada necesidad ante Dios, y reconocía que a causa de sus oraciones desesperadas Dios le respondía enseguida.

Dios se mueve de acuerdo con la expectación y deseos de la gente. Si esperamos poco de Dios, por lo regular recibiremos poco. Debemos elevar nuestras miradas. Somos culpables de no pensar en grande.

Los historiadores dicen que el rey David tenía alrededor de treinta y tres millones, pero cuando le pedía a Dios, decía:

Inclina, oh Señor tu oído, y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado.

Salmo 86:1

Aunque era ostentosamente rico, era vehemente en la necesidad que sentía de Dios. Jesús, con frecuencia, pasaba toda la noche orando después de ministrar durante todo el

día. Era fervoroso en Su deseo por el Padre y por hacer Su voluntad.

En aquellos días él fue al monte a orar; y pasó la noche orando a Dios.

Lucas 6:12

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

Marcos 1:35

Con el fervor de un niño

Cuando mi hijito se dio cuenta de que en la zona donde vivíamos había una nueva juguetería, no pasaba un día sin que me pidiera que lo llevara allí. Se propuso visitar aquella tienda y comprar algo. Aunque para mí no era un problema grave el llevarlo, probablemente no lo hubiera hecho si no me lo hubiese pedido con tanto ahínco. Mientras insistía en pedírmelo, opté por asignarle algunas tareas menores para que se ganara el dinero que deseaba gastar Tan pronto terminó sus tareas, nos fuimos allá. Desde el primer día en que empezó a pedirme que lo llevara, él ya “vio” aquel juguete en sus manos.

Nuestras oraciones son contestadas o no en dependencia de la intensidad de nuestro deseo. Creo que Dios tiene un “medidor de la intensidad del deseo” para medir nuestro interés y responde de acuerdo a eso.

Los padres, igual que Dios, tienen la capacidad de conceder solicitudes a los niños. Sin embargo, las solicitudes quedan sin respuesta si no se muestra mucho interés en la petición. En efecto, yo acostumbro a decir “No” cuando mis hijos me piden algo que no es una necesidad. Si llegan a tenerlo al final no es cosa mía, sino del afán que muestren por ello. La mayoría de los hijos, una vez que saben lo que quieren, tienen confianza en que pueden lograr

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que sus padres digan “Sí”. No les preocupa el volvemos locos en el proceso; todo lo que quieren ¡es el permiso!

Los niños saben cómo “cogerle la palabra” a sus padres. En efecto, si llego a decir algo que parezca una promesa, me reclamarán lo prometido. Por ejemplo, si dicen algo como: “¿Nos llevarás al parque el sábado?”; puede que yo les responda: “Es posible, si no llueve y duermo lo suficiente la noche del viernes, y si no estoy demasiado ocupado y la inflación no aumenta”. Aun cuando todas las condiciones no se cumplan, para ellos eso significa “sí” y al llegar el sábado están listos para ir, incluso si a mí se me ha olvidado el asunto.

Ellos comprenden la fe. Es tan simple como “cogemos la palabra”. Si nos atrevemos a pronunciar una promesa, en sus corazones ya está hecho; saben que nosotros cumpliremos nuestra palabra.

Dios quiere que lo miremos con esa misma expectativa. Quiere que “le cojamos la palabra”. Desea que tomemos en serio Su Palabra y dejemos de insultarlo con nuestra duda e incredulidad.

Desesperadamente vehementes

Jamás ha quedado sin respuesta una oración desesperada que yo haya hecho. El problema es que no sigo desesperado por mucho tiempo. La mayoría de la gente ora apasionadamente en una crisis. Como en ese momento somos vehementes, Dios responde. Sin embargo, cuando las cosas van bien, y no hay desesperación, oramos con menos afán y Dios responde menos.

Nadie puede sentirse desesperado en lugar nuestro. No importa cuán importante sea para mi que alguien se sane, o se llene del Espíritu Santo, él mismo tiene que sentir la urgencia del asunto. Dios jamás violará la voluntad de una persona. Los oradores tibios obtienen poco resultado. Algunos tienen la actitud de “Si el Señor me sana, espléndido, y si no lo hace, magnífico también”. O la de “Si el Señor se mueve en nuestra iglesia, será colosal, pero si no lo hace, está bien”. Oran con la actitud de “Que sea lo que Dios quiera”. Pero no se trata de lo que Dios quiera, sino de lo que queramos nosotros. Dios está dispuesto, pero somos nosotros los que debemos volvernos específicos acerca de lo que deseamos, y ser desesperadamente vehementes.

Nadie quiere darle regalos a quien no los aprecie o responda con un débil “Gracias” o “Qué bien”. Como tampoco agradan a Dios los peticionarios sosos de gratitud insípida. A Él le agradan la intensidad vehemente y la gratitud ferviente.

Cuando Ana clamó a Dios por un hijo varón, en el colmo de su desesperación, Dios respondió. Abrió la boca del profeta Elí para decir:

Ve en paz; y que el Dios de Israel te conceda la

petición que le has hecho.

1 Samuel 1:17 Un año después dio a luz a Samuel. Dios utilizó a Penina, quien provocaba a Ana por su

esterilidad, haciendo que deseara apasionadamente un hijo. Entonces, después que ella dedicó a Samuel al Señor, Dios le dio cinco hijos más (1 Samuel 2:21).

A Jesús acudió una mujer cananea que tenía una hija poseída por el demonio. Clamó tanto a Él que hasta Sus discípulos le pidieron a Jesús que la despidiera. Al fin El le contestó:

No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de !srael.

Mateo 15:24

Mas ella siguió adorándolo y diciendo: ¡Señor, ¡socó rreme! Entonces El le respondió:

“No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos “. Pero ella no cejó ni aunque Él la llamara perra. A causa de su afán de ver libre y bien a su hija, su fe aumentó (así como su percepción espiritual) y vio que los israelitas rechazarían lo que Jesús les estaba

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ofreciendo. Tal como los padres saben que los hijos a veces toman la comida que no desean y la tiran bajo la mesa, comprendió que Israel dejada caer esta comida bajo la mesa, así que dijo:

Sí Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas

que caen de la mesa de sus amos. Mateo 15:27

Jesús le concedió su deseo a causa de su fe para ver más allá de las circunstancias

naturales y por su afán apasionado.

Entonces, respondiendo Jesús, dijo: “Oh mujer; grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Mateo 15:28

Se cuenta una historia acerca de un joven que le preguntó a un sabio caballero cómo podía lograr conocer mejor a Dios. El anciano llevó al joven a un lago y le mantuvo la cabeza bajo el agua por casi un minuto. Cuando al fin soltó al joven que jadeaba por aire, le preguntó qué era lo que deseaba mientras estaba bajo el agua. El joven replicó: “¡Aire!” El anciano caballero le dijo: “Cuando desees a Dios con ese mismo deseo intenso, ¡lo encontrarás!” Cuán sorprendentemente rápido se esfuma cualquier otro deseo cuando nos falta el aire.

La mediocridad: nuestro mayor enemigo

Como pastor no me tomó mucho tiempo comprender que mi mayor desafío era mantener a la gente ardiendo en fuego por Dios. Siempre me sorprende la forma en que Dios contesta la oración, cambia situaciones desesperadas en buenas y trae cambios gloriosos en gentes agobiadas de problemas. Sin embargo, lo que detiene Su mano poderosa es una actitud mediocre que puede aquejar incluso al más prometedor soldado cristiano. Dios liberará a las almas abatidas, desesperadas e indefensas, pero poco puede hacer por quienes están llenos espiritualmente. No en balde le dice a la iglesia de Laodicea:

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío o caliente, te vomitaré de mi boca.

Apocalipsis 3:15-16

El dicho familiar de: “Uno puede llevar a un caballo al agua, pero no puede obligarlo a

beber”; describe la tibieza. El mismo Dios no puede hacemos beber, aunque tiene mucho que darnos. El prefiere tratar con un corazón frío que va hacia donde no debe, que con uno tibio, que no se mueve en absoluto.

No permita que lo “bueno” desaloje a lo “mejo?’ que tiene Dios. Demasiado a menudo empezamos a experimentar las bendiciones de Dios y a los pocos sorbos de Su fuente eterna, no deseamos mas.

Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor

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Lucas 5:39

Es posible mantener nuestra hambre y sed de Dios. Tal como El ordenaba a los laodiceos: Sé, pues, celoso y arrepiéntete (Apocalipsis 3:19). Podemos abandonar esa actitud de mediocridad y permanecer ardiendo en fuego por Dios. Si no, ¿cómo puede ser glorificado a través de un cristiano complaciente o una iglesia apática?

Cuando Eliseo estaba en su lecho de muerte, Joás, el rey de Israel, vino ante él. Eliseo le ordenó que tomara las flechas y golpeara la fiera. Y él la golpeó tres veces y se detuvo (2 Reyes 13:18). Entonces Eliseo se enojó con él y dijo:

Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.

(y. 19)

Eliseo se enojó porque él pasivamente se detuvo después de golpear tres veces la tierra.

Su respuesta fue mediocre y, por lo tanto, obtuvo resultados mediocres. Decidió limitarse a golpear la tierra sólo tres veces. Debió haber golpeado hasta que Eliseo le dijera que parara. La mediocridad es nuestro peor enemigo.

Agotando la paciencia de Dios

Jesús se comparó al juez injusto, quien no temía a Dios ni a hombre alguno. Sin embargo, cuando una viuda lo asedió con persistencia pidiéndole protección legal, él se la otorga porque vio que ella lo vencería por cansancio con su persistencia al rogarle. Comprendió que ella no se daría por vencida. Cada vez que él la despedía, es probable que ella respondiera: “Nos veremos mañana”.

Este juez le concedió su deseo, no porque su petición lo mereciera ni porque le pareciera razonable, sino simplemente porque comprendió que ella le agotaría la paciencia.

Sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.

Lucas 18:5

Dios quiere que vayamos ante Él en oración con esactitud de agotar Su paciencia. Jesús concluyó la parábola diciendo:

¿ Y acaso Dios no ha rá justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles?

Lucas 18:7

Nos damos por vencidos con mucha facilidad. Isaías dijo

Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he puesto centinelas; en todo el día y en toda la noche jamás callarán. Los que hacéis que el Señor recuerde, no os deis descanso ni le concedáis descanso hasta que la restablezca, hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra.

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Isaías 62:6-7

El profeta estaba clamando a la iglesia, para que no le diera descanso a Dios (manteniendo esa actitud de agotar Su paciencia) hasta que Él Se manifestara.

Mientras yo estaba ministrando a una iglesia, el pastor pasó por la guardería y escuchó a los niños cantando: “Yo lo exalto”; pero para diversión suya no lo habían aprendido bien y cantaban: “Yo lo agoto”. Mediante esto Dios nos hace percatamos de que aunque esto fue divertido, nosotros los adultos pensamos que estamos agotando la paciencia de Dios. Tenemos mucho cuidado de no “cansarlo”. Pero sin fe es imposible agradar a Dios, y ¿qué sería la fe si fuese algo que pudiéramos manejar nosotros mismos? Jesús dijo que tenemos que ser violentos para entrar al Reino de Dios.

- ..el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

Mateo 11:12

¿Eres tu, Señor, o no?

Cuando venimos ante Dios, debemos estar seguros, en nuestro corazón, de que recibiremos una respuesta de El, aun en pocos minutos. Santiago decía:

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

Santiago 1:5-8

Constantemente mi esposa y yo vamos ante el Señor para pedir sabiduría en las decisiones, tanto grandes como pequeñas, y la mayor parte del tiempo oímos la voz del Señor inmediatamente. Dios le habla a todos Sus hijos. ¡El no retendría sabiduría de ninguno que se la pida! El problema de la mayoría de la gente que dice que no oye a Dios es que están esperando que Dios les hable a su mente. Pero el Espíritu de Dios no se comunica con nuestras mentes, sino con nuestros espíritus.

Dios tiene muchas formas de hablar. Por supuesto que generalmente Él habla por medio de la Escritura. Puede llamamos la atención hacia un versículo relacionado con nuestra situación. También nos habla dándonos una sensación de conocimiento en nuestro hombre espiritual. Esto se llama palabra de ciencia (1 Corintios 12:8) o simplemente con la voz del Señor. Algunos escuchan una palabra o una frase en su espíritu. También el Espíritu Santo nos habla dándonos visiones y cuadros en el Espíritu. A través de Oseas Dios dijo:

Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas [imagen mental].

Oseas 12:10

La palabra hebrea para imagen mental es damah, que significa una “imagen o cuadro mental”. Es muy similar a una visión, pero no tan prominente. Es común oír comentar a los cristianos: “Mientras estaba orando vi por el Espíritu...” Por lo general, el Espíritu Santo les da una imagen mental y esto es lo que el Señor les habla y les da entendimiento en el asunto

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por el que estaban orando. Una vez le pregunté al Señor por qué El hablaba por imágenes y en seguida me recordó: “Una imagen vale más que mil palabras”.

Lo más importante es no obsesionarse en cómo Dios habla, sino nada más desear que Él hable y que se regocije cuando Él lo hace. También es muy importante orar por la interpretación. La cosas del Espíritu siempre requieren interpretación. Esta por lo común llega muy fácil, porque viene también por el Espíritu. Pienso que es sabiduría si la interpre-tación de lo que Dios nos ha dado, tanto si es un cuadro, una visión o un sueño; no llega fácil, sino que hay que dejarlo en la “repisa” hasta que Dios lo aclare todo. Cuando tratamos de analizar, entramos en disensiones, y es muy difícil escuchar a Dios cuando estamos discutiendo.

El escuchar a Dios debe ser común a cada cristiano. En Hechos capítulo dos, Dios dice a continuación del derramamiento del Espíritu Santo:

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.

Hechos 2:17

La oración es una conversación en dos direcciones. Debemos tener esa tenacidad de deseos y vehemencia mientras oramos, esperando oír del Señor. No abriguen dudas de que Dios les hablará. !No piense, pues, quien tal haga (dudar) que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:7).

Jesús dijo:

Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen.

Juan 10:27

No debemos seguir esperando que Dios conteste peticiones como esta: “Si esto es tuyo, Señor haz que la luz se ponga verde al contar tres “, o ésta: “Si esto es de Ti, permite que pase por aquí un auto con la placa de la Florida”. ¡Podemos discernir la voz del Señor en nuestro espíritu! Esas son buenas noticias.

En el pasado, cada vez que Dios nos hablaba, esperábamos al menos tres confirmaciones, para estar seguros de que era Dios, pero si el diablo nos decía algo como: “Eres un fracasado”, ¡ se lo creíamos a la primera vez! Esos tiempos se acabaron. Podemos saber que es la voz del Señor. Como me gusta decir: “Uno sólo sabe, que uno sabe, que uno sabe”.

Dios escucha cuando uno se apasiona en su deseo. No nos limitemos a orar; oremos con vehemencia.

CAPÍTULO CUATRO

NO PUEDO HACERLO

AHORA, SEÑOR;

¡Ml MINISTERIO ME

NECESITA!

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres.

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Lucas 10:40

ienes algún lugar para Jesús?” oí una tarde con claridad, esta pregunta inaudible —pero sin lugar a dudas— del Espíritu Santo. Era un típico día de pastorado. Ocupado como siempre,

estaba haciendo gestiones, tratando de cumplir todo lo más que pudiera antes de que el día se acabara. Esta no era la primera vez que el Espíritu Santo me enfrentaba con esta pregunta. Durante muchos días había estado oyendo en mi interior las palabras familiares de aquella vieja tonada; un himno famoso que había oído incontables veces mientras crecía en la iglesia:

¿ Tenes algún espacio para Jesús?

Aquél que llevó tu carga de pecado

Cuando Él toca y pide entrar

Pecador ¿lo dejarás pasar? El Señor estaba tratando con mi corazón; mi entretenido corazón. Aunque andaba

entregado al ministerio, no me estaba entregando a El. Y Él me estaba llevando al arrepentimiento, porque yo había dejado de servirlo enteramente, y estaba sirviendo a mi ministerio.

He encontrado pocos pastores que no anduvieran ocupados; demasiado ocupados. Pero la ocupación no garantiza los frutos, sino que produce más bien la esterilidad espiritual.

Esto no quiere decir que esté mal andar ocupado. Pero es urgente que pongamos nuestras prioridades en orden. Nuestra primera prioridad, por supuesto, es el mismo Dios.

Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce para que estuvieran con él.

Marcos 3:13-14

Para todos los cristianos, nuestro primer ministerio es para Él. Si no sabemos cómo tener

compañerismo con El, no tenemos ministerio. Del ministerio hacia El viene la dirección, recibimos la guía y fluye la vida.

En la Iglesia primitiva, los discípulos admitían este peligro de las distracciones. Se estaba fraguando un problema en la distribución del alimento y las provisiones. Debido a la persecución, la gente compartía todas sus propiedades (ver Hechos 2:45-46) y alguien tenía que supervisar la distribución diaria. No dejándose engañar por esta distracción de las ocupaciones, la cual hubiese paralizado su efectividad, convocaron a la multitud de los discípulos y dijeron:

No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.

Hechos 6:2-4

Las distracciones son traidoras

Hace varias semanas el Señor me habló mediante un sueno. En éste Él estaba sentado a la mesa frente a mí y me decía: “Las distracciones traicionan; te mantienen en una forma de esclavitud”. Cuando desperté del sueño Sus palabras repercutían como un eco por todo mi ser. ¡Cuán exacta era esta descripción del mismo Espíritu Santo! Las distracciones siempre tienen la atracción de lo importante, pero nos quitan la libertad de escuchar al Señor

T

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Rara vez me he propuesto dedicar algún tiempo para orar sin que me vengan a la mente mil pensamientos. La televisión parece venir por sí misma, la revista Newsweek me pide que la lea y el diario me cae en el regazo. Estos traidores vienen en otras formas también. Apenas me comprometo a dedicar una hora sólo para el Señor, suena el teléfono. De repente me acometen deseos impostergables de arreglar una silla, ordenar mi mesa de trabajo o echar una carta al correo. La lista es interminable, pero son todos traidores con un solo propósito: mantenerme prisionero para que no pueda escuchar a Dios.

El diablo no es ningún tonto. Él sabe Quién es la fuerza de nuestro poder. Por consiguiente, su plan de ataque es distraer. Le importa poco si nos preocupamos por el ministerio, siempre que no nos preocupemos por Dios. El tiene una misión: la de mantenemos preocupados y entretenidos para impedimos un rato de intimidad con Dios. Mientras que nuestro tiempo se disperse entre mil actividades religiosas, su reino no está en peligro. El sabe que aunque no puede robamos la salvación, sí puede detener nuestro crecimiento distrayéndonos.

No hay más que un remedio para el cristiano entretenido: arrepentirse y, con simplicidad de niño, buscar al Señor.

La distracción del éxito

Una de las distracciones más comunes para el cristiano es el éxito. La naturaleza humana tiene tendencia a volverse superconfiado cuando las cosas van bien. Con frecuencia es en medio de las bendiciones de Dios cuando el cristiano se afloja, se deja dominar por la pereza y pierde su fervor por Él. Verdaderamente esas épocas relajadas miden con exactitud la intensidad de nuestro amor por Dios. La mayoría de la gente ora con fervor y se entrega a Dios cuando están en medio de una crisis, pero la verdadera profundidad de la dependencia en Dios y nuestro amor por El se revela cuando estamos disfrutando del éxito.

Tanto si obtenemos el éxito en logros espirituales o en reconocimiento ante otros, así como en éxitos materiales o ganancias financieras, El nos advierte que no olvidemos que El sólo es la razón para ello.

Cuando el Señor tu Dios te traiga a la tierra que juró a tus padres Abraham, JsaacyJacobque te daría, una tierra con grandes y espléndidas ciudades que tú no edificaste, y casas llenas de toda cosa buena que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuidate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

Deuteronomio 6:10-12

Hay dos zonas de distracción que acompañan al éxito y que obstaculizan lo que Dios desea hacer mediante la iglesia local. Estas distracciones son los mayores enemigos de la Iglesia, y son: 1) La mediocridad o complacencia, y 2) el profesionalismo o espíritu de organización.

La mediocridad es una actitud que por lo general sigue a la bendición de Dios. ¡Qué peligroso es sentirse satisfecho con la medida en que hemos visto a Dios moverse y bendecir, y dejar de desear más! Este espíritu de apatía e indiferencia ha paralizado a muchos cristianos e iglesias, y les ha robado el experimentar todo lo que Dios tenía planeado para ellos. Cuando la gente se siente espiritualmente satisfecha, cesan de clamar a Dios. Y cuando no se le busca ardientemente, poco puede hacer Él por nosotros. Lo bueno se ha convertido en el enemigo de lo mejor.

También el profesionalismo sigue a las bendiciones de Dios. Debemos ser profesionales en todo lo que hacemos, ya sea en el vestir, en las capacidades, los equipos, etcétera. Pero el profesionalismo es una actitud de “sabelotodo”. Cegados por el éxito obtenido, nos aferramos a las fórmulas, y buscamos conocer a las personas conectas y seguimos la corriente de lo que oímos que se está predicando en otras iglesias. Con un engañoso sentimiento de independencia, ya no sentimos la necesidad de acercamos a Dios. Ya nos sabemos las can-

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ciones apropiadas, las frases manidas y probablemente podríamos dirigir una preciosa reunión, aun cuando Dios nunca se presentara. Pero Dios desea que oigamos continuamente una palabra fresca de Su boca. Cada movimiento de Dios comenzó fresco. Sin embargo, al final, los hombres sofocan lo que Dios ha hecho, organizando lo que había nacido del Espíritu hasta convertirlo en una herramienta para promover su nombre o su ministerio. Es más fácil para la carne reclamar para sí un método, antes que depender de Dios para algo fresco y nuevo.

La distracción de las personalidades

Un evangelista con una reputación dudosa celebró una serie de reuniones en una iglesia. Los dones del Espíritu operaron a través de él de un modo que sorprendió a la gente. Sin embargo, muchos comenzaron a sentir cierta inquietud con respecto al hombre que muy pronto quedó confirmada por el “mal fruto” que tenía la reputación de este hombre. Quedó desenmascarada su falta de integridad.

Después que el pastor admitió esto y se puso en contacto con otros pastores que habían tenido malas experiencias similares con el hombre, rehusó permitir que continuara en su iglesia. Pero por desgracia, muchos salieron en defensa del evangelista, cegados por la sensación de ver los dones del Espíritu operar a través de él. Por consiguiente, ignoraron su obvia falta de carácter e integridad, su codicia por el dinero y su lengua peligrosa y lo siguieron a través de la ciudad adonde él continuaba “ministrando” a otro grupo de gente con un timo parecido.

Esta gente hicieron ostensiblemente oídos sordos a cualquier consejo que les diera su pastor. Habían sido distraídos y engañados porque habían fijado sus ojos en los dones del hombre, apartando su mirada del Señor. Sin embargo, Jesús no dijo que los conoceríamos por sus dones, sino por sus frutos: Así que, por sus frutos los conoceréis (Mateo 7:20). Obviamente su fruto estaba podrido, pero ellos se dejaron deslumbrar por la sensación de los dones y la elocuencia del hombre.

Algunos pueden preguntar por qué Dios usaba a un hombre que carecía de integridad y se había entregado a la codicia de la carne. La respuesta es simplemente que cuando Dios otorga un don nunca lo retira.

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

Romanos 11:29

Dios le había concedido a este hombre los dones del Espíritu en un punto de su ministerio cuando se había comprometido a andar con El. Y cuando el hombre dejó de permitir que Dios disciplinara su vida, el Señor no le quité el don.

Esto es una tragedia cuando los jóvenes cristianos suponen inocentemente que los dones del Espíritu Santo operan solamente en una persona cuya vida está complaciendo a Dios. (Por supuesto que esto suena razonable a la mente natural.) Cuando los jóvenes ven a la persona hacer cosas malas o carnales, naturalmente se confunden y tropiezan. ¡Ay de quien les hace caer! ¡Qué responsabilidad tenemos de andar en el carácter de Jesucristo en todo momento!

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar

Mateo 18:6

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Dios nos adviene que no nos dejemos distraer por la personalidad. El prueba nuestra lealtad y nuestro compromiso con El.

Si se levantare en medio de ti un profeta, o soñador de sueños, y te anuncia una señal o un prodigio, y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: “Vamos en pos de otros dioses <a los cuales no has conocido) y sirvamos les, no darás oído a la palabra de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el Señor tu Dios te está probando, para saber si amas al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma.

Deuteronomio 13:1-3 (B.d.l.A)

El mismo instrumento que nosotros elogiemos puede ser una distracción de nuestro andar íntimo con Dios. Pablo llamaba carnales, faltos de espiritualidad y recién nacidos en Cristo a aquellos que declaraban ser “de” Pablo o “de” Apolos (1 Corintios 3:1-4). El resumía la perspectiva de Dios en:

Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios.

1 Corintios 3:6

Podemos apreciar lo que Dios está haciendo a través de otros vasos, incluso vasos de gran

integridad, pero Dios tiene una visión mucho mayor de cada cristiano como para que sea una copia al carbón de otro. Cada persona es maravillosamente única a Sus ojos.

La distracción de la necesidad de sentirse necesario

Todos queremos sentimos importantes e incluso indispensables. Unido a una necesidad de reconocimiento, qué fácil es servir a un ministerio bajo el disfraz de servir a Dios.

Hace poco me contaron de un pastor en Texas que está aconsejando doce horas diarias. Aunque esto tenga la apariencia de dedicación al ministerio, suena como si el hombre padeciera de una grave necesidad de sentirse necesario. Primero que todo, la mayoría de las necesidades de asesoramiento pueden resolverse en la forma en que Dios manda, que es por la predicación ungida de la Palabra. Por supuesto, hay excepciones, pero bajo la exposición ungida de la predicación, el Espíritu Santo corregirá, condenará, instruirá, iluminará y censurará en las situaciones de necesidad. Para santificarla [la iglesia], habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra (Efesios 5:26).

En segundo lugar, el pastor le estada prestando a la gente un servicio mucho mayor si empleara esa misma cantidad de tiempo en la oración y el estudio de la Palabra, sintonizando Su corazón para oír lo que Dios está diciendo.

Debido a esta necesidad de ser necesario, a la larga se priva a la gente de aprender a depender de Dios. El es un Dios celoso. Ese ministro, alimentando su ego inseguro, está enseñando mal a la gente a depender de él en lugar de hacerlo en Dios. El quíntuple ministerio del apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro está llamado para equipar a los santos a fin de que estén preparados para ministrar. Cada ministro debiera mantener una actitud de enseñar para dejar todo en otras manos. Aquellos a quienes él ministra deben ser preparados para hacer lo que él está haciendo. El ministerio verdadero es mucho más que impartir información: es multiplicar nuestra vida (lo que Dios nos ha conferido) en la vida de otro.

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Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Efesios 4:11-12

Marta tenía la necesidad de ser necesaria. Estaba distraída con su propio deseo de aprestarlo todo. Jesús la reprendió, no por servir, ¡sino por excederse al hacerlo! María había estado en la cocina ayudando en los preparativos; entonces, sintiendo que era suficiente, salió de la cocina y se sentó a los pies de Jesús. Ella sí tenía sus prioridades en orden; no estaba sirviendo por la necesidad de sentirse necesaria, así que era libre de hacer lo que era mucho más importante, estar a la disposición de Jesús.

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres (excederse) y acercándose, dijo: Señor ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Lucas 10:40-42

Marta no sólo se enfadó con María, sino también con Jesús. Esto es común cuando entramos en conflicto. Hacemos cosas para alimentar nuestro propio ego: esa necesidad de ser necesarios. Entonces nos enojamos con otros que no ven las cosas como nosotros las vemos. María complació al Señor, sin embargo. Ella escogió estar libre para sentarse a los pies de Jesús. Su satisfacción era El, no su ministerio.

La distracción de lo sensacional

A la carne le fascina lo sensacional, pero el deseo de seguir únicamente lo que atrae nuestros sentidos nos priva de oír la voz de Dios.

Como la voz del Señor a veces es difícil de oír, muchos se sienten frustrados y deciden llevar a cabo sus propios planes en vez de tomarse el tiempo que necesitan para escuchar a Dios.

Con frecuencia es una famosa personalidad destacada que viene a la zona (quien ha tenido cieno éxito como cristiano), más bien que alguien que puede no tener más credenciales que las de que “oye a Dios”.

Cuando Elías se paró en la montaña ante el Señor, Dios no estaba en el poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas; Dios no estaba en el terremoto; ni en el fuego. Después que pasaron aquellos sucesos sensacionales fue cuando Elías oyó el susurro de una voz apacible:

¡... pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego el susurro de una brisa apacible.

1 Reyes 19:11-12 (B.d.l.A)

Dios está entrenando nuestros oídos, para que ya no nos satisfaga lo sensacional, porque nuestros espíritus están clamando por una palabra fresca del Señor.

Eliseo también tuvo que pasar la prueba de la distracción. Él tuvo la oportunidad de ser distraído por lo sensacional. La condición para que recibiera o no la “doble porción” estaba en que no quitara sus ojos de Elías cuando éste le fuera arrebatado:

Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere

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quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.

2 Reyes 2:10

Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí apareció un carro de fuego con caballos de fuego que separó a los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino.

(y. 11)

Eliseo tuvo que mirar más allá de toda esta conmoción y mantener sus ojos en Elías; y

pasó la prueba. Cuando yo era un joven cristiano alguien me dijo que mientras más andamos con el

Señor, más débil se escucha Su voz. Al principio no pude entender esto, porque Su voz parecía ya difícil de escuchar. Años después, cuando conocí a Marilyn, la que sería mi esposa, el Señor me dio entendimiento.

Cuando me presenté a ella le dije: “Hola, yo soy Steve Sampson”. Pero ala siguiente vez sólo dije: “Hola, es Steve”. Después de eso me limité a decir: “Hola”. Ella reconocía mi voz y yo no tenía que explicar nada mas. Ahora, después de años de matrimonio ambos sabemos lo que el otro está pensando sin tener que hablamos. Podemos comunicarnos en muchas otras formas, como una mirada, una cierta expresión y cosas por el estilo. Nos conocemos bien uno al otro.

Es igual cuando tenemos nuestro primer encuentro con el Señor. El dice algo como: “Hola, soy Jesucristo, te estoy salvando de tus pecados”. Cuando vuelve a hablamos, dice: “Hola, es Jesús, y te bautizaré con el Espíritu Santo”. Después Su voz para nosotros se liniita a “Hola”. No siempre experimentamos la sensación de oírlo que tuvimos al principio. Según andamos con Él a diario, empezamos a conocer Su voz. Conocemos Su voz por Su espíritu que habla a nuestro ser interior

No tenemos que ser esclavos de lo sensacional, porque conocemos Su voz. La distracción de la culpa y la condenación Un común denominador entre muchos cristianos que conozco es el problema de no sentirse espiritual. Esta idea de que tenemos que sentimos espirituales antes de que Dios pueda usamos por supuesto que es una mentira. Las veces en que Dios me ha usado más, son esos momentos en que probablemente me siento menos espiritual.

Mucha gente que conozco lucha contra la condenación. La palabra “condenación” significa juicio o acusación. Dios no condena a Sus hijos. El Espíritu Santo nos da convicción de pecado, pero Su convicción es suave, dejándonos conocer en nuestro ser interior que estamos haciendo algo mal.

Nos pasamos demasiado tiempo pidiendo perdón por los errores que cometemos (y debemos tener un corazón arrepentido) pero Dios es pronto en perdonamos y simplemente nos dice que nos levantemos de nuevo y continuemos andando en el Espíritu. El no cuenta las veces que caemos, sólo las veces que nos levantamos.

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu.

Romanos 8:1

No tenemos que vivir con sentimientos de culpa como “No estás haciendo lo suficiente

para Dios”. En vez de eso podemos disfrutar nuestra unión con Jesucristo. No tenemos que

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tratar de forzar sentimientos espirituales, sino más bien regocijamos de que El nos ha hecho herederos junto a El. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí... (Mateo 11:29).

No te esfuerces para estar unido a Dios; ¡disfruta el hecho deque lo estás! Uno de los trucos del diablo es el de hacernos pensar que uno es el único que tiene

batallas. Dice mentiras como: “Nadie tiene que rechazar pensamientos como esos. Nadie más tiene esos temores. Si fueras espiritual como todo el mundo, no tendrías esos problemas”. Por supuesto que dice eso mismo a todo el mundo.

Pero después que uno sabe que cada tentación “es común al hombre” (ver 1 Corintios 10:13) uno puede resistir esas milenarias tentaciones del enemigo.

¡Dios está de nuestro lado! La distracción de tomarse uno

demasiado en serio Cuando aprendí a reírme de mí mismo y admitir mis propios fracasos y debilidades, empecé a experimentar una fortaleza y una confianza en Dios que nunca antes parecieron disponibles.

Cuando nos esforzamos demasiado y nos dejamos engañar hasta pensar que el reino de Dios es responsabilidad absolutamente nuestra, damos todavía menos fruto. Sin embargo, cuando nos relajamos y simplemente procuramos estar disponibles para Dios, logramos mucho más.

Dios siempre se mueve en una atmósfera de gozo y libertad, y no en una atmósfera de inseguridad y esfuerzo. Nosotros, como instrumentos de Dios, no podemos “salvar” gente, o sanar gente, pero sí podemos escuchar al Espíritu Santo. Mas cuando estamos esforzándonos tanto para ser “superespirituales”, inconscientemente ahogamos el flujo del Espíritu Santo a través de nosotros. Se sana más gente cuando estamos conscientes de que no somos nosotros quienes lo hacemos, sino que sólo nos corresponde alentar a la gente a disfrutar la presencia del Señor. Es por Su presencia que suceden las cosas y ¡en Su presencia hay plenitud de gozo! (Salmo 16:11).

Deseo decirles a estos cristianos superserios: “Alégrense! Relájense en la presencia del Señor y estén atentos a lo que ustedes reconocen como Él obrando por Su Espíritu. No se tomen tan en serio y Dios hará más a través de ustedes.

CAPÍTULO CINCO

INCITADO A SALIR

DE LA ESTERILIDAD

Y su rival la provocaba amargamente para irritarla, porque el Señor no le había dado

hijos.

1 Samuel 1:6 (B.d.l.A)

espués que había pastoreado mi primera iglesia por unos pocos meses, se unió a la misma un hombre enormemente grande. Al principio le gustaba el compañerismo, la alabanza y la

adoración, y era muy receptivo a la enseñanza y la predicación. Pero el Señor empezó a tratar con él; y mientras más trataba Dios con el hombre por

causa de sus motivos y actitudes, más se encolerizaba éste. Pero el problema era que dirigía su enojo contra mí; en cada servicio se sentaba allí con una deprimente nube de odio, los

D

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brazos cruzados sobre el pecho y con los agresivos ojos clavados en mí mientras yo predicaba. Me iba muy bien hasta que mis ojos se cruzaban con los suyos, entonces me sentía tan intimidado y tan odiado, que, una vez que lo percibía, se me escapaba la unción y las ideas se me dispersaban.

Así que empecé a orar: “Señor, saca a este hombre de la iglesia, porque obstaculiza mi predicación”. Pasaron varias semanas y entonces el Señor me habló: “No voy a sacarlo, porque Yo lo he traído”.

Sabiendo que me había colocado entre “la espada y la pared”, comprendí que no tenía adónde volverme, excepto ceder al propósito de Dios (que era fortalecerme). Así que me propuse predicar a pesar de aquel hombre, fijando mis ojos exactamente por encima de la línea de su pelo. Pronto me fue cada vez más fácil predicar con los ojos de él clavados en mí. De hecho empecé a disfrutarlo, porque sentía que me alzaba en las alas de la unción del Espíritu.

No mucho después de mi victoria, recibimos una llamada telefónica. El hombre y su familia se mudaban a California. Me sentí tan feliz que dancé por toda la habitación.

Pero antes de una semana otro hombre se unió a la iglesia. Era más grande que el primero, dirigió su ira hacia mí y la nube de depresión que había sobre su cabeza era aun mayor que la del otro. ¡Era obvio que Dios todavía no había terminado su obra conmigo! Por supuesto, traté de aconsejar a ambos hombres, pero ninguno de ellos quiso admitir que estaban enojados con Dios. Dios los había enviado para cambiarme. Más tarde, el segundo hombre se mudé también, pero ya yo había pasado la prueba. Nunca más permitiría que el rostro de un mero hombre obstaculizara la predicación del Evangelio a través de mí. Dios había usado a estos dos hombres como instrumentos en Su mano para fortalecerme. Los instrumentos ocultos de Dios

La mayor parte de la gente no se acerca a Dios hasta que están desesperadas. Por consiguiente, a menudo Dios suscita una situación o trae a una persona que nos saque de nuestra cómoda actitud y nos arroje en Sus brazos.

Un hombre llamado Elcana tenía dos esposas. Una se llamaba Penina y la otra, Ana. A la hora de hacer ofrendas al Señor, Elcana le daba porciones a Penina y a sus hijos e hijas. Pero a Ana él siempre le daba una doble porción (Ver 1 Samuel, capítulo 1).

Pero el Señor había cenado la matriz de Ana. Y a no dudarlo, ella hubiese permanecido estéril, pero Dios usó a la otra esposa, Penina, para provocarla y hacerla sentir disgustada y miserable:

Y su rival la provocaba amargamente para irritarla, porque el Señor no le había dado IÑos. Esto sucedía años tras años; siempre que ella subía a la casa del Señor la otra la provocaba. Y Ana lloraba y no comía.

1 Samuel 1:6-7

Probablemente Ana no lo sabía entonces, pero Penina era un instrumento en la mano de Dios para hacer que ella se desesperara por tener un hijo. Si Penina no la hubiera provocado, ¡ella nunca hubiese clamado a Dios! La continua mortificación a que la sometía su rival magnificó su esterilidad.

Dios tenía en mente un propósito, que era hacer nacer al profeta Samuel. Pero Samuel nunca hubiese nacido si Ana no hubiera clamado al Señor en su desesperación. Y nunca hubiese clamado al Señor si Penina no la hubiera provocado. Dios tuvo que incomodarla antes de poder usarla.

Incluso su esposo Elcana trató de consolarla, pero sin éxito.

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Entonces Elcana su marido le dijo: “Ana, ¿por que lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?

(y. 8)

La mayor necesidad de la iglesia

La iglesia en la década pasada ha sido como Ana. Hemos sido bendecidos. Nuestro “Esposo” ha sido bueno con nosotros. Hemos experimentado de verdad las bendiciones de Dios. Hemos aprendido mucho acerca de la fe, las bendiciones de Dios, la riqueza de nuestra herencia... pero somos estériles. Estamos bendecidos, pero somos estériles. Aunque podemos señalar rápidamente bendiciones externas como casas, autos, templos y cosas por el estilo, hay poco fruto en nuestras vidas. De tarde en tarde un alma viene al Reino de Dios a través de nosotros. Bendecidos por Dios como Ana lo estaba por su esposo, Elcana, nos hemos mantenido carismáticamente cómodos y ciegos a nuestra esterilidad espiritual.

Así que Dios nos ha enviado Peninas. Vienen en muchas formas. Sentimientos de insatisfacción, vacío espiritual u otra gente usada por Dios cuando nosotros no estamos haciendo lo que El espera de nosotros. Otros tienen la forma de políticos liberales, organizaciones como la ACLU (Unión de libertades civiles norteamericanas), tratando de declarar inconstitucional el orar en la escuela o el exhibir públicamente el pesebre en diciembre, lo cual es parte de nuestra herencia judeocristiana: el cimiento mismo sobre el cual se fundó nuestro país. Instrumentos como Madelyn Murray O’Hare han sido en realidad una bendición invisible, porque nunca habían estado tantos cristianos tan preocupados por la libertad religiosa hasta que ella empezó su embestida contra el cristianismo.

Dios ha usado estas Peninas para estimular a la Iglesia (el gran gigante dormido) a fin de sacarlo de su esterilidad. Dios nos está provocando para que podamos buscar quedarnos en cinta de Sus propósitos. Cualesquiera que sean las Peninas, nos sentimos muy incómodos.., provocados. Las bendiciones materiales ya no nos satisfacen. Hay un clamor, más profundo de lo que podemos explicar, muy hondo adentro de nosotros. Como una madre que anhela tener un hijo, la Iglesia también está llorando por tener un fruto.

Como Ana, nos vemos diciendo: “Aunque estoy muy bendecida, ya no puedo soportar ser estéril. Esta aridez debe terminar. Señor, ¡permite que tenga fruto que haga crecer a Tu reino!” La importancia de la desesperación

Cuando Ana llegó a este punto de desesperación, Dios escuchó su oración.

Ella muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente. E hizo voto y dijo: Oh Señor de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierra, te acuerdas de mil y no te olvidas de mil sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida, y nunca pasará navaja sobre su cabeza.

1 Samuel 1:10-11 (B.d.l.A)

Ella no dijo: “Señor, seda muy bueno tener un hijo”, sino que oró con toda su alma, con vehemencia. Tan grande era su angustia que Elí, el profeta, pensó que estaba ebria y le dijo: ¡Echa de ti tu vino! (v.l4). Claro que ella le explicó la angustia de su corazón diciéndole: . . .no he bebido ni vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante del Señor (v.15) (B.d.l.A)

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Fue en este pináculo de la desesperación que Dios abrió la boca de Elí y le hizo Su promesa a ella:

Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda la

petición que le has hecho.

(v.17, B.d.l.A)

Ana oró sin egoísmo. Tan grande era su deseo de dar fruto que nada pidió para ella. Pidió

un hijo varón que entregaría por completo al Señor para engrandecer Su Reino: Yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida, y nunca pasará navaja sobre su cabeza (y. 11).

Ana ni siquiera pedía un hijo que ella pudiera conservar, sino meramente ser el instrumento que Dios pudiera usar para hacer nacer al niño. ¡ Qué ejemplo para todo cristiano! “Señor, sencillamente úsame como el canal de bendiciones para el engrandecimiento de Tu Reino”.

Dios recompensó la solicitud altruista de Ana. No sólo la usó para hacer nacer a Samuel, uno de los más grandes profetas que hayan existido jamás, sino que también le dio a Ana cinco hijos para ella.

Y el Señor visitó a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas.

(y. 2:21)

Cuando oramos primero por el engrandecimiento del Reino, entonces Dios es libre de bendecimos en formas inesperadas. La insatisfacción divina

El año pasado el Señor me habló diciéndome que le estaba otorgando un nuevo don a Su Iglesia. Cuando le pregunté cuál era, me contestó: “La insatisfacción divina”.

Poco después empecé a notar una inquietud en el pueblo de Dios. Todo aquél con quien hablaba parecía sentirse frustrado. Muchos me han dicho que se sienten como si estuvieran sujetos a un patrón. Sin embargo, existe un sentimiento de expectación de que Dios se está preparando para hacer algo nuevo. Antes de que Dios pueda darnos más, tenemos que sentirnos descontentos con el estado en que estamos.

Primero debe ser un clamor. Isaías dijo:

Pues Sión apenas estuvo de parto, dio a luz sus hijos.

Isaías 66:8 (B.d.l.A)

Hasta que los hijos de Israel no clamaron a Él de en medio de su esclavitud, Dios no levantó a Moisés como su liberador (ver Éxodo 3:9).

Dios entregó a Israel en las manos de Madián durante siete años (ver Jueces 6:1). Pero cuando estuvieron desesperados por su esterilidad e indefensión y clamaron a Dios, El levantó a Gedeón para que los liberara.

Y cuando los hijos de Israel clamaron al Señor a causa de Madián...

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Jueces 6:7 (B.d.l.A)

Hace poco tuve un sueño. Una joven mujer caminaba hacia su prisión. En el sueño yo trataba de convencerla para que no lo hiciera, sugiriéndole que apelara la sentencia o algo asi. Entonces ella me contestó: “i,Qué tiene de malo la prisión?” En realidad el Señor me permitió ver que la atadura (la cual representa la prisión) se vuelve tan cómoda que Su pueblo se acostumbra a ella. Pablo alentó a los gálatas:

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Gálatas 5:1

El pueblo de Dios nunca debía sentirse cómodo en atadura, ni estar contento con ser estéril:

Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y clamo en alta voz, la que no ha estado de parto; porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice el Señor Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas; no escatimes; ala rga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te exten-derás hacia la derecha y hacia la izquierda; tu descendencia poseerá naciones, y poblarán ciudades desoladas.

CAPÍTULO SEIS

¡HAZ ALGO!

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros

mismos.

Santiago 1:22

l diablo no está amenazado por lo que los cristianos tenemos: está amenazado por lo que estamos usando. Demasiado tiempo hemos estado engañados en la inactividad. Justificamos

nuestra posición letárgica razonando que si Dios desea que hagamos algo, El sabe dónde encontramos.

Pero Dios no está obligado a damos más hasta que usemos lo que ya nos ha dado. No está dispuesto a hablamos otra vez hasta que actuemos en obediencia a lo que Él nos habló hace tiempo.

La mayor parte de los progresos que he experimentado en Dios no tuvieron lugar cuando estaba ocioso, sino cuando estaba progresando en la luz que ya tenía. Casi todas las revelaciones de las Escrituras que he recibido, me han llegado mientras estaba predicando, o entregándome en cuerpo y alma a prepararme para predicar.

Hasta que no estemos obedeciendo Dios, no nos hablará del siguiente paso que debemos dar. Estar dispuesto a correr riesgos

E

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Siempre es un riesgo dar un paso de fe. Sin fe no podemos agradar a Dios. No sería fe si Dios tuviera un anuncio de luz neón parpadeando enfrente de nuestra casa cada mañana, que nos dijera los pasos que debíamos dar ese día.

Sentarnos en la cabina de un enorme camión y tratar de dar vuelta al timón puede parecer imposible, pero apenas Comience a moverse el camión, el timón girará con facilidad. Igualmente, Dios no puede dirigir nuestras vidas hasta que empezamos a movemos. Si nos movemos en dirección contraria, Él puede ajustarnos, pero el secreto de conocer la guia del Señor es empezar a movernos en la luz que ya tenemos.

Un hombre se acercó a un amigo mío que es pastor y le dijo que él había sentido que el Señor lo estaba llamando a prepararse para el ministerio, pero añadió: “Si voy ahora a la Escuela Bíblica, ¡tendré cincuenta y tres años cuando salga!” Creo que Dios le dio a mi amigo la sabiduría para responderle: “Bueno, ¿qué edad tendrá si no va?” Use lo que ya tiene

El profeta Eliseo fue enviado a una viuda que tenía un problema desesperado, y que le dijo al profeta:

Tu siervo, mi marido, ha muerto; y tú sabes que tu siervo temía al Señor; y ha venido el acreedor para tomar a mis dos hijos para esclavos suyos.

2 Reyes 4:1 (B.d.l.A)

Es interesante señalar que el profeta (representante de Dios) no le dio a ella nada adicional a lo que ya tenía, ni reprendió a su enemigo, sino que le habló del mismo modo en que Dios nos está hablando a nosotros hoy:

Y Eliseo le dijo: ¿ Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite.

(v.2)

La viuda, como muchos de nosotros, no veía “ninguna cosa” ante sí. El problema es que

ella no entendía que ya tenía algo que no estaba usando. Estaba paralizada por el problema que parecía insuperable. La solución no estaba en recibir algo más, sino en usar el aceite que ya tenía y liberarse de la parálisis vertiendo este aceite en vasijas vacías. ¡

Él le dijo: Ve, pide vasijas prestadas de todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos; y echas el aceite en todas estas vasijas, pon iendo aparte las que estén llenas.

(vv. 3-4, B.d.l.A)

El aceite representa al Espíritu Santo a quien tenemos en nuestra “casa”. Cada cristiano tiene disponible al Espíritu Santo. La clave no está en pedirle más a Dios, sino en derramar el ánimo del Espíritu Santo que está en nosotros sobre la gente necesitada y vacía. Liberamos el poder y la capacidad de Dios al denamarlo. La clave para tener siempre algo fresco de Dios es no dejar de deinmar jamás su amor a los demás.

La naturaleza humana tiene la tendencia a acumular. Tenemos miedo a que las cosas se nos acaben. Sin embargo, acumular y conservar es el equivalente a decirle a Dios que corte el flujo hacia nosotros porque no queremos más. Los predicadores a veces son remisos a hablarle a otros de las revelaciones que Dios les ha dado por miedo a que otro predicador lo

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predique y “gane el crédito” por ello. Pero es importante darlo a otms, y entonces Dios añadirá rápidamente revelaciones adicionales. A veces personas que están atnvesando malos tiempos dejan de dar diezmos y ofrendas, razonando que necesitan conservar lo poco que tienen. Pero nada podía estar más equivocado. Al retenerlos, detienen el flujo de Dios hacia ellos.

Hay otro mensaje poderoso en este incidente: Eliseo le dijo a la viuda que apartara las vasijas llenas. Los cristianos llenos y satisfechos siempre están en peligro de ser apanados por el Señor. Dios mismo nada puede hacer por un cristiano “satisfecho”. Tiene que haber ese continuo derramamiento hacia afuera que cree una sed mayor de Dios. El mejor camarero del mundo no puede llenar un vaso lleno de agua.

Jesús dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de

justicia, porque ellos serán saciados.

Mateo 5:6

Lo único que hizo cesar el flujo de aceite (no fue Dios ni el diablo) fue que no había más vasijas vacías.

Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a un hijo suyo: Tráeme otra vasija. Y él le dijo: “No hay más vasijas”. Entonces cesó el aceite.

(y. 6, B.d.l.A)

Acérquese a Dios

Muchos sermones se han predicado acerca del sueño que tuvo Salomón en que Dios le dijo: Pídeme lo que quieres que yo te dé (2 Crónicas 1:7). Sin embargo, esta poderosa invitación de Dios a pedir cualquier cosa de El no se hizo por accidente: antes de este sueño ¡ Salomón le había ofrecido mil holocaustos! Se requería solamente un holocausto, pero Salomón ofreció mil. Salomón se aceitaba a Dios con vehemencia. Le estaba ofreciendo un mil por ciento más de lo que se requería. Había puesto todo su corazón en agradar a Dios:

Subió Salomón allt delante del Señor; al altar de bronce que estaba en la tienda de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

2 Crónicas 1:6

No en balde Dios fue tan generoso en Su oferta a Salomón, ¡porque Salomón se acercaba a El con vehemencia! ¿Cuántas veces los cristianos tratamos de pasar con lo imprescindible en vez de acercamos todo lo posible a Dios?

Cuando Salomón pidió únicamente sabiduría y ciencia para guiar al pueblo de Dios en lugar de pedir con egoísmo, Dios le concedió no sólo sabiduría y ciencia, sino también riquezas, bienes y gloria. Necesitamos acercamos a Dios con una actitud de ofrecerle un mil por ciento de nosotros mismos, y buscando engrandecer Su Reino. A Su vez, Dios irá hasta el final para complacer nuestras necesidades y mucho mas.

Otro que se acercó a Dios así fue un romano llamado Cornelio. El mensaje del Evangelio era algo extraño para Cornelio, pues él no era descendiente de judío. Sin embargo, amaba a Dios. Con sus actos y su corazón buscaba a Dios en un esfuerzo de un mil por ciento.

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Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

Hechos 10:1-2

Mientras Cornelio se acercaba a Dios, siendo devoto, temeroso de Dios y enseñando a su familia a temer a Dios, dando muchas limosnas y orando todo el tiempo, Dios lo visitó. Una vez más, no fue por accidente. Dios visitó a Cornelio porque éste se acercaba a Él con gran vehemencia, con toda su alma.

Como Cornelio se estaba poniendo a disposición de Dios, el Señor lo usó para abrir la puerta a fin de que el Evangelio fuera predicado a los gentiles. El centurión vio en visión a un ángel que se le acercaba y le decía: “~Corneio!” Eso, por supuesto, llamó su atención:

Él, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿ Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

Hechos 10:4

Entonces dio instrucciones a Cornelio para que mandara a buscar a Pedro, quien vino a Cesarea y le predicó a los amigos íntimos y parientes de Cornelio. Y mientras Pedro les estaba predicando, el Espíritu Santo cayó soberanamente sobre todos los creyentes gentiles.

Dios había usado poderosamente a Cornelio como una puerta para abrir el Evangelio a los gentiles, porque él se acercaba a Dios. Continúe moviéndose Muchas veces he oído decir a alguna persona que uno jamás permanece estático en Dios: o se retrocede, o se adelanta. Jeremías dijo:

Mas ellos no escucharon ni inclinaron su oído; sino que anduvieron en sus propias deliveraciones y en la terquedad de su malvado corazón, y fueron hacia atrás y no hacia adelante.

Jeremías 7:24

Realmente no hay espacio para la pereza en Dios. No se pueden tomar vacaciones del

Espíritu Santo, sino que hay que vivir en una actitud de disponibilidad hacia Dios. Cuando Pablo, Silas y Timoteo fueron en una misión de evangelización, el Espíritu Santo

les prohibió por dos veces que predicaran en dos lugares distintos. Dios los estaba guiando mientras se movían, y entre tanto el Espíritu Santo les habló en visión durante la noche, diciéndoles que fueran a Macedonia:

Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió ... Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón mace-donio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.

Hechos 16:6,9

Dios los guió en su andar y ellos supieron que Dios los estaba enviando a Macedonia a

predicar. Mientras estaban en Filipos, en Macedonia, encontraron a una mujer llamada Lidia.

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Su corazón estaba abierto para ellos y la bautizaron a ella y a su familia. Mientras iban en camino a la casa de ella para orar, una muchacha esclava, poseída por espfritu de adivinación, les salió al encuentro y daba voces diciendo: Éstos hombres son siervos del Dios altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación (y. 17). Pablo no se dejó engañar por aquellas palabras de adulación y ordenó al espíritu que saliera de la muchacha. Cuando sus amos vieron que el espíritu maligno se había ido, agitaron a la multitud y los magistrados echaron a Pablo y a Silas en prisión.

¡Pero Pablo y Silas siguieron adelante! Aunque tenían las manos y los pies asegurados en el cepo, empezaron a orar y a cantar himnos a Dios. Se estaban acercando hacia Dios.

Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos

se soltaron.

(y. 25-26)

Mientras Pablo y Silas seguían adelante cantando en medio de una situación imposible, Dios en cambio se acercó y causó un poderoso terremoto. Como resultado de éste se soltaron las cadenas de todos, no solamente las de Pablo y Silas. Nuestra actividad en Dios siempre causará yictoria no sólo para nosotros, sino para los que nos rodean.

La mayoría se hubiera detenido allí y hubiese huido, mas no Pablo. La Escritura dice que el carcelero despertó de su sueño y, viendo que las puertas estaban abiertas, supuso que los pnsioneros habían escapado, y pensó suicidarse.

Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas

ningún mal, pues todos estamos aquí.

(y. 28)

¡ Pablo no podía haber sabido que el carcelero tenía intenciones de suicidarse si no

hubiese sido por el Espíritu Santo! La cárcel estaba a oscuras. Pero debido a la preocupación de Pablo por las almas y al hecho de que él no estaba pensando en salvar su propia piel, estaba sintonizado con el Espíritu Santo, quien le mostró que el hombre estaba presto a matarse. ¡Pablo todavía se estaba acercando a Dios! Imagínense la sorpresa del carcelero al oír esas palabras: “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí”. Probablemente se preguntó cómo Pablo sabía que él se disponía a cometer suicidio, y Pablo obviamente no podía verlo pues el carcelero tuvo que pedir que le trajeran una luz para correr a arrodillarse ante Pablo y Silas.

Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.

(vv. 29-31)

Por haber seguido Pablo moviéndose en el flujo del Espíritu Santo, sin atender al instinto

de conservación, sino deseando la mente y la voluntad de Dios, toda una familia fue traída al reino de Dios.

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No hay registro de ningún otro que se haya salvado en esa zona. Evidentemente, el Señor les envió allí por aquel único hombre y su familia. ¡Alabemos a Dios por la obediencia de Pablo! Quien tenga miedo al fracaso

no trate de servir a Dios

El miedo al fracaso ha impedido que muchos obedezcan a Dios. Muchos de nosotros estamos esperando a ser perfectos antes de obedecer, o ser ricos antes de dar, o ser otro Isaías antes de profetizar. Pero verdaderamente, el miedo al fracaso es una sobreprotección a nuestro orgullo. Tenemos que estar dispuestos a quedar como tontos por Cristo antes de que podamos abandonamos a la obediencia. Así muchos de nuestros esfuerzos son más bien para evitar ser humillados en vez de arriesgarnos para ver a Dios glorificado. Pero en cualquier momento en que nos atrevamos a correr un nesgo al responder a la voz de Dios, Él nos respaldará. Pero aun si no lo hace, debemos tener la actitud de que es mucho mejor estar dispuesto a quedar como tontos por Dios, que no hacer nada y quedar bien a los ojos de los hombres.

CAPÍTULO SIETE

EL MAYOR MILAGRO:

¡LIBERACIÓN DE SÍ MISMO!

El que vive aislado busca su propia deseo.

Proverbios 18:1

ientras me comía un sandwich encendí la televisión por un momento. Un conocido anfitrión de espectáculos en vivo estaba entrevistando a un hombre que tenía la

“enfermedad” de la timidez. El hombre de treinta y pico de años tenía un aspecto agradable, pero su problema de timidez había sido un impedimento para él toda su vida, pues no podía relacionarse con otras personas.

Ese día también estaba un prominente psiquiatra en aquel programa. El famoso presentador le preguntó: “Díganos doctor, ¿qué es la timidez exactamente?” El psiquiatra respondió: “La timidez es fácil de definir: es ciento por ciento preocupación por uno mismo

Mientras meditaba en esta afirmación, se me hizo obvio que la timidez es mucho más que cohibición, es más bien un egocentrismo extremo.

La clave para el gozo El verdadero gozo llega cuando dejamos de vivir para nosotros mismos. Empezamos a encontrar la vida al olvidamos de nosotros. La gente egocéntrica no sólo es desdichada, sino que por lo regular lucha contra la depresión. Cualquiera que continuamente se regodea en sus propias necesidades egoístas experimentará muy poco gozo. Jesús dijo:

Porque todo el que quiera salvar (vivir para sus propios intereses) su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de m4 éste la salvará.

Lucas 9:24

Cuando unos nuevos vecinos se mudaron a la casa de al lado nuestro, durante meses nos contaron acerca de sus vidas, sus empleos, sus hijos, sus padres, dónde se criaron, y cuánto

M

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les gustaba la ciudad. Sin embargo, ni una sola vez le preguntaron a mi esposa o a mí cómo nos ganábamos la vida, o acerca de nuestros hijos; ni una pregunta acerca de nosotros. Dios usó su egocentrismo para hablarme. El egocentrismo nos cegará a las necesidades de otros y nos privará de innumerables bendiciones de Dios. Una cosa es que la gente del mundo sea egocentrista, pero es inexcusable que un cristiano permanezca en ese estado mental. Pablo dijo:

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

1 Corintios ¡3:11

¿Qué es hablar, pensar o juzgar como niño sino egocentrismo? Cuando crecemos hasta la madurez espiritual, empezamos a perder de vista la importancia de nuestras propias necesidades y deseos, y nos damos cuenta de las necesidades de otros. El mayor obstáculo

El mayor obstáculo que enfrenta todo cristiano es uno que se ve en el espejo cada mañana. ¡Qué fácil es culpar al diablo de algo y de todo! Pero la verdadera victoria viene cuando aprendemos a reconocemos culpables de nuestras propias faltas. La verdadera cuestión que cada persona tiene que encarar, es Dios. El es Aquél a quien cada uno tiene que responder, no uno a otro, y por cierto, no al diablo.

El propósito esencial de Dios para cada uno de nosotros ¡es que nos volvamos igual que Él!

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.

Romanos 8:29

La única fonna de ministrar la vida es tener la vida. La única forma de que podamos ministrar el gozo es estar sintiendo el gozo del Señor. Ministramos lo que somos, no lo que hemos aprendido. Es posible decir todas las palabras correctas, y así y todo no ministrar la vida. La vida viene de tener compañerismo con el Dador de la vida, Jesús.

Hace unos meses mientras estaba escuchando predicar a otro predicador, el Espíritu Santo me dijo: “Ya tú no cuentas”. Y tuve que estar de acuerdo con El. Si verdaderamente yo estaba entregándole mi vida a El, entonces mi experiencia y mis derechos ya no contaban. Siguiendo esta palabra del Señor empecé a sentir una gran libertad. Ya no tenía que gastar tanta energía reclamando mis derechos, o protegiendo mi orgullo. La verdadera libertad se siente más, cuanto más se hace cargo El de nuestras vidas.

Más allá del temor a la muerte física que algunos combaten, está el miedo a la muerte de nuestra propia identidad. ¿Qué pensarán otros de nosotros? ¿Qué dirán ellos de nosotros? Mientras estemos preocupados por aferrarnos a nuestras identidades egoístas, permaneceremos atados.

Y librar a todos los que por el temor de la muerte

estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Hebreos 2:15

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Cuando dejamos de preocupamos acerca de la protección de nuestros propios egos, nos

volvemos libres de obedecer a Dios. La mejor cosa que podemos hacer es aprender a animarnos en el Señor, porque ¿cómo

podemos ser una bendición para alguien si estamos descorazonados nosotros mismos? Me he cansado de tratar de encontrar a alguien que toque a Dios para mi bien. Cuando

David sufrió una gran pérdida en Siclag y los amalecitas habían tomado cautivas a las mujeres, hijos e hijas, su propia gente hablé de apedrearlo. Mas David se fortaleció (alentó) en el Señor su Dios (1 Samuel 30:6, B.d.l.A) Él sabía cómo relacionarse con Dios por sí solo. Una vez que él mismo se animó fue capaz de perseguir al enemigo y recuperar todo lo que habían perdido, beneficiándose todos.

Si David se hubiera atrevido a volver sus ojos hacia sí mismo y no los hubiera mantenido en Dios, no hubiese ganado ninguna batalla. ¡El Espíritu Santo no te lo han dado para ti! Hace años yo estaba conversando con un ministro que me acababan de presentar, quien me dijo:

—He encontrado algo acerca de esta cosa de las lenguas. —~Qué cosa? —le pregunté curioso por saber lo que tenía que decir. Y él prosiguió: —Eso es todo egoísmo, porque en 1 Corintios 14:4, Pablo dice que cualquiera que habla

en una lengua desconocida se edifica a sí mismo. Desafortunadamente soy una de esas personas que no siempre tiene una respuesta rápida,

pero el Espíritu Santo contestó instantáneamente a través de mí antes de que yo tuviera tiempo de pensar, y me oí decir:

—Si, pero ¿cómo puede usted edificar a otro si primero no se ha edificado a sí mismo? Dios nos ha concedido graciosamente la lengua del Espíritu Santo para que podamos

edificamos y animamos en la fe (ver Judas 20). Pero no podemos detenemos ahí. El nos quiere edificados, para que podamos alentar y fortalecer a otros.

El bautismo del Espíritu Santo libera el poder del Espíritu Santo dentro de nosotros, para que podamos convertimos en un canal a través del cual fluyan Su vida y Su poder. Esta bendición no es una “recompensa espiritual” o un sello de aprobación, más bien es un don para que nuestras vidas puedan derramarse hacia otros.

Pedirle a Dios esta experiencia es una solucitud nada egoísta, porque estamos pidiéndole: “Señor, úsame como un canal a través del cual fluya Tu poder”. La pregunta no es si deseamos o no los dones del Espíritu; la pregunta es ¿cómo puede Dios tenemos a cada uno de nosotros a Su disposición?

Es por este motivo que debemos desear más del flujo del Espíritu en nuestras vidas. Por supuesto, el diablo usará cualquier mentira para tratar de convencemos de que no debemos entregamos al Espíritu, usando tácticas como “Estás haciendo un espectáculo” o “Estás inventando esto nada más”. Pero si resistimos esas mentiras, tenemos confianza en que nos estamos entregando al Espíritu por una razón: para edificar y engrandecer el Reino de Dios.

Pablo escribió a los corintios:

Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.

1 Corintios 14:1

¿Por qué debemos desear profetizar? Porque la profecía es para nuestra edificación, exhortación y consolación, y ¿qué puede ser menos egoísta que edificar el cuerpo de Cristo de esta manera?

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Entregarse al Espíritu es lo más altruista que podemos hacer. A través de nosotros Su poder y Su voz alcanzarán incontables vidas. Arder en fuego para Dios, entusiasmarse, aprender a oir a Dios más claramente, y orar por una más amplia visión, son todos actos altruistas que influirán en el Reino de Dios.

Dios ha concebido el don del Espíritu Santo en cada uno de nosotros para ser anhelado. Esta manifestación en nuestras vidas debe provocar siempre en otros un deseo de decir: “Yo quiero lo que él tiene”. Aunque nadie más se entregue al Espíritu, no debemos detenemos. Nuestra obediencia a entregamos a los dones del Espíritu puede ser la única oportunidad que algunos tengan en la vida para ver la manifestación del Espíritu. Mirando desde la perspectiva de Dios Cuando yo estaba en los negocios del mundo, un ejecutivo me dio importantes consejos. Me dijo que los compradores que ordenan ropa del fabricante, siempre ordenan demasiados de una talla: la suya. Por ejemplo, un comprador que tiene treinta y dos pulgadas de cintura siempre ordenará la mayor parte de su pedido con esa talla. El me aconsejó no ver este trabajo a través de mi perspectiva, sino de la del cliente. Si quiere saber de cuál perspectiva usted está viendo las cosas, ¿a quién busca primero al ver una foto de grupo?

Cuando nuestra hija creció un poco, entró un día en la cocina, preguntándole a mi esposa si había algo en que ella pudiera ayudar. Mi esposa me contó más tarde que por poco se desmaya, pues nunca antes había oído de ella un ofrecimiento altruista.

Pensé para mis adentro que eso debe ser lo que Dios siente cuando al fin empezamos a madurar y, en vez de pedir algo para nosotros, decimos: “~Hay algo que pueda hacer para ayudar a engrandecer Tu Reino?” “~Hay alguno de Tus hijos a quien yo pueda ayudar u orar por él?” Pensé para mi capote: ¡Quizás oiríamos un enorme “crash” porque Dios se desmayó!

Pablo vio desde la perspectiva de Dios cuando fue a predicarle a los corintios. Decidió olvidarse de si mismo y dejar a un lado su capacidad natural para que la gente viera solamente a Jesús. Qué acto de compasión altruista fue ése!

Así que, hermanos, cuando fu a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

1 Corintios 2:1-5.

Si Pablo hubiese llegado para impresionar al pueblo con su propia sabiduría y capacidad,

hubiera bloqueado la oportunidad que Dios tenía de manifestarse El. Orando por otros

¡ Qué bendición somos para Dios cuando decidimos orar por las necesidades de Su pueblo! Tal como nos sentimos refrescados cuando las personas demuestran interés en nuestra familia, cuán complacido se sentirá Dios cuando deseamos ver bendecida a Su familia. Es un tipo de oración altruista, la cual libera a Dios para hacer más por nosotros: ... Yel que saciare, él también será saciado (Proverbios 11:25).

He oído a Dios hablarme más claramente cuando estoy orando por otro y no por mí. Si empiezo a orar por otros en la primera oración de la mañana, escucho más claramente a Dios acerca de las decisiones relativas a mi propia vida en lo que resta del día. Esto de buscar primero el Reino de Dios, como orar para que otros sean edificados, hace que Su Reino se

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engrandezca. Por otra parte, es entusiasmador cuando uno se vuelve ferviente en la oración, sentir que el Espíritu Santo nos trae a la mente los nombres y rostros de las personas por quienes Él nos está instando a orar. ¡ No hay emoción mayor que saber que el Espíritu Santo nos está diciendo cómo orar y por quién hacerlo! Es conveniente orar en el Espíritu por la persona después que uno menciona su nombre en la oración. Cada palabra que oramos en el Espíritu está de acuerdo con la voluntad de Dios (ver Romanos 8:27).

Pablo nos dice que una vez que nos ponemos nuestra armadura, ¡debemos orar en el Espíritu por todos los santos!

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.

Efesios 6:18

Gracias a Dios por el Espíritu Santo, porque ¿cómo podríamos orar por todos los santos

sin Su ayuda? Qué alivio es saber que no tenemos que depender de nuestra memoria para cada necesidad y persona, sino que tenemos la ayuda del Espíritu Santo.

Usar nuestro lenguaje de orar es muy altruista, porque cuando nos entregamos a la lengua del Espíritu estamos beneflciando a otros que necesitan oración. Desgraciadamente, a muchos no les gusta orar en el Espíritu porque sienten poca sensación, y sus mentes procuran controlarlo todo. La mente siempre quiere estar entretenida, pero debemos someter nuestras mentes al Espíritu. Así es como sentimos la verdadera liberación: liberación de uno mismo.

CAPÍTULO OCHO

ESCUCHANDO AL ESPÍRITU

Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios

el Señor uno es.

Deuteronomio 6:4

Hace dos años mi esposa y yo asistimos a una enorme iglesia en el sur del país, donde un conocido evangelista estaba ministrando. Debido a la música y los muchos preliminares, este evangelista no llegó al púlpito hasta casi el mediodía. Pasados veinticinco minutos ya había transmitido claramente su mensaje. Pero, en vez de detenerse, continuó por otra hora, insistiendo en su mensaje una y otra vez. Terminó predicando casi dos horas —sin decir nada que no hubiese dicho en los primeros veinticinco minutos. Nos fuimos muy entristecidos. El Espíritu Santo no había podido moverse, aunque este hombre tenía una reputación de ser muy usado en los dones proféticos, y durante su ministerio habían ocurrido grandes sanidades.

Muchos ministros predican con la necesidad de lucirse, pero tristemente pocos permiten en realidad que el Espíritu se mueva. Las sanidades, los milagros y la manifestación del don de profecía no son instrumentos que se sacan de la repisa y se usan solamente una vez al mes o en servicios anuales “especiales”. Dios destinó los sucesos sobrenaturales para que formaran parte de nuestra vida diaria, pero sobre todo en cualquier momento en que los santos están reunidos juntos. Todo lo que necesita el Espíritu Santo es “espacio” para manifestarse tal como es.

Las ocasiones en nuestras vidas en que la gente ha hecho el esfuerzo de entregarse al Espíritu para dar lo que el Señor les ha dado a ellos para nosotros, han hecho siempre cambios drásticos en el curso de nuestras vidas. Los dones de profecía se les concedieron al Cuerpo de Cristo para edificación, exhortación y consolación. Todo el pueblo de Dios necesita aliento.

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No es necesario tener un poderoso manto profético o un gran ministerio de sanidad para entregarse a lo que Dios quiere hacer. Lo que más se necesita son personas sensibles al Espíritu, que dan espacio para que Dios se mueva. La gente de todas partes está clamando por la demostración del Espíritu. El único problema de Dios es encontrar vasos dispuestos a través de los cuales pueda fluir Él.

Hace años yo estaba en una gran ciudad y había predicado en unas pocas iglesias. Una noche, después de predicar en una iglesia pequeña pero llena, cerré el servicio sintiéndome satisfecho de haber predicado con la unción del Espíritu Santo. Después de regresar al motel, seguí adelante y me fui a dormir. Alrededor de las tres de la mañana, el Señor me despertó de repente. Su poderosa presencia llenaba la habitación. De inmediato me senté en la cama, sabiendo que estaba a punto de oír un mensaje de Él. Inmediatamente, habló claro a mi espíritu con estas palabras:”No quiero que vuelvas a predicar otra vez sin dar espacio para que mi Espíritu se mueva en demostración y poder”.

Desde entonces he tenido cuidado de obedecerlo en este punto. En efecto, El me ha hablado para que predique menos, por lo regular de veinticinco a treinta y cinco minutos, y entonces escucho a lo que El está diciendo qué quiere hacer, mientras se mueve en la demostración y el poder de Su Espíritu. Dios logra mucho más mediante los dones del Espíritu durante esos minutos siguientes, de lo que yo pudiera hacer con una docena de sermones. El mensaje de Dios es claro: El quiere que su pueblo sea alentado. El estímulo produce crecimiento. ¡Un milagro de sanidad disemina muchas buenas noticias! El escuchar no es una opción La parte más emocionante de la vida cristiana es oír las órdenes e incitaciones del Espíritu Santo. Todo lo que Dios inicia, lo llena de energía y tiene siempre la promesa de mucho fruto.

El Señor dijo:

Escucha, oh Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor

uno es.

Deuteronomio 6:4

Observe que Su primera orden es “Escucha”. Antes de que podamos obedecer, primero debemos oír lo que Dios está diciendo.

Escuchar al Espíritu no es una opción, sino una orden. Si estamos en el Reino, ¿qué opción podemos tener sino escuchar al Rey? Isaías profetizó:

Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; escuchad, y vivirá vuestra alma.

Isaías 55:2-3

El mayor obstáculo para la obediencia no es el diablo. Es la mente analítica y razonadora. Por lo regular lo que Dios nos hable con esa vocecita apacible, será lo contrario de lo que habíamos planeado hacer. Dios ve una perspectiva mucho más amplia que la nuestra, y por consiguiente, su derrotero será diferente del que hayamos razonado. Una vez más, Isaías dice:

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis

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caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Isaías 55:8-9

Ya pasaron los días en que íbamos a Dios y orábamos por su dirección, y después

seguíamos adelante con lo que habíamos planeado hacer antes de orar. No podemos damos el lujo de llevar a cabo nuestros propios planes y esperar que Dios los bendiga.

Es posible oír a Dios y recibir dirección inmediata y específica. La equivocación que comete la mayoría de la gente es esperar que Dios les hable a su mente. Sin embargo, Dios no se comunica con la mente del hombre, sino con su espíritu. Escuchamos a Dios con nuestro hombre espiritual, y no con nuestra mente. La razón por la que muchos declaran con razón que no oyen a Dios es porque sus mentes son como un radio puesto muy alto. Mientras la mente gira velozmente con innumerables ideas y decisiones, la apacible vocecita del Espíritu pasa inadvertida.

Yo acostumbraba a incomodarme con Dios, insistiendo en que le obedecería sitan sólo Él me hablara claramente. Pensaba que sería muy fácil para todos si Dios se limitara a hablar audiblemente por unos pocos minutos cada día, o a damos una especie de lista para que la cumpliéramos. Pero el Señor me recordó que es imposible agradar a Dios sin fe (Hebreos 11:6) y el oír la voz audible de Dios o ver una lista de instrucciones no necesitaría fe alguna.

Hace falta disciplina para someter a nuestras mentes razonadoras al Espíritu Santo. La mente razonadora natural es enemiga de Dios (Romanos 8:7). Algunas veces tengo que estarme tranquilo ante Dios y aguardar en Su presencia por treinta minutos hasta que mi mente se relaja. Muchas veces oigo al Señor temprano en la mañana apenas me despierto. La razón es que mi mente todavía está relajada, y todavía no se ha atascado con las preocupaciones del día.

Del mismo modo, tomarse un lapso precioso para escuchar al Espíritu Santo le da tiempo a la mente para relajarse. Esto no significa que una persona tenga que ir a esperar ante la presencia de Dios antes de que pueda escucharlo. El problema es conseguir que el hombre espiritual adopte una actitud de escuchar y se sintonice con el Espíritu. La oración temprano en la mañana, antes de que empiece el ajetreo del día, parece facilitarme el oír al Señor el resto del día. El oír significa descanso

Hay algo en la naturaleza humana que retrocede ante la responsabilidad de tener que escuchar a Dios. Es más fácil para la carne hacer un patrón o una fórmula basándose en experiencias pasadas y entonces esperar que Dios se comporte de acuerdo con eso.

El oír a Dios y responder a lo que Él nos está diciendo evita que tengamos que pasar por muchas pruebas duras e innecesarias. Escucharlo es siempre el modo más descansado. Un niño escapa de muchos castigos si sencillamente escucha y obedece a sus padres. A través de Isaías Dios dijo:

En verdad, con tartamudez de labios y en lengua extranjera, El hablará a este pueblo, al cual había dicho: Aquí hay reposo, dad reposo al cansado; y: Aquí hay descanso. Pero no quisieron escuchar

Isaías 28:11-12

Algunos de los dilemas que todos tenemos que atravesar se evitarían si aprendiéramos a escuchar lo que nos dicta el Espíritu. Muchas de las cosas que tuve que pasar fueron simplemente porque no me tomé el tiempo de escuchar y consultar con el Espíritu Santo antes de decidir una trayectoria. Una vida de escuchar al Señor como aquélla a que Isaías se refería, que es el bautismo en el Espíritu Santo (ver también 1 Corintios 14:21), es una vida

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de descanso y refrigerio. Somos libres para actuar según esos planes de acción que Dios ha preparado para nosotros. Ya no tenemos que sentirnos culpables porque no estamos haciendo algo que otro se ha sentido llamado a hacer. El gozo acompaña siempre a la voluntad de Dios, así como el descanso y la paz.

Aunque una oportunidad tenga la apariencia de ser una “puerta abierta”, eso no necesariamente significa que Dios la ha abierto. Demasiadas veces los cristianos entran por cualquier puerta disponible, sin buscar jamás al Señor para determinar si en realidad ha sido Él quien la ha abierto para ellos. Esta presunción revela falta de confianza en el Señor y una inseguridad en su andar cristiano. Si el Espíritu Santo nos dirige a no entrar por una puerta que parece buena a los ojos naturales, El es perfectamente capaz de guiamos en otra dirección. Es obvio que tiene en mente algo mejor. Cuando andamos en el Espíritu no debemos juzgar por las apariencias naturales, sino que debemos escuchar al Espíritu, aunque El contradiga a nuestro razonamiento.

¿Cómo podemos acusar al mundo de ser humanista cuando no nos molestamos en tomamos el tiempo de escuchar al Espíritu, sino que tomamos cada decisión fundándonos en nuestros razonamientos y emociones? Si nosotros como cristianos y como líderes cristianos tomamos cada decisión concerniente a empleos, asentamiento, a qué iglesia pertenecer, compromisos para hablar, a quién invitar a predicar, etcétera; basados en nuestras ideas y razonamientos, ¿para qué necesitamos al Espíritu Santo?

El Espíritu Santo puede ayudamos a conocer la diferencia entre las emociones de nuestra alma y Su voluntad.

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4:12

El rey Asa fue un ejemplo de alguien que abandonó la dependencia de Dios por la

independencia de Dios. Al comenzar su reinado se propuso andar con Dios:

Y Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios, porque quitó los altares extranjeros y los lugares altos; destruyó los pilares sagrados, derribó las Aseras; y ordenó a Judá que buscara al Señor; Dios de sus padres, y cumpliera la ley y el manda-miento.

2 Crónicas 14:2-4

Después, cuando claxnó a Dios, derrotó a los etíopes. También fue notable por quitar

todos los abominables ídolos de la tierra de Judá y de Benjamín, y restaurar el altar del Señor (ver 2 Crónicas 15:8).

El, incluso, hizo que todo Israel entrara en un pacto para buscar al Señor, y quienquiera que no buscara al Señor sería muerto, tanto si era grande o pequeño, hombre o mujer (ver 2 Crónicas 15:12-13). También depuso a Maaca de ser la reina madre, porque había hecho una imagen obscena de Asera. El rey Asa aplasté la estatua y la quemé (y. 16). El tenia un corazón leal.

Sin embargo, en el trigésimo sexto año de su reinado hizo alianza con Ben Hadad rey de Siria. Por causa de haber escogido apoyarse en una ayuda camal, vino a él palabra del Señor a través de Hanani el vidente, diciendo:

Por cuanto te has apoyado en el rey de Aram, y no te has apoyado en el Señor tu Dios, por eso el ejército del rey de Aram ha escapado de tus manos. ¿No eran los etíopes y los libios, un ejército numeroso, con muchísimos carros y hombres de a caballo? Sin em-bargo, porque te apoyaste en el Señor El los entregó en tus manos. Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra, para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente

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suyo. Tú has obrado neciamente en esto. Ciertamente, desde ahora habrá guerras contra ti.

2 Crónicas 16:7-9

El rey Asa actuó como muchos en la actualidad. Empiezan con un corazón puro y

completa dependencia del Señor. Mas en algún momento, sintiendo el éxito y la confianza en la familiaridad de conocer a la gente y los lugares adecuados, dejan de pedir a Dios como su fuente esencial, entrando en transacciones y dejando de seguirle a El por completo.

Asa empezó a apoyarse en el poder carnal y aunque se enfermé gravemente de los pies, de nuevo buscó a los médicos en lugar de mirar primero al Señor y muflo.

En la actualidad, Dios está buscando a esos a través de quienes El puede mostrar Su fortaleza para beneficiarlos. Permanecer dependiente de Dios es una clave para ver mani-festarse Su gloria en favor nuestro.

Hay una forma de complacer siempre a Dios y permanecer fecundo. Esa es la de escuchar al Espíritu.