escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol....

7
escritos de varia lección para Gabriel García Márquez (1927-2014)

Transcript of escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol....

Page 1: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

escritos de varia lección paraGabriel García Márquez (1927-2014)

Page 2: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

109

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

escritos de varia lección paraGabriel García Márquez (1927-2014)

Cien años de soledad, historia en fábula

One Hundred Years of Solitude, History in a Fable

Cem anos de solidão, história em fábula

erna von der WaldeHa sido profesora de Literatura Latinoamericana en New York University

y en la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. PhD en Literatura de

la Universidad de Essex, Inglaterra. Autora de diversos artículos en

revistas especializadas de América Latina, Estados Unidos y Europa,

y co-autora, junto con Eduardo Subirats, de una nueva introducción

a La ciudad letrada de Ángel Rama (Fineo; Universidad Autónoma

de Nuevo León, 2009). Correo electrónico: [email protected]

Ensayo

Documento accesible en línea desde la siguiente dirección: http://revistas.javeriana.edu.co

doi:10.11144/javer iana.cl18-36.cads

cómo citar este ensayo:

von der Walde, Erna. “Cien años de soledad, historia en fábula”. Cuadernos de Literatura 18.36 (2014): 109-114. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.CL18-36.cads

Page 3: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

110

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

erna Von der walde

A Helena Uribe, in memoriam

Quiero comenzar esta breve reflexión sobre Cien años de soledad (1967), la obra cumbre de Gabriel García Márquez, haciendo referencia a una observación de Fernando Coronil acerca de “la representación cultural de las identidades colectivas” en los países que conforman la “periferia del sistema capitalista, las así llamadas repúblicas bananeras, naciones petroleras, islas azuca-reras”: “La historia de estas antiguas colonias suele ser narrada como la historia de sus principales productos de exportación. […] Este tipo de identificación entre nación y mercancía parece obvio, pues la producción para los mercados externos ha afectado profundamente la organización de estas sociedades desde los tiempos de la Colonia” (61).

Ciertamente, podría organizarse una historia de la narrativa colombiana a partir de las formas en que se representan las relaciones sociales que se han es-tructurado alrededor de los diferentes proyectos de exportación de mercancías. Esta historia incluiría las formaciones sociales que emergieron de la crisis del sistema de hacienda (esclavista o de peones y aparceros), provocada por las refor-mas de medio siglo en el XIX, realizadas con el fin de ampliar la frontera agrícola del país hacia las tierras bajas y redistribuir la población para extraer productos destinados a mercados externos, y cuyos testimonios más sólidos son Manuela (1859) de Eugenio Díaz y María (1867) de Jorge Isaacs. En esta historia estarían representados el sistema del endeude en el que se basaba la explotación cauche-ra, como se describe en La vorágine (1924) de José Eustasio Rivera, así como las relaciones sociales que produjo el sistema de enclave que creó la Compañía Bananera en La hojarasca (1955) de Gabriel García Márquez. Y siguen firmas: la novela del oro, la novela del café, la novela del tabaco, la novela del petróleo y, claro, el subgénero de la sicaresca como máxima representante de la cocaína.

Sin embargo, no todas estas narrativas cuentan la misma historia de la “periferia del sistema capitalista”. En todas es posible ver la forma en que el capitalismo inscribe identidades de clase, de raza, de género, así como los anta-gonismos sociales, pero la conciencia histórica que subyace a estos relatos puede ser muy diferente. En Manuela, a pesar de numerosos elementos que parecen abogar por mantener el orden hacendatario, con exaltaciones de la bondad de la clase ociosa y de la felicidad de los peones que trabajan para ella, el relato no puede menos que registrar el cambio que se aviene con la modalidad del trabajo asalariado en las tabacaleras de Ambalema, un efecto visible de esa expansión de la frontera agrícola que, al implicar el reclutamiento de mano de obra, socava el viejo orden. No obstante, no hay una verdadera tensión, un verdadero antagonis-

Page 4: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

111

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

Cien años de soledad,

historia en fábula

mo, entre el sistema de la hacienda y el del trabajo asalariado de la tabacalera en Manuela, en la medida en que es una transición que está siendo impulsada por la misma clase hacendataria en el proceso de incorporar el país a la economía mundial a través de la exportación de productos tropicales.

En cambio, en María, a la vez que se arroja una mirada nostálgica al sis-tema de la hacienda esclavista ya desparecida (la novela se publica quince años después de la abolición), en los márgenes se plantea una cuasi-utopía de campe-sinado libre e independiente, una verdadera abolición del sistema de hacienda. La mirada melancólica de Isaacs por el viejo orden es a la vez una denuncia de un proceso de modernización que en su aparente destrucción de los residuos colo-niales no dio como resultado un nuevo orden, sino que produjo una sacudida en la que todo cambió para que todo siguiera igual, por parafrasear a Lampedusa. Quisiera aventurar que la novela de Isaacs desató un incontrolable torrente de lágrimas en América Latina porque fue la que supo expresar, de manera que tocara la “estructura de sentimiento”, lo que las ideas imperantes de progreso no permitían pensar: que los procesos de “modernización” no producían los cambios prometidos, que se perdían formas de sociabilidad que, si bien se apo-yaban en insostenibles diferencias de clase, raza, género, iban a ser sustituidas por relaciones mediadas por el mercado que pronto demostrarían ser incapaces de resolver esas diferencias.

Me interesa explorar, brevemente, cómo narra Cien años de soledad la historia de la “periferia del sistema capitalista” y en lo posible indagar por el concepto de historia que le subyace. Mi punto de partida es que esta novela logra magistralmente narrar la historia de la periferia para incorporarla a la historia de la modernidad justamente como periferia, como margen, en términos de una diferencia que se construye como “premodernidad”, referida a lo mágico y a for-mas de pensar y sentir que se distancian del Selbstverständnis de la modernidad.

Es decir, de alguna manera, Cien años de soledad no cuestiona el relato cen-tral de la modernidad como una construcción racional, ilustrada. La visión del mundo de los habitantes de Macondo se plantea más bien como la supervivencia de un elemento residual premoderno del cual la modernidad puede nutrirse para dar una nueva dimensión (mágica, si se quiere) a un mundo desencantado, pro-ducto de la secularización y la racionalidad. Sin embargo, esta obra deja intactas las cartografías de la modernidad y no cuestiona sus geografías. Lo racional se ubica en un lugar otro con respecto a lo “mágico”, que es justamente en donde lo ubica el discurso de la modernidad.

Cabe aclarar en qué consiste esta dimensión “mágica” del mundo que crea la novela, pues a diferencia de otros autores hispanoamericanos, como Asturias,

Page 5: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

112

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

erna Von der walde

Rulfo, Arguedas o Roa Bastos, no se observa en la obra de García Márquez una relación con una mitología o con una cosmogonía que represente otra manera de concebir el mundo. Lo que él crea en esta novela es un mito de las formas mágicas que puede adoptar la modernidad, especialmente la técnica, mediante una simple inversión: aquello que es producto de un proceso de racionalización científica, como la lupa, la brújula, el imán, el telescopio, el cine, el tren, es visto por los habitantes de Macondo como magia. El primer José Arcadio Buendía concibe varios proyectos científicos que están destinados a fracasar, pero no a causa de su visión mágica del mundo. José Arcadio entiende en principio cómo funcionan estos artefactos, pero inscribe su uso en el orden de las necesidades y las circunstancias de Macondo. La “transferencia de tecnología” que se produce con cada uno de los aparatos que introduce Melquíades genera, por lo tanto, un “desorden cognitivo” (y no una disonancia) en la medida en que “pervierte” el uso que tienen los objetos en el contexto de origen. No hace falta anotar que el efecto de esa “incomprensión” de la finalidad de la ciencia y la tecnología se apoya ple-namente en el conocimiento que tiene el público (incluido el tercermundista) del uso “adecuado”, “correcto” del artefacto. La magia en Cien años de soledad es un truco de prestidigitador.

La resonancia de Cien años de soledad en la literatura mundial puede obede-cer precisamente a que se lee como una visión de una sociedad marcada por un proceso histórico de intervenciones colonizadoras, civilizadoras y desarrollistas para incorporarla a la modernidad y a que registra una “incomprensión” de esa modernidad. Tal desconocimiento del proceso al cual se está viendo incorporada esa sociedad se presenta como una formación cultural residual que pareciera que está a punto de desparecer. Pero es solo una apariencia, pues la visión de mundo de los macondianos no tiene que haber existido para ser producida como pérdi-da a medida que progresa la modernidad. Es una manifestación de los dilemas y descontentos con la modernidad, pero se ajusta a la idea de su inevitable avance.

La visión de la historia que subyace a Cien años de soledad es la de una pro-gresión lineal, es decir, se trata de una concepción evolutiva. Solo desde esa visión puede presentarse el tiempo cíclico y ahistórico que habitan los Buendía, pero no la novela, que es el vehículo de revelación, como incomprensión. Al condenar a los Buendía a desaparecer de la faz de la tierra, la novela establece como única salida un cataclismo apocalíptico que procura un “borrón y cuenta nueva” para resolver la encrucijada de una conciencia a “destiempo” con el momento histórico.

Si aceptamos la idea de esta novela como cifra de la historia de América La-tina, entonces se manifiesta como un eterno retorno de lo mismo. A un cierto nivel es posible imaginarse la historia del subcontinente como las diversas entonaciones

Page 6: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

113

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

Cien años de soledad,

historia en fábula

de una serie de constantes históricas, y es fácil concebir que cada nueva ola de proyectos trae nuevamente más de lo mismo. Pero tal imaginación se hace posible porque va acompañada de la otra imaginación histórica, la que concibe una progre-sión en la que el avance de las sociedades del globo es asincrónico, por lo que se constituyen algunas como “avanzadas” y otras como “atrasadas”.

Cien años de soledad no estalla la temporalidad lineal de la historia de la modernidad. No la desenmascara. Por el contrario, el encanto de su alter-tem-poralidad se encuentra plenamente anclado en esa temporalidad moderna que la intercepta.

No obstante, hay un episodio en Cien años de soledad que no logra resol-verse con prestidigitación: la matanza de los trabajadores de las bananeras. Aquí los objetos que se veían como mágicos cumplen su finalidad originaria, el tren transporta muertos y la enciclopedia, hasta ese momento leída como literatura fantástica, se usa como fuente de conocimientos. Mientras que a todo lo largo del relato la voz narrativa mantiene una ambigüedad que le permite no optar por las diversas interpretaciones de los eventos que hacen los Buendía y otros habitan-tes de Macondo, en el episodio de la matanza se adoptan las convenciones del realismo social. No hay magia en el recuento del asesinato de los trabajadores por soldados enviados desde la capital, tampoco en la manera de describir los intentos del gobierno de negar el evento. El episodio es relatado en tono afirmati-vo, sentencioso. La voz narrativa hace énfasis en la diferencia entre la realidad de lo que ha sucedido y la calidad fantasmagórica que tiene en la conciencia de los habitantes de la zona.

Más aún, este pasaje en el capítulo 15 de la novela es el único que se puede ubicar histórica y geográficamente: el 6 de diciembre de 1928 en el municipio de Ciénaga, departamento del Magdalena, Colombia. Este evento es el inicio del fin de Macondo. Con toda su calidad fantasmática, este es el momento de la novela que emblemáticamente inserta la zona bananera en el curso de esa historia de la modernidad que el resto de la novela parece encubrir con un velo de fábula. Con ello se instala la sospecha de que el resto del relato ubica la periferia del capitalis-mo como sustraída y, de alguna manera, capaz de vivir ajena a su funcionamiento. No puede menos que impactarnos que la apertura hacia una toma de conciencia sea un acto de violencia.

Rebasa las intenciones de este breve escrito indagar por lo que puede haber contribuido esta fabulación “mágico-realista” de la historia al extraordi-nario éxito de Cien años de soledad. Pero no quiero cerrar sin antes hacer unas breves anotaciones acerca de otra novela colombiana que relata la historia de su “capitalismo periférico” a través de las relaciones sociales que se configuran en

Page 7: escritos de varia lección para Gabriel García Márquez ... · 110 cuadernos de literatura Vol. XViii n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114 erna Von der

114

cuadernos de literatura Vol. XVi i i n.º36 • julio-diciembre 2014 issn 0122-8102 • págs. 109-114

erna Von der walde

la extracción de mercancías para la exportación. Me refiero, naturalmente, a La vorágine de José Eustasio Rivera, publicada en 1924, apenas cuatro años antes de la masacre de las bananeras.

La novela de Rivera plantea un desafío a la manera de representar los már-genes de la historia del capitalismo. Aquí no se trata de culturas con elementos premodernos residuales, sino de la condición de sujetos inclementemente explo-tados por las fuerzas del capital, concebidos e inscritos por el capitalismo como sujetos sin historia, sin subjetividad o conciencia de sí.

La vorágine es la conflictiva puesta en escena de lo que yace al otro lado de la mercancía. El curso de este relato, que se pierde como sus personajes entre los ríos y caños, llanos y bosques de la cuenca de la Amazonia y Orinoquia, busca desentrañar lo que se sitúa en el lado oscuro de la historia, la cualidad fantasmá-tica de la mercancía. En un gesto simbólico cuya significación no se le escapa, Arturo Cova cuenta la historia de la explotación cauchera en el libro de cuentas que lleva el registro de las deudas que se les endosan a los siringueros. En unos pasajes, cuando contempla la brutalidad de la colección de plumas de garza, que luego servirán para decorar los tocados de bellas damas en elegantes metrópolis, o de la extracción del caucho para fabricar las ruedas de lujosos automóviles, Cova observa la separación insalvable entre la apariencia de la mercancía en el lugar de producción y en el lugar de consumo. El caucho o las plumas no pueden representar lo mismo en los dos extremos de la cadena.

La voz de Cova es casi el opuesto de la voz narrativa de Cien años de sole-dad. Es un narrador no confiable que fracasa en todos sus intentos de encontrar interlocutores, de comunicar su historia. En esa voz quiero leer un desafío de reescribir las historias plurales de la modernidad.

Obras citadas

Coronil, Fernando. “Challenging Colonial Histories: Cuban Counterpoint/

Ortiz’s Counterfetishism”. Critical Theory, Cultural Politics, and Latin American Narrative. Eds. Steven M. Bell, Albert H. LeMay y

Leonard Orr. Notre Dame: University of Notre Dame, 1993. 61-82.