Escrito Por Ti 2

44
Revista #2 ¡Nueva Historia! Frenesí: Hermosa Locura primeros dos capítulos- Silenciada, capítulos tres y cuatro. ¡Música y películas! Enlaces especiales ¡Y las series del momento!

description

Revista de escritores para lectores

Transcript of Escrito Por Ti 2

Page 1: Escrito Por Ti 2

Revista #2

¡Nueva Historia!

Frenesí: Hermosa Locura –primeros dos capítulos-

Silenciada, capítulos tres y cuatro.¡Música y películas!

Enlaces especiales

¡Y las series del momento!

Page 2: Escrito Por Ti 2

Frenesí: Hermosa Locura

Sinopsis

El día crucial se acerca, Ian tras perder a su madre, deberá pasar por

muchos baches en su vida.

Él no lo sabe, pero su transición está a la vuelta de la esquina, de mientras,

una figura misteriosa lo vigila desde las sombras.

Dolores, pesadillas y figuras desconocidas, son cosas por las que tendrá que

pasar.

Por suerte está acompañado de gente que le quiere, amigos que acaba de

conocer, una chica de la que se ha enamorado.

Al mismo tiempo, dos de sus allegados planean sacrificarlo por ascender de

nivel ante Lucifer.

Los Innombrables se acercan… y el final del mundo tal y como lo

conocemos es inevitable.

Page 3: Escrito Por Ti 2

Prólogo

El ángel alzó sus halas, saliendo del cielo, bajando entre las nubes a gran

velocidad, su camiseta color blanco, dejaba adivinar unos perfectos músculos,

bien formados, su cabello largo se agitaba a causa del viento.

Al aterrizar, procuró hacerlo en un lugar solitario, en un trozo de tierra

seca.

A la lejanía divisó un pueblo, y se encaminó hacia él.

Hoy escribiría una nueva página en la historia, probablemente, sólo le

traería problemas en un futuro –no muy lejano-. Pero sabía perfectamente que

ése era su futuro.

Entró en una cafetería, casi vacía, puso un pie en las baldosas blancas

ennegrecidas, y sus ojos se posaron en una mujer jovencita que disfrutaba de

una buena lectura a unas mesas de él.

- Hola, ¿puedo sentarme? – le preguntó él, con sonrisa seductora.

La joven lo contempló con ojos como platos, a continuación, sus rasgos se

relajaron.

- Cómo quieras – era un –sí- pero secreto.

El ángel, que ya había retirado sus alas, se sentó justo enfrente de ella.

La mesa en la que se encontraban, tenía cuatro asientos, dos ocupados por

ellos, uno vacío, y el otro en el qué reposaba el bolso de la mujer.

Unas tortitas con miel adornaban, intactas, un plato simple, sobre la mesa.

- ¿No te las vas a comer? – le preguntó el hombre.

Un segundo después, la mujer alzó la mirada por encima del libro, y cómo

si se acordara, tomó un sorbo del café que le habían servido.

Una mujer se les aproximó.

- ¿Desea algo? – dijo la camarera, con libreta en mano.

- Sí, unas tortitas, cómo estas, gracias – la mujer se alejó, tras un

asentimiento con la cabeza. Y volvió al poco tiempo.

- Suelo pedir las tortitas por educación – contestó la joven. – Cuándo entro

en un bar, o cafetería, cómo es el caso, pido siempre algo, aunque no tenga

hambre.

El ángel asintió.

- Por cierto, soy Julian, encantado – la joven le estrechó la mano.

- Yo, Katherine, igualmente. ¿Sueles tener siempre la misma táctica para

ligar?

- Eres un poco aguafiestas ¿no?

Ella rió.

Page 4: Escrito Por Ti 2

Dejó el libro sobre la mesa, y cogió una de las tortitas que había pedido

Julian.

- A tu salud – dijo Katherine.

Volvió a reír.

Y mordisqueó la tortita con ganas.

- ¿De dónde eres? – le preguntó Katherine.

- No soy de aquí, vengo de visita, tengo un familiar en este pueblo –

mintió. ¿Estás casada?

La joven miró su alianza.

- Ajá – pero creo que lo nuestro no tiene futuro. Él se ha ido a hacer la mili,

y bueno… he comprendido que no tenemos nada que hacer.

- ¿Tienes hijos?

- No – negó. - ¿Por qué me lo preguntas?

- Nada, tonterías mías.

- ¿No serás por casualidad un asesino, y yo soy tu víctima, no? Por qué si

es así, no cuentes con mi ayuda, soy muy joven, y con una larga vida por

delante.

- No, tranquila, no soy un asesino. – Dijo con una gran sonrisa en los

labios.

La gente fue desapareciendo, el reloj señalaba las dos y media de la

madrugada, y la cafetería tenía planes de cerrar.

- Ha sido un placer, ya nos veremos – se despidió ella, dejó un billete de

cinco en la mesa, y se puso el bolso al hombro.

- Espera, ¿te importa que te acompañe hasta tu casa?

Silencio.

- ¿Seguro qué no eres un asesino? – lo escrutó con la mirada.

La nieve caía fuera, con gran fuerza, era enero, y las calles estaban desiertas.

Una fría ráfaga les heló la piel.

Katherine resguardó sus manos en los bolsillos de la chaqueta.

- ¿No tienes frío? – le preguntó, al ver que él sólo vestía una camiseta de

manga corta, y un pantalón vaquero.

- No, me encanta el aire fresco.

- Eres un poco raro ¿no te lo han dicho nunca?

- Sí, muchas veces – rió. – Demasiadas, igual.

Llegaron al portal, ella sacó las llaves, suerte que llevaba guantes en las

manos, si no, se le hubiesen congelado.

- Ha sido un placer conocerte, Julian – le miró, al mismo tiempo que giraba

la llave que había introducido en la cerradura, y la puerta chirriaba.

- Igualmente.

Se acercó a ella, apenas les separaban unos centímetros. Sentían el aliento

del otro, todo desapareció alrededor. Y sólo quedaron ellos, el primer beso fue

intenso pero corto.

Ambos sonrieron, al separar sus labios.

Page 5: Escrito Por Ti 2

Volvieron a besarse, una y otra vez.

- Pasa – le dijo ella, señalándole el interior con la mano.

Dentro la temperatura era mucho más acogedora.

- Aquí estaremos mejor. – Afirmó Katherine.

Volvieron a besarse.

Después, subieron a un piso, entraron en una habitación, y cayeron sobre la

cama. La ropa salió disparada en todas direcciones.

De mientras, siguieron dándose besos.

- Besas muy bien – aseguró él.

- Gracias – se sonrojó ella.

El sujetador cayó en la colcha con un sonido sordo.

La historia comenzaría en aquel acto.

Page 6: Escrito Por Ti 2

Capítulo.1

1

Mi vida nunca ha sido un camino de rosas. Y hasta hace poco lo tenía más

que asumido, pero… ¿qué hace uno cu{ndo muere su madre?

Alcé la vista para seguir el vuelo de una gaviota que sobrevolaba la orilla de

la playa. Aquel era un día especial, trece de diciembre, me detuve en un banco

cerca de la playa. Necesitaba un descanso tras haberme despertado a las cinco

de la madrugada, y no parar de andar hasta entonces. El viento azotó mi

cabello, y un señor, que rondaba los setenta años de edad se sentó a mi lado, me

miró sin despojo, con esa mirada con la que te observan los mayores cuando

adivinan lo que te sucede. Al sentir mi incomodidad, el anciano decidió hablar.

- ¡Qué viento se está levantando! – miró a las olas más lejanas que se

pudieran apreciar desde nuestra posición, y después, volvió a situar toda su

atención en mí.

- ¿No le parece? – el anciano parecía estar ensañado en sacarme al menos

una palabra. Observé su reacción de reojo, pero no se inmutó. Esperaba una

contestación.

- Si – asentí finalmente, derrotado. Y él, victorioso, se giró brevemente y

articuló una gran sonrisa, mostrando los pocos dientes que sobrevivían en su

paladar superior.

- Los del tiempo siempre se equivocan – afirmó – por eso me llevo mi

paraguas a todas partes – dijo, tocando el oscuro paraguas en el que se apoyaba

para andar.

- Me parece que se equivoca – repliqué, inocente, sin cambio de expresión

en el rostro.

- ¿A si? – dijo en tono irónico, arqueando una ceja.

- Si – asentí.

- ¿Y por qué cree tal cosa, joven?

- Porque muchas de las cosas que dicen los del tiempo son verdad.

- No le quito razón – añadió el anciano – pero… ¿verdad que se

equivocan? – insistió, convencido.

- Sí, pero…

- Pues yo nunca me equivoco – me interrumpió. Le miré fijamente.

- ¿Verdad que siempre lleva su paraguas consigo? – pregunté. Y el anciano

asintió con la cabeza, mirándome de reojo.

Page 7: Escrito Por Ti 2

- Pues esa es la prueba. Usted, simplemente no predice el tiempo, lleva

consigo todas las variantes para que no le pille desprevenido. ¿No es así? – el

anciano se levantó y me tendió su paraguas.

- Cójalo, lo necesitará – lo agarré, y él se fue.

Las nubes se perdían a la lejanía, y el sol tintaba las frías aguas del mar de

color dorado. Suspiré mientras veía la figura del anciano perderse entre la gente

que pululaba por allí.

El teléfono vibró. Lo saqué del bolsillo de mi pantalón vaquero y lo encendí.

Se trataba de un mensaje. Era de mi ex, y decía así:

>>Por favor, perdóname, no era mi intención acostarme con otro. Fue solo un

descuido, tienes que entenderme. Por favor, te quiero<<

Balbuceé al releer el mensaje por segunda vez. ¿Qué te perdone? Pensé,

¿qué fue solo un descuido? Volví a apagar el teléfono, lleno de rabia, y lo agarré

fuertemente en mi mano, hasta sentir cómo el teclado se doblaba. No aguanté

más y me dirigí hacia su casa, debería estar allí, tenía que hablar personalmente

con ella, y dejarle claro que lo nuestro se había acabado para siempre. El cielo

volvía a nublarse, hasta quedar casi completamente encapotado. Cuando llegué

al portal, la señora Monfort que pasaba por allí, me dejó la puerta abierta con

toda su amabilidad, y con una gran sonrisa dibujada en la cara. Pero no pude

corresponderla, el odio que sentía en mi interior me eclipsaba totalmente, y no

me dejaba pensar, así qué, subí por las escaleras a toda prisa hasta el tercer piso,

y golpeé la puerta. Segundos después, la puerta se abrió, con Anna al otro lado,

al verme no supo que cara poner. Saqué el móvil y se lo enseñé.

- ¿Qué significa esto? – pregunté, enfurecido. Entré en el piso, uno que ya

me sabía de memoria, uno en el qué había pasado los mejores momentos de mi

vida junto a Anna, y en el cual, ahora, me imaginaba a un tío de uno noventa

tirándosela en el sofá, mientras ella gemía.

- ¿¡Quién te crees para enviarme este mensaje!? – exclamé. La cara y el

pecho me ardían.

- Yo solo… solo quería arreglar lo nuestro – dijo, con aquella voz dulce

que la caracterizaba, su rostro transmitía miedo, y eso me dolió profundamente.

- ¿¡Te crees que lo nuestro se puede solucionar con un simple mensaje!? –

grité.

- ¡No! – dijo, a punto de romper a llorar – ¡sé que lo que hice está muy mal,

y que no se arregla con un solo mensaje! – gritó, llorando.

- ¡Por supuesto que lo que hiciste no se soluciona con un simple mensaje,

lo que hiciste no tiene solución! – y en ese mismo instante, se me lanzó,

Page 8: Escrito Por Ti 2

abrazándome, con intensidad. Entonces me di cuenta de que yo también

lloraba.

- Lo nuestro no se puede arreglar – le dije en un susurro.

- Por favor, perdóname – me suplicaba – por favor, perdóname – pero no

podía, había confiado en ella, había compartido todo con ella, yo creía en ella, y

me había decepcionado, lo nuestro no tenía arreglo, y lo sabía.

- Por favor… - me soltó, con el rímel corrido – tienes que perdonarme – me

senté en el sofá de color pistacho, y le dije mis últimas palabras en aquel piso.

- No puedo, me has traicionado – me giré – sé que lo sientes, y que quieres

luchar por lo nuestro, pero yo no puedo. Cada vez que te imagino, aparece “él”,

cada vez que te toco os imagino a los dos juntos, no me pidas perdón – me

acerqué a ella y mirándola fijamente a los ojos y acariciando su cara, dije:

- No me pidas que te perdone – y me fui, dejando la puerta abierta tras de

mí.

Cuando llegué a la calle, el agua comenzó a mojarme, fue entonces cuando

me acordé del anciano, y que amablemente me regaló su paraguas, lo saqué y

me resguardé bajo él. Y mientras me alejaba a la lejanía entre las abandonadas

calles de aquella ciudad, bajo la intensa lluvia, aún olía a Anna, a aquella

colonia de coco que yo mismo le había regalado por su cumpleaños.

Me bajé del tren en la calle Santiago, y en ése mismo instante, una brisa que

arrastraba hojas consigo, me golpeó. Con la música taponando mis oídos,

anduve calle arriba, hasta alcanzar la puerta de metal que daba paso al

cementerio. Un hombre vestido con traje me abrió la puerta gentilmente, y me

invitó a pasar. Cuando me adentré en aquel tétrico lugar, una extraña sensación

me recorrió el cuerpo. Me flojearon las rodillas y tropecé. El ridículo fue tal, que

preferí no mirar a mí alrededor, no quería cruzarme con la mirada de nadie. Me

perdí entre las lápidas de gente ya sin nombre, sin cuerpos, y sin recuerdos. Fue

entonces cuando me imaginé el cuerpo de mi madre descansando dentro de

uno de esos ataúdes, bajo tierra. Cerré fuertemente los ojos. Cuando llegué, solo

había dos personas a parte de mí mirando el ataúd. A uno de ellos lo conocía,

había sido íntimo amigo de mi madre, y le ayudó económicamente cuando ella

lo necesitó para abrir su propio burdel. Lo saludé con una simple sonrisa. La

otra persona era una mujer, la cual su cara me sonaba. Me acerqué a ella, y

cuando alzó la cabeza, la miré profundamente a los ojos.

- ¿La conozco de algo? – le pregunté, ella asintió levemente con la cabeza,

mientras se secaba las lágrimas que resbalaban por su rostro.

- Sí, soy Katherine, ¿no te acuerdas de mí?

- No – negué – lo siento.

Page 9: Escrito Por Ti 2

- Oh, no pasa nada – me dijo con una sonrisa – yo era amiga de tu madre,

ella me dio trabajo hace mucho tiempo…

- Así qué usted es…

- Oh, no, no, no, eso ya lo dejé hace mucho tiempo, ahora trabajo de

camarera.

- Me parece muy bien – declaré, sonriendo – la verdad es que su cara me

suena ¿la he visto en alguna ocasión?

- Si, por supuesto, en decenas de ocasiones. Yo visitaba a tu madre de vez

en cuando, y hablábamos.

- ¿Sobre qué? – le pregunté, mientras nos alejábamos poco a poco del

ataúd.

- Pues, bueno… de nuestras cosas, de cómo nos había ido la vida, y

también de muchas cosas que nos ocurrieron de pequeñas – entonces, se alarmó

y me tendió la mano – lo siento, no me he presentado, me llamo Katherine.

Encantada.

- Igualmente, yo me llamo Ian – le estreché la mano.

- Ya, ya lo sé – asintió sonriente.

Tras el entierro de mi madre al que asistimos en lágrima viva, salimos del

cementerio y llevé a la señora Katherine a un restaurante al que solía ir en

contadas ocasiones.

El camarero se nos acercó.

- ¿Desean lago más? – Katherine y yo nos miramos mutuamente, y asentí.

- Sí, un par de cafés descafeinados, gracias.

- Muy bien – y acto seguido el camarero se alejó.

- Eres muy amable, Ian, pero no sé si yo me puedo permitir pagar esto…

- No, no, de esta comida me encargo yo, faltaría más. Tú solo disfruta.

- Eres un encanto. Tal y cómo te recordaba – la inspeccioné un rato

mientras ella miraba al camarero caminar de un lado a otro, y le pregunté:

- ¿Cuándo fue la última vez que visitaste a mi madre? – ella se lo pensó

un segundo y luego me contestó.

- Pues… si no recuerdo mal, nuestro último encuentro fue hace unos

meses, tu madre vino a visitarme, y se quedó en mi casa más tiempo que nunca.

Aunque, a mi casa solo vino en un par de ocasiones, así qué... Recuerdo que

estaba un poco nerviosa, le pregunté qué era lo que le pasaba, pero ella me dijo

que no le ocurría nada, que era el efecto de unas pastillas que andaba tomando.

¿Por cierto, de qué ha muerto? Siento tener que hacerte esta pregunta, pero es

que yo la veía con tanta energía que aún no puedo asimilar el que ya no esté

aquí entre nosotros.

- Si, tranquila, la atropelló un coche.

- ¿Cómo?

Page 10: Escrito Por Ti 2

- Al parecer ella se dirigía a casa por la noche, y un chico más o menos de

mi edad no la vio mientras cruzaba la carretera y la atropelló.

- Dios mío – Katherine tenía las manos en la cara, sorprendida.

- ¿Y qué va hacer la policía con ese asesino?

- Tranquila, el tipo ese va a pagar todo lo que ha provocado, mis abogados

ya se están ocupando de todo.

Katherine y yo seguimos hablando largo y tendido, hasta que se dio cuenta

de la hora que era y se despidió de mí.

- ¡Que tarde es! – exclamó – ya tendría que estar camino de casa.

- ¿Vendrás mañana a la lectura del testamento? – le pregunté.

- No, lo siento, pero sé que si tu madre me hubiera dejado algo ya me lo

habría dicho, pero en caso de que me equivoque su abogado ya me llamará.

- Te podrías quedar en mi casa esta noche, yo te podría llevar mañana a tu

casa.

- No lo siento, Ian, hoy debería estar trabajando, y mi jefe me ha dejado

escaparme con una sola objeción, que estuviera para las ocho de vuelta, y a este

paso no sé si llegaré.

- Bueno, pues al menos te acompaño.

- Gracias, eres muy amable – dejé un billete de veinte euros y otro de diez

sobre la mesa, y nos fuimos.

Me despedí de Katherine cuando llegó su autobús, y en el momento en el

qué no alcanzaba a verlo en la lejanía, decidí que era hora de volver a casa.

El calor me invadió cuando entré en el salón, y un olor a madera barnizada

me recorrió el cuerpo. El señor Alfred Hood me recibió con una tímida sonrisa,

me señaló mi asiento, justo enfrente suyo, en una de la docena de sillas verdes

que rodeaban la mesa de roble justo en el centro de aquella habitación medio

vacía.

- ¿Soy el primero? – le pregunté, dejándome caer en la silla. Primero me

miró tras sus gafas de color negras, diseñadas especialmente para él.

- No – negó – el señor Dave se encuentra en el baño.

Dave era un amigo de mi madre, que me prometió que como mínimo

asistiría a la lectura del testamento. Instantes después escuché el ruido de la

cadena del váter.

- Me alegro de que ya estés aquí – me dijo Dave mientras salía del baño. Se

acercó a mí y me golpeó un par de veces en la espalda –era su forma de saludar-

.

Page 11: Escrito Por Ti 2

- Sí, ya estoy aquí, lo que pasa es que no me ha vuelto a sonar el teléfono,

me parece que quiere jubilarse, cualquier día me acerco a la tienda más cercana

y me compro uno nuevo. ¿Y tú qué tal? – le pregunté, mientras se sentaba a mi

izquierda.

- Muy bien, a causa del terremoto de hace unos días, el súper-mercado

quedó afectado, y parece ser que tardarán tiempo en reparar los daños, así qué

desde entonces estoy hasta los topes en la tienda.

- ¿Cómo has podido venir?

- He dejado al mando a mi hija, que con esto de que se acercan las

vacaciones de navidad no les envían nada en el cole. Y para que esté todo el día

chateando con tíos que ni siquiera conozco por el tal “Chad” ése, prefiero que

me ayude con la tienda. – cuando Dave decía “Chad” se refería al Chat por el

que nos comunicamos la sociedad hoy en día.

- ¿Falta alguien más por venir? – nos preguntó el señor Alfred, que era el

abogado de mi difunta madre.

- No, que yo sepa – le contesté.

- Bueno, entonces, si nadie m{s va a venir es mejor…

- No, falto yo – me giré, aquella voz ronca me sonaba, y no me producía

gran entusiasmo – hola, soy Jacob Rose, hijo de Pearl Rose – dijo, mientras

recorría el camino de la puerta hasta la mesa, para estrecharle la mano a Alfred.

- Muy bien, pues si ya estamos todos, comencemos – la odiosa persona

que tenía por hermano se sentó a mi derecha, con una gran pizpireta sonrisa

grabada en el rostro. Me hubiera abalanzado sobre él si no fuera porque había

gente que pudiese señalarme cómo único culpable de su muerte.

- La verdad es que no hay mucho que decir, empecemos por usted señor

Dave, la señora Rose le ha dejado su prostíbulo que se encuentra frente a su

casa, y me dijo expresamente que hiciese cualquier cosa con ella que le

apeteciera menos seguir conservándola cómo ha estado hasta el días de hoy.

Tome – le dijo, dándole una carta – aquí le deja una lista de las cosas que se le

ocurrieron que podría hacer usted con el prostíbulo. Y para usted, Ian, su

madre le ha dejado esta caja, en ella hay una carta muy íntima, un video, y las

llaves de un piso que ha comprado para ti, en una ciudad alejada de la costa. Y

por último, para usted, Jacob, también hijo de Pearl Rose, su madre le deja su

casa, bajo el prostíbulo donde trabajaba y en el que usted ha vivido gran parte

de los días de su vida.

- De acuerdo – asintió Dave – si ya está todo, yo me voy – anunció – que

no me fío de mi hija… Encantado de conocerle Alfred, si me necesita para algo

más, llámeme a este número –le tendió una tarjeta con el teléfono de su tienda.

- ¿Ya te vas? – le pregunté.

- Sí, pero… ¿qué te parece si te vienes y comemos juntos?

- Bueno… no tengo mucho que hacer… vale, de acuerdo. Pero primero

permíteme ir al baño, y enseguida nos vamos.

Page 12: Escrito Por Ti 2

- Tranquilo, yo te espero – me contestó. Y mientras me alejaba hacia la

puerta del baño, le eché una mirada asesina a mi hermano. Lo odiaba.

Tras hacer mis necesidades, y mientras me lavaba las manos, reflejado en el

cristal, Jacob entró al baño.

- Hola hermanito – me dijo con aquella voz. Negué con la cabeza, el calor

me trepaba por el cuerpo, no podía pensar, solo me imaginaba sobre él,

golpeándolo.

- ¿No me dices nada? – se burló, tensando los labios en una sonrisa –

esperaba que tras cinco años sin vernos al menos te molestarías en saludarme.

- ¿Tú crees? – dije en una risa nerviosa - ¿cómo eres capaz de presentarte

aquí? – cerré el grifo y tiré la servilleta con la que me estaba secando las manos

a la basura - ¿cómo puedes tener la cara de presentarte como si nada? – le

agarré por el cuello de la camisa fuertemente.

- No te pases hermanito… que soy mayor que tú, y no me gustaría tener

que manchar el suelo con tu sangre – me amenazó.

- Inténtalo – le desafié, le empujé contra la puerta, y el ruido que provocó

el choque, fue como el golpe de dos piedras. En el mismo instante en el que su

mandíbula se apretó con furia, se abalanzó sobre mí tirándome al suelo. Y tras

el primer golpe de mi cabeza contra el sucio suelo, me dio otro con su puño en

la nariz.

- ¡Vete a la mierda! – le oí decir, vagamente, entre el pitido que inundaba

mis oídos.

Cuando volví a recobrar el sentido, Dave aporreaba la puerta, llamándome.

Me levanté, y mi cabeza se inundó de dolor. Como si tuviese fiebre. Volví a

abrir el grifo para quitarme la sangre que me caía por la dolorida nariz, y a su

vez adornaba mi cara.

- ¿Estás bien, te ha pasado algo? – preguntaba Dave al otro lado de la

puerta.

- No, tranquilo – dije.

- Venga, que mi hija se va a empezar a impacientar.

- Ya estoy – le anuncié, mientras salía al salón, pálido cómo el mármol.

- ¿Qué te ha pasado? – me preguntó.

- Nada

- Pues estás muy pálido, ni que te hubieran dado el susto de tu vida – se

rió a carcajadas.

Antes de irnos, cogí la caja que me había dejado mi madre con la carta, el

video y de más cosas, y me despedí del señor Hood. Cuando alcanzamos la

calle, un extenso mar de nubes grises se extendía a lo largo del cielo,

privándonos del sol, y mojándonos a causa de una gran tormenta.

Page 13: Escrito Por Ti 2

Nos montamos en el viejo coche color azul marino de Dave. El auto olía a

humedad, aguanté la respiración, y me tomé el lujo de abrir la ventanilla para

exhalar aire fresco de vez en cuando. Salimos de la ciudad, y enseguida nos

perdimos entre extensos bosques y montes que se perdían a la lejanía.

Recorríamos una carretera que cambiaba de estado cada pocos metros. Y

pegábamos saltos en los asientos a causa de las piedras en el camino. Soporté

las continuas quejas de Dave sobre su vida, pero en realidad hacía oídos sordos,

perdía mi mirada en el paisaje.

Tardamos cerca de una hora en llegar, y mis tripas ya rugían cómo si no

hubiesen comido en su vida. En el mismo instante en el que puse un pie en el

asfalto de la carretera, cientos de sensaciones, sentimientos, imágenes, y

momentos me entraron por los cinco sentidos. Y temí por encontrarme cara a

cara con la que había sido ocho años atrás el primer amor en mi vida. Un amor

no correspondido –cómo no-.

2

Aún recuerdo aquel día lluvioso, el pueblo al que nos acabábamos de

mudar yacía bajo un cielo gris y encapotado. Mi madre, Pearl, me envió a por

sal a casa del vecino, yo apenas conocía a nuestros vecinos, y ciertamente, era

muy tímido. Mi madre, alquiló un segundo piso en una de las casas más

modernas –por aquel entonces- en el pueblo. Y le costaba lo suyo. Mi –querido-

hermano Jacob, (cómo siempre) no puso más que pegas a todas las decisiones

que tomaba nuestra madre, yo en cambio, me callaba, y aunque no me parecía

lo más idóneo cambiar de pueblo de un día para otro, todo tenía un por qué –al

igual que en la vida misma-.

Aquel día, el aire del norte había arrastrado hasta el pueblo un frío

horroroso que calaba hasta los huesos. Y, entre el olor a pescado de la

pescadería que teníamos abajo, y el olor a jamón serrano que nos llegaba de la

taberna –La horca- de enfrente de nuestra casa, me revolvían las tripas. Tras el

por favor de mi madre, salí de casa y subí las escaleras de salto en salto.

Mientras oía el eco de mis zapatillas golpeando el suelo y resonando en el

portal. Uno tras otro.

Sudando, nervioso, y con una gran sonrisa en la boca, llegué al piso de

arriba, toqué la puerta con timidez, y para mi sorpresa, todo a mí alrededor

desaparecería de un plumazo. El olor a jamón serrano mezclado con el de la

Page 14: Escrito Por Ti 2

pescadería, mi propio sudor mojando en la camisa de lino, y el perfume de la

señora Bernadet que se adhería al aire por el que pasaba.

Un ángel se había escapado del cielo, sin que los demás lo supieran, y cayó

en mi vida por sorpresa, iluminando mi camino de luz celestial. En aquel

momento, todos mis pensamientos negativos se fundieron. Ella me sonrió,

apenas tenía siete años, pero esa noche de invierno me enamoré por primera

vez.

- Hola – me saludó. Yo seguía atontado con su sonrisa. Dormido en el más

profundo de los sueños, rodeado sólo por una tranquilidad infinita.

- ¿Estás ahí? – preguntó, sus ojos se perdían en algún lugar. Sentía que no

me prestaba atención alguna. Y la duda llegó a mi cabeza vacía.

- S… sí, estoy aquí. Encantado, me llamo Ian, y acabo de mudarme aquí –

le tendí la mano, pero ni se inmutó, solo sonreía.

- ¿Puedo? – dijo, dubitativa. ¿El qué? Me pregunté para mis adentros, pero

no merecía la pena comerse la cabeza, estaba muy distraído con su sonrisa.

- Si – asentí. Entonces, elevó las manos hasta encontrar mi rostro. Y

comenzó a leerme, como si fuera un libro. Y fue entonces cuando lo entendí, ella

era ciega.

- Encantada, Ian, yo me llamo Arianne – la miraba estupefacto, aquella

belleza divina me había robado el corazón, pero un sentimiento de compasión

me recorrió el pecho.

- ¿Qué te sucede? – me preguntó.

- Na… nada – contesté, aún absorto en su mundo.

- Umm... – dijo en un hilo de voz – me parece que no estás siendo muy

sincero conmigo – me confesó. Me sentía incómodo, quería seguir mirándola

por tiempo indefinido, pero al mirarla aquella sensación de compasión también

me inundaba. Por lo que decidí seguir con lo mío.

- ¿Podrías darme un poco de sal? – ella debió de pillar mi indirecta, y quitó

sus manos de mi rostro, lentamente. Me sentía cómo un mosquito rodeando

una luz encendida en medio de la oscuridad.

- Si, por supuesto – asintió – pero espera, tengo que llamar a mi papá.

Su padre se acercó por el pasillo, con una tolla pequeña entre las manos.

- Hola – me saludó - ¿qué quieres hija? – dijo dirigiéndose a Arianne.

- Este chico ha venido a por un poco de sal, ¿podríamos ofrecerle un poco?

– le preguntó – es muy majo – añadió.

- Claro que sí – asintió Dave – ahora vuelvo – nos dijo introduciéndose de

nuevo en el oscuro pasillo.

Page 15: Escrito Por Ti 2

Aquella fue la primera vez que vi a Arianne. Después de aquel día, la

visitaba casi todos los días con escusas estúpidas, y a mi parecer, ella ya lo

sabía.

Cuando alcancé el comedor, y me senté en una de las sillas que rodeaban la

mesa. Una voz muy conocida me dio la bienvenida.

- Hola Ian – sonaba dulce, pero su vestimenta había cambiado, ahora

vestía más a la moda, pero mientras la miraba, yo seguía viéndola con su

vestido blanco, cómo en su infancia.

- Hola Arianne – me levanté, y agarré sus brazos por las muñecas, y las

posé en mi rostro.

- ¿Eh cambiado en algo? – le pregunté, esta vez, los dos sonreíamos. Y

juraría que ese día volví a oler el perfuma de mi vecina Bernadet, y el

repugnante olor que provocaba la unión del jamón serrano y los pescados.

- Debo decirte, que muy poco – me contestó - ¿y yo? – preguntó - ¿te

parece qué he cambiado algo?

- No – negué – para mí sigues siendo la niña de siete años que conocí

aquel día lluvioso.

- ¿Debería de alagarme? – me preguntó, sarcástica. Bajó sus manos, y con

cuidado, se sentó en una de las sillas.

- Claro que sí… - aquel día volví a revivir todos aquellos sentimientos que

un día me recorrieron el cuerpo. Me sentí vacío, y desgraciadamente, la imagen

de mi ex me vino a la cabeza. Regresé a casa en el auto de Dave, que

amablemente me llevó entre sonrisas. Cuando llegué a casa, una gran llovizna

inundó las calles del pueblo. Me tumbé en el sofá, y me dormí mirando la caja

que me había dejado mi madre.

Page 16: Escrito Por Ti 2

Capítulo.2

1

Era doce de diciembre, y no tenía mucho que hacer. El dueño de la casa en

la que vivía, me había dado un último aviso, tenía que dejar la casa a finales del

mes por impago. Hasta hacía un par de días eso era un problema, pero ahora

tenía a mi disposición un hogar que mi madre me había dejado. Pero… ¿estaba

listo para mudarme? Tendría que dejar a mi mejor amigo de la infancia, aun

qué por otro lado, nunca más tendría que salir a la calle pensando en que me

encontraría con mi novia. Y encima desde la muerte de mi madre me

encontraba sin fuerzas. Agotado, la situación me tragaba, y estaba consumiendo

mi realidad. ¿Qué podía hacer?

Estaba sentado en una silla, desayunando en el bar, gastando el poco dinero

qué poseía. Y Lucas acababa de levantarse para ir al baño. Unté un trozo de mi

cruasán en el café, y me lo comí con mucho gusto. La lluvia aporreaba las

ventanas del bar. Y el frío que hacía fuera se colaba en la estancia. Debía tener

unas ojeras aterradoras, había dormido poco y mal aquella noche, y me había

levantado por lo menos media docena de veces para coger mantas adicionales

con las qué mantener el calor. Me pesaba el cuerpo, como si llevara un par de

sacos de patatas sobre los hombros. Eran las nueve de la mañana, y estaba

cansado. Las piernas apenas me respondían, y se me dormían cada dos por tres.

Cuando me acabé el café y el cruasán, apoyé todo mi peso en el respaldo de la

silla, y ésta chirrió con comodidad. Yo solté un gemido, echando por completo

todo el aire que tenía en los pulmones.

- ¿Me echabas ya de menos? – Lucas regresó. Él lucía un aspecto

totalmente diferente al mío. Sus labios estaban tensados en una gran sonrisa, y

estaba bien arreglado, aun qué no quiso decirme para qué. Llevaba una camisa

blanca de algodón de marca Lacost, debajo de una cazadora de cuero negro. Y

unas gafas de cristal negro a juego. Aparte, se había puesto los nuevos vaqueros

que acababa de comprarse –de esos que parecen que estén rotos- y también

llevaba unas zapatillas deportivas de Puma, azules y blancas.

- Ya te gustaría – dije con ironía. Me enderecé en la silla, y le miré

fijamente por unos segundos a los ojos.

Page 17: Escrito Por Ti 2

- ¿Qué te cuentas? – me preguntó, aún no habíamos hablado, en cuanto

nos vimos en el bar me dijo que tenía que ir al baño.

- Nada – mentí, me apetecía desahogarme con alguien, pero preferí

mentirle.

- Ian – dijo, reclamando toda mi atención – nos conocemos desde que

íbamos a tirar piedras al tren con ocho años, así qué no pienses que no me

entero cuando me mientes.

- Es verdad, no te miento, no tengo nada que contar – lo único que hacía

era decir una mentira sobre otra. Me miró y arqueó una ceja, estaba claro; hasta

que no le dijese algo no pararía.

- Está bien. Cómo ya sabes, hace dos días tuve la lectura del testamento de

mi madre, y para mi sorpresa me dejó una caja…

- ¿Una caja? – me interrumpió.

- Sí, una caja. En su interior contenía un DVD, unas llaves y… no me

acuerdo de lo otro, pero bueno, los más importante son las llaves.

- ¿Para qué son?

- ¿Podrías dejar que te cuente la historia de un tirón? Luego haces todas

las preguntas que te vengan en gana.

- De acuerdo – asintió.

- Pues eso, resulta que las llaves son para una casa qué por lo visto me ha

dejado mi madre.

- ¡Qué bien, ahora tendrás un sitio al que mudarte! – le miré con rencor, y

entendió – perdón – me dijo, haciendo cómo si cerrara la cremallera en su boca.

- Sí, tienes razón, pero lo malo es que la casa está al otro lado del país.

- ¿Y? – su reacción me sorprendió - ¿no es lo más importante qué tengas

un sitio en el que vivir? – tenía razón, por vez primera en su vida, mi amigo

Lucas decía algo con coherencia.

- No, si tienes razón, pero… me da mucha pereza tener que cambiar de

casa a estas altura, y encima no conozco a nadie en esa ciudad.

- Tranquilo, que yo ya iré de vez en cuando a visitarte.

- ¡Gracias, ya me dejas más tranquilo! – bromeé, llevándome la mano al

pecho, y actuando con exageración.

- Bueno, yo ya me voy – me dijo, levantándose.

- ¿Ya, pero si ni siquiera has desayunado?

- No importa, ya me hincharé a comer más tarde, ahora me tengo que ir.

- ¿Una cita? – dejé caer. Y acto seguido se puso rojo cómo un tomate - ¡eh

acertado! – grité, algunos del bar me miraron.

- Sí, vale – me dijo, pidiéndome que bajara la voz.

- Que te vaya bien – le dije. Y cuando salió del bar, vi la mirada con la que

me contempló, le pasaba algo.

Page 18: Escrito Por Ti 2

Cada día que pasaba, tenía menos tiempo para actuar. Pero si lo pensaba

bien, sólo tenía una posible respuesta a mi pregunta ¿debería de mudarme a la

otra ciudad en la que mi madre me había hecho el favor de comprarme una

casa? Ya estaba claro, la respuesta correcta era: sí. Tampoco podía hacer nada en

la situación en la que me encontraba. O elegía esa opción o me quedaba en la

calle, sin trabajo y sin dinero. Al menos si me mudaba podía encontrar otro

trabajo y hacer una nueva vida. Así que decidí no comerme más la cabeza,

aquella misma tarde, me acerqué a casa del propietario de mi piso, y le entregué

las llaves y el último dinero que me quedaba. No me salían las cuentas, pero él

hizo la vista gorda, y aún sorprendido con qué me fuera, se despidió con una

gran sonrisa.

En cuanto llegué a casa, me puse a hacer las maletas, y meter todo lo que

fuera mío en cajas de cartón que amablemente me habían cedido en el estanco

de debajo de mi casa. Un par de horas después, Lucas se pasó a ayudarme, aun

qué más bien, se puso a ver la televisión. Aquellos objetos tan cotidianos que

hasta ése día me habían adornado la vida, en realidad formaban parte de los

mejores y más amargos momentos de mi vida. Cada uno de ellos me transmitía

una sensación diferente, o un olor, incluso recuerdos que almacenaba en mi

mente, y que no creía recordar.

Por un lado quería dejarlos o donarlos inclusive tirarlos, pero los

sentimientos me podían, así que decidí quedármelos y decidir qué hacer con

ellos cuándo llegase a mi nueva casa.

- ¿Ya puedes tú solo? – me dijo Lucas, mirando mi reflejo en la pantalla del

ordenador que estaba sobre la mesilla junto al sofá.

- No me vendría mal un poco de ayuda, la verdad – le contesté, mientras

cargaba con una caja llena de libros hasta la entrada principal.

- Dime… ¿Cu{ndo tienes planeado irte?

- Mañana mismo, hoy he ido a darle las llaves al propietario, pero me ha

dicho que cuando acabase de hacer la mudanza se las dejara aquí, aunque, bien

pensado, ¿qué hubiese hecho sin llaves? Me parece que todo éste tema me

nubla la mente – reí.

- ¿Y ya tienes modo de llevar tus cosas hasta ése pueblo? – me preguntó,

mientras cargaba con una de las cajas.

- No, ahora que lo dices, ni se me había pasado por la cabeza…

- Tranquilo, no te preocupes, yo te llevaré mañana, y si hay que hacer más

de una vuelta, sólo tienes qué llamarme, y estaré donde te encuentres en ese

momento en menos de un minuto – me dijo con una gran sonrisa. Todo esto no

era tampoco fácil para él.

- Gracias – le dije, agarrando otra caja.

- Somos colegas – afirmó – y los colegas estamos para esto.

Page 19: Escrito Por Ti 2

Lucas me ayudó a empaquetar todo lo que tenía en casa, y dejarlo en la

puerta para qué al día siguiente estuviera todo preparado. Finalmente nos

quedamos viendo la televisión hasta las tantas, y riéndonos de momentos de la

infancia. Cómo cuando, decidimos levantarle la falda a una chica que andaba

por la calle y sin bragas.

Habíamos tenido grandes momentos juntos, y echaría de menos verle todos

los días. Pero era un momento necesario en mi vida. Al final, quedamos en qué

me vendría a buscar al día siguiente a casa con su coche cuando terminara de

trabajar, y me llevaría a mi nueva casa con todos los trastos.

2

El día siguiente amaneció, y el cielo no presentaba ninguna nube a mi

inspección matutina. Salí al balcón, pero me congelé de frío. Eran cerca de las

ocho de la mañana, estaba dormido, y había quedado claro que no pensaba con

claridad. El día transcurrió cómo otro cualquiera, tras vestirme, bajé al bar para

desayunar. Después me compré el periódico y anduve hasta llegar a la playa,

una vez allí me senté en uno de sus bancos, y terminé de leer el periódico. Para

cuando quise darme cuenta, las agujas del reloj ya marcaban las doce del

mediodía. Volví a casa, y pedí comida china. Estaba decidido en acabarme el

dinero que me quedaba. Un cuarto de hora después, un hombre asiático me

esperaba en el recibidor de casa, con los ojos bien abiertos, esperando que le

diera sus veintiocho dólares con cincuenta. Y para rematar la mañana, me comí

la comida sentado en el sofá, mirando las musarañas, esperando nervioso que

pasaran las horas para dejar aquella casa y empezar una nueva vida en la otra

ciudad. En ese momento, me di cuenta de qué ni siquiera sabía cómo se llamaba

el lugar al qué me mudaba. Al menos tienes la dirección de la casa, y seguro

que te reciben bien, me dije, intentando consolarme absurdamente.

Las horas pasaron y pasaron, y por fin, el timbre de mi vacío piso, sonó. Me

levanté de un salto. Lucas esperaba al otro lado de la puerta con una gran

sonrisa de lado a lado de la cara. Éste es tonto, pensé. Y él pareció haberme

leído la mente.

- Encantado de conocerte, estoy a tu servicio – él y sus tonterías. Le invité

a pasar con la mano.

- ¿Bueno… qué, empezamos a bajar todo? – le pregunté. Él se limitó a

echar un vistazo a toda la estancia medio vacía. Sin vida. Aquellas paredes

Page 20: Escrito Por Ti 2

habían contemplado un millón de momentos y situaciones, y ahora parecían

haber perdido la memoria.

- Sí, claro, empecemos – anunció, agarrando la caja más cercana que tenía,

y sonriéndome. ¿Estaba feliz por qué me iba, a qué venía esa felicidad?

Tardamos un buen rato en bajar todas mis cosas y meterlas en el coche. Me

despedí del piso con un –adiós- mental y nos fuimos en el auto.

El nombre de la ciudad a la que me mudaba era Phoenix, y según su cartel

de bienvenida, dormían veintisiete mil cuatrocientos cincuenta y seis habitantes

allí, ahora, dormiríamos veintisiete mil cuatrocientos cincuenta y siete

habitantes. Llegamos a la ciudad unas dos horas después de empezar el

trayecto.

Después de perdernos por la ciudad, y mareados de dar tantas vueltas.

Encontramos la casa. ¡Por fin! Salí del coche cómo un cohete, y adoré poder

estar pisando el suelo. El edificio al qué me mudaba brillaba entre las casas

colindantes, era obvio que la habían construido recientemente –para qué me

entiendas, cuándo digo reciente, significa entre cinco y diez años- claro qué las

demás casas ya sufrían el paso del tiempo, les hacía falta una nueva pintura en

las fachadas, y nuevos tejados, sin excepción de una carretera por la que se

pudiera conducir.

Subí las escaleras que conducían hasta el porche, y toqué el timbre. Oí el eco

de éste resonando en la casa. Poco después unos pasos se acercaron a la puerta,

y cuándo se abrió, me llevé una gran y grata sorpresa.

- ¿Katherine? – nos quedamos mudos, mirándonos. Sonreímos.

- ¿Qué… qué haces aquí? – me preguntó, en un hilo de voz, incrédula.

- ¿Tú vives aquí? – nos encontrábamos en una espiral de preguntas sin

respuesta. Hasta que Lucas se metió en medio.

- ¿No me presentas? – yacía a mi izquierda, sujetando una caja entre los

brazos, sonriente.

- Sí, claro. Ella es Katherine. Katherine, él es Lucas – a continuación él dejo

la caja en el suelo, y se dieron la mano.

- Encantada.

- Igualmente.

- Bueno, no me has contestado, ¿qué haces aquí? – le pregunté.

- Es que yo vivo en éste edificio. ¿y tú qué haces por aquí?

- Yo vengo de mudanza – le informé.

- ¿Ah sí, te vas a mudar a alguna de las casas del pueblo?

- Si, exacto, en ésta casa concretamente.

- ¿Cómo?

Page 21: Escrito Por Ti 2

- Veras, mi madre me ha dejado las llaves de una casa, qué por lo visto a

comprado en ésta casa.

- ¿El tercero?

- No lo sé, aún no tengo ni idea de en qué piso está, pero sí, supongo que

será el tercero. ¿Por qué no hay ningún otro vacío u para alquilar, no?

- No – negó.

- Pues sí, supongo que de hoy en adelante, el tercero será mi nueva casa.

- Bueno, pues bienvenido. Pa… pasa – me dijo, apartándose y dejando un

hueco por el qué poder pasar al interior.

El recibidor estaba a oscuras, una vez dentro, y con la puerta cerrada,

apenas nos podíamos ver las caras entre nosotros. Seguidme, nos dijo

Katherine. Nos llevó hasta una la cocina principal de la casa.

- Sentaros – nos dijo, señalando las sillas anticuadas que rodeaban una

pálida mesa de madera.

La próxima hora y media tuvimos una extensa conversación sobre diversos

temas. Después se ofreció para ayudarnos a subir todas las cajas a mi nuevo

piso. Alfred Hood, el abogado, me llamó para ver qué tal me iba todo. Le

contesté que muy bien. Y le dije que ya me encontraba en mi nueva casa.

Cuando la noche inundaba las calles de la ciudad, Lucas se despidió de

nosotros, y me dijo que volvería cuanto antes.

Después seguí hablando con Katherine, mientras la televisión hacía de

fondo. Nos dieron las tantas de la madrugada, y me acompañó hasta el tercer

piso.

Una vez me encontré solo, en medio de una habitación llena de cajas

desordenadas por el suelo, suspiré largo y tendido. Y agarré el colchón que

había ido atado en lo alto del coche.

Aquella noche dormí estupendamente. Y al día siguiente, me desperté hacia

el mediodía.

Siempre me he preguntado qué significado tiene la vida. ¿Nacemos para

morir? O mejor dicho… ¿nos dan lo m{s preciado del universo para luego

arrebatárnoslo a traición? Todos sabemos qué un día llegará nuestro turno. Nos

lo inculcan desde bien jóvenes. Pero… ¿por qué? ¿Acaso no sería mejor

descubrirlo como un regalo?

Page 22: Escrito Por Ti 2

Sin duda alguna, todo lo que concierne a la muerte, o el fin de la vida, no

trae más qué disgustos, tristeza, y miedo. Somos seres humanos, y ciegamente,

nos creemos todo poderoso, siempre nos comparan con otros seres inteligentes.

Y nos sitúan en lo más alto del escalafón. ¿Acaso el sentirnos superiores

confirma el hecho?

La especie humana, ha evolucionado durante muchísimo tiempo, y aún hoy

en día seguimos en proceso. Cómo parte de una misma especie… ¿por qué nos

maltratamos entre nosotros, nos humillamos, o tenemos la necesidad de

juzgarnos los unos a los otros? ¿Acaso es nuestra propia inteligencia nuestra

mayor enemiga? ¿La qué supuestamente nos aparta de todo ser menor, la que

nos ayuda a seguir adelante? ¿Por qué los seres humanos, nos tragamos

nuestros sueños, esperanzas, y sentimientos para complacer a los amargados de

nuestra estirpe? ¿No sería mejor ser felices, no juzgar a nadie, y ser libres y

cómo queremos ser? ¿Acaso toda la inteligencia que tenemos lo máximo que

nos brinda es la posibilidad de crear bombas atómicas, matar a animales para

arrancarles la piel, o simplemente cargarnos el planeta?

Creo que millones de años de evolución no han sido suficientes para

superarnos a nosotros mismos, y mientras no nos aceptemos nunca lo

conseguiremos.

Pero todo esto no es más que una idea que supongo, compartirá gran parte

de la humanidad.

Una semana después de mí llegada a Phoenix, ya me iba acomodando en

mi nueva casa, e incluso había conocido a unas cuantas personas. Solía

desayunar en un bar a la vuelta de la esquina. Y Katherine me preparaba la cena

muy amablemente. En el bar, conocí a unas cuantas personas, con las qué

congenie perfectamente.

Hacia las diez del mediodía, me vestí y bajé al bar. Cogí el periódico y

empecé a leer las ofertas de trabajo que más me pegasen. Pero tras dos cervezas,

y una napolitana, decidí abandonar mi búsqueda.

- ¿No hay nada bueno? – me preguntó Alison, mientras pasa la servilleta

húmeda por la barra.

- No – suspiré. Ella me miró con interés, y luego se marchó a la cocina.

Unos segundos después volvió, y me dijo.

- Ya tienes trabajo.

- ¿Cómo?

- Si quieres, puedes trabajar aquí de camarero – me informó.

- Pero…

Page 23: Escrito Por Ti 2

- La paga no est{ mal, y te puedes beber lo que quieras… - se me acercó, y

tapándose la boca, me dijo al oído - mientras Victor no se dé cuenta.

- Gracias por la posibilidad, pero… yo no tengo experiencia de esto, y…

- ¿No querías un trabajo? Pues ya está, yo ya te enseñaré todo lo necesario,

tú sólo te tienes que poner tras la barra ¿qué te parece?

- Est{ bien, que coño… necesito un trabajo y no estoy en condiciones de

renegar uno así por las buenas, y encima está cerca de casa. ¡Acepto! – le dije,

animado.

- Muy bien, empiezas el lunes. Cuando veas a Victor infórmale, y ya te

dirá él todo.

Así fue cómo mi amiga Alison me consiguió el trabajo de camarero en el

bar. Ese mismo día, hacia las once de la noche, mientras me encontraba cenando

con Katherine, en la cocina principal de la casa, y esperando a que la señora

Felton – mi vecina- llegara, mi teléfono comenzó a vibrar.

Se trataba de mi amigo Lucas, debía tener un problema, pues nunca me

llamaba. Hablamos durante un corto rato, en el qué me preguntó sobre mi

situación, y tras mis contestaciones positivas y esperanzadas, me informó que al

día siguiente me visitaría, excusándose, con qué libraba y no tenía nada que

hacer. Pero estaba claro que tenía algo que contarme.

Colgué el teléfono móvil, y suspiré. Katherine me miró preocupada, y sólo

con la mirada, me dejó claro qué se preocupaba por mí, pero que no se atrevía a

hacerme ninguna pregunta por no parecer pesada y cansina. Así que, en un

intento de parecer más social, le informé de la conversación, y ella se mostró

complacida y feliz.

Terminamos de cenar a las tantas, o mejor dicho, de hablar. Pasábamos

largos periodos de tiempo charlando, parecía que fuéramos amigos de toda la

vida.

Me refugié entre las sábanas de mi cama, rodeado de cajas –aun qué menos

de las que había desde mi llegada-. Tras subir a mi piso, y quitarme la ropa, abrí

la ventana y me apoyé en el alféizar de la ventana. Hasta que noté el frío que

resaltaba mi aliento.

Aquella noche soñé con mi madre. Fue un sueño extraño, me encontraba en

medio de una habitación que apenas veía por totalidad. Yo era un bebé tendido

en mi cuna, y a un metro de distancia de mí, en el suelo, yacía la caja que me

había dejado mi madre en herencia. Pero lo que más me llamó la atención, fue,

la luz celestial que emanaban tanto las llaves de mi nuevo piso, cómo el DVD,

que ni siquiera me había molestado en reproducir. Y en medio de mi propio

llanto, mi madre hacía acto de presencia, emocionada, agarraba la caja y de ella

Page 24: Escrito Por Ti 2

sacaba las llaves, con las que, a continuación, abría una puerta de madera

antigua que no había estado hasta segundos antes en la habitación. Después,

una luz cegadora, inundaba la estancia. Plagándome de diversas sensaciones.

Page 25: Escrito Por Ti 2

Silenciada

Capítulo.3

Atracción

- Hola... - Adam saludó a Katherine. Ella se volteó.

- Hola – dijo, masticando un trozo de salchicha.

- Laura me ha comentado que solo llevas dos días aquí...

- Si – asintió.

-Entonces, no habrás visto el pueblo entero, ¿verdad? - le preguntó.

- Ni un trozo.

- Entonces, podrías acompañarnos mañana, vamos a dar una vueltecita, ¿te apetece?

- Sí, claro, gracias...

- Ya lo verás, te lo pasarás bomba – le aseguró, enmarcó una tímida sonrisa, y se despidió

con la mano, Laura lo reclamaba.

- “Ya lo verás, te lo pasarás bomba” - repitió Jack, con aire seductor – será estúpido... -

exclamó, sirviéndose una hamburguesa.

- ¿Os lleváis mal? - le preguntó Katherine, aún con el rostro de Adam en mente.

- No, si quieres que te mienta. Lo que sucede es que no soporto su comportamiento, cuando

hay una mujer delante, ¡cambia por completo! -

- ¿Estás insinuando que tu hermano es un falso...?

– No, bueno... no del todo. Pero no sé por qué se tiene que comportar así - levantó la

mirada, fijándola en Katherine. - da igual, no quiero centrar nuestra conversación en mi

hermano, dime, ¿cuánto tiempo pasarás las vacaciones aquí?

- Pues aún no lo sé, la verdad, mis padres... - de pronto

se acordó de que había llegado a Santiago y que aún no había llamado a casa.

- Tus padres... - Jack intentó reconducirla, parecía distraída.

- Perdón, se me han cruzado los cables de la cabeza, ¿me perdonas un momento? - se metió

la mano en el sujetador, tenía el móvil ahí. Jack se rió, ladeando la cabeza suavemente, mientras

susurraba...

- Estas chicas, se preocupan tanto en el aspecto que luego, no tienen sitio ni para guardarse

el teléfono – siguió riendo mientras comía.

Katherine, seleccionó un número de teléfono, se puso el móvil en la oreja, y cuando la

respondieron al otro lado, comenzó a hablar.

– ¿Sí, quién es? - preguntó una voz femenina.

- Mamá, soy yo, ¿es que ya no te acuerdas ni de tu propia hija?

- Hola cariño, ¿¡pero cómo has podido estar tanto tiempo sin llamarnos!?

- Es que se me ha pasado, entre una cosa y otra...

- Bueno, dime, ¿qué tal se está con tu tía y compañía, te lo estás pasando bien?

- Si, bueno... aún no hemos podido hacer nada, pero ahora mismo estamos cenando en casa

Page 26: Escrito Por Ti 2

de unos amigos de la tía. Y ya he conocido a dos chicos.

- ¿Chicos? - María del Carmen, la madre de Katherine, pronunció aquella palabra como

quien dice “ratas”.

- ¡Mamá, que no son alienígenas!

- Más te vale... - susurró.

- Bueno, da igual, ¿qué tal estáis vosotros allí? -le preguntó. Sonriendo.

- Muy bien, tú hermano a echo una amiga, y papá y yo, pues estamos de reunión en

reunión, como siempre vamos...

- Entonces… normal ¿no?

- Si – asintió, su madre.

- Mamá, te dejo, es que estoy ocupada... - le mintió.

- De acuerdo hija, pero llama más a menudo, ¿e...?

- Si, mamá te llamaré más a diario, adiós – tras finalizar la conversación, y guardarse el

teléfono, volvió con Jack.

- ¿No te gusta hablar mucho rato por el móvil, me equivoco? - le preguntó él.

- Si, además me gusta llamar cuando estoy sola...

- Oye..., me estaba preguntando... - Jack se quedó mudo, mirando al suelo, pensativo.

- ¿Si...? - Katherine intentó encontrar su mirada.

-Perdona, me preguntaba, si te gustaría venir mañana conmigo a ver una película al cine –

suspiró.

– Me gustaría, pero primero tendría que hablar con tu hermano, puesto que ,me quiere

enseñar el pueblo...

- Si, tranquila, ve, y habla con él, ya me dirás después...

- Gracias

Katherine, rebuscó a lo largo del jardín a Adam, ¿dónde estaría?, entonces recordó que se

había ido con Laura, así que seguramente querrían un poco de intimidad.

Un buen tiempo después, Adam y Katherine se encontraron, ella decidió dar una vuelta, a

lo largo del bosque, y casualmente, se vieron.

- Ho... hola, te estaba buscando

- ¿A mí?

- Si, tu hermano me ha invitado al cine, y pues me gustaría saber si pudieras enseñarme el

pueblo en otra ocasión...

– Tranquila, pero dime una cosa..., ¿él te gusta?

- ¿Quien, tu... tu hermano? - Katherine se puso roja. Entonces, echó el tiempo hacia atrás,

¿le gustaba Jack?, realmente, no lo había pensado, él le caía bien, pero no le atraía, todo lo

contrario que le sucedía con Adam, él sí que le atraía, pero no quería meterse en ese tema,

puesto que él tenía una relación con su prima.

- Pues... no, no – arrastró el “no”, hasta que se le acabó el aire.

- Así que sí – puntualizó.

Katherine calló, sin saber que decir.

- Bueno, da igual, eso es cosa vuestra, yo solo quería saberlo, puesto que su primera novia,

murió... -

- ¿Cómo? - ella enarcó el entrecejo.

- ¿No te lo a contado él...?, bueno, no me extraña, con todo lo que sufrió...

- No sabía nada...

– Es normal, os acabáis de conocer, y mi hermano no suele hablar nunca de Elizabeth.

- ¿Pero cómo murió?

Page 27: Escrito Por Ti 2

- Fue un poco extraño, un día de repente la encontramos en su casa, consumida por las

llamas – Katherine, se quedó aterrada.

- ¿Y... no se encontró al culpable? - preguntó, mirando fijamente a Adam.

- No – negó.

Finalmente, Katherine, iría al día siguiente con Jack, al cine, y cualquier otro día Adam le

enseñaría el pueblo.

- Hola... ¿se puede?

- Pasa – Laura le dio permiso para adentrarse en su habitación, tras haber llamado a su

puerta.

- Adam me ha contado lo que sucedió con Elizabeth...

- ¿Y qué pasa?

- ¿Me podrías contar más cosas sobre lo ocurrido aquel día?

– No creo que yo sea la más idónea para decirte lo que pasó, ¿por qué no esperas a

mañana y se lo preguntas a Jack? - Katherine asintió con la cabeza.

- Si, será mejor... - antes de cerrar la puerta, volvió al interior de la habitación, aún tenía

una cosa más que preguntarle a su prima.

- Laura...

- Dime.

- ¿Qué tipo de relación tienes con Adam? - Laura yacía tumbada en su cama, apoyada en la

almohada doblada bajo su espalda, mientras qué pasaba de canal en canal dándole al mando que

sujetaba con la mano derecha.

- Pues... - se quedó pensativa, estudiando su relación con él – hasta hace un año, se podía

decir que éramos amigos, pero desde aquel día, somos más que eso...

- ¿Entonces sois pareja...?

- No, bueno, sí, ¿y tú para qué quieres saberlo...?, ¿no te estarás interesando en él? -

Katherine bajó la mirada.

– No..., me gusta más su hermano... - mintió, ¿o no?

En realidad era un tema muy delicado que se iría aclarando con el tiempo.

Katherine, se introdujo en la ardiente agua, que la arropó, aportándole un calor especial,

espantando los signos de cansancio que asolaban su cuerpo. Una vez dentro, hundió la cabeza

en el líquido transparente, mojándose el cabello, adhiriéndose a su espalda, ya se encontraba

mejor. Acababa de tener una sensación espeluznante en su habitación.

Eran las doce de la noche, ya llevaba cerca de un par de horas dormida, cuando, se

despertó, con el brazo que le sobresalía de las sabanas congelado. No era normal, antes de

haberse acostado, comprobó la temperatura gracias a un termómetro que descansaba a su

derecha. Y marcaba veintiún grados, ahora señalaba el número uno. Era físicamente imposible

que la temperatura de su habitación hubiera bajado tanto en tan poco tiempo, Katherine sabía

que su tía dejaba la calefacción puesta todas las noches sobre los quince grados, estaba segura

de que algo no iba bien. Entonces, se levantó, enseguida cubrió su cuerpo con una bata azul que

descansaba sobre una silla en frente suyo, se puso las zapatillas de andar por casa, y aún y todo,

los pies reclamaban más atención, después, intentó encender la luz, pero el interruptor no

funcionaba, supuso que se habría gastado la bombilla, (vete tú a saber cuánto tiempo llevaba

colgada de esos cables). Entonces, todo pasó muy rápido, la persiana que acababa de levantar,

descendió bruscamente, provocando un fuerte sonido, después, todo se quedó a oscuras, en unos

instante, Katherine sintió algo que la estaba rodeando, y comenzó a visualizar un montón de

escenas.

Page 28: Escrito Por Ti 2

En la primera, se encontraba en una habitación, dos jóvenes muchachos yacían asustados,

tirados en el frío suelo, el mayor protegía al menor, alguien aporreaba la puerta, quien fuera

quería hacerles daño, en uno de los golpes que el extraño pegó a la puerta, esta se rajó, tras

repetir la acción un par de veces más, consiguió abrir un agujero, metió el brazo, los dos

muchachos sollozaban, terriblemente asustados, temían por sus vidas. El individuo, que se

tapaba la cara con una capucha oscura, consiguió retirar el pestillo que le evitaba pasar,

entonces, la puerta se deslizó suavemente, chirriando a su paso, y el individuo, se introdujo en la

habitación, pero Katherine no lograba saber qué es lo que sentía, o pensaba, era algo parecido a

lo que le sucedía con Adam, después, una vez haberse adentrado, agarró la pequeña cama de

niño que se encontraba frente a él y la volteó, arrojándola a un lado, a continuación se abalanzó

sobre los chicos, se sacó una pistola de debajo de la chaqueta, y apuntó al mayor de los dos

hermanos, y disparó. La bala resonó en los oídos de Katherine, que no podía evitar que el

inmenso sufrimiento y la angustia de los niños le encogieran el corazón. Una vez haber matado

a uno de los dos niños, agarró al pequeño que cerraba fuertemente los párpados para evitar

contemplar la escalofriante escena, y le introdujo la punta de la jeringuilla que posaba en su

mano, en el cuello.

El chico cayó, se había desmayado.

Katherine se despertó, yacía tirada en el suelo, sufriendo, tardó varios minutos en darse

cuenta de que la persiana de su habitación estaba levantada, de que hacían más de veintiún

grados, y de que estaba sudada.

Tras más de una hora en el baño, salió de la bañera, se vistió, y al llegar a su habitación y

comprobar que no tenía ni una pizca de sueño, bajó al porche.

Se sentó en la acera de la calle, quería ver mejor el maravilloso cielo, inundado de estrellas

tintine-antes, no quería recordar lo sucedido. El frío le aclaraba las ideas, y enfriaba sus

acaloradas mejillas.

Minutos después, y tras haber perdido el sonido del motor de una moto que se alejaba a lo

lejos, escuchó unos gritos, agudizó el oído.

- ¡Que no!, ¡que no lo aguanto! - después, tras finalizar la discusión entre dos voces

femeninas, oyó un portazo, y el ruido que provocaban unos tacones al golpear fuertemente el

asfalto.

Katherine, mantuvo la mirada en el suelo, una figura se le acercaba, lo notaba, ese

sentimiento a desquicio, la mujer se le sentó a su derecha.

- ¿Quieres uno? - le preguntó, ofreciéndole un cigarrillo que sobresalía del paquete de

tabaco.

- No – negó – no fumo... - la mujer se rió.

- Haces bien, yo lo probé un día con trece años y aquí estoy, con asma, y sin poder hacer

nada propio de una mujer de mi edad – Katherine levantó levemente la mirada, y sonrió,

intentando parecer amable, la mujer se le estaba abriendo sentimentalmente, y no quería

evitarla, pues sabía que para ella era algo más bien difícil.

– ¿No hablas? - esperó - ¿te ha comido la lengua el gato - preguntó. Hubo un largo

silencio.

- Venga, cuenta, ¿qué te sucede? - Katherine se sentía mal, no tenía ganas de conversar con

nadie, pero se veía obligada a contestar a las preguntas que le hacía aquella mujer.

- Nada – dijo al fin.

- ¿Nada? - repitió, sin convencerse – no me lo creo... - el silenció volvió a reinar. - Bueno,

como veo que no estás por la labor, te contaré algo sobre mí – dijo, pensativa.

- Me llamo Leyda, y tengo dieciséis años, soy lo que la gente clasifica por “rara” -

Page 29: Escrito Por Ti 2

Katherine enseguida supo que no la estaba mintiendo, lo que le contaba era verdad, y se vio

hipnotizada por sus palabras. La miró. Ella siguió.

Acabo de discutir con mi madre, y te preguntarás... ¿cuál es la razón por la qué nos hemos

enfadado?. Pues es muy fácil, ella está saliendo con un hombre al que no soporto, parece estar

obsesa por meter un hombre en su vida que le haga olvidar a mi padre – al pronunciar aquella

última palabra, Katherine notó la pequeña herida que se había abierto en el corazón de Leyda,

una herida de tiempo atrás, sin curar, y las lágrimas que inundaron sus ojos.

- ¿Estabas muy unida a tu padre? - preguntó, ahora era ella la que quería saber más de su

“compañera”.

- Si, mucho, y no comprendo el por qué mi madre quiere olvidarle, yo cada vez que pienso

en él sonrío. Pero ella solo llora. - le contestó.

Katherine y Leyda habían tenido una larga conversación, se podría decir que eran amigas,

ambas se contaron de todo, se abrieron como muy pocas veces lo habían hecho anteriormente.

Una primera gota aterrizó en el pómulo derecho de Katherine, ella, tras haber comprobado

de que se trataba de agua, echó una mirada a su alrededor. Segundos después comenzó a

chispear, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, ya estaba lloviendo. Ambas se levantaron de

un salto, miraron a sus respectivos hogares, y después, Leyda agarró a Katherine de la muñeca,

arrastrándola, mientras corría.

- ¡Vamos! - gritó.

- ¿A dónde? - preguntó ella, un poco desconcertada.

- ¡Ya verás! - le contestó.

Se dejó llevar.

Katherine, miraba al suelo bajo sus pies, no quería tropezar, un breve rato después, Leyda

dejó de empujar de ella, la lluvia golpeaba las hojas de los árboles, y la humedad las arropó, sus

agitadas respiraciones cortaban el aire, y comenzaron a reír, aún cansadas.

- Ven, sígueme, casi hemos llegado – le dijo Leyda, tras golpearle un par de veces muy

suavemente en el hombro. La tierra se había convertido en barro, y este, ya cubría casi por

completo los calzados de las muchachas.

Ahí estaba, se trataba de un viejo caserón, hecho de madera, la cual ya estaría podrida y

agujereada por las termitas.

Se acercaron, hasta llegar a una gárgola situada en medio de lo que hacía años debería

haber sido un jardín. La forma era la de un perro, que miraba a ningún lado, Leyda, se dirigió a

la casa. Katherine la paró, sujetándola del ante brazo, ella se volteó.

- Tranquila, yo he estado muchas veces aquí, quiero comprobar una cosa – los guantes que

Katherine llevaba estaban empapados, mientras que sus manos gritaban por un poco de calor.

- No es buena idea – dijo, asustada, sentía algo que no le gustaba, le recordaba a lo

sucedido esa misma noche en su habitación – deberíamos irnos.

- Tranquila, no pasará nada, como ya te he dicho ya he estado aquí, y nunca me ha sucedido

nada. Ya verás, va a ser divertido – sonrió.

Katherine cedió, no le convencía para nada aquella idea, pero tampoco tenía por qué pasar

nada malo.

Leyda sacó una llave, y la mostró, tenía una copia de la que necesitaban para entrar en

aquella casa. Introdujo la llave, pero no podía abrir la puerta, giraba y giraba, hacía fuerza, pero

nada, todo era en vano, entonces, Katherine, agarró el picaporte, y lo giró, la puerta hizo un

pequeño chasquido, y se abrió sin más.

Inmediatamente, un olor a humedad, las roció, tosieron.

Katherine, comenzó a visualiza unas imágenes, pero sin entrar en trance. Aquella casa la

Page 30: Escrito Por Ti 2

transmitía todos esos sentimientos que una vez la recorrieron, y la voz de personas que ya no

existían.

Leyda, subió por las escaleras, sonriente pero algo nerviosa.

- ¿Qué haces? - le preguntó Katherine.

-Tienes que subir, te he traído para ver si sientes lo mismo que yo.

-¿El qué?

- Cuando estoy en una habitación del segundo piso, siento cosas, y quiero saber si tú

también podrías sentirlo -

- No, no deberíamos subir – le advirtió.

- ¿Por qué no? - preguntó - ¡no va a suceder nada, ya lo verás! - hizo un breve pausa – te

prometo que solo estaremos un par de minutos, luego nos iremos y regresaremos a nuestras

casas

Se lo pensó.

- De acuerdo – a sintió, con voz cansada.

Por cada nuevo escalón que subía, los sentimientos que invadían Katherine fueron

incrementando.

Atravesaron un largo pasillo, hasta llegar a su destino, la puerta estaba rota, entonces, una

luz fugaz inundó el cerebro de Katherine, se encontraba en el lugar del que había tenido la

visión en su habitación. Le comenzó a temblar el cuerpo al completo. Su calor corporal

descendió bruscamente. Y el rostro se le quedó pálido, como si le hubieran dado el susto de su

vida.

- ¿Estás bien? - le preguntó Leyda. Era obvio que no, pero ella intentó mantener la calma.

- Aquí suelo sentir cosas, solo me ocurre en esta habitación, cuando llego, me siento junto a

esta mesilla... - iba narrando mientras seguía sus propios pasos – y espero – finalizó.

De repente, ambas sintieron un escalofrío, - ya está aquí- dijo Leyda con una media sonrisa

grabada en su rostro. Las viejas cortinas estropeadas por el tiempo, comenzaron a moverse, una

brisa recorría suavemente la estancia. Katherine, aterrorizada, se acercó a su amiga, y le dijo...

- Vayámonos -

-Espera, ¿lo sientes? - le preguntó, mientras su satisfacción iba en aumento.

– Si, lo siento, pero por favor, Leyda, vayámonos... - le suplicó, asustada, la fuerza del

espíritu que rondaba por allí era muy fuerte, de una magnitud que Katherine nunca había

presenciado, y si podía evitarlo, lo haría, a continuación, tiró de su amiga, arrastrándola hasta la

puerta. Pero en ese momento, la vieja persiana, cayó, al igual que lo había hecho en la

habitación de Katherine, el fuerte sonido resonó por toda la casa. Ambas echaron a correr, el

miedo las había invadido por completo, sin dejarlas pensar. De pronto, la puerta se les cerró en

las narices, casi golpeándolas, dejándolas encerradas en aquella antigua habitación, la presencia

cada vez se hacía más fuerte, y Katherine, perdía energía, sus articulaciones dejaron de

responder, y cayó al suelo como un peso muerto. Layda intentó reanimarla, y entonces ella,

comenzó a decir una y otras vez lo mismo, como un disco rayado. << ¡él, él,él!>> decía una y

otra vez.

Se levantó, golpeando una y otra vez la puerta, el agujero que yacía en ella, estaba tapado

por algún tipo de madera, Leyda comenzó a llorar, y sollozar, finalmente se cansó, tras haberse

hecho polvo tanto los pies como las manos. Al verse desquiciada, se dejó caer sobre el suelo,

destrozada, con el estómago revuelto, sin dejar de sollozar. Entonces, cerró los ojos, y al volver

a abrirlos, todo había vuelto a la normalidad; la puerta estaba abierta de par en par, la persiana

descansaba en su sitio, y la luz de la luna entraba por todos los lados a la habitación, pero

Katherine seguía sin despertar, aunque ya no repetía una y otra vez -él, él, él-. Leyda, cogió

como pudo a su amiga, y la llevó a casa, maldiciéndose por el camino

Page 31: Escrito Por Ti 2

Capítulo.4

Aprecio

Un manto de niebla cubría por completo el pequeño pueblo de Santiago. La luna bañaba la

noche de un color metálico muy especial, y el cantar de los grillos le daba un toque distinguido.

Katherine, yacía sentada sobre la arena húmeda, con los pies fríos, y el pelo empapado, volando

al aire, después de haberse pegado un buen chapuzón.

Miraba al horizonte, tras cientos de hileras de olas descoordinadas, las estrellas adornaban

el cielo, y el suave viento aclaraba los pensamientos de la joven muchacha.

Pensaba en lo sucedido días atrás, cuando Leyda y ella habían ido a aquella casa

abandonada, perdida en la montaña tras el pueblo. Katherine solo recordaba el terror que sintió,

y como en un instante sus fuerzas la abandonaron, dejándola desprotegida. Lo siguiente que

recordaba era el haberse despertado en su cama, rodeada de regalos, y muy cansada.

Era veintitrés de junio, el doctor Martinez, se encontraba sentado en una silla a la izquierda

de la cama en la que Katherine estaba, apuntando cosas en una pequeña libreta, vestido con una

bata blanca, y con el audífono rodeando su cuello, tras finalizar su escritura, guardó un botiquín

en el pequeño maletín que residía sobre la cama a su izquierda, entonces la vio, mientras lo

contemplaba, acto seguido, avergonzada, esquivó su mirada, y la dirigió al reloj de pie. Mario

esbozó una gran sonrisa de oreja a oreja. Y rió.

- Ya veo que te has despertado... - dijo, contento – mealegro.

- ¿Quién es usted? - le preguntó. Él, señaló la tarjeta que le colgaba del bolsillo de la bata, y

le contestó.

- Soy Mario Martinez – le tendió la mano – encantado – no dejaba de sonreír, <<como si se

hubiese puesto botox>> pensó Katherine. Le apretó la mano, dibujando la mejor sonrisa que

pudo, y se recostó en la cama, hasta sentirse más cómoda.

- ¿Qué me ha sucedido? - preguntó, aún aturdida.

– Al parecer, Leyda te trajo en brazos hasta aquí, luego les explicó todo lo sucedido a tus familiares, y tu tía

Ulalia me llamó, y bueno, tras un tratamiento de siete días, pues aquí estamos...

- ¿Siete días? - exclamó - ¿quiere decir que he estado toda una semana dormida en la

cama?

- Si, así es – asintió. El doctor, terminó de guardar todo, se levantó y cuando ya se iba,

dijo...

– Yo ya me voy, que parece ser que tu amigo ya hallegado a la misma hora de siempre – Martinez salió de la habitación, y acto seguido, tímidamente, entró Jack. Se le acercó, y tartamudean le dijo.

- Y... ya veo, q... que te encu... encuentras bien – sonrió, mirando al suelo.

- Si – dijo Katherine, salió de la cama y abrazó al muchacho fuertemente. - lo siento, por

mis tonterías no pudimos ir al cine.

- ¿Cómo? - exclamó él, extrañado - ¡eso es lo de menos!, al cine podemos ir cualquier otro

día.

- Pero, yo..., habíamos quedado y he faltado... - dijo un tanto confusa. Un largo silencio los

rodeó, Katherine, incómoda, cogió un regalo situado cerca de sus pies. Y lo abrió. Sonriente

Page 32: Escrito Por Ti 2

como una niña pequeña cuando llegan los reyes magos.

Se trataba de una caja de delicias turcas, (las cuales le encantaban). Cogió una, y la

mordisqueo, manchándose el labio superior con el azúcar glaseado, mientras saboreabaaquel

maravilloso sabor.

- ¿Quieres? - le ofreció el trozo que le quedaba a Jack, el joven abrió la boca, y ella se la

introdujo, la degustó, y esbozó una sonrisa, llevándose una grata sorpresa, le había encantado.

- Está bueno... - afirmó.

- ¿A qué si? - asintió ella. Acto seguido, él, se dio la vuelta, buscando algo, cogió uno de

los regalos, envuelto en un fino papel, color lila.

- Toma, esto es para ti – se lo dio a Katherine, ella sonrió, y lo cogió con sumo cuidado,

después inspeccionó todo el envoltorio, para ver por dónde podría abrirlo sin romperlo.

- No tienes por qué abrirlo con delicadeza, rómpelo, total es solo un papel...

– De acuerdo – se dijo así misma, y comenzó a destrozarlo, dejando al descubierto una pequeña caja de piel de cuero negro, deslizó la mano que le quedaba al descubierto por ella, sintiendo aquella maravillosa textura.

- Ábrelo – le indicó él.

- ¿Qué es? - le preguntó impaciente. Levantó la tapa despacio, bajando la cabeza, y

entrecerrando los ojos para ver lo que residía en su interior. Quedó anonadada, se trataba de un

maravilloso colgante.

- Es un colgante ojo de buey, montado en plata de ley, – le explicó – espero que te guste –

dijo, mirándola.

- ¡Me encanta! - gritó – muchas gracias Jack, pero te ha debido de costar mucho... - dijo,

pensativa.

- No, tranquila, es una herencia familiar, era de mi madre... - Katherine se abalanzó sobre

él, abrazándole.

- Muchas gracias – le susurró al oído. Acto seguido, se dio la vuelta y se lo dio a él,

después se apartó el cabello a un lado, mientras que él se lo colgaba del cuello.

Una vez notado la fría plata sobre el cuello, y el tórax, se miró en el espejo.

– Te queda genial – la alagó Jack. Ella se puso roja,pero sabía que él tenía razón, le quedaba perfecto.

Se giró para darle un beso en la mejilla, pero le pilló de improvisto, y le besó en los labios,

se habían tropezado, y él la agarraba por la cintura. Ambos se colorearon como tomates.

Katherine se apartó, nerviosa, mientras se miraban incrédulos. Disculpándose una y otra vez.

- Lo... lo... lo siento... - dijo ella, caminando hacia atrás, sin darse cuenta, se tropezó con

unas zapatillas y cayó al suelo, golpeándose en el coxis, quejándose del dolor.

- No pasa nada – le dijo Jack, le tendió una mano, ella dudó unos instantes, pero finalmente

la agarró.

- Muy buenas noches, parejita – una voz los sobresaltó a ambos, dirigieron la mirada hacia

la puerta. Laura los miraba, con ojos llameantes, y muy brillantes. - veo que lo vuestro va para

delante – agregó, dejando la bandeja que llevaba en las manos, sobre la cama.

– ¡Ya puedes limpiar todos estos papeles! - le dijo Laura a Katherine, señalando el resto de los envoltorios de los regalos esparcidos por el

suelo. Sus ojos estaban a punto de echarse a llorar – ¡anda qué, pasarte toda una semana en la

cama! - gritó, con voz quebrada. Acto seguido bajó a su cuarto.

- Tranquila, ella es así, es su forma de decirte que está muy contenta de que te hayas

recuperado – le dijo Jack, mirándola a los ojos directamente. Ella sonrió. Solo había estado un

par de veces con él, y Katherine ya estaba segura que podían llegar a ser algo más que amigos.

Sentía una llama entre ellos dos. Una llama rodeada por una interminable oscuridad,

alumbrando, como una estrella en el cielo de noche.

Page 33: Escrito Por Ti 2

Aquellos recuerdos la hacían sonreír, reírse de sí misma, su mirada seguía clavada en el

horizonte.

– Katherine – alguien la llamó, una voz masculina, que se le acercaba. Su cabello ya se había secado, caía porsu espalda, como una cascada, ondulado, y castaño.

- Hola – le saludó Jack – acabo de ver tu llamada – prosiguió - ¿qué querías? - le preguntó.

- Pasar un rato contigo – le abrazó. El sentimiento que días antes la incomodaba, aquel

sentimiento de tristeza que yacía en Jack había desaparecido casi por completo.

- ¿Qué es lo qué mirabas tan interesada?

- Nada, solo recordaba nuestro primer beso – el rió. Abrazándola, mientras ella agarraba el

collar que él le había regalado.

- ¿Qué te parece si mañana vamos al cine? - le propuso.

- Si, me encantaría.

- ¿Qué película te gustaría ir a ver?

– Pues son sé, no suelo seguir muy de cerca los estrenos de la cartelera. ¿Qué te parece si cuando vallamos elegimos la película que más nos guste?

- De acuerdo – asintió él.

Ulalia acompañó a Katherine hasta la acera, enfundada en su bata, y con los rulos puestos.

- No hacía falta que me acompañaras, tía – le dijo Katherine, mirando a izquierda y

derecha.

- No, si solo quería fumarme un cigarrillo – encendió el mechero y le pegó fuego al que ya

tenía entre dedos. Acto seguido se lo llevó a la boca.

- Supongo que tú no fumarás – le dijo.

- No – negó – ni pienso hacerlo, he leído un montón de cosas en Internet y diversos

periódicos, y si ahora me fumara uno, solo me estaría matando sicológicamente, sabiendo lo que

podría hacerme a mi propia salud.

– Me alegro, yo e intentado dejarlo muchas veces, pero siempre recaigo, es como una droga, pero bueno, para lo fastidiada que ya estoy, por que siga así unos años más no me va a pasar nada – echó el humo por los orificios nasales - ¿cuándo has dicho que vendría Jack a buscarte? -le preguntó.

- Tiene que estar al llegar – dijo – mirando su reloj – son menos seis, y hemos quedado

dentro de un minuto – Unos pocos segundos después, el rugir del motor de una moto, se hizo

sonar a lo lejos, se acercaba rápidamente.

La motocicleta se detuvo frente ellas, Jack, se quitó el casco de color negro, y bajó de la

moto.

- Hola, señora – saludó educadamente a Ulalia, que rió, por las formalidades del joven –

hola, Katherine. Se acercó a ella, y le dio un beso en los labios.

- ¡Qué envidia me dais! - exclamó Ulalia, alzando la mirada al cielo.

- ¿Nos vamos? - le susurró Jack al oído.

- Si – afirmó con la cabeza – tía, nos vamos – le dijo.

- Espero que lo paséis bien.

- Por supuesto – asintió él. Abrió el sillín de la moto, y sacó un casco adicional, se lo

tendió a Katherine, ella se lo puso con torpeza, y después montó detrás de Jack en lamoto,

amarrándose a su cintura. La sensación de volar, sobre su piel, le encantó, el corazón de

Katherine latía con fuerza, golpeando su pecho, estar agarrada a Jack le hacía revivir aquel

fuego que crecía cuando estaban juntos.

Minutos después, llegaron a la gran ciudad, se adentraron entre las estrechas calles, hasta

llegar al bulevar. Aparcaron entre tantas y tantas motos que desde la lejanía no se podía

distinguir la suya de las demás.

Page 34: Escrito Por Ti 2

- ¿Qué películas hay? - se preguntó Jack así mismo, alzando la vista para poder ver al

completo todos los estrenos. Había una docena de carteles situados en lo alto de la fachada, uno

por cada película que podían ver.

- ¿Cuál tiene mejor pinta? - le preguntó Katherine.

- ¿Te gustan las de terror?

- Si, me gusta la sensación de vida que me dejan, además no veo ninguna de romance entre

las que hay – afirmó.

- ¿Y qué te parece si vemos esa? - dijo, señalando elcuarto cartel empezando desde la

derecha – ultratumba – leyó. El dibujo del cartel trataba, de una tumba, en medio de la

oscuridad, con algunos árboles de fondo, de la que salía una mano, (o lo que quedaba de ella).

Tras decidir qué película querían ver, Jack fue a comprar las entradas, mientras que

Katherine le esperaría sentada en un banco de madera, pintada de blanco, con un buen surtido de

golosinas y chucherías entre los brazos.

Minutos después, entraron en el edificio, subieron por las escaleras mecánicas, y entraron

en su sala correspondiente. La mayoría de la gente que yacía sentada, eran adolescentes, parejas

más bien, y grupos de amigos que habían decidido pasar un buen rato.

- ¿Preparada? - le dijo Jack, nada más sentarse en sus butacas correspondientes, al

lado uno del otro, mientras los trailers empezaban a dibujarse en la gran pantalla.

- No estoy muy segura – contestó ella con vozdubitativa. Y una sonrisa

inclasificable. Pasados unos minutos, comenzó la película, inmediatamente, un grito se hizo oír,

una muchacha, de pelo largo y rubio, de figura perfecta y ojos azules corría por el bosque,

tropezando con todo, su corazón latía, cada vez más rápido, hasta que lo que la perseguía, la

capturaba.

Katherine estaba literalmente -cagada- en los pantalones, mientras que la película seguía

hacia delante. A los diez minutos de empezar a proyectarse la cinta, dejó de comer las palomitas,

a mediados ya estaba acurrucada en la butaca, agarrada -sin saberlo- al brazo derecho de Jack, y

con solo un ojo abierto. Él se reía entre dientes, mirándola, prestando-le más atención a ella que

a la película, y rodeándola con el brazo.

- ¿Te ha gustado la película? - le preguntó, mirándola, mientras andaban hacia la

motocicleta. Katherine había quedado traumada, (aún tenía el paquete de palomitas en la mano).

Jack al ver que seguía con la mirada perdida, yque no contestaba, le dio un beso en la mejilla.

Acto seguido ella despertó.

- ¿Qué pasa? - preguntó, confusa. Aun notando el beso.

- ¡Qué ya a finalizado la película! - le contestó ¿te encuentras bien?

- No – negó – por favor, la próxima vez que vayamos al cine, por favor, por favor – le

suplicó – no me dejes entrar a ver una película de miedo.

- De acuerdo – asintió él, colocándose el casco sobre la cabeza. Después, Katherine subió a

la moto, y se puso el casco. Sujetó a Jack por la cintura y no se soltó hasta llegar a casa.

El frío se hizo presente cuantas más horas pasaban.

- ¿Lo has pasado bien? - le preguntó él a ella.

- Si – asintió, segura, con voz firme.

– Me alegro – dijo él sonriente. Sus miradas seencontraron, ambos sonreían, a menos de diez centímetros, sus respiraciones eran lo único que cortaba el silencio, Jack sujetaba a Katherine por la cintura, mientras que ella lo rodeaba -casi por completo- con los brazos.

Estaban muy animados, y el corazón de cada uno latía a cien por hora. Todo lo que los

rodeaba desapareció, y solo estaban ellos dos, Jack se acercó, rozando sus labios con los de

Page 35: Escrito Por Ti 2

Katherine, tras ver que ella estaba dispuesta, la besó. Miles de mariposas se desataron en los

estómagos de ambos, y un rayo de electricidad les recorrió el cuerpo a velocidad de vértigo.

Unos segundos después separaron los labios, respirando, sonrieron, complacidos. Ella se soltó,

dándole un beso adicional.

– Me voy, no quiero llegar tarde – se despidieron - adiós – la puerta los separaba, Katherine se apoyó en ella, y suspiró, mientras que él se quedó unos instantes mirando el porche de la casa. Después, se puso el casco, montó en la motocicleta y se fue. Alegre como nunca lohabía estado. Al oír el rugir del motor alejándose a la lejanía, Katherine volv ió a suspirar. Como si intentara despertar de aquel maravilloso sueño.

¡ Mú s ica y pe líc u las !

Page 36: Escrito Por Ti 2

G lee

v o lum e n 1

E min e m

Page 37: Escrito Por Ti 2

No t A f r a id

L a o r e ja d e V a n G o g h

Page 38: Escrito Por Ti 2

L o que te c on té m ie n t ra s te h ac ía s la do rm id a

Page 39: Escrito Por Ti 2

Ha r r y Po t te r y la s re l iq u ia s de l a m ue rte

Na r n iae l v ia j e ro de l a lba

Page 40: Escrito Por Ti 2

U P

E n lac e s E s pe c ia le s

Page 41: Escrito Por Ti 2

www. l a p o pe le ra .e s

B l o gh o ga rt s

W W W . t h e v am p i re d i a rie s .e s

Page 42: Escrito Por Ti 2

L a s se r ie s de l m om e n t o

G le e

Page 43: Escrito Por Ti 2

Tr u e B lo od

Th e Vam p i re D ia r ie s

Page 44: Escrito Por Ti 2