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ENSAYO SOBRE LAHETEROGENEIDADSOCIO-CULTURAL EN LAS LITERATURAS ANDINAS

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Antonio Cornejo-Polar

ESCRIBIRENELAlRE

ENSAYO SOBRE LA HETEROGENEIDAD SOCIO­CULTURAL EN LAS LITERATURAS ANDINAS

Prólogo de Mabel Moraña

Bibliografía deJesus Díaz-Caballero

DENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOSllANTDNID CDRNEJO POLAR"

t.~',fI1",LATINOAMERICANArEVITORES

2011

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Obms completasdeAntonio Cornejo PolarVolumenill

ISBN 0-9704923-8-3

© Antonio Cornejo Polar© 2003 Centro de Estudios Liternrios ':Antonio Cornejo Polar"2n cd, Ira Reimpresión

CELACP - Latinoamericana Editores© Carátula: Juan Salazar Kóster

Avenida Benavides 3074 - La CastellanaLima 18 - Perú

Te! (51-1) 216-1029; 449-0331e-mail: [email protected]://celacp.perucultural.org.pe

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Lima, Perú - Berkeley, USA

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INDICE

Prólogo de Mabel Moraña

ESCRIBIR ENELAIREEnsayo sobre la heterogeneidad

socio-cultural en las literaturas andinas

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Introducción deAntonio CornejoPolar 5

Capitulo Primero 17

El comienzo de la heterogenidad en las literaturasandinas: voz y letra en el "diálogo" de Cajamarca

Crónica de Cajamarca 18Ritos de otras memorias 40Noticias de una lectura imposible 60Identidad, alteridad, historia 70

Capitulo Segundo 75

Las suturas homogeneizadoras: los discursosde la armonía imposible

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Garcilaso: la armonía desgarradaLas figuraciones sociales del IncaDe Garcilaso a Palma: ¿una lengua de/para todos?Sobre arengas y proclamasLos usos de la ficción: tres novelas

CU11ldá

Aves sin nidoJuan de la Rasa

Las celebraciones

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Capítulo Tercero

Piedra de sangre hirviente: los múltiples retos de lamodernización heterogénea

Las ambigüedades de un nuevo lenguajeLa emergencia de los dualismosU na modernización de raíz andinaUna historia entrabada: la novela indigenistaLa explosión del sujetoLas voces subterráneas

Apertura

Bibliografía

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Prólogo

A diez años de su publicación, y a pesar de su aún insuficiente difusión,Escribir en el aire, ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en lasliteraturas andinas (1994) se revela ya, por derecho propio, como uno de loshitos deja crítica literaria y cultural de América Latina. Como no podía serde otra manera, tanto por el bien ganado prestigio de su autor como por e!espectro poético y crítico que abarca, Escribir en elaireha contribuido sin dudaa dinarnizar, almenos en los ámbitos inmediatos de lectura, el interés en textosliterarios y problemas culturales que, más allá de su importancia regional, seproyectan hacia la totalidad continental, pautando instancias fundamentalcsde la historia latinoamericana, desde la época colonial a la modernidad.Sin embargo, sería justo indicar que, hasta ahora, muchos de los reclamosy propuestas del libro han pasado desapercibidos en los círculos críticos yacadémicos no sólo dentro de la región andina, sino en el amplio espacio dellatinoamericanismo internacional. Las razones para este desencuentro sonmúltiples, y tocan aspectos muy variados que tienen que ver con e! estadoactual de los estudios de área, tanto como con las distribuciones de poder queaquejan el trabajo intelectual y e! desarrollo disciplinario, en diversos contextos.También, con las dificultades presentes para procesar un mensaje crítico queno esconde sus posicionamientos, sus lealtades y sus apasionados desacuerdos.Deseo establecer aquí, entonces, algunas conexiones que podrían servir parafacilitar una inserción del texto de Cornejo Polar en los espacios críticos,interdisciplinarios y transnacionales que este libro convoca, así como en losdebates teóricos con los que, expresamente o no, se relaciona.

Para muchos, Escribiren el aireconstituye ante todo la coronación de unatrayectoria que desde mediados de los años setenta, Antonio Cornejo Polardesarrollara en ámbitos diversos, a través de una labor crítico-pedagógica quele ganara tanto en países de habla hispana como en el contexto anglosajón unlugar de innegable reconocimiento, junto a figuras de la talla de Alfonso Reyes,Pedro Henríquez Ureña, Angel Rama, António Candido y Roberto FemándezRetamar. La amplia difusión que adquieren los conceptos de heterogeneidady de totalidad contradictoria elaborados por Cornejo Polar a través de susestudios de la literatura peruana, contribuyó a solidificar las bases de su críticaen torno a esos principios. En distintos contextos, estos 'fueron adoptados, av~ces reductivamente, como ejes articuladores de un pensamiento que, por sumismo desarrollo interior rebasó, sin embargo, en muchas instancias, los limitesde sus propias premisas, proyectándose mucho más allá de! espacio cultural queconstituyera su objetivo inmediato. La recepción de Escribirenelaireha cedidoasí, de alguna manera, al peso de su propia genealogia. Particularmente enespacios académicos norteamericanos, el texto ha sido visto como conclusiónlógica de aquellos desarrollos, aplicados ahora a un corpus diferente.seleccionadopara confirmarlos. En otros casos, los capítulos particulares que componen ellibro, han sido utilizados como aportes críticos puntuales, destinados a nutrirlas bibliograñas de autores específicos. Se ha dejado de lado, en estos casos, elritmo yel aliento total de estos estudios, donde el sentido histórico no contradiceel reconocimiento de diversas -paralelas o convergentes- temporalidades, la

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atención a espacios simultáneos de producción cultural, y la identificación deformas de subjetividad y/o procesos de subjetivación que coexisten en inestable-cuando no en dramático- equilibrio. Se pierde, entonces, el sentido relacionalen el que insiste, primordialmente, Escribiren elaire.

Apegada a los textos, prácticas culturales e imaginarios múltiples sobrelos que reflexionara con una profundidad que la sitúa, en un diálogo crítico ysin concesiones, junto a la obra pionera de José Carlos Mariátegui, la críticade Antonio Cornejo Polar no se desenvuelve, sin embargo, de manera lineal ya-problemática, a pesar de la notoria consistencia que la caracteriza. Escribiren el aire tampoco constituye, a mi juicio, un ejercicio autoccrnplaciente yconsagratorio del canon, de la tradición, o de los propios aportes que CornejoPolar realizara a la lectura de los conflictos culturales que aquejan a AméricaLatina desde sus orígenes. Escribiren elaire instituye, más bien, una propuestaque empieza por fijar los parámetros de una práctica crítica que no puede serentendida a cabalidad fuera de los debates en los que premeditadamente seinscribe, ni con prescindencia de las preguntas que expresa o subliminalmentela organizan.

Cautivante por su erudición y su lenguaje, seductora por sus temas y hasta-me atrevería a decir- por la sensualidad de su estrategia argumentativa, queconvoca lo estético como el lugar de encuentro de racionalidad e intuición,ideología y deseo, política y poética, Escribir en el aire es, ante todo, unainterpelación que busca crear, en el espacio de la lectura, la plataforma desde laque el lector pueda situarse, con nuevos ojos, ante los mitos y fantasmas de supropia cultura, o de la que ha acogido como objeto de estudio.

Escribir en elaire interpela, en efecto, a su lector peruano al ponerlo frentea una tradición que el libro apropia de maneras inéditas, desarticulando losprincipios rectores de la modernidad, la fe en la unicidad y la totalización, yla valoración de la "alta" cultura entendida como el espacio legitimado que seadjudica la misión de reducir las subjetividades subyugadas por el colonialismoa los principios de la razón universal.

Este libro sugiere, más bien, formas otras de enfrentar la problemáticade las culturas nacionales y regionales. En esta dirección, Escribir en el airefocaliza los diseños diversos y plurales de la cultura andina, articulando elestudio de las formas orales que relacionan a las culturas ágrafas andinas conlas formas escriturarias que remiten, desde los orígenes, a la violencia de laalfabetización y al rigor normativo de ley implantada por los dominadores. Serefiere a las apropiaciones de la palabra hablada en el seno del discurso letrado,y a los fenómenos de bilingüísmo y de diglosia como modalidades en las quese expresan proyectos divergentes e irreconciliables relaciones de poder, en lasque se revelan las negociaciones que se operan en la pugna de diversos sujetoso sectores sociales por el derecho o el privilegio representacional. Trata el texto-poético o cultural- como espado simbólico en que se cruzan ritmos diversose interconectados, por los que circulan relatos singulares, microhistoriasficticias o posibles, que van dando la pauta de las tensiones que atraviesanla peripecia colectiva, y de las figuraciones imaginarias que las acompañan.Escribir en el aire explora prioritariamente no tanto territorios como zonas

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fronterizas o espacios de contacto. Realiza, en este sentido la poética del borde,en la que la conilictividad de los actores sociales produce cruces, empréstitosy contaminaciones que desmienten la fijeza de las identidades colectivas,expresándolas en su carácter fluido yprovisional, como negociaciones ideológicasy culturales en el nivel de los imaginarios. El libro enfatiza estas interaccionesen su aspecto simbólico, entendiéndolas como un performance hibridizadoque explora las posibilidades infinitas de! desarrollo histórico y la existencia,en su interior, de diversos proyectos culturales. Enseña, entonces, a pensar lacultura antes y más allá de la nación, la cultura a pesar de la nación, comoarena de lucha de las pluralidades que desautorizan toda presunta organicidadnacionalista y todo intento por reducir a las imposiciones y gustos dominantesla multiplicidad de los sistemas que coexisten en inevitable conflicto.

Para el lector andino, más allá de las fronteras nacionales -que la propuestade Cornejo Polar revela como inestables, difusas y porosas- e! desafío es llegara concebir lo regional más que como matización o extensión de lo local,como un espacio que existe, a la vez diferenciado e integrado, a partir de susdeterminantes históricos, su pluralidad étnica, y su diversidad cultural. Perotambién a partir de una problemática social que, derivando de todo lo anterior,recorre el área, desde los tiempos virreinales, con una dramaticidad que englobaa todos los sectores, en sus diversas y desiguales formas de agonismo social.

En cuanto a la comunidad lectora de América Latina, Escribir en elaire sugiere estrategias más vastas y frontales de análisis y de interpretaciónde la historia cultural, más allá de las conciliadoras fórmulas de! mestizaje,el consenso liberal, o la democratización por e! consumo, para aludir tansólo a algunas de las alternativas más presentes en e! discurso nacionalistao continentalista, desarrollista y globalizador. Encerrada en e! cerco de uncapitalismo periférico -que Cornejo Polar califica de "tullido y deforme"> lacultura latinoamericana parte de la violencia fundacional de la colonizacióny seperpetúa en la violencia relegitimada del republicanismo, en que se afinca, de laemancipación a nuestros días, e! sistema de privilegios de las élites criollas. Esaviolencia se prolonga, luego, en la perversidad subrepticia de la modernidad:en sus jerarquías y marginaciones sociales, su autoritarismo político y sudespojamiento económico. Más allá de su esencial -histórica, constitutiva­heterogeneidad, América Latina tiene -nos sigue repitiendo Pedro Rojas- uncompromiso con la historia común: el de efectuar no sólo la arqueología y lagenealogía de esa violencia fundamente, sino también el de explorar las vocesno siempre claramente audibles de culturas sometidas o soterradas, a través delas formas peculiares que éstas asumen para representarse. Una función quenos obliga a recordar los límites de la interpretación, y a valorar y promover lasformas que conduzcan a una transformación que supone y rebasa las fronterasde la palabra.

No es de extrañar, así, que a contrapelo, aveces, de teorizaciones "centrales",que declaran -desde afueray desde arriba-la muerte del sujeto, el decaecimientosin más de las culturas nacionales y el final de la historia, Escribir en el aire seempeñe en el examen de los procesos específicos a través de los cuales lasnociones de sujeto, de historia y de cultura nacional se van modificando enla medida en que las subjetividades colectivas son impactadas por el avance

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xiv Escribirenel aire

de variados impulsos políticos, sociales y eco,:ómicos,. que fragmentaJ.! losrotocolos del Iluminismo, los cómodos arreglos ídentirarios de la modemidad,

~ las promesas nunca ~u,:"plidas del Estado liberal. Este exa.men requiere,claro no sólo el conocrmiento profundo de los procesos aludidos, algo queno si~mpre conte~pIan l.as agen~as teóric~mente s~turad~s y autorn:ferentesdel latinoamericamsmo internacional. EXIge, al mismo tiempo, verificar enla realidad inmediata, complejidades que sobrepasan y obligan a matizar,necesariamente, diagnósticos pensados desde otras circunstancias culturales, ydesde otras relaciones de poder. Y, sin lugar a dudas, implica también rompermás de una lanza a favor de la especificidad latinoamericana e incluso regional,no sólo por rechazo ala penetración teórica -homogeneizante, subalternízante­que América Latina ha recibido, en tantos y tan variados contextos, como otraforma, más sutil, de necolonialismo, sino porque las características propias deinserción del continente en el capitalismo transnacionalizado y en las dinámicasde la globalidad requiere análisis y agendas que permitan reivindicar la ampliapero fuertemente diferenciada localidad latinoamericana como una varianterelevante en las totalizaciones teóricas del presente.

Escribiren el aire interpela, entonces, a la comunidad internacional acercadel estatuto mismo del latinoarnericanisrno, que la obra de Cornejo Polar,desde sus primeros escritos hasta sus últimos aportes, reconociera como unade sus preocupaciones principales.

Escribirenelairees.entonces, una práctica critica, teórica; e ideológicamente"situada". Requiere, por 10 mismo, estrategias de recepción capaces de admitiry procesar los términos del compromiso crítico que la orgaruza, invitando allector a dejarse conducir, de la mano de los variados textos que se dan citaen el discurso crítico, por las alternativas de un viaje de ida y vuelta a losimaginarios regionales. Invoca, sin decirlo, no sólo al "lector-cómplice" quebusca reencontrarse con textos conocidos, repotencíados por la fuerza de lainterpretación, sino también a un lector ideal integrante de nuevas generacionesque, sin haber vivido la pasión de la historia y la lucha revolucionaria ("cuando-recuerda Antonio- la imaginación y las plazas parecían ser nuestras") pueda,a pesar de todo, desde el placer de la literatura, reconocer la fuerza de lopolítico y auspiciar su retorno. En definitiva, creo que el libro llama a un lectoractivo, crítico, cuestionador, capaz de descubrir los múltiples registros crítico­historiográficos de esta obra, penetrando, a través de la fascinante pedagogíadel texto, hasta debates y contextos sólo infusamente acoplados al desarrollode estos estudios que recorren, desde el "diálogo" de Cajamarca hasta la novelaindigenista, momentos claves de nuestra peripecia colectiva.

Escribir en el aire conecta, entonces, con el pensamiento .poscolonial, endiversos niveles. Su crítica se enfoca no sólo en los discursos marginales ­desplazados, desterritorializados- que han recorrido subterráneamente lahistoria cultural de América Latina, sino también en los procesos que los vantransformando en mercancía simbólica: la palabra oral que se va subsumiendoen discurso letrado; los mitos, testimonios o imaginarios colectivos que se venreducidos a los lineamientos genéricos, lingüísticos e ideológicos de la "altacultura"; el performance popular visto desde la perspectiva del receptor urbanoo desde los registros excluyentes de la historiografia liberal. Cornejo Polar

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1l1abel Moraiia / Prólogo

expone, elabora y asume esas distancias, pero en ningún momento pretenderesolverlas, porque su teoría del conflicto, a la que me he referido en otraparte, consiste justamente en el reconocimiento de tensiones que sólo en susupervivencia en cuanto tales -en tanto antagonismos no-dialécticos- puedengarantizar, en alguna medida, la existencia y resistencia del otro dentro de lostérminos de su propia cultura. La "radical heterogeneidad" del mundo andinorequiere el reconocimiento de estos limites que no se basan en una "resistenciaa la teoría" sino en su sabia y efectiva administración.

No es, el de Cornejo Polar -vale la pena mencionarlo aquí- un andinismo"new age", -para usar la expresión que acuñara Sergio Ramírez Francoseducido por la magia de ocultas epistemologías que el letrado estaría llamadoa deconstruir, desde su doble alcance racional e intuitivo. No es tampoco unejercicio voluntarista que quiera rescatar "la andinidad"desde los reFertoríos deloccidentalismo y desde los recursos institucionales provistos por e capitalismocentral, para reinstalarlo, por su valor de uso y su valor de cambio, en el mercadoteórico transnacionalizado. Su práctica no se caracteriza por un regionalismotelurista, que reivindique empecinadamente la fuerza irredimible e irrepetiblede la tierra vernácula y sus tipos humanos, ni se apoya en fundamentalismosque desconozcan los aportes imprescindibles que estudiosos de múltiplesnaciones han hecho y continúan haciendo al análisis de la historia culturalde América Latina, desde cualquiera de sus circunstanciales localizaciones.Consciente como pocos de las brechas políticas, económicas y sociales que nosseparan de las comunidades estudiadas, y de la heterogeneidad que se infiltra,como el mismo Cornejo Polar bien reconoce, en la configuración interna decada uno de los momentos que constituyen los procesos de producción cultural("emisor! discurso-texto! referente! receptor, por ejemplo"), su crítica elabora,justamente, esa distancia, sin caer en las trampas condescendientes y culposasde conferir al subalterno un compensatorio privilegio epistemológico, sindemorarse en especular sobre sus irreductibles silencios, y, sobre todo, sin caeren la tentación de "la estetización de un mundo de injusticias y miserias atroces",ni en la celebración de! caos y la fragmentación que e! libro, sin embargo,reconoce cuando corresponde. La crítica de Cornejo Polar intenta, como élbien indica desde e! capítulo inicial de este libro, describir "la estructura de unproceso", o sea, "historiar la sincronía", adentrándose en la naturaleza múltipley conflictiva de sujetos que no existen, en la cultura y en la literatura, fuera desus formas de representación. En esta tarea, el libro integra teorías y aportescríticos, análisis y debates, en un ejercicio de reconocimiento de fuentes que nosiempre es práctica común en nuestra profesión, pero sin perder e! rumbo desus'propias propuestas, ni e! respeto a la documentación, ni la capacidad parae! diálogo, ni e! sentido de! limite. Sin renunciar, tampoco, al derecho a la duda.

Esc;'ibir en el aire es, entonces, no sólo la exquisita trayectoria a través deterritorios textuales, culturales, lingüísticos, historiográficos y performativos.Es también un llamado a la reflexión sobre los procedimientos de traduccióncultural-histórica, crítico-literaria, antropológica- que guían nuestro trabajo,y sobre la condición misma de la función intelectual, donde la mediacióninterpretativa, afectada centralmente por la heterogeneidad del intérpreterespecto al cúmulo de representaciones que configuran e! discurso poético,crítico y cultural, será siempre una entrada subrepticia, por una -puerta falsa-,

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a formas de socialización y de imaginación que el colonialismo se ocupó desituar en un espacio asediado pero, paradójicamente, también preservado detodo intento de penetración o expropiación total.

Es de esperar que Escribir en el aire encuentre, en esta segunda edición,al lector que merece, y que la hermosa referencia del titulo no llegue a ser laforma en que se aluda, despoetizadamentc, a la tentativa vana del decir sin quese oiga, sino el modo de cc:ntinuar nombrando el espacio desde el que Vallejonos alcanza, evocando la tristeza ancestral y la esperanza de América Latina.

Mabe1 Maraña

Pittsburgh, mayo 2003.

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ESCRIBIR ENEL AIRE

ENSAYO SOBRE LA HETEROGENEIDADSOCIO-CULTURAL EN LAS LITERATURAS ANDINAS

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Más de veinte años después, y con mayores razones,la misma dedicatoria, a:

Cristina;Ursula,Alvaro,Gonzalo,Rafael.

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Introducción

Solía escribir Con el dedo grande en el aireCésarVallejo

Ahora es mejory peor. Hay mundosde más arriba y de más abajo

José MaríaArguedas

Lo mejor que haypara la memoria es el tiempoMontejo/Barnet

Somos contemporáneos de historias diferentesEnrique Lihn

Se me ocurre que hemos caminado másde lo que llevamos andando

Juan Rulfo

Por isso, quem quiser ver em profimdidade,tem de aceitar o contraditério

Antonio Candido

Visto en grueso1 el proceso de la literatura y del pensamiento críticolatinoamericano de lasúltimas décadas' parece haberse desplazado secuencialmente,aunque no sin obvios y densos entrecruzamientos, entre tres grandes agendasproblemáticas1 agendas que sin duda están relacionadas con situaciones y conflictossocio-históricos harto más englobantes ysin duda mucho más comprometedores.

1 j Es muy escasa la bibliografia sobre el desarrollo de la crítica latinoamericana. Talvez 10 más significativo sean los artículos de Jean Franco, "Tendencías y prioridadesde-los estudios literarios latinoamericanos", Escritura, VI, 11, Caracas, 1981; SaúlSosnowski, "Spanish-American Literary Criticisrn"; Christopher Michel1 (ed.),Changing Perspeaiues in Latin American Studies (Stanford: Stanford UniversityPress, 1988), traducido al español en el N° 443 de Cuadernos Hispanoamericanos; yel volumen monográfico dedicado a esta materia por la Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana, XVI, 31-32, Lima, 1990. En éste, para efectos del presente estudio,d. especialmente los artículos dedicados a la crítica en Bolivia (Javier Saniinés);Ecuador (Michael Handelsman) y Perú (Jesús Díaz-Caballero, Camilo FernandczCozrnan, Carlos Garda-Bedoya,Miguel Angel Huarnán).

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6 Escriolr en el aire

1. La del cambio, vía la revolución que estaba ahí, "a la vuelta de la esquina",en esa espléndida e ilusa década de los 60, ahora fuente de tanta nostalgia y deuno que otro cinismo, cuando la imaginación y las plazas parecían ser nuestrasy nuestros elpoder, la voz y la capacidad de inventar el amor y la solidaridad denuevo. Es eltiempo de la "nueva narrativa", de la poesía conversacional, del teatro decreación colectiva, pero también de los himnos callejeros y los graifiti.que pintabande esperanza todas nuestras ciudades. En el campo de la crítica, fue el momentode la acelerada y algo caótica modernización de su arsenal teórico-metodológico.

2. La de la identidad, nacional o latinoamericana, en la que nos recogimosuna vez más, ahora un poco defensivarnenre, como en el seno de una obsesiónprimordial, tal vez para explicar la tardanzay eldesvanecimiento de tantas ilusiones,pero sobre todo para reafirmar, desdichadamente más con metafísica que conhistoria, la peculiaridad diferencial de nuestro ser y conciencia y la fraternal unidadde los pueblos al sur de Río Bravo. Por entonces se puso énfasis en la valoración delrealismo mágico y del testimonio que, aunque por contrastadas vías, mostraban laconsistencia y la incisividad de 10 propio de nuestra América. A la vez -en el planode la crítica- se producía el gran debate sobre la pertinencia de construir una teoríaespecíficamente adecuada a la índole de la literatura latinoarnericanrr'. Por esosaños el marco referencial casi obligado era elde las versiones más duras, y talvezmenos perspicaces, de la teoría de ladependencia.

3, La de la reivindicación de la heteróclita pluralidad que definiría a lasociedad y cultura nuestras, aislando regiones y estratos y poniendo énfasis enlas abisales diferencias que separan y contraponen, hasta con beligerancia, a losvarios universos socio-culturales, yen los muchos ritmos históricos, que coexisteny se solapan inclusive dentro de los espacios nacionales. Fue -es- el momentode la revalorización de las literaturas étnicas y otras marginales y del afinamientode categorías críticas que intentan dar razón de ese enredado corpus: "literaturatranscultural" {Rama)3, "literatura otra" (Bendezú)", "literatura diglósica" (Ballón)',"literaturaalternativa" (Lienhard)","literatura heterogénea"{que es como yo prefiero

2 El libro básico es sin duda el de Roberto Fernández Retamar, Para 1I11a teoríalit­erariahispanoamericanay otras aproximaciones. La Habana: Casa de las Américas,1975. Del debate suscitado en torno a él es un buen indicio la encuesta publicadapor Texto Crítico, lIT,6,Veracruz, 1977. CE. también el libro de Raúl Bueno, Escri-biren Hispanoamérica, Lima: Latinoamericana Editores, 1992.Angel Rama, Transculturacion narrativa e71 Amén'ca Latina. .México: Siglo XXI,1982. CE. Carina Blixen [y] Alvaro Barros-Lérnez, Cronologfa y bibliogrrifía deAngel Rama. Montevideo: Fundación Angel Rama, 1986.Edmundo Bendczú, La otra literatura peruana. México: Fondo de CulturaEconómica, 1986.Enrique Ballón, "Las diglosías literarias peruanas (deslindes y conceptos)", En­rique Bailón [y] Rodolfo Cerrón (eds.), Diglosia linguo-literariay educación eI1 elPerú. H0111e11aje a Albedo Escobar. (Lima: CONCYTEC, 1990). Ver en este mis­mo artículo las referencias bibliográficas a otros estudios del mismo autor.Martín Lienhard, La 'Vozy SIl huella. Hanover, NH: N arte, 1991. Otras ediciones:La Habana: Casa de las Américas, 1990; Lima: Universo, 1992.

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Introducción

llamarla)', opciones que en parte podrían subsumirse en los macro-concertos de"cultura híbrida' (Garóa Canclini)" o de "sociedad abigarrada" (Zavaleta) ,y que-de otro lado-- explican la discusión no sólo del "cambio de noción de literatura"(Rincón)" sino del cuestionarniento radical, al menos para ciertos periodos, delconcepto mismo de "literatura" (Mignolo, Adorno, Lienhard)".

Me interesa reflexionar un momento sobre cómo y por qué la búsqueda dela identidad, que suele estar asociada a la construcción de imágenes de espaciossólidos y coherentes, capaces de enhebrar vastas redes sociales de pertenenciay legitimidad, dio lugar al desasosegado lamento o a la inquieta celebración denuestra configuración diversa y rnúltiplemente conflictiva. Tengo para mí quefue un proceso tan imprevisible como inevitable, especialmente porque mientrasmás penetrábamos en el examen de nuestra identidad tanto más se hacíanevidentes las disparidades e inclusive las contradicciones de las imágenes y delas realidades -aluvionales y desgalgadas- que identificamos como AméricaLatina. Ciertamente ese proceso venia de lejos: así, en las primeras décadas deeste siglo, la historiografla latinoamericana ejecutó la compleja operación de"nacionalizar" la tradición literaria prehispárüca, como en el XIX se hizo conla colonial", pero la armadura positivista de ese pensamiento histórico':', queinterpreta los procesos como unilinenles, perfectivos y cancelatorios, enclaustrótal tradición en la profundidad de un tiempo que semejaba ser arqueológico,presuponiendo -además- que aquellas literaturas habían dejado de producirsecon la conquista. Sólo mucho después la insólita articulación de los aportesde la filología amerindia con los de la antropología puso en evidencia laimportancia de las literaturas nativas coloniales y modernas y la consiguientenecesidad de incluirlas como parte de todo el proceso histórico de la literatura

7 La mayoría de mis primeras aproximaciones a esta categoría están recogidas en milibro Sobre literatura y crítica latinoamericanas. (Caracas: Univcrsidad Central deVenezuela, 1982).Algunos estudios posteriores aparecen citados en cllibro. Co­mentarios y otras referencias bibliográficas aparecen en el artículo sobre la críticaen el Perú citado en la nota 1.

8 Néstor Garda Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de lamodemidad.México: Grijalbo, 1989.

9 Rene ZavaletaMercado,Lo nacional-popular en Bolivia. México:SigloXXI, 1986.El concepto "sociedad abigarrada" fue empleado por Zavaleta a lo largo de sutrabajo intelectual, pero es tal vez en este libro póstumo donde adquiere mayorconsistencia y efectividad.

10 C,RrlOS Rincón, El cambio actual de la noción de literatura Bogotá: Colcultum,1978.

11 Cf.la nota 9 del Capítulo 1.12 Estudié el tema en mi libro Laformación de la tradición literariaen el Peni. Lima:

CEP,1989.13 Cf. los libros de Beatriz González Stephan, Contribución al estudio de la historio­

grafía literariahispanoamericana. Caracas:Academia de Historia, 1985 y La histo­riografía literaria del Iiberalismo hispanoamericano del sigloXIX. La Habana: Casade lasAméricas, 1987.

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latinoamericana -y no sólo en su primer tramo!", Es claro que de esta maneravariaba decisivamente el corpus de nuestra literatura, ofreciendo ademásocasión para que .o~ras liter~turas marginadas ingre~~ra~ e~ ,él, y se generabancondiciones propICiaS para intentar una reformulación InCISIVa, a fondo, de sucanon tradicional.

He querido hacer este recuento para subrayar que el actual debate sobrela proliferante dispersión de nuestra literatura y de la índole ríspida de suconstitución, como que es hechura de desencuentrcs, quiebras y contradicciones,pero también de soterradas y azarosas intercomunicaeiones,es consecuenciadel progresivo y orgánico ejercicio del pensamiento crítico latinoamericano yde su fluida relación con la literatura que le es propia. Varios hemos señaladoque si bien el gran proyecto epistemoló!pco de los 70 fracasó, pues es obvioque de hecho no existe la tan anhelada 'teoría literaria latinoamericana", encambio, bajo su impulso, la crítica y la historiografía encontraron formas másproductivas -y más audaces- de dar razón de una literatura especialmenteescurridiza por su condición multi y transcultural,

No cabe desapercibir, sin embargo, que en un determinado momentola muy densa reflexión latinoamericana sobre la poliforme pluralidad de suliteratura se cruzó, yen varios puntos decisivos, con la difusión de categoríaspropias de la crítica postestructuralista o -en general- del pensamientopostmoderno. Temas definidamente post, como los de la crítica del sujeto, elreplanteamiento escéptico sobre el orden y el sentido de la representación, lacelebración de la espesa heterogeneidad del discurso o el radical descreimientodel valor y la legitimidad de los cánones, para mencionar sólo asuntos obvios, seencabalgan inevitablemente con la agenda que ya teníamos entre manos. Estahibridación no deja de ser curiosa -y habría que trabajarla, en otra ocasión,con puntual esmero; primero, porgue es sintomática la frecuencia con que lospostmodernos metropolitanos acopian citas y referencias incitantes de autoreslatinoamericanos, de Borges a Garda Márquez, pasando eventualmentepor Fuentes, Vargas Llosa o Puig; segundo, porgue el borde, la periferia, lomarginal parecen ser cada vez más excitantes (ciertamente bajo el supuestode que en la realidad lo sigan siendo ...); y tercero -Ia enumeración podríaseguir- porque paradójicamente "la condición postmoderna", expresión delcapitalismo más avanzado, parecería no tener mejor modelo histórico que eltullido y deforme subcapitalismo del Tercer Mundo, Obviamente todo estoinvita a la ironía, pero opto: 1) por reconocer que el postestructuralismo nosha dotado de instrumentos críticos más finos e iluminadores, pero también: 2)por enfatizar que nada es tan desdichado como el propósito de encajar -yaveces encajamos a nosotros mismos- en los parámetros post mediante algo asícomo la estetización de un mundo de injusticias y miserias atroces. Tambiénes desdichado el esfuerzo por leer toda nuestra literatura, y siem'pre bajo elparadójico canon crítico de una critica gue no cree en los cánones'J,

14 En este orden de cosas son invalorables los aportes pioneros de Miguel LeónPortilla para Mesoamérica y deJesús Lara para el área andina.

lS Tal vez una de las más incisivas reflexiones sobre el tema esté en los artículos deCarlos Rincón,"Modernidad periféricay el desafío de lo postrnoderno. Perspec­tivas del arte narrativo latinoamericano" y de Georgc Yúdice, "¿Puede hablarse

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Introdnaíon

En todo caso, sea de esto 10 que fuere, me interesa ahora retornarel temade la desestabilizadora variedad e hibridez de la literatura latinoamericana.Inicialmente, para dar razón de ella, se ensayaron alternativas macro­comprehensivas: así, for ejemplo, se trató de desli'ndar 105 grandes sistemasliterarios, el "culto", e "indígena", el "popular"!", para señalar sólo los de másbulto, advirtiendo al mismo tiempo sus estratificaciones interiores, con ánimode construir una imagen de nuestra literatura como hervidero de sistemas algoborrosos-tarea harto difícil, aunque en curso, sobre todo por las obvias carenciasde información acerca de los dos últimos y por e! déficit de herramientasteórico-metodológicas adecuadas a esas materias, tal como se advierte en e!tratamiento (cierto que ahora más sutil que hace una década) de la literaturaoral. Tal vez por esto seprefirió auscultar la diversidad multiforme dentro de!primero, e1"üustrado". En este orden de cosas habría que recordar que Losadaintentó una suerte de regionalización que permitiera comprender las notablesdiferencias entre -sea el caso-las literaturas andinas, rioplatenses o caribeñasy se propuso auscultar en cada caso el funcionamiento paralelo de subsistemasfuertemente diferenciados", casi a la vez que Rama proponía distinguir entrelas literaturas producidas en las grandes urbes, abiertas a la modernidadtransnacionalizadora, y las que son propias de las ciudades provincianas,casi siempre impregnadas aún de usos y valores rurales y ciertamente menosatentas a los reclamos de la modernidad, planteamiento que lo conduciría, poruna parte, a elaborar la categoría de "ciudad letrada" y, por otro, a examinar loscruces de la modernidad y la tradición en la literatura transcultural",

Ciertamente la perspectiva analítica, que separa 10 distinto para noreincidir en globalizaciones tan abstractas como hechizas, no invalida, sinomás bien urge, el estudio de la red de relaciones que se teje entre esa diversidada ratos agobiante. De hecho, es 10 que realiza espléndidamente Rama bajoel magisterio de la antropología de Ortiz, que renueva, profundiza y vuelcahacia la literatura; lo que intenté hacer al observar el funcionamiento delos procesos de producción de literaturas en las que se cruzan dos o másuniversos socio-culturales, desde las crónicas hasta el testimonio, pasando porla gauchesca, el indigenismo, el negrismo, la novela del nordeste brasileño, lanarrativa del realismo mágico o la poesía conversacional, literaturas a las quellamé "heterogéneas"; o lo que propone Lienhard bajo la denominación de

de postmodernidad en América Latina?", ambos en Reuista de Crttiea LiterariaLatinoamericana, x:i, 29, LimalPirtsburgh, 1989. También es de interés (incluso

, por sus desniveles) elmaterial reunido en dos números de Nuevo Texto Critico, IlI,6 YN, 7, Stanford 2° semestre 1990y 1991.

16 Of.al respecto Ana Pizarra (ed.) La literatura latinoamericana como proceso (BuenosAires: Centro Editor de América Latina, 1985) y Hacia una historia de la iiteraturalatinoamericana (México: Colegio de México y Universidad Simón Bolívar, 1987).Este deslinde aparece en varios de los artículos recopilados cn mi libro Sobre litera­turay crítica latinoamericanas, Op. cito

17 Para una visión de conjunto del pensamiento de Losada, cf José Morales Saravia,"Alejandro Losada (1936-1985). Bibliografía comentada', Revista de CríticaLiteraria Latinoamericana, XI, 24, Lima, 1986.

18 Angel Rama,La ciudad letrada (Hanover: Norte, 1984).

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"literaturas alternativas" -en las que, por debajo de su textura "occidental",subyacen formas de conciencia y voces nativas. Las tres vertientes nutren elreciente y muy ilustrativo aEorte -sobre la ficción y el efecto de oralidad en laliteratura transcultural- de Carlos Pacheco'",

Ahora bien: ¿es posible conducir el análisis de estas literaturas haciadimensiones y funciones más puntuales? Es 10 que pretendo hacer en estelibro en relación específica con las literaturas andinas -pero con la confianza deque algunas de sus propuestas puedan tener un campo de aplicación más vasto.Como lo indica el subtítulo, insisto en el concepto de heterogeneidad, en el quevengo trabajando desde la segunda mitad de la década de los 70. Me gustaríaque quedara en claro, sin embargo, que esa categoría me fue inicialmente útil,como queda insinuado más arriba, para dar razón de los procesas deproducciánde literaturas en las que se intersectan confiictivarnente dos o más universossocio-culturales, de manera especial el indigenismo, poniendo énfasis enla diversa y encontrada filiación de las instancias más importantes de talesprocesos (emisor/ discurso-texto/ referente! receptor, por ejemplo). Entendímás tarde que la heterogeneidad se infiltraba en la configuración interna decada una de esas instancias, haciéndolas dispersas, quebradizas, inestables,contradictorias y heteróclitas dentro de sus propios limites. Traté a la vez dehistorizar con el mayor énfasis posible lo que al principio no era -y tal vez éstafue su paradoja más fructífera- sino la descripción de la estructura de un procesa;fructífera, claro está, porque se instalaba en una coyuntura intelectual en laque todavía uno y otro término (estmcturay procesa) parecían inevitablementecontradictorios y hasta daban lugar a disciplinas distintas. En todos los casosme interesaba (y me interesa) la índole excepcionalmente compleja de unaliteratura (entendida en su sentido más amplio) que funciona en los bordesde sistemas culturales disonantes, a veces incompatibles entre sí, tal como seproduce, de manera dramáticamente evidente, en el área andina. Puesto queobviamente el horizonte que trata de examinar este libro es vasto ycomplejo,deverdad inabarcable, he dado preferencia a tres núcleos problemáticos: discurso,sujeto y representación, que por cierto están honda y mutuamente imbricadosy se articulan, a la fuerza, con otros que tanto se instalan en la sociedad mismacuanto en diversas dimensiones discursivo-simbólicas.

En cuanto al discurso, he querido auscultar desde la decisoria escisióny el rudo conflicto -porque compromete a su materia misma- entre la vozde las culturas ágrafas andinas y la letra de la institución literaria de origenoccidental, con su abigarrada e inestable gama de posiciones intermedias, hastala transcripción de la palabra hablada en el testimonio o la construcción delefecto de oralidad en el discurso literario, pasando, como era inevitable, por elanálisis de ciertas formas del bilingüísmo y la diglosia. Como a nadie escapa,la construcción de estos discursos, que por igual delatan su ubicación enmundos opuestos como la existencia de azarosas zonas de alianzas, contactosy contaminaciones, puede ser sometida a enunciaciones monologantes, queintentan englobar esa perturbadora variedad dentro de una voz autorial cerraday poderosa, pero también puede fragmentar la dicción y generar un dialogismotan exacerbado que deja atrás, aunque la realice, la polifonía bajtiniana y toda

19 Carlos Pachcco, La comarca ora! (Caracas: Casa de Bello, 1992).

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Introducción

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suerte de impredecibles y volubles intertextualidades. En más de una ocasióncreo haber podido leer los textos como espacios lingüísticos en los que secomplementan, solapan, intersectan o contienden, discursos de muy variaprocedencia, cada cual en busca de una hegemonía semántica que pocas vecesse alcanza de manera definitiva. Ciertamente e! examen de estos discursosde filiación socio-cultural disímil conduce a la comprobación de que en ellosactúan tiempos también variados; o si se quiere, que son históricamente densospor ser portadores de tiempos y ritmos sociales que se hunden verticalmente ensu propia constitución, resonando en y con voces que pueden estar separadasentre sí ppr siglos de distancia. El mito prehispánico, e! sermonario de laevangelización colonial o las más audaces propuestas de modernización, paraanotar sólo tres casos, pueden coexistir en un solo discurso y conferirle unespesor histórico sin duda turbador. De esta manera la sincronía de! texto, comoexperiencia semántica que teóricamente parece bloquearse en un solo tiempo,resulta siquiera en parte engañosa. Mi apuesta es que se puede (y a veces sedebe) historiar la sincronía, por más aporístico que semeje ser este enunciado.Obviamente esto no contradice, sino enríquece, la opción tradicional de hacerla historia de la literatura como secuencia de experiencias artísticas, aunque-vista la configuración plural de la literatura latinoamericana- tal alternativano puede imaginar un solo curso histórico totalizador sino, más bien, le esnecesario trabajar sobre secuencias que, pese a su coetaneidad, corresponden aritmos históricos diversos.

De otro lado, si de! sujeto se trata, es claro que la experiencia y e! conceptomodernos de! sujeto son indesligables de la imaginación y e! pensamientorománticos, especialmente enfáticos, sobre este punto, en materias artísticasy literarias y en sus respectivos correlatos teórico-críticos. Un yo exaltadoy hasta mudable, pero suficientemente firme y coherente como fara poderregresar siempre sobre sí mismo: e! "desborde de los sentimientos' jamás dejaexhausta la fuente interior de la que surge, de la misma manera en que, porejemplo, el casi obsesivo tópico del viaje, en e! tiempo o en e! espacio, jamáspone en cuestión la opción del re!;í;eso al punto originario (la subjetividadexacerbada) de ese desplazamiento". Qperrámoslo o no, e! romanticismo seconvirtió, en ésta y otras materias, en algo así como en el sentido común de lamodernidad, por lo que no es nada casual que Benjamin, que nunca pudo dejarde auscultar con pasión e! sentido (o e! sinsentido) de lo moderno, dedicara sutesis doctoral al romanticismo temprano ya la construcción dentro de él de laimagen de! sujeto autoreflexivo y en más de un sentido autónomo". Por esto,cuando se comienza a discutir la identidad de! sujeto y la turbadora posibilidaddd que sea un espacio lleno de contradicciones internas, y más relacional queautosuficiente, lo que se pone en debate, o al menos e! marco dentro del cual sereflexiona, no es otro que la imagen romántica del yo.Me interesa añadir que enlo que toca a la identidad de los sujetos sociales, las formulaciones románticassobre e! "espíritu de! pueblo", u otras similares, no fueron desplazadas porel concepto marxista de clase social; y no lo fueron porque, pese a que esa

20 Remito a M.H. Abrams, El espejo y la lámpara. Teorta romántica y tradición críticaacerca delhecho literario (Buenos Aires: Nova,1962).

21 Walter Benjamín, El concepto de crítica de arte en el romanticismo alemán (Barce­lona:Península, 1988).

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no es exactamente la idea que proviene de tal fuente, la clase fue imaginadacomo una totalidad internamente coherente. De alguna manera la categoríade clase social, en la interpretación simplificadora que acabo de resumir, tienela misma función que la idea romántica del yo en el debate moderno sobre lasidentidades sociales. No es en modo alguno irrelevante que en la iconografíay los rituales militantes el proletariado se identificara con la compacta imagendel puño cerrado y en alto. En mi investigación lo que he encontrado confrecuencia es precisamente lo contrario: un sujeto complejo, disperso, múltiple.

A este respecto creo imposible no mencionar que en América Latinael debate acerca dc1sujeto, y de su identidad, tiene un origen mucho másantiguo y pone en juego un arsenal ideológico premoderno. Me refiero ala discusión teológico-jurídica sobre la condición del indio, cuyas basesson medievales, discusión en la que lejanos y algo estrafalarios eruditos,flanqueados por Aristóteles y los Padres de la Iglesia, concedían o negaban lacondición humana a los seres de las Indias -que es, sin duda, el presupuestode toda imagen de identidad: animal, salvaje, hombre- o en el mejor de loscasos medían escrupulosamente el grado, la magnitud y la consistencia denuestra barbarie. No tengo prueba irrefutable, por cierto, pero sospecho queel obsesivo auscultamiento de la identidad americana tiene mucho que vercon ese debate cuyo contexto no era tanto el remoto espacio español, en elque se esgrimían los argumentos, cuanto la englobante condición colonial delas Indias, condición que destrozaba al sujeto y pervertía todas las relaciones(consigo mismo, con sus semejantes, con los nuevos señores, con el mundo,con los dioses, con el destino y sus deseos) que lo configuran como tal. Enmás de un sentido, la condición colonial consiste precisamente en negarleal colonizado su identidad como sujeto, en trozar todos los vínculos que leconferían esa identidad y en imponerle otros que lo disturban y desarticulan,con especial crudeza en el momento de la conquista, lo que no quiere decir-como es clarc-- que se invalide la emergencia, poderosísima en ciertascircunstancias, de nuevos sujetos a partir y respetando -pero renovándolos afondo, hasta en su modo mismo de constitución-los restos del anterior.

Sin embargo, aún en estos casos, el sujeto que surge de unasituación colonial está instalado en una red de encrucijadas múltiple yacumulativamente divergentes: el presente rompe su anclaje con la memoria,haciéndose más nostálgicamente incurable o de rabia mal contenida queaposento de experiencias formadoras; el otro se inmiscuye en la intimidad,hasta en los deseos y los sueños, y la convierte en espacio oscilante, a vecesferozmente contradictorio; y el mundo cambia y cambian las relacionescon él, superponiéndose varias que con frecuencia son incompatibles.Estoy tratando, por cierto, de diseñar la índole abigarrada de un sujeto queprecisamente por serlo de este modo resulta excepcionalmente cambiante yfluido, pero también -o mejor al mismo tiempo- el carácter de una realidadhecha de fisuras y superposiciones, que acumula varios tiempos en un tiempo,y que no se deja decir más que asumiendo el riesgo de la fragmentación deldiscurso que la representa ya la vez la constituye. No intento ni lamentar nicelebrar lo que la historia hizo; quiero, al menos por elmomento, zafarme delcepo que impone el falso imperativo de definir en bloque, de una vez y parasiempre, lo que somos: una identidad coherente y uniforme, complaciente y

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Introducción

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13desproblematizada (la ideología de! mestizaje sería un buen ejemplo), quetiene que ver más con la rnetafísica que con la sociedad y la historia. Enotras palabras: quiero escapar del legado romántico -r-O más genéricamente,moderno- que nos exige ser 10 que no somos: sujetos fuertes, sólidos yestables, capaces de coniigurar un yo que siempre es e! mismo, para explorar-no sin temor- un horizonte en e! que e! sujeto renuncia al imantado poderque recoge en su seno -para desactivarlas- todas las disidencias y anomalías,y que -en cambio- se reconoce no en uno sino en varios rostros, inclusive ensus transformismos más agudos.

Me doy cuenta que e! argumento anterior podría ser entendido comouna estrategia algo ingenua -o muy perversa: convertir la necesidad envirtud, festejando solapadamente el trozamiento de! sujeto sometidoy dominado por e! régimen colonial. No lo creo. Por lo pronto deberíaser del todo evidente que la conquista y colonización de América fue unhecho minuciosamente atroz, y atrozmente realizado, pero también que ­pese al énfasis de todas las condenas y maldiciones- esos acontecimientosefectivamente se produjeron y marcaron para siempre nuestra historia ynuestra conciencia. De ese trauma surge la América moderna, sin duda,y frente a él (o dentro de él) caben algunas opciones: desde e! lamentopermanente por todo lo perdido hasta e! voluntarioso entusiasmo dequienes ven en los entrecruzamientos de entonces e! origen de la capacidadde universalización de la experiencia americana, comarca en la que habríade surgir o la épica "raza cósrnica'T o el modesto pero eficaz "nuevo indio"23

por ejemplo, y esto sin contar con los bobos deliquios de los hispanizantesque aún reptan por nuestras naciones y se siguen solazando con las "hazañas"de los conquistadores. Al margen de cualquier tentación psicologizante,me parece que el trauma es trauma hasta tanto no se le asuma comotal. En el fondo, para acortar camino, ¿realmente podemos hablar de unsujeto latinoamericano único o totalizador? ¿o deberíamos atrevernos ahablar de un sujeto que efectivamente está hecho de la inestable quiebrae intersección de muchas identidades disímiles, oscilantes y heteróclitas?Me pregunto, entonces, por qué nos resulta tan difícil asumir la hibridez,e! abigarramiento, la heterogeneidad del sujeto tal como se configura ennuestro espacio. Y sólo se me ocurre una respuesta: porque introyectamoscomo única legitimidad la imagen monolítica, fuerte e inmodificable de!sujeto moderno, en e! fondo de! yo romántico, y porque nos sentimos enfalta, ante e! mundo y ante nosotros mismos, al descubrir que carecemos deuna identidad clara y distinta.

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Pero sucede que cada vez tengo mayores sospechas acerca de que e!asunto de la identidad esté demasiado ligado a las dinámicas del poder:después de todo es una élíte intelectual y politica la que convierte, talvez desintencionadamente, un "nosotros" excluyente, en la que ella cabecon comodidad, con sus deseos e intereses íntegros, en un "nosotros"

22 Obviamente me refiero a la tesis de José Vasconcelos, La 1rlza cósmica (París:Agencia Mundial de Librerías, 192?)La la ed. es de 1925.

23 Uríel García, El lluevo indio (Lima: Universo, 1973).La la ed. es de 1930.Aludoa este planteamiento en el Capítulo IlI.

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extensamente inclusivo, casi ontológico, dentro del cual deben apretujarse yhasta mutilar alguna de sus aristas todos los concernidos en ese proceso en elque, sin embargo, no han intcr:velÚ.d~.~se "nosotros" e~ -~laro-la "ide.n,tidad"intensamente deseada: Lo dIgo irónicamente: no se SI la afirmación delsujeto heterogéneo imx:lica una pr~dicació~ pre o pc:stn;lOderna, peroen cualquier caso no deja de ser cunoso, y CIertamente incómodo, que seentrecruce tan a destiempo una experiencia que viene de siglos, que tienesu origen en la opresión colonizado~ay que lenta,le~tísimamente,la hemosvenido procesando hasta dar con la Imagen de un sujeto que no le teme a supluralidad multivalente, que se entrecruce -digo- con las inquietudes máso menos sofisticadas de intelectuales metropolitanos también dispuestos aacabar con la ilustrada superstición de un sujeto homogéneo. Intuyo, perodejo el asunto ahí, que 10 que está en juego no es tanto la inscripción (ono) en la "condición postmoderna" -10 que en el fondo nos debería tenersin cuidado- cuanto la aceptación o el rechazo de la existencia de variasmodernidades -en alguna de las cuales el sujeto podría desparramarse por elmundo, nutriéndose de varios humus histórico-culturales, sin perder por esosu condición de tal. Un sujeto -otra vez- heterogéneo.

Pero el sujeto, individual o colectivo, no se construye en y para si;se hace, casi literalmente, en relación con otros sujetos, pero también (ydecisivamente) pory en su relación con el mundo. En este sentido, la mimesisno se enclaustra en su función re-presentativa de la realidad del mundo,aunque hubo extensos periodos en los que esta categoría se interpretó así, r.correlativamente como un "control del imaginario" personal o sociallzado! ;más bien, en cuanto construcción discursiva de lo real, en la mímesis elsujeto se define en la misma medida en que propone como mundo objetivoun orden de cosas que evoca en términos de realidad independiente del sujetoy que, sin embargo, no existe más que como el sujeto la dice. Espero quequede claro que no postulo en absoluto que la realidad no exista, sino queen cuanto materia de un discurso (y la realidad lamentablemente no hablapor sí misma) es una ríspida encrucijada entre lo que es y el modo segúnel cual el sujeto la construye como morada apacible, espacio de contiendaso purificador pero desolado "valle de lágrimas": como horizonte único yfinal o como tránsito hacia otras dimensiones transmundanas. En otrostérminos, no hay mimesis sin sujeto, pero no hay sujeto que se constituyaal margen de la mimesis del mundo.

y el mundo latinoamericano, y el andino específicamente, es deuna violencia extrema y de una extrema disgregación. Aquí todo estámezclado con todo, y los contrastes más gruesos se yuxtaponen, cara acara, cotidianamente. Visceralmente dislocada, esta intensa comarca socialimpone también, como materia de la representación verbal, códigos deruptura y fragmentación.

24 Remito al excelente estudio de Luiz Costa Lima, O tontrél« do Imaginario. Razüo

e imayiruuiio nos Tempos Modernos. (Sao Paulo: Forense Universitária, 1989) y porcierto al clásico de Erlch Auerbach, Mimesis. La representación de la realidad en laliteratura occidental (México: Fondo de Cultura Económica, 195O).

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Introducción

Desdichadamente lo que deberia ser luminosa opción de plenitud humanay social (la capacidad de vivir en una todas las patrias)" es en realidad ejecuciónreiterada de injusticias y abusos, ocasión siempre abierta para discriminaciones,maquinaria que insume y produce miserias insopqrtables. Por esto nada tanburdamente pérfido como estetizar -o literarizar- una realidad minuciosa yradicalmente inhumana. Entonces, si intento desmitificar al sujeto monolítico,unidimensional y siempre orgulloso de su coherencia consigo mismo, aldiscurso armonioso de una voz única a la que sólo responden sus ecos y a lasrepresentaciones del mundo que lo fuerzan a girar constantemente sobre unmismo eje, y si en forma paralela quiero reivindicar la profunda heterogeneidadde todas estas categorías, es porque son literarias, claro está, pero expresan biennociones y experiencias de vida, y porque con ellas no festejo el caos: simple yescuetamente, señalo que ahí están, dentro y fuera de nosotros mismos, otrasalternativas existenciales, mucho más auténticas y dignas, pero que no valennada, por supuesto, si individuos y pueblos no las podemos autogestionar enlibertad, con justicia, y en un mundo que sea decorosa morada de! hombre.

****En algún momento estuve tentado por e! demonio de la exbaustividad, quise

tratar en este libro muchos otros temas y organizarlos mediante el seguimientode una historia puntual. Felizmente reconocí pronto que ni mi capacidadni la materia misma de esta reflexión podían asumir los compromisos de esatentativa: a la larga, no estaba nada mal que un libro sobre la "heterogeneidad"fuera también, a su vez, "heterogéneo", Opté entonces por seleccionar ciertosmomentos decisivos con el fin de estudiarlos dentro de sus límites pero tratandode insertarlos en las constelaciones problemáticas que les son pertinentes. Así,sobre todo los Capítulos II y III tienen una forma algo fragmentaria, por lavariedad de los asuntos especificas que tratan y por ciertos cambios de perspectivaen el análisis. Lamento, sí, que mi mayor conocimiento de la literatura peruaname haya conducido a tratar más materias propias de ella que de las literaturas deBolivia y Ecuador. En algo me consuela pensar que en largos trechos se trata deproblemas (e inclusive de textos) que son abarcadoramente andinos.

Por lo demás, circunstancias absolutamente casuales, hicieron que ellihro se escribiera durante cinco o seis años en los que trabajé en distintasUniversidades: Pittsburgh y San Marcos, en lo esencial, pero también Berkeley,Dartmouth, Montpellier y Alcalá; y en cada caso, como estaba obsesionado con

,i el tema, insistí en cursos y seminarios sobre aspectos concretos del asunto queglobalmente definen este libro. Agradezco muy cordialmente la inapreciableayuda que me brindaron los colegas y estudiantes de estas Universidades, y la queme ofrecieron otros compañeros a los que consulté sobre asuntos concretos (losmenciono en el texto) y la que surgió de más de una decena de conversaciones

25 Obviamente me refiero a la famosa frase de José María Arguedas: "oo. los que vivenen nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido porel egoísmo puede vivir, feliz) todas las patrias". El zon'o de arriba y el ZO/TO de abajo.Edición crítica coordinada por Eve-Marie FeU (Madrid: Archivos,1990),p.246. Eltexto aparece en el "¿Ultimo dinrio?". Comento este texto en el Cap.llI.

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con quienes participaron en conferencias, congresos y seminarios en los quetraté, una y otra vez, un tema que no termina de concernirrne visceralmente'"-quizás porque desde que el azar me puso por algunos años en el PrimerMundo lo mejor que he descubierto es que yo también soy irremediablemente(¿y felizmente?) un confuso y entreverado hombre heterogéneo.

Antonio Cornejo Polar

24 de abril de 1993.

26 Tal vez este ir y venir con el tema a cuestas, tratándolo con muchos colegas ydesde diversas perspectivas, sea la causa de que en el propio libro sean fáciles deadvertir cambios y desplazamientos en mi propia actitud crítica. Los he dejado talcual. Creo que de alguna manera enriquecen el texto y muestran la complejidaddel problema que trata y la precariedad de las soluciones que propongo. Quieroagradecer expresamente a Eduardo Lozano, bibliotecario de Pittsburgh, que meayudó con eficiencia extraordinaria en toda mi investigación.

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Capítulo primero

El comienzo de la heterogeneidad en las literaturas andinas:Voz y letra en el "Diálogo" de Cajamarca"

Sin duda la exigencia de comprender la literatura latinoamericana comoun sistema complejo hecho de muy variados conflictos y contradiccionesobliga a examinar, en primer término, el problema básico de la duplicidadde sus mecanismos de conformación: la oralidad y la escritura, que esprevio y más profundo, en cuanto afecta a la materialidad misma de losdiscursos, del que surge de situaciones propias dcl bio multilingüísmo y delas muchas formas de la diglosia.

Es obvio que la oralidad y la escritura tienen en la producción literariasus propíos códigos, sus propias historias y que inclusive remiten a dosracionalidades fuertemente diferenciadas" pero no lo es es menos queentre una y otra hay una ancha y complicada franja de interaccloncs/. Todohace suponer que en América Latína esa franja es excepcionalmente fluida

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La primera versión de este capítulo apareció en la Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana. XV1I, 33, Lima-Pittsburgh, 1991 y su tema fue materia de cursos,conferencias y ponencias desde 1988. La versión actual fue terminada a finales de1991. Después sólo se han añadido algunaspocosreferenciasbibliográficas.Cf.Walter G. Ong, Oralidady escritura. Tecnologías de lapalabra (México:Fondo deCultura Económica, 1987). Ong pone énfasisen las diferencias,sobre todo cuandose trata de "oralidad primaria"; escritura. Dentro del contexto del área andinaMartín Licnhard señala que lino existe ninguna simetría, ninguna equivalenciaen el modo de manifestarse, en la socialización de las prácticas literarias escritasy las orales", "Arte verbal quechua e historiografía literaria en el Perú", [Bulletinde la] 80ciété Suisse des Ameriumistes 52,1988, p. 47. En su trabajo mayor sobre eltema matiza sutilmente esta posición y anota que uno de sus objetivos es estudiarprecisamente"el traslado -por 'filtrado' que sea- del universo oral a la escritura" ..La vozy~u huella (La Habana: Casa de las Américas, 1989), p. 19.Tomando como referencia la literaturagriega,Eric Havelock hu descritoy explicadoconvincentemente las estrechas relaciones entre oralidad y escritura, aunque reconoceque "rirnane sempre unabarriera insormontnbile per lacomprcnsionc delloralité' (p.58).Debo a Beatriz González habermehecho repararen este libroy proporcionarmesu traducción al italiano: La Musa impura a scrioere (Roma: Lnterza, 1987). Parael medioevo es indispensable el libro de Paul Zumthor, La letra y la voz (Madrid:Cátedra, 1989).Cf. tambiénJan Vansina, La tradición oral (Barcelona: Labor, 1966)yaunque relativo aun casoespecifico, essugestivo elestudio de Carla Ginzburg,EI quesoy los gusanos. El cosmos segzin nn molinero delsiglo XVI (Barcelona: Muchnik, 1981).

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y compleja, especialmente cuando se asume, como debe asumirse, que suliteratura no sólo es la que escribe en españolo en otras lenguas europeasla élite letrada -que, por lo demás, muchas veces resulta ininteligible si semutilan sus entreverados vínculos con la oralidad'.

Ciertamente es posible determinar algunas o muchas formas básicas dela relación entre la literatura oral y la escrita, varias de las cuales tienen untratamiento exhaustivo en la filología, sobre todo en lo que toca a la conversiónde discursos orales en textos escritos (los poemas homéricos por ejemplo)",aunque en otros casos, como el de las li teraturas amerindias, el arsenal de losinstrumentos clásicos de la filología parece ser insuficiente",

Crónica de Cajamarca

Pero ahora me interesa examinar lo que bien podría denominarse el"gradocero" de esa in teracción; o si se quiere, elpunto en el cual la oralidad y la escriturano solamente marcan sus diferencias extremas sino que hacen evidente su mutuaajenidad y su recíproca y agresiva repulsión. Ese punto de fricción total está enla historia y hasta -en la andina- tiene una fecha, unast circunstancias y unospersonajes muy concretos. Aludo al "diálogo" entre elInca Atahuallp a y el padreVicente Valverde, en Cajamarca, la tarde del sábado 16 de noviembre de 1532.

No constituye el origen de nuestra literatura, que es más antiguo encuanto nos reconocemos en una historia que viene de muy lejos y traspasa porlargo el limite de la Conquista", pero si es el comienzo más visible de la

3 Las interacciones entre oralidad y escritura en México colonial han sidoestudiadas brillantemente por Serge Oruzinski, La colonisation de l'imaginaire.Societes indigenes et accidentalisation dans le Mexique espagnol, XVI-XVIII siécle(Paris: Gallimard, 1988). Un caso específico, el de Guamán Poma de Ayala,ha sido analizado desde similar perspectiva, aunque centrándose en el aspectográfico, por Mercedes López-Baralt en su imprescindible libro Icono y conquista:Guamdn Poma deAyala (Madrid: Hiperión, 1988).Aludo a los estudios de Parryy sus seguidores. CElos capítulos pertinentes dellibro de 0.5. Kirk, Los poemas homéricos (Buenos Aires, Paídós, 1968).Anótese al respecto la atractiva propuesta relativa a la reconstrucción de textosorales quechuas cuyas "huellas" serían perceptibles en ciertas obras escritas enespañol. Edmundo Bendezú, La otra litaratura peruana (México: Fondo deCultura Económica, 1986). Lore Terracíni considera que el corpus de ésta osimilar naturaleza "inevitabílmentc privilegia in noi una Iettura attualizzante suuna impossibile lettura filologica", I todici del sllenzio (Torino: Dell'Orso, 1988),p. 14. Debo a Antonio Melis el conocimiento de este libro.

6 Estudio el tema en mi libro Lafarmacián de la tradición literaria en el Perú (Lima:CEP, 1989). Alli analizo cómo compiten en todo momento varias interpretacionesde la historia de la literatura nacional y de qué manera hacia 1920-30 se hacehegemónica, pero no única, la que establece que su origen es prchispánico.

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Capítulo Primero

heterogeneidad que caracteriza, desde entonces Y hasta hoy, la producciónliteraria peruana, andina y-en buena parte-latinoamericana7• Obviamenteen otras áreas de América se encuentran situaciones homólogas a la queprotagonizaron Atahuallpa y Valverde en Cajamarca.

Desde la perspectiva que ahora me interesa se pueden obviar por elmomento los comentarios acerca de la inevitable incomunicación de dospersonajes que hablan distintos idiomas y tampoco tiene mal,'0r relieveanalizar, en este punto, la función bien o mal cumplida por Felipillo (oMartinillo), uno de los primeros intérpretes de los conquistadores. Interesaen cambio el choque entre la oralidad, que en este caso está formalizadaen la voz suprema del Inca, y la escritura, ¡ue igualmente en este episodioqueda encarnada en e/libro de Occidente, a Biblia, o en algún subsidiariode ella, todo lo cual -no es necesario aclararlo- pone en movimiento unvastísimo y muy complicado haz de hechos y significados de variada indole.

Haré primero una descripción del acontecimiento, tal como aparece enlas crónicas', y luego examinaré brevemente su huella en algunas danzasy canciones rituales y -con más dctenimiento- en textos "teatrales" cuyonúcleo es la ejecución de Atahuallpa pero que, con muy pocas excepciones,incluyen fragmentos relativos al tema que específicamente intento estudiar.Previamente necesito, sin embargo, aclarar por qué otorgo importanciadecisiva a un hecho que en principio no parece tener otra relación conla literatura que la de haber sido referente de muchas crónicas y de otrostextos posteriores.

La idea central está avalada por un concepto ampliado de literaturaque asume el circuito completo de la producción literaria, incluyendoel horizonte de la recepción, y trata de dar razón de la problemática de la

7 En sentido amplio, la heterogeneidad es previa a la conquista europea en lamedida en que dentro de una sola área, como la andina, interactuaban culturasdiversas y distintas. Debo esta aclaración a Edgardo Rivera Martínez.

8 Me ha sido muy útil para contextualizar el problema el estudio de WaltcrMignolo, "Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista", en:Luis Iñigo Madrigal (coord.), Historia de la literatura hispanoamericana. Tm.

. ' j 1: Epocacolonial(Madrid: Cátedra, 1982) y el libro de Beatriz Pastor, Discursosnarrativas de la conquista: mitificación y emergencia (l-Ianovcr: Norte, 1988), 2aedición. En las páginas siguientes recurro a otros estudios de Mignolo y tomoen consideración algunos de los comentarios que amablemente me hizo llegaren referencia a la primera versión de este capítulo. Agradezco la inapreciableayuda que me brindó Juan Zevallos en todo lo concerniente a las crónicas ya los generosos consejos de José Durand, de cuya temprana muerte no nosconsolamos, y de Franklin Peasc. Ambos leyeron y anotaron la versión inicialde este capítulo, enriqueciéndolo notablemente. Mis propias limitaciones meimpidieron aprovechar a fondo las sugerencias de los colegas mencionados enesta nota.

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oralidad", para mencionar sólo dos puntos básicos; pero, sobre todo, tieneque ver con algo mucho más importante que continúa marcando hasta hoyla textura más profunda de nuestras letras y de toda la vida social de AméricaLatina: con el destino histórico de dos conciencias que desde su primerencuentro se repelen por la materia lingüística en que se formalizan, lo quepresagia la extensión de un campo de enfrentamientos mucho más profundosy dramáticos, pero también la complejidad de densos y confusos procesos deimbricación transcultural. A la larga, en el "diálogo" de Cajamarca están innuce los grandes discursos que desde hace cinco siglos tanto expresan comoconstituyen la abismada condición de esta parte del mundo y las inevitablesdisonancias y contradicciones de las varias literaturas que aquí se producen.

9 La propuesta de Walter Mignolo y Rolena Adorno relativa a la sustitución deltérmino "literatura colonial" por "discurso colonial" tiene una de sus razones enla necesidad de construir un objeto que incluya manifestaciones orales y otraspropias de la escritura no alfabética que siendo especialmente valiosas en eseperiodo quedarían fuera, desde su perspectiva, del campo acotado por el conceptode "literatura". Para ambos "literatura" se refiere a una experiencia culturaleuropea o curocéntrica -y además tardía- que no puede desligarse de la escritura;por consiguiente, aplicarla a otro espacio y en otro tiempo, sobre todo cuandose trata de manifestaciones orales, sería tergiversar la especificidad de ese objetodistinto. Sin entrar en este debate, que excede largamente los limites de esteestudio, opto por preservar el uso de la categoría "literatura" en una acepciónampliada, pero remito a los estudios de Rolena Adorno, "Nuevas perspectivas enlos estudios literarios coloniales hispanoamericanos", Revista de Critica LiterariaLatinoamericana, XIV, 28, Lima, 1988; y de Walter ,Mignolo, entre otros muchosotros aportes, a los siguientes: "La lengua, la letra, el territorio (o la crisis delos estudios li terarios coloniales)", Dispositio, XV, 28-29, 1986; "La historia dela escritura y la escritura de la historia", Merlin Forster [y] Julio Ortega (eds.),De la crtinica a la nueva narratiua mexicana (México: Oasis, 1986); "Anáhuacy sus otros: la cuestión de la letra en el Nuevo Mundo", Reuista de CriticaLiteraria Latinoamericana, XIV, 28, Lima, 1988. "Literacy and Cclonization:the New World Expcrience", René Jara [y] .Nicholas Spadachini (cds.), 1492­1992: Rediscauering Colonial Writillg (Minneapolis: Prisma Institute, 1989);"Teorías renacentistas de la escritura y la colonización de las lenguas nativas",separata del I Simposio de Filologia Iberoamericana, (Sevilla, 1990). No me hasido posible incorporar su último y notable estudio, que esclarece y rectifica enparte algunas posiciones anteriores: "La semiosis colonial: la dialéctica entrerepresentaciones fracturadas y hermenéuticas pluritópicas", en Beatriz González[y] Lúcia Castigan (eds. 7), Critica y descolonizacicn: elsujeto colonial en la culturalatinoamericana (Caracas: Academia Nacional de Historia, 1992). Aunque ladiscusión tiene otro sentido, es importante la sutil crítica a estos planteamientosde Neil Larsen, "Contra la des-cstctización del 'discurso' colonial", Revista deCritica Literaria Latinoamericana, XIX, 37, LimalPittsburgh, 1993. Igualmente,en la misma fuente, la reflexión epistemológica de Ricardo J. Kaliman, "Sobre laconstrucción del objeto en la crítica literaria latinoamericana",

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Capítulo Primero

En otros términos, los gestos y las palabras de Valverde y Atahuallpa noserán parte de la literatura, pero comprometen a su materia misma en el niveldecisorio que distingue la voz de la letra, con 10 que constituyen el origende una compleja institucionalidad literaria, quebrada desde su mismo soportematerial; y bien podría decirse, más específicamente, que dan ingreso a variosdiscursos, de manera sobresaliente al contenido en la Biblia, que no por universaldeja de tener una historia peculiar en e! intertexto de la literatura andina, comotambién al discurso hispánico imperial (de muy extensa duración) y al que apartir de entonces comenzará a globalizarse como "indio" (obviando cada vezmás las diferencias étnicas andinas) con sus significados de derrota, resistenciay vindicta. Es como si contuvieran, acumulados, los gérmenes de una historiaque no acaba.

Esta es la razón por la que concentran la memoria histórico-simbólica delas dos partes de! conflicto y reaparecen reproducidas con harta frecuencia en losimaginarios de sus literaturas. A la vez, constituyen algo así como el emblemade una muy pertinaz preocupación latinoamericana: la de la pertinencia (o no)del lenguaje con que se dice a sí misma, que bien puede entenderse como unavariante de la obsesión primaria relativa al reconocimiento de una identidad encuyas fibras más íntimas siempre aparece, como fuerza desestabilizante, perono necesariamente negativa, la figura del otro.

Quedan pocos testimonios de quienes estuvieron presentes en Cajamarca.Todos son, como es obvio, de! lado hispánico. Transcribo algunos:

Entrando hasta la mitad de laplaza,reparóallí,y salió un fraile dominico, queestabacon el gobernador a hablarledesu parte,que el gobernadorle esperabaen su aposento, que le fuese a hablar;y díjole cómo era sacerdote y que eraenviado por el Emperador para que les enseñase las cosas de la fe si quisiesensercristianos, y díjole que aquellibro erade lascosasde Dios;y elAtahualipapidió el libroy arrojóle en el sueloy dijo:"Yo no pasaréde aquí hasta que déistodo 10 que habéis tomado en mi tierra;que yo bien sé quién sois vosotros yen lo que andáis"!",

Visto e! Marqués don Francisco Pizarro que Atahuallpa venia ya, envióal Padre Fray Vicente de Valverde, primer obispo del Cuzco, y a Hernandode Aldana, un buen soldado, y a don Martinillo, lengua, que fuesen a hablara Atahuallpa y a requerirle, de parte de Dios y del Rey, se sujetase a la ley deNuestro Señor Jesucristo y al servicio de Su Majestad, y que el Marqués letendría en lugar de hermano, y no consentirían le hiciesen enojo ni daño ensu tierra. Llegado que fue el Padre a las andas en donde Atahuallpa venía, lehabl9.y dijo a 10 que iba y predicó cosas de nuestra Santa Fe, declarándoselasla lengua. Llevaba un breviario e! Padre en las manos, donde leía 10 que lepredicaba. Atahuallpa se 10 pidió, y él se 10 dio cerrado, y como 10 tuvo en las

10 Hernando Pizarro, "Carta de [...] a la Audiencia de Santo Domingo", en: RaúlPorras Barrcnechea, Los cronistas del Perú (1523-1650), (Lima: San Marti, s/fp. 76. Fue escrita en 1533. En éste y en los casos posteriores he modernizadoparcialmentela ortografía.

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manos no supo abrirlo, arrojólo en el suelo [...] Pasado lo dicho Atahuallpa lesdijo que se fuesen para bellacos ladrones, y que los había de matar a todos".

y un fraile de la orden de Santo Domingo con una cruz en la mano,queriéndole decir las cosas de Dios le fue a hablar y le dijo que los cristianoseran sus amigos y que el señor gobernador le quería mucho que entrase en suposada a verlo. El cacique respondió que él no pasaría más adelante hasta quele volviesen los cristianos todo lo que le habían tomado en toda la tierra y quedespués él haría todo lo que le viniese en voluntad. Dejando el fraile aquellaspláticas con un libro que traía en las manos, le empezó a decir las cosas deDios que le convenían, pero él no las quiso tomar y,pidiendo el libro, el padrese lo dio, pensando que lo quería besar. Y él lo tomó y lo echó encima de gentey el muchacho que era la lengua, que alli estaba diciéndole aquellas cosas, fuecorriendo luego y tomó el libro y diólo al padre; y el padre se volvió luegodando voces, diciendo: "salid, salid cristianos, y venid a estos enemigos perrosque no quieren las cosas de Dios ¡que me ha echado aquel cacique en el sueloel libro de nuestra santa leyl"!'.

El gobernador que esto vio dijo a Fray Vicente que si quería ir a hablar aAtahuallpa con un faraute: él dijo que sí y fue con una cruz en la mano y conuna Biblia en la otra y entró por entre la gente hasta donde Atahuallpa estabay le dijo por el faraute:

-"Yo soy sacerdote de Dios, y enseño a los cristianos las cosas de Dios, y asímismo vengo a enseñar a vosotros. Lo que yo enseño es 10 que Dios noshabló, que está en este libro.Y por tanto de parte de Dios y de los cristianoste ruego que seas su amigo, porque así lo quiere Dios, y venirte ha bien deello, y ve a hablar al gobernador que te está esperando".Atabuallpa dijo que le diese el libro para verlo y él se lo dio cerrado, y noacertando Atahuallpa a abrirle, el religioso extendió el brazo para lo abrir, YAtahuallpa con gran desdén le dio un golpe en el brazo no queriendo que loabriese,y porfiando él mismo por abrirle,lo abrió,y no maravillándose de lasletras ni del papel como otros indios, lo arrojó cinco o seis pasos de sí. Yalas palabras que el religioso había dicho por el faraute respondió con muchasoberbia diciendo:

"Bien se lo que habéis dicho por ese camino, como habéis tratado a loscaciques, y tomado laropa de los bohíos?" .

...El Padre Vicente Valverde, de la Orden de los Predicadores, que después fue

11 Pedro Pizarra, Relaciónde!descubrimiento y conquista del Perú. Edición crítica yconsideraciones preliminares de Guillermo Lohmunn Víllcna. Notas de PicrrcDuviols (Lima: Universidad Católica, 1978) pp. 37-38. El texto original datade 1571.

12 Cristóbal de Mena,La conquista de!Perú, llamado !aNueva Castilla en Raúl PorrasHarrencchea, op. cir., p. 82. La primera edición es de 1534. Hoy hay duda sobre laautoría de esta crónica. Cf. Franldin Pease, "La conquista española y la percepciónandina del otro", en Histórico. XIII, 2, Lima, 1989, p.174 (nota).

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Capitulo Primero

Obispo de aquella. tierra, con la Biblia en la mano y con él Martín, lengua, yasí juntos, llegaron por entre la gente a poder hablar con Atahuallpa, alcual lecomenzó a decir cosas de la SagradaEscrituray que Nuestro SeñorJesucristomandaba que entre los suyos no hubiese guerra ni discordia, sino toda paz;y que él en 'u nombre así se lo pedía y requería [...] a la, cuales palabra, yotras muchas que el frayle le dijo, él estuvo callando sin volver respuesta; ytornándole a decir que mirase 10 que Dios mandaba, lo cual estaba en aquellibro que llevaba en la mano, escrito, admirándose, a mi parecer más de laescritura que de lo escrito en ella,lc pidió el libro y le abrió y hojeó, mirandoel molde y la orden de él, y después de visto, le arrojópor entre la gente, conmucha iray el rostro muy encarnizado, diciendo: "dccidle a esos que venganacá, que no pasaré de aquí hasta que me den cuenta y satisfagan y paguen loquc han hecho en la tierra"!",

Se ha señalado que tratándose de los acontecimientos de la Conquista,los primeros testigos de vista no son los más confiables, de manera especialcuando se refieren a comportamientos y objetos culturales del Tawantinsuyua los que apenas podían acceder a través de intérpretes siempre inseguros ya veces tergiversadores. En este caso, además, se trata precisamente de un"diálogo" bilingüe, intermediado en efecto por uno de esos intérpretes, y encuya transcripción, para hacer aún más confusas las cosas, la realidad podríaaparecer mezclada con estereotipos dialogales de la lústoriografía clásica o dela, novelas de caballería'", aunque intuyo que estas interferencias, y las delromancero, se acentúan más bien con el correr de los años.

En cualquier caso, hayuo núcleo persistente definible en estos términos: a travésde un intérprete, Valverde requiere la sujeción delInca a las creencias cristianasyal orden de la España imperial, le entrega un libro sagrado (presumiblementela Biblia o un breviario) que Atahuallpa termina por lanzar al suelo. Con maticesde más o de menos, ese acto es suficiente para que se desencadene la violenciadel aparato militar de los conquistadores". Aunque es claro que ningún relatohistórico es un puro reflejo de lo realmente sucedido'", todo indica que lasversiones anotadas parecen "reproducir" hechos que en efecto sucedieron y talvez algunas de las palabras que entonces fueron dichas. Pero aún si se dudaracon excesivo escepticismo o por otras razones de todo lo narrado (Garcilaso

13 Francisco de Xerez, Vérdadera relación de la conquista de la Nueva Castilla en RaúlPorra, Barrcncchea, op.cit., p. 96.La primera edición es de 1534.

14 JM~guel Estere, Eldescubrimiento y laconquista delPeni en Raúl PorrasBarrenechea,.' op. cit., p. 108-C. El manuscrito fue dado a conocer tardíamente cn 1918. Su

autoría también es materia de discusión y se trataría14 Miguel Estetc,EI descubrimientoy laconquista delPerúen Raúl Porras Barrencchea,

op. cit., p. 108-C. El manuscrito fue dado a conocer tardíamente en 1918. Suautoría también es materia de discusión y se trataríadc una crónica más tardía dclo que se suponía hasta hace poco. Cf. el artículo de Peasc citado en la nota 12.

15 Franklin Peasc, "Las crónicas y los Andes", en Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana, XIV, 28, Lima, 1988, pp.124-25.Peasc discute más extensamenteel carácter histórico de las crónicas en Del Tasuantinsuyo a la historia del Pení(Lima:Universidad Católica,1989),2a ed.

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lo impugna en bloque y Murúa alude a que cada qu~en relata ~l episodio deacuerdo a sus intereses), el asunto que cuentan los testigos de Cajamarca poseela suficiente consistencia simbólica como para ser recontado infinitas veces(durante toda l~ colonia rhas.t~ ?oy) en cr~nicas y ?~r~s rela~os producidospor quienes teman a su disposición una copIOsa tradición escnta y oral sobreel tema. Obviamente los textos citados están en el origen de aquélla, perola tradición oral -poco estudiada- debe fundarse en un abanico mucho másvariado de fuentes.

Es imposible ofrecer ahora una recopilación exhaustiva de todas lasversiones posteriores", pero es claro que son en su mayor parte ampliaciones y/oestilizaciones de la materia de los primeros relatos, aunque no se pueda omitirel hecho de que sus fuentes no siempre residen sólo en la tradición escrita sinotambién en otra -la oral- que a trechos parece discurrir de manera paralela,según acabo de insinuar. De ampliación se trata en casos como los de Zárateo Gómara que "transcriben" (obviamente lo imaginan) el largo parlamentodel padre Valverde: un más o menos prolijo recuento de los dogmas de la fecatólica y de las ordenanzas del Rey en una versión que deriva de manera hartodirecta del texto del "requerimiento" redactado por Palacios Rubios en 151219

Conviene, aunque sea extensa citar la versión de Zárate:

y luego llegó el obispo don fray Vicente de Valverde con un Breviario en lamano, y le dijo, cómo un Dios en Trinidad había criado el cielo y la tierray todo cuanto había en ello, y hecho a Adán, que fue el primer hombrede la tierra, sacando a su mujer Eva de su costilla, de donde todos fuimosengendrados, y cómo por desobediencia de estos nuestros primeros padres,caímos todos en pecado, y no alcanzábamos gracia para ver a Dios ni ir alciclo, hasta que Cristo, nuestro redentor, vino a nacer de una virgen por

16 En los fragmentos citados sólo se insinúa esta consecuencia, pero todos los relatosmencionados establecen más o menos explícitamente una relación de causa­efecto entre el gesto del Inca de rechazar el libro sagrado y la acción bélica de losespañoles.

17 Como ha enfatizado Hayden White, los hechos no hablan por sí mismos, porquees elhistoriador quien habla por ellos en un discurso en el que mezcla lo imaginarioy lo real yen el cual crea una representación total que en última instancia tiene uncarácter de alguna manera poético. Trapics ojDiscozme. Essaysin Cultural Criticism(BaItimore: Joh05 Hopkins University Press, 1978). Fundamentalmente certera,la tesis de White puede desembocar en un idealismo extremo (yen un relativismototal) si no se precisa con suficiente firmeza que el discurso histórico no es gratuitoporque está referido al horizonte de conciencia e intereses de quien lo emite.El examen más valioso está en el libro ya citado de Raúl Porras. Hay una segundaedición ampliada (Lima: Banco de Crédito,1986).El requerimiento (base de la cédula de Carlos V de 17 de noviembre de 1526)es tratado con especial interés por Tzvetan Todorov, La conquista deAmérica. Lacuestión del otro (México: Siglo XXI, 1987), p. 158 y ss. Más minucioso es SilviaZavala en su "Introducción" a Juan López de Palacios Rubios, De las islasdel marocéano [y] Matías de Paz, Del dominiodelos ReyesdeEspaiiasobre lasindias(M éxico:Fondo de Cultura Económica, 1954), p. CXXIVy ss.

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Capítulo Primero 25

salvamos, y para este efecto recibió muerte, pasión; y después de muerto,resucitó glorificado, y estuvo en el mundo un poco de tiempo, hasta que sesubió al cielo, dejando en el mundo en su lugar a San Pedro y a sus sucesores,que residían en Roma, a los cuales los cristianos 'llamaban papas, y éstoshabían repartido las tierras de todo el mundo entre los príncipes y reyescristianos, dando a cada uno cargo de la conquista, y que aquella provinciasuya había repartido a su majestad el emperador y rey don Carlos, nuestroseñor, y su majestad había enviado en su lugar al gobernador don FranciscoPizarro de parte de Dios y suya todo aquello que le había dicho; que si élquería creerlo y recibir agua de bautismo y obedecerle, como lo hacía lamayor parte de la cristiandad, él le defendería y ampararía, teniendo enpaz y justicia la tierra, y guardándoles sus libertades, como lo salia hacer aotros reyes y señores que sin riesgo de guerra se les sujetaban; y que si 10contrario hacía, el gobernador le daría cruda guerra a fuego y sangre, con lalanza en la mano-",

La respuesta de Atahuallpa es consignada así por Gómara:

Respondió Atahuallpa muy enojado que no quería tributar siendo libre nioir que hubiese otro mayor señor que él; empero, que holgaría de ser amigodel emperador y conocerle, porque debía ser gran príncipe, pues enviabatantos ejércitos como decían por el mundo; que no obedecería al papa,porque daba 10 ajeno y por no dejar a quien nunca vio el reino que fue de supadre. Y en cuanto a la religión, dijo que muy buena era la suya, y que biense hallaba con ella y que no quería ni menos debía poner en disputa cosa tanantigua y aprobada; y que Cristo murió y el Sol y la Luna nunca rnorían-'.

El proceso de estilización, no siempre ingenuo, se hace obvio si secompara el texto anterior con el de Benzoní, que parece derivar de él:

Como lo hubo escuchado todo, el Rey respondió que sería amigo delMonarca del Mundo, pero que no le parecía que como Rey libre iba a dartributo a quien no había nunca visto; y que elPont[fice debíadese/o algúngranloco puesto que daba con tanta liberalidad lo que era de otros; y en cuantoa la Religión que de ninguna manera dejaría la suya pues si ellos creían enCristo que murió en la Cruz, él creía en el Sol que nunca mudón. e

20 Agustín de Zárate,Historia de!descubrimientoy conquista de!Pm¿ Edición revisada conapotaciones y concordancias por J.M. Kerrnenik (Lima: D. Miranda, s/f), pp. 58­

.' 59. La primera edición data de 1555.21 Francisco López de Cómara, Historia general de las Indias y Vida de Herndn

Cortés'(Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1979) pp. 171, Tm. L Fue publicada porprimera vez en 1552. La versión más extensa de los dos parlamentos del diálogo seencuentra en Garcilaso, Historia general delPeni. Segunda Partede los Comentariosreales. Estudio preliminar y notas de José Durand (Lima: Universidad de SanMarcos, 1962). Cf. Libro 1, Caps XXI-XXIV.

22 Jerónimo Benzoni, La historia del Mundo Nuevo. Traducido por primera vez alcastellano por Carlos Radicati di Primeglio (Lima: Universidad de San Marcos,1967), p. 8. La primera ed. en italiano se publicó en 1565. Enfasis mío.

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No hay duda que las secuencias textuales, como la anterior que fue anotadapor Porras", dependen en mucho de los códigos litcrnrio-historiográficos quecada quien emplea, pero también de las transformaciones de la memoria oralhispana (tema poco o nada estudiado) y de la receptividad del narrador parala memoria oral nativa (asunto examinado sólo en algunos casos); y siempre,como es obvio, están en relación con los intereses ideológicos y socialesimrlícitos en el sujeto del relato. Por ejemplo, la aprobación o desaprobaciónde comportamiento de los conquistadores, en especial de Valverde, sueledesplazarse de la expresión más o menos directa de ese juicio a la narración"objetiva't de los hechos, o viceversa.

Tal se advierte, sea el caso, en la crónica de Cieza de León, que condenala acción del padre Valverde ("para que lo entendiera [el Inca] habíasclo dedecir de otra manera"), y añade información acerca del miedo con que actuó elsacerdote, de donde deriva un enjuiciamiento general sobre el comportamientodel clero ("los frailes por acá nunca predican sino donde no hay peligro")que pone en duda la veracidad dcllargo discurso que habría pronunciado elcapellán de Pizarro". De manera similar; Cabello de Balboa, que tambiéntiene una actitud crítica (se queja de que Valverde mencione los Evangelios"como si Atahuallpa supiera que cosa eran Evangelios o tuviera obligaciónde saberlo"), al parecer prefiere la versión según la cual el Inca dejó caer elbreviario por casualidad". Finalmente es bueno recordar que Murúa opta porno detenerse en algunos episodios de Cajamarca ("y así no los diré") porquehay varias e intencionadas versiones al respecto, lo que no obsta para que señaleexplícitamente la radical insensatez del comportamiento del dominico:

y mezclando con estas razones otras para la primera visita de un Reyimpertinentes y fuera de propósito, pues no luego había de creer lo que seproponía un entendimiento bárbaro e inculto y que nunca había tenidonoticia de cosas sobrenaturales, ni que exceden la capacidad humana noestando ilustrada con los rayos de la fe divina, pues creer ligeramente es señalde liviandad de corazón",

Remarco algunos puntos de este proceso de ampliaciones y/o estilizacionesen lo que toca a la representación cronística de las reacciones de Atahuallpafrente al libro. Como se ha visto antes, en las versiones de los testigospresenciales el hecho es relatado con extrema economía. En la más corta (dePedro Pizarro) todo se reduce a contar sin explicaciones que el Inca pide el libro

23 Cf. Raúl Porras,Los cronistas... , op.cit., p.216.24 Pedro Cicza de León, Crónica delPerú. Tercera Parte. Edición, prólogo y notas de

Francesca Cantú (Lima:Universidad Católica, 1987),p.132. La I parte se editó en1553;la lITfue descubierta recientemente y debióser escrita entre 1548 y 1553.

25 Miguel Cabellode Balboa, Miscelánea antártica. Unahistoria delPerúantiguo(Lima:Universidad de San Marcos,1951), p. 470.El manuscrito fue terminado en 1586.

26 Martín de Murúa, Historia general del Perú y descendencia de los Incas.Introducción y notas de Manuel Ballesteros (Madrid: Instituto GonzaloFernández de Oviedo, 1962), pp. 175-176, Tm. 1. El manuscrito fue concluidoen 1590.

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Cnpítulo Primero

a Valverde y de inmediato 10 arroja; y en la más elaborada (la de Xerez)solamente se añade que el Inca no puede abrir el libro (dato que tambiénconsigna Pedro Pizarrc), que finalmente logra hacerlo" que ante sus páginas"no se maravilla", y que termina por echarlo al suelo. En otra versióntambién elaborada (la de Estere) cambia el testimonio y el Inca queda"admirado" del libro, aunque obviamente de la "escritura" (entendida comoel "molde y el orden" dellibro) y no de "10 escrito en ella". Por supuesto,la más elemental sindéresis obligaba a alejar de todos los primeros relatoscualquier referencia, por elusiva que fuera, al horizonte de la lectura, aunquetal vez se hubiera podido actualizar en esas circunstancias la imagen del"libro hablante?". Por encima de todo esto lo que queda es el testimonioescueto y dramático (dramático también por sus terribles consecuenciasposteriores) de lo que he llamado el "grado cero" de la relación entre unacultura oral y otra escrita", representado inclusive por la dificultad deAtahuallpa para entender no sólo la letra sino el funcionamiento mecánicodel libro (abrirlo, pasar sus hojas) que funcionan como los símbolos mayoresde la incomunicación absoluta con que comienza la historia de un "diálogo"tan duradero, que llega hasta hoy, como traumático.

Las crónicas posteriores elaboran sobre este punto imágenes algomás complejas. Casi siemfre olvidan el hecho elemental (la dificultad delInca para abrir el libro, ta vez porque para entonces ese hecho ya hubieraparecido excesivo) yen cambio insisten en su intención de "escuchar" lo que'dice" el texto sagrado. Es claro que en estas versiones, aunque obviamentepersiste el abismo entre oralidad y escritura, se pone énfasis en la funciónsignificante del libro: antes era cuestión de "maravillarse" ante un objeto,ahora se trata, en cambio, de "entender" o no 10 que expresa. Si en muchasversiones el Inca arroja el libro porque no "oye" ninguna "voz" que confirmelo que Valverde le ha dicho, en todas se hace hincapié -con inevitable perosesgada referencia a la lectura- en su mirada, casi como si fuera el germende un acto que debería conducir al desciframiento de la letra. En todocaso, hay un buen trecho entre el Inca que no sabe abrir el libro y el que 10mira y hojea con curiosidad. Poco explícito en esto, Cieza sólo anota queAtahuallpa tomó el breviario y

... lo miró y remiró, hojeándole una vez y otra. Pareciéndole mal tantashojas, 10 arrojó en alto sin saber 10 que era".

27 Sabine G. Mac Corrnack alude muy sugestivamente al "libro hablante" como una."fahtasía literaria" de la época, con raíces en el mundo clásico, que hubiera podidofuncionar en este caso. Cf. "Atahualpa y cl líbro", Revista deIndias, XLVIII, 184,(Madrio, setiembre-diciembre 1988), p. 706.

28 Sara Castro-Klarén en Escritura, transgresiony sujeto en laliteratura latinoamericana(México: Prerniá, 1989) propone otra perspectiva a partir de la importancia de la"escritura" prehíspánica en rnesoamérica y de la rigurosa sistematización de losdiscursos orales alliyen el incanato, 10 que la conduce a afirmar que "elencuentrode 1492 no encaró a dos mundos marcados por insalvables disparidades respectoa la producción de textos y la conciencia que de ello se tenía", p. 165.

29 Crónica ... op. cit., p. 132.

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López de Gómara, por su parte, señala que el Inca preguntó:

¿cómo sabía el fraile que su Dios de los cristianos criara el mundo? Fray Vicenterespondió que lo decía aquel libro,y dióle su breviario.Atahuallpa lo abrió, miró,hojeó, y diciéndole que a él no le decía nada de aquello, lo arrojo al suclo'".

y Zárate confirma la versión, aunque incluye abiertamente la idea de escritura:

preguntó al Obispo de cómo sabría él ser verdad todo lo que había dicho, o pordónde se lo daría a entender. El Obispo dijo que en aqucllibro estaba escrito queera escritura de Dios. Y Atahuallpa le pidió el breviario o Biblia que tenía en lamano; y como se lo dio, 10 abrió, volviendo las hojas una cabo y otra, y dijo queaquel libro no le decía nada a él ni le hablaba palabra, y le arrojó en el campo".

La versión más elaborada es, sin duda, la de Murúa en la que establece quepuesto que elInca consideraba dioses a los españoles (dioses ciertamente concebidosdesde y con la conciencia religiosa andina) se desengañó frente al silencio del libroy se enfureció ante la extrañeza de lo que le decía Valverde, ciertamente ajeno,ininteligible o "herético" para esa conciencia. Por 10 demás, el propio capellánhabría producido el engaño al afirmar que Atahuallpa "oiría" lo que el libro teníaque decirle. Se trata, pues, de un texto ambiguo.

Sólo que habiéndole dicho el padre Fr. Vicente a Atahuallpa que lo que leenseñaba lo decía aquel libro, y ello mirase y ojease para oírselo,y no le oyesepalabra, mohíno y enfadado de ello,y ver cuán diferentes razones le proponíande lo que élhabía esperado y concebido en su entendimiento de los mensajerosque él pensaba ser del Hacedor y Viracocha, arrojó cllibro en el suelo, sentidode no hallar lo que esperaba y que se le pidiese luego tributo y reconocimientoa quien no conocía, arrojó cllibro en el suelo con desdén'".

Ciertamente, aunque lo que aparece en primera línea es la relación aporísticade "escuchar al líbro?", la insistencia en dejar constancia que el Inca mira y hojea("ojea") el texto incluye de manera tangencial el concepto de lectura, que no estápresente en las primeras crónicas, salvo en la de Estete, pero el resultado es, por ciertoel mismo: el libro no dice nada a quien sintetiza en ese momento la experiencia

30 Historia generat.: op. cir., p. 171.31 Historia general op. cit., p. 59. Subrayados míos.32 Historia general op. cit., p. 176, Tm 1. Cabría leer la frase poniendo énfasis en la

vacilación de "ojear" (que es y no es "bojear") y su relación con "oír". Parece haberuna asociación de facultades simples (mirar-ajear-oír) que deja en suspenso, peroa la vez evoca tácitamente, el acto cultural de "hojear". Algo similar sucede enotras versiones.

33 Cf. los estudios citados en las notas 2 y 3. Son especialmente interesantes lasapreciaciones de Gruzinski sobre el recitado de las pictografias mcsoamericanas.Aunque el tema casi no ha sido tratado en el área andina es probable que unsistema similar funcionara en relación a los signos, menos desarrollados sinduda, de las culturas de esta zona. Las relaciones entre escritura y oralidad en lossermonarios medievales, estudiadas por Zumtbor, pueden tener especial relievepara la literatura colonial, especialmente la temprana.

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Caprtu/o Primero

cultural nativa, con lo que él y su pueblo quedan sujetos a un nuevo poder, quese plasma en la letra, y marginados de una historia que también se construye conlos atributos de la len~a escrita. De una u otra manera, los cronistas hispanosconsideran que elInca 'fracasó" ante elalfabeto y es obvio 'que su "ignorancia"-deese código específico- situaba a él y los suyos en el mundo de la barbarie>': en otraspalabras, como objetos pasibles de legítima conquista. Por supuesto, el poder dela letra y el derecho de conquista tienen un contenido político pero también unsentido religioso. En efecto, si como señala Mac Cormack, para Atahuallpa "el librotuvo que ser un objeto, no un texto"J5, no hay duda de que ese objeto era sagrado,Euesto que de dioses se le estaba hablando; por consiguiente, su "fracaso" tuvo unadimensión sagrada, religiosa o divina definida por su incapacidad de "entender"la palabra de Dios que generosamente se le estaba ofreciendo. Al ignorar la letra,Atahuallpa está ignorando a la vez al rey y a Dios: doble ignorancia que, en laépoca, se confunde en un 5010 pecado imperdonable.

Sin embargo, como se verá más adelante, muchos de los conquistadoresque estuvieron en Cajamarca eran analfabetos, y los otros todavía reproducían elhábito medieval de leer en voz alta; por consiguiente, aunque parezca paradójico,Atahuallpa y su séquito no eran una excepción o una rareza con respecto a losprimeros y -pese a ello- su comportamiento frente a la escritura es materia deescarnio y de castigo. Más aún: en la Europa coetánea a la Conquista, e inclusoen decenios posteriores, la letra no se había impuesto sobre la voz y en más deun sentido era ésta la que encarnaba el Poder, inclusive dentro del universo de lareligión; y sin embargo, como se ha señalado y se reiterará luego, en los Andes,concretamente en el emblemático "diálogo" del Incay Valverde, la escritura asumela representación plena de la Autoridad. Esto indica que en el universo andinola asociación general entre escritura y poder tiene que historiarse dentro de unacircunstancia muy concreta; la de la conquista y colonización de un pueblo porotro, radicalmente diverso, lo que hace que los conflictos entre voz y letra tenganaquí un significado de ruptura y beligerancia mucho más definido -y muchomás fuerte- que los que aparecen dentro del desarrollo orgánico de una solasociedad o de sociedades relativamente similares. En otras palabras: la escrituraen los Andes no es sólo un asunto cultural; es, además, y tal vez sobre todo, unhecho de conquista y dominio. Este debe ser el contexto que enmarque todas lasreflexiones sobre el tema.

De cierta manera, hecha la advertencia anterior, cabría imaginar unaincitante manera de leer este episodio en sentido (casi) inverso al desarrolladohasta aquí; más concretamente, no como la historia del fracaso incaico frente allibrosirio, más bien, como la historia del fracaso del propio libro". Irónicamente

34 Es de 'sobra conocida la relación entre iletrado y bárbaro en el mundo colonial y suideología sustentada en el pensamiento escolástico.

35 Op, cít., p. 705.36 Debo esta idea al profesor Raúl Bueno que leyó y comentó el borrador de este

capítulo. Luego de la publicación de su primera versión apareció el muy intersanteartículo de Patricia Seed, '''Failing to Marvel': Atahualpa's Encounter with the Word",Latin American Researib Reuieui, 20, 1, (New México, 1991). Algunas ideas de MacCormack, en su estudio yacitado, apuntan en la misma dirección.

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Escribiren el aire

ta interpretación no es del todo distinta a la de los españoles: en esta~rcunstancia, ellos tampoco podía? ~sperar.n::almenteque el libro funciona~acomo texto sino como recurso matIco-rehglOso, frente al cual el Inca debla

, " '11 d " "1 " da lo mi 1" 1"quedar rendido: maravi a ~ por as etras o - a o rrusmc-- por e pape ,para citar de nuevo a Francisco de Xerez. En efecto, como acaba de verse,el-libro aparece en Cajamarca no c?mo ins!rumento de co~unicación sinocomo objeto sagrado y -por eso mIsmo- dIgno de acatamiento y capaz deproducir revelaciones y milagros fulgurantes. Recuérdese que Mena señalaque Valverde pensó que Atahuallpa le pedía el libro para besarlo, con loque sin duda extrapola la costumbre cristiana de besar el libro sagrado en elcontexto indígena, pero esta misma extrapolación delata la creencia de queefectivamente ese libro podía suscitar milagros: en este caso, la instantáneaconversión de Atahuallpa. Mac Cormack anota:

Para los iletrados, tales libros eran objeto de reverencia más que derazonamiento, no digamos de debate. Realmente el libro de Valverde,biblia o breviario está escrito en latín y no podían leerlo Pizarro ni sushombres. ¿Cómo podía entonces esperarse que lo leyera el Inca?37.

La misma autora advierte que en la época la "gente iletrada erapropensa a ver la página escrita con temor supersticioso como dotadacon habla, incluso poblada de espíritus?", 10 que hace verosímil que losconquistadores pudieran imaginar que, en efecto, el libro le "hablaría" alInca para convertirlo". Por supuesto, este argumento no es válido paraexplicar el comportamiento de Atahuallpa ni de los indios en Cajamarca,que solamente más tarde sacralizarán la escritura, como se verá luego, perosí contribuye a reforzar esta otra e inversa interpretación de los hechos. Ellibro como portador del poder divino (y obviamente como texto) fracasócon estrépito en la plaza de Cajarnarca: ni dijo ni hizo lo que los españolesal parecer suponían que dijera e hiciese en esa ocasión. No hay que olvidar,complementariamente, que los relatos ibéricos describen una y otra vez losmilagros que favorecieron a los conquistadores, como probanza irrebatibledel carácter religioso -al igual que la reconquista de la península ibérica­de sus guerras". Es de sobra conocida la transformación de Santiagomatamoros en Santiago mataindios,

Sea de esto lo que fuere, es excepcionalmente significativo que dos de lostres grandes cronistas indios casi no se detenr-n en el episodio de Cajamarcay no mencionen o apenas aludan al "diálogo entre el Inca y Valverde. Santa

37 Op. cit., p. 705.38 Op, cit., p. 706.39 Seed anota: "[crez's extremeirritation at Atahualpn'sfailurc to rnarvel' suggestsan

intenso frustration ofcultural expectations" (op. cit. p. 17),10 que no sería más quela expresión concreta de un comportamiento generalizado de los colonizadoreseuropeos frente a las culturas ágrafas(op, cit., p.32).

40 Basta recordar que Garcilaso se complace en el relato de estos milagros. A elloestán dedicados,por ejemplo, los Caps, XXIV y XXV del Libro JI de la Historiagencral..., op. cit., pp.264 Yss,

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Capítulo Primero

Cruz Pachacuti le dedica unos pocos renglones, sin aludir para nada al libro",yTitu Cussi ofrece, con brevedad, otra versión:

•.. ' aquellos dos españoles al dicho my tia [Atahuallpa] una carta o libroo no se qué diziendo que aquella hera la quilca de Dios y del rey emi tia como se sintió afrentado del derramar la chicha [gesto de losespañoles que el texto relata antes] tomó 1'1 carta o lo que hera y arrojola pora diziendo: "qué sé yo que me dais ay,anda bcte":",

Ciertamente estas omisiones se explican por qué Santa Cruz Pachacutiexpresa una conciencia histórica colla) no cusqueña yTitu Cussi considera queAtahuallpa era un usurpador del trono que correspondía a su ancestro paterno,lo que de una forma u otra hace que para ambos los sucesos de Cajamarcano tuvieran una significación decisiva. En las dos crónicas se tejen ademáscomplicadas estrategias de diálogo (aceptación y resistencia) con el poderespañol", situación que también desvia su atención de ese episodio pero encualquier caso ese silencio (que tendría que ser mejor estudiado) significa queno dispongamos de versiones amparadas en la tradición indígena", salvo la deGuamán Poma de Ayala. Por lo demás, la Nueva crónicatrata el asunto pcro suversión escrita no ofrece ninguna novedad, en el nivel argumental, con respectoa la mayoría de crónicas hispánicas. Dice:

oo. fray Dicente licuando en la mano derecha una crus y en laesquierda elbribario. Y le dize al dicho Atagualpa Ynga que tanbién es enbajador y

41 Relación por don [can de Santa Cruz Pachocuti; en Tres relaciones de AntigüedadesPeruanas, Edición y prólogo de Marcos jhnénez de la Espada (Buenos Aires!Asunción: Guarania, 1950), pp. 278-79. El texto debió ser escrito hacía 1613.

42 Ynstnuion delYngadon Diego de Castro Tuu Cussi yitpanguipara el muy ilustre señorel Licenciado Lope Garita de Castro... Edición e introducción de Luis Millones(Lima: El Virrcy, 1985), p. 2. El manuscrito original es de 1570. Seed anota conperspicacia que Titu Cussi establece una simetría entre los comportamientos delos españoles (derramar la chicha, como ofensa religiosa) y de los indios (arrojar ellibro sagrado). Op. cít., pp. 20-21.

43 Un interesante estudio de este asunto en Raquel Chang-Rodriguez, La apropiacióndelsigno. Trescronistas indígenas delPerú(Tempe: Arizona State University, 1988).Son también indispensables los artículos recopilados por Rolcna Adorno en From:btal to Wristen Expressian: Natioe .dndnm Cbronides of the Early Colonial Períod(Syracuse: University of Syracuse. 1982) y el estudio de Martín Lienhard "Lacrónica mestiza en México y el Perú hasta 1620. Apuntes parasu estudio histórico­literario", Revista de Crt1ica'Literaria Latinoamericana) IX, 17, Lima, 1983. Sureciente libro La voz y suhuella es de excepcional importancia. Cf. también cllibrode Manuel Burga que se cita más adelante.

44 El episodio de Cajamarcatampoco merece mayor atención en la llamada Relaciónde los Quipucamayos. Collapiña, Supno y otros, Relación de la descendencia,gobie17l0 y conquista de los Incas (Lima: Biblioteca Universitaria, 1974). Losprimeros testimonios que forman esta relación datarían de 1542. Se publicó porprimera vez en 1892.

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mensage de otro señor, muy grande, amigo de Dios, y que fuese su amigoy que adorase la crus y creyese el euangelio de Dios, y que no adorase ennada, que todo lo demás era cosa de burla. Responde Aragualpa Ynga, ydize que no "tiene que adorar a nadie cino al sol, que nunca muere ni susguacas y dioses, tanbién tienen en su ley, aquello guardaua. Y preguntó eldicho Ynga a fray Ulcente quién se lo auía dicho. Responde fray Uicenteque le auía dicho cuangelio, el libro. Y dixo Atagualpa: "dámelo a míel libro para que me lo diga". Y ancí se la dio y lo tomó en las manos,comcnsó a oxear las ajas del dicho libro. Y dizc el dicho Ynga: "¿qué,cómo no me lo dize? ¡Ni me habla a mí el dicho libro!". Hablando congrande Magestad, asentado en su trono, y lo echó el dicho libro de lasmanos el dicho Ynga Atagualpa, Como fray Uiccnte dio bases y dixo:"¡Aquí, caualleros, con estos yndios gentiles son contra nuestra fe!"45 •

Tal vez no sea casualidad, sin embargo, que precisamente en esteepisodio se agolpen en la prosa de Guamán Poma palabras como eso "decir"o "dicho", ésta última casi siempre en la acepción de "ya mencionado", conlo que la escritura remite constantemente al acto de hablar y lo sitúa enprimera línea frente a la conciencia del lector. No puedo asegurar que eneste fragmento las expresiones relativas al "decir" sean más insistentes queen otros, pero es sugestivo que el relato del enfrentamiento entre la voz yla letra sea escrito por un indio con evocaciones recurrentes, casi obsesivas,a la oralidad".

El lector habrá tomado nota que en versiones tempranas o más omenos tardías, buena parte del discurso cronístico ofrece en puntos básicosun esquema argumental muy homogéneo, aunque varíen detalles y sobretodo se modifiquen los juicios que merece el episodio de Cajamarca yaunque, como acabo de anotar, algunas versiones indígenas no otorguenmayor importancia a todo este episodio. La gran voz disidente es la deGarcilaso. Por lo pronto, es muy cuidadoso en evidenciar la validez desus fuentes (directamente la tradición oral de los primeros conquistadores,

45 Felipe Guamán Poma de Ayala, Elprimer nueva coronicay buengobiemo. Edicióncrítica deJohn Murra y Rolen a Adorno (México: Siglo XXI, 1980), p. 357, Tm. n.Guamán Poma incluye también un dibujo sobre este asunto (op, cito p. 356, Tm.Il) en el que es evidente que Pizarra y Valverde están en situación de reverencia,casi hincados, frente al Inca. Un notable estudio sobre este dibujo, en relación alos valores espaciales propios de la conciencia andina, se encuentra en RolenaAdorno, Cronista y príncipe. La obra de don Feli'pe Gnamdn Poma deAyafa (Lima:Universidad Católica, 1989), csp.pp. 151 Yss, Mac Cormack (op, cito pp. 699-702)estudia otros dibujos y establece, en relación alepisodio total de Cajamarca, que laversión de Guamán Poma es distinta a la de los cronistas españoles, Algo similar,aunquc con otros argumentos, sostiene Seed (op. cit., pp. 27-29). Tomando encuenta sólo su discurso escrito, creo que no 10 es en elpunto concreto de la relaciónValverde- Biblia-Inca.

46 Tampoco estoy en condición de establecer una relación entre el empleo excesivode "decir" (y derivados) con el complejo sistema de validación de los enunciadospropios del quechua.

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Capitllla Primero 33

la crónica del padre Valera e indirectamente la tradición indígena que "1hasta habría sido conservada en unos "ñudos" o quipus), y también es muy '\enfático en desacreditar la versión común (producto del error, la adulación l'y de la prohibición emanada de Pizarro de escribi~ "la verdad de lo quepasó"); pero es clar~ ':lue toda esta cuidada ~rmazón hi:toriográflca estádirectamente al serVICIO de una muy precIsa interpretación de los sucesosde Cajamarca como parte del cumplimiento de un designio divino: laevangelización de las Indias.

Lo que narra Garcilaso es que los españoles, "no pudiendo sufrir laprolijidad del razonamiento" entre Atahuallpa y Valverde, atacan a losnobles indígenas para "quitarles las muchas joyas" que llevaban puestas, almismo tiempo que despojan a un ídolo de las planchas de oro y plata que lorecubrían, todo lo cual produce un gran tumulto. Temeroso, Valverde dejacaer la cruz y el breviario y a grandes voces pide que no se haga daño a losindios, pero sus gritos no son escuchados: se produce entonces la masacrey Atahuallpa es apresado. Por consiguiente, para Garcilaso, el Inca "ni echóel libro ni [siquiera] le tomó en las manos", y se limitó a hablar por mediodel intérprete con Valverde, conversación en la que Atahuallpa no se negóa reconocer la soberanía del Emperador y durante la cual "trocó [su] ánimoairado y belicoso [... ] no solamente en mansedumbre y blandura, sino engradísima sumisión y humildad", todo esto como manifestación irrebatiblede un designio providencial:

o" y así es de creer que cierto fueron obras de la misericordia divina [conque] andaba Dios disponiendo los ánimos de aquella gentilidad para querecibieran la verdad de su doctrina y santo Evangclio47•

No viene al caso analizar la compleja versión garcilacista (que heresumido con exceso), pero conviene anotar algunos puntos. En primerlugar, Garcilaso tiene especial interés en señalar que no hubo propiamen teconquista, porque la autoridad del Rey y la verdad del catolicismo fueron.(o pudieron ser) libremente aceptadas por los indios, empeño que es aúnmás enfático en Guamán Poma y otros cronistas indios, con el añadidode que el acto principal de la conquista -su cima heroica- se reduce auna explosión de codicia de los españoles, incapaces hasta de esperarque termine el "diálogo" entre Atahuallpa y Valverde. En segundo lugar,este pasajc reproduce una de las tensiones esenciales de los Comentarios,cDl¡cretamen:e la q.u,e confron~a su vocación de verdad pun~al con su. ~omenos fuerte vocacion de totalizar los hechos dentro de una mterpretacióngeneral de la historia, en su caso claramente teleológica y providencialista,casi corño si desintencionadarnente se hubiera propuesto probar que lahistoria es sobre todo un discurso que otorga orden y sentido globales a

A7 Historia General del Pertl ... op. cit., p. 136. Las referencias de los párrafosanteriores se encuentran a partir del capitulo XXJI del libro 1. MacCormack(op. cit., pp. 707-708) tiene una lectura distinta de la versión gardlacista de lossucesos de Cajamarca.

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una materia que constantemente trata de asir pero que a la postre siempreresulta ser escurridiza y ambigua".

Finalmente, y es lo que me interesa subrayar, la versión de Garcilaso restatoda importancia al libro e. instala ,íntegramente el drama de c;aj~marca enel horizonte de la pura oralidad. DIscordantes con respecto al sIgnificado deotras crónicas, los Comentarios imaginan la catástrofe como obra de la codicia yconstruy~n un espado en el que eldiálogo (insisto~sin la interferencia dcla.letra)hubiera SIdo posible. No es nada casual que Garcilaso se detenga en considerarlas precauciones que adoptó Atahuallpa para que el intérprete cumpliera biensu cometido (incluyendo la de hablar en la lengua del Chinchaysuyo, que erala de Felipillo), aunque al final la traducción resultara "bárbara":", y en insistiren el sano espíritu evangelizador del "buen fray Vicente", aunque advierta quesu oratoria fue "muy seca y áspera, sin ningún jugo de blandura ni otro gustoalguno"51J. En cierto sentido, retirada la escritura de la escena, el bilingüísmoresulta ser una valla superable: hablados el quechua y el español parece que nose repelieran, como sí sucede cuando el cruce se establece entre la oralidad yla escritura.

Es notablemente significativo que el proyecto vivencial e ideológico .delmestizo Garcilaso tenga que diluir al máximo la presencia de la escritura eneste episodio para poder imaginar una alternativa de conciliación entre elorden andino y el español; y es algo paradójico, de otro lado, porque finalmenteese ideal de armonía 10 tratará de alcanzar él mismo a través de su espléndidaescritura, una escritura que se propone como vínculo entre la voz y la letra ycomo traducción del quechua al español, No hay que olvidar que Garcilasosuele acodar su discurso histórico en lo que oyó de labios de los conquistadoresde la primera hora y de los miembros de la nobleza imperial incaica, con ]0 que

48 Sobre los problemas de la historicidad de los Comentarios existe una copiosa eimportante bibliografía. Cf. José Durand, El Inca Garcilaso, clásico de Amé/'iea(México: Sepsetcntas, 1976) y las muchas contribuciones del mismo autor aeste tema; Enrique Pupo-Walker, Historia, creación y proficia en los textos delI12ca Garcilaso de la Vega (Madrid: Porrúa Turanzas, 1982); Susana Jákfalvi­Leiva, Traduccién, escritura y violencia colonizadora: un estudio sobre la obrade! Inca Garcilaso (Syracuse: Maxwel1 School, 1984); Margarita Zamora,Langtlage, Authority and Indigenotls History in tbe Comentarios Reales de losIncas (Cambridge: Cambridge University Press, 1988); y Nicolás Wey-Gómcz,"¿Dónde está Garcilaso? La oscilación del sujeto colonial en la formación deun discurso transcultural'', Revista de Critica Literaria Latinoamericana, XVII,34, Lima, 1991. Desde una perspectiva estrictamente histórica es indispensableel libro de María Rostworowski de Diez Canseco, Historia del Tabuantinsuyu(Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1988),

49 Seed señala la importancia que tiene para: la estrategia narrativa de Garcilasola descalificación del traductor y de la traducción. Encuentra además que en el.juicio del Inca subyace un menosprecio nobiliario por Feliplllo, indio del común.Op. cit., p. 23,

50 Historia general... Op. cit., Libro 1, Cap, XXIII, p. 128.

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Capitulo Primero

se produce un incesante trasiego de la oralidad a la escritura, a veces adensadopor el acto de traducción que subyace en él. Alberto Escobar ha expuestoconsideraciones excepcionalmente lúcidas sobre la condición de "intérprete"de Garcilaso y el modo como se realiza esta función ~y no sólo en el planolingüístico- en los Comentados".

Como se ha visto, Garcilaso es muy crítico frente al comportamiento dellengua que aftúa en Cajamarca. Este tema es el núcleo del relato de Betanzos(español quechuahablante, casado con una ñusta de la misma panara queAtahuallpa), En su versión pone especial cuidado en dejar en claro el fracasode la traducción (libro se traduce como pintura, por ejemplo) y a este efecto larepite parcialmente en un texto que al final es tan confuso como habría sidola traducción:

o •• y estando en esto vino a él fray Vicente de Valvcrde y trajo consigo unintérprete y lo que le dijo frayVicente alYnga bien tengo yo que el intérpreteno se lo supo declarar al Ynga porque lo que dicen los señores que allí sehallaron y pegados a las andas del Ynga que lo que la lengua dijo al Ynga fueque el padre sacóun libroy abrióloy la lengua dijo que aquel padre era hijo delsoly que le enviabael sola él a ledecir que no peleasey que le diese obedienciaal capitán que también era hijo del soly que allí estaba en aquel libro aquelloyque ansí lo decíaaquellapintura por el libroy como dijo pintura pidió ely ngael libro y tomólo en sus manos abriólo y como él viese 105 renglones de la letradijo: esto habla y esto dice que eres el hijo del sol yo soy también hijo del solrespondieron a esto sus indios y dijeron en alta voz todos juntos: ansí es Capay nga y tornó a decir elYnga en alta voz que también él venía de donde el solestaba y diciendo esto arrojó el libro por ahí".

Al revés de lo que sucede en muchos otros casos, laversión garcilacista delo que aconteció en Cajamarca no tuvo mayor predicamento y en el im~ginarioandino quedó grabada la otra historia, la que genéricamente diseñan los otroscronistas, con sus grandes figuras: la del Inca arrojando al suelo la Biblia y la deValverde llamando a guerra a los españoles para vengar tal ultraje. Por supuesto,no trato asuntos relativos a la veracidad histórica de unas ti otras versiones, sinodeseo insistir en que las crónicas,siempre que aparece e1libro como "personaje"

51 Alberto Escobar,"Historia y lenguaje en los Comentarios reales" en Patio deLetras(Lima: Caballo de Troya, 1965). Sobre el problema general de los conflictos

•. lingüísticos y la traducción en el periodo colonial, cf josé Luis Rivarola, Lengua,comunicación e historia delPerú(Lima: Lumen, 1986), del mismo autor "Contactosy conflictos de lenguas en el Perú colonial",J. Lechner (ed.), Essays on CulturalIdentity in Colonial Latín rlmerica (Leiden: Rijksuniversiteit, 1988), y RcginaHarrison, Signs, SongsJ and Memory in theAndes. Translatíng Quechua Languageand Culture (Austin: University ofTexas Press, 1989), esp. "Translation and theProblematics of Cultural Categories". Garcilaso trata específicamente el temade los problemas de la traducción del diálogo entre Atahuailpa y Valvcrdc en elcapítulo XXIII de la Historia General.... op. cit., pp. 127 Yss.

52 Juan de Bctanzos, Suma y narración de los Incas. Transcripción, notas y prólogo deMaría del Carmen Martínez Rubio (Madrid: Atlas, 1987), p. 277.

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del encuentro de Cajamarca, no pueden dejar de construirlo imaginariamentecomo símbolo explícito o tácito de la incomunicación sustancial que subyace,corroyéndolo, en el "diálogo" inaugural rpremonitorio entre la voz del IncaAtahuallpa y la letra del padre Valverde" .

Aún a riesgo de algunas reiteraciones, me parece que ciertos puntosrequieren un comentario adicional. Por lo pronto la actuación de Valverdepodría leerse en clave "político-militar", como un ardid destinado a justificarcon argumentos religiosos la violencia de los conquistadores, el saqueo de lasriquezas imperiales, la ejecución del Inca y finalmente el sojuzgamiento delTawantinsuyu. Después dc todo, cra claramente previsible que Atahuallpa noacatara los pedidos o las órdenes del religioso y que su "rebeldía" podía ser unexcelente primer capítulo de la crónica de una muerte (la suya, la del Inca,pero también la de su imperio) anunciada. Me parece, sin embargo, que elcomportamiento del padre Valverde, con todo lo que tiene de insensatez yfanatismo", no es más que una version especialmente torpe del absurdo ritualdel "requerimiento": una palabra intencionalmente ininteligible que manday exige a los indios, bajo pena de escarmientos crudelísimos, una obedienciatotal, inmediata y absoluta, tanto en lo político cuanto en lo religioso.

Al margen por un momento del asunto de la escritura, el discurso oralde Valverde tiene un sombrío temple sectario e irracional que en otrascircunstancias sería francamente grotesco. En realidad sólo el fanatismo explicaque a alguien se le pueda ocurrir que se acepte sin más, y en primera audiencia,los abstrusos misterios de la fe católica, pero lo peor es que la oficialización del"requerimiento"implica que el fanatismo no era por entonces desviación de unau otra persona sino cuestión medular de toda una vasta y triunfante cultura, quees la que comienza a imponerse, desde el episodio de Cajamarca, en el mundoandino. Es muy importante destacar esta filiación autoritaria y dogmática:después de todo, ese será el patrón de comportamientos socio-culturales deuna longevidad tal que continúa hasta hoy impregnando instancias básicas dela vida andina.

El capellán no parece estar especialmente preocupado, pues, porque se leentienda o no, sino -sobrc todo- por ejercer su autoridad como representante deDios y del Rey (evangelización y conquista fueron por mucho tiempo términos

53 Aludiendo a la incomunicación entre los idiomas, Rlvarola afirma que Ud encuentrohispano-americano fue [...] la reciproca confrontación con lacomunicación imposible.El castellano y las lenguas indígenas estaban frentea frente separadas por un abismoque convertía en ruidoalsignificante", Lengua ..,op.cit., p. 10. Específicamente sobreelepisodio de Cajarnarca,pp.18-20.

54 Aunqueno se refiera alterna, es interesante lacarta enviada porValverde alemperadorCarlosV (20marzo1539). Ha sidoeditada bajoel títuloLa conquista delPerú, (Lima:Universidad Nacional de Educación, 1969). Es irónico que en esta carta Valvcrdesubraye su condición de defensor de los indios contra lila codicia de los españolesde por acá [que] es tan grande y desordenada" (pp, 32-33) Yen especial que pidamercedes paralos hijos deAtahuallpa que"enestatierraquedaron" (p.40).

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Capitulo Primero

intercambiables), ambos encarnados en ese momento en el texto sagrado, seala Biblia o un breviario eclesiástico. Irónica pero inevitablemente, hay queanotar que a Valverde no le hubiera hecho ninguna gracia que (imaginando 10imposible) Atahuallpa leyera la Biblia ... El clima espíritual de la época, con laaguda desconfianza que generó la Contrarreforma en 10 que toca a la lectura delos textos sagrados, cuyo desciframiento era patrimonio de la élite eclesiástica,garantiza que el libro que se entregó al Inca no era en realidad un texto, comomencioné antes, sino un objeto de acatamiento y adoración. Un objeto sagrado.

Por 10 demas, aún prescindiendo de que el libro estuviera escrito en latín hayque añadir un dato que, pese a su importancia, suele pasar desapercibido: queen el episodio de Cajamarca no sólo el Inca es analfabeto sino que casi todoslos españoles que 10 capturan, empezando por Pizarross, tampoco 10 hubieranpodido leer en español, aunque por cierto se trata de dos analfabetismosdistintos, uno propio de la "oralidad primaria'56, en cuanto se instala en unacultura globalmente ágrafa en ese momento, y el otro relativo a mecanismosideológicos que alejaban de la escritura a individuos y grupos socialespertenecientes a una cultura definidamente letrada aunque esa condición larealizaran casi únicamente sus capas superiores.

La nuez del asunto reside entonces en el conflicto entre una cultura oral yotra escrita, pero que ha sesgado la letra hacia 10 sagrado y la ha sobrecargadode dimensiones harto más esotéricas que simbólicas, inclusive hasta el puntode desgajar (al menos en ciertas condiciones) la escritura y el libro del sistemade la comunicación. Esta desvinculación implica la idea del libro como fetichey remite a experiencias históricas muy primitivas, que todavía podemosreconocer en algunas etimologias que asocian la letra a la magia, a la vez queinvalida la también secular tradición humanista que hace del libro (como en eltópico clásico del "libro de la naturaleza")" un objeto de y para el conocimientohumano. En este orden de cosas, 10 acontecido en Cajamarca es sobre todoun ritual del poder, mediado y de alguna manera constituido por el libro, ysu condición de "diálogo" sólo hubiera funcionado en términos de orden ysumisión. En noviembre de 1532 ese "diálogo" no se produjo y su ruptura, porla "desobediencia" del Inca, adquirió dimensiones trágicas: quien se niega aresponder con el único parlamento al que tiene derecho (el perverso derechoa decir solamente "sí") debe y tiene que morir. Y en efecto, poco después esasesinado.

Lo esencial es, entonces, que la escritura ingresa en los Andes no tantocomo .un sistema de comunicación sino dentro del horizonte del orden y la

55 Garcilaso alude a este hecho en el Libro 1, cap.XXXVIII de Historia General ...,op. cít., pp. 168 Yss, Guamán Poma dedica a este asunto un dibujo cuya leyendaes: ''AtagualpaInga dijo a don Francisco Pízarro que leyeseun escrito,dijo que nosabía". Op. cit. p. 359, Tm. 11.

56 Ong entiende por oralidad primaria aquélla que es propia de "una cultura sinconocimiento alguno de la escritura". Op. cít., p.38.

57 Ernest Robert Curtius, Literaturaearopea y Edad Media latina (México:Fondo deCultura Económica, 1955), esp. Cap XVI, Tm.l.

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autoridad, casi como si su único significado possible fuera el poder". Ellibro en concreto, como queda dicho, es mucho más fetiche que texto ymucho más gesto de dominio que acto de lenguaje. Como tal, deja fueradel juego a la oralidad indígena, huérfana de una materialidad que puedaconfirmar sin atenuantes su propia verdad y como diluida en unas vocesque la memoria (la de las crónicas hispanas puesto que las quechuas casieluden de! todo e! asunto) recoge sin interés, como al desgaire. En otraspalabras: e! triunfo inicial de la letra es en los Andes la primera derrota dela VOZ 59,

Dentro de este orden de cosas; es necesario recordar que la concienciaindígena temprana otorgó a los conquistadores condición divina(viracochas)" no sólo porque su presencia evocó mitos que hablaban de!retorno por e! mar de antiguos dioses, sino también por e! conjunto derasgos y comportamientos que hacían de! conquistador un ser extraño ypoderoso; entre ellos, su misteriosa capacidad de comunicarse con objetosinertes corno "paños blancos". Titu Cussi en su Ynstruiion de 1570 poneen boca de los mensajeros que llevan la noticia a Atahuallpa de la llegadade los españoles e! listado de maravillas que conducen a la transformacióndel conquistador en viracocha, lo que luego repiten ante Manco Inca en elCusca. Con respecto a la escritura dicen los mensajeros:

... y tanbien los Ilamavan ansy [viracochas] porque les avian visto hablara solas en unos paños blancos como una persona hablava con otra y estopor leer en libros y cartas...

". y aun nosotros los avernos visto por nuestros ojos a solas hablar enpafios blancos y nombrar a algunos de nosotros por nuestros nombressyo se lo decir a naidic, nomas de por mirar el paño que tienen delante,"!

en una versión que Guamán Poma sintetiza en estos términos:

58 No está demás recordar que coincidiendo con el lidescubrimiento" de Américaapareció la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija (uso laed. de Antonio Qpjlis: Madrid: Nacional, 1981) en cuyo prólogo se lee losiguiente: "que después que vuestra alteza metiese debajo de su yugo muchospueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas y con el vencimientoaquellas tenían necesidad de recibir las leyes que el vencedor pone al vencidoy con ellas nuestra lengua". Cf. Walter Mignolo, "Teorías renacentistas ..."1 op.cito

59 No hay que olvidar la posibilidad de una lectura inversa que ponga énfasis enel fracaso dcl Iibro. ¿Cabría encontrar un horrendo sarcasmo histórico en laterrible muerte de Valverde devorado (boca-voz) por los indios de la isla Punáen 1541? Cf. el prólogo de Juan José Vega a la ya citada carta de Valvcrde aCarlos V.

60 Cf. a este respecto el estudio de Franldin Pease, lnk« y kuralca. Relacionesde poder y representación histórica (College Parle University of Maryland,[Working Pnpers] 1990).

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Capitlllo Primero

[los españoles causaban la admiración de los indios porque] de día y de nochehablauan cada uno con sus papeles, quilcali 2

Por supuesto, el engaño no durará mucho, tal como 10 anota el mismo TituCussi, pero la escritura queda articulada con vigor a la idea dePoder'3, y es desde el~oder de la letra que las crónicas modelarán la imagen de Cajamarca -verdaderaescena primordial", según Max Hernández, de la cultura y el hombre andinos'".

Más o menos pronto, sin embargo, un sector de la nobleza cusqueña y algunoscuracas mayores de otras etnias comenzarán a hacer uso de la fuerza de la letra,sea para defender sus derechos en largas relaciones a las autoridades coloniales oal mismo Rey, sea para dejar memoria de aquello que debe recordarse, sea parareformular su identidad en el espejo de una escritura en la que comienzan areconocer su nueva condicíórr", Titu Cussi dicta su Ynstruiion y la hace escribir"porque la memoria de los honbres es devil y flaca e si no nos acurrimos alas letras pam nos aprovecha¡" dellas en nuestras necesidades, hera cosa ynposiblepodemos acordar por estenso de todos los nego~cios largos y de ynportan~ia"66.

De esta apropiación (¿expropiación?) de la letra surgirán textos notables: desde

61 Ynstrtuion ... op. cit. p. 4.62 Op. cit., pp. 353-354, Tm. 11. Sobre la articulación en los dibujas de Guamán

Poma de oralidad, escri tura,libro y po der, cf. el artículo ya citado de MacCormack(especialmente p. 701).

63 Sara Castro-Klarén apunta que "la inextricable relación entre lengua, escritura,conocírniento ypoder no fue, en 1521 o después, una nueva i dea en este hemisferio",op. cit. p. 163. Es así, sin duda, salvo que en este caso hay que entender "escritura"en un sentido muy amplio. Manuel Marzal ha recogido en Urcos un relato míticoen el que los Incas son derrotados porque "no se les dio el gran poder de saber leer"mientras que los mistis "son los hijos últimos de Dios, los cbanas de la creación yasí hacen lo que se les antoja y Dios les soporta los pecados; además saben leer",cit. por Alberto Flores Galindo, Buscando un Inca: identidad y utopía en losAndes(La Habana: Casa de las Américas, 1986), pp. 85-86. Imposible no expresar mifraterna admiración por la sabiduría de Flores Galindo cuya temprana muertetodos lamentamos.

64 Max Hernández, "Prólogo" a Luis Millones, El Incapor la Coya (Lima: FundaciónEbert: 1988), p. 23.

65 Sin duda el ejercicio de la escritura significó para el hombre andino un complejoproceso vinculado estrechamente con su autoimagen. No se trata sólo de uncafnbio en la "tecnología" lingüística sino de una reformulación a fondo de lapropia identidad ahora implicada dentro de un proceso discursivo definitivamentedístíntoial de la oralidad, y esto sin contar con lo que está implícito en el hechode escribir (que es formular una conciencia del mundo) en una segunda lengua.Lamentablemente para el área andina no hay un estudio global, como el ya citadode Gruzinski, para analizar las traumáticas transformaciones de una racionalidadsometida tanto a otro idioma como a la escritura.

66 Ynstnuian ... op. cit., p.L Énfasis mío. Es curioso que este elogio de la escritura se baseen una tácita recusación de la oralidad y de la memoria que la solventa, precisamentecuando lo que está haciendo Titu Cussí es narrar oralmente sus recuerdos. De algunamanera subyace aquí otra manifestación del triunfo de la letra sobre la voz.

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Un excelente análisis sobre la Nueva coránica es el de Rolena Adorno, GuamdnPoma: Writi71g and Resistance in Colonial Peru(Austin: Uníversíty of Texas Press,1986), y en Cronista y príncipe, op. cit. Igualmente 10 es el libro de MercedesLópez-Baralt ya citado.De alguna manera es el sujeto emisor de lo que Martín Lienhard propone definircomo "literatura alternativa", concepto básico de La voz y SIl huella, op. cit.Lo recuerda en su testimonio Gregario Candad. CE. Ricardo Valderrama yCarmen Escalante, Gregario Condori Mamani. Autobiogrrifía (Cusca: Bartoloméde las Casas, 1979), p. 42.Op, cit., p. 23

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Ritos de otras memorias

el de Guamán Porna'", tan trabajoso en su español como en la dificil utopía queproclama, hasta el de Garcilaso Inca, no menos tenso en su voluntad de conciliaren armolÚa una historia hecha pedazos; surgirá, sobre todo, un nuevo sujetoescritural6ff, capaz de emplear la letra aprendida en españolo en quechua, cuya solapresencia, aunque intermitente y subordinada, altera sustancialmente elorden y loslimites del espacio letrado de las naciones andinas.

La catástrofe de Cajamarca marcó para siempre la memoria del puebloindio y quedó emblematizada en la muerte de Atahuallpa: hecho y símbolode la destrucción no sólo de un imperio sino del orden de un mundo, aunqueestos significados no fueran comprendidos socialmente más que con el correrde los años. De hecho, en los primeros tiempos, a la ya aludida divinizaciónde los invasores hay que añadir que los cusqueños imaginaron a los españolescomo restauradores de su primacía, amenazada por la ejecución de Huáscarordenada por Atahuallpa, mientras que otros grupos étnicos andinosestablecían alianzas con los conquistadores para derrotar y liberarse del no muyantiguo expansionismo del imperio incaico e intentaban retornar a la situaciónanterior a su incorporación al Tawantinsuyu. Solamente cuando se descubre elverdadero carácter de la conquista y sobre todo cuando se construye la imagenmacroétnica de "10 indio", la muerte de Atahuallpa adquiere, y así es hasta hoy",su sentido de tragedia panandina. Es bueno recordar que Max Hernández hacalificado los sucesos de Cajamarca como "nuestra escena primordial'F''.

Ciertamente el relato de las crónicas está determinado tanto por suadscripción al género histórico, y más precisamente al que es propio deOccidente en su versión española, cuyas normas y convenciones siguen otratan de seguir inclusive los autores mestizos e indígenas, con resultadossorprendentes y sugestivamente esclarecedores, cuanto por su condiciónnarrativa y escritural. Desde distintos niveles, historia y narrativa escritaobligan a respetar un orden lineal y finito que parcela y secuencializa elacontecer, hace irreversible cada uno de sus sucesos y establece con precisiónel final. En efecto, aunque hasta etimológicamente las crónicas aluden altiempo, se trata de un tiempo de alguna manera congelado en el pasadoy en el discurso que lo evoca, con un comienzo y un fin marcados por el

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Capítula Primera ' ~:~carácter finito de la narración escrita". Puede leerse un relato cronístico demuchas maneras, encontrándole cada vez nuevos y hasta contradictorios ~

sentidos, como 10 prueba -por ejemplo- el sutil torneo hermenéutico sobre jilos Comentarios o la Nueva coránica; pero es imposible añadirle nuevos '\!acontecimientos ni modificar sus contenidos empíricos. Su punto final es "también el final de su tiempo} el agotamiento de la alianza entre la escritura ji

y la historia.

Dentro de este orden de cosas, como es obvio, la historia de Cajamarcana puede concluir más que con el ajusticiamiento de Atahuallpa, entendidode la única manera que esta historia puede hacerlo: como un hechoreal, efectivamente sucedido en un determinado tiempo y, por cierto,inmodificable. Pero sucede que en los márgenes de este discurso, o más bienfuera de él, se acumulan otras versiones, con frecuencia contradictorias,todas las cuales ponen de manifiesto la variedad cultural de las concienciashistóricas posibles o simplemente las muchas maneras que los distintossujetos socio-étnicos tienen de recordar 10 sucedido en el tiempo y deconferirle realidad y legitimidad por el escueto recurso de recordarlo. Setrata de versiones que -además- no se expresan a través de la narraciónescrita sino de danzas rituales o de representaciones que algo abusivamentese suelen denominar "teatrales".

Manuel Burga ha estudiado con admirable erudición y lucidez laconversión de antiguos taquir relativos a conflictos prehispánicos en danzas,como la comparsa del Inca/Capitán, que tomando como eje la representaciónritual de 10 acontecido en Cajarnarca, expresan la beligerancia entre indiosy españoles o más tarde entre indios del común y mistis, y el procesode inversión de la importancia de los roles que originalmente habríanconcedido mayor predicamento al Inca y luego tienden a subrayar el poderdel Capitán (obvia figuración de Pizarro), 10 que a su vez tiene relacióncon la manera como se resuelven -o no- las contradicciones específicasde cada uno de los pueblos donde se realizan estas danzas, siempre comoparte de celebraciones colectivas que duran varios días y que coincide~ con,las fiestas anuales con que se honra al santo patrón de cada comunidad,villorrio o incluslve ciudades andinas más o menos grandes. Actualmenteen algunos pueblos esta contradicción parece resolverse bajo el azarososincretismo simbólico de la bandera nacional72•

71 Michel de Certeau analiza agudamente la ambigüedad de la escritura históricacomo "trabajo de la muerte y contra la muerte" (p.19), pero pone énfasis en que "laescritura sólo habla del pasado para enterrarlo" (p. 127). En este párrafo empleolibremente las ideas expuestas en La escritura de la historia (México: UniversidadIberoamericana, 1985). No se puede obviar que en más de un sentido, por sucondición de hecho único, irrepetible e irreversible, la muerte parece ser elacontecimiento paradigmático del pensamiento histórico.

72 Manuel Burga, Nacimiento de una utop ia. Muerte y resurrección de los Incas (Lima:Instituto de Apoyo Agrario, 1988). Aunque excede con mucho el campo de miinvestigación, su lectura me ha sido utilísima. Hago un resumen tal vez demasiadoabrupto de sus aportes.

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No tengo capacidad ni información suficiente para analizar esta danzacomo discurso portador de significados relativamente precisos, pero algunospuntos no pueden rasarse por alto. Por lo pronto, la memoria '.\ue subyaceen la comparsa de Inca/Capitán produce algo así como una suspensiónde la historia" al concluir su relato antes de la muerte del Inca", lo que nosólo resta tragicidad al episodio y reafirma el ánimo festivo de la celebraciónpopular, sino -y sobre todo- abre la posibilidad de que la historia termine dedistintas maneras. De hecho, como lo documenta e! mismo Burga, e! baileconcluye normalmente con e! apresamiento de! Inca, pero puede suceder quee! desenlace sea inverso: 'Iue e! Inca aprese al Capitán, o también que los dosterminen prisioneros de os bandos en pugna7". I-:Iay varios testimonios delsegundo desenlace, pero sin duda e! más conocido es e! que recuerda que e!célebre bandolero Luis Pardo gustaba personificar al Inca en cuyo caso -comoes de suponer- era él quien vencía al Capitán y terminaba apresándolo"; sinembargo, las connotaciones muy peculiares de esta circunstancia, por supuestoexcepcional, no deben hacer olvidar que también con personajes harto menosfamosos fue y sigue siendo posible que, en determinadas ocasiones, sea el Incaquien venza a Pizarro?",

La comparsa de! Inca/Capitán cuenta, pues, otra historia; otra no sóloporque la recorta de distinta manera, obviando (¿exorcizando?) la muerte de!Inca, ni tampoco sólo porque modifica o puede modificar los hechos, comocuando Pizarra termina vencido, sino -fundamentalmente- porque no cree enla univocidad de los acontecimientos, únicos y definitivos, ni en su cancelacióndentro de una cronología que se va agotando a sí misma por su irrepetibilidad.Para la conciencia que se expresa en e! baile colectivo la historia sigue abiertay por eso puede desembocar, sin escándalo, en varios desenlaces posibles. En

73 Algunos informantes personales afirman queen ciertospueblosla danza concluyecon la ejecución del Inca. Serían casos excepcionales y tendrían que ver coneventuales articulaciones de la danza con las representaciones "teatrales" de lamuerte de Atabuallpa.Más adelante trataré este asunto.

74 Burga,op. cit.,p. 49.75 Alberto Flores Galindo, Buscandoun Inca... , op. cit., p. 79. En este fragmento e!

autor describe e interpreta las celebraciones en Chiquián.76 Es lo que parece ser otra versión de la danza, recogida en Tarma por Vienrich,

las comparsas de! Inca y de Pizarro se unen al final para rendir homenaje alprimero (que no es Atahuallpa sino Huáscar) mientras entonan esta canción;"Poderoso, inca nuestro, bailemos/ bailemos señor don Juan Pizarra.! Itodos juntos hagámoslo a su rededor". Es la traducción de Vienrich de estacanción quechua; "Apul incanchicta muyurcachishun/ Señor Dn. Juan Pizarramuyurcachishunl Lapalanchic muyureulashun".En realidad, si no fuera por ladescripción de la fiesta y por los comentarios del autor,el texto quechua podríareflejar más que un homenaje alInca un acto de conciliación en los que ambosbandos bailan en rueda. Adolfo Vienrich,Azucenas quechuas (Huaneayo: Casade la Cultura de junín), s/f. La primera edición de este importantísiimo librodata de 1905.Debió ser lo habitual cuando lasfiestas todavía eran presididasporla aristocracia indígena supérstite.

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Capítulo Primero

realidad, como ritual que es, la comparsa no tanto evoca la historia cuanto larenueva simbólicamente y al "repetirla", en un presente cada vez distinto, noprefigura ni ordena ningún resultado: en cierto modo, en ella todo es posible-salvo olvidar la celebración cíclica del ritual que actualiza una y otra vez elenfrentamiento de Cajainarca. En los movimientos de la danza yen la largafiesta colectiva en la que se inscribe, la narración histórica de las crónicasEarece extraviarse, como disuelta en otra materia (no la escritura sino el ritmode los cuerpos) y en otro espacio (no el privado que es propio de la escritura­lectura sino el público de las calles y plazas). En esas condiciones, y por ciertoa partir de otra racionalidad cultural, la linealidad, parcelación y finitud de lahistoria escrita al modo de Occidente carece de sentido. La historia que cuentala comparsa no la falsifica: la sustituye por otra, diversa, que tiene desde supropia legitimidad hasta sus condicionantes formales distintivos. Para decirloen grueso: no es lo mismo escribir la historia que bailarla.

Lamentablemente Burga no transcribe las letras de las canciones queforman parte de este ritual, aunque hay que reconocer que dentro de él laspalabras tienen un valor en cierto modo accesorio, pero existen textos "teatrales"que incorporan segmentos del taoui o que de alguna manera son paralelos alsignificado de la danza del Inca/Capitán y 10 complementan y transforman.Estos textos merecen una mayor atención de la que les hemos prestado los quetrabajamos en literatura. A ellos se dedican las páginas siguientes.

Conviene ofrecer inicialmente alguna información general al respecto.Al promediar este siglo varios especialistas en literatura quechua dieron aconocer manuscritos que contenían textos "dramáticos" relativos a la muertede Atahuallpa, acerca de los cuales había noticias antiguas pero difusas. Casi almismo tiempo, pero sobre todo algunos años después, numerosos antropólogosofrecieron estudios más o menos detallados sobre las "escenificaciones"contemporáneas de estas obras en numerosos pueblos y ciudades de los Andesy en algunos casos (pocos en relación al número de los informes sobre estamateria) transcribieron los manuscritos que sirven de base a 10 que es el núcleode una fiesta colectiva, fuertemente rltualizada en algunos casos, que puededurar varios días. En 10 que sigue manejo este corpus que es significativo pero,al mismo tiempo, inocultablemente límítado", En varios casos son textos pococonfiables en su literalidad: con frecuencia se trata de transcripciones hechassin mucha fidelidad y esmero y todas tienen como base manuscritos muytardíos y algunos bastante maltrechos.

77 .nJ hecho sólo' tenemos acceso a los textos que han sido editados ydependemosdel modo como se han realizado estas transcripciones. Me doy cuenta, además, queestos textos están desgajados del contorno en el que realmente funcionan, lo quede alguna manera los constriñe artificialmente a la condición de tales cuando, enrealidad, son parte de un complejo ritual en el que cllenguaje verbal es uno entreotros muchos componentes. El corpus que manejo (y para lo cual he contado con la.generosa e indispensable ayuda de Julio Norícga, especialmente llera no sólo- paralas traducciones del quechua) es clsiguiente:

- Tragedia delfin de Atawallpa, Monografia y traducción de Jesús Lara (Cochabamba:Imprenta Universitaria, 1957). Transcribe un manuscrito monolingüe quechuafcchado en Chayanta en 1871 y ofrecela traducción alespañol,

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No intentaré resolver el problema de la cronología de estos textos, quees asunto pendiente hasta para los mejores especialistas en la materia, pero esclaro que se trata de representaciones efectuadas, ciertamente que con grandesvariaciones, desde hace siglos y hasta nuestros días, aunque debe hacerse notar quelos manuscritos más antiguos datan de la segunda mitad del siglo XIX. La mayoríade los estudiosos de la literatura quechua señala como primera fecha el año 1555,tomando pie en la información proporcionada por Arzanz en su Historia dela villaimperialdePotosí, en la que relata que en ese año yen esa ciudad se llevaron a cabograndes fiestas que incluyeron la representación de cuatro obras españolas y otrastantas indígenas/la última de las cuales se habría titulado Ruina delImperioIngalSe trata en ella de:

- Tccdoro Meneses Morales, La muerte de Atahualpa. Drama quechua de autoranónimo (Lima: Universidad de San Marcos, 1987), Incluye la transcripción deun manuscrito bilingüe fechado en 1932 (que sería copia de uno muy anterior)y ofrece una versión filológica y su traducción al español. Las citas de este textoconsignan el número del parlamento de que se trata.

- Clemente Remando Balmori, La conquista de los españoles y el teatro indígenaamericano (Tucumán: Universidad de Tucumán, 1955). Incluye el texto del"Drama indígena bilingüe quechua-castellano La conquista de los espatioles",una versión revisada y su traducción al español. El texto ofrecido sirvió de basepara la representación de esta obra en Oruro en 1942. Sería copia de otro muyanterior. Las citas de este texto mencionan el número del renglón de que setrate.

- [Roger Ravincs, Mily Olguín de lriarte y Francisco lriarte Brenner], Dramascoloniales en el Perü actual (Lima: Universidad Garcilaso de la Vega, 1985).Incluye las siguientes versiones:

a) Prendimiento y degollación del Inca. Texto bilingüe representado en Llamellín.Transcribe un manuscrito fechado en 1895 que es copia de otro de 1860.

b) Los Ingas transcribe un manuscrito en español encontrado en Chillia (Pataz)fechado en 1890.

e) Los incaicos transcribe un manuscrito tardío en español encontrado en Parcoy(Pataz) fechado en 1969. Aparentemente mezcla varias versions anteriores.

d) Relación contempordnea de la ejecución de Atahuallpa. Transcribe una copia tardíabilingüe (1977) encontrada en Manás.

e) Cuaderno de relacionespara basallos. Tardía versión bilingüe fechada en Tongos(Chancay) en 1969.

f) Cuaderno de relaciones para vasallos. Tardía versión bilingüe fechada en Chccras(Chancay) sin data. Al parecer este manuscrito yel anterior contienen solamentelos parlamentos de algunos "actores".

- Wilfredo Kapsolí, "La muerte del rey Inca en las danzas populares y la relación dePomabamba", Tierra adentro, ID, 3, Lima, 1985,pp. 139-176.

Incluye el texto de la Relación dePomabamba, a la que también denomina Dramatizaciónde la capturay muerte del Inca Atahualpa. Es un texto bilingüe, con traducciones alespañol de los parlamentos en quechua, sin data precisa.

- Luis Millones, El Incapor la Coya.Historia de un drama popular en losAndes peruanos(Lima: Fundación Ebert, 1988). Incluye el texto bilingüe de Prisión, rescate y muertedel l11C11 Atahualpa de Herminio Ricaldi (único autor conocido) que se representadesde los años 20 hasta el presente en Carhuamayo. Concluido este capítulo he

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Capitulo Primero

" la entrada de los Españoles, prisión injusta que hicieron de Atahuallpn, tercio­décimo Inga desta Monarquía; los presagios y admirables señales que en elCieloy Aire se vieron antes que le quitasen la vida; tiranía.s y lástima que ejecutaronlos Españoles en 105 Indios, la máquina de oro y plata que ofreció porque no lequitasen la vida, y muerte que le dieron en Cajamarca",

Esta descripción se aplica bastante bien a los textos en quechua, en españolo en quechua y español que se conservan actualmente, con distintos títulos, sobreel tema de la muerte de Atahuallpa", pero la fecha indicada (1555) parece serexcesivamente temprana. Burga con buenas razones la considera imposible y [)}Jil!":que las primeras represenraciones de lamuerte del Inca deben ser de fines del XVIIo incluso de comienzos del XVIIIBO. En cualquier caso, es indicio no de una datao un origen precisos pero sí, sin duda, de la antigüedad de las representaciones deeste WGnRa (ésta es la calificación que le otorga Lara, cuya única traducción sería"tragedia")Bl que vendría a ser, así, el texto andino más arcaico y con vigencia socialy literaria más prolongada e ininterrumpida. Llega hasta nuestros días B2.

conocido, gracias a Millones, una nueva versión de este texto, debida a Pío Campos.Aunque ciertamente las versiones de Ricaldi y Campos tienen vínculos con latradición anterior se diferencian de ella no sólo por su condición estrictamentemoderna (y escrita) y su dependencia, ciertamente relativa, con respecto a lasinterpretaciones historiográficas institucionalizadas por la educación.

- Emilio Mendizábal Losack, "La fiesta en Pachitea andina" 1 Folklore Americano,XIII, 13, Lima, 1965. Transcribe fonéticamente la grabación de la Relación(diálogos y canciones de una cuadrilla cuyos protagonistas son la Capitanay Pízarro) y el manuscrito de una Cuadrilla de Incas. Ambos textos están enespañol con obvias interferencias del quechua y fueron recogidos en Pachíteaen 1964. Son muy distintos a las otras versiones conocidas hasta el punto quepuede entenderse que están fuera del corpus en estudio.Hasta ahora me ha sido imposible ubicar la versión editada por César GuardiaMayorga. Meneses indica que apareció en la revista l11kaklmaq rimanak, Lima,1,1,1963.

78 Cit. por Lara, op. cit., p. 10. La crónica de Arzanz se escribió entre 1702 y1735, siglos después de las fiestas que relata, Curiosamente Betty Osario deNegret considera que el cronista "asistió" a la fiesta que narra: "La sintaxis básicadel relato: ensayo comparativo de dos tradiciones dramáticas sobre la prisión ymuerte de Atahuallpa", Lexis, VIII, 1, Lima, 1984, p.115. .

79 Tanto que Lara (op, cit., pp. 58-59) presume que el texto que transcribe "puedeser el que primitivamente fue representado en Potosí", lo que sin duda es

..uba .exageración, aunque la comparte Adolfo Cáceres Romero en "El teatroquechua" 1 en Rlmayay, 1, 1, Cochabarnba, 1988, p. 21.

80 Burga/Op, cit., pp. 378-382.81 Dice: "tragedia no esun equivalente exacto de suanka, pero sí es el más aproximado

y no cabe otra forma de traducción", op. cit., pp. 22-23. Las diferencias estánseñaladas en la p. 16.

82 Algunos de los tCA1:0S recopilados son contemporáneos y siguen siendo representadosaligual que otros cuyos manuscritos son más antiguos. Un caso especial es el estudiadopor Millones en El Inca por la Caya, op cit,Ypor Millones, Francisco Huarnantinco yEdgar Sulca en "Los Incas en el recuerdo poético andino", Nuevo Texto Crítico, 1,1,Stanford,1988.

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No está nada claro, sin embargo, si los textos que han llegado hasta hoy tienenen efecto este origen, y si a través de él se asocian o no a las representacionesprehispánicas de las que hablan Garcilaso y otros cronistas'P; si se vinculana las estrategias de la catequización y a una de sus formas preferidas, los autossacramentalesS4

; o si de alguna manera r~f~rmulan,con.ma~:riaandina, elesquemaopositivo de las comparsas de moros y cnstianos, cuya difusión en el Nuevo Mundoes bien conocidaf'. Es muy probable, en todo caso, que tengan que ver con losenfrentamientos rituales o festivos entre indios e indios disfrazados de españolesque el mismo Burga documenta hacia 166DB" y con las antiguas comparsas delInca/Capitán, anotadas más arriba. Según se verá luego, y sin rechazar ningunade las posibilidades enunciadas, mi opción consiste en leer estos textos comodepósitos de discursos de varios sujetos, muchas veces enfrentados entre si, dentrode un proceso cuyas etapas más cercanas no invalidan del todo las anteriores.

En su último aporte sobre eltema,y consultando casi todos los textos conocidos,Teodoro Meneses insinuó la posibilidad de distinguir entre un "ciclo teatral" (queél asociaba a la tradición de los autos sacramentales más o menos aculturados ysecularizados del "teatro quechua colonial") y otro "folklórico'f"; pero la verdades que considerando prácticamente el mismo corpus se tiene otra impresión: quelas diferencias entre los textos no derivan de su pertenencia a distintos ciclos (ymenos si se emplea la clasificación que acaba de mencionarse), sino que dependendel variable uso social que cada versión ha tenido, no obstante lo cual hay que

83 Así 10 piensa Lara (op. cit., p. 49 Yss.), Balmori (op. cit., p. 52) y Terracini (op.cit., p. 127).

84 Es la idea de Meneses, que califica la versión descubierta y editada por él de "autosacramental", para ponerénfasis en el carácter catequístico que tendria este texto,lo que sólo es parcialmente cierto como veremos después. De manera más general,Kapsoli considera que estas representaciones fueron "parte del proceso de conversiónal catolicismo donde el referente histórico jugó un papel ejemplificador", pero añadeque también funcionaron "como un elemento de afirmación (vía la evocación delpasado) de la identidad indígena", op. cit., p.14D. Más adelante comento la versión quetranscribe este autor. Osario señala asimismo que la muerte del Inca era representadapara "despertar en el indígena un sentimiento de temor religioso ante las fuerzas querigen su destino", op. cit., p. 116.

85 Parece insinuarlo Marcel Bataillon en "Por un inventario de las fiestas de Moros yCristianos", Mar del 8111; 111,8, Lima, 1949, pp. 1-8, 10 que es asumido por Kapsoli,op. cit., p. 140. La posibilidad de esta relación está casi totalmente inexplorada.

86 Burga, op. cit. pp. 399 Yss. Pease ha reparado que en la reciente edición de la crónicade Betanzos se describe el ceremonial funerario de Paullu Inca como repetición delque habría sido ordenado por Inca Yupanqui.lnkay kU11lka ... op. cit., p. 15. Comoparte de ese ceremonial es la representación de una batalla ritual entre los Hurin y losHanan Cusca, pienso que es posible que de alguna manera, ciertamente sesgada, eseenfrentamiento tenga alguna relación con el que se escenifica en el wanka -que es encierta forma un ritual funerario. Este carácter lo insinúa Betty Osario, en su artículo

.citado, sin recurrir a Betanzos, pero obviamente sigue siendo un tema por investigar.De ser verosímil la relación entre el rito fiinerario inca y las escenificaciones de lamuerte de Atahual1pa se ensancharía enormemente el significado étnico, histórico ysocial de éstas.

87 Meneses, op. cit., p. 4.

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Capitulo Primero

reconocer que el manuscrito de Chayanta, el descubierto por Lara, parece situarse,ulmenos en parte, dentro de una línea distinta a la de los otros textos conocidos'".Es obvio, en todo caso, que hasta que no se realice un trabajo filológico serio queestablezca al menos una imagen aproximada de lo que la 'filología clásica llamabastemma y del cuadro de variantes, sólo cabe hacer en este campo generalizacionesmuy modestas y nunca del todo verificables. Falta también conocer los teA.1:0S quesobre el mismo tema habrían escrito en quechua escritores cultos bolivianos y lastraducciones ~ este idioma de un drama español que habría tenido mucha difusiónen el área andina'".

Lo que sí parece evidente es que en los textos conocidos funcionandinámicas que provienen de la oralidad y otras impensables fuera del marcode la escritura. Creo que hay suficientes elementos de juicio para considerarque se trata de discursos escénicos escritos durante ese periodo en el quela escritura no ha desplazado del todo las normas de la expresión oral, yhasta cabría suponer que algunos segmentos tienen fuentes directamenteorales y que a veces hasta incorporan, casi sin variantes, canciones y danzasmuy antiguas. Basta señalar al respecto, para poner sólo algunos ejemplos,el estilo formulario y repetitivo de los parlamentos que van del 2 al 33

88 De hecho Meneses selecciona este texto (y no el que él mismo había descubierto) ensu Teatro Quechua Colonial. .I1ntologfa. Selección, prólogo y traducción de Teodoro L.Meneses (Lima: Edubanco, 1983). En el prólogo deslinda el teatro "eminentementecatequístico popular" y el "erudito"que reproduce, aunque empleando el quechua,elementos sustanciales del teatro español, p. 8.

89 Balmori hace un recuento de ellos, pero señala que la versión que él ofrece escompletamente diferente por tener raíces prehispánicas. Op, cit. pp.48-55. GraciasaJulio Noriega he podido disponer de una fotocopia del drama dc1boliviano JoséPoI: Atahuallpa (Cochabamba: Imprenta de El heraldo, 1887). El argumento deesta obra, representada en Cochabamba en mayo de 1869, comienza después dela escena de Cajamarca, que es sólo evocada por el Inca durante su cautiverio,y su núcleo se refiere a la pasión de Pizarro por Cara, la "esposa favorita" deAtahuallpa (p. 21). Obviamente pertenece a un sistema literario sin relaciónalguna con el que analizo. El texto español que Balrnori no pudo revisar es latragedia de Christoval María Cortés, Atabualpa (Madrid: Por don Antonio deSancha, MDCCLXXXIV). Lo he consultado en microfilm en la Universidad dePittsburgh y no tiene relación alguna con las representaciones andinas. Su centrodEjinterés es e,l conflicto entre Huáscar y Atahuallpa, lo que permite presentar a

< los españoles como defensores del monarca legitimo y justificar sus acciones encontra <id tirano Atahuallpa. Incluso si hubiera sido traducido al quechua, no hadejado rastros de influencia sobre el corpus que manejo. Debo a la generosidaddel erudito Guillermo Ugarte Charnorro conocer los originales de un artículosuyo, de 1957, sobre "Atahualpa en el teatro peruano y universal" en el que haceun prolijo recuento de las obras dramáticas españolas e hispanoamericanas quese centran en la muerte de Atahuallpa, pero ninguna de ellas tiene vinculaciónposible con las que aquí se estudian. Esto incluye a La conquista del Perti, de"El ciego de la Merced", que fue representada en Lima en 1748. Gracias a laprofesora Concepción Reverte he conocido este texto en la edición crítica del

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de la versión Meneses", los lamentos de las coyas y pallas en éste y otrosmanuscritos y los cantos y danzas guerreras que formarían parte de la acción"escénica"?'. Si fuera aSÍ, este wanka no participaría de las característicasdefinidamente escriturales del corpus que se conoce como "teatro quechuacolonial"92 y formaría un grupo aparte de raíz andina más firme y menostrans o aculturada, lo que no impide pensar que en determinados momentosotros sujetos sociales hayan dejado sus marcas en los textos. En este caso,además, es claro que se trata de representaciones que aunque "teatrales" nohan perdido sus vínculos con el ritual.

De otra parte, y esto complica mucho más las cosas, sospecho quecada versión oculta una arqueología propia y distinta, como si acumularainternamente estratos formales y de significación que corresponden a susconfusos itinerarios de actualizaciones espaciotemporales, consistentementecargadas de contenidos étnicos y sociales. Aludo a constataciones de este tipo:en la versión de Oruro recogida por Balmori, se reproducen con evidenciafragmentos muy antiguos, tanto que respetan el modo formulario", pero

teatro completo de Castillo, hecha por la misma profesora y por ahora sólodisponible (lamentahlemente) en corto tiraje microfilmado: Concepción ReverteBernal, El teatro de F" Francisco del Castillo. "El Ciego de la Merced" (Barcelona:EDT Micropublicacioncs, 1988). Cf. de la misma autora,Aproximación crítica a un dramaturgo oirreinat penlOlw: Fr: Francisco del Castillo(Cadiz: Universidad de Cadiz, 1985), esp. pp. 179 y 55. Tampoco tienen relaciónlas obras enlistadas por Juan Sixto Prieto en "El Perú en la música escénica",Fénix, 9, Lima, 1953. Gracias a Ugarte Chamarra pude revisar dos obrasinsólitas:la escrita en francés por el peruano Nicanor della Rocca, La mort d'.Jltahoualpa(Lima: Imp. La sociedad, 1871) y Atahualpa.Drama lírico en 4 actos de AntonioGhislanzoni. Música de Carlos Enrique Pasta (Lima: Imp. La Patria, 1877). Pastavivió algunos años en elPerú y fue el primero en incorporar música y cancionesmestizas e indias en obras musicales"cultas",La letra es del mismo que escribióel libreto de Aída. Cf. Guillermo Ugarte Chamarra, Centenaria del estreno enLima dela ópera 'YItahualpa"(Lima: Servicio de Publicaciones [mírneo] del TeatroUniversitario de San Marcos, 1979). En su artículo de 1957 Ugarte Chamorrorecuerda haber visto en su niñez representaciones populares sobre la muerte delInca en Arequipa.

90 Aludo a las preguntas, respuestas y pedidos,todos idénticos,que hace el Inca en estaversióna no menos de seispersonajes o grupos de personajes. La fórmula quese repite(sólo cambia el segundo personaje) es: "Inca: [nombre del personaje] ¿acaso no nosalegrarnos muchísimo por haber liegado a este muy lindo pueblo nuestro?/Personaje:PoderosoInca, muchísimo tenemosque alegrarnos por haber llegadoa este muylindopueblonuestro, ¡ohpoderoso Inca!/Inca: Siéntate, no te muevas de aquí.!Personajc:Sí,migran señor". Fragmentos también formularios se encuentran en otrossegmentosde este manuscrito y en otras versiones.

91 El tema es estudiado por Betty Osario en su artículoyacitado.91 El Teatro Quechua Colonial de Meneses es la más completa recopilación de este

importante corpus.93 Muy visibles en los vocativos (por ejemplo: "Ah fuertemente querido Huaylia Huisa

adivino" -op. cit.Iíncas 178,192,203,212, etc.) yen las intervenciones de las ñustas(403-409) para poner dos casosevidentes.

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Capítulo Primero

tarob.ié.r: se pu~d~n detectar otros muy moderno~. Es indudable, por ejemplo, lacondición paródica de algunos segmentos que miman, entre la burla y el miedo,el comportamiento, el lenguaje y los "rituales" de un Ejército bien conocido porlos espectadores (la versión es de Oruro y de los años 40) como protagonistade 10sJrandes "escarmientos" que acaban con los alzamientos populares, enespeci campesinos y mineros. Las órdenes del "General" Pizarro siemprereproducen las fórmulas de Íos- manuales actuales de instrucción militar:

Soldados, a formar en línea; al hombro arjrnas], paso regular, marjchen],Solda[dos] presenten armas?',

y dentro de ese contexto no es extraño que en más de una ocasión se mencioneque el Inca fue "afusilado" por los españoles", como también es a todas lucesevidente que otras partes derivan casi sin menciones, y por eso se trata deinterpolaciones bruscas, de textos escolares de historia'".

En cierto sentido, aquí la historia literaria no tanto hilvana un textocon otro cuanto se adensa en cada texto, casi en forma de estratos que sesuperponen pero sólo parcialmente. Intuyo que el orden de este proceso, quefinalmente explica qué es 10 que se repite y qué es lo que cambia, radica enlas expectativas, necesidades e intereses de quienes contemplan o participan(en realidad todos participan) en una representación que nunca es solamenteteatral, incluso cuando la pelftrmance está a cargo de grupos más o menosespecializados (el texto de13almori es el usado por un "grupo folklórico" quehasta 1950 se llamaba "La comparsa de los Incas"}", o cuando la copia deltexto, o la dirección de sus ensayos, está a cargo de profesores, estudiantes ovecinos con algún grado de instrucción".

Creo entonces, considerando todo 10 anterior, que la lectura de cada versióndel wanka tendría que diseñar una suerte de mapa del texto que establecieralos diversos campos en los que actúan sujetos sociales de distinta filiación einclusive, dentro de esos campos, las interferencias de otros sujetos que handejado sus huellas en forma de estratificaciones del significado. No es un casoúnico, pero aquí los conflictos son harto más agudos: no en vano las concienciasy lenguajes que se disputan el espacio del texto provienen de distintas culturas yrepresentan intereses sociales en conflicto, a veces brutalmente. Esemapa sería,pues, el plano de una batalla en la que cada sujeto gana o pierde dimensiones

94 Op, cit., líneas 253-54.95 Op. ~t:,líncas 365,471.96 Obvia en' elparlamento de Almagro ("El intrépido genovés Cristóbal Colón descubrió

, la América en 1492 ...") que comienza en la línea 136. En el caso muy particularestudiado por Millones también se observa la presencia de 97 fuentes de este tipo, op.cit., pp. 37 Yss,

97 Op, cit., p. 53. Shaedel informa que en 1949, en Otuzco,la obra fue representada porel "conjunto folklórico de la haciendaJulcán". Hasta entonces la representación habíaestado a cargo de los propios lugareños. Richard Shaedel, "La representación dela muerte del Inca Atahualpa en la fiesta de la Virgen de la Puerta en Otuzco",Escena, 4, 8, Lima, 1956, p.23.

98 Es el caso de buena parte de las versiones recogidas por Ravincs, Olguín e lriarte.

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del texto, batalla que reproducela confrontación.que ~l propio texto rep:esentadramáticamente. Con frecuencia esta reproducción tiene un desenlace inversoa la experiencia histórica: de hecho, en efecto, la mayoría de las versiones dela muerte del Inca, al menos tal como han llegado hasta nosotros, muestranuna relativa hegemonía de la conciencia indígena y forman parte con mayor omenor claridad de sus estrategias de resistencia y reivindicación. Comparandoestos textos con sus similares de México y Guatemala, Wachtel ha hecho verque lo~ andinos ~e cierran ~on .u,na fuerte disrt:nción entre lo indígena y lohispánico contraria a la conJunclon que caractenza a los otros, y ha puesto derelieve su dimensión mesiánica".

La multiplicidad de los sujetos que compiten en el texto parece estar sóloen parte constreñida por el hecho de que la conservación (y modificación)de los manuscritos está ligada a tradiciones locales, de cada pueblo, dondehay personas encarpadas de su cuidado y de la preparación de sus periódicas"puestas en escena' , que normalmente son con motivo de las celebracionesdel calendario festivo general o de cada comunidad'P, aunque en las últimasdécadas es más o menos común la presencia de grupos "profesionales" o de"actores" prestigiosos que actúan en varias comunidades y que sin dudafavorecen la rápida transformación de las versiones locales.Es posible tambiénque en cada caso se hayan ejercido con distinta fuerza interferencias del Poder,presumiblemente incómodo frente a ciertos contenidos de la representación,pero en el corpus que disponemos la iniciativa sigue en lo fundamental, comoestá dicho, en manos de los estratos étnica y socialmente subordinados.

Es singularmente esclarecedor, en este orden de cosas, que en la versiónrecogida por Meneses la sentencia que condena a Atahuallpa (que repitela versión andina del degollamiento del Inca) aparezca en el parlamentoexplícitamente grotesco de un estrafalario "padre predicador":

Persignum asignatis incucntnris in nomine toti verítates es ternpusbrujabil non tentatis. Es doctrina del reverendo Padre fray rapado aquelque en sus reglas y antífonas escribió las reglas de capar monas esofue señores quién no fue devoto entre sí, según refieren varios autoresverdaderos; que cosa tan fea ver a una mujer en cursos.! Ardo.! 10 Pormandato del Gobernador don Francisco Pizarra ha de ser degollado elrey Atahualpa Inca del Perú.! 20 También por haber usurpado el reynoa su segundo hermano y heredero legítimo Huáscar.! 3D También porhaber botado por los suelos dUbIO de los santos evangelios, que estomanda toda ley de dios [...]! 70 Reverendo Padre aquella es hermosadonde el clavel toca a la inocente mariposa estuvo la madre Eva en el

99 Nathan Wachtel, "La visión de los vencidas: la conquista española en el folkloreindígena", Juan Ossio (ed.), Ideología mesiánica en el mundo andino (Lima: IgnacioPrado Editor, 1973), pp. 37-81. Analizando el surgimiento de la "utopía andina",Alberto Flores Galindo advierte que lasrepresentaciones de la muerte del Inca varíansegúnse trate"deun pueblode mistis, de mestizaso de campesinos", De acuerdoa ellotendrían mayoro menor contenido utópico. BlIScando un Inca, op.cit., p. 74.

100 Las varianteslocales de la comparsa del Inca/Capitán han sido estudiadaspor Burga.Cf. especialmente el Cap. 1.

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Capítulo Primero 51

jardín con 10 que se acabó y dio fin, pido al auditorio perdón de misyerros y mis malas explicaciones que me acompaña a la rudeza, pido alauditorio y a la inocente mariposa'?', •

La radical incongruencia de este parlamento pone de relieve laabsurdidad de la "justicia" de los españoles. Es un fragmento que rompeabruptamente la norma de todo el texto, y no hay razones para no suponerque se trata de una interpolación; sin embargo, si como pienso, la dinámicainterna del texto acoje y formaliza necesidades colectivas, entonces elsentido del parlamento tiene poco que ver con el irrespeto al eventual textooriginario y mucho, en cambio, con las expectativas de un sujeto social quenecesita la evidencia de que el Inca fue condenado sin razón ni justicia.Expectativas más fuertes, en este caso, porque la referida versión ofreceuna imagen harto menoscabada de Atahuallpa, desesperantemente pasivo ygemebundo, que de alguna manera exige algo así como una compensación.

Intuyo entonces que este fragmento delirante es la respuesta de uncopista (o de un "actor" cuyo irreverente recitado es luego incorporado altexto) que no puede aceptar esa imagen del Inca y la contrapesa con lafiguración esperpéntica de quien 10 condena, 10 que no necesariamenteimplica un proceso individualmente consciente y deliberado, pero sí laruptura de un significado mediante un discurso farsesco que aunque estáconcentrado en un solo punto termina por recomponer buena parte delmecanismo semántico de esta versión. Implica asimismo que en este casoel texto expresó en algún momento contenidos y expectativas propios deotros grupos, tal vez precisamente de los evangelizadores, que es 10 quequeda subvertido por la irrupción carnavalesca del "padre predicador".

Algo más. Aunque no hay acotación específica al respecto, todo indicaque la condena de Atahuallpa consta en un texto escrito que es leído porel predicador, con 10 que los párrafos burlescos bien podrían interpretarsecomo un marco oral que subvierte el sentido de lo em-ito y en últimainstancia la escritura misma. Su desorden descabellado, su grosería, susalusiones flrocaces al cuerpo y al sexo, su irreverencia religiosa. son signospor igual festivos y críticos, fuertemente carnavalescosl'P, que ridiculizan10 que dice el texto escrito y corroen el orden racional y cerrado de la letra.Mientras que la escritura habla aquí de muerte, la oralidad que la circundareivindica los instintos primarios de la vida. No hay testimonios sobre larepresentación de este parlamento, pero el hecho de que sobreviva en unrnanusérito tardío parece indicar que sí fue aceptado socialmente.

Algo similar puede decirse de la escena final en la que el Rey de España("Ispaña" en algún caso) condena a muerte a Pizarra por haber ejecutado a unsoberano lleno de virtudes'?'. También delirante, aunque en otro sentido,esta escena parece obedecer a intereses de varios usuarios del texto: desde la

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101 Op. cit., pp. 165-67.102 Obviamente aludo a las ideas de M. Bujtín. CE. especialmente La culturapopular

en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de Franiois Rabelais (Barcelona:Barral,1974). !

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ran masa indígena que urge la condena del culpable y el muy heterogéneo~ector que discutía la legitimidad de la conquista, hasta la de ciertos

rupos hispánicos ligados a los intereses de la Corona, y en conflicto confos conquistadores de la primera hora o con sus descendientes directos,que necesitaban desacreditar la "hazaña" de Cajamarca y que -además­tenían en cuenta el escándalo que significaba un regicidio ("ese rostroque me has traído [la cabeza del Inca] es igual que mi rostro", le dice elRey a Pizarro)'?', sobre todo cuando la imagen garcilasista del Inca comosoberano paternal había calado en muchas conciencias. El lector tomaránota de que la sola enunciación de estas hipótesis pone en juego variostiempos y varias conciencias que se engarzan, de manera nada homogénea,en una sola versión.

Basta citar algunos fragmentos de la intervención del "Rey deEspaña" en el manuscrito de Lara:

¡Ay, Pizarro, Pizarra,cómo eres tan abyecto traidor!¡Corazón nacidoal pillaje!¿Por qué fuiste a cortarlea este Inca la cabeza?¿Acaso tu no visteque en su paísgobernabaa sus innumerables súbditosen medio de la dichay la alegríay la más sólida concordia,con su palabra siempre afable?¿Tu no escuchaste acasosu acento siempre reposado?Era como una canción de alegría.[...Pizarro muere...]Lleváoslo si es así.Id a entregarlo al fuego y que perezcay con él su descendencia toda.y haced que destruyan su casa.

103 Cito másadelantelaversiónde Lara.La de Balmoriesmásbreve: "Reyde España:-¿Q!¡é me dices? La orden era no para que U. vaya a quitar la vida a un gran Rey,quizás más fuerte que yo. Siéntate en este asiento: estará U. cansado de haber idoa destruir a un gran Rey de Nuevo Mundo [...] Este enviado cometió escesosincreíbles asesinando y quitando la cabeza a un gran rey del nuevo mundo; el talPizarra debe tener la misma muerte, y si está muerto llevarle a quemar con todasu descendencia". I-Iay que anotar que esta condena aparece mezclada dentro deun largo discurso que es una síntesis de la historia de la conquista y en la que lafigurade Pizarra no recibe ninguna crítica. Op. cit., líneas 475-549.

104 Lara,op.clt.,pp. 188-89.Es interesanteanotar que en eldrama españolde Cortés,ya citado, toda la escena IV del acto V está dedicada al problema del regicidio.Pizarra finalmente opta por consultar al rey de España.justo en el momento enque en el enfrentamiento entre españoles e indios 11••• un dardo cruc1,mal dirigido/infelizmente por robusta mano,! al Inca pasó el pecho",V,VIII, p.121.

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Capítulo Primero

De ese guerrero infameno debe quedar nada.Esto es cuanto yo ordeno105.

Desde otro punto de vista, la escena en la quc Pizarra es condenadopor su Rey parece remitir a la conciencia de los curacas que, como GuamánPoma de Ayala, aceptaban la sustitución del Inca por el Rey, como ejeordenador del mundo y como responsable de la justicia de un nuevo ordenuniversal, pero imaginaban que ese vértice del poder no interferiría, porser complementario, con la jerarquía social andina. La remisión a "Ispaña"de la justicia que restaura el balance moral del mundo no es imaginablemás que desde una perspectiva que asume como pertinente esa suerte derefundación cósmica, o si se quiere de cosmología histórico-política, quetiene su mejor expresión en la Nueva Crónica. Después de todo ¿cómodesplazar de esta manera la instancia de la justicia indispensable hacia elpoder metropolitano si no subyace en tal operación un difícil compromisoentre la aceptación de la realidad colonial y la terca pervivencia del deseode autonomía? Esta es la razón que me hace pensar que ciertos estratos deluianka sobre la muerte de Atahuallpa tienen raíces en el tiempo que hizoposible que Guamán Poma imaginara su u topía106

Con menos fuerza, algunos otros contenidos de los desenlaces de latragedia dejan traslucir expectativas sociales más genéricas: así, por ejemplo,la promesa del recuerdo permanente de la figura del Inca, o el anunciode que los metales se "esconderán" en los cerros para que los españolesno pucdan encontrarlos o sufran en su búsqueda, parecen correspondera una extendida conciencia panaridina'P", En la versión de Oruro llamóla atención de Balmori una breve referencia a la resurrección del Inca

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105 Lara, op. cit., pp., 191-95. El texto quechua es clsiguiente: "Iyau Pisarru, pisarru/imayna sajra auqa kanri/ Suwayrnan paqarisqa sunqu./Imarayku kay Inkahpa/umanta qhurumurqankl.! Manachu qanqa rikurqankV llapa, llapa runakunanta/sarni chaupípi kusi patapi,l nánaj kashqayníyujta/ ñáuray alli simíllanwanlllajtanpikamachikujta./ Manachu qanga uyarirqankí/ chay ñáuray alli siminta.! Kusi jaillijinan karqa. [...Pizarro muere], jína kajtinqa apáychij'/ ninapi ruphachimuychij/llapa mít'aysanantawan./ wasintátaj thunichimuychij./ Manan kay sajeaauqamanta! imallapas qheparinanchu'! Kaymin ñúqaj kamachisqay".

106 No deja de ser interesante que Garcilaso (Historia '" op. cit. Lib. VIII, Cap. XX)cuente quc el r~y recriminó duramente a Toledo por haber dado muerte a Túpac1\maru J, con palabras muy similares a las quc se leen en algunas versiones deluianka, Y...que ponga énfasis en que el Virrey murió poco después de melancolía. litPor otra parte, durante el seminario que dicté en el postgrado de literatura '1hispanoamericana en la Uníversidad de San Marcos sobre este asunto.en el primer 11'

semestre de 1990, el profesor Macedonio Villafán advirtió que este episodio 1:1

puede tener resonancias del teatro clásico español (como Fuenteouejuna o El mejoralcalde, elRey). Hipótesis sin duda. sugestiva que confirmaría la ambigüedad del ,,1texto y la multiplicidad de sujetos que hablan en él.Terracíni estudia el tema en su'!'libro ya citado. Cf.capítulo12.:1

107 El tema de los metales aparece por ejemplo en Lara (op, cit., pp. 147-48) Y enBalmorí (op, cit., líneas 432-44).

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en el canto de una ñusta: "Señor eterno, al joven poderoso Inca, ven si,hazlo resucitar"lOH, contenido mítíco que según el mismo autor (tomandocomo fuente a Vellard) seria central en la versión que se representaba hacia1940 en La Paz, En ella se escenificaba al final "una verdadera Epifanía enque figuraba una posterior representación con la Resurrección y Triunfo deAtahualpa"!09, todo lo que remite al menos genéricamente al mito de Inkarrí!".Por lo demás, como se ha visto antes, Wachtel cree encontrar en estas piezasalgunos contenidos de carácter mesiánico'!".

Un caso especial es la versión recogida por Wilfredo Kapsoli enPomabamba, donde -al parecer-la ceremonia está fuertemente dominada porel sector misti. Los hacendados hacen el papel de conquistadores, luciendosus mejores galas, y los indios del común forman parte de las huestes deAtahuallpa. El texto tiene notables parecidos con los otros, pero a la vez sedistingue por ,la insistencia con que se alaba el valor de los españoles y sugenerosidad (al bautizar al Inca y salvarlo del infierno); por la incongruenciaen la representación del carácter de Atahuallpa, que pasa sin transición deordenar a los españoles que adoren al Sol a rogar que se le bautice; y poralgunos detalles significativos (por ejemplo: Atahuallpa no sólo peca al arrojarla Biblia sino también, en otra escena, el crucifijo), todo lo que conduce a undesenlace claramente ejernplarizador, Valverde, que parece dirigirse más a losespectadores que a los actores, dice 10 siguiente: .

¡Infieles, detenéos! De mi boca escuchad la voz del cielo; no lamentáis devuestro Rey,la muerte su error abjure.Como un consuelo se le dió el agua delbautismo santo que redime las faltas. ¡Infieles que ejemplo lrnltadl'P

Pero sucede que en esta misma representación hay un episodio final queel texto no menciona porque es sólo mimo: Quíspicóndor; cuyo disfraz yactuación imitan la figura y los desplazamientos del ave, devora las entrañasdel Inca muerto y -según el texto que cita Kapsoli- arranca "la hilaridad delos espectadores'PP. No tengo ninguna re~uesta para las muchas preguntasque surgen, acuciantes, de este episodio. Ser devorado por el cóndor ¿es lahipérbole del castigo ("devorado por los buitres") o es más bien signo de unatransfiguración (la del Inca en cóndor) victoriosa y esperanzadora? y la risa delos espectadores ¿se burla del Inca derrotado o escarnece a los mistis que seequivocan al creerlo rnuertor!".

108 Op, cit. I líneas 427-28, El texto quechua es el siguiente: "Guiñayapu guaina Capacinca, jamuy ari jatarichíy",

109 Op. cit., pp. 46-47..110 Cf.josé Maria Arguedas y josafat Roel Pineda "Tres versiones del mito de Inkarrí",

cn.juan Ossio (ed.),Ideología mesiánicaen el mundo andino, op. cit.111 Wachtel, op. cit.112 Op. cit., p.174.113 Op. cit., p. 144.114 Aunque obviamente es una extrapolación, el episodio en cuestión remite

al capítulo 1, VIII de El reino de este mundo de Alejo Carpentier en el que laconciencia de los esclavos negros percibe que Mackandal se ha salvado de lahoguera convertido en ave.

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Capitulo Primero

Ahora bien: el uso colectivo de los textos, que claramente apunta hacia surepresentación oral y publica, no quita importancia al hecho de que.jJarece noexistir representación sin "guiones" escritos, incluso si, como afirmaJuan Zevallos'P,en los pueblos de Cajatambo este anclaje escrito es aleatorio e invisible: en estecaso los ancianos corrigen los errores que cometen los "actores" sin recurrir aníngün apoyo escrito y el publico, sobre todo la gente mayor, protesta airadamentecuando la representación se desvía del modelo consagrado, al punto que toda la"escenificacipn"tiene que suspenderse (e inclusive volver atrás) hasta que se retomela forma original que exige la implacable memoria de los viejos. Sin duda setrata de un caso en el que la memoria oral tiene una función extraordinaria, perocabe pensar que en su origen existió un texto similar al que se conserva en otrascomunidades y sirve para los "ensayos" de la representación.

Cabe preguntarse, entonces, dónde y cómo funciona la memoria que garantiza-con todas las variantes del caso- la supervivencia secular del tuanha sobre lamuerte de Atahuallpa. A veces, pensando en que algunos manuscritos modernosconsignan versiones muy alteradas y casi sin sentido'!", se tiene la tentación desuponer que en el mundo andino la memoria oral, que es la que protesta cuandono se reconoce en la representación, es mucho más fiel que la memoria de la letra,10 que remitiría a la condición ágrafa de la cultura quechua, pero me parece que elasunto es harto más complejo.

Por 10 pronto, tal como han llegado a nosotros, y según 10 ya dicho, lostextos tienen indicios muy claros de sus fuentes orales, según se aprecia en lassólidas pervivencias del estilo formulario y de casi todas las características de la"psicodinámica de la oralidad" que enlistaWalter Ong1l7• Naturalmente esto tieneque asociarse al hecho de que se trata de representaciones "teatrales"; es decir, dediscursos que aun si tienen un texto se actualizan en la pura oralidad. Sin embargo,sea.cual fiiera la función de la oralidad, el dato irrecusable es que el wanka tienedesde hace mucho tiempo (mi idea es que desde sus orígenes) una materialidadescrita, pero escrita dentro de la tradición de una cultura oral que sigue aportandoformas específicas de composición, 10 que permea laescritura con atributos, comolos ya mencionados, que son propios de la oralidad. Aunque siempre es peligrosotraslapar experiencias de distinta procedencia, las tesis de Zumthor acerca de lalarga convivencia de voz y letra en el mundo medieval europeo, con la abierta osubterránea preeminencia de aquélla incluso sobre textos que adoptan la formaescritura-libro, bien podrían explicar muchos de los problemas que plantean lostextos y las representaciones de la muerte de Atahuallpa'".

. ioentro de, esta perspectiva, el "ensayador" podría ser el gozne sobre el quegiran las'órbitas de la escritura y laoralidad y la instancia cultural que hace posiblesu dificil/convivencia, incluso en nuestros días. Imagino la figura del "ensayador"

115 Aludo a la información proporcionada personalmente por Juan Zevallos.Pronto publicará un estudio sobre el tema. Le agradezco ésta y otras muchascolaboraciones que me prestó a 10 largo de esta investigación.

116 Que es el caso de los textos recopilados por Ravines, Olguín e lriarte.117 Op. cit. Cf. Cap.!II.118 Op. cit., Cf. especialmente 1,5.

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o una variante del intérprete que aparece en las crónicas, como un personaje:z:o menos capaz de trasladar significados entre dos idiomas,pero en este caso laimportancia delbilingilismo queda algoopacada por lasexigenciasde la conversiónde la letra en oralidad, exigencias especialmente significativas cuando los "actores"y buena parte del público son analfabetos.Es imposible saber a ciencia cierta hastaqué punto el "ensayador"respeta el texto y qué capacidad de memorización tienenesos "actores",pero lo que sí es índudable es que este personaje clave conserva eltexto que sirve de base en los ensayosy que en determinados momentos él mismoo una persona allegada lo vuelve a copiar. Es probable que en estas ocasiones seintroduzcan cambios más o menos voluntarios u otros derivados de la escasaatención o del precario alfabetisrno del copista'!". En este orden de cosas, cabríapensar que desde tiempo atrás la escritura teje el cañamazo del discurso, y lopreserva,pero que a la vez, aunque parezca contradictorio, funciona como una delas puertas de ingreso de sus paulatinas modernizaciones (ellenguaje de los librosescolares o de los manuales de instrucción militar en elejemplo de Oruro) yde laseventuales (¿o definitívasr) pérdidas de su sentido lingüístico (como se aprecia enlas versiones recogidas por Ravines,Olguín e Iriarte),

El hecho de que las copias más modernas delaten un notable proceso dedeterioro podría interpretarse de dos maneras distintas.De un lado, haría pensarque las representaciones van perdiendo sentido colectivo y que comprometencada vez menos a la comunidad que es lo que parece sugerir Ravines cuandoanota, en relación específicamente al manuscrito recogido en Llamellin, queen la actualidad algunos "actores repiten [sus parlamentos] sin comprenderloscabalmente'V'', Sin embargo, de otro lado, también podría pensarse en unproceso rearcaizador capaz de desligar los significados lingüísticos precisos delsignificado ritual -harto más genérico- de la acción que se representa. Deser esto así, y no se trata más que de una hipótesis que luego será retomada,quienes participan en la representación comprenderían el significado global dela acción más que el sentido puntual del texto. Faltan estudios sobre el temapero es claro que problemas similares se presentan cuando los textos -sea elcaso- son bilingües y un sector o todo el público es monolingüe quechua, loque a veces sucede ahora y debió ser la norma general en el pasado. En estascircunstancias el significado también se encarna más en la acción -yen lo queella globalmente simboliza- que en el lenguaje. No olvidemos que se trata detextos "teatrales" y que en ellos el significado está siempre más allá de la solapalabra.

Este proceso de deterioro de los textos, tanto en quechua como en español,merecería un análisis mucho más detenido -análisis que no estoy en capacidadde emprender. Hay, sin embargo, algunos puntos claves que deben marcarse.Por 10 pronto, es claro que en la cadena de la trasmisión escrita de los textostienen que haberse producido pérdidas y transformaciones paulatinas yacumulativas, pero también momentos de quiebras decisivas que han alteradosustancialmente eldiscurso, al margen de que no hay razones para suponer quelos hipotéticos textos matrices fueran lingüísticamente muy esmerados. En lo

119 El tema es tratado rápidamente por Olguín e lriarte, op. cit., pp. 101-102.120 Dramas coloniales... op. cit.,p.18.

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Capüuk: Primera

ir;'.:...;.'.'.'•. que toca a los fragmentos .e,n español es muy definid..a, por cierto, la ~terferencia;;,7:', del quechual2l, pero también .la mezcl~ d~ un espanol culto y arca1c~.con otro<:popUlar y moderno, para decirlo en termmos gruesos, en cuya relación parece

,existiruna voluntad de respeto al primero, pero -al mismo' tiempo-- un marcado,',', 'desconocimiento de sus normas. Cito como ejemplo la arenga de Pizarra en la

versión de Llamellín::','c~

, Valerosos adelídes hijos de un beneble marte cuyo pedía generoso pueblan enaquesus manes al arma al arma tocad caja guierra, guera contra elynfiel munarcamatad todos estos canallasleones y ferones122•

Conviene recordar a este respecto los textos estudiados por José LuisRivarola, uno de finales del XVI y otro de la segunda mitad del XVII, ambosescritos en español precario, "motoso", por indios principales'P, para anotarque en éstos las gruesas interferencias del quechua dificultan pero no impidensu comprensión ("o .. este su serbidures le desea en puena compañía de ysames señoras .0."), mientras que la arenga de Pizarro es notoriamente másoscura, y por momentos ininteligible, como lo son también -hasta llegar aser del todo indescifrables- otros muchos fragmentos de similar procedencia.Es del todo razonable suponer que la diferencia proviene, en buena parte,de que los primeros son originales, y los errores provienen de sus autores,mientras que los segundos son el resultado de una cadena tal vez muy largade copistas en la que se han acumulado malas transcripciones de un textoescrito en un español desusado. Al final parece ser obra de alguien que casino conoce la lengua del texto que está reproduciendo ("guierralguera") yhasta cabría imaginar -exagerando un poco las cosas- que su actividad esmás la de quien dibuja signos que la de quien escribe. Habría que pensar,en todo caso, en un copista con un grado mínimo de alfabetización peroque, sin embargo, emprende la tarea de transcribir un texto que preservacultismos (adelideseadalides) y arcaísmos (aquesus-aquesas) que no da señasde entender. El acto de copiar un texto que para el propio copista es enbuenos trechos ininteligible parece remitir al cumplimiento de un ritual que,por un lado, tiene que ver con el acatamiento del poder y prestigio de la letray, por otro, con necesidades colectivas que obligan a preservar un texto cuyarepresentación es parte de la vida simbólico-imaginaria de la comunidad. Nodeja de ser estremecedor imaginar que esa ritualidad, que es esencial para lacohesión comunitaria, sea, a la vez, un mensaje (casi) indescifrable.

, , ,121 En algti.n caso esta interferencia parece tener un efecto cómico, sobre todo en

fragmen~os de las traducciones que hace Felipillo. Es la opinión de José LuisRívarola, "Contacto y conflicto ... ", op. cít., p. 101.

122 Dramascoloniales O" op. cit., p. 31.123 El primero en "Un documento para la historia del español peruano {siglo XVI)",

Enrique Bailón Aguírrc [y] Rodolfo Cerrón-Palomino, Diglosia lingua-literaria yeducación en el Perü. Homenaje a Alberto Escobar (Lima: CONCYTEC, 1989), pp131 Yss. y el segundo en Lengua, comunicación ... , op. cit., pp. 34-39. No me hasido posible consultar el análisis de este segundo documento que Rívarola publicóen Anuario deLingüíStica Hispánica, 1,Valladolid, 1985.

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De cualquier manera, como yase insinuó más arriba, estos textos siguen siendorepresentados y aceptados por grupos sociales que parecen trascender la opacidadlingüística para encontrar un significado simbólico, fuertemente ritualizado, másallá de las palabras. En más de un sentido, estos textos están a caballo entre elquechua y el español y ~ntre la oralidad y l~ ~scritura. Sin d,;da residen en unespacio ambiguo y confíicrivo, en la intersección de dos histonas y dos culturas,pero también delatan que la letra (aunque todavía misteriosa en gran parte) se haimpuesto siquiera parcialmente sobre la voz! aunque a costo de tran.sf~rmar~e. a símisma hasta un punto que a veces -lo he dicho antes- traspasa el límite máximode la inteligibilidad. Como se trata de representaciones que finalmente se realizanen y con la palabra hablada, el apego casi mágico a la grafia de los letrados bienpodría ser signo de un imaginario cautivo (y cautivado) pero al mismo tiempo(paradójicamente) un gesto de resistencia y reivindicación: no importa que la letradiga poco o nada pero a través de ella (inocultablemente ajena y trastornada) esque se puede escuchar una voz, la propia, en el espacio abierto del pueblo12'I• Anteshe sugerido que se trata, hipotéticamente, de un proceso rearcaizador; y ahora esposible reafirmar que el recitado de textos actualmente ininteligibles supone enefecto una acción ritual que parece regresar a un momento anterior, cuando la letrano era indispensable, sólo que en la producción misma del wanka el peso de laescritura ha disturbado definitivamente la dinámica de la oralidad primigenia. Aratos estaría tentado de proponer la idea de que esta escritura, que sólo respetael núcleo de los significados, en gran parte aislados como en un archipiélago deruidos, tiene alguna misteriosa relación con la "escritura" indígena prehispánica:colores y nudos cuyo sentido está ligado a la separación, al vacío, entre unos y otros.

Es interesante advertir que el texto más moderno, el único del que se conoce elnombre del autor y la data de su escritura se representa con la ayuda de un "locutor"que "no sólo narra el evento de manera colorida sino que su propio relato estápropuesto como hilo argumental" del dramall5• El prestigio y la importancia dellocutor en estaversión tardía, unido al hecho de que su relato no esté consignado enel texto dramático, podría hacer pensar que en algunas versiones anteriores tambiénfunciona esta voz omitida en las copias, haciendo comprensible lo que sucede en"escena"y supliendo la oscuridad de los parlamentos, pero al respecto no se disponede ninguna otra información. Es curioso, en todo caso, que el "locutor" aparezcaprecisamente en una representación cuyo texto no ofrece mayores problemas decomprensión lingüística.

En todo caso, oralidad y escritura parecen tener en las representaciones de lamuerte de Atahuallpa, funciones de alguna forma competitivas y complementariasy ambas -esto es 10 fundamental deben entenderse no tanto con respecto a lafidelidad con que reproducen ciertos modelos sino, más bien, a la urgencia desimbolizar contenidos de conciencias colectivas (por cierto múltiples y cambiantes)que reconocen que la muerte de Atahuallpa significa toda una larga historia (a laque implica metafórica o metonímicamente) y no sólo un hecho que quedó comoatado en un tiempo lejano. Esa historia es SIl historia. Se trata de un complejo

124 En elya citadolibro de Gruzinskise exponen planteamientos notablementesugestivossobre eluso de la escritura hispana porlos indígenas mcscamericanos.

125 Millones, op. cit., p. 58.

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Capindo Primero 59

proceso de inserción en un acontecimiento histórico de vastos y múltiplessignificados: la muerte del Inca (vuelvo a recordar que en una versión es "afusUado")resume la experiencia global del pueblo andino. De esta- manera, asumiendo losimperativos de la conciencia quechua, o de sectores de ella,pero siempre en relacióncon acontecimientos que no se detuvieron en Cajamarca, el wanka sobre lamuertede Atahuallpa tiene una dimensión definidamente histórica, mas no a la maneradel "drama histórico" occidental que parece agotarse en la repetición escénica deciertos hechos sugestivos o aleccionadores, sino como figuración paradigmáticaque va acogiendo siempre nuevas situaciones trágicas y también, por cierto,nuevas expectativas de justicia, casi como si el acontecimiento, fijado en y por susdeterminaciones, se hubiera convertido en un signo fluyente, poroso y siemprerenovado. En algún sentido, la fidelidad del wanka tiene que ver -a través de lahistoria de la muerte de Atahuallpa- con toda la historia del pueblo quechua126. Deaquí su larga y poderosa pervivencia de siglos.

Aclaro que esto no significa bajo ningún concepto que los textos y lasrepresentaciones carezcan de identidad y sean sólo formas aleatorias de esasconciencias. De hecho, como se ha visto, hay una fuerza social que exigeel respeto a la tradición asumida como legítima, lo que obviamente tieneque ver con fidelidades textuales, fuerza que no es suficiente, sin embargo,para preservar inalterable ni la escritura ni las representaciones del nuanka.Extrapolándolo, se podría emplear un parlamento de de Soto en la versión deLlamellín para confirmar lo anterior. Dirigiéndose al Inca (aunque Felipillo esel destinatario de la frase), e! conquistador le advierte: "no altirisis el descorso",frase sin duda muy maltrecha (es posible leerla como "no alteréis el discurso")pero ernblernátíca'". Se le puede desconstruir algo imaginativamente paraponer de relieve que, de una parte, "discurso" parece aludir tanto al lenguajecomo alcorrer del tiempo, o a ambos, y en este caso su exigencia se referiría ano alterar ni la historia ni e! discurso que la dice, pero de otra parte, la mismafrase ordena una fidelidad que, sin proponérselo, vulnera: "altirisis"/alteréis. Ene! fondo, sin embargo, no hay contradicción: se es fiel a la historia, no se laaltera, pero esa historia no está detenida y congelada, sino en plena ebullición.Desde este punto de vista es verdad que e! Inca sufrió pena de garrote, quefue degollado, que fue traspasado por la espada de Pizarro, que fue fusilado,que fue ahogado, que sus entrañas fueron cernidas por e! cóndor: sus muchasmuertes son históricas porque en el wanka Atahuallpa es también todo unpueblo (con sus muertes infinitas) y sus complejos mecanismos de imaginacióny de memoria. Instalado entre la voz y la letra, el wanka no puede "suspender"la mu,erte de! Inca, como en la danza, pero tampoco la puede imaginar como

. un-hechoúnico ydefinitivo, según las crónicas: muere, sí, pero una y otra vez,en un fallecimiento tan prolongado (vallejlanamente dicho: "pero el cadáver¡ay! siguíóinurlendo")!" que encierra el devenir cinco veces secular de un vastopueblo oprimido.p~ hecho, com? e~tá señalado, la muerte de Atahuallpa pasade ser un acontecmuento a constituírse como un SIgno.

126 Lo insinúan Osario, quien considera que la figura de Atahuallpa contiene otras(op, cit., p.1l5) YMax Hemández en el "Prólogo"al libro de Millones, op. cit., pp.23-28.

127 Op. cit., p. 22.

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Se trata, entonces, de un espacio simbólico, cargado de dramatis~o no sólopor el carácter del asunto que lo ocupa, esa muerte que es emblema de Incontablessufrimíentos, y también de muchos contenídos vindicativos, sino -a la vez- poresta tensión extrema entre reíteración y cambio: nudo de toda lústoria, por cierto,pero especialmente tenso en la conciencia y el lenguaje anilinas. Naturalmente, yel uianka es también en esto ejemplar, esa tensión está inserta en el con:flicto mayorde la colonia (y de sus secuelas), con:flicto que está hecho del cruce de identidadesy alteridades (signos cambiantes según la perspectiva de cada quien) que desdeentonces están obligadas a convivir y batallar, atrayéndose y repudiándose sintregua, en el espacio andino. De hecho, el wanka es testimonio incomparable delos avatares de un diálogo que evidencia su imposibilidad al mismo tiempo quese realiza. Como se verá luego, la representación de la incomunicación es a sumanera, sesgadamente, un acto de comunicación; pero un acto de comunicaciónincomprensible fuera de un proceso histórico que acoje varios tiempos, cada cualcon su propio ritmo, ni fuera del ámbito de una radical e incisiva heterogeneidadsocio-cultural que incluye la desgarrada pero fecunda condición proteica, hirviente,de los entreverados sujetos que la viven.

Noticia de una lectura imposible

El discurso cronístico sitúa en el centro de los sucesos de 1532 al librosagrado de Occidente, la Biblia -o su sucedáneo, un breviario eclesiástico.Como está dicho, sobre él se acumulan razones religiosas y políticas, entreotros motivos porque el texto aparece como envuelto por las palabras del padreValverde que mezcla unas y otras en un solo discurso del poder imperial. Lasrepresentaciones andinas de la muerte del Inca, en cambio, muy frecuentementealuden a dos textos: el religioso, como en las crónicas, pero más asiduamentea una "carta" del Rey o de Pizarro a Atahuallpa. Este segundo texto que porsupuesto incluye significados religiosos, termina recibiendo más atención queel primero. No es necesario aclarar que se trata también de un discurso cuyosignificado primario es el Poder, como por lo demás se hace obvio en la versiónde Balmori que 10 menciona primero como "carta", luego como "embajada"y alfinal como lo que realmente es: una "orden"129.

La carta parece evocar los primeros encuentros entre indios y españoles,anteriores al de Cajamarca, pero es muy significativo que la oralidad deaquéllos se trasmute -en la memoria que expresa el wanka- en escritura. Sepuede imaginar que esta transformación corresponde a la ambigua fascinaciónque sintió la cultura quechua por la letra, incorporada de inmediato a unorden misterioso y lleno de poder, capaz de trastornar el orden natural delmundo. En más de una versión, singularmente en la de Lara,la imposibilidadde descifrar la escritura se asocia a la convicción de que los presagios dela destrucción del Imperio están a punto de cumplirse. De esta manera,

128 "Masa', España, apartade mí este cáliz. Edición de julío Vélez (Madrid: Cátedra,1988), pp. 281-82.

1290p. cit., líneas 25, 52, 165. Es bueno anotar que escritura y libro no sonculturalmente homólogos del todo. Cf Zumthor, op. cit., en especial 1, 5.

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Capitulo Primero

ciertamente tan paradójica como dramática, la letra (o mejor, el silencio dela letra) se incorpora al orden de 105 designios inescrutables. Así, entre otros,en el siguiente parlamento:

Sairi Túpac: Waylla Wisa, señor que duerme,qué chala blanca es ésa.Dámela, tal vez puedasaber lo que ella avisa.N o; no alcanzo a entenderlo que quiere decir.N o puede decir nada bueno.En mis sueños he visto a Túkuy Jall'pay he oído de sus labios que ella quierea esos barbudos enernlgos-",

O más claramente aún:

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Khishkis: Waylla Wisa, hechicero,cómo hemos de poder interpretaresto que se nos muestra impenetrable.Pero tal vez, si nuestra Madre Luname iluminase, alcanzaríaa comprender 10 que esta chala encierra.Yo ya sabía que debíanvenir 105 enemigos.Hace ya mas de cuatro mesesnuestra Madre Luna, en mis sueños,por tres veces me dijoque la existencia de nuestro señorestaba cerca de su fin,que iba a quedar pronto concluida.No tengo para qué ver ya esta chala.Todo mi ser está abatidoy destrozado tengo el corazón.Ya cae la aflicción sobre nosotros,nos llega el día de la desventura'P

130 Lara, op. cit., pp. 103-105. El texto en quechua es el siguiel}te. "Waylla Wísa,púñuj apu,! ima yúra] chhajllátaj chay,! apámuy, ícha watuyman/ ímatachus

" \Ívillasqanta.l Manan, manan yachanichul irnatachus willayta munan.! Mananallintaqa willanmanchu.!TúkuyJallp'a muspachawan,! chay auqasunk'akunajt/munasqanta pay rimawan".

131 Id., pp. 107-109. El texto en quechua reza así: "Waylla Wisa, layqaruna,! Irnainatdtaj watusúnchíj/ kay wátuy mana atinata.! Ichachus KillaMamánchíj/ sut'ichaykuwahtin atiyman/ watuyta kuy chhallachata.l Ñuqaqayacharqaniñamin/ auqakúnaj jamunantaqa.l M'uspayníypi Killa Mamánchijltawa wañuynín ñaupajninpi/ kinsa kutipiñan willawarqul apunchijpa kausaynín/tukukapunantaqa,1 p'uchukasqa kanantaqa'! Manan qhawaykuymanñachu.!Ukhuy kajpas p'akisqaña, súnquy kajpas lajllasqaña,llaki patapiñan kánchíj,chhikip'unchauñan chayarnuwanchí]".

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62 Escribiren elaire

Hay otros indicios menos dramáticos de esta fascinación por la escritura.En una ocasión, y los ejemplos podrían ser numerosos, un mensaje obviamenteoral se reviste con la retórica más codificada de la escritura oficial. En la versiónde Balmori, Almagro afirma que debe hablar con el Inca porque lleva unmensaje del Rey; y dice: .

Yo vengo con esta orden de mi ilustre rey de España: no obedeciendo estaorden se llevará la cabeza o la corona del rey.Diosguarde a V.AEn.

El texto hace recordar el reiterado recurso a la escritura y lectura de los"oficios" que envía Herodes a los sabios y los que recibe de ellos y de los Reyes, enel auto cusqueño de La adoración de los Reyes Magos publicado recientemente porBeyersdorff''"; pero indica, sobre todo, que el lenguaje escrito se asocia fume, rápiday consistentemente con el Poder: aunque indescifrable como tal, o precisamente porserlo, se sabe que contiene una amenaza de destrucción que será cumplida. Ademáslos códigos de la escritura empiezan a interferir en los de la oralidad, que los imita,en una suerte de metáfora del imperio de la letra (y de lo que representa) sobre lavoz. Aludo al conffictivo cruce de oralidad y escritura del que el propio wanka estestimonio inmejorable, conflicto nunca del todo resuelto en la representación porla azarosa y circunstancial prevalencia de una u otra, pero cuyo marco general nodeja de remitir a un texto básico, incluso cuando ha sufrido un deterioro tan graveque literalmente casi no dice nada.

De otra parte, elwanka deja constancia, prácticamente en todas sus versiones,de un curioso sistema de articulación de dos tecnologías de la comunicación: lacarta va y viene entre los dignatarios de la corte incaica en manos de un mensajerotal vez innecesario. En la mayoría de versiones se supone que estos dignatariosforman parte de la comitiva de Atahuallpa y que están muy cerca uno de otro, perola carta siempre es trasladada por un funcionario real o por un cbasqui cuya acciónescénica (según el único testimonio que disponemos sobre este asunto) consisteen correr algunos pocos pasos "en zíg-zag esquematizando en sus movimientos[una] larga marcha de vueltas y rodeos, y significa la llegada final por un salto"1J.I.Si dentro de la ficción escénica y dentro del referente al que parece aludir esadistancia no existiera, la presencia y la acción del cbasqui haría ver con más nitidezel dramatismo de los muchos fracasos de quienes intentan descifrar el escrito, peroen cualquier caso, aún si los desplazamientos estuvieran justificados en el espacioficticio de la representación, los múltiples desplazamientos de los portadores deltexto ponen énfasis en la oscura necesidad de asociar elnuevo orden comunicativode la escritura con el viejo de los mensajeros, casi como si la "carta" tuviera quedepender de alguna manera de quienes la conducen de un lugar a otro, aunque alfinal todo el esfuerzo resulte inútil y el castigo sea inexorable.

Desde otra perspectiva, hay razones para sospechar que los variosdesplazamientos del correo del Inca tienen una manifestación degradada

132 Op. cit., líneas 165-67. Énfasis mío,133 Margot Bcycrsdorf, "La adoración de 105 ReyesMagos': Vigencia del teatro religioso

españo! en el Perüandino (Cusca: Centro Bartolomé de las Casas,1988).134 Balmorí, op. cit., p. 43.

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Capitulo Primero

en la tardía versión cusqueña del Auto de los Reyes Magos en la que unpersonaje "negra" se agacha para que los dueños de la letra escriban sobresu espalda las comunicaciones que se envían entre ellos-". La tecnologíade la escritura sitúa a quienes no la dominan como 'puras soportes físicosde la trasmisión de significados que ciertamente no entienden y de algunai!forma inscribe las grafías -casi como cicatrices- en la espalda doblegada :,:'1:'

del analfabeto. Luego, en el capítulo siguiente, analizaré la versión "cómica"de este asunto.

Mucho más interesante es el Eroceso de "lectura" que hacen los indiosde la carta del Rey o de Pizarra. Por supuesto, se parte del principio quetodos los esfuerzos por descifrarla serán inútiles, pera en este proceso seofrece una sistemática "hermenéutica" naturalizadora de lo que es el objetocultural por excelencia de Occidente. Varias veces el papel es consideradochala y la tinta"agua sucia"lJ6 a la vez que las grafías son casi siempre"traducidas" a signos propios de la naturalza. Cito algunos textos claves:

WayUaWisa: Quién sabequé dirá esta chala.Es possibleque nuncaLlegue a saberloyo.Vista de este costadoes un hervidero de hormigas.La miro desde este otro costadoy se me antojan las huellas que dejanlas patas de los pájarosen las lodosasorillas del río.Vista así,se parecea las tarukaspuestas con la cabezaabajoy las patas arriba.y si sólo así la miramoses semejantea llamas cabizbajasy cuernos de tatuka.Quién comprender esto pudiera.No no, me es imposible,mi señor,penetrarlo'F.

135 Op, cit., p. 58.136.E'stas denominaciones aparecen en Lara y Balmori. Lara afirma que el uso de

chalaepapel se explica porque "entre los elementos que le son conocidos [al Inca]no hay'más que uno que guarda semejanza con el papel, y es la chala" (op, cit. p.52). En elvocabulario, Balrnori asigna a "chchalla"el significado de "hoja de maíz,cosa liviana" (op, cit. p. 109). Meneses advierte el sentido figurado de la expresiónen el vocabulario de su Teatro Quechua Colonial, op. cit., p. 588.

137 Lara, op. cit., p. 101. El texto en quechua es como sigue:"Imaninchus ari kaypiqa,/mana sina jáyk'aj pachapas/ ñuqa yachayta atisajchu.l Kay chirunrnanta qhawasqalwátwaj sísiman rijch'akun.l Kay waj chirunmanta qhawasqa/ chay rnayu patach'aranpi/ phichukúnaj chakinpal unanchasqankikillan.Z Kaynijmanta qhawarisqal

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64 Escribir en el aire

o también:

Rey Inca: ... ¡Ay que chalablanca esta chala; de aquí mirada se parecencomo huellas de una serpiente que se ha deslizado; bien mirado!Otro tanto, se parece a los ojos de mi ñusta tan redondo, tan redondo,mirándolo por este otro lado se parece al camino de Huaylla Huisa tanquebrado, tan quebrado; qué chala ésta que no la puedo entender, no lapuedo adivinar! [...]Primo Inca: ¿Qyé chala, qué chala es ésta? [...] por este lado se vecomo una pata de gallo abierta en tres; por aquí se parece a la cajita deHuaylla Huisu redonda redonda; de este otro lado se ven como mamónde hormigas negras; ¿con qué agua negra está rociada esta chala, que nose la puede entender, que no se la puede averiguar? [...]Apu Inca: [...] ¿Qyé chala blanca es ésta? No la puedo resolver, ni enmodo alguno entenderla: Por aquí se ve como la cola de una víbora quereaparece; por aquí vista, semeja a pajaritos que estuvieran peleando;como rociada con agua negra parece a esta chala blanco en modoalguno la puedo entender en modo alguno la puedo remediar [...]138.

Mucho más interesante es el proceso de "lectura" que hacen los indios dela carta del Rey o de Pizarro. Por supuesto, se parte del principio que todoslos esfuerzos por descifrarla serán inútiles, pero en este proceso se ofrece unasistemática "hermenéutica" naturalizadora de lo que es el objeto cultural porexcelencia de Occidente. Varias veces el papel es considerado chala rla tinta"agua sucia"!", a la vez que las grafías son casi siempre "traducidas' a signospropios de la naturaleza. Cito algunos textos claves:

ríjch'akun ura umáyuh,l pata chakiyuk tarukakunaman./ jinallaran qhawahtinchijrilura umayuh llamakuna hína/ tarukakúnaj wájran kikin./ Pin kayta unánchaj kaska.Mana mana atiyrnanchu/ unanchayta, apullay". En este caso la traducción al españolconsigna la palabra"chala" que no está en el texto, supongo que porque en las primerasmenciones a la carta se emplea esta denominación en la versión quechua: "irna yúrajchhallachan kay", p. 98.

138 Balrnori,op. cit. .líneas 170-222.Eltexto quechuaese1siguiente: "ReyInca:Ay irna yurajchallachataj cay cay challata, cayrnanta caguaríni amariturniypaj "rnscaquipascarnanrijchacunjína collocollolla, cay chicamanta caguarini llustachayniypaj ñahuisninrnanrijchakun jina muyumuyulla, cay uj ladornanta cahuarlllaniraj Huaylla Huisañanninman rijchacun jina quehuaquihuilla; íma challachachus cay, challacha manahuatuy atina, ni unanchay atina. [...] Primo Inca: Ay ima challacha cay challacha,[...] caymanta caguarisca galloj chaquinman ríjchacun jina quinsa pallcarisca,chicarnanta caguarini Huaylla Huisaj cajítanrnan rijchacun jina muyumuyulla, cayujladomanta caguarisca yana siquimiras juñascajman ríjchakun, irna yana yacuguanchaschuquipascachus cay challacha mana guatuy atina ni unanchay atina. [...] Irnayuraj challachan cay challacha mana guatuy atina ni imaynamanta unanchay atina;cay ladornanta caguarisca catare] chupan jína lincurisca, cay uj ladornanta caguariscajurucutas manacuscajman rijchacun, ima yana yacuguan chaschuquipacachari, caychallachaca mana guatuy atina ni irnayna unanchay atina'.

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Capítulo Primero

Con relación a los Evangelios, la reacción es similar:

Inca: Hay Felipillo no entiendo,ni se lo que me dise estosgusanillos ablan?aquí otra cosa no beo'",

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La versión de Pomabarnba es mucho más trágica. En ella el desconciertoante la escritura obtura la inteligencia y los sentidos del Inca e inclusive terminapor enmudecerlo, en una especie de simbolo concentrado de la imposición dela letra sobre la voz:

Inca: Esto nada me revela, nada me dice. Estos garabatos de pajarillo huellasde gusano no me avisan. Mi cabeza no entiende, mis ojos no ven: Mis orejasno oyen, mi paladar no saborea,mi corazón no siente, mi boca no habln'".

Estos ejercicios de "lectura', en los que los signos gráficos remiten a 10 quepudiera ser su origen o a los elementos naturales que semejan representar, osimplemente a similitudes formales, tienen -como es obvio- una dimensiónpuramente ficticia, casi inverosímil en relación al momento y a los hechos enque se incluyen'", Esto genera un espacio de ambigüedad. Por ejemplo: alasociarlos con el desenlace de la historia y al situarlos en ese angustioso ir yvenir entre los dignatarios de la nobleza incaica, una lectura puede encontrarlesun signo dramático, que es 10 que yo intuyo, pero Balmorí juzga en cambio"cómica" toda la larga escena que presenta los esfuerzos indígenas por descifrarla carta'F. Ciertamente, aunque Balmori no 10 hace, podría acudirse a una largatradición en la que la desinteligencia de un mensaje genera comicidad'P, peroen este caso me parece que el efecto cárnico está ocluido por varias razones,principalmente ¡Jorque 10 indescifrable es una amenaza de muerte amenazaque será cumplida) y porque ese contenido es conocido en "escena" y por elpúblico a través de palabras como las ya citadas de Almagro (en la versión deOruro) que son traducidas por el lengua al idioma quechua.

No es nada fácil, sin embargo, filiar al productor de estos fragmentos. Sepuede suponer al respecto la acción de una perspectiva escri tural, y tal vezhasta "literaria" en términos occidentales, porque resulta complicado situartan consistente, esforzada e imaginativa operación traslaticia en quienes se

139 Iframas coloniales 01" cit., p. 49.El texto es de Los Ingas.140 Kapsolí, 01'.' cit., p. 170. El texto en quechua es el siguiente: Cay manarni

huilla~anchu, manam imatap ish nimanchu, manam huillamchu, kaypishcúcuna cachltacushca, curucuna lloctacushca, manam huíllarnanchu,humallay mushianchu, ñahuillay ricanchu, rinrillay huillanchu, shimillay,yachanchu, shonquillay mushyanchu, shimillay rirnanchu.

141 Aunque sea obvio, hay que aclarar que aún si el usanka fuera muy temprano, en élla oralidad primaria es parte de la representación y por consiguiente supone unarecreación ficticia de una experiencia entonces ampliamente superada.

142 al" cít., 1'1'.45-46.143 En la tradición española, por lo menos desdeEl librodebuen amor.

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enfrentan por primera vez a la escritura y tampoco debe pasarse por altoel hecho de que incluso las metáforas claves, como papel=chala, no dejaronningún rastró en el léxico quechua ni colonial ni moderno. Son pues, en estesentido figuras literarias que funcionan sólo dentro de esta textualidad y enrelación con su espacio imaginario. Si esto fuera así, entonces efectivamentecabría pensar que la reiterada representación de la incomprensión indígenade lo escrito puede contener un sentido de burla o de desprecio, detrásdel cual habría un sujeto productor desolidarizado (al menos en parte)con el pueblo quechua. Para complicar más las cosas: el sarcasmo antela ignorancia de los indios no necesariamente tiene que provenir de unpunto de vista hispánico. De hecho los ladinos fueron muy agresivos conlos indios no letrados (Guamán Poma dice que al indio que no aprenda aleer y escribir en español se le debe tener "por bárbaro animal, cauallo'T':" yno es imposible que esta apreciación se deslizara inconscientemente haciael pasado.

Naturalmente este juego de hipótesis tiende a probar que los textos del«uanka esconden una profunda y contradictoria estratificación: las varias vocesque compiten en el texto, y 10 hacen por momentos muy ambiguo, se instalanen distintos horizontes sociales, históricos y étnicos y ponen en primera líneael espesor de un discurso hecho de muchos discursos, espesor correlativo a laacumulación de experiencias históricas que asume como condición primaria,según ya vimos, la representación de la muerte de Atahuallpa como signode una opresión secular. En todo caso, en 10 que toca al punto concretoen análisis, la palabra que haría burla de la ineptitud de los indios (si éstefuera el caso) queda transformada por las otras palabras que hablan más bien,trágicamente, de la injusta destrucción de un orden propio, bueno y justo. Elllanto de coyas y palias es tal vez el mejor ejemplo de este otra sentido -quees el que finalmente; por decirlo de alguna manera, adquiere una hegemoníasemántíca'P. No hay que olvidar que al final-en varias versiones- Pizarra es

. condenado.

Pero el wanka incluye otros episodios sobre el desciframiento de laescritura. En ellos los indios tratan de "oír" (o sentir) lo que la letra "habla",en versiones que repiten de alguna manera el relato de ciertas crónicas,Es probable que su condición escénica, o si se quiere visual, determine lanecesidad dramática de poner en acción, enfatizándola, la extrañeza de laletra y su imposibilidad de traducción a una cultura oral. En la mayoría delos casos, la representación de la incompatibilidad de la oralidad y la escriturase limita a la intención del Inca de "oír" el libro, como ya está dicho, pero enalgunas versiones el tema adquiere dimensiones más complejas. En ciertasocasiones, forque se anotan gestos que no solamente tienen relación conla vista y e oído, y en otras porque esos gestos son repetidos (y por tantocolectivizados) por algunos miembros del séquito imperial. Anoto algunosejemplos. El más simple es el de Meneses, que incluye una breve acotación:

144 Op. cit., p. 796, Tm. 11.145 Tcrracini resuelve el problema remitiéndolo al sujeto que actualiza o recibe la

escena: "dramrna per i vinti, cornicitá per i víncitori". Op. cit., pp. 197 Yss.

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Capítulo Primero

Luego el Inca pone la carta a los oídos y después la bota con muchaviolencia146,

versión que es ampliada por las que se leen en los manuscritos de Pomabambay de Llamellín: .

Recibe el libro; después, lo lleva aloído, a la vista y a la cabeza':".

El ynga coje el libro abreloy pononlo en todaspartes !".

Esta acción es verbalmente desarrollada en la versión de Chillia en unparlamento de! Inca:

Hablame yapor que quierosaber todos los secretos,y si a la vista no me ablashablarme en el cntcndimlento.Es posible que no quierasdeclarnrme los secretos;pues si en la frente no quieres,ablamc en los oydos?asta aquí no dises nada¿quisas quieras en elpecho?pues esto no habla conmigo, ni enla frente,ni en el pecho,ni en los hoydos,ni en la vista,pues a mi no me sirbe estor!"

En la descripción de la representación en Carhuamayo, Millones anotaque Valverde "entrega al Inca un mazo de papeles 'l,ue Atahuallpa huele, poneal oído, muerde y finalmente arroja por los aires'. Como la acotación de!texto transcrito es más simple (e! Inca "recibe y ausculta detenidamente concuriosidad de los acompañantes se miran entre sí y le pasa e! libro entre susgenerales queriendo ser ayudado a descifrar")!50, se tiene que suponer que losgestos anotados corresponden al "actor" que desempeñó e! pape! de Inca en

146 Op. cit., entre parlamentos 106-107. En el texto quechua previo,Felipillo usa la, . ~alabra "karta"y la asocia al engaño. En la traducción española dc Meneses es

obvio· que Felipillo está jugando con dos acepciones, comunicación y juego dccartas;....como si tratarade prevenir alInca: u ••• la carta para eljuego y cl engaño dcla apuesta",lo que Atahuallpa, como es obvio, no puede percibir.El texto quechuadice:"qapiykayqa missa carta, mlssayukataq".

147 Op cit., p.170.•148 Op. cit., p. 31. Énfasis mío;149 Op. cir., p. 49. Es un parlamento muy similar al que consigna la versión de

Pomabamba, citado más arriba.150 Op. cit., pp. 59 y 87.

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la celebración estudiada en 1984 por Millones. Sin duda se trata de algo asícomo una sobreactuación, si se quiere de un cierto virtuosismo escénico, quede cualquier modo no hace más que profundizar en una tradición establecida.

Como en la de Carhuamayo, según acaba de verse, en la versión de Manásel gesto del Inca se hace colectivo. En es!a última Atahuallpa "pone el Libro alos ojos y pechos de los Sinchis y nustas'T", sin obtener tampoco, como es claro,ningún resultado.

No vuelvo a la discusión anterior, sobre si la "lectura" indígena dela escritura es cómica o dramática, aunque también cabría desplegarlaaquí, porque lo que interesa en este caso es poner en evidencia la radicalincompatibilidad entre la oralidad y la escritura como marco global de larepresentación de los sucesos de Cajamarca. Para recurrir de nuevo a Ong:el rensamiento oral es "agonista" y enfatiza la importancia de las accionesde cuerpo152, y desde esta perspectiva resulta impresionante el modo comolos textos citados (y otros muchos) "teatralizan' el choque de la letra conla oralidad. La condición "escénica" del wanka facilita enormemente lapresencia de la palabra hablada, no sólo por la obvia necesidad de transformartodo en voz pública, sino porque el movimiento y la gestualidad de lospersonajes permite la representación del sentido corporal que es indesligablede la expresión oral. Después de todo, el cuerpo es el gran significante de laoralidad.

Lamentablemente muy pocos manuscritos anotan la gestualidad queacompaña a los parlamentos. Entonces, trabajando sobre todo en la versiónde Balmori, Lore Terracini advierte ~ue si en la representación fracasan losactos de comunicación lingüística ( al dominatore compete la sorditá, ildominato é relegato al silenzio") en otro nivel, no lingüístico, "l'atto semicosi realizza come informazione di potere e prassi di violenza" que concluyecon la relegación del vencido a una posición infrahumana!']. Sin dudaobservando la dinámica global de las representaciones, con el acento puestoen la prisión y muerte del Inca, esta descripción es acertada; sin embargo, eseotro lenguaje, el de los gestos y actitudes de arrogancia y poder aparecen en elcurso del wanka compartidos por los dos bandos en pugna, incluyendo -confrecuencia-las acciones de los espectadores. En otras palabras: si el sentidode la acción global sitúa al poder y la violencia en el campo de los vencedores,los códigos del cuerpo ofrecen similar información para conquistadores yconquistados, aunque el desenlace, como es obvio, defina el triunfo de losprimeros también en este nivel. Después de todo, como señala igualmenteTerracini, la conquista de América no fue sólo una agresión política sinotambién semiótica'!",

A los códigos del cuerpo, en cuanto significante de la oralidad, habría queañadir todos los otros que provienen de la representación. Se sabe que no hay

151 Op. cit., p.llO.152 Op. cit., pp. 49 Yss.153 Op. cit., p. 17.154 Id. p. 7.

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Capítulo Primero

decorado, o que es muy simple'", pero la utilería y elvestuario merecerían análisisdetenidos156

• En las fotografías de la representación en Oruro, los conquistadoresestán unos disfrazados de tales,otros con uniformes qUllparecen reproducir los delos ejércitos de la Independencia y otros más con uniformes militares modernos,10 que se puede explicar por el peculiar sentido acumulativo de la historia queexpresa el nuanka y que ya he comentado, pero no tengo nada claro sobre otrosasuntos: por ejemplo, el Inca y los dignatarios imperiales usan anteojos negros,de sol, y las mujeres cubren el cadáver de Atahuallpa con paraguas o sombrillasnegros. Por supuesto, uno se siente inmediatamente tentado a arriesgar unahipótesis: anteojos oscuros y paraguas como que alejan u ocultan al sol y bienpodrían tener al~na relación con el silenciarniento o la derrota de los diosesindígenas (el Sol) frente a los dioses de los conquistadores, pero es claro que éstaes una aproximación puramente intuitiva.

De una u otra manera, en la representación pública de la muerte del Incapueden desplegarse con vitalidad los poderes de la voz (yen buena parte de la vozquechua), mientras que a la escritura no le cabe más que objetivarse en el silenciode la carta o libro y generar respuestas (desconcertadas siemrre) que también seinstalan en la oralidad. De alguna forma, la representación de «oanl:« implica unainversión de las condiciones discursivas de las crónicas, evidentemente inscritasen la escritura (salvo en los dibujos que incluyen algunas crónicas indígenas)!"y apenas evocativas del horizonte de la palabra hablada, pero también suponeuna definida desviación con respecto a su propia base escritural: si en su azarosaconservación se evidencia un respeto casi religioso por la letra (aunque se ladistorsiona porque en última instancia es el desconocido lenguaje del otro),aquí la voz impone condiciones y expande su capacidad de convocatoria social.Abandonando el espacio privado que es propio de la escritura, la oralidad seubica en su propio terreno -el ámbito público- y desde allíemite sus significados.

Hayal respecto un caso notable: en la versión de Lara, que es monolingüequechua'F, los conquistadores sólo miman los gestos del habla, sin pronunciar niuna sola palabra, y todos sus parlamentos únicamente se escuchan a través de latraducción dellengllG. Ciertamente, se puede interpretar tal silencio como resultado

155 Osario analiza la distribución de los espacios escénicos, op. cit., p.128.156 Hay descripciones en Balmori (op, cit., pp. 43-44) Y más detalladas en 01guín

e Iriarte (op. cit., pp. 76-78). Coinciden en buena parte con las fotografias quemenciono luego. '

157 ~obre este punto es notable el estudio de Mercedes López-Baralr, "La crónica deIndias como texto cultural: articulación de los códigos irónico y lingüístico en losdibujos de laNlleva coránica de Guamán Poma", Revista Iberoamericana, XLVIII, 48,Pittsbtrrgh, 1982. CEasimismo su libro yacitado y los de Rolena Adorno incluidosen sus estudios también ya citados.

158 Lara ha advertido la casi total ausencia de interferencias españolas, hasta el puntode que "para la Biblia se ha buscado una manera propia de expresarla: Qhispiy Simi,(Palabra de salvación)", op. cit., p. 32. Más que remitir a la "autenticidad" de estaversión (todas son auténticas a su manera), el dato parece evocar la actuación deun quechuista hiperculto, si se quiere un casticista, que bien podría corresponder algrupo señorial andino. Es bueno recordar que la fecha del manuscrito,probablementecopia y transformación de uno anterior, es 1871.

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de la opción idiomática de esta versión, que haría imposible, por inverosímil,que los conquistadores hablaran en quechua; sin embargo, este argumentoestá invalidado de algún modo por el ejemplo del "teatro quechua colonial",en el que personajes no indígenas se expresan en quechua, con 10 que se abreotra posibilidad de interpretación: el silenciamiento de la voz española, en elmomento de la gran confrontación intercultural, bien podría ser algo así cornola venganza imaginaria de quienes no escriben ni leen. Al invasor se le cercenala voz, enmudece en "escena",como contrapartida de la imposibilidad indígenade leer: en el imaginario del uianka, son ellos, los indios, los que no leen, losúnicos que hablan. Una venganza tardía, por las características del manuscrito deChayanta, pero simbólicamente eficaz.

Identidad, alteridad, historiaTodo 10 anterior obliga a insistir y profundizar en las condiciones y

virtualidades discursivas de las representaciones "teatrales" de la muerte delInca ya contraponerlas con las que son propias de las crónicas-". Por lo pronto,aunque se puede rastrear un amplio y fluido trasiego de los textos cronísticos,en el sentido de que unos son fuentes de otros, a veces hasta el punto dela mera copia, 10 que algunos escribas ocultan con esmero, las crónicas sondiscursos cerrados que remiten a la persona del autor como instancia muchasveces legitimadora de su sentido y de su verdad: no es inusual, por esto, queel cronista incorpore su experiencia al tejido del discurso como mecanismoque garantiza la autenticidad de lo que dice, con 10 que duplica su presenciay enfatiza consistentemente su autoridad. En otros términos: el discursocronístico no puede desplazarse más allá del espacio que configura su autor,con 10 que además respeta la índole finita de toda expresión escrita, aunque-por supuesto- dentro del texto puedan resonar varias y distintas voces,incluyendo a veces las de informantes orales. No es casual, entonces, que hayapocas crónicas anónimas y -que yo sepa- ninguna en la que colaboren dos omás autores.

Pero estos discursos también están clausurados en otro sentido, tal vez menosobvio pero igualmente significativo, o hasta más: la historia de 10 que realmentesucedió (aunque ya sabemos que el discurso nunca copia los eventos) es ellímite de su discurso, a veces ampliado hasta la frontera de 10 que tuvo o pudosuceder de acuerdo a la lección de las Sagradas Escrituras y sus interpretacionesconsagradas o del imaginario occidental de la época: las sirenas que vio Colón,resultan verosímiles desde esta perspectiva, por ejernplol". De hecho, inclusivelas crónicas más evidentemente imaginativas y hasta tergiversadoras obedecen auna concepción mimética dura y se acomodan dentro del espacio de la "realidad"que pretenden representar y con respecto a él (y a la conciencia de su tiempo)generan las normas convencionales de aquello que les es decible; o si se quiere

159 Prescindo en este caso, pues su análisis es breve e incompleto, del significado de lasdanzas, específicamente de la comparsa del Inca/Capitán.

160 CE. a este respecto el hermoso libro de José Durand, Ocaso de siremas y esplendor demanatíes (México: Fondo de Cultura Económica, 1983),28 ed.

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Cnpítulo Primero

cambiar de perspectiva, su legibilidad está bajo el amparo (pero también bajo elimperio) de una cierta concepción de la historia y de lo verosímil, sin duda en laversión occidental de su época. En el fondo, se trata de la legalidad impuesta porel género crónica. No está demás añadir que los cronistas indios se esmeran porcumplir estos requisitos, inclusive traduciendo sus peculiares formas culturales a lasaceptables por los españoles, aunque el resultado final del proceso puede ser -cornoen Guamán Poma- de una magnífica originalidad.

Por Id demás, como productos escriturales, las crónicas no pueden escapara la espacialidad lineal del lenguaje gráfico y al marco que inevitablemente loencierra, marco tanto más férreo cuanto se materializa en un objeto como ellibro que discurre encerrado (las palabras no son inocentes) entre una tapay una contratapa. Las ideas de Michel de Certeau sobre la escritura de lahistoria, con su asociación entre la linealidad de aquélla y la cronología de ésta,ambas imposibles en Occidente sin un fin y un comienzo precisos, no dejandudas acerca de la índole de la memoria que pueden evocar las crónicas: la delos hechos, definidos e irrepetibles, que sucedieron de una vez y para siempre yquedan inscritos en una grafía inmodificable'?'.

El iuanka, se inscribe, en cambio, dentro de otras y muy distintascondiciones discursivas. En primer término, aparece como un texto abierto ala colaboración ininterrumpida de muchos "autores" que lo van modificando através de un curso secular, modificaciones que aunque sean parciales terminanpor reformular su sentido global en la medida en que cambian el sistema derelaciones sígnicas que corresponden -como es obvio- a la matriz de todosignificado. Naturalmente, entonces, la figura del "autor" decae o desaparece yes sustituida por la acción impersonal de sujetos que no sienten la necesidadde identificarse, tal vez porque lúcida u oscuramente se reconocen portadoresde contenidos colectivos de conciencia. En todo caso, el texto no se acoda enuna experiencia individual ni se legitima en ella; más bien -y se trata de unproceso radicalmente distinto- busca su validación en las expectativas socialesy en e! reconocimiento colectivo que pueda garantizar su supervivencia comocomportamiento festivo-ritual-escénico de una determinada comunidad.Aunque es obvio, no está demás recordar que ninguna de las versiones tieneformato de libro (salvo en las ediciones contemporáneas) y que todas sonanónirnas'F. Si algún nombre aparece es sólo el de! copista.

Algo más: el wanka se instala en un ámbito en e! que la historia a lamanera occidental tiene a lo más la primera pero nunca la última palabra, yhasta se podnía decir que únicamente resuena como la memoria de un sucesoque ha quedado densamente recubierto por capas imaginario-simbólicas quelo evocan con extraordinaria libertad. También en esto tiene una funciónprimordial el género: e! suceso no es narrado ni descrito sino hablado por vocesinventadas, "teatrales", que no pueden repetir un supuesto diálogo originariosino generar otro que tenga efecto ante un público presente que se siente

161 Op, cit., especialmente 1, 3; 11,3 YV.162 Excepto la estudiada por Millones, según se vio en su oportunidad. Aún aquí, el

autor, Ricaldí, se siente portador de sentidos colectivos.

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vitalmente concernido. Como se ha dicho antes, la crónica interpela a un lectorsolitario, mientras que el -uianka es íntegramente un acto público, pero un actopúblico que nada tiene que ver con lo que sucede en los teatros sino, más bien,con los rituales colectivos: en última instancia, la representación no se ubicaen el plano de los actores" sino en el espacio compartida de la comunicacióncon una comunidad que se siente representada y cuya historia es, precisamente,el asunto y la materia del suanka. No sobra añadir que esta historia no revelanada nueva sino confirma lo que todos saben (la captura y muerte del Incaen Cajamarca)163, pero ese episodio, como está dicha, tiene algo así como unaubicuidad temporal: está allá y en el tiempo pasado, pero también aquí y enel tiempo presente, cargándose siempre efe nuevas experiencias y de nuevassentidas y hasta gestando, en algunos casos, contenidos que hablan de unfuturo que corregirá el desorden cósmico que se inició can la conquista.

Por supuesto, no se trata de la obsoleta dicotomía de realidad e historia,por un lado, y de ficción, por otra; ni tampoco de una pura aposición genéricaentre crónica y "teatro". Ya está dicho que el discurso histórica-cronísticotiene mucho de fic ción, pero habría que insistir en que la ficción del "drama"tiene mucho de verdad: no tanto de una verdad factual o empírica, verificable,pero sí -y decisivamente- de la verdad de una conciencia de la historia comoexperiencia colectivamente vivida. Tampoco se trata de separar en bloque 10hispánico de las crónicas de 10 andino del uianka, no solamente parque haycrónicas indígenas (y hasta las que no 10 son no siempre quedan libres delimpacto de sus referentes indígenas), sino porque las representaciones de lamuerte del Inca, aún si se articularan con experiencias "teatrales"prehispánicas,son absolutamente indesligables de lo hispánico. No en vano de 10 que tratanes precisamente del choque entre ambas sociedades y culturas. A fin decuentas, aunque las crónicas de Cajamarca y las representaciones andinas dela muerte del Inca tienen como argumento central el primer enfrentamientoentre indios y europeos yaunque su tema de fondo es la radical incomprensiónque separa a unos y otros, eso no impide que el gran significado que cubrea las dos discursos tenga como eje vertebrador la constitución de un nuevoproceso histórico que afecta a todos. Crónica y wanka son parte sustancial deesta historia, historia que reconstruye la identidad de los sujetos que la viven,y no su mera expresión.

Sin embargo, tan equivocado como proponer la validez de las dicotomías yamencionadas, sería tratar de sumar ambos discursos, obviando sus diferencias,cama si el uno y el otro fueran paralelos pero homólogos. No 10 san, enmodo alguno, y más bien tienen caracteres mutuamente beligerantes y enmás de un sentida incompatibles, pese a sus eventuales pero muy traumáticasinterrelaciones. Bastaría subrayar que la crónica es el reino de la letra, queen todo caso asimila y transforma las voces de la tradición oral, mientrasque las representaciones de la muerte del Inca en sentido inverso, parten deuna escritura azarosa pero se realizan en la plena dimensión de la voz. Por lodemás, para emplear un ejemplo burdo y en otro nivel de esta beligerancia,

163 Osaría lo asocia por esto a la tragedia griega, pero también señala que es como un"oficio litúrgico cuyos resultados son conocidos de antemano", op. cit., p.116.

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Capítulo Primero

cabe recordar que dentro del texto del uianka es frecuente el intercambio deinsultos entre los personajes de uno y otro grupo social!", agravios en los quecada quien expulsa al otro de su mundo humano. Esta agresividad, como estádicho, es mutua y por eso mismo instaura un insólito espacio común: el de lacontradicción. La historia que comienza en Cajamarca es, en su sentido másfuerte, la historia de una contradicción; pero, como bien se sabe, la índole deésta supone la indispensable acción de los contrarios que la constituyen. Eneste caso, aunque parezca insólito, la totalidad histórica y discursiva está tejidapor y con esas contradlcciones'<,

Para entender esta literatura no basta entonces con recurrir al dialogismobajtiniano; es eso,porcierto.yen laversión de la polifonía más vastaydiscordanreque incluye las virtualidades de la voz (que constantemente resuena en el textoescrito del wanka -y a veces en las crónicas-- y se expande victoriosa en susrepresentaciones) y de la letra (que interfiere constantemente la entonaciónde la palabra hablada y que convoca en sí misma a otras escrituras), pero tododentro de una situación socio-cultural que mezcla de tal modo los discursosque finalmente ninguno de ellos es inteligible por sí mismo. Para decirlo engrueso: inclusive cuando se trata de una oposición tan radical como la queenfrenta a la oralidad con la escritura, y a las discordantes racionalidades de lahistoria que son mutuamente incompatibles, la única opción del pensamientocrítico consiste en asumir como objeto de conocimiento esa oposición,como contradicción radical o como ríspido contraste; de otra manera, comoha sucedido hasta ahora, sólo se percibe un lado del asunto y ese lado notiene sentido por ni en sí mismo. Durante demasiado tiempo se habló de la"literatura de la Conquista" o de la "literatura de la Colonia" como si fueranexclusivamente las escritas en español, se añadió luego la "literatura de losvencidos'T"J como un sistema aparte, pero en realidad se trata de un objetoúnico cuya identidad es estrictamente relacional. En este orden de cosas, elverdadero objeto es ese cruce de contradicciones. Su materia es la historia queimbrica inextricablemente varios, diversos y muy opuestos tiempos, concienciasy discursos. Desde entonces nuestra literatura comienza la conquista yapropiación de la letra, pero instalada en ese espacio -el espacio de la "ciudadletrada"!67- no deja de sentir, ni siquiera ahora, como nostalgia imposible, el

164 En la versión de Meneses, sea el caso, Valverdc es visto por losindios como "sapo"y como "hijo del demonio" (por ejemplo, parlamento 192). A la inversa, en casiRodas las verslones.Ios indios son denominados por los españoles como "bárbaros",

.' 'brutos" e "inn.cles",165 Puede consultarse mi estudio "La literatura peruana: totalidad contradictoria",

publicadó originalmente en la Revista de Critica Literaria Latinoamericana, IX,18, Lima, 1983, que ahora aparece como Apéndice a Laformación de la tradiciónliterariaen el Perú, op, cit.

166 Aludo, como es obvio, a la denominación empleada por Miguel León Portilla,Visión de los vencidos (La Habana: Casade lasAméricas,1969).La primera edicióndata de 1959. Cf. también, del mismo autor,El reverso de la Conquista (México:Joaquin Mortiz, 1980).La primera edición es de 1964.

167 Remito, como es claro, al conceptoacuñadopor Angel Rama en La ciudadletrada(Hanover: Norte, 1984).

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deseo de la voz. Estoy pensando en "Pedro Rojas" ("Salia escribir con sudedo grande en el aire") de César Vallejo, por ejemplo168,

En el fondo, en este debate de la voz y la letra, tal vez no se trate de otracosa que de la formación de un sujeto que está comenzando a comprenderque su identidad es también la desestabilizante identidad del otro, espejo osombra a la que incorpora oscura, desgarrada y eonflictivamente como opciónde enajenamiento o de plenitud.

168 España, aparta de mí este cáliz, op. cit., pp. 261-263. Trabajo sobre este texto en laparte final del libro.

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Capítulo segundo

Las suturas homogeneizadoras:Los discursos de la armonía ímposíble"

Las trágicas contradicciones que son la materia misma de los relatoscronísticos sobre el episodio de Cajamarca, y mucho más agudamente aúnlas representaciones andinas de la muerte del Inca, no deben leerse sólodentro del espacio que ambas series discursivas entretejen y acotan. Laextrema tensión entre uno y otra, excepcionalmente beligerante por elentrecruzamiento de la oralidad y la escritura y por la incompatibilidadradical de las conciencias de la historia que tanto expresan como producen,se inscribe en un ámbito y un proceso harto mayores, en estructuras ydinámicas que llegan hasta hoy, surcando cinco siglos, como fuerzasconfiguradoras de los entreverados sujetos sociales que coexisten en elmundo andino contemporáneo.

Me interesa estudiar ahora el lado opuesto, el revés de la abismalheterogeneidad examinada en el capítulo anterior; o más concretamente,me propongo trabajar sobre los discursos (y bajo todo discurso hay undeseo) de la homogeneidad. Por supuesto, observar esta faz inversa es unaforma de hacer más claro lo que entendemos como el carácter definidorde vastos segmentos de la literatura latinoamericana, y en especial andina:su extraña condición de totalidad que está hecha, paradójicamente, con eltramado de una muy compleja red de confrontaciones.

En el fondo, si cada soank« es un verdadero campo de batalla designificados que se sobreponen y solapan, compitiendo y negándoseentre ellos, aunque a veces encuentren rutas subterráneas de azarosascoincidencias, y si en muchas cránicas hay constancia más o menos obviade sus fracturas internas, en algún momento insubsanables, como enlas de Garcilaso o Guamán Poma; y si -por otra parte- ambos génerosdelatan que el orden fundamental de sus relaciones no es otro que el delos conflictos más ríspidos, entonces el examen del discurso opuesto, el dela ,homogeneidad, no puede menos que abismar aún más el contenido yel funcionamiento de la categoría de contradicción. Su espiral avanza, secornplejizu y se hace harto más turbadora cuando podemos ligarla al ordenconceptual que tiene sus propias razones para tratar de instalar la armoníaentre lo que es dispar, divergente y hasta enconadamente belicoso.

* Algunos fragmentos de este capítulo fueron escritos entre finales de 1991 ycomienzos de 1992 para la recopilación de estudios que prepara Iris Zavalabajoel título La invención de América. Otros aparecieron en distintas publicaciones,según se anota en cada caso. La versión definitiva de este capítulo fue terminada amediadosde 1992.Más tarde sólo he añadido algunasreferencias bibliográficas.

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Ciertamente, los grandes discursos homogeneizadores se sitúan en el sigloXIX' alrededor de la emancipación, cuando se hace imperioso imaginar unacom~nidad lo suficientemente integrada- como para ser reconocida, y sobretodo para reconocerse, como nación independiente. Salvo excepciones, éste esun problema casi por principioajeno al régimen colonial: dentro de él, en efecto,no se requiere imaginar un espacio común, compartido; alrevés, lo que interesaes marcar los límites entre elpoder y sus representantes metropolitanos y la granmasa de vasallos sometidos P?r el derecho de una justa conquista o d,el ordenimperial, aunque pronto comiencen a crecer los deseos de autonomía de lossoldados de la primera hora, cuya obra parece descornedidamente expropiadapor la burocracia colonial, y aunque -de otro lado- criollos y mestizos sientantambién pronto que están siendo preteridos en su propio suelo. Por su parte,entre el desconcierto, la resistencia y la rebeldía, los indios elaboran estrategiasde sobrevivencia y comienzan a formular oscuramente el proyecto utópico derestauración de los tiempos antiguos o de construcción de un nuevo orden'.

Precisamente será la voz de un mestizo, Garcilaso, una de las primeras enintentar la configuración de un espacio de convergencias y armonías. Esta esla razón por la cual estudio inicialmente el difícil discurso homogeneizadordel Inca, para examinar luego el modo como la figura y la obra de Garcilasode la Vega sirvieron para construir en el XIX y XX la imagen simbólica deuna nación integrada. Finalmente, recurriendo a varios textos del siglo XIX ya algunos pocos del XX, trato de esclarececer ciertos aspectos más puntualesdel discurso homogeneizador (y sus contratiempos) propio de esas épocas.Aunque el tema de la homogeneidad preside todo el capítulo, la diversidadde sus referencias me obliga a organizarlo en parágrafos más bien breves yaparentemente independientes.

Garcilaso: la armonía desgarrada

No es necesario insistir en que la obra íntegra de Garcilaso es un empeñosoy hasta obsesivo trabajo alrededor de su condición mestiza; o mejor aún, unalaboriosa semiosis destinada aproducir la legitimidad de esa condición, personaly socialmente, comenzando por la legitimidad de una escritura -la propia­que se autopropone como articulación armónica de lo vario y mezclado: comoescritura mestiza, en suma. Lo es, ciertamente, en muchos sentidos. Bastarecordar que vincula tradiciones hispanas y quechuas, que supone el constantetrasiego de la oralidad a la escritura, notable sobre todo cuando se trata de laoralidad quechua trasvasada a la escritura en español, y que envía su mensaje

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CE Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura ypolíticaen elsiglo XIX (México: Fondo de Cultura Económica,1989).CE Benedict Anderson, Imaoined Communíties: Reftections an the Origin andSpreadofNotíonatism (London:VersolNew Left, 1983).Cf. especialmente los aportes de Alberto Flores Galindo , Buscando un Inca:identidady utopíaen tosdndes (La Habana: Casade las Américas,1986)yManuelBurga, Nacimiento de una utopía.lvIuertey resurreccitin de losIncas (Lima: Institutode ApoyoAgrario,1988).

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Capí/¡ulo Segundo

tanto a sus lejanos parientes cusqueños cuanto a la corte peninsular y al lectorculto del Renacimiento.

Pero lo que interesa es poner de relieve que la v:Jidación de la escrituramestiza de Garcilaso, específicamente en los Comentarios, no tiene únicamenteque ver con la duplicidad de sus "fuentes", ni siquiera con el esfuerzo porpreservar las fidelidades que debe a uno y otro de sus ancestros; se refiere, enlo esencial, ala construcción -o mejor, a la autoconstrucción- del sujeto quehabla en el texto y del espacio desde el que lo hace. Para obtener credibilidadcomo historiador fidedigno, a Garcilaso le preocupa elaborar con precisiónun punto de enunciación capaz de dar autoridad a un discurso en buenamedida disidente con respecto a otros que habian manejado iguales o similaresreferentes. Después de todo, la plausibilidad de sus visiones alternativas teníacomo condición ineludible la forja de un sujeto que tuviera razones y derechospara escribir lo que quería escribir'.

Por supuesto, hay en los Comentarios toda una sutil, variada y complejaestrategia historiográfica, pero toda ella depende, muy directamente, de lo quehe llamado la autoconstrucción del sujeto que relata (y produce) la historia,Leyendo a Garcilaso -diceJosé Durand- "llega un momento en que la lústoriase nos ha convertido en autobiografla'"; y es así, por cierto, pero no hay queolvidar que se trata de una autobiografía que más que relatar situaciones per­sonales tiende a clarificar la índole étnica (y las posibilidades discursivas) delautor. Por otra parte, visto como sujeto de la enunciación, el Inca ensaya un

4 Aunque la bibliografía gareilacista es amplísima y en ella siguen teniendo valorlos aportes clásicos, me han sido especialmente útiles los siguientes estudios.joséDurand, El Inca Garcilaso, clásico deAmérica (México: Scpsetentas, 1976) y variosde sus artículos no recopilados en este volumen; Alberto Escobar, "Historia ylenguaje en los Comentarios Reales", en Patio de Letras (Lima: Caballo de Troya,1965); Max Hernández, "El Inca Garcilaso: el oficio de escribir", en Plural, 217,México, 1989; Susana jákfalví-Leíva, Traducción. escritura y violencia colonizadora:un estudio sobre la obra delInca Garcilaso (Syracuse:Maxwell Sehool, 1977); MartínLíenhard, "La crónica mestiza en México y el Perú hasta 1620. Apuntes parasu estudio histórico-literario", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,IX, 17, Lima, 1983; Enrique Pupo-Walker, Historia. creación y profecía en lostextos del Inca Garcilaso de la Vega (Madrid: Porrúa-Turanzas, 1982); MargaritaZamora, Langllage, Authol'ity and Indigenous History in the Comentarios Reales de

•'los Incas (Cambridge: Cambridge University Press, 1988); Nicolás Wey-Cómez,u¿Dón,de está Garcilaso? La oscilación del sujeto colonial en la formación de undiscurso transcultural", en Revista de CriticaLiteraria Latinoamericana, XVII, 34,LimalPittsburgh, 1991; y el libro de Manuel Burga, ya citado. Posteriormentehan aparecido el excelente libro de Max Hernández, Memoria del bien perdido.Conflicto, identidady nostalgia en elInca Garcilaso de la Vega (Madrid: Encuentros,1991) yel algo desigual de César Delgado Díaz del Oimo, Eldiálogo delos mundos.Ensayosobre elInca Garcilaso (Arequipa: UNSA, 1991).

5 Op. cít., p.ll. Inicialmente apareció en su artículo "El Inca Garcilaso, historiadorapasionado"(1952).

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extenso abanico de posiciones discursivas. En efecto, sin tomar en cuenta losvarios nombres que fue usando a lo largo de su vida, Garcilaso habla a vecescomo servidor fiel de su Majestad, a veces como mestizo doblemente noble, aveces simplemente como mestizo, a veces como Inca y a veces como indio. Sonfiguraciones de la persona que admiten variantes interiores y que, por cierto,no son siempre ni necesariamente excluyentes. Al revés, el impulso primariode Garcilaso es sumarlas en una vasta unidad que a todas cobija'. Me interesaentonces el recurso más obvio para obtener esta ambiciosa unidad. No cabeduda de que es la figura del mestizo.

No está demás recordar, sin embargo, que la primera definición étnica queaparece en la obra garcilacista,yque además aparece en lo esencial por la necesidadinterior de autoidentificación, es la de "indio". Estoy aludiendo, por cierto, a lacuriosa interpolación de esa calificación en La traduccián del mdio de losDiálogosde Amor, la que será modificada, sin perder su contenido étnico, en La Floridadel Inca, datos sobre los g~e también llama la atención Durand y los interpretacomo expresión del orgullo de Garcilaso por su "condición de hombre nuevo'",a lo que cabría añadir que el desplazamiento de "indio" a "Inca" bien podríasignificar la incorporación de un contenido nobiliario, y en este sentido clasista,a la matriz étnica originaria. Me parece claro, sin embargo, que "indio" e "Inca"funcionan casi como hipérboles de la extrañeza del ser mestizo, pero dentro deun código siempre ambiguo que a veces delata modestia y a veces soberbia, y almismo tiempo, pero sobre todo, como aviso al lector de que va a leer un discursodistinto, un discurso otro. Casi podría decirse que la autodefinición del mestizoreal como indio o Inca escriturales es una forma de subrayar la alteridad de esediscurso y de quien lo emite.

El hecho de que ni la traducción de los Diálogos ni La Florida requieranla autorización autobiográfica, que sí necesitan los Comentarios y la Historiageneral, no debe hacernos olvidar que Garcilaso intencionalmente teje unacerrada malla de referencias cruzadas entre todas sus obras, especialmente ensus prólogos y dedicatorias, de suerte que cuando la legitimación autobiográficadebe pasar al primer plano -en sus dos últimos libros- está ya sólidamenterespaldada ]Jor la figura de un autor que se ha definido desde mucho antescomo indio/Inca; y también, en otro orden de cosas, como escritor erudito (conla traducción) e historiador ameno y fidedigno (con La Florida). Me pareceque todavia no se ha estudiado 10 suficiente el complejo proceso que articulatodos los libros de Garcilaso y genera algo así como un espacio macroautoralque en cada caso opta por variantes internas más o menos agudas pero que noexceden las posibilidades de ese ámbito trabajosamente acotado.

6 Un solo ejemplo: las muchas "personas" mencionadas, y otras más, se acumulan enla dedicatoria dc su traducción de los Diálogos quc Garcilaso incluye al final delPrólogo a la Historia. Hay muchísimos ejemplos más. Cito siempre por Historiageneraldel Perü. Estudio preliminar y notas de José Durand (Lima: Universidadde San Marcos, 1962), 4 trns, En lo sucesivo cito dentro del texto, entre paréntesis,anotando la palabra Historia scguida del Libro, cl Capítulo y en casos necesariosel Tomo y la página.

7 Op.cit.,p.48. Corresponde alartículoqueda título allibro.Apareció originalmenteen 1953.

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Cap.ítula Segundo

En todo caso, aún si no dispusiéramos del obvio dato biográfico, quienescribe los Comentarios no puede ser más (ni menos) que un mestizo. Dehecho, el sentido último de su discurso resultaría inexplicable al margen de esacondición -que es condición del sujeto y de su escritura. Todos recuerdan lahermosa y enhiesta reivindicación garcilacista del mestizo:

A los hijos de español y de india o de indio y española, nos llaman mestizos,por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por losprimeros españoles que tuvieron hijos en indias, y por ser nombre impuestopor nuestros padres y por su significación, me 10 llamo yo a boca llena",

La reivindicación de la condición de mestizo (tanto más aguerrida cuantoque a renglón seguido se dice que en Indias esa palabra expresa menosprecio)'es parte sustancial del dispositivo bimembre que hace posible la escritura delos Comentarios, texto también dual como está dicho, ya su manera tan insólitocomo el hombre de dos sangres que lo escribe en el gozne de los siglos XVI yXVII. No está demás poner de relieve, sin embargo, que en el fragmento citadola figura del padre tiene un rol importante: se llama mestizo con orgullo porqueeso es lo que es ("somos mezclados"), pero también porque así los llamaba supadre español ("nombre impuesto por nuestros padres"). Es desde esta posiciónque la dedicatoria de la Historiageneral delPerúimplica, hasta cierto punto, unnuevo sesgo en la filiación: desaparece el español del "nosotros" implícito enla categoría mestiza y, en cambio, se acoje fraternalmente a indios, mestizos ycriollos. Dice la dedicatoria:

A los indios, mestizos y criollos de los reinos y provincias del grande yriquísimo imperio del Perú, el Inca Garcilaso de la Vega, su hermano,compatriota y paisano,saludy felicidad.

Sería tentador correlacionar estilisticamente las dos enumeraciones,asociando indio a hermano, mestizo a compatriota y criollo a paisano, pero enrealidad la economía de la frase parece girar sobre el término mestizo, desdeel cual se abraza al indio y al criollo (es decir, a todo el mundo americano)y se acumulan los significados afectivos de la segunda enumeración. Enotras palabras, al reivindicar enfáticamente su carácter mestizo y al asociarsefraternalmente con indios y criollos, Garcilaso asume una representatividadmúltiple y ubica su discurso en el espacio de lo vario. Para decirlo con lo que yaes un lugar común: Garcilaso se considera autorfidad) de múltiples escrituras ycree instalarse en una intersección utópica desde la que parecería poder realizaru,:.ideal "panóptico", globalizador y totalizante.

Cabe..preguntarse, sin embargo, si es posible realizar este proyecto -omás puntualmente, si Garcilaso puede hacerlo. Es claro, por lo pronto, que

8 Comentarios reales de los Incas, Estudio preliminar y notas de José Durand (Lima:Universidadde San Marcos, 1967,2a ed.),Lib. IX, Cap.XXXI,Tm.IV,p.163.Enlo sucesivo se cita esta misma cd. en el texto, entre paréntesis, anotando la palabraComentarios y siguiendo el sistema mencionado en la nota 6.

9 Burga[op.cit.,pp.276 Yss.)sepreguntasiestedesprecio no era tambiénsentidoporlos indios, como obviamente sucede, por ejemplo, en el caso de Guamán Poma.

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Garcilaso imagina la condición mestiza en términos de conjunción y síntesis,aunque a veces no sin sobresaltos. A este efecto recurre a varias estrategias]desde la asimilación del neoplatonismo, filosafia en la que encontró una baseconceptual especialmente apropiada para pensar y pensarse en función de unaarmónica convergencia de fuerzas disímiles y encontradas, hasta la certeza -nosin grietas- acerca del sentido providencial de la historia. En este orden decosas Garcilaso sitúa alincario no en contraposición a la conquista sino -comoel mundo clásico con respecto al cristiano- a la manera de prólogo propiciatoriode la evangelización de las Inclias. Es obvio que así, como etapas de un solo granproceso deseado por Dios, que conduce de la barbarie de las épocas remotasa la razón natural del incanato y de la razón natural a la revelación divina quese ofrece a los indios con la conquista, se desdramatiza el fin del imperio ysu sojuzgamiento por los españoles. El discurso histórico puede discurrir sincontratiempos, suturando desgarraduras y soldando lo quebrado con la mejorde las razones: la clivina. Hasta cierto punto, esta operación también lograsuperar los desencuentros interiores del propio Garcilaso.

y sin embargo, con ser poderosísimos, éstos y otros clispositivosconceptuales no siempre funcionan eficazmente. No insistiré en la tantas vecesreferida ambigüedad ni en los vaivenes más o menos constantes propios dela prosa garcilacista, que son obvios indicios de la inestabilidad y hasta de lairresuelta conflictividad de su proclamada condición mestiza; me detendré sóloen un texto, aparentemente ajeno a esta problemática, que puede leerse -conalgo de imaginación- como metáfora soterrada del fracaso de ese deseo dearmonía!". Es el siguiente:

El año demilyquinientos ycincuentayseis] sehallóen un resquicio deunamina,de las de Callahuaya,una piedra de las que se crían con el meta! [...] porque todaella estaba agujereada de unos agujeros chicos y grandes que la pasaban de uncabo a otro. Portodos ellosasomaban puntas de oro como si le hubieran echadooro derretido por cima.Unas puntas salían fuera de la piedra} otrasemparejabancon ella} otras quedaban más adentro. Decían los que entendían de minas quesi no las sacaran de donde estaba, que por tiempo viniera a convertirse toda lapiedra en oro. En el Cuzco la miraban los españoles por cosa maravilloza¡ losindios la llamaban huaca, que, como en otra parte dijimos entre otras muchassignificaciones que este nombre tiene, una es decir admirable cosa, digna deadmiración por serlinda, como también significa cosaabominable porserfeayola miraba conlos unosy conlos otros. El dueñodelapiedra,que erahombrericodeterminó venirse a España y traerla como estaba para presentarla a! Rey [...]Supe en España que la nao se había perdido, con otra mucha riqueza que traía(Comentarios, Lib. VIII, Cap.XXIV; Tm. IV,p. 80-81).

Por lo pronto, muy dentro de su estilo, Garcilaso deja constancia de cómoven esa extraña piedra los españoles ("la miraban [...] por cosa de maravilla")

10 Me interesó el texto y su significado posible a! conocer los originales del libro deJorge Guzmán sobre el mestizaje en la poesía de Vallejo, ahora publicado bajo e!titulo ContraelsecretoproftsionalLectura mestizade Vallejo (Santiago:Universitaria,1991), cf pp. 26-29. Guzmán enfatiza la oposición oro/huaca para establecer supercepción de! mestizaje y los problemas implícitos en él.

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.J;'eto.e! fragmento es aún más incitante. Recuérdese que Garcilaso anotaque "decían los que entendian de minas que si no 10 sacaran de donde estaba,que por tiempo viniera a convertirse toda la piedra en oro", frase que tiene queleerse en relación con la que inicia el capítulo: "de la riqueza de oro y plata queen e! Perú se saca, es buen testigo España", y con la que concluye la historia de

Capf/;ul, Seguud, 81

y cómo los indios ("la llamaban. huaca [... ] admirable cosa"), generando unasuerte de traducción subterránea e intermediada: después de todo, en este .contexto, la huaca es exactamente 10 mismo que la "cosa de maravilla" de los J

españoles, con 10 que ambas visiones se confunden en un solo sentido: cosa de I'maravilla=huaca=admirable cosa, todo dentro de la siempre deseada armoníade 10 doble que en e! fondo y en verdad es único -aunque e! costo de estaoperación, si bien se mira, sea e! vaciamiento semántico de la palabra quechuaque deviene, pese a conservar su función retórica, en una tan vistosa comoinútil bisagra'que articula lo mismo con 10 mismo. Entonces, como en muchasotras ocasiones, e! discurso garcilacista deja constancia de 10 indio y 10 españolpero inmediatamente insume a ambos, desconflictivizando su mutua alteridad,en una complaciente categoría totalizadora. En cierto sentido la producciónverbal de la sinonimia disuelve la dualidad de las miradas que están en suorigen.

Sintomáticamente, Garcilaso quiere dar su propio testimonio y señalaque 'Yo la miraba con los unos y con los otros". ¿"Por qué si huaca y "cosademaravilla" son sinónimos (o casi) el Inca hace explícita la duplicidad de sumirada? Inclusive si "mirar con" se interpretara simplemente como "mirar encompañia de", y si tal anotación no fuera más que otro signo de! deseo deexpresar su doble filiación y de otorgar voz a uno y otro de sus ancestros, laurgencia de hacer esa precisión seguiría siendo insólita. Imagino que 10 quesucede es que su traducción triangular resulta insatisfactoria al mismo Garcilasoy que se siente oscuramente impulsado a insinuar, siquiera elípticamente, queen realidad, la piedra es mirada de distinta manera, porque les dice distintascosas, por indios y españoles. Todo indica que la frustración proviene de queen este fragmento, pero no en otros, en los que más bien insiste con énfasis ental materia, Garcilaso ha borrado e!si~cado sagrado de huaca". De haberlohecho claro, "cosa de maravilla" y 'admirable cosa" hubieran obturado susinonimia: la maravilla remite aqui a los caprichos de la naturaleza, que atraíantanto a los letrados renacentistas cuanto a los bastos conquistadores de ánimotodavía medieval, mientras que la "admirable cosa", la huaca, no puede dejarde referir, como efectivamente sucede en la conciencia indígena, al asombrosomisterio de la presencia divina en ciertos espacios sagrados del mundo", Deeste modo la convergencia homogeneizante que cuidadosamente se teje en e!discurso explícito, como discurso de la armonía, se deshila en e! subyacente,apenas implícito, donde 10 vario y contradictorio, 10 heterogéneo, reinstala suturbadora y amenazante hegemonia.

11 Por ejemplo, "llaman huaca,que es lugar sagrado" (Colllentm'¡OJ, Lih.1,Cap. lIT).12 Sobre los problemas de la traducción, cf. Regioa Harrison, Sigm, SongJ, and

Memory in the Andes. Tnmslatíng Quechua Language and Culture (Austín:Uoiversity of Texas Presa, 1989). Cf. especialmente Cap. IT donde hace variasreferencias a las traducciones garci1acistas de huaca.

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esta piedra-oro excercional: su pérdida en el océano. Tal vez no sea demasiadoaudaz pensar que e texto narra sin proponérselo la historia (im)posible delincario figurada en la piedra-oro que se hubiera vuelto íntegramente áurea si ladejan donde y como estaba, al mismo tiempo que se lamenta -solapada elegía­por la ruptura de un proceso que estaba transitando por espléndidas rutas haciala edad de oro y por su malhadado fin, perdido precisamente en medio del marque trajo a los conquistadores.

Pero además,puesto que la lógica del significado se abre aquí alaequivocidadplurisémica ¿no subyace en todo este relato la nostalgia por una unidad posible,totalmente áurea, que la historia terminó por destrozar? Frente a esta unidad,esencial e impecable, la imagen de armonia que trabajosamente construye eldiscurso mestizo del Inca se aprecia más como el doloroso e inútil remedio deuna herida nunca curada que como la expresión de un gozoso sincretismo delo plural. Ahora entendido en términos de violencia y empobrecimiento, casicomo mutilación de la completud de un ser que la conquista hizo pedazos, elmestizaje -que es la señal mayor y más alta de la apuesta garcilacista a favorde la armonía de dos mundos- termina por reinstalarse -y precisamente enel discurso que lo ensalza- en su condición equívoca y precaria, densamenteambigua, que no convierte la unión en armonía sino -al revés- en convivenciaforzosa, dificil, dolorosa y traumática.

Textos como éste, yhayotros muchísimo más obvios, corroen internamentela conciliación propiciada con esmero por la escritura del autor de dos estirpesy delatan la inmanejable rispidez de las aporías que el Inca, sin duda, nuncapudo resolver del todo. La reconciliación propiciada por Garcilaso no terminani en las Indias ni en España; tal vez, como la piedra-oro, que a su manera estambién mestiza, naufraga en medio de! océano que ahoga para siempre laplenitud de la pureza del oro que no fuera más que oro, como símbolo de laidentidad sin conflictos, y desde allí, desde su imposibilidad sin atenuantes,genera la trágica nostalgia que e! Inca jamás puede ocultar. No es casual,entonces, que la obra de Garcilaso concluya intencionalmente no con unaimagen de síntesis y plenitud sino con la inversa, la de la ejecución del "buenpríncipe" Túpac Amaro I, para "contar a lo último de nuestra obra y trabajolo más lastimero de todo lo que en nuestra tierra ha pasado y hemos escrito,porque en todo Jy es jlrecisión importantísima] sea tragedia" (Historia, Lib.VIII, Cap. XIX, Tm. IV, p. 1169).

Con e! correr de! tiempo, y contradiciendo el sentido trágico de la obrade Garcilaso, como empeñoso y brillantísimo esfuerzo inútil por articularcoherentemente las muchas tradiciones que se acumulaban en él, haciéndolasal menos compatibles, la élite letrada construyó, al menos desde la primeradécada de este siglo, la imagen oficial del Inca como "primer peruano", portadorcimero del símbolo mayor de una nación que, siquiera en e! discurso de lasintenciones, necesitaba reconciliar sus dos vertientes en la figura de un mestizoexcepcional. Raúl Porras Barrenechea, con su repetida frase acerca de Garcilasocomo "español en Indias, indio en España"? ,intuyó certeramente el desgarrónincurable que cruzaba de parte a parte la vida y la obra de Garcilaso, pero

13 Tomo la cita de Durand, op.cit., p.54.

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Capítulo Segundo

creo que fue José Durand quien con mayor consistencia cuestionó la imagenidílica del Inca, como emblema de armónica plenitud, al subrayar la tragicidadesencial de la figura y el discurso garcilacistas: "quiere el Inca glorificar a sus dosestirpes -dice- pero la gloria que les dé se hallará empapada en amargura""'.

Las figuraciones sociales del IncaPero Garcilaso no es sólo su persona, sus textos y la persona que producen

sus textos; es, también, la figura social, nunca estable, que suscitan sus múltipleslecturas. Examino ahora, precisamente, la construcción colectiva de esa figuray del sentido que se le otorga. Desde esta perspectiva es bueno recordar quelas imágenes con que cada sujeto social figura la comunidad a la que perteneceestán hechas de materiales de índole varia y muy dispersa, destacando, entreellos, ciertos personajes paradigmáticos cuya memoria -que tiene rango deculto punto menos que sagrado- funciona como símbolo y como argumentovalidadores, a veces eficacísimos, de esa imagen de comunidad, sobre todosi se trata de comunidades nacionales. Uno de ellos, y no solamente para elPerú sino para todo el mundo andino e inclusive para la "América mestiza"J

es Garcilaso, tal vez porque a la obvia importancia de su obra r. al carácter desu biografía se añade la complejidad de su significado como' héroe cultural"que permite -por así decirlo- varias lecturas. Después de todo, las indecisionese incertidumbres del propio Garcilaso, la densidad de su escritura y lasambigüedades y contradicciones que la definen son poderosas incitacionespara que efectivamente se produzca ese vasto despliegue de interpretacionesno siempre compatibles entre sí.

Lamentablemente, la historia de la recepción de los Comentarios enel mundo andino está en buena parte por hacerse. Aunque se conocen suscontratiempos con las censuras de entonces, religiosas e imperiales, y algode su influencia -en grado diverso- en determinados momentos clavesde la historia: en el "nacionalismo inca" del XVIII, en la gran revoluciónde Túpac Amaru'", e inclusive durante los años de la emancipación, porejemplo, todavia queda mucho por precisar en lo que toca a los modos y

14 Op. clt., pp. 23-24, Inicialmente apareció en el artículo "El Inca Garcilaso,historiador apasionado", de 1952, que es obra elave de la bibliografíagarcilacista.

15 John H. Rowe, "El movimiento nacional inca del siglo XVIII" en RevistoUníienimría, 107, Cuzco, 1954, reproducido en Alberto Flores Galindo (ed.),T;ípacAmaru 11-1780.Antologia (Lima:Retablode Papel,1976). Roweanota quela lectura.de Garcilaso fue una fuerza estimulante para el renacimiento incaicodel XVIII pero advierte que fueron las ediciones posteriores debidas a Barcia lasque pudieron impactar más por la inclusión de prólogos en los que se mencionabala restauración del imperio incaico (p. 27 Y ss.), He consultado: Primerapartede los Comentarios Reales [...] Escritos por el Inca Garcilaso de la Vega [...] Segvndaímpression, enmendada: Y añadidala VidadeInti CusiTitu Iupanqui [..,] (Madrid:Oficina Real, cIJ, OCCXXIII). La dedicatoria está fechada en 1723. Lleva un"Prólogo [oO.] de Don Gabriel de Cárdenas", que es el pseudónimo de AndrésGonzález de Barcia Carballido y Zúñiga, en cuya parte final se lec a través de

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a la intensidad de su inserción y reelaboración en la conciencia andina. Entodo caso, en los momentos referidos, es claro que las obras de Garcilasoalentaron el ánimo reivindicativo y hasta subversivo de indios, mestizos ycriollos, pero más tarde se forjó otra imagen, la que hasta hoy sigue siendohegemónica, aunque cada vez más discutida: es la que construyó la éliteintelectual del 900 16, de manera especial a través de los estudios del másprestigioso de sus miembros, don José de la Riva-Agüero, uno de cuyosnúcleos de mayor relieve es la configuración del Inca como símbolo de laarmoniosa fusión de las razas que forman el Perú y -por consiguiente- comoemblema de una nacionalidad armónica y reconciliada en y con todos susdiversos componentes. Algo paradójicamente, esta canonización patrióticade Garcilaso parece ser parte de la explicación del hecho de que su versióndel incanato sea la más difundida socialmente, aunque esa versión de algunamanera implique una condena de la Colonia y la República -lo que estabafuera (o tiene otro sentido) en el ideario rivagüeriano, por cierto. Es buenorecordar, a este respecto, que actualmente en el Perú, y ciertamente graciasa la difusión masiva y escolarizada de la versión garcilacista, el 84% de losestudiantes consideran que el Tawantinsuyu fue la época "más feliz" de lahistoria nacional'",

Riva-Agüero sintetizó el asunto, en 1916, de la siguiente manera:

La influencia y autoridad de sus Comentarios en la historia peruana, fuedurante doscientos años omnímoda, y por tanto excesiva [...]. Mas, amediados del XIX, la reacción que era de esperary aun desear, en vez de

un juego de citas en latín la profecía de la restauración de los Incas, se suponeque con la colaboración de Inglaterra. El que el fragmento esté en un latínmuy confuso, y su fuente sea indirecta, hace poco probable que ese anunciotuviera impacto en la nobleza neoinca. Por 10 demás, en el mismo prólogo (quees indudablemente pro colonialista y de un catolicismo exacerbado) se relataotra profecía, ésta de los "adivinos" indios que anuncia la total destrucción delimperio. Agradezco a José Amor y Vázquez, profesor de Brown University, aEduardo Lozano, bibliotecario de la sección hispánica de la biblioteca de laUniversidad de Pittsburgh, ya Antony Higgins, doctorando en esta Universidad,por la ayuda que generosamente me ofrecieron paraobtener fotocopia del texto ytraducir el fragmento aludido. Es muy sugestivo 10que apunta, sobre la vigenciade Garcilaso, José Tamayo Herrera, Historia de! indigenismo cuzqueño (Lima:Instituto Nacional de Cultura, 1980),pp. 80-82.

16 Cf. Luis Alberto Sánchez, Balance y liquidación del Novecientos (Lima: Universo,1973).La 1" ed.esde 1939;yLuis Loayza, Sobre el900 (Lima:Hueso húmero, 1990).

17 Gonzalo Portocarrero [y] Patricia Oliart, El Perúdesde la escuela (Lima: Institutode Apoyo Agrario, 1989). Como las encuestas son unos años anteriores ala publicación de este libro, supongo que la agresiva emergencia de la idea de"europeizar" o "modernizar' al Perú podría haber hecho variar los porcentajes,aunque -rambién intuyo- tal vez no de una manera numéricamente decisiva perosí desagregando con mayor nitidez las respuestas de acuerdo a la situación socialdel escolar.

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CapítuloSegundo

contenerse dentro de los limites de la serenidad y justicia indispensables enlas investigaciones científicas, vino tan extremosa, desmandada y revuelta,que se ha hecho urgente obligación salirle alencuentro y combatir sus inicuasdemasías'".

Sin duda Riva-Agüero se refería tanto a la desinteligencia de algunoseruditos españoles, singularmente Menéndez Pelayo, como a la de ciertoshistoriadores peruanos que durante el siglo XIX yen los primeros años del XXcuestionaron e! valor histórico de las obras del Inca, en gran parte debido a laenorme infiuencia de!juicio de Menéndez Pelayo quien -como se sabe- expresóun agudo escepticismo frente a la veracidad de los Comentarios: no historia,según dijo, sino utopía". La situación cambió radicalmente en 1910 graciasa la vigorosa reivindicación del carácter histórico de las obras de Garcilaso,en especial de sus Comentarios, que contiene la tesis doctoral de José de laRiva-Agüero-", entonces uno de los intelectuales de mayor prestigio culturaly social. Esta reivindicación es decisiva en la constitución de la historiografíaperuana y andina, sin duda, pero por su propia naturaleza no atañe tanto ala figura de Garcilaso cuanto, como está dicho, a la condición histórica de sudiscurso. Sometido a la heurística entonces moderna, segura de poder deslindarsus aciertos sustanciales y sus errores menores, el discurso garcilacista esenfáticamente legitimado por Riva-Agüero no sólo como expresión históricadigna de confianza sino como la de mayor importancia nacional.

Con paradójica e incisiva intuición, el erudito establece que las fuentes ylealtades de Garcilaso abonan en favor de su credibilidad como historiador,al proporcionarle información muy cercana a los hechos y sus protagonistas,pero al mismo tiempo -y aquí reside la paradoja- son elementos disturbadoresporque provienen y expresan intereses e idealizaciones de los protagonistasde la historia y de sus descendientes inmediatos. Esta ambivalencia subyacenítidamente en e! método que recomienda Riva-Agüero para "descubrirla verdad" que subyace en los Comentarios. Se trata de ir levantando las trescapas idealizadoras que la ocultan o deforman: la de los quipucamavots, la delos parientes incas que informaron a Garcilaso y -por cierto-la 'lue él mismotejió "llevado del amor a su patria y a su sangre' (Histo,.ia, 107). Impecablecomo heurística positivista, que entiende la escritura de la historia comoexpresión de una verdad única, verificable y objetiva, la recomendación riva­agüeriana sin duda adelgazaria los Comentarios hasta convertirlos en otro texto,pero de hecho permitió despejar las dudas sobre la seriedad de esta obra, a la

18 ':E1 Inca Garcilaso de la Vega", en José de la Riva-Agüero, Obras completas de ...,'Tm II,Del Inca Garcilaso a Eguren (Lima: Universidad Católica, 1962), p. 45.El texto-citado es más conocido con el titulo de "Elogio del Inca Garcilaso" ytuvo numerosísimas reediciones. La que cito es considerada por los rlva-agücristascomola definitivay data de 1938.En las citas sucesivas anoto la palabra"Elogio"y la página correspondientea la edición de las Obras Completas.

19 Así en Ortganas de la novela (Buenos Aires: Emecé, 1945), Tm. II, pp. 151-52.Obviamente la cita de Riva-Agüero es de la 1" ed.

20 La historia en elPerú (Lima: Imprenta Nacional de Federico Barrionuevo, 1910).Citamos por la reedición en sus Obras Completas, anotando "Historia"y la páginacorrespondiente.

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que bastaba desbrozar de explicables desvíos subjetivos, para autorizarla comoforma canónica de la alta cultura y de la gran historia y para situarla en elcentro de la historiografía nacional. No deja de ser curioso, sin embargo, queRiva-Agüero no incluyera entre las idealizaciones descartar las que províenende las lealtades hispanas de Garcilaso.

Pero si en la tesis de 1910, Riva-Agüero apenas se ocupa, en pocas páginas,de la "vidu y carácter" del Inca, con lo que la figuración simbólica de éstequeda realmente en un segundo plano, en cambio, en su "Elogio del Inca",que durante mucho tiempo fue el texto más importante en el diseño social delsignificado de Garcilaso, y en cierto modo aún lo si~c siendo, el énfasis estápuesto precisamente en la imagen de este personaje. Dentro de ella sobresalecon nitidez su interpretación como gran signo y emblema de la nación. Loreiterainsistentemente:

Garcilaso [es] lapersonificaciónmásaltay acabadade la índoie literaria delPerú [ ...] desde su sangre, su caráctery las circunstancias de su vida, hastala materia de sus escritos, y las dotes de imaginación y el inconfundibleestilo con que los embelleció, [todo] concurre a hacerlo representativoperfecto, adecuado símbolo del alma de nuestra tierra (Elogio 6).

Naturalmente esa representatividad le viene, en primer lugar, de sucondición mestiza, pero de un mestizaje una y otra vez aludido en términos desíntesis armónica. Por ejemplo:

Es la adecuadasíntesisy el producto necesario dc la coexistencia y el concursode influencias mentales, hereditarias y físicas que determinan la peculiarfisonomíadel Perú (Elogio 58).

O más claramente todavía:

y como las esperanzas, para no ser baldías, han de nacer o sustentarse enlos recuerdos, saludemos y veneremos, como feliz augurio, la memoriadel gran historiador en cuya personalidad se fundieron amorosamente Incasy Conquistadores, que con soberbio ademán abrió las puertas de nuestraparticular literatura y fue el precursor magnífico de nuestra verdaderanacionalidad. (Elogio 62. Énfasis mío)

Necesaria para imaginar la nación armónica a partir de una figura inauguralcomo la del Inca, la idea de homogeneidad no sólo insiste en la convergenciapacífica y constructiva de las dos "razas" que entraron en contacto con laconquista sino que sustituye el significado bélico de esta palabra para expresarcon ella la fusión amorosa de ambas. En efecto, casi insensiblemente, la palabra"conquista" pierde su denotación primera, que implica combate y conflicto,y se desplaza hacia un camfo semántico tan imfrevisible como -desde estaperspectiva- necesario: el de erotismo. Nacida de amor y no de la destruccióny la muerte, la patria resulta ser suma y unimismamiento de lo vario y distinto.El mestizaje es su representación preclara.

Se trata, sin embargo, de un peculiar mestizaje: no cualquiera, sino unoque asocia dos ancestros nobiliarios, "vástago -dice Riva-Agüero- de la estirpe

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Capitulo Segnndo 87

imperial [incaica] y de uno de los primeros entre los nuevos e invenciblesviracochas" (Elogio 21). En e! texto de! "Elogio" hay una abrumadora erudicióngenealógica sobre la rama paterna de Garcilaso que llega casi al éxtasis cuandotiene que referirse al pariente de! Inca, Marqués de Priego: "Grande de Españade primera clase y antigüedad, Señor de Aguilar de la Frontera, jefe y parientemayor de la ilustre casa de Córdova como Marqués consorte de Diego D.Alonso Fernández de Córdova y Suárez de Figueroa, acreditado general,veterano de Argel, San Qpintín y Flandes [...] uno de los primeros próceresde! Reino" (Elogio 30). En contraste, aunque se hace hincapié en la pertenenciade la madre de! Inca a la nobleza cusqueña, y aunque acepta su concubinatocon e! Capitán Garcilaso", es obvio que Riva-Agüero sitúa en un primer planola irremediable desigualdad de esa relación. Describe así la situación

.,. y lapobre niñaIsabel Chimpu Ocllo,vástagode una rama menory arruinadadesde Atahualpa, mera sobrina de Hunyna Cápac [...] nofile sinola mancebadel orgulloso Garcilaso, aunque hay que suponerque la estimara y considerara.excepcionalmente. (Elogio 9. Enfasis míos)

O casi peor:

En los intervalosde sus campañas [el Capitán Garcilaso] tuvo amores en elCuzco con una joven princesaincaica} la ñusta Isabel Chimpu Ocllo, nietadel antiguo MonarcaTúpac Yupanqui, una de las tímidasflores quesolazarona losfieros espaiiole?

Por esto, como era de esperarse, Riva-Agüero señala que la madre deGarcilaso "tuvo que ceder e! puesto" a una dama española (a la que describe,con su irreprimible obsesión genealógica, como "cuñada de! valiente caballeroleonés Antonio de Quiñones, que era deudo cercano de! antiguo gobernadorVaca de Castro y de! linaje de Suero de Quiñones") y define e! matrimoniode! Capitán como "proporcionado enlace"". Por supuesto, hechas todas estassalvedades, la espléndida imagen de la conquista como acto ea que se "fundieronamorosamente Incas y Conquistadores" comienza a ser internamentedemolida: si por un lado están los "orgullosos"y "fieros" españoles, y por otro

21 Dice: "En el tumultuoso desarreglo de la Conquista, reciente aún el ejemplo dela desenfrenada poligamia de los príncipes autóctonos, el simple concubinato eramuy acepto y público, y casi decoroso a los ojos de todos, así españoles comoIndios" (Elogio 10).

22" Elogio, p. 9. En otra ocasión he insinuado la curiosa coincidencia de este pasajecon <tI. cuento "Amor indígena" de Ventura García Calderón en el quc sc narrala violación de una india por un gran señor (con lo quc "repite la alegría de losabuelos españoles que derribaban a las mujeres en los caminos para solaz de unahora") y el devoto seguimiento Clcon desesperada súplica de esclava") de la indiaviolada detrás de su orgulloso violador. Laformación de la tradición literaria en elPerü (Lima: CEP, 1989) pp. 80 Yss.

23 Elogio 19. Irónicamente, esta dcfensa del matrimonio del capitán Garcilasohubiera indignado al Inca. Recuérdese sus duraspalabrascontra los españoles queabandonaron a sus mujeres indias para casarse con españolas.

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las 11 obres"ylltímidas"indias, es porque en el fondo no haymanera de ocultarla ¡¡desproporción" de las relaciones de las que nació -ironía que el discursoexplícito parece desapercibir- el fundador simbólico de la nacionalidad. Alfinal, entonces, puesta ante la contundente realidad, la homogeneidad delmestizaje apenas sobrevive en los vértices nobiliarios de las dos pirámidessociales, una de las cuales -además- se impone sin concesiones sobre la otra.La tierna acepción de "conquista" como amoroso abrazo se desvanece y laotra, la conquista sin más (y sus consecuencias), vuelve a tocar sus tamboresde guerra. Para escucharlos no es necesario más que leer el revés del discursode la armonía.

Como es obvio, la visión riva-agüeriana del Inca es decidida y hastafanáticamente aristocratizante pero, restándole sus excesos, establecióun sólido estereotipo cuya trama, como se ha visto, tiene dos grandesarticulaciones: la que insiste en que la figura de Garcilaso es símbolo de unmestizaje armónico, y por ese camino símbolo de la peruanidad, y la quesubraya la excepcionalidad de tal mestizaje por ser doblemente nobiliario.Hay que convenir que la primera de estas interpretaciones ha caladoprofundamente en la conciencia de vastos grupos sociales, inclusive ensectores del pensamiento indigenista que, directa o indirectamente, apuestana favor de un mestizaje integrador, como podría ser el caso de Uriel García24,

mientras que la segunda, aunque diluida, suele reaparecer en garcilacistasque no necesariamente comparten todo el pensamiento de Riva-Agüero, Enresumen: el discurso de la homogeneidad nacional tal vez no tenga expresiónmás clara que la versión de Garcilaso que ofrece Ríva-Agüero, aunque ­paradójicamente- se trate de una versión que claramente distinga a losespañoles de los indios y a la aristocracia de la plebe y -por consiguiente­construya su gran síntesis sobre el insalvable abismo de las diferencias que ellamisma postula.

De Garcilaso a Palma:¿una lengua de I para todos?

En los Comentarios, intercalado en el asombroso "el discurso de laabundancia'l"; en el que se encomia la descomunal feracidad de los frutoseuropeos en tierra americana, Garcilaso narra un "cuento gracioso": seencomienda a dos indios que lleven a Lima las primicias de una espléndidacosecha de melones y el capataz les advierte que no deben comer ninguno"porque lo ha de decir" la carta que también llevan consigo. En el caminolos indios desobedecen, pero se cuidan mucho de poner la carta detrás deuna pared para que no viéndolos comer no pueda decir nada. Al entregarla carga y la carta son descubiertos. Dice el encomendero: "¿Por qué mentísvosotros, que esta carta dice que os dieron diez y que os camistéis dos?", ya

24 Cf. su libro Eí nueuoindio (Cuzco: Rozas, 1930).25 Cf.]uJio Ortega,"Parauna teoría del textolatinoamericano: Colón, Garcilaso y el

discurso de la abundancia", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, XIV,28, Lima, 1988, pp. 101-15.

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Capítulo Segundo 89

los indios sólo les queda confirmar que "con mucha razón llamaban dioses alos españoles [... ] pues alcanzan tan grandes secretos" (Comentar;os, Lib. IX,Cap. XXIX, p.159-160).

Intensamente significativo en varios niveles, el "cuento't vuelve a colocaren un primer plano de interés la confrontación entre oralidad y escritura ysu desigual inserción y uso en la dinámica del poder social; y aunque su tonoes cómico, o más bien irónico, no deja de tener resonancias trágicas: repite lahistoria de la derrota y sumisión de los indios y su extrema debilidad frentea la escritura de la autoridad o -asimismo- a la autoridad de la escritura".No me detendré en el análisis de este cuento, que ha sido materia de variosestudios, algunos muy notables", pero si quiero reiterar que su constitución-apartir de la contienda entre 10 oral y 10 escrito- es definidamente heterogéneay beligerante. O como señala Pupo-Walker:

La escritura surge [...] en este cuento como el espacio conflictivo de lanarración y como medida que registra la distancia interior entre dos realidadesculturales que sufríanun proceso mutuo de ajustesy dolorosas rupturas".

Se ha advertido que el "cuento" de Garcilaso es la fuente inmediata deuna de las tradiciones -"Carta canta"- de Ricardo Palma" y que la mismahistoria aparece en otras crónicas, como la de Gómara y Mártir de An~lería ytambién en la obra de por 10 menos un autor más del género tradición 0. Con

26 Habría que anotar, de una parte, la manipulación de la escritura por elencomendero que le hace "decir" a la carta lo que ella obviamente no puedeinformar (que los indios "comieron" los melones); y de otra, la sutil ironía queimpregna todo el "cuento": quien escribe magistralmente la historia según la cuallos indios considerabandioses a los españoles por conocer elsecreto de la.escrituraes, precisamente, quien se define a sí mismo como Inca-indio. De alguna manerael poder de la escrituraha cambiado de manos o la hegemonía escritura! es -ulmenos- materia en disputa.

27 Entre ellos,los contenidos en el libro de Pupo-Walker y el artículo de Hernández,ambos ya citados,y los deJosé Juan Arrom, "Hombre y mundo en dos cuentos delInca Garcilaso" en su Certidumbre deAmérica (Madrid: Gredas, 1971) y RaquelChang-Rodríguez, "Elaboración de las fuentes en 'Carta canta' y 'Papelito jablalengua", en IGmtucky QuarterleYl XXIV; 4, 1977. Recientemente, en su libro

• Imaginacion delNuevo Mundo (México: Siglo XXI, 1991) Arrom ha ampliado suestudio.

28 Op. ci,t" p. 177.29 Ricardo Palma, "Carta canta", en Tradiciones peruallas (Madrid: Calpe, 1923), pp.

26-28. Aparece en la III serie de las Tradiciones (1875). Por la brevedad del textono anoto las páginas de las citas.

30 En este punto me han sido especialmente útiles los estudios ya citados de Arrom yChang-Rodríguez. Cf. para la extensión del género tradición en hispanoamérica:Estuardo Núñcz, Tradiciones hispanoamericanos (Caracas: Biblioteca Ayacucho,1979). Lore Terracini anota que la misma historia aparece en El Nuevo Mundo,comedia de Lopc. Op. clt., pp. 225-26.

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la sintomática libertad con que Palma emplea sus fuentes coloniales, que esindicio de la hondura con que asume como propia esa tradición", "Carta canta"no remite al Inca sino al padre Acosta, pero es obvio que lo que tiene en mente,y tal vez hasta a la vista, son los Comentarios. De hecho e! argumento es casiidéntico, con detalles de más o de menos, e! más importante de los cuales talvez sea e! cambio de! asombro de los indios ante los poderes sobrenaturales delos españoles por e! castigo ("bien zurrados") que aquéllos reciben.

Sin embargo,la tradición de Palma incluye una nutrida serie de anotacioneslingüísticas y en última instancia su intención es la de revelar e! origen de lafrase "carta canta". En efecto, explica de dónde proceden los refranes "Casa enla que vivas, viña de la que bebas y tierras cuantas veas y puedas" o "en ayunases oro, al mediodía plata y por la noche mata"; las palabras "encomendero" o"mataserrano"; la frase "al que me echare de mi casa y hacienda, yo lo echaréde! mundo", etc. Es claro que estos comentarios lingüísticos, todos relativos dealguna manera al Perú, acompañan y dan realce al punto que interesa: e! origen

de " II • de " "n lihbl"peruano e carta canta, como vanante e rezan cartas y pape to a a,aquélla castiza y ésta "ultrncriolla". La forma "carta canta"es la preferida porPalma y por eso -dice- "vaya reclamar [para ella] ante la Real Academia dela Lengua los honores de peruanismo". En cierto sentido, la anécdota de losmelones es, en la tradición, casi sólo un pretexto para desarrollar e! tema delos americanismos, tan caro a Palma", y específicamente e! origen nacional delrefrán que da título a la tradición.

En todo caso, muy en e! estilo palrnista, la pr0J;,uesta "etimológica" sobre"carta canta" ("cata el origen de la frasecilla en cuestión') se basa en una narraciónamena. Conviene analizarla. Por lo pronto, en e! primer diálogo entre loscargadores indios el autor acota que se realiza en "dialecto indígena", acotaciónque desaparece a partir de! segundo (aunque en alguno se menciona lavoz taitai),obviamente porque e! final de la historia exige que los indios que comenzaronhablando en quechua lo hagan ahora en español. Uno de ellos exclama: "¿Lo ves,hermano? ¡Carta canta!". Seproduce así,casi insensiblemente,un desplazamientode! quechua hacia el español y el correlativo borramiento de aquél. Irónicamente,con inverosimilitud que no parece preocupar para nada al autor, e! refrán españolnace de la palabra de los quechuas.

Pero hay más: la exclamación que surge en castellano de labios delindio es escuchada por el encomendero, que la repite entusiasmado: IISí,bribonazos, y cuidado con otra, que ya saben ustedes que carta canta", conlo que se consuma un segundo deslizamiento. El encomendero español seapropia de la palabra de los indios y la revierte -como amenaza- contraellos. Sobra señalar que es la voz de! encomendero, que cuenta la anécdotaa sus amigos, la que permite que el refrán se haga de uso común y"pas[e] e!mar", En este orden de cosas, con su emigración a España, como dicho de

31 He tratado el asunto en Laformacíon ... Op. cit., Cap. II.32 Para este aspecto cf. sobre todo Ricardo Palma, Neologismos y americanismos

(Lima: Imp. Carlos Prince, 1896).La documentación de la polémica entre Palmay la Real Academia aparece en el Boletínde laAcademia Peruanade la Lengua, 20(Nueva época),Lima, 1985.

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Capítulo Segundo

conquistador, concluye la parte oral de este curioso y sintomático itinerariocuyas instancias básicas van de! quechua al español hablado por los indios,primero, al español de las clases superiores de la sociedad colonial, después, yfinalmente al español general (y autorizado, como se verá luego) de Américay la península ibérica.

Con ser complejo, y lleno de significados de varia índole, este procesodepara otras sorpresas. Hasta aquí, como es obvio, todo sucede en e! planode la oralidad; ahora, e! trasvase es a la escritura, inicialmente de maneraindirecta, pues se remite la historia que explica el origen de "carta canta"alpadre Acosta que "escribió largo y menudo sobre los sucesos de la conquista",pero luego de manera explícita al quedar constancia de la frase en la escriturade la propia tradición. Desde allí puede lanzarse a la conquista de un espacioen e! máximo archívo autorizado del idioma, nada menos que e! Diccionariode la Academia, que efectivamente recoge la propuesta de Palma". En eseámbito casi sagrado parece terminar la zigzagueante travesía idiomática, lacuriosa historia lingüística que narra"Carta canta"J en la cual reaparece -otravez-la cuestión de la oralidad y la escritura.

Como a nadie escapa, buena parte de la tradición está volcada alregistro de formas orales y no sería descaminado sostener que parece estarpresidida por e! ánimo de justipreciar la gracia, pertinencia e incisividadde la lengua popular, o tal vez más genéricamente de una presunta lenguanacional, pero a la vez -y todo indica que desintencionadamente- proponeuna muy definida jerarquía lingüística en la que, para sintetizar lo ya dicho,e! quechua cede ante e! español, la oralidad ante la escritura y todo antela autoridad de la Academia. Desde un cierto punto de vista, semejanser etapas de un justo proceso de reivindicación de los americanisrnos,pero una lectura inversa delata más bien un gesto de acatamiento a lainstancia metropolitana que autoriza (o no) lo que se habla en América.Ambivalencia sintomática: la reivindicación del lenguaje propio es a la veze! reconocimiento de la autoridad ajena que tanto puede consagrarlo comoreprimirlo, y la creatividad oral es festejada precisamente en e! mismomomento en que deja de serlo, primero inscrita en la escritura culta delpropio Palma, y luego instalada en e! nicho de! Diccionario.

Sería exagerado considerar la operación lingüística de Palma comosigno de una opción hispanista o colonialista", pero no sería descaminadoentenderla dentro de la voluntariosa y englobadora estrategia destinada amodernizar y uniformar la vida social hispanoamericana de finales de! sigloXIX -que es parte decisiva de la formación y consolidación de los nuevosestados nacionales. Como se sabe, y basta pensar a este respecto en la obrade Andrés Bello, en tal empresa juega un pape! esencial e! idioma comoproductor de la imagen socializada de la comunidad nacional y como espacioque en sí mismo puede realizar la homogeneidad que requiere la nación

33 El dato lo consigna Chang- Rodríguez.34 CE. al respecto el juicio sobre Palma de José Carlos Mariátegui, 7 ensayos de

interpretación de la realidadperuana (Lima: Amauta, 1969, 17" ed.) y mi libro Laformación '" 01" cít., pp. 57Yss.

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ara existir como tal". De hecho, cuando Palma casi subrepticiamente~esplaza al quechua y lo convierte en español está produciendo un espaciohomogéneo, sin fisuras, justamente donde se rompe con mayor riesgo lacomunidad nacional; cuando trastoca e! habla popular en escritura culta estágenerando un nuevo y más firme espado homogéneo, en cuanto embridalas veleidosas y desestructurantes modificaciones de la oralidad; y cuando,por último, reduce todo el proceso a la autorización de la Academia estálegitimando, con un poder excepcionalmente firme, una norma lingüísticaque rige -modelo y ley- e! buen idioma. Al mismo tiempo, como es claro, aldesconflictivizar la historia de Garcilaso, Palma crea un lugar ameno parainstalar -en armonía- la nueva nación.

La política de! idioma en Palma y en sus inmediatos predecesores (loscostumbristas de cuño liberal, algunos más o menos populistas) es sugestivamenteequívoca: al recolectar usos populares, o en general coloquiales, para reciclarlos ensu propio estilo, casi siempre a manera de citas, los ordenan, aliñan y domestican,restándoles e! exceso que los hace inmanejables,ypor ese camino pretenden alcanzarpara su propio lenguaje un estatuto nacional como representación adecuada, porabarcadora, de la escritura artística y del habla vulgar --ciertamente, y en más deun sentido, estilizada. Escobar ha visto bien cómo en la prosa de Palma parecedisolverse la contradicción entre el casticismo de Pardo y la lengua aplebeyada deSegura", pero en realidad el experimento de las tradiciones va más allá porque nosólo resuelve una controversia literaria sino ¡¡"OpOne un modelo de lengua nacionalacodado -según la ficción de "Carta canta - en dos pilares ajenos al orden de laliteratura: el habla de los indios y la Academia, modelo que se extiende a todo ungénero (no por casualidad su nombre es el de Tradiciones peruanas) y finalmente seproyecta sobre el sentido de la nación misma. Tal vez con menos explicitez que otrosescritores del XIX, Palma inscribe su producción dentro de la problemática mayorde la época: producir una imagen y un discurso que diluyan las contradicciones quesocavaban la idea misma de nación,construyendo espacios homogéneos sobreunarealidad abrumadoramente heterogénea, con ánimo de crear en y por el lenguaje,una comunidad nacional posible. Decirla, no como tema o contenido del discurso,sino como significado de la índole de la operación lingüística realizada en el textoera, al menos, la premonición desiderativa de que también en el plano de la realidad(y sobre todo en él) podía construirse un espacio común donde toda convergenciaarmónica (pero jerarquizada, por cierto) fuera posible.

De alguna manera, es un momento feliz: el quechua está en paz con elespañol, el lenguaje de! arte con e! habla de la calle, la escritura con la oralidad,y todo dentro de un orden voluntariosamente conciliador, homogeneizante,que en la tersa superficie de la página escrita encuentra -cree encontrar­una figuración social alentadora. En otro lugar he examinado cómo Palmahace de la colonia un lugar y un momento amenos para la historia de! Perú,desproblematizándola con humor y sutileza"; ahora, en el plano del lenguaje,

35 CE. los libros ya citados de Anderson y Ramos. Es también fundamental el librode Doris Sornmer, Foundational Fíctions. 7he Nationa!Romances ofLatin America(Berkeley: University ofCalifornia Press, 1991).

36 36 Alberto Escobar, Lo narración en elPerü(Lima: Mejía Baca, 1960), p. XXIV.37 Laformacídn ... , op. cít., p. 59.

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Capítulo Segundo

bien podría decirse algo similar: diluyendo las tensiones de! bilingüísmo yhaciéndolo además al desgaire, como quien realiza un acto absolutamentenatural, borrando al mismo tiempo las fronteras entce 10 oral y 10 escrito y 10culto Y10 popular, y afirmando por último la legitimidad de! peruanismo enla autoridad de la Academia Española, Palma produce un espacio lingüísticotambién ameno, casi paradisíaco, donde la nación puede leerse a sí misma -ysin conflictos- como tal. Se engañaba, por supuesto.

Sobre arengas y proclamasPor razones evidentes, los discursos homogeneizadores más explícitos se

produjeron en la esfera pública, específicamente en lapolitica,y en e! formato dealgunos géneros literarios entonces privilegiados y que hoy carecen de estatutoartístico, entre ellos -y de manera muy nítida- las muchas variantes de laoratoria". Es explicable: no había concluido e! ciclo de las poéticas neoclásicas,que sobre todo en su vertiente ciceroniana subrayaban la importancia artísticay social de la oratoria, y la convulsión de los tiempos generaba condicionespara e! cultivo de un género especialmente dotado para ingresar en las áreasmás problemáticas y agitadas de la vida social. Tampoco debe pasarse por altoe! hecho de que la oratoria se adecuaba bien a una sociedad en gran parteanalfabeta.

Arengas guerreras, sermones, oraciones cívicas y discursos parlamentariosforman, con otras variantes no menos asiduamente ejercitadas, un muy nutridoy complejo corpus. No es suficientemente conocido, en parte porque e! géneromismo dejó de interesar más o menos pronto a los estudiosos de la literatura, yen parte porque un sector de él nunca llegó a la imprenta o quedó consignadoen publicaciones efímeras. En algunos casos, más bien excepcionales dados losusos de la época, pudo tratarse de discursos orales en e! sentido estricto de!término -esto es, no leídos.

Por 10 demás, la oratoria republicana enraizaba su tradición en la Colonia,periodo en e! que también -como es bien sabido- fue cultivada con esmeroaunque casi siempre en sólo dos de sus variantes, la religiosa y la cortesana.Precisamente en este último campo es donde se percibe mejor la vigencia deesa tradición: no hay mayor diferencia entre las salutaciones que se brindaban alos nuevos virreyes y las que se prodigaron a los libertadores, por ejemplo. Hayque ~dvertir, sin embargo, que este vínculo que de alguna manera prolongaparadójicamente algunos rasgos de la retórica de! barroco, es e! más obvio perono e! más ~igrúficativo. Buena parte de la oratoria republicana viene más biende la tradición "modernista" que había logrado desplazar desde mucho antes,aunque no del todo, los usos de! barroco".

Lo que me interesa remarcar, en cualquier caso, es que la oratoria de laépoca tiene un carácter fundacional con respecto a las repúblicas nacientes.

38 Todo este subcapltulo fue generosamente leídoy comentado por josé Durand.39 Cf.PabloMacera,"Lenguajey modernismoperuano del sigloXVIII", en Trabajos

dehistoria (Lima:Instituto Nacionalde Cultura, 1977),Tm. II.

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Ella es uno de los canales más frecuentados en e! debate sobre cómo deberíaorganizarse, y al impulso de qué valores, los Estados que acababan de estrenarsu independencia, a cuyo respecto bastaría recordar los torneos oratorios de lasprimeras asambleas constituyentes y parlamentarias; pero lo es también, en unnivel más profundo, porque se trata de discursos que -quiéranlo o no- tienenque enfrentarse con la necesidad social entonces más apremiante: la de imaginaruna comunidad nacional suficientemente abarcadora y firme que ocultara -o almenos difuminara-la obvia heterogeneidad del país real-o, en última instancia,la explícara como defecto subsanable con mayor o menor rapidez y facilídad, casisiempre a través de la educación y a veces de! progreso tecnológico.

Para 105 fines de este capítulo prefiero examinar solamente dos textos,indecisamente inscritos entre la proclama y la arenga, que tienen sin duda esecarácter fundacional, pero no en e! orden de! debate ideológico sobre cómoconstruir una repúblíca, sino en otro, tal vez menos explícito pero sin dudamás sugestivo, que de alguna manera está relacionado con la imagen misma dela nación. Como se verá después, ambos son casi Iiteralrnente fundadores: laproclama de la independencia de! Perú pronunciada por e! general San Martínel 28 de julío de 1821 y la arenga con que José Domingo Choquehuancarecibió a Bolívar en Pucará e!2 de agosto de 1825.

Con respecto a la proclama, es curioso que siendo un discurso que todoslos peruanos podemos repetir de memoria, no se haya advertido -hasta dondesé- la irresue!ta contradicción que subyace en las palabras de San Martin. Eltexto es e! siguiente:

El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad generalde los pueblosy por lajusticiade su causa que Dios defiende. ¡Viva la Patria!¡Viva la Libertad! ¡Viva la Independencia!".

Obviamente construida con gran esmero formal (bastaría analízar al respectola pulcritud de su ritmo), la proclama expresa también una muy sutil y meditadaconfiguración conceptual, tal vez correlativa a su empeño por flexibilizar lastensiones que internamente amenazan descuadrada. Por lo pronto, aunque sinduda basado en una experiencia histórica, relativa al triunfo parcial pero efectivode! ejército patriota, e! discurso sanmartiniano se autoasume como instauradorde esa realidad: "desde este momento (es decir,desde que se enuncia la proclama)e! Perú es líbre e independiente". En el fondo, más que confirmar un hecho,e! lenguaje de la proclama parece querer fundarlo y conferirle una consistenciadefinitiva.Este acto língüístico fundacional está a caballo entre la palabra jurídico­notarial, que es capaz de forjar y consolídar realidades, y la palabra poética quetambién funciona, aunque de otra manera, como productora de realidades. Nomágica, porque lo que subyace en ella parece ser la fe ilustrada en e! poder dela palabra como portadora de la razón, la proclama semeja, al definirse comohacedora de la historia, ese poder misterioso, primordial.

40 Cito según el texto ofrecido por Jorge Basadre, añadiendo los vítores que aparecenen todos los textos de historia. Aunque esquemáticamente, Basadre anota que enla proclama hay elementos de "continuidad" y de "transformación". Historia de laRepública delPení (Lima:Universitaria, 1968),Tm.1,pp. 1-2.

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Captndo Segundo 95

Desde otro punto de vista, el discurso del Libertador intenta conciliar-también por gracia del lenguaje- dos conciencias disímiles de la historia.El Perú es independiente, de una parte, por la "voluntad general de lospueblos"; pero también, de otra, "por la justicia de su causa que Diosdefiende", Estilísticamentc, mediante la conjunción Ili\ la proclama acumulaambas razones y no da señal de percibir desajuste alguno entre ambas. Sucondición monofrásica contribuye decisivamente a producir ese efecto aditivoy homologante. Conceptualmente, sin embargo, el asunto es más complejo. Lafunción conjuntiva la cumple en este plano el valor de la justicia, hilvanando unrazonamiento que aproximadamente tiene estos pasos: el Perú es independiente:1) por la voluntad del pueblo, 2) que encarna una causa justa, 3) causa -quepor ser justa- Dios defiende. Es claro que la apelación explícita a la justiciaconstituye un puente entre la voluntad del pueblo y voluntad divina, pero estepuente delata, en una segunda lectura, que hay un espacio vacío o ambiguoentre una y otra. Acudir a la justicia, o a cualquier otro valor, implica al menosque la soberanía y la voz del pueblo (que podrían ser injustas) no siempre sonla voz de Dios.

¿OJ¡é hay detrás de este raciocinio? Los historiadores de la políticapodrían encontrar ocultos signos del proyecto monárquico que interesaba aSan Martín, y probablemente no se equivocarían, pero me parece indudableque la problemática que plasma la proclama, y que no resuelve, es muchomás general y compleja. Tiene que ver con la azarosa emergencia de lamodernidad en un cuerpo social históricamente atrasado -que, además,estaba por ingresar en un proceso aún más radical de rearcaización".Como se sabe, la modernidad se define por la desacralización del mundo,aprehendido cada vez con más firmeza como un orden socialmenteproducido, al margen de cualquier designio -como el divino- trascendenteal propio mundo. Se trata de un larguísimo proceso de secularizaciónde la vida y de las relaciones colectivas que conduce inevitablemente ­pero también por demoradas vías- al privilegio de la razón política comofuerza reguladora del orden real'". En una de sus variantes, la modernidadencuentra en la soberanía popular el principio forjador y legitimador deese orden.

Es claro que la primera parte de la proclama (Upar la voluntad generalde los pueblos") remite a una conciencia secularizada de la historia, ahoradependiente de las decisiones y actos de los hombres, precisamente ensu versión democrática del sistema de las relaciones sociales. Es probableque .eR este fragmento resuenen requerimientos muy concretos de lospatriotas liberales, algunos muy seguros de ser portadores y ejecutores de

-,41 Cotler ha llamado la atención sobre este sentido nrcaízudor de la independencia.

CE. Julio Cotler, Clases, estado y nación en el Perú (Lima: Instituto de EstudiosPeruanos,1978) .

42 Rafael Gutiérrcz Girardot ofrece una imagen muy incitante de la modernidaden su libro Modernismo (Barcelona: Montesinos, 1983). Aunque referida gené­ricamente a la modernidad, pero centrada en el pensamiento de Habermas y susrelaciones con Weber, me ha sido muy útil el volumen colectivo de Richard J.Berstein [comp),Habermas y la modernidad (Madrid: Cátedra, 1988).

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un proyecto modern~zad.o.rpara ~l Perú, como -p~r ejemplo-los forjadoresde la primera constitución nacional. E~ cualquier ca~o, en esta pnmerasecuencia, y no es casual que sea precisamente la pnmera, la proclamaobedece al reclamo de una ideología emergente".

El segundo segmento del discurso sanmartiniano evoca, en cambio,una conciencia más antigua, estrictamente prernoderna, que reconstruyela vigencia de un principio trascendente y sagrado como fundamentolegitimador del nuevo orden social. La ruptura entre una forma deconciencia y la otra es tan marcada (en el fondo son incompatibles, pese alas intermediaciones articuladoras de la ilustración española) que la primeraestá obligada a des enfatizar su inaugural presencia: la acción divina aparececomo instancia final, con tundente y decisiva de una historia que -desdeesta perspectiva- ya no puede ser pensada en términos puntualmente laicos.

Podría decirse que no se trata sólo del forcejeo entre dos concienciasdistintas acerca de la vida social y de la historia, sino de la simultaneidadcontradictoria de dos tiempos diversos, con sus racionalidades diferenciadas,en la conciencia de un solo sujeto. El dramatismo de esta ruptura aumenta yse hace más corrosivo porque se instala en la tersa armonía de un discurso queno advierte su propio conflicto. Es casi como si el Perú se hubiera fundadoen el espacio escindido de una gran contradicción histórica, en la afiladaintersección de un mundo arcaico, incapaz de imaginarse al margen de latrascendencia divina, y otro moderno, decidido a asumirse como producciónhumana. Para emplear términos fuertes: entre lo sagrado y lo profano.

En su contexto específico, la vertiente premoderna de la proclamarepite la razón del régimen monárquico y la convalidación religiosa desu imperio sobre las tierras conquistadas. Es, desde esta perspectiva,específicamente colonial. Que en ese momento su funcionamiento fuerainverso al razonamiento colonial no prueba más que a los hombres les esfácil revestir sus intereses con las complacientes versiones de la voluntaddivina. Irónícamente, el mismo Dios (el mismo dios) que santificó laconquista y todos sus horrores" consagraba ahora la independencia ytodas sus promesas. La otra vertiente de la arenga sanmartiniana, con surecurso moderno a la voluntad popular, aparece débilmente instalada en loque entonces, en 1821, no era más que una decisión de la politica liberal,que nunca llegó a consolidar su hegemonía, y en una difusa imagen delfuturo nacional: la que sueña abolir el retraso yel oscurantismo virreinalescon los atributos de una razón secular y progresista. Mariátegui y Basadreexplicaron por qué ese no fue más que un sueño, cómo la Colonia nopudo ser clausurada con el advenimiento de la República y de qué manera

43 Sobre las corrientes ideológicas en laépoca siguen siendo fundamentales los librosde Raúl Porras Barrenechea, Los ideólogos de laEmancipación (Lima: Milla Bntrcs,1974), y los de Jorge Basadre, La iniciación de la Rep'íblica (Lima: Rosay, 1930),Perú: problema y posibilidad(Lima: Rosay, 1931 -cf. esp. Cap. IV), La promesa dela vida pe17lmla (Lima: Mejia Baca, 1958) y los tomos 1 y II de su Historia de laRepübtica delPertl, op. cito

44 CE. Gustavo Gutiérrez, Dios oeloro en lasIndias (Lima: CEP, 1989).

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97 'finalmente -y hasta hoy- 1:

Capítulo Segundo

emancipación quedaronlas promesas de laincurnplidas'",

•En cierto modo este fracaso está prefigurado en y por las contradiccionesque delatan las palabras de San Martín x: en el turbador hecho de que no fueranni percibidas ni asumidas como tales. fal vez era inevitable: después de todola apelación a lo divino puede leerse como un recurso destinado a situar enel espacio de lo inescrutable el fundamento de un sistema social inexplicablee indefendible racionalmente, República basada en rigurosas discriminacionesétnicas y en jerarquías sociales inflexibles, el Perú no podía secularizar su razónhistórica ni dejar sin contrapeso una ideología sustentada en la voluntad popular.Aunque sin duda harto más metafórica que real, la proclamación f'olítica dela capacidad legitimadora de la "voluntad general de los pueblos' tenía queinsertarse dentro de un discurso mayor capaz, por una parte, de frenar y hastasuprimir su subversidad modernizadora, y por otra, de enmarcarla dentro de undesignio trascendental que bien podía justificar -como partes funcionales de untodo jerárquicamente coherente-las dramáticas desigualdades entre las clases.ylos grupos étnícos. A la postre, en el corrosivo desequilibrio que se produce entrela impecable armonía formal de la proclama, que instaura un espacio discursivohomogéneo, y el conflicto conceptual e histórico que delata sin proponérselo,está también prefigurada la sinuosa aptitud del discurso oficial para ocultar laquebrada y beligerante realidad de la que nace y a la que pretende representarcon fidelidad sin fisuras -al mismo tiempo que, sin duda, la niega o tergiversacon su afanoso empeño de armonía.

Otro es el caso de la arenga con que José Domingo Choquehuanca recibióa Bolívar en Pucará el2 de agosto de 1825, unánimemente reconocida comouna obra maestra de la oratoria republicana. Fue divulgada de inmediatomediante copias manuscritas, algunas hechas por el propio autor, y más tarde(en 1860) gracias a su transcripción en el Diccionario de la legislación peruana deFrancisco Garda Calderón, Esta versión tiene el siguiente texto:

Quiso Dios formarde salvajes un gran imperio:creó aManco Cápac; pecó suraza, y lanzó a Pizarra. Después de tres siglos de expiaciónha tenido piedadde la América y os ha creado a Vos. Sois, pues, el hombre de un designioprovidencial: nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho; y paraque alguno pueda imitaros, será preciso que haya un mundo por libertar ...Habéis fundado cinco Repúblicas} que en el inmenso desarrollo a que estánllamadas,elevarán vuestra estatura donde ninguna ha llegado. Con los siglos

j crecerá vuestragloria, como crece la sombra cuando el sol declina",

45 Cf. los ~cxtos ya citados de BasadreyJosé Carlos Mariátegui. La exposición de!asunto aparece en varios textos mariatcguianos, pero están sistematizados en losdos primeros de sus 7 ensayos ..., op. cit.

46 Cito la transcripción que hace José Ratto-Ciarlo en Cboquelnumca y lacontrarrevolución (Caracas: Comité del Bicentenario de Simón Bolívar, 1980), p.30. El autor ofrece otras versiones y define, con erudición, el texto original. Lasvariantes no son importantes,pero sí elhecho de que García Calderón suponíaquese trataba de un fragmento y Ratto-Ciarlo afirma, con razones convincentes, quees e! texto completo. Cf. también el reciente libro de Leonardo Altuve Carrillo,

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Descendientes de Huayna Cápac, los Choquehuanca pertenecían a la claseseñorial incaica y su adhesión a la causa realista durante la rebelión de TúpacAmaru, al que se enfrentaron militarmente, los salvó de la decadencia que afectóa la aristocracia indígena como resultado de las represalias con que la Coronacastigó a ese grupo por su compronaiso o simpatía con la revolución de 1780'''.José Domingo Choquehuanca contradijo esa tradición familiar, asumió la causaindependentista, tuvo una importante aunque desigual actividad pública en lasprimeras décadas republicanas y sin duda recibió la influencia del pensamientoilustrado. Su obra más importante, que es una notable investigación estadísticasobre la provincia de Azángaro'", así lo comprueba.

Paradójicamente esta filiación intelectual no aparece en la arenga, salvo enlo 'lue toca -y no podía ser de otra forma- al entusiasmo por la independencia.El lecho puede explicarse por las condiciones del género que emplea, por suevidente propósito de expresarse en un estilo rigurosamente ceñido y sobretodo porque limita su objetivo al encomio del héroe. La contradicción defondo es, pues, otra: que en la arenga subyazga una racionalidad que pocotiene que ver con el pensamiento ilustrado.

N o aludo al obvio providencialismo que preside todo el discurso deChoquehuanca. En parte puede ser el resultado de la intención de elogiardesmedidamente a Bolívar nada menos que como a un personaje escogidopor Dios para cumplir su gran designio en tierra americana, con lo que seincluye en una retórica abundantemente empleada alrededor de la figura delLibertador, pero sin duda el providencialismo tiene una envergadura mayoren la ideología de la arenga, Basta señalar por el momento que Bolívar aparece"creado" por Dios y que las repúblicas por él fundadas"? "están llamadas" atener una historia de progreso.

Interesa más entroncar la arenga con la tradición garcilasista y con ciertasformas de la conciencia andina de la historia, No me parece espeCialmenteilustrativa dentro de este contexto la discusión sobre si la frase creó [Dios]a Manco Cápac" implica o no la creencia en la condición adánica del primer.Inca, pero sí considero importante señalar que para Choquehuanca el tiempopreinca es considerado "salvaje", con lo que se repite la idea de Garcilasoacerca del Imperio como un gran proceso civilizador de pueblos que hastaentonces habrían vivido en la más cruda barbarie (Comentarios, Lib. I, Cap.IX). Es claro que Choquehuanca, como miembro de la aristocracia indígena,

Cboouebuanca y SIl arenga a Bolívar (Buenos Aires:Planeta, 1991),47 Cf. al respecto la bibliografía anotadapor Ratto-Ciarlo, op. cit. pp, 149-52,48 José Domingo Choquehuanca, Emayo deestadística completa de losramos económicos

políticos de la provincia de Azángaro en el departamento de Puno de la Replíblicaperuana de! quinquenio contado desde 1825 hasta 1829 inclusive (Lima: Imp. deManuel Corral, 1933). En éste y en otros textos Choquehuanca ""Presa unaclara ideología pro-indígena y parece situar su pensamiento en la corriente máspragmática delpensamiento ilustrado, como lo probaría su feroz crítica alestudiode la gramática latina,de la teología escolástica o del derecho romano,Cf. Rarro­Ciarlo,op.cir, especialmente Cap,VI.

49 Tres en las versiones manuscritas; en otras tardías -por obvias razones- cinco.

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CapítuloSegundo 99

tenía que adherirse a esta interpretación de la historia. La frase que afirmaque Dios "creó a Manco Cápac" parece no ser más que una hipérbole, pero entodo caso coincide bien con otro postulado garcilacista, el relativo a la funcióntambién providencial del Imperio como preparación para la cristianizaciónde las Indias.

Choquehuanca se aparta del rumbo de Garcilaso, en cambio, cuandoenajena su condición de indio y habla de que "pecó su [la de Manco Cápac]raza", mientras que el Inca jamás deja de reivindicar su ancestro materno,pero sobre todo cuando imagina que el Imperio fue destruido por habercometido un "pecado" que no se define, lo que obviamente no aparece en losComentarios, o cuando interpreta la conquista y el tiempo colonial como "tressiglos de expiación", lo que tampoco corresponde exactamente al pensamientodel Inca. En este último punto parece claro que Choquehuanca, en elcontexto de la emancipación, formula una crítica al régimen virreinal en laque, paradójicamente, se pueden encontrar resonancias tanto del pensamientoindígena, como el de Guamán Poma, cuanto de los cronistas toledanos quese esmeraban en catalogar los "pecados" del incario y las razones de su justocastigo. No es vano advertir, sin embargo, que la condición indígena negada porese alejador IISU') reaparece al menos indirectamente en la mención a Pizarra:

" do'' lC • d" D' M B lí .no crea o ID envia o por lOS, como anco o o var, SIno -como un azoteo como una plaga- "lanzado" contra el pueblo indio.

Pero tal vez lo más turbador de la arenga sea que su ideologíaprovidencialista se plasma -al parecer- dentro de una concepción cíclica ycancelatoria de la historia que tiene cierta relación con la conciencia quechuadel tiempo". De hecho, la arenga considera cuatro grandes ciclos: el de los"salvajes , el de los Incas, el de la Colonia y el que nace con Bolívar (laomisión de San Martín y de los precursores es absoluta) y las transicionestienen un carácter que fluctúa entre la redención y el mesianismo (MancoCápac y Bolívar) y la catástrofe apocaliptica (Pizarro). No puedo afirmarque este pensamiento remita directamente a la interpretación indígena de lahistoria, con sus grandes ciclos que concluyen con un pachaczítec, pero no esinsensato suponer esta presencia.

En cualquier caso, la arenga de Choquehuanca entreteje variasconciencias en un discurso de nuevo formalmente armonioso e internamenteheterogéneo y quebrado. La voz de Choquehuanca parece venir de variostiempos, como si fuera un emisor plural, profundamente heteróclito, y sulen¡p:aje como que dialoga con otros lenguajes. Ratto-Ciarlo ha anotado quela referencia al sol, que es casi inevitable en la literatura de la época, tieneespecial significado dentro de la proclama y funciona de manera singularcon respecto a otros usos de ese tópico, cu~a manifestación más obvia esla simple nominación de Bolfvar como "501' o -en vena neoclásica- como

50 Cf Natban Wachtel, "Pensamiento salvaje y aculturación: el espacio y el tiempoen Felipe Guamán Poma de Ayalay el Inca Garcilaso de la Vega", en Sociedad eide%gra. Ensayos de historia y antropotogia andinas (Lima: Instituto de EstudiosPeruanos,1973).

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"Febo"!': pero habría que anotar -además- que en la arenga el correlativodeclinadtiento del sol y el engrandecimiento de la figura de Bolivar puedeleerse, más allá de la retórica, y también fuera de las motivaciones conscientesdel autor, como la formulación de una sustitución del reinado del dios de losIncas, el Sol, por la figura mitologizada de Bolívar. Desde esta perspectiva,la ruptura de la historia en ciclos cerrados como que se recompone en busca-una vez más- de un cierto orden homogeneizador: Bolívar (y por ciertola República) sustituye pero también continúa la historia de Manco y delincanato. Esta lectura puede enriquecerse si se advierte que Daniel FlorenciaO'Leary, el edecán de Bolívar, había publicado en El Sol del Cuzco, pocassemanas antes de que Choquchuanca pronunciara su arenga, un tumultuosoelogio al Libertador firmado por "Manco-Cápac", elogio en el que acude atoda la retórica bolivariana y en cuyo final pone énfasis en esa misma idea desustitución-continuidad: "la lámpara de mi gloria se extingue [...] a la sombrade tus laureles", dice "Manco Cápac" (o sea, O'Leary) a Bolívar52.De cualquiermanera, por debajo del esfuerzo conciliador y unificante, en este caso entre latradición incaica y la República", subyace en la arenga la expresión de variasconciencias, y de sus símbolos, en un discurso profundamente sincrético perono libre, ni mucho menos, de contradicciones.

Dos textos fundadores del Perú republicano, sin duda, pero tambiéndos textos cuyo ánimo homogeneizador no obvia, no puede obviar, que suscontradicciones internas no sólo presagian los conflictos que la nacionalidadtendrá que afrontar, sino -también- dibujan el espacio desde el que sehabla la República -espacio entrecruzado por muchas racionalidades y porvarias historias- y determinan la índole ambigua del sujeto de un discursoininteligible al margen de su radical multivalencia.Tal vez sean, ambos textos,signos de una literatura que no puede borrar, aunque lo intenta sostenida yesforzadamente, las contradicciones que la constituyen y que recién ahoracomenzamos a comprenderla como tal, en su propia condición de literaturadesmembrada y beligerante.

Los usos de la ficción: tres novelas

Sin duda la novela es uno de los signos mayores de la modernidadhispanoamericana en el XIX. Se puede discutir indefinidamente sobre susorígenes en relatos coloniales!", pues en efecto hay muchos que tienen uncierto temple novelesco, pero me parece obvio que como género, con suscodificaciones más o menos estrictas, la novela entre nosotros es productodel siglo pasado; es también, desde una perspectiva complementaria,

51 Op, cit., especialmente Cap.lIT.52 Cit. por Ratto, p. 54-55.53 CE. mi artículo "La reivindicación del imperio incaico en la poesía de la

emancipación en el Perú",en Letteratnre d'dmerica, IV, 19-20. Roma, 1983.54 Cf. Cedomil Goic, "Novela hispanoamericana colonial", en Luis Íñigo Madrigal

(cord.),Historia de la literatura bíspanoamericana (Madrid: Cátedra, 1982),Tm. I,Epoca Colonial.

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conformadora de la conciencia y de ciertos procesos sociales propios de esaépoca. Me interesa especialmente poner de relieve el vínculo entre novelay modernidad: género recién estrenado, represellta la puesta al día de unaliteratura que lo había ignorado, arcaizándose por esa ausencia, y se instaladentro de una vasta constelación de urgencias sociales. La primera, por cierto,es la de la propia modernización, pero encabalgada sobre la vehemencia deuna definición nacional, No se trata únicamente de catalogar y enjuiciar usossociales propios, aunque mucho hay de ello a través de las poco estudiadasrelaciones entre la novela y los géneros costurnbristas'", ni tampoco sólo delas propuestas, vía el nuevo género, de proyectos explícitos de constituciónde naciones dignas de tal nombre; se trata, en un nivel más profundo, dela casi inevitable formulación, intencional o no, de lo que/or entonces -ypor mucho tiempo- será la condición de la nacionalida : su abarcadorahomogeneidad. Ciertamente Jameson extremó y sacó de cauce su conceptode "alegoría nacional" en las literaturas del Tercer Mundo (yen éste y otrosórdenes de cosas son válidos algunos de los reparos de Ahmad)" pero dentrodel ámbito de la novela hispanoamericana del XIX sus apreciaciones sonexcepcionalmente estimulantes.

En todo caso, el primer ejercicio novelesco hispanoamericano obviamentegira en torno a la obsesión social relativa a la constitución de las flamantesnacionalidades y en no pocos casos el universo de las relaciones familiareses la trama sobre la cual se despliega -conscientemente o no, insisto- laalegoría de la nación que se desea fundar; o más exactamente, que se estáfundando en ese momento. Es probable que como núcleo social básico,con un contenido al menos en principio fuertemente homogeneizador, lafamilia sea percibida en una relación metonímica (y a veces metafórica) conla nación; si se quiere, que sea la familia la micro-institución social que másse presta para alegorizar la macro-problemática de la nación. No creo que seanecesario recurrir específicamente a concepciones psicoannlíticas, freudianaso lacanianas, para entrever la red significativa que enlaza a la nación con lafamilia, pero reconozco que la retórica del nacionalismo naciente, sobre todoen lo que toca al sentido de filiación (los ciudadanos como "hijos" de la patriay "hermanos" entre sí, por ejemplo) permite la lectura del deseo de la naciónen el código de la familia, incluyendo sus peligros de perversión (que van

55 La relación entre el costumbrismo y el cuento moderno, y por extensión con todala prosa de ficción, ha sido lúcidamente analizada por Pedro Lastra, El cuento

i hispanoamericano delsiglo XIX (New York: Giacoman, 1972).56 Empleo muylibremente la categoría trabajada por FredericJameson,"1hird-World

in jhc Era of Multinational Capitalism", en Social Texts, 15, New York, 1986,inteligentemente discutida por Aijaz Ahmad en "[ameson's Rhctoric of Othernessand the 'Natíonal Allegory", en el N(] 17 de la misma revista. Agradezco a laprofesora Doris Sommcr el haberme hecho conocer los originales de los estudiosque está realizando alrededor de esteproblema(acaban de aparecer como partesdesu libra Foundationai Fíctíons. 1he National Romances ofLatín rimeríca (Berkeley:University of California Press, 1991) cuyo contenido no he podido asumir enla elaboración de este capítulo). CE. su libro 011e Master for .dnother:Populism asPatriarchalRhetoric in Dominiam Nouels (Lanharn: UPA,1984).

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desde el estereotipo del "mal hijo" hasta la significativa insistencia en el temadel incesto). Esto tiene mucho que ver con el problema de una identidadno resuelta y que tal vez no pueda resolverse más que contraviniendo, almenos indirectamente, algún oscuro tabú. Bastaría recordar a este respectolas reflexiones filosófico-antropológica-poéticas de Octavio Paz sobre elsentido de la violación en la cultura mexicana".

Mi propuesta, por 10 demás llena de interrogantes, es en cierto sentidomás simple. Puesto que la novela implica una distancia irónica ante, por o enrelación con la inevitable frustración del héroe y la defectividad de su mundo,o puesto que supone la resemantización y rcfuncionalización del discursocarnavalesco", sus virtualidades semánticas pueden acajer sin mayor reparolas truculencias de una historia de frustración, aunque ahora el "verdadero"personaje no sea un individuo sino la nación toda, y enmascararla bajo lafiguración de esa misma nación en disfraz de familia. Tengo que insistiren que no imagino siquiera una figura traslaticia consciente, en la que elautor "prefiere" hablar del mundo privado para no enfrentarse con el mundopúblico, más complejo y comprometedor, sino en un azaroso solapamientodel problema nacional bajo la imagen de los conflictos de la familia y lasrelaciones interpersoriales. Es, en realidad, como si en aquélla y éstas seventilaran asuntos que -en distinta escala- fueran los que agobiaban a lasnaciones, pero también como si la nación misma tuviera una consistenciahomóloga, y una problemática paralela, a la de sus organismos menoscomplejos. Hablar de estos era una forma de hablar de los otros, los demayor envergadura y trascendencia, con la ventaja de que el discurso políticopodía suspenderse, en su explicítez, mientras se desarrollaban otros discursos,como el ético o el psicológico, que 10 implicaban sin develarlo directamente.Después de todo, el lenguaje siempre lleva cargas semánticas mucho másabiertas y profundas que las que son propias de su referencialidad es¡ecifica.Tal vez la palabra que precede a toda palabra, y a la que respondes, dibujeen este caso un arco inesperado: con la que dice familia se contesta a la quepregunta por la nación.

Por otra parte, la novela -precisamente por su ligazón con la modernidad­se instala definitiva y excluyentemente en el campo de la escritura; es, porasí decirlo, el menos oralizable de todos los géneros. Cierto que en muchasde ellas, como también en las Tradiciones de Ricardo Palma o en el lenguajecostumbrista, hay un esfuerzo más o menos sostenido por acojer formas yfórmulas de la oralidad, y con frecuencia del habla popular, pero sin dudase trata de un claro artificio y en la mayoría de los casos, contrariamente a

57 Octavio Paz, El laberinto de la soledad (México: Fondo de Cultura Económica,1963). La 1a ed. es de 1950.

58 Obviamente me estoy refiriendo a las concepciones acercade la novela de Lukacsy Bajtín.

59 La inexistencia de una "primera palabra", en la medida que todas estáninevitablemente involucradas en una red dialógica, ha sido un tema muchas vecestratado por Bajtín. Una formulación especialmente satisfactoria para el géneronovelesco se encuentra en "La palabraen la novela", incluido en Teoríay estética dela novela (Madrid: Taurus, 1989).

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lo que podía suponerse, la "cita" del lenguaje oral implica su exclusión (confrecuencia graficada por las comillas, la bastardilla o signos similares) de lanorma lingüística que el propio texto propone cama correcta y pertinente.No es nada casual que en Aves sin nido, como se verá más tarde, una escenasingularmente significativa sea la que describe la alfabetización de Margarita,sobre todo si se recuerda que, casi un siglo después, la misma escena, con muysimilares connotaciones, reaparece en Doña Barbara", Es como si la propianovela tematizara la urgencia de la formación del público lectorque necesitabapara encontrarse con su verdadero sentido y en el fondo, más escuetamente,para poder existir en los términos sociales -los de la modernidad, obviamentevinculada al alfabetismo- que preconizaba".

CumandáLeer Cumandd de Juan León Mera" dentro del contexto que acabo

de referir parecería obligar a referir más o menos pormenorizadamente 'lasrelaciones del autor y su obra con la vida política y social del Ecuador delúltimo tercio del siglo XIX, que fueron muchas e importantes. Mi intención,sin embargo, va por otro camino. Deseo problematizar apenas un punto:la muy oblicua figuración de la nación en las románticas aventuras que senarran en la novela. Me doy cuenta del artificio (¿pero qué lectura no lo es?)que supone esta perspectiva de análisis.

Desde el primer momento, es indispensable anotar que se trata de unafiguración ostensible y múltiplemente desplazada. Por lo pronto, Mera diceescribir su novela para agradecer a la Real Academia Española el haber sidodesignado miembro correspondiente y para hacerse condigno de tal honor;en el fondo, por tanto, se trata de probar su aptitud como escritor que dominacon solvencia los códigos de la alta cultura metropolitana, lo que no se oculta,sino más bien se revela, por la acumulación en la carta-dedicatoria de lostópicos de la modestia. Es claro entonces que su lector explícito ("la obrita

60 Rómulo Gallegos, DOlía Barbara (La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973).La la ed. data de 1929. Por lo demás, al igual que en Aves sin nido, en las otrasdos novelas que estudio en este apartado la escritura tiene -mmbién- funcionesexcepcionalmente importantes.

61 Tffn ,breve análisis del asunto en "El aprendizaje de la lectura: novela y formación.' nacional en Hispanoamérica", en Osamayor,Il, 4, Pittsburgh, 1991.

62 Juan León Mera, Cumandáoun dramaentresahmjes (Quito: Imp. del Clero,1879).En lo sucesivo cito en el texto,entreparéntesis, laspp. de esta ed. He modernizadola ortografía. Me han sido muy útiles los artículos de Manuel Corrales Pascual,"Las raíces del relato indigenista ecuatoriano", en Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana, IV, 7-8, Lima, 1978j Hernán Vidal, "Curnandd: apología delestado teocrático", en Revista de Critica Literaria Latinoamericana, VI, 12, Lima,1980;y Edmond Cros,"Spacc andTextualGenetics:Magical Consciousness andIdeology in Cumandd (Socíocriticism, 4-5, Montpcllier-Pittsburgh, 1986) paraescribir este subcapítulo,

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desde el estereotipo de! "mal hijo" hasta la significativa insistencia en e! temade! incesto). Esto tiene mucho que ver con e! problema de una identidadno resuelta y que tal vez no pueda resolverse más que contraviniendo, almenos indirectamente, algún oscuro tabú. Bastaría recordar a este respectolas reflexiones filosófico-antropológica-poéticas de Octavio Paz sobre elsentido de la violación en la cultura mexicana",

Mi propuesta, por 10 demás llena de interrogantes, es en cierto sentidomás simple. Puesto que la novela implica una distancia irónica ante, por o enrelación con la inevitable frustración del héroe y la defectividad de su mundo,o puesto que supone la resernantización y refuncionalización del discursocarnavalesco'", sus virtualidades semánticas pueden acojer sin mayor reparolas truculencias de una historia de frustración, aunque ahora el "verdadero"personaje no sea un individuo sino la nación toda, y enmascararla bajo lafiguración de esa misma nación en disfraz de familia. Tengo que insistiren que no imagino siquiera una figura traslaticia consciente, en la que elautor "prefiere" hablar del mundo privado para no enfrentarse con e! mundopúblico, más complejo y comprometedor, sino en un azaroso solapamientodel problema nacional bajo la imagen de los conflictos de la familia y lasrelaciones interpersonales. Es, en realidad, como si en aquélla y éstas seventilaran asuntos que -en distinta escala- fueran los que agobiaban a lasnaciones, pero también como si la nación misma tuviera una consistenciahomóloga, y una problemática paralela, a la de sus organismos menoscomplejos. Hablar de estos era una forma de hablar de los otros, los demayor envergadura y trascendencia, con la ventaja de que e! discurso políticopodía suspenderse, en su explicitez, mientras se desarrollaban otros discursos,como e! ético o e! psicológico, que 10 implicaban sin deve!arlo directamente.Después de todo, e! lenguaje siempre lleva cargas semánticas mucho másabiertas y profundas que las que son propias de su referencialidad específica.Tal vez la palabra que precede a toda palabra, y a la que responde' , dibujeen este caso un arco inesperado: con la que dice familia se contesta a la quepregunta por la nación.

Por otra parte, la novela -precisamente por su ligazón con la modernidad­se instala definitiva y excluyentemente en el campo de la escritura; es, porasí decirlo, e! menos oralizable de todos los géneros. Cierto que en muchasde ellas, como también en las Tradiciones de Ricardo Palma o en el lenguajecostumbrista, hay un esfuerzo más o menos sostenido por acojer formas yfórmulas de la oralidad, y con frecuencia de! habla popular, pero sin dudase trata de un claro artificio y en la mayoría de los casos, contrariamente a

57 Octavio Paz, El laberinto de la soledad (México: Fondo de Cultura Económica,1963). La la cd. es de 1950.

58 Obviamente me estoy refiriendo alas concepciones acercade la novela de Lukacsy Bajtin.

59 La inexistencia de una "primera palabra" 1 en la medida que todas estáninevitablemente involucradas en una red dialógica, ha sido un tema muchas vecestratado por Bajtín. Una formulación especialmente satisfactoria para el géneronovelesco se encuentra en "Lapalabraen la novela", incluido en Teoría y estética dela novela (Madrid:Taurus, 1989).

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lo que podía suponerse, la "cita" del lenguaje oral implica su exclusión (confrecuencia graficada por las comillas, la bastardilla o signos similares) de lanorma lingüística que el propio texto propone corno correcta y pertinente.No es nada casual que en Aves sin nido, como se verá más tarde, una escenasingularmente significativa sea la que describe la alfabetización de Margarita,sobre todo si se recuerda que, casi un siglo después, la misma escena, con muysimilares connotaciones, reaparece en Doña BarbaraóO• Es como si la propianovela tematizara la urgencia de la formación del público lector que necesitabapara encontrarse con su verdadero sentido y en el fondo, más escuetamente,para poder existir en los términos sociales -los de la modernidad, obviamentevinculada al alfabetismo- que preconizaba".

CumandáLeer el/mandó de Juan León Mera" dentro del contexto que acabo

de referir parecería obligar a referir más o menos pormenorizadamente lasrelaciones del autor y su obra con la vida politica y social del Ecuador delúltimo tercio del siglo XIX, que fueron muchas e importantes. Mi intención,sin embargo, va por otro camino. Deseo problematizar apenas un punto:la muy oblicua figuración de la nación en las románticas aventuras que senarran en la novela. Me doy cuenta del artificio (¿pero qué lectura no lo es?)que supone esta perspectiva de análisis.

Desde el primer momento, es indispensable anotar que se trata de unafiguración ostensible y múltiplemente desplazada. Por lo pronto, Mera diceescribir su novela para agradecer a la Real Academia Española el haber sidodesignado miembro correspondiente y para hacerse condigno de tal honor;en el fondo, por tanto, se trata de probar su aptitud como escritor que dominacon solvencia los códigos de la alta cultura metropolitana, lo que no se oculta,sino más bien se revela, por la acumulación en la carta-dedicatoria de lostópicos de la modestia. Es claro entonces que su lector explicito ("la obrita

60 Rómulo Gallegos, DOlía Barbara (La Habana: Instituto Cubano del Libro,1973).La 1" ed. data de 1929. Por lo demás, al igual que en Aves sin nido, en las otrasdas novelas que estudio en este apartado la escritura tiene -también- funcionesexcepcionalmente importantes.

61 Up breve análisis del asunto en "El aprendizaje de la lectura: novela y formación. 'naci~nal en Hispanoamérica", en Osamayor, II, 4, Pittsburgh, 1991.

62 Juan León Mera, Cumandá o nn drama entresalvajes (Quito: Imp. del Clero,1879).En lo sucesivo cito en el texto, entre paréntesis, las pp. de esta ed. He modernizadola ortografía.Me han sido muy útiles los articulas de Manuel Corrales Pascual,"Las raíces del relato indigenista ecuatoriano", en Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana, IV, 7-8, Lima, 1978; Hernán Vidal, "Cumandd: apología delestado teocrático", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, VI, 12, Lima,1980;y Edmond Cros,"Space and TextualGenetics:Magical Consciousness andIdeology in Cumandd' (Sociocriticism, 4-5, Montpellier-Pittsburgh, 1986) paraescribir este subcapjtulo.

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va a manos de V.E., respero que, por tan respetable órgano, sea presentadaa la Real Academia' -s.p.) no tiene nada que ver con el asunto nacionaly que la producción de la obra parece girar narcisistamente en torno alreconocimiento hispánico del prestigio personal de su autor, todo dentro deun rito punto menos que cortesano.

Mucho más decisivo es el hecho de que la novela se desplace,cronológicamente, hacia "105 tiempos en que estas tierras eran de España",como se señala en la misma dedicatoria, y que su historia se instale en ellejano espacio geográfico de las selvas orientales del Ecuador, inmediatamentedefinidas por ser habitadas por tribus salvajesy casi por completo desconocidaspor el hombre civilizado, a excepción de los misioneros. Más allá de laRepública y fuera del espacio central de ella, Cumandd no parece aludir deninguna manera a los problemas formativos de la nación ecuatoriana, aunquehaya una que otra alusión -siempre tangencial- a ellos (por ejemplo, p. 43).Más todavía, al terminar el primer capítulo, luego de describir someramentela vida de los "salvajes" y con morosidad el esplendor y la belleza de lanaturaleza selvática, se hace explícito que la novela ofrece un relato de loextraño, ignoto, lejano y misterioso. Dice:

Lector, hemos procurado hacerte conocer, aunque imperfectamente, elteatro en que vamos a introducirte: déjate guiar y sígueme con paciencia.Pocas veces volveremos la vista a la sociedad civilizada; ohndate de ella siquieres que te interesen las escenas de la naturaleza, y las costumbres de loserrantes y salvajes hijos de la selva (p. 10, énfasis nuestro).

Se trata, como todo olvido, de una operación selectiva, pero en este caso-además- profundamente sintomática: en realidad, no sólo no se obvia la"sociedad civilizada" sino que ella preside todo el relato a través de la acciónde dos de sus representantes más encumbrados: el sacerdote y el poeta; ysi son "salvajes los hijos de la selva" es porque la expulsión de los jesuitasdestruyó los logros de su misión civilizadora (p. 13), recomenzada -en eltexto- por el padre Orozco. Su éxito con los andoas es elogiado una y otravez (por ejemplo, Cap. V) y sirve para oponer a estos indios cristianizadosal salvajismo de las otras tribus. De esta manera, el lector no puede "olvidar"que ese mundo primitivo que le ofrece la novela es un extraño arcaísmoque subsiste como producto de los errores de la civilización que hacemucho pudo haberlo integrado a su orden. De hecho, al tratar de borrar lacivilización de la conciencia del lector, en realidad se la está ficticiamenteretirando del espacio problemático del relato; o más comprometedoramente:hay 'J.ue "olvidar" a la civilización porque es ella la que se encarga de recordar.El efecto ideológico de esta operación, consistente en hacer que los otrosolviden lo que el narrador sabe es, a todas luces, un signo mayor del sentidoautoritario que fluye de toda la novela.

Es del todo evidente, además, que si la historia sucede en otro mundo,está íntegramente contada desde y para estemundo, desde y para su memoriay su conciencia, aunque -como acabamos de ver- se trate de crear el efectocontrario. Por consiguiente, no es abusivo leerla poniendo énfasis en suinstancia de producción y someter sus referentes -sólo en apariencia exóticos-

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a las urgencias que notoria (aunque oblicuamente) presiden su composición.Desde esta perspectiva, y dicho primero sin matices, Cumandd relata elconflicto entre la civilización, entendida sin duda conao civilización cristiana,y el salvajismo, que en la novela tiene varias y previsibles acepciones pero,todas ellas, dependientes de su condición pagana. En el fondo, y siempre agrandes trazos, la novela de Mera construye su extrañeza teniendo muy encuenta que su verdadero espacio de significación no está en el pasado y enla selva sino en la problemática de la constitución de la República. Proponepara ella, como lo ha señalado Vidal, un sistema definidamente reocrático-',

No detallaré toda la historia que narra, pero me interesa establecer quesu núcleo tiene que ver, de manera explicita, con problemas relativos a lafiliación. En efecto, durante su vida seglar, directamente condenada porobedecer a un afán de enriquecimiento 'lue lo lleva a explotar con crueldada "sus" indios, Orozco ha formado una familia, por cierto blanca, que en undeterminado momento es masacrada por los salvajes. Aparentemente sólose salvan él y su hijo Carlos, aunque luego se sabrá que también sobrevive-raptada por los se!vícolas- su hija Julia. Arrepentido de sus pecados, y librede! matrimonio por la muerte de su esposa, Orozco se hace sacerdote yregresa a la selva para evangelizar (y así redimir los pecados de su vida laica)a los indios que acabaron con los suyos. Ciertamente mantiene a su lado aCarlos, que se ha hecho un joven poeta romántico, frente al que se convierte,entonces, en padre doble: porque lo es, en términos naturales, y también,espiritualmente, como sacerdote. Esta doble paternidad es fundamental enla economía semántica del texto: subraya desmedidamente e! carácter y lasvirtudes de la figura patriarcal y su carácter sagrado. Exagerando un poco lascosas, podría decirse que Cumandd es un himno al patriarca.

Como es previsible en las ficciones románticas hispanoamericanasdel siglo XIX, Carlos se enamora de una joven india, Cumandá, que mástarde descubrirá que es su hermana Julia. La novela insiste cuantas vecespuede en el carácter excepcional de Cumandá, no sólo por su aspecto físico-obviamente blanco- sino también por sus virtudes morales -evidentementeintachables- (pp, 78-79, por ejemplo); y tampoco deja pasar ninguna ocasiónpara advertir que el amor de Carlos y Cumandá se mantiene en un gradode pureza impoluta: para que todo sea más claro, frecuentemente se llaman"hermanos'ty asumen su enamoramiento con un sentimiento sobre todo filial~. 115)64, de suerte que hasta el lector menos atento asume que Curnandá esJulia mucho antes que e! narrador deve!e el muy poco encubierto misterio desu origen. Corno.es propio de estas ficciones, entre Cumandá-julia y Carlosse i'riterpone el implacable odio a los blancos que tiene e! personaje queparece ser elpadre de la muchacha (que es el mismo que la raptó pero que hacambiado de nombre) y sus fingidos hermanos (éstos y aquél, como es claro,

63 Vida!,op. cit.64 Como ejemplo, basta el texto de un parlamento de Cumandá: "Óyeme, hermano

blanco [... ] nuestras almas son una, nuestros corazones son hermanos, que nuestrasangre es la misma, y que no debemos separarnos jamás" (op, cit., p. 115). Textostan obvios como éste abundan en la novela antes de que el narrador "descubra" allector que Carlos y Cumandá son efectivamente hermanos.

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indígenas no cristianizados). No sólo tratan una y otra vez de matar a Carlossino que finalmente entregan a Cumandá como esposa al anciano jefe de lamás poderosa tribu de la zona. Muere antes de consumar el matrimonio consu joven esposa y -de acuerdo al ritual de la tribu- ella también debe morir.Logra escapar, pero muere en la fuga. La reflexión que su (o el) padre Orozcohace a Carlos es notable:

Si el curso de los providenciales sucesos no hubiera impedido tu enlacecon Cumandá, habrías sido el esposo de tu propia hermana; la bendiciónsacramental cayendo sobre un horrible incesto, en vez de felicidad doméstica,te habría acarreado calamidades sin cuento. Para evitar esos males, Dios haquerido quitarnos aJulia y llevársela para sí, adornada de su pureza virginaly su candor de ángel (p.232),

Y mucho más singular es la del ofendido novio-hermano:

¿Piensas, padre mío, que nuestro amor era una pasión terrena y carnal?¡Ah, no has podido conocerla! era un amor desinteresado y purísimo: era,sin que lo adviertiéscmos, el amor fraternal elevado a su mayor perfección.Hermanos, habríamos sido tan unidos y felices como amantes o esposos(pp. 232-33).

Me parece que es bastante claro que el grupo socio-étnico que representanlos Orozco en la novela de Mera se comprende a sí mismo como autosuficiente,casi en términos endogámicos ("hermanos [...] tan felices como amantes oesposos"), y que no tiene ninguna duda ni sobre la legitimidad de su posiciónde dominio ni sobre los mecanismos para reproducirlo indefinidamente".En el terreno propiamente ideológico, como representantes de la religióncristiana y de la civilización occidental, parecen no tener competencia algunauna vez que el relato ha polarizado su representación entre los sacerdotesevangelizadores (y los poetas) y las tribus salvajes, diluyendo minuciosamente,con sistemática precisión, todos los estratos intermedios. Por cierto, dentrode este esquema, es fácil enmarcar la oposición entre salvajes cristianizados,gue ya no lo son tanto, y salvajes paganos, que lo son en grado extremo.No se oculta para nada que los primeros son radicalmente inferiores a susevangelizadores (y amos) ni que su función natural es servirlos material yespiritualmente.

Por lo demás,entre1as decenas de barreras que separan a blancos civilizadosde indios salvajes, aparece con claridad la que separa a la escritura de laoralidad. Ciertamente la oralidad es el espacio de los salvajes y normalmentese expresa más que con palabras con gritos o alaridos, con su significaciónzoomorfa, o en algunos casos con sonidos de tambores tenebrosos, casisiempre como ruidos de muerte", mientras que la escritura corresponde alotro lado, al de los blancos, y de dos maneras: como Escritura, que es la

65 Corrales encuentra, sin embargo, que la novela contiene algunas tenues críticascontra este grupo, lo que es verdad,pero no invalida -me parece- mi lectura. Op.cit., p. 45.

66 Por ejemplo, pp. 101, 103, 127-29, etc.

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CapítuloSegundo

que difunde el padre Orozco, oralizándola en sus sermones, y como Poesíaque la esconde más bien, como algo exótico en la selva, el joven Carlos. L;único que sabemos a este respecto es su poema-mensaje de amor a Cumandá,escrito en la corteza de un árbol (pp. 24-25), como inscripción de la letra enla naturaleza indómita, poema-mensaje que será quemado por los salvajescomo obvia manifestación no sólo de su barbarie sino de su irreconciliablelucha con la cultura que expresa esa letra cultivada, en cuanto poesía, al modomás alto de occidente".

En todo caso, lo que hace punto menos que asombrosa la propuestanacional de Mera es que si bien está desplazada, como se ha mencionadoantes, la imagen de la sociedad nacional que surge del texto es profunda ydefinidamente jerarquizada: funciona bajo un orden vertical que tiene comorazón justificatoria la religión -a la que se añade, pero nítidamente en unsegundo plano, la alta cultura de Occidente en la figura del joven poeta. Hayexplicaciones histórico-sociales para que esto sea así, pero a nadie escapaque Cumandd reproduce anacrónicamente el sistema colonial, de lo que haytestimonios legales y referencias innumerables en las crónicas, según el cualel mundo americano está escindido en dos. En efecto, sin exagerar demasiadolas cosas, propone un modelo de nación colonial -lo que no es un oxímoron,como bien sabemos- en la que una "república de españoles" se instala sobre(luna república de indios", con el agravante de que en la novela se prescindedel indio que fue parte de la alta cultura del Tawantinsuyu, y por cierto de losmestizos, paracubrirtodo ese campo con la"barbarie" de las tribus selváticas.Aéstas no les queda otro camino que aceptar su radical y absoluta dependencia,adecuándose a los requerimientos de una religión que se confunde con elpoder social, y en última instancia con el Estado, o ser devoradas por su propiosalvajismo o aniquiladas por esa fuerza superior que viene de fuera y de arriba.

Sin duda Cumandii es la menos conciliadora de todas las novelas estudiadasen este capítulo. Marcada por un autoritarismo que el romanticismo de sutrama no diluye, sino subraya, define sin ambages un orden único pero vertical.De esta suerte, la imagen de la comunidad nacional no se construye bajo eldiscurso de la integración más o menos homogeneizadora, tal como se verá enotros casos, sino al amparo de un mandato trascendente que permite legitimaresa verticalidad jerárquica en sus modalidades más gruesas y agresivas. LaRepública debe imitar a la Coloniay establecer su sistema bajo la más elementalde sus dinámicas: la de la sUferioridad global de un grupo, que está "obligado" aordenar, y la inferioridad de otro, la mayoría, que está en la "necesidad natural"de reconocer su condición subalterna y -por consiguiente- de obedecer...

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67 El odio de los "salvajes" por las letras, que terminan en cenizas, obviamente noes compartido por Cumandá. Ella "corno si pudiese entenderlas, besó las cifras,yhaciendo al punto memoria de lo que decían, se puso a cantar" (p. 24). En ciertosentido, su gesto es igual alde los indios evangelizados que repiten textos sagradosy canciones litúrgicas. La letra queda siempre en poder del dominador y eldominado -en el mejor de los casos- sólo puede repetirla (en este caso "cantarla")mediante su oralización.

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Aves sin nidoNo intento examinar la totalidad de la primera novela de Clorinda Matra

de Turner, Aves sin nido6B, aunque varios de sus niveles se prestarían para hacerconsideraciones harto cercanas al campo que aquí interesa'". Quiero remarcarsólo un punto. Como se recordará,Aves sin nido relata la vida en Kíllac (villorrioque simboliza el cruel funcionamiento y organización de la sociedad andina)durante la estada en él de una pareja (los Marín) que obviamente representanlos valores de la propia narradora: son cultos, de moral intachable, generosos,justicieros, etc. Los Marín, portadores de la ideologia de una burguesía urbanaliberal y progresista, se sienten indignados frente a faexplotación que sufren losindios a manos de las autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas y frente alos abusos que cometen contra ellos los comerciantes en lana. Deciden protejera los indios, son agredidos por los poderosos del pueblo y finalmente -en ciertomodo derrotados- deciden regresar a la ciudad.

El fracaso de los Marín es en algún sentido paliado por su decisión deadoptar a las dos hijas de Juan y Marcela Yupanqui, indios muertos al defenderla casa de sus protectores. Los portadores de la civilización no logran modificarel implacable orden social andino, pero al menos salvan de él a Margarita yRosalia, las "aves sin nido" de la primera parte de la novela. En la segunda parte,a más de reiterar las denuncias sociales sobre la explotación de los indios, lanovela narra los Cándidos amores de Margarita y Manuel y su final desgraciado:descubren que ambos son hijos del obispo Pedro Miranda y Claros, años antespárroco de Killac, con lo que al cerrarse la novela son ellos las nuevas y aún másdesamparadas llaves sin nido".

68 Empleo la edición de La Habana: Casa de las Américas, 1974, consignandolas páginas entre paréntesis dentro del mismo texto. La primera edición: Lima:Carlos Prince, 1889. Este fragmento derivaen parte de mi prólogo a la edición dela Biblioteca Ayacucho de esta novela.

69 La bibliografía específica sobre Clorinda Matto, casi siempre en relación a Avessin nido, no es amplia. Me han servido considerablemente los libros de FranciscoCarrillo, Ciorínda Matto de Turnery su indigenismo literario (Lima: Universitaria,1967)y Alberto Tauro, Clorinda Matto deTumer y la nooela indigenista (Lima: SanMarcos, 1976) y el artículo dc Fernando Arribas-García, llAves sin nido: ¿novelaindigenista?", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, XVII, 34, Lima,1991. Cf. mis prólogos a la cd, ya citada de Aves sin nido,a Indole (Lima: InstitutoNacional de Cultura, 1974) y Herencia (Lima: Instituto Nacional de Cultura,1974) y mis estudios l~ves sin nido: indios, 'notables' y forasteros" en La novelaperuana (Lima: Horizonte, 1989) y "Clorinda Matto de Turner: para una imagende la novela peruana del siglo XIX" en Escritura, II, 3, Caracas, 1977. Acaba deaparecer una recopilación de algunos de mis estudios sobre el tema bajo el títuloClorinda Matto de TU17lel; noueiista. (Lima: Lluvia Editores, 1992). Cf. tambiénde Efrain Kristal, The rhtdes ViewedFrom the City. Literary and PoliticalDiscourse011 the Indian in Pe1'1l (New York: Peter Lang Publishing, 1987), recientementetraducido alespañol con el título Unavisión urbanadelosAndes. Génesisy desarrollodel indigenismo en elPerü, 1848-1930 (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1991).

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Capítulo Segundo 109

Sin duda se trata, en la segunda parte, de un argumento inocultablementemelodramático, aunque nada inusual en la novela hispanoamericana del XIX,que parece agotarse en su propia truculencia, en la crítica al relajamiento moraldel clero y -en la novela de Marta de Turner- al celibato sacerdotal. Tiene,sin embargo, otros y más profundos significados. Para poderlos considerar esnecesario tomar en cuenta que, como ya dije, en el siglo XIX nuestra novelaprodujo una muy compleja alegoría de la nación y sus problemas a través dela imagen de la familia y de las relaciones interpersonales que la fundan y larodean. Por lo pronto es evidente que Aves sin nido privilegia la caracterizaciónde los núcleos familiares (los Marín, los Pancorbo, los Yupanqui, los Champi),hasta el punto de que casi no hay personajes que se presenten sin ese contornoinmediato. La gran excepción es el cura Pascual (y su antecesor Miranda,ahora obispo), pero se trata de una excepción que precisamente refuerza laimportancia de los vínculos familiares: los vicios del clero y las tragedias quesuscitan derivan del celibato al que están antinaturalmente obligados losreligiosos -tal como se lee desde el "Proemio" y en varias otras páginas de lanovela (pp. 1-2; 103-105). Paradójicamente, las familias que apareccn en Avessin nido o son incompletas (los Marín no tienen hijos) o guardan en su senoalgún secreto terrible como la escondida filiación dc Manuel y Margarita y laviolencia sufrida por sus madres.

Pero leer los significados que encarna la familia en la novela de ClorindaMarta implica vincular este tema con otro, el de las relaciones interraciales,que lo cruza de parte a parte. De alguna manera, tal como la presenta Avessin nido, la familia es el espacio privilegiado para las alianzas o los conflictosétnicos. El énfasis puesto en ese vínculo entre familia y raza hace aún más clarala posibilidad de interpretar todo este núcleo de significación en una clave mássocial que ética (aunque contenidos de este tipo sean obvios) que finalmenteconduce a reflexionar sobre el asunto central del siglo XIX: la formación de lanacionalidad.

Por lo pronto, la preocupación de Marta por el destino del pueblo indigenase plasma con evidencia en la decisión de los Marín (sus portavoces narrativos)de adoptar a las hijas del matrimonio Yupanqui. Puesto que la novela relatala muerte o el sufrimiento continuado e inevitable de los indios, la adopciónde Margaríta y Rosalía implica de manera tangencial, pero muy expresiva,que Aves sin nido efectivamente no logra percibir ningún futuro para la razaindígena?", pero que es algo menos escéptica si se trata de la suerte de algunosindividuos aislados. Ciertamente la adopción, con el consiguiente cambio deapellido (de Yupanqui a Marín), es una figura especialmente vigorosa de laconstrucción de una nueva identidad y del carácter salvador de este proceso.

70 Dice la narradora: "Plague a Dios que algún día, ejercitando su bondad, decretela extinción de la raza indígena, que después de haber ostentado la grandezaimperial,bebe el lodo del oprobio. ¡Pleguea Dios la extinción, ya que no esposibleque recupere su dignidad, ni ejercite sus derechos!" (p. 11, énfasis mío); idea quede alguna manera se repite en el diálogo entre Isidoro y su esposa, ambos indios:-t'Nacimos indios, esclavos delcura, esclavos delgobernador, esclavos del cacique,esclavos de todos los que agarran la vara del mandón. -jlndíos, sí! ¡La muerte esnuestra dulceesperanzade libertad!" (p.241).

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Aves sin nido

No intento examinar la totalidad de la primera novela de Clorinda Matrade Turner, Aves sin nido6H, aunque varios de sus niveles se prestarían para hacerconsideraciones harto cercanas alcampo que aquí interesa", Quiero remarcarsólo un punto. Como se recordará,Aves sin nido relata la vida en Kiliac (villorrioque simboliza el cruel funcionamiento y organización de la sociedad anrlina)durante la estada en él de una pareja (los Marín) que obviamente representanlos valores de la propia narradora: son cultos, de moral intachable, generosos,justicieros, etc. Los Marín, portadores de la ideología de una burguesía urbanaliberal y progresista, se sienten indignados frente a la explotación que sufren losindios a manos de las autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas y frente alos abusos que cometen contra ellos los comerciantes en lana. Deciden protejera los indios, son agrerlidos por los poderosos del pueblo y finalmente -en ciertomodo derrotados- deciden regresar a la ciudad.

El fracaso de los Marín es en algún sentido paliado por su decisión deadoptar a las dos hijas de Juan y Marcela Yupanqui, indios muertos al defenderla casa de sus protectores. Los portadores de la civilización no logran modificarel implacable orden social anrlino, pero al menos salvan de él a Margarita yRos alía, las "aves sin nido" de la primera parte de la novela. En la segunda parte,a más de reiterar las denuncias sociales sobre la explotación de los indios, lanovela narra los Cándidos amores de Margarita y Manuel y su final desgraciado:descubren que ambos son hijos del obispo Pedro Miranda y Claros, años antespárroco de Kíllac, con lo que al cerrarse la novela son ellos las nuevas y aún másd d 11 • 'd"esampara as aves SIn ni o .

68 Empleo la edición de La Habana: Casa de las Américas, 1974, consignandolas páginas entre paréntesis dentro del mismo texto. La primera edición: Lima:Carlos Prínce, 1889. Este fragmente deriva en parte de mi prólogo a la edición dela Biblioteca Ayacucho de esta novela.

69 La bibliografía especifica sobre Clorinda Matto, casi siempre en relación a Avessin nido, no es amplia. Me han servido considerablemente los libros de FranciscoCarrillo, Ciorínda Malta de Turnery su indigenismo literario (Lima: Universitaria,1967) y Alberto Tauro, Clorinda Matto deTumery la novelaindigenista (Lima: SanMarcos, 1976) y el artículo de Fernando Arribas-García, "Avessin nido: ¿novelaindigenista?", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, XVII, 34, Lima,1991. Cf. mis prólogos a la ed.ya citada de Aves sin nido,a Indoíe (Lima: InstitutoNacional de Cultura, 1974) y Herencia (Lima: Instituto Nacional de Cultura,1974) y mis estudios "Aves sin nido: indios, 'notables' y forasteros" en La novelaperuana (Lima: Horizonte, 1989) y "Clorindu Matta de Turncr: para una imagende la novela peruana del siglo XIX" en Escritura, II, 3, Caracas, 1977. Acaba deaparecer una recopilación de algunos de mis estudios sobre el tema bajo el títuloClorinda lvlatto de Turner; novelista. (Lima: Lluvia Editores, 1992). Cf. tambiénde Efraín Kristal, The Andes ViewedFrom tbe Gity. Literary and Political Discourseon tbe Indian in Peru (New York: Peter Lang Publishing, 1987), recientementetraducido alespañol con el título Unavisión urbana de fosAndes. Génesisy desarrollodel indigenismo en elPerú, 1848-1930 (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1991).

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Cnprtulo Segundo 109

Sin duda se trata, en la segunda parte, de un argumento inocultablementemelodramático, aunque nada inusual en la novela hispanoamericana del XIX,que parece agotarse en su propia truculencia, en la crítica alrelajamiento moraldel clero y -en la novela de Marta de Turner- al celibato sacerdotal. Tiene,sin embargo, otros y más profundos significados. Para poderlos considerar esnecesario tomar en cuenta que, como ya dije, en el siglo XIX nuestra novelaprodujo una muy compleja alegoría de la nación y sus problemas a través dela imagen,de la familia y de las relaciones interpersonales que la fundan y larodean. Por 10pronto es evidente que Aves sin nido privilegia la caracterizaciónde los núcleos familiares (los Marín, los Pancorbo, los Yupanqui, los Champi),hasta el punto de que casi no hay personajes que se presenten sin ese contornoinmediato. La gran excepción es el cura Pascual (y su antecesor Miranda,ahora obispo), pero se trata de una excepción que precisamente refuerza laimportancia de los vínculos familiares: los vicios del clero y las tragedias quesuscitan derivan del celibato al que están antinaturalmente obligados losreligiosos -tal como se lee desde el "Proemio" y en varias otras páginas de lanovela (pp, 1-2; 103-105). Paradójicamente, las familias que aparecen en Avessin nido o son incompletas (los Marín no tienen hijos) o guardan en su senoalgún secreto terrible como la escondida filiación de Manuel y Margarita y laviolencia sufrida por sus madres.

Pero leer los significados que encarna la familia en la novela de ClorindaMatto implica vincular este tema con otro, el de las relaciones interraciales,que 10 cruza de parte a parte. De alguna manera, tal como la presenta Avessin nido, la familia es el espacio privilegiado para las alianzas o los conflictosétnicos. El énfasis puesto en ese vínculo entre familia y raza hace aún más claralaposibilidad de interpretar todo este núcleo de significación en una clave mássocial que ética (aunque contenidos de este tipo sean obvios) que finalmenteconduce a reflexionar sobre el asunto central del siglo XIX: la formación de lanacionalidad.

Por 10pronto, la preocupación de Marto por el destino del pueblo indígenase plasma con evidencia en la decisión de los Marín (sus portavoces narrativos)de adoptar a las hijas del matrimonio Yupanqui, Puesto que la novela relatala muerte o el sufrimiento continuado e inevitable de los indios, la adopciónde Margarita y Rosalía implica de manera tangencial, pero muy expresiva,que Aves_sin nido efectivamente no logra percibir ningún futuro para la razaindígena?", pero que es algo menos escéptica si se trata de la suerte de algunosindividuos aislados. Ciertamente la adopción, con el consiguiente cambio deapellido (de Yapnnqui a Marín), es una figura especialmente vigorosa de laconstrucción de una nueva identidad y del carácter salvador de este proceso.

70 Dice la narradora:"Plegue a Dios que algún día, ejercitando su bondad, decretela extinción de la raza indígena, que después de haber ostentado la grandezaimperial, bebe el lodo del oprobio. ¡Pieguea Dios ia extinción, ya que 110 esposibleque recupere su dignidad, ni ejercite sus derechos!" (p. 11, énfasis mío); idea quede alguna manera se repite en el diálogo entre Isidoro y su esposa, ambos indios:-uNacimos indios, esclavos del cura, esclavos del gobernador, esclavos del cacique,esclavos de todos los que agarran la vara del mandón. -¡Indios, sí! [La muerte esnuestra dulceesperanzade Ilbertadl" (p.241).

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Por supuesto, el acto de la adop~ón es seguido por un pr~ceso ~ducativo quedeberá concluir con la cancelación de los rasgos de la pnmera identidad: dehecho en Herencia, que es una novela que continúa en parte la trama de Avessi" nido, una de las hijas adoptivas de los Marín no puede distinguirse de otrasjóvenes de la alta sociedad llmeña", Su nueva identidad está consolidada. Setrata, como queda insinuado, de un largo proceso que comienza en la escenaen la que el tierno e ingenuo Manuel enseña a leer a Margarita, pasa por laeducación de la niña en los mejores colegios de Lima y termina con el triunfode la muchacha adoptada en la salones más encumbrados de la capital".

Más allá de la intención de Clorinda Matto y al margen también de losestereotipos del melodrama romántico, en la transformación radical de lasYupanqui en Marín subyace un significado turbador: la salvación del indiodepende de su conversión en otro, en criollo, con la consiguiente asimilaciónde valores¡ usos diferenciados; y depende también, como es claro, de lagenerosida de quienes hacen posible esa metamorfosis étnico-social. Dealguna manera, la historia de la adopción es un emblema de las conviccionesde la época sobre el poder de la educación, como fuerza transformadora dela sociedad, pero a la vez de un concepto pedagógico que sólo entiende estamateria como una forma de occidentalización del pupilo. Lo_primero estabaexplícitamente mencionado en el "Discurso en el Politeama". En él GonzálezPrada decía:

Enseñadlc a leer y escribir [al indio] y veréis si en un cuarto de siglo selevanta o no a la dignidad del hombre".

Dentro del marco de la "conciencia posible" de entonces la educaciónno podía considerarse más que como un proceso que favorecía la realizaciónde los ideales europeos. Como recurso eficaz para la homogeneización delpaís, la educación no sólo no preveía ni pluralismos ni contrastes sino que, alcontrario, los condenaba abiertamente. En Aves si" nido se habla, en efecto, de"la verdadera civilización" como de un sistema único y de la educación comovía para acceder a sus principios ordenadores. La filiación "blanca" de las niñasYupanqui implica no sólo la adopción, entonces, sino también la educación,aunque dentro del relato ésta aparezca confundida con la experiencia del hogarbien constituido. En este orden de cosas,Aves sin nido propone algo así comouna categoría totalizadora: adoptar un hijo supone un acto de nominacióntrascendente porque con el nombre de los nuevos padres viene la configuraciónde la nueva persona. Basada en la piedad, la adopción de las niñas indias esuna forma puramente espiritual (y tal vez por eso mismo más poderosamentesimbólica) de la procreación de nuevos seres.

71 La primera ed. de esta novela data de 1895. Es curioso que en esta novela noaparezca Resalía. Más adelante volveré sobreeste tema.

72 Habría que analizar separadamente las fluctuaciones del feminismo en ClorindaMatto -que fue importante en su época. En este caso, sin embargo,la educaciónde Margarita parece tener como objetivo no más que su integración, medianteun casamiento digno, en el alto mundo limeño. Por cierto, el elogio a la virtud espermanentey se hace hincapié en la creciente inmoralidadde ese grupo social.

73 En Pejinas libres (Madrid: Pueyó,s/f), p. 78.

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¡w,~~::~':l%:OdC",:~;;~;"~,:tlc'j::¡,~%t;o:'::'indígena a través de la educación aculturadora de sus miembros, obviamenteconsiderados como menores de edad. Pero esta muy expresiva alegoría de laconstitución imaginaria de un país integrado bajo el modelo de sus estratos máseuropeizados y modernos tiene, sin embargo, un envés sorprendente. Dicho enbulto: son las muchachas indias las que permiten que la familia Marín se realicebajo su propía ideología y cumpla su función básica de reproducción. En todala novela, en efecto, se pone énfasis en e! carácter sagrado de la paternidad y lamaternidad y se establece una y otravez que la familia es e!único espacio dondeambas pueden realizarse con ese carácter. Al mismo tiempo, con raciociniocomplementario, una familia sin hijos no es realmente tal y un hombre o unamujer infértiles no alcanzan la plenitud de su función humana y sagrada.

Como en Aves sin nido la perspectiva educativa es recurrente, la funciónreproductora de la familia se expande más alláde la procreación de los hijos y seconvierte en un dispositivo mucho más extenso. En realidad la familia es la granmáquina reproductora de los comportamientos y valores socialmente aceptadoso -si se quiere- la argámasa ideológica que permite e! buen funcionamientode la sociedad dentro de un orden determinado. Naturalmente los hijos son e!engranaje de este mecanismo. La transformación de las Yupanqui en Maríndemuestra la eficiencia de este proceso,pero alavez tiene el significado que acabade mencionarse: sólo!oracias a ellas los Marín cumplen su función como familiay por consiguiente a quieren valor como reproductores de! sistema social. Es,sin duda, una notable paradoja de la novela' , Cabe preguntarse, entonces, si dela misma manera que la adopción de las muchachas indias puede leerse comouna alegoría de la homogeneización de! país, e! otro hecho -la defectividadde los Marín como farni1ia si no se hubiera producido la adopción- podríainterpretarse de manera homóloga; esto es, como representación simbólica dela urgencia de! sector social que representan de asumir un cierto compromisocon otros grupos para poder realizar su propio proyecto social.

Padres y educadores de los indios, los Marín parecen reconocer que surepresentatividad social y nacional tiene como condición la absorción de losotros -cierto que en términos de dependencia- como "hijos". A la larga, si seemplea la perspectiva inversa, parecerían no tener e! poder de reproducirsedentro de su propio espacio social, y mucho menos de imponerse al conjuntode la nación, sin una alianza ciertamente asimétrica con otros grupos. Algoasí CO~O un consenso ganado por la asimilación, en posición subordinada, delos qtros, Sobra aclarar que esta lectura, obviamente hipotética, no implica en.medo alguno la presunción de un nivel de conciencia autorial. Las alegoríasnacionales suelen ínstalarse en el discurso literario mediante mecanismosmucho más complejos que la intencionalidad y la ideologia explícita de losescritores", Son figuraciones de! imaginario social, más bien difuso, y suelenconstruirse en los márgenes de un lenguaje que asimila las pulsiones colectivas.

74 Curiosamente enAvessin nido se anuncia que Lucía está esperando su primogénito,pero esta información queda trunca y es totalmente obviada en Herencia.

75 Más puntualmente cabríaestablecer que se trata de la fracción burguesa, liberal ymodernizante, que -en efecto- no tuvo capacidad para convertirse en hegemónica.

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Pero el sistema alegórico de la familia en Aves sin nido tiene otrasdimensiones. Es bueno anotarlas. Por lo pronto, la caracterización deMargarita pone de relieve, desde un primer momento, su excepcionalidad.Aunque Marcela, su madre, es presentada como una mujer 1 notable porsu belleza peruana" (p. 5), los Marín se desconciertan frente a Margarita yconsideran que "su belleza es trasunto de esa mezcla del español y la peruanaque ha producido hermosuras notables en el país" (p. 25), aún cuando enese momento creen que sus padres son indios. No piensan todavía en laadopción, pero sí en aceptarla como ahijada. Al final del relato, como estádicho, se descubre que Margarita es hija de un cura españolo criollo y queefectivamente, como lo suponían los Marín, es mestiza. Esta revelación finaltiene un efecto complejo sobre la lectura anterior: por una parte, aleja larelación entre los Marín y los indios, pues la adopción se ejerce sobre unajoven mestiza, no india, en cuyo origen resuenan además memorias queremiten de alguna manera al primer mestizaje, al de la conquista, pero -deotra parte- el que la adopción incluya también a la pequeña Ros alía, hija deJuan y Marcela Yupanqui, preserva el sentido anterior. Ella sí es india.

La tardía confirmación de la condición mestiza de Margarita tiene quever no sólo con asuntos directamente ideológicos, lo que es bastante evidente,sino también, algo más sesgadamente, con el sistema de la verosimilitud delrelato. Como Margarita es un personaje mucho más importante que Rosalia ycomo sólo ella adquirirá presencia en la continuación dcAves sin nido, es claroque su absoluto y abrupto "blanqueamiento" resultaba un factor disturbadorde la credibilidad de la historia y generaba, así, un conflicto potencial conel lector. No está demás recordar que años después, en Matalaché (1928)de Enrique López Albújar, sucede algo similar: su protagonista, un negroesclavo, deviene en mulato, descendiente directo de un noble blanco, pocoantes de consumar su amor con la bella hija de su amo".

De cualquier manera, la distinta filiación original de ambas niñas fortaleceel sentido homogeneizador de la imagen familiar: los Marín asumen sucondición de autoridad en un hogar que acoje a mestizos e indios. Es claro,sin embargo, que con respecto a estos últimos la novela es más bien elíptica.Rosalia es casi sólo un nombre en Aves sin nido y el lector no sabe nada deella en Herencia. Sin duda la novela privilegia el significado de la adopción deMargarita y desde esta perspectiva parece evidente que hay una bien definidapredilección, aunque no excluyente, por el estrato mestizo. En cierto sentido,si se exagera un poco la borrosidad de Rosalía, habría que pensar que Avessin nido necesita generar primero una expectativa de reconciliación entre losextremos de la gama étnica (Marín/Yupanqui), diluir luego su radicalidad yenfatizar por último la importancia del eslabón intermedio, mestizo (Marín/Miranda y Claros-Yupanqui), pero conservando a la postre, como sugestivoaunque poco perceptible telón de fondo (a través de la casi invisible Rosalía)la propuesta inicial.

76 He estudiado el tema en "Matalaché: las muchas formas de la esclavitud", en Lanovela penmna, op. cit. CE también Tomás G. Escajadillo, La narrativa de LopezAlblija¡' (Lima:CONUP, 1972).

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Capítulo Segundo 113

Por lo demás, los insistentes problemas que cruzan los espacios familiaresen Aves sin nido parecen ser síntomas -si se acepta la asociación entre nación yfamilia- de las contradicciones que agobiaban a la sociedad peruana de finesde! XIX. En e! fondo, las imágenes familiares que ofrece la novela tienen casisiempre su eje conflictivo en e! asunto de la filiación: Margarita y Manue!no saben quién en su verdadero padre y e! descubrimiento es trágico no sóloporque corta su amor bajo la terrible pena de! incesto sino porque la figuradel padre sacrílego es un punto ciego, sin solución posible, que remite lasantidad de la filiación a la violencia y al pecado. Es como si, en su conjunto,la alegoría apuntara a un orden mal constituido, deforme, que sólo puedeser transformado por la voluntad y la acción de quienes, como los Marín,deciden extirparlo (otorgando filiación y legitimidad) a la vez que corrigen(con la adopción) su propia incompletud, su esterilidad. Alegoría desgarradade la nación, sin duda, pero también esperanzadora: desde la perspectiva delos Marín, la familia (la nación toda) puede recomponerse bajo su amparo.Son la fuerza que ofrece hogar a quienes no lo tienen.

Juan de la RosaHe dejado para e! final la referencia «[uan de la Rosa, de Nataniel Aguirrc",

porque es la novela que más abiertamente desarrolla el tema de la formaciónde las naciones andinas y produce al respecto una vasta gama de estrategiasde legitimación, con sus dinámicas de inclusión y exclusión, bastante máselaboradas que las que aparecen en Cumandd oAvessin nido. Como en e!examende estas novelas, me atengo sólo a algunos aspectos de! texto, específicamentea los que tienen que ver con la construcción de una historia ejemplar comoforjadora de la independencia (y de la identidad) de Bolivia y -de otra parte­con el vínculo entre filiación y nacionalidad. Obvíamente quedan al margenmuchos otros aspectos importantes, puesto que se trata de una novela que-contra su apariencia de sencillez- esconde una extraordinaria complejidad".

Por lo pronto, presentado mediante e! subtítulo como "Memorias de!último soldado de la independencia", e! texto se instala explícitamenteen la intersección de una experiencia personal, ligada a los códigos de laautobiografla, y otra de índole social, que tiene relación con la novela históricao -sin más- con la historia". Naturalmente, si el texto de la memoria tiene un

77 Usola2a ed: París: Lib.de laVda. deBouret, 1909. En eltexto, entreparéntesis, anoto. Iaspáginas de estaedición. La 1a cd,esde 1885.He modernizado laortografia.

78 Buenaparte de este subcapítulo debe mucho a la excelente tesis doctoralde AlbaMaría Paz Soldán, Una articulación simbólica de lo nacional' 'Juan de la Rosa" deNataniel Aguirre (University of Pittsburgh, 1986 -mimeo). Cf. también: WalterNavia Romero, Interpretación y análisis de "[nan de la Rosa" (La paz: Universidadde San Andrés, 1966).

79 Rosario Rodríguez me informaque la novela tendríasemejanzacon ellldiario deltambor Vargas" y que se están estudiando las relaciones entre ambos textos. Larevisión somera del diario no evidencia esta relación, lo que no quita que sea untexto notabilísimo por sí mismo. Cf.José Santos·Vargas, Diario de un Comandante

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sistema cerrado de veridicción, en la medida en que el sujeto del enunciado esel mismo que el de la enunciación, con lo que se produce un cierto modo deautoreferencialidad; el de la historia -ficcionalizada o no- remite en cambiosu condición de verdad fuera de sí mismo y exige que quien habla tenga unaautoridad "objetiva" para hacerlo. El que el narrador-personaje se élefinacomo actor de la guerra de la independencia, con el añadido de ser el últimosobreviviente de ese tiempo, implica un mecanismo que permite transformarsu recuerdo individual en materia colectiva y garantizar la autenticidad de sunarración histórica. En otras palabras, el contrato comunicativo supone queel lector está ante un testimonio privilegiado que concentra un máximo decredibilidad y tiene el dramatismo de ser el último posible: nadie puede volvera contar esa historia con el aval de la experiencia propia. El "último soldado"tiene también la última palabra sobre este tema.

Desde otro punto de vista, el vinculo entre memoria e historia, tal comoaparece en Juan de la Rosa, ofrece un complejo juego temporal que abarca unperiodo excepcionalmente extenso. En efecto.la "memoria"se envía a la "Sociedad14 de Setiembre" en 1884 (tal como aparece en la carta que sirve de prólogo-p. XVII) Ysu redacción comienza en 1848 (según reza la nota 1 -p. 1), perolos asuntos específicamente evocados corresponden al lapso comprendido entre1810 y 1812 Yfragmentos del relato se proyectan -mediante informaciones queprovienen de otros personajes- hasta el siglo XVIII. En cierto modo los sucesosde 1810-1812 aparecen dentro de una narración múltiplemente enmarcada,pero los marcos tienen consistencia y funciones peculiares: los segmentoscronológicamente anteriores no hacen más que establecer una filiación entre loslevantamientos del siglo XVIII contra el régimen colonial y el que efectivamentese relata, mientras que los posteriores en la práctica no tienen formalizaciónnarrativa pero actúan de manera decisiva como perspectivas de conciencia parajuzgar lo relatado (1810-1812) y lo no relatado (el periodo que va de 1813 a1848 o -incluso- 1884) con una experiencia actunlizada'f'. Por consiguiente, eltexto construye la historia de un pasado más o menos lejano y la memoria de unaexperiencia infantil (la experiencia de juanito) desde y con la conciencia muchomás amplia, abarcadora y solvente del viejo coronel Juan de la Rosa, un patriarcaque se ha formado al mismo tiempo que la nación y que en cierto modo, comoseñalaré luego, se confunde con ella.

Ya se ha analizado suficientemente el filtro selector que emplea Juan dela Rosa para relatar los antecedentes de la temprana rebelión independentistade Cochabamba, 'remitiéndola una y otra vez a la del mestizo Calatayud de1730 y difuminando las indígenas que cincuenta años después protagonizaronTúpac Arnaru y Tüpac Catari'". Es claro que estos grandes levantamientos no

dela independencia americanaI1814-1825.Transcripción] introducción e índices deGunnar Mendoza (México:SigloXXI, 1982).El trabajo de Rosario Rodriguez enmi seminario de la Universidadde Pittsburgh me ha sido muy útil para examinarel texto de Aguirre.

80 Un análisis de los tiempos que pone en juego la novela y de la indole de laconciencia del anciano coronel que escribelas "memorias" se encuentraen el librode Navia, op. cít., pp. 59-64.

81 Por ejemplo, Alba Maria Paz Soldán,op. cit. Cf. especialmenteCap. III.

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o,,"'o'.~oo.oo•.o

Cnprtulo Segundo 115 i,s,:,n ~soumidos como linaj~ de la gesta de C,:,chabamba y que el d~ Calatayud, \.histoncamente harto mas modesto, es reivindicado con entusiasmo. Fray "Justo, que representa la sabiduría y los más puros ideales independentistas, :1

explícitamente contrapone ambas experiencias históricas. Dice a juanito:

-No cansaré tu atención con la más breve noticia de las sangrientasconvulsiones en que la raza indígena ha querido locamente recobrar suindependencia, proclamando, para perderse sin remedio, la guerra de lasrazas. Recordaré sí, con alguna extensión, un gran suceso, un heroico yprematuro esfuerzo, que conviene a mi objeto y nos interesa particularmente.En noviembre de 1730 o.. (p. 41).

Obviamente puede haber muchas razones para que se establezca estaoposición entre las "sangrientas convulsiones" indigenas, cuya memoria no es

. (" • " ") 1" [ ] I ." .necesaria no cansare tu atención ,y e gran suceso ... reroico que SI merecerecordarse por extenso, fero todo indica que la razón principal tiene que ver,como está dicho, con e esfuerzo por entroncar la rebelión de Cochabambacon una historia ejemplar y no con la cruenta "locura" de los levantamientosindigenas, habida cuenta que e! narrador se empeña en demostrar que tantola insurrección de Calatayud como la de Cochabamba fueron movimientosmestizos y aglutinaron a muchas clases y grupos étnicos -es decir, que fueronnacionales en un sentido si se quiere premonitorio pero perfectamente válidodesde e! punto de vista de la novela. No otro significado tiene e! parlamentode! mismo fray Justo cuando explica a Juanito las razones que justifican lalucha por la independencia:

[Los españoles se consideran] nuestros amos y señores. Los que nacemos,de ellos mismos, sus hijos, los criollos somos mirados con desdén, y piensanque nunca debemos aspirar a los honores y cargos públicos para ellos solosreservados¡ los mestizos, que tienen la mitad de su sangre, están condenadosal desprecio y a sufrir mil humillaciones; los indios, pobre raza conquistada,se ven reducidos a la condición de bestias de labor, son un rebaño que lamita diezma anualmente en las profundidades de las minas. Bastaban estasrazones para que deseásemos tener un gobierno nuestro ... [pp. 37-38).

Como es claro, "nuestro" engloba aquí a criollos -que es e! caso de frayJusto-, mestizos -que es la condición de Juanito- e indios -que no tienerepresentación personalizada en el relato, aunque se les mencione varias vecescomo participantes en e! movimiento liberador. En la medida en que e! niñoJuan, es e! protagonista de la historia y e! corone! Juan de la Rosa su narrador,no extraña que a lo largo de! texto se manifieste de una u otra manera que eseestrato, flanqueado irregular y asimétricarnente por los otros dos, con obviapreferencia por los criollos, es e! que funciona como eje principal de! procesosocial que conduce a la independencia de Bolivia, ciertamente bajo la tutela de!ejemplo intachable de otro mestizo heroico, e! artesano Alejo Calatayud. Laidea de nación está entonces definidamente enmarcada por e! mestizaje; y elmestizaje funciona tanto como emblema de síntesis interna, en la medida enque e! mestizo es por su propia condición prueba viviente de esa síntesis, cuantocomo instancia que F.or ser intermedia, entre los criollos y los indios, tambiénproduce e! mismo efecto de convergencia: es e! espacio de la homogeneidad y la

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armonía, el modelo de una nación que tiene que reunir sus dispares componentesen un todo coherente, compacto y representativo. Inclusive este afán abarcadorpuede inclui,: en determinados momentos, cuando el discurso indep~ndentistaevidencia mas claramente sus componentes cnsnanos, a los espanales (porejemplo, pp. 56-57).

Pero sucede que precisamente donde e! relato resulta más ambiguo es enla caracterización de! mestizo. Basta anotar la presentación de Rosa, madre deJuanito y descendiente de Calatayud, tal como aparece en las primeras páginasde la novela:

Rosita [...] era una joven criolla tan bella como una perfecta andaluza, conlarga, abundante y rizada cabellera [...] dientes blanquísimos, menudos,apretados, como sólo pueden tenerlos las mujeres indias de cuya sangredebían correr algunas gotas en sus venas (p. 2, énfasis mío).

A todas luces se trata de una caracterizaciónvacilante,y hastacontradictoria,que define al personaje primero como perteneciente al estrato criollo,inmediatamente alabado por su cercanía a la estirpe española, r en selí'fda loamestiza levemente con esas pocas "gotas"de sangre india que' debían (y aquíes una fórmula dubitativa) correr por sus venas. Más tarde esta indecisión segeneraliza. Por ejemplo, para continuar con la caracterización de personajesfemeninos, Mariquita es presentada por el narrador en estos términos:

Pocas veces he visto un tipo tan bello de la chola. Sus rizados cabelloscastaños, sus grandes ojos pardos [...] todo en ella tenía algo de mejor, demás fino y delicado que en la generalidad de las mujeres de esa robusta razacochabambina,mucho más españolaque india (p.130).

El mestizaje, al menos el de Cochabamba, aparece entonces comomezcla asimétrica y desbalanceada de los dos ancestros, más español queindio; sin embargo, inclusive así, sólo excercionalmente (Upocas veces")trasciende las virtudes materiales ("robusta" para alcanzar la gracia de labelleza. Estos textos, y muchos otros similares, explican lo que al comienzode la novela semeja no ser más que un lapsus, como cuando e! narrador, porejemplo, recuerda su infancia y señala que pese a '1ue él y su madre vivíanen la pobreza, eran "mil veces más afortunados que a gran masa de! pueblo,compuesta de indios y mestizos" (p. 12, énfasis mío), con lo que marca unaparadójica distancia (nosotros/ellos) con respecto al estrato al que, por otraparte, dice pertenecer.

Sin duda, la condición criolla se infiltra constantemente en un discursoque de manera explícita quiere mostrar su filiación mestiza. Estos quiebresinforman, a mi criterio, sobre la ficción que subyace en la construcción de la voznarrativa como voz mestiza y sobre e! caracter ideológico implícito en e! actode hablar desde esa posición. En este orden de cosas, como se ha mencionadoantes, la identidad mestiza de! personaje-narrador facilita sustancialmente lafiguración de su biografía como símbolo de una nación homogénea, hechade conciliaciones sincréticas, pero también permite desplazar al componenteindígena y preservar, aunque indirectamente, la hegemonía criolla. Para decirlo

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Capítulo Segundo 117

en grueso: e! mestizo emblemático es casi un criollo y en gran parte se confundecon él. Multifuncional, entonces, la figuración de la experiencia y voz mestizascomo'categorías nacionales respondetanto a un movimiento inclusivo,que semejaacojera todos, mientras 9ue sus involuntarias grietas definen un sutil sistema deexclusiones o subordinaciones, .

Excluido a veces y subordinado siempre, e! pueblo indígena es a 10 largo de lanovela una presencia borrosa y muda. Sin embargo, y con asiduidad sintomática,aparece a través de personajes mestizos.Unfragmento esespecialmentesignificativo:luego de la primera descripción de la madre de Juanito, cuyo contradictorio sentidoquedó ya anotado, se nos informa que Rosa solía cantar en quechua, "en la lenguamás tierna y expresiva de! mundo, e! yaraví de la despedida de! Inca Manco,tristísimo lamento dirigido al padre sol (...] demandando la muerte para no ver laeterna esclavitud de su raza", canción que le hace derramar lágrimas (p. 4), Yquese articula con la información, ofrecida pocos párrafos antes, según la cual en sumodesta casa había una estampa de la Virgen y otra que "representaba la muerte deArahualpa' (p. 2). De alguna manera, estas referencias culturales quechuas rebajane! énfasis puesto en la condición criolla y españolizante de la madre de Juanito,pero no deja de ser significativo que ambas, la musical y la pietórica, tengan quever con la derrota de los Incas y giren en torno a imágenes imperiales". De algunamanera lo rescatable de! mundo indio parece ser e! pasado glorioso, por cierto, perodefinitivamente clausurado por su derrota: larepresentación pictórica de la muertede! Inca y la memoria de su yaraví de despedida son signos inequívocos de esaconciencia de clausura y acabamiento.

Sin duda, e! narrador tiene una definida admiración por la lengua quechua(en otro apartado la califica de "lengua tan insinuante y persuasiva" -p. 21),pero curiosamente en la novela casi sólo hay constancia de que la emplean losmestizos (Juan, Rosa, Alejo, etc.), los criollos (Oquendo, inclusive la ultrafidelistadoña Teresa) y hasta los extranjeros (Cros), mientras se señala que los indios nohablan propiamente en quechua sino "en ese feísimo dialecto de que se sirvenlos embrutecidos descendientes de los hijos de! sol" (p. 166). De esta manera,uno de los mayores atributos del pueblo indígena, como es su idioma, solamentesubsiste con todas sus virtudes en labios de los otros (sobre todo los mestizos),mientras que sus hablantes naturales lo han pervertido, degradado y envilecido.Tal vez este punto sea el que mejor exprese la construcción y las funcionesideológicas de! protagonismo mestizo: de hecho, en efecto, son los mestizos losque asumen 10 mejor de la tradición nativa y la preservan inclusive con/mIos usosde los 'propios indios. Si aquéllos hablan e! buen quechua, y éstos el degradado, esporque en general los mestizos (y no los indios) son los verdaderos herederos dela tradición incaica" y,por consiguiente, los portadores auténticos de una historia

82 Un episodio similar se relata en relación a Clara, también mestiza, que canta enquechua un "harabuí del coro de doncellas del Ollanta", mientras recuerda a sunovio muerto en la rebelión (pp. 208-210).

83 Hay que aclarar que la novela sitúa el buen quechua de los mestizos en el tiempode la narración, pero advierte que en el tiempo de su escritura esa tradición se haperdido. Así cuando el narrador recuerda otro "barabui imitado del de Ollanta'lycomienza a transcribirlo en quechua se detiene abruptamente: "Pero ¿qué estoyhaciendo? ¿Pueden acaso comprender mis jóvenes lectores esa lengua} tan extraña

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que tuvo ese espléndido origen. Hay que recordar sin embargo, como lo insinuéantes, que e! grupo figur~do como mesti.zo tiene u~a muy ines~abley porosaconsistencia: no se sabe bien, a la postre, SI es el meSTIZO el que qUIere de algunamanera confundirse con el criollo, y ganar así el crédito de su prestigio, o sies el criollo el que necesita amestizarse para mejor representar su condiciónabarcadoramente nacional; en todo caso, es e! que se apropia de toda la escena,desde la de la historia, que parece haber desembocado naturalmente en él,hasta la de! lenguaje, que sólo tiene brillo en sus labios. De alguna manera,puesto que e! indio ha perdido su propia historia y su propia lengua, son losotros, los ambiguamente mestizos-criollos, los que pueden enfrentar con éxitola tarea de producir una nación que finalmente se confunde -no puede dejar deconfundirse- con la imagen de sí mismos.

Pero la novela ofrece otra dimensión, ésta más sesgada, de la mismaproblemática. Me refiero al hecho de que la constitución social de la nacióntiene su correlato en la construcción de! sujeto que evoca y narra en la novelala historia de su infancia -que es la historia de la búsqueda de su filiación. Enefecto,Juanito aparece como un "hijo de! aire", como un botado (pp, 122-23), queinicialmente no conoce a sus padres y que se propone desde su niñez "descorrere! velo misterioso de mi origen" (p. 51), aunque la verdad es que para él y para e!lector parece claro desde el principio que su madre es Rosita, ta! como luego seconfirma. Ella, sin embargo, se niega a revelar la identidad del padre e inclusivedeja expresa su voluntad de que ese enigma no se le revele a juanito ni después deque ella muera ("Tu buena madre quería que tu lo ignorases siempre" -p. 114). Elmisterio sólo se resuelve casi a! fina! de la novela r. tiene tintes melodramáticos:dos hermanos criollos, hijos de un rico españo , se enamoran de la mestizaRosita; uno de ellos decide sacrificarse por la felicidad de su hermano y se hacesacerdote (es el fray Justo que el lector conoce desde el primer capítulo) y el otroenloquece porque su padre se opone drásticamente al matrimonio. Leyendo lospapeles que deja fray Justo, Juanito se entera de la identidad de su progenitor""y de la estrecha relación que lo unla al sacerdote, que acaba de morir, Yo decidede inmediato ir en busca de su padre: llega cuando agoniza y -dice- 'no tuvemás misión que la de cerrar piadosamente [sus] ojos" (p. 379). Añade: "mi vidacambió por completo desde aquel instante" (p. 380)".

Lo que acabo de resumir, sin duda muy esquemáticamente, plantea variosproblemas. En efecto, si bien la filiación materna es revelada pronto y tiene unsentido bastante obvio, pues Rosita es descendiente directa del héroe Ca!atayud ypor consiguiente Juanito pertenece a ese legendario linaje mestizo, que la novela

ya para ellos como el siriaco o el caldeo?" (p. 145). Es parte de la crítica queel anciano coronel dirige contra el proceso social boliviano posterior al tiempoheroico de la guerrade la independencia. El tema lo trataré más adelante.

84 No deja de ser sintomático que el descubrimiento de la filiación dependa de laescritura-lectura, sobre todo si la filiación personal está articulada con la de lanación. De hecho sólo la lectura (y no la copiosa tradición oral que transcribe lanovela) permite ese descubrimiento decisivo.

85 La novela promete una continuación, pero Aguirre nunca la escribió. La críticaestá de acuerdo en considerar que, pese a esto, Juan de la Rosa es una novelacompleta.

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CapítuloSegutldo

elogia aunque no sin ambigüedades una y otra vez; la paterna, en cambio, generaambivalencias notables. Por lo pronto, el padre es criollo de primera generación,}' por consiguiente está muy cerca del estrato español.Jo que puede entendersedentro de la estrategia global de la noveladestinada, como está dicho, a ofrecer unavisión homogeneizadora y sincrética de la nacionalidad boliviana, pero tambiéncomo indicio del soterrado privilegio que el narrador concede a esta etnía. Sinembargo, paradójicamente, la figura del padre acumula negatividades: ausencia,locura, muerte. A mi modo de ver,y sin acudir para nada al arsenal psicoanalitico,la novela afirma y niega, a la vez, la identidad simbolizada por el padre. La afirmaporque Juaníto -yeso es fundamental- resulta ser nieto de español e hijo decriollo, pero la níega porque el padre no cumple ninguna de sus funciones yel hijo apenas puede realizar su filiación en el rito funerario de cerrar los ojosdel cadáver.Todo parecería indicar que el autoritarismo del abuelo español y lacorrelativa anulación de las facultades del padre criollo,pero de ese tipo criollo queobedece hasta perder la razón (totalmente distinto al que representa su hermano,fray Justo, que desobedece y encuentra la razón religiosa y por debajo de ellala razón ilustrada) representa en la novela el agotamiento del poder colonial,precisamente por su irracional autoritarismo, y la caducidad de un cierto estratocriollo incapaz de rebelarse contra ese poder enajenan te. Ni autoritarismo nianomia son suficientes, empero, rara prescindir de tal linaje: es como si fueraindispensable sentirse parte de é , aunque -luego- la única alternativa sensatasea "cerrarle los ojos", ayudarle a bien morir, y despedir con decoro un pasado yuna tradición tan prestigiosos como inaceptables. La contradicción más obviaque subyace en toda esta desplazada operación ideológica (y hay muchas otrascontradicciones similares) reside en la puntual convergencia de la necesidad deasumir una filiación y de la urgencia de negarla.

Me parece que este conflicto irresuelto, excepcionalmente significativo,desencadena al menos dos persrectivas no menos problemáticas dentro delrelato. Una tiene que ver con e rol privilegiado que se concede a la mujer:ella es --'a la larga, y por cierto no sin ambivalencias-la fuente más segura dela filiación" y la figura que varias veces encarna los valores nacionales. Conrespecto a 10 segundo, basta recordar que Son las mujeres las que luchan enla última defensa de Cochabamba (Cap. XX) bajo el mando de la centenaria,ciega y heroica abuela, testigo y protagonista de muchos otros momentos de laguerra de la independencia (id. y Cap. XV), y que en algún momento increpa alosvarones: "¡Yano hay hombres -gritó-. Se corren de los guampos condenados!"(p. 285); o, en otro plano, la presencia sintomáticamente insistente de figurasmarianas en espacios y momentos culminantes de la trama, desde el cuadrode .1a'Divina Pastora que preside la casa de Rosita hasta la imagen de NuestraSeñora de las Mercedes que bendice a las mujeres que van a defender su ciudad(pp. 291-92).

De otra parte, asi como la abuela y las mujeres sustituyen a los hombresen la defensa final de Cochabamba, Rosita sustituye al padre ausente, cuyaidentidad se empeña en ocultar, y de alguna manera cumple sus funciones. No

86 Es notable que el protagonista aún después de conocer su apellido paternomantengael que serefiere al nombre (pero no al apellido) de la madre,incluyendola forma "de la" que tiene una clara connotación de pertenencia y filiación.

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deja de insinuarse, entonces, un sentido matriarcal en la representación de lanación que comienza a constituirse y en el sentido profundo (pero ambiguo)que expresa su identidad naciente. Ciertamente Juan de la Rosa no desarrollaesta perspectiva, pero frente a textos similares de la misma época, en los que elsignificado patriarcal parece ser casi omnímodo", esta novela boliviana ofreceuna visión disidente aunque indefinida o, si se quiere, larvada. Tal vez en laconstrucción del imaginario fundacional de las naciones la figura maternatenga harta más importancia de la que normalmente se le concede".

Pero la ausencia del padre no sólo abre estas problemáticas sino que generala operación más audaz del texto. En efecto, la novela puede leerse como elrelato de la autoconstrucción del protagonista como el padre que le falta y quefalta en el conjunto de la representación". Tal operación se instala en el vacíonarrativo (y temporal) que va desde los hechos de la niñez de Juanito, que lanovela relata, hasta el momento en que el viejo Juan escribe sus memorias. Enese lapso Juanito se ha convertido en el coronel Juan de la Rosa, prócer de laindependencia; o si se quiere ser más enfático, se ha trasmutado de "hijo del aire"en "padre de la patria". De hecho, cuando juanito anonadado frente a la muertede su padre dice que "mi vida cambió por completo desde aquel instante" (p.380), en realidad está oscuramente insinuando una transformación que incluyepero no se agota en el ámbito de la experiencia personal. De hecho, sabe que suorfandad es absoluta y que tendrá que construir su vida independientementey sobre la raradoja de haber descubierto su filiación sólo en el silencio de lamuerte de padre, pero también sabe que -en otro nivel- toda una sociedadestá comenzando a vivir independientemente y que -con similitud parcial peroincisiva- lo está haciendo a partir de la muerte de la tradición colonial. Estaazarosa coincidencia de lo privado y lo público permite articular el proyecto deconfigurar una persona en relación homológica con la sociedad: aprendiendo avivir sin padres, ambos -el individuo y la sociedad- tienen que funcionar comopadres de sí mismos. Tal vez el punto de enlace más firme sea la pertenenciadel coronel a la generación de los fundadores de la patria, de los soldadosde la independencia, que se autofiguran precisamente como los padres de lanación, al mismo tiempo que la expresión más obvia del cumplimiento deeste rol sea la apelación recurrente, a ratos dramática, al lector de la novela: lajuventud boliviana de 1884. No es necesario apuntar las muchas veces que el

87 Me ha sido muy útil conocer la investigación inédita sobre Cecilia Valdés deJuanGe1pí. Sobre la importanciade la figura materna en la culturahispanoamericana,ef. el muy reciente aporte de Sonia Montecino, Madres y buatbos. Alegorías delmestizaje chileno (Santiago: CEDEM, 1991). Lamentablemente no siemprepercibelas contradiccionesinternas del mestizaje (que no es nunca un sincretismopacífico) ni analiza en todas sus implicancias las ideologías conciliantes que sedesarrollan a su alrededor.

88 De hecho, aunque en otro nivel, es bastante claro que en Aves sin nido el rolprotagónico lo juega Lucía Marín, más que su esposo, lo que de alguna manera serepite en la familiaYupanqui.

89 Son muy agudas las observaciones de Alba María Paz Soldán acerca de la faltadel padre precisamente en las familias tradicionales basadas en el sistema delmayorazgo.

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Capítulo Segundo

texto se dirige explícitamente a este lector, pues -de hecho- aparece desde elprólogo: "puedo ya pedir a la)uv~ntud d.e mi gue:id?, 'país que rec?ja algunaenseñanza provechosa de la historia de mi propm vida ~p. XVIII), historia queobviamente se confunde con la de la gesta emancipadora. Podría decirse quela juventud boliviana tiene en e! coronel Juan de la Rosa al padre que Juanitono tuvo.

Ciertamente el anciano militar está orgulloso de sus acciones durantela guerra de la independencia y en los primeros tramos de la República("comandante y edecán de! Gran Mariscal de Ayacucho, [titulo] con e! que mehonro" -p. 248), tiene-una inquebrantable estima por sus compañeros de armasy considera que con la independencia desapareció e! "fanatismo y la ignorancia"(porque "ya no pueden vivir a los rayos de! sol de 1810") y que los "salvajes"queespantaron a Humboldt han desaparecido ante e! avance de la civilización (p.330). Sin embargo, en muchas ocasiones, él mismo expresa su desilusión frenteal proceso social posterior a la independencia, critica abiertamente a quieneshan traicionado los ideales primigenios, aludiendo casi siempre a factores deíndole moral (por ejemplo, pp. 113, 200, 216, 222-23, 226, 279, etc.), y nopuede menos que comparar aquel tiempo heroico con e! desdichado presente.Aludiendo a lo que le es más cercano, e! ejército, no duda en afirmar que losandrajosos y mal armados combatientes de antes

... me parecen mil veces más hermosos y respetables que los soldadotes del díavestidos de paño fino a la francesa, con guantes blancas y barbas postizas, quedispersan a balazos un congreso, fusilan sin piedad a los pueblos indefensos,entregan la medalla ensangrentada de Bolívar a un estúpido ambicioso, seríen de las leyes, hnccn taco de las constituciones, traicionan y se venden ...(pp. 153-54).

Es claro, no obstante, que e! autor de las memorias no desea profundizar ene! tema, probablemente porque las referencias específicas a los descalabros dela República" terminarían por destruir la imagen heroica de la independenciaque es la que le interesa reivindicar. No es casual, por esto, que luego de laapasionada crítica que acabo de citar e! narrador interrumpa su discurso( ¡Oh, no puedo! ... ¡Me estoy ahogando!") y trace una extensa línea de puntossuspensivos para continuar luego ("ya estoy tranquilo") su relato. Exactamentela misma estrategia se usa cuando vuelve a comparar los dos tiempos:

. ¡Diganme, sobre todo, si los hombres de hoypueden compararse con los de, aquel tiempo! ¡Díganmc oo' pero, no, por Dios, no me digan nadal; porque se

me subela sangrea la cabeza y la pluma se me caede la mano (p.257).

"- Otros puntos suspensivos representan e! desvanecimiento del escritor yechan sombra sobre e! trasfondo que explica su escepticismo y su ira. En todocaso, si la independencia ha sido traicionada, todavia tiene fe en la juventud yen su capacidad de retomar con vigor y autenticidad los grandes ideales de la

90 El másnotable, elde la guerrade!Pacífico de 1879,noes mencionado en absoluto.Slntornáticnmcntc tampoco 10 es en Aves sin nido. Perú y Bolivia sufrieronentonces una trágica derrota.

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emancipación. De aquí sus reiteradas demandas para que se escriba la historiade esos años gloriosos y para que -de esta manera- sus preclaras leccionesde patriotismo puedan ser conocidas en todo su contenido ejemplar por lasnuevas generaciones. Frente a estas generaciones, según lo dicho, el coronelcumple, quiere cumplir, la misión de guía y maestro; ser, para ellas, un auténticopadre y establecer -en esa función- un linaje que se entronque directamentecon el momento fundacional de la patria.

En resumen, detrás de toda esta operación, que de alguna forma abre ycierra e! sentido de! relato, está la idea de que con la inde¡endencia la nacióncomienza una nueva historia -10 que ordena, por cierto, e establecimiento denuevos códigos de legitimidad y filiación. Ambos se encarnan en los heroicossoldados de la independencia, sobre todo en e! último de sus sobrevivientes, e!encargado de escribir algo así como e! testimonio y la lección que los padresdejan a los hijos: e! legado de una memoria que no debe perderse. Comojuaníto en los papeles de fray Justo, la juventud boliviana encontrará en lasmemorias escritas por el anciano coronel su verdadero origen y su auténticafiliación. En uno y otro caso la letra escrita es la que revela los orígenes y loshonra. Es la escritura de la historia de la nación; o más escueta e incisivamente,la escritura de la nación

Las celebraciones

Aunque asediados yen algunos casoshasta desplazados por los vanguardistas,a los poetas modernistas -que preservaban su hegemonía en e! espacio de laliteratura oficial- les correspondió ser los portavoces literarios en los festejosde! primer centenario de la independencia de las repúblicas hispanoamericanas.Al revés de lo que sucede con las novelas de! siglo pasado que discuten, aunquetangencialmente a veces, la formación de las nacionalidades, esta innumerableserie de poemas hímnicos reducen al mínimo esa perspectiva problematizadorapara poner énfasis en la vocación, e! ánimo y el temple celebratorios,

No es e! momento de entrar en e! debate sobre la representatividad socialde! modernismo, tema todavía abierto pese al esclarecedor debate entre Ramay Perus'", principalmente porque en este caso se trata de una relación sinmayores ambigüedades: los gobiernos de turno, en muchos casos autoritarioso frontalmente dictatoriales, "encargan" al ¡aeta nacional de mayor renombrela creación de una obra que en ocasión de Centenario ensalce a los héroes yglorias de la patria. Normalmente eran trabajos remunerados. Se trata, pues,de una vinculación directa entre e! gobierno y un escritor escogido, vinculaciónque de una parte tiene un sesgo modernizante (la escritura poética es un

91 Angel Rama, Rubén Dario y el modernismo. Circunstancia socio-económica de unarte americano (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1970); FrancoísePérus, Literatura y sociedad enAmérica Latina: el Modernismo (La Habana: Casade las Américas, 1976)y Angel Rama, Las máscaras democráticas del modernismo(Montevideo: Fundación Rama, 1985). Cf. también el ya citado libro de JulioRamos.

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Capítulo Segundo 123

"trabajo"" que debe ser ragado), pero que -de otra- preserva característicasde un sistema arcaico: e mecenazgo. De cualquier manera, sea cual fuera elrasgo predominante en cada caso, se trata de poema~ hechos literalmente por¡'encargo", con especificaciones no muy precisas sobre su contenido, es cierto,pero con fecha perentoria para su culminación'". Essobre este sustrato, másbien "prosaico", que se alzan las voces épico-líricas que cantan en honor ygloria del Centenario de la Independencia y -muy poco después- de la decisivabatalla de Ayacucho. Me referiré, muy brevemente, a dos muestras: Redenciónde Gregario Reynolds y Ayacucho y los Andes de José Santos Chocano'".

Reynolds construye su extenso poema siguiendo el hilo cronológicode la historia y dedica los cantos Il, III y IV respectivamente al periodoincaico, al descubrimiento y a la conquista, debiendo suponerse que lossiguientes, tal vez nunca escritos (en todo caso no publicados), trataríanlas épocas posteriores hasta llegar al menos a la independencia -que era e!motivo central de la obra. Los tres cantos mencionados están antecedidospor un prólogo ("Isagoge") y por e! canto 1 ("Gesta") '1ue en conjuntoofrecen algo así como una cosmogonía cuyo núcleo, pese a a casi enervanteconfusión de ambos apartados, puede resumirse en la trabajosa y reiteradainsistencia en la idea de que la mítica Atlántida es e! origen primordialde! Antisuyo cuyo signo visible, según también se insiste, son las ruinasde Tíhuanacu". Puesto que Redención se presenta como "poema cíclico"hay que suponer que su diseño completo incluía la premonición utópicade un retorno a. la grandeza primigenia de la civilización atlántida,presumíblemente entendida -en esa instancia futura- como síntesisuniversal. Hay sobre ello algunos indicios en las dos primeras partes, sobretodo en el prólogo. Así, por ejemplo, antes de soñar en "la página futura [...]la imagen de la Patria radiante de hermosura", el poeta asocia "Tihuanacude piedra y de silencio" con la "conjunción divina -en Zeus, en Jehová yenPachacama'' (pp. 10-11)". Es claro que esta macrosíntesis, que equivale al

92 El término aparece en la leyqueencargaa Reynolds elpoema-que seráanalizadode Inmediato- relativo alcentenario de la independencia de Bolivia.

93 Es irónicamente significativo que los dos poemas que estudiamos a continuaciónno fueran concluidos y se publicaran -tal vez por distintas razones- de maneraparcial.

94 Gregario Reynolds,Redencióll, Poema Cíclico. Primer Centenario de la Fundaciónde la República de Bolivia (La Paz: Renacimiento, 1925). Sólo apareció el Vol. 1i¡ue -etambién irónicamente- concluye con el Canto IV dedicado a la Conquista.En el texto se anotan entre paréntesis las páginas de esta edición. Agradezco alprofesorEduardo Mitre el habermehecho reparar en esta obray su generosidadal proporcionarme el manuscrito de su estudio sobre los poetas modernistasbolivianos. Me ha sido de muchautilidad.

95 Con respecto a lo primero el fragmento más curioso es el que asocia a los antisy los atkmtís de la siguiente manera: "Las dos letras del gnóstico alfabeto,! unparéntesis abren a! secreto/ del tesoro sin fin de los atlantís" (pp. 53).Tihuanacu,así en el original.

96 Del mismo año quc el poema dc Reynolds es La raza cósmica dcJosé Vasconcelos,expresión mayor de las tesis sincretistas en relación alfuturo de América Latina.

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grado extremo del discurso homogeneizador y armonizante, no funcionamás que como prefiguración utópica, pero una utopía solventada muchomás en una retórica elitista por su proliferante erudición que en una vasta eintensa conciencia colectiva. Hubiera sido, en cualquier caso, de concluirseel poema, la apoteosis de la Patria, pero probablemente -siguiendo ahora lapista que ofrece su título- previa expiación redentora de culpas histórico­éticas. En todo caso, tal como se publicó el poema, el titulo Redención notiene correlación alguna con el texto.

Al margen de estas suposiciones, que juzgo verosímiles porque seamparan en indicios ofrecidos por el mismo texto, es importante poner derelieve que en el periodo histórico efectivamente desarrollado en el poemade Reynolds se advierte una ambigüedad harto significativa en lo quetoca, sobre todo, a la conquista. Los dos cantos anteriores no delatan estainseguridad porque el primero, sobre el incanato, repite en general la versióngarcilacista del imperio (revestida con obsesivas referencias culturalistas)"y se apoya en el monótono repaso de los hechos de cada uno de los Incasnormalmente bajo la guía de las nociones y valores de la historia tradicional(a veces muy cercana a la leyenda) para juzgar las hazañas y las virtudes deunos gobernantes en contraposición a los desmanes y vicios de algunos otros;mientras que, en el caso del segundo, dedicado al descubrimiento, se apegacasi totalmente a la versión más favorable a la persona y hechos de Colón.El problema reside, entonces, en la versión que ofrece de la conquista. Esobvio, por lo pronto, que Reynolds tiende a equilibrar su visión enfatizandolas virtudes de los conquistadores sin dejar de subrayar, a veces en el mismo

. II 11 "d" blverso, sus cnmenes: e os son rapaces, generosos ,capaces e execra es o[...] insignes hechos" (pp, 181-82), lo que le permite realizar una suerte desopeso justiciero de la historia; sin embargo, también es obvio que no sediscute la función civilizadora de la conquista, para lo cual se ofrece una visiónharto de!í,radada del nativo ("tribus inhóspitas, salvajes"; "guturar de bárbarosdialectos' -pp. 185-86)" gracias a la cual puede concluir -optimista- que laraza eSJ?añola "por feliz destino/ alrededor del mundo se va abriendo camino"(p. 216). De esta manera, aunque advierte la insaciable avaricia y la crueldadsin límites de la conquista, el proceso global es asumido positivamente.Gracias a él América, o específicamente Bolivia, es ese espacio de síntesis enel que convergen la raza ibérica y la nativa yen el que se acumulan todas lasgrandes experiencias culturales de la humanidad. A la postre la proliferaciónde referencias a las culturas de Oriente, al cristianismo y a sus raíces hebreas,a la cultura grecolatina, etc. son gestos retóricos pero también funcionan dedos modos no siempre convergentes: de un lado, en tanto manera de percibirla historia propia como porosidad que admite impregnaciones de varia

97 Bastan estos ejemplos extraídos al azar: "el Inca es Cadmo, Triptólcmo, Tesco"(p.88);"En los planteles [del incario] se estudia el cuadrivio" (p. 119);Pacbacuties "devoto de Marte y de Minerva" (p. 121); una fiesta imperial es descrita así:"Es una fiesta bíblica y pagana! digna de Galaad y el Helicón. Van SuJarnita yDafnis/ -rníel y perfume, abejay flor-/ por un pensil de Arcadia...! ¿de Arcadiao del Trianón?"(p. 138), etc.

98 Esta visión de alguna manera pone en entredicho su alabanza al incario, aunqueobviamente las referencias negativas no aluden específicamente a esta civilización.

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Capítulo Segundo

procedencia; y,de otro, como carenc~a de un univ~rs? referen~ia1 y simbólicointerno, capaz de abastecer las necesidades tropológicas del discurso poéticoy la consiguiente necesidad de ,:,anipu~ar u,: .sist~ma ~e alusiones (casisiempre en el orden de lo superlativo e hiperbólico) ~e ongen cosmopolita.En todos los casos, como es claro, se trata de referencias que tanto legitimany prestigian la historia que se narra cuanto otorgan autoridad, por la via de laerudición, a quien la relata.

Desde esta perspectiva que privilegia la síntesis, encontrando enella la razón y el sentido últimos de la experiencia nacional, es del todoevidente que el tema del mestizaje adquiere importancia decisiva. Reynoldslo menciona en varias ocasiones pero le dedica de manera específica dospoemas. Conviene detenerse en ellos. Son el V Yel VI del último canto". Enel primero el protagonista es el conquistador que "turbado por la abstinencia"queda cautivado por la belleza virgen de una "terrícola", a tal punto que "aprejuicios de casta borra el linde" y "en el seno caliente de la tierra, ante laesclava el déspota se rinde". Como es norma en Reynolds, el poema tieneabundantes menciones clasicistas que culminan en la transposición de lospersonajes al mundo helénico. La relación de la india y el conquistador se leeen estos términos: "Es Dionisos que queda embelesado! ante la adolescenciade Afrodita", enfatizándose con ello la sensualidad pagana de ese primerencuentro. En el segundo, en cambio, la protagonista es la mujer india que"espera [...] al Prometido [... ] bajo dosel de espléndidos ramajes". En suunión "se consuma el máximo himeneo! que acendrará dos formidablesrazas", lo que permite pasar de la llurgencia de la carne"y de la "proxírnidadrecóndita del sexo" al amor bendecido por "el sagrado nexo". Por eso:

En ese entronque en que la fe se trueca(Inti por Cruz: crisol de maravilla),infunde el Godo a! Inca y a! Aztecasu sangre y el idioma de Castilla.

Es en troquel de acero que se formala nueva alcurniaque en arraigo duro,impondrá su destino como normaa las generaciones delfuturo.

Raza viril; prolíficos amores;fuerza que puede remover las rocas.

iCrertamen'te se trata de un elogio al mestizaje, aunque en él sea el "godo"

el que írnpone religión e idioma y sólo implícitamente sea la mujer indiala que otorga fortaleza, pero ese elogio, aún con sus limitaciones, quedadescentrado cuando recordamos la primera estrofa del poema V:

Llega el señor feudal de horca y cuchilloa las'risueñas playasde Occidente,en las que un día vencerá alcaudilloy engendrará a! criollo prepotente.

99 A estos poemas presta especia! atención el profesorMitre, pp.193-97.

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De esta manera, el lector queda en medio de dudas: de! mestizaje ¿naceeste "criollo prepotente" o -más bien- "la raza viril [...] que pueda remover lasrocas" o -tal vez- ambas imágenes se conjugan y "prepotente" no tiene -en eltexto- connotaciones negativas? Es probable que una lectura más fina puedaasociar lo primero al hecho de que los versos corresponden al poema en e! que e!énfasis está puesto sobre la "energía [de!] instinto" mientras que lo segundo formaparte de! poema siguiente que desemboca, luego de varias estrofas similares alas anteriores, en una celebración de la cultura (en sus elementos primordiales:religión y lengua) que el con9uistador ofrece en "e! máximo himeneo/ queacendrará dos formidables razas'. En última instancia e! mestizaje aparece comola unión biológica de esas "dos formidables razas" (unión que alude a la naturaleza)bajo el imperio de una sola cultura, obviamente la hispana. El asunto se hacemás que evidente cuando la figura de! "crisol", que implica mezcla o aleación,aparece asociada por e! contrario a la idea de sustitución: "Inti [se cambia] porCruz". De esta manera, el componente nativo aparece pensado solamente comonaturaleza, y en este sentido como algo no histórico, mientras que Eor e! ladohisfano naturaleza y cultura están unimismadas: "infunde e! Godo [...Jsu sangreye idioma de Castilla". Mestizaje sí, entonces, pero considerado en términosde una unión entre sólo la naturaleza americana, de una parte, y la naturaleza,cultura e historia ibéricas, por la otra. De nuevo, por consiguiente, la ruptura -yhasta e! escarnio- de! idilio armonizador, y otra vez la irrupción delatadora, en e!centro mismo de la apología de la síntesis, de! principio jerárquico que hace de!festejo de la unión una tangencial-pero obvia- apología de la sujeción de uno delos términos bajo e! poder de! otro.

Similar análisis podría hacerse de Ayacucho y los Andes!oo. Por lo pronto, aligual que Redención, la epopeya de José Santos Chocano es un poema inconcluso,pero en este caso no es necesario establecer hipótesis sobre e! sentido general quehubiera tenido el poema completo porque su autor dejó en claro este asunto. Enefecto, e! proyecto original consistía en la escritura de una "epopeya panteísta" enhomenaje a Bolívar, con motivo de! primer centenario de la batalla de Ayacucho,que se titularia El bombre-sol, pero en realidad Chocano sólo concluyó y publicóe! Canto IV ("Ayacucho y los Andes"). En las primeras páginas hace un "resumen"en prosa de cinco cantos más (obviamente no resume e!IV) y de una introduccióny un epílogo, todo lo cual formaría e! poema íntegro. No se tiene noticias sobre sie! poeta adelantó en algún fragmento que no fuera e! que se conoce, pero hay queadvertir que éste es de por sí muy amplio: nada menos que sesenta y seis estrofascon un total de más de un millar y medio de versos, a los que se añaden "notas"aclaratorias a cada una de las estrofas'?',

100 Uso la edición que aparece en sus Obras Completas. Compiladas, anotadas yprologadas por LLÚs Alberto Sáncbez (México: Aguílar, 1954). En el texto anotoentre paréntesis la]s] cstrofa]s] y/o Ia]s] págína]s]de esta edición. La primera, queno he visto, data de 1924.

101 En cualquier caso, la no terminación de la epopeya no hizo más que avivar elescándalosuscitadoalconocerseque el gobiernoperuanohabíapagadoa Chocano,por adelantado, el equivalente a unos 35.000 dólares y una cantidad similar elde Venezuela, ambos hajo la forma de adquisición anticipada de ejemplares dellibro. Cf a este respecto la "Advertencia" de Luis Alberto Sánchez, en la edición

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CapítuloSegundo

Lalecturadel"resumen"delproyecto de epopeyapone en evidencia los gruesosconflictos no resueltos por Chocano. Efectivamente, si en la "Introducción" seadvierte que el designio de Bolívar es liberar al Sol (el ~os Inti de los Incas) de ladominación española y se narra la transfiguración delhéroe en "Hombre-Sol" (encierto sentido en el dios de América)102 bajo el amparo delgran rebelde TúpacAmaru, en el "Epílogo" en cambio, luego de la celebración apoteósica del héroeque relata la resurrección de Bolívar una vez cum~lido su ideal americanista,se termina -inopinadamente- con lo siguiente: los Cuatro Elementos dela Naturaleza en la América [elementos sobre los que se ha enseñoreado elLibertador y cuyas fuerzas ha asumido tomo propias] rompen en un Himno finalla glorificación de España". Es claro que no resulta nada fácil conciliar la imagende la gesta libertadora como emancipación del pueblo indígena'?' y ruptura delyugo español con ese himno final (y por ello especialmente significativo) a lasglorias de España.

Ciertamente eldeslizamiento de una a otra yosición es abrupto en el"resumen"y cabría pensar que pudo ser matizado en e poema mismo; sin embargo, elexamen del Canto IV delata similares ambivalencias. Anoto solamente algunas,las de más bulto. Por lo pronto es la naturaleza americana -volcanes, ríos, selvas,páramos-la que se"despierta" ante la presencia de Bolívary la que le va ofreciendosus poderes para que pueda cumplir su gesta emancipadora, de la misma maneraque son personajes o figuraciones indígenas (singularmente Túpac Amaru ylas prosopopéyicas montañas andinas) los que le dan la bienvenida y confierenrepresentatividad indígena a él y a sus capitanes, pero este americanismo de corteincaísta no es óbice para que se haga explícito que ambos bandos, los ejércitos delLibertador y de la España colonizadora, son de la misma sangre, aludiendo comoes claro a la ibérica de los jefes y no a la de los soldados indios de uno u otro lado:

... ¿Luchan? Enemigassus armas son: un sólo versono así las sangresde sus venas;y antes de que hablen las espadas,los paladines se saludany gentilmente hablan las lenguas

(XII, p.536).

que empleo, y de! mismo autor el Capítulo XXII de rlladino o Vida y obra deJosé Santos Cbocano (Lima: Universo, 1975, 2a ed.). Aunque no analizo e! tema,¡deberecordarse que la celebración del Centenario de Ayaeucho en e!Perú, bajo ladictadura de Leguía, estuvo impregnada de una agriapolémica política producidapor la, defensa del autoritarismo que hicieran entonces Chocano (lo que era untema antiguo en él) y Lugones. La polémica se hará luego continental.

102 CE lo anotado a este respecto en el subcapítulo "Sobre arengasy proclamas",103 Sobre esta interpretación de la independencia, cf. Germán Wettsteln, "Lenguaje

alegórico e ironía pedagógica en elquehacer políticade Bolívar"} Casa delas Américas}XXI,143,La Habana,1984.Transcribe la cartade Bolívar a Olmedo (quesin dudaesuna de las fuentes de Chocano) en la queadvierte la falsedad de la tesisincaísta. Dice:los ejércitos libertadores san"aunque vengadores desusangre [delInca],descendientesde los que aniquilaron su imperio't.p. 31.

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II ¡

128 Escribir enelaire

De aquí que la descripción de los capitanes de uno Yotro ejército y el relatode sus acciones heroicas estén normados por los estereotipos de la epopeya, porcierto pero también de la novela caballeresca y cortesana. Al final del combatecuando el virrey La Serna es hecho prisionero y sus generales heridos Ilor~la derrota, los Andes intervienen nuevamente, pero esta vez no en alabanza deBolívar. Cito un fragmento:

Todas las cumbres de los Andesse sienten conmovidas ante una y otra escena¡Y, así, prorrumpen en un himnoen que fundidos los espíritus se elevan:-¡Madre España! ¡Sentimos el orgullode que tu sangrese hayamezclado con la nuestra!

(XLIV,p.547).

Pero este nuevo recurso al mestizaje, aunque corroído internamente porla distribución del sujeto y el objeto del orgullo (es América la que se sienteorgullosa de haber recibido sangre hispana), entra en crisis muy pronto. Pocodespués, terminada la contienda, aparece la sombra fantasmal de Pizarro "ycomo abuelo que hace! en posesión entrar al nieto de su herencia! le alargae! Estandarte! de la Conquista ... y, gentilmente, se lo entrega" (XLIX, p.549)'04. El impulso épico, que hubiera entonado la canción de triunfo en e!momento en que se captura e! trofeo mayor de! enemigo, cede ante e! códigocaballeresco, con todos sus gestos de cortesanía, y e! enemigo no solamentedeja de serlo sino que se trasforma en e! gran legitimador del linaje y de!poder de los libertadores. La casi increíble escena que acabo de resumirciertamente contradice la retórica americanista, o incaísta, del poema:después de todo, aunque en lo que resta de! texto todavía aparecen retazosde esa retórica, e! lector menos avisado no puede dejar de comprender quela gesta libertadora resulta ser una gesta ibérica en la que el poder pasa deuna mano a otra, cierto, pero siempre dentro de! mismo linaje.

Curiosamente esta interpretación de la independencia, excluidas susextravagancias mítico-históricas, coincide con las perspectivas radicalescontemporáneas que afirman, en efecto, que la emancipación fue no másque un superficial cambio político, mediante e! cual e! poder de la Coronapasó a los criollos, "españoles de América", e inclusive un proceso defensivoante e! temor que causaba en un sector de esa casta e! posible triunfo delliberalismo español'P", pero es claro que lo que desde esta perspectivaaparece como una limitación histórica funesta, para Chocano es, por e!contrario, motivo de satisfacción: es precisamente eso 10 que anima suinspiración épica. Queda, sin embargo, una duda: si Ayacucho y losAndes esuna epopeya en honor de! estrato criollo que efectivamente protagonizó e!proceso independentista ¿por y para qué e! masivo empeño por incorporarreferencias incaicas y construir e! texto alrededor de la idea de la liberación

104 La entregaesa Sucre.En la estrofa "L'Sucre selo ofrece a Bolívar: "...clEstandarte/de la Conquistano estábien sinoen tu diestra" (p.549).

105 Cf.HeraclioBonillay otros,La independencia enelPerú(Lima:Instituto de EstudiosPeruanos, 1972)yJulio Cotler, Clases, estado y nación enelPerú, op.cit.

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J Capitulo Segunda .. .•'"'~::,~~~; del Sol, dios de los Incas? Aunque la idea de mestizaje está detrás de esta ,,'~f¿i';f opción, la verdad es que su vigencia dentro. del ~oema no tiene mayorrelieve,¡~'" r excepto en el fragmento que acabo de citar! '. En este caso, entonces, lai'A" construcción de la homogeneidad se proyecta hacia el plano internacional,'c,' en el sentido bolivariano de la unión de las repúblicas de esta parte del

continente, con lo que se obvia la desintegración de cada una de ellas, y'é":\ -sobre todo- hacia una visión histórica articuladora que acrobáticamente

enlaza la grandeza imperial incaica con la gesta emancipadora, a la vez quese hace lo propio, pero por otra vía, con la conquista entendida como actode heroicidad grandioso, luego de lo cual es posible generar la imagen deAmérica como espacio futuro de todas las síntesis iniaginables!". De estamanera se fabrica una historia aglutinante que por un lado une al incariocon la república, por otro a la conquista con la república y todo con elfuturo grandioso de una América representativa de un universo armónico.En cierto sentido, la construcción de esta historia es equivalente, en el planodel tiempo -como proceso articulado y no conflictivo- al ideal sincréticoincluido en el uso de la imagen del mestizaje.

Tanto Redención como Ayacucho y los Andes intentan ceñirse en sussegmentos narrativos a las informaciones proporcionadas por la historiaaceptada como tal en ese momento (la dinastía imperial incaica o el desarrollode la batalla de Ayacucho son buenos ejemplos a este respecto); sin embargo,en ambos casos, parece existir una aguda conciencia acerca de la necesidadde insumir este relato en un horizonte mitológico que Reynolds prefiereconstruir con elementos provenientes sobre todo de la tradición clásica yChocano, sin descartar este recurso, mediante el tratamiento prosopopéyico dela naturaleza americana'i" y la aparición fantasmal de personajes del pasado,desde Manco Cápac hasta Pízarro'". En términos generales, y al margen de loscondicionamientos del género escogido, el revestimiento que a ratos casi ahogael relato de los hechos materia de los poemas hace sospechar que -en amboscasos-la literatura es la que garantiza el esplendor de la historia, casi como sise hubiera reformulado el viejo tópico del poeta como dispensator gloridJ sóloque en estos textos la fama no proviene tanto de la gesta heroica que evoca ymantiene vivo el canto del poeta, cuanto de una transposición punto menos

106 Lo que no deja de ser curioso en vista de la frecuencia con que en otros pocmariosChocano acude alideal de mestizaje, hasta elpunto de convertido en componentebásico de su persona poética. Una breve referencia a este asunto puede leerse en el

, fP.P~ TII de mi libro Laformación de la tradición literaria en elPero,op.cit.107 Con mucha ingenuidad es el tema tratado (según el "resumen") en el canto V.

Panamá.rdonde se unirán las naciones americanas, será la sede de la Liga de lasNacionesy ... "la Capital del Mundo" (p.520).

108 Chocano explica esta constante, que él interpreta como panteísta} porque esa seríala filosofía esencial de Bolívar -lo que obviamente es muy discutible (p. 568).Reynolds también emplea este recurso, especialmente en los dos primeros cantos.

109 En este punto es clara la vigencia del modelo proporcionado por José JoaquínOlmedo con su "Canto a Bolívar". Cf. Poesía de la Independencia} Compilaciónprólogoy cronología de Emilio Carilla (Caracas: BibliotecaAyacucho, 1979).Verespecialmente versos 353 y 55.

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I

II

130 Escribiren elaire

que global del suceso m.is~o a un códi.go fu~rtemen;e reto;izado que en cier~omodo termina por SUSTItUIrlO. Se desliza aS1, a traves precIsamente del eloglO

a la patria y a sus héroes, una definida pero muy oculta desconfianza frente ala historia, sometida a una extrema transfiguración hiperbólica cuyo sentidoúltimo bien podría ser su dilución en una suerte de espacio tan estereotipadoque dice muy poco de América y descentra su realidad, su acontecer social, suspersonajes. Después de todo, los mUÍJ son en verdad (en la verdad apodícticadel discurso poético) los atlantes v Bolívar es, también en esa misma verdad, Unser divino, encarnación sublime del Sol y de todas las fuerzas de la naturaleza.

Ahora bien: si lo anterior corresponde a una lectura de los poemas, y comotal tiene una relativa fuerza hermenéutica, es posible intentar a partir de ella,con todos los riesgos del caso, una "lectura" de sus silencios. He recordado, enefecto, que ni Reynolds ni Chocano concluyeron sus poemas y ahora habría queprecisar que el primero acaba su homenaje al centenario de la independenciade Bolivia con el canto dedicado a la conquista (lo que de por sí es irónico)y que el segundo luego de la celebración de la victoria de Ayacucho (que esel único canto concluido), pensaba escribir tres cantos más: la fundación deBolivia; la infructuosa lucha del héroe contra la anarquía, su retiro de la vidapública y su muerte, todo esto al parecer muy brevemente; y, en el epilogo, suresurrección ("después de tres días de cien años") cuando se cumpla su idealamericanista (p. 521)'10. Me interesa remarcar que si Reynolds silencia toda lahistoria republicana de Bolivia y Chocano globaliza ese periodo en términoscontinentales bajo la figura abstracta de la Anarquía (así, con mayúscula), esporque e-en más de un sentido- ni uno ni otro parecen encontrar la manera deescribir la epopeya del muy descalabrado presente, como si no hubiera retórica(yen efecto no la hay) para transportar a la gloria una historia de frustracionesy derrotas. Por consiguiente, los dos se proyectan afanosamente hacia el futuroy lo imaginan como un periodo de espléndida plenitud, en el que se cumplentodos y cada uno de los sueños nacionales y americanos, especialmente -y estoes lo esencial-los ideales de paz, conciliación y armonía. El temple hiperbólicode las dos epopeyas hace que esos valores no solamente se realicen dentro decada nación -aunque ésta sea el espacio que genera el apetito de integración yhomogeneidad- sino que se expandan a la comunidad americana, a todos lospaíses y en última instancia al universo íntegro. En clave vasconceliana se tratade la celebración de la "raza cósmica", como destino sincrético del hombreamericano, pero también de una región que asume, por acumulación y síntesis,la representación culminante de la historia y la cultura universales. Este exceso,casi puramente retórico, no debe echar sombras sobre lo que es fundamental:la conmemoración del centenario de la independencia es un punto crítico enel que la conciencia del fracaso y la desintegración nacionales y americana, consu ríspida evidencia cotidiana, sólo pueden ser remediados en la figuraciónde un porvenir glorioso construido en la imaginación de una élite dispuestaa no problematizar ni el presente ni el pasado inmediato. En cualquier caso,como se trata de la construcción de naciones y de América como entidadeshomogéneas, nada más explícito que el notable juicio del dictador del Perú,Augusto B. Leguía, sobre el poema de Chocano:

110 En esta misma sección es que se menciona el"Himno final [a] la glorificación deEspaña", ya comentado en el texto.

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Capítulo Segundo 131

Si la Iliada tanto sirvió para la unidad de Grecia, si la Divina Comedia fue laprecursora de la unidad de Italia, yo no dudo que la Epopeya delLibertadorelevará el espíritu continental y determinará en 100 lejano día la unidad deAmérica111•

Leguía se equivocó, puesto que obviamente el poema de José SantosChocano no influyó para nada en la empresa de la unidad americana, que porlo demás nunca se produjo, pero sus palabras son excepcionalmente lúcidas enlo que toca a la construcción del imaginario social con los atributos del discursoliterario. De hecho, los poemas conmemorativos del primer centenario de lasrepúblicas hispanoamericanas son las celebraciones de esa homogeneidadbuscada por muchos caminos como solución final de una historia desgarrada.Como en todos los otros casos, también aquí la imagen de la armonía delata,en el mismo acto de su constitución discursiva, la abisal heterogeneidad y losradicales conflictos de una América múltiplemente contradictoria.

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111 La carta de Leguía (en la que se refiere a Chocano como "coronado poeta")aparece como carta-prólogoen la ed.que uso (p.517).

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.,.}

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Capítulo tercero .

Piedra de sangre hirviendo:Los múltiples retos de

la Modernización heterogénea*

La política del idioma que puso en vigencia Palma y los escritores de suentorno fue eficazy convincente; almenos, su hegemonía tuvo vigencia duraderay permitió suponer, por largo tiempo y sin mayores cuestionamientos, que ellenguaje de la literatura podía cobijar a las lenguas y sociolectos nacionales yser -de una u otra manera- representativo de todos ellos. Como se dijo enel capítulo anterior, el modelo palmísta supuso la construcción de un espaciolingüístico aparentemente homogéneo, en el que todas las disidencias parecíanestar en paz, bajo el obvio imperio de una norma culta lo suficientementeporosa como para apropiarse de los otros niveles del uso social de la lengua.Resultaba ser, en suma, una lengua literaria nacional, aunque -es casi inútildecirlo- se trataba mucho más de una voluntad conciliante, sagazmenteinhibidora de las jerarquías socio-idiomáticas, que de una efectiva realizaciónlingüístico-estética.

Este modelo parece haber sido asumido sin reparos por amplios sectoresliterarios, especialmente por las varias vertientes de la prosa realista, en lasque subyace también una vocación totalizadora y homogeneizante. Hastalos modernistas -tan poco atraídos por lo que no fuera el lenguaje del arte­quedaron de alguna manera ínmersos síno dentro del sistema palmísta,que les resultaba arcaico, sí, en cambio, en su constatable presunción de larepresentatividad casi "natural" del lenguaje literario con relación al país y a todala región. No en vano fue con sus versos que se conmemoró el centenario de laindependencia de las repúblicas andinas, como se ha visto, y no es nada casualque josé Santos Chocano se vanagloriara con su título de "cantor de América".En todo caso, durante un periodo bastante extenso, no hubo discusión sobre lalegitimidad nacional del lenguaje de la literatura, fero hay que subrayar que laopción modernista dejó prácticamente de lado e carácter voluntariosamenteabarcajior del prqyecto de Palma y lo recubrió de un sentido jerárquico: másque asumir la representación literaria de otras normas, el lenguaje modernista,

*

1

Parte de este capítulo es, en cierta medida una reformulación, con nuevosmateriales, de lo expuesto en el capítuloV de mi libro Laformación de la tradiciónliteraria en el Perú (Lima: CEP, 1989). Los fragmentos que provienen de otrostrabajos llevan la respectiva anotación. Laversiónfinal de este capítulose terminó enlos primeros meses de 1993.Agradezco aJuan Zevallos su ayuda en todo el acopiode materialbibliográfico. Al conversar con él sobre su tesis doctoralen Pittsburgh,sobre el BoletínTitikaka,aclaré rouchas ideas y gané nuevas perspectivas.El tema aparece en la parte final del capítuloanterior.

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en tanto lenguaje de arte, se imaginaba a sí mismo como el que 117"jOl' podíarepresentar a la nación o. a su sector más ilustr~do -que sin duda era,.a.l~ vez, elsector socialmente dominante. Era la prueba Irrefutable de la condición cultade la nación.

Ambas versiones hacen crisis ypierden hegemonía con la in tensa renovaciónde los códigos literarios durante las tres o cuatro primeras décadas de! sigloXX; renovación harto compleja que incluye e! surgimiento de las vanguardias,de un nuevo indigenismo y de insólitas imbricaciones entre ambos. En e! áreaandina, con diferencias cronológicas, de énfasis y de matices nacionales, lavanguardia literaria y la vanguardia social se mezclaron con frecuencia y enalgunos momentos y circunstancias aparecieron prácticamente unimismadas-lo que facilita entender además las relaciones que articularon por entonces,en más de un caso, al vanguardismo con e! indigenismo. No viene al casodetenerse ahora en la dinámica social que subyace en la aparición de estosmovimientos renovadores2, pero sí es necesario señalar que en 10 más inmediatolo decisivo parece haber sido e! surgimiento de un nuevo sujeto productorde cultura, ciertamente amparado en condicionamientos económico-socialesmás o menos precisos. En términos gruesos se puede decir que se trata de laemergencia ~e un n~trido e!e,;-co. intelectu~ que proviene de las capas mediascon frecuencin de ongen prOVInCIanO, especialmente numeroso en lo que tocaa la literatura, y casi siempre dispuesto a combatir al orden oligárquico y surégimen cultural', Ciertamente este nuevo sujeto produce (y de alguna maneraes configurado por) un nuevo lenguaje; un nuevo lenguaje que, como tal, nosólo implica otras normas y usos lingüísticos, incluyendo los literarios, sinotambién distintas formas de socialización, cierto que tangenciales, subrepticiasy hasta casi imperceptibles en los ámbitos generales de las esferas públicasy privadas, pero de alguna manera presentes en la institución literaria". Por

2 Para el asunto de la vanguardia, en referencia a América Latina, es indispensableconsultar los libros de Hugo Verani, Las vanguardias literariasen hispanoamérica.Manifiestos, proclamas y otros escritos (Roma: Bulzoni, 1986); Nclson Osario,Manifiestos, proclamas y polémicas de la vanguardia literaria hispanoamericana(Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1988) y Jorge Schwartz, Las vanguardiaslatinoamericanas. Textos pmgramáticos y críticos (Madrid: Cátedra 1991). Mehan sido especialmente ilustrativos el prólogo de la recopilación de Osario y loscapítulos generales de su libro Laformación de la vanguardialiteraria en Venezuela(Caracas:Academia Nacionalde Historia, 1985).

3 Cf.Angel Rama, Transculturacidn narratiuaen.dmérica Latina (México: Siglo XXI,1982), especialmente TI Sección; José Deustua y José Luis Réniquc, Intelectuales,indigenismo y descentralismo en el Perú (Cuzco: Bartolomé de las Casas, 1984)¡Alberto Flores Galindo, "Los intelectuales y el problema nacional", Varios:7 ",sayos:50 miosde historia (Lima: Amauta, 1979); Mirko Lauer, El sitio de laliteratura peruana. Escritores y política en el Perú del siglo XX (Lima: Mosca Azul,1989), esp,Cap, I.

4 Para la relación entre vanguardia e institucián literaria, cf Peter Bürgcr; Teoría de lavanguardia (Barcelona: Península, 1987), aunque obviamente en el área andina esainstitucionalidades débily por consiguiente elenfrentamientocon ella menos visible.

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Capítulo Tercero -'-:353[1supuesto, toda esta problemática tiene que ver en más de un sentido con lade la modernidad aunque en este caso se trata de una modernidad, como laandina, varias veces periférica'.

Las ambigüedades de un nuevo lenguajeAunque según lo dicho parece claro que el sujeto social productor

de la vanguardia y del indigenismo estuvo formado en lo esencial por losintelectuales mesocráticos y provincianos, que por entonces debutaban en elpanorama de la cultura nacional, como lo probaría el hecho de que los núcleosvanguardistas-indigenistas más orgánicos y beligerantes estuvieran situados,en el caso del Perú, en ciudades de provincias como Trujillo, Puno, Cusco oArequipa, no hay investigaciones suficientes, en cambio, que permitan avalar loque bien podría ser el hecho de mayor trascendencia: que la norma modernistales era, por decirlo de alguna manera, socialmente ajena. Por supuesto, comolo vio con notable erudición y perspicacia Luis Monguió en lo que toca a lapoesía peruana, el "abandono del modernismo" fue un proceso lento, confusoy complejo', tanto que muchos de los mayores exponentes de la renovaciónliteraria no pudieron borrar en sus obras iniciales (y a veces hasta más tarde)la impronta del movimiento literario anterior. Sin embargo, aún así, haytestimonios de esa percepción del lenguaje modernista como lenguaje del otro,si se quiere "prestado"; vale decir, sin relación valedera y legítima con la propiaexperiencia, comenzando por la experiencia social y personal del hablante.U1:ilizo un ejemplo breve pero de verdad significativo para avalar mi hipótesis:las dos versiones de los versos 11 y 12 del célebre poema de Vallejo que da títu­lo a Losberaldos negros. La primera, publicada no mucho antes que la definitiva,tiene este texto: .

Son esos rudos golpes las explosiones súbitasde alguna almohada de oro que funde un sol maligno.

En cambio, en la última, se lee lo siguiente:

Esos golpes sangrientos son las crepitacionesde algún pan que en la puerta del horno se nos quema'.

Sin duda la versión inicial depende de la tradición moder~istatanto por laínd~l¡ de la imapen que plasma (por lo demás muy poco convincente) cuanto

5 Aunque alude a Una realidad distinta, es útil consultar el libro de Beatriz.Sarlo,Una modernidad periférica:BuenosAires 1920-1930 (Buenos Aires: Nueva Visión,1988). El tema de la modernidad y el subdesarrollo está tratado por MarshaliBerman, Todo lo sólido se desvanece en el aire (México: Siglo XXI, 1988), en loscapítulos dedicados a San Petersburgo.

6 Luís Monguió, La poesía postmodernista peruana (México: Fondo de CulturaEconómica, 1954),

7 Empleo la edición de Raúl Hernández Novás: César Vallejo,Poesía Completa (LaHabana: Casa de las Américas, 1988), p. 3.

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por la suntuosidad del lenguaje (con su.inevitab!e referencia áurea), n;ie.ntrasque la definitIva abre el poema al lenguaje coloquial en su expreslOn socializadabajo la forma del refrán. De hecho hay un abismo entre "la almohada deoro que funde un sol maligno" y el "pan que en la puerta del horno se nosquem,a", pe:-o ese abismo. se inter~~etaría. I?a1, o !~s~ficienteme?te, si se leremitiera solo a un cambio de opclOn estético-estilísüca; en realidad, lo quese transforma es la muy intrincada red de enunciados con los que dialoga eltexto y sus no menos complejas relaciones con sus interlocutores y sus hábitosde decodificación poética. En otros términos, la primera versión recorta susistema de resonancias al espacio socio-lingüístico trabajosamente construidopor los poetas modernistas, formalizado en una retórica íntertextual que en símisma excluye al receptor no alfabetizado en esa norma literaria, mientras quela definitiva recurre a una macrotextualidad cuya decodificación no está acotadamás que (o casi solamente) por su competencia en el español. El traslado deldiálogo implícito en todo poema del ámbito de un movimiento literario al dellenguaje general, y efectivamente hablado, es signo de una nueva posición delemisor y de inéditas relaciones con la literaturay sus usuarios. Empleando otrorazonamiento y dentro de una perspectiva crítica distinta, Alberto Escobarafirmó hace años, sagazmente, que sólo desde entonces nuestros escritoressintieron que la lengua que usaban les pertenecía en propiedad'.

De alguna manera la reinserción de la lengua literaria en la lengua común,con la consiguiente ruptura del marco de las convenciones lingüístico-literariaspreviamente institucionalizadas, es lo que permite ejercer la experimentaciónliteraria en un espacio excepcionalmente abierto: a partir de aquí cabeconstruir diversas opciones, desde el hermetismo de un sector de la vanguardiahasta el no-estilo de algunos indigenistas, aunque como es claro la mismarenovación reconfigurará más o menos pronto varios ámbitos literarios consus propias convenciones. Quiero decir que la inmersión en la lengua comúnno implica necesariamente una nueva poética específica pero que sí pareceser la condición que hace posible el surgimiento de varias otras alternativas.Tal experiencia parece estar en la base de la extrema libertad y las abismalestensiones lingüísticas propias de Trilce, pero también, aunque en otro registro,en ciertas modalidades del indigenismo de estos años. A este respecto esbueno insistir en los frecuentes encuentros (que no impiden contraposiciones ypolémicas) entre el vanguardismo y el indigenismo en el área andina. Como sesabe, y se trata de un dato importante,José Carlos Mariátegui no sólo alentó laproducción en una y otra corriente sino que fomentó con entusiasmo su mutuainteracción. De hecho, además, leyó en clave indigenista Las Heraldos negras(y con menos énfasis n-ilre) sin por ello dejar de mencionar sus componentesexpresionistas, dadaístas y suprarrealistas".

8 Alberto Escobar,Antología de lapoesíaperuana (Lima: NuevoMundo, 1965). Cf.especialmentelas pp. 15-18 del Prólogo.

9 Cf. Manuel Aquézolo (comp.), La polémica del indigenismo (Lima: MoscaAzul, 1976), p. 76. Más explícitamente, en "Nacionalismo y-vanguardismo"(artículo que data de 1925) Mariátegui sostiene que "la vanguardia propugna lareconstrucción peruana sobre la base del indio (...) busca parasu obra materialesmás genuinamente peruanos, más remotamente antiguos", en Peruanícemosal Perü (Lima: Amauta, 1970). Los juicios sobre Vallejo en el apartado

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Capítulo Tercero

Naturalmente el caso en análisis no es más que una muestra de unfenómeno mucho mayor. En cierto sentido, se trata de un vasto aunque confusocuestionamiento del lenguaje mismo ("¡Y si después de tántas palabras,! nosobrevive la palabra!", anota Vallejo)lO, que naturalmente se hace especialmentevisible en el campo del lenguaje literario y sus convenciones. Por supuesto, laexperimentación vanguardista andina, a veces tensa y crispada, y las incisivastransformaciones del indigenismo, dispuesto a enfrentar por otras vías lasinsalvables aporías de su producción", demuestran una insatisfacción generalfrente al lenguaje (y no solamente ante el lenguaje literario), insatisfacción queno es teorizada casi en ningún caso pero que en términos generales pareceremitir a dos cuestiones básicas: la de la representación y la de la autenticidad,y ciertamente a las densas constelaciones problemáticas que giran en torno auna y otra.

Es importante añadir que este malestar frente al lenguaje codificadoliterariamente es correlativo a la extendida preocupación por evitar que elinsistente reclamo de modernización, singularmente fuerte en los vanguardistas,diera como resultado la falsificación de un lenguaje nuevo sólo en apariencia.Es notablemente significativo que Mariátegui y Vallejo compartieran estapreocupación. Se puede sospechar que detrás de esta desconfianza por la pura'novedad" formal subyaciera la extendida crítica al "cosmopolitismo?", pero

correspondiente de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Lima:Amauta, 1969), 17a cd, pp. 308 Y ss. La 1" ed. es de 1928. En las siguientescitas de los libros de Mariátegui anoto entre paréntesis la página añadiendo Epara el primero y P para elsegundo. Para el problema general de las reladonesvanguardia/indigenismo es muy esclarecedor el artículo de David Wise,nVanguardismo a 3800 metros: el caso del Boletín Titikaka", Revista de CríticaLiteraria Latinoamericana, XI 20, Lima, 1984. Un fenómeno similar, aunque enotro contexto, es analizado por Beatriz Sarlo en "Vanguardia y criollismo: laaventura de Martín Fierro", Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, VIII,15, Lima, 1982. La antigua tesis sobre la oposición decisiva entre indigenismoy vanguardismo ha sido retomada recientemente, sin mayor explicación, porAlberto Escobar, El imaginario nacional. Moro, Westphalen. Arguedas.' unaformación literaria (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989), p. 17.

10 César Vallejo,"Y si después ...",en Poemas humanos.Uso la edición de Julio Vélezde Poemas en prosa. Poemas humanos. España, aparta de mí este cáliz (Madrid:C;:~t~dra, 1988), p. 158.

~ 11 He estudiado la heterogeneidad consubstancial al indigenismoen variosartículos,la mayoría recopilados en Sobre literatura y crítica latinoamericanas (Caracas:Universidad Central, 1982), en La novela peruana (Lima: Horizonte, 1989) y enmi breve libro Literaturay sociedaden elPerü: la novela indigenista (Lima: Lasontay,1980). Sobre las nuevas perspectivas puestas en juego,cf. Kemy Oyarzún,"LatinAmerican Literary Criticism: Myth, History, Ideology" en Latin AmericanReseartb Review, XXIII, 2,Albuquerque, 1988.

12 De hecho Mariátcgui tuvo que defenderse variasveces de esta acusación.Paraelloacuñó una frase que la repitió variasveces con ligeras variantes:"porestos caminoscosmopolitas y ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos acercando

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es seguro que lo que importa resulta ser -sobre todo-la decisión de crear unaliteratura esencial y globalmente nueva, más allá de cualquier signo externo quebien pudi~~a ser~ precisamente por su propia condición epidérmica, engañoso.Dice .Mnrláteguí al respecto:

y no es el caso de hablar de modernlsmo". El modernismo no es sólo unacuestión de forma, sino, sobre todo, de esencia. No es modernista el que secontenta de una audacia o una arbitrariedad externas de sintaxis o de metro.Bajo el traje huachafarnente nuevo, se siente intacta la vieja sustancia. ¿Paraqué transgredir la gramática silos ingredientesespirituales de lapoesía son losmismos de hace veinte o cincuenta años? '11faur étre absolument moderne",como decía Rlmbaud; pero hay que ser moderno esplritualmente'".

y Vallejo:

Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna, han de ser asimiladospor el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, porejemplo, está destinado, más que a hacernos decir "telégrafo sin hilos", adespertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales,amplificando videncias y comprensiones y dosificando el amor: la inquietudentonces crece y se exaspera y el soplo de vida, se aviva. Esta es la culturaverdadera que da el progreso, éste es su único sentido estético, y no elllenarnos la boca con palabras flamantes. Muchas veces las voces nuevaspueden faltar. Muchas veces un poema no dice "cinema", poseyendo, noobstante, la emoción cinemática, de manera oscura y tácita, pero efectiva yhumana.Tal es la verdadera poesía nueva",

Es del todo claro que el temor compartido por Mariátegui y Vallejotiene mucho que ver con el problema de la autenticidad. Como lo explicitanlas citas que acabo de hacer, la cuestión reside en la posibilidad de que lo"nuevo"J 10 "moderno" o 10 "vanguardista" no sea más que una cáscara quefraudulentamente oculte o un arcaísmo de fondo o un vacío espiritual.Sospecho que ese temor proviene en buena parte de la conciencia de queexiste un abismo entre el obvio atraso social de las naciones andinas (aunquepor entonces se produjeran procesos parciales de modernización a partir dela también parcial inserción en la órbita del capitalismo internacional, sobre

cadavez más a nosotros mismos". P.p. 79.13 Obviamente aquí Maríátegui no se refiere a la escuela hispanoamericana de

ese nombre sino a la nueva poesía, incluyendo al sector de la vanguardia queconsideraba decadente.

14 "Poetas nuevos y poesía vieja", artículo de 1924, recogido en P.p. 18-19.15 "Poesía nueva", artículo de 1926, ahora recogido en César Vallejo, Desde Europa.

Crónicasy articulas (1923-1938). Recopilación,prólogo y notas deJorge Puccineili(Lima: Fuente de Cultura Peruana, 1987), pp. 140-41. Es importante añadir queVallejo fue desarrollando una visión harto pesimista tanto de la poesía peruana ehispanoamericana de su tiempo (cf por ejemplo "Contra el secreto profesional"[1927), op. cit., pp. 204-206) cuanto de la europea (cf. por ejemplo "Autopsia delsurrealismo" [1930], op. cit., pp. 399-402).

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todo norteamericano) y las manifestaciones del arte moderno; o, en otraspalabras, que el modernismo como forma cultural (no me refiero a la escuelade ese nombre, por cierto) no se afincaba en una auteruica modernidad social,lo que producía tensiones y contradicciones de varia índole y profundidad quecon facilidad podían generar trampas más o menos 'aberrantes, El problemase complica porque la modernidad, tanto para Mariátegui como para Vallejo,como veremos luego, era la modernidad socialista y ambos -pese a su fe enel futuro- sabían que esa meta era lejana y difícil en el mundo andino. Asíse constituye un espacio extremadamente conflictivo en el que las opcionesparecian agotarse entre la reproducción estética del atraso y el arcaísmo o laconfiguración de un arte moderno pero socialmente ingrávido, opciones que,por cierto, eran por igual inaceptables. Mariátegui y Vallejo resolvieron elproblema a través de una operación harto compleja, consistente en instalar supropia obra en la historia, asumiendo las energías transformadoras de ésta, yapostando a favor del carácter renovador -o revolucionario- de los discursosculturales. De esta manera, a la vez que colaboraban en la demolición del viejoorden, y en la construcción de uno nuevo, podían sumergirse en la modernidadsocial que anunciaban y realizarla en sus discursos poéticos o ensayísticos.Ni uno ni otro suponían que el arte y la ideología son epifenómenos de lahistoria social y consideraban, más bien, que ambas están integradas dinámicay productivamente en el proceso social y contribuyen a darle un cauce y unsentido. Por lo demás, Mariátegui y Vallejo tuvieron una intensa experienciaeuropea, de la que fueron lúcidos cronistas", y vivieron en su propio país esosfragmentarios procesos de modernización a los que me he referido antes: elprimero en la Lima de Leguía, espectacularmente renovada en esos años, yel segundo allí mismo pero también -y antes- en la costa norte, justo en elmomento en que se integra a la "bohemia trujillana" y en su contorno se realizauna de las primeras y más profundas demostraciones del poder del capitalismomoderno: la absorción de decenas y decenas de propiedades azucareras porgrandes monopolios extranjeros". Todo esto explica que pocos pensamientossean tan modernos como el de Mariátegui y ninguna poesía como la de Vallejo.

Ahora bien: si por una parte se trataba de desliteraturizar el lenguaje (loque históricamente significaba zafarse del canon del modernismo dariano)para generar una auténtica y libérrima renovación artística y si, por otra, seexperimentaba una intensa desazón frente al riesgo de producir una literatura

16 Las crónicas de Vallejo han sido recogidas en la edición citada en la nota anterior.~Cf. también Crónicas -ed. de Enrique Ballón (México: UNAM, 1984) Ylas de.' Mariátegui aparecen recopiladas en Cartas deItalia (Lima: Amauta, 1969) perootras erónicas y referencias a su estada en Europa se encuentran en otros volúmenesde sus Obras Completas, especialmente en La escena contempordnea (Lima: Amauta,1969),

17 Este tema 10 he trabajado, con ligeras variantes, en "César Vallejo: la univer­sallzación de una experiencia nacional". La Torre, TII, 12, Nueva Epoca, PuertoRico, 1989, en llVallcjO: mestizaje, transculturacidn, modernidad", Páginas, XIV,19, Lima, 1989 y en el apartado correspondiente de mi libro La formacion ... , np.cit. Cf.Peter Klarén, Laformación de lashaciendas azucareras y losorfgenes delApra(Lima: Instituto de Estudios Peruanos,1970).

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en la que la modernidad no pasara de ser un puro paramento, una engañosacosmética que nacía y moría en un solo gesto de inautenticidad, y todo ellobajo la desasosegante conciencia de vivir en un mundo insoportablementearcaico, inclusive tomando en cuenta los modestos procesos de modernizaciónde esos años, entonces los proyectos literarios de ese momento tenían quetransitar por un campo peligrosamente minado por incoherencias de todotipo. Ciertamente quien mejor sorteó esos peligros, aunque eventualmentealguno le estallara entre las manos, fue César Vallejo. No se trata ahorade examinar su poesía, sobre la que volveré más adelante, pero no cabedesapercibir -para mencionar sólo un punto- que en buena parte de su obrala operación artística básica consiste en enfrentar casi brutalmente un ordenreferencial punto menos que primitivo con una visión y un lenguaje que noesquiva, sino explicita, situaciones elementales y las articula en términos deuna trascendencia concreta, material, que sitúa lo antiguo en un horizontesemántico que lo trasmuta, sin extraviarlo, en experiencias y en palabraspuntualmente contemporáneas. De la vida casi arqueológica de Santiago deChuco, por ejemplo, Vallejo extrae textos de una modernidad asombrosa. Bastapensar en los poemas que giran en torno al ámbito familiar (por ejemplo losúltimos de Heraldos Negros) o a su traumática experiencia carcelaria (en Trílee).Es claro, sin embargo, que las alternativas vallejianas son irrepetibles (y de allíel descalabro de sus imitadores) y que el problema, por consiguiente, seguíaahí, tercamente, incitando a una modernización bajo e! temor de producirlaapenas en la superficie de textos más bien anclados en 10 antiguo. Obviamentese abrían al respecto muchas opciones. Tal vez e! examen de 10 que pudierallamarse la discusión implícita entre la prosa vanguardista de ''Un hombremuerto a puntapiés" de Pablo Palacio y la indigenista de Huasipunyo de JorgeIcaza" eche luces sobre algunos de estos asuntos.

La contraposición de la poética de! relato propia de Icaza, que es lade! realismo social en su veta indigenista, con la de Palacio, definida por suvanguardismo urbano, no debe prescindir de una constatación primera:en ambos casos se parte de una común recusación de la norma lingüísticahasta entonces hegemónica en e! campo literario ecuatoriano -y, en general,andino. La rebelión de Palacio es explícita y violenta, casi insoportablepara sus contemporáneos, porque se basa en una obsesiva y englobadoracondena de la realidad injuriosa, detestable, degradada y degradante que10 rodea, condena que encuentra su correlato en la agresividad implícita enciertas experiencias vanguardistas como el juego con las grafías, e! empleo deimágenes sin nexos definidos, e! intencional desgarbo de algunas frases o laconfiguración de introspecciones solventadas más en pulsiones oscuras queen procesos conscientes más o menos rastreables."Novela subjetiva"subtitulóPalacio a su última novela con la obvia intención de centrar el discurso deésta y de sus obras anteriores en una dimensión personal en cuyo dinamismo

18 La reducida obra de Pablo Palacio (dosnovelas breves y un libro de cuentos) basido recogida en Obras completas (Guayaquil: Casa de la Cultura, 1976).UtilizoUn hombre muerto a puntapiés [y] Débora (Santiago: Universitaria, 1971). Entreparéntesis anoto las páginas de esta edición. La colección de cuentos apareció en1927.Jorge Icaza, Huasipungo (Buenos Aires: Losada, 1977), 11a ed. La la ed.data de 1934.

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Capl11110 Tercero

10 explícitamente social aparece sólo como lo otro que se escarnece con irasin límites. Esta clausura en la subjetividad explica que Palacio no estuvieramayormente preocupado por ofrecer nuevas alternativas a la literatura de supaís y su tiempo, aunque sin duda las ofrece, sino porexpeler la angustia quele producía vivir en un mundo no sólo atrasado sino, definitivamente, malhecho. De esta misma opción se desprende su crítica al realismo, a sus normaslingüísticas y a su pretensión de dar una imagen veraz -que es, como se veráluego, su punto de fricción más agudo con la estética de Icaza.

Conviene detenerse en este punto. Tomo como referencia su cuento ''Unhombre muerto a puntaplés''!? con la intención de leerlo como una poética.Hay que recordar que el relato transcribe primero una noticia [olicial queda cuenta de la muerte "de un individuo apellidado Ramírez [... víctima deuna agresión de parte de individuos a quienes no conocía" (p. 17); más tarde,mediante el empleo de la primera persona, el narrador relata sus empeños (enrealidad gratuitos) por reconstruir el crimen y averiguar sus motivaciones,oscuras y ambiguas en el texto periodístico; por último, regresando al empleode la tercera persona, el mismo narrador da a conocer su versión sobre loocurrido. Se pone así en relación un relato "verídico", como que proviene delperiodismo y está reforzado por la información policial, y otro "ficticio", el quepropone arbitrariamente el cuento, aunque se cuide de no vulnerar los datosdel primero. La narración ficticia se instala entonces en los vacíos y en losespacios equívocos de la noticia periodística, a veces para añadir un dato (porejemplo, a la víctima se le dota de un nombre: Octnvio), pero sobre todo pararesolver ambigüedades. De esta manera, sea el caso, la frase "el difunto vicioso"(p. 18) se convierte, luego de un largo sopeso de hipótesis diferentes, en laafirmación de la homosexualidad del asesinado. Algo similar sucede con otrasinformaciones que obtiene el narrador a punta de pura fantasía. Así, añadeun cuerpo, dibujándolo, al rostro de las fotografías de la víctima que están enpoder de la policía:

Hasta que al fin, tanto tenerlas ante mí, llegué a aprenderme de memoriael más escondido rasgo [...]. Cogí e! papel, tracé las líneas que componenla cara de! difunto [...]. Luego, cuando e! dibujo estuvo concluido, noté quefaltaba algo; que lo que tenía ante mis ojos no era él; que se me había ido undetalle complementario e indispensable ... ¡Ya! Tomé de nuevo la pluma ycompleté e! busto, un magnífico busto [...]. Busto cuyo pecho tiene algo demujer (22-23).

. j . ,. Cubrir los vacíos y resolver las ambigüedades forman un sólo proyecto

que apunta hacia la explicación del suceso. Al lector le resulta obvio que esteobjetivo solamente se logra a través del segundo relato, el ficticio que re-cuentaa su manera la historia original; o 10 que es 10 mismo, visto desde la perspectivainversa, que la narración realista es incapaz de dotar de sentido a los hechos.Esta carencia parece ser el cuestionamiento más grave contra la relación entre

19 Este apartado está basado en mi articulo IIcUn hombre muerto a puntapiés':poética y narración", enJosé Donoso Pareja (cd.), Recopilación de textossobre PabloPalacio (La Habana: Casa de las Américas, 1987).

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el lenguaje del arte realista y la realidad, cuestionarniento que se subraya alincluir dentro de él a lo que sin duda es su modelo: la fotografía. En el fondo, elrealismo es tautológico; y tautológico, para peor, de una realidad despreciable.Por esto Palacio promueve la ficción, insertada dentro de un proceso intuitivo("la intuición me lo revelaba todo" -p. 26), que evidentemente se confrontacon la estética racionalista del realismo y, sobre todo, del naturalismo. Resultasin embargo, que la arbitrariedad de la ficción, que a ratos parece indetenibl~(como en la asignación de un nombre al personaje) y en otros momentos dala impresión de tender no más que a la burla y al escándalo (según se apreciaen el tono humorístico con que se describe el asesinato, remarcado por el usovanguardista de la grafía y las onomatopeyas), está paradójicamente atada ala urgencia de semantizar la realidad. En efecto, como ya está dicho, lo quePalacio plantea como objeción central al realismo es que se limita a repetir larealidad, sin hallar su sentido, mientras que en su poética la ficción, el vueloimaginario, no parece tener como destino la construcción de otra realidadsino la de proponer el sentido que desoye el realismo. No se trata, pues, deproducir un mundo autónomo en su ficcionalidad sino, más bien, de proyectarla ficción y sus poderes hacia la revelación del oscuro sentido humano inmersoen la realidad y en la historia. En cierta forma es lo que postulabaJosé CarlosMariátegui, en 1926, en su artículo "La realidad y la ficción"20.

Ahora bien: es claro que, al igual que Palacio, Icaza debió hacer un esfuerzoconsiderable no sólo para romper drásticamente con el modelo de la prosaartística vigente en el Ecuador, que bien pudiera estar representada por Eg!ogatrágica de Zaldumbide21, que ciertamente asume la clasicidad, el casticismo ylos imperativos de una estética de laprosa que parece padecer de una incurablenostalgia por lapoesía, sino también -y sobre todo- para producir un discursoprosístico que de primera impresión semeja ser algo así como el grado cerodel estilo -palabras escuetas, imágenes fuertes pero gramaticalizadas en ellenguaje cotidiano, interjecciones, gritos sueltos o murmuraciones sin emisorindividualizado, irrupción del quichua o de sus derivaciones, etc.- pero que,como lo vió Agustín Cueva con sutileza envidiable, resultaba ser el estilo no oanti-oligárquico" y la forja de una nueva retórica cuyo ideal era reproducir -o

20 Dice: "El realismonos alejabaen laliteratura de la realidad.La experienciarealistano nos ha servido sino para demostrarnos que sólo podemos encontrar la realidadpor los caminos de lafantasía [...J. Pero la ficciónno es libre.Más que descubrirnoslo maravilloso, parece destinada a revelarnos lo real. La fantasía} cuando no nosacerca a la realidad, nos sirve de bien poco". El artículo fue ecogido en El artista ysu época (Lima: Amauta, 1967),3" cd.), p. 23.

21 Gonzalo Zaldumbide, Egloga trágica (Puebla: Cajica, 1961). La ¡a ed., incom­pleta, data de 1913. Obviamente el enfrentamiento no es sólo formal; despuésde todo, Zaldumbide expresaba con nitidez las posiciones de la vieja aristocraciaterrateniente.

22 Agustín Cueva,"En pos de la historicidad perdida.Contribución al debate sobrelaliteratura indigenista en el Ecuador",Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,IV, 7-8, Lima, 1978. Dice: ICHay, en esta voluntad de no-estilo, una negaciónradical del pomposo discurso literario de la oligarquía", p. 38. Rindo homenaje ala memoria de Agustín Cueva, fallecido cuando trabajaba en este capítulo.

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CapítuloTercero

mejor, representar por la obvia ficcionalidad de! lenguaje literario- la lenguade los estratos medios y populares como nueva norma de la lengua nacional,incluyendo notorias interferencias quichuas. Naturalmente el trabajo lingüísticode Icaza en Huasipungo (que el mismo Cueva describe metafóricamente comoun proceso "de 'acumulación originaria' de materiales culturales autóctonos[y también como la creación] de un 'mercado interior' de símbolos propios,lingüísticos entre otros") no puede desligarse de! esfuerzo realizado, en primeralínea, por e! Grupo de Guayaquil y otros autores ecuatorianos que compartieronJlor esos años este tipo de inquietudes", ni tampoco de los aportes posterioresdel propio Icaza, especialmente los relativos a la configuración de una novela"mestiza" y de un lenguaje "cholo" que tanto asimila sin timidez formas de!quichua cuanto reproduce abiertamente e! castellano plebeyo de la ciudad, talcomo se puede apreciar en -por ejemplo- El cbulla Romero y Flores",

La construcción de este no-estilo, aunque obviamente lo sea, incluyendo suínevitable retórica, es correlativa, en especia! en el caso de Icaza, a la convicciónque marcó indeleblemente a los narradores de! realismo social, sobre todo aalgunos indigenistas: que e! lenguaje, por esa u otras vías, representaba confidelidad la índole profunda de lo real. En cierto sentido, como si la tradiciónmodernista hubiera instalado un mecanismo artificioso que separaba allenguaje de su referente, los narradores realistas sociales de las primerasdécadas de este siglo creyeron reinstalar una continuidad sin fisuras entre laspalabras y las cosas. Inclusive José María Arguedas, que evidentemente notiene esta filiación, usó años después la forma "tal cual es" para aludir a laimagen que daban sus textos de la realidad". Es sintomático que casi no hayaexcepciones en lo que toca a esta fe en la validez representativa de! lenguaje,a veces planteada como condición misma de tal lenguaje y otras mediante laínterrnediación de la experiencia de! propio autor. De esta manera, si por unaparte se tiene la impresión de un uso simplificado de la teoría de! "reflejo",ya

23 01" cit., 30. Cf. además Angel F. Rojas, La novela ecuatoriana (México: Fondode Cultura Económica, 1948); Manuel CorralesPascual,jo¡Xe Icaza,pantera delrelato indigenista (Quito: Universidad Católica, 1974); Theodore Alan Sackett,El arte en la novelística de Jorge Icazo (Qulto: Casa de la Cultura Ecuatoriana,1974); Armin Shónberger-Rosero, "Introducción histórico-social a la obra deIcaza", Bibliografía Ecuatoriana, 7, Quito, 1976, y del mismo Cueva,jorge Icaza(Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1968) y sus muy estimulantes

.recopilaciones de ensayos Sobre nuestra ambigüedad cultural(Quito: Universitaria,11974)y LectU7TJSy rupturas (Quito: Planeta,1986), que reproduceelarticulocitadoanteriormente. También Narradores ecuatorianos del30. Prólogo de Jorge EnriqueAdoum, Selección y cronología de Pedrojosé Vera(Caracas: BibliotecaAyacucho,1980).

24 Jorge Icaza, El ehulla Romero y Flores. Edición crítica coordinada por RicardoDescalzi y Renaud Richard (Madrid: Colección Archivos, 1988). Aunque muydesiguales, los estudios que acompañan esta edición ilustran las distintas posicionesde la críticaen relación a la obrade Icaza y específicamente a su lenguaje. La In ed.es de 1958.

25 Arguedas empleó varias veces esta frase; por ejemplo en 1Encuentro de NarradoresPeruanos (Lima: Casa de la Cultura del Perú, 1969), p. 43.

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de por sí esquemática, por otra parece revivir un cierto temple romántico quesitúa en la vivencia de! narrador la prueba de la verdad de lo que dice. Aunque setrate de dos apelaciones en cierto modo contradictorias, en e! fondo funcionanmás o menos coordinadamente dentro de la dinámica que hemos insinuadomás arriba: en efecto, la transparencia de! lenguaje funciona tanto con respectoal mundo referido por e! texto cuanto a la experiencia de su emisor, que así seconvierte en garante de la "verdad" de lo que enuncia. De aquí e! exceso deparatextos que aseguran la idoneidad de! escritor para decir lo que dice.

En cualquier caso, se trata fundamentalmente de una nueva poética delrelato, cuyo enemigo principal residía en el alambicamiento estetizante de laprosa hasta entonces hegemónica, poética cuya realización textual es siempreinsegura y a veces insatisfactoria (piénsese en la ruda y también retorcidaalegoría con que se cierra HlIasipllngo). Pero evidentemente lo que interesaaquí no es e! éxito o e! fracaso de un modelo narrativo sino su novedad y sugrado de enfrentamiento con otra norma y -en e! fondo- con otra noción dela literatura y de! lenguaje. En este campo de lo que se trata es de legitimarsocial y estéticamente una manera lingüística "plebeya", gozosa de su propia"imperfección'S'', que hasta se acrecienta deliberadamente, y dispuesta aimponerse como una norma con mayor rango de representatividad; unarepresentatividad doble y hasta triple, como se ve, porque tanto se acoda ene! lenguaje común, al que se le confiere rango nacional reproduciéndolo en eltexto, cuanto se asume como más fiel con respecto a la realidad que evoca, loque está mezclado con la propia rerresentatividad de! autor en tanto conocedorexcep,cional de ese mundo. Así, e nuevo lenguaje es representativo de! habla"real', ésta lo es de la lengua nacional y por ambos caminos refleja con mayorexactitud y perspicacia e! carácter y los problemas nacionales, todo lo cual esconocido directamente por un escritor en tal sentido irrebatible. Hasta ciertopunto, la sabiduría del lenguaje, de su uso codificado por normas estéticas deexcelencia, como era el caso del modernismo, intenta ser sustituida por unasabiduría de! mundo cuya índole profunda e! lenguaje develaría limpiamente,sin cortapisas.

De esta manera, si la tendencia indigenista protagonizada por Icaza suponeque la realidad es elocuente y que e! lenguaje no hace más que transparentar loque e! mundo dice por sí mismo, e!vanguardismo de Palacio, al contrario, afirmaque se requiere de la fantasía y de! lenguaje con que se formaliza para vencer lamudez de las cosas y de las acciones de los hombres y para descubrir e! sentidoque esconden frente a la observación ingenuamente objetiva y al lenguajechato y tautológico de! realismo, por una parte, y para expresar la exacerbadasubjetividad de! autor, por otra. Cabría suponer que las opciones plasmadas porPalacio e Icaza figuran los dos extremos de las nuevas operaciones lingüísticasque ocupan el espacio literario andino al concluir la hegemonía modernista,

26 El punto máximoen este casoson los diálogoso exclamaciones quichuas, o en españolmuy mestizado, que carecen de emisor individualizado. Ciertamente es mérito deIcaza elhaberprofimdizado poreste caminoen lafiguración de personajes colectivos,pero al mismo tiempo su experiencia queda fuertemente limitada por la cortedadexpresiva de tales fragmentos. En El chulla Romero y Flores se hace más evidente quela norma "plebeya" es la del propio narrador.

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Capítulo Tercero .":,

pero aunque sus diferencias son evidentes, y fuertemente significativas, nopuede desapercibirse que ambas implican la afirmación del vínculo entre laliteratura y la realidad, con 10 que coexisten como variantes, cierto que muydiversas, de una gran tendencia cuyo oponente sería más bien la poesía y losrelatos autorreferenciales de los vanguardistas más radicales, Tal vez puedadecirse que una resuelve el asunto por la vía de la re-presentación, en elsentido de que vuelve a presentar 10 que la realidad muestra, mientras que laotra prefiere <;1 camino de la re-producción en cuanto produce no un sentidoautónomo sino e! que se esconde en la oquedad silenciosa de! mundo. Son dosestrategias distintas, sin duda, pero en uno y otro caso la proyección final no esotra que la revelación -directa o sesgada, objetiva o subjetiva- de la realidad.

En ambos casos, además, se pone énfasis en el vinculo entre la escrituraliteraria y la oralidad, 10 que es de! todo evidente en e! rroyecto icaciano y algomás bien difuso, pero sin duda rastreable, en la prosa descuidada" de Palacio.Se trata de abrir e! lenguaje de! arte a las solicitaciones del habla, en especialde! habla popular y de las capas medias bajas, e inclusive a la oralidad quichua,en un nuevo intento por religar la normatividad estética a la vida cotidiana,rompiendo así la clausura de una lengua artistica que poco tenia que ver con suuso socializado por las mayorías. Naturalmente, e! proyecto mismo implicabaun esfuerzo por oralizar la escritura, o al menos por hacerla permeable a lasinflexiones de la voz efectivamente hablada; esfuerzo tanto más urgente (ycomplejo) cuanto se realizaba, como es obvio, dentro de un contexto en e! que elsólo hecho de escribir alejaba, en la práctica comunicativa, a las grandes masasde analfabetos. Se produce así una tensión grave y compleja entre e! proyectoliterario y e! espacio social en e! que se inscribe: e! habla que se pretenderepresentar en la escritura literaria es, precisamente (o al menos en buenaparte) la de los que no saben escribir. Tal tensión explica las ambigüedades,los tropiezos y con frecuencia los grandes fracasos de esa intención, de maneraespecialmente cruda cuando se trata de incorporar una lengua nativa, pero almismo tiempo refuerza -aunque en otro rango- e!sentido de representatividad.Después de todo, llevar a la escritura e! habla de los que no escriben se puedeinterpretar -y de hecho se interpretaba- como una forma de representarlos intereses de las masas analfabetas y de hacerlo ante e! país oficial, la altacultura y -más en general- ante la conciencia letrada", Por cierto, e! asunto noqueda ni en la intención que subyace en ese proyecto, ni en su legitimidad oautenticidad; se define, mucho más profundamente, en e! intrincado espaciode las relaciones entre la voz y la letra en e! seno de una sociedad tajada por e!analfabetismo de buena parte de la población y e! bilingüismo asimétrico de su,mapa rdiomático.' En este orden de cosas, la decisión de escribir la voz comúnno tiene que verse sólo en términos de eficiencia artística o de pertinencia

27 De maneraborrosa, seplantea aquí unproblema similara!queespropio deltestimonio,Podría serútilemplear, con las modificaciones del caso,las argumentaciones actualessobre ese género. CElas recopilaciones de René Jaray Hernán Vida! (cds), Testimonioy literatura (Minneapolis: Institutefor the StudyofIdeologies and Liremtures, 1986)y deJobn Beverley y Hugo Achugar (eds.). La voz delotro: testimonio, mbalternidady verdadnarrativa (Lima-Pittsburgh: Latinoamericana Editores, 1992). El materia!recogido en estelibro habíaformado partede un número monográfico de la ReoistadeCrítica Literaria Latinoamericana,XVIII, 36, Lima, 1992.

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ideológica si~o, de t;lanera mucho más compromete~o~a, como sig~o mayorde una situación socio-cultural extremadamente conflictiva y contradictoria,

En los términos que he usado anteriormente: el esfuerzo lingiiístico­estético tiende a construir vínculos intersociales, interculturales e interétnicng,y en última instancia espacios de hOI?ogeneidad, pero en el mismo acto ~erealizarse revela la magrutud de las gnetas que desintegran lo que el lenguaJey la literatura quieren pero no pueden soldar. La dlferencia con respecto aotros empeños similares, como los analizados en el capítulo H, consiste -deuna parte- en que ahora toda la operación se sitúa en un nivel social más bajo,tomando como referencia modélica un habla sin prestigio pero mayoritariadentro de un determinado ámbito nacional o regional y -de otra- en <J,ue eseesfuerzo homogeneizador emplaza sus límites dentro de lo "popular' y enabierta contienda con el espacio oligárquico, constantemente aludido comoantinacional. No deja de ser irónicamente sintomático, sin embargo, que elresultado final de este nuevo ejercicio de cohesión termine por hacer evidenteque siempre hay un escalón inferior: en este caso, para decirlo en grueso, losque no pueden escribir y prestan su voz al letrado para que trate de situarlaen un espacio radicalmente extraño a los emisores de ese discurso. Puestoque no saben escribir, son escritos por los otros, los intelectuales letrados delas capas medias, que -intenciones aparte- apenas pueden asumir el rol derepresentantes de lo que de hecho no son.

El asunto tiene un sesgo aún más definido en lo que toca a la recepción:los que son materia de la escritura, y cuyas vidas se tematizan, quedan deantemano fuera del circuito de comunicación de ese discurso. Vallejo lodijo en un verso sólo aparentemente enigmático: "por el analfabeto a quienescribo'f", verso que expresa en síntesis extrema lo que de alguna manera es laaporía de un proyecto que se autolegitima por, con y en su vinculación con losestratos populares sin poder llegar a ellos por su condición iletrada o porque,aun sabiendo leer, no tienen la posibilidad real de hacerlo. No se trata, como esclaro, de invalidar todo el proceso por la evidente contradicción que acabo demencionar, lo que suele ser común desde perspectivas uJtrarradicales inclusode signos opuestos, sino de comprender que los abismos étnico-sociales delárea andina son de tal magnitud que incluso si el ejercicio literario se ubica enel horizonte de las capas medias, que además reivindican orgullosamente sucondición plebeya y establecen o tratan de establecer alianzas con los estratos

28 César Vallejo, "Himno a los voluntarios de la República" I España .., Dp, cit., p.253. La dedicatoria de Platay bronce de Fernando Chávez (1927), novelaque seconsiderala primeradel indigenismo ecuatoriano, reza: "Paraquien no leeránuncaestás páginas porque una desigualdad absurdacegó sus pupilas [...] bajo una losainfinita de incomprensión racial" (cito por la edición de Editorial Coneja, Quíro,1985,p. 8),dedicatoriaque Angel Rojas comenta en el sentido de que el novelistaalude específicamente a su protagonista pero se refiere más genéricamente atodo el pueblo indígena y expresa una angustiada conciencia acerca de que "entrenosotros la novela indigenista está [ ...] condenada a una parcial esterilidad", Lanovela ecuatoriana, op. cit., p. 176.

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Capítulo Tercero

populares urbanos y campesinos", su mera condición letrada descoloca ypone en crisis todo el proyecto: si se trata de una literatura abarcadoramentenacional-popular, siempre queda en el fondo de la,pirámide un excedenteopaco al que la escritura -y ciertamente con mayor evidencia la escrituraliteraria-le es ajena y no lo expresa".

Naturalmente la consistencia y dramaticidad del problema está producidano sólo por la mera existencia de ese fondo étnico-social inabarcable por laletra sino -de manera muy clara- por su magnitud y su contenido. En cualquierlatitud ese excedente está ahi, en los márgenes de los sistemas culturales mássólidos y extendidos, pero en el universo andino durante los primeros deceniosde este siglo, tiene una condición mayoritaria y su significado profundo esprecisamente el de constituir, como dijo González Prada varias décadas antes,la "verdadera nación":", En este punto se desarrolla una curiosa dinámicaideológica: en efecto, a través de muy variados razonamientos, que algunasveces son sobre todo pulsiones casi incontrolables, todos los indigenistas ybuena parte de los vanguardistas de este periodo optaron -como parte de sulucha contra el viejo poder oligárquico y aristocratizante- por definir a susnaciones como portadoras de una identidad indigena que consistenternentehabía sido negada hasta entonces, salvo en las celebraciones retóricas de lagrandeza del imperio incaico. Paradójicamente, esa reivindicación implicaba,en sentido estricto, la marginación de quienes la preconizaban: ellos no eranindios YJ por consiguiente, no podían asumir más que una función vicaria conrespecto a esa identidad nacional y frente a la lengua que empleaban comopropia pero la remitían, con autenticidad o artificio, a esa sima social de laque en el fondo solamente eran intérpretes o traductores. Es probable quemuchos de los protagonista, de este proyecto no tuvieran conciencia entoncesde tal contradicción, pero sí parece suficientemente claro que su drasticidadhizo casi inevitable que organizaran la visión de sus paises (como la de ellosmismos) en términos de contrastes y contiendas englobadoras. Después detodo, estos intelectuales eran parte de una contradicción aguda y su agendaliteraria contenía puntos definidamente insolubles. En cierto sentido, aunqueparcial y tangencialmente, Vallejo tematiza algunos aspectos de este asunto enun texto temprano: "Idilio muerto". Es el siguiente:

Qué estará haciendoesta hora mi andina y dulce Ritade junco y capulí;ahora que me asfixia Bizancio,y que dormita

Cf. nota 3. El análisis de Rama sobre la producción indigenista es especialmenteesclarecedor, aunquepor momentos parece incluirjuicios morales-que no siempreson pcrtlncnrce- sobre la autenticidad del compromiso de los escritores de ésta ode tendencias similares.

30 Está demás aclarar que esos estratos sociales son sujetos de una vasta y ricaproducción simbólico-verbal de índole literaria, ciertamente dentro dc la oralidady de otras convenciones artístico-culturales. Me hc referido a ella en el últimocapítulo de mi libro Laformación oo, op. cit.

31 Manuel Gonzalez Prada, ''Discurso en el Politcnrna", Pdjinas libres (Madrid:Pueyó, s/f), p. 78.

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la sangre, corno Bojo cognac, dentro de mi.

Dónde estarán sus manos que en actitud contritaplanchaban en las tardes blancuras por venir;ahora, en esta lluvia que me quitalas ganas de vivir.

Qjié será de su falda de franela; de susafanes; de su andar;de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,yal fin dirá temblando: "Qpé frío hayJesús!"y lloraráen las tejasun pájaro salvaje".

Es importante destacar, por 10 pronto, que este poema es el último de lasección "Nostalgias imperiales" en la que se evoca la vida rural y aldeana deSantiago de Chuco, que Vallejo acaba de dejar, en términos de una distanciatemporal que sitúa toda esa experiencia, que en realidad es la de la víspera, enun horizonte con tintes arqueológicos, tal como se desprende del titulo mismode la sección. De esta manera se hace obvio que la posición de enunciacióndel texto, que es por cierto la ciudad, trasmuta el mundo de ayer en un pasadolejano e irrecuperable. Naturalmente este desplazamiento temporal hace másclara la oposición que vertebra el poema: un allá tempo-espacial, donde se sitúala figura de Rita, y un aquí, que es el universo urbano desde el que se escribeel texto; oposición que se estructura en varios niveles pero que, en conjunto,asigna a su primer término la condición simple, elemental e intocada de lanaturaleza y -a su segundo-la de un espacio viciado por el artificio de la ciudadmoderna. No en vano la figura de Rita no sólo está asociada indisolublementea la naturaleza, ("junco'J, "capulí" 1 "sabor a cañas") sino que es y está hecha deesa condición: no es tan esbelta como el junco ni tan apetecible, por morenay dulce, como el capulí; mucho más decisivamente, mediante una metáforaabsoluta, es de esas materias naturales, auténticas y puras. En contraposición,la ciudad -que con un obvio exceso semántico se convierte en Bizancio- esexperimentada como un ámbito defectivo donde hasta el respirar abandona sucondición espontánea ("me asfixia") y la vida toda como que pierde su sentido("en esta lluvia que me quita/las ganas de vivir")". Parece del todo claro queen la axiología que subyace en este contraste todos los valores residen en elespacio rural y en los villorrios que se sumergen en él, mientras que en laciudad (que es también la representación de la modernidad) se acumula unadensa y tal vez irremediable negatividad. A los efectos de mi argumento, estaoposición delata la irresuelta contradicción entre la posición del poeta, cultoy moderno, urbano vía la migración del campo a la ciudad, que tanto puedeescribir un texto prevanguardista (soneto, sí, pero también verso libre) cuanto

32 Los heraldos negros, ed. cit. de Hernández Novás, p. 42.33 N o está demás señalar quela lluvia, fuente de vidaen el campo,se asociaa muerteen

la ciudad.El tema seráconstante en Vallejo y encontrará su expresión más dramáticaen elverso lime moriréen Paríscon aguacero" en "Piedra negrasobrepiedrablanca"de Poemas humanos, ed. cit.de Julio Vélez,p. 155.

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añorar, i?-tens~mente, por corresponder a sus oríg~nes y estar revestidos deautentIcIdad VItal, un tiempo y una cultura que hubieran hecho imposible esaescrirura. En otros términos, la experiencia básica que ,tematiza "Idilio muerto"es p'unto menos que esquizofrénica: su escritura, como signo de modernidad,no hace otra cosa que poner de relieve los valores naturales -y arcaicos- quehubieran quedado oscuros y silenciados, en última instancia ágrafos, si no seles hubiera abandonado para ingresar a una modernidad, por más modesta quesea, que tanto hace posible su expresión en un código contemporáneo cuanto-de otro lado- se ensimisma en la nostalgia de la dulce plenitud perdida. Notiene nada de gratuito, por consiguiente, que el final del poema, que explicasu título y subraya la connotación bucólica de "idilio", esté teñido de unhondo contenido trágico. La acumulación aquí de recursos formales, desde lasaliteraciones basadas en la reiteración del fonema "j" hasta la más o menos obviasimbolización de! llanto de! "pájaro salvaje", pasando por la pluriacentuaciónde! último verso, no hace más que insistir en la condición culta y modernade una escritura volcada hacia la evocación de una pureza e!emental perdidapara siempre, aunque no cabe desapercibir que buena parte de la estrategiaformal de! último terceto está vinculada -mediante una nueva torsión dentrode! texto- a la construcción de una estructura sonora que parece remitir a laoralidad que sería propia de! mundo nostálgicamente rememorado. Otra vez,entonces, la tensión entre una tecnología escrituraría, que ciertamente implicauna inmersión confiada y hasta gozosa en la modernidad, que sin embargo-por otra parte- se condena, y un universo antiguo y simple que queda lejosy atrás y cuyo sentido último está recubierto por e! ominoso anuncio de lamuerte. Tal vez la evidente oscilación de este poema de Vallejo sea un signo, nopor sesgado menos significativo, de la aguda y desestabilizadora ambigiiedadde! nuevo sujeto cultural que por entonces emerge en e! erizado mundo andino.

Laemergenciade los dualismosCiertamente la irresuelta contradicción del proyecto literario que acabo

de resumir no es ni la única ni la principal razón que explica la aparición en elpensamiento andino de una serie excepcionalmente nutrida de interpretacionessocio-culturales que se construyen a partir de binarismos excluyenteso contradictorios -que son algo así como la faz más visible de formas decomprender lo nacional como desgarramiento y desintegración. Ensayistasde muy varia filiación, desde Alcides Arguedas hasta José Carlos Mariáteguipnsando por Franz Tamayo, Pío Jararnillo, Luis E. Valcárce! o Jaime Mendoza,para mencionar sólo unos cuantos nombres de trascendencia indiscutible,se encarg~ron de subrayar con insistencia las insondables desarticulaciones'que trozaban a Bolivia, Ecuador y Perú y generaban la inconsistencia de susestatutos nacionales. Con énfasis distintos, todos partían de la descripción deuna geografía múltiple, con regiones internas que no tenían entre sí nada encomún y que producían, por su propia peculiaridad, formas de organizaciónsocial y sistemas culturales decididamente diferentes y hasta antagónicos.No es necesario apuntar que este común énfasis en e! poder configurador dela geografía tiene Una decidida filiación positivista, aunque a veces funcionesolamente como sustrato de un pensamiento que -en otros campos- exploraba

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distintas tendencias filosóficas, desde e! vitalismo espiritualista hasta elmarxismo.

Claro está, cada país ofrece una pluralidad territorial diversa, pero seacual fuera su descripción específica la conclusión es, siempre, la misma. Deesta manera, si en e! Ecuador Jaramillo advierte que una' profunda divisiónregional [...] parece en verdad limitar la función orgánica para e! pensamientoy para la acción" y hacer más difícil la construcción de una nacionalidadintegrada y poderosa", Mariátegui en e! Perú reitera e! esquema de lastres regiones internas pero insiste sobre todo en que lila costa y la sierra[ ... ] son efectivamente dos regiones en que se distingue y separa, como elterritorio, la población [generando con esto] la dualidad de la historia y elalma peruanas" (E. 204-205) YMendoza acepta que en Bolivia se observan"elementos incongruentes y superposiciones extravagantes" que determinanque la "integración [nacional] esrlé] aún por hacerse?", pese a su ingenuafe en e! poder de una naturaleza (10 de! "macizo boliviano") que aún sifracasara el hombre podría construir por sí misma la "verdadera nación?";Como se desprende directa o indirectamente de estas pocas citas -que cabríamultiplicar casi hasta e! infinito-la disparidad geográfica es pensada dentrode una cadena cuyos eslabones a su vez muestran agresivamente su profundadesintegración, en algunos casos mediante la reflexión biologista acercade las virtudes o vicios de las razas contrapuestas o de la inestabilidad desus mezclas poco felices, tema en e! cual una y otra vez (pero no siempre)aparecen contenidos abierta o solapadamente racistas; en otros a travésde planteamientos más modernos, socio-antropológicos si se quiere, queasimismo culminan en binarismos ríspidos e inconciliables; o también -paramencionar un último caso- en relación a órdenes económicos contrapuestos(feudal y capitalista, por ejemplo) que demoran, dificultan o imposibilitanpor su radical disparidad la formación de la nación.

El eje de todas estas interpretaciones es, sin duda, la conciencia deuna aguda y múltiple malformación histórica que encona las incontablesdiferencias que hacen de los países andinos algo así como archipiélagosinternos drásticamente incomunicados. De aquí la proliferación de visionesdicotómicas que describen a las naciones en términos de polos de muydistinta naturaleza pero siempre (o casi) inconciliables: ciudad-campo,sierra-costa, provincia-capital, explotados-explotadores, nacionalismo­cosmopolitismo, tradición-modernidad, etc., etc. Por razones de! todo obvias,estas reflexiones no pueden dejar de examinar prioritariamente la situación)también dicotómica, que enfrenta a indios y "blancos", que eventualmentese complejiza con reflexiones sobre e! negro, y que casi nunca encuentra ene! mestizo otra cosa que la interiorización de! conflicto entre ambos polos,aunque, como se vio en e! capítulo anterior, la ideología de! mestizaje -quesin duda pervive por entonces y hasta hoy- tuviera frecuentemente un tono

34 PíoJaramillo Alvarado, El indioecuatoriano (Qulto: Talleres Gráficos del Estado,1936) pp. 12-14. La lO ed., mucho másbreve, es de 1922.

35 Jaime Mendoza, El macizo boliviano (La Paz:Arnó,1935),p.189.36 Id., p. 9.

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conciliante y hasta salvífica". De manera especial, se atiende a la llamadaucuestión indígena" o más en concreto a la situación de los indios que tienenla doble y contradictoria situación de ser-por una pRrte- mayoritarios y-porotra- marginales y discriminados (algo así como una paradójica mayoría enperversa posición minoritaria), pero además porque explícita o implícitamentese reconoce que las raíces nacionales no pueden ser ni siquiera pensadas almargen de la tradición histórica de ese pueblo mayoritario, incluso si enalgunos casos -como en e! pensamiento de Jaramillo- se establece que ensu origen, en el imperio incaico, primó el despotismo lo que generó en sussúbditos formas degradadas de ser y de comportarse que subsisten a través delos siglos". En términos generales, entonces, e! núcleo de! debate se centróen la "cuestión indígena", lo que normalmente ha conducido a considerara todos estos autores (y la nómina que uso es muy recortada) dentro de!movimiento indigenista, pese a que -en muchos casos- lo que salta a lavista en su pensamiento es una visión de! indio como ser degradado tal vezirremisiblemente, en algunos casos porque se trataría simple y llanamente deuna "raza inferior", argumentación que emplea el arsenal más grueso de lospositivismos reaccionarios, y en otros porque siglos de servidumbre y miseriahan dañado su condición auténticamente humana o lo han incapacitado parae! desarrollo que exigen los nuevos tiempos".

No me detendré en estos casos sino, más bien, en los que postulan, no sinagudas contradicciones internas, que la reivindicación del indio es una tareaposible y urgente, y lo imaginan como posible portador de una renovaciónsocial tanto más necesaria cuanto que todos parten de la constatación de unarealidad globalmente defectiva e intolerable. Me interesa un caso especial: el deTempestad en losrlndes, breve líbro de Luis E. Valcárce!, publicado en 1927, quetuvo entonces -y por muchos años- una audiencia excepcionalmente nutriday ferviente". Como se sabe, Valcárce! fue uno de los principales protagonistas

37 Basta pensar, con respecto a la condena del mestizo] en 105 postulados de FranzTamayosobre los "cholos" (Op. cit.,XVI) o en las ambigüedades sobre este temaen el pensamiento de Valcárcel (que se analizará luego). Lo que se contraponecon su elogio por Uric1 García en El nneuo indio] aunque aquí el objeto seaprioritariamente un mestizaje espiritual(Lima:Universo, 1973).La 1a ed. data de1930.

38 Piensa que el incanato (al que considera un régimen "comunista"} resolvió losproblemas materiales de su población "pero matando toda aspiración individuall[y] enervajndo] mortalmente su espíritu", lo que explicapor qué el indio actual"carece de personalidad". Op, cit., pp. 23-24. Más adelante veremos que tambiénMariátegui considera que la sociedad incaica fue "comunista", pero paraextraer deello conclusiones diametralmente opuestas a las de Jaramillo.

39 Por ejemplo, Jaramillo habla de su "inferioridad étnica agravada en la esclavitudde cuatro siglos", Op, cit., p. 331.

40 Luis E Valcárcel, Tempestad en los Andes (Lima: Populibros Peruanos, s/f).Las páginas que aparecen entre paréntesis en el texto corresponden a estaedición. Es bueno añadir que el propio Valcárcel atemperaría más tarde losplanteamientos contenidos en este libro. Cf. sus Memorias (Lima: Instituto deEstudios Peruanos, 1981).

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de la "Escuela Cuzqueña" y del "Grupo Resurgimiento" que tuvo su núcleoprincipal en la capital del imperio incaico, desde donde se expandiría luegopor todo el país y también por otras naciones andinas, en consonancia Conla profunda renovación producida por entonces en la Universidad de esaciudad. Esta élite provinciana se autoproclamó defensora de los derechos delos indigenas, se propuso reivindicar los atributos y valores socio-culturales deese pueblo y de su historia y creó -o consolidó, si es que se tienen en cuentaalgunos antecedentes- una sólida ideología nacional basada en un férreo,contundente y agresivo indigenismo". Tal vez, vista a distancia, su laborpráctica fue menos eficaz que lo que sus proclamas prometían, pero sin dudamarcó sustancialmente el desarrollo ideológico de varias generaciones, pese aque buena parte de su producción intelectual quedó dispersa en periódicos yrevistas y en algunos pocos libros.

El de más éxito fue, como se ha dicho, Tempestad en los Andes, que seconvirtió muy pronto en una verdadera biblia de los indigenistas y se difundiómasivamente a través de los maestros que lo citaban una y otra vez en las escuelas.Se trata de un ensayo excepcionalmente complejo, pese a su brevedad, en el quese mezclan descripciones de la naturaleza andina, casi siempre bajo los patronesdel telurismo tan propio de la época, con cuadros o estampas de la vida serrana ocaracterizaciones de personajes típicos, frecuentemente bajo una norma que sólose aleja de la costumbrista por su fuerte contenido social, pero donde no seríadifícil encontrar, como en germen, ciertos tópicos y algunos grandes símbolosque la novela indigenista empleará profusamente más tarde, y todo ello -que es lofundamental- con intensas, apasionadas y combativas reflexiones sobre el pasado,el presente y el futuro del pueblo indio. Sin duda la rotundidad del estilo proféticode estas secciones, con frases cuya incisividad penetra para siempre en la memoriadel lector, como que diluye o deja en un segundo fIano algunas contradiccionesque el texto no resuelve". Por lo pronto, Valcárce parte de una descripción delpaís como escenario de una cruenta y secular lucha entre "invasores e invadidos')(23) que desembocará casi inevitablemente (salvo que el amor desplace al odio-p. 25) en la liquidacíon física de uno de los bandos ("~bastará el millón devíctimas blancas?", se pregunta -p. 24), lucha en la que (amor u odio aparte)el mestizo queda moral y fisiológicamente excluido: si el "blanco" es "un enteextraño y extravagante" (111), pero detenta el poder y construye históricamentela sociedad de acuerdo a sus intereses, y si el indio es un ser 'primitivo" (p. 26)

41 Para este tema esindispensable consultarelexcelentelibro deJosé TamayoHerrera,Historia del indigenismo cuzqueño. Siglos XVI-XX (Lima: Instituto Nacional deCultura, 1980) y e! también muy estimulante de José Luis Rénique, Los SImiosde la síerra. Cusca en el siglo XX (Lima: CEPES, 1991). Sería recomendableexaminar también las secciones correspondientes de los libros de Augusto SalazarBondy,Historia de las ideas en elPerü contemporáneo (Lima: Moneloa, 1965), LuisEnrique 'Iord, El indio en los ensayistas pemanos, 1848-1984 (Lima: Ed. Unidas,1978) y Carlos Iván Degregori et al.,I1ldigenismo, clases socialesy problemanacional(Lima: CELATS, 1978), sobre todo e! estudio de Marfil Francke Ballve sobre elindigenismo cusqueño.

42 Algunas fueron percibidas, sin embargo, por José Carlos Mariátegui y LuisAlberto Sáncbez, autores de! prólogo y el colofón dcllibro de Valcárce1.

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que sin embargo está renaciendo con fuerza incontenible para vengar ultrajesseculares y presidir un nuevo ciclo histórico, el mestizo -en cambio- es unpersonaje sin identidad y sin futuro: no más que "un ser híbrido [que] no heredalas virtudes ancestrales sino los vicios y las taras. El mestizaje de las culturas noproduce sino deformidades" (p. 107), concluye Valcárcel, Tal vez éste sea uno desus errores más graves pues deja al margen de su proyecto nacional a un sectorque ya en 1927 era numerosísimo, o francamente mayoritario, y también una desus incongruencias de mayor relieve, tanto que en el mismo texto, singularmenteen e! capítulo final que reproduce una conferencia ofrecida en Arequipa, no tieneningún reparo en elogiar las virtudes y el rol social de ese ser al que denigraconsistenternente en otros acápites. Como también solía sucederle a GonzálezPrada, obvio ancestro del joven Valcárcel, su pasión reivindicativa -y su retóricainflamada- podian conducirle a callejones sin salida como éste. Por 10 demás,e! hecho de que Valcárcel fuera mestizo ofrece posibilidades de aproximaciónpsicológica a este tema (y por supuesto a gruesas ironías), pero la verdad es queese hecho no modifica en nada la estructura de su pensamiento.

No está demás añadir que la dicotomía que opone a indios y blancos sereproduce en otra de índole geográfica pero de resonancias psico-sociales:la de la sierra -símbolo de la fuerza y el ascetismo masculinos- y la costa ­representante de la sensualidad y cortesanía femeninas (pp, 114-16)-, Y queambas obviamente se resuelven con la fervorosa adhesión de! autor al primerode cada uno de los términos. Así, en el primer caso, la conclusión es enfática:"el Perú esencial, e! Perú invariable no fue, no pudo ser nunca sino indio[...] ¡El Perú es indio!" (p. 112); y, en e! segundo, no 10 es menos: "la sierra[concluye] es la nacionalidad" (p. 115)". Tal vez esto explique la oscilaciónentre "indigenismo" y "andinismo" que se advierte en la terminología queemplea Valcárcel,

Todo el desarrollo anterior está basado en un rudo concepto positivista de"raza" cuyo poder y energía vencerían a la historia: "puede ser hoy un imperio[dice] y mañana un hato de esclavos. No importa. La raza permanece idénticaa sí misma" (p. 21). Pese a esto, es en y por la historia que la raza indígena" (que"era una Raza muerta [a la que] le mataron los invasores hasta a sus dioses" -p. 20)puede vivir e! "milagro rrimaveral" de su resurrección (id). Esta resurrección esla que vaticina Valcárce , para e! futuro inmediato, y la 'lue alienta su optimismosin fisuras", Curiosamente e! relato utópico que confiere consistencia a esa fe

43 ;Np deja de.ser sintomático que,aunque desde atra perspectiva, la primera etapa de.'

la obra narrativa deJosé María Arguedas oponga a indiosy blancospara más tardeexaminar la contienda entre sierra y costa,y que en su última novela la costa estéfrecuentemente asociada a lo femenino. Cf mi estudio de 1970, ahora recogido conel título de "La obrade José MaríaArguedas: elementos para una interpretación" enLa novela pentana (Lima: Horizonte, 1989) y mi libro Losnniuersos narrativos deJoséMaríaAl'glledm (BuenosAires: Losada,1973).

44 Años más tarde, en el ''Prólogo'' a la 3a ed, de El nueoo indio de José Uricl Garcia,afirmará que "la tempestad en las Andes se cumplió sin truenos ni relámpagos" ntravés de "el gran aluvión indígena que cayó sobre Lima" y transformó la sociedadperuana. Op, cít., p.17.

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casi religiosa tiene rasgos que suponen transformaciones concretas, y en másde un caso fuertemente modernizadoras, en el pensamiento y comportamientode los inrugenas. Valcárce!parece pensar que la perennidad de la "raza" está porencima de la "cultura" ("podrán morir las culturas" -p. 21) Yque la historia sóloactúa transformadoramente sobre ésta, sin interferir para nada en la identidady consistencia de aquélla. De aquí la aguda tensión que cruza de parte a parteTempestad en losAndes: la que surge de la constatación de los cambios históricosy su dificil convivencia con el principio de la inmutabilidad racial. A la postreno se sabe qué es 10 que la "raza" preserva idéntica a sí misma, para siempre,por qué se produce esta persistencia fuera de! tiempo, ni cómo se articula talconcepto de "eternidad" con las categoóas que son propias de la fluctuantehistoria que e! mismo libro relata y -sobre todo- presagia. Probablemente esteconfuso panorama teórico explique por qué si Valcárce! explícitamente niega larestauración del imperio incaico ("no ha de ser una Resurrección de El Inkario"-p. 22) la lectura constante de! texto le confiere ese sentido", aunque la verdad esque la misma dirección restauradora aparece implicada, al menos emotivamente,en frases como la que sigue casi de inmediato a la que acabo de citar:

La raza, en el nuevo ciclo que se adivina, reaparecerá esplendente, nimbadapor sus eternos valores, con paso firme hacia un futuro de glorias ciertas (22,énfasis míos).

Hay que reconocer que la ambigüedad conceptual de Tempestad en losAndes, y paradójicamente su entonación retórica y apodíctica, invitaban casiinevitablemente a leer e! proyecto de Valcárce! como una salvadora operaciónhistórico-mítica que revierte e! tiempo para encontrar en el pasado espléndidola imagen de! futuro deseable. En este sentido sería, en buena medida, unproyec.to que apues~a a .favor de la restaur~ción en el porvenir de 10 que fuedestruido por la historia", negando al rrusrno tiempo la consistencm y elvalor de 10 sucedido entre ese origen primordial y su más o menos inminenteresurrección. Se trataría, pues, de una utopía inversa, regresiva, que se lanzaa la reconquista del paraíso perdido. Como tal, parece negar el concepto demodernidad como progreso o -escuetamente- prescindir totalmente de él.

45 De hecho esa fue la lectura de Uriel Garciay una de las razones por las cuales sulibro El nuevo indio se lcyó como una respuesta a la tesis de Valcárcel, aunque hayque reconocer que la referencia especifica (op. clt., p. 87) es a un libro anterior deValcárcel (De la vida inkaika, 1925)y que elpropioValcárcel al prologarla terceraedición del libro de García nicga la existencia de cualquier debate entre ambos[cp. cit.,p. 18).

46 Aunque sería tentador encontrar en este planteamiento componentes propios dcla cultura andina (comolosque más tarde seríantrabajados por la antropología enespecial a partir del tdcacubrimiento" tardío del mito de Inkarrf) todo indica qucel pensamiento de Valcárcel funcionaba en ese momento (como más tarde se haráevidente) con contenidospropiosde la élite letrada indigenista.Sobre el mito enreferencia, cf.josé María Argucdas yJosafat Roel Pineda, "Tresversiones del mitode Inkarri", en Juan Ossio (ed.), Ideología mesiánica en el mundo andino (Lima:Ignacio Prado Editor, 1973).

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Ahora bien: tanto en Valcárce! como en los otros ensayistas que enfrentane! "problema indígena" subyace una inquietud mayor: la de construir imágenesde lo que sería la identidad nacional de cada uno de los países andinos. Aunqueen algunos prima al respecto un corrosivo escepticismo, cuyo ejemplo mayorpodría ser Pueblo enfermo de Alcides Arguedas, donde e! examen de todos loscomponentes raciales de la nación concluye en la desolada confirmación de suincapacidad irreversible y casi absoluta para acceder a la "salud" de una naciónsuficientemente coherente y enérgica como para transitar hacia e! progreso", entodos, a veces a través de la torsión más voluntarista que reflexiva de sus propiosplanteamientos, se percibe el deseo de configurar una identidad nacional, casisiempre como promesa por cumplirse en e! futuro, cuya raíz termina siendo, deuna u otra manera, la indígena -o la "neoindia' para decirlo con Uriel Garóa.Se produce, entonces, una nueva y curiosa contradicción: si por una parte,en efecto, no pueden dejar de señalar la postración de! indio (que aún paraValcárcel, como hemos visto, es un ser "prímítívo"), por otra, en cambio, lositúan como matriz o componente básico de la nacionalidad o como figuraciónde ella en e! futuro. Es curioso, por ejemplo, que Franz Tamay,0 considere quee! indio es "e! verdadero depositario de la energía nacional', por ser fuerte,eficaz y voluntarioso, pero al mismo tiempo lo juzgue ingenuo, primitivo ypoco inteligente (por lo que la educación, que es la verdadera solución de!problema nacional, debe esmerarse en formar su carácter más que su mente):",como también lo es que Pío Jaramillo, ciertamente mucho más realista, hagahincapié en la instauración de un orden económico-social justo para obtenerfinalmente una positiva y en cierto modo protagónica integración de! indioa la vida nacional, o mejor a la tarea de construir la nación, bajo la forma de!respeto a su dignidad, aunque -como se ha visto antes- lo considere un serdegradado étnica e históricamente".

Por supuesto, todos ellos, inclusive los más escépticos, se autoproclamandefensores de la "raza indígena" y afirman asumir sus intereses, con lo quetanto evidencian su ajenidad con respecto a la raíz misma de la imagen denación que propician cuanto -desde otro punto de vista- se autoasignan uncarácter representativo de esa inmensa masa de la que obviamente no formanparte'". Esta reiterada confirmación, al igual que las incoherencias y hastacontradicciones que brotan masivamente de estos textos, incoherencias ycontradicciones que no dejan por ello de ser incisivamente significativas, mehace sospechar que en e! complejo y difícil proceso que conduce a la definiciónde una identidad nacional existe sobre todo una operación político-intelectual acargo de una élite que mediante ella produce tanto una imagen de! indio cuantos~ presenta a sí misma, frente al conjunto de la sociedad, como encarnaciónde tal identidad -o como su profeta o como su representante punto menosque "natural". En este orden de cosas, la identidad supondría la conversión deun "nosotros" excluyente, en el que en realidad sólo caben cómodamente los

47 Alcides Arguedas, Pueblo enfermo (Barcelona: Tasso, 1919), La P ed. es de1909. CE Pedro Lastra, "Sobre Alcides Argucdas", Revista de Crítica LiterariaLatinoamericana, VI, 12,Lima,1980.

48 Dp. cit., pp. II, XVII.49 Op, cit., cf especialmente pp. 331 Yss.SO El caso específico de Mariátegui se verá más adelante.

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miembros de esa élite y sus allegados, con su autoimagen, sus intereses y susdeseos, en un "nosotros" extensamente inclusivo, casi ontológico, en el que losverdaderos protagonistas, nunca consultados, tienen que apretujarse y perderpartes de su condición, mutilándose, para ingresar en ese campo acotado yhasta sacralizado por e! ejercicio ideológico de sus promotores". Naturalmentetodo se torna mucho más confuso cuando esa identidad se remite al pasado yse le piensa como un acto de resurrección de fuerzas primigenias.

Es evidente que no a todos les parecía convincente una imagen pasatista,especialmente -pero no sólo- a quienes estaban comprometidos con proyectospolíticos concretos. De hecho, como se ha insinuado antes, y aunque esa nofuera explícitamente su intención, el concepto de "nuevo indio" que pone encirculación Urie! Garcia, aún antes de su algo errática asimilación de! marxismo,supone una discusión frontal con las ideas de Valcárce!y subraya la importanciade la transformación, incluso racial, de los protagonistas de la historia nacionaldesde e! momento mismo de la invasión española, idea que 10 impulsa a rechazarcategóricamente, como un puro romanticismo en el mejor de los casos, todatentación de volver al pasado". Un sustrato ideológico similar, en 10 que tocaa la negación de la ideologia resurreccional, puede encontrarse en los libros deHildebrando Castro Pozo sobre la posibilidad (o la necesidad) de hacer delantiguo ay!!ue! ancestro de un moderno cooperativismo socialista". CiertamenteesJosé Carlos Mariátegui el pensador que, sin negar la importancia de Valcárce1,a quien prohijó en su revista Amauta, plantea con mayor perspicacia el problemade cómo articular, y hasta qué punto, el culto a la vieja tradición indígena con losrequerimientos de la modernidad tal como él la entendía,

Una modernidad de raíz andina

Como he anotado, en e! prólogo al libro de Valcárcel, José CarlosMariátegui expresa algunos corteses reparos a la perspectiva arcaizante queanima a esta obra, reparos que en otras ocasiones -sin referirse necesariamentea Tempestad en las Andes- afirmará con mayor rigor y contundencia'", Estono obsta, sin embargo, para que e! mismo Mariátegui fuera poderosamente

51 Habría que examinar si esta ficcionalizacián ideológica de la identidad nacional,hecha a imageny semejanzadela élite quela producey la extiendeforzadamente atodo el cuerpo de la nación, no se realiza en términos similares en otros momentosy contextos.

52 El pensamiento de Uriel Carda merece una atención mayor a la que se le haprestado hasta ahora,aunquehay notas muy pertinentes en los libros citados en lanota 41.

53 Hildebrando Castro Pozo,Nuestra comunidad indígena(Lima: Lutero,1924) y De!ayllu al cooperatiuismo socialista (Lima: Barrantes Castro, 1936). También merece,como García, una nueva lectura.

54 Esta posición la había expuesto Mariátegui desde años antes. Por ejemplo:"los indigenistas revolucionarios, en lugar de un platónico amor al pasadoincaico, manifiestan una activa y concreta solidaridad con el indio de hoy", en"Nacionalismoy vanguardísmo", artículode 1925 recopilado en P.p. 74.

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influido por Valcárce!, e! grupo cusqueño y otros pensadores indigenistas".Para Mariátegui uno de los problemas centrales era encontrar una articulaciónvaledera entre e! indigenismo y e! socialismo, articulación que ponía encuestión otras materias conexas, tales como las relaciones entre universalismoy nacionalismo o entre tradición y modernidad. Por supuesto, Mariáteguitambién cree que e! problema nacional reside en 10 esencial en la persistenciade un orden social que desemboca en la servidumbre indigena y afirmafervorosamente la necesidad de acabar con esa situación atroz e injusta", peroSU análisis, basado en un marxismo excepcionalmente abierto, propone unainterpretación de la historia en la que asume -a la vez, y en primer término-los requerimientos de la tradición y los de la modernidad. No es e! momentode analizar a fondo este asunto, pero conviene anotar el itinerario que sigue aeste respecto e! pensamiento de Mariátegui". Tal vez no sea demasiado burdoreducirlo a ciertosprincipios básicos'":

1. Contra 10 que normalmente se piensa, sólo desde una posiciónrevolucionaria es posible reivindicar la tradición y hacerlo como historia viva yno como pieza de museo". En e! Perú la más antigua de las tradiciones, que paraMariátegui era fundamentalmente la incaica, ha sido rescatada precisamentedesde esa perspectiva, perspectiva que -de otro lado- establece una dinámicaque partiendo de! pasado conduce al futuro. Señala, por ejemplo:

La propagación en elPerúde las ideassocialistasha traídocomo consecuenciaun fuerte movimiento de reivindicación indígena. La nueva generaciónperuana siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menosno será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestarde la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina(E. p.48)60.

2. En el incanato funcionó un sistema "comunista", carácter que linopuede ser ne~do ni disminuido por haberse desenvuelto bajo [un] régimenautocrático" (K p. 54). De esta manera, e! rescate de la tradición antigua,prehispánica, tiene un sesgo no solamente histórico, sino también político, y

55 Cf. el análisis de Tamayo Herrera, op. cit., pp. 246 Yss.56 En E afirma,por ejemplo,que "elproblema del indio es la base de un programa de

renovación o reconstrucción peruana" (199). Las citas podrían multiplicarse. Enun artículo de 1924, con ese título, lo calificó de "El problema primario del Perú".Está recopilado en P.pp. 30-34.

51' La bibliografia sobre Mariátegui es hoy inabarcable. Una visión de los nuevosaport~s puede tenerse revisando elAnuario mariateyuiano.

58 Los temas siguientes han sido parcialmente desarrollados, desde otra perspectivay con otros propósitos, en la sección destinada a Marlátcgui en mi libro Laformación .., op. cit., pp. 127-37.

59 Dice, por ejemplo, que "el pasado incaico ha entrado en nuestra historiareivindicado no por los tradicionalistas sino por los revolucionarios", en P. p. 121.

60 Hay decenas de otras referencias al tema. Tal vez las más explicitas sean los dosartículos ("Heterodoxia de la tradición"y "La tradición nacional",ambos de 1927)recopiladosen P. pp. 117-23.

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de alguna forma confirma la visión marxista clásica acerca de la existenciaen e! proceso de desarrollo de la humanidad de un periodo de "comunismoprimitivo". Hoyes insostenible que el incanato fuera una sociedad comunistapero debe recordarse que durante décadas casi nadie discutió esta idea, aunqu~obviamente se le diera en cada caso distinto valor. Según lo ya anotado,Jaramillo interpretaba este hecho, por ejemplo, como e! origen de! caráctersumiso (sin "personalidad"y sin "iniciativa") de los indios.

3. Aunque la conquista destruyó e! orden social indígena, se puede detectarla persistencia, sobre todo en las comunidades, de! antiguo "comunismoincaico", aunque ciertamente modificado y debilitado, al igual que en otrasfacetas no especificadas de la vida indígena. Pese a que éste es un tema queaparece poco en los escritos mariateguistas, es indudable que la constataciónde "la supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico enla agricultura y en la vida indígenas" (E. p. 52) funciona como pieza clave paraarticular e! proyecto socialista moderno con la tradición nacional primigenia ycon lo ~ue sobrevive de ella. En otros términos, la afirmación de la existenciade un 'comunismo incaico" y de su débil pero rastreable supervivenciacontemporánea son la base de la nacionalización de! socialismo -y de suafincamiento en la historia propia- que propiciaba Mariátegui como soluciónal atraso, descentramiento e injusticia de la sociedad peruana.

4. La conquista sustituyó e! orden social incaico por una feudalidadque se consolidó a lo largo de los siglos coloniales y se mantuvo vigente aúndespués de la independencia, inclusive -en plena República- con mayorrigor y consistencia. Para Mariátegui, la debilidad y torpeza de la burguesíaperuana, y sus compromisos con el "gamonalismo" que preside el régimenfeudal, impidieron que se realizara una auténtica revolución burguesa y quese implantara un régimen capitalista moderno, inclusive en las áreas másdesarrolladas. La acción de! imperialismo terminó de hacer imposible elproceso modernizador que debería haberle correspondido protagonizar a laburguesía nacional'".

5. Supuesto lo anterior, al socialismo le compete la tarea de modernizar lasociedad nacional, realizando inclusive algunas de las metas que la burguesíano quiso o no pudo alcanzar, pero dentro de un proceso que tiene sus orígenesen e! remoto pasado prehispánico y algunas supervivencias en el mundoandino contemporáneo: es, pues, un proceso enraizado en la tradición nacional.Por lo demás, y en esto Mariátegui es enfático, en e! Perú no cabe separar alsocialismo de! indigenismo porque aquél representa y defiende los intereses dela clase trabajadora y en e! Perú -como en los otros países andinos- su inmensamayoría está constituida precisamente por indlos'",

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Estos temas están desarrollados en varios textos de Mariátegui. Cf. especialmenteelprimer capítulo de E. pp. 13 Yss.El punto fue tratado varias veces por Mariátegui pero tal vez su formulaciánmáscontundente se.encuentra en su polémica con Luis Alberto Sánchez. Dice: "Lo queafirmo [...] es que de la confluencia o aleación de 'lndigcnlsrno'y socialismo, nadieque mire al contenido y a la esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismoordenay definelasreivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y en el Perú

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Au,:que ~om? '),ueda dicho hoy s~ría. imposible soste,,;er l.a idea del"comurusmo mcaico , y aunque todo indica que la socialización de lascomunidades indígenas proviene de otra matriz, lo cierro es que la construcciónteórica elaborada por José Carlos Mariátegui es excepcionalmente rica,sugestiva y abarcadora. De hecho, basándose en el saber de su época, pudoresolver muchas de las aporías de ese tiempo. De una parte, la "confluenciay aleación" del comunismo con el indigenismo destruía la oposición entre elinternacionalismo de aquél y el nativismo de éste, forjando un cauce único enel que ambos discurrían más o menos armoniosamente, superando la polémicaentre "nativistas" y "cosmopolitas" y confiriendo a su proyecto político uncarácter nacional y moderno: después de todo sería a través del socialismo­indigenismo que se podría formar la nación que ni el poderoso feudalismoni la raquítica burguesía eran capaces de consolidar. Correlativamente,como una faceta de la reflexión anterior, también superaba la oposición, confrecuencia inconciliable, entre la tradición y la modernidad. A la postre, la máspuntual modernidad (que para él como para buena parte de su generaciónestaba encarnada ya no en el capitalismo decrépito sino en el socialismoemergente) tenía sus bases en las tradiciones nacionales primigenias. De estamanera, Mariáteguí obviaba las voluntariosas e improbables predicciones delindigenismo más duro, que presuponía el futuro como un desarrollo de loindígena, con la menor cantidad posible de contaminaciones foráneas, y encambio producía una imagen convincente en la que lo nuevo, cualquiera quefuera su procedencia, se injertaba en el viejo tronco de la tradición nacional ylo hacía reverdecer.

Insisto en que la invalidación de algunos de los supuestos sobre los quetrabajó Mariáteguí no resta un punto a la sutileza, originalidad y coherenciade su propuesta, pero sobre todo no mella su validez en lo que -hasta hoy­sigue siendo un problema de inocultable trascendencia: la apuesta a favor deuna modernidad que no fuera copia de la alcanzada por los países centrales,incluyendo los estados socialistas nacientes en esa coyuntura, sino desarrollopeculiar de diversas circunstancias socio-histórica-culturales. En este caso,una modernidad andina. En tal sentido, mientras que hoy se hace cada vezmás común pensar que la modernidad de los países andinos depende desu capacidad de deslndígenízacíón", la tesis mariateguiana propone una

las masas-Ia clase trabajadora- SOn en sus cuatro quintaspartes indígenas.Nuestrosocialismono sería,pues,peruano-ni siquiera seríasocialismo- si no se solidarizase,

. primeramente, con las reivindicaciones indígenas", en La polémica del indigenismo,01'. cit.,p.75.

63 Es la tesis de la ideología neoy ultra liberal expuesta, entre otros, por Mario VargasLlosa.Dice: Uta! vez no hay otramanera realista de integrar nuestras sociedades quqpidiendoalas indiospagar ese altoprecio [esto es,renunciar a su cultura -a su lengua,a sus creencias, a sus tradiciones y usos- y adoptar la de sus viejos amos"]; tal vez, elideal, es decir, la preservación de las culturas primitivas de América, es una utopíaincompatible con otrametamásurgente: el establecimiento de sociedades modernas","El nacimiento del Perú", Hispania, 75,4, 1992.Es la traducción del texto en inglésaparecido en Horpers Magazine en diciembre de 1990 con el título "Questions ofConquest". Cf. también su novela El hablador (Barcelona: SeixBarral, 1987).

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alternativa antidogmática: no hay una sino muchas modernidades, y variasmaneras de llegar a ese punto, y dentro de aquéllas es insensato no incluirla opción de imaginar y realizar una modernidad de raíz y temple andinos.No está demás añadir que si ahora la opción de una modernidad andina esrebatida desde la vertiente de la ideología conservadora, en vida de Mariáteguisu visión nacional-andina- de! socialismo como forma de la modernidad quenos corresponde fue materia de bruscos malentendidos y de rechazos pocosutiles por la ortodoxia marxista de ese entonces".

Por lo demás, el que Mariátegui no definiera la identidad nacional comoalgo ya hecho, y ni siquiera como una imagen unívoca del fu turo, sino másbien como e! resultado de un proceso hístórico que él lo imagina en camino-pero camino propio, nacional- al socialismo, determina que sea uno delos pocos pensadores de la época, y hasta tal vez e! único que no concibe e!tema de la identidad más que a través de la historia, lo que implica, de unaparte, que la identidad no es tanto un ser como un hacerse, suponiendo deentrada, entonces, que su consistencia es fluctuante y mudable, y -por atra­que su definición hacia e! futuro, aunque enmarcada dentro de! socialismo,queda abierta a varias alternativas. No en vano Mariátegui insistió, en fraseque lamentablemente se convirtió en un mero tópico, ~ue e! socialismo enAmérica no sería "calco o copia [sino] creación heroica" . Tal vez las lecturasmás politizadas de Mariátegui subrayaron e! segundo término, para conferircondición de gesta revolucionaria a la construcción de! socialismo, pero enrealidad más importante, en lo que toca al tema de la identidad, es que alinvalidar todos los modelos preexistentes ("ni calco ni copia") y al dejar enprimer plano la creatividad nacional lo que hace Mariátegui es abrir e! espaciode esa identidad futura para que sea la propia hístoria la que configure allíuna nueva -pero no inmutable ni última- identidad nacional. De esta manera,no es e! intelectual e! que define a la nación; es la nación la que, mediante suhistoria, va definiéndose a sí misma.

Estos planteamientos, que he resumido drásticamente, aparecen también,aunque obviamente con modificaciones, en' e! último de los Siete ensayos

66 Como se sabe, en "El proceso de la literatura" Mariátegui advierte que

64 Aunque polémico en más de un punto, las contradicciones de Mariátegui con laortodoxia marxista de su época están sutilmente analizadas en el libro de AlbertoFlores Gallnda, La agonía de Mariátegui (Lima: DESCO, 1982). Partiendo deotros supuestos y empleando otra metodología el tema es tratado en el libro(lamentablemente poco conocido) deJorge Gaete Avaria, Historia de IIn lenguajeirfbrtunado.Mariátcguiy el marxismo (Caracas: CELARG, 1989).

65 El texto, tal comoaparece en el editorialde.dmauta (lII, 17,Lima, setiembre 1928),es el siguiente: "No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco ocopia.Debe sercreación heroica. Tenemosque darvida,con nuestrapropiarealidad,en nuestropropio lenguaje, alsocialismo indoarnerícano".

66 Cf.los libros de Miguel Angel Rodríguez Rea, La literatura perllana en debate(Lima: Ediciones Antonio Ricardo, 1985) y Carlos García-Bedoya Maguiña,Para una periodización de la literatura peruana (Lima: LatinoamericanaEditores, 1990).

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la novedosa periodiz~ción que pr?pone e~ este ensay~, ~o ti7~,e contenidosocial-y menos marxista- y la califica de simplemente literana (E. p. 239).Establece, entonces, tres grandes periodos: e! colonial, el cosmopolita y e!nacional, pero de inmediato aclara que los dos primeros no tienen límitescronológicos precisos (ypor eso detecta una literatura "colonialista"que traspasael límite de 1821, de la misma forma que descubre sesgos cosmopolitas dentrodel periodo nacional) y que e! último es un proceso en plena formación yconsecuentemente no realizado de! todo y abierto a varias opciones posibles.Por otra parte, aunque sin definir e! punto explícitamente, Mariátegui atisba ladensidad de cada periodo, en e! que coexisten diversas corrientes en conflicto,tal como se desprende del hecho de que sitúe a Melgar, que cronológicamentepertenece a la colonia, dentro de! periodo nacional, o a muchos escritorescontemporáneos como continuadores del primer tramo -e! colonial- de laliteratura, todo lo que hace suponer que -en efecto- Mariátegui observa e!curso de la historia como un proceso de conflictos imbricados en un devenir enel que en cada momento tienen hegemonía ciertas alternativas, a la vez que, pordebajo, surgen opciones subordinadas que pueden ser emergentes y alcanzarla hegemonía en un periodo posterior, en e! cual-a su vez- lo previamentehegemónico puede subsistir residualmente durante un tiempo más o menosextenso. La correlación de estos planteamientos con la tesis general se observaen algunos puntos decisivos; por ejemplo, cuando Mariátegui asigna lacondición de contradicción antagónica a la que se da entre lo colonial y lonacional, similar a la que se produce entre feudalismo y socialismo, cuando e!capitalismo no se ha realizado con vigor, pero encuentra que lo cosmopolitatanto se opone como prepara e! surgimiento de lo nacional. Tal vez no seadel todo descaminado imaginar que el cosmopolitismo, mudando lo que debecambiar, es e! equivalente literario de lo que no se dio en la vida social: larevolución modernizadora burguesa, que habría propiciado e! surgimientode una dinámica social que, por la propia fuerza de sus contradicciones,conduciría al socialismo. De hecho, el cosmopolitismo supone algo así comouna acumulación de capital simbólico-tecnológico, con obvias connotacionesde internacionalización, de la que surgirá la literatura nacional, comoreencauzamiento y transformación de esas energias (y de las nuevas quesuscita) hacia inéditas y distintas metas". De aquí, entonces, que la oposiciónentre los dos últimos periodos no sea antagónica, puesto que e! segundosupera pero se alimenta de! primero, y que Mariátegui no sintiera la menorincomodidad al aceptar la existencia de un "indigenismo vanguardista" -quemás bien, por varias vías, alentó y estimuló tal como se dijo anteriormente.Des~e otro punto de vista, que no invalida sino complementa el anterior,.' .67 Mariátegui consideraba que el capitalismo generaba fuerzas productivas que,

paradójicamente, él mismo se encargaba de neutralizar. De otro lado, aunquesobre este punto sólo hay alusiones, Mariátegui pensaba que eran los artistas devanguardia quienes habían percibido las contradicciones del orden burgués y loponían en debate, aún a costa de quedarse con el alma vacía al no sustituir el''ubeolutoburgués"con uno nuevo. Cf. "Arte, revolución y decadencia", artículo de 1926 luegorecogido en El artistay suépoca, op. cit., p. 18. En términos actuales, cabría decir queel problema que detecta Mariátegui es la existencia en todo modernismo de unaactitud antimodernista, especialmente aguda en la esfera artística.

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y ciertamente haciendo de nuevo las salvedades necesarias, puesto que enuno y otro caso hay sentidos que no coinciden .del todo, ese "indigenismovanguardista" es en cierto modo, aunque sólo parcialmente, el fraseo literariode la tesis central sobre la convergencia entre el indigenismo y el socialismo.

El problema mayor reside en que si la imagen de la nación y su futurotiene en Mariátegui una filiación indigena, según he anotado varias veces, suinterpretación de la literatura peruana -contradictoriamente- se limita a laescrita en español, con lo que en este campo el origen primordial no es el"comunismo incaico" sino la conquista. No creo que valga la pena explicarlas causas de esta contradicción (que en última instancia deriva del conceptoidiomático que presidia la construcción de las grandes historias de lasliteraturas nacionales europeas), pero sí establecer que en los propios textos deMariátegui hay suficientes elementos para invalidar lo expuesto al comienzode "El proceso de la literatura". Felizmente el pensamiento de Mariátegui nose acoraza en dogmatismos herméticos; al revés, se abre incitantemente a ladiscusión y permite y hasta invita al debate, incluyendo al que se realiza, a vecesexplícitamente, dentro de sus mismas reflexiones. En este orden de cosas meinteresa destacar, primero, la idea de que la "dualidad" quechua! español no estáresuelta (E. pp. 205-206 Y 236); segundo, la proposición de que la literaturaperuana no es "orgánicamente nacional" (E. pp. 204-205), precisamente por sudispersión y porque el país íntegro es todavía una "nacionalidad en formación"(E p. 26); Y tercero, la definición de lo nacional en literatura con un obvio yreiterado contenido primariamente indígena". De todo esto se desprende quesi bien el marco referencial trazado en las primeras líneas, basado en la escrituraen español, limita el alcance de la propuesta mariateguiana, ella misma tienegérmenes que permiten superar esas fronteras -hoy inaceptables- y producirinterpretaciones más abiertas. Una es fundamental: la literatura nacional, quepor corresponder al último periodo es al mismo tiempo la literatura moderna,tiene sus raíces y su sentido último en la reivindicación de lo indigena y en laexpresión de los sentimientos propios del "alma inclígena", aunque es necesarioreconocer que el último punto está manejado a veces de manera algo abstractay con la retórica del indigenismo que el propio Mariátegui había superado enotros puntos. En cualquier caso, es claro que el programa literario nacional quepropone Mariátegui articula, como en sus tesis generales, dos categorías básicas:la modernidad, en su versión socialista, y lo indígena. No en vano intuirá queserá por la vía del indigenismo tal cual o del "indigenismo vanguardista" queese proyecto alcanzará sus objetivos artísticos y sociales".

68 Hay decenas de referencias a esta materia. Tal vez la más obvia sea la consideraciónde Los heraldos negros, juzgados como Ud orto de la nueva poesía en el Perú",precisamente porque con este libro "principia acaso la poesía peruana", juicio queinmediatamente se aclara: "peruana, en el sentido indígena", Cf E. pp. 308-309.

69 CE10 expuesto en "Nacionalismo yvanguardia" (1927): "La vanguardiapropugnala reconstrucción peruana sobre la base del indio [oo.] el vanguardismo buscapara su obra materiales más genuinamente peruanos [que los virrcinales], másremotamente antiguos". Cf. P. p. 74. Hay que recordar, sin embargo, que paraMariátegui el indigenismono era la única alternativa posible. CEE. p. 334.

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Capítulo Tercero

Una historia entrabada: la novela indigenista

El problema que encaró Mariátegui y resolvió a SI' modo, articulando confirmeza la futura modernidad socialista con la tradición andina, fue en más deun sentido el mismo que tuvieron que enfrentar los novelistas indigenistas,sólo que aquí el énfasis estaba puesto en la representación narrativa (con susrequerimientos sin duda distintos a los del ensayo) del mundo indio y su historiamás o menos reciente, con lo que volvía a aparecer,aunque en otros términos,la oposición entre la tradición y la modernidad y con menor urgencia, pues esobvia la preferencia por el primero, entre el nacionalismo y el cosmopolitismo.Casi todos ellos escribían para denunciar el anacrónico y feroz "feudalismo":¡lue oprimía sin compasión a los indios y para anunciar la inminencia de lae tempestad en los Andes"; esto es, para hacer la crónica de un presente infamey presagiar su justiciero castigo. Evidentemente uno de sus problemas mayoresconsistía en imaginar el tránsito histórico entre una y otra situación.

Tal vez convenga iniciar la reflexión sobre esta materia examinando unaparadoja: por razones fáciles de entender, la novela indigenista construyó sucódigo básico en los términos del realismo, a veces con matices naturalistasmás o menos desarrollados, y organizó su relato como historia que reproducíahechos efectivamente sucedidos -aunque a veces ficcionalizados medianteleves transformaciones o, más frecuentemente, a través de la construcción deuna gran abstracción, en una acción paradigmática, con episodios acaecidos endistintos momentos y lugares. Con estos recursos cuenta en el fondo una solahistoria: la de la explotación de los indios. Sucede, empero, que tanto por templeético o por convicción política de los narradores, cuanto por requerimientodel tipo de realismo que practicaban, esa historia no podía tener el final queefectivamente, en la realidad, tenia: la persistencia o aún el agravamiento dela intolerable condición del indio. De este modo, la resolución narrativa delconflicto implica con extrema frecuencia un violento cambio de código: de!realismo más o menos naturalista se pasa a una suerte de idealismo alegóricoque se instala en e! tramo final de la novela para presagiar simbólicamente-más allá de cualquier principio mimético- la rebelión triunfal de los indios.Basta recordar e! párrafo final de Raza de bronce:

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.'

Una raya amarilla rasgó la negra bóveda hacia el naciente. Tornóse lívidaprimero, luego rosa,y anaranjada después. Entonces, sobre el fondo purpurinose diseñaron los picos de la cordillera; las nieves derramaron el puro albor

j de su blancura, fulgieron intensas. Y sobre las cumbres cayó lluvia de oro y. diamantes. El sol ...70

o el de Huasipungo:

Al amanecer, entre las chozas desechas, entre los escombros, entre lascenizas, entre los cadáveres tibios aún, surgieron como en los sueños, la gransementera de brazos flacos como espigas de cebada que al dejarse acariciarpor los vientos helados de los páramos de América, murmuraron, con voz

70 Alcides Arguedas, Raza de bronce. Wuata Wuara. Edición crítica coordinada porAntonio Lorcntc Medina (Madrid: Archivos,1988),pp. 347-48.

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ululantede taladro:-jÑucanchic huaslpungo?'!

Inclusive el de Todas lassangres:

y él, como los otros guardias, escuchó un sonido de grandes torrentes quesacudía el subsuelo, como si las montañas empezaran a caminar [...] Como siun río subterráneo empezara su creciente".

En todos los casos, los párrafos citados son la culminación de historiasde oprobio, con frecuencia de masacres de campesinos indios, narradas comoestá dicho bajo las normas del realismo (a veces del naturalismo), y en todos-también- el narrador pasa de la historia a la naturaleza y elabora con ellauna alegoría premonitoria de la justicia que se avecina. Alcides Arguedas lohace muy obviamente con el amanecer y la luz solar que aniquila las tinieblas,Jorge Icaza con la "sementera"y las "espigas"que anuncian la fuerza germinalque nace de la derrota y muerte de los indios, y José María Arguedas, con unsesgo mítico, a través de los signos de un cataclismo cósmico que destruiráel viejo orden y forjará uno nuevo y justiciero. De-esta manera, la imagendesiderativa de la historia futura impone la necesidad de transformar todala estrategia narrativa y de transformarla -además- acudiendo a formas quepoco tienen que ver con la modernidad que se realizaría, precisamente, conla ruptura del orden feudal en ese futuro de justicia. Cabría pensar, entonces,que si bien la novela encuentra en el realismo, como código ya asentado enla tradición literaria, un instrumento eficaz para dar cuenta del insufribleatraso del régimen andino, na tiene muchas opciones -salvo la poco modernaalegoría que hace de la historia un fenómeno natural- para imaginar elfuturo. Es obvia, entonces, la dificultad de la novela indigenista para imaginartodo lo relativo a la modernidad, esa misma modernidad que comenzaría aforjarse, insisto, con el hipotético triunfo de las rebeliones indígenas sobreel casi arqueológico orden social impuesto en los Andes desde la colonia einclusive rearcaízado con el correr del tiempo republicano".

Tal vez esto tenga algún vinculo con una dificultad en cierto sentido mássimple pero sin duda mucho más grave: la que se advierte en el mero procesode historiar el mundo indígena. A este respecto siempre me ha llamado laatención que casi todas las novelas indigenistas comiencen con la irrupciónde un elemento ajeno a la circunstancia propiamente indígena y cuya funciónparece ser,en lo esencial,la de producir la tensión necesaria para hacer del relatouna novela74.Aves sin nido comienza con la llegada a Kíllakde los "forasteros",

71 Op. cit., p.193.72 José María Arguedas, Todas los sangres (Buenos Aires: Losada, 1964), pp. 470­

71. Obviamente el caso de esta novela no es estrictamente comparable con losanteriores por su complejidad. Cf. el capítulo pertinente de mi libro Los universosnarrativos... op. cit.

73 No está demásañadirquelapropiaideade modernidad es agudamenteconflictivaen estas novelas. A veces se deslizan, como en el pensamiento indigenista deValcárcel, hacia una especie de restauración del pasado.

74 He estudiado específicamente este tema en dos artículos: "La novela indigenista:

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Capítula Tercero 165

los Marín, que en su afán de defender a los indios generan todas las accionesque narra la novela (la que termina, para hacer más sintomático el asunto,cuando los Marín abandonan el pequeño pueblo andino)75; Raza de broncefija el pu!'to !~cial de la historia ~e sobreexplot~ción de los indios bolivianosen la legislación y los abusos del tirano Melgare]o, que despoja de sus tierrasa cientos de comunidades inclígenas"; Huaripungo lo hace a partir del cambiode dueño de la hac.ienda y de sus relaciones comerciales con una empresapetroler~ norteamericana"; Yaioarfiesta tom.a pIe en la feroz expoliación quelos mtstts cometen contra los ay!!ur de Puquio al desposeerlos de sus mejorestierras", etc. Quisiera poner énfasis en dos puntos. Por lo pronto, todo indicaque desde la perspectiva del narrador indigenista, que inevitablemente esajeno al mundo indio aunque se solidarice con él", el orden social andino,y más específicamente la realidad en la que viven los indios, semeja estar almargen de la historia, solidificada en la repetición de abusos e injusticias, yque sólo adquiere dinamismo (y por consiguiente la posibilidad de ser materianovelesca) con la aparición de algo o alguien, de un otro, que mal que bien,y a veces perversamente, expresa ciertas dimensiones de la modernidad·y apartir de ello produce algún tipo de conmoción que dramatiza (y de nuevo,hace novelable) la vida indígena. En otras palabras: esa vida parece imaginarsemás en términos de naturaleza que de historia y la historia sólo adviene con laintrusión de ese otro al que ya me he referido. Seguramente no sería del tododescaminado ampliar esta reflexión e incluir en esa intrusión y en esa otredadal propio novelista y -con mayor precisión- al género novela. A la larga no esnada insustancial que un género definidamente moderno, como la novela, seael preferido para dar razón de una sociedad que tiene una rica y variada gamade formas narrativas, pero que -por obvias razones- jamás produjo una novela.La novela es, así, el signo de una modernidad que se hunde, cada vez condistintos resultados, en un mundo arcaico. Por otra parte, el que toda (o casitoda) la novela indigenista requiera efectuar este corte entre un estado sólido,siempre repetido, y una situación dinámica, en la que las circunstanciasvarían,bien podría ser algo así como un desplazamiento metonímico del conflictoentre lo prehispánico y la conquista, asumiendo que allá queda el reino de la"sociedad natural" (capaz de generar por sí misma mitos, leyendas y fábulas ymás tarde dulces y lamentosas elegías) y aquí el reino azaroso pero viviente,fluido y dramático, de la historia -y del cual surge, como es claro, no sólo lanovela sino la posibilidad misma de escribirla.

Me parece más que evidente -dejando de lado el caso de José MaríaArguedas, que es más complejo y que será tratado luego- que los rasgos quea~abb de referir son signos de los conflictos no resueltos por la novela indigenista.Aunque sería suficiente lo tratado hasta aquí para calibrar la hondura de esaconflictividad, pues es harto sintomático que la novela indigenista no pueda

un género contradictorio", en Texto Crítico, V, 14, Veracruz, 1979 y "La novelaindigenista: una desgarrada conciencia de la historia", en Lexis, IV, 1, Lima, 1980.

75 Cf. el apartadosobreesta novela en el capítulo anterior.76 Op. cit. Cf. Capítulo1 del JI Libro.77 Op. cito Cf. especialmente pp.13 Yss.78 José María Arguedas, Yawarfiesta (Lima:Mejía Baca, 1958).Cf. Capítulo JI.79 Cf. nota 11.

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comenzarsin que un elemento ajeno al mundo indígena trasmute su reiteradapasividad en conflic~o dr~mático y que no.pu~~a terminar sin aband?na: .lanorma realista para Imagmar el futuro de justicia mediante la alegorizaciónde la naturaleza, la verdad es que esta dificultad para representar la historiaindígena en cuanto tal bien puede interpretarse dentro de un horizonte másamplio. Por lo pronto es sorprendente que en varios casos la rebelión indígena,que c.omo queda dicho debería ser el cOl;nienzo d~ la mod~rni~ad, t<;ni'acomoobjetivo preservar un orden que la propm novela Juzga pnmltlVo e Injusto, talcomo sucede en la novela de Icaza en la que los indios defienden el oprobiosorégimen del huasipungo, cierto que ante la posibilidad de caer en una situaciónaún más inhumana, aparentemente sin sospechar siquiera que bien podríanexistir otras y más justas formas de organización social. Quiero decir, con esteejemplo, que en la novela indigenista se entraba la historia enun nudo que se tejeentre la utopía del futuro, alegorizada en figuraciones de la naturaleza, la radicalpero desesperada condenación de una actualidad de injusticias inconcebibles einsoportables y la casi inverosímil defensa de ese régimen cuando lo amenazauna situación que bien pudiera ser aún más deshumanizante. Por supuesto,cada quien intentó desenredar ese nudo con diversas estrategias, incluyendo lainopinada de Alcides Arguedas que en la edición definitiva de Raza de bronce(1945) convierte un texto de denuncia perfectamente actual en algo así comouna novela histórica, sobre un pasado ya cancelado, todo mediante una notafinal que es difícil saber si expresa ingenuidad u oportunismo:

Este libro ha debido en más de veinte años obrar lentamente en la conciencianacional, porque de entonces a esta parte y sobre todo en estos últimostiempos, muchos han sido los afanes de los poderes públicos para dictarleyes protectoras del indio, así como muchos son los terratenientes que hanintroducido maquinaria agrícola para la labor de sus campos, abolido laprestación gratuita de ciertos servicios y levantado escuelas en sus fundos.Un congrcso indigenal tenido en mayo de este año 1945 y prohijado por elGobierno ha adoptado resoluciones de tal naturaleza que el paria de ayervaen camino de convertirse en señor de mañana ... Los cuadros y las escenasaquí descritas, tomadas todos de la verídica realidad de ayer, difícilmentepodrían reproducirse hoy día, salvo en detalies de pequeña importancia. Yes justo decírlo'",

No vale la pena ironizar sobre esta nota que impone un nuevo código delectura y modifica el sentido trágico del texto en otro más bien alentador yoptimista, pero conviene siquiera insinuar que por este camino se insiste ensituar el movimiento de la historia fuera del mundo indígena, pues la mejorade sus condiciones de vida resulta ser obra generosa de los terratenientes y delgobierno (que no sólo promulga leyes benéficas sino que "prohija' lo único quehabrían hecho los indios, el "congreso índigenal") y se repite la vieja idea de quela salvación del pueblo indígena está en manos de otros. Naturalmente entreesos otros está en primera línea el propio novelista cuya obra parece haber sido,según su autor, el incentivo moral que hizo cambiar de actitud a autoridades ylatifundistas. Por lo demás, si éste fuera un caso extremo de la expropiación de lahistoria indígena (adviértase que no se mencionan siquiera los levantamientos

80 Op. clt., p. 348.

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Capítulo Tercero 167

y rebeliones campesinas que efectivamente se produjeron en el lapso que vade la primera edición a la definitiva), hay que convenir que en buena parte delas novelas indigenistas, inclusive en algunas tan radicalmente críticas comoHuasipungo, se establece una estrategia que, sin proponérselo específicamente,ofrece una imagen tan deprimida de los indios que resulta imposible, a partirde ella, imaginarlos como protagonistas de ninguna acción trascendente. Enefecto, la condena de la crueldad de los terratenientes y de los agentes delgobierno o de la iglesia se prueba por la profundidad de la degradación a laque perversamente han sido conducidos los indios, sometidos a vejámenessin cuento, con lo cual, si bien queda en claro la imperdonable perfidia delos poderosos, frente a quienes el lector no puede sentir más que desprecio,también se hace evidente la insalvable e irreversible deshumanización de losindios y su incapacidad para gestionar individual y socialmente sus propiasvidas. Frente a ellos el lector siente piedad pero difícilmente puede abrigaresperanzas de salvación por sus propios medios: están, según esta versión,destruidos como personas y como pueblo. Por esto las rebeliones que relatanlas novelas son, como bien lo indicó Dorfman, "reacciones automáticas; casipavlovianas", destinadas inevitablemente al fracaso e incapaces de variar en lomás mínimo la dolorosa e insoportable realidad que las origina". Es claro queeste masivo entrabamiento del pensamiento histórico en la novela es uno delos problemas que los indigenistas no pudieron encarar productivamente, peroal mismo tiempo todo indica que la cuestión no fue percibida con claridadpor la gran mayoría de estos escritores. Hay, sin embargo, una excepciónnotable: El mundo es anchoy ajeno de Ciro Alegría". Conviene detenerse enella porque es la única que, en el periodo en análisis, convierte el problema dela historia, y más específicamente el de las ambiguas relaciones entre tradicióny modernidad, en uno de sus grandes ejes narrativos y semánticos, aunque ­como se verá de inmediato- eso no implica que ilumine todo el vasto campode tal problemática ni menos -como es obvio- que la solucione.

81 Ariel Dorfman, Imaginación y violencia enAmérica(Santiago: Universitaria,1970), p. 202.

82 CiroAlegría, El mundo es anchoy ajeno (Caracas: BibliotecaAyacucho, 1978).La la ed.es de 1941.En lo que sigue reformulo los planteamientos expuestos en mi prólogo alaedición citada. A más de los estudios quecito específicamente en las notas} son muyiluminadores los siguientes: GaranTocilovac, La comunidad indígena y Gira Alegrta(Lima:Biblioteca Universitaria, 1975); EduardoUrdanivia,Análisis e interpretación de!El.mundoes anchoy ajeno(Lima: Universidad de SanMarcos,1974 -tcsis,mímeo);los articulas recogidos en losvolúmenes colectivos La obra de Giro Alegría (Arequipa:Universidad de SanAgustín,1976)y GiroAlegría: trayectoriay mensaje (Lima:Varona,1972);ylosestudios de Alejandro Losada,"CiroAlegríacomofundadorde larealidadhispanoamericana", Acta Litteraria, XVII, 1-2, Budapest, 1975; Henry Bonneville,"Círo Alegría y el mestizaje"1 Literatura de laEmancipación Hispanoamericana y otrosensayos. Actas delXV congreso delnu (Lima: Universidad de San Marcos, 1972);yel apartado correspondiente a Ciro Alegria en el libro de Julio Rodríguez-Luis,Hermenéutica y praxisdelindigenismo (México: Fondo de Cultura Económica, 1980).Aunque muy incompleta, puede consultarse la bibliografia que aparece en elAnuarioBibliogrijico Peruano; 1967-1969 (Lima: Biblioteca Nacional, 1976).

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La excepcionalidad de la última gran novela de Alegría deriva en gran partede la construcción, en sus primeros capítulos, de una imagen de la comunidadindígena (representada por la de Rumi) como forma de organización socialpunto menos que perfecta: sabiduría, fraternidad y justicia, en las relacionesinterpersonales, Yrespeto casi religioso, en sus vínculos con la naturaleza, hacende la comunidad un lugar donde e! indio puede vivir con dignidad y realizarcasi espontáneamente los más altos valores humanos". Esta sostenida alabanzaa la comunidad no sólo la califica como e!espacio ideal para e! pueblo indígena,sino la define como e! orden social más pleno, auténtico y perfecto entre losvarios que coexisten en las naciones andinas". El narrador cuenta, a través denumerosos episodios intercalados en la línea central del suceso, las peripeciasde los comuneros que emigran y por este medio ofrece imágenes múltiplesde diversos espacios sociales, imágenes que siempre son deplorables tantopor lo que representan en sí mismas cuanto por el sufrimiento que los indiostienen que soportar en cada uno de estos otros ambientes. No en vano todasestas historias concluyen trágicamente". Obviamente se trata de probar que lacomunidad es el único horizonte legítimo para e! comunero, e! único sistemaque le permite realizar con dignidad su existencia, puesto que al margen deella, en los latifundios, en las minas, en la explotación de la riqueza amazónica,en los pueblos serranos o en las ciudades costeñas, e! comunero no puede másque contemplar su propia desgracia, evocar con nostalgia la lejana y perdidacomunidad de. origen, y concluir -juicio que se repite incansablemente- quela "cornunidad siempre es mejor'" . Pero estos episodios portan, como se hainsinuado, un sentido más abarcador: permiten comparar la comunidadindígena con el resto de la sociedad nacional, comparación que conduce aafirmar la superioridad sustancial de! sistema comunitario sobre cualquier otraforma de organización social existente en e! país. No se trata en este caso, comose ve, de una valoración constreñida a la perspectiva de! comunero; se tratamás bien, por decirlo de alguna manera, de un ejercicio de axiología social,gestionado por e! narrador a través de la estructura íntegra del texto, graciasal cual la comunidad se convierte en modelo y paradigma de la convivenciahumana armónica y justa, y al mismo tiempo eficaz, y en un modo plenamente,sensato y productivo de insertar a la sociedad en la naturaleza".

83 Bastaría este texto sobrela comunidadde Rumí: "Era hermoso verelcromojocundodel caseríoy era más hermoso vivir en él [...] Los seres que se habían dado la tareade existir allí entendían, desdehacíasiglos, quela felicidad nacede la justicia,y quela justicianacedel bien común". Op, cit., p.16.

84 La imagen de la comunidad que presenta Alegría debe mucho, sin duda, alpensamiento de Mariátegui. Cf. alrespecto,Tomás G. Escajadíllo, "Ciro Alegría,José María Arguedas yel indígenismo de Mariáteguí", Varios, Mariálegui y laliteratura (Lima:Amauta, 1980).

85 Por ejemplo, capítulos X, XI, XII, XV, XIX,XX.86 El tema ha sido especialmente estudiado por Tomás Escajadillo en Alegría y El

mundoesanchoyajeno(Lima: Universidad deSanMarcos,1983).CEespecialmenteel capítulo IILos principios estructuradores de El mundo es ancho y ajeno" (artículopublicado originalmente en 1972).

87 Este modelo comunitario, propio de los indios que para algunos son "bárbaros", estáen la base de la inversión queproponeAlegríacon respectoaltópico sarmientino que

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CapítuloTercero

Desde esta perspectiva podría decirse que El mundo es ancho y ajenono sólo es la historia de una comunidad, que es como generalmente se leinterpreta", sino la historia de las relaciones de la comunidad indígena conla sociedad nacional en su conjunto. En efecto, si los primeros tramos de lanovela constituyen el elogio de la comunidad y la presentan en la plenitudde su funcionamiento auto centrado, los siguientes -y hasta el final trágico­relatan la extrema conflictividad de aquellos vínculos con los otros órdenes dela realidad nacional. En aquéllos el temple novelesco es tenue, pues más queacontecimientos presenta modos de existir que serían seculares; en éstos, encambio, los sucesos se encabalgan en la dinámica argumental que es típica dela novela. Como en los otros relatos indigenistas, aquí también es una fuerzaexógena (la ambición de un gamonal que desea para sí las tierras comunales)la que dramatiza el relato y le otorga la tensión necesaria para realizar lasexigencias del género. Es importante advertir, sin embargo, que el narradortiene exacta conciencia de lo que significa la inclusión de la comunidad en Unhorizonte social más amplio y establece tanto la gran antítesis entre la felicidadantigua y la desdicha actual cuanto, en un nivel más específico, la paradojadel vigoroso poder de la comunidad, cuando funciona dentro de sus propiostérminos, y su extrema vulnerabilidad frente a lo que viene de fuera:

Así llegó el ventarrón de octubre y los comuneros le ponían su habitual carade tranquilidad. Renunciaría a su embate frente a un suelo hinchado, unárbol lozano, una lluvia apretada como un muro. Mas corría otro ventarrónincontrastable, que azotaba la continuidad de la existencia comunitaria y alcual no se le podía encarar con la respuesta de la naturaleza. Y ésta es laque, en último término, sabían dar las labriegos [...]. Ahora ante la nuevaembestida o sea la nueva ley, se encontraban personalmente desarmados, y suesperanza no podía hacer otra cosa que afirmarse en el amor a la tierra [...].Había que ir al pueblo".

Es harto esclarecedor que el orden comunitario sea entendido en términosde "naturaleza"precisamente cuando irrumpe la historia con sus retos, pero lo esmás que desde el comienzo mismo del conflicto se establezca la indefención de

opone civilización y barbarie! y que el mismo autor lo consideraba como estructurabásica (y equivocada) deDoñaBárbara. DiceAlegria: "laverdad esotra [...] elhombrede campo es el civilizado [...] en tanto que el de la ciudad es el bárbaro de veras,aunquc a menudo esconda las garras bajo los guantes. Justamente, y éste es elaspectorpás patético,dclfenómeno, son los campesinos tenidos por bárbaros quienes se han

. • sublevado pidiendo escuelas, pan,máquinas, derecho! ley, a ese verdadero bárbaro dcla ciudad que les niega todo ello deliberadamente y no tiene ningún respeto por ladignidad Yla vidahumana","Nota sobre elpersonaje en la novc1a hispanoamericana",enJuan Loveluck {ed.), La novela hispanoamericana (Santiago: Universitaria, 1969), p.133.La "Nota"fue leídaporAlegría en un congreso realizado en 1952.

88 Así desde elmuytemprano artículo de ConchaMcléndez, ,jEImundo esanchoy ajeno",Asomante. EstudiosHispanoamerícanos (SanJuan:Universidad dePuerto Rico, 1943)oel también temprano librodeMatildeVillariño de Olivieri, Las novelas de Giro Alegrfa(Santander: Bedia, 1956).

89 Op. cit.,p. 159.

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La excepci?~alidad de la.última gra~ nlovelda de A1~gría derdivalen gran pard

te <~",;,~de la construcaon, en sus pnmeros capItu os, e una Imagen e a cornuni ad v.indígena (representada por la de Rumi) como forma de organización social Hpunto menos que perfecta: sabiduría, fraternidad y justicia, en las relaciones[nterpersonales, y respeto casi religioso, en sus vínculos con la naturaleza, hacende la comunidad un lugar donde el indio puede vivir con dignidad y realizarcasi espontáneamente los más altos valores humanos". Esta sostenida alabanzaa la comunidad no sólo la califica como el espacio ideal para el pueblo indígena,sino la define como el orden social más pleno, auténtico y perfecto entre losvarías que coexisten en las naciones andinas". El narrador cuenta, a través denumerosos episodios intercalados en la línea central del suceso, las peripeciasde los comuneros que emigran y por este medio ofrece imágenes múltiplesde diversos espacios sociales, imágenes que siempre son deplorables tantopor lo que representan en sí mismas cuanto por el sufrimiento que los indiostienen que soportar en cada uno de estos otros ambientes. No en vano todasestas historias concluyen trágicamente". Obviamente se trata de probar que lacomunidad es el único horizonte legitimo para el comunero, el único sistemaque le permite realizar con dignidad su existencia, puesto que al margen deella, en los latifundios, en las minas, en la explotación de la riqueza amazónica,en los pueblos serranos o en las ciudades costeñas, el comunero no puede másque contemplar su propia desgracia, evocar con nostalgia la lejana y perdidacomunidad de, origen, y concluir 7uicio que se repite incansablemente- quela "comunidad siempre es mejor'" . Pero estos episodios portan, como se hainsinuado, un sentido más abarcador: permiten comparar la comunidadindígena con el resto de la sociedad nacional, comparación que conduce aafirmar la superioridad sustancial del sistema comunitario sobre cualquier otraforma de organización social existente en el país. No se trata en este caso, comose ve, de una valoración constreñida a la perspectiva del comunero; se tratamás bien, por decirlo de alguna manera, de un ejercicio de axiología social,gestionado por el narrador a través de la estructura íntegra del texto, graciasal cual la comunidad se convierte en modelo y paradigma de la convivenciahumana armónica y justa, y al mismo tiempo eficaz, y en un modo plenamente.sensato y productivo de insertar a la sociedad en la naturaleza".

83 Bastaría este texto sobrela comunidad de Rumi:"Era hermosoverel cromojocundodel caserío y era más hermosoviviren él [...] Los seres que se habían dado la tareade existirallí entendían, desdehacíasiglos, que la felicidad nace de la justicia,y quela justicianacedel bien común". Op.cit., p. 16.

84 La imagen de la comunidad que presenta Alegría debe mucho, sin duda, alpensamiento de Mariátegui. CEalrespecto,Tomás G. Escajadillo, "Clro Alegría,José María Arguedas y el indigenismo de Mariátegui", Varios, Mariáteglli y laliteratura (Lima: Amauta, 1980).

85 Por ejemplo,capítulosX,XI, XlI, XV,XIX,XX.86 El tema ha sido especialmente estudiado por Tomás Escajadillo en Alegría y El

mundo esanchoyajeno (Lima:Universidadde SanMarcos,1983).Cf.especjalmenteel capítulo "Loe principios estructuradores de El mundo es ancho y ajeno" (artículopublicadooriginalmente en 1972).

87 Este modelo comunitaria, propio de las indias quepara algunas san "bárbaros", estáen la basede la inversión quepropone Alegríacon respecto altópico sarrnientino que

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Capítulo Tercero

Desde esta perspectiva podría decirse que El mundo es ancho y ajenono sólo es la historia de una comunidad, que es como generalmente se leinterpreta", sino la historia de las relaciones de la comunidad indígena conla sociedad nacional en su conjunto. En efecto, si los primeros tramos de lanovela constituyen el elogio de la comunidad y la presentan en la plenitudde su funcionamiento autocentrado, los siguientes -y hasta el final trágico­relatan la extrema conflictividad de aquellos vinculas con los otros órdenes dela realidad nacional. En aquéllos el temple novelesco es tenue, pues más queacontecimientos presenta modos de existir que serían seculares; en éstos, encambio, los sucesos se encabalgan en la dinámica argumental que es típica dela novela. Como en los otros relatos indigenistas, aquí también es una fuerzaexógena (la ambición de un gamonal que desea para sí las tierras comunales)la que dramatiza el relato y le otorga la tensión necesaria para realizar lasexigencias del género. Es importante advertir, sin embargo, que el narradortiene exacta conciencia de lo que significa la inclusión de la comunidad en unhorizonte social más amplio y establece tanto la gran antítesis entre la felicidadantigua y la desdicha actual cuanto, en un nivel más específico, la paradojadel vigoroso poder de la comunidad, cuando funciona dentro de sus propiostérminos, y su extrema vulnerabilidad frente a lo que viene de fuera:

Así llegó el ventarrón de octubre y los comuneros le ponían su habitual carade tranquilidad. Renunciaría a su embate frente a un suelo hinchado, unárbol lozano, una lluvia apretada como un muro. Mas corría otro ventarrónincontrastable, que azotaba la continuidad de la existencia comunitaria y alcual no se le podía encarar con la respuesta de la naturaleza. Y ésta es laque, en último término, sabían dar los labriegos [...]. Ahora ante la nuevaembestida o sea la nueva ley, se encontraban personalmente desarmados, y suesperanza no podía hacer otra cosa que afirmarse en el amor a la tierra [...].Había que ir al pueblo".

Es harto esclarecedor que e! orden comunitario sea entendido en términosde "naturaleza"precisamente cuando irrumpe la historia con sus retos, pero lo esmás que desde e! comienzo mismo de! conflicto se establezca la indefención de

opone civilización y barbarie, y que el mismo autor lo consideraba como estructurabásica (yequivocada) de DOlía Bárbara. DiceAlegria: "laverdades otra [...] elhombrede campo es el civilizado [...] en tanto que el de la ciudad es el bárbaro de veras,aunque a menudo esconda las garras bajo los guantcs.Justamente, y éste es elaspectof?iÍ5tpatético del-fenómeno, son los campesinos tenidos por bárbaros quienes se hansublevado pidiendo escuelas, pan, máquinas, derecho, ley, a eseverdadero bárbaro de

, la cíudad.que les niega todo ello deliberadamente y no tiene ningún respeto por ladignidad y lavidahumana", "Notasobre elpersonaje en la novelahispanoamericana"}enJuan Loveluck(ed.), La novela hispanoamericana (Santiago: Universitaria, 1969),p.133.La ''Nota''fue leídapor Alegríaen un congreso realizado en 1952.

88 Asídesdeelmuytemprano artículo de ConchaMeléndez, UE! mundo esanchoy ajeno",Asomante.EstudiosHispanoamericanos (SanJuan:Universidad de Puerto Rico, 1943)oel tambiéntempranolibrode MatíldeVillariño de Olivieri, Las novelas de Ciro Alegría(Santander: Bedia,1956).

89 Op. cit.,p, 159.

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los comuneros ante la intrusión de lo que está fuera de sus límites y al margende su experiencia secular -intrusión que además, en este caso) los obliga a salirde su ámbito propio para adentrarse en e! temido pueblo, sede de las agenciasdel poder central. De cualquier forma, la comunidad tiene que defender sustierras yes en este punto donde e! narrador desarrolla con amplitud e! conflictoentre tradición y modernidad. El sabio y viejo alcalde de Rumi, RosendoMaqui, y otros comuneros ancianos, optan por una estrategia tradicional quecombina e! escéptico y poco eficaz uso de la ley y la realización de ofrendasy rituales mágicos que tendrían la capacidad de vencer al adversario. Ambasfallan, la segunda porque su eficiencia al parecer tiene como límite la propiavida comunitaria (dentro de la que sí funciona el ritual adivinatorio de la coca,por ejemplo), y la primera porque e! recurso a la ley implica de antemano lasujeción a lo ajeno, comenzando por la sacralización de la escritura (los "titulasde propiedad ) que muy pocos comuneros pueden leer y terminando por e!acatamiento de un complejo procedimiento judicial que les es totalmenteperjudicial e ininteligible. Así, las mejores tierras de Rumi quedan en poderde! terrateniente y los comuneros tienen que emigrar a las partes altas einfértiles para continuar su vida colectiva, aunque siempre bajo e! temor deuna nueva expropiación que dejaría sin tierras y aniquilaría definitivamente ala comunidad.

El narrador hace coincidir estos eventos con la sustitución del viejoalcalde, Rosendo, por un joven mestizo al que prohijó desde niño. BenitoCastro -es e! nombre de! nuevo alcalde- mantiene una inalterable veneraciónpor su antecesor pero no comparte su apego a la tradición. Por lo pronto, esen extremo significativo que Benito haya aprendido a comprender la dinámicasocial en su peregrinaje por e! universo enemigo (conoce la ciudad, se haalfabetizado, ha aprendido algo de los políticos radicales de entonces, perotambién ha sido reclutado como soldado y participado en actos de represión)y que de regreso a la comunidad tenga que enfrentarse, con la ayuda de losjóvenes, a los comuneros que no quieren variar en nada sus hábitos ancestralesy que preservan vigorosamente su sentido mágico de! mundo". Al final vencey fija lo que serían las bases de un proceso de cauta modernización de lacomunidad": se insiste en la escuela y en la necesidad de la alfabetización, ene! empleo de nuevas aunque modestas tecnologias, en la alteración -cierto queleve- de algunos usos colectivos, etc. Es claro que de esta manera queda en unlugar muy visible el conflicto entre una tradición valiosa, que como tal debe ser

90 El episodio más claro a este respecto es la decisión de Benito, efectivamenterealizada, de drenar una laguna que tiene significado mágico, para ampliar el áreade cultivo, contra la expresa voluntad de los comuneras mayores. Op. cit., Cap.XXIII.

91 Este podría ser el texto más significativo: Benito, "el hombre que había traídolos caminos del mundo enredados en las pupilas sentía todo el compromiso deesa responsabilidad. Le habría sido fácil [...J pagarse del pasado [...Jpero talposibilidad no lo dejaba satisfecho [...J. Tenía que surgir una concepción de laexistencia que, sin renegar de la profunda alianza del hombre con la tierra, lolevantará sobre los límites que hasta ese momento había sufrido para conducirlo amás amplias formas de vida". Op. cit.,p. 369.

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Capítulo Tercero

conservada, sobre todo porque en ella residen las cualidades más encumbradas,precisamente las que hacen de Rumi un paradigma de organización social y derealización humana, y las urgencias de una modemízación que puede ser tantoun enriquecimiento del orden comunal como también la última posibilidad desupervivencia para la comunidad empobrecida por el despojo de sus tierras o ­drásticamente-la más peligrosa forma de disolución. Aunque es del todo visiblela preferencia del narrador por la opción modernizadora, el propio relato nodeja saber cuál hubiera sido su resultado. En efecto, se produce un nuevo intentode despojo, esta vez para obtener la mano de obra de los comuneros sin tierras,y Benito decide emplear la fuerza e iniciar un levantamiento indígena que esreprimido violentamente. En el enfrentamiento entre campesinos y soldadosla comunidad es diezmada y los pocos sobrevivientes deben desperdigarse porun mundo que ahora sí, definitivamente, es 'lancho y ajeno".

La destrucción de Rumi es en sí un hecho trágico, sin duda, pero lo esmás porque el narrador, según se ha visto, la ha convertido en portadora deuna significación ampliamente nacional, como modelo de organización yfuncionamiento sociales y como espacio donde el individuo puede vivir condignidad, con el añadido de que en varias secuencias de la novela se anunciaque es una de las últimas comunidades que ha podido sobrevivir a la vorazexpansión del latifundio. El final del relato, cuando ya sólo se oye el estampidode los disparos del ejército, contraviene la norma de la novela indigenista, quecomo se sabe alegoriza mediante figuras naturales un indeterminado futuromejor y más justo, y produce un sentido definidamente escéptico. De hecho,frente a la crítica de muchos lectores acostumbrados a ese curioso tipo de finalfeliz, Ciro Alegría tuvo que explicar el por qué de una culminación narrativatan densamente trágica. En el prólogo a la décima edición de su novela (1948)anota lo siguiente:

El lector se preguntará cómo creo tal [se refiere a su afirmación de que elproblema indígena será solucionado a favor de éstos] cuando en mi novelapresento a los indios en la estacada, La atingencia me ha sido formuladamuchas veces [...]. Entre la actitud resignadamente estoica y de alianzamística con la tierra de Rosendo Maqui y la decididamente moderna yrevolucionaria de Benito Castro, parecequebrarse toda esperanza. Así ocurreen la realidad. Pero a ningún lector se le escapa que a pesar de la aparentederrota, queda en estas páginas,inconmoviblemente en pie, el hombre indio.Lo mismo sucede en la realidad tambíén'".

. Al. margen -de que ciertamente es importante la consistencia de la p,oéticarealista del relato que revela la cita anterior ("así ocurre en la realidad' ), cabepreguntarse qué hay detrás de esta exacerbación de la mimesis, que está a punto.de convertir lo verosímil en verdadero", habida cuenta que, como a nadieescapa, esa poética es del todo irrealizable no sólo en el discurso novelesco sinoincluso en el histórico?", y que tomada al pie de la letra puede ser radicalmente

92 El prólogo se reproduce en la edición que uso.Dp.cit., p. 9.93 Cf. las intervenciones de Alegria en el Encuentro de Narradores Peruanos, op. cito,

especialmente pp. 240-253.94 Cf Hayden White, Tropics tfDiscourse.Essays in Cultural Criticism (Baltimore:

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engañosa. Hay, ror 10 pronto, una estrategia doble y ambigua mediante la cual,de una parte, e narrador pretende ser una instancia transparente por la queatraviesa la "realidad" para llegar tal cual al lector, pero, por otra, ese mismonarrador no cede un punto de sus atributos como autor-autoridad y configurauna estructura referencial que encierra, como parte de sí misma, una extensared de interpretaciones y valoraciones Ca veces mediante juicios explícitos, aveces menos abiertamente a través de ordenamientos, énfasis ti omisones) quesin duda no refleja la realidad sino la posición en última instancia hermenéutica-o si se quiere ideológica- del propio parrador, tanto más cuanto se trata deun narrador fuertemente monológico". Por supuesto, en el caso de la novelaindigenista, el asunto es más complejo porque, como he anotado varias veces)se trata de un narrador ajeno al universo indígena que representa.

En este orden de cosas, si bien El mundo es ancho y ajenoes la novela queproblematiza con más profundidad la historia del pueblo indígena y la quereflexiona más abierta y agudamente sobre la dificil articulación entre tradicióny modernidad, es también -tal vez por eso mismo-la que permite entendermejor por qué este tipo de novelas tropieza constantemente cuando se trata dehistoriar la situación de los indios andinos. Sin duda el asunto tiene que vercon esa excentricidad del narrador con respecto al mundo narrado, pero tal veztenga relación también -y hasta más decisiva- con el modo como construyeun discurso que por un lado remite a un sujeto emisor constituido comoagencia única de la autoridad narrativa y por otro a un referente copiosamenteprevalorado y por eso mismo enclaustrado en un sentido fuerte e impositivo. Enotros términos, el narrador despliega una sola voz e impone un sólo significadoal universo de la representación96. Los protagonistas, por más elocuentes quesean, en realidad nunca dejan oír su palabra verdadera: de una u otra manerason siempre "traducidos", a la par que el mundo parece constreñido dentro deuna sólida estructura referencial.

Visto el asunto en términos sociales, bien podría decirse que el sujetoproductor del indigenismo, cuya filiación mesocrática ya ha sido referida yen cuyo proyecto de emergencia social, frente a la hegemonía oligárquica, esfundamental autoasumirse como representante y portavoz de las masas indigenas,que en última instancia serian las que le ofrecen la legitimidad social y políticaque por sí mismo no tiene, realiza en su discurso un acto de apropiación de esabase social para conformarla a sus propias necesidades". Es tanto una eficaz arma

johns Hopkíns University Press, 1978). El tema ha sido aludido en el primercapítulo.

95 Las excepciones estarían en aquellos fragmentos en que el narrador recuentafábulas o leyendas populares. Sobre este tema en El mundo es ancho y ajeno y enlas novelas anteriores de Alegría. CE los capítulos pertinentes de mi La novelaperuana,op.cit.

96 Este tipo de discurso escalificado de populistapor GuillermoMariaca,Lapalabraautoritaria (La Paz:Tiahuanakos, 1990).Cf. especialmente los capitulas teóricos.

97 Ya está indicado que estas ideas han sido desarrolladas por Angel Rama,Transculturación narratiua enAméricaLatina, op. cit. Cf.especialmente el estudio"El árcacultural andina".

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Capítulo Tercero 173

contra su enemigo histórico, la oligarquía y en especial e! latifundismo andino,cuanto una escritura desplazada que, precisamente por serlo, deja en e! centro delescenario nacional al propio productor de! discurso sobre e! otro, e! indio. Esto noimplica, en modo alguno, que la denuncia contenida en las novelas indigenistasno fuera eficaz, ni tampoco que en su proyecto hubiera algo así como una trampa'ideológica (aunque a veces lahaya); implica, especificamente, que en su condiciónde relato heterogéneo, a caballo entre dos mundos socio-culturales agudamentediversos, la novela indigenista de entonces (hasta El mundo es anchoy ajeno) notiene instrumentos para procesar Con eficiencia e! conflicto de! que surge y cone! cual de alguna manera está constituida. Reproduce, pues, e! conflicto irresueltopor la propia historia de naciones escindidas y desintegradas. En este sentido,aunque parezca paradójico, la gran verdad de! indigenismo )' sobre todo de lanovela indigenista- no reside tanto en 10 que dice cuanto en la contradicciónreal que reproduce discursivamente. Sus incongruencias, ambigüedades y aporíasson, en último término, las de toda una sociedad que no llega a encontrarse a símisma ni a producir imágenes convincentes de sus problemas, salvo cuando losreproduce discursivamente. De esta manera, leer indigenismo es ante y sobre todoleer la extrema contradicción de naciones que no pueden decirse a sí mismas, porsu propia y desgarrada condición heteróclita, más que en reflexiones y ficcionesque intentando resolver e! "problema nacional" (yen primera línea el "problemaindigena") lo que hacen es repetirlo. En los mejores casos -hay que decirlo conénfasis- esta repetición es iluminante.

La explosión del sujetoNo viene al caso aclarar que la elegía en que al final se convierte El mundo

es ancho y ajeno fue prematura: no en toda la sierra, pero sí en importantessectores de ella, las comunidades sobrevivieron al feroz asalto de! gamonalismoen la primera mitad de! siglo XX, algunas preservando sin mayores cambios sushábitos seculares y otras modernizándose radicalmente, aunque todas dentrode una honda y generalizada crisis de! agro andino con la subsecuente y cadavez más poderosa ola migratoria hacia las ciudades. Muy esquemáticamentehablando, parte de la obra literaria y antropológica de José María Arguedasausculta aquella supervivencia, con perspectivas oscilantes que expresan laprofunda angustia ante la imprevisibilidad de lo que sucederá en e! futuro, y otraparte, menor en magnitud pero no en importancia, examina e! fenómeno de lamigración" -talvez e! más importante de todo e! siglo. Lo que me interesa no esestudiar la tematización de uno y otro asunto sino e! modo como la plasmación

• de 'ambos. depende de una recomposición de! orden discursivo indigenista, o

98 Tomando en consideración sóloelladoliterario,de lo primero podrían serejemplosYawa,.Fiesta (Lima: CIP, 1941) y Todas lassangres (Buenos Aires: Losada, 1964)y de lo segundo El ZO'TO dearribay elZO'TO deabajo (Buenos Aires: Losada, 1971)y el poemario bilingüe Katatayl Temblar (Lima: Instituto Nacional de Cultura,1972). Parte de sus trabajos antropológicos fueron recopilados por Angel RamaenFormación de unacultura nacional indoornericana (México: SigloXXI,1975).CE.especialmente los estudios sobre las comunidades de Puquio y Huancayo. Sobreliteratura y migración,cf. el libro de Mirko Lauer, El sitio de la literatura, op. cit.

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neoi ndigenista99, Y más concretamente la emergencia de un nuevo sujeto que

puede o no adscribirse a esas categorías, Ante la imposibilidad de dar cuentade este proceso en toda la vasta obra arguedianal'", examinaré primero -y demanera muy fragmentaria- Los ríosprofundosr",

Para ello es necesario advertir que, como cualquier escritor, Arguedasconstruyó la identidad desde la que emitía su discurso y que no tiene el menorsentido cuestionar si correspondía o no, o hasta qué punto, a su biografia "real";no lo tiene porque es el sujeto autoelaborado (¿y cuál no lo es?) el que finalmentehabla con sus lectores y los persuade, o no, de su Iegitimídad'F. En cualquiercaso, no sobra destacar que Arguedas fue la suficientemente convincente paraconvertirse en algo así como un "héroe cultural" para un vastísmo público queexcede largamente al de sus Iectores'P, Como se sabe, Arguedas se definió así mismo como un "individuo quechua moderno" que "corno un demonio felizhabla en cristiano y en indio, en español y en quechua", definición doble, y aratos ambivalente, cuyo origen está en la una y otra vez evocada experienciainfantil'?", Para Arguedas el haber vivido sus primeros años bajo el amparo y con

99 Para la periodización del indigenismo el mejor aporte sigue siendo, aunque puedadiscutirse algunos de sus planteamientos, la tesis doctoral de Tomás G. Escajadíllo,La narrativa indigenista: un planteamientoy ocho incisiones (Lima: Universidad deSan Marcos, 1971 -mimeo).

100 La bibliografía sobre Arguedas ha crecido considerablemente en los últimos años.Cf., aunque incompleta, la "Bibliografía"que aparece en José Maria Arguedas, ElZon"o de arribay el zorro de abajo, Edición crítica coordinada por Eve-Mnríe Fell(Madrid: Archivos, 1990). Antes había aparecido la de William Rowe en RevistaPeruana de Cultura. 13, Lima, 1970.

101José María Arguedas, Los ríos profundos (Buenos Aires: Losada, 1973). Enlo sucesivo anoto en el texto, entre paréntesis, las páginas de las citas de estaedición. A más de los capítulos relativos a esta novela en los libros generales sobreArguedas, CE Julio Ortega, Texto. comunicación y cultura. Los ríosprofundos deArguedas(Lima: CEDEP, 1982).

102 Este es el punto más discutible del libro,por lo demás útil, de Roland Forgues']oséMaría Arguedas: delpensamiento dialéctico al pensamiento tráglco. Historia de unautopía (Lima: Horizonte, 1984), Cf. por ejemplo la discusión sobre si Arguedasfue en realidad un hispano-hablante tardío.

103 Cf. mi breve artículo, "JoséMaría Arguedas: una espléndida historia", Rencontrede Rsnards. Colloque Iruernationaisurfosé Marta Arguedas (Grenoble: AFERPA,1989).

104 La cita corresponde a "No soy un aculturado", discurso de recepción del PremioInca Garcilaso de la Vega (1968). Circuló de inmediato en hojas sueltas y ha sidoreeditado muchísimas veces. Cit. por la ed. que aparece en El zorro ... , op. cit., pp.256-257. Para la biografía de Arguedas, cf.Mildred Merino de Zela, "Vida y obrade]osé María Arguedas", Revista Peruana de Cultura, 13, Lima, 1970, ampliada enla edición venezolana de Los ríosprofundos (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978);Sybila Arredondo, "Vida y obra de José María Arguedas y hechos fundamentalesdel Perú", en José Maria Arguedas, Obras Completas. Edición y notas de SybilaArredondo (Lima: Horizonte, 1983); y el "Cuadro sinóptico" que aparece en El

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el cariño de los indios, asumiendo como formación primera la vasta y complejacultura quechua, pero también sus miserables condiciones de existencia, seráuna suerte de paradójico "trauma feliz" que reaparecerá constantemente en suconciencia y -por cierto- en su obra. En el fondo, su origen misti (hijo de unabogado y de una hacendada) y su posterior inserción en el mundo universitariocapitalino, primero, y en el sistema literario y académico internacional, luego,nunca fueron suficientes para borrar esa experiencia literalmente fundadora;más aún, todo lo que sucede posteriormente como que se explica en ella almismo tiempo que la enriquece y la convierte -mediante constantes retornosy evocaciones- en la matriz de la que surgirá un sujeto que incluso cuandohabla del presente más puntual no puede hacerlo sin referirse, de una u otraforma, a ese pasado tan gozoso como sufriente. Obviamente no intentosiquiera asomarme a una lectura psicológica o psicoanalítica de Arguedas, sinoexaminar el temple de un sujeto que enuncia casi todo su discurso a partirde una experiencia que puede no ser estrictamente autobiográfica, aunque ensus lineamientos generales y en al¡r'nos puntos específicos sin duda lo sea,pero que es -eso sí- estrictamente real", después de todo es otorgándole esacondición, y viviéndola como tal, que se configura el sujeto, su enunciación y elmodo y sentido de sus estructuras de representación.

Desde otro punto de vista, tengo la impresión de que lo dicho hasta aquíqueda en algún sentido englobado dentro de la experiencia de Arguedas(experiencia compartida más tarde por una vasta multitud) como tempranomigrante andino hacia la capital. Sin duda el sentimiento de desarraígo-"tiene el paradójico efecto de preservar, con intensidad creciente, la memoriadel tiempo y el espacio que quedaron atrás, convirtiéndolos en algo así comoun segundo horizonte vital que constantemente se infiltra, y hasta modela, lasexperiencias posteriores. Así, mientras que el mestizo trataría de articular sudoble ancestro en una coherencia inestable y precaria, el migrante, en cambio,aunque también mestizo en una amplia proporción, se instalaría en dos mundosde cierta manera antagónicos por sus valencias: el ayer y el allá, de un lado, y elhoy y el aquí, de otro, aunque ambas posiciones estén inevitablemente teñidasla una por la otra en permanente pero cambiante fluctuación. De esta suerte,el migrante habla desde dos o más locusy -rnás comprometedoramente aún­duplica (o multiplica) la índole misma de su condición de sujeto. Es probable,entonces, que la configuración de sujetos, discursos y representaciones pluralesen la obra de Arguedas tenga más de una relación, en algún momento decisiva,con su condición de migrante. La amplia socialización de esta experiencia

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•'zorro .;., op. cit., pp. 269-274. Hay numerosos textos autobiográficos. Tal vez losmás interesantes están recopilados en la edición de El rorro ... que acabo de citary en las Actas del Primer Encuentro de Narradores Peruanos (Lima: Casa de laCultura del Perú, 1969).

105 Arguedas tcmatizá este asunto en uno de sus primeros cuentos: "Hasta que un díame arrancaron de mi querencia, parn traerme a este bullicio, donde gentes que noquiero, que no comprendo [...] -Yo, aquí, vivo amargado y pálido, como un animalde los llanos fríos, llevado a la orilla del mar, sobre arenales candentes y extraños"."Warma kuyay", cit. por Amor mundo y todos loscuentos (Lima: Moncloa, 1967), p.94. La la ed. es de 1933, aunquela de 1935 ofrece una versióncasi definitiva.

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pudiera ser una de las razones de la identificación de amplios grupos socialescon el gesto vital y el lenguaje arguedianos.

Tal vez convenga analizar, para aclarar estos puntos, un primer episodiode Los ríos profimdos. Está diseminado a lo largo de! capítulo VI y sucededentro del internado en el que e! narrador-protagonista, Ernesto, apenaspuede defenderse de las agresiones físicas, morales y culturales que sufre enese "mundo cargado de monstruos y de fuego" (p. 43) recurriendo una y otravez, siempre con renovada energía, al recuerdo de su infancia cuando los indiosgenerosos de una comunidad "me protegieron y me infundieron la impagableternura en que vivo" (p. 47). En un momento de paz, el Markask'a -que esuno de sus peores enemigos en el colegio- le pide que le redacte ("me handicho que escribes como poeta" -p. 81) una carta a la chiquilla de la que estáenamorado. Ella pertenece al sector de los poderosos de Abancay, la pequeñaciudad en la que está ubicada la escuela. Ernesto siente a estas "señoritas comoseres lejanos Loo.]. No eran de mi mundo. Centellaban en otro cielo" (Id.); sinembargo, sin mucho dudar, decide escribir esa carta:

Yo sabía, a pesar de todo, que podía cruzar esa distancia, como una saeta,como un carbón encendido que asciende.La carta que debía escribir paralaadoradadel Markask'a llegaríaa laspuertasde esemundo [oo.]. No importabaque la cartafuera ajena, quizá era mejorempezarde ese modo. "Alzael vuelo,gavilán ciego, gavilán vagabundo", exclamé.Un orgullo nuevo me quemaba.Y como quien entra a un combate empecé aescribirla cartadel Markask'a:"Usted es la dueña de mi alma [...] Ninfa adorada} entre las morerasjugabascomo una mariposa ...JI

Pero un descontento repentino} una especie de aguda vergüenza} hizoque interrumpiera la redacción de la carta. Apoyé mis brazos y la cabezasobre la carpeta; con el rostro escondido me detuve a escuchar ese nuevosentimiento. u¿Adónde vas} adónde vas? ¿Por qué no sigues? ¿G.11é te asusta;quién ha cortado tu vuelo?". Después de estas preguntas,volví a escucharmeardientemente,"¿Y si ellas supieran leer?¿Si a ellas pudierayo escribirles?".Y ellas eran justina o Jacinta,Malicacha o Felisa; que no tenían melena nicerco, ni llevaban tul sobre los ojos. Sino trenzas negras} flores silvestres en lacinta del sombrero ..."Si yo pudieraescribirles, mi amorbrotaríacomo un ríocristalino; mi cartapodría ser como un canto que va por los cielos y llega a sudestino". ¡Escribir! Escribirparaellas era inútil, inservible. "[Anda; cspéralusen los caminos}y canta! ¿Y, si fueraposible, si pudiera empezarse?"Yescribí:"Uyaríy chay k'atik'nild siwnr kcntíra ..."."Escucha al picafloresmeralda que te sigue, te ha de hablar de mí [Oo.]".Esta vez, mi propio llanto me detuvo [Oo']. No fue un llanto de pena ni dedesesperación. Salí dc la clase erguido, con un seguro orgullo, como cuandocruzabaa nado los ríos de enero cargados del agua más pesada y turbulenta(pp. 81-83).

Por supuesto es importante la reapanclOn del tema, en realidad de laaporía, de escribir para quienes no saben leer y tal vez tampoco hablan español;como lo es, asimismo, que explícitamente se establezca que la vía natural para

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comunicarse con las muchachas indias sería el canto. Se decide sin embargo porla escritura en quechua, luego de una frase ambigua ("¿si pudiera empezarse?")que tanto puede referirse a comenzar a escribir en quechuu'I" cuanto a iniciar elproceso mediante el cual las niñas indias fueran capaces de leer. Irónicamente,los lectores de la novela repiten, pero a la inversa, las limitaciones de aquéllas;por eso, el narrador sólo deja un renglón de la carta en quechua (que ellector "normal" no entiende) y del resto (que he citado apenas en su primerpárrafo) sólo conocemos la traducción al español. No viene al caso recordar losconflictos que le creaba a Arguedas el bilingüismo, y el suyo propio en primerlugar, ni la opción relativamente castellanizante que asumió en este periodo':".Vale mucho más, para lo que ahora me interesa, enfatizar la aguda tensiónque genera la relación entre un instrumento cultural definidamente modernoy urbano, como es la novela, y una instancia referencial (no sólo referencial,como se verá luego) que obedece a otras normas socio-culturales. Es como unsigno de los conflictos de una modernización deslgual'P", abrumadoramentedesacompasada, que no puede menos que producir una nueva y hasta másincisiva forma de heterogeneidad. Más incisiva, entre otras muchas razones,porque tal como el fragmento en análisis 10 demuestra, la heterogeneidad seintroyecta en el propio sujeto y 10desestabiliza. Es en estos términos que puedeleerse la sustitución del escritor de la carta (Ernesto desplaza al Markask'a),pero sobre todo el nuevo desplazamiento (cuando Ernesto hace suya la carta)' cambia el destinatario) que termina por entreverar la constitución mismadel sujeto. No es casual ni gratuito que la carta sea imaginada primero como"una saeta, como un carbón encendido" con que "llegaría a las puertas de esemundo"J el de las "señoritas", pero que para animarse a realizar ese "vuelo"acuda a una figura tópica de las canciones andinas (el gavilán), y menos todavíaque en el momento de crisis, cuando siente vergüenza por estar escribiendo enespañol una carta ajena y evoca con nostalgia el canto quechua, éste tambiénsea figurado como un vuelo "por los cielos [que] llega a su destino"!", conjuntode imágenes que concluye con la memoria del cruce del río como sensaciónfinal de triunfo y orgullo. Intuyo que aquí se encabalgan varios sentidos. Deuna parte, el desplazamiento es entre la autoimagen de Ernesto que se siente"indio" y el espacio de las "señoritas", pero también desde su posición de

106 Sobre la escritura del quechua, específicamente la escritura literaria, cf la tesisPh.D. deJulio Noricga, Buscando una tradición escrita y poética quechua en el Perú(Pittsburgh: University of Pittsburgh, 1993 -mímeo). Su primer capitulo, "Elquechua: voz y letra en el mundo andino" aparece en Revista de CriticaLiterariaLIt~i"oamerica"a,XIX,37, Lima! Pittsburgh 1993. Las ideas generales expuestas'~n el párrafo anterior, sobre el migrante, deben mucho a las conversaciones quetuve con-Noríega durante el proceso de dirección de esta tesis.

107 Cf.josé María Arguedas, "La novela y el problema de la expresión literaria en elPerú" .MardelSur, IlI, 9, Lima 1950. Una versióncorregida aparece como prólogoa la edición chilena de Yawarfiesta (Santiago: Universitaria, 1968).

108 El tema ha sido estudiado para el siglo XIX y desde otra perspectiva por JulioRamos en su libro Desencuentro! de la modernidad e1Z América Latina (México:Fondo de Cultura Económica, 1989).

109 No deja de ser significativo que en el primer caso se llega al "mundo" y en elsegundo alt'cielo".

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adolescente misti, educado, capaz de ejercer la modernidad de la escritura, haciael "arcaísmo" de las muchachas indias analfabetas, con lo que se alegoriza tantola distancia que separa dos tiempos que sin embargo son coetáneos, cuanto laposibilidad de iryvenir de uno a otro en una oscilación que es a la par dolorosay exultante. Por otra parte, esos mismos desplazamientos dibujan la índole deun sujeto inestable, hasta internamente escindido, cuya constitución remitemás a un complejo juego de posiciones y relaciones, drásticamente variables,que a una identidad estable y compacta.

Como es fácil suponer, este sujeto de temple azaroso y mudable emite undiscurso descentrado, proliferante y desparramado. Sin entrar en detalles: eldiscurso englobante es el de la novela en español, pero dentro de él se abre elgénero carta y éste se desdobla en una carta en castellano y otra en quechua, lasegunda de las cuales está situada en el muy ambiguo espacio de una escrituraque incluso en su traducción al español remite a lo que sería su modelo -y sudeseo- imposible: las canciones indias. Cito sólo los primeros renglones:

Escucha al picaflor esmeralda que te sigue; te ha de hablar de mí; no seascruel, escúchale. Lleva fatigadas las pequeñas alas, no podrá volar más;detente ya. Está cerca la piedra blanca donde descansan los viajeros, esperaallí y escúchale; oyesu llanto; es sólo elmensajero de mi joven corazón, te hade hablar de mí [...] (p. 81).

En realidad, la carta en quechua (pero de la que conocemos sólo sutraducción al español, excepto en el primer renglón) es algo así como unarearticulación de tópicos de las canciones indígenas antiguas y modemasl'" eimplica, por eso mismo, que quien la escribe está sumergiendo su discurso enun amplio y difuso íntertexto, con la muy significativa peculiaridad que la cartaescrita en quechua remite, vía esa intertextualidad, al canto tradicional andino-que es, como ya se dijo, su modelo imposible. En este sentido, entonces,tanto el discurso como el sujeto que lo produce son radicalmente plurales. Sumultiplicidad está situada mucho más allá de la sustitución del Markask'a porErnesto, y de la retórica romántica hispana por la de las canciones indígenas,que es lo obvio, y se instala más bien, con toda la complejidad implícita en esteacto, en la insondable participación del hablante en otra tradición, y en otrogénero, que sin duda desdibuja su indivídualidad y su lengua para colectivizara ambas en la expresión de conciencias ampliamente socializadas. Así, justo enel punto mismo de la enunciación, se acumulan el narrador culto, que traducela carta para los lectores de la novela, el protagonista que la escribe en quechuapero que sólo puede hacerlo acudiendo a las canciones que conoció de niñoy 10sJroductores de éstas que expresan una secular y extendida concienciagrup en un lenguaje cuyo eje no es el individuo sino, como es claro, lacolectividad. De esta manera la identidad del sujeto se extravía en una palabraque es suya y de muchos. En el borde de dos mundos, oral y escrito, novela ycanción, moderno y antiguo, urbano y campesino, español y quechua, el sujeto

110 Es muy fácil hallarlos. Bastaría revisar la notable antología de Rodrigo, Edwíny Luis Montoya, La sangre de los cerros/ Urqukunapa yawarmin. Antología de lapoesía quechua quese canta en elPerú (Lima: Universidad de San Marcos-MoscaAzul, 1987).

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Capítulo Tercero 179

y su aptitud discursiva no tienen otra posibilidad que entreverarse con todo unpueblo quebrado y heteróclito.

•Casi lo mismo puede decirse, aunque en un nivel de mayor complejidad,

con respecto al espléndido capítulo inicial de la novela que relata e!descubrimiento de! Cusca por Ernesto. El fragmento que me interesa expresasu deslumbramiento ante los viejos muros incaicos de la que fue capital de!Tawantinsuyu:

Eran más grandes y extrañas de cuanto había imaginado las piedras del muroincaico [...]. Me acordé, entonces, de las canciones quechuas que repitenuna frase patética constante: 'yawar mayu",río de sangre; "yawar mm", aguasangrienta; "puR'tiR' yawar Rocha", lago de sangre que hierve; "yasuar welúl',lágrimas de sangre. ¿Acaso no podría decirse "yawar rumi' piedra de sangreo "puk'tikyawar rurni", piedra de sangre hirviente? Era estático el muro, perohervía por todas sus líneas y la superficie era cambiante, como la de los ríosen verano, que tienen una cima así, hacia el centro del caudal, que es la zonatemible, la más poderosa. Los indios llaman )awar mayu"a esos ríos turbios,porque muestran con el sol Unbrillo en movimiento, semejante alde la sangre[...J,-¡Puk'tikyawar rumil -exclaméfrente al muro, en voz alta (18).

Aunque la subjetividad de! personaje-narrador preside todo e! fragmento(tanto que introyecta la palabra y e! canto ajeno en e! espacio íntimo de sumemoria), me parece evidente que esa subjetividad, pese a su fuerza, sólo existeen e! diálogo con otra, por cierto colectiva, que define su alteridad desde e!nivel material y decisorio de! idioma. Después de todo es la evocación de lascanciones quechuas la que en realidad permite entender e! mudo mensa/'e delaspiedras milenarias, pero no la que socializa dentro de la modernidad de géneronovela la índole de tal entendimiento que debe ser inmediatamente trasvasadoal español, en una extensa vacilación que acentúa la aguda inestabilidad, queen este caso es a la vez diferencia y vínculo, de un texto configurado por unbilingüismo mucho más hondo y extendido que e! de! fragmento anterior. Latraducción,que formalmente marca alquechuacon itálicasy comillas,desapareceal final cuando la exultante exclamación de Ernesto borra esa ajenidad y es élquien grita desde sí mismo, y no desde e! recuerdo de canciones oídas antes,que las piedras son realmente "puk'tik yawar rumí", piedra de sangre hirviendo.De esta manera, si e! fragmento remite al narrador de! texto, desdoblado entresu condición de tal y la memoria personal que pone en ejercicio!", también sevincula con e! sujeto de las canciones evocadas, cada cual con su propio idioma,pe;ro l:lesde una perspectiva que quiere ser englobante: los cantos quechuas sontraducidos para formar un discurso bilingüe y al final una frase quechua, quee! narrador perspicazmente ha traducido antes, se extiende como resonanciaúltima; en otros términos, e! bilingüísmo aparentemente queda resuelto en

111 Aludo al desdoblamiento entreelpersonaje-narrador, queejerce el discurso dentrodel universo de la novela, donde aparece como un adolescente} y el narrador­narrador, o hablante básico si se prefiere esta terminología} que organiza todo eltexto y que obviamente corresponde a una conciencia adulta. En la ficción de lanovela, el scgundo no haría más que evocar su infancia y juventud. Sin duda} alhacerlo, también la constituye.

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esa frase que, por su posición, resulta d_c a1~na manera transidioJ?átic~. Encierto sentido es a la vez quechua y espanol. Ciertamente esta combinatoria desujetos y lenguajes, con sus inestables desplazamientos, implica a su vez unacompleja operación que traslada la oralidad originaria a la escritura, aunque enla ficción del texto la conclusión, obviamente escrita, se autoimagine dentrode la oralidad: "exclamé (...) en voz alta", leemos, con lo que se establece ­también aquí- algo así como un espacio de convergencias ambiguo e inciertopero imaginariamente eficaz.

Se trata, otra vez, de la construcción de un sujeto plural que asumeexperiencias distintas situadas en tiempos discontinuos y que remiten aculturas diversas. De aquí que puede ser imaginado como un operador devarios lenguajes: el español oral del adolescente deslumbrado y el del narradorexperimentado que lo recrea en una escritura novelesca, el quechua de lascanciones tradicionales que remite a un tiempo anterior, talvez muy anteriorpero sin cronología fija, y-con toda evidencia- a un sujeto otro, a la vez anónimoy colectivo, que genéricamente identificamos con el pueblo quechua. ¿Quiénhabla entonces en este texto? Creo que la única respuesta tendría que subrayarsu índole múltiple, dispersa, entreverada, capaz entonces -y por eso mismo- deabrir una amplia gama polifónica que incluye el sutil tejido de dos idiomas!",El sujeto fuerte y centrado, en cierto modo autoritario, en nada dispuesto afisurar su identidad, que más bien parece querer preservarla como garantía desu propia existencia (tal como se había descrito en parágrafos anteriores), entraen crisis y también, como es claro, su sólido discurso monológico, Ahora es ­casi- todo lo contrario. Sujeto y discurso se pluralizan agudamente y la novelacomo tal se transforma en un espacio donde uno y otro pierden sus identidadesseguras y definidas y comparten, no sin conflicto, una semiosis socializada yoscilante.

Sucede, sin embargo, que la complicaday sagaz construcción del sujeto, quecomo se ve es un sujeto plural, es del todo indesligable del ejercicio miméticoque realiza. Por lo pronto, en el fragmento íntegro se despliega intensamenteuna armazón analógica mediante la cual el muro incaico (que es el referenteespecífico) está desplazándose sin pausa hacia dimensiones articulatorias,generadas por la memoria en una suerte de asociación libre, acumuladas enla serie río-agua-Iago-Iágrima, que en todos los casos se definen por tenercomo materia la sangre. Es sintomático que esta suerte de epistemologíacomparativa, que conocemos desde las crónicas en sus formas más primitivas,se instale en este caso a partir de objetos no sólo disímiles sino, en más de unsentido, contradictorios: entre la solidez inmutable de la piedra y la fluidezsin mesura del agua, materia ésta que de inmediato se transmuta en sangre,preservando su índole liquida pero transformando, a fondo, su naturaleza y sussignificados culturales o -si se quiere ser más específico- sus convenciones ysentidos artísticos: de lo que suele ser símbolo de vida y pureza se pasa a lo quemás bien está habitualmente ligado, en cuanto a sus significados codificados,con la agresión, la violencia y la muerte.

112 Es obviala resonancia de las ideasde Mijail Bajtín. CE. especialmente Problemas delapoética deDostoieoski (México:Fondo de Cultura Económica, 1986) y Estéticade la creación verbal (México: SigloXXI, 1985).

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Capítulo Tercero 181

No hay ninguna razón objetiva que explique que la visión de la piedra traigaa la memoria la de! agua-sangre; pero existe, en cambio, una constelación demuy variadas razones de otro tipo, tan diversas que, pIDr un lado, rodría remitira la dislocada imagen vanguardista, que a veces se infiltra en e indigenismo,y, por otro, para apuntar sólo a los extremos, al binarismo andino y a la vezal unimismamiento de las materias con que el mundo, según la concienciaquechua, está hecho. Intuyo, sin embargo, que todos estos vaivenes entre lapiedra que .es piedra pero también agua y también sangre son como ensayosde la espléndida visión/ versión final: aquélla que comienza dubitativamente("¿podría decirse?''),;yluego explota en una afirmación gozosa y trágica: "piedrade sangre hirviente' , que -por lo demás, significativamente- es la única queaunque se apoya en la tradición de la canción quechua no la repite. Sin dudasu origen está en "lago de sangre que hierve", pero su atrevidísima creaciónconsiste en convertir e! agua en piedra y en imaginar e! hervor imposible, perosemánticamente pleno, de esa materia insólita. Caben, como es claro, decenasde lecturas, pero prefiero detenerme primero en una que sitúe en la piedra e!orden andino primordial, figure en la sangre la historia de su destrucción yavizore en e! hervor la evanescencia de ese tiempo de llanto y su sustitución porotro aún indefinible, lo que correspondería -con modificaciones inevitables- ala conciencia andina que afirma e! agotamiento del tiempo y su sustitución porotro que surge, absolutamente diferente, de una catástrofe cósmica!"; en estecaso,la sustitución de lo sólido (lapiedra) por lo líquido (la sangre) y por elvaporque por su propia ingravidez deja abiertas opciones múltiples, aunque resulteimposible no asociarlo también al hervor de la ira que presagia la demoradarespuesta a agravios seculares. Creo que no cabe desapercibir, empero, que e!mismo texto ofrece una lectura distinta (entre muchas otras posibles), lecturaque resumo crudamente en estos términos: si la constitución del sujeto y sulenguaje admite e! deslizamiento entre lo individual y lo colectivo, entre lasviejas canciones y la novela moderna, entre e! quechua y e! español, entre laoralidad y la escritura, para concluir en un indeciso y dubitativo acoplamientode subjetividades, conciencias, lenguas y códigos culturales distintos, entoncesla compleja mímesis que suscita e! muro incaico bien podría formular la utopíaque disuelve en e! hervor -símbolo de un nuevo tiempo-la contradicción dela piedra y la sangre (contradicción que puede abarcar desde lo mítico hasta lohistórico y de lo colectivo hasta lo personal) e instaura la imagen de un cosmostan inquietante, puesto que se funda en e! fuego y en la ebullición que produce,cuanto integrado y englobante. Más inquietante aún: en quechua, según JorgeLira, la palabra nina quiere decir "fuego" pero también "palabra" (o lo que"puede ser dicho")'!", sinonimia asombrosa que permite husmear la funcióndcl-Iéngueje poliforme y multivalente, quechua y español, canción y escritura,antiguo y moderno, como fuerza ígnea que incendia la "piedra de sangre" y lahace hervir para mudar la condición de un mundo y un tiempo agotados por elsufrimiento secular y cotidiano de todo un pueblo.

Tal vez, entonces, en este caso,sujeto y mímesis no sean más que e! haz y e!

113 Cf. Nathan Wachtel, Sociedad e ideología (Lima: Instituto de Estudios Peruanos,1973),especialmente las referencias al concepto andino del tiempo.

114 Citado por César DelgadoDíaz del Olmo,El diálogo de los mundos. Ensayosobre elInca Garcilaso (Arequipa: Universidad de San Agustín,1991),p. 48.

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envés de una operación discursiva que delata la disgregación y la violencia de larenlidad!" y erige -desde la carencia, la nostalgia y el deseo-la gran utopía dela perfección armónica del hombre y del mundo y de ambos como instanciasde un 5010 cosmos viviente. Sin embargo, como el sujeto se escurre a través demil y una figuraciones más o menos efímeras y el objeto de la mímesis aparece,se desvanece y vuelve a instaurarse, en el espesor de un tiempo que fluye y seadensa, entonces sería posible leer la utopía arguediana no en términos desíntesis conciliante sino de pluralidad múltiple, inclusive contradictoria, queno abdica frente al turbador anhelo de ser muchos seres, vivir muchas vidas,hablar muchos lenguajes, habitar muchos mundos. Después de todo, en Losrías profundos, el discurso semeja ser un espacio disputado por varias vocesa través de un diálogo que no siempre es dialéctico (según 10 advirtió Bajtínvarias veces)!" puesto que bien puede prescindir de la síntesis superadora yacojerse al coexistir, intervinculante pero no totalizador, en un espacio que en símismo parece o carece de límites o ser -inclusive en su centro- sólo un abierto,inestable yporoso borde. Quiero decir que desde esta perspectiva pierde sentidola problemática de la "integración nacional", o de la nación como cuerpo socialuniformemente homogéneo, y adquiere en cambio la opción de imaginarlaen términos de convivencia justa y articulada entre 10 plural y distinto. No envano, en uno de sus estremecedores escritos de despedida, redactados pocoantes de su suicidio, Arguedas dijo:

y ese país en que están todas las clases de hombres y naturalezas yo lodejo mientras hierve con la fuerza de tantas sustancias diferentes que serevuelven para transformarse al cabo de una lucha sangrienta de siglos queha empezado a romper, de veras, los hierros y tinieblas con que los teníanseparados, sofrenándose. Despidan en mí a un tiempo del Perú cuyas raícesestarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven ennuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido porel egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias'F.

No cabe duda que en este texto, sibien asomalaideade unidad,la ideacentralestá ligada a la celebración de una patria capaz de acojer, con gozo, a todaslas patrias; esto es, un espacio social abierto a las yeculiaridades y disidenciasde los varios grupos humanos que coexisten en é y han preservado y deseanpreservar los modos idiosincráticos de sus culturas, no como repeticiónsiempre de lo mismo sino , al revés, como resultado de interacciones más omenos simétricas y no hegemonizantes con sus prójimos colectivos -esasinteracciones que sintomáticamente, otra vez, como en Los ríos prcfundos,son imaginadas bajo la figura del "hervor". No se trata entonces de fundar un"modelo lingüístico" que "superando las contradicciones entre dos pueblosy dos culturas" se proyecte premonitoriamente hacia la constitución de una

115 El muro incaico aparece humilladoparla suciedad de la calle, la presenciade otrosedificios modernos y sobre todo por formar parte de las casas habitadas por losodiados"señores" del Cusca.Op. cit.,pp. 10-13.

116 Cf el estudiode Iris Zavala, La posmodernidady Mijail Bujttn: unapoétiradialógira(Madrid: Espasa-Calpe, 1991).

117 El texto corresponde a Il¿Ultimo diario?" con que concluye El zorro ... Op.cit., p. 246.

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Capítulo Tercero

sociedad nueva y presumiblemente homogénea118, sino, como espero que lodemuestren los análisis anteriores, y como lo confirmaría la última cita, dereconocer la inviabilidad (y hasta la ilegitimidad) de un mode!o que haga unode 10que es vario, diverso y encontrado. Esta materia enredada yen ebulliciónparece exigir la cancelación de! discurso monológico, y de! sujeto fuerte que10solventa, para dar paso a una radical heterogeneización de ambos y de todoe! complejo lenguaje (incluyendo la representación que conlleva) que emitee! hombre cuando comprende que su propia identidad viene de muchas,diversas y muy poderosas fuentes. Tal vez fue José María Arguedas quien searriesgó más en este azaroso, difícil e impredecible rumbo y probablementefue en Los "íos profundos (aunque también en "La agonía de Rasu-Niti"y enEl Z01"'O de arriba y el zorro de abajo)119 donde experimentó con más audacia laconstrucción de un sujeto, un discurso y una representación intrínsecamentemúltiples y descentradoSilO.

En el caso de Los ríos profundos allí reside su turbadora e inquietantebelleza.

Las voces subterráneasEvidentemente Arguedas no es e! único escritor andino que realiza la

auténtica hazaña discursiva que he auscultado en e! parágrafo anterior. Se leadelantó Vallejo y le siguieron algunos neoindigenistas, pero también otros quenada tienen que ver con esta tendencia, sino más bien con el casi desconocido

118 La idea, que hice mía hace años, está en el extraordinario artículo de LeonidasMorales, "[osé Maria Argucdas: el lenguaje como perfección humana", EstudiosFilológicos, 7, Valdivia (Universidad Austral de Chile), 1971. Cf. también AlbertoEscobar, Arguedas o la utopía de/lenguaje (Lima: Instituto de Estudios Peruanos,1984).

119 Anoto las primeras ediciones: José Maria Arguedas, "La agonía de Rasu-Ñitr'(Lima: La Rama Florida, 1962); El zorro de arriba y el zorro de abajo (BuenosAires: Losada, 1971 -póstuma). Sobre esta última es indispensable e! bajtiniano(pero no sólo bajtiniano) libro de Martín Lienhard, Cultura popular andinay forma novelesca. Z01T05 y danzantes en la última nove/a de Arguedas (Lima:Latinoamericana Edítores-Tarea, 1981).

120\ Naturalmente en otras obras cabe observar similares características. Incluso en.' Todas las sangres que es la que pudiera estar más alejada de esta problemática,

pese-al carácter "coral" que creo encontrar en eila (cf. el capítulo pertinentede mí libro ya citado sobre Arguedas y la muy inteligente crítica de Migue!Gutiérrez, "Estructura e ideología de Todas lassangres" 1 Revista de CríticaLiterariaLatinoamericana, VI, 12, Lima, 1980)" Así, en un fragmento excepcional, elnarrador mezcla dos verosímiles distintos: "Don Bruno y Rendón asistieron a suentierro, Ahora [el difunto] está trabajando, feliz, en la cima de K'oropuna. Loenterraron los indios, en el cementerio de indios. No demoró mucho en llegar a lacima de la montaña. "¡Wiffááá!" I gritaron los muertos cuando llegó a la cima,sonriente", Op. cit., p. 426.

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universo afro-andino, en el que igualmente se producen tensiones étnicas deabismal profundidad, al&"nos más que se nutren del todavía misterioso mundoamazónico y hasta podría encontrarse uno que otro caso de similar temple enla literatura de referencia urbana!", De una u otra forma se trata siempre dediscursos instalados en el sistema de la literatura ilustrada, aunque hay quedestacar que este orden institucional comienza a resquebrajarse en los últimosaños cuando es parcialmente ocupado por productores culturales que provienenya no de las capas medias, como en la primera mitad del siglo, sino de las clasespopulares -autores que bien podrían pertenecer a la primera generación, y esasí en más de un caso, de núcleos familiares secularmente ajenos no sólo ala literatura sino al ejercicio de la lectura-escritura. Sin embargo, no deja desuscitar cierta incomodidad que en Arguedas, que es el punto privilegiado enlas páginas anteriores, pero también en muchos de estos otros casos, el sujeto, eldiscurso y la representación disidentes, aún cuando compitan y hasta venzan enla armadura textual a los hegemónicos, se ubiquen siempre (o casi) en un nivelque reproduce, pese a su ánimo celebratorio, a veces hímnico, el sentido que sesupone que es propio de la subalternidad: una de las otras voces, precisamentelaque se desea reivindicar, se asocia a la naturaleza (contra la civilización), alarcaísmo social (frente al progreso), al mito (de cara a la historia) o -para no serprolijo- al sentimiento (contrapuesto a la razón). ¿Qyé pasa entonces cuandoquien emite la palabra es el subalterno?

Por lo pronto, no vaya caer en el elegante sofisma de Spivak para quien elsubalterno como tal no puede hablar'P; primero porque es obvio que sí habla,y elocuentemente, con los suyos y en su mundo, y segundo porque lo que enrealidad sucede es que los no-subalternos no tenemos oídos para escucharlo, salvocuando trasladamos su palabra al espacio de nuestra consuetudinaria estrategiadecodificadora'P, Tenemos que reconocer -al menos yo lo reconozco- que loscríticos, como los gestores de testimonios o como los recopiladores-traductoresde discursos otros, generalmente nativos, somos algo así como una incómodaparodia del Rey Midas: todo lo que tocamos se "convierte" no en oro sino enliteratura. Y sin embargo, por poco cómoda que sea, esta sospechosa alquimiaresulta inevitable al menos para todos los que fuimos formados, y para los quenosotros mismos seguimos formando, como hermeneutas de textos escritos. Enúltima instancia, y es bueno tener conciencia de ello, la voz del subalterno nosinvade en la vida cotidiana pero solamente la asumimos como parte de nuestraspreocupaciones académicas cuando ha sido sometida por ciertos requerimientos:haber sido seleccionaday adecuada (ycon frecuencia traducida) por colegas más omenos prestigiosos o haber quedado transpuesta y transformada (vía otro colega)en "testimonio". En realidad, frente a esa inmensa masa de discursos subalternosque discurren dentro de su propio espacio, y ante los que estamos desarmados,

121 Sería imposible mencionar ejemplos en todas estas vertientes especialmenteporque en cada caso habría que anotar especificidades muy particulares.

122 Me baso en el sutil e irónico comentario de]ohn Beverley en la "Introducción" aJohn Beverley [y] Hugo Achugar,La voz delotro: testimonio, mbaltemidady verdadnarratiua (LimalPittsburgh: LatinoamericanaEditores, 1992).

123 Agradezco al profesorBeverley el informarme que un argumento muy similarhasido empleado por Benita Parry en "Problerns in Currcnt 'Ihcories of ColonialDiscourse", Oxford Líterary Review, IX, 1-2, 1988.

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Capitulo Tercero 185

los especialistas en literatura deberíamos comenzar a sentir la misma angustiosadesazón de los nuevos antropólogos y etnólogos!" y encontrar el lugar desde elcual la relación con la que nuestra práctica académica no termine por hacer deldiscurso del subalterno poco más que la materia prima de un producto hechoa imagen y semejanza de nosotros mismos. No trato de invalidar el fructíferotrabajo de quienes realizan recopilaciones-traducciones de las literaturasmarginales o gestionan testimonios de personas o grupos subalternos, pero sísituar estas prácticas no en el mundo que las origina (bajo el idealismo extremoque supone valorarlas como la "voz auténtica" del dominado) sino en el de quienlas realiza literariamente y en el que se las recibe, y sólo después auscultar elsentido de las huellas que dejó a lo largo de este proceso la palabra primera. Porel momento, aunque no sea muy elegante, no veo otra salida posible.

Desde esta perspectiva, que invalida la certidumbre de quienes creen estarescuchando directamente al otro cuando leen su voz en testimonios, al mismotiempo que reconoce la soterrada resonancia de la palabra subalterna en estostextos, quisiera aludir brevemente a los dos testimonios que tal vcz sean los demayor audiencia en el mundo andino: los de Domitila Barrios de Chungaray Gregario Condori Marnani'F, para detenerme después en el análisis parcialde otro que hasta ahora parece haber sido desapercibido por la crítica literaria.Publicados elmismo año, unay otro testimonio tienen, sin embargo, más puntosde desencuentro que de coincidencia. Me parece que una primera distinción,y decisiva, derivaría del hecho que el de Domitila corresponde al tipo clásicode testimonio en el que el narrador originario asume la representación globalde un grupo humano oprimido, y en esa misma medida se obliga a constituirsecomo un sujeto fuerte y estable, dentro de un proyecto que es tanto político(se trata de la reivindicación del proletariado minero) cuanto, por decirlo dealguna manera, utópico-redentor (después de todo el sufrimiento personal ygrupal tendrá que dar sus frutos de justicia en el futuro); mientras que el deGregario tiene mucho menos pretensiones políticas y se recorta dentro del

124 CE Walter Mignolo, "La semiosis colonial: la dialéctica entre representacionesfracturadas y hermenéuticas pluritóplcas", Beatriz González [y] Lúcia Castigan(cds.), Críticay descolonización: elsujetocolonialenla cultura latinoamericana (Caracas:Academia Nacional de Historia, 1992). Ver su breve pero iluminador comentarioal libro de Míchael Taussing, Sbamanism, Colonialism and the Wild Mon (Chicago:Chlcago University Press, 1987),p. 42. CE. también los escépticos pero muy sagacescomentarios de Elzbicta Sldodowska sobrelas relaciones entre la nuevaetnologíay

Ieltestimonio en su libro Testimonio hispanoamericano. Historia, teoría, poética (NewYork: Peter Lang, 1992), especialmente en el capítulom.

125 Mocma Viezzer, "Si mepermiten hablar ... "Testimonio de Domitila una mujer delasminas de Bolivia (México: Siglo XXI, 1977); Ricardo Valderrama [y] CarmenEscalante, Gregorio Condori Mamaní. Alltobiogrcifía (Cusco: Centro Bartolornéde las Casas, 1977). Pese al título, los últimos capítulos son el testimonio de laesposa de Gregario. Se trata en ambos casos de relatos transcritos en quechua(Gregario y Asunta son monolingües) y traducidos al español. Las citas de los doslibros se hacen en el texto señalando entre paréntesis la página respectiva. Sobreel testimonio, cf. los libros citados en la nota 27 y el muy reciente de ElzbietaSklodowska, citado en la nota anterior.

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marco mucho más individualizado de una historia de vida (que se presenta,de acuerdo al subtítulo, como autobiografia). Tal vez por esto, extremando unpoco las cosas, podría decirse que el primero se incluye bajo el gran relato de laliberación social y el segundo en un micro-relato cuyo núcleo es en buena partela dificil supervivencia personal!".

Tal como queda establecido desde el prólogo de Viezzer, Si me permitenhablar está construido mediante el montaje de discursos de varia procedencia,desde las entrevistas realizadas específicamente para el libro hasta textosescritos, pasando por grabaciones de intervenciones públicas de Domitila.Pero si de aquí derivan variables estilísticas y sociodialectales más o menosclaras (es obvio for ejemplo que Domitila cambia de registro según se tratedel primer o de último caso), lo cierto es que esas variaciones no incidende manera decisiva en la configuración del sujeto emisor del discurso. Enrealidad, cuando Dornitila ingresa a la compleja dinámica de hacer de su vidala materia de un testimonio, lo que al parecer corresponde a una decisión muyconsciente, acaba de participar polémica y protagónicamente en la Tribunade! Año Internacional de la Mujer, organizada por las Naciones Unidas en1975, donde habría representado con agresividad a lo que pudiera considerarsee! radicalismo clasista -claramente hostil por ejemplo-pese a una que otraconcesión, a la agenda feminista!", Obviamente su participación en ese forointernacionaliza y refuerza su condición y--prestigio de dirigenta politica queya tenía, desde mucho antes] en su país12l1

• Es desde esta posición que emite .sutestimonio y elabora las otras intervenciones que entreteje e! libro; por esto,para e! lector más o menos atento, es claro que incluso las evocaciones de suinfancia, y del periodo anterior a su ascenso en los confusos escalones de ladirigencia popular boliviana, están narradas desde una situación de liderazgoque reorganiza todas las vivencias y las proyecta como experiencias formativasque casi inevitablemente conducen (y legitiman) su rol dirigencial (p. 176), rolque implica una muy cabal representación de los otros (que tienen los mismosideales yhan sufrido igual que ella), una ética invulnerable Gamáslos traicionará"P: 198) Yuna vocación heroica y hasta martirológica. Es en este punto dondela legitimidad y la autoridad que provienen de la práctica revolucionaria y desus riesgos se desborda hacia quien escribe sobre esa materia:

Algunos tenemos que sufrir, hacer este papel de mártir, otros tienen queescribiraquellahistoria.Y así tenemos que colaborar todos. (p. 45)

De esta manera se produce tanto la escisión entre quien lucha y sufre yquien escribe (algo así como una división del trabajo) cuanto el borramiento deese mismo límite mediante un "todos"que viene a ser la figuración más vasta

126 Naturalmente no se trata deunatipología exacta, peroesposiblequeestasdistincionesseanútiles para el conjunto del género testimonial.

127 Al margen dela discusión abierta conBettyFriedmann y otrasfeministas delprimerytercer mundo, es sintomática su incomprensión frente a otros asuntos: el lesbianismo,laprostitución Y--<lunque algo aporta en estepunto- el machismo (pp.220 Yss.).

128 ComodirigentadelComitédeAmasdeCasade[lamina]Sigloxx,que efectivamenteparticipa en la lucha de los mineros.y no sólo de ese asiento, con aportes en muchosmomentos decisivos.

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Capítulo Tercero 187

Yvigorosa del sujeto. Es todo e! proletariado minero (y su historia) e! que estáfidedignamenre representado en su dirigenta y la conciencia y la voz de éstaquedan también fidedignamente representadas en la-escritura del testimonio.El punto más alto de esta cadena representativa se produce cuando los minerosadquieren a su vez la representación de! pueblo en su conjunto y lo enderezanhacia la inevitable revolución socialista que pondrá fin al oprobio, la pobreza,la discriminación (pp. 255-57). De esta manera, la operación central de Sime permiten hablar consiste en transformar un sujeto individual (Domitila)en otro ampliamente colectivo y fuertemente articulado que se amplía de lasmujeres de los mineros al proletariado minero, primero, a la clase trabajadora,después, y a la nación socialista de! futuro, finalmente. En este proceso todostienen su lugar y función (incluyendo quien escribe e! testimonio), a excepción,claro está, de otros sujetos colectivos definidos, en distintos grados, como losopresores del pueblo boliviano y cuyo carácter antinacional es una y otra vezdenunciado. Tal vez esta operación que amplía y fortalece al sujeto, hastael punto de hacer posible e! euestionamiento de su subalternidad, es la queimpide que el testimonio de Domitila ingrese a la esfera privada (o que cuandolo hace resulte ser más bien parte de una estrategia funcional con respectoal gran proyecto que domina todo el relato) o que desaperciba la riqueza delas múltiples manifestaciones culturales, incluyendo las canciones, danzas omitos, del proletariado minero. De esta manera, a través de una constante yabarcadora sinécdoque, la parte (el individuo y su biografia) se trasmuta en eltodo (el pueblo y su historia).

Obviamente ésta es la intención de Domitila Barrios y Moema Viezzer. Lacolectivizacióndel sujeto,entonces, tiene un signo muy distinto aquí que en la obrade Arguedas: en ésta la socializacióndel sujeto lo fisura y pluraliza, dramatizandosu constitución, mientras que en el testimonio el sujeto es una instancia englobante,sintetizadora, que discurre más bien por las rutas de los himnos proletarios. Sinduda se trata de un sujeto moderno, poco pro~enso a problematizar su identidady más bien dispuesto a reforzarla con un nosotros" abarcante e igualmentedesproblematizado. Un marxismo rudo lo identifica con la clase social vistacomo un todo armónico y consistente, en combate con otras clases igualmentecoherentes. Naturalmente Si me penniten hablar se asume explícitamente comoparte de esa batalla y en su fragor no hay lugar para disidencias, poliformismos omultivalencias,Esta es su fuerza pero también su debilidad.

Otro, muy distinto, es el temple del testimonio de Grégorio y Asunta,su esposa!". Como he insinuado antes, se trata en lo esencial (pese a algunaseX,eepciones) de-relatos enmarcados dentro de la esfera privada y cuyo sentidoen gran parte ronda el tema de la simple -y desgarradac-supervivencia. Gregariocuenta su.'vida cuando ya es un hombre viejo, casi imposibilitado de continuarsu duro trabajo de cargador en el Cusca, y bajo la conciencia de su próxima ydesastrada muerte, como la de tantos otros compañeros suyos: "los cargadoressiempre morimos andando, con las manos extendidas. Quizás algo de esto

129 Es bueno recordar que sus gestores no emplean la palabra testimonio sino"autobiografía", en el subtítulo, e, "historia de vida", en la "Nota Preliminar" (p.13), definiciones que valen para el relato de Gregario que ocupa doce capítulos yel de Asunta que se sintetiza en los cuatro finales. Me referiré sólo al primero.

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pase conmigo, q;Úzá me ~tropelle un ,c~;ro, me Hoeven al hospital y me ,ha~anautopsia y de ah, me arrojen al panteon (p, 88) ,Asunta, de manera similar,narra sus experiencias cuando está vieja, cansada y enferma y también con lasensación de su muerte cercana: lime levanto sin fuerzas [...] como si durantela noche hubiera caminado leguas y leguas. Seguro que mi espiritu alma yacomenzó a caminar, porque faltando ocho años para morir, nuestras almasempiezan a caminar recogiendo la huella de nuestros pies, de todos los lugarespor donde hemos caminado en vida" (p. 116)1J1. Sin duda la certidumbre dela muerte próxima otorga un sentido trágico a sus relatos, pero ambos lo sontambién por las hístorias-" que relatan.

En el caso de Gregario la tragicidad parece asociarse a un destino aciagoque enhebra toda su existencia con la experiencia de la muerte. Huérfano depadre y madre desde muy niño, Gregario verá morir a todas las mujeres quecompartieron con él su vida -con la excepción de Asunta, claro- ya todos losmuchos hijos que tuvo con ellas. Así, si la orfandad marca su vida íntegra (alcarecer de familia no puede participar más que marginalmente en e! sistemaandino de reciprocidad), la muerte de los hijos reafirma esa marginalidad (enel avni no puede ofrecer, ni recibir, fuerza de trabajo) e inclusive lo condena ano tener quien lo auxilie en la vejez. Dice, refiriéndose a la muerte de! últimode sus hijos:

Si él hubiera vivido, éste sería el rato en que hubiera estado joven y seguro)'0 no estaría así, porque mi hijo siempre me hubiera dicho:-No papá, si ya no puedes con la carga, aquí está tu hijo, con este brazo.(p. 64)'33.

La experiencia de su marginalidad originaria puede explicar por qué enla larga lista de trabajos que realiza Gregario para sobrevivir (pastor, albañil,soldado, barrendero en una fábrica, cargador, etc.) no intente constituir

130 El texto en quechua es el siguiente: "Chaymi cargadorkunaqa mañakuspapurischallasqaykuwañuyku.Noqatapaschaypaschápasawanqa,carropashap'iwanqa,hospitalrnan apawanqnku, autopsiata rurawanqaku, chaymantatnq panteonmanchanqayamuwanqaku", En las siguientes notas transcribolos textos en quechua sinanotarpáginas porque son las mismas que las de la traducción alespañol.

131 "Kay ultimo ríernpokunataqmí tutantin allinta puñushaspan mana kallpantinhataripuni, chaka ch'upayta totalmente sayk'usqa, tutantinpasi leguan leguantapuriyman karan hinaraq. Seguro espiritu almay ña puriyta qallarinña, porquepusaq wata wañunanchispaq faltashaqtinsi almanchis puririyta qallarin, kawsayvidapi maypin mana puriranchis chaykunamanta chakinchispa yupinta pullaspa".

132 Valderrarnay Escalante aseguran que se trata de una "historia auténtica" (p. 13),que ellos han confirmado por otras vías, aunque señalan errores de detalle en elrecuerdo de algunos nombres, imprecisiones en algunas fechas o alguna omisiónde relativa importancia: Gregorio no dice que recibe una pequeña pensión delSeguro Social (p. 14).

133 "Pay kawsanman kuran chayqa, laman ratocha waynaña kashanrnan karan,noqataq mana khaynachu kashayman karan, churiyqa niwanmanpuni karan: -No,papá, manaña cargawan atinldchu chayqa,kaypi churiyki kashan, kay brazowan",

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Capítulo Tercero

formas de socialización y repita, más bien, la condición primaria del huérfanosolitario'?". Su imagen de cargador, caminando solo por las calles del Cusca,abrumado con enormes y pesados bultos sobre la espalda, es algo así como elsigno mayor del ensimismamiento de una persona aislada, marginal y sufriente.Desde esta perspectiva, el sujeto que emite el testimonio aparece definidamentepersonalizado, inclusive por la excepcionalidad de su destino trágico marcadopor la muerte de sus padres, de sus concubinas, de sus hijos, pero al mismotiempo es obvio que no se trata de un sujeto fuerte, satisfecho de su identidad,sino, por el contrario, extremadamente vulnerable ante las circunstancias que lorodean y de alguna manera lo constituyen. Exagerando un poco, cabría pensaren un sujeto hecho más bien por el azar de esas circunstancias, Dos aspectos,sin embargo, parecen paliar ese aislamiento y en cierto modo tal debilidad.Por lo pronto, es punto menos que asombroso que tenga una informaciónsimplificada pero certera de la vida política oficial (conoce por ejemplo lassucesiones presidenciales y ubica algunas de sus experiencias en relación conellas)1JS yde ciertos acontecimientos importantes (la construcción del ferrocarril,el aterrizaje del primer avión ~ue llega a Sicuani o el viaje del hombre a laluna -aunque de esto descree: 'eso es habladuría", dice -p. 25)136. Así, aunqueaparece marginado en su contorno inmediato, conoce relativamente bienalgunos aspeetos del ámbito nacional y regional en el que se desarrolla su vida,con lo que -cierto que de manera superficial- amplía su universo de referenciasy debilita -:a~nq~~ poco- su dependencia frente al destino trágico que marcasu existencia individual.

Mucho más importante es, con toda evidencia, su enorme capacidadde integrar activamente esa existencia en el vastísimo espacio de la culturaquechua. En efecto, y de manera constante, los sucesos que vive o las cosasque eonoce son explícitamente referidos a mitos indígenas antiguos, colonialesy modernos, a usos ritualizados en el mundo andino o simplemente ainterpretaciones que tienen esa misma raíz. Se requeriría ser especialista enel asunto para detectar en este amplio material qué relatos son efectivamentetradicionales o versiones de alguna manera modernizadas, que Gregario repite,y cuáles aparecen transformados en función de su específica inserción en lavida y/o en la narración del humilde cargador cusqueño!". Sea cual fuere elresultado de este rastreo (para mí imposible), lo que salta a la vista es queGregario dispone de un copioso archivo mítico que le permite dar razón deacontecimientos de muy variada naturaleza: así, por ejemplo, cuando decideviajar al Cusca narra la fundación mítiea de la ciudad (pp. 19 Yss.) o cuando ve

ii34 Por "ejemplo, sólo se hacen dos referencias al sindicalismo: una cuando el célebre

dirigenteEmilianoHuamantica impideque seadespedido de la fábrica (p.81)y otra-más bien desiderativa- cuandodiceque quisiera que todos los cargadores del Cuscosejuntaran en un sindicato (p.89).

135 Son notablesen cambio sus confusionescon respecto a la historiamás antigua. Así,por ejemplo, dice que "los chilenos se habían apoderadode Tacna y Arica [...] en elantiguo tiempo de Cristobal Colón"(p.34).

136 "Noqamantnqa rimayllachu si no kanman",137 Una breve referencia a este tema aparece en el "Prefacio" de Toro Zuidcma (pp,

10-11).

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de cóndor y píes de llama a avisarnos a los runas, familias del Inka, para esperarlistos el fin del mundo" (p. 30)1". Más significativo todavía: cuando se preguntapor su pobreza y la pobreza de los indios acude a un amplio repertorio derespuestas igualmente míticas. Por ejemplo, res solamente un caso, relata que"nuestro Dios" había preguntado a Inkarrey' ¿9ué trabajo quieren que les dé [alos n/nas]?" y que Inkarrey había contestado: ' nosotros no queremos ninguno[...] nosotros hacemos caminar las piedras; con un solo hondazo construimosmontañas y valles. No necesitamos nada, sabemos de todo", por lo cual Dios("'lue había sido de dos caras") se fue a España y allí "le habían pedido de todo[...J. Por eso ahora [concluye] nosotros los runas no sabemos hacer caminarlas máquinas, los carros, esos aparatos que caminan por lo alto como pájaros:helicópteros, aviones [...], pero esos españas son prácticos, saben de todo" (p.49)13'.

Es sobrecogedor que en la conciencia de Gregario la oposición primera, yla que genera su pobreza y la de los suyos, sea la de "españas"y nmasy que puedarastrear su historia hasta la conquista ("ambicionando totalmente los españashabían matado a nuestro inka' -p. 50)Ho'l'asando por la rebelión y muertede Túpac Amaro ("Túpac Amaro era de Timgasuca, paisano, hijo de Inkas,pero un día esos enemigos españoles lo mataron. Le habían sacado su lengua,sus ojos, desde la raíz" -p. 49)'"" y que él, desde su postración, reivindique supertenencia a esa historia de derrotas: "nosotros somos peruanos, indígenas,ellos eran inka runas, pero somos sus hijos [y] por eso también mataron esosespañas a Túpac Amaro" (p. 50)142, para -justamente desde su miseria- reiteraren esta secuencia dubitativarnente ("¿qué dirían los españas cuando vuelvanuestro Inka?"-id)H3, pero en otra con mayor firmeza, un contenido mesiánicode salvación: "el Inkarrey, que está viviendo ahora en el Uébn pacha, desde la

138 "... pisi p'unchay kaypachaq tukukunan kashaqtinsi huk alqarnari kuntur umayoqllama chakiyoq runa inka familiaman wilIaqninchis hamunqa. Listo kay pachaqlukukuynin suyanapaq".

139 "Díosnínchíssí llaqtan qonaytamunankichis?!-Inkarreytaqcontestasqa:! -Noqaykoqamanan mayqen kaqllank'anaykitapas munaykuchu [...] Noqaykoqarumita purichiytayuchayku.hukwark'allawan urqokunatawayq'okunata hatarichiychu. Manan imatapasmunaykuchu, imaynatan yachayku. Bueno [...] chal' Diosqa [...] Españata llaqtanllaqtnn pureqllataq [...] kayEspaña Ilaqtapeqallipinku karanku [...] Chaymi laman,noqanchis runakunaqa mana yachanchischu maquinakuna purichiyta, carrokunata,chal' aparatokuna altonta purin pichinchu hina, helicópteros, avionkunata. [...] perochal' españakunaqapracticokanku, ímayrnanatajachanku".

140 "Bueno, totalmente ambicionaspas cspañakunaqa Inkanchista wañuchisqaku" .141 "Tupaq Amaroqa Tunqasukamanta karan, paisano, inkaq churin, pero huk

p'unchay chay español cncmigokuna wañuchiran. Qallunta horqosqaku, ña­winkunata saphlnmuntaraq".

142 "Noqanchisqa kanchis peruanos, indígenas, paykunaq karanku Inka runa, perochurinkunan kanchis, chaymantan wañuchiranku chal' españakunapas TupaqAmuruta".

143 -"Ima ninkumunmi españakuna Inkanchis kutimoqtin?".

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Capítula Tercero

vez que lo mató el señor cura Pizarro, va a salir ese día del fin del mundo enalcance de los runas" (p. 30)14'.

Sucede entonces que el sujeto solitario y ~lnerable que narra sucotidianidad está, sin embargo, muy sólidamente inscrito en una culturasecular que le ofrece sentidos y referencias múltiples y lo instala en un masivointerdiscurso con el que dialoga espontánea y fructíferamente. Su voz sehace portadora de otras numerosas voces que carecen de una implantacióncronológica definida (algunas pueden ser antiquísimas) pero que están ahícomo repertorio semiótico y de alguna manera hermenéutico, repertorio listopara ser empleado en cualquier circunstancia que sea pertinente. Medianteesos otros discursos Gregario no sólo se identifica con todo un pueblo, consu historia y su cultura, sino que participa personalmente en la configuraciónde un vasto sujeto colectivo: su palabra ingresa al caudaloso torrente de laconciencia quechua, se hace parte de ella y al mismo tiempo la transformacon las peculiaridades que aporta -aún cuando no las discierna como tales.Cabría suponer, desde este punto de vista, que Gregario actúa y habla dentrode ese interdiscurso, ofreciendo a la vez su propia entonación, y lo actualiza-confiriéndole vigencia- en cada momento. Tal se evidencia, al menos así lointuyo, si se articulan -no sin ri~sgo- tres fragmentos. En el r,rimero, según 10ya citado, Gregario cuenta que a Túpac Amaru los españoles le habían sacadosu lengua, sus ojos, desde la raíz"; el segundo es la evocación de la muerte deAtahuallpa que Gregario la relata en estos términos: "Y había botado el papel[la Biblia] al suelo. El Inka no entendía de papeles. ¿Y cómo el papel iba ahablar si no sabía leer? Así se hizo matar nuestro Inka" (p. 50)'45;y el tercero serefiere a su fallida alfabetización en el cuartel: ''Así era. Se entraba al cuartel s10ojos y sin ojos se salía porque no podías salir con abecedario correcto. Tambiénsin boca entrabas y sin boca salías, apenas reventando a castellano la boca" (p.45)"'. ¿Es demasiado aventurado suponer que la experiencia de Gregario, quese considera a sí mismo sin ojos y sin boca, remita sesgadamente a la 'ceguera­sordera del Inca ante la escritura y -de forma más directa- a la tortura deTúpac Amaru, con los ojos y la lengua (boca) "arrancados de raíz"? Me animoa pensar que no, y más bien propongo -hipotéticamente, claro- que Gregarioasocia oscuramente su derrota frente al castellano y su escritura con las deAtahuallpa y Túpac Amaru: runas como él, no tienen ni boca ni ojos, o seles arranca, y esa mutilación parece explicar una larga derrota cuya tragicidad,aunque nace en y del dominio cultural, en cuanto ignorancia del idioma y laletra ajenos, concluye en la mutilación del cuerpo propio -que en el caso de

144 "Inkarreymí kunan ukhu pachapi tiyashan,scñor kuraPizarroqwañuchisganmantapecha, Hinaspan chay pacha tukukuy p'unchay lloqsimunqa lliw runakunamanaypaq",

145 "Panpamantaqpapeltawikch'upusqa. Inkaqamananpapelkunamantaentendcranchu.Imaynatataqpapel rimanman karan,manataqleeytayacharanchu chayri? KhaynatanInkanchis wañuchichikusqa".

146 "Khaynan karan.Cuartclta haykoqkanki mana ñawíyoq,mana ñawiyoqlloqsimoqkanki, porque mana atiykoqchu abecedario correcto lloqsimuy. Chhaynallataqmana simiyoq haykunki, mana simillayoqtaq lloqsímunki, apenas castellanomansimi tokhashaq".

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Gregario no tiene nada de metafórico: cargando bultos inmensos sobre suespalda, es una fig;,~a paradigm~tica de esa expropiación del cuerpo que es,también, exproplUclOn (y negaoon) de una lengua y una cultura.

Algo de esto delata el propio texto que estamos leyendo: Gregario hablaen su quechua oral, pero esa voz tiene que ser transcrita, primero, y traducidaal español y convertida en escritura después. En última instancia, ¿quiénes,cuántos, lo podrían haber escuchado o leído en quechua? Ambiguamente nosfelicitamos de P?der ingresar~siquie.raror la puerta falsa, casi sub~epticia~ente,en unaconciencia que en un CIerto ruve pareceagotarseen supropIaexpenenCIa,pero que en otro se socializa en un complejo y ambiguo interdiscurso queaunque habla de derrotas al momento mismo de hacerlo prueba -paradójicapero incontrastablemente- la fortaleza, la persistencia y la vitalidad delsujeto colectivo que lo enuncia. Habla también, a través de las mediacionesa las que ha sido sometido, de la disgregada índole del mundo andino y dela desubicación y conflictos que sufre el trabajo intelectual, singularmente elcrítico, frente a esa configuración socio-cultural que no cesa de evidenciar suradical heterogeneidad.

No quisiera concluir sin referirme siquiera a un fragmento de un tercertestimonio sin duda excepcional: Nosotros los bumanosr", Se trata en realidadde dos testimonios, generados por las inquietudes de intelectuales dedicadosa la antropología (los mismos que gestionaron los testimonios de Gregarioy Asunta), y que deciden esta vez ingresar en las comunidades y ay!!usde laszonas más remotas del remoto Apurimac, en la sierra sur del Perú. Allí se hadesarrollado, nadie sabe exactamente desde cuándo, una cultura del robo: sonlos temibles abigeos que roban ganado, pero también cosechas, casas y ropa,con la misma frecuencia con que ellos mismos son expoliados a veces por susvíctimas de la víspera. Es un curiosísmo caso en el que la terca persistenciaen lo propio (todos son monolingües quechuas, por ejemplo) se combinadesigualmente con otros procesos de trans o aculturación, tan agudos, a veces,que estos ay!!us reinterpretan desde el margen los propios mitos indígenas.Es significativo, por ejemplo, que la figura mesiánica de Inkarrí, que en elresto del mundo andino promete con su resurrección el regreso triunfaldel tiempo incaico, se interprete aquí como una figura ajena y sin vigor:Victoriano Tarapaki, uno de los dos abigeos que ofrece su testimonio, diceque "cuando se terminó su tiempo [el de los gentiles] 11lkariy se anuló" (p.5)l''',asumiendo -por cierto- que él y los suyos viven en el tiempo que creó Cristoy que, por consiguiente, su condición es la de cristianos. Sucede, empero, queen la narración de sus aventuras y desventuras, que serían picarescas si no

147 CarmenEscalante [y] Ricardo Valderrarna,Nosotroslos humanos/Ñuqanchik runaiuma.Testimonio delos quechuas delsiglo XX (Cusca: Bartolomé de las Casa" 1992). Es unaedición bilingüe e incluye lo, testimonios de Victoriano Tarapakí y Lusiku Ankalli.Las citas van en el texto con las páginas entre paréntesis.

148 Hay que anotar que hacen ciertos deslindes entre Inca e Incarrí y que el sentidode filiación con el primero está de alguna manera integrado a criterios cristianos.Escalante y Valderrama aluden a éste y otros temas conexos en la "Introducción"}especialmente pp. XXIII-XXV. El texto en quechua es el siguiente:"Chay timputukukuptínñam Inkarlyqa anulakurqan".

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Capítulo Tercero 193

implicaran una violencia y una miseria aterradoras, se advierte la primacía deuna dinámica de signo inverso: es con matrices quechuas que se interpretan yusan varias categorías de origen hispánico -o, más genéricamente, occidental.Así, por ejemplo, han asumido las prácticas jurídicas oficiales -y a este efectoquechuizan masivamente términos legales, incluso algún larínisrno-!", perotodo dentro de sistemas, procedimientos y valores que tienen que ver muchomás con su vida cotidiana y con sus usos seculares que con los códigos y lasleyes de la nación. Mucho más tensas son sus relaciones con la religión católica.Analizaré un caso excepcionalmente esclarecedor.

Victoriano evoca que en uno de sus incontables encarcelamientos escuchólos relatos de tayta Melcho, un viejo narrador indígena respetado precisamentepor su maestría fabuladora y por ser algo así como e! archivo viviente de lastradiciones orales de la comunidad: "son estas palabras [las de Melcho] las quepuse en mi cabeza", dice Victoriano {p.114)lS0. Su primer cuento es una versiónde la vida, pasión y muerte de Jesús. En sus puntos esenciales reproduce, claroque a su manera, el Nuevo Testamento, aunque variando notoriamente otrosaspectos: no aparece, por ejemplo, e! Espíritu Santo y la fecundación de Maríaes e! resultado -ciertamente con intervención divina- de! callado e incumplidodeseo de San José: "Caray, con aquella señora me casaría [y] así con la miradadel Tal,tacha San José, Dios le había colocado con Cristo nuestro padre a lavirgen'. La sorpresa de María es enorme y se exl'resa en palabras comunes:"¿Por qué yo estoy así [embarazada], caraja? [...]. Y ahora caralo. ¿qué va a serde mí? Si sólo pasé por e! lado de ese señor carpintero" {p. l1S)b¡ , términos queobviamente familiarizan e! relato bíblico: a la postre, en efecto, "como nuestrasseñoras al embarazarse caminan con la barriga crecida, así caminaba la Virgen"(id.). Se demuestra, así, que la comunidad se ha apropiado de la tradiciónbíblica según sus necesidades y de acuerdo a las normas de su vida cotidiana. Seexplica entonces que según e! cuento de Melcho, reproducido por Victoriano,Cristo vino al mundo para "robar" e! tiempo de los gentiles, fue perseguido ymuerto por los mistis de entonces, logró resucitar con la ayuda de! "buen ladrón"y huyó al "mundo de arriba", al cielo, llevándose como botín e! tiempo antiguopara imponer uno nuevo, e! de los cristianos que, como su hacedor, es e! tiempode los ladrones -esto es, e! tiempo de los abigeos apurimeños (pp. 114-19).Es importante destacar que todo e! relato, desde su primer enunciado, tieneprecisamente la función de legitimar e! abigeato: "entonces [e! ladrón] habíasido e! más querido por Dios; de! mismo modo nuestro Dios vino perseguidode ladrón, sufrió de todo" {p. 114)152. Más incisivamente aún, la reformulaciónde la .narración bíblica se convierte en algo así como e! mito de origen de losay/lul de Apurírnac.

149 Por ejemplo,"litis" -lítip {p. 1);"peritaron" (deperitaje) -píritavunlnt (p.72);"demanda"-dímandata {p. 104); "declaración" -diklarakuchkantaq {p. 107),etc.

150 "Kayslmikunatam umayman churarqaní".151 -"Karay, haqay señurawan kasarakuyman [...] Ayna qhawarísqallanwan Taytacha

kulukarqusqa KristuTaytanchiskwan wiksayuq. Imaynapitaq kayri? ñuqari kahynarikani,karahu, [...] Imaynataqkasaq karahu? Chaywíraquchakarpintirup larullantataqpasarukunipas, imaynatas kasaqri?".

152 "HinaspamsuwaqakasqaDiyusninchikpa muna'qan. HinallataqmiDiyusninchikqapaqarirqan qatikachasqa, imanyarnanata suprisqa asta".

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Pero la construcción de este vínculo validador entre la comunidad y lainstancia divina, católica, está constantemente asediada por ambigüedades ycontradicciones de distinto tipo. Apuntaré sólo algunos aspectos aludiendo enespecial al notable párrafo final de la narración. Es el siguiente:

Dice que nuestro Dios está sentado allá encima [en el cielo]. Por eso niteniendo pena, ni llorando, no logramos hacernos escuchar. Con seguridadnos escucha sólo de vez en cuando, a media noche, cuando los runas de todoel mundo están en silencio (p.119)153.

Es claro que la desatención de Dios frente al sufrimiento de los indiosabigeos se asocia difícilmente con el sentido global del relato que enfatiza, másbien, la relación de la comunidad con una divinidad creadora y protectora y concuya condición se identifica. Intuyo, por esto, que un análisis del propio discursopuede explicar algunos aspectos importantes. Prescindo de los problemasespecíficos de todo discurso testimonial, que en este caso son especialmentecomplicados porque implican no sólo actos de transcripción y traducción sinotambién porque -en cuanto al relato en cuestión- se trata de una narración oídapor el testimoniante de labios del tayta Melcho. De esta manera, prescindiendodel transcriptor-traductor, el cuento es emitido por dos narradores, el primerode los cuales, a su vez, remite a una memoria social extendida. Ciertamente lapalabra "dice" con que comienza la cita puede ser la traducción gramatical delvalidador quechua no personalmente aseverativo, pero en este caso cabe leersecomo la remisión del discurso a una agencia colectiva, más o menos remota,que es la que en última instancia legitima social y semánticamente el relato.

Pero no se trata sólo de la socialización y acumulación de emisores, lo quees común en la literatura oral, sino del intrincado tejido cultural que revelaun discurso en el que tanto se escucha el sermonario de la evangelizacióncolonial cuanto la voz andina, antigua y moderna, y -claro-las crepitacionesde ese áspero entrecruzamiento. Desde esta perspectiva la misma palabra "dice"tiene otros dos emisores: el evangelizador y el narrador quechua, ambos comofiguras culturales que acumulan siglos de experiencia, razón por la cual lahistoria íntegra es en realidad dos -o más- historias superpuestas. Una afirmala resurrección de Cristo y su ascención al cielo, obviamente como signosmayores de su poder divino; mientras que la otra, sin negar esos predicados,dibuja la imagen de un Dios insensible, poco bondadoso para con sus hijos, aquienes no escucha en sus tribulaciones, para culminar con la trágica ironíafinal: Dios "nos escucha sólo de vez en cuando, a media noche, cuando losrunasde todo el mundo están en silencio", frase en la cual-por si fuera poco­se connota la servidumbre colonial del indio, sometido al silencio, pero tambiénuna inesperada fuerza: la que permite universalizar su queja y su experienciay hablar en nombre de los "runas de todo el mundo". De este modo, pues, lahistoria nos llega a través de los gestores del testimonio, de dos narradoresreconocibles, Melcho y Victoriano, que sin embargo se diluyen en un sujetoplural extendido en un tiempo de incierta cronologia, y de otro -al que he

153 "Chay patapis Diyusninchik tiyakuchkan. Chayrni waqaspapas, IlakíspapasDiyusninchikmanqa sigurutaqa [manam] uyarichinchikchu. Mayni maynillanpimuyariwanchik, kuskatuta munduntin runa ck'inkachkaptín",

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Capíhllo Tercero 195

definido como el evangelizador- que propone su propia trama y obviamentesu propio significado, desde un tiempo también imprecisable, a partir de unaperspectiva de la que quedan marcas tan evidentes como corrosivamentedisturbadas y subvertidas. A la larga, la intersección del discurso evangélico ye!discurso quechua corresponde a una suerte de supradiscurso multiétnico queacumula, sin sintetizarlas, sus hondas y extensas contradicciones.

Es claro que frente a un texto de esta índole no tendría e! menor sentidopreguntarse por la identidad de! sujeto que lo enuncia y que -en cambio- seimpone la necesidad de auscultar las ondulantes oscilaciones de un espaciolingüístico en el que varias y borrosas conciencias, instaladas en culturasdiversas y en tiempos desacompasados, compiten por la hegemonía semánticade! discurso sin llegar a alcanzarla nunca, convirtiendo e! texto íntegro en uncampo de batalla, pero también de alianzas y negociaciones, donde fracasairremediablemente todo recurso a la subjetividad individualizada, con sucorrelato de identidades sólidas y coherentes, y sus implicancias en la crítica yhermenéutica literarias.

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Tal vez este libro comenzó a tomar la forma que actualmente tiene cuandoal final de! borrador de! Capítulo 1, sobre e! "diálogo" de Atahuallpa y Valverdeen Cajamarea, incluí una referencia, entre insólita y abrupta, al poema "PedroRojas de César Vallejo'. En realidad en ese momento lo que intuía es que e!hirsuto conflicto entre la voz y la escritura, plasmado dramáticamente en 1532,seguía de algún modo vigente en la cultura letrada andina, pero que -con todoe! peso que la paradoja conlleva- esa vigencia se expresaba en la extendida eimposible nostalgia que nuestros escritores sienten por la oralidad perdida,asumiendo -oscuramente casi siempre- que es en la palabra hablada dondereside la autenticidad de! lenguaje (con e!perdón de Derrida, por supuesto)'.Mástarde descubrí, siempre desde esa conciencia encantada que misteriosamentenos impone la literatura, y que algunos ilusos quisieron exorcizar1a medianteférreas cuadrículas', que entre las representaciones andinas de la muerte de!Inca y e! poema de Vallejo habían más relaciones, y algunas definidamentesintomáticas: las muchas muertes de! Inca y las varias muertes de Pedro Rojaso los atisbos mesiánicos en algunas de aquéllas y la imagen resurreccional conque termina e! poema val1ejiano,por ejemplo. También sospeché que la "piedrade sangre hirviendo" de José María Arguedas (Capítulo III) tenía algo quever con Pedro-piedra y sangre-Rojas. De todo esto extra¡'e nada menos quee! título de este libro, que evidentemente es un verso de poema de Vallejo,y al final me di cuenta que ese texto, tan presente en toda mi investigación,no estaba más que aludido, y tangencialmente, en este estudio. No tengo lamenor idea sobre en qué recodo se me perdió "Pedro Rojas", pero sí sé que-con e! silencio- no puedo traicionarlo. Imaginé entonces que las clásicas"conclusiones" podían substituirse por un estudio de! inmenso poema deVallejo.Así, además y felizmente, es poco 10 que se concluye y mucho 10 que sedeja abierto". Transcribo el textos:

1 Con su inteligencia y sutileza proverbiales me lo hizo notar Armando Zubizarretaal sugerirme que esa referencia más que culminar un estudio abría otro ámbitoproblemático. He mantenido esta referencia en la versión final del Capítulo 1

2 Confieso quenuncahe entendido del todoelraciocinio de Derridaqueasocia elcultoa lit voz con elJogoccntrismo y menos aún su convicción acerca de que aún antes de

•ser dicha la palabra es ya una "nrchiescritura". Jaeques Derrida, De la gramala/agta(México- SigloXXI,1971).

3 Obviamente aludo al célebre "cuadrado' de Greimas -útil sí, pero tan capuz (enél poco, pero mucho en algunos de sus discípulos) de verificar 10 previamenteevidente como de probar lo imposible.

4 Ciertamente Arguedas 10 dijo mejor: "Vallejo era elprincipio y el fin"en Elzorro dearribay el ZOITO deabajo. Edición criticacoordinadapor Eve-Maric Fell (Madrid:Archivos, 1990),p. 246. El texto aparece en el sobrecogedor "¿Ultimodiario?"

5 Empleo la edición de Julio Vélez (cuya temprana y trágica muerte lamentohondamente): César Vallejo, Poemas enprosa. Poemas humanos. España, aparta de mi

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Solía escribir con su dedo grande en el aire:"[Viban los compañeros! Pedro Rojas",de Miranda de Ebro, padre y hombre,marido y hombre,ferroviario y hombre,padre y más hombre.Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡Pasa!Pluma de carne,lo han matado: ¡Pasa!jAbisa a todos compañeros pronto!Palo en el que han colgado su madero,lo han matado;¡lo han matado al pie de su dedo grande![Han matado,a la vez, a Pedro,a Rojas!

¡Viban los compañerosa la cabecera de su aire escrito!Viban con esta b de buitre en las entrañasde Pedroy de Rojas, del héroe y del mártir!Registrándole, muerto, sorprendiéronleen su cuerpo un gran_ cuerpo, parael alma del mundo,y en la chaquetauna cucharamuerta.

Pedro también solía comerentre las criaturas de su carne,asear, pintarla mesa y vivir dulcementeen representación de todo el mundo.y esta cucharaanduvo en su chaqueta,despierto o bien cuando dormía, siempre,cucharamuertaviva, ella y sus símbolos.¡Abisa a todos compañeros pronto!¡Viban los compañeros alpie de esta cucharapara siempre!

Lo han matado, ohligándole a morira Pedro, a Rojas,alobrero, alhombre, a aquelque nació muy níñín, mirando alcielo,y que luego creció,se puso rojoy luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres,

[sus pedazos.

Lo han matado suavementeentre el cabello de su mujer, laJuana Vásquez,

este cáliz (Madrid: Cátedra, 1988), pp. 261-263. Análisis relativamente parecidosde este poema presenté como ponencias al Homenaje a don Luis Monguiá,organizado por la Universidad de Syracuse en 1989 y en el Encuentro Internacionalen Homenaje a César Vallejo,organizado por la Universidad de Lima en 1992.

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a la hora del fuego, al año del balazoy cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, despuésde muerto,se levantó,besó su catafalco ensangrentado} lloró por Españay volvió a escribir con el dedo en el aire:u¡Viban los compañeros! Pedro Rojas".Su cadáver estaballeno de mundo.

Sin duda "Pedro Rojas" (que también se conoce como el poema IIIde España, aparta de mí este cáliz)', es uno de los grandes momentos de lapoesía de Vallejo por la deslumbrante y estremecedora tensión vital que setrasmuta en un lenguaje no menos intenso. Tiene, además, un origen muyinsólito y hondamente trágico. En efecto, hace unos diez años Julio Vélez yAntonio Merino advirtieron que su texto viene de otro, nada literario perode escalofriante autenticidad: un papel angustiosamente garabateado por unmilitante de la República que poco después sería fusilado'. Antonio RuizVilapana (que era amigo de Vallejo y que le hizo uno de los reportajes máscuriosos)' lo transcribe en su libro Doyfe. Dice 10 siguiente:

Junto al cementerio de Hurgas [se] halló el cadáverde un pobre campesino[...]. Nadie se atrevía a identificarle; solamente en uno de sus bolsilloshallamos un papel rugosoy sucio,en el que escrito u lápiz, torpemente,y confaltas ortográficas, se leía: "Abísa a todos los compañeros y marchar pronto/nos dan de palos brutalmentey nos matan/ como lo ben perdío no quierensino/ la barbaridá'".

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Titulo y número aparecen en la edición que uso, igual que en la edición príncipeen cuyaportada se lec lo siguiente: "César Vallejo/ (1894-1938)/ E,pmla,! apartade mi es/e cáliz! Poemas! (Prólogo de Juan Larrea, Dibujo de Pablo Picasso)/Soldados de la República fabricaron el papel,! compusieron el texto y movieronlas máquinas.! Ediciones Literarias del Comisariado.! Ejército del Este.!Guerra de la Independencia. Año 1939". Por mucho tiempo perdida (lo quehizo dudar hasta de su existencia), un ejemplar de esta edición fue descubiertopor Juan Gilabert en la biblioteca del Monasterio de Monteerrat. Los curiososdetalles de este hallazgopueden leerse en la nota "Ln primeraedición de España.aparta de mi este cdiiz", Revista de CriticaLitemria Latinoamericana. V, 10,Lima}1979. Independientemente, Julio Vélez descubrió otros ejemplares en la mismabiblioteca.Verlas dos notas siguientes..I:,a~ndticia aparece En su artículo "Abísa a todos los compañeros,pronto", NuevoHispanismo, 1, Madrid, 1982, que forma parte de su libro España en CéS07' Vallejo(MadridrFundarncntos, 1984), Vol. 1, pp. 128-137. .El manuscrito del reportaje fue hallado por Vélez cosido a uno de los ejemplaresde la primeraedición de España... que descubrióen el Monasterio de Montserrat.Lo publicó en César Vallejo: 1892-1938. [Catálo~.de la] Exposicion celebrada conmotivo del cincuentenario de la muerte del poeta [Madrid: lel, 1988). Reportajecurioso porque para concederlo Vallejo puso como condición que sus respuestasfueran transcripciones de artículosya publicados por él.Antonio Ruiz Vilapana, Doyft .:. Un afio de actuación en la España nacionalista(París: Imprimérie Coopérative Etoíle ¿1937?), pp. 38-39. Todas las referenciasbibliográficas dan como fecha de esta edición el año 37. De la misma fecha serían

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Ruiz añade otros informes sobre el mismo asunto y muchos tienen que Verdirectamente con e! poema de Vallejo; por ejemplo, que algunos ajusticiadoseran obreros ferroviarios, que 66 eran de Miranda de Ebro y que se reconocíaque habían estado encarcelados porque en sus "cadáveres aparecían [...] eltenedor, la cuchara y el plato metálico del penal". 0, más explícitamente, queel cadáver de un obrero "apareció con las manos esposadas, maltratado [u.]fuertemente yen sus bolsillos todavía conservaba el tenedor y la cuchara dealumino del Penal" donde estaba preso y del que fue sacado para la ejecución.

Retengo este testimonio y recuerdo que la"primera versión" de "Pedro Rojas",uno de los pocos manuscritos que quedan de Vallejo'? 1 comienza con latranscripción del agónico mensaje del militante de la República, aunque sinningún signo que señale que se trata de una transcripción; e incluye, comoen la versión definitiva, varias referencias C'Miranda de Ebro", "ferroviario","cuchara") que obviamente provienen del testimonio ya citado. Juan Larreadescifró parte de la copia fotográfica de ese manuscrito y -en lo que taca alasunto que nos Interesa- ofreció la siguiente versión:

Abisa a todos los compañeros [...]pronto; nos dan de palos brutalmentey nos matan, como lo ben perdido, no quieren[...l"

Larrea consideró que esta era la primera versión de "Pedro Rojas" J perono conoció -u olvidó- el texto transcrito por Ruiz Vilapana. En todo casoes obvio que Vallejo inicialmente quiso incorporarlo tal cual. La versión finaldel poema es distinta, pero e! texto originario sigue vigente de una maneraque, según se verá luego, es aún más fidedigna. No lo copia, es cierto, pero loasume como sustrato de una palabra g~e de esa manera socializa la instanciade su enunciación. Aunque al final Vallejo dejara de toda la transcripciónsólo su primera frase: "Abísa a todos compañeros", y las otras referencias yamencionadas, es del todo claro que "Pedro Rojas" nace de! testimonio recogidoen Doyft. Es fácil imaginar que e! patetismo del mensaje del condenado amuerte debió remecer el ánimo de Vallejo e incitarle a construir un poema conese asunto, pero no es tan sencillo explicar por qué intentó primero transcribirloliteralmente y más tarde emplear parte de ese mensaje, ciertas característicasde su lenguaje y algunas de sus circunstancias en la producción de un nuevotexto. Por supuesto, no es una novedad que Vallejo utilizara algo así como"citas" dentro de su propio discurso poético: desde el pregón del vendedor de

las de Buenos Aires (en La Nueva España), Cali (Editorial América) y Panamá(La Moderna). Vallejo habria conocido la que utilizamos o elmanuscrito del libro.Vélezy Merino afirman que Ruiz salió de España, llevando los originales del libro,el30 de setiembre de 1937. Op, cit., p. 130.

10 Una copia fotográfica del manuscrito fue publicada en la revista Visión delPerú,4, Lima, 1969 (ese número es más conocido como Homenaje Internacional aCésarVallejo).

11 César Vallejo,Poesía Completa. Edición critica y exegética deJuan Larrea (Barce­lona: Burral, 1970), p. 181.

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lotería (EN, "La de a mil")" hasta textos bíblicos, tal como sucede en e! mismotitulo de España, aparta de mi este cáliz, pero en este caso parecen existir otrasmotivaciones. ,

Aludo a dos: la primera es más bien circunstancial y tiene que ver con lasmenciones que Doyft hace de las cucharas que se encontraban en las ropas delos fusilados, menciones que debieron conmover a Vallejo porque él, desde Losheraldos nep'os, había trabajado insistentemente con las opciones simbólicas queofrece ese humildísimo utensilio que no aparece ni en el diccionario romántico­modernista, ni tampoco en e! de la vanguardia, aunque pueda tener una vagarelación con la fascinación por las palabras simples de su vertiente nativista".No puedo extenderme en esta materia, pero es claro que los usos simbólicosde la cuchara, que habían sido siempre extremadamente ambivalentes, seconcentran en "Pedro Rojas", ahondando su índole contradictoria, al remitir ala radical infelicidad de la prisión como antesala de la muerte, pero también, enel otro extremo, al gesto fraternal de la comida compartida por los sufrientes:"cuchara muerta viva", entonces, que Vallejo reencontró (y podemos volver aimaginar su estremecido asombro) en la irreversible tragedia real de la ejecuciónde un compañero. De alguna manera, la fuerza de la exclamación: "[Vibanlos compañeros al pie de esta cuchara para siempre!" viene tanto del increíbleazar de la historia cuanto del proceso interno de la poesía vallejiana. Es comosi de pronto se hubiera cumplido e! sueño de los mejores vanguardistas, dereintegrar arte y vida, pero también uno de sus temores más consistentes: quela vida moderna estaba más cerca de la muerte que de ella misma. En estepunto Vallejo era testigo de excepción.

Quisiera detenerme en e! segundo aspecto. Me refiero a las experienciasvanguardistas de Vallejo con la grafia de las palabras (pienso en "Vusco volvvver!Busco volver! Fallo bolver" de T. IX) Ya la errática ortografia del desesperadomensaje de! defensor de la República que e! poeta, con intención que a nadieescapa, decide llamar Pedro Rojas en la versión definitiva de! texto". Estasrelaciones con e! experimentalismo vanguardista existen, sin duda, pero meparece que adquieren aquí un significado excepcionalmente rico y complejo.Por 10 pronto, e! más notorio desvio de la norma ortográfica de! mensaje (lalabialización de la "v" dentilabial como en "abisa'ly"ben") no sólo es repetido ene! poema ("abisa a todos los compañeros") y reiterado dos veces, sino que pasaa formar parte sustancial de! poema al incorporarse en el verso que funcionacasi como un estribillo: "Viban los compañeros" (se repite cinco veces) y algeneraruno de los enunciados más contundentes de la dlal'ctíva vida/muerte

. qU\'opleside e! texto: "Viban los compañeros [...] Viban con esta "b" de buitreen las entrañas". Entonces en la instancia del lenguaje, que obviamente es la

12 En lo sucesivo, excepto paraEspaña ..., empleo la edición Obra Poética Completa(Lima: Mosca Azul, 1974). Cito sólo e! título de! poema y las siglas EN,TI PP YPH para Los heraldos negros, Trilce, Poemas en p1"DSO y Poemas humanos,respectivamente.

13 El símbolo de la cuchara aparece, por ejemplo, en "La cena miserable" (EN),LVIII (T), "Lánguidamente su licor"(PP), "Ello es que cllugar donde me pongo"(PE).

14 En la primera versión aparece con el nombre de Santiago.

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decisiva en el poema, Vallejo asume como propia la palabra del compañeromuerto y la prolonga en su propio discurso, apropiación prolongación que sehacen mucho meas evidentes al advertir que "Viban los compañeros" que esverso escrito por Vallejo y no copia del mensaje, aparece dos vveces con comillasy otras tres sin ese signo. Palabra compartida y socializada, sin duda por unsujeto que ha abierto su intimidad"! otro (en realidad a tod;> un pueblo) y s.uescritura a la oralidad popular. Vallejo se esmera en caractenzar este lenguajeque de alguna manera tiene más de un enunciado. Anoto algunos fragmentossignificativos:

Solía escribir con su dedo grande en el aire.

Pape! de viento [ ]Pluma de carne [ ]

jViban los compañerosa la cabecera de su aire escrito!y volvió a escribircon su dedo en el aire:"jViban los compañeros!" Pedro Rojas.

Me parece especialmente sugestiva la intencional inestabilidad del carácterde este lenguaje a caballo entre la escritura y la oralidad: lenguaje que se "escribe",es cierto15, pero "en el aire", sobre "papel de viento" y cuyo instrumento -como esla voz- es la materia del cuefJJo (el "dedo" convertido en "pluma de carne"), segúnlos versos que acabo de citar. Por 10 demás, es conocido que Vallejo experimentódesde muy temprano, por los menos desde ''A mi hermano Miguel" de HN, laoralización de su discurso poético, que el asunto fue tematizada en "Intensidady altura" de PM (basta recordar su primer verso: "Quiero escribir pero me saleespuma")16y que en España el lenguaje escrito está muy frecuentemente articuladoal sistema de la voz. Después de todo, el propio título del libro remite a la granexclamación bíblica, algunos textos son denominados con términos que aludenmás a la voz y al canto que a la escritura ("Himno", "Redoble", "Responso") y casino hay foema en el que no se incluyan palabras como "decir", "hablar", "gritar","cantar' ,"orar", "clamar", etc.

En este orden de cosas, para ser más preciso, quisiera recordar que enel poema 1 aparecen frases como "dando voces" o ((yoy diciendo", que en elúltimo se repita el famoso estribillo "digo, es un decir' , y que en el IX, cuyafigura central es el libro, hay como una tensión irresuelta entre éste y lapalabra hablada: "... entró su boca en nuestro aliento", se lee en su cuarto verso,

15 Ortega pone énfasis en que "la escrituracumple [oo.] una función central [oo.] comoescritura naturaly cósmica" en este poema.Julio Ortega, La teoríapoéticade CésarVallejo (Lima: De! Sol, 1986), p. 80.Jean Franco en su César Vallejo: la dialéctica delapoesíay elsilencio (Buenos Aires: Sudamericana,1984) indica la importancia quetlene en España.. . la imagen de la escritura y e!libro (pp. 343-45).

16 Este texto ha sida leído como una poética vallejiana, aunque sin referenciaaltemade la oralidad que yo considero básico.Cf.jul¡o Ortega, Críticadela identidad. Lapreguntapote! Perúensu literatura (México: Fondo de Cultura Económica, 1988),pp. 93-117.

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por ejemplo. Ciertamente, a este lenguaje que se enuncia a sí mismo como Vozse tiene que añadir que la organización y forma de muchos textos de España... recurren con insistencia a mecanismos típicos de la oralidad, incluyenao laintervención casi física del poeta en su discurso, que está como relatado anteuna audiencia, y su relación directa e inmediata" con sus destinatarios, tal comolo ha evidenciado José Pascual Buxó con notable agudeza crítica". Es buenorecordar, además, que en el "Himno a los voluntarios de la República", Vallejo serefiere explícitamente al "analfabeto a quien escribo", con lo que el reclamo dellenguaje hablado se traslada del punto de la enunciación, según lo ya visto, al deldestinatario, y copa así todo el circuito de la comunicación poética.

Tal vez no sea demasiado complicado entender por qué Vallejo sientecon tanta fuerza este reclamo global de oralidad; al menos, en 10 que toca aEspaña ..., tiene una obvia vinculación con el receptor natural de una palabrahecha de urgencias históricas muy dramáticas que apela al pueblo español (y alos pueblos por él representados) y con la dificil conciencia de que en realidadse trata mucho más de un oyente que de un lector. Vallejo tiene la certeza dela contradicción que hace tensa su poesía, escrita primariamente para (y por)los que no saben leer'", y de alguna manera tiende puentes imaginarios parareconvertir la letra en voz. Es la nostalgia de la oralidad que impregna buenay esclarecida parte de la literatura de América Latina", nostalgia que de unati otra manera, más bien subterránea e inconscientemente, tiene que ver conla irrupción desde la conquista de la escritura y el libro como enigmáticosinstrumentos de poder, sin relación inmediata con el lenguaje ni con lacomunicación, tal como se aprecia con claridad en el "diálogo" entre el padreValverde y el Inca Atahuallpa, en Cajamarca, y la manipulación en ese contextode la escritura por antonomasia, la Biblia".

En cualquier caso, para volver al texto de "Pedro Rojas", es evidente quesu lenguaje se instala en un espacio ambiguo: el de una escritura que intentael imposible retorno a la oralidad, tal como lo expresa la reiterada Imagende "escribir en el aire", y podría arriesgarse la idea de que los consiste.nresdesvíos ortográficos son imágenes de ese espacio ambiguo -entre la oralidady la escritura- en el que se produce el poema o de esos puentes inestables(y también imposibles) por los que trata de discurrir la letra en busca de susonido primordial. Para decirlo en grueso: "escribir mal" parece ser un puntointermedio, aunque claro que figurado, entre la letra y la voz, entre la "poesíaculta" y la cultura popular. Paradójicamente, la fuente de "Pedro Rojas' es un

1~. ~e ha sido de enormeutilidadelexcelente articulodejosé PascualBuxó, "Vallejo:el estatuto oralde la epopeya", Híspania. 72, 1, Los Angeles, 1989. Según su aut.ar,en todo el poemario Vallejo trata de "sustituir al máximo posible las complejasestructuras de la comunicación escrita par los enunciados incompletos perofuertemente expresivos de la lengua oral" (p. 69). La frase "directa e inmedia.ta" latoma Buxó del propio Vallejoy la emplea con tino para analizar el funcionamIentode España ... como poema épico oral popular.

18 Ibid., p. 72.He anotado algoal respecto en el Capítulo lIT.19 Acaba de aparecer el excelente libro de Carlos Pacheco La comarca oral

(Caracas: Casa de Bello, 1992) donde analiza este tema en los "narradores de latrunsculturación" .

20 Remito al Capítulo I de este libro.

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manuscrito, pero Vallejo no duda en situar ese texto en la dinámica sonoradel habla, tal vez pensando en que de hecho es un angustioso grito de alertay socorro, pero también, en su prolongación dentro del poema, una intensaexclamación de vida. Es como si la carga dramática del poema no pudieracaber en el espacio cerrado de la escritura y buscara la expansión del sonidosin fronteras. Recuerdo a este respecto los siguientes versos vallejianos: ll¿C2!Iéme da, que me azoto con la línea! y creo que me sigue, al trote, el punto?" (PR,"¿Q!¡é me da ...?") cuyo sentido parece remitir a la conciencia de la linealidady finitud de la palabra escrita, del renglón perseguido por el punto que acabarácon su enunciado. De cualquier manera, si como quiere la pragmática todo actolingüístico-literario surge de la ficción del propio lenguaje, en el caso de "PedroRojas" habría algo así como una ficción segunda, la "ficción de oralidad", comocomponente esencial de un discurso que expresa -como ya se dijo- una intensavocación por la palabra hablada.

Por consiguiente, más que experimentación vanguardista) aunque también10sea, la "b" de "Abisa" y "Viban", que es signo sesgado de esta nostalgia, remitea la muy conflictiva inserción del poeta letrado en una sociedad cuya cultura-en términos de pueblo- es la cultura de la palabra dicha y escuchada, según

. acaba de insinuarse. y sin duda Pedro Rojas, el ferroviario de los gmjfiti aéreos,es símbolo de ese pueblo en el momento en que asume la representaciónética de los valores de todos los hombres dignos. Es desde esta perspectivaque se entiende mejor por qué el poeta, que no puede ni quiere renegar dela escritura, la vive de alguna forma como barrera que constriñe y que debeser -aunque sólo sea de manera imaginaria- superada; pero también, ciertoque contradictoriamente, como opción de permanencia, modernidad yuniversalización. En este sentido el salto sobre la letra es la metáfora de undeseo: el de la reintegración del poeta en ese pueblo capaz -como en "Masa"­de hacer milagros. Es claro que al asumir la palabra de su personaje (palabrarealpor lo demás), Vallejo está vinculándose de manera sutil pero vigorosa consu universo popular. Además, como lo insinuaré al final, está desplazando elpuntual recorte cronológico de la escritura hacia la expansión de la voz que eny por su propia fugacidad parece poder vencer al tiempo (ya la muerte) que sonde una u otra manera las condiciones de la palabra escrita, sobre todo cuandoella versa sobre un acontecer histórico".

Es necesario insistir, en este orden de cosas, y aunque sea evidente, en quePedro Rojas es precisamente la imagen del héroe popular, agónico y triunfante.En efecto, si en su proclama de vida se filtra el ominoso buitre, en su cadáver­que "estaba lleno de mundo"- resiste el terco designio de la vida, que en todo elpoemario es siempre designio del pueblo que con las armas defiende el derechode todos, incluyendo el del enemigo. La emblemática de su nombre es, porlo demás, clarísima: Pedroepiedra es tanto vigor, consistencia y dureza comofundación de lo que es indestructible; y Rojas contiene por igual opcionesideológicas, republicanas y marxistas en este caso, y referencias a la sangre,fuente de connotaciones infinitas. Como dije al comienzo, es algo que estámisteriosamente comunicado con la imagen de la "piedra de sangre hirviendo"

21 Empleohetcrodoxamcntc lasideas deMichelde Certcau,La escritura delahistoria(México: Universidad Iberoamericana,1985).

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Apertum 205

que surge vigorosa e iluminadora, ante las milenarias piedras cusqueñas, enla visión de Ernesto, el entrañable personaje arguediano. Y conste que aquítambién, en Los ríosl1'Ofundos, se dan mezcladas las canciones quechuas conla escritura novelesca. Me arriesgo a decir que Pedro Rojas es, como el míticomuro cusqueño, "piedra de sangre hirviendo'F.

y hasta me atrevería a ir más lejos y preguntar si el poema no reproduceesta misma transmutación mítica, esta alquimia, en la que la palabra escrita,que de alguna manera se asocia a la persistencia de la piedra, retoma susentido primordial de voz, que también de alguna manera, ahora a través desu pertenencia al cuerpo, se asocia a la sangre, todo por obra del hervor de unapoesía que figura mezclar a ambas, y con ello imagina un lenguaje íntegro ypleno. Utopía de un lenguaje total que es -tal vez- imagen de otra utopía másprofunda: la que burla la ominosa vigencia de la muerte y la vence, sin tregua,con el inacabable cantar de la auténtica poesía, esa que el hombre "escribe en el[imborrable] aire" de este mundo.

y ahora sé por qué el verso vallejiano estuvo rondando y persiguiéndomea lo largo de estos años, mientras trabajaba en este libro, haciéndolo germinar.Esas tensas y bellas utopías no surgen más que en las muchas encrucijadas desujetos, discursos, representaciones y mundos profundamente heterogéneos.

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22 El tema es extensamente estudiadoen el Capítulo lIT.

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. .. EquisEquis S.A En el mes de Mayode 2011

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