ERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO NATURAL REFLEXIONES ...

12
D esde la visión de territorio de las au- toridades ambientales de los parques nacionales, el territorio, por ejemplo, del Parque Cahuinarí es, básicamente, un pedazo de la superficie terrestre. De ahí, so- bre este territorio que es común a indígenas y no-indígenas, se asume que es necesario establecer un diálogo entre concepciones cul- turales diferentes sobre ese objeto natural: es decir, entre la manera como se concibe el territorio desde la biología de la conserva- ción y la administración de áreas protegidas, por un lado, y la manera como la conciben los indígenas –una visión peculiar, cultural- mente específica. El propósito en este artículo es mostrar que, más que una concepción cultural diferente sobre un mismo objeto natural, los indígenas conciben el territorio como una red de rela- ciones sociales (y no sólo entre Homo sa- RESUMEN La construcción de un ordenamiento territorial armónico en la Amazonia pasa, indispensablemente, por la consolidación de buenas relaciones sociales, que permitan a las autoridades ambientales y a las comunidades indígenas com- prender y aprehender de sus respectivas visiones y conocimientos sobre el terri- torio, hacerlas compatibles y sentar las bases de una concepción vital y social de las áreas protegidas y habitadas, como se propone en este documento. Sólo así se podrá avanzar en la conservación y, sobre todo, en la reproducción de las formas de vida que conforman este ecosistema. piens) y como un paisaje construido por medio del sudor, la vida, la muerte, la me- moria. A partir de este punto se hace una reflexión crítica de la noción de diálogo intercultural, que se asume como un cami- no para llegar a acuerdos de manejo territo- rial. Lo que prima en el diálogo entre autoridades ambientales y autoridades indí- genas, desde el punto de vista de los prime- ros, es la cuestión de hacer compatibles concepciones diferentes; para lo indígenas, en contraste, lo primordial es establecer bue- nas relaciones sociales entre territorios dife- rentes. Si para las autoridades ambientales lo que es común a ambos es el espacio natural del parque, y lo que es necesario trabajar son TERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO NATURAL: REFLEXIONES SOBRE LA INTERCULTURALIDAD EN UN ÁREA SUPERPUESTA TERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO NATURAL: REFLEXIONES SOBRE LA INTERCULTURALIDAD EN UN ÁREA SUPERPUESTA BOGOTÁ, COLOMBIA DICIEMBRE DE 2007 Facultad de Administración * Este documento se publica gracias al apoyo financiero de la Embajada de los Países Bajos. JUAN ÁLVARO ECHEVERRI Cooperación Alemana al Desarrollo

Transcript of ERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO NATURAL REFLEXIONES ...

Desde la visión de territorio de las au-

toridades ambientales de los parques

nacionales, el territorio, por ejemplo,

del Parque Cahuinarí es, básicamente, un

pedazo de la superficie terrestre. De ahí, so-

bre este territorio que es común a indígenas

y no-indígenas, se asume que es necesario

establecer un diálogo entre concepciones cul-

turales diferentes sobre ese objeto natural:

es decir, entre la manera como se concibe el

territorio desde la biología de la conserva-

ción y la administración de áreas protegidas,

por un lado, y la manera como la conciben

los indígenas –una visión peculiar, cultural-

mente específica.

El propósito en este artículo es mostrar que,

más que una concepción cultural diferente

sobre un mismo objeto natural, los indígenas

conciben el territorio como una red de rela-ciones sociales (y no sólo entre Homo sa-

RESUMEN

La construcción de un ordenamiento territorial armónico en la Amazonia pasa,

indispensablemente, por la consolidación de buenas relaciones sociales, que

permitan a las autoridades ambientales y a las comunidades indígenas com-

prender y aprehender de sus respectivas visiones y conocimientos sobre el terri-

torio, hacerlas compatibles y sentar las bases de una concepción vital y social de

las áreas protegidas y habitadas, como se propone en este documento. Sólo así

se podrá avanzar en la conservación y, sobre todo, en la reproducción de las

formas de vida que conforman este ecosistema.

piens) y como un paisaje construido pormedio del sudor, la vida, la muerte, la me-moria. A partir de este punto se hace unareflexión crítica de la noción de diálogointercultural, que se asume como un cami-no para llegar a acuerdos de manejo territo-rial. Lo que prima en el diálogo entreautoridades ambientales y autoridades indí-genas, desde el punto de vista de los prime-ros, es la cuestión de hacer compatiblesconcepciones diferentes; para lo indígenas,en contraste, lo primordial es establecer bue-nas relaciones sociales entre territorios dife-rentes.

Si para las autoridades ambientales lo quees común a ambos es el espacio natural delparque, y lo que es necesario trabajar son

TERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO

NATURAL: REFLEXIONES SOBRE LA

INTERCULTURALIDAD EN UN ÁREA

SUPERPUESTA

TERRITORIO SOCIAL Y TERRITORIO

NATURAL: REFLEXIONES SOBRE LA

INTERCULTURALIDAD EN UN ÁREA

SUPERPUESTA

BOGOTÁ, COLOMBIA

DICIEMBRE DE 2007

Facultad

de Administración

* Este documento se publica gracias al apoyo

financiero de la Embajada de los Países Bajos.

JUAN ÁLVARO ECHEVERRI

Cooperación Alemanaal Desarrollo

2

FORO NACIONAL AMBIENTAL

las concepciones de cada uno sobre ese es-pacio natural, para las autoridades indíge-nas lo que es común es la condición humanade ambos, y la diferencia está más bien en elobjeto natural que cada uno construye como«territorio del parque». Estas perspectivascontrastantes se derivan de modelos territo-riales diferentes. Desde una perspectiva na-tural, el mejor modelo de un territorio es surepresentación cartográfica a escala sobre unmapa. Desde una perspectiva social, el me-jor modelo de un territorio es un cuerpo queteje relaciones.

Para ilustrar estas ideas tenemos un ejemplode superposición entre un resguardo indíge-na, el Predio Putumayo, y un área protegi-

da, el Parque Nacional Natural(PNN) Cahuinarí.

En este artículo se van a tocarcuatro puntos. En la primeraparte, se hace una historia socialdel término «territorio» como esempleado en la Amazonia. Lue-go, se hace más explícito lo queel autor quiere significar con es-tas dos perspectivas territoriales(física y social); el tipo de visiónterritorial que cada una privile-gia y el sentido que puede te-ner la expresión ordenamiento

territorial desde cada una. Estonos sirve de base para presen-tar el caso concreto de la super-posición entre el PNN Cahuinaríy el territorio miraña en el Me-dio Caquetá y contar una bre-ve historia de lo que allí ha

ocurrido. Con base en las experiencias de estarelación, se discute el asunto del diálogointercultural.

1. HISTORIA SOCIAL DE LA NOCIÓN

DE TERRITORIO INDÍGENA

El uso del término ‘territorio’ por parte delmovimiento indígena tiene una historia polí-tica particular, al menos en Colombia. Susantecedentes más notables tienen origen enlas diferencias del movimiento indígena delsuroccidente del país con los movimientosde ideología marxista revolucionaria. Aque-llos movimientos enarbolaban la consigna de«la lucha por la tierra»; entendida «la tierra»

como el medio de producción fundamentaldel campesinado, cuyo control había querecuperar. En la ideología de izquierda lospueblos indígenas eran asimilados con elcampesinado y con el proletariado en gene-ral. El desacuerdo que marcó una rupturaentre las reivindicaciones indígenas y las rei-vindicaciones de clase se dio precisamente alsubrayar la diferencia entre la lucha por la

tierra del campesinado y las reivindicacionesterritoriales indígenas. Esta concepción parti-cular de territorio hizo carrera en el movimien-to indígena nacional y ha adquirido unacomplejidad y sutileza nada despreciables quelo distancian tanto de un sentido meramentepolítico-jurisdiccional como del sentido reivin-dicatorio de la tierra como medio de pro-ducción.

Los territorios que reivindican los indígenas ensus luchas, aunque abarcan áreas de vivien-da, productivas y de extracción de recursos,pueden incluir otras áreas no necesariamenteligadas a la reproducción económica. Aun-que esta noción territorial se aproxima a lade territorio nacional, en la medida que re-presenta un patrimonio colectivo y definidorde la identidad (nacional o étnica), se dife-rencia en un aspecto crucial: un territoriopolítico-jurisdiccional se define primordial-mente por un límite cerrado y preciso, entanto que un territorio indígena, aunquepuede llegar a demarcarse y limitarse, sedefine, sobre todo, por marcas geográficasque señalan la ligazón de un grupo humanoa un paisaje y una historia.

Esta noción de territorio que ya había he-cho carrera desde los años setenta del sigloXX en la zona andina colombiana, se incor-poró al léxico político de las nacientes orga-nizaciones indígenas amazónicas en losochenta y noventa.

Este proceso coincidió con la promulgaciónde la Constitución Política de 1991. La Cons-titución, primero que todo, introdujo el con-cepto de ordenamiento territorial. Esaexpresión tenía poco sentido en el lenguajepolítico colombiano antes de 1991; el orde-namiento territorial se confundía con la zo-nificación ambiental, una tarea técnicabasada en la discriminación de áreas a partirde un conjunto de atributos físico-bióticos o–más recientemente– a partir de los datos

Los territoriosque reivindican

los indígenas en susluchas, aunqueabarcan áreas

de vivienda,productivas y de

extracciónde recursos,

pueden incluirotras áreas no

necesariamenteligadas a la

reproduccióneconómica.

TERRITORIO SOCIAL Y NATURAL:

REFLEXIONES SOBRE

LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

3

de sensores remotos. A partir de la Constitu-ción de 1991 el ordenamiento territorial co-menzó a ser concebido como un asuntopolítico que ponía en juego el reordenamien-to de las circunscripciones electorales, la dis-tribución de recursos, competencias yjurisdicciones, y representaba nuevas posi-bilidades de autonomía y acceso a recursospara regiones y sectores marginales –inclu-yendo a los pueblos indígenas.

Estos dos sentidos –técnico y político– delordenamiento territorial han venido confun-diéndose y traslapándose en los diferentesdiscursos y decisiones, pero sigue dominan-do la idea de que el ordenamiento territo-rial, es fundamentalmente un asunto dezonificación de áreas. La dificultad de hacerconcurrir dos concepciones de manejo terri-torial como la que se hace evidente en losplanes de manejo de los parques (basadosen las metodologías de zonificación ambien-tal), y las concepciones indígenas de manejoterritorial, nos lleva a preguntarnos sobre elsentido que tiene el concepto de territoriopara los indígenas, para lo cual creemos quela noción de territorio social puede ser unbuen punto de partida.

2. TERRITORIO SOCIAL

Si revisamos los planes de ordenamiento te-rritorial que han elaborado algunas organi-zaciones de indígenas de la Amazonia (ver,por ejemplo, los contenidos en Vieco et al.2000), notamos que el ejercicio de zonifica-ción está lejos de ser su preocupación cen-tral. El asunto central de estos planes, encontraste, es la legitimación étnica del gru-po, la reproducción del colectivo (educación,salud, economía) y la relación con otros gru-pos y con el resto de la sociedad.

Estos planes de ordenamiento territorial vanusualmente acompañados de mapas con al-gunas delimitaciones. Esos mapas sirven paraseñalar sitios históricos, mitológicos, o entesterritoriales legalmente definidos. Cuando seintentan ‘zonificaciones’ nuevas (deslindamien-to de áreas de grupos específicos, o de áreas‘sagradas’ o reservadas) estas tienen un ca-rácter tentativo o accesorio y no respondenal ímpetu central del plan, que es el ordena-miento de relaciones, más que la zonifica-ción de áreas geográficas.

Estas maneras de hacer ordenamiento terri-torial parten de una noción diferente de te-rritorio. Subrayo la palabra ‘diferente’ parahacer notar que no se trata meramente deuna diferencia cultural. No es tanto que estasea una concepción peculiarmente indígenadel ordenamiento territorial, sino más bienque los indígenas han articulado de estamanera esa noción de territorio; es diferenteporque es otra manera –en términos socia-les y vitales más que naturales y físicos– deconcebir el territorio.

Las tareas de zonificación y ordenamientopolítico-administrativo se basan en una no-ción física del territorio: territorio es un áreageográfica a la cual se le asig-nan significados o atributos (ca-racterísticas físicas, jurisdicciónpolítica, formas de propiedad,estatuto legal, etc.). En cam-bio, la noción social de territo-rio se concibe en un modelorelacional: como tejido, nocomo áreas. Si la noción físicade territorio se ajusta bien a larepresentación en mapas bidi-mensionales, la noción socialse ajusta mejor a una represen-tación modelada como uncuerpo viviente que se alimen-ta, se reproduce y teje relacio-nes con otros cuerpos. De aquíresulta coherente que el terri-torio sea frecuentemente re-presentado, en las versionesindígenas, como una maloca (cuerpo demujer) o que los rituales y ceremonias (in-tercambios entre grupos, curación) sean en-tendidos como manejo (ordenamiento)territorial.

Mi experiencia con los andoque y muinane,y en menor medida con los miraña, me haenseñado que el espacio geográfico es sólouna parte de lo que los indígenas quieren decircuando utilizan la palabra territorio. Primeroque todo, las palabras en lengua indígena paraexpresar la noción de territorio remiten a sig-nificados más vitales que espaciales. Tomo so-lamente un ejemplo del uitoto. Para los uitoto,hay por lo menos dos palabras que puedentraducir ese concepto: naghma, que pode-mos traducir como «las generaciones» (gen-te); y naghni, que quiere decir «impulso vital»

Si la noción física

de territorio

se ajusta bien

a la representación

en mapas bidimensionales,

la noción social se ajusta

mejor a una representación

modelada como un cuerpo

viviente que se alimenta,

se reproduce y teje

relaciones con otros

cuerpos.

4

FORO NACIONAL AMBIENTAL

(sexo). Es decir, territorio es entendido, pri-mero que todo, como pulsión vital.

Para entender cómo de esta noción se pue-de llegar a territorios expresados como es-pacios geográficos, echamos mano delmodelo de crecimiento de un ser viviente.El primer territorio de toda criatura es elvientre materno: un mar salino de donde ob-tiene su alimento y satisface sus deseos. Conla ruptura del nacimiento el territorio del bebédeviene el cuerpo de su madre y, sobre todo,su seno de lactar. Desde allí ese territorio,que ha sido único y autocontenido, tieneque establecer relaciones y tomar sustan-cias de otros ‘territorios’. El ser humano ensu crecimiento deberá tomar sustancias de

los espacios naturales (plantas yanimales) que son el territoriode otras especies, y más adelanteen su desarrollo, y al entrar enla etapa reproductiva, deberátomar una pareja de otro gru-po humano. Esta necesidad es-tructural de valerse de losterritorios de otros (es decir, delcuerpo de otros) para crecer yreproducirse, es lo que hace queel territorio se naturalice (paraincluir la chagra, espacios decacería, etc.) y se socialice alobligar a establecer relaciones,bien sea de conflicto o acuerdo,con otros agentes naturales ohumanos.

La concepción del territorio enmúltiples espacios genera un te-jido relacional con los territoriosde otros seres. Una característicafundamental de esta noción te-

rritorial es su forma de red y su estructuracióna partir de lo que denominamos canales. Ca-

nal es definido como apropiación de energíao sustancia vital de otro territorio, que deviene,bien en la dominación, en el conflicto y com-petencia, o en el establecimiento de relacio-nes ordenadas.

Estas ideas nos permiten redefinir la estruc-tura espacial del territorio, y reubicar la posi-ción del observador o agente que ‘ve’ eseterritorio desde una cierta ‘visión territorial’.Nuestros hábitos cartográficos nos han acos-tumbrado a buscar el territorio en los mapas

bidimensionales a escala. La visión del ob-servador es desde arriba y simultánea sobretodos los puntos del mapa, puesto que larepresentación a escala no tiene ninguna dis-torsión de perspectiva. El decir, el observa-dor está, necesariamente, fuera del mapa.

En contraste, la representación de un terri-torio social y vital no parte del modelo delmapa bidimensional a escala, sino del mode-lo de un cuerpo humano que crece, consu-me alimentos, tiene sexo, establece relaciones,se reproduce y se entreteje con otros territo-rios que también tienen sexo. En esta no-ción, la representación espacial del territorioadquiere la forma de una red o tejido derelaciones que pueden ser parcialmentecartografiables y en las cuales la escala no esun elemento crucial. Lo crucial son los cana-

les que conectan los nodos de la red. Porotra parte, el observador, en lugar de estarpor fuera y por encima del territorio, estáubicado en uno de sus nodos, a partir delcual construye y mantiene los canales o con-ductos con los nodos vecinos y participa ocontribuye al orden o desorden del sistemaen su conjunto.

Este modelo tiene consecuencias metodoló-gicas interesantes. Nuestra redefinición de te-rritorio y visión territorial nos hace tambiénreplantear el significado del ordenamientoterritorial. El modelo estructural que asimilaterritorio a las representaciones cartográficasde áreas geográficas conduce a una metodo-logía de ordenamiento que consiste en ubi-car la ‘información’ en capas (geología, suelos,vegetación, asentamientos humanos, serviciospúblicos, etc.) y luego, combinando y selec-cionando estas capas de información, delimi-ta áreas que desagregan el conjunto deinformación en subconjuntos más o menoshomogéneos. La visión territorial indígena, encontraste, apunta a una forma de ordena-miento que hace énfasis en el funcionamien-to de la red territorial a partir de nodosespecíficos, y no en la definición de áreas quesintetizan sus elementos formadores a partirde una cadena explicativa jerarquizada.

La noción de territorio como tejido de rela-ciones puede ser adecuada para involucrarla noción de interculturalidad en la defini-ción, por ejemplo, de un sistema de áreasprotegidas, y proveer un principio metodo-

La visión territorialindígena, en contraste,apunta a una forma de

ordenamiento que haceénfasis en el

funcionamientode la red territorial a

partir de nodosespecíficos, y no en la

definición de áreas quesintetizan sus elementos

formadores a partir deuna cadena explicativa

jerarquizada.

TERRITORIO SOCIAL Y NATURAL:

REFLEXIONES SOBRE

LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

5

lógico en la construcción de los planes demanejo de esas áreas. Esto es lo que abor-damos en las dos secciones siguientes dondepresentamos el caso de la superposición delParque Cahuinarí con el territorio tradicio-nal de la etnia Miraña.

3. LA ETNIA MIRAÑA

Y EL PARQUE CAHUINARÍ

Los miraña están asentados hoy en el medioy bajo río Caquetá colombiano (conocidoen Brasil como Japurá) y suman unas 200personas. Están emparentados lingüística-mente con los bora y los muinane. Los mirañadel Medio y Bajo Caquetá son los restos deuna población otrora numerosa que vivía enlas cuencas del río Cahuinarí y del río Pamá,afluente del primero. Fue en el tiempo elcaucho (1900-1930) que los miraña, juntocon los otros grupos de la cuenca Caquetá-Putumayo, quedaron diezmados a causa delas epidemias y las brutales exacciones de latristemente célebre Peruvian AmazonCompany o Casa Arana. Hoy en día, prácti-camente ninguno de los grupos de la cuen-ca Caquetá-Putumayo vive en los territoriosque ocupaban a principios del siglo XX (enlas cabeceras de las quebradas alejadas de losríos grandes) y se han reasentado en las már-genes de los ríos Putumayo, Caraparaná,Igaraparaná y Caquetá. Hacia los años cua-renta y cincuenta del siglo pasado, los mirañase reasentaron en la cuenca del Caquetá,donde viven actualmente.

Antiguamente, los miraña estaban organiza-dos en clanes exogámicos patrilineales que,e apariencia, ocupaban territorios propios yexclusivos –por lo menos así se señala en unode los mapas tradicionales que ellos mismoshan elaborado. Con la disminución demográ-fica, los éxodos y los reasentamientos, mu-chos clanes desaparecieron y los quesobrevivieron quedaron debilitados social-mente y reducidos numéricamente. En losactuales asentamientos encontramos convi-viendo clanes diversos, con prestigio social ydemografía variables. Los miraña tambiénhan contraído alianzas matrimoniales conmujeres de otros grupos, principalmenteyucuna, carijona y no-indígenas.

Desde la creación del Parque Cahuinarí, en1987, y del Resguardo Predio Putumayo, en

1988, (superpuesto sobre un 85 por cientodel área del parque), las relaciones entre losmiraña y la autoridad ambiental (UAESPNN, yantes el Instituto Nacional de los RecursosNaturales Renovables –Inderena-) han idodesde la oposición abierta hasta algunosacuerdos puntuales en lo local. En junio de2001 se suscribió un Convenio interadmi-nistrativo para la coordinación de la funciónpública de la conservación y manejo del áreadel Parque Nacional Natural Cahuinarí, en-tre el Ministerio del Medio Ambiente y laautoridad miraña, que representó un granavance al dar término a más dediez años de disputas alrededorde la legitimidad territorial decada una de las partes: losmiraña afirmando que el áreadel parque era parte de su te-rritorio tradicional, y la autori-dad ambiental alegando sucompetencia territorial de pro-tección de recursos emanadade la autoridad del Estado cen-tral.

En estas disputas los mapas hanjugado un papel en las reivindi-caciones de conocimiento y re-presentación territorial deambas partes. Nos preguntamosaquí qué tan efectivos son losmapas como artefactos de re-presentación del territorio, locual contribuye a ilustrar nues-tra noción de territorio social.

En la década de 1990 la elaboración demapas indígenas cobró un cierto auge, li-gado a reivindicaciones políticas. Incluso losmiraña han elaborado varios mapas. En1989 diseñaron un magnífico mapa tradi-cional, donde aparecen los nombres enmiraña de todas las quebradas y ríos, y seseñalan salados, sitios mitológicos y sitiosde origen de los clanes. Se trata de unmapa del territorio ancestral, que abarcacompleta el área del Parque Cahuinarí y larebasa varias veces. Este es un mapa llenode misterios, que revela parcialmente unaverdad que siempre se nos escapa; los si-tios son huellas de historias mitológicas,pero sus significados apenas se insinúan;está lleno de ‘secretos’ que no pueden serrevelados.

En estas disputas los

mapas han jugado

un papel en las

reivindicaciones de

conocimiento y

representación territorial

de ambas partes. Nos

preguntamos aquí qué tan

efectivos son los mapas

como artefactos de

representación del

territorio, lo cual

contribuye a ilustrar

nuestra noción de

territorio social.

6

FORO NACIONAL AMBIENTAL

El mapa es un inmenso y detallado acto deposesión simbólica y, así no entendamos susdetalles y su lógica, sí entendemos que cons-tituye una afirmación de legitimidad territo-rial que tiene fuerza política para disputar laspretensiones territoriales de las autoridadesambientales colombianas sobre su ParqueCahuinarí.

No es sorpresa enterarse que pocos mirañaconocen y entienden los nombres y lugaresde ese mapa tradicional, así como tampocoes sorpresa que pocos ‘blancos’ entiendanlos mapas que por su parte los científicos

–geólogos, ecólogos, botánicos–también elaboran para justificary manejar sus áreas protegidas:zonificación geológica, geomor-fológica, edafológica, de vegeta-ción, de clima, y una «leyenda»(en lugar de un mito) que lo ex-plica todo. Chamanes y científi-cos con mapas indescifrables queno se encuentran.

Después de elaborar este primermapa tradicional se siguieronhaciendo esfuerzos para ‘com-plementar’ y corregir el mismomapa: recorridos e investigacio-nes apoyados por ONG y agen-cias de cooperación, de los cualeshan quedado borradores y ma-nuscritos aún más difíciles deentender. Desde 1997, y a raízde un proyecto financiado porla Organización Internacional deMaderas Tropicales (OIMT), seretomó el asunto de los mapascon el propósito de llegar a acuer-dos para la coadministración deparque. Se cambió el enfoqueinicial para buscar puntos de en-cuentro entre la concepciónchamánica y los intereses de la

conservación. Los mapas se fueron domes-ticando, por así decirlo, en dos sentidos.

Por una parte, se ensayaron mapas más cer-canos a las viviendas, a los usos actuales(asentamientos, chagras, caminos, espaciosde pesca y cacería, espacios de recursos sil-vestres). En la elaboración de esos mapaslas mujeres, los pescadores, los cazadores yatenían algo que decir, no sólo los chamanes.

Por otra parte, se intentó des-chamanizar elmapa tradicional y, sin necesidad de explicarsus misterios y secretos, se intentó trazar zo-nas de manejo, a la manera de las zonifica-ciones ambientales: zona de viviendas ysubsistencia; zona sagrada, donde no puedeentrar nadie ni se puede hacer investigación;zona de protección; zona de manejo espe-cial de desovaderos de la tortuga charapa...Quedaron marcadas unas siete zonas, deli-mitadas por gruesas líneas y rellenas con co-lores. Tratando de volverlos accesibles a lasconvenciones cartográficas, biofísicas yzonificadoras de ‘los blancos’, los mapas in-dígenas fueron perdiendo su poder: repre-sentaban las áreas pero no el territorio vital.

El territorio del que hablamos es vital y rela-cional, no cartográfico. Los mapas de cientí-ficos y chamanes no alcanzaban a señalar eseterritorio. En los excesos de sus mutuas es-crituras (nominación exhaustiva de todos lossitios mitológicos y quebradas, demarcaciónexhaustiva de todas las zonas fisiográficas yde vegetación) lo que estaban señalando erael déficit de significación del desencuentro.Había mapas pero no había encuentro, nohabía juego, no había canal. Esos mapas–de los científicos, de los chamanes– señala-ban ese territorio pero por su ausencia.

Para encontrar ese territorio, antes que losmapas detallados, se necesitan los puntos deencuentro. El área del Parque Cahuinarí es laque lleva a los miraña y a la UAESPNN a en-contrarse. Mientras más significado le dé cadauno a esa área (mientras más la dibuje y laexplique), más aleja al otro. Los mapas quepretenden marcar toda el área como conoci-da son una distracción en la búsqueda delterritorio que sí hay que encontrar, conocer yrecorrer: el territorio de la relación mutua. Estesí es un territorio que podríamos llamar sa-grado, porque es vital, porque están en juegolas cosas que importan.

Hemos dicho que este territorio es un canaly hemos también insinuado que es un cam-po de juego, un espacio regulado donde seenfrentan dos jugadores. Ahora, ¿con quéreglas se juega ese juego?

4. ¿LA INTERCULTURALIDAD?

De la primera reunión en pleno del ÓrganoDirectivo para la implementación del Conve-

El territorio del quehablamos es vital y

relacional, nocartográfico. Los mapas

de científicos y chamanesno alcanzaban a señalar

ese territorio. En losexcesos de sus mutuasescrituras (nominaciónexhaustiva de todos los

sitios mitológicos yquebradas, demarcación

exhaustiva de todas laszonas fisiográficas y de

vegetación) lo queestaban señalando era el

déficit de significacióndel desencuentro.

TERRITORIO SOCIAL Y NATURAL:

REFLEXIONES SOBRE

LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

7

nio sobre el Parque Cahuinarí, quedó claroque ‘el convenio’, más que un instrumentolegal que formaliza la coordinación entre laautoridad ambiental nacional y las autorida-des indígenas miraña, es un proceso políticoy pedagógico. Se trata de una nueva formade hacer política, en el sentido de compartirel ejercicio de la función pública de la con-servación, que no consiste simplemente entransferir a las comunidades el ejercicio deunos cargos, sino de combinar dos modosde concebir el ejercicio de esa función públi-ca: conservación de un área protegida, paraUAESPNN, y cuidar el territorio, para las auto-ridades miraña.

El convenio tiene implicaciones en la defini-ción misma de los objetivos de la conserva-ción que deberá orientar los planes de manejodel parque. Para los miraña, el manejo estáfundamentado en dos principios que ellosdenominan «territorio» y «ley de origen». Enla reunión del Órgano Directivo, los mirañano revelaron mucho del sentido de estosconceptos, más allá de decir que son funda-mentales y que para ellos tienen un sentidomás profundo y diferente que para los blan-cos. Sin embargo, un punto es claro: la no-ción de territorio que está en la base del

manejo miraña está centrada en el conceptode la vida humana y su reproducción.

Como lo expresó el Cacique Boa, «el terri-torio nuestro es Centro», y agregó que «conla naturaleza tenemos que consultar». «Cen-tro» quiere decir vida humana (que se ma-nifiesta social y espacialmente en familias,clanes, chagras, rastrojos, inscripción del pai-saje), y los seres naturales también tienen susterritorios, por lo tanto el manejo tiene queser ‘consultado’, negociado. Él presentó losejemplos de la tumba de una chagra (dondeel humano habla a los dueños explicándolesque va a tumbar un pedazo de monte, peroque lo va a reemplazar con árboles frutales),y la cacería (donde el humano pide al due-ño animal algunas de sus ‘frutas’). El territo-rio es un espacio vital donde las relacionessociales no son sólo entre seres humanos,sino que también incluyen gente no huma-na.

En contraste, la noción territorial desde laciencia de la conservación está centrada enla vida silvestre, y la acción humana consisteen delimitar y demarcar áreas para garantizarla reproducción de esa vida silvestre. El siguien-te cuadro puede ilustrar estos contrastes:

Territorio indígena Área de conservación

En qué se enfoca En la vida y reproducción humanaEn la vida y reproducciónde la vida silvestre

Cómo se expresa

espacialmente

Un Centro que se expandey entra en relación con otros centros

Un límite que segrega un áreapara protegerla

Objetivos de

conservación

Consolidación del territorio(que se expresa en un “plan de vida”)

Mantenimiento de lascondiciones para la reproducciónde la vida silvestre(plan de manejo)

El cuadro anterior esquematiza el contraste,en términos políticos y de manejo de un área,de una visión física y natural (autoridadesambientales) y una vital y social (autorida-des miraña) del territorio. No se trata del en-cuentro de visiones ambientales diferentesque sería necesario poner a dialogar. Se tra-ta, mejor, de perspectivas diferentes que es-tán construyendo en modos contrastantes elobjeto mismo de lo que es negociable.

Utilizo el término «perspectiva» de maneradeliberada, en el sentido como ha sido ela-borado por Eduardo Viveiros de Castro(2002). Viveiros constata ciertos hechos fre-cuentes en la etnografía suramericana (y se-guramente más allá) que resultan difíciles deentender desde una perspectiva estrictamentenaturalista como, por ejemplo, la creenciacomún de que ciertos animales (dantas, ti-gres, peces, etc.) son ‘gente’ y que, desde el

8

FORO NACIONAL AMBIENTAL

punto de vista de ellos, nosotros humanossomos ‘animales’. Aquello que desde el pun-to de vista nuestro (como seres humanos)son objetos naturales –un salado o los fruta-les silvestres– desde el punto de vista de unadanta serían una maloca y una chagra. Estetipo de afirmaciones son ininteligibles (dehecho, irracionales) desde una perspectivaque concibe la naturaleza y sus objetos (plan-tas, animales, paisajes, etc.) como aquello queestá dado y es igual para todos.

Por lo tanto, desde esa perspectiva naturalis-ta, una danta es una danta y un humano esun humano, y son diferentes entre sí. Desde

un punto de vista contrastante,no-naturalista, la aseveración deque las dantas son gente esentendible si tomamos comopunto de partida que aquelloque está ‘dado’, aquello que escomún para todos: no la natu-raleza y sus objetos, sino un su-jeto que conoce. Los sereshumanos son sujetos, así comolas dantas y, cada uno, desde supunto de vista construye su na-turaleza: desde el punto de vistade los humanos, una naturale-za donde la danta es danta y unsalado es un salado; desde elpunto de vista de las dantas, unanaturaleza donde el humano es‘tigre’ (porque es su depreda-dor) y el salado una malocadonde se hacen bailes.

Así mismo con el cuerpo. En-contramos frecuentemente en

la etnografía amazónica la creencia generali-zada de que tener un cuerpo de Homo sa-

piens no es garantía para constituir un‘humano’. En otras palabras, el cuerpo deun humano no es un objeto natural; el cuer-po del humano debe ser construido activa-mente por medio de la alimentación, lascuraciones, las marcas y transformaciones.Si desde un punto de vista no-indígena en-tenderíamos que lo que existe es una únicanaturaleza humana, común a todos, sobrela cual se construyen múltiples «culturas» hu-manas; en una perspectiva contrastante ha-bríamos de entender que tenemos una únicacultura (la humana) sobre la cual se constru-yen múltiples naturalezas humanas. En lu-

gar de un multiculturalismo, como afirmaViveiros, hablaríamos más bien de un multi-naturalismo.

Estas nociones del perspectivismo, partien-do de ubicar aquello que es concebido comodado y aquello que es necesario construir,pueden ayudarnos a interpretar el cuadroen donde se comparan las visiones territo-riales de la UAESPNN y de las autoridadesmiraña, y que en principio hemos identifica-do como una visión física y natural (la pri-mera), y vital y social (la segunda).

Desde el punto de vista de la UAESPNN, lo dado,lo que es común para ambas partes, aquellosobre lo que no cabe ninguna duda, es elárea geográfica del Parque Cahuinarí, unobjeto natural. Aquello que hay que cons-truir son las acciones y decisiones sobre estaárea, un plan de manejo, asunto sobre elcual están dispuestos a concertar y nego-ciar con los indígenas en una suerte de diá-logo intercultural: incorporar a los principiosde la biología de la conservación lo que sesupone son unos principios comparables ycomplementarios de manejo indígena (de-rivados de una visión chamanística, peculiar,etc.).

Desde el punto de vista de las autoridadestradicionales miraña, y tomando como hi-pótesis nuestro planteamiento de un territo-rio social y vital, lo que está dado (y lo quees común a los indígenas, a la UAESPNN, a lasdantas, etc.) es la pulsión vital y reproducti-va de un cuerpo que va creciendo y estable-ciendo canales e intercambios con otroscuerpos (sociales y naturales); y aquello quetiene que construirse es el paisaje social ynatural donde ese cuerpo va expandiéndo-se y reproduciéndose: modificándolo, nomi-nándolo, estableciendo alianzas, etc.

Usualmente suponemos que los indígenastienen visiones o concepciones ‘distintas’ so-bre algo que asumimos que está dado: eneste caso el territorio del parque. Se trataríaentonces de procurar entender esa visióndiferente por medio de un diálogo intercul-tural. A partir del análisis anterior, estaríamosdándonos cuenta de que no se trata tantode visiones diferentes sobre lo mismo, sinode una misma visión que construye objetosdiferentes. En otras palabras, para los miraña,el parque no sería lo mismo que para la

Usualmente suponemosque los indígenas tienenvisiones o concepciones

‘distintas’ sobre algo queasumimos que está dado:en este caso el territorio

del parque. Se trataríaentonces de procurar

entender esa visióndiferente por medio de un

diálogo intercultural.

TERRITORIO SOCIAL Y NATURAL:

REFLEXIONES SOBRE

LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

9

UAESPNN, pero lo que sería igual es la huma-nidad de cada uno.

Un par de intervenciones durante la prime-ra reunión del Órgano Directivo sirven parailustrar este contraste. Un funcionario de laUAESPNN sintetizaba así la importancia del con-venio (mis cursivas): «El convenio no es sóloun texto, sino una nueva modalidad en latoma de decisiones sobre el manejo del te-rritorio». Comparemos con esta otra afirma-ción pronunciada por el cacique de los mirañaen la misma reunión: «No es otro pensa-miento [el del convenio], es el mismo pen-samiento de nosotros; esta es la forma dehacerle entender a la gente. Así se socializael convenio: hablando con la gente».

Para la UAESPNN lo interesante del convenioes que se trata de una innovación, una nue-va manera de hacer las cosas. Para los indí-genas, en contraste, el convenio no tiene porqué ser algo nuevo, debe ser lo mismo, elmismo pensamiento; lo que hay que haceres comunicarlo a la gente. Tenemos aquí loque aparentemente es un caso típico de ‘(in)comunicación’ intercultural; pero, de hecho,desde la perspectiva indígena, el asunto dela interculturalidad no tiene ninguna trascen-dencia. No se trata de un intercambio desaberes, donde entrarían en diálogo concep-ciones chamánicas y científicas sobre la na-turaleza y su manejo.

Para la UAESPNN, siguiendo una tendenciageneralizada de reconocimiento y valoraciónde lo indígena, ese diálogo intercultural esun avance político. Para los indígenas lo esen-cial no es el intercambio de conceptos, no-ciones y principios para el manejo del ParqueCahuinarí (como se expresa en los objetivosdel convenio), sino más bien el intercambiode gestos, palabras, sustancias y objetos. Paraexpresarlo en términos de Viveiros, no se tratade la construcción de almas (como serían losprincipios conceptuales de un plan de ma-nejo) sino de la construcción de cuerpos. Poresta razón, tal vez, los funcionarios de laUAESPNN han tenido la sensación de que losindígenas no parecen tener la conciencia deque esta es una oportunidad que les da elEstado de ser partícipes en la definición delas políticas ambientales y, por el contrario,parecen estar más interesados en el acceso alos cargos del parque (y sus correspondien-

En el ejercicio

político que hemos

revisado, el asunto

central de la negociación

no deriva del problema

de las diferentes

concepciones culturales

que habría necesidad de

poner en diálogo, sino

más bien del problema

de establecer buenas

relaciones sociales que

permitan el crecimiento

y reproducción de los

cuerpos.

tes salarios), a recursos económicos, a pro-yectos productivos, etc.

El cacique lo expresaba de manera contun-dente: «No es otro el pensamiento el delconvenio, es el mismo pensamiento de no-sotros»; y ese pensamiento de «nosotros»(los seres humanos, y me atrevería a afir-mar que en ese nosotros el cacique, sin di-ficultad, haría caber a todos los humanos),no es otra cosa que vivir bien, alimentarse,reproducir cuerpos y establecer buenas re-laciones con los otros, incluyendo la UAESPNN

y las dantas.

Lo interesante de un convenio (o, desdeotro punto de vista, un canal) no es tanto laformulación de principios y conceptos no-vedosos, sino la circulación desustancias y alimentos mutua-mente reproductivos. Esa cir-culación de sustancias, porsupuesto, es peligrosa, requiereregulación y cuidado; esto es,para los indígenas, el fundamen-to y principio del ‘manejo terri-torial’.

Palabras como territorio puedenser las mismas pero representarasuntos enteramente distintos.No es tanto que tengan signifi-cados diferentes, sino que, alestar ubicadas en perspectivasdiferentes, no tienen manera dehacer referencia a los mismosobjetos1. En el ejercicio políticoque hemos revisado, el asuntocentral de la negociación noderiva del problema de las di-ferentes concepciones cultura-les que habría necesidad deponer en diálogo, sino más biendel problema de establecer buenas relacio-nes sociales que permitan el crecimiento yreproducción de los cuerpos. Así lo expresaclaramente el cacique, «así se socializa el con-venio: hablando con la gente».

Si la UAESPNN espera de los indígenas un diá-logo intercultural en el cual ciertos principiosde manejo chamánistico complementen losprincipios de la biología de la conservaciónpara construir un plan de manejo de eseobjeto común que es el Parque Cahuinarí,

10

FORO NACIONAL AMBIENTAL

lo que esperan los indígenas de la UAESPNN esque establezca con ellos una relación socialque les permita a ambos reproducirse en susrespectivos cuerpos: los indígenas reprodu-ciendo sus familias, sus chagras, sus malocasy adquiriendo bienes y sustancias de los blan-cos que también necesitan para su vida; y laUAESPNN reproduciendo su modo de hacersecuerpo en la forma de una cabaña, estacio-nes de monitoreo, investigaciones, publica-ciones, etc.

Las ficciones del diálogo intercultural tienenel efecto de que ambas necesidades, ambosapetitos, queden insatisfechos: ni la UAAESPNN

obtiene los elementos de la visión chamanís-tica de la naturaleza (porque eso es un ‘se-creto’, etc.), ni los indígenas adquieren lareciprocidad mínima que esperan de un alia-do (por eso no es ‘lo importante’). Más quediálogo intercultural para entender el terri-torio (como objeto físico y natural), lo quese necesita son buenas relaciones socialespara construir el territorio (relación social yvital).

BIBLIOGRAFÍA

VIECO, J. J., FRANKY, C., ECHEVERRI J. A. (eds.)(2000). Territorialidad indígena y orde-

namiento en la Amazonia. Unibiblos, Bo-gotá.

VIVEIROS DE CASTRO. EDUARDO (2002). A incos-tância da alma selvagem, e outros ensaios

de antropologia. Cosac & Naify, SãoPaulo.

NOTAS

1 Como lo expresa Viveiros (2002: 349, mi traduc-

ción): «...pues las categorías de Naturaleza y Cultura,

en el pensamiento amerindio, no sólo no subsumen

los mismos contenidos, sino que además no poseen el

mismo estatuto de sus análogos occidentales; ellas no

señalan regiones del ser, sino más bien configuracio-

nes relacionales, perspectivas móviles, en suma – pun-

tos de vista».

TERRITORIO SOCIAL Y NATURAL:

REFLEXIONES SOBRE

LA INTERCULTURALIDAD

EN UN ÁREA SUPERPUESTA

11

Nº 20. INSTITUCIONALIDAD AMBIENTAL DEL DIS-

TRITO CAPITAL

Referirse a la institucionalidad ambiental del Dis-

trito exige plantearse la gobernabilidad de las en-

tidades distritales del nivel central, descentralizado

y local; los alcances de la restructuración; la ne-

cesidad o no de avanzar en nuevos esfuerzos de

descentralización y desconcentración; las cau-

sas y soluciones al deficiente funcionamiento de

las instancias e instrumentos de coordinación,

específicamente del Sistema Nacional Ambien-

tal (SINA) y del Sistema Ambiental Distrital

(SIAC), las que se plasman principalmente en

los fallidos intentos de articulación y en caren-

cias en las inversiones ambientales.

Nº 19. LA SABANA DE BOGOTÁ Y LOSECOSISTEMAS RELACIONADOS EN EL 2007

La ciudad de Bogotá influye de diversas formassobre los ecosistemas que la rodean, en especialsobre la sabana del mismo nombre. La Ley 99de 1993 declaró de interés ecológico nacional laSabana de Bogotá con destinación forestal yagropecuaria prioritaria (Artículo 61). Según laConstitución la protección de este patrimonioecológico es función de las autoridades territo-riales (Artículo 313) y el mantenimiento de lasfunciones ecológicas de cada predio es obliga-ción de su propietario (Artículo 58). La versiónfinal del POT de Bogotá estableció límites a laexpansión urbana en el borde norte, y a pesarde que la CAR todavía no ha declarado allí laReserva Forestal ordenada por el Ministerio delAmbiente, durante los últimos siete años el avan-ce de la urbanización se ha detenido en la Calle

222, no así en los municipios vecinos en donde

la construcción de urbanizaciones y de casas ais-ladas se ha acelerado. En este documento sedescriben las tendencias principales del uso de

la tierra en la Sabana de Bogotá, y se explica

cuáles son sus valores y límites. Se recuerda cuá-les son los problemas ambientales más antiguos,los que han surgido recientemente y los de ma-

yor profundidad, y para cada uno se proponen

soluciones. Finalmente se hace énfasis en la grancomplejidad del manejo ambiental de este terri-torio y en la necesidad de aplicar políticas de

carácter similar.

Nº 18. AIRE Y PROBLEMAS AMBIENTALES

DE BOGOTÁ

La calidad del aire de Bogotá se encuentra en

un proceso de deterioro. El principal contami-nante, el material particulado, está asociado a

altos costos sociales, debido a su relación con la

mortalidad y la morbilidad de la población. Es

POLICY PAPERS

emitido principalmente por buses y camiones a

diesel, motocicletas de dos tiempos, y procesos

industriales como la combustión de carbón. Los

factores más relevantes que han ocasionado este

proceso de deterioro incluyen: la obsolescencia

tecnológica, tanto en la industria como en el

transporte; el alto contenido de azufre del com-

bustible diesel y la falta de incentivos reales para

la utilización de tecnologías y combustibles más

limpios. Para llevar a cabo un plan realista de

mejoramiento de la calidad del aire en Bogotá,

debe fortalecerse sustancialmente la autoridad

ambiental y exigirse al gobierno nacional el me-

joramiento de los combustibles.

Nº 17. EL AGUA Y BOGOTÁ: UN PANORAMA

DE INSOSTENIBILIDAD

El origen del agua que abastece a Bogotá, suutilización y el estado en el que esta devuelve ellíquido a la región circundante son los ejes con-ductores que permiten explicar la compleja si-tuación en materia hídrica de la ciudad, que pasapor la búsqueda de fuentes de abastecimiento,las condiciones para determinar una de las tari-fas más altas de América Latina, la situación dela Empresa de Acueducto y Alcantarillado y lasconcesiones con multinacionales para gestión lo-cal y prestación de servicios, y los proyectos parala descontaminación de las aguas residuales,todos ellos temas claves para la próxima admi-nistración distrital, pero también la base paraun nuevo modelo de ocupación del territorio y

explotación de los recursos.

Nº 16. ESTADO Y PERSPECTIVAS DE LOSECOSISTEMAS URBANOS DE BOGOTÁ.PRIORIDADES 2008-2011

Bogotá crece dentro y fuera de los límites

distritales como un sistema metropolitano queengloba una serie de áreas naturales y semina-turales. La adecuada integración de estos eco-

sistemas al desarrollo de la ciudad es fundamental

para la calidad de vida, la seguridad física y lasostenibilidad de la capital y la región. Este do-cumento de política pública plantea las priori-

dades y las acciones correspondientes en la

gestión de los ecosistemas urbanos y periurbanospara los próximos cuatro años de la administra-

ción pública de la ciudad.

Nº 15. REFLEXIONES SOBRE EL TRANSPORTEEN BOGOTÁ

Este documento presenta un breve diagnósticode la situación del tránsito y el transporte en

Bogotá en términos del crecimiento del parqueautomotor, la situación de TransMilenio y del

12

FORO NACIONAL AMBIENTAL

LAS IDEAS EXPRESADAS EN ESTE DOCUMENTO NO COMPROMETEN A LAS INSTITUCIONES QUE HACEN PARTE DE ESTE PROYECTO.

EL FORO NACIONAL AMBIENTAL ES UNA ALIANZA ENTRE ECOFONDO, LA FUNDACIÓN ALE-JANDRO ÁNGEL ESCOBAR, LA FRIEDRICH EBERT STIFTUNG EN COLOMBIA -FESCOL, LA FUN-DACIÓN NATURA, GTZ -PROGRAMA AMBIENTAL, TROPENBOS INTERNACIONAL COLOMBIA,LA WWF COLOMBIA Y LA FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LOS AN-DES, QUE INICIÓ SUS ACTIVIDADES EN 1997, COMO UNA INSTANCIA DE CARÁCTER PERMA-NENTE. EL FORO ES UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN QUE BUSCA LA INTEGRACIÓN DE LADIMENSIÓN AMBIENTAL A LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO EN COLOMBIA.

CONSEJO DIRECTIVO: CAMILA BOTERO, MARTHA CÁRDENAS, FRANCISCO CANAL, RAFAEL

COLMENARES, ELSA MATILDE ESCOBAR, XIMENA BARRERA, CARLOS RODRÍGUEZ, MANUEL

RODRÍGUEZ BECERRA (PRESIDENTE).

EL PRESENTE DOCUMENTO FUE ELABORADO POR JUAN ÁLVARO ECHEVERRI,PROFESOR ASOCIADO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, SEDE AMAZONIA.

transporte colectivo, el estado de las vías y la

capacidad institucional para enfrentar los pro-

blemas. Propone una serie de acciones de políti-

ca pública en materia de integración de

TransMilenio con el sistema colectivo, la conti-

nuación de la fase 3 de TransMilenio, los

desestímulos al uso del vehículo privado, una

estrategia financiera para recuperar la malla vial,

y acciones en materia institucional.

Nº 14. ELEMENTOS DE ANÁLISIS PARALA EVALUACIÓN Y AJUSTE DE LASCORPORACIONES AUTÓNOMAS

REGIONALES Y DE DESARROLLO

SOSTENIBLE

Este documento describe algunos elementos de

análisis de las Corporaciones Autónomas Regio-

nales (CAR) relevando las excepcionales carac-

terísticas políticas, técnicas y jurídicas del

esquema corporativo utilizado por el Sistema

Nacional Ambiental de Colombia para la ges-

tión ambiental. Asímismo, identifica las princi-pales debilidades y desafíos que contextualizanalgunos criterios básicos de evaluación y ajusteque deberían tenerse en cuenta en la inminente

reforma que se aproxima.

Nº 13. LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍAEN EL SINA: DIFICULTADES, LOGROSY RECOMENDACIONES

El desarrollo de la ciencia y la tecnología se haestablecido como un componente central den-tro de las actividades del Sistema Nacional Am-biental (Sina), a través de cinco institutos que,en teoría, se especializan en áreas específicas deinvestigación. Su naturaleza jurídica, como cor-poraciones regidas por el derecho privado, ha

sido una gran fortaleza que ha permitido estabi-lidad, apalancamiento de recursos y una mayorflexibilidad. Esto ha incidido positivamente en

los logros obtenidos, entre los que se cuenta su

papel destacado en el apoyo técnico a las auto-

ridades encargadas de las políticas nacionales y

tratados internacionales, y la existencia de una

base para alianzas con los sectores productivos.

Sin embargo, quedan tareas pendientes, como es

el avance necesario de la investigación científica

básica a la producción tecnológica aplicable al

medio ambiente, su aprovechamiento sostenible

y su conservación. Este documento presenta tan-

to las dificultades como los logros en el proceso

de consolidación de los centros de investigación

científica y plantea que la integración con el Sis-

tema Nacional de Ciencia y Tecnología, el acer-

camiento a otras áreas de conocimiento y una

participación más activa del MAVDT en su ges-

tión son retos próximos que se deben resolver.

Nº 12. SISTEMA DE ÁREAS NATURALES

PROTEGIDAS DE COLOMBIA. ELEMENTOS

PARA LA EVALUACIÓN DE LA POLÍTICA PÚBLICADE CONSERVACIÓN

El modelo de conservación predominante enColombia prescribe exclusión o control estrictode la actividad humana en las áreas protegidas.Sin embargo, la distancia entre sólidos principiostécnicos y jurídicos y su limitada implementaciónha sido fuente de conflictividad prolongada, con-formando una política no evaluada, en ocasio-nes percibida como ilegitima y muy vulnerableante cambios políticos. Un vistazo al modelo deconservación como expresión de una política pu-blica, señala alcances y limitaciones, y permiteproponer elementos para su evaluación integral.Para enfrentar los cambios acelerados en los sis-temas ecológicos y sociales se esboza una agen-da de adaptación y transformación, que permitiríaconstruir un modelo de conservación más efecti-

va para las áreas protegidas.