Erna von der Walde - costumbrismo decimonónico

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    ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura

    CLXXXIII 724 marzo-abril (2007) 243-253 ISSN: 0210-1963EL CUADRO DE COSTUMBRES

    Y EL PROYECTO HISPANO-CATLICO

    DE UNIFICACIN NACIONAL

    EN COLOMBIA1

    Erna von der Walde

    Universidad de Essex, Reino Unido

    ABSTRACT:In the 1858-1872 period, a group of lawyers who met

    in the gathering ofEl Mosaico processed all the material collected

    by the Geographic expedition that had taken place between 1851and 1859 and which was lead by the Italian geographer Agustn

    Codazzi and made an overview of the Nation as a country made up

    of regions or areas. This picture got transmitted through the local

    customs. At the same time, Jos Mara Vergara y Vergara, co-founder

    of the gathering wrote the first history about the literature of Nueva

    Granada which is the basis for a new evaluation of the Hispanic

    colonial past. Both the regional vision of the local customs and the

    Hispanic-Catholic view by Vergara y Vergara showed to be the basic

    elements for the National unification which was consolidated under

    a conservative ideology since 1880.

    KEY WORDS:Local customs, hispanic-catholic project, geography,colonial past.

    RESUMEN: Entre 1858 y 1872, un grupo de letrados que se reunaen la tertulia de El Mosaico proces los materiales recogidos por

    la expedicin geogrfica que se haba realizado entre 1851 y 1859bajo la direccin del gegrafo italiano Agustn Codazzi y elaboruna visin de la nacin como un pas de regiones. Esta visin setransmiti a travs del cuadro de costumbres. Al mismo tiempo,Jos Mara Vergara y Vergara, cofundador de la tertulia, escribi laprimera historia de la literatura de la Nueva Granada a partir de lacual elabora una reevaluacin del pasado hispnico colonial. Tantola visin regional del costumbrismo como la hispano-catlica queciment Vergara y Vergara resultaron elementos fundamentales enla unificacin nacional que se consolid bajo la ideologa conser-vadora a partir de 1880.

    PALABRAS CLAVE: Costumbrismo, proyecto hispnico-catlico,geografa, pasado colonial.

    Entre 1858 y 1872, en medio de una crisis poltica, social

    y econmica que amenazaba con llevar a Colombia a

    una ruina total, un grupo de hombres y mujeres ilustres

    se congreg informalmente en la tertulia de El Mosaico,

    dedicada especialmente a asuntos literarios. Los fundado-res de este espacio fueron Jos Mara Vergara y Vergara,

    periodista y poltico conservador, y Eugenio Daz, autor de

    cuadros de costumbres y de la primera gran novela cos-

    tumbrista, Manuela(1859). Si bien, como en toda tertulia,

    las intenciones y proyecciones se formulaba ligeramente

    y no se pretenda llevar a cabo ningn proyecto de gran

    envergadura, de hecho este grupo result consolidando los

    contornos de la literatura nacional, afectando sus desarro-

    llos futuros, al mismo tiempo que su actividad le otorgun papel fundamental a la literatura en la formacin de

    imaginarios nacionales.

    El Mosaicose fund inicialmente como un espacio de di-

    fusin del costumbrismo y organiz su labor alrededor de

    ese gnero. La nocin con la que se oper era muy amplia

    y suelta, posicionando bajo el rubro otro tipo de escritos

    como las crnicas de viaje y los informes cientficos. En

    trminos generales, se catalog como costumbrismo todo

    trabajo de descripcin de los espacios geogrficos del te-

    rritorio nacional, de sus gentes, sus formaciones sociales

    y econmicas.

    Tras la muerte de Daz en 1865, el grupo qued en manos

    de Vergara y Vergara, la figura pvote, y es su obra la que le

    imprime a la labor relativamente informal de la tertulia el

    sentido de un proyecto de literatura nacional. La mayora

    de los miembros hacan pequeas contribuciones, orga-

    nizaban de vez en cuando los encuentros en sus casas

    (esto se registraba en las actas que se publicaban en la

    revista), pero el grueso de sus actividades transcurra en

    los crculos de la poltica o en otras publicaciones, comoes el caso de Jos Mara Samper, uno de los ideolgos li-

    berales ms influyentes del siglo; su mujer Soledad Acosta,

    periodista e historiadora, directora de la Biblioteca para

    seoritas;el periodista y educador liberal Manuel Anczar;

    o el gegrafo Felipe Prez. Fueron miembros ms cons-

    tantes y ms dedicados a la labor literaria especfica de

    El Mosaico, adems de Daz y Vergara y Vergara, sus fun-

    dadores, Jos Manuel Groot, autor y pintor costumbrista e

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    LICODEUNIFICACINNACIONAL

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    ideolgo catlico; Ricardo Carrasquilla, educador, autor decuadros de costumbres y orador catlico; y Jos ManuelMarroqun, novelista, cuentista, gramtico, compositor deuna ortografa en verso, y, aos despus, presidente de larepblica cuando los Estados Unidos intervino para separara Panam de Colombia en 1903.

    La tertulia se convirti en un lugar de autoridad sobrecuestiones literarias y Vergara y Vergara se hizo cargode organizar y ordenar las letras nacionales. Del crculosalieron publicaciones como La lira granadina (1860), unacoleccin de lo ms sobresaliente en poesa despus dela independencia, recopiladas por Jos Joaqun Borda yel mismo Vergara y Vergara, el Museo de cuadros de cos-tumbres (1866), recopilado tambin por este ltimo concolaboracin de otros miembros de la tertulia, publicacio-nes que arbitraban sobre calidad en forma y contenido yacompaadas de prlogos que definan valores naciona-les. En las reuniones del grupo se introduca a los nuevostalentos literarios y se someta a aprobacin los materialesque llegaban de distintos rincones del pas. La revista deEl Mosaico se convirti en un importante rgano de di-fusin de novedades literarias: en sus comienzos publicpor entregas Manuela, la novela de Daz, y en 1864 pre-sent las primeras poesas de Jorge Isaacs. Tanto Vergaray Vergara como Ricardo Carrasquilla leyeron y corrigieronel manuscrito de Mara (1867), la ms importante novelaromntica de Colombia.

    En este artculo, me ocupar de sealar las conexionesque existen entre el costumbrismo que cultiv El Mosaicoy el proyecto de unificacin nacional que cristaliz en ladcada de 1880 alrededor de una visin conservadora,hispano-catlica de la nacin. Me centrar en particularen los dos ejes que cultiv Vergara y Vergara: primero, ellugar que se le adjudic al costumbrismo como vehculode descripcin de la realidad nacional, para lo cual tendren cuenta los antecedentes, la procedencia de los mate-

    riales y el tipo de mapa imaginario, tanto geogrfico comosocial, de la nacin que contribuy a crear; segundo, eluso especfico que le dio Vergara y Vergara a este gnerocomo instrumento para hacer una revisin del pasado his-pnico colonial y los lazos que existen entre esta variantey su obra ms importante, la Historia de la literatura enla Nueva Granada (1867), la primera historia literaria deColombia y una de las primeras del continente (GonzlezStephan, 1987). La Historia resulta un espacio especial-

    mente privilegiado para analizar el papel que le cupo a laliteratura en el trazado de una continuidad cultural conel legado colonial espaol, sobre todo en lo que respectaa la lengua y la religin. En este punto, la obra de Vergaraconstituye una contribucin fundamental para la cimen-tacin del pensamiento hispano-catlico conservador quehabra de cristalizar en el proyecto de unidad nacional enla dcada de 1880.

    Quiero adems tener presente la funcin del costum-brismo en la creacin de la idea de Colombia como unpas de regiones que opera como la definicin bsica yfundamental de lo que es no slo la base geogrfica delterritorio, sino de manera significativa la divisoria culturaldel pas y, por ende, de su desarrollo histrico. Si bien lamultiplicidad y diversidad geogrfica, cultural e histricade Colombia son innegables, la regin es ante todo undiscurso, un dispositivo que se ha hecho operativo dentrode las relaciones de poder y en los conflictos polticos.Rebasa las intenciones de este ensayo hacer una crticade ese discurso, cuya complejidad atraviesa multitud deinstancias, pero es importante poner de presente que laregin opera como una ideologa. La regin en el discursode la nacin en Colombia ha tenido la funcin muy impor-tante de naturalizar formaciones sociales y econmicas,as como de organizar aspectos culturales e interpretarprocesos histricos. En este sentido, ha sido funcional paraocultar otras diferencias, para allanar y simplificar proce-sos sociales y culturales. Aqu sealar algunos momentosde la construccin de esa ideologa de la regin para lacual el costumbrismo fue un vehculo privilegiado.

    ELPROYECTODEUNIFICACINNACIONALYLAFUNCINDELALETRA

    La unificacin y consolidacin nacional en Colombia hacia

    1880 fue un fenmeno ms tardo que en la mayora delos pases hispanoamericanos. Desde la dcada del 40,profundas diferencias entre facciones de la elite fuerondefiniendo los perfiles de lo que habran de ser los dospartidos polticos, el liberal y el conservador. El puntoque los diferenciaba sustancialmente era el del papelque le adjudicaban a la Iglesia en los asuntos del estado.Esto tena, por supuesto, repercusiones que tambin eraneconmicas, pues los fueros eclesisticos significaban la

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    prdida de importantes rditos para la hacienda pblica ylos liberales, apoyndose en el racionalismo econmico, nodejaban de sealar este aspecto. Pero ms importante re-sultaba la disputa respecto al papel civilizador, moralizadory educador de la Iglesia que alimentaba los argumentosde los conservadores y les serva de base para definir alpueblo que queran gobernar. En las cuatro dcadas deintensa rivalidad y conflicto, en las que se lucharon cuatroguerras civiles a nivel nacional, tres de las cuales dieroncomo resultado una nueva constitucin2, se agudizaron lasdiferencias, se intensificaron los argumentos a favor o encontra de las posiciones y se demoniz al rival hasta elpunto de hacer imposible una reconcialiacin.

    Si bien, como afirma Cristina Rojas, a los letrados de laelites los una su voluntad de civilizar, en el discursopblico pesaban ms las diferencias, hasta el punto deque el partido opositor no se vea como un contendor sinocomo una desviacin de la verdad, y por tanto como algoque deba ser eliminado (Rojas, 2002, 35-41). Fue el mo-vimiento de Regeneracin nacional el que sali finalmentevictorioso en la contienda, un movimiento que tena comofigura poltica central a Rafel Nez, un liberal moderado,y como lder intelectual y moral a Miguel Antonio Caro, elconservador ms ilustrado, ms consistentemente catlicoultramontano e hispanista. Bajo la direccin de Caro seredact la constitucin de 1886, la cual habra de regir aColombia durante ms de un siglo, una constitucin queentreg a manos de la Iglesia la conduccin de la forma-cin ciudadana como una educacin moral.

    Dado el impacto de las guerras y la rivalidad poltica enla formacin de un proyecto nacional en Colombia, podrapensarse que el papel de la literatura no podra ser muysignificativo. Adicionalmente, hacia finales del siglo XIX,el pas consista en su mayor parte de comunidades cam-pesinas autosuficientes y el nivel de la matrcula escolarera bajsimo, apenas de un 5,3% en la dcada de 1870

    (Palacios, 1995, 17). Por lo tanto, hay que tener en cuentala doble funcin de la literatura. Por un lado, era el veh-culo a travs del cual se consignaba una realidad que seordenaba a travs de la escritura, formando as una imagendel pas. Esta labor estaba confinada casi en su totalidad alos crculos de letrados urbanos, bien fuera como produc-tores directos o mediadores de las producciones de otrosactores sociales (recopilaciones de folclore, introduccinde poetas de provincias, clasificacin del valor adjudicado

    a las diversas producciones), constituyendo lo que ngelRama llam la ciudad letrada (1984). Esta ciudad letradaestaba directamente ligada al poder, no slo porque engeneral los escritores eran tambin polticos (y las msde las veces, la viceversa: los polticos adiestraban su artedel buen gobierno a travs de la pluma), sino porque enltimas la lgica que comandaba la letra era la que bus-caba imponerse sobre una realidad que se perciba comocatica, desenfrenada y, en trminos generales, inciviliza-da. De ah que se pueda establecer, como lo hace Rama,una continuidad sin fisuras entre el proyecto civilizatoriocolonial y el republicano poscolonial.

    Ms all de la superficial diferencia entre la cultura letraday la oral cuando se mide slo por los medios que utilizanpara su transmisin, lo que separa sustancialmente al le-trado del resto de la comunidad es el logos civilizador ycolonizador que impulsa a travs de la letra. Es decir, no esel medio mismo la escritura, sino su inscripcin dentrode una sociedad dividida en castas, razas y clases lo quehace que la prctica del hombre de letras hispanoameri-cano se entienda como una continucacin de esa lgica.El espacio de la letra se traduce en un espacio de controlde los cuerpos (abolicin de otras prcticas escriturales)y de las mentes (saber decir) que se halla estrechamenteligado a la vigilancia del lenguaje por medio de la normagramatical.

    El lugar en el que se confunden las prcticas del hombre deletras como observador y escribano del mundo circundantey como actor dentro de l en cuanto gobernante son lasConstituciones. Esto pude verse claramente en el caso deAndrs Bello, cuya obra como poeta, gramtico y legisladorconjuga magistralmente las tres variantes letradas dentrode un proyecto civilizatorio de profundas repercusiones.Las visiones que se ponen a prueba tentativamente en lapoesa (como en la Silva a la agricultura de la zona trrida,su proyeccin de una civilizacin fundamentalmente fisio-

    crtica) se traducen en normas y leyes que han de regirlos destinos de naciones (Chile, en este caso). La consti-tucin colombiana de 1886 tradujo en muchos sentidosla visin que tena Miguel Antonio Caro de lo que debaser el pueblo colombiano. Un punto ilustrativo es el quese refiere al voto. Mientras los liberales, temerosos de lainfluencia que poda ejercer la Iglesia en los analfabetos,preferan un voto restringido a los hombres mayores de21 aos que supieran leer y escribir, Caro, profundamente

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    convencido del espritu catlico que deba imperar en to-dos los asuntos pblicos, abog a favor de, e impuso, elvoto universal para todos los hombres, sin importar sunivel educativo. As, de hecho, lo que es en apariencia unmedida ms democrtica, dadas las condiciones reales delpas result en su contrario, y las elecciones quedaron enbuena medida supeditadas a los mensajes que se emitandesde el plpito.

    Una segunda funcin que ejerci la literatura fue la deuna pedagoga de lo nacional. Si mucha de la labor deobservacin, consignacin y ordenamiento se efectaba atravs de la escritura, las cartillas, los libros escolares ylos manuales se constituyeron en procesos de seleccin ydiscriminacin de textos para servir como reflejo de loque era el pueblo de la nacin. Estas ayudas pedaggicascumplan el cometido de canonizacin e institucionaliza-cin de los textos para uso de la educacin ciudadana ycomo vehculos para la construccin de una hegemonacultural, entendida en un sentido estrictamente grams-ciano: la conformacin de una cultura comn, de valorescompartidos en la que todos los habitantes de la comuni-dad, sin importar las diferencias de clase, raza, gnero, etc.,encuentren los puntos de convergencia que los identificacomo miembros de la nacin.

    Como instrumento pedaggico, estos textos no tenan quecumplir el requisito de efectivamente mostrar la diversidadcultural, racial, social y dems de que se compona la na-cin, sino educar a los pobladores dentro de un sistema devalores que, si compartan, los integraba a la comunidad.Es decir, no era dialgica sino ms bien catequizadora; yde hecho, muchos se organizaban como catecismos, en unsistema vertical de transmisin de valores. Los textos esco-lares no eran un lugar de encuentro en el que se explorabala diversidad, sino un lugar de imposicin de la unidad.

    No toda obra literaria se prestaba para dicha misin mo-ralizadora y pedaggica, y las ms de las veces, como esobvio, estas compilaciones dicen mucho menos sobre lanacin y mucho ms sobre la mentalidad y los cometidospolticos e ideolgicos de los compiladores. Cuando sehaca inevitable la presencia de obras cuyo contenido ocuyos autores no se condecan del todo con el espritude los educadores, las exgesis literarias se encargabande poner los textos en su lugar, de indicar los valores quemerecan exaltarse y condenar los reprochables. As, el

    comentario literario se converta en escuela moral. Esteaspecto pedaggico cobr mayor fuerza con la ampliacinde la matrcula escolar bajo lo regmenes conservadoresentre 1880 y 1930 (Palacios, 1995, 17), el perodo conocidocomo la hegemona conservadora.

    El proyecto civilizatorio, que en el siglo XIX se traducaante todo en un orden mercantil moderno, se defenda acapa y espada con ideas liberales y se atacaba desde elproyecto civilizatorio alternativo, el del legado hispano-catlico. La labor de El Mosaico en la dcada de 1860 eneste contexto resulta especialmente interesante. Si bien lascontribuciones personales de sus dos fundadores, EugenioDaz y Jos Mara Vergara y Vergara, pasaron a alimentarmuy directamente la ideologa conservadora, en trminosgenerales, la tertulia se constituy como un espacio pol-ticamente neutro en el que participaban tanto conserva-dores como liberales, en el que se incluyeron produccionesde muchos hombres y mujeres de letras y, en esa medida,pudo reclamar un carcter nacional. En su multifacticalabor, Vergara y Vergara como conductor de este grupo deletrados supo organizar tanto la labor exploradora de lonacional como la pedaggica.

    LOSLEGADOSDELPASADO, LASEXIGENCIASDELPRESENTE - ELMOSAICOYLA COMISIN COROGRFICA

    La actividad en el campo de las letras que llevaron a caboVergara y Vergara y los miembros de El Mosaico puedeentenderse como la de la elaboracin de una definicin dela cultura nacional. Su labor devino en la configuracin deun mapa social de la nacin que sirvi de base para unapedagoga civilizatoria y ciudadana, especialmente en elproceso de canonizacin e institucionalizacin de las obrasliterarias en manos de los conservadores. Pero esto habrade ser un fenmeno posterior. En esta parte me ocuparde los antecedentes ms importantes que suministraronen buena medida los materiales de los que se vali el gru-po, as como los momentos que definieron las posicionesideolgicas que le cupo promover. El Mosaicoes el espaciocultural en el que confluyeron dos fenmenos de la mitadde siglo: la creacin de los partidos polticos y la radicali-zacin de la posiciones, por un lado, y la constitucin deuna expedicin cientfica de explorcin de la geografa, labotnica y las gentes del pas que se llev a cabo entre

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    1850 y 1859 bajo el nombre de la Comisin Corogrfica,

    comandada por el geogrfo italiano Agustn Codazzi.

    Entre 1849 y 1853, se introdujeron una serie de reformas,

    conocidas en la historiografa como la Revolucin del

    Medio Siglo, que transformaron radicalmente la sociedad

    colombiana. Los eventos de Francia en el 48 produjeron

    un gran impacto en las nuevas generaciones granadinas

    y se dio un gran impulso a las ideas liberales con fuertes

    toques socialistas y romnticos. Entre las ms notables y

    duraderas, se encuentra la abolicin de la esclavitud en

    1851. Estas reformas tuvieron como efecto, asimismo,

    una mayor radicalizacin de las diferencias partidistas y

    de hecho dieron origen cabal a los partidos. La abolicin

    del fuero eclesistico y la expulsin de algunas rdenes

    religiosas, como la Jesuta, motiv una rebelin de los

    conservadores en 1851 y, por haber surgido y tenido

    ms fuerza en la regin predominantemente esclavista

    del Cauca, se vio ligada con el descontento que produjo

    tambin entre los terratenientes de la zona la abolicin

    (Safford y Palacios, 2002, 205). En materia de programas

    polticos, se consolid la alianza entre el conservatismo

    y la Iglesia y el partido se perfil escencialmente como

    defensor de los intereses de sta. A su vez, los liberales

    se dividieron, se produjeron fracciones entre los ms y

    los menos radicales (glgotas y draconianos) y la crisis se

    precipit en 1854 con un levantamiento de artesanos y el

    golpe de estado del General Jos Mara Melo. Se restituy

    el orden constitucional a los pocos meses, pero el espritu

    revolucionario de las reformas se fue apagando ante los

    muchos impedimentos.

    Los debates de medio siglo y las consecuencias del re-

    vuelto ambiente poltico siguieron reverberando a lo largo

    de la dcada. En la obra de los fundadores de El Mosaico

    hay una clara intencin de contestacin a las influencias

    francesas e inglesas, una afirmacin de lo colombiano

    como una cultura ajena a estas ideas. El texto que motiv

    la fundacin de la tertulia, la novela Manuelade Eugenio

    Daz, satiriza con fina irona las pretensiones socialistas y

    el idealismo romntico del joven letrado urbano ante las

    crudas realidades del gamonalismo y las pugnas de poder

    locales en el campo. Bajo la firma mano de Vergara y

    Vergara, el realismo costumbrista se orient para servir de

    base a un realismo poltico. La realidad colombiana deba

    explorarase y entenderse desde sus propias condiciones,

    sin las afectaciones de ideologas forneas. La consigna de

    Daz, el cuadro de costumbres no se inventa, se copia,

    sirvi de impronta para definir no slo el gnero sino lo

    que sera la base de la literatura nacional como registro

    de una cultura nacional autctona.

    Como parte de las reformas, con el fin de tener una base

    cientfica clara para poder proyectar el progreso de la

    nacin, se concibi en 1849 la Comisin Corogrfica.

    Con estas reformas se trataba, en parte, de implementar

    los ideales radicales de los liberales, pero en concreto

    de modernizar y racionalizar la administracin pblica y

    sacar al pas de la condicin de atraso econmico en que

    se encontraba. Para ello era fundamental observar cules

    eran los trazados de la divisn territorial, notoriamente

    inestable por causas polticas, y fijar criterios geogrficos

    con base cientfica, as como sobre principios econmicos

    de eficiencia comercial y administrativa3. Adems, era ne-

    cesario hacer una evaluacin de los recursos, inventarios

    de caminos y censos de poblacin. As, una tarea de la

    Comisin era la de hacer levantamientos de mapas y

    clculos poblacionales para establecer una divisin te-

    rritorial ms racional y un equilibrio entre las regiones.

    Pero sobre todo, esta exploracin del pas tendra como

    fin establecer las polticas de progreso econmico, de-

    terminar cules eran las actividades de las que el pas

    podra sacar ms provecho en sus relaciones comerciales

    con Europa.

    El legado de la Comisin Corogrfica es enorme y est

    an por evaluarse mucho de lo que hicieron Codazzi y sus

    acompaantes, as como los posteriores desarrollos cien-

    tficos y culturales que se vieron tocados por esta obra.

    Entre lo ms notable de su labor se encuentra el trabajo

    de sentar la base cartogrfica de la nacin, las numerosas

    descripciones geogrficas y el establecimiento de ele-

    mentos a partir de los cuales se delimitaran las regiones

    naturales (ros, montaas, etc.). De aqu sali la divisin

    regional de Colombia, que se elabor realmente slo hacia

    finales del siglo XIX y principios del XX con la obra del

    gegrafo Francisco Javier Vergara y Velasco4. El botnico

    Jos Jernimo Triana, el cientfico ms ilustre del pas en

    el siglo XIX, trabaj con la Comisin y culmin sus labores

    en Francia publicando obras sustanciales sobre la botnica

    colombiana e importantes contribuciones a los sistemas de

    clasificacin de las plantas. El trabajo de Triana conectaba

    la labor de la Comisin con el legado de la Expedicin

    Botnica de 1783-1808 dirigida por Jos Celestino Mutis

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    y en la que trabajaba el ms renombrado cientfico de lapoca, Francisco Jos de Caldas.

    La Comisin se disolvi poco despus de la muerte deCodazzi en 1858. En el espacio de la cultura nacional, fueEl Mosaicoquien se encarg de procesar parte del legado.Varios de los miembros de la tertulia haban participadoen la Comisin o fueron continuadores de su labor unavez se disolvi, como es el caso del periodista ManuelAnczar y del gegrafo Felipe Prez. Es en el espacio dela Comisin que cobra impulso y alcance el cuadro decostumbres, lo que supo capitalizar El Mosaico para leproyecto conservador, aun cuando en sus orgenes no sloera liberal, sino que buscaba ser cientfico y objetivo. Elrgano de difusin ms importante fue el peridico Elneo-granadino, creado en 1848 por Manuel Anczar parapromover el proyecto liberal5. All se publicaron entre 1850y 1852 los artculos que ste, como miembro de la Comi-sin y bajo el seudnimo de Alpha, iba escribiendo sobrela marcha y en los que haca descripciones detalladas depaisajes, caminos, poblados y gentes6. Asimismo, en eseperidico se publicaron los cuadros de costumbres de Ma-nuel Mara Madiedo, posteriormente miembro importantede El Mosaico (Loaiza, 1999b, 72). Anczar invitaba a suslectores a enviar contribuciones de descripciones locales,informes sobre el estado de los caminos, las condicionesde las poblaciones, etc. As, entraba al espacio de la revistaun contingente inesperado de contribuyentes de provincias(Loaiza, 1999b).

    Para la Comisin se designaron tambin pintores quecrearan una coleccin de lminas para ilustrar los dife-rentes aspectos estudiados. La mayora de las pinturas ylos dibujos que elaboraron Manuel Mara Paz, Henry Price yCarmelo Fernndez no se publicaron sino hasta 1957 (Sn-chez, 1998, 563). Sin embargo, s hubo una gran difusinde los cuadros de costumbres del pintor ms importantede Colombia en el siglo XIX, Ramn Torres Mndez, quienno form parte de la Comisin pero en cuya obra se puedever el tipo de conocimiento que se estaba produciendo. Suslminas impusieron un estilo de representacin que dejuna fuerte impronta en la imagen que se cre de las cas-tas, clases y razas en el pas. El trabajo de Torres Mndezconvergi con el de El Mosaico. Conservador convencido,Torres tambin us la ligereza del costumbrismo para ca-ricaturizar tipos sociales y, por supuesto, tipos polticos(Snchez, 1991).

    La tertulia de El Mosaico se hizo cargo, en parte, de di-fundir el trabajo de la Comisin y al mismo tiempo definielementos de su trabajo a partir de lo obtenido por ella. As,

    en la importante recopilacin que hizo Vergara y Vergaracon otros miembros del grupo de lo ms representativo delgnero costumbrista en Colombia, el Museo de cuadros decostumbres (1866), figuran multitud de crnicas de viajede miembros de la Comisin. La definicin de costum-brismo result, por ende, muy amplia, desde la variantepicaresca social que se adoptaba de los modelos espaolesde Larra y Mesonero Romanos, pasando por elucubracionessobre las prcticas sociales o polticas, hasta las crnicasde viajeros en un formato descriptivo a medio caminoentre lo cientfico y lo narrativo.

    Un mapa imaginario de la nacin, con sus diferencias re-gionales, las caractersticas de sus poblados, las dificulta-des en las comunicaciones, sus grandes baldos, sus selvasinhspitas, los obstculos para el comercio, el progreso yla civilizacin adquiri forma en este cuadro impresionistaque brindaba la recopilacin. Hasta bien entrado el sigloXX, el costumbrismo dominaba la representacin de larealidad social en Colombia, especialmente la rural7.

    El costumbrismo result un vehculo apto para crear unmapa cultural del pas como mosaico, una imagen queposibilit imaginar la unidad en la diversidad, para usaruno de los lemas del hispanismo actual. El conjunto ampliode cuentos, poemas, crnicas de viajes, coplas, lminas ydems materiales que podan ubicarse bajo el rubro, enlos que se retrataban tipos humanos con el trasfondo depaisajes, ilustrando las diferentes formaciones socialesy econmicas, se registraban los hbitos, las fiestas, lasprcticas religiosas, las industrias, las labores del campo,permitieron trazar los contornos de una comunidad ima-ginada. Los cuadros de costumbres permitan establecerlos elementos comunes entre poblaciones disperas en unavasta y azarosa geografa e incomunicadas por falta decaminos.

    El estilo sencillo y su voluntad documentalista permitanregistrar las variantes lingsticas de las diferentes regio-nes. Contribuy en esto a sealar las lneas por dondepasaba la divisoria fundamental entre el uso correctode la lengua por parte del letrado, cuya mirada construael conjunto que se describa, y las desviaciones que seobservaban en el uso de las gentes comunes. A la vez que

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    su sencillez lo haca accesible a la poblacin semialfabeta,consolidaba la legitimidad del letrado para gobernar.

    Por la naturaleza misma del gnero, las escenas de costum-bres tendan a ser estticas. En ellas la accin era muchomenos importante que la descripcin, la ancdota erainsignificante. Presuponan, en ese sentido, un deseo porparte del lector de adquirir conocimiento sobre las basesmateriales del pas ms que una curiosidad novelesca. Elestatismo del cuadro de costumbres ubicaba a los perso-najes en un espacio, pero suspendidos en el tiempo. Encontraste con la conciencia histrica del letrado, la reali-dad histrica de los retratados quedaba al margen de lahistoria, para usar la frase con la cual design EuclidesDa Cunha a las poblaciones amaznicas.

    LADEFINICINDELACOLOMBIANIDADAPARTIRDELAREVISINDELPASADOCOLONIAL

    Un proyecto importante que se albergaba dentro delconjunto mayor de la misin de la Comisin Corogrficaera el de atraer imigracin extranjera8 y esto tambindej una huella en el proyecto de El Mosaico. Estacuestin haba estado en la lista de programas de go-bierno desde los inicios de la era republicana (Snchez,1998, 197). Aunque el pas estaba bastante despobladoy muchas explotaciones comerciales no eran posiblespor falta de mano de obra, la inmigracin se conci-bi siempre como un gesto civilizatorio encaminadoa atraer europeos del norte y norteamericanos, cuyoespritu de empresa habra de promover el progreso. En1849, el secretario de gobierno del entonces presidenteToms Cipriano de Mosquera formulaba la cuestin enlos siguientes trminos:

    En la Nueva Granada se notan todas las condiciones de lospases que necesitan mas (sic) el poderoso fomento de lainmigracin: extenso territorio, poblacin poco numerosa,eterojeneidad de razas, languidez industrial, escasa i difcilcomunicacin. Necesitamos, por tanto, civilizar i poblarnuestros baldos, aumentar la raza blanca, dar aliento altrabajo i las artes, desarrollar los fecundos jrmenes de ri-queza que encierra nuestro vasto suelo, impulsar las mejorasmateriales i nuestros progresos morales (citado por Snchez,1998, 197).

    El gobierno nunca dispuso de los fondos necesarios paracrear un programa de inmigracin y qued como nicorecurso el de usar un medio indirecto a travs de la

    prensa, en la que se poda publicar descripciones del pas,de las ventajas naturales, polticas i sociales, para atraera los extranjeros (Snchez, 1998, 204). Se consideraba quelas lminas creadas por los pintores de la Comisin podanservir para tal fin, es ms que esta era su principal raznde ser, pero nunca se publicaron, quizs por falta de dinero(Snchez, 1998, 570). El trabajo de El Mosaico result enparte orientado por los impulsos de esta poltica. Como seve expresado en el prlogo al Museo de cuadros de cos-tumbres, la intencin primera es que los volmenes seanledos en el extranjero, su propsito el de servir para dara los que no nos conocen alguna idea de lo que somos yde lo que hemos sido (Vergara y Vergara, 1866, 2). As, lasactividades de El Mosaicorevelan una elemento crucial delo que constitua el ejercicio de la letra en el siglo XIX: ellevantamiento de las caractersticas del pas para el usode los extranjeros que se quera atraer.

    Por ms que se frustrara, los debates sobe la inmigracinalimentaron las nociones de lo que defina la colombia-nidad, afectaron las formas de cmo establecer el ca-rcter de la nacin y de sus gentes. Atraer europeos delnorte y norteamericanos planteaba un problema que, enmedio de las pugnas entre liberales y conservadores, ibaa cobrar peso especfico: el de la cuestin religiosa. Sesobreentenda que la poblacin colombiana era catlica,pero los inmigrantes que se quera atraer iban a ser muyprobablemente protestantes. Fundamentalmente, la pre-gunta era si se declaraba libertad de cultos o se exigala conversin.

    En este punto de la identidad religiosa de la nacin ha-bra de fortalecerse el pensamiento catlico. Un frente lohabra de cubrir Miguel Antonio Caro con sus ataques alutilitarismo como como un pensamiento forneo que nose condeca con el legado hispnico colonial y como unafilosofa sensualista que se contradeca con la razn, laverdad y en ltima instancia con el fundamental senti-miento catlico de los colombianos (Caro, 1869). En elfrente de la cultura nacional, Vergara y Vergara hizo unapoderosa reevaluacin del legado espaol, que contribuya fundar la nacionalidad en el pasado colonial y crear unacontinuidad entre ese pasado y el presente de la nacin atravs de la countinuidad en las letras.

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    Es en este sentido que la Historia de la literatura en laNueva Granada desempea un papel central en el esta-blecimiento de la cultura colombiana como una cultura

    escencialmente hispnica. Se relaciona con la prcticacostumbrista en su tarea de mantener la colombianidadcomo una identidad de lo autctono, pero lo define deantemano como lo producido en el largo proceso histricode aculturacin de las poblaciones originarias y de hispa-nizacin de la cultura. Puesto que no se ocupa, como lohace el costumbrismo, de las clases populares sino de latradicin letrada culta, la Historiaestablece la legitimidadde las clases gobernantes a travs de la continuidad de una

    tradicin que se remonta al pasado colonial y cuya lneade continuidad se traza en la letra.

    El revisionismo histrico de Vergara y Vergara se centra ensu reinterpretacin de la Independencia. La historiografarepublicana haba sido en general una tarea de liquidacindel pasado. Su retrica narrativa se centraba en las revo-luciones como un momento de ruptura, de nacimiento deun nuevo orden. Atrapados por las viejas formas sobrevi-van, sin embargo, las masas iletradas (Colmenares, 1986,xxiii-xxiv). El argumento de Vergara y Vergara se construyecomo una refutacin a las fuertes crticas contra la colo-nia espaola, que se remontan al Memorial de agraviosdeCamilo Torres, pasan por la Carta de Jamaica (1815) deSimn Bolvar y haban se reitereaban sistemticamentesobre todo en las crticas de los liberales colombianosen el medio siglo (ver J. M. Samper 1861 y M. Samper1867). Su visin es que la generacin de 1810 no podahaber surgido de la nada, sino que era preciso reconocerla existencia de una labor anterior y muy anterior ella;de un desarrollo del espritu, lento si se quiere, pero queexisti (Vergara y Vergara, 1867, 7). La figura clave sobrela que gira el argumento es la del botnico, astrnomoy gegrafo Francisco Jos de Caldas, justo la figura quetambin reclamaban, desde un espritu cientfico ilustradomoderno con tendencias utilitaristas, los liberales de laComisin Corogrfica.

    El dispendioso recorrido que hace Vergara y Vergara por lasletras coloniales, desde la fundacin de Bogot en 1538hasta la independencia en 1819, es un inventario de auto-res y escritos cuya finalidad central es trazar, para ponerloen trminos foucaltianos, la arqueologa y la genealogade Caldas como figura pvote de transicin, heredero de lomejor de lo espaol y cuyo legado cientfico es lo mejor de

    Colombia. En un gesto que subraya su propio patriotismo,tras declarar que Cristiano, trabajo para mi religin: ciu-dadano, trabajo para mi patria, Vergara y Vergara firma el

    prlogo de la obra el 20 de julio de 1867, en el aniversariode la independencia (15).

    El gesto de apropiacin de Caldas para la causa hispanistacatlica es mucho ms complejo de lo que se revela en lasimple vindicacin de su figura. Hay que tener en cuenta, demanera central, que lo que hace Vergara y Vergara es trasladara Caldas del espacio cientfico, en el que imperan una seriede principios de validacin de la verdad que se basan en una

    epistemologa racional positiva, para posicionarlo en el espa-cio de la letra. Ese espacio, por su parte, va a ser determinadopor otro tipo de autoridad: la que establecen desde sus cen-culos los gramticos a partir de la norma lingstica.

    En 1871, Vergara y Vergara junto con Jos Manuel Marro-qun, tambin autor costumbrista y gramtico, Rufino JosCuervo, el mejor lingista colombiano y autor tambin en1867 de las Apuntaciones crticas sobre el lenguaje bogo-tano, y Miguel Antonio Caro, supremo adalid de la causacatlica, crean la primera corresponsal americana de laAcademia de la Lengua Espaola. Con esta instituciona-lizacin se consolidan los principios catlicos y los de lalengua como el legado fundamental de la colonia y lasbases de la nacionalidad colombiana.

    En sus escritos, Miguel Antonio Caro establece una co-nexin directa entre los principios morales cristianos y elbuen uso gramatical, liga a esto a la crtica del utilitarismo,la cual, a su vez, se traduce en una crtica a las ideas dela ilustracin y a los ideales liberales (Caro, 1869, 1872,1881). Todo ello se va a traducir en su obra magna, laConstitucin de 1886, que se sellar en 1887 con unConcordato con el Vaticano.

    UNANOTASOBREMARADE JORGE ISAACS

    La suerte que ha corrido Mara dentro de la historia li-teraria y la construccin del canon en Colombia puedeverse como un efecto directo de las doctrinas educativasdel proyecto hispano-catlico, que imprimi a la obra unsentido especfico dentro de su orden ideolgico. MiguelAntonio Caro se encarg personalmente de descalificar a

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    Isaacs por su origen judo y sus ideas darwinistas, perola novela ya haba tenido un impacto imborrable en todaHispanoamrica. Una sucesin de biografas falseadoras y

    de interpretaciones simplificadoras situaron a la novelacomo lectura adecuada para seoritas, y una larga tradi-cin se ha encargado de perpetuar el valor de la novelapor la grandeza de sus descripciones del paisaje y por losprofundos sentimientos catlicos de esta dulce familia deconversos judos provenientes de Jamaica.

    En los ltimos aos se ha recuperado mucho del Isaacsque se haba borrado de la historia, pero todava la lec-

    tura de Mara sigue afectada por el romanticismo conel cual se ha construido tanto la vida del autor como elmundo que supuestamente representa en su novela. Enapariencia, Mara es un lamento por la prdida de unorden social que en realidad nunca existi en la formaidlica y nostlgica que le imprime el tono del relato cen-tral, dedicado a la reconstruccin detallada de la vida defamilia, el paisaje y los obrajes. Si se tiene en cuenta lainfluencia del entorno literario de El Mosaico, que patro-cin la obra de Isaacs, se entiende ms claramente cmola novela traduce magnficamente la diferenciacin quese estableci en el sistema literario a travs del costum-brismo para representar los rdenes sociales y se percibemejor el desorden que introduce Isaacs. La tradicionaldescripcin de Mara como una obra que tiene elementosromnticos, cotumbristas y realistas no permite dar ra-zn de la complejidad que se esconde tras los diferentesmodos de representacin.

    Hay una separacin temporal importante entre lo ms bienficticio romntico de la novela, de inspiracin europea, quetrata del sistema de la hacienda y de los esclavos, y el usode motivos costumbristas y realistas en el manejo de lospersonajes campesinos y de otros prsonajes secundarios,como son los amigos de Efran. En este orden se represne-tan situaciones que corresponden al presente de la escri-tura de la obra. En Mara, la imposiblidad de representarlo social dentro de un solo rgimen indica algo ms queuna torpeza o inmadurez de su autor. Son sntomas dela disolucin de un orden que poda todava interpretarsedentro de los regmenes de representacin colonial, peroque se est fracturando mucho menos por las diferenciaspolticas internas que absorben la atencin de los gober-nantes, que por cambios en el orden internacional mercan-til que le adjudican una nueva funcin a esa clase.

    Maraes una novela que se ubica en el umbral entre el fracasodel proyecto criollo de independencia, que derivaba su legi-timidad de la lucha contra Espaa, y un proyecto positivista

    de progreso que le adjudica al heredero del criollo un papelde intermediario entre el deseo del consumidor europeo porproductos tropicales y la mano de obra que los va a extraer.La novela es una larga despedida nostlgica del viejo orden,no porque ofreciera un mundo mejor, sino porque en ese mo-mento de incertidumbre no est claro quines van a ser losconductores del nuevo proyecto. As, la novela oscila entre unpasado cuyo cometido histrico ya no tiene validez y un futuroindefinido, para el cual la novela postula varias posiblidades:

    la que representa el amigo de Efran, Carlos, de expotacinagrcola racional o el romntico campesino que representanlos dueos de minifundios aledaos a la hacienda.

    Es una linda irona que la nica obra colombiana querealmente atrajo imigracin extranjera fue Mara de Jor-ge Isaacs, ese retrato idlico y romntico de la sociedadesclavista del Cauca, cuya base material haba dejado deexistir y en la que nunca rein la armona que tan amo-rosamente construye Isaacs9. En la centralidad de ciertostemas en la novela, sin embargo, se percibe la huella delos debates sobre la colombianidad: en el obsesivo nfasisen la conversin tanto del padre de Efran como de Ma-ra; en la correlacin que se establece entre las prcticascatlicas y la integracin al pas; en la mirada nostlgicaa un pasado que nunca existi. Es interesante notar cmoIsaacs introduce la conversin religiosa como vehculode nacionalizacin, pero al mismo tiempo mantiene unaambigedad que la socava. Apenas insinuada en la novela,se encuentra la conviccin de que los campesinos prove-nientes de la regin de Antioquia son tambin de origenjudo y es con ellos con quienes Efran ms comunidad ycomunicacin establece. La descripcin de Mara coincidecon las de las campesinas y la seductora Salom subrayaque si no fuera por el vestido, Efran no notara la diferen-cia. Pero sobre todo, puede decirse que Maraes la mayor yms poderosa heredera de las expediciones cientficas co-lombianas, tanto la Botnica del XVIII como la Corogrficadel XIX, en la medida en que busca esa colombianidad, quepara sus mentores de El Mosaico radicaba en la religin yen la lengua, ms bien en una compenetracin de clarocorte romntico con el lugar, el paisaje, la luz, los olores.Culturalmente, para Isaacs la colombianidad se construyesobre la memoria, desde un sentido profundo de una pr-dida irreparable, ligada a las gentes del pas.

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    ENCOLOMBIA

    Recibido: 15 de enero de 2007Aceptado: 15 de febrero de 2007

    NOTAS

    1 Este trabajo no habra sido posible

    sin el constante dilogo a lo largo delos aos con Margarita Serje, lvaroFlix Bolaos y Eduardo Subirats.Un especial agradecimiento a MaraIsaacs, bisnieta del autor de Mara,por la cantidad de material y lashistorias familiares. A Cecilia VargasCaicedo por su infinita paciencia y sumaravillosa amistad.

    2 La primera guerra civil de alcancenacional fue la federalista entre1839 y 1841, que culmin con laconstitucin de 1843. En 1851,como reaccin a las profundas re-formas que se introdujeron entreotras la abolicin de la esclavitud, seprodujo un levantamiento de los con-servadores contra el regimen liberal;

    finalmente, en 1853 se impuso unanueva constitucin. De nuevo, entre1859 y 1862 los conservadores selevantaron contra el regimen liberalen una guerra que culmin con laconstitucin radical de 1863. En1876, los conservadores se alzaronnuevamente contra el regimen sobreuna plataforma religiosa para recha-

    zar las reformas educativas laicas delgobierno central. Cada constitucincambiaba el nombre del pas. Hastala de 1853, sin embargo, se conservNueva Granada, manteniendo en re-serva el de Colombia para una posiblereunificacin y reconstitucin de launidad que cre Simn Bolvar en1822. La constitucin de 1863 adop-t el nombre de Colombia. As, en elperodo del que me ocupo, el pastuvo los dos nombres.

    3 Las condiciones geogrficas del pas,con sus cordilleras y ros, dificultabannotablemente las comunicaciones yfacilitaban las divisions territoriales.Las pugnas polticas las intensifica-

    ban. En 1832, el pas se encontrabadividido en 18 provincias; en 1850,haba 26, y para 1853 se haban

    sumado otras diez. Al mismo tiem-po, varios municipios desaparecan,se fusionaban, eran absorbidos porotros. Ver Snchez, 1998, 177-78.

    4 Aun cuando Vergara y Velasco tomcomo referencia mucho del materialde Codazzi, su obra recibi unafuerte influencia del gegrafo yanarquista francs Eliseo Reclus,

    quien durante una estada de tresaos en Colombia entre 1855-57intent asentarse en la Sierra Neva-da de Santa Marta. Reclus registrsu experiencia en Voyage la SierraNevada de Sainte-Marthe, lo cual lesirvi de base para la parte sobreColombia en el tomo XVIII (1893)de su Nouvelle Gographie Univer-selle. Vergara tradujo esta parte conel ttulo de Geografa de Colombiaen el mismo ao en que apareci enfrancs y all present en un apndi-ce su primer esbozo de las regiones(Blanco Barros, 2001, 3). Una versinms elaborada apareci en la segun-da edicin de su Nueva geografa deColombiaen 1901.

    5 La labor de Anczar como periodistaha sido magnficamente estudiadapor Gilberto Loaiza Cano. Ver Loaiza,1999a, y Loaiza, 1999b.

    6 Los artculos aparecan en el peri-dico bajo el ttulo de Peregrinacin.En 1853, se publicaron todos bajoel ttulo de Peregrinacin de Alpha(Snchez, 1998, 534).

    7 As, por ejemplo, las novelas de TomsCarrs, Las novelas de Eduardo Caba-llero Caldern, casi todas ubicadas enla region de Boyac en el altiplano, sesiguen considerando parte del legadocostumbrista.

    8 Las cuatro estrategias principalespara impulsar el progreso eran: edu-

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