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En la orilla derecha del Manzanares, entre los puentes se Segovia y Toledo, en lo alto de un
cerrillo, para custodiar el manantial santo cavado a comienzos del s. XII por un labrador
mozárabe de Madrid y para que perdurase la memoria de la visión de los ángeles labrando
junto con el santo, se levantó un sencillo oratorio. Muy pronto fue foco de visitas de
cristianos de la Villa que acudían para orar.
En el año 1528, la emperatriz
Isabel de Portugal, esposa de
Carlos I, después de que el
príncipe Felipe (el futuro Felipe
II) hubiera recobrado la salud al
beber agua de la fuente, hizo
erigir una ermita, en honor de
San Isidro, a las afueras de
Madrid, al otro lado del río. En el
lugar elegido, según la tradición,
el futuro santo labrador (que
había vivido en el siglo XII y no
fue canonizado hasta 1622) hizo
surgir una fuente milagrosa,
golpeando una peña mientras
trabajaba los campos de su señor
Iván de Vargas.
El agua de la fuente procede de un
manantial, que nace unos metros más
arriba, a la izquierda de la ermita, y que es
conducido bajo ésta hasta la fuente.
En la visita realizada a la ermita por los
Jueces Apostólicos que instruían la causa
del labrador madrileño (finales del siglo
XVI) se dice lo siguiente:
En la ermita hay una ventana junto al suelo que fue abierta y se vio que de ella
salía agua que corre encima de una fuente existente en el suelo, y que es la Fuente con la cual testifican los testigos de la información… con su agua fueron
sanados y sanan de diversas enfermedades.
A partir de este manantial se construye
en “Viaje de Aguas” documentado en
1407 que llegaba hasta la fuente del
puente de Toledo, después de regar las
huertas de San Dámaso.
Sobre el caño de la fuente
numerosas lápidas con
inscripciones.
En el punto más alto se
aprecia un relieve en estuco
del siglo XVIII que es una
copia del cuadro de Carreño
realizado para la capilla de San
Isidro que representa el
milagro de la fuente. Bajo éste
se pueden leer inscripciones
alusivas a los milagros obrados
por el agua de la fuente.
Hoy en día el agua de la fuente
procede del manantial,
mejorada por la depuradora
que instaló el Ayuntamiento
de Madrid detrás de la ermita.
La sencilla ermita fue
reedificada en 1725 sobre las
ruinas de la construcción
primitiva financiada por el
virrey de Nueva España,
Baltasar de Zúñiga, marqués
de Valero, en tiempos de
Felipe V.
El lugar donde se ubica la
ermita fueron unas tierras
pertenecientes a Iván de
Vargas, el patrón de San
Isidro.
La entrada a la ermita se
realiza a través de un atrio con
una espadaña-campanario
rematada con un frontón
triangular.
La entrada a la ermita se realiza
subiendo unos peldaños y pasando a
un atrio que se cierra con una puerta
de doble reja.
Compuesta por una planta
de salón rectangular, nave
única de tres tramos cubierta
por bóvedas de cañón sobre
arcos fajones con lunetas
laterales, coro y pórtico a los
pies.
El altar se encuentra bajo un
retablo con calle central y
dos laterales sostenidos por
grandes columnas
salomónicas.
La cúpula de media naranja está dispuesta sobre pechinas y soportada por pilastras con
capiteles; provista de linterna y cubierta con pizarra.
El retablo mayor representa un
relieve de San Isidro obrando el
milagro de la fuente, en el que
aparece Iván de Vargas
arrodillado a sus pies.
En los laterales tallas de madera
de San Isidro y Santa María de la
Cabeza. El conjunto está firmado
por Enrique Cuartero Huerta en
1941.
San Isidro, cuyo nombre era Isidro de Merlo y Quintana,
nació en Madrid alrededor de 1080, donde vivió
humildemente con su familia hasta que, ante la inminente
invasión árabe, se trasladó a Torrelaguna. Allí se casó con
Santa María de la Cabeza en 1109, y diez años después
regresó a Madrid para trabajar como criado para la familia
Vargas, viviendo en la casa que ésta tenía para los mozos de
labranza, junto a la parroquia de San Andrés (actualmente el
Museo de los orígenes). Allí nació su único hijo, Juan.
De vida sencilla, marcada por una profunda fe y devoción a
la Virgen, y espíritu caritativo. Todos los días, de madrugada,
acudía a la iglesia de Santa María de la Concepción, hoy
Catedral de la Almudena, y a la ermita de Santa María
Magdalena, por la que tenía especial devoción. Además, se
consagró a los pobres, con la ayuda de su mujer, que
compartía con él su amor por los más necesitados.
Sus milagros, muy sencillos, se correspondían con su tipo de
vida. Así, una vez hizo brotar un torrente de una roca, para
dar agua a su amo sediento. Salvó con sus oraciones a su hijo,
que cayó a un pozo. Cuando Isidro murió, hacia 1172, todos
lo consideraban ya un santo.
Enterrado primero en el cementerio de la parroquia de San
Andrés, fue trasladado a la Iglesia, ya que la lluvia desenterró
su cuerpo incorrupto. Alfonso VIII en 1212 mandó que
hicieran un arcón para enterrar su cuerpo. Allí permaneció
hasta 1619, fecha en que es beatificado por la Santa Sede, con
438 milagros aprobados. Pablo V firmó el decreto y se fijó su
fiesta para el 15 de mayo. Fue canonizado en 1622 por el
papa Gregorio XV. En tiempos de Carlos III, su cuerpo se
trasladó a la Colegiata donde se encuentra actualmente.
Santa María de la CabezaMaría Toribia, la esposa de San Isidro, se cree
que nació en Uceda (Guadalajara) en una familia de labradores, y vivió en Torrelaguna(Madrid) hasta su matrimonio. Se cuenta que se le aparecía la Virgen y que cruzaba el río
Jarama extendiendo su manto sobre las aguas. Falleció alrededor de 1175-80, siendo
enterrada en la ermita de la que era cuidadora. Se cuenta que escondieron su cuerpo, mientras que su cabeza fue colocada como reliquia a los pies de la Virgen, donde obró prodigios. Así, la
ermita comenzaría a ser la de la Virgen de la Cabeza. Para otros, el origen de tal nombre
derivaría de hallarse la ermita situada junto a la Peña Rasa, antiguamente llamada Errasa, que
en árabe significa la cabeza.Al iniciarse su proceso de beatificación, se
encontró el resto del cuerpo. Fue beatificada en 1697 y canonizada por Benedicto XIV en 1752, bajo el nombre de Santa María de la
Cabeza, con fiesta el 9 de septiembre.Cuando se instaló en la Colegiata de San Isidro
el cuerpo de su marido, sus restos fueron colocados en una caja situada debajo, donde
actualmente permanecen.
Destaca en el interior de la ermita el
púlpito y los balcones en los que se
colocaban las grandes personalidades
de la época.
En mitad de la ermita se encuentra esta inscripción: “Y en el monte Sión
estará la salvación” (Abdias, 17).
Copla de San Isidro Labrador
San Isidro Labradormuerto le llevan en un serón
el serón era de pajamuerto le llevan en un caja
la caja era de pinomuerto le llevan en un pepino
el pepino era zocatomuerto le llevan en un zapato
el zapato era de viejomuerto le llevan en un pellejo
el pellejo era de aceitemuerto le llevan a San Vicente
San Vicente está “cerrao”muerto le llevan al otro “lao”.