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EQUIDAD Y CRECIMIENTO EN EL PENSAMIENTO KEYNESIANO Antonio García Lizana Salvador Pérez Moreno DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA APLICADA (POLÍTICA ECONÓMICA) UNIVERSIDAD DE MÁLAGA RESUMEN J. M. Keynes constituye un auténtico hito para entender la evolución tanto de la Ciencia Económica como de la historia económica, e incluso política y social, de la segunda mitad del siglo que acaba de terminar. Sin embargo, la mayoría de los investigadores que de una u otra forma se han acercado al pensamiento keynesiano han ignorado o, al menos, desdeñado, sus aportaciones a la relación de compatibilidad entre equidad en la distribución de la renta y crecimiento económico. Keynes fue un economista crítico en su época tanto con el modelo de sociedad victoriana que dominada Inglaterra al inicio del siglo como con las teorías económicas imperantes. Estas consideraciones salen a relucir si repasamos algunas incidencias de la vida del economista inglés, así como algunas claves de la revolución científica keynesiana que ponemos de manifiesto en este estudio al analizar el prefacio de The General Theory desde un punto de vista lingüístico. Tanto en su obra capital como en trabajos anejos, Keynes justifica que las medidas de redistribución de ingresos que aumenten la propensión a consumir pueden estimular el crecimiento económico, al incrementar la demanda agregada. De este modo, Keynes arremete contra uno de los grandes obstáculos que bloqueaba el camino hacia una distribución de la renta más equitativa y proporciona un argumento de peso a favor de la relación de compatibilidad entre equidad en la distribución de la renta y crecimiento económico. AREA TEMÁTICA: Distribución y Estado del Bienestar

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EQUIDAD Y CRECIMIENTO EN EL

PENSAMIENTO KEYNESIANO

Antonio García LizanaSalvador Pérez Moreno

DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA APLICADA (POLÍTICA ECONÓMICA)

UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

RESUMEN

J. M. Keynes constituye un auténtico hito para entender la evolución tanto de laCiencia Económica como de la historia económica, e incluso política y social, de lasegunda mitad del siglo que acaba de terminar. Sin embargo, la mayoría de losinvestigadores que de una u otra forma se han acercado al pensamiento keynesiano hanignorado o, al menos, desdeñado, sus aportaciones a la relación de compatibilidad entreequidad en la distribución de la renta y crecimiento económico.

Keynes fue un economista crítico en su época tanto con el modelo de sociedadvictoriana que dominada Inglaterra al inicio del siglo como con las teorías económicasimperantes. Estas consideraciones salen a relucir si repasamos algunas incidencias de lavida del economista inglés, así como algunas claves de la revolución científicakeynesiana que ponemos de manifiesto en este estudio al analizar el prefacio de TheGeneral Theory desde un punto de vista lingüístico.

Tanto en su obra capital como en trabajos anejos, Keynes justifica que lasmedidas de redistribución de ingresos que aumenten la propensión a consumir puedenestimular el crecimiento económico, al incrementar la demanda agregada. De estemodo, Keynes arremete contra uno de los grandes obstáculos que bloqueaba el caminohacia una distribución de la renta más equitativa y proporciona un argumento de peso afavor de la relación de compatibilidad entre equidad en la distribución de la renta ycrecimiento económico.

AREA TEMÁTICA: Distribución y Estado del Bienestar

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1. INTRODUCCIÓN

Tras la crisis del petróleo, han sido muchos los que han tratado de escribir elepitafio del pensamiento keynesiano, como si el mismo hubiera dejado de estar vigente.Aún hoy, sus detractores apelan a su falta de capacidad para explicar losacontecimientos económicos actuales y, sobre todo, para adoptar soluciones sólidas yeficaces que permitan encauzar de manera adecuada el funcionamiento económico.Privatizaciones, control del déficit público, desregularización, etc., no parecen ser,precisamente, recetas congruentes con las conclusiones del economista de Cambridge.Pero, en cualquier caso, nadie puede cuestionar que la figura de J. M. Keynes constituyeun auténtico hito para entender la evolución tanto de la Ciencia Económica como de lahistoria económica, e incluso política y social, de la segunda mitad del siglo que acabade terminar. De hecho, sus teorías económicas, así como las consecuencias políticas ysociales que de las mismas se desprenden, han representado un punto de referenciaobligado entre los profesionales de la disciplina. Por ello, no tiene nada de particularque, a pesar de las críticas, su presencia intelectual se resista a desaparecer; quecontinúe manteniendo seguidores y que el marchamo “keynesiano” o, si se quiere, “neo-keynesiano”, sea una marca que aún vende, y con éxito, entre una parte significativa dela profesión económica. Tal vez al precio de pagar algunas “adaptaciones” y“manipulaciones” que marcan ciertas distancias con el pensamiento original del autor,sin que podamos saber si éste le daría o no sus bendiciones. Quizás, como en el caso deMarx, convendría diferenciar entre el propio pensamiento del autor (“marxiano”) y el desus seguidores (“marxista”). “Keynesiano” sería así el pensamiento atribuible de manerainmediata a John Maynard Keynes, mientras que habría que utilizar el adjetivo“keynesianista” para aludir a todos los seguidores que ha tenido y sigue teniendo. Unacosa sería, pues, Keynes y el pensamiento keynesiano, y otra el keynesianismo, neo-keynesianismo, post-keynesianismo, etc.

En este sentido, es un lugar común asociar el pensamiento keynesiano con tresreferencias básicas: a) la fundamentación teórica de la denominada “economía mixta”,que implica la coexistencia del mercado con la intervención pública, para corregir losproblemas económicos; b) la explicación del comportamiento económico en función delque adopta la demanda, sea de manera espontánea o condicionada por la referidaintervención pública; c) el descubrimiento de la Macroeconomía, o cuerpo teórico capazde ofrecer una explicación coherente y global del funcionamiento del sistemaeconómico nacional, sobre la que apoyar las orientaciones que deba adoptar la citadaintervención publica.

Sin embargo, la mayoría de los investigadores que de una u otra forma se hanacercado al pensamiento keynesiano han ignorado o, al menos, desdeñado, lasaportaciones que John Maynard Keynes hizo a la relación de compatibilidad entreequidad en la distribución de la renta y crecimiento económico. Cierto es que eleconomista inglés nunca presentó este tema como un aspecto con entidad propia dentrode su obra económica, pero, como veremos en este trabajo, sus escritos recogenclaramente la importancia que tiene una distribución equitativa de la renta para impulsarel crecimiento económico.

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Queremos llamar la atención sobre las repercusiones que podría haber tenido larelegación de esta parte del andamiaje teórico de Keynes, si tenemos en cuenta latrascendencia que han gozado otras tesis de nuestro personaje. Aún en nuestros días,una gran parte de la opinión pública sigue considerando a la necesidad de disponer deuna distribución más igualitaria de la renta como un motivo de justicia social, deseablepor la gran mayoría de la población aunque su consecución se considere costosa y debaesperar a épocas de “vacas gordas” para lograr ciertos avances. Además, parece que losrectores de nuestra sociedad ver consideran la redistribución de la renta como unobjetivo final de menor relevancia a tenor de la situación de marginación que vive losindicadores de la misma en relación con los de otros objetivos de política económica(crecimiento económico, estabilidad de precios, pleno empleo, etc). Si el mensaje deKeynes acerca de la conveniencia de una mejor distribución de la renta como medidapara favorecer al crecimiento económico hubiese calado en la opinión pública,dispondríamos de otro argumento de peso para poder llevar a cabo una redistribución dela renta, además de la legítima razón de luchar por la justicia social. En este caso, quizáslos olvidados indicadores sobre distribución disfrutarían en la actualidad de unareverencia parecida a los de algunos otros objetivos que aparecen en los manuales dePolítica Económica.

Pero antes de contemplar los argumentos económicos que Keynes presenta en suobra a favor de la distribución equitativa de la renta como medida que favorece elcrecimiento económico, pretendemos dejar patente que el autor de Cambridge fue uneconomista muy crítico tanto con el modelo de sociedad victoriana que dominadaInglaterra al inicio del siglo como con las teorías económicas imperantes, que semostraban incapaces de solventar el problema del desempleo que azotaba al país desdemediados de la década de los veinte. Respecto a la primera cuestión, Keynes mostró unalínea de actuación heterodoxa en relación con ciertas premisas características de lasociedad tradicional de la época. En el terreno económico, por su parte, el autor proponeuna auténtica revolución científica que pretende reemplazar la denominada teoríaclásica por las teorías económicas que él definitivamente articula en su General Theoryen 1936.

2. EL ESPÍRITU CRÍTICO DE JOHN MAYNARD KEYNES

John Maynard Keynes es uno de esos personajes históricos que escasean comolos pájaros más exóticos, si cogemos prestadas las palabras del propio Keynes cuandose refiere a la falta de economistas buenos o simplemente competentes. El interés quelevanta el economista inglés entre los profesionales de la disciplina no se ciñe alconocimiento de sus doctrinas y su profunda influencia, sino que alcanza también a loque él era por sí mismo.

La vida de Keynes encierra una serie de experiencias muy variopintas, entre lasque podemos traer a colación algunas de ellas donde se muestra ciertos aspectos de laactitud heterodoxa que mantuvo en determinadas circunstancias frente a los dogmasestablecidos. A nuestro juicio, estas consideraciones tienen su relevancia, pues, no enbalde, Keynes las incorporó, en cierta forma, en su obra económica.

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Como es sabido, Keynes nació y estudio en Cambridge, en cuya Universidad fuetambién fellow durante buena parte de su vida. No le faltaba razón cuando afirmaba queera hijo de Cambridge y de su ilustre Universidad, dada la dilatada relación que él y sufamilia mantuvieron con ambas.

En Cambridge, una parte importante de la educación de un estudiante es la quetoma de otros estudiantes en las sociedades de debate. Junto a las sociedades de cortepolítico y literario, tuvo una especial trascendencia su pertenencia a una antigua yselecta sociedad filosófica conocida como “The Apostles” o simplemente “TheSociety”. Esta sociedad era secreta y, a principios de siglo, apenas pasaban de seis susmiembros, si bien algunos profesores jóvenes que habían sido socios continuabanasistiendo.

La finalidad principal de la discusión de “La Sociedad”, que todo socio teníapresente, era alcanzar la verdad, el conocimiento como fin en sí mismo, y el medio paraalcanzarla era la integridad intelectual. Igualmente, predicaban la franqueza y lasinceridad, sin tener miedo a cambiar de opinión. No se pedía explicación de lasopiniones mantenidas antes. No había ninguna posición tan arraigada que un Apóstol notuviera el derecho de negar o poner en duda, si lo hacía sinceramente y no por el meroafán de paradoja. Otro rasgo característico era la confianza en sí mismo, el sentido desuperioridad como grupo. Ridiculizaban con humor al resto de la humanidad ydespreciaban como modelos a seguir a políticos y empresarios, ansiosos por ostentarpoder, popularidad y riqueza.

Detrás de estas actitudes se asentaban una serie de valores emanadosprincipalmente de la obra de Moore. En primer lugar, la consideración de moral comoalgo subjetivo. El filósofo entiende que el bien es algo indefinible que puede seridentificado solamente mediante la intuición directa. Esta consideración conduce a lainterpretación de que todas las cosas podían ser juzgadas de nuevo, lo cual les permiteliberarse de los prejuicios y creencias propios de la época victoriana, reemplazándolospor su propia percepción personal. Como reconoció Keynes en su madurez, recordandoesta etapa de su vida: “No teníamos respeto por la sabiduría tradicional ni por los frenosde la costumbre”. Por otro lado, en cuanto a las cosas que puede ayudar a conseguir labuena vida, Moore entiende que son los estados mentales provocados por el disfrute dela belleza, con lo cual la vida del artista es la más valiosa y admirable, y las relacioneshumanas (comunicación, amistad, amor), libres de la severidad de la moral victoriana.

De esta forma, la pertenencia a este grupo proporcionó a Keynes algo más que unamera formación filosófica. Se convirtió en el eje de su vida privada entre 1903 y 1908.En “La Sociedad” conoció a nuevos amigos que jugarían un significativo papel en suvida (Lytton Strachey, Sydney-Turner, Leaonard Woolf, Thoby Stephen y Clive Bell).Con el cambio de amigos vino el cambio de valores, impulsado también por su propiodesarrollo personal. Sin lugar a dudas, la importancia de “La Sociedad” en su vida noadmite discusión. “La Sociedad le dio la oportunidad, el incentivo y la justificación parallegar a ser la clase de persona que él quería ser” (Skidelsky, 1986, p. 118).

Finalizada la etapa de formación, los amigos que integraban “Los Apóstoles” deCambridge volverían a encontrarse en Londres y constituirían el núcleo del grupo

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Bloomsbury. De los veinte miembros que lo componían en 1913, diez habían sidoApóstoles y quince habían estudiado en Cambridge. Bloomsbury se puede considerarcomo una prolongación en Londres de “La Sociedad” de los primeros años del siglo.

La sinceridad en las conversaciones, el desprecio del lucro como motivo, el cultoa las relaciones personales y la pasión por la literatura y las artes visuales impregnaba lavida del grupo. Los pintores (Vanessa Bell, Duncan Grant) y los escritores (LyttonStrachay, Virginia Woolf, E. M. Foster) del grupo se rebelaron triunfalmente contra lasconvenciones y dogmas victorianos, a través tanto de su arte como de sus tumultuosasvidas sexuales y religiosas.

Los valores de “Los Apóstoles” y del grupo Bloomsbury fueron, con mayor omenor presencia, sus valores durante toda su vida, y no sólo un pasajero juego dejuventud. Coleccionista de cuadros y libros, promotor de exhibiciones pictóricas yballets, mecenas de artistas, constructor del Arts Theatre en Cambridge, presidente delArts Council durante la Segunda Guerra Mundial, economista con un estilo literario sinpar entre sus compañeros de profesión, amante de un pintor (Duncan Grant), esposo deuna bailarina rusa y, además, divorciada (Lydia Lopokova), lo cual suponía una tripleruptura con las normas sociales aceptadas, etc. Todos estos hechos reflejan laimportancia de los valores de Moore y del grupo Bloomsbury en su vida (Anchuelo,1996, p. 9).

Sus amigos de Bloomsbury fueron sus compañeros durante más de doce años.Después, aunque siguió disfrutando del afecto de sus amigos, la situación cambió unpoco. A sus amigos les pareció excesiva la triple ruptura con las normas socialesaceptadas que suponía el matrimonio con Lydia y la ridiculizaron una y otra vez por sufalta de aspiraciones intelectuales.

Así las cosas, cabe decir que el escaso interés que mostró Keynes por la economíadurante su etapa juvenil tiene su embrión en las preocupaciones que compartía con susamigos, alejadas siempre de cuestiones sociales. El joven Keynes, al unísono con sucírculo de amistades, rechazaba el lucro como motivo, al que consideraba, como afirmaAnchuelo (1986, p. 9), poco menos que una enfermedad mental que sólo eratemporalmente necesaria para resolver el problema económico.

Al hilo de esta situación, a Keynes se le presenta un problema a raíz de tomar ladecisión de dedicarse a la Economía y, sobre todo, cuando le llegó la riqueza, la fama yla influencia política. Keynes tendrá que hacer frente a las críticas de sus amigos y a suspropios escrúpulos. Lo hará justificando que la Economía no es un fin, sino un mediopara permitir que el mayor número de personas pueda vivir sus vidas de acuerdo con elmodelo ideal. De aquí se deriva una consecuencia importante que puede ayudar aexplicar la actitud de heterodoxia, rebeldía e irreverencia que Keynes mantuvo en sulabor científica frente al saber establecido y las personas que lo representan1. El autor

1 En su etapa de juventud Keynes vertió ciertas ofensas contra su maestro Marshall, victoriano y

máximo exponente del saber económico de la época. En este sentido, Harrod (1958, pp. 146-147) afirmaque Keynes consideraba a Marshall “una persona completamente absurda”. No obstante, como reconoceTorrero (1998, p. 146), estas opiniones deben enmarcarse en un profundo respeto por su personalidad y

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inglés intentará contrarrestar esta situación oponiéndose a las teorías económicasaceptadas y promulgando una rebelión en el terreno económico, al igual que sus amigoslo habían hecho con anterioridad en diferentes campos enfrentándose a las conveccionesvictorianas.

Asimismo, podemos traer a colación varias actitudes mantenidas por Keynesdurante su vida y que guardan cierta relación con la forma de pensar de su grupointelectual. A Bloomsbury le disgustaba el sometimiento acrítico a fuerzas ciegas, asupuestas “leyes naturales”. En esta línea, podemos situar la falta de satisfacción deKeynes con el automatismo del patrón oro y sus preferencias por políticasdiscrecionales frente a las reglas prefijadas de comportamiento, especialmente en elámbito de la política fiscal y monetaria.

En The General Theory también aflora otras derivaciones de las vastas influenciasjuveniles que Keynes había tomado. Nos estamos refiriendo, especialmente, a laveneración que Keynes hace del consumo. Para la economía clásica el ahorro seconsideraba una virtud, incluso durante las etapas de recesión. A los miembros deBloomsbury estos valores les provoca disgusto. Les parecen que estas actitudes, que nohacen más que realzar al avaro, al mezquino, sólo encubren una falta de capacidad paradisfrutar el presente. Keynes intenta demostrar con sus teorías que lo que se consideranvicios privados en realidad pueden ser virtudes públicas. El consumo no es rechazablemoralmente, sino una parte de la demanda agregada.

Si consideramos The General Theory en su conjunto, podemos admitir, sin duda,que J. M. Keynes protagonizó una revolución científica, en la medida en que introduceun nuevo planteamiento en la Ciencia Económica y rompe con el modelo depensamiento económico imperante en su época, y en la medida en que está induciendo aque otros autores le sigan en esta aventura.

Para ahondar en la revolución keynesiana podría pensarse en realizar un análisisexhaustivo de The General Theory, y de los trabajos conexos. Pero no sería sino unomás de los efectuados hasta el momento, por lo que no parece demasiado interesanterealizar uno nuevo. Nos parece más oportuno avanzar en el conocimiento de la rupturade Keynes con las teorías clásicas bajo otra perspectiva. Una forma particular deaproximarse a esta revolución keynesiana es mediante el análisis lingüístico. El análisisdel lenguaje y de la manera en que éste se presenta al lector puede constituir unriquísimo foco de conocimientos.

En este sentido, conviene tener en cuenta (ver Chamizo, 1987, p. 499) laimportancia capital que adquieren los prefacios, prólogos, avisos o introducciones a lasobras de la fase revolucionaria, ya que en ellos el autor suele establecer las reglas dejuego, las claves, que permiten entender su obra. Pero, asimismo, preocupa al autorpersuadir, amigablemente, amablemente, al lector acerca de la importancia ytrascendencia de su ruptura, y justificar la decisión tomada. Lo que le lleva apersonalizar su exposición, incorporando incluso aquellos datos biográficos que le hanllevado a adoptar, primero, y a ofrecer, después, los puntos de vista que ahora defiende. por su obra, teniendo en cuenta que estos juicios tenían como destinatarios a sus rebeldes amigos deBloomsbury.

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Intentando, eso sí, actuar en sintonía con el eventual receptor de su mensaje, con el quepretende compartir vivencias análogas; en el pasado, o tal vez en el futuro, si tiene encuenta las reflexiones y observaciones del autor.

A tenor de lo expuesto, consideramos que puede que no sea preciso una lecturacompleta de la obra magna de Keynes para concluir las claves básicas de su revolucióncientífica, sino que posiblemente baste asomarnos al pórtico que erige en la entrada desu libro. Prosigamos, pues, en el estudio del prefacio desde un enfoque lingüístico conobjeto de poner de manifiesto el espíritu crítico que la encierra The General Theory.

El prefacio de The General Theory

En un principio, no deja de llamarnos la atención la cortesía de Keynes,dirigiéndose reiteradamente a sus compañeros economistas (“my fellow conomists”), alos que intenta persuadir y convencer (lo dice explícitamente), disculpándose (“I mustask forgiveness”) por la polémica a que debía recurrir para tal fin y por el daño quepudiera hacer con ella2. Aunque esto último lo sugiere con un cierto toque de humor 3, eidentificándose en seguida con sus rivales: “Yo mismo he mantenido con conviccióndurante muchos años las teorías que ahora ataco, y no ignoro, creo, sus puntos fuertes”.Luego concede que la teoría los tiene ; a pesar de que la ataca. Claro que, si los tiene, yaun así la ataca, está advirtiendo a esos rivales que la cosa es muy seria, al tiempo quellama la atención de los neutrales.

Como puede verse, en estos breves comentarios, aparecen algunas de las reglas dejuego del periodo revolucionario de una manera también - como las distinciones quebusca Keynes,- nítida, clara, “sharp”, “keen”. El uso de la primera persona, la apelacióna su propia experiencia (aparece con reiteración en todo el texto: “Cuando comencé aescribir...”, pg. xxii; “Escribir este libro ha sido para el autor ...”, pg. xxiii, etc., etc.), elrecurso a la persuasión personal, inmediata, amistosa ; lenguaje coloquial... Perohagamos un recorrido más sistemático.

El prefacio es muy breve. No llega a las tres páginas. Está fechado el 13 dediciembre de 1935. El estilo es directo, rotundo, incisivo. Usa y abusa de la primerapersona, si bien al final del texto recurre, artificiosamente, a la tercera. “El escritor deun libro como éste...”, “...el autor...” (xxiii). Como es obvio habla de él y de suexperiencia vital, como veremos.

2 Posiblemente Keynes estaba pensando en Pigou, su compañero en el King’s y por el que tenía un

gran respeto. No le sería fácil criticar de la forma que lo hizo a Pigou, máxime cuando éste significaba lapersonificación de la memoria de su maestro Marshall. Este fue un alto coste que Keynes tuvo que pagarpara llevar a cabo su revolución.

3 En realidad, Keynes se lamenta reiteradamente de la polémica, indicando primero, casi alprincipio del prefacio, que le gustaría que hubiera menos de la misma. Pero es en líneas más abajo cuandotaxativamente dice: “... I must ask forgiveness if, in the pursuit of sharp distinctions, my controversy isitself too keen”, lo cual le permite jugar con el lenguaje, partiendo de la ambivalencia de los vocablosingleses. “Pursuit”, actividad, persecución, cacería; “sharp”, afilado (como un cuchillo), agudo, nítido,claro ; “keen”, punzante, apasionado, vivo, afilado, agudo). En definitiva, Maynard se disculpa, porquepodría ocurrir, que “yendo a la caza de afiladas (precisas) distinciones, sea mi propia argumentacióndemasiado aguzada (vehemente, sutil ; pero también mordaz)”.

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El prefacio se divide claramente en tres partes. En la primera (p. xxi, par. 1 y 2),Keynes dialoga con los presuntos destinatarios del libro acerca de los propósitosperseguidos con éste y de la reacción que espera de ellos. La segunda parte, un lago yúnico párrafo que se extiende desde la página xxi a la xxiii, resume el contenido dellibro, poniéndolo en relación con su anterior obra Treatise on Money, sin que ellosignifique que se pierda de vista el pulso vital del autor, sino que es, precisamente, sutrayectoria biográfica, vivencial, la que articula la larga exposición. Por último, la partetercera está dedicada a explicar el proceso de producción del libro, dibujando dosescenarios muy diferentes, aunque conectados : el primero enmarca las relaciones delautor con terceras personas, justificando la participación de éstas por motivos que luegoveremos (primer párrafo del a pg. xxiii) ; el segundo escenario acoge una escena deextraordinaria fuerza dramática, dibujada por el autor con trazos enérgicos. Nosdescubre su profunda aventura personal en la construcción del libro, al tiempo que haceun guiño al lector para que la vivencie con él. Describamos, con algo más de detalle,cada una de las partes, tratando de rastrear las características del periodo revolucionarioy, al mismo tiempo, cuales son las guías que da el autor para avanzar en la lectura dellibro, intentando encontrar de este modo la clave fundamental de su mensaje, endefinitiva nuestro objetivo particular, al plantearnos este artículo.

La primera parte, el diálogo del autor con sus lectores acerca de los propósitos dellibro, sirve de pretexto para fijar objeto y objetivos del libro e importancia de éstos. Elobjeto : los fundamentos (las premisas, los supuestos básicos) de la Ciencia económica.El objetivo : convencer, en primer lugar, a sus colegas de profesión para que revisencríticamente tales premisas ; pero sin descartar la atención del público en general. Laimportancia de ambos, que según él no puede ser exagerada : superar las profundasdivergencias existentes entre los compañeros economistas, que casi han destruido (enaquel momento) la influencia práctica que la teoría económica tuvo en el pasadoreciente.

Sin embargo, conviene realizar algunas matizaciones. Hemos anotado “diálogo”.Sin embargo no es exactamente eso. En todo caso es una invitación (o tal vez unaprovocación) al diálogo, ya que Keynes se refiere a sus interlocutores en tercera persona(“my fellow economists”, “others”, “Those, who are...”, “the general public”). Pero,además, la manera de presentar los diferentes argumentos resulta muy peculiar, al estarhilvanada en el contexto de un conjunto de justificaciones y disculpas enlazada. Másque un diálogo, pues, es un monólogo exculpatorio, con el que se pretende justificar laprioridad dada a los economistas sobre el público en general, el tono polémico, ladificultad del libro, la misma existencia de éste... Si bien, aprovechando tal composicióndircursiva para llamar la atención sobre las cosas básicas que le interesan : hay quecambiar los cimientos de la Ciencia Económica y recuperar la armonía dentro de laprofesión si queremos volver a ser útiles. Y esto sirve de justificación personal ante lospropios economistas y ante el público en general (formado por testigos curiosos ymirones, con cuya complicidad cuenta de algún modo el autor : aun cuando no lo dice,es evidente que la gravedad de los problemas económicos de aquellos momentos debenhacer del público una parte muy interesada en que la Ciencia Económica encuentrerespuestas oportunas y aplicable).

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En este sentido, aparecen, pues, dos discursos diferentes entrelazados. El máslargo, y el que abre y cierra esta primera parte, dirigido a los “fellows” ; el más breve, yademás introducido casi entre líneas dentro del anterior, dirigido a “others”, “the generalpublic”. A los segundos les dice dos cosas : Si doy prioridad a los economistas esporque el libro se ocupa de cuestiones teóricas, altamente abstractas, y sólo en segundolugar de sus aplicaciones prácticas ; por otra parte, es a los economistas a los que deboconvencer ante todo, puesto que son nuestras divergencias de opinión las que handeteriorado (“almost destroyed”) e impiden restaurar la influencia práctica de la teoría,siendo tal influencia la que interesa, a fin de cuentas, a todos.

Con los colegas es más prolijo. Incluso si prescindiéramos de lo dicho al públicoen general, que también está dirigido a ellos. Al fin y al cabo, termina por situar alpúblico en la condición de mero observador (aun cuando de observador “welcome at thedebate”). Los puntos que pueden señalarse son los siguientes: a) el libro está dirigidoprincipalmente a vosotros; b) porque se ocupa de cuestiones teóricas ; c) las cualesafectan a los fundamentos últimos de economía ortodoxa, ya que los fallos observadosen la misma no pueden estar en su desarrollo, puesto que éste ha sido realizado con granconsistencia lógica ; d) por tanto, el reto planteado de intentar persuadiros para revisarcríticamente tales fundamentos, sólo puedo hacerlo mediante una alta abstracción y demanera polémica, lo que puede ser molesto; e) siento que esto sea así, pero es necesariopor dos motivos : para explicar los nuevos puntos de vista, y para explicar en que sediferencian de la teoría ortodoxa, de la que no ignoro su solidez ; f) nos encontramosante un asunto muy importante, ya que hemos casi destruido con nuestras divergenciasla influencia práctica de nuestra disciplina, y no la restauraremos mientras sigamos así,sin resolver el problema.

La segunda parte del prólogo resulta particularmente interesante desde el puntode vista de esos fundamentos teóricos de la disciplina que Keynes dice es necesariorevisar. De manera muy concreta los señala; pero situándolos en primera persona, en supropia obra anterior, adoptando así un aire de cierta humildad, característico también dela ciencia innovadora, como compensación - si se quiere - del orgullo y jactancia de serun (o más enfáticamente : “el” ) innovador (¿o puede que sea pudor, timidez o ciertadesazón por si a pesar de todo se yerra ?). De hecho, lo venía anticipando en lospárrafos anteriores: “yo mismo también he mantenido con firmeza durante muchos añoslas teorías que ahora ataco...” Para decir más adelante : “... si mis explicaciones soncorrectas...” El condicional aquí resulta harto expresivo.

Es curioso observar, en este sentido, como, tras haber hecho referencia a losaspectos en que se separa su teoría de la ortodoxa, a las “afiladas distinciones” que espreciso establecer entre ambas, comienza la segunda parte del prefacio aludiendo a “Therelation between this book and my Treatise on Money...” A partir de aquí convieneadvertir varias cosas. En inglés ha escrito “in what respects it (su teoría) departs fromthe prevailing theory”. De algún modo está jugando con el verbo “to depart”, puesto quenos va a explicar como partiendo del Treatise4 , va a llegar a The General Theory, y

4 Obsérvase, dicho sea de paso, que precisamente uno de los géneros al uso durante el periodo de

ciencia normal son los “Tratados”, precisamente. Ahora Keynes no se refiere a The Theory como tratado,

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cuales son las diferencias en los fundamentos del uno y la otra. Pero al explicar talproceso, está introduciendo su biografía personal, posiblemente el argumento máscontundente al que puede recurrir, ya que habiéndose formado en la teoría clásica,conoce las dificultades para romper con la misma ; y así lo explica a los lectores, sus“fellow economists”. Los pone sobre aviso, y se pone de su parte al indicarles quecomprende las dificultades con que se encontrarán (¿una nueva disculpa ?) : “lo quepara mi propia mente es una evolución natural de una línea de pensamiento que heestado persiguiendo durante varios años, puede a veces impactar sobre el lector (“strikethe reader”) como un cambio confuso de perspectiva”. Pero a continuación advierte,además, de la nueva complicación que introducen los cambios en la terminología, loscuales, advierte, “se ha sentido forzado a realizar”, si bien los mismos los explicará másadelante.

Y en seguida introduce el proceso biográfico: 1. Cuando empecé a escribir “myTreatise on Money”, me movía dentro de las líneas tradicionales... 2. Cuando terminé,había hecho algunos progresos hacia la sustitución de la vieja teoría por otra nueva. 3.Pero “mi falta de emancipación de las ideas preconcebidas...” impidieron llegar máslejos y me hicieron cometer errores. 4. Errores que se pretenden remediar con este libro,que nos conduce hacia una teoría más general, la cual incluye a la antigua (“con la queestamos familiarizados”) como un caso especial.

Hasta aquí la estructura formal y los aspectos más relevantes bajo este punto devista. De los contenidos precisos nos ocuparemos luego, pues son también importantespara nuestros efectos. Sin embargo, antes de pasar a la tercera parte del prefacio,conviene apuntar dos cuestiones más desde el punto de vista del lenguaje y las formas.En primer lugar la referencia a la “falta de emancipación”. Tal parece como si laformación en el cuerpo de la teoría ortodoxa (las ideas preconcebidas) hubiera actuadocomo una losa impidiendo a Keynes moverse con facilidad. Sin embargo, estaafirmación nos remite a la parte primera, cuando hablando de los economistasfuertemente comprometidos (“strongly wedded to”) con la misma, Keynes indicasuponer que los mismos, ante su libro, fluctuarán entre dos creencias: que él estábastante equivocado o que no dice nada nuevo. Y añade : “corresponde a otrosdeterminar si es correcta una de estas dos alternativas o la tercera”. Pero no explica latercera. Debe ser obvia para el lector. ¿Pero debe ser obvio también que los economistasestrechamente unidos, casados, con la teoría que él comienza a denominar clásica estánincapacitados para esa tercera alternativa ? Oscilarán entre una “fe” y otra “fe”, que encualquier caso les lleva o a defender a rajatabla a la ortodoxia : todo lo que no coincidacon ésta es falso ; o a rechazar la novedad de cualquier aportación razonable. Endefinitiva, hay que convenir, les deberá ocurrir como la pasó a él mismo, cuando noestaba emancipado, liberado, y no pudo evitar, en consecuencia, cometer determinadoserrores. La verdad es que nos encontramos en un terreno muy próximo al de lasvivencias religiosas ; cosa que, por otra parte, ya puso de relieve el propio Kuhn.

La segunda cuestión parece de entidad menor; pero no deja de resultar llamativa.Insensiblemente, hay un momento en el que John M. Keynes cambia de persona sino simplemente, y de manera reiterada, como “book”, expresión, obviamente, más genérica, y menoscomprometida, características presentes en el género “Ensayo”, típico del periodo revolucionario.

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pronominal, pasa del yo al nosotros. En realidad ha habido un paso intermedio. Trasreferirse a su trayectoria biográfica, alude a “Mis denominadas <ecuacionesfundamentales>... Ellas intentan mostrar como...”. Y en seguida, como colofón de sutrayectoria, introduce directamente, convirtiéndolo en protagonista, al libro. “Este libro -dice -, por otra parte, ha evolucionado ...” Como si escapara de su control (recuérdese,igualmente, su referencia a la nueva terminología)5. Pero en seguida, utiliza la primerapersona del plural, para no abandonarla hasta acabar la exposición del contenido dellibro : “...hallaremos...” ; “...nuestro método...” ; “...nuestra teoría fundamental delvalor” ; “...somos llevados...” ; “...estamos familiarizados...” ¿Pretende establecer unacierta complicidad con el lector, realizando juntamente la lectura ? No lo parece. Podríaocurrir con el “hallaremos” (o “veremos”, quizás), señalado en primer lugar (“Amonetary economy, we shall find, is...”) ; y con el postrero “estamosfamiliarizados”/”conocemos muy bien” (se refiere a la economía ortodoxa). Pero“nuestro método”, “nuestra teoría del valor” no dejan lugar a dudas. No haycomplicidad con el lector. Da la impresión como si de repente, el profesor Keynes, sesintiera seguro de la validez de su hallazgo, y utilizara el “nosotros” de la ciencianormal. He luchado por encontrar una respuesta. Está aquí. Podemos exponerlaabiertamente, con confianza en la validez de este hallazgo6.

Sin embargo, para nuestra sorpresa, Keynes realiza un nuevo giro pronominal. Enla tercera parte, inmediata al plural comentado, se convierte en “The writer...”, “theauthor”. ¿Por qué ? Se produce como un distanciamiento ; como si pretendiera objetivarsu situación, y convertirla en tema de análisis. “El escritor... que se adentra por caminosdesconocidos, depende extremadamente de la crítica y el diálogo, si pretende evitar unaexcesiva proporción de errores. Es sorprendente el número de locuras que puede unocreer temporalmente si piensa sólo demasiado tiempo...” “La escritura de este libro hasido para el autor una larga lucha...” Pero en el fondo, nos encontramos sólo con nuevospretextos para aludir a su biografía personal, y justificarse a sí mismo y a la validez desu obra : Primero advierte que el escritor que se aísla puede decir muchas tonterías;pero, a continuación, recupera de nuevo la primera persona, para llamar la atenciónsobre el hecho de que él no se ha aislado “En este libro, incluso más quizás que al

5 Más adelante vuelva a emplear un giro similar ; pero incluso más violentamente, en un momento

clave acerca del alcance de su obra : “De este modo, somos conducidos hacia una teoría más general, queincluye la clásica..., como un caso especial” (pg. xxiii ; párr. 1).

6 En aras de la honradez intelectual, no podemos dejar de admitir una posibilidad alternativa, quees justamente la contraria : Keynes ha venido hablando en primera persona de las dificultades que haencontrado y los errores que ha cometido, del tono de su libro, etc. Pero, tal vez, por lo mismo, le pudieraresultar muy pretencioso escribir “mi método”, “mi teoría”, y optara, puede que inconscientemente, porrefugiarse en el plural. Evidentemente, esta solución sería, a pesar de todo, más congruente con las reglasque estamos considerando características del periodo revolucionario. Lo cierto, en cualquier caso, es quehay un cambio en el lenguaje en el momento en que se refiere al contenido concreto de la Teoría General,disponiéndose a narrar simplemente sus elementos significativos : sus hallazgos ; sus descubrimientos.

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escribir my Treatise on Money7, he dependido del consejo constante y la críticaconstructiva de...”8.

Llegados a este punto, hay que advertir que no es la primera vez, en el prefacio,que Keynes recurre a la tercera persona. Precisamente, en la primera parte, en elsegundo párrafo de los dos que la configuran, la ha introducido de forma circunstancial,por lo que pasa como desapercibida. La verdad es que tal recurso literario le hapermitido a Keynes, en aquel momento, reforzar su intento conciliador de mantener undiálogo a dos bandas con los colegas y el público, intentando mantener la atención(aunque distanciada) de éste, y conquistando el interés y la confianza (la “complicidad”)de los primeros: “...el público, aunque bien venido al debate, es sólo un observadorcurioso9 del esfuerzo de un economista para convertir en objeto de discusión lasprofundas discrepancias de opinión entre compañeros economistas...” Es obvio que alpresentarse a sí mismo como “un” economista, mantiene la distancia con respecto alpúblico (<se trata de una conversación privada, aunque os dejemos escucharla>) ; peroigualmente se aproxima a los colegas (<soy uno más ; debemos ocuparnos juntos de untema muy importante para todos nosotros, aunque nos obligue a polemizar>). Y, aunquepuede que Keynes no lo pretendiera expresamente, lo cierto es que, como un eco, eleconomista impersonal de la primera página del prefacio encuentra su reflejo en elescritor impersonal de la última página. Si cuando uno se aísla cree muchas locuras, esbueno para uno dialogar. Adviértase, además, el uso del verbo creer (“to believe”),paralelo a las dos creencias (“belief”) entre las que podían oscilar los muy ortodoxos.

Obsérvese, por otra parte, que estas dos posibilidades son anunciadas (“Iexpect”) por Keynes, en razón del fuerte lazo que une a tales economistas con laortodoxia. Y obsérvese como él mismo ha señalado que su propia vinculación con la

7 Obsérvese la referencia al Treatise. Siendo ésta una obra ortodoxa y aceptada, la nueva, sinembargo, ha reforzado lo que podría considerarse un control de calidad y una prueba de solidez yveracidad.

8 Al margen del análisis que venimos realizando, la manera de introducir los agradecimientos tanhabituales en obras como ésta al final del prefacio, tiene un indudable toque de originalidad y elegancia,aun cuando dicha manera vaya forzada por la necesidad de buscar cuantos argumentos sean posible paraconseguir la aceptación de las nuevas ideas. Al fin y al cabo, lo que viene a decir es que Kahn, sobretodo ; pero también Joan Robinson, Hawtrey y Harrod han estado conmigo, me han revisado, me hancriticado..., evitando así que me aísle y pueda decir sólo tonterías. Obviamente, la fuerza del argumentocrece, al menos en apariencia, gracias al distanciamiento producido inicialmente con la tercera persona :“El escritor de un libro como éste... si quiere evitar...” : el análisis está objetivado. Puede ser él,cualquiera. El acercamiento a su persona no lo realiza de manera inmediata, sino a través del impersonalreflexivo : “...las locuras que puede uno creer... si piensa sólo demasiado tiempo...” Claro está que ese“uno” puede ser igualmente cualquiera ; pero este cualquiera, apuntado de este modo, establece como unacomplicidad entre autor y lector, en la medida en que está recurriendo a un modo de expresarse bastanteinformal, haciéndolo tan cercano, que incluye en primer lugar no sólo a él mismo, sino también a quienestá leyendo, al interlocutor. “A cualquiera de nosotros dos podría, incluso, pasarnos. Por eso me hepreocupado de evitarlo”. Lo que resulta evidente es que Keynes estaba realmente preocupado porconseguir la aceptación de su trabajo.

9 La palabra inglesa utilizada por Keynes es “eavesdroppers”, “persona que escucha secretamenteuna conversación privada” (Hornby 1962, 315). El equivalente en lengua española sería fisgón o espía ;pero los matices que introducen cada uno de estos vocablos (y que podrían molestar a ese “públicogeneral”, cosa que evidentemente no pretende Maynard) parecen hacerlos poco apropiados para incluirlosen la traducción ofrecida.

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ortodoxia, definida como falta de emancipación, ha sido lo que le ha impedido evitar loserrores del Tratado. Parece como si todo fuera encajando. Pero hemos de llegar alúltimo párrafo del prefacio para encontrar la clave definitiva: “The composition of thisbook has been for the author a long struggle of escape...”

“La composición de este libro ha sido para el autor de este libro una largalucha de liberación, y así debe ser su lectura para la mayoría de los lectores, siel asalto del autor sobre ellos tiene éxito : una lucha de liberación de los modoshabituales de pensamiento y expresión. Las ideas aquí expresadas tanlaboriosamente son extremadamente simples y deberían ser obvias. Ladificultad yace, no en las nuevas ideas, sino en escapar de las antiguas, lascuales se ramifican, en aquellos que han sido educados como la mayoría denosotros lo hemos sido, por el interior de cada rincón de nuestras mentes”.

A continuación, el nombre del autor y la fecha.

A la vista del texto, prácticamente sobran los comentarios: Si los casados con laortodoxia están fuertemente condicionados en sus reacciones, el motivo está en que laeducación recibida los ha condicionado hasta el extremo, impidiendo o al menosdificultando la posibilidad de pensar con libertad. Emanciparse requiere un esfuerzoextraordinario, y tal es el aviso de Keynes al lector. El uso de la tercera persona, en lamedida en que supone una cierta despersonalización, de nuevo aparece justificado por laposibilidad de acercarse de este modo al lector. El economista de la primera parte que seune a sus colegas, el autor que decide no aislarse de la parte segunda, de nuevo se sitúacomo uno más con los lectores potenciales, reconoce que los está zarandeandoviolentamente (al fin y al cabo es una lucha), pero termina por fundirse, confundirse conellos, utilizando de nuevo la primera persona del plural, pero ahora no como unareferencia mayestática o tímida hacia su propia persona, sino asumiendo colectivamentela debilidad de una educación heredada. “... our minds”, “... nuestras mentes”, es unexpresivo punto final para un prefacio, que es guía y aviso para los lectores; perotambién una proclama.

A la vista de cuanto se ha dicho hasta el momento, pueden concluirse tres cosas.La primera, que se cumplen prácticamente todas las reglas de juego características delperiodo revolucionario, salvo recurrir a la historia (aunque también esta regla secumplirá a lo largo del libro, ya que Keynes cita autores tan dispares como Solón, p.340; los Mercantilistas, p. 334-51, 358-9; Marx, 32, 355; Locke, 342-4; etc.)10. Lasegunda, que para Keynes debe restaurarse el prestigio de la ciencia económica, para locual es preciso introducir nuevas formas de pensamiento y expresión, siendo la principaldificultad para ello la falta de libertad intelectual de los economistas, encerradosmentalmente por la educación recibida; de ahí que estos deban luchar para liberarse detales restricciones. Por último, Keynes fue un economista crítico de su época que seopuso frontalmente a la ortodoxia económica aceptada, asumiendo responsablemente la

10 Conviene advertir que tales referencias históricas aparecen también en los “Prefacios”

elaborados por Keynes para las ediciones alemana (xxv - xxvii), japonesa (xxix-xxx) y, sobre todo, lafrancesa (xxxi-xxxv), en la que cita a diversos autores (Levasseur, Molinari, Leroy-Beaulieu, Gide, J.-B.Say), y se detiene en particular en Montesquieu, a cuya doctrina dice retornar (en las pgs. xxxiv y xxxv).

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dificultad de la empresa y las severas críticas a las que se exponía con susrevolucionarias tesis.

3. LA EQUIDAD EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA

Anteriormente hemos comentado la importante influencia de sus amigos deBloomsbury en la forma de pensar de Keynes, sobre todo hasta la fecha de sumatrimonio en 1925. Este grupo, como es sabido, no estaba interesado en las cuestionessociales y sus miembros, incluido el propio Keynes, eran elitistas. Su interés por lajusticia social era prácticamente nulo. No obstante, a lo largo de su vida, Keynes mostróen algunos aspectos una actitud muy distinta a la que predicaban sus amigos. En estadirección, se puede situar el interés que le suscita la situación de las capas de lapoblación más desfavorecidas, poniéndolo de manifiesto en diversos episodios de suvida.

Las razones que pudieron alimentar esta vertiente pueden encuadrarse en varioscompartimentos. En primer lugar, podremos traer a escena la agitada actividad en elcampo de las obras de caridad locales que mantuvo su madre. Florence Adam Smithplanificó una de las primeras Bolsas de Trabajo para Jóvenes, se ocupó de un colectivode personas que padecían tuberculosis crónica, desarrolló un trabajo precursorsuministrando ayuda quirúrgica a los indigentes, fue secretaria local durante muchosaños de la Sociedad de Organización de la Caridad, asociación que se encargaba deayudar a los más necesitados y donde alcanzó importantes logros,... Keynes siempreadoró a sus padres y mantuvo una estrecha relación hasta el día de su muerte. Harrod(1958, p. 33) sostiene acertadamente sobre la influencia de su madre que “es posible queel humanitarismo práctico produjera en el joven espíritu de Maynard impresión másprofunda que las doctrinas abstractas de los filósofos sociales, que a veces estaban unpoco distanciadas de las sórdidas realidades. Maynard podría ver en sus actividades elespíritu reformador de Cambridge convertido en realidad y aliviando a personasnecesitadas”. Keynes adquirió en Harvey Road un enorme sentimiento deresponsabilidad social y una aguda sensibilidad para los grandes males sociales.

En segundo lugar, cabe hacer referencia a sus afinidades políticas al ParidoLiberal, una agrupación que contemplaba en su horizonte la idea de justicia social,aunque su incapacidad de ceder ni en un ápice en sus convicciones le impedía militar enun partido concreto. La verdad sea dicha, parte de ese interés primitivo por estaformación política era porque se trataba del partido mayoritario entre la intelectualidadbritánica. En cualquier caso, desde su etapa estudiantil ya sentía atracción por el PartidoLiberal, en la medida que tenía un marcado carácter reformista. Cuando la recesióneconómica empezó a tomar cuerpo en el Reino Unido, Keynes pretendió poner alservicio del partido el programa de acción que se desprendiera de su nueva teoría. Porotro lado, aunque detestaba el modelo de socialismo de Estado que defendía parte de lasbases del Partido Laborista, su postura a favor de llevar a cabo cambios en la sociedadpara adaptarla a las necesidades de la época le hacía estar más cerca del Partido

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Laborista que del Partido Conservador, que se presupone que era un partido políticoafín a su clase social (Torrero, 1998, p. 330)11.

En tercer lugar, podemos traer a colación la relación de Keynes con AlfredMarshall. El viejo maestro orientó su vida al estudio de la economía alentado por elimpulso ético de mejorar las condiciones de vida y trabajo de los seres humanos.Aunque consideraba que el progreso económico mejoraría el nivel de vida de lossectores más desfavorecidos de acuerdo con lo que había acaecido durante el siglo XIX,para Marshall la pobreza era la principal fuente que inspiraba su trabajo. Estapreocupación tiene su origen, amén de las razones éticas, en la creencia en que el nivelreducido de los ingresos de las clases más pobres tenía efectos deprimentes sobre laactividad (Marshall, 1957, p. 590). Por su parte, Keynes también tenía un impulso éticoque le llevaba a una actuación a favor de la mejora de las condiciones de vida de lasociedad, pero con un carácter más abstracto, pues este interés está enraizado en laobligación general de hacer el bien y en la obligación moral de eliminar lairracionalidad.

En cualquier caso, cabe señalar dos cuestiones al respecto en las que Keynes yMarshall convergían. Ambos economistas tienen como fin último “hacer el bien”, sibien, de acuerdo con los impulsos éticos que les mueven, Marshall persigue laconsecución de este objetivo de una manera directa y Keynes indirectamente. Por otrolado, Keynes terminó por incorporar la conveniencia de la distribución de la renta en susteorías económicas como una condición favorable para el progreso económico, al igualque había defendido Marshall, aunque desde una óptima diferente. Cabe decir quemientras que Marshall mencionó las consecuencias económicas de una distribución dela renta desigualitaria para la producción12; Keynes se centra en sus repercusiones de lamisma en el descuidado “lado de la demanda”.

Así las cosas, la profunda admiración y reconocimiento que Keynes profesaba aMarshall y a su obra nos lleva a pensar que el tratamiento de la distribución de la rentaen sus teorías económicas pudo tener su génesis en la importancia que su maestro lehabía dado a esta cuestión, hasta el punto de convertirla en su razón de ser comoeconomista. En esta línea de pensamiento, el profesor Harcourt reconoce que es difícilsaber si Keynes se dejó influir por su maestro en este tema. Lo cierto es que Marshallera partidario de redistribuir la renta por razones económicas, al margen de sus propiosvalores éticos, y Keynes también defendió la redistribución de la renta como unmecanismo que favorecía a la economía en su conjunto.

Al margen de las posibles cuestiones que pudieron empujar a Keynes apreocuparse por la equidad distributiva, el autor inglés incluyó la distribución de larenta en sus teorías principalmente cuando se “liberó” definitivamente de las ideas

11 Sobre este respecto, Torrero comenta que Keynes dejó claro que no era un conservador y saca a

relucir unas manifestaciones de Keynes en un artículo titulado “Liberalism and Labour” que publicó en1926 en The Nation and Athenaeum en el que afirma: “Estoy seguro de que soy menos conservador enmis inclinaciones que el votante medio laborista”.

12 Marshall era partidario de una distribución de la renta y la riqueza más equitativa, dado queconsidera que estabilidad social es un bien importante y una mejora en las condiciones de vida las clasestrabajadoras implicaba mayor salud moral y una productividad superior (Torrero, 1998, p. 147).

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clásicas que había aceptado durante años, a raíz de la elaboración de su General Theory.Es precisamente en su obra capital donde presenta al público y, especialmente a suscolegas economistas, como afirma en el prefacio, este asunto como parte de la teoríakeynesiana que pretendía reemplazar a la “fracasada” teoría imperante. No obstante, encontra de la creencia de algunos investigadores, su sentido de responsabilidad social ysu resistencia a aceptar una situación real susceptible de ser mejorada, llevó a Keynes aconsiderar las condiciones de vida de la clase trabajadora en distintos contextos inclusoaños antes de la publicación de su General Theory.

En este sentido, podemos traer a colación un artículo publicado en The PoliticalQuartely en 1930 con el título "The question of high wages" en donde se pregunta porlas posibles alternativas para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Enprimer lugar, Keynes considera perjudicial las subidas salariales para este fin, ya queafectarían a la rentabilidad de las empresas y dificultaría la exportación. Así, dado quepara el capitalismo es mejor pagar salarios e impuestos bajos, ante las posibilidades deincrementar los salarios o los impuestos empresariales, Keynes se queda con la segunda,ya que "la imposición sobre beneficio no discrimina en contra de la utilización de unfactor de producción particular" (Keynes, 1982, XX, p. 13). Por tanto, si se decide quelos intereses de justicia y caridad requieren mejorar las condiciones materiales de laclase trabajadora, concluye Keynes, existen diversas formas de hacerlo al margen de lasubida de salarios, como la mejora del sistema de pensiones, servicios sanitarios,educación, vivienda, ayudas familiares, etc. (Keynes, 1982, XX, pp. 2-16).

Asimismo, cabe reseñar el punto de vista esgrimido por Keynes en "The dilema ofmodern socialism", artículo publicado en Political Quartely en 1932 que fue elaboradoa partir de las notas de una conferencia impartida en la Society for Socialist Inquiry andPropaganda en 1931 bajo el título "A survey of the present position of Socialism". Enrelación con el tema que nos ocupa, Keynes se muestra convencido sobre laconveniencia de una distribución de la renta tal que proporcione poder adquisitivo a losciudadanos para poder aprovechar la enorme producción potencial que ofrecía lastécnicas productivas modernas, pues esto tendería a mejorar la sociedad (Keynes, 1983,XXI, pp. 36-37).

La relación entre crecimiento económico y equidad en la distribución de la renta

En el último capítulo de The General Theory of Employmet, Interest and Money(1936), Keynes empieza reconociendo que los principales inconvenientes de la sociedadde su época eran la incapacidad para alcanzar la situación de pleno empleo y suarbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos (Keynes, 1973a, p. 372). Asu juicio, la corrección de estos males del sistema imperante estaba al alcance de lacomunidad. Sobre el primero de ellos, articula todo el engranaje de su paradigmaeconómico, pues, el problema del desempleo fue el epicentro de su labor científicadurante buena parte de su carrera como economista. No podemos olvidar el contextohistórico en el que fue engendrada The General Theory, con unas elevadas cotas dedesempleo que estaban alcanzado cifras preocupantes a principios de los treinta en GranBretaña y Estados Unidos.

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Respecto al segundo de los defectos, Keynes llama la atención sobre el nexo de suteoría con la igualdad distributiva. Hasta entonces, aquellos que habían pretendidoatenuar la desigualdad económica habían tropezado frontalmente con la arraigada ideade que el crecimiento del capital dependía especialmente del ahorro de las clases ricas.A la luz de las teorías keynesianas, esta actitud no tiene justificación alguna, ya que laescasa propensión a consumir, la abstinencia de los ricos, lejos de favorecer elcrecimiento del capital, puede impedirlo. Por contra, las medidas de redistribución deingresos que aumenten la propensión a consumir pueden estimular el crecimientoeconómico al incrementar las inversiones. De este modo, Keynes arremete contra unode los grandes obstáculos que bloqueaba el camino hacia una distribución de la rentamás equitativa y proporciona un argumento de peso a favor de la relación decompatibilidad entre equidad en la distribución de la renta y crecimiento económico.

Aunque autores como Paukert o el mismo Schumpeter consideran que esta tesisde Keynes supuso un importante argumento económico a favor de la igualdaddistributiva, para muchos investigadores, incluso entre los propios seguidoreskeynesianos, estas consideraciones han pasado casi desapercibidas. Podemos afirmarque muchos investigadores que se han acercado a las opiniones de Keynes no hanconsiderado una parte importante del modelo keynesiano, en la medida que han obviadola influencia de la distribución de la renta. Quizá, la explicación pueda residir en que,dada la magnitud de su empresa, Keynes dejo muchas líneas por desarrollar o pocosdesarrolladas. Y ésta puede ser una de ellas. Además, el propio autor no resaltó esteasunto suficientemente, pues no era este hecho el que le impulsó a destronar a la teoríaeconómica aceptada. Aunque este tema aparece en diversos pasajes de sus obras, nuncatrató la problemática de la distribución de la renta como tema central de suinvestigación.

Pero, ¿cuál era el argumento económico que esgrimía Keynes para pronunciarse afavor de una mayor igualdad distributiva? Keynes estaba convencido de que en sumomento histórico el grave problema del desempleo se debía a la insuficiencia de lademanda agregada, que estaba regida por los gastos en consumo e inversión. Así, unincremento de los componentes de la demanda aumentaría tanto el nivel de empleocomo el volumen de renta. Así las cosas, Keynes argumentra en The General Theoryque la propensión a consumir influye en ambas fuentes del gasto privado, dado que lasexpectativas de consumo futuro, que se fundamentan principalmente en el consumopresente, son las causantes, en última instancia, de la inversión. De esta forma, Keynesentiende que una escasa propensión a consumir tiene, ceteris paribus, un efectodeprimente sobre el nivel de ocupación, ya que afecta negativamente a la demandaagregada (Keynes, 1973a, p. 211).

Por tanto, cualquier medida de política económica que aliente la propensión aconsumir estimulará el gasto en consumo y en inversión, incrementando la demandaagregada y, por consiguiente, el nivel de ocupación y el crecimiento económico, quetambién se verán favorecidos por la mayor capacidad de impacto de la inversión sobrela renta a través del multiplicador.

Por otro lado, Keynes manifiesta en el estudio de la propensión a consumir quesólo cuando una persona o familia alcanza un nivel de renta que le permite disfrutar de

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cierto grado de comodidad, se plantea la posibilidad de ahorrar. En este caso, unaunidad familiar ahorrará por regla general una mayor proporción de su renta a medidaque la misma se incrementa por encima de sus necesidades primarias. Así pues,concluye Keynes, el ahorro de una unidad de gasto es casi siempre un mayor porcentajede la renta al aumentar esta última (Keynes, 1973a, p. 97).

A raíz de estas consideraciones, podemos intuir los efectos que tiene una mayor omenor equidad en la distribución de la renta sobre el consumo de una comunidad. Enefecto, si comparamos dos sociedades con similares niveles de renta por habitante,aquella que presente menor variabilidad de ingresos contará con más miembros queposean niveles de renta situados en torno al valor medio, mientras que la sociedad conmayor desigualdad económica estará compuesta por niveles de renta más dispares. Así,en la comunidad menos equitativa parte de sus miembros estarían dispuestos a consumiruna mayor cantidad para alcanzar un cierto nivel de comodidad (las clases másdesfavorecidas tendrán una propensión media a consumir y una propensión marginal aconsumir cercana a la unidad, con lo cual la mayor parte de un incremento marginal desu renta la destinarían al consumo), a la vez que los miembros opulentos consumiríansólo una pequeña proporción de sus ingresos. Por tanto, en términos globales parecelógico pensar que una sociedad con una distribución de la renta más equitativa debepresentar un mayor nivel de consumo agregado, ya que el ahorro de las clases ricas, queson las que mayores porcentajes de la renta ahorran, no es tan importante en este caso.Además, las clases desfavorecidas de esta comunidad presentaran también una elevadapropensión media a consumir, ya que aunque disfruten de un nivel de vida superior quelas clases análogas de una sociedad menos equitativa, consumirán casi la totalidad de larenta hasta cubrir sus necesidades básicas.

Este razonamiento, que se encuentra implícito en la teoría keynesiana, conduce aKeynes a afirmar, tanto en The General Theory como en algunos trabajos realizadosposteriormente con objeto de difundir y defender sus tesis, que la propensión aconsumir de una sociedad depende, entre otras cosas, de la distribución de la renta. Así,por ejemplo, Keynes trata este aspecto en “The General Theory of Employment” que sepublicó en The Quarterly Journal of Economics en 1937 o en un artículo en el queresponde a ciertas observaciones planteadas a su General Theory y que se recogió enThe Review of Economic Statistics en 1939, donde afirma que "la propensión aconsumir de una comunidad puede depender de su distribución de la renta; y he llamadola atención sobre este factor repetidas veces en mi libro" (Keynes, 1973c, p. 271).

Keynes había considerado esta cuestión en su General Theory principalmente alanalizar los factores objetivos y subjetivos que influyen en la propensión a consumir.Pero Keynes tuvo muy presente esta materia en la elaboración de diferentes partes de laobra, apareciendo de alguna u otra manera en los distintas borradores que redactó elautor durante su gestación. En uno de estos borradores titulado "The propensity tospend" que finalmente sufrió grandes cambios en el texto definitivo13, Keynes sepronuncia en los términos señalados anteriormente, si bien añade que "debemos

13 Este borrador fue usado por Keynes para la elaboración del Book III. Durante el proceso deelaboración de su obra, Keynes tomó la decisión de emplear la expresión The propensity to consume envez de The propensity to spend, que inicialmente estaba utilizando.

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recordar que [...] una distribución menos igualitaria de los ingresos reales serándesfavorable para el gasto y una distribución más igualitaria favorable. No obstante,dudo si este factor es importante en la práctica" (Keynes, 1973c, pp. 451-452)

Así las cosas, dados los beneficios que se derivan de una distribución equitativade la renta de acuerdo con la doctrina expuesta, Keynes considera oportuno laintervención estatal en aras de una distribución de la renta más igualitaria. Es decir, eleconomista inglés no se limitó a exponer su teoría económica, sino que pretende actuarsobre la realidad para paliar los graves problemas que azotaba a su país, acorde con lasrecetas que se desprendían de su análisis. En este sentido, conviene reseñar otroborrador de The General Theory en el cual reconoce que el mantenimiento de laproducción total en un nivel óptimo y el mantenimiento de una distribución de la rentaóptima deberían ser los dos objetivos de la gestión de un sistema económico (Keynes,1973b, p. 404). En cierta medida, esta afirmación guarda cierta correspondencia con laidea que utiliza Keynes para iniciar el trascendente y menospreciado Capítulo 24 de suGeneral Theory, respecto a los grandes incovenientes de la sociedad económica de suépoca, a saber, su incapacidad para proporcionar el pleno empleo y su arbitraria ydesigual distribución de la riqueza y los ingresos.

Keynes pensaba que los gobiernos debían dirigir el timón del sistema económicoy, en aquellas ocasiones en que fuese necesario, debían remar hasta alcanzarnuevamente la dirección correcta. La economía no se ajustaba por sí misma comosostenían los clásicos y, por tanto, el Estado debía jugar un papel más relevante en laresolución de los problemas económicos. Así, podemos mencionar varios testimonios alrespecto que fueron escritos durante el recorrido que le condujo hasta su GeneralTheory como, p. ej., el artículo publicado en 1934 en The Listener bajo el título "Is theeconomic system self-adjusting?" perteneciente a la serie "Poverty in Plenty". En estetrabajo, además, Keynes afirma que hay una fuerte presunción que una mayor igualdadde la renta conduciría a incrementar el empleo y el nivel de renta. Así, se muestra deacuerdo con la conveniencia de cambiar la distribución de la riqueza y modificar loshábitos de tal forma que se incremente la propensión a gastar14, a la vez que contemplala posibilidad de reducir el tipo de interés para incrementar la producción de bienes decapital. Más aún, considera necesario promover cambios sociales drásticos encaminadosa aumentar el consumo, pero sólo cuando se disponga de un stock de capital que puedaser empleado útilmente (Keynes, 1973, XIII, pp. 485-492).

En este contexto, conviene traer a colación otra publicaciónen en la que el autorde Cambridge se refiere al cambio de actitud que debían adoptar los rectores políticos.En efecto, en un trabajo titulado "Am I a liberal?" publicado en Nation and Athanaeumen 1935, referido a las ideas que debían conducir al Nuevo Liberalismo, Keynes afirmaque "la transición desde la anarquía económica a un régimen que deliberadamenteaspire a controlar y dirigir las fuerzas económicas en interés de la justicia social y laestabilidad social, presentará enormes dificultades tanto técnicas como políticas". Noobstante, "debemos encontrar nuevas políticas y nuevos instrumentos para adaptar ycontrolar el funcionamiento de las fuerzas económicas" (Keynes, 1972, IX, p. 305).

14 Nótese que en este estudio Keynes está utilizando la expresión “propensiy to spend”, al igualque en los primeros borradores de The General Theory.

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Al hilo de esta cuestión, cabe recordar las afirmaciones de Keynes en "SomeConsequences of a Declining Population" comentadas en el apartado segundo dondereconocía que en una sociedad estacionaria es necesario conseguir una distribución de larenta más equitativa y un menor tipo de interés para favorecer el consumo y lainversión. En el caso de que la sociedad capitalista rechazara estos cambios, apostillaKeynes, el actual modelo de sociedad estaría en peligro.

En definitiva, Keynes insiste en que el Estado no puede mantenerse apático endeterminadas situaciones y una de las posibles actuaciones es impulsar una distribuciónde la renta más equitativa. Para ello, Keynes aconseja en su General Theory hacer unenérgico uso de la política fiscal (política de impuestos y gastos gubernamentales) paracompletar el mecanismo de mercado que, en su opinión, no conseguía resolver elproblema del desempleo. Así, además de hacer uso del gasto público para alentar lademanda, Keynes contempla la posibilidad de modificar la estructura impositiva deforma que revierta en un mayor nivel de renta de las capas más desfavorecidas de lasociedad, en aras de lograr una mayor igualdad distributiva que estimule la propensión aconsumir de la sociedad en general. Mediante este factor objetivo de la propensión aconsumir, Keynes cree posible animar ambos componentes de la demanda agregada, almismo tiempo que incrementa el impacto de la inversión sobre la renta de acuerdo consu teoría.

Después de la publicación de The General Theory, Keynes se esforzó en defendersu tesis ante el aluvión de críticas que su libro había provocado, en parte promovidas aposta por el autor para que el alcance de sus ideas fuese mayor. Así, podemos encontrarentre su correspondencia algunos escritos que enfatizan este aspecto de la intervencióngubernamental, como la carta que envía a R. G. Hawtrey el 24 de Marzo de 1936 dondese muestra a favor de "un esquema de imposición directa que redistribuya la renta de talforma que incremente la propensión a consumir", dejando patente una cuestión queestaba dando lugar a equívocos motivados por la influencia del pensamiento clásico:una medida de política económica de redistribución de la renta a favor de aquellos quetienen una mayor propensión a consumir no supone una disminución del ahorro, sino alcontrario, un incremento de la renta y del ahorro (Keynes, 1973c, pp. 14-17).

En definitiva, como puede comprobarse, Keynes se ocupó de la distribución de larenta y, en particular, de la conveniencia de conseguir una distribución más equitativapara favorecer el crecimiento en varios pasajes de sus obras. Lo que parece relevante esla poca importancia que incluso sus seguidores han otorgado a esta parte de las teoríaseconómicas keynesianas. Desde nuestro punto de vista, creemos que es imprescindibleenfocar el pensamiento keynesiano como un bloque, sin omitir ninguna cuestión alacercarnos a sus teorías, máxime cuando nos estamos refiriendo a un aspecto conextraordinarias repercusiones económicas y sociales.

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