Entrevista Mons. Luis Romera

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Newsuic és una publicació gratuïta editada per la Direcció de Comunicació de la Universitat Internacional de Catalunya. Les tasques de com- paginació, fotografia, redacció i coordinació editorial són dutes a terme per estudiants, assessorats per un consell editorial compost per profes- sors, membres del personal d’administració i serveis de la Universitat i alumnes becaris. S’hi afegeixen col·laboracions de professors o d’altres professionals, fixes o bé esporàdiques. El Consell Editorial, que no comparteix necessàriament les opinions expressades pels seus redactors o col·laboradors, convida els professors, alumnes i antics alumnes de la Universitat a col·laborar al Newsuic i a expressar les seves opinions sobre els continguts i la manera de tractar-los. El Consell Editorial es reserva el dret de publicar aquelles col·laboracions o anuncis que no es corres- ponguin amb la línia editorial o els principis estètics que regeixen aquesta publicació. PUBLICITAT, OPINIONS I COL·LABORACIONS: [email protected] Direcció de Comunicació. Immaculada, 22 E-08017 BARCELONA Barça y belleza S e ha hablado del fútbol como es- pectáculo, como fenómeno de masas, como símbolo de enfren- tamientos tribales, pero poco habíamos oído hablar del fútbol como una obra de arte hecha de inteligencia, armonía y pro- porción. Tras la final de Roma y después de conseguir tres copas en una misma temporada vale la pena seguir de cerca este cambio. Al Barcelona se le ha identifi- cado con el auténtico fútbol, aquel depor- te lleno de audacia que ataca y ataca de un modo creativo frente a otro fútbol más de contención y confiado al músculo. Este Barça ha proporcionado felicidad a sus aficionados y a los que no lo eran y ha in- clinado a los seguidores de otros equipos y a periodistas de otras latitudes a descubrir en él belleza y arte. Tras la final de Roma y repasando la prensa de la capital de Espa- ña y también la británica se encuentra ese juicio unánime: “una obra de arte” ¿Exagerados? Quizá. Pero muchos apuntan en la misma dirección. Como si se hubiera descubierto una nueva apuesta futbolística. Hay quien afirma que emer- ge un nuevo estilo de juego que va a lograr que el fútbol vaya a más, imitado por otros clubes y selecciones nacionales. Aseveran que este modo de jugar va a hacer ganar al fútbol en general frente al no-fútbol de patadón y tente tieso, físico y de cerrojo. “Ganando el Barça ganamos todos los que amamos al futbol”, afirma Menotti . La Masía ya no puede pasar desaper- cibida como escuela de fútbol y también de humanidad. Los expertos señalan que los jóvenes que pasan por ahí aprenden a ser técnicos futbolistas del tiki-taka, pero también personas. Si nos acercamos a Iniesta, Xavi o Messi parece que no estamos ante petulantes futbolistas que nadan en el lujo, la prepotencia y la frivo- lidad. Ni, desde luego, son jugadores de choque: ¿serán artistas? Esta belleza no se improvisa. No es azar. Tras este equi- po está un maestro exigente que habla de esfuerzo, humildad y fe en la victoria: Pep Guardiola. Un maestro en sentido clási- co, que educa y lleva a la excelencia a sus alumnos. Que sabe sacar lo mejor de ellos, de cada uno, conociéndoles y haciéndeles mejorar: no hay más que ver los manteos de que fue objeto por parte de sus “alum- nos”. Este Barça cree en sí mismo y, de la mano de su entrenador, verdadero coach en sentido psicológico, crece en solidari- dad y espíritu de equipo. “Si el Barça pien- sa, el público sonríe”, afirma Guardiola. Si el Barça crea, me gustaría añadir, el públi- co es feliz con la obra de arte, con la belle- za, que nace en el terreno de juego. Pero no me hagan caso: estoy enajenado de tanta felicidad. Ignasi de Bofarull es profesor de la Facultad de Educación Jaume Figa jfi[email protected] /rescrito.blogspot.com La Columna Cap de taula Mons. Luis Romera Rector de la Pontificia Università della Santa Croce, en Roma “La gran tentación del ser humano: evitar el mal clausurando la libertad” Ignasi de Bofarull [email protected] Mons. Luis Romera (47) es un barcelonés muy romano que lleva más de veinte años en la Ciudad Eterna. Sacerdote, geólogo por la UB, profesor ordinario de Metafísica y doctor en Filosofía, es hoy el rector de la Pontificia Università della Santa Croce, en Roma. Y es un hombre de mundo: desde su atalaya romana (que es casi como decir “universal”), tiene una visión de los acontecimientos privilegiada. O eso se desprende de la conversación mantenida con él, después de hablar a profesores de la Facultad de Humanidades de la UIC sobre secularización y pensamiento cristiano. De las raíces culturales de la persona hasta el concepto de felicidad; del papel de los políticos y el reto de los cristianos; del “Dios ha muerto” de Nietzsche, a las respuestas que dan sentido a la vida… Si Dios existe o no, es algo en lo que nos va la vida… Cabría pre- guntarse qué ocurriría si la reali- dad fuese mayor de como la per- cibimos… El mundo podría ser cinco veces mayor de como lo vemos ahora, pero no ocurriría nada: el lápiz de mi mano pesaría cinco veces más; pero también mi mano sería cinco veces más fuer- te… Todo esto no tiene repercu- siones en la existencia. En cam- bio, si hay trascendencia o no; si hay algo más allá; si hay perdón… todo eso, ¡ya lo creo que influye! Lo que más incidencia tiene en la vida del ser humano es saber si Dios existe o no. Pero usted porque está muy convencido de ello… Tarde o temprano todo el mun- do se hace estas grandes pregun- tas. Cuando Nietzsche decía que Dios había muerto, lo decía indi- cando el gran problema que re- presenta no aceptar a Dios… El anuncio de la muerte de Dios se dirigía sobre todo a los ateos su- perficiales para que fueran cons- cientes de que borrar a Dios era precipitarse en la nada… ¿Hoy, nos precipitamos en esa nada? Hay que ver un poco la historia. La sociedad contemporánea es hija de la modernidad que aposta- ba por la razón humana y la liber- tad, pero en términos de emanci- pación, con lo que lo religioso se relegaba al ámbito de lo privado. Así, el S. XX consideraba que este proceso de secularización era irre- versiblemente destinado al ocaso de lo religioso… ¿Y el resultado… El resultado ha sido muy otro: la ausencia de religión –que no es más que un encuentro con Dios– provoca el vacío del que habla- ba Nietzsche, y lleva al hombre a buscar algo más; no se contenta con lo que tiene. Pero sin Dios se presenta el peligro de buscar su- cedáneos, incluso soluciones que no son tales, como una estética superficial o las drogas. Son so- luciones muy pragmáticas, pero no dan respuesta al sentido de la vida. Por eso, hoy se constata una vuelta a lo religioso, aunque de modo quizá más sincretista: ante una gran variedad de opciones, voy, y cojo la que mejor me con- venga… Es una especie de “super- mercado de las religiones”. En este “súper”, ¿qué es lo que aporta el pensamiento cristiano? Una visión del hombre donde, entre otras cosas, es fundamen- tal el concepto de filiación. Cuan- do uno se sabe hijo de sus padres y asume esta condición, el recibir una educación, una orientación o ayuda, no se ve como una inje- rencia ilegítima en su autonomía, sino como algo que me ayuda a ser más yo mismo, de un modo mucho más pleno. Es utópico pensar en una libertad al margen de los demás. Y entonces se ve a Dios como un padre que quiere y que perdona; que no es despóti- co. Es tremendo cuando se pierde este sentido de perdón y de peca- do, ya que todos necesitamos ser perdonados. Si no, no somos ca- paces de convivir con los demás. Algunos dicen que la bon- dad o maldad de las cosas dependerá de lo que digan las leyes… Es ese “supermercado”: lo que me va mejor… La competencia de los gobiernos está en el ámbito de la legalidad, pero muchos de los ám- bitos de la legalidad tienen una en- traña moral. Por eso la Iglesia ha- bla de la moralidad de ciertas leyes como, por ejemplo, la del aborto: algunas formulaciones legales lle- van consigo un atentado contra lo que es persona. Cada uno tiene su ámbito, pero cuando el gobierno –cualquier gobierno– no oye las instancias éticas de una sociedad, tiene el grave riesgo de convertirse en despótico. Eso es fruto del rela- tivismo. El problema está en que el relativismo deja desamparado al ser humano: si la voluntad no tiene un criterio de autenticidad, ¿cómo discierne la auténtico de lo inauténtico ante las opciones que se le presentan? Es una voluntad desasistida de la ayuda de la razón y por eso amenazada. Pero a menudo se ha acha- cado a la Iglesia ir en contra de la ciencia, cuya principal herramienta es la razón, ¿no? Es absurdo decir que la Iglesia rechaza la ciencia porque recha- za el preservativo, la eutanasia, la investigación con embriones… El ser humano tiene que respetar la dignidad de su propio ser. No es, por tanto, que la Iglesia nie- gue la ciencia, sino que la misma ciencia dice que no puede desvir- tuar la acción humana… No está justificada la investigación cien- tífica que se hacía en los campos de concentración nazis. Por muy “científica” que fuera. De hecho, la ciencia ha surgido en un con- texto cristiano, según el cual el mundo no es una instancia sa- grada, sino profana, ya que exis- te gracias a un Dios creador que da el ser según su inteligencia y amor. Por eso, el mundo nuestro es inteligible y por eso puede ha- ber ciencia. De todos modos, vista la si- tuación actual, para un cris- tiano es como para llenarse de pesimismo… No, no. El cristiano no es una persona acongojada ante el futu- ro y reacia a los cambios. El op- timismo forma parte del “ADN” del cristiano porque creer en Dios, que está por encima de los avatares de la historia, es fuente de esperanza. Suceda lo que su- ceda, Dios es la instancia defini- tiva, y eso se ve muy claro en los cristianos que aún siguen pade- ciendo persecución: la fe les abre unos horizontes de trascenden- cia que están muy por encima de cualquier mal. Saben que Dios es un padre que vence la muerte con ese signo extraordinario que es la cruz… Pero entonces, ¿por qué no acaba Dios con el mal? ¡Ah! La eterna pregunta… La fe cristiana habla de un Dios que crea liberalmente, no por capri- cho ni por un motivo fútil. Y ese Dios trascendente, que no está sometido a los parámetros de la historia, es un Dios que viene al encuentro del hombre haciéndo- se como él, anonadándose. No responde al problema del mal según las formas de un poder despótico que clausura la liber- tad para evitar el mal…; esa sería la gran tentación del ser huma- no si se le ofreciera la posibilidad de acabar con el mal. Es la gran tentación de todos los dictado- res: desarraigar el mal, pero qui- tando la libertad.

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Entrevista a Mons. Luis Romera, rector de la Pontificia Università della Santa Croce.

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Newsuic és una publicació gratuïta editada per la Direcció de Comunicació de la Universitat Internacional de Catalunya. Les tasques de com-paginació, fotografia, redacció i coordinació editorial són dutes a terme per estudiants, assessorats per un consell editorial compost per profes-sors, membres del personal d’administració i serveis de la Universitat i alumnes becaris. S’hi afegeixen col·laboracions de professors o d’altres professionals, fixes o bé esporàdiques. El Consell Editorial, que no comparteix necessàriament les opinions expressades pels seus redactors o col·laboradors, convida els professors, alumnes i antics alumnes de la Universitat a col·laborar al Newsuic i a expressar les seves opinions sobre els continguts i la manera de tractar-los. El Consell Editorial es reserva el dret de publicar aquelles col·laboracions o anuncis que no es corres-ponguin amb la línia editorial o els principis estètics que regeixen aquesta publicació.

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Barça y belleza

S e ha hablado del fútbol como es-pectáculo, como fenómeno de masas, como símbolo de enfren-

tamientos tribales, pero poco habíamos oído hablar del fútbol como una obra de arte hecha de inteligencia, armonía y pro-porción. Tras la final de Roma y después de conseguir tres copas en una misma temporada vale la pena seguir de cerca este cambio. Al Barcelona se le ha identifi-cado con el auténtico fútbol, aquel depor-te lleno de audacia que ataca y ataca de un modo creativo frente a otro fútbol más de contención y confiado al músculo. Este Barça ha proporcionado felicidad a sus aficionados y a los que no lo eran y ha in-clinado a los seguidores de otros equipos y a periodistas de otras latitudes a descubrir en él belleza y arte. Tras la final de Roma y repasando la prensa de la capital de Espa-ña y también la británica se encuentra ese juicio unánime: “una obra de arte”

¿Exagerados? Quizá. Pero muchos apuntan en la misma dirección. Como si se hubiera descubierto una nueva apuesta futbolística. Hay quien afirma que emer-ge un nuevo estilo de juego que va a lograr que el fútbol vaya a más, imitado por otros clubes y selecciones nacionales. Aseveran que este modo de jugar va a hacer ganar al fútbol en general frente al no-fútbol de patadón y tente tieso, físico y de cerrojo. “Ganando el Barça ganamos todos los que amamos al futbol”, afirma Menotti.

La Masía ya no puede pasar desaper-cibida como escuela de fútbol y también de humanidad. Los expertos señalan que los jóvenes que pasan por ahí aprenden a ser técnicos futbolistas del tiki-taka, pero también personas. Si nos acercamos a Iniesta, Xavi o Messi parece que no estamos ante petulantes futbolistas que nadan en el lujo, la prepotencia y la frivo-lidad. Ni, desde luego, son jugadores de choque: ¿serán artistas? Esta belleza no se improvisa. No es azar. Tras este equi-po está un maestro exigente que habla de esfuerzo, humildad y fe en la victoria: Pep Guardiola. Un maestro en sentido clási-co, que educa y lleva a la excelencia a sus alumnos. Que sabe sacar lo mejor de ellos, de cada uno, conociéndoles y haciéndeles mejorar: no hay más que ver los manteos de que fue objeto por parte de sus “alum-nos”. Este Barça cree en sí mismo y, de la mano de su entrenador, verdadero coach en sentido psicológico, crece en solidari-dad y espíritu de equipo. “Si el Barça pien-sa, el público sonríe”, afirma Guardiola. Si el Barça crea, me gustaría añadir, el públi-co es feliz con la obra de arte, con la belle-za, que nace en el terreno de juego. Pero no me hagan caso: estoy enajenado de tanta felicidad.

Ignasi de Bofarull es profesor de la Facultad de Educación

Jaume [email protected] /rescrito.blogspot.com

La ColumnaCap de taula

Mons. Luis RomeraRector de la Pontificia Università della Santa Croce, en Roma

“La gran tentación del ser humano: evitar el mal clausurando la libertad”

Ignasi de [email protected]

Mons. Luis Romera (47) es un barcelonés muy romano que lleva más de veinte años en la Ciudad Eterna. Sacerdote, geólogo por la UB, profesor ordinario de Metafísica y doctor en Filosofía, es hoy el rector de la Pontificia Università della Santa Croce, en Roma. Y es un hombre de mundo: desde su atalaya romana (que es casi como decir “universal”), tiene una visión de los acontecimientos privilegiada. O eso se desprende de la conversación mantenida con él, después de hablar a profesores de la Facultad de Humanidades de la UIC sobre secularización y pensamiento cristiano. De las raíces culturales de la persona hasta el concepto de felicidad; del papel de los políticos y el reto de los cristianos; del “Dios ha muerto” de Nietzsche, a las respuestas que dan sentido a la vida…

Si Dios existe o no, es algo en lo que nos va la vida… Cabría pre-guntarse qué ocurriría si la reali-dad fuese mayor de como la per-cibimos… El mundo podría ser cinco veces mayor de como lo vemos ahora, pero no ocurriría nada: el lápiz de mi mano pesaría cinco veces más; pero también mi mano sería cinco veces más fuer-te… Todo esto no tiene repercu-siones en la existencia. En cam-bio, si hay trascendencia o no; si hay algo más allá; si hay perdón…todo eso, ¡ya lo creo que influye! Lo que más incidencia tiene en la vida del ser humano es saber si Dios existe o no.

Pero usted porque está muy convencido de ello…Tarde o temprano todo el mun-do se hace estas grandes pregun-tas. Cuando Nietzsche decía que Dios había muerto, lo decía indi-cando el gran problema que re-presenta no aceptar a Dios… El anuncio de la muerte de Dios se dirigía sobre todo a los ateos su-perficiales para que fueran cons-cientes de que borrar a Dios era precipitarse en la nada…

¿Hoy, nos precipitamos en esa nada?Hay que ver un poco la historia. La sociedad contemporánea es hija de la modernidad que aposta-ba por la razón humana y la liber-tad, pero en términos de emanci-pación, con lo que lo religioso se relegaba al ámbito de lo privado. Así, el S. XX consideraba que este proceso de secularización era irre-versiblemente destinado al ocaso de lo religioso…

¿Y el resultado…El resultado ha sido muy otro: la

ausencia de religión –que no es más que un encuentro con Dios– provoca el vacío del que habla-ba Nietzsche, y lleva al hombre a buscar algo más; no se contenta con lo que tiene. Pero sin Dios se presenta el peligro de buscar su-cedáneos, incluso soluciones que no son tales, como una estética superficial o las drogas. Son so-luciones muy pragmáticas, pero no dan respuesta al sentido de la vida. Por eso, hoy se constata una vuelta a lo religioso, aunque de modo quizá más sincretista: ante una gran variedad de opciones, voy, y cojo la que mejor me con-venga… Es una especie de “super-mercado de las religiones”.

En este “súper”, ¿qué es lo que aporta el pensamiento cristiano?Una visión del hombre donde, entre otras cosas, es fundamen-tal el concepto de filiación. Cuan-do uno se sabe hijo de sus padres y asume esta condición, el recibir una educación, una orientación o ayuda, no se ve como una inje-rencia ilegítima en su autonomía, sino como algo que me ayuda a ser más yo mismo, de un modo mucho más pleno. Es utópico pensar en una libertad al margen de los demás. Y entonces se ve a Dios como un padre que quiere y que perdona; que no es despóti-co. Es tremendo cuando se pierde este sentido de perdón y de peca-do, ya que todos necesitamos ser perdonados. Si no, no somos ca-paces de convivir con los demás.

Algunos dicen que la bon-dad o maldad de las cosas dependerá de lo que digan las leyes…Es ese “supermercado”: lo que me

va mejor… La competencia de los gobiernos está en el ámbito de la legalidad, pero muchos de los ám-bitos de la legalidad tienen una en-traña moral. Por eso la Iglesia ha-bla de la moralidad de ciertas leyes como, por ejemplo, la del aborto: algunas formulaciones legales lle-van consigo un atentado contra lo que es persona. Cada uno tiene su ámbito, pero cuando el gobierno –cualquier gobierno– no oye las instancias éticas de una sociedad, tiene el grave riesgo de convertirse en despótico. Eso es fruto del rela-tivismo. El problema está en que el relativismo deja desamparado al ser humano: si la voluntad no tiene un criterio de autenticidad, ¿cómo discierne la auténtico de lo inauténtico ante las opciones que se le presentan? Es una voluntad desasistida de la ayuda de la razón y por eso amenazada.

Pero a menudo se ha acha-cado a la Iglesia ir en contra de la ciencia, cuya principal herramienta es la razón, ¿no?Es absurdo decir que la Iglesia rechaza la ciencia porque recha-za el preservativo, la eutanasia, la investigación con embriones… El ser humano tiene que respetar la dignidad de su propio ser. No es, por tanto, que la Iglesia nie-gue la ciencia, sino que la misma ciencia dice que no puede desvir-tuar la acción humana… No está justificada la investigación cien-tífica que se hacía en los campos de concentración nazis. Por muy “científica” que fuera. De hecho, la ciencia ha surgido en un con-texto cristiano, según el cual el mundo no es una instancia sa-grada, sino profana, ya que exis-te gracias a un Dios creador que

da el ser según su inteligencia y amor. Por eso, el mundo nuestro es inteligible y por eso puede ha-ber ciencia.

De todos modos, vista la si-tuación actual, para un cris-tiano es como para llenarse de pesimismo…No, no. El cristiano no es una persona acongojada ante el futu-ro y reacia a los cambios. El op-timismo forma parte del “ADN” del cristiano porque creer en Dios, que está por encima de los avatares de la historia, es fuente de esperanza. Suceda lo que su-ceda, Dios es la instancia defini-tiva, y eso se ve muy claro en los cristianos que aún siguen pade-ciendo persecución: la fe les abre unos horizontes de trascenden-cia que están muy por encima de cualquier mal. Saben que Dios es un padre que vence la muerte con ese signo extraordinario que es la cruz…

Pero entonces, ¿por qué no acaba Dios con el mal?¡Ah! La eterna pregunta… La fe cristiana habla de un Dios que crea liberalmente, no por capri-cho ni por un motivo fútil. Y ese Dios trascendente, que no está sometido a los parámetros de la historia, es un Dios que viene al encuentro del hombre haciéndo-se como él, anonadándose. No responde al problema del mal según las formas de un poder despótico que clausura la liber-tad para evitar el mal…; esa sería la gran tentación del ser huma-no si se le ofreciera la posibilidad de acabar con el mal. Es la gran tentación de todos los dictado-res: desarraigar el mal, pero qui-tando la libertad.