Entrevista Interventiva II

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ENTREVISTA INTERVENTIVA: PARTE II. CUESTIONAMIENTO REFLEXIVO PARA LA AUTOSANACIÓN Karl Tomm, M.D. Traducción: Francisco Silva R. La indagación reflexiva es un aspecto de la entrevista interventiva orientada para habilitar a los clientes o las familias a generar nuevos patrones propios de cognición y de comportamiento. El terapeuta adopta una postura facilitadora y realiza precisamente estos tipos de preguntas que son responsables de abrir nuevas posibilidades para la auto sanación. El mecanismo para el resultante cambio terapéutico es postulado para ser reflexivo entre los niveles de significado dentro de sus propios sistemas de creencias. Adoptando este modo de indagar y tomar ventaja de las oportunidades para realizar una variedad de preguntas reflexivas, un terapeuta puede estar habilitado para aumentar la efectividad clínica de su o sus entrevistas. Fam proc 26:167 184, 1987 INTRODUCCIÓN Un estímulo mayor para el trabajo resumido aquí, viene desde una interesante experiencia en Rótterdam; Holanda, en 1981. Comencé estando detrás del espejo observando una sesión de terapia familiar conducida por un aprendiz. La familia holandesa consistía de los padres de mediana edad y ocho niños (latencia a diez años). Ellos fueron remitidos debido a que el padre ha sido indolentemente violento disciplinando a los niños mayores. Una serie de preguntas circulares rápidamente reveló que había una separación entre en las funciones parentales, con la madre quien estaba hablándoles, tomando el papel cálido y acogedor, y el padre con el rol firme y disciplinario. De hecho, los niños describieron a su padre como completo tirano. Él fue considerado como una persona descuidada que siempre estaba enojada e irrazonable en sus demandas como padre. El comportamiento no verbal de los niños indicó una fuerte coalición con su amable y acogedora madre. Como la 1

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ENTREVISTA INTERVENTIVA: PARTE II.CUESTIONAMIENTO REFLEXIVO PARA LA AUTOSANACIÓN

Karl Tomm, M.D.

Traducción: Francisco Silva R.

La indagación reflexiva es un aspecto de la entrevista interventiva orientada para habilitar a los clientes o las familias a generar nuevos patrones propios de cognición y de comportamiento. El terapeuta adopta una postura facilitadora y realiza precisamente estos tipos de preguntas que son responsables de abrir nuevas posibilidades para la auto sanación. El mecanismo para el resultante cambio terapéutico es postulado para ser reflexivo entre los niveles de significado dentro de sus propios sistemas de creencias. Adoptando este modo de indagar y tomar ventaja de las oportunidades para realizar una variedad de preguntas reflexivas, un terapeuta puede estar habilitado para aumentar la efectividad clínica de su o sus entrevistas.

Fam proc 26:167 184, 1987

INTRODUCCIÓN

Un estímulo mayor para el trabajo resumido aquí, viene desde una interesante experiencia en Rótterdam; Holanda, en 1981. Comencé estando detrás del espejo observando una sesión de terapia familiar conducida por un aprendiz. La familia holandesa consistía de los padres de mediana edad y ocho niños (latencia a diez años). Ellos fueron remitidos debido a que el padre ha sido indolentemente violento disciplinando a los niños mayores.

Una serie de preguntas circulares rápidamente reveló que había una separación entre en las funciones parentales, con la madre quien estaba hablándoles, tomando el papel cálido y acogedor, y el padre con el rol firme y disciplinario. De hecho, los niños describieron a su padre como completo tirano. Él fue considerado como una persona descuidada que siempre estaba enojada e irrazonable en sus demandas como padre. El comportamiento no verbal de los niños indicó una fuerte coalición con su amable y acogedora madre. Como la sesión progresaba, el padre llegó a estar cada vez más tenso y retirado.

Volviéndose algo preocupado acerca de la tensión que desarrollaron en la sesión, interrumpí la entrevista y sugerí que el aprendiz le preguntara a cada niño: “Si algo le pasara a su mamá, de manera que ella llegara a estar seriamente enferma y tuviera que estar hospitalizada por largo tiempo, o quizá ella muriera, ¿qué podría llegar a ser de la relación entre su padre y el resto de los niños?”. Cuando el aprendiz resumió la intervención e hizo esta pregunta, el primer niño exclamó: “¡Oh, él podría volverse peor!”. ¡Él podría volverse más violento!; el siguiente respondió: “Pero, él podría ver otro lado de nosotros porque nosotros lo tendríamos a él para hacer la tarea del colegio”; otro remarcó: “Sí, él podría probablemente ayudarnos a cocinar y a limpiar también.” En el tiempo que todos los niños respondieron, el padre fue hablando con cálidos y acogedores términos, y por supuesto, se relajó y comenzó a participar en la discusión. El intento de la pregunta fue logrado y el aprendiz se movió para explorar otras áreas del funcionamiento de la familia.

Después, durante la discusión de la intercesión, el equipo elaboró una hipótesis acerca de las dinámicas interpersonales de la familia. Hubo un consenso de que el padre fue duramente culpado y fue relativamente aislado en la familia. Esta posición lo volvió a él vulnerable al excesivo enojo y punición.

Su hostilidad a su vez, tuvo el efecto de juntar a la madre y a los niños, gatillando sus acusaciones colectivas y manteniendo su aislamiento en una rutina circular. Una intervención de final de sesión fue desarrollada hacia enfocar en romper este patrón.

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Se tomó de la forma de una intervención paradójica connotando positivamente el comportamiento descuidado y tiránico del padre como una ayuda para que la madre y los niños se acercasen y se apoyen mutuamente (de momento), porque él sabía cuánto podría extrañarlos cuando los niños dejen el hogar. Oyendo esta opinión, los niños inmediatamente protestaron, diciendo que su padre no era descuidado o tiránico. Ellos insistieron en que era afectuoso y útil! Esta respuesta de la familia era una sorpresa para el equipo, especialmente después que el padre había sido descrito tan negativamente durante la parte inicial de la sesión. En una reflexión posterior, que llegó fue que aparentemente mientras el equipo había permanecido preocupado con la información elicitada al comienzo de la entrevista, los niños alteraron sus visiones del padre durante el curso de la sesión. En otras palabras, la orientación de la familia hacia el padre cambio más que la del equipo! En retrospectiva, no hubo de hecho, necesidad de una intervención final.1

¿Cómo tuvo este cambio que llegar a la familia?. Pareció que la pregunta se dirigió a los niños acerca de los efectos de la hipotética ausencia de la madre fue instrumental en interrumpir el proceso maligno de culpabilizar y habilitó a los niños a “llevar adelante”(5) un constructo de su padre como un padre cuidadoso. Esta “realidad” alterada no solo permitió a la entrevista proceder más suavemente, sino también tener potencial sanador para los miembros de la familia en que les fue luego más fácil para ellos explorar nuevos patrones de interacción. Así, la pregunta en sí misma parecía funcionar como una intervención terapéutica durante el proceso de entrevista. Pero ¿por qué esta pregunta fue en particular tan terapéutica? ¿Cómo este impacto fue mediado por la familia?

Como he considerado en estos temas, comencé mirando por otras preguntas que parecieron tener efectos terapéuticos similares. Para mi deleite, fue posible identificar un largo número de ellos. De hecho parecía que la mayoría de los clínicos usan estos tipos de preguntas de vez en cuando, aunque en diferentes modos y con variados grados de conciencia. Después de discutir la naturaleza de estas preguntas con un número de colegas y explorando varios tipos de explicaciones, decidí llamarlas “reflexivas”. Dadas estas preguntas el nombre resultó ser muy útil. Las preguntas reflexivas se han vuelto más “tangible y real” para mí. Consecuentemente comencé empleándolas más frecuentemente en mi práctica.

Al tiempo, noté que las intervenciones terapéuticas fueron siendo introducidas en la forma de preguntas reflexivas en la mayoría de mis sesiones. Y la necesidad de una intervención de cierre formal de sesión empezó a palidecer. A veces parecía del todo irrelevante, incluso ocasionalmente contraindicado. Lo que trasunta momento a momento durante la entrevista se ha vuelto más importante. Aunque a veces, a menudo continuo usando un cierre de sesión cuidadosamente preparado, ahora yo lo considero, como sólo uno de los componentes del proceso de tratamiento y no como el agente terapéutico esencial, como lo hice una vez.

UNA RAZÓN TEÓRICA

El termino “reflexivo” fue prestado desde el “Manejo Coordinado de Significado”(CMM), una teoría de la comunicación propuesta por Pearce y Cronen (6). En la teoría CMM, la reflexividad es considerada como un rasgo inherente de la relación entre significados dentro de los sistemas de creencias que guían las acciones significativas. Una breve descripción de la teoría de Cronen y Pearce ayudará a explicar esos significados por reflexividad y porqué elegí este término para caracterizar estas preguntas.

La teoría CMM considera la comunicación humana como un complejo proceso interactivo en que los significados son generados, mantenidos y/o cambiados a través de la interacción recursiva entre los seres humanos. Esto es, que la comunicación no es tomada como un simple proceso lineal de retransmitir mensajes desde un emisor activo a un receptor pasivo; más bien, esto es un proceso interactivo y circular de co-creación, realizado por los participantes que están involucrados. Pearce y Cronen originalmente las diseñaron para organizar este proceso generativo. Dos categorías mayores

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de reglas fueron delineadas: las Reglas Regulativas (o de acción) y Reglas Constitutivas (de significado).

Las reglas regulativas determinan los grados en los cuales los comportamientos específicos han de ser promulgados o evitados en ciertas ocasiones. Por ejemplo, una regla regulativa en un sistema particular de relación puede especificar que “cuando la integridad de uno es desafiada, es obligatorio defenderse”. Las reglas Constitutivas tienen que realizar el proceso de atribuir significados a un comportamiento particular, declaración, evento, relación interpersonal, y así sucesivamente. Por ejemplo, una regla constitutiva puede especificar que “en un contexto de un episodio de discusión (argumentativo), un cumplido constituye un sarcasmo u hostilidad mas que amistad o respeto”. La teoría CMM propone que una red de esas reglas regulativas y constitutivas guían momento a momento la acción de las personas en la comunicación.

De particular relevancia es la noción de cuestionamiento reflexivo. Construyendo sobre la aplicación de Bateson (1) de la teoría de los Tipos Lógicos de Russell, Cronen y Pearce sugieren que los problemas de comunicación en que los seres humanos son inmersos, están vinculados en una jerarquía. Ellos perfilan una jerarquía idealizada de seis niveles de significado y no tan solo dos (niveles de contenido y relación), como las popularizó Watzlawick, Beavin y Jackson (10) y el grupo del Mental Research Institute (MRI). Esos seis niveles incluyen: contenido (de una declaración), actos de habla (pronunciación en conjunto), episodio (esto es, el encuentro social completo), relación interpersonal, guión de vida (de un individuo), y patrones socioculturales. Siguiendo posteriormente a Bateson, ellos postulan una relación circular entre los niveles en la jerarquía (no una lineal como originalmente implicada por Russell y el grupo anterior al grupo del MRI). Por ejemplo, no solamente hace que la relación (nivel de comando) ejerza una influencia en determinar el significado del contenido (nivel de reporte), pero el contenido de lo que es dicho también influencia el significado de la relación interpersonal. Las relaciones organizacionales entre cualquiera de los dos niveles de significados –contenido y actos de habla, contenido y episodio, relación y guión de vida, patrón cultural y episodio, y así sucesivamente, son circulares o reflexivas. El significado de cada nivel retrocede reflexivamente a influenciar a la otra. Así la jerarquía de Pierce y Cronen no es simplemente una organización vertical, sino una red auto referencial.

Cronen y Pierce vienen a describir la naturaleza de esta relación reflexiva entre las reglas constitutivas. En cualquier momento, la influencia de un nivel de significado sobre otro, por ejemplo, de un ítem A a un nivel sobre un ítem B a un nivel más bajo, puede aparecer más fuerte que B, y viceversa, la influencia de B sobre A. En este caso, Pearce y Cronen habrían de decir que A ejerce una influencia hacia abajo “fuerza contextual”dentro de la jerarquía; con A determinando el significado de B. Sin embargo, ellos señalan que mientras la relación entre esos niveles puede parecer lineal y estable; con B respondiendo pasivamente a la dominancia de A (como sí estuviera dentro de una jerarquía vertical), la relación permanece verdaderamente circular y activa. Esto es, B siempre continua ejerciendo hacia arriba “fuerza implicativa”sobre A.

La naturaleza circular de la relación se vuelve más aparente como las implicaciones de B por A se vuelven más considerables. Por ejemplo, la fuerza implicativa de B puede ser potenciada cuando las conexiones son realizadas entre aspectos de B y ciertos significados a niveles más altos que A. Además, si la fuerza implicativa de B incrementa en significancia, esta influencia puede eventualmente exceder la fuerza contextual de A. Cuando esto pasa, los niveles en la jerarquía de repente se revierten. B entonces se convierte en el contexto, y que previamente era la fuerza implicativa hacia arriba de B se vuelve la fuerza contextual hacia abajo de B, en que luego redefine el significado de A. Dependiendo acerca de la naturaleza de B, tal reversión puede resultar en un cambio dramático en el significado de A. Esto puede producir un repentino cambio en los comportamientos comunicativos debido a diferentes reglas constitutivas que ahora se aplican.

Por ejemplo, suponga que dos individuos tienen una relación interpersonal que ellos consideran amistosa. Cada persona podría esperar tener un episodio de interacción si ellos llegaran a encontrarse. Así, sus acciones iniciales tenderían a ser amistosas y cada uno puede ser orientado

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a interpretar la acción del otro como amistosa. En otras palabras, el significado atribuido a la relación puede proveer la fuerza contextual que determina la naturaleza y el significado de los comportamientos iniciales en el episodio interactivo. Pero supongamos que durante el episodio ellos entran en una discusión y llegan a desacuerdo sobre un tema. Si la fuerza contextual de amistad continúan predominantes, ellos podrían considerar la articulación de las incompatibilidades de sus respectivas posiciones como esfuerzos útiles para clarificar y resolver sus diferencias. Sus puntos de vistas discrepantes podrían, sin embargo, seguir teniendo implicaciones para su relación; la amistad puede volverse tensa. Sin embargo, si las incompatibilidades aumentan y el desacuerdo envuelto dentro de un conflicto de enojo (quizás porque un tema cultural o de guiones de vida a un nivel más alto se torna más complicado), el significado del episodio podría pesar más que la amistad original de la relación. Si esto ocurre, una reversión toma lugar en la jerarquía y el episodio de conflicto luego se convierte el contexto para redefinir la relación. Con esta recontextualización, la fuerza contextual del episodio de conflicto puede redefinir la relación como una de competitividad o quizás, incluso como una de enemistad. Cuando esto ocurre incluso una declaración conciliatoria o una disculpa es responsable de ser vista con sospecha debido al nuevo contexto. Futuros episodios de interacción tendrían luego que comenzar con diferentes asunciones acerca de la relación y también con diferentes comportamientos.

Una reversión de este tipo puede haber sido gatillada por la pregunta que se dirigió a la familia. Por introducir el escenario hipotético de la ausencia de la madre (en la forma de una pregunta reflexiva), la relación entre los niños y el padre que fue aislado desde la madre y las implicaciones de la paternidad del padre en la familia se vuelve mas aparente. Cuando la “fuerza implicativa”de la contribución positiva del padre como un padre se ha vuelto suficientemente fuerte (quizás en parte porque a los ocho niños se les hizo la misma pregunta y cada uno construyó sobre el conocimiento del otro), una reversión tomó lugar entre los niveles de la jerarquía de significados de los niños de forma que la construcción de sus relaciones con su padre cambió desde un padre descuidado a uno cuidadoso. Tal cambio es terapéutico y potencialmente sanador porque toma el lugar del padre y los niños en un contexto que es mucho más favorable para trabajar hacia una solución mutuamente aceptable.

Trabajos más recientes en la teoría CMM exploraron dos variaciones de esta relación reflexiva entre los niveles de significado. Cronen, Johnson y Lannamann (2) sugieren que cuando las influencias contextuales e implicativas se vuelven relativamente iguales a través de la activación de reflexividad inherente, se crea un “Loop reflexivo”. Dos tipos de loops son descritos: loops extraños y loops encantados. Un loop extraño denota un proceso reflexivo en que una reversión de los niveles resulta en un mayor cambio de significado, esto es, una regla constitutiva opuesta o complementaria es activada. Un loop encantado, por otra parte, denota un proceso reflexivo en que una reversión tiene resultado en los significados permaneciendo básicamente iguales.

El cambio “desde amigos a enemigos ”descritos arriba, ilustran los efectos de una reversión mediado por un loop reflexivo extraño. Esto podría parecer que un tipo de reversión similar ocurrida en la familia “desde descuidado a cuidadoso”. En otras palabras, el efecto terapéutico de la pregunta dirigida a los niños podría haber sido mediada por un loop extraño. En ambos ejemplos citados, el cambio en los significados mediados por la actividad reflexiva y la recontextualización fue seguido por un cambio dramático en el comportamiento: Los “amigos”se vuelven hostiles, mientras que los niños y el padre abandonaron sus patrones de escalamiento de la culpa. En términos clínicos, esos cambios, podrían ser referidos a un cambio de segundo orden (11).

El cambio asociado con los loops reflexivos encantados es diferente. Porque los significados permanecen básicamente iguales (a pesar de la recontextualización reflexiva), solo un cambio de primer orden ocurre en el comportamiento en proceso. Por ejemplo, hay una pequeña diferencia en el comportamiento si es un episodio amigable sirve para redefinir la relación de amistad como amigable. Similarmente, no cambia mucho cuando una relación hostil es recontextualizada por un episodio de confrontación. Los cambios con loops encantados no son mayores o dramáticos; ellos

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tienden ser pequeños y sutiles. La activación de reflexividad mediada por el loop encantado solo resulta en patrones que se vuelven más generalizados o más profundamente entrelazados. Sin embargo, el proceso de generalización y/o atrincheramiento es extremadamente importante. Un terapeuta puede hacer preguntas para facilitar una extensión de los patrones saludables que ya existen en la familia, o hacer preguntas para estabilizar nuevos desarrollos terapéuticos que todavía son tenues. En otras palabras, algunas preguntas reflexivas pueden realizar su potencial sanador a través de loops encantados. Por ejemplo durante la entrevista con la familia, el aprendiz plausiblemente podría ir a fortalecer el cambio gatillado por series posteriores de preguntas reflexivas como sigue: (a la madre) “Cuando ellos están en la casa, ¿Cuál de los niños estará más encantado de ver cuánto su marido hace para ayudarlos?... ¿Quién sería el segundo más cercano con la noticia?...¿Quién sería el tercero?”; (a los niños)”Si su padre estaba convencido de que, más profundamente, tu reconociste y apreciaste las cosas que él hace por él, ¿Habría de ser más fácil o más difícil para él tolerar algunos de sus errores?...Cuando usted piensa a su padre como un padre cariñoso, ¿Está usted más, o menos inclinado a hacer lo que él pide de usted?”; (al padre) “si usted decide que como padre usted quiso convencer a Jan de que usted realmente se preocupa por él, ¿Cómo lo haría?..Si usted fuera a disculparse después, cuando usted reconoce que usted fue muy lejos en su disciplina, ¿Usted piensa que él habría de respetarlo a usted, más como un padre cariñoso, o menos?...Si su esposa decidió intentar ayudarle a ver más sus contribuciones positivas a la familia, ¿Qué es lo que ella podría hacer?”.

Estas preguntas pueden haber habilitado posteriores consolidaciones de la “nueva realidad”para orientar a la familia hacia nuevas percepciones y acciones que apoyan reflexivamente la nueva construcción de la relación entre el padre y los niños.

Así, desde un punto de vista teórico, los efectos terapéuticos de las preguntas reflexivas pueden ser mediados por loops extraños o por loops encantados. Las preguntas por sí mismas permanecen como sondas, estímulos o perturbaciones. Ellas sólo gatillan actividades reflexivas en la conectividad entre significados dentro de los propios sistemas de creencias. Esta explicación reconoce la autonomía de la familia con relación a qué cambios ocurren actualmente; esto es, el efecto específico de las preguntas son determinadas por el cliente o la familia, no por el terapeuta. El cambio ocurre como un resultado de las alteraciones en la organización y en la estructura de los significados pre-existentes de los sistemas de creencia de la familia. Dada esta formulación, el mecanismo básico de cambio no es el insight, sino la reflexividad. En las alteraciones organizacionales no entra la conciencia (aunque los miembros de la familia subsecuentemente pueden llegar a concientizarse de los efectos o consecuencias de los cambios reflexivos). Esto es sobre la base de éste posible mecanismo de cambio que esas preguntas son referidas para ser reflexivas.2

Por definición luego, las preguntas reflexivas realizadas con el intento de facilitar la auto sanación en un individuo o familia por activar la reflexividad entre los significados dentro de un sistema de creencias pre-existente que habilita a los miembros de la familia a generar o generalizar patrones constructivos de cognición o de comportamiento por su cuenta. Esto es importante, al notar que la designación de ciertas preguntas como reflexivas está basada sobre el intento de los terapeutas en preguntarlas, esto es, facilitar la propia auto sanación de la familia: el significado de la intencionalidad en distinguir preguntas reflexivas de otros tipos de preguntas, tales como circulares, lineales, o estratégicas, pueden discutirse en la parte III. Basta decir aquí que esas preguntas no están definidas sobre la base de sus contenidos semánticos de estructuras sintácticas, pero sí sobre la naturaleza de las intenciones del terapeuta en emplearlas. El proceso de preguntar es referido como preguntas reflexivas. Esto implica un considerado, cuidadoso y deliberado uso del lenguaje que vincula una postura conceptual de estrategizar que es facilitativa más que directiva.

TIPOS DE PREGUNTAS REFLEXIVAS

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La variedad de preguntas reflexivas que podrían ser empleadas reflexivamente es enorme. Ellas pueden variar como las hipótesis que un terapeuta pueda formular acerca de los problemas de un cliente individual o familia y las estrategias que ellos o ellas pueden considerar útiles en habilitar a los miembros de la familia a encontrar alternativas en sus actividades de resolución de problemas. Presentando la noción de cuestionamiento reflexivo a colegas, encontré que es útil proveer ejemplos de preguntas reflexivas que parecen fallar dentro de grupos naturales: preguntas orientadas a futuro, preguntas de observador-perspectiva, preguntas de cambio inesperado de contexto, preguntas que empotran sugerencias, preguntas de comparación normativa, preguntas para clarificar distinciones, preguntas que introducen hipótesis, y preguntas de interrupción de procesos. Aunque las preguntas dentro de esos grupos están conectadas por uno o dos conceptos básicos, hay una considerable traslape entre ellos. Su secuencia y clasificación no provee una receta para la conducta de una entrevista.

Los ejemplos específicos son ofrecidos sólo para ilustrar los tipos de preguntas que se podrían emplear para utilizar las oportunidades momentáneas para las intervenciones terapéuticas mientras que éstas respetan la autonomía de la familia para generar soluciones por ellos mismos. Para ser apreciadas totalmente como reflexivas, cada pregunta tiene que ser puesta en el contexto de un escenario terapéutico como el de la familia anteriormente descrita y analizada en términos de la reflexividad de la teoría CMM.

Preguntas orientadas a futuro

Estas constituyen un grupo extremadamente importante. Las familias con problemas están a veces tan preocupadas con las dificultades presentes o pasadas, injusticias que, en efecto, ellos viven como si “no hubiera futuro”. Esto es, que ellos se enfocan en una parte tan pequeña del tiempo por delante de ellos, que permanecen empobrecidos con respecto a futuras alternativas y elecciones. Preguntando deliberadamente una larga serie de preguntas acerca del futuro, el terapeuta puede gatillar en los miembros de la familia más de un futuro para ellos mismos. Los miembros de una familia de un “límite presente”o de un “limite pasado” pueden no estar habilitados para responder esas preguntas durante la sesión. Pero estas solas no deben detener al terapeuta de preguntarles. Los miembros de la familia a menudo “se llevan las preguntas a casa”y continúan trabajando en ellas por sí mismos. Futuras eventualidades hacen, por supuesto, que estas tengan implicaciones significativas debido a los compromisos presentes y los comportamientos. Esto es que a través de esas implicaciones, las preguntas a futuro realizan sus efectos reflexivos.3

Uno puede delinear variados tipos de preguntas orientadas a futuro. La más directa, franca o simple es la de cultivar metas familiares: metas colectivas, metas personales, o metas para otros. Por ejemplo, uno puede preguntar a una hija adolescente quien esta subvalorando al colegio: “¿Qué planes has hecho para una carrera?...¿Cuánta educación formal piensas que tendrías que necesitar?...¿Qué tipo de experiencia de trabajo sería útil al encontrar esa clase de trabajo?...¿Cómo quieres hacerlo para conseguirlo?; (a los padres) ¿Qué logros tienen en mente para su hija?...¿Qué podría ser razonable para el próximo año?...¿Hay alguna meta en que estén totalmente de acuerdo y que ven ustedes que trabajaran juntos ahora mismo?...¿Cómo planean ustedes ayudarla a alcanzar esas metas?” Si el terapeuta piensa que es útil para los miembros de la familia operacionalizar metas vagas, él o ella puede preguntar: “¿Cuándo sabrá usted que esas metas serán logradas?...¿Qué tendría ella que mostrar para saber que ella completó tales metas?...¿Qué comportamiento en particular tendría que ser el más convincente para usted?”. Haciendo estas preguntas reflexivamente, el terapeuta está menos interesado en el contenido particular de las respuestas que en el hecho de que los miembros de la familia consideren las preguntas y comiencen a experimentar las implicaciones que las respuestas puedan tener.

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No obstante, las respuestas se convierten en una fuente útil de datos para la hipotetización y las estrategias en proceso sobre posteriores preguntas para realizar.

Más allá de las indagaciones orientadas a futuro que siguen naturalmente, estas pueden ser para explorar resultados anticipados: “¿Cuánto progreso piensa usted que ella realmente puede hacer en los próximos meses?...¿En seis meses?...¿Quién sería el más sorprendido si ella excediera tal objetivo?...¿Quién es el más pasible de ser defraudado si ella cayera prontamente?...¿Cómo mostraría esta desilusión?”Si el terapeuta busca resaltar consecuencias potenciales que pueden levantarse cuando ciertos patrones continuasen, ella o él pueden preguntar: “Si su marido continua mostrando esta desilusión del modo en que lo hace ahora, ¿Qué podría esperar que le ocurriese a su relación?...¿Y a 5 años a partir de ahora?...¿Qué tipo de relación padre-hija habría resultado para ese entonces?”. Explorar expectativas catastróficas es una manera de facilitar la exposición de problemas encubiertos para que ellos puedan tratarlos más abiertamente. Por ejemplo, uno puede preguntarle a padres sobre protectores: “¿Qué le preocupa que ocurra mientras su hija este fuera tan tarde?...¿Cuál es la peor cosa que se le viene a la mente?”; (a la hija) “¿Qué imaginas tú de qué estén más asustados tus padres?...¿Qué terribles cosas esperas que pueden pasar que los mantiene despiertos de noche?”. Cuando los miembros de la familia están reticentes a abrirse, esas preguntas pueden ser seguidas por otras para explorar posibilidades hipotéticas: (a la hija) “¿Imaginas que tus padres puedan preocuparse acerca de que tu estés metida en drogas o en el alcohol?...¿ Ellos tendrán miedo de que tu puedas quedar embarazada?...¿Estarán ellos incluso muy asustados de mencionar este miedo porque ellos piensan que pueden ofenderte?”; (a los padres) “Sí ustedes levantaron estas preocupaciones hacia ella, ustedes pensarían que podría tomarlo como una falta de confianza?”...¿O como una intrusión a su privacidad?...¿O como una indicación de su cuidado como padres?”. Pueden usarse preguntas adicionales para sugerir futuras construcciones y/o acciones: (a los padres) “Sí ustedes decidieran que realmente no pueden controlar su comportamiento sexual, sienten que ella necesitó saber más acerca de los riesgos del embarazo, y sugirieran que ella vea al doctor familiar para las pastillas anticonceptivas, ella podría tomar esto como un permiso para la promiscuidad sexual o como una indicación de su apoyo para que ella tome más responsabilidad para su propia vida y comportamiento?”...Sí ella llegara a indignarse o incluso enfurecerse, cuando algún tipo se pusiera fresco e intentara aprovecharse de ella; ¿Quién sería el más sorprendido?; (a la hija) ¿Te apoyarían tus padres si tú levantaras cargos de asalto contra él?”.

Las preguntas orientadas a futuro que introducen posibilidades hipotéticas permiten al terapeuta compartir su o sus ideas dentro de un proceso de co-creación a futuro conjuntamente con la familia. Ellas pueden ser usadas para estimular a las familias a considerar posibilidades que ellos pueden nunca haber considerado por su cuenta, y aún ser compatibles con sus valores preexistentes y sus creencias: (a los padres) “Pueden ustedes imaginar el fuerte compromiso de ella para estar con sus amigos, que haciéndolo así, desarrollando excelentes habilidades sociales, pueda resultar en una carrera exitosa en el campo de las promociones?...Con su talento para hablar, cómo piensa usted que ella podría hacerlo en ventas?...¿Cómo piensa usted que ella podría puntuar en un test de aptitud en “relaciones humanas”...¿Hay de este tipo de test disponible en la escuela?...¿Dónde podría usted conseguirlo?”. Lo que es tan incitante sobre de las preguntas hipotéticas a futuro es que ellas ofrecen oportunidades ilimitadas para la imaginación creativa del terapeuta. El formato de preguntas puede incluso ser usado para introducir historias y proponer dilemas: (a la hija) “Imaginemos que tu hermana conoce a un joven que le gusta mucho, y que él cuida lo suficiente de ella para intentar conseguir que ella pare de beber, ¿piensas que ella puede estar mas dispuesta a escuchar sus consejos más que a sus padres?...¿Qué piensan tus padres que pueden hacer si ellos descubren que él tiene más influencia de la que tienen ellos?...¿Podrían ellos aún rehusarse a dejarla salir a ella, o podrían ellos alentarla a que pase tiempo con ese amigo?”. Las preguntas a futuro también pueden ser empleadas para instalar esperanza y gatillar optimismo: (a los padres) “Cuándo (no sí) ella encuentra un modo de tomar cuidado de ella misma, ¿Quién podría ser el

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primero en advertirlo?...¿En qué modo podría usted aliviar o mostrar gratitud?...¿Cuánto mejoraría su relación?...¿Quién sería el primero en sugerir que el cambio debe ser celebrado?”.

Preguntas de observador perspectiva

Este grupo de preguntas está basado en la asunción de que convirtiéndose en un observador de un fenómeno o de un patrón es necesario un primer paso hacia ser capaz para actuar con relación a ésta. Por ejemplo, es imposible empatizar con otra persona cuando uno es incapaz de hacer algunas observaciones de las condiciones experienciales del otro. Además, cuando los miembros de la familia no reconocen cómo ellos inadvertidamente se hieren uno al otro y a ellos mismos en el proceso, ellos no pueden aplicar sus buenas intenciones para corregir sus propios comportamientos. Las preguntas de Observador-perspectiva están orientadas a reforzar la habilidad de los miembros de la familia para distinguir comportamientos, eventos o patrones que ellos no han distinguido aún, o ver el significado de ciertos comportamientos y eventos reconociendo sus roles, vínculos o conexiones en patrones de procesos continuos. Realizando una serie de estas preguntas, a menudo ayudan a los miembros de la familia a “abrir sus ojos” y desarrollar una nueva conciencia de su situación. Es, por supuesto posible, hacer declaraciones directas y señalar ciertas circunstancias para los miembros de la familia, a cambio de intentar lograr esto indirectamente mediante la realización de preguntas. Esto puede ser mucho más eficiente y más deseable en algunas ocasiones. Sin embargo, ahí hay ventajas para crear un contexto en el cual ellos pueden generar las nuevas distinciones para ellos mismos. Primero, los miembros de la familia son estimulados para desarrollar mejores habilidades de observación cuando les hacen preguntas para reflejar su propio comportamiento y patrones de interacción. Segundo, cuando ellos realmente bosquejan nuevas distinciones por su cuenta, experimentan aquellas fuentes de observación heurísticas en ellos mismos y en otros miembros de la familia y desarrollan mayor confianza en su propio potencial sanador. Consecuentemente, ellos desarrollan menos dependencia de los terapeutas y de la terapia.

Las preguntas de Observador-perspectiva pueden ser categorizadas de acuerdo a la persona quien esta siendo preguntada o la o las personas o relaciones que están siendo indagadas. Por ejemplo, las preguntas dirigidas a un individuo pueden ser usadas para reforzar el auto conocimiento, esto es, llegar a ser un mejor observador de uno mismo: “¿Simplemente, cómo reaccionó usted?...¿Cómo interpretó usted la situación que gatillaron esos sentimientos?...Cuando usted respondió del modo en que lo hizo, ¿Cómo se sintió acerca de su reacción?...¿Qué otra cosa podría haber hecho usted?...Si usted hubiera tenido la chance, ¿Qué habría hecho diferentemente?”. Preguntas sobre las experiencias de los otros pueden alentar “otros” despertares: ¿Qué pensó él acerca de eso?...¿Qué es lo que imagina usted que él experimenta cuando él se involucra en una situación como esta?...Cuándo él piensa de ese modo, ¿Cómo se siente él?”. Estas son algunas preguntas referidas como preguntas que “leen la mente”. Estas preguntas pueden ser elaboradas posteriormente para explorar percepción interpersonal: “¿Qué piensa él que usted piensa que está persiguiendo cuando él amenaza con el suicidio?”...Sí él tuviera la impresión de que usted pensó, que él realmente no estaba perturbado y estaba simplemente intentando conseguir atención, ¿piensa usted que él se sentiría menos suicida o más suicida aún?”. Las preguntas realizadas para explorar interacciones personales se enfocan en patrones de comportamiento que pueden incluir o excluir a la persona que está siendo dirigida. Estas son extremadamente útiles, atrayendo la atención sobre la recursividad de los patrones de comportamiento en relaciones diádicas, triádicas, o más complejas.

Por ejemplo para ayudar a una pareja casada a ver la naturaleza circular de su interacción uno puede preguntarle a la esposa: “Qué hace usted cuando él se deprime y se aísla”; y cuando usted se frustra y se enfada ¿Qué hace él?; y luego al marido: “¿Qué hace usted cuando ella se

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frustra y se enfada?...y cuando usted se deprime y se retira, ¿Qué es lo que hace ella?”. Es más fácil para una pareja interrumpir tal patrón cuando ellos pueden ver el patrón circular de éste, que cuando ellos están limitados a verlo solamente a través de sus propias respuestas lineales. En la terapia sistémica las “preguntas triádicas” se refiere al uso de una serie de preguntas divididas en tres partes que están dirigidas a las interacciones entre dos (o más) otras personas. En otras palabras, las preguntas triádicas exploran los patrones de comportamiento interpersonal que no incluyen a la persona que esta siendo dirigida, así están habilitando a la persona para transformarse en un observador más neutral: “Cuando tus padres se involucran en una discusión con su hermana, qué es lo que su madre hace usualmente?...¿Ella se involucra o se mantiene fuera de ésta?”...Cuando ella se involucra, ¿Se pone de su lado o en el de su hija?...Cuando ella se pone del lado de su hija, ¿Qué hace su padre?...¿Se siente él traicionado por ella o él aprecia que involucre ella para ayudarle a él a que comprenda que ha ido muy lejos?”. Estos tipos de preguntas a menudo son usados para propósitos de valoración, pero también pueden ser usadas reflexivamente.

Una ventaja de ver a los miembros de la familia juntos en terapia familiar, en vez de verlos solos en una terapia individual, es que el proceso de hacer preguntas de un miembro de la familia en presencia de otros, siempre coloca a estos en la posición de estar siendo observadores. Estos observadores “pasivos”obtienen mucha información. No solamente ven y escuchan las respuestas abiertas de las personas a las cuales fueron dirigidas además ver las respuestas no verbales de los otros, ellas también obtienen información desde sus propias respuestas privadas a las preguntas, desde “las diferencias” entre sus respuestas privadas y las respuestas actuales por de los destinatarios, y desde “las diferencias” entre cómo el destinatario respondió, comparada con las que los observadores pudieron anticipar. Este fenómeno esta siempre tomando lugar en la terapia marital y familiar, pero ellas pueden ser utilizadas libremente (por medio del uso de preguntas de Observador-perspectiva) para ayudar a los miembros de la familia a ver o escuchar ciertas cosas. Para hacerlo efectivamente, el terapeuta debe llegar emparejarse lo suficiente con los miembros de la familia para ver qué están viendo y no están viendo, y escuchar lo que ellos están escuchando y lo que no están escuchando. En otras palabras, los terapeutas deben esforzarse por observar lo que observan sus clientes, y escuchar lo que están escuchando sus clientes, como una estrategia acerca de qué preguntas realizar precisamente.

Es interesante notar que los individuos no necesariamente tienen que volverse conscientes de una observación para tener un efecto en sus conductas. El fenómeno y la conexión implicadas en las preguntas del terapeuta o en las respuestas de la familia pueden ser reconocidas no-conscientemente y continuar gatillando un cambio en los patrones de pensamiento y de acción. Por otro lado, el conocimiento (awareness) explícito de un objeto o proceso, es necesario para los miembros de la familia, para actuar en éste con un intento consciente. Así, las preguntas de Observador-perspectiva pueden operar a dos niveles de complejidad con respecto al observador/oyente.

Preguntas de cambio de contexto inesperado

Cada cualidad, significado o contexto puede ser considerado como una distinción que es realizada en contraste con alguna otra distinción, esto es, dentro de un significado o contexto una cualidad opuesta o complementaria. Todavía, el acto de trazar una distinción particular, a menudo enmascara una cualidad complementaria u opuesta. Es fácil olvidar que “el malo”existe sólo en relación con el “bueno” y que la tristeza y el despecho existen solo en contraste con la felicidad y la esperanza. Las preguntas para gatillar un cambio inesperado en el contexto se enfoca en fortalecer lo que ha sido enmascarado o perdido. Los miembros de la familia a menudo se encierran ellos mismos en ver ciertos eventos desde su perspectiva, sus opciones de comportamientos se ven restringidas de acuerdo a estos. Ellos pueden necesitar ayuda para ver la visión reciproca en orden de abrir nuevas posibilidades para ellos mismos. Algunas preguntas bien colocadas algunas veces lo

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hacen, esto es, que los escudriñan libres de un set cognoscitivo limitado y que los habilita a ellos a considerar otras perspectivas.

Un subtipo de preguntas de cambio de contexto inesperado es para explorar contenidos opuestos. Por ejemplo, una pareja vino quejándose acerca de la depresión de la esposa. Ellos explicaron cómo ellos soportaron una larga serie de enfermedades físicas, de varios miembros de las familias nuclear y extensa hace algunos años. La esposa ha estado profundamente involucrada en los problemas puestos por esas enfermedades, y continuó estando fuertemente preocupada por ellos. El desaliento de ella era fácil de entender. Una serie de preguntas reflexivas a lo largo de la conversación gatillaron una transformación: “¿Cuándo fue la última ocasión que los dos tuvieron juntos un buen momento?...¿Qué hizo esos días que usted se encontró capaz?...¿Qué tipos de eventos usualmente celebran?...¿Qué pasa cuando están juntos como toda una familia reunida?...¿De qué tipo de cosas esta usted más agradecido?”. La esposa de repente comprendió que ellos aún estaban todos vivos, ellos tenían un ingreso bueno, un hogar confortable, y así sucesivamente. A la sesión siguiente la pareja animadamente anunció que ellos decidieron dejar la terapia y tomarán unas vacaciones “por primera vez en años”.

Una o dos preguntas intermitentes que introducen el lado complementario u opuesto de un problema pueden reforzar el interés de los miembros de la familia tanto en los procedimientos como en patrones fijos perdidos de percepción y de pensamiento. Por ejemplo, en el contexto de las quejas acerca de las incesantes discusiones y peleas (que son tomadas como garantía de no deseadas) uno puede explorar un contexto opuesto: ¿Quién en la familia disfruta más pelear?...¿Quién experimentaría el vacío más grande y pérdida si todos de repente pararan de pelear?; o Explorar significados opuestos: ¿Quién sería el primero en reconocer que el padre se enfada porque él los cuida mucho más que muy poco?”. Tipos de preguntas similares pueden ser formuladas para explorar una necesidad de conservar la condición actual: “¿Asumamos que fue una importante razón para usted continuar en este patrón inconfortable, ¿Cuál pudría ser este?”...¿Qué es lo que pasa en su familia que necesita este tipo de comportamiento?...¿Qué otros problemas más serios pueden estar resolviendo o previniendo esta dificultad?”La ultima pregunta es, de hecho, un método de gatillar en la familia para generar sus propias connotaciones positivas de los patrones problemáticos.

Estas preguntas también pueden ser usadas para introducir confusiones paradójicas: “Qué tan bien esta su robar”¿Cómo llega a ser atrapado usted tan fácilmente?...¿No puede robar usted algo mejor que eso?”.

Las implicaciones de tales preguntas avivan una paradoja: robar es bueno, aún esto es malo; ser atrapado es malo, aún esto es bueno. Con cuidado, esas preguntas pueden ser incluso usadas para unir impulsos temidos temporalmente: “¿Por qué usted ya no se ha matado?”...¿Qué ideas y pensamientos necesita usted para morir?...¿Están ahí algunos patrones de comportamientos que usted hace, y de hecho, necesitan ser destruidos y enterrados?” Cuando se dirigen a un cliente que se ha llegado a entrampar en una lucha contra los pensamientos suicidas, éstas preguntas pueden ser experimentadas como liberadoras, y facilitadoras de una re-evaluación fresca de una situación.

Preguntas que incluyen sugerencias

Estas preguntas son útiles cuando los miembros de la familia necesitan ser tocados juntos con un poco más de especificidad. En cada pregunta, el terapeuta incluye algunos contenidos específicos que señalan una dirección, los que él o ella consideran potencialmente fructíferos. Sin embargo, cuando el terapeuta empieza a empujar a un cliente muy duro, como por ejemplo, a ver problemas o soluciones de la misma forma que él o ella hacen, estas preguntas se vuelven estratégicas (ver parte III). Esto no necesariamente puede ser problemático para la terapia pero esto a veces conduce a un casi-sermón. La tentación de “conducirlos a la casa de la “verdad” del terapeuta puede ser minimizado si inmediatamente después de haber hecho la pregunta, el

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terapeuta retrocede rápidamente a una postura de neutralidad y acepta las respuestas de la familia, cualquiera que pudiera ser.

Una amplia variedad de sugerencia pueden ser insertadas en una pregunta. Por ejemplo uno puede insertar un reencuadre: “Si, en lugar de su pensamiento de que él estaba siendo intencionalmente terco, usted pensó que él solo estaba confuso, tan confuso que él no sabía que estaba confuso, y que él simplemente no entendió lo que usted quiso de él mucho tiempo, ¿Cómo imagina usted que podría tratarlo?; insertar una acción alternativa: “Si en lugar de estar retirándose o yéndose cuando ella se perturba, usted simplemente se sentara con ella o quizás incluso pusiera su brazo alrededor de su hombro, ¿Qué haría ella?...Si usted persistiera por algunos minutos de una manera silenciosa y gentil a pesar de un rechazo sin entusiasmo, ¿Ella estaría más agradada de aceptar su cariñosa iniciativa como genuina?”; Insertar voluntad: (en relación a una anoréxica) “¿Cuando ella decidió perder el apetito?...Cuando ella decide parar de comer, ¿Acerca de qué es, lo que ella protesta?”; Insertar una disculpa: “Si, en vez de no decir nada y evitarla, ustedes admiten que han cometido un error y se disculparan, ¿Qué piensan que podría ocurrir?”; Insertar perdón: “Cuando llegue el tiempo en que ella este lista para perdonarlo, ¿Ella lo haría tan silenciosamente o lo haría más explícitamente?”...¿Hasta qué punto podría perdonarse usted?”.

Cualquier pregunta podría ser analizada sobre una base post-hoc, así como contener una o más sugerencias insertas. Sin embargo, para ser considerada una pregunta reflexiva, la inserción no habría de ocurrir inadvertidamente, sino más bien, deliberadamente, como una parte del intento terapéutico del terapeuta.

Preguntas de comparación normativa

Los individuos y las familias con problemas tienden a experimentarse a ellos mismos como anticonvencionales o anormales. Ellos inevitablemente desarrollan un anhelo para volverse más normales. Un terapeuta puede tomar ventaja de este deseo y ayudar a los miembros de la familia a orientarse ellos mismos hacia patrones más saludables, preguntándoles a ellos para que hagan comparaciones relevantes. Por ejemplo, si un conflicto es típicamente suprimido en una familia, uno puede hacer preguntas para delinear un contraste con la norma social: “¿Usted piensa que está más abierto sobre sus desacuerdos que la mayoría de las familias o menos?...¿Usted sabe que algunas familias saludables son capaces de expresar su frustración y su enojo abiertamente?...¿Puede imaginar usted que ellos realmente encuentran útil expresar su frustración en orden a clarificar importantes problemas que han estado subyacentes?”. Preguntas que también pueden ser utilizadas resaltar un contraste con una norma del desarrollo: “En la mayoría de las familias en esta etapa de la vida, los niños son más cercanos a sus padres. ¿Qué es lo que mantiene a Juan más cerca de su madre?; o para contrastar normas culturales: “Si ustedes fueran una familia Anglo-americana, ¿Usted piensa que podría estar menos involucrado entre su esposa y su hijo?”. Este último habría, por su puesto, solamente ser apropiado si la familia fuese de un origen étnico diferente y si estuvieran más interesados en volverse más civilizados o instruidos. Poniendo atención a las formas específicas que las familias se desvían de la norma, los terapeutas pueden ayudar a conectar niveles relevantes más bajos de significados a niveles más altos de patrones culturales, así gatillando cambios en la organización selectiva de del propio sistema de creencias de la familia.

Las implicaciones de la normalidad pueden ser utilizadas de otras maneras. Más que enfocarse en las diferencias, el terapeuta puede resaltar las similitudes. Esto puede ser indicado si el terapeuta siente que la desviación percibida de lo normal fue generando aislamiento progresivo y alienación. Si se enfatizan diferencias en tales situaciones pueden arriesgarse a mayores alienaciones y realmente interferir con la habilidad de la familia para realizar soluciones socialmente “normales”. Así, en vez de trazar un contraste con la normalidad, uno puede trabajar en ayudar a los miembros de la familia a redefinirse a ellos mismos como normales. Por ejemplo, algunas preguntas pueden ser orientadas hacia la socialización normal: “Todas las familias tienen problemas tratando

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con el enojo. ¿Ella te hizo comprender que tu tienes la misma dificultad?”; hacia una normalización del desarrollo: “Desde que la mayoría de las familias tienen que luchar con los problemas como el de que los niños salgan del hogar, ¿Sabe usted quién podría entender su situación mas prontamente porque ellos precisamente han pasado por esto?...¿Qué padre puede imaginar usted que típicamente tiene esta mayor dificultad?”; o hacia una normalización cultural: “Si su mamá encuentra que la mayoría de las madres americanas pasan un momento terrible cuando el último hijo deja la casa, ¿ella sorprendería?”.

Es útil para los terapeutas pensar en términos de estar generando un proceso de normalización inclusiva cuando formulan preguntas para facilitar un sentido de pertenencia a un individuo aislado. Por ejemplo, cuando alguno es suicida, uno puede preguntarle a otro miembro de la familia: “usted imagina que ella se siente aislada y desconectada de cada uno cuando ella se siente suicida”...¿Se sorprendería ella de encontrar que la mayoría de las personan tienen pensamientos suicidas alguna vez en sus vidas?...digamos que uno de sus amigos confió en ella y admitió que también tuvo sentimiento suicidas, le creería a esa persona? ¿Digamos que ella averiguó que realmente intentó una vez el suicidio, piensa usted que ella se asustaría?...Si ella se diera cuenta de cuán común son esos problemas, ¿Ella podría probablemente hablar más de ellos?...¿Se sorprendería usted si ella tuviera el coraje de preguntar a alguien más cómo él o ella pasaron por similares momentos difíciles?...¿Qué imagina usted que ayuda a la mayoría de la gente a encontrar soluciones más a menudo que la del suicidio?”. Dirigiendo estas preguntas a otras personas en presencia de individuos suicidas, al último le es proporcionado más espacio para integrar las preguntas y sus implicaciones. Esto es deseable cuando las expectativas sociales por una respuesta explicita desde un individuo aislado pueden inesperadamente generar más alienación.

Si el individuo aislado es un niño, esto es útil para orientar la inclusión de la familia: “Digamos que todos en la familia robaron algo alguna vez en sus vidas, ¿Se imaginan quien pudo haber robado más, ¿Quien segundo?...¿Y luego quién?...alguna gente es tan buena robando y mintiendo que nunca nadie sabe. ¿Se imagina usted quién puede ser el mejor en esto?...¿Y el segundo mejor?...¿Quién tiene la mayor dificultad en parar?...¿Quién sería el segundo?”. Una serie de preguntas como esa pueden habilitar a un niño, quien ha llegado a estar aislado, defensivo o desafiante debido a las reacciones enjuiciadoras de la familia hacia mentir y robar, para llegar a reconectarlo como a un miembro “normal” así que los esfuerzos correctivos son más probables de ser escuchados, aceptados y considerados.

Preguntas que clarifican distinciones

Introduciendo o clarificando una distinción clave puede tener mayores implicaciones en cualquier sistema de creencias. Estas implicaciones pueden ser totalmente terapéuticas, especialmente cuando hay allí una considerable confusión rodeando los temas relacionados con los problemas. Por ejemplo, cuando las atribuciones causales de los miembros de la familia no están claras, las chances de estar siendo consistente o coordinado en los esfuerzos de resolver los problemas es improbable. Un terapeuta puede preguntar una serie de preguntas con la intención de ayudar a clarificar las atribuciones causales: que están ya sostenidas por los miembros de la familia pero que son inconsistentes o poco ciertas. Cuando tal confusión esta cubierta o es fuerte, es útil a menudo hacer la misma pregunta a muchos miembros de la familia para aproximar el mismo tema desde diferentes puntos de vista en orden de dar a los miembros de la familia amplias oportunidades de entretejer las ramificaciones de las distinciones realizadas. En un caso reciente que fue referido debido a un adolescente que fue aprehendida durante un robo mayor después de recurrentes episodios de asaltos, la misma pregunta básica fue dirigida a cada miembro de la familia acerca de cada una de las miradas de los otros miembros y finalmente acerca de ellos mismos: ¿Usted piensa que su padre (su madre, su hermano, su hermana o usted mismo) ve el robar como más “socialmente malo”, “más psicológicamente enfermo”o “más pecaminoso”?”. Estas series de

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preguntas ayudaron clarificar asunciones subyacentes acerca de la naturaleza del problema y las inconsistencias en sus esfuerzos correctivos. Una consecuencia inesperada fue la iniciativa del padre (después de la sesión) para movilizar algún tipo de recurso religioso. Otra fue que el reconocimiento claro de la hija acerca de los riesgos legales que ello involucra, y que ella utilizó exitosamente para acortar las tentaciones que ella enfrentó a menudo. Preguntas similares pueden ser utilizadas para clarificar las asunciones de los miembros de la familia acerca del grado en que variados factores biológicos, psicológicos o sociales están operando en la mantención de una variedad de comportamientos problemáticos.

Diferentes asunciones hacen, por supuesto, tener diferentes implicaciones para resolver problemas.

Una variedad de preguntas puede ser usadas para clarificar categorías: “Cuando ella está llorando, esto es porque está gimiendo para conseguirlo a su manera o está llorando ella fuera del dolor emocional”...¿Usted piensa que su padre tiene más dificultad diciendo la diferencia entre gemir y llorar?”; para clarificar secuencias: “¿Usted tomó las píldoras (con respecto a una dosis excesiva) antes o después de la discusión acerca de dejar la casa?”; y para clarificar dilemas: “¿Qué es realmente más importante para usted, ser altamente exitoso en su carrera o tener un a rica vida de familia?”...Si fuera imposible tener ambas, ¿en cuál preferiría invertir su limitado tiempo y energía?...¿Quién querría ser el primero en reconocer que en un esfuerzo de evitar encarar este dilema usted pueda, de hecho, estar sacrificando ambas?. Las preguntas que clarifican pueden operar o estar separando componentes de un patrón y por eso estar descomponiendo la vaguedad o por estar conectando elementos dentro de un patrón y por consiguiente crear nuevas unidades de distinción. Los últimos pueden ser logrados con preguntas que deliberadamente introducen una metáfora: ¿Él está consiguiendo ser cada vez más como un cuerpo espín, él se acerca y más espinoso él se vuelve?...¿O él está consiguiendo ser más como una semilla de sandía?, que mientras más fuerte lo presionan, más fuerte vuela?, o introducir hipótesis: un grupo mayor de éstas será discutid más abajo.

La atención de un terapeuta a las distinciones hechas por los miembros de la familia pueden ser útiles de otro modo. Cuando las familias han estado estacadas en patrones problemáticos por un largo tiempo, es razonable asumir que algunos miembros de la familia, están sosteniendo probablemente algunas distinciones cruciales con mucha claridad o con mucha certeza. Esto tendría, de hecho reprimida su habilidad de entrelazar distinciones alternativas. Los terapeutas pueden estar habilitados para asistir a la familia en la apertura de nuevos dominios, identificando las suposiciones cruciales subyacentes y estar haciendo preguntas para invitar a la incertidumbre: “¿Cuánto tiempo ha tenido usted estas ideas?”...¿Cuándo empezó primero usted a pensar de esa forma?...¿Si ocurriera que usted está equivocado, cómo podría averiguarlo?...¿Cuánto tiempo podría tomarle a usted ver que la situación puede, de hecho ser como parece ser?...¿Si usted fuera ciego para ver pasar estas cosas, quien sería el primero en ver su ceguera?...¿Habría alguien que podría intentar convencerlos a ambos de que sus visiones eran erradas?...¿Podría usted en la siquiera invitar realmente a alguien más para ayudarle a usted a ver lo que no puede ver?...¿Quién podría respetar suficientemente que lo que usted cree, si ellos tienen ideas diferentes a las suyas?”. Para ser reflexivas, el tono con las cuales estas preguntas fueron hechas podrían ser neutrales y una la postura del terapeuta de aceptación.

Por otra parte, ellas podrían contribuir a una estrategia de confrontación.

Preguntas que introducen hipótesis

Las hipótesis clínicas son explicaciones tentativas que sirven para orientar y organizar el comportamiento terapéutico de los terapeutas. Es razonable asumir que ellas conservan el orientar y organizar el comportamiento de auto sanación de los miembros de la familia. No hay una buena razón para mantener las hipótesis de trabajo de los terapeutas, él o ella pueden enriquecer la

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habilidad de la familia para encontrar las soluciones por ellos mismos, introduciendo hipótesis heurísticas en forma de preguntas.

El formato de preguntas tiende a llevar a la tentativa de que es importante la hipotetización sistémica, comparada con las declaraciones directas o las explicaciones que implican una mayor certidumbre. Si una hipótesis es coherente y encaja en las experiencias de los miembros de la familia, pueden tener lugar los cambios inmediatos y dramáticos. Si no, la familia a menudo provee información altamente relevante para el terapeuta para revisar o elaborar las hipótesis. Para tener un impacto las hipótesis necesitan ser comprensibles o completas. Particularmente las hipótesis pueden ser muy útiles. De hecho los terapeutas y las familias pueden comenzar a funcionar casi como un equipo clínico para crear un mayor entendimiento sistémico de la situación.

Los subtipos de éste grupo pueden ser extensos. Sólo algunas muestras podrán ser incluidas aquí para ilustrar cómo algunos aspectos de las hipótesis clínicas pueden ser introducidas. Las preguntas que se pueden hacer para revelar recursividad: “Cuando usted se enfada y ella se retira, y cuando ella se retira y usted se enoja, ¿Qué es lo que hacen los niños?”; para revelar mecanismos de defensa: “Cuando él no puede tolerar su propia vergüenza y culpa, pero se enfada, en cambio usted ¿qué podría hacerlo más fácil para él en cuanto a reconocer y aceptar el dolor?”; para revelar respuestas problemáticas: “Si él se enoja para encubrir su vulnerabilidad y usted apenas puede extender su mano para conectarse con su tristeza subyacente, ¿Le ve él a usted como castigadora y vengativa, o él la ve a usted como si se estuviera simplemente protegiéndose, o, quizás, así paralizada por su miedo?”; para revelar necesidades básicas: “En orden a crecer y madurar naturalmente, ¿Qué tipo de protección y cuidado necesita ella mayormente?...¿Principalmente algunos espacios físicos y emocionales para que pueda existir y expresarse él mismo?...¿Siendo previsto esto con confort y apoyo?...¿Siéndole dadas guía y dirección?”; y para revelar motivos alternativos: “Buscando un compañero durante el cortejo, ¿piensa usted que su esposa estaba mirando a la mayoría? ¿Ella miraba más por una compañía para ella, por un padre para sus hijos, por alguien para alguien que la apoyase a ella y a los niños económicamente, por un compañero sexual, o qué?”. Las preguntas también pueden ser formuladas paradójicamente para revelar los peligros del cambio: “Si él fuera forzado a reconocer su propia contribución a su depresión, incluso a sí mismo, ¿Usted piensa que él podría manejarlo?...¿O usted lo imagina encontrándose él mismo agobiado con la culpa y volviéndose suicida?”. Una hipótesis sistémica totalmente elaborada puede ser muy compleja para ser incorporada a una pregunta y puede ser más apropiada en forma de una declaración. Es innecesario decir, que ningún terapeuta debería sentirse reprimido de hacer solamente preguntas.

Los terapeutas y equipos a menudo formulan hipótesis acerca del proceso de tratamiento así también como de la familia. Aquí, las preguntas pueden ser hechas en orden a revelar hipótesis acerca del sistema terapéutico: “Si yo empiezo a relacionarlo a usted como un miembro de la familia mas que a un profesional, cómo se pondría esto en claro?...¿Quién entre nosotros podría ser el primero en notarlo?...Si yo comienzo estando al lado de él de nuevo pero no me doy cuenta, tu me lo señalarías?”; o para exponer un impasse terapéutico: “Digamos que era imposible para mí ser de una real ayuda para usted debido a que mi entrada descalificó totalmente su sentido de autosuficiencia, ¿Qué podría hacer usted?...Si yo decido que solo usted podría decidir continuar en terapia, ¿Sería útil para usted o no, usted aceptaría eso?”

Preguntas de interrupción de proceso

Allí hay un grupo interesante de preguntas que pueden ser usadas para recalcar sobre la base del proceso inmediato de una entrevista. Por ejemplo, si una pareja conflictiva llega discutir durante el curso de la sesión y la interacción parece ser infructuosa y destructiva, el terapeuta puede dirigirse a los niños con preguntas para exponer el proceso actual: “Cuándo sus padres están en

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casa, ellos discuten mucho más de lo que lo hacen aquí?...O si esto es mucho más intenso...¿Quién entre usted es probablemente intentará intervenir?...para intentar mantener esto claro”. Como la pareja comienza a seguir la conversación acerca de aquello que el terapeuta haya iniciado con los niños, su discusión es interrumpida y ellos son impulsados a asumir una perspectiva de observador que ayuda a abreviar el proceso. Esta es ciertamente una manera más elegante de tratar con este problema común en terapia, mas que pedir o demandar que la pareja detenga la pelea. La pareja se detiene, reflexionando acerca de ellos mismos.

El foco de estas preguntas puede también reflejar sobre la relación terapéutica: “¿Usted piensa que pude haber ofendido a su padre por el modo en que he estado haciendo estas preguntas?...¿Podría ser que yo he estado recogiendo principalmente el modo de su madre de ver las cosas?”. Algunas veces los terapeutas pueden desear usar una pregunta para hacer un comentario indirecto del proceso terapéutico. Por ejemplo, si los padres les están dando a los niños señales (inconscientemente) para evitar el descubrimiento de nueva información, un terapeuta puede elegir preguntar: “Yo sé que usted nunca haría esto, pero digamos que usted ha ido a los vecinos y les dijo todo lo que estaba pasando en la casa, ¿quién sería el más enfadado?”. Tal pregunta ayuda a revelar la fuente del constreñimiento y puede impulsar a los padres a darles a los niños permiso explicito para hablar, porque la terapia es un contexto diferente. Sin embargo las declaraciones inexpertas durante una entrevista pueden colocar a los miembros de la familia a riesgos por venganza después de la sesión. En el caso de que el terapeuta pueda hacer preguntas para minimizar reacciones remotas: “¿Usted piensa que ella estaría asustada de que usted este furioso con ella después de la sesión?...¿Si ella lo estuviera lo admitiría?...incluso a ella misma?...¿O ella piensa que usted reconoce la necesidad de ella de tomar sus quejas, para que ellos puedan hablarse e incluso pensar que ustedes están enfadándose?”. Finalmente una serie de preguntas pueden ser realizadas para facilitar la prontitud por la terminación: “¿usted se ha preguntado siquiera si continuar en terapia puede realmente interferir con su habilidad de encontrar soluciones por las suyas?...si la terapia parara, ¿Quién sería el más enfadado?...¿Quién sería el más aliviado?...¿Ustedes siquiera se han escuchado a sí mismos acerca del tipo de preguntas que hemos discutido aquí?”.

Comentarios concluyentes

Estos ejemplos de preguntas reflexivas no están pensados para ser totalmente comprendidas o completadas. Más aún, están pensadas para ilustrar la variedad de preguntas que podrían usarse de esta forma y proveer suficientes ejemplos para habilitar a sus caracteres distintivos a que emerjan. Los clínicos maduros reconocerán muchas de esas preguntas como familiares. De hecho, ellos probablemente han usado algunas de ellas por años, posiblemente de manera similar, o quizá en forma diferente. Sin embargo, no son las preguntas específicamente por si solas, por las cuales estoy tratando de llamar la atención.

Es en la realización de ellas que pueden ser cuidadosamente diferenciadas e intencionalmente empleadas para facilitar la capacidad de auto sanación. Si esta realización se convierte en parte de un proceso continuado de un terapeuta de realizar la estrategia sobre qué preguntas hacer durante una entrevista, su o sus impactos terapéuticos pueden ser reforzados sustancialmente.

Como noté en la parte I (9), muchos otros autores han examinado el proceso de estar conduciendo entrevistas sistémicas. Algunos de ellos también exploraron el uso de preguntas como intervenciones terapéuticas. Por ejemplo, Lipchik y Shazer (4) describen “la entrevista provechosa” y delinearon un grupo de preguntas “constructivas”. Fleuridas, Nelson y Rosenthal (3) incluyen las “preguntas interventivas” en su listado de preguntas circulares. White (12) describe “las preguntas cibernéticas” y las “preguntas complementarias”. En algunos respecta que todas ellas son similares a las preguntas reflexivas descritas aquí, especialmente aquellas de White. Hay, sin embargo

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algunas diferencias en cuanto a que las preguntas reflexivas se enfocan más fuertemente en un reconocimiento explicito de la autonomía de la familia en la determinación de los resultados. Esto tiene un importante efecto tanto en las elecciones de los terapeutas de preguntas y la manera de preguntar. Estos temas serán mayormente explorados en la parte III.

1Fue en parte debido a este incidente que primero llegué a la conclusión, como se indicó en la Parte I (9) de esos informes en Entrevista Interventiva, que uno puede responder “si” a la pregunta propuesta por el equipo de Milán: “¿Puede la terapia familiar producir cambio solamente a través del efecto negentrópico de nuestro presente método de conducir la entrevista sin la necesidad de una intervención final?”(8, p.12).

2A la vez que la elección del adjetivo “reflexivo” no se basó en un uso gramatical, como con los verbos reflexivos (donde el sujeto hace algo por sí mismo), la similitud es comparable y capaz.

3Usando un marco teórico diferente, Penn (7) describió el de las preguntas a futuro como una técnica “Feedforward”.

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