Entrevista a Pedro Mairal

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Pedro Mairal El amigo de los antihéroes más queribles Por Juan M. Candal Pedro Mairal es como el chico prodigio a quien su propia fama se deglutió. Primer Premio Clarín de Novela, allá por 1998. Enseguida llegó Agresti con Cecilia Roth montada a caballito para filmarle la novela y hacer una película que poca justicia le hace al libro de Mairal. Una historia iniciática se transformó en… bueno, en un mundo de Agresti for export. A Pedro le costó muchísimo volver a escribir ficción, aplastado por el hecho de ser “la nueva promesa joven argentina”, y su siguiente novela, “El año del desierto” recién se publicó en 2005. Por suerte, no pasó tanto tiempo para que apareciera “Salvatierra” (2008), su última ficción a la fecha, independientemente de cuentos que siempre anda

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Entrevista a Pedro Mairal

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Pedro Mairal

El amigo de los antihéroes más queribles

Por Juan M. Candal

Pedro Mairal es como el chico prodigio a quien su propia fama se deglutió. Primer Premio Clarín de Novela, allá por 1998. Enseguida llegó Agresti con Cecilia Roth montada a caballito para filmarle la novela y hacer una película que poca justicia le hace al libro de Mairal. Una historia iniciática se transformó en… bueno, en un mundo de Agresti for export.

A Pedro le costó muchísimo volver a escribir ficción, aplastado por el hecho de ser “la nueva promesa joven argentina”, y su siguiente novela, “El año del desierto” recién se publicó en 2005. Por suerte, no pasó tanto tiempo para que apareciera “Salvatierra” (2008), su última ficción a la fecha, independientemente de cuentos que siempre anda

escribiendo y colgando en blogs o prestando a antologías o revista, como es el caso con Otro Cielo.

En el ambiente de “la nueva narrativa argentina”, como suelen llamarla algunos, persona que nombra a Mairal se refiere a él como un buen tipo, desde escritores de su generación hasta editoras de sellos pequeños que nunca le han publicado un libro aún. Pedro es un tipo querido entre quienes lo conocen. Quizás tenga algo de ese pibe ingenuo y tierno que protagoniza muchas de sus ficciones.

O quizás sólo se trate de un buen tipo y punto.

Pedro, tus comienzos en el mundo de la literatura son bastante conocidos por el hecho de que arrancaste publicando nada más y nada menos que con el primer Premio Clarín de Novela. Pasó bastante tiempo para que volvieras a publicar una novela, de hecho en doce años desde entonces sólo publicaste dos (“El año del desierto”, Interzona, 2005; “Salvatierra”, Emecé, 2008). ¿Cómo fue tu relación con el mundo de las editoriales en todo este tiempo?

En general me llevo bien con las editoriales y los editores. Publiqué con editoriales grandes con mucha distribución y también con editoriales chicas, independientes, algunas casi artesanales. En general busco un editor para ese libro en particular. Hasta ahora me moví con las editoriales grandes como si fueran más chicas, es decir, intervine en la tapa, en la edición, etc. Una vez en Alfagurara hasta pedí ir a la imprenta y fuimos con un coordinador de esa área a un taller de Avellandeda para ver cómo hacían el libro. Es cuestión de romper un poco el hielo de esos compartimientos estanco de las editoriales grandes, meterse con curiosidad en esa supuesta automatización y conocer a la gente que está detrás.

¿Cómo fue pasar de publicar con Clarín/Aguilar tu primera novela y tu libro de cuentos (“Hoy Temprano”, Aguilar, 2001) a trabajar con una editorial más chica como Interzona?

Mi novela El año del desierto necesitaba mucha edición. Con Damián Ríos, el editor de Interzona, trabajamos dos años. Le terminé sacando casi 30 páginas a ese libro, me llevó mucho tiempo decantarlo. La novela necesitaba una editorial como

Interzona, más chica, con más acompañamiento digamos. Quizá en una editorial grande la publicaban así como estaba en el primer borrador.

Están por cumplirse 10 años de la edición de “Hoy temprano”, ¿pensás que es posible que se reedite, en otra editorial tal vez? ¿Y qué pasa con “El año del desierto” (que no se consigue ni por mercado libre)?

Quizá cuando saque otra novela se haga una reedición de los libros anteriores. A El año del desierto se lo comió la intemperie, porque la editorial Interzona ya no existe más.

Estás dando un taller de escritura creativa a partir de mediados de marzo. ¿Es la primera vez que lo hacés? ¿Qué tiene para vos de atractivo dictar un taller?

Coordiné un taller hace años, a fines de los 90. Ahora, después de haber dado un taller en la Universidad de Puerto Rico el año pasado, me dieron ganas de hacerlo de vuelta. Me gusta ver

como una consigna dispara distintos textos, como cada uno trae su mundo al taller, y me interesa lo que pasa en los grupos, las lecturas cruzadas, las interpretaciones, las discusiones. Más que enseñar a escribir intento contagiar entusiasmo por escribir.

¿Cómo es una clase típica en el taller de Mairal? ¿Qué consignas o propuestas hacés, en qué te centrás para ayudar a los que concurren?

La gente lee lo que trajo, que son en general textos en base a alguna consigna que les di la semana anterior. Cada uno lee, se comentan los cuentos. Hablamos de lo que va surgiendo, de la carpintería literaria, de la narrativa. No tengo clases programadas. Van surgiendo temas. Hacemos ejercicios de percepción, de observación. A veces leo algo de un poeta que me gusta y hablamos de cómo está hecho el poema.

En “Una noche con Sabrina Love”, en muchos de tus cuentos (incluyendo “Para Hilde” que estamos publicando en éste número de Otro Cielo) e incluso en Salvatierra, los protagonistas suelen tener una especie de ternura infantil: los

golpean y no pueden defenderse, les queman el negocio unos mafiosos pueblerinos, los usan las mujeres, cuando quieren seducir se ven reducidos al ridículo… ¿por qué pensás que te atrae tanto esta figura recurrente?

Me provoca más empatía el antihéroe. El ganador me cae antipático. Suelen ser mejores las historias de los fracasos (amorosos, deportivos, etc) que los triunfos, que son siempre iguales. Me causa gracia y ternura a la vez la distancia entre lo que el personaje se imaginó y lo que finalmente le sucede. Hay una dimensión humana en ese contraste.

Me da la impresión de que en tus novelas sos más clásico en tu narrativa que la generación que, por ejemplo, te acompaña en “La Joven Guardia”. Pero en tus cuentos, donde a veces te mencionás a vos mismo, a otros escritores, pareciera que te acercaras más a ese realismo autorreferencial. ¿Pensás que la novela y el cuento son vehículos para inquietudes diferentes en este aspecto?

No lo había pensado. Es verdad que en mis últimos cuentos usé más la primera persona, o una figura

de escritor, un yo parecido a mí. Y en las novelas me alejé de esa figura. Pero no creo que sea por el género. De hecho la novela tolera bien la primera persona, lo autobiográfico. Espero todavía seguir escribiendo más para cambiar esa tendencia personal.

Escribís poesía, cuentos, novelas y artículos en diarios y blogs. ¿En cuáles de estos formatos sentís que estás más cerca de lograr lo que te proponés, y cuál es el que más te gusta trabajar?

Cada formato tiene su fuerte, y a veces su fuerte está en los límites que el formato impone. El blog permite un tono coloquial y también un anclaje anecdótico que en los textos en papel puede quedar medio canchero y desubicado, y a su vez exige brevedad porque un post de más de tres pantallas ya es largo.

La poesía es donde la forma está más presente, y eso, al contrario de lo que se suele pensar, da mucha libertad, porque la forma dialoga con uno (sobre todo estoy pensando en el soneto). Uno sugiere lo que quiere decir y la forma contesta su modo de decirlo, provoca variantes que no se nos habían ocurrido, nos saca de nosotros, nos lleva a

lugares extraños. La poesía permite mucha densidad verbal, concentración de significados en pocas palabras.

Las columnas periodísticas y artículos tienen un tono más informativo y abierto, me obligan a estar atento a temas actuales, pero prefiero encarar esos temas desde el comportamiento humano, o desde el costumbrismo del carácter nacional. Es un formato donde entra el humor a veces, el análisis, y a veces hasta cierta exploración con el lenguaje. Con la novela y con el cuento tengo que reencontrarme.

¿Qué autores de tu generación lees? ¿Hay alguno que admires en particular?

Fabián Casas, Cucurto, Santiago Llach, Juan Incardona, Gaby Bejerman, Selva Almada, Félix Bruzzone, Federico Lamberti... Los leo porque me interesa ver cómo escriben sobre estos tiempos que corren.

¿Cuáles han sido tus mayores maestros literarios?

Sobre todo los poetas, Giannuzzi, Madariaga, Vallejo, Molina, Viel Témperley, Huidobro, Neruda, Juanele...

Una vez te escuché decir que te gustaba Cortázar, pero que hay que sacarse de encima todo lo que implica su influencia, ¿a qué te referís puntualmente?

No sé si hay que sacarse, digo que yo tenía y todavía a veces tengo que despegarme cierta suntuosidad de la palabra que tiene Cortázar, un uso del gerundio, un regodeo verbal que lleva a la frase larga, casi al borde del colapso sintáctico. A ese entusiasmo controlado me refiero. Pero ahora que lo describo no me parece tan mal, al contrario.

Por último, ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Tenés en vista publicar algo este año?

Estoy armando un libro que se llama "La novela que no estoy escribiendo", pero no creo que salga este año.

¿Podés contarnos algo de “La novela que no estoy escribiendo”?

Es un libro de textos cortos, creo que conforman como la silueta de la novela que en estos tres años no escribí toda junta en papel sino atomizada y deformada en seudónimos, blogs, diarios íntimos, columnas y revistas. Lo estoy armando y viendo cómo se ensambla todo eso.

Más Pedro Mairal en: http://www.pedromairal.blogspot.com/