Entrevista a Dieter Wendland

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  • 8/14/2019 Entrevista a Dieter Wendland

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    Newsuic s una publicaci gratuta editada per la Direcci de Comunicaci de la Universitat Internacional de Catalunya. Les tasques de com-paginaci, fotograa, redacci i coordinaci editorial sn dutes a terme per estudiants, assessorats per un consell editorial compost per profes-sors, membres del personal dadministraci i serveis de la Universitat i alumnes becaris. Shi afegeixen collaboracions de professors o dal tresprofessionals, xes o b espordiques. El Consell Editorial, que no comparteix necessriament les opinions expressades pels seus redactors ocollaboradors, convida els professors, alumnes i antics alumnes de la Universitat a collaborar alNewsuic i a expressar les seves opinions sobreels continguts i la manera de tractar-los. El Consell Editorial es reserva el dret de publicar aquelles collaboracions o anuncis que no es corres-ponguin amb la lnia editorial o els principis esttics que regeixen aquesta publicaci.

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    Crnicas japonesas

    Hace tres meses que volvde Japn. Desde entonces,solo he ledo literatura ja-

    ponesa y he visto el cine de Ozu yMizoguchi. Si el objeto hubierasido leer solo textos contemporneosno es extrao, pues el pas ha dadoescritores extraordinarios, comoKawabata, Soseki o Tanikazi,cercanos a algunos de los referentesoccidentales introducidos en la po-ca Meiji o colonial. Pero s lo es, sise piensa en que he ledo, casi comouna necesidad, las obras tradiciona-les de Shikibu, Kenko o Baschode los siglos XI al XVI. Ser quizsporque as se puede continuar reco-nociendo el pas. Porque en Japn loantiguo no desaparece sino que es

    absorbido por lo nuevo. Su culturaes integrativa. Solo as puede existiruna ciudad trepidante como Tokioo multitud de ciudades futuristas,las ms interesantes, como Hakata,Nagoya o Kagoschima, resultado desu manera de contemplar el mundo,minuciosa y perpleja, desde la EdadArcaica.

    Un rasgo de la cultura japonesaes la forma en que se detiene en lafragilidad del mundo cambiante y seabandona a l. De all, posiblementela razn por la que antes que nadieha sabido crear (pues es capaz so-bre todo de asimilar) algunas de laspropuestas que le hacen ser conside-rada la segunda potencia mundial.Su caracterstica principal es el mo-

    vimiento; todo est continuamentedesplazndose. Trenes, personas,coches, autopistas y horizontes. Poresa razn los negocios y las estructu-ras sociales se vinculan a dicho des-plazamiento. No es que sean veloceso ecaces, como se cuenta, sino quesu relacin con el espacio es diferen-te. Escaso y frgil, se percibe con elrenamiento y la sosticacin tpicajaponesa con la que nada se deja alazar. Todo se halla enmarcado, comoun encuadre flmico con el que con-templar fragmentos de la naturaleza,pero tambin de los edicios del ar-quitecto Toyo Ito. Y, de esta forma,la mirada del viajero se acostumbrapoco a poco a reparar en lo frgil.Como el poeta que, dice la tradicin,

    necesita de un corazn muy delgadopara penetrar en el universo, pueslas cosas son bellas porque son dbi-les y un barco en medio de las aguasbasta para despertar el sentimientoo la inmensidad del mar.

    Patricia Almarcegui es profesora del Depar-

    tamento de Humanidades

    Jaume [email protected]/rescrito.blogspot.com

    La ColumnaCapde taula

    Dieter WendlandEstuvo casi 40 aos detrs del Muro de Berln

    Sabamos que nos espiaban, pero no

    hasta qu punto llegaba ese espionaje

    Patricia [email protected]

    Imagina que, de lanoche al da, aparecen lasRamblas partidas en dos.De un lado, la gente mirasorprendida, pero hace vidanormal; del otro, el mundoest encerrado. Separadospor un gran muro conalambres, perros de caza,hombres armados yquien intente cruzarlo, esautomticamente fusilado.As describe DieterWendland lo que vivi lanoche del 13 de agosto de1961. Tendra entonces12 13 aos y su familia

    quedaba dividida por unabarrera infranqueable.l, con sus padres y doshermanos, en el este; y alotro lado, un hermano.Fueron casi 40 aos vividossin ningn tipo de libertad.Wendland estuvo en la UICcon su mujer en un actoconmemorativo de los 20aos de la cada del muro,organizado por elInstitutCarlemany dEstudisEuropeus. Ah cont suexperiencia.

    Vivir en Berln Oriental era una

    situacin asxiante. Si no fue-ra por el apoyo de los amigos yfamilia, hubiera sido imposi-ble aguantarlo. Mi hermano fuecondenado a prisin dos aos ymedio por segn decan ca-lumnias al estado. Era un asun-to completamente cticio. Siem-pre nos quedbamos en casaporque sabas que fuera habaenemigos; alguien que te espia-ba. Incluso entre los ms allega-dos poda haber gente que infor-mara.

    Qu tipo de informacinpasaban?De todo. Desde conversacio-nes que tenamos por telfono o

    por la calle, a cosas tan absurdascomo lo que lemos en los docu-mentos que tenan los serviciossecretos sobre mi mujer: ha col-gado ropa a secar en el balcn.Absurdo!; pero era as.

    Eran plenamente cons-cientes de esta situacin?Sabamos que nos espiaban, perono tenamos ni idea de las dimen-siones a las que llegaba ese es-pionaje. Cuando lo supimos, nosasustamos mucho y, en parte, nosentristeci. En mi documenta-cin, en lo que existe de m, se veque haba diecisiete personas in-formando sobre mi vida. Y mien-tras yo lo lea, a mi lado haba una

    persona leyendo su informaciny llorando. En los textos se pro-ponan medidas que haba quetomar contra las personas. Cosascomo entrar en la vida ntima delas personas y disolverlas. Qusignicaba eso de disolver? In-cluso el lenguaje que se utilizabanos asust mucho.

    No es para menos

    Entre los aos 53 y 61 hubo tresmillones de personas que consi-guieron pasar de la parte orien-tal de Berln a la occidental, paraluego huir o emigrar como se loquiera llamar a la RFA. Muchosms lo intentaron sin xito: encoche, con escaleras, vehculosvoladores de todo tipo Unos,fusilados; a otros se les implan-taba unos castigos draconianos;violadores de las fronteras, seles llamaba. La psima situacineconmica llev a las negocia-ciones con la Alemania Occiden-tal: petrleo, carbn Adems,desde esa Alemania se intentabasacar a los encarcelados injusta-mente, pagando por ellos entre

    20 y 120 mil marcos alemanes[un marco alemn de entoncescostaba unas 80 pesetas]. Ni si-quiera el gran crdito de mil mi-llones, otorgado por occidenteen 1981, sirvi para recuperar lasituacin econmica.

    Y por qu no hacan nada?Piensa que eso no era como Bar-celona, donde puedes levantar-te cada maana e ir a tomar uncaf con tus amigos y pasear pordonde quieras Viviendas va-cas, faltaban mdicos: la vidasocial se iba deteriorando pocoa poco. No se poda organizarnada con sentido y los que real-mente eran capaces de asumir

    riesgos intentaban irse o tenandinero para pagar la salida al go-bierno

    Esto era cada vez ms in-sostenible, no? A nales de los 70, principiosde los 80 muchos buscaron es-pacios de dilogo dentro de co-

    munidades protestantes, en las

    iglesias. Se animaban y buscba-mos motivos por los que luchary vivir.

    Qu haca el gobierno?Honecker, el jefe de estado de laRDA, estaba convencidsimo deque bamos por el buen caminohacia el socialismo y que, por lotanto, todo pasaba por ah. Peroel pas estaba cada vez peor y elpueblo quera vivir en paz. To-dos los aos, el 8 de enero habamanifestaciones ociales en re-cuerdo de Rosa Luxemburg.En 1988, aparecieron unos ma-nifestantes que, al margen de laocialidad, llevaban una pan-carta citando a Luxemburg: la

    libertad slo existe si realmentees libertad para el que piensa deotra manera.

    Eso fue la gota que colmel vaso?S. Ese ao fue la revuelta deTiananmen, y aqu el gobier-no hablaba de la solucin chi-na como lo correcto. Tenamosmucho miedo. Despus Hungraabra las puertas hacia Austria,con lo que un xodo de alemanessala hacia la RFA por ah. Cuan-do Honecker cerr las fronte-ras, cerca de cinco mil personasse refugiaron en la embajada dela Alemania Occidental, en Pra-ga. Por si fuera poco, en esos

    momentos se celebraban los 40aos de la constitucin del pasy todo el mundo retransmita endirecto lo que pasaba: miles depersonas comenzaron a mani-festarse en torno al lugar dondese estaba conmemorando el ani-versario. Hubo ms de mil de-tenciones, muchas de ellas per-

    sonas que no tenan nada que

    ver, pero que estaban ah. Fue-ron maltratadas: se vio cmo pe-gaban con toda la intencin,al estmago de una mujer em-barazada; trataron a las perso-nas como animales

    Y entoncesEntonces sucede lo que todo elmundo conoce del 9 de noviem-bre de 1989. Por un malenten-dido sobre quin era el respon-sable de autorizar que alguienviajara, en un momento deter-minado, a occidente, se comen-z a reunir mucha gente frentea los pasos fronterizos. Miles depersonas que exigan pasar por-que decan el gobierno de

    este pas ha declarado que pode-mos viajar donde queramos.

    As? Sin ms?Hay que imaginarse la situa-cin: puestos fronterizos ce-rrados; el muro; el alambre deespino; la vigilancia Y varioscentenares de personas que seacercan. Los guardias no sabannada de lo que les decan, y al te-lfono, nadie responda. Ningnresponsable. Miles de personas:cada vez ms. Qu hacer? Odisparar y provocar una sangra,o abrir.

    No hubo sangraCruzamos la frontera, en me-

    dio de una masa de gente ab-solutamente eufrica que veaque nadie impeda la salida.Una autntica locura. La ni-ca pregunta que nos hacamosera: por qu ha durado 40aos? Por qu no habamos venido antes a decir que nosdejaran pasar?