Entrevista a Christian Felber para NNOO

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Entrevista 1.536 · JUNIO 2012 260 32 –¿Qué es la Economía del Bien Común? –Es un modelo alternativo al actual capitalismo globalizado que crea ma- lestar en todas las sociedades donde funciona. El éxito ahora se mide se- gún los beneficios y la capacidad de competir de las empresas. El respeto a la dignidad no conduce al éxito, sino al revés. Una empresa puede dis- criminar a las mujeres y utilizar traba- jo infantil y a la vez ser exitosa. Uno se puede hacer millonario talando ár- boles de forma rápida y económica, aunque eso suponga que se destruye la naturaleza. Una empresa puede crecer mucho aunque deje a sus em- pleados sin trabajo o una multinacio- nal se puede hacer cada vez más grande aunque restrinja la libertad. Mi propuesta es crear un sistema que llegue a los corazones, que ponga de acuerdo los valores humanos que en todas partes y en todos los lugares los seres humanos defendemos con el funcionamiento de la economía. –¿Cómo nace este modelo alterna- tivo?, ¿cuál fue el proceso hasta lle- gar a su definición y clarificación? –Tenemos un orden legal bien pro- clamado que se inspira más o menos en la Declaración de los Derechos Hu- manos, pero que luego permite que nuestro comportamiento económico se guíe por lo contrario de lo que que- remos defender. Esas reglas legales se basan en el afán de lucro, la maximi- zación de los beneficios y la compe- tencia, la capacidad para crecer ilimi- tadamente a costa del otro. No res- ponden a la naturaleza humana, sino que son una construcción artificial, una decisión política y como tal se puede cambiar. Hay estudios globales que establecen que lo que nos hace felices y nos motiva son las relaciones exitosas basadas en valores como ho- nestidad, confianza, empatía, coopera- ción, solidaridad y compartir. Éstos Cristian Felber sobre «Economía del Bien Común»: «Necesitamos reglas que recompensen nuestras virtudes y no nuestros vicios» José Luis Palacios

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Entrevista publicada en el número de junio de NNOO

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Entrevista

1.536 · JUNIO 2012260

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–¿Qué es la Economía del Bien

Común?

–Es un modelo alternativo al actualcapitalismo globalizado que crea ma-lestar en todas las sociedades dondefunciona. El éxito ahora se mide se-gún los beneficios y la capacidad decompetir de las empresas. El respetoa la dignidad no conduce al éxito,sino al revés. Una empresa puede dis-criminar a las mujeres y utilizar traba-jo infantil y a la vez ser exitosa. Unose puede hacer millonario talando ár-boles de forma rápida y económica,aunque eso suponga que se destruyela naturaleza. Una empresa puedecrecer mucho aunque deje a sus em-pleados sin trabajo o una multinacio-nal se puede hacer cada vez másgrande aunque restrinja la libertad.Mi propuesta es crear un sistema quellegue a los corazones, que ponga deacuerdo los valores humanos que entodas partes y en todos los lugares losseres humanos defendemos con elfuncionamiento de la economía.

–¿Cómo nace este modelo alterna-

tivo?, ¿cuál fue el proceso hasta lle-

gar a su definición y clarificación?

–Tenemos un orden legal bien pro-clamado que se inspira más o menosen la Declaración de los Derechos Hu-manos, pero que luego permite quenuestro comportamiento económicose guíe por lo contrario de lo que que-remos defender. Esas reglas legales sebasan en el afán de lucro, la maximi-zación de los beneficios y la compe-tencia, la capacidad para crecer ilimi-

tadamente a costa del otro. No res-ponden a la naturaleza humana, sinoque son una construcción artificial,una decisión política y como tal sepuede cambiar. Hay estudios globalesque establecen que lo que nos hacefelices y nos motiva son las relacionesexitosas basadas en valores como ho-nestidad, confianza, empatía, coopera-ción, solidaridad y compartir. Éstos

Cristian Felber sobre «Economía del Bien Común»:

«Necesitamos reglas querecompensen nuestras virtudes y no nuestros vicios»José Luis Palacios

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son valores empíricos, no ideológicos,compartidos y experimentados por to-dos. La idea es promover el floreci-miento de esos valores y, por tanto,las relaciones interpersonales, en to-dos los campos, también el económi-co, de modo que todos podamos iden-tificarnos con ellos, compartirlos yque nos sirvan de guía y nos orientencomo sociedad. Se trataría de dotar-nos de reglas políticas y culturales querecompensen nuestras virtudes y nonuestros vicios. Seguiría existiendo lalibertad de ser egoísta, pero ya no ob-tendría recompensa.

En octubre de 2010, en Viena, pre-senté mi libro «Nuevos Valores parala Economía» en un acto al que acu-dieron unos 60 empresarios y empre-sarias de Austria además de otras per-sonas. Muchos me comentaron quehabía puesto en un libro lo que ellosllevaban mucho tiempo dentro y nohabían podido aclarar con palabras yapostaron por poner este modelo al-ternativo en marcha, por construir unsistema en positivo. En Alemania y elNorte de Italia, la propuesta tambiénha tenido buena acogida. Hay tam-bién otros empresarios en Egipto, enHonduras, en México, en España dis-puestos a ensayar esta idea.

–¿Sobre qué valores y principios se

asienta tu modelo?

–Cuanto más humana sea una em-presa, más éxito tendrá. Según sucontribución al Bien Común y al de-sarrollo de la Cooperación tendrámás ventajas legales y, como conse-cuencia, más éxito. En la agenda detrabajo del gobierno alemán, la pala-bra competencia se menciona 20 ve-ces más que el concepto de dignidadhumana. Se ha convertido en el valormáximo. Sin embargo, la DeclaraciónUniversal de Derechos Humanos sebasa en el valor incondicional e inne-gociable de todos los seres humanossolo por el hecho de serlo: la digni-dad humana. Eso supone que todostenemos los mismos derechos. Es elfundamento de nuestras democraciasy también de un mercado verdadera-

mente «libre». El sistema actual haconfundido los medios con los fines,por influjo del pensamiento económi-co dominante, que en realidad no tie-ne más de 250 años. La economía ensu origen trataba de encontrar losmejores caminos para satisfacer lasnecesidades humanas, pero con eltiempo este objetivo principal ha que-dado desplazado por lo que no sonsino medios para alcanzarlo, comoson el beneficio monetario y el creci-miento del PIB.

La cooperación significa que la metaes compartida, mientras que la compe-tencia supone que el éxito de uno ex-cluye al del otro. Contra lo que noshan contado, la cooperación nos moti-va más, porque permite que nuestrasrelaciones florezcan. Con la competen-cia, en realidad «contra-petencia» –bús-queda contra el otro–, el valor másfuerte es el miedo a perder o inclusodesaparecer. Es lo que provoca auto-máticamente más miedo, estrés, acoso,inseguridad. Si sabemos hoy todo esto,vale la pena ensayar otro sistema.

–¿Ves alguna relación en la Doctri-

na Social de la Iglesia o en diversas

iniciativas de la tradición cristiana

con la Economía del Bien Común?

–El Bien Común es un conceptoacuñado por Tomás de Aquino en el

siglo XIII y toda la Doctrina Social dela Iglesia se refiere a él.

–En tu propuesta, el balance finan-

ciero se supedita a la contribución al

bien común... ¿Cómo se miden am-

bos criterios? ¿Como sería esa rela-

ción entre uno y otro?

–El sistema actual ha confundidomedios y fines. Esta es una crítica ra-dical al modelo actual. El PIB no midelo que realmente tiene valor. La pro-puesta del movimiento de la econo-mía del bien común es sustituir estosindicadores por un balance social o in-cluso universal. Hemos definido 20factores de calidad y bienestar huma-no para ver el impacto de las micro-empresas en la comunidad. Esto es elbalance del Bien Común, inspirado enlas 20 preguntas más ardientes que lasociedad hace a las empresas. Porejemplo, ¿lo que se produce tiene sen-tido, supone una solución social?;¿qué calidad tienen los puestos de tra-bajo?; ¿qué nivel de igualdad se daentre todos los miembros de la em-presa?; ¿cuál es el impacto ecológico?;¿cómo se reparten las ganancias?;¿cómo se toman las decisiones?... Esnuestra propuesta, pero podemoscambiar los factores, suprimir o añadirotros. Vamos a debatirlos y decidirlosen asambleas por cuanta más gentemejor, confiemos y aprovechemos lasabiduría colectiva, a través de un ver-dadero proceso democrático. Ponga-mos la actividad real de la economíaal servicio de los valores compartidos.En realidad, no existen constitucioneseconómicas. Sin embargo, por prime-ra vez en la historia podemos definirentre todos las reglas y las libertadesdel sistema económico.

El Balance del Bien Común consis-te en asignar a cada factor que crea-mos que es importante una puntua-ción de entre 30 y 90 puntos. Cadaempresa puede obtener entre 0 y1.000 puntos. Esa información, el «re-sultado del balance del bien común»,puede reflejarse en el código de barrasde cada producto para que de verdadexista información transparente y si-

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métrica que nos permita decidir conlibertad qué consumimos. Ahora losproductos ecológicos y justos son máscaros. A través de este mecanismo po-demos incentivar a las empresas conmejor balance social a través de unarebaja de impuestos, de preferenciaen la adjudicación pública y el respal-do de una masa crítica de consumido-res para conseguir mejores precios. Endefinitiva, lo que importa es impulsarprocesos democráticos sobre cómo or-ganizar y desarrollar la Economía delBien Común, según nuestra sabiduríacolectiva. Lo importante es que algúndía el balance sea obligatorio.

–El beneficio financiero, por tanto,

sería tan solo un medio y no un fin

en sí mismo, como ocurre ahora...

¿Sería realmente operativo para las

empresas? ¿Cómo vencer esa supre-

macía que actualmente se concede

tanto a la obtención del beneficio

económico?

–Este modelo es innovador y con-servador a la vez. Por un lado sigue

admitiendo, aunque con las limitacio-nes y controles que colectivamentedecidamos, la propiedad privada, lamoneda y el mercado: es el talanteconservador que permite que muchosse apunten y hagan este próximo pasojuntos. Por otra parte, es innovador: elbalance económico pasaría a ser unsimple medio y habría que prohibir lasinversiones financieras especulativas,la absorción de empresas, las donacio-nes a los partidos políticos, los ingre-sos a cambio simplemente de los títu-los de propiedad... De este modoacabaríamos con la coerción que su-pone tener que crecer continuamentepara tragarse mutuamente, como sifuéramos caníbales, y más personasestarían dispuestas a crear empresas.Es una esperanza realista.

–¿Qué acogida está teniendo tu

propuesta? ¿A quién está interesan-

do? ¿En qué ámbitos sociales está te-

niendo mejor acogida?

–De momento contamos con 2.000personas que apoyan este modelo,600 empresas que están aplicando yael balance de la Economía del Bien

Común y otras 300 que han ex-presado su deseo de aplicarlo enel futuro. Hay desde una pe-queña empresa de moda textilhasta un banco en Munich,en realidad una cooperativade crédito con 300.000 so-cios, pasando por una em-presa egipcia de productosfito-farmacéuticos que ya es-tán funcionando así o unaimprenta «pyme» en las cer-canías de Viena. En Españael grupo de apoyo puso enmarcha la página web hacecuatro meses y lleva un nú-mero significativo de adhesio-

nes. Es una idea que atrae a gen-te de diferentes características, que

es la condición para que se cree el ne-cesario movimiento económico y polí-tico capaz de introducir estos cambiosen las leyes. La estrategia es crear uncampo de energía muy fuerte alrede-dor de miles de empresas que empie-zan a implementar el balance del

bien común de forma voluntaria yconsumidores que se acostumbran abuscar el balance en cada producto:habrá un punto álgido después delcual será difícil no tener balance; y ala vez, organizar convenciones comu-nales democráticas para preparar elcambio necesario en la Constitución.Cuando sea vinculante el balance, lasempresas más responsables, ecológi-cas y democráticas permanecerán por-que sus productos serán más baratosque aquellos de las empresas irrespon-sables, egoístas e injustas.

– ¿Qué está ocurriendo en aque-

llas empresas que han querido im-

plementar este modelo?

–Varias cosas. Primero, experimen-tan sentido, algunos empresarios di-cen: «Por fin sé por qué soy empresa-rio». Segundo, aprenden juntos ycrean sinergias entre ellas. Empeza-mos a montar una plataforma de ayu-da mutua. Tercero, aumentan sus co-nocimientos acerca de la totalidad deáreas posibles de responsabilidad: laconciencia se expande. Cuarto, atra-en a consumidores sensibilizados ytambién a mano de obra responsable.Muchos, además, se sienten como«pioneros del cambio», o sea, desem-peñan un papel fundamentalmentepolítico aparte de su función econó-mica. �

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«Por primera vez enla historia podemosdefinir entre todoslas reglas y laslibertades del

sistema económico»

Más información:

www.economia-del-bien-comun.orgwww.christian-felber.atwww.demokratische-bank.at