Entrenar significa formar personas

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“ENTRENAR SIGNIFICA FORMAR PERSONAS” (HORST WEIN, PROFESOR DE FUTBOLLAB) La figura del formador de fútbol adquiere una gran relevancia en la fase de aprendizaje de los alumnos, ya que su función es la de transmitir valores educativos, sociales y formativos a los jóvenes que aspiran a dedicarse al fútbol profesional. Entrenar no es sólo enseñar habilidades y conocimientos específicos de fútbol. Entrenar abarca un concepto mucho más amplio: es construir hábitos y actitudes correctas en los jóvenes, de forma que les ayuden tanto en el campo de juego como en todos los aspectos de su vida. Por ello, es muy importante que los técnicos que forman parte de una Escuela de Fútbolestén correctamente capacitados y cualificados para enseñar a los jóvenes alumnos, ya que estos ven en sus profesores un referente al cual parecerse. Puede decirse que el formador actúa como nexo de unión entre el niño y el juego de fútbol. Cuando un profesor aún no tiene mucha experiencia suele adaptar un rol cercano a la camaradería, el cual dará paso a la autoridad para, por último, al alcanzar la madurez, volver al acercamiento. Gracias a esto, sabe transmitir a sus alumnos valores como: - Superación de sí mismo - Espíritu de equipo - Juego limpio - Desarrollo social a través del esfuerzo personal y la interacción con los compañeros

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“ENTRENAR SIGNIFICA

FORMAR PERSONAS” (HORST

WEIN, PROFESOR DE

FUTBOLLAB)

La figura del formador de fútbol adquiere una gran relevancia en la fase de

aprendizaje de los alumnos, ya que su función es la de transmitir valores

educativos, sociales y formativos a los jóvenes que aspiran a dedicarse

al fútbol profesional.

Entrenar no es sólo enseñar habilidades y conocimientos específicos de fútbol.

Entrenar abarca un concepto mucho más amplio: es construir hábitos y

actitudes correctas en los jóvenes, de forma que les ayuden tanto en el campo

de juego como en todos los aspectos de su vida.

Por ello, es muy importante que los técnicos que forman parte de una Escuela

de Fútbolestén correctamente capacitados y cualificados para enseñar a los

jóvenes alumnos, ya que estos ven en sus profesores un referente al cual

parecerse.

Puede decirse que el formador actúa como nexo de unión entre el niño y el

juego de fútbol. Cuando un profesor aún no tiene mucha experiencia suele

adaptar un rol cercano a la camaradería, el cual dará paso a la autoridad para,

por último, al alcanzar la madurez, volver al acercamiento. Gracias a esto, sabe

transmitir a sus alumnos valores como:

- Superación de sí mismo

- Espíritu de equipo

- Juego limpio

- Desarrollo social a través del esfuerzo personal y la interacción con los

compañeros

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En consecuencia, y según la opinión de los alumnos, un buen profesor de

fútbol debe reunir las siguientes cualidades:

- Experiencia previa como jugador

- Experiencia previa como formador

- Buena forma física

- Hábitos de vida saludables

- Correctos hábitos de trabajo: puntualidad y eficiencia

- Organización: entrenamientos, reuniones, viajes, etc.

- Buen comunicador

- Disponibilidad: tener tiempo para sus jugadores

- Conocimiento de los aspectos técnicos y tácticos del juego

- Habilidad para enseñar

- Motivación: intensidad, compromiso e implicación

- Positivo: animar a sus jugadores con refuerzos optimistas

- Saber gestionar desde el banquillo: realizar los cambios necesarios según el

ritmo del partido

- Sentido del humor

- Capacidad de liderazgo

- Autocontrol

- Deseo de mejorar

- Honestidad

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- Abierto a sugerencias

- Interés por los jugadores como personas (empatía)

FORMAR PERSONAS

El desarrollo del futbolista como individuo es el secreto de canteras de clubes

como Boca Juniors, Ajax, Anderlecht o Sporting de Lisboa, que consideran este

aspecto tan importante como la formación técnica.

Ésta fue la principal conclusión de unas conferencias sobre "El futuro del

fútbol", organizadas por el Sporting de Lisboa en la capital lusa y que durante

los últimos dos días reunieron a representantes de estos equipos para

reflexionar sobre los retos en materia de formación.

El argentino Carlos Fernando Navarro Montoya, apodado "El Mono" durante su

época como portero y representante en este encuentro del Boca Juniors,

defendió que entre los jóvenes jugadores hay que fomentar los valores éticos y

morales al mismo tiempo que se atiende a su desarrollo deportivo.

Actualmente responsable de las categorías inferiores "xeneizes", Montoya

criticó a los clubes que se centran en las victorias de sus canteras e insistió en

que la clave "no es ganar, sino formar".

El exguardameta de clubes como Vélez, Tenerife, Mérida o Independiente,

entre otros, aseguró que en el Boca se procura poner a disposición de los

jóvenes "las mejores herramientas" para que puedan afrontar los desafíos de

un deporte cada vez más competitivo, pero sin descuidar su formación como

personas.

De hecho, recordó que sólo llegan a las ligas profesionales entre un 2 y un 5 %

de los canteranos, por lo que el aprendizaje "no termina en el entrenamiento".

El desarrollo personal también fue un aspecto destacado por Ruben Jongkind,

uno de los dirigentes de las categorías inferiores del Ajax holandés.

La estrategia del club se centra en el desarrollo a largo plazo y da una

importancia primordial a los entrenadores, que ejercen al mismo tiempo de

mentores, acompañando a los jugadores desde la escuela y hasta el primer

equipo.

Actualmente la cantera del gigante de Amsterdam está dirigida por antiguas

glorias del club, como Dennis Bergkamp, Mark Overmars o Frank de Boer.

Jongkingd defendió una atención individual a los jóvenes canteranos, sobre

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todo en un mercado global como el de hoy en día, y lamentó la pérdida de la

cultura del fútbol "de calle".

Esta opinión fue compartida por Aurélio Pereira, portavoz hoy del Sporting de

Lisboa y ojeador responsable de descubrir a Cristiano Ronaldo en Madeira y

recomendar su fichaje por los "leones" cuando sólo tenía once años.

Pereira reconoció echar de menos más "fútbol de calle", donde se juega con

una "creatividad ingenua e inocente", espíritu que hoy es más difícil de

encontrar por la presión a la que son sometidos los jóvenes desde edades

tempranas.

Proporcionar bases sólidas a los jugadores para prepararlos tanto a nivel

profesional como personal es clave en su opinión, y citó el caso del delantero

Mario Balotelli, protagonista de varios actos de indisciplina, como ejemplo a

evitar.

Desde el Anderlecth belga, Jean Kindermans consideró la cantera como el

elemento diferenciador para clubes como el suyo, que disputa un campeonato

con menos peso que otros rivales europeos y con un menor poder económico.

"Intentamos no formar campeones, sino jugadores capaces de enfrentar

cualquier desafío", precisó. EFE

FORMAR HUMANOS

Lo máximo de nuestra escuelita es hacer buenas personas, más allá de lo bueno jugador que sean. Acá tratamos de contenerlos, que se sientan bien, que no expresen malas palabras y que sepan convivir”, sostuvo Celso Romero, un hombre de experiencia y trayectoria en guiar a los más pequeños. "El sueño de toda mi vida fue crear un espacio para enseñar y transmitir conocimientos. El fútbol me apasiona y nunca pude alejarme de esta actividad. Cuando uno es jugador pasa lo mismo, no se pierde ese deseo de jugar. Se pueden cambiar otras cosas, pero de equipo de fútbol no cambiar. De chico me hice hincha de Boca y acá estoy con la azul y oro en el corazón”, añadió. La Escuela de Fútbol Bokita comenzó sus actividades en el predio de calles 38 y 51 el 3 de abril de 1997. La fecha coincide con la fundación del Club Atlético Boca Juniors, un 3 de abril de 1905, en el popular barrio porteño de La Boca. Celso Romero había tenido una experiencia previa en un terreno de su casa de calle 36 entre 53 y 55, pero con la incorporación de chicos, el lugar quedó pequeño y consiguió que un amigo suyo le ceda el terreno que está lindante con la avenida Jesuita Cardiel, donde el espacio es mucho mayor. En la actualidad, hay dos canchas medianas y una para los niños y se piensa concretar a futuro un escenario más grande, destinado a once jugadores. "Estamos teniendo bastante apoyo de diversas entidades. Por ejemplo, de la Asociación Faro tuvimos la colaboración de pelotas de fútbol, conos y un juego de camisetas y lo mismo sucedió con una tarjeta de crédito que nos donó material deportivo”, destacó Romero.

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Por su parte, el coordinador general de la Escuela Bokita, Miguel Lafuente, reconoció que mantener la escuelita "se hace con mucho esfuerzo. Acá son varios los que trabajamos, Carlos Romero, el hijo de Celso, corta el césped y realiza los demás arreglos para mostrar una prolijidad en todo el predio”. Convenio con Boca El próximo fin de semana la Agrupación Arriba Boca de Necochea llevará a cabo una cena con la participación de figuras de la institución "xeneize”, lo que será propicio para que la Escuela Bokita firme un convenio de intercambio con el Club de la Ribera. "Estamos en tratativas de conseguir ese acuerdo que permitiría que entrenadores de las inferiores de Boca vengan a Necochea para ver jugadores y conozcan a los chicos de nuestra escuela, hacerles un seguimiento e intercambiar diversas acciones institucionales”, precisó el coordinador general Miguel Lafuente. La Escuela Bokita se sostiene con una mínima cuota mensual que abonan los padres de los más de 60 chicos entre 4 y 15 años que asisten al lugar, pero otras entidades como la Agrupación Arriba Boca de Necochea ha colaborado con pintura y otros elementos. "Tanto Oscar ‘Cacho’ Vallejos, el presidente, como Raúl Villarreal, otro activo dirigente, siempre nos apoyan con distintos materiales y nosotros estamos muy agradecidos por ese valioso aporte, como también sucede con otras agrupaciones de la ciudad y con los propios papás de los que asisten a la escuelita”, reconoció Celso Romero. Para el Día del Niño estuvo presente la entidad que representa a Boca en Necochea y lo mismo ocurrió con directivos de la Cruz Roja Argentina Filial Quequén-Necochea, que trajeron regalos para los chicos y se los distinguió. La Escuela de Fútbol funciona los días sábados y feriados de todo el año a partir de las 14 en el predio de calle 51 entre 38 y 36. También colaboran con este trabajo de enseñar el más apasionante de los deportes, "Lolo” Jérez, como entrenador de arqueros, y Ricardo Vera, como preparador físico. Los interesados en obtener alguna información más sobre la institución pueden llamar a los teléfonos: 43-6576 y 15-356419.

SOCCCER

¿Cuántos “chicos que lo tienen todo” para ser futbolistas se pierden por el

camino hacia el éxito? ¿Cuántos jugadores despuntan en categorías inferiores

y más tarde desaparecen? ¿Cuántos jóvenes jugadores sudamericanos llegan

con la etiqueta de estrella a las grandes ligas europeas y no terminan por

revelar su potencial?

Temporada tras temporada podemos apreciar una gran cantidad de “chicos

que lo tienen todo” para triunfar en este deporte, y que no logran cumplir su

sueño. El principal problema, es que aunque parezca que lo tienen todo, no lo

tienen, pues en muchas ocasiones, carecen de las orientaciones adecuadas y

de una buena educación deportiva. Una educación deportiva que les permita

entender la magnitud de la que puede llegar a ser su profesión.

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En cuanto se supera la edad de los quince años, son muchos los chicos

talentosos que se pierden, y pocos los que consiguen entender que para llegar

a la élite es necesario cuidarse. Algunos piensan que no pasa nada por acudir

a un entrenamiento habiendo dormido tres horas, pero todo acaba por pasar

factura. El compañero que durmió ocho horas tendrá más probabilidades de

llegar a la cima. Jugadores profesionales que no parecían revelar un gran

talento en su infancia, fueron capaces de asimilar su profesión, entendiendo

que para poder disfrutar, primero hay que sufrir y renunciar a muchas cosas;

pues como expone Garganta (2007), por mucho talento que tengo un niño, solo

después del entrenamiento podrá ser jugador de fútbol.

Y es que se antoja muy difícil poder sujetar a chicos adolescentes, que de la

noche a la mañana, tienen de todo. Por ello, parece indispensable la

construcción de un modelo de formación deportiva, en el cual, la dimensión

educativa adquiera cierto protagonismo.

Fútbol: ¿odio o pasión?, ¿marginación o exaltación?

“Cuando salían de la cancha, los abucheos y silbidos dedicados a Martín

fueron de película. Benja no estaba en ánimo de festejar el triunfo, aunque en

las duchas los demás cantaban a grito pelado y todos lo abrazaban por aquel

golazo fenomenal. Benja no podía dejar de pensar en Martín. La otra noche, en

la pizzería, le había dicho: Cuando te enfrentes al arco, tira con ganas, así me

luzco. Bueno, y él había tirado con ganas. Cómo iba a imaginar que a un golero

como Martín la pelota le fuera a pasar por entre las piernas. Benja bien sabía

que, de aquí a la Polinesia, para un golero eso significaba la vergüenza

universal. ¿Estaría el agente europeo en la tribuna? ¿Cómo podía el bueno de

Martín tener tanta mala suerte?” (Benedetti, 1989)

Hace tiempo, pude ver un reportaje muy interesante, sobre el fallecimiento

de Mario Benedetti, uno de los grandes escritores del siglo XX. En dicho

reportaje se mostraba el fútbol como la gran pasión de esta persona tan culta,

desmarcándose de ciertas opiniones públicas en las que se reconoce al fútbol

como el deporte por excelencia de la gente violenta e inculta. Esta

circunstancia ha propiciado que el fútbol sea considerado por multitud de

personas el eje de muchos de los problemas de violencia en el deporte, pues

tal y como manifiestan Garganta y Pinto (1997), es posible constatar la

existencia de significativas “resistencias” a nivel del reconocimiento del

potencial educativo y formativo que esta modalidad, como materia de

enseñanza y entrenamiento, encierra. Tal hecho, no ha pasado desapercibido

en el ámbito educativo, produciéndose cierto movimiento de “marginación”

hacia el fútbol entre numerosos docentes del área de Educación Física en

educación primaria y secundaria, y a su vez, en diversos planes de estudios de

formación universitaria.

Este movimiento de “marginación” que está sufriendo el fútbol en el ámbito

educativo, únicamente propicia más ignorancia sobre el potencial de este

deporte. Y es que, en realidad debería ser obligatoria la formación de “actores y

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espectadores críticos” tanto en la escuela como en clubs deportivos, a partir de

formadores con una buena formación. Paradójicamente, mientras parte de

nuestro sistema educativo fustiga al fútbol en España, en otros países cuidan y

miman a sus deportes más populares y arraigados dentro de este contexto.

Y es que el fútbol ha alcanzado una popularidad sin precedentes en todos

los rincones del mundo, arrastrando ese bendito problema, que es fenómeno

de masas, y se constituye como el deporte preferido de nuestra sociedad. Aquí

en España, todo el mundo habla de fútbol, y todo el mundo “sabe” de fútbol; lo

que conduce a que el fútbol sea un deporte maltratado desde el punto de vista

formativo, pues parece que cualquiera puede “sentarse en un banquillo”. Sin

embargo, es sencillo apreciar que son todavía pocos, los que lo hacen desde la

planificación y la coherencia. Garganta (1993) refiere que, las metodologías de

enseñanza son cosa rara y las que existen constituyen materia casi ofensiva

para aquellos que insisten en la idea de que, en el fútbol, todo está inventado.

De ahí, que vivamos en una sociedad en la que todo el mundo tiene como

segunda profesión entrenador de fútbol. Es por esto, por lo que el fútbol asume

este papel sumiso en la actualidad. Pienso que ya es hora de darse cuenta

que, aquellos aficionados que utilizan el fútbol como medio para desfogar su ira

en forma de violencia, fueron “personas”, que con seguridad no recibieron una

formación deportiva en sentido amplio, y por ello jamás pudieron educarse

deportivamente, pues la formación deportiva es mucho más que la educación

deportiva, pero nada sin ella.

¿Qué idea de formación deportiva queremos transmitir?

“No tiene sentido tratar de empujar el río o acelerar la vendimia. El granjero

que está deseoso de ayudar a que sus cultivos crezcan y sale por la noche y

tira de los tallos nuevos de una planta, inevitablemente acaba por pasar

hambre” (Jackson y Delehanty, 1995)

Cada club puede tener su idea y filosofía de cómo formar un futbolista, pero

hay aspectos indiscutibles e incuestionables que deberían ser de sentido

común. Formar futbolistas, es un proceso largo y complejo porque estamos

tratando con personas, y no con objetos. Esto es olvidado por muchos

“profesionales”.

La formación, en sentido global, es enseñar un conjunto de contenidos con

una orientación e intención coherente. Cuando la formación está mal orientada

nos lleva a la deformación. La deformación es ese tipo de formación

desvirtuada, es decir, negativa. Cuando el concepto formación se relaciona con

el concepto deporte, en general, o futbol en particular, no puede desligarse de

estos aspectos. Por eso, el proceso de formación en fútbol tiene que estar

orientado hacia contenidos de tipo educativo, de preparación y de competición,

por este orden de relevancia; que respondan a unos objetivos bien definidos.

Según Castejón (2004), en la educación deportiva se encuentran todos

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aquellos aspectos que hacen que los sujetos tengan una formación que va más

allá de la simple práctica.

Por tanto, desde mi punto de vista:

Formación = Educación + Preparación + Competición

Figura 1. El proceso de formación deportiva en un sentido amplio

Si es la calidad del entrenamiento y de la preparación las que pueden

asegurar, en gran parte, la calidad de los resultados competitivos (Garganta,

2008); será la calidad de la educación, la que asegure la cantidad de calidades,

es decir, la permanencia de estos resultados. Por tanto, y una vez más, la

formación del futbolista es más que su educación, pero sin educación, ya no

podemos hablar de formación en sentido amplio. Tendremos que hablar de otra

cosa…

Valdano (1987) afirma que el entrenador de jóvenes futbolistas que sepa

entender la magnitud docente de su función, entenderá que el fútbol es un

vehículo de refinamiento cultural tan bueno como cualquier otro, digan lo que

digan aquellos que lo desprecian porque no lo conocen, que lo subestiman

porque no lo entienden. Esto nos lleva a presagiar que, cuando nos orientamos

por la victoria en procesos formativos ligados al fútbol base, estamos

caminando hacia la deformación; pues hay que tener en cuenta que el proceso

de formación acontece en un marco intencional (dentro del club-equipo), pero

tiene un claro sentido social (formar jugadores de fútbol, a la vez que personas

competentes y autónomas, ya que con suerte 1 de cada 10.000 niños, llegará

al estrellato, pero los otros 9.999…).

Cuando los modelos de formación deportiva se desarrollan orientados

únicamente por el deporte de alto rendimiento, es deber de los clubs y

formadores cambiar esta situación. ¡Tienen que luchar por la transformación!

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Muchas veces hay que plantearse si ganar un partido, vale tanto como

perder la sonrisa de un niño, su ilusión por el fútbol. Según un estudio de

Torregrosa y cols. (2008), el papel del entrenador es determinante en el

compromiso y la diversión de los futbolistas jóvenes; así como vital a la hora de

reducir el riesgo potencial de abandonos.

Educación deportiva, ¿escalafón principal de la formación deportiva?

“Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas

experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones

de los hombres, se lo debo al fútbol” (Camus, 1957)

Muy posiblemente el mito de que el deporte constituye una práctica

esencialmente educativa ha contribuido a que muchos planteamientos de

enseñanza deportiva se centren casi exclusivamente en la promoción de

aprendizajes técnico-tácticos (Velázquez, 2002). Hay que entender por tanto,

que no puede existir educación deportiva, si no existe un modelo de formación

deportiva, sobre el que se asiente dicho proceso.

Según Julio Garganta (1983), se debe programar en base a tres tipos de

objetivos: objetivos de formación, preparación y competición. Cuándo este

autor hace referencia a los objetivos de formación, está refiriéndose a lo que

aquí entendemos como educación deportiva. Se ha querido dar este matiz

porque, formar a un jugador de fútbol es ayudarle a desarrollar todas sus

capacidades, entendiendo este proceso como algo interminable. Los objetivos

de preparación se redactan a principio de temporada con la intención de

enseñar un conjunto de aspectos ligados al fútbol, teniendo en cuenta diversos

aspectos, entre los que podemos destacar: el contexto y la filosofía del club, la

concepción del entrenador, la edad y el nivel de pericia de los jugadores. Los

objetivos de competición engloban por un lado, aquellas metas que debe de

alcanzar el equipo al final o durante la temporada; y por otro lado, aquellos

contenidos que utilizamos durante los entrenamientos con el fin de trabajar los

errores producidos en el último partido y superar al adversario del siguiente

encuentro. En este caso, la preocupación es enseñar un saber jugar adaptativo

a las necesidades que demanda cada partido.

De este modo, los objetivos sobre los que se debe regir el proceso de

formación deben ser invertidos del alto rendimiento al deporte base. Es decir,

mientras en alto rendimiento el principal objetivo es la competición deportiva,

en las etapas de base se debe situar la formación de la persona como objetivo

principal, es decir, lo principal de este proceso de formación es la educación

deportiva; y es lo que diferenciará al formador del entrenador. Esto es algo que

también apunta Luis Fradua (2004) cuando afirma que, cuanto más alejados

estamos del objetivo final de ser jugador profesional, más importancia se debe

dar a la formación.

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Figura 2. Objetivos del entrenador (fútbol profesional) y objetivos del formador

(fútbol base) por orden de relevancia

Como ya hemos visto, desde nuestra idea, los conceptos de formación

deportiva y educación deportiva, son dos conceptos diferentes, pues para que

exista educación deportiva, es necesaria una formación deportiva cuyo objetivo

principal sea la formación de la persona en todas sus capacidades (cognitivas,

motrices y morales). Dicho de otro modo, la educación deportiva debe de ser

para la formación deportiva, lo que los cubiertos son para la mesa en nuestra

cultura. Pues los cubiertos además de lucir con su presencia, son utensilios

que debe utilizar todo comensal. Por tanto, y siguiendo a Castejón (2004), la

educación deportiva implica un respeto por la práctica deportiva con beneficio

para la persona que lo ejerce, como para las personas que lo quieran ejercitar.

Una propuesta de objetivos de educación deportiva

Todo club deportivo debe programar un modelo de actuación coherente, en

el cual se asienten las bases de un proceso de formación deportiva bajo una

cuidada línea de trabajo, que se conserve en todas las categorías. Para

aventurarse en este propósito, se deben definir los objetivos generales que

configuren la dimensión educativa a la que antes hacíamos alusión y que den

sentido al proceso de educación deportiva en la formación deportiva del

futbolista. De este modo, se expone a continuación una serie de objetivos a

modo de ejemplo:

Conectar la participación del niño o niña en su equipo con el desarrollo

de su moralidad, a partir de la potenciación de valores morales y

sociales, tales como, el respeto, la generosidad, la cooperación. (Arnold,

1986; 1991: 55)

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Considerar al niño o niña como lo más importante y no la actividad que

realiza (en este caso el fútbol).

Fomentar un espíritu de juego limpio (fair play).

Potenciar el carácter educativo del fútbol, desarrollando la formación del

niño o niña educativamente y futbolísticamente.

Implicar a la familia en el proyecto del club, pues es una entidad

fundamental para la socialización del niño o niña, en el proceso de

formación deportiva. Como señala Coca (2008), en el entendimiento

mutuo de la tarea que desarrollan padres y entrenadores, el primer

beneficiado va a ser el niño, y también el primer perjudicado si la acción

entre unos y otros no es solidaria.

Considerar y valorar todos los agentes inmersos en el proceso de

formación deportiva: educadores/entrenadores, público, padres, árbitros,

etc.

Establecer una filosofía de formación deportiva en su sentido amplio,

relativizando los resultados y promoviendo la participación.

Propiciar un clima democrático a través del diálogo, la reflexión crítica, el

planteamiento de cuestiones morales y el debate en grupo.

Transmitir un sentimiento de pertenencia al club.

Estos objetivos determinan la coherencia de la programación y representan

el “mínimo” desde donde comenzar a “andar”. Deben ser comunes en todas las

categorías de base de un club deportivo, y por ello conocidos, tanto por los

formadores, como por los niños y sus familias. Si la coherencia de la

programación está marcada por los objetivos presentados que pertenecen

fundamentalmente a la dimensión educativa; la progresión de dicha

programación a lo largo de las categorías, se ve afectada por los objetivos de

preparación y competición que hacen referencia a las dimensiones táctica,

técnica, física y psicológica. Estos objetivos deben ir variándose de acuerdo al

grado de desarrollo de los niños y niñas, púes no se puede permitir que un

equipo sea dirigido cada temporada, por un “entrenador” que desconoce casi

por completo lo que se ha hecho con este conjunto de niños o niñas en la

temporada anterior y que a su vez, se limite a enseñar unos contenidos sin una

conexión lógica en el entramado del club.

Conclusión

Hemos querido subrayar el papel de la dimensión educativa dentro del

proceso de formación de futbolistas. Nuestro planteamiento sostiene que, si la

interacción de las dimensiones táctica, técnica, física y psicológica determinan

el rendimiento del futbolista, la idea pasa por otorgar la importancia que merece

a la dimensión educativa, pues es ésta, la que garantizará la permanencia de

los resultados competitivos a lo largo del tiempo.

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Figura 3. Dimensiones del juego que determinan el rendimiento del deportista

Para trabajar la dimensión educativa, es necesario poner en práctica una

serie de contenidos que potencien aquello que buscamos, entre los que se

pueden destacar, el respeto por todos los agentes que intervienen en la

práctica deportiva (compañeros, adversarios, árbitros, entrenadores, familiares,

etc.), la aceptación y valoración del reglamento, el jugar de forma limpia, el

diálogo con los jugadores tanto a nivel individual como grupal, la reflexión

crítica y constructiva, el planteamiento de cuestiones morales y el debate en

grupo.

Por ello, muchos formadores deben sobrepasar aquella barrera en su

pensamiento que les impide apreciar la educación deportiva como parte

importante del proceso de formación deportiva, y no como un itinerario

desechable en la formación del futbolista. El punto de referencia implica dejar

de cuestionarse si “formar personas o futbolistas” y comenzar a trabajar sobre

el “formar personas y futbolistas”, ya que el “saber ser y estar” y el “saber y

saber hacer” siempre deben ir de la mano, como si fueran dos organismos

mutualistas, es decir, la relación entre uno y otro produce beneficio para

ambos, conduciéndonos a un “saber jugar”.

HUMANOS

HUMANOS ¿El crack futbolístico se nace o se hace?

Ocurre muchas veces en el fútbol base que queremos ver a una gran figura del fútbol en un niño de apenas 8 o 9 años. Y pretendemos formarle rápidamente para que llegue a ser una "estrella" lo más pronto posible. Personalmente creo que nunca hay que tener prisa por hacer artificialmente a un jugador de fútbol.

¿Qué papel debe jugar el entrenador de fútbol base en la formación del menor? Durante la etapa de formación futbolística, existe de forma paralela, una formación personal que incide en gran medida en la formación integral de los niños. Aunque a veces se carga de demasiada responsabilidad a los entrenadores del fútbol base, como si fueran los únicos responsables de la

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evolución personal y futbolística de los niños, es verdad que en estas etapas iniciales, los entrenadores deben ser fundamentalmente educadores.

Una de las acciones de la FDM fue la de obligar a que todos los entrenadores de las escuelas sean titulados. ¿Qué le parece? Hoy en día, todavía sigue existiendo una falta de preparación en muchos entrenadores de futbol base, sobre todo en ´escuelas modestas´. Llevo algunos años observando entrenamientos y partidos de fútbol base y me ha llevado a reflexionar y plantearme muchas cosas. La educación es un proceso larguísimo que requiere una enorme dosis de paciencia por parte de los entrenadores, educadores y padres de familia, quien no tenga esa paciencia debe retirarse del mundo de los niños. Actualmente estamos en una sociedad en la que se piden resultados inmediatos, de hoy para mañana, vivimos agobiados y llevamos la presión a la formación del niño.

¿Cuál es el origen de los conflictos entre menores en un campo de fútbol? El fútbol tiene una finalidad como juego que es ganar y, aunque hasta aquí podemos estar todos de acuerdo, el problema fundamental radica en que si ponemos ´el ganar ´ como único fin, estamos perdidos, porque la competición deportiva se convierte en un campo difícil, al buscar derrotar al rival como sea. Pero si lo consideramos como un medio para seguir mejorando entonces, si se pierde, no pasa absolutamente nada, porque esa derrota nos llevará a reconocer nuestros fallos para así seguir mejorando. El propio enfrentamiento de cada partido contiene grandes valores formativos, se tiene la colaboración de unos compañeros para enfrentarse deportivamente a unos rivales. Los compañeros, por su ayuda, y los rivales, por su oposición, suponen niveles de desarrollo como ocurre en casi todas las facetas de la vida.

¿Dónde está la clave entonces?

El punto fundamental y el más importe a mi entender en el fútbol de niños, es inculcarles unos valores que deben marcar su vida: humildad, espíritu de superación, esfuerzo, respeto, ... No olvidemos nunca cuando trabajemos con niños que son personas y que cuando se retiren dejarán de ser futbolistas pero no dejarán de ser seres humanos. Por ello, el principal objetivo que debe perseguir siempre cualquier escuela de fútbol debería ser, antes de ´fabricar buenos futbolistas´, formar y conseguir mejores personas.