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entramos? ahora si!
La propuesta pretende dar respuesta a la necesidad ineludible de ofrecer
una entrada adaptada para personas con movilidad reducida a la iglesia de San Martín de Noia.
Consiste en la instalación de un elemento desmontable y plenamente reversible compuesto por una rampa y una escalera que confluyen en una plataforma central materializando una antesala de la nave del
templo.
La iglesia se sitúa en el corazón del casco histórico de Noia (A Coruña) formando parte del recinto de la primera ciudadela fortificada de la villa.
Fue construida en 1434, en estilo gótico marinero, caracterizado por una única gran nave principal con arcos diafragma y contrafuertes visibles
por el exterior, con una capilla mayor en la cabecera.
Tiene tres entradas, dos en la nave y una en la sacristía. Todas con paso obligado a través de una escalinata.
La que menos diferencia de altura presenta entre la cota del pavimento interior y la del exterior es la puerta Norte, que se abre en el lateral de la
nave mayor hacia la plaza de la Constitución.
Su escalinata no es original, si no que es fruto de una remodelación que sufrió la iglesia en 1965, en la que el pavimento del interior se elevó,
obligando a reformar esta escalinata para resolver la diferencia de altura y dejando parte de las basas del pórtico ocultas. El resultado fue una
amalgama de peldaños de diferente solución formal.
Siendo esta la entrada habitual de la iglesia, es también el acceso más viable para la instalación de una rampa de acceso, ya que las demás
entradas, al tener mayor diferencia de altura, necesitarían una rampa con más desarrollo que generaría un impacto visual mucho mayor sobre
el templo gótico.
La premisa de partida es que la intervención debe ser reversible, y por tanto el diseño debe permitir desmontar aquello que se instale en
cualquier momento sin dejar huella.
Por otro lado, se intenta huir de soluciones de elementos de madera o aluminio superpuestos de quita y pon que finalmente nunca son
retirados, y finalmente estos edificios lucen un pegote en su rostro que además se acaba deteriorando en un corto plazo de tiempo.
Por el contrario, un edificio singular merece una solución singular, por lo que, en este caso, se decide reinventar el carácter de los elementos
arquitectónicos resueltos en piedra. Si bien se les atribuye un carácter eterno, casi siempre pensados para perdurar en el tiempo durante
generaciones, en este caso se va a generar un elemento pétreo con fecha de caducidad, sometiendo a revisión las connotaciones que el material tiene
adquiridas como intrínsecas.
Se toma como referencia para el diseño la escalinata original de la iglesia que todavía se puede ver en fotos de principios del siglo XX, que
ocupaba la totalidad del espacio comprendido entre los dos contrafuertes que flanquean el pórtico.
Atendiendo al pavimento de la plaza, que diferencia unas franjas perimetrales resueltas con losas rectangulares de granito de largos libres
y anchos variables, y un espacio central pavimentado con losas irregulares de piedra organizadas en sectores radiales en cuyo centro se encuentra el Cruceiro conmemorativo del 800 aniversario de la villa que
preside la plaza, se decide que la solución no debe exceder la franja perimetral que rodea la fachada de la iglesia para no invadir el espacio
central de la plaza y no distorsionar su diseño geométrico.
Por tanto, la solución planteada consiste en una distorsión de la franja
perimetral de la plaza que se materializa en una rampa y una escalinata de tres peldaños que discurren en paralelo a la fachada de la
iglesia y convergen en la plataforma central dispuesta entre los dos contrafuertes que se sitúan a cada lado del pórtico.
La plataforma de acceso toma la cota de la arista inferior de las basas de las columnas que flanquean la puerta y sostienen el tímpano,
coincidiendo con la altura del zócalo que se prolonga hasta la fachada principal de la plaza del Tapal, y que antiguamente marcó la cota
original del pavimento interior de la iglesia.
El despiece viene modulado por el ancho de los dos contrafuertes y del desarrollo que una escalinata y una rampa deben tener de acuerdo con la
normativa actual.
De este modo, tanto la rampa que acomete a la plataforma por la izquierda, como la escalinata que lo hace por la derecha, están formadas
por tres piezas transversales, coincidiendo en el caso de la escalera con sus tres peldaños, trasladando la modulación a la plataforma central y
quedando definida por cuatro piezas.
Las piezas, presentan una superficie abujardada y una volumetría muy sobria por sus caras vistas, pero por las caras ocultas están talladas con caída en varias direcciones e incluso cajeadas para poder ser asentadas sobre el pavimento existente en la plaza, así como sobre la escalinata de 1965 sin necesidad de alterarlos, empleando tacos de neopreno entre las
piezas nuevas y los elementos existentes para evitar deteriorarlos.
Para salvar el desnivel existente entre la cota del pavimento interior y el de la nueva plataforma de acceso que busca no sobrepasar la altura del
zócalo ni ocultar los elementos decorativos del pórtico, se diseña una pieza especial con una pequeña rampa que se desarrolla en el espacio
delimitado por la puerta u el zócalo exterior, y dos alas laterales que la separan de las basas de las columnas que permiten su completa
visibilidad.
Así, esta intervención que permitirá el acceso a personas de movilidad reducida al templo, se formaliza como un elemento que claramente no forma parte del edificio original, si bien atiende a su sobriedad y a su
escala monumental, quedando destinado a desaparecer cuando una reforma integral de la plaza resuelva los problemas de accesibilidad de
todos los edificios que la rodean de forma integral.