Ensayo Sobre La Vocacion de La Planificacion de j Friedmann

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    FACTIBILIDAD DE UNA DISCIPLINA PROFESIONAL DENOMINADA PLANIFICACIÓN GLOBAL O INTEGRAL 

    En los inicios de la planificación, el paradigma de pensamiento dominante fue el de

    su concepción como una acción racional en términos de la adecuación de unos finesespecíficos a unos medios determinados. No obstante, las limitaciones propias de la teoría

    de la acción racional en la planificación se pusieron de manifiesto1, y en ese contexto H.

    Simon propuso el paradigma de la racionalidad limitada.

    De acuerdo con Simon, cualquier organización tiene que tomar decisiones de dos

    tipos: unas asociadas a una serie de tareas rutinarias, y otras con un conjunto de tareas de

    innovación, mejora de procesos, o adopción de nuevos retos. Ambos tipos de decisiones

    toman lugar en contexto de comportamiento irracional, y en la mayoría de las ocasiones

    altamente orientados al corto plazo. Las condiciones de irracionalidad son las resultantes

    de la lucha permanente de una variedad de intereses con grados desiguales de influencia

    en la sociedad, por lo que una forma de restar contingencia en estas fuerzas es mediante

    la clarificación de la noción de interés público, entendida como aquel que subyace como

    condición de coherencia de todo sistema social estable.

    El interés público participa de dos componentes distintos, y para que se obtenga

    una única concepción específica del "mayor bienestar de las mayorías", ambos requieren

    fusionarse: por un lado se relaciona con aspectos de corto plazo ya que actúa en el campo

    de la política inmediata, y por el otro se asocia a la visión orgánica de la sociedad porque

    introduce decisiones en el interés futuro. Dado que la conciliación entre ambos extremoses por lo general insatisfactoria, se genera automáticamente en la sociedad la sensación

    de compromiso provisional entre las fuerzas que producen tensión de un lado y otro. Esta

    área de compromiso provisional constituye el área de desarrollo profesional del

    planificador global.

    Posterior al fin de la Segunda Guerra mundial, la planificación de objetivos

    económicos se introdujo masivamente en las universidades de EEUU como consecuencia

    del redescubrimiento de los temas sobre política económica realizado en el libro “Teoría

    General de la ocupación, el Interés y el Dinero”, de J. M. Keynes en 1936. Con ello la

    planificación se volvió una actividad lucrativa y con un fuerte atractivo ideológico. Ese

    componente ideológico de la planificación se conformó como producto de las obras de

    1 Tales como cumplir a cabalidad con las condiciones teóricas de a) que se cuente con la información

    relevante y suficiente sobre la decisión a tomar, sus consecuencias y efectos; b) que de todas las opciones

    consideradas la alternativa escogida resulte la más beneficiosa en cuanto a la maximización de los efectos

    con el menor costo involucrado; y c) la decisión es racional sólo si se toma en un momento indicado, por lo

    que no es posible disponer de tiempo ilimitado para la decisión.

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    Karl Manheim, Lewis Munford y Rexford Tgwell, y sus detractores: Friedrich Von Hayek,

    Karl Popper y Ludwig van Mises.

    Las posturas de estos autores dieron lugar a una serie de afirmaciones ideológicas

    que hasta el presente se hallan en la planificación: 1) dada su vinculación directa con su

    aspiración implícita a la reforma social, la planificación es por naturaleza utópica. Como

    principal argumento de rechazo de esa afirmación se presenta que actualmente la

    planificación organizada es pragmática, progresiva y conservadora. 2) la planificación

    como una forma específica de racionalidad social. Como se mencionó anteriormente las

    limitaciones del modelo de la decisión racional ya constituyen un primer argumento en

    contra de asumir como base de la planificación la racionalidad de las acciones individuales,

    y por otro lado la tensión generada por los intereses políticos y sus compromisos

    conspiran contra la posibilidad de tomar decisiones verdaderamente raciones, ya que es

    común adoptar decisiones por obligación y no por factores que tienen que ver con los

    méritos objetivos de una recomendación específica. Y, 3) que la planificación constituye

    una política científica. Al respecto, si bien pueden advertirse grados de verificación y

    replicabilidad   de modelos en la planificación, la evaluación de experiencias de

    organizaciones exitosas ha arrojado que en todo proceso de planificación interviene el

    sentido común, y en ocasiones las decisiones tomadas por las organizaciones privilegian

    las opiniones que consideran especializadas a los estudios científicos.

    Conocidas las limitaciones que han presentado los diferentes paradigmas de

    planificación en cuanto al establecimiento de qué es la planificación y la actividad del

    planificador, Friedmann propone que se considere a la planificación fundamentalmente

    como una manera de pensar con relación a los procesos y problemas de orden social y

    económico. Argumenta que debe diferenciarse entre “manera de pensar” y

    “pensamiento”, ya que se trata de un enfoque de planif icación dinámico que diferencia

    entre la acción e inactividad. Un ejemplo de la relación entre la acción y la planificación

    para Fiedmann, es que existen experiencias que comprueban que el proceso de

    elaboración del plan es instrumento de orientación más efectivo que los planes

    aprobados, ya que en la medida en que la construcción del plan obedece a la actividad

    real de los componentes que lo diseñaron, el cumplimiento de las actividades previstas es

    más probable. De la misma manera, estas experiencias ponen de manifiesto un patrón

    que permite detallar que un planificador trabaja con métodos derivados de tres maneras

    de pensar:

    A) Pensando en el porvenir: el planificador dirige su atención hacia las

    posibilidades de acciones futuras aún no realizadas. Su principal objetivo es que las

    decisiones sean más realistas en cuanto a su consideración respecto a contingencias

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    futuras, y más racionales con respeto a metas o condiciones deseadas para el futuro. En

    este punto, la planificación establece diferentes horizontes de tiempo, y en cada etapa el

    esfuerzo se concentra en una gama de problemas diferentes. De esta forma se tiene la

    programación anual, la planificación global (3 a 7 años), la planificación evolutiva (10 a 20

    años), y la planificación de metas (25 a 40 años). En los casos de planificación a largo

    plazo, el problema de los medios queda rezagado por la exploración de posibilidades y

    metas.

    B) Pensamiento normativo: la responsabilidad del planificador le exige que sea

    explícito en cuanto a la información que sirve de base para sus recomendaciones, y a

    derivar sus valores de una sólida concepción del bienestar común. El enfoque más

    adecuado para tener una noción de esta clase de bienestar sea el de la formulación de un

    adecuado nivel mínimo de vida. Sin embargo, no está clara la expresión en términos de

    metas operacionales para una sociedad determinada, y existen visibles desacuerdos en las

    diferentes posturas que asumen los actores políticos. El pensamiento normativo se

    expresa en la medida en que la planificación genera el análisis de alternativas de decisión

    y tiene la posibilidad de escoger entre alternativas. Para el planificador el interés público

    constituye un valor normativo que contribuye a mantener una esperanza en el futuro de

    la humanidad y su habilidad para ordenarlo con un propósito definido.

    C) Pensamiento integral: la función del planificador es clarificar objetivos y a la vez

    ofrecer estrategias y medios técnicos para lograrlos. En términos normativos se ocupa del

    futuro, pero en términos de posibilidades de acción es básicamente realista. El

    planificador debe integrar sus capacidades particulares técnicas, analíticas, empíricas, y

    programáticas que aporta al proceso de planificación, con la capacidad de operar con

    valores sociales en los planos normativos, sintéticos, teóricos y utópicos.

    De esta manera la propuesta de un planificador global con capacidad para la

    resolución de objetivos de distintos tipos (económicos, sociales, culturales, académicos,

    etc.), está dirigida a sostener que si bien actualmente la figura del planificador profesional

    está siendo desplazada por otros especialistas, la función de planificar permanecerá.